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1 TEMA 1. LA SEGURIDAD CLÍNICA DEL PACIENTE
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Objetivos.
Conocer los riesgos derivados de la atención a la salud.
Conocer las definiciones / taxonomía relativas a la seguridad del paciente.
Entender la seguridad clínica como presupuesto básico de la calidad de la asistencia.
2 TEMA 1. LA SEGURIDAD CLÍNICA DEL PACIENTE
Una frase para la reflexión:
“Hay algunos pacientes a los que no podemos ayudar, pero no hay ninguno al
que no podamos dañar”.
Arthur Bloomfield (1888-1962), Profesor y Jefe del Departamento de Medicina Interna, Universidad de Stanford de 1926 a 1954
Introducción.
Las actuaciones de los proveedores de servicios en atención a la salud se realizan para
beneficiar a los pacientes. El marco en la que esta actividad se desarrolla, resultante de la
combinación de procesos complejos, tecnologías en desarrollo constante e interacciones
humanas condicionan un incremento de riesgo de que se produzcan efectos adversos no
deseados para los pacientes.
El impacto sobre los pacientes de los riesgos de la atención sanitaria, además de sus
repercusiones a nivel económico y social, sitúan la seguridad del paciente en el centro de toda
política sanitaria.
La “seguridad clínica” o “seguridad del paciente”, elemento básico de la calidad asistencial, se
entiende no como la ausencia de riesgos, sino como “la ausencia de lesiones o complicaciones
evitables, producidas o potenciales como consecuencia de la atención a la salud recibida”.
1. El marco conceptual de la seguridad clínica.
El medio en el que se desarrollan los procesos de atención a la salud es cada vez más complejo,
tanto desde el punto de vista del conocimiento y del desarrollo tecnológico como del marco
(político, social, económico) en la que esta se desarrolla, así la atención sanitaria se realiza en
un entorno cambiante sobre pacientes más vulnerables, mejor informados, actuantes como
sujetos activos y exigentes, en un marco social más intolerante al fracaso y demandante ante
la responsabilidad.
En la actualidad se realizan intervenciones, procedimientos diagnósticos y terapias con
resultados que hasta no hace mucho eran impensables y esto además sobre pacientes más
vulnerables (con mayor comorbilidad). La complejidad y constante desarrollo de los medios
tecnológicos empleados, la transversalidad de los procesos con la consiguiente necesidad de
comunicación interdisciplinar y entre niveles asistenciales junto con la mayor efectividad de los
procedimientos van asociados a un “continuum” riesgo beneficio, en el que cabría decir que no
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hay riesgo solamente cuando no hay actuación. La atención a la salud es pues, actualmente
mucho más eficaz que la medicina de hace no mas de 75 años, pero también de esa
complejidad y eficacia se deriva un mayor riesgo. Este riesgo, se expresa en distintos sucesos
que denominamos sucesos adversos, que son el producto de la interacción de todos los
factores que intervienen en la atención al paciente: el propio paciente, la existencia de
errores/equivocaciones de los proveedores de cuidados a la salud o los fallos del sistema.
Estos riesgos se pueden presentar en todo el continuo asistencial, pensemos por ejemplo en
un paciente que acude en solicitud de atención sanitaria, puede ser que el paciente tenga
limitaciones sensoriales o que se exprese en otra lengua (factor contribuyente de riesgo
dependiente del paciente), puede ser que el paciente no conozca bien los antecedentes
patológicos o los medicamentos que toma (factor contribuyente dependiente del sistema).
Pongamos otro ejemplo, un paciente es atendido en un hospital, y se le ha prescrito una
transfusión sanguínea, podría ser que la determinación analítica se le hubiera realizado a otro
paciente (error dependiente del sistema), o que la bolsa de sangre se le administrara a otro
paciente (posible error humano). Podría ocurrir que a un paciente se le administrara un
fármaco inadecuado por confusión de envases casi indistinguibles o porque se ha leído una
prescripción de forma inadecuada, por escritura no legible (fallos de sistema). Si en cualquiera
de los casos fallan las barreras del sistema (comprobación de identidad, identificación del
principio activo del envase, comprobación de prescripción) el procedimiento puesto en marcha
puede tener repercusiones o no sobre el paciente.
