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SUPLEMENTO DIGITAL CULTURAL PARA LOS HISPANOHABLANTES - SYDNEY (AUSTRALIA) U T U R A C L P O Box 555 Lidcombe NSW 2141 - Email: [email protected] - Tel (02) 9637 7496 Sábado 26 Diciembre 2015 324 En esta edición Etel Alvarez Paria del destino, poema ganador del Primer Premio del Concurso Literario Palabras 2015 Graciela Olivera Mi casa, poema ganador del Primer Premio del Concurso Literario Palabras Internacional 2015 Raúl Briceño Don Rafael se enloqueció, cuento ganador del Primer Premio del Concurso Literario Palabras Nacional 2015 José Lisidini Sánchez Efímero, cuento ganador del Primer Premio del Concurso Literario Palabras Internacional 2015 Sarah Correa Entrando al Ejército de Australia Simpáticos recuerdos de una joven abogada australiana-chilena 3a parte Foto Ena Aprovechamos esta oportunidad para agradecer vuestro constante apoyo y palabras de aliento, y les enviamos nuestros mejores saludos en estas entrañables Fiestas de Fin de Año y un Muy Feliz 2016 ESE Cultura Madrid El escritor mexicano Fer- nando del Paso, de 80 años, autor de grandes obras de la literatura de su país como Palinuro de México, fue galardonado con el Premio Cervantes, anunció el minis- tro de Cultura español, Íñigo Méndez de Vigo. El jurado reconoció a Del Paso “por su aportación al desarrollo de la novela aunan- do tradición y modernidad como hizo Cervantes en su momento”, afirmó el minis- tro al anunciar en rueda de prensa en Madrid el con- siderado como Nobel de las letras hispanas. Reconocido como uno de los mayores exponentes de la narrativa mexicana, Del Paso “es uno de los autores más leídos y más premiados (de México) y creemos que hace justicia al galardón que hoy se le concede”, señaló por su parte la representante de la Real Academia Españo- la, Inés Fernández Ordóñez. Premiando a Del Paso, el jurado del Cervantes cum- plió con una tradición por la cual desde hace años el galardón, “testimonio de admiración a la figura de un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribui- do a enriquecer el legado literario hispánico”, es en- tregado alternativamente a escritores españoles y latino- americanos. En 2014, el premio, creado en 1975 y dotado con 125.000 euros (US$135.000), reca- yó en el español Juan Goytisolo, considerado el escritor “de las dos orillas” por su defensa del mundo árabe y de los puentes con Latinoamérica. El mexicano Fernando del Paso, Premio Cervantes 2015 El año anterior había sido galardonada la veterana escritora mexicana Elena Poniatowska, conocida por un compromiso político que reflejó en obras como La no- che de Tlatelolco. Del Paso se suma así a la larga lista de autores recono- cidos con este premio, con- siderado el Nobel de la li- teratura en español, entre los que figuran el peruano Mario Vargas Llosa (1994), el argentino Ernesto Sábato (1984), el mexicano Octavio Paz (1981), el uruguayo Juan Carlos Onetti (1980) y el español Camilo José Ce- la (1995). El escritor recibirá el galar- dón el 23 de abril de 2016, fecha de la muerte de Miguel de Cervantes (1547-1616) de manos del rey Felipe VI en una ceremonia en Alcalá de Henares, ciudad natal del autor de El Quijote. El mejor español no es el europeo Valparaíso (Chile) Los académicos chilenos de la Lengua Alfredo Ma- tus y Darío Rojas, que participaron en un coloquio celebrado en el marco del Festival Puerto Ideas 2015, coincidieron en que es un mito que el mejor español sea el europeo. “Eso es un auténtico pre- juicio, un espejismo. No es que se hable mejor o peor, simplemente es que tene- mos distintas maneras de hacerlo”, recalcó el director de la Academia Chilena de la Lengua, durante el debate “¿Por qué hablamos tan mal los chilenos?”. Matus recordó la expli- cación que dio el escritor Jorge Luis Borges una vez que le preguntaron si consideraba que los espa- ñoles hablaban mejor que los argentinos: “No, lo que pasan es que ellos hablan más fuerte que nosotros y además lo hacen con la seguridad de quien no co- noce la duda”. “La lengua es historia. Hay razones históricas que explican el hecho de que existan distintas formas de hablar una misma lengua y por qué hay una distancia entre la pronunciación de los chilenos y la lengua escrita... Hablar bien o mal depende del contexto. Decir queri o veni no corresponde al nivel culto formal y por e- so resulta inapropiado en un determinado contexto”, señaló Matus. “El diccionario no es un código civil, simplemente registra el uso que se hace de las palabras”, puntualizó Rojas.

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Page 1: P O Box 555 Lidcombe NSW 2141 - Email: El mexicano Fernando … · 2015-12-31 · fecha de la muerte de Miguel de Cervantes (1547-1616) de manos del rey Felipe VI ... solo marchitas

SUPLEMENTO DIGITAL CULTURAL PARA LOS HISPANOHABLANTES - SYDNEY (AUSTRALIA)

U T U R AC L

P O Box 555 Lidcombe NSW 2141 - Email: [email protected] - Tel (02) 9637 7496

Sábado 26Diciembre 2015

Nº 324

En esta ediciónEtel Alvarez Paria del destino, poema ganador del Primer Premio del Concurso Literario Palabras 2015

Graciela Olivera Mi casa, poema ganador del Primer Premio del Concurso Literario Palabras Internacional 2015

Raúl Briceño Don Rafael se enloqueció, cuento ganador del Primer Premio del Concurso Literario Palabras Nacional 2015

José Lisidini Sánchez Efímero, cuento ganador del Primer Premio del Concurso Literario Palabras Internacional 2015

Sarah Correa Entrando al Ejército de Australia Simpáticos recuerdos de una joven abogada australiana-chilena 3a parte

Foto

Ena

Aprovechamos esta oportunidad para agradecer

vuestro constante apoyo y palabras de aliento,

y les enviamos nuestros mejores saludos en estas entrañables

Fiestas de Fin de Añoy un

Muy Feliz 2016

ESE Cultura

MadridEl escritor mexicano Fer-

nando del Paso, de 80 años, autor de grandes obras de la literatura de su país como Palinuro de México, fue galardonado con el Premio Cervantes, anunció el minis-tro de Cultura español, Íñigo Méndez de Vigo.

El jurado reconoció a Del Paso “por su aportación al desarrollo de la novela aunan-do tradición y modernidad como hizo Cervantes en su momento”, afirmó el minis-tro al anunciar en rueda de prensa en Madrid el con-siderado como Nobel de las letras hispanas.

Reconocido como uno de los mayores exponentes de la narrativa mexicana, Del Paso “es uno de los autores más leídos y más premiados (de México) y creemos que hace justicia al galardón que hoy se le concede”, señaló por su parte la representante de la Real Academia Españo-la, Inés Fernández Ordóñez.

Premiando a Del Paso, el jurado del Cervantes cum-plió con una tradición por la cual desde hace años el galardón, “testimonio de admiración a la figura de un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribui-do a enriquecer el legado literario hispánico”, es en-tregado alternativamente a escritores españoles y latino-americanos.

En 2014, el premio, creado en 1975 y dotado con 125.000 euros (US$135.000), reca-yó en el español Juan Goytisolo, considerado el escritor “de las dos orillas” por su defensa del mundo árabe y de los puentes con Latinoamérica.

El mexicano Fernando del Paso, Premio Cervantes 2015

El año anterior había sido galardonada la veterana escritora mexicana Elena Poniatowska, conocida por un compromiso político que reflejó en obras como La no-che de Tlatelolco.

