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JAMÁS TE RINDAS
El secreto del éxito
está en insistir,
persistir, resistir
y nunca desistir
Dr. Camilo Cruz
CAMILOCRUZ.NET
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Jamás te rindas Copyright © 2018 -‐ Dr. Camilo Cruz Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida, por ninguna forma o medio, incluyendo: fotocopiado, grabación o cualquier otro método electrónico o mecánico, sin la autorización previa por escrito del autor o editor, excepto en el caso de breves reseñas utilizadas en críticas literarias y ciertos usos no comerciales dispuestos por la Ley de Derechos de autor. Exclusión de responsabilidad y garantía: esta publicación ha sido diseñada para suministrar información fidedigna y exacta con respecto al tema a tratar. Se vende bajo el entendimiento de que el editor no participa en suministrar asistencia legal, contable o de cualquier otra índole. Si se requiere consejería legal u otro tipo de asistencia, deberán contratarse los servicios competentes de un profesional. Edición Especial para CAMILOCRUZ.NET
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Introducción
Las grandes historias de éxito han sido ejemplos de persistencia y tenacidad; hombres y mujeres que optaron por perseverar aún frente a las circunstancias más difíciles. Su tesón y su gran deseo por ver sus sueños realizados fueron los responsables de que al fin del día estos triunfadores disfrutaran del dulce sabor de la victoria.
¿Qué hace que ellos perseveren hasta lograr aquello que se han propuesto a pesar de enfrentar grandes reveses, múltiples caídas o adversidades que harían desistir a cualquiera? Sin duda, de todas las cualidades que admiramos en los triunfadores, quizás la que celebramos con mayor entusiasmo es su capacidad para perseverar y no darse por vencidos.
Sin importar que tu meta sea desarrollar una nueva empresa, iniciar estudios para conseguir una cualificación profesional, competir en los juegos olímpicos, convertirte en un líder que influya de manera positiva en la vida de otros o lograr algo nunca antes alcanzado por nadie, ten la seguridad que el cumplimiento de tus metas requerirá de una gran dosis de empeño y firmeza.
Al presidente estadounidense Calvin Coolidge se le atribuye una de las frases más celebres sobre la perseverancia: “Nada en el mundo reemplaza la persistencia. El talento no pues no existe gente más común que fracasados con gran talento. El genio tampoco ya que la falta de reconocimiento a la genialidad es casi proverbial. La educación menos puesto que el mundo está lleno de individuos sobre-‐preparados. Pero la persistencia y la determinación prevalecen siempre”.
Esta idea ha inspirado a muchos vencedores a perseguir sus ideales, inclusive en contra de consejos, augurios y pronósticos menos alentadores. Su actitud les permitió sobreponerse a grandes reveses cuando lo más probable y lógico hubiese sido aceptar la derrota y cambiar de rumbo. En sus momentos más difíciles la acción persistente les ayudó a mantener su alto nivel de motivación y actitud positiva.
La constancia parece ser una de esas cualidades que va desapareciendo
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a medida que pasan los años. De niños, solíamos tener una gran capacidad para sobreponernos con rapidez a las caídas. No obstante a medida que pasan los años algo extraño sucede, las dificultades comienzan a afectarnos más y más y la recuperación es cada vez más lenta. Nos rehusamos a intentar de nuevo o comenzamos a actuar con excesiva precaución. Nos volvemos más susceptibles a lo que los demás piensan de nuestras ideas, metas y proyectos y poco a poco vamos perdiendo la confianza en nosotros mismos.
A esto se suma el hecho de que si experimentamos un tropiezo, o no alcanzamos la meta propuesta en la fecha programada, nunca faltará alguien que venga a nuestro lado a decirnos: “¿Ves? ¡Te lo dije! ¡Te lo advertí! Lo mejor que puedes hacer es olvidarte de todas esas fantasías de querer llegar más lejos y alcanzar metas tan altas. Confórmate con lo que tienes y da gracias que la caída no fue mayor”.
Infortunadamente, en muchas ocasiones, con esto basta para hacernos renunciar a las metas que nos habíamos propuesto. Para evitar que así suceda debemos ser conscientes de que los fracasos solo son el comienzo de un aprendizaje y no el final del camino. Las caídas no son mas que circunstancias que se nos presentan con el propósito de enseñarnos alguna lección. Son eventos que nos obligan a detenernos y reflexionar acerca de los medios que estamos utilizando para lograr nuestros propósitos.
Es importante que no confundas fracaso con fracasado. El fracaso es un gran aliado en el logro de nuestras metas ya que los errores nos dan la oportunidad de aprender y crecer. El fracasado es aquel que decide identificarse con su error, se adueña de él y lo utiliza como excusa para justificar su huida.
Como verás en cada una de las historias de vida presentadas en este libro, los grandes triunfadores experimentaron muchas más caídas y fracasos que el común de la gente. Es posible que reconozcas de inmediato algunos de los nombres; otros, a lo mejor sea la primera vez que los escuchas. No obstante todos tienen algo en común y es que ninguno permitió que sus circunstancias, por precarias que fueran, se convirtieran en obstáculos para lograr sus metas.
Por supuesto que hubo quienes pensaron en renunciar en algún
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momento pero aún en esos instantes de duda se mantuvieron firmes en su propósito. El escritor Rudyard Kipling escribió un hermoso poema sobre el verdadero poder de la constancia en el cual encontrarás la esencia del espíritu persistente y tenaz que caracteriza a todos aquellos cuyos ejemplos de vida conocerás a lo largo de esta lectura.
“Cuando vayan mal las cosas, como a veces suelen ir, cuando ofrezca tu camino solo cuestas que subir, cuando tengas poco haber pero mucho que pagar,
y precises sonreír aun queriendo sollozar, cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, descansar acaso debas, pero nunca desistir.
Tras las sombras de la duda, ya plateadas, ya sombrías, puede bien surgir el triunfo, no el fracaso que temías, y no es dable a tu ignorancia figurarte cuán cercano
puede estar el bien que anhelas y que juzgas tan lejano.
Lucha, pues por más que tengas en la brega que sufrir. ¡Cuando todo esté peor, más debemos insistir!”
Tu atributo personal más grande es tu voluntad y decisión para mantenerte mucho más tiempo al frente de cualquier empresa o aventura que decidas emprender del que cualquier otro estaría dispuesta a hacerlo.
La persistencia es el gran diferenciador entre vivir de manera exitosa o llevar una existencia promedio. Pregúntate qué clase de vida deseas. Esa es la verdadera elección.
Piensa en lo que Winston Churchill, Primer Ministro de la Gran Bretaña durante una de las épocas más difíciles de su Historia, respondió cuando le preguntaron sobre la inevitable participación de su país en la Segunda Guerra Mundial: “La guerra es horrible pero la esclavitud es peor”. Es posible decir lo mismo del fracaso: las caídas son terribles pero la mediocridad es peor.
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Para Churchill persistir hasta triunfar era solo parte del precio a pagar por ser libres. Esta actitud de nunca darse por vencido era algo que Churchill valoraba más que cualquier otra capacidad. Así se lo dejó saber a su audiencia en uno de sus discursos más elocuentes —pese a que su intervención duró menos de treinta segundos—.
En aquella ocasión fue invitado a dirigirse a los alumnos de Harrow —la escuela de su infancia—. Luego de ser presentado ante los cientos de oyentes que esperaban con ansias uno más de sus inspiradores mensajes, Winston Churchill se levantó, tomó con una mano la solapa de su abrigo, colocó la otra mano en su espalda y pronunció uno de los discursos más breves y significativos que hayan sido pronunciados por estadista alguno.
Mirando a aquellos que serían los futuros líderes de Inglaterra, les dijo:
“Nunca, nunca se den por vencidos. Nunca se den por vencidos en nada que sea grande o pequeño, sublime o trivial. Nunca se den por vencidos. Nunca, nunca, nunca.”.
En seguida, el gran estadista miró solemnemente a sus jóvenes oyentes y volvió a sentarse sin decir más.
¿Cómo desarrollar esa actitud perseverante en tu propia vida? En los siguientes capítulos quiero compartir contigo quince cualidades que te permitirán desarrollar esa misma tenacidad a la que se referían Coolidge, Kipling y Churchill. Ten presente que, al igual que en cada uno de los hombres y mujeres cuyas historias leerás, en ti está la decisión de darte por vencido o aplicarte hasta ver tus sueños hechos realidad.
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Capítulo 1
El poder de la persistencia
Persistencia: (1) Del latín “persístere”, derivado de “sístere”. Perdurar, subsistir. (2) Tenaz. Perseverante, se dice del que no desiste fácilmente de lo que se propone hacer o conseguir. (3) Mantenerse, perseverar, seguir en cierta actitud u opinión. (4) Determinación, no desistir ni darse por vencido.
Es posible que muchos de nosotros recreemos esta palabra con una serie de imágenes relacionadas con la constancia o la tenacidad; ese impulso vital que nos hace continuar hasta lograr las metas que nos hemos propuesto. Porque lo cierto es que si la visión y el entusiasmo son los responsables de las decisiones de muchos emprendedores, es la acción persistente la que les ayuda a mantener un alto nivel de motivación, aún en los momentos más difíciles, hasta hacer realidad los propósitos que perseguían. El coraje para perseverar frente a la adversidad y la desilusión es la cualidad responsable de numerosos triunfos.
Curiosamente, para el común de la gente, la perseverancia parece ser una de esas cualidades que va desapareciendo a medida que pasan los años. Cuando el niño comienza a dar sus primeros pasos, cae, vuelve a ponerse de pie y trata una y otra vez. Para él, el fracaso no es alternativa. Después de cada caída, rápidamente se incorpora y trata de nuevo. No obstante, a medida que pasan los años y seguimos madurando, algo extraño sucede: las caídas comienzan a afectarnos más y más. Cada vez nos levantamos más despacio después de una caída y, por lo general, nos rehusamos a intentar de nuevo o comenzamos a actuar con demasiada precaución. Nos volvemos más susceptibles a las opiniones de los demás y poco a poco vamos perdiendo la confianza en nosotros mismos. Con el tiempo terminamos por actuar de acuerdo con
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la siguiente filosofía: "Si no logras triunfar en tu primer intento, asegúrate de destruir toda evidencia de que trataste".
A todo esto se suma el hecho de que si experimentamos un tropiezo, fracasamos en uno de nuestros intentos o no alcanzamos la meta propuesta en la fecha asignada, nunca faltará alguien que venga pronto a decirnos: "¿Vez? ¡Te lo dije¡ Te lo advertí! Más bien olvídate de todas esas fantasías de querer llegar allí o de alcanzar aquello otro. Confórmate con lo que tienes y da gracias que la caída no fue mayor". Es triste ver cuántas personas en ese momento renuncian a lo que hasta ese entonces era uno de sus más grandes sueños.
No obstante, después de salir tras tus metas, caerte, levantarte, empezar de nuevo, volver a caer, pararte una vez más, evaluar qué es lo que estás haciendo mal, aprender, crecer y finalmente lograr tus metas, reconoces que el enemigo del éxito no es el fracaso, como muchas veces pensamos. Descubres que las caídas y los fracasos, en general, son solo parte del camino que nos lleva a la realización de nuestras metas. Ellos nos dan la oportunidad de aprender importantes lecciones.
Si no fuera por los fracasos no nos daríamos cuenta de los hábitos que debemos cambiar ni de las conductas que necesitamos corregir para continuar avanzando en la vida. No obstante, sólo si persistimos lograremos descubrir esta lección.
Con seguridad, todos recordamos fracasos y caídas que hemos sufrido en algún momento, después de los cuales, emergimos más fuertes, más sabios y mejor preparados para enfrentar la vida. Es indudable que las adversidades engendran éxito. Así que mi sugerencia es que en lugar de desperdiciar tu tiempo tratando de evitar cualquier caída, lo que debes hacer es aprender a sacar el mayor provecho de tus fracasos y adversidades.
La tenacidad que obra milagros
Los grandes triunfadores han sido individuos que experimentaron muchas más caídas y fracasos que la persona común y corriente. Recuerda la historia de Abraham Lincoln, quien en 1832 fue derrotado en las elecciones para senador, un año más tarde fracasó en los
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negocios, y como si fuera poco, en 1835, la mujer con quien se iba a casar muere de repente. Todos estos reveses le ocasionaron un colapso nervioso al año siguiente. En 1838 regresó con fuerza a la política, solo para ser derrotado nuevamente en las elecciones para representante en la legislatura estatal. En 1843 perdió la nominación al Congreso.
Lejos de darse por vencido, Lincoln continuó luchando por sus ideales con determinación. Sin embargo en 1848 perdió por segunda vez la nominación para el Congreso. Al año siguiente su aplicación a la posición en la Oficina de Registros fue negada. En 1854 fue derrotado en las elecciones para el Senado y en 1956 perdió la nominación a la posición de Vicepresidente de los Estados Unidos. Dos años más tarde fue derrotado por tercera vez en las elecciones para el Senado. Pero en 1860 Abraham Lincoln fue elegido Presidente de los Estados Unidos. Veintiocho años este gran hombre anduvo persiguiendo un sueño. Casi tres décadas de caída tras caída, fracaso tras fracaso. Pero él nunca pensó en renunciar.
Stephen Hawking, uno de los científicos más brillantes de este siglo, debió sobreponerse al continuo deterioro de su salud. Muy pocas personas fracasaron tantas veces como lo hiciera Tomás Alba Edison en su camino hacia la invención de la bombilla eléctrica. R. C. Macy fracasó siete veces antes de que su tienda de departamentos, MACYS, triunfara en la ciudad de Nueva York. Hoy por hoy es una de las pocas tiendas por departamentos que aún opera. Sin embargo, en los momentos en que se encontraba en lo que otros juzgaban como la ruina económica, Macy miraba más allá de las circunstancias reinantes y optaba por enfocarse en cómo irían a ser sus circunstancias, una vez él se encontrara en la cumbre.
Babe Ruth, uno de los beisbolistas más famosos de todos los tiempos, quien por muchos años mantuviera el récord por el mayor número de home-runs bateados, aún mantiene su marca por ser el jugador que más falló al bate. Él fue ponchado más que cualquier otro beisbolista porque cuando tomaba su bate para enfrentar al lanzador del equipo contrario tenía una sola cosa en mente: batear un home-run.
Steve Jobs: La persistencia inamovible del emprendedor
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En 2011, después de ocho años de lucha contra un cáncer pancreático y un transplante de hígado, murió Steve Jobs, uno de los fundadores de Apple. Aunque contaba con tan solo 56 años al momento de su muerte, Jobs era considerado por muchos una figura imprescindible en la evolución de la tecnología durante las últimas décadas. Incluso sus mayores competidores siempre le reconocieron y elogiaron su talento y persistencia. “Es poco común encontrar a alguien en el mundo que tenga el impacto profundo que Steve ha tenido, con efectos que se sentirán durante muchas generaciones”, dijo Bill Gates, su rival en Microsoft.
Steve Jobs fue uno de esos individuos que siempre ven la copa medio llena y no medio vacía. De hecho, convirtió su lucha contra el cáncer en un motivo de inspiración para ayudarle a perseverar en todas las áreas de su vida. “Acordarme de que voy a morir pronto me ayuda a actuar con determinación”, decía. “Es la mejor manera de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya no hay razón para que no sigas tu corazón”.
En Junio de 2005, cuando Jobs fue invitado a la sesión de grado de cientos de jóvenes de la Universidad de Stanford, después de referir su vida en tres historias, anunció que, en la tercera, hablaría sobre la muerte. “Si vives cada día como si fuera el último, algún día acertarás... Cada día me miro al espejo como si fuera el último”, dijo, compartiendo una cita que leyó cuando tenía 17 años de edad, y que lo marcó profundamente. “Desde entonces, durante los últimos 33 años, cada mañana me he mirado en el espejo y me he preguntado: si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy? Si la respuesta era ‘no’, durante varios días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo”.
Según Jobs, recordar que iba a morir pronto fue la herramienta más importante al momento de tomar las grandes decisiones de su vida ya que prácticamente todo —las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso— pierde importancia cuando lo comparas con la muerte.
En el año 2003 Steve Jobs fue diagnosticado con cáncer. A las 7:30 de la mañana de ese día culminó se le realizó un examen que mostraba claramente un tumor en el páncreas. “Yo ni siquiera sabía qué era el páncreas”, decía él medio en broma. Lo que sí recordaba con seriedad es
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que los médicos le dijeron que era seguro que se tratara de un tipo de cáncer incurable y que su esperanza de vida era de tres a seis meses. “De hecho, el médico me aconsejó que fuera a mi casa y comenzara a poner en orden mis asuntos, lo cual no es más que la forma médica de decir: ‘Prepárate a morir’”.
