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PRESENCIA DE LARA

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PRESENCIA DE LARA

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LARA: TIERRA DE CONTRASTES GEOGRÁFICOS

Geografía y Paisaje

La tierra venezolana ofrece a viajero que se detieneobservador ante las cosas de la naturaleza, un compen­dio de todos los climas y de todos los paisajes. Puedesentir todo el rigor tropical en el litoral caribe o sentircómo cae vertical un frío nórdico, si asciende hacia lasmás altas cumbres andinas y lleva su presencia hasta don­de las nieves merideñas miran descender los valles haciala tierra llana, a todo lo largo de una existencia de siglos.y esta diversidad de climas y de paisajes, difícilmentepueden, dada su complejidad de matices, estar sintetiza­dos en un solo estado de la nación venezolana.

Pero cuando se profundiza en la Geografía de Ve­nezuela, cuando al espíritu preocupado por todas nues­tras cosas le embarga un fervor vivo e indeclinable demedir en su total expresión la realidad geográfica venezo­lana y en su estudio se tropieza con el Estado Lara, allíencontrará rasgos sintomáticos de una región que pose­yendo sólo algo más de 19.000 kilómetros cuadrados, poseetrozos de Andes, donde si en verdad no reina el frío semi­glacial de las cumbres merideñas, sí puede sentir la ge­Iidez punzante del aire que descendiendo desde las altas

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montañas, desde los páramos vecinos, hinca agudamentesu fría garra en el habitante de los pueblos asentadossobre las últimas estribaciones de la robusta vértebra an­dina. Podrá contemplar el yermo ardido y desolado en lavasta meseta barquislrnetana, que interrumpida por bajasserranías se corre hacia el norte hasta encontrarse con elyermo falconiano y donde bajo el furor del sol canta inter­mitentemente la cigarra del poema de Luis Fernando Alvarez.

La meseta y el yermo descienden hacia el Este. Lacordillera claudica hacia el oriente y en Sarare, camino dePortuguesa, retazos de llano, intermitentes pero reales,brindan un nuevo' paisaje a la tierra que de contraste encontraste, ha podido casi encerrar todos los paisajes ycompendiar casi todos los climas. Posee sus retazos deselva y bajo las marañas intrincadas de Bucaral, cuya malezavigila el ojo iluminado del jaguar, se siente el hálito de laselva mágica que Rómulo Gallegos ha inmortalizado en sunovela.

Faltan, es verdad, los grandes ríos, pero sí existenlos torrentes caudalosos en los días de intensa lluvia, quellevan un mensaje de la tierra de mesetas, serranías, selvasy llanuras al mar o a las anchas serpientes fluviales queentretejen de vida latente el llano venezolano. Y falta eltrozo de mar para completar la sintetización de todos lospaisajes, mar que un día también estuvo presente en Lara,como lo señalan mapas históricos; pero esta geografíaquedó mutilada cuando nuevas divisiones se realizaron ennuestra carta geográfica y nuevos estados de la Uniónfueron a crear una nueva división política en la estructurafederal de la nación.

El Estado Lara es algo así como una gran meseta,árida pero no desierta, rodeada de todos esos paisajes yacitados y que constituyen ese matiz de contrastes que essigno de heterogeneidad y de curiosa variedad topográfica.Una meseta larga en muchos kilómetros que comienza en

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las cuestas de Santa Rosa y se alarga hacia Barquisimeto, .hacia Quíbor y El Tocuyo, y a cuyo alrededor el viajero vey siente desfilar estribaciones de la costa al Norte, la muer­te de las últimas cumbres andinas al Sur, las mismas cum­bres al Oeste y los llanos que comienzan a anunciar supresencia una vez que se traspone Cabudare y que elpaisaje se abre camino hacia Sarare, que es el umbral delEstado Portuguesa.

Los ríos llevan mensajes de las últimas tierras altashacia el mar por diversos caminos. Aguas exiguas quevan creciendo en caudal y que llegan hasta el Atlántico ohasta el Caribe. Y así, el río Tocuyo, la arteria fluvial pri­mada de la tierra larense, va abriéndose paso a través delyermo, entre bajas serranías, entre valles poblados de ricossembrados, para caer en última instancia, ya en zona talco­niana, en las aguas caribes. Y otro río, el Turbio, el man­so río de verano que corre al sur de Barquisimeto y entorno a cuyo "dulce arrullo" esculpió una joya poética lajuventud lírica tempranamente tronchada de Rafael GarcésAlarno, enrumba su caudal anémico al principio, pero enconstante crescendo, en frecuente mutación de nombres,hacia la llanura y así va de río en río a caer en aguasatlánticas Es la voz jirajara y la voz cuiba que late aún enel ámbito aborigen del paisaje larense, la que lleva men­saje de la tierra de contrastes hasta los dos grandes ma­res que bañan el litoral venezolano.

Un día Juan Oropeza habló de las biografías de losríos. Habló de ese gran río que cruza uno de los pueblosmás antiguos del mundo, el Nilo, y que ha sido descrito yque ha anunciado la decadencia de uno de los más ilus­tres biógrafos contemporáneos, Emil Ludwig. Y cuando elescritor caroreño habló de estas biografías, dijo en pala­bras cuyos términos exactos no recuerdo, que ningún ríomejor para ser historiado en Venezuela que el río Tocuyo.Dos biografías paralelas podrían surgir de dos ríos taren­ses: la del Tocuyo y la del Turbio. Ambos han sido tes-

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tigos de proezas, de gloriosas jornadas, de existenciasque se pierden en el misterio del tiempo, y a las márgenesde ambas cintas fluviales, viven pueblos trabajadores quehan hecho de la vida un ejemplo de laboriosidad. Si el ríoTocuyo sintió un día ya remoto el empuje de la casta deDiego de Losada, si sintió en su vecindad la presencia dela capital de la Provincia de Barquisimeto y fue cuna deun centro industrial que alcanzó fama en América, tam­bién el Turbio, desde los días distantes de Terepaima, enlos años de duro batallar entre jirajaras y conquistadores,ha sido testigo de escenas que se evocan con júbilo o quese lamentan con justeza de expresión. Las riberas y lasplayas azules del Turbio guardan el secreto del filicidio deLope de Aguirre y ellas también escucharon el redobletraidor que engendró la derrota de Tierritas Blancas. Bienestarían esas dos biografías para orgullo del arte y de lasletras venezolanas.

Los ríos, reducidos en verano, cruzan las mesetas, seabren caminos entre las sierras y originan fecundos vallesy dan un matiz extraño a un panorama de alternativasgeográficas y dotado de los más raros contrastes. Admiraver cómo después de un recorrido por una zona donde elsol cae vertical sobre la tierra estéril, rica en cujíes y cactá­ceas como fundamental vegetación, surge repentinamenteuna vega poblada de pastos, de conucos ricamente produc­tores y que constituyen una especie de oasis en medio delpaisaje seco y de hierática tristeza. Y también admira có­mo a lo largo de la zona por donde cruza el río o la quebra­da, se va abriendo paso una cinta de verdor que no cubrea menudo más allá de unos cuantos metros a los lados delcauce del río, y cómo el panorama reseco parece precipi­tarse sobre esta corriente que rara vez se expande envalles de mayor extensión.

En medio de la meseta árida, surge a veces en algu­na pequeña hondonada raquítica vegetación y cuando seexamina la estructura de esta exigua flora, quien mira y se

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detiene en el análisis, hallará a menudo árboles y arbus­tos de hojas resistentes propicias para soportar el pesoagobiador de un clima y de una estación intensamentetérmica. Con los cactos y las mimosáceas alternan lasplantas textiles, cuya presencia puede recordar al trota­mundos algún trozo de paisaje de Texas y de no pocaslatitudes aztecas. Y precisamente, si el clima es cálido ylas regiones son áridas en la meseta central larense y enlas vastas regiones que extendidas hacia el norte y nor­oeste, corren a encontrarse con las tierras falconianas, enla flora propicia para estos climas el habitante de la re­gión ha encontrado el elemento para su sustento. En la co­cuiza y en el cocuy está la fibra que robustece y da inu­sitado vigor a la más vitales industrias larenses; en losfrutos de las cactáceas, -el buche, el dato, la lefaria-,halla no sólo el campesino sino la fauna cantora, frutosque saben a delicia al paladar avezado en esta clase derústicos manjares.

