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Prof. ADRIANA CRISTINA CROLLAUNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ENTRE RÍOS
"Paradigmas de lectura y escritura comparadas: representaciones de la identidad "Gringo" en la literatura"
ASOCIACION AMIGOS DEL ARCHIVO GENERAL DE LA PROVINCIA
ESPERANZA - SANTA FE – REPUBLICA ARGENTINA 2005
"Paradigmas de lectura y escritura comparadas: representaciones de la identidad
"Gringo" en la literatura"
Prof. ADRIANA CRISTINA CROLLAUNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORALUNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ENTRE RÍOS
En oportunidad de un encuentro de italianistas en una sede española1 en que nos
interesaba proponer un cierto perfil individualizador de la idiosincrasia argentina,
recordamos una idea expresada alguna vez por Jorge Luis Borges quien afirmó que la
identidad argentina no debe ser buscada en su pasado indígena sino en la cultura occidental
ya que a los argentinos se los debe considerar “europeos en el exilio”. Por ello nuestros
escritores son las voces que dan cuerpo a un entramado de bienes espirituales no
mensurables que constituyen el patrimonio total que América construyó de sus simientes y
que Europa transmitió de su progenie.
Y de ese vasto espectro, Italia se destaca como fuerza matricial de una vasta zona, la
así denominada Pampa Gringa, extendida en el espacio geográfico de la llanura santafesina
que se prolonga hacia el norte de Bs As y las tierras limítrofes con la provincia de Córdoba.
La cultura italiana como fenómeno histórico y social fue trasplantada a nuestra tierra
en los recuerdos, costumbres y lengua de la inmensa cantidad de “gringos” que emigraron a
la Argentina en dos grandes oleadas inmigratorias a partir de 1860 hasta la Primera Guerra
Mundial cortadas por la crisis del 90 sus secuelas. En esta segunda fase se alcanzó los
máximos históricos de flujo inmigratorio antes de la Primera Guerra. Luego se produce una
nueva fase pero de menor intensidad en el período entre guerras y en particular en la década
del `30 que impulsó a nuevas masas de hambrientos y desclasados (en particular
meridionales) que buscaron en la ‘Mérica´ vivir el mito de riqueza y paz, que la diáspora de
los anteriores había cincelado en el imaginario colectivo itálico.
Después de la década del 80 pasa a ser significativo el porcentaje de mujeres y de
familias en el conjunto del movimiento y empieza a serlo menor el retorno y la modalidad
de trabajo estacional o “golondrina”.
Pero es en particular la imponente fluencia de la inmigración y las políticas
provinciales de distribución de la tierra las que generaron la importante fundación de
1 VII Congreso Nacional de Italianistas. “El teatro italiano”. Valencia, España. Octubre 1996.
“colonias agrícolas”, lo que provocará cambios sustanciales en el esquema social autóctono
(indio-hispánico) de la llanura santafesina, dando origen a lo que se reconoce como
“PAMPA GRINGA”.
En esta sede nos interesa proponer un recorrido de lecturas cruzadas por paradigmas
literarios, a fin de analizar el proceso de transferencia semántica experimentado por el
término gringo y los paradigmáticos perfiles connotativos que asume en dicho pasaje.
Gringo,ga (de etim. disc.) adj. Fam. Extranjero, especialmente de habla inglesa, y en
general todo el que habla una lengua que no sea la española. Dícese también de la lengua
extranjera // (Amer. Merid.) Norteamericano de EEUU // (Argentina y Perú). Persona rubia
y de tez blanca.
Diccionario de la lengua Española. Real Academia Española 1992, XXº ed. Madrid.
P.1059
Gringo,ga.adj. Se dice del extranjero, inicialmente del inglés y luego en particular del
italiano. U.T.c.s. (Cfr. Diccionario del habla de los argentinos. (2003) Academia Argentina
de Letras, Espasa, Bs As pp.330-331
Athos Espíndola, en su Diccionario del lunfardo (2002) Planeta, Argentina, pp.251-252.
dice: Gringo,ga adj. Extranjero en general // Italiano // Hablar en gringo. Expresarse en un
lenguaje incomprensible. Seguramente viene de griego, que dio la expresión hablar en
griego, hablar un idioma ininteligible. “Término vulgar con que se moteja al extranjero
cuya habla difiere totalmente de la castellana, como el inglés, el alemán, el francés y el
italiano. Así, no se dice nunca gringo al español, al hispanoamericano, al brasileño ni al
portugués. “La costumbre de llamar gringos preferentemente a los italianos es por la
sencilla razón de que en el Río de la Plata la inmigración italiana era entonces tan
predominante que tocándolos a cada paso, ofrecíase a cada instante la ocasión de
habérselas con ellos y de usar consiguientemente el calificativo de que se trata, ora por vía
de gracia en sentido familiar, ora con enojo entre el común de la gente” (Mario E.
Teruggi. Panorama del lunfardo, 1974)
El mote gringo es ya registrable en España en el Diccionario Castellano de
Málaga, hacia 1787 para referirse al “extranjero que posee cierto tipo de acento fuereño al
del español». Y que el término era utilizado en Madrid para designar a los irlandeses.
En su edición del año 1914, el diccionario de la Real Academia registra el término
gringo como sinónimo de griego, señalando que en su acepción figurada y familiar, “hablar
en gringo” equivale a hablar en griego.
