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POESÍA Y POÉTICA E N ALFONSO REYES Mas queda otro sendero todavía que purga la codicia y la miseria: la ruta vertical, la poesía. ALFONSO REYES, "Materialismo histórico" I Pocos escritores de Hispanoamérica han sido tan aplastados bajo el peso asfixiante de una fama institucionalizada y oficial, como lo ha sido Alfonso Reyes. L e h a tocado la peor suerte que puede tener un escritor: ser poco leído. Más que revelar, los conocidos rótulos —el mexicano universal, el humanista generoso, el estu- dioso de erudición enciclopédica— sólo parecen haber servido para ocultar y enmascarar al escritor y su obra. No es que los rótulos sean equivocados sino sobre todo desgastados, aceptados automá- tica y acráticamente, sin pensar en su significado real. Efectivamente la vasta obra multifacética de Reyes encarna la tentativa por abarcarlo todo: crítica literaria, poesía, crónica, teoría literaria, narrativa, ensayos literarios y culturales, artícu- los, tratados, retratos, memorias y crítica cinematográfica, para mencionar algunos de los géneros ensayados. A todo esto habría que agregar las traducciones y otro territorio inmenso que ape- nas se v a revelando en todas sus dimensiones: el epistolario que Reyes sostuvo con muchas de las grandes figuras literarias de su tiempo. Aunque la diversidad de intereses y de cauces de expresión parece sugerir dispersión, nada hay más alejado de la verdad. Exis- te una profunda coherencia en la escritura del mexicano, una uni- dad subyacente que se cifra en el desmesurado proyecto de apro- NRFH, XXXVII (1989), núm. 2, 621-642

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POESÍA Y POÉTICA E N A L F O N S O R E Y E S

Mas queda otro sendero todavía que purga la codicia y la miseria: la ruta vertical, la poesía.

ALFONSO REYES, "Materialismo histórico"

I

Pocos escritores de Hispanoamérica h a n sido t a n aplastados ba jo el peso asf ixiante de u n a fama ins t i tuc iona l i zada y o f i c ia l , como lo h a sido A l fonso Reyes. L e ha tocado la peor suerte que puede tener u n escritor : ser poco leído. M á s que revelar , los conocidos rótulos — e l mexicano u n i v e r s a l , el h u m a n i s t a generoso, el estu­dioso de erudición enciclopédica— sólo parecen haber servido para o cu l tar y enmascarar al escritor y su obra . N o es que los rótulos sean equivocados sino sobre todo desgastados, aceptados automá­t i ca y acráticamente, s in pensar en su signif icado rea l .

E fec t ivamente l a vasta obra multifacética de Reyes encarna l a t e n t a t i v a p o r abarcarlo todo : crítica l i t e r a r i a , poesía, crónica, teoría l i t e r a r i a , n a r r a t i v a , ensayos l i terar ios y cul turales , artícu­los, t ratados , retratos , memor ias y crítica cinematográfica, p a r a m e n c i o n a r algunos de los géneros ensayados. A todo esto habría que agregar las traducciones y o t ro t e r r i t o r i o inmenso que ape­nas se v a revelando en todas sus dimensiones : el epistolario que Reyes sostuvo con muchas de las grandes figuras l i terar ias de su t i e m p o .

A u n q u e l a d ivers idad de intereses y de cauces de expresión parece sugerir dispersión, nada hay más alejado de la verdad. Exis ­te u n a p r o f u n d a coherencia en la escr i tura del mexicano , u n a u n i ­d a d subyacente que se c i f ra en el desmesurado proyecto de apro -

NRFH, X X X V I I (1989), núm. 2, 621-642

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piarse de la c u l t u r a occ idental , as imi lar la y recrearla para p r o ­veer las bases de u n a c u l t u r a auténticamente amer icana . O b r a de fundación c u l t u r a l que postula la necesidad de que el inte lectual n o sea el receptor pasivo sino u n sujeto act ivo que selecciona y s intet iza p o r derecho p r o p i o . Esta a c t i t u d es el mode lo m o d e r n o más i m p o r t a n t e para las tareas paralelas de Jorge L u i s Borges y O c t a v i o Paz. H a y que agregar, por supuesto, que este esfuerzo fundador exigió la transformación de la prosa castellana en u n ins­t r u m e n t o flexible, d inámico y ágil. Es b i en conocida la opinión de Borges en el sentido de que Reyes es el creador de 4 4 l a prosa más a d m i r a b l e de la lengua c a s t e l l a n a " 1 .

Pero entre todas las facetas de Reyes, u n a de las menos cono­cidas y menos valoradas es la de Reyes poeta. Se señala con fre­cuencia que la me jo r poesía del autor está en su prosa. Este j u s t o elogio esconde sin embargo u n a subrepticia descalificación del poe­t a en verso. D e hecho, desde m u y t e m p r a n o empieza la polémica en cuanto al verdadero estatuto de Reyes como poeta. " A l fin —escr ib ió Pedro Henríquez Ureña en 1927— el público se con­vence de que Al fonso Reyes, ante todo , es p o e t a " 2 . Desgracia­d a m e n t e , n i entonces n i ahora h a exist ido el consenso anhelado p o r el compañero ateneísta.

E n 1923, por e jemplo , el j o v e n X a v i e r V i l l a u r r u t i a publicó u n a recensión, poco conocida hoy , de Huellas, el p r i m e r l i b r o de versos de Reyes. L a nota , benévolamente calificada años más tarde por Reyes como " a l g o r e t i c e n t e " 3 , resulta ser, al contrar io , agre­s ivamente explícita:

No es Alfonso Reyes u n gran poeta; no lo fue tampoco en sus años mejores; sus poemas de entonces, repetidos en antologías y re­vistas, nos servían para recordar y amar al otro Alfonso Reyes que escribía ensayos perfectos y animados, que disertaba con una flui­dez no acostumbrada sobre motivos helenos, como glosaba letras latinas y sajonas, antiguos y modernos [. . . ]

Literato de todas las horas no puede dejar de ser u n poeta cere-

1 J O R G E L U I S B O R G E S , ' 'Cómo conocí a Alfonso R e y e s " , Sábado, supl. de Unomásuno, 17 de junio de 1989, p. 2.

2 P E D R O H E N R Í Q U E Z U R E Ñ A , Seis ensayos en busca de nuestra expresión, en Obra crítica, ed. E m m a Susana Speratti-Piñero, pról. de Jorge Luis Borges, F C E , México, 1960, p. 292.

3 A L F O N S O R E Y E S , "His tor ia documental de mis libros. X I I I . E l año de 1922 (continuación)", UMex, 12 (1957), p. 16.

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bral . Su clasicismo carece de la inquietud romántica que requiere el artista moderno [. . . ] 4 .

Las críticas de V i l l a u r r u t i a —bastante petulantes e injustas si se piensa que se t ra taba del p r i m e r l i b r o de versos de Reyes— h a n sido repetidas después por varios críticos y escritores 5 . Pero frente a estas dudas o descalificaciones existe o tro p u n t o de v is ta , i n a u g u r a d o p o r Henríquez Ureña y re i terado con pasión en 1948 por Francisco G i n e r de los R íos :

Su poesía [. . . ] es algo así como el centro de la esencia última de su obra [. . . ] sí creo que Reyes es ante todo poeta, y que todo lo suyo [. . . ] está informado directamente por su inteligencia poética y precisamente por ella 6 .