Del Paso se suma así a la larga lista de autores recono-cidos con este premio, con-siderado el Nobel de la li-teratura en español, entre los que figuran el peruano Mario Vargas Llosa (1994),

el argentino Ernesto Sábato (1984), el mexicano Octavio Paz (1981), el uruguayo Juan Carlos Onetti (1980) y el español Camilo José Ce-la (1995).

El escritor recibirá el galar-dón el 23 de abril de 2016, fecha de la muerte de Miguel de Cervantes (1547-1616) de manos del rey Felipe VI en una ceremonia en Alcalá de Henares, ciudad natal del autor de El Quijote.

El mejor español no es el europeoValparaíso (Chile)

Los académicos chilenos de la Lengua Alfredo Ma-tus y Darío Rojas, que participaron en un coloquio celebrado en el marco del Festival Puerto Ideas 2015, coincidieron en que es un mito que el mejor español sea el europeo.

“Eso es un auténtico pre-juicio, un espejismo. No es que se hable mejor o peor, simplemente es que tene-mos distintas maneras de hacerlo”, recalcó el director de la Academia Chilena de la Lengua, durante el debate “¿Por qué hablamos tan mal los chilenos?”.

Matus recordó la expli-cación que dio el escritor Jorge Luis Borges una vez que le preguntaron si consideraba que los espa-ñoles hablaban mejor que los argentinos: “No, lo que pasan es que ellos hablan más fuerte que nosotros y además lo hacen con la seguridad de quien no co-noce la duda”.

“La lengua es historia. Hay razones históricas que explican el hecho de que existan distintas formas de hablar una misma lengua y por qué hay una distancia entre la pronunciación de los chilenos y la lengua escrita... Hablar bien o mal depende del contexto. Decir queri o veni no corresponde al nivel culto formal y por e-so resulta inapropiado en un determinado contexto”, señaló Matus.

“El diccionario no es un código civil, simplemente registra el uso que se hace de las palabras”, puntualizó Rojas.

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Sábado 26 de Diciembre 2015 2 U T U R AC L

Paria del destinoAutora: Etel Alvarez*

Poema ganador del Primer Premio en el Concurso Literario Palabras Nacional 2015

En busca de placeres, laureles y gloriabuscando la ruta de mi destino,repicando en mi mente campanas de victoria,me interné por intrincado camino. Embriagado de ensueñobuscando el fácil radiante sendero,alfombrado por la fragante flor del éxitovagué sin tino,y... ¡hay de mí! equivoqué el camino. Canté canciones, escribí sentidos versos,la gloria iluminó mi cielo;por breve momento,tan solo por breve momento,y apagose luego,fue el fuego de efímera gloriacomo burlonas, encendidas lenguas, quemando mi anhelo,convirtiendo en cenizas mi sueño;la flor de la esperanzay del triunfoesparce su fraganciay sus colores radiantes de vida, otorga al mundosolo en el momento oportuno. Acallado mi canto,

dormida mi pluma,vago por caminos de quebranto,suspirando a la luz de la luna,mi huella dejandoen duro camino. Danzan, danzan las hojas secasformando curiosos remolinosen este día de otoño, gris, húmedo y taciturno;esas hojas secas,espejo de mi alma, reflejando,mis caros sueños truncos, desaparecidos. Paria del destino,solo marchitas flores veo en mi camino;desventura encomendada, el final de mi delirio.

Pensamientos sin voces susurran insistentementeen mi oído;sentimientos heridos de muerte,que en su incansable tenacidaddía a día acompañando vanmi constante peregrinar.

Etel Alvarez, uruguaya, residente en NSW

Mi casa vista de afueraes como todas las casasy por dentro la tristezase impone dentro del alma.

Será porque ya no hay niñosni pájaros, ni guitarras;ya no hay caricias ni besos,ni charlas de madrugada.

Mi casa vista por dentrotiene un toque de nostalgia;pero por fuera es distinta,

tiene vida y esperanza.Cuando no quiero llorarme le recuesto a la acaciay entre mi perra y las floresabortan todas mis lágrimas.

En un recodo del fondotengo una higuera plantada,es gigantesca y rebeldecomo la higuera de Juana.

En el centro, tengo un ceiboque en noviembre me regalaracimos de flores rojasy cataratas de lágrimas.

Un limonero, un naranjo,

Mi casaAutora: Graciela Olivera*

Poema ganador del Primer Premio en el Concurso Literario Palabras Internacional 2015

un guayabo, una pitanga,un nogal y un duraznerole dan color a mi casa.

De noche, la luna llenase zarandea en las ramasdel sauce llorón o el fresno,del peral y la retama.

El pino impone respeto.El jazmín le da fraganciay el ciruelo hecho una noviase viste de flores blancas.

En el fondo, Timoteopone control y elegancia,

con su ladrido difunde que es el “ hombre” de la casa.

Me faltó hablar de Morena,que está adentro y es mi gata.Compañera como pocascandorosa y delicada.

Estaba pensando en irme. . . . mejor me quedo en mi casa.

*Graciela Olivera, reside en Uruguay

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U T U R AC L Sábado 26 de Diciembre 2015 3

Don Rafael se enloquecióAutor: Raúl Briceño*

Cuento ganador del Primer Premio en el Concurso Literario Palabras Nacional 2015

Apareció de un momento a otro, como salido de la nada. Tomó asiento en el mismo banco en el que Rafael solía hacerlo a diario. Lo saludó -Hola, Rafael-. El anciano gi-ró con pereza su cabeza y se encontró con el rostro de un hombre de cara amena y luenga barba. Respondió al saludo por cortesía. ¿Me conoces? preguntó. Sí, te conozco desde hace mucho tiempo, pero solo hasta hoy te veo. -A mí me sucede lo contrario. Mucha gente me ha visto pero nadie me conoce. Vivo mi tragedia atado a este cuer-po que aún conserva el calor frío del amor ido. -Cuéntame tu historia Rafael, no importa cuán larga sea, tengo todo el tiempo del mundo. La calidez y dulzura de aquella voz, inspiraron en el anciano un sentimiento de confianza que lo despojó de todo recelo. Lo observó por un par de segundos; se rea-comodó, afianzó su espalda contra el banco, se sacudió la tristeza y comenzó su relato. -Hace doce años que la conocí en este mismo parque florido. Ella compraba un helado de vainilla, yo, uno de chocolate. Nos miramos y el vaho del amor nos cubrió co-mo santa aureola. Llegó fulminante, floreciendo, soltando polen. En un instante nos había turbado el alma. Ella me acarició con su mirada y yo empecé a tocarla con la mía. Nos sentamos en este mismo banco, que por veintiocho días se convirtió en acólito silencioso de nuestro amor. Aquí venía a esperarla todos los días y bajo la dulce cari-cia del sol y la romántica luz de la luna platicábamos de nuestro amor. Aprendimos a identificar el aroma de las flores; la dulzura de los jazmines y el acerbo de las mar-garitas, el toque adormecedor de las gardenias y el en-canto venenoso de las orquídeas. Llegamos a descubrir el amor a una edad en que las ilusiones y las pasiones ya serenas reposaban y nos re-godeábamos de nosotros mismos. Estas, nos invadieron con bríos de adolescente y aquellas nos coparon con tibio aliento. Como dos críos durante veintiocho días nos re-conciliamos con la vida. Surgieron los planes y las prome-sas. Como en primavera, nuestro amor florecía cada día con mayor intensidad. Eran capullos en flor que con el alma despuntábamos cada mañana y cerrábamos con poemas al atardecer. -Pero amores del alma, así, no existen Rafael. -¡Qué sabe usted del amor! Mire toda esta gente que pasa enfrente de nosotros oliendo a colonias baratas, a naftalina, como nos miran, se ríen, se burlan. Ellos igno-ran que hace doce años se me murió el alma. -El alma como dijo un filósofo, Rafael, no solo no es in-mortal, sino que es más mortal que el cuerpo. -Por eso este banco en el que me siento todos los días a esperarla, se ha convertido en un panteón en el que me he acostumbrado a vivir. Aún tengo diáfanos los recuer-dos de aquel último día en que conjugamos el amor y la pasión en un solo verbo en tiempo presente. Estaba radiante, parecía una emperatriz. A pesar de sus años, su piel olía a los frutos de la tierra y aún conservaba la frescura del amanecer y la lozanía de la porcelana.