Lo que de todos modos destaca este recorrido etimológico es que el término gringo
derivado o no de griego proviene de ámbito hispanófobo y por ello ha prendido tan
fuertemente en dos áreas ligüísticas tan lejanas para designar marcadamente al que
desconoce la lengua de la metrópolis. Y comparte con éste la intencionalidad de asociar
extranjeridad o alteridad a divergencia lingüística con la lengua considerada culta y áulica.
Paradójicamente, si bien no pervivió en el español moderno el uso del gentilicio griego y sí
el de chino “hablar en chino” para expresar la dificultad lingüística (quizás por ser una
lengua más compleja y lejana), no podemos dejar de recordar que fueron justamente los
griegos quienes inventaron un término de similar intencionalidad: bárbaro para denominar
extranjero a todo aquél que balbuceara una jeringoza incomprensible y no pudiera
expresarse en la lengua de la cultura, lo que en el pasaje a las lenguas modernas adquirió
matices peyorativos asociados a la brutalidad y al rebajamiento cultural.
No queremos dejar de mencionar la presencia de una leyenda singular, compartida
por Argentina y Méjico, que intentaría dar otra explicación, más romántica y popular a la
presencia de esta voz en este continente. Con referencia a la Argentina se cuenta que “los
soldados de Beresford, de la primera invasión inglesa (1806) cantaban por las calles de
Buenos Aires una canción que comenzaba “green grow the rushes (o roses) in Ireland”
cuyos sonidos iniciales ‘grin grou’ habrían quedado en los oídos de los porteños y dado
origen a gringo que durante el S. XIX se aplicó preferentemente a los ingleses”. (Mario E.
Teruggi)
Esta leyenda, que recoge Ignacio B. Anzoátegui en su poema "Las Invasiones
Inglesas", es bella sin duda, pero no sabemos qué tan cierta ya que historiadores mexicanos
como el cronista de la Ciudad de México, Artemio de Valle-Arizpe (1884-1961) también
remite el origen de la palabra "gringo" en su país a una cancioncilla popular inglesa de
aliterativas guturales y ritmo de vals lento «Green Grows the Lilacs» («Verdes crecen las
lilas») que, según el musicólogo Barry Taylor, tuvo sus orígenes en una canción parecida,
«Green Grows the Laurel», que fuera muy popular en la Escocia del siglo XVII. En los
días septembrinos de 1847, cuando el ejército norteamericano de Winfield Scott tomara la
capital mexicana. Valle Arizpe afirma que los usurpadores trajeron una cancioncilla de
vulgaridad sobresaliente, con cadencias roncas, monótonas y largas, que sonaba opaca y sin
gracia en los oídos mexicanos, tan hechos a los sones animados y frescos de su música
popular. Los envanecidos vencedores iban por calles y plazas cantando esta canción y
jamás se les caía de los labios la infeliz tonadilla. Green grow the bushes (lo que en su
idioma significa: «crecen las matas verdes»), por lo que la gente de la ciudad, al oír repetir
tanto y a todas horas esa abominable canción de green grow, llamó gringos a los
norteamericanos, haciendo de las dos expresiones una sola y que pronunciaban a su
manera. 2
Esta es la versión que explicará la posterior acepción despectiva de la palabra en el
sentir del mejicano en relación con el habitante de EEUU. Pero es interesante recordar
también que entre las tropas norteamericanas había un contingente de soldados oriundos de
Irlanda y que al estallar la guerra, 200 de estos soldados deciden que están con el bando
equivocado. No les gusta que Estados Unidos emplee su gran poderío para invadir y
conquistar un país mucho más débil, país que además es católico en su gran mayoría y que
desertan del ejército norteamericano para unirse al de México. Cuando el general
estadounidense Winfield Scott, luego de desembarcar en Veracruz, llega a Ciudad México
con sus tropas y acepta la rendición de los mexicanos, captura a los soldados de San
Patricio y manda ahorcar a 50 de ellos.
Gringo entonces es una voz usada en toda América para designar al extranjero que
habla otra lengua pero que está en contacto con la población local. En la mayoría de los
países latinoamericanos gringo se usa para referirse a personas de piel blanca que no hablan
2 Fuente: Historia, tradiciones y leyendas de calles de México, de Artemio de Valle-Arizpe. Tomo III, Editorial Planeta Mexicana, 1999.
una lengua romance. En Centroamérica, Puerto Rico y Venezuela por lo general no es un
término peyorativo y se usa como sustituto del término americano ya que esta palabra
incluye a gente de todo el continente, no sólo de Estados Unidos. En Méjico que se refiere
exclusivamente a las personas de ese país, sea cual sea su lengua u origen étnico y
popularmente usada en sentido despectivo y revanchista.
En Argentina por influencia del uso que se hace en México mucha gente lo aplica
también a los estadounidenses pero como hemos visto, a causa de la masiva presencia de la
inmigración italiana, por derivación, se transformó en gentilicio de “italiano”.
