novenas’ · novena!eficaz!al!sagrado!corazÓnde!jesÚs!...

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NOVENAS NOVENA A SANTA FILOMENA Oh gran Santa Filomena, Virgen y Mártir, obradora de maravillas de nuestra era, le doy las más fervientes gracias a Dios por los dones milagrosos otorgados a Vos, y os suplico impartirme una porción de las gracias y bendiciones de las cuales vos habéis sido el canal para tantas almas. Por la heroica fortitud con la cual confrontasteis la furia de tiranos y el disgusto de los poderosos antes que desviaros de vuestra alianza con el Rey del Cielo, obtened para mí pureza de cuerpo y alma, pureza de corazón y deseo, pureza de pensamiento y afecto. Por vuestra paciencia bajo sufrimientos multiplicados, obtened para mí una aceptación sumisa de todas las aflicciones que pueda complacer a Dios enviarme y como vos escapasteis milagrosamente ilesa de las aguas del Tiber, en el que fuisteis arrojada por orden de vuestro perseguidor, así también yo pueda pasar a través de las aguas de tribulación sin detrimento a mi alma. Además de estos favores, obtened para mí, Oh esposa fiel de Jesús, la necesidad particular que ardientemente os recomiendo en este momento. Oh Virgen pura y Mártir santa, dígnate dirigir una mirada de piedad desde el Cielo sobre vuestro devoto siervo, consoladme en aflicción, asistidme en el peligro, sobre todo venid en mi auxilio a la hora de mi muerte. Guardad sobre los intereses de la Iglesia de Dios, rezad por su exaltación y prosperidad, la extensión de la Fe, por el Soberano Pontífice, por el clero, por la perseverancia del justo, la conversión de los pecadores, y el sufragio de las almas del Purgatorio, especialmente mis seres queridos. Oh gran Santa, cuyo triunfo celebramos en la tierra, interceded por mí, para que un día pueda contemplar la corona de gloria otorgada a vos en el Cielo y bendecir a El quien liberalmente recompensa por toda la eternidad los sufrimientos soportados por Su amor durante esta corta vida. Amén. ORACIÓN Oh Purísima Virgen, gloriosa Mártir Santa Filomena, quien Dios en Su poder eterno parece haber revelado al mundo en estos días desastrosos para revivir la fe, sostener la esperanza e inflamar la caridad en almas cristianas, contempladme postrada a vuestros pies. Dignaos, Oh Virgen llena de bondad y virtud, recibir mis humildes oraciones y obtener para mí esa pureza por la cual sacrificasteis los placeres más atractivos del mundo, esa fortaleza de alma que os hizo resistir los más terribles ataques y ese ardiente amor por nuestro Señor Jesucristo que los más temidos tormentos no pudieron extinguir en vos. Así que, imitándoos en esta vida, pueda algún día ser coronada con vos en el Cielo. Amén. ¡SANTA FILOMENA, PATRONA DE LOS HIJOS DE MARÍA, ROGAD POR NOSOTROS! LA "NOVENA DEL ROSARIO DE 54 DÍAS." Rezar 3 novenas del Rosario, consecutivamente; son tres veces nueve días: 27 días de petición. En seguida, añadir 3 novenas del Rosario más, iguales: 27 días en acción de gracias. LA NOVENA DE VEINTICUATRO "GLORIAS" A Santa Teresita Del Niño Jesús Y. De La Santa Faz, Pidiendo Los Favores Necesarios. La novena que consiste de veinticuatro "Glorias" se puede hacer en cualquier tiempo. Sin embargo, se recomienda en particular la fecha del nueve al diecisiete del mes; ya que en estos días, el suplicante se unirá a todos los demás que estarían haciendo la misma novena. Después de cada "Gloria al Padre, etc.", se repite: "Santa Teresita del Niño Jesús, rogad por nosotros." Santa Teresita, La Florecita, Del Jardín Celestial, Una Rosa Escoged. Enviadme Esta Flor Con Mensaje De Amor. Decidle A Dios Que Imploro Un Favor. Pedidlo, Santita, Con Celo Y Fervor. Decid A Jesús Que Si Lo Concede, Le Amare Cada Día Con Ardiente Fervor.

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NOVENAS    NOVENA  A  SANTA  FILOMENA  Oh  gran  Santa  Filomena,  Virgen  y  Mártir,  obradora  de  maravillas  de  nuestra  era,  le  doy  las  más  fervientes  gracias  a  Dios  por  los  dones  milagrosos  otorgados  a  Vos,  y  os  suplico  impartirme  una  porción  de  las  gracias  y  bendiciones  de  las  cuales  vos   habéis   sido   el   canal   para   tantas   almas.   Por   la   heroica   fortitud   con   la   cual   confrontasteis   la   furia   de   tiranos   y   el  disgusto   de   los   poderosos   antes   que   desviaros   de   vuestra   alianza   con   el   Rey   del   Cielo,   obtened   para  mí   pureza   de  cuerpo  y  alma,  pureza  de  corazón  y  deseo,  pureza  de  pensamiento  y  afecto.  Por  vuestra  paciencia  bajo  sufrimientos  multiplicados,  obtened  para  mí  una  aceptación  sumisa  de  todas  las  aflicciones  que  pueda  complacer  a  Dios  enviarme  y  como  vos  escapasteis  milagrosamente   ilesa  de   las  aguas  del  Tiber,  en  el  que  fuisteis  arrojada  por  orden  de  vuestro  perseguidor,  así  también  yo  pueda  pasar  a  través  de  las  aguas  de  tribulación  sin  detrimento  a  mi  alma.  Además  de  estos  favores,  obtened  para  mí,  Oh  esposa  fiel  de  Jesús,  la  necesidad  particular  que  ardientemente  os   recomiendo  en  este  momento.  Oh  Virgen  pura  y  Mártir   santa,  dígnate  dirigir  una  mirada  de  piedad  desde  el  Cielo   sobre   vuestro  devoto   siervo,   consoladme  en  aflicción,   asistidme  en  el  peligro,   sobre   todo  venid  en  mi  auxilio  a  la  hora  de  mi  muerte.  Guardad  sobre  los  intereses  de  la  Iglesia  de  Dios,  rezad  por  su  exaltación  y  prosperidad,  la   extensión   de   la   Fe,   por   el   Soberano   Pontífice,   por   el   clero,   por   la   perseverancia   del   justo,   la   conversión   de   los  pecadores,   y   el   sufragio   de   las   almas   del   Purgatorio,   especialmente  mis   seres   queridos.   Oh   gran   Santa,   cuyo   triunfo  celebramos  en  la  tierra,  interceded  por  mí,  para  que  un  día  pueda  contemplar  la  corona  de  gloria  otorgada  a  vos  en  el  Cielo   y   bendecir   a   El   quien   liberalmente   recompensa  por   toda   la   eternidad   los   sufrimientos   soportados  por   Su   amor  durante  esta  corta  vida.  Amén.  ORACIÓN  Oh  Purísima  Virgen,  gloriosa  Mártir  Santa  Filomena,  quien  Dios  en  Su  poder  eterno  parece  haber  revelado  al  mundo  en  estos  días  desastrosos  para  revivir  la  fe,  sostener  la  esperanza  e  inflamar  la  caridad  en  almas  cristianas,  contempladme  postrada  a  vuestros  pies.  Dignaos,  Oh  Virgen  llena  de  bondad  y  virtud,  recibir  mis  humildes  oraciones  y  obtener  para  mí  esa  pureza  por  la  cual  sacrificasteis  los  placeres  más  atractivos  del  mundo,  esa  fortaleza  de  alma  que  os  hizo  resistir  los  más   terribles  ataques  y  ese  ardiente  amor  por  nuestro  Señor   Jesucristo  que   los  más   temidos   tormentos  no  pudieron  extinguir  en  vos.  Así  que,  imitándoos  en  esta  vida,  pueda  algún  día  ser  coronada  con  vos  en  el  Cielo.  Amén.  ¡SANTA  FILOMENA,  PATRONA  DE  LOS  HIJOS  DE  MARÍA,  ROGAD  POR  NOSOTROS!    LA  "NOVENA  DEL  ROSARIO  DE  54  DÍAS."  Rezar  3  novenas  del  Rosario,  consecutivamente;  son  tres  veces  nueve  días:  -­‐  27  días  de  petición.    En  seguida,  añadir  3  novenas  del  Rosario  más,  iguales:  -­‐  27  días  en  acción  de  gracias.    LA  NOVENA  DE  VEINTICUATRO  "GLORIAS"    A  Santa  Teresita  Del  Niño  Jesús  Y.  De  La  Santa  Faz,  Pidiendo  Los  Favores  Necesarios.      La  novena  que  consiste  de  veinticuatro  "Glorias"  se  puede  hacer  en  cualquier  tiempo.  Sin  embargo,  se  recomienda  en  particular   la   fecha  del  nueve  al  diecisiete  del  mes;  ya  que  en  estos  días,  el  suplicante  se  unirá  a   todos   los  demás  que  estarían  haciendo  la  misma  novena.  Después  de  cada  "Gloria  al  Padre,  etc.",  se  repite:  "Santa  Teresita  del  Niño  Jesús,  rogad  por  nosotros."    Santa  Teresita,  La  Florecita,  Del  Jardín  Celestial,  Una  Rosa  Escoged.  Enviadme  Esta  Flor  Con  Mensaje  De  Amor.  Decidle  A  Dios  Que  Imploro  Un  Favor.  Pedidlo,  Santita,  Con  Celo  Y  Fervor.  Decid  A  Jesús  Que  Si  Lo  Concede,  Le  Amare  Cada  Día  Con  Ardiente  Fervor.    