Al borde los ríos, en las vegas incrustadas entre elpaisaje agreste, otros árboles crecen y ofrecen al habi­tante de la región mejores o iguales frutas que las quebrindan las cactáceas. Y así, es de ver cómo la existen­cia de los chicuelos se siente atraída al mediar el año porla cereza regional, el cemeruco rojo y de aroma de granatracción. Y como ésta, otras frutas silvestres, como lamaya y el cotoperiz, que por temporadas llegan hasta laciudad traídas por las campesinas para la venta a travésde las calles y de romería de portal en portal.

y al lado de estos árboles, arbustos y otras plantasque recogen en sus copas frutas ignoradas para muchosde nosotros mismos, están otros árboles que casi son ár­boles símbolos de regiones o de ciudades. Y así está elroble, el árbol de inagotable verdura que puede verse creceren medio de un paisaje agreste, o bien el naranjilla, elárbol del mes de mayo, poblado en su totalidad de flores

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albas en los mismos días en que las campanas de lasiglesias llaman en sus repiques vespertinos para las Flo­res de María. Son árboles que condensan en su vida, mu­cho del cariño entrañable, de la evocación que jamás seagota hacia la tierra que nos vio nacer y que guarda enforma total todos los recuerdos de la infancia.

Nos envidia el habitante de la meseta central, de lasserranías del norte, a quienes nacieron y llevan la exis­tencia en otras tierras privilegiadas del estado. Tranquilotrabaja el criador de las regiones de Carora o el hilador defibra del Distrito Urdaneta o el cazador de conejos de losCerritos Blancos o de El Tostado. Y tranquilo vive tam­bién el conuquero que habita en las cumbres de Río Claro,de Guárico, de Cubiro, de Sanare o de los Humocaros. Ellleva también su vida feliz entre el clima grato de las tierrasaltas y labora en tesonera actitud por el bienestar de lapatria chica que nutre con su trabajo de todos los días.

Cada zona geográfica, con sus alternativas. con susvariedades climatéricas y topográficas, ve al correr del tiem­po cómo se amolda la existencia de cada habitante a losimperativos de la naturaleza en cada lugar. Estos con­trastes geográficos, donde asoman tan diversos climas ytan diversos paisajes, no constituyen un factor que obrepara alterar las normas ejemplares del amor al trabajo. Encada zona, cada hombre es un puntal para el sosteni­miento en estado floreciente de la industria regional. Enesta realidad. es preciso mirar un caso típico de la vidavenezolana.

Mito, Ritos y Leyendas

Mientras más nos adentramos hacia el corazón deVenezuela, más claramente sentimos gravitar sobre el am­biente el aire aborigen. Mirando los hombres de muchaslatitudes, se palpa una reminiscencia viva el ancestro indí-

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gena. Para mirar y sentir este aire indio, como diría PaulMorand, no es preciso ir al encuentro de tribus que enpureza racial se hallan en algunas zonas del país, casitodas remotas. Quien recorre comarcas del Estado Lara,quien se da a surcar caminos, atravesar yermos o as­cender hacia las serranías de cualquier latitud regional, setropieza con un ejemplar de morenez donde no se ve eltipo de Cam trasplantado especialmente al litoral y sitiosinmediatos de Venezuela. Se mira un perfil que prontolleva hasta la evocación del indio, palpitante en estos per­files en los cuales un pequeño caudal de sangre hispanano ha borrado las huellas fisonómicas de los padres de laraza americana.

y en torno a estos perfiles, la imaginación se echa acorrer y la mente se remonta hasta los días distantes dela preconquista, donde razas autóctonas, en salvaje liber­tad, luchaban por la vida en las mesetas ardidas, en lasserranías y en los valles de anémica fecundidad. RafaelGarcés Alama construyó en verso de sonora estructura laleyenda de Macuto y Titicare, Pío Tamayo evocó al indioen su canto a Beatriz y, necesariamente, todo poeta quehaya llegado a la vida en aquellas tierras, tiene forzosa­mente que elevar sus atisbos hacia el mito, hacia la le­yenda que parece emanar de cada trozo de paisaje. Deboca en boca de algunos campesinos corre la narraciónde las doncellas sacrificadas bajo el claror lunar. Cuandolas lluvias se alejaban en demasía, las cosechas langui­decían agónicas bajo el sol implacable y todo era silencioy soledad en el aire reseco, el piache conducía entoncesa la doncella más bella de la tribu hasta la piedra de lossacrificios y sobre esta mesa de sílice, en rito salvaje, lasangre de la virgen venus era ofrecida a cambio de lasgotas celestes que viniesen a fecundar el suelo estéril.

Frente al paisaje abrasado, se evoca la marcha pe­nosa de los conquistadores a través de cujíes y cactos,haciendo frente a las flechas vibrantes de los jirajaras, y

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se evoca y se reconstruye las jornadas de Nicolás Federmana lo largo de esas mismas zonas de sol reverberante, decielos encendidos a la hora del atardecer, de quebradassecas en forma total en los meses de verano.

Los siglos se han deslizado sigilosamente en el tiempoy aún queda el ancestro aborigen claro y vibrante en cadarecodo de camino y en el fondo de cada valle. Una ori­ginal amalgama de cultos donde una liturgia extraña en­ciende la pasión bajo las claras noches de mayo, bajo lavigilancia de la Cruz del Sur, se siente en los caminosrurales cuando las procesiones pintorescas de los luga­reños enseñan que se celebra el velorio de cruz. Ritospaganos y cristianismo rústico entremezclan sus rasgos yentre los rasgueas del quinto, el golpe sordo del tambor yel canto de las décimas de casi monocorde armonía, enmedio de la inmensidad del paisaje, elevan un ambientede misteriosas evocaciones y el aire se llena de un anacró­nico encanto que nos transporta a años remotos perdidosquién sabe cuantos siglos atrás.

Tipicismo Racial

Cabellera lisa, ojos negros o raramente pardos, colormoreno y rasgos un poco hispanos y bastante indígenas,constituyen un tipo standard del nativo de casi todas lasregiones de Lara. En estos rasgos fisonómicos, el ances­tro habla con palabras de clara evidencia. Pero la indo­lencia que se atribuye al indio, fácilmente se compruebaque ha sido sustituida por un amor definido hacia el tra­bajo, a las artes rústicas, hacia la agricultura más rústicaaún y así, muchas veces he podido ver cómo de casi lanada el nativo ofrece el producto de las más inesperadasindustrias.

En medio de esta generalidad racial que habla condiafanidad de su origen, el acucioso investigador podrádescubrir dos islas raciales en dos latitudes vecinas: Quíbor

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y El Tocuyo. En zonas del Distrito Jiménez se podrá tro­pezar con campesinos rubios, de ojos verdes o azules, yalguien se preguntaría de dónde procederá este mostrariode razas nórdicas por sus más elementales características,en medio de un trozo de tierra tan distante. Y habrá queremontarse a los días de Nicolás Federman, a los añosremotos de los Belzares y pensar y reconstruir entoncesel origen de este núcleo dotado de innegables rasgos tu­descos, mezclados indudablemente con los del indio y delespañol, que se halla perdido en esa pequeña región delinterior venezolano. Y crece la identidad de este origen,cuando se descubren apellidos que indican con claridaduna raíz germana que a través de los siglos se fue españoli­zando hasta quedar tal como se encuentra hoy.

y si se marcha un poco más hacia el Oeste y se llegahasta tierras tocuyanas, no será ya el rubio sino el hom­bre que anuncia en sus rasgos fisonómicos una induda­ble descendencia de Cam. Pero allí, no sólo ha llegadohasta hoy el color de la raza cuyo origen indudablementese remonta a los esclavos traídos por hidalgos encomen­deros, sino que ritos de un profundo sabor africano sepractican en ciertas festividades. Y así, está el tamunan­gue, baile que más sabe al Africa de ébano, a las miste­riosas danzas del lago Niassa, que a zona donde la agri­cultura florece en raro esplendor y mil matices denuncianun ritmo de civilización.

La Agricultura, alma de la Economía Regional

La práctica de la agricultura es uno de los mejoresmedios de rendir culto a la naturaleza y es a la vez, unode los caminos más apropiados para llevar el progreso alos pueblos. La vida de todos los países, aún en las másremotas edades, siempre ha estado girando en torno alsurco que guarda la semilla y a los días en que la cosechapremia el esfuerzo duro del labriego. En Lara, este culto al

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sembrado, al laborar de la tierra acusa su alta expresión,no sólo en la falda fértil de la serranía que se empinahacia Los Andes, sino aún en aquellas latitudes donde lasequía, la aparente esterilidad y el sol abrasador consti­tuyen símbolo austero durante el proceso de casi todo elaño. Y quizás en estas tierras donde la agricultura es casiexpresión de sacrificio, donde el campesino vive detenien­do el pensamiento en la nube alta que espera se con­vierta en lluvia, el mismo campesino que descendió delpiache que ofrecía sangre de doncella al cielo implaca­ble, es donde la cosecha alcanza sentido de rito y dondeel fruto en sazón adquiere sabor de milagro.

Existen tres clases de agricultores en el Estado Lara;uno de ellos, es aquel que habitando en las zonas áridas,cultiva el conuco con sangre de supremo esfuerzo, cuyacosecha depende del capricho de las lluvias a menudoesquivas; otro, es aquel que cultiva en pequeño en lasserranías con frío de Ande o en las vegas que bordean lasmárgenes de algún río y cuya cosecha es siempre firme;el otro, es el señor de grandes haciendas, poseedor devastos sembrados de caña o de café, con densas peona­das a sus órdenes y cuyo laborar constituye en cada oca­sión un puntal para el robustecimiento de la produccióncafetera y cañamelar, que integran dos de las industriasbásica de la economía regional.

