poesías asiáticas - puestas en verso castellano por el conde de noroña

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     Poesías

    asiáticaspuestas en verso castellano por el

    Conde de No roña

    E d i c i ó n d e S a n t i a g o   F o r t u n o

    p o está Hiperión

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    POESIASASIÁTICAS

    puestas en verso castellano 

    por el

    C o n d e   d e   N o r o ñ a

    EDICIÓN DE SANTIAGO FORTUÑO

    ( D

    Hipe r ión

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     poesía H iperión, 462

    C O N D E D E N O R O Ñ A

    P O E S ÍA S A S IÁ T I C A S  

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    poesía Hiperión Colección dirigida por Jesús Munárriz 

    Diseño gráfico: Equipo 109 

    Cubierta: Dibujo de Eugène Delacroix (1832)

    Esta obra ha sido publicada con la ayuda de la Dirección General del Libro,

    Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.

    O Copyright  Santiago Fortuño, 2003 

    Derechos de edición reservados: EDICIONES HIPERIÓN S.L.

    Calle de Salustiano Olózaga, 14 · 28001 Madrid · Tfno.: 91 577 60 15 http://www.hiperion.com   · c-mail: [email protected]  

    ISBN: 84-7517-765-4 · Depósito legal: M-32.982-2003  

    Artes Gráficas Géminis, C. B. · San Sebastián de los Reyes · Madrid

    La reproducción total o parcial de este libro, no autorizada por la editorial, vulnera

    derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente concertada.

    IMPRESO EN ESPAÑA · UNIÓN EUROPEA

    http://www.hiperion.com/mailto:[email protected]:[email protected]://www.hiperion.com/

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    LAS POESÍAS ASIÁTICAS

    D EL C O N D E D E N O R O Ñ A

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    E l   o r i e n t a l i s m o   e u r o p e o   y   e n   E s p a ñ a   e n   e l   s ig l o   XV I I I

    E l siglo X V II m arca el comienzo de los estudios orientalistas

    en Europa. “Es sabido cómo el siglo XVII señaló en toda

    Europa el resurgir de los estudios orientalistas en general y de

    los arábigos en pa rticular” Existen testimonios de la aficiónde algunos personajes occidentales por el conocimiento del

    exótico O riente. En 1686, el joyero C hardin pub lica su Journal 

    du Voyage du chevalier Chardin en Perse  en el que presenta el carác-

    ter de diferencia y de otredad de lo oriental 2. El Conde de

     N oroña recogió en sus Poesías asiáticas  el estudio de este viajero

    'José L. Soto Pérez,  Arabismo e Ilustración, Anejos del Boces XVIII3,

    Universidad de OviedoCátedra de Feijoo, 1985, p. 15.

    2 “Este joy ero [...], que se fue a Persia para vender allí sus relojes, sus pul-

    seras, sus collares y sus anillos[...] Conocía Ispahán mejor que París, y sobre

    todo, lo prefería. De modo que, al leerlo, el más limitado de los lectores

    hubo de comprender que había allí, muy lejos, en Asia, seres humanos que

    no eran inferiores a él en manera alguna, y cuya vida, sin embargo, difería

     profundam en te de la suya.” , Paul H azard ,  La crisis de la conciencia europea 

    (16801715), Madrid, Alianza Editorial, 1988, p. 28.

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    francés sobre las lenguas árabe, persa y turca 3. Veinte años

    antes, sir Paul Rycaut, secretario inglés de embajada, había

     publicado sus experiencias viajeras a Turquía, país al que tam -

     bién llegó Giovanni Paolo M araña, genovés, quien, de viaje

     por Egipto, señaló sus costumbres y cualidades específicas.Como señala el profesor Antonio Gallego Morell “el Oriente,

    a partir del siglo XVIII, deja de ser para los hombres europeos

    un peligro, e incluso una realidad, para convertirse en una nos-

    talgia” 4, que constituirá u na característica rom ántica en el

    siglo siguiente. “Expansión, confrontación histórica, simpatía y

    clasificación” son, a decir de Edward W. Said, los cuatro ele-mentos que definen el orientalismo del siglo X V III5. O riente

    se abre a los países no islámicos, lo que comporta un mayor

    conocimiento de lo extraño y exótico, captado en sintonía con

    los sentimientos y que posibilita conocer la idiosincrasia de sus

     pueblos in tegrantes. En ese ámbito de acercamiento y curiosi-

    dad situamos la traducción de las Poesías asiáticas  del Conde de N oroña. “T he work contains not only transla tions from Arabic

     poetry (including Spanish Arabs) but also from Persian and

    Turkish, and in them the Count of Noroña sees a passion and

    a fire that presage the Romantic Age” 6.

    Alberto Lista y Aragon (17751848), sevillano, en su artículo

    “Carácter de la poesía oriental” se preguntaba por qué elentendimiento humano es tan activo y emprendedor en

    Europa frente al carácter estacionario, contemplativo de los

    3Poesías asiáticas,  París, Im pre nta de Ju lio D idot M ayor, 1833, pp. 2934.

    En nuestra edición, véase la Adición II, p. 81

    4 “El orientalism o literario en el R om anticism o” ,  Diez ensayos sobre 

     Literatura Española,  Madrid, Revista de Occidente, 1973, p. 29.5Orientalismo,  M ad rid , L ibertarias, 1990, pp. 149153.

    6Jam es T. M onro e,  Islam and. the arabs in Spanish Scholarschips (Sixteenth cen

    tury to the present),  Leiden, E. J . Brill, 1970, p. 61 y 62.

    io

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     pueblos asiáticos. T ras atribuirlo, en un prim er m om ento, a

    la diferencia de climas de ambos continentes, continúa “o

     bien a la afición de los asiáticos al reposo, a la meditación

    vaga y poética y a los placeres de la imaginación; cosas a que

    efectivamente ha debido convidarlos su territorio fértil, her-

    moso y al mismo tiempo sometido a un sol espléndido y

    ardiente” 7.

    En 1708, Simon Ockley negará la secular creencia de la

    superioridad del Occidente respecto al O rie n te 8. Las traduc-

    ciones del Corán  por George Sale, en Ing laterra, en 17 34 9, y

    la, parcial, francesa de las  M il y una noches  (17041717) porAntoine Galland (16461715) influirán, y no poco, en la lite-

    ra tu ra o cc idental10. M ención especial merece esta versión fran-

    cesa de Galland (1704 1717) al popularizarla y poder mostrar

    a los escritores árabes que dicha colección de cuentos orienta-

    les había llegado a ser una obra cumbre literaria en Occidente.

    Estos relatos se ofrecieron, además, al público con dibujos yaparato gráfico orientales que favorecieron, aún más, su apro-

    ximación al ambiente asiático.

    Voltaire escribe, en 1741,  Mahoma o el fanatismo  y los cuen-

    tos  Zadig o el destino  en 1747. Destacados profesores e intelec-

    tuales europeos sienten curiosidad por la lengua y civilización

    árabes y se aplican a su conocimiento: M. d'Herbelot, el cita-do M. Galland, Mr. Pococke, profesor de la Universidad de

    Oxford, M. Reland, especialista en Utrecht y Mr. Ockley de

    ''Ensayos literarios y críticos,  II, Sevilla, CalvoRubio y Comp. 1844, p. 27.

    8Cito por Paul Hazard,  La crisis de la conciencia europea,  Madrid, Alianza

    Universidad, 1988, p. 27.9Manuela Manzanares de Cirre ,  Arabistas españoles del siglo X IX ,  Madrid,

    Instituto Hispano Arabe de Cultura, 1971, p. 36.

    l0Ju a n V erne t,  Literatura árabe, Barcelona, Labor, 1968, p. 158.

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    Ayudó a este orientalismo la creación de cátedras, la aper-

    tura de centros, en donde se impartían clases de árabe y se tra-

    ducían textos orientales, y la llegada de maronitas del Líbano

    y Siria, como el padre Farhat, que trajo a España manuscritos

    de Oriente, y Ju an Am on de San Ju an , que procedente de

    Alepo, llegó a ser escribiente de lenguas orientales de la Real

    Biblioteca de M adrid 19. Francisco Pérez Bayer, canónigo y

     persona de confianza de Carlos III, ocupó en Valencia la cáte-

    dra de Lenguas O rien tales (1745)20. Miguel Casiri (17101791)

    estuvo al frente de la Real Biblioteca del Escorial desde 1748.

    Este sacerdote siromaronita, autor de la  Biblioteca Arabico-  Hispana Escuñalensis  y traductor, entre otras obras, al latín del

    cuarto códice en árabe de la Colección Canónica Hispana,  había

    sido formado al amparo del Vaticano que fomentaba, a la

    sazón, este tipo de estudios con una finalidad misionera. El

    Conde de Noroña en su Advertencia inicial a las Poesías asiáti

    cas  ya se refiere a estos “poetas del Oriente, en quienes todoes calor y entusiasmo, y entre los cuales suenan con honor

    algunos Hispanos cuyas obras yacen sepultadas en el Escurial

    (sic)”.  Entre los discípulos de Casiri, destaca el franciscano gra-

    nad ino José Banqueri quien en 1783, al ingresar en la Real

    Academia de la Historia, pronuncia su Oración gratulatoña  con-

    sistente en una defensa de la lengua árabe “la gran llave maes-

    tra que puede abrir la pue rta que nos conduce a aquel jard ín

    o huerto casi cerrado, pero lleno de sazonados frutos útiles, de

    19M anu ela M an zan are s de C irre,  Arabistas españoles del siglo X IX ,  Madrid,

    Instituto Hispano Arabe de Cultura, 1971, pp. 36 39.20G loria M ora, "L iteratura anticuaría", en  Histoña literaria de España en el 

    siglo XVIII,  edic. de F. Aguilar Piñal, Madrid, Trotta. CSIC, 1996, pp. 904

    905.

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    am enidad, de encantos deliciosos” 21. El toledano Cándido

    María Trigueros (17361798), autor de la Oración para estimular  

    al estudio de la lengua hebrea  (1773), acompañará al granadino

    Banqueri en la comisión de Antigüedades de esta Institución.

    Entre sus estudios epigráficos destaca la Explicación de una inscripción hebrea que está en la puerta que llaman de la Campanilla en la 

    Santa Patriarcal Iglesia de Sevilla22.

    En los Reales Estudios de San Isidro de Madrid se creará

    en 1770 la Cátedra de Arabe, con escasos resultados, lo que

    también se llevará a cabo en El Escorial, en 1786, por medio

    de los monjes jerónimos, gracias a las gestiones del ministro deCarlos III, el conde de Campomanes, “la eminencia gris”, dis-

    cípulo de Casiri, quien también participó de esta manera en la

    consolidación del arabismo en España. Ambos tradujeron del

    árabe al castellano (1751) dos capítulos del Tratado de Agricultura 

    del sevillano Abu Zacha ria E bn el A w w am 23. El franciscano P.

