novik, naomi - temerario 04 - el imperio de márfil

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El Imperio

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  • A Francesca,

    tal vez siempre huyamos con los leones

  • Primera Parte

  • Captulo 1

    Lance otra, maldita sea, lncelas todas, y ahora mismo si es necesarioincrep Laurence sin misericordia al pobre Calloway, aun cuando este no semereca el exabrupto para nada. El artillero disparaba las bengalas tan deprisaque se le haba agrietado la piel chamuscada y renegrida de las manos y tena encarne viva los dedos all donde se los haba manchado de plvora, pues no sehaba detenido a limpirselos antes de acercar otro fsforo a la mecha.Uno de los dragones ligeros franceses volvi a lanzarse como una flecha contraTemerario: esta vez le taje en el costado y cinco hombres se precipitaron alvaco entre gritos cuando se desanud una pieza del improvisado arns; todosellos se vieron arrastrados ms all de la zona iluminada por la luz de la linterna yla negrura los devor de inmediato mientras se desplegaba la larga soga de seda,hecha con una cortina requisada, que se haba rasgado, y los hilachos deldesgarrn flamearon en alas del viento. La desgracia provoc un gemido entre losrestantes soldados prusianos que an se aferraban como lapas al aparejo deldragn, seguido poco despus de unos airados murmullos en alemn.Haba desaparecido haca mucho todo indicio de gratitud que los soldadoshubieran podido sentir hacia los artfices de su fuga en la asediada ciudad deDanzig tras tres das de vuelo bajo una lluvia glida, sin otra comida que la quehaban logrado meterse en los bolsillos a la desesperada durante los instantespostreros, ni ms descanso que una cabezadita en una franja fra y pantanosa dela costa holandesa, y ahora se sumaba a todo ello una interminable noche deacoso por parte de la patrulla nocturna francesa. Aquellos hombres aterrorizadoseran capaces de cualquier cosa en un arrebato de pnico; muchos de ellosconservaban sables y pistolas, y a bordo se arracimaban ms de un centenar deprusianos frente a la dotacin del dragn, una treintena escasa de tripulantes.Laurence escrut los cielos con el catalejo una vez ms, aguzando la vista en unintento de atisbar unas alas o una seal de respuesta. Resultaban perfectamentevisibles desde la costa en una noche tan clara. Gracias a la lente distingui elcentelleo de puntitos luminosos correspondientes a pequeos puertos dispersos alo largo del litoral escocs, mientras debajo, al fondo, se escuchaba el rugido increscendo del oleaje. No haba acudido en su ayuda refuerzo alguno, ni un simpledragn mensajero, a pesar de que las bengalas lanzadas deban haber sidomanifiestamente observables en todo el trayecto del camino a Edimburgo.

  • Esa era la ltima, seor repuso entre toses Calloway; la nube de humo gris ledesdibuj el perfil mientras la sibilante luminaria ascenda en el firmamento paraluego desaparecer.El fogonazo de la plvora se alej por encima de sus cabezas, proyectando su luzfulgente sobre las nubes pasajeras y haciendo titilar las escamas de dragn semirase donde se mirase: las de Temerario eran completamente negras y el restode colores chillones estaban velados por las sombras grises provocadas por larefulgente luz azul. La noche era un hervidero de alas. Una docena de dragonesde centelleantes ojos entrecerrados lade la cabeza para volver la vista atrs, yan venan ms, todos ellos abarrotados de hombres, y el puado de pequeosalados galos de patrulla pasaba entre ellos a velocidad de vrtigo.La escena result visible durante un fugaz instante, luego se produjo un estallidoy un estruendo atronadores y la bengala se dirigi sin rumbo fijo hacia la negrura.Laurence cont hasta diez, y luego hasta veinte, pero segua sin haber reaccinalguna desde la costa.El dragn francs se envalenton y se aproxim una vez. El golpe de Temerariohabra noqueado al pequeo Pou-de-Ciel, pero realiz el movimiento con lentitudpor temor a perder a algn pasajero ms: su minsculo adversario le eludi condesdeosa facilidad y se alej volando en crculos a la espera de la prximaocasin.Dnde se han metido todos, Laurence? pregunt el Celestial mientrasmiraba a su alrededor. Victoriatus se encuentra en Edimburgo y al menos ldebera haber venido; al fin y al cabo, nosotros le ayudamos cuando estuvoherido. No es que yo necesite refuerzos contra estos dragoncitos, pero parecepoco conveniente quedarse a demostrarlo y pelear cuando llevamos tanta gente abordo.Eso era poner al mal tiempo algo ms que buena cara, no se hallaban encondiciones de defenderse, en absoluto, y Temerario estaba echando el resto:sangraba ya por decenas de pequeos cortes profundos en los costados sin que latripulacin estuviera en condiciones de aplicarle alguna venda de tan apretujadoscomo iban a bordo del dragn.T solo mantente rumbo a la costa contest Laurence. El capitn no tenaotra respuesta mejor, y luego, aunque lleno de dudas, agreg: Dudo mucho quelos gabachos vayan a perseguirnos tierra adentro.En la vida se le habra pasado por la imaginacin que una patrulla napolenica sehubiera aproximado tanto al litoral ingls, como tampoco que no le hubieran dadoel alto. No le haca la menor gracia la perspectiva de verse obligado a

  • desembarcar un millar de hombres aterrados y exhaustos en medio de unbombardeo.Eso pretendo, pero ellos van a seguir detenindose para pelear replic conhartazgo el Celestial y se aplic a su quehacer.Los ataques fulgurantes enloquecan a Arkady y a su zafia banda de montaraces,que intentaban revolverse en el aire e ir a por los dragones de patrulla galos. Suscontorsiones lanzaban por los aires a ms desventurados soldados prusianos delos que poda haber abatido el enemigo. No haba malicia alguna en esa falta decuidado: los dragones salvajes no estaban acostumbrados al contacto con elhombre, excepto con los suspicaces guardianes de vacadas y rebaos de ovejas, yno pensaban en sus pasajeros ms que como una carga fuera de lo normal. Sinembargo, con o sin maldad, los prusianos moran de igual modo. Temerario solopoda impedrselo por medio de una vigilancia constante, como ahora, suspendidoen el aire sobre la lnea de vuelo, a veces engatusando y otras siseando, y en todomomento animando a los dems a continuar.No, no, Gherni bram el Celestial y se precipit hacia delante con el fin depropinarle un aletazo a la dragoncilla blanquiazul, que se haba dejado caer sobreel espinazo de un estupefacto dragn galo, un Chasseur-Vocifre, un alado deapenas cuatro toneladas incapaz de soportar el peso de la montaraz, por eso seprecipitaba en picado a pesar de su frentico batir de alas. La dragona habahundido los dientes en el cuello del enemigo para enzarzarse a continuacin endar tirones adelante y atrs con mpetu feroz y entretanto los prusianos colgadosde su arns golpeteaban con los pies las cabezas de los tripulantes franceses.Estos los tenan tan cerca que era imposible abrir fuego y no abatir a un enemigo.Temerario dej un flanco abierto en su afn por apartarla de ah y el Pou-de-Cielaprovech la oportunidad en cuanto se le present. En esta ocasin tuvo la osadasuficiente para probar suerte a fondo y se precipit contra el lomo del Celestial.Las garras impactaron tan cerca de Laurence que este vio los regueros relucientesde la sangre negra de Temerario resbalar hacia los costados cuando el dragnfrancs levant vuelo otra vez. Cerr la mano en torno a la culata de su pistolacon impotencia.Soltadme, soltadme Iskierka se remova con furia para zafarse de las sogasque la retenan en el lomo de Temerario. La cra de Kazilik sera pronto una rival atener muy en cuenta, pero sin embargo, por ahora, haba salido del huevo hacaapenas un mes. Era demasiado joven e inexperta como para suponer un peligroserio para nadie, salvo para s misma.Haban hecho cuanto estaba a su alcance para sujetarla: haban usado cinchas,

  • cadenas y sermones, a los cuales haba hecho odos sordos, y aunque habanpodido alimentarla con poca frecuencia en los ltimos das, en un abrir y cerrar deojos haba crecido otro metro y medio, de modo que tampoco cinchas y cadenashaban resultado de mucha utilidad a la hora de refrenarla.Quieres estarte quieta, por amor de Dios? le pidi Granby con desesperacinmientras proyectaba todo el peso de su cuerpo contra las correas con el fin demantenerla sujeta. Allen y Harley, los jvenes vigas apostados en la espaldilla deTemerario, debieron subir y quitarse de en medio con el fin de no llevarse algunaque otra golpada cuando Granby fue zarandeado de mala manera de un sitio paraotro a causa de los intentos de zafarse por parte de la Kazilik.Laurence se solt las hebillas, se puso en pie, apoy los talones sobre el caballnde msculos situado en la base de la nuca del Celestial y cogi a Granby por elcinto del arns cuando Iskierka le zarande una vez ms, y logr sujetarle confirmeza, aunque los arreos de cuero se tensaron tanto como las cuerdas de unvioln y quedaron tirantes y temblorosos a causa de la tensin.Pero yo puedo detenerle! insisti ella, y lade la cabeza mientras intentabaliberarse.Se le escaparon llamaradas de impaciencia por las comisuras de la boca cuandovolvi a intentar un ataque contra el dragn enemigo, pero a pesar de lasreducidas dimensiones del atacante, este la aventajaba muchas veces en tamaoy tena demasiadas tablas como para dejarse amilanar por un poquito depirotecnia. Se limit a burlarse y alete hacia atrs con el fin de exponer todo suvientre cobrizo moteado, ofrecindolo como blanco en un gesto de insultanteindiferencia.Vaya!La dragoneta se enrosc sobre s misma con fuerza a causa de la rabia, echandovapor por todas las picudas protuberancias de su cuerpo sinuoso, y luego se pusode pie sobre los cuartos traseros con un impulso violentsimo que arranc lascorreas de la mano de Laurence de forma tan lacerante que reaccioninvoluntariamente y se llev al pecho la mano con el dorso dolorido y los dedosengarfiados y entumecidos. Granby sali disparado por los aires y se quedcolgando del collar de la dragona, inerme, mientras ella soltaba un fino chorro defuego blanco azafranado tan caliente que el aire de las inmediaciones pareciconsumirse hasta evaporarse. Semejaba un estandarte flameante en el cielo de lanoche.Sin embargo, el dragn galo haba tenido la astucia de situarse de espaldas alviento, que soplaba con fuerza del Este, y ahora se limit a plegar las alas y

