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SEMANA POR LA VIDA 2015 1 LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA Objetivo: Reconocer el valor exclusivo que posee cada ser humano y que Dios confía a cada hombre, desde el mismo momento de su concepción. Iluminación bíblica: Gn.1,26-29 Todos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, tanto los hombres como las mujeres, disfrutamos de la misma dignidad como creación única e irrepetible del dios de la vida. Por ellos ninguno es superior al otro. Fuimos creados hombre y mujer, diferentes por una razón. Y es que mediante la complementariedad de los sexos, Dios nos invita a participar en el milagro de la procreación. Otras lecturas: Juan 10,10; Jeremías 1,5 Cada ser humano es único e irrepetible. Crece y se hace en el tiempo. Tiene virtudes y defectos. Cada uno, con alma y cuerpo, es una creación única de Dios. En ningún tiempo de la historia existirá alguien como nosotros, nunca ha existido, existe, ni existirá. La dignidad de la persona humana, es el valor que todos tenemos desde el mismo momento de la concepción, cuando empezamos a ser, la dignidad no es algo que se gane por un título universitario, por un cargo exitoso, o por tener el carro del año; la palabra dignidad se asocia con el valor que todos tenemos, y es que cada ser humano es valioso desde el mismo momento que es concebido. Desde el primer momento soy hombre o mujer y por lo tanto con total y absoluta dignidad. Cada hombre es amado de Dios. Reconocer la dignidad de la persona en todas las etapas de su vida es fundamental, tanto reconocer la dignidad propia, como la de los demás. Pudiésemos pensar que se tiene dignidad a partir del momento en que podemos defenderla, pero no es así, la dignidad no es algo que se adquiera con el tiempo, se adquiere desde el primer momento en que se empieza a ser persona. Es por ello que todos, sin excepción, merecemos respeto porque somos alguien y no algo; si es una atrocidad matar a un adulto, más cruel es matar a un niño pequeño. Un adulto es capaz de defenderse, el niño no se puede defender; nosotros podemos gritar y hacer valer nuestro derecho a la vida, ese niño no. El aborto es un acto que degrada a la persona hasta el punto de convertirlo en un objeto que se puede botar porque “no se quiere”, la vida no se trata de quererla o no quererla, se trata de valorarla y darle el respeto que merece por el hecho de ser un don otorgado por Dios. pastoralfamiliarvenezuela.com.ve

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SEMANA POR LA VIDA 2015

1 LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

Objetivo: Reconocer el valor exclusivo que posee cada ser humano y que Dios confía a cada hombre, desde el mismo momento de su concepción.

Iluminación bíblica: Gn.1,26-29

Todos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, tanto los hombres como las mujeres, disfrutamos de la misma dignidad como creación única e irrepetible del dios de la vida. Por ellos ninguno es superior al otro. Fuimos creados hombre y mujer, diferentes por una razón. Y es que mediante la complementariedad de los sexos, Dios nos invita a participar en el milagro de la procreación.

Otras lecturas: Juan 10,10; Jeremías 1,5

Cada ser humano es único e irrepetible. Crece y se hace en el tiempo. Tiene virtudes y defectos. Cada uno, con alma y cuerpo, es una creación única de Dios. En ningún tiempo de la historia existirá alguien como nosotros, nunca ha existido, existe, ni existirá. La dignidad de la persona humana, es el valor que todos tenemos desde el mismo momento de la concepción, cuando empezamos a ser, la dignidad no es algo que se gane por un título universitario, por un cargo exitoso, o por tener el carro del año; la palabra dignidad se asocia con el valor que todos tenemos, y es que cada ser humano es valioso desde el mismo momento que es concebido. Desde el primer momento soy hombre o mujer y por lo tanto con total y absoluta dignidad. Cada hombre es amado de Dios.

Reconocer la dignidad de la persona en todas las etapas de su vida es fundamental, tanto reconocer la dignidad propia, como la de los demás. Pudiésemos pensar que se tiene dignidad a partir del momento en que podemos defenderla, pero no es así, la dignidad no es algo que se adquiera con el tiempo, se adquiere desde el primer momento en que se empieza a ser persona.

Es por ello que todos, sin excepción, merecemos respeto porque somos alguien y no algo; si es una atrocidad matar a un adulto, más cruel es matar a un niño pequeño. Un adulto es capaz de defenderse, el niño no se puede defender; nosotros podemos gritar y hacer valer nuestro derecho a la vida, ese niño no. El aborto es un acto que degrada a la persona hasta el punto de convertirlo en un objeto que se puede botar porque “no se quiere”, la vida no se trata de quererla o no quererla, se trata de valorarla y darle el respeto que merece por el hecho de ser un don otorgado por Dios.

Alguien pudiera pensar que el único hecho que va en contra de la dignidad de los niños es el aborto, también atentan el maltrato infantil que es un vil irrespeto por la dignidad de la persona; la prostitución infantil, etc. son realidades que las promueven personas concretas. Hay otras maneras quizá menos llamativas como son el acoso escolar; la desvalorización de los procesos naturales de la pubertad y cambios en los adolescentes, que requieren acompañamiento y autoridad por parte de los padres. El consejo y prudente vigilancia de las amistades y compañías para acompañar y aconsejar.

Asimismo, ya en la adultez, pudiésemos pensar que no se puede perder la dignidad porque ya somos conscientes de lo que valemos y merecemos. Resulta que muchos adultos pueden degradar su valor como personas al ser víctimas de explotación laboral o por la dejadez a la hora de trabajar responsablemente. También sufrimos la inseguridad y el desabastecimiento y somos por tanto víctimas del irrespeto por los derechos más fundamentales como lo son el derecho a la vida y a la alimentación; los inmigrantes que sufren persecuciones y maltratos se ven al borde de la desesperación al encontrarse en una dicotomía entre seguir luchando por una mejor calidad en el lugar al que decidieron emigrar, aunque tengan que sufrir los maltratos de la justicia, o regresar al país de origen en donde las oportunidades de progresar son escasas. Y de esta forma se pueden enumerar un sin fin de actos, unos más conocidos que otros, que van en contra de la dignidad como persona.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice 355 "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó" (Gen 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: "está hecho a imagen de Dios" (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado "hombre y mujer" (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV).

