pilch jerzy - casa del angel fuerte

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  • 8/14/2019 Pilch Jerzy - Casa Del Angel Fuerte

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    Annotation

    La desesperacin y el alcohol corren por la garganta deJorge hasta alcanzar el ncleo reparador, el sosiego. La vida leha extirpado la voluntad y ya son dieciocho las veces que haestado ingresado en la unidad de alcohlicos. Entre elreportaje y la ficcin novelesca, su da a da borracherasdecadentes, relaciones sentimentales echadas a perder, laamarga compaa del resto de internados fluye y setransforma de un continuo letargo de ebriedad en unaafirmacin vitalista. La pregunta por qu no bebes?encuentra su respuesta en el blsamo del que Jorge toma susfuerzas para abandonar la bebida, su ltimo amor antes demorir.

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    Jerzy Pilch

    Casa del ngel Fuerte

    TRADUCCIN DE JOANNA ALBIN

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    BARCELONA 2OO4 ACANTILADO

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    PRIMERA EDICIN Febrero de 2004

    TTULO ORIGINAL Pod Mocnym Anioem

    Publicado por: ACANTILADO

    Copyright by Wydawnictwo Literackie, 2001

    de la traduccin, 2004 by Joanna Albin

    de esta edicin, 2004 by Quaderns Crema, S. A.

    Derechos exclusivos de edicin en lengua castellana:Quaderns Crema, S. A.

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    Obra traducida con el apoyo del Programa Cultura 2000de la Unin Europea Cultura 2000

    ISBN: 84-961 36-55-8

    DEPSITO LEGAL: B. 6.019 2004

    JULIO HURTADO Correccin de pruebas

    PERE TRILLA Asistente de edicin

    MARTA SERRANO Grfica

    ANA GRIN Preimpresin

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    ROMANY-VALLS Impresin y encuadernacin

    Bajo las sanciones establecidas por las leyes, quedanrigurosamente prohibidas, sin la autorizacin por escrito delos titulares del copyright, la reproduccin total o parcial de

    esta obra por cualquier medio o procedimiento mecnico oelectrnico, actual o futuro incluyendo las fotocopias y ladifusin a travs de Internety la distribucin de ejemplaresde esta edicin mediante alquiler o prstamo pblicos.

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    A Ewa-Ewelina

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    1EL VESTIDO AMARILLO

    Antes de que los mafiosos aparecieran por mi piso

    acompaados de Alberta Lulaj, la poeta de tez morena, antesde que me arrancaran de mi etlico sueo y antes de quecomenzaran a exigirme primero con splicas hipcritas,despus con amenazas sin miramientos que mediara en lapublicacin de los poemas de Alberta Lulaj en las columnas deTygodnik Powszechny, antes de que acontecieran losborrascosos sucesos que deseo relatar, hubo una vigilia de los

    sucesos, hubo una aurora y un ocaso del da precedente, y yo,desde la aurora hasta el ocaso del da precedente, estuvebeborroteando vodka de melocotn. S seor, beba vodka demelocotn, aoraba como un animal un ltimo amor antes demorir y estaba hundido hasta el cuello en la vida disoluta.

    Por la maana an no haba ocurrido nada, reinaba la

    continencia e incluso un moderado ascetismo. Por la maanaestuve remoloneando en el sof, leyendo peridicos yescuchando un disco con grabaciones de Feliks Slovk, unsaxo tenor checo. Alrededor del medioda, no obstante, deentre toda una gama de melodas interpretadas por Slovk

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    empez a recortarse en mi conciencia una sola pieza, era lacomposicin de Karel SvobodaWhereve you got your nest, littlebird?Escuchaba y trataba de imaginar cmo sonara esto en el

    original checo: Kde je tvoje hnzdo, pttko?, o quiz Kdeje tvoje hnzdo, ptku?, pero no fui capaz de concluir cul delos diminutivos, el ms dbil:ptku, o el ms fuerte:pttko,sonaba mejor y ms adecuado, as que, dominado por lasensacin de impotencia lingstica (aunque siempreadmirado), me levantaba una y otra vez del sof, iba altocadiscos y pona sin parar esa pieza que me conmova

    profundamente.

    Era un hermoso da de julio, desde el duodcimo pisovea ntidamente los bordes de las colinas que rodeaban laciudad, ms all: las llanuras, los campos, los postes elctricos,las vas de tren, el ro del apaciguamiento llevando sus clarasaguas, las montaas en el horizonte, el Vstula como un

    guijarro blanco en el fondo del valle confero, la fonda Piast yel jardn de la fonda que ola como a primera siega, nubes deabejas y de mariposas encima de las jarras de cerveza. Elencanecido pastor alemn del doctor Swobodziczka bebe alengetadas de un cazo de hojalata su asignacin; el doctorhace un ao que ha muerto, pero el perro, fiel a su costumbre,cada da se acerca a la fonda y los que siguen vivos llenan sucazo de cerveza Zywiec de barril, vertida con equidad de susjarras.

    Lo vea todo ntidamente, como si estuviera all; y aqu,donde estaba, tambin lo vea todo: las ventanas de las casas

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    estaban abiertas, algn que otro coche de arcaica lneaaerodinmica avanzaba por las calles, delante del cajeroautomtico haba una mujer con un vestido amarillo de

    tirantes. Desde las alturas me pareci hermosa y prudente. Depronto, tuve la certeza de que ella, precisamente ella, iba a serel ltimo amor de mi vida. Era una certeza que me embargabapor entero, no slo mi parte ebria, sino tambin mi parte sobria,adems de todas las partes de mi alma indefinidas einsondables desde el punto de vista de la sobriedad, quetambin parecan tener esa certeza. Deba inmediatamente

    vestirme con velocidad de rayo, ponerme colonia y, sinesperar el ascensor, bajar corriendo por las escaleras ylanzarme tras sus pasos. Durante un rato sopescompletamente en serio la posibilidad de hacerlo, pero elcajero, el cajero arruinaba este amor. Si realmente hubieracorrido escaleras abajo y me hubiera lanzado tras sus pasos,habra actuado como siempre: la seguira con paso elstico eimplacable de asesino en serie, la seguira astuta y tenazmente,la seguira hasta que se percatara, hasta que adquiriera lacerteza llena de pnico de que alguien inflexiblemente seguasu rastro. Despus, todava durante un rato, ya visto ydescubierto por ella, continuara la persecucin callejera con ladeterminacin de un malhechor desenmascarado, hasta el

    momento en el que su inquietud, su miedo y su curiosidadempezaran a mezclarse en una sustancia explosiva...Entonces evitando el estallido, avanzara decididamente y,alcanzndola, hara un ademn galante y le dira, sacando demi voz un tono grave machuno:

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    Le ruego que me disculpe usted, le ruego que medisculpe, pero hace tanto tiempo (aqu mi voz grave machunase quebrara, supuestamente por timidez), pero hace ya tanto,

    tanto tiempo que sigo su rastro, que he decidido confesarlo...

    Entonces ella, infaliblemente, prorrumpira en una risaargentina en la que una saciedad canina se unira al alivio,pues quien la persegua no era un cruel pervertido que lohiciera por concupiscencia, sino un conocedor exquisito que lohaca por anhelo de belleza.

    Por qu razn, ah, por qu razn corre usted detrs dem de esta manera? preguntara sonriendo encantadora,aunque en su voz se notaran an unos ecos de nerviosismo.

    De veras..., acaso es tan difcil de comprender?contestara con bro, y con gran vigor comenzara a hablarle, ymi parloteo sera como un poema amoroso que paraliza con lafuerza del ritmo y de las metforas; entonara para ella uncanto persuasivo y, ya despus de unas estrofas, la conducira,completamente convencida, dispuesta, sumisa, perdidamenteenamorada y ma, ma para siempre, por el claro sendero denuestra vida en comn.

    Pero, desgraciadamente, no poda actuar de esta manera,

    no poda desplegar en aquel momento este clsico juego deartimaas. Cmo seguir los pasos de una mujer que acaba deretirar dinero en metlico de un cajero? Cmo explicarlesdespus a los policas, avisados por ella, que no era la criminalavidez de parn, sino el amor a primera vista el que diriga mis

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    actos? No haba nada que hacer, no haba nada que intentar,tir la toalla, me rend y observ melanclico desde elduodcimo piso cmo la mujer que deba convertirse en mi

    esposa y en la madre de mis hijos se marchaba. Con gran penacontemplaba cmo el ltimo amor de mi vida se alejaba delcajero, iba andando todava un trecho ms por la calle JuanPablo II y, para siempre, para siempre, giraba en Paska. Unavez ms en la historia, un gran amor sucumba ante el dinero.De pronto, me entr una terrible rabia, estaba mosqueado conlos cajeros, que haca unos aos an no existan. Me domin la

    furia, record la cada del muro de Berln y estuve en contra dela cada del muro de Berln, todos los entusiastas que rompancon martellinas el muro de Berln me quitaban a la morena delvestido amarillo, y estuve en contra de Solidaridad, porqueSolidaridad me quitaba a la morena del vestido amarillo, yJuan Pablo II clamando: veni, Creator me quitaba a lamorena del vestido amarillo, y el Espritu Santo viniendo yrenovando la faz de la tierra me quitaba a la morena delvestido amarillo. Dios mo, Espritu Santo, pens, si todo fueracomo antes, si el comunismo no hubiera cado, si no hubieramercado libre, si en esta parte de Europa en que nac nohubieran tenido lugar numerosos cambios, no habra ahoraaqu cajeros automticos, y si no hubiera cajeros automticos,

    todo entre la belleza de pelo oscuro con vestido amarillo y yoira como es debido.

    Pero nadie, ni tan siquiera el Espritu Santo, volvera elcurso de los tiempos, nadie ni nada haran volver a la morena,

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    que estara llegando ya seguramente a la esquina de Paska yelazna quedaban sufrimiento, dolor y amargura por laseparacin del cuerpo moreno envuelto en el vestido

    amarillo. No obstante, no pude dejar de notarlo: el dolor y laamargura de la separacin agudizaban la belleza circundante.Penetrante y quejoso, e incluso ms penetrante y quejoso,segua sonando el saxo tenor de Feliks Slovk. Alc la vista, untranva atravesaba la hierba, tan alta que podra ocultar a unrocn junto con su jinete, ms ac, en los imponentes bloquesde oficinas que rodeaban la rotonda de la ONU, dos guardias

    uniformados iban de una sala a otra, encendan y apagaban lasluces, me miraban a travs de las ventanas venecianas; porencima de los tejados y de las antenas avanzaba una nube clara,era un gran da en mitad del verano. Era un da de los que seesperan todo el ao, o tal vez toda una serie de aos, era un dade esos en que uno en cualquier momento puede dejar debeber.