1.1. Definiciones en seguridad clínica
La 55ª Asamblea Mundial de la Salud aprobó en mayo de 2002 la resolución WHA55.18, en
la que se pide a los Estados Miembros «que presten la mayor atención posible al problema
de la seguridad del paciente y que establezcan y consoliden sistemas de base científica,
necesarios para mejorar la seguridad de los pacientes y la calidad de la atención sanitaria.».
La Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente reunió un Grupo de Redacción para que
llevara adelante un programa de trabajo consistente en definir los conceptos relativos a la
seguridad del paciente, armonizarlos y agruparlos en una clasificación acordada
internacionalmente que favorezca el aprendizaje y la mejora de la seguridad del paciente
en diferentes sistemas.
La finalidad del marco conceptual de la Clasificación Internacional para la Seguridad del
Paciente (CISP) es ofrecer un método de organización de los datos y la información sobre
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seguridad del paciente que es muy necesario y que permitirá agregarlos y analizarlos con
miras a:
comparar los datos sobre seguridad del paciente entre disciplinas, entre
organizaciones, entre países y a lo largo del tiempo;
analizar los papeles que desempeñan los factores humanos y de los sistemas en la
seguridad del paciente;
identificar posibles problemas de seguridad del paciente, y
fijar prioridades y concebir soluciones relacionadas con la seguridad.
El marco conceptual de la CISP comprende 10 categorías superiores. Este marco esta
concebido para ofrecer una comprensión global del tema de la seguridad del paciente y su
objetivo es representar un ciclo continuo de aprendizaje y mejora haciendo hincapié en la
identificación de riesgos, la prevención, la detección, la reducción de riesgos, la
recuperación de los incidentes y la resiliencia del sistema, todos los cuales aparecen en
todo momento y en cualquier punto dentro del marco conceptual.
Las diez clases superiores son:
1. Tipo de incidente
2. Resultados para el paciente
3. Características del paciente
4. Características del incidente
5. Factores/peligros contribuyentes
6. Resultados para la organización
7. Detección
8. Factores atenuantes
9. Medidas de mejora
10. Medidas adoptadas para reducir el riesgo-
Las clases tipo de incidente y resultados para el paciente tienen por objeto agrupar
los incidentes relacionados con la seguridad del paciente en categorías clínicamente
pertinentes.
Las clases: características del paciente, características del incidente,
factores/peligros contribuyentes, y resultados, para la organización hacen
referencia a la información descriptiva pertinente que confiere el contexto al
incidente.
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Las clases: detección, factores atenuantes, medidas de mejora y medidas adoptadas
para reducir el riesgo tiene que ver con la prevención, la recuperación del incidente y
la resiliencia del sistema
Así y de acuerdo con la taxonomía desarrollada por la ICPS:
Se define al paciente como la persona que recibe atención sanitaria, y a la atención
sanitaria como los servicios que reciben las personas o las comunidades para promover,
mantener, vigilar o restablecer la salud.
La seguridad del paciente o seguridad clínica es la reducción del riesgo de daños
innecesarios relacionados con la atención sanitaria hasta un mínimo aceptable, el cual se
refiere a las nociones colectivas de los conocimientos del momento, los recursos
disponibles y el contexto en el que se prestaba la atención, ponderadas frente al riesgo de
no dispensar tratamiento o de dispensar otro.
Un evento es algo que le ocurre a un paciente o que le atañe, y un agente es una sustancia,
un objeto o un sistema que actúa para producir cambios
Un incidente relacionado con la seguridad del paciente (suceso adverso) es un evento o
circunstancia que podría haber ocasionado u ocasionó un daño innecesario a un paciente,
en este último caso se denomina efecto adverso.