La estadística nos informa que entre 1881 y 1914 algo más de 4.200.000 personas
llegaron a la Argentina y de entre ellos los italianos constituyeron la mitad: 2.000.000
mientras que los españoles 1.400.000, los franceses 170.000 y los rusos 160.000. De
acuerdo a los registros el predominio abrumador de los italianos se destaca entre los años
1880 y 1886 en que el 70% del total de los arribados provenían de ese país.3
Ahora bien, si en México y su área de influencia el término gringo se incorporó al
repertorio lingüístico popular para señalar la aversión al usurpador vecino del Norte, en la
pampa argentina tuvo otros derroteros privilegiándose la nota más afectiva y un marcado
sentido de integración socio-cultural hasta posicionarse como gentilicio de un espacio físico
y un tipo social con fuertes connotaciones positivas.
Pero vayamos a indagar en los orígenes de la literatura argentina.
En los más antiguos documentos literarios rioplatenses que pudimos cotejar,
encontramos el término gringo para indicar extranjeridad lingüística y la consecuente
imagen de alteridad que provoca en el criollo. Por ejemplo estos versos del uruguayo
Francisco Acuña de Figueroa (1790-1862) quien en ¡Buena va la danza!4 (c. 1840)
expresa:
Llega en cerduno lenguaje
3 Devoto, Fernando: Historia de la inmigración en la Argentina, Bs As, Sudamericana, 2003, p.2474 Cfr. Daniel Granada. Vocabulario rioplatense razonado, Montevideo, Uruguay, 1890
un gringo diciendo “gui”y mil monos, luego aquíle imitan el aire y el trajeo le encargan que trabajeen la pública enseñanza.
La referencia a “Güi” corresponde por fonética al oui francés. La superioridad del
francés en la mirada del criollo uruguayo se manifiesta en admiración y hasta sumisión
cultural. No aparece todavía el matiz peyorativo que sí acompañará la imagen xenófoba del
extranjero inmigrante en el criollo argentino.
Por su parte, el argentino Hilario Ascasubi (1807-1875) en el poema Paulino Lucero
relata entre otras cosas, episodios del sitio de Montevideo entre los años 1839 y 1851. En su
poema encontramos el uso del término con intencionalidad política ya que introduce la
fecha de justificar la transferencia paródico-semántica del santo y seña federal, siendo él
unitario. Los “extranjeros” en este caso no lo son por diferencias lingüísticas sino por ser,
desde el imaginario unitario, los representantes de la tan apostrofada barbarie política
argentina:
¡Viva la Federación!¡Mueran los salvajes g r i n g o s!Buenos Aires, Julio a 20,del año cuarenta y cinco.
Esteban Echeverría en su Matadero [c1840] ya utiliza el término gringo para
apostrofar la barbarie cultural del extranjero aunque todavía desde la superioridad del
criollo letrado, cuando dice:
“Lo más notable que sucedió fue el fallecimiento casi repentino de unos cuantos gringos herejes que cometieron el desacato de darse un hartazgo de chorizos de Extremadura”.
En Estanislao del Campo (1834-1881) empezamos a leer la confrontación entre dos
clases de nuevos marginales: el gaucho y el gringo-inmigrante y la lucha que les obligan a
entablar para dirimir la propia subsistencia y defensa de lo propio. La relación entre el
gaucho y el gringo se definirá por relaciones de incomprensión mutua y desafío
permanente. La literatura empieza a mostrar con claridad las consecuencias de los cambios
demográficos que provoca la incontenible y no planificada política inmigratoria en la gran
metrópolis a partir de la sanción de la Ley de Inmigración5, y en el gaucho, el reclutamiento
forzoso y cercenamiento de su libertad y modus vivendi por la apropiación de la oligarquía
vacuna porteña de la pampa colindante. Tierras fiscales robadas a los indios con el auxilio
de la misma fuerza social que las políticas oficiales colaboran en marginar6.
El gaucho como el gringo serán víctimas de una misma política y experimentarán
las mismas vejaciones y destino de hombres sin tierra ni propiedad, obligados al
vagabundeo y matreraje por el desierto, rebajados en sus derechos y utilizados como fuerza
de choque para la obtención de esos mismos territorios. En las arriadas, tanto el gaucho
como el extranjero soportan el mismo avasallamiento de la libertad, poder que les otorgaba
a los políticos porteños una ley aplicada a su arbitrio. Pero tanto el gaucho, como producto
de su época e ignorancia, y el gringo por su propia extranjeridad, no pudieron establecer un
lazo de solidariedad y unión de fuerzas para protestar y proclamar en común un estado de
cosas que se padecía en gran parte del país. La aversión que se entabla entre estos dos
grupos sociales es reflejada en la literatura no desde la voz de los mismos actores sino por
parte de los letrados que se erigen en observadores calificados de este estado de situación.
Es así que por ejemplo, encontramos en Fausto (impresiones del gaucho Anastasio
el Pollo), de 1870, cómo Estanislao del Campo introduce en el parlamento del gaucho el
apelativo gringo para mostrar la mirada despectiva y crítica que el intruso provoca ya que
para el gaucho el gringo no es sólo un “otro distinto” sino un peligro para el grupo social
autóctono al encarnar perfiles de intruso, embrollón, estafador y ladrón.