La tierra árida posee síntomas de providencialidad; siallí no se dan los frutos propios de los surcos fértiles,crecen en cambio plantas unidas al paisaje reseco y demustio verdor, con cariño entrañable. La coculza, el cocuy,la maya, el cardón, viven y crecen sobre la tierra estéril, yla presencia de estas plantas dan vida al panorama deotra manera yerto y engendran esa dinamia industriosaque admira encontrar en el fondo de los parajes calcina­dos, agobiados por un sol recalcitrante, donde los hom­bres cuentan a menudo como único líquido para mitigar lased, con el agua recogida en estanques al paso casi siem-

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pre fugaz de la estación de las lluvias. Pero bajo ese cieloduro e impasible, entre el paisaje agreste y caliginoso,crece y vive un pueblo que anuncia la reciedumbre de laestirpe, donde la definida amalgama racial del remoto jira­jara y del conquistador español, forjaron y templaron unaraza nueva que tiene que constituir razón de orgullo parauna nación y cuya acción incansable en el trabajo, es actitudejemplar alzada ante las esperanzas de la patria.

Ritmo de la Industria en el Campo yen la Ciudad;la Industria Doméstica

Antonio Arráiz nos habló una vez desde la Asocia­ción de Escritores Venezolanos de los ricos manjares queen alguna época de la Colonia hacían las delicias de lospaladares más exigentes en aquellos días casi perdidosen las brumas del tiempo. Eran los manjares que las Beja­rano elaboraban con exquisito arte en la Caracas señorialde otros siglos. Pero esta epicúrea estirpe de los man­jares propios para paladares doctos y estómagos refina­dos, no sólo acusaron una existencia de aristocrática fazen otros días que se miran románticos en la distancia delas fechas. También hacia el corazón de nuestra provin­cia, en las ciudades donde todavía se descubre un re­moto aire español, las industrias de las golosinas cauti­vadoras, de los platos de suculenta vestidura y de saberincomparable, existieron en los días ya ancianos, y a tra­vés de los años han llegado hasta nuestra época, un pocoalterados es verdad, pero aún con un sello que invita cor­dial a que sean saboreados.

El Tocuyo, Carora, Quíbor, Barquisimeto, Cabudare,ciudades de diversa importancia, pero todas rebosantesde tradición, ofrecen al nativo y al extraño resto de algu­nas industrias domésticas, que casi rebasan el simple con­cepto de lo industrial para caer dentro de un concepto con

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sabor de arte. Manos blancas y trigueñas no sólo de laobrera avezada a la diaria tarea estilizan en el rincón ho­gareño esas caseras manufacturas que llevadas a travésde las calles u ofrecidas en las vitrinas de las pulperías,constituyen un exponente de delicado perfume que invitaa un inevitable yantar.

Existen algunas de estas industrias que han conser­vado su sello de rancia aristocracia vernácula y que sóloson adquiribles sus productos yendo en su búsqueda casade la familia que los elabora, o esperando la vendedoraque en romería urbana, que ya hoy linda con la ausenciatotal, anunciaba su presencia desde la distancia llevandoel azafate sobre su cabeza, cubierto con blanco paño, bajoel cual se agolpaban las acemitas de las Garmendia, deforma semilunar, las acemitas puntiagudas de las Ramos,los bizcochos de las Arapé o los pan de Tunja de lasGarcía. Todo es resto de industria familiar que va desa­pareciendo, pero es preciso recordar/o, ya que ella defineuna nota típica que invita al recuerdo y constituye casiexpresión romántica para todos aquellos que crecimos enalguna de esas llanas ciudades larenses, de casas conamplios portales y de calles perennemente soleadas.

La mecanización aun de las más pequeñas industrias,la introducción de maquinarias exóticas, de amasadoras pro­videnciales, han venido creando la fuga de todas estascosas, y hasta ese sabor de delicia de los antiguos amasijosestá en derrota y ya sólo se tropieza con el pan dulce ydemás menesteres de moderna elaboración. Pero aún, enel rincón provinciano, se puede tropezar con estas expre­siones de una industria que arraigó una fama regional di­fícil de desaparecer.

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La Industria Urbana y la Industria Rural

Las antiguas hilanderías de El Tocuyo crearon cele­bridad a una industria que cobró admirable amplitud en elámbito americano de otras épocas. Pero si estas indus­trias decayeron y tornaron a desaparecer, otras han sur­gido, se han multiplicado, y allí donde la técnica ha fal­tado, donde la ignorancia no entiende en absoluto nadade lo moderno, un feliz instinto, una envidiable destrezaha salvado todos los escollos y he aquí que toda la regiónlarense puede señalarse en Venezuela como ejemplo delaboriosidad, donde un ritmo de trabajo similar puede regis­trarse tanto en el campo como en la ciudad. Y en verdadque admira ver cómo campesinos que jamás han tenidoante sí la cartilla, que nunca han intentado descifrar elmisterio pueril del silabario, hacen de su sentido de lascosas una entidad mágica y elaboran los más diversosartículos y se abren campo en la vida siempre dura y mu­chas veces hostil.

No es preciso emprender una romería de pueblo enpueblo por todas las regiones larenses para apreciar esteesfuerzo de trabajo, este dominio de rústicas industrias.Basta acercarse a la primera ciudad del estado, su ca­pital, y echar a correr la atención por aquellas calles dondese anuncia la existencia de las gentes en condición máshumilde y allí, a la hora vespertina, podrá mirarse a lamuchacha tejedora de capelladas que gasta la luz de laspupilas en un trabajo agobiador, para en definitiva, alle­garse cada sábado hasta el industrial de alpargatería yofrecer el trabajo de toda una semana. Yo he visto cómoen muchos casos las pupilas grandes y negras de algunamuchacha, se hacían cada día más grandes y más negras,de tanto inclinarse sobre el trabajo cotidiano y, en defini­tiva, terminar por sentir el exterminio de sus pulmones,por el simple hecho de esa entrega a un diario y rudolaborar.

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Quien se llegue a uno de esos pequeños almacenesque en cifra no pequeña se hallarán a lo largo de la AvenidaMiranda de Barquisimeto y en los cuales a menudo no severán sino productos exclusivos de las diversas regionesestadales, admirará encontrar tal diversidad de artículos.Allí, se tropezará con la variada industria de aperos parabestias de carga, elaborados los unos con juncos que cre­cen silvestres a orillas de los pantanos; las obras de tala­bartería para los mismos y para las caballerías, donde losobreros desarrollan todo su ingenio para dar los más artís­ticos bordados y claveteados. Las fajas para el hombretrabajador de los campos y de la pequeña villa; los porta­monedas; las cajetas, pequeños estuches para colocar elzumo condensado del tabaco y que denominan chimó, ylas cuales son elaboradas de cuerno de res; los sacos decocuiza y de henequén; las mochilas de la misma fibrapintorescamente coloreadas; los mecates y las cabullasde la misma planta, y en una palabra, toda esa infinidadde artículos, productos de un arte rústico y admirable, quesintetizan una expresión magnífica de un pueblo que laboracon tesón aun en aquellos años en que nadie recordabaque la técnica podría realizar maravillas, pero donde yaeste arte rústico las estaba realizando.

En el Estado Lara, tierra de contrastes geográficoscomo lo he señalado en la parte inicial de estas frases, noson los factores diferenciales de la topografía, ni del climani de algún otro elemento natural, influencias que haganvariar el ritmo de esta dinamía creadora. Si se recorrenlas regiones secas durante casi todo el afio, se verá a losnativos de esas zonas dedicados a la industria del cocuy,de los hilados de fibras que se traducen en sacos paraenvasar sal, café, frutos menores, artículos de demanda,aun en las regiones más remotas del país. La industrialicorera, sostenida principalmente por la penca del agavecocuy, es factor de importancia en la industria regional yclaro está que ofrece mayores perspectivas para la futura

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industria del alcohol. Y cuando el hombre de campo noestá consagrado a las faenas en última instancia seña­ladas, se le verá dedicado a la cría de ganado, especial­mente caprino, o al cultivo de frutos menores, o al tejido'de burdas cobijas de lana como ocurre en Quíbor, o a laelaboración de jaleas y de conservas, cada una de lascuales lleva como sello distintivo el nombre de la región odel pueblo donde se elaboran. Lo mismo ocurre con lossombreros de cogollo y así se buscarán sombreros deSanta Rosa o de Quíbor; o petacas y cestas de talo cualregión.

