papel literario. el nacional

4
el nacional CARACAS 24 de julio de 2010 Construyendo un futuro para Caracas C on particular intensidad desde fines del siglo pa- sado, un no- table grupo de ciudades latinoamericanas han co- nocido transformaciones que muchos creían impo- sibles. Bogotá, Medellín, Quito, Lima, entre muchas otras han logrado avances que en más de un caso se proyectan como ejemplos a seguir a escala mundial. Ellas reúnen una serie de características en común que ayudan a entender el porqué de tales cambios, y una muy destacada es que han alcanzado grados im- portantes de autonomía de gobierno, no sólo por la capacidad de elegir sus autoridades sino también porque han logrado con- solidar la autonomía fiscal. Pero aún así esos cambios no habrían sido posibles si esas ciudades no hubieran sido capaces de dotarse de un proyecto compartido de futuro. Como lo señalara Jaime Lerner, el exalcalde de Curitiba, la ciudad que en 1966 dio inicio a esa su- cesión de transformaciones urbanas que hoy exhiben con justificado orgullo tan- tas ciudades de nuestra re- gión, “una ciudad sólo pue- de encontrar soluciones de futuro a partir del momen- to en que sabe lo que quie- re ser”. Y eso es posible so- lamente en la medida en la que se cuente con un plan, a fin de cuentas una car- ta de navegación, amplia- mente discutida y compar- tida por los actores urbanos fundamentales. El drama de nuestra capi- tal es que, a estas alturas, ella no sabe lo que quiere ser, lo que le complica inclu- so la lucha por consolidar su derecho al autogobierno, que en los últimos años ha venido siendo erosionado lenta pero sistemáticamente por el Gobierno central. La última propuesta de futu- ro, el Plan Rector formulado Textos para pensar Caracas, a propósito de su aniversario. Escriben: Enrique Larrañaga, Frank Marcano, Tomás Straka, Lorena González, Henry Vicente, Federico Vegas, Arturo Almandoz y María Isabel Peña págS. 2-4/// Nelson Rivera sobre la exhumación del cadaver de Simón Bolívar pág. 4 ca del crecimiento; a partir de entonces el régimen que ha venido apabullándonos durante ya casi doce años ha profundizado las políticas antiurbanas, emblematiza- das en el hoy asordinado Pro- yecto Orinoco-Apure, funda- do en la vetusta idea de que el desarrollo es esencialmente una cuestión de aprovecha- miento de los recursos na- turales y de la posición geo- gráfica. El limitado espacio por la Oficina Metropolita- na de Planeamiento Urbano (OMPU), data de 1983, ya un cuarto de siglo largo; pero además, desde que en 1992 los alcaldes Mendoza y Fer- mín tomaron la desafortuna- da decisión de eliminar esa oficina sin proponer ningún órgano sustitutivo, Caracas ha carecido de una institu- ción capaz de pensarla glo- balmente y a largo plazo; las dos gestiones metropolitanas que se sucedieron entre 2000 y 2008, por razones que no es posible analizar aquí, no fue- ron capaces de suplir esa ca- rencia. Como no podía ser de otra manera, esa conjunción de factores ha conducido a un proceso de creciente dete- rioro físico de la ciudad que, a su vez, ha inducido una di- námica de desmoralización en la población que, en el me- jor de los casos, ve la ciudad apenas como un bien utilita- rio —un sitio donde ganarse el pan— que satisface cada vez menos sus expectativas y hacia la cual siente cada vez más desapego. Conscientes de la situación, una de las primeras decisio- nes adoptadas cuando en di- ciembre de 2008 asumió el gobierno la actual Alcaldía Metropolitana fue la de in- tegrar un equipo profesional del nivel más alto, seleccio- nado estrictamente por sus credenciales profesionales y académicas, responsable de dotar a la ciudad de ese pro- yecto de futuro que por tan- to tiempo se le ha negado y que se propone concretar en el Plan Estratégico Caracas Metrópoli 2020. Lograr ese objetivo requie- re repensar la ciudad, cons- truir una visión diferente de la que de ella ha prevalecido hasta ahora entre nosotros, empezando por entender que Caracas —su población y sus instituciones para ser exactos— es, sin duda. el ac- tivo más valioso con el que cuenta el país: entre 1959 y 1999 los gobiernos democrá- ticos la vieron como una es- pecie de parásita que chupa- ba la savia del país profundo, comprometiendo la dinámi- ERNESTo MoRGAdo “El ‘urbanismo social’ ha de ser el norte del plan Estratégico Caracas Metrópoli 2020” MARCo nEgRón disponible apenas permitirá esbozar algunas de las líneas conceptuales del reenfoque necesario para construir la Caracas del futuro. Hoy, como es ampliamente conocido, estamos inmersos en la llamada sociedad del conocimiento cuya base es la creatividad, la capacidad de producir y aplicar nuevos conocimientos. Como luga- res de la diversidad, no sólo de empresas sino sobre todo de personas, las ciudades son los espacios por excelencia de la creatividad porque es en ellas que el talento encuen- tra su caldo de cultivo, las condiciones que le permiten crecer y reproducirse; pero para que ese talento conver- ja hacia una ciudad especí- fica es necesario, entre otros requisitos, que exista un me- dio urbano idóneo, es decir, una serie de condiciones en parte naturales pero sobre todo producidas, tales como infraestructuras, patrimonio arquitectónico y urbanístico, tradiciones culturales, capa- cidades tecnológicas difusas, seguridad, ordenamiento ins- titucional, que inciden direc- tamente en la calidad de vida de la población. La capacidad de las ciudades para respon- der a los estímulos de la com- petencia global, sin embargo, no depende mecánicamente de la mayor o menor riqueza del medio urbano: para ello es necesario que en su seno surjan las redes sociales ca- paces de convertirlas en ac- tores colectivos de la escena mundial y neutralizar o limi- tar las condiciones de exclu- sión y marginación. Aún así, un medio urbano de calidad constituirá siempre un apor- te decisivo tanto para el me- joramiento de la competitivi- dad económica y superación de la pobreza como para al- canzar la integración social y la sustentabilidad ambiental y cultural. No es por casua- lidad que de la exitosa expe- riencia de Medellín surgió el concepto de “urbanismo so- cial”, que ha de ser el norte del Plan de Caracas. Pero sería ingenuo ignorar las barreras que se oponen al éxito de este proyecto, que ponen en entredicho la políti- ca hegemónica, excluyente e hípercentralizadora del cha- vismo. Ellas sólo podrán ser superadas en la medida en que las propuestas del Plan sean progresivamente apro- piadas por sectores cada vez más amplios de la sociedad y que sea ésta quien exija su puesta en ejecución.s PAPEL LITERARIO Director: Nelson Rivera. Investigación, Coordinación Editorial: diajanida Hernández, Virginia Riquelme. Diseño y diagramación: Mónica Mata Blanca Correo electrónico: [email protected] / @papeliterario Caracas es, sin duda. el activo más valioso con el que cuenta el país Un nuevo aniversario de Caracas es la oportunidad propicia para hablar sobre ella y poner sobre la mesa ideas para esbozar un plan que nos lleve a tener la ciudad que deseamos. Papel Literario conmemora los 443 años de la capital con una entrega dedicada a ella, con diez artículos escritos por especialistas El drama de nuestra capital es que, a estas alturas, ella no sabe lo que quiere ser 443 Aniversario de la ciudad de Caracas