  • dejarse caer en picado; al desaparecer su corpachn, el aire ech hacia atrs lasabrasadoras llamas, que acabaron por alcanzar en el costado a Temerario, todavaocupado en reir a Gherni para que volviera a la lnea de vuelo. El Celestialprofiri un grito agudo de sobresalto y dio una violenta sacudida mientras laschispas se desparramaban sobre su lustrosa piel negra, peligrosamente cerca delarns de transporte, hecho de seda, lino y cuerdas.Verfluchtes Untier! Wir werden noch alle verbrennen[1] bram con voz roncauno de los oficiales prusianos al tiempo que encaonaba a Iskierka y con manotemblorosa palpaba a tientas la bandolera en busca de un cartucho.Ya basta. Suelte esa pistola.El teniente Ferris y un par de lomeros quitaron los seguros de los mosquetones atoda prisa y se abalanzaron contra el oficial prusiano con el fin de inmovilizarle lasmanos, pero para llegar hasta l deban pasar por encima de otros soldadosgermanos y no lo lograran mientras tuvieran tanto miedo a soltarse del arns,pues la tropa de infantera, rebosante de hostilidad y resentimiento, les cortaba elpaso por todos los dems sitios, sacando a relucir los codos y propinando golpesde cadera.Ajeno a todo eso, el teniente Riggs imparta rdenes en la retaguardia a gritopelado:Fuego!Su voz se oy por encima de creciente murmullo de los prusianos. Un puado defusiles dispar sus cargas de plvora, azufre y pimienta. El dragn galo profiri unpequeo alarido y se dio media vuelta, volando con cierta torpeza. Una baladisparada a bulto haba tenido la buena fortuna de acertar en el patagio, una delas partes con piel menos gruesa, y haba agujereado la dura y elstica epidermisdel pliegue del ala, causando un desgarrn por el cual brot un manantial desangre y traz sobre las escamas un entramado de riachuelos similar a laurdimbre de una telaraa.El respiro lleg tarde. Algunos hombres ya haban iniciado la escalada hacia ellomo de Temerario en busca de la mayor seguridad brindada por el arns decuero al cual estaban sujetos los aviadores gracias a los mosquetones, mas losarreos del Celestial no podan soportar tanto peso, no el de todos, y si cedanalgunas cinchas o las hebillas se daban de s y acababan por abrirse, se vendraabajo todo el arns, que se enredara en torno a las alas del Celestial, y entoncestodos juntos caeran a plomo en el ocano.Laurence recarg las pistolas y las sujet en la pretina para luego liberar el sabley ponerse de pie una vez ms. Haba arriesgado de buen grado la vida de todos

  • para sacar a esos hombres de una ratonera y albergaba el propsito de verlos atodos sanos y salvos en la costa si eso estaba en su mano, pero no iba a poner enpeligro a su dragn por culpa del pavor e histeria de los prusianos.Allen, Harley, vayan corriendo a la posicin de los fusileros y dganle al seorRiggs que si no es posible contenerlos, habr que cortar el arns de transporteentero. Y ustedes, asegrense de mantenerse bien sujetos al ir hasta all. Tal vezconvendra que te quedaras aqu con ella, John agreg cuando vio que Granbyhaca ademn de acompaarle. Iskierka se haba callado por una vez y suenemigo haba abandonado el campo de batalla, pero ella segua enroscndose ydesenroscndose, descontenta y malhumorada, y no dejaba de murmurar condecepcin.Oh, sin duda, pero me encantara ver con mis propios ojos si hay algo que yopueda hacer replic Granby mientras desenfundaba el sable: haba dejado deusar pistolas desde que se convirti en el capitn de Iskierka con el fin de nomanipular plvora en las inmediaciones de la dragoneta.Laurence no estaba muy seguro del suelo que pisaba con Granby como paraponerse a discutir. Este haba dejado de ser su subordinado en el sentido estrictodel trmino y era el ms experimentado de los dos, y eso aun contando todos losaos que haba pasado subido a las jarcias en los barcos de la Armada. Granbyencabez el grupo mientras cruzaban el lomo del Celestial, movindose con laseguridad de quien se ha entrenado para ello desde los siete aos. Laurenceadelantaba su tralla a cada paso que daba y dejaba que Granby la enganchase alarns en vez de hacerlo l, pues aquel era capaz de realizar el movimiento conuna sola mano y eso les permita avanzar ms deprisa.Ferris y los lomeros continuaban forcejeando con el oficial prusiano en medio deuna creciente mel de hombres; de hecho, haban desaparecido de la vista enmedio del intenso agolpamiento y solo resultaban visibles los cabellos trigueosde Martin. Los soldados se hallaban al borde de un motn en toda regla. Loshombres se propinaban puetazos y patadas unos a otros, sin pensar en otra cosaque una escapatoria imposible. Los nudos del arns del pasaje se estiraron,perdieron firmeza y se dieron de s a causa de los forcejeos y las peleas entre loshombres.Laurence se plant junto a uno de los soldados. El joven de rostro enrojecido porel viento y poblado mostacho con las puntas humedecidas por el sudor clav en lsus enormes ojos. Pretenda meter a tientas el brazo debajo del arns principal apesar de que su sujecin se haba dado de s e iba a deshacerse del todoenseguida.

  • Vuelva a su sitio! bram Laurence al tiempo que sealaba la lazada delarns de transporte ms prxima y apartaba del arns principal la mano delhombre.Entonces le zumbaron los odos y percibi un intenso hedor a almendras podridasal tiempo que se le doblaban las rodillas. Se llev la mano a la frente con lentitudy torpor. La tena hmeda. Sus propias correas le mantuvieron de pie, a pesar deque le apretaban en las costillas al tener que soportar todo el peso de su cuerpo.El prusiano le haba golpeado con una botella, el cristal se haba hecho aicos y ellicor le corra libremente mejilla abajo.Le salv el instinto: antepuso el brazo para frenar el siguiente golpe y empuj elvidrio roto hacia el rostro de su agresor. El soldado farfull algo en alemn y soltel frasco. La disputa se prolong durante unos instantes ms, hasta que Laurenceagarr al hombre por el cinto, le levant y le empuj lejos del costado delCelestial. El alemn extendi los brazos sin lograr aferrarse a nada; el capitningls se qued mirndole durante unos instantes antes de recobrar la cordura yse lanz hacia delante con los brazos extendidos todo lo posible para sujetar alprusiano, pero ya era tarde, este resbal sobre el lomo y acab llevndose unbuen golpazo contra el costado del Celestial con las manos vacas.Apenas le dola la cabeza, pero experimentaba una debilidad y una indisposicinde lo ms extraas. La fuerza del viento iba cada vez a ms y Temerario, trasreunir por fin a su alrededor a los dems montaraces, haba reanudado su vueloen direccin a la costa. Laurence pendi del arns durante unos instantes, hastaque se le pas el malestar y recuper la movilidad de las manos.Ms efectivos de la infantera prusiana se abrieron paso hacia lo alto. Granbyhaca lo posible por contenerlos, pero le sobrepasaron por la abrumadora fuerzadel nmero, y eso que forcejeaban entre ellos tanto como con l. Uno de lossoldados involucrados en la refriega por conseguir un asidero en el arns principalse aup demasiado lejos de cualquier agarradero y se vino abajo, chocandopesadamente contra los compaeros de debajo a los que arrastr en su cada. Sedespearon todos como un revoltijo de extremidades y se engancharon en laslazadas sueltas del arns de pasajeros. El amortiguado y acuoso chasquear dehuesos recordaba al de un pollo asado cuando unos comensales hambrientos learrancaban las extremidades.Granby, sujeto nicamente por las cinchas de su arns, se esforzaba por volver aponerse su aparejo. Laurence se acerc a l andando hacia atrs como loscangrejos y le ofreci su firme brazo para que pudiera agarrarse. Al fondo solopoda distinguirse la aguachinada espuma marina, cuya blancura se recortaba

  • contra la oscuridad del mar. Temerario volaba cada vez a menor altura conformese acercaban a la costa.Ah viene de nuevo ese maldito Pou-de-Ciel anunci Granby con voz jadeantemientras recuperaba el equilibrio.El dragn galo llevaba una especie de apsito sobre la herida del ala, aunque elenorme vendaje blanco estaba colocado con torpeza y cubra bastante mssuperficie de la necesaria. Pareca un tanto incmodo en el aire, pero volva connimo renovado a la carga, eso estaba claro. Seguramente, los franceses habanadvertido la vulnerabilidad del Celestial. Si el Pou-de-Ciel y su dotacin habanlogrado alcanzar al arns y hacer buenos cortes, haban llegado a la conclusin deque haba un estallido de pnico entre la tropa, y la ocasin de derribar un pesopesado, y ms an uno tan valioso como Temerario, con toda probabilidad iba atentarles lo bastante como para correr el riesgo.Vamos a tener que dejar caer a los soldados musit Laurence condesconsuelo.Y dirigi la mirada hacia los lazos que sujetaban el arns de pasajeros al decuero, no muy seguro de tener estmago para soportar la responsabilidad deenviar a la muerte a un centenar largo de hombres a escasos minutos de lasalvacin ni de mantener un encuentro con el general Kalkreuth despus dehaberlo hecho: algunos de los jvenes ayudantes del general se hallaban a bordoy hacan cuanto estaba en su mano para calmar a sus hombres.Los fusileros de Riggs disparaban rfagas breves y veloces, mas el dragn galo semantena fuera de su alcance a la espera del momento propicio para atacar.Entonces fue cuando la dragoneta se irgui y solt otra llamarada. Esta vez elCelestial volaba con viento a favor, as que las llamas no se volvieron contra l,pero todos los lomeros situados en sus cuartos traseros debieron tirarse de brucespara evitar el chorro de fuego, que, por otra parte, se consumi demasiadodeprisa como para poder alcanzar al dragn francs.El Pou-de-Ciel se lanz como una flecha en cuanto vio distrada a la tripulacin.La dragoncilla se preparaba para soltar otra llamarada y los fusileros an nohaban logrado incorporarse.Por Dios exclam Granby, e hizo ademn de ir a por ella, pero antes delograrlo se produjo un ruido sordo, como el de un trueno, y debajo de ellos seabrieron muchas bocas redondas en medio de nubes de humo y los destellos de laplvora. Las bateras costeras abran fuego desde abajo. El fulgor amarillo de lallamarada de Iskierka ilumin el vuelo de una palanqueta de 24 libras al pasarantes de acertar de lleno en el pecho al dragn galo, que cedi en la zona del

  • impacto como si fuera simple papel mientras el proyectil le atravesaba el costillary le dejaba sin aire, lo cual le hizo precipitarse contra las rocas del suelo, pueshaban llegado a la orilla, volaban sobre tierra, y las ovejas lanudas huan de ellosen estampida sobre la hierba alfombrada de nieve.Los lugareos del puertecito de Dunbar se hallaban al mismo tiempo aterradospor el descenso en su pacfica aldea de una compaa entera de dragones yeufricos por el xito de su nueva batera costera, nunca puesta a prueba desdeque la emplazaron all haca apenas dos meses. Media docena de dragonesmensajeros repelidos, un Pou-de-Ciel abatido, que luego result ser un GrandChevalier, y varios Flammes-de-Gloire muertos de forma espantosa. No sehablaba de otra cosa en la localidad y la milicia local recorra las calles dndoseaires en medio de una satisfaccin generalizada.Sin embargo, los aldeanos se sintieron bastante menos entusiasmados despusde que Arkady se zampase cuatro ovejas, los dems dragones salvajescometieran varios actos de rapia no menos exagerados y el propio Temerario seapoderase de un par de vacas, dos ejemplares de raza Highland, de largo pelajeazafranado, tristemente destinadas a convertirse en presas, que devor de cabo arabo.Estaban de lo ms sabroso se disculp el Celestial, y lade la cabeza paraescupir algunos pelos.Laurence se decant por no escatimarles nada en absoluto a los dragonesdespus del arduo e interminable vuelo y en esa ocasin se mostr perfectamentepredispuesto a pasar por alto su habitual respeto a la propiedad privada en aras ala comodidad de los alados. Algunos granjeros le montaron un buen nmero conel propsito de obtener un pago, pero el capitn no estaba dispuesto a sufragarde su propio bolsillo el apetito sin lmite de los montaraces. El Almirantazgo podarascarse el bolsillo, si no tenan nada mejor que hacer que sentarse junto al fuegoy silbar mientras la batalla se desarrollaba al otro lado de la ventana y loshombres perecan por falta de una pequea ayuda.No seremos una carga para ustedes por mucho tiempo. Tanto pronto comorecibamos noticias de Edimburgo esperamos ser destinados a los barracones de laciudad contest a sus protestas sin una nota de emocin en la voz.El mensajero sali al galope de inmediato.La gente del lugar se mostr ms hospitalaria con los prusianos, en su mayorajvenes de rostro plido y desencajado despus de semejante vuelo. El generalKalkreuth figuraba entre esos ltimos refugiados. Necesitaron una eslinga parabajarle de lomos de Arkady. Tras la barba ocultaba un rostro blanco y