Ese día Jobs pensó mucho acerca del significado de lo que acababa de oír. Significaba decir adiós. Vivió todo un día con ese diagnóstico en su cabeza. Luego, a última hora de la tarde, le hicieron una biopsia introduciéndole un endoscopio desde la garganta a través del estómago y el duodeno hasta llegar al páncreas para pinchar con una aguja y obtener algunas células del tumor. “Yo estaba sedado pero mi esposa que estaba allí me dijo que cuando el médico vio las células al microscopio comenzó a llorar porque resultó ser una forma muy rara de cáncer pancreático curable con cirugía”.
Jobs terminó diciendo: “Me operaron y ahora estoy bien”. Pero la realidad fue otra; aún tenía un gran tramo para avanzar. En un principio se opuso a cualquier tipo de operación, prefiriendo tratar su cáncer con una dieta especial de vegetales y frutas. Y aunque logró su objetivo de mantenerse sin cirugía durante nueve meses con un cáncer que suele ser fulminante, después de un tiempo debió someterse a una operación. No terminaba de convencerse de su enfermedad ya que aún tenía mucho que hacer. Steve Jobs nunca se detenía ante nada y éste no sería el momento para empezar a hacerlo.
Su obstáculo no fue, ni era el principio de sus luchas. Hacia 1985 Apple, la empresa que fundó junto a su gran amigo de la juventud, Steve Wozniak, tomó como decisión a través de la Junta Directiva, que él ya no estaría en el organigrama; estaba despedido.
Jobs sabía que su vida giraba alrededor del desarrollo informático, de manera que continuó investigando en nuevas áreas relacionadas a este campo. Durante el tiempo que estuvo alejado de Apple reorganizó sus ideas, planeó el siguiente paso sin pérdida de tiempo, y un año después, mientras buscaba dónde invertir, supo de un grupo de desarrolladores gráficos que manejaban el lenguaje 3D, creado por él, en la compañía The Graphics Group, de propiedad del cineasta George Lucas. En 1986, compró la división de animación digital por $10 millones de dólares y la rebautizó Pixar convirtiéndola en el estudio de animación más exitoso
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del mundo y se la vendió a Disney por $7.400 millones de dólares, no sin antes lograr millonarias ganancias con películas como: Toy Story (1999), Monsters Inc. (2001) y Buscando a Nemo, la más taquillera.
Steve Jobs fue la imagen del hombre incansable que dispuso para el mundo moderno nuevas tecnologías en la eficiencia de diferentes ámbitos como: los procesos internos de una oficina, el desarrollo del cine, la televisión, los sistemas telefónicos, la edición musical y fotográfica, desarrollos que se encuentran en millones de casas o cerca de nuestras vidas en los portátiles, iPods, iTunes, iPhones, iPads, smartphones y mobile apps, para mencionar solo algunas de sus contribuciones a la época actual y futura.
La suya fue una vida entregada a los avances informáticos que marcó un hito de insistencia y determinación sin límites. Sus decisiones fueron arriesgadas, sin tiempo a detenerse a pensar en los “reveses de la vida”, actitud que reflejó desde sus inicios cuando percibió que lo que tenían “entre manos” con Steve Wozniak en 1974 era grandioso y fundaron su empresa con apenas $1.000 dólares. Un gran ejemplo del poder que engendra la toma de decisiones.
No fue fácil para Jobs recuperarse en el 2009 del trasplante de hígado que además incluyó la pérdida de la vesícula, parte del estómago y del páncreas y la parte superior del intestino. No obstante la vida de Jobs es hoy más que nunca, cuando su presencia física ya no está en este mundo, un ejemplo de tenacidad y un verdadero tributo al poder de la motivación.
En el 2011, a pesar de presentar su renuncia como asesor, continuó ofreciendo su incansable labor como Presidente de la Junta Directiva de Apple. Su comunicado del 25 de Agosto desde Cupertino (California), decía: “Creo que los días más brillantes e innovadores de Apple están por llegar. Y esperamos ver y contribuir a ese éxito en mi nuevo papel”.
Los sinónimos que he utilizado a lo largo de este capítulo: “perdurar, insistir, tenacidad, perseverar, mantenerse, determinación, no desistir y no darse por vencido” son calificativos suficientes para perfilar lo que fue la vida de Steve Paul Jobs.
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Capítulo 2
Sabiendo quien eres
y descubriendo quien puedes ser
Integridad: (1) Se dice de una persona recta y de conducta intachable. (2) Estado de completa unidad. (3) Se aplica al individuo de recto proceder. (4) Aquel que consigue una integración armónica entre sus valores, sus principios y sus acciones, y que se siente en paz consigo mismo. Esta coherencia le otorga su condición de persona auténtica. (5) Autenticidad, honradez.
En gran medida, lo que le otorga al ser humano su condición de autenticidad es su capacidad para lograr que exista coherencia entre sus principios y acciones. Esto requiere que acepte su total responsabilidad por su manera de actuar.
Hay quienes culpan a otros por su fracasos. Atribuyen su “mala fortuna” a los malos consejos recibidos, a la falta de apoyo o a las críticas de los demás. Uno de los peores errores que cometemos es darle más importancia a la opinión de otros que a la nuestra, al punto que muchos terminan por desarrollar una adicción a los consejos y las opiniones ajenas. No actúan ni toman un decisión sin antes consultar a cuanta persona conocen.
¿Por qué me refiero a esto como un error? ¿Qué sucede si compartes con un grupo de amigos una de tus metas o los pormenores de un nuevo proyecto en el cual deseas trabajar? Si hay seis personas presentes, recibirás seis opiniones distintas acerca de tus planes, acompañadas de sus respectivas recomendaciones y consejos personales, así en ningún momento hayas solicitado su opinión, y sin importar qué tan poco informadas, calificadas o totalmente erradas sean ellas con sus consejos.
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Sin embargo ten mucho cuidado. No te sorprenda que en algún momento, a lo largo de la conversación, algunas de estas opiniones no calificadas comiencen a tener sentido. De repente ya no estás tan seguro de tu plan, te creas alguna confusión y hasta comienzas a dudar de tus propias habilidades. Treinta minutos más tarde, en todo lo que piensas es en sus pronósticos pesimistas, y entre más te empeñas en ignorarlos, más sentido parecen cobrar.
No caigas en esta trampa, cuida mucho aquello que permites que llegue a tu mente y no la expongas a las opiniones y criticas negativas de los demás por temor a herir sus sentimientos o parecer rudo y descortés. Recuerda que una vez aceptas una idea, te conviertes en su esclavo. Y si resulta ser algo errado e impreciso propagará temores, dudas e inseguridades que afectarán tus expectativas y llegarán inclusive a arruinar tu vida.
Con frecuencia caemos víctimas de las influencias negativas de los demás porque aceptamos sus críticas y opiniones negativas sin cuestionamientos y así permitimos que siembren en nuestra mente falsas creencias que nos limitan física, emocional e intelectualmente. Quizá la siguiente historia te ofrezca una alternativa para lidiar con las críticas y las opiniones de terceros.
Sócrates: los tres cedazos
Se cuenta que en cierta ocasión Sócrates recibió la visita de un vecino suyo con quien poco departía ya que el hombre hablaba más de la cuenta, dando muchas veces por sentado hechos que no se molestaba en verificar.
—No vas a creer lo que tengo que contarte sobre tu mejor amigo —le dijo—. Te aseguro que después de escuchar lo que te tengo que decir ya no confiarás tanto en él.
Sin embargo, sin que pudiera pronunciar una palabra, Sócrates lo interrumpió.
—Antes de que me digas cualquier cosa quiero saber si ya has pasado lo que vas a decirme a través de los tres cedazos de la verdad.
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—¿A qué cedazos te refieres? —preguntó el hombre extrañado.
El filósofo concibió esta idea aplicando la misma técnica que utilizaban los constructores para obtener la arena más fina, cerniéndola, pasándola a través de un zarandillo que les permitía separar la arena fina del pedrusco y la arena gruesa. De esta misma manera Sócrates veía que era necesario filtrar o depurar la información que recibimos del mundo exterior para asegurarnos de que lo que llega a nuestra mente es la verdad.
—El primero —respondió el sabio— es el cedazo de la verdad. ¿Estás seguro que lo que vas a contarme es cierto?
El hombre vaciló un instante.
—A decir verdad, no lo estoy. Lo he escuchado de otras personas pero mentiría si te dijera que lo vi con mis propios ojos.
—Te das cuenta que lo que me quieres contar ni siquiera ha pasado la primera prueba —indicó Sócrates—, y tú no solo lo dabas por auténtico sino que estabas listo a proclamarlo a los cuatro vientos.
—¿Y si te hubiese dicho que era cierto? —insistió el hombre, no queriendo quedarse con aquel chisme para sí solo.
—Te hubiese pedido que lo pasáramos a través de los otros dos cedazos. El segundo es el de la bondad. ¿Estás seguro que son tus buenos sentimientos los que te mueven a contarme esas cosas?
—¿Y el tercero? —preguntó el hombre con gran curiosidad.
—Es el de la utilidad. ¿Piensas que es necesario que yo sepa lo que vas a contarme?
El hombre estuvo en silencio un largo rato. Sabía que se encontraba frente a quien muchos consideraban el más sabio de todos los maestros en Grecia y no quería cometer una mayor imprudencia.
—A decir verdad —indicó finalmente— no pensé en nada de eso.
—En tal caso –agregó el sabio—, guarda tus palabras para ti y procura olvidarlas.
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Anna Escobedo Cabral: coherencia entre acciones y principios
Ralph Waldo Emerson solía decir: “Nada da más dirección a la vida que un gran conjunto de principios”. Él habló de la integridad, la lealtad y la honestidad como tres de las características más importantes de todo triunfador.
Tu imagen es lo que los demás piensan que tú eres. La integridad es lo que verdaderamente eres. La integridad es siempre más importante que la imagen. Si de verdad deseamos efectuar cambios en nuestra manera de ser y actuar, no pretendamos lograrlos con pequeñas modificaciones cosméticas sin definir con claridad los principios que gobernarán nuestro andar.
Una personalidad encantadora no es todo lo que se necesita para construir exitosamente, es necesario ser íntegros. Y en esa integridad se encuentran los principios con los que actuamos; las ideologías que nos conforman y nos encaminan hacia una existencia llena de logros. Es ahí donde se halla la coherencia entre lo que hacemos y lo que en realidad somos. En esta historia encontrarás la coherencia entre lo que Anna Escobedo buscó ser siempre y de cómo cada acción que ejecutaba la llevaba a un mañana de mejores perspectivas.
Después de la presidencia, la segunda posición más antigua en el gobierno federal de los Estados Unidos, es la tesorería. Anna Escobedo Cabral estampó su firma en los billetes y monedas del país y se convirtió para su familia y para quienes la conocen en un claro ejemplo de lo que significa lograr el Sueño Americano. Sus abuelos inculcaron en Anna el amor por ese país y por la libertad y oportunidades que ofrece.
Anna nació en San Bernardino California y es la tercera generación de una familia de inmigrantes mexicanos que llegó a Estados Unidos con la esperanza de un mejor futuro. Las dificultades que debió enfrentar en su niñez, y ser testigo del dolor que la pobreza le causa a tantas familias y comunidades, moldearon su carácter y guiaron sus aspiraciones profesionales desde muy joven. Anna tuvo grandes responsabilidades por ser la mayor de la familia, debiendo cuidar de sus hermanos menores y ayudando con los oficios de la casa mientras su padre trabajaba en un restaurante y su madre en diferentes oficios.
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Cuando su padre perdió el trabajo, después de quedar permanentemente incapacitado, debido a las múltiples operaciones de la espalda a las que fue sometido, tuvo la idea de montar su propio negocio. Era una empresa familiar. Ana cuenta que recogían electrodomésticos viejos y los desbarataban. Su padre vendía las partes metálicas como chatarra. Un trabajo que no les reportaba más de $200 dólares mensuales. “Éramos muy pobres, vivíamos en un vecindario donde los jóvenes se mataban los unos a los otros, o se mataban ellos mismos con las drogas y otros vicios. Ese fue el medio en el cual yo crecí”.
A pesar de todo ello su padre siempre insistió en que sus hijos asistieran al colegio, su sueño era que ellos se graduaran de secundaria —algo que él y su esposa nunca lograron—. Para Anna lo más importante era graduarse del colegio para conseguir un mejor trabajo y ayudar a su familia a salir de la pobreza.
Las circunstancias que ella vivió no fueron impedimento para darse cuenta de que la educación rompía el ciclo de la pobreza pues no importan las circunstancias sino el carácter y la determinación con las que se cuentan para conseguir lo que se anhela. Y a pesar de todo lo que logró, Anna no olvidó a la profesora que siempre menosprecio su esfuerzo y muchas veces la trato de estúpida. Pero también recuerda: “A partir de ese momento tomé la decisión de no volver a permitirle a nadie que me hablara de esa manera y comencé a trabajar más duro que todos en la escuela”.
Sin embargo en la secundaria otro profesor, Philip Lamm, fue quien le ayudó a sobreponerse a sus propias dudas, a expandir su visión, así como a darse cuenta de todas las posibilidades que se encontraban frente a ella y de todo lo que podía hacer con su vida. “Él insistió en que llenara la solicitud para la universidad, fue hasta mi casa y convenció a mis padres para que me dejaran continuar mis estudios”.
De allí en adelante la universidad le abriría un horizonte distinto con valores y costumbres que la motivarían a descubrir un mundo de oportunidades que quizás sus familiares, amigos y conocidos del vecindario desconocían, sólo porque sus vidas giraban constantemente en un entorno donde la visión del mundo fue muy limitada.
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“Nuestra visión siempre está delimitada por la perspectiva que nos ofrece el medio y nuestras experiencias. Recuerdo que cuando regresaba a casa de la universidad, durante las vacaciones, la gente en mi vecindario continuaba haciendo lo mismo que hacía antes de que yo partiera. Algunos jóvenes habían muerto como consecuencia de las drogas o la violencia”.
En su segundo año de universidad conoció a Víctor Cabral, un estudiante de abogacía en la Universidad de California. Al poco tiempo ella se trasladó a la misma universidad y luego se casaron. A los 20 años, tuvo su primer hijo. Y aunque por un tiempo se retiró de sus estudios para criar a sus hijos y aprovechó ese espacio para ayudarle a su esposo a administrar su oficina de abogados, regresó a la universidad y se graduó en 1987 en Ciencias Políticas, mientras sus cuatro hijos aún estaban pequeños.
Más tarde, cuando todavía tenía a su hijo menor muy pequeño, continuó estudiando y obtuvo su Maestría en Administración Pública con énfasis en Comercio Internacional y Finanzas en la Universidad de Harvard. Pero allí no terminó su empeño por completar su instrucción académica pues, al mismo tiempo que se desempeñaba como Tesorera del Estado y cumplía con su apretada agenda de compromisos, decidió estudiar leyes y se doctoró en el 2008, obteniendo el título en Derecho de George Mason University,
Su éxito es una muestra del espíritu emprendedor de toda una familia que a través de varias generaciones logró demostrar que nada es imposible para quien tiene el carácter y la determinación de triunfar sin importar las circunstancias. Porque Anna, fiel a sus principios, actuó para hacer realidad una serie de anhelos, sin desviarse de sus ideales.
Para lograr el éxito en cualquier actividad que uno se proponga es necesario conocer nuestros valores y principios y permitir que ellos nos guíen. “Yo crecí en un mundo en donde era etiquetada como mejicana a pesar de haber nacido en Estados Unidos. En las décadas siguientes la comunidad latina experimentó grandes cambios y yo me convertí en Méjico-‐americana. Después pasé a ser chicana, luego hispana y por último latina. Y todos estos rótulos de alguna manera se aplican a mí. Ellos me permiten tener siempre presente mi cultura, identidad, costumbres, creencias, experiencias y, sobre todo, las contribuciones
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realizadas por mis antepasados”.
El pasar de recoger latas de aluminio en las calles para revenderlas, a ser la tesorera de la mayor potencia en el mundo, es un tributo al espíritu de abundancia que le da a los seres humanos la opción de enfocarse en sus fortalezas en lugar de permitir que las circunstancias definan y limiten su futuro. En la actualidad, Anna Escobedo, se desempeña como Jefa de la Unidad de Comunicaciones con los Accionistas en la División de Relaciones Exteriores del Banco Interamericano de Desarrollo.
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Capítulo 3
La esperanza es
lo último que se pierde
Esperanza: (1) Estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. (2) Valor medio de una variable aleatoria o de una distribución de probabilidad. (3) En la doctrina cristiana, virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes que ha prometido.
