Noviembre marca ritmos otoñales,
a las hojas que bailan con el viento.
Se diluye en un cielo ceniciento
Por detrás de los altos ventanales
la leña se consume a fuego lento,
y un piano ensayando sin aliento
es preludio de tardes musicales.
Un tibio sol se escurre en los visillos;
el baúl guarda un pálido diario
y el armario el olor de los membrillos.
Noviembre, temporal y calendario,
sobre alfombra de ocres y amarillos
se erige para el arte en santuario.