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MORELIA, MICHOACÁN, A 8 DE MARZO DE 2008 05 SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA MICHOACAN El año nuevo purépecha Escarabajos atrapaneblina Francisco Alday FOTO: LUIS JAIME CORTEZ pluralia IRIDISCIENCIAS HELARTE AUTOPSIAS BREVES Réquiem en las Rosas Literatura en lenguas indígenas Carta para un viejo maestro

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MORELIA, MICHOACÁN, A 8 DE MARZO DE 2008

05SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA MICHOACAN

El año nuevo purépecha

Escarabajos atrapaneblina

Francisco Alday

FOTO: LUIS JAIME CORTEZ

pluralia

IRIDISCIENCIAS HELARTE AUTOPSIAS BREVESRéquiem en las Rosas

Literatura en lenguas indígenas

Carta para un viejo maestro

de los poderes legislativo y judicial. La idea es, explica Marcelo, “preservar la lengua y así respetar los derechos de las personas que la hablan”. De hecho, el Programa de Desarrollo Social 2007–2012 por primera vez se ha publicado en náhuatl, en la Gaceta Oficial. Todos deberán estudiar, desde secretarios hasta jefes de departamento.

La decisión fue rápidamente acusada de “popu-lista”. Muchas voces la llamaron oportunista y cosas así. Se le dijo que debería ponerse a servir mejor a la gente. El no respondió a esto, pero podría haber dicho que se trata precisamente de eso, de servir a la gente, de respetar su lengua, y podría agregarse que por ahí empieza toda verdadera forma de respeto. En México prevalece la discriminación al mundo indígena, disfrazada de muchas maneras. Un verdadero ejercicio de diálogo tendría que empezar por aprender las len-guas. Un funcionario público debería tenerlo como una obligación fundamental. Es un asunto que va al fondo de la cultura, y por tanto apunta al mejor sentido de la política.

En Michoacán, y puesto que ya tenemos una flamante nueva secretaría de Asuntos Indígenas, habría que copiar la lección de Ebrard. Leonel Godoy debería poner a estudiar a sus funcionarios, pues de otra forma son muchos cientos de miles de personas con las que no podrán comunicarse, considerando la riquísima diversidad lingüística del estado. Y ya que, según se dice, ahora todos deberán ir a trabajar los sábados, pues tendrán tiempo para mejorar su cultura. Tomar esta idea a broma sería una actitud, en sí misma racista y discriminatoria.

Con la idea, precisamente, de recoger esta discusión y ahondar en lo que corresponde, damos la bienvenida a Pluralia a un nuevo colaborador permanente, el maestro Ismael García Marcelino, tan conocido por su pluma polémica y defensora de los derechos indígenas, que no necesita presentación.

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A los lectores que quieran participar con imágenes, mandar sus colaboraciones a nuestro correo electrónico

i M a G i N a R i A

PROZAC

s u p l e m e n t o p l u r a l i a @ g m a i l . c o m

Directora GeneralCarmen Lira Saade

Director:Juan manueL VenegaS ramírez

Coordinación Editorial LuiS Jaime Cortez

Arte y Diseño:KiSSeL BraVo Hernández

PLURALIA, suplemento cultural del periódico La Jornada Michoacán, editado por Editora de Medios de Michoacán, S.A. de C.V., bajo licencia otorgada por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.

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Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin per-miso expreso de los editores.

A los lectores que quieran participar con textos, man-dar sus colaboraciones a nuestro correo electrónico

Consejo Editorial LuiS gaBino aLzati

CarLoS F. márquez

Edición:erLand dieter SCHmidt López

“no estamos derro-tados y el proceso con-tinúa, pues contamos con la oportunidad de revertir el dictamen al

corregir los estándares negativos”

Dicho en la rueda de prensa en la cual el director de la Facultad de Medicina, Miguel Gordillo, y la rectora Silvia Fi-gueroa, confirmaron la negativa de la Comaem a la acreditación a medicina. La Jornada Michoacán 070308

FOTOGRAFIA DE JOSE LUIS NAVA RUIZ / CONTACTO: [email protected]

• Andres Manuel López Obrador ha logrado, una vez más, establecer la agenda política del país, ahora con un mouriñazo de todavía incalculables consecuencias. La gran duda es si se investigará realmente o si se concertacesionará entre los par-tidos, o si no vendrá un golpe de regreso al PRD, asestado en alguno de sus gobiernos presentes o recientes. Ahora sí que un fantasma recorre los Pi-nos, el fantasma de quien parece más temible aún en esa versión de fantasma, pues muchos lo creían ya muerto y, por tanto, inofensivo.

• Como que se enredan las cosas en la Universidad Michoacana sin razón aparente. Pero es que resulta clara la intención de negociar, con el gobernador mismo presente, las demandas del sindicato de empleados, pero no parece la misma intención para resolver las demandas de los maestros. ¿Será que hay compromisos con unos pero no con otros? ¿Qué puede explicar ese gesto que, sin exageración, puede ya ser definido como discriminatorio? De he-cho hay en la conducta una paradoja: se negoció con el sindicato que no estaba en huelga, pero no se ha atendido al que sí está. Se resuelven las demandas del sindicato que plantea los aumentos más altos pero se explica al otro sindicato que la universidad carece de recursos. Como el asunto no puede en-tenderse con el recurso de la lógica, queda claro que hay algo político (es decir, turbio) en el fondo.

• Marcelo Ebrard sigue empujando ideas que le son cuestionadas por los detractores de las ideas nuevas, pensando que toda idea nueva es absurda por el hecho mismo de serla. Pues sucede que ha anunciado la decisión de que los funcionarios públi-cos del gobierno del DF deberán estudiar náhuatl. Y bajo el concepto de funcionarios, para quien no lo hubiera entendido, se deben incluir los miembros

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algarabismos

Ismael García MarcelinoPocas, muy pocas, posibilidades se abrieron para la literatura en lenguas indígenas de Michoacán du-rante la administración de la Secretaría de Cultura, con Crisanto Cacho Vega en el timón; entre otras causas, por el rumbo que la brújula de Atención a las Tradiciones marcó: ninguno. Debe ser porque “nada se puede aprender, dice uno de los precep-tos básicos para el aprendizaje, de lo que nada se entiende”. Y es así, pues la extinta dirección contó con impulsores cuya lengua materna es el español y nada tienen que ver con la lengua y la literatura, ya no digamos mazahua, náhuatl o ñähñu, sino al menos purépecha; pues, para el caso de Marín Villanueva (Tingambato), director, o de José Luis Aguilera (Zacán), responsable de la atención a Fies-tas y Tradiciones (actualmente director del Museo del Estado), su origen purépecha algo tendría que haberles aconsejado en esta materia. Si la Secreta-ría de Cultura nada impulsó en ese rubro es porque Crisanto Cacho tendría que esperar que sus atentos a las tradiciones algo pudieran configurar. Pero, pues de dónde.

La problemática de la literatura en lenguas indí-genas tiene, para el caso de Michoacán, dos vertien-tes: una es la que ya se mencionó, y la otra, la res-ponsabilidad que los propios productores de la lite-ratura tienen de impulsar su desarrollo: capacitación y actualización, producción permanente, publicación de sus materiales, investigación, etcétera. Sobra decir la importancia de que los unos hagan su parte en la misma medida y con la misma responsabilidad y compromiso con que los otros hagan la suya.

Para tratar de cumplir con esta prerrogativa, de la que deben ocuparse los propios escritores, algu-nos escritores en lenguas náhuatl y purépecha se apersonaron en el Centro Cultural Universitario de Morelia para discutir una relación de los problemas más urgentes que cada uno tiene. Con grandes ausencias, como la de Domingo Santiago o Pedro

M A R C O R E F E R E N C I A L

palabrero

Balcón: sustantivo. Pero también verbo del cual son sujetos con regulari-dad los políticos: así se forma el verbo balconear.

El balcón propiamente, como sustancia, es de ori-gen germánico. Los lombar-dos, que dieron su nombre a Lombardía, filtraron pala-bras como balko (viga, en el alemán actual: Balken), de la cual se derivó balco (tablado) y más tarde, en Italia, balcone, que dio lugar a nuestro balcón.

Los lombardos pronuncia-ban la b con fuerza tal que sonaba como una explo-sión, y esa fue la razón por la que se formó en italiano el término palco, palabra que en español denota “un espacio en forma de balcón para los espectadores de un teatro” y, en portugués, equivale a nuestro “esce-nario”.

Por eso balconearse es a la vez salir de las profun-didades de la vida privada hasta la intemperie de la vida pública y a una altura que permite ser observado desde lejos. Balconearse significa colocarse por vo-luntad propia, o a veces por accidente, en un escenario.

Osbaldo Valdovinos

Márquez, pero con presencias igualmente valiosas, los participantes integraron una declaración que refrenda la unidad para el gremio sin detenerse a ponderar las diferencias que de cualquiera natura-leza pudiera, individualmente, albergar cada uno de los escritores. Las hay, es innegable, pero el mismo oficio los pone a todos en la misma situación frente a las instancias municipales, estatales y federales, que pudieran atender –o rechazar– sus iniciativas. Cada cual ha sufrido el desdén por su obra o su proyecto. Las excusas para decir no a la difusión formal de la literatura en lenguas indígenas son muy diversas: van desde la flojera o el bloqueo po-lítico, la falta de confianza en su rentabilidad, la in-sensibilidad institucional hasta el condicionamiento de que se adjunte la traducción correspondiente. Si no, no. Para el caso de acceder a apoyos de programas de estímulo, se entiende la necesidad de una lengua franca, como el español, pero para la publicación ¿por qué tiene que ser la traducción una condición? La unidad de Culturas Populares ha hecho mucho más en torno al fortalecimiento de las lenguas originarias junto con el Foescam que impulsó el Instituto Michoacano de Cultura.