    Francisco Cañes, en 1787, publicó el  Diccionario EspaTiol-Latino-  Arábigo  (1787), siendo, a su vez, el autor de la Gramática arábigo-

    21 Cito p o r Jo sé Luis So to, o. c.,  p. 114. Este discurso constituye una

    defensa de la utilidad del árabe para conocer la lengua castellana, historia

    civil y liter ar ia y pe rson ajes ilustres, ibid.,  pp. 115120. Adviértase la reso-nancia de la obra de Pedro Soto de Rojas Paraíso cenado para muchos, jardines 

    abiertos para pocos  (1652).

    22 Le ída en la Real A cad em ia Sevillana de Buen as Le tras en 1772, F.

    Aguilar Piñal, Un escritor ilustrado: Cándido María Trigueros,  Madrid, CSIC,

    1987. También en Thomas Tchinda,  La producción novelesca de don Cándido 

     María Trigueros (1736-1798),  tesis doctoral defendida en la Universidad de

    Zaragoza, 2002, p. 3536 y 7576, (inédita).

    2îJosé L. Soto, o. c.,  p. 17. C ab rá el ho no r de la traduc ción e impresiónde este T ra ta d o al discípulo pred ilecto de C asiri, Fr. Jos é B anq ueri, en 1802,

    ibid.,  p. 145. Asimismo, éste tradujo la  Historia Natural  del árabe malagueño

    Ben Beitar, ibid.,  p. 128.

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    española vulgar y literal, con un diccionaúo arábico-español  (1775) 24. 

    Otro franciscano, Tomás Obicini, fue el autor de Thesaurus lin

    guae arabicae.  Entre los profesores de árabe en el Real

    Monasterio de San Lorenzo del Escorial destaca el jerónimo

    Patricio José de la To rre , bibliotecario y catedrático de la len-

    gua arábiga, quien, tras una estancia en Tánger, pensionado

     por Jovellanos, ultimó en 1805 la revisión del Vocabulario caste

    llano arábigo  de fray Pedro de Alcalá.

    Otros aspectos del mundo árabe también acapararon la

    atención del turolense Andrés Piquer y Arrufat (17111772) en

    su  Discurso sobre la medicina de los árabes  y de Mariano Pizzi en

    sus obras, la Gramática de la lengua arábiga erudita en metro castella

    no,  el  Diccionario de partículas latino-hispano-arábigas  y Conocimiento 

    de la paleografia de los árabes antigua y moderna.  El diplomático

    Ignacio Jo rd án de Asso y del Río escribió, en 1782,  Bibliotheca 

    arabico-aragonensis25.

    Este estudio del árabe, con el que los franciscanos promo-vían el apostolado de infieles, se entronca, en sus orígenes, con

    la tradición hispánica española del siglo XVI, tendente a cono-

    cer y esclarecer la evolución de la lengua castellana. Por otra

     parte, era patrocinada por los m onarcas Borbones, quienes

    favorecían, de este modo, las raíces nacionalistas de la Iglesia

    española frente a la presión centralizadora ro m an a26·Entre los jesuítas sobresalieron el padre Ju an Andrés con su

    trabajo  Del origen, progreso y estado actual de la literatura  y Cartas 

    sobre la música de los árabes  y el padre Esteban de Arteaga, otro

    miembro de la C om pañía de Jesús, quien, tras su expulsión de

    24J . L. Ca rrillo y M .a Paz T or re s,  Ibn Al-Baytar y et arabismo español del  X VIII,  Ayuntamiento de Benalmádena, 1982, pp. 2136.

    25 M . M an za na res , o. c.,  p. 38.

    26J. L. Soto, o. c.,  p. 16.

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    España en 1767 por Carlos III, se trasladó a Bolonia y escri-

     bió  De la influencia de los árabes sobre el origen de la poesía moder

    na  (1791) así como otros trabajos sobre la música árabe.

    Otros eclesiásticos que contribuyeron al conocimiento y

    difusión del orientalismo fueron el padre Marcos Dobelio,que traduce a AbulFeda y el padre Manuel Lassala con su

    obra Fabulae Lokmani sapientis ex arabico sermone latinis versibus 

    interpretata.  El orientalismo de la época se manifiesta, asimis-

    mo, en la publicación de obras en las que, por medio del tema

    del viaje, que para los ilustrados equivale a ins trucción 27, se

    acercan a Europa personajes y sus costumbres orientales: lasCartas persas  (1721) de Montesquieu, las  Lettres d ’une turque à 

    Pans  (1731) atribuidas a Poullain de SaintFoix, las Cartas 

    marruecas  (1774) de José Cada lso, o se estudian aspectos cul-

    turales como el  Discurso sobre la poesía de los orientales28 (1773)

    de W illiam Jon es, que el conde de N oro ña incluye, como

     pórtico, a su traducción de las Poesías asiáticas  “thus being an

    early attempt to familiarize the Spanish public with Arabic

     poetry and poetics” 29, la traducción de la  Descripción de España 

    (17991800) de X erif Aledris, cono cido p o r el N ub iense,

    57 “V iajar e instruirse: tal fue el afá n de los ho m bre s del siglo X V III, unafán que muchos de ellos tuvieron la dicha de convertir en realidad. [...]

    Fueron muchos los españoles que pasaron los Pirineos o los mares, [...] los

    otros pa ra observar y ado ptar costumbres y m odos de p ensar nuevos”, J.

    Sarrailh,  La España ilustrada de la segunda mitad del siglo X V III , México, FGE,

    1957, p. 373.

    28 R. Benítez, en “ Las R im as com o orien tales” ,  Bécquer. Origen y estética de 

    la Modernidad,  Congreso de Li teratura Española Contemporánea, Málaga,1996, p. 184, afirma: “Jo ne s es el p rim er euro pe o que estud ia la literatu ra

    árabe y persa y es un temprano difusor de los libros sagrados de la India.”

    29Ja m es T . M on roe, o. c.,  p. 62.

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    realizada por José A ntonio Cond e (17651820)30y num erosas

    traducciones de poem as á ra b es .31

    El tema oriental se manifiesta en otros poetas españoles

    del siglo X V III, como Vicente G arcía de la H uerta (17 34

    1787) en  Los bereberes. Egloga africana  (1772) o Jo sé Iglesias de

    la Casa (17481791) en algunos de sus romances, como el que

    se inicia con el verso “En el anchuroso lago”. El caso de Alí

    Bey (cuyo verdadero nombre es Domingo Badía y Leblich)

    resulta curioso. Fue un aventurero barcelonés, que recorrió,

    con la ayuda de Godoy, el norte de Africa, disfrazado de

    musulmán, fingiendo ser príncipe abasí. Su obra Viajes, enfrancés (1814), se tradujo al castellano en 1836.

    En la primera parte del siglo XIX, se anima esta corrien-

    te o riental po r José An tonio Cond e al traduc ir textos del grie-

    go, del árabe ( Hadith de la doncella Arcoyana, Kalila y Dimna)  y

    de la lengua persa ( Historia de Kustap o Kustáseb Padixa de Helty) 

    así como fragmentos de un tratado de la poesía de los ára- bes y persas. R edacta, asimismo, en 1805, su opúsculo, cen-

    surado,  Memoria sobre monedas arábigas de España.32 Llegan a

    Europa la colección de cuentos indios, persas, islámicos y

    egipcios  Las mil y una noches, en traducción francesa de

    Antoine Galland, en 17041717 y las versiones de  Los mil y  

    un cuarto de horas. Cuentos tártaros  en 1802 33. La pu blicac ión enla Imprenta Real de Madrid de la Ommíada  del Conde de

     N oroña data de 1816. En 1820, José A. C onde escribió

    30 Obras cúmplelas de Menéndez Pelayo. Biblioteca de traductores españoles,  I, pp.

    362371.

    31 Biblioteca de traductores españoles, I, Obras completas de Menéndez Pelayo, 

    Madrid, CSIC, 195253. Del Conde de Noroña se ocupa en el tomo III, pp.411419.

    32 Biblioteca de traductores españoles, I, o. c.,  p. 369.

    33 2.a ó 3.a edic.

    i8

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     Histoña de los árabes.  Así como éste “pretendía encontrar en la

     poesía arábiga el origen de los rom ances” 34, N oroña lo atri-

     buía a la gacela p e rsa35:

    “Las reglas antedichas de esta oda (gacela) me hanhecho nacer dos reflexiones. La primera que su cons-

    trucción ha sido el origen de nuestros romances y letri-

    llas. Los dos primeros versos han sido el modelo de los

    dos que sirven de preludio al cantar muchos roman-

    ces. [...] Los consonantes en los pares se ven igualmente

    en nuestros romances, que luego se convirtieron en aso-nantes; porque nuestro delicado oído no podía sufrir

    aquel continuo igual martilleo.”

    Con  Reina de Granada  (1837), Martínez de la Rosa, autor, a su

    vez, del drama  Aben Humeya  (1830), contribuye a la creación del

    mito de la Granada folklórica, cargado de ingredientes arábes. En1857, Bécquer, en su leyenda E l caudillo de las manos rojas  recrea el

    ambiente indio y entre 1858 a 1861 publica sus  Rimas vinculadas

    a esta misma tradición orien tal36. El Padre Arólas (18051849), en

    1852, publica asimismo sus Poesías caballerescas y orientales y Poesías 

    religiosas, oñentales, caballerescas y amatoñas  en 1883 37.

    34 Biblioteca de traductores españoles, I, p. 366.

    35 “D e la ga ze la y el d iván ” , Poesías asiáticas, p. 238.

    36Benítez, ibid.,  p. 178, invocando la autoridad de Robert Pageard.

    37Poesías del'P. Arólas,  Madrid, EspasaCalpe, S.A., 1958, pp. 63303. “Las

    Orientales,  dechado de inspiración colorista, tal como nunca se vio en caste-

    llano, y que solamente podría encontrarse en las canciones persas y arábi-

    gas, cuyo espíritu reproduce, y cuyo lenguaje, abrasador como las arenas deldesierto. [.. .] Conjunto, en fin, de cuadros sangrientos, lánguida morbidez y

    erotismo de serrallo”, F. Blanco García,  La literatura española en el siglo X IX ,  I,

    Madrid, Sáenz de Yubera Hermanos, 1896, pp. 188189.

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    José Zorrilla (18171893) escribió sus composiciones a

    Granada: “Primera impresión de Granada” (1845) y, años más

    tarde, “A G ranad a en la cerem onia de la coronación” (1889)38.

