nuestro último gran crítico

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NUESTRO ÚLTIMO GRAN CRÍTICO | 29 “Alto, de ojos cargados de malicia y lengua inteligente”, así describe Elena Garro a su amigo, lector y promotor literario Emmanuel Carballo en la entrevista que él in- cluye en su gran libro Protagonistas de la literatura mexi- cana. Acaso a Elena le faltó mencionar la sonrisa divertida y socarrona, reflejo de la mente inquieta, escudriñado- ra y compleja de Carballo. Si la identidad de nación se forjó durante el siglo XIX, el siglo XX le dio presencia gra- cias al arte y a la literatura, principalmente a partir de la Revolución. En su libro Carballo clasificó lo ocurrido durante el siglo pasado en el campo literario en cinco etapas: “Ateneo de la Juventud” (José Vasconcelos, Ge- naro Fernández MacGregor, Martín Luis Guzmán, Al- fonso Reyes y Julio Torri), “El colonialismo” (Artemio de Valle Arizpe y Julio Jiménez Rueda), “Contemporá- neos” (Octavio G. Barreda, Carlos Pellicer, José Goros- tiza, Jaime Torres Bodet y Salvador Novo), “Narradores de la Revolución y posrevolucionarios” (Rafael F. Mu- ñoz, Agustín Yáñez, Mauricio Magdaleno, Nellie Cam- pobello y Ramón Rubín) y “Los nuevos maestros” (Juan Rulfo, Juan José Arreola, Elena Garro, Rosario Caste- llanos y Carlos Fuentes). Protagonistas está armado de manera heterodoxa mediante entrevistas, ensayos in- tercalados, reflexiones, recuerdos, cartas, citas, glosas de 22 grandes escritores mexicanos, mayoritariamente na- rradores, salvo la sección dedicada a “Contemporáneos” en la que el crítico se ocupa de esta interesante genera- ción de poetas. ¿Hay faltantes? Inevitablemente, pero todo lo que esa rica y variada selección de autores pro- vocó a lo largo del siglo con sus múltiples variantes y en diversos géneros fue analizado y estudiado a conciencia gracias a la lectura atenta y disciplinada así como al ta- lento de Emmanuel Carballo. Entre los críticos del siglo XX Carballo poseía una cualidad rara en nuestro medio: ser un acucioso lector, con amplio criterio y refinado gusto fincado en sus lecturas tanto literarias como his- tóricas; ser un crítico certero, incisivo, franco, sagaz, cla- ridoso, valiente y en ocasiones malicioso que sabía ex- poner su opinión sin inclinarse a favor de ninguna mafia o grupúsculo, sin ensañarse gratuitamente con sus ad- versarios o enemigos ni hacer concesiones a famas, pres- tigios, amigos o colegas. Y así nos lo hace ver Carlos Fuentes cuando le pide el siguiente favor: Querido Emmanuel: Supongo que una amistad tan an- tigua y bien cimentada como la nuestra puede tomarse una que otra libertad y, de vez en cuando, hasta sus liber- tinajes. No sé a cuál de las dos pertenezca el favor que quiero pedirte. He terminado mi novela [Zona sagrada] y, antes de entregársela a Joaquín [Díez-Canedo], quiero pedirte que la leas y me hagas la crítica que yo, carente de perspectiva y embarcado en otra obra, no tengo por el momento. Varios motivos aparte de la amistad, me im- pulsan a hacerlo. El primero es que (esta vez sí tengo pers- pectiva) creo que eres el crítico literario mexicano más sólido y honesto; calidad intrínseca, pero que se destaca en el mar de advenedizos y pedantes que sufrimos. Y esas palabras no solo le hacían plena justicia a Emmanuel en 1966 sino que formaron parte de la per- Emmanuel Carballo Nuestro último gran crítico Hernán Lara Zavala

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Hernán Lara Zavala

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  • NUESTROLTIMO GRANCRTICO | 29

