participacion y arquitectura: diseño en el espacio publico. dos obras recientes

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Trabajo academico de investigacion.

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Pontificia Universidad Católica del PerúFacultad de Arquitectura y Urbanismo

TALLER DE INVESTIGACIÓN

PARTICIPACIÓN Y ARQUITECTURADiseño en el espacio público. Dos obras recientes.

Antony Caballero

CÁTEDRA: Profesor. Doctor. Arquitecto Wiley Ludeña Urquizo. Prof. Arquitecto Michael LeymarieASISTENTES: Ernesto arias Valverde Herbert Huerta Vera Dessiré Vélez Cadillo Vanessa Benites Cabello

Lima, Diciembre del 2009

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PARTICIPACIÓN Y ARQUITECTURADiseño en el espacio público. Dos obras recientes.

Antony Caballero

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ParticiPación y arquitectura:Diseño en el esPacio Público. Dos obras recientes.© Antony CaballeroPrimera edición: Diciembre de 2009

Tiraje: 2 ejemplares

Diseño de cubierta:Antony Carlos Caballero FloresHadan Lahamizemidcevic

Ilustración de cubierta: M. C. Escher.Manos dibujándose,1948.

Edición:Daniel Zúñiga-Rivera

Impresión: Editorial Cordillera SACAv. Grau 1430, Barranco

ISBN: 978-603-xxxxx-x-x

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.º 2009-xxxxx.

Reservados todos los derechos. No se permite reproducir ni trans-mitir la totalidad o alguna parte de esta publicación sin permiso previo por escrito de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual.

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A mis amigos...

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Agradecimientos

Esta investigación no habría sido posible sin la ayuda de Wiley Ludeña, Juan Tokeshi, CITIO y Daniel Zúñiga-Rivera.

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ÍNDICE

Introducción ... 15

Presentación del Problema ... 17

CAPITULO 1-Marco de Referencia: Participación, espacio público y arquitectura

1.1 Estado de la cuestión ... 16

1.2 Marco Histórico-la reivindicación del usuario y la apertura de la profesión (década del 60) ... 25

1.3 Marco Teórico-las nociones del diseño participativo ... 27

1.3.1 Argumentos filosóficos-hacia una postura del arquitecto en la manera de pensar ... 27

1.3.2 Nociones en la construcción de la participación como fundamento ... 29

1.3.2.1 Situacionismo- participación en el urbanismo ... 29

1.3.2.2 El arte y la estética relacional-participación en el diseño ... 31

1.3.2.3 Planificación y gestión urbana participativa – participación en la política ... 31

1.3.2.4 Participación sinérgica - la participación como base del desarrollo ... 32

1.4.3 Espacio público y participación ... 38

1.4.4 Diseño participativo en la arquitectura ... 39

1.4.4.1 Participación, empoderamiento, debate y negociación ... 39

1.4.4.1 Proceso ... 40

1.4.5 Escuela primaria del distrito de Davidson, Carolina del Norte, EE.UU. (90s) ... 44

1.4.5.1 Henry Sanoff ... 44

1.4.5.2 Contexto y propuesta ... 45

1.4.5.3 Proceso de participación ... 45

1.4.5.4 Resultado y crítica ... 49

1.4.6 Metodología de la investigación ... 54

CAPITULO 2 - Técnicas de diseño participativo

2.1 Técnicas de diseño participativo ... 57

2.1.1 Técnicas complejas ... 57

2.1.2 Técnicas simples ... 59

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CAPITULO 3 – Aplicaciones. Diseño participativo en el espacio público en zonas emergentes

de Lima

3.1 Introducción al contexto Limeño ... 63

3.2 La Amistad: Proyecto Nueba 2, Nueva Esperanza, Villa María del Triunfo ... 66

3.2.1 DESCO ... 66

3.2.2 Contexto y propuesta ... 67

3.2.3 Proceso de participación y técnicas ... 69

3.2.4 Entrevistas posteriores ... 75

3.2.5 Resultado y crítica ... 86

3.3 Paseo de la Cultura: Fitekantropus, Comas, Lima (2008) ... 89

3.3.1 CITIO ... 89

3.3.2 Contexto y propuesta ... 89

3.3.3 Proceso de participación y técnicas ... 94

3.3.4 Entrevistas posteriores ... 100

3.3.5 Resultado y crítica ... 111

CAPITULO 4 – Conclusiones e ideas ... 115

Bibliografía ... 123

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ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 1. Esquema del análisis de MúneraFigura 2. Comparación de momentos de los dos tipos de procesosFigura 3. Comparación de metodologías sobre los dos tipos de procesoFigura 4. Mapa de situaciones (sin escala gráfica)Figura 5. Mapa de relacionesFigura 6. Esquema del proceso participativo según SanoffFigura 7. Lógica del proceso de participaciónFigura 8. Dibujo de un escolar publicado en un periódico localFigura 9. Talleres participativosFigura 10. Plano resultante de la escuela DavidsonFigura 11. Proyecto terminado, publicado de un diario local (Vecinos. 09 de Enero del 94)Figura 12. El desarrollo del lenguajeFigura 13. Ubicación de Villa María del Triunfo e identificación de zonasFigura 14. Ubicación de Virgen de LourdesFigura 15. Concentración poblacionalFigura 16. Ex-vía del trenFigura 17. Zonas de Villa de LourdesFigura 18:Foto del lugar.Figura 19. Diagrama del proceso de intervenciónFigura 20. Fases del Concurso Participativo de Proyectos (CPP)Figura 21. Publicidad de la zonaFigura 22. Taller de capacitaciónFigura 23. Boceto del proyecto Plaza la AmistadFigura 24. Proyectos ganadores del primer, segundo y tercer CPPFigura 25. Dimensiones de la capacitaciónFigura 26. Flujo de CPPFigura 27. El antes (arriba) y después (abajo) del proyecto Plaza la AmistadFigura 28. Situación actual de la Plaza la Amistad (08/09/09).Figura 29. Situación actual de la Plaza la Amistad (08/09/09).Figura 30. Ubicación de ComasFigura 31. Ubicación de La zona de la Balanza (zona 2)Figura 32. El desarrollo de la zona se presenta fragmentadoFigura 33. Mapa de problemasFigura 34. Parque TahuantinsuyoFigura 35. Foto panorámicaFigura 36. Parque Tahuantinsuyo y losa deportiva el CupaFigura 37. Foto de la BalanzaFigura 38. Visión integral de desarrollo, propuesta generalFigura 39. Propuesta generalFigura 40. Bocetos participativos en la etapa del anteproyecto, intencionesFigura 41. Bocetos participativos en la etapa del anteproyecto, calleFigura 42. Propuesta urbana del Paseo de la CulturaFigura 43. Diapositiva mostrada para explicar el tema del espacio y vida cotidianaFigura 44. Negoción sobre el tema de iluminaciónFigura 45. Planta de ejemplo de propuestaFigura 46. Corte de propuesta. Antes (arriba) y después (propuesta)Figura 47. Imágenes del antes y el posible despuésFigura 48. CatálogoFigura 49: Sintesis de caracteristicasFigura 50: Sintesis de participación

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Introducción

La profesión arquitectónica, al igual que cual-quier otra profesión, se encuentra sujeta a un desarrollo constante de concepción y contex-tualización, el cual se apoya desde sus orígenes en la ciencia y en la sociedad. Este desarrollo obedece al contexto espacio-temporal en el que el individuo y la sociedad se encuentran, al sen-timiento o espíritu de cada época. La arquitec-tura siempre fue, es y será la materialización de deseos y anhelos, de pensamientos sobre la vida humana, la sociedad y el mundo. Así, la partici-pación activa de la arquitectura como estamento social tuvo lugar luego de los cambios que se dieron en la sociedad, sobre todo en la década de los 60’, donde, tras los sucesos de mayo del 68, la disciplina obtuvo finalmente el peso polí-tico necesario para su reconocimiento.

Luego del intento de la Corriente Moderna de la Arquitectura de generar un cambio en las ciudades y los modos de vivir, los arquitectos buscaron respuestas a los vacios en otras disci-plinas. La sociología, la medicina y la psicolo-gía prestaron aportes significativos para que la Arquitectura dirigiese su visión hacia una nueva perspectiva del individuo como sujeto y colec-tividad. La Arquitectura intentó abrir su campo -anteriormente guardado celosamente solo por los arquitectos- a otras profesiones, con el fin de conseguir una idea más completa y compleja de sí misma. La tendencia situacionista derivó entonces en la arquitectura participativa (tam-bién llamada “arquitectura comunitaria”, “ur-banismo comunitario”, “urbanismo participati-vo”, “arquitectura social”), la cual se desarrolló como una búsqueda de crear una arquitectura con el usuario y no para el usuario. Las ideas se enfocaron entonces en intentar conocer las necesidades más profundas y los anhelos del usuario, lo cual llevó a desarrollar una forma de hacer arquitectura diferente. Actualmente este proceso es más común en los proyectos, donde el arquitecto mantiene esta relación de diferen-te intensidad de participación con el cliente. Sin embargo, este proceso adquiere mayor relevan-cia cuando se le intenta ejecutar en el espacio público, ya que su diseño está ligado a los con-ceptos de desarrollo y progreso.

La arquitectura participativa es una forma de aproximación arquitectónica basada no en lo que el arquitecto puede hacer, sino en lo que el arquitecto puede escuchar. El saber escuchar y

saber comunicar son los puntos a través de los cuales la participación se desenvuelve. Este pro-ceso de participación va más allá de las técnicas y los marcos económicos, pues trabaja también en el marco político, un término mayoritaria-mente negado por los arquitectos en la evalua-ción de su trabajo.

Este trabajo tiene como objetivo demostrar la importancia de la participación en la creación del espacio público sostenible. Este tipo de pro-ceso de manera particular permite a los arqui-tectos abrir puertas, o más bien recordar, que antes que la relación arquitecto–cliente, existe una relación hombre-hombre, en el sentido más horizontal del término. Se verá que la acepta-ción del usuario hacia al proyecto es total; sin embargo, se evidenciará también que, en la gran mayoría de los casos, la arquitectura no siem-pre resulta una construcción en conjunto, sino un manejo premeditado de ideas que el arqui-tecto pretende desarrollar o que el arquitecto es disminuido a la calificación de técnico ante el cliente, lo cual contradice y en cierta forma hace imposible la figura de la participación. No obstante, se demostrará que la arquitectura producida es una arquitectura con sentido de pertenencia, incluso antes de la construcción del proyecto, pues esta es parte de un proceso mayor de desarrollo. El lugar común adquiere entonces la dimensión política.

El presente trabajo nos muestra diferentes aproximaciones respecto a la arquitectura par-ticipativa en los espacios públicos, desarrolladas por arquitectos y organizaciones en Lima. Para su análisis, Se buscará sus similitudes y diver-gencias guiadas por el contexto, tratando de ha-llar la proporción que les corresponden al usua-rio y al arquitecto en el transcurso del proyecto. Además, se mostrará que el principal problema para su adecuado desarrollo es la dificultad de crear un lenguaje común entre el arquitecto y el cliente. Para ello, se probará que el uso de téc-nicas participativas es fundamental para la crea-ción de este lenguaje.

El trabajo se divide en cuatro partes, las cuales se encuentran relacionadas entre sí. La primera, histórica y teórica, tratará sobre los conceptos de participación y espacio público, mediante la aproximación a la definiciones re-lacionadas con el desarrollo y la creación de ciudadanía. Se explicará que el diseño partici-

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pativo en el espacio público abarca la necesidad de construir ciudadanía y, por lo tanto, ciudad. Se verá entonces lo que es el diseño partici-pativo en el espacio público, sus variantes, así como ventajas y desventajas, las cuales serán explicadas mediante ejemplos. En este punto se explicará que la máxima participación de los usuarios en el diseño depende de las técnicas que el arquitecto utilice para la creación del len-guaje, y que este depende del contexto social, político, urbanístico y ambiental de cada caso.

La segunda parte tratará sobre las técnicas más comúnmente utilizadas y efectivas en el diseño participativo y, además, se verá como estas devienen en un enfoque en particular, ya que su desarrollo y puesta en práctica de-penden de las partes del proceso de diseño arquitectónico.

La tercera parte, dedicada a los ejemplos, mostrará los aportes que hicieron los arqui-tectos y organizaciones de acuerdo a las estra-tegias y lenguajes que crearon para el desarro-

llo de cada proyecto. Para ello se explicara el caso del parque de La Amistad (Nueba 2) en el distrito Villa María del Triunfo, desarrolla-do por DESCO. Luego se expondrá la solu-ción del diseño del espacio público en el caso del Paseo de la Cultura (Proyecto Fitekantro-pus), desarrollado por el grupo CITIO en el distrito de Comas. En todos los ejemplos se buscará demostrar la necesidad de entender la complejidad de cada lugar para lograr el desarrollo de un lenguaje adecuado, es decir, la importancia de comprender las relaciones sociales, urbanísticas, políticas, ambientales y arquitectónicas de la espacio para tener éxito en la elaboración de lenguajes, técnicas y es-trategias que apunten al desarrollo integral del proyecto.

Finalmente, en la cuarta parte, se pasará a desarrollar las conclusiones que tendrán como objetivo develar las implicancias y consecuen-cias de la participación para el arquitecto, la arquitectura y la ciudad.

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Presentacion del problema

La relación cliente-arquitecto ha sido siempre un tema de conflicto. Este último suele ser for-mado con la convicción de que sus ideas son parte de su firma, y que por lo tanto el clien-te cuenta con la posibilidad de elegirlo por su calidad, pero no necesariamente por su habili-dad para escuchar. Es lo que se llama un “im-perialismo profesional” (Sanoff, 2006: 49). Sin embargo, es el cliente quien en última instancia financia el proyecto, y es él quien por lo tanto decide lo que quiere para este. Son muchas las historias de arquitectos frustrados que llegaron a pensar que sus ideas no eran comprendidas o que habían sido contratados por clientes inge-nuos que iban de acuerdo a una moda y no a su verdadera necesidad y anhelo. El arquitecto, entonces, ha menudo se ha visto en el desafío de tener que encontrar una conciliación con el cliente sin caer en la subestimación de este ni en una posición absolutista.

Por otro lado, a lo largo de su desarrollo la arquitectura ha ido volviéndose cada vez más especializada: actualmente son muchas las pro-fesiones que apoyan a la arquitectura y que en algún momento fueron parte de una misma profesión arquitectónica. Desde su separación con la ingeniera civil hasta el reciente desarrollo del diseño de interiores, el fin de la profesión se ha mantenido: diseñar espacios idóneos para la realización del ser humano. En ese sentido, el arquitecto ha desarrollado nuevas formas para acercarse a su cliente. Llegar a entender sus ver-daderas necesidades y anhelos siempre ha sido el reto del arquitecto. Es ahí donde la arquitec-tura participativa aparece como una forma de aproximación que busca la interacción con el cliente durante el proceso de diseño. Sin embar-go, este contexto no siempre fue evidente en su concepción. Tuvieron que darse cambios en la sociedad para que apareciese el ambiente váli-do y necesario para la aparición y el desarrollo consciente de esta forma de relación.

El diseño participativo permite la acción con-junta de los usuarios. Su campo de acción no solo se limita a espacios privados, sino también proyectos que involucran a toda una comuni-dad o a un distrito. Es una herramienta que en-globa más que los aspectos de diseño. Puede, por ejemplo, incluir planes de gestión urbana que son pensados en conjunto. Muchas veces, para llegar a una verdadera participación de la

comunidad, el campo de acción del proceso de participación abarca también al urbanismo, la gerencia, la política, el arte y la arquitectura.

En Estados Unidos la participación en la planificación y la gestión se ha institucionaliza-do, y es hoy un requisito indispensable para la aprobación y el financiamiento del proyecto. Sin embargo, la sistematización de la ley cae en el error de rigidizar nociones que giran en torno a conceptos de consenso que en realidad no son rígidos, no obedecen a leyes de orden sino al desorden. La ley termina por no alcanzar sus objetivos, ya que disminuye la participación del usuario, en lugar de abrir el espacio para la dis-cusión, sus posibilidades de consenso y el ca-rácter imprevisible. Como tal, la participación no siempre es considerada como la garantía de la sostenibilidad dentro de un proyecto, sino como un enfoque que solamente admite. La modernización ha removido la esfera pública en el proceso de diseño como también ha su-plantado la capa de la opinión pública por las de burocracia y expertos impidiendo el contacto con el usuario.

Por otro lado, en el Perú (como en casi toda Latinoamérica), la participación surgió de una necesidad. A raíz de las grandes invasiones pro-ducidas por los migrantes que llegaron a la ciu-dad de Lima a mediados del siglo anterior, la participación, antes concentrada en el trabajo del campo, se transformó en una necesidad de organización para la apropiación del territorio. Este factor, sumado a la lucha por obtener tí-tulos de propiedad, servicios básicos e infraes-tructuras públicas como escuelas y comisarías, generó una participación urbanista centrada en estos propósitos. Actualmente la participación se mantiene vigente en las propuestas de desa-rrollo (como el presupuesto participativo). Sin embargo, la visión urbana que se tenía antes, en la cual se incluía la figura del arquitecto, desapa-reció en el tiempo. La visión actual del proceso mantiene en ese sentido vaguedad e ineficiencia gestional al momento de elaborar propuestas integrales.

Pasando a un contexto social, la Globaliza-ción y el sistema capitalista han jugado un rol negativo en la concepción del espacio público en Lima. Existe la creencia de que el espacio público idóneo, símbolo del desarrollo, son los malls o los centros comerciales (provenientes de

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un ideal de ciudad norteamericana). Esta idea, si bien es cierto carece de validez hasta cierto punto, se centra en evidenciar el nivel adquisi-tivo de las personas, mas no el espacio público organizador de la ciudad. Esta idealización de dichos espacios se vuelve aun más nociva en la medida en que ha llevado a la superposición del espacio público privado como espacio público idóneo. Además, la falta de políticas adecuadas, establecidas según planes urbanos, ha provoca-do que en los sectores pobres de la ciudad no se priorice el desarrollo del espacio público como lugar de desarrollo social. Resulta claro que el espacio público sin uso es la mayor evidencia de la falta de comunicación entre el Estado y el pueblo.

El diseño participativo se muestra como una posible camino a la solución de los problemas de integración que enfrenta el proceso de desa-rrollo de las zonas emergentes de Lima, ya que permite el reconocimiento y la construcción de una identidad propia a través de los espa-

cios públicos. Tal dimensión del espacio público hace necesario que el arquitecto trabaje de ma-nera transdisciplinar. Sociólogos, psicólogos, in-genieros, antropólogos, poetas, ciudadanos son necesarios a la hora de intervenir en el espacio público.

Entonces cabe preguntarse, ¿por qué si la ar-quitectura participativa muestra ventajas especí-ficas esta no ha sido implementada de manera más extendida? ¿Por qué su aplicación es tan es-casa? Y en los casos en que se utiliza, ¿por qué no siempre se obtienen los resultados deseados? ¿Existe una verdadera participación? ¿Cómo es que el usuario participa? ¿Cómo podemos saber sus verdaderas necesidades? ¿Cuál es la forma de aproximación más adecuada para ello? ¿Qué desventajas presenta la arquitectura participati-va con relación a otros métodos de aproxima-ción al cliente? Y, además, ¿está condenado el espacio público a desaparecer? ¿En qué forma la arquitectura participativa puede dar una solu-ción a este problema?

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CAPITULO 1-Marco de Referencia: Participación, espacio público y arquitectura

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Estado de la cuestión

A pesar de que son múltiples los casos en el mundo del diseño participativo, son pocos los trabajos publicados y teorizados acerca del tema. La difícil sistematización de un método que depende del contexto(es decir no hay dos iguales) hace más laboriosa la definición de con-ceptos metodológicos. Sin embargo, existen ar-quitectos que han desarrollado su profesión en base a teorizar la participación con la práctica y han logrado desarrollar aproximaciones (que pueden variar de punto de partida y el objetivo de la participación) que permiten darnos una perspectiva general sobre el tema.

Los textos revisados han seguido un análi-sis en espiral entre cada uno y en ellos. La cu-riosidad del conocimiento sobre lo que es la participación hizo necesario la expansión ha-cia otros rublos como la filosofía o la política para tratar de develar el modo de pensar del arquitecto en esta nueva actitud participativa. Con este ejercicio se profundizo sobre el sig-nificado de la participación en el desarrollo del ser humano. Los textos revisados de acuerdo al diseño participativo en la arquitectura han sido extensos en el sentido del lugar de acción de las obras. Tanto en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos, los textos revisados ayuda-ron a marcar los puntos más importantes so-bre el proceso de participación. Así, también se revisaron escritos relacionados con el ori-gen (entre el marco histórico y teórico) de la participación en la arquitectura. Además de apoyarse en teorías filosóficas y políticas de la participación. Con lo analizado se identifico dos ejemplos actuales que muestran el poten-cial del tema en el contexto limeño, terminan-do con conclusiones sobre la arquitectura, el proceso y la ciudad.

Para la participación en la arquitectura y el ur-banismo encontramos a Henry Sanoff, de Esta-dos Unidos, quien es considerado el padre de la arquitectura participativa. Con experiencias en-tre escuelas, oficinas. El arquitecto ha logrado forjar un proceso muy integral sobre la partici-pación. En sus libros Programación y participación en el diseño arquitectónico (Sanoff, 2006), Community participation methods in design and planning (Sanoff, 2000), A Visioning Process for designing responsive schools (Sanoff, s.f) el arquitecto revisa las dife-rentes técnicas y procesos que la metodología participativa tiene. Explica mediante casos de

escuelas y centros de oficinas la flexibilidad ne-cesaria del proceso, que conlleva a una flexibi-lización de la profesión arquitectónica como la de la vida cotidiana de los usuarios. “los pro-fesionales se dan a conocer no por lo que ha-cen, sino por como lo hacen. (…) Para crear entornos receptivos a las necesidades humanas, hace falta introducir cambios en la práctica tra-dicional de la arquitectura. (…) El arquitecto deberá adquirir nuevas habilidades y nuevos conocimientos para poder ejercer de promotor, consejero técnico, trabajador social o negocia-dor capaz de sortear obstáculos burocráticos (…). Tendrá una mayor capacidad para moldear el futuro.”(Sanoff, 2006, p. 5)

Otro texto relacionado a la participación en la arquitectura es el trabajo realizado por Peter Blundell, Jeremy Till y Doina Petrescu en Ar-chitecture & Participation, (Blundell, P. 2005) en Europa. Este escrito nos devela tanto los mo-tivos de la participación como las implicancias políticas y filosóficas del tema. La participación adquiere su importancia por el peso dado de escritos y ejemplos de arquitectos (entre ellos Giancarlo de Carlo y la agrupación MUF) so-bre proyectos de gran y pequeña escala. De esta forma el libro se muestra como el más comple-to relacionado a la investigación de la arquitec-tura y la participación.

En Latinoamérica se encuentra entre los más recientes a Rodolfo Livingston quien trabaja la participación desde el campo psicológico hacia el diseño de casas. Desde sus inicios en Cuba, Livingston se percató del alcance que poseía el método participativo en los aspectos de la coti-dianeidad y la psicología del usuario. Livingston decidió entonces enfocarse en el diseño de ca-sas, donde la aplicación del método demostró mejorar notablemente la comunicación con los clientes mediante el uso de técnicas psicológicas que le permitían entender los anhelos y deseos del usuario. En sus libros publicados, entre ellos Arquitectos de Familia - El Método (Livingston, R. 2002) y Cirugía de casas (Livingston, R. 1990), Narra la dinámica desarrollada a través de los años de experiencia que el autor tuvo con el sistema de viviendas de bajo costo. Si bien es cierto el método puede ser aplicado a cualquier proyecto de construcción de casas en general, su importancia radica más bien en que el ob-jetivo no está centrado en la construcción en

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sí, sino en la transformación de un concepto y su adaptación al medio, como por ejemplo, las relaciones de familia. Muestra su metodología aplicada al diseño de casas la cual mantiene un dialogo muy cercano con el proceso de produc-ción del espacio público.

En Perú, la teoría más reciente sobre la par-ticipación en la arquitectura es de la Arquitecta Maya Ballén, que en su tesis Hacer espacio y dejar espacio: infraestructuras que construyen dominio público: Proceso relacionales para una ocupación física y social. (Ballen, M. 2007) muestra su obra desarrollada (no construida) en Pisco antes del terremoto del 2007. En este proyecto Ballén resulta con una arquitectura flexible en el espacio y en el tiempo. Es decir, no se concreta como un producto ter-minado en un tiempo definido, sino que como la posibilidad de ser en el futuro, cambiando su uso de acuerdo a la transformación de las nece-sidades del usuario.

En el campo de la Arquitectura y el urbanis-mo, Christopher Alexander publica Urbanismo y Participación. EL caso de la Universidad de Oregón (Alexander, C. 1978), donde el arquitecto mues-tra, después de dos obras reflexivas sobre el tema sin publicar, lo que su teoría había avanza-do hasta ese momento. Sus dos obras, El modo intemporal de construir y Un lenguaje de patrones, son publicadas después desarrollando la teoría de la primera.

Desde un punto de vista del desarrollo, Múnera publica De la participación destructora a la participación sinérgica, Múnera, M. (2008) donde nos explica la posibilidad de desarrollo del ser humano a partir de la participación, teniendo como base teórica el desarrollo como una construcción sociocultural múltiple, histórico y territorialmente determinada. Este libro nos ayuda a entender la importancia de las relaciones humanas para el desarrollo de un proyecto donde este puede pertenecer a un plan general más amplio y complejo (como la renova-ción urbana) haciendo de la arquitectura una pla-taforma para el desarrollo. El aporte sustantivo del texto radica en que plantea puntos por los cuales un proyecto puede ser calificado como muy bue-no a partir de categorías enfocadas desde la parti-cipación. De esta forma la participación engloba el proceso del desarrollo humano.

Para entender las implicancias de la partici-pación en el pensamiento humano, las obras de Edgar Morín, Introducción al pensamiento complejo

(M. Pakman, Transducción, 1997), Bernard De-prez, Pensar y diseñar para la sostenibilidad. En Cuadernos. Arquitectura y ciudad. (Vol. 1) (Deprez, B. 2005) y Jürgen Habermas, La inclusión del otro. Estudios de teoría política (J. C. V. Arroyo, Traduc-ción, 1999) nos prestan una visión profunda y amplia de lo que es la complejidad, el pensa-miento sostenible y el dialogo respectivamente. Estos tres temas son para la participación su fundamentación base y su apuesta en el futuro.

Luego de analizar algunas publicaciones al respecto, podemos descubrir que para muchos autores la evolución del tema participativo en el diseño arquitectónico se encuentra fuertemente ligada a la idea del desarrollo. Sin embargo, es necesario revisar dónde se dio la inclusión de la participación en otras ciencias.

El arte de acción (Aznar, S., 2000) es la apertura del arte a la situación y acción que involucran al “otro” como parte del momento artístico. La interacción con el espectador se convierte en el tema principal, que pasa a ser activa. El tema situacional es tomado por el urbanismo, como puede verse en Urbanismo Situacionista (Guilles, I., 2006), y en Teoría de la deriva y otros textos si-tuacioncitas sobre la ciudad (Andreotti, L., 1996), obras que explican la relación existente entre la situación y la acción con el espacio, aproximán-dose así al diseño arquitectónico.

Así también, la participación tiene que ver con el espacio público como lugar de relacio-nes humanas. El libro de Pablo Vega Centeno, El espacio público: La movilidad y la revaloración de la Ciudad (2006), hace una retrospección sobre la concepción del espacio público en el tiempo y manifiesta su postura, acordando con varios autores, respecto al importante papel que cum-ple el espacio público en la época moderna de la ciudad, marcada por la Globalización y los problemas sociales de segregación. Como tam-bién el libro de Jordi Borja, La ciudad conquistada (Borja, j. 2007), donde el autor, mediante una serie de ensayos, nos da a entender que la cui-dad no se puede definir separada de la noción de ciudadanía y de espacio público, ya que son estos tres momentos las que interactúan a la vez en la realidad.

En Lima podemos encontrar manifestacio-nes de diseño participativo desde los años 70 con la formación y el desarrollo de los distritos de Villa el Salvador; el Programa Especial Hu-

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ycán (P.E.H.), hecha por el arquitecto Eduardo Figari; Villa María del Triunfo, por el arquitec-to Benito Juárez (con el proyecto COMBI), la universidad UNIFE, la organización no guber-namental DESCO, el centro de investigación ALTERNATIVA y la organización CIDAP. En la actualidad podemos ver muestras de este sis-tema en el trabajo de la arquitecta Maya Ballén en las ciudades de Pisco y Chincha, así como el de la organización no gubernamental Espacio Expresión, liderada por Claudia Amico, la cual ha desarrollado obras en Pisco, y finalmente, en el de la agrupación CITIO.

Es así que los casos de Villa el Salvador y Huaycán marcan un hito importante en el de-sarrollo de técnicas participativas en el Perú. El concepto de las barriadas como una forma nueva de urbanismo llegó a ser considerado uno de los inventos más importantes de la his-toria. En este siglo la arquitectura participativa permanece vigente. Tras una caída abrupta en su uso durante la época del terrorismo (déca-da de los 80), el proceso participativo tuvo que ser reestructurado para adaptarse al contexto. Es entonces que el proceso de su concepción pasa a ser entendido como un punto clave para el desarrollo de la democracia, la sociedad y la cultura. Por lo tanto, los ejemplos que presenta-remos en este trabajo se medirán de acuerdo al nivel de participación existente antes y después de su ejecución, así como la importancia de los mismos en un plan general.

En el Perú, el enfoque de diseño participa-tivo en la arquitectura y el urbanismo tiene ca-racterísticas propias. El diseño participativo es tomado como parte de un proceso urbanístico más general e integral que toma como principal objetivo la articulación vecino-Estado. Es decir, intenta desarrollar una democracia participati-va, mas no representativa. Se entiende que para la buena gestión y promoción de proyectos es necesario el apoyo del gobierno, el cual debe-ría integrar nuevas políticas respecto a las ha-bilitaciones urbanas. Es interesante resaltar que el éxito o fracaso de estos proyectos se centran en la planificación sostenible. La arquitectura como producto adquiere, entonces, significado como impulsor del desarrollo. Tanto en el caso de Huaycán como en los proyectos de DESCO, la organización y la planificación cumplen pape-les importantes. Sin embargo, la diferencia entre

ellos se encuentra en su relación con el espacio público. En el proyecto Huaycán el espacio pú-blico fue entendido como un elemento urbano a planificar. Los urbanistas anticiparon los posi-bles problemas del espacio público y trabajaron para hallar una respuesta. En DESCO, muchas de las intervenciones se dan en terrenos ya ha-bitados. Consolidados o no, el espacio público adquiere otra dimensión. La ONG se centra entonces en la revaloración del espacio públi-co, buscando así generar desarrollo a partir de la gestión y la planificación. Mientras que en el caso de Pisco, el espacio público es tomado como punto focal para el desarrollo, a partir del cual se debe impulsar la reconstrucción.

No obstante, también existen manifestacio-nes participativas en proyectos de vivienda, generalmente en el Sur de Lima, zona que se muestra como una alternativa de desarrollo ver-tical diferente a las propuestas hechas por em-presas privadas. Es decir, de acuerdo a la evolu-ción de la vivienda unifamiliar a la multifamiliar en Lima, la cual, generalmente, es un proceso largo de autoconstrucción y gestión sin asisten-cia técnica. Esta nueva propuesta trata de cubrir los déficits que se producen por la falta de asis-tencia técnica en la proyección y la construcción mediante el uso del método de participación. El arquitecto Juan Tokeshi es parte del equipo rea-lizador de la propuesta e interviene además en diferentes proyectos sobre espacio público en Lima Sur.

Luego de lo analizado en este capítulo, el presente trabajo se centrará primero en la de-finición contemporánea de la participación, es decir, como noción ligada al desarrollo y a la arquitectura. Para ello se basará en el trabajo realizado por María Cecilia Muñera en De la par-ticipación destructora a la participación sinérgica como base para calificar los ejemplos escogidos en las nuevas zonas emergentes de Lima, por CITIO y DESCO. Cabe mencionar que los ejemplos escogidos han resultado relativamente exitosos en sus ámbitos (relación contexto y objetivo). Una vez realizada esta evaluación, el trabajo se centrará en explicar la metodología participativa y las razones de su relativo éxito. Además, si-multáneamente buscará dilucidar la dinámica de diseño participativo en la arquitectura. Con este enfoque, el presente trabajo buscará mostrar el potencial de la arquitectura participativa como

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una herramienta mediante la cual el arquitecto pueda ser capaz de intervenir en el espacio pú-blico de manera socialmente sostenible.

