poesia portuguesa contamporánea

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    Caminos de lapoesa portuguesarecienteNuno Jdice

    Interrogaciones y caminos

    En el conjunto de voces poticas quemarcaron el final del siglo xxy el iniciode este nuevo siglo, existe desde ya unelenco de poetas que nos permiten

    decir que la poesa portuguesa contina hallandoun camino original en su relacin con la escritura.

    Comencemos con Fernando Pinto do Amaral.Este poeta consigue combinar una visin realista,a veces cida, del comportamiento y los hbitos desu generacin en ese cambio de siglo en el que laambicin de dinero y de poder, a la que se suma la

    moda, se convirtieron en el motor de la vida cotidia-na. El poeta usa un lirismo que, en la secuencia deotros poetas de los aos ochenta como Lus Filipede Castro Mendes, recupera las formas clsicas, delsoneto a la oda, combinndolas sin embargo conpoemas ms descriptivos y que repercuten sobrelos hechos de la vida:

    Seriam oito e meia ou pouco mais1

    quando chegmos, prontos a assistirao lento fim da tarde sobre o cais

    com o esturio do rio a seduzir

    o ameno convvio das pessoascumprimentando a Ana Salazar2

    e comentando como estavam boasas tapas de pt e caviar.3

    Pinto do Amaral pregunta por el movimiento delos seres y procura encontrarle un sentido; y lo hace

    con una visin lcida y crtica en la que el escalpelode los gestos cotidianos nos ubica frente a cuadros

    que evocan el claroscuro de un Rembrandt. l estambin un poeta que indica los puntos luminososde la existencia en un registro de memorias queconservan una proximidad estrecha con el presente,una de las fuentes ms importantes de su potica.

    Maria Andersen retoma otra visin del mundoen la que su sensibilidad y su mirada sobre la vida

    y la naturaleza encuentran siempre un dilogointertextual con otros poetas y poticas sin nuncaperder su propia personalidad. Ese dilogo, por elcontrario, enriquece su forma de presentar las cosas,

    y nos ofrece muchas veces imgenes inesperadas quese tornan emblemas que guan la lectura a travsde un paisaje que nos es familiar. En l se anotan,a manera de diario, pequeos acontecimientos delda a da. Poemas donde el dominio de la palabracubre una fragilidad del ser que busca su fuerza enla exactitud de lo que el verso fija.

    En esta poesa se viaja a travs de parajes delmundo en busca de paisajes que evoquen el co-mienzo de las cosas de Islandia a las Azores; eltrabajo de Maria Andersen con la sustancia gene-

    siaca del lenguaje es lo que la lleva a hablar conpoetas como Wallace Stevens o Herman Melville.Las palabras nacen de esa fuente subterrnea ymarina en un orden claro y puro que deja adivinarel fuego primordial de la inspiracin. Esa violencia,sin embargo, es trasmitida por Maria Andersen conuna limpidez de expresin que representa la elec-cin de la luz y el da, sobre la sombra y la noche,incluso cuando la muerte se esconde, a veces, bajoimgenes y poemas que interrogan al ser:

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    EnsayoComo se deslizssemos para um fundo ouvindoaindaos sons de um vento que seu mpeto colheu na insuficincia.4

    En Pinto do Amaral y en Maria Andersen tene-mos una depuracin y una bsqueda del lenguajecomn que tambin encontramos en Ana Lusa

    Amaral. La obra de Amaral ha adquirido unapresencia incontestable, presentndose como unade las ms representativas de la escritura poticacontempornea.

    Fuga del tiempo, bsqueda de un tiempo en elque el tiempo no cuente como lmite de lo humano,la poesa trabaja en el lugar dibujado por la palabra;las fronteras se abren ms all de nosotros mismos y

    de nuestra duracin. Es por eso que existe un con-flicto permanente entre la poesa y lo cotidiano, lapoesa y el presente, que obliga al poeta a situarse enfuncin de esa lucha que la pintura retrat como unamujer de dos caras: la belleza y la muerte, dueto queel barroco tom como uno de sus grandes temas.