A los escritores, a quienes muy seguido se les responsabiliza de la preservación de la lengua en las comunidades, les corresponde una tarea muy seria: el desarrollo de la literatura. Sin folclor, mer-cantilismo ni compromisos políticos, los escritores en lenguas indígenas, como todos los escritores del mundo no tienen, ni deben tener más compromiso que con el arte. Si la producción literaria puede luego ser aprovechada para el impulso de progra-mas de educación y cultura, o de recreación, en-tonces qué bueno que estén ahí las secretarías de Educación o la recientemente creada de Pueblos Indígenas; éstas pudieran vincularse con la filosofía que los escritores vayan proponiendo y los escrito-res, a su vez, colaborar en el diseño y desarrollo de las políticas públicas correspondientes, que buena falta hacen en el estado y el país, pero ésa tendría que ser otra novela.

M A R C O R E F E R E N C I A L

El cuervo con tantas plumas…

A R T E S A N I A I N D I G E N A

Las veinte estampas de Zalce que Pluralia presenta (en tres entregas),son una historia visual de Quetzalcóatl, desde su nacimiento hasta su

muerte. Mostramos la secuencia completa no sólo por su interésintrínseco, sino por dar cuenta de la minuciosidad creativa del

historiador de México que siempre fue el maestro Zalce.

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Quetzalcóatl el Constructor

Los toltecas seran recordados por la gente del Valle de México como magníficos constructores y artesanos. Asímismo sus campos eran de cosechas abundantes, maizales gigantes e inclusive algodón de todos los colores (Clavijero 1958:67 (4)), Ixtlilxóchitl (1975:269 (I:3)) narra que cuando los toltecas fundaron Tula, tardaron seis años construyendo casas, templos y otros edificios (Grabado 9). Se recuerda a Tollan, la ciudad de Quetzalcóatl, como lugar de maravillas, y lo más maravilloso eran las casas que construía Quetzalcóatl. “Y ahí yacía se casa de piedra verde, su casa dorada, su casa de caracoles, su casa de conchas de caracol y su casa de vi-gas, su casa de turquesas, y sus casa de plumas preciosas (Sahagún 1978:13 (libro 3, capítulo3)). Además de estas maravillosas casas de adoración, se pueden seña-lar los templos de gran altura Sahagún 1978:13 (libro 3, capítulo3)); HMP (1941:217 (VIII)), y cuando llegaron los españoles, la ciudad misma se describe como una capital similar a la ciudad de México (Relación de la Genealogía (1941:243)) y siendo inexpugnable o “fortísima” (Sahagún 1982:69 (prólogo al libro 8)).

Quetzalcóatl, Sacerdote y Gobernador

Hay muchas leyendas que giran alrededor de la santidad de aquel o aquellos que contruyen tantas casas de adoración, como en el caso de Ce Acatl Topiltzin. Motoli-nía (Izcabaleta 1858:10) hace un resumen de lo que ha aprendido de Quetzalcóatl, “…salió hombre honesto y templado, y comenzó a hacer penitencia de ayunos y disciplinas, y predicar, según se dice, la ley natural, y enseñar por ejemplo y por palabra el ayuno… no fue casado ni se le conoció mujer, sino que vivió honesta y castamente. Dicen que fue este el primero que comenzó el sacrificio, y a sacar sangre de las orejas y de la lengua; no por servir al demonio, sino en penitencia contra el vicio de la lengua y del oír…”. Los Anales de Cuauhtitlán (Bierhorst 1992:30 (4:37-41)) hacen una reseña de la misma penitencia, “Y el se pinchaba a sí mismo con espinas… y hacía sus espinas de jade y sus agujas de plumas de quetzal. Para el incienso quemaba turquesa, jade y caracol rojo. Las ofrendas de sangre que hacía eran de víboras, pájaros y mariposas”. Todos los autores siguen la narración de los Anales, en cuanto a su persistencia de que Quetzalcóatl estaba en contra del sacrificio humano y que sólo tomaba las vidas de tales criaturas como serpientes y mariposas. Sahagún (1978:14-15 (libro 3, capítulo 3)) también señala que los sacerdotes “tomaban el ejemplo a seguir de la conducta de Quetzalcóatl, por ella establecieron la ley de Tula”.

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Construcción de edificios toltecas

9. Linograbado / Imagen. 50 X 60 cm · Papel. 56 X 76.5 cm

Desde el momento de la creación Quetzalcóatl y Tezcatlipoca en más de una ocasión son compañeros, pero es más frecuente encontrárseles como adversarios. Según Brundage (1979:127) establece en que en los mitos, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl no son ciertamente opuestos. “Simplemente son diferentes, uno está basado en la tradición chamánica y el otro en la sacer-dotal”. La diferencia entre el hechicero de la tierra Tezcatlipoca y el sacerdote del cielo Quetzalcóatl simbolizaban la creación y la destrucción de los soles, la batalla entre la noche y el día, las tensiones entre el poder de la dinastía y la gobernación sacerdotal, y en Tula el encuentro entre los nómadas bárba-ros del noroeste y la antigua civilización agrícola del sudeste. La insignia de Tezcatlipoca es el espejo, al cual se le llama espejo humeante, y se muestra con un espejo que reemplaza el pie que éste perdió a manos del monstruo de la tierra. Este no es un espejo en sí, mas bien es un lente convexo de obsidiana u de otro material que distorsiona y concentra la luz. Hablando en términos proféticos es un instrumento para “ver”. El prólogo a la derrota de Quetzalcóatl en Tula resurge con la aparición de Tezcatlipoca, el que cambia de imagen. Trama la caída de Topiltzin al primero hacerle una mala jugada con su vanidad y después emborrachándolo. En los Anales de Cuauhtitlán (Bierhorst 1992:31-33 (5: 27-6:8)) Tezcatlipoca logra transformarse en un hombre joven y logra pasar los guardias que cuidan los aposentos de Que-tzalcóatl. Lleva consigo un espejo de doble lado y le anuncia a Quetzalcóatl que el ha venido a “enseñarle su propia carne. Después le entregó el espejo y dijo, ‘Hijo mío, conócete, reconócete en el espejo, que aparecerás en él. Quetzalcóatl se ve en el espejo y queda aterrorizado” (Grabado 10). Se ve a si mismo tan grotesco que jura nunca más salir y permitir a sus vasallos que lo vean. Después el hechicero y sus animales (naguales) deciden burlarse de Quetzalcóatl; mandaron llamar a una persona que trabajaba las plumas quien lo vistió y le puso una máscara. Tezcatilpoca le entrega de nuevo el espejo y éste se ve transformado, y así si accede a salir a donde los hechiceros lo es-peraban. Por narrativa de Sahagún el espejo surge durante la primera huida de Quetzalcóatl de Tula. En Cuauhtitlán pregunta por su espejo, se ve en él y ve que es un hombre viejo. De hecho cualquiera que vea su imagen reflejada en un espejo de obsidiana cóncavo

Quetzalcóatl llora frente al espejo

10. Linograbado / Imagen. 60 X 50 cm · Papel. 76.5 X 56 cm

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Los aztecas eran muy intolerantes respecto a emborracharse en público. En el libro 8 de Sahagún, capítulo 6 (1978:59) relata los castigos por embriaguez. Si a un joven peón se le encontraba borracho, éste era golpeado con varas de madera, algunas veces hasta la muerte. Si al hijo de un noble se le encontraba en situación, a éste secretamente se le colgaba. Por lo tanto, la trama perfecta de Tezcatlipoca era emborrachar al abstemio y casto penitente Quetzalcóatl. En el libro 3 de Sahagún, ca-pítulo 4 (1978:18), Tezcatlipoca se convierte a si mismo en un viejo, y de nuevo burla a los guardias y entra en los aposentos de Quetzalcóatl. En esta ocasión, al decirle Quetzalcóatl que está enfermo, el viejo le dice que tiene un poción que le renovará el cuerpo. Tezcatlipoca le dice que si se la toma, entonces podrá ir a Tollan-Tlapallan, a consultar con un hombre viejo, “y cuando regreses aquí, de nuevo serás un niño”. Quetzalcóatl se rehusa, Tezcatlipoca insiste en que tan solo pruebe un poco, Quetzalcóatl obedece y después toma un gran trago. Con el pulque blanco Quetzal-cóatl se emborracha y se pone muy triste “El diablo sí lo había engañado” (Grabado 11). Una versión similar de la embriaguez y consecuencias de ésta se da en los tres Anales de Cuauhtitlán (Bierhorst 1992: 33-36 (6:27-40)). Para empezar los tres hechiceros deciden fermentar pulque para hacerle (a Quetzalcóatl) perder el juicio, de esta manera impedir que siguiera realizando sus sacramentos” (Bierhorst 1992:31 (5:27)). Después, una vez que logran entrar hasta los aposentos de Quetzalcóatl, los tres demonios lo orillan a que beba un poco de pulque con su dedo. Finalmente, logran que beba cinco tragos (la señal de embriagamiento) e inclusive emborrachan a sus pajes. La escena es entonces situada para el tiro de gracia cuando Quetzalcóatl en un estado anímico más alegre pide que llamen a su hermana.

