participación de los pardos de caracas el 19 de abril

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Participación de los Pardos de Caracas el 19 de abril de 1810 El 15 de julio de 1808 llegaban a Caracas las noticias de los acontecimientos ocurridos en España. La invasión francesa a la península y la abdicación de Carlos IV y su hijo Fernando VII a favor de Napoleón, quien había cedido el trono de España a su hermano José Bonaparte, se hacía de conocimiento en la provincia de Caracas. El alboroto fue general, algunos contemporáneos calculan en 10.000 las personas concentradas en la Plaza Mayor de Caracas y sus inmediaciones a la expectativa de los acontecimientos y en manifestaciones de rechazo a los franceses y apoyo a los desgraciados monarcas. Muchos pardos, negros libres, esclavizados e indígenas conformaban la multitud. El desconcierto era general entre las autoridades representantes del poder colonial; el Capitán General Juan de Casas preside el juramento de fidelidad y lealtad al monarca cautivo Fernando VII y a la autoridad de la Junta constituida en Sevilla que había enviado un delegado a Caracas. En Noviembre los mantuanos, encabezados por Antonio Fernández de León, Martín Tovar, Nicolás Anzola y el Marqués del Toro, se reunían en casa de José Félix Ribas para planificar la instauración de una Junta a ejemplo de las de España que integrara tanto a criollos como a las autoridades peninsulares. Al Capitán General y la Audiencia los invadía la paranoia que ante semejante situación de crisis pudiesen prosperar movimientos subversores de la dominación colonial ibérica. Las reuniones de los mantuanos Enfoque : se debe destacar el papel jugado por los pardos desde la milicia en la conformación de la Junta de Caracas. Hacer énfasis en personajes como Pedro Arevalo, Carlos Sánchez y Pantaleón Colón. Reivindicar la participación de los pardos como parte de su lucha por la igualdad ante los blancos criollos y peninsulares que conformaban la sociedad colonial de Caracas.

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Participación de los Pardos de Caracas el 19 de abril de 1810

El 15 de julio de 1808 llegaban a Caracas las noticias de los acontecimientos ocurridos en España. La invasión francesa a la península y la abdicación de Carlos IV y su hijo Fernando VII a favor de Napoleón, quien había cedido el trono de España a su hermano José Bonaparte, se hacía de conocimiento en la provincia de Caracas. El alboroto fue general, algunos contemporáneos calculan en 10.000 las personas concentradas en la Plaza Mayor de Caracas y sus inmediaciones a la expectativa de los acontecimientos y en manifestaciones de rechazo a los franceses y apoyo a los desgraciados monarcas. Muchos pardos, negros libres, esclavizados e indígenas conformaban la multitud. El desconcierto era general entre las autoridades representantes del poder colonial; el Capitán General Juan de Casas preside el juramento de fidelidad y lealtad al monarca cautivo Fernando VII y a la autoridad de la Junta constituida en Sevilla que había enviado un delegado a Caracas.

En Noviembre los mantuanos, encabezados por Antonio Fernández de León, Martín Tovar, Nicolás Anzola y el Marqués del Toro, se reunían en casa de José Félix Ribas para planificar la instauración de una Junta a ejemplo de las de España que integrara tanto a criollos como a las autoridades peninsulares. Al Capitán General y la Audiencia los invadía la paranoia que ante semejante situación de crisis pudiesen prosperar movimientos subversores de la dominación colonial ibérica. Las reuniones de los mantuanos son denunciadas por algunos Capitanes de las milicias de pardos, todos ellos, así mismo, pardos. Los Capitanes pardos Don Francisco Javier de León, Don Juan Antonio Ponte, Carlos Sánchez, todos de las compañías del Batallón de las Milicias Disciplinadas de Pardos de Caracas, y el Capitán Pedro Arévalo de la tercera Compañía del Batallón de las Milicias Disciplinadas de Pardos de Aragua, acuartelados en Caracas para guardar la defensa contra los Franceses y enemigos de España; con casi cuatrocientos hombres bajo su mando, al denunciar a los conspiradores ponían a la disposición de Juan de Casas toda su fuerza armada.

Las pretensiones de igualación de los pardos que veían oportunidades en este sentido por su condición social o económico se estrellaban con una legislación colonial que les prohibía ascender más allá del grado de Capitán en la milicia, que no les permitía ejercer el sacerdocio o estudiar en colegio o universidad, y que les prohibía cazarse con personas consideradas como blancas, en síntesis que los discriminaba y excluía. Si bien esta legislación había sido expedida por la Corona, a finales del siglo XVIII por Cedula del Rey se extendieron las Gracias al Sacar a los pardos: se les permitía después de pagar 500 reales de vellón ser dispensados de su condición para gozar, en teoría, de los mismos derechos que los blancos. A semejantes disposiciones, el Ayuntamiento de

Enfoque: se debe destacar el papel jugado por los pardos desde la milicia en la conformación de la Junta de Caracas. Hacer énfasis en personajes como Pedro Arevalo, Carlos Sánchez y Pantaleón Colón. Reivindicar la participación de los pardos como parte de su lucha por la igualdad ante los blancos criollos y peninsulares que conformaban la sociedad colonial de Caracas. Los pardos eran la mayoría de la población de la Capitanía y en Caracas. Hacer ver que los pardos fueron ganados por los criollos a la propuesta de la Junta en 1810, sabiendo que en 1808 su posición era más bien adversa.

