paréntesis no. 12

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Cali, mayo-junio de 2009 Paréntesis 5 Latinoamérica es un volcán en erupción: bullen sus pueblos, cae lava con las viejas oligarquías, fluye portentosa la incandescencia de gobiernos surgidos desde abajo. El continente empieza a dejar de ser el sempiterno solar del imperio estadounidense y exige trato de iguales, respeto a sus soberanías, se planta con dignidad. Así se lo hicieron saber varios de sus líderes a Barack Obama en la Cumbre de Trinidad y Tobago, a la que el presidente gringo tuvo que llegar pisando pasito. El camino fue abierto por Venezuela, hace exactamente diez años, cuando arribó al gobierno el mulato Hugo Rafael Chávez Frías. Luego se desgranó la mazorca y fueron asumiendo el mando otros de los de abajo, como en Bolivia, con el indio Evo Morales, ratificado en referendo. Y en Ecuador, con el estudioso Rafael Correa, a quien su pueblo también acaba de ratificar en el mando, después de dos años y medio en él. En estos tres países los cambios van en serio y por eso lo primero que hicieron los nuevos líderes fue convocar asambleas para reformar sus constituciones caducas. Por ese mismo camino va Nicaragua, con el regreso de Daniel Ortega, el comandante del Frente Sandinista que derrotó al dictador Anastasio Somoza en 1979. No son constituciones para perpetuar en el poder a sus líderes, como de mala fe dicen las élites y repiten sus áulicos académicos y mediáticos en Colombia. Cuando se busca transformar las estructuras económicas con el fin de sacar de la miseria a la mayoría, hay que cambiar las constituciones. Si se pretende abrir espacios para que el pueblo sea quien decida políticamente, y no gru- púsculos privilegiados, hay que cambiar las constituciones. Venezuela, Bolivia, Ecuador lo están haciendo, y seguramente lo hará también Nicaragua, pues se trata de resarcir al pueblo, no de burlarse de él. Y, lo más importante, lo están haciendo por la vía pacífica, sin el uso de la violencia, con el empleo de la razón, con el poder de los votos. Pero hay algo más que identifica a estos gobiernos: escogieron, definidamente, la opción del socialismo, en su reelaboración contemporánea, el Socialismo del Siglo XXI. El camino de los cuatro tiene un antecedente con 50 años de historia: Cuba, cuya revolución se mantuvo incólume en las barbas del imperio y hoy ya no está sola. Vivimos, como dijo Correa, no sólo una época de cambios, sino un cambio de época, y entonces eclosionan, aunque con menos intensidad que los anteriores, otros países. Brasil, con el obrero Lula da Silva; Uruguay, con el médico Tabaré Vásquez; Paraguay, con el obispo Fernando Lugo, y Honduras, con Manuel Zelaya, hacen parte de esa erupción. Erupción que no para, pues El Salvador tiene ahora un presidente de izquierda, el periodista Mauricio Funes, con el que se abren esperanzas de rumbos profundos. Funes llegó al poder a nombre del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, la guerrilla de los años 80 y que firmó la paz en los 90. Además, se abre paso el Alba, grupo en el que Venezuela, Cuba, Honduras, Dominica, Nicaragua y Bolivia se integran económicamente en pie de igualdad. La Organización de Estados Americanos, por su parte, es cada vez más cuestionada, y no está lejano el día en que haya un órgano parecido, pero sin la égida del imperio. Y mientras todo lo anterior ocurre, en Colombia miles cierran sus ojos, tapan sus oídos para no ver, para no oír que estamos en presencia de procesos históricos, no de meras coyunturas. Obnubilados, prefieren seguir dándole la espalda a la historia, que indica que Latinoamérica gira y toma la senda de los excluidos, de la digninidad y de la soberanía. (*) Docente de Comunicación Social de la USC, director de PARÉNTESIS. Ideas Hablar hoy de cultura ciudada- na es un ejercicio cotidiano que tanto transeúntes como catedráticos, admi- nistradores loca- les y periodistas emplean, casi de manera indiscrimi- nada. Pero, ¿qué es? ¿Cómo se constru- ye? ¿Quiénes son los responsables de su diseño, ejecución, evaluación? ¿Cuál es su funcionalidad urbana? Desde una trayectoria de investigación académica, un grupo de docentes de la Facultad de Comunicación y Publicidad de la Universidad Santiago de Cali ha revisado las piezas periodísticas que sobre Cultura Ciudadana ha publicado el diario regional El País, entre 1991 y 2007. Los resultados parciales hasta el momento dan cuenta de la sistematización de 3.324 fichas para el análisis de medios impresos, en las que se delimitó el espectro de cultura ciudadana a cuatro aspectos: la convi- vencia, los espacios públicos, la movi- lidad y la responsabilidad social de los medios como generadores de opinión. Con la investigación se pretende proveer de información documentada para el diseño, la ejecución y evaluación de estrategias en cultura ciudadana en nuestra ciudad, a partir de la información hallada, que incluye frecuencias en temas, agendas, periodistas y reporteros gráfi- cos que han abordado el tema central de la investigación. Con esta información, tanto estudiantes de nuestra Facultad como expertos, periodistas, asesores en comunicación y la propia Administración Municipal tendrán más y mejores herra- mientas con las cuales desarrollar rutas ciudadanas con responsabilidad social para la cultura ciudadana en Cali . Entre otros datos, la investigación