  • descompuesto. El mdico local pareci dubitativo, pero tras practicarle unasangra, le envi a la granja ms prxima para que entrase en calor a base debrandy y bolsas de agua caliente.Otros militares haban corrido peor fortuna. Los arneses desgarrados se vinieronabajo y se form una montaa anrquica y repulsiva de cadveres que ya estabanponindose verdosos: unos haban sucumbido a los embates franceses; otros acausa de la asfixia, aplastados por sus compaeros en uno de los ataques depnico, de sed o de puro pavor. Esa misma tarde enterraron a sesenta y treshombres de los mil fugitivos, algunos de ellos sin identificacin alguna, encrcavas alargadas y poco profundas cuya abertura a golpe de pico en aquel suelohelado haba sido de lo ms laboriosa. Los supervivientes eran una tropaharapienta de semblantes todava sucios, vestida con ropas y uniformes bastantemal cepillados para la ceremonia a la cual asistieron en silencio. Incluso losdragones silvestres, incapaces de entender ni una palabra de la ceremonia,percibieron la naturaleza de la solemnidad y se sentaron respetuosamente sobrelos cuartos traseros para contemplarla desde lejos.Les llegaron rdenes de Edimburgo al cabo de unas horas, pero eran tanextraas como incomprensibles, aun cuando empezaban de un modo lgico: losprusianos deban quedar acuartelados en Dunbar y a los dragones, tal y como seesperaba, se les llamaba a la capital, pero no haba invitacin alguna para elgeneral Kalkreuth ni sus oficiales, antes bien al contrario, Laurence reciba laindicacin estricta no de llevar con l a ningn oficial prusiano, y en cuanto a losdragones, no se les permita entrar en ninguno de los grandes y cmodoscobertizos, ni siquiera a Temerario; en vez de eso, se le orden dejarlos dormir enlas calles, cerca del castillo, y acudir a informar al almirante al mando por lamaana.Laurence reprimi su primera reaccin e inform de los planes con la mayoramabilidad posible al mayor Seiberling, el oficial de mayor rango en esemomento, dando a entender lo mejor que supo, y sin soltar ninguna mentiraflagrante, que el Almirantazgo tena la intencin de esperar a la recuperacin delgeneral Kalkreuth antes de realizar ninguna recepcin oficial.Ah, debemos volar otra vez? pregunt Temerario mientras se levantaba delsuelo haciendo un gran esfuerzo y se dirigi hacia donde estaban los amodorradosmontaraces para despertarlos a golpe de hocico, pues todos se haban quedadoroque despus de la comida.Los das eran cada vez ms cortos, y por ello era prcticamente de noche cuandollegaron a Edimburgo. Eso le hizo caer en la cuenta a Laurence de que solo

  • faltaba una semana para la Navidad. No obstante, result fcil orientarse: lasventanas iluminadas y los muros llenos de antorchas del castillo venan a sercomo un faro erigido en lo alto de una elevada roca de origen volcnico desdedonde se dominaba la gran extensin destinada a cobertizo, ahora en sombras,con los estrechos edificios de la parte medieval de la ciudad arracimndose entorno a l.Temerario permaneci inmvil en el aire sobre las calles apretujadas y sinuosas.Deba evitar muchos chapiteles y tejados puntiagudos sin apenas espacio entreellos, lo cual converta a la ciudad en una suerte de foso lleno de lanzas.No veo dnde voy a tomar tierra admiti el Celestial, dubitativo. Voy aromper alguno de esos edificios, estoy seguro. Por qu tienen que construircalles tan estrechas? Todo era mucho ms prctico en Pekn.Si no puedes aterrizar sin hacerte dao, nos alejaremos otra vez y al infiernocon las rdenes respondi Laurence, cuya paciencia era menor a cadamomento.Al final, el Celestial se las arregl para dejarse caer en la plaza de la antiguacatedral, tirando solo cuatro trozos de la decoracin de mampostera. Losdragones silvestres tuvieron menos dificultades al ser considerablemente mspequeos, sin embargo, andaban todos bastante nerviosos al haber sido alejadosde los campos llenos de vacas y ovejas y recelaban de los nuevos alrededores.Arkady se inclin, peg un ojo a una ventana abierta para espiar en el interior deun dormitorio vaco y, en medio de un gran escepticismo, se puso a formularpreguntas al Celestial cuando este le imit.Ah es donde duermen los humanos, a que s, Laurence? Es como un pabellnrepuso Temerario mientras mova la cola con suma cautela en un intento dehallar una posicin ms cmoda. Y a veces ah tambin venden joyas y otrosobjetos preciosos, pero dnde estn todos?Laurence estaba convencido de que todos haban salido pitando. El comerciantems adinerado de la ciudad iba a pasar la noche en las cloacas si ese era el nicodormitorio disponible en la parte nueva de la urbe, lejos y a salvo de la manadade dragones que haba invadido sus calles.Al final, los montaraces dieron con un acomodo razonable e incluso encontraronde su gusto los redondos y suaves adoquines, acostumbrados como estaban adormir en cuevas de piedra spera.No me importa dormir en la calle, Laurence, en serio. El suelo est bastanteseco y estoy seguro de que por la maana esta ciudad va a ser muy interesantede ver observ Temerario con talante consolador, incluso aunque tena la

  • cabeza empotrada en un callejn y la cola en otro.Pero el capitn se preocupaba por l. No era la clase de bienvenida que semerecan tras haberse pasado un ao largo lejos de casa, despus de que loshubieran mandado al otro lado del globo y vuelta. Una cosa era soportarcampamentos incmodos en campaa, donde nadie esperaba nada mejor ycualquiera se daba con un canto en los dientes por disponer de un establo devacas donde dar una cabezada, y otra muy distinta acabar tirados como fardossobre las piedras fras e insanas de las calles, con oscuras manchas deexcrementos que ya estaban all al principio de los tiempos. Al menos, podranhaber concedido a los alados el uso de las tierras de granjas a las afueras de laciudad.Y tampoco era una malicia hecha a propsito. El hecho solo lo explicaba elextendido e irreflexivo supuesto segn el cual los hombres consideraban a losdragones un problema en lo tocante a su manejo y direccin si el nmero eraelevado, lo cual mostraba una consideracin nula a los sentimientos de los alados.Laurence se haba visto obligado a admitir la atrocidad de tan arraigadasuposicin solo cuando no le qued otro remedio ante el vvido contraste con lascondiciones observadas en China, donde los dragones eran consideradosmiembros de pleno derecho de la sociedad.Bueno, tampoco debemos sorprendernos: ya sabemos cmo son las cosasaqu, Laurence coment Temerario con actitud razonable. Adems, no hevenido hasta aqu para estar cmodo, para eso me habra quedado en China.Debemos mejorar las condiciones de todos nuestros amigos. No, no me gustaratener un pabelln propio agreg, pero me encantara ser libre. Dyer, tendrasla amabilidad de extraerme un cartlago de entre los dientes? No logro sacrmelocon las uas.Dyer despert sobresaltado de su duermevela sobre el lomo del Celestial, recogiun piolet de su equipaje y enseguida gate hasta las fauces abiertas de Temerariopara hurgarle entre los dientes.Te resultara ms fcil obtener lo segundo si hubiera ms hombres dispuestos aconcederte lo primero respondi Laurence. No pretendo inducirte a ladesesperacin, no debemos caer en ella, desde luego, pero yo haba esperadoencontrar algo ms de respeto que a nuestra ida, y no menos, lo cual habrasupuesto una ventaja material para nuestra causa.El Celestial no respondi hasta que Dyer hubo regresado a su puesto en el lomo.Estoy convencido de que van a escucharnos en funcin de los mritoscontinu; Laurence no era lo bastante optimista como para compartir esa

  • suposicin, y ms todava cuando haya visto a Maximus y a Lily, y ellos sepongan de mi lado, y tal vez incluso Excidium, ya que l ha tomado parte entantas batallas e impresiona mucho, nadie puede evitarlo. Comprendern lasabidura de mis razonamientos, estoy seguro. No van a ser tan bobos comoEroica y los otros agreg Temerario con una nota de resentimiento. El Celestialhaba intentado convencer a los dragones prusianos del valor de una mejoreducacin y una mayor libertad, pero aquellos haban acogido semejante idea condesdn, encariados a la rgida disciplina militar tanto o ms que sus cuidadores,y en vez de prestar atencin a esas ideas las haban ridiculizado, considerndolascomo un amaneramiento adquirido en China.Perdona la franqueza, pero me temo que no va a haber mucha diferenciaaunque todos los dragones se pongan de tu parte en cuerpo y alma replicLaurence. Como grupo no tenis mucha influenciaTal vez no la tengamos, pero imagino que si nos presentamos en elParlamento, debern escucharnos repuso el dragn.Sera una imagen de lo ms convincente, mas no iba a causar la clase deatencin deseada por el Celestial. El capitn le explic todo eso y ms, y luegoagreg:Debemos hallar mejores medios de concitar las simpatas de quienes tienen lainfluencia para propiciar los cambios polticos. Solo lamento no poder contar conel asesoramiento de mi padre, tal y como andan las cosas entre nosotros.Pues yo no lo lamento para nada espet Temerario, echando hacia atrs lagorguera. Estoy completamente seguro de que no iba a ayudarnos y de quepodemos hacerlo de maravilla sin l.Dejando a un lado la lealtad filial, lo cual le haba valido a Laurence una frarecepcin en determinados crculos, este no consideraba extensibles a su personalas objeciones de Lord Allendale hacia el Cuerpo y reaccionaba con virulencia antecualquier parecer que insinuara la menor divergencia de opinin a pesar de queellos dos nunca haban coincidido.Mi padre lleva media vida metido en poltica terci Laurence, y esa actividadse centraba en especial en el movimiento abolicionista de la esclavitud, recibidocon un profundo desdn en sus comienzos, tal y como l imaginaba que iba a seracogido el de Temerario. Te aseguro que su consejo sera de gran ayuda ytengo intencin de llegar a un arreglo, si me resulta posible, lo cual nos permitiracontar con su asesora.Yo lo aceptara en cuanto lo recibiera murmur el dragn, refirindose a lafina pieza de cermica adquirida en China por Laurence como regalo de