Le fui quitando una a una sus prendas con paciencia de monje medieval. Ella se sumergió en mi alma; yo, en su cuerpo. Ella se apropió de mi corazón; yo, de su concien-cia. Me adueñé de sus labios de grana, de sus pechos amables, de su relente sexo y en ellos fui abandonando gota a gota mi vida entera. Hicimos el amor con una ternura lenta y nueva, como un par de abuelos. Era como si danzáramos al ritmo de una melodía celestial que estaba regando nuestra encar-nación con agua bendita. Ella recibía mis besos y mis caricias con pasión desenfrenada y con ellos lacraba la promesa de adorarla por el resto de mi existencia. La em-bestí con fuerza produciéndole un dolor que la colmó de infinito placer y nos abandonamos en un vaivén sosegado que nos fue abriendo el camino de una gloria, que como latigazos cayó sobre nosotros dejándonos fundidos en un solo cuerpo doble. Nos despedimos aquella tarde entre juramentos y prome-sas. Levitaba cuando la vi alejarse y su vestido ondulaba como una sábana al viento; pero jamás regresó. Desde entonces por doce años, he venido todos los días a esperarla, en este mismo banco. He olvidado el calenda-rio de mi vida, pero he contado una a una las vueltas de la luna que se han ido en caravanas y he aprendido a conso-larme con el aroma de las flores que mantienen vivo su recuerdo. -Rafael, aquel mismo día en que ustedes se despidieron, ella murió. Sintió que el cielo se le desplomaba. Un frio excesivo le erizó la piel y su cuerpo convulsionó, se aflojó y dos lángui-das lágrimas nublaron sus ojos y enturbiaron su corazón. -¿Cómo lo sabes? preguntó. -Estuve ese día con ella, Rafael, así como lo estoy hoy contigo. -¿Sufrió? volvió a preguntar tras una larga pausa. -Murió sin entender, Rafael. Murió sin siquiera saber que se moría. -No debí permitirle que se hubiera marchado sin mí. -La muerte no la puedes evitar y no es tan mala como la pintan, Rafael. Con ella, el rico y el pobre, el bueno y el malo descansan. -Como vasallo a su señor, la aguardaré sumiso en este mismo banco hasta que venga por mí y me arrastre a su plácido habitáculo. El hombre de cara amena y luenga barba se acercó y lo abrazó con ternura. -El sol ha salido huyendo de la luna, Rafael; ya es hora de marcharnos. Como candil que se apaga, el anciano fue desgonzando lentamente su cabeza, y cerrando los ojos emprendió su viaje final. Iba camino de encontrarla. A su alrededor, la gente, que a fuerza de verlo todos los días lo conocía, murmuraba: Don Rafael se enloqueció, es-tuvo todo el día sentado en este banco llorando y hablando solo.

*Raúl Briceño, colombiano, residente en NSW.

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Sábado 26 de Diciembre 2015 4 U T U R AC L

EfímeroAutor: José Lisidini Sánchez*

Cuento ganador del Primer Premio en el Concurso Literario Palabras Internacional 2015

Un poco agobiado, retiró un extremo de la colcha de la cama y se sentó en ella, más allá, sobre la cómoda, una flor mustia lo conmueve. Después, recuperado del sofocón, dirigió su paso al cuarto de estar y escrutó con su mirada los visillos que cubrían el amplio ventanal y la puerta que accedía al patio con sus geranios algo descuidados. Sus-piró. Era cierto que ya habían pasado tres o... ¿cuatro?, días. Pero aquella nota sobre la almohada, había sido u-na puñalada clavada en lo más hondo de su corazón; la posterior noticia, la estocada final, más mil excusas que ni él mismo entendía. Después del amor, las rosas, las promesas y el tiempo eterno de los besos. Después de las lágrimas de felicidad, ahora las lágrimas de tristeza y a tentar la esperanza entre la bruma de la soledad y el vacío del alma. Todo en un día impensado. Tiempo de silencio, del querer suspendido, de la ternura huérfana. En una tarde impregnada de lunes y de malvones secos ¿Quién podía entender algo? Si hasta en los hijos habían pensado. Se había reido, ilusionado, entusiasmado a pesar de las notorias dificultades. Pero de repente, algo había cambiado, como nubarrones amenazantes que se presentaron en el horizonte, hasta ese momento, lím-pido de su relación. Íntima e inconscientemente, supo que aquello se venía, en el olor a soledad de una cena barata, en las sonrisas cada vez menos frecuentes. El mundo está lleno de señales para aquel que quiera ver. Algo le había comenzado a arder entre las costillas desde hacía un tiempo. Temía quedarse solo.

-A veces, todos los días parecen ser grises y hoy me ha costado levantarme como nunca de la cama. Quisiera que empezara el Armagedón y su hongo rojo acabara con todo. Aaaahhhh. Como te jodieron, se decía entre dientes. Si por lo menos hubiese escuchado a Amelia.

Sintió que era un momento amargo, como un izquierdazo que impacta en el mentón. Miró hacia la ventana y vio las luces de la avenida reflejadas a través del cristal.

-Yo nunca quise defraudarte, masculló a media voz, dirigiéndose a un imaginario; si lo hice, fue sin propo-nérmelo. ¿Cómo voy a vivir ahora en esta casa grande y linda, pero vacía como mi corazón?

Estaba otra vez convulso, con los puños sobre el rostro, cerrada la defensa con sus antebrazos, como para soportar la arremetida de aquella mole de dolor, que lo estaba destrozando a puro sopapo. Por un instante quedó en silencio sujeto del pasado. Hasta que varias palmaditas en la cara lo hicieron abrir los ojos y reaccionar. Aunque no completamente espabilado, miro a Amelia, parada en actitud desafiante con los brazos en jarra, que con voz dura le preguntó.

-¿Cuándo vas a parar de sentirte miserable?-Como la mona, me siento. Co-mo la mo-na. -¿En qué estabas pensando, ahora?-Estaba pensando en mandarle un mensaje pidiéndole...

no, más bien, algo simpático para que se entienda que estoy contento, que no estoy destruido ni enojado, que no pasa nada.

Ella se sonríe.-¿Que te pasa, Celso? ¿Vos, ´tas loco?-Soy un boludo, ¿no?-Es que vos hablás, porque movés los labios y decís

cosas.Tomó aire como si se dispusiera a decir algo, pero

cerró los ojos y se limitó a suspirar con desánimo. Sintió como sus mejillas volvían a humedecerse.

-¿Sabés lo que pasa Amelia? Extraño sus ojos que brillaban en la oscuridad, como dos animalitos primitivos que me despertaron de un letargo. Mi cuerpo era un cáliz rebosante de besos y de vida en espera. Entonces supo despertar los anhelos prohibidos y sacudir la lívido impaciente y ahora me ha dejado solo. La locura circula por mis venas aguardando su voz, en la espera del llamado. Este amor es un tambor y redobla en la sangre llamando una y otra vez con persistencia insensata. Sé que puede sonar loco o retorcido, pero hay cosas de mi vida que no logro explicar y ya no me interesa, pero cuando la comparto, la gente se ríe o se alejan, aunque casi siempre es lo segundo.

