por el inicio del año fourviere

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INICIO DEL AÑO FOURVIÈRE Estimados/as Maristas de Champagnat: ¡Hoy iniciamos el Año Fourvière! El H. Emili al referirse a este acontecimiento nos ha dicho: "El 23 de julio de 1816, al día siguiente de su ordenación, un grupo de jóvenes sacerdotes, llenos de ilusión, se encamina hacia el Santuario de Fourvière, en Lyon. A los pies de Nuestra Señora, hacen su promesa de constituir la Sociedad de María. Desde el inicio, los primeros maristas imaginan la Sociedad de María como un gran árbol con diferentes ramas: religiosos sacerdotes, religiosos hermanos, religiosas y laicos. El proyecto no obtuvo el reconocimiento eclesial en aquel entonces; quizás la coyuntura histórica no era la adecuada. Hoy día, las circunstancias son muy distintas. Reconocemos con agradecimiento que el Espíritu Santo ha hecho florecer entre nosotros la vocación laical marista. Miles de laicos y laicas de todo el mundo se sienten llamados a vivir el evangelio a la manera de María, según la tradición del P. Champagnat y de los primeros hermanos. Los orígenes de la Sociedad de María nos recuerdan que religiosos y laicos estamos asociados para la misión, y llamados a ofrecer el rostro mariano de la Iglesia, con nuestra manera peculiar de ser y de construir Iglesia. Nuestro último Capítulo general nos invitaba a una nueva relación entre hermanos y laicos, para servir mejor a la apasionante misión que la Iglesia nos confía. El mismo Capítulo decía: Contemplamos nuestro futuro marista como una comunión de personas en el carisma de Champagnat. Santa Cruz de la Sierra. Ap.950. Tef: 3595445 .E Mail: [email protected]

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INICIO DEL AÑO FOURVIÈRE

Estimados/as Maristas de Champagnat:

¡Hoy iniciamos el Año Fourvière!

El H. Emili al referirse a este acontecimiento nos ha dicho: "El 23 de julio de 1816, al día siguiente de su ordenación, un grupo de jóvenes sacerdotes, llenos de ilusión, se encamina hacia el Santuario de Fourvière, en Lyon.  A los pies de Nuestra Señora, hacen su promesa de constituir la Sociedad de María. Desde el inicio, los primeros maristas imaginan la Sociedad de María como un gran árbol con diferentes ramas: religiosos sacerdotes, religiosos hermanos, religiosas y laicos. El proyecto no obtuvo el reconocimiento eclesial en aquel entonces; quizás la coyuntura histórica no era la adecuada. Hoy día, las circunstancias son muy distintas. Reconocemos con agradecimiento que el Espíritu Santo ha hecho florecer entre nosotros la vocación laical marista. Miles de laicos y laicas de todo el mundo se sienten llamados a vivir el evangelio a la manera de María, según la tradición del P. Champagnat y de los primeros hermanos. Los orígenes de la Sociedad de María nos recuerdan que religiosos y laicos estamos asociados para la misión, y llamados a ofrecer el rostro mariano de la Iglesia, con nuestra manera peculiar de ser y de construir Iglesia. Nuestro último Capítulo general nos invitaba a una nueva relación entre hermanos y laicos, para servir mejor a la apasionante misión que la Iglesia nos confía. El mismo Capítulo decía: Contemplamos nuestro futuro marista como una comunión de personas en el carisma de Champagnat. Permanecemos, pues, abiertos a la creatividad del Espíritu Santo, que nos puede llevar, quizás, por caminos totalmente insospechados.

Año Fourvière: Asociados para la misión. Es decir, asociados en torno a la figura de Jesús. Por una parte, sin mirar para atrás, ni siendo tampoco aquellos que se separan de Jesús y van a su aire. Sólo el compromiso de todos hará posible UN NUEVO COMIENZO”. Los Superiores Generales de la Familia Marista, en su carta por inicio del Año Fourvière, nos dicen: "Les encomendamos encarecidamente animen la participación de los Maristas de su área de responsabilidad en este año de reflexión orante sobre la Promesa de Fourvière, considerando el sentido que tuvo

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para los primeros Maristas al hacer su Promesa en 1816 y el significado que tiene en nuestras vidas como Maristas de hoy, llamados a ser pequeñas presencias de María en el mundo". 

Este año se convierte para todos nosotros, hermanos, laicas y laicos maristas, en una gran oportunidad. Es la oportunidad de vivir nuestra vocación a plenitud. Reconocernos amados, llamados y enviados por Dios, en comunidad, para anunciar, vivir, servir y celebrar la buena nueva del Reino de Dios. Muchos niños, niñas, adolescentes y jóvenes pobres están esperando este anuncio para que transforme desde dentro sus vidas.

Somos portadores de este tesoro y lo llevamos en vasos de barro. Por este motivo, ponemos toda nuestra confianza en Dios y en María su buena Madre. Este es un año para la comunión. El Señor nos llama a estar unidos en Él, como los sarmientos a la vid. Pongamos toda nuestra voluntad y esfuerzo para testimoniar en el mundo de hoy que la fraternidad, inspirada y animada por el Espíritu de Jesús, es posible. Vivamos como hermanos y hermanas unidos para la misión.

Hoy es tiempo de renovación de la Promesa. Digamos juntos sí al amor de Dios, sí a su llamada, sí a la misión que nos encomienda. Hoy más que nunca se necesitan testigos vivos del Evangelio para defender a los niños, niñas y adolescentes con tantos derechos vulnerados.

María, nuestra tierna buena Madre de Fourvière, nos acompaña en este caminar. Ella es nuestra primera animadora. En ella podemos construir la unidad que nos pide Jesús. Les animo a buscar creativamente los modos de compartir vida, espiritualidad y misión entre hermanos, laicas y laicos.

Muchas felicidades a todos y todas.

Me despido en Jesús, María y Champagnat

Atentamente,

Ricardo MiñoDelegado del Provincial para la Misión

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