    Me volv de la ventana y mir la habitacin que llenaba elsonido del saxo, en la botella que haba sobre la mesa quedabaan mucho vodka de melocotn, me acerqu, me serv, beb yexperiment una iluminacin. Dios mo, pero qu iluminacinexperiment, tan a juego con lo excepcional del da! Misentraas resplandecieron con una luz uniforme y amigable,mis pensamientos inmediatamente se traducan en frasesprimorosas, mis gestos eran infalibles. Me duchaba, me lavabael pelo, me vesta, me pona colonia, sin esperar el ascensorbajaba corriendo y me lanzaba tras los pasos de la hermosa y

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    prudente morena del vestido amarillo de tirantes. Estabadispuesto a recorrer Paska, elazna, Zota, Sienna, todas lascalles, estaba dispuesto a registrar la ciudad entera, a

    asomarme a todos los portales, a llamar a todos los pisos, sabaque la encontrara. Saba que la encontrara en la tierra, no enel cielo, en la vida, no despus de la muerte, en la vigilia, no enlos sueos.

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    2EL LUCHADOR DE PIEL OSCURA

    So que estaba buscando objetos en el fondo del ocano,

    so que un luchador de piel oscura me quitaba de delante demis narices, para regocijo del vulgo, una jarra llena de cerveza;en el sueo yo no saba que l era luchador, quise humillarlo,en vano, en vano; fue l quien me humill a m, y en el sueosin terminar y en la vigilia sin empezar fui humillado. Lossueos de un borracho los separa de la vigilia una pared decartn, por la noche el borracho suea con lo vivido durante el

    da, o hay que decir ms bien: por la noche se le aparecen alborracho sus delirios diurnos. Pujaba, nadaba, me ahogaba enun mar de alcohol de cuarenta y cinco grados, me despertabaempapado en un sudor pardo, miraba el reloj, eran las cuatrode la madrugada, la esfera del reloj transpiraba el vodkaZoladkowa Gorzka.

    Dieciocho veces estuve ingresado en la unidad dealcohlicos, al final el doctor Granada, por majestad de suspoderes y por majestad de su atltica complexin, dispuso queno se me admitiera ms. Era un incurable, bah!, frusleras,nadie es curable (y menos curables son an los sanos), pero yo

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    no ofreca buen pronstico, no haba en m voluntad de mejora,no quera no beber. De los cuestionarios, complicados como lafsica cuntica, que las loqueras, apaciguadas y fsica y

    espiritualmente firmes, les hacan rellenar a los alteradospacientes, se conclua que yo tena tendencias suicidas.

    Es que quiere usted palmarla bebiendo? pregunt eldoctor Granada.

    Ni lo confirmo, ni lo desmiento repliqu, ya que enninguna situacin he sido capaz de renunciar a una fineza.Demasiado tarde entend que esto no era una virtud, sino msbien una maldicin. Cada conversacin telefnica se meconverta en un dilogo novelesco, cada saludo en un aforismopotico, cada pregunta por la hora en una cuestin teatral. Milenguaje anhelante de superioridad o, quizs, incluso, deinmortalidad, me gobernaba. Estaba posedo por el lenguaje,

    estaba posedo por las mujeres, estaba posedo por el alcohol.Ya que quiere palmarla bebiendo, por qu nos

    importuna usted con su persona supuestamente desesperada?Por qu fatiga a mi personal? Para qu asiste a lasconferencias y a las sesiones de grupo? Para qu escribe lasconfesiones delirantes y lleva un diario de sentimientos? Para

    qu carajo la enfermera Viola pincha sus venas de insecto?Para qu bombeamos por su debilitado cuerpo hectolitros desueros vivificadores, si tiene la consciente intencin de alejarsede todo lo que es vivificador?

    Si yo no quiero morir.

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    Sabe usted, J., que esto, en cambio, suena un pelnambicioso?

    No quiero palmarla bebiendo, al menos no por ahora.A decir verdad, preferira palmarla bebiendo despus de unalarga y feliz vida.

    Tiene usted mentalidad de cro y, adems, de cro pocoespabilado.

    Ay, doctor!, si ya s, si s perfectamente que no se

    puede, que no se puede tener una larga y feliz vida bebiendo,sobre todo en mi caso. Pero cmo se puede tener una larga yfeliz vida sin beber?

    Generalmente, me gustaban las conversaciones con eldoctor Granada, aunque a veces se acababan transformandoen la pesadilla de la forma hueca. El estado de la realidad ms

    lacerante: la averacidad asintomtica. El doctor Granadapronunciaba sentencias cuerdas, pulidas y, aparentemente,convincentes, dignas del director de la unidad de alcohlicos.Yo, solcitamente, lanzaba toscas paradojas, como si desearaatestiguar cuanto ms rotundamente mejorque una partede mis clulas cerebrales padeca necrosis y que su lugar loocupaba el inactivo tejido conjuntivo llamado gla. Ninguno

    de los dos tocaba el quid de la cuestin, los dos ramosconscientes de no tocar el quid de la cuestin, los dosestbamos martirizados por lo inefable del quid de la cuestin.Pero, por otro lado, un borracho, e incluso el mdico de unborracho, que quiera tocar el quid de la cuestin suele

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    encontrarse en una situacin dificilsima. Shakespeare toc elquid de la cuestin, Newton toc el quid de la cuestin, Tolstitoc el quid de la cuestin, Einstein toc el quid de la cuestin.

    Y el borracho? El borracho lo tiene siempre ms difcil.

    Cmo se puede tener una larga y feliz vida sinbeber? Pronunciaba esa frase llena de ingenio de barra, micara adquira una expresin jocosa y en seguida deseabaescupir en el mismo centro de mi alma desarreglada por elaguardiente. Naturalmente, saba muy bien que se puede, se

    puede, s seor, se puede tener una larga y feliz vida sin beber.Yo mismo conoca a gente que sin beber tena una larga y felizvida. E incluso si no los conoca personalmente (porque esposible que personalmente no conociera a nadie feliz, aunquetampoco quera conocerlo; cuando oa decir de alguien: se sque es feliz, a se s que le va bien, se s que lleva una vidasatisfactoria, hua de tales afortunados, hua como de la peste),

    incluso si no los conoca personalmente, otros los conocan, eincluso si no los conocan otros, esos afortunados existan detodas maneras. Existan y existen. Al fin y al cabo no hay queexagerar con lo de los borrachos, los borrachos suponen unmargen, la proporcin predominante de la humanidad nobebe. Aunque, pensndolo bien, no se sabe exactamente porqu. Por qu, pensndolo bien, la predominante proporcinde la humanidad no bebe? Cules son las razones? He aquuna de las clebres cuestiones fundamentales. Cuestionesdragones. Mamarse es un tema tan creativo que en cualquiermomento puede presentrsenos alguna cuestin fundamental.

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    Adondequiera que vuelvas tu rostro, en cualquiera de lossenderos entre cenagales que escojas, podrs toparte pordoquier con el ngel de la espada flamante, y te hablar el

    ngel (y su voz ser cual la voz de muchas aguas), tepreguntar: por qu no bebes, oh!, hermano mo? Y si t,hermano mo, contestas que no bebes porque no tienes talnecesidad, o que no bebes porque no te sabe bien el vodka, o,no quiera Dios, contestas que no bebes porque no te hace faltaningn estimulante artificial, o dices algo igual de estpido,dices, por ejemplo, que no bebes porque te las arreglas

    estupendamente sin el alcohol, si t, hombre pecador, dicesalgo as en tu ingenuidad, mas tambin en tu insolencia,entonces has de saberlo: severo ser tu castigo. Y como dicenlas Escrituras: el castigo por el pecado es la muerte.

    Dieciocho veces estuve ingresado en la unidad dealcohlicos, sutiles cicatrices de disulfirn cosido adornan micuerpo como las agujas adornan las conferas, mi hgado tieneuna fragancia nica a mezcla de perfumes, aguas de colonia yalcohol farmacutico; pero existi tambin en mi vida esaasombrosa poca en que yo deca: no bebo, en que mi hgadono ola a perfume y en que mi piel era lisa. Y por qu no bebes,

    oh!, hermano nuestro?, preguntaban sentados a la barraaquellos mis hermanos, y estaban mosqueados, y el espritu deVenedikt Erofeev se cerna sobre sus cabezas, y sus lenguasinertes hablaban su lengua, y yo tambin anotaba algunaslneas bajo su influjo y, habindolo adorado, me liberaba de su

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    influjo. Porque entre la literatura, incluso la ms hbil, y lavehemente sencillez del propio espanto no hay eleccin. Porqu no bebes, hermano nuestro?, preguntaban los sentados a

    la barra. No bebo, contestaba yo, porque no me apetece,porque no me sabe bien, no me hace falta ningn estimulanteartificial, me las arreglo estupendamente sin el alcohol.Contestaba eso, y era la verdad, slo que hasta un ciertomomento. Hasta el momento en que son la hora del tragofatdico. Hasta el momento en que me asom a las fauces de labotella fundamental. Lo contar cuando llegue el turno de la

    historia del triunfante trago reparador, de la botellafundamental y del vaso, todava sin apurar, de la bebidapesada como una losa. Sobre la superficie inmvil, clavada enuna rodaja de limn, gira una pequea sombrillita negra.

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    3EL DOCTOR GRANADA

    Sabe usted, seor J.?, estoy completamente seguro de

    que ni uno solo de entre las decenas de pjaros ingresadosactualmente en mi unidad y de que ni una sola de las pocaspjaras que hay aqu volver a remontar el vuelo. Ninguno deustedes sanar, ninguno de ustedes dejar de beber. Ni sucompaero de habitacin, Coln el Descubridor, ni SimnTodo Bondad, ni Donjun Ziobro, ni el Rey del Azcar, ni elTrabajador Socialista Ms Destacado, cuyo viviente cadver

    nos volvi a honrar con su presencia ayer, sin ir ms lejos; ni laReina de Kent, ni Fanny Kapelmeister, ni Juana, ni Mariana;ninguno de ustedes, seguro, dejar de beber. Aunque no valela pena ni gastar saliva en el mencionado y venerablearepago. Al fin y al cabo, ni siquiera los debutantes tienenposibilidades, claro que hasta los que vienen a verme porprimera vez ya no son debutantes, generalmente son unos

    artistas consumados, a los verdaderos debutantes, a los queahora estn descorchando la primera botella en una plazoletade barrio, ni se les ocurre pensar que un da llegarn a serbenemritos clsicos.

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    El doctor Granada miraba el mundo con un solo ojo, elsegundo (o quizs el primero? Cul de los ojos es el primeroy cul es el segundo? He aqu el tpico ejemplo de una cuestin

    beoda: todos sus aspectos se pueden indagar, entre sorbo ysorbo, de forma realmente sutil), el segundo, o quizs elprimer ojo del doctor lo cubra una nube, una afeccin msbien superficial y fcil de eliminar por algn colega cirujano,sin embargo, el doctor haca bien no slo no eliminando, sino,incluso, cultivando su tortedad. Le dotaba de un carisma deliderazgo, en nuestros agujereados cerebros se reavivaban las

    reminiscencias de los libros de piratas ledos en nuestrainfancia, las enfermeras ante el ciclopismo del jefereaccionaban desfalleciendo: hace tiempo que not que unaclara asimetra de la anatoma masculina refuerza en lasmujeres una lnguida benevolencia, pero no es posibledeshacer el nudo de esta perversin sin ebrias hiptesis, demomento lo dejo de lado.