De acuerdo a la ICPS, un suceso adverso puede ser una circunstancia notificable, un cuasi-
incidente, un incidente sin daños o un incidente con daños (efecto adverso). Una
circunstancia notificable es una situación con gran capacidad de causar daños, pero en la
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que no se produce ningún incidente (por ejemplo, el caso de una unidad de cuidados
intensivos muy atareada que se queda durante todo un turno con mucho menos personal
del necesario, o el del traslado de un desfibrilador a una urgencia y el descubrimiento de
que no funciona, aunque finalmente no se necesite). Un cuasi-incidente es un incidente
que no alcanza al paciente (por ejemplo, se conecta una unidad de sangre a la vía de
infusión intravenosa del paciente equivocado, pero se detecta el error antes de comenzar la
infusión). Un incidente sin daños es aquel en el que un evento alcanza al paciente, pero no
le causa ningún daño apreciable (por ejemplo, se infunde la mencionada unidad de sangre,
pero no era incompatible). Un incidente con daños (efecto adverso) es un incidente que
causa daño al paciente (por ejemplo, se infunde la unidad de sangre errónea y el paciente
muere de una reacción hemolítica). En general se tiende a simplificar los sucesos adversos
en incidentes (sin daño) y efectos adversos, dado que todos los incidentes son
notificables.
Los eventos adversos se clasifican en diversos tipos o categorías formada por eventos de
naturaleza común que se agrupan por compartir características semejantes. Los tipos de
eventos adversos comprenden: administración clínica, proceso clínico/procedimiento,
documentación, infección asociada a la atención sanitaria, medicación/líquidos para
administración i.v., sangre / productos sanguíneos, nutrición, oxígeno / gases / vapores,
dispositivos / equipos médicos, comportamiento, accidentes del paciente, infraestructuras
/ locales / instalaciones, y recursos /gestión de la organización.
En relación a los resultados para el paciente es preciso considerar los siguientes aspectos:
Daño: alteración estructural o funcional del organismo y/o todo efecto perjudicial
derivado de ella. Los daños comprenden las enfermedades, las lesiones, los
sufrimientos, las discapacidades y la muerte, y pueden ser físicos, sociales o
psicológicos.
Enfermedad se define como una disfunción fisiológica o psicológica.
Lesión: daño producido a los tejidos por un agente o una circunstancia. El
sufrimiento consiste en la experiencia de algo subjetivamente desagradable (dolor,
malestar general, las náuseas, la depresión, la alarma, el miedo, la aflicción).
Discapacidad: cualquier tipo de alteración estructural o funcional del organismo,
limitación de actividad y/o restricción de la participación en la sociedad, asociadas a
un daño pasado o presente.
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En seguridad del paciente se considera el daño asociado a la atención sanitaria esto es, el
daño que deriva de los planes o medidas adoptados durante la prestación de atención
sanitaria o que se asocia a ellos, no el que se debe a una enfermedad o lesión subyacente.
El resultado para el paciente son las repercusiones para el paciente total o parcialmente
atribuibles a un incidente. Cuando se ha producido un daño, el grado del daño es la
gravedad, la duración y las repercusiones terapéuticas del daño derivado de un incidente
En el contexto del marco conceptual de la CISP, el grado de daño se califica en:
Ninguno: el resultado para el paciente no es sintomático o no se detectan síntomas y
no hace falta tratamiento.
Leve: el resultado para el paciente es sintomático, los síntomas son leves, la pérdida
funcional o el daño son mínimos o intermedios, pero de corta duración, y no hace
falta intervenir o la intervención necesaria es mínima (por ejemplo, observar más
estrechamente, solicitar pruebas, llevar a cabo un examen o administrar un
tratamiento de poca entidad).
Moderado: el resultado para el paciente es sintomático y exige intervenir (por
ejemplo, otra intervención quirúrgica, un tratamiento suplementario) o prolongar la
estancia, o causa un daño o una pérdida funcional permanente o de larga duración.
Grave: el resultado para el paciente es sintomático y exige una intervención que le
salve la vida o una intervención quirúrgica o médica mayor, acorta la esperanza de
vida, o causa un daño o una pérdida funcional importante y permanente o de larga
duración.
Muerte: el incidente causó la muerte o la propició a corto plazo.