Tezcatlipoca embriagó a Quetzalcóatl

11. Linograbado / Imagen. 49 X 50.5 cm · Papel. 56 X 76.5 cM

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Tezcatlipoca embriaga a Quetzalcóatl y la hermana de este, Quetzalpetlatl

Otro de los peores pecados entre los aztecas, aparte del embriagamiento, era el incesto. Cuando Quetzalcóatl se puso alegre debido a la bebida que había inge-rido mandó llamar a su hermana. Quetzalpetatl (petate de pluma preciosa) para que así ambos pudieran beber. A pesar de que ella estaba haciendo penitencia accedió a ir donde su hermano, y cuando llegó los demonios le sirvieron cinco tragos de pulque (Grabado 12). “Habiéndose ellos solos emborrachado, ya no decían ‘Hay que hacer penitencia’… Ni tampoco salían a pincharse con espinas” Bierhorst 1992: 34 (6:50-52). Por la mañana, Quetzalcóatl, lleno de remordi-miento y con el corazón contrito, canta un lamento en el cual avisa que deberá irse de ahí. Sus pajes se unen a él cantando “Ellos, nuestros señores, nos han hecho ricos, y él, Quetzalcóatl, quien brillaba como un jade. Se han quebrantado los maderos, su casa de penitencia. Con eso podremos quizá verlo. Hay que llorar”. Los Anales de Cuauhtitlán es la única fuente fidedigna que menciona a la hermana de Quetzalcóalt; las demás fuentes de información implican a la madre de Quetzalcóatl como su compañera de incesto. Por ejemplo, Durán (1971:68) da una breve versión alterna del lapso sexual de Quetzalcóatl. Este relata que un hechicero lleva a una prostituta a los aposentos de Quetzalcóatl, y después riega el rumor por toda la cuidad. “Ya que Topiltzin era casto y vivió una vida de pu-reza, este insulto lo hirió profundamente, e inmediatamente decidió partir de ese país”. Siendo Xochiquetzal un equivalente de Chimalma (Guillespie 1989:141; Ixtlilxóchitl 1975:274-276 (libro 1, capítulo 5), 531 (4ta relación)) el supuesto incesto simplemente ha sido transferido de hermana a madre. Después de su encuentro incestuoso, Quetzalcóatl inmediatamente se prepara para su partida. De acuerdo a los Anales de Cuauhtitlán (Bierhorst 1992:35-36 (7:11-21)) Que-tzalcóatl ordena mandar hacer un baúl de piedra y se acuesta dentro de el por cuatro días desafiando la muerte y un sepelio. Cuando se levanta le dice a sus pajes que encubran y escondan todas sus propiedades y posesiones. Después llama a sus pajes a su presencia, llora con ellos y finalmente parte.

12. Linograbado / Imagen. 49 X 50.5 cm · Papel. 56 X 76.5 cm

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“Se pusieron en pie, se pusieron en movimiento, los ancianos, las ancia-nas, nadie dejó de obedecer, todos se pusieron en movimiento”.

Anales de Cuauhtitlán (León-Portilla 1961:35)

“¡Ay de nosotros que lloramos, Oh señor, Oh alabado seas! ¿Que será de tu casa, de tu hogar de lluvia? ¿Qué va a pasar con este reino tuyo

que abandonas, éste Tollan Nonoalco?... “Oh Nacxitl Topiltzin, tu nombre nunca será destruido, porque tus vasallos siempre estarán lamentándose”.

Cantares Mexicanos (Bierhorst 1985:19,21)

Todas las historias coinciden en que Quetzalcóatl dejó Tula con su séquito (Grabado 13). A pesar de que los autores de los Anales de Cuauhtitlán atribuyen la caída de Quetzalcóatl debido a su embria-guez e incesto, Torquemada (1975: 351 (libro III, cap. VII) en un giro moral culpa los pecados en los toltecas más que en su líder. Tor-quemada pone a Quetzalcóatl partiendo con coraje y disgusto, “… y que estando en Tullan le cometieron adulterio los señores de allí, especialmente Tezcatlipoca, Huemac; y que visto su mal término se salió de Tullan muy enojado…”. La Relación de la Genealogía (Izca-baleta 1941:2434) también encuentra libre de culpa a Quetzalcóatl y narra cómo, después de haberse rehusado a la demanda de los demonios de cometer sacrifi cios humanos, “fue desterrado de la tierra y fuese a una parte que dicen que se llama Tlapala”. En el libro Historie de Mechique (Garibay 1965:115(213)), seguido del robo del espejo de Quetzalcóatl, Texcatlipoca atraviesa la ciudad corriendo y destruyéndolo todo y a su paso espanta a todos en la ciudad. Quetzalcóatl, que también se asustó, parte con algunos de sus sir-vientes, “y Quetzalcóatl al verlo (Texcatlipoca se transformaba en di-versas figuras de animales y monstruos) tuvo miedo y huyó también con algunos de sus servidores con lo cual Tezcatlipoca quedó bien contento”. De acuerdo con Sahagún (1978:33 (libro 3, capítulo 12)) cuando Quetzalcóatl se fue de ahí hizo que todo fuese quemado y sepultado, cambió los árboles de cacao por mezquites y ahuyentó a los pájaros preciosos, “Y cuando esto hubo sido terminado, siendo así él partió; y siguió el camino”.

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Quetzalcóatl huye de Tula con su corte, enanos y jorobados

13. Linograbado / Imagen. 49.5 X 50 cm · Papel. 56 X 76.5 cm

“Es en Tlapala donde eres esperado, es el lugar a que se te manda ir, es allí el lugar de tu reposo, allí solamente”

(León-Portilla 1961:1)

La mayoría de las fuentes narran una serie de aventuras que suceden a lo largo de la travesía que hace Quetzalcóatl de Tula a Tlapallan, que se encuentra en el Golfo de México. A pesar de que todos los autores están de acuerdo que su mudanza fue de Tula al sudeste, muchos señalan que paró en Cholula (Cholollan). Probablemente pasó por el Valle de México (Culhua-can), y después cruzó entre los grandiosos volcanes Popocatépetl e Ixtaccíhuatl para llegar a las planicies de Tlaxcala/Puebla. Vaticanus 3738 (1979) lo sitúa abriéndose paso por las montañas con un grupo de devotos de Tollan, donde algunos de ellos se convierten en piedras. Sahún (1978:37 (libro 3, capítulo 14)) registra que el iba acompañado por todos los enanos y los jorobados que eran sus sirvientes, “… nevó sobre todos ellos. Ahí se congelaron; murieron del frío” (Grabado 14). En el tiempo de la conquista española, Cholollan era un gran centro de mercadeo y la ciudad sagrada de Quetzalcóatl. Durán (1971:128-139 (cap VI)) da una des-cripción detallada de “Quetzalcóatl, deidad de los Cholutecas, altamente venerado y admirado por ellos”. El HPM (Icazbalceta 1941:218 (VIII)) cuenta que Quetzalcóatl dejó en Cholula a todos sus vasallos (“maceguales”) y establece que de ellos son todos los descendientes de esa ciudad. En el lamento de Quetzalcóatl, dentro de los Cantares Mexicanos, Nacxitl Topiltzin es llorado con cuernos de conchas mientras pasaba por Cholollan. Normalmente se le llama Tlapallan (lugar rojo) al lugar destino de Quetzalcóatl, algunas veces Tlapallan se encuentra asociado con Tillan (lugar negro) y Tlatlayan (lugar de fuego). Según las palabras de los infor-mantes de Sahagún (1961:170, 176 (libro 10, cap. 29). “…Topiltzon Quetzalcóatl entró a las aguas de Tlapallan, fue ahí a desaparecerse… cuando Topiltzin Quetzalcóatl entró al agua, a donde fue a establecerse al lugar rojo, el lugar ardiente”. Todas las asociaciones con estos lugares están con el Sol, principalmente con el Sol naciente. Chimalpahín (1965:2 (2da rela-ción)) menciona cómo Acxitl Topiltzin Quetzalcóatl fue en dirección por donde nace el sol en donde estaba su gente, la gente que alababa a Tonatiuh (el disco del sol), esa tierra llamada Tlapallan. Si los toltecas se originan en el noroeste (Huehuetlapallan –tierra del Sol viejo o Sol poniéndose) y Quetzalcóatl termina en el sudeste (tierra del Sol naciente), y si él arde y se levanta como la estrella de la mañana, entonces su mito puede simbolizar regeneración, la travesía de la muerte a la vida a través del fuego (Bierhorst 1974:4).