    El doctor Granada me recordaba al doctor Swobodziczkade Wisa: el mismo olor a colonia antediluviana, un aspectosimilar, una perceptible analoga en lo osado de sus apellidos,una similar actitud altiva frente al mundo (desde la altura oshablo), una similar o puede que, incluso, idntica voz,estentrea y tronante, una similar tendencia a pronunciarparadojas adornadas y rudas a la vez, una gemela tortedad.Este tiene el ojo izquierdo cubierto de una blanca nube, aqulllevaba en la cuenca derecha una prtesis de cristal. Deliro,aunque no s qu significa delirar. Tengo una fiebre terrible,

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    yazco en la cama de mis padres, grande como un trasatlntico,la lmpara se enciende y se apaga, el doctor tuerto se inclinasobre m.

    Pero hay en ellos ciertas esperanzas, algunos por lomenos se dejan llevar con todas sus fuerzas por el poder de susilusiones el celeste del nico ojo del doctor se espesa como elAbsolut helado. Por lo menos ellos ahora creen que no van abeber ms, estn firmemente convencidos de que no bebernen su vida ni una copa, se lo prometen honestamente. Noestarn a la altura, como es obvio, las garras del vicio tarde otemprano se apretarn alrededor de las sedientas gargantas;ahora, tras la desintoxicacin, son abstemios, o digamos quecasi abstemios, saben irrefutablemente que es bueno no beber,y si, mamndose una vez ms, no mueren de entrada, al

    menos durante algn tiempo estarn rememorando estasobriedad clnica e incluso la breve sobriedad postclnica. Seagitarn, se agitarn vanamente entre el beber y el no beber,pero, al menos, su vana agitacin ser signo de alguna lucha,perdida por perdida, pero lucha, signo de algn movimiento.Les darn una paliza, pero saldrn a la cancha. Sin embargo,usted, seor J., ya ni sale a la cancha. Usted est quieto, usted

    ha quedado petrificado en la botella como un insecto en elmbar. Usted est completamente consumido por dentro. Ensu interior hay rescoldos y son unos rescoldos glidos. Unincendio completamente apagado por lluvias torrenciales.Aparentemente, est usted sentado aqu, en mi despacho;

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    aparentemente, est hablando sobre algo, incluso por unmomento se podra tener la equivocada impresin de quehabla usted cuerdamente, an lleva usted puesto el pijama del

    hospital, pero en realidad usted ya no est aqu, usted,elegantemente vestido con traje de visita, est ya sentado enuna barra, usted ya est bebiendo, seor J. A finales de semanasaldr de aqu en una esplndida forma, inflado de vitaminas,con la carencia de magnesio ms o menos suplida, fortalecidocon sustancias fortalecedoras y sedado con remedios sedantes,saldr por su propio pie, porque hemos hecho que se tenga en

    pie, por ensima vez?, ya no recuerdo, y adonde dirigir susinfalibles pasos? Acaso tengo que preguntar? Acaso tengoque fatigar mi voz con la entonacin interrogativa? Acudirusted presto a la taberna ms cercana o a la ms cercana tiendade licores.

    El doctor Granada tena toda la razn. Siempre despus

    de la salida de la unidad de alcohlicos diriga mis pasos a lataberna ms cercana o a la ms cercana tienda de licores. Paraser exactos, primero acuda a la taberna, y para ser ms exactosan, tengo que recalcar que no era la taberna ms cercana, sinoque era la taberna ms cercana a mi piso en la rotonda de laONU, el piso abandonado por mis mujeres. S seor, sala de launidad de alcohlicos, acuda a la parada de taxis msprxima y en taxi me diriga a las inmediaciones de mi bloque,me senta ms seguro en mi zona, hogar, dulce hogar. Yentraba en la taberna Casa del ngel Fuerte, y para ordenar lasideas me tomaba cuatro chupitos. Despus, en una tienda

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    vecina, compraba una botella de vodka y haca frente aldesbarajuste de las cosas, porque estando sobrio no era capazde afrontar el desorden que incesablemente desbordaba el piso

    abandonado por mis mujeres, aunque lo intentaba conasiduidad, pues tengo el carcter extremadamente meticuloso.

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    4EL BILLETE DE CINCUENTA ZLOTYS

    En la unidad de alcohlicos estall un conflicto por plagio.

    Cuando aparec aqu por primera vez, dicho sea de paso, notena la menor idea de que cruzaba el umbral de una casa deescritura creativa, de que entraba en un crculo de gente deletras, de escritores que constantemente creabanautobiografas delirantes, que anotaban sus emociones msocultas en unos toscos cuadernos de sesenta hojas, llamadosdiarios de sentimientos ntimos, que componan arduamente

    sus confesiones alcohlicas. Por la maana, hasta el medioda,los alcohlicos escriban o daban vueltas por los pasillosdurante horas enteras esperando la inspiracin, con losmanuscritos cada vez ms voluminosos, a medida que pasabael tiempo de su estancia, bajo el brazo. Por las tardes,mantenan conversaciones teraputicas con las loqueras, con eldoctor Granada o con el terapeuta Moiss, alias Yo el Alcohol,

    escuchaban conferencias y asistan a los coloquios, y por lasnoches solan hacer veladas de autor, despus de las cualesestallaban encarnizados debates. Durante uno de stos, elnumeroso pblico reunido le ech en cara a la alcohlicaMariana que su confesin escuchada haca un instante se

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    pareca como dos gotas de agua a la confesin de la alcohlicaJuana, leda una semana antes. Ya que ambas partes sedefendieron por medio de recprocas acusaciones, la cuestin

    de si la alcohlica Mariana haba copiado la visin de su ebrianoche de la alcohlica Juana, o al revs, no se pudo solucionarfcilmente. La comunidad de los alcohlicos exigi porunanimidad que al da siguiente se realizara un careo, que lasdos leyeran sus trabajos, acto seguido, en una votacinprecedida por un debate, se dictara la sentencia.

    El trabajo de la alcohlica Mariana rezaba ms o menosas: Todo ocurri el da 21 de diciembre del 1985. Me desperten mitad de la noche. Tena una resaca horrible, sudaba ytemblaba toda. No tena un cntimo. Saba que mi marido, quedorma en la habitacin de al lado, s tena dinero. Entrsigilosamente, registr su ropa y en el bolsillo trasero de supantaln encontr la cartera. Saqu cincuenta zlotys, me vest

    en silencio y sal a un 24 horas que me pillaba muy cerca. En latienda compr champn y me lo llev a casa. En la cocina, sinencender la luz haba all suficiente claridad, ya que vivimosen la planta baja y justo detrs de la ventana hay unluminoso , en la cocina abr el champn, aunque todo eltiempo tena miedo de que el corcho saltara y el ruidodespertara a mi dormido esposo. Pero todo fue bien, abr labotella sin hacer ruido y en media hora me la beb entera. Mesent bastante mejor. Surgi en m el caractersticoatrevimiento, y ya sin tomar ninguna precaucin e inclusoencendiendo con osada la luz del pasillo, sal de casa

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    decididamente para tirar la botella al contenedor. Sin embargo,por el camino se me pas por la cabeza que me vendra bienuna reservita para el resto de la noche, y ya que an me

    quedaba dinero, me dirig otra vez al 24 horas y ah compr uncuarto de vodka puro. Esta vez, de vuelta en casa, fui de nuevoa la cocina, pero ya no tena la intencin de beber all. Saqu dela vitrina una botella de medio litro de zumo de frambuesa,que por cierto haba preparado yo misma de las frambuesasrecogidas en verano de nuestro huerto. Tir al fregadero lamitad del contenido de la botella de zumo y a la mitad restante,

    con un embudo, le aad el cuarto de vodka adquirido en latienda. Bueno, no todo, porque al tirar el zumo al fregadero mesent triste y le di directamente al vodka un buen trago antesde preparar la mezcla. Agit bien la botella varias veces, tantopara que el vodka se combinase bien con el zumo, como paraque pareciera que en la botella haba slo zumo puro. Tena,pues, la intencin de llevrmela a mi cuarto, acostarme y darleunos tragos en la cama. Saba que eso me sentara muy bien,que dormira a gusto y que cada vez que me despertara podrabeber en cualquier momento, lo cual me ayudara. Perotomaba en cuenta la posibilidad de que podra quedarmeprofundamente dormida y quera, por si acaso mi marido sedespertaba antes y encontraba la botella al lado de mi cama,

    que pensara que era zumo puro. No tir a la basura la botellavaca de vodka, la escond detrs de la cama nido. Me acost yde vez en cuando me despertaba, pero entonces echaba untrago y todo el tiempo me senta muy bien. Por la maana, mimarido no not ni las botellas, ni que yo por la noche hubiese

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    tenido que salir, comprar y beber alcohol, pero not la falta decincuenta zlotys en la cartera y empez a hacerme violentosreproches. Como de nuevo tena una terrible resaca teida de

    agresin, le mont una escena, me vest, hice una pequeamaleta y as empez mi vagabundeo por el pas, que enrealidad fue una gigantesca y continua borrachera.

    Mariana ley su trabajo con voz quebradiza, secndosecada dos por tres las supuestas o quiz verdaderas lgrimas,con todos los medios a su alcance daba a entender que ella

    haba sido la robada, que su trabajo era el que haba copiadoJuana.

    Siento muchsimo dijo para acabarque se me hayarobado mi vida. Dentro de un rato escuchar mi vida robada yno s si sobrevivir esta vez la voz se le quebraba de maneratotalmente incontrolable y esta vez, fuera de toda duda, estall

    en un autntico sollozo.Pero su adversaria actu de un modo idntico.

    Ha sido a m a quien le han robado su vida dijoJuana y cuando hace un momento alguien con toda ladesfachatez del mundo lea sobre mi usurpada vida, pens queme mora. Y Juana ley su confesin etlica de un modo

    idntico al de Mariana, se le quebraba la voz de un modoidntico, con idnticos gestos se secaba idnticas lgrimassupuestas o reales, es ms, para reforzar la grotesca simetra,las dos se secaban las lgrimas con idnticos pauelos deencaje rosa plido.

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    La versin de Juana rezaba ms o menos as: Ocurri amediados de noviembre del 1997. Me despert a las tres de lamadrugada y estaba en un estado fatal. La resaca era terrible,

    nada de extraar, porque todo el da anterior haba estadobebiendo. Estaba toda temblando y empapada en sudor. Sabaque no tena nada de dinero. Viva entonces con mi hermana ysu marido, y presenta que mi cuado tena dinero. El casinunca beba y siempre tena dinero.