Los ejemplos seleccionados tienen la inten-ción de mostrar la metodología participativa en el espacio público. Los dos con una escala similar pero con contextos diferentes apuntan a objetivos distintos. El primero es el parque La Amistad ( también llamada Nueba 2) En la quebrada Santa María del distrito Villa maría del triunfo al Sur de Lima en un sector en proceso de consolidación y expansión. Para tal ejemplo se revisaron los textos de M. Llona, Concurso participativo de proyectos: gestión participativa del te-rritorio y movilización social en la mejora del barrio. (Llona, M. 2008) y Espacio público en la ciudad

popular : reflexiones y experiencias desde el Sur (Taka-no, G. Tokeshi, J. 2007) de los autores Guiller-mo Takano y Juan Tokeshi, así como entrevis-tas a j. Tokeshi y visitas al lugar. Para el otro ejemplo se consulto al grupo CITIO sobre su trabajo realizado en La Balanza, distrito de Co-mas, que muestra El Paseo de la Cultura como eje conector y articulador de la zona. Este ul-timo todavía sin construir pero con un gran proceso participativo desde sus inicios es parte de un desarrollo artístico que se viene realizan-do en La Balanza con el festival FITECA. Para su muestra se revisaron los archivos personales del grupo, así como también entrevista a Javier Vera Cuba, co-fundador del grupo CITIO, a pobladores de la zona y visitas al lugar.

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Marco Histórico

la reivindicación del usuario y la apertura de la profesión

La arquitectura participativa nació bási-camente como crítica –y quizás una posible respuesta– al fracaso del Movimiento Mo-derno de la Arquitectura (Europa). Durante este proceso, si bien es cierto se dio un giro en la perspectiva arquitectónica en la manera de planificar y desarrollar proyectos debido a los nuevos descubrimientos de la medicina en materia de salud física y mental, así como los avances tecnológicos como el auto y los nuevos materiales de construcción, se pasó por alto el carácter político de la Arquitec-tura. Los nuevos fundamentos del funciona-lismo y la estética del Movimiento Moderno en la Arquitectura de gran altura y el urba-nismo lecorbusiano desmoronaron la escala humana, priorizaron el automóvil sobre el peatón, eliminaron la calle como espacio pú-blico y despersonalizaron la arquitectura. No obstante, hay quienes defendieron la posición historicista de la ciudad. No se podía destruir algo que le había tomado siglos a la ciudad construir, como la calle.

Acontecimientos mundiales como la guerra de Vietnam, las nuevas formas artísticas (per-formance), la música pop y el gran número de universitarios y gente joven que crearon una nueva cultura, se expandieron en el mundo aca-démico. La revolución social de mayo del 68, entre otras revoluciones estudiantiles, marcaron un hito y un quiebre en el mundo, pero sobre todo en el mundo académico. Las universida-des, instituciones y academias dieron un giro en el contenido de sus cursos, así como en la forma de enseñarlos. En el ámbito de la arqui-tectura, grupos como COBRA, Constant, los trabajos de Guy Debord, los situacionistas y el arte del performance influenciaron en el cam-bio de postura del arquitecto y su retorno hacia al ámbito público y político. Por otro lado, en el transcurso de los años se hizo cada vez más evidente la dependencia del arquitecto al sistema burocrático de las clases sociales de poder, donde la idea de modernidad se estaba tergiversando. Así lo menciona Peter Blundell Jones en Architecture and Participation (2005), obra que introduce una publicación hecha por Giancarlo de Carlo que marca un hito en la transformación de la arquitectura hacia una inclusión del usuario en el proyecto. Esta publicación, en resumen, explica la transfor-

mación de la arquitectura al problema del “cómo” en detrimento del “porqué.” Y que en este cambio radica el olvido de la esfera política en la arquitectura. Después de mayo del 68 las academias tornaron su enfoque a las nuevas ideas venidas de la cultura joven, la cual gozaba de una aceptación general de todos los estratos sociales.

Sin embargo, la actitud conservadora aca-demicista no cambio el “eje de rotación”, sino la “rutina”, lo cual finalmente la con-dujo al fracaso. El dilema que enfrentaba la arquitectura se estudió en las academias que se escindieron básicamente en dos ra-mas: aquella que le daba peso a la tecnología en detrimento del arte y la rama que le daba peso al arte en detrimento de la tecnología. Fue en ese lapso en que las academias se des-conectaron de la sociedad: “Forzados hacia una existencia inorgánica, ambas academias del arte y de la tecnología aplicada retarda-ron la transformación científica de la dis-ciplina arquitectónica e interrumpieron su contacto con las transformaciones sociales”. (Blundell Jones, P., 2005)

El proceso de modernidad estableció leyes implícitas, las cuales terminaron por separar al arquitecto de la sociedad. Históricamente, el arquitecto siempre había sido la voz de quien tenía poder, y en ese caso el poder lo tenía la sociedad burguesa. Por lo tanto, el arquitecto terminó por prestar sus esfuerzos teóricos y prácticos a la élite de poder en detrimento del público en general. Esta élite social hizo olvi-dar al arquitecto el problema del “porqué”, pues optó por mantener una posición neutral en los proyectos, dejando al arquitecto con el problema del “cómo”. Con la modernidad, el sistema capitalista creó a los especialistas que, según Giancarlo de Carlo, separaron aun más el contacto del arquitecto con el usuario. Este último, al no poseer el grado de especialista, fue separado del desarrollo de los proyectos, con lo que establecía, en su ausencia, una ciega credi-bilidad de los usuarios hacia los arquitectos: “El punto es que la credibilidad desapareció cuando la modernidad arquitectónica escogió el mismo público como el académico o el negocio arqui-tectónico; estos es, cuando se buscó una posi-ción de élite en el lado del cliente más que en el lado del usuario”. (Blundell Jones, P. 2005: 5)

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Fue en los congresos del CIAM (1929) con el tema “Vivienda mínima” (1951) con “El co-razón de la ciudad” donde se manifestaron los errores sistemáticos del Movimiento Moderno. La industrialización había llevado a una gran de-manda de viviendas de obreros con el objetivo de crear lugares permanentes que permitiesen el fácil traslado de los trabajadores. Con el slogan “mas vivienda o menos producción”, la indus-tria logró captar la atención de los arquitectos que tomaron el problema como suyo. El error radicó en que el problema fue abordado solo por los arquitectos y no por los obreros y las empresas en sí. De esta forma el objetivo de los arquitectos fue realizar viviendas al menor costo posible, lo cual finalmente resultó en la reduc-ción del área de la vivienda al mínimo tolerable: “a una mínima referencia de la existencia (…) pero era superfluo para un cálculo abstracto de la esencia del comportamiento fisiológico. Con-centrándose en los problemas del “cómo”, se desenvolvieron en las manos de la estructura de poder. Descuidaron los problemas del “por-qué”, perdiendo la pista de las más importantes razones de su compromiso cultural”. (Blundell Jones, P. 2005:9)

Así, el problema del “porqué”, del sentido de la arquitectura, de las condiciones necesarias para una buena vida, fue desplazado por el pro-blema del “cómo”, que reducía todas las deci-siones a aquello que priorizaba el factor econó-mico por encima de cualquier otro.

En el congreso de Hoddesdon en 1951 se abordaron el centro y la periferia del problema. Se propuso entonces solucionarlo a través de la zonificación. La idea era clara: recuperar las maravillas del centro. Sin embargo, como en el anterior caso, las soluciones se tornaron super-ficiales al no anticipar las consecuencias de su

implantación. Así, todas las maravillas proyecta-das fueron ocupadas por las personas adinera-das, lo que aumentó los problemas de diferencia social en el espacio. “La inconsciencia –o más bien irresponsabilidad congénita– de la arqui-tectura sobre las motivaciones y consecuencias ha contribuido decididamente a la expansión de la iniquidad social en su aspecto más feroz y vergonzoso. El centro estaba reservado para las casas de los ricos, para la burocracia y la po-lítica. Excluidos a la vanguardia en sus viviendas mínimas, los pobres fueron separados de la vida real de la ciudad”. (Blundell Jones, P. 2005: 11)

Estos dos importantes acontecimientos nos muestran que el problema de la arqui-tectura y de la ciudad no puede ser tomado solo por los arquitectos, pues su importancia implica más campos que solo el de la arqui-tectura. La interdisciplinaridad y la partici-pación se fueron convirtiendo en elementos necesarios para el desarrollo de proyectos, ya que permitían la conciliación de las ideas de democracia y planificación.

Ya en los 60 se presentaron los primeros ejem-plos de diseño participativo. Los vanguardistas se enfocaron, mayoritariamente, en el diseño de vi-viendas con los usuarios. Uno de estos vanguar-distas fue Eilfried Huth, quien proyectó una obra urbanística para viviendas de base participativa en Zeltweg, llamado Zellflex (1963-1965).

En Perú, la participación en la arquitectura tuvo su momento político en la organización de las invasiones provocadas por las olas de migra-ciones a Lima. Las organizaciones mantenían la tradición andina de ayuda mutua para diferentes necesidades. A diferencia de Europa y Nortea-mérica, en Perú la participación se dio desde la población y no desde los profesionales.

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Marco Teórico

las nociones del diseño participativo

Argumentos filosóficos hacia una postu-ra del arquitecto en la manera de pensar

La arquitectura depende de la manera como el arquitecto o diseñador interpreta la realidad. Y la realidad no es una cosa aprehensible en un primer momento. Se trata de un conjunto de procesos di-versos y simultáneos que conforman el espacio don-de el ser humano, para comprenderlo, está limitado al análisis segmentado. Es decir, la realidad es más de lo que podemos aprender de ella, pues nuestra racionalidad siempre tiende a entender sus partes a través de su proceso lógico. Se trata de hacer de lo extraño algo conocido para rechazar después todo lo que perturbaría a lo ya conocido, sin dejar de mantener la curiosidad por lo extraño como energía de la razón. Es decir, siempre se está en un vaivén de procesos extraños, donde la racionalidad tiende a conocerlos por su curiosidad hacia ellos, pero que no logra comprenderlos del todo, pues su estructura lógica rechaza lo extraño para defender lo conoci-do. Si bien es cierto estos conceptos pueden resultar paradójicos, su grado de verdad es considerable. La estructura lógica de la razón nos permite actuar so-bre la realidad, siempre infinita y nunca entendida del todo, pero que a la vez es trabajable, justamente por esa contradicción en equilibrio, preexistente en cada proceso.

El problema subyace en el hecho de pensar. El ejercicio de pensar implica una abstracción de la realidad, es decir, pensamos hechos de la realidad fuera de ella, trabajamos la realidad abstrayéndonos de ella. El pensar es siempre estar en fuera de la rea-lidad para utilizarla de manera física como campo para pensarla de manera abstracta. Necesitamos conceptualizar para racionalizar lo que sucede. Des-de esta perspectiva, resulta hasta peligroso plantear pensamientos o teorías definitivas para trabajarlas en la realidad, pues esta traslación resulta absurda. Sin embargo, se hace. Y se ha hecho por varios siglos. Los pensamientos deterministas, simplificadores, reduccionistas, monodimensionales y lineales son muestra de ello. La realidad es adaptable, flexible, contradictoria, extraña, omnipresente y temporal. Entonces, ¿qué tipo de pensamiento, qué manera de pensar es adecuada para enfrentar la realidad?

Edgar Morín plantea el pensamiento complejo, donde las contradicciones son complementarias (extraño y conocido) y se organizan entre sí para desarrollarse. Morín enfatiza que no hay necesidad

de poner trabas a la teorías al encerrarlas y hacerlas “puras”, sino que el pensamiento debe ser abierto, debe estar preparado para la contradicción, que en-cuentra su razón al estar en el desorden y en el caos. Que hay que estar consientes de nuestros límites de racionalización al enfrentarnos a la realidad, pues esta es un presente multidimensional, a la vez que es infinita. Morín enfatiza la importancia de relacio-nar las ciencias para el desarrollo de las mismas. La separación de las ciencias es una invención humana, consecuencia de su racionalidad, pero necesaria para su entendimiento. El problema está en olvidar la realidad multidimensional donde todas las ciencias existentes y por existir conviven. Encontraremos entonces diferentes formas de pensar, donde lo im-portante no es la generalización o unidad de ideas, sino saber entrar en el pensamiento de cada una de estas formas y relacionarlas para el enfrentamiento de la realidad. En este sentido ¿qué realidad y qué herramientas deben ser entendidas y utilizadas por el arquitecto para enfrentar la realidad? ¿Y en qué ciencias debe explorar el arquitecto para desarrollar la suya?

Una posible respuesta está en incorporar en nues-tro desarrollo el pensamiento sostenible, el cual en-globa a la participación en la arquitectura y es parte del pensamiento complejo. Para la filósofa Isabelle Stengers, la sostenibilidad es “tomar activamente en cuenta la problemática del largo plazo, procurar representar las consecuencias de una decisión, equi-parse para identificarlas y discutirlas si no resultan conformes con las anticipaciones, todo esto cabe en una palabra: pensar” (Stengers, s. f., citado en De-prez, 2005: 6). Según Deprez, también filósofo, el pensamiento occidental con respecto a un proyecto se compone de tres etapas. La primera es el logos, que para la tradición griega es la de “pensar, repre-sentarse, saber y conocer. La segunda etapa es la del hacer, de la acción, del trabajo, del uso de las herra-mientas, del arte.(…) y la tercera etapa, trasladándo-la a la arquitectura, se habita bien (…)” (Deprez, B. s.f.: 2) Sin embargo, el modelo de trabajo occidental tiende a entender a cada una de las partes como muy herméticas, diferentes y separadas entre sí. Es un proceso lineal que para la forma de pensar del arqui-tecto es imposible de seguir. Estas etapas, si bien se presentan como una guía, en la arquitectura tienden a mezclarse, su límite es difuso, pero mantienen un único núcleo activo. En su mezcla se descubre que no se puede mutilar o separar las etapas para su aná-lisis, pues el arquitecto perdería su perspectiva del

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todo y, por lo tanto, dejaría de entenderlo. De esta forma, el entendimiento de la realidad debe de ser entendido como tal: de manera compleja. No sepa-rarla por nuestra tendencia a racionalizar, sino tratar de relacionarla, generar tensiones entre diferentes realidades, que el caos, lo extraño y lo desordenado sean parte del estudio para tratar de comprender a la ciudad, campo de acción de la arquitectura y el urba-nismo, de una manera compleja. Se trata, entonces, de tomar riesgos, no como un héroe o un mártir, sino como una figura “que se parece más a un ma-labarista, siendo el riesgo que se le caigan las pelotas con las que se piensa cómo se diseña…” (Deprez, B. 2005: 4).

Deprez plantea la aproximación a la arquitectura y el entendimiento de la realidad mediante un proce-so antropológico “donde el logos no es más que uno de cuatro planos lógicos (no el primero) y cuenta con el plano técnico, el plano de la coexistencia so-cial (y de la dimensión institucional que eso supone) y el plano de la valoración o de la ética” (Deprez, B. s.f.: 3). La arquitectura participativa, en su defi-nición, abarca ya estos cuatro planos. El plano de la coexistencia social, el habitar después de la cons-trucción y la valoración ética que se construye, son temas que el arquitecto debe tomar en cuenta. Su atención significa la confrontación de la realidad. De esta manera la arquitectura se retroalimenta de sus errores al encontrarlos en la realidad, lo que permite a la arquitectura poseer una capacidad de entendi-miento cada vez más diversa, pragmática y de largo plazo. Esto no solo se cumple para lo social, sino también para lo sostenible en términos de materia-lidad. El cambio climático, la energía, los materiales son ahora urgencias que es necesario afrontar. Y son urgencias que se enfrentan en la realidad y no en teorías ni en conceptos. El gran reto de los arquitec-tos es, para Depres y Stengers, que “por una parte, no nos hace falta nuevos conceptos, pues lo que ha de pensarse no es nuevo, sino que ha de pensarse de nuevo porque ha venido perdiendo su evidencia; por otra parte, pensarlo implica también arriesgarse a pensar lo que nos ha llevado a desconocer estas evi-dencias (…) a oponerse a la tentación de no pensar” (Deprez, B. 2005: 8). Esto implica atreverse a cono-cer las consecuencias del proyecto, sean conocidas o no conocidas, sean previstas o imprevistas, pues es la manera como la sostenibilidad piensa. Enton-ces la arquitectura participativa es una aproximación antropológica de la arquitectura hacia la realidad me-diante el proyecto. La participación en la arquitectu-

ra no es una nueva aproximación, sino sencillamente la apertura de la arquitectura hacia la realidad social y antropológica de los proyectos en el tiempo, tanto antes como después de su materialización.

Sin embargo, definir el término “participación” en el contexto de la arquitectura sin separarla de esta, es una tarea difícil. La participación implica colaboración, la intervención de actores diversos en objetivos de fin común. La participación es intrínse-ca al ser humano, pues desde una postura fenome-nológica los objetos y los hombres participan en un solo mundo y se fundamentan en su reconocimien-to. El hombre, al tener conciencia de la existencia de otros objetos y otros hombres, se fundamenta a sí mismo, pues sin objetos el hombre no tendría referencia de su existencia ni participaría de la mis-ma. Entonces cada hombre está en una continua participación entre hombres y objetos en el mundo, ya sea consciente o inconscientemente. Es por ello que todos participamos de una manera activa en el reconocimiento de nuestra existencia. La participa-ción está ligada, además, al diálogo, según el filósofo Jürgen Habermas en su escrito La inclusión del otro. En su libro Estudios de teoría política (1999), Habermas afirma que el ser humano construye su identidad mediante el reconocimiento de los demás, reconoce la dependencia de los demás para la construcción y el descubrimiento de su identidad. Sin embargo, en-fatiza que es necesaria una reflexión personal sobre la moral que se construye. Dice que el ser humano es dialéctico y no monológico, que utiliza el lenguaje (escrito, hablado, corporal, sonoro) para relacionar-se con los demás, de manera que pueda descubrir y construir su identidad. En ese sentido, el lenguaje y el habla derivan finalmente en el diálogo. Y es en el diálogo donde el individuo participa de un constan-te debate de ideas.

Trasladado a la arquitectura, este concepto nos permite afirmar que es posible entender la proyec-ción y la reflexión de la profesión a través de la vida cotidiana. No ya desde el mundo de la abstracción, sino desde la realidad de la acción. El conocimien-to compartido, la educación, el empoderamiento, el debate, la retroalimentación, la estética relación, el seguimiento pos-ocupacional del edificio, son los “nuevos” campos que la arquitectura participativa presenta.

Según Henry Sanoff, la participación es “la cola-boración de personas que persiguen objetivos que ellas mismas han establecido”. En la democracia, la participación toma roles importantes pues pasa

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a convertirse en su fundamento. Es así que es nece-sario ejercerla en los diferentes estratos sociales, que van desde las organizaciones vecinales a la juntas de consejo de Estado. Sin embargo, en una sociedad diferenciada se ve que la participación está limitada a los sectores más altos en la pirámide socioeconómi-ca, pues son estos sectores los que cuentan con los medios e influencias para hacer notar sus opiniones, y la participación muchas veces queda supeditada a estos medios: “Depende de la presencia de recursos materiales o simbólicos movilizables, de la existencia y naturaleza de los liderazgos sociales, de la inter-vención de agentes externos y de la estructura de oportunidades políticas establecidas por el Estado” (Tanaka 2001: 10).

Según Mariana Enet, arquitecta argentina inte-grante de FUPROVI de Costa Rica, el diseño parti-cipativo se define como “la construcción colectiva, entre diversos actores, que directa o indirectamente se verán implicados. Y que tienen el derecho a tomar decisiones consensuadas. Para desarrollar satisfac-ciones integrales y evolutivos a necesidades y aspi-raciones del grupo. Que se concretan en propuestas integrales y los espacios físicos para su desarrollo.” (Enet, 2007: 3)

En ese sentido, el diseño participativo mantiene un enfoque contextualizado en el sentido de que busca comprender el papel de cada actor en el de-sarrollo de un determinado proyecto, ya sean estos papeles técnicos, económicos, productivos, socia-les, culturales, ambientales, o de cualquier otro tipo, pero también entiende que cada actor aporta en la acción saliéndose de su papel e introduciéndose en el papel del otro.

Para Maya Ballén, arquitecta con proyectos par-ticipativos realizados en las ciudades de Pisco y Chincha, el diseño participativo podría ser definido como la “Construcción de procesos proyectuales relacionales para una ocupación física y social. El término relacional es más amplio que la noción de participación, ya que implica la construcción de re-laciones específicas (micro-utopías urbanas) inte-grando técnicos y usuarios” (Ballén, M. 2009:1). Es decir, la palabra relacional hace énfasis en un proceso de relación continua dentro de un pro-ceso mayor, donde esta dinámica es la energía del proceso y, por consiguiente, del proyecto en sí. “Hablar de procesos implica entender el proyecto como una herramienta-proceso que involucra el proceso de diseño, de construcción y de vida útil del edificio.

Todo proyecto que se piensa en colectivo y donde el edificio es un estadio más –no un objetivo– gene-rará una ocupación del espacio tanto física como social. La misma solo será posible si al hacer espacio (en términos de construcción) se deja espacio (para las apropiaciones del usuario: tanto del proyecto como del edificio)” (Ballén, M. 2009:1). En este sentido, la arquitectura, si bien es un dejar o un hacer de espa-cio, esta indefinición se debe a que el proyecto no parte desde la forma, sino desde las relaciones socia-les como las situaciones, los momentos importantes en el tiempo y los deseos o anhelos. Por ello la arqui-tectura producida es un generador o contenedor de estas situaciones, por lo que deja espacios aparente-mente indefinidos desde la forma, pero integrados desde la situación. El dejar espacio para la apropia-ción de los usuarios es dejar espacio para el desor-den contenido en el orden, lo que algunas veces lo altera, confirmando lo que Morín explica como la auto-organización. El edificio como proceso es el objetivo principal, donde el edificio como materia es parte de este. El edificio como materia se vuelve herramienta y objetivo para la realidad, la realidad se vuelve el campo de trabajo donde el edificio como proceso adquiere energía. Tal realidad complemen-taria entre materia y proceso es una realidad que en el caso de los proyectos participativos se evidencia con gran fuerza. Es la construcción de la realidad con un futuro.

Visiones en la construcción de la partici-pación como fundamento

Situacionismo - participación en el urbanismoEl término “situacionista” fue en realidad acu-

ñado por sus detractores, pues si bien es cierto este no existía por definición, sí lo hacían sus ca-racterísticas y origen. Nació como critica al fun-cionalismo, al arte y a la sociología del momento. No se trataba de una crítica destructiva, sino de un intento por unir las corrientes que estudiaban al ser humano y sus relaciones. Para la arquitectura de la época, el funcionalismo se había banalizado, había dejado su figura de “héroe” debido a problemas de diversa índole, como la circulación, la vivienda económica, la ciudad financiera, etc. Lo que busca-ban los arquitectos entonces era la construcción de sueños realizables que partían de un juego de

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participación y que tenían como fin la satisfacción del usuario.

La manifestación situacionista, que derivó del mo-vimiento de la Internacional Letrista alrededor de la de década del 50, es tal vez una de las más importan-tes oposiciones a la “Modernidad” en los ámbitos de la Arquitectura y el Urbanismo. Dicha manifestación favorecía la creación de una nueva forma de ver al urbanismo: a partir de lo cotidiano y de las situa-ciones. La relación fundamental con la teoría de la participación en la arquitectura era que parte del ser humano, sus situaciones, encuentros y desencuen-tros –que no necesariamente se dan de una forma predeterminada, absolutista o purista– manejan el deseo y la imaginación como nueva fórmula para el desarrollo del urbanismo.“La Internacional Letrista se propone establecer una estructura apasionante de la vida. Experimentamos comportamientos, formas de escenificación, arquitectura, urbanismo y comu-nicación adecuadas para provocar situaciones atra-yentes” (Andreotti, L. 1996: 50).

Esta concepción del urbanismo trasladaba el di-namismo de la vida del ser humano al urbanismo; es decir, de la posibilidad del ser humano de explorar la deriva a la posibilidad del urbanismo de crear pro-yectos dinámicos, que no se limitaran ni a la función ni a la estructura, en el sentido de que nada podía ser encerrado en una prefijación, sino que era necesario un nuevo estudio del urbanismo que captara, como esencia, el cambio.

Lo que planteaba el nuevo urbanismo era el estu-dio de la ciudad a manera de estímulos que causaban cambios en la rutina para sobresaltar o sacar a la luz realidades o posibilidades nuevas. Era otra manera de estudio, más compleja, pero más completa. A diferencia de la manera tradicional, que exploraba el objeto separándolo en partes, esta lo exploraba entendiéndolo como un todo inmerso en una si-tuación. Como lo explica Constant “(…) podemos ampliar ya el conocimiento del problema mediante la experimentación de ciertos fenómenos ligados al entorno urbano, como la animación de una calle cualquiera, el efecto psicológico de distintas superfi-cies y construcciones, el cambio rápido del aspecto de un espacio por medio de elementos efímeros, la rapidez con que cambia el ambiente general de ba-rrios distintos” (Andreotti, L. 1996: 63).

Así los situacioncitas utilizaban la deriva a nivel de la psicogeografía para poder analizar la ciudad desde otra perspectiva. La psicogeografía era una nueva técnica de descripción de la ciudad, que se

basaba no solo en las nociones económicas, circu-laciones, flujos, densidades, etc., sino también en la interacción de estas variables de acuerdo a la situa-ción generada por las personas. Es decir, agregaba al estudio las relaciones entre los sujetos y su natu-raleza. Para la metodología participativa, que sería desarrollada más adelante, el entendimiento de la ciudad de esta manera se crea desde la participación de los ciudadanos. Como una especie de nivel supe-rior, la participación incorpora el juego y la deriva trasformadoras en narraciones y caminatas en el lu-gar donde se encuentran los ciudadanos. Esa sería la primera aproximación al proyecto. Entonces, se evidencio un nuevo conflicto entre la creación del programa arquitectónico. Aparecieron así dos co-rrientes diferentes: una que buscaba la creación del espacio que determina la situación y otra que busca-ba la situación que crea el espacio.

Ciudad para otra vida (Nueva Babilonia) de Cons-tant, planteó una ciudad futurista realizable en el sentido social, pues Constant afirmaba que el ser humano, dormido por la cultura del consumo, es ante todo un ser creativo. Por ello, le urbanismo que plantea es en base a la búsqueda de este ser creativo. Los espacios sociales en la ciudad son flexibles, de gran dimensión y transformables al deseo humano. La creatividad humana es explorada en los espacios sociales, donde el ser humano aprende y se desen-vuelve con naturalidad. La libertad, para Constant, es la capacidad de usar la creatividad para el pro-pio desarrollo, el cual se logra de manera colectiva. Para él, pues, la arquitectura debe responder a esta demanda creativa haciendo de los espacios lugares transformables, mutables y nunca iguales, a diferen-cia de la libertad promocionada por el capitalismo, que se basa en una mayor capacidad de elección de objetos de consumo.

Esa ciudad fue definida para ello como un gran tejido de relaciones y tensiones del que todo pende. La ciudad cubierta, el dominio del ser humano, se maximizaba al tener a la técnica como aliada. Los espacios sociales aumentan de 100% a 200%, ya que tanto la terraza como los sótanos serían útiles. Se trata de un espacio preparado para el juego, de adap-tación a las necesidades humanas y al disfrute de la deriva de parte del transeúnte. Es decir, el fin de la ciudad cubierta sería el ocio y el juego, la funciona-lidad se inflexionaría a las situaciones sociales, mas no lo contrario. La situación, la acción valorativa, derivaría de los espacios sociales, de la dinámica ge-nerada en ellos entre personas, mas no del programa

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predispuesto en ellas. En todo caso, el programa se haría y desharía dependiendo de la necesidad.

La importancia de la Nueva Babilonia y su aporte a la arquitectura de los años 60 radicó en que trasla-dó a la arquitectura de una realidad social a una reali-dad social posible. El ser humano social era el punto de partida y sus relaciones el fundamento de la Ar-quitectura, a diferencia de las formas y proporciones definidas, finitas en la arquitectura de ese entonces.

Sin embargo, para que esta ciudad fuera dinámica debía concentrar una densidad muy grande en sus espacios, de maner contaria a lo que proponía Cons-tant con una ciudad cada vez más amplia y grande, una mega estructura.

El arte y la estética relacional-participación en el diseño:

En las protestas generadas en el arte en contra de un arte de museo, cerrado y para burgueses por los ha-ppenings y los performances (70’ s), se creó una nueva forma de arte, la cual se basaba en la participación e interacción de las personas. El arte ya no se limitaba al producto exhibido, sino que se trataba de un momento construido, pero construido además con los espectado-res, por lo que el artista cumplía un rol de accionista del momento. La gran diferencia que encontró Bourriaud fue que la problemática de subversión que se vivía en los 60’s o 70’s de una arte de vanguardia hacia un nuevo futuro cambió en los años 90’s hacia un mundo posi-ble, micro-utopías de lo cotidiano. “La obra de arte se presenta como un intersticio social, dentro del cual es-tas experiencias, estas nuevas posibilidades de vida, se revelan posibles. Parece más urgente revelar relaciones posibles con los vecinos, en el presente, que esperar días mejores (…) el arte actual asume y retoma com-pletamente la herencia de las vanguardias del siglo XX, rechazando el dogmatismo y la teología” (Bourriaud, N. 2002: 54).

Entonces el gran cambio de la estética relacional del arte radica en la construcción de sentido del objetivo, no al dejar de lado la materialidad del mismo, sino al aco-plarla hacia la nueva lógica de crear arte. Este nuevo arte es momentáneo y compartido, pero sobre todo, posible.

Planificación y gestión urbana participativa – participación en la política:

La gestión urbana es un proceso que integra proyectos económicos, sociales, culturales y am-

bientales a largo y corto plazo, que tienen como fin planificar el desarrollo de un país, región, distrito, localidad, pueblo, etc. La planificación urbana es una competencia que mediante procesos estableci-dos por la administración pública definen objetivos, estrategias, metas y proyectos en función a los recur-sos disponibles. Esta requiere de una mayor visión, pues es más que la zonificación, calificación de la construcción y reglamentos urbanos. Sin embargo, tiene ante sí los problemas de contaminación, mi-gración, gestión vehicular, el crecimiento demográ-fico, desorden e informalidad urbanística y déficit de infraestructura y servicios (Castro-Pozo, 2000), lo que conlleva nuevos retos para el urbanismo de las naciones. En la quinta propuesta de la Declara-ción de Barcelona 1985 se plantea que el urbanismo debe tratar la reconstrucción y rehabilitación urbana a corto plazo como nuevos objetivos para enfrentar los problemas de la globalización y la modernidad. (Castro-Pozo, 2000)

Dentro de esta gestión urbana se encuentra la planificación urbana como parte de la compe-tencia urbanística, donde la planificación urbana participativa no es otra cosa que la inclusión de todas las partes (población, autoridades y enti-dades privadas) en la toma de decisiones. Ya no es un plan dado por burócratas o urbanistas que muchas veces no toman en cuenta lo que la gente tiene que decir. Es en este contexto que al tratar de solucionar los grandes problemas de seguri-dad, trasporte, etc. las autoridades se olvidan de reparar o incentivar a la ciudadanía.

La gestión urbana se ha enriquecido en su con-cepto. En el tratado de Rio (1992) se definió el con-cepto de gestión urbana ambiental como conjunto de decisiones y actividades orientadas a mejorar la administración o manejo racional del ambiente y de los recursos naturales en el marco de las ciudades y su entorno, lo cual contribuye a mejorar la salud y la productividad de sus habitantes (Castro- Pozo, 2000). En este marco la planificación y la incorpo-ración de la comunidad organizada en los procesos de decisiones son temas que comprende la gestión urbana ambiental. Como tal, las autoridades de cada país están en su deber de incorporar estos princi-pios, aunque esto signifique una reestructuración del Estado.

La gestión urbana debede integrar una buena go-bernabilidad, la cual complementa la elección de las autoridades con principios de concertación en un sistema de gobierno democrático. Es allí donde la

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democracia y la participación están muy ligadas en el sentido de que la democracia como forma de go-bierno para la gestión de un país tiene ante sí una propiedad que la fundamenta: la participación. Los gobiernos democráticos tienen en cuenta esto. Sin embrago, en la práctica se hallan dificultades con respecto a las métodos para alcanzar la participa-ción, pues la estructura democrática está ligada aún a las tradiciones burocráticas y, lamentablemente, al estancamiento del poder. Una de las formas de la democracia en términos de gestión es la elección de representantes (democracia representativa), lo que deriva en la facultad de decidir por un colectivo. Si bien es cierto que es legal, esta modalidad es insu-ficiente, pues es imposible la gestión de una locali-dad por parte de unos cuantos. Y aunque lograran tomar decisiones acertadas, no dejaría de tender al error, pues no logaría nunca contemplar los aspec-tos globales del problema ni una solución integral. La democracia participativa (como complemento de la democracia representativa) aparece como la forma adecuada de aplicar la democracia como una nueva estrategia de desarrollo. En la gestión de una localidad, la participación de la comunidad ayuda o tiene como característica la formación de una ciu-dadanía, su identidad y su compromiso, lo que a su vez tien como consecuencia la construcción de pro-yectos establecidos. La toma de decisiones mediante consenso es la forma adecuada para un proceso par-ticipativo. Entonces la gobernabilidad no debe que-darse en el respeto al ambiente, sino que “(…) debe garantizar las condiciones financieras y materiales e igualmente las condiciones sociales que deben apor-tar para mejorar la calidad de vida como la conviven-cia de generaciones futuras” (Sabatini, 1998).