  • reconciliacin. Temerario haba llegado a considerarlo como uno de sus propiostesoros despus de haberlo llevado a cuestas durante ms de ocho mil kilmetrosy ahora suspir apesadumbrado al ver, por ltimo, cmo se alejaba junto a unabreve nota de disculpa.Pero Laurence era muy consciente de las dificultades que deban encarar y de loinadecuado de su persona para llevar a cabo una causa tan vasta y compleja. Eraun nio la primera vez que haba acudido a su casa el filntropo WilliamWilberforce, invitado por uno de los amigos metidos en poltica de Lord Allendale,que recientemente haba abrazado con fervor el abolicionismo y el inicio de lacampaa parlamentaria para la supresin de la esclavitud. Haban transcurridoveinte aos y a pesar de los esfuerzos titnicos de hombres con ms aptitud,riqueza e influencia que las suyas, en esas dos dcadas, algo ms de un milln dealmas se haban visto raptadas en sus costas natales y sometidas a cautiverio.Temerario haba eclosionado en enero de 1805, pero a pesar de toda suinteligencia no haba sido capaz de comprender el lento y fatigoso caminonecesario para conducir a los hombres hasta una determinada posicin poltica,por muy moral, justa e incluso necesaria que esta pudiera ser, si contrariaba dealgn modo sus intereses personales. Laurence le dio las buenas noches sinaadir ningn otro comentario descorazonador, pero mientras cerraba lasventanas, que empezaron a golpetear enseguida a consecuencia de la pesadarespiracin del Celestial, la distancia entre el cobertizo y los muros del castillosituado al fondo del todo se le antoj ms difcil de salvar que los miles dekilmetros que se haban visto obligados a recorrer para volver al hogar desdeChina.A primera hora de la maana, las calles de Edimburgo permanecan sumidas enun silencio antinatural y completamente desiertas, a excepcin hecha de losdragones, que dorman repantigados sobre los viejos adoquines grises. El enormecorpachn de Temerario se desparramaba de forma poco elegante frente a lacatedral manchada de humo mientras la cola descansaba en una callejuela sinapenas espacio para que cupiera. El cielo del glido da haba amanecido de unazul intenso y despejado, salvo un puado de nubes procedentes del mardispuestas en bancales, y la temprana luz matinal se insinuaba en las piedrascoloreadas de rosa y naranja cuando sali Laurence.Tharkay estaba despierto y solo l se removi. Se hallaba sentado en cuclillas conla espalda apoyada contra la hoja de una de las estrechas entradas a unaelegante casa. La pesada puerta permaneca abierta tras l, dejando entrever lostapices del vaco hall de la entrada. El mestizo sostena una humeante taza de t.

  • Puedo ofrecerle una? pregunt. Dudo que a los propietarios les moleste.No, debo irme ya contest Laurence, a quien un mensajero del castillo habadespertado para convocarle de inmediato a una reunin. Era otra muestra dedescortesa, mxime cuando haba llegado a una hora tan avanzada, y paraempeorar las cosas, el muchacho haba sido incapaz de hablarle sobre lasprevisiones tomadas para alimentar a los dragones hambrientos. La perspectivade la posible reaccin de los montaraces cuando despertasen resultaba de lomenos halagea.No hay de qu preocuparse. Se las arreglarn por s solos, estoy segurocoment Tharkay, adivinando el motivo de su preocupacin.No era una perspectiva alentadora as que le ofreci su propia taza a modo deconsolacin. Laurence suspir y la bebi de un trago, agradeciendo el calor delfuerte brebaje. Devolvi la taza a Tharkay y vacil, pues su interlocutor mantenafija la mirada ms all de la plaza catedralicia con una expresin peculiar y unasonrisa esquinada.Se encuentra bien? inquiri Laurence, consciente de que su ansiedad por elbienestar de Temerario le haba impedido pensar en sus hombres, y el mestizoera a quien menos caso haba hecho.S, genial. Estoy casi en casa respondi Tharkay. Ha llovido mucho desde laltima vez que estuve en Inglaterra, pero bueno, estoy familiarizado con el Courtof Session.Tharkay cabece hacia el edificio del Parlamento, donde tena su sede el Court ofSession, el Tribunal Superior de Justicia, la ms alta instancia civil escocesa, unclebre cementerio de esperanzas rotas, pleitos sin resolver desde la invencin dela rueda y disputas sin fin sobre tecnicismos y tierras. En ese momento no habaprocuradores, abogados, jueces ni litigantes, solo un montn de legajos, reliquiasde antiguos acuerdos extrajudiciales, acumulados sobre el costado de Temerariocomo si fueran apsitos.El padre de Tharkay haba sido un hombre de posibles y l no tena nada,Laurence estaba al corriente de ambas cosas. El hijo de una mujer nepal tal veztena algunas desventajas a la hora de litigar en los tribunales britnicos y lamenor irregularidad en sus reivindicaciones sera explotada con facilidad, supusoel aviador.Por lo menos, miraba todo aquello sin el menor entusiasmo para ser su hogar, sies que lo tena por tal.Supongo repuso Laurence con cautela, y luego, con una oratoria un tantotorpona, pas a sugerirle la posibilidad de prolongar su contrato una vez que

  • hubieran cerrado asuntos tan delicados como el pago por los servicios prestadoshasta ese momento. El mestizo haba recibido unos emolumentos por guiarlosdesde China a Estambul a travs de la antigua ruta de la seda, pero habareclutado a los dragones salvajes para la causa inglesa, lo cual requera unarecompensa superior, y a eso se refera Laurence. Y ahora menos que nuncapoda prescindirse de sus servicios, no hasta que los montaraces se hubieranintegrado de algn modo en el Cuerpo Areo. Por ahora, el mestizo era, junto aTemerario, el nico capaz de pronunciar ms de un puado de palabras de unalengua tan flexiva como la dragontina. Me gustara hablarlo con el almiranteLenton en Dover si usted no tiene inconveniente agreg el capitn, que no tenala menor intencin de tratar un asunto tan irregular con ninguno de los capitostesall destacados, no despus del recibimiento dispensado hasta ese instante.Tharkay se limit a encogerse de hombros, sin comprometerse a nada.El mensajero se est impacientando contest, y seal con un gesto decabeza al joven que se mova inquieto y descontento en un rincn de la plaza, a laespera de que Laurence le acompaara.El muchacho le gui colina arriba hasta culminar el breve repecho que le dejabaen las puertas del castillo, desde donde un infante de marina uniformado con unacasaca roja le gui por un camino que culebreaba entre los edificios del cuartelgeneral: la escasa luz del alba los revelaba vacos y sin muestra alguna de lastpicas prisas matinales.Las puertas estaban abiertas y l las cruz envarado y erguido, con ladesaprobacin escrita en las facciones del semblante distante y rgido.Seor salud con la vista fija en lo alto de la pared, y solo despus mir haciaabajo, momento en que aadi sorprendido: Almirante Lenton?El almirante despidi al guardia y las puertas se cerraron, dejndolos en aquellacmara llena de libros alineados que olan a papel viejo. La mesa de Lentonestaba totalmente despejada, salvo por un mapa y un legajo de documentos. lpermaneci sentado en silencio durante un rato, al cabo del cual contest:Me alegra mucho verle, pero mucho, mucho de verdad.La apariencia de Lenton dej atnito al capitn. Haba pasado un ao desde sultimo encuentro, pero para aquel hombre parecan haber transcurrido diez: elpelo haba encanecido del todo, un velo empaaba la mirada de sus ojoslegaosos y la parte inferior de los carrillos le colgaba flcida.Confo en que se encuentre usted bien, seor dijo Laurence, profundamenteapenado.Ya no haca falta preguntarse las razones del traslado de Lenton a Edimburgo, el

  • enclave ms tranquilo. Qu enfermedad poda haber causado semejantesestragos? Quin le habra sustituido como comandante en Dover?Ya Lenton hizo un ademn y enmudeci; al cabo de unos instantesagreg: Nadie le ha dicho nada, supongo. No, eso est bien, acordamos que nopodamos arriesgarnos a que trascendiera la noticia.No, seor, no he sabido nada ni nada se me ha dicho respondi Laurence, encuyo pecho volvi a inflamarse la llama de la ira. Nuestros aliados mepreguntaban a diario si tena noticias del Cuerpo Areo, hasta que hacerlo dej deservir para algo.Laurence haba dado garantas personales a los comandantes prusianos, habaprometido que el Cuerpo Areo no les fallara y que la compaa dragontinaestipulada, capaz de cambiar el curso de la guerra contra Napolen, hara suaparicin en aquella ltima campaa tan desastrosa. l y Temerario se habanquedado a luchar en lugar de ellos cuando los alados britnicos no llegaron,jugndose la vida y la de la tripulacin en una causa cada vez ms perdida, y losdragones jams aparecieron.Lenton no replic de inmediato, sino que permaneci all sentado, asintiendo paral.S, eso es cierto, desde luego murmur, y se puso a tabalear los dedos sobrela mesa mientras miraba sin leer unos papeles, la viva imagen de la distraccin.Seor, apenas soy capaz de concebir que se haya prestado usted a un juegotan alevoso y corto de miras aadi el capitn de Temerario con mayoracritud. Napolen no habra tenido asegurada la victoria, ni mucho menos, si losprusianos hubieran recibido el refuerzo prometido de veinte dragones.Qu? Lenton alz los ojos. Oh, Laurence, esa no es la cuestin, paranada. Lamento mucho el secretismo, pero en lo tocante a no enviar los dragones,a eso no puede llamrsele decisin. No haba dragones que enviar.El pecho de Victoriatus suba y bajaba a un ritmo suave y acompasado. Tenadilatadas y enrojecidas las fosas nasales, cuyos bordes estaban aureolados poruna gruesa costra de escamas, y manchas de espuma roscea en la comisura dela boca. Mantena cerrados los ojos, pero los entreabra al cabo de unas pocasrespiraciones, dejndolos entrever apagados por el agotamiento y mirando sinver. Tosi de forma spera y ahogada, lanzando al suelo un esputo sanguinolento,y de nuevo se sumi en ese duermevela, el nico estado en que era capaz demanejarse. Su capitn, Richard Clark, yaca en un catre junto a l: sin afeitar,cubierto por una tela de lino, mantena una mano alzada para cubrirse los ojos yapoyaba la otra sobre la pata delantera del dragn. Ni siquiera se movi cuando

  • se aproximaron.Lenton toc el brazo de Laurence al cabo de unos instantes.Venga, ya vale, vmonos.El veterano se dio la vuelta muy despacio y con la ayuda de un bastn gui aLaurence colina arriba, caminando sobre la hierba en direccin al castillo. Una vezque hubieron regresado a las oficinas de Lenton, los pasillos ya no parecanpacficos, sino silenciosos y sumidos en un pesimismo irreparable.Laurence rechaz la oferta de un vaso de vino, demasiado atontado como parapensar en un refrigerio.Es una especie de consumicin explic Lenton, contemplando por el cristal dela ventana que daba al patio del cobertizo donde Victoriatus y otros doce grandesalados yacan separados unos de otros por esos antiguos biombos que se usanpara protegerse del viento en la playa, ramas apiladas y piedras cubiertas porhiedra.Hasta dnde se ha propagado? quiso saber Laurence.Por todas partes contest el almirante. Dover, Portsmouth, Middlesbrough,las zonas de cra de Gales y Halifax, Gibraltar Por todas partes donde hayan idolos dragones mensajeros, por todas partes se alej de los ventanales y regresa su silla. Hemos sido manifiestamente estpidos: pensamos que era unresfriado, ya ve.Pero nosotros nos enteramos antes incluso de doblar el cabo de BuenaEsperanza durante nuestra singladura hacia Oriente repuso el capitn,consternado. Tanto ha durado?En Halifax comenz en septiembre de 1805 replic Lenton. Los cirujanoscreen ahora que fue cosa del dragn americano, aquel enorme alado amarillo; sehallaba all, y luego los primeros dragones en enfermar fueron quienes habancompartido transporte con l hasta Dover. Despus, hubo un brote en Gales,cuando se le envo a los campos de apareamiento. l est como una rosa, ni unatos ni un estornudo, probablemente es el nico dragn de Inglaterra en esascondiciones, a excepcin de unas cuantas eclosiones que hemos mantenidoaisladas en Irlanda.Como sabe, le hemos trado otros veinte terci Laurence, que logr unabreve tregua mientras refera su informe.S, y de dnde vienen? De Turkestn? repuso Lenton, dispuesto a seguirpor ese camino. Comprend bien su carta? Son salteadores?Me atrevera a calificarlos como celosos de su territorio precis el capitn.No son agradables, pero tampoco maliciosos, aunque lo que puedan hacer para