arrojará cifras y estadísticas sobre temas, enfoques, actores sociales, institucio- nes que han sido publicados en las piezas periodísticas del diario regional, en cada una de las seis administra- ciones que ha tenido la ciudad entre 1991 y 2007: Germán Villegas, Rodrigo Guerrero Velasco, Mauricio Guzmán Cuevas, Ricardo Cobo Lloreda, John Maro Rodríguez y la iniciada por Apolinar Salcedo y terminada por Ramiro Tafur, entre 2004 y 2007. La gran dimensión de la exploración ha proporcionado retos tanto metodoló- gicos como pedagógicos a los docentes responsables de la investigación, quienes han respondido articulando los objetivos de diversos cursos, con el desarrollo de competencias propias de comunicadores y publicistas, a través de la invitación a reflexionar en torno a la ciudad, al ejer- cicio ciudadano, a las posibilidades de construir estrategias de comunicación, campañas de publicidad, todo alrededor de la Cultura Ciudadana. De esta forma, la riqueza del estudio radica no sólo en los resultados que arrojará al final, sino también en el cami- no pedagógico que se ha construido desde la Universidad como espacio para el debate de problemáticas contempo- ráneas y de generación de alternativas viables y creativas de solución. El camino recorrido posibilita pensar que una de las formas de hallar la cultura ciudadana es con la reflexión y acción del ciudadano, aún en las aulas de clase. (*) Docente de Comunicación Social de la USC. Pido la Palabra Quehaceres Vías ciudadanas, rutas de ciudad América Latina, un volcán en erupción Por Camila Gómez (*) Con la contamina- ción múltiple del río Cauca se afecta y se violan varios derechos: el derecho colectivo a la salubridad pública, al goce del ambiente sano, la defensa de los bienes de uso público, la efectiva prestación del servicio público, el derecho a la salud, el derecho a la vida y el derecho a la prevención de desastres. La Ley 46 de 1988 define el desastre como el daño grave o la alteración de las condiciones normales de vida de un área geográfica determinada: la imprevisión como política genera desastres. La solución para el saneamiento del río se habría logrado hace varios años si funcionara el Sistema Nacional Ambiental y la CRC y la CVC hubieran cumplido con sus obligaciones contenidas en la Ley 99 de 1993 para conser- var el río que comparten en el recorrido inicial. Ahora, el alcalde Jorge Iván Ospina menciona la necesidad de crear una corporación espe- cial para el río porque no se ve la efectividad de las corporaciones existentes. Y de todas manera necesitamos un macroacueducto, no en Pichindé, para quitarle más agua al de San Antonio, sino en la zona del río Pance y el río Lili, ubicado de tal forma que permita alimentarse del trasvase de aguas de un río de Jamundí, para reemplazar gran parte de las aguas del río Cauca, y por gravedad dis- tribuirla para salvar la salud de los caleños. Los habitantes de Cali son Cauca depen- dientes. Y al río Cauca lo siguen depredando, una de las causales: la apatía administrativa, la desidia y la falta de cumplimiento de las normas ambientales. El 70% de la población asentada en el perímetro urbano de Cali depende del río Cauca, pues sus aguas son captadas y tratadas a un alto costo para dis- tribuirla hasta las tuberías de los inmuebles de la mayoría de las residencias. El resto de la población se surte de los ríos Meléndez y Cali que cubren la zona de ladera y la parte del piedemonte de la Cordillera Occidental. Un listado de los daños que le causan al río Cauca es el siguiente: erosión grave de las riberas y desbarrancamiento por interven- ciones antrópicas, extracción incontrolada de arena, invasión de la faja lateral con viviendas subnormales, ocupación del jarillón o dique de protección, arrojamiento de escombros sobre las orillas y la coraza del río, funciona- miento de marraneras ilegales que arrojan vísceras y excrementos, basuras dispuestas en gran parte del recorrido, tuberías aéreas que penden desde los patios de las casas informales lanzando excretas al río, fábricas en la margen izquierda produciendo detritus, más la inmensa contaminación que viene desde el departamento del Cauca por todas las actividades que no controla la CRC. Una ciudad no es viable ni sostenible sin agua. La misma ciudad está contaminando las aguas que después se toma. La autoridad ambiental ha estado ausente por muchos años y no actúan conjuntamente la CVC y el Dagma por celos, competencias cruzadas y arrebatamiento de los recursos, sin el control del Ministerio del Medio Ambiente. El río cauca sigue siendo una cloaca gigan- te donde caen los desechos industriales y todas las aguas negras de los municipios que existen aguas arriba de Cali. La Constitución dice que el saneamiento ambiental es un ser- vicio a cargo del Estado. Hasta que todos los municipios con influencia en la cuenca del río no cuenten con plantas de tratamiento para convertir en lodos o biosólidos las aguas resi- duales, todo lo que se diga es una vaga ilusión. (*) Profesor de derecho ambiental de la USC Altozano Somos Cauca dependientes Por Alberto Ramos Garbiras (*) Encuentro de Periodismo Investigativo Por Luis Alfonso Mena S. (*) Activa participación tuvo una delegación de estudiantes y docentes de Comunicación Social de la USC en el II Encuentro de Periodismo de Investigación cumplido en Bogotá Foto: Luis Alfonso Mena S.