Mientras estudiaba las definiciones enciclopédicas de la palabra esperanza encontré un uso que me pareció bastante peculiar. El diccionario expone su significado en la expresión “llenarnos de esperanza” y define este término de la siguiente manera: “Esperar, con poco fundamento, que se conseguirá lo deseado o pretendido”. En otras palabras, esperar que algo ocurra, sin que existan bases o razones que justifiquen tal expectativa.
La razón por la cual esto llamó poderosamente mi atención es sencilla. Cuando examino las determinaciones y decisiones de aquellos individuos que marcaron la Historia de la Humanidad, veo algo en común. Muchos de quienes los rodeaban, o nunca tuvieron la fe de que ellos lograran lo que se proponían, o ya habían perdido las esperanzas. Así que estos triunfadores debieron marchar solos, alimentados nada más que por su propia certeza y fe en su misión de vida.
Sin esta fe sublime en su misión, sin la esperanza que multiplicara su poder, cómo hubiera logrado el humilde indio zapoteca, Benito Juárez, luchar contra la opresión a la que se encontraba sometida su patria, en la defensa de la soberanía nacional de México, en un momento donde muchos sectores de la población creían que sólo un príncipe europeo “de verdad” podría lograr la estabilidad política del país.
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Esa esperanza que nunca desfallece alimentó el espíritu de todos aquellos héroes que le dieron la libertad a nuestras naciones. Aquellos seres a quienes, como muestra de nuestro humilde reconocimiento a su entrega, les hemos dado el merecido titulo de “Padres de la patria”. Esos héroes como Simón Bolívar, Miguel Hidalgo, José de San Martín, George Washington y muchos otros hombres y mujeres que no permitieron que su esperanza desfalleciera, aun en medio de las peores circunstancias, y optaron por ver las cosas, no como eran en determinado momento, sino como podían ser.
Personas que experimentaron grandes caídas, pero que, cuando se encontraban con lo que otros juzgaban como la ruina total, ellas no actuaron guiadas por sus circunstancias presentes sino que dejaron que fuera su visión del futuro la que les motivara a seguir adelante.
Lo que separa a los emprendedores de los demás es su capacidad para ver las circunstancias como pueden llegar a ser. Su visión no está determinada por los problemas o situaciones difíciles que experimentan sino por sus creencias y su percepción de lo que es posible.
¿Qué logra en nuestra vida esta extraordinaria cualidad de la esperanza? Que mientras que la respuesta del común de la gente al enfrentar un problema, una caída o un obstáculo, sea preguntarse: “¿Por qué a mí?”, nosotros optemos por responder diciendo: “¿Qué puedo aprender de esta situación?”. Lo interesante es que la respuesta tanto del uno como del otro no depende de la gravedad de las circunstancias que estén enfrentando sino de su visión, de su fe en sus capacidades y de la esperanza en lo que vendrá más adelante.
Las dos bodas que nunca ocurrieron
En su libro Mientras unos se quiebran otros rebotan: diez reglas para convertir toda caída en una victoria, Steve W. Price comparte un par de historias extraordinarias sobre el poder de la persistencia. Ilustrando la capacidad del ser humano para afrontar la adversidad, Price asevera que los más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Él define la resiliencia como el convencimiento que tiene un individuo de superar
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los obstáculos de manera exitosa sin pensar en la derrota a pesar de que los resultados estén en su contra.
Los sujetos resilientes tienen la capacidad de recuperarse rápidamente de una crisis o un trauma. Apelan a un sistema de creencias interno y se valen de estrategias de éxito que les permiten procesar su dolor y seguir avanzando en lugar de quebrarse y destrozarse como un cristal cuando enfrentan la adversidad.
Para ilustrar este fenómeno Price comparte dos historias. La primera representa a alguien que al sufrir se amarga y se quiebra. La segunda representa lo opuesto: cómo mejorar y rebotar. Ambas historias comienzan con el mismo evento: una novia que ha sido dejada en el altar, excepto que las respuestas de las dos novias no pudieron ser más diferentes.
La primera involucra a uno de los personajes de ficción más famosos, la señorita Havisham, de la clásica novela de Charles Dickens, Grandes esperanzas. Faltando veinte minutos para las nueve de la mañana del día de su boda, mientras se vestía, la señorita Havisham recibió una carta de su prometido diciendo que no iba a proseguir con la ceremonia.
Con el corazón roto y humillada, la señorita Havisham congeló su dolor en el tiempo al detener todos los relojes en el momento exacto que recibió la carta de rechazo. Permaneció en su habitación los últimos 30 o más años de su vida, sin nunca quitarse el vestido de novia, dejando el ponqué de bodas en la mesa. Su venganza contra los hombres consistió en adoptar a una huérfana, Estella, y criarla como una princesa de hielo que los seduce con su apariencia y encantos sólo para después romperles el corazón.
Al final de la novela la señorita Havisham literalmente es una mujer frágil y quebrada. Su vestido está descolorido y andrajoso y su piel es delgada y arrugada por la falta de sol. Muere cuando su largo vestido toca una braza de la chimenea y su seco traje de novia se enciende en llamas.
A diferencia de la ficticia señorita Havisham del relato de Dickens, el segundo relato le sucedió a una mujer real, Teanne Harris, cuyo prometido se arrepintió a sólo seis días de la boda. Al descubrir que era demasiado tarde como para lograr un reembolso por la recepción, la
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señorita Harris decidió convertir su recepción de bodas en una fiesta para los 340 residentes de la cercana comunidad de retiro Asbury Court. Aunque no conocía a ninguno de los residentes, lo llevó todo al salón de recepciones de Asbury Court, comida, flores, la decoración de las mesas y la música.
"Me esforcé mucho para planear la fiesta perfecta", dijo la señorita Harris, "y me habría roto el corazón aún más desperdiciarlo todo. Los residentes me ayudaron dándome algo de alegría al verlos disfrutar la comida, la decoración e incluso la música".
Todos enfrentamos dos opciones cuando se trata de lidiar con el sufrimiento. Tenemos la opción de decidir ser víctimas y permitir que el sufrimiento nos gobierne y arruine, como la señorita Havisham. O podemos decidir ser victoriosos triunfando sobre el dolor como la señorita Harris.
Simón Bolívar: viendo las circunstancias, no como son, sino como pueden ser
Los triunfadores ven todo no como es en determinado momento, sino como tiene la posibilidad de ser. Cuando enfrentamos circunstancias adversas, la claridad con que logremos visualizar nuestros objetivos es la diferencia entre el éxito y el fracaso. Cuando se trata de responder ante las adversidades que se nos presentan, nuestras expectativas influirán de manera dramática en los resultados que obtengamos. Es nuestra fe en el futuro y nuestra confianza en nuestras propias destrezas lo que nos permitirá enfrentar con optimismo y esperanza cualquier adversidad.
De todas las leyendas, mitos e historias que se han escrito acerca del Libertador Simón Bolívar, hay una que, para mí es representativa de su mayor virtud, su visión y su tenacidad para perseguir dicha visión.
La historia cuenta que en cierta batalla en que el ejército formado por los patriotas venezolanos al mando del General Bolívar enfrentaba al ejército español, las bajas eran cuantiosas para los patriotas y la derrota parecía inminente. La batalla se libraba en un terreno cubierto de matorrales y regado por riachuelos, bajo una continua llovizna.
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Durante los últimos segundos, cuando los pocos soldados del ejercito patriota que aún quedaban con vida comenzaron a huir ante la avanzada española, temeroso de que el general fuese a ser capturado, uno de sus edecanes le ayudó a esconderse detrás de unos frondosos matorrales.
Poco a poco los gritos y el bullicio de la contienda se fue apagando y el ejército español se retiró hacia la población vecina. Terminada la contienda el edecán volvió en busca del Libertador, quien aún permanecía en su escondite. Mojado, sangrante, con su uniforme rasgado y la huella de la cruenta lucha, Bolívar permanecía quieto, callado y con la mirada perdida en el horizonte. Con cierta lástima al ver a su general en tal situación, el edecán le preguntó: “¿En qué piensa Libertador?” A lo cual Bolívar respondió: “¡En el triunfo!”.
Esta respuesta resume la actitud de una persona cuya visión no se centra en las circunstancias del momento sino en las posibilidades que ofrece el futuro. Ciertamente Bolívar era un visionario y su historia muestra cómo esta visión le caracterizó siempre.
Simón Bolívar nació en la ciudad de Caracas el 24 de julio de 1783, en medio de una familia de destacada posición económica y social.
Sus primeros años transcurrieron en su ciudad natal en un mundo de servidumbre y esclavos, salidas a misa y reuniones ambientadas por el sonido de la guitarra y el arpa. Antes de cumplir tres años de edad Simón perdió a su padre y de ahí en adelante su educación corrió a cargo de su madre, quien falleció antes que el joven cumpliera los diez años. Simón quedó al cuidado de su abuelo materno, y al morir éste, su tío se convirtió en su nuevo tutor.
Con tanto ir y venir, cuando quisieron llevarle a la fuerza a casa de su tío, él se resistió diciendo que podrían disponer de sus bienes, pero no de su persona, pues en ésta sólo mandaba él. A tan corta edad, la recia personalidad del muchacho, que más tarde habría de convertirse en el Padre de la Independencia de cinco naciones, se hizo evidente en aquel momento.
A pesar de recibir la educación que correspondía a un joven de la alta sociedad criolla de la época, era evidente que la vocación de Bolívar era el ejército. Así que en enero de 1797, sin cumplir los catorce años, ingresó como cadete en el ejército. En julio del año siguiente, cuando fue
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ascendido a subteniente, se hizo una mención especial en su hoja de servicios acerca de su valor, el cual sin duda fue otro de sus mayores atributos durante su carrera militar.
En 1804 Bolívar fue testigo del fervor revolucionario generado en Europa. Admiraba grandemente las dotes militares de Napoleón pero le desilusionó su decisión de coronarse como emperador.
Debido a esto, un día de agosto de 1805, en el Monte Sacro de la ciudad de Roma juró en presencia de su maestro no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma hasta no libertar al mundo hispanoamericano del dominio español.
Bolívar tenía una actitud de no darse por vencido, sin importar las dificultades que encontrara en su camino. Esta actitud le acompañaría a lo largo de una brillante campaña libertadora en la cual alternarían victorias y reveses desde 1812 hasta 1818. Si embargo, a partir del año siguiente predominaron los triunfos en una campaña que trajo la libertad a una parte del mundo que hoy alberga a seis naciones: Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá.
El 28 de Octubre de 1825, a sus 43 años de edad, Bolívar ascendió hasta la cima del cerro de Potosí, tesoro de España en América, y desde allí lanzó una vibrante proclama que era como la culminación de todo lo que ofreciera durante su juramento en Roma, hecho 20 años antes, y ratificado luego tantas veces. El sabía a dónde quería ir y logró llegar allí gracias a su visión y entrega. El Nuevo Mundo, antes español, era libre.
Simón Bolívar sobresalió entre sus contemporáneos por su talento, su inteligencia, su voluntad y abnegación, cualidades que puso íntegramente al servicio de una grande y noble empresa: la libertad.
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Capítulo 4
Desarrolla una profunda pasión
por tu misión de vida
Pasión: (1) Se dice de aquella persona cuya actitud y entusiasmo deja claro que verdaderamente ama lo que hace. (2) Inclinación o preferencia muy viva de alguien. (3) Energía, poder, virtud para obrar. (4) Vigor, viveza o eficacia en la ejecución de nuestras acciones. (5) Deseo ardiente por lograr aquello que nos hemos propuesto.
Cuando examinas la vida de los hombres y mujeres mencionados en este libro encuentras un factor común en todas ellas: una profunda pasión por lo que hacen o hacían. Ellos no solo fueron excelentes en su campo sino que aprendieron a desarrollar su potencial al máximo. No se limitaron a trabajar con disciplina y perseverancia hasta lograr sus propósitos sino que su éxito fue el resultado de su gran pasión por la misión y propósito de vida que eligieron. El llevar a cabo sus actividades con pasión y entusiasmo no les dio tiempo para preocuparse por sus miedos o debilidades, ni para pensar en la posibilidad de fracasar.
Para la mayoría de la gente, sin embargo, el miedo a fracasar es el obstáculo más grande en su camino al éxito. Pero las caídas y los fracasos nos hacen más fuertes, resistentes y decididos. Es el miedo al fracaso, o su anticipación, lo que suele paralizar sus pensamientos y detenerlos para hacer lo que necesitan.
San Juan Bosco decía: “La ocasión solamente encuentra a quien está preparado. Ten un gran ideal, ámalo, cultívalo y prepárate para obtenerlo. Y tarde o temprano, si tienes constancia y un corazón entusiasta, Dios suscitará una circunstancia, tal vez imprevista y que parecía poco probable, que hará explotar la chispa de la gran ocasión y
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obtendrás tu ideal.” El llamado que San Juan Bosco hacía era a vivir con pasión.
El viejo y el lago
En una pequeña población vivía junto con su padre un joven poseedor de un ardiente deseo de triunfar. Él decidió no conformarse con un trabajo mediocre como tantos de sus amigos, y aunque sus logros personales eran escasos, muy dentro de sí él sabía que su deseo era sincero y que si aún no lograba materializar ninguno de sus sueños no era por falta de ambición sino por falta de oportunidades.
Un día el joven se acercó a su padre, un humilde mercader, y tras expresarle ese deseo ardiente de triunfar que llevaba dentro de sí, le preguntó:
—¿Sabes tú cuál es el secreto del éxito?
—Hijo, mucho me temo que no sé cuál es ese secreto —respondió el padre—, pero sé de un hombre que en sus días se le llegó a conocer como un gran triunfador. Es alguien de edad ya avanzada, que ahora vive a las afueras del pueblo junto al lago. El mejor consejo que voy a darte es que vayas y hables con él”.
Muy entusiasmado, el joven partió en su búsqueda. Cuando llegó a la casa, decidido, golpeó en la puerta. Un hombre de cara amable y parsimoniosa, vestido con atuendo de pescador, salió a su encuentro y lo saludó con una amplia sonrisa.
—Buenas tardes buen hombre —respondió el joven—. Mi padre me habló de los grandes éxitos que usted cosechó en otras épocas. Me he atrevido a venir hasta aquí porque yo también tengo un gran deseo de triunfar. Verá usted, mi padre es un mercader y su padre y el padre de su padre también lo fueron, nunca con mucha suerte, logrando apenas lo suficiente para sobrevivir. Algo dentro de mí me dice que mi destino es otro y eso es lo que hoy me ha traído a su puerta en busca de sus sabios consejos. ¿Puede usted decirme cuál fue el secreto de su éxito? ¿Qué necesita una persona para triunfar? ¿Cómo alcanzo mis sueños? ¿Qué es…..
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—Espera un momento muchacho. Son demasiadas preguntas. No seas impaciente. Además, como verás, ya tenía otros planes para esta mañana.
No obstante, viendo la sinceridad en los ojos del muchacho le dijo:
—Quizá quieras acompañarme, ¿te gusta pescar?
Sabiendo lo que esta oportunidad podía representar, él accedió de inmediato y los dos hombres salieron hacia el lago. A lo largo del camino el joven continuó indagando con insistencia, a lo cual el viejo respondía con una leve sonrisa y un:
—Espera hijo, ten paciencia que el día es largo y desea ser apreciado.
Una vez en el lago, el hombre preguntó con evidente curiosidad al joven:
—¿Has pensado qué estarías dispuesto a hacer para lograr el éxito que tanto anhelas?
El joven, vacilante, miró al viejo sin saber qué responder. Él sabía con certeza que deseaba algo mejor para su vida, pero la verdad, nunca tomó el tiempo para definir concretamente qué era lo que quería, y menos aun, qué estaba dispuesto a hacer por conseguirlo. Eso era algo a lo que jamás prestó mayor atención. Por un momento se sintió avergonzado y temió que el hombre creyera que sus intenciones no eran reales.
Al ver el titubeo del muchacho, el hombre le dijo:
—Quieres saber cuál es el secreto para alcanzar el éxito, ¿no es cierto? Pues bien, te mostraré cuál es. Quiero que saltes al agua, te sumerjas y te quedes bajo el agua tanto como te sea posible.
Presintiendo que detrás de aquella extraña orden se encontraba una lección, el joven procedió a hacer lo que este le indicó. Después de unos momentos, cuando agotó todo el aire que guardaba en sus pulmones, se dispuso a salir de nuevo a la superficie. Pero cuando se disponía a sacar la cabeza del agua, sintió la mano del anciano empujándole hacia abajo, evitando que saliera. Reaccionando de manera inmediata, comenzó a luchar por tratar de salir. En cuestión de segundos la falta de aire se hizo insoportable y la lucha pareció ahora ser de vida o muerte.
