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XIX J O R N A D A S N A C I O N A L E S D E P R O F E S I O N A L E S S A N I T A R I O S C R I S T I A N O S . M Á L A G A 2015

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Oración para iniciar las Jornadas Iniciamos, con la oración, las XIX Jornadas de Profesionales Sanitarios Cristianos. Venimos con el deseo y la ilusión de encontrarnos, de convivir en un clima fraterno, de enriquecernos mutuamente compartiendo nuestras experiencias, de celebrar lo que nos une y da sentido a nuestras vidas: la fe en Jesús, el Señor, y el servicio a los enfermos. Expresamos la alegría de estar juntos y de sentir la presencia gozosa del Señor que nos llena de vida.

Juntos cantando la alegría de vernos unidos en la fe y el amor. Juntos sintiendo en nuestras vidas la alegre presencia del Señor. Somos la Iglesia peregrina que El fundó, somos un pueblo que camina sin cesar. Entre cansancios y esperanzas hacia Dios, nuestro amigo Jesús nos llevará.

El lema de estas Jornadas es “Mirar al enfermo cambia el corazón”. Mirar al enfermo con los ojos de Jesús, cambia nuestro corazón y nuestra actuación con ellos. Escuchamos la curación del ciego Bartimeo: Lectura del Evangelio según S. Marcos: Mc. 10, 46-52. Silencio y reflexión La escena de este evangelio se repite a diario en nuestros hospitales y centros de salud. Los profesionales trabajamos rodeados de papeles, con muchas tareas que hacer y muchos objetivos que cumplir, con una gran presión, y con prisas. En medio de esta vorágine, un enfermo nos llama y nos pide ayuda. Con frecuencia intentamos callarle y le decimos, sin apenas mirarle: ahora no puedo, luego vengo. Si el enfermo insiste, nos detenemos, le miramos con atención y le preguntamos: ¿qué quieres que te haga? Y él nos dice con su palabra y su mirada: escúchame, mírame, háblame. Lo necesito. Tengo miedo, dolor, incertidumbre. Confío en ti para curarme. Ayúdame con tus cuidados y con tu cariño. Llámame por mi nombre. No pases de largo, te necesito.


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¡Qué bien si parándonos le miramos a los ojos, le cogemos de la mano y le escuchamos! El se sentirá confortado, se relajará, nos sonreirá y nos dará las gracias; y nosotros nos sentiremos mejor, más humanos. Mirarle con otros ojos, reconocerle y tratarle como a mi prójimo, a mi hermano, a mí mismo, nos ha curado. En lo hondo de nosotros mismos damos gracias y sentimos la mirada de Jesús que nos invita a seguir siendo sus ojos, sus oídos, sus labios y sus manos. En compañía de María, invocamos y acogemos la luz y la fuerza del Espíritu.

Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones para acercarnos a los enfermos con tu mismo amor. Ven Espíritu Santo, ilumina nuestras vidas para que sean luz. Ven Espíritu Santo, purifícanos para que vivamos nuestra profesión limpiamente. Ven Espíritu Santo, danos tu Vida para que infundamos ánimo en quienes lo pierden. Ven Espíritu Santo, aviva nuestra esperanza, para que la comuniquemos a los que no esperan. Ven Espíritu Santo a nuestro corazón, para que respetemos a los enfermos como ámbito sagrado. Ven Espíritu Santo, dirige nuestros conocimientos para el mayor beneficio de los enfermos. Ven Espíritu Santo, renueva nuestra Sanidad y la forma de acoger a los enfermos. Ven Espíritu Santo, ayúdanos para que estas Jornadas renueven nuestro quehacer diario y nuestra mirada a los enfermos.

