por moisés chávez · 2018-11-25 · los fundadores del alba por renato prada oropeza, ......

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1 SINTESIS LITERARIA Por Moisés Chávez

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1

SINTESIS LITERARIA

Por Moisés Chávez

2

CONTENIDO

EXPOSICIONES DE LILI ESTER

EN LA SECUNDARIA

1

LEYENDAS DE MI TIERRA

Por Antonio Díaz Villamil

2

CUENTOS DE LOS ANDES 1

Por Genaro Bilbao La Vieja

3

CUENTOS DE LOS ANDES 2

Por Genaro Bilbao La Vieja

4

HISTORIA DEL REY CHIQUITO

Porfirio Díaz Machicao

5

JUAN DE LA ROSA

Nataniel Aguirre

6

EL LAZARILLO DE TORMES

Autor Desconocido

7

CORAZON

Edmundo de Amicis

3

8

LA ILIADA Y LA ODISEA

Homero

9

LAS MIL Y UNA NOCHES

Cuentos Arabes

10

LOS NIBELUNGOS

11

GUILLERMO TELL

12

EL DESTIERRO DEL MIO CID

13

EL CANTAR DE ROLDAN

14

DIOSES Y GIGANTES

15

LA PLUMA DE MIGUEL

Una Aventura en los Andes

Isabel Mesa de Inchauste

16

EL TUNEL

Ernesto Sábato

17

TANTAS VECES PEDRO

Alfredo Bryce Echenique

18

LOS FUNDADORES DEL ALBA

Por Renato Prada Oropeza,

Premio de Novela “Erich Guttentag”

4

19

LA PRIMERA DAMA

Por Rebeca Riveros Dimberg

20

EL RETORNO DE LOS DESHEREDADOS DE MIR

Por Rebeca Riveros Dimberg

21

SILVER BLAZE

Sir Arthur Conan Doyle

22

THE ADVENTURE OF THE SPECKED BAND

Sir Arthur Cone Doyle

APENDICE:

EXPOSICIONES DE LILI ESTER

EN LA PRIMARIA

1

LA BIBLIA CIENTIFICA

REINA-VALERA ACTUALIZADA

2

EL VATICANO:

DISCURSO DE LA SECRETARIA

DEL PRESIDENTE DE ITALIA

3

EL OLIVO:

UN ARBOL MARAVILLOSO

4

POESIA A LA MADRE:

MI MAMITA

Por Teodoro Palacios

5

PROLOGO

El presente volumen es sui generis, por lo que requiere de una explicación respecto

de su naturaleza:

1. En primer lugar, yo he escrito reviews o resúmenes de muchas obras literarias que

he leído. Algunos pocos de ellos han sido publicados en MISIONOLOGICAS, el Boletín

Semestral de la CBUP, y otros muchos se han perdido. Los que han sido publicados en

MISIONOLOGICAS tuvieron algo que ver con los cursos sobre Editing Formación

editorial para escritores y artistas, y pueden ser recuperados para formar con ellos una

antología. Otros muchos reviews que escribí aisladamente, dudo que puedan ser

recuperados. Simplemente porque jamás imaginé que algún día escribiría un libro como el

que estás leyendo.

2. Los reviews y resúmenes que incluimos en el presente volumen son escritos que

se originan en un convenio que hice con mi pequeña hija Lili Ester durante los años que

estudió la secundaria en el Colegio Boliviano Israelita (CBI) de la ciudad de La Paz.

En diversos cursos los profesores pedían que los alumnos leyeran determinadas

obras literarias cortas o largas para hacer una presentación en clase. La cantidad de

obras era realmente abrumadora, y realmente no sé qué pudieron hacer los chicos si no

contaban con la ayuda de alguien, como en el caso de mi hija Lili Ester.

* * *

El convenio que hicimos es que yo leía la obra literaria y hacía para ella un resumen

escrito, con esta condición: Que de ser posible ella leyera la obra e hiciera un resumen del

resumen que yo le hacía, para su exposición en el aula. En la mayoría de los casos, a partir

de mi resumen ella leyó la obra completa; en pocos casos ella no pudo hacer esto.

Yo he juntado algunos de los resúmenes que hice para ella y los he agrupado en este

volumen. Al trabajar en computadora esos resúmenes se conservaron; el problema fue

ubicarlos en multitud de documentos y ordenarlos para formar este volumen.

Algunas obras que tenían que leer los chicos, de los primeros años de la secundaria,

pertenecen a la literatura universal. En los últimos años de la secundaria les dieron a leer

libros que para mí mismo resultaron ser un dolor de cabeza; me refiero a captar su trama y

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adivinar su objetivo. Esto mismo experimentará el lector con los resúmenes de obras que

tienen que ver con la política boliviana. Algunas ni siquiera son obras sino artículos

editoriales de periódico, como los escritos de la Sra. Rebeca Riveros Dimberg, que fueron

escogidos con un objetivo no político, sino para mostrar lo que significa saber escribir bien,

como ella demuestra hacerlo.

* * *

La lista de reviews y resúmenes en este volumen consta de bloques, viniendo al

comienzo las obras de literatura boliviana. Luego vienen reviews de obras de la literatura

universal. Un grupo de obras representan los objetivos existencialistas que enfocan la vida

humana compleja y las situaciones tales como ocurren o se dan.

Dos escritos al final están en inglés, y los escribimos ambos, mi hija y yo, para sus

exposiciones en el Instituto Boliviano Americano, donde estudió el inglés. Estos escritos

son resúmenes de dos historias cortas del famoso escritor inglés, Sir Arthur Cone Doyle, el

creador del famoso personaje, el detective Sherlock Holmes.

El lector que sigue de cerca nuestra trayectoria literaria recordará que algo parecido

hicimos los dos cuando ella estudiaba francés en la Alianza Francesa: Yo traduje para ella

el libro, Un bon petit diable (Un diablito bueno) de la escritora Comtesse de Ségur, para

que ella hiciera su exposición sobre esta autora francesa de origen ruso. En un volumen

aparte hemos incluido en la Biblioteca Inteligente MCH esta traducción, que también

utilizamos como caso de estudio de la California Biblical University of Peru. Pero como los

derechos de esta obra están reservados por la Editorial Hachete, sólo proveemos este

hermoso libro traducido al español a nuestros estudiantes inscritos en los Programas

Académicos de la CBUP-VIRTUAL dentro de la Serie de Index Expurgatorius – Libros

Prohibidos.

Al final de la presente obra incluimos a manera de Apéndice algunas exposiciones

de mi pequeña hija en la primaria del CBI. En una de ellas hace una exposición breve sobre

“la Biblia Científica” (la Reina-Valera Actualizada) en cuya producción participó su papá

como Revisor Principal. En otra actúa como secretaria del Señor Embajador de Italia dando

a conocer algo de su país y del Vaticano, y en otra trata sobre su árbol preferido: El olivo.

Es nuestro anhelo que el lector de la presente obra se sienta más atraído a la lectura

y al estudio de la literatura universal y de su propio país con un objetivo de crítica y

análisis, o como dice el título de la presente obra: SINTESIS LITERARIA. Esta es una

experiencia muy hermosa y agradable.

Dr. Moisés Chávez

Editor de la Biblia Decodificada

Revisor Principal de la RVA

Director Internacional del CEBCAR

Director Académico de la CBUP

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1

LEYENDAS DE MI TIERRA Por Antonio Díaz Villamil

Se cuenta a Antonio Díaz Villamil entre los educacionalistas que

demostraron fecundas cualidades literarias.

Egresado del Instituto Normal Superior de la Paz, amplió sus horizontes

al mundo del teatro y la literatura, logrando muchos éxitos en Bolivia y en el

extranjero.

En la literatura cultivó el género narrativo escribiendo primero relatos

basados en nuestro folklore y luego novelas, como Plebe (1943) y La niña

de sus ojos (1948).

LA LEYENDA DE LA PAPA

En tiempos remotos nuestro país estaba habitado por los sapallas, nombre que

significa “los únicos señores”. Y efectivamente, este pueblo conservaba la tradición de que

el dios Viracocha, el Supremo Creador del mundo había destinado para ellos la región más

rica del mundo.

Los sapallas vivieron felices y contentos en esta tierra que premiaba el esfuerzo de

los que la cultivaban. Tan buenos eran ellos que consideraban a los demás pueblos

igualmente buenos y no tenían sospechas de los extranjeros. Tan confiados vivían que no

tenían ejércitos ni se entrenaban para la guerra.

Pero un día inesperado ocurrió algo trágico: Se produjo un terremoto a causa de la

erupción del volcán Misti, en la tierra de los karis, y éstos se dispersaron hacia el sur y

conquistaron el territorio de los sapallas. Los karis, nombre que significa “hombres

fuertes”, cayeron sobre los sapallas a la señal de sus pututos o cuernos. La situación de los

sapallas se hizo verdaderamente miserable, pues los karis los redujeron a esclavitud.

* * *

Muchos años soportaron los sapallas esta situación, resignados a soportar su

miserable destino, hasta que un niño llamado Choque, que era descendiente de los jefes

sapallas, dio comienzo a la gesta de liberación.

Cuando los karis quisieron obligarle a servirles, Choque se resistió a someterse a

ellos. El era el único ser relativamente altivo y libre entre todos los sapallas. Los karis,

sabiendo que él era de origen noble, querían humillarlo, pero fracasaron en su intento. Esto

les enfurecía tanto que varias veces lo sometieron a torturas, pero su tierno cuerpecito

soportó centenares de azotes con un valor incomparable.

Un día un anciano sapalla le dijo: “Querido jefe nuestro, ya no tenemos valor para

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presenciar tus crueles martirios. Debes cumplir las órdenes de nuestros amos, como lo

hacemos nosotros.”

Choque le respondió indignado: “Eso jamás! Si vosotros estáis contentos con

vuestro destino de esclavos, yo no puedo aceptar igual suerte. Los dioses y el destino sólo

abandonan a los hombres incapaces de rebelarse contra su suerte.”

* * *

Desgraciadamente, las palabras de Choque no llegaron al corazón de sus súbditos.

La humillación y el servilismo les había hecho incapaces de apreciar su propia dignidad.

Los dioses de los sapallas llegaron a saber de la noble actitud del pequeño curaca

Choque. En consecuencia, resolvieron ayudar a los sapallas para que lograran su

independencia. Entonces el dios Pachacamaj decidió bajar a la tierra en la forma de un

bellísimo cóndor blanco, para revelarse a Choque sobre una alta roca. Y le dijo: “Hijo mío,

los dioses han resuelto protegeros contra la crueldad de vuestros opresores. En cuanto haya

un grupo que esté dispuesto a la lucha, la protección divina se dejará sentir en favor de

vosotros.”

Choque respondió: “Oh mensajero de los dioses, hace tiempo que he ofrecido mi

sangre por la libertad de mi pueblo. Ordena lo que debo hacer.”

Pachacamaj le dijo: “Sube a la cumbre más alta de aquel monte y encontrarás un

montón de semillas hasta ahora desconocidas a los hombres.”

Los sapallas obedecieron, aunque con mucha desconfianza las instrucciones de

Choque. Pasados algunos meses brotaron unas lindas plantas verdes alineadas en los

surcos. Luego se adornaron con vistosas florecitas blancas y lilas y unos lindos frutos

verdes en forma de bolitas.

Un día, el gran cóndor blanco se le volvió a aparecer a Choque y le dijo: “Cuando

llegue la cosecha, deja que los karis cosechen primero todo lo que quieran, y ustedes

esperen tranquilamente a que las plantan se marchiten.”

Llegada la cosecha, los karis codiciosos no dejaron ni un solo fruto para sus

esclavos. Y cuando las plantas se habían marchitado, el cóndor blanco les ordenó que

escarben la tierra de los surcos. Entonces los sapallas vieron que las raíces de las plantas

terminaban en unos tubérculos que tenían una pulpa blanca y muy alimenticia. Y era tan

abundante la nueva cosecha que se vieron obligados a ocultarla en las cuevas de las

montañas.

Mientras tanto, los karis, que se habían comido los hermosos frutos empezaron a

sufrir terribles trastornos, porque esas bolitas no eran alimenticias sino venenosas.

Cuando los sapallas supieron por esta señal que los dioses estaban de su parte,

tocaron el cuerno de la liberación del dominio de los karis. Los sapallas, una vez libres

fueron organizados bajo su jefe Choque.

Aquella misteriosa semilla que les proveyeron los dioses era la papa, que es un

producto originario de Bolivia. Y el frutito que cosecharon los karis se llama “makkunkku”,

que contiene un veneno que se llama “solamina”.

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LA CANTUTA TRICOLOR

Antiguamente en las tierras del norte gobernaba el noble Illampu, quien tenía un

hijo pequeño que se llamaba Astro Rojo, porque en el día de su nacimiento apareció una

estrella rojiza, es decir, el planeta Marte. A pesar de su corta edad, había capitaneado los

ejércitos de su padre y había extendido sus dominios hasta las regiones de Mapiri y

Caupolicán.

Las tierras del sur estaban gobernadas por Illimani, que era tan poderoso como

Illampu, y se extendían hasta los fértiles valles de los Yungas. También Illimani tenía un

hijo joven llamado Rayo de Oro. Este joven era cariñoso y socorría a los pobres, por lo cual

era muy querido por su pueblo.

Ambos monarcas también habían nacido bajo el augurio de sus respectivas estrellas,

que eran objeto de constante observación por parte de los yatiris del pueblo. Y al lado de las

estrellas de ellos resplandecían también las estrellas menores de sus respectivos hijos.

Así pasó mucho tiempo. Ambos reinos eran gobernados con justicia y prosperaron

sin conflictos. Pero poco a poco fue despertándose en el espíritu de ambos soberanos la

envidia y la ambición, y empezaron a compararse observando el resplandor de sus

respectivas estrellas.

Illampu consultó a sus yatiris y ellos le dijeron: “Bien sabes que la estrella no es

más que el reflejo de la dicha y poder de un mortal afortunado, por tanto, puede apagarse

destruyendo al hombre cuya vida ampara.”

Entonces, el ambicioso Illampu comenzó a madurar un terrible plan para destruir a

su rival.

* * *

En ambos reinos se empezó a fabricar armas homicidas y en lugar de canciones de

amor se entonaban himnos de guerra. Era que Illampu había declarado la guerra a Illimani.

Cuando llegó el día de la batalla, los dos ejércitos tomaron sus posiciones. Los flecheros de

Illampu lanzaron miles de flechas envenenadas, y el enemigo respondió con las certeras

piedras de sus hondas. Luego los soldados se lanzaron unos contra otros, dispuestos a matar

o morir.

Las huestes de Illimani cedieron terreno. Parecía que estaba cerca su derrota.

Entonces Illimani cargó su honda, la hizo girar vertiginosamente y lanzó una piedra que

zumbando fue a dar sobre la cabeza de Illampu, que cayó a tierra herido de muerte.

Entonces Illampu, con un esfuerzo sobrehumano lanzó una flecha contra Illimani,

horadándole el pecho y arrojándole por tierra.

Desmoralizados los dos ejércitos resolvieron suspender la jornada para auxiliar a

sus jefes moribundos y recoger sus muertos. El campo quedó ensangrentado y cubierto de

despojos humanos. Habían sacrificado sus vidas tan sólo por discutir el resplandor de una

lejana estrella. La vanidad de sus jefes era pagada al precio de tantas vidas perdidas para

siempre.

10

***

Cuando el ejército de Illampu llegó a su capital conduciendo a su soberano

moribundo, la noticia se esparció causando consternación y llanto. Todos los sabios y

yatiris acabaron por declarar unánimemente el fin del soberano. El rey moribundo, lejos de

mostrarse razonable, blasfemaba contra el enemigo. Entonces él llamó a su hijo, Astro

Rojo, y le impuso bajo juramento la venganza contra el ejército de Illimani.

Mientras esto ocurría en el reino de Illampu, en el reino de Illimani ocurría lo

mismo. Illimani le impuso bajo juramento a su hijo Rayo de Oro la venganza contra el

reino de Illampu. Entonces volvieron a renovarse los preparativos bélicos a penas se

hubieron realizado las ceremonias fúnebres de Illampu e Illimani.

Los únicos que por su educación esmerada y por la innata grandeza de sus almas se

daban cuenta de la vanidad de todo lo que ocurría eran los herederos reales, pero

encadenados por el juramento no tenían más remedio que luchar con saña.

* * *

Amaneció el día de la batalla y no hubo más remedio que pelear. Miles y miles de

guerreros cayeron. Tanta fue la furia infernal que al anochecer, de aquellos grandes

ejércitos no quedaba más que dos puñados de hombres heridos que rodeaban a sus

respectivos monarcas.

Los dos tiernos reyes, con el rostro aun candoroso de la niñez, palidecieron

mortalmente, pero en lugar de dar cabida a las blasfemias y al rencor, pronunciaron

débilmente palabras de mutuo perdón. La deuda estaba pagada. Nada quedaba ya que hacer

para colmar el horror del juramento.

Al impulso del mismo pensamiento, Rayo de Oro y Astro Rojo ordenaron a sus

servidores que se aproximaran uno al otro, y se extendieron los brazos desfallecientes, y en

un abrazo sublime sellaron la tragedia vivida por sus pueblos.

* * *

Cuentan que en ese momento sucedió algo extraordinario. Del seno de la tierra

brotó un gran estruendo y la tierra se abrió. Del negro abismo brotó a la superficie la figura

de una mujer, que no era otra que la Pachamama o Madre Tierra. Ella hizo palidecer en el

cielo las estrellas que simbolizaban el poder de Illimani y de Illampu, y las hizo caer a

tierra, convirtiéndolas en montañas cubiertas de nieve que se incrustaron en las rocas de los

Andes, la una hacia el norte y la otra hacia el sur.

Luego se dirigió a Astro Rojo y a Rayo de Oro y les dijo: “En cuanto a vosotros,

que jamás debierais haber servido a la criminal ambición de vuestros padres, después de

muertos seréis símbolo de un pueblo que vivirá más tarde. Ese pueblo tomará para su

bandera el color de la luz de vuestras estrellas, el rojo y el amarillo, y lo unirá al verde que

simboliza la esperanza. Estos tres colores serán el emblema del amor y la fraternidad.”

* * *

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Pasó mucho tiempo sobre esas tierras desoladas. El Illampu y el Illimani, las dos

altas montañas seguían ostentando sus cumbres elevadas como pugnando por continuar su

vieja rivalidad, pero habían sido castigadas a llorar su culpa con el eterno deshielo de sus

nieves. Pero sus aguas fecundizaron la tierra que guardaba las tumbas de los dos príncipes

reconciliados haciendo crecer una planta cuyas ramas retorcidas simbolizan muchos

abrazos cordiales. Y cuando llegó la primavera, aquella planta se cubrió de flores de color

rojo, verde y amarillo.

Siglos después se formó aquí, como lo había profetizado la Pachamama, un nuevo

pueblo que tomó a esa flor como símbolo y emblema. Ese pueblo es Bolivia, y aquella flor

es la Khantuta que florece en las breñas de los Andes.

LA LEYENDA DEL DESAGUADERO

Abundaba tanto la riqueza en el área andina que no había pobres y nadie se

acordaba de practicar la caridad. Ya nadie se acordaba de los sabios preceptos de su dios, el

gran Pachacamaj. Y mientras el pueblo egoísta se entregaba al desenfreno, los dioses

tutelares contemplaban desde las nieves eternas del Illimani el espectáculo de la ciudad

edificada a orillas del lago Wiñaymarca.

El gran Pachacamaj, sentado en su sillón de nubes y teniendo como respaldo un

arco iris miraba la ciudad, pero no sonreía satisfecho de su obra. Un profundo pesar

empañaba su rostro, pues se veía abandonado por sus propias criaturas a quienes les había

colmado de tantos dones.

A su lado estaba el dios Kjunu, vestido de su brillante manto de escarcha. Pero su

rostro manifestaba una alegría perversa, un deleite satánico cuando le insinuaba a

Pachacamaj a destruir su pueblo, a lo cual Pachacamaj le respondió: “Olvidas que mi

bondad es infinita?”

Kjunu le insistía: “Déjame que escarmiente a la ciudad rebelde. Mis rayos y

tormentas caerán sobre ella y humillarán su orgullo. Las fuerzas interiores de la tierra

sacudirán sus cimientos, y las aguas del lago Titicaca inundarán la ciudad para lavar las

huellas de su orgías.”

* * *

Pachacamaj no cedió ante las palabras de Kjunu. Más bien, le respondió: “Bajaré yo

mismo a la ciudad. Tomaré forma humana y viviré entre ellos. Con mis labios les llamaré al

camino del bien, y clamaré para que se arrepientan.

Kjunu estalló en una sarcástica carcajada que se oyó allá abajo en la ciudad como

un trueno que rebota entre las cumbres de la montaña.

En aquel día Pachacamaj y Kjuno apostaron. Pachacamay le dijo: “Si lo dudas, te

juego mi poderío sobre el mundo. Si me derrota la ingratitud de mis criaturas, me ahogaré

en una de tus lagunas para que la sal de sus aguas esterilice para siempre mi poder

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fecundante.” Poco después, Pachacamaj se preparaba para bajar a Tiahuanaco a llevar a

cabo su obra de convertir a los hombres pecadores.

* * *

Era un día de regocijo. Los tiahuanacotas celebraban interminables festines. Por

todas partes libaban el licor de quinua servido en copas de oro, y sobre las mesas estaban

dispuestas las más variadas viandas y las delicias traídas de los valles de los Yungas.

El pretexto para aquella festividad era la presencia en la ciudad de un hombre

extraordinario que había venido en una balsa a través del lago. Les había dicho que era

oriundo de un lejano país, pero a pesar de ser extranjero hablaba el aymara a la perfección.

Todas las fiestas y honores eran para él. Por su parte, el agasajado sonreía al ver

tanta amabilidad y se prometía el mayor éxito en la misión que traía entre manos.

En la gran plaza del Arco Iris, en cuyo centro se levantaba el suntuoso palacio de

Puma Puncu, había formado la gran guardia de honor y el personaje apareció precedido por

una escolta. Enseguida se le acercó el Mallkju y le dio el más cordial saludo de bienvenida.

Acto seguido se inició la regia fiesta en su honor.

Entonces el misterioso extranjero se dio cuenta que su llegada había sido el pretexto

para entregarse a todo tipo de excesos. En vano quiso dominar con su voz el bullicio para

desaprobar tal conducta. Nadie le atendía. Todos corrían tras los placeres; a cual más

buscaban satisfacer sus bajos instintos. Y los tiahuanacotas no prestaron atención a sus

palabras y el encallecido corazón de esa gente no se conmovió.

* * *

Viendo Pachacamaj que nada lograba con sus palabras, resolvió usar su poder para

realizar una serie de maravillas y convencer así a la gente empedernida:

Cierto día cuando el pueblo se había reunido para un nuevo festín, el pueblo

sediento de alcohol se encontró con que el licor de quinua se había solidificado.

Otro día, cuando se celebraba el matrimonio de doce príncipes, y en medio de la

orgía se apagó el Sol.

Y otro día cuando celebraban un rito profano, un enorme monolito se desplomó

aplastando a varios cientos de asistentes.

Cuando la gente huía despavorida, se encontró con el extraño extranjero, que les

había advertido que estas cosas les sucederían. Pero en lugar de escuchar sus advertencias,

atribuyeron tales hechos a un fatal maleficio. Y ensañándose contra él, lo golpearon, lo

maniataron, lo metieron en una balsa de totora, y lo lanzaron a la furia de los vientos.

* * *

La frágil balsa, impulsada por el viento, se dirigió hacia el sur. El prisionero fue

conducido impetuosamente contra las costas del lago, condenado a estrellarse contra las

rocas. Pero cuando la balsa se iba a estrellar ocurrió algo extraordinario: La costa se abrió

mágicamente y dio paso a una porción de agua que conducía la balsa, la cual siguió

abriéndose camino en la tierra a través del Altiplano. Después de un recorrido de 300

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kilómetros el curso del agua desembocó en el lago Poopó y allí la balsa desapareció

misteriosamente.

Mientras tanto, en la ciudad de Tiahuanacu, el dios Kjunu escuchó la maldición de

Pachacamaj, la cual desencadenó la furia de los elementos: Las nubes preñadas de tormenta

descargaron sus aguas sobre la ciudad maldita. Los vientos y las nieves se abalanzaron

sobre los majestuosos edificios. Las aguas del Wiñaymarca salieron de su nivel y anegaron

la ciudad con sus habitantes, y los rayos produjeron incendios.

Quedó entonces el mundo sin la gran fecundidad de aquellos tiempos maravillosos,

porque Kjuno, creyéndose vencedor impuso su ira sobre la tierra y las heladas, las

granizadas y las sequías fueron el azote constante de los cultivos. Y para colmar la tragedia,

el lago que durante siglos besaba a la soberbia metrópoli, retiró sus aguas lejos de sus

ruinas.

Así es como el río Desaguadero, se abre camino al sur del lago Titicaca, y tras un

recorrido de 320 kilómetros desemboca en el lago salado de Poopó, y Tiahuanaco quedó

convertida en ruinas eternas.

LA ESMERALDA SAGRADA

Había una vez una muchacha quinceañera que pertenecía a una noble familia del

Cuzco y que había sido elegida por el inca Huáscar para ser incluida en el Ajllahuasi o

morada de las vírgenes dedicadas al culto del padre Sol.

La muchacha, orgullosa de tan alta distinción, se despidió de sus padres y amigas, y

celosamente custodiada por los comisionados reales, se dejó conducir a una isla en medio

del lago Titicaca, donde estaba el Ajllahuasi.

* * *

Cien muchachas vírgenes formaban el Ajllahuasi y estaban sujetas a la celosa

autoridad de la Mamacuna. Por la mañana, antes de que apareciera el padre Sol, subían a la

cumbre de la isla para dar la bienvenida al astro. Al medio día se encerraban en su palacio

de piedra para confeccionar los vestidos del Inca. Al caer la tarde salían a divertirse y

pasear, y relatar historias asombrosas de la vida de los grandes incas.

Cierto día, después del sacrificio de la mañana, vieron acercarse a la isla por el lado

norte unas balsas que portaban las insignias del Inca. No tardaron en acercarse las

embarcaciones al muelle, y el primero en bajar a tierra fue un hombre sombrío llamado

Pumayo. Finalmente descendió el noble anciano Paulu Tupac, el hombre de mayor

confianza del inca Huáscar.

* * *

Paulu Tupac pidió ser conducido de inmediato a la Mamacuna, a la cual le habló

diciendo: “Venerable sacerdotisa de nuestro padre el Sol, vengo a comunicarte que nuestro

soberano, el ilustre Huáscar ha sido derrotado y hecho prisionero en Jauja por su hermano

bastardo, Atahuallpa, rey de Quito.”

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Entonces el anciano sacó de su pecho un envoltorio que contenía la esmeralda

sagrada que la ilustre madre del inca Huáscar le había dado a su hijo en su coronación. Y le

dijo: “Tú sabes que esta esmeralda, que es la más grande que se conoce ha sido codiciada

por Atahuallpa, porque tiene un poder mágico. Huáscar prefiere la derrota y la humillación

a poner esta joya en manos de su enemigo. Por eso me envía a ti, la más venerable y digna

de las sacerdotisas para que la guardes con todo celo y jamás permitas que caiga en manos

de Atahuallpa.”

La Mamacuna recibió la joya, y después de besarla con respeto la guardó en su

seno. Y una vez cumplida la misión, los emisarios dejaron la isla y se alejaron por el norte

del lago. La isla quedó apacible como antes, pues hasta ella no habían llegado las

consecuencias sangrientas de la guerra civil entre los hijos de Huayna Capac.

* * *

Se aproximaba el Inti-Raymi, la fiesta más solemne en honor del Sol. También en la

Isla del Sol estaban en medio de los preparativos, cuando llegaron allá los mensajeros de

Atahuallpa para anunciar a las vírgenes del Sol que el monarca había decidido visitar el

santuario allí para la festividad. Después de concluidos los preparativos apareció en el

horizonte una gran flota compuesta de miles de barcos de totora. Era el inca Atahuallpa y

su numerosa comitiva.

Las vírgenes del Sol, y en particular la Mamacuna se inquietaron por la seguridad

de la esmeralda sagrada de Huáscar. Y cuando el inca Atahuallpa, seguido de su corte, se

presentó ante las puertas de oro del templo del Sol, la Mamacuna abrió la puerta al

monarca, quien tomó asiento en su trono al tiempo de empezar la ceremonia.

* * *

La Mamacuna estaba en su sitial de honor, frente al Inca, y de pronto se estremeció

de terror. Era que junto al monarca estaba sentado Pumayo, el hombre que en el pasado

había dirigido la flota que trajo a Paulu Tupac para dejar bajo su custodia la esmeralda

sagrada del inca Huáscar.

El inca inmediatamente dirigió su mirada al pecho de la Mamacuna, y ella pareció

morir de angustia. Estaba convencida de que Pumayo había traicionado a su señor, el inca

Huáscar y había informado a Atahuallpa que ella custodiaba la esmeralda sagrada.

En ese preciso momento la Mamacuna le hizo una seña a Wiñay Cusi, aquella

virgen quinceañera, que era su preferida, y la muchacha inteligente comprendió de qué se

trataba. Fue en el momento en que las danzantes se interpusieron entre Atahuallpa y la

Mamacuna, que ésta le entregó a Wiñay Cusi la esmeralda para que la escondiera.

* * *

Apenas terminó la celebración, el Inca ordenó a su comitiva que saliera del templo

para quedarse a solas con la Mamacuna. Atahuallpa no tardó en romper el silencio para

pedirle la esmeralda sagrada, diciéndole: “Vengo a reclamar que pongas en mis manos la

esmeralda de mi padre el glorioso Hayna Capaj, que te ha sido enviada por mi hermano

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Huáscar.”

La Mamacuna negó tenerla o conocer de su paradero, a pesar de que la anciana fue

sometida a grandes torturas. Wiñay Cusi también, al saber que con todas las demás vírgenes

sería interrogada, quiso evitar la posibilidad de ceder ante las torturas del inca, y para ello,

tras enterrar la esmeralda, ella misma se sacó los ojos para no saber dónde la habría puesto.

* * *

La Mamacuna murió sin que el cruel Atahuallpa hubiera logrado su fin, y en cuanto

a Wiñay Cusi, Atahuallpa la llevó al Cuzco para que los hechiceros le devolvieran sus ojos

a fin de que ella volviera a ver y confesara en dónde había escondido la esmeralda.

Los hechiceros del Inca tuvieron éxito y le dieron nuevos ojos a Wiñay Cusi. Pero

en lugar de sus bellos ojos negros, estos nuevos ojos eran verdes y luminosos como dos

esmeraldas pulidas, y con ellos Wiñay Cusi veía más allá de las cosas presentes.

El inca le ofreció tentadoras recompensas si mostraba el lugar donde estaba

escondida la esmeralda, y la muchacha con un raro gesto de alucinada respondió: “Esa

esmeralda que buscas ha brotado en mis ojos, pero sólo para que a través de ellos vea y te

advierta tu destino: Morirás pronto. Gente extraña y codiciosa llegará a estas tierras y te

arrancará tus tesoros y tu poder. Te engañarán como a un niño, y después te matarán.”

* * *

Aquella virgen del Sol anunció con estas palabras la expedición de Pizarro al Perú.

Atahuallpa, pusilánime y atormentado, esperaba su fin, pero antes para que no quedase su

hermano Huáscar libre y con posibilidades de recuperar su trono, lo mandó matar en la

prisión de la fortaleza de Jauja.

EL TESORO DE CHOQUEYAPU

No se sabía de dónde había llegado. Vivía a un kilómetro y medio de la aldea, en

una antigua ermita abandonada. Cultivaba un pequeño jardín de pensamientos negros, que

eran sus flores favoritas. Por lo demás, su vida era un completo misterio. Ni siquiera

pudieron saber cómo se llamaba.

Iba cada mes a la aldea vecina para buscar alimentos y pagaba con unas brillantes

pepitas de oro puro, por lo que se presumía que era un minero huraño que había descubierto

minas de oro.

Algunos hombres de la aldea se habían propuesto seguirle las pisadas para descubrir

su secreto, pero desistieron porque su enorme perro daba cuentas de todo intruso. Además,

de un balazo certero el hombre podía matar al merodeador. A eso se debe que los aldeanos

cesaron de molestarle, porque le consideraban loco.

* * *

Después de un tiempo el hombre dejó de hacer sus compras mensuales. Más bien

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llegó su perro guardián portando una bolsa y entró a la farmacia. Llevaba una lista de

medicamentos para su amo, y cuando fue atendido el pedido, el perro soltó de la boca una

pepita de oro como pago.

La noticia de la enfermedad del misterioso hombre cundió en la aldea. Los vecinos

se reunieron en casa del Corregidor y se organizaron para visitarlo, pero en realidad lo que

querían era ver de dónde sacaba el oro. Pero entre ellos fueron a ver al enfermo dos niños

huérfanos y abandonados, que a pesar de su pobreza, querían en verdad servirle de algo.

Al acercarse a la ermita, no apareció el hombre con su fusil o su agresivo perro

guardián. Al contrario, encontraron la puerta abierta.

* * *

Luquitas e Isabelita eran aquellos huerfanitos de padre y madre, que habían quedado

abandonados en la aldea. Los aldeanos eran gente egoísta y no les brindaban ningún apoyo.

Pero ellos, bajo el impulso de su buen corazón se propusieron auxiliar al solitario, así como

habían atendido a sus padres moribundos. Por eso, en lugar de fusiles, como los demás

aldeanos, ellos llevaron algunos remedios y una botella de leche.

Todos encontraron al enfermo tendido en su tosco lecho. Tenía los ojos cerrados y

la boca entreabierta por la fiebre. Casi no daba señales de vida. Su perro estaba acurrucado

a su lado gruñendo melancólicamente.

Los aldeanos no consiguieron nada y se apartaron del lugar. Sólo Luquitas e

Isabelita se quedaron con el hombre enfermo y le dieron alimento. Entonces el enfermo

abrió los ojos para observar complacido a los niños. Los niños, por su lado, vieron en él

cierto parecido con su padre ya fallecido.

El solitario extendió sus brazos y estrechó tiernamente a los niños contra su corazón

y les adoptó como sus hijos. Ellos, locos de contento abrazaron a su protector y se quedaron

junto al enfermo.

* * *

Cuando los niños se acurrucaron junto a la cama del enfermo para dormir, él

comenzó a contarles la historia de su vida:

“Yo vivía en un lejano país y tenía dos hijos hermosos y buenos como ustedes, y

éramos muy felices, porque mi trabajo en un banco me daba todo cuanto necesitábamos.

Pero un día ocurrió un robo en el banco, en que participaron hombres de influencia. Ellos

presentaron los hechos de tal modo, que yo resulté culpable ante la justicia y me metieron a

la cárcel por diez años. Mis hijos quedaron en el más completo abandono y cuando salí de

la cárcel me encontré con que habían muerto. Para quién ya iba a trabajar? Sin fe en la

vida y sin entusiasmo para nada, decidí ir a esconder mis últimos días en algún ignorado

rincón. Es así como vine aquí, a esta ermita abandonada, porque los hombres me inspiraban

odio.

“Empecé a cultivar un pequeño campo alrededor y junté una buena cantidad de

madera para entablar el piso de la ermita, y al hacer este trabajo di con un gran tesoro de

pepitas de oro que al parecer provenía de la cuenca del río Choqueyapu, porque hasta ahora

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hay lavaderos de oro por allí. Las pepitas estaban guardadas en muchas bolsas de cuero, y

quien las escondió en el piso de la ermita de alguna manera desapareció y nadie supo del

entierro. Es probable que el tesoro provenía de otro tesoro que pertenecía a los habitantes

de Tiahuanaco, porque éste era un gran imperio.

“Desde aquel momento yo resultaba ser más afortunado que los dueños del entierro,

porque podía tomar el oro a manos llenas sin tener que haber pasado el duro trabajo de

escogerlo de entre la arena. Sin embargo, no sentí nada placentero, porque mi familia había

perecido de hambre. Esto hizo más amarga e irónica mi situación.”

* * *

Entonces el hombre les mostró cerca de la puerta un dispositivo disimulado en el

fondo de una grieta, para levantar mediante unas palancas el piso de madera que él había

hecho, y el tesoro quedó expuesto ante su mirada.