El ser humano, debe reconocer que es alguien y no algo, no podemos ver a los demás como objetos a explotar. Nuestra mayor dignidad, nuestro mayor valor y alegría es que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, haber sido redimidos por Cristo, hechos hijos de Dios y llamados a una eterna felicidad. No nos dan la dignidad nuestros méritos, sino por el amor que Dios nos tiene a todos: creyentes y no creyentes. La dignidad también se pone de manifiesto en la libertad que tiene la persona de defender sus derechos y ejercitar sus deberes: en la libertad responsable que mira a los demás con respeto y dignidad.

Preguntas de Reflexión:

1. ¿Qué puedo hacer personal y familiarmente para educar y enseñar el valor del ser humano?

2. “ La vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e inviolable, y por esto, en particular, son absolutamente inaceptables el aborto procurado y la eutanasia; la vida del hombre no sólo no debe ser suprimida, sino que debe ser protegida con todo cuidado amoroso; (…) el respeto de la vida exige que la ciencia y la técnica estén siempre ordenadas al hombre y a su desarrollo integral; toda la sociedad debe respetar, defender y promover la dignidad de cada persona humana, en todo momento y condición de su vida.” EV.81. Elige una oración o una frase de este párrafo que más te impacte y explica el por qué.

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Objetivo: Reconocer el valor exclusivo que posee cada ser humano y que Dios confía a cada hombre, desde el mismo momento de su concepción.

Iluminación bíblica: Gn.1,26-29

Todos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, tanto los hombres como las mujeres, disfrutamos de la misma dignidad como creación única e irrepetible del dios de la vida. Por ellos ninguno es superior al otro. Fuimos creados hombre y mujer, diferentes por una razón. Y es que mediante la complementariedad de los sexos, Dios nos invita a participar en el milagro de la procreación.

Otras lecturas: Juan 10,10; Jeremías 1,5

Cada ser humano es único e irrepetible. Crece y se hace en el tiempo. Tiene virtudes y defectos. Cada uno, con alma y cuerpo, es una creación única de Dios. En ningún tiempo de la historia existirá alguien como nosotros, nunca ha existido, existe, ni existirá. La dignidad de la persona humana, es el valor que todos tenemos desde el mismo momento de la concepción, cuando empezamos a ser, la dignidad no es algo que se gane por un título universitario, por un cargo exitoso, o por tener el carro del año; la palabra dignidad se asocia con el valor que todos tenemos, y es que cada ser humano es valioso desde el mismo momento que es concebido. Desde el primer momento soy hombre o mujer y por lo tanto con total y absoluta dignidad. Cada hombre es amado de Dios.

Reconocer la dignidad de la persona en todas las etapas de su vida es fundamental, tanto reconocer la dignidad propia, como la de los demás. Pudiésemos pensar que se tiene dignidad a partir del momento en que podemos defenderla, pero no es así, la dignidad no es algo que se adquiera con el tiempo, se adquiere desde el primer momento en que se empieza a ser persona.

Es por ello que todos, sin excepción, merecemos respeto porque somos alguien y no algo; si es una atrocidad matar a un adulto, más cruel es matar a un niño pequeño. Un adulto es capaz de defenderse, el niño no se puede defender; nosotros podemos gritar y hacer valer nuestro derecho a la vida, ese niño no. El aborto es un acto que degrada a la persona hasta el punto de convertirlo en un objeto que se puede botar porque “no se quiere”, la vida no se trata de quererla o no quererla, se trata de valorarla y darle el respeto que merece por el hecho de ser un don otorgado por Dios.

1 LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

Alguien pudiera pensar que el único hecho que va en contra de la dignidad de los niños es el aborto, también atentan el maltrato infantil que es un vil irrespeto por la dignidad de la persona; la prostitución infantil, etc. son realidades que las promueven personas concretas. Hay otras maneras quizá menos llamativas como son el acoso escolar; la desvalorización de los procesos naturales de la pubertad y cambios en los adolescentes, que requieren acompañamiento y autoridad por parte de los padres. El consejo y prudente vigilancia de las amistades y compañías para acompañar y aconsejar.

Asimismo, ya en la adultez, pudiésemos pensar que no se puede perder la dignidad porque ya somos conscientes de lo que valemos y merecemos. Resulta que muchos adultos pueden degradar su valor como personas al ser víctimas de explotación laboral o por la dejadez a la hora de trabajar responsablemente. También sufrimos la inseguridad y el desabastecimiento y somos por tanto víctimas del irrespeto por los derechos más fundamentales como lo son el derecho a la vida y a la alimentación; los inmigrantes que sufren persecuciones y maltratos se ven al borde de la desesperación al encontrarse en una dicotomía entre seguir luchando por una mejor calidad en el lugar al que decidieron emigrar, aunque tengan que sufrir los maltratos de la justicia, o regresar al país de origen en donde las oportunidades de progresar son escasas. Y de esta forma se pueden enumerar un sin fin de actos, unos más conocidos que otros, que van en contra de la dignidad como persona.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice 355 "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó" (Gen 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: "está hecho a imagen de Dios" (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado "hombre y mujer" (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV).

El ser humano, debe reconocer que es alguien y no algo, no podemos ver a los demás como objetos a explotar. Nuestra mayor dignidad, nuestro mayor valor y alegría es que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, haber sido redimidos por Cristo, hechos hijos de Dios y llamados a una eterna felicidad. No nos dan la dignidad nuestros méritos, sino por el amor que Dios nos tiene a todos: creyentes y no creyentes. La dignidad también se pone de manifiesto en la libertad que tiene la persona de defender sus derechos y ejercitar sus deberes: en la libertad responsable que mira a los demás con respeto y dignidad.