Upload: medio-digital-fau-ucv

Post on 20-Mar-2016

238 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Publicado el 24-07-2010

TRANSCRIPT

Page 1: Papel Literario. El Nacional

elnacional CARACAS 24 de julio de 2010

Construyendo un futuro para Caracas

Con particular i n t e n s i d a d de s de f i ne s del siglo pa-sado, un no-

table grupo de ciudades latinoamericanas han co-nocido transformaciones que muchos creían impo-sibles. Bogotá, Medellín, Quito, Lima, entre muchas otras han logrado avances que en más de un caso se proyectan como ejemplos a seguir a escala mundial. Ellas reúnen una serie de características en común que ayudan a entender el porqué de tales cambios, y una muy destacada es que han alcanzado grados im-porta ntes de autonomía de gobierno, no sólo por la capacidad de elegir sus autoridades sino también porque han logrado con-solidar la autonomía fiscal.

Pero aún así esos cambios no habrían sido posibles si esas ciudades no hubieran sido capaces de dotarse de un proyecto compartido de futuro. Como lo señalara Jaime Lerner, el exalcalde de Curitiba, la ciudad que en 1966 dio inicio a esa su-cesión de transformaciones urbanas que hoy exhiben con justificado orgullo tan-tas ciudades de nuestra re-gión, “una ciudad sólo pue-de encontrar soluciones de futuro a partir del momen-to en que sabe lo que quie-re ser”. Y eso es posible so-lamente en la medida en la que se cuente con un plan, a fin de cuentas una car-ta de navegación, amplia-mente discutida y compar-tida por los actores urbanos fundamentales.

El drama de nuestra capi-tal es que, a estas alturas, ella no sabe lo que quiere ser, lo que le complica inclu-so la lucha por consolidar su derecho al autogobierno, que en los últimos años ha venido siendo erosionado lenta pero sistemáticamente por el Gobierno central. La última propuesta de futu-ro, el Plan Rector formulado

Textos para pensar Caracas, a propósito de su aniversario. Escriben: Enrique Larrañaga, Frank Marcano, Tomás Straka, Lorena González, Henry Vicente, Federico Vegas, Arturo Almandoz y María Isabel Peña págS.

2-4/// Nelson Rivera sobre la exhumación del cadaver de Simón Bolívar pág. 4

ca del crecimiento; a partir de entonces el régimen que ha venido apabullándonos durante ya casi doce años ha profundizado las políticas antiurbanas, emblematiza-das en el hoy asordinado Pro-yecto Orinoco-Apure, funda-do en la vetusta idea de que el desarrollo es esencialmente una cuestión de aprovecha-miento de los recursos na-turales y de la posición geo-gráfica. El limitado espacio

por la Oficina Metropolita-na de Planeamiento Urbano (OMPU), data de 1983, ya un cuarto de siglo largo; pero además, desde que en 1992 los alcaldes Mendoza y Fer-mín tomaron la desafortuna-da decisión de eliminar esa oficina sin proponer ningún órgano sustitutivo, Caracas ha carecido de una institu-ción capaz de pensarla glo-balmente y a largo plazo; las dos gestiones metropolitanas que se sucedieron entre 2000 y 2008, por razones que no es posible analizar aquí, no fue-ron capaces de suplir esa ca-rencia. Como no podía ser de otra manera, esa conjunción de factores ha conducido a un proceso de creciente dete-rioro físico de la ciudad que, a su vez, ha inducido una di-námica de desmoralización en la población que, en el me-jor de los casos, ve la ciudad apenas como un bien utilita-rio —un sitio donde ganarse el pan— que satisface cada vez menos sus expectativas y hacia la cual siente cada vez más desapego.

Conscientes de la situación, una de las primeras decisio-nes adoptadas cuando en di-ciembre de 2008 asumió el gobierno la actual Alcaldía Metropolitana fue la de in-tegrar un equipo profesional del nivel más alto, seleccio-nado estrictamente por sus credenciales profesionales y académicas, responsable de dotar a la ciudad de ese pro-yecto de futuro que por tan-to tiempo se le ha negado y que se propone concretar en el Plan Estratégico Caracas Metrópoli 2020.

Lograr ese objetivo requie-re repensar la ciudad, cons-truir una visión diferente de la que de ella ha prevalecido hasta ahora entre nosotros, empezando por entender que Caracas —su población y sus instituciones para ser exactos— es, sin duda. el ac-tivo más valioso con el que cuenta el país: entre 1959 y 1999 los gobiernos democrá-ticos la vieron como una es-pecie de parásita que chupa-ba la savia del país profundo, comprometiendo la dinámi-

ERNESTo MoRGAdo

“El ‘urbanismo social’ ha de ser el norte del plan Estratégico Caracas Metrópoli 2020”

MARCo nEgRón

disponible apenas permitirá esbozar algunas de las líneas conceptuales del reenfoque necesario para construir la Caracas del futuro.