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Los incidentes también afectan a las organizaciones sanitarias. El resultado para la
organización se define como las repercusiones en la organización total o parcialmente
atribuibles a un incidente (por ejemplo, la publicidad negativa o el mayor gasto por
incremento de consumo de recursos).
Un factor contribuyente se define como aquella circunstancia, acción o influencia (por
ejemplo, una mala distribución de los turnos o una mala asignación de tareas) que se
considera que ha desempeñado un papel en el origen o la evolución de un incidente o que
ha aumentado el riesgo de que se produzca un incidente. Los factores contribuyentes
pueden ser externos (es decir, ajenos a la organización o servicio), de la organización (por
ejemplo, la inexistencia de protocolos aceptados), relacionados con un factor del personal
(un defecto conductual de un individuo, un mal trabajo en equipo o una comunicación
insuficiente) o relacionados con un factor del paciente (por ejemplo, el incumplimiento).
Por último los factores que tienen que ver con tiene que ver con la prevención y la
recuperación del incidente son:
Detección: consiste en una acción o circunstancia que da lugar al descubrimiento de
un incidente. Los mecanismos de detección pueden formar parte del sistema (por
ejemplo, las alarmas de baja presión o desconexión en los circuitos de los
respiradores, bombas de infusión ) o pueden ser el resultado de un proceso de
comprobación o de la alerta y la «conciencia de la situación» (evaluación clínica,
sistemas de registro de riesgos)
Un factor atenuante es una acción o circunstancia que impide o modera la evolución
del evento adverso hacia la provocación del daño al paciente. El mecanismo por el
que puede producirse el daño ya está en marcha, pero aún no ha producido ningún
daño o el máximo daño posible. Para describir la combinación de la detección y la
atenuación, se ha utilizado el término recuperación. Un ejemplo de recuperación del
error sería la reconexión de un respirador después de que la alarma de desconexión
haya sonado.
Medida de mejora: medida adoptada o alteración de una circunstancia para mejorar
o compensar cualquier daño derivado de un incidente. Las medidas de mejora
pretenden el restablecimiento tanto de la situación derivada al paciente como de las
repercusiones sobre la organización por ejemplo, la fijación de una fractura tras una
caída, hidratación tras náuseas y vómitos producidos por un fármaco, una buena
gestión de la comunicación tras una catástrofe con gran repercusión pública.
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Gestión del riesgo: las medidas adoptadas para reducir el riesgo se definen como
acciones encaminadas a reducir, gestionar o controlar futuros daños asociados a un
incidente o la probabilidad de que se produzcan. Pueden afectar directamente a los
incidentes, los factores contribuyentes, la detección, los factores atenuantes o las
medidas de mejora, y pueden ser proactivas o reactivas. Las acciones proactivas
pueden identificarse mediante técnicas como el análisis del tipo de fallo y de sus
efectos o el análisis probabilístico del riesgo, mientras que las reactivas son las que se
adoptan en función de los conocimientos adquiridos tras un incidente (por ejemplo,
el análisis de causas raíz).
La resiliencia se refiere al grado en que un sistema previene, detecta, atenúa o
mejora continuamente peligros o incidentes. Permite a una organización «recuperar»
lo antes posible su capacidad original de desempeñar funciones asistenciales después
de que se haya producido un daño.
2. La calidad asistencial y seguridad del paciente
2.1. Orígenes del concepto de calidad asistencial
Bien por razones de ética, profesionales, de preocupación o responsabilidad de dar una
respuesta efectiva a los problemas de salud de una población, la calidad asistencial se
constituye como una prioridad para el conjunto de actores (médicos, enfermeros, gestores
o responsables políticos, población) que intervienen en la atención sanitaria.
El concepto de calidad ha evolucionado desde un marco basado en el compromiso ético de
la relación médico-paciente, a un marco global que implica a los sistemas de salud, el
concepto de eficiencia y el acceso a los cuidados sanitarios.