(Laguna) - Hace como una semanaQue he bajao a la ciudá,Pues tengo necesidáDe ver si cobro una lana;Pero me andan con”mañana”,Y “no hay plata”, y “venga luego”.Hoy no más cuasi le pegoEn las aspas con la argollaA un gringo que aunque es de embrolla
5 Durante el gobierno de Bernardino Rivadavia (1826-27) el gobierno sanciona un decreto donde se especifica la decisión de “ofrecer protección y tierras para labores agrícolas, a los individuos de todas las naciones y sus familias que quieran fijar domicilio en territorio argentino asegurándoles el pleno goce de los derechos con tal que no perturben la tranquilidad pública y respeten las leyes del país”. 6 Cfr. Gori, Gatón: .La pampa sin gaucho, Bs As. Ed Raigal, 1952.
Ya le he maliciado el juego (v. 111-120)
Dice Pollo (…) Y para colmo, cuñao,de toda esta desventura,el puñal de la cintura,me lo habían refalao.
A lo que acota Laguna- ¡Algún gringo como luzpara la uña ha de haber sido!
Y Pollo concluye:- ¡Y no haberlo yo sentido!En fin, ya le hice la cruz. (v. 229-236)
De todos modos podemos comprobar que todavía “gringo” es extensivo a cualquier
extranjero sin distinción de nacionalidad o lengua.
La Pampa, evocada por Sarmiento en el Facundo era la representación del espacio
ideal de conquista e inserción del colono europeo que debía ser representado especialmente
por el nórdico protestante. Sin embargo la gran oleada inmigratoria se va definiendo casi
mayoritariamente por el inmigrante italiano y el término gringo pasará a ser en la literatura
que refleja este traumático proceso, casi exclusivo para el italiano.
Y será tanto más gringo, extranjero e intruso cuanto más se adentre e inserte en un
espacio que no está desierto sino ocupado humana y productivamente por su natural
habitante: el gaucho.
Mientras que Ascasubi, Echeverría y Del Campo, todavía utilizan gringo para
referirse a los inmigrantes en general, Hernández en 1872 aplica en su Martín Fierro, el
término a los italianos, pero en particular al napolitano quien, junto al genovés, como
hombres de puertos, fueron los primeros en llegar a nuestras tierras hacia 1830, décadas de
constitución del puerto de Buenos Aires y generación del barrio portuario de la Boca, al que
dieron su particular perfil. Los que por distintas circunstancias de marginación política o
económica se vieron expulsados de este ámbito ciudadano y cosmopolita, instauraron el
prototipo del mercadeo y “tano” de vida nómade.
De allí a la definición de un topos literario que ya aparece en Fierro y el sainete
terminará de definir. El italiano de grandes mostacholis, nómade, saltimbanqui con
organillo y mona que simboliza el producto del transplante desde la ciudad cosmopolita a la
enrancia y la expulsión del sistema productivo, por defecto o error en el movimiento
inmigratorio, hacia la campaña colindante.
En 1872, José Hernández en su poema utiliza Gringo para, desde la mirada
despectiva del gaucho, cargar sobre la figura del inmigrante italiano la naciente mirada
xenófoba de la elite porteña.
Por esos años esta etnia irrumpía impetuosa y masiva concentrando sobre sí las
causas de los profundos cambios demográficos operados por el proceso inmigratorio. Pero
hay que hacer la salvedad de que este inmigrante “papoletano” se diferenciará en mucho
con este otro recién venido desde las extremidades contadinas del norte de Italia que
empezó a responder, esperanzado, a las atractivas ofertas diseminadas por todo el territorio
limítrofe entre Suiza e Italia, de las compañías y promotores inmigratorios de los que Aarón
Castellanos es su más conspicuo representante. Inmigrante que entrará directamente al
interior a fundar centros productivos, a radicarse en el campo para vivir como colono y
desarrollar una esforzada acción de apropiación de la propia tierra.
Retomamos las palabras de un historiador de la época que sí veía con lucidez esta diferencia, Guillermo Wilken7: “Está bastante divulgada y generalizada una opinión adversa a la inmigración italiana; pero aparte de que en esto mismo hay ya cierta exageración rutinaria, es preciso no confundir el verdadero colono italiano, sobre todo si es lombardo o piamontés, con los inmigrantes que pululan nuestras calles, dedicados al tráfico en la más pequeña escala, de los comestibles, utensillos domésticos y frutas inmigrantes sueltos, sin familia y que por lo general son napolitanos”
Coincidimos con Antonio Pérez Amuchástegui (Mentalidades argentina 1860-1930,
Bs As Eudeba, 1984) en que la calidad de los inmigrantes que deambulaban por la pampa
debe ser tenida en cuenta cuando se analiza este fenómeno. Pero nos parece un tanto
exagerada su afirmación de que deberían ser “verdaderos batallones” los organilleros que
deambulaban por esos vastos territorios casi despoblados. Más bien tendemos a buscar la
causa de esta transferencia en la reacción xenófoba ante la etnia italiana por parte de la élite
porteña provocada por la irrupción de una inmensa masa inmigratoria no deseada a raíz de
las nefastas consecuencias de equivocadas políticas inmigratorias centrales.
Experiencia que tuvo ribetes absolutamente diferentes en las colonias de las
provincias interiores.