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Esta es la edición No. 12 del periódico Paréntesis, un medio de comunicación alternativo con espíritu universitario para toda la ciudad.

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Page 1: Paréntesis No. 12

Cali, mayo-junio de 2009Paréntesis 5

Latinoamérica es un volcán en erupción: bullen sus pueblos, cae lava con las viejas oligarquías, fluye portentosa la incandescencia de gobiernos surgidos desde abajo.

El continente empieza a dejar de ser el sempiterno solar del imperio estadounidense y exige trato de iguales, respeto a sus soberanías, se planta con dignidad.

Así se lo hicieron saber varios de sus líderes a Barack Obama en la Cumbre de Trinidad y Tobago, a la que el presidente gringo tuvo que llegar pisando pasito.

El camino fue abierto por Venezuela, hace exactamente diez años, cuando arribó al gobierno el mulato Hugo Rafael Chávez Frías.

Luego se desgranó la mazorca y fueron asumiendo el mando otros de los de abajo, como en Bolivia, con el indio Evo Morales, ratificado en referendo.

Y en Ecuador, con el estudioso Rafael Correa, a quien su pueblo también acaba de ratificar en el mando, después de dos años y medio en él.

En estos tres países los cambios van en serio y por eso lo primero que hicieron los nuevos líderes fue convocar asambleas para reformar sus constituciones caducas.

Por ese mismo camino va Nicaragua, con el regreso de Daniel Ortega, el comandante del Frente Sandinista que derrotó al dictador Anastasio Somoza en 1979.

No son constituciones para perpetuar en el poder a sus líderes, como de mala fe dicen las élites y repiten sus áulicos académicos y mediáticos en Colombia.

Cuando se busca transformar las estructuras económicas con el fin de sacar de la miseria a la mayoría, hay que cambiar las constituciones.

Si se pretende abrir espacios para que el pueblo sea quien decida políticamente, y no gru-púsculos privilegiados, hay que cambiar las constituciones.

Venezuela, Bolivia, Ecuador lo están haciendo, y seguramente lo hará también Nicaragua, pues se trata de resarcir al pueblo, no de burlarse de él.

Y, lo más importante, lo están haciendo por la vía pacífica, sin el uso de la violencia, con el empleo de la razón, con el poder de los votos.