Esta  oración  se  reza  agregando  5  Padrenuestros,  5  Ave  Marías,  y  5  Glorias,  por  5  días  seguidos,  antes  de  las  11:00  A.M..  El  quinto  día,  habiendo   terminado   todas   las  oraciones   indicadas,   se  añade  otro   tanto  más.  Es  decir,   se  agregan  cinco  más  de  cada  oración:  5  Padrenuestros,  5  Ave  Marías,  y  5  Glorias.    NOVENA  EFICAZ  AL  SAGRADO  CORAZÓN  DE  JESÚS  O  Jesús  mío,  habéis  dicho:  "En  verdad  os  digo,  pedid  y  recibiréis;  buscad  y  encontraréis;  llamad  y  se  os  abrirá'."  He  aquí  que  llamo,  busco  y  pido  la  gracia  de...  Padrenuestro,  Ave  María,  Gloria  al  Padre,  etc.  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  en  Vos  confío.  O  Jesús  mío,  habéis  dicho:  "En  verdad  os  digo,   lo  que  se  pidiese  a  Mi  Padre  en  Mi  Nombre,  El   lo  dará  a  vosotros."  He  aquí  que  en  Vuestro  Nombre,   le  pido  al  Padre  Celestial   la  gracia  de  .   .   .  Padrenuestro,  Ave  María,  Gloria  al  Padre,  etc.  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  en  Vos  confío.    O  Jesús  mío,  habéis  dicho:  "En  verdad  os  digo,  que  el  cielo  y  la  tierra  pasarán,  pero  Mis  palabras  no  pasarán  jamás."  He  aquí  que,  animado  por  Vuestras  infalibles  palabras,  ahora  pido  la  gracia  de  .  .  .  Padrenuestro,  Ave  María,  Gloria  al  Padre,  etc.  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  en  Vos  confío.    O  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  solamente  una  cosa  se  Os  ha  de  ser  imposible  y  ese  consiste  en  no  tener  compasión  de  los  afligidos.  Ten  piedad  de  nosotros  miserables  pecadores  y  conceded  la  gracia  que  Os  pedimos,  mediante  el  Doloroso  e  Inmaculado   Corazón   de   María,   Vuestra   tierna   Madre,   y   nuestra   Madre   compasiva.   Rezad   "La   Salve"   y   añádase   la  siguiente  jaculatoria:  San  José,  Padre  Guardián  de  Jesús,  rogad  por  nosotros.    NOVENA  DE  SUPLICA  A  LOS  SANTOS  ÁNGELES    ¡Dios   Todopoderoso   y   Eterno,   Uno   en   Tres   Personas!   Antes   de   suplicar   a   los   Santos   Ángeles,   tus   servidores   y   de  llamarlos  en  nuestro  socorro,  nos  postramos  delante  de  Ti  y  Te  adoramos,  Padre,  Hijo  y  Espíritu  Santo.    Bendito  y  alabado  seas  por  toda  la  eternidad.  Que  todos  los  Ángeles  y  los  hombres  que  has  creado  te  adoren,  te  amen  y  te  Sirvan,  Dios  Santo,  Dios  Fuerte,  Dios  Inmortal!    ¡Y  Tú,  María,  Reina  de  los  ángeles,  medianera  de  todas  las  gracias,  todopoderosa  en  tu  oración,  recibe  bondadosamente  la   oración   que   les   dirigimos   a   tus   servidores,   y   hazla   llegar   hasta   el   Trono   del   Altísimo  para   que   obtengamos   gracia,  salvación  y  auxilio!  AMEN.    ¡Ángeles  grandes  y  Santos,  Dios  los  envía  para  protegernos  y  ayudarnos!    Les  suplicamos,  en  el  nombre  de  Dios  Uno  en  Tres  Personas,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  en  nombre  de  la  Preciosa  Sangre  de  Nuestro  Señor  Jesucristo,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos,  en  el  nombre  todopoderoso  de  Jesús,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  por  todas  las  heridas  de  Nuestro  Señor  Jesucristo,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  por  todas  las  torturas  de  Nuestro  Señor  Jesucristo,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  por  la  Santa  Palabra  de  Dios,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  por  el  Corazón  de  Nuestro  Señor  Jesucristo,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  en  nombre  del  amor  de  Dios  por  nosotros  tan  pobres,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  en  nombre  de  la  fidelidad  de  Dios  para  con  nosotros  tan  pobres,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  en  nombre  de  la  misericordia  de  Dios  para  con  nosotros  tan  pobres,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  en  nombre  de  María  Reina  del  Cielo  y  de  la  tierra,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  en  nombre  de  María  vuestra  Reina  y  Soberana,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  en  nombre  de  María,  Madre  de  Dios  y  Madre  nuestra,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  por  su  propia  felicidad,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  por  su  propia  fidelidad,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos  por  su  fuerza  combativa  por  el  Reino  de  Dios,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Les  suplicamos,  ¡cúbrannos  con  sus  escudos!  Les  suplicamos,  ¡protéjannos  con  sus  espadas!  