    De 1836 data el “Canto del cruzad o” de José de Espronceda

    y de 1833 “La cautiva”, poema que recoge los tópicos orien-tales y que culmina con la queja femenina:

    ¡Adiós, patria!, ¡adiós, amores! / La infeliz

    Zoraida ahora / sólo venganzas implora, / ya condena-

    da a morir.

     No soy ya del castellano / la sumisa enam orada./ Soy la cautiva cansada / ya de dejarse op rim ir39.

    Ado lf F. von Schack escribe en 1865 sus tres volúmenes

    Poesía y arte de los árabes en España y Sicilia  en los que, siguiendo

    la obra de R ein har t Dozy (1849)40, critica acrem ente la labor

    de C asiri y C o n d e41.Mariano Fortuny (18381874), tras su estancia en

    Marruecos en 1860, pinta, al año siguiente, su conocido cua-

    dro  La odalisca.  Federico de Madrazo posee otros cuadros con

    el mismo motivo y título.

    Si Manuela Manzanares de Cirre demuestra la existencia

    de un arabismo h ispano desde principios del siglo X V II I42,

    38Jo sé Z orril la . Poesías,  Madrid, EspasaCalpe, S. A., 1965, pp. 3838 y

    247252, respectivamente.

    39 Poesías. E l estudiante de Salamanca, edic. de Jo sé M . D iez Ta bo ad a,

    Barcelona, Plaza y Jan és, 1984, p. 282.

    40 Recherches sur Vhistoire politique et littéraire de l'Espagne pendant le Moyen Âge. 

    Ci to por  Biblioteca de Traductores Españoles I, o. c.,  p. 367.

    41"L a Biblioteca de Casiri apena s m erece m ás fe que el libro de C onde "Schack, o. c.,  Madrid, Hiperión, 1988, p. 14.

    42 Arabistas españoles del siglo X IX ,  Madrid, Inst i tuto Hispano Arabe de

    Cultura, 1971, p. 36.

    20

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    James T. Monroe atribuye a la Institución Libre (1876) de

    Segunda Enseñanza el pleno desarrollo del arabismo, “This

    organization looked upon Arabic studies with a favourable

    eye” 43. Las traducciones de las Poesías asiáticas  (1833) del Conde

    de Noroña se inscriben, pues, en una época en la que en

    Europa se suscita un interés por el conocimiento e interés de

    lo oriental44. Las Poesías asiáticas  dan a conocer no sólo su lite-

    ratura, primordialmente, sino también acercan al Occidente la

    realidad vital y social de estos desconocidos pueblos exóticos.

    En estos poemas árabes, persas y turcos hallamos, entrevera-

    dos, sus momentos líricos y religiosos con su historia y leyen-

    das, tradiciones y costumbres, cultura y folklore...

    L a   f i g u r a   h u m a n a   y   l i t e r a r i a   d e l   C o n d e   d e   N o r o ñ a

    Gaspar María de Nava Alvarez de las Asturias es más cono-

    cido, literariamente, con el nombre de Conde de Noroña

    (17601816)45. En 1830, don M anue l Jo se f Q uin tan a nos ofre-

    ce de él una muy ceñida biografía: “Nació en Castellón de la

    43Ja m es T . M onro e, o. c.,  p. 101. Véase de este libro, al respecto, el cap.

    IV,  passim.

    44Jo sé F. R uiz C asa no va e n  Aproximación a una historia de la traducción en 

    España,  Madrid, Cátedra, 2000, escribe que el Conde de Noroña "ocupa un

    lugar propio en la traducción dieciochesca de la segunda mitad del siglo",

     p. 371, añad iendo "Es u n a lá stim a que no hayan vuelto a editarse (las

    Poesías asiáticas)", Ibidem,  nota 125.

    45 Este trab ajo am plía y actu aliza el estudio que realizamos en Conde de  Noroña. Antología poética,  Madrid, Cátedra, Letras Hispánicas, 1997. Más, en

    concreto, aportamos nuevas referencias bibliográficas y el análisis literario de

    las Poesías asiáticas.  Parte del mismo se dio a conocer, gracias al interés

    21

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    Plana y murió en Madrid en 1816, de edad 56 años: siguió la

    carrera militar y diplomática: fue ministro plenipotenciario en

    Dresde, y también en San Petersburgo: ganó a los franceses en

    la guerra de la independencia la victoria del puente de San

    Payo” 46. Conocem os, además, que el 11 de enero de 1800 se

    le concede, en Madrid, “Al Brigadier Conde de Noroña, de

    edad de 39 años, Coronel del Regimiento de Dragones de la

    Reina, la licencia para casarse con doña María O'Doile y

    M ar ina” 47. El severo preceptista neoclásico cita, a contin ua-

    ción, el poema más mencionado de Noroña “Oda a la paz

    entre España y Francia en 1795”. El Conde de Noroña esreconocido sobradamente en cada una de estas tres facetas:

    como poeta, militar, y diplomático.

    Entre los numerosos hechos que jalonan su carrera militar

    destacan su relevante intervención, al mando de la división del

    Miño y de los voluntarios agregados, en la guerra de inde-

     pendencia de Galicia frente a los franceses: “A ponte de SanPaio, pola que cruzámolo río Verdugo, deu o seu nome ao

    campo de batalla onde mariscal Ney, á cabeza de sete mil tro-

     pas francesas, foi to talmente derrotado o 7 de xuño de 1809,

    mostrado por el profesor David T. Gies, por nuestro trabajo "Las Poesías asiá

    ticas  del Conde de Noroña (Entre la Ilustración y el Romanticismo),  Dieciocho. 

     Hispanic Enlightenment,  (25.1), T h e University o f V irginia, C harlottesville, VA .,

    spring, 2002, pp. 2538. Sobre la fecha del óbito del Conde de Noroña se

    señala tanto este año como 1815. Véase, al respecto, nuestra  Antología poéti

    ca,  p. 17.

    46Poesías sueltas castellanas desde el tiempo de Juan de Mena hasta nuestros días, 

    IV, Madrid, Imprenta de D. M. de Burgos, 1830, pp. 602607.

    47Arch ivo G ene ral M ilitar de Segovia, E xpe diente en la sign atura n174.

    Como curiosidad, la edad de acceso al matrimonio de los hombres enEspaña, según R. Rowland, en la segunda mitad del siglo XVIII estaba, en

    general , entre los 24 y 26 años. Cito por T. Tchinda, tesis cit.,  I, p. 175,

    nota 376.

    22

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     por unha forza com posta de rudos e indisciplinados labregos

    galegos baixo as ordes de Noroña, e protexidos por uns mari-

    nes ingleses” 48 y la elegía ( que es tam bién crónica personal)

    con motivo de la m uerte trág ica de su amigo José Cadalso, en

    el frente de G ib ra lta r49. Su H oja de Servicios en el Archivo

    General Militar de Segovia contiene la relación de “Campañas

    y acciones de Guerra en que se ha hallado” y los distintos

    empleos desempeñados, que abarcan desde el 12 de noviem-

     bre de 1766, cuando es nom brado Paje del Rey, hasta alcan-

    zar el grado de Teniente general el 10 de noviembre de 1809,

     pasando por las escalas de C apitán de Dragones de Lusitania,Teniente Coronel de Lusitania, Capitán de Granadas,

    Sargento Mayor, Coronel, Comandante del 3o Escuadrón,

    Teniente Coronel, Brigadier, Coronel de la Reina y Mariscal

    48An nette Μ . B. Meakin, Galicia, the Switzerland o f Spain,  1909. Cito por

    Galicia inédita. Diario de viaxe de Annette Meakin,  t raducción de Rebeca Q uintáns,PcrilloOleiros (A Coruña), Tambre, 1994, pp. 288 y 289.

    Así da cuenta del mismo hecho el Conde de Noroña al Marqués de

    Romana, en su parte oficial, publicado en el n.° 43 de la Gaceta del Gobierno, 

    del día 7 de julio de 1809: "Con el fin de observar al enemigo y cubrir a

    Vigo salió con él toda la división y llegó a San Payo, cuyo puente estaba

    cortado pero formando prontamente, aunque con t rabajo, uno de barcas,

     po r direcció n de D. M artín de la C arrera , pasó el río, y al m ismo tiem po

    de concluir la operación toda su tropa, se acercó Ney [...] y habiendo colo-

    cado artillería por todas aquellas alturas, rompió el fuego a las nueve de la

    m añ an a del 7 (de junio), y se fue avivand o ha sta las tres de la tarde , en cuya

    hora calló enteramente, y sus tropas unas se retiraron fuera del alcance y

    otras desfilaron ha cia nue stra de recha. Los enemigos volvieron al día siguien-

    te 8, intentando vadear el río en la baxa marea y nuestros cañones los hicie-

    ron desistir", en Salustiano Pórtela Pazos,  La guerra de la Independencia de 

    Galicia,  Santiago de Compostela, 1864, p. 193.49 “Á la m uerte del C oron el D on Jo sep h Cadalso, C om anda nte de

    Esquadron del Regimiento de Caballería de Borbon” en Poesías del Conde de 

     Noroña,  tomo II, Madrid, por Vega y Compañía, 1800, pp. 190 201.

    23

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    de C am p o 50. En el Archivo H istórico N acional se encuentra,

    asimismo, el expediente personal de la carrera diplomática del

    Conde de Noroña: “Ministro Plenipotenciario cerca de la

    República Helvética en Io Diciembre de 1799;  Idem  en Rusia

    en 8 Abril de 1802; Mariscal de Campo de los Reales Ejércitosen 21 de M arzo de 1809” 51.

    La obra literaria conservada del Conde de Noroña, com-

     prende, además de su traducción de las Poesías asiáticas  (París,

    1833), sus Poesías  (Madrid, 1799 y 1800) y el extensísimo

     poem a Ommíada  (Madrid, 1816). También se le atribuyen,

    aunque no impresas, dos comedias en prosa El hombre marcial y E l cortgo enredador , una tragedia en verso, titulada  M udana  

    González  52 y el po em a m anuscrito  A mis amigos. Sobre la sociedad  

    (1803) 53.

    En algunos testimonios de sus contemporáneos se celebra la

    labor literaria, en vida, del poeta castellonense: una oda, alti-

    sonante y patriótica, que le dedica su amigo don Angel deSaavedra, el Duque de Rivas, al ocupar Noroña el cargo de

    gobernador militar y político en Cádiz, en 1811: “ [...]¡Oh! si

    me fuera dado / El numen que en tu pecho se derrama, / Y

    el ardor desusado/ Con que tu heroica cítara se inflama, /

    ¡Cuál de la patria mía / Las hazañas y el triunfo cantaría! [...]

    Pero tú, egregio Conde, / A quien Apolo la sagrada frente /Entre laurel esconde, / Canta los hechos de la hispana gente;

    50 Ex ped iente en la sig na tura N 174 .

    51Diplomacia 1799 , n.° 8, Legajo 3435 n.° 6. También se encuentra parte

    del expediente personal en el Archivo del Ministerio de Estado (Archivo

    General del Ministerio de Asuntos Exteriores, Reg. 179Núm. 9674.)