    Ana Lusa Amaral se sita en ese espacio deproblematizacin de lo efmero-eterno que es elpoema. Este asunto aparece en uno de sus ttulos:Entre dos ros y otras noches (2008). Aqu la metforadel ro heracliteano, el tiempo, se reubica en su rea-

    lidad fluvial. Tenemos el topos filosfico; pero alcontrario del movimiento para la abstraccin de esefragmento griego, Ana Lusa nos reubica en el puntode equilibrio que invierte el camino hacindonosbajar la mirada hacia la corriente verdadera de unro que es el motor real de las imgenes que nacende su curso. Por eso el ttulo Entre dos ros se com-pleta, a travs de una analoga casi imperceptible,con y otras noches. El adjetivo otras, cargado demltiples connotaciones, desde la diferencia pluralde los seres hasta la otredad pessoana, coloca al ro

    y a la noche en el mismo plano semntico.Podramos decir que hay dos focos de atencinen este libro: el presente, ligado al xtasis querecorre el inicio del libro en si todo fuese soloxtasis (7 andantes) (pp. 9-13) y en Los peligrosdel xtasis (pp. 45-68). Y la especializacin deltiempo en un bloque central situado en de estelado del tiempo (pp. 45-68); adems de un movi-miento rumbo al pasado en el que el ttulo adquiereuna variante: entre dos ros y muchas noches

    (pp. 17-92), donde se introduce una ruptura en lasemejanza ro-noche, deshaciendo ese obstculoimposible de superar que reduca el tiempo a lanoche con la separacin de esos dos ros. Lapoeta se remite as al orden cronolgico del curso

    temporal, y de la noche, en el que el tiempo setorna catico a travs de una multiplicidad no es-pecificada (muchas noches), sumando una nuevaanttesis polar entredosymuchos.

    Y a partir de aqu se alcanzan los telares dela memoria (pp. 95-113), ese pasado visto comoel telar, en el tpico homrico de Penlope, en elque ese telar trabajo que desafa las lneas delpasado no es ms que un arremeter de lo ante-rior hacia el futuro regreso de Ulises. Por fin, elfuturo del pasado reconduce a la cita pessoana

    del guardador de rebaos de Caeiro, en el quelos rebaos son hechos de sueos y ms all: elguardador (pp. 117-124). Esto es, esa materiaes hecha de condensaciones de una experienciaanterior los objetos del mundo onricomo-

    vindolos para el ms all de esas experienciasque son el poema, las palabras.

    Entre dos ros y otras noches es un libro comple-jo en su estructura semntica, no obstante, nossita frente a un universo ntido construido pordecisiones versificadas (pp.17-18) que renen

    en el mismo plano leve perfume, gotas delimn, y la magia tranquila (p. 17). Comosi la alquimia del verbo saliese de la estacininfernal de Rimbaud para arder en un fuegosuave, controlable (p. 17) que no evita la msicamenor (p. 24) ni en los alexandrinos dilemas(pp. 26-27) que a veces conducen a la fractura, al

    verso que surge como volcn/limitado a explotardentro del mar (p. 27). Dira que esta poesatiene el vigor de Valery sin el metdico y atentoclasicismo, y las erupciones mgicas de figuras

    carnavalescas en el sentido bakhtiniano deltrmino haciendo danzar de forma rabelesianalos virtuosismos formales de la tradicin clsica:de los diablos montados (p.29) a las bicharocas(cocodrila, leoparda, lemura y a la propia Autoraderramada/ que es de nombre ausente,/ comoconviene a postmoderna autora) de El libro delhospital (1 y ltima serie) (pp. 30-31).

    Epifana negativa, esta revelacin de que eltiempo tiene en su revs al dolor, a la muerte (las

    Literaturaportuguesa

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    muertes), acompaa el recorrido ascendente quetiene en la escala de Jacob una interesante alegora,pero solo nos permite entrever el otro lado, el sol,a travs de la fractura que separa los dos mundos,el de los vivos lunar, la caverna platnica y elparadisiaco, en el sentido de Dante. Y es en estadimensin desacrali-zante que el poeta re-gresa a este mundo, auna realidad descritade un modo subse-cuente y casi sustan-tivo, entre el fulgorluminoso, a veces, y elrigor del comps conque Newton organizael mundo. Fractura, desafinacin: son los dos polosque hacen rodar esos telares de la memoria dondeir a surgir la tela de espejos (p. 113), el poemadonde se unen las imgenes caticas en el espacioque Mnemsine gobierna.