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Falto de fuerzas para seguir luchando, el joven comenzó a darse por vencido. Pero justo en ese momento sintió que su cabeza quedó libre y con un último aliento, logró salir del agua en busca del aire que le devolviera la vida. Confuso aún y demasiado débil para tan siquiera reprocharle al viejo por lo que acababa de suceder, permaneció en silencio.
Después de darle unos minutos para que recuperara el aliento, el anciano le preguntó:
—Cuando estaba yo evitando que salieras del agua y tú comenzaste a luchar por salir, ¿cuál era tu mayor preocupación? ¿Qué era aquello que tú anhelabas tener más que ninguna otra cosa en el mundo? ¿Qué era aquello que toda fibra de tu cuerpo deseaba tener?
El joven todavía agitado contestó:
—¡Aire! ¡Aire! ¡Aire! Eso era todo en lo que podía pensar… ¡Aire!
—He ahí la respuesta a tu pregunta —agregó el anciano—. Cuando tú desees el éxito con esa misma intensidad, solo entonces lo hallarás.
La moraleja de la historia es simple, cualquier meta que verdaderamente desees alcanzar, debe primero convertirse en un deseo ardiente, en algo que tiene que ser realidad. Debe pasar de ser algo que quieres que suceda a algo que tiene que suceder.
Jaime Escalante: cuando las ganas logran más que el talento
El liderazgo muchas veces se define como la capacidad para influir sobre los demás. Sin embargo el papel más importante de los líderes es facilitar el éxito de otras personas. Es fácil lograr que otros confíen en nosotros. Lo difícil está en conseguir que ellos logren confiar en sí mismos. Y pocos ejemplos ilustran esta cualidad mejor que la vida y obra de Jaime Escalante. Si hablamos de pasión, es necesario mencionar a este profesor de cálculo de un colegio de La Paz, Bolivia, que emigró a Estados Unidos y con su ejemplo cambió la vida de miles de jóvenes.
Al referirse a lo que más necesitan los jóvenes para triunfar en sus estudios, Jaime afirma: “Yo prefiero utilizar la palabra ‘ganas’ que la
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palabra ‘talento’. No acepto la palabra talento porque significa que nos limitaremos a medir el cociente de inteligencia del estudiante. Yo pienso que cualquier ser humano tiene talento”. Para Jaime Escalante, la gente no fracasa por falta de talento, sino por falta de ganas, de pasión.
Jaime es, sin duda alguna, el mejor ejemplo de cómo la pasión por lo que se hace logra crear motivación en otros, y de cómo cada uno de nosotros tiene la capacidad de influir en la vida de otros.
Su filosofía es la total certeza de que dentro de cada uno de sus estudiantes se encuentra la semilla de grandeza necesaria para triunfar. Él sabe que el secreto del éxito está en desarrollar un gran nivel de motivación por todas aquellas actividades y labores que necesitamos realizar para triunfar. Por eso solía colocar palabras y afirmaciones positivas para sus alumnos, en su salón de clase. Mensajes como: “¡Valor! ¡Deseos!”, o su frase preferida: “¡Hay que tener ganas!”.
A pesar de que en su país natal enseñó física y matemáticas durante catorce años, cuando llegó a California encontró que no tenía las credenciales para enseñar ni hablaba inglés. Así que estudió por las noches y obtuvo un grado en electrónica. Poco después encontró un trabajo durante el día mientras continuaba estudiando durante la noche para obtener su título de matemático.
En 1976 comenzó a enseñar en Garfield High School, en el Este de Los Ángeles, California, donde las drogas, las pandillas y la violencia eran el pan de cada día. Pero lo cierto es que Jaime Escalante no enseñaba cálculo, él simplemente utilizaba las matemáticas para enseñar a sus estudiantes algo aún más importante que el cálculo: cómo triunfar.
Durante los tres años siguientes sus estudiantes pasaron el examen de cálculo avanzado que ofrecía el Departamento de Educación. En 1982, algunos individuos, dudosos del éxito exhibido por aquellos estudiantes, en su gran mayoría latina, proveniente de barrios muy pobres —pandilleros algunos de ellos—, decidieron invalidar los resultados del examen argumentando que era evidente que los jóvenes habían conspirado para hacer trampa.
La única alternativa que se les ofreció fue la de tomar otro examen, aún más difícil que el anterior, bajo una estricta vigilancia. Pero la confianza y seguridad con que Jaime contagiara a sus estudiantes les armó de
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valor para aceptar el reto. Doce estudiantes tomaron de nuevo aquel examen y los doce lo pasaron.
El ejemplo de Jaime Escalante cambió por siempre a estos jóvenes que aprendieron la lección más importante del éxito en una clase de matemáticas: que hay que creer para poder ver y que el éxito solo llega a aquellos que tienen la valentía de ir tras él.
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Capítulo 5
Cuando el carácter se ha perdido,
todo se ha perdido
Carácter: (1) Del latín “character”, hierro de marcar. (2) Señal o marca que se imprime, dibuja o esculpe en cualquier cosa. (3) Cualidad de la persona que se mantiene firme en su línea de conducta. (4) Rasgo distintivo, o modo de ser referente a la actitud, reacciones frente a la vida y al trato con otros. (5) Conjunto de atributos, valores y principios que caracterizan a cada individuo.
El carácter del triunfador está moldeado por una serie de valores, principios y atributos que le permiten percibir el mundo que le rodea de una manera distinta a como lo ve el común de la gente.
El pesimista vive en un mundo negativo y deprimente mientras que el optimista se mueve en un mundo positivo y lleno de oportunidades. Lo cierto es que se trata del mismo mundo. Las diferencias que ellos observan son solo el resultado de sus pensamientos, su visión y, sobretodo, de su carácter. Quien posee un carácter perseverante no ve obstáculos sino retos; domina sus impulsos para ser dueño de su voluntad; encuentra alegría en lo que hace sin conformarse con ser feliz a través de los placeres pasajeros.
¿Crees que es tan importante mantener el carácter? Quizás Emerson lo expresó de la mejor manera cuando dijo: “Cuando la riqueza se ha perdido, nada se ha perdido; cuando la salud se ha perdido, algo hemos perdido; cuando el carácter se ha perdido, todo se ha perdido”.
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Haz la promesa
Haz la promesa de ser tan fuerte que nada ni nadie perturbe la paz de tu espíritu. De hablar de salud, progreso y felicidad. De hacer sentir a tus amigos que hay algo grande en ellos. De ver todo por el lado noble y hermoso haciendo que tu optimismo sea sincero. De pensar solo en lo mejor y esperar solo lo mejor. De tener tanto entusiasmo por el éxito de los demás como por el tuyo propio. De olvidar los errores del pasado y luchar por las grandes realizaciones del porvenir. De llevar todo el tiempo un semblante alegre y tener siempre una sonrisa para todos. De emplear tanto tiempo en tu mejoramiento que no tengas lugar para criticar a los demás. De ser tan grande frente a los obstáculos, tan noble para la cólera, tan fuerte ante los temores, que tu felicidad no tema la presencia del dolor, ni del fracaso. Christian D. Larson
Madre Teresa de Calcuta: carácter, amor y devoción sin límites
Es fácil mantener una actitud positiva cuando todo sale como lo esperabas y el mundo que te rodea está en armonía con aquello que consideras importante. Lo difícil es mantener ese mismo optimismo cuando las circunstancias no se dan como las has planeado; cuando los eventos y la realidad que te rodean son tan deplorables y penosas que es casi imposible encontrar algo positivo.
Ante tales circunstancias, la mayoría de la gente prefiere cerrar los ojos o mirar en otra dirección para no tener que ser testigos de tanta miseria y dolor. No obstante, frente a esta misma realidad, la persona tenaz se hace más fuerte; rehúsa a dejarse vencer, y en lugar de debilitarse, su carácter se fortalece con cada caída o reto que encuentra en el camino.
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Este es el caso de una mujer admirada por todos, poseedora de un carácter, un amor y una devoción sin límites: la Madre Teresa de Calcuta, una mujer que dedicó toda su vida a cuidar y dar amor y esperanza a los seres más necesitados del planeta.
La imagen que la mayoría de nosotros tiene de ella es la de una mujer sencilla, humilde, con evidentes huellas del trabajo y el paso del tiempo en su rostro; una mujer con un tamaño diminuto, que contrastaba con su gigantesca estatura moral y su espíritu joven y entusiasta. Su aspecto menudo y frágil, junto con su atuendo blanco con franjas azules ha quedado grabado para siempre en la retina y en los corazones de millones de seres en todo el mundo. Quien la conoció difícilmente podrá olvidarla ya que dedicó su vida a sembrar amor, fe y esperanza, y sin proponérselo, mostró a su prójimo lo que una persona esta en capacidad de hacer con sencillez, humildad y amor.
Teresa de Calcuta nació en Skopje, hoy Macedonia, y fue bautizada con el nombre de Agnes Gonxha Bojaxhiu. Sus padres eran inmigrantes albaneses que llegaron a la entonces Yugoslavia a principios del siglo XX. Agnes tuvo una infancia con muchas comodidades dado que su padre era propietario de una empresa constructora. Su madre, Dronda, creía en hacer el bien a los demás siempre que hubiese la oportunidad, evitando hacer alarde de ello. Esto influyó de manera decisiva en la pequeña Agnes.
Cuando contaba con tan solo 18 años de edad, tomó su primera gran decisión, resolvió entrar a formar parte de la Orden de las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto en Irlanda. Después de nueve años de rigurosa preparación, trabajo y estudio en Dublín y en la India, donde aprendió inglés, hindi y bengalí, tomó los hábitos en 1937. Años antes, adoptó el nombre de Teresa, en homenaje a Santa Teresa de Ávila.
Pero, ¿cómo empezó la madre Teresa de Calcuta este camino que haría de ella un majestuoso símbolo de amor y entrega a los demás? Para entender el afecto que sentía por los pobres del mundo entero es necesario ver las circunstancias que la rodeaban cuando recibió su primera asignación después de tomar los hábitos.
En 1929 fue comisionada para enseñar geografía en un colegio de secundaria para niñas en Calcuta. Por aquella época las calles de la
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ciudad se mantenían atiborradas de leprosos y desamparados mendigando algo de comer. Los niños indeseados eran regularmente abandonados a su suerte en las calles o, peor aún, botados a la basura. Esta era la realidad que la rodeaba mientras ella se dedicaba a la enseñanza.
Fue entonces cuando, mientras viajaba en tren de regreso a la población de Darjeeling en la India, Teresa descubrió su verdadera misión de vida. Pensaba en las dos décadas que se dedicó a enseñar geografía a niñas de la clase social media, a pocos metros de las más horripilantes condiciones de vida soportadas por un ser humano. Pese a que amaba su trabajo, la perturbaba el poco servicio que su labor prestaba a Dios y a sus hermanos.
Según recuerda, el 10 de Septiembre de 1946, mientras caminaba por las calles de Calcuta, tropezó con el cuerpo de una mujer moribunda. Ratas y hormigas se paseaban por sus llagas. “La levanté, caminé hasta un hospital cercano y pedí una cama para ella”. La mujer murió en esa cama: la primera, la única y la última cama que tuvo en su vida. Este encuentro fortuito cambió su vida porque en esa mujer ella vio a Cristo agonizante.
Ella cuenta que sentía una voz interna que le martillaba en su corazón y que le repetía: “Tienes que hacer algo”, “No te quedes con los brazos cruzados”, “Si tú no empiezas, nadie comenzará”. Sin embargo, no podía parar de preguntarse por qué Dios permitía eso y no hacía algo para evitarlo. En el silencio de esa noche, encontró la respuesta; Dios le dijo: “Claro que he hecho algo para solucionar esto: te he hecho a ti”.
Este momento, al cual más tarde ella se referiría como a “una llamada de Dios”, la llenó de fuerza, forjó su carácter y le proporcionó un propósito de vida específico: salir a la calle y ofrecer amor, ayuda y esperanza a la gente. Pidió permiso para dejar su puesto en el convento y trabajar en los barrios pobres de Calcuta. Así empezó su ejemplar ministerio de lucha contra la enfermedad y el abandono en que vivían muchos seres humanos.
Empezó ayudando a las víctimas de la lepra en las calles de Calcuta, y para esto trabajó por un tiempo con la orden de las Hermanas de los Pobres. Pero pronto, armada de la pasión por su misión de vida, la cual
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siempre la caracterizó, decidió aventurarse sola en las calles de Motijhil. Su primer paso fue empezar una escuela al aire libre. Durante el primer día logró juntar cinco niños a su alrededor que ávidos miraban a la diminuta mujer mientras ella escribía letras y números, utilizando el suelo por papel y un palo por lápiz.
Poco tiempo después, en un improvisado salón de clase bajo un árbol, le enseñó a cuarenta pequeños a leer y escribir, a contar y sumar, junto con importantes lecciones sobre la salud y la higiene. El resto de su día lo empleaba haciendo cuanto le fuese posible por ayudar y aliviar el sufrimiento de aquellos seres humanos desesperadamente pobres para ayudarse a sí mismos.
En 1948 se hizo ciudadana de la India, y luego de estudiar enfermería por tres meses con un grupo de misioneras médicas norteamericanas, volvió a Calcuta para fundar la orden de las Misioneras de la Caridad y continuar así con su trabajo. Un año más tarde se le unió su primera discípula, una joven de la ciudad de Bengala. Muchas más la acompañaron en los años siguientes. Cada una de sus seguidoras debía dedicar su vida a servir a los pobres sin aceptar ningún beneficio material por recompensa.
El gobierno indio le otorgó 34 acres de terreno para construir la primera misión. Allí estableció una colonia de leprosos llamada Shanti Nagar (Ciudad de la Paz), y recibió permiso de las autoridades de Calcuta para usar una parte de un templo abandonado, donde fundó el Hogar de Moribundos Kalighat. Ella y sus compañeras recogían moribundos de las calles de Calcuta y los llevaban a este hogar para cuidarlos durante lo que les quedara de vida, de manera que murieran con dignidad.
En 1965 comenzó la tarea de expandir la orden fuera de la India. Pronto organizó escuelas y orfanatos para pobres y abrió más centros para cuidar y tratar leprosos, ciegos, inválidos, ancianos y moribundos en todo el mundo.
Hoy, aproximadamente más de cinco mil religiosas, quinientos religiosos y más de cuatro millones de personas alrededor del mundo trabajan como voluntarios en orfelinatos, refugios y centros de leprosos en cien países en los cinco continentes. Todos ellos son solo parte del
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legado que esta gran mujer dejó.
La Madre Teresa recibió numerosos premios y reconocimientos a lo largo de toda su vida. Todos los aceptó con gran humildad, utilizando el dinero de los mismos para la fundación de más albergues. En 1979 recibió el Premio Nóbel de la Paz. Durante la ceremonia de entrega, el presentador dijo: “Los más pobres, los más solos y olvidados y los moribundos han recibido de su mano amor y compasión, pero no lástima”. Con su característica humildad Teresa de Calcuta recibió este premio diciendo: “Personalmente no creo merecer este reconocimiento pero lo acepto en nombre de los pobres del mundo”.
Hace algunos años su carácter se hizo evidente durante una visita que realizara a Estados Unidos. En aquella ocasión visitaba un albergue para desamparados en la ciudad de Filadelfia. Se programó que ella cenaría y pasaría la noche en el albergue. Los organizadores construyeron un cuarto especial para ella, con una cómoda cama. No obstante, la Madre pidió que se le cediera la cama a alguien que quizás necesitara más de esa comodidad, mientras ella pasaba la noche en una modesta habitación como los demás transeúntes del albergue.
Al momento de la cena, en lugar de tomar asiento en el sitio especial preparado en su honor, Teresa de Calcuta decidió ayudar a servir la comida a los demás, antes de sentarse a comer.
El organizador de aquel evento era un individuo de mucha influencia en la comunidad, y aunque le conmovía enormemente la humildad de la Madre Teresa, le afanaba no poder hacer nada por ella para que su visita fuese lo menos dispendiosa en su ya delicada salud. Incapaz de brindar cualquier comodidad a alguien que estaba más interesada en dar que en recibir, se acercó y le dijo: “Madre Teresa, yo en verdad deseo ayudarla y me gustaría que usted me permitiese atenderla. ¿Qué puedo hacer para ayudar a su causa? Yo podría organizar programas en la radio para reunir fondos para ayudar a los desamparados. Puedo brindarle cubrimiento televisivo para sus eventos. ¿Por favor Madre, dígame qué quiere que haga para ayudar?”.
Ella le agradeció su buena voluntad y luego le respondió: “Si en verdad deseas ayudarme, esto es lo que debes hacer. Ve y busca a alguien que crea estar solo, que crea haber sido olvidado por el mundo, un ser
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humano que piense que ha sido marginado y sienta que su vida no vale nada y convéncelo de que no es así. Muéstrale cuán equivocado está”.
