pensando la crisis de la educación chilena. hacia una opción cristiana

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Pensando la crisis de la educación chilena. Hacia una opción cristiana. Luis Pino Moyano 1 . Hemos sido convocados con la finalidad de plantearnos a lo menos dos interrogantes sobre la educación chilena: ¿qué está mal?, y ¿qué se puede hacer? Me parece no sólo interesante, sino además atractiva la propuesta, porque se nos ha invitado como actores en distintas áreas de la educación, y porque tenemos algunas diferencias de opinión y práctica, que pasan por las esferas política, económica, social y cultural. Todo esto bajo un gran marco, la iglesia de Jesucristo, porque más allá de nuestras diferencias, muchas de ellas circunstanciales, nos liga la común fe. Somos seguidores del Carpintero de Galilea y eso nos hace hermanos. Tal y como el Zelote y el Publicano pudieron convivir con el Maestro, somos llamados hoy a experimentar cotidianamente la comunidad, puesto que como dijera Tomás Moulian, “la amistad siempre se tiene con Otro. Ella no es la contemplación en el espejo. Es la superación de los espejos, para abrirse al intercambio gratuito del afecto como placer de vida” 2 . Como Profesor de Historia y Ciencias Sociales, en la Enseñanza Media, me ha tocado ver junto a los y las estudiantes, en la larga duración la base del problema. Vivimos en un país que ha sido construido porydesde una clase dominante. Los cambios de gobierno sólo han producido variaciones en “las estrategias de contención”. Por ello, como diría Tomás Moulian, hemos sido testigos de “fracturas” que no han logrado quebrar este constructo y la única vez en la historia en la que se puso en cuestión dicho sistema de dominación, se produjo un quiebre de carácter refundacional del cual, en unos meses más, se cumplen 40 años. La invocación a Portales, el del “palo y bizcocho” no es casual. No es menor, que las tres constituciones de mayor permanencia en Chile, la de 1833, 1925 y 1980, fuesen redactadas y promulgadas bajo la sombra de las bayonetas, en estados de excepción 3 . No es menor, que en todas las ocasiones en las que los movimientos socialpopulares han protestado pidiendo mejoras o cambios en el sistema, con sus manos en alto en señal pacífica, han sido reprimidos a sangre y fuego. Septiembre de 1973, no fue, lamentablemente, una excepción histórica. Aquí, en nuestra vida

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Comunicación presentada en el foro: “Educación: ¿qué está mal? ¿qué se puede hacer?”, Organizado por Iglesia Santiago Apóstol e Iglesia UNO. Santiago, 26 de junio de 2013.

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Pensando  la  crisis  de  la  educación  chilena.  Hacia  una  opción  cristiana.    