Les  suplicamos,  ¡ilumínennos  con  su  luz!  Les  suplicamos,  ¡abríguennos  bajo  el  manto  de  María!  Les  suplicamos,  ¡enciérrennos  en  el  Corazón  de  María!  Les  suplicamos,  ¡deposítennos  en  las  manos  de  María!  Les  suplicamos,  ¡muéstrennos  el  camino  hacia  la  puerta  de  la  vida:  el  Corazón  abierto  de  Nuestro  Señor!  Les  suplicamos,  ¡condúzcannos  seguros  hacia  la  casa  del  Padre  Celestial!  Todos  los  Coros  de  los  Espíritus  bienaventurados,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Ángeles  de  la  vida,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Ángeles  de  la  fuerza  de  la  palabra  de  Dios,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Ángeles  de  la  caridad,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  Ángeles  que  Dios  nos  atribuye  especialmente,  como  compañeros,  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro!  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro,  Les  suplicamos!  Porque  hemos  recibido  en  herencia  la  Sangre  de  Nuestro  Señor  y  Rey.  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro,  Les  suplicamos!  Porque  hemos  recibido  en  herencia  el  Corazón  de  Nuestro  Señor  y  Rey.  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro,  Les  suplicamos!  Porque  hemos  recibido  en  herencia  el  Corazón  Inmaculado  de  María  la  Virgen  Purísima  y  vuestra  Reina.  ¡Vuelen  en  nuestro  socorro,  Les  suplicamos!    San  Miguel  Arcángel:  Tú  eres  el  Príncipe  de  las  milicias  celestiales,  el  vencedor  del  dragón  infernal,  has  recibido  de  Dios  la  fuerza  y  el  poder  para  aniquilar  por  medio  de   la  humildad  el  orgullo  de   los  poderes  de   las  tinieblas.  Te  suplicamos,  suscita  en  nosotros  la  auténtica  humildad  del  corazón,  la  fidelidad  inquebrantable,  para  cumplir  siempre  la  voluntad  de  Dios,  la  fortaleza  en  el  sufrimiento  y  las  necesidades,  ¡ayúdanos  a  subsistir  delante  del  tribunal  de  Dios!    San  Gabriel  Arcángel:  Tu  eres  el  Ángel  de  la  Encarnación,  el  mensajero  fiel  de  Dios,  abre  nuestros  oídos  para  captar  los  más  pequeños  signos  y   llamamientos  del  Corazón  amante  de  Nuestro  Señor;  Permanece  siempre  delante  de  nuestros  ojos,   te   suplicamos,   para   que   comprendamos   correctamente   la   palabra   de   Dios   y   la   sigamos   y   obedezcamos   y   para  cumplir   aquello   que   Dios   quiere   de   nosotros.   ¡Haznos   vigilantes   en   la   espera   del   Señor   para   que   no   nos   encuentre  dormidos  cuando  llegue!    San  Rafael  Arcángel:  Tú  eres  el  mensajero  del  amor  de  Dios!  Te  suplicamos,  hiere  nuestro  corazón  con  un  amor  ardiente  por  Dios  y  no  dejes  que  esta  herida  se  cierre  jamás,  para  que  permanezcamos  sobre  el  camino  del  amor  en  la  vida  diaria  y  venzamos  todos  los  obstáculos  por  la  fuerza  de  este  amor.      ¡Ayudadnos  hermanos  grandes  y  santos,  servidores  como  nosotros  delante  de  Dios!.  ¡Protegednos   contra   nosotros  mismos,   contra   nuestra   cobardía   y   tibieza,   contra   nuestro   egoísmo   y   nuestra   avaricia,  contra  nuestra  envidia  y  desconfianza,  contra  nuestra  suficiencia  y  comodidad,  contra  nuestro  deseo  de  ser  apreciados!  ¡Desligadnos  de  los  lazos  del  pecado  y  de  toda  atadura  al  mundo!    ¡Desatad  la  venda  que  nosotros  mismos  hemos  anudado  sobre  nuestros  ojos,  para  dispensarnos  de  ver  la  miseria  que  nos  rodea,  y  poder  mirar  nuestro  propio  yo  sin  incomodarnos  y  con  conmiseración!      ¡Clavad  en  nuestro  corazón  el  aguijón  de  la  santa  inquietud  de  Dios,  para  que  no  cesemos  jamás  de  buscarlo  con  pasión,  contrición  y  amor!    ¡Buscad   en   nosotros   la   Sangre   de  Nuestro   Señor   que   se   derramó  por   nosotros!   ¡Buscad   en   nosotros   las   lágrimas   de  vuestra  Reina  vertidas  por  nuestra  causa!   ¡Buscad  en  nosotros   la   imagen  de  Dios  destrozada,  desteñida,  deteriorada,  imagen  a  la  cual  Dios  quiso  crearnos  por  amor!    ¡Ayudadnos  a  reconocer  a  Dios,  a  adorarlo,  amarlo  y  servirlo!  Ayudadnos  en  la  lucha  contra  los  poderes  de  las  tinieblas  que  nos  rodean  y  nos  oprimen  solapadamente!  

 ¡Ayudadnos   para   que   ninguno  de   nosotros   se   pierda,   y   para   que   un   día,   gozosos,   podamos   reunirnos   en   la   felicidad  eterna!  AMEN    Durante  la  novena  que  es  un  asalto  que  dura  nueve  días,  conjuramos  a  los  Santos  Ángeles  por  la  mañana  y  durante  el  día  los  invocamos  con  frecuencia  de  esta  manera:  San  Miguel,  lucha  a  nuestro  lado  con  tus  ángeles,  ayúdanos  y  ruega  por  nosotros!  San  Rafael,  lucha  a  nuestro  lado  con  tus  ángeles,  ayúdanos  y  ruega  por  nosotros!  San  Gabriel,  lucha  a  nuestro  lado  con  tus  ángeles,  ayúdanos  y  ruega  por  nosotros!    NOVENA  EN  SUFRAGIO  DE  LAS  ALMAS  DEL  PURGATORIO  (Para  rezar  en  cualquier  época  del  año  y  en  especial  del  24  de  Octubre  al  1  de  Noviembre)    PARA  TODOS  LOS  DÍAS    Por  la  señal  de  la  santa  cruz,  etc.  Acto  de  contrición  Pésame,  Dios  mío,  y  me  arrepiento  de  todo  corazón  de  haberos  ofendido.  Pésame  por  el   infierno  que  merecí  y  por  el  cielo  que  perdí.  Pero  mucho  más  me  pesa  porque  pecando  ofendí  a  un  Dios  tan  bueno  y  tan  grande  como  vos.  Antes  querría   haber   muerto   que   haberos   ofendido.   Y   propongo   firmemente   no   pecar   más   y   evitar   todas   las   ocasiones  próximas  de  pecado.  Amén.    Oración  al  Padre  Eterno  Padre  celestial,  Padre  amorosísimo,  que  para  salvar  las  Almas  quisiste  que  tu  Hijo  unigénito,  tomando  carne  humana  en  las  entrañas  de  una  Virgen  purísima,  se  sujetase  a  la  vida  más  pobre  y  mortificada,  y  derramase  su  Sangre  en  la  cruz  por  nuestro   amor:   Compadécete,   de   las   benditas   almas   del   Purgatorio   y   líbralas   de   sus   horrorosas   llamas.   Compadécete  también  de  la  mía,  y  líbrala  de  la  esclavitud  del  vicio.  Y  si  tu  Justicia  divina  pide  satisfacción  por  las  culpas  cometidas,  yo  te  ofrezco  todas  las  obras  buenas  que  haga  en  este  Novenario.  De  ningún  valor  son,  es  verdad;  pero  yo  las  uno  con  los  méritos  infinitos  de  tu  Hijo  divino,  con  los  dolores  de  su  Madre  santísima,  y  con  las  virtudes  heroicas  de  cuantos  justos  han  existido  en  la  tierra.  Míranos,  vivos  y  difuntos,  con  compasión,  y  haz  que  celebremos  un  día  tus  misericordias  en  el  eterno  descanso  de  la  gloria.  Amén.    ORACIÓN  FINAL  Oh  María,  Madre  de  misericordia:  acuérdate  de  los  hijos  que  tienes  en  el  purgatorio  y,  presentando  nuestros  sufragios  y  tus  méritos  a  tu  Hijo,  intercede  para  que  les  perdone  sus  deudas  y  los  saque  de  aquellas  tinieblas  a  la  admirable  luz  de  su  gloria,  donde  gocen  de  tu  vista  dulcísima  y  de  la  de  tu  Hijo  bendito.  Oh  glorioso  Patriarca  San  José,  intercede  juntamente  con  tu  Esposa  ante  tu  Hijo  por  las  almas  del  purgatorio.  Amén.    Dales,  Señor  el  descanso  eterno  y  brille  para  ellas  la  Luz  que  no  tiene  fin.  Que  descansen  en  paz.  Amén.  Que  las  almas  de  todos  los  fieles  difuntos,  por  la  misericordia  de  Dios  descansen  en  paz.  Amén.  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  en  Vos  confío.  San  José,  ruega  por  nosotros.    MEDITACIÓN  DÍA  PRIMERO  Existencia  del  Purgatorio  Punto  Primero.-­‐Es  un  artículo  de   fe  que   las  almas  de   los  que  mueren   con  alguna   culpa  venial,   o   sin  haber   satisfecho  plenamente  a  la  Justicia  divina  por  los  pecados  ya  perdonados,  están  detenidas  en  un  lugar  de  expiación  que  llamamos  