7 Wilken, Guillermo: Las colonias, 1873, p. 311. Ed. Especial. Número del ejemplar:4272 (cfr. Gori, Gastón: op. cit. p.8)
Pero vayamos al Martín Fierro para dar cuenta del matiz humorístico que
Hernández plasma ante la situación de incomunicación por interferencia lingüística:
Era un gringo tan bozal Que nada se el entendíaQuién sabe de ande sería!Tal vez no juera cristanoPues lo único que decíaEs que era pa-po-litano. (852)
Cuando me vido acercar:¿Quién vivore? Preguntó,¿Qué víbora?- dije yo –¿Ha garto…? Me pegó el grito –y yo dije despacito:“Más lagarto serás vos” ( 864)
El topos literario aparece cuando Fierro da cuenta de las violentas levas que hacía el
ejército (la Guardia Nacional), injusticia a la que se vieron sometidos tanto gauchos como
los gringos errantes y expulsados del sistema productivo. Sin embargo, la altanería y
orgullo de la raza nativa se manifiesta en la caricatura que se realiza del gringo como
payaso y cobarde:
[III: 319] Allí un gringo con un órganoy una mona que bailaba,haciéndonos rair estabacuando le tocó el arreo.¡Tan grande el gringo y tan feo!lo viera cómo lloraba!
Y diferencia: Hasta un inglés sanjiadorque decía en la última guerra que él era de Inca-la-perra8
8 Inglaterra. Los sanjeadores eran contratados para cavar la zanja de 100 leguas que Alsina El inglés de Inca-la-perra queda ya diferenciado de los gringos, como vemos, a estrofa seguida. Es asimismo interesante observar que el inglés – por lo de sanjiador – seguramente no sería inglés, sino irlandés: trabajaba, como se induce, en una obra de fortificación que se llevó a cabo contra los indios, con poco éxito, y que consistía en una zanja de 100 leguas, que debería detener los malones. Esta obra tomó el nombre del ministro de guerra de entonces, llamándose la Zanja de Alsina. Si en ella trabajaron ingleses, con seguridad lo hicieron como ingenieros o contratantes, quienes no necesitarían precisamente juir de las partidas, pero sí hubo muchos
y que no quería servir,también tuvo que juira guarecerse en la sierra.
Ni los mirones salvaronde esa arriada de mi florfue acorayao el cantorcon el gringo de la mona,a uno solo, por favor,logró salvar la patrona..(336)
Duramente castigado por las políticas centrales, Fierro, el gaucho, no critica las
verdaderas causas de la injusticia sino que, con la finalidad de poner de relieve su gallardía
y derechos de raza, apostrofa las políticas que pretenden igualarlo al gringo, un ser visto
por la cultura nativa como absolutamente inoperante e incapaz de vivir en esa pampa que
le pertenece por derechos seculares y que por tanto se ve obligado a defender:
Yo no sé por qué el GobiernoNon manda aquí a la fronteraGringada que ni siquieraSe sabe atracar a un pingo¡Si creerá al mandar un gringoque nos manda alguna fiera! (894)
No hacen más que dar trabajoPues no saben ni ensillarNo sirven ni para carniarY yo he visto muchas vecesQue ni volteadas las resesSe les querían arrimar. (900)
Y lo pasan sus mercedesLengüeteando pico a picoHasta que viene un milicoA servirles el asaoY eso sí, en lo delicaosParecen hijos de rico…. (906)
…Cuando llueve se acoquinanComo perros que oye truenos
irlandeses de la gleba que fueron a las pampas a sudar la gota gorda, quienes no sólo tuvieron que juir de las partidas, sino precisamente de los ingleses que habían sojuzgado su patria.
Qué diablos – sólo son guenosPa’ vivir entre maricasY nunca se andan con chicasPara alzar ponchos ajenos… (918)
Más adelante, en la toldería, veremos aparecer la gran metáfora de la experiencia
inmigratoria: la asociación gringo- barco. Símbolo recurrente en la literatura posterior y en
particular en la santafesina, para traducir el desarraigo, el dolor y la soledad sufrida por el
extranjero en la agónica apropiación de la nueva tierra.
Había un gringuito cautivoQue siempre hablaba del barco–Y lo ayugaron en un charcoPor causante de la peste–Tenía los ojos celestesComo potrillito zarco. (3174)
Estos versos pertenecen a la segunda parte de la saga martinfierrista: La vuelta de
Martín Fierro, escrita en 1879, siete años después de la primera, y que ya refleja los
cambios operados en la política y la economía de una Argentina entrada en el mercado
mundial y producto del salto modernizador que acompaña al estado liberal. Al decir de
Josefina Ludmer, “el pacto económico y la integración de la ley por el trabajo…Martín
Fierro queda pacificado y legalizado como el trabajador de la riqueza de la Argentina
agroexportadora”.9
Es en ese año en que comienza la publicación como folletín de otra obra capital que
refleja la definición de un nuevo modelo de gaucho como héroe popular, marginado pero
detentador de la atávica nobleza, como fruto del salto modernizador. Son estas nuevas
variables socio-políticas las que empiezan a perfilar un nuevo tipo social pampeano que se
ve inscripto en la violencia e ilegalidad por expulsión del nuevo sistema económico de
explotación agropecuaria de la tierra que se termina de conquistar a los indios. Proceso que
va llevando a la definitiva desintegración del gaucho como “guapo” y “centauro de las
pampas”, modelo emblemático del sistema anterior para pasar a ser “vago” y “matrero”.
Nos referimos a la novela de Eduardo Gutierrez: Juan Moreira.