-Te tenés que despertar de una vez. Yo no quería llegar a esto. No pierdas más tiempo. No podes vivir lloriqueando por los rincones. Hay que aguantar y seguir viviendo. No es culpa tuya, sino de la vida. Es el destino que no los quiere juntos.

-Es que siento que estoy viviendo el final sin ensayo de obra. Perdí para siempre cuando se cerró la puerta. Y me voy rompiendo de a poquito, arrugando todo, em-papándome de angustia. Me aterra la visión que he tenido, de un futuro en la soledad de un sillón comodísimo con vista a una maceta vacía y muerta. Porque en estos días, he sentido que me voy muriendo de soledad y ansiedad.

-¡Ya está! ¡Basta! ¡Basta! ¡No te soporto! ¡No te soporto!

Él la miro con ojos de cordero degollado, antes de estallar furibunda y sorpresivamente.

-¡Le di toooooodo! ¡No entendés loca, que le di todo y no me queda naaaddda!

-¡Ah, nooooo, nene! ¡Si te vas a poner histérico me voy! ¡Estoy podrida de tus quejas!

-¡Y yo de tu estúpida cara! Me dan ganas de acogotarte. Pero... sos mi amiga. Me gustaría que no lo fueras ahora. Te juro. Odio al mundo en este momento. Me odio luego de entregarme como un kamikaze. Encima, tengo la oculta y poética ilusión, de que llegue me abrace y me diga “Celso, ya está bien, todo acabo, estoy aquí”. Pero ni yo me lo creo y me voy irremediablemente quebrando, como Beckett esperando a Godot. En este momento, la sala de ceremonias que esta al fondo del Registro Civil, que queda a unas cuadras de aquí, la siento como en las antípodas.

-¡Por favor! ¡Salí de este paréntesis! ¡Abrí los ojos! Suspirá y tragá el gustito amargo, pero sin quejas. Hacé lo mismo que hice yo, cuando se fue la Fanny.

Por favor, pase a página 8

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U T U R AC L Sábado 26 de Diciembre 2015 5

Entrando al ejército en Australia 3a parte

Escribe Sarah Correa*

A los 17 años, esta gringa-chilena decidió que prefería aprender a usar un rifle antes de aprender a caminar en tacos o manejar un auto. Fue un decisión de la que nunca se arrepintió.

Cuando tenía 23 años me mandaron a Darwin a trabajar con la marina. Pasaba semanas entera en barco y si no estaba mareada y vomitando, pasaba leyendo los libros de autores como Isabel Allende, Bryce Courtney y escucha-ndo música andina. Fue durante estos viajes que me subí a un bote para registrar las pescas de unos pescadores ileganles, cuando vino una tormenta. El bote se empezó a desarmar y al final se dio vuelta. Fue por la gracia de Dios que nos rescataron a tiempo. Después de esto volví a Mel-bourne y seguí estudiando leyes.

AfganistánNo duré ni un año y me encontré parada del frente del

aeropuerto de Kabul con una camisa de manga corta, pan-talones apretados y una toalla de “British Airways” sobre mi cabeza. Había llegado al aeropuerto en una aerolínea afga-na que permitía traer hasta gallinas y usar teléfonos. Había perdido las maletas, entonces no tenía nada para cubrirme. Yo había escuchado de Afganistán por la televi-sión, pero todo era negativo. Los afganos pasaban por mi lado con sus burros y me miraban como si yo fuera una mona de peluche. No se que me decían, pero yo les contestaba “yes, yes, thank you”; la verdad, me miraban como una prostituta, porque estaba destapada.

Mi madre casi me pegó cuando le dije que iba a postular por un trabajo en Kabul, pero al final ella me ayudó a hacer mi resumen, dar la entrevista y arreglar la maleta; esta vez me guardó un bikini.

Pienso que lloré por los primeros tres meses. Estaba a-sustada, no sabía que estaba haciendo en mi trabajo y no se me pasaba el dolor de güata. Mi trabajo era apoyar las Naciones Unidas (UN), organizaciones humanitarias y ser-vir de enlace a NATO en los asuntos de seguridad.Viajé a varios lugares para evaluar riesgos a las organizaciones internacionales e implementar procedimientos de seguri-dad. El trabajo era interesante y a veces peligroso, pero me había acostumbrado a despertarme con las explosiones, tiroteos, escuchar de secuestros, ataques y muertes de a-migos.

Durante los años que estuve allí, aprendí a amar mi tra-bajo, pero en parte fue difícil vivir allá. Nunca tenía un mo-mento privado, porque tenía guardias que me perseguían para todos lados. Si no estaban conmigo, estaban parados frente a la ropa tendida, para mirar mis sostenes y calzones. Cuando los pillaba, ellos se reian hasta que les amenazaba con una manguera. No era común que una mujer extranje-ra se acercara tanto a los afganos, pero no fue difícil en

tomar la confianza de ellos. Aprendí como hablar el idioma, comer con las manos y me hice amigos de los afganos que vivían en mi calle, menos el viejo del lado, que tocaba su porquería de tambores hasta la madrugada. Cuando había peligro, los afganos me llevaban a sus casas y me integré en sus familias.

Vi muchas injusticias, maltratos a mujeres y niños, pobre-za y los efectos del terrorismo. Era incomprensible. Muchas veces me encontré discutiendo con corruptos y pasé mu-chos momentos de frustración en ver mis amigos afganos sufrir. Pero durante tiempos oscuros, encontraba maneras de divertirme, no tan solo con mis colegas extranjeros, sino también con los afganos. Por ejemplo, estábamos en una región muy remota y volátil, la gente estaba generalmente deprimida. Mandé a mi guardia a comprar volantines y los repartimos. Me emocioné cuando vi el cielo cambiar de co-lor y ver como jugaban los adultos como niños. A pesar que el Talibán había prohibido jugar con volantines.

La corrupcióny la violencia se estaban poniendo peor. Al fin un amigo afgano me pidió que me fuera, porque las es-peranzas de recuperar el país ya estaban perdidas.

Con mucha pena me despedía de Kabul, la ciudad más interesante del mundo.

Continuará

*Sarah Correa, abogada, residente en Melbourne.(Extractado de la Revista Festival de Septiembre 2015, por

gentileza de Latin American Friendship Fonda La Clínica Inc.)

MadridEstos son los músicos más destacados de la cosecha pop

internacional del año que termina, Según el diario ABC. 1. Sufjan Stevens, con Carrie & Lowell 2. Kunt Vile, con b´lieve I´m going down 3. Kendrick Lamar, con To pimp a butterfly 4. Alabama Shakes, con Sound and Color 5. Algiers, con Algiers 6. Father John Misty, con I love you, honeybear 7. Julia Holter, con Have you in my Wilderness

Los mejores del “pop” internacional 8. Belle and Sebastian, con Girls in peacetime want to dance 9. Songhoy Blues, con Music in exile10. Pops Staples, con Don´t lose this11. Jason Isbell, con Something more than free12. Villagers, con Darling Arithmetic13. Benjamin Clementine, con At least for now14. Natalia Lafourcade, con Hasta la raíz15. Sleaford Mods, con Key Markets

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U T U R AC L Sábado 26 de Diciembre 20156

El verano pasado nos fuimos de vacaciones mi esposo y yo, dejando la casa al cuidado de unos amigos. Parece que el cambio de inquilinos provocó un desbalance que exhortó a al-gunos ratones a instalarse en nuestro hogar. Al primer ratón lo atrapamos fácilmente, colocando una trampa de pega junto a la estufa. Fui yo quien decidió utilizar una trampa de pega y no una tradicional. Una vez estuvo el animal allí, pegado, chillando, halando sus extremidades con una fuerza que revelaba sus di-minutos músculos, mi esposo, quien nunca había lidiado con ra-tones, no sabía cual sería el próximo paso.