Luis  Pino  Moyano1.       Hemos  sido  convocados  con  la  finalidad  de  plantearnos  a  lo  menos  dos  interrogantes   sobre   la   educación   chilena:   ¿qué  está  mal?,   y   ¿qué   se  puede  hacer?  Me  parece  no   sólo   interesante,   sino   además   atractiva   la   propuesta,  porque  se  nos  ha  invitado  como  actores  en  distintas  áreas  de  la  educación,  y  porque  tenemos  algunas  diferencias  de  opinión  y  práctica,  que  pasan  por  las  esferas  política,  económica,  social  y  cultural.  Todo  esto  bajo  un  gran  marco,  la   iglesia  de   Jesucristo,  porque  más  allá  de  nuestras  diferencias,  muchas  de  ellas  circunstanciales,  nos  liga  la  común  fe.  Somos  seguidores  del  Carpintero  de   Galilea   y   eso   nos   hace   hermanos.   Tal   y   como   el   Zelote   y   el   Publicano  pudieron   convivir   con   el   Maestro,   somos   llamados   hoy   a   experimentar  cotidianamente   la   comunidad,   puesto   que   como  dijera   Tomás  Moulian,   “la  amistad  siempre  se  tiene  con  Otro.  Ella  no  es   la  contemplación  en  el  espejo.  Es  la  superación  de  los  espejos,  para  abrirse  al  intercambio  gratuito  del  afecto  como  placer  de  vida”2.         Como  Profesor  de  Historia  y  Ciencias  Sociales,  en  la  Enseñanza  Media,  me  ha  tocado  ver  junto  a  los  y  las  estudiantes,  en  la  larga  duración  la  base  del  problema.  Vivimos  en  un  país  que  ha  sido  construido  por-­‐y-­‐desde  una  clase  dominante.  Los  cambios  de  gobierno  sólo  han  producido  variaciones  en  “las  estrategias  de  contención”.  Por  ello,  como  diría  Tomás  Moulian,  hemos  sido  testigos  de  “fracturas”  que  no  han  logrado  quebrar  este  constructo  y  la  única  vez  en  la  historia  en  la  que  se  puso  en  cuestión  dicho  sistema  de  dominación,  se   produjo   un   quiebre   de   carácter   refundacional   del   cual,   en   unos   meses  más,  se  cumplen  40  años.  La   invocación  a  Portales,  el  del  “palo  y  bizcocho”  no  es  casual.  No  es  menor,  que  las  tres  constituciones  de  mayor  permanencia  en  Chile,   la  de  1833,  1925  y  1980,  fuesen  redactadas  y  promulgadas  bajo   la  sombra   de   las   bayonetas,   en   estados   de   excepción3.   No   es  menor,   que   en  todas   las   ocasiones   en   las   que   los   movimientos   social-­‐populares   han  protestado  pidiendo  mejoras  o  cambios  en  el  sistema,  con  sus  manos  en  alto  en  señal  pacífica,  han  sido  reprimidos  a  sangre  y  fuego.  Septiembre  de  1973,  no   fue,   lamentablemente,   una   excepción   histórica.   Aquí,   en   nuestra   vida  

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republicana,  no  ha  sido  la  guerra  la  continuación  de  la  política  como  diría  Carl  von  Clausewitz,  sino  al  revés4.    

Chile   ha   sido   construido   como   una   sociedad   excluyente   donde   unos  pocos  son  beneficiarios  del  sistema.  Sistema  en  el  cual  la  educación,  para  no  irnos  del   tema   central,   funciona   como   reproductora.  Debemos  decir   que   la  aspiración   del   ascenso   social   producido   por   el   estudio   era   posible   con   un  Estado  Social,  Benefactor  y  Desarrollista,  que  cruzó  parte  de  nuestro  siglo  XX,  pero  que  con  la  hegemonía  del  neoliberalismo  es  una  ilusión,  por  no  decir,  un  imposible.  En  las  escuelas  en  las  que  se  forman  las  élites  se  siguen  enseñando  secretos  que  a  otros  no   (Los  Prisioneros),  mientras   “los  Otros  del   sistema”,  los  no-­‐beneficiarios,  tienen  un  futuro  incierto.  Y,  en  tanto  incierto,  se  trata  de  un  futuro  por  construir.  Por  eso,  me  declaro  parte  del  movimiento  social  por  la  educación,  uno  que  pugna  por  un  Estado  que  sea  actor  y  no  testigo  pasivo,  que  garantice  una  educación  gratuita,  pública,  laica  y  de  calidad,  y,  a  su  vez,  por  una  educación  caracterizada  por  la  práctica  del  control  comunitario.  Y  en  ese  sentido,  el  movimiento  estudiantil  ha  tenido  triunfos  simbólicos,  como  la  negatividad  del  concepto   lucro  (hoy  hasta   la  universidad  más  privada  de   las  privadas   se   declara   sin   fines   de   lucro)   y   triunfos   prácticos,   como     la   rica  asociatividad  manifestada   en   asambleas,   foros,   conversaciones   en   patios   y  pasillos   de   colegios   y   universidades,   en   las   marchas   masivas,   en   los   actos  culturales.  Pensar  que  la  educación  es  un  bien  de  consumo  y  no  un  derecho  y,   reducir   la   libertad   de   educación   a   la   capacidad   monetaria   de   elegir   un  establecimiento   escolar,   son   expresiones   de   un   sistema   perverso,   que  convierte  el  vicio  en  virtud,  que  naturaliza  la  condición  social  y  que  perpetúa  un  sistema  en  el  cual  los  triunfadores  son  aquellos  que  acceden  desde  la  más  temprana  infancia  a  un  grado  importante  de  capital  cultural.    