    *J. Pastor Fuster,  Biblioteca Valenciana de los escritores que florecieron hasta nuestros días y de los que aún viven. Con adiciones y enmiendas a la de D. Vicente Ximeno, Valencia, Ildefonso Mompié, 1830, p. 381.

    53M. 2119 16 de la Biblioteca N acion al.

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    T riu n fa rá del olvido / D e tu pecho y tu cítara el son ido” 54.

    Por su parte, Luis Repiso Hurtado, presbítero y cura bene-

    ficiado de las iglesias de la ciudad de Lucena, le dedica una

    elogiosa décima de circunstancias “convidando al Teniente

    Coronel don Gaspar María de Nava, Capitán del Regimiento

    de Dragones de Lusitania, que se hallaba de Quartél en la villa

    de C abra , pa ra la Ju n ta pública de esta R eal Sociedad del año

    1785”: “La Sociedad te desea / Por el mérito que tienes, y si

    á Lucena no vienes / Desgracias nuestra Asamblea” y una

    anacreón tica “En elogio de su tragedia La Isabél” 55 pues “Las

    Deidades conformes / Las coronas aprestan: / El luminoso N um en / Cede su presidencia. / ¿Pues quién altera el orden?

    / ¿Qué novedad es esta? / Que quando Nava canta / Hasta

    Apolo se afrenta”.

    El Conde de Noroña muestra una postura contradictoria

    acorde, por otra parte, con las preocupaciones cívicas del siglo

    ilustrado, respecto a las relaciones de la guerra y la paz. Si sucondición de militar le anima a escribir algunos poemas, en los

    que alienta a los jóvenes a intervenir en la guerra, cuyas virtu-

    des personales y sociales destaca (“El Lujo”, “Contra la corrup-

    ción del siglo”), en otros, propugna el pacifismo y aborrece las

    secuelas de la guerra “Im precación contra la guerra” 56, alcan-

    zando extremos de socarronería en sus irónicas “Odas al

    54Poesías de don Angel de Saavedra Remirez de Baquedano,  I , Madrid, Imprenta

    de I. Sancha, 1820, pp. 121136.

    55Poesías líricas, místicas y profanas,  Córdoba, 1796, en la imprenta de don

    Juan Rodríguez de la Torre, pp. 50, 85 y 86. (Biblioteca Nacional. V. E.

    Caja 373 (34) Respeto la ortografía del original.56 Sala V alldau ra, J . M .a, “L a poe sía c on trarre vo luc iona ria (17931795).

    Forner, El Conde de Noroña y González del Casti l lo”,  Revista de Literatura, 

    Madrid, CSIC, 1995, pp. 477501.

    15

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    Coronel del Regim iento de la Posm a” 57, contrafactu ra de los

    versos de Fray Luis de León en su “Canción de la vida soli-

    taria” 58.

    La temática de la poesía del Conde de Noroña abarca una

    triple vertiente, en sintonía con la lírica dieciochesca: una pri-mera, anacreóntica, con influencias de la poesía del Siglo de

    O ro 59 y de Meléndez Valdés, principalmente, seguida de otra,

    ilustrada, y prerromántica, la tercera. El amplio poema inédi-

    to “A mis amigos. Sobre la sociedad ” , fechado en 1803 60 y

    atribuido a él, es una buena muestra de las preocupaciones

    sociales y humanitarias de la poesía cívica del siglo XVIII. El presente trabajo se centra en la labor de difusión oriental que

    llevó a cabo el Conde de Noroña y, más concretamente, en

    sus Poesías asiáticas.

    E l   o r i e n t a l i s m o   d e l   C o n d e   d e   N o r o ñ a

     — Om m í a d a   ( 1 8 1 6 )

    El Conde de Noroña escribió  La Ommíada, un poema

    narrativo, muy extenso, de 15.640 versos, que fue publicado,

     postum am ente, en dos tomos, en tam año de octavo, en la

    Imprenta Real, en 1816. Consta de veinticuatro cantos, en sil

    57Poesías del Conde de Noroña,  tomo I , Madrid, por Vega y Compañía,

    1799, pp. 159164.

    58Conde de Noroña. Antología poética,  pp. 6165. Destaca en el siglo XVIII la

    revalorización de autores clásicos castellanos, como Garcilaso y Fray Luis de

    León, según Jovellanos, “el prim ero y más re com end able entre todos” , cito

     po r J . Sarrailh , o. c.,  p.158, nota 10.

    59J. Arce,  La poesía del siglo ilustrado,  Madrid, Alhambra, 1980,  passim.

    60 M an usc rito de la B N n° 2 1 19 1/6 .

    2 6

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    vas. Su argumento trata de la figura de Abderramán y la

    separación de la monarquía árabeespañola del califato de

    Córdoba del trono de Bagdad. La introducción nos resume su

    contenido:

    La separación de la Monarquía árabeespañola, o

    del imperio Andalús, del dominio de los califas del

    Oriente fue uno de los grandes sucesos, que facilitaron

    la Conquista de España a los sucesores de Pelayo [...]

    El autor, viendo tratados ya por otros poetas casi

    todos los asuntos, que ofrece nuestra historia, ha queri-do poner sobre la escena uno en todo nuevo, y cuya

    grandeza no desdice de la trompa épica.

    El poema Ommíada  está repleto de una densa e intermina-

     ble sucesión de acciones reales y fantásticas, con in tervención

    divina y de extraordinarios héroes humanos, de escenas y rela-tos interpolados, con dinamismo y tempo narrativo rápido,

     profusa im aginería y oriental sensualidad61. La antítesis de per-

    sonajes y situaciones, las descripciones exuberantes y las com-

     paraciones múltiples, el léxico altisonante y los epítetos épicos

    conforman una obra de altos vuelos y con ánimo de parango-

    narse con los poemas épicos más sobresalientes.El argumento, en el que se fusiona lo verosímil histórico

    con lo sobrenatural, recoge el momento en el que la monar-

    quía árabeespañola se desliga del poder oriental. Una dele-

    61 La cr ítica ha sido, genera lmente , dura con este poem a del Conde de

     N oroñ a p o r su evidente farragosid ad. Véanse, entre otros, M .G . T ic knor, Historia de la literatura española,  IV ,  Madrid, Rivadeneyra, 1856, p. 82, nota

    32.5 y Leopoldo A. de Cueto, Poetas líricos del siglo XVIII, tomo LXI,   Madrid,

    Atlas, 1952, p. CLXXII.

    27

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    gación árabe de España ofrece el trono a Abderramán, lo que

    consigue no sin grandes dificultades. Sin embargo, su valentía

    supera todos los peligros y consigue el reino de Andalucía y su

    consiguiente separación del califato de Oriente. Más en parti-

    cular, los cantos I y II narran las peripecias por encontrar enAfrica a Abderramén (así aparece escrito su nombre), el desti-

    nado por Alá, y la solicitud de su intervención por derrocar el

    dominio de los Abasidas. El cruel asesinato de los Ommíadas,

    los Omeyas, centra el canto III. Abderramen va tras su padre

    desaparecido, quien se le presenta en una escena patética de

    ultratumba, y durante seis años vaga errante (canto IV).Zoraya, su amante, intenta retenerlo para arribar, posterior-

    mente, a las costas de España (canto V). Adona, el espíritu de

    la noche, le tiende una estratagema marítima, pese a la cual

    llega a Sevilla, donde es favorecido por el . auxilio de Elam ira,

    una doncella, y el reconocimiento de su padre, el alcaide de la

    ciudad (canto VI). El siguiente canto expone la invitación queAdona hace al fiero Afrite, uno de los dos monstruos más temi-

     bles sometidos al “soberbio Zabban, a quien el Supremo

    Motor ha entregado las llaves del profundo infierno” para que

    acabe con la vida del Ommiadita. En el canto VIII aparece

    Gazaí, hijo de Numa y amado de Elamira, otro de los pre-

    tendientes al trono de España. Preocupado por el curso de losacontecimientos favorables al imperio de Abderramen, propo-

    ne la liberación tanto de los Abasidas como de los califas de

    Oriente. Los cantos IX y X muestran la exhibición de ambos

    ejércitos en liza: los Abasidas bajo Yusefo enfrentados a

    Abderramen y sus aliados. Este se dirige hacia Córdoba (canto

    XI), donde consigue reducir a su Alcaide, Zobeir, quedando la

    ciudad de los Califas en manos de los Ommiaditas (canto XII).

    Airado Adona, interviene derramando la ponzoña de los celos

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    sobre Abenázar, quien libra una sangrienta batalla (canto

    XIII). En el siguiente canto, muy prolijo, Yosefo se dirige hacia

    Córdoba y vence a los Ommiaditas. El canto XV describe las

    luchas entre Abderramen y Ornara, con suerte alternante. Los

    Abasidas se establecen en Córdoba (canto XVI). El canto

    XVII es de expansión: la descripción del mundo, el canto del

    Ubi sunt?  y el sueño de Abderramen en un lugar ameno cons-

    tituyen un andclímax ante tanto espanto bélico.

    Tras observar Adona que Sierra Morena (los montes

    Marianos, en el poema) está ocupada por los Ommiaditas

    avisa a Yusefo del avance de éstos hacia Córdoba. Los sucesosse disparan: “Ni referir se pueden las heridas, / ni numerar los

    géneros de muertes. / Porque revueltos en su propia sangre

    [...] encima el moribundo del herido” (canto XVIII). En el

    siguiente canto, nuclear en la diégesis del relato, Abderramán

    invoca al Sempiterno Ser que en su lucha se abran las puer-

    tas de la imperial Toledo y así deberá “todo el Andalús reco-nocerme / por su única legítima cabeza”. Combate contra

    Yusefo en una durísima batalla, que acaba con la muerte de

    éste.

    La victoria es celebrada con fiestas de toros (canto XX) así

    como proclamada la venganza por Abderramen tras el cono-

    cimiento de la muerte de Zoraya (canto XXI), prorrumpiendoen una sentida elegía. Lucha contra Ornara, una vez que

    Adona ha comunicado a Almanzor, en Oriente, su victoria

    (canto XXII). Nuevos combates se suceden entre ambos ban-

    dos así como el asesinato de Elamira y el suicidio de Gazaí

    (canto XXIII). El último canto, repleto de una atmósfera de

    irrealidad, relata un triple triunfo de Abderramen con la inter-vención en ambos bandos de los espíritus Adona y Uriel, que

    adoptan personalidades usurpadas. Los versos “Ya para

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    (1882), la obra vio la luz en España en la Biblioteca Universal65.

