ponencia 04 - iv congreso snte

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Profr. Armando Robles Liceaga IV CONGRESO NACIONAL DE EDUCACIÓN DEL SINDICATO NACIONAL DE TRABAJADORES DE LA EDUCACIÓN TÍTULO: Principios Básicos para la Formación de Valores en la Escuela TEMA 7: EL RETO DE LA SEGURIDAD INTEGRAL DE LA ESCUELA El Sistema Educativo y la formación de los valores que hacen funcionar a la sociedad AUTOR: PROFR. ARMANDO ROBLES LICEAGA RESUMEN: La formación de valores se realiza desde el seno mismo de la familia y es el derecho y deber primeramente de los padres la educación de sus hijos. Sin embargo, la educación la comparte con la Escuela, el Estado, la Iglesia y otras organizaciones de la sociedad. Se describe en esta ponencia cuáles son los principios básicos que la escuela y todo educador debe tomar en cuenta a la hora de pretender formar realmente los valores morales en los jóvenes sin violentar su naturaleza humana. El papel de la escuela no debe contraponerse al de la familia sino que debe reforzarlo, y además debe ser capaz de contrarrestar en lo posible las carencias que de índole moral adolecen algunas familias y la sociedad en general. Tijuana, B.C., 27 de septiembre de 2006. 1

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Ponencia para el IV Congreso Nacional de Educación del SNTE, 2006.

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Page 1: Ponencia 04 - IV Congreso Snte

Profr. Armando Robles Liceaga

IV CONGRESO NACIONAL DE EDUCACIÓN DEL SINDICATO NACIONAL DE TRABAJADORES DE LA

EDUCACIÓN

TÍTULO:

Principios Básicos para la Formación de Valores en la Escuela

TEMA 7:

EL RETO DE LA SEGURIDAD INTEGRAL DE LA ESCUELA El Sistema Educativo y la formación de los valores que hacen funcionar a la sociedad

AUTOR:

PROFR. ARMANDO ROBLES LICEAGA

RESUMEN:

La formación de valores se realiza desde el seno mismo de la familia y es el derecho y deber primeramente de los padres la educación de sus hijos. Sin embargo, la educación la comparte con la Escuela, el Estado, la Iglesia y otras organizaciones de la sociedad. Se describe en esta ponencia cuáles son los principios básicos que la escuela y todo educador debe tomar en cuenta a la hora de pretender formar realmente los valores morales en los jóvenes sin violentar su naturaleza humana. El papel de la escuela no debe contraponerse al de la familia sino que debe reforzarlo, y además debe ser capaz de contrarrestar en lo posible las carencias que de índole moral adolecen algunas familias y la sociedad en general.

Tijuana, B.C., 27 de septiembre de 2006.

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Profr. Armando Robles Liceaga

Si hiciéramos una lista de qué es lo que más queremos para nuestros hijos estoy seguro que todos estaríamos de acuerdo en que queremos hijos sanos, trabajadores, generosos, auténticos y obviamente no quisiéramos lo peor para ellos. Pero, ¿Qué estamos haciendo para que esto se vuelva realidad? Hago esta pregunta porque el tipo de sociedad que queremos presenciar en la próxima generación se empieza a moldear desde los hogares y las aulas. Es por esto que al hablar del tema de los valores no solo debemos circunscribirnos en el ámbito del núcleo familiar sino también al sistema educativo. Cuando se quiere estudiar seriamente cómo enseñar los valores a nuestros jóvenes, es necesario partir por definir ciertos elementos. Empezaré afirmando que en Educación es importante la formación de valores morales porque al joven no solo se le debe educar para adquirir un título académico o para el adecuado ejercicio de alguna profesión, sino que gran parte del esfuerzo del maestro debiera orientarse para que el joven logre alcanzar su fin último. La educación no puede desentenderse ni violentar la naturaleza humana, sino por el contrario debe rescatarla y encauzarla. En este sentido se sostiene que: a) la educación es una obra humana que afecta al hombre mismo en su totalidad; b) la educación escolar es necesariamente sistemática e intencional, y c) la educación busca mejorar al hombre, o sea desarrollar todas sus facultades y potencialidades. Lo anterior supone necesariamente que el sistema educativo debe tener un concepto de hombre y un concepto de lo que es el hombre educado puesto que es la meta y fin de toda educación.