En una rápida historia que comienza en el siglo XIX, se pueden señalar varios hitos que
marcan las bases del desarrollo de la calidad asistencial. Durante la Guerra de Crimea en
1850, Florence Nightingale estudio las tasas de mortalidad en los hospitales militares. En
1912, Ernest Codman desarrolló un método para medir los resultados de las intervenciones
quirúrgicas. En 1918, el Colegio Americano de Cirugía definió los requisitos mínimos que
debían cumplir los hospitales para obtener su acreditación. En 1950, P. Lembcke desarrolló
un método de auditoria médica en los EEUU y un año después se creó la Joint Commission
on Accreditation of Hospitals (JCAH) que aplicaba medidas de estándares de calidad. En
1970, J Williamson introduce un nuevo método para la evaluación de lo que se puede
lograr, pero no logra el estándar de cuidados, a través de revisión de la historia del paciente
y cuestionarios a pacientes. En los últimos decenios del siglo pasado Avedis Donavedian
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aplica el modelo de estructura, proceso y resultado para la sistematización de la evaluación
de la calidad asistencial y H. Palmer define las dimensiones que conforman la calidad en la
asistencia (2).
2.2.Componentes de la calidad asistencial
Avedis Donabedian propuso en 1980 una definición de calidad asistencial que ha llegado a
ser clásica: "Calidad de la atención es aquella que se espera que pueda proporcionar al
usuario el máximo y más completo bienestar después de valorar el balance de ganancias y
pérdidas que pueden acompañar el proceso en todas sus partes".
En 1991 la Organización Mundial de la Salud señalaba que: "Una atención sanitaria de alta
calidad es la que identifica las necesidades de salud (educativas, preventivas, curativas y de
mantenimiento) de los individuos o de la población, de una forma total y precisa y destina
los recursos (humanos y otros), de forma oportuna y tan efectiva como el estado actual del
conocimiento lo permite".
Según Donabedian, son tres los componentes de la calidad asistencial a tener en cuenta. El
componente técnico, el cual es la aplicación de la ciencia y de la tecnología en el manejo de
un problema de una persona de forma que rinda el máximo beneficio sin aumentar con ello
sus riesgos. Por otra parte, el componente interpersonal, el cual está basado en el
postulado de que la relación entre las personas debe seguir las normas y valores sociales
que gobiernan la interacción de los individuos en general. Estas normas están modificadas
en parte por los dictados éticos de los profesionales y las expectativas y aspiraciones de
cada persona individual. Finalmente, el tercer componente lo constituyen los aspectos de
confort, los cuales son todos aquellos elementos del entorno del usuario que le
proporcionan una atención más confortable (3).
Existe coincidencia en señalar como componentes de la calidad asistencial:
La Calidad Científico-técnica: Competencia profesional que en el ámbito individual
incluye capacidad técnica y trato interpersonal. Al nivel de grupos, instituciones o
sistemas se refiere al modo del funcionamiento global de los mismos. Es la dimensión
más valorada, en general, por los profesionales sanitarios.
Accesibilidad: Consiste en la facilidad con que puede recibirse la atención necesaria,
en función de limitaciones económicas, sociales, organizativas, geográficas,
temporales o culturales.
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Efectividad: Consiste en la capacidad real de una intervención, un procedimiento
diagnóstico, un tratamiento, etc… en producir una mejora en el nivel de salud del
paciente o de la población.
Eficiencia: Se estima en términos de la relación existente entre los esfuerzos y
recursos utilizados, frente a los resultados de los mismos. Si bien podría simplificarse
afirmando que consiste en conseguir la máxima efectividad al menor coste posible,
es preciso destacar:
o Los resultados de la asistencia, deben medirse, preferentemente, en función
de su utilidad para el paciente, y más concretamente en relación a las mejoras
en su calidad de vida.
o En un contexto asistencial complejo, la ética profesional exige considerar el
coste-oportunidad de las decisiones clínicas; o lo que es lo mismo, la
comparación de costes y beneficios de las distintas alternativas.
Satisfacción: Puede definirse como el grado en que la atención sanitaria responde a
las expectativas del paciente y la comunidad. Debe hacer referencia a la calidad
percibida sobre todos los aspectos del proceso de atención: resultados de la
atención, trato recibido, aporte de información, cuestiones de hostelería,
coordinación entre profesionales y niveles asistenciales.