El solitario se durmió serenamente y con el espíritu lleno de satisfacción, porque ya

no estaba solo, y porque tenía dos hijos para quienes sería su riqueza y su cariño.

Al día siguiente, los niños prepararon el desayuno. Los días pasaron y ellos no se

separaban; al contrario, cada día se querían más y más. Cuando el hombre sanó por

completo, les dio unas pepitas de oro a los niños para que fueran a la aldea y se compraran

algo de ropa para remplazar sus vestidos raídos. Pero el pago que hicieron por la ropa con

pepitas de oro, fue objeto de los más vivos y perversos comentarios entre los aldeanos,

quienes comunicaron el hecho al Corregidor, y éste los metió presos para interrogarles

sobre el origen del oro.

El Corregidor no logró nada con su interrogatorio y decidió torturarles primero en el

calabozo y finalmente condenarlos a morir. Convencidos de que esa era la última noche de

su vida, los niños se abrazaron sollozando. De pronto escucharon un ruido extraño: Era el

perro guardián, que les había buscado con su olfato por toda la aldea. Cuando el hombre de

la ermita vio que ellos no regresaban, y conociendo la maldad de los aldeanos, había

enviado a su perro en busca de los chicos.

Luquitas envió un mensaje con el perro a su papá. Como no tenía papel, escribió

sobre un retazo de su camisa. Y como no tenía tinta, lo hizo con su sangre. En cuanto su

padre leyó el mensaje, lleno de ira y aflicción exclamó: “Jamás permitiré semejante

iniquidad! Ellos son ahora mis hijos, y yo sabré defenderlos con todo mi empeño.”

Lo primero que hizo el hombre fue buscar al perverso Corregidor, quien le pidió un

crecido rescate por los niños: Cien pepitas de oro. El hombre aceptó pagarlo. Le

aumentaron el rescate a 200 y aceptó pagarlo. Le aumentaron a 300, e igualmente aceptó

pagarlo. Después de contarlos todo, el hombre estaba para guardarse el resto en la bolsa,

cuando los aldeanos pidieron que añadiera eso más al rescate. Así quedaron libres los niños.

* * *

Entretanto, los aldeanos, viendo la facilidad con que habían obtenido juntos con el

Corregidor el rico rescate, resolvieron ir a la ermita armados para exigir más oro. Pero en

realidad lo que querían era apoderarse del tesoro.

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Al llegar a la ermita, para demostrar que estaban dispuestos a todo, comenzaron a

disparar sus armas de fuego. Luego le pidieron al hombre que les diera a cada uno una

bolsa llena de oro, advirtiéndole que en caso de negarse lo matarían, lo mismo que a los dos

niños y al perro.

Ante tal actitud, el hombre manifestó que estaba dispuesto a entregar el tesoro a los

aldeanos siempre y cuando a él le dejaran con la mitad. Luego abrió ante ellos todo el

tesoro, y ellos entraron para agarrarse las bolsas. Entonces los niños pusieron en

movimiento el dispositivo que bajaba el pesado piso de madera y todos quedaron presos en

el fondo secreto de la ermita.

El hombre dijo a los niños: “Ahora, hijos míos, vámonos para siempre de aquí. Con

lo que habéis sacado tenemos lo suficiente para ser inmensamente ricos.”

Poco después se alejaban para siempre de allí seguidos del fiel perro. Partieron para

Europa, y allí disfrutaron su fortuna estudiando, visitando museos y monumentos y

bibliotecas famosas y procurando siempre hacer algún bien en favor de los huérfanos y los

desamparados.

LA LEYENDA DE LA COCA

Cuando los pobres indios acampan en las frías noches de viaje en el altiplano junto

a sus cargas, se acurrucan y sacan su chuspa o su cary de coca, lo desanudan y lo ponen a

disposición de sus compañeros, y empiezan a hacer el aculli, extrayendo y tragando el

amargo jugo.

Cuando esto hacen parece que el espíritu de esos pobres indios revive y surgen las

confidencias que durante el día callaron mansamente bajo la hostil mirada de sus

explotadores.

Yo estuve cierta vez en tales circunstancias y en medio del insomnio en la noche oí

contar esta leyenda:

“Cuando llegaron a estas tierras los conquistadores, las jornadas que siguieron a la

hecatombe de Cajamarca fueron crueles y sangrientas. Por todas partes en los llanos y en

las montañas los desdichados indios fugitivos lloraban la muerte de sus padres, de sus hijos

y de sus hermanos. El inhumano conquistador, cubierto de hierro, lanzando rayos mortales

con sus armas de fuego y montados en briosos caballos venía en su persecución. Los indios

indefensos en vano invocaban a sus dioses. Nadie, ni en el cielo ni en la tierra tenía

compasión de ellos.

* * *

Un viejo yatiri o adivino llamado Kjana Chuyma, que estaba a cargo de los tesoros

del templo de la Isla del Sol en medio del lago Titicaca, fue capturado por los

conquistadores y sometido a torturas para que declarase dónde estaba el tesoro. Cansados

de torturarle sin resultados, ellos fueron a buscar por su cuenta.

Esa noche, el desdichado Kjana Chuyma, presa de la fiebre y de la agonía, soñó que

el dios Sol le decía: “Hijo mío. Tu abnegación de resguardar mis objetos sagrados merece

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una recompensa.” El viejo respondió: “Qué otra cosa puedo yo pedir en esta hora de duelo

y de derrota sino la redención de mi raza y el aniquilamiento de nuestros invasores?”

El Sol no pudo afectar el curso de la historia, por lo que el anciano le pidió:

“Entonces concédeme la vida hasta que pueda decidir lo que he de pedirte.”

* * *

La raza estaba irremediablemente vencida. Los habitantes del inmenso imperio del

Sol no tuvieron más que soportar calladamente la esclavitud o huir a donde no hubiera

llegado el poder de los intrusos. Uno de esos grupos atravesó el lago en balsas de totora y

fue a refugiarse donde Kjana Chuyma estaba luchando con la muerte.

Al verlos, el yatiri se acordó de la promesa del gran Astro y resolvió pedirle, no oro

ni riquezas, sino algo que los blancos ambiciosos no pudieran arrebatarles: Un consuelo

secreto y eficaz para la miseria y los padecimientos.

* * *

Al llegar la noche imploró al Sol su última petición, y un impulso misterioso le

levantó de su lecho y lo hizo salir fuera de la choza. Subió por la pendiente del cerro y

escuchó una voz que le dijo: “Mira alrededor. Ves esas pequeñas plantitas de hojas verdes

y ovaladas? Las he hecho brotar para ti y para tus hermanos. Ellas realizarán el milagro de

adormecer penas y sostener fatigas. Di a tus hermanos que, sin herir los tallos, arranquen

las hojas y después de secarlas las mastiquen. El jugo de esas hojas será el mejor narcótico

para la pena de sus almas.”

Después el viejo yatiri volvió a su choza cuando la aurora comenzaba a iluminar la

tierra y a platear las tranquilas aguas del lago y en los últimos instantes de su vida dijo a sus

visitantes: “En las duras fatigas que os imponga el despotismo de vuestro amos, mascad

esas hojas y tendréis nuevas fuerzas para el trabajo. En el fondo de las minas os ayudarán a

soportar la oscuridad y el terror. Cuando queráis escudriñar vuestro destino, un puñado de

sus hojas lanzado al viento os revelará los secretos. Pero cuando el blanco quiera hacer lo

mismo, sucederá todo lo contrario. Su jugo, que para vosotros será fuerza y vida, para ellos

será vicio repugnante y degenerador. Mientras para vosotros será un alimento espiritual, a

ellos les causará idiotez y locura.”

Tales cosas dijo el viejo yatiri y quedó sin vida, y los desdichados indios gimieron

su partida.

Fue enterrado en medio de un cerco de aquellas plantas verdes y misteriosas. Y a

medida que tragaban el amargo jugo, notaron que su inmensa pena lentamente se

adormecía.

LA MUCHACHA QUE NO CONOCIA

EL SABOR DE LA SAL

La lucha por nuestra independencia había sido iniciada sin más base que el fervor

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patriótico, y el general argentino Bartolomé Mitre se refirió a ella diciendo que cada valle,

cada montaña, cada desfiladero era una “republiqueta independiente”, bajo sus respectivos

caudillos.

Uno de aquellos caudillos se llamaba José Pacha, y ante la situación desesperante

reunió a unas treinta familias y se dirigieron en busca de un lugar seguro en la selva. Y

después de varios días de camino consiguieron llegar a una hondonada oculta por enormes

rocas y tupido follaje. Allí levantaron sus chozas con el propósito de vivir completamente

aislados, evitando por todos los medios posibles, aun con la pena de muerte, el menor

contacto con gentes de afuera, por razones de seguridad.

Pacha, como buen dirigente hizo lo necesario para que su gente tuviera lo más

indispensable para sobrevivir lejos del rigor de la guerra y las acechanzas de los pueblos

grandes. Así se aumentó su número hasta formar una republiqueta feliz. Pero de una cosa

tuvieron que privarse por completo: Del uso de la sal.

* * *

Una de las familias más felices de la republiqueta era la de Don Manuel Cito, su

mujer y su hijita de trece años llamada Tiluca. Cierto día, escuchando una conversación

secreta, la niña se enteró que existía un polvito blanco llamado “sal” que hacía que las

comidas fueran deliciosas, y se ingenió para burlar la vigilancia de su aldea y andar lejos

para probar el sabor de la sal. En cierta aldea encontró una mujer que tenía algo de sal, y la

niña, que tampoco conocía las monedas, pagó por ella con una pepita de oro, sin conocer

del gran valor que tenía.

Tiluca emprendió el regreso y logró entrar a su aldea sin ser vista por la guardia, y

desde entonces disfrutaba toda la comida y pedía más, porque la sal la hacía muy sabrosa.

Así pasó algunos meses saboreando la sal en medio de muchas zozobras, hasta que su

reserva se agotó. Entonces volvió a perder el apetito, y a causa de no comer, entre los

desvaríos del delirio pedía sal con desesperación.

* * *

Pacha, el dirigente de la aldea se informó de esta manera que Tiluca había

desobedecido sus órdenes y había salido de la aldea burlando la vigilancia. La infeliz fue

inmediatamente condenada a expiar su tremenda culpa. Pacha y sus guardias procedieron a

dar cumplimiento al suplicio de ser sepultada viva, y su tumba fue cavada justamente en el

lugar donde Tiluca había escondido su pequeña reserva de sal.

Cuando amaneció los padres de Tiluca vieron con dolorosa sorpresa que la cama de

Tiluca estaba vacía y salieron en su búsqueda por toda la aldea. Pasaron los días y el dolor

de sus padres era más intenso, y lloraban, sin saberlo, en el lugar donde su adorada

chiquilla tenía escondida su pequeña reserva de sal. Entonces un día se produjo un milagro:

En aquel preciso lugar donde estaban ocultos los huesos de la chiquilla surgió una mina de

sal pura.

* * *

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Todos los aldeanos se acostumbraron al rico sabor de la sal. Pero ocurrió que un día

aquella nueva reserva de sal desapareció y los aldeanos pidieron a Pacha permiso para salir

de la aldea en pos de tal preciosa sustancia. Como Pacha les negó el permiso, todos ellos se

unieron para desobedecer sus órdenes e irse de la aldea en una larga caravana. Así llegaron

al pueblo de Atén y se enteraron que en las tierras altoperuanas se habían desarrollado

sucesos trascendentales: Los españoles habían sido derrotados y las gentes americanas ya

eran libres e independientes.

LA LEYENDA DEL EKHEKHO

La pintoresca cuenca del Choqueyapu, cuyas orillas florecían en arenas y pepitas de

oro había sido en tiempos antiguos solar de los tiahuanacotas. Pero después vinieron los

españoles y “un pueblo de paz fundaron” (La Paz), inspirados por el ensueño del

Pacificador La Gasca. Pero la prueba de fuego para la supervivencia de esta ciudad de

“discordes en concordia” fue su asedio por los indios nativos en el año 1781.

El espíritu ancestral de la raza indígena personificado en el caudillo Julián Apaza

lanzaron a sus gentes en son de reconquista de la ciudad de La Paz, al frente de la cual

estaba Don Sebastián de Segurola.

La sangrienta pugna estalló al amanecer del 14 de marzo de 1781. Las alturas de la

ciudad de Nuestra Señora de La Paz aparecieron ocupadas por las hordas de indios armados

con sus amenazadores pututos y hogueras encendidas. Sus ojos vigilantes y enrojecidos por

el rencor racial anunciaban el bloqueo a muerte.

* * *

En medio de aquella trágica experiencia de hambre y sangre cobró vitalidad la

leyenda indígena del “ekhekho” que involucra a una pareja de jóvenes indios enamorados:

Paulita Tintaya e Isidro Choquehuanca.

Paulita Tintaya pertenecía al repartimiento concedido por el Rey a Don Francisco de

Rojas, vecino de la ciudad de La Paz. Ella había sido trasladada de Laja para estar al

servicio personal de Doña Josefa Ursula de Rojas Foronda, hija de Don Francisco de Rojas,

que le diera la flamante esposa del Brigadier Don Sebastián de Segurola, gobernador y

defensor de La Paz. Pero la mansión le parecía a Paulita como una jaula dorada, en la cual

estaba privada de la libertad de expresar su amor a su enamorado.

Este era un muchacho buenmozo y recio para el trabajo, y codicioso para obtener su

dicha en el querer. Desde que ambos se dedicaban al pastoreo entretejieron su idilio con

urdimbre de ilusiones, allá en el caserío de Laja.

En la despedida y el epílogo de aquel idilio, Isidro le entregó a Paulita, como

símbolo de su cariño, un pequeño amuleto de yeso que él mismo había hecho, y que según

la tradición indígena velaba por la prosperidad de quienes lo poseían.

Al hacer el ekhekho, Isidro había tratado de reproducir las facciones de su amo

Rojas, hombre pequeño y regordete, de rostro enrojecido risueño y bonachón, porque él era

el ser omnipotente de quien dependía el destino de los dos jóvenes enamorados. El ekhekho

estaba cargado de “alasitas”, es decir, objetos miniaturas que representaban alimentos,

prendas de vestir, herramientas para la agricultura y otros objetos que pudieran

22

complementar la felicidad de un hogar como el que el joven Isidro soñaba formar con

Paulita.

* * *

23

Tres meses llevaba ya la ciudad absolutamente aislada del mundo, privada de agua y

de toda provisión. Los famélicos vecinos llegaron a alimentarse de consomés de petacas y

demás objetos de cuero, de endemoniado sabor. Los asnos, mulos, perros y gatos que

habían tenido la desventura de quedar en la ciudad se convirtieron en viandas disputadas.

Hubo los que se comían a sus hijos y los que se deshacían de sus joyas de oro a cambio de

unos cuantos granos de maíz.

Pero en medio de aquella horrible situación de hambre que golpeaba también a la

casa del Brigadier, Paulita sobrevivía debido a que Isidro, que estaba levado entre los

sitiadores de la ciudad se ingeniaba de llevarle de vez en cuando maíz tostado, quispiñas

(galletas de quinua) y trocitos de charque de llama tierna. Paulita también compartía estas

provisiones con la Brigadiera, y explicaba el misterio mostrándole la hornacina donde había

colocado el ekhekho. Pero el hambre llegó a tales extremos que en medio del insomnio

famélico, Paulita echó mano de las bolsitas miniaturas de maiz y de azúcar que cargaba el

ekhekho.

* * *

Cierto día del quinto mes de asedio, cuando el Brigadier Segurola volvió a su hogar

temeroso de encontrar el cadáver de su amada esposa, halló con inmensa alegría que no

sólo estaba viva, sino que había guardado un plato de comida para él. Pero el secreto de

aquel plato fue conocido solo a medias por el Brigadier, porque Paulita, con el propósito de

evitar cualquier peligro para Isidro, sólo les había mostrado a sus amos el ekhekho que

tenía guardado en su cuarto. Esta explicación que en otros momentos hubiera merecido el

ajusticiamiento de la Santa Inquisición, en aquellas horas de suprema angustia fue aceptada

sin mayores disquisiciones por los esposos Segurola.

* * *

Llevaba ya la ciudad seis largos meses de asedio y algunos hablaban de una posible

capitulación. Entonces se escuchó que el General José Reseguín se acercaba a liberarles al

frente de un gran ejército. Los soldados de Reseguín entraron en la ciudad en medio de

frenéticos clamores de júbilo.

Después de esto se dictó la ordenanza del gobernador, Brigadier Sebastián de

Segurola para que en adelante se celebrara la fiesta de Alasitas el 24 de enero en gratitud a

Nuestra Señora de La Paz y que en la celebración tuviera relevancia el ekhekho, según el

modelo que él mismo exhibió, la versión producida por Isidro Choquehuanca.

Acto seguido se celebró el matrimonio de Paulita e Isidro, contando como padrinos

al Brigadier y su esposa, y ante la presencia del ekhekho. Por lo cual Paulita pensó que lo

que en un principio había sido únicamente una mentira, ahora se había tornado en una

ferviente convicción. Porque si los alimentos no fueron realmente un don del ekhekho, su

dicha matrimonial amparada por sus padrinos no podía ser otra cosa que una merced del

hombrecito de yeso. Por eso, año tras año y siglo tras siglo el ekhekho es el rey de la fiesta

de las Alasitas, y es llevado a los hogares con todo su atavío, como un paquete de

esperanzas que se quisiera ver convertidas en realidad.

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2

CUENTOS DE LOS ANDES 1

Por Genaro Bilbao La Vieja

Genaro Bilbao la Vieja ha escrito sus Cuentos de los Andes a base del

material oral que escuchara en su niñez en las fincas de Sorata. Después,

mientras pasó mucho tiempo en el exilio político en Brasil y Argentina, dio

forma litera a estos cuentos, pero no los llegó a publicar. Sólo después de su

muerte, ocurrida en 1964, sus hijos confiaron sus originales a Editorial Don

Bosco.

La característica principal de su relato es la prosa poética, es decir,

que su prosa se acerca a la poesía, llena de simbolismos y personificaciones.

LA NINFA PRIMAVERA

La ninfa más bella fue designada con el nombre de Primavera. Dios le dio la misión

de ir por la tierra para dar amor y esperanza.

La ninfa salió a recorrer el mundo y a pintar los valles, las vegas, los prados y los

bosques con el colorido de flores y prodigó vida a raudales.

Los almendros, los manzanos y los venerables árboles del bosque se pusieron de

acuerdo para vestirse con sus mejores galas para dar la bienvenida a la dulce mensajera

divina. La ninfa recibió este homenaje con toda sencillez. Ella estaba más radiante que

nunca. Sus claros ojos brillaban como lagos dormidos y sus blandos cabellos se agitaron

con el viento, regalando perlas de rocío a las plantas. Y al final subió a los altos cielos

envuelta en sus velos de niebla.

EL LOCO VERANO

El Verano es un rubio joven de músculos de acero. Agil y soberbio se presentó ante

el trono del Gran Señor del universo y le dijo: “Aquí estoy para serviros!”

El Dios de los cielos lo comisionó para llevar un haz de mies tierna y le dijo: “Me la

devolveréis madura!”

El Verano, después de hacer reverencia se retiró con el ramo verde en sus manos. Y

luego montó en un brioso corcel de viento y a todo galope bajó de los cielos.

Recorrió las cordilleras, engreído, juguetón, casi niño, pues hacía muchas travesuras

cuyas consecuencias a veces resultaban en desastres, como tormentas que lavaron las caras

de los cerros sin plantas, y ríos de color de la tierra que salieron de su cauce y afectaron a

los hombres.

Pero también se le vio pasear por los campos cultivados, los bosques y las praderas,

mientras las aves hacían coros en todas las alboradas y las luciérnagas como ojos

25

errabundos escudriñaron las sombras de los huertos.

Poco a poco los cereales y las frutas fueron tomando forma, y uno de esos días el

Verano montó en su corcel de viento y volvió al reino del Supremo Hacedor para devolver

el ramo maduro con granos bien sazonados.

EL JOVEN OTOÑO

Al joven Otoño lo enviaron del cielo a la tierra con un zurrón de abundancia. Sus

ojazos de noche, serenos como la luna, miraron las constelaciones y acariciaron las

estrellas.

Bajó con paso calmado por las cumbres elevadas hasta que el Sol rubicundo le

sorprendió en su trabajo de apurar las cosechas y procurar que los frutos muestren sus

nalgas lozanas.

El joven Otoño es un poeta que con el aire hace rondas. Limpió de nubes los cielos

con la escoba de los vientos. Cantó en los valles con las alondras, e hizo los ríos más claros.

La vid ofreció sus recios racimos hinchados y se llenaron las cubas de mosto color

de sangre. Puso a funcionar los trapiches y exprimieron la dulce caña hasta sacarle sus

lágrimas blancas destinadas a endulzar las penas de los poderosos y de los humildes.

Otoño es el mensajero de la abundancia. Pero un buen día el Otoño cabalgó una

nube ligera y se fue por las constelaciones a dar cuenta de su trabajo al Dios del universo.

EL ANCIANO INVIERNO

Un carro de nube tirado por renos de viento llevó al anciano Invierno a las altas

cumbres de los Andes cuando titilaban las estrellas. Le saludó el lucero y derramaron polvo

de plata las estrellas desde el cielo azul infinito.

El anciano Invierno, de blancos cabellos, de luenga barba, sacudió su capa de

escarcha sobre la tierra bendita y los campos. A pesar de que el Señor Invierno es el rey del

frío y tiene la mala fama de matar todo lo que tiene vida, también puede hacer obras

importantes como desviar ríos cuando amenazan derramar sus aguas sobre las casas de los

indefensos, como ocurrió cuando salvó de morir a una familia de enanitos en las

inmediaciones del Mururata. Y desde entonces los enanitos viven felices. Danzan alegres

en los plenilunios de invierno en la terraza de hielo, agradeciendo en sus canciones a Dios

por la bondad otorgada por medio de las manos del anciano de blancos cabellos.

Conclusión: Caminó el señor Tiempo con su diminuto paso marcado por los relojes.

El Calendario transcurrió en minuto y horas y días, que como las hojas de los árboles se

fueron con los vientos hasta el día cuando el anciano Invierno tomó su capa de escarcha.

26

LA LEYENDA DEL FUEGO

Cuentan las viejas tradiciones que el décimo día de la creación fue largo y fatigoso

para el hombre, quien había tomado la mayor parte de su tiempo en hacer más cómoda su

morada en una caverna bastante espaciosa.

Luego se asoció en pacto de fiel alianza con su primer amigo y compañero de

correrías: Su perro.

De pronto la voz de la mujer se dejó oír desde el fondo de la caverna:

Pues hombre! Hacen falta bananas; no hay para mañana!

Bien, mujer, ya iré a buscarlas!

Holgazán!

Un duende le insinuaba a insultar a su marido desde adentro de la cueva. Tenía

cabeza humana y pies de cabrío, y se dedicaba a sembrar la cizaña en el corazón de la

mujer, sin ser visto por la oscuridad del fondo de la cueva.

En esos momentos surgió un anciano de venerable aspecto y expresión de bondad, y

le preguntó que hacía y dónde estaba su mujer.

El hombre miró al anciano con serenidad, y el visitante comprendió al momento lo

que ocurría y le dijo:

Yo te daré algo que aliente vuestras vidas, que les dé calor y bienestar.

Ni bien dijo estas palabras se apareció el duende impertinente, sin ser invitado, y el

anciano comprendió por qué aquel hombre tenía tantas reyertas con su mujer. Entonces lo

agarró al duende de los copetes y le arrancó un buen mechón de los cabellos que al

desprenderse formaron chispas y se encendió una tea. Luego de un puntapié arrojó lejos al

duende.

Entonces apareció la mujer, intentando ayudar al duende, pero el anciano le ordenó

traer algunos leños, a los cuales los prendió con los mechones del duende, y le dijo a la

mujer:

Escucha bien, mujer, este es el fuego sagrado que alentará tu hogar. Debes

mantenerlo siempre ardiendo.

Luego desapareció, pero desde entonces la caverna se hizo más acogedora y se

iluminó con el fuego sagrado de la vida.

EL HADA CRISTALINA

Cuenta una vieja leyenda aymara que en una de las altas mesetas de los Andes se

realiza una fiesta anual de los seres invisibles del mundo encargados de regular las leyes de

la naturaleza y cumplir los mandatos de Dios: Genios, hadas, ninfas, gnomos, duendes, etc.

A estos se les designa con nombres genéricos de ANTILIS y GINTILES, y en los Andes

corresponden a estas especies el Anchancho, la Ahuicha, el Tío, el Kate-kate, el Huajhua,

etc.

En la fiesta había zampoñas y tambores hábilmente tocados, y ciertas ninfas

ataviadas con velos sutiles danzaban interpretando con sus pies diminutos y sus manos

27

delicadas las locas fantasías del viento.

No se encontraba en su sitio el hermoso clavicordio ni se venía al Hada Cristalina,

inspiradora eterna de la música de las aguas. Sólo el Gran Genio sabía y callaba

discretamente.

Pero un gnomo intruso, que era el sabelotodo de la floresta, le dijo algo al oído de

su ninfa preferida. Y es que el Hada Cristalina, queriendo correr aventuras, sin prever lo

que pudiera acontecer, bajó de los altos montes nevados transformada en una minúscula

burbuja viajera, siguiendo el curso de las aguas. De ese modo paseó por muchas praderas

cantando canciones de amores y haciendo confidencias con las flores, hasta que llegó a la

represa de la ciudad. La burbuja se quedó prisionera y vio que en un momento la

transportaron a un cántaro con leche y luego a una botella. Desde allí vio de cerca y sin

miedo a los hombres, a las mujeres y a los niños.

En un momento la vertieron en una vasija, y el Hada convertida en una burbuja

pequeña comprendió el peligro, pero logró sobrevivir en los conductos hasta ir a parar en

un laboratorio industrial. Allí fue introducida en un frasco junto con esencias perfumadas

de flores. El Hada Cristalina, por efecto del prolongado encierro se sentía débil. Después

optó por permanecer quietamente sobre la cabeza de una dama y transportada a un enorme

salón de baile lleno de luces, música y niñas bonitas como ninfas. Sus diminutos ojos no

perdían detalle de lo que allí ocurría.

Entonces vio a un joven simpático de ojos negros y soñadores aunque su mirada

tenía una expresión de tristeza. Y pensó: “Cuán feliz me sentiría si fuera mujer! Bailaría

con él!”

Entonces le pidió con fe y humildad al Gran Genio que la transformara en damita.

Qué maravilla! Eso mismo ocurrió y el joven la sacó a bailar. Su felicidad y alegría la

colmaron de dicha hasta avanzada la noche. El joven y ella fueron hasta una lejana fuente y

se sentaron juntos y siguieron platicando hasta llegar el día. Entonces el galán se durmió y

el Hada Cristalina volvió a la montaña. Pero cuentan los rosales de la fuente que en las

noches de Luna llena vuelve a conversar con el joven de ojos negros, y mirando al cielo

cuentan las estrellas.

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3

CUENTOS DE LOS ANDES 2

Por Genaro Bilbao La Vieja

EL BURRO VIEJO

La jornada desde los Yungas hasta el Altiplano fue larga, a través de muchos

torrentes, desfiladeros y vericuetos. El calor sofocante quedó atrás y cuando llegaron a la

antesala del Altiplano fueron recibidos por el techo azul de un cielo de invierno.

Los viajeros estaban acompañados por una recua de mulas y burros, todos cargados,

excepto un burro viejo, al cual su amo prefirió conservarlo, en lugar de deshacerse de él.

Este burro iba descargado, sólo para que pudiera formar parte de la recua.

Aquella noche quitaron a los animales sus lazos, sus reatas y sogas, y se pusieron a

dormir junto a una fogata para descansar y continuar viaje al siguiente día. Pero a la

mañana se encontraron con que todos estos objetos habían desaparecido. El dueño de la

recua estaba desesperado y pensó enviar a alguien para que los comprara en algún pueblo

vecino. Pero el burro viejo le dijo:

No mandes comprar aperos nuevos. Déjame que yo consiga los que nos han

robado. Yo sé a dónde los han llevado.

El dueño no quiso creer, pero como no tenía otra solución le dijo al burro viejo que

hiciera como bien le pareciera. Entonces el burro viejo les dijo:

Báñenme con una sopa de quinua.

Así embadurnado de quinua se fue lejos y se echó, y se hizo el muerto. Entonces

unas zorras salieron de su cueva y dijeron que era mejor arrastrarlo dentro de la cueva para

comerlo antes de que se dieran cuenta las aves de rapiña y les quitaran el banquete. Así le

ataron con las sogas y reatas que habían robado en la noche anterior.

Entonces el burro se paró, les dio unos cuantos coces y salió corriendo llevando

atadas a sus cuellos las sogas, y jalando además a algunas cuantas zorras delincuentes.

LA LEYENDA DE LOS METALES

Don Plutarco Peralta, mientras contemplaba una montaña tutelar desde la fachada

de su casa de campo, se puso a contar la historia de los cerros en tiempos antiguos, cuando

los habitantes de Titahuanaco se rebelaron contra su dios Wiracocha y se entregaron a toda

clase de codicias y placeres.

Don Plutarco les contó a sus nietos que entonces los cerros eran de oro y de plata

macizos, burilados por la mano de Dios, y engastados con gemas maravillosas, rutilantes,

enormes, que irradiaban luces de colores con todos los matices del arco iris.

Pero ocurrió que los habitantes de Tiahuanaco comenzaron a explotar las riquezas

de los cerros para sus placeres corrompidos y se olvidaron de su fidelidad para su dios

29

Wiracocha. Entonces el dios decidió castigarlos y dijo: “Que todas las gemas preciosas y

los metales preciosos se internen en el seno de los cerros y el hombre sufra para extraerlos.”

Así fue que desaparecieron el oro, la plata y los demás metales que revestían los

cerros, quedando únicamente el perfil moreno y rocoso.

EL PEQUEÑO CANTOR

Un niño conversaba con su abuelita y le hacía muchas preguntas, como: “Los

árboles tienen alma?”

La abuelita le respondió que las plantas, como todo lo que vive en la naturaleza,

tienen alma, sienten alegrías y también sufrimientos. Los árboles, por ejemplo, en las

noches se transforman en gigantes y platican con la Luna a los arrullos del viento y su

lenguaje está hecho de armonías.

La abuelita le contó que en una tarde de mayo, en los primeros fríos que le despojan

a los árboles sus hojas hasta dejar visible su armazón nudoso y desnudo, que hasta las aves

lo abandonan, vino a posarse sobre un árbol un gorrión. Desde aquel árbol el gorrión elevó

una oración al cielo, una plegaria llena de amor.

El árbol sin duda era poeta, porque interpretaba esa voz minúscula en toda la gama

de sus notas. Pasaron las horas, y el gorrión cantor se quedó dormido. Pero cuando la Luna

se asomó en el firmamento, el árbol contó la historia del joven cantor. Así pagó el árbol la

buena acción de un pajarillo.

Y la abuelita terminó la historia diciéndole a su nieto: “Ojalá, hijo mío, todas las

ancianas en el atardecer de la vida pudiéramos hacer lo mismo que el árbol por las buenas

acciones de nuestros hijos.”

LA ENVIDIA DEL GIGANTE BLANCO

Cuenta la leyenda que el dios Wiracocha hizo que surgiera la cordillera de los

Andes del fondo de las aguas, y sus picachos más elevados eran gigantes llamados “Apus”.

Así creó al Illimani en todo su esplendor, pero le tuvo envidia otra montaña que se

quejó ante Wiracocha porque había permitido que los rayos del Sol iluminaran primero a

este gran gigante.

Aquella montaña que le tuvo envidia al Illimani abrió su bocaza en protesta, y su

boca se convirtió en un volcán. Pero como siguió protestando contra el Illimani, el dios

Wiracocha envió un fuerte viento y lo cortó en dos partes. Una parte quedó en pie y se

llama Mururata (que significa “descabezado”), y la otra fue llevada lejos y se llama Sajama

(que significa “proscrito”).

E hizo algo más Wiracocha: Decoró las faldas del Illimani con una procesión de

siluetas de un curaca, una mujer llevando un niño a sus espaldas, una alpaca y un zorro, que

dice la leyenda son los símbolos de la familia y del mal que se le infiltra.

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EL TONY

Antonio Pérez era un payaso, a quien le decían de cariño “el Tony”, pero que en la

escena le llamaban “Machaquito”.

Era un payaso que estaba muy enfermo, pero que a pesar de eso, su presencia en el

escenario causaba mucha risa. Y la gente se reía aun más cuando él les contaba de su

tristeza. La gente, y el dueño del circo pensaban que era genial para hacer reír. Pero cierto

día, mientras en el público gritaban “Bravo! Bravo!” la grotesca figura del Tony cayó

sobre la alfombra sucia del polvo de muchos caminos de la vida.

Mil ojos comprendieron recién la verdad y ya no aplaudieron. El médico confirmó

su muerte.

LA LEYENDA DEL CEIBO ROJO

Llegó a cierta comarca de los Andes un hombre blanco que vivía haciendo el bien y

sanando a los enfermos, y alimentando a las aves silvestres, y enseñando a la gente cómo

incrementar sus cosechas. Entonces el curaca lo mandó llamar para que curara a su hija, la

bella Ckanapaco.

El buen hombre le dijo a ella: “Vuestro mal se cura con el tiempo. Ten fe y volverá

tu enamorado Mallcu Naira, porque él aun vive.”

La muchacha se sanó de inmediato, pero en ese momento llegó el brujo de la aldea

para acusar al buen hombre blanco de enviado del diablo. Logró levantar a toda la

población contra el curaca, y logró que ejecutaran al buen hombre blanco atándolo a un

árbol de ceibo.

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Pero ocurrió que su cadáver apedreado se desvaneció sobre el suelo. Y vinieron

miles de pajarillos trayendo en su pico flores silvestres y cubrieron el cuerpo. Después el

curaca ordenó que le dieran sepultura, pero debajo de las florecillas ya no encontraron el

cuerpo. Más bien, el ceibo floreció de color rojo, y en su base quedó la cruz roja que el

hombre blanco llevaba sobre su cuello.

El pueblo se dio cuenta de su error y lo agarraron al perverso brujo y le dieron un

final así de horrendo.

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4

HISTORIA DEL REY CHIQUITO Por Porfirio Díaz Machicao

El escritor boliviano Porfirio Díaz Machicao tiene el mérito de haber rescatado para

todos nosotros una historia conmovedora que encierra muchas lecciones de valor y honor.

El ha logrado rescatarla de las actas del juicio sumario a que fuera sometido el joven

indígena Pedro Obaya, antes de ser ajusticiado y descuartizado allá por el año 1871.

Eran los días del cerco de la ciudad de La Paz por los indios del caudillo Julián

Apaza (apodado Túpac Katari o “la Víbora”), un cerco que duró seis meses y diezmó de

hambre a la población de La Paz.

Desde la Ceja de El Alto y otros lugares alrededor de la hoyada donde se cobijaba la

pequeña ciudad, habitada mayormente por españoles, los indios decidieron no sólo acabar

con los conquistadores, sino integrarse a una rebelión más grande, casi continental, que

contaba con el liderazgo de Túpac Amaru, cuya estirpe Inca nadie había podido rebatir.

Nada de comida podía entrar a la ciudad a causa del bloqueo sin tregua. Inclusive

las aguas del río Choqueyapu habían sido desviadas para que no llegaran a la ciudad. La

gente llegó a comer las ratas, los perros, los gatos, la hierba, para apaciguar por un

momento sus convulsionados estómagos. Entonces apareció Pedro Obaya y se presentó

osadamente ante Túpac Katari para proponerle un plan para lograr eliminar a Segurola, el

comandante de la ciudad de La Paz.

El muchacho no tenía presencia. Tenía un ojo reventado en un accidente de su

infancia, y era de contextura muy débil y de una estatura pequeña, a pesar de contar ya con

unos dieciocho años de edad. Pero su manera de hablar, su inteligencia y habilidad para

convencer, sumados al hecho de que decía venir del Perú y pertenecer a la familia de Túpac

Amaru, hicieron que Túpac Katari le prestara atención medio en broma, medio en serio.

Fue él quien le dijo cuando se ufanaba de ser de la familia de Túpac Amaru: “Entonces tú

también eres rey? Bueno, te diré “rey chiquito”. Y desde ese momento su apodo fue “el Rey

Chiquito”.