Las industrias en el Estado Lara comienzan a abrirsecamino hacia una nueva realidad, en la cual la técnicadesempeñará el papel esencial. Se ha comenzado con lasplantas textiles y su empleo en hilados ordinarios para losfines antes indicados, plantas entre las cuales esa liliá­cea denominada Agave cocuy por los botánicos, casi pue­de considerarse como una planta providencial. Se está asíen el camino de las grandes realizaciones y cada uno denosotros, particularmente los nativos de aquella importanteentidad, debemos dar lo mejor de nuestros esfuerzos, cadauno en su plano y de acuerdo con sus facultades, paraque este ritmo ascendente de progreso, culmine en la reali­zación de la mejor esperanza que cada uno puede tener,en beneficio de una tierra que se merece todos los bie­nes y que muy pocos son los que hasta ahora ha podidogozar.

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INTRODUCCiÓN A LA GEOGRAFíA ECONÓMICA

DEL ESTADO LARA

El presente trabajo fue escrito en 1943 ypresentado por su autor para optar al títulodel Doctor en Ciencias Económicas i 50­cleles de la Universidad Central, y como sutftulo lo indica, es sólo la introducción a untrabajo de meyor amplitud sobre la Geogra­(fa Económica del Estado Lara. Algunos delos datos aquf expuestos, son ya atrasados,otros, deficientes. Hay que hacer notar asi­mismo que luego de escrita esta monogra­(fa, ha cobrado gran impulso cierto númerode renglones industriales en el Estado, talescomo los de cemento y sisal, y cuyos datosse ampliarán en la edición futura, ya aumen­tada, de la obra.

EL MEDIO Flsrco y SU INFLUENCIA EN LA DISTRIBUCiÓN DE LA

RIQUEZA

1. Características Geográficas

Con excepción de la zona costera, el Estado t.araposee las características generales que pueden observarse

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en el medio físico venezolano del resto del país. Su situa­ción en un punto dentro del territorio nacional donde mue­ren los Andes, donde nacen los llanos, donde tienen ori­gen ríos que van a caer, unos indirectamente al Orinoco,otros al Mar Caribe, contribuye a ofrecer a la GeografíaFísica de esta entidad federal toda una variedad de fac­tores que a la vez que brindan fases diversas al relievedel suelo, hacen en extremo interesante el estudio de ladistribución de la riqueza en este sector de la extensiónvenezolana.

Los Andes que descienden desde los Estados Mé­rida y Trujillo, se bifurcan poco después de trasponer loslímites de Lara. Una rama cordillerana mayor sigue la direc­ción que trae desde las altas cumbres merideñas y sedirige por el sur del estado, hasta ir a morir a las peque­ñas llanuras de Sarare, en las montañas del Altar, allídonde comienza a expandirse el abra que conduce a losllanos occidentales de Portuguesa y de Barinas. Esa ramade la cordillera andina que cruza al estado de Oeste aEste, da a Lara una serie de altas cumbres, de regionesparameñas, y sobre todo, de pequeños valles y altipla­nos, donde se cosechan con facilidad los frutos propios delas zonas templadas. Una serie de pequeñas poblacio­nes, los Humocaros, Guárico, Sanare, Cubiro, Río Claro,demoran en esas zonas altas y son centro de abundante ycalificada producción agrícola que va desde las frutas pro­pias de las tierras donde reina el clima frío, hasta granosdiversos propios de zonas más bajas, y algunos, de origeneuropeo.

La otra rama de los Andes que penetra en Lara, comolo asientan los doctores Víctor M. López y John H. BrinemanJr. en su Estudio Geológico y Minero del Yacimiento deMercurio de San Jacinto, toma una dirección norte sepa­rando al Estado Lara de los estados Trujillo y Zulia.

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Los otros dos sistemas orográficos que pueden es­tudiarse en el Estado Lara, son el de la Costa del Caribe yel de Coro, los cuales convergen hacia la parte central delestado, notándcse un descenso en su altitud a medidaque se acercan hacia el centro y lo cual produce una de­presión que se extiende entre los Andes al sur y los dossistemas orográficos en último término citados, al norte.Esta depresión, pensó el doctor Karsten, pudo constituiren tiempo remoto el fondo de un Inmenso lago.

Las características orográficas que hemos señalado,sirven de antemano para hacer suponer una gran varie­dad de paisajes y consecuencialmente, una serie de fa­ses en cuanto al relieve del suelo en el Estado Lara, y portal motivo, 'una distribución acorde con esas caracterís­ticas, ya de las riquezas naturales, ya de aquéllas que sehan venido desarrollando gracias al impulso del esfuerzohumano.

Como asienta el señor Silva Uzcátegui en el primertomo de su Enciclopedia Larense, y como hemos tenido opor­tunidad de comprobarlo en la realización de investigacio­nes mineralógicas y botánicas por casi toda la extensióndel Estado Lara, los diversos sistemas de montanas quecruzan la región, poseen caracterrsticas diferentes, lo cualconstituye un nuevo factor ilustrativo acerca de ladistribu­ción de la riqueza en la superficie del Estado.

Asl. hemos de señalar que la parte andina del estado,rica en cardas de agua y en vertientes bien provistas du­rante todas las estaciones, aún en las de 'mayor sequía,es una zona apropiada para la agricultura, lo cual ha sidoasí reconocido por sus pobladores, que hallan en las la­bores agrícolas el elemento fundamental para su defensaeconómica. Esta zona, que debió ser boscosa en sus orí­genes, paulatinamente ha ido siendo talada y es tnduda­ble que la tala anticientífica y la práctica del conuco hantenido consecuencias fatales, particularmente en cuanto a

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la disminución del caudal de muchas vertientes, lo cual seagrava si se toma en consideración que en esa zona nacenlos principios ríos del estado.

El sector de la cordillera de la Costa, si posee algu­nas semejanzas con el sector andino, se diferencia de élpor ser menores sus alturas, menos rico en vertientes, porposeer extensiones difíciles de cultivar y por haberse desa­rrollado mucho menos allí la riqueza agraria. El sistemacoriano posee aspectos casi podríamos decir que anta­gónicos a los anteriores. Allí, se encuentran las zonasmás áridas del estado. Se compone de una sucesión decolinas y pequeños altiplanos inhóspitos, donde se haceimposible la agricultura y donde sólo vegetan plantas pro­pias de regiones e tal aridez, que las hacen similares a lasobservadas por nosotros en zonas como Arizona, Texas yNuevo México. Una naturaleza así sólo permite que pros­pere una vegetación integrada de manera especial por mimo­sáceas (cujíes) y cactáceas (tunas y cardones), lo cual,por otra parte, hace esas extensiones del Estado Lara lomás apropiadas para estudiar la flora integrada por estasdos familias botánicas.

La esterilidad de la tierra, la escasez de las lluvias enmuchas de esas zonas, no ha sido obstáculo para que allíse encuentren numerosos pobladores que luchan contrauna naturaleza ingrata, pero a la cual logran sacar algúnrendimiento. Crece en esas regiones uno de los más altosporcentajes de ganado caprino con que cuenta el país y,además, plantaciones de Fourcroya Humboldtiana (cocuiza),que prospera casi silvestremente y presta sus fibras parala fabricación de sacos; crece también el Agave cocuy,para la extracción de un fuerte licor de más de 50°, aprove­chándose además la fibra de sus pencas para hilados fibro­textiles.

Los diversos detalles geográficos señalados, dan a laparte central del estado un aspecto de extensa meseta,

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estéril en la mayoría de sus partes, interrumpida por pe­queñas sierras y colinas, que viene a demorar en las ri­beras del río Turbio, que pasa por el sur de Barquisimetoy muere en las vegas de este río, cuando más allá deCabudare comienzan a languidecer las últimas estribacio­nes andinas y empiezan a anunciarse los primeros clarosque conducirán a los llanos occidentales.

Los ríos del Estado Lara, unos van a desembocar enel Mar de las Antillas, y otros, hacia los llanos, y en últimainstancia, en las aguas del Orinoco. A este respecto, repro­ducimos lo siguiente de nuestro trabajo Bosquejo Económicodel Estado Lara, presentado como colaboración de semi­nario a la cátedra de Geografía Económica en la Univer­sidad Central, en el curso correspondiente al año de 1943.En dicho trabajo, decíamos: "No hay litoral lacustre en elEstado Lara y sólo una laguna de consideración existe enel Distrito Torres, pero cuyas aguas estancadas, contri­buyen a poblar de miasmas sus alrededores, haciéndolosinhabitables. Por el curso de sus ríos, las aguas del EstadoLara descienden hacia el mar, hacia los Llanos o hacia ellago de Maracaibo. El río Tocuyo, principal río del Estado,tiene un curso de 322 kilómetros de longitud, de los cuales220 pertenecen a Lara; nace de las aguas que desciendende los páramos de Cabimbú, del Jabón y de las Rosas.Este río, constituye factor importante en la economía agrí­cola del Estado; en muchos de sus vegas existen gran­des plantaciones de caña de azúcar, y sus aguas, además,alimentan diversos sembrados de frutos menores. Se pen­só canalizar el río, navegable en gran parte de su cursoen el Estado Falcón; anteriormente, cuando el caudal desus aguas no había disminuido tanto como ahora, fue explo­rado su cauce hasta la zona limítrofe del Estado, en 1840,por el señor Julián García, como lo hace constar en sunotable obra Diccionario Histórico, Geográfico, Estadísticoy Biográfico del Estado Lara, el general Telasco A. Mac­Pherson. Se buscaba con esa canalización, -cuando aún

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no existía la buena carretera que une a El Tocuyo conBarquisimeto- sacar al mar los numerosos productos agrí­colas logrados en las ricas zonas que integran hoy el Dis­trito Morán y regiones adyacentes. Queremos añadir a nues­tros apuntes de entonces, que la carretera que conducedesde El Tocuyo al Centro de la República en los últimosaños, anteriormente la construcción del Gran FerrocarrilBolívar que conducía los productos larenses desdeBarquisimeto al mar por el puerto de Tucacas y, finalmente,la disminución de las aguas que nutren al río ha hechodesaparecer en parte, al menos para el territorio del EstadoLara, la primordial necesidad, así como la conveniencia,de contar con una salida al Mar de las Antillas, por inter­medio de las aguas de dicho río.