Yo he estado frente a alguien condenado a muerte varias veces, los he visto flexionar sus músculos tratando de huir de un algo inescapable, y sé que lo mejor es no dejarlos sufrir, es evitar que el cansancio en los músculos les permita pensar que de algún modo la llegada de la muerte se afloja, como se afloja uno mismo cuando se encuentra frente a frente con algo irresoluble.

Sin detenimiento, como a modo de reflejo involuntario, saqué una bolsa plástica, tomé la trampa y la metí en ella. Mi esposo dejó de mirar al pobre crío para preguntar una vez más, ¿y ahora qué? Ahora decidimos sobre su muerte.

Dios que decide sobre la muerte de los ratones, ruega por nosotros. Ángeles que acarician la piel doliente de los moribundos, rueguen por nosotros. Santos que se sacrificaron en nombre de estos ratones, recen por nosotros. Señor, porque a veces deseamos lo que no debemos, O resolvemos las cosas como no queremos,ruega por nosotros. Santo fuerte, santo inmortal, mata por nosotros.Puse algunas opciones sobre la mesa. Si lo dejamos en la

bolsa, puede que muera por falta de oxígeno, pero como la bolsa no está sellada al vacío, es más probable que muera por inanición. Podemos golpearlo con algo para que muera rápido, sugerí. Estas opciones las había aprendido con mi padrastro. Cuando tenía diez años tuvimos un ratoncito visitante al que atrapamos también con una trampa de pega. Vi como mi padrastro tomó la trampa, la puso en una bolsa y la lanzó a un terreno baldío cerca de nuestra casa. Había notado que durante todo este proceso el ratón aún se movía dentro de la bolsa. Al preguntar como moriría, mi padrastro me explicó que de hambre. Inmediatamente fui al terreno baldío a rescatarlo.

Mi padrastro me descubrió observando al ratón dentro de la bolsa, ahora abierta en nuestro patio. Le expliqué que pensaba en un modo de despegarlo, tal vez podía simplemente mudarse al terreno baldío y nunca regresar a nuestro hogar. Si lo regresamos, libre, se volverá una plaga, y sus hijos y los hijos de sus hijos sí vendrán a nuestro hogar, me explicó con cariño. Además, no ha-brá modo de despegarlo sin arrancarle la piel, sería una muerte muy dolorosa. Mi angustia era grande, no podía dejarlo así, esperando la muerte eternamente. Sentí un gran alivio cuando mi padrastro se ofreció a golpear al ratón para que muriera rápido. Como cualquier beisbolista, mi padrastro hizo girar su brazo unas cuantas veces antes de lanzar la bolsa contra la pared del patio. Luego la abrió para enseñarme que el ratón no se movía y me acompañó a devolverlo al terreno baldío.

Le sugerí a mi marido que convirtiéramos a nuestro ratoncito en ‘víctima de un beisbolista’ pero se rehusó a usar la fuerza para dar muerte. Entonces yo lo golpeo, no me importa, no quiero que tarde en morir. No, ya sé, me detuvo mi marido, lo metemos en el congelador. Esa idea me dio mucho alivio porque me asemejó

La velocidad de la muerteAutora: Consuelo Martínez Reyes*

Cuento ganador del Tercer Premio en el Concurso de la Asociación Literaria Trilce 2015

la muerte a la trillada imagen de Leonardo di Caprio flotando le-vemente sostenido por un pedazo de madera en las órbitas del Titanic, un pedazo de madera que censura el dolor de la muerte y nos hace pensar que Jack simplemente se quedó dormido. El frío rescataría al ratón de las garras del insomnio y su cuerpo congelado quedaría con nosotros.

Cuando me pasee, Señor, Por las praderas de tu tierra,Esconde mi cuerpo de señores feudales,Acaricia mi alma con el calor de tu piel,Hasta que dormido, abandone mis sueños terrenalesY duerma para siempre en esa vigilia Que bien lleva tu nombre.¡Eso! Trillado, poco sentimental, nada de dolor innecesario,

de violencia o de humillaciones. No tomó mucho para que el ra-toncito dejara de moverse.

La larga espera por la muerte de mi padre me hizo rezar muchas veces para que se muriera. Entonces me sentía objeto de una mala broma de la muerte. Mi padre, primero perdió la coordinación en el habla, luego las fuerzas para caminar y mantener los orines en su vejiga. Sus piernas y manos temblorosas, su habla incomprensible, solo servían como complemento a una mente que divagaba, que le hacía imaginar que era amigo de celebridades, que había comido cuando no y viceversa, o que mi hermano era un amante de mi madre al que debía matar. Ver a mi padre en su cama-camilla como un vegetal fue lo peor. Desnutrido, sus huesos, algunas venas y un par de músculos creaban tramos por debajo de su piel. Su cuerpo se encogía y las enfermeras no podían estirarlo. Estaba en posición fetal, decían, y me parecía insultante que compararan a mi padre con un feto estúpido e in-forme que no sabe nada de la vida.

Mi padre, quien hablaba con el cuidado de cualquier intelectual y leía vorazmente para compensar haber dejado la escuela para mantener a su familia; mi padre, quien había dejado su país cargando solo una maleta; mi padre, quien se había hecho de dinero sin la ayuda de nadie; ese padre, ni se posicionaba como feto, ni estaba en ese cuerpo. Los adultos insistían en que él aún podía escucharnos. Yo no le decía nada porque en ese cuarto, ya no existía la privacidad, ya no habría secretos entre nosotros, ni explicaciones, ni respuestas. Papá no podía decirme nada, y los demás allí eran ineptos que me pedían hablarle al cuerpo sin mente de mi padre, quien esperaba la muerte sin fuerzas ya para esperarla, cuya felicidad yacía en el pasar del tiempo porque el día que entraba le acercaría a la muerte.

Hubiera querido que alguien llegara a darle un golpe mortal a mi padre para que muriera de prisa y sin dolor, sin la humillación de hacerse feto luego de haberse hecho hombre hacía ya tan-tos años, encerrarlo en una bolsa, lanzarlo contra la pared y ¡zass!, ya, ha muerto mi padre, o hacerlo quedarse dormido para siempre en el congelador. Pero no, los mismos nueve meses que le tomó nacer, le tomó también el conseguir la muerte. Como si el mundo se moviera en retroceso, ese cuerpo que una vez fue un feto pequeñito rellenándose de carne y huesos que se extendían en el vientre, se convertía ahora en un cuerpo que se consumía a sí mismo: un hombre en posición fetal restringido al minúsculo espacio de un vientre-camilla, tendones en contracción y deformación eterna, los músculos de un hombre grande ahora diminutos, la carne que se come la carne, los huesos que se comen los huesos. Hambre de ser, de cuerpo, y una lucha entre la vida y la muerte eterna.