Purgatorio.   Así   lo   enseña   la   santa   Madre   Iglesia,   columna   infalible   de   la   verdad:   así   lo   confirma   la   más   antigua   y  constante   tradición  de   todos   los  siglos;  así   lo  aseguran  unánimemente   los  santos  Padres  griegos  y   latinos,  Tertuliano,  San  Cirilo,  San  Cipriano,  San  Juan  Crisóstomo,  San  Ambrosio,  San  Agustín,  y  tantos  otros;  así  lo  han  definido  los  sagrados  Concilios  de  Roma,  de  Cartago,  de  Florencia,  de  Letrán  y  de  Trento,  dirigidos  por  el  Espíritu  Santo.  Y  aunque  la  Iglesia  no  lo  enseñase  así  ¿no  lo  dice  bastante  la  razón  natural?  Supongamos  que  sale  de  este  mundo  un  alma  con  algún  pecado  venial;  ¿qué  hará  Dios  de  ella?  ¿La  arrojará  al  infierno,  y  siendo   su   hija   y   esposa   amadísima   la   confundirá   con   los   réprobos   y   espíritus   infernales?   Eso   repugna   a   la   Justicia   y  Bondad  divinas.  ¿La   introducirá  en  el  cielo?  Eso  se  opone  igualmente  a   la  santidad  y  pureza   infinita  del  Creador;  pues  sólo  aquel  cuyas  manos  son   inocentes,  y  cuyo  corazón  está   limpio,  subirá  al  monte  del  Señor.  Nada  manchado  puede  entrar  en  aquel  reino  purísimo.  ¿Qué  hará,  pues,  Dios  de  aquella  alma?  Ya  nos  lo  dice  por  Malaquías:  La  pondré  como  en  un  crisol,  esto  es,  en  un  lugar  de  penas  y  tormentos,  de  donde  no  saldrá  hasta  que  haya  plenamente  satisfecho  a  la  Justicia  divina.  ¿Crees  tú  esto,  cristiano?  Creas  o  no  creas,  te  burles  o  no  te  burles  de  ello,   la  cosa  es,  y  será  así.  Negar  el  Purgatorio,  sólo  poner  en  duda  deliberadamente  su  existencia,  es  ya  pecado  grave.  ¿Crees  tú  esta  verdad,  y  con  esa  indiferencia  mi-­‐ras  tan  horribles  penas?  ¿Crees  en  el  Purgatorio,  y  con  tus  culpas  sigues  amontonando  leña  para  arder  en  el  más  terrible  fuego?  Medita  un  poco  sobre  lo  dicho.    Punto  Segundo.-­‐Es  también  un  artículo  de  fe  que  nosotros  podemos  aliviar  a  aquellas  almas  afligidísimas.  Sí;  en  virtud  de  la  Comunión  de  los  Santos,  hay  plena  comunicación  de  bienes  espirituales  entre  los  Bienaventurados  que  triunfan  en  el  cielo,  los  cristianos  que  militamos  en  la  tierra,  y  las  almas  que  sufren  en  el  Purgatorio.  En  virtud  de  esta  comunicación  de  bienes,  podemos  con  mucha  facilidad,  y  mérito  nuestro,  bajar  al  Purgatorio  con  nuestros  sufragios,  y  a  imitación  de  Jesucristo,   después  de   su  muerte,   librar   a   aquellas   almas,   y   alegrar   al   cielo   con  un  nuevo  grado  de   gloria   accidental,  procurando  nuevos  príncipes  y  moradores  a  aquella  patria  felicísima.  !Oh  admirable  disposición  de  la  Sabiduría  divina!  ¡Oh,  que  dicha  y  felicidad  la  nuestra!  Viéndose  Dios  obligado  a  castigar  a  aquellas  sus  hijas  muy  amadas,  busca  medianeros  que  intercedan  por  ellas,  a  fin  de  conciliar  así  el  rigor  de  la  Justicia  con   la   ternura   de   Misericordia   infinita.   Y   nosotros   somos   estos   dichosos   medianeros   y   corredentores;   de   nosotros  depende  la  suerte  de  aquellas  pobres  almas.  Haz,  pues,  cristiano,  con  fervor  este  santo  novenario.  No  faltes  a  él  ningún  día;  ¿quién  sabe  si  abrirás  el  cielo  a  alguno  de  tus  parientes  y  amigos  ya  difuntos?  ¿Y  serás  tan  duro  e  insensible  que  le  niegues  este  pequeño  sacrificio,  pudiéndoles  hacer  ese  gran  favor  a  tan  poca  costa?  Medita  un  poco   lo   dicho;   encomienda   a  Dios   las  Animas  de   tu  mayor  obligación,   y   pide,   por   la   intercesión  de  María  Santísima,  la  gracia  que  deseas  conseguir  en  esta  novena.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    MEDITACIÓN  DIA  SEGUNDO  Sobre  la  pena  de  sentido  en  general  Punto  Primero.-­‐Ven,  mortal;  tú,  que  vives  como  si  después  de  esta  vida  no  te  quedase  nada  que  temer,  ni  que  esperar:  ven;   penetra   con   el   espíritu   en   aquellos   horrendos   calabozos   donde   la   Justicia   divina   acrisola   las   almas   de   los   que  mueren  con  algún  pecado  venial;  mira  si,  fuera  del  infierno,  pueden  darse  penas  mayores,  ni  aun  semejantes  a  las  que  allí  se  padecen.  Considera  todos  los  dolores  que  han  sufrido  los  enfermos  en  todos  los  hospitales  y  lugares  del  mundo;  ¿igualarían  todos  ellos  a   los  dolores  que  padece  un  alma  en  el  Purgatorio?  No,  dice  San  Agustín;  pues  éstos  exceden  a   todo  cuanto  se  puede  sentir,  ver  o  imaginar  en  este  mundo.  Añadamos  a  todos  estos  males  los  suplicios  y  tormentos  que  la  crueldad  de  los  Nerones,  Dioclecianos,  Decios  y  demás  perseguidores  de  la  Iglesia  inventó  contra  los  cristianos,  ¿igualarían  al  Purgatorio?  Tampoco,  dice  San  Anselmo,  pues  la  menor  pena  de  aquel  lugar  de  expiación  es  más  terrible  que  el  mayor  tormento  que  se  pueda  imaginar  en  este  mundo.  Entonces,  ¿qué  penas  serán  aquéllas?  Son  tales,  dice  San  Cirilo  de  Jerusalén,  que  cualquiera  de  aquellas  almas  querría  más  ser  atormentada  hasta  el  día  del  juicio  con  cuantos  dolores  y  penas  han  padecido  los  hombres  desde  Adán  hasta  la  hora  presente,  que  no  estar  un   solo  día  en  el  Purgatorio   sufriendo   lo  que  allí   se  padece.  Pues   todos   los   tormentos  y  

penas  que  se  han  sufrido  en  este  mundo,  comparados  con  los  que  sufre  un  alma  en  el  Purgatorio,  pueden  tenerse  por  consuelo  y  alivio.    Punto   Segundo   -­‐   ¿Y   quiénes   son   esas   Almas   tan   horriblemente   atormentadas   en   el   Purgatorio?   Este   es   un   tema  profundo  para  hacernos  reflexionar.  Son  obra  maestra  de  la  mano  del  Omnipotente,  y  vivas  imágenes  de  su  divinidad;  son   amigas,   hijas   y   esposas   del   Señor;   ¡y   no   obstante,   son   severamente   purificadas!   Dios   las   amó   desde   toda   la  eternidad,   las  redimió  con  la  sangre  de  sus  venas,  ahora   las  ama  con  un  amor   infinito,  como  que  están  en  su  gracia  y  amistad  divina:  ¡y  no  obstante  sufren  penas  imponderables!  El  Purgatorio.  ¡Qué  claramente  nos  manifiesta  la  justicia  y  santidad  de  Dios!  ¡Cuánto  horror  debe  inspirarnos  al  pecado!  Porque  si  con  tanto  rigor  trata  Dios  a  sus  almas  amadas  por  faltas  ligeras,  ¿cómo  seremos  tratados  nosotros,  pecadores;  nosotros,  que  vivimos  tantas  veces  abandonados  al  arbitrio  de  las  pasiones?  Si  con  el  árbol  verde  hacen  esto,  con  el  seco  ¿qué  harán?  Si  el  hijo  y  heredero  del  cielo  es  castigado  por   faltas  que  a  muchos   parecen   virtudes,   ¿cómo   seremos   castigado   nosotros,   pecadores   y   enemigos   de   Dios,   por   nuestros   vicios   y  pecados  tan  horrendos  y  abominables?  Pensémoslo  bien,  y  enmendemos  nuestras  vidas.  Medita  un  poco   lo   dicho;   encomienda   a  Dios   las  Animas  de   tu  mayor  obligación,   y   pide,   por   la   intercesión  de  María  Santísima,  la  gracia  que  deseas  conseguir  en  esta  novena.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    MEDITACIÓN  DIA  TERCERO  Sobre  el  fuego  del  Purgatorio  Punto  Primero.  -­‐  Considera,  amado  cristiano,  el  tormento  que  causa  a  las  almas  el  fuego  abrasador  del  Purgatorio.  Si  el  fuego  de  este  mundo,  creado  para  servicio  del  hombre,  y  efecto  de  la  bondad  divina,  es  ya  el  más  terrible  de  todos  los  elementos;  si  es  ya  tal  su  virtud,  que  consume  bosques,  abrasa  edificios,  calcina  mármoles  durísimos,  hace  saltar  piedras  y  murallas,  derrite  metales  y  ocasiona  terribles  estragos,  ¿qué  será  el  fuego  del  Purgatorio,  encendido  por  un  Dios  san-­‐tísimo  y  justísimo,  para  con  él  demostrar  el  odio  infinito  que  tiene  al  pecado?  Es  tal,  dice  San  Agustín,  que  el  fuego  de  este  mundo,  comparado  con  él,  no  es  más  que  pintado.  Ahora  bien;  si   tener  el  dedo  en   la   llama  de  una  vela  sería  para  nosotros   insoportable  dolor,  ¿qué  tormento  será  para  aquellas  almas  sepultadas  en  un  fuego  que  es,  dicen  Santo  Tomás  y  San  Gregorio,  igual  en  todo,  menos  en  la  duración,  al  del  infierno?  