Preguntas de Reflexión:

1. ¿Qué puedo hacer personal y familiarmente para educar y enseñar el valor del ser humano?

2. “ La vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e inviolable, y por esto, en particular, son absolutamente inaceptables el aborto procurado y la eutanasia; la vida del hombre no sólo no debe ser suprimida, sino que debe ser protegida con todo cuidado amoroso; (…) el respeto de la vida exige que la ciencia y la técnica estén siempre ordenadas al hombre y a su desarrollo integral; toda la sociedad debe respetar, defender y promover la dignidad de cada persona humana, en todo momento y condición de su vida.” EV.81. Elige una oración o una frase de este párrafo que más te impacte y explica el por qué.

1 LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

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SEMANA POR LA VIDA 2015

2 PATERNIDAD Y MATERNIDAD RESPONSABLE

Objetivo: 1. Que el hombre y la mujer reconozcan su responsabilidad no solo en educar al hijo deseado sino también de poner los medios éticamente buenos para traerlo al mundo.

2. Descubrir que esta misión de ser padres no es solo tener hijos sino darle las directrices que rigen a la vida humana.

Iluminación bíblica: Gen 1,28

“Y bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicados y henchid la tierra y sometedla”

Dios, en su poder de Creador y Padre, lleva a la perfección la obra de la creación del hombre y la mujer llamando a los esposos a una especial participación en su amor mediante su cooperación libre y responsable en la transmisión del don de la vida humana.

El matrimonio es una institución creada por Dios, el norte de todo matrimonio debe ser el amor, el respeto, la comunicación. Algo hermoso del matrimonio es que es la institución donde se crea la unidad básica de la sociedad: la familia. Es por ello que los matrimonios tienen la misión de ser fecundos, y no solo eso, sino también de ser responsables de ese don que Dios les ha otorgado como es la fecundidad.

La paternidad responsable comprende el conjunto de las condiciones que convierten en éticamente bueno el acto para poner las condiciones para la concepción de una nueva persona humana.

La paternidad y maternidad responsables exigen mucho amor y generosidad. Hay que pedirla a Dios.

Desarrollo:

Paternidad y maternidad son en sí mismas una particular confirmación del amor: es un cometido confiado a ambos: hombre y mujer.

Partiendo de este hecho, la paternidad y la maternidad responsable es el privilegio y compromiso de un amor conyugal, de decidir con amor el número y espaciamiento de sus hijos utilizando un medio ético. Es un privilegio y no un derecho; un hijo es un don, es cierto que el matrimonio confiere el derecho a entregarse en el acto conyugal del cual se puede derivar la

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vida, pero esto no da el derecho a tener hijos, pues son personas y no objetos, es Dios mismo quien envía los niños a las familias. Es un compromiso, puesto que un hijo tiene el derecho a tener un papá y una mamá, por tanto los padres se obligan ante los hijos, aquí está la gran responsabilidad que tienen los padres ante la transmisión de la vida.

Por eso tener hijos no es cualquier cosa, no se trata de la elección de una casa, ni mucho menos un carro, tener hijos significa participar en la paternidad de Dios mismo y colaborar con él en la formación de un nuevo ser.

Actualmente muchas parejas se cierran a esta posibilidad de manera mecánica lo cual impide un crecimiento de la familia en la sociedad. Pablo VI en la Encíclica “Humane Vitae” responde a la sociedad actual, en un mundo en el que procreación y sexualidad se han separado como mercancías u objetos de consumo: “En cuanto a las tendencias de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio que sobre aquellas han de ejercer la razón y la voluntad. En relación con las condiciones físicas, psicológicas, económicas y sociales la parejas debe tener una deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa o menos teniendo en cuenta el respeto de la ley natural. El ejercicio responsable de la paternidad y maternidad responsable comporta que los conyugues reconozcan sus propio deberes para con Dios, para consigo mismos, para con la familia y para con la sociedad en una justa jerarquía de valores .

Pero ¿realmente se tiene conciencia de la responsabilidad que un hijo trae consigo? Recordemos que no es cualquier cosa, es la vida de una persona la que se tiene a cargo.

Por ello sólo en el amor conyugal que genera una conciencia de su misión de "paternidad responsable": en la concepción, el bebe siente el amor con el cual está siendo esperado por sus padres. Sucede a veces en los embarazos no deseados, la mujer puede entrar en depresión y rechazar al bebe, aunque para algunos sea un mito, la relación de madre-hijo que comienza en la concepción se ve afectada por el rechazo de la madre; es elemental también el conocimiento, por parte de los esposos, que los actos de intimidad conyugal fueron creados con el fin de asegurar la prolongación de la especie humana, es decir, con el fin de procrear; bajo esta primicia, si no se desea tener un hijo la abstención voluntaria o las conductas moralmente buenas y aceptadas serán las vías que deben llevar a los esposos a la planificación responsable y natural de la vida familiar. Algunos lo ven difícil e incluso imposible, y es cierto que no es fácil, pero este dominio sobre la voluntad se obtiene del amor conyugal que está fundamentado en la aceptación del otro, de saber que existen detalles en el matrimonio que no tienen que ver con la intimidad sexual. Y Dios ayuda a los esposos generosos y responsables.

Un matrimonio no se basa en que tan placenteras puedan ser las relaciones, si fuese así, el sentimiento de estar enamorado se pudiese esfumar, el matrimonio debe tener sus bases en el verdadero amor que proviene de Cristo, y de esta forma, la abstinencia no se verá como una carga, sino más bien como un modo para santificar el matrimonio. Hay que recordar que la paternidad responsable se pone en práctica al momento de tomar conciencia sobre las condiciones físicas y morales que voy a ofrecer al niño, como don de esposo y esposa a esta criatura engendrada y amada. Las condiciones materiales, espirituales, educativas y familiares intervienen decididamente en estas decisiones.