    Alto, de ojos cargados de malicia y lengua inteligente,as describe Elena Garro a su amigo, lector y promotorliterario Emmanuel Carballo en la entrevista que l in -cluye en su gran libro Protagonistas de la literatura me xi -cana. Acaso a Elena le falt mencionar la sonrisa divertiday socarrona, reflejo de la mente inquieta, escudriado-ra y compleja de Carballo. Si la identidad de nacin seforj durante el siglo XIX, el siglo XX le dio presencia gra -cias al arte y a la literatura, principalmente a partir de laRevolucin. En su libro Carballo clasific lo ocurridodurante el siglo pasado en el campo literario en cincoetapas: Ateneo de la Juventud (Jos Vasconcelos, Ge -naro Fernndez MacGregor, Martn Luis Guzmn, Al -fonso Reyes y Julio Torri), El colonialismo (Artemiode Valle Arizpe y Julio Jimnez Rueda), Contempor-neos (Octavio G. Barreda, Carlos Pellicer, Jos Goros-tiza, Jaime Torres Bodet y Salvador Novo), Narradoresde la Revolucin y posrevolucionarios (Rafael F. Mu -oz, Agustn Yez, Mauricio Magdaleno, Nellie Cam -pobello y Ramn Rubn) y Los nuevos maestros (JuanRulfo, Juan Jos Arreola, Elena Garro, Rosario Caste-llanos y Carlos Fuentes). Protagonistas est armado demanera heterodoxa mediante entrevistas, ensayos in -tercalados, reflexiones, recuerdos, cartas, citas, glosas de22 grandes escritores mexicanos, mayoritariamente na -rra dores, salvo la seccin dedicada a Contemporneosen la que el crtico se ocupa de esta interesante genera-cin de poetas. Hay faltantes? Inevitablemente, perotodo lo que esa rica y variada seleccin de autores pro-voc a lo largo del siglo con sus mltiples variantes y en

    diversos gneros fue analizado y estudiado a concienciagracias a la lectura atenta y disciplinada as como al ta -lento de Emmanuel Carballo. Entre los crticos del sigloXX Carballo posea una cualidad rara en nuestro medio:ser un acucioso lector, con amplio criterio y refinadogusto fincado en sus lecturas tanto literarias como his-tricas; ser un crtico certero, incisivo, franco, sagaz, cla -ridoso, valiente y en ocasiones malicioso que saba ex -poner su opinin sin inclinarse a favor de ninguna mafiao grupsculo, sin ensaarse gratuitamente con sus ad -versarios o enemigos ni hacer concesiones a famas, pres -tigios, amigos o colegas. Y as nos lo hace ver CarlosFuentes cuando le pide el siguiente favor:

    Querido Emmanuel: Supongo que una amistad tan an -

    tigua y bien cimentada como la nuestra puede tomarse

    una que otra libertad y, de vez en cuando, hasta sus liber-

    tinajes. No s a cul de las dos pertenezca el favor que

    quiero pedirte. He terminado mi novela [Zona sagrada]

    y, antes de entregrsela a Joaqun [Dez-Canedo], quiero

    pedirte que la leas y me hagas la crtica que yo, carente de

    perspectiva y embarcado en otra obra, no tengo por el

    momento. Varios motivos aparte de la amistad, me im -

    pulsan a hacerlo. El primero es que (esta vez s tengo pers -

    pectiva) creo que eres el crtico literario mexicano ms

    slido y honesto; calidad intrnseca, pero que se destaca

    en el mar de advenedizos y pedantes que sufrimos.

    Y esas palabras no solo le hacan plena justicia aEmmanuel en 1966 sino que formaron parte de la per-

    Emmanuel Carballo

    Nuestroltimogran crtico

    Hernn Lara Zavala

  • sonalidad que lo caracteriz desde sus inicios como cr-tico y que logr conservar hasta el fin de sus das. Hayque recordar que, cuando jvenes, Carlos Fuentes yEmmanuel Carballo fueron, simultneamente, los dosprimeros directores de la Revista Mexicana de Literatu-ra (1955-1958) entonces auspiciada por Octavio Pazque los eligi acaso porque sus caracteres y sus oficiosse complementaban. Esa revista de algn modo prefi-gur lo que vendra despus con los suplementos cul-turales de la segunda parte del siglo XX como Mxicoen la Cultura, La Cultura en Mxico, El Gallo Ilus-trado, Diorama de la Cultura, la Revista de la Uni-versidad de Mxico, Plural, la Revista de Bellas Artes, etc -tera. El propio Gabriel Garca Mrquez, segn relataWinston Manrique Sabogal, mientras escriba Cien aosde soledad, mucho antes de alcanzar prestigio interna-cional, le peda a Carballo que leyera los entonces cap-tulos iniciales de su gran novela para guiarlo y ubicarlo.En uno de sus viajes a La Habana, Emmanuel tambintuvo la oportunidad de leer El mundo alucinante de Rei -naldo Arenas y lo trajo subrepticiamente a Mxico parapublicarlo en la editorial Digenes que a la sazn diriga.