Entonces la planificación urbana es un proceso que busca anticipar proyectos urbanos con el fin de orientarlos hacia una dirección determinada me-diante un consenso de las partes afectadas. El proce-so de planificación, en líneas generales, se divide en tres puntos. La definición de objetivos, las técnicas y métodos para la implementación del proyecto y su revisión. Este proceso debe de ser flexible y calcu-lado, debe ser motivo de reflexión para cada paso que se da y siempre debe estar referido a los obje-tivos. Según la doctora Judith Gálvez, profesora de la facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Católica de Chile, existen tres tipos de planificación participativa según la interacción de las autoridades y la comunidad. El primero es la participación funcio-nal, donde la comunidad interviene en el monitoreo y

los ajustes del proyecto ya establecido, sin que esta sea tomada en cuenta para la formulación del proyecto. El segundo es la participación interactiva, donde los gru-pos organizados intervienen en la formulación, imple-mentación y evaluación del proyecto; para lo cual es necesaria la enseñanza y el aprendizaje sistemático (ca-pacitación y asesoramiento) del proceso para que la co-munidad pueda tomar control del proyecto de manera progresiva. Finalmente, el tercer tipo de participación es el autodesarrollo, donde los grupos locales toman la iniciativa sin la espera de intervenciones externas.

La planificación participativa en el urbanismo busca la participación interactiva de las partes, ya que considera que un proyecto no puede ser reali-zado de manera aislada, sino que la propia partici-pación debe ser integradora. Además, reconoce el pensamiento complejo (parte de un todo más gran-de), la dialéctica como proceso de pensamiento que introduce la contradicción y la transformación y la realidad como proceso inacabado que tiende la per-fección.

Participación sinérgica - la participación como base del desarrollo:

El desarrollo ha estado ligado a modelos, teorías y enfoques económicos que, de alguna manera, mos-traban en números lo que un país acumulaba. Sin embargo, ¿es posible medir el desarrollo social? Esta nueva visión de desarrollo fue construyéndose poco a poco gracias a los nuevos modelos participativos nacidos después de la Segunda Guerra Mundial. El nuevo enfoque que desarrolló Múnera engloba las perspectivas de desarrollo anteriores: la económica, denominada “clásica” y la del “Desarrollo a escala humana”. Este nuevo enfoque propone la comple-mentariedad de las anteriores, la participación de los involucrados en el desarrollo de sus proyectos de una manera directa y activa. Se denomina como una construcción sociocultural múltiple, histórica y territorialmente determinada.

Para Múnera, la definición de variables siguió el método investigativo que parte de la teoría, pasó por los ejemplos y, después del análisis, se redefinió en una nueva teoría. En Huella Metodológica retrospectiva: proceso realizado hasta el presente, etapa descriptiva: iden-tificación y caracterización de variables a raíz del análisis de varios ejemplos identifica elementos que hacen la participación de un proyecto. De esta forma “se procedió a caracterizarlos y a definirlos conceptual-

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mente, para luego agruparlos por características co-munes. De esta definición resultaron las primeras variables, y de su agrupamiento, las categorías ori-ginales. De igual manera, las categorías que trataban temas afines fueron asociadas en grupos.” (Múnera, M. 2008: 16).

Después de identificar las variables, Múnera pro-cedió a valorizarlas. En su publicación Etapa analítica y de interpretación, primera fase: de análisis cualitativo, cada una recibió una categoría según el grado de impacto que tenía en el desarrollo a partir de la participa-ción. Esta ardua tarea tuvo como fin identificar y calificar la calidad de los proyectos de acuerdo a la nueva perspectiva de desarrollo (Figura 1). Para la construcción del trabajo, estos valores son tomados en cuenta para la calificación de los proyectos. Sin embargo, la finalidad del trabajo no es la calificación, sino mas bien la verificación. Con ello podría com-probarse que la arquitectura participativa en el espa-cio público es de vital importancia para el desarrollo de los ciudadanos locales como ciudadanos globales.

El desarrollo como una construcción sociocultu-ral múltiple, histórica y territorialmente determina-da, explicado por Múnera, apunta al entendimiento del desarrollo a partir de dinámicas que parten del ser humano sin un fin económico (material). Este entendimiento se define como la “identificación de prácticas sociales que aportan a la configuración de nuevos imaginarios que hacen posible re-conceptua-lizar el desarrollo” (Múnera, M. 2008: 19).

Esta dimensión del desarrollo compromete nuevas y mejores concepciones definidas sobre el ser huma-no, sus relaciones entre otros y la naturaleza. Entonces, Múnera explica que estas características se deben en-tender desde el ser humano. El desarrollo se encuentra, pues, dotado de sentido y se construye a partir de la base social, se fundamenta en las diferencias culturales y en las relaciones interculturales, es democrático, ético, integral, sistemático, sinérgico y emergente, autoprodu-cido, autorreferenciado, autodirigido y autopropulsado, utiliza recursos no convencionales desde la territoriali-zacion y es articulado entre dinámicas micro y macro sociales.

Desde el nuevo enfoque, el ser humano es en-tendido como sujeto de desarrollo en todas sus dimensiones físicas, biológicas, sociales, políticas, económicas, afectivas y espirituales; con capacdad de memoria, conocimiento, relación, disfrute y su-frimiento; y es el desarrollo de estos aspectos lo que lo convierten en “persona” humana, capaz de co-nocer, transformar y amar. “Que ejerce su libertad

reinterpretando su pasado, gracias a las relaciones que tiene con los otros permitiéndole la construc-ción de una visión individual y colectiva del futuro que afianza su identidad” (Múnera, 2008: 21). El pa-pel de la arquitectura y el arquitecto está en poder crear espacios que ayuden a crear estas condiciones para el desarrollo. El ideal de la ciudad moderna, de automóviles y malls por todos lados debe de ser cambiada por el de una ciudad de espacios públicos integradores, de arquitecturas para el conocimiento.

Se habla entonces de un ser humano dotado de sentido justamente porque posee mundos imagina-rios, que son valorados por que le dan dirección a su actuar. Este punto es importante, ya que le da a la arquitectura otra dimensión que investigar: el de los imaginarios, ya que estos hacen referencia al valor que el hombre le otorga a la ciudad y a la ar-quitectura. Esta construcción de sentido en el nuevo desarrollo apunta a la “autorrealización de los seres humanos, trascendiendo, pero no desconociendo el bienestar humano”.

Estas identidades se construyen a partir de la base social, es decir, se “consolidan y se construyen de manera relacional, lo que permite configurar un no-sotros como entidad independiente (…)” (Múnera, 2008: 21). En esta afirmación radica la importancia del espacio público desde su dimensión política y social, pues “la comunicación con otros permite la construcción de proyectos en común” (Múnera, 2008: 21), donde significados compartidos de dife-rentes imaginarios hacen el proyecto. Si la calle está dedicada solo al comercio, el desarrollo de la loca-lidad se ve tergiversado solo al fin económico. Asi-mismo, el imaginario del espacio público privatizado debe cambiar al espacio privado publicotizado. La ciudad no es un espacio privado con vacío de espa-cios púbicos, sino un espacio público con diferentes grados de privacidad. Es así que mediante la parti-cipación, el ser humano puede llegar a ser sujeto de desarrollo.

Al mismo tiempo la identidad se fundamenta en las diferencias culturales y en las relaciones inter-culturales, donde se “desarrollan posibilidades po-tencialidades que están contenidas en aquello que se desarrolla (…) donde lo que se trata es construir identidades de grupo a partir de diferencias” (Mú-nera, 2008: 22). De esta forma, el espacio público debe entenderse como parte de varios grupos que actúan en el simultáneamente y que lo hacen de ma-nera voluntaria y participativa. El nuevo enfoque de desarrollo entiende al proyecto como sostenible en

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el tiempo por su credibilidad y el respaldo de dis-tintos grupos de la sociedad que se sienten iden-tificados con él. “Se trata de múltiples proyectos que surgen de distintos grupos que construyen sus identidades, pero que a la vez se encuentran y que, a veces, se articulan entre sí o coexisten en un mismo espacio-temporal sin ser subsumidos o destruidos por otros” (Múnera, 2008: 23). Cuando el espacio público carece de apropiación y de valor, se convier-te en un espacio vacío, de relleno, donde el peligro yace en determinar ese imaginario limitante como el apropiado. Hacerlo resulta de vital importancia en las nuevas zonas emergentes de Lima, ya que el ima-ginario del espacio público ideal es muy limitado. Se vuelca al cubrimiento de las necesidades básicas de acceso con el automóvil. La tarea del arquitecto es, justamente, darle otro sentido al espacio, un sentido mucho más amplio y dinámico, rescatando los valo-res preexistentes y reinterpretándolos como recur-sos (por ejemplo la organización vecinal).

El desarrollo es entonces democrático donde las normas parten de lo cotidiano y no de situaciones abstractas definidas por un grupo reducido. De esa manera se logra ampliar la democracia de una di-mensión representativa a una participativa. Una vez más, se basa en el recurso social como fundamento, en la cooperación entre personas. La arquitectura se transforma entonces en un espacio de plataforma, adquiere una dimensión importante como platafor-ma gestora de decisiones sociales, así como lo coti-diano es fundamento del espacio público. Además, para la arquitectura, la creación de un proyecto se convierte en una creación multidisciplinaria que re-coge los mimos ideales de democracia.

El desarrollo se basa de esta manera en la libertad de quienes participan en él, ya que la libertad enten-dida como independencia y autonomía tiene sentido a partir de la participación y la responsabilidad. Para el arquitecto la libertad se da en la forma de expresar las ideas en lo físico y la responsabilidad se da en que la materialización provoque un cambio en la socie-dad, uno que puede ser positivo dependiendo de su grado de apertura social.

Se trata de un desarrollo ético, ya que desarrolla valores positivos de manera constante a través de la participación, tomando en cuenta los valores locales y los vigentes globalmente. A su vez, se trata de un desarrollo integral, sistemático, sinérgico y emergen-te. Es entonces entendido como un proceso y un or-ganismo que va adquiriendo características comple-jas. Cada una de las dimensiones humanas debe ser

entendida con igual valor. Estas se retroalimentan como una “sinergia con un propósito común: sin la comunicación y la construcción de valores, obje-tivos, lenguajes y estrategias comunes (…) no será posible hablar de desarrollo” (Múnera, 2008: 25). Su interacción crea realidades nuevas que surgen en un momento y lugar determinado. Los nuevos imaginarios y las nuevas visiones se crean mediante esta sinergia. Para la arquitectura, es fundamental la participación de todos los involucrados en el pro-yecto. Es decir, el arquitecto merece ser visto como un gran gestionador y líder.

Es también un desarrollo autoproducido, auto-rreferenciado, autodirigido, autorregulado y auto-propulsado. Básicamente porque enfatiza la capaci-dad del recurso humano y sus relaciones como un recurso renovable y sostenible que se autopotencia a sí mismo, donde el cruce de información no genera conflicto, sino sinergia. Este es un recurso no con-vencional, ya que se basa en la solidaridad “que cre-ce: el conocimiento que se entrega es conocimiento que se expande” (Elizalde, A, 1986: 77).

Este desarrollo se encuentra territorializado, que es una vuelta al espacio, a la situación de lo expli-cado con anterioridad. Múnera explica que es ne-cesario el entendimiento de elementos simbólicos que rigen los intercambios sociales, pues se entiende al territorio en su doble dimensión tanto material como en su producción social del hábitat, pues es en esta tensión donde se comprende el valor de la ciu-dad. Entonces “las dinámicas de desarrollo deben establecerse a partir de la identificación de la lógica de los territorios, –con sus componentes materiales y simbólicos– y de las territorialidades que se ejercen en ellos” (Múnera, 2008: 30). La arquitectura tiene ante sí una nueva forma de ver al urbanismo, de en-tender la ciudad a partir de la lógica del desarrollo que, a partir de dinámicas participativas, puede en-contrar el hilo conductor hacia el desarrollo del ser humano.

Múnera, a través del análisis de diferentes casos, llega a extraer diferentes variables, las cuales man-tienen un grado de participación. Estas variables se calificaron con cinco grados: muy negativa, negativa, neutra, positiva y muy positiva. Cada una de las varia-bles fue adquiriendo un peso determinado, el cual fue calificado por el grado de implicancia que tenía en el desarrollo. Múnera explica que no se le puede atribuir a un solo autor la variable propuesta, puesto que mu-chos coinciden en la incidencia común. El resultado de la deliberación fue de 48 variables divididas en 5

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grupos. El grupo 1, variables que tienen que ver con los individuos y/o sujetos involucrados en el proceso de participación. El grupo 2, variables que tiene que ver con actores que intervienen en la participación. El grupo 3, las variables que tienen que ver con los grupos y/o organizaciones en el proceso de partici-pación. El grupo 4, variables que tienen que ver con el proceso de participación en sí. El grupo 5, variables que tienen que ver con las condiciones para que se desarrolle el proceso de participación.

Para el estudio de nuestros casos, las múltiples variables existentes serán adaptadas al contexto de Lima en las nuevas zonas emergentes, que tienen el carácter organizativo como cultura y a las organiza-ciones DESCO y CITIO como promotoras de los proyectos. Entonces, algunas variables serán absor-bidas por el contexto y otras referidas más directa-mente con el proceso de participación en el diseño del espacio público, lo que será factor de análisis. Además de recalcar que, como obras recientes, su calificación está sujeta a un tiempo muy corto. El avance de los proyectos como proceso social se evi-denciará con más tiempo. Sin embargo, las variables se enfocaran relacionadas más al diseño. De esta manera la calificación de los proyectos de acuerdo a su nivel de desarrollo seguirá estas pautas.

En el grupo 1 (individuos y/o sujetos involucra-dos en el proceso de participación) calificaremos al individuo como sujeto “para resaltar el nivel de conciencia del segundo y su aporte a las dinámicas participativas y procesos de desarrollo” (Múnera. 2008:32).

1. Predisposición de los individuos y/o sujetos para la participación: Se refiere a la actitud antes del proceso participativo. Generalmente esta se encuentra influen-ciada por el entorno de su experiencia de vida previa. En los proyectos a analizar este factor es importante, ya que la dificultad del proceso comienza desde él. Es di-fícil intentar un proceso participativo con implicancias al desarrollo si este se hace con pocas personas o con un cierto margen de edad, más aun tratándose de un espacio público. Se divide en 5 niveles:

- Los individuos manifiestan una predisposición para la participación en sentido contrario al desarro-llo, ya que sus intenciones son distintas al del desa-rrollo anteriormente descrito.

- Los individuos presentan una predisposición negativa a la participación.

- No existe una predisposición particular debido a la falta de experiencias previas.

- Los individuos y/o sujetos tienen una predispo-

sición funcional para participar donde la intención está orientada a conseguir resultados concretos y de corto plazo que no necesariamente están dentro de una dinámica de desarrollo general.

- Existe una predisposición positiva de los sujetos a participar y comprometerse con el proceso de de-sarrollo, ya que entienden que la participación es la base para el desarrollo.

2. Estimulo para la participación: Se refiere a los motivos y finalidades para participar.

- Hay estímulos para la participación en sentido contrario al proceso, ya que se tergiversa el proceso de acuerdo a los objetivos dados, haciendo de la par-ticipación algo negativo para el desarrollo.

- Hay estímulos para no participar, ya sea por el contexto o por las propias personas, lo cual implica un cambio en la estructura establecida.

- No hay estímulos para participar. Deja como opción el cambio hacia la participación.

- Estímulos para participar en asuntos específi-cos. Es decir, a objetivos concretos y de corto pla-zo. Esto puede ser un ancla para el proyecto, ya que puede representar una evidencia de que el proceso participativo es posible. Además, permite la posibi-lidad realizar procesos más largos a través de objeti-vos inmediatos.

- Hay estimulos positivos para la participación en todo el proceso de desarrollo.

3. Posición de los individuos y/o sujetos frente a la participación: Muestra el imaginario de los in-dividuos frente a lo que es participar, ya sea como experiencia o como ideología.

- Posición de rechazo. Dado el resultado de expe-riencias negativas donde la participación no obtuvo resultados favorables.

- Posición de indiferencia, temor y/o poca credi-bilidad. Dado el resultado de la experiencia previa, donde la participación terminó en la manipulación o utilización del ciudadano. Sin embargo, la acepta como punto de inicio.

- Aceptación pasiva o aceptación formal. El ciu-dadano está convencido de que la participación con-lleva su beneficio, pero que no lo realiza constante-mente ni lo practica.

- La credibilidad acrítica y/o credibilidad reflexi-va en asuntos puntuales. El ciudadano se manifiesta pasivo en algunas decisiones, pero crítico en otras.

- La credibilidad reflexiva y de compromiso. El ciudadano asume una poscision constructiva, sinér-gica, critica y positiva: “los sujetos se comprometen tanto con el proceo como con quienes están invo-

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Figura 1: Esquema del análisis de Múnera. Fuente: elaboración propia. Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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lucrados en el” (Múnera, 2008: 36), aportando a la creación de una identidad propia y común.

4. Condiciones culturales para la participación.- Condicionamientos culturales contra la partici-

pación. Se puede explicar como una negación colec-tiva hacia la participación debido a experiencias pre-vias o a una influencia externa, ya sea por gobiernos autoritarios o por la ausencia del gobierno.

- Condicionamientos para no participar. Existe falta de cohesión social debido a la globalización y a la ruptura de sociedades tradicionales, lo que no permite una participación como método de desa-rrollo. “La supra valoración del individuo referida a la consideración de este como elemento aislado del resto, que debe sobresalir y triunfar aun a costa de otros” (Múnera, 2008: 39), es decir que el sujeto di-fiera del concepto de desarrollo como pertenecien-te a su tiempo, y cree la conciencia de su identidad a través de los demás y la posibilidad de él mismo como proyecto.

- La no existencia de condiciones culturales que favorezcan la participación. La principal deficiencia es la conformidad y el facilismo. Estas sociedades conducen, según Múnera, a un estado de inmovili-dad, y se dificulta el poder resolver sus problemas comunitarios por la falta de atención y de partici-pación.

- Condicionantes culturales para la participación en asuntos específicos.

- Condicionantes culturales positivos para la par-ticipación. El colectivo tiene identidad cultural, es decir, posee un sentido de pertenencia social donde existe a la vez conciencia de cada quién y que apunta al bien común. La perspectiva del otro como opor-tunidad de desarrollo de manera valorativa.

5. Características de la convocatoria al proceso participativo. Es la forma como los interesados en el proceso participativo hacen presente su intención y la forma como permiten la participación.

- Convocatoria excluyente. Donde la forma de permitir la participación está siendo manipulada de manera excluyente y no integradora.

- Convocatoria selectiva. Se hace una exclusión por parte de la organización, la cual promueve la participación con fines propios.

- Convocatoria difusa o confusa. No se explica el proceso y sus características.

- Convocatoria coyuntural o funcional. Es cuan-do la organización orienta la convocatoria a proyec-tos puntuales y de corto plazo, sin implementar la noción de desarrollo.

- Convocatoria amplia e incluyente. Entiende al ciudadano no solo como participante, sino como gestor de su propio desarrollo.

El grupo 2 son las variables que tienen que ver con los actores que intervienen en la participación. Múnera explica que son el Estado, las ONG, las or-ganizaciones base, el sector privado, el sector aca-démico, las organizaciones religiosas, los sectores armados no estatales ni legales y los particulares. En los casos a estudiar, serán la ONG DESCO, y el gru-po CITIO de estudiantes universitarios.

El grupo 3 son las variables que tienen que ver con los grupos y/o organizaciones involucradas en el proceso de participación, donde se ve la calidad de las agrupaciones, su involucramiento en las di-námicas sociales, su credibilidad y su constancia en el tiempo.

El grupo 4 (variables que tienen que ver con el proceso de participación en sí mismo) analiza las va-riables sobre el proceso en sí, tomando en cuenta su impacto en la participación.

6. Dinámica que mueve la participación. Se carac-teriza por la energía o fuerza constitutiva del pro-ceso, donde dichas dinámicas pueden ser externas (exógenas) o internas (endógenas), donde “solo se podrá concebir como auto gestionado, auto regula-do y territorializado, si prevalecen dinámicas endó-genas sobre exógenas.” (Múnera, 2008:61)

- Dinámicas exógenas en contra del proceso par-ticipativo. Donde las fuerzas vienen de fuera, lo cual impide que los ciudadanos creen su propia fuerza.

- Dinámicas exógenas que aprovechan el proce-so con fines particulares. Donde las organizaciones externas se aprovechan de las ya existentes, las ma-nipulan y destruyen el orden establecido.

- Dinámicas exógenas que dinamizan el proceso participativo a favor de los intereses de la población local, pero que no tienen permanencia en el mismo, por lo que el ciudadano no adquiere el poder para criticar las decisiones externas.

- Las dinámicas endógenas o exógenas que se articulan y/o estimulan coyunturalmente el proce-so participativo, donde la dinámica acaba cuando se realizan los objetivos inmediatos, sin lograr cohesio-narse en el tiempo.

- Dinámicas endógenas y exógenas favorables al proceso participativo y de desarrollo. Donde el po-der local ejerce su propio desarrollo y el poder exó-geno es complementario, pero no nuclear.

7. Niveles de participación. En este punto la fuer-za interna o externa debe ser capaz de convertir los

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niveles más bajos de participación en un activo. Es por eso que la reflexión de cada uno de los puntos del proceso participativo ayuda a ver el avance respecto al interés y la profundidad del ciudadano en la parti-cipación.

- La exclusión o negación de cualquier posibili-dad de participar por parte de la población de base, la cual se siente afectada por los asuntos que orien-tan el proceso participativo.

- La notificación.- La consulta.- La ejecución técnica.- La toma de decisiones.Grupo 5 (variables que tienen que ver con las

condiciones para que se desarrolle el proceso de participación), es decir, el contexto y el nivel de legitimidad por parte del Estado o las instancias de poder.

8. Nivel de legitimidad por parte del Estado o las instancias de poder.

- Intolerancia y prohibición.- Aceptación restringida.- Aceptación formal.- Aceptación parcial o legitimación incompleta.- Aceptación total o legitimación absoluta.9. Mecanismo de comunicación.- Existen mecanismos de comunicación adecua-

dos para las características de la población, pero son utilizados en contra del proceso participativo.

- Existen mecanismos de comunicación, pero no son apropiados para las características de la pobla-ción.

- Existen mecanismos de comunicación, pero no son bien utilizados o no funcionan correctamente.

- Existen mecanismos de comunicación y son apropiados para las características culturales, socia-les y económicas de los sujetos involucrados, pero se utilizan de manera temporal para obtener metas específicas.

- Existen mecanismos de comunicación y son apropiados para las características culturales, socia-les y económicas de los sujetos involucrados.

Espacio público y participación:

Retomando lo dicho por Múnera sobre las relaciones sociales, la territorialidad es una va-riable que identifica en los grupos humanos la capacidad de lograr una identidad en el lugar en que se desenvuelven, y puede ser estimulada a

partir de la interacción con otros grupos de ma-nera positiva.

Esta noción de territorio se explica no solo desde el punto de vista espacial, sino también como el “conjunto de elementos simbólicos y representaciones de estos, y que hacen que in-teractúen de manera particular con respecto a dicho espacio. Se concibe como un espacio vi-vido, marcado y reconocido. (…) Es de anotar que el hombre habita de manera discontinua y cambiante, lo que hace que el territorio se mo-difique no solo en su delimitación material, sino simbólica” (Múnera, 2008: 91). El territorio, en-tonces, adquiere diferentes perspectivas según el sujeto y el grupo humano que lo usa. Además, el sujeto es capaz de interactuar entre distintos grupos humanos, los cuales hacen posible el co-nocimiento de su percepción del territorio. El sujeto es conocedor andante del territorio. Su identidad no se establece en un punto fijo, sino que es mutable, accesible y libre. El uso del te-rritorio de manera social y física determina su pertenencia. La noción de limite se establece allí donde hay uso y función. Cuando deja de ser perceptible de esa manera, el territorio deja de pertenecer al sujeto y comienza a pertenecer al otro. Sin embargo, esta noción de límite es difu-sa, pues el uso del territorio varía su intensidad y su función. Además, el límite como espacio físico delimitado debería pasar a la noción de posibilidad. La ampliación del grupo humano y sus relaciones debe hacer posible el cambio de la noción de límite solo como un estadio, un momento primario antes de la noción de po-sibilidad. El ser humano como ser relacional estaría en un espacio físico de territorios y po-sibilidades, tanto físicas como sociales. De esta forma el proceso de persona a sujeto se haría de manera más completa, amplia y compleja, tomando en cuenta las diferentes posibilidades sociales que parten del territorio.

El espacio público, entendido como parte del territorio, cobra una complejidad mayor a partir de su entendimiento desde el punto de vista so-cial. El abandono del espacio público es el fra-caso de la política y de lo social. La recuperación de este, por otro lado, “significa la reactivación de esas redes sociales y las exigencias de esas responsabilidades políticas que garanticen el ac-ceso y uso equitativo de los espacios públicos por parte de las y los ciudadanos” (Soria, s.f., 5).

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A pesar del individualismo provocado por la ciudad contemporánea, y la realidad de la ciudad como múltiples ciudades (entre ellas La sociedad red : una visión global de Manuel Cas-tells), el espacio público como forma y fun-damento de la ciudad, apropiada de diferen-tes maneras y escalas por la ciudadanía, es un nuevo reto del urbanismo mantenerlos con dominio público, recrear este dominio en la ciudad fracturada y saber crear dominio pú-blico y espacio público en la constante expan-sión de la ciudad.

La realidad compleja del espacio público, la ciudad y la ciudadanía son herramientas con las cuales la participación trabaja. El he-cho de trabajar el proyecto desde la realidad en sus orígenes, permite las construcciones de estos tres pilares equitativamente, el re-lativo éxito de los proyectos participativos deviene en el intercambio de conocimientos de estos tres aspectos.

Diseño participativo en la arquitectura

Participación, empoderamiento, debate y nego-ciación:

La participación y la democracia siempre han estado ligadas. Sin embargo, no siempre su signifi-cado ha sido bien entendido ni desarrollado. Esto radica básicamente en que existe la confusión entre lo que es participación pasiva y participación activa en donde se desarrollan diferentes grados de parti-cipación. Según Arnstein, S. publica en su artículo “La escalera de participación ciudadana” (Arnstein, S. Journal of the institute of Ameican Planners. 34, 4:216- 24), la participación se escala en 8 grados. De menor a mayor grado: la manipulación, la terapia, la infor-mación, la consulta, la conciliación, la sociedad, la delegación de poder y el control ciudadano, donde las tres últimas representan el poder de la ciudadanía (participación activa). Así, el control ciudadano es el ideal de la participación, pues el poder no solo radica en el especialista, sino también en el ciuda-dano. En el papel del arquitecto, el poder que tiene este sobre los conceptos espaciales es equilibrado por el poder de la experiencia de vida del ciudada-no. Entonces, los recursos materiales y conceptuales del arquitecto entran en una íntima relación con el

recurso de las relaciones humanas, donde el proceso de diseño se convierte en un hilo conductor de los deseos del usuario.

Por lo tanto, es en las relaciones humanas donde la participación tiene su fundamento. Del desa-rrollo y entendimiento de estas relaciones y su con-solidación en el tiempo depende el éxito o el fracaso de un proyecto. Es entonces donde se necesitan mé-todos (incorporados al del diseño arquitectónico) que transformen la participación de una forma pasiva a una activa. La participación transformati-va (introducida por John Friedmann. Friedmann, J. (1987). Planning in the Public Domain: From Knowled-ge to action. Princeton University Press: NJ) trata de empoderar, hacer saber al ciudadano de su conoci-miento y su necesaria interacción para el desarrollo del proyecto. Es verdad que el arquitecto siempre hace participación en diferente proporción, ya sea con entrevistas al cliente, sugerencias, etc. Sin em-bargo, el reto se vuelve mayor cuando uno trata con el espacio público, ya que los clientes son los ciuda-danos y el producto servirá a la ciudad en general. Es entonces cuando las herramientas del arquitecto se vuelven insuficientes. Entender el espacio público de una manera relacional entre personas merece la intervención de otras profesiones, sea la del soció-logo, el psicólogo, el artista, etc. Y más aun cuando el espacio público se convierte en una herramienta de desarrollo social, la arquitectura adquiere un peso importante, ya que depende del entendimien-to del ciudadano como punto de partida hacia el desarrollo.

Muy por el contrario de lo que algunos argumen-tan, la participación no es simplemente una concilia-ción, una sensación de haber participado en la toma de decisiones donde fue el experto el que ya tomó la decisión de manera previa. Es justamente la interac-ción y el debate con el experto el que debe de llevar la formula. Es decir, es el conflicto lo que se mantie-ne en la participación. En la arquitectura la conno-tación espacial de las ideas hace necesario el uso de técnicas (canales de comunicación), así como la per-manente regresión en los puntos del proceso. Este se trasforma de una línea horizontal a una espiral hacia arriba, pues implica el regreso a los puntos de partida con una perspectiva cada vez más amplia y profunda del tema. De esta manera, la aproximación a la arquitectura deriva, siempre, en una situación de aparente descontrol. La participación en un método universal es inexistente, ya que cada proyecto es úni-co y los puntos se dilatan o contraen en el contexto.

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El proceso es voluble, adaptable, inteligente y com-plejo, y es por eso que la arquitectura necesita de otras profesiones para establecer un lenguaje y una comunicación adecuada con el usuario.

No obstante, es difícil mantener el mismo nivel de participación en cada punto del proceso, pues ello implicaría un conocimiento distinto que el usuario no está obligado a poseer y que el arquitecto está obligado a ceder. Por ejemplo, en el diseño del espacio es muy probable que el arquitecto mantenga las ideas negocia-das y continúe su trabajo como experto. O, por otro lado, puede forzar la situación y dejar que el usuario “juegue” con el espacio. En algunos casos, como ELE-MENTAL, el uso de cubos de maqueta, como el es-pacio esencial, con determinada escala y proporciones predeterminadas son elementos (técnicas) que el arqui-tecto puede utilizar. Es importante, entonces, mantener un lazo fuerte de comunicación. El empoderamiento, pero sobre todo el debate, dependen de este lazo. Sin embargo, la participación enteramente cubierta es solo un ideal que no se puede establecer como principio, pues se trata únicamente de una ilusión.

Así, uno de los puntos importantes de la par-ticipación es que trae desde un inicio conflictos que se producirán después del diseño. A diferencia del proceso convencional, la participación traba-ja sobre la realidad política, social y cultural. Y, además, sobre los deseos de la gente: “la participa-ción adelanta el momento de la realidad y, al hacer-lo, inevitablemente los desafíos de la incredulidad. El proceso de participación, como una señal de la realidad por venir, enfrenta el arquitecto con proble-mas que tal vez hubiera preferido que se ocultasen, o bien tratar con retraso, por el mayor tiempo posible. Lo más evidente es que sucede el adelanto y le da prioridad a los deseos de los usuarios” (Blundell, P. 2005: 30).

Al establecerse en la realidad ya de por sí, el arqui-tecto se desprende de toda su abstracción previa y actúa ya en un proceso. El entendimiento del ciuda-dano acerca del proceso en sí le da poder y control sobre su territorio. Es el empoderamiento del ciuda-dano y la nueva actitud del arquitecto lo que prepa-ran el escenario para el proceso. Es en esta nueva re-lación de poderes donde se presentan los conflictos. Al asumir que el proceso tiene como característica el conflicto, lo que se busca en un debate de ideas es obtener el valor máximo de estas, enfatizarlas o transformarlas.

Proceso:La especialización en la arquitectura ha llevado a

separar, en la realización de un proyecto, a la progra-mación del diseño. La programación, en términos generales, se encarga de la recopilación y análisis de la información sobre un proyecto y su contexto glo-bal para hallar una estructura de base que luego pa-sará a ser desarrollada en términos de diseño por el arquitecto. Es decir, es un sistema de tratamiento de información. Evidentemente existen varios puntos de vista sobre el método de programación. Además, la programación ha evolucionado en su desarrollo, enfocada anteriormente a la simple recopilación de datos, al análisis y al desarrollo de estos con una in-teracción constante con el usuario tanto antes como después del proyecto (en lo que el diseño participa-tivo abarca). La diferencia entre una programación tradicional y una participativa radica en la partici-pación activa del usuario (Figura 2). En la partici-pación es necesario diferenciar entre las demandas de los clientes y los deseos de los usuarios, donde estos se convierten en pieza clave para el análisis de la información, pues es él quien con su experiencia de vida tiene el mayor conocimiento de sus necesi-dades, las cuales, algunas veces, son muy difíciles de descifrar. No obstante, la propia dinámica de parti-cipación hace posible que todos tengan la sensación de haber ganado en el sentido de haber aportado algo. La dinámica hace posible el conocimiento de la experiencia del usuario, así como de la experiencia del arquitecto y da como resultado la solución nego-ciada de posibilidades de diseño.