Quetzalcóatl atraviesa entre los volcanes y pierde a sus partidarios

14. Linograbado / Imagen. 51 X 51 cm · Papel. 56 X 76.5 cm

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espacio libreLa muerte de Quetzalcóatl es tan dramática como su vida. Existen dos versiones, una más mítica y la otra quizá un poco más histórica. En esta úl-tima, cuando él llega a Tlapallan/ Tlatlayan, “se prendió fuego y se incineró a si mismo… Y dicen que conforme su cuerpo ardía en llamas, sus cenizas se elevaron. Y aparentó ser y lo que ellos vieron fue todos los pájaros hermosos elevándose al cielo… y tan pronto como sus cenizas fueron consumidas, ellos vieron el corazón de un quetzal elevándose (in iyollo quetzal tototl in quitta)… Los ancianos dijeron que se había convertido en la estrella que aparece con la aurora (Bierhorst 1992:36 (7:30-39)). El tema de inmolación propia también aparece en Ixtlilxóchitl (1975:283 (I:5)). El narra cómo Topiltzin vivió cerca de 30 años después de haber llegado a Tlapalan, y como dejó muchas leyes, las cuales confirmó su descendiente Nezahualcoyotzin (rey de Texcoco). Después, Topiltzin ordenó que se inci-nerara su cuerpo “con los ritos y ceremonias que después se usaron, que fue el primero que fue quemado”. Historie du Mechique (Garibay 1965:116 (218-222)) muestra cómo Tezcatlipoca lo persigue y lo acosa hasta la costa en Cempoala. Después, Quetzalcóatl “…se fue a un desierto y tiró una flecha al árbol y se metió en la hendidura de la flecha y así murió”. Después sus sirvientes le cremaron “… de allí quedó la costumbre de quemar los cuerpos muertos”. Clavijero (198:69 (4)) parece más incierto, después de establecer que Quetzalcóatl sintió deseos de viajar hacia Tlapalan, y lo coloca en la costa en Coatzacoalcos con cuatro hombres jóvenes “principales y virtuosos”, concluye que unos dicen que algún día desapareció y el resto dicen que murió en la costa. El autor de Historie du Mechique (Garibay 1965:116 (224)) también ofrece otra alternativa, “Otros dicen que cuando él debía morir se fue a un lugar…”. Existe la posibilidad de que el “desaparecimiento” de Quetzalcóatl a otro lugar conlleve a un segundo final de la vida mortal de Ce Acatl Topiltzin.

Quetzalcóatl se arroja de una hoguera, en presencia de los pájaros del bosque, y se

convierte en el planeta Venus

15. Linograbado / Imagen. 60 X 50.5 cm · Papel. 76.5 X 56 cm

I m á g e n e s y m i t o sA L F R E D O Z A L C E

Quetzalcóatl en el mar sobre una balsa de serpientes se traslada a Tollantzinco

Sahagún (1978:38 (libro 3, capítulo 14)) ofrece la narración con más frecuencia al respecto del segundo final del mito de Quetzalcóatl. “… cuando llegó a la costa, construyó una balsa con serpientes. Cuando la hubo acomodado (la balsa), se sentó en ella como si fuera su lancha. Por consiguiente partió, fue llevado por el agua” (Gra-bado 16). El único otro relato que es similar se encuentra en Vaticanus 3738 (1979). En esta narración, después de haber llegado a Tlapallan desaparece sobre el agua, diciéndole a su gente que no le guarden luto por demasiado tiempo que él regresará y gente barbuda gobernará. Durán (1964:264) menciona que Motecuhzoma hace referencia a esta leyenda cuando habla con su emisario Teoctlamacazqui cuando recién regresa de observar a Cortés: “Nuestras historias dicen que él (Quetzalcóatl) abandonó esta tierra pero dejó palabra de que él o sus hijos regresarían a reinar sobre esta tierra, para recuperar el oro, plata y piedras preciosas que dejaron escondidas en las montañas. De acuerdo a las leyendas, son ellos los que deben adquirir toda la riqueza que poseemos. En su libro más reciente, The Aztec Kings: The Construction of Rulership in Mexica History, Guillespie (1989) sostiene de manera convincente que entre más cercana sea la fuente a los textos prehispánicos, es menos la posibilidad de que Quetzalcóatl aparezca como sacerdote principal, o que desaparezca sobre las aguas diciendo que regresará. De hecho, en el texto anterior, es más probable que apareciera como figura ancestral, guerrero, conquistador y gobernador, al igual que líder espiritual. Asimismo, Guillespie también sostiene que los conquistadores tomaron la versión de los españoles del mito del regreso, ya que encajaba tanto en su visión cíclica de la historia y al mismo tiempo ofrecía esperanza, en un tiempo de degradación absoluta, de que el Quetzalcóatl verdadero regresaría y los libraría del yugo de los españoles. Sin embargo es un hecho que Cortés desembarcó en las orillas del legendario Tlapallan en el año de Ce Acatl. Con el nacimiento de la etnohis-toria y arqueología moderna, el interés del final de navegar sobre las aguas ha sido renovado. Documentos Mayas del tiempo de la Colonia cuentan de la llegada sobre las aguas del gran líder Kukulcán (“serpiente emplumada” en maya yucateco) quien guió a sus fuerzas a conquistar a los mayas y establecer su culto y capital en Chichén Itzá (Roys 1933). Obviamente algún tipo de interacción influencial tomó lugar entre los mayas y los toltecas que conllevó a desarrollos culturales paralelos en el arte y la arquitectura. Más sin embargo no era el simple hecho de que los toltecas, bajo el mando de Quetzalcóatl, conquistaran a los mayas. Quizás varias migraciones toma-ron lugar a través del tiempo y por lo menos una de ellas fue guiada por un individuo que tomó el nombre de Quetzalcóatl. Más tarde estos sucesos pueden volverse mitos para encajar en las ya existentes leyendas de Ce Acatl Topiltzin.

16. Linograbado / Imagen. 51.5 X 59.5 cm · Papel. 56 X 76.5 cm

COORDINADORES DEL PROYECTO EN MÉXICOBEATRIZ ZALCE / MARIELA FERREYRA / MIZRAIM CÁRDENASCOORDINADOR DE LA PRIMERA FASE DEL PROYECTO EN CHICAGORENÉ ARCEOTEXTOSDONALD MCVICKERDISEÑOCELESTE JAIME / MIZRAIM CÁRDENAS

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3. Nombrar la plenitud desde la escritura

En pocos poetas mexicanos se encuentra presente la virtud de escribir sobre los amigos que han muerto, Alday en su profundidad de amigo y poeta escribe una y otra vez, para despedirse a través de la poesía de aquellos que han muerto. Sólo que estos poemas han quedado para la memoria del recuerdo y están presentes como testimonio para hablar de Concha Urquiza, Alfonso Méndez Plancarte, Efrén Hernández; a todos los despide: desde el he-cho trágico de la muerte o con la plenitud de la celebración por la obra que nos legaron, pero cons-ciente de que la muerte es un tránsito que nos espera tarde o temprano a todos, sin excepción alguna. Muestra el ejemplo de consideraciones y de contem-plación entre la disciplina de la escritura y las maneras de decirnos por medio de la poesía quiénes fueron su amigos, pero también para recordar con el verso el lugar que ocupan para su vida de poeta, así lo registra en el verso y lo constata Alejandro Avilés cuando lleva acabo el prólogo a su obra, ahí registra la diversidad de las posibles lecturas, desde el testimonio y como explora-ción para ir construyendo su biografía literaria.

Pero las consideraciones que registra la poesía de Alday no son una cuestión que se limite a su circunspección religiosa, más bien pueden ser el elemento principal para poder observar su búsqueda expresada, se ma-nifiesta en una dirección como fuente primigenia, su lírica que viene desde la presencia de la Biblia como referencia insoslayable, o para recordar que realizó la lectura de los clásicos del Siglo de oro y en particular san Juan de la Cruz y desde luego fray Luis de León; y seguramente la obra de santa Teresa, y llevarnos al otro lado de la contemplación para decir con certeza que su lugar se encuentra dentro de la tradición mística. La original muestra de su escritura es como antecedente de esa religiosidad que vivió con intensidad, pero no puede quedarse ahí y menos cuando lo que muestra en la escritura es que traspasa el camino de posibilidades, alcanza la declaración contemplativa para expresarse con toda la fuerza

Francisco Alday lectura para celebrar el primer centenario

Tercera y última parte

Rafael Calderón

de su inquietud religiosa y el aspecto de lo místico, así se percibe en sus poemas reiteradamente y a lo largo de su lírica, la ejerce con plenitud desde los años cuarenta y hasta el final de su vida –sucedida como ya lo he dicho– el año de 1964. Como consecuen-cia de ésto y derivado de la contemplación que se puede hacer, es decir de una amistad inconfundible y permanente con sus amigos, sabiendo de su posición mística es que sabe determinar un camino, hasta nuestros días inédito en la poesía mexicana: en nada o muy poco puede ser comparado con aquellos poetas de su misma vo-cación y búsqueda, ni con Concha Urquiza, su gran amiga, salvo que la única comparación que cabe entre ellos, es que su obra fue publicada póstumamente. El camino de elevación por una poética está registrada en una dirección opuesta y hasta de apreciación distinta, porque Alday fue un poeta que explora la búsqueda lírica desde el centro de una plenitud intelectual, consciente de su pasión por el verbo interminable de la naturaleza de imágenes, y su amiga Concha Urquiza pasa por varias crisis de existencialismo hasta que finalmente encuentra el lugar para expresarse con la pasión de la fe religiosa. Ya en el trato personal nada impide ver esa amistad que manifiesta Alday en un poema cuando muere Urquiza ahogada en el mar de Ensenada, el año de 1945, le escribe:

F O T O : G E R A R D O S U T E R

por los años que van de los treinta hasta la mitad de la década de los sesenta, cuando finalmente “llegó hasta lo último con una sencillez siempre lúcida… La madrugada del 26 de noviembre de 1964. Unos minutos antes, dirigiendo sus ojos a una imagen del Crucificado, había dicho a ella –su hermana María–: – ¿Qué le notas al Cristo? –está muy bonito. –No, algo especial. –Nada. –No ves que está lleno de luz?”.