    Cuando Jimnez Siles de Empresas Editoriales lanzen 1966 su famosa coleccin Nuevos Escritores Mexi-canos del Siglo XX Presentados Por S Mismos, que lagente rebautiz como autobiografas precoces, deter-min que los trece libros de los escritores seleccionadospara integrar la coleccin fueran todos prologados porEmmanuel Carballo. Transcribo algunos fragmentosde dos de sus introducciones para que apreciemos lape netracin de sus comentarios y lo acertado de sus ob -servaciones sobre las incipientes carreras de los escritorespresentados; el primero de ellos es Juan Garca Ponce,de quien Carballo comenta:

    Al abandonar el teatro, Garca Ponce, uno de los escrito-

    res ms firmes y trabajadores de la joven literatura, ade-

    ms de dedicarse a la prosa en un camino que va del

    cuento y la novela corta a la novela empieza a publicar

    ensayos literarios y de artes plsticas y frecuentes reseas

    bibliogrficas. Durante esos aos el contacto directo y casi

    continuo con Octavio Paz, Diego de Mesa, Juan Soria-

    no, Jaime Garca Terrs, Ramn Xirau y Toms Segovia,

    le permiti adquirir una cultura ms amplia, una mane-

    ra de expresarse ms acorde con su nueva circunstancia y,

    por supuesto, una nueva terminologa (la mirada, la re -

    velacin, el misterio, la ambigedad). A partir de ese

    momento, correctamente asimilado y ensanchado por

    sus propias aportaciones, Juan Garca Ponce se convierte

    en el director espiritual de su promocin, la que com-

    prende escritores nacidos en los treinta

    Queda claro que no se equivoc en su apreciacinde la obra que Juan estaba an por escribir. Y mejor an

    resulta la anatoma que hace de la personalidad de Car-los Monsivis que, a la sazn, no haba publicado unsolo libro:

    Hasta aqu, Monsivis es un joven de 28 aos, atento a lo

    que pasa en Mxico y en los dems pases, ubicuo ya que

    est en todas partes y en ninguna lector que lo mismo

    transita por los dominios de la economa, la so ciologa y

    la poltica que por los caminos sinuosos de la literatura,

    las revistas (buenas y malas, en ingls y en es paol), los

    comics y las hojas subversivas de difusin mi noritaria,

    adicto al cine

    Pero ms interesante an resulta la descripcin delpeculiar estilo de Monsivis que le ganara tanta fama ytantos adeptos:

    Quiz los mecanismos de que se vale Monsivis para con -

    seguir sus propsitos sean los siguientes: la exageracin,

    la comparacin, la parodia y el entredicho. Al exagerar las

    virtudes, por ejemplo, prepara el estado de alerta en el lec -

    tor o la persona que lo escucha, quien, de inmediato, pone

    en tela de juicio las apacibles virtudes que le ensearon en

    la escuela o que por tradicin familiar transmitieron sus

    abuelos a sus padres. La comparacin surte tambin efec -

    tos fulminantes. El parangn entre lo que se dice y lo que

    realmente es aunque no se diga pone en guardia al pbli-

    co ms desaprensivo y lo obliga a que abandone el pen-

    samiento mgico y se atenga, por dolorosa que sea, a la

    verdad que desde hace tiempo le han ocultado. En letras

    casi siempre malignas que usurpan el sentido de viejas can -

    ciones, en pastiches que introducen la burla en asuntos que

    generalmente se consideran serios, Monsivis desliza la

    parodia y valindose de ese mtodo, de convicta inten-

    cin satrica, introduce el desorden, el relajo y sus impre-

    decibles consecuencias subversivas. Al juzgar indigna de

    crdito o aceptacin tal o cual teora, tal o cual hecho,

    aplica un procedimiento que pone entre parntesis, en

    cuarentena, ideas o acontecimientos que ms que ampa-

    rarse en las condiciones objetivas se resguardan en creen-

    cias punto menos que inservibles.