En la misión de transmitir la vida, los esposos son libres para determinar el proyecto de familia y de hijos que desean. Deben por tanto, fomentar la espiritualidad matrimonial para conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica acerca de la fecundad del matrimonio dice “Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios (cf. Ef. 3, 14; Mt 23, 9). “En el deber de transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misión propia, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes. Por ello, cumplirán su tarea con responsabilidad humana y cristiana” (C. 2337).

Muchos padres dan todo a sus hijos, y se olvidan del afecto, el amor y el calor humano que los niños, y más aún, los adolescentes necesitan. El compromiso de ser padres no es solamente lo que tengas para darle, es todo aquello que tengas para enseñarle, recordando que las palabras convencen pero el ejemplo arrastra. Una verdadera paternidad responsable traerá consigo el ejemplo de sus padres. Los valores no se enseñan diciendo: “hijo no digas mentiras”, se enseñan hablando siempre con sinceridad.

“Papa y mama, recuerda que si deseas estar mañana en el recuerdo de tus hijos debes estar presente en sus vidas HOY”

Preguntas de Reflexión:

1. ¿Qué entiendes por paternidad y maternidad responsables?

2. ¿Qué valores deben vivir el hombre y la mujer como esposos, para comportarse responsables ante su paternidad y maternidad?

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Objetivo: 1. Que el hombre y la mujer reconozcan su responsabilidad no solo en educar al hijo deseado sino también de poner los medios éticamente buenos para traerlo al mundo.

2. Descubrir que esta misión de ser padres no es solo tener hijos sino darle las directrices que rigen a la vida humana.

Iluminación bíblica: Gen 1,28

“Y bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicados y henchid la tierra y sometedla”

Dios, en su poder de Creador y Padre, lleva a la perfección la obra de la creación del hombre y la mujer llamando a los esposos a una especial participación en su amor mediante su cooperación libre y responsable en la transmisión del don de la vida humana.

El matrimonio es una institución creada por Dios, el norte de todo matrimonio debe ser el amor, el respeto, la comunicación. Algo hermoso del matrimonio es que es la institución donde se crea la unidad básica de la sociedad: la familia. Es por ello que los matrimonios tienen la misión de ser fecundos, y no solo eso, sino también de ser responsables de ese don que Dios les ha otorgado como es la fecundidad.

La paternidad responsable comprende el conjunto de las condiciones que convierten en éticamente bueno el acto para poner las condiciones para la concepción de una nueva persona humana.

La paternidad y maternidad responsables exigen mucho amor y generosidad. Hay que pedirla a Dios.

Desarrollo:

Paternidad y maternidad son en sí mismas una particular confirmación del amor: es un cometido confiado a ambos: hombre y mujer.

Partiendo de este hecho, la paternidad y la maternidad responsable es el privilegio y compromiso de un amor conyugal, de decidir con amor el número y espaciamiento de sus hijos utilizando un medio ético. Es un privilegio y no un derecho; un hijo es un don, es cierto que el matrimonio confiere el derecho a entregarse en el acto conyugal del cual se puede derivar la

1 LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

2 PATERNIDAD Y MATERNIDAD RESPONSABLE

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vida, pero esto no da el derecho a tener hijos, pues son personas y no objetos, es Dios mismo quien envía los niños a las familias. Es un compromiso, puesto que un hijo tiene el derecho a tener un papá y una mamá, por tanto los padres se obligan ante los hijos, aquí está la gran responsabilidad que tienen los padres ante la transmisión de la vida.

Por eso tener hijos no es cualquier cosa, no se trata de la elección de una casa, ni mucho menos un carro, tener hijos significa participar en la paternidad de Dios mismo y colaborar con él en la formación de un nuevo ser.

Actualmente muchas parejas se cierran a esta posibilidad de manera mecánica lo cual impide un crecimiento de la familia en la sociedad. Pablo VI en la Encíclica “Humane Vitae” responde a la sociedad actual, en un mundo en el que procreación y sexualidad se han separado como mercancías u objetos de consumo: “En cuanto a las tendencias de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio que sobre aquellas han de ejercer la razón y la voluntad. En relación con las condiciones físicas, psicológicas, económicas y sociales la parejas debe tener una deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa o menos teniendo en cuenta el respeto de la ley natural. El ejercicio responsable de la paternidad y maternidad responsable comporta que los conyugues reconozcan sus propio deberes para con Dios, para consigo mismos, para con la familia y para con la sociedad en una justa jerarquía de valores .

Pero ¿realmente se tiene conciencia de la responsabilidad que un hijo trae consigo? Recordemos que no es cualquier cosa, es la vida de una persona la que se tiene a cargo.

Por ello sólo en el amor conyugal que genera una conciencia de su misión de "paternidad responsable": en la concepción, el bebe siente el amor con el cual está siendo esperado por sus padres. Sucede a veces en los embarazos no deseados, la mujer puede entrar en depresión y rechazar al bebe, aunque para algunos sea un mito, la relación de madre-hijo que comienza en la concepción se ve afectada por el rechazo de la madre; es elemental también el conocimiento, por parte de los esposos, que los actos de intimidad conyugal fueron creados con el fin de asegurar la prolongación de la especie humana, es decir, con el fin de procrear; bajo esta primicia, si no se desea tener un hijo la abstención voluntaria o las conductas moralmente buenas y aceptadas serán las vías que deben llevar a los esposos a la planificación responsable y natural de la vida familiar. Algunos lo ven difícil e incluso imposible, y es cierto que no es fácil, pero este dominio sobre la voluntad se obtiene del amor conyugal que está fundamentado en la aceptación del otro, de saber que existen detalles en el matrimonio que no tienen que ver con la intimidad sexual. Y Dios ayuda a los esposos generosos y responsables.