Hoy, como es ampliamente conocido, estamos inmersos en la llamada sociedad del conocimiento cuya base es la creatividad, la capacidad de producir y aplicar nuevos conocimientos. Como luga-res de la diversidad, no sólo de empresas sino sobre todo de personas, las ciudades son los espacios por excelencia de la creatividad porque es en ellas que el talento encuen-tra su caldo de cultivo, las condiciones que le permiten crecer y reproducirse; pero para que ese talento conver-ja hacia una ciudad especí-fica es necesario, entre otros requisitos, que exista un me-dio urbano idóneo, es decir, una serie de condiciones en parte naturales pero sobre todo producidas, tales como infraestructuras, patrimonio arquitectónico y urbanístico, tradiciones culturales, capa-

cidades tecnológicas difusas, seguridad, ordenamiento ins-titucional, que inciden direc-tamente en la calidad de vida de la población. La capacidad de las ciudades para respon-der a los estímulos de la com-petencia global, sin embargo, no depende mecánicamente de la mayor o menor riqueza del medio urbano: para ello es necesario que en su seno surjan las redes sociales ca-paces de convertirlas en ac-

tores colectivos de la escena mundial y neutralizar o limi-tar las condiciones de exclu-sión y marginación. Aún así, un medio urbano de calidad constituirá siempre un apor-te decisivo tanto para el me-joramiento de la competitivi-dad económica y superación de la pobreza como para al-canzar la integración social y la sustentabilidad ambiental y cultural. No es por casua-lidad que de la exitosa expe-riencia de Medellín surgió el concepto de “urbanismo so-cial”, que ha de ser el norte del Plan de Caracas.

Pero sería ingenuo ignorar las barreras que se oponen al éxito de este proyecto, que ponen en entredicho la políti-ca hegemónica, excluyente e hípercentralizadora del cha-vismo. Ellas sólo podrán ser superadas en la medida en que las propuestas del Plan sean progresivamente apro-piadas por sectores cada vez más amplios de la sociedad y que sea ésta quien exija su puesta en ejecución.�s

PAPELLITERARIODirector: Nelson Rivera. Investigación, Coordinación Editorial: diajanida Hernández, Virginia Riquelme. Diseño y diagramación: Mónica Mata Blanca Correo electrónico: [email protected] / @papeliterario

Caracas es, sin duda. el activo más valioso con el que cuenta el país

Un nuevo aniversario de Caracas es la oportunidad propicia para hablar sobre ella y poner sobre la mesa ideas para esbozar un plan que nos lleve a tener la ciudad que deseamos. Papel Literario conmemora los 443 años de la capital con una entrega dedicada a ella, con diez artículos escritos por especialistas

El drama de nuestra capital es que, a estas alturas, ella no sabe lo que quiere ser

443 Aniversario de la ciudad de Caracas

Page 2: Papel Literario. El Nacional

el nacional sábado 24 de julio de 20102. 

La ciudad es una estruc-t u r a l e n t a y c o m p l e -j a p a r a l a

que pedimos solucio-nes rápidas y sencillas.

Por no entenderlo, igno-rante, efectista o mezquino, el poder prefiere la premura de paños calientes, la ausen-cia de planes o abortar su se-guimiento; los ciudadanos, por nuestra parte y muchas veces con explicable recelo, vemos como “amenaza” pro-gramas que buscan resolver problemas evidentes y nos oponemos hasta negarlos y seguir sufriendo.

Este laberinto de pretextos, miedos y omisiones ha crea-do una ciudad fracturada, resignada al fracaso, sitiada por la violencia, agotada en colas eternas, desconfiada de todo y todos, sucia, de-jada, ineficaz, con leyes ca-ducas y, además, violadas; una ciudad de la que apenas celebramos su montaña, es decir, lo que no es obra hu-mana y aún resiste nuestra satrapía.

¿Es éste, como afirma el de-rrotismo onanista, un hado fatal que nos condena a mo-rir de desesperanza urbana?

Para revertir esa condena y revivir la esperanza se for-mulan proyectos urbanos: para conocer, reconocer, celebrar y también cuestio-nar las necesidades, opor-tunidades y realidades de la

El proyecto urbano como apuesta de futuro

ciudad y articular una apues-ta de futuro que cualifique y promueva funcional, formal y emocionalmente la inclu-sión, integración, interacción y productividad de la ciudad que habitamos y una amable empatía entre nosotros y ha-cia ella.

No es fácil, pero tampoco im-posible. Basta (no es poco…) saber, como Lerner en Curiti-ba, que “la ciudad no es el pro-blema sino la solución”; hacer de la continuidad el proyecto, como Bogotá, de Castro a Gar-zón; acoplar talento y volun-tad, como Bohigas y Maragall en Barcelona; y ejercer un lide-razgo docente, como Fajardo en Medellín, para animar a la ciu-dad y sus ciudadanos a pasar “del miedo a la esperanza”.

El drama actual de Caracas impone entender la urgencia de un proyecto urbano: sabe-

enrique larrañaga

mos que su estado es crítico, pero sus males no son de tan vieja data y abundan los diag-nósticos; ventajas que, sin embargo, pueden desvane-cerse si no las aprovechamos antes de que las taras estallen en metástasis.

Con calmada premura y comprehensiva nitidez, toca ensamblar un proyecto ur-bano que trace rumbos claros de operación ágil y largo al-cance y articule, atrevida pe-ro fundadamente, un orden discernible y de vivaz diversi-dad en una apropiada apuesta de futuro que hagamos pro-pia para exigir continuidad y, aboliendo el pesimismo, comprobar y celebrar que lo mejor, además de posible, es imperativo y merecido.

Con ardiente paciencia, la ciudad llama. ¿Respondere-mos? �s

La imagen del palimpsesto ha sido muy utilizada pa-ra explicar a

Caracas: al fondo, una ciu-dad sobre la que se reescri-be una y otra vez. Cada nue-va versión se ha pretendido superior que la anterior, un relato mejor acabado, de trazos más firmes. Cada nueva versión es una espe-ranza que con los años se va desdibujando hasta que la próxima generación decide borrarla y volverla a escribir.