    Carballo prolog adems las autobiografas de Sal -vador Elizondo, Vicente Leero, Sergio Pitol, JuanVi cente Melo, Jos Agustn y Gustavo Sainz, entre otrosy con ello dio el banderazo a la generacin que segui-ra a aquellos que l defini como los nuevos maes-tros (Arreola, Rulfo, Rosario Castellanos, Elena Ga rroy Carlos Fuentes) cuyos prlogos resultaron certeros yluminosos.

    Pero como crtico tambin tuvo los arrestos para arre -meter contra Fernando del Paso cuando public JosTrigo e intent dar lecciones de crtica: Que a Fernan-do del Paso le parezca la crtica mexicana de poca cali-

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  • dad es una actitud que no me asombra ya que en lneasgenerales coincido con l: nuestra crtica, adems de nosustentarse en bases tericas y de ser impresionista, estviciada por defectos como estos: el cuatachismo, la bu -rocracia, la nebulosidad y muchas veces la mala fepero no le tembl la mano para refutarlo:

    Para m no tiene nada de extrao la tibieza o frialdad con

    la que la crtica recibi su novela [Jos Trigo]. En literatu-

    ra no cuentan buenas intenciones sino los resultados. En

    otras palabras, los medios por excelentes que sean no jus-

    tifican el fin. Si Fernando del Paso es un hroe del traba-

    jo voluntario, si dedic siete aos a escribir su libro, si sus

    propsitos adems de ambiciosos son legtimos, estas son

    circunstancias que no deciden por s mismas la excelen-

    cia de la obra. De grandes obras fallidas (y la suya es una

    de las ms espectaculares que en ese sentido se han escri-

    to entre nosotros) est rebosante el limbo de cualquier

    literatura que se respete (Diario pblico, 1966-1968).

    Pero echemos marcha atrs para revisar, por ejem-plo, la entrevista que Carballo le hiciera a Carlos Pelli-cer en donde mediante sus incisivas preguntas logra nosolo que el poeta confiese sus posturas y opiniones so breotros poetas sino que l mismo, en su calidad de cr tico,arriesga sus propios juicios para obtener informacin.Pellicer se deca admirador de Daz Mirn (Admirola ferocidad de su exigencia al dar forma a un poema),a Lugones y a Daro (son los tres poetas que mayor do -minio han tendido sobre el idioma), as como a LpezVelarde, sobre el cual Carballo pregunta:

    Qu diferencia exista entre la poesa de Lpez Velar-

    de y la que usted comenzaba a escribir en ese tiempo?

    Yo estaba todava bajo la influencia del modernis-

    mo. La sangre devota y sobre todo Zozobra se encontraban

    ya muy lejos de ese movimiento. El primer libro de Ra -

    mn era una cosa tan sencilla, tan limpia.

    En cuanto a la pertenencia de Pellicer al grupo Con -temporneos, Carballo inquiere:

    Se puede decir, don Carlos, que usted forma parte de

    los Contemporneos o que es una isla aparte?

    No tengo nada que ver con ellos.

    Usted colabor poco en su revista.

    Una vez solamente. Una sola vez.

    Existi una amistad grande entre ellos y usted?

    Todos son difciles

    Qu hay del pretendido extranjerismo de los Con -

    temporneos?

    No eran extranjerizantes, les deslumbraba simple-

    mente lo que pasaba en el extranjero. Yo, instintivamen-

    te, me qued con la geografa y la historia de Mxico y

    Amrica.

    Y en cuanto a la relacin entre Pellicer y Paz, Carba-llo saca a la luz lo siguiente:

    Si se hiciera una antologa no de poemas sino de im-

    genes y metforas, usted, don Carlos, sera, en Mxico, el

    poeta ms ampliamente representado.