Adecuación: Consiste en el grado en que la atención a la salud es pertinente en
cuanto a las necesidades y preferencias del paciente, los riesgos y beneficios que
conlleva, la evidencia existente, el nivel asistencial en que se presta y los recursos
disponibles. Implica que se presta la asistencia debida a quién la necesita, cuándo la
precisa, en el momento oportuno y aplicando el mejor conocimiento disponible.
A partir de la aparición de los informes del Institute of Medicine de los Estados Unidos de
Norteamérica, To Err is human y Croosing the Quality Chasm, cabe distinguir dos
dimensiones adicionales de indudable trascendencia: la atención centrada en el paciente o
centralidad del paciente y la seguridad del paciente
Atención centrada en el paciente: Aunque ambiguo, significa organizar la atención a
la salud pensando en los pacientes más que en los que la facilitan. Esto implica
integrar a los pacientes y a sus familiares en todos los aspectos de la atención
Seguridad del paciente: implica practicar una atención a la salud libre de daños
evitables. Ello supone desarrollar sistemas y procesos encaminados a reducir la
probabilidad de aparición de fallos del sistema y errores de las personas y aumentar
la probabilidad de detectarlos cuando ocurren y mitigar sus consecuencias.
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Cuando se habla de calidad de la atención, hay que tener en cuenta que la seguridad es un
concepto global que abarca la eficiencia, la seguridad de la atención, la respuesta de los
cuidadores, y la satisfacción de los pacientes y familiares
2.3. El movimiento internacional por la seguridad del paciente.
Se puede decir que el movimiento moderno por la seguridad del paciente o seguridad
clínica comienza con la publicación en 1991 en el New England Journal of Medicine de los
resultados de la Harvard Medical Practice Study (4,5). Dicho estudio analizó una muestra
aleatoria de30.000 historias clínicas de pacientes ingresados en los hospitales de agudos del
estado de Nueva York en 1984. Aunque el motivo del estudio fue el análisis e incidencia de
las negligencias médicas, los autores ampliaron el enfoque para obtener una estimación en
dicha población, de la frecuencia de lesiones derivadas de la atención médica, su
evitabilidad y sus consecuencias tanto en términos humanos y económicos.
El estudio mostró que un 3,7% de los pacientes hospitalizados sufrían un efecto adverso,
definido como una lesión provocada por el tratamiento médico; no relacionado con la
enfermedad o sus complicaciones, que provocaba tanto un incremento en la estancia
hospitalaria y/o producía una discapacidad medible. De estos efectos adversos, el 14%
fueron fatales. En más de dos tercios (69%) de los efectos adversos identificados en el
estudio, el análisis de los registros médicos mostraron que eran prevenibles. Casi la mitad
de los efectos adversos se relacionaban con pacientes quirúrgicos y casi uno de cada cinco
se relacionaron con la medicación.
Sin embargo el estudio se tomó como una valoración de la baja incidencia de negligencias
médicas y no tuvo una mayor repercusión sobre la implicación de médicos o autoridades
públicas en la seguridad clínica. No fue hasta noviembre de 1999, cuando se publica el
estudio del Instituto de Medicina (Institute Of Medicine –IOM) “To err is Human: building a
safer health system” (6). Extrapolando el Medical Practice Study del decenio anterior y los
estudios de Utah y Colorado el IOM señaló que los errores médicos provocaban entre
44.000 y 98.000 muertes al año, de las cuales más de la mitad eran evitables. En EEUU de
Norteamérica estas cifras colocaban a la mortalidad debida a la atención sanitaria por
delante de la mortalidad secundaria al cáncer de mama, SIDA y accidentes de tráfico. El
impacto mediático fue inmediato, pero el IOM aportaba un segundo mensaje de no menor
trascendencia y era que el error humano estaba en una pequeña parte del origen de los
sucesos adversos. El 75% de los sucesos adversos eran debidos a fallos del sistema (Un
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sistema es un conjunto de elementos interdependientes que interactúan para lograr un
objetivo común. Los elementos pueden ser tanto humanos como no humanos -material, las
tecnologías, etc.-)
Los costes directos e indirectos, asociados a los efectos adversos extrapolados a la
población hospitalizada en los EEUU en 1992, se estimaron entorno a los 37 mil millones de
dólares y en 17 mil millones de dólares los efectos adversos prevenibles, aproximadamente
9 mil millones se relacionaban con costes sanitarios.
