por qué hablar de equidad de género en la escuela

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¿Por qué hablar de equidad de género en la escuela? 1 A pesar de que los valores de justicia y equidad han estado siempre presentes en la labor de Fe y Alegría y algunos países vienen trabajando intensamente involucrando la perspectiva de género en sus acciones, o con proyectos específicos; el tema de género se ha instalado tan sólo recientemente de manera específica en el SMCFyA y en otras acciones de Fe y Alegría. Ahora, quienes estamos trabajando en nuestras escuelas sobre acciones propias del tema de género tenemos la oportunidad de profundizar aún más en el tema, desde lo teórico, pero principalmente desde la práctica para conocer elementos innovadores en torno al trabajo de la escuela desde un enfoque de equidad de género, rescatando nuestra propia vivencia como parte de los centros educativos, y conociendo las acciones que otras escuelas, organizaciones, o países están implementando para alcanzar mayores niveles de equidad. En esto radica la importancia del acompañamiento formativo en el componente de Enfoque de Derechos con Énfasis en Perspectiva de género, porque tenemos la valiosa oportunidad para construir un saber a partir de nuestra propia experiencia en el trabajo desde una perspectiva de equidad de género. Muchas escuelas han tenido la misma preocupación por trabajar desde una perspectiva de género, por superar situaciones problemáticas en torno a la equidad dentro del centro educativo y en su comunidad más cercana, y sin embargo llevar esta intencionalidad a la práctica supone grandes dificultades, lo que hace nuestra experiencia aún mucho más valiosa en la labor de abrir camino a otras personas interesadas en recorrerlo. 1 Castillo R. Luisa Fernanda, ¿Por qué hablar de equidad de género en la escuela?, tomado de: Componente Enfoque de derechos con énfasis en perspectiva de género. Guía Didáctica Módulo 3. Sesión 1 y 2, Bogotá, 2014. 1 “En algunas regiones cuando nace un niño se vierte un jarro de agua por la calle, simbolizando que el niño que ha nacido está destinado a recorrer las calles del mundo; cuando nace una niña el agua se vierte en el fogón, significando que su vida se

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Page 1: Por Qué Hablar de Equidad de Género en La Escuela

¿Por qué hablar de equidad de género en la escuela?1

A pesar de que los valores de justicia y equidad han estado siempre presentes en la labor de Fe y Alegría y algunos países vienen trabajando intensamente involucrando la perspectiva de género en sus acciones, o con proyectos específicos; el tema de género se ha instalado tan sólo recientemente de manera específica en el SMCFyA y en otras acciones de Fe y Alegría.

Ahora, quienes estamos trabajando en nuestras escuelas sobre acciones propias del tema de género tenemos la oportunidad de profundizar aún más en el tema, desde lo teórico, pero principalmente desde la práctica para conocer elementos innovadores en torno al trabajo de la escuela desde un enfoque de equidad de género, rescatando nuestra propia vivencia como parte de los centros educativos, y conociendo las acciones que otras escuelas, organizaciones, o países están implementando para alcanzar mayores niveles de equidad.

En esto radica la importancia del acompañamiento formativo en el componente de Enfoque de Derechos con Énfasis en Perspectiva de género, porque tenemos la valiosa oportunidad para construir un saber a partir de nuestra propia experiencia en el trabajo desde una perspectiva de equidad de género. Muchas escuelas han tenido la misma preocupación por trabajar desde una perspectiva de género, por superar situaciones problemáticas en torno a la equidad dentro del centro educativo y en su comunidad más cercana, y sin embargo llevar esta intencionalidad a la práctica supone grandes dificultades, lo que hace nuestra experiencia aún mucho más valiosa en la labor de abrir camino a otras personas interesadas en recorrerlo.

Reconocemos que pueden darse diferentes acercamientos a cómo se construye la calidad educativa desde una perspectiva de género, por lo cual desde la propuesta de Fe y Alegría y del SMCFyA se han definido cuatro aspectos en los que se concreta este enfoque de derechos con énfasis en perspectiva de género:

Acceso a bienes, servicios y oportunidades: El cual se enfoca en la cobertura de oportunidades para mujeres, hombres, niños y niñas; teniendo en cuenta que la desigualdad no sólo puede ser generada por cuestiones de género, sino también por otras situaciones como el origen étnico, lugar de origen, condición socioeconómica, entre otras. En este aspecto reconocemos que la equidad debe centrarse en la igualdad de oportunidades, derechos y acceso a bienes y servicios básicos, más que en la igualdad de recursos o riquezas.