Un matrimonio no se basa en que tan placenteras puedan ser las relaciones, si fuese así, el sentimiento de estar enamorado se pudiese esfumar, el matrimonio debe tener sus bases en el verdadero amor que proviene de Cristo, y de esta forma, la abstinencia no se verá como una carga, sino más bien como un modo para santificar el matrimonio. Hay que recordar que la paternidad responsable se pone en práctica al momento de tomar conciencia sobre las condiciones físicas y morales que voy a ofrecer al niño, como don de esposo y esposa a esta criatura engendrada y amada. Las condiciones materiales, espirituales, educativas y familiares intervienen decididamente en estas decisiones.

En la misión de transmitir la vida, los esposos son libres para determinar el proyecto de familia y de hijos que desean. Deben por tanto, fomentar la espiritualidad matrimonial para conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica acerca de la fecundad del matrimonio dice “Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios (cf. Ef. 3, 14; Mt 23, 9). “En el deber de transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misión propia, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes. Por ello, cumplirán su tarea con responsabilidad humana y cristiana” (C. 2337).

Muchos padres dan todo a sus hijos, y se olvidan del afecto, el amor y el calor humano que los niños, y más aún, los adolescentes necesitan. El compromiso de ser padres no es solamente lo que tengas para darle, es todo aquello que tengas para enseñarle, recordando que las palabras convencen pero el ejemplo arrastra. Una verdadera paternidad responsable traerá consigo el ejemplo de sus padres. Los valores no se enseñan diciendo: “hijo no digas mentiras”, se enseñan hablando siempre con sinceridad.

“Papa y mama, recuerda que si deseas estar mañana en el recuerdo de tus hijos debes estar presente en sus vidas HOY”

Preguntas de Reflexión:

1. ¿Qué entiendes por paternidad y maternidad responsables?

2. ¿Qué valores deben vivir el hombre y la mujer como esposos, para comportarse responsables ante su paternidad y maternidad?

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Objetivo: 1. Que el hombre y la mujer reconozcan su responsabilidad no solo en educar al hijo deseado sino también de poner los medios éticamente buenos para traerlo al mundo.

2. Descubrir que esta misión de ser padres no es solo tener hijos sino darle las directrices que rigen a la vida humana.

Iluminación bíblica: Gen 1,28

“Y bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicados y henchid la tierra y sometedla”

Dios, en su poder de Creador y Padre, lleva a la perfección la obra de la creación del hombre y la mujer llamando a los esposos a una especial participación en su amor mediante su cooperación libre y responsable en la transmisión del don de la vida humana.

El matrimonio es una institución creada por Dios, el norte de todo matrimonio debe ser el amor, el respeto, la comunicación. Algo hermoso del matrimonio es que es la institución donde se crea la unidad básica de la sociedad: la familia. Es por ello que los matrimonios tienen la misión de ser fecundos, y no solo eso, sino también de ser responsables de ese don que Dios les ha otorgado como es la fecundidad.

La paternidad responsable comprende el conjunto de las condiciones que convierten en éticamente bueno el acto para poner las condiciones para la concepción de una nueva persona humana.

La paternidad y maternidad responsables exigen mucho amor y generosidad. Hay que pedirla a Dios.

Desarrollo:

Paternidad y maternidad son en sí mismas una particular confirmación del amor: es un cometido confiado a ambos: hombre y mujer.

Partiendo de este hecho, la paternidad y la maternidad responsable es el privilegio y compromiso de un amor conyugal, de decidir con amor el número y espaciamiento de sus hijos utilizando un medio ético. Es un privilegio y no un derecho; un hijo es un don, es cierto que el matrimonio confiere el derecho a entregarse en el acto conyugal del cual se puede derivar la

vida, pero esto no da el derecho a tener hijos, pues son personas y no objetos, es Dios mismo quien envía los niños a las familias. Es un compromiso, puesto que un hijo tiene el derecho a tener un papá y una mamá, por tanto los padres se obligan ante los hijos, aquí está la gran responsabilidad que tienen los padres ante la transmisión de la vida.

Por eso tener hijos no es cualquier cosa, no se trata de la elección de una casa, ni mucho menos un carro, tener hijos significa participar en la paternidad de Dios mismo y colaborar con él en la formación de un nuevo ser.

Actualmente muchas parejas se cierran a esta posibilidad de manera mecánica lo cual impide un crecimiento de la familia en la sociedad. Pablo VI en la Encíclica “Humane Vitae” responde a la sociedad actual, en un mundo en el que procreación y sexualidad se han separado como mercancías u objetos de consumo: “En cuanto a las tendencias de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio que sobre aquellas han de ejercer la razón y la voluntad. En relación con las condiciones físicas, psicológicas, económicas y sociales la parejas debe tener una deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa o menos teniendo en cuenta el respeto de la ley natural. El ejercicio responsable de la paternidad y maternidad responsable comporta que los conyugues reconozcan sus propio deberes para con Dios, para consigo mismos, para con la familia y para con la sociedad en una justa jerarquía de valores .

Pero ¿realmente se tiene conciencia de la responsabilidad que un hijo trae consigo? Recordemos que no es cualquier cosa, es la vida de una persona la que se tiene a cargo.

Por ello sólo en el amor conyugal que genera una conciencia de su misión de "paternidad responsable": en la concepción, el bebe siente el amor con el cual está siendo esperado por sus padres. Sucede a veces en los embarazos no deseados, la mujer puede entrar en depresión y rechazar al bebe, aunque para algunos sea un mito, la relación de madre-hijo que comienza en la concepción se ve afectada por el rechazo de la madre; es elemental también el conocimiento, por parte de los esposos, que los actos de intimidad conyugal fueron creados con el fin de asegurar la prolongación de la especie humana, es decir, con el fin de procrear; bajo esta primicia, si no se desea tener un hijo la abstención voluntaria o las conductas moralmente buenas y aceptadas serán las vías que deben llevar a los esposos a la planificación responsable y natural de la vida familiar. Algunos lo ven difícil e incluso imposible, y es cierto que no es fácil, pero este dominio sobre la voluntad se obtiene del amor conyugal que está fundamentado en la aceptación del otro, de saber que existen detalles en el matrimonio que no tienen que ver con la intimidad sexual. Y Dios ayuda a los esposos generosos y responsables.