    Con cuidado, para no despertarlos, abr la puerta de su

    habitacin y entr de puntillas. Mi cuado colgaba la ropa conesmero en el armario y saba que era ah donde tena quebuscar. Pero me daba miedo que al abrir el armario la puertapudiera chirriar y que se despertara mi hermana, o mi cuado,o los dos a la vez. Sin embrago, lo consegu, el armario se abrisilenciosamente. En el bolsillo de una de las chaquetas de micuado que all colgaban palp la cartera. Sin sacarla del

    bolsillo, a tientas, extraje un billete. No saba qu billete era ytema que su valor fuera demasiado bajo. Pero cuando meencontr en mi habitacin y lo examin, vi que haba logradosacar ni ms ni menos que cien zlotys, lo cual me alegrbastante, aunque tambin me asust un poco; tena ahoradinero de sobra, pero exista el peligro de que mi cuado sepercatara de la falta de una suma tan grande. De todos modos,mi vacilacin no dur demasiado, ni siquiera contempl laposibilidad de volver a la habitacin de mi hermana y de micuado, poner el billete de cien zlotys de nuevo en la cartera yprobar a encontrar algn billete ms pequeo. Me vest sin

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    hacer ruido, sal del piso y baj en el ascensor, ya quecasualmente en la planta baja de nuestro bloque hay un 24horas. Entr ah y compr una botella de champn. Como mi

    mono era terrible y como tema que cuando fuera a abrir elchampn en el piso, el tapn saltase y despertase a los de casa,abr el champn en la puerta del ascensor. Mis temoresresultaron innecesarios, el tapn no salt. Entr en el ascensory puls los doce botones, porque vivimos en la duodcimaplanta. Gracias a eso el ascensor se paraba constantemente yyo durante este largo viaje, interrumpido por frecuentes

    paradas, sorba el champn. Pero parece que beb condemasiada avidez, porque cuando el ascensor lleg por fin a laduodcima planta, me di cuenta de que en la botella quedabaya muy poco. Puesto que tena an bastante dinero, y lasburbujas bebidas bien que me haban animado, decid haceruna compra extra. Una vez ms baj en el ascensor y una vezms entr en el 24 horas.

    Esta vez compr dos cuartos de vodka puro. Tena laintencin de guardar uno para las horas bajas y el otromezclarlo con Coca-Cola, de la que compr tambin unabotella de medio litro. De vuelta en casa, segua tomandomedidas de precaucin, pero tambin me senta mucho msrelajada. Parte de la Coca-Cola me la beb, otra parte la tir alfregadero, intentando atinar de tal modo que en la botellaquedara exactamente la mitad, lo cual consegu realizar conxito. Al cuarto de Coca-Cola aad un cuarto del vodka, paraque pareciera que estaba bebiendo slo cola. Escond la botella

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    vaca de vodka detrs del frigorfico. Esta supuesta cola, quetena la intencin de poner al lado de mi sof cama y beberdurante la noche, tena una pinta un poco plida, pero no me

    preocup porque mi cuado era un fantico de la comida sana,no beba ningn tipo de bebidas con gas y seguramente nosabra con exactitud qu sabor y qu color tiene la verdaderacola. Mi hermana no me daba miedo, saba que llegado el casose pondra de mi parte o, al menos, me encubrira. Me acost y,dando un sorbo cada vez que me despertaba, dorm bienprcticamente toda la noche. Por la maana, aunque mi

    cuado no not la falta del billete de cien zlotys ni el distintocolor de la Coca-Cola, de la que por otro lado quedaba ya muypoca, sucedi, en cambio, que mi hermana comenz una peleasin motivo. Sin decir una palabra hice la maleta y abandonesta casa para m tan hostil. Estaba tranquila, me quedabantodava unos cuarenta zlotys, en el fondo del bolso descansabauna botella de cuarto de vodka.

    No s por dnde discurri mi peregrinaje, no s cuntotiempo dur mibebienda, no s cmo me encontr aqu. El casoes que actualmente tengo un deseo muy fuerte de dejar debeber.

    Escuch con el corazn encogido la discusin que

    empez tras las intervenciones de ambas autoras y que, encontra de lo esperado, se desarroll apticamente. El TerroristaMs Buscado del Mundo se declaraba a favor de Juana, laReina de Kent a favor de Mariana. La enfermera Violasubrayaba tanto el sinsentido teraputico como el horror tico

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    de copiarse mutuamente los trabajos. Cristbal Coln elDescubridor afirmaba que, aunque copirselos mutuamentesupone un mal, tal vez este mal tuviese un fondo bueno, a

    saber, una buena aunque inerte intencin, puesto que no sepuede asegurar que las autoras no reconociesen en sus trabajoscierta gemela hermandad en sus aventuras y la comunidad desus suertes. El doctor Granada y el terapeuta Moiss, alias Yoel Alcohol, callaban.

    En el ao 1985 nadie tena narices de comprar una

    botella por cincuenta zlotys habl desde su rincnfinalmente Donjun Ziobro, resolviendo en apariencia lacontienda a favor de Juana.

    Yo escuchaba el veredicto con el corazn encogido, nodije ni una palabra, aunque hubiera debido, infaliblemente, atodas luces hubiera debido tomar la palabra, al fin y al cabo yo

    era el autor de los dos problemticos trabajos.Cuando me trajeron a la unidad de alcohlicos, llevaba

    una camisa que apestaba a vmito y unos pantalones que sloservan para ser quemados en el horno de una caldera enpresencia de un jurado. No llevaba encima ni un zloty, ni uncigarrillo, no tena ropa interior, ni jabn, ni cepillo de dientes,

    no tena nada. Sin embargo, ya tras una semana, o con todaseguridad despus de dos semanas, comenc a abundar entoda clase de bienes. Ahora, despus de seis meses(descontando los intervalos tras los cuales como loco regresabade nuevo), visto un elegante chndal verde csped. En el

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    bolsillo superior de la sudadera tintinean monedas de cincozlotys, en la mesita de noche se amontonan pltanos, naranjas,bombones y otras vituallas. Cuando abro el cajn, veo reservas

    de cigarrillos simplemente inacabables. Cada chocolate, cadamoneda de cinco zlotys, cada paquete de Camel, cada lata decompota de pia significan al menos una confesin delirante oun diario de sentimientos escritos por m.

    Cuando por la unidad corri la noticia (y corri si no conrapidez de rayo, al menos con rapidez de flecha) de que en la

    reserva yo curraba escribiendo, los alcohlicos, poco hbiles enla escritura, empezaron a dirigirse a m masivamentepidindome ayuda, no desinteresada, por supuesto. Lesayudaba, no obstante, con la conciencia tranquila. Yo no es queescribiera por ellos, sino que ms bien verta en el papel suhabla. (Por supuesto, haba casos en que haba que cambiaralgo en nombre de alguien por ejemplo, en nombre del

    Terrorista Ms Buscado del Mundo haba que escribirlo todode la a a la zeta, pero generalmente yo escriba a suinconsciente dictado. Ellos contaban historias sacadas de suvida y yo, aportando menudas correcciones estilsticas,prcticamente palabra por palabra, apuntaba sus cuentos.) Alfin y al cabo no es un gran secreto literario ni existencial elhecho de que hablar sabe cualquiera, aunque registrar suhistoria saben pocos. S seor, a veces estilizaba sus hablasdemasiado llanas para que adquirieran la imprescindible y porello creble rugosidad del estilo, pero si para alguien estasestilizaciones tenan importancia y si influan en alguien, esa

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    persona era yo, no ellos.

    De modo que yo no era un escritor que crease en launidad de alcohlicos ficciones firmadas con nombres ajenos.Fui secretario de sus mentes. Tanto Juana, como Mariana medictaron su pesadilla nocturna, y yo estoy seguro anotambas pesadillas ad litteram. Y estoy convencido de queMariana, con un gran sobrecogimiento, con una granseguridad y todava con un gran miedo, habla del billete decincuenta zlotys sacado del bolsillo de su marido.

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    5PROLEGMENOS AL ORDEN IDEAL

    Dicen que una excesiva tendencia al orden es prueba de

    un mal estado de nervios, en mi caso esto coincideexactamente: tengo una tendencia excesiva al orden y tengolos nervios completamente hechos polvo. Los objetos embistenincesablemente, hay que hacerles frente, tarde o temprano estose convierte en una vana lucha contra los molinos, pero por unmomento, en el modesto espacio de cuarenta y ocho metroscuadrados (dos habitaciones con cocina) se les puede amansar.

    Adems: simplemente uno olvida, uno olvida dnde hapuesto las cosas. No doy ningn tipo de argumentospetulantes ni anuncio con pomposidad engaosa que para unamente ocupada en indagaciones de orden superior seaperjudicial pensar siempre en minucias, no digo eso, aunquetal vez sea la verdad, no lo digo, aunque casi seguro no es laverdad. La manzana que cay en la cabeza de Isaac Newton,

    era o no era una minucia? Una minucia csmica? No hayminucias que no sean csmicas. Pero por cien millones depares de narices! No hace falta invocar las leyes del universoen defensa de los constantemente perdidos mecheros,monederos, documentos, plumas estilogrficas y Pilots,

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    bolgrafos, pginas mecanografiadas, libros, calcetines,ceniceros, bufandas, guantes,und, so weiter. Igual que no hacefalta exponer en este caso en el caso del tumulto de los

    objetos el argumento de las indagaciones de ordensuperior. Pensar siempre en minucias no tiene por qudistraer de las indagaciones de orden superior, ya essuficiente con que distraiga de las indagaciones cotidianas, yes que las distrae de manera ruinosa si uno indaga conoraciones enteras. Yo, por ejemplo, indago con oracionesenteras. Dir ms: con una obstinacin desesperada me

    mantengo con vida gracias al hecho de pensar con oracionesenteras. Y eso no es ningn entrenamiento literario digno degrafmano, aunque para la literatura pensar con oracionesenteras tiene una importancia cardinal. Con penetrante penapienso en el momento en que los ltimos prrafos, frases,fragmentos de frases expiren en mi cabeza y queden ah unosilegibles manuscritos, espectros de nombres, delirios, el fin. Laheroico-cmica eleccin entre la demencia y la muerte no medivierte en absoluto.

    As pues, cuando se piensa con oraciones enteras, pormuy simples, sencillas y nada desarrolladas que sean,entonces, es de cualquier modo imposible que se piensesiempre en minucias, en dnde se ha dejado la llave. Las llavesdeben estar en su sitio. Tal vez el componer constantementefrases sobre llaves perdidas genere una impresionanteliteratura para elegidos, pero la impresionante literatura paraelegidos hay que moderarla. Las llaves deben estar en su sitio.

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    Las llaves deben estar en su sitio? Dios mo, Dios mo, quepor m lo haces todo, Dios mo, acaso compongo este tratadosobre mi desesperacin para esto? Para esto despilfarro horas

    con la pluma empuada? Para que mi debilitado cerebrodescubra la verdad newtoniana de que las llaves deben estaren su sitio? Por tal verdad habr perdido mi vida? Por talverdad me tiemblan las manos y se me eriza el hgado? Portal verdad descend al fondo del abismo? Por otro lado, sinembargo, las llaves deben estar en su sitio. Si JuanitaCatstrofe dejara las llaves en su sitio, la amara, ella sera el

    amor de mi vida, el amor del ocaso de mi vida, estaramosjuntos.