* * *

El plan que propuso el Rey Chiquito para sacar al gobernador de la ciudad de La

Paz y eliminarlo fue presentarse él mismo al frente de una comitiva de indios,

supuestamente contrarios al bloqueo, que anunciaban la venida de un contingente español y

sus aliados indios para luchar contra Túpac Katari y librar a la ciudad. El Rey Chiquito,

quien a sus dotes añadía el de saber escribir, escribió una carta supuestamente enviada por

el comandante del contingente, en que solicitaba de Segurola salir a darle el encuentro con

provisiones.

El gobernador no se dejó engañar y más bien apresó al Rey Chiquito y lo sometió a

una serie de torturas para obligarle a confesar la verdad. Después de los abusivos

interrogatorios era guardado en una celda húmeda y fría donde se enfermó de tuberculosis.

Cuando el médico reveló que él no viviría un día más, el gobernador ordenó que no dejaran

33

que muriera, sino que lo condenaran a muerte y lo ajusticiaran con levantamiento de acta, y

que después de ser ahorcado su cabeza fuera cortada y colgada separada de su cuerpo en la

muralla que entonces protegía a la pequeña ciudad de La Paz, para que sirviera de

escarmiento a Túpac Katari y a todos sus indios.

Las órdenes del gobernador fueron cumplidas, y en el acta fueron registradas las

últimas palabras del Rey Chiquito, quien valientemente expresó su convicción de que

llegaría el momento y la población indígena volvería a recuperar su dignidad y la gloria que

tuvo en los días de los Incas. Es su dignidad humana y el valor con que se sobrepuso a las

torturas y a la muerte, a pesar de su corta edad y de su cuerpecito destrozado por el hambre,

la tuberculosis y la falta de sueño.

34

5

JUAN DE LA ROSA

Nataniel Aguirre

Se trata de una novela que Nataniel Aguirre escribió en 1885 identificándose con su

personaje central, un niño de 11 a 13 años que vivió en Cochabamba en los días cuando los

habitantes de esta ciudad se levantaron contra el poder español y proclamaron la

independencia de Bolivia. La novela se sitúa en ese contexto histórico y hace resaltar las

fantasías humanas y patrióticas de ese niño que vivió la tragedia de no saber quién era su

padre.

Ese niño se llamaba Juan, y por solo apellido llevaba el nombre de su adorada

madre, Rosa. De allí el nombre de la novela, Juan de la Rosa.

Al final de la novela se revela el misterio de su identidad:

Un español que vino a Bolivia se casó con una joven rica poniendo de este modo las

bases de su fortuna. Pero no estaba satisfecho con su riqueza; él ansiaba también tener un

título nobiliario que hacer heredar a su hijo primogénito. Pero su ambición le llevó

demasiado lejos, a trazar el destino de sus hijos y su hija, cosa descabellada que tuvo

resultados totalmente adversos.

El se llamaba Pedro Alcántara. Para parecer más noble le agregó a su nombre un

“de” y se dio por llamarse Pedro de Alcántara, de la misma manera que un tal Marquez

cambió su apellido por “Marqués” y se dio por llamarse “ el marqués de. . .” Esto sustentó

con fuertes sobornos, por supuesto.

Don Pedro decidió que su primogénito, Enrique, fuera militar al servicio del rey de

España. Su hija Teresa se casaría con un buen partido, o en caso contrario entraría de monja

en un convento aristocrático. Y su tercer hijo, Carlos, entraría a la jerarquía religiosa. Había

una niña más en casa, hija de su mayordomo, a quien adoptaron. Se llamaba Rosa, y con

respecto a ella él no tuvo ninguna fantasía.

* * *

Pero, como ocurre a menudo, las cosas no le resultan a uno como las sueña y

anhela, pues su primogénito terminó abrazando la carrera religiosa bajo el nombre de

“Padre Justo”. Rosita, a quien su hermana Teresa llamaba despectivamente “la botada”, fue

apartada del hogar hasta el día de su muerte, que ocurrió casi al mismo tiempo que la

muerte de don Pedro. Y Carlos, que amaba profundamente a Rosa, se alocó cuando su

padre los separó prepotentemente y terminó confinado en una casa hasta el fin de sus días.

Juan, el niño que es el personaje principal de la novela fue hijo de Carlos, pero no lo

supo sino hasta el momento cuando su tío, el Padre Justo, tras revelarle el secreto de su

identidad murió herido por los españoles en el levantamiento de Cochabamba.

* * *

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Topografía

Al hablar de la topografía (del griego, tópos, “lugar”, y grafía, “descripción”)

diremos que la historia de Juan de la Rosa se desarrolla en Cochabamba. El autor describe

el hermoso valle de Cochabamba, el río Rocha y sus campos sembrados, así como la ciudad

que se extiende al pie de la colina de San Sebastián o La Coronilla, donde se produjo el

acontecimiento principal del levantamiento de Cochabamba: La rebelión y sacrificio de las

mujeres cochabambinas por la causa de la Patria y la independencia.

Cronología

Al hablar de la cronología (del griego, jrónos, “tiempo”), diremos que los

acontecimientos se ubican después del levantamiento de la ciudad de La Paz contra los

españoles, el 16 de Julio de 1809, y bajo la inspiración del héroe Don Pedro Domingo

Murillo, que dijo al ser ajusticiado por los españoles: “Compatriotas, yo muero, pero la tea

que dejo encendida, nadie la apagará!”

Los acontecimientos relacionados con el niño Juan de la Rosa tienen lugar entre

1810 y 1812, cuando étenía entre once y trece años de edad. Casualmente, la sangrienta

inmolación de las heroínas de Cochabamba en la colina de la Coronilla, que es el momento

cumbre de la novela, se produjo el 27 de mayo de 1812.

Prosopografía

Al hablar de la prosopografía (del griego prósopos, “cara”, y grafía, “descripción”),

diremos que Don Pedro de Alcántara es descrito como “guapo chico”. Provenía de una

familia de labradores que vivía a orillas del Tirón, cerca de Logroño, en España. El se abrió

camino en Bolivia debido a que era español y “guapo chico”.

Su mujer, Doña Isabel, era una mujer hermosa y rica, que eran dos cualidades que

Don Pedro buscó en una mujer.

Su hija Teresa quizás no era una mujer desagradable, hablando físicamente, pero se

sintió apantallada toda su vida por la existencia de su hermanita adoptada, Rosa.

Juan es descrito como cualquier niño de diez a doce años, pero llevando a cuestas la

tristeza de no conocer a su padre, por lo que se le llama simplemente “Juan de la Rosa”.

Etopeya

Al hablar de la etopeya (del griego, ethos, “cualidades”, y grafía, “descripción”),

diremos que Doña Isabel, la esposa de Don Pedro, era una boliviana de familia rica y de

alma noble, pero las ambiciones de su marido no le hicieron una mujer feliz y su salud fue

bastante deteriorada.

Su hija Teresa vivió toda su vida amargada por celos de su hermana adoptada, Rosa,

que era hermosa y de buen corazón. Ella asumió la misión de amargarle la vida a su hijo, el

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pequeño Juan, que a la muerte de su madre pasó a su cuidado por la voluntad de Don Pedro

escrita en su testamento.

El Padre Justo (Enrique) revela su auténtica vocación religiosa, su espíritu sabio e

ilustrado, quien asume con mucho cariño la instrucción del pequeño Juan, a quien no le

revela el secreto de su identidad y su familiaridad con el niño para no añadir a su

infelicidad.

Carlos sufre hasta el extremo por la crueldad de su padre y enferma sin recuperación

a causa de su separación de Rosita, justo cuando ella sentía en su cuerpo el embrión del hijo

de sus amores, el niño Juan.

Retrato

Cuando hablamos del retrato, cabe destacar el de Juan de la Rosa, que es descrito a

la perfección como un niño de su edad, pero a sus fantasías de niño añade la de identificarse

con la causa de la independencia de Bolivia hasta ansiar ser soldado y ofrendar su vida por

la libertad.

Carácter

En cuanto al carácter y la actuación de los personajes debemos señalar el de los

españoles, que por algo se los designaba despectivamente como “chapetones”, como

dominantes que querían mantener sometidos a los criollos o mestizos y a los indígenas

abogando su fidelidad al rey y a España.

En contraste está el de los patriotas, amantes de la libertad, en quienes había

prendido el fuego de la tea de don Pedro Domingo Murillo, que ofrendó su vida por la

patria en la ciudad de La Paz.

Don Nataniel Aguirre también describe la nobleza de los indígenas, muchos de ellos

aliados estratégicamente con la causa de la libertad, como los que lucharon contra las

fuerzas españolas de Goyeneche bajo el mando de don Esteban Arze, a quienes él dijo en su

arenga: “Valerosos cochabambinos, ante vuestras macanas el enemigo tiembla!” (Las

macanas eran una especie de machetes que usaban los indios cochabambinos).

También describe breve pero conmovedoramente la suerte de un indio “pongo”. Los

pongos eran los más degradados y desprotegidos de los indios, usados como esclavos

domésticos.

6

EL LAZARILLO DE TORMES

El libro, Vida de Lazarillo de Tormes y sus fortunas y adversidades, de autor

anónimo, data aproximadamente de 1525 y pertenece al género de la novela picaresca, que

presenta al pícaro como antihéroe. El pícaro es un personaje de la baja sociedad, semi-

ocioso, vago, ladronzuelo, irreverente, vulnerable, carente de ideales y empeñado en sacar

algún provecho de la vida y de la gente. Su desfachatez es casi inherente a su perspectiva.

Sus aventuras son patéticas, aunque nos muevan a la risa.

Lázaro es uno de ellos y narra su vida llena de aventuras y desventuras. Desde

muchacho la pobreza lo obliga a servir a muchos amos para no morirse de hambre. La

mayoría de las veces tiene que huir para no ser apaleado.

Primero relata sus aventuras como guía de un ciego mendigo, que casi lo mata de un

golpe con un jarro donde tomaba vino.

Después sirve a un cura avaro que casi lo deja sin respiración de un garrotazo.

Después pasa a servir a un noble sin fortuna, al cual termina manteniéndolo.

Después entra al servicio de un cura mercedario, a quien deja al poco tiempo.

Pasa a ser criado de un embaucador que engañaba a los fieles con la venta de bulas

o títulos concedidos por el Sumo Pontífice.

Después sirve a un capellán que lo obliga a vender agua en un burro.

Después es criado de un alguacil.

Finalmente pasa a ser protegido por un párroco que lo nombra pregonero de Toledo,

y lo hace casar con su amante. Cínicamente, Lázaro tolera la situación con tal de sacar

provecho y vivir con cierta comodidad. En cambio, como argumenta al final, es más loable

que los que no gozaron de fortuna, partiendo de cero hayan podido llegar “a buen puerto”.

De su título y de su primer capítulo deriva la designación de un niño pequeño que

guía a un ciego como “lazarillo”.

CAPITULO PRIMERO

CUENTA LAZARO SU VIDA

Y DE QUIEN FUE HIJO

A mí me llaman Lázaro de Tormes, porque nací dentro del río Tormes. Mi padre

trabajaba en un molino de agua junto al río, y mi madre me parió allí.

Cuando yo tenía ocho años lo metieron a la cárcel a mi padre por robar el grano de

los costales que le daban para moler. Espero en Dios que esté en la gloria, pues el

Evangelio llama “bienaventurados” a los que padecen persecución por causa de la justicia.

Cuando mi madre enviudó, se puso a cocinar para ciertos estudiantes y a lavar ropa

de los que trabajaban en las caballerizas del Comendador. En una de ellas conoció a un

negro que curaba los caballos, el cual algunas veces visitaba nuestra casa y se iba a la

mañana siguiente. Al principio le tenía miedo, pero al ver que su llegada mejoraba el

comer, me encariñé de él.

Mi madre me dio un hermanito negrito muy bonito, y yo le ayudaba a hacerlo callar.

Me acuerdo que estando mi padrastro jugando con el chiquito, como él nos veía a mi madre

y a mí blancos, y a él no, huía de miedo señalándolo con el dedo y diciendo: “Mamá, ese

es el cuco!” Y el zambo le decía: “Hijueputa!” Aquel incidente me hizo pensar en

cuántos debe haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!

* * *

Cierto día se descubrió que el negro se robaba la mitad de la cebada que le daban

para los caballos, así como las mantas de los caballos, y cuando no había otra cosa les

sacaba las herraduras a los caballos, para venderlas, para ayudar a mi madre a criar a mi

hermanito. Entonces lo azotaron hasta sacarle sangre y a mi madre le conminaron a no

acogerlo en casa ni entrar en casa del Comendador. Entonces ella fue a servir en la posada

de Solana, y así acabó de criar a mi hermanito hasta que supo andar, y a mí hasta poderles

hacer sus mandados a los huéspedes.

* * *

En ese tiempo se alojó en la posada un ciego, el cual me pidió a mi madre para que

fuese su guía. Al despedirme de mi madre, ella me dijo: “Hijo, ya sé que no te veré más.

Procura ser bueno y que Dios te guíe. Yo te he criado y te he puesto con buen amo. Válete

por ti mismo.”

Cuando salimos de Salamanca llegamos a un puente junto al cual hay un toro de

piedra. Y el ciego me mandó que pegara mi oído para escuchar un gran ruido dentro de él.

Cuando sintió que tenía la cabeza pegada para oír, me dió un golpe contra el toro. Y me

dijo: “Aprende, que el criado de un ciego debe saber más que el diablo.”

El se rió mucho de la broma, y yo pensé: “Es verdad que necesito avivar el ojo, pues

estoy solo y debo pensar cómo valerme por mí mismo.”

* * *

Creo que Dios a ninguno hizo más astuto y sagaz. Más de cien oraciones se sabía de

paporreta. Aparte de esto, tenía otras mil maneras para sacar dinero. Tenía oraciones para

mujeres que no parían, para las que estaban de parto, para las mal casadas, y adivinaba a las

preñadas si traía hijo o hija. Galeno no supo la mitad de lo que sabía él para el dolor de

muelas, para desmayos y males de madre. Todos acudían a él, especialmente las mujeres,

que creían cuanto les decía.

Pero jamás vi a un hombre tan avaro y mezquino, pues me mataba de hambre. Si no

fuera por mis buenas mañas, me habría muerto de hambre. Cuando le mandaban rezar y le

daban blancas, antes que echara mano a la moneda, yo ya la había remplazado por medias

blancas. Y él decía: “En ti debe estar esta desdicha!”

Cuando comíamos ponía a su lado un jarro de vino, y rápidamente yo le daba un par

de besos callados. Cuando se dio cuenta, lo tenía asido por el asa. Pero entonces yo lo

chupaba con una cañita, dejándolo en buenas noches.

Entonces ponía el jarro en su entrepierna y así estaba seguro. Entonces le hice un

agujerito al jarro, y lo cubría con cera, y cuando él tomaba derretía la cera con un fósforo, y

las gotas iban a parar en mi boca. Pero tantas veces palpó al jarro que se dio cuenta de la

burla, pero disimuló como si no lo hubiera sentido. Y cierto día, cuando yo recibía los

dulces tragos con mi cara puesta al cielo y con los ojos cerrados para gustar mejor el licor,

el ciego dejó caer el jarro sobre mi boca con toda su fuerza que me pareció que el cielo se

me había caído encima. Y me quebró los dientes, sin los cuales me quedé hasta hoy.

Me lavó con vino las heridas que me hizo el jarro, y me decía sonriendo: “Qué te

parece, Lázaro? Lo que te enfermó, ahora te sana y te da salud.”

* * *

Desde entonces sin causa ni razón me hería, y si le decían por qué me trataba tan

mal, les contaba lo del jarro, y ellos se santiguaban diciendo: “Castigadlo, castigadlo, que

Dios os recompensará!”

En cierto lugar donde cosechaban uvas, alguien le dio un racimo, y como no lo

podía guardar se hizo el que lo compartía conmigo. Después de haberme dado aquel día

muchos golpes y rodillazos, me dijo: Ahora quiero usar contigo de liberalidad, y ambos

comamos las uvas por igual. Tú picarás una vez, y yo otra, con tal que me prometas no

tomar cada vez más de una uva, y de esta manera no habrá engaño.”

Pero el traidor comenzó a tomar de dos en dos, suponiendo que yo haría lo mismo,

pero yo empecé a tomar de tres en tres. Y cuando acabamos de comer el racimo me dijo:

Lázaro, tú me has engañado! Juro por Dios que has comido las uvas de tres en

tres!

Por qué sospecháis eso? Le pregunté, y el astuto ciego me dijo:

Sabes en qué veo que las comiste de tres en tres? En que comía de dos en dos, y

tú callabas.

* * *

En otra ocasión estábamos en una posada, y él puso en el asador un pedazo de

longaniza para asarla. Luego me mandó a comprar vino en la taberna. Antes de partir, yo

tomé un nabo y lo atravesé con el asador mientras él me daba el dinero, y él empezó a darle

vueltas al nabo en el asador. Cuando volví, él tenía puesto el nabo entre dos rebanadas de

pan, y cuando le dio un mordisco quedó frío con el nabo.

Se molestó conmigo, pero le dije que mientras fui por el vino alguno le habría hecho

esa pasada. Pero él me agarró de la cara y abrió mi boca y metió su larga nariz, y con su

punta me tocó las amígdalas, haciendo que le devolviera lo suyo. Fue tal su cólera que por

poco no acaba con mi vida.

El ciego contaba esto a cuantos se acercaban, y todos se morían de risa. Y aunque

yo estaba tan maltrecho, me parecía una injusticia no reírme yo también.

Los que estaban en la posada trajeron vino para lavarme las heridas de la cara y la

garganta, y el ciego descarado decía: “A la verdad, más vino me gasta este muchacho en

lavatorios al año, de lo que yo bebo en dos! Yo te digo que si hay alguien en el mundo tan

afortunado en materia de vino, ése eres tú!”

* * *

Viendo cómo el ciego se burlaba de mí, decidí dejarle. Cierto día que salimos a

pedir limosna, él estaba rezando en un portal, porque estaba lloviendo, y cuando se

acercaba la noche y no dejaba de llover, me dijo: “Lázaro, esta agua es muy porfiada;

refugiémonos en la posada con tiempo.”

Para ir allá debíamos pasar por un arroyo que había crecido mucho. Yo le dije: “Tío,

el arroyo ha crecido, pero déjame buscar un lugar donde podamos juntos saltar sin

mojarnos los pies.”

Lo llevé junto frente a un pilar de piedra, y le dije: “Tío, este es el paso más angosto

que hay.”

Como llovía recio y el pobre se mojaba, confió en mí y dijo: “Ponme bien derecho y

salta tú primero el arroyo.”

Le puse frente al pilar, y di mi salto, y le dije: “Salta todo lo que puedes para caer

al otro lado del agua!”

Ni bien acabé de decir esto, cuando arremete el pobre ciego como cabrón, y da con

su cabeza en el poste haciéndola sonar como una gran calabaza, y cayó luego para atrás

medio muerto y con la cara hundida. Entonces le dije: “Cómo? Oliste la longaniza y no el

poste? Huele, pues! Huele!”

Mucha gente acudió a su auxilio, y yo salí de la ciudad. Nunca supe lo que Dios

hizo de él.

TRATADO SEGUNDO

COMO LAZARO SE ASENTO CON UN CLERIGO

Y LAS COSAS QUE CON EL PASO

Otro día me acerqué a pedir limosna a un clérigo y me preguntó si sabía ayudar en

la misa. Finalmente, el clérigo me recibió a su lado. Pero toda la miseria del mundo estaba

encerrada en éste. El tenía un baúl viejo y cerrado con llave, donde guardaba el pan. En el

resto de la casa no había nada de comer, salvo un atado de cebollas colgadas de un clavo, y

tras las rejas. De ellas me daba una para cuatro días.

Ya que conmigo tenía poca caridad, consigo era más generoso. Solía comer cinco

blancas de carne al día. Verdad es que partía conmigo el caldo de la carne si no un poco de

pan. Y los sábados, cuando se acostumbra comer cabezas de carnero, me mandaba comprar

una. El la cocía y comía los ojos y la lengua y el cogote y los sesos, y todos los huesos

roídos me los daba en mi plato, diciendo: “Toma, come! Mejor vida tienes que el Papa!”

* * *

Cuando se recogía las ofrendas, un ojo tenía en la gente y el otro en mis manos. No

podía agarrarle una blanca todo el tiempo que con él viví. Y por ocultar su mezquindad me

decía: “Mira, muchacho, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y

por eso yo no me desmando como otros.”

Pero el sinvergüenza mentía, porque en los velorios comía a costa ajena como lobo

y bebía más que un curandero.

En los velorios comíamos bien y me hartaba. Por eso deseaba y aun rogaba a Dios

que cada día matase a uno de los suyos. Y mientras dábamos el sacramento a los enfermos,

especialmente la extremaunción, yo rogaba al Señor que le llevase de este mundo. Pero en

todo el tiempo que estuve allí, casi seis meses, sólo fallecieron veinte personas. Y éstos

creo que murieron por mis plegarias, porque viendo el Señor mi continua muerte, pienso

que le placía matarlos para darme vida a mí. Tanto padecía, que los días que enterrábamos a

alguien yo vivía, y los días que no había muerto más hambre sentía.

* * *

Estando en tal aflicción, cierto día que mi amo había salido de casa, llegó a mi

puerta un herrero, que creo que fue un ángel enviado por la mano de Dios. Me preguntó si

había algo que arreglar. Alumbrado por el Espíritu Santo le dije: “Tío, he perdido una llave

de este baúl y temo que mi señor me azote. Buscad si entre las que trae hay alguna que le

haga, que yo os lo pagaré.”

Probó una tras otra de una sarta que tenía, mientras yo le ayudaba con mis flacas

oraciones. Cuando por fin logró abrir, le dije: “Yo no tengo dinero que darle por la llave,

pero tomad de allí el pago.”

Otro día, al salir de la casa, abro el baúl y tomo un pan entre las manos y dientes, y

en dos credos lo hice invisible. Pero no me duró mucho este descanso y veo al que me

mataba de hambre contando y volviendo a contar los panes con sus dedos. Y dijo: “De doy

en adelante, para no dar cabida a la sospecha quiero contarlos bien: Quedan nueve panes y

un pedazo.”

Pero vi que había algunos agujeros pequeños en el baúl que era viejo y pensé que

los ratones podían entrar y hacer daño. No conviene sacarlo entero, y comencé a desmigajar

los panes uno por uno, y las comí como quien toma una pastilla. El creyó que eran ratones,

porque yo dejaba los panes debidamente contrahechos como ellos los suelen hacer.

Nos pusimos a comer y él me dio más pan que de costumbre, porque ralló con un

cuchillo todo lo que pensó estar ratonado. Pero tuve un sobresalto cuando cerró con

tablillas los agujeros del baúl.

* * *

Como la necesidad es tan buena maestra, noche y día pensaba la manera cómo

sobrevivir, y como dicen que el ingenio se intensifica con el hambre, cierta noche que mi

amo dormía, me levanté y con un viejo cuchillo abrí un hueco en el baúl. Después de hacer

esto abro el llagado baúl, palpé el pan, hice lo que solía, y un tanto consolado me volví a mi

cama, e inclusive reposé y dormí un poco.

Así, cuantos agujeros él tapaba de día, yo destapaba en la noche. Entonces se prestó

una ratonera y con cortezas de queso que pedía a los vecinos, continuamente tenía armada

la trampa dentro del baúl, lo cual fue para mí un auxilio, porque me saciaba con las cortezas

de queso que sacaba de la ratonera, y lo acompañaba ratonando el pan.

Cuando consultó a los vecinos le dijeron que no sería ratón sino una culebra que

había en casa. Perdía el sueño mi amo y con un garrote golpeaba el baúl pensando espantar

la culebra. Así el culebro no osaba destapar el baúl ni roer de noche. Pero de día, mientras

él estaba en la iglesia hacía mis saltos.

* * *

Tuve miedo de que diera con la llave que tenía escondida debajo de la paja sobre la

cual yo dormía, y me pareció más seguro metérmela en la boca. Pero quisieron mis hados, o

mejor, mis pecados, que una noche que estaba durmiendo, la llave se acomodó en la boca

de tal manera que por el hueco salía un silbido muy fuerte. Mi amo pensó que era la

culebra, y con toda su fuerza me descargó en la cabeza un golpe tan grande que me dejó sin

sentido.

Palpó con sus manos la mucha sangre que se me iba, y vio que tenía la llave metida.

La tomó y probó abrir el baúl con ella, y dijo haber hallado por fin al ratón y a la culebra

que le daban guerra.

Cuando volví en mí, mi cabeza estaba enyesada y llena de ungüentos. A los quince

días mi amo me tomó de la mano y me sacó puerta afuera. Y santiguándose de mí, volvió a

su casa y cerró su puerta.

TRATADO TERCERO

DE COMO LAZARO SE ASENTO CON UN ESCUDERO

Y DE LO QUE LE ACAECIO CON EL

Así fui a parar en Toledo, donde me topó Dios con un escudero elegante, bien

peinado y con paso acompasado. El me llevó tras de sí por gran parte de la ciudad.

Pasábamos por las plazas donde se vendía provisiones. Yo pensaba que allí me haría cargar

de lo que se vendía. Pero él pasaba de largo acelerando el paso.

Después entró en la iglesia mayor, y muy devotamente le vi oír misa. Yo era el más

alegre del mundo al ver que no nos habíamos ocupado en buscar de comer. Pensé que la

comida estaría lista.

A la una llegamos a su casa. Tenía la entrada oscura que daba miedo. En eso dieron

las dos y no le vi más ganas de comer que a un muerto. Parecía una casa encantada, y todo

lo que había eran paredes. Entonces me dijo:

Tú mozo, has comido?

No, señor, porque eran recién las ocho cuando encontré a vuestra merced.

Yo almorcé de mañana y te hago saber que hasta la noche no volveré a comer.

Por eso, arréglate como puedas, que después cenaremos.

Entonces saqué de mi seno unos pedazos de pan que me habían dado de limosna, y

él, al verlos me dijo:

Ven acá, muchacho, qué comes?

Me acerqué a él y le mostré el pan. El tomó un pedazo, el mejor y más grande y me

dijo:

Por mi vida que parece éste buen pan!

Y como me dí cuenta de qué pie cojeaba, me apresuré, porque si acababa antes que

yo, se comedería a ayudarme a comer el resto. Entonces él sacó un jarro y me convidó. Y

yo, haciéndome el abstemio, le dije:

Señor, no bebo vino.

Agua es; bien puedes beber.

Así estuvimos hasta la noche, y él me dijo:

Pasemos como podamos, y mañana, viniendo el día, Dios hará merced.

Yo respondí:

Señor, de mí ninguna pena tenga vuestra merced, que sé pasar una noche sin

comer.

Y respondió:

Vivirás más y más sano, porque no hay tal cosa en el mundo para vivir mucho,

que comer poco.

A la mañana siguiente nos levantamos y se vistió muy despacio, se peinó y puso su

espada en su funda, y haciendo con la cabeza muy gentiles meneos salió por la puerta

diciendo:

Lázaro, cuida la casa mientras voy a oír misa, y tiende la cama, y vé a traer agua

del río, y cierra la puerta con llave, no sea que nos roben algo.

Yo me quedé diciendo:

Quién creería que este gentil hombre se pasó ayer todo el día con aquel

mendrugo de pan que su criado Lázaro trajo en su seno, y hoy después de lavarse las manos

y la cara, a falta de toalla se secó con su sayo! Oh Señor, cuántos de estos tendrás

derramados en el mundo que padecen por la honra lo que por vos no padecerían!

Cuando volví de traer agua quise barrer el piso, pero no había con qué. Entonces

cerré la casa con llave y salí a mendigar pan. Y antes que dieran las cuatro yo ya tenía

varias libras de pan bien guardadas en mi seno. Y al pasar por la tripería una mujer me dio

un pedazo de uña de vaca y unas tripas cosidas.

Cuando llegué a casa él estaba paseándose en el patio, y al ver lo que traía me dijo:

Te he esperado para comer, y al ver que no venías, comí. Tú haces bien en pedirlo

antes que robarlo, pero te recomiendo que no sepan que vives conmigo, por lo que toca a

mi honra.

Mientras comía mi señor no apartaba sus ojos de mi plato, y se acercó a mí y me

dijo:

Lázaro, comes con tal gracia que en mi vida jamás vi en un hombre, y nadie

habrá que te vea, a quien no le contagies ganas, aunque no las tenga.

Le dije:

Señor, esta uña de vaca está tan bien cocida y sazonada que no habrá quien no se

sienta tentado por su sabor.

Uña de vaca es? Te digo que es el mejor bocado del mundo, y que no hay faisán

que la iguale.

Se sentó a mi lado y comenzó a comer, royendo cada huesecillo mejor de lo que lo

hiciera un perro, y dijo:

Por Dios que me ha sabido como si hoy no hubiera comido bocado!

* * *

De esta manera contemplaba mi desgracia que escapando de mis amos ruines que

había tenido, viniese a dar con alguien que no sólo no me mantuviese, sino a quien yo había

de mantener. Pero a éste, con toda su pobreza, me agradaba servir, más que a los otros.

Como era año de crisis, se acordó que si encontrasen limosneros en la ciudad serían

azotados. Y como vi una procesión de pobres que eran azotados, me dio tanto miedo, que

no me atreví a pedir limosna. Pero a mí me daban algo de comer unas hilanderas que vivían

al lado, y yo no tenía lástima de mí como de mi amo que en ocho días no comió bocado. Y

por lo que concernía a su honra, tomaba un palito mondadientes y salía a la puerta para

escarbarse los dientes.

Cierto día mi señor apareció en casa con un real, y muy contento me mandó a

comprar pan.

Subo subo por la calle y me topo con un muerto, y la viuda lloraba diciendo:

“Marido mío, a dónde te llevan? A la casa triste y desdichada, donde nunca comen ni

beben?”

Yo pensé que venía a nuestra casa y me apresuré para cerrar las puertas, y mi amo

se reía de buena gana. Cierto día me enteré de su pasado. Era de Castilla y abandonó su

ciudad porque cierto señor no se sacaba el sombrero ante él, y porque le decía, “Mantenga

Dios a vuestra merced.”

Cuando le hice ver que eso era algo insignificante me respondió: “Eres muchacho y

no sientes las cosas de la honra. Pues te hago saber que yo soy un escudero. A los más

altos, como yo, no les han de hablar menos de “beso las manos de vuestra merced”.

Estando hablando de esto entraron por la puerta un hombre y una vieja. El hombre

le pide el alquiler de la casa, y la vieja de la cama. El les dijo que saldría a cambiar dinero y

que volvieran a la tarde, pero su salida fue sin retorno. Así me ocurrió todo al revés, porque

generalmente los amos suelen ser dejados de sus criados, pero en mi caso, mi amo huyó de

mí.

TRATADO CUARTO

COMO LAZARO SE ASENTO

CON UN FRAILE DE LA MERCED

Y DE LO QUE ACAECIO CON EL

Tuve que buscar otro amo, un fraile de la Merced, a quien me encaminaron unas

mujeres que decían ser sus parientes. El era enemigo del coro y de comer en el convento.

Siempre andaba fuera porque era muy amigo de los negocios profanos y de visitar, tanto

que creo que rompía más zapatos que todo el convento.

Este me dio los primeros zapatos que tuve en mi vida. Pero no me duraron ocho

días, ni yo pude con su trote durar más. Y por eso, y por otras cositas que no digo, me fui

de él.

TRATADO QUINTO

COMO LAZARO SE ASENTO

CON UN BULDERO

Y DE LAS COSAS QUE CON EL PASO

Por suerte di con mi quinto amo, que era buldero o vendedor de bulas, el más

desenvuelto y desvergonzado que jamás vi ni espero ver, ni pienso que nadie vio. Cuando

no le compraban sus bulas por las buenas, buscaba que se las comprasen por las malas,

como ilustro a continuación:

En cierto lugar había predicado dos o tres días y no le habían comprado ninguna

bula ni tenían intención de comprárselas. Y esa noche, después de cenar, se puso con el

alguacil a apostar el postre y en el juego empezaron a reñir y a insultarse. Le dijo ladrón al

alguacil, y éste le dijo que las bulas que predicaba eran falsas, así que pasaron a las armas.

Ante el escándalo acudieron los vecinos y se metieron en medio, y ellos intentaban

deshacerse de ellos para matarse. Por fin lograron separarlos y nos fuimos a dormir.

Al siguiente día mi amo se fue a la iglesia y mandó llamar a misa y al sermón para

despedir la bula. Se subió al púlpito y animó a la gente a que no se quedasen sin el bien y la

indulgencia que la santa bula concedía. Estando en lo mejor del sermón entra a la iglesia el

alguacil, y con voz pausada comenzó a decir: “Yo vine aquí con este estafador, el cual me

engañó diciéndome que compartiríamos la ganancia de la venta de las bulas. Pero confieso

que las bulas que predica son falsas, y que no le creáis ni las toméis. Vosotros sois mis

testigos de que yo no tengo nada que ver con él.”

Algunos intentaron sacar al alguacil de la iglesia para evitar un escándalo. Pero mi

amo mandó a todos que no le estorbasen y que le dejasen decir todo lo que quisiere. Luego

le preguntó si quería decir más, y el alguacil respondió: “Tengo mucho que decir de ti y de

tu falsedad, pero por ahora basta.”

Entonces mi amo se hincó de rodillas, y mirando al cielo dijo: “Señor Dios, de

quien ninguna cosa está escondida, tú sabes la verdad y cuán injustamente soy afrentado.

En lo que a mí concierne, yo lo perdono. Pero la injuria hecha a ti no disimules, porque

pudiera haber aquí alguno que pensaba adquirir la bula y por causa de este hombre no lo

hará. Por eso, haz aquí un milagro, y si es verdad lo que él dice este púlpito se hunda

conmigo. Y si es verdad lo que yo digo, y éste persuadido del demonio intenta privar a los

presentes de tan grande bien, sea castigado y de todos sea conocida su maldad.”

Apenas acabó su oración, el alguacil cayó al suelo tan estruendosamente que hizo

resonar toda la iglesia, y comenzó a bramar, a torcer su boca y a echar espumajos, y a

revolcarse de un lado para otro. El estruendo y el griterío de la gente era grande, y algunos

sujetaron sus brazos y sus piernas con los cuales golpeaba a los que se acercaban. Más de

quince hombres estaban sobre él por un rato, y si se descuidaban les daba en el hocico.

Ante todo esto, mi amo estaba en el púlpito de rodillas, con las manos y los ojos

puestos en el cielo, y el ruido y griterío en la iglesia no le podían apartar de su divina

contemplación. Entonces unos hombres le rogaron que socorriese a aquel pobre que se

estaba muriendo. Y mi amo, como quien despierta de su dulce sueño, bajó del púlpito y oró

para que el Señor tuviese a bien perdonar a aquel pecador y expulsar de él al demonio.

Todos se hincaron de rodillas con él y junto con los clérigos comenzaron a cantar un

himno. Después se acercó a él con la cruz y el agua bendita, hizo una oración con la cual

hizo llorar a toda la gente como suelen hacer en los sermones de Semana Santa. Y hecho

esto, mandó traer la bula y la puso sobre su cabeza. Y luego el alguacil pecador comenzó

poco a poco a estar mejor, y se echó a los pies de mi amo y le pidió perdón.

Mi amo le perdonó. Y hubo tanta prisa por adquirir la bula que ninguna alma se

quedó sin ella. Y en las comarcas cercanas ya no era necesario ir a la iglesia ni el sermón,

porque acudían a adquirirlas en la posada como si fueran peras que se daban de balde. En

diez o doce lugares donde fuimos, vendió mi amo como mil bulas sin predicar un sermón.

Cuando hicieron el ensayo, confieso mi pecado, yo también me asusté, y creí que

era real. Pero al ver después cómo se reían mi amo y el alguacil con aquel negocio, aprecié

cómo había sido influido por mi inventivo amo. Y me pareció muy gracioso y dije dentro

de mí: “Cuantas de éstas cosas deben hacer estos burladores entre la gente inocente!”

TRATADO SEXTO

COMO LAZARO SE ASENTO

CON UN CAPELLAN

Y LO QUE CON EL PASO

Después de esto estuve con un maestro pintor, para molerle los colores, y también

sufrí muchos males. Y cuando ya era adolescente, entré un día en la iglesia mayor y un

capellán me recibió como su criado, y me dio un burro, cuatro cántaros y un azote, y

comencé a vender agua por la ciudad.