Este proceso se debe entender como dinámico e interactivo, e incluye en su quehacer la innovación de técnicas nuevas de captación de información que se orienten no solo a lo objetivo, sino también a lo subjetivo. Entre estos están las entrevistas, las encuestas, los ensayos, las dinámicas, el juego, etc., donde cada profesional de programación otorga la importancia correspondiente a cada técnica según su tendencia y el proyecto. En el diseño participati-vo, las dinámicas, el taller y la narración son los mé-todos de mayor importancia, pues fomentan un me-dio ambiente agradable, haciendo posible un acceso más sencillo a la información. Las dinámicas ayudan a la introducción y el mantenimiento del proceso participativo del usuario. La narración o diálogo ayuda a la construcción de confianza y captación de información que, de alguna manera, no se podría haber conseguido por técnicas convencionales. Los

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Figura 2: Comparación de momentos de los dos tipos de procesos. Fuente: elaboración propia. Con-cepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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Figura 3: Comparación de metodologías sobre los dos tipos de proceso. Fuente: Elaboración Propia. Concepto y Digitalización: Caballero Flores, Antony, 2009

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talleres son puntos de encuentro y de conocimien-to. Los grupos permiten cubrir diferencias entre los diferentes tipos de participantes, los participantes tímidos encuentran una oportunidad en estos gru-pos, pues su número es reducido y los participantes más elocuentes ceden. Es importante señalar que este análisis de programación no siempre resulta en la construcción, en mucho de los casos la solución resulta en la modificación de la organización, de la gestión de los espacios. Esto se traduce en la arqui-tectura con modificaciones más que desconstruccio-nes. Desde un cambio de color en la pared hasta el agregado de un espacio específico puede solucionar los problemas encontrados. Así lo trabaja Rodolfo Livingston en El método y cirugía de casas.

La construcción de un método universal, como una fórmula, es imposible, ya que una de las carac-terísticas esenciales del proceso participativo es su adaptabilidad al lugar y la transformación del proce-so a lo largo de la misma. Esta transformación obe-dece a la intervención del usuario quien, cargado del poder del conocimiento, es capaz de retroalimentar cada punto de este proceso. Este entonces deja de ser lineal, monótono, un espacio donde el especialis-ta es quien pone las reglas del juego, sino que se con-vierte en una espiral siempre ascendente, donde los puntos se vuelven a ver con una mayor perspectiva después de una reflexión en conjunto (Figura 3). Ya está implícito que el usuario o ciudadano tiene pre-sente el conocimiento del arquitecto y el arquitecto tiene presente, constantemente, el conocimiento del ciudadano. Y que el arquitecto o especialista debe manejar un lenguaje adecuado ante el ciudadano para su entendimiento. Aquí radica la importancia de las técnicas, ya que sin estas el lenguaje del exper-to, normalmente establecido, no serviría de mucho en un contexto donde el ciudadano es quien conlle-va el proceso de participación.

El proceso de participación en la arquitectura adquiere los puntos de análisis a partir del proceso de diseño en la arquitectura. Es decir, el proceso de materialización de las ideas en la arquitectura recoge algunos puntos generales que son expandidos a la participación. La forma de proyectar de un arquitec-to pasa siempre por unos puntos, que son en gene-ral la forma de captar ideas y reflexionar sobre ellas. Es justamente una forma de espiral la que explica mejor la manera de proyectar de un arquitecto. Este vaivén se traslada al proceso participativo en el cual el proyectista expande su visión con los ciudadanos. Si bien es cierto que no existe un método único en

la forma de proyectar con participación, este recoge puntos generales que son propios del aprendizaje del ser humano, del pensamiento complejo y de la sostenibilidad.

En general, los pasos de la programación son: preplanificación, recopilación de información, análi-sis de la información, fijar los problemas y objetivos (continuo), la programación en sí, el diseño en sí y la evaluación posocupacional. Entonces, la habilidad del diseñador radica en la combinación de las técni-cas a utilizar para el procesamiento de los pasos de acuerdo a cada caso. No necesariamente se trata de seguir rígidamente un formato, sino de adquirir la flexibilidad necesaria. El proceso de programación se muestra reflexivo, en el sentido de que la revisión constante de los resultados por parte del diseñador y del usuario son realizados en cada uno de los pasos.

La etapa de preplanificación, es decir, la aproxi-mación al problema, tiene la finalidad de crear un colectivo y un ambiente propicio para el desarro-llo posterior del proyecto. La idea de colectivo multidisciplinario es la conformación y cohesión de un equipo capaz de entablar dialogo, generar ideas, debates, exponerlas, etc. de manera que se pueda conformar objetivos consensuados.

Durante la etapa de recopilación de la informa-ción la finalidad es obtener diferentes posturas so-bre un problema. En general se busca una guía me-diante preguntas básicas como quién, qué, dónde, cómo y cuándo. Para este fin, la participación del usuario en la trasferencia de información deriva en un gran ahorro de tiempo y costos. Generalmente la recopilación de información se divide en dos partes. La primera se dedica a la recopilación de la informa-ción del caso según la literatura global. Es decir, si se trabajara en un hospital, la primera parte se encar-garía de investigar todos los avances relacionados a la arquitectura sobre hospitales para tener una base actualizada de la situación. La segunda se encarga de la recopilación de información correspondiente a los usuarios, en relación a su manera de sentir con el edificio tanto de manera objetiva como subjetiva. Hay que tener en cuenta que para la construcción de un nuevo edificio se debe de considerar a los usuarios pertenecientes a los edificios antiguos me-diante la organización de talleres antes del comienzo del trabajo. Por ejemplo, en la construcción de una nueva escuela se tomaría como participantes a los alumnos, padres, profesores y directores. En el caso de proyectos donde el usuario no es conocido de antemano, por ejemplo, en el caso de viviendas mul-

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tifamiliares de empresas privadas, el estudio se hará en base a los proyectos hechos con anterioridad y se evaluará al proyecto en calidad de pos - ocupacional. Los resultados se tomarán en cuenta para proyectos posteriores.

En la recopilación de información del usuario existen varios métodos que tienen como fin el en-tendimiento, la comprensión del entorno físico en relación con el usuario. En general se debe captar información en los campos del comportamiento, las interacciones sociales y los de percepción del usuario.

Para la información de comportamiento, el método más utilizado son los mapas de comporta-miento. Su finalidad es conocer qué hace la gente en su entorno físico, qué actividades realiza en un lugar determinado. Henry Sanoff (Sanoff, 2006:29) enfa-tiza que se debe realizar la observación de manera sistemática (en intervalos de cada media hora o cada hora) para obtener información fehaciente de lo que hace el usuario. En los resultados debe aparecer in-formación relacionada con las personas (numero, tiempo, sexo, edad, ubicación, si se agrupa o no), sobre sus actividades (dónde las realizan, guiadas por pistas o claves en el espacio), sobre la intensidad de las actividades relacionadas con el lugar (cuántas actividades se hacen en un lugar) y sobre el tiem-po relacionado con el intervalo de observación. Se pueden utilizar diferentes herramientas como for-mularios de datos, mapas didácticos, etc. (Figura 4). En este campo, la diferencia entre la programación tradicional y la participativa radica en las técnicas a utilizar (entrevistas, observaciones pasivas o activas, etc.). En la participativa las técnicas se centran en la interacción con la gente a medida que se va reco-giendo información.

Para la información sobre las interaccio-nes sociales, el método más utilizado son los ma-pas sociales. Su finalidad es descubrir la red social en términos de autoridad y de amigos y conocidos de los usuarios. Es decir, se recrean dos redes, una para saber cómo es la organización de autoridad y otra para conocer la red de amigos, con quiénes tie-ne contacto ese usuario. Estos dos resultan en uno donde se evidencian las deficiencias o eficiencias de la comunicación entre los usuarios, así como el flujo de información. De esa manera es posible conocer si el usuario “A” del departamento de gestión tiene comunicación con el usuario “B” del departamen-to de mantenimiento (Figura 5). Aquí las técnicas utilizar pueden ser talleres, entrevistas individuales, cuestionarios, etc.

En la información sobre la percepción, el progra-mador utiliza métodos para saber el gusto, la sen-sación del usuario de acuerdo a los volúmenes, etc. En resumen, qué tipo de arquitectura se le hace más familiar. Ello no quiere decir “qué tipo de arquitec-tura le gusta”, pues un análisis en esos términos sería muy relativo o subjetivo. Se trata de obtener infor-mación de acuerdo a las sensaciones de grande, pe-queño, abierto, cerrado, muy moderno, etc. Adjeti-vos de los edificios, con relativa carga de objetividad.

En el análisis de la información se pretende la generación de ideas. Generalmente se trabaja como base la información recaudada con anterioridad. La finalidad es desarrollar ideas de diseño y criterios del mismo. Las maquetas, planos, croquis, etc. son las herramientas visuales y didácticas para el desarro-llo de los talleres. Tanto la programación como el trazado de objetivos se dan a lo largo del proceso, sujetos a una mejora y crítica constante. Cabe recal-car que este proceso no es lineal, sino que está sujeto a variaciones de acuerdo al contexto. Sin embargo, sus campos deben ser recopilados para generar una verdadera participación activa. Una vez que se ha recolectado las ideas sobre los parámetros de diseño, los arquitectos pasan a crear propuestas del proyec-to. Estas se someten a crítica constante por parte de los participantes hasta que finalmente se llega a una solución consensuada. Se llega entonces a un proyecto final.

La práctica de la evaluación pos - ocupacional, que algunos no consideran necesaria, se ejecuta des-pués de un tiempo de ocupado el proyecto. En esta se confirman o se refutan todas las preposiciones hechas en los talleres y se recoge la experiencia para posteriores proyectos. En general, esta práctica sir-ve para confirmar que el edificio proyectado con la participación de los usuarios adquirió el valor de la identidad, que se ha convertido en un bien común.

Escuela primaria del distrito de David-son, Carolina del Norte, EE.UU. (90s)

Henry SanoffHenry Sanoff basa su método en la integración

de la programación, la evaluación y la participación “con la convicción de que la gente que utiliza el en-torno, que son los sujetos tradicionales del proceso de recopilación de información, llegan a participar

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activamente en ese proceso, así como en la modifi-cación del entorno” (Sanoff, 2006:16). Aquí Sanoff hace énfasis en distinguir al “cliente que paga” y al “cliente que no paga”, pues este último es el partíci-pe activo en el proceso de programación, evaluación y diseño. Este pasa por pasos de auto concientiza-ción (en el sentido de que es necesario que se perca-te de que su presencia en el proceso es importante) de descubrimiento y asesoramiento, puesto que él también toma decisiones y que, en su forma de pro-cesar, es susceptible a errores. El usuario se convier-te en un actor complementario e importante en la programación, puesto que en otras formas más tra-dicionales de programación este es un participante pasivo, en el sentido de que no asume responsabili-dades de decisión ni de diseño (Figura 6).

Las técnicas a utilizar para la recopilación de in-formación en la programación participativa son variadas. La mayoría utiliza, además de las técnicas convencionales, los talleres, donde tal como un sa-lón de clase, los participantes de dividen en grupos liderados por un programador. Mediante sesiones y juegos, se desarrolla el proyecto.

Para Sanoff, antes de comenzar con la programa-ción en sí, es necesario hacer una planificación de la participación (preplanifación) en el cual se buscará definir:

- Identificar a los participantes, sea individual-mente o en un grupo. En esta etapa es importante saber quién debe participar. Generalmente, las per-sonas que participan son las que están directamente afectadas en el proyecto. En grupos muy grandes se escogerán grupos representativos. Los grupos de participación se agruparan entre 4 a 9 integrantes y serán liderados por un programador.

- Decidir en qué fase del diseño entran los partici-pantes (en el desarrollo del programa, su implemen-tación o evaluación). Tanto el número de participan-tes como los nombres de los responsables son datos que se verán modificados en cada fase del proyecto, ya que cada fase está dedicada a un objetivo que in-volucra a más o menos participantes.

- Fijar objetivos que sean reales, en el sentido de que sean factibles de lograr en un lapso de tiempo determinado. Esto es importante, pues son los obje-tivos los que guían al proyecto. Las técnicas pueden variar, pero los objetivos no.

- Definir los métodos y técnicas de participación alternativas según el presupuesto y el contexto.

- Seleccionar un método apropiado para alcanzar cada objetivo concreto.

- Ejecutar las actividades de participación esco-gidas.

- Evaluar los métodos a través del proceso para identificar su eficiencia o sus fallas.

Esta etapa tiene la finalidad de forjar un carác-ter grupal, es decir, construir una personalidad de acuerdo a hábitos establecidos para la correcta toma de decisiones. Forjar, de alguna manera, un colectivo prudente para que estas decisiones llevan a cumplir los objetivos y esto, a su vez, a la meta.

Contexto y propuestaEn 1992, el distrito escolar de Davidson necesi-

tó de una nueva escuela dado el crecimiento de la población y las nuevas reformas de educación que exigían espacios más amplios para las enseñanzas en equipo. Con la comunidad ya organizada, entre pa-dres y profesores, que ya habían revelado su deseo de participar, Sanoff y los arquitectos de la firma Adams Group emprendieron el proyecto, donde se exigía un entorno apropiado para 600 niños, ade-más de profesores y padres. De acuerdo a las ne-cesidades, el proyecto se convertiría en un centro de la comunidad. Exigía un gimnasio completo que pudiera convertirse en centro comunitario. Con el fin de apoyar en el proceso, las autoridades locales otorgaron especificaciones de áreas y equipamientos necesarios para la nueva escuela. Sin embrago, esto generó limitaciones, ya que los requisitos dados obe-decían a un tipo de educación estandarizada, mas no enfocada en la localidad en cuestión. Resultó enton-ces evidente que en los procesos de instalación en materia de educación no se tomaba en cuenta ni a los padres ni a los estudiantes. Y es que las evalua-ciones existentes en relación a edificios se desarro-llan usualmente en los campos de la estructura, la se-guridad y la ventilación. Sin embargo, la evaluación del rendimiento social y el comportamiento, vincu-lados a las actividades de educación con el entrono físico, pocas veces ha sido tomada en cuenta. Los resultados son edificios carentes de valores como la identidad y el sentido de pertenencia.

Proceso de participaciónEl tiempo de duración del diseño participativo

fue de seis semanas. El proceso de participación, la recopilación de información y la preplanifica-ción se vieron fusionados, en cierto modo. Sin embargo, la recopilación de información se dio

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Figura 4: Mapa de situaciones (sin escala gráfica) . Fuente: Sanoff, 2006. Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

Figura 5: Mapa de relaciones. Fuente: Sanoff, 2006. Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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Figura 6: Esquema del proceso participativo según Sanoff. Fuente: Sanoff, 2006. Concepto y digi-talización: Caballero, Antony, 2009.

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en todo el proceso en general. Después de hallar las bases o los campos en donde se manejaría el proyecto y después de dar un paseo de recono-cimiento de lugar, en el que los profesores hi-cieron notar su disconformidad con el ruido, los escritorios mal ubicados, la zona de juegos sepa-rada del estacionamiento, etc., se pasó al trazado de objetivos. El análisis de la información culmi-nó con la presentación de un anteproyecto, antes bosquejado por los participantes y concretado (luego de recoger las ideas) por los arquitectos. Después de someterlo a una crítica se llegó a la conclusión de que todas las ideas previas se veían plasmadas de alguna manera en el proyec-to. Acabada la construcción del mismo (1994) se realizó una evaluación posocupacional con el fin de corroborar las proposiciones hechas, lo que dio como resultado la satisfacción general de los participantes y la identificación del sentido de pertenencia del mismo (Figura 7).

El proyecto integró nuevas formas de educación. Inició con talleres y entrevistas exhaustivas hacia los profesores con la finalidad de obtener los argumen-tos y fundamentos base sobre la forma adecuada de enseñar. Con la ayuda de cada profesor se plasma-ron los fines de cada uno de los niveles de enseñanza en las aulas y en el material bibliográfico. Esta etapa de preplanificación se vio reforzada por la opinión de los alumnos, padres y miembros de la comuni-dad pues, como se explicó antes, se había genera-do un conflicto entre aquellos que proponían las autoridades locales y los integrantes de la escuela. Discrepancias como la ubicación de los espacios y la dimensión de los pasadizos, por ejemplo. El de-sarrollo de estos talleres tenía como fin, además, el de generar confianza entre los participantes; darles a entender que el taller no era solo una actividad común, sino un proyecto de vida para sus hijos y para ellos mismos. De esta manera se consolidó el nivel de confianza y el compromiso de los padres.

Los resultados de los talleres con los maestros recogieron ideas importantes, sobre todo relacio-nadas al ambiente y a la enseñanza. Basándose en la bibliografía, se propuso la personalización del entorno educativo, control sobre el movimiento de estudiante, espacios públicos adecuados para la reunión y la comunicación y lugares especializados en los campos de interés de los estudiantes. Sin em-bargo, los participantes no tenían idea de cómo se podía plasmar en planos lo que habían expuesto. Los arquitectos entonces mostraron fotos y diseños

sobre espacios de aulas y espacios abiertos con di-ferentes tipos de relaciones y discutieron sobre las preferencias de los alumnos y profesores sobre el aula. Así los participantes tuvieron una idea sobre aquello que podía hacerse.Después de recopilar in-formación en entrevistas y comentarios de todos los participantes (alumnos, profesores, miembros de la comunidad escolar) se pasó al trazado de objetivos, mediante arduos debates, organizados en pequeños grupos, que tenían como fin proponer objetivos co-munes. “Cuando los estudiantes, profesores, padres, administradores y otros miembros de la comunidad hablan y escuchan uno al otro, adquieres una com-prensión más profunda sobre los retos de la educa-ción y cómo satisfacerlos” (Sanoff. s. f.).

Los participantes decidieron que el principal ob-jetivo consistía en vincular los métodos de enseñan-za con el entorno físico. De allí se desprendió la im-portancia de anexar espacios abiertos (semitechados o sin techar) junto a las aulas, con la finalidad de, además de obtener luz, cumplir con los métodos nuevos de enseñanza.Al mismo tiempo, los emplea-dos del taller de arquitectura y el profesor de arte realizaron trabajos acerca de la escuela soñada con los estudiantes. Mediante dibujos, los estudiantes plasmaron su escuela imaginada. Esta técnica de re-copilación de información tuvo como fin averiguar acerca del imaginario colectivo de una escuela. Al plantear la asignación como un dibujo libre, no se sintieron limitados por causas técnicas. “Entre las imágenes más frecuentes aparecían torres, relojes y ventanas en forma de trifolio” (Sanoff, 2006) (Fi-gura 8).

Los alumnos, profesores y padres realizaron tam-bién poemas donde utilizaron la anáfora “deseo que mi escuela…”, donde los participantes escribían de forma libre lo que necesitaban y deseaban. En el re-sultado se obtenía la necesidad de que hubiese luz en las aulas, apoyaron métodos innovadores para la enseñanza y un atrio de colores brillantes.Después se realizaron trabajos relacionados con la imagen y la organización del proyecto. Estos temas, netamen-te de diseño, pudieron haber sido resueltos por el arquitecto. Sin embargo, al incluir a los participantes, se pudo saber con gran certeza acerca del imagina-rio y la personalidad del conjunto, dando al edificio una identidad preestablecida antes del diseño. Los arquitectos realizaron dos talleres, uno sobre la ima-gen del edificio y otro sobre la planificación del te-rreno (propuesta). En el primero se mostraron diez imágenes de escuelas diferentes con la finalidad de

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que fuesen calificadas de mejor a peor. Previamente se les mostraron imágenes arquitectónicas para au-mentar su bagaje en imágenes. Este proceso brindó información sobre las prioridades de diseño en re-lación a la percepción de volúmenes. En el segundo ejercicio se planteó un taller (dividido en grupos de seis) dedicado a proponer un partido arquitectóni-co que respetara generalidades ya establecidas antes (paradas de bus, campo de futbol, aulas con espacios externos, orientación adecuada y entradas de luz). “La similitud entre las diferentes soluciones consis-tía en el uso deliberado de espacios abiertos y patios interiores, y también en la agrupación de aulas de preescolar, primer y segundo cursos, separadas, a su vez, del grupo de aulas de tercer, cuarto y quinto cursos” (Sanoff, 2006) (Figura 9).

El análisis de la información fue realizado por el equi-po de diseño luego de recolectar todos los datos obteni-dos con anterioridad en los talleres y las entrevistas per-sonales. Una propuesta de anteproyecto se dispuso en forma de plano en el colegio para que los participantes lo vieran y opinaran sobre este en el mismo plano. La intención era generar opinión, con la preposición de que las criticas serían mínimas, ya que todas las ideas aporta-das por los participantes habían sido tomadas en cuenta. El proyecto fue aprobado (Figura 10).

Resultado y críticaEl diseño resultante fue de una tipología nueva,

no se habían hecho antes propuestas en escuelas con estas características, sobre todo, de espacios abiertos anexados a las aulas. A pesar de que el proyecto fue cuestionado por las autoridades (Departamento de Enseñanza Pública del Estado de Carolina del Nor-te) en las innovaciones y el aumento de costo que representaba esta nueva tipología, el proyecto fue respaldado por las autoridades de la escuela, quienes alegaron que se fundamentaba en nuevas formas de enseñanza.

Henry Sanoff, junto con un equipo de inves-tigación de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, después de cuatro meses de haberse empe-zado la ocupación de la escuela (1994) realizó una evaluación pos - ocupacional. Esta evaluación tenía la finalidad de corroborar las preposiciones hechas antes sobre la apropiación del espacio por parte de alumnos y profesores en temas de enseñanza y sobre la participación de de la comunidad en otros espacios. A través de visitas valorativas, encuestas, observaciones sistemáticas del comportamiento en

las aulas y los espacios comunes, Sanoff notó que la apropiación y personalización del espacio ya se es-taba dando, sobre todo en las aulas de menor grado. En las de mayor grado la apropiación del espacio se veía limitado por el enfoque educativo del profe-sor, a pesar de que ellos alentaban la interacción del grupo en diferentes espacios. Sin embargo, se tomó en cuenta que el tiempo trascurrido después de la ocupación había sido muy corto y se intuyó que la apropiación del espacio se daría cabalmente con el paso del tiempo. Después de dos años, mediante una evolución valorativa, se obtuvieron resultados que mostraban una apropiación del espacio ya con-solidada. Mediante el uso de exposiciones continuas en las aéreas de la escuela, la utilización de espacios públicos para conferencias o clases al aire libre y la prolongación de las aulas en espacios blandos dedi-cados a la exposición de trabajos se lograron la per-sonalización del espacio. Tanto los profesores como los alumnos y padres mostraron su agrado respecto al diseño de la escuela, a la vez que reconocían el trabajo hecho por los arquitectos, donde el trabajo en equipo y la participación se habían convertido en piezas clave para la consolidación de la comunidad (Figura 11).

Uno de los principales aportes de la participación es que establece una relación de cercanía entre las personas (estudiantes, profesores, personal adminis-trativo, etc.), además de la mejora en el espíritu de los estudiantes, el cual se vio reflejado en la subida del promedio académico en 10 puntos en un lapso de 3 años (Sanoff, s.f.).En cuanto a las críticas, se podría decir que la calidad arquitectónica se encuentra liga-da más al imaginario de la gente que a la capacidad del arquitecto. Sin embargo, estña contemplado que la comunidad también debe ceder ante las ideas que el arquitecto considera importantes. Los volúmenes son, en realidad, formas que participan con el hom-bre a través de su carácter en el mundo.

Un peligro mayor para la participación radica en la posibilidad de que la comunidad no se encuentre organizada con anterioridad, que las autoridades no tengan como política la participación activa o que el lugar del proyecto se encuentre en una ubicación desfavorable desde el punto de vista urbanístico. En estos casos, la participación requiere una reestruc-turación de manera que pueda ser renovada y re-cuperada. Evidentemente, se trata de un contexto contradictorio y adverso que caracteriza a Latino-américa. Por ello la arquitectura participativa posee la necesidad de abarcar otros campos, tales como

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Figura 7: Lógica del proceso de participación . Fuente: Elaboración propia. Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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Figura 8: Dibujo de un escolar publicado en un periódico local . Fuente: Sanoff, s.f. Concepto y digi-talización: Caballero, Antony, 2009.

Figura 9: Talleres participativos. Fuente: Sanoff, s.f. Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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Figura 10: Plano resultante de la escuela Davidson .Fuente: Sanoff, 2006 Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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Figura 11: Proyecto terminado, publicado de un diario local( Vecinos. 09 de Enero del 94). Fuente: Sanoff, s.f. Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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Antony Caballero Flores

la política y el urbanismo. La interdependencia de los actores arquitectónicos y urbanísticos genera un proyecto integral, no solo en su contexto inmedia-to, sino en un contexto global. La falta de recursos para la realización de proyectos en las zonas pobres de América Latina, más que en obstáculos, se con-vierten en motivo de investigación para aprender a utilizar el máximo de recursos disponibles con un mínimo de presupuesto.

Metodología de la investigaciónEl análisis de casos se realizará desde tres acerca-

mientos. El primero se realizará abordando el tema participativo desde la perspectiva del desarrollo. En este momento, el contexto del ejemplo dará las va-riables necesarias para su calificación. Es decir, las nuevas zonas emergentes de Lima, la cualidad del espacio público y la organización del usuario darán las pautas para elegir las variables donde se podrá ver el grado de participación, para lo cual se volverá, como forma de verificación y comprobación, a los ejemplos. El segundo acercamiento estará enfocado a las técnicas utilizadas en cada objetivo a lo largo del diseño. Este se verá introducido en el relato del ejemplo, pues ello permitirá un mejor análisis que si solo se le extrae del contexto. El tercer acercamiento estará enfocado netamente al punto de vista del di-seño. A lo largo del proceso de diseño se responderá el cómo de la materialización de las ideas.

Como hipótesis, puede resultar interesante des-cribir cómo los casos se verán con el trazado de los mismos objetivos, pero con diferente trayectoria. Resulta apropiado explicar cómo es que el arquitec-to se introduce como tal, se presenta ante la comu-nidad y en qué condiciones queda la comunidad una vez terminado el proceso. Para esto, se realizarán entrevistas a pobladores de la zona, con la finalidad de verificar las conclusiones trazadas y de verificar su sostenibilidad con el tiempo.

Como parte de la síntesis del estudio de casos, se presentará una tabla de contenido. Explicando las variables, una extensión del sistema FODA (fortale-zas, oportunidades, debilidades, amenazas):

1. Ubicación.2. Situación geográfica e urbanística.3. Cantidad de personas involucradas (directa e

indirectamente).4. Fortalezas (antes, durante y después).5. Oportunidades (antes, durante y después).6. Debilidades (antes, durante y después).

7. Amenazas (antes, durante y después).8. Estrategia utilizada.9. Tiempo.10. Costos, presupuestos.11. Porcentaje de gente involucrada en el proceso

participativo.Como variables desde el trabajo desarrollado por

Múnera sobre el desarrollo se agregarán:1. Predisposición de los individuos y/o sujetos

para la participación. Se refiere a la actitud antes del proceso participativo.

2. Estimulo para la participación.3. Posición de los individuos y/o sujetos frente a

la participación.4. Condiciones culturales para la participación. 5. Características de la convocatoria al proceso

participativo.6. Dinámica que mueve la participación.7. Niveles de participación.8. Nivel de legitimidad por parte del Estado o ins-

tancias de poder.9. Mecanismo de comunicación.El desarrollo de los casos se realizará, primero,

a manera de narración, ya que no hay manera de separar los momentos, pues se descontextualizaría la información y esta perdería su sentido. Sin embargo, se agregará una tabla de contenidos como síntesis del proyecto.

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CAPITULO 2-Técnicas del deseño partipativoTécnicas complejas, técnicas simples

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Participación y arquitectura. Diseño en el espacio público. Dos obras recientes.

La técnica en el proceso de participación son las herramientas de interacción, los núcleos que obede-cen a los momentos (preplanificación, recopilación de información, Análisis de información, fijación de problemas y objetivos, diseño arquitectónico, Post eva-luación) que te permiten la interacción con el usuario. Su uso depende del momento, y el momento depende del proyecto que, a su vez, dependen del lugar. En todo caso, las técnicas son la primera línea de interacción de los arquitectos con los usuarios. En este sentido, su funcionamiento es a través de la negociación, el azahar, la suerte, la organización, etc. Son, entonces, las herra-mientas que te permiten pensar sosteniblemente. La diferencia entre un método tradicional y la participa-ción, es que lo que se construye en cada momento, es la relación de confianza. (Figura 12) El éxito o fracaso de un proyecto también se evalúa por esta relación. De esta forma, el momento se identifica como un análi-sis de un hecho, que se pone a prueba y se reflexiona. Entonces, cada momento puede suceder varias veces pues el conocimiento va en aumento (conocimiento compartido) de tal modo que se hace necesaria una re-petición de los mimos.

En este punto podemos diferenciar lo que son técnicas complejas y técnicas simples. La diferencia es que hay una variación de la calidad y del modo como uno consigue la información y de que cosas son consideradas información.

Las técnicas complejas son dinámicas que se ejecutan con una cierta organización. La dinámica busca y analiza la información en movimiento, es decir, dentro de la dinámica. En este sentido la información que se muestra está sujeta a varias otras variables que en su relación de conjunto ha-cen el problema a estudiar. El fenómeno se estu-dia en su estado dinámico, y no se lo secciona o disgrega de sus variables.

Las técnicas simples apuntan a la recolección de información de una manera más pasiva. Es decir, de entrar en la dinámica ya existente y buscar la infor-mación.

Técnicas complejas

El JuegoEl juego es la simulación de una situación de la

realidad en la que se crea un escenario participativo y donde los actores se desenvuelven según un de-

terminado rol. Se crea entonces un escenario para la educación y la participación, el cual resulta propicio para integrar ambos valores en el proceso del diseño participativo. En este contexto, el juego abstrae el problema de la realidad para simularlo de acuerdo a leyes y procedimientos preestablecidos. El juego en el diseño ayuda a lograr un ambiente horizontal, de manera tal que el participante puede cambiar o agu-dizar su punto de vista cotidiano, con lo que obtiene información que sin ese ambiente no hubiera po-dido obtener. Henry Sanoff (Sanoff, 2006) explica que las razones más importantes para la utilización de juegos en el proceso de diseño son:

1. Los participantes asumen sus papeles y discu-ten sobre el problema desde su postura.

2. Los juegos integran la complejidad de detalles es un modelo de perspectiva general, lo que permite al jugador captar detalles que podrían haberse perdi-do de otra manera.

3. Los juegos requieren que se simulen decisio-nes, lo que obliga a actuar a los participantes a la vez que agudiza sus procesos mentales.

Sin embargo, la diferencia fundamental en el jue-go de diseño es que no se trata de una competencia donde hay un perdedor, sino que siempre se mantie-ne en claro que es la opinión concensuada la fórmu-la para que todos resulten ganadores. La interacción del juego permite que los participantes se sensibili-cen hacia una situación de la realidad. Las múltiples perspectivas son llevadas a debate de acuerdo a una estructura preestablecida. Esto permite el entendi-miento de los roles, relaciones y tejidos complejos que se pueden dar en la relación de los participantes. Henry Sanoff (Sanoff, 2006) indica que el arquitecto no solo es el mediador, sino el experto técnico que hace recomendaciones y elabora documentos nece-sarios. El diseño de un juego contiene al menos los siguientes pasos:

- Definir el área del problema que va a ser simu-lado (la entrada a un edificio, una sala y sus muebles, etc.).

- Definir el objetivo y el alcance de la simulación (qué se debe solucionar, en qué contexto).

- Definir a las personas y a las organizaciones in-volucradas.

- Definir los objetivos y motivos de sus partici-pantes.

- Definir los recursos disponibles para los parti-cipantes.

- Definir las transacciones que van a ser simuladas y las reglas de toma de decisiones que habrá que seguir.

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Figura 12: El desarrollo del lenguaje . Fuente: Elaboración propia. Concepto y digitalización: Caba-llero, Antony, 2009.

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- Diseñar el método de evaluación.- Desarrollar el prototipo.- Evaluar y arreglar el prototipo.Entre la variedad de tipos de juegos, existen los

juegos de rol y los de rompecabezas, los cuales in-tervienen directamente en el proceso de diseño y permiten el entendimiento de la situación de una manera diferente. En el juego de rol el participante se ve en una situación distinta, ya que se ve obligado a cambiar su postura y por la de otro participante. En este contexto, los participantes logran visualizar las necesidades de otros y se percatan así de su im-portancia. El tema escogido (la entrada, el espacio público, las aulas, etc.) es puesto en discusión por la opinión de los jugadores para analizar los resultados una vez que culmina la etapa de actuación.

En el juego de diseño de rompecabezas el tema gira alrededor de las posibilidades de ubicación de algún elemento, por ejemplo, la ubicación de los muebles en una sala. En este tipo de juego el par-ticipante busca las mejores ubicaciones posibles se-gún su criterio. En ese sentido, el arquitecto entra en debate con el usuario al evaluar su punto de vista y argumentación. El fin de este juego es de hallar una relación común entre las opiniones, de manera que pueda llegarse a un conceso en la solución.