 Frente  a  esta  situación  historizada,  se  hace  manifiesta  la  necesidad  de  

un  cambio  social  de  carácter  estructural.  Y,  siendo  realistas,  dicho  cambio  no  está  a  la  orden  del  día.  Se  requerirá  de  la  suma  de  tiempo  y  fuerzas  para  ver  si   éste   encuentra   concreción   en   la   realidad.   Pero   mientras   tomamos   este  camino,  debemos  producir   cambios  en   la   cotidianeidad.  Como  cristianos/as  tenemos   muchas   cosas   por   hacer,   tanto   como   iglesias,   profesores/as,  estudiantes,  padres  o  madres.  Para  esta  ocasión,  presento  cinco  propuestas,  todas  ellas  comienzan  con  el  verbo  “ser”.  

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 a. Ser   iglesias  que  escuchamos  y  nos  hacemos  parte.  Si  hay  algo  que   la  

posmodernidad   nos   ha   enseñado   es   que   la   lucha   política   no   sólo   es  factual   sino   también   conceptual.   En   ambas,   los   cristianos   y   las  cristianas   tenemos   algo   que   hacer.   Debemos   participar   en   las  discusiones   en   asambleas,   foros,   conversatorios   en   los   cuales   se  dirimen   los   marcos   de   acción   y   comunicación.   Los   conceptos   de  “gratuidad”,  “público”,  “laico”,  “calidad”,  “control  comunitario”,  deben  ser  profundamente  discutidos,  de   tal  manera  que   salgan  de   la  esfera  del  slogan  y  salten  al  discurso  político.  Pero  en  dicha  tarea  propositiva  y   discursiva,   no   sólo   debemos   ocupar   nuestra   boca,   sino   también  nuestros   oídos.   Como   diría   Dietrich   Bonhoeffer:   “Ciertos   cristianos,   y  en   especial   los   predicadores,   creen   a   menudo   que,   cada   vez   que   se  encuentran  con  otros  hombres,  su  único  servicio  consiste  en  ‘ofrecerles’  algo.   Se   olvidan   de   que   el   saber   escuchar   puede   ser   más   útil   que   el  hablar.   Mucha   gente   busca   a   alguien   que   les   escuche   y   no   lo  encuentran  entre  los  cristianos,  porque  éstos  se  ponen  a  hablar  incluso  cuando  deberían  escuchar.  Ahora  bien,  aquel  que  ya  no  sabe  escuchar  a   sus   hermanos,   pronto   será   incapaz   de   escuchar   a   Dios,   porque  también   ante   Dios   no   hará   otra   cosa   que   hablar”5.   Nuestro   servicio  como   cristianos   está   en   escuchar   y   compartir.   No   podemos   cerrar  nuestros   ojos   y   nuestros   oídos   a   las   aspiraciones   del   movimiento  estudiantil.   No   podemos   hablarles   de   Cristo   y   desconocer   sus  reclamaciones  y  proyectos.  De  eso  se   trata  el  amor  al  prójimo,  de  un  ejercicio  que  conlleva  la  escucha,  el  respeto,   la  promoción,  la  defensa  de  sus  derechos,  el  rescate  de  su  pensamiento  y  creatividad.  Todo  esto  es  un  acto  que  glorifica  a  Dios,  es  adoración  que  traspasa  los  muros  de  los  templos  hacia  la  totalidad  del  mundo6.    

b. Ser  profesores  que  realizamos  nuestra  tarea  docente  con  excelencia,  potenciando   el   diálogo   y   la   crítica.   Debo   decir   una   palabra   para   los  profesores   y   las  profesoras  que  están  presentes  hoy.   Si   compartes  el  discurso  dominante  de  que   la  calidad  de   la  educación  pasa  por  saber  llenar  un  portafolio,  no  estás   llevando  a  cabo  de  manera  completa  tu  labor.   Un   profesor   no   es   sólo   un   técnico,   que   aplica   un   método   y  cumplimenta   formularios  y  planificaciones,   sino  además,  un  científico  