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Caracas se opuso con comunicaciones de protesta ante el Rey y con su desconocimiento y entorpecimiento en la práctica.

Para estos Capitanes pardos, al igual que para muchos de su condición socio-racial, era claro que el Ayuntamiento representaba los intereses de los mantuanos que se habían opuesto consecutivamente a las posibilidades de igualación por las que presionaban, al argumentar su supuesto origen vil por poseer antepasados esclavizados. El 24 de noviembre de 1808, después que el Ayuntamiento de Caracas entregó una comunicación firmada por más de cuarenta criollos de las principales familias caraqueñas, de las Casas ordenó el arresto de todos los firmantes, las fuerzas de milicias pardas fueron las responsables de ejecutar la orden. En la calle aparecieron pasquines y libelos donde acusaban a los apresados de haber querido levantarse contra Fernando VII e instaurar un gobierno propio fuera de España, apoderarse de los bienes de los Canarios y reducir a la esclavitud a los pardos, es decir, restringir aún más sus derechos y libertades. Al año siguiente la Junta Central de España emitió un perdón a todos los mantuanos acusados de la conjura.

En 1809 los ejércitos franceses avanzaban sobre la península y la resistencia española se replegaba cada vez más en su territorio. Para los mantuanos y criollos, así como para los pardos, negros libres, esclavizados e indígenas informados, cada vez se percibía más remota las posibilidades de regreso de Fernando VII. Un buen sector de los mantuanos persistía en conformar una Junta y se radicalizaba más en sus pretensiones, en la medida que el poder peninsular era arrinconado por las fuerzas napoleónicas. Sabían que la conformación de una Junta debía pasar por encima de la resistencia de las autoridades representantes del poder peninsular en la Capitanía, y para ello, era necesario el apoyo de las milicias, del ejército, de las castas y el pueblo llano. Esta vez, no cometerían el mismo error, buscaron ganarse las milicias de pardos y de paso a los pardos con cierta posición social y económica que más presionaban por espacios de igualación.

Por su parte, los pardos veían cada vez más inciertas sus posibilidades de igualación social, en un contexto donde expresamente desde 1806 se les había limitado más la vía de la dispensa de su calidad por las Gracias al Sacar, además, con la situación de la península cada vez se hacía más improbable recurrir a una instancia externa, como lo era el Rey, para conseguir sus aspiraciones. Además, en esta clase se aumentaba, a la par de los blancos criollos, las esperanzas de igualdad en la configuración de un nuevo marco de dominación política en el que podían con su fuerza numérica, económica y militar presionar el ser participes y beneficiarios. Además de estos intereses que identificaban a grupos sociales como parte de una clase había intereses corporativos afectados por las circunstancias de crisis y la política seguida por el Capitán General, Vicente Emparan. Hacía más de cuatro años en la milicia y ejército se encontraban solicitudes de ascenso represadas a espera de su respuesta; mientras veían que en el regimiento de la Reina, compuesto la mayoría por españoles, dichos ascensos se producían con mayor presteza, en las demás Compañías y Batallones esperaban años sin ningún resultado. La mayoría de estos ascensos solicitados en este lapso eran Subtenientes propuestos para Capitanes, lo que hace presuponer que una buena cantidad de los mismos comprendían a pardos, además de criollos.

Entre el 30 de marzo y el 1 de abril de 1810, una conspiración militar dirigida por el Marqués del Toro, Coronel y comandante de las milicias de Aragua, y su hermano Fernando Rodríguez del Toro, que como Inspector de las Milicias de la Provincia de

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Caracas comandaba todas las milicias y la defensa de la provincia, se frustró por el incumplimiento de algunos oficiales implicados. El Capitán pardo Pedro Arévalo era el encargado de movilizar a las milicias pardas de los Valles de Aragua y Valencia acuarteladas en la Casa de la Misericordia; Pantaleón Colón, Capitán de las milicias pardas de Valencia, era su aliado. La oficialidad blanca que representaba a la generación joven de criollos y mantuanos en la milicia había logrado ganarse para la causa de la Junta a los pardos. Si bien fracasó dicha intentona de golpe, era el principio de la alianza entre un sector de la juventud mantuana y los pardos representados en la milicia, que gozaban de preeminencia social y económica dentro de su clase.