  • proteger a toda Inglaterra Laurence se detuvo. Lenton, seguramente algoha de poder hacerse, y debe hacerse.El interpelado neg con un ligero movimiento de cabeza.Los remedios habituales surtieron algn efecto positivo al principio: calmaron latos, y dems. An podan volar, si bien no tenan demasiado apetito, pero losresfriados son cosas insignificantes para ellos y duraban demasiado, al cabo de untiempo los remedios parecieron perder todo su efecto y algunos ejemplaresempezaron a empeorar Lenton call durante unos instantes y luego, haciendode tripas corazn, agreg: Obversaria ha muerto.Cielo santo clam Laurence. No tengo palabras, seor Lo siento mucho.Era una prdida terrible. Haba volado con Lenton cerca de cuarenta aos y habasido dragona insignia en Dover durante la ltima dcada, y a pesar de serrelativamente joven, ya haba producido cuatro huevos. Era tal vez el mejor aladode toda Inglaterra, y muy pocos estaban en condiciones de disputarle siquiera elttulo.Eso debi de ocurrir, djeme recordar, en agosto prosigui Lenton como si nole hubiera odo. Despus de Inlacrimas y antes de Minacitus. Unos sobrellevanla enfermedad mejor que otros. Los jvenes la sueltan antes y en los mayorespersiste ms, estos son los que estn muriendo antes, pero en todo caso,supongo que al final perecern todos.

  • Captulo 2

    Lo siento, capitn se disculp Keynes. Cualquier imbcil corto deentendederas es capaz de vendar una herida de bala y lo ms probable es que enmi lugar os asignen a un imbcil corto de entendederas, pero no puedo quedarmecon el dragn ms saludable de Gran Bretaa cuando los cobertizos de lacuarentena estn llenos de animales enfermos.Le entiendo a la perfeccin, seor Keynes, y no necesita usted decir nada msrepuso Laurence. No va a volar usted con nosotros a Dover, verdad?No. Victoriatus no va a pasar de esta semana y tengo intencin de quedarmepara asistir a la autopsia con el doctor Harrow respondi con ese carcterprctico que tanto desconcertaba a Laurence. Confo en que aprendamos algoacerca de la enfermedad. Algunos dragones mensajeros siguen volando. Uno mellevar a partir de ahora.Bueno, ojal volvamos a vernos pronto dese el capitn mientras estrechabala mano del cirujano.Espero que no repuso el mdico con su mordacidad habitual. No tendrmuchos pacientes si eso ocurre, y por cmo va la cosa eso significara que hanmuerto todos.Laurence tena los nimos por los suelos, as que sinti aquella marcha casi tantocomo una baja. En cualquier caso, lo senta. Los cirujanos del aire no eran ni delejos unos zoquetes tan incompetentes como los de la Armada, y a pesar de laspalabras de Keynes no albergaba miedo alguno sobre el sustituto. Sin embargo,jams era agradable perder a un buen hombre cuyas rarezas ya te sabes y cuyovalor y sentido comn estn probados. A Temerario no iba a gustarle nada.No est herido ni enfermo? insisti el dragn.No, pero le necesitan en otra parte le explic Laurence. Es un cirujanoexperimentado y estoy seguro de que t no vas a negarles los servicios de Keynesa tus compaeros, aquejados de esta enfermedad.Bueno, si Maximus o Lily le necesitan repuso el Celestial de malas pulgas yabri zanjas en el suelo con las uas. Pero voy a verlos pronto, a que s? Nopueden estar muy mal, estoy seguro. Maximus es el dragn ms grande que hevisto, y eso incluye a los de China. Se va a recobrar enseguida, estoy convencido.Nada de eso, amigo mo le contradijo Laurence, lleno de inquietud, y solt lopeor de la noticia: Ninguno se ha recuperado de esa enfermedad. Debes poner

  • todo el cuidado del mundo en no merodear cerca de las zonas en cuarentena.No lo entiendo repuso el dragn, si no se han recuperado, eso quieredecir Temerario dej la frase inconclusa.Laurence desvi la mirada. Resultaba perfectamente comprensible que elCelestial no captara de inmediato las implicaciones de la enfermedad, pues losdragones eran criaturas duras como piedras y la mayora de las razas vivan msde un siglo. En buena ley, siempre que los azares de la guerra no los apartasen desu lado, era lgico que Temerario tuviera la expectativa de convivir con Maximus yLily ms tiempo del que abarcaba la vida de un hombre.Pero yo tengo muchas cosas que contarles, he regresado por ellos dijo al fin,todava sin salir de su asombro, para que sepan que los dragones son capacesde leer, escribir, tener propiedades y hacer otras cosas adems de luchar.Les escribir una carta en tu nombre y as podrs saludarlos. Saber que estssano y a salvo les har ms felices que tu compaa le asegur Laurence, peroel Celestial no respondi, permaneci inmvil y con la cabeza pegada al pecho.Vamos a estar muy cerca continu el capitn, as que podremos escribirlestodo los das si as lo deseas al final de cada jornadaQue consistir en patrullar sin parar, seguro replic Temerario con unainusual nota de amargura en la voz y realizar ms estpidas maniobras deformacin. Ellos estn enfermos y no podemos hacer nada.Laurence baj los ojos hasta su regazo, all descansaba el fardo envuelto en hulecon todos sus papeles, y en ellos, bien lo saba l, no iba a hallar ningn posibleconsuelo para Temerario, solo escuetas instrucciones de ir a Dover, donde lo msprobable era que las predicciones del Celestial se cumplieran hasta el ltimodetalle.Nada ms aterrizar acudi a las oficinas del nuevo almirante en el cuartel generalde Dover y el hecho de que le dejaran pelarse de fro durante media hora en lasala de espera result de lo ms desalentador. All escuch los gritos de JaneRoland, mas no fue capaz de identificar por la voz quin contestaba a laalmirante. Laurence se puso de pie en posicin de firmes cuando se abri degolpe una puerta por la que sali un hombre alto uniformado con la casaca de laMarina; sala con las ropas desajustadas, las facciones desencajadas y las mejillasencendidas debajo de las pobladas patillas. No se detuvo, pero fulmin aLaurence con la mirada antes de abandonar la estancia como una exhalacin.Entra, Laurence, entra le llam Jane, y l as lo hizo.La almirante se hallaba en compaa de un hombre de ms edad ataviado de unaforma excntrica cuando menos: una levita negra, unos pantalones bombachos

  • hasta las rodillas y unos zapatos con hebillas.Me parece que no conoces al doctor Wapping dijo Jane. Seor, le presentoal capitn Laurence, de Temerario.Seor salud al tiempo que haca la venia para ocultar el desconcierto ydesconsuelo. Supuso que si todos los dragones se hallaban en cuarentena, ponerel cobertizo entero a cargo de un mdico era una decisin muy sensata a juicio dehombres de tierra firme, exactamente igual que lo que le ocurri en una ocasincuando un amigo de la familia busc su influencia para, gracias a ese pocoafortunado trato social, pasar de cirujano, ni siquiera cirujano naval, a jefe de unbuque hospital.Encantado de conocerle, capitn salud el mdico. Debo marcharme,almirante. Lamento haber sido la causa de tan desagradable escena, le ruego queme disculpe.Tonteras, esos granujas de la oficina de avituallamiento son una pandilla depcaros sin escrpulos y estoy encantada de meterles en cintura. Que tenga buenda le despidi Jane; cuando Wapping hubo cerrado la puerta, la capitana sevolvi hacia Laurence: Los pobres animales comen menos que un pajarito, y nocontentos con eso, los muy canallas nos envan reses enfermas y en los huesos,puedes crertelo, Laurence?Menuda forma de darte la bienvenida a tu vuelta, eh? Roland le tom por loshombros y le plant un sonoro beso en cada mejilla. Tienes un aspectohorroroso. Qu le ha pasado a tu casaca? Te apetece un vaso de vino?pregunt mientras serva uno para cada uno sin esperar su respuesta, uncomportamiento que el recin llegado interpret como una muestra deinexpresividad causada por el agobio. He recibido todas tus cartas, Laurence,as que me he hecho una idea razonable de tus andanzas. Perdona que no te hayarespondido, pero me resultaba ms fcil no contarte nada que expurgarlo todo ycontarte solo cosas sin importancia.No, es decir, s, por supuesto dijo l, y se sent con ella junto al fuego. Janehaba dejado la casaca sobre un brazo de la silla y al posar los ojos en la prendaLaurence pudo ver en la manga las cuatro barras de almirante y el magnficoalamar hecho de galn en la pechera. El rostro de su interlocutora tambin habacambiado, aunque no para mejor: haba perdido una stone[2] de peso por lomenos, calcul, y unos brotes grises haban aparecido en su pelo corto siempretan negro.Bueno, lamento estar hecha un adefesio observ, pesarosa, e impidi lasdisculpas de Laurence a carcajadas. Todos estamos bastante desmejorados,

  • Laurence, carece de sentido negarlo. Ya has visto al pobre Lenton, supongo.Aguant el tipo como un jabato las tres semanas siguientes a la muerte de sudragona, pero luego le encontramos en el suelo de sus aposentos, vctima de unaapopleja. La semana siguiente fue incapaz de hablar sin arrastrar las palabras.Despus de eso ha ido a mejor, pero todava es una sombra de s mismo.Lo lamento mucho repuso l. Tena pensado brindar por tu ascenso logrdecir sin tartamudear, pero hasta eso le exigi un esfuerzo hercleo.Gracias, querido amigo. Supongo que en otras circunstancias estara muyorgullosa o si no furamos de traspis en traspis. Capeamos el temporalrazonablemente bien mientras nos las arreglamos por nuestra cuenta, pero notanto cuando debo tratar con estas criaturas descerebradas del Almirantazgo. Losaben, porque se les ha dicho por activa y por pasiva, y aun as, ah estn con sussonrisitas y sus arrullos, como si yo no fuera capaz de ponerme a lomos de undragn en lo que ellos tardan en desvestirse y se me quedan mirando como si lesestuviera echando una bronca injustificada por querer montarme el numerito delbesamanos.Les cuesta adaptarse, imagino respondi Laurence, compadeciendo aaquellos bobos para sus adentros. Me pregunto si tal vez el Almirantazgo nodebera y se mordi la lengua, aunque no a tiempo, y tuvo la sensacin deque haba pisado un terreno peliagudo y peligroso. Resultaba imposible discreparcon la necesidad de hacer todo lo posible por contar con el concurso de losLargarios, tal vez la raza inglesa ms mortfera, y como estos alados soloaceptaban cuidadoras, era necesario drselas. Laurence deploraba profundamenteque la necesidad obligara a mujeres de buena cuna a perder su legtimo sitio en lasociedad y adentrarse en un camino de dolor, pero al menos las haban educadopara ello y caso de ser necesario, se hallaban perfectamente cualificadas paradesempear el papel de lderes de formacin y transmitir las maniobras a las alas,pero el rango de Roland no era un oficial superior de medio pelo, era almirante, yeso por no hablar de que estaba al frente del mayor cobertizo de toda GranBretaa y tal vez tambin el de mayor importancia.No me han dado el cargo de buen grado, pero la eleccin era una patatacaliente le revel Jane. Portland no iba a venir desde Gibraltar, pues Laetificatya no est para soportar un viaje por mar, as que la cosa quedaba entreSanderson y yo, y l hizo el ridculo con un numerito de ir lloriqueando por lasesquinas de lo preocupado que estaba, como si eso sirviera de algo. No s sicreers eso de un veterano con nueve acciones conjuntas con la flota Rolandrecorri su pelo corto con los dedos y suspir. No importa, no me hagas caso,