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    6JUANITA CATSTROFE

    Juanita Catstrofe era alta, hermosa y prudente. Nada

    ms que virtudes. Adems, cosa que para m tiene unaimportancia primordial, vesta de primera y usaba cosmticosde primera. Sin embargo, Juanita Catstrofe entraba en casa y...zas! el abriguito, zas! los zapatitos, zas! el bolsito. As pues,tras un cuarto de hora de actividad de Juanita sobre miterritorio (el suyo, un dormitorio de soltera en una mansin enlas afueras, no se puede describir), comenzaba el..., en un

    primer acto reflejo iba a escribir apocalipsis, pero no, no,porque esto, en primer lugar, sonara demasiado gracioso parami gusto el apocalipsis tras la catstrofe, en segundo lugar,no sera la verdad: no empezaba el apocalipsis, sino el carnaval,cien veces, por cierto, ms molesto que el mismsimoapocalipsis, pues tras el apocalipsis seguramente no habranada que limpiar; tras el paso de Juanita Catstrofe mis

    pertenencias y yo tardbamos mucho tiempo en recuperarnos.

    Zas! la bufanda, zas! el pauelo, zas! la taza, zas! lablusa, zas! el peridico, zas! el libro, zas! la falda.

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    Juanita! volva a explicarle con paciencia, lalibertad no consiste en dejar los zapatos de tacn en mitad delcuarto.

    Si este tumulto fuera al menos signo de una vorazsensualidad, no estara tan mal. Nuestros ansiosos cuerpos selanzan el uno contra el otro, se arrancan el vestuario y, comoen una pelcula de amor francesa o norteamericana, loszapatos de tacn, el vestido, las medias, la camisa, losvaqueros negros, las bragas de encaje y los calzoncillos tipo

    bxer que yacen sobre la frondosa alfombra esmeralda sealanel camino que lleva a la cama hollywoodiense. Pero Juanitaformaba caos en torno a ella, no slo camino de la cama.Precisamente camino de la cama formaba (formbamos) uncaos menor; nuestra sensualidad era voraz, pero los dosconocamos los principios del arte, y para potenciarlamoderbamos la voracidad, primera regla: nada de prisas. En

    cualquier caso, durante veinticuatro horas, o sea, durante todauna eternidad, los zapatos de tacn permanecan en mitad delcuarto. Y as tambin el pasador, el cenicero, la vieja botella deleche, el Pilot, el champ Palmolive, laGazeta Wyborczadel daanterior, la toalla hmeda, el envoltorio de chocolate Milka, elenvoltorio de las patatas fritas, los envoltorios de todas lascosas, todo.

    Ah!, Juanita Catstrofe no se chupaba el dedo y sabamuy bien que la libertad no consiste en dejar los zapatos detacn en mitad del cuarto; con Juanita se poda hablar sobre elconcepto de la libertad, as como de otros conceptos, larga y

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    apasionadamente. Juanita estudiaba Ciencias Econmicas yBellas Artes, Juanita era de muy buena familia. Su padre:director de un elitista instituto de secundaria, historiador de

    carrera y tambin, como se supo tras la cada de los comunatas,propietario de casas y tierras; su madre: dentista con muchosaos de experiencia y gabinete en el centro del casco antiguo,distinguida, bien cuidada, sofocantemente tentadora en sumadurez.

    No tuve la conciencia limpia durante mi nica comida

    dominical en la mansin de las afueras de los seoresCatstrofe. Qu digo!: no es que no tuviera la conciencialimpia, la tuve sucsima, estuve hecho un puerco impuro y unlobo hambriento. Me tragaba los platos con apetito de lobo ycomo lobo miraba insistentemente a mi futura malogradasuegra, ella llevaba un amarillo y ligero vestido y losvestidos amarillos siempre me resultaron demoledores.

    Coma caldo conkolduny[1]lengua de ternera en gelatina, asadode ternera a las especias de caza, macedonia de frutas, helado;coma y pisoteaba la garganta de la lujuriosa cancin que enm naca. Yo en aquella poca estaba en una forma esplndida,no beba nada, nada excepto agua mineral sin gas (en lostiempos de los comunatas no haba agua mineral sin gas); asque no tom ni una gota de vino en la comida, no tom ni undedal de licor en el postre, en el coac servido con el caf nisiquiera moj los labios, por la tarde, naturalmente, tampocome tom el vasito de Jack Daniels ofrecido por el anfitrin. Nobeb nada y para nada me desasosegaba el no beber, estaba en

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    una forma excelente, escuchaba, hablaba, moderaba ladetallada trama de la novela pornogrfica sobre la madre y lahija gozadas a la vez que naca en mi cabeza, la moderaba lo

    justo para que no se apagara del todo, la moderaba para queno dominara, sino que tan slo ardiera en el fondo de missensaciones. Participaba activamente en la conversacin, y consincero inters escuchaba las confesiones de los anfitrionessobre sus gustos literarios, que eran ciertamente amplios. Elseor Catstrofe: la literatura en lengua alemana, con especialpreferencia por los austracos del siglo veinte; la seora

    Catstrofe: la literatura latinoamericana sin ningunapreferencia en especial; Juanita: la literatura rusa ynorteamericana, con especial preferencia por VladimirNabokov. Escuchaba, hablaba; en cuanto a Nabokov, expuse laidea, en mis circunstancias osada, de que era un escritor cuyainfernal y oscura curiosidad inquisitiva y sutil dominio de unaglida forma le predestinaban perfectamente para escribir unestudio novelesco del vicio, desgraciadamente agregu confrivolidad erudita, los rumores acerca del profundoalcoholismo del escritor resultaron ser falsos. Escuchaba,hablaba, confesaba mis preferencias literarias y despus, a lahora gris, estaba ya en el dormitorio de soltera de Juanita.

    Ves lo bien que he limpiado susurraba Juanita;para ti, lo he ordenado para ti.

    Efectivamente, en la habitacin reinaba una aterradorasimetra, contraria no slo al carcter de Juanita, sino engeneral a la naturaleza humana; bastaba un vistazo para

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    confirmar que haba sido levantado un aparatoso, potemkianomonumento del orden ejemplar que en un instante sederrumbara.

    Juanita, te quiero en el caos, te quiero entre todas tusdesparramadas cosas.

    Pero Juanita, por lo visto, alada por el recin conocidoarte de la armoniosa disposicin de los objetos, no prestabaatencin, o quiz no hubiera entendido la hondura potica demi confesin.

    Hasta las llaves susurraba con un entusiasmoinfantil, hasta las llaves las pongo ahora en su sitio. Y estamaana, imagnate, esta maana no las encontraba, no lasencontraba porque se me olvid que las haba puesto en susitio.

    Not que la conmocin me apretaba la garganta, meconmova la repentina certeza de que pasara con Juanita elresto de mi vida.

    Te quiero repet, te quiero independientemente dednde dejes las llaves.

    Vendijo Juanita, y me cogi de la mano y me llevpor las escaleras a la primera planta de la mansin y abri lapuerta al fondo del pasillo. Ante m haba una habitacin deparedes blancas, an sin amueblar, luminosa y acogedora.Desde la ventana se vislumbraba un panorama que podra ser

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    el sueo de cualquier grafmano: abajo la ciudad se enfriaba,las masas de aire caluroso se espesaban sobre ella, la hierbaasitica de la oscuridad empezaba a cubrir los callejones, en las

    lejanas ventanas se encendan las primeras luces.

    Aqu tendrs tu silln, tus estanteras, tus libros y tumesa de trabajo, aqu podrs escribir dijo Juanita, y yoentend que el indispensable gran cambio que haba estadoesperando durante tantos aos y en cuya llegada, despus detantos aos, haba dejado de creer finalmente haba llegado.

    Entend que mi vida cambiara y mejorara, y con delicadeza,como si abrazara el alma de esa nueva vida, con delicadezacog a Juanita entre mis brazos.

    Y despus, muy tarde, por la noche, cuando todos losadultos haca rato que dorman y cuando en nuestro rincn dela tierra se haban apagado ya muchas luces, ped por telfonoun taxi (en los tiempos de los comunatas no haba taxis portelfono); Juanita, bostezando dulcemente, me acompa atravs del jardn, detrs de la portezuela me esperaba ya unMercedes blanco. Duerme bien, Juanita. El taxi atraves lososcuros suburbios; a ambos lados, los campos vacos, las

    paredes frgiles de las casas; yo estaba lleno de admiracinhacia el mundo entero, me agradaba incluso el hecho de que eltaxi que me haba recogido fuera un Mercedes blanco.

    Arrellanado cmodamente en el asiento, buscaba con lavista las ventanas iluminadas; siempre me han intrigado las

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    lucidez me arrastraba al telfono para encargar la compraritual: dos botellas de Premium de melocotn y una Coca-Colagrande, por favor. Mi direccin. En los tiempos de los

    comunatas no haba compras por telfono.

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    7EL PRINCIPIO MISMO

    El principio, el principio mismo, el principio narrado en

    un plano tan corto que en la imagen empieza a dominar elgrano, el principio de este o, a decir verdad, de cualquier otrobeber, el principio, pues, del beber universal, el principio delbeber atemporal, el principio del pan-beber, el principio dellibro del Gnesis del beber es como sigue: la Tierra era informey el espritu flotaba sobre las aguas, y pagu al taxista, y mebaj del taxi, y cien veces camino del ascensor me asegur de

    que mi bolsa de mano colgaba segura del hombro, y sub enascensor al duodcimo piso, y gir la llave en la cerradura, yencend la luz en el reloj de pared eran las tres y diecisieteminutos. De repente apret el paso, s, atravesaba las doshabitaciones y la cocina muy ligero, tena mucha prisa y todosmis movimientos eran ligersimos, no es que hubiera pocotiempo, tiempo haba suficiente, pero de manera visible y

    sofocante creca la vacilacin; no intensifico la viveza de laimagen (con un efecto, por cierto, no muy alejado de laverdad), diciendo que desde los rincones se arrastraban losdemonios de la vacilacin, tanto no, pero sin duda alrededorestaba ms oscuro, ms denso y tambin de alguna manera

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    ms amarillo, s, alrededor estaba ms oscuro, denso yamarillo, al fin y al cabo hasta los abstemios conocen laexpresin atmsfera opresiva, al fin y al cabo hasta a los

    abstemios alguna vez empieza a faltarles el aire y surespiracin se acelera, y realizan movimientos espasmdicos,como arrancando lazos que aprietan, como apartando estadosfsicos cada vez ms densos. En los ltimos segundos de mi nobeber ocurra un fenmeno anlogo, slo que mil veces msmolesto. No notaba el aire sofocante: me asfixiaba. No hacamovimientos aterrados o espasmdicos: me agitaba como un

    loco. Aunque eso tampoco es del todo acertado, actuaba demanera lgica, en mi locura haba un fro mtodo, loca era larapidez de todos mis movimientos; con velocidad loca,aunque siempre con un cuidado escrupuloso, dejaba la bolsaencima del escritorio, la abra y sacaba todo lo que habadentro, preparaba vasos, un cenicero, como un rayo mecambiaba en un cmodo y abrigado chndal. Todava, todavaera posible apagar la llama ya bien fuerte, todava era posiblevaciar en el fregadero las dos botellas compradas en el 24horas, tirarlas al contenedor o, incluso, lanzarlas por laventana abierta. Y precisamente esta posibilidad, la sombra deesta posibilidad, dramatizaba la situacin en extremo; no setrataba, pues, de que siguiera existiendo una eleccin real

    entre el beber y el no beber, no, esta eleccin haca tiempo queno exista (francamente, no haba eleccin desde haca almenos veinte aos), pero an se poda fingir su existencia,simular un engaoso forcejeo, y no tanto dudar entre el bebery el no beber como, sabiendo que uno prcticamente ha dejado

