pequignot-sociología y medición cultural

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Sociología y mediación cultural Bruno Péquignot. Profesor sociología en la Universidad París 3, Sorbonne Nouvelle, donde dirige el Departamento de Mediación Cultural. Responsable de la serie "Sociologie des Arts", que se publica en la colección Logiques Sociales, de L'Harmattan. Es autor de numerosas publicaciones, entre las que se destacan La question des oeuvres en sociologies des arts (2007), Recherches sociologiques sur les images (2008), y Sociologies des arts (2009). Comunicación y mediación' Me parece necesario incluir una reflexión sobre lo que es la mediación cultural. En primer lugar, la idea misma de mediación implica que no hay relaciones inmediatas en las cuales se podría economizar ese trabajo particular de puesta en relación, en este caso, del público y de las obras de arte y cultura. Por otra parte, la idea de mediación debe integrar la idea de la existencia de un previo a este trabajo. En efecto, existen numerosas formas de mediación: mediador de la República, etc. En fin, no hay mediación que pueda existir sin una institución en el sentido sociológico del término, tal como éste ha sido definido por Fauconnet y Mauss y retomado por Durkheim: "Como se ha hecho notar, hay una palabra que si se utiliza extendiendo un poco su acepción común expresa bastante bien esta manera de ser muy especial: la palabra institución. En efecto, sin desnaturalizar el sentido de este término, se puede llamar institución a todas las creencias y a todos los modos de conducta instituidos por la comunidad; podemos entonces, definir la sociología como la ciencia de las instituciones, de su génesis y de su funcionamiento ". 2 En este artículo el autor aborda algunas de las problemáticas que afectan hoy en día al campo de la mediación cultural. En primer lugar, insiste en aclarar que la mediación cultural no es una disciplina, sino un sector profesional de aplicación de disciplinas fundamentales y clásicas, las cuales deben —y lo han hecho- adaptarse a esta realidad social y a la demanda de este sector de actividad. Este texto reproduce solo tres cuartas partes del artículo del mismo nombre publicado en la revista L'Observatoire n°32, del Observatorio de Políticas Culturales de Grenoble. Referencia de publicación: Bruno Péquignot "Sociologie et médiation culturelle" in L'Observatoire n°32, septembre 2007, Observatoire des politiques culturelles (Grenoble, France), pp.3-7., http://www.observatoire-culture.net . 2 Durkheim, Emile. Las reglas del método sociológico. México: Fondo de Cultura Económica, 1986. Se deja fuera la primera parte que se refiere a la formación de mediadores culturales que se dicta en la Universidad Paris III, Sorbonne Nouvelle.

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Sociología y mediación cultural

Bruno Péquignot. Profesor sociología en la Universidad París 3, Sorbonne Nouvelle, donde dirige el Departamento de Mediación Cultural. Responsable de la serie "Sociologie des Arts", que se publica en la colección Logiques Sociales, de L'Harmattan. Es autor de numerosas publicaciones, entre las que se destacan La question des oeuvres en sociologies des arts (2007), Recherches sociologiques sur les images (2008), y Sociologies des arts (2009).

Comunicación y mediación'

Me parece necesario incluir una reflexión sobre lo que es la mediación cultural. En primer lugar, la idea misma de mediación implica que no hay relaciones inmediatas en las cuales se podría economizar ese trabajo particular de puesta en relación, en este caso, del público y de las obras de arte y cultura. Por otra parte, la idea de mediación debe integrar la idea de la existencia de un previo a este trabajo. En efecto, existen numerosas formas de mediación: mediador de la República, etc.

En fin, no hay mediación que pueda existir sin una institución en el sentido sociológico del término, tal como éste ha sido definido por Fauconnet y Mauss y retomado por Durkheim: "Como se ha hecho notar, hay una palabra que si se utiliza extendiendo un poco su acepción común expresa bastante bien esta manera de ser muy especial: la palabra institución. En efecto, sin desnaturalizar el sentido de este término, se puede llamar institución a todas las creencias y a todos los modos de conducta instituidos por la comunidad; podemos entonces, definir la sociología como la ciencia de las instituciones, de su génesis y de su funcionamiento ". 2

En este artículo el autor aborda algunas de las problemáticas que afectan hoy en día al campo de la mediación cultural. En primer lugar, insiste en aclarar que la mediación cultural no es una disciplina, sino un sector profesional de aplicación de disciplinas fundamentales y clásicas, las cuales deben —y lo han hecho- adaptarse a esta realidad social y a la demanda de este sector de actividad. Este texto reproduce solo tres cuartas partes del artículo del mismo nombre publicado en la revista L'Observatoire n°32, del Observatorio de Políticas Culturales de Grenoble. Referencia de publicación: Bruno Péquignot "Sociologie et médiation culturelle" in L'Observatoire n°32, septembre 2007, Observatoire des politiques culturelles (Grenoble, France), pp.3-7., http://www.observatoire-culture.net . 2 Durkheim, Emile. Las reglas del método sociológico. México: Fondo de Cultura Económica, 1986. Se deja fuera la primera parte que se refiere a la formación de mediadores culturales que se dicta en la Universidad Paris III, Sorbonne Nouvelle.