La Madre Teresa nunca permitió que las dificultades afectaran su actitud ni su carácter. No en vano siempre se aseguró que las demás misioneras tuvieran claro que el espíritu de su obra debía ser de entrega, confianza y alegría. Decía: “Queremos que todos aquellos que se sienten abandonados y olvidados sepan que se les quiere. Si vamos a ellos con una cara triste se sentirán aún más deprimidos. Por eso debemos llevarles un poco de alegría y serenidad”. Esa era la Madre Teresa y esa era su filosofía de vida.
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Capítulo 6
Suéñalo y lo lograrás
Soñador: (1) Persona que permite que sus sueños y metas guíen su vida y sus acciones. (2) Se dice de aquel que construye en su imaginación una realidad mucho más amable de lo que verdaderamente es. (3) Idealista. Que tiende a representar su realidad de una manera más ideal, sin tener en cuenta las circunstancias presentes.
Todos aquellos cuyos nombres evocan en nosotros admiración supieron de la importancia que tiene comenzar el camino con un gran sueño. Ellos comprendieron que es imposible lograr un ideal o una meta que no se tiene. Hasta tanto tú no tengas objetivos claros, definidos y precisos, no lograrás utilizar al máximo el potencial que ya se encuentra dentro de ti. De igual manera, debes saber que aquello que persigas determinará el lugar en donde vas a terminar. Así que no te conformes con metas pequeñas cuando la vida tiene tanto que ofrecer. ¡Sueña en grande!
J.C. Penney, fundador de la cadena de almacenes que lleva su nombre, solía decir: “Muéstrame un obrero con grandes sueños y en él encontrarás un hombre con la capacidad de cambiar la Historia. Muéstrame un hombre sin sueños y en él hallarás a un simple obrero”. Esta idea resume de manera brillante uno de los principios esenciales del éxito: son nuestros deseos y aspiraciones los que le dan validez a nuestro trabajo. Ellos son el combustible que mantiene ágil nuestro andar. Saber hacia dónde vamos nos ayuda a enfocar nuestra energía. Y cuando el camino se pone pesado y pensamos en desistir, son estas ilusiones las que nos ayudan a recobrar nuestro entusiasmo inicial.
Ten presente que el éxito es el resultado de una profecía hecha realidad. Cuando creamos una imagen, una fotografía mental de lo que deseamos
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alcanzar, la mente hará que la realidad exterior esté en armonía con la realidad interna y se encargará de mostrarnos el camino mediante el cual hacer realidad dichos objetivos.
Solo toma un minuto
Willie Jolley, autor de El Reto, comparte en su libro esta idea, la cual, a mi modo de ver, describe de manera brillante la gran diferencia que existe entre los soñadores que se encargan de realizar sus propósitos y aquellos que se limitan a fantasear con ideas que quisieran ver hechas realidad, sin actuar.
“En cada vida llega un momento, un minuto en que debes decidir pararte y vivir tus sueños, o caerte y vivir tus temores.
En ese minuto de decisión debes enfocar tu visión e invocar la fuerza que descansa profundamente dentro de ti. Entonces verás que los ideales en efecto se hacen realidad y que todos los sueños son posibles si simplemente te atreves a creer. ¡Solo toma un minuto cambiar tu vida!”
José Hernández: un mexicano encargado de la conquista del espacio
Walt Disney decía: “Todo comienza con un sueño”. Y esta historia que a continuación leerás se inició en el deseo de un joven que no descansó hasta ver su sueño hecho realidad.
El 6 de mayo de 2004 José Hernández, de origen mejicano, se convirtió en astronauta de la NASA y pasó a ser parte de una nueva generación de viajeros espaciales, encargados con la misión de continuar con la incesante exploración del universo. Pero para llegar allí tuvo que trabajar con determinación y empeño durante tres décadas.
Sus padres, humildes campesinos procedentes del Estado de Michoacán, México, emigraron a Estados Unidos en busca de un mejor futuro. José nació en French Camp, California. De niño trabajó junto a sus padres en la recolección de frutas y verduras en los campos de cultivo. Cada año,
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en noviembre cuando se terminaba la cosecha, él y su familia regresaban a su país, donde permanecían hasta el mes de febrero, época en que realizaban de nuevo el viaje al Norte, donde él y sus hermanos una vez más se inscribían en la escuela. Debido al cambio constante de residencia y escuela, José no aprendió inglés sino hasta los doce años.
“Mis padres son campesinos. No obstante, pese a que ellos solo llegaron al tercer grado de primaria, le daban mucha importancia a la educación. Siempre se preocuparon porque termináramos las tareas y trajéramos buenas calificaciones a la casa. Por eso es que creo que todo empieza en el hogar, con los padres. Gracias a ellos y a sus expectativas me propuse seguir adelante. Porque los padres pueden motivar a los hijos, pero son los hijos los que tienen que tener el interés de seguir adelante”, dijo José cuando fue presentado oficialmente en la NASA.
José Hernández recuerda cuando vio las borrosas imágenes en televisión a blanco y negro de los astronautas del Apolo Once caminando en la Luna. Desde ese momento él supo que quería ser astronauta. Julia, su madre, recuerda que de niño su hijo veía con frecuencia el programa Viaje a las estrellas y siempre hablaba de su anhelo de ser astronauta.
De todos modos, el camino para lograr esa meta no fue fácil. El proceso de selección de cada nueva generación de astronautas es bastante competitivo. Se presentan alrededor de tres mil o cuatro mil aspirantes que llenan los requisitos necesarios para ser considerados como prospectos. De ellos se seleccionan los trescientos mejor calificados y de ahí escogen a cien finalistas. A este grupo selecto se le invita a pasar una semana en las instalaciones de la NASA, donde los candidatos son entrevistados, se les realizan exámenes físicos y psicológicos y de ahí se escogen los diez o quince nuevos astronautas.
José se postuló y fue rechazado durante doce años seguidos. Tres veces llegó a quedar en el grupo de los cien finalistas. La cuarta vez fue seleccionado. Recordando este periodo de continuos rechazos, José afirma: “No se trata de qué tan inteligente eres sino de qué tanto deseas tu sueño y de qué estás dispuesto a hacer para conseguir lo que quieres. Tienes que persistir y no aceptar ningún ‘no’ como respuesta”.
Este logro era el resultado de una decisión que tomó gran fuerza aquel
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día cuando, mientras se encontraba trabajando en la granja en sus tareas habituales, escuchó por radio que Frank Chang Díaz, un hispano de origen costarricense, había sido elegido para prepararse como astronauta. Desde ese momento, Chang Díaz fue una fuente de inspiración que lo motivó a seguir sus pasos.
Él sabía que la única manera de lograr su propósito era a través de la educación, así que decidió estudiar ingeniería. En 1984 José obtuvo su título de Ciencias en Ingeniería Eléctrica de la Universidad del Pacífico. Luego obtuvo su Maestría en Ciencias en Ingeniería Eléctrica de la Universidad de California.
En 1987 ingresó a los laboratorios Lawrence Livermore donde formó parte del equipo encargado de desarrollar el primer sistema de imagen digital para la mamografía que ayuda en la detección temprana del cáncer de seno. Más tarde trabajó en el Centro Espacial Jonhson, en Houston, como jefe de materiales y rama de procesos.
“Cualquier meta es factible”, dice José haciendo énfasis en que la falta de recursos o el proceder de una familia pobre no deben ser excusas para no salir adelante. “Mis padres eran campesinos, pero a pesar de nuestros bajos recursos yo tenía la meta de ser astronauta. Estaba dispuesto a luchar por ella y sabía que la educación era clave para obtenerla. Es muy importante que el individuo tenga ganas. La meta no va a venir a nosotros. Somos nosotros quienes tenemos que ir a la meta”.
De hecho, durante todas las charlas y presentaciones a las que es invitado, José Hernández comparte su receta para triunfar, la misma que le dio su padre cuando él le confió su sueño de ser astronauta. Tienes que definir qué es lo que quieres hacer; reconocer qué tan lejos estás de esa meta; hacer un mapa de todos los pasos necesarios para llegar a ella; obtener una buena educación y aprender lo necesario para triunfar y realizar tu mayor esfuerzo en tus estudios y en tu profesión.
En 2009 José estuvo quince días en la misión espacial Discovery con destino a la estación espacial internacional. En esa ocasión, el Discovery realizó 217 órbitas de la Tierra, voló más de 5.7 millones de millas en 332 horas y 53 minutos y volvió a aterrizar en la Base Aérea Edwards en California.
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Pero más que hacer Historia como uno de los pocos astronautas latinos, José quiere ser un ejemplo para la juventud latinoamericana. Los hispanos conforman alrededor del 5% de los empleados que hay en la NASA contratados principalmente en las áreas de Ingeniería Aeroespacial, Ingeniería Electrónica y otras ingenierías. Una de sus metas es motivar a más jóvenes latinos para que continúen sus estudios en el campo de la Ciencia.
Por esta razón, cuando José Hernández dejó la NASA, una vez esta decidió dar fin a las misiones de los trasbordadores, se dedicó a continuar animando y ayudando a los jóvenes hispanos de escasos recursos para que luchen por sus sueños y salgan de la pobreza a través de una fundación que creó con dicho propósito. José, quien es padre de cinco hijos, no olvida sus comienzos ni su herencia cultural. “Cualquier oportunidad que tengo la aprovecho para visitar México con mi familia. No quiero que mis hijos se olviden de su cultura y su idioma. Deseo que aprecien la tierra de donde son sus abuelos y conserven su cultura como la he conservado yo”.
Los logros de José Hernández son un gran tributo al poder de un sueño, cuando éste está respaldado por nuestra disposición para prepararnos y nuestro compromiso para hacerlo realidad.
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Capítulo 7
Una autoestima a prueba de crisis
Autoestima: (1) Opinión emocional profunda que los individuos tienen de sí mismos. (2) Apreciar y valorarse uno mismo. (3) Sentimiento valorativo que tenemos de nuestra manera de ser, de quienes somos, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. (4) Manera en que nos percibimos y valoramos, que crea confianza en nosotros mismos si es positiva, o nos lleva a desvalorizarnos si es negativa.
La autoestima es en gran parte el resultado de nuestro diálogo interno y de aquello en lo cual elegimos enfocar nuestros pensamientos. Nos convertiremos en lo que pensemos constantemente. Por esta razón es importante que examines las expresiones que sueles utilizar con mayor frecuencia al referirte a ti mismo. Examina cada expresión y determina si estas afirmaciones te están ayudando o perjudicando. Cuestiona si lo que dices de ti mismo está contribuyendo a construir una mejor autoestima o si te está debilitando.
Si sueles utilizar con frecuencia expresiones como “soy un fracasado” o “soy un bueno para nada”, pregúntate qué clase de imágenes estarán formándose en tu mente. Y más importante aún, ¿cómo te están afectando? Ten cuidado de no crear ideas erradas acerca de tu verdadero potencial basado en una sola experiencia adversa, o peor aún, en las opiniones de otros. De otra manera terminarás con una vida llena de limitaciones que te detendrán para utilizar tu verdadero potencial, aun cuando éstas no existan más que en tu mente.
Eleanor Roosevelt solía decir: “Absolutamente nadie tiene la capacidad de hacerte sentir inferior sin tu consentimiento.” No basta con tener seguridad en nuestras capacidades; el valor de la autoestima está
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fundamentado en un profundo conocimiento de nosotros mismos.
Eres una maravilla*
“Cada segundo que vivimos es un momento nuevo y único del universo, un momento que nunca volverá a ocurrir de nuevo. Y ¿qué les enseñamos a nuestros niños? Que dos más dos son cuatro y que París es la capital de Francia.
¿Cuándo les enseñaremos también lo que son?
Debemos decirle a cada uno de ellos: ¿Sabes lo que eres? Eres una maravilla. Eres único. En todos los años que han pasado nunca hubo un niño como tú. Tus piernas, tus brazos, tus inteligentes dedos, la manera en la que te mueves. Es posible que te conviertas en un Shakespeare, un Miguel Ángel o un Beethoven. Tienes la capacidad para todo. Sí, ¡eres una maravilla! Cuando crezcas, ¿crees que podrías entonces hacerle daño a otro que, como tú, es también una maravilla? Debes trabajar —todos debemos trabajar— para hacer que el mundo sea digno de nuestros niños”.
Pablo Casals
Susan Boyle: tú puedes si crees que puedes
Lo que el ser humano es capaz de lograr es asombroso, pero lo que generalmente logra es vergonzoso. Lo que cada quien hace con su vida es en gran parte el resultado de su autoestima. Pero llenarse de valor y construirla no es fácil y así lo demuestran los diferentes obstáculos que tuvo que enfrentar Susan Boyle para llegar a ser el “Talento” buscado por el programa televisivo: “Britains got talent”.
El 11 de abril de 2009 el programa británico presentó entre sus concursantes a una mujer con una apariencia “bastante rudimentaria”, como los mismos críticos la describieron; no con los atuendos modernos y llamativos ni el maquillaje o peinado elaborados de los otros concursantes. Quien la hubiese visto en la calle hubiera pensado que se trataba de una niñera o empleada doméstica. Hubo risas de burla entre
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algunos de los asistentes del público, caras de vergüenza por su presencia y actitud. Algunos presentían el ridículo que haría, otros no podían creer que esta señora entrada en años hubiese tenido la osadía de dar la cara en un concurso atendido en su mayoría por jóvenes que buscan su inicio en la industria de la música.
¿Qué iría a cantar? ¿Qué tan modernos habrían de ser sus gustos musicales? ¿Cómo se atrevía…? Alguien debió detenerla de hacer el ridículo frente al millones de televidentes. Pronto todo el mundo vería en Youtube y Facebook lo que le sucede a alguien que se aventura a salir del sitio donde pertenece.
Se contaban con los dedos de una mano las personas que tenían fe en lo que ella lograría aquella noche. Entre ellas, nadie con más confianza que la propia Susan Boyle. De repente se hizo silencio, sonaron las primeras notas de la pista musical y Susan comenzó a cantar.
El resto es historia: solo bastaron las primeras líneas de la canción para que todo el mundo quedara perplejo. El asombro se veía en la cara de todos: jurados, presentadores, público, camarógrafos, ¡todos! Ella continúo con el único objetivo que tenía en ese instante: mantenerse cantando. El jurado no podía creer lo que estaban oyendo. La canción “I dreamed a dream” fue un éxito instantáneo y este fue el comienzo de una serie de noticias en los canales mediáticos y de la Web.
Susan Boyle, cantante singular y sencilla, de origen escoses, nacida en Blackburn en 1961; era la finalista del concurso más visto por británicos y europeos. Demostraba su autenticidad y personalidad en todo momento, contestando las preguntas de los presentadores con firmeza y con un muy particular sentido del humor.
Susan fue la sensación del programa hasta llegar a las finales en el mes de Mayo. De ahí en adelante, el producto de sus aspiraciones se vio colmado, entre otras, con la venta de 1 millón de copias, en seis semanas, de su primer álbum titulado: “I dreamed a dream” y después, en noviembre del 2010 su segundo trabajo: “The gift”, estuvo en la lista de los más escuchados. A esto se sumó una serie de presentaciones que la llevaron por todo el mundo, promocionando su trabajo artístico y a dar importantes conciertos, como el que realizó para el Papa Benedicto XVI en Glasgow (Escocia).
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Pero….detengámonos un momento y recordemos el inicio de este capítulo. No era acaso sobre la “autoestima”? Y te estarás preguntando: ¿por qué Susan Boyle, es una autoestima a prueba de crisis? Seguramente conozcas a muchas personas cercanas, o no, a ti en el vecindario, la escuela, la universidad, el trabajo, en tu familia, o en la televisión, que tendrían los meritos para sustentar este título.
No obstante, y aunque Susan ganó su popularidad por poseer una voz de gran versatilidad que la dejó en el hall de la fama, su vida no siempre brilló como en el 2009. Mientras cursó la secundaria fue la burla continua de sus compañeros de clase que le colocaban apodos y por los pasillos era acosada con frases insultantes por parte de los prepotentes de la escuela. A esto se sumó que, por su bajo rendimiento académico, no logró calificar para ingresar a la universidad. Pero nada la detenía así que se inscribió en varios programas educativos del Estado y continuó estudiando. Además buscó trabajo y, cuando sus ingresos se lo permitían iba al teatro para detenerse asombrada a escuchar las piezas musicales de algunas de las obras teatrales. Cantaba en los coros de la iglesia, hacia karaokes en los pubs y asistía a concursos de canto locales.