9 Ludmer, J: “Los escándalos de Juan Moreira” en prólogo a Gutierrez Edudardo: Juan Moreira, Bs As Perfil, 1999, p. x.
En este notable folletín las penurias del gaucho se inician a raíz de un problema de
dinero. Moreira, trabajador y ahorrativo es un emprendedor transportista rural
independiente que arrea ganado hasta las vías del ferrocarril. El gaucho, de férrea moral y
nobles virtudes, presta de buena fe sus ahorros a un italiano, Sardetti, incipiente
comerciante de ramos generales y representante en la novela de este grupo de advenedizos
que todavía no han aprendido a regular su economía en una geografía y sociedad rural
todavía hostil y expulsiva.
El italiano es convencido por el Teniente Alcalde, quien está decidido a perder a
Moreira para apropiarse de su mujer, a negar la deuda contraída con el gaucho. El honor de
Moreira es mancillado al ser inculpado por mentiroso y llevado al cepo y esto lo llevará a la
busca del duelo que limpie la mancha que injustamente ha caído sobre su persona y
hombría de bien. Violencia que es lícita para Moreira que todavía responde a los
parámetros morales y éticos de la ley de la pampa y de la justicia oral. Pero ilegal según la
legislación de la nueva sociedad que pretende borrar definitivamente la barbarie “gaucha” e
instaurar la civilidad dentro de los marcos del nuevo orden que el sistema modernizador
exige y en la que la moral del duelo y el facón no tienen ya cabida.
En este nuevo espectro social ya no tiene cabida el gaucho libre e independiente y
por tanto obligado al matreraje y se hacen explícito los dos problemas candentes y
específicos del estado liberal: la demarcación del espacio rural con sus nuevas regulaciones
de propiedad de la tierra y las relaciones que empiezan a gestarse entre las masas
inmigrantes y las nativas.
Por ello en el momento en que Moreira viene a buscar a Sardetti para obligarlo a
pagarle el dinero prestado reconociendo su mentira o batirse a duelo por su honor y la
negativa del mismo a saldar la deuda, es una instancia que hace visible la contraposición de
estos dos órdenes. Un paisano intenta evitar el lance previniendo a Moreira del fatal
destino al que se someterá si mata al “otro” y no reconoce las nuevas premisas de legalidad:
No te pierdas hermano, el gringo no vale la pena y vas a tener que huir del pago.10
En todo el fragmento en que aparece mencionado el personaje del italiano la única
vez en que se menciona el término “gringo” es en boca de este paisano, un gaucho,
10 op. cit. P. 30
mientras que el narrador omnisciente, de registro culto, se referirá siempre a Sardetti por su
apellido o profesión: almacenero o pulpero. Y la forma cómo el representante de la ley, más
allá de sus aviesas intenciones, apostrofa al gaucho por mentiroso y pendenciero, está
señalando el lento pasaje hacia la destrucción de una raza que en la realidad, como afirma
Gutierrez en el folletín, era empujada a la criminalidad forzosa:
“El gaucho, habitante de nuestra pampa tiene dos caminos forzosos para elegir: uno es el camino del crimen, por razones que expondremos, otro es el camino de los cuerpos de línea, que le ofrece su puesto de carne de cañón.11
La definición en el imaginario colectivo de las diferencias culturales entre las dos
razas, explica que en obras posteriores, encontremos en forma recurrente los correlativos
colectivos gringaje – gringada usados para designar, con fuerte carga despectiva, la
particular tendencia a manifestaciones bullangueras, ruidosas, gesticulantes y expansivas de
los italianos, en particular durante sus hábitos gregarios, opuestas al recogimiento y
moderación de las costumbres gauchas.
E. García Velloso: Gabino (1898), 1957, 112:
Ya toda la gringada Se empieza a alborotarY van a concluir mal.
R. J. Payró: Ruinas (1904) 1956, 63:
¡ Novelerías de Martín! ¡ Vos también parece qu’ en ocasiones te ablandás y comenzás a hacerle caso a sus gringadas!
J. Filloy: Cuentos, 1974, 97:
Todo el gringaje de las colonias adyacentes iba “donde Amalio” para proveerse y pasar el rato.
La lista podría continuar pero preferimos entrar en el análisis de una obra producida
en el espacio de la pampa gringa santafesina y su peculiar utilización.
Florencio Sánchez, nacido en Montevideo en 1875, ingresa en 1902 en la redacción
del periódico La República de Rosario donde se radicará hasta 1909, año en que viaja a
Italia y muere en Milán en 1910.11 op. cit. P. 11
Es en Rosario donde estrena en 1904 La gringa, drama rural ambientado en la
provincia de Santa Fe que registra las mutaciones que se estaban experimentando en el
campo mientras el sainete porteño, por esos mismos años, se dedica a mostrar el impacto
inmigratorio en las transformaciones sociales urbanas.
Para la época en que Sanchez escribe su obra, toda una generación de inmigrantes
italianos se ha ya insertado, adueñado de la tierra y aprendido a sacarle jugo al sistema a
partir de un modus vivendi que se asocia fuertemente al trabajo colectivo y familiar y al
ahorro. Y el recurrente leit motiv de “fare l´Merica” como primer legado educativo a los
hijos.