  • Laurence. Soy impaciente y Animosia, su dragn, se encuentra bastante mal.Y qu hay de Excidium? se aventur a preguntar Laurence.Es un pajarraco con la piel muy dura que se las sabe todas y administra biensus fuerzas; adems, tiene el sentido comn de comer aun sin apetito. Puedeaparselas bastante bien una larga temporada, y ya sabes, lleva casi un siglo enel servicio activo, muchos de su edad ya han abandonado del todo el negocio y sehan retirado a los campos de cra Roland esboz una sonrisa poco entusiasta.Venga, he sido valiente Ahora pasemos a cosas ms agradables. Me has tradoveinte dragones y por Dios que voy a sacarles el mximo partido. Vamos aecharles un vistazo.Es de armas tomar admiti Granby, hablando lentamente mientras los tresexaminaban la anatoma enroscada de Iskierka, cuya piel estaba salpicada porpas punzantes como alfileres por las cuales se escapaban dbiles chorros devapor. An no la he amansado, lo siento, almirante.La dragoncilla se haba asentado por su cuenta y a su propia satisfaccin, aunqueno a la de los dems; haba excavado con las garras una fosa profunda en el clarocontiguo al de Temerario, y luego haba procedido a acomodarla, rellenndola conuna suerte de harina gris hecha con madera de fresno: haba desenraizado unadocena de rboles y, ni corta ni perezosa, los haba quemado dentro del pozo. Porltimo, haba elegido piedras redondeadas y las haba caldeado antes de echarlasa ese lecho de arena gris y entonces ya pudo tenderse a dormir cmodamentesobre un nido templado.El fuego y su persistente rescoldo resultaban visibles a varios kilmetros a laredonda, incluso desde las granjas ms prximas al cobertizo, y las primerasquejas, as como un considerable pnico, se produjeron a las pocas horas de lallegada de la dragoneta.Lo ha hecho bastante bien enjaezndola en un pas extranjero y sin ganado asu disposicin coment Jane, palmeando el lomo de la adormilada dragoneta.Por m, ya pueden quejarse cuanto gusten por la presencia de un dragnlanzafuego, la Armada va a corear su nombre cuando se enteren de que al fintenemos uno a nuestra disposicin. Bien hecho, de veras que s. Me alegra poderconfirmarle en su rango, capitn Granby. Te gustara hacer los honores,Laurence?La mayora de la tripulacin de Temerario haba estado atareada en el claro deIskierka, extinguiendo a palos el fuego de las chispas que saltaban del pozo yamenazaban con prender fuego a todo el cobertizo en caso de no sofocarlas.Ahora, estaban cansados y cubiertos de polvo de los pies a la cabeza, pero

  • ninguno de ellos tena ganas de marcharse, se demoraban adrede sin necesidadde ninguna orden hasta que el teniente Ferris les chiv entre dientes el momentode acercarse para poder ver cmo Laurence colocaba un par de barras doradas enlos hombros de Granby.Caballeros les invit a acercarse Roland una vez que Laurence huboterminado.Los soldados lanzaron tres hurras en honor de Granby, rojo como un tomate acausa del entusiasmo, aun cuando se port con comedimiento. Ferris y Riggs seadelantaron para felicitarle con un apretn de manos.Pronto nos pondremos a buscarle una tripulacin, caballeros, aunque Iskierkatodava es muy pequea coment la almirante al trmino de la ceremoniamientras se dirigan a presentarle a los dragones salvajes. Ahora no andamosescasos de hombres, por desgracia. Alimntela dos veces al da, a ver si dndolebien de comer logramos recobrar el tiempo perdido en lo que a crecimientorespecta y cuando despierte comenzar con ustedes las maniobras a lomos de unLargario. No s si puede hacerse dao con su propia habilidad, como les ocurre alos lanzadores de cido, pero tampoco necesitamos averiguarlo durante losentrenamientos.Granby asinti; al menos, no pareca desconcertado en presencia de Jane, y otrotanto poda decirse de Tharkay, a quien haban convencido para quedarse un pocoms, pues era uno de los pocos con algo de mano entre los montaraces. A sumanera furtiva y secreta, casi pareca divertido despus de haber lanzado unamirada inquisitiva a Laurence. Este no haba tenido ocasin de advertirle enprivado acerca del encuentro, dado el inters de Roland por hacerse cargo de losdragones ipso facto. Aun as, no mostr sorpresa alguna y se limit a hacer unaamable inclinacin antes de proceder a las presentaciones.El grupo de Arkady haba provocado menos caos en sus claros respectivos queIskierka a pesar de que haban optado por derribar los rboles existentes entre loscalveros y permanecer todos agrupados. El fro aire de diciembre no lesperturbaba lo ms mnimo, acostumbrados como estaban a las temperaturasglaciales de la cordillera del Pamir, pero la humedad levantaba comentarios dedesaprobacin.En cuanto se percataron de que estaban en presencia del mandams delcobertizo, le exigieron de inmediato el clculo exacto de las vacas prometidas,una al da, oferta por la cual se haban incorporado al servicio de buen grado.Su posicin es la siguiente: se les prometi una vaca por da y aun cuando nose la hayan comido, el cmputo ha corrido, luego ese ganado acumulado es suyo

  • y, por tanto, les asiste el derecho de pedir su entrega ms adelante les explicel mestizo.La ocurrencia provoc las carcajadas de Jane.Dgales que van a tener tanta comida como deseen en cualquier momento y sison demasiado desconfiados como para quedarse contentos con eso, les haremosuna cuenta: que cojan uno de esos troncos y hagan una marca cada vez quevisiten el redil del ganado contest Roland, ms feliz que ofendida por verseenvuelta en semejantes negociaciones. Pregnteles si estaran de acuerdo coneste intercambio: dos cerdos por una vaca, o dos ovejas. Eso nos permitiraofrecerles algo ms de variedad.Los dragones salvajes unieron las cabezas y empezaron a farfullar entre ellos enuna cacofona de siseos y silbidos; la conversacin era privada solo porque nadieentenda su lenguaje. Al final, Arkady se dio la vuelta y se declar dispuesto aalcanzar un acuerdo sobre el intercambio, salvo en lo tocante a las cabras, dondeinsisti en que deberan ser tres ejemplares a cambio de una vaca, pues estosanimales les producan cierto desdn: en su lugar de origen los haban comido amenudo y por lo general solan estar en los huesos.Roland le hizo la venia en seal de asentimiento y l cabece hacia atrs con unaexpresin altamente satisfecha que acentu todava ms ese aspecto de pirata,con el parche de color azafranado que le cubra un ojo y le salpicaba todo elcuello.Son una pandilla de rufianes, de eso no cabe duda sentenci Jane mientrasabra la marcha de regreso a sus oficinas, ni tampoco su papel durante unvuelo: esas constituciones tan nervudas son perfectas para volar alrededor oencima de un peso pesado, as que estoy encantada de llenarles la panza.No, seor, no habr problemas dijo el maestresala del cuartel general cuandose le pidieron habitaciones para Laurence y sus oficiales pese a que haban salidode la nada y llegaban sin avisar.Haba espacio de sobra por una razn simple: la mayora de los capitanes yoficiales prefera estar junto a los dragones enfermos en los territorios afectadospor la cuarentena, donde acampaban a pesar del fro y la lluvia. Por eso, eledificio se hallaba extremadamente vaco y sumido en un silencio ni siquieracomparable al del lento discurrir de los das previos a Trafalgar, cuando la prcticatotalidad de las formaciones se haba marchado al sur como apoyo para derrotara las flotas francesa y espaola.Todos juntos bebieron a la salud de Granby, pero el grupo se disgreg enseguiday Laurence no estaba dispuesto a remolonear mucho ms por all. Unos cuantos

  • tenientes de rostro abatido permanecan sentados en las sombras de un rincn sindecir palabra, un capitn entrado en aos roncaba con la cabeza apoyada sobre elbrazo de su silln y una botella vaca en el codo.Laurence cen solo en sus habitaciones; lo hizo junto al fuego para combatir elfro, pues las estancias cerradas facilitaban la formacin de una corriente quepasaba de un cuarto a otro.Alguien llam a la puerta con los nudillos y el capitn abri pensando que podratratarse de Jane o alguno de sus oficiales con noticias de Temerario, pero sesorprendi al encontrarse al mestizo en su umbral.Entre, por favor le invit Laurence, y ya un poco tarde aadi: Espero quesepa disculpar el desorden.La estancia estaba todava revuelta, as que haba optado por tomar prestadaslas ropas de dormir de un colega descuidado que las haba olvidado en el armarioropero. Tenan muchas arrugas y le quedaban un poco anchas a la altura decintura.He venido a despedirme anunci Tharkay y neg con la cabeza cuandoLaurence hizo un torpe intento de interrogarle. No, no tengo queja alguna, yono formo parte de su compaa y tampoco me interesa quedarme solo comotraductor. Iba a aburrirme enseguida.Me encantara hablar con la almirante Roland, tal vez haya algn encargoaventur el militar, pero dej la frase colgando al no saber qu iba a poderhacer ni qu acuerdos podan alcanzarse con el Cuerpo, ni sobre qu materias,salvo que los imaginaba menos formales que en la Armada o en el Ejrcito, perono deseaba prometer nada que tal vez fuera inviable.Ya he hablado con ella y me ha dado uno repuso el mestizo, aunque tal vezno del tipo a que usted se refera. Voy a volver a Turkestn en busca de msdragones salvajes a ver si puedo persuadirlos de que se enrolen en trminossimilares a los del grupo de Arkady.Laurence habra sido mucho ms feliz si los montaraces ya enrolados fueranmnimamente disciplinados, una cualidad a duras penas alcanzable tras la marchade Tharkay, mas no caba efectuar objeciones por su parte. Resultaba difcilimaginar que alguien tan orgulloso como l fuera capaz de permanecer en unaposicin de simple comparsa, incluso aunque no hubiera descontento por suparte.Rezar porque regrese sano y salvo le dese Laurence.Y a continuacin le ofreci un vaso de oporto y una cena.Qu extrao compaero nos has conseguido le dijo Roland a la maana