Movidos por el Espíritu y llenos de su amor, oremos como hermanos: Padre nuestro Oremos Dios Padre compasivo, limpia nuestra mirada para que se parezca a la tuya y nos permita ver todo lo bueno y positivo que hay en nosotros y en nuestros enfermos. Señor Jesús, que curaste al ciego Bartimeo, sana nuestras cegueras y nuestra incapacidad para ver el dolor de los demás. Espíritu Santo, llénanos de tu Luz para que, iluminando nuestra viva, podamos iluminar la de los demás en tu nombre. Amén. María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros


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Oración para iniciar la Jornada del Sábado La mirada de Jesús

Un problema de nuestra psicología y comportamiento rutinario es oír un mensaje y quedarnos de él con lo que “ya sabemos”, sin dejarnos abrir a lo nuevo. Somos gente de pastoral de la salud, comprometida con la evangelización de este mundo de la sanidad, y nos hemos detenido tantas veces en meditar el comportamiento de Jesús que semeja ya lo sabemos todo de Él;… con la cabeza,… Hoy, pongamos la mirada en el corazón, para dejarnos habitar por algo nuevo, por lo que el Espíritu está sugiriendo y no nos atrevemos a asumir, porque aún no lo vemos claro para la vida y nos cuesta desempeñarlo. Quizás ahí, en ese “todavía no comprender”, en ese “aún estar a distancia”, se sitúe el provecho personal de estas Jornadas, la huella que nos dejen, el trabajo pendiente por realizar, la orientación definitiva que debemos encontrar, la dinámica de amar que se nos propone, el misterio de la misericordia de Dios en que se nos sumerge. Canto

Gracias, quiero darte por amarme. Gracias, quiero darte yo a ti, Señor. Hoy soy feliz porque te conocí, gracias por amarme a mí también. Yo quiero ser, Señor, amado, como el barro en las manos del alfarero. Toma mi vida y hazla de nuevo, yo quiero ser, yo quiero ser, un vaso nuevo. (2)

Lectura Mc 3, 1-6. Reflexión Con el Papa Francisco vamos atreviéndonos a descubrir cuántas rutinas de nuestro cristianismo y de nuestra personal forma de ser iglesia, nos tienen bloqueados para la Evangelización, para


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ser verdaderos agentes de pastoral, para cuidar la vida de los otros con nuestra mirada poseída por el amor del Corazón de Jesús. ¡Tenemos las manos atrofiadas! Y necesitamos de la palabra de Jesús, de su mirada, de su gesto sanador hacia nosotros para que nuestras fortalezas para la evangelización se restablezcan. Jesús se indigna y apena por la dureza de nuestro corazón. Actuamos desde la cabeza, racionalizamos y ordenamos los sentimientos según la letra de la ley; tomamos distancias útiles; evitamos compromisos que inviten a más; nos da miedo hacernos próximos a las personas para hacerles felices, saneadas, reencontradas con sus aspiraciones, gozosas de la vida,… Jesús mira sin tomar distancias…. hasta incrustarse en la vida de cada persona que le abre la puerta de su corazón. Y por eso podemos rezar: «Vida de mi vida, dulce Jesús mío; mírenme tus ojos que sin Ti me muero.» Dejarse bañar en la mirada de misericordia de Jesús sobre nosotros quizás está en la línea de los frutos que estas Jornadas Nacionales pueden dejarnos como experiencia que se nos invita a repetir en la vida ordinaria, en el lugar del trabajo, al lado de los enfermos; teniendo en cuenta que la opción por la vida y por los pobres es inaplazable. Silencio Padre nuestro…. Oración Señor Jesús, en tus manos ponemos nuestras vidas para que las recrees y sanes con tu mirada, llena de ternura y amor misericordioso. Te duelen de nuestros bloqueos, parálisis y mutilaciones, que nos impiden acercarnos, entregarnos y servir a los enfermos, y demás personas, transparentando tu misma mirada que da la vida. Infunde en nosotros tus mismos sentimientos y el don de discernir lo superficial de lo verdaderamente conveniente para ser nuevos agentes de pastoral, testigos de tu salud. Amén. Salud de los enfermos. Ruega por nosotros


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Encuentro de Oración Creación del clima de oración y presentación del Encuentro. Música 1. «Apareció la bondad de Dios nuestro Salvador» (Tit 3,4) «Dios no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede.» (Papa Francisco, Mensaje de Cuaresma 2015.)