Formación en derechos humanos, sexuales y reproductivos (DHSR) y Perspectiva de Género (PG): Se trata de un aspecto importante ya que los DHSR implican para hombres y mujeres la posibilidad de tomar decisiones sobre su cuerpo y su vida, sin embargo, el desconocimiento de los mismos y la

1 Castillo R. Luisa Fernanda, ¿Por qué hablar de equidad de género en la escuela?, tomado de: Componente Enfoque de derechos con énfasis en perspectiva de género. Guía Didáctica Módulo 3. Sesión 1 y 2, Bogotá, 2014.

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“En algunas regiones cuando nace un niño se vierte un jarro de agua por la calle, simbolizando que el niño que ha nacido está

destinado a recorrer las calles del mundo; cuando nace una niña el agua se vierte en el fogón, significando que su vida se desarrollará

en el encierro de las paredes domésticas.Gianini Belotti

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poca (in)formación al respecto imposibilitan la plena vivencia de estos derechos. Esta situación se evidencia en situaciones de violencia sexual, embarazos adolescentes y/o no deseados, Enfermedades de Transmisión sexual (ETS) entre otras. En este aspecto, se espera que en los centros educativos incorporemos la formación en DHSR, bien sea como una asignatura independiente, o como una temática transversal en el currículo.

Por otra parte la formación en Perspectiva de Género (PG) implica involucrar conceptos como sexo, género, equidad, participación, entre otros al análisis de situaciones. La formación en PG, no es exclusiva para las mujeres o para las niñas, ya que el género se aborda como una categoría relacional en la que hombres y mujeres reconocen su propia identidad, los roles que desempeñan en la sociedad, sus oportunidades, la construcción de su ciudadanía y de sus derechos, las oportunidades de cambio y la construcción de la equidad en el marco de sus culturas o comunidades.

Participación en la toma de decisiones - control de recursos: en este aspecto se hace énfasis en la participación como una de las condiciones que tienen que estar presente en una escuela de calidad desde la perspectiva de Fe y Alegría. Pero enfatiza en el acceso equitativo de mujeres y hombres a los espacios de toma de decisiones, superando la pura cuestión numérica, ya que en muchos casos se evidencian obstáculos que limitan la participación, por ejemplo: las desvalorizaciones de los aportes, la poca consideración de las realidades de quienes son minoría (sean mujeres u hombres), la falta de confianza para la expresión de las opiniones, entre otras dificultades que se originan en los roles o estereotipos sobre hombres y mujeres.

Actitudes y prejuicios sexistas y valoración de promoción de roles no tradicionales: En este aspecto ponemos el énfasis en los estereotipos, que en la mayoría de nuestras sociedades están cargados de un alto contenido sexista (por ejemplo: las niñas son sumisas, dependientes, generosas, frágiles, seductoras y los niños independientes, poderosos, activos, autosuficientes, entre otras características) y vienen ligados a un rol que ellos y ellas están destinados a desempañar en la sociedad. Teniendo en cuenta este contexto, se espera que la escuela pueda identificar estos significados o creencias discriminatorios, construir procesos reflexivos en torno a los mismos e identificar acciones para su transformación.

Hoy en día, la preocupación por los asuntos de género y por conseguir la equidad de género es común en la mayoría de los países. Incluso para las generaciones más recientes los derechos en igualdad para hombres y mujeres son un hecho irrefutable (por ejemplo, la igualdad en el derecho a la educación, al voto, al trabajo, etc.). Pero no siempre fue así.

La equidad de género, surge como una preocupación principalmente de las mujeres. Esto no es una casualidad, ya que al ser las mujeres uno de los grupos sociales excluidos de la construcción de lo público, fueron ellas quienes empezaron a llamar la atención sobre las situaciones de inequidad que se vivían (y se viven) en sus distintos contextos. Históricamente, las primeras manifestaciones de inconformidad con un sistema social que excluía y limitaba a las mujeres en su desarrollo se pueden rastrear en el contexto de la revolución francesa, ya que a pesar de haber participado de manera activa en derrocar a la monarquía, las mujeres se sintieron excluidas del nuevo Estado que se construía, puesto que los derechos y la igualdad jurídica que habían sido las grandes conquistas de la revolución no afectaron a la mujer; que seguía sin poder acceder al voto, a la administración de sus bienes, y a una educación igual a la que recibían los hombres.