M á s rec ientemente, O c t a v i o Paz ha expresado la necesidad de re ­leer y redescubr ir a Reyes como poeta 7 .

C o n v i e n e , pues, p lantear algunas preguntas : ¿por qué es difí­c i l leer a Reyes como poeta?, ¿cuáles son las causas de las re t i cen­cias, dudas y reservas de sus detractores? C r e o que hay varias r a ­zones. E n p r i m e r l u g a r existe u n a d i f i c u l t a d de t i p o p u r a m e n t e convenc ional : la poesía de Reyes no cabe dentro de ningún m o ­v i m i e n t o , tendencia o escuela. Si b ien coincide en ciertos momentos con u n a tendencia d o m i n a n t e , no se puede decir que pertenezca orgánicamente n i al modern i smo n i a l a v a n g u a r d i a 8 . Es más: no

4 X A V I E R V I L L A U R R U T I A , "Huellas de Alfonso R e y e s " , La Falange, julio de 1923, p. 249.

5 Véase, por ejemplo, A . S I L V A V I L L A L O B O S , " U n a obra poética", Metá­fora, México, 1955, núm. 5, 6-10. E l autor se muestra singularmente hostil en sus opiniones acerca de la poesía de Reyes: " A n t e nosotros está el versifica­dor quien confunde, casi siempre, el oficio de medir y rimar versos con el de hacer poesía", p. 7. Más adelante agrega: " E s difícil analizar poéticamente una obra que no es capaz de conmover a ningún sentimiento interior profun­d o " , p. 9.

6 F R A N C I S C O G I N E R D E L O S R Í O S , "Invitación a la poesía de Alfonso R e ­y e s " , CuA, 42 (1948), 252-253.

7 " D e Octavio P a z " [fragmento de una entrevista], La Nación, Buenos Aires, Sección 4 a (Letras/Artes/Ciencia), 21 de mayo de 1989, p. 1. Refirién­dose a Reyes, Paz opina: " F u e un verdadero poeta y le debemos algunos poe­mas de verdad excepcionales. Entre ellos un gran texto en la tradición de M a -llarmé y Valéry: Ifigenia cruel. L a crítica de nuestra lengua ha ignorado al R e ­yes poeta. A l poeta en verso y al poeta en prosa. G r a n pecado, miopía imperdonable. Entre los poetas de su generación no fue inferior ni a López Velarde ni a Gabriela M i s t r a l " .

8 E n lo que sigue siendo el mejor artículo dedicado exclusivamente a la

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parece tener n i antecesores n i sucesores directos en la poesía m e ­x i cana , como lo h a n observado los autores de la antología Poesía en movimiento9. Además , el p r o p i o escritor señaló, en u n a carta a T o m á s N a v a r r o , su i n c o n f o r m i d a d con la clasificación de su poe­sía d e n t r o del m o d e r n i s m o :

Yo comprendo la necesidad de clasificar por épocas. Pero, en cuan­to a la tendencia estética y poética, ¿acomodo yo dentro del moder­nismo, contra el cual quise reaccionar desde mis primeros versos? Yo entiendo que en la Métrica se llama modernismo a una época y no a una escuela. Porque yo creo que no tengo escuela. Hasta eso ha hecho que m i poesía no sea muy bien entendida [. . . ] 1 0 .

Para los que no buscan entender sino encasil lar, Reyes — c o m o todo auténtico poeta— resulta ser inasible . También se ha l a m e n ­tado la fa l ta de u n a obra maestra , sin fijarse en el extraño esplen­d o r de Ifigenia cruel, ambic ioso poema dramático que const i tuye , en palabras de O c t a v i o Paz, " s u obra poética más p e r f e c t a " 1 1 .

E n t r e las dudas más comprensibles , destaco la aparente i n d i ­ferencia de Reyes ante las vanguard ias del siglo x x . Esta reserva prov iene de u n a pos tura clasicista que parece, a todas luces, ana­crónica en nuestro siglo. Reyes no cree en las doctr inas de la r u p ­t u r a , n i en la reducción del poema a la metáfora; no t ienen g r a n

poesía de Reyes, E U G E N I O F L O R I T traza los puntos de contacto entre el mexi­cano y diferentes tendencias estéticas, tales como el modernismo, el vanguar­dismo, el negrismo, el barroquismo y rasgos de lo tradicional, "Alfonso R e ­yes: vida y obra. I I . L a obra poética", RHM, 22 (1956), 224-248.

9 Véase Poesía en movimiento. México, 1915-1966, sel. y notas de Octavio Paz, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis, pról. de Octavio Paz, Siglo X X I , México, 1966, p. 412.

1 0 Fragmento de una carta de Reyes a Tomás Navarro, incluido en el Apéndice a C O N C H A M E L É N D E Z , Moradas de poesía en Alfonso Reyes [1973], en Obras completas, t. 5, Instituto de Cultura Puertorriqueña, San J u a n de Puerto Rico , 1974, pp. 650-651. Reyes se refiere, en su carta, al clásico manual de T O M Á S N A V A R R O , Métrica española; reseña histórica y descriptiva, Syracuse Univer-sity Press, Syracuse, N Y , 1956. Navarro había clasificado a Reyes bajo el ru­bro del modernismo, basándose en el criterio de la versificación y las formas métricas empleadas.

1 1 O C T A V I O P A Z , " E l jinete del a i r e " [1960], en Puertas al campo [1966], Seix Barral , Barcelona, 1972, p. 51. Entre los críticos que lamentan la falta de una obra maestra, destaco a E N R I Q U E A N D E R S O N I M B E R T , quien se refiere a Reyes como " u n clásico de nuestra historia literaria que, sin embargo, no dejó grandes libros orgánicos" (Historia de la literatura hispanoamericana, F C E , México, 1954, t. 2, p. 141).

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i m p o r t a n c i a en su poesía la problematización del lenguaje , n i el cuest ionamiento del poder s igni f i cat ivo de las palabras (y esto a pesar de ser u n ávido lector y crítico de Mal larmé, u n o de los pa ­dres de la v a n g u a r d i a e x p e r i m e n t a l ) 1 2 . E n suma, b r i l l a por su ausencia u n o de los rasgos centrales de la tradición poética m o ­d e r n a desde Blake y los románticos, pasando por R i m b a u d y los poetas m a l d i t o s , hasta l legar a la v a n g u a r d i a : me ref iero a la n o ­ción de la poesía como desmesura, como transgresión v io l enta de las normas establecidas, como i n t e n t o utópico de f u n d a r u n or ­den nuevo a través del arte .

Inútil buscar en Reyes esta idea de la poesía como a v e n t u r a , acción o transgresión. C o m o lo h a observado m u y b i en G a b r i e l Z a i d , los lectores modernos , a l leer a Reyes, no encontramos a l ­go que buscamos, algo que f o r m a parte de nuestras preconcep-ciones y expectativas, que siguen siendo f u n d a m e n t a l m e n t e r o ­mánt icas 1 3 . Se f rus t ra l a esperanza de u n a exploración de las ca­pas pro fundas y ocultas del ser, la esperanza de toparnos con u n a in tens idad destruct iva . H a y que reconocer que la t e m p e r a t u r a de la poesía del mexicano es m u c h o más ba ja .

