plan de recuperación de lengua castellana y literatura de

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Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de 1º de ESO para septiembre de 2021 El alumnado que SUSPENDE la materia de LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA de 1º de Bachillerato tiene toda la información relacionada con los criterios de evaluación, contenidos y estándares de aprendizaje evaluables. Puede consultarse en la programación didáctica del departamento que se encuentra en la página web del IES Viera y Clavijo: http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/edublog/iesvierayclavijo/ Para recuperar la materia en septiembre, se recomienda: Estudio de los contenidos impartidos que se encuentran en las unidades correspondientes y trabajar siguiendo el siguiente plan: 1. Reelaboración de las actividades realizadas. 2. Estudiar la Literatura de la Edad Media, Prerrenacimiento, Renacimiento y Barroco. 3. Desarrollo y estudio de los CUESTIONARIOS PROPUESTOS DURANTE EL CURSO. 4. Lectura comprensiva y crítica de los textos literarios del libro y de los propuestos durante el curso a través de fotocopias, correo electrónico o página web. Estos textos los deben tener los alumnos convenientemente archivados y trabajados. 5. Reelaborar los comentarios literarios realizados durante el curso (contextualización, autor, época, tema, tópico, género literario, métrica, interpretación de los recursos, etc.). 6. Lectura o relectura de La Celestina, Lazarillo de Tormes y El perro del hortelano. En estas obras el alumno, además de la lectura, debe ser capaz de ver proyectadas en las mismas las características de la época, género, etc. 7. El alumno debe ser capaz de realizar comentarios periodísticos siguiendo el modelo trabajado a lo largo del curso. Si bien en septiembre no se hará completo, en el examen se podrá plantear cualquiera de los apartados. 8. Debe tener en cuenta la importancia del aprendizaje de destrezas y procedimientos relacionados con los contenidos y practicar el resumen y la redacción de textos coherentes y cohesionados. Puede utilizar los textos enviados durante el curso. 9. Se le recomienda leer textos periodísticos de opinión de la prensa escrita sobre temas de actualidad: columnas, editoriales, artículos,… La finalidad es que se familiaricen con la tipología textual, con los temas de actualidad, el lenguaje argumentativo, etc. 10. El alumno debe prestar especial atención a la ortografía y a la puntuación. 11. Cuando el alumno asista al examen de septiembre, presentará a la profesora el material trabajado durante la preparación de la asignatura. El examen durará 90 minutos y en él se incluirán contenidos de Lengua y de Literatura: Los contenidos de Lengua (5 puntos) serán teórico-prácticos vinculados a un texto periodístico de opinión, tal y como se ha trabajado a lo largo del curso, pero únicamente se preguntará por algunos apartados por cuestiones de tiempo. La parte de Literatura (5 puntos) se planteará de la siguiente forma: a. Preguntas teóricas sobre los movimientos impartidos. b. Algunos textos para reconocer las características del movimiento, autor, tópicos, recursos estilísticos (reconocimiento y explicación de su valor estilístico).

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Page 1: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de 1º

de ESO para septiembre de 2021

El alumnado que SUSPENDE la materia de LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA de 1º de

Bachillerato tiene toda la información relacionada con los criterios de evaluación, contenidos

y estándares de aprendizaje evaluables. Puede consultarse en la programación didáctica del

departamento que se encuentra en la página web del IES Viera y Clavijo:

http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/edublog/iesvierayclavijo/

Para recuperar la materia en septiembre, se recomienda:

Estudio de los contenidos impartidos que se encuentran en las unidades correspondientes

y trabajar siguiendo el siguiente plan:

1. Reelaboración de las actividades realizadas.

2. Estudiar la Literatura de la Edad Media, Prerrenacimiento, Renacimiento y Barroco.

3. Desarrollo y estudio de los CUESTIONARIOS PROPUESTOS DURANTE EL CURSO.

4. Lectura comprensiva y crítica de los textos literarios del libro y de los propuestos durante

el curso a través de fotocopias, correo electrónico o página web. Estos textos los deben

tener los alumnos convenientemente archivados y trabajados.

5. Reelaborar los comentarios literarios realizados durante el curso (contextualización,

autor, época, tema, tópico, género literario, métrica, interpretación de los recursos, etc.).

6. Lectura o relectura de La Celestina, Lazarillo de Tormes y El perro del hortelano. En

estas obras el alumno, además de la lectura, debe ser capaz de ver proyectadas en las

mismas las características de la época, género, etc.

7. El alumno debe ser capaz de realizar comentarios periodísticos siguiendo el modelo

trabajado a lo largo del curso. Si bien en septiembre no se hará completo, en el examen se

podrá plantear cualquiera de los apartados.

8. Debe tener en cuenta la importancia del aprendizaje de destrezas y procedimientos

relacionados con los contenidos y practicar el resumen y la redacción de textos

coherentes y cohesionados. Puede utilizar los textos enviados durante el curso.

9. Se le recomienda leer textos periodísticos de opinión de la prensa escrita sobre temas de

actualidad: columnas, editoriales, artículos,… La finalidad es que se familiaricen con la

tipología textual, con los temas de actualidad, el lenguaje argumentativo, etc.

10. El alumno debe prestar especial atención a la ortografía y a la puntuación.

11. Cuando el alumno asista al examen de septiembre, presentará a la profesora el material

trabajado durante la preparación de la asignatura.

El examen durará 90 minutos y en él se incluirán contenidos de Lengua y de Literatura:

Los contenidos de Lengua (5 puntos) serán teórico-prácticos vinculados a un texto

periodístico de opinión, tal y como se ha trabajado a lo largo del curso, pero únicamente

se preguntará por algunos apartados por cuestiones de tiempo.

La parte de Literatura (5 puntos) se planteará de la siguiente forma:

a. Preguntas teóricas sobre los movimientos impartidos.

b. Algunos textos para reconocer las características del movimiento, autor, tópicos,

recursos estilísticos (reconocimiento y explicación de su valor estilístico).

Page 2: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

c. Las lecturas del curso deben relacionarse con el género literario con el que se

corresponden, las características del movimiento que se reflejan en las mismas,

etc.

Para facilitar el trabajo en los bloques de contenido de Conocimiento de la Lengua y

Comunicación Lingüística, se les adjuntan varios textos periodísticos de actualidad, que podrán

utilizar para superar los criterios de evaluación correspondientes. Deben trabajar en la siguiente

línea:

Realizar comentarios (COMPLETOS) de textos periodísticos siguiendo el modelo que

se ha trabajado. Deben estar completos, escritos a mano, convenientemente presentados

respetando las normas elementales (márgenes, sangría después de punto y aparte,

caligrafía legible, etc.). DEBEN SEGUIR EL MODELO TRABAJDO CON

BASTANTE RIGOR PARA CORREGIR LAS DEFICIENCIAS.

Realizar otros comentarios en los que únicamente se aborde el análisis de la parte final

del comentario, referida a los siguientes aspectos:

Nivel léxico-semántico

Nivel morfológico (deixis, anáforas, elipsis).