Sí;  escuchémoslo  bien,  almas  tibias,  y  estremezcámonos:  Con  el  mismo  fuego  se  purifica  el  elegido  y  arde  el  condenado;  con   la   única   diferencia,   que   aquél   saldrá   cuando   haya   satisfecho   por   sus   culpas,   y   éste   arderá   allí   eternamente.   ¿Y  continuamos  nosotros  en  nuestra  tibieza?  Punto  Segundo.  -­‐  Consideremos  cuáles  son  las  faltas  por   las  que  Dios,   infinitamente  bueno  y  misericordioso,  castiga  a  sus  amadísimas  Esposas  con  tanto  rigor,  y  veremos  que  son  faltas  leves,  y  a  veces  un  solo  pecado  venial.  Qué  mal  tan  grave  debe  ser  éste  delante  de  Dios,  cuando  es  tan  severamente  castigado  en  el  Purgatorio!  En  efecto;  el  pecado  venial  es  leve,  si  se  lo  compara  con  el  mortal,  pero  en  sí  es  un  mal  mayor  que  la  ruina  de  todos  los  imperios  y  que  la  destrucción  del  universo:  es  un  mal  tan  espantoso,  que  excede  en  malicia  a  todas  las  desgracias  y  ca-­‐lamidades  del  mundo:  es  un  mal  tan  grande,  que  si  cometiéndolo  pudiésemos  convertir  a  todos  los  pecadores,  sacar  a  todos  los  condenados  del  infierno,  librar  a  todas  las  almas  del  Purgatorio,  aun  entonces  no  deberíamos  cometerlo,  pues  todos  estos  bienes  no  igualarían  la  malicia  del  pecado  más  leve:  porque  aquellos  son  males  de  la  criatura,  y  éste  es  un  mal  y  una  ofensa  hecha  al  mismo  Creador.  ¿Podemos  oír  esto  sin  horrorizarnos  y  sin  cambiar  de  conducta?  Pero  ¿qué  es  nuestra  vida,  sino  una  serie  in-­‐interrumpida  de  pecados?  ¡Pecados  cometidos  con  los  ojos,  con  los  oídos,  con   la   lengua,   con   las  manos,   con   todos   los   sentidos!   !Cuántas   culpas   por   la   ignorancia   crasa   y   olvido   voluntario   de  nuestras  obligaciones!  ¡Cuántas  indiscreciones  por  la  distracción  de  nuestro  espíritu;  por  la  violencia  de  nuestro  genio;  por  la  temeridad  de  nuestros  juicios;  por  la  malicia  de  nuestras  sospechas!  ¡Cuántas  faltas  por  no  querer  mortificarnos,  ni  sujetarnos  a  otro,  por  nuestra  ligereza  en  el  hablar!  Lloremos,  nuestra  ceguera;  y  a  la  claridad  del  fuego  espantoso  del  Purgatorio,  comprendamos  por  último  qué  gran  mal  es  cometer  un  pecado  venial.  Si,  es  un  mal   tan  grande;   ¡y  nosotros,   lejos  de   llorarlo,   lo  cometemos  sin  escrúpulo  a  manera  de   juego,  pasatiempo  y  diversión!  Medita  un  poco   lo   dicho;   encomienda   a  Dios   las  Animas  de   tu  mayor  obligación,   y   pide,   por   la   intercesión  de  María  Santísima,  la  gracia  que  deseas  conseguir  en  esta  novena.  

Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    MEDITACIÓN  DIA  CUARTO  Sobre  la  pena  de  daño  Punto  Primero.  -­‐  Por  horrorosos  que  sean  los  tormentos  que  padecen  las  Animas  en  el  Purgatorio,  por  espantosas  que  sean  las  llamas  en  que  se  abrasan,  no  igualarán  jamás  la  pena  vivísima  que  sienten  al  verse  privadas  de  la  vista  clara  de  Dios.  En  efecto;  aquéllas  constituyen  la  pena  de  sentido;  ésta,  la  de  daño;  aquéllas  son  limitadas;  ésta,  infinita;  aquéllas  privan  a  las  Almas  de  un  bien  accidental,  cual  es  el  deleite;  por  ésta,  carecen  de  un  bien  esencial  a   la  bienaventuranza,  en  el  cual  consiste  la  felicidad  del  hombre,  y  es  la  posesión  beatífica  de  Dios.  Ahora  no  comprenderemos  esta  pena;  pero  ella  es  atroz,  incomprensible,  infinita.  ¡Pobres   Animas!   Ustedes   conocen   a   Dios,   no   con   un   conocimiento   oscuro,   como   nosotros,   sino   con   una   luz   clara   y  perfectísima;  ven  que  es  el  centro  de  vuestra  felicidad,  que  contiene  todas  las  perfecciones  posibles,  y  en  grado  infinito;  saben  que  si  cayera  en  el   infierno  una  sola  gota  de  aquel  océano   infinito  de  delicias  que  en  sí  encierra,  bastaría  para  extinguir  aquellas  llamas  y  hacer  del  infierno  el  paraíso  más  delicioso.  Comprenden   todo  esto  perfectísimamente,   y   así   se   lanzan  ustedes   hacia   aquel   Bien   infinito   con  más   fuerza   que  una  enorme  piedra   separada  de   la  montaña   se  precipita  a   lo  profundo  del   valle;   ¡y  no  obstante,  no   lo  pueden  abrazar  ni  poseer?  ¡Qué  pena!  ¡Qué  gran  tormento!  Punto   Segundo.   -­‐   Si   tan   horrible   pena   sienten   las   Animas,   viéndose   privadas   del   hermosísimo   rostro   de   Dios,   ¿cuál  debería  ser  nuestro  desconsuelo  como  pecadores,  si  vivimos  privados  de  su  gracia  y  amistad?  Las  almas  benditas  del  Purgatorio  no  poseen  aún  a  Dios,  es  verdad;  pero  están  seguras  de  poseerlo  un  día,  porque  son  amigas,  hijas  y  esposas  suyas  muy  queridas.  Pero  hay  mucho  que  saben  que  viviendo  como  viven,  no  poseerán  jamás  a  Dios.   Saben  que,   desde  el  momento  que   se   rebelaron   contra   El   perdieron   su   gracia,   y   con  ella   la   rica   herencia   de   la  gloria.  ¿Cómo  dicen:  Padre  nuestro,  que  estás  en  los  cielos?  ¡Cuántos  se  engañan!  Dios  ya  no  es  su  padre,  ni  su  señor  ni  su  rey.  Ojalá  no  nos  encontremos  nosotros  en  tal  situación.  Y  si  así  fuera,  deberíamos  hacer  una  buena  confesión  para  recuperar  la  amistad  divina,  y  poder  estar  en  paz,  sabiendo  que  el  Señor  será  nuestro  deleite  para  siempre.  Medita  un  poco   lo   dicho;   encomienda   a  Dios   las  Animas  de   tu  mayor  obligación,   y   pide,   por   la   intercesión  de  María  Santísima,  la  gracia  que  deseas  conseguir  en  esta  novena.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    MEDITACIÓN  DIA  QUINTO  Remordimiento  de  un  Anima  en  el  Purgatorio  Imaginemos  hoy  una  persona  que  haya  llevado  en  este  mundo  una  vida  semejante  a  la  nuestra:  que  haya  vivido  tibia,  inmortificada,   distraída   en   los   ejercicios   de   piedad   como   nosotros,   sin   tener   horror   más   que   al   pecado   mortal   y   al  infierno,  en  el  mejor  de  los  casos.  Supongamos,  no  obstante,  que  haya  tenido  la  dicha  de  hacer  una  buena  confesión,  morir   en   gracia   e   ir   al   Purgatorio.   ¿Qué   pensará   en   medio   de   aquellas   penas   y   tormentos?   Seguramente   dos  pensamientos  la  afligirán  enormemente.  Primer  Pensamiento.  -­‐  Pude  librarme  de  estas  penas,  y  no  quise.  ¡Yo  mismo  he  encendido  estas  llamas!  ¡Yo  soy  la  causa  de  estas  penas!  Dios  no  hace  más  que  ejecutar  la  sentencia  que  yo  en  el  mundo  pronuncié  contra  mí  mismo.  ¡Cuántos   medios   me   proporcionó   Dios   para   evitarme   esto!   Caricias,   amenazas,   beneficios,   todo   lo   había   agotado;  gracias   singularísimas   de   inspiraciones,   buenos   ejemplos,   libros   piadosos,   padres   vigilantes,   confesores   celosos,  maestros  y  predicadores  fervorosos,  remordimientos  continuos,  todo  lo  había  empleado.  Pero,  ¡qué  locura  tan  grande  la  mía!  ¡Por  no  privarme  de  un  frívolo  pasatiempo,  por  ir  a  bailes,  por  divertirme  o  jugar  con   tal   compañía,   por   no   abstenerme   de   una  mirada,   de   un   vil   gusto,   de   una   vana   complacencia,   por   hablar   de   los  defectos   del   prójimo,   me   sujeté   voluntariamente   a   tantas   penas   y   tormentos!   Me   lo   decían   todos   los   años,   me   lo  predicaban  y  repetían:  ¡pero  yo  no  hacía  caso!...  ¡Dichoso  San  Pablo,  primer  ermitaño;  dichosas  Gertrudis,  Escolástica,  y  tantos  otros  Santos  que,  habiendo  satisfecho  a  la  Justicia  divina  en  el  mundo,  subieron  al  cielo  sin  pasar  por  el  Purgatorio!  ¡Yo  podía  hacer  lo  que  ellos  hicieron,  pero  no  quise!   ¡Locuras   mundanas,   conversaciones   frívolas,   pasatiempos,   vanidad,   qué   caro   me   cuestan   ahora!   Podría  fácilmente  haber  evitado  todo  eso  y  no  lo  hice.  Y  sólo  porque  no  quise.  