Pero hay algo más que identifica a estos gobiernos: escogieron, definidamente, la opción del socialismo, en su reelaboración contemporánea, el Socialismo del Siglo XXI.

El camino de los cuatro tiene un antecedente con 50 años de historia: Cuba, cuya revolución se mantuvo incólume en las barbas del imperio y hoy ya no está sola.

Vivimos, como dijo Correa, no sólo una época de cambios, sino un cambio de época, y entonces eclosionan, aunque con menos intensidad que los anteriores, otros países.

Brasil, con el obrero Lula da Silva; Uruguay, con el médico Tabaré Vásquez; Paraguay, con el obispo Fernando Lugo, y Honduras, con Manuel Zelaya, hacen parte de esa erupción.

Erupción que no para, pues El Salvador tiene ahora un presidente de izquierda, el periodista Mauricio Funes, con el que se abren esperanzas de rumbos profundos.

Funes llegó al poder a nombre del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, la guerrilla de los años 80 y que firmó la paz en los 90.

Además, se abre paso el Alba, grupo en el que Venezuela, Cuba, Honduras, Dominica, Nicaragua y Bolivia se integran económicamente en pie de igualdad.

La Organización de Estados Americanos, por su parte, es cada vez más cuestionada, y no está lejano el día en que haya un órgano parecido, pero sin la égida del imperio.

Y mientras todo lo anterior ocurre, en Colombia miles cierran sus ojos, tapan sus oídos para no ver, para no oír que estamos en presencia de procesos históricos, no de meras coyunturas.

Obnubilados, prefieren seguir dándole la espalda a la historia, que indica que Latinoamérica gira y toma la senda de los excluidos, de la digninidad y de la soberanía.

(*) Docente de Comunicación Social de la USC, director de PARÉNTESIS.

Ideas

Hablar hoy de cultura ciudada-na es un ejercicio cotidiano que tanto transeúntes como catedráticos, admi-nistradores loca-les y periodistas emplean, casi de manera indiscrimi-

nada. Pero, ¿qué es? ¿Cómo se constru-ye? ¿Quiénes son los responsables de su diseño, ejecución, evaluación? ¿Cuál es su funcionalidad urbana? Desde una trayectoria de investigación académica, un grupo de docentes de la Facultad de Comunicación y Publicidad de la Universidad Santiago de Cali ha revisado las piezas periodísticas que sobre Cultura Ciudadana ha publicado el diario regional El País, entre 1991 y 2007. Los resultados parciales hasta el momento dan cuenta de la sistematización de 3.324 fichas para el análisis de medios impresos, en las que se delimitó el espectro de cultura ciudadana a cuatro aspectos: la convi-vencia, los espacios públicos, la movi-lidad y la responsabilidad social de los medios como generadores de opinión.

Con la investigación se pretende proveer de información documentada para el diseño, la ejecución y evaluación de estrategias en cultura ciudadana en nuestra ciudad, a partir de la información hallada, que incluye frecuencias en temas, agendas, periodistas y reporteros gráfi-cos que han abordado el tema central de la investigación. Con esta información, tanto estudiantes de nuestra Facultad como expertos, periodistas, asesores en comunicación y la propia Administración Municipal tendrán más y mejores herra-mientas con las cuales desarrollar rutas ciudadanas con responsabilidad social para la cultura ciudadana en Cali .

Entre otros datos, la investigación arrojará cifras y estadísticas sobre temas, enfoques, actores sociales, institucio-nes que han sido publicados en las piezas periodísticas del diario regional, en cada una de las seis administra-ciones que ha tenido la ciudad entre 1991 y 2007: Germán Villegas, Rodrigo Guerrero Velasco, Mauricio Guzmán Cuevas, Ricardo Cobo Lloreda, John Maro Rodríguez y la iniciada por Apolinar Salcedo y terminada por Ramiro Tafur, entre 2004 y 2007.

La gran dimensión de la exploración ha proporcionado retos tanto metodoló-gicos como pedagógicos a los docentes responsables de la investigación, quienes han respondido articulando los objetivos de diversos cursos, con el desarrollo de competencias propias de comunicadores y publicistas, a través de la invitación a reflexionar en torno a la ciudad, al ejer-cicio ciudadano, a las posibilidades de construir estrategias de comunicación, campañas de publicidad, todo alrededor de la Cultura Ciudadana.