Su act i tud ante las tradiciones anteriores no es polémica n i com­bat iva sino de integración e incorporación. Ubicadas ya en la pers­pect iva de la d istancia histórica las conquistas del v a n g u a r d i s m o , la a c t i t u d ante la tradición en Reyes surge como u n a postura sa­ludab le p o r q u e busca recuperar y recrear tradic iones anter iores , ocultas u olvidadas. Sabemos ahora que el antagonismo v a n g u a r ­d is ta hacia el pasado en b loque , casi n u n c a pasó de ser u n a pos i ­c ión programática y , de hecho, varios de los mov imientos de r u p ­t u r a p r o m o v i e r o n act ivamente la recuperación de tradiciones ale­jadas o despreciadas. Antes que la Generación de 1927 en España, Reyes había sido u n o de los inic iadores —desde 1910— de l a re ­valoración de G ó n g o r a 1 4 .

1 2 Sobre esta aparente falta de correspondencia entre las predilecciones del crítico y la práctica del poeta, M A X A U B opinó: " L o curioso es que Reyes, tan al corriente y en la corriente, no refleja en su obra poética el gusto por la poesía que defiende y define en prosa: Mallarmé, Valéry y Góngora, el de las Soledades" ("Alfonso Reyes, según su poesía" [1953], en Páginas sobre Alfon­so Reyes, (1946-1957), Universidad de Nuevo León, Monterrey, 1957, t. 2, p. 278).

1 3 G A B R I E L Z A I D , " D u d a s sobre el poeta Alfonso R e y e s " , en Leer poesía, 2 a ed. , corr. y aum. , J . Mortiz, México, 1976, pp. 9-10.

1 4 E l primer ensayo de Reyes sobre el poeta barroco se titula "Sobre la estética de Góngora". Fue, originalmente, una conferencia leída en una se­sión del "Ateneo de la J u v e n t u d " , el 26 de enero de 1910. E l autor lo recogió

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Creo que lo anter io r nos l leva a u n a comprensión de' la estéti­ca clasicista de Reyes. Las fuentes de esta estética están en la for ­mación inte lectual del autor . Henríquez Ureña, de nuevo , pone el dedo en la l laga al no tar que la c u l t u r a de Reyes era u n c o m ­p r o m i s o entre el pos i t iv i smo , del cual aceptó l a d i sc ip l ina y el r i ­gor pero rechazó la filosofía, y las filosofías de la intuición, acep­tadas críticamente y a las cuales opuso su formación pos i t iv is ta : " resistió m e j o r que otros a la fascinación del i r rac i ona l i smo . E l i m p u l s o y el i n s t i n t o , en él, l l a m a n a la razón para que ordene, encauce y conduzca a término f e l i z " 1 5 .

M u y lejos del clasicismo polémico de Jorge Cuesta, el clasi­c ismo de Reyes va más allá de la afición helénica y la erudición del h u m a n i s t a para convert irse en u n a auténtica visión del m u n ­do : u n a filosofía, u n a estética y u n a m o r a l . ¿Cuál es esta visión del m u n d o ? E n el universo hay discordia y caos, pero a través del arte el h o m b r e puede restablecer, por u n instante eterno, " e l equ i l i b r i o esencial de las cosas" 1 6 . Octav io Paz ha identif icado las palabras clave de esta visión como pacto , acuerdo, mesura , p r o ­porc ión , acorde, concordia : " E n u n a época de discordia y u n i ­f o r m i d a d —dos caras de la m i s m a m e d a l l a — Reyes postula u n a v o l u n t a d de concierto , es decir , u n o rden que no excluya la s in ­g u l a r i d a d de las p a r t e s " 1 7 .

E n la poesía de Reyes se pa lpa este e q u i l i b r i o entre razón e intuición, cerebro y pasión, intelecto y sent imiento . H a y siempre u n p r i n c i p i o de integración superior , u n a a c t i t u d que l i m i t a todo exceso. A l reconocer el límite de la m e d i d a , el poeta no sólo re ­construye el o r d e n n a t u r a l sino que descubre su p r o p i o lugar en el todo y comprende que su l i b e r t a d es la l i b r e aceptación de u n a f a t a l i d a d .

Para el t e m p e r a m e n t o clásico no hay emociones que amena­zan con r o m p e r los diques de la f o r m a y desbordarse por su fuer­za i n t e r n a , sino que todo encuentra su j u s t a m e d i d a : la f o r m a es s iempre ceñida, mesurada y e q u i l i b r a d a . Y no es que le falte pa ­sión sino que lo emot ivo está contro lado y ordenado p o r la razón y el intelecto hasta que todo cuaje en la perfección de la f o r m a . ¿ N o hay tensión, entonces, en la poesía de Reyes? E n el sentido

en su primer libro, Cuestiones estéticas [ 1 9 1 1 ] , y se puede consultar hoy en AROC, t. 1, pp. 6 1 - 8 5 .

1 5 P . H E N R Í Q U E Z U R E Ñ A , op. cit, pp. 2 9 8 - 2 9 9 . 16 Ibid., p. 2 9 8 . 1 7 O . P A Z , " E l jinete del a i r e " , p. 5 7 .

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de u n a oposición v io lenta entre términos irreconci l iables , no la h a y , pero sí hay u n a tensión resuelta en la f o r m a : u n a catarsis estética y v i t a l . L a estética se confunde aquí con u n a ética, m i e n ­tras que el r i g o r desemboca de f o r m a n a t u r a l en u n ascetismo m o ­r a l . Así lo expresa Reyes:

E s c r i b i r es como la respiración de m i a l m a , la válvula de m i mora l . S iempre he confiado a la p l u m a la tarea de consolarme o devolver­me el equilibrio, que el envite de las impresiones exteriores a m e n a ­za tQdos los días. E s c r i b o porque vivo . Y n u n c a he creído que escri ­bir sea otra cosa que disciplinar todos los órdenes de la actividad espiritual , y, por consecuencia, depurar de paso todos los motivos de la c o n d u c t a 1 8 .

Además , hay que señalar que como concepto crítico, la t e n ­sión es o t r a invención de nuestra m o d e r n i d a d . A u n q u e el con­cepto fue proc lamado como esencial a toda poesía por la nueva crítica ang loamer i cana , apenas es necesario recordar que d u r a n ­te largos periodos y en diferentes cu l turas , h a existido u n a poesía exenta de tensión y de conflictos irreconci l iables .

H a y dos elementos más en la poética de Reyes que sugieren el carácter anacrónico de su prop ia obra en verso. L a p r i m e r a idea está r e s u m i d a m u y b i e n por el autor en u n a carta a E m i r R o d r í ­guez M o n e g a l : " Q u i e r o que la l i t e r a t u r a sea u n a cabal explicita-ción[. . . ] " 1 9 . L a imprecisión se ve s iempre, en Reyes, como v a ­guedad retórica. Así , en el ensayo 4 ' Jacob o idea de la p o e s í a " , el poeta desdoblado en crítico escribe:

T o d a imprecisión es u n estado de ánimo anterior a la poética [. . . ] el poeta debe ser preciso en las expresiones de lo impreciso. N a d a se puede dejar a la casualidad. E l arte es u n a continua victoria de l a conciencia sobre el caos de las realidades exteriores 2 0 .

Pero si todo es precisión, c lar idad y t ransparenc ia , el lector ac­t u a l se preguntará ¿dónde quedan la ambigüedad y la po l i semia ,

1 8 "Alfonso R e y e s " , en E M M A N U E L C A R B A L L O , Protagonistas de la literatura mexicana [1965], Ediciones del Ermitaño-SEP, 1986, p. 142.