Adjetivos (especificativos, explicativos y gradación de los mismos) y

sus valor estilístico en el texto en relación a la postura del autor.

Sustantivos (concretos y abstractos) y su valor estilístico en el texto en

relación al contenido.

Modo verbal (explicación y valor en el texto).

Tiempos verbales: análisis de los tiempos verbales, su valor estilístico

en relación al contenido.

Análisis también de las perífrasis verbales.

Trabajar ortografía, si suele presentar deficiencias en este aspecto:

Para ello, puede consultar páginas interactivas, imprimir ejercicios, hacerlos y,

posteriormente, corregirlos con otro color.

Lectura:

Leer durante el verano para mejorar la competencia lingüística y literaria con el objetivo

de afrontar con madurez la parte del posicionamiento en el comentario periodístico en

2º de Bachillerato.

Se recomienda hacer esta tarea poco a poco, a lo largo del verano, con el fin de no perder las

destrezas adquiridas e ir afianzándolas.

El Departamento propone la siguiente antología de textos, similares al modelo que tendrán

que abordar en el examen (extensión, estructura en párrafos, etc.) de la convocatoria

extraordinaria de septiembre.

Page 3: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

Volver a casa

EL PAÍS, Margaryta Yakovenko, 21 de diciembre de 2021

Mi primer recuerdo de la Navidad son los niños de San Ildefonso cantando los números de la lotería. Era

diciembre de 1999. Yo tenía siete años y el día anterior había llegado con mi madre a un país del que no

conocíamos ni el idioma, ni las costumbres, ni la geografía. Pero esas bolas blanquecinas de madera en

los bombos fulgurantes de latón, el cántico de los premios, el champán, son el único recuerdo brillante

que tengo de mi primer día en España.

Resulta que un año después, en 2000, la ONU decidió decretar el 18 de diciembre como el Día

internacional del Migrante. En la resolución se puede leer que un día para los migrantes era necesario por

el “número elevado y cada vez mayor de emigrantes que existe en el mundo”. En 2019, ese número se

hizo el más grande de la historia: había 272 millones de personas en todo el mundo residiendo en un país

distinto al que nacieron. Eso son casi seis Españas. Catorce Chiles. Cincuenta y cuatro Finlandias. Si

todos los migrantes del mundo vivieran en un solo país, sería el cuarto más poblado del planeta.

¿Se lo imaginan? Un país lleno de personas que cuando dicen “casa” no saben muy bien a qué lugar se

refieren. Que quizá arriesgaron su vida para mejorar la que tenían. Un país lleno de ilusos optimistas

porque, como observó Hans Magnus Enzensberger en ‘La gran migración’ (Anagrama): “Nadie emigra

sin que medie el reclamo de alguna promesa”. Sería un país curioso. Sería la peor pesadilla de Santiago

Abascal que de nuevo volvió a utilizar en el pleno del Congreso y en la misma frase la palabra menas,

niños migrantes que llegan sin sus padres en patera, y violencia.

Me pregunto si Abascal pondrá un belén esta Navidad en su casa. Imagino que sí, dado que su

catolicismo ha sido pregonado a los cuatro vientos desde hace años. Me pregunto si como el papa

Francisco, Abascal también piensa en María, José y el niño, como la familia de refugiados más famosa

del mundo. Imagino que no. Imagino que aún así, su conciencia está tranquila, su sentido de la caridad

intacto.

Puede ser que por culpa de una pandemia esta sea la primera Navidad de mi vida que no vuelva a casa.

Que no celebre con mis padres los 21 años de nuestros primeros días en un país extranjero que ya dejó de

serlo. Porque, le pese a quien le pese, todos tenemos derecho a elegir dónde está la casa de la que huimos

y también la casa a la que queremos volver. Y a esa necesidad, igual que a la familia de refugiados más

famosa del mundo, le dan igual las fronteras.

Un arma cargada de futuro

EL PAÍS, LLUÍS BASSETS, 10 de enero de 2021

Ya sabemos quién tiene más poder que el presidente de Estados Unidos. Más poder que el Congreso, el

fiscal general o el FBI. Más poder que The New York Times, The Washington Post y las grandes cadenas

de televisión todos juntos.

Desde el viernes lo sabemos, cuando Jack Dorsey decidió quitarle a Donald Trump el principal

instrumento de su poder, su cuenta de Twitter, a la que siguen 88 millones de personas. El presidente de

la compañía tecnológica tomó la decisión después de no pocas consultas internas y la dio a conocer a

través del blog que mantiene la red social en un texto que parece una sentencia judicial, aunque nada dice

sobre el procedimiento, los jueces y la eventual consideración de los argumentos del acusado.

Al presidente se le condena como reo del delito digital de exaltación de la violencia, tipificado en el

código publicado por Twitter en marzo de 2019, redactado por la empresa, se supone que después de un

debate interno entre sus dirigentes. Es sin duda un severo golpe político para Trump, que se adelanta a

cualquiera de las otras iniciativas de destitución que están en marcha.

No es exactamente la poesía, como quería el poeta, el arma cargada de futuro que está modificando ya no

la acción política, sino incluso las formas de distribución de poder. Son las redes sociales y más

concretamente, esa herramienta que aparece en manos de todos los manifestantes e incluso de los

asaltantes de todos los parlamentos e instituciones, desde la primavera árabe hasta el asalto al Capitolio

pasando por los gilets jaunes, los Indignados o el Tsunami Democrático catalán.

Con el teléfono móvil en la mano, ganó Trump las primarias republicanas, después consiguió entrar en la

Casa Blanca, luego ha desgobernado Estados Unidos y el mundo durante cuatro años y ahora pretendía

Page 4: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

perpetuarse, perpetrando un golpe para forzar al Congreso a su elección antidemocrática gracias a un

procedimiento excepcional, incluso con el auxilio del Ejército.

Las grandes tecnológicas le han demostrado a Trump quién tiene más poder que él. También los

asaltantes, primero regocijados con los selfis y los vídeos históricos de sus barbaridades, se están dando

cuenta ahora de que habían colgado de la nube las pruebas judiciales para su detención y condena.

Hay que ir con mucho cuidado al manejar esa arma con tanto futuro, porque es una espada de dos filos.

Apoyo público para la natalidad

EL PAÍS, 8 de marzo de 2021

La pandemia lleva camino de dar un nuevo golpe a la natalidad en España. De momento, ya ha tenido

un efecto claro sobre el número de nacimientos en los meses de diciembre y enero, que corresponden a las

gestaciones de abril y mayo, cuando el país entero tuvo que confinarse para frenar la propagación del

virus. Los registros civiles informatizados, que recogen datos del 93% de la población española, constatan

una caída del 22,6% respecto al mismo periodo del año anterior. Descensos similares se observan en otros

países golpeados por la pandemia como Italia (21,6%) o Francia (13%), pero la caída es especialmente

preocupante en España porque incide sobre una tasa de fertilidad que ya está bajo mínimos. Estos datos

permiten augurar que a final de 2021 los nacimientos se situarán por debajo de los 360.617 de 2019, el

año de menor natalidad desde que en 1941 se inició la serie histórica.