    NUESTROLTIMO GRANCRTICO | 31

    Emmanuel Carballo con Jos G. Moreno de Alba

    R

    ogelio Cullar

  • Octavio Paz, a quien admiro mucho, ha escrito

    por ah que yo nunca he podido concluir, redondear un

    poema

    Y tiene razn Octavio Paz?

    Afirma que soy un poeta de fragmentos; acto se -

    guido me elogia, pero la afirmacin ah queda: que soy un

    poeta de fragmentos.

    A usted le disgusta o satisface esta afirmacin?

    Octavio tiene casi razn

    Despus de los Contemporneos, qu poeta cree

    usted que pueda compararse con los que ya ha citado?

    Oiga usted, pues ya lo hemos mencionado, Octa-

    vio Paz.

    A usted le gusta ms el Paz de hoy que el Paz de

    Libertad bajo palabra, el Paz de los aos cuarenta y cin-

    cuenta?

    Me gusta ms el poeta anterior.

    A m tambin. Qu le habr sucedido a Paz?

    Qu, quin lo indujo a cambiar? No lo s pero el

    cambio es evidente. El Octavio de hoy no se parece al Oc -

    tavio de ayer, el que preferimos usted y yo. Se me ocurre

    algo a este respecto: hace muchos aos que crece en Oc -

    tavio la admiracin por Mallarm.

    Deslumbrantes y reveladoras resultan algunas de lasentrevistas que figuran en Protagonistas de la literaturamexicana. Quiero referirme solo a tres que me pa recenlo ms logrado del libro. Para presentar a Arreola, Car-ballo lo define de la siguiente manera:

    A Juan Jos Arreola lo conoc primero como escritor y

    despus como persona de carne y hueso. El cuentista,

    que haba publicado dos libros: Varia invencin (1949) y

    Confabulario (1952), me produjo un efecto esttico des-

    lumbrante. Admir la manera como estructuraba los cuen -

    tos, creaba a los personajes e infunda vida a las ancdo-

    tas mediante un estilo que se acercaba peligrosamente a

    la perfeccin [] la tnica y la atmsfera de Corrido y

    Pueblerina, imponderables modelos de cmo puede re -

    dactarse la literatura de raigambre nacional. Elementos

    tales como la fantasa, lgica siempre aun en sus detalles

    ms increbles, la jugosa irona, arma de dos filos que va

    desde el sarcasmo hasta la piedad, sern, a partir de Varia

    invencin, constantes de su obra.

    Su trayectoria literaria se podra resumir de la siguien -

    te manera: la ingenuidad que deviene sapiencia; la alu-

    sin que se convierte en elusin; el plano vertical que se

    trueca plano oblicuo. El punto de partida sera Hizo el

    bien mientras vivi. El punto de arribo, esa cruel y dia-

    blica Mujer amaestrada.

    El propio Carballo aclara que esta entrevista en par-ticular configura a Juan Jos Arreola de pies a cabezay pinta de cuerpo entero la genialidad de Arreola tantodesde el punto de vista de su expresin oral como de susoriginales ideas. Por lo mismo, me permitir la licenciade hacer un breve collage de algunas de las ideas captura -das en Protagonistas He aqu la propia voz de Arreola:

    La literatura fue para m adquisicin infantil [] El ci -

    miento de mi formacin literaria es El Cristo de Temaca

    del padre Placencia, gran poeta casi desconocido. Aprend

    el poema como un loro, oyndoselo a los muchachos de

    quinto ao, quienes a su vez, se empeaban en memori-

    zarlo [] escuch aquellas palabras armoniosas, aquel

    lenguaje distinto al que oa en las calles [] yo no apren-

    d a leer: las letras me entraron por los odos. Vea y oa

    deletrear a mis hermanos y deletreaba inconscientemente

    con ellos [] sent voraz amor por las palabras, me en -

    cantaban los nombres extraos que oa en casa [] La li -

    teratura, como las primeras letras, me entr por los odos.