De esta manera, la mujer seguía sin ser considerada una ciudadana y no se reconocía como sujeto de derechos. Incluso en La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que es el gran hito de la democracia moderna y la base de la mayoría de las Constituciones en Europa y América, la mujer no era considerada como ciudadana y no se le reconocía ningún tipo de derechos. Esta situación motivó a Olympe de Gouges a escribir la Declaración de los Derechos de la Mujer y de

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la Ciudadana (1791) que más que una copia en “femenino” de la declaración original es un escrito que llama la atención sobre los problemas de la mujer de la época y los derechos que les estaban siendo negados. Un año después (1792) Mary Wollstonecraft escribe la “Vindicación de los derechos de la mujer” en la que vuelve a llamar la atención sobre las inequidades en los derechos civiles, políticos, laborales y educativos. En Latinoamérica, el primer referente de la lucha de la mujer por la igualdad fue Flora Tristán2, quien es famosa por su frase:

“La mujer es la proletaria del proletariado (…) hasta el más oprimido de los hombres quiere oprimir a otro ser: su mujer” (Tristán, 1842)

Sin ser la intención hacer todo un compilado de la historia de la lucha de la mujer por sus derechos, basta con decir que fueron ellas (las mujeres como grupo social) quienes llamaron la atención sobre la inequidad sobre la cual se sustentaba la organización social moderna, y que se trata de una historia de denuncias que viene desde el Siglo XVIII y que persiste en la actualidad en tanto aún persisten situaciones de inequidad en los tratos, derechos, actitudes y prejuicios de la sociedad ante las mujeres.

Desde el siglo XVIII a la actualidad han sido muchas las conquistas de las mujeres en el trayecto hacia una sociedad más equitativa: el derecho al voto es tal vez el más importante de todos, pero también se pueden contar el derecho a ser candidatas para elecciones públicas, el derecho a acceder a la educación en las mismas condiciones que los hombres, la igualdad ante la ley, derecho al trabajo en las mismas condiciones que los hombres, licencias de maternidad, entre otros.

Sin embargo, 200 años después no es posible afirmar que la equidad de derechos y oportunidades sea una realidad. Ya que la desigualdad aún se expresa en las horas de trabajo y su remuneración, en la distribución de las tareas del hogar, en la violencia intrafamiliar, en el abuso y violencia sexual, en los embarazos no deseados, en la desescolarización, y en otras dimensiones que componen lo que se ha denominado la feminización de la pobreza.3

Teniendo en cuenta esta historia de conquistas y de nuevos retos, la agenda y las preocupaciones de las mujeres se han ido transformando, y dentro de esta transformación la aparición del concepto género4 es tal vez una de las más importantes tanto conceptualmente como en términos prácticos.

“El género se refiere a los papeles sociales construidos para la mujer y el hombre asentados en base a su sexo y dependen de un particular contexto socioeconómico, político y cultural, y están afectados por otros factores como son la edad, la clase, la raza y la etnia (…) El género es la forma en que todas las sociedades del mundo determinan las funciones, actitudes, valores y relaciones que conciernen al hombre y a la mujer. Mientras el sexo hace referencia a los aspectos biológicos que se derivan de las diferencias sexuales, el género es una definición de las mujeres y los hombres construido culturalmente y con claras repercusiones políticas”5

2 Flora nació en Francia, pero era hija de padre Peruano y después de su divorcio se instaló en Perú, desde donde escribió varias de sus obras más emblemáticas. 3 Al respecto la ONU y varios organismos multilaterales han producido diversos estudios e informes la mayoría se pueden consultar en la página de ONU Mujer (http://www.unwomen.org/es/digitallibrary/publications). La “feminización de la pobreza” se convirtió en un término popular en el año 2000 en el marco del Período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas: "Igualdad entre los géneros, desarrollo y paz en el siglo XXI"4 A mediados del Siglo XX

5 IV Conferencia Mundial sobre la Mujer. Beijing (1995)

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La importancia del concepto es que permite diferenciar entre las características naturales o biológicas de hombres y mujeres (sexo) y el conjunto de ideas, creencias, representaciones y atribuciones sociales construidas en cada cultura tomando como base la diferencia sexual (Género). Otro elemento muy importante de este concepto es que deja de centrarse sólo en la mujer al poner el énfasis en el carácter cultural de la construcción del ser mujer y ser hombre en una sociedad. En términos prácticos, asumir el género desde esta perspectiva implica la posibilidad de transformar este “orden de las cosas” y construir nuevas relaciones, ya que este sistema de relaciones es cultural y no natural.

Desde esta perspectiva el género actúa como un medio por el cual realizamos la asignación de capacidades, roles o expectativas respecto al comportamiento de hombres y mujeres. Este conjunto de ideas componen lo que se denomina roles o estereotipos de género e incluyen tareas o funciones, comportamientos, conductas, actitudes, virtudes, defectos o valores que se consideran propios de hombres y mujeres. Se trata de ideas que se encuentran tan arraigadas en nuestro contexto que difícilmente logramos identificar, y consideramos que hacen parte de lo ‘normal’.