En esta obra producto de este fenómeno, dicha evolución se hace visible, pero
además es importante observar los efectos positivos que ha adquirido en el imaginario
colectivo la figura del “gringo” y que la política inmigratoria “colonizadora” ha potenciado
y comenzado a perfilar en las tierras pampeanas santafesinas que lentamente empiezan a
reconocerse como “gringas” y cuya historia es por todos conocida.
Queremos recordar solamente para justificar dicho proceso que hacia 1850 el Litoral
(Pcias de Santa Fe y Entre Ríos) se halla prácticamente vacío de hombres y animales y en
1858 toda la llanura santafesina cuenta con sólo 25.000 habitantes frente a los 180.000 de
Buenos Aires. 12
Mientras la provincia de Buenos Aires empieza a separarse, Santa Fe y Córdoba
apuestan a reforzar vínculos con el extranjero y en ese clima favorable se funda en 1853, en
las cercanías de la ciudad de Santa Fe, la primera colonia agrícola pampeana de origen
europeo: Esperanza13 con una importante conformación étnica inicial de origen suizo y
alemán. La misma es organizada por un empresario territorial, Aaron Castellanos, el que
visionariamente toma contacto con el mercado financiero de Londres para empezar la
12 Citado por Gaignard. Romain La Pampa Argentina, Solar Ed, pag .15713 En 1879, después de sesenta días de viaje, llegan a Esperanza los primeros colonos, todos italianos y en su casi totalidad piemonteses, convocados por Guillermo Lehmann para colonizar el territorio donde empieza a conformarse Rafaela, a 100 kms de la capital provincial a partir de 1882. “Lehmann se da cuenta rápidamente que estos campesinos, fugitivos de la guerra, del hambre y de la miseria, son trabajadores incansables, modestos, dóciles, tolerantes, cerrados en sí mismos, pero prontos a cantar en coro para acompañar el trabajo del campo. Sesenta y nueve familias piemontesas compran buena parte de las 448 concesiones por un total de 15.000 hectáreas. A quien compra más de un lote, Lehmann regala 10.000 ms2. en la ciudad. Se ha documentado que algunos piemonteses rechazaron la oferta de Lehmann quizás para evitar los gastos notariales, pero más probablemente porque querían vivir en la propia tierra para defenderla y cultivarla mejor” Agosti, Paola: Piemontesi in Argentina, “Torino magazine” nro 5, maggio 1989. De Quattro, Torino Italia. (la traducción es nuestra)
construcción de una línea férrea que una Rosario con Córdoba, y quien contrata las
primeras familias de colonos, de origen suizo y alemán, grupos de pioneros que
comienzan un lento y sostenido trabajo de apropiación de esa planicie indómita y virginal,
plagada de alimañas, indios y peligros.
A fines de la década del sesenta, lentamente la pampa santafesina ha empezado a
poblarse, cuenta ya con 17 colonias en 1869 y han llegado las primeras familias
originarias del Piemonte que se van incorporando a las helvéticas en las sucesivas
fundaciones. Es en esa década que se produce, gracias a la construcción de la línea
ferrocarrilera, un súbito florecimiento de colonias: seis en 1869 y ocho en 1870, 39 en 1876
con 23.595 personas y un cambio en la propiedad de la tierra ya que la valorización de los
precios tienta a los latifundistas a venderla en parcelas a los recién llegados los que se
dedicaran en general al monocultivo del cereal. Las exigencias europeas de cereales,
especialmente de trigo, aumenta por esos años y ofrecen a la naciente producción de las
colonias agrícolas de Santa Fe, un enorme mercado que la navegación transatlántica ha
tornado posible.
Por otro lado, comienza a desarrollarse la inmigración espontánea, estimulada
directamente por las campañas sistemáticas de las compañías contratistas que difunden por
Europa noticias sobre estas nuevas colonias y, en particular, por la acción de los primeros
inmigrados, quienes incitan a sus parientes y amigos a dejar Italia y unírseles ante la
notoria necesidad de incrementar la cantidad de brazos fuertes para el trabajo agrícola y por
lógicas necesidades afectivas.
Tímidamente, empieza a nacer una Pampa gringa, ocupada por campesinos
extraños al pueblo criollo y a la lengua española. Pampa doblemente extranjera tanto en su
nueva población como en la nueva valoración que se hace del espacio. La economía de
propiedad pastoril, empieza a abrirse a una nueva estructura agraria y un nuevo modo de
explotación familiar dedicada a los cultivos cerealeros. Y es precisamente en la Provincia
de Santa Fe, lugar de nacimiento de esta nueva forma de colonización donde esforzada y
penosamente se originará esta civilización gringa que pronto cubrirá de leyenda la pampa
gaucha.14
148. Un texto ineludible para indagar sobre esta problemática es el de Gori, Gastón: Inmigración y colonización en la Argentina. Eudeba, Bs As 1988
Luego de algunos años de tenacidad y coraje, la tierra comienza a dar sus frutos y el
29 de diciembre de 1862, el gobierno entrega a cada colono el título de propiedad
correspondiente a su concesión:
“La Argentina entregaba por primera vez en propiedad, una `porción de su tierra a la familia que directamente la trabaja, sin preguntar por su raza, nacionalidad, idioma o convicción religiosa, sino sólo por su honestidad y laboriosidad” (5)
A comienzos del S.XX el gringo ha pasado definitivamente a ser el dueño de la
tierra valerosamente conquistada y el gaucho, su antiguo centauro y señor, se ha convertido
en peón. Los pocos que conservan propiedad sobre la tierra ven por su lado avasallados su
derechos e idiosincrasia ante la tenacidad del inmigrante.