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El mar en curva rígida y serena –temple fino de acero y flor– dibuja; el mar, el inclemente mar, estruja, mudo en profundidad, rostro y arena. Juega en el mar Concha Urquiza, y el mar apenas se riza… Adolescencia de ola que apenas toca su frente, y está con la ola sola.Mientras con Manuel Ponce hay un punto de unión para ver el

camino de la pasión poética que nutrió su amistad y así ver cómo se entrecruza el afecto mutuo con la promoción literaria. Manuel Ponce publicará poemas de Alday en la revista Trento que inicia a editar el año de 1943. Esa relación data de los años en que Ponce fue alumno del Seminario de Morelia y en la madurez in-telectual, sólo con la poesía se manifiesta el elemento sorpresa para definir el lugar que les corresponde con ese elemento de lo religioso como vocación indiscutible. Francisco Alday escribe con la ternura que lo caracteriza, por la descarga de una belleza que muestra con la palabra; Ponce, por el con-trario, desafía esa actitud un tanto conservadora y rompe de tajo con el sentir y los procedimientos de la poesía para los años cuarenta, cuando da a conocer con más frecuencia su escritura, el mejor ejemplo de esa vitalidad lírica es la edición de su primera colección de poemas que llevan por título Ciclo de Vírgenes, abriendo un antes y un después en la poesía religiosa de México para terminar siendo más que un poeta místico como Alday, pero alcanzar la consideración suprema de poeta teológico y hermético registrada en su obra, pero sin renunciar un ápice a su vocación de sacerdote; y el mejor testigo de esta evolución será nada menos que Francisco Alday. Pero esto no termina sino que más bien hay que advertir que la búsqueda lírica en esta parte de su poesía, es una exploración más amplia, profunda, por esto, exige ser vista en esa dirección y recordar que los poemas que integran el libro que lleva por nombre Vida y paisaje, son los más diversos temas, lo misceláneo está presente y busca expresar su entusiasmo por la ciudad de Morelia y también manifiesta su alegría por los temas de tipo popular, pero sin olvidar su amor por el idioma y la elegancia de la metáfora cuando esta presente en el poema, se puede decir que el camino de su poética en este libro es apenas un descubrimiento, el tema se manifiesta y hay que explorar en un espacio mayor y definir el lugar que le corresponde en su poesía.

Finalmente, hay que recordar que estos acon-tecimientos, son la virtud mayor que carac-teriza la poesía de Alday, pero sin ser un conservador de las formas y la escritura poética que le viene de los clásicos, mues-tra esa conciencia para reflejar la evolución poética como principio de su escritura, y como ejemplo de fidelidad están los títulos y subtítulos de su poesía. Así de sencillo resulta para ver cómo registra ese progreso y parale-lismo con los demás poetas de su generación, en particular, con aquellos que coincide en su vocación religiosa: inspiración y reflejo del verso. Pero, sin duda, el mayor logro es por esa voca-ción que tienen su poemas para ser leídos, o en conjunto para estudiar con el rigor transparente que determina su estatura de poeta universal –situado en la primera mitad del siglo XX– concretamente

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Ramón LaraEl sábado, como al mediodía, mi celular sonó como nunca antes lo había hecho. O sonó igual, pero algo lo hacía diferente. El timbrado llegaba melan-cólico, lejano, como el quejido de una bestia cuando presiente que la muerte anda atosigándole y no le queda más consuelo que llorar.

-Bueno… dije. Al otro lado, una voz apagada, que no reconocía, me respondió:

-Carnal, soy yo, cómo estás. -Sí, bueno, bueno, con quién desea hablar… -Pinche carnal, soy yo, tu compadre. -Carnalito, le dije, casi no te oigo, te oyes mal,

diferente. No estás borracho, ¿verdad? -No, no estoy borracho ni drogado, lo que tengo

es que soy un muerto al que se les ha olvidado en-terrar. Si me vieras carnal, ya no soy el mismo.

-Me asustas, le dije, tu voz se oye decadente. -Si me vieras carnal, soy una bolita de carne

consumida y renqueo. Me está matando la gota, el alcohol y la desesperanza. No soy el mismo. Si me vieras, te asustarías.

Como una película, corriendo a toda velocidad, por los callejones de mi imaginación, pasó mi vida con mi amigo…

Me observé platicando con él por los pasillos de la prepa 2, y haciendo apuestas por las mujeres más hermosas que desfilaban por los corredores de la Facultad de Derecho. Lo miré destapándome una cerveza en su cuartito de color violeta, de cortinas negras, e iluminado por un foco de color azul. Las paredes estaban llenas de sus dibujos coléricos que semejaban pinturas rupestres. Improvisaba rolas con su saxofón. Me tocaba un concierto de supervivencia para un solo espectador y agarraba el sax como un náufrago se aferra a una tabla. Lo vi sentado a mi derecha impartiendo teoría poética en la cúpula de la Casa de la Cultura de Morelia, mientras yo esperaba mi turno para platicar de na-rrativa con nuestros alumnos. En la profundidad de la noche, me leía sus poemas que fueron reunidos en su poemario Amor, tristeza y locura y paciente correspondía con el turno de mis cuentos.

Sus poemas eran bombas para los oídos de una dama, versos desnudos para el corazón de un hombre y demasiado humanos para Dios. Para el Demonio hizo este Decálogo:

C o m o l a v i d a m i s m a

DECÁLOGO DE UN DEMONIOI MIENTE: Nunca hables de tu verdad, porque te juzgarán como loco.II MATA: Asesina tus rencores, porque te pueden podrir el alma.III ULTRAJA: Mancilla la realidad por todas sus zonas erógenas.IV ODIA: Aborrece todas las conductas humanas llenas de crueldad.V ROBA: Quítale todos los dones a tus dioses y sé tú la deidad.VI AMA: A tu amante, es la única persona que sabe que no eres un demonio.VII HONRA: A quien tú ya sabes, si no, los días se te alargarán aquí en la tierra.VIII SUFRE: En lo que te queda de vida, sabes que ésta no es eterna.IX FORNICA: El sexo no es pecado.X RÍE: Si es que ya no puedes llorar.Santifica tu cuerpo y tu espíritu como más te convenga.

Lo vi subiendo al autobús y marcharse a Denver. Escuché sus palabras de despedida: en Morelia no se puede ser escritor, ni artista, y menos vivir en ella. No hay programas, no hay nada. Sólo dos becas, al año, para cien escritores. Si algún día regreso, será como turista… Para no caer en la me-lancolía y el llanto, traté de cambiar de tema.

-Y en qué trabajas ahora, hermano.-Pulo piedras, soy cantero.-Pensé que seguías de cocinero.-Ya no, el hombre tiene que cambiar, ves. Si no, se estanca… Se me está acabando el crédito,

luego te volveré a llamar.Me dio pavor, pero le pregunté:-¿Y todavía escribes?-Sí, carnal. Mucho, tengo la esperanza de que algo bueno salga de todo lo malo.-Seguro que escribes mejor que antes.Le dije para darle ánimos.-Sí, hermano. He mejorado. Antes escribía bien fresa. AHORA MI POESÍA ES MÁS BRUTAL…Sí, bueno, con quién desea hablar…

Llamadas

Telefónicas

IMAGEN: KISSEL BRAVO

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¿El dos de febrero?

No somos expertos antropólo-gos, ni arqueólogos. Sin em-bargo, creemos que existen ra-zones para dudar del 2 de febrero como la fecha del inicio del año nuevo purépecha.

De acuerdo con un artículo del Dr. Jesús Galindo Trejo (arqueoas-trónomo, es decir, aquel que se de-dica a hacer estudios arqueológicos basados en fenómenos astronómi-cos) publicado en la revista Arqueo-logía Mexicana (volumen I, Número 4) que edita el Instituto Nacional de Antropología e Historia, varias de las culturas mesoamericanas inician su año nuevo el día 2 de febrero. Y la cul-tura purépecha es una de esas culturas mesoamericanas.

Estas culturas tienen muchos rasgos en común. Dos de ellos son el inicio de su año y los conocimientos astronómi-cos. Como es bien sabido, las culturas mesoamericanas aprovechaban sus co-nocimientos astronómicos para alinear algunas de sus estructuras arquitectónicas con el Sol en determinadas fechas importantes. La pirámide de Kukulkán (Quet-zalcóatl), en Chichén Itzá, es probablemente el mejor ejemplo. Ahí, cada 21 de marzo el Sol proyecta una sombra que simula el cuerpo de una serpiente, sobre la escalinata, desde arriba de la pirámide hasta abajo, donde el juego de sombras se junta con la cabeza de una serpiente esculpida en piedra. El templo monolítico de Malinalco es otro ejemplo, donde los rayos solares entran por la puerta del templo, iluminando un águila labrada en el piso del santuario justo el día en que co-mienza el invierno (solsticio de invierno). Sin embargo, existen otras alineaciones que resultan un poco más sutiles y no es raro pensar que, dado el conocimiento astronómico de las culturas mesoamericanas, algunas de sus estructuras arquitectónicas estén alineadas de modo que indiquen la entrada del año nuevo.