    Leopoldo Augusto de Cueto recoge también las Poesías asiáti

    cas, en 1952, en su vasta obra Poetas líricos del siglo X V I I Im.  El

    Conde de Noroña traduce estos poemas árabes de la obra

    inglesa Specimens o f Arabian Poetry  (1796)67 de J . D. Carlyle y dealgunas versiones latinas de W illiam Jo nes (17461794) en

    Poeseos Asiaticae Commentarii  (1774), en un siglo en el que la pro-

    liferación indiscriminada de traducciones imponen unos deter-

    minados gustos y tendencias 68. Jam es FitzmauriceKelly en

    “Noroña's Poesías asiáticas69” expone las distintas fuentes (lati-

    nas e inglesas) de los po em as árabes en los estudios de Jo nes yCarlyle: “To what extent he knew Arabic, Persian and Turkish

    is doubtful. Some acquaintance with these languages is sug-

    gested by two or three phrases in the notes to the Poesías asiá

    ticas, but not by anything in the Poesías  themselves. These, it is

    evident, are simple retranslations of translations published by

    British orientalists. The most we can say of them is that theyreproduce the English and Latin versions as literally possible” 70.

     N oroña realiza una traducción libre de los poem as en los que

    amplía, en reiteradas ocasiones, su mismo título. Así, el poema

    árabe X X X III , “To his favourite m istress” en el libro de J . D.

    Carlyle, Noroña lo traduce por “A su favorita, viéndose en la

    65 E n la Colección de los mejores autores antiguos y modernos, nacionales y extranje

    ros,  LXXVII, Madrid, 1882.

    “ T o m o s I y II,  Biblioteca de Autores Españoles,  Madrid, Atlas, pp. CLXXI

    CLXXII y pp. 427498, respectivamente.

    67  from the earliest time to the extinction o f the Khaliphal with some account o

    authors,  C a mb r i d g e , M DC C XC VI .

    68 F. A guilar Piña l,  Introducción al siglo X VIII,  M adrid, Ediciones Jú ca r,1991, pp. 147 y 198.

    69Revue Hispanique,  XVIII, 1908, pp. 439467.

    70FitzmauriceK elly, J ., ibid.,  p. 466.

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     precisión de alejarla de sí por los furiosos celos de las demás

    sultanas”. Los ocho versos del poema LVII “To a lady, who

     pretended a passion for him in his old age” se han transfor-

    mado, según la traducción personal de Noroña, en cuatro ver-

    sos cortos, de expresión desp iadada y b u rlo n a71. O tro tanto

    hemos de decir respecto de las notas a pie de página que, con

    gracia, amplían y aproximan al lector cuestiones sociológicas y

    estéticas de la cultura o rien ta l72.

    Son, pues, unas traducciones hechas, a decir de su autor,

    “en verso suelto  porque para mí es el más generoso, según la

    expresión de Argensola, y porque en él se pueden trasladartodas las bellezas del original sin alterarlas en lo más mínimo.

    Sin embargo, para contentar a los que miran con ceño esta

    71 M e dices que me adoras, embustera. / Así se ha laga juveni l deseo . /

    Di: te aborrezco, y te diré: lo creo, /que al viejo no hay ninguno que lo

    quiera. (Poesías asiáticas, p. 149)n El negro lunar.  Los lunares en las mejillas principalmente los negros son

    muy estimados entre los orientales, como una perfección de la hermosura, y

     p o r eso los celebran los poeta s; cuya idea parece ser com ún a todas las nacio-

    nes. Cicerón alaba en el libro primero  De la naturaleza de los Dioses  el lunar

    de Alceo. ¿Y qué nación de Europa ha dejado de tener en moda los luna-

    res, haciendo las mujeres un estudio formal de sus magnitudes y colocación?

    Habiendo leído Tamerlán este dístico o estancia se enfadó mucho, creyen-

    do que el poeta pretendía despreciar el valor de aquellas ciudades, cuando

    quería trocar todas sus riquezas por el lunar de la mejilla de su amado. Pero

    nuestro poeta replicó al que se lo dijo: ¿Acaso los regalos de Hafiz pueden empo

    brecer a Timur?  Dando a entender que los poetas, no teniendo nada que dar,

     pueden p rod igar a m anos llenas los rein os en sus versos, sin hacer la m enor

    injuria a sus soberanos poderosos. Tamerlán confesó que le agradaba más la

    respuesta del poeta que el panegírico más grande que le hubiese hecho en

    sus canciones. (Poesías persas,  “Gacela II”, pp. 251 y 252, nota 4, que aclaralos versos “Si aquel hermoso de Siraz me amara / Con una fe sencilla, / A

    toda Samarcanda y a Bokara / Al punto yo t rocara / Por el negro lunar de

    su mejilla”.)

    32

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    32/350

    metrificación, he hecho con rima o con asonantes las poste-

    riores; pero no he podido menos de dejar como estaban las

     prim eras” 73.

    En 1840, Gómez Hermosilla, al que debemos la crítica más

    minuciosa y, también, la más severa de las Poesías  del Conde

    de Noroña, no menciona siquiera las Poesías asiáticas  a cuyo

    autor, sin embargo, estima como uno “de los más distinguidos

    de nuestros días” 71. M anue l José Q u in ta n a75 gu ard a el mismo

    silencio sobre los poemas asiáticos traducidos por el Conde de

     N oroña, a pesar de la referencia a su oda “A la paz” 76.

    Menéndez Pelayo, por su parte, valoró, en 1897, al “Condede Noroña, más apreciable como traductor de poesías orien-

    tales que p or las suyas prop ias” 77. A ju icio de F ernando Lázaro

    Carreter “el verdadero espíritu oriental de los versos que tra-

    duce de una versión intermedia ha desaparecido; los poemillas

    asiáticos son, en su mayor parte, puras anacreónticas, que en

    73Adv ertenc ia.

    74 Juicio crítico de los principales poetas españoles de la última era. Obra postuma de 

     Don José Gómez Hermosilla, que saca á luz Don Vicente Salvá, II ,  París, Librería

    de Don Vicente Salvá, 1840, XVIII.

    75 “El siglo pasad o n o es conoc ido todo lo que m erece , ni au n ba jo el

    aspecto literario. La indignación excesiva de Moratín contra los autores de

    su tiempo y el desprecio con que Quintana trató a casi toda la producción

    de la anterior centuria, hicieron que cayese en la tentación de abrir nueva-

    mente este proceso, y letras, ciencias y artes fueron envueltas en un común

    y general anatema”, en Francisco Aguilar Piñal, Un escritor literato: Cándido 

     María Trigueros,  Madrid, GSIC, 1987, p.17.

    76 Biblioteca de Autores Españoles, desde la formación del lenguaje hasta nuestros días. 

    Obras completas del Excmo. Sr. D. Manuel José Quintana,  Madrid, Rivadeneyra,

    1852, p. 152.77 C ito p o r Ju liá M artínez, E., “U n escritor castellonense visto po r

    Menéndez y Pelayo”,  Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, XXXIII ,

    octubre diciem bre 1957, pp. 3 17318.

    33

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    33/350

    nad a salen de los moldes del siglo” 78 y continúa: “Las Poesías 

    asiáticas  no son otra cosa que una manifestación más del afán

     por conocer costumbres y gustos exóticos, avivado, en lo orien-

    tal, por la traducción francesa de las  M il y una noches  (17 04

    1 7 H )” 79  g on unas poesías anacreón ticas orientales aderezadas

    de “el color y el ímpetu” y que representan, según Valbuena,

    “un paso hacia el reino de las sensaciones vivas y de los senti-

    mientos del rom anticism o” 80.

    Emilio García Gómez acometió, en 1930, la tarea de dar a

    conocer “esos deliciosos arabescos literarios, verdaderas

    Alham bras verbales, que son los poem as andaluces” 8I, deriva-

    ción de la poesía arábigoandaluza de entre los siglos X y XIII.

    En su estudio destaca la oportunidad de la lírica oriental al

    colaborar en el intento de la recién nacida Generación poéti-

    ca del 27 en favor de la reivindicación de Góngora, de la ima-

    gen y la metáfora, de las que tan in tensam ente está nu tr id a82.

    El traductor de E l collar de la paloma  o  Libro del amor  menciona,

    asimismo, la obra del Conde de Noroña como un escasísimo

    ejemplar habido de la poesía arábigoandaluza: “En cuanto a

    traducciones y trabajos [...], apenas teníamos más que la colec-

    ción del Conde de Noroña, Poesías asiáticas  (1883) (sic),  retra-

    ducida del inglés y del latín, y pobre reflejo de la boga que la

     poesía oriental alcanzó en el romanticismo” 83.

    78G. D íaz Pla ja,  Historia general de las Literaturas Hispánicas,  IV, Barcelona,

    edit. Barcelona, S. A., 1956, p. 65.

    79ibid.,  p. 66.

    80 A. V albu en a P ra t,  Historia de la Literatura Española,  III, Barcelona,

    Gustavo Gili, 1964, pp.144145, nota 1.

    81Poemas arabigoandaluces,  Madrid, Colección Austral, EspasaCalpe, 1985,

    8.a edic., p. 23.82ibid.,  p. 13.

    83 ibid.,  pp. 59 y 60. Destacamos, de nuevo, el error en la fecha de la

     publicació n de esta traducción.

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    En 1975, Ju a n L. Alborg continúa con las valoraciones lite-

    rarias de Lázaro Garreter y Díaz Plaja sobre las Poesías asiáti

    cas  y añade: “De hecho, estas anacreónticas orientales  —admitá-

    moslo— apo rtan, cuando menos, aquí y allá, elementos “deco-

    rativos” de lejanía exótica, destellos de pasión y atisbos denovedad ambiental, que rompen el habitual paisaje de la bucó-

    lica neoclásica” 84.

    Como hemos señalado, el Conde de Noroña lleva a cabo

    la traducción de las poesías árabes, casi en su totalidad, de la

    ob ra del filólogo com parativista inglés W illiam Jones (1746

    1794) Poeseos Asiaticae Commentarii  (1774), de Specimens o f Arabian Poetry  (1796) 85 del Canciller de Carlisle y profesor de la

    Universidad de Cam bridge, Josep h D. Carlyle y de The flowers 

    o f Persian Literature  (1801) de Samuel Rousseau. En 1908, Jam es

    FitzmauriceKelly (18571923), catedrático de Oxford y

    Cambridge, al referirse a la citada aportación del hispanista

    W. Jones, concluye: “With three or four exceptions, these deri-ve from Jo nes 's Poeseos Asiaticae C om m entarii and Carlyle's

    Specimens of A rabian Poetry. A few illustrations will suffice to

    make this clear” 86. Y va señalando, a continuación, las fuentes

    latinas e inglesas correspondientes de los poemas árabes en los

    citados estudios de Jones y Carlyle.