En 1995 se presentó en audición al programa: “My kind of people” y cantó una canción que fue famosa en los setenta por la película Jesucristo Superstart: “I don´t know how to love him” (Es posible que no te diga mucho el nombre de esta película, pero estoy seguro que has escuchado la canción, en alguna de las versiones que aparecen en la Web.) Uno de sus hermanos cuenta que fue rechazada por su apariencia —aunque el jurado aludió que la descalificaron por su bajo talento musical—.
En la familia, su madre Briget, con la que vivió desde que murió su padre en 1997, fue su único sustento moral; apoyó sus aspiraciones de convertirse en cantante profesional con sus ahorros para que hiciera un demo profesional que envió a compañías discográficas y a concursos para talentos en la radio y televisión de su localidad. Cuando en el 2000 murió una de sus hermanas, Susan se refugió de lleno en el canto y comenzó lecciones para su perfeccionamiento en el 2002. Con este avance pudo realizar varias grabaciones amateur y participar en actuaciones locales.
Para Susan la pérdida de sus seres queridos, son lo eventos que más le
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han marcado, tanto que cuando su madre fallece en el 2007, deja el canto por un tiempo y su vida se llena de luto por ella; se dedica a la ayuda social, contribuyendo al apoyo del ancianato de la iglesia. Sin embargo, es por ese mismo amor a su madre como un tributo, que decide volver a intentarlo y mejor que nunca; con el entrenamiento de un maestro entra a participar en el programa británico. Las esperanzas de ser una profesional de canto, la motivaron para sostenerse ante los momentos difíciles del escrutinio de los concursos.
Después de lo sucedido en el año 2009 y 2010, Susan siente que se ha transformado de manera positiva, con la misma sencillez y fuerza en su interior. No obstante, la experiencia frente al éxito la ha madurado. “No es fácil al principio, pues se siente miedo y a veces, las opiniones que se tiene de mi aspecto son duras. Pero, yo he demostrado que no siempre se debe prestar atención al exterior, sino evaluar a las personas por su interior”.
Cada paso en su carrera como cantante está marcado, con el valor de su propia estima y con el sello de “…que los sueños no son imposibles”. Susan Boyle es el testimonio palpable de lo que puede ocurrirle a quien se resiste a renunciar a sus sueños. Es el ser que no se dejó aminorar por los conceptos de los críticos o la mirada insultante de sus compañeros en el colegio. Es el modelo de la mujer que ha dejado de lado los estereotipos proyectados por los medios de comunicación y las grandes productoras de imagen para ser ella misma.
Durante estos últimos años, Susan ha sabido mantener su proyección en el panorama de la música porque es consciente de sus valores: una maravillosa voz que es su talento natural y físico y, una estima que refleja “la mujer que nació para ser”. Como muchos lo pronosticaran, Susan estaría en Youtube, Facebook y toda la Internet. Hoy su historia inspira y continúa inspirando a millones a salir tras sus sueños. Muchos simplemente ven el video de aquella presentación y dicen: “Si ella pudo… ¿por qué no yo?”.
Todos tenemos barreras mentales que afectan nuestra autoestima, y la imagen que tenemos de nosotros mismos. Algunos, sencillamente tomamos la decisión de deshacernos de ellas y al hacerlo, descubrimos nuestro verdadero potencial. Y tú, ¿qué esperas para demostrar tu valía?
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Capítulo 8
Acepta la responsabilidad
total por tu éxito
Responsabilidad: (1) Cualidad de “responsable”, consciente de sus obligaciones. (2) Cargo u obligación moral. (3) Capacidad para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente. (4) Habilidad para responder ante cualquier situación aceptando las consecuencias de nuestras acciones.
Cada uno de nosotros es responsable por su éxito. Las excusas son solo una forma cómoda de tratar de eludir esta responsabilidad, encontrando culpables por aquello que siempre estuvo bajo nuestro control con el fin de exonerarnos de toda responsabilidad y colocarnos en el papel de víctimas. Lo peor es que, mientras pensemos que algo o alguien más son culpables de nuestras caídas, fracasos o malos hábitos, no haremos nada para remediarlos. Debemos entender y aceptar que somos los únicos responsables por nuestras circunstancias. Si hay algo en la vida que queremos cambiar, solo nosotros tenemos la capacidad para hacerlo.
Mientras encontremos la manera de justificar un mal hábito o una pobre actitud, lo más seguro es que no hagamos nada para cambiarlos. La razón es sencilla: en la medida en que logremos convencernos que, “así son las cosas y no hay nada que podamos hacer” o que algo está “totalmente fuera de nuestro control”, no habrá necesidad de tomar ninguna medida para remediar dicha situación.
Muchos nos contentamos con quejarnos y lamentarnos por aquello que nos molesta, pero no hacemos nada para cambiar nuestro comportamiento. En lugar de proceder, utilizamos un gran número de
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justificaciones y pretextos, y buscamos una buena excusa que nos ayude a explicar por qué no podemos actuar.
Cada uno es responsable por la clase de vida que está viviendo en todo momento. El emprendedor sabe que los resultados obtenidos en cualquier empresa no son más que la consecuencia lógica del trabajo realizado. Si sembramos un pensamiento negativo, cosecharemos un pobre hábito. Si sembramos un pobre hábito, en el mejor de los casos, cosecharemos un futuro incierto.
Un día a la vez
La palabra responsabilidad algunas veces es definida como la capacidad para responder. Y responder es algo mucho más fácil de hacer cuando vivimos el presente al máximo, cuando estamos 100% en el día de hoy sin perdernos en los remordimientos del ayer ni en las incertidumbres del mañana, cuando decidimos vivir, como dice el siguiente poema:
Un día a la vez
“Hay dos días en cada semana acerca de los cuales no vale la pena preocuparnos. Dos días que podemos mantener libres de cualquier temor o ansiedad. Uno de esos días es ayer, con todos sus errores y preocupaciones, con sus fallas y sus desatinos, con sus dolores y quebrantos. Ayer ha pasado a ser algo fuera de nuestro control. Todo el dinero del mundo no puede traer de vuelta el ayer. No podemos cambiar absolutamente ninguna acción que haya acontecido ayer. No podemos borrar ni siquiera una palabra que hayamos dicho. Ayer se ha ido para siempre. El otro día sobre el cual no deberíamos preocuparnos demasiado es mañana. Mañana se encuentra fuera de nuestro control inmediato.
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Mañana el sol saldrá, ya sea en el esplendor de un cielo azul, o tras la máscara de un día nublado. No obstante, saldrá. Pero hasta tanto no lo haga, no habremos empezado nuestro mañana Esto deja solo un día: ¡hoy! Todos podemos pelear las batallas de un solo día. Cuando adicionamos a nuestro hoy el peso de esas otras dos eternidades –el ayer y el mañana — es que sucumbimos. Aprendamos entonces a vivir un día a la vez.”
Carlos Slim Helú: responsabilidad y éxito, dos palabras sinónimas
“El éxito no está en lo económico”. He comenzado con esta frase porque me gustaría que la volvieras a leer y pienses sobre lo que ella significa. ¿Podrías dudar de su significado? Sí, claro que puedes, en especial cuando la publicidad de marca y el abuso de las noticias le dan ese carácter materialista al mundo de la riqueza.
Ahora bien, ¿seguirías dudando si te digo que el autor de esa frase es “uno de los hombres más ricos del mundo”, citado así por la revista Forbes, con una fortuna calculada en $74 billones de dólares?
Pero detengámonos a analizar el sentido de esta frase en la cual Carlos Slim refleja su modo de entender que “la ostentación y la extravagancia” no van con su forma de vivir porque fue educado en una familia donde aprendió que además de la vocación, el talento y el trabajo, la responsabilidad debía acompañar cada uno de sus actos.
Su padre, Julián Slim Haddad, de gran talento empresarial y espíritu de trabajo, comenzó con un pequeño negocio y enseñó a sus seis hijos el secreto del éxito desde que eran chicos. Los llevaba con él a atender el negocio y regaló a cada uno una libreta de ahorros para que por sí mismos aprendieran a administrar y fueran construyendo conocimiento sobre el valor del esfuerzo y la consciencia de lo económico.
Carlos Slim jamás abandonó las enseñanzas de su padre. Un día, como práctica a la lección financiera aprendida, apenas cumplido los 12 años se dirigió al Banco Nacional de México, muy cerca al negocio de su padre que funcionaba en la Calle de las Capuchinas (hoy Venustiano Carranza),
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decidido a iniciar sus inversiones; abrió entonces su primera cuenta bancaria y además compró acciones en el Banco Nacional de México.
A los 15 años ya tenía 44 acciones de Banamex (Banco Nacional de México) y una inversión total de $5.523 pesos. No pasaba un día sin que anotara algún movimiento en su portafolio de inversión. En 1957, antes de ingresar a la Universidad Autónoma de México donde se recibió de ingeniero civil, las ganancias de sus inversiones habían llegado a los $32.000 pesos. Este fue apenas el comienzo de una serie de incursiones financieras que hoy, después de 59 años de conocimientos sobre los mercados mundiales y nacionales, marcan la carrera empresarial del hombre más rico del mundo. Pero no fue tan fácil como aparece reseñado en las líneas anteriores. Carlos Slim sabía la importancia de adquirir conocimiento y por eso estudió Ingeniería Civil en la Universidad Autónoma de México y allí, a la par de ser estudiante, impartía las cátedras de algebra y programación lineal. Su idea de desarrollo personal ha estado siempre acompañada de una consciencia firme de aprovechar al máximo el tiempo y las oportunidades. En otras palabras, ha sido el responsable de cada uno de los momentos que ha construido para forjar su destino.
Si hoy su fortuna se alza por encima de los grandes magnates de la Historia financiera es porque Carlos Slim ha sido “el arquitecto de su propio destino”. Supo que cada momento era invaluable para obtener los mejores resultados del trabajo realizado.
De acuerdo a quienes le conocen, tal es su agilidad mental y su conocimiento de los diferentes factores que afectan sus negocios, que la mayoría de las operaciones y cálculos las realiza en su mente. Es capaz de calcular porcentajes de ingresos y volúmenes de venta sin usar calculadoras ni computadoras, y de acuerdo al presidente ejecutivo del grupo Alfa en el cual es inversionista, en cierta oportunidad sorprendió a todos cuando calculó mentalmente los niveles de ganancia anuales con un margen de error del 1%, antes de que la tesorería se los presentara. Esta agilidad mental y dominio de los detalles y estrategias es algo que cosechó desde su niñez. Según cuentan sus hermanos, aprendió a leer y a escribir haciendo sumas mentales y apuntando ideas en su cuaderno. Los domingos, días de la comida familiar, ponía una tiendita debajo de la
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escalera y vendía dulces a sus primos y hermanos. Mientras ellos jugaban, él registraba las victorias comerciales propias y las de la tienda familiar en libros de contabilidad de pasta dura que aún mantiene. Los Slim fueron inmigrantes libaneses que llegaron a México a principios del siglo XX. Su negocio, “La estrella de Oriente”, en el centro de Ciudad de México, se dedicaba a vender baratijas, juguetería y otra mercadería a bajos precios. Su padre, de quien seguramente aprendió a tener en cuenta todo detalle, sabía su oficio al derecho y al revés y tenía normas muy claras: “Vender mucho y a bajos precios”, “Contar con dinero en efectivo para aprovechar oportunidades” e “Invertir a largo plazo”. Sus decisiones financieras, desde que en 1982 invirtió en la compra de Cigatam, muestra su carácter de ser oportuno, frente a la posición de otros inversionistas mexicanos que no lo hicieron porque las finanzas nacionales se encontraban paralizadas; con ello demostró más que nunca, como decía su padre Julián, que “el optimismo firme y paciente siempre rinde sus resultados. No la euforia. Es el ser positivo. No hay tiempos buenos ni malos para el que sabe trabajar y tiene con qué hacerlo”. Por ello, fiel a los principios paternos y a su visión, se dedicó a ir construyendo un emporio que hoy en día sustenta su firma como: dueño, fundador, accionista o presidente de las juntas directivas. Su actividad financiera se extiende a países de América Latina (Brasil, Ecuador, Argentina, Chile, Colombia, Perú), Centro América (Guatemala, El Salvador), Estados Unidos, Europa y otros rincones del mundo.
Y en México más de una veintena de sus empresas están ubicadas en diversos sectores de la economía, entre ellos: bienes raíces (inmobiliarias, arrendadoras), inversoras bursátiles, empresariales y financieras, seguros, construcción e ingeniería, minería, industrias químicas, comercio, alimentos, tabaco, papel, artes gráficas, comunicación, (telefonía, Internet), hotelería, aviación, maquinaria, infraestructura hidráulica y tratamiento de aguas residuales.
Entre las entidades más conocidas están: Carso, Grupo Galas, América Telecom, y Telmex, que se ha constituido en la organización altruista más importante de América Latina cuando ayuda a la educación, la salud, nutrición, justicia, cultura, desarrollo humano, medio ambiente, deporte, desastres naturales y al impulso de la innovación tecnológica.
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Pero Carlos Slim no es solo un nombre en el área económica y financiera, también se inclina por los deportes y su gran afecto por el béisbol lo lleva a escribir columnas deportivas. Entre otras de sus pasiones están la Historia y las Artes. Su casa es el reflejo de ese conocimiento, por eso su colección privada incluye pintores del Arte Universal (Greco, Monet, Renoir), además de dedicar parte de su fortuna a la construcción del Museo Soumaya (fundado en 1994 en honor a su esposa), creado para la investigación, conservación y difusión del Arte nacional e internacional, y la Fundación del Centro Histórico para el rescate y la revitalización del Centro de México.
Sus fundaciones y donaciones hablan de la actitud filantrópica que alberga su vida, así como lo dice en estas palabras recordando lo que su madre Linda, decía: “Yo creo que una individuo no es exitoso porque le va bien en los negocios o en el trabajo o saca las mejores notas en la escuela. El verdadero éxito se mide por cuánta gente te sonríe, a cuántas personas amas y cuántos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu. Se trata de si te recuerdan cuando te vas. Se refiere a cuánta gente ayudas, a cuánta evitas dañar y si guardas o no rencor en tu corazón”.
La vida de Carlos Slim Helú es el ejemplo que nos habla de aceptar la responsabilidad como factor personal, para labrar el camino al éxito que nos espera como resultado de aprovechar el presente.
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Capítulo 9
El secreto está
en llevar una vida equilibrada
Equilibrio: (1) Estado de armonía entre las diversas facetas de nuestra vida. (2) Balance, cualidad de los seres humanos, no susceptible de ser dominada por estados pasajeros. (3) Mantener la armonía y equidad entre las diferentes áreas de nuestro ser: material y espiritual, profesional y familiar, empresarial y personal.
Muchos de nosotros hemos crecido con la idea de que es imposible tener una vida balanceada. Que esta requiere enormes sacrificios; que si deseamos alcanzar el éxito profesional seguramente tendremos que pagar un alto precio en términos del tiempo que podemos dedicar a la familia. No obstante, lo cierto es que el éxito profesional es de poco valor si crea un distanciamiento entre nosotros y nuestros seres queridos, o si se obtiene a costa de la salud.
El tipo de equilibrio al cual me refiero no demanda penosos sacrificios como muchos piensan, más bien requiere tomar decisiones basadas en nuestras prioridades. Es deshacernos del viejo esquema que pregona que la vida está llena de privaciones y que toda meta en cualquier área viene acompañada de un sacrificio en otra área, de tal manera que todo ser humano está siempre en un estado de insatisfacción perpetua, incapaz de llegar a sentirse plenamente realizado.
Todos tenemos la capacidad de lograr armonía entre lo material y lo espiritual, o entre el trabajo y la familia, pero para lograrlo debemos ignorar a quienes profesan que “es imposible hacerlo todo”. En nuestras manos está la capacidad para llevar una vida balanceada. Ten presente que la falta de equilibrio en cualquier área te hace menos productivo en
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todas las demás.
Por tanto no descuides ninguna de las múltiples facetas de tu vida. Cuando te dispongas a desarrollar tu plan de vida, asegúrate de fijar metas personales, espirituales, familiares y profesionales. Si logras esto, habrá armonía en tu vivir. Tener una vida balanceada no solo es posible, también debe ser la meta más importante de quien desee ser feliz.
Todo tiene su tiempo
Con frecuencia solemos olvidar que todo tiene su momento; que es tan importante trabajar como relajarse. Erróneamente la gente asume que el precio del éxito no deja lugar para muchos de aquellos pequeños placeres que el universo nos ofrece. Por esta razón la siguiente reflexión cobra gran importancia para aquellos que parecen siempre estar demasiado ocupados:
“Toma tiempo para pensar.... El pensamiento es la fuente del poder. Toma tiempo para leer.... La lectura es la fuente de la sabiduría. Toma tiempo para trabajar.... El trabajo es el precio por el éxito. Toma tiempo para orar.... La oración es el mayor poder de la tierra. Toma tiempo para jugar.... El juego es el secreto de la eterna juventud. Toma tiempo para dar.... La vida es demasiado corta para ser egoístas. Toma tiempo para reír.... La risa es la música del espíritu. Toma tiempo para ser amigable.... La amistad es el camino a la felicidad. Toma tiempo para amar y ser amado.... El amor es un privilegio otorgado por Dios.”