El  Segundo  Pensamiento  que  aflige  al  alma  tibia  que  vivió  como  nosotros  vivimos,  es  este:  Yo  querría  librarme  ahora  del  Purgatorio,   y   no  puedo.   ¡Si   pudiera   yo  ahora   volver   al  mundo!,   dirá   cada  una  de  aquellas  Almas,   ¡con  qué  gusto  me  sepultaría  en  los  desiertos  con  los  Hilariones  y  Arsenios!  Haría  penitencias  más  espantosas  que  las  de  un  Ignacio  en  la  cueva  de  Manresa,  que   las  de  un  Simeón  Estilita  y  de  un  San  Pedro  de  Alcántara;  pasaría  noches  enteras  en  oración,  como   los  Antonios,   Basilios   y   Jerónimos;  me   arrojaría   en   estanques  helados   y  me   revolcaría   entre   espinas,   como   los  Benitos  y  los  Franciscos;  etc.  Pero,  en  realidad  no  era  necesario  nada  de  esto;  con  mucho  menos  podrían  haber  evitado  esas   llamas.  Sin  hacer  más  que  lo  que  debían  hacer  cada  día,  pero  haciéndolo  con  perfección,  evitaban  todo  esto.  Sí;  los  mismos  Sacramentos,  pero  recibidos   con   mejores   disposiciones;   las   mismas   misas,   pero   oídas   con   más   recogimiento   y   atención;   las   mismas  devociones,  pero  practicadas  con  más  fervor;  las  mismas  mortificaciones,  ayunos  y  obras  de  misericordia,  pero  hechas  con  menos  ostentación,  únicamente  por  agradar  á  Dios,  no  sólo  les  hubieran  librado  de  todas  esas  penas,  sino  también  asegurado  a  ellas  y  a  muchas  otras  almas  la  posesión  del  reino  de  los  cielos.  Pero  ahora  sus  deseos  son  inútiles:  ya  no  es  tiempo  de  merecer:  ha  llegado  para  ellas  aquella  noche  intimada  por  San  Juan,   en   la  que  nadie  puede  hacer  obra   alguna  meritoria:   ahora  es  necesario  padecer,   y   sufrir   penas   inexplicables,   y  sufrirlas   sin  mérito  alguno.   ¡Y  yo   lo  he  querido!   ¡Pude   fácilmente  evitar  estos   tormentos,  y  no  quise!   ¡Quisiera  poder  evitarlos  ahora,  y  no  puedo!  ¡Dichosos  nosotros  que  oímos  esto!  Tenemos  tiempo  todavía:  aún  no  llegó  para  nosotros  aquella  noche  tenebrosa.  ¿Y  seguiremos  perdiendo  el  tiempo,  y  los  días  tan  preciosos?  ¿No  tomaremos  la  seria  resolución  de  confesarnos  bien  y  de  enmendar  nuestra  vida?  Medita  un  poco   lo   dicho;   encomienda   a  Dios   las  Animas  de   tu  mayor  obligación,   y   pide,   por   la   intercesión  de  María  Santísima,  la  gracia  que  deseas  conseguir  en  esta  novena.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    MEDITACIÓN  DIA  SEXTO  Paciencia  y  resignación  de  las  benditas  Almas  del  purgatorio  Punto  Primero.  -­‐Es  Verdad  que  las  almas  del  Purgatorio  padecen  imponderables  penas,  y  sin  mérito:  pero  las  padecen  con  una  paciencia  y  resignación  admirables.  Conocen  a  Dios  con  luz  perfectísima,  lo  aman  con  amor  purísimo,  y  desean  ardentísimamente  poseerlo:  pero  al  ver  sus  faltas,  bendicen  y  adoran  la  mano  justa  y  amorosa  que  las  castiga.  ¡Y  con  cuánta  más  resignación  que  los  hermanos  de  José,  exclaman:  Merito  haec  patimur!  Con  mucha  razón  padecemos,  Señor;  pues  cuando  pecamos  no  temimos  tu  poder  y  tu  justicia,  frustramos  los  designios  de  tu  amor  y  de  tu  sabiduría,  despreciamos  tu  majestad  y  tu  grandeza,  y  ofendimos  tus  perfecciones  infinitas.  Justo  es  que  padezcamos.  Hombres  sin  conocimiento  de  la  verdadera  religión  fueron  agradecidos  a  sus  bienhechores;  Faraón  hizo  a  José  virrey  de  Egipto  porque  le  interpretó  un  sueño  misterioso.  Asuero  elevó  a  Mardoqueo  a  los  primeros  empleos  de  Persia  porque  le  descubrió   una   conspiración;   hasta   los   osos   y   los   leones   y   otras   fieras   salvajes   agradecidas   defendieron   a   sus  bienhechores;  y  nosotros,  creados  a  tu  imagen,  redimidas  con  tu  Sangre,  honradas  y  exaltadas  con  tantos  dones  de  la  gracia,   ingratos   te   abandonamos   en   vida.   Sí;   purifícanos   en   este   fuego;   ¡por   ásperas   que   sean   nuestras   penas,  bendeciremos  y  ensalzaremos  tu  justicia  y  misericordia  infinitas.  “Justo  eres,  Señor,  y  son  rectos  todos  tus  juicios”.  Todavía  más:  es  tanta  la  fealdad  del  pecado,  por  leve  que  sea,  que  si  Dios  abriera  a  esas  almas  las  puertas  del  cielo,  no  se   atreverían   a   entrar   en   él,  manchadas   como   están;   sino   que   suplicarían   al   Señor   las   dejara   purificarse   primero   en  aquellas  llamas.  Igual  que  una  juven  escogida  por  esposa  de  un  gran  monarca  si  el  día  de  las  bodas  apareciese  una  llaga  horrible  en  su  rostro,  no  se  atrevería  a  presentarse  en  la  Corte,  y  suplicaría  al  Rey  que  difiriese  las  bodas  hasta  que  estu-­‐viera  perfectamente  curada.  ¿Oh  pecado,  por  leve  que  parezcas,  qué  tan  grave  mal  eres  que  las  mismas  almas  preferirían  los  horrores  del  Purgatorio  antes  que  entrar  en  el  cielo  con  la  menor  sombra  de  tu  mancha!  Punto  Segundo.  –  Miremos  ahora  en  nosotros  si  puede  darse   incoherencia  mayor  que  la  nuestra  ...  Nos  reconocemos  merecedores  de  horribles  penas  por  parte  de  la  Justicia  divina,  debido  a  los  enormes  pecados  que  cometimos  en  la  vida  pasada,   y  debido  a   las   innumerables   faltas  en  que  al  presente   caemos   todos   los  días;   reconocemos,   además,  que  no  basta  confesarse,  ya  que  la  absolución  borra  sí  la  culpa,  pero  no  quita  toda  la  pena,  y  por  esto  sabemos  que  es  preciso  satisfacer   a   la   Justicia   divina   o   en   éste,   o   en   el   otro   mundo;   y   sin   embargo,   jamás   nos   preocupamos   por   hacer  penitencia.  