    Las Poesías asiáticas  representan el contrapunto al clasicismofrancés, del que tan imbuido estuvo el siglo XVIII español en

    la política, en los usos y costumbres y, también, en su lengua

    y lite ra tu ra 87. Así lo expone el Conde de N oroñ a en la

    81 Historia de la Literatura Española, siglo XVIII,  Madrid, Gredos, 1975, p. 434.

    85 Cam bridge, Printed by Jo h n Burges, M D C C X C V I.86 F itzm auriceK elly, J ., art. cit.,  p. 441.

    87 E n tre otros, son m uy i lum inado res los estudios de Je a n S arra i lh ,

     La España ilustrada de la segunda mitad del siglo X V III ,  México , FCE, 1957,

    35

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    Advertencia, que precede a los poemas orientales : “Me pro-

    meto que los amantes de la verdadera Poesía distinguirán estas

    composiciones llenas de fuego e imágenes pintorescas de las

    insulsas filosóficas rimadas que nos han venido de algún tiem-

     po acá de allende los Pirineos, vendiéndonoslas como buena

    mercancía. Los genios españoles que tanto han brillado por su

    fecunda y hermosa imaginación, deben abandonar esas gálicas

    frialdades y no desdeñarse de leer los Poetas del Oriente, en

    quienes todo es calor y entusiasmo, y entre los cuales suenan

    con honor algunos Hispanos cuyas obras yacen sepultadas en

    el Escorial”. En los versos que siguen a este preámbulo, dedi-cados “A mi esposa”, invita a ésta a interesarse por estas rimas

    a las que también describe: “De la Arabia y la Persia / A escu-

    char de sus Musas / Las gratas cantinelas: / Son como tú sen-

    cillas, / Son como tú halagüeñas; / Y están como tu pecho /

    De dulce fuego llenas.”

    Edu ardo Ju liá, uno de los pocos estudiosos de la ob ra delautor castellonense, pone en duda el papel relevante de

     N oroña como innovador literario : “Teóricam ente, no fue un

     precursor del Romantic ismo, pero sí un arrepentido de lo neo-

    clásico: intentó evadirse de las «gálicas frialdades» y vislumbró

    el «calor y entusiasmo oriental»; sin embargo, en la práctica

    fracasó en cuanto al fondo porque le arrastró el prosaísmo dela forma. Planteó la cuestión métrica y la resolvió como no

    debiera, ya que se entregó a lo más manido de su tiempo. El

    orientalismo de los románticos no tuvo punto de contacto con

    el iniciado por Noroña. A pesar de su buena voluntad, no

    J. A. Maravall, Estudios de la historia del pensamiento español del siglo XVIII,  

    M adrid, M ond adori , 1991 y C. M artín Gaite, Usos amorosos del dieciocho en 

    España,  Barcelona, Anagrama, 1987.

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    consiguió reflejar con exactitud al original, en gran parte por

    haberse valido de versiones inglesas, y hasta algunas france-

    sas...” 88

    La influencia orientalista del Conde de Noroña se prolon-

    ga más allá de sus contemporáneos y alcanza a autores que

    innovaron la poesía española contemporánea. Al Conde de

     N oroña le cabe el honor de haber aportado a la L iteratura

    Española la veta orientalista de amplia repercusión en el

    Romanticismo y de haber influido en algunos poetas españo-

    les contemporáneos más representativos.

    L a s P o e s í a s   a s i á t i q i s   e n l a p o e s í a e s p a ñ o l a

    Estudios recientes de Meñaca (1976) y Benítez (1994 y

    1996), han rastreado las posibles influencias, explícitas o implí-citas, de las traducciones de las Poesías asiáticas  en las obras de

    Gustavo Adolfo Bécquer y de Federico García Lorca. En pri-

    mer lugar, el sensualismo y la plasticidad imaginativa, caracte-

    rísticas del arte oriental, se aprecian en ambos poetas andalu-

    ces, en cuyos versos percibimos, asimismo, el arraigo popular

     por su misterio, irracionalidad y densidad expresiva.R ub én Benítez, tras afirm ar que “el Padre Ju a n Arólas y

    muchos poetas menores, se inician en el orientalismo imitan-

    do las traducciones de Noroña”, demuestra que “Bécquer

    debió conocer la ob ra de N oro ña” 89. Para ello expone las con-

    comitancias y analogías de algunos versos de poetas árabes con

    88art. cit.,  XXXIII , pp. 334335.

    89“Las R im as com o O rientales”,  Bécquer. Origen y estética de la Modernidad, 

    Congreso de Literatura Contemporánea, Málaga, 1996, p. 186.

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    algunos de las  Rimas  del poeta sevillano. El profesor de la

    Universidad de California observa dicha influencia, mayor-

    mente, en las  Rimas  escritas entre 1858 y 1861 y afirma que el

     poeta árabe Ebn Al Rum i es “la fuente de Byron e indirecta-

    mente de B écquer” 90. Este influjo no consiste sólo en la recre-ación de paisajes, ambientes y lugares, que propician el exo-

    tismo, o en la apropiación de imágenes consideradas como no

    características de la tradición clásicopetrarquista (la mujer es

    comparada con elementos de la naturaleza, con flores o ele-

    mentos vegetales, con joyas u objetos preciosos 91) sino en

    “reconocer y aceptar en el recinto de la propia sensibilidad la presencia de un elemento en común con esos pueblos de

    O riente” 92, “una zona de su espíritu, todavía hoy desconocida,

    en la que la realidad de su vida y de sus emociones cotidianas

    se integra a su experiencia del arte y de la literatura hindú,

    árabe y p e rsa 93: [...] La obsesión de Bécquer por la gota de

    rocío proviene pues de fechas muy tempranas, y deriva paramí de su lectura del poem a en la ob ra de N oro ña ” 94.

    En 1922, en una conferencia que Federico García Lorca

     pronunció sobre el Cante Jondo, afirmaba: “(El cante jondo)

    es el único canto que en nuestro continente ha conservado en

    toda su pureza, tanto por su composición como por su estilo,

    las cualidades que lleva en sí el cante primitivo de los pueblosorientales. [...] Fue para mí, pues, de una gran emoción la lec-

    90ibid. y  p. 190.

    91R u bé n B enítez en “B écque r: fortu na de u n símil”, E l Gnomo, Boletín de 

    Estudios becqueúanos,  3, 1994, pp. 15 21, amplía su estudio anterior aplicán-

    dolo a ejemplos concretos entre la poesía oriental y las  Rimas, passim.92 “Las  Rimas  como orientales”, art. cit.,  p. 198.

    93 “Béc quer: fo rtuna de u n símil”, art. cit,  p. 20

    94ibid.,  , p. 18.

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    tura de estas poesías asiádcas traducidas por don Gaspar

    María de Nava y publicadas en París en 1838 (sic),  porque me

    evocaron inm ediatam ente nuestros «jondísimos» poem as” 95. El

    autor de Poema del cante jondo  (192122) conjuga el genuino can-

    tar andaluz con los poemas orientales antiguos: “Cuando la

    copla nuestra llega a un extremo del dolor y del Amor, se her-

    mana en expresión con los magníficos versos de poetas árabes

    y persas” 96. En idénticos términos, se expresaba , por estos

    años, Manuel de Falla: “Admitida la siguiñya gitana  como can-

    ción tipo del grupo de las de cante jondo,  y antes de subrayar su

    valor desde un punto de vista puramente musical, declaramosque este canto andaluz es acaso el único europeo que conser-

    va en toda su pureza, tanto por su estructura como por su esti-

    lo, las más altas cualidades inherentes al canto primitivo de los

     pueblos orientales” 97. G arcía Lorca m enciona, de los poemas

    traducidos por Noroña, a tres de sus autores: Serage al Warak,

    Ibni Ziati, ambos árabes, y a Hafiz, persa. Con respecto a los primeros, añade que “Los mismos temas del sacrificio, del

    Amor sin fin y del Vino aparecen expresados con el mismo

    espíritu en misteriosos poetas asiáticos” y “Pero donde la afi-

    nidad es evidente y se encuentran coincidencias nada raras es

    en las sublimes Gacelas amorosas de Hafiz, poeta nacional de

    Persia que cantó el vino, las hermosas mujeres, las piedras mis-teriosas y la infinita noche azu l de Siraz” 98.

    95 Obras completas,  III, “Prosa. Conferencias”, Madrid, Aguilar, 1986, pp.

    197 y 214.

    mibid.,  p. 211.

    97 “El «C ante Jon do » (Canto primitivo andaluz)”, en E duard o M olina

    Fajardo,  Manuel de Falla y el “Cante Jondo”,  Univers idad de Granada /

    Cátedra “M. de Falla”, 1976, pp. 212213.

    98ibid.,  p. 212.

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    Marie de Meñaca, profesora de la Universidad de Nantes,

    encuentra en la obra lorquiana de  Diván del Tamarit   (1936) un

    influjo aún mayor de las Poesías asiáticas, la incorporación de la

    composición denominada gacela en la poesía española, a tra-

    vés del poeta andaluz: “En effet, quand Lorca emploie le mot«Gacela» il ne fait que se servir du mot employé par le Conde

    de Noroña dans sa traduction de 1833. Or, ce mot n’existe pas

    dans la langue espagnole dans cette acception p oétiq ue” 99. El

    mundo árabe y persa que recoge García Lorca de estos poe-

    tas es algo más que un mero paisaje o una acumulación de

    imágenes: “Mais surtout, Lorca découvre chez ces poètes per-sans et arabes une sensibilité devant la nature qui lui convient

     parfaitem ent et qu 'i l fait sienne aussitôt” 10°. El poeta llega a

    sintonizar con la sensibilidad oriental y logra captar una visión

    análoga ante la vida y el mundo circundante. Alcanza a expre-

    sar más que la mera escena costumbrista de la España pinto-

    resca y romántica, que plasmara Víctor Hugo en sus Orientales:“C'est là l'Espagne pittoresque. L'odeur de sainteté que

    s'exhale de ses cités peuplées de vierges, de martyrs, et tout

    illustrées de legendes” ‘°1.

    Las Poesías asiáticas  del Conde de Noroña constituyen un

    hito importante por las traducciones de las poesías árabes, per-

    sas y turcas, y, en no menos interés, por los estudios que con-tiene 102. Destacan, entre ellos, el “Discurso sobre la poesía de

    99 “Les Poesías asiaticas, une sou rce po étiq ue de L orca et de  Diván del 

    Tamaña, Les langues néo-latines,  n° 217, Paris, 1976, p. 123.

    m ibid.,  p. 115.

    101E rn es t D up uy , Victor Hugo. Son oeuvre poétique,  Paris, 15 rue de Cluny,

    1901, p. 71.102 “D iscurso sobre la poes ía de los orientale s escrito en inglés po r W.