Más adelante, en el trabajo nuestro del cual entre­sacamos estos datos sobre el sistema hidrográfico del Es­tado Lara, la función de los ríos en Lara es hoy -sólo lade riego ya que no prestan servicios de vialidad-, deci­mos: "Por el Tocuyo pertenece Lara a la hoya hidrográficadel Mar de las Antillas. Según lo hace constar el doctorAlfredo Jhan, en dato que tomamos del primer tomo de laEnciclopedia Larense por R.O. Silva Uzcátegui, el río Tocuyovierte una de sus ramas en el río Carache. Por interme­dio del río Turbio, que nutre con sus aguas una de laszonas cañamelares más ricas del país, y que pasa por elsur del Barquisimeto y cae en el río La Portuguesa, parti­cipa el Estado Lara de la hidrografía llanera. Además, enlas vertientes meridionales de las sierras larenses tomanorigen otros ríos que caen a los llanos, como La Portu­guesa, Saguás, Acarigua y Chabasquén. Finalmente, Laraparticipa de la hoya del lago de Maracaibo por intermediodel Sicare".

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2. Influencia del Clima

El clima ejerce una influencia de primer orden en ladistribución de la riqueza y en la función económica de lamisma en el Estado Lara. En nuestro trabajo, Lara, Tierrade Contrastes Geográficos (Ediciones del Ateneo de Caracas,1940), destacamos la variedad de climas que influyen enla extensión de la entidad federal que nos ocupa, sobretodo, si se atiende a la variedad del relieve del suelo y ala disimilitud de las alturas, al considerar por una parte lospequeños llanos de Sarare, la meseta de Barquisimeto,las pequeñas alturas del sistema de la Costa o las altascumbres parameñas de los Andes larenses.

Silva Uzcátegui (ob. clt.), al observar la diversidad dealturas del Estado Lara, expresa que consecuencialmenteposee una gran variedad de climas, que va "desde la ele­vada temperatura de las áridas llanuras de la región inter­media de Sievers, hasta la agradable frescura de las re­giones andinas que pasan de mil metros sobre el mar". Deesta manera, atendiendo a las alturas, podría determinarseen cada zona en particular, la índole de los cultivos, queva desde el cañamelar, en los hermosos y fértiles vallescomo los del río Tocuyo y del río Turbio, hasta el cultivodel café en las elevaciones medianas apropiadas para es­te fruto; a mayor altura y donde el frío se hace sentir, laagricultura se desplaza hacia los frutos menores y las fru­tas propias de los climas templados. Las altas regionesparameñas, a las cuales el doctor Alfredo Jhan no les dala categoría de los páramos propiamente dichos dé Trujilloy Mérida, por no ser similar su flora ni su temperatura, seinician después de los 2.000 metros sobre el nivel delmar. Las altas cumbres limítrofes con Trujillo y otras unpoco adentro ya del Estado, son inapropiadas para la pre­sencia permanente del hombre y para fijar en ellas algu­nos cultivos, ya que los vientos helados que sobre esasregiones suelen soplar, hacen imposible toda faena agrí­cola.

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En las partes altas se ha fijado la cría de ganadolanar, que según las investigaciones que hemos podidorealizar, suman el mayor número de cabezas que se pue­da apuntar a una entidad federal. En las abras que des­cienden hacia el lago de Maracaibo, se cría uno de losmás finos y mejor seleccionados ganados vacunos vene­zolanos. Allí, la iniciativa particular ha fijado pastos arti­ficiales, se ha esmerado en cruzar las razas, aprovechandoun clima apropiado, un terreno fértil y las comunicacionesque facilitan el intercambio. También en las partes bajasque se extienden desde Cabudare hacia Portuguesa y Co­jedes, existen alturas y climas propicios para el desarrollode la cría vacuna. Al norte del estado, se cuenta con zonasapropiadas para la cría equina y en todas las partes secasy áridas, se desarrolla notablemente la cría caprina, hastael punto de que estimaciones recientes, calculan que sóloel Distrito Torres produce anualmente 300.000 pieles dechivo.

Las lluvias son irregulares en el estado y no caen conla misma intensidad durante todo el año en las mismaszonas, ni su estación dura el mismo lapso de un año aotro. En las zonas cordilleranas del estado, es más intensoel descenso de las aguas pluviales; lo mismo ocurre enalgunas de sus zonas boscosas; en los altiplanos de vege­tación pobre caen a menudo fuertes lluvias espaciadas,que convierten en torrenteras destructoras lo que anteseran verdaderos desiertos.

Los vientos, fríos en las regiones serranas altas, cá­lidos en las partes bajas, raramente fuertes, ejercen sólouna acción mecánica parcial en las zonas de cultivo, adiferencia de su acción en otras latitudes del país másdirectamente expuestas a vientos constantes o a aires hura­canados. Sobre la extensa meseta de Barquisimeto, por locomún baten los vientos de Este a Oeste, todos ellos amor­tiguados en su posible violencia por las sierras situadashacia el Este, Noroeste y Norte del Estado.

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3. Características geológicas

Los doctores López y Brineman (ob. cit.), expresanque el Estado Lara está formado en su mayor parte porsedimentos de la edad cretácea y terciaria, y que además,se encuentran afloramientos de rocas igneas y metamór­ficas. Las rocas de edad cretácea afloran en la mitad Surestedel estado, al paso que la parte norte está cubierta casien su totalidad por sedimentos terciarios y recientes.

Los mismos autores sintetizan así las característicasgeológicas fundamentales del estado: en la región Norte"afloran algunas rocas ígneas que intrusionan el Eoceno.Al oeste de Parapara (carretera Carora-Siquisique), se en­cuentra un granito binario; en el sitio denominado Los Algo­dones, lindero de los estados Lara y Falcón, afloran ro­cas igneas básicas del tipo gabro. Existen también rocasde este tipo en Chorrerón-Topeya, en la parte central delestado. Por lo regular, cerca de estos cuerpos ígneos sehan observado afloramientos de rocas cretáceas dentrode los sedimentos terciarios. Según Kehrer, estas masascretáceas han sido empujadas dentro del terciario por lasintrusiones ígneas, las cuales a veces llegaron a la super­ficie. Los afloramientos de rocas ígneas se presentan, engeneral, a lo largo de un eje con dirección Norte. Lasrocas cuaternarias se encuentran rellenando las depre­siones estructurales de Quíbor y Carora. Las rocas meta­mórficas se hallan hacia los bordes Oriental y Sur del Estado,en las regiones al Sur-Este de Barquisimeto y cabecerasdel río Tocuyo".

El informe presentado al Gobierno Nacional en 1910por la Comisión Científica Exploradora del Occidente deVenezuela, es de sumo interés para el conocimiento de laGeología del Estado Lara, y si se considera que es funda­mental no ignorar la estructura geológica de un país o deuna región para su estudio geográfico-económico, 'particu­larmente en lo que atañe a posibilidad de cultivos y a

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riqueza minera, creemos de máximo interés para el objetivoque perseguimos, reproducir lo informado por dicha Comisión:"En la depresión de Lara, o sea en la región llamada porSievers "intermedia" comprendida entre Carora, El Tocuyo,Barquisimeto, Yaritagua -población del Yaracuy pero econó­micamente dependiente de Lara, (observación nuestra)- ySarare, se reúnen los tres sistemas de montañas del nortede Venezuela. Las estribaciones de los Andes, representa­dos por la Sierra de Barbacoas, llegan a esta región por elOeste, en tanto que por el Este, cerca de Yaritagua, máso menos en el meridiano de Duaca, comienza el sistemade la cordillera Caribe o del litoral, cuyo primer macizo loforma la sierra de Aroa. Por el norte la creta media fesilíferade las montañas de Coro se extienden por Parupano ySan Miguel, es decir, al Sur del río Tocuyo y aún pertenecea ella la sierra del Caimito o de Matatere, de modo queviene a tocar las depresiones de Sobare. La región interme­dia, o sea las planicies y colinas de Carora hasta Sarquisi­meto, está compuesta de areniscas rojas y calizas sedimen­tarias que descansan sobre esquistos arcillosos de un colormoreno, casi negro, muy semejante a la Philita de la cor­dillera andina. La sierra de Aroa tiene el mismo carácterorográfico y geológico del resto del sistema Caribe: predo­minan el gneiss, el mica-esquisto y el granito. Los detritusaluviales de estos componentes forman el piso de la llanurasfértiles del Yaracuy y los torrentes que bajan de la sierra,a causa de la tala de los montes, continúan arrostrándolosen proporciones alarmantes sobre los pueblos y plantíos".