1 9 Fragmento de una carta a E m i r Rodríguez Monegal, fechada el 31 de agosto de 1953, incluido por Reyes en la "Justificación" a Romances sordos, en Constancia poética, AROC, t. 10, p. 463. E n adelante, todas las referencias que se dan en el texto entre paréntesis serán a esta edición.

2 0 A L F O N S O R E Y E S , "Jacob o idea de la poesía" [1933], en La experiencia literaria [1942], recogido en AROC, t. 14, p. 103.

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características esenciales de nuestra poética moderna? A h o r a b i e n , del jus t i f i cado escepticismo del autor en cuanto

a la l i b e r t a d t o ta l en el arte , y de su saludable noción de que la d i s c ip l ina , lejos de ser u n a cárcel de constricciones y de reglas i n ­quebrantables , const i tuye u n con junto de estímulos positivos que p e r m i t e n la superación y la perfección, se desprenden consecuen­cias duales. Por u n lado , se destaca el efecto pos i t ivo de subrayar que en arte es impos ib le presc indir de toda n o r m a y que la autén­t i ca l i b e r t a d i m p l i c a el reconoc imiento de los límites: " e l verda ­dero art is ta es el que se esclaviza a las más fuertes disc ip l inas , pa ­r a d o m i n a r l a s e i r sacando de la necesidad v i r t u d " 2 1 . Pero el co­r o l a r i o negat ivo de esta d o c t r i n a de la contención y el c o n t r o l , es que difícilmente p e r m i t e u n a exploración de aquellas zonas de la experiencia h u m a n a que no se de jan someter a u n régimen de cla­r i d a d y explicitación. L a poética de Reyes parece exc lu i r la posi ­b i l i d a d de u n a poesía de buceos oníricos o psicológicos. Su des­conf ianza en los poderes irracionales desemboca en u n a a u t o m u -tilación.

L a segunda idea, expresada varias veces por el poeta, t r a t a de l carácter autobiográfico de toda poesía. Recordando a su a d ­m i r a d o Goethe , Reyes afirmó que " t o d a poesía es poesía de oca­s i ó n " 2 2 y , en o t ro l u g a r , recalcó: " p o r m i par te , no d is t ingo en ­t re m i v i d a y mis l e t r a s " (p . 463) . Inc luso llegó a decir : " M i m o ­desta obra lírica, por e jemplo , sería falseada si no se l a aprecia en relación con la fecha de cada p o e m a " 2 3 . Recordemos también el cu idado que siempre t u v o Reyes p o r precisar el l u g a r y la fecha de cada u n a de sus composiciones. Sabemos que en casi todas las cu l turas la poesía ha desempeñado por m u c h o t i e m p o u n papel f u n c i o n a l o i n s t r u m e n t a l ( " a n c i l a r " diría Reyes): poesía r i t u a l o poesía de circunstancias. L a noción del poema como universo auto-

21 Ibid., p. 101. Vale la pena agregar que esta concepción del proceso de creación como algo inconcebible sin la disciplina y el rigor de la parte racional y lúcida del ser, explica la violenta oposición de Reyes a la doctrina surrealista de la escritura automática, que el autor ridiculiza sin nombrarla explícitamen­te: " Y aun hay malos instantes en que la obra poética pretende arrogarse las funciones de la escritura mediumnímica o sonambúlica; en que el poema usurpa la categoría de documento psicoanalítico o confesión abierta sobre el chorro, a grifo suelto, de las asociaciones verbales, para uso de los curanderos del Sub­consciente", Ibid., p. 100.

2 2 A L F O N S O R E Y E S , "Histor ia documental de mis libros. V I . E l año de 1917" , UMex, 1955, núm. 9, p. 12.

2 3 " L a poesía desde afuera" , en Al yunque, recogido en AROC, t. 21, p. 322.

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suficiente es bastante reciente. T o m a n d o en cuenta este aparente rechazo de la autonomía del poema, se puede apreciar la i n j u s t i ­c ia de los que acusan a Reyes de frío f o r m a l i s m o . Pero hay c ierta ambigüedad en la posición del autor . A veces, parece estar m u y cerca de la poesía p u r a ; otras veces, se aleja de esta tendencia que sí intentó expulsar del poema todo lo que no fuera esencia intrín­seca. Pero si el mexicano puede apelar a u n a larga tradición para jus t i f i car la identificación entre poesía y autobiografía, los lectores modernos tenemos derecho a pedir le algo más al poema, pedir le que sea algo más que la hue l la de u n a c i rcunstanc ia . Sentimos que el poema debe tener u n a intensa motivación i n t e r i o r en l u g a r de ser s implemente la respuesta a u n d i l u i d o estímulo exter ior .

A u n q u e u n a parte considerable de los versos de Reyes se ex­pone a esta crítica (varios poemas que él l l a m a " soc ia l es " y que aparecen en la sección " C o r t e s í a " en Constancia poética), creo que hay muchos momentos de su poesía que trascienden las c i rcuns­tancias exteriores p a r a cobrar auténtico va lor poético en el más exigente de los sentidos. E l teórico que fue Reyes no siempre le h izo j u s t i c i a al poeta.

Quis iera señalar u n a última consecuencia de las ideas del autor sobre la poesía. U n a poética que t iende a sostener que todo poe­m a es copia imper fecta de u n arquet ipo eterno , difícilmente pue­de a d m i t i r la idea de evolución t e m p o r a l . D e ahí que no se pueda h a b l a r rea lmente de desarrol lo en la poesía de Reyes, si excep­tuamos t a l vez los resabios de la retórica parnas iano -modern is ta en su p r i m e r l i b r o de 1922. E l lector acostumbrado al modelo r o ­mántico del l i b r o como maduración orgánica de u n a persona, co­m o biografía espir itual con sus sucesivas fases, queda perplejo ante u n a poesía que se concibe fuera del t i e m p o y en la cual todas las f o rmas , los tonos y las preocupaciones esenciales están lo m i s m o en el p r i m e r l i b r o que en el último. Se vuelve a presentar aquí la m i s m a dicotomía notada antes: por u n lado , la poesía se con­f u n d e con la v i d a y el poema no necesita más val idez que la de ser u n tes t imonio autobiográfico; p o r o t ro lado , l a idea de que t oda poesía aspira hacia u n a pureza a t e m p o r a l 2 4 . A u n q u e no ne-

2 4 E n El deslinde [1944] (AROC, t. 14), Reyes distingue entre los diferen­tes grados de historicidad en la poesía, desde la relativa indiferenciación de poesía e historia en los orígenes de todas las culturas, hasta la anhelada sepa­ración de las dos en la poesía pura. L a obra poética de Reyes se despliega en­tre estos dos extremos, sin identificarse con ninguno. Cuando sostiene que en­tre vida y obra hay una relación de interdependencia, de influencia y fertiliza­ción recíprocas, parece rechazar las dos posiciones extremas: por un lado, se

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cesariamente irreconci l iables , estas dos nociones i m p l i c a n dos visiones encontradas que sólo se l ogran reconc i l iar en momentos pr iv i l eg iados , momentos cuando el poema encarna en u n a a r q u i ­t e c tura instantánea p a r a volverse, en palabras de Reyes, " u n a escul tura de a i r e " 2 5 . Es decir : u n auténtico poema debe tener la solidez permanente de la f o r m a ceñida y mesurada ( " e s c u l t u r a " ) , pero también la v o l a t i l i d a d dinámica y etérea de la sustancia de la v i d a ( " a i r e " ) . A f o r t u n a d a m e n t e , estos momentos no son i n ­frecuentes en su poesía. Pero insisto : esta poética inmóvil de la tradición eterna esconde u n a fascinación precisamente por ser ex­temporánea y ajena. A l leer a Reyes leemos toda u n a tradición poética, actual izada y re v i ta l i zada .