Un matrimonio no se basa en que tan placenteras puedan ser las relaciones, si fuese así, el sentimiento de estar enamorado se pudiese esfumar, el matrimonio debe tener sus bases en el verdadero amor que proviene de Cristo, y de esta forma, la abstinencia no se verá como una carga, sino más bien como un modo para santificar el matrimonio. Hay que recordar que la paternidad responsable se pone en práctica al momento de tomar conciencia sobre las condiciones físicas y morales que voy a ofrecer al niño, como don de esposo y esposa a esta criatura engendrada y amada. Las condiciones materiales, espirituales, educativas y familiares intervienen decididamente en estas decisiones.

1 LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

2 PATERNIDAD Y MATERNIDAD RESPONSABLE

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En la misión de transmitir la vida, los esposos son libres para determinar el proyecto de familia y de hijos que desean. Deben por tanto, fomentar la espiritualidad matrimonial para conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica acerca de la fecundad del matrimonio dice “Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios (cf. Ef. 3, 14; Mt 23, 9). “En el deber de transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misión propia, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes. Por ello, cumplirán su tarea con responsabilidad humana y cristiana” (C. 2337).

Muchos padres dan todo a sus hijos, y se olvidan del afecto, el amor y el calor humano que los niños, y más aún, los adolescentes necesitan. El compromiso de ser padres no es solamente lo que tengas para darle, es todo aquello que tengas para enseñarle, recordando que las palabras convencen pero el ejemplo arrastra. Una verdadera paternidad responsable traerá consigo el ejemplo de sus padres. Los valores no se enseñan diciendo: “hijo no digas mentiras”, se enseñan hablando siempre con sinceridad.

“Papa y mama, recuerda que si deseas estar mañana en el recuerdo de tus hijos debes estar presente en sus vidas HOY”

Preguntas de Reflexión:

1. ¿Qué entiendes por paternidad y maternidad responsables?

2. ¿Qué valores deben vivir el hombre y la mujer como esposos, para comportarse responsables ante su paternidad y maternidad?

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SEMANA POR LA VIDA 2015

3 LA CALIDAD DE VIDA FAMILIAR

Objetivo: 1. Demostrar y motivar lo que significa una verdadera calidad de vida.

2. Presentarnos metas para llevar a nuestras familias a alcanzar una calidad de vida familiar.

Iluminación bíblica: Mt 11, 28-30

Nuestra vida puede ser muy dura por causas de salarios bajos, desempleos, enfermedad, drogas, educación, violencia familiar, incomprensión, deudas, inseguridad... Pero Jesús nos invita a sumar fuerzas y caminar bajo la guía de Dios, a confiar todas nuestras preocupaciones y ansiedades en EL, que trabaja a nuestro lado. Esto implica esforzarnos como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que

Es de EL de quien depende todo. El sosiego y la paz que Jesús ofrece resultan de unirnos a la voluntad de Dios en todo momento de nuestra vida ¿Que angustias y trabajos de nuestra familia hemos de compartir con Jesús para aligerar la carga?

Desarrollo:

Calidad de vida es la reunión de varios elementos que crean en un determinado grupo de personas bienestar, estabilidad, tranquilidad.

Está muy relacionado con la parte laboral, la salud, las relaciones familiares, pero también con el tema político y económico de un país. También está asociado a nuestra vida, a nuestros enfoques y a nuestra vivencia del Evangelio.

Calidad de vida no equivale a dinero, riqueza, nivel social, se refiere al estilo de vida que pueda tener una persona que de manera módica, satisface sus necesidades sin caer en avaricias, vanidades. Es alcanzar un clima de vida estable, sin grandes preocupaciones, que tiene el tiempo debidamente compartido, sin stress, sin sobresalto. La calidad de vida no se compra ni se obtiene con una gruesa cuenta bancaria

Estamos conscientes que no es fácil obtener la calidad de vida familiar que soñamos. En todo lugar, son muchos los embates que reciben las familias y por tanto cada uno de los miembros que las integran.

Igualmente la calidad de vida familiar tiene que ver con las culturas. Hay sitios del mundo con

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gravísima escasez de agua. Esto es una pobreza total, de subsistencia. Otros sitios, se padecen epidemias.

En otros lugares, están satisfechas las necesidades básicas. Aun así nos quejamos por carencias, por la inseguridad, por los inmigrantes que cada día llegan a los países vecinos buscando ¿qué? Precisamente una mejor calidad de vida.

El Papa Francisco en su EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM (La Alegría del Evangelio) No 52 dice: “la humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación. Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad”.

Esta descripción se ajusta exactamente a lo que es y no es la Calidad de Vida.

Indudablemente hay países, pueblos, familias que viven inmersos en lo contrario a tener calidad de vida. Sujetos a malos tratos, humillaciones, denigraciones, carencia: esto es contrario al valor de la vida. Es por eso que cuando hablamos de calidad de vida, se involucra el tema económico, político, social, cultural y hasta religioso si nos enfocamos en lo que dice el Papa Francisco.

Por lo tanto no podemos quedarnos en querer solucionar o mejorar o acrecentar nuestra calidad de vida, queriendo que cambien nuestros países, nuestros gobernantes, si antes no cambiamos nosotros, no establecemos metas, no discernimos nuestros comportamientos y evaluamos que estamos haciendo.