Para entender estas fechas, es importante men-cionar que las culturas mesoamericanas tenían dos calendarios: uno civil de 365 días, y uno religioso, de 260 días. Estos dos calendarios coinciden en su inicio cada 52 años civiles, o bien, cada 73 años religiosos (365 días x 52 años = 260 días x 73 años). Es por esto que en Mesoamérica, el 52 y el 73 son números especiales.

Con esto en mente, el Dr. Galindo Trejo hace notar que algunas estructuras importantes están alineadas con la salida o puesta del Sol 52 ó 73 días antes o des-pués de los solsticios de verano o invierno. Ejemplos de ésto son el Templo Mayor, en la gran Tenochtitlan

(hoy Distrito Federal), la pirámide del S o l , en Teotihuacán, o el Observatorio Cenital de Xochicalco, entre otros.

Malinalco era un centro ceremonial muy im-portante para la cultura azteca. Ahí justamente, el templo del Sol mira hacia el oriente, de manera que el 12 de febrero, 52 días después de iniciado el invierno, el Sol se asoma por un accidente geográfico particular en el horizonte. En ese punto, las montañas poseen un corte característico.

El Dr. Galindo propone que la salida del Sol por este punto, 52 días después del solsticio de invierno, marcaba el inicio del año nuevo en Mesoamérica. A la llegada de los españoles, este día coincidía con el 2 de febrero. Sin em-bargo, como comentamos en el artículo del sá-bado 16 de febrero, para esas fechas el calen-dario de Europa occidental estaba desfasado respecto al movimiento anual aparente del Sol por 10 días, es decir, el día que el calendario marcaba el comienzo de la primavera coin-cidía con el equinoccio de primavera (cuando la duración del día es igual a la duración de la noche). Para corregir este desfase, en 1582 el papa Gregorio XIII decretó una corrección al calendario civil, de modo que hubo un salto de 10 días en el calendario (adicionalmente, decretó que cada 100 años debemos omitir

El año nuevo purépecha.

SEGUNDA PARTE

Javier Ballesteros Paredes (CRyA-UNAM) Sandra Angélica Ayala Gómez (ITESM)

un año bisiesto, para evitar que después de 10 siglos tengamos que corregir nuestro calendario por 10 días, como sucedió entonces). En aquellos tiempos, cuando llegaron los españoles a América, la salida de nuestro astro rey, vista desde el templo del Sol en Malinalco ocurría sobre aquel accidente geográfico el 2 de febrero, anunciando el año nuevo en Mesoamérica. Con la corrección decre-tada este hecho astronómico y festivo pasaba a registrarse el 12 de febrero. Pero probablemente se les olvidó modificar la fecha, o probablemente a los españoles les convenía más conservar una fecha católicamente significativa, como es el 2 de febrero (día de La Candelaria), que mantener las tradiciones locales (regidas por la observación y conocimiento astronómicos). Así, hoy día al 2 de febrero se le conoce como el día en que inician los años de 365 días en las culturas prehispánicas de mesoamérica. De ser cierta la tesis del Dr. Galindo Trejo, el inicio del año nuevo purépecha no debería celebrarse el 2 de febrero, sino 10 días después.

[email protected]@gmail.com

PIE DE FIGURA: SALIDA DEL SOL EN MALINALCO, DESDE EL TEMPLO DEL SOL, EL 12 DE FEBRERO.

(FOTO: CORTESÍA DEL DR. JESÚS GALINDO TREJO)

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En la costa occidental de Africa, encontramos el desierto más viejo del mundo: el Namib. El Namib se localiza entre el río Corujumba en Angola y el río Olifants en Sudáfrica, y se extiende 140 kilómetros al interior, hacia el este del continente, hasta las montañas del Great Escarpment. Este desierto africano se considera un desierto frío; si bien pre-senta temperaturas extremas, la temperatura media anual es de sólo 25°C y la precipitación pluvial es de únicamente 18mm al año. La característica paradójica de desierto frío está dada por la corriente de agua fría proveniente de la Antártica (corriente de Benguela) que contrasta dramática-mente con la temperatura caliente del aire en esas latitudes (~30°C). Con esa diferencia de temperatura, constante-mente se están formando cúmulos nubes de neblina que suben en la columna de aire y se desplazan hacia el interior del continente. Como esas nubes de neblina se forman todo el tiempo uno podría pensar que el ambiente estaría muy húmedo y se salvarían las necesidades de beber de todos los organismos que viven por ahí. Sin embargo, la neblina a diferencia de la lluvia no cae del cielo por sí sola, necesita alguna superficie para detenerse y formar gotitas que luego puedan escurrir hacia el suelo. De tal manera que la fauna de invertebrados que habita este antiguo desierto ha tenido que lidiar con las dificultades de esta agua no precipitada de diferentes maneras.

Confabulario d

e bichos

extraordinarios

Escarabajos atrapaneblina(Lepidochora discoidalis y Onymacris unguicularis)

Ek del ValCentro de Investigaciones en Ecosistemas, UNAM

Los escarabajos tanque (Lepido-chora discoidalis) han resuelto la falta de agua precipitada de la siguiente manera, individuos de Lepidochora salen a la superficie de las dunas antes de que comience la neblina, y levantan una muralla de arena perpendicular a la dirección en la que sopla el viento, por donde más tarde aparecerá la neblina. La niebla choca con la pared, que se humedece por las gotas de agua acumuladas, y los es-carabajos pasan por encima de ella bebiendo a su paso toda el agua recolectada en sus trin-cheras. Para lograr este com-portamiento tan extraordina-rio, los escarabajos cuentan con sensores que les avisan cuando la neblina está por llegar, para no perder ni una sola gota de agua. Entonces a pesar de que casi nunca

llueve estos escarabajos tienen re-sueltas sus necesidades del vital líquido gracias a su

capacidad de construir muros.En ese mismo desierto donde no llueve nunca, hay otros esca-

rabajos que han solucionado el problema de la falta de agua de otra forma. Estos escarabajos son negros y también se benefician de la neblina de los amaneceres namibianos pero no construyen nada, en lugar de eso, aprovechan las características de su propio cuerpo. Onymacris unguicularis habita en la parte del desierto de dunas, y para obtener agua emerge de la arena a tempranas horas de la mañana, cuando los episodios de neblina son más frecuentes. Los escarabajos adoptan una postura especial: levantan la parte trasera del cuerpo e inclinan la cabeza hacia el suelo colocándose como una resbaladilla; la neblina se topa con sus élitros (alas exter-nas muy rígidas) y las gotas de agua acumuladas se deslizan hasta su boca saciando su sed. Los científicos del Instituto de Investiga-ción en Gobabeb (DFRN, de Namibia) han medido la cantidad de agua que los escarabajos son capaces de obtener por este método, y señalan que pueden incrementar hasta un 34 por ciento su peso corporal después de un evento de neblina.

Estos dos ejemplos de escarabajos son sorprendentes porque las adaptaciones que nos presentan no tienen que ver con modifi-caciones anatómicas necesariamente, sino más bien son adapta-ciones en el comportamiento, por lo que nos hacen patente que la selección natural no actúa únicamente a nivel de la morfología sino también del comportamiento.

[email protected]

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Este año es el 230mo. aniversario del fallecimiento de Carl von Linné, el padre de la taxonomía, mejor conocido en la literatura académica como Carolus Linæus o, simplemente, Linneo. Su obra Sistema Naturae, publicada en 1735, es la base de la clasi-ficación de los seres vivos, aún en nuestros días.

Pero, ¿qué hay detrás de un nombre científico? El latín era la lingua franca de la ciencia en los tiempos de Linneo (recientemente descubrí usos vestigiales del idioma en algunas iglesias gua-najuatenses), por lo que la usó para describir a las especies. Es más, aún en la actualidad, cuando los botánicos encuentran una nueva especie, el artículo en el que la presentan en (su) sociedad (científica) debe llevar una descripción del bicho escrita en latín.

El nombre científico de una especie tiene dos componentes. El primero es el género, al cual pertenecen varias especies muy relacionadas. Éste tiende a ser un sustantivo y su inicial se escribe con mayúscula. El segundo componente es el llamado epíteto específico. Generalmente se trata de un adjetivo que califica al género y se escribe con minúsculas. Por ejemplo, la semana pasada hablamos de los piojos de Homo sapiens. En el caso de nuestra especie, el género (Homo) es el sustantivo latino para “humano”. Mientras que el epíteto específico (sapiens) se refiere a que es “sabio”. Dice el doctor Juan Luis Cifuentes Lemus, biólogo extraordinario y fundador de mu-chas de las escuelas de biología de nuestro país, que siendo honestos deberíamos llamarnos Homo tarugus, considerando el estado de deterioro en el que tenemos al planeta. De cualquier forma, el epíteto específico nos permite distinguir entre nuestra especie y los parientes cercanos como el Homo erectus (“erecto”, pero no en referencia al consumo de citrato de sildenafil) o el Homo ergas-ter (“trabajador”).

Uno debe referirse a una especie por su nombre científico completo. Sin embargo, se puede usar el género sólo cuando se refiere colectivamente a varias de las especies que lo conforman. Por su parte, el epíteto específico no tiene sentido por sí mismo. Por ejemplo, la mosca de la fruta, que es la mártir de la genética, se llama Drosophila melanogaster. Y en nuestro país hay una culebra de agua que se llama Thamnophis melanogaster. El epíteto específico compartido, simplemente se refiere a que la especie en cuestión tiene la panza prieta.