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    de no beber, seguir martirizndose, alargar el camino hacia elbeber. Me agitaba y as es pensaba an en el no beber,pero lo haca como el hombre que piensa en el suicidio aunque

    con toda seguridad no vaya a cometerlo: la claridad de lasimgenes mentales no tiene nada que ver con la realidad.Puedes pensar en el suicidio a menudo, puedes verdetalladamente los diversos pormenores, puedes imaginarterabiosamente tu propio cadver colgando de la viga del techo,pero en el fondo de tu alma sabes que no lo vas a hacer. S. Enel fondo del alma saba que no lo hara. Si lo hiciera, si, no

    quiera Dios, vaciara en el fregadero o tirara por la ventana lasdos botellas adquiridas en el 24 horas, qu resultado lograracon este acto mprobo y fariseo? Ninguno. Tendra quequitarme el cmodo y abrigado chndal, tendra que vestirmede nuevo, de nuevo ponerme los zapatos y el traje de visitaque llevaba en la casa de los Catstrofe, ir a pie o en taxi a esteo aquel 24 horas; y luego sera peor: de rabia contra m mismo,de rabia por haberme dejado arrastrar a un acto mprobo yfariseo por culpa del cual habra cado en una falaz peripecia,de rabia contra la hipocresa que me rodeaba por todas partes,comprara no dos, sino cuatro botellas de vodka y de nuevo, apie o en taxi, comprobando cien veces si la bolsa el doble depesada colgaba del hombro, volvera a casa, subira en

    ascensor al duodcimo piso, girara la llave en la cerradura yencendera la luz. El juego de multiplicar sucesosaparentemente posibles, aunque en el fondo completamenteimpensables, poda durar infinitamente, de nuevo poda tiraral fregadero o por la ventana las cuatro botellas y una vez ms

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    8CRISTBAL COLN EL DESCUBRIDOR

    Siempre al final de mi estancia en la unidad de

    alcohlicos haba logrado crear en torno a m cierto orden,aunque fuera el orden de la unidad cerrada, y pasar de esteorden al desorden del mundo abierto, hablando en cristiano: lavuelta del hospital a casa, se me haca imposible sin animarmecon unos cuantos tragos.

    El tpico estrs de salida como dira el doctorGranada, usted no es capaz de hacer frente al estrs desalida. Aparentemente, sale en buena forma, pero no es capazde hacer frente al estrs de salida.

    Efectivamente, no era capaz de hacer frente al estrs desalida, de forma que reduca el estrs de salida al mnimo. Eltrayecto en taxi desde la unidad duraba cerca de veinteminutos, pero despus, tras un viaje lleno de tormento, trashaber tomado cuatro chupitos estabilizadores y tras habermeagenciado una botella de vodka, ya no tena el estrs de salida,no tena en absoluto ningn tipo de estrs, si empezaba asentirme un poco peor, echaba un trago y me senta mejor, y

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    eso es todo, toda la filosofa, toda la filosofa del beber.

    No existe ninguna filosofa del beber mi compaerode habitacin, Coln el Descubridor, se daba la vuelta en lacama, se quitaba las gafas, dejaba sobre la mesita unatraduccin francesa del Nuevo Testamento y repeta con unaprofesional entonacin de profesor impacientado: No existeninguna filosofa del beber, existe tan slo la tcnica del beber.

    Coln el Descubridor, desde haca al menos veinte aos,atravesaba el mar de tinieblas a nado; atragantndose con tanslo cincuenta gramos de las infinitas extensiones de aguasocenicas, caa invariablemente en inacabables, asesinastajadas. Haca dos semanas que le haban trado en estado deagona, y no ya en la planta de alcohlicos, sino en la de abajo,en cuidados intensivos, con dificultad le sacaban y loconsiguieron de milagroprimero del delirium, despus de

    la epilepsia. Ahora estaba ya ms que menos recuperado. Deda se paseaba por el corredor con la traduccin francesa delNuevo Testamento y, tanto de palabra como de acto, daba aentender que estaba sumamente disgustado con el nivel de lahospedera en la que se encontraba para recobrar un poco desus mermadas fuerzas.

    En cambio, por las noches, su indefenso cuerpo no eracapaz de adoptar ninguna pose, los msculos de las piernas ylos brazos, completamente limpios de magnesio, se contraanespasmdicamente. Yo, aunque estaba dormido como unapiedra por las potentes dosis de hemineurine, me despertaba

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    Fenomenal, fenomenal mascullaba, fenomenal, nome ocurre nada, un momento de debilidad.

    Y qu le parece, por qu este momento de debilidad,con qu lo relaciona usted?

    Francamente, no tengo la menor idea, tal vezdemasiado trabajo, el agotamiento, he tenido ltimamentetantas ocupaciones.

    Arrancada de un superficial sueo de guardia, todava

    soolienta, aunque enseguida glida y profesionalmente hbil,la enfermera Viola segua teniendo el atractivo de una mujerrecin despertada; el aura de una imperceptible sonrisa oquiz de un repels atraves sus fantsticos pmulos.

    Y no cree usted, profesor en la voz del doctorGranada no hubo ni sombra de irona ni ambigedad, no

    cree usted, profesor, que su estado sera lcito relacionarlo concierto, por as decirlo, abuso del alcohol por su parte?

    En ningn caso, eso es absolutamente imposible, yo nobebo casi nunca, de cuando en cuando, en ocasiones especiales,algn brindis o un vaso de buena cerveza con la comida...

    De todas maneras, si bien entiendo poco a poco, enlos claros cielos de la voz del doctor Granada comenzaban aacumularse nubes cada vez ms oscuras, si bien entiendo,su estancia en el hospital y su malestar no tienen nada que vercon el alcohol?

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    Nada que ver confirmaba solcitamente Coln elDescubridor, pero hablaba ya con voz menos decidida, nadaque verrepeta con una fingida reflexin, haca una pausa, y

    esa repentina reflexin procuraba seguirla con la mmica,aunque, creo recordar... su cuerpo se liberaba despacio deltemblor, y en toda su silueta se dibujaba ms claramente unaeventual disposicin a pequeas concesiones.

    Qu es lo que recuerda concretamente, profesor?

    S, recuerdo que puede ser que durante la ltimacelebracin familiar efectivamente haya bebido una copita dems.

    Su diagnstico me fulmina con su acierto deca eldoctor Granada tranquilamente, y en seguida explotaba en unrugido furibundo: Una copita de ms! Que ha tomado unacopita de ms! La bota de vino andante se ha tomado unacopita de ms! Reconoce que tal vez haya exagerado un poco!

    La enfermera Viola con un movimiento hbil, practicadoen miles de pacientes excitados, con una mano agarraba aldoctor del brazo y con la otra de la cintura y lo llevaba hacia lapuerta, mientras l segua desgaitndose como un poseso:

    Que ha tomado una copita de ms! Sensacional! Eldescubrimiento de Amrica! Ha descubierto Amrica!Cristbal Coln, el Descubridor!

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    9EL PRINCIPIO DE LA VAGUEDAD

    No me molestaba la beoda hipocresa de Coln el

    Descubridor, no se puede beber sinceramente sin hipocresa,los labios deben negar el licor que acaba de pasar por lagarganta. Dios, seguramente para alivio de los borrachos, enlas tablas de piedra no puso el mandamiento no mentirs.La palabra debe negar el vicio. Para la tribu de los alcohlicosla mentira es honor; la verdad, primero un desatino, despusuna afrenta, al final desesperacin. Si verdaderamente bebes,

    has de anunciar a los cuatro vientos que no bebes, si admitesque bebes quiere decir que no bebes verdaderamente. Elautntico beber temerario tiene que estar oculto, quien lodescubre se ha rendido, ha reconocido estar indefenso, lequeda el llanto, el rechinar de dientes y las sesiones de AA.

    Cuantas veces os diga que he dejado de beber, que no

    bebo, que despus de dcadas me he desembriagado del todo,que he recuperado el sentido del tiempo, que durante semanasme he estado reponiendo en la helada casa de la montaa,tantas veces, con toda calma, podis no creerme. A decirverdad, no me creis ni una palabra. La palabra es mi

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    estimulante, mi droga, y le he tomado gusto a la sobredosis. Lalengua es mi segundo, qu digo mi segundo, la lengua es miprimer vicio.

    Hable sobrio o borracho, diga que desde la aurora hastael ocaso beborroteaba vodka de melocotn o que hace cientodiecisis das que no pruebo ni gota, diga lo que diga, soy enmi hablar inaprensible hasta para m mismo. Igual que en mibeber soy inaprensible para m mismo y para el mundo entero.

    Cuntas veces pongamos por caso he marchadosobrio como un ngel por la calle Szewska y cuntas veces nohe dado ni veinte pasos, no han pasado ni veinte segundos, hedado apenas diecisis pasos, han pasado diecisis segundos,he entrado en la plaza Mayor y en un instante primero, yomismo humanizaba mi angelicalidad y, despus, mihumanismo por s solo experimentaba una fulminante

    animalizacin, al entrar en la plaza Mayor, en un instanteestaba borracho como un animal. Qu es lo que ha pasado?Acaso se ha desmoronado la torre plateada de mi alma?Acaso un viento negro ha soplado empujndome al abismo yme ha sentado a la barra del bar? Qu ha pasado? No lo s.No he percibido mi no beber en Szewska, como no hepercibido mi beber en la plaza Mayor.

    Soy el prncipe de la vaguedad. Cuando digo que no bebo,con toda seguridad no es cierto, pero cuando digo que bebotambin puedo mentir como un bellaco. No lo creis, no locreis. Al borracho le da vergenza beber, pero ms vergenza

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    le da no beber. Qu clase de borracho es aquel que no bebe?Uno cutre. Y cul es mejor, el borracho cutre o el no cutre?Qu es superior, la cutrez o la no cutrez? Adems: cuando se

    cumple el destino del alcohlico, querer superar el destino delalcohlico es una cosa no slo intil, sino grosera e inclusodeshonrosa.

    El Trabajador Socialista Ms Destacado, un ancianofundidor de la planta metalrgica de Sendzimir (antes deLenin), cuando en una de sus estancias en la unidad de

    alcohlicos comprendi finalmente su propia impotencia,cuando comprendi que su destino de alcohlico se habaconsumado y ceido sobre l como una colina arenosa sobre lafosa comn, se qued perplejo y se tiraba das enteros delantedel servicio de caballeros (imparables lgrimas fluan por susmejillas cubiertas de cerdas blancas), se quedaba delante delvter como un monumento a la estupefaccin y repeta una y

    otra vez:

    Cmo no beber, si todo el mundo bebe? Cmo nobeber, si todo el mundo bebe? Cmo no beber, si todo elmundo bebe? Cmo no beber?