La crisis provocada por el coronavirus reforzará una tendencia demográfica que obedece a causas

estructurales. Una encuesta reciente ha revelado que entre las parejas que habían proyectado tener un hijo

en los próximos meses, la mitad ha decidido posponer el embarazo y casi un 30% ha desistido. La

incertidumbre laboral y vital incide especialmente en las generaciones jóvenes. El cierre de actividad se

ha concentrado en sectores y servicios muy precarizados en los que trabajan muchos jóvenes, y aunque

los ERTE han mitigado los efectos, la pérdida del empleo o el miedo a perderlo pesa como una losa a la

hora de planificar el futuro.

La tasa de fecundidad ha bajado de 1,4 a 1,2 hijos por mujer, una de las más bajas del mundo, entre

2008 y 2019. La edad de la primera maternidad está ya en 32 años. A partir de ese momento la fertilidad

cae de manera que cualquier retraso en la decisión de tener el primer hijo compromete la posibilidad de

embarazo. Eso hace que muchas mujeres que, según el Instituto Nacional de Estadística, querrían tener

dos o más hijos, solo tengan uno o ninguno. El retraso de la maternidad comporta en muchos casos

dificultades que pueden requerir un tratamiento de fecundación asistida. Por eso, uno de los efectos

colaterales de la pandemia ha sido el aumento en la lista de espera para un procedimiento de este tipo en

los hospitales públicos, ante la dificultad de afrontar los costes que comporta hacerlo en un centro

privado.

La primera actuación para mitigar los efectos de la crisis debería ser reforzar estos servicios en la

sanidad pública. Pero para remontar la natalidad hasta unos niveles menos depresivos hará falta mucho

más. El país no recobrará la vitalidad demográfica hasta que no intervenga sobre las causas estructurales.

De nuevo resulta evidente la necesidad absoluta de emprender políticas que mejoren la situación de los

jóvenes, tanto en el mercado laboral —reduciendo la precariedad, con mejoras del salario mínimo en

cuanto se haya superado la fase más oscura de la crisis— como en el sistema educativo —de cuya calidad

depende en buena medida el éxito profesional— y el acceso a la vivienda. Se trata de un desafío

estratégico de importancia enorme. Sería un error nefasto subestimarlo solo porque el impacto no es

inmediato.

Mi casa

EL PAÍS, PEPA BUENO, 24 de marzo de 2021 -

Hay una canción de La Polla Records de mitad de los años ochenta titulada Demócrata y cristiano que

dice “Hiciste nuestras casas al lado de tus fábricas”. Ni entonces había libertad para elegir donde vivir, ni

ahora. Con la diferencia de que ahora, en ausencia de fábricas, muchos residentes de grandes ciudades

elegirían sin dudar estar cerca del lugar de trabajo, cerca del colegio de los hijos si los tienen, al lado de

los espacios para el ocio y la cultura, todo a una distancia hecha a la medida del ser humano. Una casa

Page 5: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

concebida para vivir y no solo para el tránsito. La pandemia, que ha actuado como un rotulador

fluorescente subrayando nuestras debilidades, ha dejado más que nunca en evidencia las viviendas

construidas para ir a cenar y dormir.

No hay proyecto vital, no hay posibilidad de desarrollo personal que no necesite un techo. Digno. Y no es

un problema general en un país de propietarios como el nuestro. Es un problema que afecta a las grandes

ciudades y a las localidades, de todos los tamaños, donde hay muchas viviendas turísticas. Y es un

problema que afecta fundamentalmente a los vulnerables, a los trabajadores temporales y a los jóvenes

que además tienen sueldos precarios y quieren independizarse o tener hijos. Muchos heredarán algún día

la vivienda que es el único ahorro de su familia, pero no parece razonable que esperen una defunción para

empezar a hacer planes como adultos. En definitiva, es un problema que se puede acotar.

El Gobierno de coalición no acaba de ponerse de acuerdo sobre cómo atajar esta realidad. El PSOE

presenta una propuesta de desgravaciones fiscales que recuerda a los confinamientos perimetrales por

zonas básicas de salud de Madrid. Microcirugía inentendible que deja al inquilino en manos de la buena

voluntad del casero. Unidas Podemos ha convertido el tope a los alquileres en el bálsamo de Fierabrás

que todo lo cura pese a las dudas sobre su funcionamiento en España de los expertos independientes.

Todos coinciden en que hay que construir más vivienda social. Pero ¿y mientras tanto?

Ahora nos cuentan que será difícil que el acuerdo llegue antes de las elecciones madrileñas del 4 de mayo.

Ya se sabe, la lógica electoral y todo eso. Vale, los que necesitan una casa que no asfixie su economía y

su vida, seguirán esperando.

Coser y contar

La metáfora del tejido es constante en la creación verbal: bordamos un discurso, hilvanamos ideas,

hilamos palabras…

EPS, Irene Vallejo, 11 de abril de 2021

El silencio y el estrépito. Eras solo una niña. Recuerdas a tu madre, después del trabajo,

absorta en sus dos mundos cotidianos: los libros y la costura. Con el dedal o la lectura, todo era

sigilo. Otras veces, la casa entera temblaba sacudida por ese tableteo entrañable de la máquina

de coser o la de escribir. Siempre, el gesto de concentración. Enhebrar el hilo en el ojo de la

aguja, fijar los ojos en las hebras de las líneas. Años después, leerías a Carmen Martín Gaite

en El cuento de nunca acabar: “Ponerse a contar es como empezar a coser; es ir una puntada

detrás de otra, sean vainicas o recuerdos”. Trenzando lana o letras, aquellos gestos paralelos

anudaban mundos.

En muchas lenguas, “texto”, “textura” y “textil” son palabras que comparten el mismo

origen. La metáfora del tejido es constante en la creación verbal: bordamos un discurso,

hilvanamos ideas, hilamos palabras, urdimos planes, nos devanamos los sesos, desovillamos

enredos, nuestros relatos tienen trama, nudo y desenlace. El nombre de los antiguos bardos de

los poemas homéricos —rapsodas— significaba “zurcidores de cantos”. En las historias más

antiguas de la humanidad encontramos el rastro de remotas tejedoras. La mitología griega

cuenta la trágica victoria de Aracne, una mujer que componía maravillosas narraciones sobre las

páginas en blanco de la tela. Sus obras eran tan bellas que las ninfas acudían a admirarlas.

Orgullosa de su habilidad, desafió a Atenea a un torneo de bordado. La diosa representó en su

tapiz a las divinidades olímpicas en toda su majestad; la irreverente Aracne ridiculizó al

mismísimo padre Zeus en sus torpes atropellos amorosos: Europa, Dánae y otras. Humillada por

el descaro y la pericia de la joven, Atenea juró venganza y Aracne, aterrada, se ahorcó.

Entonces la diosa la transformó en una araña que, terca, extrajo de su propio cuerpo un hilo con

el que crear delicadísimos encajes. Siglos después, en Las mil y una noches, Sherezade diría:

“El mundo es como una tela de araña, detrás de cuya fragilidad está acechándote la nada”.