Mientras esperábamos la muerte de mi padre, vivíamos en laPor favor, pase a página 7

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U T U R AC L Sábado 26 de Diciembre 2015 7

La velocidad de la muerte Viene de página 6

casa de mi padrastro, escenario de una serie de pesadillas horribles. Primero, soñé que entraban a la casa y unos ladrones tomaban a mi hermano como rehén, colocaban una pistola sobre su sien y yo, inmóvil, observaba el brillo de sus lágrimas. Lo irónico era que, en la vida real, mi hermano solo se quedaba con nosotros algunos raros fines de semana. Había decidido irse a vivir con nuestros abuelos. Yo pensaba que si papi no hubiera caído enfermo, eso jamás habría pasado. Un niño no puede decidir dejar a su familia como modo de protesta monumental. “Un niño”… pero mi hermano no era “un” niño, sino “el” niño favorito de mi madre, y si ese era el modo en que quería mostrar su resentimiento se le permitiría porque para mi madre el dolor propio era secundario a complacerle. Así, primero se fue mi padre a ese hogar de ancianos donde podía supervisarse todo el tiempo. Luego se fue mi hermano, porque no aprobaba que mi madre se volviera a casar. Sueños y realidad como telenovelas cursis. Esa inmovilidad ante las lágrimas de mi hermano, víctima de ladrones invisibles, esa incapacidad de rescatarlo era digna de irse a comerciales y anunciar un “Mañana en Cuna de lobos…”

El sueño de las hormigas era igualmente patético. Un ejército de hormigas trepaba las patas de mi cama y me devoraba mientras yacía, de nuevo, inmóvil. Sabía que era la muerte que llegaba a hartarse de mis piernas putrefactas. Yo era un cadáver vivo, como mi padre. Después de todo, era yo quien mejor había heredado su físico y su personalidad. Moría con mi padre. Fuerzas externas consumían mis músculos mientras observaba, sin hablar, sin mo-verme, ansiando que llegara el fin de la pesadilla. Una noche, soñé que las hormigas lograron invadir no sólo mis piernas sino todo mi cuerpo. Hormiga sobre hormiga, escalaban y se escalaban las unas a las otras sobre mí.

Me levanté gritando y sin discernir entre el sueño y la realidad salí corriendo de la habitación sacudiéndome en desesperación. Mi cara de angustia le contó a mi madre y mi padrastro, quienes bebían un vino de medianoche, que me comían las hormigas, les urgió a que me sacudieran, a que me ayudaran a matar la muerte que me devoraba, mientras me observaban atónitos. Mi madre fue quien más pronto salió de su asombro y avanzó a abrazarme. Esto me llenó de terror. Olvidé las hormigas que aún sentía sobre mí para sacudir a cualquiera que lograra mudarse al cuerpo de mi madre. Acariciaba sus brazos con una fuerza bruta para aplastar con amor cualquier muerte que sobreviniera sobre ella. Me soltó y pidió que la mirara fijamente. Concéntrate, ¿dónde están las hormigas? De manera mágica, las palabras de mi madre empujaron todo al mo-vimiento. Ya no sentía las hormigas sobre mí, sino que las veía escurrirse por mi cuerpo hasta el suelo, dejándome, incapaz de contestarle que ahora trepaban por su cuerpo.

Parábola de la tormenta: Cuentan que el Hijo de Dios estaba en el mar abierto, en una

barca de pescadores y acompañado de algunos de sus seguidores cuando se desató una tormenta. El Hijo de Dios dormía, mientras sus seguidores se desvelaban, presos de la preocupación. Cuando uno de los suyos le cuestionó sobre el por qué dormía durante tan grave situación, el Hijo de Dios, decepcionado, le hizo saber que ninguno de ellos tenían verdadera fe en su Padre.

Algunos años más tarde, la igualmente interminable espera por la muerte de mi madre me hizo pensar que esta nunca llegaría. Pero esto ya no era síntoma del constante temor a extrañarla inde-finidamente; era mi modo de apropiarme de una victoria que no me pertenecía.

Nací sabiendo que mi padre moriría mucho antes de que llegara mi adultez. Crecí sabiendo que no había nada que pudiera hacer para cambiar esos cuarenta años que mediaban entre las edades de mis padres. Sentía que mi madre, al decidir casarse con un hombre que bien podría ser su padre, nos había parido huérfanos. A veces entendía esa decisión materna como un acto egoísta. Después de todo, ¿qué entendía mi madre de orfandad? Si haber parido así, sabiendo que sus pequeños, de un momento a otro, quedarían huérfanos, había sido un primer castigo impuesto desde el momento en que nos hicieron en su vientre. Malos niños, malos niños, éramos niños malos y por eso merecíamos que nuestro padre muriera apenas terminara aquella infancia marcada por la

Por favor, pase a página 8

Ven hacia mí . . .Irene Greco Faggella*

Es dificil de creer y de explicar, pero yo lo siento así, y ojalá no me equivoque… Es seguro que cuando yo me vaya, cuando me decida a partir… los sorprenda, porque ya estaré volviendo, haciendo caso de lo que vos me dijiste, “Tenés que ser como ese Dios terrible y cruel, ese que tiene las dos caras…” Y solo así podrás seguir estando … siendo como él, creo que se llama Jano,el de las dos caras,es muy fuerte y tiene las llaves de todo y de todos. El puede abrir y cerrar sueños, esperanzas, amores, y ¿por qué no? también vidas, y cuando las termina, no tiembla al hacerlo, y se vacantando. . .

Ven muerte tan escondida, que no te sienta venir,y que el placer de morir no me duela al dar la vida.

Irene Greco Faggella, argentina, residente en NSW

17-08-2015

Mirando tu foto

Yolanda Aguilera* Mirando tu foto me quedo dormida y duerme conmigo el ansia desmedida, el deseo de verte no se pasa, ni se quita, pues te pienso y te añoro, mi tierra bendita. Extraño tus calles, tu gente amorosa, y el perfume suave que tienen las rosas, mi casa, mi patio y los gorrioncillos que cantan alegres, un dulce delirio. Mirando tu foto recuerdo la dicha de haber nacido en tierra tan linda, mis ansias de verte crecen cada día, quiero volver a ver mi gente querida. De ti no se olvida el enamorado, el que siempre te ama con el corazón; como te recuerdo en cada momento, volver a verte es mi gran pasión.

Yolanda Aguilera, cubana, residente en NSW

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Sábado 26 de Diciembre 20158U T U R AC L

Nuestras publicaciones están abiertas a las preocupaciones, comentarios, críticas, colaboraciones y aportes de los lectores.

Y aunque no necesariamente compartimos las opiniones vertidas por los colaboradores, con mucho gusto recibiremos y publicaremos

sus puntos de vista, siempre que se ajusten a las condiciones de brevedad y respeto por las opiniones ajenas.

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Efímero Viene de página 4

-Es que mi razón zozobra, frente a las imágenes del ayer, cuando todo era miel de caricias nuevas, de piel hirviendo en calderas de lujuria.

-¡Pucha! El delirio del amor...-Pero..., decime Amelia ¿Yo, qué hago ahora?- Anda, tranca la puerta con llave y saca una botella de

lo más fuerte que tengas, respondió Amelia fastidiada; y agregó, nos emborrachamos hasta caer de culo en el suelo y al despertarnos, a encarar la vida sin gimoteos y... ¡a otra cosa mariposa! Hay mucho mundo ahí afuera que nos espera.

Así fue como, luego del adiós, a Celso solo le quedó la cara empapada y la quietud de las tardes, para imaginar los ojos azules de Ernesto. Al menos, hasta que se pre-sentó Roberto.

El magnífico sueño del amor es muy extraño, parece un juego de la vida, en ocasiones una burla. Dicen que la suerte llega, cuando ya no esperas nada. Pero ese, es otro cuento.

*José Lisidine Sánchez, reside en Uruguay

La velocidad de la muerte Viene de página 7

fugacidad, no la del pasar del tiempo, sino la de la vida.Duérmete niño,Duérmete ya,Que viene el cuco Y te comerá.Mientras esperaba por la muerte de mi madre, pensaba que

había logrado burlarlo todo, que la prognosis médica había sido sim-plemente una farsa, un cálculo terriblemente erróneo, un grupo de exámenes que no contaban con la ciencia como archienemigo. Me parecía más al segundo ratón que se apareció por nuestra cocina, el que brincaba sobre las trampas de pega, como burlándose de la sentencia que lo condenaba a muerte. Mentira, decía, mentira, mi madre sanará, mi madre regresará de ese hospital en el exterior para vivir con nosotros de nuevo, mi madre dejará de decir que su cuerpo apesta a los treinta medicamentos que se toma a diario. La fe mueve válvulas del corazón dañadas por enfermedades congé-nitas. La fe. La fe. Maldita fe. Bendita duda que te permite ver los caminos de la muerte, que te deja brincar sobre las trampas de pe-ga sin pegarte a ellas. Maldita fe que te permite sobrevivir a pesar de no tener de qué alimentarte.