La imagen es sugerente, pero inexacta, si pondera-mos la ciudad a lo largo de sus cuatro siglos y medio. Pero sí es la imagen de los últimos ciento cincuenta años. En rigor, el primero en pensarla como palimpsesto fue Antonio Guzmán Blan-co. Con él, la imagen casi re-sulta literal: si bien “borró” a la vieja ciudad en algunas de sus calles para, sobre ella, construir otra nueva, en la mayor parte de los ca-sos simplemente recubrió a las casonas y conventos coloniales con estucos de formas modernas. El pa-limpsesto en toda su expre-sión. Tal vez su único éxito estuvo en Macuto: al pue-blo de indios y pescadores lo sepultó bajo modernos bungalows, muchos prefa-bricados e importados, re-bautizándolo como Guz-mania. Hoy, el nombre sólo queda en la que fue su ca-sa (o lo que se conserva de ella: su obra también ha su-cumbido a la dinámica del palimpsesto), pero la lógi-

La ciudad rescrita

ca y los valores que lo inspi-raron se mantuvieron en pie. Caracas tuvo que esperar un par de generaciones para se-guir el ejemplo precursor de Macuto. Fue Maurice Rotival, con su Plan Monumental de 1938, y los que los contrataron e hicieron caso, es decir, toda la elite política, económica y cultural de su momento, quie-nes de forma definitiva asu-mieron el proyecto de borrar la vieja ciudad, como quien le quita un pastillaje a un torta, para hacerla otra vez. En los casi setenta años que nos se-paran de él, el Plan Rotival se ha cumplido en forma incom-pleta, aún no sabemos muy bien qué hacer con la avenida Bolívar y sus alrededores, los resultados distan de los soña-dos, pero en general sobre la vieja ciudad se construyó otra nueva, a veces para bien y a

tomás straka

veces para mal. ¿Cómo será la Caracas Socialista en trance de nacer, según lo anuncian sus promotores, con relación a esa lógica de reescribirse una y otra vez? ¿Será un nue-vo relato escrito sobre las ca-pas anteriores, será toda una nueva forma de escribir, o será el mismo relato, sólo que es-crito otra vez?

Sin embargo, de cada texto, de cada ensayo superpuesto, a trechos fracasado y aban-donado, pero a trechos con ejecutorias que le han valido convertirse en patrimonio de toda la humanidad —he ahí la Ciudad Universitaria—, ha quedado a paso de avance, un gesto, una promesa: leer a Caracas a través de cada una de sus capas a lo mejor nos muestre también una forma de ser, una esperaza, un ca-mino al porvenir.�s

Hay ciudades célebres por s u s m o n u -mentos y su historia; su vi-

da cultural y la forma como sus habitantes la viven, entre ellas podemos citar a París, Buenos Aires o Pekín; otras disfrutan de un paisaje que las particulariza y de acuerdo a él ordenan sus otros atribu-tos, tales como Río de Janei-ro, Nueva York, Amsterdam o Caracas. En el caso de Río de Janeiro no podemos imagi-narla sin ese potente paisaje que la enriquece, podríamos afirmar que sin ese paisaje el eros urbano que la carac-teriza no existiría y esa es, quizás, la clave que nos atrae cuando la visitamos y cuan-do la recordamos: ciudad de libertad, encuentro y belleza.

La relación entre paisaje y ciudad, por lo tanto, con-forma un valor que si no es aprovechado causará graves problemas de identidad y de legibilidad a cualquier ciudad. Caracas es una ciudad marca-da por su montaña que domi-na el valle y que se convierte en su símbolo y referencia. Es muy conocido el comentario de muchos de sus habitantes: necesito El Ávila para ubicar-me, para saber dónde estoy, qué camino tomar, en fin, sentirme acompañado. Esas frases ejemplifican el signifi-cado de la dimensión que el paisaje adquiere para los ha-bitantes de Caracas. La rela-

Caracas, paisaje y ciudad

ción entre la montaña y el valle es parte de la condición erótica que la ciudad tiene. El erotismo urbano del cual hablo se refiere a la capacidad de sus habitan-tes de disfrutarla, de detenerse para mirarla y para encontrase en ella.

Si el paisaje ofrece la posibi-lidad de articular las partes de una ciudad, de orientar nues-tra búsqueda del otro, tenemos que interrogarnos acerca de la manera como hemos enfren-tado nuestro paisaje. Paisaje y ciudad en Caracas son dos va-riables interrelacionadas que aún no acabamos de compren-der, relación que debe cristali-zarse en los espacios abiertos, que son los ámbitos de en-cuentro por excelencia.

El sistema de espacios abier-tos de Caracas espera espec-tante la visualización de la montaña apoyada en el des-cubrimiento del sistema hí-drico del valle: recuperar el río Guaire como eje longitu-

frank marcano requena

dinal del espacio público de la ciudad y reconectarlo con la montaña mediante la transformación de las que-bradas en ejes de espacios lúdicos norte sur. Con este sistema el paisaje urbano se ordenará permitiendo que montaña y cauces de agua transformen las relaciones espaciales de Caracas, per-mitiendo la creación de la red matriz peatonal que le daría su definitiva legibili-dad a esta ciudad, ofrecien-do un sistema de espacios públicos consistente y bien trabado: un verdadero axis mundi caraqueño.

El nuevo sistema de es-pacios públicos apoyado en la montaña y el agua de los recursos hídricos del valle permitirá que el eros urbano de Caracas pue-da entronizarse y ofrecer la ciudad de libertad, en-cuentro y belleza que tanto necesitamos.�s

El sistema ico-nográfico de la ciudad de Ca-racas precisa detenerse en

algunas de las características que ofrece la “invivencia” de ese complejo sistema urbano del que formamos parte: a saber, su capacidad transiti-va, su presente continuo y su disposición natural a disol-verse; tres consideraciones que le dan a nuestra ciudad ese aspecto enmarañado propio de las megalópolis la-tinoamericanas, estructuras que han perdido su núcleo para dar paso a un sinnú-mero de centros a lo largo de su arquitectura formal e in-formal, metáforas pasajeras de algún colectivo estatal o marginado que por un tiem-po decide asentar su historia y su pasado, sus esperanzas y angustias, sus deseos e incer-tidumbres en cualquier retazo circular, vertical, fijo o amorfo de la cartografía que le rodea.