    Y se habra quedado all el infeliz hasta el da del Juicio,

    se habra quedado hasta el da del alta de la unidad, se habraquedado sollozando, si el doctor Granada a cierta horaparticularmente desesperada no lo hubiera llamado por fin asu despacho, no lo hubiera sentado en el silln y no le hubierahablado con ms o menos estas palabras:

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    Pronto saldr usted de aqu, seor Trabajador, y sidespus de la salida usted logra no beber, no beba, con todassus fuerzas no beba, pero asegrele a todo el mundo que lo

    hace. De esta forma evitar mucho del estrs que le anima abeber, evitar muchos sufrimientos, molestias y disgustos eincluso el escndalo. Evitar miradas llenas de desencanto yde siniestra expectacin. Usted se ha currado duramente,seor Trabajador, su mrito de borracho y ahora ser mejorpara usted y para su debilitada salud no complicar en excesosu imagen pblica. Ha cruzado nuestro umbral como un

    borracho, y para su propio confort psquico y para la paz desus ms sinceros amigos saldr de aqu, en apariencia, como elmismo borracho, pero de hecho no ser ms que un beododisfraz. Usted no beba, pero afirme directamente o d aentender con sugerencias lo menos rebuscadas que bebe. Hagacreer cuanto ms tiempo mejor y con el mayor empeo quepueda que bebe, sobre todo porque de todas maneras tarde otemprano echar un trago.

    Y las lgrimas en seguida se secaron en las mejillascubiertas de cerdas blancas del Trabajador Socialista MsDestacado, y su corazn se sinti libre de un gran peso, y salidel despacho del doctor Granada con el rostro iluminado, y alsalir, ilumin ms an su rostro sobre nosotros.

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    10EL RO DE LA PAZ

    No me molestaba la hipocresa de Coln el Descubridor,

    ni siquiera me molestaba ese tono categrico e insoportable ensu autoridad, lo que me molestaba en extremo era el hecho deque algunos de sus argumentos fueran irrebatibles.

    No existe ninguna filosofa del beber repeta, sinotan slo la tcnica del beber. Existe, en cambiocon un gestomaquinal de maestro de escuela levantaba el dedo, existe lafilosofa del malestar. En general, el sentido de la vida humanase puede reducir a los constantes esfuerzos por sentirse mejor,para este fin pueden servir, por ejemplo, la ideologa, lareligin, el avance de la tecnologa, los bienes materiales,tambin puede servir el beber, ms exactamente: la tcnica delbeber hbilmente dirigida. En otras palabras: en la vida se tratade corregir oportunamente el malestar con ayuda de una

    adecuada tcnica del beber. Esto puede fallar. Cuando elmalestar llega a tal extremo que ninguna tcnica del beberpuede ayudar o la tcnica del beber sufre un relajamiento y envez de sentirse uno mejor, se siente peor, s, entonces s quesurgen problemas. Problemas que yo no tengo aada con

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    insistencia, de nuevo se colocaba las gafas, coga la traduccinfrancesa del Nuevo Testamento y haca como que estabaleyendo.

    Fastidiosa, irrebatible y espantosamente tena razn.Cuando las cosas (usar aqu la petulante expresin tcnica delbeber me cuesta cierto trabajo), cuando, pues, las cosas sufrenrelajamiento, de la corriente cada vez ms oscura y profundadel ro en cuya orilla buscas apaciguamiento, tarde o tempranoempezarn a asomar unas manos cadavricas.

    Pero de momento las aguas se vean limpias, fluan comoel aliento, sal de la unidad de alcohlicos, acababa de hacer entaxi un viaje de veinte minutos, acababa de tomar cuatrochupitos estabilizadores, tena a mano una botella abierta, elclaro ro de la paz llevaba su imperceptible caudal, yo estabaen buena forma, la tcnica del beber apoyaba mi bienestar

    firmemente, la paz, o al menos nada de histeria, nada demovimientos bruscos, nada de trincar directamente de labotella. Beborroteaba metdicamente del vaso, pero con tragosmenudos, de veinticinco gramos exactamente medidos, e igualde metdicamente trabajaba. Llenaba la baera de aguacaliente, echaba una dosis excesiva de detergente Omo-Color,dispona la colada. La lavadora automtica se haba averiado

    todava antes de la cada de los comunatas y antes del fracasode mis dos matrimonios.

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    11ALBERTA LULAJ

    Aullaba, no oa mi propio aullido, pero parece que

    realmente aullaba, o al menos ellos dijeron que mi aullido eraterrible, terrible. Daban vueltas por el piso, no eran muchos,aunque de todos modos no era capaz de contarlos. No eracapaz ni de contar hasta tres. De dnde saldran? Habrandescendido de las grandes pginas de la literatura? BajarandeEl procesoo deEl regalo de Humboldt? Llegaran desde unaescena de registro o arresto en el mundo representado de

    alguna novela? Levantaba los prpados leosos y he deconfesar que tema que lo que vea fuese slo un sueodelirante lleno de citas clsicas, tema que an durase latemporada de amorfos espectros literarios, pero uno de ellosse inclin sobre m, me acomod la almohada, sent el curtidoolor de su cazadora, el olor a especias de su colonia, y seapoder de m tal horrible oleada de mono, que estaba

    dispuesto, en busca de alivio, a lamer toda la colonia de sucuerpo. Mezclndola con saliva, tal vez reuniese una gota, unagota nunca proporciona alivio, pero s el ilusorio momento deespera del alivio, el miedo durante ese momento es un pocomenor. Sent los olores y me desprend de los recelos

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    delirantes, la literatura se acab definitivamente, en mihabitacin indudablemente haba alguien. Volv la cabeza,junto al colchn deba estar la botella con el infalible resto, o tal

    vez, con suerte, con varios infalibles restos. Un da, recuerdo,en un estado anlogo volv la cabeza y vi una botella mediollena. Dios mo, eso fue como un aria de Mozart, fue comoLeibniz escribiendo sobre la perfeccin de Dios, pero ahora no,ahora no haba nada, ni siquiera una botella vaca en micabecera. Alargu la mano, o mejor dicho, mi trmula manoreptante empez la bsqueda por s misma, en vano palpaba

    terrenos lo ms extensos posible, otra vez nada. El que mehaba acomodado la almohada se sent en el borde del colchny extrajo de su pecho una botella de Becherovka. La meravisin del clebre cristal verde puedo decir no es queexactamente me fortaleciera, sino que caus un aumento de miatencin, ahora lo vea bastante claro: a dos pasos haba otrapersona, y en el fondo del cuarto, en la butaca del rincn,estaba sentada una tercera. Lo subrayo una vez ms: no eranalucinaciones (aunque despus de cuarenta, o quiz cientocuarenta das, tena no slo el derecho, sino la obligacin dealucinar), no eran delirios. Tambin ahora, cuando describotoda esta situacin, quiero evitar a toda costa cualquier juegoliterario, ese tipo de efecto, por otro lado gastadsimo, en el

    que no se sabe si al narrador algo slo le parece que pasa o sipasa de verdad. No. En mi habitacin innegablemente habatres personas, aunque la tercera tena algo de espectral, estabaenvuelta en una vestimenta rara y, a pesar de todo, para mindescifrable, su cabeza la cubra una capucha.

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    Ahora te doy medio vaso de Becherovka la voz queestaba oyendo era tambin claramente real, no tena ningntono de ambigedad, ninguna ronquera de bandido ni ningn

    falsete diablico; era la grave y agradable voz de un internistaque inspira confianza. Lo real de este semibartono aliviabacasi igual que la promesa por l anunciada. As es, conobstinacin de borracho lo repito una vez ms: lo real de lasituacin me aliviaba, demasiado mortificado estaba ya por laincesante ficcin.

    Ahora te doy medio vaso de Becherovka; segn creo, atan sublime maestro del arte del tragar como t no tengo querecordarle que debe beber con cuidado y muy despacio, encaso contrario provocars, como decan los antiguos polacos,un deshonroso vmito, y eso sera, en primer lugar, unavergenza irreparable delante de una dama, y en segundolugar, una prdida nefasta de una porcin importante de la

    vivificadora sustancia.

    As es, no tena que darme lecciones. Sabiendo que enpocos minutos me esperaba una sutil reconstitucin de cuerpoy alma, me incorpor hasta sentarme y con sumo cuidado (nosin un matiz de adoracin) cog con las dos manos el vasoprometido, segn la promesa, medio lleno, y comenc a mojar

    los labios, y comenc a rociar la garganta, y moderando lanecesidad de salvacin inmediata, acceda a una salvacingradual. Y despacio, despacio, el insoportable pesodesapareca de mi corazn, se esclarecan mis oscurospensamientos y se despejaba mi alma.

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    Mejor? pregunt mi salvador, y yo, como un gilaprendiz que al vuelo capta los preceptos de su maestro,contest:

    Mejor.

    Despus de unos minutos, cuando me sent losuficientemente bien como para dejar por fin de abusarhistricamente del tono bblico, les mir a todos con totallucidez e hice la pregunta ms natural y completamente sobriadel mundo:

    Seores, les ruego que me disculpen, pero a qu sedebe su visita? Adems, de dnde, por Dios Padre, han salido?Cmo han entrado aqu?

    Mejor no quiere decir bien dijo con un tono decuerda preocupacin el que pareca ser mi nico

    interlocutor. En primer lugar, no seores, sino seoras yseores. Es realmente muy raro que precisamente t, quegozas de fama de supuesto experto en lo referente al bello sexo,no te percataras de la presencia entre nosotros de una chica.Alberta, revlale al seor tu feminidad.

    El personaje ms espectral de los tres se levant del silln

    sin pronunciar palabra y con lentos movimientos deexperimentada bailarina de streaptease comenz adesabrocharse los botones de la misteriosa vestimenta que, alobservarla ms atentamente y con detrimento de su misterio,resultaba ser una especie de ligero abrigo o grueso vestido con

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    capucha; pronto tuve delante de m, en una pose casi burlesca,a una hermosa, esbelta y alta mujer de pelo oscuro con vestidoamarillo de tirantes.

    Alberta Lulaj, poeta la present el que yo no sabaexactamente ya quin era. El jefe de los intrusos? El maestrode una ceremonia ignorada? Mi benefactor? O quizs unmalhechor proscrito?

    Estamos aqu por el asunto de ella, por el asunto de sussubestimados poemas. Y en cuanto a los dems detalles,primero, hemos entrado abriendo la puerta con la llave que entu ebria despreocupacin te habas dejado puesta, y segundo,somos unos viejos conocidos. Es decir, t puedes no caer, tpuedes no recordar, pero yo s caigo y recuerdo. Mi nombre esCieslar, Jos, y en otros tiempos, al menos cuarenta aos atrs,bamos juntos a la escuela dominical. No tengo que aadir que

    al acabar la escuela dominical nuestros caminos se separaron.El seor se fue a una gran ciudad y se form intelectualmente,yo me qued en nuestra comarca y me ganaba la vida enactividades diversas, aunque la mayora de las vecesintelectualmente ayunas.