Se dirá que el clasicismo de Reyes es u n anacronismo en el siglo x x , pero habría que agregar que también lo es el clasicismo de u n E l i o t , u n Valéry o u n Borges. Precisamente por ser u n a estética de la e tern idad en u n a época obsesionada por la t e m p o ­r a l i d a d , por ser u n a " r u t a v e r t i c a l " que aspira a elevarse y l i be ­rarse de la cadena h o r i z o n t a l y l inea l de la h i s t o r ia , por ser u n a visión armoniosa en u n a época de d iscordia , el clasicismo de R e ­yes asume sus paradójicas dimensiones como u n a desmesura, u n a heterodox ia .

niega a ver al arte como reflejo directo e inmediato de la vida (véase '' L a bio­grafía oculta " , en La experiencia literaria, recogido en AROC, t. 14, pp. 120-122), e insiste con frecuencia en la distinción mallarmeana entre estado de al­ma (ideas) y poesía (un artefacto de palabras); por el otro, encuentra deficien­te e inecesariamente empobrecedora la doctrina " p u r i s t a " de la poesía como esencia destilada que resulta de la expulsión de todo lo relacionado con la vi ­da, ya que toda obra literaria acarrea inevitablemente un "mínimo de reali­d a d " ( " L a poesía desde afuera" , p. 321). Sabemos incluso que frente al con­cepto de la poesía pura, "Alfonso Reyes propuso al final de su vida el de la «poesía total»" ( A L F O N S O R A N G E L G U E R R A , Las ideas literarias de Alfonso Reyes, E l Colegio de México, México, 1989, p. 265). Recién terminado el presente trabajo, me llega a las manos el libro de Rangel Guerra, en el cual hay una minuciosa reconstrucción y exposición de la teoría literaria de Reyes. Para una sucinta descripción de la visión de la poesía y del proceso de creación en la teoría literaria de Reyes, véanse especialmente las pp. 169-194 y 262-265.

2 5 L a frase aparece en "Compás poético", una breve descripción de la poesía de Enrique González Martínez, recogida en Ancorajes, libro que forma parte del t. 21 de AROC, p. 49.

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I I

U n a l ec tura atenta de Constancia poética, el t o m o 10 de las Obras completas, revela la asombrosa r iqueza y var iedad de formas , m e ­tros , acentos y temas practicados por Reyes. E n t r e los géneros poéticos se destacan poesía cívica, épica, heroica , amorosa, b u ­cólica o pas tor i l , dramática, rel igiosa (paradójicamente, ya que Reyes no es u n autor de temple cr i s t iano ) , poesía de c i r cuns tan ­cias, y poesía para niños. A esta r iqueza genérica hay que agre­gar la d ivers idad de formas poéticas —odas, elegías, sonetos, r o ­mances, coplas, cancionci l las, décimas, epigramas, glosas, segui­d i l las , formas que se acercan al haikú, y otras lúdicas como el acróstico y la a d i v i n a n z a — y de diversas modal idades métricas desde el arte m e n o r hasta el arte m a y o r , siendo las más p r e f e r i ­das el octosílabo del romance y el endecasílabo del soneto. H a y también varios exper imentos logrados con el verso l i b r e .

Si existe r iqueza f o r m a l en esta poesía, no son menos v a r i a ­dos los temas y los acentos. E n lo temático: el país n a t a l , la c i u ­dad nata l , la infancia , la f ami l i a , la geografía de México y de A m é ­r i c a , el a m o r (desde la idealización platónica hasta la sensualidad sensorial y el tímido ero t i smo) , la m u e r t e y la poesía m i s m a 2 6 . Los tonos , en u n a auténtica interpenetración de lo p o p u l a r y lo cu l t o , abarcan varios extremos: seriedad y h u m o r ; so lemnidad y b u r l a ; r e f inamiento y co loquia l i smo ; lo público y lo p r i v a d o ; a r t i ­ficio y sencillez; cortesía y parod ia . Si l a abundanc ia acarrea el riesgo de c ierta monotonía , esta saludable var i edad func iona co­m o b u e n antídoto. L a i m a g e n docta y e r u d i t a del h u m a n i s t a en ­cuentra su m e j o r contrapeso en la incorporación de elementos h u ­morísticos y populares y en el frecuente descenso hacia lo t r i v i a l .

D e n t r o de esta m u l t i p l i c i d a d de temas y acentos, he dec idido o cuparme de u n elemento centra l y ordenador : la poética como t e m a de la poesía. H a y varios poemas que t ienen como t ema ex­plícito a l a poesía. A q u í , no me propongo u n análisis exhaust ivo de todos estos poemas sino u n a visión crítica de algunos de los más s igni f icat ivos . U n o de los más conocidos es " T e o r í a prosa i ­c a " , escrita en 1931. Consta de tres partes desiguales. E n la p r i ­m e r a se c o m p a r a n prácticas rústicas y populares de M é x i c o y de A r g e n t i n a . Los giros coloquiales y algunos regional ismos se c o m ­b i n a n con referencias cultas, estableciendo así el t ono y el t e m a

2 6 Todos estos temas, con la extraña excepción de la poesía misma, están comentados en F L O R I T , art. cit., pp. 2 4 0 - 2 4 8 .

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del poema. L a segunda parte contiene u n a declaración explícita:

¡Y decir que los poetas, aunque aflojan las sujetas cuerdas de la preceptiva, huyen de la historia viva, de nada quieren hablar, sino sólo frecuentar la vaguedad pura! Yo prefiero promiscuar en literatura. No todo ha de ser igual al sistema decimal: mido a veces con almud, con vara y con cuarterón. Guardo mejor la salud alternando lo ramplón con lo fino, y junto en el alquitara —como yo sé— el romance paladino del vecino con la quintaesencia rara de Góngora y Mallarmé.

(pp. 131-132)

A l i a n z a entre lo p o p u l a r y lo cu l t o , giros coloquiales y arcaísmos, pero todo desti lado hasta alcanzar u n e q u i l i b r i o entre los polos opuestos, reconcil iados en el poema. F o r m a l m e n t e el poema ex­presa esta a l ternanc ia en sus vaivenes entre u n a m e d i d a métrica regu lar (el octosílabo con r i m a s consonantes) y las bruscas r u p t u ­ras de esta r e g u l a r i d a d en los pies quebrados. L a sonrisa irónica y b u r l o n a da al poema u n tono uni f i cado y en la u l t i m a parte la metáfora cu l ta de la destilación se t r a n s f o r m a en la más terrestre de la fundición:

y el habla vulgar fundida con el metal del habla más escogida —así entre cristiano y moro—, hoy por hoy no cuadran mal : así va la vida y no lo deploro.

(p. 132)

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E n el prólogo al l i b r o Otra voz, donde por p r i m e r a vez apare­ció este poema, Reyes describe sus metas:

Estos poemas no van afinados en u n solo tono de voz, pero en la mescolanza está el toque, el toque neurálgico, el toque de reacción [. . . ] a veces me asusto de que pueda llegar la hora de la cristaliza­ción. Entonces, para sentirme vivo, hago versos a contrapelo, fuera de m i estilo habitual y u n poco al sabor de la conversación, a modo de estrujón contra la estética (p. 497).