¿Cómo podemos entonces lograr una calidad de vida familiar, cuando tenemos en contraste una cantidad de situaciones que van en contra de la paz y sosiego que anhelamos? ¿Qué actitudes y enfoques debo fomentar para mejorar mi vida familiar?

No existe una repuesta adecuada única, depende de factores implícitos en la propia persona hasta llegar al grupo familiar. Sin embargo, lograr una buena calidad de vida familiar puede radicar en el esfuerzo para una buena comunicación entre todos, en compartir y disfrutar el tiempo libre en actividades familiares, buscar lugares donde todos puedan acudir, a jugar, a divertirse sin que les acarree grandes gastos. Ser creativos en mantener unida a la familia, y gastar tiempo para la vida familiar. Hay que erradicar la “cultura de la prisa, el “no tengo tiempo” cuando se trata de la familia.

Como conclusión: Calidad de vida familiar es disfrutar cada momento de nuestras vidas de la familia, en momentos buenos, o no tan buenos, valorando a cada uno de sus miembros, aún a pesar de sus errores, y luchando juntos en establecer un clima de paz dentro del hogar. Por supuesto si se logra en ese metro cuadrado, será más fácil trasladarlo a nuestro entorno.

Nos hemos olvidado de la solución más eficaz: Invitar a Dios a que comparta con nosotros la calidad de vida familiar que elijamos o que por diversas circunstancias “nos toca vivir”.

Preguntas de Reflexión:

1. Piensa y escribe como es tu calidad de vida familiar.

2. ¿Qué te gustaría estuviera presente en la calidad de vida familiar que anhelas, o qué mejorarías?

3. ¿Qué cambios o nuevas opciones te propones a ti mismo y propondrías a tu familia para lograr una mejor calidad de vida?

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Objetivo: 1. Demostrar y motivar lo que significa una verdadera calidad de vida.

2. Presentarnos metas para llevar a nuestras familias a alcanzar una calidad de vida familiar.

Iluminación bíblica: Mt 11, 28-30

Nuestra vida puede ser muy dura por causas de salarios bajos, desempleos, enfermedad, drogas, educación, violencia familiar, incomprensión, deudas, inseguridad... Pero Jesús nos invita a sumar fuerzas y caminar bajo la guía de Dios, a confiar todas nuestras preocupaciones y ansiedades en EL, que trabaja a nuestro lado. Esto implica esforzarnos como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que

Es de EL de quien depende todo. El sosiego y la paz que Jesús ofrece resultan de unirnos a la voluntad de Dios en todo momento de nuestra vida ¿Que angustias y trabajos de nuestra familia hemos de compartir con Jesús para aligerar la carga?

Desarrollo:

Calidad de vida es la reunión de varios elementos que crean en un determinado grupo de personas bienestar, estabilidad, tranquilidad.

Está muy relacionado con la parte laboral, la salud, las relaciones familiares, pero también con el tema político y económico de un país. También está asociado a nuestra vida, a nuestros enfoques y a nuestra vivencia del Evangelio.

Calidad de vida no equivale a dinero, riqueza, nivel social, se refiere al estilo de vida que pueda tener una persona que de manera módica, satisface sus necesidades sin caer en avaricias, vanidades. Es alcanzar un clima de vida estable, sin grandes preocupaciones, que tiene el tiempo debidamente compartido, sin stress, sin sobresalto. La calidad de vida no se compra ni se obtiene con una gruesa cuenta bancaria

Estamos conscientes que no es fácil obtener la calidad de vida familiar que soñamos. En todo lugar, son muchos los embates que reciben las familias y por tanto cada uno de los miembros que las integran.

Igualmente la calidad de vida familiar tiene que ver con las culturas. Hay sitios del mundo con

1 LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

3 LA CALIDAD DE VIDA FAMILIAR

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gravísima escasez de agua. Esto es una pobreza total, de subsistencia. Otros sitios, se padecen epidemias.

En otros lugares, están satisfechas las necesidades básicas. Aun así nos quejamos por carencias, por la inseguridad, por los inmigrantes que cada día llegan a los países vecinos buscando ¿qué? Precisamente una mejor calidad de vida.

El Papa Francisco en su EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM (La Alegría del Evangelio) No 52 dice: “la humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación. Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad”.

Esta descripción se ajusta exactamente a lo que es y no es la Calidad de Vida.

Indudablemente hay países, pueblos, familias que viven inmersos en lo contrario a tener calidad de vida. Sujetos a malos tratos, humillaciones, denigraciones, carencia: esto es contrario al valor de la vida. Es por eso que cuando hablamos de calidad de vida, se involucra el tema económico, político, social, cultural y hasta religioso si nos enfocamos en lo que dice el Papa Francisco.

Por lo tanto no podemos quedarnos en querer solucionar o mejorar o acrecentar nuestra calidad de vida, queriendo que cambien nuestros países, nuestros gobernantes, si antes no cambiamos nosotros, no establecemos metas, no discernimos nuestros comportamientos y evaluamos que estamos haciendo.

¿Cómo podemos entonces lograr una calidad de vida familiar, cuando tenemos en contraste una cantidad de situaciones que van en contra de la paz y sosiego que anhelamos? ¿Qué actitudes y enfoques debo fomentar para mejorar mi vida familiar?

No existe una repuesta adecuada única, depende de factores implícitos en la propia persona hasta llegar al grupo familiar. Sin embargo, lograr una buena calidad de vida familiar puede radicar en el esfuerzo para una buena comunicación entre todos, en compartir y disfrutar el tiempo libre en actividades familiares, buscar lugares donde todos puedan acudir, a jugar, a divertirse sin que les acarree grandes gastos. Ser creativos en mantener unida a la familia, y gastar tiempo para la vida familiar. Hay que erradicar la “cultura de la prisa, el “no tengo tiempo” cuando se trata de la familia.

