SIEMPRE OTRO CRISTO

Seor Jesucristo:

Aqu estoy ante Ti con todas mis debilidades.Con todas mis miserias, y con todas mis cadas.Por acercarme al fango, se mancharon mis das,Por acercarme al fuego,Se quemaron mis ilusionesPor dejar de hablarte, perd mis alegras.MIS MANOS, que un da ungiste con el crisma perfumadoYa no se estremecen al contacto divino de tu Cuerpo,Esas manos poderosas en perdonar y sanar,Se niegan a posarseSobre la cabeza del enfermo y pecador.Mis manos consagradasYa no se mueven para bendecir al pequeoY acariciar al ancianoMi alma ya no sabe asombrarseAl sentirse baada por tu SangreLego la tibieza, la rutina, el hasti,La nada, el empalago de todo y la sed apagadaPero. cosa extraa!En el fondo haba una presencia tuya,Un esperarme quieto, un grito silenciosoY un suspirar muy hondoY aqu me tienes Seor,Que tu grito parti en dos mis entraasComo el filo de una espada!Y con temblor te pregunto:Si puedo empezar de nuevo.Si mi sacerdocio, tan lejano y tan desnudo de mritos,Y tan ausente de fuego, podr seguir sindote til.Qu quieres que haga?Hijo, nunca has dejado de ser mo!Jams he dejado de quererte!Tus manos consagradas.Nunca dejaron de ser mas.Ni he perdido la esperanzaDe que ellas vuelvan a sentir el calor de mi PresenciaY de que sirvan para levantar al que ha cado,Y que toquen la cabeza del enfermo.Cuanto deseo de que sigas siendoMi presencia por los caminos del mundo.Te esperaba, y has vuelto, hijo mo,Mira, que estoy llorando de alegra!