Esta introducción del prosaísmo y el co loquia l i smo , del h u ­m o r y la ironía, le d a n a Reyes pleno derecho a figurar en la h is ­t o r i a de la antipoesía en Hispanoamérica. N o fue el p r i m e r o , ya que en 1925, s iguiendo el mode lo del poeta nicaragüense Salo­m ó n de la Selva, guiados ambos por Pedro Henríquez Ureña, Sal­vador N o v o había i n t r o d u c i d o estos tonos en sus XX poemas21.

Si " T e o r í a p r o s a i c a " representa dentro de la obra de Reyes el polo poroso de la " p r o m i s c u i d a d " y el p r i n c i p i o de mestizaje temático y f o r m a l , en ' ' A r t e poét i ca ' ' , u n poema escrito en París seis años antes, se puede apreciar el o t ro extremo de la poética del a u t o r , el polo de la pureza que huye de las contaminac iones de la v i d a :

1 . Asustadiza gracia del poema: flor temerosa, recatada en yema.

2 Y se cierra, como la sensitiva, si la llega a tocar la mano viva.

(p. 113)

E n " C o n s a g r a c i ó n " , u n poema menos conocido que los dos anter iores y escrito en 1934, el tono irónicamente solemne es el i n s t r u m e n t o de la desacralización y la profanación irreverente del rec in to sagrado de la poesía, presente en el poema en la f o r m a de la dest inatar ia f e m e n i n a — m u s a o Diosa :

Con tres compases de santa, de santa sin resplandor,

2 7 Sobre los papeles de Henríquez Ureña, De la Selva y Novó como fun­dadores de lo que se llamaría después "antipoesía", véase J O S É E M I L I O P A ­C H E C O , " N o t a sobre la otra vanguardia" , Revlb, 45 (1979), 327-334.

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634 A N T H O N Y S T A N T O N NRFH, X X X V I I

bajaste de la peana, que es el milagro mayor.

Hoy te adoran las sandalias que aplastas con el talón; te adoran los candeleros que tiemblan en el salón,

y hasta la forma del aire, en el hueco que dejaste, donde se cuajó tu vida para siempre.

Ya no corres n i te vas: te matamos, te maté.

(p. 134)

Anticipación de la antipoesía de N i c a n o r Parra , este poema es u n a paradójica afirmación de la e tern idad del arte ( " p a r a s i e m p r e " ) , pero la perduración de la f o r m a fija ( " q u e te hice de c r i s t a l " ) de­pende de u n u l t r a j e . L a eterna v i d a de la poesía ( lugar c o m ú n de la tradición) exige la destrucción de los símbolos y del léxico tradic ionales . L a innovación y la r u p t u r a se conv ier ten así en los cómplices heterodoxos de la tradición. Los nuevos acólitos de la d i v i n i d a d poética son la nueva temática m u n d a n a ( " s a n d a l i a s " y " c a n d e l e r o s " ) . E l poema es u n homenaje y , simultáneamente, u n a profanación: para dar nueva v i d a a la poesía hay que m a t a r ­l a e i n m o v i l i z a r l a en el poema. Así , el asesinato de la musa t r a d i ­c i ona l es sinónimo del acto de fijar el poema, abstrayéndolo del flujo t e m p o r a l . V i c t o r i a de lo m o d e r n o sobre la tradición, pero también reafirmación de la tradición.

E n otros poemas, sin embargo , desaparecen el h u m o r y la i r o ­nía. D o m i n a aquí u n a voz mesurada y rítmicamente hipnótica que se d i r ige al arte a través del símbolo t r a d i c i o n a l de la rosa, perfecta en su f r a g i l i d a d fugaz:

Número soy de tu cuenta, danza de tu movimiento, y a la vez que tu remolque, ámbito soy de tu vuelo.

(p. 209)

E l m o v i m i e n t o rítmico de estos espléndidos octosílabos e j e m p l i f i ­ca el e q u i l i b r i o dialéctico entre lo fijo y lo d inámico , entre dest ino

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y l i b e r t a d , entre vuelo y contención. L a balanza se expresa en la perfecta síntesis entre el g ran m o v i m i e n t o i n t e r i o r —acentuación rítmica dact i l i ca pero con c ierta variación, en los versos segundo y tercero , entre los acentos fijos en la p r i m e r a y séptima sílabas— y el octosílabo del romance , la m e d i d a métrica que l i m i t a el m o ­v i m i e n t o sin s u p r i m i r l o .

E n la danza del r i t m o , el poeta asume su condición a m b i g u a como c i f ra y espacio de encarnación de la poesía. N o es que el yo poético se convier ta en objeto de la corr iente poética sino que dent ro de los límites que fijan las leyes de la f o r m a , él encuentra su espacio de l i b e r t a d :

Mas yo que tus leyes sigo y en tus aires me gobierno. . .

(p. 209)

H a y concordia y e q u i l i b r i o porque la rosa de la poesía es " m a e s ­t r a en ajustar / la voz con el p e n s a m i e n t o " (p . 209). Pero la ac­ción de e q u i l i b r a r no es u n proceso exclusivamente rac iona l : n a ­ce de u n a brújula i n t e r i o r , u n i n s t i n t o poético que no d is t ingue entre " m e d i r " y " s e n t i r " :

Perfecta rosa que adoro: para implorarte no encuentro sino medir las palabras con los latidos del pecho.

(p. 210)

Esta balanza entre cerebro y pasión encuentra u n a f o r m u l a ­c ión de i n t e r c a m b i a b i l i d a d m u t u a en el último terceto de u n so­neto dedicado a Eugenio F l o r i t :

Es que el poeta cumple el mandamiento: hacer razones con el sentimiento y dar en sentimiento las razones.

(p. 459)

E l ideal de u n a depuración esencial se expresa m u y b i e n en " S i l e n c i o " . Cabe notar que, lejos de las doctrinas puristas, el cen­t r o de depuración anhelado aquí es u n p u n t o de reconciliación entre poesía ( " v e r s o " ) , v i d a ( " l a t i d o " ) y naturaleza ( " u n i v e r ­s o " ) , u n p u n t o donde conv iven lo fugaz y lo eterno:

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Cada vez menos palabras; y cada palabra, u n verso; cada poema, u n latido; cada latido, universo. Esfera ya reducida a la norma de su centro, es inmortal el instante y lo fugitivo eterno.

(p. 214)

Las perfectas figuras geométricas que a b u n d a n en esta poesía pueden dar la impresión de fría rac i ona l idad helénica, pero no es así. E n el soneto " L a verdad de A q u i l e s " , por e jemplo , es sig­n i f i c a t i v o que el poeta hable de " u n a esp i r i tua l geometr ía " (p . 417) . Por o t ro lado , el comienzo de " C o n s e j o p o é t i c o " sugiere que número , c i f ra y m e d i d a son las perfectas formas platónicas (arquet ipos eternos) :

L a cifra propongo; y ya casi tengo el artificio, cuando se abre el precipicio de la palabra vulgar. Las sirtes del bien y el mal , la torpe melancolía, toda la guardarropía de la vida personal, aléjalas, si procuras atrapar las formas puras.