La necedad de botánicos y zoólogos de escri-bir los nombres científicos en letra cursiva no es gratuita. Esta costumbre nos ha sido impuesta por

los editores de los diversos medios impresos que utilizamos, quienes es-grimen cuanto manual de estilo tienen a la mano. La etiqueta indica que las palabras en lengua extranjera, como es el caso del latín, deben tener un estilo diferente que el resto del texto. De hecho, cuando empecé el docto-rado, hace no tanto tiempo (al final del apogeo del Word Perfect 5.1), la mayoría de las revistas científicas todavía pedían que las palabras en cursiva más bien se subrayaran para facilitar la composición (¡a mano!) de las galeras. En aque-llos tiempos, todavía se enviaban los manuscritos por correo. Antes de que me tiren carrilla los lecto-res más jóvenes, déjenme aclarar que nunca me tocó preparar manuscritos a máquina. No quiero ni pensar la pesadilla que habría sido hacer co-rrecciones en la introducción y, como consecuencia, tener que mecanografiar de nuevo todo el manuscrito.

El lenguaje de la ciencia ha cambiado a lo largo de la histo-ria. Dichos cambios han respon-dido, entre otros factores, a la in-fluencia que tiene cierta lengua en cierta área del conocimiento. Por ejemplo, en el caso de la botánica después del latín se utilizó mucho el francés y después el alemán. En ese sentido, me tocó leer algunos trabajos clásicos en dicha lengua que habían sido publicados a principios del siglo XX (aquí “leer” se refiere a la acepción de Jorge Cham: http://www.phdcomics.com/comics/archive.php?comicid=984). En la actualidad la lengua franca para la ciencia es el inglés. Más allá de nacionalismos y de presiones ejercidas por los sistemas de evaluación de la ciencia en México, creo que es positiva la anglo-dominancia de la literatura científica. Por lo menos, desde un punto de vista práctico. Utilizando dicha lengua puedo leer (que no “leer”) los traba-jos de los colegas del norte de Africa y el

sureste asiático, quienes enfrentan pro-blemáticas similares a las de nuestro país. Si cada quien publicara en su lengua, exclusivamente, estaríamos perdiéndonos de conocimiento muy valioso.

Como siempre, nos despedimos invi-tando a los lectores a visitar el blog de esta latinizada columna, en www.ecoli-brios.com, y a dejar sus epítetos sobre la entrega de esta semana en la lengua franca de su preferencia.

Ecolibrios: la ciencia cotidiana

De panzas prietas y lenguas francas

Erick de la Barrera

“Tratar de hacer el amor con alguien que es tan torpe como uno mismo me parece tan insensato como meterse en aguas profundas con otro que tampoco sepa nadar. Aunque no te ahogues, te llevas un buen susto”.

Desde su primera página el escritor se dirige a los hombres jóvenes y se lo dedica a las mujeres maduras (mal referidas –traducidas– como “damas otoñales”) y señala que la relación entre unos y otras es la propuesta del docto profesor András Vajda. No por nada ha sido uno de los libros más vendido por el mundo (se habla ya de cuatro millo-nes). Pero desde el inicio de su lectura se transpira que fue escrito con voluntad, coraje, devoción, hu-mildad, lucha sin complacencias: el exilio lo llevó a labrarse otra lengua y su dominio ha llegado a com-pararse con el que tuvo otro gran maestro, Vladimir Nabokov. Aparte en su momento no sólo sorprendió su narración, sino que realmente se develó como un clásico del siglo XX.

Sin duda En brazos de la mujer madura es una novela erótica y quizá la que le ha valido su consa-gración, pero Un millonario inocente y El hombre del toque mágico, igual comparten la aventura de ser excelentes novelas que también deberían estar en la bibliografía de lecturas obligadas en la secun-daria/preparatoria si es que realmente queremos hacer un país de lectores y superar cerebros oscu-ros como el de aquel Carlos Abascal. Hago votos por una mejor inducción a la lectura y dejar de ser filisteos promotores culturales.

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Adriana PinedaUno de mis gratos recuerdos juveniles es aquella charla que Stephen Vizinczey (1933-), el gran escri-tor húngaro, dio en una evaporada librería, ubicada en la Calzada de Fray Antonio de San Miguel aquí en Morelia hace ya casi dos décadas. La fecha exacta no la recuerdo, pero si alguien comparte ese dato lo agradezco pues sin duda fue una presencia muy formativa para aquellos que asistimos. Además, ocu-rrían esas cosas excepcionales y los parroquianos nos amontonábamos en un espacio de menos de 25 metros cuadrados. Yo era una universitaria que a duras penas traía para mi combi amarilla, la ruta de mis vericuetos estudiantiles, así que esa noche sobrellevé no haber tenido dinero y me quedé con el deseo de un autógrafo del autor del clásico de la lite-ratura erótica En brazos de la mujer madura editado en 1965 y traducido al español hasta 1990 (quizá fue en ese año que visitaría Morelia). Obviamente que no existía toda la tecnología para la traducción simultánea y expedita, pero el aire provinciano esa noche se volvió cosmopolita por un instante y desde mi rinconcito me dediqué a captar en mi memoria to-dos los detalles y gestos del formidable escritor que

a sus 24 años había huido a occidente tras la derrota de la revolución húngara. Recuerdo que un aldeano le preguntó -¿o reprochó?- que por qué no escribía en su lengua madre y lo hacía en inglés, la respuesta sencillamente fue contundente, él era un escritor que se volcó en el inglés; refirió que hasta que estuvo listo después de vivir varios años en Montreal se entregó a escribir su primera novela directa-mente en inglés. Además mencionó, si mal no recuerdo, que no escribía para sus com-patriotas, porque el régimen dictatorial no lo iba a traducir, (sobra mencionar que entre los aldeanos había seguidores del socialismo). Yo observaba embelesada aquella piel aceitu-nada, con su cabeza sin pelo, responder con precisión y aguantando alguna que otra obvie-dad. Esa noche el horizonte de mis lecturas se ampliaría.

Por supuesto que será uno de mis autores favoritos que recomendaré a mis hijos. Igual-mente conforme pasan los años, las memorias galantes de András Vajda, el protagonista de En brazos de la mujer madura, siguen siendo extraordinarias, continúan estimulando la curio-sidad por conocernos: ¿cómo ha sido nuestro despertar?, ¿cómo o quién te hace hombre, te traza el camino, el silencio? El protagonista narra los auxilios recibidos en su peregrinar, con prodigiosa sabiduría comenta que no sólo aprendió a amar el mudo, sino también a cono-cerlo. Lecciones del arte amatorio se trenzan:

comida corridacomida corrida

I M A G E N D E E D W A R D H O P P E R , H A B I TA C I O N D E H O T E L , 1 9 3 1

Estimulación t e m p r a n a

pluralia

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SABADO 8 DE MARZO DE 2008

autopsias breves

No es mejor el que sabe más, sino el que nunca deja de aprender.

Querido Maestro:

Quiero que sirva esta carta para decir hasta luego. No es un sueño lo que sigue, es el recuerdo de una de sus clases que quiero compartirle.

Está usted en medio del escenario. Ha llamado a un compañero actor al centro. Me alegra por un lado, el no ser yo, el conejillo de Indias elegido en esa ocasión, pero casi automáticamente, la vanidad me lleva a sentir envidia. Usted lo mira como un gato a un ratón. Penetrante, acucioso, encantador. El ac-tor se distrae un segundo. Su voz lo regresa al aquí y al ahora de la clase. “Si el actor se dispersa el momento se pierde.” Lo deja ahí y mueve su mirada para encontrar otra “víctima.” De nuevo quiero ser yo el elegido, otra vez no quiero ser yo el elegido. Pero su movimiento sólo ha sido una provocación. Ha lanzado el anzuelo para medir la disposición del grupo, para retar al combate. Para medir la energía del cuarto. Regresa al mismo actor y clava la mirada en él. Otra vez parece que él reciente un golpe, pues mueve los dedos de la mano, un tanto nervioso. A usted no se le pasa desapercibido el gesto. Levanta la mano y haciendo un ademán conocido obliga al actor a respirar hondo, a dejar salir el nervio por ahí. Luego vuelve a lo suyo. Toma entre sus dos manos la cabeza del joven y hace que él, ponga la mirada fija en la suya. Mantiene lar-gamente su acuchillante mirada en la mirada de él. Luego usted desvía la atención, condescen-diente, como para no hacerlo sentir mal tanto tiempo, -eterno tiempo-, y sonríe levemente, creo que con satisfacción. Pienso que se siente poderoso. Que usted se siente bien así. En cambio a mí, un temblor me hace estremecer, un poco por admiración, un poco por pena. Pienso que soy muy débil, que soy muy pequeño y entonces bajo la cabeza para sólo escuchar su voz. Empieza hablando muy bajo, luego, poco a poco sube el volumen y la intensidad de su voz. Nos sitúa en el espacio, nos obliga a observar con todos los sentidos, nos pone ojos en los oídos, tacto en la mirada, gusto por los colores. Así la piel se abre, el interior resiente. Sin darme cuenta nuestra disposición es total, a la primera provocación de su voz, mi cuerpo responde. Corremos de un lado a otro, en frenesí imparable, subimos, descendemos, vamos arriba y casi elevamos vuelo. Gritamos como desesperados, de dónde me sale el aliento no lo sé, pero me sale y me lleva y no me deja de llevar. En medio del escenario, usted no se amedrenta ante la turba enloquecida. Al contrario, su energía es aún mayor que la de todo el grupo junto, al menos eso me parece, y su cuerpo