    Jo ne s”, “Descripción del jard ín de Irem , escrita en persa, po r T ohfe r al

    Musalis”, “Sobre las lenguas árabe, persa y turca, y con particularidad sobre

    40

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    los orientales escrito en inglés p or W. Jones” 103 y la Adición II

    “Sobre las lenguas árabe, persa y turca, y con particularidad

    sobre la p rim era” 104. El discurso “La poesía de los orientales”,

     prólogo de las traducciones del conde de N oroña, es un tra ta-

    do de poética y de sociología lírica asiática y una sucinta his-toria de la poesía y lengua orientales. Su autor, W. Jones

    (17461794)l05, recalca la relación entre la belleza del paisaje,

    en el que se vive, y la poesía surgida de esta misma naturale-

    za: “Es una gran verdad que toda poesía recibe un adorno

    grandísimo de la belleza de la imágenes naturales; y así como

    las rosas de Sharon, la verdura del Carmelo, los vinos deEngaddi,  y el rocío de  Hermon  son fuentes de muchas metáforas

    y comparaciones agradables en la poesía sagrada, así los olo-

    res del Yemen, el almizcle de  Adramut , y las perlas de Ommán 

    abastecen a los poetas árabes de una gran variedad de alusio-

    nes; y si la observación de Hermógenes es exacta, que lo que

    es delicioso a los sentidos produce lo bello cuando se describe,¿dónde podemos hallar tanta belleza como en los poemas

    orientales que giran principalmente sobre los objetos más ama-

     bles de la naturaleza?” 106 pues, también a causa de su clima,

    inmoderadamente caluroso, “los Asiáticos sobrepujan a los

    la primera”, “Sobre los siete autores de los poemas conocidos por el nombrede Al Moallacat”, “Noticia de Lebid”, “Sobre la conversión al Mahometismo”,

    “Sobre los poetas árabes” “Sobre los poetas persas"” “Historia de la lengua

     persa”, “N oticia de Ferdusi"”y “Sobre los poetas tu rcos”.

    103 1833, pp. 325.

    1Mibid.,  pp. 2934.

    105“Es c ierto que, desp ués de W illiam Jo ne s y de A nq ue tilDup erro n, y

    tras la expedición de Napoleón a Egipto, Europa llegó a conocer Oriente de

    una manera más científica, a vivir en él con una autoridad y una disciplinaque nunca antes había tenido”, E. W. Said, Oñentalismo,  Madrid, Libertarias,

    1990, pp. 42 y 43.

    IMp. 5.

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    habitantes de nuestras regiones más frías en la viveza de su

    fantasía, y en la riqueza de su imaginación” 107, en un lengua-

     je, expresivo, fuerte, sonoro 108 y el más copioso quizá del

    m un do 109, “singularmente adaptado para la poesía” no. La paz

    constituye el ambiente más propicio para hacer germinar la

    riqueza poética del pueblo persa. Su contacto diario con el

    espectáculo de los cuerpos celestes, testigos de sus noches de

    sueño en las azoteas de sus casas, su psicología propensa a la

    flojedad, el am or al placer, su indolencia y afem inac ión111 y su

    rico lenguaje, infectado de la delicadeza de sus vidas y senti-

    mientos, favorecen que “Persia ha producido más escritores detoda especie, principalm ente poetas, que tod a Europ a ju n ta ” “2.

    Los turcos se han esforzado en pulir y enriquecer su lengua, a

     partir de la de los persas y árabes, e im itar las composiciones

     poéticas de los prim eros “3. El ensayo de W. Jones concluye

    con una exhortación al estudio de las lenguas orientales en las

    universidades, lo que proporcionaría la incorporación de nue-vas literaturas que complementasen a la griega y latina. Las

    Poesías asiáticas  proveerán “un nuevo repuesto de imágenes y

    símiles” 114 para la poesía eu ropea, pues “La sencillez y valen-

    tía en la expresión, el uso frecuente de las imágenes y de las

    107ibid.,  p. 11.

    108"Parecen pu es idó neos el lenguaje pérsico p a ra los fuegos y am ores , el

    árabe para los poemas heroicos y la elocuencia; y el turco para los escritos

    morales”, “Adición II. Sobre las lenguas árabe, persa y turca, y con parti-

    cularidad sobre la primera”, pp. 3031.

    109“A dv er tencia” , p. 12.

    uoibid.,  p. 13.

    111ibid.,  pp. 1719,  passim.m ibid.,  p. 19.

    n3ibid.,  p.23.

    lHibid.,  p. 25.

    42

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    comparaciones, la hipérbole casi continua, el estilo cortado y

    dramático, el desorden lírico que anuncia las conmociones de

    la imaginación; la osadía de los pensamientos siempre presen-

    tados bajo formas sensibles, y en los pasajes patéticos aquella

    ternura candorosa que se apodera del corazón; en fin, el len-

    guaje exento de pretensiones y de afectación de elegancia, y

    que nada calla ni dice por respeto a conveniencias sociales, son

    las prendas características de los libros poéticos de la escritu-

    ra: lo son también de gran parte de las poesías árabes, persas

    e índicas, que hemos leído en traducciones hechas en las len-

    guas modernas de E uropa” “5.

    T e m a s d e l a s P o e s í a s   a s i á t i c a s

    En las Poesías asiáticas  el Conde de Noroña recopila la tra-ducción de una serie de composiciones poéticas que expresan

    los distintos sentimientos de la vida humana y plasman, pre-

    dominantemente, la invitación al amor y al placer, la reflexión

    existencial y el aleccionamiento moralizante. Otros poemas se

    refieren a las distintas vicisitudes de la vida y a situaciones his-

    tóricas concretas. Con respecto a los géneros poéticos másempleados por la poesía oriental primitiva, son la oda, “el más

    adaptable al carácter peculiar de su genio”, la elegía, la églo-

    ga, el apólogo o p a ráb o la .116

    Las poesías árabes. — Son las más numerosas, concre-

    tamente setenta y tres, con una gran variedad de temas. Hay

    115A. Lis ta , art. cit.,  pp. 27 y 28.

    116A. Lis ta , ibid.,  p. 28.

    43

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    un primer grupo de poemas de asunto heterogéneo: al desier-

    to de M ita ta (1 )117; descripciones de lugares (valle de M azavan

    y Seruge que dan lugar a su autor a la evocación del paraíso

    (59 y 68), de un jard ín en prim avera que invita al hedonismo

    (61) y de un sitio delicioso (69), un locus amoenus  con atributosfemeninos:

    Jardín ornado de semblante verde, / con dulces arro

    yuelos dividido, / al que matiza con frescor el viento /

    y palmas a manera de muchachas, / que sus tiernas gar-

    gantas con collares / de sus frutos lindísimos adornan.

     junto a la p intura del am biente romántico (66) con sus com-

     ponentes típicos (rocas, noche lóbrega, tinieblas, oscuro mar,

    lechuza, soledad adusta...). Encontramos, asimismo, descrip-

    ciones de situaciones — el am an te feliz (29) se despide de su

    amada, al alba, tras una noche de amor,— y de personas, así,el de una muchacha (56) cuyo cuerpo es descrito, ordenada y

     porm enorizadam ente, en un rico alarde de comparaciones de

    gran sensualidad:

    Delicada muchacha, refulgente, / de cuerpo enhiesto,

     pecho relevado/ como líquida plata rebruñido. [...]Su cuello ornado en torno de collares/ al de hermosa

    gacela se parece [...] Sus cabellos, [...] cual los densos

    racimos de la palma.

    Su cintura un cordón en lo delgado, / su pie rna como

    ramo de palmera. (57 y 67);

    117 Señalamos, en tre paréntesis , la numerac ión de los poemas en Poesías 

    asiáticas  (1833), numeración que recogemos en el índice de nuestra edición.

    44

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    composiciones dedicadas a los sepulcros de Maan (2) y

    de Zayde (3); sobre la ruina de la extensa familia de los

    Barmecidas (15); a los verdaderos placeres (4), “grande

    es, pues, el número de los cantares que celebran el vino

    y los festines” ll8, pero sujetos a su inevitable fugacidad:

    Vino y festín sabroso, / y el dulce retozar de la came-

    lla, / que firme el suelo huella. [...]

    Muchachas agraciadas, / que en torno nos rodean, con

    vestidos / de oro y seda tejidos. [...]

    Abundancia y sosiego, / y el ay suave de la cuerda heri-da, / hace feliz la vida. [...]

    Que cuanto vive está sujeto a muerte.

    La muerte es el tema de seis composiciones: de una dama

    (5), de un príncipe (63), de un hijo del visir (21), de Nedham

    al Molk (36), de su amada (43) y de unos jóvenes (62) a quie-nes “La hermosura vistiólos con un manto / de sabrosos pla-

    ceres y alegría, / y el varon il esfuerzo superiores / los hizo a

    los reveses de la suerte”, que “aniquilados bajo tierra yacen” a

    cuya tumba el amigo se acerca y “nadie le replica / sino el eco

    confuso de los montes”; a la batalla de Sehbal (6); poemas

    dedicados a una tribu (7), a una negra virtuosa (46), apologíade las virtudes de una mujer de ese color pues “hay en un

    cuerpo, como almizcle oscuro, / la candidez del alcánfor más

     pu ro” y a la favorita (28); una sátira (8); el canto de M aysuma

    (11); a la inauguración de Al Rashid y a la exaltación de su

    visir (14); recuerdos de un ausente (42); consuelo ante la soledad

    neSchack, o. c.,  p. 107.

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    en la tristeza (26); elogio a un principe (60) generoso, benéfi-

    co, justo, amoroso y dulce; sobre un tema ilustrado —A Dios,

    al Ser Supremo— (16 y 64), la contemplación de la venida de

    la primavera invita a recordar y a alabar; reflexiones acerca de

    las etapas de la vida —juventud y vejez— (10 y 39): si la cua-lidad predom inante del joven es su valor, la entereza an te la

    adversidad es la del viejo.

    Poemas acerca del amor (40), expuesto en clave geométri-

    ca, sobre distintos animales (22), una fábula en la que fustiga

    la avaricia,

    ¡Maldito el manjar sea / que el apetito halaga, / si en

    el plato escondida / está nuestra desgracia.

    (25, 27 y 35), a las plantas, entre éstas la rosa, y un fruto (50,

    51, 52, 53, 54 y 55) y a las virtudes del aliento de Azaura (72).