  • siguiente en sus oficinas. Le habra dado su peso en oro si el Almirantazgo nohubiera puesto el grito en el cielo: veinte dragones salidos de la nada, como si loshubiera conjurado Merln, o fue cosa de San Patricio?Lamento privarte de la colaboracin de Tharkay y te pido que no me consideresdesagradecida. Ests en tu derecho a quejarte, ya es un milagro que hayaslogrado traernos a Iskierka y un huevo intacto considerando la facilidad con queBonaparte est campando por toda Europa, y eso por no hablar de nuestra bandade amistosos bribones. Pero no puedo renunciar a la posibilidad de conseguir msdragones, por mezquinos y esquelticos que sean, eso da igual mientrasaguanten de pie.En lo alto de la mesa se desplegaba el mapa de Europa lleno de indicadores querepresentaban dragones. Las banderas marcaban un trayecto desde los confinesoccidentales del antiguo territorio de Prusia hasta Rusia.De Jena a Varsovia en tres semanas resumi ella mientras uno de losservidores les escanciaba los vasos de vino. No habra dado un penique falsopor esas noticias si no las hubieras trado t, Laurence, y te habra enviado almdico si luego no las hubiera confirmado la Armada.El capitn asinti.Tengo muchas cosas que contarte acerca de las tcticas areas de Bonaparte:las ha cambiado por completo de un tiempo para ac. Las formaciones ya nosirven de nada frente a l. A los prusianos les pas por encima en Jena, les diouna verdadera paliza. Debemos empezar a idear tcticas para contrarrestar deinmediato esos nuevos modos de batallar.Pero ella ya estaba sacudiendo la cabeza.Sabes, Laurence? Dispongo de menos de cuarenta dragones aptos para elvuelo y salvo que Napolen est mal de la cabeza, y no lo creo, cruzar el canalcon ms de un centenar. No va a necesitar ninguna tctica soberbia paraderrotarnos. Y en lo que a nosotros respecta, no hay nadie a quien ensear algonuevo. Nadie el alcance de la debacle acall a Laurence: disponan de cuarentadragones para patrullar toda la lnea costera del Canal y dar cubertura a losbarcos del bloqueo. Todo cuanto queremos en este momento es tiempoprosigui Jane. Ha habido una docena de eclosiones en Irlanda, un territoriopreservado de la enfermedad hasta la fecha, y tenemos all muchos huevos apunto de eclosionar en los prximos seis meses. De ah van a salir muy buenosdragones a no mucho tardar. Las cosas pintaran bastante mejor si nuestro amigoBonaparte fuera tan majo de concedernos un aito. Todo tendra otro cariz en esemomento: estaran emplazadas todas las nuevas bateras de la costa, los

  • dragonetes ya estaran educados y los salvajes seran capaces de dar una aderechas, y eso por no mencionar a Temerario ni a nuestro nuevo dragnlanzallamas.Y nos lo va a dar?Como se entere del lamentable estado de nuestras fuerzas, ni un minutoreplic Roland, pero dejando eso a un lado Bueno, hemos sabido que tieneuna nueva amiguita, una condesa polaca de una belleza arrebatadora, segn sedice, y le gustara casarse con la hermana del zar. Le deseamos buena suerte ensu cortejo, y tambin que se lo tome sin prisa. Si es razonable, va a querer unanoche invernal para franquear el Canal de la Mancha y los das empiezan a durarmsPuedes estar seguro de que Napolen se nos planta aqu raudo como un rayo sillega a saber que estamos en cuadro y al infierno con las damas. Por eso,nuestro trabajo en estos instantes consiste en mantenerle bien sumido en laignorancia. En un ao vamos a tener algo con que trabajar, pero hasta entonces,todo cuanto debes hacer esPatrullar repiti Temerario con desesperacin cuando Laurence le transmitisus rdenes.Lo siento mucho, amigo, lo lamento de veras, pero al final Nuestros amigoshan sido relevados de una serie de tareas y si de verdad queremos ayudarles,vamos a tener que asumirlas nosotros Temerario guard silencio y se puso arumiar el asunto con desconsuelo. En un intento de animarle, Laurence aadi:Pero eso no significa que debamos renunciar a tu causa, ni lo ms mnimo. Voy aescribir a mi madre y a todos mis conocidos capaces de dar buenos consejos parasaber cmo debemos procederQu sentido puede tener eso cuando todos nuestros amigos estn enfermos yno podemos hacer nada por ellos? Poco importa que a uno de ellos no se lepermita visitar Londres cuando ni siquiera es capaz de volar una hora, y a Arkadyle importa un bledo la libertad, solo quiere vacas. S, podramos patrullar ytambin hacer formaciones.Echaron a volar alicados con una docena de dragones salvajes posicionados a suespalda, ms ocupados en reir entre ellos que en prestar atencin a susalrededores. Temerario no estaba por la labor de hacerles entrar en razn y ahoraque Tharkay se haba ido, el puado de infelices oficiales montados a lomos de losmontaraces albergaban muy poca esperanza de ejercer algn tipo de controlsobre ellos.El elevado nmero de dragones enfermos dejaba en tierra a sus tripulaciones;

  • por eso haba disponibles muchos jvenes suboficiales. Quienes ahora montabanen los montaraces haban sido elegidos por su habilidad con los idiomas. Todos lossilvestres tenan demasiados aos para aprender otra lengua con facilidad, as quelos oficiales deban aprender la de los alados. Tener que orles intentar silbar ychasquear la lengua para farfullar las primitivas slabas del idioma durzagh se hizopesado enseguida y acab por convertirse en una molestia considerable, peroresult preciso soportarlo, pues nadie lo hablaba con fluidez, salvo Temerario y elpuado de jvenes oficiales que haban aprendido a chapurrearlo en el curso desu viaje a Estambul.Laurence ya haba perdido a otros integrantes de su ya reducida oficialidad: elfusilero Dunne y el ventrero Wickley haban asimilado los rudimentos suficientesde durzagh para realizar unas seas bsicas comprensibles para los dragonessalvajes y no eran tan jvenes como para dar rdenes absurdas. Haban puesto aambos a bordo de Arkady en una alta posicin de autoridad que era pura teora,al no existir ese lazo natural generado por el primer enjaezado y, por descontado,el lder de los montaraces estaba ms dispuesto a seguir sus caprichosos impulsosque las rdenes que ellos pudieran darle, mxime cuando el dragn ya habaexpresado su opinin acerca de las patrullas sobre el ocano: eran absurdas altratarse de una zona sin valor por la que ningn dragn razonable iba ainteresarse. A juicio de Laurence, las probabilidades de que virara bruscamenteen busca de algo ms divertido eran elevadas.La derrota elegida por Roland para la primera expedicin del grupo discurrajunto a la lnea costera, donde haba poco o ningn peligro de que se produjerauna accin blica. Iban demasiado cerca de la tierra, pero al menos losacantilados despertaron el inters de los montaraces, eso y el bullicio de losbarcos alrededor de Portsmouth, adonde se hubieran dirigido alegremente ainvestigar si Temerario no los hubiera llamado al orden. Volaron cerca deSouthampton para luego dirigirse hacia el oeste, en direccin a Weymouth. Losalados se aburrieron del ritmo tranquilo de vuelo as que para entretenerseempezaron a hacer todo tipo de acrobacias alocadas, bajando en picado desdetanta altura que deberan haber quedado mareados y con el estmago revuelto,cosa que no suceda debido a su antiguo hbitat, uno de los lugares ms altos dela tierra. Por esa razn realizaban peligrosas y absurdas maniobras en barrenaque los llevaban a levantar surtidores de espuma cuando rozaban la cresta de lasolas antes de remontar el vuelo. Era un triste desperdicio de energa, aunque,bien alimentados como estaban ahora, y en comparacin con su anterior aspectofamlico, tenan un exceso de energa y a Laurence no le importaba que la

  • gastasen de una forma tan controlada mientras los oficiales subidos aferrados alos respectivos arneses no estuvieran en desacuerdo.Quiz deberamos probar a ver si pescamos algo sugiri Temerario, volviendohacia atrs la cabeza para mirar a Laurence.Pero entonces, de pronto, Gherni grit por encima de ellos y el Celestial se lade,evitando a un Pcheur-Ray que pas muy cerca de l. Los fusileros a lomos delalado francs abrieron fuego. Las descargas de fusilera sonaron como eldescorche simultneo de varias botellas de champn.Los hombres empezaron a moverse de forma alocada cuando Ferris grit:A sus puestos de combate!Los ventreros dejaron caer un puado de bombas sobre el peso medio francs,que ya empezaba a remontar mientras Temerario viraba y ganaba altura. Arkadyy los montaraces se llamaban unos a otros con gritos estridentes y girando sobres mismos con entusiasmo antes de abalanzarse de buena gana sobre el enemigo,una patrulla de reconocimiento integrada por seis alados, o eso pudo distinguirLaurence entre las nubes de baja altura. El Pcheur era el mayor del grupo; elresto eran dragones ligeros o correos. Los franceses se hallaban en inferioridadnumrica y de peso, y a pesar de todo se la jugaban acercndose tanto a lascostas inglesas.Era una imprudencia o se trataba de una temeridad llevada a cabo con toda lapremeditacin del mundo? El capitn de Temerario se pregunt con preocupacinsi no haba trascendido la noticia de que durante el ltimo encuentro no habahabido reaccin alguna desde los cobertizos.Voy tras ese Pcheur. Arkady y los otros se encargarn del resto anunci elCelestial, volviendo la cabeza para mirar a Laurence mientras descenda enpicado.Este estim ms seguro dejar que los montaraces se encargaran de los aladosms pequeos, pues eran cualquier cosa menos tmidos, y a raz de sus juegos sehaban convertido en consumados escaramuzadores.No efectuis un ataque sostenido voce a travs de la bocina. Basta conecharlos de la costa cuanto antes yLe interrumpi el sonido hueco de las bombas al detonar debajo de ellos.Bum. Bum.El Pcheur-Ray se supo claramente superado al no contar con el factorsorpresa, pues el Celestial era mucho ms rpido y de una clase ms pesada. l ysu capitn se la haban jugado con el ataque sorpresa y haban fallado, y parecaobvio que no estaban dispuestos a probar suerte de nuevo. Temerario apenas

  • haba logrado detenerse antes de que el alado francs estuviera a punto deestamparse contra las olas y batiera las alas en retirada mientras los fusilerosabran un fuego cerrado con el fin de despejar el repliegue.El capitn se volvi hacia lo alto, de donde venan las voces y gritos salvajes delos montaraces, a los cuales apenas consegua ver, pues los muy tunantes habanobligado a los franceses a ganar altura, donde su mayor facilidad para respiraraire con poco oxgeno poda concederles una ventaja.Dnde diablos est mi catalejo? clam, y cogi el de Allen.Los dragones salvajes haban reducido el rifirrafe a un juego de provocacin,acercndose y alejndose de los alados galos a toda velocidad, sin que, por ahorase viera mucha pelea. Aquella tctica hubiera provocado la desbandada decualquier grupo en su mundo, supuso Laurence, en especial con una diferencianumrica tan notoria, pero dudaba mucho que los disciplinados franceses sedejaran distraer as como as y, de hecho, mientras l estaba mirando, los cincoenemigos, todos salvo el pequeo Pou-de-Ciel, volaban en formacin cerrada yenseguida iban a cruzar la nube de montaraces.Estos siguieron escenificando su bravata y algunos de sus gritos fueron reales, yaque se dispersaron demasiado tarde para eludir el fuego de fusilera y se llevaronms de un balazo.Temerario aleteaba para ascender; haba tomado aire y tena los costadoshenchidos como la lona de las velas, aun as, no le resultaba fcil subir tan arriba,y a esa altura iba a estar en desventaja frente a los dragones franceses, mspequeos que l.Llmelos enseguida y ensee el bandern de descenso voce Laurence aTurner sin demasiada esperanza, pero los montaraces descendieron en picadocuando este hizo las seales, y ninguno pareci reacio a situarse al amparo delCelestial.Arkady profera un clamor sordo e indignado mientras empujaba ansiosamente asu lugarteniente Wringe, la dragona que haba salido peor parada: su piel de colorgris oscuro estaba veteada por arroyos de sangre an ms oscura, pues se haballevado varios balazos en el cuerpo y un golpe desafortunado en el ala derechaque le haba cortado al bies, hacindole una herida bastante fea entre el patagio yel costillar. La malherida se escoraba en el aire cada vez que intentaba moverla.Que descienda a la costa orden Laurence, que apenas necesitaba la bocinapara hacerse or: los dragones estaban tan apretados que poda dirigirse a elloscomo si estuvieran en un claro y no en cielo abierto. Haced el favor de decirlesque deben mantenerse bien lejos de los fusiles. Lamento que hayan tenido una