En las culturas tradicionales, los tejidos albergan significados, recuerdos, símbolos,

mensajes: son escrituras. Los incas usaban quipus —cuerdas con flecos de distintos colores y

grosor— para conservar leyes o leyendas. Sus libros estaban redactados con nudos y hebras, en

un código que recuerda al de los ábacos. En el siglo XVI, los españoles, inquietos ante unos

textos que les resultaban incomprensibles, ordenaron que los quipus fueran destruidos. Solo se

Page 6: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

han salvado algunos cientos, aún hoy enigmáticos e indescifrables. La conquista erradicó ese

originalísimo alfabeto de hilo, un idioma de redes, secuencias y vínculos que parece anticiparse

al lenguaje de la programación informática. Del mundo precolombino sí sobrevivió el telar de

cintura, que relaciona simbólicamente el acto de tejer con el parto. Se ata como un cordón

umbilical a un árbol, y el cuerpo que lo sujeta se mece moviendo la lanzadera mediante

contracciones rítmicas. El parto, igual que la creación, necesita gestos de costurera: se corta un

cordón, se cosen los desgarros de la madre y el ombligo se convierte en nuestro primer nudo.

Como soñó Remedios Varo en su pintura mexicana Bordando el manto terrestre, el mundo fue

—tal vez— engendrado por mujeres que hablaban y tejían.

Una urdimbre íntima entrelaza tejido, escritura y maternidad. En La flor de mi secreto, de

Pedro Almodóvar, la cámara retrata a la protagonista, Leo, a través de la máquina de escribir, y

su rostro se adivina tras la celosía de las teclas. Después de un intento de suicidio, la novelista

regresa a su pueblo natal para recuperar la salud. Arropada por su madre, su cuerpo frágil se

dibuja detrás de un visillo con calados. Poco a poco, siente renacer su alegría y su deseo de

escribir, sentada en la solana con las vecinas, escuchando sus anécdotas y cantos, mientras sus

manos expertas se afanan en el encaje y resuena el traqueteo musical de los bolillos. La

algarabía de ese tapiz de hebras y palabras le devuelve a la vida. En la costura, como en la

escritura, no hay que dar puntadas sin hilo.

Armas de doble filo

EL PAÍS, MÁRIAM MARTÍNEZ-BASCUÑÁN, 16 de abril de 2021

La libertad de expresión no es equiparable a la ausencia de censura. No está de más recordarlo cuando

estamos en los tiempos de la trampa de la libertad. Esta se ha reducido a poder expresar cualquier cosa, y

al parecer eso es tener voz, como espetó Donald Trump antes del asalto al Capitolio: “Es hora de que el

mundo, de que el Capitolio, escuche nuestra voz”. Hoy sabemos que su triunfo significó también el de

una idea de espacio público y de conversación basada en la cloaca digital. Las espirales de silencio

provocadas por tantos enjambres dispuestos al linchamiento, el efecto rebaño, la intimidación o el

señalamiento del disidente, el dogmatismo grupal, nos alejan aún más de lo que Rorty llamaba “el poder

de conversar y tolerar, de considerar las posturas de otra gente”. Sin el sentimiento de antipatía, decía

Isaiah Berlin, no pueden existir convicciones profundas: toleramos la discrepancia porque nos provoca

una sensación de desagrado. Por eso toleramos. Pero una moral colectivista se ha apoderado de esa forma

de entender la conversación, provocando no ya la censura de quien opina diferente sino su silenciamiento,

debilitando así la independencia de juicio como una virtud democrática.

Los ejemplos más recientes los han vivido el escritor Cercas, objeto de una campaña de

señalamiento público desde el independentismo, y la política Ada Colau, quien anunció que deja

Twitter porque es incompatible con su manera de entender la política. No es la primera: líderes como

Robert Habeck, de los verdes alemanes, tomaron el mismo camino por similares razones. Cuando hay una

guerra (y el espacio público, hoy, al menos lo parece), lo primero que se dinamita son los puentes. Se

penaliza la voluntad constructiva de superar bloques, algo que conviene a quien vive del conflicto. Sin

embargo, la cesión de espacios públicos a quienes los reducen a un peligroso instrumento al servicio del

conflicto, anulando cualquier canal de mediación constructiva, no deja de ser inquietante.

Pero conviene no llamarse a engaño. Las redes fomentan los discursos del odio y silencian voces valiosas,

pero pueden viralizar imágenes que nos colocan en la piel de George Floyd, visibilizando con las cámaras

de nuestros móviles otras formas de poder, de interdicción sobre la libertad. El problema no son las redes

sino el uso que hacemos de ellas. Son armas de doble filo. El verdadero problema de nuestro tiempo no es

el debilitamiento del valor de la verdad, sino el de la discusión racional.

El dueño de la inteligencia

Europa tiene la oportunidad de liderar la regulación mundial de las máquinas

EL PAÍS, JAVIER SAMPEDRO, 24 de abril de 2021

Page 7: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

Pocas tecnologías se han desarrollado sin que los militares tuvieran un ojo puesto en ellas. El propio

Arquímedes, dice la leyenda, utilizó sus estudios sobre la reflexión de la luz solar para achicharrar con

una combinación de espejos la flota del general romano Marco Claudio Marcelo, y se ganó con ello una

certera estocada en el corazón por parte de un soldado cabreado. Es lo que pasa cuando un científico se

mete en política, que sale con los pies por delante. La cornucopia dineraria que financió la física de

partículas en la segunda mitad del siglo XX fue la consecuencia directa del proyecto Manhattan que,

redondeando un poco, resolvió a lo bestia la Segunda Guerra. La virología vivirá dentro de poco una fase

de esplendor, por razones que a un militar le parecerán obvias. El GPS fue una herramienta militar del

Pentágono hasta que Bill Clinton decidió donarlo al mundo libre de costes. Aunque solo a cambio de

financiar versiones del GPS más avanzadas para el ejército.

Lo mismo estamos viviendo con la Inteligencia Artificial (AI), el conjunto de técnicas matemáticas que

lleva una década generando prodigios asombrosos. Máquinas que ven y que responden llamadas de los

humanos –a menudo tras escuchar las cuatro estaciones de Vivaldi en manos libres, pero eso no es culpa

del robot, sino del rácano que lo compró—, piernas y brazos artificiales que responden al mero

pensamiento de las personas paralizadas, drones y martecópteros como el que vuela estos días por Marte,

sistemas adaptativos que no solo ganan a los campeones humanos de ajedrez, go o póker, sino que

descubren en cuestión de horas unas estrategias que no se le habían ocurrido a nadie que esté hecho de

carne durante siglos de cultura y excelencia. ¿Humillante? Sin duda. ¿De interés militar? Por supuesto.