(P- 215)

Pero la segunda (casi) décima del poema nos l leva de esta pureza platónica (con su ideal del arte como esencia l i b r e de las c o n t a m i ­naciones de la v i d a y lo sent imental ) hasta u n p i tagor i smo en el cua l la es t ruc tura matemático-musical del universo acomoda lo e m o t i v o dentro de u n a armonía más vasta:

¿La emoción? Pídela al número que mueve y gobierna al mundo. Templa el sagrado instrumento más allá del sentimiento.

(p. 215)

Se ve que la " e s p i r i t u a l geometr ía " no es el d ic tado de la razón sino u n acorde cósmico .

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E n varios poemas hay u n a apelación a la voz de la contención para correg ir u n desequi l ibr io y restablecer la armonía p e r d i d a . " O t o ñ a d a " t e r m i n a en u n a r e p r i m e n d a a los excesos sent imen­tales de la voz lírica:

(Canción: esta vez divagas. Ten cuenta con lo que dices.)

(p. 212)

Estos dos últimos versos se d is t inguen de los demás versos del poe­m a por el recurso del paréntesis, que func iona aquí como u n a m a ­nera de i n t r o d u c i r o t ro discurso dent ro del discurso o r i g i n a l .

E n " U n d í a " , u n c o n j u n t o de cuatro variaciones que siguen la progresión del día (noche mañana —• mediodía crepúsculo), se p r o c u r a expresar la armonía esencial de las cosas. A l final, la voz poética confía la comunicación del mis ter i o a los sentidos y a l silencio pero el poema t e r m i n a con u n a invocación a la voz re ­f l ex iva , la voz de la sabiduría poética:

Yo no lo puedo decir, sé muy poco, no sé nada: es mejor que lo confíe a las sombras sosegadas, a las antenas del tacto, al silencio, a la mirada. ¡Vuela, pensamiento, y díle que calle y no diga nada!

(pp. 180-181)

E l i n s t i n t o poético de conciliación se presenta a veces como u n a brújula i n t e r i o r , equivalente a la " e s p i r i t u a l geometr ía " que restablece el e q u i l i b r i o :

y no dejé que los goces alteraran mis medidas. Porque, entre los torbellinos y las sirtes enemigas nunca me engañó la brújula que en el corazón traía.

Lo que me hurtaba el dolor, la pluma lo devolvía.

(p. 465)

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L a necesidad de dar f o r m a a lo i n f o r m e , de encauzar el mate ­r i a l e m o t i v o , const i tuye el t e m a de varias composiciones. E l i m ­pulso v i t a l de los sentimientos es ahora la loca carrera del caballo desenfrenado, pero el poeta es el j i n e t e que t o m a las r iendas, con­t r o l a y o r i enta el l i b r e vue lo , i n m o v i l i z a n d o la pu janza dinámica:

Pasa el jinete del aire montado en su yegua fresca, y no pasa: está en la sombra repicando sus espuelas.

(p. 387)

O , como en este otro ejemplo, menos logrado por ser más explícito:

M e hacían jinete y versero el buen trote y sus octosílabos y el galope de arte mayor, mientras las espuelas y el freno me iban enseñando a medir el valor.

( P . 154)

E n otros poemas se a r t i cu la la m i s m a idea de dar f o r m a a lo i n f o r m e y lo potenc ia lmente caótico med iante la metáfora de u n poderoso río que hay que encauzar:

Ceñí las aguas del bullente río como por duro cauce bien labrado, y pasmo fue si cada desvarío halló la ley del oportuno vado.

(p. 446)

Los sólidos endecasílabos del soneto — c o n sus r imas consonantes que e j empl i f i can en el n i v e l f o r m a l la coherencia y l a estabi l idad de la so ldadura poét ica— se rep i t en en o tro poema menos l ogra ­d o , t a l vez p o r su tono de precept iva didáctica:

Había que buscar la ruta cierta y ceñir el desborde con el dique.

(p. 456)

C o m o sucede con frecuencia en Reyes, los endecasílabos del so­neto t i enen c ierta r ig idez si se c o m p a r a n con el l i b r e vuelo y l a g r a n r iqueza rítmica del arte m e n o r de los romances. I n d u d a b l e -

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m e n t e , se siente más l i b re en el romance , por ser ésta u n a f o r m a de honda ra igambre popu lar , u n a f o r m a " p o r o s a " que acepta sin discriminación elementos narrat ivos y líricos, y que se adapta con idéntica sol tura al r e f inamiento cul to o a la b u r l a popu lar . " N o hay asunto h u m i l d e para el p o e t a " , escribió Reyes en o t ro l u ­g a r 2 8 . A s i m i s m o , en unas notas a los Romances del Rio de Enero, a p u n t a :

El romance nos transporta a la mejor época de la lengua, trae evo­caciones tónicas; la lengua, desperezada, ofrece sola sus recursos. Además —ventaja para aprovecharla ahora mismo— el romance deja entrar en la voz cierto tono coloquial, cierto prosaísmo que se nos ha pegado en esta época, al volver a las evidencias (p. 401).

Si el arte poético es el arte de dar f o r m a a lo que amenaza con desbordarse y salirse del orden del poema, en unas pocas c om­posiciones Reyes i n t e n t a — c o n escasa f o r t u n a — expresar el u n i ­verso caótico donde se r o m p e toda noción de e q u i l i b r i o y p r o ­porc ión :

¡Horror de la palabra ya vacía, aberración del acto sin oriente, la brújula sin norte, anomalía de ver rodar la mole sin la mente!

Y el alma, que se queda atrás, no fía ya n i en las normas, n i en las estructuras n i en la armonía, n i en la jerarquía.

(pp. 451-452)

Y d igo que no se l ogra expresar el caos porque la f o r m a métrica sigue siendo el endecasílabo con sus r imas convencionales. Es cierto que los dos encabalgamientos y las disrupciones de la sintaxis fluida a y u d a n en parte a t r a n s m i t i r la sensación de desorden, pero este desorden está insertado dentro de u n mo lde f o r m a l de o rden . S in e m b a r g o , estos son momentos m u y aislados en la obra de Reyes y cons t i tuyen siempre u n a " a n o m a l í a " , como se dice en los ver ­sos citados.

L a posición más característica en Reyes es p e r m i t i r u n a ex-

2 8 "Fragmentos del arte poética", en Ancorajes, ed. cit., p. 57.

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ploración de lo misterioso y lo desconocido pero con arte, como se dice al final de u n soneto:

y despacio y con arte, a ver si exploras esa zona hechizada que l imita la inefable cortina de las horas.

(p. 448)

C u a n d o esta poesía se p e r m i t e el raro pr iv i l eg i o de navegar en las oscuras aguas del sueño, se mant iene en u n estado de des­velada v ig i l anc ia para no ceder a la tentación de perderse. Esta resistencia se expresa en u n soneto neobarroco , insp i rado en u n verso de Góngora : " L a brújula del sueño v i g i l a n t e " . A b u n d a n aquí varias marcas estilísticas del b a r r o q u i s m o (antítesis, o x í m o -

Q r o n y parado ja ) , y hay u n verso que podría ser de X a v i e r V i l l a u -r r u t i a , el ' ' d o r m i d o d e s p i e r t o " que empleó varios recursos retó­ricos de la poesía barroca en su obra , pero es u n verso caracterís­t ico de la postura estética de Reyes: " y voy despierto cuando más d o r m i d o " (p . 447) .