Le daba cada día a mi amo treinta maravedís ganados y me fue tan bien en el oficio

que al cabo de cuatro años ahorré para vestirme honradamente de ropa vieja y me hice de

una espada de Cuéllar. Después le dije a mi amo que tomase su asno pues no quería seguir

en aquel oficio.

TRATADO SEPTIMO

COMO LAZARO SE ASENTO

CON UN ALGUACIL

Y LO QUE LE ACAECIÓ CON EL

Después trabajé como hombre de justicia al servicio de un alguacil, pero poco

tiempo pasé con él porque dicho oficio me parecía peligroso, sobre todo cuando una noche

nos corrieron a mí y a mi amo a pedradas y a palos.

Y pensando a qué me dedicaría para ganar algo para la vejez, quiso Dios

alumbrarme y conseguí mi oficio actual, el de pregonar los vinos que en esta ciudad se

venden, o las cosas perdidas o de acompañar a los que padecen persecución por la justicia y

declarar a voces sus delitos. Me va tan bien, que todas las cosas tocantes al oficio pasan por

mi mano, tanto que en toda la ciudad, si Lázaro de Tormes no sabe de cualquier cosa, saben

que no han de sacar provecho.

En este tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, el señor arcipreste de San

Salvador, cuyos vinos pregonaba, me hizo casar con una criada suya, y nos alquiló una

casita junto a la suya, y los domingos y las fiestas las comíamos en su casa.

Pero las malas lenguas que nunca faltaron ni faltarán me decían persistentemente

que antes que se casase conmigo ella había parido tres veces, hablando con reverencia, de

su merced. Yo de mi parte, y mi señor de su parte arreglamos las cosas con juramento de no

volver a hablar de ello, y que yo tuviese por bien que ella entrase y saliese de noche y de

día a su casa, seguro de su bondad. Y así quedamos los tres bien conformes.

7

CORAZON

Edmundo de Amicis

El libro de Edmundo de Amicis se llama, Corazón, porque tiene como objetivo

formar un corazón noble en todos los lectores. Su estructura es el año escolar en Italia, que

por estar en el hemisferio norte, empieza en octubre y termina en julio.

Edmundo de Amicis refiere los recuerdos de Enrique, de sus días de escolar en

Turín, provincia de Piamonte, Italia, y de las cartas que le escribía su buen padre, el señor

Alberto Bottini, y también su madre, con el propósito de sembrar en su corazón solidaridad,

amor a Dios, amor a la escuela y a sus maestros, cariño a los compañeros de escuela y

respeto a sus padres, por más pobres e insignificantes que parezcan ser.

Enrique reconstruye una especie de diario, haciendo resaltar lo ocurrido cada mes,

en los días más resaltantes. También incluye un cuento conmovedor que les era contado en

clase cada mes para ser luego motivo de comentario.

De manera especial rememora las palabras de su padre, cuando le decía: “Qué

cosas tan hermosas te ha dicho el maestro! Dios, que nos ha arrojado al uno en brazos del

otro, no nos separará jamás. Cuando yo muera, no nos diremos aquellas terribles palabras:

‘No te veré ya más!’ Nosotros nos volveremos a ver en otra vida, en un mundo sin culpa,

sin llanto, sin muerte. Pero debemos hacernos dignos de esa otra vida.”

A continuación algunas de las experiencias más conmovedoras que En-rique

recuerda de su escuela:

EXPERIENCIAS DE OCTUBRE

El lunes 17 de octubre es el primer día de clases, después de los tres meses de

vacaciones en el campo. Este año, Enrique es matriculado por su padre en la tercera

elemental de la sección Bareti, que equivale al último año de primaria. A Enrique le

correspondía estar con el maestro Perbono.

El primero de sus compañeros del año pasado que menciona Enrique es Ernesto

Deroso, “el que siempre obtenía el primer premio”.

El martes 18, Enrique ya ha desarrollado simpatía por su nuevo maestro, y no es de

sorprenderse porque el señor Perbono es muy amable, al juzgar por las palabras con que se

dirige a sus alumnos.

El viernes 21 ocurrió una desgracia a Roberto, un alumno del curso inferior, y el

colegio se llenó de gente que quería verle. La rueda de un ómnibus le había roto un pie. Eso

había ocurrido por auxiliar a un niño más pequeño. Tanto la madre de Roberto, como la

madre del niño a quien había auxiliado entraron al colegio, en medio de un griterío de

desesperación. Una vez que partió el carruaje donde llevaban a Roberto, todos los demás

entraron silenciosos en la escuela.

El sábado 22 escribe Roberto que el director les presentó a un nuevo alumno, un

niño moreno proveniente de la provincia de Calabria, o como se les llama a sus habitantes,

era un calabrés.

El martes 25 recuerda Enrique con mucho cariño a Garrón, el mayor de todos en el

curso. También menciona a otro niño amable llamado Coreta, el hijo de un empleado de

ferrocarriles que fue soldado del príncipe Humberto en la guerra de 1866. También

menciona a Nelle, un niño jorobadito de rostro entristecido; a Votino, un niño elegante y

quisquilloso; al Albañilito, llamado así por ser hijo de un albañil, y que tiene una

característica jocosa: Con gran habilidad sabe poner el hocico de liebre para provocar la

risa.

También menciona a Garofi, un muchacho alto y con “nariz de pico de loro”, que

siempre intenta engañar al profesor escribiendo la lección en sus uñas. Otro compañero de

curso es Carlos Nobis, un “señorito orgulloso”. Otro es Crosi, un niño pelirrojo que tiene

un brazo inmóvil, cuya madre es verdulera, pero que se da el lujo de tener a su padre “en

América”.

Otro compañero es Estardo, pequeño, tosco y gruñón, pero muy atento a la lección.

Otro se llama Franti, de rostro oscuro y sucio, un pilluelo que ya fue expulsado de otra

escuela. “Sin embargo”, escribe Enrique, “yo quiero más a Precusa, el hijo del herrero.” Es

un niño muy noble y tímido.

El miércoles 26 recuerda Enrique a Garrón en todo el esplendor de su personalidad.

Cuando unos niños atormentaban a Crosi, el hijo de la verdulera, y el malvado de Franti se

puso a remedar a su madre cuando venía a buscarlo con sus canastos, Crosi arrojó un

tintero que fue a dar justo sobre el pecho del profesor. Y Garrón dijo: “Yo he sido.”

El jueves 27 recuerda a su antigua maestra que fue a visitar su casa para recoger

ropa para una pobre mujer. Su maestra tiene su salud quebrantada. Con todo se da tiempo

para visitar a sus alumnos, como en aquella ocasión que fue a visitar a un niño que estaba

con sarampión.

El viernes 28 escribe que un día antes había ido con su madre y con su hermana

Silvia llevando ropa a la pobre mujer sobre la cual se había escrito en el periódico. Resulta

que ella era la verdulera, la madre de Luis Crosi. Enrique cuenta que vio a Crosi de

espaldas en un rincón de la casa y pensaba hacerse el que no se daba cuenta, pero que su

madre le dio un empujón para que fuese a abrazarlo.

El viernes 28 su padre le escribe a Enrique una nota, amonestándole porque “el

estudio te resulta ingrato”. Le dice: “Qué despreciables y estériles serían tus días si no

fueses a la escuela!”

El cuento del mes:

El pequeño patriota paduano

El sábado 29 el maestro les dice que en cada mes les va a contar un cuento y luego

les va a dar escrito. El tema será siempre el relato de una acción buena llevada a cabo por

un niño.

El primer cuento dice que un navío partió de Barcelona para Génova, llevando a

bordo franceses, italianos, españoles y suizos. Y entre ellos había un chico de unos once

años, mal vestido, que estaba siempre solo y miraba de reojo. Tenía razón para ello, pues

sus padres, labradores de Padua, le habían vendido a un titiritero, que se lo había llevado de

ayudante por Francia y España, castigándolo siempre.

Cuando estuvieron en Barcelona, el niño fue a pedir protección al cónsul de Italia, el

cual le estaba enviando en aquel navío con una carta para el alcalde de Génova.

El chico guardaba un hermético silencio, pero tres de los pasajeros del viaje

lograron que les contara su historia, y le dieron algunas monedas, que el niño tomó

agradecidamente y por primera vez apareció en su mirada una expresión de cariño.

El chico deambulaba después por la cubierta del barco, pensando en todo lo que

haría con esas monedas que le habían dado, cuando asomó su cabeza por una claraboya y

escuchó a aquellos viajeros hablar mal de Italia. El tercero no concluyó de pronunciar la

frase “un pueblo la...” (quería decir, “ladrón”), cuando una tempestad de monedas cayó

sobre sus cabezas y espaldas.

El niño les dijo: “Recobrad vuestro dinero; yo no acepto favores de quienes insultan

a mi patria.”

EXPERIENCIAS DE NOVIEMBRE

El 1ro. de noviembre recuerda Enrique que le tocó ir a la escuela de niñas para darle

el cuento del muchacho paduano a la maestra de su hermana Silvia, pues lo querían leer, y

tuvo allí una experiencia conmovedora a la que se refiere así: “Qué cosa más hermosa

presencié!”

Frente a la escuela, con la frente apoyada en las manos, lloraba un niño que

trabajaba como deshollinador de chimeneas. Unas chicas se aproximaron para preguntarle

por qué lloraba, pero él no dejaba de sollozar. Después se enteraron que el dinero que había

ganado se le había zafado por un bolsillo roto y su amo le pegaría. Las chicas rodearon al

niño e hicieron una colecta para él. Había niñas que no tenían ninguna moneda, pero para

dar algo le entregaron sus ramitos de flores.

El 2 de noviembre la madre de Enrique le escribe una linda notita con relación al

Día de Todos los Santos, que está consagrado a la conmemoración de los muertos, sobre

todo de aquellos que con su muerte hicieron una grande contribución a la vida. Le dice:

“Piensa hoy con gratitud en estos muertos, y serás mejor y más cariñoso con todos los que

te quieren bien y trabajan por ti. . .”

El viernes 4 escribe sus gratos recuerdos de su buen amigo Garrón, porque después

de los dos días de feriado por Todos los Santos, dice, “me parece que he estado tanto

tiempo sin ver a Garrón! Cuanto más le conozco, más lo quiero. . . Cada vez que uno de los

mayores levanta la mano sobre un pequeño, basta que éste grite “Garrón” para librarse. . .

Yo estoy contento cuando estrecho en mi mano la suya, grande como la de un hombre.

Seguramente que arriesgaría su vida por salvar la de un compañero. . . Se oye con tanto

gusto el murmullo de aquella voz, que se sabe que viene de un corazón noble y generoso.”

El lunes 7 Enrique recuerda que el día de ayer Carlos Nobis, el orgullosito, se peleó

con Beti, uno de los más pequeños, hijo de un carbonero, y como no tenía otra razón le dijo

finalmente: “Tu padre es un andrajoso.” Esto le arrancó lágrimas al chico que fue y se lo

dijo a su papá. El padre fue a quejarse a la escuela en el preciso momento en que estaba allí

el papá de Carlos Nobis, y al enterarse de lo ocurrido obligó a su hijo a pedir perdón. Luego

el hombre estrechó la mano del carbonero y pidió que los hicieran sentar juntos.

El jueves 10, recuerda Enrique a la maestra Delcato que ha visitado a su hermano

enfermo. Les contó ciertas anécdotas de la mamá de Beti, de cuando éste estaba en primera

elemental, y de todos los niños pequeños en una clase como la que a ella le tocaba enseñar.

De veras, los chicos hacen reír y llorar a una maestra!

El jueves 10 Enrique recibió una nota escrita por su padre, quien había observado

que él había faltado el respeto a su madre en presencia de la maestra de su hermanito. Le

dice: “Enrique mío, que esto no suceda más!”

El domingo 13, recuerda Enrique, su padre le perdonó. El mismo día se encontró

con su compañero Coreta, a quien le estaban haciendo soportar una carga de leña, que

luego amontonaba en la tienda de su padre. Lo admirable del caso es que cuando Enrique le

preguntó “qué haces”, no dijo “cargo leña”, sino: “Estoy repasando la lección.” Y era

verdad, estaba repitiendo la lección acerca del verbo que debían llevar aprendida al día

siguiente.

Coreta también estaba preparando café para su mamá, que estaba enferma, y

Enrique pudo ver a la señora. Coreta le mostró luego el retrato de su padre, con la Cruz al

Valor que ganó cuando estaba en la división del ejército bajo el entonces príncipe

Humberto. Y entre repaso y conversación, Coreta atendía a los clientes en la tienda, porque

su padre había salido. Y para colmo, tuvo que cargar adentro de la tienda el contenido de

otro camión de leña que acababa de llegar. Todo esto conmovió a Enrique.

El viernes 18 Enrique escribe acerca de los maestros de la secundaria y del director

de la escuela. Acerca de este buen hombre escribe: “Nadie le ha visto reír dice mi

madre, desde que murió su hijo, que era voluntario en el ejército. Y tiene a su vista un

retrato sobre la mesa de la dirección. En ese preciso momento entró un señor a matricular a

su hijo, y resulta que el muchacho era igualito a su hijo muerto.

El martes 22 Enrique cuenta que el día anterior pasó por la escuela un regimiento de

infantería, y los chicos saltaban llevando el compás. Entonces Franti se echó a reír al ver un

soldado que cojeaba, pero justo a tiempo el director observó su infamia y le llamó la

atención. El director aprovechó la oportunidad para hablarles a todos acerca de los

soldados: “Debéis querer mucho a los soldados. Ellos se harían matar por nosotros si

mañana un ejército extranjero amenazara nuestro país.”

A iniciativa del director los alumnos saludaron militarmente a los soldados, y el

oficial que portaba la bandera les devolvió el saludo con la mano. Aquello causó una grata

impresión en toda la gente agolpada en la calle.

El miércoles 23 escribe sobre Nelle, el jorobadito, que al mirar a los soldados

parecía pensar: “Yo nunca podré ser soldado!” Qué triste era que sus compañeros se

burlaran de él y le golpearan la espalda. Se limitaba a llorar en silencio. Pero Garrón les

advirtió que al que le molestara le daría un cabezazo. Franti quiso probar su decisión y

recibió el cabezazo anunciado. Garrón se ha convertido en su ángel protector!

La mamá de Nelle un día fue a conocer a Garrón a la escuela, y se arrancó del

cuello una cadena con una crucecita y la colgó del de Garrón, diciéndole: “Querido niño, en

recuerdo de la madre de Nelle, que te da millones de gracias y que te bendice!”

El viernes 25 escribe que el día anterior el maestro le dijo a Deroso: “Has recibido

grandes dones de Dios. . .” Como en años anteriores, ha obtenido también el primer premio.

Es un chico de doce años, y aparte de inteligente es alto y hermoso. Siempre él es el

primero de la clase. Enrique escribe acerca de él: “Yo te respeto y te admiro!”

El martes 29 la madre de Enrique le escribió una nota con relación al cuento

mensual sobre el Pequeño Vigía Lombardo, que ofrendara su vida por su patria.

El cuento del mes:

El pequeño vigía lombardo

Una hermosa mañana de junio de 1859, durante la guerra por la liberación de

Lombardía, iba a paso lento una sección de caballería explorando el campo enemigo.

Llegaron a una casita en la cual había un muchacho de unos doce años. El resto de los

aldeanos, después de izar su bandera, habían huido de miedo a los austríacos.

El oficial interrogó al niño, quien le dijo que era abandonado y que se había

quedado para ver la guerra. Entonces el oficial le pidió que trepara a un árbol alto para

avistar a los austríacos. El oficial propuso recompensarle por eso, a lo que el niño le dijo:

“Si yo soy lombardo!”

El enemigo logró avistar al niño y le dispararon repetidas veces y el chico fue

derribado. Un arroyo de sangre corría de su pecho; la bala había perforado el pulmón

izquierdo. No tardó el chico en morir. Entonces el oficial quitó la bandera que había en la

casa y la extendió como paño fúnebre sobre el chico y se le dio sepultura como a un

soldado caído en campaña, con todos los honores de la guerra. Cuando los soldados de toda

la región veían al chico lo saludaban con sus sables, pero uno de ellos arrancó flores de la

orilla del arroyo y se las arrojó. Todos le imitaron, y en pocos momentos el muchacho se

vio cubierto de flores. Un oficial le colocó su medalla al valor.

EXPERIENCIAS DE DICIEMBRE

El jueves 1ro. Enrique recuerda que como su padre quería que se hiciera amigo de

todos sus compañeros, él tuvo la idea de invitarlos a su casa los días feriados. Este día le

visitaba Garofi, el hijo del farmacéutico, que tiene la manía de contar continuamente las

monedas que lleva en el bolsillo. También observa que todo lo que encuentra lo recoge; le

gusta coleccionar estampillas que espera después vender. El librero le da cuadernos gratis

porque le lleva niños clientes a su tienda. En la escuela todos los días hace rifas y subastas.

A Enrique le agrada este tipo tan original; sus compañeros lo creen avaro, pero Enrique no

piensa así.

El lunes 5 Enrique anota que el día anterior, fue de paseo por la alameda de Rívoli

con Votino, el chico cursi y exhibicionista. Recuerda que se sentaron en una banca donde

estaba un muchacho, y Votino empezó a mostrar sus botas y su reloj que decía que era de

oro. En todo le mostraba sus cosas al muchacho, pidiéndole su opinión. En eso se acercó su

padre y le dijo: “Calla! Es ciego.”

El sábado 10 se refiere a la llegada de la nieve a la cual llama con alegría, “la amiga

de los niños”. Su padre aprovechó la oportunidad para escribirle una nota en que le hace

sensible al hecho de que en el invierno también hay niños sin pan, sin zapatos, sin lumbre.

El Domingo 11 recuerda la visita del “Albañilito”, que estaba vestido con la ropa de

su padre, emblanquecida por la cal y el yeso. Este es el chico que suele poner su cara como

“hocico de conejo” para provocar la risa. Con ocasión de esta visita, su padre le escribió

una nota diciéndole: “Sabes, hijo mío, por qué no quise que limpiaras el sofá? que el

Albañilito había manchado con su ropa. Porque limpiarlo estando tu compañero presente

era casi hacerle una amonestación. . . Porque lo ha manchado con la ropa de su padre, y lo

que se mancha trabajando no ensucia: Es polvo, es barniz, pero nunca es suciedad. Quiero

mucho al Albañilito porque es hijo de un obrero.”

El viernes 16 recuerda un accidente que ocurrió en la escuela. Un grupo de

muchachos se pusieron a jugar con bolas de nieve que se había convertido en hielo, e

hirieron a un anciano. El que había hecho aquello era Garofi, y Garrón le dijo: “Sería una

villanía dejar que sospecharan de otro.”

Garrón llevó a Garofi para que pidiera perdón, pero al ver que lo vejaban, alguien

dijo: “No señores! Puesto que ha tenido el valor de presentarse, nadie tiene derecho a

vejarle.” Era el director.

El sábado 17 vino a remplazar al profesor la señora Cromi. Ella estaba triste porque

tenía a su hijo enfermo. Y haciendo contraste Enrique pasa a describir a la bella muchacha

que sirve como maestra en la sección elemental.

El domingo 18 su padre le dijo que fueran para visitar al señor que fue herido en su

ojo. Gracias a Dios, pronto se curaría. En eso apareció Garofi, que no se atrevía a entrar. Es

el chico que le arrojó la bola de nieve, y hacía esfuerzos para contener las lágrimas.

Después Garofi se dirigió a la puerta de salida, y al ver al nieto del anciano que le seguía, se

detuvo y le obsequió su album de estampillas. Era todo su tesoro. Pobre niño! Regalaba la

mitad de su vida a cambio del perdón!

El miércoles 28 apareció Garofi lleno de alegría porque le habían devuelto su álbum

de estampillas, aumentado con tres estampillas de Guatemala. Otra cosa importante es que

Estardo había obtenido la segunda medalla, a pesar de sus limitaciones intelectuales. Pero

como dice Enrique de él, “era paciente como un buey”. Al darle la medalla, el maestro le

dijo: “El que estudia, triunfa!”

El sábado 31 su padre le escribió una nota para hablarle a Enrique acerca de la

gratitud a su maestro, y termina diciéndole: “Quiérele siempre. Pronuncia con respeto el

nombre de ‘maestro’, que después del de padre, es el nombre más dulce que puede dar un

hombre a su semejante.”

El cuento del mes:

El pequeño escribiente florentino

En la cuarta clase elemental estudiaba Julio, un gracioso niño de Florencia que tenía

doce años de edad. El era el hijo de un empleado de ferrocarriles que tenía muchas

limitaciones económicas y que de noche trabajaba como copista para ayudarse. “Estoy

perdiendo la vista” solía decir. Por lo que el niño le pidió que le dejara ayudarle en el

trabajo. Pero su padre se negaba diciéndole que la escuela era más importante.

El niño no insistió, pero al darse cuenta que a las doce en punto dejaba su padre de

escribir y salía del despacho para el dormitorio, una noche esperó hasta esa hora, se vistió,

encendió el mechero y empezó a escribir imitando en lo posible la letra de su padre.

Escribió hasta la página ciento sesenta. Entonces apagó la luz y volvió a la cama de

puntillas.

Aquel día, a las doce, su padre se sentó a la mesa de buen humor. Como hacía el

trabajo mecánicamente, no había advertido nada, y se sentía rejuvenecido.

En las noches siguientes Julio hizo lo mismo, y su padre empezó a observar que

daba cabezazos sobre los libros y parecía muy cansado; así que empezó a observarlo y a

preocuparse.

Transcurrieron dos meses de tareas nocturnas y de pereza diurna, de esfuerzos

desesperados del hijo y de margas reflexiones del padre. Su madre, al observarlo pálido,

pensó que estaba enfermo. Pero su padre respondió: “Ya no me importa!”

Aquella expresión le hizo el efecto de una puñalada en el corazón al pobre

muchacho. Pero aquella noche, más que nada, por costumbre volvió al trabajo de su padre,

y en medio del cansancio se le cayó un libro. Su padre escuchó y fue en puntillas de pie

para ver qué pasaba, y de este modo pegó su blanca cabeza a la cabecita negra de Julio. Un

arrepentimiento desesperado y una ternura inmensa invadían su alma.

Su padre le pidió perdón cubriéndole con besos. Lo llevó a su cama y le dijo a su

madre: “Besa a este ángel que hace meses no duerme y trabaja por mí, mientras yo he

entristecido su corazón sin comprenderlo!”

Su madre no pudo hablar, y sólo apretó al niño contra su pecho, y Julio, rendido, se

durmió por fin.

EXPERIENCIAS DE ENERO

Lo que más me llama la atención es aquel niño de la escuela que se llama Estardo,

porque en medio de todos los niños tiene un lindo hobby: Formar una biblioteca particular

en su casa. Lo sé porque me ha invitado a verla. Su padre le apoya en esto y me dice acerca

de su hijo: “Es testarudo; llegará a ser algo. Yo te lo aseguro.”

También me impresiona positivamente Precusa, el hijo del herrero, quien se refugia

en el estudio porque su padre llega borracho a casa, lo castiga sin motivo, le arroja los

libros al suelo y le deja ir al colegio sin tomar desayuno. Yo sé que esto ocurre, pues vive

en el techo de nuestra casa.

Otro niño que me conmueve es Coreta, porque ayuda a su papá vendiendo leña.

Aunque ha nacido y se ha criado entre la leña, tiene distinción en la sangre y en el corazón.

Me gusta cuando estos amigos me visitan en mi casa.

Pero Franti es un malvado, un imbécil que se ríe de las cosas serias, como cuando

Deroso refirió en la escuela, ante el público lleno de sentimiento, cómo fueron los funerales

de Víctor Manuel, el amado rey de Italia. También le pega al hijito del albañil, porque es

pequeño; atormenta a Crosi porque tiene un brazo inmóvil; y se ríe de Roberto quien anda

con muletas por haber salvado a un niño de la escuela. También se ríe del maestro

haciéndose el que llora arrepentido, roba cuanto puede y miente desvergonzadamente. Su

pobre madre lloraba rogando al director que lo readmitieran en el colegio. La pobre señora

le tomaba al director las manos, suplicándole humildemente. El director le dijo a Franti:

“Franti, estás matando a tu madre!” Pero el muy infame, se sonreía!

Votino es un envidioso. El maestro le dice: “No permitas que se apodere de ti la

serpiente de la envidia que roe el cerebro y corrompe el corazón.”

El cuento del mes:

El Tamborcillo sardo

Ocurrió en la batalla de Custoza en 1848, entre los italianos y los austríacos que

habían invadido Italia. Unos sesenta soldados italianos fueron enviados a una colina en el

frente de batalla, para ocupar una casa solitaria, pero fueron sorprendidos por el enemigo.

Entre los soldados italianos se encontraba un muchacho sardo, es decir de Cerdeña,

que tocaba el tambor en la banda, Y como era todavía muy tierno le llamaban de cariño

“Tamborcillo”.

El bombardeo de los austríacos era fuerte y la casa se derrumbaba en medio de una

nube de polvo. El cerco a la casa se estrechaba, y el capitán se vio obligado a enviar un

mensaje pidiendo ayuda a otras fuerzas italianas. Pero se necesitaba alguien valeroso que se

atreviera a correr esquivando las balas y entregar un mensaje. Así es que le dijo al

muchacho:

Tamborcillo! Tienes tú valor?

El muchacho saludó con porte militar y se ofreció a ir, y el capitán le dijo:

Que Dios te ayude!

El muchacho se abrió camino entre la lluvia de balas, y cuando cayó, sus

compañeros le creyeron muerto. Pero se levantó de nuevo y avanzó cojeando y sentándose

cada cierto trecho.

Los austriacos se acercaron a la casa y les pedían su rendición, pero de pronto los

italianos vieron que se aproximaban sus refuerzos. Los enemigos vacilaron y los italianos

recobraron el ánimo, pero fueron finalmente derrotados y el capitán fue herido.

Llevaron al capitán a una iglesia donde se había improvisado un hospital de

campaña, y allí escuchó una vocecita que le dijo con sonido apagado:

Mi capitán. . .

El Tamborcillo estaba en cama, y serenamente le contó que logró entregar el

mensaje. Pero al ver que la mano del capitán chorreaba sangre le dijo:

Quiere usted que le apriete la venda, mi capitán?

El capitán le extendió la mano, pero el muchacho apenas se alzó de la almohada

palideció y se desvaneció. El capitán le dijo entonces:

Tú debes haber perdido mucha sangre. . .

El Tamborcillo le respondió sonriendo:

Algo más que sangre. Mire usted! Y se destapó.

El capitán se echó atrás horrorizado: Le habían amputado la pierna izquierda y el

muñón estaba vendado con paños ensangrentados.

Entonces el médico le dijo al capitán:

Su pierna se hubiera salvado, si no la hubiese forzado de aquella manera. Pero sí

que es valiente!

Entonces el capitán se quitó el quepis ante el muchacho y le dijo, con los ojos

humedecidos por las lágrimas:

Yo no soy tu capitán! Tú eres el héroe!

EXPERIENCIAS DE FEBRERO

El sábado 4, antes que terminara la mañana, vino el inspector a repartir los premios,

y entregó la primera medalla a Deroso. Luego, al entregar la segunda medalla a Precusa, el

hijo del herrero, le dijo: “Nadie es más digno de ti de llevar esta medalla.”

Cuando salimos de la clase vimos al padre de Precusa, pálido como de costumbre,

con su mirada amargada y tambaleándose a causa de la bebida. Entonces el maestro y el

director, así como muchos chicos, se acercaron a él. Y el inspector le preguntó:

Es usted el padre de este muchacho? Me alegro mucho. Mire, su hijo ha ganado

la segunda medalla entre 54 compañeros. Puede usted estar orgulloso de él.

El herrero miró a su hijo que temblaba, y expresando en su cara cierta estúpida

admiración y dolor, lo apretó fuertemente contra su pecho.

Enrique rememora el domingo 5, cuando vio a un grupo de muchachos que

trabajaban como operarios, saliendo a sus casas casi de noche, pero alegres a pesar del

cansancio del día. Entonces él se siente empequeñecido y avergonzado al darse cuenta que

él, a pesar de todos los esfuerzos de su padre, no estaba esforzándose lo suficiente en la

escuela. Y se propone cambiar diciéndose a sí mismo: “Al trabajo, que me traerá

nuevamente la bondadosa sonrisa de mi maestro y el bendito beso de mi padre!”

El viernes 10 estuvieron algunos niños de visita en mi casa, y Precusa, el hijo del

herrero estaba entre ellos. Cómo se deleitaba jugando con mi trencito. Mi padre se dio

cuenta de ello y me pasó un papelito con estas palabras: “A Precusa le gusta tu tren. El no

tiene juguetes. No te dice nada el corazón?”

Yo se lo regalé, Y Precusa no lo podía creer. Mi padre tuvo que intervenir para

decirle: “Te lo regala para celebrar la medalla que has ganado.”

Enrique recuerda que otro compañero de escuela, Carlos Novis, era muy despectivo.

Dice: “Es la encarnación misma de la soberbia, y todo porque su padre es un ricachón.” El

profesor, al ver tanto desprecio en él, le dijo: “Te compadezco.” y el “Albañilito” se volvió

para mirarle, poniéndole un hocico de liebre, tan gracioso que hizo estallar una sonora

risotada. El maestro le regañó, pero tuvo que cubrirse la boca para ocultar la risa.

Otra mañana, recuerda, unos guardias y dos hombres pasaron transportando una

camilla. Una mujer venía detrás gritando: “Está muerto! Está muerto!”, y detrás le seguía

un muchacho sollozando. Era un pobre albañil que se caído del cuarto piso, donde estaba

trabajando. Pero al ver todo esto, el imbécil de Franti se reía. Entonces alguien le gritó:

“Descúbrete, mal nacido, cuando pase un herido del trabajo!”

El viernes 17 nos encontramos con cierto maestro que le contó a mi padre una

historia acerca de un tintero cónico que obtuvo en la cárcel a donde iba a dar clases. Entre

los presos había un joven que era más atento y miraba al maestro con gratitud. Un día llamó

al maestro para que se acercase a su celda. Entonces le dijo que se despedía, porque iban a

llevarle a otra cárcel. Entonces le suplicó al maestro que le dejarse tocarle la mano. Este se

la alargó, y él se la besó, cubriéndosela de lágrimas.

El maestro nos contó que justamente el día anterior vino a buscarle aquel joven, ya

libre después de muchos años de cárcel, para llevarle ese tintero que tenía la inscripción: “A

mi maestro. Recuerdo del preso número 78.”

En la escuela, Deroso me dijo que aquel hombre que había hecho el tintero cónico

era el papá de Crosi, el hijo de la verdulera. El decía que su padre estaba en América,

porque su madre le engañó cuando a su padre lo llevaron a la cárcel. Y le reconvino: “Crosi

no sabe nada. No se te escape una palabra de esto!”

Otro día fui con mi padre al taller del herrero, y encontramos a Precusa estudiando

en su libro. Su padre nos vió y exclamó: “Ah! Aquí tenemos al guapo muchacho que

regala ferrocarriles!” Y diciendo esto sonreía, y trabajaba con ganas y dijo señalando a su

hijo: “Esto ha hecho este muchacho que honraba a su padre, mientras yo lo trataba como a

bestia!”

El lunes 20 la ciudad está de fiesta y en la plaza se han instalado titiriteros y

carruseles, y también el circo, en donde trabajan dos niños, uno de ellos de sólo ocho años.

El es el payasito y hace de todo, a lo largo del día, y en medio del frío, y encima de todo, de

noche actúa en público. Fuimos al circo y le vimos dando saltos mortales, girando agarrado

de la cola de los caballos, cantando y siempre sonriente, a pesar de que el lugar estaba casi

vacío. Entonces mi padre escribió un artículo periodístico acerca de él y el pintor Desli lo

ilustró con un retrato del niño. Como resultado, una multitud de gente fue al circo, entre los

que estaban mis compañeros de la escuela. Pero mi padre se escapó del circo para evitar

que el padre del payasito le diera las gracias. Yo me quedé adentro, y el payasito hizo una

serie de acrobacias, mirándome siempre que pasaba cerca de mí. Al final la gente se

aglomeraba hacia la calle, y sentí una mano que me tocaba. Me volví, y era el payasito que

me sonreía. Tenía la mano llena de dulces para mí. Cuando tomé los dulces, me dijo:

“Acepta también este beso.” El me dio dos besos y me dijo: “Lleva uno a tu padre.”

El martes 21 tuvimos el paseo de las máscaras en la Plaza de San Carlos, en medio

de las cuales iba un carro decorado que llevaba unos hombres disfrazados como caballeros

de la corte de Francia. Entonces vi que un hombre levantó en sus manos a una niña de unos

seis años y le acercó a aquel carro y les dijo: “Esta niña ha perdido a su madre entre la

muchedumbre. Ella no ha de estar lejos de aquí, y la verá.” Y realmente, la madre se

encontraba en otro lugar de la plaza gritando enloquecida por su hijita. Por fin, la mujer

pudo ver a su hijita en el coche, que se detuvo, y cuando la madre desesperada tomó a la

niña, la niña se agarró fijamente de manos del caballero. Entonces él se sacó un anillo de

oro con un grueso diamante y le dijo: “Toma; será tu dote para cuando te cases.” La madre

se quedó extática y la multitud prorrumpió en aplausos.

El jueves 24 fue a remplazar a nuestro maestro, que está muy enfermo un maestro

que antes había sido profesor de niños ciegos. A petición de Deroso, él les habló acerca de

la vida de los ciegos: “Ciego es no ver absolutamente nada; no distinguir el día de la noche;

no ver el cielo ni el Sol, ni a sus propios padres. Probad un momento a cerrar los ojos, y

pensad si debierais permanecer para siempre así. Inmediatamente os sobrecogería la

angustia y el terror. Sin embargo cuando se entra por primera vez en el instituto de los

ciegos, al oír tocar violines y flautas por todas partes, reír, subir y bajar las escaleras

velozmente, nadie diría que son tan desventurados. Pero han debido sufrir tremendamente

antes de resignarse a aquella desventura.”

Y así prosiguió la clase hablando de los niños ciegos, a petición del alumno Deroso.

Hacia el final, cuando Deroso preguntó si sería posible ir a visitarlos, el maestro respondió:

“Sí se puede, pero es mejor que vosotros, siendo niños, no lo hagáis por ahora. Es un

espectáculo triste. Uno de ellos me decía con profunda tristeza: ‘Quisiera llegar a tener

vista un momento nada más, para poder ver la cara de mi madre!’ Cuántos salen de allí

llorando, aun los hombres de corazón duro!”

Ayer fui a visitar a mi profesor enfermo. El buen hombre me habló muy conmovido.

Yo miraba unas fotografías clavadas en la pared, y él me dijo: “Todos éstos son muchachos

que me han dado sus retratos desde hace más de veinte años. Cuando me muera, la última

mirada la echaré a todos aquellos pilluelos entre los cuales he pasado la vida. Tú también

me darás el tuyo cuando hayas concluido el grado elemental.” Luego me entregó un regalo,

diciéndome que nos volveremos a ver en la escuela.

Enrique luego se acuerda de una cartita que le escribió su padre el sábado 25: “Esta

tarde te observaba desde la ventana. Al volver de la casa del maestro te tropezaste con una

pobre mujer. Cuida mejor de ver cómo andas por la calle. Recuerda, Enrique, siempre que

encuentres a un anciano, a una mujer con un niño en brazos, a un inválido, a una familia

vestida de luto, cédeles el paso con respeto. Debemos respetar la vejez, el amor, la

enfermedad, la muerte. . .”

El cuento del mes:

El enfermero del Taita

Cierta mañana, un muchacho campesino se presentó al portero del Hospital de

Nápolis para preguntar por su padre, con una carta en su mano. Su padre, que había ido a

Francia para buscar trabajo, se enfermó al volver, y como su esposa tenía que cuidar de su

bebita, envió a su hijito para que atendiera a su padre, a quien el niño llamaba “Taita” de

cariño.

Un enfermero vio la carta y se preguntó: “Un trabajador que ha llegado de

Francia?” Luego guió al niño a donde estaba su padre. Al verle, el muchacho estalló en

llanto, y recostó su cabeza sobre el hombro del enfermo, el cual ni se movió.