El taller (interacción de grupo)El taller es un procedimiento intenso, interactivo

y dinámico donde el participante y el guía (en este caso el arquitecto) se encuentran en una situación de constante aprendizaje sobre las relaciones humanas. Las reuniones periódicas permiten la evaluación de los resultados obtenidos a los largo del proceso, lo que implica una constante reflexión sobre lo actua-do. En este proceso es importante haber eliminado cualquier obstáculo que impida la interacción y la participación. En ese sentido, la definición de la es-tructura del taller (su funcionamiento y planeamien-to) permitirá el desenvolvimiento adecuado hacia un proceso colectivo. El taller es el escenario adecuado para la implementación de las demás técnicas de di-seño participativo, las cuales se guiarán de acuerdo a los temas, objetivos y duración. Un máximo de 9 integrantes y un mínimo de 5 es la cantidad ade-cuada para fomentar un taller equilibrado en el cual todos los participantes se sientan libres de interve-nir. La informalidad, es decir, la horizontalidad, es clave para el desenvolvimiento del taller. Sin embar-go, la imagen del líder debe permanecer, de mane-

ra que este pueda actuar como mediador antez los conflictos que puedieran surgir. Es importante que para una buena comunicación se utilicen lenguajes simples (diagramas, dibujos, etc.), de manera que su lectura, análisis y exposición se realicen fácilmente. Así, por ejemplo, un taller se desarrollará de la si-guiente manera:

1. Los participantes se agrupan alrededor de un técnico o profesional responsable.

2. Los participantes se presentan entre sí para sa-ber su posición o rol.

3. El técnico explica la estructura y los objetivos (previamente dados) a los que se debe de apuntar.

4. Se comienza la interacción del grupo hasta llegar a un resultado que capte mejor los requisitos apuntados.

5. Se expone el resultado a los demás grupos para su posterior debate.

Técnicas simples

Medios de comunicaciónLos medios de comunicación (pancartas, afiches,

boletines, etc.) son herramientas básicas que cum-plen la función de divulgar información sobre el proyecto, incentivar el conocimiento y la crítica en general. En un contexto extremo, de poca relación entre los vecinos o de poco interés, los medios de comunicación pueden ejercer una influencia directa e incentivar la participación. Es importante que es-tos medios puedan ser desarrollados por los mismos vecinos para su mayor credibilidad. El Internet y la tecnología permiten la difusión de la información de forma casi directa. Los blogs y las conferencias directas pueden servir como canal, tanto del proyec-to con la comunidad como de la comunidad hacia el mundo.

Recorridos a pie (visitas de campo) Esta actividad permite el conocimiento inme-

diato, por memoria y descripción, de cuestiones positivas y negativas del lugar. Es el ejercicio más común para recaudar información. Es un recorrido que permite redescubrir o percatarse de situaciones familiares o nuevas del lugar. Los recorridos se efec-túan como un primer impacto, un diagnostico visual

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antes de comenzar con el proceso de diseño parti-cipativo y para una revisión después de la construc-ción. Esto da lugar a tener un conocimiento general de la situación, de manera que esta pueda plasmarse en información grafica o cuantitativa. Cuando el re-corrido se hace con los participantes y los técnicos (arquitectos), es importante mantener el diálogo en las situaciones encontradas, pues ello servirá para su posterior crítica en el taller, además de las acciones tradicionales de toma de fotos, medidas, notas dibu-jos etc. Las visitas periódicas en el día y en la semana son importantes, ya que ayudan a comprender el lu-gar en su verdadera dimensión.

Entrevistas y cuestionarios:Las entrevistas y cuestionarios son herramientas

utilizadas básicamente para la recopilación de infor-mación de la realidad, de manera que pueda detec-tarse cualquier tipo de problema. Estas técnicas son flexibles en su uso y están inmersas en el proceso de diseño. Sin embargo, su resultado requiere de un análisis meticuloso, pues generalmente los datos son estadísticos. Pueden dirigirse hacia el conocimien-to de un problema no esclarecido o a la opinión de un contexto cerrado. Sin embargo, las entrevistas pueden ser más abiertas que un cuestionario, ya que aquella implica un trato más personal sobre temas puntuales, mientras que este se utiliza más bien para delimitar márgenes generales. Una de las conside-raciones a tener en cuenta al momento de utilizar cuestionarios es tomar en cuenta que es más eficaz hacer preguntas cerradas de manera que de su análi-sis resulte una estadística objetiva.

Diagramas (mapas, planos, cuadros, etc.)En la diagramación de mapas se puede obtener infor-

mación sobre el imaginario urbano y las diferencias de per-cepción entre las personas. Permiten además conocer las necesidades y prioridades más urgentes del lugar, cuáles son las situaciones que generan más impacto, en qué situación se dan, etc. En este contexto se pueden realizar mapas sobre el imaginario urbano de los participantes o identificar cuáles son las características del lugar. En ambos casos se busca la experiencia de cada participante para obtener informa-ción sobre los lugares y objetos que le son más importantes y representativos. Cuando se plasma información en un mapa prefijado se divide cada mapa en temas (circulación, parques, basureros, etc.) y se crean gráficos (calcomanías, estampas, etc.) que representen una situación o personajes

(jugar, policías) que se montarán luego en el mapa. General-mente se acompañan con preguntas que ayuden a dilucidar información relevante como qué actividades se realizan en el barrio, qué lugares frecuenta determinado usuario, etc.

Los diagramas son herramientas útiles para la ex-posición de la información de una manera clara y precisa. Mediante cuadros y estadísticas, el diagrama proporciona la información suficiente para poner-la en discusión. Los diferentes tipos de diagramas comprenden los calendarios (organización de situa-ciones en el tiempo, tales como el clima, las esta-ciones, las fechas importantes, etc.), los diagramas de flujo (muestran relaciones de causa y efecto), las matrices (tablas de entradas que permiten visualizar tejidos complejos), las líneas de tiempo y los orga-nigramas (que permiten visualizar las relaciones de jerarquía de diferentes actores y situaciones).

MaquetasLas maquetas son herramientas dinámicas que

permiten tanto al técnico como al participante aden-trarse en el problema espacial en tres dimensiones. Resulta de suma utilidad, ya que es una herramienta didáctica que permite el debate y el diálogo. A di-ferencia del material grafico, su uso implica movi-miento y manipulación, lo que otorga al participante y al usuario una herramienta de lenguaje simple. Su implementación puede darse en la etapa de zonifica-ción del proyecto (el partido del proyecto a través de volúmenes) o en la etapa de amueblamiento. La vo-lumetría establecida puede ser prefigurada solo por el arquitecto, lo que determina una pre visualización de la arquitectura.

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CAPITULO 3 – Aplicaciones Diseño participativo en el espacio público en zonas emergentes de Lima

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En el Perú, específicamente en Lima, el diseño participativo surgió con el urbanismo, en la apro-piación y en la planificación urbanística de ciudades. Desde los años 40, donde comenzó el proceso de urbanización debido a la migración a la capital, la base cultural de la organización de los migrantes permitió la aproximación a la participación desde el punto de vista de la búsqueda, la organización y la apropiación del territorio y de la sociedad a través de la autoayuda y la ayuda mutua. El Estado recién comenzó a interesarse en esta problemática alrede-dor de los años 50, en el ámbito de la salud (agua, desagüe, enfermedades, etc.). En esta aproximación participaron básicamente ingenieros, arquitectos, etc., quienes se percataron de la urgente necesidad de los migrantes en temas de urbanismo. Es así que arquitectos extranjeros como John Turner y otros peruanos como Federico Mevius comenzaron a in-teresarse en las dinámicas que comenzaban a acele-rar el proceso de apropiación del territorio (Diego Robles).

El Estado, ante la urgente necesidad de ordenar las nuevas expansiones de la ciudad, adoptó políti-cas que resultaron en cierto modo apresuradas. Tras la promulgación de la Ley Orgánica de los Barrios Marginales N° 13517 (Febrero de 1961) el gobier-no de Prado intentó reubicar a los migrantes en lo-tes previamente establecidos, con lo cual se buscó evitar el desorden. Sin embargo, esta solución fue solo parcial, pues no aseguró la habilitación urbana (en cuestiones de luz, agua, desagüe, vías de comu-nicación, etc.) con lo cual los migrantes quedaron desconectados y segregados de la ciudad formal de manera social, territorial y económica. Ante esta problemática, los migrantes optaron por la solución de crear comités, agrupaciones y grupos vecinales con diferentes funciones, los cuales tenían la finali-dad de conseguir la consolidación formal de las nue-vas ciudades. El Estado implemento nuevas leyes y creó nuevas organizaciones que se encargaron de dar posibles soluciones a las barriadas en su proce-so de consolidación. Así se creó la Cooperación Na-cional de Vivienda, Cooperación Popular y la Ley de Planificación de Base, Ley de Municipalidades (en el gobierno de Belaúnde). Estas leyes y esa forma de organización demuestran la presencia de la par-ticipación en la democracia, y cómo esta se fue de-sarrollando y transformando con más profundidad desde el punto de vista político. Se creó el Instituto Nacional de Vivienda, los Mutuales y Cooperativas de Vivienda. Se hizo evidente que la prioridad debía

otorgársele al problema de la vivienda. En 1968 se creó la Oficina Nacional de Desarrollo de los Pue-blos Jóvenes, la cual ayudó a desarrollar Villa el Sal-vador, con lo que se logró expandir la participación hasta la auto-gestión. Según una entrevista con el arquitecto Diego Robles (Ballen, M. ,2007), la dife-rencia fundamental de la participación con respecto a otras organizaciones radica en que esta parte desde “la base que es la manzana, luego el módulo inter-medio, hasta al comité barrial. Eso significa que la participación es más directa.”

Tras el segundo gobierno de Belaúnde, se pro-mulgó la segunda Ley de Municipalidades. Esta ley produjo cambios importantes en la manera de gestionar los municipios. El poblador perdió capa-cidad de organización, ya que la nueva ley impedía y restringía la participación. Además, el modelo de gestión por el que se optó produjo otras líneas de desarrollo enfocadas en dinámicas económicas y no sociales. La ciudad deseada, entonces, tenía como modelo la ciudad formal. Los nuevos Municipios, enfocados en el desarrollo desde esta perceptiva, no se percataron de la importancia de la gestión y el desarrollo como base social hacia un nuevo modelo de ciudad emergente. Así, los comedores populares, vasos de leche y los espacios públicos fueron, por largo tiempo, ignorados desde el punto de vista ur-banístico de base social.

Desde la década del 60 hasta los 80, el Estado desarrolló programas integrales que trataban el tema de las invasiones de una manera integradora. Se pro-mocionaron diversos proyectos de urbanismo, los cuales buscaban prever y diseñar complejos urbanos de gran envergadura para las nuevas oleadas de mi-grantes, tomando en cuenta la experiencia adquirida y el análisis de los procesos de invasión y consolida-ción. Con esto, la gestión municipal de Barrantes pro-dujo proyectos importantes. Uno de ellos fue el caso de Huycán (Programa Especial Huycán), diseñado por el arquitecto Eduardo Figari y Gustavo Rio Frio con Jorge Ruiz de Zomocurcio. Este proyecto, mediante un método integral que contemplaba las nuevas ideas de participación popular, planificación, desa-rrollo progresivo, etc., desarrolló una manera distinta de apropiación del territorio. El arquitecto Figari lo re-sumió así: “la intención principal del Programa Hu-ycán es tratar de adecuar en forma óptima los mé-todos e instrumentos de planificación urbana, a lo que ha sido la expresión espontánea de expansión de las ciudades de la costa peruana durante los últimos cua-renta años”. (Figari, E. citado en Ricou, X. 1988:3)

Introducción al contexto limeño

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Sin embargo, todos los avances sobre el tema de las expansiones urbanas y el diseño participativo se vieron perjudicados, y de alguna manera estan-cados, por el surgimiento del terrorismo (Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru), el cual llegaría a su punto de efervescencia en la segunda parte de la década de los 80 (entre los gobiernos de los ex presidente Fernando Belaunde y el primer gobierno de Alan García). Los métodos integrales de desarrollo fomentados por el Estado se debilitaron y perdieron su efectividad. Para este entonces la formalización de las invasiones ya se ha-bía consolidado en la fundación de distritos como Villa el Salvador, Villa María del Triunfo, San Juan de Lurigancho, etc. y la participación se producía en Trabajo promovidos por el Estado en obras meno-res con mano de obra local, el cual consistía en que la misma población construyera una obra pública, de manera que se le pagara a ellos mismos por el trabajo.

Tras el cambio de gobierno en el año 90 (Alberto Fujimori), se logró disminuir la acción del terroris-mo considerablemente en el país. Sin embargo, se produjeron cambios en la gestión pública y admi-nistrativa que incrementaron la demora de ejecución en las obras urbanísticas. Además, en relación con la lógica de las invasiones, el contexto social y econó-mico cambiaron, ya que las nuevas expansiones de la ciudad ya no se producían mayoritariamente por migrantes, sino por los hijos y nietos de estos. Sus necesidades, anhelos y disponibilidades de territorio habían cambiado.

Durante el gobierno del ex presidente Alberto Fujimori se produjeron cambios en la gestión pú-blica. Se adoptó una política centralista y autoritaria, que le quitó facultades a los Municipios y centró las actividades administrativas en el poder central. De ese modo, un proyecto promovido por los munici-pios demoraba en ejecutarse, puesto que pasaba a la revisión de la administración central, tras lo cual demoraba largo tiempo en su aprobación. Esto dis-minuyó la confianza hacia las autoridades por parte de los pobladores. La política paternalista y cliente-lista optada por el gobierno agravó la situación de los habitantes, puesto que se tergiversó el papel del Estado en los programas de desarrollo, donde se asumió que solo este podía promover proyectos y que, por lo tanto, el rol del ciudadano se limitaba a pedir y esperar una respuesta. La población se su-mergió en una actitud pasiva y clientelista, lejana a la participación.

Los nuevos habitantes descubrieron que el espa-cio disponible ya no era el mismo, ya que los terre-nos relativamente planos prácticamente se habían acabado o estaban muy lejos de la ciudad. Así, opta-ron por invadir las quebradas y los cerros aledaños a los terrenos ya consolidados. Esto trajo como con-secuencia que los proyectos de habilitación urbana encontraran más dificultades y se volvieran más costosos, puesto que el territorio incluía un factor dominante: la pendiente. Además, se formó un ur-banismo distinto en las quebradas en relación a su crecimiento. Los nuevos asentamientos se organiza-ban de acuerdo a un eje longitudinal (la parte baja de la quebrada), la cual se habilitaba como acceso vehicular. Las casas se organizaban de acuerdo a ejes transversales al eje principal, con lo que la fachada principal daba hacia la quebrada. Nuevas jerarquías sociales se formaron. La gente “rica” se ubicaba en la parte plana, seguida por la gente “pobre” ubicada en la quebrada, y dentro de este conjunto, la gente más pobre se ubicaba en la parte más alta de la lade-ra, ya que habían sido los últimos en llegar.

El regreso al sistema democrático (año 2000) tra-tó de incentivar nuevamente las políticas participati-vas, apoyadas por las diferentes organizaciones. Sin embargo, se evidenciaron nuevos problemas, como malos hábitos adquiridos a raíz del régimen anterior. La mantención del poder, la politización de las or-ganizaciones vecinales y la corrupción generalizada son problemas que aún persisten en todo el Perú. Es evidente que en su momento el poder político sirvió como arma contra el terrorismo. Sin embargo, ese poder político pasó a convertirse en una traba ante la nueva urgencia de crear ciudadanía y desarrollo sostenible. En este contexto, el espacio público apa-rece como la mejor arma para comenzar y finalizar los planes de desarrollo. Pepi Patrón (2000), investi-gadora sobre temas del espacio público, explica que “Si dejamos de pensar la política en los términos estrictamente modernos de lucha por el poder, la lucha por conquistar el Estado, y la entendemos de manera amplia como una actividad inherente a los hombres y mujeres en general y a nuestra condición de ciudadanos(as) en particular, descubriremos que la noción de “esfera” o “espacio” público puede re-sultar sumamente enriquecedora para comprender nuestro tiempo”. (p.6)

No obstante, la idea de espacio público se vio ter-giversada, ya que los centros comerciales se convir-tieron en el símbolo del espacio público idóneo que representaba la modernidad y el desarrollo; cuando

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en realidad tan solo se privilegió el consumo y se confundió a la población respecto a la verdadera concepción de espacio público. Es tarea urgente de los arquitectos y urbanistas el hacer prevalecer y ayudar al resurgimiento del espacio público como el lugar por excelencia de las interacciones de los usua-rios de una manera libre, sin restringir su acceso y permitiendo actividades ajenas a él. Son estos espa-cios los que evitan que la sociedad entre en conflic-to, actuando como válvula reguladora de la presión segregadora de la sociedad.

El Presupuesto Participativo (PP), Ley Marco del Presupuesto Participativo No 28056, apareció como una de las últimas cartas de gestión y planificación de la ciudad que busca devolverle poder (de manera positiva) a las organizaciones de base. Si bien es cier-to esta ley parte de un principio atomizador (los pro-yectos consecuentes no están integrados ni integran un proyecto mayor, ni distrital ni a escala de ciudad), su intención es la correcta: devolverle la gestión de la ciudad a los ciudadanos. Para Laura Soria, jefa del Programa Urbano de DESCO, el Presupuesto Participativo es un sistema que trata de “vencer los mecanismos de exclusión percibidos como norma-les, modos de gestionar la ciudad sin considerar las demandas ni intereses de la ciudadanía y sin una vi-sión integral de ciudad buscando integrar estas a una mejora calidad de vida de quienes habitamos en ella” (Soria, s.f., 2). Estos procesos se encuentran enmar-cados en el reconocimiento de los grupos sociales y su dominación del territorio y el espacio público social con el fin de articular “las demandas de la ciu-dadanía y agregación de los intereses, posibilitando la reconstrucción de redes sociales y la modificación del aparato de gobierno a partir de la inclusión de la comunidad organizada en los espacios de toma de decisiones, llevando a este hacia un modelo de gestión más democrática de la ciudad” (Soria, s.f., 12). Si bien es cierto existen otros mecanismos, este es meritorio porque trabaja con las organizaciones de base para obtener respuesta a las problemáticas de la ciudad. La presencia del arquitecto en este me-canismo se comienza a dilucidar en diferentes pun-tos del proceso, donde adopta la figura de impulsor, promotor, mediador o, finalmente, concretizador de la propuesta participativa. En ese sentido, el “éxito” del arquitecto puede ser medido en términos socia-les según su cualidad de impulsar, mediar y concluir

propuestas, de manera que puedan dar a las organi-zaciones de base una mayor visión sobre la ciudad y su relación social. Sin embargo, como lo explica L. Soria, la principal traba en el modelo de presupues-to participativo es que “desde los propios espacios submetropolitanos, lo distrital sigue estando limita-do a circunscripciones territoriales con fronteras de-finidas y con reducidas lecturas de desarrollo articu-lados e integrales de los territorios” (Soria, s.f., 13). La poca o nula articulación de los municipios ante una visión de Lima como conjunto trae como con-secuencia una ciudad fragmentada social y espacial-mente, lo que afecta más a la Lima emergente que a la ciudad ya consolidada. La marcada diferencia de presupuesto y la eficacia al momento de ponerla en obra agudiza aun más esta problemática.

Ante el reciente boom del negocio inmobiliario, la fuerza articuladora entre el ciudadano y las autorida-des se ve amenazada ante el negocio de las empresas privadas y las autoridades a espaldas del ciudadano. Como lo explica el arquitecto Robles, “los chilenos que llegan a invertir están esperando que cambie la zonificación para empezar a hacer edificios de 20 pi-sos a más. Un negocio espectacular. Esta presión de las inmobiliarias, entonces, cae sobre los municipios y tiende a ahogar y acorralar toda pelea de la socie-dad civil por una mejor calidad de vida, de espacio público, etc. El tema es que actualmente el alcalde no es un líder, es un cómplice de lo que pasa. Pre-supuesto Participativo en Lima no hay. Plan Con-centrado en Lima no hay. Tienes tú a la gran Lima dando la espalda a algo que es la Ley. Los planes de Castañeda son ilegales, no cumplen lo que dice la ley” (Ballén, M, 2007).

En este contexto, diferentes organizaciones bus-can, mediante la metodología participativa de ges-tión, planeamiento, diseño y construcción, una res-puesta adecuada a los problemas sociales y espaciales de arquitectura y espacio público. Dos ejemplos han sido seleccionados para el tema de participación en el diseño arquitectónico por su complejidad y su pertinencia en el tiempo y el espacio territorial de las zonas emergentes de Lima. Existe la firme creen-cia de que este tipo de aproximación desde varias dimensiones es una respuesta de gran fuerza que puede llegar a solucionar los problemas de desarti-culación y desigualdad social.

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Proyecto Nueba 2, Nueva Esperanza, Villa María del Triunfo

DESCODESCO, Centro de estudios y Promoción de

Desarrollo, es una organización no gubernamental (ONG) creada en 1965 con la misión de promover, con los sectores populares, alternativas de desarro-llo que mejoren su calidad de vida. Como institu-ción líder en propuestas de desarrollo que inciden en políticas públicas y de cooperación, y frente a los sectores con los que trabaja y las instituciones de cooperación al desarrollo con las que se vincula, DESCO basa su formación en 5 principios:

1. Trabajar por un desarrollo nacional equitativo, sostenible y descentralizado, basado en una institu-cionalidad democrática y participativa.

2. Sostener que el fortalecimiento de capacidades económicas, sociales, políticas y culturales mejora la posición de los grupos menos favorecidos en la sociedad.

3. Creer que la construcción de ciudadanía y el fortalecimiento de la sociedad civil mejora la parti-cipación de los sectores populares en la política y el mercado.

4. Cultivar un pensamiento crítico orientado al desarrollo humano y la democratización de la socie-dad para generar propuestas de política alternativas.

5. Ser una institución democrática, innovadora y plural, cuyos miembros practican y promueven los valores éticos y la solidaridad.

La institución se ha desarrollado en el Perú mediante 4 programas, los cuales manejan ámbi-tos económicos, socioculturales, político institu-cionales y ambientales. Dichos programas son: el Programa Sierra Centro, Programa Selva Central, Programa Regional Sur y Programa Urbano. Este último se desarrolla en Lima Metropolitana, con mayor incidencia en Lima Sur (Villa el Salvador, Vi-lla María del Triunfo, San Juan de Miraflores, Lurín y Pachacamac). Se desenvuelve y organiza con tres líneas temáticas de intervención y una línea de investigación aplicada, con la finalidad de cons-truir políticas públicas urbanas para el conjunto de la ciudad:

- Línea de Desarrollo Económico Local.- Línea de Gestión Local.- Línea de Mejoramiento de Barrios y Vivienda.- Observatorio Urbano.

DESCO se desenvuelve mediante proyectos ur-banos que tienen como fin el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes. Para ello, la insti-tución busca incentivar la participación de estos en el desarrollo del proyecto mediante la creación de programas urbanos, gracias a sus experiencias, que permiten el mejoramiento de la gestión y planea-miento urbano local o distrital del lugar. El trabajo en conjunto con las autoridades y los habitantes y su fortalecimiento a través de la participación es el fundamento de la institución. Para DESCO “pla-neamiento urbano participativo” y “diseño arqui-tectónico participativo” van de la mano, y conside-ran a este último parte del proceso del primero. El planeamiento urbano lo realizan entonces con las autoridades y los habitantes para lograr el desarrollo sostenible de lugar y el diseño arquitectónico parti-cipativo de los proyectos para sensibilizar y generar identidad. Se termina así el círculo de participación tanto en el campo del deseo como en el campo de la acción.

En la aproximación de un proyecto y el método aplicado es adecuado tener una forma de interven-ción correcta y ordenada que implique no solo la trasformación de la superficie de la tierra, sino tam-bién la transformación social, política, ambiental, económico-productiva, etc., “dándose en varias instancias simultaneas, más allá de lo netamen-te espacial o constructivo; con una lógica que se aproxima a la del ordenamiento territorial.” (Takano, G. 2007: 12)

Entonces, el ordenamiento territorial implica un en-tendimiento del lugar como parte de un todo y que su intervención debe ser sostenible. Su proceso es técnico-administrativo y entrelaza, en la toma de decisiones de los actores, tres aspectos que a su vez se interrelacionan con dinámicas mayores a diferentes escalas:

- El aspecto social: que recoge las necesidades y expectativas colectivas. Busca la interrogación social mediante la identidad.

- El aspecto económico: regula los ciclos de pro-ducción, intercambio y consumo y cómo estos se desarrollan en el territorio.

- El aspecto ambiental: con la base y finalidad de demostrar un escenario natural y de desarrollo.

Los procesos metodológicos dependen de las diná-micas encontradas en el lugar que, para su enten-dimiento, requieren diagnósticos a diferentes escalas (barrio, distrito, etc.) y de diferentes enfoques (arqui-tectónico, social, económico, etc.) para poder fijar

La Amistad

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objetivos de acuerdo a los problemas encontrados, siempre en relación a los recursos del contexto y su posi-ble réplica en otros contextos similares.

Contexto y propuestaVilla María del Triunfo es uno de los cuatro dis-

tritos de Lima Sur. En él se encuentra la quebrada de Santa María, la cual pertenece a Nueva Esperan-za, una de las 7 zonas que configuran el distrito, y que es denominada “Villa María 4” (Figura 13). El distrito descansa en una quebrada de base amplia donde su principal vía, la Avenida Pachacútec, une las 7 zonas de manera longitudinal. En la década de los 50’s, una línea férrea conectaba lo que hoy es Villa María del Triunfo con Lima Central. Esta vía dejó rezagos que han sido abordados en su mayoría por la avenida Atocongo y que doblada en la actual avenida 26 de Diciembre, para asegurar la pendien-te, conectando la zona de Nueva Esperanza con la ciudad. Es a la altura del paradero 4 de esta aveni-da donde se realizaron las primeras ocupaciones. Su fundación se encuentra fechada el 26 de diciembre de 1950. Nueva Esperanza se expandió creando dos nuevas sub-zonas urbanas denominadas “César Va-llejo” y “Virgen de Lourdes”. La primera es la de más reciente formación, y está ubicada en el punto donde la quebrada Santa María pertenece a Virgen de Lourdes –ubicada en la cabecera de esta sub-zo-na (Figura 14). Cabe mencionar que la sub-zona de Virgen de Lourdes tiene solo el 20% (el porcentaje más bajo) de equipamiento en buen estado (educa-ción, comercio, servicios públicos, centros de culto, salud, servicio comunal, etc.), además de tratarse de la zona en estado más crítico en el abastecimiento (solo el 50% de ella está abastecida) por falta de ac-cesibilidad.

La zona 4 tiene una población de 56,512 habi-tantes (14,128 familias), lo que constituye el 15,2% del total de población del distrito. Se trata por ello de la zona con mayor crecimiento poblacional en los últimos 10 años (Figura 15). Geográficamente, el distrito posee una ubicación de difícil acceso, ya que está compuesto por las estribaciones andinas que forman quebradas de alta pendiente (la quebrada de Santa María es una de ellas). Socialmente, el 86% de la población integra los estratos socioeconómi-cos medio-bajo y bajo. En relación al urbanismo, el distrito está predominantemente constituido por viviendas y comercios, donde el comercio se desa-rrolla a escala menor en micro y pequeña empresa

(mypes), con escasos espacios recreativos y de ocio (espacios públicos) que las integren. El tren eléctrico tampoco contribuyó a la búsqueda de integración, pues su tendencia fue a separar el distrito en dos (Figura 16).

La quebrada de Santa María, ubicada en la cabe-cera de Virgen de Lourdes, surgió en la década de los 90’s a causa de las nuevas migraciones e inva-siones, las cuales, al no encontrar un terreno dispo-nible, se trasladaron a la quebrada. La zona urbana en esta quebrada (y en todas las del distrito en ge-neral) está en constante crecimiento informal. Está conformado por seis barrios: Santa María (el más antiguo), Virgen de Las Mercedes, Héroes del Ce-nepa, Alex Rafael Chacón, Ampliación de Villa de Lourdes y Juan Valer. Este último se encuentra ubi-cado en la parte más alta de la quebrada (Figura 17). El territorio es de muy mala condición física para la construcción de viviendas. No obstante, cuenta con lotizaciones y muchos de los habitantes son dueños de un título de propiedad. Este es requisito para la dotación del servicio de agua y desagüe, pero no para la electricidad, por lo que la mayoría opta por un tendido eléctrico. La zona poblada es rocosa (estribaciones andinas), de difícil acceso peatonal y vehicular (univiales), carente de servicios básicos y mayoritariamente construido con viviendas preca-rias que hacen de esta una zona de pobreza extrema (Figura 18). En su conjunto, agrupa a una población aproximada de 5,500 habitantes, distribuidos en 1,133 lotes, que ocupan un área de 35.57 hectáreas (Llona, 2008: 33).

Las organizaciones sociales, formadas ahora por los nuevos migrantes, son parte importante para la consolidación y la legitimidad de la nueva zona. Estos, además, responden a necesidades diferentes (dirigentes vecinales, mesas de concertación, consul-tas ciudadanas, cabildos abiertos, etc., apoyados por el presupuesto participativo) correspondientes a la nueva sociedad compleja. Sin embargo, esta nueva organización no presenta articulación, puesto que su creación fue determinada para un objetivo en sí, con lo que, alcanzado este, el grupo termina por disolverse (ad-hoc), lo que hace que su peso ante las autoridades sea ligero. Además, los nuevos di-rigentes encuentran dificultades para legitimarse, ya que entre las habilidades que requieren no solo se encuentra el conocimiento dirigencial, sino también la facultad de hallar una coherencia entre los grupos que participan con la concertación para resolver sus problemas más eficientemente. En este contexto, la

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Figura 13: Ubicación de Villa María del Triunfo e identificación de zonas. Fuente: DESCO, 2008. wikimedia.org. Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

Figura 14: Ubicación de Virgen de Lourdes. Fuente: DESCO 2008, Google Earth 2005.Concepto y digitalización: Caballeo, Antony, 2009

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participación ciudadana en temas de planificación y de gestión urbana (aunque sea para cubrir necesida-des básicas y su articulación débil) está preestableci-da, pero no deja de ser débil, y los pobladores des-confían de cualquier propuesta debido a las malas experiencias previas con otros proyectos.

El papel de las autoridades hacia esta nueva situa-ción de migraciones a zonas peligrosas no ha sido establecido, ya que no es parte de la planificación general. Es decir, las autoridades no tienen una po-lítica ante esta problemática más que en proyectos puntuales que no están integrados. Es evidente que la falta de confianza de los habitantes de estas zonas nuevas hacia la autoridad es uno de los problemas que se deben solucionar si es que se desea una re-generación de políticas adecuadas a las necesidades actuales. Además de integrar las necesidades de las organizaciones barriales a objetivos comunes y que su cumplimiento no culmine en su disolución. Sin embargo, esto no ocurre en las zonas consolidadas, que son parte de la gestión y planificación de la mu-nicipalidad, donde la participación de los habitantes esta institucionalizada en la creación del presupues-to participativo que busca, justamente, la participa-ción en la gestión de proyectos. Al inicio de su pro-yecto, DESCO encontró esta situación, favorable en relación a las políticas preexistentes, pero en la que el alcance de la participación no llegaba de manera eficiente todavía.

DESCO decidió actuar sobre esta quebrada al ver que no disponía de la calidad de las otras zonas, además de presentar todos los problemas econó-micos, sociales y políticos estudiados hasta el mo-mento. Este sector había crecido de manera espon-tánea, sin una planificación urbana, lo que afectaba todavía más la calidad de vida de los habitantes de la quebrada de Santa María. La experiencia de la institución en otros sectores ayudaría a implemen-tar el mecanismo del CPP como movilizador de la población.

“Una de las experiencias más relevantes sobre las que se basó el Concurso Participativo de Proyectos, fue la ‘Bolsa de iniciativas y Proyectos’, estrategia dise-ñada bajo las mismas características, pero para pro-yectos educativos. Desde ese entonces nos quedó claro que las estrategias de este tipo nos permitían fortalecer a la comunidad local en la medida que se convertían en protagonistas de su propio desarrollo (…). Sin embargo, también constatamos que este tipo de mecanismo participativo por sí solo, sin volun-tad política del gobierno local como promotor del

desarrollo, perdía su dimensión estratégica”. (Llona, 2008: 52).

Proceso de participación y técnicasPresentado ya el contexto social, económico, am-

biental y urbanístico de la zona, DESCO precisó que era necesario, antes de comenzar con la propuesta, la reconstrucción de la confianza y de las organizacio-nes vecinales, así como la mejora de la relación con las autoridades para crear una plataforma adecua-da para la participación. Mediante el mecanismo de gestión Concurso Participativo de Proyectos (CPP), se inició el proceso del proyecto para el mejoramien-to urbano del espacio público. Este formó a su vez parte de un proyecto mayor denominado “Nueva Esperanza: mejoramiento de nuevos barrios de Villa María del Triunfo y Villa El Salvador a través de la participación en la gestión urbana”, y fue ejecutado dese la Línea de Mejoramiento de Barrios del pro-grama Urbano de DESCO.

La zona, como se explicó, gozaba de caracterís-ticas sociales organizacionales preestablecidas tales como la ocupación del suelo, las organizaciones sociales de base (vaso de leche, comedor infantil y comedor popular), asambleas vecinales o juntas di-rectivas, etc. La morfología de la quebrada permitía que se creara un subsistema urbano, ya que agrupa-ba a varios asentamientos en relación a la cota me-nor que era el acceso a las mismas. La relación con la autoridad se vio debilitada por las constantes estafas e incumplimientos para la dotación de agua, el des-agüe y la titulación. Los dirigentes vecinales sufrían la misma suerte, pues su valor era reducido al de me-ros tramitadores para la gestión de necesidades bá-sicas. Sin embargo, todos los esfuerzos se tornaron alrededor del objetivo común de la dotación de agua y desagüe y la titulación de tierras, por lo que se dejó de lado el desarrollo en las relaciones inter barriales, lo que terminó por generar falta de preocupación e incluso discriminación entre ellos.