El país más avanzado en IA sigue siendo Estados Unidos, por más que China esté decidida a comerle el

terreno, y la tradición liberal, casi libertaria, del gigante americano en materia de política industrial

supone un escollo para las iniciativas de analizar la ética de esa poderosa tecnología. A Washington, lo

que hagan los magnates de Silicon Valley con los mensajes que trasmiten en sus redes y los datos que

atesoran en sus bases le importa más bien poco mientras aporten riqueza al país. Pero la élite de las

ciencias de la computación lleva 15 o 20 años clamando por un tratado internacional que regule el uso

bélico de la IA, al estilo de los pactos de no proliferación nuclear. Saben muy bien de lo que hablan,

porque el Pentágono los recluta de entre sus huestes.

Europa tiene ahí una oportunidad. No solo por la parte bélica de la cuestión, sino también por los abusos

cotidianos. Los algoritmos de la IA ya se utilizan para seleccionar empleados, por ejemplo, y sabemos

que están sesgados por sexo y raza, puesto que han aprendido leyendo nuestros textos, que también lo

están. Si Europa regula, medio mundo irá detrás.

El tiempo que nos queda

EL PAÍS, JULIO LLAMAZARES, 15 de mayo de 2021

Somos el tiempo que nos queda, tituló José Manuel Caballero Bonald, que acaba de morir en

Madrid, su obra poética completa y el título suena revelador en estos tiempos que estamos viviendo,

cuando todo parece querer empezar de nuevo, no solo por la primavera, que es época de renacimiento,

sino por la esperanza de que por fin los oscuros meses de la pandemia y sus secuelas de todo tipo vayan

comenzando a ser un recuerdo. Cansados de tanta tensión, todos soñamos con que esto termine por fin y

podamos volver a vivir como vivíamos antes de que la pandemia vírica se desatara sobre la humanidad

como un nuevo jinete del Apocalipsis.

Somos el tiempo que nos queda por vivir parece decirse la gente aún sin expresarlo con esas mismas

palabras, deseosa de recuperar el espíritu y la ilusión por vivir sin miedo y con la libertad de quien nada

teme de lo que le rodea. En poco más de un año hasta hemos olvidado cómo vivíamos antes de la

pandemia y nos va a costar recuperar aquellas costumbres, aquella normalidad, pese a lo cual todos

estamos soñando con empezar a vivir de nuevo y recobrar el tiempo perdido por culpa de la enfermedad.

“A mí lo que me sobra es pasado, futuro es lo que me va faltando”, declaró Caballero Bonald en una

entrevista a punto de cumplir los 79 años (murió la semana pasada con 94) en lo que era más una

constatación que un lamento, pues nunca fue de lamentarse mucho. Al contrario, su entusiasmo por la

vida le llevó a disfrutarla todo lo que pudo, lo que explica su apego a ella y su positividad. Deberíamos

aprender de él ahora que empieza una nueva época y tratar de aprovechar el futuro que a cada uno nos

quede, que es el tiempo que nos tocará vivir. Durante todos estos meses de angustia, ansiedad y miedo

(para muchos también de desolación y dolor), se ha discutido sobre a qué parte de la población la pérdida

de este tiempo le ha sido más gravosa, si a los jóvenes, que se han perdido un tiempo precioso en su vida,

Page 8: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

el de su descubrimiento, a sus padres, a quienes la pandemia les ha obligado a replantearse todo, hasta la

forma de trabajar, o a sus abuelos, a los que menos tiempo les queda de vida por naturaleza y para los que

la pérdida de un año supone una frustración mayor por ello que para los anteriores. Sea como sea, lo

cierto es que para todos el tiempo de la pandemia ha sido un tiempo perdido y de lo que se trata ahora es

de dejarlo atrás y comenzar a vivir de nuevo partiendo desde el principio o por lo menos con toda la

ilusión. Lamentarse por lo perdido, salvo en el caso de las vidas de personas, no nos ayudará a recuperar

el tiempo y en el lamento y la frustración podemos dejar pasar el que viene sin disfrutarlo, como tantas

veces pasa en la vida. Éramos felices y no lo sabíamos, tituló en este periódico el periodista Íñigo

Domínguez un artículo a las pocas semanas de comenzada la pandemia para resaltar la contradicción, tan

humana, de no valorar la normalidad hasta que la perdemos y esa advertencia, como la de José Manuel

Caballero Bonald o la de John Lennon: “La vida es eso que va sucediendo mientras tú haces planes para

la vida”, debería servirnos de inspiración para el tiempo que nos queda por vivir.

Menteplanismo

EPS, Rosa Montero, 16 de mayo de 2021

Dicen que un pesimista es aquel que cree que estamos en la peor situación posible,

mientras que un optimista es quien piensa que aún podemos empeorar muchísimo. Partiendo de

esta premisa, no cabe duda de que vivimos tiempos muy optimistas, porque la realidad parece

deteriorarse cada día un poco más. Lo demuestra la campaña electoral de Madrid, que ha sido

especialmente indecorosa, un petardeo de insultos y rencores, un desconsuelo de ataques

grotescos coronado por la cobarde miseria de las balas. Se diría que estamos en caída libre, y no

sólo en España; ahí tienen, por ejemplo, el manifiesto de militares franceses de ultraderecha que

amenaza veladamente con un golpe de Estado. ¡Pero si incluso hay una cruzada internacional de

los ultras italianos, franceses, húngaros, norteamericanos y españoles contra el papa Francisco,

al que por lo visto consideran un rojo peligroso! Es de sainete.

Están pasando muchas cosas a la vez, todas nefastas, que tienen el común denominador de

la obnubilación mental, de un apagón mundial del raciocinio. Y así, crecen por doquier los

negacionistas, los terraplanistas y demás istas descerebrados que sostienen mentecateces

asombrosas. Pero aún asombran más esas personas supuestamente normales que prestan cierta

atención a tales delirios y que se justifican diciendo que hay que escuchar todas las opiniones.

Por todos los santos, sostener que la Tierra es plana o que el virus es un invento para

esclavizarnos no son opiniones, sino imbecilidades. Es como asegurar que dos más dos son

siete: ¿acaso consideraríamos esa suma chiflada una opinión? ¿Y cómo es posible que haya

gente que no se dé cuenta de esta obviedad? Nos estamos volviendo medio tontos.

Este fosfatinamiento de cabezas tiene varias causas. Una de ellas es, sin duda, la tremenda

revolución tecnológica que estamos viviendo. Nunca antes en la historia de la humanidad ha

habido un salto técnico tan colosal como el experimentado en los últimos 40 años; y ya sabem os

que todo avance o cambio radical genera una fuerza retrógrada que lo combate. De ahí las

memeces conspiratorias y acientíficas. Sucedió también al comienzo de la industrialización, en

el primer tercio del XIX, con el movimiento británico de los luditas, que destruían los telares

mecánicos y llegaron a matar a algún empresario, o de los swing, que rompían las trilladoras. En

los últimos años ha surgido una corriente reivindicadora del ludismo que sostiene que no iban

en contra de las máquinas, sino que eran simples obreros luchando por sus derechos, y es cierto

que sus condiciones laborales eran terribles y que los pobres fueron aniquilados (hubo una

treintena de ejecuciones), pero también creo que la revolución industrial les sobrepasó. La vida

es así de compleja, puedes tener en parte razón y en parte no. Sucede lo mismo con esas

personas a las que la crisis de 2008 empobreció para siempre, un sector social desamparado que

ve cómo los ricos culpables de la crisis siguen en el poder, más ricos que nunca, m ientras ellos

se hunden. Esto hace que no se sientan representados por la democracia, cosa que comprendo;

pero al mismo tiempo me parece trágico que crean que la solución está en Trump, o en Le Pen, o

en Vox. El populismo y la extrema derecha engordan con los obreros descontentos.