El muchacho se consternó al ver a Taita tan cambiado. Sus cabellos se habían

emblanquecido, su cara y sus labios estaban hinchados, y respiraba angustiosamente.

El muchacho pasó mucho tiempo al lado de su Taita querido, hasta que apareció una

monja bondadosa. Lamentablemente no podía hacer nada, y se alejó diciéndole: “Animo,

muchacho; ahora vendrá el médico.”

Cuando el médico pasó a pasar revista a aquel enfermo, el niño le preguntó qué

tenía su padre. El médico le respondió: “Ten valor, niño; tu presencia le puede hacer bien.”

El niño arreglaba las ropas de la cama, le espantaba los mosquitos, tocaba su mano

y le daba de beber en la boca. El enfermo lo miraba, pero parecía que no le podía

reconocer. Aquella noche el muchacho durmió sobre dos sillas, al lado de su Taita.

Al siguiente día se notó que el enfermo recobraba la conciencia e inclusive pudo

sonreír levemente. Pero al quinto día empeoró de repente. El niño hizo todo para animarle y

todo el tiempo lo pasó a su lado atendiéndole.

Cierto día escuchó a un hombre que se despedía de la monja, y su voz le hizo saltar

de la silla donde se sentaba al lado del enfermo. Entonces aquel hombre se volvió y lanzó

un grito: “Cecilio!”, precipitándose hacia él y abrazándolo.

En realidad el enfermero le había guiado a la cama de otro enfermo. El muchacho

apenas pudo balbucear y cuando su padre le dijo que se alistara para ir con él a casa,

Cecilio le dijo: “No, Taita... Yo no puedo. Mira ese viejo. Yo creía que eras tú. Le

quería. . . Quiere que siempre esté a su lado. No sé quién es, pero me quiere; moriría si se

queda solo. Dejame estar aquí, querido Taita!” Su padre le dijo: “Tú tienes corazón. Adiós,

excelente hijo!”

El niño volvió al lado del enfermo. Todo el día estuvo a su lado, y también toda la

noche, y aun el siguiente día, pero el enfermo se ponía peor. El enfermo hizo un esfuerzo

para aferrarse de la mano de Cecilio, abrió los ojos, le miró fijamente y los volvió a cerrar.

Había muerto. Entonces el médico le dijo: “Vete, hijo mío. Tu santa obra ha

concluido.”

El muchacho se limpió las lágrimas y luego, volviéndose al muerto le dijo: “Adiós.”

Y le vino a la boca el dulce nombre que le había dado durante cinco días: “Adiós, Taita!”

EXPERIENCIAS DE MARZO

El jueves 2 fui con mi padre a ver las clases de adultos que funciona de noche en

nuestra escuela Bareti, y nos encontramos con el director y los maestros encolerizados

porque alguien había roto a pedradas los vidrios de la ventana que da a la calle. El regente

había atrapado a un muchacho que pasaba por la calle, pero Estardo, que vive al frente, dijo

que había sido Franti.

A la clase de adultos asistían obreros de todo tipo, que tomaban asiento presurosos

en los bancos. También había niños que estudiaban de noche y se quedaban dormidos por el

cansancio. Quedé admirado al ver la atención que todos prestaban. En mi sitio estaba

sentado un hombre de grandes bigotes que se daba mañas para poder escribir. Y algo

interesante es que el albañil, padre de mi amigo “Albañilito” estaba sentado en el mismo

sitio que de día era de su hijo.

El domingo 5, Franti, expulsado de la escuela, quiso vengarse de Estardo y le

aguardó en una esquina. Para provocarlo tiró de las trenzas de la hermana de Estardo, tan

fuerte, que casi la hizo caer. Después empezó una encarnizada pelea, y alguien le gritó a

Estardo: “Cuidado, el infame tiene una navaja!” Pero Estardo le hizo soltar la navaja de un

mordisco en la mano. Franti echó a correr, malparado. Estardo permaneció en el sitio,

vencedor, al lado de su hermana, que lloraba.

El lunes 6 decían que a Franti lo meterían en la cárcel. Habían varios padres de

familia en la escuela, entre ellos, el de Roberto, el niño que andaba en muletas desde que

salvó de un ómnibus a otro niño. También estaba el papá de un niño que había muerto, y al

ver a los compañeros de su niño, prorrumpió en sollozos, cubriéndose la cara con las

manos.

El miércoles 8 la verdulera miraba a Deroso con una expresión de afecto muy

grande, porque éste, cuando descubrió el secreto de que su esposo, el padre de Crosi, que

no había estado en América, sino en la cárcel, le había tomado mucho cariño a Crosi y le

ayudaba a hacer las tareas, le daba papel, plumas y lápices, como a un hermano. La

verdulera quiso regalarle a Deroso una cajita de dulces, pero él no la aceptó, diciendo que

haría todo lo que pudiera por Crosi, a cambio de nada. La madre creyó haberle ofendido,

pero cuando parecía todo concluido, el padre de Crosi fue a la escuela para ver a Deroso. El

hombre tomó tímidamente uno de los rubios rizos de Deroso, y después de soltarlo, se llevó

la mano a su boca y la besó mirando a Deroso con los ojos humedecidos, como para darle a

entender que aquel beso era para él. Después se alejó con pasos apresurados.

El lunes 13 fuimos al entierro de un niño de la escuela que había muerto. Garrón y

Coreta se ofrecieron para llevar el ataúd. Había sido un niño excelente y la semana anterior

se había ganado la medalla. Pobre chiquitín! Se quedó dormido para siempre con su

medalla puesta! Angel, duerme en paz!

El 14 de marzo sería en el teatro la distribución de premios a las autoridades y a los

mejores alumnos de la escuela. Para el efecto de entregar los premios a las autoridades se

había escogido a doce niños de la escuela, en representación de todas las regiones de Italia.

A eso de las dos el teatro estaba repleto de caras conocidas. Mirando a la platea me

encontré con la simpática chica de Garrón. Después tocó la banda, y las autoridades

subieron al escenario. Y después desfilaron los doce niños escogidos para representar a las

regiones de Italia. Uno de ellos apenas medía 1.30 de altura. El teatro entero aplaudía.

Los alumnos premiados de nuestra sección eran Coreta, que estaba estrenando traje,

pero quién sabe cuántos quintales de leña había cargado aquella mañana. Luego pasó

Deroso, y todos le daban un apretón de manos. Roberto apareció en muletas y en medio de

aplausos que hicieron vibrar el teatro, y luego de darle su premio el síndico lo acompañó

hasta el palco donde estaban sus padres, en medio de la aclamación general. Finalmente se

ovacionó a todos los profesores y la banda tocó otra vez.

El lunes 20 tuve una pelea con Coreta, porque me empujó, al parecer sin mala

intención. Cuando nos encontramos en la calle, yo le levanté la regla, pero él me dijo: “No,

Enrique, sigamos siendo buenos amigos.” Yo me quedé aturdido por un momento, y luego

me arrojé a sus brazos.

El viernes 24 tuve otro altercado, con mi hermana Silvia, pero mi conciencia me

golpeaba, porque ella había copiado el cuento mensual, “Sangre romañola” que yo debía

haber copiado para el “Albañilito”, que estaba enfermo. Por eso en una notita le dije a mi

hermana: “No soy digno de besar las plantas de tus pies. Enrique.”

El martes 28 el maestro nos pidió que fuéramos a visitar al “Albañilito”. Cuando

salimos de la escuela llovía a cántaros, pero con todo compramos tres naranjas para

llevárselo. Pero Tono, el “Albañilito”, estaba tan mal que tuvimos que marcharnos. Pero

apenas habíamos bajado la mitad de los escalones, el padre llamó a Garrón diciéndole:

“Garrón, te ha llamado por tu nombre; quiere que estés con él! Oh santo Dios! Si fuera

una buena señal!”

De nuevo arriba, Deroso empezó a llorar, y yo le dije: “Lloras por el Albañilito? Si

ya ha hablado, se sanará.” Y él me dijo: “Pensaba en lo bueno que es y el alma tan hermosa

que tiene Garrón!”

El miércoles 29 mi padre escribió una nota para mí, donde me hablaba acerca del

Conde de Cavour, acerca de cuya estatua yo debía escribir una composición. Al hablar del

Conde en su lecho de muerte, mi padre escribe: “Cuando el delirio se apoderaba de él,

exclamaba: ‘Educad a la infancia y a la juventud! Gobernad con la libertad!’ Ahora,

piensa, Enrique: Qué es nuestro trabajo, qué son nuestros dolores, nuestra misma muerte,

frente a los trabajos, a los afanes formidables, a las tremendas agonías de aquellos hombres

sobre cuyo corazón pesa el mundo? Piensa en esto, hijo mío, cuando pases por delante de

aquella estatua de mármol, y dile desde el fondo de tu corazón: ‘Yo te glorifico!’ ”

El cuento del mes:

Sangre romañola

Ocurrió en Romaña, cerca de Forli, en la casa de Ferrucho, junto a la carretera.

Aquella noche estaba más tranquila que de ordinario. El padre había ido de compras,

llevando a su madre y a la pequeña Luisita para que la viera el médico. En casa sólo

quedaron la abuela paralizada y en silla de ruedas y él, Ferrucho, que tenía trece años.

Llovía y hacía viento. Ferrucho llegó recién a las 11 de la noche, magullado, pues

como de costumbre se había peleado. Había perdido su dinero en el juego y su gorra en un

foso. Cuando la abuela se enteró de lo ocurrió lloró mucho y le dijo: “Tú vas por mal

camino. He visto a otros que comenzaron como tú y concluyeron muy mal. Se empieza por

armar camorra y a apostar, y poco a poco de las pedradas se pasa a las cuchilladas. . .”

Ferrucho callaba. Vencido por la emoción iba a lanzarse hacia su abuela, cuando le

pareció oír un rumor en el cuarto inmediato que daba al huerto. Entonces se puso alerta, y

luego dijo, helado de miedo: “Quién anda ahí?”

Dos hombres encapuchados entraron en la habitación. Uno tomó a la abuela por la

garganta, y otro le tapó la boca al muchacho y le preguntaron: “Dónde tiene tu padre el

dinero?” Y él respondió: “Allá. . . en el armario.”

El hombre lo arrastró hasta el cuarto y lo hizo arrodillar delante del armario,

apretándole con sus piernas mientras sostenía el cuchillo entre los dientes y una linterna en

una mano. Con la otra sacó una ganzúa y abrió el armario y lo rebuscó, y se llenó los

bolsillos.

Pero en un momento en que el hombre corrió para ver a qué se debía cierto ruido

afuera, se le cayó el antifaz, y la abuela gritó: “Mozzoni!”

El ladrón reconocido le dijo: “Tienes que morir!” Y se adelantó con el cuchillo en

alto mientras ella se desvanecía. Entonces Ferrucho dio un fuerte grito y se lanzó sobre la

abuela cubriéndola con su cuerpo.

El asesino huyó, y después la abuela volvió de su desmayo. Ferrucho le dijo: “Los

ladrones se llevaron todo el dinero, pero mi padre se había llevado casi todo. Abuela, yo

siempre les he dado disgustos, pero, me perdonas? Perdóname abuela. Gracias abuela,

estoy contento. Os acodaréis todos siempre de mí, de vuestro Ferrucho. . .”

La abuela extrañada le abrazó y gritó: “Ferrucho mío!” Pero él sólo atinó a decir:

“Da un beso a mi madre. . . a mi padre. . . a Luisita. . . Adios abuelita. . .”

La abuela palpó la cabeza del muchacho, que yacía a sus rodillas y clamó, pero

Ferrucho ya no respondió. Había sido herido de una cuchillada en el costado y entregaba su

hermosa y valiente alma a Dios.

EXPERIENCIAS DE ABRIL

La mañana del sábado 1ro. de abril ha sido una de las más hermosas del año. Estaba

muy contento, entre otras cosas porque el “Albañilito” había mejorado y porque ayer el

maestro le dijo a mi padre que me iba bien en la escuela. Además, es Primavera! Todos,

hasta el mismo Estardo, parecían contentos.

El maestro miró por la ventana y dijo: “El cielo que sonríe, una madre que canta,

un hombre honrado que trabaja, muchachos que estudian. . . Qué cosa tan hermosa!”

Al ver a mi madre que me esperaba en la calle corrí a su encuentro y le pregunté qué

ocurría para que yo me sintiera tan contento, y ella me dijo sonriendo: “Es la bella estación

y la conciencia tranquila.”

A las diez en punto del lunes 3 fuimos con Coreta y su padre para ver al rey

Humberto que visitaba la ciudad y era recibido por una multitud de gente. El padre de

Coreta llevaba al cuello su medalla de soldado del Cuarto Batallón del 49, y el sargento que

vigilaba le dejó pasar adelante de la gente, porque el entonces príncipe Humberto había

sido por breve tiempo comandante de aquel Batallón. El hombre estaba en su gloria y decía:

“Siempre lo he dicho! Decir ‘Cuarto Batallón del 49’ es una palabra mágica!”

El tren llegó, la banda tocó, acudieron los oficiales y la gente se puso en punta de

pies. Millares de sombreros saludaron. El rey subió a su carruaje y pasó junto a nosotros, y

cuando miró la medalla del papá de Coreta se detuvo un momento, y él gritó: “Cuarto

Batallón del 49!” El rey extendió su mano y Coreta padre dio un salto hacia adelante y se la

apretó.

La multitud se interpuso, y Coreta hijo se perdió, pero su padre lo encontró y le

dijo: “Ven acá, chiquitín, que todavía tengo caliente la mano!” Y le pasó la mano por la

cara diciendo: “Esta es una caricia del rey!”

El martes 4 me llevó mi madre al asilo infantil. Iba para recomendar a la directora a

una hermanita de Precusa, el hijo del herrero. Allí había niños y niñas muy pequeños.

Llegamos en el momento en que iban a recibir sus alimentos en el refectorio. Luego de un

momento de desorden, vino la oración. Daba gusto verlos con las manitas juntas y los ojos

al cielo, pero con sus corazones en el plato.

Después todo era un revoltijo. Uno comía con dos cucharas; otro comía con los

dedos, y el de más allá tosía y lanzaba una granizada de arroz por la boca.

Entretanto, mi madre había vuelto al jardín y acariciaba ya a uno, ya a otro. Muchos

se le echaban encima pidiéndole un beso y uno le ofreció una tajada de naranja ya mordida.

Otros corrieron a ella con sus caras manchadas de huevo. Uno le cogía el dedo para ver la

sortija, otro le tiraba la cadena de su reloj, y otro se esforzaba por alcanzar sus trenzas.

Cuando salíamos gritaban: “Adiós! Adiós! Vuelva mañana otra vez!” Y mi

madre, ajada, ensuciada y fatigada se sentía contenta, como si saliera de una fiesta.

El miércoles 5 se encontraba Garrón en la oficina del director cuando llegó la mamá

de Nelle para suplicar que dispensasen a su hijo de hacer gimnasia, contra la voluntad de su

hijo, quien le decía: “No me importa que se burlen de mí, mamá! Aquí está Garrón; me

basta con que él no se ría!”

Efectivamente, en la clase de gimnasia algunos empezaron a burlarse de Nelle, pero

Garrón cruzó sus brazos sobre el pecho y echó en derredor una mirada tan expresiva que

todos quedaron paralizados. Entonces Nelle comenzó a trepar dificultosamente a las barras

verticales, se le ponía la cara morada, respiraba muy fuerte, le corría el sudor por la frente,

y aunque el maestro le dijo que se bajara, él hizo esfuerzos sobrehumanos. Entretanto

Garrón, Deroso y Coreta gritaban: “Arriba, Nelle!”

Nelle logró proezas y todos aplaudieron. Estaba excitado, sus ojos resplandecían, y

no parecía él mismo.

Anteayer mi padre leyó el diario y saltó de sorpresa exclamando: “Sabéis que

todavía vive mi primer maestro de la escuela? Y yo que le creía muerto hacía veinte años!

El ministro le ha dado a Vicente Croseti la medalla por sus sesenta años de enseñanza!

Iremos a verle mañana, Enrique!”

Mientras iban en tren, mi padre me decía: “El fue el hombre que más me quiso

después de mi padre.”

Era un viejo pequeñito de barba blanca y apoyado en su bastón. Arrastraba los pies

y le temblaban las manos. Pero todavía tenía los ojos claros y vivos. También se acordó de

mi padre y de varias circunstancias de su niñez.

Nos encaminamos a su casa y nos sentamos junto a su pequeño escritorio, y entre

conversación y conversación sacó un papel amarillento y se lo dio a mi padre diciendo: “Es

un trabajo suyo de hace cuarenta años.”

Mi padre lo vio con atención y se dio cuenta de que en algunas partes la escritura

era de su madre, quien completaba la tarea cuando el sueño vencía a su hijo.

Mi padre invitó a su maestro a cenar en nuestra posada. Le cortaba la carne, y para

beber le ponía el vaso entre ambas manos, pero aun así lo hacía chocar con sus dientes, y

cuando derramaba el vino, mi padre le limpiaba con la servilleta.

El maestro insistió en acompañarnos a la estación, y en el momento de subir, mi

padre tomó de su mano su tosco bastón, y puso en su lugar otro con puño de plata con sus

iniciales grabadas. El maestro intentó devolvérselo, pero mi padre ya estaba dentro del tren,

desde donde exclamó: “Hasta la vista!” Pero el maestro movió la cabeza diciendo: “Ya no

nos veremos más.” Pero mi padre repitió: “Sí, hasta la vista.” Y el maestro levantó su mano

temblorosa al cielo y dijo: “Allá arriba!” y la mantuvo en alto hasta que desapareció de la

vista.

El jueves 20 Enrique recibió otra nota de su padre en que le apremiaba a conservar

sus amistades. Le decía: “Júrate a ti mismo que nada podrá jamás arrancar de tu alma estas

santas amistades infantiles.”

El viernes 28 el maestro nos dio la triste noticia de que la mamá de Garrón había

muerto el sábado. Garrón volvió a la escuela al siguiente día, pero al recordar a su madre

que le recogía casi a diario, estalló en llanto.

El profesor lo acompañó a su banco, cerca de mí. Abrió su libro de lectura, pero al

ver el dibujo de una madre volvió a hundirse en el llanto.

El sábado 29 el maestro nos dijo que iríamos a la Municipalidad a presenciar la

entrega de una medalla a un muchacho que había salvado a un niño de morir en el río Po, y

que no habría el cuento mensual.

Después nos leyó una carta que había escrito el héroe José Mazzini, apóstol de la

revolución italiana, para consolar a cierto amigo suyo que había perdido a su madre. Dicha

carta terminaba así: “Sé fuerte y bueno; ten la tranquilidad de los grandes sufrimientos en

las grandes almas. Esto es lo que ella quiere.” Luego se dirigió a Garrón y le dijo:

“Garrón! Sé fuerte y está tranquilo; esto es lo que ella quiere.”

Garrón prorrumpió de nuevo en llanto y sus gruesas lágrimas mojaron el banco.

Cuando entramos al patio del palacio municipal, ya estaba lleno de gente. Había

sillas de honor para el alcalde y la junta, y una compañía de guardias y otra de carabineros

y otra de bomberos estaban con sus uniformes de gala. La gente se apiñaba sobre las rejas.

Cuando la multitud empezó a aplaudir, vimos a un hombre que llevaba de la mano a un

niño, y la madre iba al lado. Cuando empezó el ceremonial, el alcalde dio un breve discurso

acerca del heroísmo de aquel niño. Un viva atronador hizo retumbar el palacio mientras el

alcalde puso la condecoración en el pecho del niño. Luego le dijo: “Que el recuerdo de este

día te sostenga toda la vida en el camino de la virtud y del honor.”

EXPERIENCIAS DE MAYO

El viernes 3 me he chachado de la escuela porque no me sentía bien y mi madre me

llevó al Instituto de los Niños Raquíticos para recomendar a una hijita del portero, pero no

me dejó entrar al interior. Después me dijo que hizo eso para no presentar delante de

aquellos pobres niños un muchacho sano y robusto como yo, porque el verlos angustiaba el

corazón.

Martes 9: Mi hermana Silvia tiene un corazón tan noble y generoso como mi madre.

Ella le había oído a mi papá hablarle a mi mamá de la grave situación económica familiar, y

habló conmigo para que nos sacrificáramos y desistiéramos de los regalos que nos habían

prometido (una caja de pinturas y un abanico). También le dijo a mamá: “Y si hay otro

sacrificio que hacer lo haremos gustosos. Yo te serviré de criada y nada daremos a coser

fuera de casa.”

Pero esta mañana encontré bajo mi servilleta mi caja de pinturas, y Silvia su

abanico.

El jueves 11 mientras pensaba en el tema para la composición que tenía que

escribir, entraron los bomberos a casa para examinar las chimeneas, porque habían visto

humo saliendo de nuestra casa. Entonces mi padre me dijo que un tema bueno para mi

composición sería hablar del noble trabajo que realizan los bomberos. Y le contó cómo les

había visto actuar en un incendio, de manera especial al cabo Robbino. Y mientras me

hablaba de él, se da cuenta que uno de los bomberos que había entrado a inspeccionar la

chimenea era el cabo Robbino!

El miércoles 24 ya se percibe la atmósfera de verano. Las cabelleras han

desaparecido; todas las cabezas están rapadas, y la ropa es liviana y de colores alegres. El

“Albañilito” lucía un amplio sombrero de paja. Y Garofi, ahora que ha tenido que dejar su

grueso abrigo, han quedado visibles sus bolsillos llenos de baratijas y de boletos de las rifas

que anda organizando. Sólo me causa pena ver a Garrón de luto, y a mi pobre maestra cada

vez más pálida y tosiendo con más fuerza. Ya camina encorvada y con una expresión tan

triste. . .

El viernes 26 recibo otra nota de mi padre en que me habla acerca del mundo de la

escuela, y termina diciendo: “Qué hermoso es todo esto; cuán grande y qué inmensa

promesa para el mundo!”

El domingo 28 nos visitó Jorge, nuestro antiguo jardinero que ha vuelto de Grecia

después de trabajar tres años allá. Está algo envejecido, pero conserva la cara jovial de

siempre. Preguntó a mi madre sobre su hijita que estaba en el Instituto de Sordomudos.

“Cómo haremos para entendernos?” decía angustiado el pobre.

Mi padre me pidió que lo acompañase al Instituto, para visitar a su hija. La chica

apretó a su padre y se puso a llorar. Se acercó la maestra y le preguntó: “Quién es este

hombre que ha venido a buscarte?” Y la chica respondió: “Es mi padre.” Y el jardinero

empezó a gritar como loco: “Habla! Pero es posible?”

Y le dijo a su niña: “Oyes lo que te digo?” Y la maestra le dijo: “No, señor, no oye,

pero comprende por los movimientos de nuestra boca cuáles son las palabras que se le

dicen; pero no oye las palabras ni de usted ni las que ella misma pronuncia.”

El jardinero permaneció con la boca abierta. El tomó la mano de la maestra y la

besó. Después sacó a su hija a pasear, y la niña exclamó con voz entrecortada: “Oh, qué

Sol tan hermoso!”

El cuento del mes:

De los Apeninos a los Andes

Hace muchos años, el hijo de un obrero genovés, de trece años, viajó solo a

América para buscar a su madre, quien había viajado dos años antes a Buenos Aires para

trabajar y ganar algo con qué levantar a su familia que había caído en la ruina.

La madre mantuvo por un tiempo correspondencia con los suyos en Italia y enviaba

a su casa dinero cada tres meses, con lo cual el marido fue pagando las deudas de la familia

y adquiriendo buena reputación.

Pero después de una carta breve en que la mujer decía no estar bien de salud,

perdieron contacto con ella. El Cónsul de Italia en Argentina también informó a la familia

en Italia que no habían podido ubicarla, quizás porque ella no había dado su verdadero

nombre a sus patrones.

El esposo y los hijos estaban consternados, y al más pequeño, Marcos, le oprimía

una tristeza que no podía vencer. Cierta noche dijo: “Voy a América a buscar a mi madre.”

El padre movió la cabeza y no respondió, porque le parecía que sería imposible.

Pero el comandante de un barco mercante le ofreció un boleto gratis para su hijo, de modo

que el padre consintió con el viaje, y una tarde del mes de abril lo embarcaron.

Pobre Marcos! Cuando se encontró en alta mar le asaltó la desesperación, y en sus

penosos sueños veía la cara de un desconocido que le decía, “Tu madre ha muerto”. Y se

despertaba gritando.

Pasaron el Estrecho de Gibraltar y entraron en el Océano Atlántico y el viaje se hizo

más pesado y parecía eterno. Y de nuevo en sus sueños se le aparecía aquel desconocido

que le decía: “Tu madre ha muerto.”

* * *

Veintisiete días duró el viaje, y había logrado entablar amistad con un viejito

lombardo que le daba palmaditas en el cuello diciéndole: “Animo, muchacho! Encontrarás

a tu madre sana y contenta.”

En una hermosa mañana de mayo llegaron y el barco echó anclas en Río de la Plata,

a cuya orilla se extiende la ciudad de Buenos Aires. Estaba tan feliz que casi no se dio

cuenta que en el barco le habían robado la mitad de su dinero. Pero se sentía cada vez más

cerca de su madre. Se despidió de su amigo y se encaminó a la ciudad y preguntó por la

calle “Las Artes”. Cuando llegó buscó el número 117; la tienda de su tío era el número 175.

Una señora de anteojos le preguntó qué quería. El le preguntó: “No es esta la tienda de

Francisco Merelli?”

La señora le dijo que él había muerto en Bahía Blanca. Como la mujer podía hablar

en italiano, Marcos le dijo que había venido de Italia para buscar a su madre, que servía en

casa del señor Mequínez. Un muchacho que trabajaba en casa de ella resultó conocer al

señor Mequínez, cuya casa estaba al final de la calle “Las Artes”, y como no se acordaba el

número se ofreció para llevarlo.

Cuando llegaron a aquella casa encontraron que el señor Mequínez ya no vivía allí y

que se había trasladado a Córdoba. Marcos preguntó: “Y se han llevado también a mi

madre?” En ese momento se acercó un señor y le preguntó: 2Es genovesa tu madre? Ella

se fue con ellos.”

Marcos se dijo dando un suspiro: “Iré a Córdoba.” Y aquel señor le hizo pasar a la

casa y le dio una carta para un señor que le encaminaría para llegar a Córdoba.

* * *

Al día siguiente, después de pasar la noche en un cuartucho del Barrio del Boca, así

de cansado como estaba, se dirigió a Córdoba. El viaje duró tres días y cuatro noches

viajando contra corriente por el río Paraná. Así llegaron a Rosario y cuando fue a buscar al

señor a quien le habían recomendado, un hombre malo le dijo: “Vete a pedir limosna a

Italia!” Y le cerró la puerta en las narices.

Una voz le sacó de su letargo diciéndole: “Qué tienes, chiquillo?” Era el viejo

lombardo que había conocido en el barco. El viejo lo llevó a un hospicio de italianos y

pidió que le ayudaran a llegar a Córdoba.

Todos le acariciaban la cabeza y juntaron dinero para ayudarle y a la mañana

siguiente ya estaba en camino rumbo a Córdoba, en vagón. Pero en medio del malestar del

largo viaje de nuevo soñÓ que le decían: “No está aquí! No está aquí! No está aquí!”

Llegado a Córdoba preguntó a un empleado de la estación si conocía a un ingeniero

apellidado Meníquez. Logró conseguir su dirección y cuando llegó a la casa, una señora le

dijo que se había ido a vivir a Tucumán. Pobre niño, Tucumán estaba a una friolera de 500

millas!

* * *

La misma señora le dio instrucciones cómo llegar a Tucumán. El dueño de un

carruaje le dijo que no tenía más lugar, pero hizo lo posible para llevarlo sólo hasta

Santiago del Estero, encima de unos costales.

El camino era largo y el corazón se le quería salir del pecho. Se enfermó; tres días

estuvo sobre el carruaje cubierto de una manta.

En Santiago del Estero le animó ver que las montañas azules de los Andes le traían

recuerdos de los Alpes de Italia. El primer día caminó hasta que le faltaron las fuerzas y se

quedó a dormir debajo de un árbol, y a veces lloraba en silencio.

Pasaron cuatro días, cinco, una semana. Le faltaban ya las fuerzas y los pies le

sangraban. Al fin le dijeron: “Tucumán está a cinco leguas de aquí.”

El corazón le saltaba de gozo y clamaba: “Oh madre mía! Dónde estás? Qué

haces en este instante? Te acuerdas de tu Marcos que ahora está tan cerca de ti?” Su

madre se encontraba gravemente enferma en un cuartito de la familia Mequínez, que le

había tomado mucho cariño.

Al día siguiente, temprano, Marcos, con su costalillo a la espalda llegó a la ciudad

de Tucumán. Pero cuando preguntó por la familia Mequínez alguien le respondió: “La

familia Mequínez no está en Tucumán, sino en una casa de campo a pocas millas de aquí.”

Marcos siguió preguntando si sabían algo de su criada italiana, y un joven intervino para

preguntar: “La Genovesa? Sí la he visto.”

Marcos se propuso ir de inmediato allá. Un buen hombre le acompañó fuera de la

ciudad y le indicó el camino. A los pocos minutos el muchacho desapareció cojeando, con

su costalillo a la espalda.

En la casa de campo su madre esta moribunda y deliraba mencionando el nombre de

su hijo Marcos y viendo imágenes de su Génova natal.

* * *

Marcos seguía caminando aun de noche, en medio de la oscuridad, disputándose el

terreno palmo a palmo. Estaba agotado, pero no sentía el cansancio. Estaba solo, pero no

tenía miedo, pero interesantemente la imagen de su madre se le aclaraba en su mente, casi

como si estuvieran hablando.

A las ocho de la mañana el médico de Tucumán intentaba persuadir a la enferma

que se dejara operar, pero de nuevo todo era inútil, y el médico, desanimado, desistió. Y la

pobre mujer empezó a dar sus últimas instrucciones, sin dejar de mencionar el nombre de

su hijito Marcos.

Entonces alguien le dijo con voz temblorosa: “Josefa, tengo que darte una buena

noticia. Prepara tu corazón para una noticia que te dará mucha alegría. Prepárate para ver a

alguien que quieres mucho y que acaba de llegar. . . inesperadamente.” Marcos, lacerado

y cubierto de polvo estaba de pie en el umbral.

* * *

Cuando vio a su hijo adorado, la mujer decidió someterse a la operación, y Marcos

desde fuera escuchó un grito agudísimo, como de un herido de muerte. Y preguntó

desesperado:

Mi madre ha muerto?

El médico se presentó en la puerta y le dijo:

Tu madre se ha salvado. Levántate! Eres tú, heroico niño, quien ha salvado a su

madre!

EXPERIENCIAS DE JUNIO

El 3 de junio el padre de Enrique le escribió una nota en que le dice a su dijo: “Ayer

ha muerto Garibaldi, el que liberó a diez millones de italianos de la tiranía de los

Borbones.” Y luego pasa a instruirle acerca de su valor y su heroísmo.

El domingo 11 hemos ido mi padre y yo a la plaza del Castillo para presenciar la

revista de los soldados y el desfile. Mi padre me hablaba del valor y de la responsabilidad

de estos hombres que han sido llamados a defender a la patria italiana.

El martes 14 mi padre me escribió otra nota enseñándome cómo se saluda a la patria

en los días de las fiestas patrias. Su nota termina pidiéndome que diga siempre: “Juro que te

serviré en lo que pueda, con la inteligencia, con el brazo y con el corazón.”

El viernes 16 ya estamos en pleno verano, y todos empiezan a sentirse cansados. Mi

madre me alienta diciéndome: “Animo! Sólo faltan pocos días para las vacaciones!”

Pero me da impulso el ejemplo de los muchachos que trabajan en los campos y en

las fábricas, o el ejemplo de Deroso, que estudia incansablemente, o el ejemplo de Coreta,

que se levanta a las cinco de la mañana para ayudar a su padre a llevar leña.

Esta mañana Coreta se quedó dormido en la escuela y no pudo despertarse. Al saber

el maestro que había estado trabajando desde las cinco de la mañana llevando leña, le dejó

dormir.

El sábado 17 recibí una nota escrita por mi madre, que empezaba así: “Seguramente

que ni Coreta ni Garrón responderían a su padre como tú has respondido al tuyo. Cómo ha

sido posible, Enrique? Siempre que a una reprensión de tu padre te venga a los labios una

mala respuesta, piensa en aquel día, que llegará irremisiblemente, en que tenga que llamarte

a su lecho para que oigas su voz por última vez. . .”

Lunes 19: Ayer nos encontramos en la Plaza del Estatuto con nuestras provisiones y

cantimploras y fuimos en ómnibus de paseo a las colinas. Qué día más hermoso! Pero al

regresar encontré muy mal a mi maestra, y eso me entristeció mucho.

El domingo 25 fuimos al teatro para ver la distribución de premios a los obreros.

Algunos de los premiados tenían a su mujer y a sus hijos en la platea, y había niños que

llamaban a su padre por su nombre en alta voz cuando iba al escenario. A un lustrabotas el

prefecto le dio un diploma. Tras él pasó el padre del “Albañilito”, que había ganado el

segundo premio.

El martes 27 empezó la agonía de mi pobre maestra y después de siete días murió.

El director de la escuela dio un breve discurso dirigiéndose a los niños que habían sido sus

alumnos. Y Precusa se echó a llorar.

Pobre maestra! Ha dejado sus pocos libros a los alumnos; a uno un tintero, a otro

un cuadrito, todo lo que poseía. Adiós para siempre mi buena amiga, dulce y triste

recuerdo de mi infancia!

Miércoles 28: Pasado mañana escucharemos el último cuento mensual del año

escolar, intitulado “El Naufragio”, y el sábado primero de julio, los exámenes, y se acabó!

Doy gracias a todos en este momento. Doy gracias a ti, mi buen maestro, que has

sido tan afectuoso conmigo. Te doy gracias, Deroso; a ti, Estardo; y a ti, Garrón, generoso y

bueno, que haces iguales a todos los que te conocen. También a vosotros, Precusa y Coreta

que me habéis dado ejemplo en los sufrimientos y en el trabajo. Pero sobre todo, a ti, padre

mío, mi primer maestro, mi primer amigo. Y a ti, dulce madre mía, mi bendito ángel de la

guarda. Yo hinco mis rodillas ante ustedes y les doy gracias con toda la ternura que

pusisteis en mi alma en doce años de sacrificios y de amor.

El cuento del mes:

El naufragio

Hace algunos años zarpaba del puerto de Liverpool rumbo a Malta un barco a vapor

con doscientas personas a bordo, entre ellos varios italianos. Y entre los viajeros de tercera

clase se encontraba un muchacho siciliano de doce años de edad, llamado Mario. Iba solo y

tenía el aspecto de un muchacho que acababa de experimentar una gran desgracia.

Poco después de la salida, uno de los marineros le presentó a una muchacha,

ligeramente más alta que él, que se sentó al lado del chico que le preguntó: “A dónde vas?”

La chica, que se llamaba Julieta Faggiani, le respondió: “A Malta, vía Nápolis. Allí me

esperan mis padres.”

El viento arreciaba, pero los muchachos no tenían cuidado. Ella, que tenía la misma

edad que él, sonreía, y mientras comían algunos mendrugos conversaban acerca de ellos

mismos. El muchacho era huérfano; su padre había muerto en Liverpool hacía pocos días, y

el cónsul italiano le estaba enviando a Palermo, donde tenía familiares. La muchacha había

estado en Londres viviendo con su tía, que murió aplastada por un ómnibus. Ambos chicos

habían sido recomendados al marinero italiano.

Todo el día estuvieron juntos, y los pasajeros creían que eran hermanos. Por la

noche se despidieron, pero un repentino golpe del mar le arrojó al suelo al muchacho.

La muchacha se arrodilló junto a Mario, le lavó la frente, que sangraba, y ató su

pañuelo rojo alrededor de su cabeza. Pero en pocos momentos de desencadenó una horrible

tempestad y las olas despedazaron el mástil del barco y la plataforma que cubría la máquina

se rompió. El último bote salvavidas que tenían fue arrojado al mar y bajaron catorce

marineros y tres pasajeros. El capitán rehusó bajar, diciendo: “Yo debo morir en mi

puesto.”

Desde el bote salvavidas los marineros pedían que también se tirara el muchacho,

para salvarlo. Pero Mario gritaba: “Tú, Julieta! Tú tienes padre y madre; yo te cedo mi

lugar.” Y agarró a Julieta por la cintura y la arrojó al mar, y un marinero la subió al bote.