    Si alguna virtud literaria poseo es la de ver en el idioma

    una materia, una materia plstica ante todo [] El arte

    literario se reduce a la ordenacin de las palabras. Las

    32 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MXICO

  • pa labras bien acomodadas crean nuevas obligaciones y

    pro ducen una significacin mayor de la que tienen aisla-

    damente si pudiramos tomarlas como cantidades de sig -

    nificacin y sumarlas [] Las palabras son inertes de

    por s, y de pronto la pasin las anima, las levanta: es

    decir, las incluye en el arrebato del espritu [] ligadas

    por la urgencia que tiene el espritu de expresarse [] la

    frase bella brota de una instancia espiritual inconsciente

    y por ello aparece poblada [] Para m toda belleza es

    formal [] Por naturaleza lo formal es lo definitivo. Ade -

    ms, no hay ninguna manera de aceptar nada que no sea

    mediante formas. La acusacin tan reiterada que se me ha

    hecho de manierista, de amanerado, de filigranista, de

    orfebre, lejos de ofenderme, me halaga. Dentro de mi ex -

    periencia personal, incluso en mis textos juveniles, hay

    algunos pasajes en los que reconozco que he conseguido

    mi propsito. Lo que yo quiero hacer es lo que hace un

    cierto tipo de artistas: fijar mi percepcin, mi ms humil -

    de y profunda percepcin del mundo externo, de los dems

    y de m mismo [] La ancdota viene a ser solamente el

    pretexto para capturar una partcula del ser humano.

    Y en cuanto a la otra gran figura de nuestra narrati-va, Juan Rulfo, qu aportaciones hace Carballo? Poralguna extraa razn, no entrevista a Rulfo a pesar deser coterrneos, vecinos en el mismo edificio en Ro Ti -gris 84, adems de que ambos eran a la sazn becariosdel Centro Mexicano de Escritores cuando Rulfo escri-ba Pedro Pramo. En lugar de la entrevista, Carballohace un anlisis crtico de la recepcin de la obra, dacuenta de algunos ataques que Rulfo sufri por partede las nuevas generaciones y de la dimensin que fueadquiriendo su trabajo con el paso del tiempo. Carba-llo cita, sin embargo, un texto escrito por Rulfo entorno a Pedro Pramo que apareci en Exclsior el 16 demarzo de 1985 y del que me permito consignar algu-nos fragmentos:

    No tengo nada que reprocharles a mis crticos [] era

    difcil aceptar una novela que se presentaba, con aparien -

    cia realista, como la historia de un cacique y en verdad es

    el relato de un pueblo: una aldea muerta en donde todos

    estn muertos, incluso el narrador, y sus calles y sus cam-

    pos son recorridos nicamente por las nimas y los ecos

    capaces de fluir sin lmites en el tiempo y en el espacio []

    en mayo de 1954 compr un cuaderno escolar y apun t el

    primer captulo de una novela que, durante mu chos aos,

    haba ido tomando forma en mi cabeza. Sent por fin ha -

    ber encontrado el tono y la atmsfera tan buscada para el

    libro que pens tanto tiempo. Ignoro todava de dnde

    salieron las intuiciones a las que debo Pedro Pramo. Fue

    como si alguien me lo dictara. De pronto a media calle,

    se me ocurra una idea y la anotaba en papelitos verdes y

    azules [] Al llegar a casa despus de mi trabajo en el de -

    partamento de publicidad de la Goodrich [Euzkadi] pa -

    saba mis apuntes al cuaderno. Escriba a mano con pluma

    fuente Sheaffer y en tinta verde [] Dejaba prrafos a la

    mitad, de modo que pudiera dejar un rescoldo o encon-

    trar el hilo pendiente del pensamiento al da siguiente.

    En cuatro meses, de abril a agosto de 1954, reun 300 p -

    ginas. Conforme pasaba a mquina el original destrua

    las hojas manuscritas [] Llegu a hacer tres versiones

    que consistieron en reducir a la mitad aquellas 300 pgi-

    nas. Elimin toda divagacin y borr completamente las

    intromisiones del autor [] en aquel entonces yo an

    no lea a Faulkner.