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que   estudia-­‐y-­‐conoce   desde   un   lugar   de   producción   y,   a   la   vez,   un  artista,  que  trabaja  con  la  belleza,  cuya  obra  de  arte  es  su  clase.  Clase  que  no  se  da  sólo  por  su  palabra,  sino  mediante  el  ejercicio  dialógico  y  crítico  con   los  y   las  estudiantes.  Con  estudiantes  y  no  “alumnos”,  con  aquellos   que   carecen   de   luz.   Aquí   me   permito   citar   a   Paulo   Freire:  “¿Cómo   puedo   dialogar,   si   alieno   la   ignorancia,   esto   es,   si   la   veo  siempre  en  el  otro,  nunca  en  mí?  /  ¿Cómo  puedo  dialogar,  si  me  admito  como   un   hombre   diferente,   virtuoso   por   herencia,   frente   a   los   otros,  meros   objetos   en   quienes   no   reconozco   otros   ‘yo’?   /   ¿Cómo   puedo  dialogar,   si   me   siento   participante   de   un   ‘ghetto’   de   hombres   puros,  dueños  de  la  verdad  y  del  saber,  para  quien  todos  los  que  están  fuera  son   ‘esa  gente’  o   son   ‘nativos   inferiores’?   /   ¿Cómo  puedo  dialogar,   si  parto  de  que  la  pronunciación  del  mundo  es  tarea  de  hombres  selectos  y   que   la   presencia   de   las   masas   en   la   historia   es   síntoma   de   su  deterioro,  el  cual  debo  evitar?  /  ¿Cómo  puedo  dialogar,  si  me  cierro  a  la  contribución   de   los   otros,   la   cual   jamás   reconozco   y   hasta  me   siento  ofendido  con  ella?  /  ¿Cómo  puedo  dialogar,  si  temo  la  superación  y  si,  sólo   en   pensar   en   ella,   sufro   y   desfallezco?   /   La   autosuficiencia   es  incompatible   con  el   diálogo.   Los  hombres  que   carecen  de  humildad  o  aquellos  que  la  pierden,  no  pueden  aproximarse  al  pueblo.  No  pueden  ser  sus  compañeros  de  pronunciación  del  mundo.  Si  alguien  no  es  capaz  de  sentirse  y  saberse  tan  hombre  como  los  otros,  significa  que  le  falta  mucho  que  caminar  para  llegar  al  lugar  de  encuentro  con  ellos.  En  este  lugar   de   encuentro,   no   hay   ignorantes   absolutos   ni   sabios   absolutos:  hay  hombres  que,  en  comunicación,  buscan  saber  más”7.                              

c. Ser   estudiantes   luchadores   tanto   en   las   aulas   como   en   las   calles.  Muchas  veces  lo  he  dicho  en  el  aula.  Me  parece  inconcebible  que  un  o  una   estudiante   esté   marchando   en   las   calles,   entre   otras   cosas,   por  una  educación  de  calidad  y  viole  ese  derecho  cuando,  por  ejemplo,  no  contribuye   al   clima   de   aula,   no   permitiendo   con   sus   disrupciones   el  aprendizaje   de   sus   compañeros   y   compañeras.   Constantemente,  cuando   se   habla   de   la   juventud   se   cita   una   frase   de   Allende   en   la  Universidad   de   Guadalajara.   La   cita   aparece   en   discursos,   carteles   y  predicaciones  (¡no  fui  yo,  por  si  acaso!).  Allende  dixit:  “Ser   joven  y  no  ser   revolucionario   es   una   contradicción   hasta   biológica”.   Y   creo   que  