El hallazgo de que una mayoría sustancial de los eventos adversos fue causado por errores
condujeron a la búsqueda de métodos para reducirlos y, por tanto, al descubrimiento de las
lecciones de la psicología cognitiva y la ingeniería de factores humanos ya aplicados en las
industrias de alto riesgo. Desde estos puntos de vista, el más importante de los cuales es
que los errores pueden ser reducidos por el rediseño de los sistemas, se ha producido a una
dramática reducción en los accidentes y lesiones en otras industrias peligrosas, como la
aviación, la energía nuclear, industrias químicas etc.
El impacto de los daños que la atención la sanitaria puede provocar ha originado que las
principales organizaciones internacionales de salud, ministerios o servicios de salud de
muchos países tengan la seguridad del paciente como una prioridad en todas sus agendas.
En mayo de 2004 la 57 asamblea dela OMS apoyo la creación de la Alianza Mundial por la
Seguridad del Paciente, con el objetivo de liderar en el ámbito internacional una estrategia
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entre los países, organismos internacionales y otras instancias relacionadas con la salud,
que permitiera desarrollar programas para mejorar la seguridad del atención sanitaria en el
mundo (who.int/patientsafety/en)
El Consejo de Europa, estableció a través del Comité Europeo de Sanidad una serie de
recomendaciones sobre seguridad del paciente, aprobadas en 2006 por el Comité de
Ministros, a los estados miembros e incluye como recomendación prioritaria: “situar la
seguridad del paciente e el centro de todas las políticas sanitarias pertinentes.
La Comisión Europea creó en julio del 2004, creo el Grupo de Alto Nivel en Servicios de
Salud y Cuidados Médicos del cual depende un grupo específico de trabajo en seguridad del
paciente denominado Working Patient Safety Group. El WPSG está constituido por
representantes de los estados miembros de la UE, organizaciones de profesionales y
pacientes y las principales organizaciones internacionales implicadas en la seguridad del
paciente (ec.europa.eu/health-eu/health_in_the_eu/policies/index_es.htm). Este grupo
tiene como misión establecer recomendaciones para el desarrollo e implementación de
estrategias en seguridad del paciente en el marco nacional e internacional. Fruto de este
trabajo es la creación de la red europea en seguridad del paciente, EUnetPaS (eunetpas.eu).
Esta red europea debe promover el intercambio de buenas prácticas, desarrollar y
promocionar la cultura de seguridad en las organizaciones sanitarias, establecer un
currículo europeo en seguridad en la formación superior y en la formación continuada de
proveedores de salud e implementar sistemas de notificación y aprendizaje.
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2.4. Seguridad clínica y el plan de calidad del Sistema Nacional de
Salud.
La seguridad del paciente constituye un objetivo prioritario en el plan de calidad del SNS. Se
encuentra enmarcada en la estrategia 8, del plan de calidad del sistema nacional de salud
(7) bajo el siguiente epígrafe y siguientes objetivos:
ESTRATEGIA 8.- MEJORAR LA SEGURIDAD DE LOS PACIENTES ATENDIDOS EN LOS
CENTROS SANITARIOS DEL SISTEMA NACIONA DE SALUD
La seguridad en la atención sanitaria es uno de los componentes principales de la calidad y
además un derecho de las personas. El daño que pueda producirse en la atención sanitaria
tiene consecuencias para las personas y los servicios, y supone un aumento de los costes.
Por lo tanto, prevenir el daño debe ser un objetivo principal de todos los agentes
implicados. Para ello es necesario que los servicios reconozcan los errores que se
produzcan, no con ánimo culpabilizador sino de aprendizaje a partir de ellos.
Esto supone un cambio de cultura en la organización sanitaria y en las relaciones entre el
sistema sanitario y las personas usuarias del mismo.