    Carballo hace varias aclaraciones al respecto. Co men -ta que en el borrador original de la novela de Rulfo, quel conoca porque lo haba escuchado en el Centro Me -xicano de Escritores, el personaje central era Susana SanJuan hasta que, por un azar del destino, Carballo des-cubri la novela de Mara Luisa Bombal, La amortajada,que en cierto modo coincida con lo que estaba hacien-do Rulfo, y as se lo comunic. Juntos consiguieron lanovela de Bombal que Rulfo ley de inmediato y quelo llev a reescribir su novela sustituyendo a Pedro P -ramo como protagonista en lugar de Susana San Juan.De manera semejante, Carballo comenta que Rulfo shaba ledo a Faulkner antes de escribir Pedro Pramoporque el escritor le prest al crtico un ejemplar suda-do y manchado por la lectura de Las palmeras salvajes.

    Con alguna malicia Carballo contradice las afirma-ciones de Rulfo y, no obstante estos desacuerdos, tiene

    NUESTROLTIMO GRANCRTICO | 33

    R

    ogelio Cullar

  • la claridad para evaluar objetivamente sus enormes yparadjicos mritos:

    No recuerdo entre nuestros escritores una carrera litera-

    ria ms fulminante ni mejor cimentada que la suya [la de

    Rulfo]: por encima, incluso de las de Octavio Paz y Car-

    los Fuentes, hbiles promotores de sus abundantes y es -

    plndidos libros. La fingida o verdadera humildad de Rulfo

    result a la larga ms productiva que la jactancia en voz

    alta de Paz y Fuentes, hecha con las mejores armas (ofen-

    sivas y defensivas) con que estn dotados los intelectuales

    y artistas que luchan por el poder literario abierta y fran-

    camente [] Rulfo fue el mejor exponente del escritor

    que al crear su propio mito abri la posibilidad de con-

    vertirse en dolo, hecho que ocurri, en esta y otras lati-

    tudes, a partir de los aos sesenta. Afortunadamente

    para l y para sus lectores el dolo en que se convirti no

    tena los pies de barro ni era un becerro de oro.

    Para terminar me gustara referirme a la entrevistaque le hiciera Emmanuel Carballo a Elena Garro, la cualse desarrolla mediante un intercambio epistolar y esonos permite leer a la Garro con sus propias expresionespara mostrarnos de manera muy fehaciente su extraor-dinaria personalidad: Yo no pensaba ser escritora. Laidea de sentarme a escribir en vez de leer me parecaabsurda. Abrir un libro era empezar una aventura ines-perada. Yo quera ser bailarina o general. Mi padre pen -s que podra escribir por mi aficin a la lectura. Encuanto a su muy peculiar carcter Elena dice de s mis -

    ma: Mis padres me permitieron desarrollar mi verda-dera naturaleza, la de partcula revoltosa, cualidad quehered mi hija Helena [] Estas partculas revoltosasproducen desorden sin proponrselo y actan siempreinesperadamente a pesar suyo.

    El intrincado temperamento de Elena Garro, tanatrac tivo y tan polmico a la vez, se ve reflejado en suprimer amor fulminante, trgico, mudo y duraderocon Octavio Paz, as como en su affaire con AdolfoBioy Casares y sirvi de inspiracin para el cuento Lasdos Elenas de Carlos Fuentes y figur como una de lasheronas (Laura) en la novela de Jos Bianco La prdidadel reino.

    Respecto a la gnesis de Los recuerdos del porvenirGarro afirma:

    En 1953 estando enferma en Berna y despus de un es -

    truendoso tratamiento de cortisona escrib Los recuerdos

    del porvenir como un homenaje a Iguala, a mi infancia y

    a aquellos personajes a los que admir tanto y a los que

    tantas jugarretas hice. Guard la novela en un bal []

    En 1960, Estrellita mi hermana recogi [el] bal en el

    hotel Middletown de Nueva York, en el que haba aban-

    donado Los recuerdos y me lo trajo a Francia. La novela es -

    taba medio quemada. Yo la puse en la estufa en Mxico y

    Helenita Paz y mi sobrino Paco la sacaron del fuego. De

    manera que tuve que remendarla. A Octavio Paz le en -

    cantaba la fiesta dada en casa por rdenes del general. Le

    pareca genial y la contaba por todas partes. Maka Strauss

    vino a decirme que Carlos Fuentes y Buuel me la iban

    34 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MXICO

  • a robar. Eso era en 1957. No me interes. Paz se encarg

    despus de que la publicara Mortiz. Nadie la quera.