    Habra sido bonito que en este punto en mi cabeza se

    hubiera abierto una portezuela completamente invadida porlas oscuras malezas del olvido; si de pronto me hubieraacordado del rubito Pepito Cieslar, quien por nada del mundoera capaz de aprenderse de memoria ni el ms corto salmoluterano, habra sido un episodio no slo bonito, sino tambin

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    clsico, pero yo sinceramente ni papa. Miraba al presuntoPepito Cieslar y en mi cerebro no se abra ninguna portezuela,no me acordaba y no lo reconoca, hasta tal punto que todo lo

    que deca me pareci de repente un evidente embuste alservicio de fines por el momento ocultos, pero criminales atodas luces. Por otro lado, ese trapacista, ese ladrn debiografas deba de saber mucho de m, al parecer conocahasta algunos pormenores de mi alma. Deba de saber, porejemplo, que or hablar de la escuela dominical, sin duda, meconmovera, tal vez, incluso, rompera en una lloradera de

    borracho. Contuve, sin embargo, la conmocin, no me puse aberrear, no dej que se me notara nada; l tampoco insisti enla provocacin iniciada, no me miraba con expectacin, conuna inalterable objetividad segua con las presentaciones.

    Y aqu el compaero con un gesto casi eleganteseal al gngster que estaba de pie un poco ms atrs, aqu

    el compaero no te conoce personalmente, pero es tuadmirador, ha ledo un artculo tuyo en el peridico.

    Mi supuesto admirador asinti con la cabeza y conembustera celeridad confirm:

    As es, no soy una persona propensa al entusiasmo,

    pero en esa ocasin s que me entusiasm.Decid sondear ms el asunto y un poco por astucia, un

    poco por vanidad, pregunt:

    Tengo una enorme curiosidad, por supuesto que estoy

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    encantado, pero a la vez tengo una enorme curiosidad, culde mis textos le caus tan excelente impresin?

    El otro extendi las manos con el consabido gesto deimpotencia y dijo con una sencillez igualmente consabida:

    No recuerdo de qu iba la cosa, pero s que recuerdoque me desternillaba de risa.

    Me encog como fustigado por un ltigo, el jefe de losintrusos me mir con compasin, la poeta Alberta Lulaj fingi

    estar muy absorbida por un tirante demasiado suelto, o a lomejor demasiado apretado. Por un momento rein un silencioembarazoso. Y cuando pas el momento del silencioembarazoso, otra vez son la amigable voz del comandante:

    No deja de asombrarme la magnitud de tu cada; si esque eso tambin deberas saberlo..., a los lectores no hay que

    examinarlos del conocimiento de los textos, hay queregocijarse con la mera existencia de los lectores, aunque seade lo ms vaga, y conformarse con ella. Bueno, no importa,volvamos, o mejor, vayamos por fin al grano. He aqu delantea la hermosa y prudente Alberta. No slo ahora estar delantede ti, sino que durante las prximas horas, y si hace falta,durante los prximos das, se quedar contigo. El compaero y

    yo nos marcharemos literalmente en un minuto, adems, comosiempre, nos aguardan en la ciudad asuntos inaplazables.Nosotros salimos, Alberta se queda. Te dejo tambin la botella.As es repiti con nfasis el presunto Jos Cieslar, te dejotambin la botella. En otras palabras levant el dedo en un

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    gesto significativo, profesoral y parecido, como dos gotas deagua, al de Coln el Descubridor, en otras palabras, tequedas con la mujer y con la botella, considera que es como si

    alcanzaras el paraso sin ningn mrito. Despus, Alberta teayudar a volver en ti, apaciguar tus nervios a flor de piel, tepreparar un caldo nutritivo, te dar de beber un zumo rico envitaminas, como ltimo recurso, se bajar a la tienda por lasdos ltimas cervezas salvadoras. Y t a cambio...

    A cambio qu? A cambio qu? le interrump,

    pasmado en parte con el exceso de maravillosos beneficios y almismo tiempo aterrado, por otra, por la certeza interior de queen el presente estado nada, pero absolutamente nada seracapaz de hacer a cambio y que de ninguna manera podrapagar a mis srdidos bienhechores.

    A eso voy, t a cambio hars realmente poco.

    Escuchars los poemas de Alberta. No quiero, naturalmente,sugerir nada de antemano, pero en mi modesta opinin,Alberta no slo escribe bellos poemas, sino que tambin losrecita excelentemente, es como una especie de canto, y sloescucharlo debera de apaciguarte. Tras escucharlos, realizarsun anlisis perspicaz y una honesta evaluacin y, acto seguido,aprovechando tus vastos contactos, le facilitars a Alberta su

    publicacin, preferiblemente en las columnas de TygodnikPowszechny.

    Pero si yo ya hace tiempo que no escribo enTygodnikPowszechnydije, o ms bien ga en voz baja; ga no porque

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    de pronto hubiera sentido una nostalgia etlica deTygodnik,ga porque en el fondo del alma saba que todas misresistencias y objeciones eran aparentes, ga porque saba que

    accedera a cualquier cosa.

    No importa, sigues teniendo contactos all. Adems, notiene que ser necesariamente Tygodnik, pueden ser otrascolumnas influyentes y formadoras de opinin. Polityka oGazeta Wyborcza, pero lo mejor seraTygodnik.Sabes por qu?

    S, lo s rezongu con desgana.

    Lo sabes?

    Lo s.

    Qu es lo que sabes?

    S lo que debo saber contest con fatiga, porque en

    este caso realmente lo saba.

    Si lo sabes, dilo sin duda en su obstinacin haba algode infantil. (Una huella imborrable de la escuela dominical?)

    Se trata de queTygodniklo lee el Papa.

    Excelente! Bravo! Bravo! el rostro de mi presuntocompaero de bblicas enseanzas de infancia se ilumin.Veo que te subestim. Te tena por un flipado virtuoso de lapalabra, pero t, to, eres astuto, eh, zorrito? Te das cuenta decmo sera eso, Juan Pablo II lee enTygodnik Powszechny los

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    poemas de Alberta Lulaj, el profundo sentido metafsico deesos poemas le causa al Santo Padre una fulminante impresin,enva a Alberta una solemne carta, o quizs, incluso, una

    especial bula papal, y el mundo, el mundo entero es nuestro.Entiendes, slo nos interesa eso, la apuesta ms fuerte. As queTygodniksera lo mejor, pero si no puede ser, qu le vamos ahacer, podr ser en otro sitio, al fin y al cabo es todo lo mismo,conoces a todo el mundo, con todos has bebido y cuando terepongas ya inventars algo. A la chica hay que echarle unamano, escribe cosas fantsticas que no se publican por culpa

    de la inercia intelectual y personal dominante en el crculo, quet muy bien conoces. As es, a la mujer hay que ayudarle con lapublicacin, si se sintiera injustamente frustrada sera capaz decaer en el putero. Los escuchars y entenders que los poemasde Alberta deben salir a la luz. Vale, no hay ms que hablar, alfin y al cabo eso podras hacerlo por m, en nombre de nuestravieja amistad de la escuela dominical.

    Se haba delatado, definitivamente se haba delatado:nadie que alguna vez hubiera ido a la escuela dominical habradicho del Papa: el Santo Padre. Nunca dir eso ningnevanglico, ni el ms miserable. Estaba desenmascarado, perocomo no saba que estaba desenmascarado, proceda con vigor.Me quit de la mano el vaso vaco y lo llev a la cocina, yvolvi, y puso en mi cabecera la botella de Becherovkaempezada casi inapreciablemente. Despus comenz a hurgaren los bolsillos de su cazadora de cuero y al rato sac unapequea copa de grueso cristal envuelta en un trozo de

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    peridico.

    Alberta te lo va a dosificar dijo, Alberta te lo va adosificar y t, despacio, con sorbos pequeos, vas a beber deesta copa de aqu. Hombre, reflexiona en su voz se dej or eltono de una radical reprensin, eres uno de los borrachosms grandes del mundo y, sin embargo, hace al menos diezaos que no tienes una copa en la mano. Cmo es posibleeso? me mir con una reflexin llena de severidad. Cmoes posible? repiti, esta vez formulndose la pregunta a s

    mismo y en seguida respondindose: Al parecer mipregunta es puramente retrica. Desde hace diez aos no hastenido una copa en la mano porque desde hace diez aos tesoplas el vodka en vaso o a morro. La tcnica del beber, comodira Coln el Descubridor, ha sufrido un total relajamiento.Hombre, reflexiona, haz uso de la copa y escucha los poemas.Con Dios.

    Los dos gngsters me saludaron burlonamente a lomilitar, se encaminaron hacia la puerta de entrada y un ratodespus la puerta de entrada se cerr tras ellos.

    Mir a Alberta y ella sonri dulcemente y dio el primer

    paso hacia m.

    La he visto en el cajero dije con voz floja, me quedmirndola y estaba seguro de que usted sera el ltimo amorde mi vida.

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    En el cajero? Alberta levant las cejas de una formamuy bonita. Es muy posible, utilizo los cajeros bastante amenudo. Pero cundo fue eso?

    No s, tal vez hace cuarenta, tal vez ciento cuarenta, otal vez tan slo unos das. El caso es que era una increble tardede julio.

    Alberta se acerc y se inclin sobre m, y advert elcontorno de los pechos ms bellos me embal y en unprimer momento quise pensar, los pechos ms bellos detodo el Pacto de Varsovia, pero la forma del mundo habacambiado y ahora vea el contorno de los pechos ms bellos dela OTANo de los pechos ms bellos de la Unin Europea, o elcontorno de los pechos ms bellos de los pases candidatos a laUnin Europea. Alberta se inclin sobre m, puso la mano enmi frente y dijo casi susurrando:

    Imposible que hayas estado fuera tanto tiempo. Siestamos en invierno, est nevando, vienen heladas, se acerca laNavidad.

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    12TODAS LAS LAVADORAS DEL MUNDO

    La idea indefinidamente aplazada de reparar la vieja

    lavadora o de comprar una nueva muri al final por s misma,y dira que sin relacin con mis debilidades. Me he bebido entoda mi vida un montn de dinero, he gastado una fortuna envodka, pero la vil aventura de beberme la suma destinada a lareparacin de la lavadora no me ha ocurrido nunca. Loconfieso no con orgullo, sino con humillacin en el alma.Puesto que la circunstancia de no haberme bebido la suma

    destinada a la reparacin de la lavadora se debe al hecho deque yo no he destinado nunca ninguna suma a la reparacinde la lavadora. Antes de que pudiera destinar una sumadeterminada a la reparacin de la lavadora, me la beba juntocon otras sumas an no destinadas a nada. Me beba el dineroantes de poderlo destinar a cualquier otro fin, ergo, puedodecir, aparentemente contradicindome a m mismo (pero slo

    aparentemente, porque all haba un cuantificador pequeo, yaqu uno grande), puedo decir, pues, que efectivamente me hebebido el dinero para la reparacin de la lavadora, me hebebido el dinero para una serie de