peces de sangre - poesía

PECES DE SANGRE Antonio Carrillo Cerda

Peces de Sangre - 2007

2 Antonio Carrillo Cerda - México

Índice

1 – Contra todo 3

2 – Amorosos amantes 5

3 – Brasas adentro 6

4 – Que nos presente Dios 8

5 – Un centavo 10

6 – Se saben 11

7 – Trabarse en pájaros 12



Contra todo

—¿Acaso puedes ver

a través de toda esta niebla?

Extiende un poco más las manos

quizá, a tientas puedas dar con el corazón

o tropezar con el alma de un hombre idiota y amoroso.

El banco de niebla se agita

por oleadas de peces que no alcanzas a reconocer.

Van demasiado aprisa

van contra ti, contra mí, contra todo.

Y sin embargo buscas.

Empecinado con la esperanza

tú que te dices hombre de razón.

¡Sería mejor cerrar los ojos de una buena vez!

Cerrar todos los libros del mundo,

(los hermosos libros también)



Aquí que nadie te mira,

puedes llorar

y después

si un poco de fuerza te queda

rasgúñale el rostro a la niebla.

Harina de luz o tinieblas.

—¿Hacia dónde van los furiosos peces?

Hacia ti.



Amorosos amantes

A mis amorosos amantes

de las letras nos vino el deseo

de tenernos en el tiempo justo

para fingir satisfechos un abrazo al aire,

un beso a los poetas ocurrentes nudistas

integradores de un cuerpo dispuesto

a toda hora y en todo lugar

la santa poesía del día a día

deseosa la mirada cansada

de una soledad circular

con el ritmo cardiaco de una marea incansable

que no hace sino amar al mar.



Brasas adentro

Tengo sed brasas adentro,

con sueños en llamas

dormitar despierto.

Crujir de brazos tiesos. Es cierto,

me ha invadido, lo siento crecer,

se expande, se hincha, me absorbe.

Ya siento que me brotan las ramitas.

¡Estoy seco, desierto tengo sed!

Con la pesadez de siempre,

y la humedad caliente de un mundo acelerado;

enterrando los pies junto al río

a ver si se pasa, si se aleja.

Me incliné para besar la película de agua más fina

que flota sobre la espalda del río,

que nada hacia el mar,

que ignora mi sed como lo hacen ustedes.



Endureció el tronco

y la hojarasca se derramó en mis ojos.

La corteza abierta que grita la herida estoy seca,

y mis pies más pálidos que una luna desahuciada

ateridos se enraízan bajo la tierra.



Que nos presente Dios

¡Y no el día, y no los amantes,

ni las calles, ni los muros!

Porque estar solo es estar así:

quieto, muy quieto,

con los brazos abiertos.

Cansado de vanos intentos,

con las rodillas rotas, rompiéndome el alma,

el corazón y la madre en cada intento.

Cansado de ladrarle a los perros

y de tirar pedradas a la ventana equivocada

para ver si sales, si te animas.

Y no será la casualidad ignorante de tu desvelo

y no será la fortuna que piensa

que las caras del dado son tu rostro y el mío,

porque la luz que brillaba en nuestros ojos

nos ha dejado ciegos, incapaces.



¡Que nos presente Dios, se le da la gana!

Si le queda un poco de tiempo a nuestros cuerpos,

guárdame tus arrugas y tus canas

tus talones y tus pechos.

Aquí te guardo unas manos desarticuladas

quizá de un sabio, quizá de un necio.



Un centavo

Un centavo en la mano del niño

mensajero de la cuadra,

la carta que sangra mis razones

llora, camina; con pasitos desgastados

y yo aquí,

mirando la espera impaciente de la respuesta añorada

no llega, no llega

¡No llega nunca!

Y repito una a una las palabras

y reescribo brevemente lo antes dicho,

poco a poco las voces se desgastan

y yo me voy quedando más vacío.



Se saben

Se saben, se añoran, pero esperan,

crecen, maduran, se pervierten,

viajan, se desvelan, adolecen.

Coinciden, se equiparan se estremecen,

participan, se divierten, se comprenden,

lloran, se emborrachan y se drogan.

Se liberan, se asustan, y se ofenden,

se arrepienten, disimulan y olvidan.

Se reúnen, se desnudan, se torturan,

se enojan, se traicionan, se envilecen,

se horrorizan, se apartan, se abandonan,

huyen, enmudecen, se protegen.

Se aíslan, se salvan, pero extrañan,

se apresuran, se encaminan, y retornan.

Buscan, reconocen, y perdonan,

viven, envejecen, y se mueren.



Trabarse en pájaros

Al pensar en ti descubrí

un trabarse en pájaros la mente mía.

No, no más poesía.

Me aletean las ideas

de tu recuerdo peregrino.

es un destino,

quizá sea el mío.

Si rascarme la cabeza

es arrancarme las endebles plumas

sin querer,

tú, tú serás una.

Y se me van los días

achicándote las alas

que te extendió un descuido,

yo las debí anudar,

al hueso de los idilios.

Ahora te has ido.



Tú no sabías volar,

me has de extrañar

hasta trabarte en pájaros,

desenredando olvidos.



Portada: Torácico amor

Colección: Peces de sangre, 2007, ACC

Edición del Autor – 2011

Toluca, Estado de México

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