Así, la armazón representa-tiva de la urbe se va despla-zando. Durante muchos años le ha correspondido a Caracas vivir bajo el designio de estos movimientos. En algunos ca-sos, la violencia y la insegu-ridad han sido los gestores del proceso de autoencierro y desalojo donde la crisis y la ineficacia de los organismos responsables propicia tanto el silencio de los ciudadanos como la multiplicación de ri-tos urbanos internos que re-sultan más seguros; en otros, las afinidades políticas, las temperaturas partidistas y las apropiaciones ideológicas construyen, según sus intere-

Ciudad volátil

ses, nuevos recorridos simbó-licos de lo que en circunstan-cias disímiles fue relevante para otros.

No en vano y tal vez previen-do ese sinuoso camino que ya conducía los pasos de la ines-table iconografía de la ciudad capital, el cronista Enrique Bernardo Núñez batalló desde mediados del siglo XX con las distracciones ocultas detrás de la transfiguración constan-te de la ciudad; en sus diserta-ciones apeló siempre a recor-dar el nombre de los lugares: palabras e historias que encie-rran las verdades particulares que conforman la esencia del pasado, el presente y el futu-ro de un país. Hoy, vivimos en un laberinto cuyos calificati-vos y monumentos se dislo-can, mientras los íconos per-turbados caminan de un lado a otro en un cruce incierto de capítulos y esbozos tan armó-nicos como disonantes. Algu-nos de los relatores todavía visibles varían desde la obra cívica de Alejandro Colina y Francisco Narváez, el Proyec-

lorena gonzález

to de Síntesis de las Artes de la Universidad Central de Venezuela, el patrimonio histórico y las estructuras urbanas de Alejandro Ote-ro, Carlos Cruz Diez y Jesús Soto, hasta murales reple-tos de propaganda política, referencias dejadas de la-do, instituciones trastoca-das, próceres exhumados, muralismo popular, plazas redimidas, calles desiertas, graffitis por todas partes y vallas publicitarias.

Detrás de toda esta confu-sión El Ávila se eleva. Des-de allí, es posible contem-plar de un sólo vistazo a la ciudad que vibra siempre a punto de desaparecer. En esta perspectiva se le siente única, respira a ratos para-dojas llenas de modernidad, locura, velocidad y dinamis-mo. Reflejo maravilloso de la esperanza progresista de tiempos ya lejanos, espejis-mo cruel de todos los que sabemos que en los subur-bios se vive “hasta que so-plen nuevos vientos”. �s

“la ciudad es una estructura lenta y compleja”

“sobre la vieja ciudad se contruyó otra nueva”

“caracas es una ciudad marcada por su montaña”

ramón lepagetom grillo

jesús Castillo

aún quedan en pie algunos relatores de la ciudad

orlando ugueto

443 Aniversario de la ciudad de Caracas

Page 3: Papel Literario. El Nacional

�sábado 24 de julio de 2010el�nacional .3 

En sus prime-ros artículos sobre la ciu-dad de Ca-racas, Rafael

Bergamín empleó la es-trategia de la “caricatura”: prefería exagerar un poco las cosas en lugar de ha-cer un “fiel” retrato de los defectos. Con esa decisión privilegiaba “la espontá-nea obra de un caricatu-rista libre al amanerado retrato exacto”, retoman-do una opción vital que había cultivado desde los albores de su carrera. Sin embargo, en el art ículo con el que se despidió de Caracas abandonó cual-qu ier noción ca r icat u-resca y llamó a la ciudad, que lo acogió por 20 años, “la ciudad ma log rada”.

El imaginario urbano de la Caracas moderna ha si-do ingenieril: un paisa-

Caracas: paisajes desactivadosje trasegado por autopistas, distribuidores “arácnidos” y “cefalópodos”, y por un “he-licoide” enrollado como una cinta indetenible. Fue tan notable la presencia de estas obras que, como dice Loren-zo González Casas, “en lugar de ser entendidas como in-fraestructura, lo fueron co-mo monumentos arquitec-tónicos”. Su estética agregó nuevos valores a ese, como él lo denomina, “modernismo motorizado” de Caracas. Y si la decisión de atravesar con autopistas todos los valles del Área Metropolitana fue “un hecho inaudito”, ello impli-có, más que la construcción de un sistema, la construc-ción de una manera de “ser en el mundo” y de una per-cepción particular de la urbe como lugar de la velocidad, como artefacto que sustituía el trayecto del río, ya irreme-diablemente perdido como natura, con un entramado de múltiples niveles que ex-

henry vicente

ponía a la ciudad, desde sus entrañas abiertas, como una panorámica.

Esa cultura de la autopista, modificada físicamente por el abandono, el deterioro, la decrepitud de los artefactos, ha “conducido” a un estan-camiento, no sólo vial sino

Ha y c i u d a -d e s l l e n a s de presen -t i m i e n t o s . Son aquellas

capaces de ilusionarse, de imaginarse diferentes, de sorprenderse a sí mis-mas, de tener fe en que pueden cambiar, atender sus deseos y ser mejores.

Hay ciudades resentidas, incapaces de concebirse de otra manera. Suelen estar atascadas en el presente, porque ignoran su pasado y, sobre todo, porque te-men por su futuro. Su ma-yor condena no es lo que son, sino lo que juran ser y, peor aún, lo que creen que jamás podrán dejar de ser.

Caracas se está convirtien-do en un ejemplo casi por-nográfico de resentimien-to. Ya muy poco parece ser posible y renovador, todo resulta necesario y reitera-tivo. Un pensamiento del arquitecto Leo Krier retrata bien este abatimiento: “la contemplación ha dejado de ser un momento de sa-tisfacción para convertirse en uno de urgencia. Des-de este estado de ánimo, la meticulosa auto destruc-ción de la ciudad se con-vierte en un momento de descanso, un descanso de la urgencia inaguantable

Ciudades presentidas

frente a la fealdad y una inútil agonía”. Nótese, por ejemplo, en qué medida el Parque del Este y el parque La Carlota van negando sus más lógicas promesas; para hablar de dos ofrendas que han estado ser-vidas en bandeja.

Si Caracas parece temerle al futuro es porque el futuro le exige demasiado. No creo que exista una ciudad con mayor distancia entre lo que pue-de ser y lo que es. Este abati-miento lo exacerba la presente ideología chavista. Al susten-tarse en un pasado remoto para afirmar y proyectarse, y en uno reciente para negar y justificarse, resulta narcótica para quienes han sufrido de-masiadas desilusiones y men-tiras, y desconfían, con mucha razón, del porvenir. El chavis-mo se alimenta con tal pasión del pasado que no puede sol-tarlo, y así llega a constituir un futuro en forma de espiral que gira sobre sí mismo en un permanente resentimiento. Es esa sensación de “ya esto lo escuché antes”, de obstina-das situaciones ya vividas en un tedio que sólo es alterado por repeticiones cada vez más graves.