Ahora  podríamos  expiar  nuestras  culpas  fácilmente,  y  con  gran  mérito  nuestro:  una  confesión  bien  hecha,  una  misa  bien  oída,  un  trabajo  sufrido  con  paciencia,  una  ligera  mortificación,  una  limosna,  una  indulgencia,  un  Vía  Crucis  hecho  con  devoción,  podría  evitarnos  espantosos  suplicios:  y  nosotros  todo  lo  descuidamos,  todo  lo  dejamos  para  la  otra  vida.  ¿Acaso   Hemos   olvidado   lo   horribles   que   son   y   cuánto   tiempo   duran   aquellos   tormentos?   ¿No   sabemos   que,   según  afirman  ciertos  autores,  fundados  en  revelaciones  muy  respetables,  varias  de  aquellas  almas  han  estado  siglos  enteros  en  el  Purgatorio,  y  otras  estarán  allí  hasta  el  día  del  juicio  final?  ¡Qué  gran   insensatez   la  nuestra!  Las  Almas,  dice  San  Cirilo  de   Jerusalén,  querrían  mejor   sufrir  hasta  el   fin  del  mundo  todos   los   tormentos   de   esta   vida,   que   pasar   una   sola   hora   en   el   Purgatorio;   y   nosotros   queremos  más   arder   siglos  enteros  en  el  Purgatorio,  que  mortificarnos  en  esta  vida  un  solo  momento.  ¡Qué  gran  absurdo!  Medita  un  poco   lo   dicho;   encomienda   a  Dios   las  Animas  de   tu  mayor  obligación,   y   pide,   por   la   intercesión  de  María  Santísima,  la  gracia  que  deseas  conseguir  en  esta  novena.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    MEDITACIÓN  DIA  SÉPTIMO  Descuido  de  los  mortales  en  aliviar  a  las  Almas  del  Purgatorio  Punto   Primero.   -­‐   ¡Pobres   almas!   ¡Están   padeciendo   tormentos   y   penas   inexplicables:   no   pueden  merecer,   ni   esperar  alivio  sino  de   los  vivos;  y  éstos,  nosotros,   ingratos,  no  cuidamos  de  ellas!  Tienen  ellas  en  el  mundo  tantos  hermanos,  parientes  y  amigos,  y  no  hallan,  como  José,  un  Rubén  piadoso  que  las  saque  de  aquella  profunda  cisterna.  Sus  tinieblas  son  más  dolorosas  que  la  ceguedad  de  Tobías,  y  no  encuentran  un  Rafael  que  les  dé  la  vista  deseada,  para  contemplar  el  rostro  hermosísimo  de  Dios.  Se  abrasan  en  más  ardiente  sed  que  el  criado  de  Abraham,  y  no  hallan  una  solícita  Rebeca  que  se   la  alivie.  Son   infinitamente  más  desgraciadas  que  el   caminante  de   Jericó  y  el  paralítico  del  Evangelio.  Pero  no  encuentran  un  samaritano  u  otra  persona  compasiva  que  las  consuele.  ¡Pobres   almas!   ¡Qué   gran   tormento   es   para   ustedes   este   olvido   de   los  mortales!   ¡Podrían   tan   fácilmente   aliviarlas   y  libertarlas  del  Purgatorio;  bastaría  una  misa,  una  Comunión  y  un  Vía  Crucis,  una  indulgencia  que  aplicasen;  y  nadie  se  preocupa  de  ofrecerlas  por  ustedes!  ¿Y  quiénes  son  esos  ingratos?  ¡Son  sus  mismos  parientes  y  amigos,  sus  mismos  hijos!.  Ellos  se  alimentan  y  recrean  con  los  bienes  o  posibilidades  que  ustedes  les  dejaron,  y  ahora,  como  desconocidos,  no  se  acuerdan  ya  de  ustedes.    ¡Pobres  almas!  Con  mucha  más  razón  que  David  pueden  ustedes  decir:  si  alguien  que  no  hubiese  nunca  recibido  ningún  favor  de  mi  parte,  si  un  enemigo  me  tratara  así  por  doloroso  que  me  fuera,  podría  soportarlo  con  paciencia:  ¡pero  tú,  hijo  mío,  hermano,  pariente,  amigo,  que  me  debes  tantos  beneficios;  tú,  hijo  mío,  por  quien  pasé  tantos  dolores  y  no-­‐ches  tan  malas;  tú,  esposo;  tú,  esposa  mía,  que  tantas  pruebas  recibiste  de  mi  amor,  siendo  objeto  de  mis  desvelos  y  blanco  de  mis  incesantes  favores:  que  tú  me  trates  así;  que,  descuidando  los  sufragios  que  tanto  te  encargué  me  dejes  en  este  fuego,  sin  querer  socorrerme!  ¡Ésta  sí  que  es  una  ingratitud  y  crueldad  superior  a  todo  lo  que  podemos  pensar!  Punto  Segundo.-­‐   ¡Pobres  almas!  Pero  más  pobres  e   infelices   seremos  nosotros,   si   no   las   socorremos.  Acuérdate,  nos  gritan  los  difuntos  a  nosotros,  de  cómo  he  sido  yo  juzgado:  porque  así  mismo  lo  serás  tú:  A  mí  ayer;  a  ti  hoy.  Tú  también  serás  del  número  de  los  difuntos,  y  tal  vez  muy  pronto.  Y  por  rico  y  poderoso  que  seas,  ¿qué  sacarás  de  este  mundo?  Lo  que  nosotros   sacamos,   y   nada  más:   las   obras.   Si   son  buenas,   ¡qué   consuelo!   Si  malas,   ¡qué  desesperación!   Como   tú  hayas  hecho  con  nosotros,  harán  contigo.  ¿Lo  oyes?  Si  ahora  eres  duro  e   insensible  con   las  benditas  Almas  del  Purgatorio,  duros  e   insensibles  serán  contigo   los  mortales,  cuando  tú  hayas  dejado  de  existir.  Y  no  es  éste  el  parecer  de  un  sabio;  es  el  oráculo  de  la  Sabiduría  infinita,  que  nos  dice  en  San  Mateo:  Con  la  misma  medida  con  que  midiereis,  seréis  medidos.  Sí;  del  mismo  modo  que  nos  hu-­‐biésemos  portado  con  las  almas  de  nuestros  prójimos,  se  portarán  los  mortales  también  con  nosotros.  ¡Ay  de  aquel  que  no  hubiese  practicado  misericordia,  porque  le  espera,  dice  el  apóstol  Santiago,  un  juicio  sin  misericordia.  ¿Y  no  tiemblas  tú,  insensible  para  con  los  difuntos?  Si  lleno  de  indignación,  el  Juez  supremo  arroja  al  infierno  al  que  niega  la  limosna  a  un  pobre,  que   tal   vez  era  enemigo  de  Dios  por  el  pecado,  ¿con  cuánta   justicia  y   rigor  condenará  al  que  niegue  a   sus  amadísimas  esposas  los  sufragios  de  los  bienes  que  les  pertenecían?  Medita  un  poco   lo   dicho;   encomienda   a  Dios   las  Animas  de   tu  mayor  obligación,   y   pide,   por   la   intercesión  de  María  Santísima,  la  gracia  que  deseas  conseguir  en  esta  novena.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    MEDITACIÓN  DIA  OCTAVO  

Cómo  recompensará  el  Señor  a  los  devotos  de  las  benditas  Ánimas  Punto  Primero.-­‐Supongamos  que,  movidos  por  estas  meditaciones,  hacemos  una  sincera  y  completa  confesión,  y  ganan-­‐do  la  indulgencia  plenaria  de  este  santo  novenario,  sacamos  un  alma  del  Purgatorio.  ¡Qué  grande  será  nuestra  dicha!  Si  perseveramos,  ¡qué  gran  retribución  recibiremos  en  el  cielo!  Si  los  reyes  de  la  tierra,  siendo  miserables  mortales,  recompensan  con  tanta  generosidad  al  que  libra  a  uno  de  sus  súbditos  de  un  gran  peligro,  o  expone  su  vida  sirviendo  generosamente  a  los  apestados,  ¿cómo  será  el  premio  que  dará  el  Señor  al  que  libre  a  una  o  más  almas  de  las  llamas  del  Purgatorio?  Hagamos  esta  comparación:  Padres  y  madres,  si  un  hijo  de  ustedes  cayese  en  un  río  o  en  un  fuego,  y  alguien  lo  rescatara  y  se  los  devolviese  vivo,  ¿cómo  lo  agradecerían?  Si  ustedes  fueran  ricos  y  potentados,  y  esa  persona  fuera  pobre,  ¿cómo  lo  premiarían?  