4. Los orígenes raciales

Al estudiar la estructura geográfica-económica del Es­tado Lara y la función de sus riquezas naturales y de lasriquezas creadas por la actividad del hombre, es de sumointerés detenerse en unas breves consideraciones en tornoa los orígenes etnológicos de la región. Sobre todo, por-

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que consideramos que el factor racial ha desempeñado unpapel predominante en la laboriosidad que se observa enmuchas de las zonas que integran el estado, o bien, por ladefensa que el habitante de muchas porciones del estadorealiza contra un medio inhóspito, de tierra ingrata y desuelo árido, como es el que forma extensión considerablede esa entidad federal.

A este respecto, decíamos en nuestro trabajo BosquejoEconómico del Estado Lara (1943), cuando hablamos delo racial como factor fundamental para el incremento dealgunas de las industrias básicas del estado: "Este, sedistingue por la ausencia casi absoluta de negros, y encambio, por la presencia de un tipo de individuo que señalaperfectamente la fusión del elemento español con el po­blador autóctono de la tierra americana. Diversas tribushalló el conquistador hispano en lo que hoy constituye elterritorio que nos conduce a trazar estas ligeras notas.Allí, tenían asiento los Caquetíos, integrantes de la na­ción indígena más numerosa que poblaba el occidente deVenezuela: habitaban las sabanas de Barquisimeto, el valledel Turbio y las tierras que caen hacia los Llanos Occiden­tales. Los Xaguas poblaban las llanuras de Carora hastazonas del Estado Falcón; los Jirajaras ocupaban parte delactual Distrito Urdaneta y las serranías que quedan al surde Barquisimeto; en la región de Duaca existían los Chipaso Ciparicotes. Algunas tribus recibían designaciones es­peciales según las zonas que habitaban y han quedado deellas nombres de sitios y poblaciones como fueron porejemplo los indios atariguas y carariguas, que han dadolugar al nombre de dos poblaciones del Distrito Torres. Delos Gayones se derivaron otros nombres que hoy persisten,como Mujicas". Datos más amplios, sobre todo acerca delos pobladores aborígenes de la región de Nueva Segovia,hoy Barquisimeto, y sobre su arte, economía, costumbres,pueden hallarse en el trabajo que acaba de ser insertadoen la revista Acta Americana, de la Sociedad de Antropología

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y Geografía, Nº 4, Y cuyo autor es el indigenista venezolanoGilberto Antolínez.

Es interesante, como ya expresamos, señalar las tribusaborígenes que poblaron el Estado Lara, porque ellas cons­tituyen elemento racial íntimamente mezclado con los des­cendientes de los conquistadores españoles. A muchaszonas venezolanas, y entre ellas el Estado Lara, o al menosa la parte occidental de la antigua Provincia de Barquisi­meto, no fue llevado el negro a trabajar, como señala eldoctor Carlos Siso en su obra Formación del Pueblo Vene­zolano, debido a que la pobreza del suelo no pedía tabo­rarlo. Y fue así como el poblador autóctono, que perma­neció puro, constituye el generador de un elemento étnicohabituado a luchar contra la inclemencia del suelo y delclima, como lo es hoy el habitante de extensas regionesde los Distritos Iribarren. Torres, Jiménez y Urdaneta, demanera especial. En esas zonas, así como en todas lasciudades y los pueblos y caseríos del Estado Lara, predo­mina en mayor o menor grado un tipo racial que va desdeel trigueño hasta el trigueño oscuro, de pelo liso, de rostroovalado o redondo, derivado de la fusión del hispano y delindio. Y este especimen de hombre es el que labra latierra árida, carente de irrigación y sólo al amparo de lalluvia que a veces no llega; es el que lucha a brazo par­tido con la naturaleza y siembra cocuy, teje la fibra de lacocuiza o del sisal, construye el rancho de paredes debahareque y techo de tamo, moldea rústicas cerámicas,cría sus rebaños de cabras o recoge la cosecha de losfrutos silvestres para venderlos en las ciudades.

Dos excepciones de este tipo étnico, existen en elestado, aparte de los descendientes de vascos, navarrosy de otras regiones de España, y son ellos: 1º) el que sepuede tropezar en las sabanas de Quíbor, o en esa mis­ma ciudad, de tez blanca amarillenta o sonrosada, de ojosverdes o azules, que sugiere la descendencia de los po­cos alemanes que por allí quedaron rezagados de la expe-

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dición de Federmann, o bien, de los nietos de las indiasfecundadas por algunos de esos mismos alemanes y dondeha predominado el origen tudesco; 2 12 ) el sector negro,que recuerda su ancestro camltico y que fue llevado undía a las ricas haciendas de El Tocuyo para trabajar lacaña y posiblemente el café, y que allí se ha quedado ymezclado, conservando algunos viejos cultos y dando unafisonomía singular dentro del estado a ese pequeño núcleoracial.

5. La Geografía Política

El Estado Lara cuenta una extensión de 19.800 kiló­metros cuadrados y una población, según el censo de 1941,de 332.815 habitantes, los cuales se hallan distribuidos ensiete distritos, a saber:

Iribarren, capital Barquisimeto.

Palavicini, capital Cabudare.

Jiménez, capital Quíbor.

Morán, capital El Tocuyo.

Torres, capital Carora.

Urdaneta, capital Siquisique.

Crespo, capital Duaca.

Los diversos distritos, debido a las características geo­gráficas y geológicas a que hemos hecho alusión, son deriqueza desigual y, aún más, la riqueza no está en propor­ción con la extensión de cada uno de esos distritos. Enalgunos, predomina la cría, en otros, la agricultura, enotros ambas actividades a la vez, siendo de notar que envarios de los distritos florecen industrias y labores arte­sanales, debidas casi exclusivamente a la vocación e inteli­gencia de los nativos. Podría notarse que en ciertos casos,

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la esterilidad de la tierra y lo anémico de la vegetación, noha sido obstáculo para que se desarrollen activas e impor­tantes labores industriales, artesanales o pecuarias, lascuales consideradas en su totalidad, constituyen un factorde primer orden dentro de la economía estadal. Podríamosconsiderar así las labores fibro-textiles desarrolladas enuna forma casi intuitiva, o bien, la cría de ganado caprino,con sus tres principales derivados: salón, o sea, carnesalada, pieles y queso. Un examen más detenido de cadauna de estas actividades económicas haremos al analizarla función que dentro de la economía larense cumplencada una de estas ramas.

LA RIQUEZA MINERA

1. Características Generales

El Estado Lara, a pesar de no ser hasta hoy una re­gión industrialmente minera, ofrece dentro del cuadro dela minería venezolana características de sumo interés. Esposiblemente la entidad federal que ofrece una mayor diver­sidad de minerales hasta ahora de existencia comproba­da, aun cuando posiblemente, algunos de ellos no constitu­yan yacimientos económicamente explotables.

El Estado Lara ha tenido la ventaja de haber sidoestudiado en la mayoría de sus latitudes por diversos hom­bres de ciencia, nacionales unos, extranjeros otros, contribu­yendo de esta manera a poner de relieve grandes posi­bilidades que hasta el presente, ni han sido medidas, niestudiadas a cabalidad. Algunas exploraciones llevadas acabo por nosotros, todas ellas indisciplinadamente y conpropósito científico más que económico, nos permitieronadvertir la presencia de algunas de esas riquezas. Entreotras, la de yacimientos de galena en la zona de Caro rita.Los cuboides del mineral afloran en algunos puntos y apa­recen diseminados por la superficie del terreno. Los doc-

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tores Brineman y López señalan la presencia de granitobinario en la zona noroeste del estado; mas, la presenciade cristales graníticos aflorados en los pequeños altipla­nos del cerro de Manzano y de Terepaima, al sur y surestede Barquisimeto, pueden hacer presumir, según nuestrasinvestigaciones, que podría contarse allí con este material,excelente para determinadas obras ornamentales. Feldes­patos de gran fuerza, algunos en grandes esquistos y va­rios de consistencia de pizarra y, en general, algunos deri­vados silíceos para cuya explotación no imperan formalis­mos legales, como caolín de admirable calidad y exten­sos yacimientos calcáreos, pueden hacer presumir un grandesarrollo industrial que hasta el presente ha estado limi­tado por la falta de técnica y el primitivismo.