Al revisar el ensayo de García Pelayo, Notas sobre el resenti-miento en su dimensión polí-tica, nos asomamos a la obse-sión de insistir en un mismo presente. Explica García Pela-yo que en la estrategia del re-

federico vegas sentimiento el ideal particular se eleva a una medida absolu-ta y general. Los adversarios de este ideal son los enemi-gos de Dios, de la patria, del pueblo; quienes lo apoyan son los puros, los buenos, los que aceptan este ideal de unos co-mo el fin último al que tiende el porvenir de todos. García Pelayo insiste en lo paradóji-co de esta visión: “no deja de ser pintoresco el esfuerzo por profundizar cada vez más en la historia para explicar los fracasos del presente”.

Plantear el futuro desde la perspectiva de un pasado mí-tico, separar continuamente los malos de los buenos co-mo si fuera un derecho divi-no, y utilizar la historia para justificar esta división, es una estrategia que puede retroali-mentarse una y otra vez hasta convertir el estancamiento en una fuente de poder y de apa-rente estabilidad.

El futuro de la ciudad no puede aceptar estas reinci-dentes prerrogativas teológi-cas que la niegan. La ciudad existe para ser presentida. Si nuestra herencia caraqueña está cargada de incertidum-bre es precisamente por ser generosa, y puede conver-tirse en un arma hermosa y efectiva para imaginar lo que merecemos, y para que nadie pretenda estirar su presente manipulando nuestro pasado y futuro.�s

Me resulta ex-traño hablar en términos personales del p r oy e c t o d e

Caracas: si bien soy urbanista desde hace casi treinta años, poco después de graduarme abandoné la práctica y pros-pectiva como planificador, para concentrarme, a lo largo de mi carrera académica, en el estudio de la teoría e historia. La pesquisa sobre los oríge-nes de lo urbano y la ciudad, según la distinción de Henri Lefebvre que nunca olvido, así como la relación entre urbanización y modernidad, especialmente en sus mani-festaciones culturales e inte-lectuales, han absorbido mi capacidad de respuesta ante el fenómeno caraqueño; ello no quiere decir, por supuesto, que no me haya preocupado el cambio de la Caracas que me ha tocado vivir, sino que no me siento suficientemente preparado y actualizado para proponer proyectos en ella.

Aunque siempre he estado consciente del valor episte-mológico de la teoría y de la historia, fundamentales pa-ra una disciplina todavía en consolidación como el Ur-banismo, he tenido siempre la impresión de que han sido poco atendidas para la for-mulación del plan y del pro-yecto. En parte esto era reflejo de la concepción que predo-minaba hasta bien entrado el siglo XX en el urbanismo —todavía implícita en algu-nos documentos que pasan por mis manos— de que la historia es una suerte de sa-ludo formal antes de inter-venir la ciudad. Con el tiem-po he tomado conciencia, sin embargo, de la validez de esos insumos históricos pa-ra la preceptiva y prospectiva que todo proyecto implica; en tal valoración me ha ayuda-do mucho la propia pesquisa historiográfica, especialmen-te sobre la historia operativa italiana de los años cincuenta y sesenta, la cual deviniera in-sumo obligado para la reno-

Historia y crónica como proyecto caraqueño

vación urbana en autores co-mo Murattori y Samoná.

También me ha ayudado en el caso de Caracas la investi-gación con la historia cultural y los imaginarios literarios, los cuales me han permitido identificar episodios en los que el devenir del proyecto capitalino ha estado marca-do por su falta de atención al alerta historicista emitido por los intelectuales. Así ocurrió, por ejemplo, con la primera mutación metropolitana ca-raqueña de la década de 1940, cuando los historiadores, cro-nistas y novelistas como Ma-rio Briceño Iragorry, Enrique Bernardo Núñez y Guillermo Meneses advirtieron con sus obras cómo el acervo patri-monial de esa “metrópoli sú-bita” —como la llamara desde la práctica profesional Francis Violich, asesor a la sazón de la Comisión Nacional de Urba-nismo— estaba siendo demo-lido y olvidado en el proyecto

arturo almandoz

modernizador de mediados del siglo XX.

Creo que ese sincretismo entre discursos y la validez de la alerta histórica que, buscando ser parte del pro-yecto, hace el intelectual ante el extravío de esa Ca-racas que se nos ha tornado roja, han refulgido de nuevo en la historiografía, la na-rrativa y la crónica caraque-ñas desde los años noventa. Desde la novelística de Ana Teresa Torres y la crónica de José Ignacio Cabrujas hasta la obra multiforme de Fe-derico Vegas, entre otros, se ha configurado un dilatado episodio en el que el inte-lectual venezolano no só-lo trata de entender cómo se nos escapó la moder-nidad en la que crecimos, sino también cuestiona el proyecto capitalino que ha perdido su relieve nacional y continental a comienzos del siglo XXI. �s

“un paisaje trasegado por autopistas, distribuidores ‘arácnidos’ y ‘cefalópodos’”

“la ciudad existe para ser presentida”

manuel sardá

ramón lepage

nuestros escritores intentan entender cómo se nos escapó la modernidad

archivo

también vital, a una “carica-turesca” ciudad del “tráfico” paquidérmico, de la “veloci-dad” domeñada, que se ca-mufla bajo un ritmo premo-derno, pero dejando intactas las apetencias desmedidas, inoculadas en cada persona que surca las trincheras au-

gamín, si en lugar de ta-charla con la “implacable tiza de la vialidad” pudié-ramos “proponer solucio-nes felices e inteligentes” que enriquecieran las mar-cas ya presentes. Sin em-bargo, pareciera que lo que se está “tachando” defini-tivamente, lo que se está desactivando, es el imagi-nario que, para bien o pa-ra mal, la definió, pues esa condición “moderna” no se aviene con los designios postulados.s

referencias bibliográficas:bergamín, rafael (1959). “parcelación” [1938], en 20 años en Caracas 1938-1958. madrid: [gráficas reunidas], pp. 23-37.gonzález casas, lorenzo (2006). “planificar el pasado: el mantenimiento del inven-tario de movilidad”, Business Venezuela Online, nº 271, febrero.

tomotrices, y que se empeña en desconocer la comunica-ción restringida y la impo-sibilidad de asociacionismo que de dicha experiencia se decantan.