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tiene  razón.  Como  también  tiene  razón  cuando  minutos  más  adelante,  en   el   mismo   discurso   señaló:   “Por   lo   tanto,   el   dirigente   político  universitario  tendrá  más  autoridad  moral,  si  acaso  es  también  un  buen  estudiante  universitario.  Yo  no   le  he  aceptado   jamás  a  un  compañero  joven   que   justifique   su   fracaso   porque   tiene   que   hacer   trabajos  políticos:   tiene   que   darse   el   tiempo   para   hacer   los   trabajos   políticos,  pero   primero   están   los   trabajos   obligatorios   que   debe   cumplir   como  estudiante   de   la   universidad.   Ser   agitador   universitario   y   mal  estudiante   es   fácil;   ser   dirigente   revolucionario   y   buen   estudiante   es  más   difícil.   Pero   el   maestro   universitario   respeta   al   buen   alumno,   y  tendrá   que   respetar   sus   ideas,   cualesquiera   que   sean”8.   La   gracia  común   también   alcanzó   al   Presidente   Allende.   Como   cristiano   debes  glorificar   a   Dios   con   tu   trabajo   como   estudiante.   En   el   aula   y   en   las  calles   debes   ser   un   luchador   o   una   luchadora   que   trabaja   por   una  mejor  historia.        

d. Ser  padres  y  madres  que  no  delegan   la   tarea  de   la  enseñanza  a   las  escuelas.   Esto   no   sólo   lo   digo   como   profesor,   sino   como   ex   líder   de  jóvenes   en   dos   iglesias.   Para   muchos   padres   las   ciencias   y   las  humanidades   se   enseñan   en   las   escuelas   y   la   Biblia   se   enseña   en   las  iglesias.  Y  después  se  quejan  de  los  profesores  y  las  profesoras  porque  sus   hijos   e   hijas   fracasan   o   porque   les   va   mal   en   la   PSU.   Y   después  alegan   a   los   líderes   de   la   iglesia   porque   no   tuvieron   la   suficiente  paciencia   para   ayudar   a   que   sus  hijos   permanezcan  en   la   iglesia.   ¡De  qué  estamos  hablando!  Si  la  responsabilidad  primaria  la  tienen  padres  y  madres.  ¿Quién  les  dijo  a  ustedes  que  porque  yo  estudié  cinco  años  en  una  universidad  eso  me  hace  más  capaz  para  enseñarles  a  sus  hijos?  Yo   les   puedo   ayudar   a   que   conozcan   de   historia,   pero   quienes   son  responsables  de  que  el  proceso  educativo  de  ellos  y  ellas  se  conduzca  por  buen  camino  se  labra  en  las  casas.  Cuando  sólo  hay  excusas,  eso  se  llama   flojera   y   pusilanimidad.   El   salmo   señala   al   padre   teniendo   a   su  hijo  como  si  fuese  una  flecha  y  no  a  un  actor  ajeno  de  la  familia.  Ahora  bien,   cuando   un   niño   o   niña   carece   de   padre   y   madre,   literal   o  simbólicamente,  las  iglesias  y  las  escuelas  tienen  la  tarea  de  fortalecer  las  capacidades  de  resiliencia  y  de  autocrítica.    