Todo esto permitió a DESCO realizar tres su-puestos que, en su trabajo, ayudarían a la afirma-ción de relaciones entre los vecinos y la autoridad. El primero, que en la consolidación e integración de las organizaciones que se presentaban de manera esporádica se podría establecer una base social para el desarrollo del proyecto. El segundo, que en rela-ción con el ordenamiento territorial, si bien Cofo-pri ya tenía trazada la lotización para las siguientes invasiones, no se había generado una planificación

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Figura 16: Ex-vía del tren. Fuente: Google Earth 2005.Concepto y digitalización: Caballeo, Antony, 2009

Figura 15: Concentración poblacional. Fuente: DESCO 2008.Concepto y digitalización: Caballero, Flores, 2009.

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Figura 17: Zonas de Villa de Lourdes. Fuente: DESCO, 2008.Concepto y digitalización: DESCO, 2008

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que considerara su desarrollo, sobre todo en los espacios públicos y calles, que solo aparecían en el plano, mas no en la realidad. Su trabajo, mediante el CPP, brindaría la oportunidad de realizar una pla-nificación que sería participativa. El tercero, que en el gobierno de ex presiente Alberto Fujimori, se ha-bía establecido que la relación con el habitante debía de ser clientelista, es decir, debía utilizársele como un medio para conseguir un fin, que en este caso era político. En otras palabras comprar su voto con obras concretas que simbolizaran desarrollo, como pistas, escuelas, veredas, entre otras, pero que no eran el verdadero desarrollo en términos sociales de integración y planificación. Con el CPP lo que se buscó fue una nueva visión, la cual, enmarcada con obras puntuales, era un proyecto que aspiraba a un objetivo mayor, tanto social como físicamente. En-tonces, se utilizó la necesidad por adquirir servicios básicos como un objetivo común para la formación de un sistema participativo de organizaciones vecinales capaces de planificar y gestionar su desarrollo con las autoridades mediante la construcción de obras puntua-les. Para realizarlo, se desarrolló un mecanismo que permitiera plasmar los lineamientos generales: el CPP.

El proyecto del CPP diseñó tres componentes para su aplicación, los cuales fueron obras de infraestruc-tura, fortalecimiento de capacidades y comunica-ción. Con estos componentes, el proyecto buscó la participación activa de los habitantes en la gestión de su territorio de manera sostenible. El proyecto se constituyó mediante circunstancias que se configu-raban de acuerdo al contexto social, territorial, ur-banístico y ambiental. De esta manera se implemen-taron las estrategias y técnicas para cada objetivo, lo que dio como fin la reconstrucción de las relaciones sociales en primer lugar y, después, la implementa-ción de la gestión participativa de proyectos. La ex-cusa inicial, para que la gente interviniera fue el me-joramiento de los espacios públicos de la zona, que serviría como puente para la realización mayor de conseguir una articulación de los barrios mediante la formación de organizaciones fuertes que hicieran frente a sus necesidades a corto y a largo plazo.

Ya en la quebrada se habían presentado ejercicios de participación (ejercicios porque no se trató de una participación continua ni de toda la población comprometida) que, mediante faenas, proponían solucionar problemas urgentes. Muchos de estos ejercicios nunca se terminaron. Sin embargo, otros se llegaron a culminar, pues la urgencia así lo ame-ritaba, como el caso de la limpieza de la vía central,

que presentaba exceso de piedras y zanjas, lo que dificultada el acceso de autos, además de aumentar los precios debido a las condiciones de la vía. DES-CO tomó en cuenta el concepto de faena para el proyecto, pues simbolizaba mano de obra no cali-ficada que, mediante asesoramiento técnico, podía mostrar un buen resultado. Otro de los aspectos a tomar en cuenta fue la presencia de la mujer como actor activo en su barrio. A diferencia del hombre, que salía del barrio por motivos de trabajo, por lo general la mujer actuaba con más frecuencia en las organizaciones vecinales (vaso de leche, comedores populares) que, sin embargo, no se encontraban ar-ticuladas ni generaban objetivos comunes.

El CPP se organizó en tres etapas, cada una de las cuales se vio guiada por dos ejes: el de la infraestruc-tura para el fortalecimiento de las capacidades para la gestión y planificación del territorio, y el de la par-ticipación como movilizador de la comunidad, tanto en la gestión y planeamiento como en el diseño de las obras. Las tres etapas comprendían, el análisis y el plan de la intervención, el CPP y la evaluación, transferencias y reflexiones (figura 19).

La primera etapa de estudios y diagnósticos se di-vidió en tres líneas de acción. Una en relación con la línea de base del proyecto donde se buscaba analizar dos temas: saneamiento básico (agua y desagüe) y la situación de las organizaciones vecinales y su re-lación con sus líderes. Este análisis ayudaría a saber qué tan desarticulada se encontraba la zona en rela-ción con la autoridad y con ellos mismos. Permitiría también fijar estrategias para la reconstrucción de confianza, ya no con fines políticos sino con fines ciudadanos. La otra línea de acción se dedicó al diag-nóstico urbanístico de Nueva Esperanza, que servi-ría posteriormente como base para la planificación urbana participativa de la zona. Básicamente se hizo la recopilación de información, tanto técnica (datos sobre la infraestructura urbana) como participativa (sobre necesidades y particularidades de la zona). Finalmente, la última línea de acción fue la de co-municación. Todas estas líneas se podrían resumir como el reconocimiento de la situación, como una recopilación de la información en varios ámbitos para pasar, enseguida, a elaborar el CPP, que tenía como excusa la construcción de la infraestructura para la recomposición de las relaciones organizacio-nales entre los pobladores y la autoridad.

La segunda etapa, CPP, es la estrategia o el meca-nismo creado para este caso en particular, que pro-pone el concurso de proyectos de mejoramiento ba-

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Figura 18:Foto del lugar. Fuente: Archivo personal.Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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rrial por los mismos pobladores. DESCO interviene allí como asesor desde la pre organización vecinal hasta la construcción del proyecto con una meto-dología participativa. El CPP tuvo cuatro grandes momentos: en primer lugar, la campaña de difusión, promoción y sensibilización. En segundo lugar, la elaboración de los perfiles del proyecto y su delibe-ración por el jurado. En tercer lugar, la instalación del módulo de gestión para una mejor ciudad, para-lela al diseño participativo y a la elaboración de los expedientes técnicos. Y en cuarto lugar, la ejecución de las obras (Figura 20).

En el primer momento la idea de feria fue utili-zada como un medio para promocionar el concurso, en medio de espectáculos y módulos de informa-ción sobre los programas donde el poblador podía ingresar (agricultura urbana, seguridad ciudadana, etc.) con el objetivo de despertar el interés de la po-blación. En este caso la Feria se realizo en la loza de-portiva de AA.HH. Santa María. La publicidad giró en torno al slogan “Construyendo juntos una mejor ciudad”, donde la estrategia fue la de la divulgación de la información casa por casa (por experiencia previa), donde se repartió el boletín local “Nueva Ciudad” (Figura 21). Esta feria permitió el contacto con los líderes de las organizaciones, y los compro-metió a difundir y organizar los grupos requeridos para cada concurso. Casi al final de la convocatoria se logró reunir un total de 26 grupos. Estos 26 gru-pos estaban conformados por entre seis y diez ve-cinos, de los cuales la mitad debían ser mujeres (un total de más de 200 vecinos). Además, otro requisito fue que los dirigentes no podían pertenecer a dos grupos al mismo tiempo y podía haber un máximo dos de ellos por grupo. Así se buscó la participa-ción de la mayor cantidad de pobladores posibles. Los grupos participantes recibieron asesoramiento tanto por parte de la ONG como por parte de las autoridades en cuestiones de revisión de expedien-tes técnicos para la presentación de sus proyectos. El papel del arquitecto aquí fue el de técnico asesor de los proyectos desarrollados. Sobre sus problemas a resolver, la caminata ayudó a imaginar la solución a escala real. Sin embargo, esta solución se delimitó a la funcionalidad de la misma. Es decir, a la creación de escaleras en un plazo corto y a la construcción de parques con un imaginario arquitectónico muy limitado por parte del ciudadano.

Además, para la presentación de perfiles de pro-yectos era necesario fundamentar su posición. Para esto, los grupos hicieron caminatas en toda la que-

brada para identificar cuáles eran sus necesidades y de esta manera poder planificar la forma de satisfa-cerlas, tanto desde el diseño como desde su cons-trucción. Después de las caminatas se implementa-ron talleres, los cuales servían como aula u oficina para el desarrollo de los proyectos (Figura 22).

En la presentación del concurso, se les indicó que se trataba en realidad de 3 concursos, los cuales te-nían diferente temática y alcance. Formuladas las bases con anterioridad, los pobladores sabían hacia donde debían de apuntar sus proyectos. En la base se especificaron tres criterios de selección:

- Cantidad de beneficiarios directos e indirectos.- Impacto a la calidad de vida en los barrios (la

importancia del proyecto).- La sostenibilidad del proyecto (qué recursos se

necesitan y cómo es su mantenimiento).El diseño de los proyectos se ejecutó en los ta-

lleres creados. El técnico arquitecto se encargó de ayudar al ciudadano a plasmar la propuesta en un papel (Figura 23).

El proyecto para el parque llamado La Amistad fue uno de los cuatro proyectos ganadores del pri-mer Concurso Participativo de Proyectos, realizado entre Junio del 2004 y Enero del 2005. El jurado, conformado por un regidor de la zona, un miembro de la organización de la sociedad civil y un represen-tante de una organización externa, deliberó a favor de estos proyectos al considerar que cubrían los re-quisitos expuestos (Figura 24).

La siguiente etapa, la de elaborar los expedientes técnicos y la obra, dio inicio a la creación del Módu-lo de Gestión para una Mejor Ciudad (antes Módulo de Capacitación para la Gestión de Territorio Ba-rrial, que tenía como fin la capacitación para elevar el nivel de competencia y gestión de los pobladores). Este se desarrolló en nueve sesiones desarrolladas en seis semanas, y capacitó a 28 vecinos integrantes de los cuatro comités de gestión (Llona, 2008). El taller se desarrolló en tres dimensiones principales que buscaban fortalezas (Figura 25).

Sin embargo, al tener muy poco tiempo para tra-tar de cubrir cada una de las dimensiones, se optó por concentrarse en la dimensión del espacio terri-torial. Además, los mismos pobladores mostraron mayor interés por este aspecto. En este contexto, y como parte de los objetivos de gestión del territorio del CPP, los pobladores aprendieron a realizar un diagnostico a nivel territorial de la quebrada. Mos-traron, con ayuda de mapas, los diferentes tipos de espacios públicos, su calificación (tanto en infraes-

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tructura como ambiental) y el reconocimiento de zonas potenciales y criticas. Si bien este diagnóstico era visual y perceptible, es decir, subjetivo, no dejaba de ser valedero como método para mostrar a la reali-dad de manera gráfica. Esto ayudó al entendimiento en conjunto, social y territorial, de las barriadas.

Acto seguido, el diseño participativo de los pro-yectos se desarrolló. Paralelo a la capacitación en gestión urbana (se hallaron nuevos líderes y se refor-zó a otros), se pasó a la elaboración de los expedien-tes técnicos (Figura 26). En este cuadro se observa que el diseño participativo es un punto en un todo llamado, en este caso, CPP, que es una propuesta nueva de gestión y planificación urbana participativa desde un concurso abierto al ciudadano.

La ejecución de la obra se realizó con mano de obra local, es decir, los mismos pobladores fueron los que construyeron sus proyectos con asesoría téc-nica y profesional. DESCO utilizó la idea de faena (trabajo popular) como mecanismo para la cons-trucción de la obra. En esta etapa se amplió la po-sibilidad de participación de los vecinos, quienes, al ver el beneficio que producía la obra y la presencia de dirigentes en esta, se unieron a la labor de cons-truir (Figura 27).

Entrevistas posterioresEntrevista con Juan Tokeshi, profesor de la Uni-

versidad San Martin de Porras (USMP), de la Fa-cultad de Ingeniería y Arquitectura, integrante de la ONG DESCO.

Antony Caballero: Sobre su experiencia en Virgen de Lourdes, Villa María de Triunfo. ¿Cuáles fueron las razones urbanísticas por las que decidieron intervenir allí y los problemas sociales que encontraron? Sobre todo en la línea social, y si su respuesta arquitectónica ayudo a resolver esos problemas.

Juan Tokeshi: Esa es una gran pregunta. Quizás convendría hacer una reflexión mayor no solamente sobre el caso de Villa María del Triunfo, sino tam-bién sobre lo que pasa en el estado del arte de los espacios públicos populares y por qué se toman de-terminadas decisiones. En cierta medida el ejemplo de un proyecto puede servir de guía o de lección, o como un aporte para otras experiencias. Quizás por ese lado lo podamos enrumbar. Creo que una de las premisas de la que hay que partir es que la ciudad popular, y vamos a entender por ciudad popular a la ciudad que se auto produce o se autogenera es,

en otras palabra, la producción social del hábitat. Porque hay maneras distintas de poderse aproximar, de poderse realizar. La autoconstrucción ya no es la clásica manera donde la familia construye con sus propias manos la vivienda, pero la familia es la que gestiona la vivienda. Qué maestro contratar, cómo organizarse para buscar los créditos. Esa referencia creo que en general es la autoproducción, la auto-construcción, que es una palabra que lo define me-jor. Entonces, si eso lo trasladamos a términos de la ciudad, todavía estamos en una etapa muy reciente. Porque el barrio se organiza generalmente para ne-cesidades más urgentes. Entonces la capacidad de organización funciona en las primeras etapas para lograr el agua, el desagüe, el transporte.

A.C.: Ese sistema funciona más en las zonas emergentes que en la población consolidada.

J.T.: Eso tiene que ver con el momento, las re-laciones sociales son marcadamente más fuertes en estos grupos migrantes. En eso también hay amplio campo para estudiar. Los clásicos libros del I.E.P., el caballo de Troya, son experiencias de organización. Creo que hay una buena experiencia en las relacio-nes sociales fuertes y su representación en toda la ciudad. Cada casa es un caso, realmente cada barrio tiene características particulares. Justamente esa es una de las características para cualquier trabajo de promoción. Uno puede ir con conocimiento y ex-periencias, pero como siempre digo, “si uno no sabe escuchar las palabras de la gente, comprender la ma-nera como se organizan, nuestra respuesta siempre se va a quedar a medias”. Es como tratar de descu-brir la agenda secreta. No es fácil poder acceder a lo que la gente reserva o guarda. Algunas veces puede ser por celos o porque no hay un puente que se esta-blezca. Es como hablar de cualquiera de nosotros, es hablar del barrio, como nuestra propia vida ligada, digamos, a una organización. No es fácil sacar a la luz toda esta reflexión. Entonces hay mecanismos para poderlo hacer. Quería llegar a ciertos puntos. Uno es que hubiera una diversidad. Esta diversidad está manejada por variables distintas que pueden ser sociales o de la población, que tiene que ver con la escala de los propios barrios y el momento en que se da. Más de una vez establecemos tres grandes momentos de ocupación de la ciudad popular. Un momento que es una aproximación puntual, paso a paso, de gente que va ubicándose dentro de zonas adonde llevan a parientes (como El agustino en la avenida Riva Agüero, Yanacona, etc.), con lo que se consolida la idea de un espacio de habitación y no

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Figura 19:Diagrama del proceso de intervención. Fuente: DESCO, 2008.Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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solo de cultivo. Gente que comienza a llegar a la ciu-dad y se establece en cerros que dan la pauta para Lima, como el San Cosme, el Agustino y la parada, como mecanismos para poderse ubicar. Entonces, esa es una ocupación gradual. Y llegamos como el punto de inflexión hacia la ciudad de Dios, pam-plona, en el año 54, 55 porque lo que cambió radi-calmente fue la ocupación general de movilización de las familias hacia los arenales. Y eso se dio hasta mediados de los 80’s, donde estas lógicas que vienen del nivel de consolidación cambiaron hacia ocupa-ciones en las pendientes más altas; en algunos casos en áreas destinadas al equipamiento. Esa si es una lógica más perversa. En el año 85, si hablamos de la experiencia que tenemos con el ascenso de Alan García, encontramos ocupaciones puntuales, sobre todo en la zona norte de Lima, que después entra-rían al conjunto de la ciudad. Ocupan espacios me-nores, son grupos más reducidos. Un grupo residen-cial de Villa el Salvador, donde estamos hablando de 884 familias. En la quebrada de Santa María estamos hablando de grupos que no pasan de 200 familias y sin embargo constituyen un asentamiento huma-no. Entonces las lógicas de organización empezaron también a cambiar. A partir de ahí esta ocupación, esta expresión de la ocupación en el espacio a través de los espacios públicos, se volvió diversa. Hay es-calas donde se ve como un parque el espacio central de Villa el Salvador, pero esta es una alameda, son cosas distintas. Porque hay una relación entre una visión más arquitectural, más urbanística –que signi-fica una escala distinta para poderla observar–, con la visión desde la propia comunidad. La comunidad generalmente tiene una respuesta para el parque que está frente a ellos. Cuando uno cambia de escala es un poco más difícil de manejar. Y quizás tendría que agregar la palabra “sistemas”, procedimiento que podía constituirse en redes. Porque eso podría solu-cionar el caso de reutilización de aguas servidas. Nos puede dar determinadas escalas, porque también lo planteamos para la quebrada de Santa María. De qué manera se entiende como un sistema. Una forma de hacerlo es no tomarlas como once organizacio-nes porque tienen la misma característica física del lugar. Es un solo proyecto urbanístico que significa los parques a una determinada escala. Que significa el reglamento a una determinada cota para que no se siga ocupando y en donde es más difícil prevenirlo. Entonces se genera una red, partes altas integradas a través de sistemas de escaleras que llegan a pequeñas placitas que a su vez llevan a plazas mayores, que se

articulan con vías peatonales. Esta era un poco la idea y de la reflexión. Lo mismo para Villa el Salva-dor. En Lomo de Corvina, que debería ser como un gran mirador que se combina con las alamedas y des-pués llega a los grupos residenciales. Por lo menos el ejercicio de los profesionales que hemos estado integrados al proyecto siempre ha tratado de cam-biar la reflexión sobre estos espacios desde el inicio. Otro antecedente para nuestra dificultad de asumir la idea de espacio público es que nuestra experiencia ha sido el producto de un proceso de consolidación de la ciudad: densificarla. Esta vivienda con escalera exterior o estas viviendas que son subdivididas, re-flejan lo que estamos tratando de demostrar, que es el modelo de la vivienda urbana donde habitan dos o tres familias que tienen alguna relación entre ellos. Entonces, si nosotros consolidamos esos espacios de vivienda, tenemos que mejorar la calidad del es-pacio público, de la puerta hacia la calle. Pero para el caso de Lima se construyen edificios en lote, como el fondo Mi Vivienda, y nadie propone que se mejo-re el espacio público. ¿Se ha resuelto acaso la idea de un espacio común al interior de las manzanas?

Para volver al colectivo de nosotros, pasábamos de la vivienda el espacio público. Entonces, por ello era necesario nombrar estas vertientes del por qué reflexionar sobre el espacio público y por qué hacer-lo con la comunidad. Entonces tenemos el espacio público de la calle, frente a la casa, que tratamos de que no solamente sea vehicular sino también pea-tonal, que tratamos de generar calles aéreas, es de-cor. no una escalera exterior para una vivienda, sino para un conjunto de viviendas. Entonces la reflexión sobre el cambio de escala en la ciudad es primero pensar en esta idea de respuestas a la vivienda direc-tamente y después respuestas al barrio. Ahí es donde hemos intervenido, sea en la quebrada Santa María, sea en Villa el Salvador. Siempre hemos tratado de tener alguna reflexión más allá de la manzana, una reflexión de la ciudad y el aporte que esta pueda te-ner. En ese sentido, también hemos realizado pe-queños estudios que nos demuestran que esta mane-ra de ocupar el espacio, por lo menos en el segundo momento, plantean la posibilidad de que existiera un proyecto de ciudad en estas ocupaciones o en la mayoría de los casos. Se hacían reservas para el espacio público, se trataba de que hubiera medios de comunicación a través de las vías. La idea no era generar barrios que pudieran ser hacinados en un primer momento. Ya había una reflexión respecto a la posibilidad de plantear un tema más de escala del

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Figura 21: Publicidad de la zona. Fuente: DESCO, 2008.Concepto y digitalización: DESCO, 2008

Figura 20: Fases del Concurso Participativo de Proyectos( CPP ): DESCO, 2008.Concepto y digi-talización: DESCO, 2008

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Figura 23: Boceto del proyecto Plaza la Amistad. Fuente: DESCO, 2008.Concepto y digitalización: DESCO, 2008.

Figura 22: Taller de capacitación. Fuente: DESCO, 2008.Concepto y digitalización: DESCO, 2008

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Figura 24: Proyectos ganadores del primer, segundo y tercer CPP. Fuente: DESCO, 2008.Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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espacio público relacionado con las viviendas. De todas estas fuentes, de nuestro conocimiento y de la idea de nuestro aporte aparece una relación. Enton-ces, nuestra reflexión para volver al espacio público es partir de esta idea. Y hemos tratado no solamente de relacionarlo para los casos de Lima, sino también para otros como la universidad, o incluso a través de alguna consultoría para replicar las experiencias fuera de Lima o en conjunto con otros equipos de DESCO para otras zonas del Perú. Siempre hemos tratado de relacionar el hecho de que la calidad del espacio público puede cambiar sustancialmente la calidad de vida de la familia y de las organizaciones. Es allí donde se puede reimpulsar la actividad co-munitaria de la gente que se ha perdido. La casa no ha sido un objeto de trabajo comunitario, ha sido un trabajo familiar, debe tomarse en otra escala. Por eso nuestro ingreso nunca ha sido a partir del espa-cio público en sus inicios, sino que ha tenido una visión un poco mayor. El espacio público no era un componente básico en muchos de los proyectos de la ONG. Cuando nosotros empezamos desde la vi-vienda decimos que debemos tener presente que si incrementamos la densidad es necesario mejorar el espacio público. En el segundo caso trabajamos en una zona que se conoce con la urbanización “El Pa-chacamac” y trabajamos en una zona donde había comercio. Y se generaban conflictos entre un barrio y galerías comerciales, mercados y centros comercia-les. Y al costado había un espacio que podía cons-tituirse como una alameda. La alameda es algo que hemos construido con la comunidad. Y eso tiene que ver con la construcción de la planta en la alame-da de la juventud. Después hemos ido con chicos de la comunidad a hacer trabajos y la gente nos decía que querían una alameda. Aun en espacios donde no tenían la apariencia de una alameda. Creo que eso ha sido interesante, al igual que la palabra densi-ficación. En ese caso el trabajo que hemos realizado tiene frutos porque la gente ha podido comprender.

Para volver al tema del espacio público, siempre se ha delegado la responsabilidad a otros como la Municipalidad de Lima, los Municipios distritales y por razones no solo de tiempo, sino también de ideología. Simplemente no se ha conversado con la propia comunidad y ese es un espacio valiosísimo, porque finalmente quién puede conservar ese espa-cio si no es la comunidad.

A. C.: Es interesante cómo plantean, a partir de la vivienda, el concepto de espacio público hacia los pobladores. Porque al poblador, con

todas sus necesidades de agua, luz, y vivienda, no siempre le es sencillo entender que el espa-cio público también es importante. Porque no-sotros intentamos entenderlo, pero el poblador como llega a entender. Cómo es que llega a de-cir necesito una alameda, quiero una alameda. Es interesante saber cómo a lo largo del tiem-po el poblador ya no pide solamente para su casa. En ese sentido, en la quebrada Santa Ma-ría, ¿cómo es que se fue dando esa enseñanza, cómo es que se fue dando ese compartir entre el imaginario de la gente sobre su espacio público y lo que ustedes proponían?

J. T.: El proyecto intentó generar un modelo de organización social. Esa era un poco la mirada más privada del tema. Tenemos que fortalecer esos ba-rrios, tenemos que reinventar una fórmula para po-der reorganizarlos. Porque en los barrios las organi-zaciones vecinales están muy a la par. Y lo que tiene más potencial son los comedores, los vasos de leche o los comités de salud. Pero son sectoriales. De esa perspectiva se puede generar un cambio que po-dría resultar radical. Allí está el tema de un espacio público y la posibilidad de que, como son 11 o 12 grupos fraccionados, se puedan unificar. Ellos están detrás del tema del agua, por ejemplo. El agua ya es un tema muy recurrente que se va solucionar con el tiempo. Para que la organización pueda ser susten-table, tiene que haber otros medios para que ese es-fuerzo colectivo pueda permanecer como una llama viva, y en este caso es el espacio público. Cuando hablamos con la comunidad no podemos emplear la idea del espacio público porque me parece que es una abstracción del tema, pero sí podemos hablar del parque, la escalera, el local comunal asociado con determinados grupos de edad, gente que se va a preocupar por los niños y por el parque infantil, los jóvenes que seguramente van a tener la aspiración de un espacio deportivo…

A. C.: ¿Por qué decidieron hacer esta pro-puesta de nodos que generan dinámicas y no decidieron apostar por la conexión directa que era la vía central? Para algunos podría resultar más crucial, porque era una conexión directa con la ciudad. Actualmente se encuentran des-conectados, han quedado como puntos aisla-dos.

J. T.: Llegamos a decir que teníamos una visión de lo que pensábamos como organización y eso, re-flejado como un mecanismo, implica que el espacio público era una buena tarea para que la población

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Figura 26: Flujo de CPP. Fuente: DESCO, 2008.Concepto y digitalización: Desco, 2008

Figura 25: Dimensiones de la capacitación. Fuente: DESCO, 2008.Concepto y digitalización: Desco, 2008

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Figura 27: El antes (arriba) y el después (abajo) del proyecto Plaza la Amistad. Fuente: DESCO, 2008.Concepto y digitalización: Desco, 2008

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se organizara y lo expresara. Se planteó otro tema como los concursos participativos de proyectos, que podían cuajar y relacionarlos, algo que ha quedado como tarea pendiente. La vía era importante, pero el tema allí fue la consulta con la comunidad. Que supieran del concurso, organizaran a los barrios y solicitaran temas. Y, al interior de cada grupo, al in-terior de cada barrio, lo que querían era un parque. Eso era un poco la tarea. Primero, decir cómo se podía planear un parque, luego cómo se tenían que organizar para lograrlo. Ojo que allí la consideración no consiste en trabajar directamente con la organi-zación vecinal, sino tratar de germinar con otras se-millas la idea de organización. Ya la gente no se va a poder organizar vecinalmente, en la clásica manera, y el espacio público nos servía para ello. La idea de que se trataran de integrar a través de una vía po-dría haberse visto reflejada en la propuesta de ellos. Quizás a causa de la comprensión del tema no pasó.

Es un proyecto relativamente económico, como está señalado en los montos, que al lado de la parti-cipación en la alameda de la juventud son proyectos muchos más pequeños. Se trataba de demostrar que con algo de experiencia se puede lograr una movi-lización de gente que construye su barrio, resultado que no hemos obtenido en los proyectos anterio-res. Creo que los proyectos hay que mirarlos por el lado arquitectónico y urbanístico y por el lado de potenciar una organización donde socialmente pue-da apropiarse de sí misma. Yo creo que mirándolo en el tiempo este proyecto de la organización tam-poco se ha fortalecido tanto. El problema del agua sigue siendo un problema crucial. Los once, doce proyectos de cada barrio, tampoco se han podido unificar. Lo que siento es que a veces esto nos da respuesta como alguien que pasó, hizo tema y dio estos puntos de quiebre. Yo creo que hay condicio-nes que se pudieron lograr como primera tarea. La gente se ha conocido. Las contradicciones a veces son más fuertes que la capacidad de un proyecto es-pacial para aglutinarlos. Yo creo que como proyecto de desarrollo cada uno tiene determinada escala de trabajo y después es un compromiso, como el tema de la vivienda o del espacio público, donde hay que articular esfuerzos de la municipalidad y el gobierno local. Entonces la tarea de un proyecto de desarro-llo es mostrar que es posible, articularlo, mostrar la capacidad, compartir una visión y después tratar de realizar el esfuerzo para gestionarlo.

A. C.: En el tema de la vivienda, el proyecto de desarrollo se orientó hacia una mejor calidad

de vida, pero sobre todo a hacer de la familia una entidad más unida. Entonces el desarrollo no es solamente espacial o físico, sino también de la persona. En el espacio público del pro-yecto, el desarrollo parece haberse limitado a lo espacial. La comunidad no logró verse como unidad de desarrollo.

J. T.: No. Me parece que la visión es política. No en el sentido cotidiano, sino como idea de transfor-mación. Antonio Zapata, el historiador, señala en un artículo sobre el fracaso de la izquierda, acerca de esta visión de cambio. Hay ideas que pueden ser re-volucionarias desde cualquiera de los frentes en que pueden generar un cambio radical de la sociedad. Que los espacios públicos se complementen con los pobladores, señalaba es complicado porque en los grupos contemporáneos se tiene una visión distin-ta de lo que es la política. Hay mucha gente joven, como los de CARTON o CITIO, que tienen una visión distinta sobre la dirección que debe tomar la sociedad. Cómo generar un discurso que pueda ser a la vez moderno. Tenemos que ver que hay formas organizativas sociales distintas que deben generar aspiraciones distintas en términos políticos. Enton-ces necesitamos que haya refuerzos que deriven del Estado, que pueden ser públicos, que puedan for-mar parte de esta apuesta. Porque no es solamen-te la organización, necesitamos más recursos que refuercen la idea de políticas públicas. Una política que no solamente viene de arriba hacia abajo y que se quede en el aire. El espacio de la ciudad es un buen componente para que la gente de los barrios pueda pensar, que este espacio sirva de argumento para una respuesta política. Y eso creo que se da en el mantenimiento, en la seguridad, al no poner rejas en las calles. Allí donde se pudo iluminar una cancha en la noche, el grupo 8 en Villa el Salvador, en el segundo sector, se le dio seguridad al barrio. La gente volvía a las once o doce de la noche y en-contraba gente en la calle. Claro que nos peleamos con los vecinos porque reclamaban por la bulla que se producía hasta la medianoche. Como todas las cuestiones no son extremas, hay que comprenderlo como parte de un proceso. Las fotografías deben de sumarse para constituir una película. Pero vistas in-dependientemente, son soluciones en un momento. Porque la tarea de una ONG no es eternizarse. Uno puede pasarse años trabajando en comités de vaso de leche porque se genera un nivel de dependencia negativo. Qué hubiera pasado si hubiéramos queda-do haciendo 15 años más los sistemas de vivienda.

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No es un reto, uno siempre se traza metas en tra-bajos colectivos. Lo que tenemos que demostrar es que esto puede ser una política pública y esa es la debilidad de las entidades actuales como techo pro-pio, que se dedican a hacer casas pero no hay una evolución de ello. No hay un cambio radical para la ciudad.

A. C.: Tiene que haber una alianza con al-guna política. DESCO pone la semilla de res-puesta política que tiene que ser acompañada de un ente político para que se pueda generar. Pero no hay ese ente político porque siempre hay choque.

J. T.: Y la ONG tampoco es un partido político. Las formas de asociarse para generar calidad de vida tienen que ir enganchándose. Lo que pasa es que siempre hay un problema de visión, se trata de que las visiones sean compartidas y eso es justamente lo más difícil, para volver al tema de barrio de Vir-gen de Lourdes. Qué es lo que podemos encontrar mirando en el tiempo. Como obra física está, hay que esperar que se use más, pero hemos construido parte del proceso. Quizás haya otros factores que es-capan a lo espacial. En el imaginario de la gente hay otros factores que uno no logra comprender, sobre todo en el espacio público, que es más complejo que la vivienda, donde estos factores son un poco más accesibles.

Si se usa más es un éxito y no porque uno ponga más juegos infantiles. Hay otras lógicas. Una de ellas es que la gente busca la plaza como el lugar más fre-cuentado, que no necesariamente es el más cercano. Como lo que sucede en Pisco, la plaza de armas es frecuentada por los pobladores de Atahualpa más que su propia plaza. Nosotros estamos asociando los parques con un uso, hay otros parques que pue-den ser de contemplación, pero eso es ya una disqui-sición. Definitivamente el espacio público lo vamos a asociar con la gente. Tratar de descubrir por qué la gente va a los espacios públicos es lo que trabaja-mos con los estudiantes. Y si alguna colusión grande podemos sacar, es que son diversas las razones. Por ejemplo, el parque de los poetas en San Isidro, que es un parque de un sector social distinto y de gente que trota o pasa para poder ir a un transporte públi-co. Y es un parque en el que no han puesto bancas, es un parque de contemplación. Es un parque re-lativamente interesante que podría emplearse más. Uno puede darle categorías. Otro ejemplo es la ala-meda Chabuca Granda, que antes tuvo una afluen-cia grande de gente y ahora ha decrecido. Entonces

allí se hacen pequeñas intervenciones para saber las razones de una mayor presencia de gente, lo que en algunos casos está articulado con el diseño.

A. C.: Algunas veces el espacio público pue-de tener más sentido si se acompaña con algo. En la quebrada Santa María había un colegio en la parte inferior. Entonces, ¿por qué no se trabajo a partir de allí?