Las características mineralógicas del Estado Lara hansido estudiadas en épocas diversas yesos estudios des­cienden desde los remotos tiempos en los cuales el aven­turero español dejó exhaustos los filones auríferos de SanFrancisco de Burla. hasta quienes en los últimos tiemposse han afanado por esta clase. de investigaciones en laextensión de la entidad federal que nos ocupa. Entre losmás recientes investigadores podríamos citar al HermanoNectario María, profesor del Instituto La Salle de Barquisi­meto, quien no sólo ha realizado estudios en el campomineralógico, sino que al igual, los ha realizado en el radiode la Paleontología, con hallazgos y éxitos científicos verda­deramente notables; el Profesor Roberto Montesinos, ex­director del Liceo "Lisandro Alvarado" de Barquisimeto yen la actualidad catedrático del Colegio Federal de El Tocuyo;el mineralogista merideño doctor Emilio Menotti Spósitto,cuyo estudio reciente sobre el ámbar de la Mesa de Carora,inserto en el número 23-24 de Industria Nacional, es bastan­te valioso y, finalmente, los doctores López y Brinemann,ya varias veces citados en este trabajo y cuyo Estudio Geológicoy Minero del Yacimiento de Mercurio de San Jacinto, EstadoLara, corre inserto en el número 50 de la Revista de Fomento,siendo más tarde publicado en separata.

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2. Historia Minera

En el volumen Minería Nacional, publicadopor la AsociaciónMinera Venezolana (1939), se destaca la importancia quea través de la historia, ha poseído la minería en el EstadoLara. A este respecto, dice la mencionada publicación:"Desde la época de la Colonia figura la región ocupadahoy por el Estado Lara como objeto de la ambición de losdescubridores, habiendo dejado bases de futuras ciudades,en antiguos campamentos de explotaciones auríferas. Enel año 1551 Don Juan de Villegas destaca una expedi­ción que partiendo de El Tocuyo se interna en la comarcade los indios jirajaras en solicitud del ambicionado mineraláureo; se detiene en las riberas del Tucuragua con mar­cado éxito pues recoge algunos cochanos que fueron aci­cate en la persistencia de la búsqueda, que llegó a crista­lizar un año más tarde con la localización del yacimientode Burla, en cuyas cercanías se fundó la ciudad de Realde las Minas o San Francisco de Suría, que fue el primerasiento de lo que es hoy capital del Estado Lara".

"Las minas de Burla llegaron a explotarse en formaintensa a juzgar por las amplias galerías que todavía seconservan intactas y por las cuales desfila una formaciónmineralógica perfectamente definida como contentiva delmineral de oro, formación que igualmente se observa entoda la región, que emerge en filones' de cuarzo apare­ciendo esporádicamente en la superficie, la que es tam­bién propicia a contener minerales de platino, iridio, osmio,paladio, etc., etc., pues aunque estos yacimientos apa­recen en serpentinas cromíferas procedentes del meta­morfismo de antiguos gabros, en muchos lugares estánasociados con las arenas de aluvión llamadas platiníferas,como en Chocó y Barbacoa (Colombia) originarias de lasdescomposiciones del cuarzo", Para destacar la importanciaalcanzada por las minas de Burla, basta señalar el númerode habitantes a que llegó el poblado minero de San Francisco

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de Buría, cuyo número sobrepasó los 2.000 llegando el desus casas a 400.

Los estudios sobre la historia de la minería larense,constituyen, sin duda alguna, aportación de gran interéspara el futuro investigador, ya que sobre las huellas de loactuado, puede llegarse al esclarecimiento de riquezas casiinéditas. A este respecto, Mac-Pherson (ob. cit.) nos ofrecealgunos datos de sumo valor en su Diccionario, y en la partecorrespondiente a Mineralogía. Allí, nos habla del descu­brimiento de una mina de estaño por Alonso de Oviedo.Asimismo, se refiere este autor a yacimientos de plata endiversos lugares del estado y hace alusión concreta a lasminas de mineral argentífero en varias regiones, pero con­cretándose de manera especial a las ubicadas en Duaca,de las cuales hemos oído hablar en numerosas oportu­nidades. Se ha dicho que la ciudad está construida sobreuna rica mina argentífera y a este respecto, dice Mac­Pherson: "se asegura que la población de Duaca está so­bre una de las más importantes (minas de plata), en ellahizo algunas exploraciones el inteligente ciudadano MarianoC. Raldíriz, y adquirió la certeza de su existencia y granmérito. Habla asimismo el autor a que hacemos alusión,de minas de cobre y plomo en el Municipio Guárico, "delas cuales se han sacado excelentes muestras en terre­nos del señor Licenciado José María Lucena".

3. Información sobre la riqueza minera larense

En un informe oficial presentado por el Gobierno delEstado Lara a una comisión del Congreso Nacional en­cargada de formar un proyecto de Ley de Fomento y Desa­rrollo de la Economía Nacional, en las sesiones de 1940,se enumeran así las existencias mineralógicas de la alu­dida entidad federal:

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1º) Minas de galena (sulfuro de plomo) en Carorita,inmediaciones de Barquisimeto, en Humocaro Alto y Guárico.

2º) Minas de cobre, en Guárico.

3º) Minas de manganeso (plrosullta). óxido de man­ganeso, en Guárico.

4º) Minas de carbón terciario (lignito) en Yai, cercade Sarare, en Saroche; cerca del Río Tocuyo y en la re­gión de Loma de Caballo, noroeste del estado.

5º) Sedimentos de yeso en varias partes, como enRetén, al noroeste de Barquisimeto y en Yacambú.

6º) Mercurio. Han sido reconocidas minas de mer­curio en Cerro del Cacique, entre La Mesa y San Cris­tóbal del Distrito Torres y Aregue.

7º) Sedimento de selenio en Barbacoas.

8º) Ambar en la región de La Mesa, Distrito Torres.

En su ya mencionada publicación, la Asociación MineraVenezolana, al referirse a los yacimientos de plomo delDistrito Morán, expresa que un análisis efectuado en Parísy otro en Nueva York, en 1886, dan un 32,5% de mineral,alto porcentaje que estimula para una observación dete­nida de las formaciones y terrenos donde se encuentraubicado el yacimiento.

En octubre de 1942, B. Lloverá L1. se refería en IndustriaNacional al "yacimiento de estaño quizás bastante grande,pero positivamente rico en cuanto a la proporción metá­lica, existente cerca del Guárico. Y añade que "casi trescuartas partes del mineral, según las informaciones sumi­nistradas por el Hermano Nectario María, la "mina de plomoargentifero y estanífero" que allí existe, ofrece perspec­tivas halaqüeñas esperándose que pronto se iniciarán lostrabajos de exploración y explotación. Como es sabido, esel estaño uno de los minerales más apreciados y más

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escasos en el mundo en razón de su utilización, y de serpositivos los resultados en las investigaciones de los yaci­mientos de Guárico, se aportaría una riqueza notable a laeconomía nacional.

En lo que atañe al ámbar de la Mesa de Carora, eldoctor Emilio Menotti Spósitto destaca su importancia, aun­que hasta el presente dicha riqueza es explotada sólo rudl­mentariamente. Señala cómo "pulido con mayor cuidado,tendría sin duda muy buena acogida entre los coleccionis­tas de curiosidades vernáculas". Añade que en "HungríaGalitzia y costas del Báltico la explotación y manufacturadel ámbar constituye un negocio de mucha importancia".

En cuanto a minería larense, hay que señalar el próximoaprovechamiento de grandes cantidades de piedra apro­piada para la manufactura de cemento, al norte de la ciudadde Barquisimeto, lo cual iniciará una nueva industria apartir de diciembre de 1944. (1) También cabría destacarlas existencias de yacimientos de primera importancia deuno de los tipos de caolín más finos con que se cuenta enel país, y las cuales, aprovécnadas hasta el presente sólorústicamente, ofrece un tipo de loza que podría conver­tirse, disponiendo de los conocimientos técnicos, de talleresapropiados e instalando los hornos requeridos, en artículonacional de primera calidad. También dispone el Estadode yacimientos de arcillas finas coloreadas, excelentes parala fabricación de abestinas.

4. El Mercurio

La única riqueza minera conducida últimamente a unestado industrial, ha sido el mercurio. Hasta hoy, han sidodescubiertas varias zonas mineralizadas. El yacimiento demineral de mercurio de San Jacinto está situado a unos34 kilómetros al norte de la ciudad de Carora, en el Muni­cipio Chiquinquirá del Distrito Torres. Con Carora lo une

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un camino de tierra transitable durante casi todo el añopor vehículos automotores.