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Siempre existe, en el fundamento de una intervención de un mediador, una institución que fija la función, el rol, la autoridad y la legitimidad de la intervención en cuestión. Uno no se autoproclama mediador, sino que se es nombrado como tal a través de un mandato y con una lista de funciones y tareas precisas.

Quisiera precisar una posición personal sobre la mediación y, principalmente, sobre la mediación cultural, lo cual me parece necesario debido al hecho de que institucionalmente las formaciones en mediación cultural a menudo están inscritas al interior de departamentos de ciencias de la información y comunicación. Para mi, la mediación cultural no es comunicación, por lo menos no de manera preponderante. Es evidente que en la actividad del mediador hay comunicación, pero esta evidencia no debe ocultar el hecho de que la acción del mediador es una acción de producción de eventos culturales, de concepción de institución o de formación, cuyo fin es poner a un público en relación con obras y no solamente realizar un trabajo de información y comunicación sobre esas instituciones o esas obras.

¿Por qué insistir en este punto, tanto desde un punto de vista institucional como teórico? La comunicación es la acción de transmitir una información, desde un emisor a un receptor, intentando que se produzca la menor pérdida o ruido posible en esta transmisión. La acción del mediador consiste en permitir a un público acceder a la dimensión específicamente estética de una obra de arte o cultura. No se trata solamente de transmitir una información, sino hacer acceder a un trabajo intelectual de creación. Este trabajo no tiene como finalidad producir una información sobre un tema, ni tampoco la anécdota. Él busca proponer un modo de aprehensión innovador, pero no con respecto al tema en sí, sino a la manera de tratarlo. La creación no está puesta sobre el objeto, sino sobre el mundo de la interpretación o de la codificación del objeto, sobre el lenguaje en el sentido más amplio del término. La innovación que es uno de los imperativos de la modernidad en las artes, supone que exista un trabajo sobre el código en sí mismo. De hecho, se trata de nublar el código para revelar su existencia y su evidencia oculta y llevar al público, al receptor, a comprender que la información es interpretación o representación.

Bertoldt Brecht, por ejemplo, en su voluntad de hacer aparecer, a través del distanciamiento, la dimensión espectacular de la representación dramática, busca que los espectadores aprehendan la dimensión de representación de su relación, no solamente con el espectador teatral, sino más allá de la realidad en la cual ellos están inscritos.

Louis Althusser, en su obra Ideologies et Appareils Ideologiques d'État (1970) definió la ideología como "la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia", e insiste que el término esencial es de la relación (6). No hay relación inmediata entre individuos y sus condiciones reales de existencia, sino una relación doblemente mediada: relación que, en un primer término, es imaginaria - ya mediatizada por la imaginación- y, en segundo lugar, que es el objeto de una representación dentro de la ideología. Doble relación de traducción: por la ideología y por la imaginación, siendo ambas entendidas como social e históricamente formadas.

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El trabajo del artista consiste en hacer aparecer este doble modo de traducción "agregando", de una cierta manera, una nueva traducción en un lenguaje nuevo, o al menos renovado y, por lo tanto, insólito. Éste produce, o está destinado a producir, una interrogación sobre el modo de enunciación de la representación en la obra. Se trata de hacer ver aquello que no se ve en eso que que vemos.

La función del mediador cultural no es traducir en lenguaje común lo que el artista se ha empecinado en decir de otra manera, sino llevar al público a interrogar esta otra manera, a aceptar la idea que él vive en la representación de una representación y que lo que él toma por la realidad no es más que una traducción ideológica de una imagen históricamente determinada de esa realidad. Como dice Karl Marx, si el mundo fuera transparente, las ciencias no serían necesarias y yo agregaría: ni tampoco las artes ni la cultura. Es la opacidad de nuestra relación con lo real la que nos obliga a generar instrumentos de interpretación y criticar las representaciones que nos impiden ver lo que vemos y ver que hay algo que ver.

La tierra gira alrededor del sol, en todo caso después de Copérnico, y nosotros continuamos diciendo que el sol se levanta por el Este y se pone por el Oeste como si fuera él y no nosotros quienes describimos en el espacio un movimiento elíptico. Es también verdad nuestra relación con la realidad socio-histórica y la función de las ciencias sociales, pero también la función de las artes de lograr hacernos admitir que también en la sociedad es la tierra y no el sol el que gira.

El conflicto en la relación con el arte

Volvamos a la noción de conflicto introducida en la definición de mediación cultural. Esta noción, que introduje haciendo alusión a otras formas de mediación social existentes, tiene en común con todas las "mediaciones", haber sido instituida con el fin de solucionar un conflicto. ¿Pero dónde se sitúa el conflicto para el mediador cultural? Justamente en la dimensión innovadora de la actividad artística, tal como ella ha sido definida por la modernidad.