J. T.: En el colegio se hizo un taller de verano y se pintaron algunos murales en el exterior. Lo que pasa es que un tema interesante era asociar el tema del es-pacio público con algún carácter adicional. Estamos viendo un par de tesis donde hemos recorrido los lugares. Uno de ellos es un lugar de educación es-pecial y lo que inicialmente estábamos convencidos era un espacio del propio colegio se convierta en un espacio público. Si es un espacio tipo patio, podría hacerse lo más cercano a la puerta para que sea el lugar donde los padres puedan esperar a sus hijos y que se asocie como lugar mas allá del tiempo del co-legio. Y lo asociábamos, también, con un proyecto referido a las artes y la cultura en Villa el Salvador, donde la municipalidad ha invertido, donde el pro-yecto conversa con el espacio público que está al frente. No es un proceso mecánico, hay otros me-canismos con los que se trata de relacionarlo. En-tonces nos devuelve a temas mayores como el tema de la manzana. Nosotros tenemos una manera de poder leer la manzana en un determinado espacio. Y en algunos casos resulta que el lugar esta ya consoli-dado. Hace 5 años se dieron muchos grifos donde se derrumbaban casonas (…). Para volver al tema. creo que no hay soluciones como recetario. Hay que ser suficientemente agudos para trabajarlo con la gente y con instrumentos distintos para que la respuesta pueda tener por lo menos uso. Nuestra cultura debe de apuntar a eso, a la escasez de espacios que tene-mos sobre una ciudad que ha crecido en un desierto.

A. C.: Cuando intervinieron en la quebrada, tenían ya la idea de manzana o la idea de con-junto de viviendas. Porque si uno trabaja en le espacio público es porque ya han leído la idea de manzana. Entonces ya se puede trabajar la idea de espacio público previo la idea de man-zana o se puede trabajar la idea de espacio pú-blico antes de la idea de manzana.

J. T.: hay un proceso de consolidación relativo y ya se puede trabajar la idea del espacio público. Qui-zás no necesariamente solo sea por la visión de la gente pero hay una cuestión de inversión de la gente: primero construyo mi casa y después es de la puerta

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hacia la calle. Con cierto nivel de consolidación de la vivienda con algunos servicios ya obtenidos, con la vivienda en proceso puede venir la preocupación del espacio público. En los casos que conocemos funciona así, no es primero el espacio público. Pero como idea de proceso se da el hecho de cerrar la manzana como parte de proceso de consolidación. Sin embargo no me aventuraría a que esto sucede en todos los casos peor sucede en los casos que hemos estudiado. Y están asociados al proceso de consoli-dación que significa terminar en cerrar la manzana.

Resultado y críticaEl parque Nueba 2 y los demás proyectos hechos

a los largo de los concursos, dotaron al lugar de una imagen urbana más agradable. Además, logra-ron reorganizar a los vecinos de una manera activa y continua, ya capacitados para gestionar su propio territorio de manera acorde con las autoridades. La apropiación del espacio público se logró de una ma-nera dinámica, aumentado la calidad de vida de los vecinos al mejorar la calidad de los accesos y los es-pacios públicos. La quebrada goza de una unidad relativa en relación con los espacios públicos cons-truidos, los cuales dotan de identidad a la zona.

En la fase dos del CPP el ciudadano se transfor-mó en un urbanista. La delimitación del proyecto y sus posibilidades en el territorio fueron imagina-das por este. Por lo tanto, el resultado, sobre todo en la creación del parque, se limitó a un imaginario colectivo que no fue necesariamente desarrollado de manera conjunta con el arquitecto. En el punto de producción de diseño el papel del arquitecto se limitó a la del técnico asesor. Sin embargo, como lo explica Juan Tokeshi, el objetivo principal que se buscaba era crear o desarrollar una respuesta políti-ca donde el espacio público sirviera de base o mo-tivo para la cohesión social, prerrequisito para una buena organización orientada hacia una formación de respuesta política. En ese sentido el mecanismo del CPP tuvo un éxito rotundo. Por otro lado, se debe entender que la respuesta del espacio público se encuentra siempre ligada a la respuesta política de la sociedad, donde su uso, mantenimiento y trans-formación se dan de acuerdo al desarrollo social de las personas como gente organizada. Esto para el caso de la ciudad autoproducida. En ese sentido, la respuesta arquitectónica del espacio público es el aporte en conjunto de DESCO y de los vecinos ha-cia la construcción de un proceso mayor de respues-

ta política y de cohesión social que derivan, a su vez, en la construcción de la ciudad.

Sin embargo, los impactos del diseño en el es-pacio público, los cuales no fueron generados de manera compartida, afectan directamente en su uso y mantenimiento (Figura 28). La semilla hacia la res-puesta social no tiene un apoyo. Los pobladores no pueden ejercer aún el dominio completo sobre su territorio. La densidad por persona parece ser in-suficiente para la cantidad de nuevos espacios pú-blicos, y estos últimos quedan aislados (Figura 29). Esto tiene que ver con la falta de actividades que no se habían generado ni consolidado aún, como el juego en la canchita de futbol o las reuniones de las madres que se efectúan en la escuela. La propuesta del desarrollo político de las personas tiene que es-tar enmarcada en propuestas preexistentes, donde la arquitectura de espacios públicos se pueda generar y, a partir de allí, cultivar una semilla.

Tras reducir la figura del arquitecto a la de téc-nico facilitador y tras prescindir de este en el terri-torio, los esfuerzos por construir espacios públicos se canalizaron hacia una solución disgregada con el objetivo de cubrir más campos. Sin embargo, por motivos externos, dejaron de lado la construcción de la médula (la vía principal), la cual hubiera servi-do de articulador para los siguientes proyectos. Su unión dinámica se redujo a las zonas cercanas, lo cual no necesariamente tuvo como consecuencia el uso apropiado de las mismas. La vía principal quedó reducida a un residuo y, por lo tanto, los nuevos par-ques quedaron desarticulados.

A diferencia de las escaleras, el espacio público no tiene un uso determinado antes de su construc-ción. Entonces el primer paso debió consistir en ha-llar o construir el uso que acompañara al espacio, y no al revés. Este uso no debe tampoco reducirse a una mera funcionalidad, ya que se podría convertir en un uso de valores del espacio público. Es decir, dinámicas de juego para niños que tuvieran ya una organización preestablecida o ampliar en concepto y programa los locales del vaso de leche o comunales. Más aun, si atendemos los problemas locales, la con-solidación de un taller participativo sobre gestión hubiera sido más correcta como solución sostenible. Lo público del espacio podría haberse generado a partir de equipamientos urbanos.

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Figura 28: Situación actual de la Plaza la Amistas (08/09/09). Fuente: elaboración propia. Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2008.

Figura 29: Situación actual de la plaza La Amistad (08/09/09). Fuente: elaboración propia. Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2008.

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Fitekantropus, Comas, Lima (2008)

CITIO

CITIO, ciudad transdisciplinar, es un grupo conformado por estudiantes y egresados de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes (FAUA) de la Universidad Nacional de Ingenie-ra (UNI) creado con el fin de impulsar el espacio público a través del arte y la cultura como factor importante para el desarrollo humano sostenible. El desarrollo de la ciudadanía, como bien so-cial implícito en un proyecto y su relación in-separable con el construcción de la ciudad, son aspectos con los cuales CITIO experimenta y explora. Halla en el espacio público el puente entre la arquitectura y el urbanismo. En su ca-lidad de estudiantes, toman una postura crítica sobre la forma de desenvolverse del arquitecto hoy. Según el grupo, los arquitectos han aban-donado el ejercicio de la profesión en la vida cotidiana, solo ven el edificio en su dimensión estética y no a las personas, sus relaciones y a la sociedad a la que sirven. “Olvidando que tanto la arquitectura como el urbanismo deben res-ponder a las necesidades cotidianas de todos los ciudadanos, los mismos que, ante la autoexclu-sión de estos profesionales, construyen nuestras ciudades espontáneamente, sin los arquitectos” (Vera, 2008). Hacen énfasis enque el cambio de postura que el arquitecto debe comenzar desde la universidad: “Desde la dirigencia estudiantil y desde diversos grupos perseguimos el objetivo de que los estudiantes de arquitectura cambien de actitud frente a la realidad que les toca enfrentar como futuros profesionales. Para ello realizamos una serie de acciones que buscan promover el pen-samiento crítico, creativo y cooperativo” (Vera, 2008).

CITIO viene trabajando en el distrito de Comas, en la zona de la Balanza desde 2007. Enfocados en el desarrollo urbano de las zonas emergentes, el grupo propone un proyecto ex-perimental con el fin de articular la zona de ma-nera integral, sirviendo también como modelo para otras zonas.

Contexto y propuestaLa Balanza es la zonal 2 (sector 4) (Figura 30) de

14 zonales que conforman el distrito de Comas, con

una densidad de 9 539 hab./km2 y alrededor de 25 asentamientos humanos, es una zona en proceso de consolidación (Figura 31). A pesar de tener un gran festival que congrega gran cantidad de personas del barrio, La Balanza presenta una desarticulación or-ganizacional y urbanística. Los múltiples proyectos que se están gestando en la zona no tienen una vi-sión de conjunto. Es decir, los planes de desarrollo y planificación esta sectorizados, lo que impide una gestión participativa de la zona. Aun cuando tiene varias propuestas de desarrollo como el “Plan Es-tratégico de Desarrollo Zonal”, el “Plan estratégico de Desarrollo Zonal”, “Fitekantropus: Proyecto de Regeneración Urbana”, “Escuela de Gestores Cul-turales de Lima Norte” o “La Balanza, Barrio crea-tivo”, estas no presentan una competencia fuerte, es decir, una profesionalización adecuada en las or-ganizaciones agravadas, principalmente por la falta de apoyo de las autoridades. Esta situación aumenta la marginalidad y la desintegración de la zona. Los pobladores de la zona son hijos o nuevos migran-tes que mantienen el sistema de auto organización barrial (vaso de leche, comedores populares) para la gestión de su desarrollo, pero que mantienen otras prioridades (Figura 32).

Estos problemas de organización y desacuerdo con las autoridades acaban con la falta de apropia-ción y gestión del espacio construido y por construir. El espacio público (calles y parques) y las viviendas se van ubicando en zonas de alta peligrosidad, como son los cerros con alta pendiente que hacen difícil la integración al sistema urbano. Los espacios públicos existentes son insuficientes para las necesidades de la población y su apropiación no se da de manera adecuada. Además, la avenida Túpac Amaru actúa como barrera, separando a la zona baja (clase media alta) de la zona alta (pobreza y pobreza extrema).

La Balanza presenta diferentes problemas socia-les: el pandillaje, que produce inseguridad; la pre-sencia de trasporte público y los “lanchones”, que producen contaminación ambiental y sonora; la venta de alcohol, drogas y la falta de servicios bá-sicos (agua, desagüe, mantenimiento de las tuberías, alumbrado público). Estas carencias se han gene-rado fundamentalmente por falta de planificación e interés de las autoridades. Por ejemplo, la ausencia de aéreas verdes dificulta la posibilidad de combatir la contaminación en el aire (Figura 33). No obs-tante, el distrito de Comas se proyecta como “la capital cultural de Lima Norte”, impulsado no solo por su historia y densidad, sino también por el re-

Paseo de la Cultura

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Figura 30: Ubicación de Comas. Fuente: Municipalidad de Comas ( pagina web). wikimedia.org.Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

Figura 31: Ubicación de La zona de la Balanza ( zona 2). Google Earth( 20 de marzo del 2006). Con-cepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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ciente festival callejero que se viene desarrollando en la Balanza.

El festival callejero FITECA (Fiesta Internacional de Teatro en Calles Abiertas) ha favorecido y le ha otorgado a la zona de la Balanza características par-ticulares en la aparición de nuevas agrupaciones no tradicionales entre jóvenes del lugar que se dedican al arte y la actuación (La Gran Marcha de los Mu-ñecones, Luna Sol, etc.). Este movimiento envuelve a la zona de La Balanza en un ambiente festivo que cada año se celebra y aborda la calle.

Este festival tiene la particularidad de ser calleje-ro. De esta manera, el festival se produce en toda la zona de La Balanza, que se prepara cada año desde 2002 para el evento. El festival está constituido por voluntarios y artistas del Perú y el mundo (México, Chile, Brasil, Argentina, Bolivia, Colombia y Espa-ña). Tiene lugar en la primera semana de mayo, en la loza deportiva El Cupa en la zona La Balanza (Figu-ra 34). La anfitriona, Janet Gutarra, del grupo Luna Sol, comentaba: “Buscamos que el festival no sea solo de los teatreros, sino que la comunidad entera se involucre. Los grupos que vienen de fuera se alo-jan en las casas de los vecinos” (Torres, 2007).

El festival se instala en el parque Tahuantinsuyo (Figura 35), conectado directamente a la avenida Tú-pac Amaru por la avenida Puno (Figura 36) (avenida destinada a la construcción del Paseo de la Cultura FITECA). La avenida Puno se muestra como la más importante por su conexión directa y su jerarquía con respecto a otra avenidas. Sin embargo, presenta problemas de pandillaje, peleas y grescas a lo largo de su camino, además de sufrir falta de atención en su mantenimiento, tanto en el alumbrado público con en su infraestructura. Existen también proble-mas de trasporte público debido a la inseguridad proyectada por los “lanchones”.

El grupo CITIO reinterpretó la idea de FITECA hacia una propuesta urbana participativa que con-templa las propiedades que tiene el lugar. Es decir, dado ya el reconocimiento de la zona mediante vi-sitas de campo regulares, se armó un diagnóstico general. El lugar presenta ventajas y potencialidades (entre ellas FITECA) que aportan a la proyección en el conjunto del proyecto. Las organizaciones existentes son una ventaja a la hora de organizar el trabajo en la zona. La condición geográfica, si bien puede verse como una dificultad, es una ventaja, ya que le da a la zona un carácter particular. La quebra-da forma una especie de gran coliseo dirigido al FI-TECA (Figura 37). Además, la cantidad de material

físico y social (tierra, piedras, jardineros, artistas) son parte de La Balanza como proyecto de FITECA.

La Balanza es un barrio que agrupa a poblado-res migrantes de varios lugares del Perú. Presenta una multiculturalidad que se expresa en diferentes costumbres y tradiciones que se fusionan y adaptan al medio social y geográfico. Para el grupo CITIO, FITECA representa “un fenómeno urbano singular con grandes potencialidades para gestar el desarro-llo, que permitirá la construcción de una experiencia piloto de regeneración urbana (cultural, arquitectó-nica, artística, social) cooperativa y experimental, así como otras investigaciones y proyectos de desarrollo (…) Este fenómeno nos permite hablar de un nue-vo paradigma de poblador de las zonas emergentes de Lima, un ciudadano que se relaciona lúdicamente con su hábitat” (Vera, 2008).

El proyecto Fitekantropus se plantea como una extensión de FITECA, la cual interpreta la calle como escenario principal para la manifestación de la cultura y el arte. El proyecto toma esta idea y la com-plementa basándose en la participación, con un re-ordenamiento urbano que logre la articulación inte-gral del sector con el distrito. De esta forma se busca lograr el desarrollo sostenible de los habitantes y del festival para consolidarlo en el tiempo. La primera etapa del Proyecto Integral “FITECANTROPUS: Proyecto Piloto de Regeneración Urbana (Cultural, Arquitectónica, Artística, Social y Psicosocial) de corte cooperativo–experimental”, está destinada al Paseo que va desde el colegio hacia el Parque Ta-huantinsuyo (8 cuadras, 22- 27) (Figura 38).

Entonces, los objetivos del proyecto deben apun-tar a la reorganización urbana (cambio de ruta del trasporte público, cambio de objetivos, cambio de visión) y a la regeneración social como ejes principa-les del desarrollo utilizando el FITECA, en prime-ra instancia, como constituyente de este desarrollo (Figura 39). El grupo CITIO partió desde el eje de la reorganización urbana apuntando los siguientes objetivos:

Generales: - Contribuir a la consolidación del proyecto “Co-

mas Capital Cultural de Lima Norte”.- Contribuir al desarrollo humano sostenible de la

Zonal 2 de Comas dentro de los lineamientos de su Plan de Desarrollo.

- Constituir la Zonal 2 de Comas como un Mode-lo de Desarrollo Urbano Concertado.

- Promover la cultura viva y las dinámicas sociales en espacios abiertos (calle-espacio público).

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Figura 32: El desarrollo de la zona se presenta fragmentado. Fuente: CITIO archivo personal.Con-cepto y digitalización: Vera, Javier, 2009.

Figura 33: Mapa de problemas. Fuente: CITIO archivo personal. Concepto y digitalización: Caba-llero, Antony, 2009.

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Figura 34: Parque Tahuantinsuyo. Fuente: Google Earth( 20 de marzo del 2006).Concepto y digita-lización: Caballero, Antony, 2009.

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- Combatir los problemas sociales como la delin-cuencia, el pandillaje y la exclusión.

Específicos: - El Parque Tahuantinsuyo y la avenida Puno

como el foco de desarrollo de la cultura del distrito.- La avenida Puno como eje integrador del barrio,

un espacio multifuncional y flexible que sirva para el encuentro y el desarrollo de los grupos culturales de la zona y que genere desarrollo económico, turístico, social, etc.

El Paseo de la Cultura FITECA se proyecta como un gran espacio que pueda ser recorrido como ante-sala al festival, pero cuyo uso es constante en el tiem-po, pues obedece a la vida cotidiana de la zona. Se presenta como un articulador principal, el comienzo de una serie de proyectos que buscan la integración física y social de La Balanza.

Cabe señalar que el proyecto se encuentra en es-tado de anteproyecto, aunque se puede decir que la primera piedra ya está puesta. El grupo se encuentra realizando las especificaciones del caso para comen-zar su construcción.

Proceso de participación y técnicasEl grupo CITIO aplicó la metodología partici-

pativa desde el entendimiento del territorio hasta el planeamiento de la construcción de la misma. Defi-nen los pasos a seguir:

1. Reconocimiento de los actores del desarrollo de la zona.

2. Análisis urbano (espacial-social): Reconoci-miento del lugar y su gente, comprensión del terri-torio y sus dinámicas, identificación de problemas y potencialidades.

3. Elaboración de una visión general del barrio a futuro.

4. Diseño participativo de un proyecto urbano con proyectos puntuales identificados y jerarquiza-dos.

5. Diseño participativo de los proyectos puntua-les con todos sus elementos.

6. Gestión comunitaria para las obras.7. Construcción con mano de obra local, con ca-

pacitación previa.8. Diseño de una agenda de actividades que

acompañen a los proyectos construidos.9. Mantenimiento de las obras e intervención en

las mismas.Los puntos 1, 2, 3 y 4 se explicaron en el con-

tenido del contexto. Cabe señalar que el proyecto

director (“FITECANTROPUS: Proyecto Piloto de Regeneración Urbana (Cultural, Arquitectónica, Ar-tística, Social y Psicosocial) de corte cooperativo – experimental) es un avance y esfuerzo para incluir a todos los proyectos puntuales ya existentes (ges-tionados por el presupuesto participativo) con los nuevos proyectos articuladores que se desarrollarían por etapas de acuerdo al plan mayor. Como parte de la metodología del taller participativo, la enseñanza previa de lo que representa el arquitecto para la ciu-dad, es decir, su papel e ella, fue uno de los temas a tratar en cada taller. Así se enseñaba el contexto o la situación de la localidad con respecto a la ciudad y al arquitecto como oportunidad. Además, se enfatiza-ba la importancia de la visión de zona de La Balanza como un todo y no como propuestas fragmentadas, que es lo que se venía haciendo con la municipali-dad. Se incentivaba la integración tanto física como social de las organizaciones vecinales y actores ex-ternos (autoridades, lanchones, niños, etc.) para su proyección de La Balanza.

Mediante recorridos realizados durante las prime-ras semanas, el grupo CITIO identificó varios pun-tos importantes para el diagnóstico de la zona, como los actores, los principales problemas del lugar, el estado de los espacios públicos y su caracterización. Esta recolección de información, a diferencia de la tradicional, que utiliza observadores pasivos, se realizó con recorridos con los pobladores del lugar, quienes contaban e identificaban sus propios pro-blemas ya que eran expertos en el lugar. Es impor-tante recalcar que lo que se comienza a reconstruir son las relaciones sociales, la confianza con el arqui-tecto y la mirada crítica del poblador hacia la ciudad.

A la vez, CITIO realizó varios talleres, los cuales comenzaron a trabajarse en las reuniones de la mu-nicipalidad, donde lo que se identificaba y mostraba como primera etapa era lo estudiado hasta el mo-mento en temas urbanos. Es decir, temas de espa-cio público, arquitectura y urbanismo relacionados a la casa del poblador, a La Balanza, a Comas y a Lima. En este contexto el intercambio de ideas fue el ejercicio constante de cada taller, lugar de debate y negociación, donde se realizaban después de que el ciudadano adquiriera poder (conocimiento). Las reuniones se realizaban, primero, con los dirigentes representantes del lugar, después directamente con los pobladores involucrados en la primera etapa del proyecto.

Las primeras intenciones de diseño estaban rela-cionadas a microutopías, intervenciones pequeñas

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en problemas puntuales. Los espacios se mostraron como intención, pero lo que se discutía allí era la idea y la posibilidad del cambio. Entonces, la imagen se mostraba a manera de boceto, el cual permitía la discusión y no forzaba a una visión ya terminada o definida del tema Se trabajaron así algunas intencio-nes iniciales (Figura 40), las calles (Figura 41). De esta forma, el taller se introducía como un salón abierto de discusión y aprendizaje.

Después de la primeras reuniones, y una vez expuestos los temas, los arquitectos mostraron la propuesta integral. Esta contaba con etapas para su construcción y desarrollo de diseño mediante la participación. Es evidente que la credibilidad de los arquitectos creció y se estableció una relación de confianza. Los arquitectos podían ya discutir sobre temas más personales, relacionados al diseño en sí.

Definido ya el Paseo de la Cultura como primera etapa (Figura 42), se pasó a trabajar a los largo de las 8 cuadras del futuro paseo, en la avenida Puno. Los pobladores entraron en un juego de enseñanza y diseño de la idea en cuestión y el debate en con-junto con los arquitectos. Para que los pobladores se “liberaran” del razonamiento de ver la forma antes que la idea y de los prejuicios espaciales, se realiza-ron dinámicas participativas antes de cada taller y se comenzó por mostrar ejemplos que tenían como objetivo proveer al ciudadano los ojos del arquitecto (Figura 43). Los grupos artísticos del FITECA ayu-daron en estas dinámicas de taller donde la imagina-ción y el formato lúdico de la dinámica fueron parte del proceso. En este sentido, el factor lúdico fue de gran importancia, pues logró un ambiente horizon-tal de acuerdo mutuo implícito. De esta forma los pobladores se concentraban en imaginar situaciones deseadas, las cuales fueron base para la formación del Paseo de la Cultura:

- “Me gustaría que en esta parte haya niños jugan-do y que mi carro pueda entrar al garaje sin que ellos corran riesgos”.

- “Quisiera tener un árbol grande en mi jardín”.- “Que en la calle pueda haber exposiciones de

arte y pasacalles”.- “Que todo sea de todos los colores”.- “Que el espacio sirva para que los pandilleros

se integren”.- “Que haya luz para que no se use la calle de

baño”.Entonces el espacio fue imaginado con vida y se

negociaron las formas más adecuadas para esa vida. En este contexto, se trabajaron temas de seguridad,

iluminación, bancas, aéreas verdes, limpieza e iden-tidad (Figura 44). Se decidió utilizar la piedra como material local y el adoquín como material accesible en el mercado. Las áreas verdes, así como los jar-dines semipúblicos y los árboles a lo largo del pro-yecto, fueron concebidos como amortiguadores de ruido y polvo. Por lo tanto, la forma final fue tra-bajada por los arquitectos tomando en cuenta los acuerdos de ideas y preformas de diseño para cada caso. Los arquitectos mostraron plantas (Figura 45), cortes (Figura 46) y vistas (Figura 47). Es interesante como CITIO maneja el tema de los acuerdos. Los pobladores se comprometían a la asistencia, pues lo que estaba en juego era su deseo y su posibilidad de materializar lo deseado. CITIO enfatizaba este com-promiso, pues si no asistían se asumirían muchas cosas que no necesariamente guardarían concordan-cia con la realidad. Se utilizaban entonces conceptos como “si no vienes al taller, podemos asumir que la tienda que tienes la vas a dejar como está y de-rrepente la quieres cambiar”. De esta forma la me-todología del taller de diseño se fue repartiendo y adaptando a lo largo de cada escala del proyecto. De la identificación de problemáticas, así como la pro-puesta general y sus etapas, hasta el diseño del Paseo de la Cultura como primera etapa.

Al profundizar en la escala se pasó la dinámica del taller a cada una de las casas de las 8 cuadras. La metodología del taller ya había adquirido puntos secuenciales (definidos en las reuniones anteriores) que marcaban su estructura, dejando espacio para las variantes que cada familia podía tener. Se definie-ron, entonces, criterios generales:

1. Debemos respetar los límites de los lotes sin invadir.

2. Cada vivienda ganará una terraza semipública que servirá de transición entre su vivienda y el pase. ¿Podemos plantear un proceso de construcción compartida?

3. Buscaremos que haya un mayor porcentaje de aérea verde que de piso duro en cada manzana.

4. Respetaremos la preexistencia construida por cada vecino, tratando de intervenir sobre esa base para mejorarla.

5. Respetaremos las arborizaciones existentes to-mando en cuenta las recomendaciones técnicas.

6. Los estacionamientos no pueden invadir el es-pacio público. Se respetará el acceso de los vecinos que cuenten con garaje.

7. El proyecto vendrá acompañado mediante una reglamentación especial con ordenanzas municipales.

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Figura 35. Foto panorámica. Fuente : CITIO, archivo personal. Concepto y digitalizacion: CITIO

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Figura 36: Parque Tahuantinsuyo y losa deportiva el Cupa. Fuente: Google Earth( 20 de marzo del 2006) y CITIO , 2009.Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

Figura 37. Foto de la Balanza. Fuente: Archivo personal.

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Figura 38: Visión integral de desarrollo, propuesta general. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digi-talización: Vera, Javier, 2009.

Figura 39: Propuesta general. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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8. Debemos tener gran cuidado con la economía del proyecto de inversión.

La situación de cada uno de los elementos que conformaba la sección (ingresos a las casas y el in-greso del automóvil, el jardín, las terrazas, el mobi-liario) fueron debatidas caso por caso. Se respetó lo existente (áreas verdes, dimensión de veredas, ingre-so a tiendas locales, ingreso a estacionamientos), lo que se dicutió a manera de catálogo (Figura 48). Uno de los factores que le dieron peso al taller, así como veracidad, fue la presencia de la Municipalidad. Ade-más, los pobladores, al lograr un acuerdo sobre los límites y posibilidades del territorio se respetaba y vigilaba lo acordado. Es decir, si alguno excedía los límites de las terrazas acordadas en el taller, el resto reclamaba. Es importante enfatizar la visión de jus-ticia en términos espaciales, si bien lo que se reclama es el dominio del territorio, siempre está implícito el valor de la justicia y del respeto.

Entrevistas posterioresEntrevista con Javier Vera Cubas, estudiante de

la Universidad Nacional de ingeniería (UNI) de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Arte. Cofun-dador del grupo CITIO. (La entrevista fue realizada con el uso de diapositivas para exponer).

Antony Caballero: ¿Cómo nació CITIO, su interés en el urbanismo y como se está realizan-do el proyecto de la Balanza en Comas?

Javier Vera Cuba: Desde que estábamos en la uni-versidad siempre hemos tenido una postura crítica al hablar de la figura del arquitecto. El que se cree un ser superior que ve un lugar, toma un par de fotos, conversa con un par de personas y se encierra en su oficina para el desarrollo del proyecto. Aun cuando este pertenece a un grupo de arquitectos que tiene la misma visión de materia e infraestructura. Esta idea de la genialidad del arquitecto no era el correc-to. Y cuando lo vemos en la práctica, vemos que no construyen, quedan solo en el papel, y cuando lo hacen hay toda una serie de cosas que hacen di-fícil la apropiación del edificio. Hay una especie de código que no pueden complementar. Entre lo que nosotros hacemos y lo que la gente hace hay una dis-cusión. Toda esta serie de cosas me dice que la gente sabe algo, pues es la que va a vivir ahí, y son cosas que se pueden discutir. En el fondo todos somos capaces de hacer arquitectura, solo que nosotros so-mos los especialistas en ese tema, pero los Estados lo han utilizado para imponer. Desde que reordenas

tu cuarto ya estás haciendo arquitectura. En ese sen-tido la figura del arquitecto podría cambiar desde el diseño participativo que en realidad es una visión del arquitecto como director de orquesta, el que escucha a los actores y puede sacar una conclusión. Es por ese aspecto por donde nosotros hemos comenzado. Descubrimos que en la práctica los proyectos salen fáciles, salen por sí solos. El proceso participativo, entonces, se da desde todos los momentos del pro-yecto. Desde el análisis urbano entendido amplia-mente, no solo en la infraestructura, sino también económica o socialmente. Desde la identificación general del barrio o distrito, cualquiera que sea la escala, hasta la identificación de una visión general. Lo cual se traduce en la construcción de un proyecto urbano y después en el diseño específico de cada una de las partes. Además de la participación en la misma construcción del proyecto donde la capaci-tación se da los dos lados, hacia nosotros, los ar-quitectos, puesto que hay gente en el lugar que sabe trabajar la tierra, etc., y hacia el ciudadano. Ellos ya tienen una estética en su forma de construir, es por eso que cuando se construye de manera formal, con una estética foránea, ya hay un rompimiento del diá-logo. Lo positivo de este proyecto es que, a pesar de no haber comenzado su construcción, la gente pregunta sobre esta. Es decir, ya hay un arraigo de la gente con el proyecto. Demostramos a la muni-cipalidad que se pueden hacer proyectos con esta manera de hacer participar a la gente y que puede salir hasta más barato. Se invierte en hacer talleres y ese tipo de cosas, pero al final sale más barato igual, tanto en costo como en tiempo.

En nuestra experiencia las primeras reuniones se concentraron en el tema del barrio, las siguientes en el desarrollo de la alameda. Al principio la gente no entendía por qué venían arquitectos a explicar co-sas de economía, de política, o decían que no había plata para hacer edificios. Por otro lado, el grupo FITECA reclamaba la presencia del arquitecto en la necesidad de crear proyectos. Que no se pueden ha-cer sin la presencia del arquitecto. Ya con las reunio-nes posteriores nos costó un montón que entendie-ran la función del arquitecto. Nos pasamos cinco a seis meses explicándole al FITECA y a la población sin la ayuda de la municipalidad. La idea era explicar conceptos. Nosotros no sabíamos que íbamos a ir por el método participativo, pero supongo que esta-ba implícita esa idea. Lo que comenzamos a discutir con un lenguaje muy simple era que el arquitecto no solo construye ciudad, sino también ciudadanía. Y la

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ciudadanía es la que finalmente construye la ciudad. La ciudad no es el diseño de alguien que la plasma tal cual, sino que la gente es la que está diseñando y rediseñan-do y construyendo y reconstruyendo constantemente.

A. C.: ¿Cómo se organizaba la comunidad al principio? ¿Qué tipo de base tenían?

J. V.: Lo importante de estas zonas, al igual que las demás zonas emergentes de ciudad, es que al prin-cipio tienen una organización muy fuerte. Tienen organización de base, de cuadra, etc. Llegan a un te-rreno donde no hay nadie y se tienen que organizar, aunque esto ahora comienza a diluirse, porque las primeras búsquedas de esta organización son para tener un título, después agua y desagüe, después pis-tas y veredas. Una vez que han obtenido las pistas y veredas o por ahí una losa deportiva, esa organiza-ción se diluye.

Pero en este lugar (La Balanza) la organización pasó al tema de la cultura, con el tema del FITECA. Entonces, esto de alguna manera facilitó las reunio-nes. Además nos identificamos como parte del FI-TECA y eso nos abrió muchas puertas. Es impor-tante ver que cada barrio tiene una particularidad. Tienes que ver cómo te infiltras, cómo te conviertes en vecino, llegar a un nivel de cercanía real. A veces nos quedamos a dormir, almorzamos en el come-dor. No solamente es un hola y chau.

Entonces primero fueron los conceptos. La ar-quitectura no solo es un edificio. Y la calle no solo sirve para ir de un lugar a otro. La calle también es un lugar. Y acá en el barrio la calle es más que un lugar. La calle es un taller de carpintería, es un taller de máscaras, es lugar para los ensayos.

A.C.: Es esencial que comprendan lo que es el espacio público.

J. V.: Claro. La arquitectura no es meter a todos en un lugar, sino hacerles entender que afuera tam-bién se puede trabajar. Después están las cuestiones básicas de la arquitectura. Cómo la arquitectura pue-de cambiar la vida cotidiana. No es necesario hacer grandes proyectos. El hecho de poner una banca en una esquina, hace que esta sea distinta. Si la ponemos de una manera, de repente los pandilleros se sientan allí para tomar. Pero si la ponemos de otra manera, los adultos mayores de ponen a jugar ajedrez todos los días, de ahí vienen los niños, etc. Entonces, con mínimas cosas se puede hacer un proyecto y eso va a cambiar la vida cotidiana.