Las zonas mineralizadas se encuentran localizadas alo largo de la fila principal desde el cerro de El Caciquehasta el cerro El Vigía. Varios afloramientos han sido ex­plorados: dos en el cerro El Cacique, otros en la vertientesur del cerro La Pereza y otro en la propia fila. El másimportante de estos afloramientos se halla en la falda surde la fila de La Pereza, entre las quebradas Paja Amarillay Saladillo. Aquí es donde se han realizado los más im­portantes trabajos de explotación.

El único mineral de mercurio que se observó en lasdiversas especies estudiadas, fue el cinabrio. La minera­logía de la mina se interpreta como simple, encontrándose,además del cinabrio, pirita, cuarzo, sericita y un cuerpobituminoso que se cree sea idrialita.

La mina está explotada por la Compañía Anónima Mi­nerales de San Jacinto. De 1941 a 1942, se extrajeron1.436 toneladas de mineral bruto. Esto llegó a producir923,44 kilogramos de mercurio. En sus Lecciones de Eco­nomía Venezolana (Revista de Fomento, NI! 55), el Pro­fesor Roberto MoII expresa que la producción total de lamina fue de 4.200 kilogramos. Según informaciones sumi­nistradas por la compañía explotadora, Venezuela se surtehoy totalmente con la producción larense del mineral.

Publicado en los Anales del Instituto Pedagógico Nacional,Caracas, 1943, NQ 3.

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EL PAISAJE DEL ESTADO LARA

El Estado Lara participa de dos regiones geográficasmuy disímiles: el norte corresponde a la Formación Lara­Falcón, región natural integrada por las sierras, sabanas yvalles donde son relativamente escasas las lluvias y portal circunstancia, se observa el predominio de la vege­tación xerófila con la presencia de espinares y cujizalescomo especies más generalizadas; y hacia el sur, se ad­vierte cómo cambia el clima y la vegetación, desapare­ciendo las plantas espinosas y reemplazadas éstas por lavegetación de zonas más altas, sencillamente porque esesur, forma parte de la Cordillera de los Andes.

Todo esto hace que para el observador, el EstadoLara se le muestre como un mosaico de micropaisajes,donde con la excepción del litoral marítimo y de las altascumbres de hielos perpetuos, esté allí resumida toda laimagen de Venezuela. Si el viajero recorre la carreteraque va desde Barquisimeto hasta Acarigua, luego de dejartras de sí Cabudare, cuando se acerca aSarare se encon­trará con llanuras pobladas de gramíneas y donde pastanumeroso ganado. Sencillamente, allí está una puerta delos Llanos, por allí corre el río Turbio que pronto se llama­rá Cojedes, por allí corre el Sarare, tributario del Cojedes.

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Se está allí en un pedazo de los Llanos de Piedemonteque se extienden sobre los 200 metros sobre el nivel delmar y que constituyen la transición entre la Cordillera ylas denominadas sabanas de Portuguesa.

Si en lugar de abrirnos camino hacia el sur, nos diri­gimos hacia el Oeste, ya sea hacia El Tocuyo por la víade Quíbor, o hacia Carora por la vieja Carretera Transan­dina, recorreremos la Meseta de Lara, denominada Me­seta de Segovia por algunos autores extranjeros, comoPresto n James y Ralph Liddle. Aquí tenemos ante la vistauna imagen de desolación. Los suelos arcillosos, común­mente de color rojizo por la presencia de sales férricas,han sido erosionados por la acción de los vientos, de lasrecias lluvias esporádicas, por los rebaños de ganado ca­prino o simplemente por la acción del hombre. Las aguaspluviales, escasas pero a veces torrenciales, han labradoprofundas cañadas. El hombre ha destruido las antiguasselvas xerófilas formadas por mimosáceas, cactáceas, plan­tas acaules de fibras duras y otras especies del mediogeográfico semiárido y seco. Esa meseta, que alcanza has­ta las sabanas de El Tocuyo y de Carora, está interrumpi­da por colinas de poca elevación, por hondonadas en lascuales se ha depositado una delgada capa vegetal. Y sinembargo, en ella habita el hombre y en sus ángulos, seextiende tres de las principales ciudades del Estado, Bar­quisimeto, El Tocuyo y Carora.

Si desde Barquisimeto, Quíbor o El Tocuyo nos diri­gimos al sur en busca de la Cordillera, a poco cambia elpaisaje. Desde Barquisimeto, cruzado el río Turbio en direc­ción a Río Claro, o desde Quíbor, en dirección a Sanare,o desde el Tocuyo, en dirección a Guárico, observaremosque a medida que dejamos atrás la meseta erosionada yhierática, el paisaje se nos cambia casi con violencia. Losaires cálidos desaparecen. El cardón y el cují son reem­plazados por el helecho arborescente, las plantas de al-

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tura se despliegan por laderas y hondonadas, la cocuizaes sustituida por el cafeto, las aguas corrientes se multi­plican, pequeñas cascadas caen sobre los caminos, el airepresenta temperatura de montaña. Se está entonces enlos Andes larenses, tan extensos como los del Táchira,tan pintorescos como los de Trujillo, a pesar de que aLara no se le considera como a un Estado andino. Lospueblos se multiplican. La fisonomía del paisaje está acor­de con el traje y las costumbres del habitante. La nieblaciñe las faldas de los montes. Y a lo largo de la Cordillerase multiplican los poblados: Río Claro, San Miguel, Sanare,Cubiro, Guárico, Humocaro Alto, Humocaro Bajo, Barba­coas, El Empedrado. En los páramos, el frío es cortante ydesde las faldas de las montañas se desprenden tímidoshilos de agua que luego se integran en ríos de abundantecaudal como el caso de El Tocuyo.

Si se atraviesan las sabanas de Carora, en cuyo cen­tro se levanta la ciudad culta, señorial y laboriosa, surgepronto nuevamente la Sierra. Se asciende hacia Pie deCuesta, hacia Quebrada Arriba. Se está en los antiguosasientos de los jirajaras. Así se ha llamado la sierra que elhombre encuentra cuando va hacia el oeste pasada lasabana. Esa sierra es una divisoria de aguas, tras de lacual están las sabanas y la aguas del lago de Maracaibo.Allí, el hombre ha forjado en el transcurso del tiempo unariqueza fundamental, como es la ganadería. De allí des­cienden ríos que se secan en su recorrido pero son tumul­tuosos durante la estación lluviosa. Por allí corre el Morere,el Bucares. Son ríos de aguas temporales, pero las cua­les podrían represarse para el alivio del poblador durantelos meses de sequía.

Viajando hacia el norte del Estado, nos tropezamoscon las sierras nuevamente. Tras el paisaje reseco que seextiende entre Barquisimeto y El Eneal, un poco más alláestá Duaca, llamada años atrás la Perla del Norte cuando

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sus cafetales eran riqueza pródiga, cuando el ferrocarrilllegaba allí con su factor de progreso, está la montaña alnorte de esa pequeña ciudad, comienza a levantarse lasierra de Aroa, no lejos nace el río del mismo nombre yalgo más al norte, están las selvas de Moroturo, densas,misteriosas, con sus riquezas inéditas. Algo hacia el noro­este de Barquisimeto, pasados los parajes resecos deCarorita y Moyetones, comienzan a alzarse otras sierrasque como las de Bobare y Matatere; ofrecen una desnu­dez dramática. Más al norte, están otras sierras como lasde Aguada Grande, de Baragua, donde las lluvias son másabundantes y el verdor está más presente. Ya allí, se multi­plican los cafetales y la naturaleza es más pródiga.

Desde los Andes larenses, desciende El Tocuyo, quecruza luego como cinturón verdoso, amarillento en las cre­cidas, las sabanas resecas. Pero en las vegas que sealargan en sus riberas, todo es verdor, porque por allí, sedilatan los cañamelares, que producen azúcar en El Tocuyo,o papelón en zonas más al norte. Por un recodo de lameseta larense, en su ángulo sudoeste y sur, corre el ríoTurbio, que también vigoriza las vegas donde se multi­plican asimismo los tablones de caña y algunos trapichesalternan con los modernos centrales azucareros.

Dentro de ese paisaje múltiple, existe una dinámicaeconomía que basa sus fundamentos en la agricultura. Laagricultura del café, de las papas, de las cebollas, en lasmontañas; la agricultura del maíz y de las leguminosas enladeras, sabanas y valles, y donde el paisaje ha presen­tado rostro de semidesierto, la tierra produce sisal y co­cuiza, frutales como la piña y la guayaba. Donde las perfo­raciones han logrado agua del subsuelo, aparecen fincasagrícolas o pecuarias. Y en general, por las sabanas y losvalles, ha surgido una excelente ganadería, la cual se pa­tentiza en su mejor exponente, en el área donde la ciu­dad de Carora es centro y crisol de actividades repro­ductivas.

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Cruce de caminos y tierra de paisajes antagónicos, esel Estado Lara. Cada comarca corresponde a una actí­vidad vigorosa y a una expresión vital dentro del pano­rama de Venezuela.

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