Todo esto también puede ser origen de nuestra confusión mental: me refiero a la crisis

económica mal resuelta, al descrédito de la democracia y la desaparición de los referentes

sociales tradicionales. Es un entontecimiento del que no se libran los ultras de izquierda: hace

poco publiqué en mi Facebook una petición de Amnistía Internacional en apoyo de Alexéi

Page 9: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

Dijimos que íbamos a proteger a los

trabajadores esenciales y las cajeras de

los supermercados siguen sin estar

vacunadas.

Navalni, encarcelado en Rusia, y algunos de los comentarios fueron tan feroces y dogmáticos

(como el rancio apoyo ciego a los rusos o el típico truco totalitario de denigrar a la víctima) que

me dejaron pasmada: creía que esos fanatismos estaban superados. Pero no. Vivimos tiempos

inciertos, cambios monumentales, crisis de valores que la pandemia ha empeorado. Y, cuando

cunde el miedo, hay gente que prefiere no pensar y que se refugia en la simpleza del dogma y de

las teorías mágicas. El sueño de la razón produce monstruos. Mucho más p eligroso que el

terraplanismo es el menteplanismo que nos azota.

Quisimos ser mejores

EL PAÍS, MARGARYTA YAKOVENKO, 17 de mayo de 2021

Lo quisimos de verdad. Quisimos pararnos y escuchar, bucear en nuestro mundo interior cuando la

pandemia nos obligaba a encerrarnos en casa y encontrar respuestas a todas esas preguntas que no nos

atrevíamos a formular. Pretendimos frenar, bajar revoluciones, encontrar una nueva manera de vivir, más

sanos, más cuidadosos, menos consumistas. Dijimos más de una vez “esto es culpa nuestra” y nos

contestamos “¡no lo volveremos a hacer!” como un niño dice cuando lo regañas por pintar con

rotuladores el sofá. Pero, igual que ese niño, lo dijimos por decir, porque sabíamos que era lo que se

esperaba de nosotros.

Queríamos hacernos oír cada tarde a las ocho desde los balcones. Queríamos que los aplausos

llegaran hasta los hospitales. Queríamos ser más respetuosos con el medio ambiente. Queríamos

convertirnos en los mejores seres humanos que han pisado la Tierra. Pero incluso en ese deseo había

corrupción porque quisimos de forma ambiciosa y de

forma egoísta. Dijimos que íbamos a proteger a los trabajadores

esenciales y las cajeras de los supermercados siguen sin estar

vacunadas. Afirmamos que ya no compraríamos tanto, que solo

compraríamos lo que de verdad necesitábamos y luego, de

pronto, se empezaron a vender mascarillas de lentejuelas para ir conjuntados en caso de fiesta,

cursos mindfulness promocionados por empresas para hacernos sentir mejor y estancias de hotel para

teletrabajar.

Prometimos que éramos todos una red, que necesitábamos cuidarnos entre nosotros y proteger a los

vulnerables y en el minuto uno del fin del estado de alarma nos quitamos la mascarilla coreando

“libertad” subidos unos encima de otros en el nuevo festival de los contagios. Y mientras países como

Israel ya celebran conciertos sin mascarilla porque están todos vacunados y países como EE UU aseguran

que el 4 de julio también será el “día de la independencia del covid” porque tienen vacunas para

enterrarnos, pero han decidido que serán todas para ellos, hay países como Etiopía, como Irak, Senegal,

Venezuela o Ucrania que ni siquiera tienen la suficiente población vacunada como para salir en los

gráficos. A día de hoy, solo un 5% de la población mundial está vacunada. De nuevo, a la división entre

Norte y Sur, entre desarrollados y sin desarrollar, entre ricos y pobres, entre personas humanas con

derechos y masas amorfas de gente de la que nos acordamos cuando legislamos leyes de extranjería,

sumamos una nueva división: los que están vacunados y los que no. Los que están salvados y los que

están condenados a morir. Y no es que no llegaran a tiempo cuando se repartía la tarta de la salud, es que

ni siquiera les dejamos sentarse a la mesa.

Catorce meses después de que la pandemia nos encerrara, ya podemos viajar libremente entre

comunidades y quedarnos en la calle de noche, pero hemos olvidado lo principal: nuestra gran ambición

para conseguir que una pandemia, que la muerte dolorosa, aleatoria e indiscriminada, nos convirtiera en la

sociedad bondadosa. Hemos fallado. Quisimos ser mejores, pero no supimos ni por dónde empezar.

Pura piel

EL PAÍS, MÁRIAM MARTÍNEZ-BASCUÑÁN, 23 de mayo de 2021

Atravesó el desierto, nadó en el mar, llegó a tierra y encontró a Luna. Luego vino esa imagen que

muestra cómo estar en presencia del otro me obliga a mirarle a los ojos, compartir su desamparo, sentir su

cuerpo vulnerable. En Luna vimos la tensión entre la responsabilidad abstracta de la hospitalidad y la

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concreta, la que surge del simple impulso de la proximidad. La primera, racional, responde a nuestros

valores democráticos; la segunda es pura piel: materialidad, inmediatez, cercanía. Sentimos al otro, su

humanidad, al reconocer nuestra propia vulnerabilidad. Por eso la piel es más convincente que un

discurso. Su mirada aterida nos persuade más que un alegato parlamentario, allí donde las políticas de

inmigración toman el aroma bélico de la “defensa de Europa”. El frío de un ser desnudo desata nuestra

compasión como un gesto instintivo, inmediato, casi animal. El cuidado del otro es un impulso previo a la

libertad porque está guiado por la protección básica del otro necesitado. En realidad, no lo decido.

Cuando me percato, ya estoy atrapada en él.

Quizás por eso durante esta pandemia nos ha costado tanto pensar en términos de cuidado. Sólo en

los hospitales saben lo que realmente pasó. Lo que sigue pasando. Aprendimos de las experiencias que

nos contaban las enfermeras, cómo se abrían a los pacientes con gestos de reconocimiento, de atención,

sin esperar reciprocidad alguna. Como Luna. Trataban de explicarnos de qué manera nuestro

comportamiento puede condicionar la vida de otras personas. Pero hay algo que nos impide experimentar

esa responsabilidad intuitiva hasta que no tenemos el drama frente a nosotros. Deberíamos exigirnos el

mismo grado de responsabilidad hacia todas las personas, y sin embargo, solo la sentimos cuando la

palpamos, cuando la vemos desde la singularidad de su vida, de su historia, su desarrollo, su meta.