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Marie Curie: una vida de propósitos
Cuando definimos claramente qué deseamos en la vida, todas las facetas de nuestra existencia deben disponerse para llevar a cabo con éxito ese plan que nos hemos diseñado; por ello quiero en este capítulo contarte la historia de una mujer que supo llenar su vida con un propósito. Ella es Marie Curie, alguien que sabía qué quería y así fue como articuló un plan y salió en busca de sus sueños, de un proyecto que la llevó a alcanzar sus logros y le permitió abrir las puertas para que toda una nueva generación de científicos continuara descubriendo las maravillas de una nueva era: la era atómica.
Su amigo Albert Einstein dijo de ella: “Su fuerza, la pureza de su voluntad, su austeridad consigo misma y su juicio convirtieron a esta mujer en uno de los pocos seres a quien la fama no logró corromper”. Una vida de logros científicos, sin olvidarse de ser una maravillosa hija, hermana, esposa, compañera de ciencia, madre y maestra. Marie Curie es, sin duda alguna, un ejemplo de vida en múltiples facetas. La suya es una historia de valor, inteligencia, curiosidad, amor, tragedia y abnegación.
Marie nació en Polonia en 1867 y fue la menor de cinco hijos. Su infancia transcurrió en un hogar feliz. Su padre era profesor de física y su madre, una mujer abnegada que murió de tuberculosis cuando Marie tenía apenas once años de edad.
Siendo todavía una niña, Marie, quien era una excelente estudiante, contribuyó con los ingresos de su hogar dando lecciones a otros estudiantes. La ocupación de su país por los rusos no ofrecía mayores oportunidades de estudio para los hijos de los intelectuales polacos, así fuesen los más dotados, menos aún para las mujeres, a quienes les era prohibido asistir a la universidad. Así que Marie, quien desarrolló una gran pasión por la química y la física, debió contentarse con los pocos experimentos que podía desarrollar en un laboratorio clandestino construido por uno de sus primos.
Sin embargo una luz de esperanza se insinuó cuando su hermana mayor anunció su intención de ir a París a estudiar Medicina. Los pocos recursos con que contaba la familia hacían parecer esta como una meta casi inalcanzable. No obstante Marie desarrolló un plan que le
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permitiría ayudar a su hermana a pagar sus estudios. Trabajaría como institutriz ahorrando todo centavo que recibiera para ayudarla. La única condición que puso fue que después su hermana la ayudara a ir a estudiar a Francia. Así se hicieron. Después de varios años de ahorro, a los 24 años de edad, Marie pudo reunirse con su hermana y continuar así sus estudios de física.
En París, en un comienzo vivió con su hermana ya casada con un médico polaco y meses más tarde se fue a vivir sola en el barrio latino en un ático para ahorrar tiempo y dedicarse a estudiar. Marie, quien trabajaba mientras estudiaba, pasaba varios días sin comer absolutamente nada. No obstante estaba estudiando en la Universidad de la Sorbona y, más importante aún, estudiaba física. Durante los cuatro años de estudios su fe y su disciplina le ayudarían a sobrellevar todos los momentos difíciles. Finalmente en 1894 recibió el equivalente a dos maestrías en matemáticas y física.
Cuando conoció a Pierre, diez años mayor que ella, estaba dedicada a buscar un sitio donde hacer sus experimentos y a los pocos meses de conocerse Pierre le pidió matrimonio con estas palabras: “¿Qué sería pasar la vida uno junto al otro, hipnotizados con nuestros sueños: tu sueño patriótico, nuestro sueño humanista y nuestro sueño científico?”. Su matrimonio fue el comienzo, no solo de su vida familiar, sino de una de las colaboraciones científicas más productivas de que se tenga conocimiento. De esa unión nacieron Irene (1897) también química y física, quien recibió, como sus padres, el Premio Nobel. Y Eva (1904) escritora de la biografía de su madre, Marie.
Marie conocía el trabajo del científico Enrique Becquerel, quien observó ciertas radiaciones que emitían las sales de uranio. Intrigada por este nuevo fenómeno, decidió hacerlo el objeto de su tesis de doctorado. Al no disponer de un laboratorio para llevar a cabo su trabajo decidió montar uno en un cobertizo abandonado que pertenecía a la facultad de física. Allí, junto con Pierre, Marie, quien bautizó el fenómeno con el nombre de “radioactividad”, comenzó la investigación que culminaría con el descubrimiento de dos nuevos elementos químicos a los que denominaron: Radio y Polonio.
El descubrimiento significó cuatro años de trabajo arduo, entre gases malolientes que mantenían sus ojos permanentemente irritados.
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Durante aquella época, un día promedio consistía de 10 ó 12 horas continuas de trabajo y, pese a que en varias ocasiones Pierre llegó a perder la esperanza debido a los pobres resultados después de tan arduo trabajo, Marie se rehusó a darse por vencida.
Más tarde ella recordaría aquella época: “A pesar de tomarnos cuatro años en hacer lo que hubiésemos podido hacer en un año si hubiésemos contado con un laboratorio, fue en aquel miserable cobertizo donde pasamos los años más felices de nuestra vida, tiritando de frío en el invierno y asfixiándonos por el calor tan intenso en el verano, consagrados por entero al trabajo. Por la noche me iba a dormir, rendida de fatiga”. Marie siempre se sintió orgullosa de haber pagado el precio por el éxito, sin cuestionamientos.
En 1903 los esposos Curie recibieron el Premio Nobel de Física por el descubrimiento del Radio. Muy pronto creció la demanda por la nueva sustancia y los Curie recibieron propuestas de varías empresas para producir e industrializar su descubrimiento y explotarlo en América. No obstante, y por su inmenso espíritu científico, prefirieron publicar los resultados para que cualquiera que deseara seguir investigando lo hiciera, frente a la decisión de patentar su descubrimiento y obtener grandes beneficios económicos.
Marie recordó los años de pobreza, las fatigas del trabajo incesante, el tiempo perdido en labores improductivas como resultado de no contar con un laboratorio decente en el que pudieran trabajar. Después vinieron la fama, los honores, premios y medallas, a pesar de los cuales continuaron trabajando. El enorme poder del Radio empezó a actuar en el mundo como el agente más eficaz contra determinadas enfermedades en el campo de la radiología.
Durante los siguientes años trabajaron juntos dirigiendo las investigaciones sobre el Radio y su empleo humanitario. Cuando Pierre murió en 1906 en un trágico accidente, y a pesar de la inmensa depresión que sufrió, Marie continuó sus investigaciones y ocupó la cátedra en la Sorbona que dejara su esposo convirtiéndose en la primera mujer que enseñaba en dicha institución en sus 650 años de Historia. Desde ese entonces vivió para su trabajo, se encargó de la solvencia de su hogar, la educación de sus hijas. Poco después recibió un segundo Premio Nobel por su invención de un método más seguro y
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efectivo para la medición del Radio.
En la Primera Guerra Mundial, junto a su hija Irene, organizó equipos de rayos-‐X portátiles (Petit Curie), para ayudar a las víctimas de la guerra. Marie descubrió que una fotografía con rayos-‐X podría ayudar a los doctores a localizar un fragmento de granada en el cuerpo de un paciente y removerlo con mayor facilidad. Cuando finalizó la guerra, más de un millón de soldados heridos habían sido examinados con las unidades de rayos-‐X móviles que ella desarrolló.
Marie murió de leucemia en 1934. Su vida fue un ejemplo de entrega, dedicación y labor incansable. La única mujer en ganar dos Premios Nobel —Física y Química— quien siempre se preocupó porque sus descubrimientos y su trabajo se tradujeran en un beneficio para las demás personas.
“No podemos esperar hacer un mundo mejor sin hacer mejores a los individuos —decía ella—. Para ese fin, cada uno de nosotros debe esforzarse por lograr su nivel de desarrollo más elevado, aceptando la parte de la responsabilidad que le corresponde en la vida general de la Humanidad”.
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Capítulo 10
El éxito externo es
un reflejo del crecimiento interno
Crecimiento: (1) Acción y efecto de crecer. (2) Aumento del valor intrínseco. (3) Desarrollo, evolución hacia un mejor nivel de vida. (4) Aprender, adquirir conocimiento por medio del estudio o de la experiencia. Acción y efecto de aprender algún arte u oficio. (5) Adquisición por la práctica de una conducta duradera.
La capacidad para alcanzar mayores logros solo está limitada por la capacidad para crecer, aprender y desarrollar las habilidades. No obstante siempre hay algo más que nos hace crecer. Nelson Mandela afirmaba: “Después de escalar una montaña muy alta descubrimos que hay muchas otras montañas que aún nos quedan por escalar”.
La mayoría de la gente cree que hay una época para aprender y otra para practicar lo aprendido. Sin embargo los triunfadores saben que aprender es un proceso que nunca termina. Siempre invierten en su propio crecimiento y desarrollo personal y profesional porque han descubierto que no hay ninguna inversión que les proporcione una mayor retribución que la que realizan en sí mismos.
Quizás la siguiente idea te sirva de incentivo para que desarrolles ese gigante que se encuentra adormilado en tu interior: lo que se encuentra frente a ti —tu futuro— y lo que se encuentra detrás tuyo —tu pasado— es totalmente insignificante comparado con lo que se encuentra dentro de ti.
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El bambú japonés
El bambú japonés es una planta bastante curiosa debido a que después de sembrar su semilla, abonar la tierra y regarla todos los días, no sucede absolutamente nada durante el primer año. Durante el segundo o el tercer año tampoco parece estar sucediendo nada que indique que la semilla se está desarrollando. Es más, durante los primeros seis años pareciera como si nada estuviese ocurriendo. Sin embargo durante el séptimo año y en un periodo de seis semanas esta planta crece hasta alcanzar una altura promedio de 36 metros. ¡En seis semanas!
La pregunta es: ¿tomó esta planta solo seis semanas para crecer, o tomó siete años?
Los investigadores encontraron que durante esos primeros años de aparente inactividad es cuando la planta está desarrollando un complejo sistema de raíces que le permite soportar el crecimiento tan masivo que experimentará más adelante.
De igual manera, si tú has estado haciendo todo lo que sabes que debes hacer; si estás desarrollando hábitos de triunfo; si estás ocupado en tu crecimiento sin cuestionar el precio del éxito, pero a pesar de todo esto pareciera que nada está pasando en tu vida, recuerda que algo está sucediendo: ¡Estás creciendo! Ten siempre presente que tu éxito externo es siempre el reflejo de tu crecimiento interno.
Sir Edmund Hillary: la decisión de ser más grande que los obstáculos
Es muy común ver personas que sucumben ante su primera caída. En ocasiones los obstáculos nos dan la impresión de ser tan grandes e inquebrantables que su sola presencia logra intimidarnos y hacernos desistir de nuestras decisiones. Sin embargo, el triunfador sabe que su capacidad para crecer y desarrollarse le ayudará a superar los problemas y barreras más difíciles.
Tanto tú como yo sabemos que los triunfadores convierten estos retos en oportunidades para crecer y expandir su propio potencial. La historia de Sir Edmund Hillary es un gran ejemplo de cómo una caída puede
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hacernos más fuertes y decididos. Esta es su vida:
Sir Edmund Hillary pasó a la Historia como el primer hombre en escalar la cumbre más alta del mundo. Con 8.848 metros de altura (más de 29 mil pies), el Monte Everest es un reto viviente a la capacidad de los seres humanos de sobreponerse a las más difíciles condiciones. Aún hoy su conquista es una presea codiciada por los grandes escaladores que han llegado a ese sitio inhóspito, agreste y desolado donde la vida animal no logra existir de manera constante. La escasez de oxígeno se hace sentir aún más debido al viento, las tormentas y las temperaturas que alcanzan fácilmente los 50 grados bajo cero.
A tal altura, la concentración de oxígeno en la sangre se reduce haciéndola más espesa, lo que crea dificultades para moverse ya que se limita la capacidad para captar el oxígeno suficiente que permita la recuperación tras cualquier esfuerzo.
Quizás por esta razón el ascenso al codiciado “Summit” fue considerado en aquel entonces la mayor hazaña humana de la Historia. Dieciséis expediciones intentaron con anterioridad alcanzar la cumbre del Everest, antes que la expedición, en la cual participaba Hillary —y liderada por John Hunt— llegara a la base de la montaña en abril de 1952.
Esta no era la primera vez que Hillary ascendía al Himalaya. De hecho ya había participado en dos expediciones anteriores al Everest durante las cuales otros expedicionarios perdieron la vida.
Después de una de estas expediciones ocurrió un hecho que muestra el espíritu perseverante de este hombre que se rehusó a darse por vencido. La historia cuenta que en dicha ocasión él era el invitado de honor en una reunión en la cual se reconocería su coraje y tenacidad, pese a que aún no lograba conquistar la tan anhelada cumbre.
Hillary hizo su aparición por la puerta de aquel gran salón en el cual se encontraban cientos de asistentes que llegaron a presentarle sus respetos. Tan pronto como le vieron, comenzaron a aplaudir. Desde la parte de atrás Sir Edmund Hillary podía ver una gigantesca toma fotográfica del Everest que adornaba el escenario. Lentamente comenzó a caminar sin quitar sus ojos de aquella majestuosa e imponente montaña ignorando los aplausos que se ofrecían en su honor. Al estar a
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solo unos metros de aquella fotografía se detuvo y sin mirar a la audiencia que ahora se encontraba a sus espaldas levantó la mano y airadamente batió su puño mientras decía: “Tú has ganado esta vez, pero tú no vas a crecer ni un centímetro más, en cambio yo todavía estoy creciendo”.
Este arraigo y la experiencia acumulada después de escalar casi una docena de cumbres de más de 6.000 metros en el Himalaya le ganaron el respeto y admiración de sus colegas y fueron las razones por las cuales fue llamado a formar parte del equipo.
El plan era que escalarían por la Cascada del Khumbu, un enorme glaciar que los llevaría a un lugar conocido como el Valle del Silencio. A 8.504 metros de altura Edmund Hillary y Tenzing Norgay prepararon un campamento donde pasarían la última noche antes de la escalada final. Aquella noche la temperatura descendió a los 27 grados bajo cero, lo cual obligó a los dos hombres a dormir utilizando tanques de oxígeno para respirar.
A las seis y media de la mañana del 29 de mayo de 1953 comenzaron el ascenso final y cinco horas más tarde se convertirían en los primeros seres humanos en alcanzar la hasta entonces inalcanzable cumbre del Monte Everest. Quince minutos después emprendieron el viaje de regreso. La repercusión de la victoria fue mundial. Esta proeza fue un premio al espíritu de persistencia del ser humano, capaz de superar los obstáculos más difíciles con tal de mostrar aquello de lo cual es capaz.
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Capítulo 11
El peor enemigo del éxito
es la indecisión
Decisión: (1) Característica de la persona determinada y resuelta. (2) Se dice del que no se asusta o se detiene ante las dificultades o peligros cuando se trata de hacer algo. (3) Firmeza de carácter. (4) Pronto, ligero en el obrar.
Los triunfadores definen sus metas con claridad, se visualizan en posesión de ellas y salen en su búsqueda de inmediato con el firme propósito de lograrlas sin detenerse hasta alcanzar aquello que saben que les pertenece. Ante tal certeza, el único resultado posible es el éxito. Ellos triunfan, no como resultado de la suerte, la coincidencia o la partida que les haya jugado la vida. Sus logros llegan como consecuencia de su resolución.
No hay peor enemigo que la indecisión. Ésta engendra dudas, temores y desidia. La persona de éxito es decidida y actúa resueltamente una vez que ha definido cuáles son las metas que busca. Henry David Thoreau solía decir: “Si avanzas con confianza en dirección de tus sueños y te esfuerzas por vivir la vida que siempre has imaginado, te encontrarás con un éxito súbito en el momento menos esperado”.
¿Qué hacer? Sé uno de esos seres que, una vez decide lo que quiere, sale tras su meta con determinación y confianza. Haz de este un hábito. Ten presente que cada día que pasa sin que actúes tus decisiones pierden peso y están más cerca de convertirse en frustraciones.
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El resultado de la indecisión
En su libro Piense y hágase rico Napoleón Hill comparte los resultados de un estudio efectuado con más de 25.000 hombres y mujeres que experimentaron algún fracaso, el cual puso de manifiesto que la falta de decisión es casi siempre el principal motivo que encabeza la lista de las causas más comunes del fracaso.