Mi madre no puede ser atendida por los médicos del país. Mi ma-dre necesita especialistas del exterior. Mi madre no puede consumir más de dos litros de líquidos al día porque se le infiltran en sus pulmones. Mide el líquido en sus habichuelas. Mide el líquido en la carne guisada. Se le antoja una sopa y lo piensa. ¿Qué tal si me da sed en la tarde? ¿El helado contará como líquido o no? Mi madre no puede sufrir calores isleños que le hagan sudar ese par de litros preciados. Mi madre no puede caminar mucho o fatigarse. Mi madre no logra perder el peso que añade al cansancio de su corazón. Mi madre tampoco puede darse a la crianza de adolescentes que le den problemas banales que apretujen su alma en ese músculo de-fectuoso que Dios le dió.

Por eso, hablo y no hablo con ella, a distancia, y supervisada, porque la cuenta del teléfono no la pagamos nosotros. No hay se-cretos entre mi madre y yo. No hay privacidad entre mi madre y yo. Debo decirle a mi madre como me va todo, o mejor dicho, debo decirle que todo me va bien. Y no puedo decirle que la extraño porque la entristezco, y no puedo decirle que me quiero ir con ella porque sufre, ni tampoco mencionar que los tíos hacen las cosas de otro modo porque eso suena malagradecido. Que los tíos no nos esperaban, que los tíos se han ofrecido a cuidarnos, que los tíos no han tenido hijos y no saben muy bien lo que hacen por lo que debemos tenerles paciencia. Eso dice mi madre al otro lado del teléfono, y confía en que, porque la conozco, contestaré con afirmativas incógnitas indescifrables a los tíos, te los paso, que aquí mismo están.

Por eso la muerte de mi madre comenzó mucho antes. Primero murieron todas las actividades que hacíamos juntas. Luego murió la cercanía entre nosotras y eventualmente agonizaron nuestras conversaciones. Así, una vida simbólica se apropió de su figura, a la cual ya no podíamos abrazar. El cuerpo de mi madre aún vivía, a simple vista, imperturbado y saludable. No había deterioros visibles, ni pérdida de peso, ni de la razón, sólo restricciones que permitían la cuasi-milagrosa extensión de su vida.

La espera por la muerte de mi madre transcurrió de modo tan distinto a la de la de mi padre, pero ambas estuvieron igualmente opacadas por la sombra de lo eterno. Con papá, mirábamos al futuro y sabíamos que no estaría allí, a pesar de que hoy estaba vivo, y de que probablemente también lo estaría mañana, y pasado. Con mamá, sabíamos que no estaría allí en el futuro y, probablemente, ni siquiera en la tarde, ni siquiera mañana. Despertábamos con la constante agonía de saber que solo una llamada nos separaba de su muerte. Simultáneamente, a diario se concebía el milagro de que la ciencia nos la dejara con vida para siempre. Y despertábamos.

Despertamos, no por un año, como creímos al principio, sino por po-co más de cinco. Despertamos algunos mil ochocientos cincuenta y siete días temiendo esa llamada.

Waterboarding, if you ask me… WaterboardDeathTortúrala hasta que te diga la verdad.¿Llega o no llega? Y cuándo, pregúntale cuándo.Porque a veces no le creo su amenaza.He colocado unas cuatro o cinco trampas de pega por la cocina

y otras cuantas cerca del agujero en la pared por donde se mete. Lo imagino haciendo piruetas para burlar la muerte. Quiero y no quiero encontrarlo, quiero y no quiero matarlo. Quiero, tal vez, que tengamos una conversación de medianoche en la que logre convencerlo de que nos abandone. Pero el segundo ratón insiste, insiste en entrar a la cocina porque es eso lo que lo mantiene vivo, insiste en brincar las trampas porque esto hace de su vida una más emocionante, insiste, como insiste la ciencia en que cuando se a-cabe todo, allí, entonces, aún estarán las cucarachas.

El ratón no es una cucaracha. El ratón, en un horno microondas, explotaría. Pero es igual de parasítico, viviendo de las sobras de los otros, de esas migajas de energía que se dejan por aquí y por allá sin que lo advirtamos. Entra y se alimenta. Sale sin que se le escape la vida. Deja un camino de mierda por donde ha estado, como para que esta atestigüe que aún no ha muerto, a pesar de las expectativas de esos míseros humanos que no conciben retos a lo establecido. Entra y se pasea por el anaquel de especias, pasa por la tostadora y los tarros de café. No encuentra nada. No morirá de hambre. Sabe cómo llegar al patio y a patios vecinos, a cocinas alternas que igual quisieran deshacerse de él.

SaleSale por el mismo hoyo en la pared que día a día, noche a noche,

lo espera, le permite tener fe en el alimento suelto de los otros, en el esfuerzo involuntario de la humanidad por que todo permanezca vivo. Y yo, que no he dormido bien últimamente pensando en cual será el próximo paso, me precipito hacia el agujero y le pido a mi marido que me pase el pequeño envase que he dejado en la mesa, ese pequeño cubo que he batido por los pasados quince minutos, desde que escuché al ratón pasearse por la estufa. Ha salido. Lo he confirmado con mis propios ojos. Tomo el envase, esa versión hogareña ready-mix de cemento, y lo vierto todo sobre el hoyo. La muerte ya no cabe en esta casa.

*Consuelo Martínez Reyes, puertorriqueña, residente en ACT.

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U T U R AC L Sábado 26 de Diciembre 2015 9

Se despereza la vista hasta tocar el horizonte,oh mar océano,a sabiendas que más allá de aquella línearompe la geometría la viday tus aguas ocupan también la tierra que no veo. Es la silueta engañosa de aquel barco blancoque cruza esa línea visual, divisoria,barco blanco que, desde el horizonte, me diceque no cae al abismo, que es como mi pena,que semeja estar pendiente de un hiloy, sin embargo, navega.

Y entré en tu casa de cristalcaminando por los pasillos de puntillaspara no romper tu silencioni despertar fantasmas en tu sueño. Te viste, sin saber cómo, en el reino del tiempo instantáneo,wse que por todo saludo dejó un beso súbito en tu frente,que te sacó de tu casa envuelta en aire,que pasó ante tus ojos un manto de arenay alteró el ritmo acompasado de tus neuronas.

Ese tiempo es aquel ave que hiende el airediluyendo el eco vano de su canto en la luz de la tarde. Sentí en mí ese desgarro de palabras,ese estrujar de ideas, ese silencio después,y te pregunté si ya no existía.Me palpé los huesos y los hallé mudos.quise sujetar con mis dedos los cabellosque se desvanecían entre mis dedos.Pensé: muerta estás. Alcé los ojos y vi una nube pasar empujada por el viento.“¿Eres mi amiga?” le pregunté.“No. Soy tú, que no te has visto”. Vives ahora en la mansión del tiempo durativo,ese al que nada arranca sus raíces,que se ha hecho dueño de tu casa,que baña tus ansias con espumas de calmay canta nanas suaves a tus fantasmas. Siquiera,tuvieran tus manos el palpar del cabelloy tus dedos trenzasen las mechas lacias,pero siguen ancladas en ese espacio inmóvil,en este presente durativo, en el que tú aguardas.