A esa “ciudad malograda” se le podría devolver “algo de paz y de alegría”, decía Ber-

443 Aniversario de la ciudad de Caracas

Page 4: Papel Literario. El Nacional

el nacional sábado 24 de julio de 20104. 

Caracas, una ciudad mix-t a que ev i-d e n c i a s u f r a c c i o n a -

miento y la fricción entre sus partes en el resultado de sus formas, muestra las texturas urbanas que co-rresponden a su historia de vida en la cuadrícula fundacional en el centro; la ex pa n sión moder na hacia el este a partir del boom petrolero, así como en los márgenes pobres de barriadas infinitas que se extienden a los extre-mos del valle de San Fran-cisco y a lo largo de cada quebrada que baja de las

El proyecto de ciudad en tiempos de crisisfaldas del Ávila o en los ghe-tos de clase media encerra-dos con vigilancia privada, como la últ ima oleada de reacciones ante la inseguri-dad urbana contemporánea, desvirtuando el sentido de unidad y el sistema de partes propias de una ciudad sana.

Hoy, más que nunca, Cara-cas pide un plan que integre la diversidad de sus actores, que multiplique los benefi-cios del potencial paisajísti-co del lugar y que rompa las barreras de la exclusión ur-bana y humana que se ponen de relieve al observarla dete-nidamente.

Si bien ha sobrevivido va-rias décadas sin una oficina de planificación física como fue la OMPU, no por ello se

maría isabel peña

No podemos olv idarnos que esta cuidad fue marcada por personajes cultos y sen-sibles que sembraron sus le-gados en esta capital como Carlos Raúl Villanueva en el

Silencio, en los bloques del 23 de Enero o en la Ciudad Universitaria de Caracas; como Roberto Burle Marx con su obra maestra del paisajismo moderno en el Parque del Este; o los her-manos Olmsted con el tra-zado del Caracas Country Club y una cantidad de notables arquitectos co-mo Tomás Sanabria con el edificio Humboldt, el de la Electricidad de Caracas y el Banco Central; Cipria-no Domínguez con las to-rres del Silencio, o como Max Pedemote con el Me-tro de Caracas, envidia de todas las ciudades del he-misferio suramericano en los años ochenta del siglo XX.�s

En efecto, la profanación se ha consu-mado. La más ansiosa de las

lógicas del poder vigente, la de la apropiación sumaria, ha incorporado un nuevo trofeo. A las tierras, cabe-zas de ganado, fábricas de todo, líneas de producción, tecnologías, contratos, edi-ficios, plantas industriales, equipos de televisión, ho-teles, un teleférico, radios, silos, frigoríficos, cemente-ras, una cadena de super-mercados y hasta una marca de café, le ha seguido, como un efecto más del mismo impulso, la apropiación de la armazón ósea de Bolívar.

Toma virulenta, despojo ejercido con la contribución palmaria de la fuerza, incau-tación sin proceso, arreba-to, escamoteo: el régimen se adueña para hacer sentir la prepotencia de su poder propietario. Para dotar de más poder al poder mismo. Para exhibir su redonda im-punidad, su arbitrariedad a la que ninguna institución pone coto alguno. Se expro-pia para gratificar la pulsión de un hombre. Para compla-cer su antojo, su sed insatis-fecha, su veleidad de anti-guo origen.

Poderes públicos: no sólo legitiman, también esceni-fican. Los blancos astron-autas de panteón, el níveo comando forense no cons-tituye una novedad: el ré-gimen ha establecido una modalidad estética y una teatralidad que consiste en un destacamento unifor-mado que irrumpe y ocu-pa (por ejemplo: horas más tarde que el albo comando surgiera en pantalla inte-rrumpiendo el templo na-cional del descanso eterno, otro comando despropor-cionado y verde oliva, tras-ladó al tribunal a una mujer indefensa y esposada, visi-bles las marcas de la violen-cia en su cuerpo, evidentes a pesar de la exhibición es-trambótica de armas y cha-lecos antibalas).

Detengámonos en la es-cena del panteón: las figuri-tas blancas, como piezas de una animación computa-rizada, dan pasitos alrede-dor del féretro. Suben, ba-jan, se asoman, doblan en las esquinas, avanzan y re-troceden, como si su esque-mática coreografía pudiese

Necropolíticadamentos científicos para demostrar que la superiori-dad aria se remontaba a las más antiguas poblaciones que habían sobrevivido en el Ártico).

Lo que el régimen preten-de acometer no se acoge al deseo de corregir la histo-ria. Su apetito es incuantifi-cable: quiere crear (recrear) un relato que se acomode a su anhelo mesiánico: una prosa inflamada que pro-clame al propietario como el agente salvador, como el único insustituible, como el regente de lo real y de lo posible.

La necropolítica es esto: un programa de aniquila-ción sistemática de todo re-ferente, de toda opinión o institución independiente, de toda simbología. La ne-cropolítica son las infamias recurrentes, el mapa de unos galpones distribuidos en todo el país en los que se cumple, con simultanei-dad y precisión asombro-sas, la putrefacción de los alimentos. La necropolítica es la secuencia que, con ca-rácter periódico, invoca un supuesto plan magnicida. Es la frase abominable que todos los días me dice, y le dice a usted, ciudadano lec-tor, que nos toca elegir entre Socialismo (la muerte del individuo) o Muerte (que, debemos suponer, será una muerte propiciada por las manos del régimen).

Hemos llegado a una lí-nea de rompimiento, a un umbral donde la atmósfe-ra adquiere una oscuridad todavía más brumosa. Se ha cometido un operati-vo de profanación por un régimen que no distingue los límites de lo sagrado. Al objetivo de reescribir el pa-sado se corresponde el ob-jetivo de fundar una nue-va historia, de cambiar los términos en los que deben transcurrir nuestras vidas en ese socialismo que nos promete muerte o muerte (la multiplicación y apogeo de lo forense). Estamos ad-vertidos: Stalin, Hitler y Mao quisieron rehacer el pasado y controlar el futuro. No lo olvidemos: quien se propo-ne cambiar el guión del pa-sado, aspira a determinar e imponer la vida de todos. Y ese deseo, como sabemos, ocurre siempre como tra-gedia, es decir, sobre la sis-temática destrucción de los cuerpos.�s

ocultar el despojo. ¿Qué hacen allí? Figuran, rellenan el vacío, cumplen con la funcionalidad que corresponde a lo esceno-gráfico. Están allí para cantar al protagonista, al propietario.