Cuando la muchacha recobró el sentido vio a Mario y empezó a llorar: “Adiós,

Mario”

Le gritó entre sollozos con los brazos tendidos hacia él, y el bote se alejaba

velozmente sobre el mar agitado. De pronto el muchacho cayó de rodillas con las manos

juntas y los ojos vueltos al cielo, y la muchacha se tapó la cara. Cuando echó una mirada

sobre el mar, el barco había desaparecido.

EXPERIENCIAS DE JULIO

El sábado 1ro. de julio la mamá de Enrique le escribió esta nota a su hijo: “El año

ha terminado, Enrique, y vale la pena que te quede como recuerdo del último día la imagen

del niño sublime que dio la vida por su amiga. Ahora que vas a separarte de tus maestros y

de tus compañeros, tengo que darte una mala noticia. La separación no sólo será de tres

meses, sino definitiva.”

La nota terminó diciendo: “La escuela es una madre, Enrique mío. Ella te arrancó de

mis brazos, cuando apenas hablabas, y ahora te me devuelve grande, bueno y aplicado.”

El martes 4 sólo se oye hablar de los exámenes. Ayer fue el examen de

composición; esta mañana es el de matemáticas. El maestro da vueltas por entre los bancos

animándonos. A las doce en punto todos habíamos concluido.

Allí estaban mi padre, el padre de Precusa, y a poco oímos al herrero Precusa que se

alejaba cantando de alegría por su hijo.

Esta mañana se realizó el examen oral. Mientras pasábamos de cuatro en cuatro,

tuve que decirle a Garrón que el próximo año nos iríamos a Turín. El extendió su mano, y

yo tomé esa mano fuerte y leal y la estreché entre las mías.

El lunes 19 estábamos todos en la escuela por última vez para saber el resultado de

los exámenes y recoger los certificados. El maestro nos dio los buenos resultados y se

despidió diciéndonos: “Si alguna vez me ha faltado la paciencia, o he sido injusto o

demasiado severo, perdonadme.”

Los niños se despedían emocionados. Yo le di un fuerte abrazo al “Albañilito”,

precisamente en el momento en que me ponía por última vez ese hociquito de liebre. Y

todos rodearon a Garrón para decirle: “Adiós, Garrón! Hasta la vista!”

Garrón me besó en la frente, y luego corrí hacia mis padres que me esperaban.

8

LA ILIADA Y LA ODISEA

Homero

La Ilíada y la Odisea son dos obras poéticas que nos llegan desde la antigua Grecia

de hace más de 3,000 años.

El autor acreditado es un ciego llamado Homero, que se hizo famoso por recitar el

contenido de la Ilíada y la Odisea en las festividades de su nación. Podría haber sido otro el

autor, o podría haber habido más de un autor, pero debido a que las recitaba Homero, su

nombre ha quedado para siempre vinculado con estas obras tan interesantes.

El género de la Ilíada es predominante épico, y el género de la Ilíada es

predominante lírico, debido a su trama: La Ilíada narra los actos de heroismo de los

generales de los aqueos y de los troyanos, y la Odisea narra las aventuras de uno de ellos,

Odiseo (llamado también Ulises), de regreso a su patria y al seno de su adorada y fiel

esposa Penélope.

Las características de la cultura del mundo de aquellos tiempos, una mezcla de

mitología y de realidad histórica, son una expresión de la mentalidad de los griegos, con

quienes se entremezclan en todas las circunstancias de la vida los dioses que descienden a

la tierra en forma de seres humanos.

Tanto la Ilíada como la Odisea hablan de lugares maravillosos y de tesoros

increíbles, y muchas de las cosas que relatan han sido comprobadas por las excavaciones

arqueológicas llevadas a cabo primero por el arqueólogo alemán Henry Schliemann y luego

por el arquéologo Evans. Por ejemplo, se ha descubierto la capital de los aqueos (de Acaya,

una región de Grecia), que era Micenas, a la cual la Odisea se refiere como una ciudad de

oro, y efectivamente las mortajas de sus reyes eran de oro, tanto sábanas de oro, como

máscaras de oro, las cuales se encuentran en el Museo de Atenas.

Pero el descubrimiento más admirable se relaciona con el escenario de la guerra que

describe la Ilíada: La ciudad de Troya, la cual ha sido descubierta por Henry Schliemann

cerca de la costa occidental de Turquía.

Resulta pues que tanto la Ilíada como la Odisea tienen un trasfondo histórico y

geográfico reales que ha servido para reconstruir la historia de la antigua Grecia.

Como la Ilíada y la Odisea fueron escritos en poesía griega antigua, para que se

pueda entender su trama se hace necesario verterlos en prosa y aun resumirlos. Por eso nos

bastará con dar un resumen de su contenido a continuación:

LA ILIADA

La Ilíada narra una guerra que se originó en un acto de traición. Hace más de 3000

años, el príncipe Paris, hijo de Príamo, rey de Troya se alojó en uno de sus viajes en el

palacio de Menelao, rey de Esparta (una ciudad estado de Grecia). Pero el bandido se

enamoró de la belleza de Helena, la esposa del rey de Esparta y se la llevó consigo a Troya.

Ni corto ni perezoso, Menelao organizó un ejército griego aliado para ir contra

Troya. Entre los valientes que se aliaron con él se contaban los héroes legendarios Ulises,

Aquiles y Agamenón.

El viaje hacia Troya fue mediante una gran flota de barcos, y una vez llegados a las

costas de la actual Turquía, sitiaron a la ciudad de Troya durante nueve años.

La ciudad de Troya era extraordinariamente poderosa, y los aqueos no la podían

tomar, hasta que por fin lograron los aqueos tomar Troya gracias a un estratagema de

Ulises, que era recontra ducho. El ideó construir un caballo gigante de madera, y

empezaron a rendirle culto como si se tratase de la imagen de su dios.

En uno de los ataques de los Troyanos contra los aqueos, los aqueos vivazos

simularon que huían y abandonaban a su dios caballo en el campo de batalla. Los troyanos

tomaron este caballo como trofeo de guerra y lo llevaron a Troya. Pero como era más alto

que las puertas de la ciudad, tuvieron que romper su propia muralla para que el caballo

pudiera entrar. Después repararon a medias la muralla.

Una vez el caballo dentro de la ciudad de Troya, Ulises y algunos valientes que se

habían escondido dentro de la barriga del caballo, salieron de su escondite de noche y

comenzaron a incendiar la ciudad de Troya. Entonces sus compañeros, al ver la señal del

fuego, volvieron contra la ciudad y encontraron que Ulises y sus hombres habían ya abierto

sus puertas, por donde entraron victoriosos los aqueos.

Aquel estratagema se hizo famoso y se le llamó el “Caballo de Troya”, y hasta el

día de hoy es alabado como una ejemplar estrategia de guerra.

En este año 2004, Hollywood ha llevado a la pantalla del cine el contenido de la

Ilíada, en una monumental otra intitulada TROYA, que se está proyectando en los cines de

la ciudad de La Paz.

75

LA ODISEA

Uno de los héroes aqueos (de Acaya, Grecia) que participaron en la guerra de Troya

se llamaba Odiseo, y de allí deriva el nombre del poema de La Odisea, es decir, la

hazaña de Odiseo. Pero en las traducciones de la Odisea se acostumbra llamar a Odiseo,

Ulises, que es otro nombre suyo.

Ulises era rey de Itaca, una isla de Acaya o Grecia, y después de la victoria de los

aqueos sobre los troyanos en la guerra de Troya, pasa veinte años vagando por tierras y

mares desconocidos, donde experimenta sucesos fantásticos y prodigiosos.

Entretanto, en su palacio, en Itaca, donde dejó a su hermosísima esposa llamada

Penélope y a su hijo pequeño cuando salió para defender el honor de los aqueos que había

sido ultrajado por los príncipes de Troya, ocurren cosas muy trágicas: Su esposa es

asediada por muchos pretendientes que la desean por su belleza y también porque quieren

convertirse en herederos del reino y del trono de Ulises. Esos conchudos, no solamente

quieren seducir a la mujer de Ulises, sino que celebran grandes banquetes y derrochan todo

el patrimonio de Ulises, sin que Penélope y su hijito no puedan hacer nada.

Pero Penélope ideó un estratagema para embromar a sus pretendientes mientras

llega su esposo a Itaca: Ella les dijo que cuando terminase de tejer una chompa, escogería

con cuál pretendiente se casaba. Pero ella tejía de día y de noche destejía, y de esta manera

pasó el tiempo hasta que llegó su esposo y les dio a todos su merecido.

Este poema lírico ensalsa el amor de Ulises y de Penélope y de su fidelidad a pesar

de las circunstancias y el mucho tiempo transcurrido.

HECTOR Y AQUILES

La historia de Héctor y Aquiles ha sido narrada hace 3000 años por un poeta griego

que era ciego y que se llamaba Homero, en su libro que se llamaba La Ilíada.

Héctor era el héroe de los ejércitos de Troya, y Aquilles era el héroe de los ejércitos

de Grecia, que estaban en guerra a causa de que un príncipe troyano llamado Paris había

robado la bella mujer de un rey griego llamado Menelao. Aquella reina griega, que se

llamaba Helena, fue llevada a Troya, y hasta Troya llegaron los griegos con sus naves, para

destruir la ciudad de Troya y lavar el honor de los griegos. El combate final que dio la

victoria a los griegos se libró entre Héctor y Aquiles, y terminó con la victoria de Aquiles,

ayudado por los dioses de Grecia, porque Aquiles era un héroe que era medio dios, y

decidido a vengar la sangre de su amigo Patroclo, que había sido muerto por Héctor en el

campo de batalla.

76

LA CIVILIZACION GRIEGA

Es interesante que los griegos no llaman a su país Grecia, sino Hélade, y a su idioma

no llaman griego, sino heleno.

La civilización griega es la cuna de la civilización occidental porque en la

civilización europea y americana están vivos las palabras de su idioma, sus conceptos sobre

democracia (griego démos, “pueblo”) o gobierno del pueblo y muchos aspectos de su

cultura, como las características tan impresionantes de sus edificaciones. También los

Juegos Olímpicos tuvieron su origen en las competencias atléticas de Grecia, que tenían

lugar en la ciudad de Olimpia. En honor a Grecia, los últimos Juegos Olímpicos han sido

realizados en Grecia.

Grecia nos ha dejado ejemplos de arquitectura que todavía influyen en tiempos

modernos debido a sus hermosas columnas, capiteles y frisos. En importantes ciudades

modernas se pueden ver estas construcciones tan atractivas como las ruinas del Acrópolis

de Atenas, que era un conjunto armónico de edificios públicos fortificados en la parte alta

de una montaña. En la parte baja estaba el resto de la ciudad, edificada alrededor de una

majestuosa plaza llamada en griego ágora.

Atenas, que actualmente es la capital de Grecia, ha sido en el pasado una polis,

es decir, una ciudad que tenía las características de un estado independiente: Su gobierno

propio, su defensa propia y sus relaciones con otras ciudades-estados. Esta característica de

Grecia, de sus ciudades-estados resulta de que su territorio es muy accidentado y

favoreció el aislamiento de sus ciudades una de otra, aunque estaban identificadas por su

idioma griego y su cultura griega.

Otra polis o ciudad-estado importante era Esparta, pero se diferencia de Atenas

porque no desarrolló la democracia sino que se desarrolló como una polis militarizada.

Finalmente, Atenas y Esparta libraron una sangrienta guerra llamada Guerra del

Peloponeso, porque Esparta está en una península griega llamada Peloponeso.

La época que más caracteriza a la civilización griega es la Grecia Clásica, que

tuvo su florecimiento en el siglo 5 antes de Cristo. A este siglo se le llama también siglo

de Pericles, porque él fue el gobernante griego que promovió este florecimiento.

Pero también es importante el Período Minoico, de los orígenes de Grecia, que

se desarrolló en la isla griega de Creta, cuyo nombre deriva del legendario rey Minos y que

gobernó desde un enorme y complicado palacio llamado Laberinto en la ciudad de

Cnosos. Y el Período del Helenismo, que sigue al período de la Grecia Clásica y que

se caracteriza por la difusión de la cultura griega en todo el mundo antiguo. El Período

Helenístico empieza con el corto gobierno de Alejandro Magno, rey de Macedonia, que

era una región al norte de Grecia y de cultura también griega. Pero también antes de este

período los griegos emigraron y llevaron su cultura a lugares importantes como Troya, que

está en Turquía (o Asia Menor), cuya conquista por los griegos se describe en la obra

griega llamada Ilíada. Este período se conoce con el nombre de Micénico, porque

entonces la ciudad de Micenas era la más importante de Grecia.

Las Guerras Médicas, que son las guerras entre Grecia y el Imperio Persa, nada

tienen que ver con los médicos, sino que su nombre deriva de que una región muy

77

importante del Imperio de Persia se llamaba Media.

La democracia de Atenas no fue una democracia según nuestro esquema moderno,

porque no todas sus instituciones (el Consejo o Bulé o el Tribunal de los Heliastas) eran

como los congresos modernos. También era una democracia restringida porque las mujeres

no eran consideradas ciudadanas ni participaban de la Asamblea Popular o Eclesía. Este

estado de la mujer prevalecía aunque fueran esposas o hijas de ciudadanos libres. También

habían muchos esclavos, y filósos prominentes como Aristóteles consideraban la esclavitud

algo natural.

En la parte más alta de la Acrópolis de Atenas destaca un templo de estilo dórico

muy impresionante y se llama el Partenón o templo de la Virgen (griego: parthénos,

virgen), pero no tiene nada que ver con la virgen María, sino con la diosa griega Atenea,

a la cual los griegos llamaban Partenos, porque tenía el aspecto de una reina de belleza

jovencita. Los griegos no tuvieron problema para representar el cuerpo del hombre y la

mujer desnudos y en toda su belleza. Pero muchas esculturas griegas no representan gente

común, sino dioses y diosas griegas en forma humana, y también héroes que eran

considerados hijos de dioses con seres humanos. Así, Hércules era hijo del dios Zeus y

madre humana.

La palabra griega filosofía (griego: filos, amor, y sofía, sabiduría) significa

amor por la sabiduría y describe la aventura de los griegos en pos del conocimiento.

Otra actividad que desarrollaron los griegos es el teatro. Grecia también le dio al mundo

importantes matemáticos como Euclides y Arquímedes

9

LAS MIL Y UNA NOCHES

“Las Mil y una Noches” es una colección de 1,001 cuentos árabes que una bella

mujer llamada Sherezada le contó a un Sultán que había enloquecido de celos por la

traición de su mujer preferida y se había propuesto matar a todas las mujeres hermosas de

su reino después de hacerlas sus mujeres.

Fue para librarse ella misma y a todas las mujeres hermosas de perecer que a

Sherezada se le ocurrió contarle cuentos al Sultán, cada noche, y como no alcanzaba a

contar el final, le pedía al Sultán que perdonara su vida para que le acabara de contar el

cuento en la noche siguiente. Así lo entretuvo 1001 noches, hasta que el Sultán se sanó de

sus celos, se casó con Sherezada y la paz volvió a su reino.

* * *

Uno de los cuentos que le contó Sherezada al Sultán trataba de un pájaro que

hablaba, un árbol que cantaba y una fuente de aguas amarillas a causa del oro que contenía.

Con su valor, la bella princesa Parizada logró obtener estas tres cosas que le revelaron al

Sultán que en realidad Parizada era su hija, a quien sus tías malvadas habían creído matar

arrojándola al río cuando nació.

Cuando el Sultán se enteró de la verdad mandó matar a esas mujeres malvadas, que

eran hermanas de su esposa, y sacó a su esposa, la Sultana, de la prisión de madera en que

la había encerrado a causa de la difamación de sus hermanas, y la alegría volvió al reino

porque la princesa Parizada tenía muy buen corazón.

10

LOS NIBELUNGOS

Los Nibelungos eran una especie de duendes acerca de los cuales se cuenta en los

mitos y leyendas de los germanos, que eran los antiguos alemanes.

Los Nibelungos no eran los personajes centrales de las historias de los antiguos

alemanes, pero como son mencionados en casi todas esas historias, se llegó a conocer a

esas historias como de “Los Nibelungos”.

Las historias de los Nibelungos también hablan de las aventuras del dios de los

antiguos alemanes, que se llamaba Odín, el cual tenía nueve hijas guerreras llamadas Las

Walkyrias.

Las historias de los Nibelungos también cuentan las aventuras de los héroes que

dieron origen a los pueblos guerreros de los Welsas, y entremezclan historias de guerras y

duelos con conmovedoras historias de amor, entre las que destaca el amor del héroe

Sigfrido y de la hermosa Brunilda, que estaba cercada con una cerca de fuego hasta el

momento que el valiente que lograra pasar dicha cerca la despertara de su sueño y le hiciera

conocer el amor.

En las historias de los Nibelungos también aparece un Dragón misterioso, pájaros

que hablan y bosques misteriosos.

11

GUILLERMO TELL

Guillermo Tell es un héroe de Suiza que contribuyó a la independencia de su país

del dominio del emperador de Alemania. Las historias de sus actos heroicos se

transmitieron de boca en boca entre la gente, y fueron recogidas en escritura en una obra de

teatro escrita por Schiller.

La hazaña más famosa de Guillermo Tell tuvo lugar cuando el emperador de

Alemania le obligó a demostrar su habilidad con el arco y las flechas disparándole a una

manzana que fue colocada sobre la cabeza de su hijito pequeño. El niño sabía que si su

papá le desobedecía al emperador, eso le costaría la vida en ese preciso momento. Por eso

el mismo niño le rogó a su papi que obedeciera al emperador. Entonces Guillermo Tell

solicitó dos flechas, y en el primer tiro atravesó con la flecha la manzana, sin herir a su

hijito. Entonces el emperador le preguntó por qué había pedido dos flechas, y Guillermo

Tell respondió: “Si fallaba con la primera y mataba a mi propio hijo, con la segunda no

debía fallar pues estaba destinada para ti.”

12

EL DESTIERRO DEL MIO CID

“Mío Cid el Campeador” era el sobrenombre de un gran héroe del reino de Castilla,

llamado Rodrigo Díaz, de la ciudad de Vivar.

“Mío Cid”, en castellano antiguo del Siglo 12 significa “mi señor” (cid o saíd, es en

realidad una palabra árabe, pues los árabes dominaban el sur de España).

“Campeador” significa “victorioso en el campo de batalla”.

Los actos de heroísmo del Cid Campeador dieron origen a muchos cantares

populares que se agruparon en una obra famosa de la literatura de España: El Cantar del

Mío Cid. La primera parte de esta obra trata de cómo el Mío Cid fue desterrado

injustamente de su patria, el reino de Castilla, por el rey Alfonso, y todos los sufrimientos

que pasó hasta que entró al territorio de los “moros”, que eran los árabes.

Luego tiene grandes victorias contra los moros y adquiere mucho poder, y el rey

Alfonso permite que su mujer y sus dos hijitas pequeñas le visiten en su destierro. Sus dos

hijitas se llamaban Elvira y Sol, y eran la chochera del Mío Cid. Poco después el rey le

restauró a su patria, y en señal de su aprecio por este gran héroe de Castilla, se encontraron

a orillas del río Tajo y el rey Alfonso le abrazó. Así terminó el destierro del Mío Cid

Campeador.

13

EL CANTAR DE ROLDAN

El Cantar de Roldán es un antiguo poema que describe los actos heroicos de

Roldán, un héroe de Francia, que fue uno de los Doce Valientes del emperador Carlos el

Grande o Carlomagno. Esos Doce Valientes formaban un grupo famoso conocido como

Los Doce Pares de Francia (aquí la palabra “pares” significa “compañeros”).

El Cantar de Roldán describe la última batalla del heroico Roldán en Roncesvalles,

un lugar entre España y Francia donde sus tropas que formaban la retaguardia del ejército

de Francia fueron alcanzadas por los poderosos ejércitos del rey moro Marsil, que había

sido guiado a ese lugar por Ganelón, un conde francés que traicionó a Francia para

vengarse del valiente Roldán.

En el campo de batalla, antes de que muriera Roldán, se logra que se desbanden los

ejércitos de los moros musulmanes ante un puñado de valientes franceses que lucharon

hasta la muerte al lado de Roldán.

83

14

DIOSES Y GIGANTES

Como otros pueblos del mundo, también los antiguos escandinavos, que vivían en

las tierras heladas del extremo norte de Europa, tienen sus leyendas que nos hablan de

dioses y gigantes. Pero sus gigantes eran más grandes que las montañas mismas, de modo

que tenían más poder que los dioses.

En una aventura en que participaron los dioses Thor (el dios del trueno), Tialfi (el

dios del trabajo) y Loke, el dios del fuego, se encontraron con el gigante Skrimir en la tierra

de los gigantes llamada Utgard. Allí Skrimir confrontó al dios Thor con tres retos: El

primero era tomarse un cuerno de cerveza de un solo sorbo. El segundo era derribar un

gato. El tercero era vencer a una viejita.

Ninguno de estos tres retos pudo enfrentar el dios Thor, porque el gigante Skrimir le

hizo ver que el cuerno de cerveza que le había dado era en realidad el océano, que no se

puede absorber. El gato era “la gran serpiente del mundo”, que hace que todo el mundo sea

sólido, y que en realidad no se lo podría conmover sin destruir el mundo. Y la viejita

simbolizaba el Tiempo y la Eternidad que ni los hombres ni los dioses pueden anular.

De este modo el gigante Skrimir le demostró al dios Thor sus limitaciones, pero sin

humillarlo.

84

15

LA PLUMA DE MIGUEL Una Aventura en los Andes

Isabel Mesa de Inchauste

El libro de la Sra. Isabel Mesa de Inchauste es una combinación magistral de

literatura de ficción, historia del arte colonial, angelología (tratado sobre los ángeles) y sano

humor, todos centrados en el escenario del área andina a partir del Período Colonial y del

Virreinato del Perú, que abarcó entre otros los territorios de Bolivia (llamada entonces

“Alto Perú”) y el Perú.

Para entender su contenido desde un principio se requiere conocer la formación

artística e histórica de la autora. Ella es pintora y restauradora de obras de arte colonial. Por

esta razón, como si ella misma tuviera que repintar aquellas obras antiguas, ha aprendido a

preparar los lienzos para los cuadros y los colorantes que combinados con aceite le darían

la pintura para cuadros al óleo (o pintura a base de aceite). Ella ha aprendido a conseguir

los materiales y a observar cuándo un cuadro está completo según el objetivo del pintor y

cuando le falta una mano de pintura y de retoque, porque por alguna razón se quedó

incompleto. Es que los cuadros al óleo a veces demoraban muchos meses y hasta años en

ser pintados. Y lo que es más difícil, ella ha aprendido a ver en aquellas obras que por

alguna razón no tienen la firma del pintor, las huellas de una determinada persona, escuela

y época.

Entre los motivos artísticos que son frecuentes en aquella época, le han llamado de

manera especial la atención los ángeles, vestidos según la moda de la época, lo cual es un

indicio para asignarle a un cuadro una fecha determinada.

Pero la autora no se ha dedicado sólo a este aspecto artístico, sino que le ha

interesado conocer a fondo el tema de los ángeles, tanto a partir de las páginas de la Biblia

como en la literatura judía y cristiana posterior. Y tras informarse de tantas historias

interesantes de la angelología o tratado acerca de los ángeles, ella ha procedido a

interrelacionar el arte, la angelología, la historia andina, en un interesante relato que es

producto de su imaginación y de su notable sentido del humor.

* * *

Una nota muy conmovedora del libro publicado por Editorial Alfaguara es la

dedicatoria que la autora hace de su obra a sus padres Teresa y José. Dice: “Quienes me

presentaron in situ a Miguel, Rafael, Gabriel, Uriel, Baraquiel, Zadquiel, Jehudiel y

compañía.”

Con la frase latina in situ, “en el sitio”, se refiere a que sus padres, muy consagrados

a la investigación, en particular del arte, le mostraron desde que era pequeña las imágenes

de esos personajes misteriosos y admirables que son los ángeles y arcángeles en los cuadros

de la época colonial, despertando en ella su fantasía y motivándola a relacionar más tarde

85

arte visual con literatura. Esto es evidencia de lo que pueden lograr los niños y jóvenes

cuando sus padres son personas que realmente les motivan al estudio de los temas que más

les atraen.

* * *

Y una última observación, para entender y apreciar mejor del relato es el título de su

libro, La Pluma de Miguel. El concepto deriva de la manera de imaginarse a los ángeles,

como que tenían halos y alas, y éstas, por supuesto, tenían plumas. Pero también se junta el

hecho de que antiguamente, las plumas de las aves, a las cuales se le cortaba una punta en

su parte inferior, eran utilizadas para escribir con tinta líquida. De estos dos hechos

podemos pasar a un tercero, que es el hecho de que en el relato de la autora, quien narra la

historia es el Arcángel Miguel. Miguel empieza su relato diciendo que en realidad no es a él

a quien le corresponde escribir el diario de la misión de los arcángeles, sino al ángel Raziel.

Pero Miguel, que fue quien dirigió la misión especial en el área andina, prefirió ahorrar

tiempo escribiendo el relato él mismo.

Se podría decir que es el arcángel Miguel quien escribe el libro con su pluma y con

tinta, y esto hace la historia aun más misteriosa porque parece tener origen angelical.

Tras esta breve introducción, demos una mirada a su libro a través de sus capítulos:

I. LOS SIENTE CIELOS

La manera de entender el Cielo en la obra de la Sra. Mesa no es invención suya.

Desde tiempos antiguos se desarrolló la idea de que el Cielo era complejo, por eso también

se habla de “Cielos”. Pensaban los antiguos que el Cielo era una gigantesca bóveda sobre la

superficie de la Tierra plana. Cuando se hacían la pregunta: “Y qué hay encima del

Cielo?”, surgió la idea de que había una segunda bóveda o segundo cielo. Después se llegó

a hablar de tres cielos, y otros llegaron a pensar en siete cielos superpuestos uno sobre otro,

los cuales son enumerados a partir del inferior, y se creía que a medida que se ascendía los

cielos más altos eran más importantes y más hermosos. El Séptimo Cielo, pensaban, era

todo perfección porque era la morada del Creador. Por supuesto, las cosas no son así en la

realidad. Ahora sabemos que la Tierra está rodeada por su capa de atmósfera, que es lo que

da la impresión de ser una bóveda desplegada sobre ella.

Se pensaba que el gobierno de cada cielo está asignado a un ángel en particular, y

diversas actividades o “especialidades” también estaban asignadas a diversos ángeles, como

por ejemplo el cuidado de los planetas y estrellas. Lo interesante en la obra de la Sra. Mesa

es que relaciona con los ángeles y arcángeles las mismas fallas que tienen los seres

humanos. Por ejemplo, la balanza del ángel Azrael, quien tenía el trabajo de pesar las

virtudes y los deméritos de las almas, hacía mucho tiempo que se había malogrado y con

ella en tal estado el ángel seguía pesando. Sin embargo, las ventajas de los ángeles sobre los

hombres son considerables. Los hombres no pueden volar, “y para colmo de males, son

mortales”.

También como en la Tierra, el tráfico angelical allá arriba se torna a veces caótico:

“Las trompetas sonaban sin descanso y el tráfico angelical era inaguantable.”

86

Y así como en la Tierra, también en el Cielo no falta algún ángel desquiciado que se

las da de artista, de pintor. Tal es el caso de Baraquiel, cuya técnica era tan pobre que tuvo

que aprender mucho de un pintor indígena cuzqueño llamado Diego Quispe Tito.

Así las cosas, ocurrió que el Creador convocó a los Siete Arcángeles, es decir,

ángeles principales que tenían tareas relacionadas con la raza humana, para enviarlos a una

misión especial a la Tierra.

II. LA ASAMBLEA DE DIOS

Y EL ROBO DE LA CONCIENCIA HUMANA

En el Séptimo Cielo se encontraba el Gran Salón de Gloria, donde acudían los

ángeles de los cielos inferiores, que en su totalidad formaban el Coro Celestial. En la parte

superior, ocupando la bóveda celeste del salón y cerca del Creador estaban los Serafines,

los Querubines y los Tronos.

Los Serafines eran los ángeles más sublimes y formaban la más alta jerarquía. “Son

seres concebidos por el amor más intenso, por la luz más brillante y por el fuego más

ardiente.”

Los Querubines representan la sabiduría de Dios y tienen bajo su cuidado el Paraíso

y el Arbol de la Vida.

Los Tronos representan la justicia divina y llevan en su mano un rubí, porque esta es

una piedra preciosa que resplandece en las tinieblas.

La jerarquía de los ángeles no tiene a los arcángeles a la cabeza. Los arcángeles en

realidad son líderes de los ángeles que cumplen sus funciones en la Tierra y en conexión

con los seres humanos.

* * *

La razón del Creador para convocar la Asamblea de Dios era algo muy grave:

Lucifer, el jefe de los demonios, se atrevió a ingresar al cielo para robarse lo más sagrado

de la creación de Dios: La Conciencia Humana, que estaba guardada en el Jardín de Edén.

La Conciencia Humana era una esfera de cristal que parecía un globo terráqueo y

estaba conformada por los cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire). Dicha esfera tenía

vida propia y por tanto debía ser alimentada con bismuto y sal para mantenerla viva. Pero

no se trataba de un símbolo viviente de la conciencia humana, sino que era el elemento

monitor para hacer que los seres humanos, libremente escojan el bien o el mal, sin ser

manipulados ni por Dios ni por Lucifer. Estando la esfera de la Conciencia Humana en

manos de Lucifer, había el peligro de que llegara el momento en que los hombres ya no

tuvieran la posibilidad de optar por el bien, sino sólo por el mal, y la humanidad terminara

destruyéndose en pocos años.

La asamblea tuvo dos propósitos: Primero, la reprimenda a todos los ángeles que

tenían responsabilidad de guardar el acceso a la esfera de la Conciencia Humana. Y en

segundo lugar, tenía el propósito de comisionar a siente Arcángeles para ir a una misión

muy peligrosa: Combatir con las huestes del mal en la Tierra para poder recuperar la esfera

de la Conciencia Humana y restituirla a su lugar.

87

* * *

Seis arcángeles descenderían a la Tierra, al área andina en el continente americano,

para confrontar las fuerzas de Lucifer, el jefe de los demonios. Y un séptimo, llamado

Jehudiel, se quedaría en su respectivo Cielo para ayudarles a sus compañeros con las

provisiones necesarias para su misión angelical. De ellos siete, quien dirigiría la misión

sería el arcángel Miguel, conocido desde las páginas de la Biblia como un arcángel

estratega militar que lleva a cabo las batallas de Dios en la Tierra.

Los nombres de los ángeles son palabras hebreas que tienen un significado especial.

Así, Miguel significa “Quién como Dios!” Gabriel significa “Fuerza de Dios”. Zadquiel

significa “Rectitud de Dios”. Uriel significa “Fuego de Dios”. Baraquiel significa

“Relámpago de Dios”. Rafael significa “Medicina de Dios”. Todos estos nombres nos

hablan de su aptitud para llevar a cabo las misiones que Dios les ha encomendado.

III. LA CAIDA DE LUZBEL

En este capítulo la Sra. Mesa pone al tanto al lector acerca de los antecedentes de la

acción de Lucifer de penetrar al Paraíso o Jardín de Edén (que ahora está en el Cielo) y

robar la esfera de la Conciencia Humana. Ella refiere la historia bíblica de la rebelión y

consecuente caída del más importante de los ángeles, que se llamaba Luzbel, y quien tras su

expulsión del Cielo asumió el nombre de Lucifer.

La rebelión de Lucifer contra el Creador arrastró a una multitud de ángeles que se

pusieron de su lado y que son llamados demonios, diablos o ángeles caídos.

La rebelión de Lucifer también tuvo su lado positivo en el hecho de que la mayor

parte de los ángeles demostró su fidelidad al Creador, el cual asignó a muchos de ellos

tareas para proteger a los hombres del mal desencadenado por Lucifer. A los ángeles que

dirigen los ejércitos celestiales que intervienen en el gobierno y los conflictos de las

naciones se les llama “arcángeles” o ángeles jefes, y a los que tienen funciones de

protección de los hombres de manera individual se les llama “ángeles custodios”.

La autora pone en labios del arcángel Miguel, quien relata la historia, las siguientes

palabras: “Un mortal de nombre Agustín dijo una vez algo que es muy cierto: ‘Cada cosa

visible en este mundo está al cuidado de un ángel.’ ”

De una manera humorística, la Sra. Mesa también pone en labios del arcángel

Miguel estas palabras: “Lamentablemente no existe un libro de quejas para ángeles en el

Cielo y no podemos renunciar al cargo.”

* * *

Pero en la obra no todo es repetición de la historia bíblica. Su obra tiene una adición

que llama la atención, y es que Luzbel tuvo en menos al Hijo de Dios cuando fue revelado a

los ángeles como un niño pequeño. Miguel dice que de buenas a primeras él mismo pensó

que sería un ángel, pero no encontró sus alas. Dice: “Dónde las tendría escondidas? Y si

no las tenía, cómo podría volar? Tampoco irradiaba ningún tipo de luz; era más bien opaco

88

y sin brillo. . . Si no era un ángel, tal vez el Creador quiso que fuera un dios. Sin embargo

no parecía serlo. No tenía ni la presencia, ni la majestad ni el aire distinguido de Dios, y

menos la talla! A primer golpe de vista, lo que teníamos delante era un vulgar mortal.”

En la última parte de este capítulo el arcángel Miguel nos muestra la transformación

ocurrida al arrogante Luzbel: “Aquel ser de luz, el más hermoso y el más admirado, se

estaba transformando poco a poco en el ser más horroroso que se haya visto.”

IV. LA CONCIENCIA HUMANA

En este capítulo el arcángel Miguel nos refiere lo que significó la caída de Lucifer

para la humanidad. Se trata de la esfera monitora de la conciencia humana, también llamada

“Conciencia Humana”, y también de la voz de Dios en el corazón del hombre.

Quien explica al arcángel Miguel de qué se trata es el arcángel Gabriel: “La

Conciencia Humana es un elemento importantísimo de la Creación. Es la esencia de cada

uno de los hombres que puede inclinarse tanto hacia el bien como hacia el mal. Sin

embargo, estando bajo el cuidado de Dios las posibilidades de que se incline hacia el bien

son mayores. Es más, en caso de que esa conciencia se desviara por cualquier razón hacia el

lado del mal también se le da la oportunidad de que se arrepienta y pida perdón. Por eso, lo

que más le preocupa a Dios es que esta lógica cambie por completo si la Conciencia

Humana (ahora sí la esfera monitora o de control remoto) cae en manos de Lucifer.”

Cuando Lucifer robó la esfera de la Conciencia Humana, cometió el error de

alimentarla con una sustancia incorrecta, y los efectos de la debilitación de la esfera se

hicieron visibles en el ánimo y en las actitudes de la población humana. Luego Lucifer

comprendió con qué mantenerla viva y fuerte, hasta transformar sus motivaciones, lo cual

le condujo a luchar en la Tierra para apoderarse de las minas de bismuto y sal. Para

lograrlo, Lucifer intensificó la explotación de los indígenas en el asentamiento minero de

Potosí, hasta la muerte.

V. MEFISTOFELES EN EL CORAZON DEL INFIERNO

Mefistófeles fue un ángel importante que participó en la rebelión de Lucifer contra

el Creador, y su lugar llegó a estar en el corazón del infierno.

Como la estrategia del arcángel Miguel consistía en reunir información acerca del

paradero de Lucifer y de la esfera de la Conciencia Humana, tuvo que empezar por la

primera parte del plan y fue necesaria una visita al infierno, donde estaba Mefistófeles. Se

trataba de reunir inteligencia acerca del estado de ánimo de las fuerzas demoníacas contra

las cuales se tenía que combatir. Por supuesto, esta arriesgada operación de ingresar al

infierno requirió del permiso del Creador.

En la entrada del infierno estaba el Leviatán, un dragón cuya inmensa boca se abre

cuando llegan las almitas destinadas al castigo del infierno. Más adentro se encontraron con

un demonio guardián del infierno, llamado Malik. Este, nos refiere el arcángel Miguel, les

dijo: “Vaya, vaya! Hoy es mi día de suerte! Hace como 15 millones de años que no tengo

89

la fortuna de dar la bienvenida a tan distinguidos visitantes. Ya estoy cansado de recibir

almas estúpidas que no tienen nada nuevo que contar! Dime Miguel, caíste de casualidad o

el encopetado de arriba se aburrió de ti?”