En consecuencia, toda institución o sistema educativo que pretenda formar hombres educados supone la concepción de una escala de valores en las cuales orientará dicha formación. Si se le da mayor importancia o valor a lo técnico no egresarán jóvenes con las mismas habilidades que si se le da mayor valor a lo humanístico. En orden de menor a mayor trascendencia los valores son: a) infrahumanos como los actos que nos sirven para obtener bienes puramente biológicos, así valoramos la nutrición pero vivir solo para alcanzar

este fin sería de igual forma que los animales; b) valores humanos inframorales como los económicos y sociales; c) valores morales como aquéllos que nos llevan a practicar la Justicia o la Prudencia y d) los valores sobrenaturales o espirituales como los que nos conducen a las grandes virtudes como la Fe, la Esperanza y la Caridad. Desgraciadamente no son pocos los programas educativos o materiales didácticos que apenas alcanzan a contemplar la práctica de valores inframorales y se quedan sólo en meras prácticas de normas de urbanidad o reglas de trato social, cuando no se da más importancia a los valores económicos y materiales. Es decir, una currícula educativa debe integrar en su modelo de enseñanza ya sea a nivel básico, medio o superior la transmisión de valores absolutos, propiciar la socialización, el desarrollo del juicio moral, la adquisición de hábitos y la formación del carácter del alumno.

La Pedagogía actual debe ser capaz de colocar al maestro en la actitud ética, intelectual y profesional acorde con su misión. El maestro debe ser capaz de poner a sus alumnos en contacto con los conocimientos básicos pero a la vez comprometer sus voluntades en la fiel consecución de los valores perennes, aquéllos que se mantienen incorruptibles frente a todos los cambios. Y se hace énfasis en el maestro porque es él la causa eficiente de la educación, es él quien hace posible el desarrollo de dichas facultades. Aún con los avances que tiene hoy la tecnología de los métodos audiovisuales el maestro es insustituíble, porque en la formación integral que queremos lograr en nuestros jóvenes se requiere tomar en cuenta el cómo adquieren ellos los hábitos y su esquema de valores.

En la formación de valores debe tomarse en cuenta los siguientes principios: A. EL EJEMPLO: Desde la niñez pasando por la adolescencia y la juventud el ser humano aprende los valores por medio de arquetipos, esto es, personas a imitar. Los primeros arquetipos que todos nos formamos son nuestros padres desde el seno del hogar. Vemos como la niña generalmente quiere ser como su madre y el niño aspira a ser como su padre e incluso presumen las

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capacidades de sus padres ante sus amigos. Por eso el divorcio tiene un efecto terrible en los niños a cualquier edad pues ven su mundo partirse en dos. El siguiente arquetipo son sus maestros. Pero triste realidad cuando los pequeños o los jóvenes no llenan sus aspiraciones con los ejemplos ya sea emocionales o conductuales que observan de sus padres o maestros. Alguien diría que mejor sería enseñar al hijo a ver la realidad de que nadie somos perfectos y por tanto no me debo preocupar por ser el mejor ejemplo para él. Pero la realidad es que si los hijos pierden el encanto que tenían por sus padres o maestros buscarán entonces arquetipos en sus amigos, o en personajes de la farándula o deportistas y no podemos dejar de lado que, en su desarrollo, el ser humano por naturaleza imita no por imitar sino por identificarse con aquello a lo que aspira ser. Debemos ser congruentes con lo que enseñamos: “Vive como piensas o terminarás pensando como vives”. B. LA PRÁCTICA: La alegría y no el tedio es medio para que dicha enseñanza sea eficaz. El maestro no debe sujetarse a un solo método didáctico sino que es recomendable exponer al alumno casos o vivencias que le despierten su interés, interactuar con sus compañeros, intercambiando roles para experimentar dilemas éticos, haciendo representaciones teatrales, investigando en revistas, videos, periódicos casos que pueden ser analizados por medio de dinámicas o técnicas grupales pero no cayendo en el error de despertar solamente una curiosidad morbosa y teniendo siempre presente que la actividad docente no se debe estancar en la mera ejecución de dinámicas que mantengan al alumno ocupado sino que éstas son sólo un medio para incitar la reflexión de los alumnos hacia las cosas trascendentes, hacia la contemplación del supremo Bien, Verdad y Belleza. C. LA CORRECCIÓN. Tarea vital y delicada del educador al realizar este tipo de dinámicas que pongan en ejercicio los valores es la de corregir. Es necesario corregir la mala apreciación de valores del alumno llevándolo a comprender la bondad de determinado valor. Razón de ser del maestro es decir lo que las cosas son. No son pocos los maestros que por un vano apego a