Como conclusión: Calidad de vida familiar es disfrutar cada momento de nuestras vidas de la familia, en momentos buenos, o no tan buenos, valorando a cada uno de sus miembros, aún a pesar de sus errores, y luchando juntos en establecer un clima de paz dentro del hogar. Por supuesto si se logra en ese metro cuadrado, será más fácil trasladarlo a nuestro entorno.

Nos hemos olvidado de la solución más eficaz: Invitar a Dios a que comparta con nosotros la calidad de vida familiar que elijamos o que por diversas circunstancias “nos toca vivir”.

Preguntas de Reflexión:

1. Piensa y escribe como es tu calidad de vida familiar.

2. ¿Qué te gustaría estuviera presente en la calidad de vida familiar que anhelas, o qué mejorarías?

3. ¿Qué cambios o nuevas opciones te propones a ti mismo y propondrías a tu familia para lograr una mejor calidad de vida?

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Objetivo: 1. Demostrar y motivar lo que significa una verdadera calidad de vida.

2. Presentarnos metas para llevar a nuestras familias a alcanzar una calidad de vida familiar.

Iluminación bíblica: Mt 11, 28-30

Nuestra vida puede ser muy dura por causas de salarios bajos, desempleos, enfermedad, drogas, educación, violencia familiar, incomprensión, deudas, inseguridad... Pero Jesús nos invita a sumar fuerzas y caminar bajo la guía de Dios, a confiar todas nuestras preocupaciones y ansiedades en EL, que trabaja a nuestro lado. Esto implica esforzarnos como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que

Es de EL de quien depende todo. El sosiego y la paz que Jesús ofrece resultan de unirnos a la voluntad de Dios en todo momento de nuestra vida ¿Que angustias y trabajos de nuestra familia hemos de compartir con Jesús para aligerar la carga?

Desarrollo:

Calidad de vida es la reunión de varios elementos que crean en un determinado grupo de personas bienestar, estabilidad, tranquilidad.

Está muy relacionado con la parte laboral, la salud, las relaciones familiares, pero también con el tema político y económico de un país. También está asociado a nuestra vida, a nuestros enfoques y a nuestra vivencia del Evangelio.

Calidad de vida no equivale a dinero, riqueza, nivel social, se refiere al estilo de vida que pueda tener una persona que de manera módica, satisface sus necesidades sin caer en avaricias, vanidades. Es alcanzar un clima de vida estable, sin grandes preocupaciones, que tiene el tiempo debidamente compartido, sin stress, sin sobresalto. La calidad de vida no se compra ni se obtiene con una gruesa cuenta bancaria

Estamos conscientes que no es fácil obtener la calidad de vida familiar que soñamos. En todo lugar, son muchos los embates que reciben las familias y por tanto cada uno de los miembros que las integran.

Igualmente la calidad de vida familiar tiene que ver con las culturas. Hay sitios del mundo con

gravísima escasez de agua. Esto es una pobreza total, de subsistencia. Otros sitios, se padecen epidemias.

En otros lugares, están satisfechas las necesidades básicas. Aun así nos quejamos por carencias, por la inseguridad, por los inmigrantes que cada día llegan a los países vecinos buscando ¿qué? Precisamente una mejor calidad de vida.

El Papa Francisco en su EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM (La Alegría del Evangelio) No 52 dice: “la humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación. Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad”.

Esta descripción se ajusta exactamente a lo que es y no es la Calidad de Vida.

Indudablemente hay países, pueblos, familias que viven inmersos en lo contrario a tener calidad de vida. Sujetos a malos tratos, humillaciones, denigraciones, carencia: esto es contrario al valor de la vida. Es por eso que cuando hablamos de calidad de vida, se involucra el tema económico, político, social, cultural y hasta religioso si nos enfocamos en lo que dice el Papa Francisco.

Por lo tanto no podemos quedarnos en querer solucionar o mejorar o acrecentar nuestra calidad de vida, queriendo que cambien nuestros países, nuestros gobernantes, si antes no cambiamos nosotros, no establecemos metas, no discernimos nuestros comportamientos y evaluamos que estamos haciendo.

¿Cómo podemos entonces lograr una calidad de vida familiar, cuando tenemos en contraste una cantidad de situaciones que van en contra de la paz y sosiego que anhelamos? ¿Qué actitudes y enfoques debo fomentar para mejorar mi vida familiar?

No existe una repuesta adecuada única, depende de factores implícitos en la propia persona hasta llegar al grupo familiar. Sin embargo, lograr una buena calidad de vida familiar puede radicar en el esfuerzo para una buena comunicación entre todos, en compartir y disfrutar el tiempo libre en actividades familiares, buscar lugares donde todos puedan acudir, a jugar, a divertirse sin que les acarree grandes gastos. Ser creativos en mantener unida a la familia, y gastar tiempo para la vida familiar. Hay que erradicar la “cultura de la prisa, el “no tengo tiempo” cuando se trata de la familia.

Como conclusión: Calidad de vida familiar es disfrutar cada momento de nuestras vidas de la familia, en momentos buenos, o no tan buenos, valorando a cada uno de sus miembros, aún a pesar de sus errores, y luchando juntos en establecer un clima de paz dentro del hogar. Por supuesto si se logra en ese metro cuadrado, será más fácil trasladarlo a nuestro entorno.

1 LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

3 LA CALIDAD DE VIDA FAMILIAR

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Nos hemos olvidado de la solución más eficaz: Invitar a Dios a que comparta con nosotros la calidad de vida familiar que elijamos o que por diversas circunstancias “nos toca vivir”.

Preguntas de Reflexión:

1. Piensa y escribe como es tu calidad de vida familiar.

2. ¿Qué te gustaría estuviera presente en la calidad de vida familiar que anhelas, o qué mejorarías?

3. ¿Qué cambios o nuevas opciones te propones a ti mismo y propondrías a tu familia para lograr una mejor calidad de vida?