Al analizar la vida de cientos de individuos que han logrado acumular grandes fortunas se ha descubierto que, en su mayoría, todos tienen el hábito de tomar decisiones con rapidez y cambiarlas con lentitud, si es necesario.
La persona común y corriente actúa de manera opuesta, ella toma decisiones lentamente, si acaso llega a tomarlas, y las cambia con rapidez y frecuencia.
La clave está en empezar. La gente exitosa es decidida y trata de hacer todo mucho mejor que los demás. De acuerdo con la ley de las probabilidades, si tratas diferentes maneras de ser exitoso, aumentas las probabilidades de encontrar el camino correcto y apropiado para ti.
Las personas que no son exitosas son indecisas, saben lo que tienen que hacer pero carecen del carácter y la fuerza de voluntad para tomar decisiones firmes. Como resultado de ello van a la deriva a lo largo de su vida, nunca están felices ni se ven realizadas y terminan por resignarse con mucho menos de lo que hubieran logrado.
Ray Kroc: un ejemplo de decisión y persistencia
Es común pensar que el éxito es el resultado de estar en el sitio preciso en el momento oportuno, lo cual no es del todo cierto, ya que lo verdaderamente importante es saber qué hacer una vez que estés allí.
Es indudable que el comienzo de lo que hoy es la franquicia de restaurantes más grande y exitosa del mundo fue el resultado de la decisión de un hombre, Ray Kroc. Estar en el sitio preciso le permitió ver una oportunidad sin precedentes. Sin embargo, si él no hubiese tomado una decisión, esta oportunidad habría pasado de largo sin
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ninguna consecuencia. Fue su capacidad para tomar una decisión firme, aferrarse a ella y actuar de manera inmediata lo que le permitió a Ray Kroc fundar la cadena de restaurantes McDonald’s, que hoy atiende a más de cincuenta millones de clientes cada día.
Ray tenía la absoluta convicción de que cada uno es responsable por su propio éxito. “Siempre he tenido la plena certeza de que cada uno construye su felicidad y es responsable de crear el futuro que desea”, solía decir. “Si vamos por la vida pensando en pequeño ¡siempre seremos pequeños! Para ser grandes, hay que pensar en grande”.
Esta idea fue una constante a lo largo de toda su vida. Desde su adolescencia, cada trabajo que empezó lo hizo armado de una gran iniciativa y entusiasmo, una profunda visión y una total decisión de ser el mejor. Cuando hemos aceptado 100% de la responsabilidad por nuestro éxito es mucho más fácil tomar decisiones, así éstas parezcan difíciles en su momento.
Por ejemplo, después de trabajar en la compañía Lily Tulip Cup durante 15 años y convertirse en el máximo vendedor de la empresa, Ray recibió la noticia de que su salario, al igual que el del resto de los empleados, sería reducido en un 10%. La compañía tomó esta medida debido a la difícil situación económica del país. Aún así Ray no lograba entender que su jefe tratara de manera tan arbitraria al mejor vendedor de la empresa.
“Yo formo parte de los que crean. Yo produzco dinero y no voy a permitir que me ponga en la misma categoría que los demás”. Esta fue su respuesta, tras la cual presentó su renuncia. Días más tarde esta manera decidida de actuar que siempre lo caracterizó lograría sus primeros frutos. Su jefe lo llamó de nuevo ofreciéndole un arreglo más favorable.
Esta misma actitud decidida fue la que lo llevó a aceptar en 1936 una propuesta de Earl Prince, un ingeniero que acababa de crear una batidora de leche de seis puestos para preparar malteadas. Ray hipotecó su casa e invirtió sus ahorros de toda la vida para lograr ser el agente exclusivo para todo el país de este novedoso producto. Durante los siguientes 17 años recorrería todos los Estados Unidos cargando con una muestra de la batidora que pesaba más de cincuenta libras y
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vendiendo su producto con gran éxito gracias a su iniciativa, persistencia y ética de trabajo.
Entre sus clientes se encontraban los hermanos McDonald’s, quienes eran dueños de un pequeño restaurante en la ciudad de San Bernardino, California. Después de su primera visita al restaurante su instinto le hizo olfatear un buen negocio. Ray decidió estacionar su automóvil frente al restaurante para observar la actividad que tenía. Más tarde, en su habitación del hotel, reflexionó sobre lo que viera y escribió: “Yo veía ya en mi mente cientos de restaurantes McDonald’s instalados en todos los rincones del país”.
A la mañana siguiente ya había concebido su plan de acción. Iría a ver a los hermanos McDonald y les propondría abrir una cadena de restaurantes similares al suyo a través del país. A pesar de la falta de entusiasmo inicial que ellos mostraron, la actitud decidida de Ray terminó por convencerlos.
Ray Kroc logró un contrato que le daba los derechos para la explotación de los restaurantes McDonald’s a través de todo Estados Unidos. Recibiría $950 dólares por cada franquicia y un 1.4% de las ventas.
En aquel momento, Ray Kroc tenía 52 años de edad y su estado de salud era cuestionable. Era diabético, sufría de artritis y le habían extraído la vesícula y parte de la glándula tiroides. Pero aún así él estaba convencido de que el mejor tiempo de su vida estaba aún por venir. Por su parte, la mayoría de sus amigos no solo creía que esta aventura era un gran riesgo, sino que era una locura, particularmente a su edad y con las dolencias que le aquejaban. “Aquello que en verdad vale la pena siempre trae consigo cierto riesgo. Esa es la razón por la cual su logro nos trae orgullo y felicidad”, solía responder él.
Fue así como en 1955 abrió el primer restaurante McDonald’s en la ciudad de Chicago. Durante su primer día las ventas fueron de $366 dólares. En su segundo año de operaciones las ventas ya ascendían a más de $200.000 dólares. El siguiente año ya tenía 11 nuevos restaurantes.
Seis años más tarde su visión e iniciativa le llevaron a tomar otra gran decisión. Ray le ofreció a los hermanos McDonald comprarle la totalidad de la empresa por la cifra de $2.7 millones de dólares. Una vez más su
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actitud decidida rendiría grandes frutos. Hoy, más de 30.000 restaurantes McDonald’s operan en más de 119 países alrededor del mundo.
Ray Kroc trabajó con el mismo entusiasmo hasta el fin de su vida en 1984. Logró amasar una fortuna superior a los $1.500 millones de dólares y contribuyó a un sinnúmero de causas de beneficencia. Su éxito es un tributo a la iniciativa de alguien que siempre aceptó el 100% de la responsabilidad por lo que se propuso sacar adelante.
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Capítulo 12
La fe vence los temores y las dudas
Fe: (1) Del latín “fides”, derivado de “fídere”; fiar, fiel. (2) “Confianza”, creencia en la bondad, mérito, valor, verdad o eficacia de algo o de alguien. (3) Dícese de aquel que cree sin necesidad de haber visto. (4) Confiar un nuestra habilidad para realizar algo.
Tanto el éxito como el fracaso son el resultado de una profecía hecha realidad. Los logros que alcanzamos están determinados por nuestras propias expectativas. Todo aquello que esperamos que suceda, tiende a suceder. Lo más curioso acerca del juego de la vida es que quien decide perseguir lo mejor de lo mejor y tiene fe en que lo logrará, generalmente lo consigue. Quien opta por contentarse con segundos lugares, es probable que también alcance su objetivo.
La persona exitosa sabe que una de las consecuencias más importantes de contar con una fe profunda es que la fe derrota los temores, las dudas y la inseguridad. Charles Udall escribió: “Aquel que pierde dinero, pierde mucho. Aquel que pierde un amigo, pierde más. Pero aquel que pierde la fe, pierde todo. Vamos por la vida enfrentando una serie de oportunidades disfrazadas como retos”.
La próxima vez que enfrentes un reto, recuerda que la fe convierte cualquier desafío en una oportunidad para crecer y triunfar.
La sequía
En una pequeña población, un pastor anunció a todos los miembros de su congregación que la semana siguiente habría un servicio especial con el fin de orar para que terminara la severa sequía que desde hacía
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mucho tiempo azotaba aquella región. Todos recibieron con alegría la noticia ya que la sequía afectaba cada una de sus granjas y negocios. Así que a la semana siguiente llegaron muy puntuales al servicio.
Cuando la oración estaba a punto de comenzar, desde el púlpito, el pastor paseó la mirada por la concurrencia, se detuvo un momento y luego dijo a manera de reflexión:
—Durante veinte años les he estado hablando acerca de la fe, pero ¿han puesto atención a mis palabras? ¡No! Veo que ninguno aquí en verdad cree que lloverá.
Extrañados, los feligreses se preguntaban por qué su líder espiritual se mostraba tan defraudado. Después de todo, ellos llegaron puntualmente a la hora que indicada.
—Permítanme hacerles una pregunta —prosiguió el pastor—. Todos estamos aquí reunidos con el único propósito de orar para que llueva, ¿no es cierto?
—¡Sí! —respondieron todos al unísono.
—Y todos tenemos fe en que lloverá como resultado de nuestra oración, ¿correcto?
—¡Claro que sí! —respondieron todos de nuevo.
—Si es así, ¿cómo es que ninguno de ustedes ha traído un paraguas?
Laura Margarita Gallart Ramos: una fe a gran altura
Una tarde mientras los pasajeros del vuelo comercial Los Ángeles (California) Puerto Vallarta (México) iniciaban la ruta programada se sobrecogieron al escuchar por el altavoz las noticias de su Capitana, Laura Margarita Gallart Ramos. La voz era pausada y tranquila mientras se disculpaba por el aterrizaje de emergencia que debían realizar a solo hora y cuarenta minutos del inicio del itinerario inicial. Aterrizarían en la ciudad intermedia de Hermosillo (Sonora).
Los tripulantes del vuelo calmaron con su habitual profesionalismo a los
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pasajeros más nerviosos, recogieron rápidamente las bebidas e hicieron acomodar el espaldar de las sillas y guardar las mesitas. Entre los pasajeros no faltó quien llamara a un lado del pasillo a la sobrecargo para preguntarle en voz baja si era algún atentado o si se aproximaba una tormenta. Otros, solo abrían los ojos y se quedaban callados para escuchar algún otro comentario. La tensión crecía.
En la cabina de mando del Boeing 727, la Capitana tomó esa decisión porque entre sus pasajeros se hallaba una mujer en condiciones de salud bastante graves que la colocaban al borde de la muerte. Laura Margarita Gallart Ramos, Piloto Aviador egresada del Colegio de Pilotos de Aviación de México, tenía ese día a su mando la conducción de la aeronave y la responsabilidad en sus manos de algo más de ciento veinte vidas. Cada segundo que pasara desde el instante que la sobrecargo le informó del incidente era vital. Su experiencia de una década en vuelos comerciales, su sagacidad y confianza en sí misma, garantizaron la solución más acertada y supo conducir a su pasajera en estado delicado y a los demás, a feliz término.
Este es solo uno de los tantos momentos en que la Piloto Aviador Laura Margarita ha actuado con determinación, sin olvidarse un solo instante de quién es y de que puede realizar lo que se proponga. Poner en juego la vida de seres humanos en la toma de cualquier decisión requiere de autocontrol y confianza, las cuales se hacen evidentes en los momentos más difíciles. Esas son las características del profesional de vuelo. Cada instante determina el profesionalismo y la fortaleza de personas que como Laura Margarita escogieron la aviación. Ella misma se refiere a su profesión: “como la más hermosa del mundo” y dice además: “Gozo cuando piloteo, pero cuando hay mal tiempo o mucho tráfico aéreo hay que estar al 100% y cuando hay mal tiempo y aterrizas, sientes mucha satisfacción de ver bajar a la gente entera”.
Seguir una carrera donde la mayoría de sus profesionales en el mundo son hombres, no ha sido fácil. Tampoco fue fácil enfrentarse a su familia cuando después de entrar a estudiar Derecho, por decisión paterna, un día les comunicó que se había matriculado en la Escuela de Aviación. Su madre no podía creerlo, literalmente puso “un grito en el cielo” y recordó la primera vez cuando viajaban en avión a Cancún y su pequeña, con apenas siete años, al ver el interior de la cabina quedó tan impactada y emocionada que solo pensaba en ser aviadora. Comenzó a
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decírselo a todo el que veía; pero, la mayoría se burlaba de ella y su decisión era considerada un comentario sin sentido.
Laura Gallart Ramos nació en México en 1968 y para finales de la década de los ochenta, cuando tomó la decisión de realizar por fin sus sueños, era difícil encontrar mujeres piloteando aviones comerciales. Pero, más que eso era que las reconocieran públicamente, pues se sabe por la Historia de la aviación de México que la primer piloto aviador con licencia comercial fue Irma Walker Limón en 1942 y que Berta Zerón sería la primera en pilotear un jet. Además, en 1992, cuando Laura ya tenía su grado de Capitán, otras jóvenes como ella, la comandante Sandra Villafán y la primera Oficial Marta Vera, tripulaban en la misma cabina, un Fairchild SA 227 BC Metro III; en otras palabras, un avión que cubre rutas nacionales con 19 sillas para pasajeros.
Los sueños solo son realizables cuando se insiste en ellos y aunque los augurios y pronósticos apunten en contra, solo el empeño y la perseverancia se harán cargo de llevar nuestra vida a hacerlos realidad. Hoy Laura Margarita lleva más de diez años en la Aviación donde se ha desempañado con las más altas jerarquías del comando de la aeronáutica. Además trabaja promoviendo el avance de la aviación en México porque la considera como una de las actividades más importantes del desarrollo del país, una actividad estratégica que como cultura debe ser reconocida entre la población.
Laura también hace parte del grupo directivo del Colegio de Pilotos Aviadores, A.C. desde hace ocho años, donde ocupa el cargo de Primera Secretaría Suplente. Entre sus actividades está destacar el nombre de las mujeres que han hecho Historia en la aviación del mundo y de su país, celebrando sus proezas en el periódico de la institución llamado “Cabina de mando”.
Y aunque se siente orgullosa de ser piloto, dice: “Lo que más me produce orgullo es haber llegado a donde estoy por mí misma abriéndome poco a poco camino. Fue con mucha tenacidad, es un medio muy pequeño y muy cerrado”. Hoy es una de las pioneras de la aviación de México, pero además de ello su vida la complementa tomando clases e interpretando su saxofón, dedica tiempo a disfrutar sus días libres leyendo, estudiando y viendo cine. Cree firmemente que las metas solo se hacen realidad por la confianza en sí mismo y el valor que demostremos. Su mensaje es que
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“hay que hacer lo que más nos gusta y tener firmeza para alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto”.
Ese tesón para enfrentar cualquier reto con carácter no es difícil de conseguir, solo necesitas decisión y fe para convertir cualquier contratiempo en el momento adecuado y saber que cada instante cuenta, no hay que perder ni un segundo porque solo la fe vence temores y aleja las dudas.
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Epílogo
¿Cuál es el siguiente paso? No sé cuáles sean las metas que te has propuesto alcanzar ni cuáles tus circunstancias presentes. Lo que sí sé es que si desarrollas las quince cualidades que analizamos en estas páginas, tú también podrás lograr todas tus metas.
Basta con mirar las circunstancias y obstáculos que debieron enfrentar los hombres y mujeres que reseñamos en esta obra para ver que no hay ninguna excusa aceptable que te impida alcanzar tus sueños.
Marie Curie, Jaime Escalante y la Madre Teresa dejaron su país y triunfaron en tierras extranjeras. José Hernández y Anna Escobedo Cabral son hijos de personas humildes que emigraron en busca de una mejor oportunidad de vida.
Ray Kroc se puso al frente de McDonald’s a los 57 años de edad sin importarle su artritis y su diabetes. Sir Edmund Hillary consiguieron algo nunca antes logrado por ningún ser humano. Susan Boyle llegó a conquistar la fama en contra de todo pronóstico a sus cuarenta años.
Laura Gallart Ramos decidió a pesar de su familia y su cultura, ser piloto aviador y hoy es pionera en su país. Carlos Slim Helú además de ser el “uno de los hombres más ricos del mundo”, nunca ha dejado la responsabilidad de trabajar arduamente, al igual que lo hizo Steve Jobs. Simón Bolívar le dio la independencia a cinco naciones.
¿Qué tuvieron de especial estas personas? Que tomaron la decisión de nunca darse por vencidas. Eso fue todo. Ellas no eran los más inteligentes, ni las más rápidas, ni las más talentosas. Su mayor mérito fue el ser persistentes y constantes en el logro de sus sueños. Por esta razón su éxito es fuente de inspiración para todos nosotros. Espero que su ejemplo te ayude a diseñar tu propia historia de éxito.