Si nadie te ama, mi alegría es amarte. Si lloras, estoy deseando consolarte. Si eres débil, te daré mi fuerza y mi energía. Si nadie te necesita, yo te busco. Si tienes miedo, te llevo sobre mis espaldas. Si quieres caminar, iré contigo. Si me llamas, vengo a ti. Si estás cansado, yo soy tu descanso. Si pecas, soy tu perdón. Si me necesitas, te digo: “estoy dentro de ti”. Si estás a oscuras, soy lámpara para tus pasos. Si eres infiel, yo soy fiel. Si quieres conversar, yo te escucho siempre. Si me miras, verás la verdad de tu corazón. Si te quiebras, te curo todas las fracturas. Si quieres ver mi rostro, mira una flor, un niño, un enfermo. Si no tienes a nadie, me tienes a mí. Si eres silencio, mi palabra habitará en tu corazón.

Canto meditativo: El mirar de Dios es amar. 2. «Haz nuestro corazón semejante al tuyo» «Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. Un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro. Por esto deseo orar con vosotros a Cristo: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo”.» (Papa Francisco, Mensaje de Cuaresma 2015.) El rostro, la mirada es el espejo del alma, del corazón. Contemplamos y sentimos la mirada de Jesús sobre nosotros. Dejamos que esa mirada sane nuestro corazón; le suplicamos que lo haga como el suyo. «Haz nuestro corazón semejante al tuyo»


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(Se van proyectando lentamente distintos rostros, miradas de Jesús, como una música de fondo) Damos gracias por todos los que han dejado huella en nuestra vida, nos han ayudado y ayudan a transformar nuestro corazón con su vida, con su mirada, su sencillez, su valor, su limpieza de corazón, su alegría….. 3. «Orad unos por otros para que os curéis» (Sant 7,66) «Unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación.» Y lo hacemos en comunión con los santos que vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio y caminan con nosotros, todavía peregrinos, asta que esta victoria del amor inunde todo el mundo» (Papa Francisco, Mensaje de Cuaresma 2015.) Como los amigos del paralítico, la mujer cananea, el centurión, Jairo… traemos esta tarde a Jesús a personas, con rostros, que están enfermas, que viven en la oscuridad, que tienen su corazón endurecido por el dolor y la indiferencia…. Pedimos por ellos en silencio. 4. «Curad enfermos. Gratis lo recibisteis, dadlo gratis.» (Mat 10,8) «La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad. Cuánto deseo que nuestras comunidades lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.» (Papa Francisco, Mensaje de Cuaresma 2015.) Canto: Sed felices (Ain Karem) Recorría toda Galilea, proclamando el Reino de Dios, curaba enfermedades y dolencias y con ello, su fama se extendió. Le llevaron todos los enfermos, quien estaba aquejado de algún mal, para todos, palabras de consuelo, para todos, ternura en su mirar. y contemplándoles, habló: Sed felices quienes sois pobres de espíritu, porque vuestro es el reino de los cielos. Sed felices quienes estáis abatidos será para vosotros el consuelo. Feliz quien es humilde heredará toda la tierra, feliz quien tiene hambre y sed de Dios porque Él le saciará con su alimento. Feliz quien mira con misericordia porque Dios misericordia le tendrá,

Sed felices quienes construís la paz porque "hijos de Dios" os llamarán. Feliz quien es perseguido por hacer la voluntad de Dios, feliz quien tiene limpio el corazón porque siempre, en su camino, a Dios verá. No temáis cuando os injurien y persigan, cuando, por mí, os rechacen y hablen mal, sed felices, que nada os quite la alegría, no dudéis que con vosotros Dios está. Alegraos, que el gozo inunde vuestros cuerpos descansad, dejad las cargas y el pesar, que el amor que yo os tengo es eterno es amor del Padre a la humanidad. ¡No tengáis miedo! Escuchad: Sed felices

En el nombre del Señor, marchamos en paz.