Es un truismo decir que el arte contemporáneo es rechazado por sus contemporáneos a partir de los impresionistas quienes, desde ese punto de vista, son los verdaderos introductores de las artes plásticas en la modernidad, así como Baudelaire para la poesía. Ese rechazo está vinculado a lo que yo había adelantado más arriba: las artes buscan hacer ver aquello que no se ve en eso que vemos porque no sabemos que hay algo a ver. Ahora bien, ese "no saber" no es accidental; es "constitutivo" de lo que nosotros somos por nuestra formación, nuestras condiciones sociales de existencia, por nuestras ideologías. Constitutivo; es decir, nosotros pensamos ser "naturalmente" aquello que representamos ser, y esta representación hace de pantalla de la visión de lo que nos propone el artista. Hay entonces conflicto entre lo que pensamos ser, lo que creemos saber ver y lo que el artista nos propone ver a través de su obra. Ver lo que él nos propone ver pasa, en primer término, por un rechazo o una crítica de los instrumentos que nosotros consideramos naturales y que nos permiten ver alguna cosa. En este sentido, la

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función del mediador cultural no es, contrariamente a la de otros mediadores, la de arreglar el conflicto, sino de mostrar dónde él se sitúa y cuál es su función social específica. En efecto, el conflicto no puede ser arreglado por un tercero, sino por el trabajo que cada uno hace sobre su modo de representación de que lo que él cree ser -como en el proceso psicoanalítico. Se trata de un trabajo sobre el proceso de producción histórica que hace que nosotros seamos lo que somos: un tejido de representaciones históricas y socialmente determinadas. Es allí donde se sitúa la pregunta controversial evocada anteriormente sobre la confusión entre determinantes y determinismos.

Como lo muestra Laurent Fleury, el discurso crítico de la democratización cultural se apoya en la constatación sociológica que se refiere a la existencia de determinantes sociales para acceder a las obras de la cultura, pero: "un desplazamiento se ha operado entre la incontestable constatación sociológica de tasas diferenciales de frecuentación a las instituciones culturales y el discurso más ideológico de la invalidación del proyecto mismo de democratización de la cultura.... 3 Ello tiene por consecuencia que la resurgencia del mito laico de la predestinación del arte sirva de argumento para explicar la ausencia de reflexión pública sobre los medios más eficaces de atenuar (por defecto, suprimir) los efectos de los obstáculos simbólicos limitando el acceso de la mayoría a la cultura.4 La constatación sociológica de la existencia de determinantes es transformada en fatum, es decir, en alguna cosa que, trascendental en su esencia, es inaccesible a la acción humana.

Laurent Fleury, apoyándose en sus investigaciones sobre los públicos del Teatro Nacional Popular (TNP) de Jean Vilar y sobre los del Centro Georges Pompidou contradice este discurso fatalista subrayando que estas políticas públicas de públicos pueden oponerse a los efectos de determinantes sociales: "lejos de ser imponentes delante de los efectos del habitus, las instituciones culturales poseen el poder de modelar la relación entre los individuos con el arte, así como la capacidad de producir los efectos sociales como el de confirmar o, a la inversa, modificar los efectos del habitus. Porque la implementación de políticas de público pueden ser definidas como una acción de las instituciones sobre la acción de los individuos, entonces la institución ejerce un poder de estructuración de prácticas en el origen de un inicio de realización del ideal de la democratización de la cultura. 5

La función de los mediadores culturales se encuentra, entonces, bien enmarcada: ellos actúan al interior de las instituciones para poner en tela de juicio las evidencias ideológicas, aquellas interiorizadas bajo la forma de habitus (retomando el término de Pierre Bourdieu) que al imponer un modo de ver, leer y escuchar, nos vuelven ciegos, iletrados y sordos frente a la novedad propuesta por el artista. 6

3 Fleury, Laurent. Sociologie de la culture et des pratiques culturelles. Paris: Armand Col lin, 2006. 4 Fleury op.cit s Fleury, op.cit 6 Quisiera acercar esta idea a aquella propuesta por Louis Althusser : Notre temps risque d'apparaitre un jour comme marqué par l'épreuve la plus dramatique et la plus laborieuse qui soit, la découverte et l'apprentissage du sens des gestes les plus "simples" de l'existence : voir, écouter, parler, lire — ces gestes qui mettent les hommes en rapport avec leurs ceuvres, et ces ceuvres retournées en leur propre gorge, que sont leurs "absences d'auvres". In Lire le Capital tome 1 Petite Collection Maspero Paris 1968 p. 12.

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En la acción del mediador nos encontramos con una parte de pedagogía, en el sentido noble del término —aquel que acompaña más que aquel que distribuye el conocimiento ya procesado-, que consiste en permitir a un sujeto social producir, a partir de una experiencia inédita a la cual el mediador lo confronta, los conocimientos necesarios para acceder a otras formas de representación de la realidad concreta. El desconocimiento es primero, y es siempre por el reconocimiento del desconocimiento en cuanto tal que el sujeto puede acceder a una forma de conocimiento.

En el fondo, y por concluir, la función del mediador cultural es aquella asignada al filósofo Spinoza: acceder a la libertad por el conocimiento verdadero o al militante revolucionario por Karl Marx. La función de la sociología aquí es aquella de toda ciencia que busca disipar las nubes que oscurecen nuestra relación con la realidad y permitirnos ver lo que hay para ver y que no vemos inmediatamente en lo que vemos.