Y si todavía se visualiza la lucha racial, ahora es el gringo el que impone las
condiciones y la integración se va dificultada en particular por ese mismo gringo que es
quien rechaza mezclarse con una raza que considera indolente y parasitaria.
Se podría decir que La gringa es la primera obra dramática orgánica donde se
reflejan estas contradicciones y el deseo de superación de antinomias con la necesaria
integración del gaucho y el gringo.
La acción se entrama en base al enfrentamiento de una tipología creíble de
arquetipos de la vida en la pampa gringa de entonces. Don Nicola y Maria, el matrimonio
de gringo ricos y pujantes, dueños ya de una importante cantidad de tierras y con la
solvencia necesaria para prestar dinero al gaucho Cantalicio que, por impericia, juego y
bebida (vagancia desde la mirada del gringo) ve perder las posibilidades de devolver el
préstamo y por tanto el rancho y la tierra que le pertenece por derecho histórico.
Los hijos de ambos Próspero (del gaucho) y Victoria (del gringo) se han enamorado
y llevan en sí los nombres emblemáticos de una nueva clase, esa burguesía agraria que está
pujando por emerger y sacarle a la tierra el mayor provecho de sus riquezas.
Los peones, raza nativa, consideran al gringo desalmado con la propia prole a la
que someten a un duro trabajo con la tierra:
Pucha, Gringos desalmaos…podridos en plata y haciendo trabajar a esas pobres criaturitas…
Cantalicio, el gaucho patrón, condensa en su discurso el odio a un arribista que lo
expolia de su espacio consuetudinario:
Milagros que no hay perros… Estos colonos saben tener la perrada enseñada a morder y garronear criollos. Guen día!... no hay nadie che?...
…Te parece cosa linda que de la mañana a la noche, un estrangi del diablo, que ni siquiera argentino es, se te presente en tu casa que has nacido, en que te criaron tus padres y vivieron tus aguelos…se te presente y te diga: fuera de acá; esta rancho ya no es suyo, ni ese campo es suyo, ni esos ombuses, ni esos corrales, ni esos cercos son suyos…
Sabe que está bonito”…Es decir, que porque soy hijo del país tengo menos derecho que todos ustedes que se pasan aquí el día gritando y cantando como fuese fonda e vascos? …El golpear lo que se me antoje, porque pa eso soy criollo, me oyen?
Nicola, el gringo, al enterarse de que Próspero, hijo de gaucho, pretende a su hija,
refleja en modo despectivo las diferencias que separan ambas razas y en las que ellos, los
nuevos dueños, llevan las de ganar:
Nicola: Cosa?....Cosa?.... Mándese a mudar le digo. En seguida, eh? Casarse!...Casarse!...Te gustaría eh?, casarte con la gringa pa agarrar la platita… los pesitos que hemos ganado todos trabajando…trabajando como animales sobre la tierra! Ya! Mándese a mudar…haraganes!.... aprendan a trabajar primero….No me faltaría otra cosa de que después de tanto sacrificio pa juntar un poco de economía, viniese un cualquiera a querérsela fundir….. Con que casarte! …casarte con la herencia, no? Con la herencia del gringo viejo….pa gastarla en los boliches y jugarla en las carreras… Haraganes! Mándese a mudar! (vase mascullando frases en dialecto piemontés) Mándese a mudar! Aprenda a trabajar primero.
Próspero, que se ha alejado de su rancho para trabajar como peón de los gringos, ha
podido aprender de la experiencia y ha tomado conciencia de lo poco que se necesita para
generar la “buena raza” de la nueva Argentina. Bisagra entre las dos culturas es el
encargado de enarbolar la deseada integración del gringo y el criollo al poder interpretar las
virtudes que ambo grupos sociales poseen. Por ello apostrofa a los peones que se pasan
mascullando diatribas contra el gringo patrón:
Qué saben ustedes!.... Búsquenme la última gringuita de estas y verán que mujer así le sale… qué compañera pa todo… habituada al trabajo, hecha al rigor de la vida, capaz de cualquier sacrificio por su hombre o por sus hijos…Amalaya nos fuéramos juntando todos los hijos de criollo y de gringo y verían que cría!
El drama culmina felizmente y el matrimonio es posible. La apertura mental de
ambos jóvenes hacia la clase opuesta y la venida de un hijo anticipado sirve de deus ex
machina para que se alcance el final feliz y se defina el mensaje superador de la obra.
De aquí a los voceros de la gesta gringa y de las valencias positivas de su impronta,
hay sólo un paso. Poco falta para la llegada de los Pedroni, Carlino, Vecchioli, Balbi,
Massoni, Isaías, Scotti, y tantos otros, voces del “exilio”, de la tierra, el arado y el lino que
expresarán con honda densidad poética, con tonos épicos, intimistas o míticos, el lento
proceso del desarraigo, la conquista de la tierra y la argentinización de estos gringos en la
construcción de esa nueva sociedad, la “buena raza” surgida del crisol y la integración que
la literatura testimonia. Y la sociedad define en la valencia positiva del toponímico “Pampa
Gringa”.