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Oración para iniciar la Jornada del Domingo Testigos de la mirada de Jesús

Hoy es Domingo, día del Señor, que nos invita a celebrar nuestra esperanza en la resurrección futura. Hemos renacido en el Bautismo y estamos llamados a una vida imperecedera. Las Jornadas Nacionales de PROSAC, quieren ser ese «lugar donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, donde compartir las propias preguntas más profundas y las preocupaciones cotidianas, donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias elecciones individuales y sociales» (EG.77) Llenos de ese gozo, ayer nos dejábamos permear, esponjar, recibir por ósmosis, los sentimientos y miradas de Jesús hacia los enfermos, los que sufren, los excluidos, los pecadores,… todos los seres humanos, llenos de fragilidades y limitaciones. Hoy queremos celebrar lo que el Señor ha depositado en nuestro corazón en estas Jornadas llenas de amistad compartida, de gozo por tener la mirada puesta en el único Señor, y ser todos invitados, al mismo tiempo, a ser imagen de su ternura y amor sanador para con los enfermos. Canto: Samaritano de amor En mi camino cada día encuentro el dolor junto a mí y, a veces, pienso que «no hay derecho» a sufrir así, me duele tanto cuando llora un hombre su dolor que quiero hacerle feliz. Desde el abismo del hombre que sufre vengo a Ti, Señor, intento verte en mi hermano enfermo, dame Tú la luz, haz que «no pase de largo» a su vera, quiero ser samaritano de amor. Oigo tus pasos junto a mí al caminar. Te siento cerca, encuentro en ti la fuerza para andar. Dame tu mano que si no me perderé, que como tú, señor Jesús, pase yo haciendo el bien. Cuando un hermano sufre «su calvario» y aguanta «su cruz», dale tu mano y sé «su cireneo» mirando a Jesús,


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y al sonreír conseguirás con tu sonrisa hacer de su dolor un altar. Siembra de rosas su amargo camino con tu corazón y brotará de nuevo la sonrisa que trae el amor, y así el enfermo entenderá que desde su dolor le está hablando el propio Dios. Lectura: Hch. 3, 1-11 Reflexión Ayer, en la oración de la mañana, nos identificábamos con el enfermo de la mano atrofiada; en el que Jesús pone su mirada misericordiosa y sanadora para restablecerlo y hacerlo testigo de que es su amor misericordioso y no los preceptos de la ley, el que sana al enfermo; es el amor de Jesús –y no los planes de pastoral, normas y teologías– el que permite que cada ser humano débil viva una vida integral, sin mutilaciones ni parálisis. Hoy el Papa Francisco insiste en estas propuestas que transparentan tan nítidamente el Corazón de Jesús, dando vida a los necesitados, caídos, enfermos, pecadores, abandonados, excluidos, esclavizados,… Nos ponemos en el lugar del paralítico en la puerta del templo pidiendo limosna. Ya no es Jesús mismo quien nos toma la mano para curarnos, para alzarnos y ponernos en pie, para reintegrarnos a la comunidad. Es la propia Iglesia, Pedro y Juan, los que nos dan lo que tienen: la invitación a caminar, “Echa a andar”. A ser adultos en la comunidad, a ser hacedores de servicio, a transparentar el Rostro Sanador del Señor, a hacernos cargo de los débiles, de los enfermos, de los pobres, de los excluidos, de los sin nombre…, “a hacer presente la fragancia de la presencia cercana de Jesús y su mirada personal” (EG.169) El Señor, a través de la Iglesia nos ha puesto en pie, como agentes de pastoral, para que como PROSAC seamos servidores solícitos y testigos transparentes de la Buena Noticia, en la que consiste la misión de la Iglesia: ser evangelizadores. Silencio Padre nuestro…. Oración Señor Jesús, mediante la Iglesia y sus testigos nos restableces de nuestra parálisis y bloqueo, ocasionado por el pecado. Ayúdanos a ser tus fieles seguidores, siendo auténticos servidores de los enfermos como PROSAC, haciendo en nosotros viva tu misma mirada, tus sentimientos y gestos hacia ellos. Amén. Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros

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