A partir de estas ideas resulta inevitable involucrar el elemento de poder en el marco de las relaciones humanas. Muchas veces el género es una de las características sobre las cuales se basan relaciones de dominación o discriminación, y allí es donde surge la inequidad de género como una realidad y una preocupación, ya que aunque en la actualidad la discriminación es menos radical que en décadas y siglos anteriores6, el desarrollo de hombres y mujeres no se da en situaciones de igualdad al no tener las mismas expectativas por parte de la sociedad ni contar con las mismas oportunidades. Estas son las preocupaciones relativas a la equidad de género.

De este modo, construir la equidad de género es una tarea que involucra acciones de política pública, pero también acciones cotidianas en los diferentes espacios en los que se da la socialización y se construyen las comunidades. Entre las instituciones más representativas se encuentran: la familia, la iglesia y la escuela como los tres escenarios principales7 de esta socialización.

Hasta el momento hemos hecho un breve repaso de la historia de por qué hablamos de género y por qué el término suele asociarse principalmente a las mujeres; y al hacer este recorrido hemos descubierto que si bien las mujeres fueron las primeras en llamar la atención sobre un orden social que era injusto para una gran parte de la sociedad, cuando hablamos de género no sólo nos estamos refiriendo a ‘asuntos de mujeres’ ya que estamos haciendo una pregunta por la manera y las condiciones en las que mujeres y hombres son (o pueden ser) en una sociedad.

De esta manera, vemos que en la actualidad la noción de género es mucho más inclusiva y ha ido evolucionando pasando de exigir una igualdad formal (en el ámbito de las leyes, de los derechos y deberes) a establecer una agenda de género (en a que toman relevancia las necesidades estratégicas de género8) y en los últimos años ha ido mucho más allá al cuestionar la construcción de la identidad y la subjetividad del ser hombre o ser mujer.

6 En este aspecto ha contribuido la promulgación de leyes o normativas en distintos países, especialmente después de la suscripción de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer – CEDAW- (18 de diciembre de 1979) convención que entró en vigor como tratado internacional el 3 de septiembre de 1981 tras su ratificación por 20 países (actualmente se adhieren a este tratado más de 100 países)y la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing en 1995.7 Para ver más información relativa a los agentes de socialización se puede consultar el texto de Raquel Ocaña: Muévete por una Educación en Igualdad. Entreculturas (2008) pp. 12-19

8 Entendidas como “todo aquello que hay que remediar para superar la posición subordinada de las mujeres a los hombres en la sociedad, y tienen que ver con la potenciación de la mujeres” (OIT, 2010)

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En esta última etapa vale la pena destacar que aunque la definición de género (en términos teóricos) sigue siendo la misma, en la práctica ésta se va ampliando y se hace mucho más inclusiva, y a los grupos u organizaciones de mujeres empiezan a vincularse grupos u organizaciones de hombres que trabajan temas de género desde diversas áreas, dentro de las cuales la construcción de nuevos referentes de masculinidad es una de las más importantes.

La importancia de considerar el carácter relacional del género, y la vinculación de los hombres a las luchas que antes parecían sólo de las mujeres, radica en que con los logros y las transformaciones de las últimas décadas “lo más probable es que el varón contemple el proceso hacia la igualdad como una pérdida de poder—y por ello, de su virilidad (…) quizás haya llegado el momento en que el hombre de nuestro tiempo comprenda que el patriarcado resulta ya una ideología limitada, obsoleta, ahistórica, injusta y , posiblemente una prisión para el mismo. (…) La evolución del varón es crucial para la transformación de la sociedad puesto que si el sujeto del patriarcado, el hombre y su construcción de masculinidad no varía, no cambia casi nada” (Carabí, 2000).

Esto lo que quiere decir es que el modelo de relaciones entre los géneros no sólo ha afectado a las mujeres, sino que también ha hecho parte de cómo los hombres han construido sus identidades y cómo se han relacionado; de modo que cualquier cambio en este modelo tiene que involucrar un cambio desde los hombres y el modelo de masculinidad. Conscientes de que los estereotipos de género afectan también a los hombres en el desarrollo de sus identidades y también es la base de muchas situaciones de inequidad, vemos que hablar de perspectiva de género (y trabajar desde una perspectiva de género) va mucho más allá de los temas relacionados con las mujeres.

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