delgado cobra la dimensión del líder. Un mar, un mar apasionado y embravecido, un mar que se agita y nos, agita un mar que vuelca hacia fuera todo el interior y que luego de una fuerte tormenta, nos arrastra a la calma. Caemos al piso. Los pies y manos formando una equis. Su voz ahora es sólo un murmullo. Miro el techo del escenario y respiro. Sólo respiro. Luego de unos minutos aquello sólo

es silencio. “El actor es como un ciego que se deja guiar por otro ciego”. –Dice- Y con sólo decirlo nos obliga a cerrar los ojos. Nos habla y su voz como el mar, va y viene llenando todo el teatro. “Relajados y alertas”. En un segundo inesperado nos pone de pie, nos hace volver al piso. Muchas veces, cien veces, mil veces tal vez. Otra vez el corazón protesta. “La mente es flaca, el cuerpo es más fuerte de lo que uno piensa”. Alguien me toma de la mano y me arrastra al centro del escenario. Ahí estamos

todos. Nos indica mantenernos así, con los ojos cerrados. Y nos pide cami-

nar. Opongo resis-tencia ante el temor de caer y hacerme

daño pero luego de unos instantes me

dejo conducir. “Un ciego que lleva a otro

ciego que lleva a otro ciego”-dice su voz apa-

sionada-. Entonces me dejo llevar hasta el borde

del escenario confiando en la presencia de su voz. Ca-

minando así, siento vértigo, pero nunca abro los ojos. En

esa sensación de abandono, aprieto la mano de uno de

mis compañeros y sigo escu-chando: “Sólo ve el que quiere

ver”. “Nadie ve si no quiere ver”. Siento la atracción del abismo,

como me imagino que siente el suicida al acercarse a la vía del tren y aprisiono la mano de otro compañero para, por lo menos, compartir el miedo. “Sólo se llega a la cima de la montaña si se da el primer paso.” Mi com-pañero también tiembla. “Sólo camina el que quiere caminar.” Tengo deseo de abrir los ojos para salvarme pero me detiene su voz. “Ca-mino, y mientras camino, pienso que camino”. Mi corazón a mil revoluciones, a punto de es-tallar. “Camino y mientras camino pienso que camino”. Entonces ya sin preguntarme nada,

sigo adelante y siento que ya nada me detiene, que ya nada me detendrá, que ya nada me será imposible. Y no me caigo. Justo en ese instante, como si adivinara lo que siento, el poder que he adquirido sobre mi voluntad, la seguridad que me llena, o que nos llena a todo el grupo, porque es una sensación compartida, usted nos de-tiene. Nos pide abrir los ojos. Y enton-ces descubro asombrado que nunca estuve en peligro real, que el contorno del escenario está muy lejos y que nunca había estado cerca del límite. Que su voz nos había llevado siempre seguros, nunca en riesgo. Descubro también, que mi compañero sintió el mismo miedo y que ambos lo supera-mos. Porque, aun “ciegos” pudimos caminar sólo por la confianza de estar con el otro y por la confianza que nos dio su voz”.

¿Cómo está?, me dijo usted la úl-tima vez que nos vimos. Y yo antes de contestar que me encontraba bien, me detuve a pensar: “No quiero mentir, no quiero dejar que el impulso de la cos-tumbre me haga decir “bien” sin estar seguro de estar “bien”. Pero ahora, luego de este recuerdo, le puedo decir con completa convicción que estoy muy bien, que nunca he estado mejor, que puedo caminar y que si no dejo de hacerlo seguro llegaré al mejor lugar del teatro, ahí donde el arte se convierte en vida pues el escenario no tiene límites y navegar en él siempre es un placer. Maestro, he sabido de su andar y créame que me sorprende su enorme energía, su inteligencia, su capacidad política y su don para levantar anclas nuevas para el teatro. Espero que todo tenga buen puerto y espero sinceramente, que a mí nunca se me olvide caminar aprendiendo. Le mando un apretón de manos y un alegre adiós.

Carta de despedida para un viejo maestro

Antonio Zúñiga

R a d i o g r a f í a s d e l a e s c e n a

elegido en esa ocasión, pero casi automáticamente, la vanidad me lleva a sentir envidia. Usted lo mira como un gato a un ratón. Penetrante, acucioso, encantador. El ac-tor se distrae un segundo. Su voz lo regresa al aquí y al ahora de la clase. “Si el actor se dispersa el momento se pierde.” Lo deja ahí y mueve su mirada para encontrar otra “víctima.” De nuevo quiero ser yo el elegido, otra vez no quiero ser yo el elegido. Pero su movimiento sólo ha sido una provocación. Ha lanzado el anzuelo para medir la disposición del grupo, para retar al combate. Para medir la energía del cuarto. Regresa al mismo actor y clava la mirada en él. Otra vez parece que él reciente un golpe, pues mueve los dedos de la mano, un tanto nervioso. A usted no se le pasa desapercibido el gesto. Levanta la

de él. Luego usted desvía la atención, condescen-diente, como para no hacerlo sentir mal tanto tiempo, -eterno tiempo-, y sonríe levemente, creo que con satisfacción. Pienso que se

todos. Nos indica mantenernos así, con los ojos cerrados. Y nos pide cami-

nar. Opongo resis-tencia ante el temor de caer y hacerme

daño pero luego de unos instantes me

dejo conducir. “Un ciego que lleva a otro

ciego que lleva a otro ciego”-dice su voz apa-

sionada-. Entonces me dejo llevar hasta el borde

del escenario confiando en la presencia de su voz. Ca-

minando así, siento vértigo, pero nunca abro los ojos. En

esa sensación de abandono, aprieto la mano de uno de

mis compañeros y sigo escu-chando: “Sólo ve el que quiere

ver”. “Nadie ve si no quiere ver”. Siento la atracción del abismo,

como me imagino que siente el

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08 autopsias breves

Ramón Sánchez Reyna

Entre mayo y septiembre del año pasado, quien escribe, coordinó desde la dirección del Museo de Arte Colonial de Morelia, con el apoyo del etnomusicólogo Jorge Amós Martínez, un ciclo de conciertos didácticos denominado Reminiscencias Virreinales en la Música Michoacana.

Dicho ciclo versó en la parte de charlas ilustrativas, desde la música (“culta”) de cámara, la música tradicio-nal purépecha, de la Tierra Caliente, hasta el canto llano que hoy día pervive en comunidades como Ostula en el municipio de Aquila.

Fue un logro que las charlas y sus respectivos conciertos se pudiesen desarrollar en el Templo de Las Rosas, con el permiso de su párroco, presbítero Xavier Andaluz, y la anuencia respectiva del arzobispo de la arquidiócesis de Morelia monseñor Alberto Suárez Inda. Menciono esto, porque existe un ordenamiento ca-nónico que especifica el uso que debe darse a los templos de la grey católica.

En el citado ciclo de conciertos didácticos, participó como con-ferencista el medico Francisco Rodríguez Erdmann, musicólogo nato, quien por cierto, en breves días nos dará la primicia de su libro sobre la capilla de música de la catedral vallisoletana.

Es justo recordar también, que en ocasión de la Semana Santa, el año pasado el Dr. Rodríguez Erdmann, presentó, con el apoyo de la Secretaría de Cultura, un concierto de canto llano en la Catedral de Morelia, una obra de fray Juan Nava-rro, cuyo testimonio de su temprana hechura, encontró él en el archivo catedralicio moreliano.

Con esos antecedentes, ahora el Dr. R. Ermann, se ha aventurado a presentar un ciclo de seis audiciones disco-gráficas, correspondientes a igual número de réquiem de músicos universales. Teniendo como escenario el barroco y bello templo de Las Rosas.

A la fecha, se han presentado los réquiem de Tomás Luis de Victoria (1548-1611), Wolfang Amadeus Mozart (1756-1791) y Gaetano Donizetti (1797-1848).

Durante el presente mes de marzo, 10 y 17, se presentará a Héctor Berlioz (1803-1869) y Guiuseppe Verdi (1813-1901).

Las presentaciones corren a cargo del Dr. R. Er-mann, Pier Luigi Ferrari, Violeta P. Carvajal e Iván López Reynoso.

Este ciclo de conciertos didácticos apoyado por la Secretaría de Cultura del Estado, pone de manifiesto que, eventos de singular importancia y calidad, en esta realidad en que nos ha tocado vivir, tienen que ser impulsados por particulares po-seedores de conciencia cultural, como es el caso del Dr. Ermann, y dejar de esperar que las instituciones, que en realidad deberían ser las encargadas de ello, lo hagan, y como en este caso –que las instituciones– por lo menos ayuden con la impresión de un digno cartel.

Sabemos de agrupaciones y personas, que por cuenta propia vienen desde hace años promoviendo de manera personal y desinteresada –desinteresada en lo económico– eventos de esta índole.

Ciclos didácticos como este de Seis Réquiems, contribuyen, no hay duda, a hacer de Morelia, la soñada Salzburgo de América.

Seis réquiem en las Rosas

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PROXIMO CONCIERTO DISCOGRAFICOLUNES 10 DE MARZO

20:30 HRSTEMPLO DE LAS ROSAS

ENTRADA GRATUITAREQUIEM DE HECTOR BERLIOZ