    Y en cuanto al sugerente ttulo de la novela ElenaGarro explica.

    Mira, Emmanuel, para m el tiempo se detuvo en una fe -

    cha lejana que extraamente es la misma fecha que di en

    los latosos Recuerdos del porvenir para fastidiar a los Mon -

    cada. Lo le hace muy poco y la fecha me dio carne de

    gallina. No me haba fijado en la espantosa coincidencia,

    porque nunca me releo y fue gracias a una amiga que

    ley el libro y me hizo una pregunta cuando me di cuen-

    ta de que yo misma haba escrito mi suerte, lo cual com-

    prueba mi teora: la memoria del futuro es vlida

    Finalmente, Elena le hace un reconocimiento a Car -ballo cuando afirma: Crees que he olvidado tu crti-ca? Fuiste el nico intelectual mexicano que se dign aescribir sobre mi novela.

    Carballo no fue autor de un solo libro aunque suobra ms importante sea sin duda Protagonistas de laliteratura mexicana, misma que despus complementcon Protagonistas de la literatura hispanoamericana delsiglo XX. Fue tambin un notable ensayista (Ensayos se -lectos), autor de memorias (Ya nada es igual, que van de1929 a 1953), diarista (Diario pblico, 1966-1968) yestudi a una infinidad de autores, entre los que se ha -llan Jos Revueltas, Martn Luis Guzmn, Jaime TorresBodet, Agustn Yez y Ricardo Garibay, entre muchosotros. Particip con todos los grandes crticos latinoa-mericanos en la creacin de Casa de las Amricas duran -te la primera etapa de la Revolucin cubana y siempreestuvo en contacto con gente como ngel Rama, LuisHarss, Emir Rodrguez Monegal, Ambrosio Fornet yJorge Ruffinelli. Durante una poca estudi la obra deLorenzo de Zavala en la Biblioteca de la Universidadde Austin y siempre mantuvo contacto con los crticos delas universidades norteamericanas como Luis Leal, JohnBrushwood, Seymour Menton, Raymond Williams ySerge I. Zatzeff. Recopil varias antologas y bibliogra -fas y es autor del Diccionario crtico de las letras mexi-canas en el siglo XIX.

    Hasta el final de sus das Carballo sigui de cerca latrayectoria de las promociones posteriores a la de lasauto biografas precoces. Ley a Eraclio Zepeda, Agus -tn Monsreal, Felipe Garrido, Beatriz Espejo, Fernan-do Curiel, Parmnides Garca Saldaa, Ignacio Betan-court, Alberto Ruy Snchez, Ignacio Solares, GonzaloCelorio, Marco Antonio Campos, Guillermo Sampe-rio, Ethel Krauze, Juan Villoro, as como al que esto es -cribe y lleg hasta el crack y escritores recientes comoXavier Velasco. A travs de la Universidad de Colimaorganiz un taller de entrevista en el cual coordin a

    un grupo de pasantes que, bajo su tutela, publicaronvarios cuadernillos monogrficos editados por la pro-pia Universidad.

    Jos Luis Martnez y Emmanuel Carballo fueronlos dos grandes crticos que se ocuparon de dar cuentade la historia literaria de Mxico durante el siglo XX. Am -bos estuvieron siempre atentos, pendientes al devenirde las letras y sus autores y se mantuvieron al da hasta elfinal. Estaban enterados de todo lo que aconteca enel medio literario: revistas, crticas, reseas, estudios y porsupuesto libros. En el ramo Antonio Alatorre, Luis Ma -rio Schneider, Miguel Capistrn, Jos Emilio Pachecoy Huberto Batis, para mencionar solo a los ms conno-tados, contribuyeron tambin solo que con acercamien -tos parciales a ciertas pocas, grupos o movimientos pe -ro no de manera exhaustiva.

    La curiosidad literaria de Emmanuel Carballo fue in -saciable, sus juicios certeros y sus aportaciones a nues-tras letras invaluable. Fue el ltimo de nuestros grandescrticos y el que logr fijar el canon de la literaturamexicana del siglo XX.

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