Desde el 17 de abril de 1810, noticias portadas por emisarios de la Regencia confirmaban lo que ya desde días atrás era sabido por rumores y papeles no oficiales. Los ejércitos invasores habían conquistado Andalucía; la Junta Central se refugiaba en la ciudad de Cádiz para luego disolverse y dar paso a la conformación de un Regencia. La mayoría de la península estaba invadida y la resistencia española parecía cerca de su definitiva derrota. El 18 de abril la agitación en Caracas era general. Desde la noche se reunieron en la casa de José Ángel Alamo, los hermanos Bolívar: Don Juan Vicente y Don Simón, los hermanos Montilla: Don Mariano y Don Tomás, Don José Félix Ribas, Don Nicolás Anzola, Don Martín Tovar, Don Dionisio Palacios y Sojo, Don Narciso Blanco, entre otros, para acordar y coordinar las acciones alrededor de la convocatoria a Cabildo Abierto para conformar la Junta. En dicha reunión estaban representantes de los mantuanos que pertenecían al Ayuntamiento, al Consulado, a la red de oficiales conspiradores de las milicias y del ejército; así mismo, y es el caso de los Ribas y de Tomás Montilla, quienes tenían la responsabilidad de movilizar a los pardos y las castas hacia la Plaza de la Catedral frente a la sede del Cabildo.

El 19 de abril, las tropas acuarteladas en la Casa de la Misericordia fueron las primeras en concentrarse en la Plaza Mayor. Los hermanos Ribas y Tomás Montilla junto con líderes pardos como el cirujano José María Gallegos, y el médico Villareal, se encargaron de convocar al pueblo a la plaza. El Capitán Pedro Arévalo era el oficial más activo el 19 de abril, al mando de su compañía fue el responsable de apresar a los miembros de la Audiencia, cuando intentaban evitar el Cabildo Abierto convocado por el Ayuntamiento, y luego con la fuerza de las armas los condujo hasta la sede capitular. El Capitán pardo Carlos Sánchez, capitán de una compañía de las Milicias pardas de Caracas, y el Capitán Pantaleón Colon al mando de su tropa apresaron a las demás autoridades peninsulares. Eran negros y pardos armados de bayonetas, fusil y sables conduciendo a la fuerza a las mayores autoridades coloniales, blancas, entre la multitud conglomerada en la Plaza principal de la ciudad de Caracas para presentarlos ante el Ayuntamiento. El orden de la segregación de los colores se había trastocado. La participación de un pardo, como Pedro Arévalo, fue tan importante que un observador francés contemporáneo lo recuerda como “un mulato de apellido Arévalo” que dirigía al pueblo ese día en la Plaza. Asimismo, un Teniente pardo, al acusar ante las autoridades peninsulares a Pedro Arévalo, afirmaba: “es público en estas provincias que la Compañía de Granaderos del Batallón de Pardos de Aragua a cuyo frente se hallaba Pedro Arévalo fue la que más contribuyó a que se beneficiara la Revolución del diecinueve de abril de 1810”. Algunos personajes quedaron grabados. Un hombre de apellido Mujica entre la multitud gritaba: el pueblo pide, el pueblo quiere, el pueblo manda, por lo que se le conocería con el apodo de El Pueblo. La percepción general ese día era que algo en lo fundamental había comenzado a cambiar.

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Al final ya constituida la Junta Suprema de Caracas el mismo 19 de abril, ya caía la tarde, las representaciones se establecieron más claramente. La participación destacada de los pardos en la jornada, ya fuera desde la milicia o como artesanos desde sus comunidades, obligó a romper la designación representativa colonial de pueblo llano que solo incluía a los blancos no nobles o notables, o la general de plebe, por una más específica que designara los intereses de un grupo socio-racial colonial, al cual, por primera vez se le reconocía representatividad. Así fuera un mantuano quien se la abrogara. José Félix Ribas fue designado para la Junta como diputado por el gremio de pardos, lo demás diputados fueron nombrados diputados del clero o diputados del pueblo, solo los pardos tenían una representación tan particular. Seguido de la confirmación a la representación de José Félix Ribas como diputado del gremio de pardos se añadía el acuerdo para que “toda la tropa de actual servicio tenga un prest y sueldo doble…”. A los pocos días se acababa con la restricción colonial para los pardos en materia de ascensos militares. Se nombran comandantes de Batallón a Pedro Arévalo, Carlos Sánchez y Pantaleón Colón, así mismo muchos suboficiales y oficiales pardos son ascendidos. Pedro Arévalo y Carlos Sánchez, por ejemplo, llegan a alcanzar el grado de Coronel. Desde entonces comenzó el recorrido por la senda de la lucha de los sectores populares por la igualdad.