Más adentro se encontraron con Belfagor, que era una especie de científico

demoníaco. También se encontraron con Duma, el encargado de aplicar castigos a los

demonios que fallaban en el cumplimiento de su misión, castigos como exponerles a la luz,

o hacerles acordar de su vida anterior en el Cielo u obligarles a comer maná, que es la

comida de los ángeles.

Más adentro se encontraron con Balberith envuelto en llamas y humo. El se

desempeña como el notario del infierno. También encontraron a Focalor que tiene 30

legiones de espíritus demoníacos bajo su mando, y a Barbatos, que comanda 40 legiones.

Finalmente llegaron a Mefistófeles, de quien el arcángel Miguel dice: “Es la

negación de todos los principios. Es secretario y mano izquierda de Lucifer, y se

caracterizaba por tener dos caras extras sobre sus hombros.”

Pero no se encontraban en el infierno en esa ocasión ni Lucifer ni Belcebú, que es el

“señor del caos” y que es tan poderoso como Lucifer. Ambos estaban en la superficie de la

Tierra buscando minas de bismuto y sal, y era un hecho que habían llevado consigo la

esfera de la Conciencia Humana.

VI. LA BATALLA DEL ACONCAGUA

Después de la visita de rigor al infierno tendría lugar el largo viaje a la Tierra. El

aterrizaje es considerado por el arcángel Miguel como una experiencia maravillosa en

comparación con el descenso en Mercurio, Venus, Marte, Júpiter o Saturno. Su meta sería

el continente americano, y en particular sobre algún lugar de la Cordillera de los Andes.

El altímetro del arcángel Rafael indicó que estaban en un punto a 6.956 metros

sobre el nivel de mar. Estaban sobre una montaña llamada Aconcagua, que está en

Argentina, cubierta de neblina, donde tuvieron que luchar con un cóndor, que alzó en el aire

al arcángel Gabriel, y sólo lo soltó al ser herido con una flecha disparada por uno de los

arcángeles.

Poco a poco el arcángel Gabriel recobró el sentido y empezó a quejarse de un fuerte

dolor en una de sus alas. El arcángel Rafael la revisó cuidadosamente y encontró que tenía

muchas de sus plumas dañadas debido a la presión de las garras del cóndor. También tenía

fracturados los huesos del ala izquierda.

Después fueron atacados por gran variedad de aves de rapiña, que sin duda también

habían sido enviados por el demonio Barbatos. Evidentemente querían llevarse al arcángel

Gabriel, quizás por tener él la función de ser guardián de la Conciencia Humana.

Cuando pasaron estos percances, se dieron cuenta que había desaparecido el

arcángel pintor, Beraquiel, y con grandes esfuerzos pudieron rescatarle a él y a su mochila

donde llevaba sus pinturas y pinceles y otros útiles de artista. Se le había ocurrido salir a

una misión tan peligrosa llevando un taller portátil de pintura. En otra época, Beraquiel

habría llevado su cámara fotográfica, porque tenía la obsesión de ilustrar la aventura para el

Gran Libro del Cielo.

90

VII. SAN MIGUEL DE TUCUMAN

Cuando entraron en contacto con la civilización se vieron en la necesidad de

cambiar de apariencia para mezclarse entre los humanos y obtener la información que

necesitaban. Escogieron con la ayuda de un catálogo el vestuario del Siglo 17, apta a cada

situación. Como siempre, quien desentonaba era el arcángel artista, Beraquiel.

Terminada la sesión pictórica se pusieron en marcha hasta llegar a una población

que curiosamente se llamaba San Miguel de Tucumán (observe que lleva el nombre del

arcángel Miguel). Les parecía raro y jocoso el “san” delante del nombre del arcángel. Allí

buscaron alojamiento en una posada llamada “La Jofaina de Plata”, y tuvieron que empezar

a acostumbrarse a las monedas de esa época, que eran los maravedís. También tenían que

practicar para imitar la manera de hablar de los españoles, pero no les resultaba y en todas

las palabras metían la zeta, tal como hacemos los latinoamericanos. Y también empiezan a

llamarse con el título de “don”, como dijo el arcángel Baraquiel: “Nada de Arcángel

Baraquiel! Ahora somos ‘caballeros’. De ahora en adelante me llamarán zu exzzelenzzia,

Don Baraquiel, para zzervirozz.’ ”

En este lugar empiezan a observar la conducta de la gente y ven que son inestables e

inconsistentes en sus acciones, lo cual les era evidencia de que la esfera de la Conciencia

Humana en manos de Lucifer se encontraba debilitándose y acostumbrándose a su nuevo

amo del mal: “Parecen cansados como si no tuvieran ganas para vivir.”

El arcángel Rafael había averiguado que cerca de allí no había ninguna mina de

bismuto y que más al norte estaban las minas más famosas de la región en la Villa Imperial

de Potosí.

VIII. POTOSI: ENVIDIA DE EMPERADORES

Se dirigieron volando en silencio a Potosí, y al llegar entraron en una iglesia donde

entonaron himnos de alabanza al Creador y comieron un poco de maná.

Luego descendieron al centro de la ciudad y les llamó la atención la gran cantidad

de gente y de animales que trabajaban como hormigas. Entonces consultaron sus libros para

informarse sobre esta ciudad tan interesante que en ese momento contaba con 160,000

habitantes, comparándose con cualquier ciudad europea de las más importantes. En medio

de la ciudad contemplaron la manera cómo los Angeles Guardianes o Custodios realizaban

su labor a favor de los hombres, protegiéndoles y enseñándoles a ser honestos.

Lo que más les impresionó, por supuesto, fue conocer el Cerro Rico, el barrio de los

indígenas y el barrio de los españoles y criollos separados por un río discriminador llamado

“Rivera”, y las minas en que los indígenas eran explotados hasta morir. El trabajo en los

ingenios, donde el mineral que contenía plata era triturado hasta convertirlo en polvo, no

era menos sacrificado.

En este capítulo la Sra. Mesa presenta de manera sencilla el proceso de explotación

91

de la plata en Potosí en el marco del diálogo de los arcángeles con diferentes personas del

lugar, que les proveen indirectamente de la información que ellos en realidad buscaban para

cumplir su misión.

IX. EN LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA

En este capítulo la Sra. Mesa nos introduce más profundamente a la realidad de las

minas en Cerro Rico, partiendo del interés particular de los arcángeles por saber si allí

también encontrarían bismuto. Lamentablemente, en un primer momento entrevistan a un

mitayo sometido a trabajo forzado que no entendía español sino sólo quechua.

Sin embargo lograron indirectamente captar la información de que otros se les

habían adelantado por allí buscando bismuto y habían entrado a algunos socavones. Y con

ciertos velones de sebo o mechones de los que se había provisto el arcángel Rafael en San

Miguel de Tucumán, se alumbraron para explorarlos ellos también.

Adentro se percataron de la presencia del enemigo y tuvieron que volver a su estado

natural de espíritus. Encontraron a Belcebú, el amigo íntimo de Lucifer, maltratando a los

mitayos para que extrajeran estaño, porque habían sido informados que podría haber

bismuto allí, pero mezclado con estaño.

Los arcángeles se pusieron a socorrer al mitayo que era maltratado, provocando la

indignación de Belcebú, el “señor del caos”. En medio de ese conflicto, Belcebú abrió sus

alas y dejó ver que tenía consigo la esfera de la Conciencia Humana, lo cual provocó una

batalla campal en el socavón, de la cual los mitayos no se percataban porque se llevó a cabo

en el plano espiritual. En la batalla también intervino del lado de los demonios el genio

protector de la mina, un monstruo que tenía cara de sapo.

La persecución de Belcebú prosigue en la boca del socavón y los demonios huyeron

fuera en dirección del puente sobre el río Rivera donde mataron a una recua de llamas

cargadas de sal y a los indios que las conducían. Desde entonces el lugar se conoce con el

nombre de “el Puente del Diablo”.

Finalmente Belcebú y sus diablos lograron escapar.

X. LA MAGIA DE LA PINTURA

Jehudiel, el arcángel que quedó en el cielo para proveer todo lo necesario para los

arcángeles que descendieron a la Tierra en misión, les concedía un buen clima que

facilitaba sus operaciones, sobre todo la persecución de un diablillo que actuaba como

ayudante de Belcebú, que se les logró escapar. Ese diablillo les era estratégico capturar para

sacarle mediante la tortura información acerca de los posibles destinos de Belcebú y de la

esfera de la Conciencia Humana.

En la cacería de aquel diablillo fueron a parar en el taller de cierto pintor de Potosí

que tenía varios lienzos pintados o a medio pintar. Uno de esos lienzos representaba a San

Francisco de Asís, y en su mano extendida posó el diablillo convirtiéndose en pintura. Los

arcángeles no se explicaban cómo pudo habérseles escapado de las manos porque no se

imaginaban que el diablillo estaba allí visible, pero parecía parte de los detalles del cuadro.

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El arcángel pintor, Beraquiel, pensó que el taller sería de Melchor Pérez de Holguín,

pero le hicieron ver que no podía ser porque Holguín aún no había nacido entonces.

Después se dieron cuenta de que el taller era Francisco Herrera y Velarde.

Cuando encontraron finalmente al diablillo en el lienzo, no lo pudieron apresar por

temor a destruir el lienzo. El único que pudiera eliminar el diablillo del cuadro era el pintor

del mismo, pero lamentablemente él se estaba muy lejos de Potosí.

Aunque no tuvieron éxito en atrapar al diablillo, permanecieron en el taller, para ver

cómo lo pudieran atrapar en otro momento.

XI. EL TERREMOTO DEL CUZCO

Y LAS ALMAS DE AZRAEL

Cuando por fin se alistaban para salir del taller, siempre temerosos de dejar allí en el

cuadro el motivo del diablillo, que podría causar graves problemas a los críticos de arte en

el Siglo XX, se encontraron con el arcángel Azrael, el encargado de recoger las almas de

los muertos para llevarlos a pesarlas en la balanza celestial. El llevaba su canasta llena de

almas, y cuando le preguntaron de dónde venía y por qué tenía tantas almas en su canasta,

les informó que había ocurrido un terremoto en la ciudad del Cuzco, y que habían muchos

muertos.

Los arcángeles se dieron cuenta de que entre las almas, que tenían la contextura de

tul transparente, había una que conservaba unas hilachas. Eso les indicó que dicha alma no

estaba totalmente separada de su cuerpo y que era necesario recurrir a los poderes del

arcángel Beraquiel para que se definiera si pasaba definitivamente al mundo de los muertos

o si había que hacerla volver a la vida.

Cuando trataron de sacar el alma de la canasta esta se les escapó. Tras una afiebraba

persecución sobre el tejado de la iglesia de Potosí, lograron atraparla y se le hizo volver a la

vida. Se trataba de un indio cuzqueño que se presentó con el nombre de Diego Quispe Tito,

que era pintor de cuadros al óleo. Gracias a la experiencia artística de él pudieron atrapar al

diablillo que estaba dentro del lienzo de San Francisco de Asís. Había que aplicar una capa

de pintura de la misma calidad y contextura sobre el diablillo, recuperando al mismo

tiempo las características originales del cuadro. Cuando estaba a punto de terminar, el

diablillo tuvo que saltar fuera y fue atrapado.

El diablillo fue sometido a fuertes torturas para sacar de él alguna información.

Entre otras cosas se le sometió al contacto con asquerosidades como un baño o lo

perfumaron con la suave fragancia de flores. El diablillo no pudo soportar semejantes

torturas y tuvo de declarar todo lo que sabía: Que Belcebú había mencionado su plan de ir a

buscar bismuto en Oruro, y también buscar cierto lugar donde existen grandes depósitos de

sal. También se había enterado de que otros lugares a donde iría Belcebú serían el lago

Titicaca y la selva amazónica.

XII. ANGELES QUE PINTAN ANGELES

Los arcángeles volaron a Oruro, no sin antes recurrir a la medida de hacer que el

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pintor Diego Quispe Tito se durmiera para llevarlo consigo en el vuelo porque se dieron

cuenta que debido a las técnicas que conocía del arte de ese tiempo les sería necesario para

cumplir su misión.

Volar por la Tierra es maravilloso pero el bulto de Diego sobre las espaldas de

Beraquiel era muy pesado. Menos mal pronto llegaron al pueblito de Calamarca, cerca de

La Paz. Aterrizaron allí de noche y fueron a la iglesia para alabar a su Creador. Al ver que

esa iglesia le faltaba algo de decoración hicieron lo posible para que el alcalde contratara a

Diego Quispe para pintar algunos cuadros. Mientras sus compañeros hacían eso, Beraquiel

armó su taller portátil en la plaza de Calamarca y se puso a pintar un cuadro con el tema de

un ángel con su espada.

Diego Quispe le dijo que lo que hacía era demasiado conservador y fuera de tiempo,

porque ahora se conocen armas más efectivas como los arcabuces, y le insinuó a que le

cambiara el arma a su ángel que había pintado, una espada por un arcabús.

También le criticó respecto de los colores, pues en realidad Diego Quispe era un

pintor mortal experto, mientras que Beraquiel era un pintor angelical retrógrado y

desactualizado. Así es como le enseñó cómo obtener colores vivos de los óxidos de los

metales, y el rojo intenso del tinte del gusanito de la cochinilla. Beraquiel tuvo a bien captar

mucho de la experiencia de Diego Quispe, entre otras cosas la utilización del aceite de

linaza para la base de la pintura.

* * *

Prosiguieron su viaje hacia el lago Titicaca y cuando llegaron allá Diego Quispe

tenía una fuerte hambre y se resistió a seguir comiendo el maná angelical. Le dijo a

Beraquiel: “Ese tu maná es lo mismo que mascar aire.” Y el arcángel Miguel comenta: “No

lo culpo, porque él no sabía que éramos espíritus.”

En el lago Titicaca Diego Quispe se puso a pescar unos peces llamados bogas, que

se extinguirían con el transcurso del tiempo. Entonces el arcángel Beraquiel le dijo al

arcángel Rafael, que tenía en su mano una boga para mirarlo y admirarlo: “Quédate ahí

Rafael que voy a retratarte con el pescado!”

Cuando se dispusieron a asar los pescados, el arcángel Rafael les enseñó que no

conviene botar todas las vísceras del pez, sino hay que guardar el hígado y el corazón

porque sirven para mantener alejados a los demonios. También había que guardar la hiel,

porque servía como remedio para el escozor de los ojos.

XIII. LOS DEMONIOS DEL LAGO TITICACA

Despertaron al amanecer del día siguiente y les llamó la atención el clima

desordenado y el movimiento peligroso del lago y se preguntaron si el arcángel Jehudiel no

estaría cumpliendo sus funciones allá arriba en el cielo. Entonces vieron pasar a unos

pescadores del lugar que corrían del lago gritando: “Supay! Supay!” (Supay es “demonio”

en quechua).

Por ellos se enteraron de que el desajuste del clima se debía a la presencia de dos

grandes monstruos demoníacos dentro del lago, uno en forma de una horrible sirena y otro

94

en forma de serpiente. A la sirena le llamaban la Sirena de Copacabana, y a la serpiente

Copacati, y dizqué el diablo está dentro de sus cuerpos.

También se informaron que algo raro había pasado con el Sol, porque venía

provocando incendios. Entonces el arcángel Miguel presintió que las pezuñas de Lucifer

estaban bien metidas en este laberinto.

Fueron a la península de Copacabana en búsqueda de mayor información y en el

templo se encontraron con otro arcángel llamado Haniel encargado de proteger al Perú y

los Andes, que conversaba con Dios. Después conversaron con él y se informaron que

venía de Ilave, que había sido convertida en un caos. También les dijo que mientras iba con

Lucifer en busca de unos salares Belcebú había colocado la esfera de la Conciencia

Humana en la parte más alta de la Isla del Sol en el lago Titicaca, al cuidado de la sirena

Copacabana y la serpiente Copacati, dioses antiguos de esa zona.

El arcángel Miguel entendió entonces que Balberith, el notario del infierno, le había

dado un dato equivocado a Lucifer, porque los salares no se encuentran junto al lago

Titicaca, sino junto al lago Poopó, mucho más al sur. Y juzgaron que su acción inmediata

debía ser combatir a Lucifer en Ilave para evitar que él y sus demonios destruyeran la

región. También se informaron que Jehudiel había venido teniendo problemas para

mantener el clima calmado en la región a causa de la actividad de los monstruos que

Lucifer había dejado al cuidado de la esfera de la Conciencia Humana.

También se repartieron funciones para que Haniel sobrevolara la Isla del Sol para

estudiar la posibilidad de recuperar allí la esfera de la Conciencia Humana. Esto provocó el

ataque de la Sirena Copacabana y de la Serpiente Copacati y se produjo un fuerte combate

entre las fuerzas angelicales y las fuerzas demoníacas. No pudieron tomar la esfera de la

Conciencia Humana, aunque pudieron debilitar considerablemente a las fuerzas

demoníacas.

XIV. LA AMAZONIA:

EL PARAISO DE LOS PAJAROS PARLANTES

El arcángel Gabriel prosiguió a la Amazonía o selva amazónica en medio de un

ambiente paradisíaco de verdor, de colorido, enredaderas y aves parlantes, que hablan.

Juntamente con el arcángel Uriel caminaron por los senderos y su mente volaba al

único lugar parecido, el Paraíso que estaba en el Tercer Cielo, de donde había sido robada

la esfera de la Conciencia Humana. Cómo habría logrado camuflarse Lucifer para poder

ingresar al Paraíso y llevársela? Uriel, que estaba a cargo de las puertas del Paraíso

aseguraba que no había visto nada extraño.

Allí en la selva escucharon el diálogo de un gorrión con un hornero que estaba

haciendo su nido de barro, que también se referían al mismo tema calificando la actitud de

Uriel y Gabriel como un gran descuido. Las aves conocían de la misión de los arcángeles,

inclusive de que Jehudiel se había quedado en el cielo para proveerles de un buen clima y

otras facilidades para el cumplimiento de su misión.

Entonces intervino un papagayo y preguntó: “Y encontró el bismuto Lucifer?” Y

un tucán le respondió que sí habían encontrado algo en una mina de Potosí. Y respecto de la

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sal, dijo el tucán, Lucifer ya la había encontrado, pero no estaba satisfecho porque la

Conciencia Humana aun no le reconocía como amo absoluto.

Las aves parlantes estaban enteradas de todo lo que había ocurrido en el lago

Titicaca. Un pavo real dijo: “Estaba la esfera en sus narices de los arcángeles, y no supieron

aprovechar la oportunidad.”

Por fin se enteraron los arcángeles Gabriel y Uriel que la esfera de la Conciencia

Humana estaba entre ellos en dirección de unos árboles gigantes. Volaron en esa dirección,

y en el trayecto una urraca llamada Magaly Medina les informó que Lucifer había estado

allí con la esfera de cristal pero luego dijo que tenía un mejor nido para ella, y que al

respecto podrían informarse buscando al ave Indi, un pájaro parecido a un halcón y que era

venerado por los incas como sagrado.

Más adelante encontraron un ángel músico que tocaba el clavicordio y él les

informó que el pájaro Indi cuida del árbol del bien y el mal, que es la granadilla, que tiene

unas flores con manchas que representan los símbolos de la pasión de Cristo: Las llagas, los

clavos de la cruz, la corona de espinas, etc. También les dijo que el único lugar a donde

Lucifer no se atreve a acercarse es donde se encuentra dicho árbol, porque tiembla al ver su

flor.

Otro ángel músico que tocaba el laúd añadió que dicho árbol se encontraba justo

donde se pone el Sol. Y con la ayuda de estos ángeles músicos fueron hasta encontrarse con

el pájaro Indi quien les informó que Lucifer habló de dirigirse a la cuenca del lago Poopó,

donde abundan el bismuto y la sal. También les dio las flores del árbol de granadilla para

poderlas utilizar en caso necesario.

XV. UNA FIESTA EN EL SOCAVON DE ORURO

Los arcángeles partieron de la selva amazónica y emprendieron vuelo a la ciudad de

Oruro en el Altiplano, donde pensaron alcanzar a Lucifer, antes de que éste llegara a la

cuenca del lago Poopó. Los datos que les había mandado Jehudiel sobre la onda expansiva

del terremoto del Cuzco sumados a los que les dijo el diablillo que se camufló en la pintura

de Don Francisco Herrera y Velarde les sirvieron de indicio para suponer que en Oruro

alcanzarían a Lucifer y a la Conciencia Humana.

Cuando llegaron a Oruro, esta ciudad ya contaba con cerca de 80,000 habitantes.

Encontraron una posada a pocas cuadras de la Plaza Mayor y empezaron a notar la

debilidad de las conciencias de la población, lo que era indicio de que las fuerzas

demoníacas se habían concentrado en este lugar. Los siete pecados capitales reinaban y el

mal había alcanzado el máximo nivel: El nivel de 10.

Los arcángeles se dirigieron a las minas de Oruro y mientras atravesaban la ciudad

pudieron encontrar a los demonios, todos vestidos a la usanza del Siglo 16 y haciendo

equilibrio sobre los techos.

Finalmente llegaron a la mina y entraron con mucho sigilo y descendieron hasta un

punto donde encontraron la imagen del demonio. Los mineros creen que Lucifer habita en

el centro de la Tierra y que se las da de dueño de todas las vetas de las minas. El dicho de

“a ése le gusta estar bien con Dios y con el diablo” se aplicaba a los mineros de Oruro,

porque no obstante que creían en Dios son supersticiosos y creen que si no le rinden culto

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al diablo al entrar a la mina, la mala suerte caerá sobre ellos causándoles alguna desgracia.

* * *

Más adentro se escuchaba mucha bulla. Parecía que había una fiesta en las entrañas

del socavón. Y allí estaba la esfera de la Conciencia Humana sobre un montículo de polvo

de bismuto. Entonces se levantó Lucifer para dar un discurso. El hablaba como si ya

hubiera ganado la última batalla, pero no era así.

Entonces el arcángel Miguel sacó su espada y puso fin a aquella fiesta infernal

produciéndose un duelo de discursos entre Lucifer y su antiguo amigo Miguel. En el lugar

estaban presentes los Siete Pecados Capitales que ellos habían encontrado en la ciudad, los

cuales también procedieron a participar en la guerra de discursos: La Soberbia, la Avaricia,

la Lujuria, la Ira, la Gula, la Envidia y la Pereza que se había perdido lo mejor de la fiesta y

que no dijo nada y fue motivo de burla a causa de su pereza.

Cuando terminaron con sus discursos el arcángel Miguel le dijo a Lucifer: “Ya

terminó tu desfile de modelos? Pues es mi deber recordarte que estás festejando por

adelantado. Si quieres ser dueño de la Conciencia Humana y de esta Tierra tendrás que

enfrentarte primero conmigo.”

XVI. LA BATALLA FINAL

Allá en el fondo del socavón fue Belcebú quien encendió la mecha que llevaría a la

batalla final entre las legiones de las tinieblas y las legiones celestiales.

Las condiciones que impuso el arcángel Miguel fueron que la batalla se llevara a

cabo fuera de la civilización y que la esfera de la Conciencia Humana estuviese presente.

Por su lado Lucifer escogió que el escenario fuera el salar de Uyuni, porque ya tenía

planeado en cierto momento arrojar sal a los ojos de las fuerzas angelicales para sacarlos de

la batalla.

La batalla fue cruenta, tanto en la tierra como en el aire, y la victoria final se

produjo gracias a que los ángeles habían incluido por fin en su arsenal, a instancias de

Diego Quispe Tito, el uso de los arcabuses. Eso causó gran estrago en las fuerzas

demoníacas.

Finalmente la esfera de la Conciencia Humana fue reconquistada y llevada a la

presencia del Creador.

EPILOGO

Pasadas estas cosas, cuando el arcángel Miguel se encontraba en el Cuarto Cielo

atendiendo diversos asuntos de las almas, se le apareció Zadquiel para decirle que Dios

estaba convocando a los siete Arcángeles con suma urgencia.

Ellos acudieron a la convocatoria divina temerosos de que el Creador tuviera ciertas

reservas con relación a la batalla de Uyuni por la conquista de la esfera de la Conciencia

Humana. Grande fue su sorpresa cuando el Creador les preguntó:

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Me podrían explicar qué significa que allí sobre la Tierra y esparcidos por toda el

área andina existan retratos de todos ustedes? Se trata de alguna publicidad, quizás?

Miguel respondió desconcertado:

Retratos?

Sí, retratos de mis arcángeles muy bien vestidos a la moda del siglo 17 y portando

arcabuces.

Resulta que el maestro Beraquiel había olvidado en la Tierra sus bocetos de arte, y

por cierto todos ellos estaban asustadísimos, pero Dios les dijo riendo:

Ah Baraquiel! Mi buen Baraquiel! Tú no te imaginas los dolores de cabeza que

les darás a los historiadores de arte del siglo 20. Los tendrás de cabeza. Estarán como locos

buscando al pintor de los ángeles. Jamás sabrán que el Maestro de Calamarca es en

realidad el arcángel Beraquiel!

* * *

A la distancia se escuchaba que Dios se reía a carcajadas de la broma pesada que

eso significaba para los críticos de arte. Y respecto del pintor cuzqueño Don Diego Quispe

Tito, al cual los arcángeles dejaron finalmente en el Cuzco, en el mismo lugar donde dijo

que había sido golpeado por el terremoto que casi lo mata, tampoco la técnica angelical de

borrar la memoria les salió bien, porque resulta que cierto pintor cuzqueño de San

Sebastián tenía entre sus mejores lienzos una pintura muy extraña que mostraba la parte

superior el Cielo con todo su coro de ángeles. En la parte central se veían algunos mortales

resucitados por Dios que contemplaban atónitos cómo San Miguel Arcángel vencía al

demonio. Finalmente, en la parte inferior del lienzo estaba pintado el infierno envuelto en

llamas y lleno de demonios desagradables.

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16

EL TUNEL

Ernesto Sabato

A Ernesto Sábato le conocí en San José, Costa Rica, en 1975. El daría una

conferencia en el Teatro Nacional de Costa Rica, en la misma semana en que se presentaba

allí el Ballet de Israel.

Ernesto Sábato está a la cabeza de mi lista de los escritores latinoamericanos que

han prestado atención, como se debe, al factor “comunicación”, y es modelo de claridad

conceptual y de buen uso de la puntuación y de la distribución de párrafos, aparte de lo que

todo buen escritor deja a la imaginación del lector, insinuándolo sin ser explícito. La

formación científica que forma parte del trasfondo de Sábato se deja sentir en este detalle.

Su primera novela, El Túnel,1 viene circulando desde su publicación en 1948 a lo

largo de más de sesenta años, y en los cursos de secundaria se les da a leer a los estudiantes

como tarea, casualmente para que aprendan, entre otras cosas, respecto de la comunicación

clara y expedita. Tú no tienes que leer varias veces largas oraciones de un párrafo entero

para entender lo que quiere comunicar. Por esta misma razón ha sido escogida en la CBUP

para servir como caso de estudio en el curso de Editing (formación editorial para escritores

y artistas), que se dictará en la CBUP en el verano del 2010.

Paradójicamente, la atmósfera que se respira en El Túnel, en la que están inmersos

cada uno de sus personajes, especialmente María Iribarne Hunter, es una atmósfera de

incomunicación y soledad enfermiza que conduce al asesinato y al suicidio.

* * *

Pero hay más de una razón para haber escogido esta nouvelle como caso de estudio

en el curso de Editing de la CBUP: Llámese toque artístico, o revelación subliminal, quien

no lo aprehende tras la lectura de una obra literaria de talla universal, no sacará provecho de

su lectura. Por eso, anticipamos que Sábato insinúa algo que deja al lector descubrirlo,

definirlo y aprehenderlo, y que la generalidad de los comentaristas y críticos literarios no

han podido captar. Nos referiremos a ello al final del presente review, pero antes de leerlo,

se requiere de los participantes del curso de Editing (Seminario CBUP de Febrero del

2010), que escriban una nota corta exponiendo cuál es, a su criterio, lo que Sábato espera

de sus lectores en relación con la entelequia de esta nouvelle, entendiendo “entelequia”

como la compenetración de autor y lector para apreciar una obra de arte o una obra literaria

1El Túnel, Ediciones Cátedra, S. A. Don Ramón de la Cruz, 67, Madrid 1, Quinta Edición, 1980

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en su verdadera dimensión.

* * *

Se hace necesario conocer algo del autor: Ernesto Sábato nació en 1911en Rojas,

provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia de inmigrantes italianos, y empieza a

hacerse notorio en su adolescencia y juventud por su comprometida militancia de izquierda,

llegando a ser miembro activo del Partido Comunista y delegado del mismo al Congreso

realizado en Bruselas en 1937 contra el fascismo y la guerra.

Tal activismo, que terminó doblegándolo con una profunda crisis en su salud, no

compromete su disciplina ni trunca sus estudios de matemáticas y física, hasta llegar a

doctorarse en física en el Instituto de Física de La Plata. Y aun sus actividades científicas,

tanto en la investigación nuclear en el Laboratorio Curie de París, como en la docencia

universitaria en el Instituto de Física de La Plata, no apagan su apasionamiento por las

letras, que después terminaron siendo su única dedicación.

* * *

Su trayectoria literaria quedaría definida tras obtener el Primer Premio Municipal de

Buenos Aires en 1945, con su primer libro de ensayo, Uno y el universo. Y no obstante que

obturo el Premio Cervantes en 1985 como novelista, y llegaría a ser conocido en el mundo

de las letras por sus novelas cortas o nouvelles de carácter existencial, su contribución

como ensayista me parece aun más importante.

Su novela, El Túnel, tiene tal inclinación existencial. Se podría decir, tiene un

compromiso existencial, por lo que es también referida como novela psicológica o

subjetiva.

Catalogado como exponente de la así llamada “generación intermedia” de escritores

argentinos, que antes de determinar las características literarias agrupa a los autores que

nacidos entre 1905 y 1925 comienzan a publicar a partir de 1940, Sábato tiene una

contribución más rica en el ámbito del ensayo y de sus artículos periodísticos. En esto se

diferencia de otros escritores de su generación, como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y

Albert Arlt, cuyo compromiso con la literatura es exclusivo.

* * *

En El Túnel, de principio a fin el personaje principal, un pintor famoso llamado

Juan Pablo Castel, narra la tragedia de su vida, relacionada con la mujer que amó y des-amó

y amó al mismo tiempo, exactamente como haría ella con él en una relación tormentosa.

Su narrativa adquiere la forma de libro y pretende conseguir fácilmente una editorial

que lo publicase ya que su nombre se había publicitado por su crimen. Por tanto, Castel

empieza por anunciar al lector potencial que relatará paso por paso la secuencia de su vida

que lo condujo a matar a su amante, la Sra. María Iribarne Hunter.

Ernesto Sábato manifiesta su preferencia por la novela corta. En esa escena cuando

María Iribarne comenta que estaba leyendo una novela de Sartre, de evidente mal humor

Hunter, primo de María, comentó: “Novelas en esta época. Que las escriban, vaya y

100

pase. . ., ¡pero que las lean!”

* * *

La narrativa empieza con referencias lacónicas que caracterizarán el resto de la

obra. El personaje central se presenta en estos términos: “Bastará decir que soy Juan Pablo

Castel, el pintor que mató a María Iribarne. Supongo que el proceso está en el recuerdo de

todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.”

A esta referencia sigue un extenso exabrupto o digresión, que más adelante nos

damos cuenta que es característica de Juan Pablo Castel: La de apartarse del tema con

comentarios extensos o simplemente pensamientos calculadores a la manera de coartadas

policíacas, de las cuales él se siente orgulloso porque las considera fruto enriquecedor de su

ágil y a menudo afiebrada imaginación.

* * *

La digresión llena el primer capítulo de la nouvelle, y recién en el comienzo del

segundo capítulo, él vuelve a retomar la médula de su relato: “Como decía, me llamo Juan

Pablo Castel. Podrán preguntarme qué me mueve a escribir la historia de mi crimen (no sé

si ya dije que voy a relatar mi crimen), y sobre todo a buscar un editor.”

A esto sigue otra larga digresión, respecto de sus motivaciones de autor y las

motivaciones ajenas. Pero este detalle literario no constituye un desliz de Sábato, sino una

manera de trazar los rasgos psicológicos de un criminal en potencia. Hay que recordar que

el novelista no interviene para nada en la secuencia literaria, de principio a fin; por tanto, no

hace como Mario Vargas Llosa, en la Guerra del fin del mundo, que al comienzo nos

presenta y describe a cada uno de sus personajes. Estamos ante una opción literaria, y creo

que ambos escritores utilizan bien su respectiva opción.

* * *

En el comienzo del tercer capítulo retoma la médula de su relato: “Todos saben que

maté a María Iribarne Hunter. Pero nadie sabe cómo la conocí, qué relaciones hubo

exactamente entre nosotros y cómo fui haciéndome a la idea de matarla. Trataré de relatar

todo imparcialmente porque, aunque sufrí mucho por su culpa, no tengo la necia pretensión

de ser perfecto.”

Recién pasa Castel a centrarse en la historia de este amor frustrado.

* * *

La conoció, o mejor dicho, la vio y la observó en el Salón de Primavera de 1946,

donde Castel exponía sus cuadros, y la perdió de vista a causa de su marcada timidez, no

obstante que el artista acusa ser un adulto que conoce la vida bohemia y las relaciones

pasajeras.

Tras una búsqueda afiebrada la ubicaría, y tomándola violentamente del brazo la

101

introduciría en su vida, o en su historia.

Le llamó la atención que esa mujer, que oscilaba en sus 26 años de edad y de quien

no conocía absolutamente nada, se detuviera mucho tiempo junto a su cuadro

“Maternidad”, que presentaba en primer plano a una mujer que miraba jugar a un niño.

Pero ella no se detuvo en la escena principal, acaso porque la maternidad fuera para ella

una opción esquiva, sino que se concentró mucho tiempo mirando una ventanita que había

en la parte superior izquierda del cuadro, desde la cual se veía una escena pequeña y

remota: Una playa solitaria y una mujer que miraba el mar.

El describe este detalle de su cuadro: “Era una mujer que miraba como esperando

algo, quizá algún llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión, una

soledad ansiosa y absoluta.”

* * *

Refiere Castel que nadie se fijó en dicho detalle del cuadro, que además, parecería

haber sido pequeño de dimensiones, porque Castel se refiere a él usando siempre el

diminutivo “ventanita”. Todos pasaban la mirada por encima, como por algo secundario,

probablemente decorativo. Con excepción de una sola persona, nadie pareció comprender

que esa escena constituía algo esencial en la temática del cuadro, que para Castel

presentaba la verdadera maternidad.

Este hecho le pareció al artista una especie de entelequia, palabra aristotélica que

denota lo que es para cada ser la posesión de su propia perfección. Y para él, como artista-

filósofo, esa mujer desconocida, María Iribarne, sería la persona perfecta para comprender

su alma y su arte.

* * *

Quizás Castel no se equivocó, o no se equivocaron ambos, él y María Iribarne,

respecto de la entelequia. Pero ella estaba maniatada y atada a otras situaciones humanas e

infrahumanas que le hacían pensar que solamente podría hacer daño a su nuevo amante, y

para no hacerle sufrir prefería serle esquiva y distante.

Podrían saber las mujeres o los hombres que son así que de esta manera se

enardece el alma y se genera una relación que no puede ser sino violenta?

Este es el comienzo del sufrimiento de Juan Pablo Castel, que por su lado también

estaba maniatado y atado a situaciones humanas e infrahumanas que le hacían destruir lo

que construía, cosa que parece hacía con sus propios cuadros. El era obsesivo y paranoico,

y combinaba una extrema timidez con un espíritu inquisidor que enfermaba a su

interlocutora.

* * *

A esta revelación acerca de ella sigue una nueva digresión, característica personal

suya propia que le impide pasar de frente a lo que es su objetivo: Hablar de ella, como tema

reiterativo de su agravante soledad.