Pero si todas las personas requieren la misma empatía, ¿por qué normalizamos las conversaciones

sobre el coste en vidas de abrir las terrazas, o reducir la libertad a una especie de agregado de sensaciones

positivas, como las cañas, los toros, incluso ir a misa? Afortunadamente existen las fotografías, las

historias contadas con imágenes donde, al ver un rostro, nos vacunamos contra la deshumanización,

evitando volvernos insensibles ante la vida. La sencillez de mostrar un abrazo, a un niño rescatado del

agua, nos conecta con el sentido más profundo del cuidado. Después habrá discursos, geopolítica,

patriotismo. Incluso críticas y acusaciones por nuestro “buenismo”. Pero ahí están las imágenes: la de

George Floyd, la de la niña palestina exclamando “Sólo tengo 10 años”, la del abrazo de Luna… Esas

imágenes son el único instrumento que tienen algunos para afirmar su propia vida y nos permiten

continuar esforzándonos por mantener una mirada ética sobre el mundo.

El bebé invasor

EL PAÍS, ELVIRA LINDO, 23 de mayo 2021

La madre sabe todo sobre su bebé. Apenas tiene dos meses, pero la madre sabe que es tranquila,

astuta, encontró el pezón la primera noche, un hallazgo primordial en la vida, y se aferró a él. Aunque

todavía no fija la mirada ya tiene la capacidad de distinguir a su madre de cualquier otro humano, porque

el olfato es el sentido que le permite identificar el olor del vientre materno de todos los vientres sobre la

tierra. Si no fuera por el llanto entrecortado con el que protesta por el dolor de barriga, el llanto rabioso

del hambre o el gemido gatuno con el que expresa su molestia por no estar limpita, la niña sería uno de

esos bebés angelicales que pasan las horas libres durmiendo y observando. La madre, como todas las

madres, ya ha asignado un carácter a la niña. Aquellos que no han criado un bebé desde el nacimiento

creen que son fantasías maternas ajenas al fundamento científico, que se trata de los deseos que la madre

proyecta sobre la niña, sobre su futuro. Pero no, esa madre ya sabe que su niña es tranquila y que nada ha

de temer si aferrada a su espalda y envuelta en una tela marsupial, se lanza con ella al agua en busca de

ese futuro que una bebé, a todas luces inteligente, merece. Pero no calcula la joven que el mar es

traicionero y al poco se encuentra desesperada y braceando para mantenerse a flote; la niña se le va

desprendiendo de la bolsa, y cuando ya parece asumir que se enfrentan las dos a una muerte segura un

hombre toma a la criatura entre los brazos y alza de las aguas a la pequeña Moisés, que acaba de renovar

sin saberlo la leyenda del Antiguo Testamento.

Con esa voluntad furiosa con que los recién nacidos luchan por sobrevivir, la niña helada, que

muestra el color pálido de la hipotermia, que se ha quedado inmóvil, congelada, que no parpadea, ni se

queja ni llora, es depositada por su salvador, un guardia civil, en manos de la asistente de la Cruz Roja,

que tras despojarla de su ropa empapada, la envuelve en una manta. La niña va despertando poco a poco,

empieza a sentir el cosquilleo de la sangre a flor de piel, y antes de lo que nadie podía predecir mira con

estupor a la mujer que la abraza y que no huele como su madre. Entonces rompe a llorar, que es la forma

de expresar su desconcierto.

Page 11: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

Esta criatura no sabe que fue arrojada a las aguas junto a su madre por un Gobierno sin

escrúpulos con el fin de presionar al Gobierno de otro país, la bebé desconoce que su cuerpecillo de

apenas cinco kilos está siendo utilizado como arma política sin que a nadie le importe que esa misión

pueda costarle la vida. Tampoco sabe esa pequeña que la tierra a la que acaba de llegar no es suya, y que

esa circunstancia alimentará discursos tan repulsivos como el de la matanza de los inocentes del

Evangelio. Ella, que conoce lo básico de la felicidad, el olor a madre, el sabor de la leche, la placidez del

sueño; y de la pena, el hambre, el desamparo, el frío hiriente; ella, que solo siente los fundamentos

básicos que conducen al bienestar o al miedo, no puede comprender que en la otra orilla haya quien la

califique de invasora, de diminuta peona de una guerrilla cuya misión es apoderarse del nuevo

país, arrebatarle el trabajo a la buena gente, dejar a la población sin pensiones, aterrorizarla, amenazar su

cultura y su religión, el marco de unas inmemoriales esencias. Ella es el eje del discurso racista y

xenófobo que se ha abierto espacio en la conversación pública hasta tal punto que, aunque no lo

compartamos, vamos siendo inmunes a las palabras de odio y admitimos lo vomitivo que hay en ellas

como muestra de una sagrada libertad de expresión.

Ella carece de ideas de frontera, patriotismo y raza. Esa mujer que no conoce la deposita ahora en

brazos de su joven madre, que también llora asustada. Y la niña encuentra de nuevo el olor amado, su

patria.

La gran estafa

EL PAÍS, ENRIC GONZÁLEZ, 29 de mayo de 2021

Si la contemplamos como lo que es, un montón de micropartículas cuyo movimiento se rige por

confusas leyes cuánticas, la realidad resulta incomprensible. Pero si damos por buena la realidad que

vemos por la calle, la del extracto de la cuenta bancaria o del huevo frito que acabamos de comer, las

cosas se entienden bastante bien. La realidad es la realidad y conviene tenerla en cuenta. Me refiero a lo

que dijo el otro día la escritora Ana Iris Simón acerca de que sus padres vivieron mejor que ella, y

tuvieron en su juventud más oportunidades de las que ella tiene. Creo que lo que dijo es cierto. Ni de

ultraderecha ni socialdemócrata: simple realidad.

Esto no significa que el mundo haya empeorado. Al contrario. Hace 60 años, la esperanza media

de vida rondaba los 50 años en España y en el conjunto de Latinoamérica. Ahora, la expectativa española

(hablamos de promedios) alcanza los 82, algo menos en los hombres, algo más en las mujeres. Hay

menos hambre en el planeta, aunque siga habiéndola. Hay más salud y menos violencia. Por horrenda que

nos parezca la historia reciente, discutir el progreso constituye una pérdida de tiempo.

¿Qué ha cambiado respecto a la juventud de los padres de Ana Iris Simón, o respecto a la mía? Eso

que sabemos todos: hemos asistido a un formidable desplazamiento de la renta en favor de las personas de

edad más avanzada. El gasto español en pensiones era de unos 59.000 millones de euros hace sólo 20

años, en 2000. Ahora, el gasto anual ronda los 145.000 millones, sin que el crecimiento económico haya

compensado ni de lejos este aumento. En conjunto, el coste de las pensiones se acerca al 40% del

presupuesto.