De esta forma, la riqueza del estudio radica no sólo en los resultados que arrojará al final, sino también en el cami-no pedagógico que se ha construido desde la Universidad como espacio para el debate de problemáticas contempo-ráneas y de generación de alternativas viables y creativas de solución. El camino recorrido posibilita pensar que una de las formas de hallar la cultura ciudadana es con la reflexión y acción del ciudadano, aún en las aulas de clase.(*) Docente de Comunicación Social de la USC.

Pido la PalabraQuehaceres

Vías ciudadanas, rutas de ciudad

América Latina, un volcán en erupción

Por Camila Gómez (*)

Con la contamina-ción múltiple del río Cauca se afecta y se violan varios derechos: el derecho colectivo a la salubridad pública, al goce del ambiente sano, la defensa de los bienes de uso público, la efectiva prestación del servicio público, el derecho a la salud, el derecho a la vida y el derecho a la prevención de desastres. La Ley 46 de 1988 define el desastre como el daño grave o la alteración de las condiciones normales de vida de un área geográfica determinada: la imprevisión como política genera desastres.

La solución para el saneamiento del río se habría logrado hace varios años si funcionara el Sistema Nacional Ambiental y la CRC y la CVC hubieran cumplido con sus obligaciones contenidas en la Ley 99 de 1993 para conser-var el río que comparten en el recorrido inicial. Ahora, el alcalde Jorge Iván Ospina menciona la necesidad de crear una corporación espe-cial para el río porque no se ve la efectividad de las corporaciones existentes. Y de todas manera necesitamos un macroacueducto, no en Pichindé, para quitarle más agua al de San Antonio, sino en la zona del río Pance y el río Lili, ubicado de tal forma que permita alimentarse del trasvase de aguas de un río de Jamundí, para reemplazar gran parte de las aguas del río Cauca, y por gravedad dis-tribuirla para salvar la salud de los caleños.

Los habitantes de Cali son Cauca depen-dientes. Y al río Cauca lo siguen depredando, una de las causales: la apatía administrativa, la desidia y la falta de cumplimiento de las normas ambientales. El 70% de la población asentada en el perímetro urbano de Cali depende del río Cauca, pues sus aguas son captadas y tratadas a un alto costo para dis-tribuirla hasta las tuberías de los inmuebles de la mayoría de las residencias. El resto de la población se surte de los ríos Meléndez y Cali que cubren la zona de ladera y la parte del piedemonte de la Cordillera Occidental.

Un listado de los daños que le causan al río Cauca es el siguiente: erosión grave de las riberas y desbarrancamiento por interven-ciones antrópicas, extracción incontrolada de arena, invasión de la faja lateral con viviendas subnormales, ocupación del jarillón o dique de protección, arrojamiento de escombros sobre las orillas y la coraza del río, funciona-miento de marraneras ilegales que arrojan vísceras y excrementos, basuras dispuestas en gran parte del recorrido, tuberías aéreas que penden desde los patios de las casas informales lanzando excretas al río, fábricas en la margen izquierda produciendo detritus, más la inmensa contaminación que viene desde el departamento del Cauca por todas las actividades que no controla la CRC.

Una ciudad no es viable ni sostenible sin agua. La misma ciudad está contaminando las aguas que después se toma. La autoridad ambiental ha estado ausente por muchos años y no actúan conjuntamente la CVC y el Dagma por celos, competencias cruzadas y arrebatamiento de los recursos, sin el control del Ministerio del Medio Ambiente.

El río cauca sigue siendo una cloaca gigan-te donde caen los desechos industriales y todas las aguas negras de los municipios que existen aguas arriba de Cali. La Constitución dice que el saneamiento ambiental es un ser-vicio a cargo del Estado. Hasta que todos los municipios con influencia en la cuenca del río no cuenten con plantas de tratamiento para convertir en lodos o biosólidos las aguas resi-duales, todo lo que se diga es una vaga ilusión.(*) Profesor de derecho ambiental de la USC

Altozano

Somos Cauca dependientes

Por Alberto Ramos Garbiras (*)

Encuentro de Periodismo Investigativo

Por Luis Alfonso Mena S. (*)

Activa participación tuvo una delegación de estudiantes y docentes de Comunicación Social de la USC en el II Encuentro de Periodismo de Investigación cumplido en Bogotá

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