Que todo esto no es más que la puesta en escena del delirio de un hombre es patente en las palabras de los dos funciona-rios que tomaron el micrófono desde la carpa: sus argumen-tos de teletón; la insistencia en destacar el heroísmo que con-siste en pasar 19 horas de tra-bajo consecutivo; la precaria gloria de las palabras dichas (uno: “cincuenta hombres y mujeres, científicos venezo-lanos y venezolanas, han es-tado dedicados de manera ininterrumpida estas últimas diecinueve horas”; otra: “es-te es un merecido homena-je que le estamos haciendo al Padre de la Patria”), todos son datos del mismo afán profa-nador, del propósito único de convertir los restos del Liber-tador de la Patria en show te-levisivo, en peculiar capítulo del drama nacional Venezuela apropiada.

reverencia, irreverenciaUna fuente nos señala que profanar proviene del latín profanus, que describe lo que no es sagrado. Otra fuente, aún más antigua, nos remite al verbo hebreo halal (dejar libre, pasar al uso ordinario) y al adjetivo hol, que describe lo accesible, lo que está auto-

vertido en realidad patente, en realidad pantalla, en la desvali-da visión de un cráneo y unos huesos (la toma cenital nos ubica a los venezolanos en un plano distinto frente al héroe en estado de huesos: ahora lo hemos visto desde arriba). Lo que ha debido ser un procedi-miento cerrado a especialistas y a testigos fiables, ha deriva-do (naufragado) a un capítulo, otro más, de la necropolítica televisual del régimen: matar toda significación, convertir en materia de propaganda to-do registro simbólico, mostrar (demostrar) que el propietario lo puede todo, que Venezuela, con restos de Padre de la Pa-tria incluidos, es su reino sin límites.

mecánicas forensesNo acabará con la develación televisiva de los huesos de Bo-lívar. No podría acabarse, en tanto que la práctica arqueo-lógica-forense es un signo de lo totalitario: vaya el lector a la Alemania nazi de 1935 e investigue los objetivos y las prácticas (los llamaban “los designios”) de un instituto que llevaba el nombre de Ah-nenerber, que también promo-vía el ejercicio de una ciencia aplicada para los fines políti-cos de la dominación total de la humanidad (en este caso, las ambiciones de Adolf Hit-ler y Heinrich Himmler eran de más larga acrobacia: se proponían encontrar los fun-

nelson rivera

rizado para uso ordinario. De esa raíz proviene la definición de profanador como aquel que no distingue lo sagrado de lo profano. Como ha señalado Mircea Eliade, lo sagrado y lo profano coexisten en una re-lación paradójica (Lo sagrado y lo profano, Editorial Paidós, 1998). Se construye uno en función del otro. El lenguaje de lo sagrado sólo puede tener una relación dialéctica con el lenguaje de lo profano.

Previsible paradoja: quien por más de una década se ha erigido como el más rutinario agente público de la corriente “Bolívar sagrado”, resulta ahora el promotor del nuevo estatuto de la inmortalidad del Padre de la Patria: una osamenta inter-venida con asépticos cuidados, unos restos que deben ser “tra-bajados” en operativo coman-do, para injertarles una nueva duración.

Pero he aquí que lo esencial de esta operación va más allá: los anuncios de que ha visto al Gran Bolívar, de que ha senti-do su llamarada, constituyen las actas de la apropiación. Los anuncios hechos en plena ma-drugada, el uso de una cuenta personal de Twitter, la transmi-sión ordenada desde la carpa aséptica, el científico español (que tiene en su trayectoria el haberse ocupado de los hue-sos de Cristóbal Colón, ¡oh pa-radoja!), aliado que subraya la palabra “independiente” como si eso lo liberara de suspicacias,

todos son episodios solemnes y ridículos a un mismo tiem-po: son fronterizos, hinchados de ambigüedad, expresión del pasaje de lo sagrado a lo pro-fano, es decir, el resultado de la visita escenificada del pro-pietario mayor a su nueva po-sesión: el que ha visto con una proximidad que los demás no han visto, el que primero reco-noció que sí, que esos son los huesos, porque recibió de ellos una llamarada (“el corazón me dijo sí, soy yo”).

La manifestación de lo sagra-do (la hierofanía señalada por los griegos) es su opacidad, su condición críptica. Al mostrar-se lo sagrado, lo que aparece es lo enigmático. La luz que ema-na ha de ser una cifra. Si lo sa-grado es elusivo y nunca del todo abierto, lo es para man-tener su frágil y sutil diferencia con lo profano. Sólo en tanto que hay algo que no puede ser tocado, visto o alcanzado, “las hierofanías hacen presente lo ausente, visible lo invisible, patente lo latente, diáfano lo oculto, a mano lo a desmano, aquende lo allende” (Vicente Vide Rodríguez).

Cámaras de televisión, cáma-ras de fotografía, exuberancia de la documentación: Bolívar ha sido revelado. Su condición sagrada ha sido violentada bajo la impenitencia de la luz blan-ca: lo que vivía en el plano in-cierto de la imaginación (que el héroe nacional no podía ser ya sino su osamenta) se ha con-

Miguel gutiérrez

el viernes 16 de julio, en horas de la madrugada, el Gobierno nacional exhumó los restos del libertador simón bolívar, que reposaban en el panteón nacional

orlando ugueto

los bloques de el silencio, de Carlos raúl villanueva

443 Aniversario de la ciudad de Caracas

ha logrado un desenvolvi-miento más exitoso; por el contrario, cada día se ha-ce manifiesta la necesidad de orquestar las partes y de derrumbar las fronteras po-

líticas, para recuperar una ciudad que desde los años cincuenta nos dio muestras de cómo podía ser la moder-nidad en Latinoamérica pen-sada desde la excelencia.