En ese envés de la realidad que te circunda,

Versos ExistencialesAutor: Pilar Herrera Gimeno*

Poema ganador del Tercer Premio en el Concurso de la Asociación Literaria Trilce 2015

vives tú una vida estática, en compás de espera;contemplas el otro lado de la vida, y rodeándola con la mirada,le dices que amarla de nuevoquisieras. Otra vez ese temblor de adiós sacude tus paredes. Otra vez ese socavar de interiores que, como un murmuro,te habita, te aprisiona dentro de tu universo.

Salirte quisieras, correr valle arriba, y llegar hasta el nacimiento de tu río,que siempre te espera. Habitar de nuevo tu casa bañada en las aguas de tu propia vida y acariciar tus paredes que, aunque agrietadas, son las tuyas. Allá, en el extremo de aquel territoriodeshabitado,merodeas ahora en busca de la palabra;entras y sales, como lo hace el viento,por las estancias que abandonasteantaño.

El tiempo ha borrado los caminosy los muchos soles que lo han caldeadohan descolorido el original de aquellos sueños; sobre las aguas del río,las lluvias han extendido un velo de duelo. Bajará esta noche tu alma a la mar,a bañar en ella ansias, dudas;a lavar lágrimas, purificar la propia esencia,y confortarte a ti, que en el balcón esperas. Esperas que te visite esa paz, esa calmaaún ausente, que te dejó un mal día y no volverámientras tú no la busques. No duermas. Vela. Sé el barco que día y noche navega. Sé el aire transformado en viento, ahora que dejas la bonanza.Agárrate a una nube pasajera y llueve sobre la tierra seca,aunque otro verano te espere tronando y con tormentas.¡Vela, anda, llueve, vuela!

Y si hay rayos que te amenazan, piensa que en el interiorde tu casa, tienes la clave a la desesperanza.

*Pilar Herrera Gimeno, española, residente en WA.

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U T U R AC L Sábado 26 de Diciembre 2015 10

We respect Aboriginal peoples as the first peoples and custodians of Australia

La próxima edición de El Semanario Español

Culturaaparecerá el sábado 30 de enero 2016

Joyas de la cartografía en una exposición en Museo NavalMadrid

La historia de como se exploró el mundo ha quedado plas-mada en los mapas y buena parte de los más antiguos son de origen español. Para mostrar las joyas de la cartografía que guarda la Armada en sus archivos, el Museo Naval de Madrid acaba de inaugurar la muestra «Dueños del mar, señores del mundo», un recorrido por los mapas y cartas de navegación desde la edad media hasta nuestros días que dan cuenta de la aventura de una nación que dibujaba continentes a me-dida de avanzaba hacia horizontes siempre esquivos y de la continuidad de la marina cartográfica. Comisariada por José María Moreno Martínez, la exposición recorre la época de la Marina Aragonesa y los mapas portulanos, pasando por el Mar Tenebroso y la travesía hacia el nuevo continente, hasta la exploración del Pacífico en un relato que «demuestra que no ha habido mar que no navegaran los españoles desde los comienzos, porque nuestros marinos dibujaron el mundo».

Los portulanos plasmaron las primeras rutas y detalles decorativos sobre las tierras del mundo conocido para los pilotos que se aventuraban en el mar «familiar» del medi-terráneo, pero la muestra no ha querido exponer los más conocidos. El de Juan de la Cosa permanece en la sala del Museo Naval en la que siempre ha estado. En su lugar se muestra el portulano de Mateo Prunes, de la escuela mal-lorquina, realizado en 1563 (arriba), que enseña un mundo incompleto, como pronto Colón demostraría. «He elegido piezas de gran relevancia aunque no sean las más conoci-das», dice Moreno Martín.

Le acompaña un Atlas Náutico de 1375, en el que aparece, por primera vez, la rosa de los vientos, y la carta de Colón, publicada en Lisboa en 1490.

Con el Descubrimiento y los viajes de Colón se abre una era diferente, la de la navegación astronómica. En el Mar Tenebroso no sirve la orientación que regía en el Mediterrá-neo, sus peligros no pueden esquivarse sino con cálculos científicos para representar en un punto concreto del globo la situación de los barcos. Portugal, bordeando África e inme-diatamente España llegando a América, tienen que inventar un sistema distinto, basado en instrumentos de medición as-tronómica. La Casa de la Contratación se convertirá en el centro neurálgico y secreto de los descubrimientos geográfi-cos y astronómicos de los navegantes españoles.

Toda la información que iba llegando se guardaba por or-den del Rey en un Padrón Real.

Prueba del secreto que reinaba en torno a la Casa de la Contratación es el bello manuscrito del «Ytinerario de Nave-gación», de Juan Escalante de Mendoza (1575), que no pudo publicarse hasta casi un siglo después debido al veto real por los detalles que ofrecía sobre las rutas hacia América.

Bilbao, EspañaPublica más muerto que vivo. Él solo pudo disfrutar del

tacto y el olor que desprendía Mensagem (“Mensaje”), única obra propia que conoció en vida, pues el poema patriótico se publicó justo dos años antes de que él muriera. Pero Fernan-do António Nogueira Pessoa dejó una herencia monumental, que los filólogos rescataron hace tiempo de un viejo baúl: más de 30.000 documentos y papeles, algunos mecanogra-fiados, otros no, que descansaban dentro del arcón, sin or-den ni concierto.

El Gallo de Oro rescata a un Pessoa desconocido

Por razones de espacio, en la próxima edición de ESE

Cultura publicaremos el resto de los trabajos ganadores en el Concurso de la Asociación

Literaria Trilce 2015

De esta obra desordenada se han ido publicando gajos más o menos importantes, y a día de hoy los editores siguen explorando y ex-plotando el filón. Seix Barral, Acantilado, Salto de Página o Abada han apostado por la poesía y la prosa de un inabarcable Pessoa. A este grupo de editoriales se ha sumado El Gallo de Oro. Sus responsables han querido ejer-cer de “bilbainos” y se han lanzado a la aventura de comprar los derechos de Rubaiyat (“Canciones para beber”), un po-emario que recoge 160 piezas o Rubaiyats (series de cuatro versos o rubais) que solo se habían publicado parcialmente en portugués y en catalán.

Beñat Arginzoniz, editor de El Gallo de Oro y traductor de los poemas, relata el camino que ha seguido para hacerse con el codiciado libro: “Ha sido el resultado de varias coin-cidencias felices. La primera es mi admiración por el poeta persa Omar Khayyam. En mi obsesión por coleccionar edi-ciones de sus Rubaiyat, supe de la existencia de estos po-emas originales de Pessoa, editados en Portugal. Él había escrito sus propios poemas inspirados en el espíritu de los rubai. Y, tirando del hilo, conseguí negociar y comprar los derechos gracias a la ayuda del editor catalán Oriol Ponsati-Murlá”. “Se que grandes editoriales como Hiperión o Pre-tex-tos hubieran querido tener este libro -abunda Arginzoniz-pero las pequeñas también queremos tener voz en este mercado tan difícil. Este libro es un acontecimiento cultural. ¡Más de 150 poemas inéditos en castellano, a ochenta años de su muerte!”

El editor resalta el valor de Rubaiyat: “Es importante en la obra pessoana, y el lugar que le corresponde es el de una obra mayor dentro de su producción”. “En estos Rubaiyat -desvela Arginzoniz- están todos los temas característicos del universo Pessoa, pero de una manera más nítida y depurada. Se trata de un Pessoa íntegro y, paradójicamente, unitario, donde asoman las preocupaciones existenciales del Libro del desasosiego, el epicureísmo de El año de la muerte de Ricardo Reis y los trazos fundamentales de la metafísica de Alberto Caeiro. Estamos frente a un Pessoa que tiene esa lucidez de quien se encuentra frente a un final sentido y pre-sentido. Son sus últimos poemas”.