Objetivo 8.1 Promover y desarrollar el conocimiento y la cultura de seguridad de los
pacientes entre los profesionales y los pacientes, en cualquier nivel de atención sanitaria
Desarrollar la cultura de la seguridad en una organización requiere un firme liderazgo y una
planificación y seguimiento cuidadosos. El conocimiento de la percepción que los
profesionales tienen sobre este asunto, es el paso previo a la instauración de acciones que
permitan modificar sus prácticas. La información, la formación y la investigación
desempeñan un papel prioritario en el establecimiento de la cultura de seguridad de
pacientes, que permite mejorar la calidad de los servicios sanitarios, mediante el
conocimiento de los efectos no deseados que en ocasiones se producen durante los
procesos de atención sanitaria.
Objetivo 8.2 Diseñar y establecer sistemas de información y notificación de incidentes
relacionados con la seguridad de pacientes
El objetivo primario de un sistema de notificación de incidentes es mejorar la seguridad
aprendiendo de los errores. Los sistemas de comunicación de incidentes no están
destinados a identificar y sancionar al personal sanitario involucrado en el incidente, sino a
aprender de los errores y evitar que puedan volver a repetirse.
Objetivo 8.3 Implantar prácticas seguras en el Sistema Nacional de Salud
La implantación de prácticas que proporcionen seguridad a los pacientes ante las
intervenciones sanitarias requiere cambios tanto en las conductas relacionadas con la
práctica clínica, como en la organización de los servicios. Dada su complejidad, es necesario
actuar desde diferentes ángulos, uno de los cuales es apoyar la innovación y la difusión de
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las buenas prácticas que se generen en el SNS, en colaboración estrecha con las CCAA, las
sociedades científicas y las asociaciones de pacientes y usuarios.
Objetivo 8.4 Promover la investigación en seguridad de los pacientes
Las actuaciones para la mejora de las prácticas seguras necesitan basarse en el
conocimiento científico. Por otra parte, la participación en procesos de investigación en los
servicios de salud fomenta el interés profesional por el análisis de sus actuaciones y por la
mejora de las mismas.
Objetivo 8.5 Participación de los pacientes en la estrategia de seguridad de pacientes
La visión y colaboración de los pacientes en la identificación de problemas y búsqueda de
soluciones es clave para mejorar su seguridad en los servicios sanitarios.
Objetivo 8.6 Reforzar la participación de España en todos los foros sobre seguridad de
pacientes de las principales organizaciones internacionales
3. Construyendo la seguridad del paciente
1. Construir una Cultura de Seguridad
– Conciencia de que las cosas pueden ir mal
– Capaz de reconocer errores – Aprender de ellos – Actuar para mejorar las
cosas
– Basada en un enfoque al sistema
– Está presente cuando atiende al paciente, fija objetivos, desempeña procesos
y procedimientos, compra productos, rediseña…
2. Liderazgo
– Que fomente una cultura abierta y justa
– Que motive y genere responsables
– Que integre la gestión de riesgos a nivel de la organización
– Que promueva la comunicación de EA
– Que involucre y comunique a familiares y pacientes
– Que implemente soluciones que reduzcan el riesgo
3. Promover que se informe
– Permite aprender de las experiencias
– Contribuye a la mejora del clima de seguridad en dentro del ámbito de trabajo.
– Ayudan a una mejor respuesta, análisis y contacto temprano con el paciente
17 TEMA 1. LA SEGURIDAD CLÍNICA DEL PACIENTE
4. Aprender y compartir lecciones de Seguridad
– Estudio de los incidentes y sucesos adversos mediante la metodología
adecuada (análisis de causas raíz ..)
5. Implementar soluciones para prevenir daños
– Trasladar las soluciones y cambios a nuestros procesos
– Asegurar soluciones realistas sostenibles y coste efectivas
6. Involucrar y comunicarse con los pacientes
– Identificación precoz de riesgos y problemas por parte de los pacientes
– Aportación de ideas y preocupaciones que puedan suponer mejoras
– Soluciones mas viables y realistas con su participación