Angel Leiva, el editor de la quinta edición de la novela, se refiere a la atmósfera de

102

soledad que conduce al crimen: “La conciencia de esta soledad insalvable en la mente

paranoica de Juan Pablo Castel determina el crimen: ‘Tengo que matarte, María; me has

dejado solo.’ ”

Estas son las palabras que con frialdad, como si se tratase de estar a punto de

cumplir con su deber, Castel le explica a María lo que va a hacer. Es más, como para

mostrarnos hasta qué punto la atmósfera de incomunicación en que todos los personajes

están envueltos, María le pregunta ingenuamente a su asesino: “Qué vas a hacer, Juan

Pablo?”

Es conmovedora esta escena. Juan Pablo relata: “Poniendo mi mano izquierda sobre

sus cabellos, le respondí: ‘Tengo que matarte, María. Me has dejado solo.’ Entonces,

llorando, le clavé el cuchillo en el pecho. Ella apretó las mandíbulas y cerró los ojos, y

cuando yo saqué el cuchillo chorreante de sangre, los abrió con esfuerzo y me miró con una

mirada dolorosa y humilde.”

* * *

Las escenas se distribuyen entre la gran ciudad de Buenos Aires (en la sección sur,

particularmente el entorno del edificio de la Compañía de Teléfonos, la salida cercana del

subterráneo o metro, el Correo Central y la casa de ella) y la estancia “Los Ombúes”, a

cuatro horas de distancia de Buenos Aires, a donde María se repliega en su soledad, para

caer presa de las fantasías sexuales de su primo, aunque no exista entre ellos relación

sexual. Al mismo, Juan Pablo Castel nunca se refiere por su nombre, a pesar de haberse

familiarizado con la casa de la estancia y haber penetrado en la intimidad de sus moradores.

Sólo lo llama por su apellido, Hunter, el mismo que es el apellido materno de María

Iribarne.

El esposo de María, a quien también se refiere Juan Pablo Castel por su apellido,

Allende, es ciego, un ciego que no quiere ver la realidad que le rodea respecto de su esposa,

y por consiguiente ignora sus movimientos con asombrosa tranquilidad que estallará

después de conocer su muerte, porque cometió suicidio.

El hecho de que María, de la misma manera que engañaba a Hunter y a su nuevo

amante, Juan Pablo Castel, también “engañaba a un ciego”, como se lo dijo Castel en un

arranque de pasión y de venganza, desencadena las situaciones personales que conducen al

crimen..

Otros personajes, son igualmente apasionados y desapasionados, como la prima de

Hunter, Mimí, que se refugia todo el tiempo en su afectado francés, idioma que utiliza sin

son ni ton.

* * *

El título de la novela, El Túnel, deriva de la reflexión de Castel, ya en prisión,

cuando vislumbra toda su existencia como que había transcurrido dentro de un túnel en el

cual se encontraba él solo, viendo a todos los otros personajes de su tragedia como si

estuvieran viviendo en túneles paralelos de paredes transparentes que de alguna manera se

juntarían en un punto. Así concebía con expectativa el futuro encuentro con su amada en un

túnel común, ya libres de las ataduras del pasado que era el tema afiebrado del presente y

103

de su continua manía inquisidora.

Pero Castel se equivocó. No había túneles paralelos. Todos los demás estaban fuera

del túnel, y sólo había un túnel, el suyo, que comienza en la ventanita de su cuadro y al

final de su relato se materializa en su prisión.

Lectura Reservada para los estudiantes de la CBUP

Cuando llegamos a este punto quisiéramos revelar la mente de Ernesto Sábato,

quizás recién, sesenta años después de la publicación de El túnel. Como dijimos, esta

sección es de lectura reservada para los estudiantes de la CBUP que participen en el curso

de Editing que dictará el Dr. Moisés Chávez en el Seminario de Febrero del 2010.

La revelación tiene que ver con el cuadro de Juan Pablo Castel y el detalle de la

“ventanita” que sólo María Iribarne parecía haber compartido con el pintor en una

atomósfera de entelequia.

Castel dice que tal detalle del cuadro era un factor importante, quizás más

importante que las imágenes del primer plano: Una madre que mira a su hijo, y ese niño,

que está jugando. Ese es el detalle que provocaría una expresión como ésta: Qué linda

madre! Qué niño tan lindo! Qué escena tan conmovedora!

Pero no, para Castel la verdadera madre no es la que es madre ya, sino la que anhela

serlo. De allí sus palabras: “Era una mujer que miraba como esperando algo, quizá algún

llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión, una soledad ansiosa y

absoluta.”

Para Castel, la Maternidad no es la experiencia presente, sino el anhelo de la

naturaleza de una mujer. Pero María Iribarne, es posible que no pensaba en la maternidad

en absoluto, sino en algo que podría haber ocurrido en el mar, que acaso fue el escenario

donde la vida de un primo suyo, Luis, llegó a su fin, y de lo cual ella se culpaba a sí misma.

* * *

Para María Iribarne el sentimiento de Castel respecto de este detalle del cuadro,

sería compartido?

Eso es lo que pensó Castel todo el tiempo, de principio a fin, sin que haya fin. Y

creo que el sentimiento era compartido en la vida, pero no necesariamente en la inteligencia

del cuadro.

Lo que María contemplaba en esa ventanita, era ella misma, porque aunque la

imagen difusa de esa mujer distante no se pareciera a ella, su contenido interior era

idéntico, y su manía de escaparse de Buenos Aires para ir a la estancia y a la playa a mirar

el mar a partir de su soledad era algo que ella había descubierto que sanaba las heridas de

su alma. Por eso ella viajaba a menudo a la estancia de “Los Ombúes” de la familia Hunter,

en ese entonces sólo ocupada por su primo y otros primos que la visitaban eventualmente.

Quizás ella no iba allí a causa de una baja pasión que la arrastrara a su primo. Eso

era secundario, como todo otro apasionamiento frustrado. Ella iba allí por su cercanía del

mar y porque le daba placer mirar el mar sola como esperando algo, quizás algún llamado

apagado y distante, en una escena que sugería una soledad ansiosa y absoluta.

Algo vinculado con la muerte de su primo Luis?

Es muy conmovedora la escena, nunca repetida, en que ella introduce a Castel en la

ventanita que se abre a la contemplación del mar. Sólo a partir de esta expectativa se puede

entender el diálogo de ambos.

* * *

Para terminar, diré que la palabra “entelequia”, no importa tanto que provenga del

léxico de Aristóteles y que haya tenido un uso particular, acusa una etimología que parece

estar en la mente de Ernesto Sábato para interpretar la tragedia de estas dos almas gemelas:

Viene de en, “con”, télos, “propósito”, “finalidad”, “fin”, y el verbo éjo, “tener”.

Ambos, Juan Pablo Castel y María Iribarne acusan haber tenido el mismo propósito

y el mismo final. Y no es cierto que Castel se encontró finalmente solitario en su túnel,

porque ella entró finalmente para compartir su túnel. Este es el elemento que Sábato deja

para ser descubierto por el lector, y que lamentablemente está ausente en los comentarios

de los críticos literarios.

* * *

Los estudiantes de la CBUP no sólo derivarán lecciones de Editing de la lectura y

tratamiento como caso de estudio en el Aula Magna de la CBUP de esta novela de Ernesto

Sábato. También aprenderán lecciones de psicología existencial y aprenderán a revalorar la

soledad, sólo hasta el punto que colma el túnel de la ansiedad existencial. Más allá de este

punto es patológico y contiene el germen de la destrucción, una destrucción que para

muchos es invitada de honor y ha venido para quedarse.

Cuál es la solución?

El Lic. Homero Calongos opina que la única solución es implementar lo que él

denomina “una comunidad terapéutica”. La enseñanza de Jesús y de los apóstoles que

escribieron epístolas expone el mismo objetivo cuya meta final es salvar vidas.

17

TANTAS VECES PEDRO

Alfredo Bryce Echenique

El título de la novela de Alfredo Bryce Echenique revela que Pedro Balbuena no

deriva nada en limpio de sus sucesivos compromisos sentimentales. Vuelve a ser el mismo

de siempre, más sumido en el alcohol. La trama acusa un flirt obsesivo con Sophie, que

parece fantasía. Después constatamos que es de carne y hueso quien lo esclavizó desde que

él encontró su foto en un fragmento de revista frente a un hotel de Lima.

Va a París, soñando convertirse en escritor, y da la casualidad de encontrarse con

ella misma, aunque no estaban seguros, porque él había descartado la foto años atrás. Su

romance duró sólo tres meses y cinco días después de los cuales ella lo citó en el café Ritz.

Pero mientras la esperaba ansioso, ella contraía matrimonio en la Iglesia de Santa Clotilde.

El saldo fue Malatesta, un pesado fetiche que lleva a cuestas, un perro de bronce que ella le

regaló y con el cual conversa de manera insana.

* * *

Dependiendo exclusivamente de las remesas de su madre trata de rehacer su vida

primero con Virginia, una americana a quien intenta enrumbar.

Después, Claudine, el padre de cuyos hijos se aparece aquí y allá y convive con

Pedro.

Finalmente, Beatrice, mucho más joven y con gran sensibilidad artística y humana.

Hubo otras cuatro, pero fueron sus víctimas, identificadas con el simbolismo

demente de siete caballitos salvajes que se propuso eliminar del pleno goce de la vida a la

manera de Sophie. A ellas se sumaron dos en Perusa: Pámela, estudiante de arqueología

etrusca, y Helga, una brasileña “más conocida que la ruda”.

* * *

Quién sería la séptima? Claudine, como le sugería Sophie, viendo cuánto él la

amaba? O a falta de otra, Mio Cuore, la mucama del hotel, a pesar de que no tenía ningún

atractivo para él. O Sophie, a la cual le robaría su Mercedes Benz para irse con otra. Pero

antes de que ocurriera, ella lo elimina de un disparo después de haberlo hecho a poquitos en

el plano espiritual.

Esta es la estructura existencial. El lector tendrá que desentrañar por sí solo el

intricado mundo de los personajes. Recién en el “epílogo”, que es el prólogo, nos

enteramos de que Pedro empezó a escribir su historia de la foto cuyo original rasgó un

amigo canallezco. La misma reescribió para mostrarla a Julio Ramón Ribeyro y la hizo

trizas el perro de Sophie, tan destructor como su dueña, y Bryce Echenique le ayudó a

concluirla refiriendo el delirio de su agonía como que llegó “demasiado tarde”.

* * *

Su apego a Julio Ramón Ribeyro y a su temática limeña se observa en su

quisquilloso estribillo de la Optica Waldo Olivos. El lo reconoce: “Necesita la opinión de

un escritor, un pequeño estímulo, y por eso acaba de pasar su cuento en limpio y ahora se

dispone a salir rumbo a casa de Julio Ramón Ribeyro.” Esto acusaría cierto asidero

autobiográfico, pero su personaje deterioró hasta el extremo de masturbar a un cura para

tener acceso al vino de la sacristía. Tantas veces Pedro. . . hasta llegar a ser Sophie.

Su estilo introspectivo-proléptico, en que la acción se realiza primero en el corazón,

caracteriza a autores modernos como Tomás Eloy Martínez en El vuelo de la reina (Premio

Alfaguara). El lector puede confundir el diálogo circunstancial con el introspectivo, pues la

prolepsis permite usar del tiempo gramatical a antojo.

Se evita el uso del parlamento para introducir los segmentos de diálogo

introspectivo que suelen ir sin demarcación editorial.

Ediciones PEISA ha editado la novela para Ediciones “El Comercio”.

18

LOS FUNDADORES DEL ALBA

Por Renato Prada Oropeza,

Premio de Novela Erich Guttentag

El autor y su novela:

Renato Prada Oropeza nació en Potosí en 1937, y en el año 1969 publicó su novela

La canción de la crisálida, la misma que publicó luego cambiándole de título a Los

fundadores del alba. Ambos títulos son muy sugerentes: El primero porque la crisálida, el

estado intermedio entre la oruga y la mariposa, anuncia como en un himno en la expectativa

del autor el despliegue de la revolución socialista desde su capullo de la selva boliviana. Lo

mismo anunciaría la acción guerrillera que en Bolivia estaba tan identificada con el Ché

Guevara, si en el título se escribiera “ALBA” en lugar de “alba”. Además, en varias partes

de la novela, de manera subliminal se describe el alba que anuncia las características del

nuevo día, para Prada Oropeza, el día de la victoria de la revolución social.

La trama:

La trama sigue de cerca el desarrollo de las guerrillas de Ñancahuazú en Bolivia, a

las cuales el autor tuvo acceso mediante el testimonio de ocasionales informantes.

En particular se traza la experiencia de uno de sus personajes llamado Javier, quien

fuera hijo de una familia burguesa que se encontraba estudiando en un seminario para ser

cura, pero que siente el llamado a una identificación socialista en el nivel de la militancia y

llega a ser incluido en una columna guerrillera.

El personaje femenino que destaca es Laura, cuya choza Javier llega a visitar en

más de una oportunidad para buscar gallinas y posiblemente otros alimentos para la

cuadrilla, además de atención momentánea a un camarada herido.

108

A lo largo de la novela no aflora otro tipo de relación de Javier y Laura, salvo el de

un amor platónico e idealista condicionado por la misma experiencia de fugitivo perseguido

por columnas del ejército boliviano en la selva. Pero al final aflora el hecho de que Laura

llevaba en su vientre un hijo de Javier a quien ella le hablaría de las bondades de su padre

ya eliminado.

Características literarias:

Prada Oropeza experimenta con un medio de comunicación que otros escritores de

América Latina, entre ellos Mario Vargas Llosa, habían explorado: Es lo que Vargas Llosa

denomina “técnica de cruce de planos temporales y de narración simultánea”.

En qué consiste esta técnica?

En penetrar a la mente de los actores, de uno u otro bando, de la columna del

ejército y de la columna guerrillera, para hacerle ver de manera simultánea al lector lo que

ocurre en ambos bandos. Esto se logra mediante el monólogo de sus personajes, entre los

que destaca uno, anónimo, cuya característica es el uso de gerundios, a la manera del habla

de gente de lengua aymara.

Otros personajes también tienen su característica dialectal pero no tan definida

como el personaje que hace de narrador.

Otra característica de la novela es que al final el autor se dirige a sus personajes,

usando verbos en tiempo futuro, como para enfatizar en el hecho de que su destino y su

muerte, o su supervivencia en el caso de la columna del ejército, habían estado hasta cierto

punto predestinados.

109

19

LA PRIMERA DAMA Por Rebeca Riveros Dimberg

No es cualquier cosa ser Primera Dama. Aunque no es una posición nacida del voto,

conlleva mucha responsabilidad.

El ser mujer es una de las principales responsabilidades; el ser madre es otra mayor;

y por supuesto, el ser esposa o compañera del Presidente lo es también. Por ello pienso que

la Primera Dama debería conocer los pensamientos y preocupaciones de las mujeres, y del

sentimiento compartido por ciudadanas que como yo, tenemos atravesado el pecho con

pensamientos y lágrimas.

Hace poco el Presidente, en declaración pública confesó que no dejaría la

presidencia porque su esposa no quería dejar de ser Primera Dama. También me tocó verla

en un medio de comunicación rezando un salmo y convocando al pueblo a orar,

precisamente en momentos tan difíciles como los que estábamos viviendo. Aunque

personalmente creo que además de rezar, este pueblo necesita muchas otras cosas.

Yo y muchas otras mujeres entendíamos a la Primera Dama. Cómo no entenderla si

también somos mujeres y sabemos lo que una tiene que pasar para tener esa calidad o

condición. Cómo no entenderla si como esposas o compañeras asumimos papeles,

responsabilidades y posiciones insospechadas para defender a nuestros maridos y

compañeros, y ni se diga de lo que somos capaces si se tratase de nuestros hijos!

Como mujer entendía muchas cosas, como por ejemplo, que ella no quisiera dejar

de ser Primera Dama. En su lugar, probablemente tampoco yo desearía dejar de serlo. Pero

más allá de las complicidades que podamos compartir en nuestra condición de mujeres, me

pregunto si la Primera Dama sabía de la verdadera realidad del país; de la realidad de ahora

y de de siempre de esa realidad de afuera, de lo cotidiano en que participamos muchas

mujeres bolivianas que trabajamos con nuestros hijos a cuestas, y a cuestas con nuestros

maridos también.

Pero hoy, para muchas, eso se acabó! A partir de hoy muchas llevarán a cuestas

únicamente el dolor de haber perdido al marido, y peor aún, el dolor de haber perdido al

hijo. Y tendrán que seguir a cuestas con lo que les queda; algún sueño extraviado en la

memoria de lo imposible.

* * *

Por eso me pregunto si la Primera Dama conocía otra realidad además de la que

existe entre el Palacio y su Residencia. Creo que hay una verdad que desconocía; una

verdad y una realidad que los ministros, los asesores, los allegados y otros no le habían

contado a ella o a su marido. Y a lo mejor no se las han contando porque es una verdad que

incomoda, una verdad inconveniente, una verdad fea. Y no se las han contado porque

hacerlo habría develado incompetencia, incapacidad, y sobre todo desamor por el país.

Hacerlo habría arriesgado el cargo, la jerarquía, la fortuna, el negocio, la foto y quien sabe

110

más.

Cuánto hubiera querido que la Primera Dama entendiera que a esas alturas no

bastaba orar. No podíamos resignar y dejar las cosas en manos de la Divina Providencia.

No podíamos irnos a dormir cada noche intentando perder la memoria de lo vivido durante

el día. Cuánto hubiera querido que ella, como yo, y como muchas mujeres pudiésemos

haber subido no sólo a El Alto, sino a lo alto de nuestras conciencias y constatar lo que

realmente venía sucediendo allí y en todo el país. Seguramente que el dolor de ese paisaje

nos habría desgarrado las entrañas.

* * *

Con todas las posibilidades que ofrece el poder y el sitial de Primera Dama sería

bueno dejar a un lado a los ministros, asesores, representantes y comisionados, todos

aquellos distorsionadores de la verdad, y dejarlos a un lado porque al país ya no se lo puede

ver a través de otros ojos. Este país ya no soporta mediaciones de interlocutores

moralmente desautorizados, de inescrupulosos convenientemente coalisionados, de

delegados o mal mandados, de los políticamente mal designados. No aguanta a los

negociadores de sus propios apetitos, de las imposturas de falsos aliados. El país ya no los

soporta más.

Qué bueno sería que la Primera Dama comprendiera la justa medida que envuelve

este entuerto histórico. Qué bueno sería que como mujer entendiera y apoyara la

viabilización de esta verdadera insurgencia, de esta insurrección de lo legítimo. Qué bueno

sería que la Primera Dama le dijese a su marido que la democracia no representa a una

persona, y que ella como mujer puede hacer mucho más que siendo Primera Dama, porque

la democracia también abarca a las mujeres.

Qué bueno sería que la Primera Dama le hiciera ver al Presidente que la

Constitución lo habilita a cambiar nuestro destino para poder edificar lo que todas

queremos; lo que queremos para nuestros hijos que parimos y amamantamos con esperanza

de futuro.

111

20

EL RETORNO DE LOS

DESHEREDADOS DE MIR Por Rebeca Riveros Dimberg

Como todos sabemos, los miristas se democratizarán, aunque suene un tanto cómico

esto de que se democratizarán recién ahora aquellos que se abanderaron por décadas con la

conquista y el ejercicio de la democracia en el país. Pero parece que así será; se los exige

nada menos que el Código Electoral. En todo caso, esto de democratizarse trae sus

consecuencias y qué mejor oportunidad para aquellos que desean emanciparse del yugo

familiar.

De la posición asumida por Doria Medina se deduce la intención de recuperar el

mirismo. Me imagino que se refiere a aquel mirismo que se comenzó a abandonar a

mediados de los ochenta; aquel mirismo por el que muchos, militantes o no, de alguna

forma sienten cierta nostalgia, quién sabe si por las circunstancias que se vivían en aquellos

días al haberse recuperado no sólo la democracia, sino también la dignidad. Por ese

idealismo, esa mística, esa fuerza generacional y contagiosa que de muchas maneras

irradiaba el mirismo de entonces. Será aquel mirismo?

* * *

No cabe duda a estas alturas que todo aquello, “sí fue una verdadera mamada”, y

que de esa mamada histórica, paulatinamente nacieron “los desheredados del MIR”. Ellos

son aquellos a quienes no les alcanzó la ambición para permanecer; aquellos que no

pudieron cruzar puentes sobre ríos de sangre; aquellos que no tenían cabida en un país de

ganadores; aquellos que todavía sabían diferenciar los errores de los delitos. Todos aquellos

se quedaron en el camino o los hicieron quedar.

112

Hoy corresponde preguntarse si todo ese caudal humano desechado

convenientemente en determinados momentos, porque a Bolivia “cuesta quererla”; si toda

esa gente que todavía sueña, que todavía piensa, que todavía tiene ganas de PAIS, podrá

adherirse a la nueva propuesta mirista, y si el proponente tendrá el talento, la capacidad o

simplemente la virtud de convencerse y convencer, para restaurar a los desheredados del

MIR sin necesidad de otorgarles poder alguno, ni siquiera un anticipo de legitimidad, a fin

de que retornen al lugar que por derecho les corresponde.

Falta ver si esta disputa que pretende reposicionar liderazgos no se esfuma en el

camino. De todas maneras, será difícil valorar a los candidatos por sus propuestas, sin dejar

de concentrarse en sus atributos que indudablemente Paz Zamora tiene algunos pero

carece de otros.

A Doria Medina le sucede lo mismo; y según un analista, este último “tendría

cárisma de ladrillo”.

Estas valoraciones podrían restarles o no votos; en todo caso, serán los militantes de

ese partido los que darán justo valor a los atributos que el país requiere. De lo contrario, si

éstos resultan ser vitales o determinantes a la hora de la contienda electoral partidaria,

habrá que reinventarse a Doria Medina para que retornen los desheredados!

113

21

SILVER BLAZE

Sir Arthur Conan Doyle

Silver Blaze is the name of a short story, included in the series, Great Cases of

Sherlock Holmes, by Sir Arthur Conan Doyle, an English author specialized in detective

stories.

The name of the story is the name of a race horse, and the story portrays one of the

most outstanding activities of the English society: Horse races.

As usual, the famous detective Sherlock Holmes, goes out to work, accompanied by

his secretary, whom he often calls “my dear Watson”.

The story leads to discover the real culprit of a crime, after discarding the main

suspect of the Scotland Yard detectives, Mr. Fitzroy Simpson, and the suspects in the mind

of the reader: Colonel Ross (the horses owner), and Mr. Silas Brown, the owner of a

neighboring stall.

The culprit is Mr. John Straker, the horse trainer at the service of Colonel Ross. The

amazing case is that he himself is the victim, the man murdered at the same time that the

horse disappeared. In his hand was found the cravat belonging to Mr. Simpson, that was the

reason to suppose he was the murder.

Sherlock Holmes engages to discover first the whereabouts of the horse, since his

name was among the runners for next Tuesday, and something was to be done to make him

to appear. Following his tracks, Holmes finds him in the stall of Mr. Brown, but also finds

that the horse had approached this place by himself.

Who took the horse out of his stall? That is the question, and Mr. Holmes finds it

out watching closely the content of Mr. Strakers pocket, the opium used to drug the stable

lad Ned Hunter, the meal prepared by Mrs. Straker, where the opium powder was

concealed, and the absence of the dog in the scene, that showed that was cared of by

someone known.

Holmes reconstructed the facts to prove that Mr. Stracker had taken the horse to a

hollow to pierce a cataract knife in his ham, to disable him to run in the Wessex Cup. The

horse was afraightened by the blaze of a match lit near his ham to see the right spot, and

kicked Mr. Straker at his head. The cravat at the scene was just found there as Mr. Simpson

lost it and was intended to be used to hold the horses hams.

The complicity of Mrs. Strakers wife was discovered in the faked bills found in

Mr. Strakes pocket. Holmes rushed to London to see if the clerks of the bills recognized

Mr. Strakers picture, as it happened. Mrs. Straker used to order expensive robes from

them, and Holmes saw clearly that Mr. Straker was trying to get money betting against his

own horse to pay the bills of his wife.

At the end of the story, Holmes rubs the neck of the culprit, the horse, and acts to

pay back the involvement of Mr. Brown in the case, despite being guilty at first of hiding

the horse.

114

22

THE ADVENTURE

OF THE SPEAKLED BAND

Sir Arthur Cone Doyle

This short story is placed in 1883, a time when the British were dominating in the

Indian peninsula. Grimesby Roylott was a medical doctor that spent many years in India

and went back to England after serving some time in prison for a crime. The story of his

family, through all generations is like his personal history, people of aristocratic line, that

become pauper.

In India he married a British woman and at her death she bequeathed on him a nice

sum of pounds to be partially transferred to his two stepdaughters at their marriage. The

desire to have all the money for himself took to kill one of his step-daughters (they were

twins of a former marriage of her wife). And as the second one went to seek Mr. Sherlock

Holmes advise and help, Dr. Roylott traced her.

Doctor Roylotts purpose to pay an unwelcome visit to Holmes was to discourage

him to pursue an investigation in his state at Stoke Moran, but it rather encouraged him to

be involved in the case of the unusual death of Helens sister.

As usual, Holmes, accompanied by Dr. Watson, his associate, pay a visit to the

house at Stoke Moran and arrives at the conclusion that any danger could have come from

outside. When examining the bedrooms, he discovered something very unusual: The only

communication between the girls bedroom and doctor Roylotts was a fake ventilator and

a fake belpull rope hanged from it to her bed, that for some unusual reason was fixed to the

floor, so as to avoid being moved to other position. These things, combined with the fact

that Doctor Roylott was known to get rare pets from India, were the clues that led Holmes

to expect that besides the cheeta (leopard) and a babbon monkey he could have hidden also

a poisonous snake, trained to pass through the ventilator straight to the girls bed. Some

other minor facts, came to help the uncover the plot to have the girl bitten by the snake and

have her death passed as a rare but natural death, that in other case could have been

attached to a band of gypsies that used to set their camp in Doctor Roylottss grounds, who

used to wear speakled bands on their heads.

Doctor Roylott also had a band like that and wore it on his head while watching the

snakes movements in the girls room. His purpose was that if seen by the girl, she would

cry: “It was the speakled band!” And in some way the gypsies would have been considered

guilty, and not Doctor Roylott.

There was another important clue before Holmes. The crime happened just before

the girl wedding, when Doctor Roylott should have given her the amount of money stated

in her mothers will. And now, after two years Helen was close to get married, and the

same fate hanged on her too. Holmes knew that her life was at risk.

Doctor Roylott had no need to accomplish his menaces on Holmes, since the snake

was confused by a light of a match lit by Holmes, and instead of passing through the

115

ventilator to the bed, attacked his master. He cried painfully and died and was found

wearing the speakled band on his head. And the snake was driven to her cage, that was the

metal safe in the bedroom.

APENDICE

1

LA BIBLIA CIENTIFICA:

REINA-VALERA ACTUALIZADA

INTRODUCCION:

En tiempos modernos, la traducción de la Biblia se ha convertido en una labor

científica, porque se tiene que aprovechar la información que aportan los grandes

descubrimientos arqueológicos, como los Rollos del Mar Muerto.

DESARROLLO:

Mi papá, que se llama Moisés Chávez ha participado en la traducción científica de

una Biblia que se llama “La Biblia Científica”. Esta labor duró diez años, y reunió a

muchos especialistas en Estados Unidos para traducir y luego publicar la “Biblia

Científica”, la primera Biblia en español que se llevó a cabo aprovechando el gran invento

científico de las PC o “Personal Computers”. Si usando las computadoras personales este

trabajo duró diez años, imagínese usted cuánto habría durado sin este aporte de la técnica!

CONCLUSIONES

El trabajo de traducir científicamente la Biblia Científica no ha sido realizado sólo

como investigación científica, sino que su propósito ha sido que la Biblia Científica pueda

llegar a las manos de la generalidad de la gente y que pueda ser entendida por todos con

facilidad, para traer a sus vidas felicidad y gran satisfacción.

2

EL VATICANO:

DISCURSO DE LA SECRETARIA

DEL PRESIDENTE DE ITALIA

Bongiorno Señores Congresales y Representantes de las Naciones Unidas, Damas y

Caballeros:

En mi condición de Secretaria Privada del Presidente de la República de Italia doy a

conocer lo siguiente:

El Vaticano es un territorio de casi medio kilómetro cuadrado en medio de la ciudad

de Roma, capital de Italia, reconocido como estado a partir del Tratado de Letrán firmado

en 1929.

Por el mismo hecho de ser un estado mundialmente reconocido y su rey, el Papa,

una autoridad de prestigio internacional, el Vaticano ha intervenido para solucionar muchos

litigios y conflictos internacionales, mayormente relacionados con la definición de fronteras

entre los países. Esta función de El Vaticano se conoce como “arbitraje”.

Por este hecho, quisiera proponer en este día de parte del Excelentísimo Presidente

de Italia, Señor Carlo Azeglio Ciampi, que el Presidente Constitucional de la República de

Bolivia, el Señor Carlos Mesa Gisbert, acepte la iniciativa de que se someta al arbitraje de

su Santidad, el Papa Juan Pablo II, y de El Vaticano, el difícil caso de la salida soberana

de Bolivia al Océano Pacífico, por el territorio que le fuera arrebatado por Chile en la

Guerra del Pacífico.

He dicho. Grazie

3

EL OLIVO:

UN ARBOL MARAVILLOSO

El olivo es un árbol muy interesante y de valor sin igual. Pertenece a la familia de

las Oleáceas, es decir, de plantas cuyos frutos producen óleo o aceite.

Su tronco es retorcido y débil; parece un árbol raquítico.

Su madera no sirve para hacer muebles ni para la construcción, como por ejemplo,

para hacer vigas. Antiguamente no servía ni para leña, porque nadie iba a cortar sus árboles

de olivo que son tan valiosos por su fruto y que duran tanto tiempo en crecer y producir,

para quemarlos en el fuego.

En la actualidad se hacen de su madera esculturas pequeñas que son la delicia de los

turistas que visitan Israel, la Tierra Santa. Por ejemplo, los camellitos de madera de olivo

son muy cotizados, como éste que he traído para mostrarles y que ha sido labrado en

madera de olivo:

MOSTRAR EL CAMELLITO

Pero es más importante el fruto del olivo llamado OLIVA. Las olivas son pequeños

frutos carnosos que tienen dentro una pepa muy dura, que es la semilla. Cuando las olivas

son maceradas o encurtidas en agua sal, se convierten en ACEITUNAS, de variados colores

y de rico sabor, como éstas:

MOSTRAR LAS ACEITUNAS

VERDES Y NEGRAS

Las olivas frescas, cuando son molidas en molinos especiales llamados LAGARES,

producen el “aceite de olivo”, que es el producto más valioso de este árbol, debido a sus

innumerables usos.

Como la pulpa de las olivas contiene una mezcla de agua y aceite, basta con dejar

reposar los frutos molidos para que el agua baje al fondo del balde y el aceite quede encima

del agua, porque el agua y el aceite no se pueden juntar. El aceite queda encima del agua

porque tiene menor densidad que el agua.

MOSTRAR EL VASO CON LA MEZCLA

DE AGUA Y ACEITE DE OLIVO

Cuando el aceite es extraído de las olivas con sólo triturarlas y escurrirlas se llama

ACEITE VIRGEN, y es un producto muy valioso en medicina y en la alimentación.

MOSTRAR LA BOTELLITA MINIATURA

Y LA LATA DE ACEITE OLIVO

El resto del aceite que se extrae hirviendo en agua las olivas trituradas, ya no tiene

poder medicinal pero se puede usar en la preparación de alimentos, y en tiempos antiguos

también para el alumbrado.

En tiempos antiguos se inventaron las “lamparitas de aceite de olivo”, que eran unos

pequeños recipientes de cerámica. Por un lado se las llenaba con aceite y se introducía en el

aceite un rollito de hilo cuya punta era sacada por el huequito delantero de la lamparita.

Cuando se prendía el hilo que servía de mecha, la tenue luz de la lamparita se mantenía

hasta que se acababa la mechita. Al consumirse, la mecha se desenrrolla sola. Esto es algo

muy curioso. Un ejemplo de estas antiguas lamparitas, presento a continuación:

MOSTRAR LA LAMPARITA DE CERAMICA

CON SU MECHITA

En tiempos antiguos, en el Período Bíblico, se utilizaba el aceite de olivo para los

siguientes fines:

1. Para la alimentación

2. Para el alumbrado de noche

3. Para la curación de heridas

4. Para la unción de los reyes, sacerdotes y profetas

5. Para el alumbrado del Templo de Dios

Su uso en el templo de Dios ha hecho que se considere al olivo como un árbol cuyo

fruto sirve “PARA HONRAR A DIOS Y A LOS HOMBRES”, como dice la Biblia en el

libro de Jueces 9:9.

Milagrosamente, el aceite para el alumbrado del templo de Dios en Jerusalem que

debía alumbrar un día alumbró ocho días. Este milagro se celebra en la Fiesta de Janukáh,

en el mes de diciembre.

En Grecia y Roma las ramas de olivo servían para honrar a los atletas que

campeonaban en las Olimpiadas o a los poetas y oradores que campeonaban en los

certámenes artísticos. Es que una característica de las hojas del olivo es que cuando se

secan, no pierden su color verde plateado.

HABLAR DE LAS RAMAS DE OLIVO

QUE TIENES EN LA BIBLIOTECA

En tiempos actuales se usa para desintoxicar el colon y facilitar el funcionamiento

de todo el organismo, pues tiene poder para desmenuzar y sacar del cuerpo la acumulación

de colesterol.

Para purificarse con aceite de olivo hay que tomar un jarro lleno de aceite calentado

suavemente en baño María, y después mantenerse varias horas con el poto en posición de

loto. Al día siguiente hay que ponerse dos lavativas con agua tibia.

MUESTRA LA FOTOGRAFIA DEL IRRIGADOR

El aceite de oliva virgen más puro se conoce con el nombre de EXTRA VIRGEN. A

este tipo de aceite se le llama en la Biblia Hebrea con el nombre de IZHAR (se pronuncia:

izjár).

La investigación científica ha demostrado que el aceite de olivo tiene los siguientes

efectos beneficiosos para la salud:

1. Reduce el nivel de colesterol, que es una sustancia química que afecta a las

arterias y la circulación de la sangre.

2. Disminuye el riesgo de infarto

3. Disminuye la acidez gástrica

4. Protege al organismo contra la formación de úlceras y gastritis.

5. Beneficia el crecimiento de nuestros huesos

6. Previene los efectos deterioradores de la edad y facilita las funciones cerebrales.

7. NO ENGORDA

El olivo es un árbol de aspecto tan feo y raquítico, pero dura miles de años en pie,

como los olivos que hay en las faldas del Monte de los Olivos, al costado de la Iglesia de

Todas las Naciones en Jerusalem, la capital de Israel, que tanto asombran a los turistas. Por

eso es un símbolo de la fortaleza, a pesar de la flaqueza, que nos enseña que la victoria final

no es de los más lindos, ni de los más fuertes.

A continuación quiero leerles una poesía que ha escrito mi padre a los árboles de

olivo que se conservan desde hace 2000 años en el Monte de los Olivos. Su título,

“Cuasimodo Ben Izhar”, se inspira en el aspecto desagradable de Cuasimodo, el Jorobado

de Notre Dame, y su apellido “Izhar” es la palabra con que en hebreo se denomina al

ACEITE EXTRA VIRGEN, es decir, de la más alta calidad:

RECITAR LA POESIA

“CUASIMODO BEN IZHAR”

Muchas gracias.

4

POESIA:

MI MAMITA

Por Teodoro Palacios

Mi casa es un cielo

de dicha y de paz;

no hay ángel tan bueno

como mi mamá.

MI MAMI,

MI DICHA, MI AMOR,

ME DICE MI MAMI

MIENTRAS ME BESA

Y ME HACE DORMIR:

“Palomita mía”,

“mi Cielo”, “mi Reina”

me dice mi mamita,

me viste y me peina.

Me sigue a la puerta;

me da sabios consejos.

No aparta de mí sus ojos

hasta que me mira lejos.

Cuando vuelvo del colegio

la hallo en sus quehaceres.

Me da unos cuantos besitos

y me ayuda en mis deberes.

Tiende el mantel en la mesa

y me hace sentar a su lado.

Me da mis ricos helados

porque a mí me quiere más.

Mi casa es un cielo

de dicha y de paz;

no hay ángel tan bueno

como mi mamá.

(recitada por Lili Ester en el Día de la Madre)

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