    Es este, finalmente, el mundo de la poesa deAna Lusa Amaral, el espacio donde ella dibujaun perfil geogrfico exacto, una innovacin deluniverso pastoril donde, segn los griegos, naciel arte lrico. Gobernado por el pastor-escultor(p. 117), es este el espacio del sueo que nos revelaun nosotros divergiendo en su total autonoma:

    E tudo era num longo emaranhado

    como imensa floresta,

    mas as figuras vivas ali estavam,

    em ntido fulgor,

    transparncia de um astro que brilhava,

    mas que no era a lua, nem o sol,

    nem estrela da manh.5

    En este regreso a la floresta de los smbolos deBaudelaire, la aproximacin de Ana Lusa Amaral

    es otra, reconociendo el lenguaje de las cosas quehablan, y restituyndoles su enigma, sustancia yorigen de la imagen potica:

    Melhor assim, pensou.No me pedem um nome estas figurase o tempo sobrarpara mais sonhos.6

    Este es el cierre, y la leccin, de esta potica: eldeseo de viaje en su ms vivo navo (p. 124).

    Viaje, tambin, pero en el plano del lenguaje, yen direccin al inconsciente, es lo que encontramosen la poesa de Manuel Gusmo. l nos recuerdaalgo que parece perdido en ste nuestro tiemposucio, que la poesa es, antes que nada, canto, osea, un espacio amplio de sonido y de sentido en

    el que coinciden lamsica, la palabra y,sobre todo, la ampliarespiracin que ir aconducir el verso aesa totalidad en quesurge la posibilidadde la imagen. Siuna equivocacinerrada del lirismo,

    concentrando la expresin en una pequea partede lo que es el hombre sensible, redujo el poemaa una filigrana afectiva de donde se origina unapoesa ms contempornea, para concentrar cada

    vez ms el poema en un devaneo circunstancial dereferentes agotados, es en otro grupo que Gusmose sita: se que nace de Herberto Helder, pasa porRuy Belo y Al Berto, y que prolonga, en el fondo,aquella que es la leccin camoniana de las Cancio-nes, o pessoana de las Odas: el poema ampla elcanto a la dimensin total del hombre en su registrodel mundo como espacio de reflexin, simultnea-mente especular y filosfica del ser. Puede leerseMigraciones del fuego (2004) como un poema nico;una oda cuyo sujeto es el Hombre en el inicio de sucamino, recomenzando una aventura que va de laantigua Grecia a cumbres borrascosas, pasandopor las casas, por el muelle donde quemaron al

    jovenrapper, por espacios interiores o exteriores, enun viaje en bsqueda de la identidad que el tiempo,las lecturas, la Historia, enredaron en el laberinto alque se llega, descubriendo que el ltimo paso parallegar al centro es el inicio de una nueva partida:

    Cada parede a que chegas agora sempre a ltima:a ltima parede do labirinto.7

    As, lo que Manuel Gusmo viene a confirmares que la poesa contina trayendo en su interiorLa pavorosa ilusin de la eternidad de Bocage,cuando este ltimo nos lleva hacia el otro lado delmundo obligndonos al recomienzo; de ah el reto-mar cclico de lo mismo, para que el descubrimiento

    As, lo que Manuel Gusmo viene a confr-

    mar es que la poesa contina trayendo en

    su interior la pavorosa ilusin de la eter-

    nidad de Bocage, cuando este ltimo nos

    lleva hacia el otro lado del mundo obligndo-

    nos al recomienzo.

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    Ensayovuelva a ganar un sentido familiar para quien escri-be: ecos colaboradores del recorrido, una piedraen la infancia que Ruy Belo habr lanzado, o Las

    variaciones del blanco que Eugenio de Andradepint con la cal de sus poemas, o esa Cancin l-tima que cierra una narrativa epilogar, la odiseahumana, en el punto final en que todo podr tal

    vez recomenzar (p. 90).Otro trazo distintivo de nuestra poesa se ma-

    nifiesta en la continuidad y en la capacidad derenovacin de poetas revelados en dcadas muyanteriores. Nombres como Pedro Tamen, quien vaen el sentido de una potica de epigrama acentuan-do los gestos de lo cotidiano en un plano filosfico,o Gasto Gruz y Armando Silva Carvalho, quienesrecuperan formas diversas de mirar el cuerpo y elmundo entre el luto y lo ldico, y Vasco Graa Mouracon su inmensa capacidad de absorcin del universocultural, de la msica a la pintura, de la literaturaa la filosofa, transportan una tradicin que no seagota en la banalidad que algunos apuntan como lasolucin para una ruptura que ya no tiene sentidoen el mundo posmoderno.