corrientes psicológicas “modernas” o por temor a que se les prejuzgue como tradicionalistas prefieren ser permisivos pretendiendo que todo sea aprendido cometiendo errores. Una falsa interpretación de la tolerancia hace que nuestra actitud se convierta en apatía o cobardía al no querer corregir al joven que se encuentra en el error, por ejemplo, siguiendo modas que denigran su imagen, actitudes que se convierten en vicios y demás transtornos de índole moral que pueden dañar su propia persona y no sólo la de los demás. El relativismo moral es un obstáculo en la enseñanza de los valores morales. Debemos aprender a llamar Bien al Bien y Mal al Mal. Las reglas disciplinarias justas de la escuela deben ser aprovechadas como medio de corrección de malos actos o hábitos. Desgraciadamente la rutina hace que el profesor se vuelva conductista y no nos damos cuenta de que dichas reglas son medios y, aunque las reglas son para cumplirse, la función de la escuela no es sólo hacer cumplir un reglamento. La corrección se debe dar bajo las siguientes reglas: Quien corrige debe a) saber elogiar, b) hacerlo por sinceridad y no por ironía, c) analizar si primero se debe autocorregir, d) hacerlo con prudencia D. EL CONSEJO. Esta corrección no se debe convertir en un mero adoctrinamiento o regaño. Cuántas veces no nos contestan nuestros hijos y alumnos: “y eso, qué tiene de malo”. Existe en el ser humano también una especie de ceguera moral, un atrofiamiento de nuestra conciencia moral a semejanza de nuestros sentidos.. Los antiguos griegos llamaban Paideia a aquél ejercicio en el que se preguntaban el por qué de las cosas hasta ahondar en las esencias. El maestro logra formar conciencias no aniquilando ese deseo natural que el hombre tiene desde la infancia de saber las causas y finalidades de las cosas y de sus actos. Este era el principio del método mayéutico. Solo en la manera de que el joven vaya encontrando el sentido de su existir formándose metas, ya sea en sus estudios, en su familia, en sus actitudes, etcétera, aprenderá a valorar las cosas y los actos de manera racional y a jerarquizarlos en función de lo que logre hacernos más humanos y ponernos en contacto con el fin

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supremo y sobrenatural. El consejo debe ser capaz de despertar nuestras conciencias y ayudar a dar sentido a nuestras vidas. Los animales tienen bien trazado el sentido de su existencia, pero el ser humano tiene que aprender a encontrarlo

Con lo expuesto hasta aquí se puede tener un panorama de la importante función que le corresponde a la escuela y por consecuencia al profesor. La educación es deber y derecho primeramente de los padres de familia pero en la educación sistemática la responsabilidad la asume el maestro quien no es un simple instructor o transmisor de información. Debemos empezar por hacer una autoevaluación en el mismo profesorado y proporcionarle los medios necesarios para que nuestros maestros cumplan cabalmente su función. Existe la desconfianza de que el maestro pueda lograr mucho sobre todo en el sector oficial, cuando se tienen grupos saturados, con falta de recursos, o cuando por una equivocada interpretación de la laicidad en la educación opta por dejar de lado la enseñanza de valores espirituales y mejor prefiere orientar a sus alumnos en aspectos puramente biológicos como sucede muchas veces con la educación sexual. O cuando observa cómo se tiene en esta frontera una gran influencia de la cultura norteamericana que en general tiene un esquema de valores muy distinto a la cultura de nuestro pueblo, o cuando parece ser que los logros que obtenemos dentro de las aulas se desvanecen cuando se pierden en las atractivas imágenes de los pobres programas del televisor, o cuando las bellas reflexiones hechas en la escuela se estrellan con la realidad que se vive en la familia desintegrada. Aún así no se imaginan lo que realmente puede modificar la escuela en la célula social.

En conclusión, para una adecuada enseñanza de los valores morales

1) se debe tomar en cuenta la naturaleza humana no solo en su aspecto biológico sino también los aspectos psicológicos más trascendentes como lo espiritual;

2) Se debe definir qué escala de valores es la que nos va a regir, ya que una educación basada en formación para

la democracia y la cultura de la legalidad deja muchos vacíos en la formación de las conciencias de los niños;

3) La escala que nos debe regir es aquélla donde los valores trascendentes tengan la mayor importancia

4) Nutrir la formación de los valores mediante el EJEMPLO, la PRACTICA, la CORRECCION y el CONSEJO.

Formulación de Propósitos

¿Qué acciones te propones realizar para

lograr ser mejor ejemplo para tus hijos, alumnos o niños y jóvenes sobre los que tienes influencia?

¿Cómo podrías propiciarles la PRÁCTICA de los valores sobre todo morales?

¿De qué manera debes CORREGIR al joven ante el error en la apreciación de los valores morales?

¿Cómo puedes lograr que el CONSEJO pueda influir en la formación de valores en el joven?

Esta ponencia fue expuesta por el Profr.

Armando Robles Liceaga, en el Foro “La Educación en la Formación de Valores”, convocada por el Grupo Madrugadores, A.C., en Tijuana, B.C., del 18 de noviembre de 2000.