E n todas estas muestras de la poética como t e m a de la poesía, la visión estética aspira a fijar u n momentáneo e q u i l i b r i o de per­fección, u n instante suspendido del desgaste t e m p o r a l , como si fuera u n centro autosufic iente sostenido en el aire por el ímpetu centrípeto de la f orma. E l m o v i m i e n t o detenido sugiere u n a etern i ­d a d fugaz, u n r i t m o i n m o v i l i z a d o por la armonía de sus p r o p o r ­ciones y medidas . Los mejores poemas del autor l o g r a n a r t i c u l a r marav i l l o samente b i e n lo que Reyes concebía como el deber del poeta: " e t e r n i z a r cada instante, expresando esa proporción de luz y s ombra p o r la que cada instante a t r a v i e s a " 2 9 .

A l emprender u n a valoración de la poesía de Reyes, nos en ­frentamos con el prob lema de la abundancia . Sabemos que el autor estuvo opuesto al sentido antológico pero su posición fue a m b i ­gua puesto que Constancia poética es ya u n p r i m e r i n t e n t o t ímido de hacer la antología que tanto necesitamos. U n a de las m o t i v a ­ciones de l t o m o fue descrito p o r el poeta en el pró logo como " e l i n t e n t a r u n a p r i m e r a se lecc ión" (p . 9 ) . A h o r a , a 30 años de d is ­tanc ia de la p r i m e r a edición, es preciso proceder a u n a d e p u r a ­c ión m u c h o más rad i ca l para beneficio del p r o p i o poeta y , sobre t o d o , de los lectores m o d e r n o s 3 0 .

2 9 í < L a poesía desde afuera" , p. 322. 3 0 P o r otra parte, se sabe que el propio poeta se dio cuenta, en los últimos

años de su vida, de la necesidad de ofrecer breves selecciones de su poesía.

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Reyes creía que su obra estaba a n i m a d a por el solo propósito de expresar " l a t o ta l manifestación de u n a e x i s t e n c i a " , pero no todos los aspectos de esa existencia son de i g u a l interés o re levan­cia p a r a u n lector de poesía. H a y muchas composiciones de la ex­tensa sección l l a m a d a " C o r t e s í a " , que agrupa la poesía de c i r ­cunstancias o poemas " so c ia l e s " del au to r , que no sobrevivirían la prueba de u n a cr iba antológica. V a r i o s de estos poemas no tras­c ienden las c ircunstancias de su compos i c i ón 3 1 . A l g u n o s dirán que revelan u n aspecto i m p o r t a n t e y nada deleznable de la perso­n a de Reyes: su bondadosa co rd ia l idad y su generosa cortesía. Es c ier to , pero creo que el t o m o se beneficiaría si no t u v i e r a que cargar con tanto m a t e r i a l de motivación extrínseca o anecdótica.

U n a buena selección del t o m o Constancia poética resultaría en u n l i b r o menos v o l u m i n o s o , menos repe t i t i vo pero más esencial y más convincente . Se vería, entonces, que esta poesía no carece de riesgos sino que asume como su riesgo m a y o r el alcanzar la perfección que ella m i s m a se exige. Se apreciaría también que la precisión y la n i t i d e z , si b i en no p e r m i t e n exp lorar el lado oculto y oscuro del ser, sí l o g r a n ev i tar , en c a m b i o , t oda a m p u l o s i d a d y vaguedad retóricas. N o se equivocaba el autor al hab lar de la t e m p r a n a in f luenc ia parnas iana en sus versos: " E l l a rectificó el r o m a n t i c i s m o amor fo de la adolescencia" (p . 11). Leer al m e j o r Reyes s igni f ica , en palabras de Paz, " u n a lección de c la r idad y t r a n s p a r e n c i a " 3 2 . Es, sobre todo , u n b u e n ejercicio de cuestiona-m i e n t o de nuestras l imi tadas precontepciones modernas .

Véase el "Propósito" que Reyes escribió en 1957 para el proyectado libro Re­cordación poética, breve antología que podemos leer hoy en A L F O N S O R E Y E S , An­tología personal, ed., palinodia y notas de Ernesto Mejía Sánchez, Martín Casi ­llas Editores, México, 1983, pp. 23-46. E n el "Prólogo" a Obra poética (1952), reproducido en Constancia poética (1959), el autor ya había reconocido la nece­sidad de una antología, pero se mostró renuente a hacerla él mismo: "Aún no me atrevo a proponer mi verdadera antología. T a l vez ello, si ha de ser algún día, ni siquiera me corresponda. E l criterio del autor y el del lector nun­ca pueden confundirse del todo. Y confieso que la sola palabra «antología» me amedrenta, y la hallo poco recomendable para aplicada a la obra propia. ¿Quién puede estar cierto de ofrecer flores y no espinas, antología y no acantología?" (p. 9).

3 1 Vale la pena subrayar, sin embargo, que unos cuantos poemas de la sec­ción "Cortesía" se cuentan entre los mejores del autor. Véanse, por ejemplo, "Candombe porteño" y " P a r a un mordisco", en Constancia poética, pp. 248-249 y 276-277.

3 2 O C T A V I O P A Z , El laberinto de la soledad, 2 a ed., rev. y aum. , F C E , Mé­xico, 1959, p. 146.

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Por su d ivers idad temática, f o r m a l y acentual , por el acceso que nos p e r m i t e a toda u n a tradición poética, rev i ta l i zada y ac­tua l i zada , la poesía de Al fonso Reyes merece u n lugar destacado en el ámbito de la poesía m o d e r n a en lengua española. V a l e la pena detenerse en las características que atraviesan su poesía por ­que no son tan comunes en la l i t e r a t u r a mexicana o h ispanoamer i ­cana. Son cualidades que sólo se reúnen en los más grandes: gracia, sensualidad, donaire , n a t u r a l i d a d , h u m o r , ag i l idad , frescura, j u e ­go, f rag i l idad , encanto diáfano y la sorpresa de lo inesperado. Exis ­te también en Reyes u n oído fino, atento a la m a t e r i a l i d a d del s igni f icante , a lo que él m i s m o denominó " l a belleza física de las p a l a b r a s " 3 3 . E n estos t iempos de redescubrimiento de la ora l idad como fenómeno artístico, la impresión o ra l de sus poemas — u n a o r a l i d a d que es f r u t o de la fusión de lo p o p u l a r y lo c u l t o — es u n a saludable reacción en contra del concepto más inte lectual , v i ­sual y espacial de " e s c r i t u r a " . M á s que escr i tura , la poesía, para Reyes, es hab la reg ida por r i t m o y mus i ca l idad .

Si se lee no según nuestras estrechas expectativas contempo­ráneas, como lo ha hecho gran parte de la crítica, sino por lo que ella m i s m a ofrece, entonces se verá que la poesía de Al fonso R e ­yes sigue propor c i onando , en sus mejores m o m e n t o s , u n a verda ­dera experiencia estética: sigue siendo, como él m i s m o quería, " l a r u t a v e r t i c a l " 3 4 .

ANTHONY STANTON E l Colegio de México

3 3 Citado en F L O R I T , art. cit., p. 227. 3 4 U n a versión más breve de este texto se leyó en la mesa redonda ' ' A l ­

fonso Reyes: entre la literatura y la crítica" el 31 de mayo de 1989 en E l Cole­gio de México. Agradezco las oportunas observaciones de mi colega Rose C o ­rral , quien revisó la primera versión de este texto.