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e. Ser   iglesias  que  no  pierden  el   centro  de   la  misión.   Aquí   tenemos  un  tremendo   desafío.   He   comenzado   hablando   de   la   iglesia   y   quiero  terminar   hablando   de   ella.   Somos   comunidades   en   la   que   distintos  sujetos   formamos   parte   de   ella.   La   sensibilidad   que   me   hace   estar  cerca   de   los   y   las   estudiantes   que   hoy   día   se  movilizan,   no  me   debe  hacer  olvidar  que  mi  relevancia  no  está  en  eso.  Nuestra  relevancia  no  está  en   igualarnos  con   la  cultura,  sea   la  de   los  vencedores  o   la  de   los  perdedores  en  la  historia.  Cristo,  el  Rey,  Profeta  y  Sacerdote,  el  Siervo  Sufriente   que   murió   para   redimirnos   y   que   resucitó   de   entre   los  muertos,  debe  seguir  siendo  la  base  y  el  centro  de  nuestro  mensaje.  El  real  y  experenciable  poder  transformador  se  encuentra  en  Cristo  quien  puede   hacer   “nuevas   todas   las   cosas”.   Nuestra   esperanza   es  escatológica   y   no   es   un   mero   cambio   social.   Es   la   redención   que  aguarda  la  creación  toda.  Es  el  anhelo  expresado  por  el  profeta  Amós,  de   “que   fluya   el   derecho   como   agua   y   la   justicia   como   un   río  inagotable”   (Amós   5:24).   Como  diría  David   J.   Bosch   “Jesús   no   volaba  por   las   nubes,   sino   se   sumergía   en   las   circunstancias   reales   de   los  pobres,   los  cautivos,   los  ciegos  y   los  oprimidos  (cf.  Lc.  4:18s.).  Hoy  día  también   Cristo   está   donde   se   encuentran   los   hambrientos   y   los  enfermos,  los  explotados  y  los  marginados.  El  poder  de  su  resurrección  empuja   la   historia   hacia   su   final   bajo   la   bandera   ‘¡He   aquí   yo   hago  nuevas   todas   las   cosas!’   (Ap.   21:5).   Igual   que   su   Señor,   la   Iglesia-­‐en-­‐misión  tiene  que  tomar  parte  por  la  vida  y  en  contra  de  la  muerte,  por  la  justicia  y  en  contra  de  la  opresión”9.  

 San  Bernardo,  26  de  junio  de  2013.  

                 

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                                                                                                                         1   Licenciado   en   Historia   con  mención   en   Estudios   Culturales   de   la   Universidad   Academia   de   Humanismo  Cristiano.  E-­‐Mail:   [email protected].  Comunicación  presentada  en  el  foro:  “Educación:  ¿qué  está  mal?  ¿qué  se  puede  hacer?”,  Organizado  por  Iglesia  Santiago  Apóstol  e  Iglesia  UNO.  Santiago,  26  de  junio  de  2013.    2  Tomás  Moulian.  Socialismo  del  siglo  XXI.  La  quinta  vía.  Santiago,  LOM  Ediciones,  2000,  p.  170.    3  Recomiendo  la  lectura  del  artículo  de  Sergio  Grez.  “La  ausencia  de  un  poder  constituyente  democrático  en  la   historia   de   Chile”.   En   Revista   iZQUIERDAS.   Año   3,   Número   5,   2009.   Disponible   en:  http://www.izquierdas.cl/revista/wp-­‐content/uploads/2011/07/Grez.pdf  (Revisada  en  junio  de  2013).  4  Véase  en  este  punto  el  excelente  libro  de  Eduardo  Grünner.  Las  formas  de  la  espada.  Miserias  de  la  teoría  política  de  la  violencia.  Buenos  Aires,  Ediciones  Colihue,  1997.  5  Dietrich  Bonhoeffer.  Vida  en  comunidad.  Salamanca,  Ediciones  Sígueme,  1982,  p.  90,  91.  6  He  trabajado  este  punto  de  manera  más  amplia  en  un  post  titulado:  “Mirando  periféricamente  un  censo  desde  una  perspectiva  reformada”.  En:  http://enelbalconyenelcamino.wordpress.com/2013/04/16/mirando-­‐perifericamente-­‐un-­‐censo-­‐desde-­‐una-­‐perspectiva-­‐reformada/  (Revisada  en  junio  de  2013).    7  Paulo  Freire.  Pedagogía  del  Oprimido.  Madrid,  Siglo  XXI  Editores,  2000,  pp.  107,  108.  8   Discurso   en   la   Universidad   de   Guadalajara,   México,   2   de   diciembre   de   1972.   En:   Frida   Modak  (coordinadora).  Salvador  Allende  en  el  umbral  del  siglo  XXI.  México  D.F.,  Plaza  &  Janés  Editores,  1998,  p.  364.  9  David  J.  Bosch.  Misión  en  transformación.  Cambios  de  paradigma  en  la  teología  de  la  misión.  Grand  Rapids,  Libros  Desafío,  2005,  p.  520.