Evidentemente, hay que pagar pensiones. El problema consiste en que hemos ido abandonando a

los jóvenes. El 55% de los menores de 30 años siguen viviendo con sus padres, según el INE, y el 25% de

los que tienen entre 30 y 34 años, porque la precariedad laboral y los precios inmobiliarios les impiden

independizarse y formar, si lo desean, su propia familia. Desde el inicio de la pandemia se perdieron

900.000 empleos, de los que 700.000 eran precarios. La gran mayoría de esos empleos precarios

correspondían a menores de 35 años.

La incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo no es algo de ahora y no sirve para

explicar la distorsión. Ni los jóvenes de hoy son más vagos que los de antes ni, desde luego, están peor

preparados. Lo que hemos hecho ha sido adaptar las políticas a la evolución demográfica: hay más gente

mayor y se le ofrecen más ventajas. La natalidad europea es baja, y la española es bajísima, porque se lo

ponemos dificilísimo a las parejas jóvenes. Por eso necesitamos inmigrantes que paguen impuestos y

cotizaciones. (No, no les robamos cotizantes a las seguridades sociales de los países de origen: en general,

esas seguridades sociales no existen).

Page 12: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

En resumen, está muy bien hacer planes para 2050. Pero hay que hacer algo, un gran pacto

intergeneracional, ahora mismo. Porque la situación es intolerable y ninguna recuperación económica, por

importante que sea, va a solucionarla. Llevamos décadas estafando a una parte de la sociedad. Con

alevosía, hasta ahora. No nos extrañemos el día que los estafados decidan defenderse.

Sin dinero no hay poesía

EL PAÍS, MANUEL VILAS, 15 de junio29 de 2021

Por muy grande que sea la obra de un artista, de un escritor, de un músico, siempre será más grande su

boca que pide alimento y más intenso el aullido de su cuerpo que pide una casa. El crítico estadounidense

William Deresiewicz acaba de publicar un brillante ensayo titulado La muerte del artista, en donde se

recoge una reflexión, llena de casos concretos, de la relación compleja del creador contemporáneo con el

dinero. Lo que hace del libro una lectura apasionante es que el autor contabiliza el dinero que ganan los

artistas americanos, y los gastos que tienen. A veces el libro parece una guía de apartamentos cutres y

baratos de Nueva York, San Francisco o Chicago. 40.000 o 50.000 dólares al año es lo que Deresiewicz

considera una profesionalización aceptable. Leyendo este libro he pensado en su posible extrapolación al

ámbito español. Deresiewicz sostiene la teoría de que solo los creadores que proceden de familias

acomodadas pueden dedicarse a la literatura, la música o el arte desde el primer momento de su juventud.

Los demás tienen que buscarse la vida como pueden, eso es igual en España. El 95% de los escritores de

mi generación proceden de las clases medias españolas, o de las clases medias bajas.

El otro día iba en un tren con la escritora Sara Mesa. Nos pusimos a hablar de nuestros orígenes humildes

y de cómo eso había dificultado el paso a nuestra profesionalización como escritores. No es queja. Es

análisis. Queja ninguna. Es solo conciencia de quién eres. Ni Sara ni yo tuvimos padres que nos mandaran

a un colegio bilingüe desde los tres años y largos veranos de adolescencia a Inglaterra a perfeccionar el

inglés. No hablar bien inglés es también una declaración de clase social. Una catástrofe más. Un escritor

español de 40 años que no pueda vivir de la literatura acaba pensando que eso es así porque no tiene

talento. No, eso es así porque vive en un país de economía mediocre. Deresiewicz no sabe que hay países

en donde la profesionalización de los creadores es infinitamente peor que en Estados Unidos. Le diré un

país: España. Los países con democracias centenarias y con capacidad de producir riqueza económica

invierten sus excedentes en cultura. Y esa es la paradoja más incómoda del dinero, pues cuando hay

dinero de sobras, te puedes comprar un libro, puedes ir a la ópera o al teatro. Si no hay dinero, no hay

poesía.

En España nos cuesta hablar de dinero, está mal visto. Y en el terreno de la cultura hablar de dinero aún

está peor visto. Deresiewicz ya advierte que el entusiasmo y la ilusión y la disponibilidad total que anidan

en las vocaciones artísticas pueden convertirse en una estrategia para no pagar, aceptar trabajo gratis o

remuneraciones humillantes. Ojo con la visión romántica de la creación artística, que lleva a la miseria.

Los creadores son trabajadores autónomos que no descansan nunca. Yo no conozco ningún escritor

profesional que se tome ni un día de vacaciones. Es verdad que en las profesiones artísticas hay una

confusión muy estimulante entre vida y trabajo, pero todos sabemos lo que es el trabajo. Porque el trabajo

de un creador consiste en lo mismo que en cualquier otra profesión, es decir, en un intenso ejercicio de

voluntad, de sacrificio y de tiempo de tu vida, en donde no paseas, no tomas el sol, no vas en bicicleta, no

te bebes una cerveza en una terraza, no estás con tu familia, con tus amigos, o con tus hijos. Ni siquiera

puedes ponerte enfermo.

El fusible

Ha nacido ya esa criatura que con un simple ‘click’ podrá provocar un colapso planetario y dejar a la humanidad sin memoria en plena Edad

Media

EL PAÍS, MANUEL VICENT, 20 de junio de 2021

Navegando por el espacio virtual cualquier idiota puede sentirse un héroe intergaláctico. Con la suprema

voluntad concentrada en la yema de un solo dedo, más caprichoso y fulminante que el de Nerón, este

idiota con un simple click desde el sofá puede aniquilar al amo del imperio, al Papa de Roma, a todos los

monarcas y presidentes de Gobierno, a plutócratas y banqueros, a cualquier pavo real que asome la jeta

por alguna pantalla. Se podrá pensar que no se trata de un poder efectivo, sino de un simple juego virtual,

Page 13: Plan de recuperación de Lengua Castellana y Literatura de

pero el hecho de que con su dedo pueda borrar del mapa a cualquier poderoso que aparezca en imagen

sirve para compensar la frustración de este ser humillado por la vida, que después de un día de trabajo

llega derrotado a casa. Por otra parte, las redes le permiten a este idiota y a otros cientos de millones

como él ejercer de jueces de la horca con poder para emitir juicios sumarísimos viscerales contra todo

aquel que se atreva a emitir una opinión. De hecho, estos idiotas han acabado estableciendo un régimen

de terror en el espacio. Pero no todos los que campan por las redes son tan frustrados. Los hay capaces de

encontrar un intersticio en la telaraña y apagar con el dedo un país entero, desmantelar todo el sistema

bancario, poner patas arriba desde el Vaticano al Pentágono. Estos hackers son como viejos raqueros de

Chicago, que exigían un rescate a cambio de protección. La sociedad moderna cuanto más compleja se ha

hecho más vulnerable y si fuera cierto que todo tiende a la unidad platónica, llegará un momento en que

todas las redes de la informática, que envuelven el mundo, cada vez más tupidas, se concentrarán en un

solo fusible. Ha nacido ya esa criatura que encontrará ese fusible esencial y con un simple click, jugando

a ser dios con el dedo, podrá provocar un colapso planetario y dejar a la humanidad sin memoria en plena

Edad Media.