    Podamos decir que la poesa le tiene horror alvaco; y es as que en la primera dcada del siglo sur-gen propuestas innovadoras tanto a nivel individualcomo colectivo. El comienzo de lo que se podrallamar una nueva generacin es la publicacinde la revista Criatura,8 que, despus de un primernmero publicado en 2008, en 2009 lleg a sutercer volumen. Dirigida por los poetas Ana M. P.

    Antunes, David Teles Pereira y Diogo Vaz Pinto, enella se refleja una relacin con la poesa que surgede un mundo de lecturas y de interrelaciones quebuscan en la lengua inglesa, por un lado, y en lapoesa ibrica y latinoamericana, por el otro, al-gunos de sus referentes ms impresionantes. Estemismo hecho (poetas que leen poesa) contribuyepara distinguirlos de una tendencia negativa parael ensimismamiento y la fatiga que en otros se torna

    visible. Hay una consistencia de lenguaje y de pro-yecto en esta revista que se podr sumar, sin duda,a la calidad individual de cada poeta, donde surgentambin algunas voces femeninas que traen nuevos

    y originales aportes en este mismo periodo: FilipaLeal, Catarina Nunes de Almeida, Margarida Valede Gato, entre otras.

    Lo que caracteriza a estos poetas es la bsquedade una expresin propia y el regreso a una relacin

    personal con su tiempo y su mundo, libre de im-posiciones de escuela, de estilo o de moda. A esteconjunto podran tambin sumarse un grupo denombres que apuntan a caminos muy propios: RuiLage, Rui Cias, Rui Pires Cabral, y un poeta quepublica hace ms tiempo pero que alcanza tambinun punto interesante en este periodo: Jao LusBarreto Guimares. Tambin es interesante verificarque algunos poetas mantienen la coexistencia delos versos con la ficcin (esta situacin ya fue unaconstante en grandes autores del sigloxx); me refie-ro a: valter hugo me, Jos Lus Peixoto y GonaloM. Tavares.

    No ir aqu a hablar en pormenor de cada po-tica, pero juzgo importante acentuar la diversidadde este conjunto ya significativo de lo que se puedellamar una poesa de principio de siglo, con unadiversidad de lenguajes que nos permite comenzara tener una visin generacional y tambin estticade los caminos que se estn abriendo, y de algunosde los nombres que sern, sin duda, los ms repre-sentativos.

    Notas1Seran ocho y media o poco ms/cuando llegamos, lis-tos a asistir/al lento fin de la tarde sobre el muelle/con elestuario del ro seduciendo.// En el alegre departir de laspersonas/ saludando a Ana Salazar/y comentando lo bue-nas que estaban/ las tapas de pat y caviar.2 Conocida diseadora de moda portuguesa.3 T-Clube, enPoesia reunida(1990-2000), p. 472.4 Como si nos deslizramos para un fondo oyendo todava/ los sonidos de un viento que cogi su mpetu en la insu-ficiencia. (Livro das passagens, p. 91).5Y todo era en un largo enmaraado/ como inmenso bos-que,/ pero las figuras vivas all estaban,/ en ntido fulgor,/transparencia de un astro que brillaba,/ mas que no era laluna, ni el sol (p. 119).6 Mejor as, pens./ No me piden un nombre estas fi-guras/ y el tiempo sobrar/ para mas sueos (p. 119).7Cada pared a la que llegas es ahora y siempre la lti-ma:/la ltima pared del laberinto (Cano ltima, pp.81- 90).8 Criatura. Dirigida por Ana M. P. Antunes, David TelesPereira, Diogo Vaz Pinto, organizada por el Ncleo Aut-

    nomo Calope de la Faculdad de Derecho de Lisboa conel apoyo de la Associao Acadmica, cuatro nmeros pu-blicados.

    BibliografaPinto do Amaral Fernando. Poesia reunida (1990-2000).Lisboa: Dom Quixote, 2000.Andresen Maria. Livro das passagens. Lisboa: Relgiodgua, 2006.Amaral Ana Lusa. Entre dois rios e outras noites. Porto:Campo das Letras, 2007.Gusmo Manuel. Migraes do fogo. Lisboa: Caminho,2004.Nova poesia portuguesa. En:Relmpago N. 12, 4/2003.Lisboa: Fundao Lus Miguel Nava.

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