  • jornada tan movida Escuchadme ahora, vamos a mantenernos juntos ySin embargo, el consejo llegaba demasiado tarde: los franceses haban formadoen uve y se les echaban encima desde lo alto. Los montaraces siguieron laprimera instruccin al pie de la letra y permanecieron todos juntos, quizdemasiado, pero luego se desbandaron por el cielo.Los franceses tambin se separaron de inmediato. Ni siquiera juntos eran rivalpara Temerario, a quien seguramente haban reconocido, y volaron cerca de losmontaraces como forma de protegerse frente al ataque de un Celestial. Debi deser una experiencia de lo ms extraa para ellos. Los Pou-de-Ciel formaban partede la raza gala ms liviana y ahora se descubran como una suerte de pesospesados cuando trababan batalla contra los alados salvajes, que, aun cuandotuvieran su misma longitud y envergadura, eran ms delgados y de vientrescncavos, un agudo contraste frente a los pechos amplios y musculados de susoponentes.Los montaraces se mostraron bastante ms cautos en esta ocasin, perotambin ms despiadados, enfurecidos por la herida de su compaera y elescozor de sus propias lesiones. Empezaron a embestir como rayos y prontoaprendieron cmo amagar un ataque para provocar una descarga de fusilera y uninstante despus lanzar el ataque de verdad. Gherni, la ms pequea de todos, yLester lanzaron un asalto conjunto contra el Pou-de-Ciel al tiempo que Hertaz, elms artero de los montaraces, se le echaba encima con las garras ennegrecidaspor la sangre. El resto se enzarz en combates singulares en lugar depreocuparse por defender a los suyos, pero Laurence se percat enseguida delpeligro casi antes de que el Celestial gritara:Arkady!, Bnezh sli taqom Temerario se detuvo en mitad de la frase paradecir: No estn escuchando, Laurence.Ya, y dentro de un momento van a verse en un apuro convino el capitn. Losalados franceses aparentaban luchar en un uno contra uno, como los montaraces,pero en la prctica estaban maniobrando para acabar quedando lomo contralomo; en realidad, solo se estaban dejando arrinconar para quedar en formacin yentonces abrirse paso gracias a una embestida demoledora. Puedes separarlosuna vez que se hayan reunido?No veo cmo sin hacer dao a nuestros amigos. Estn muy cerca unos de otrosy algunos son muy pequeos contest el Celestial sin dejar de azotar el aire conla cola mientras permaneca suspendido en el aire.Seor intervino Ferris. El capitn se volvi a mirarle. Siempre nos dicen,como regla general, que ms vale llevarse un moratn que un balazo. Eso no les

  • va a doler mucho e incluso si se quedan un poco atontados por algn golpe,estamos lo bastante cerca para ayudarles a amerizar si las cosas se torcieran msde la cuenta.Muy bien, gracias, seor Ferris contest Laurence, poniendo nfasis en laaprobacin.Se alegraba mucho de ver a Granby en compaa de Iskierka, y ms desde quesaba lo escasos que estaban de dragones, pero le echaba muchsimo de menos,mxime cuando quedaba expuesto a lo escaso de su adiestramiento comoaviador. Ferris se haba apresurado a aprovechar las ocasiones con un entusiasmorayano en la heroicidad, pero solo era un tercer teniente cuando salieron deInglaterra, haca apenas un ao, y no poda esperar a sus diecinueve primaverasimponerse a su capitn con la conviccin de un oficial veterano.Temerario baj la cabeza, respir hondo para llenar de aire los pulmones ydescendi en picado hacia el menguante puado de dragones. Al atravesarlocaus un efecto superior al de un gato cuando caa sobre una bandada depalomas desprevenidas. Salieron dando volteretas amigos y enemigos por igual;los montaraces, todava ms entusiasmados, volaron de forma catica por losalrededores en medio de un enorme gritero y entretanto, los alados enemigos seenderezaron y, a una orden sealizada por el lder de formacin, los Pou-de-Cieldieron media vuelta y se alejaron. Huan.Los dragones salvajes no los persiguieron, pero acudieron junto al Celestial parachincharle: o bien se quejaban por el golpazo o bien se pavoneaban de la victoriaobtenida y la fuga del enemigo. Arkady lleg a insinuar que eso haba sucedido apesar de la interferencia del Celestial, que haba realizado aquel movimientoimpelido por los celos.Eso es totalmente falso salt Temerario, ultrajado. Os habran hechopicadillo sin m.Y se volvi de espaldas a ellos para luego echarse a volar hacia tierra con lagorguera erizada de pura indignacin.Localizaron a Wringe sentada en medio de un campo, lamindose la herida delala. Unos vellones de lana manchados de sangre sobre la hierba y un cierto olor amatanza flotando en el aire sugeran que la dragona haba encontrado una formade consolarse discretamente, pero Laurence opt por hacer la vista gorda. Deinmediato, Arkady se present ante ella como un hroe y se puso a caminar de unlado para otro, recreando el encuentro. Hasta donde el capitn britnico fue capazde entender, la batalla pareca haberse prolongado durante quince das y en ellahaban participado cientos de enemigos, pero Arkady los haba derrotado a todos

  • l solito. Temerario solt un bufido y agit la cola con desdn, sin embargo losdems dragones salvajes estuvieron ms que dispuestos a aplaudir esa visinrevisada de la historia, aunque de vez en cuando metan baza para intercalar lahistoria de sus propias hazaas, tambin muy heroicas.Entretanto, Laurence haba desmontado junto a su nuevo cirujano, unescuchimizado joven de lentes gruesas, muy nervioso y propenso al tartamudeo,para examinar las heridas de Wringe.Se recobrar lo suficiente para volar de vuelta a Dover? inquiri Laurence.El ala herida tena un aspecto repulsivo, o al menos la parte que era posible ver,pues ella cerraba el ala con inquietud para evitar el examen mdico, aunque, porfortuna, las payasadas de Arkady la distraan lo bastante como para que Dorsetpudiera ocuparse de la extremidad.No contest el mdico con despreocupacin y sin sombra de su habitualtartamudez. Necesita mantener el ala inmvil y con una cataplasma. Y deboextraerle esas balas de inmediato, aunque no ahora. Hay un terreno habilitadopara los correos a las afueras de Weymouth, que es de donde salen todas lasrutas. Est libre de cuarentena. Debemos encontrar un modo de llevarla all.Solt el ala y se volvi hacia el capitn, bizqueando con esos ojos suyos de colordeslavazado.Muy bien contest Laurence con desconcierto, pues el cambio de su porte ibams all de un mayor aplomo. Seor Ferris, tiene a mano esos mapas?S, seor, pero, si me permite decirlo, hay ms de treinta kilmetros de vuelodirecto sobre el agua de aqu al cobertizo de Weymouth.Laurence asinti y le despidi.Temerario puede soportar ms que eso, estoy seguro.El peso de Wringe presentaba menos problemas que su inquietud con la solucinencontrada y el repentino ataque de celos por parte de Arkady, que le llev aproponerse como sustituto de Temerario, algo bastante ilgico, pues Wringepesaba varias toneladas ms que l y no habra sido capaz de levantarla del sueloni un metro.Haz el favor de no portarte como una tonta le replic Temerario cuando ladragona expres sus reservas a ser transportada. No voy a soltarte a menosque me muerdas. Solo debes quedarte quieta. Adems, es un trayecto muy corto.

  • Captulo 3

    Sin embargo, llegaron al cobertizo de Weymouth poco antes del anochecer ybastante alterados, pues Wringe haba expresado cinco o seis veces en eltranscurso del vuelo la intencin de echar a volar y hacer el resto del viaje por smisma. Adems de eso, haba araado sin querer a Temerario en dos ocasiones yal removerse por culpa de la incomodidad haba lanzado por los aires a dos de loslomeros que viajaban sobre ella. Se salvaron solo gracias a las correas atadas delos mosquetones. Tras aterrizar, ambos echaron pie a tierra magullados ymareados por el porrazo y se alejaron de all con la ayuda de sus compaeros,que les recetaron una dosis generosa de brandy en los pequeos barracones.Wringe mont un alboroto de apa antes de que le extrajeran las balas: empezpor deslizarse sobre los cuartos traseros cuando Dorset se aproxim cuchillo enmano e insisti en que ella se encontraba bastante bien, pero a esas alturas elCelestial se hallaba lo bastante fuera de sus casillas como para no tener pacienciacon sus evasivas y solt un gruido sordo que hizo estremecer la tierra seca yapelmazada de los alrededores e indujo a la herida a tenderse dcilmente en elsuelo para ser examinada a la luz de una linterna suspendida en alto.Bueno, ya est anunci el cirujano tras haber extrado la tercera y ltima delas balas. Ahora debe comer algo de carne y descansar toda la noche. Esteterreno es demasiado duro aadi con desaprobacin mientras bajaba de lapaletilla de la dragona con un cuenco donde tintineaban las tres balasensangrentadas.Me da igual que este sea el suelo ms duro de Inglaterra intervino el agotadoCelestial al tiempo que inclinaba la cabeza a fin de que Laurence pudieraacariciarle el hocico mientras le aplicaban las cataplasmas a sus heridas, porsuerte superficiales. Solo pido que me traigan una vaca y luego me dormir.Le bastaron tres formidables mordiscos para desgarrar y zamparse una vacaentera. Ech la cabeza hacia atrs para que el ltimo bocado le bajara con msfacilidad por la garganta. El granjero, a quien haban convencido para que llevaraa una de sus reses hasta el cobertizo, qued paralizado y boquiabierto mientrascontemplaba la escena con una suerte de macabra fascinacin, y otro tanto podadecirse de sus dos hijos, a quienes los ojos estaban a punto de salrseles de lasrbitas. Laurence le puso en la mano unas cuantas guineas de ms sin que elhombre opusiera resistencia y luego los ech de all a todos, sabedor de que a la

  • causa de Temerario no le convena que se extendieran historias recientes yescabrosas acerca del salvajismo dragontino.Los dragones salvajes se dispusieron alrededor de la herida Wringe a fin deprotegerla de cualquier corriente de aire fro y se acomodaron uno sobre otro dela forma ms cmoda posible. Los ms pequeos se arrastraron con cuidadohasta ponerse sobre el lomo de Temerario en cuanto este se qued dormido.Haca demasiado fro para dormir al raso y no haban trado consigo las tiendascuando salieron a patrullar. Laurence tena la intencin de dejarles a sus hombreslas barracas, que ya eran demasiado pequeas como para quitarles ms espaciocon la divisin del capitn, e ir a un hotel si lograba encontrar uno. En cualquiercaso, estaba muy contento de poder enviar noticias suyas al cobertizo de Doverpara que su ausencia no causara zozobra alguna. Todava no confiaba en ningunode los montaraces lo bastante como para enviarle solo con un puado de oficialestan bisoos.Ferris se aproxim mientras Laurence haca averiguaciones acerca de los escasosocupantes del cobertizo.Mi familia vive en Weymouth, seor. Estoy seguro de que mi madre estarencantada de recibirle para pasar la noche si as lo desea ofreci. Haca esaoferta muy a la ligera, como as evidenciaba la ansiedad de su rostro, y esa era larazn por la que aadi: So