Otro tema importante es entender que el barrio es un todo. La gente tiene la creencia de que el pro-yecto es mi casa y el jardín que tengo la frente. El

proyecto que está a dos cuadras de mi casa no me afecta. Entonces cómo explicar que con un proyecto todo el barrio puede cambiar. Explicas que funciona como un organismo. Si acá generas un impacto en-tonces repercute en otros impactos. Explicar cómo la arquitectura trabaja integralmente. Abarcar temas económicos, sociales de ecología, etc. Un proyecto puede abarcar todas esas cosas, la importancia de la cultura viva. Sobre FITECA, que no es un espectá-culo, sino un proyecto que dura todo el año. Y que se celebra una fiesta que dura una semana, pero que en realidad es un proyecto. Donde existen talleres de desarrollo para niños, que no es un pago para un show, sino que se preparan todo el año para cele-brarlo en una semana.

El tema de la gestión cultural es importante. Em-píricamente, muchas personas terminaron siendo gestores culturales, un tema que hay que trabajar. Pasamos 5 meses, todos los domingos, porque había domingos comunitarios. Paralelamente a esto, ha-cíamos recorridos por todo el barrio con la gente, reconociendo puntos importantes. Así la gente re-conocía nuevas cosas y proponía otras cosas, como un mirador, etc. Entonces íbamos apuntando en el plano todas las ideas. Sin tratarse de un taller, era algo muy espontáneo. Y se daba solo conversando.

A.C.: Entonces, ¿cada domingo tenían un tema en particular para desarrollar que después se expandía a otros?

J. V.: No. Lo que hacíamos es ir y pasear por barrios distintos. Como se organizan por asentamientos hu-manos, íbamos a cada uno de ellos y contactábamos al dirigente. Pero era en sí un tránsito sin ruta alguna, dejábamos que ellos nos llevaran. Lo que si teníamos eran fechas fijas para hacer las exposiciones. Cuando hablábamos de los conceptos, los pobladores se que-daban sorprendidos de lo que uno podía hacer.

A.C.: Sin embargo, siempre queda esa in-quietud de que por qué no siempre fue así.

J. V.: tú mismo te das cuenta que le lenguaje que uno usa no siempre es el más apropiado. Nosotros usamos un lenguaje profesional.

A.C.: También cómo lo muestras en imáge-nes. Cómo muestras un concepto arquitectóni-co en imágenes.

J. V.: Además la actitud que uno tiene. Es impor-tante no presentarse con una actitud paternalista, sino de escuchar y no dejarse llevar. Entonces, como resultado de estos paseos se logró identificar a gran-des rasgos los principales problemas como la violen-cia, la inseguridad, problemas medio ambientales…

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Figura 40: Bocetos participativos en la etapa del anteproyecto, intenciones. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Vera, Javier, 2009

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Figura 41: Bocetos participativos en la etapa del anteproyecto, calle. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Vera, Javier, 2009.

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A.C.: Lo que a un arquitecto le hubiera to-mado años. Mediante este recorrido se logra hacerlo en meses.

J. V.: En los tres primeros asentamientos del reco-rrido, los problemas se repetían. Igualmente se veía las posibilidades (recursos) donde lo principal es la gente. La capacidad de organización, el tema de la cultura, la autogestión y la topografía. En ese mismo momento nos percatamos de que todas las visiones de desarrollo que la municipalidad tenía, así como los planes que tenían las madres, los grupos cultura-les, etc., estaban totalmente desagregadas. Nosotros nos metíamos a las reuniones que daba la munici-palidad y veíamos que todo se realizaba de manera separada. Entonces los de seguridad concluían que el problema de la seguridad se resolvía preponiendo al ciudadano como vigilante. Los presupuestos se dirigían a comprar palos y pitos para todos y rejas por todos lados. Todo era muy específico. Esto ge-nera que todos los proyectos terminen viendo a la ciudad como pequeños pedacitos, que no se entien-da como un todo. Terminan construyendo la ciudad como una suma de fragmentos. Esto pasa aquí y en Lima como macro. Todos eran pedacitos por acá y por allá sin entender el todo. No había una visión integral.

Otro tema importante es el tema del presupuesto participativo. Ese modelo se implementó en Brasil, en una ciudad con una regeneración urbana impor-tante que acompañaba todo el plan urbano como este programa político de participación ciudadana que es el presupuesto participativo, con el que la misma población presenta su proyecto. Y para esto se necesitaba que la gente tuviera una visión clara. Pero aquí, como la visión es fragmentada, los pro-yectos que se presentan año tras año, en los cuales se gasta mucha plata, son para parchar la pista o hacer jardines en las esquinas, etc., lo que no genera mayor impacto que para el vecino que está al frente. Enton-ces veíamos que esto era un desperdicio de dinero y esfuerzo, pues para presentar estos proyectos la gen-te se organiza y trabaja mucho. Nuestra línea era que se pueden hacer grandes proyectos generales a largo plazo pero construidos entre todos. Si entre todos nos ponemos de acuerdo y en vez de presentar mil partes presentamos un solo proyecto que tenga una primera etapa y otorgamos al próximo la segunda y así sucesivamente, puede ser mejor.

Explicábamos que desde el medio ambiente pue-de haber elementos verdes, espacios ecológicos que pueden ser un elemento urbano o arquitectónico. Así el tema del cementerio o de trabajar con la con-

taminación también puede ser parte del proyecto arquitectónico. En la seguridad, trabajar los espacios públicos en vez de poner rejas. Abrir espacios, hacer que los niños invadan la calle. Eso es dar seguridad. La seguridad no está en encerrarnos para que los delincuentes invadan la calle, sino más bien en salir. Es como una lucha. Todo esto tiene que ver con el proyecto urbano.

Cada una de las exposiciones se trató para que le gente abriera los ojos. Ya hasta ese momento no se habló sobre el proyecto en sí, no se dibujó nada. Primero se le dedicó tiempo a mostrar el papel del arquitecto y del urbanista. Porque la gente nos pedía planos del proyecto, pero nosotros decíamos “va-mos a pensar”. Vamos a reflexionar sobre ideas y conceptos. Allí, en conjunto, se contraía la visión de Comas como capital cultural de Lima Norte. Y dentro de todo esto, el barrio de La Balanza era el centro de todo este movimiento cultural. Entonces, cómo implementar el barrio para que realmente funcionase como un centro. Entonces también era entender a La Balanza como centro y al distrito de Comas como parte de Lima, como nueva capital cultural que debe tener una serie de servicios y ca-racterísticas. Es ir siempre del micro al macro. Nos dijeron que no les importaba que saliera algo boni-to o feo, sino que fuera una cosa única, que no lo encontraras en ninguna parte del mundo. Después salió el proyecto de Chucuito en el Callao, donde se pintaban todas las paredes al igual que en el barrio de Boca. Pero eso no es real.

A.C.: Se vende la imagen y no la cultura. J. V.: El objetivo del proyecto consiste en tener

una visión integral de desarrollo que sirva como modelo para su duplicación, tanto como la metodo-logía del proceso. A partir del movimiento cultural puedes generar visiones integrales y participativa-mente ir construyendo.

A.C.: Es lo que lo diferencia los trabajos rea-lizados en Lima Sur por Juan Tokeshi. Se en-cuentran con un contexto más agresivo.

J. V.: En Villa en Salvador la cuestión política es aún muy fuerte. En los 60’s y 70’s se creía que la manera como uno podía convocar a la gente para gestar su propio desarrollo era mediante la política. Entonces se buscaba formar cuadros políticos, for-mar jóvenes dirigentes, meterlos a un partido y que tuvieran un discurso. Lo típico era el joven que sabía hablar y alrededor del cual todos se aglutinaban. Era un poco la idea de gestar el desarrollo. Ahora parece que la nueva fuerza que une a la gente ya no es lo po-

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lítico sino la cultura, el arte, que es una manera más indirecta, abierta y menos rígida de decirte las cosas.

A.C.: En la Balanza ya hay sentido del arte.J. V.: Lo primordial es saber cuál es el sentido que

los une. Es decir, qué cosa nos puede servir para unir a la gente y construir esa visión general. En-tonces, el discurso que une a la gente a hacer nuevas cosas es el arte, la cultura. A diferencia de Villa el Salvador, que continua con el discurso político. Lo importante es ver que todos nuestros sueños son un solo proyecto. Que ese proyecto después se traduzca en edificio, en una losa deportiva, en una calle, ya es una consecuencia. La arquitectura es una conse-cuencia de una cosa. La materialización de una an-helo un deseo. La primera estrategia fue integrarse al FITECA, se nos abrieron muchas puertas. Después vino la manera lúdica de interacción con la gente. En talleres o en recorridos. El juego llegaba a los niños y a los ancianos. Ya después la gente exigía el proyecto. Está bien que la gente exija el proyec-to, porque es parte del desarrollo. El problema es cómo hacer que el proyecto realmente se constru-ya, que no solo sea un plano. Entonces siempre nos acompañaba la idea de hacer proyectos pequeños para que la gente no sintiera que todo esto era puro cuento. En los recorridos elaborábamos bocetos. Por ejemplo, en la capilla nos contaban que por acá pasaba el recorrido de las cruces y necesitaban que el piso fuera un poco más plano porque la gente se tropezaba y necesitaban unos lugares para sentarse. Entonces íbamos armando esquemas con cajas, co-sas muy rápidas para que no se viera como algo ter-minado. En las reuniones que realizábamos la gente no siempre pedía pista. Siempre relacionan la pista, el cemento, con progreso, desarrollo, modernidad. Y nosotros decíamos que no es necesaria la pista, que la cantidad de carros no es grande y en cambio proponíamos un tratamiento de piedras por la canti-dad que había en el lugar. Obviamente a la gente no le gustaba, pero entonces mostrábamos ejemplos de tratamiento de piedras como los que hacían los In-cas en Cusco. Entonces la gente se quedaba pensan-do. Nos mostraban que podían trabajar las macetas, tipo mosaico. Los jardineros nos mostraban lo que podían hacer. Entonces nosotros mostrábamos una imagen, como boceto. No en 3d, porque se vería muy terminado. El objetivo era mostrar una imagen que dijera cosas. Como la piedra, las jardineras, las banderolas y temas como el agua, que por la fuerte pendiente de la zona, en verano es un terral y en invierno un río. Podía entonces haber una especie

de canal que regara lo verde. Lo que se veía era un acuerdo de ideas. Después de las reuniones se pasó a armar el proyecto. Al año y medio recién la Mu-nicipalidad nos apoyó. En el armado del proyecto se vieron temas de circulación, de vías principales etc. De no haber hecho el recorrido uno no hubiera podido saber cuáles eran los lugares que se habían implantado en la memoria de la gente. Podías saber cómo funcionan en diferentes momentos, ya que al uno no estar presente todo el tiempo no le es posible el acceso a tal información si no es mediante los re-corridos. Las reuniones también se hicieron con los trasportistas, donde se hacían propuestas de viabili-dad. Entonces se generaron varias propuestas con una jerarquía. Así se sabía cuál era el proyecto palan-ca que podía generar a los otros proyectos. Así, en el proyecto general planteábamos ejes transversales que unieran la parte alta con la parte baja de Comas. Acá lo importante es que los proyectos tuvieran un nombre puesto por la gente, porque te dice que ya hay una idea de uso, de carácter, y que hay apropia-ción. Con los transportistas fue muy difícil trabajar porque eran 5 empresas que tienen riñas entre ellos. Además de que ellos siempre tenían problemas con la gente, porque creían que eran unos irresponsa-bles. Pero el hecho de preguntarles ya hace mucho. Entonces se identificó el proyecto palanca: el paseo peatonal. Ya durante el proyecto realizamos encues-tas. Íbamos casa por casa a preguntar. Las reuniones se realizaban en la calle. Y se hacían dinámicas parti-cipativas previas. Para que la gente se soltara.

A.C.: Y esto de las dinámicas… ¿era algo que habían hecho antes?

J. V.: Antes habíamos sido centro de estudiantes de la facultad. Y allí habíamos experimentado todas las dinámicas de participación con la gente. Noso-tros decíamos que era un experimento en micro que podría suceder afuera. Cuando hacíamos las dinámi-cas de diseño por bocetos, poníamos antes ejemplos de diseño como una iluminación para que se sacaran de la cabeza la idea del farol. De repente son cosas más caras, pero posibles. En el tema de las bancas nos decían que no las querían porque la gente iba a ponerse a chupar.

A.C.: ¿Te mencionaban la intención de enre-jar las calles?

J. V.: En la primera reunión que hicimos para el anteproyecto. Propusieron que se cerrara todo, todo peatonal a lo largo de las ocho cuadras, y nos dijeron “tienen que hacer lo que nosotros decimos”. Allí tu-vimos que mostrar nuestra incomodidad, porque la

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Figura 42: Propuesta urbana del Paseo de la Cultura. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Caballero, Antony, 2009.

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Figura 43: Diapositiva mostrada para explicar el tema del espacio y vida cotidiana. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Vera, Javier, 2009.

Figura 44: Negoción sobre el tema de iluminación. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Vera, Javier, 2009.

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Figura 45: Planta de ejemplo de propuesta. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Vera, Javier, 2009.

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Figura 46: Corte de propuesta. Antes(arriba) y después (propuesta). Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Vera, Javier, 2009.

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idea era que fuera horizontal, no íbamos a ser ro-bots. Nosotros también veníamos con ideas y cono-cimiento, porque estábamos hablando de una visión integral del barrio que no se trataba de cerrar las ocho cuadras o de encerrarnos totalmente y man-darle los problemas a los vecinos. Al final algunos todavía seguían reacios. Pero se corre el riesgo de hacer populismo con la arquitectura. También tienes que pelearte con la gente.

Los vecinos presentaban un conocimiento total de barrio. Nos decían la ubicación de los conflictos de las pandillas, dónde se vendía droga, etc. Uno se daba cuenta rápidamente de la cantidad de infor-mación que se hallaba presente. Sin embargo, nos decían también que querían ver forma. Nosotros les decíamos que lo que íbamos a hacer primero eran sucesos. Qué quieren que suceda y nosotros hace-mos arquitectura para propiciar que eso suceda. En-tonces nos decían “que haya pasacalle”, “queremos que los niños jueguen”, “que no haya pandilleros”, “queremos caminar tranquilos”. Todas esas cosas nosotros las íbamos traduciendo a formas. Las re-uniones no se hacían para ver qué cosa iba a ser cur-va o recta. Otra cosa que quedaba clarísima era que no debíamos ser deterministas. No hacer un diseño fijo, sino diseñar el soporte para el cual la gente pu-diera intervenir. Por ejemplo, hay unas piedras que tienen unos huecos para que le gente ponga un fie-rro y juegue vóley, o ponga una bandera o un aviso, o lo que fuera. Generar un soporte para que todas estas cosas puedan suceder de la mejor manera, para que la gente interactúe con él. Es lo que siempre han hecho, armar y desarmar la calle cuando quie-ren. Mal hubiéramos hecho en ir y establecer una sola cosa. Entonces la gente decía que esta calle era la integración del barrio, como una costura. Y eso después se traducía en formas.

A.C.: Después de haberlo diseñado lo pre-sentaban a crítica.

J. V.: Sí, cada dos semanas se realizaban críticas. Después se hacían las reuniones casa por casa.

A.C.: ¿Cómo hacían para reunirse con todos los miembros de la casa si era más de una familia?

J. V.: Mandaban a un representante o a alguien. Por-que había uno, por ejemplo, que venía y decía que íbamos a cerrar la tienda y la otra decía “no, porque es mi tienda”. Entonces allí tratábamos de que se pu-sieran de acuerdo o de dar nuestra opinión personal.

Se le daban tareas puntuales a cada uno de los participantes. Y esto que era tan importante no es ningún invento, sino que en todos los proyectos ur-

banísticos importantes se ha hecho, es una progra-mación de actividades en esos espacios. Y uno de los argumentos para debatir esto que nos dijeron de cerrar todo. No es solamente generar espacio por el espacio, sino también generar actividad en él. Y les decíamos, “qué van a hacer con ocho cuadras de casi 20 metros o más sin carro, ¿ustedes van a darle uso a esa calle o va a ser un pampón?”. Siempre el diseño y la magnitud del proyecto de acuerdo a los suce-sos que le van a dar. Entonces es muy importante generar actividades, como hay acá los domingos o como se ha hecho en Bogotá o en Puerto Made-ro. Fomentar primero la actividad por parte de la gestión pública y después la misma gente comienza a realizar sus actividades culturales, talleres, gestión, campañas educativas de salud y todo esto acompa-ñado por la municipalidad. Por ejemplo, la gente pide que se ordenen los moto taxis, capacitación a los transportistas, etc.

Entrevista realizada a pobladores 1,2 y 3 de la Ba-lanza sobre su experiencia en el proyecto y su opi-nión actual de la situación. El poblador 1 fue parte de los grupos que desarrollaron el proyecto del pa-seo de la cultura. 15 de Noviembre del 2009.

Antony Caballero: Cuénteme sobre su expe-riencia en el proyecto. Y sobre su situación actual.

Poblador 1: El boulevard de la cultura es desde que comienza la iglesia hasta por acá (cerca al par-que Cupa), aproximadamente. El alcalde prometió que este año en el mes de enero se comenzarían las obras. Y en marzo o mayo se terminaría, antes de que comenzara FITECA. Pero después nos dijeron que solo se iba a realizar una cuadra, la que está en el parque Cupa. Pero después también quedó en nada.

Pero básicamente es un problema del municipio.P1: Sí, y allí se traba. Ahora se ha nombrado una

junta directiva para preguntar al alcalde por qué no se empezó la obra. Si todo está dentro del presu-puesto participativo, de toda una junta que se rea-lizó. Él mismo prometió, se acercó y charló con todos los vecinos. Vinieron los chicos de la UNI e hicieron todos los planos y las preguntas. Pero se quedo en stand by.

La directiva ya está formada para reclamar al alcalde.

P1: Recién se ha formado. Ha habido elección el domingo pasado. Todavía no toma juramento ni el cargo. Pero es un acuerdo de todos para presionar al alcalde.

Todavía no se ha construido nadaP1: No han puesto ni la primera piedra.

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Poblador 2: Yo pienso que ese proyecto va a po-der ser si el alcalde es reelegido. Por eso lo eligen, por qué otro motivo puede ser.

P1: Derrepente sí lo va a ser. Va a jugar como punto a su favor para las próximas elecciones.

¿Cuándo son las próximas elecciones?P1: De acá al próximo año.Ustedes como comité se siguen reuniendo

para ver qué otras cosas hay que hacer.P1: Lo que pasa es que el anterior comité ganador

era del grupo del alcalde. Es por eso que no hicieron nada. Ahora ha habido dos grupos. El “1” era el independiente, la oposición; el “2” era del alcalde. Entonces ahora sí lo van a presionar.

Me dicen que trabajan todo el día y los do-mingos descansan, imagino que no tendrán mucho tiempo si los llaman a reunión para ha-cer un proyecto.

P1: Cuando el alcalde llama a proyecto la gente se reúne. Pero siempre ha quedado en nada. Solo palabras.

P2: Pero por otro lado desde que está Saldaña (Miguel Ángel Saldaña Reátegui, actual alcalde de Comas), la avenida Túpac Amaru la veo más limpia.

P1: En cierto sentido beneficia a sectores. Por ejemplo la avenida Túpac Amaru, la principal, la ha ordenado. Ya no hay ambulantes. Pero frente a la municipalidad es un caos. Llena de motos en la pista, ambulantes. Se preocupa por otra cosa y lo que está al frente no. Entonces a quién favorece.

Es importante recalcar que el proyecto del paseo de la cultura siempre está ligado al contexto político de la zona, es decir, al alcalde. El arquitecto, en este caso el grupo CITIO, no se ve como un ente de oportunidad para los pobladores aún. El proyecto siempre ha de estar ligado a la política como juego de gobierno. Sin embargo, es importante recalcar también la evidencia de la respuesta política por par-te de los pobladores. Las nuevas juntas de comités con fines puntuales y de duración corta son igual de importantes que el manejo del proyecto en sí, de duración continua y con objetivos diversos. Desde el punto de vista social, es interesante cómo los peque-ños sucesos políticos de comités dan peso y valor un proyecto. Si bien estos comités están calificados como a favor o en contra del alcalde, es importante que se desprenda de esta diferencia y que los comi-tés se entiendan como una oportunidad de desarro-llo basado en la organización vecinal. El favoritismo debe pasar a un segundo plano para dar más énfasis al desarrollo local y global de La Balanza como ca-pital cultural.

Resultado y críticaEn la Balanza, FITECA acompaña el proceso

de consolidación del lugar. Esta característica en particular hace que el proceso de consolidación impulse el desarrollo de FITECA (en términos de servicios como talleres, tiendas, infraestructura) y el festival ayuda a que el proceso de consolidación sea más rápido y de mayor contenido (la educación está acompañada del festival de arte, se mejora el nivel de aprendizaje). Es un proceso de dos líneas completamente sinérgicas: la de la ciudad en conso-lidación y la del festival en proyección. El festival es ahora parte de la vida cotidiana de los ciudadanos de La Balanza. Ven en él una oportunidad de desarrollo que acompaña su proceso de consolidación. En este sentido, El grupo CITIO logra aliar el proceso de consolidación y el festival en un proyecto, en el cual lo que consolida es la fusión, la unión de estas dos corrientes. Su éxito radica, justamente, en apostar por esta fusión.

Actualmente el proyecto se encuentra en la etapa de aprobación por parte de la Municipalidad, a pesar de que tiene cerca de 3 años desde que comenzó a formarse y un año desde que se terminó su diseño. La confianza construida por los arquitectos hacia los ciudadanos se va quebrando conforme pasa tiem-po sin lograr una materialización. La necesidad de los arquitectos de conservar la confianza se vuelve una tarea constante. Los esfuerzos realizados por CITIO y la continuidad del proyecto en otras obras puntuales en alianza con el FITECA hacen posible la continuidad del proyecto. A diferencia de los so-ciólogos, los arquitectos pueden intervenir espacial-mente los problemas, no para solucionarlos, sino para armar tejidos de problemas que se suprimen o se solucionan entre ellos. Es de gran relevancia, también, la apuesta del proyecto desde y hacia el ser humano desarrollado con el arte.

Dentro de los márgenes de la participación, el grupo CITIO supo introducirse en la lógica del festi-val. El hecho de que los ciudadanos los vieran como parte del FITECA les dio un beneficio adicional en términos de confianza y fue una estrategia inteligen-te. En otros casos las agrupaciones entran como un agente externo cuya introducción a la comunidad no se da siguiendo los flujos existentes, como el vaso de leche o el comedor popular. Esto dificulta aun más la construcción de confianza, fundamental para un proyecto de este tipo.

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Figura 47: Imágenes del antes y el posible después. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Vera, Javier, 2009.

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Figura 48: Catálogo. Fuente: CITIO,2009.Concepto y digitalización: Vera, Javier, 2009.

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CAPITULO 4 – COnCLUsIOnes e IdeAs.

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Sobre el proceso participativo

El proceso en espiral hacia arriba de la partici-pación enfatiza la importancia de la identificación de los momentos (preplanificación, recopilación de información, Análisis de información, fijación de problemas y objetivos, diseño arquitectónico, Post evaluación) ya que son a partir de estos que el conocimiento aumenta. Este conocimiento se construye en la práctica, en la realización de micro utopías (talleres, ejercicios, ceremonias, etc.), situa-ciones generadas para la realización y sostenibilidad del proyecto. En este sentido el diseño participativo es, también, una micro utopía que se vuelve realidad con las situaciones generadas. Su conexión con la realidad es a través de las situaciones que hacen del diseño un proceso tangible y factible. La producción de deseo se genera en la interacción de las situacio-nes reales con el proceso de diseño arquitectónico. La educación y el empoderamiento tienen aquí su razón de ser. La materialización de los deseos en el hecho arquitectónico dentro de una lógica de situa-ciones generadas hace del proyecto sostenible en el tiempo. La arquitectura se establece como el puente entre lo que pasa y lo que se desea, dentro de la lógi-ca de la vida cotidiana de las personas. A la vez que es soporte o impulsor de un proceso de desarrollo más amplio de una comunidad o la ciudad. La arqui-tectura es objetivo e inicio, es proceso.

Sobre los ejemplos analizados

Es difícil de calificar a los proyectos porque los cambios u objetivos trazados, en términos sociales, se muestran de una manera aun difusa por su tem-prana realización. En el Paseo de Cultura la poster-gación de la construcción del proyecto hace enfla-quecer cada vez más la confianza construida en el proceso de diseño. En La Amistad se evidencia una renuncia de los habitantes al desarrollo social por la falta de mantenimiento y uso de las plazas cons-truidos.

No obstante, cabe señalar que los dos proyectos apuntan a diferentes objetivos. El primero apunta hacia un desarrollo integral compartido entre varios responsables. CITIO, como responsable urbanísti-co, tiene una tarea a largo plazo. Sin embargo, en el segundo caso, la estrategia del CPP se planteo para otorgar a la población una herramienta de acción, sin la necesidad de la continuación de los responsables,

en un principio, de DESCO en la tarea urbanística. El espacio público, en el segundo caso, sirvió como un ejemplo de lo que el CPP como herramienta de gestión y planificación podía hacer, para conseguir la respuesta política de la población. Pero no se con-solido la idea de espacio público como articulador del territorio. En el primer caso el paseo se planteo, desde un primer momento, como la obra inicial para dar cambio a una respuesta urbana integral. Por otro lado, la apuesta por un cambio en la respuesta políti-ca a partir del espacio público en el CPP ayudó a una mayor integración de la población. Ahora la gente se conoce y sabe cómo trabajan. En el segundo caso, por el hecho de que la Balanza es de un área ma-yor que la quebrada Santa María, hay personas que desconoces del proyecto. No obstante no le quita importancia al trabajo realizado en el paseo y la me-todología participativa.

El hecho que el proyecto participativo consta de dos proyectos (social y material) hace de la lectura del proyecto una obra difícil de trabajar. La informa-ción sintetizada de las características de la obra (Fi-gura 49) y de la participación (Figura 50) muestran la tendía hacia un cambio importante positivo, pero que aun no se ha articulado del todo.

Sobre la participación en la arquitectura

Entonces, podemos concluir que un papel impor-tante de la arquitectura y, específicamente, del dise-ño del espacio público participativo debe de partir, siempre, del entendimiento las relaciones sociales (ciudadanía), más no de formas, apuntando como objetivo el desarrollo. De esta manera, la arquitec-tura se convierte en una plataforma, un lugar, un territorio para el desarrollo, modificable y valorado, la dimensión política de la arquitectura permite esta comprensión. El diseño a partir de las relaciones humanas hacia la materialización de la forma, y no viceversa. Es, primero, la existencia después la esen-cia. La arquitectura se construye como proceso, di-námica y, después, materialización. En este sentido las dinámicas deseadas se construirían antes de la materialización definitiva (con esto quiero decir an-tes del proyecto como producto terminado). Este gancho de micro-utopías es lo que le daría peso a la materialidad otorgándole valor antes de su construc-ción definitiva.

En este contexto, las nuevas herramientas y acti-tudes que el arquitecto gana con la participación y

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Figura 49: Sintesis de caracteristicas. Fuente: Elaboracion propia. Concepto y Digitalización: Caballero, Flores, 2009.

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Figura 50: Sintesis de participación. Fuente: Elaboracion propia. Concepto y Digitalización: Caballero, Flores, 2009.

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la construcción del proyecto desde y hacia una rea-lidad posible son la de negociación, la producción de deseo, el debate, el conflicto, la contingencia y el intercambio de conocimiento. Por otro lado, el cliente o usuario gana poder, conocimiento, identi-dad y capacidad. La participación es una extensión, una ampliación de lo que los arquitectos hacemos como critica grupal entre profesionales. Pensar las consecuencias de nuestras acciones en conjunto, po-der prever situación diversas dejando espacio para lo desconocido. La participación admite el conflicto, es cierto sentido lo necesita. Genera tensión y con-tingencia, admite el desorden, la improvisación, el azahar y la suerte, elementos que comúnmente no son captados por los sistemas lógicos pero que en este proceso son importantes.

Entonces, la participación en el espacio público favorece, primero, la identidad y la noción de terri-torialidad del espacio físico que puede ser la base y el sustento hacia el conocimiento de demás territo-rialidades y, por ende, de demás grupos humanos sin la necesidad de cambiar de espacio físico. El sujeto entendido desde el espacio público se convierte en un ser abierto, cambiante en el sentido que acumula nociones de territorio que favorecen al desarrollo de su propia noción de territorio, y por lo tanto, de su identidad. La participación en el territorio, entonces, favorece la creación de símbolos sociales, más no físicos, que son de mayor complejidad y peso.

El límite de la participación es cuando comienza la posibilidad del otro. Es decir, el ciudadano en-tiende su límite a la hora de diseñar cuando es la posibilidad del arquitecto. El marco o la intensidad del límite/posibilidad dependen de cada caso. Cada proyecto es único, y por lo tanto apunta a diferentes propósitos. En este sentido el límite/posibilidad de-pende de los objetivos que se planteen y el tema que se trate. Es limite es la autoconciencia de la posibi-lidad del otro. El espacio de negociación es abierto, dando lugar al debate.

El proyecto participativo está compuesto por dos proyectos. El físico arquitectónico y el social polí-tico. La fusión e interacción entre estos dos flujos dependerá del caso y su integración será sinónimo de éxito. Son interdependientes. Lo físico arquitec-tónico es el deseo materializado de lo social político. Lo social político es la energía, las organizaciones que se crean y recrean desde lo físico arquitectónico. Esta interacción es la que hace de la arquitectura re-sultante exitosa.

La educación desde la perspectiva espacial (arqui-

tectura) puede llegar a enseñar de una manera más profunda y compleja los conceptos y los proble-mas producidos en la ciudad. Los valores implícitos en la educación a partir de la arquitectura pueden llegar a enseñar al ciudadano de una manera más física sobre conceptos como la justicia, el amor, la responsabilidad. Así lo demostró el grupo CITIO en la Balanza o lo que plantea Manuel de Rivero en el curso de Urbanismo de la Universidad Católica sobre Urbanismo o Arquitectura aplicada. Cuando uno ve trasladado el valor al espacio físico este se vuelve muy evidente y trata de protegerlo.

Sobra la disciplina arquitectónica

La arquitectura, como un aspecto del ser huma-no, debe de ser entendido como proceso y no como finalidad. El edificio materializado es la profundi-zación sobre problemas conceptuales pero reales del ser humano, a la vez que es el comienzo a la exploración de diferentes posibilidades. Entonces el arquitecto no debe de limitar su experiencia profe-sional ni humana al terminar el plano de la obra, las visitas post - ocupacional son parte del aprendizaje, el enfrentarse con la realidad es un saber que el ar-quitecto debe de adquirir. Como tal, es necesario un cambio de actitud del arquitecto. Ya no es más el experto, una imagen difundida por la modernidad, sino es un profesional capaz de crear materialidades en conjunto.

La arquitectura como organismo complejo, sus límites han de ser difusos, en el sentido de que la atmosfera, la sociedad y la arquitectura interactúen de tal manera que su límite difuso es su relación más fuerte lo que lo hace parte de una cosa mayor lla-mada mundo. Y que su definición sea entendida a partir del núcleo, de lo que lo hace y crea como ar-quitectura, tanto física como socialmente. Entonces, la capacidad del proyecto de dejarse trasformar por la necesidad de la gente, es decir, la capacidad del proyecto de desordenarse, de dejar que sus consti-tuyentes lo desorganicen (las personas) para mante-nerse vivo estará el éxito del mismo.

Observaciones finales

En la actualidad, la arquitectura de moda está abo-cado en los edificios multifamiliares de fuerte carác-ter capitalista. Donde lo que se vende es un estilo de

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vida a la altura de otras sociedades externas o asu-miendo que lo que se busca es una estandarización de la vida cotidiana reflejada en la mínima cantidad de espacios para vivir. Un estilo de vida se impone sobre las demás porque así lo proyecta la sociedad de poder, que es la que tiene más relaciones y mayor comunicación, la que tiene mayor acceso a la tecno-logía y, por consiguiente, la más rica. Los arquitectos se han visto en la necesidad de acoplarse a su ritmo, olvidando que la ciudad está compuesta por varias ciudades. Las ciudades de diferentes sociedades, de varios grupos humanos, de múltiples formas y pro-yectos de vida. La participación en la arquitectura puede ayudar a transformar esta tendencia. A hacer de las viviendas, de los espacios públicos y de la ciu-dad espacios locales y globales al mismo tiempo.

La libertad de las persona no se manifiesta en la posibilidad de elegir en una gama de opciones, sino por el hecho de poder construir tu propia opción.

Esta lógica, en la arquitectura se lee de dos maneras. En la posibilidad del cliente de construir su propia arquitectura y la posibilidad de trasformar la arqui-tectura de acuerdo a sus necesidades. El éxito y la sostenibilidad de un proyecto radican en estas dos premisas. La arquitectura rígida, de formas y figu-ras es incluida por la arquitectura estructurada por el entorno y por las personas. Así, el éxito del espacio público en las zonas emergentes de Lima radicara en el cumplimiento de las dos premisas. La parti-cipación en la construcción de la arquitectura y su adaptación al medio (como por ejemplo FITECA, festival internacional, y la Balanza, zona emergente de Comas, norte de Lima)

La arquitectura es la interacción que existe entre el ser humano como ser pensante y la trasforma-ción de la realidad como ser físico y biológico. En ese sentido la arquitectura no solo le pertenece a los arquitectos.

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Antony Caballero Flores

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