    La relación del vino y el amor de la muchacha son el motivo

    lírico de varios poemas (18, 19, 23 y 32.) Se da una curiosa

    transformación, por otra parte muy frecuente en estos poemas

    árabes, de los objetos con la persona amada:

    Ea, sus, la ancha copa / alarga a toda prisa, / el vinosuyo solo / mi ansiosa sed excita, / po rque al ir a mez-

    clarlo / la escanciadora mía / le traslada el ardiente /

    color de su mejilla. (18)

    Mi rostro se empalidece / cuando a Leyla miro atento, /

    y el de Leyla en el momento / con el rubor se enroje-ce, / como si la sangre ansiosa / de mi corazón huye-

    ra, / y a depositarse fue ra / en su mejilla preciosa. (23)

    46

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    El amor reporta la pérdida de la libertad:

    Tendiste la red de amor, / en ella me has cautivado,

    [...] Tu mano preso me tiene, / cual ave que un niño

    cría, / que sufre fiera agonía / en tanto que él se entre-

    tiene. (32)

    Otro grupo lo conforman los poemas moralizantes: sobre la

    confianza (9), al capricho de la suerte (12), acerca de las vici-

    situdes de la vida (24), cercada de desengaños,

    Al cabo su fuente impura / muestra el más dulce placer /

    y la dicha de más dura / llega al cabo más segura / a

    vacilar o caer,

    a la fortuna (30) “tan sólo importuna al rico y al poderoso”,

    sobre la vida (31, 71 y 73), a la moderación en nuestros pla-ceres (33) “pues en todo debe haber / orden, medida y asien-

    to”, a la búsqueda de la serenidad y de la virtud,

    A mar de cocodrilos infestada / nuestra vida fugaz es

    semejante. [...] Si tú del sabio anhelas el reposo, / gu ár-

    date de obrar mal, / sé virtuoso. (73)

    a la incompatibilidad del orgullo y la gloria (34), sobre la nece-

    sidad de tomar consejo (38) con la adopción de un tono gnó-

    mico:

    Consulta con otro tú / al ir a deliberar, / [...] Sólo elrostro a la m ujer / la representa un cristal, / mas dos

    la hacen descubrir / lo que en pos del cuello está.

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    El viajar anima al varón fuerte, / le adquiere honor, su

    dignidad mejora, / y es un tesoro en la contraria suerte.

    Finalmente, el tercer conjunto de poemas reúne composi-

    ciones de circunstancias (al mezclar el agua y el vino (47,48 y

    49); el dedicado a una mujer que decía estar apasionada de un

    ho m bre en su vejez (41); a unos jóvenes que m ostraban estar

    enamorados (37); en el cumpleaños de un amigo (20) en el que

    se da un conceptuoso juego verbal:

     Naciendo el llanto humedeció tus ojos, / y reím os en

    torno de tu cuna. / ¡Ojalá rías al perder tus luces, /

    mereciendo te lloren en la tumba. (20)

    y a una dama que le reprendía (17).

    Los poem as persas comprenden veintiséis gacelas y otros

    dieciséis poemas. Estos contienen elogios — a M ah o m a119 (XI),

    al rey (II), hiperbólicamente embellecido (IV), al aguerrido

    Barzú, que “Arbol es de fino acero, / y cual ramos de pláta-nos sus brazos” (III) y tam bién de la gacela persa (XVI)— ; los

    consejos del rey moribundo al príncipe (XII) con las palabras

    finales de aquel::

    Las raíces son el pueblo, / y el tronco el rey, considera /

    que de las raíces saca / el árbol toda su fuerza;

    y respecto a las ventajas de varia suerte que el viajar reporta (44):

    119 En estos poemas persas seguimos la numerac ión romana, como f igura

    en la edición de Poesías asiáticas  (1833).

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    la descripción de un valle (V) y de la evolución de la virgini-

    dad de la muchacha a su pérdida (XIV), análogo al epitalamio

    de Catulo; una invitación al vino en el huerto donde el triste

    ruiseñor lamenta, posado en la rosa, la ausencia del malhada-

    do Asfendiar (I); un epinicio (VI) acompañado de notas del propio autor que guarda en sus apreciaciones las convenciones

    neoclásicas; un epigrama (VII); una sátira (VIII), dos fábulas

    (IX y X) de orientación ética; la expresión del sentimiento ante

    una ausencia (XIII) y de carácter moralizante (XV) pues

    “Contra naturaleza / no hay trabajo que baste”.

    El Conde de Noroña introduce las gacelas de Hafiz, desobrenombre Mohammed ShemsEddin, con una, escrita por

    él mismo, “con la misma estructura que las de Hafiz, en ala-

     banza de este gran poeta de Siraz” . El m ayor núm ero de estas

    composiciones son exhortaciones al amor placentero (I) con la

    invocación del carpe diem,  (IV, VIII) en las distintas estaciones

    (III, XVI, XVII, XXIII, XXX y XXXII), situaciones (XIV,XXV y XXXIII) y clases —hetero y homoerótico (II). Poemas

    en el desamor y en la ausencia (VII, X, XI, XII, XVIII, XIX,

    XX, XXI y XXII)— y de invitación a la libación del vino (V,

    VI, IX, XIII, XV, XXIV, XXIX y XXXIV):

    Levántate, copero, / la taza alarga con jovial presteza, / porque sepultar quiero / el pesar y tristeza. (Gacela IX)

    Aborrezco el triste claustro, / odio el hábito de monje. /

    ¿Adonde están los banquetes? / ¿El alegre vino adonde?

    (Gacela XI)

    Lascivo, audaz, beodo y descarado / en robar los pla-

    ceres, lo confieso, / lo soy en sumo grado, / mas sihallas uno en la ciudad diverso / dedico al punto a su

    loor mi verso. (Gacela XVII)

    49

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    ¡Qué graciosos tu bozo y tus lunares! / Tus ojos y tus

    cejas ¡qué lucientes! / Tu prócera estatura ¡qué agrada-

     ble! (Gacela XXVI)

    Le siguen las descripciones de la persona amada de indis-

    tinto sexo (XXVI, XXVII, XXVIII, XXXI y XXXV.) La últi-

    ma gacela compendia los temas citados (XXXVI.)

    En los dos únicos poemas turcos traducidos se expone el

    gozo larvado por el dolor:

    Juguemos, bebamos, / que la primavera / se marcha alinstante, / Nos huye ligera. (“A la prim av era”)

    Mi alma el vergel de esta vida / contempló con faz aten-

    ta, / y no encontró rosa alguna / sin espina que la hirie-

    ra. (“Sobre los inciertos placeres de la vida”)

    El Conde de Noroña, que redacta la crónica fúnebre, inme-dia ta y directa, de su amigo José Cadalso I20, introduce, al con-

    suno con el autor de las  Noches lúgubres, la estética romántica

    120 “Esta fue a las nueve y m edia de la no ch e del 26 de feb rero de 1782

    en la batería avanzada de cañones, l lamada San Martín, frente de Gibraltar

    [.. .] Murió del casco de granada, que dró una batería del monte, llamada

    de Ulises [...] El casco le dio en la sien derecha y le llevó parte de la frente

    [...] Aunque le dijeron que se dirigía una granada al puesto donde estaba,

    despreció el aviso con ánimo sereno”, Poenas del Conde de Noroña,  II, Madrid,

     po r V ega y C om pañía , 1800, pp. 190201. H ab ía aparecido con an te rio ri-

    dad en el Correo de Madrid,  11 X I 1789.

    121Véanse, entre otros, sus poemas “Retrato de la tristeza del doctor

    Y oun g”, “W erth er a su sepultura. Im itación de uno s versos ingleses”, “A

    Silvia” y la elegía “La noche triste”, Poesías del Conde de Noroña,  II, Madrid, p o r V ega y C om pañía , 1800, pp. 140, 150, 168 171 y 177189, respectiva-

    mente. Al respecto, R. Sebold, Cadalso: el primer romántico “europeo” de España, 

    Madrid, Gredos, 1974.

    50

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    en España, a finales del siglo X V III 12‘, pues “ayudó a afianzar

    en la poesía castellana la moda sepulcral y el exotismo pre-

    rrománticos” l22. Las Poesías asiáticas, “de dulce fuego llenas” 123

    contribuyen, a su vez, a la consolidación del orientalismo

    romántico español. A decir de Noroña, la pasión, la viveza yla animación de las imágenes orientales deben sustituir a las

    “gálicas frialdades” 124, como hemos expuesto más arr iba (p.

    36).

    El poeta catalán Aribau escribió: “Distinguimos las poesías

    orientales por ciertos rasgos sublimes llenos de énfasis y exal-

    tación, por un tránsito instantáneo de una idea a otra entera-

    mente diferentes y hasta cierto punto inconexas, y por una

    valen tía y exageración en sus metá foras” 125.

    Se continúa, por tanto, en las Poesías asiáticas  el espíritu

    anacreón tico — el “amor, vino y am istad son la trilogía favo-

    ri ta” 126— y, con refinam iento oriental, las poesías árabes exhi-

     ben, po r medio de la expresión lacónica y breve a veces, fron-

    dosa e hipersensual las más, una temática universal y ahistó

    rica: el amor y la muerte, las veleidades de la fortuna, el trán-

    sito del tiempo y la añoranza del mismo. En los poemas per-

    sas, con un destinatario indistinto, doncella o mancebo, con-

    fluyen la exaltación heroica del valor del guerrero, el amoralienador y fatal, enmarcado en una naturaleza idealizada, la

    122J o h n Polt, Poesía del siglo XVIII,  edición, introducción y notas de,

    Madrid, Clásicos Castalia, 1994, p.298.

    123“A m i esposa ”, v. 12

    124“A dver ten c ia”125B. C . A ribau , “ So bre la po esía o rien tal” , E l Europeo, 11, 1823, p. 337.

    126P edro Salinas,  Introducción a Meléndez Valdés, Poesías,  Madrid, Espasa

    Calpe S. A. , Madrid, 1973, pp. XXXVII y XXXVIII.

    5i

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    invitación al hedonismo con claros ecos de los poetas clásicos

    (Horacio y Catulo, principalmente), lo que también se advier-

    te en las poesías de proceden cia tu rca l27.

    S a n t i a g o F o r t u ñ o L l o r e n s  

    Universidad Jaume I de Castellón.

    127“Intro du cc ión ” a C on de de N oro ña .  Antología poética,  Madrid , Cátedra ,

    1997, p. 58.

    52

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     N U E S TR A E D IC IÓ N

    Para la presente edición de las Poesías asiáticas  seguimos el texto,

     postumo, de la primera edición, publicado en la Imprenta de Julio

    Didot Mayor, calle del Puente de Lodi, n° 6 de París, en 1833, que

    se halla en la Biblioteca Nacional de Madrid, que hemos corregido

    y actualizado ortográficamente. Se mantiene también la grafía de los

    nombres propios tal como los transcribe Noroña: Khorasán por

    Jorasán, Valadata por Wallada, etc., con ortografías procedentes del

    inglés, francés, o latín. Hemos conservado las nota