Ahora   bien:   ¿qué   comparación  puede  haber   entre   el   cariño  del   padre  más   amoroso   con   el   amor   que  Dios   profesa   a  aquellas   almas,   que   son   sus  hijas   amadas?   ¿Qué   son   todos   los   peligros   y  males   de   este  mundo,   comparados   con   las  penas  del  Purgatorio?  ¿Y  qué  comparación  puede  haber  entre  el  poder  y   la  generosidad  de  un  miserable  mortal   y  el  poder  y  la  generosidad  infinitos  de  Dios,  que  promete  un  inmenso  premio  de  gloria  por  la  visita  hecha  a  un  preso,  a  un  enfermo,  o  por  un  vaso  de  agua  dado  a  un  pobre  por  su  amor?  ¡Cristianos!   No   dudemos   decir   que   se   ve   como   asegurada   nuestra   salvación,   si   logramos   sacar   una   sola   alma   del  Purgatorio.  Sabiendo  esto,  ¿no  haremos  lo  posible  para  lograrlo?  Punto  Segundo.   -­‐  No  pensemos  que  estas   sean   sólo  unas   reflexiones  piadosas;   es  una  promesa   formal  de   Jesucristo,  Verdad   Eterna,   que  no  puede   faltar   a   su   palabra.   ¿No  nos   dice   en   el   sagrado   Evangelio:   Bienaventurados   los  miseri-­‐cordiosos,  porque  ellos  alcanzarán  misericordia?  Fundado  en  estas  palabras  infalibles,  dice  San  Gregorio:  "Yo  no  sé  que  se  haya  condenado  ninguno  que  haya  usado  de  misericordia  con  el  prójimo".  Dios   quiere  mucho   a   las   almas;   todo   cuanto   se   hace   por   ellas,   lo  mira,   agradece   y   premia   como   si   a   El  mismo   se   le  hiciera;  En  verdad  os  digo  que  todo  cuanto  habéis  hecho  con  uno  de  esos  pequeños  hermanos  míos,   lo  habéis  hecho  conmigo.  Qué  dichosos  somos  los  cristianos;  si  socorremos  a  las  pobres  Ánimas  del  Purgatorio,  un  día  nos  dirá  nuestro  generosísimo   Juez:   “venid,   benditos   de  mi   Padre.   Aquellas   pobres   almas   tenían   hambre,   y   vosotros   comulgando   las  habéis  alimentado  con  el  pan  de  vida  de  mi  sacratísimo  Cuerpo;  morían  de  sed,  y  asistiendo  o  haciendo  celebrar  misas,  les   habéis   dado   a   beber   mi   Sangre   preciosísima;   estaban   desnudas,   y   con   vuestras   oraciones   y   sufragios   las   habéis  vestido  con  una  estola  de  inmortalidad;  gemían  en  la  más  triste  prisión,  y  con  vuestros  méritos  e  indulgencias  las  habéis  sacado  de  ella”.  "Y   no   es   precisamente   a   las   Ánimas   a   quienes   habéis   hecho   estos   favores;   a   Mí   me   los   habéis   hecho:   Conmigo   lo  hicisteis:  pues  todo  cuanto  hicisteis  por  ellas,  Yo  lo  miro  por  tan  propio  como  si  lo  hubieseis  hecho  por  Mí  mismo.  Por  tanto,  venid,  benditos  de  mi  Padre,  a  recibir  la  corona  de  gloria  que  os  está  preparada  en  el  cielo".  ¿No  quisiéramos,  cristianos,  lograr  semejante  dicha?  Está  en  nuestras  manos.  Medita  un  poco   lo   dicho;   encomienda   a  Dios   las  Animas  de   tu  mayor  obligación,   y   pide,   por   la   intercesión  de  María  Santísima,  la  gracia  que  deseas  conseguir  en  esta  novena.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    MEDITACIÓN  DIA  NOVENO  Agradecimiento  de  las  benditas  Ánimas  para  con  sus  devotos  Punto  Primero.  –  Llegamos  hoy  al  día  feliz;  hoy,  con  las  Comuniones  y  sufragios  que  los  fieles  han  ofrecido  al  Señor,  no  sólo  en  ésta,  sino  en  tantas  otras  iglesias,  muchas  de  aquellas  almas,  ayer  tan  afligidas  y  desgraciadas,  han  pasado  a  ser  dichosos   habitantes   y   príncipes   felices   de   la   Corte   celestial.   Ya   ven   cara   a   cara   la   Hermosura   y  Majestad   infinita;   ya  poseen  a  Dios,  que  contiene  en  sí  cuanto  hay  de  amable,  de  grande,  delicioso  y  perfecto.  Su  entendimiento  ya  no  puede  experimentar  ni  más  alegría,  ni  más  suavidad,  ni  más  dicha.  Si  pudiésemos  entrar  hoy  en  aquella  dichosa  patria  y  contemplar  el  paso  de  aquellos  Bienaventurados!  ¡Qué  alegría,  qué  abrazos  se  dan  tan  afectuosos!  ¡Qué  cánticos  entonan  en  acción  de  gracias  al  Dios  de  las  misericordias  y  a  los  generosos  cristianos  que  las  han  sacado  del  Purgatorio!  ¡Cómo  dan  por  bien  empleadas  las  penas  que  en  este  mundo  padecieron!  ¡Con  qué  alegría  está  diciendo  cada  una  de  ellas:  Dichosas  confesiones  y  comuniones;  dichosas   las  misas  que  oía,   las  limosnas,  oraciones,  penitencias  y  obras  buenas  que  yo  practicaba;  dichosas  las  burlas  y  escarnios  que  yo  sufría  por  ser  practicante!  !Y  con  qué  generosidad  pagas,  Señor,  hasta   los  sacrificios  más  pequeños  e   insignificantes  que  hice  por  tu  amor!  

¿No  quisiéramos  nosotros  tener  nosotros  la  misma  suerte?  Entonces  luchemos  contra  las  pasiones;  que  sin  luchar  no  se  alcanza  la  victoria;  sin  pena,  no  hay  felicidad.  Punto  Segundo.-­‐  !Y  qué  dicha,  cristiano,  la  tuya,  si  has  logrado  librar  del  Purgatorio  a  alguna  de  aquellas  almas!  El  cielo  debe  a  tus  sufragios  el  nuevo  regocijo  y  la  nueva  gloria  accidental  que  ahora  experimenta.  Y  aquellas  almas  dichosas  te  deben   la   libertad,  y  con  ella   la  posesión  de  una   felicidad   infinita.  ¿Cómo  no  suplicarán   fervorosamente  a  Dios  por   ti?  ¿Cómo  no  van  a  socorrerte  en  cualquier  necesidad  que  te  encuentres?  ¿Qué  empeño  pondrán  en  conseguirte  las  gracias  necesarias  para  vencer  las  tentaciones,  adquirir  las  virtudes  y  triunfar  de  los  vicios?  Y  si  alguna  vez  te  vieres  en  peligro  de  pecar  y  de  caer  en  el  infierno,  ¡con  cuánto  celo  esas  almas  dirán  al  Señor:  ¿Vas  a  permitir,   oh   Dios,   que   se   pierda   eternamente   un   cristiano   que   me   ha   librado   a   mí   de   tan   horribles   penas?   ¿No  prometiste  que  alcanzarían  misericordia   los  que   la   tuvieran   con  el  prójimo?  ¿Consentirías  ahora  que  cayese  en  el   in-­‐fierno  aquel  que  con  sufragios  me  abrió  las  puertas  del  cielo?  ¡Dichoso  cristiano,  cuántos  envidian  tu  dicha!  Persevera,  y  tienes  segura  la  palma  de  la  gloria.  Medita  un  poco   lo   dicho;   encomienda   a  Dios   las  Animas  de   tu  mayor  obligación,   y   pide,   por   la   intercesión  de  María  Santísima,  la  gracia  que  deseas  conseguir  en  esta  novena.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    NOVENA  BREVE  DE  SAN  BENITO  PARA  PEDIR  UNA  GRACIA  Rezar  durante  nueve  días  consecutivos  la  siguiente  oración:    OH  San  Benito,  mi  protector  bondadoso  y  de  cuantos  van  a  ti  en  sus  apuros.  Intercede  por  mí  a  Dios  para  que  alivie  mis  sufrimientos   y   dificultades   que   ahora  me   agobian   (pídase   aquí   la   gracia   que   se   desea   obtener)   Te   lo   pido   con   toda  confianza.    Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria    NOVENA  AL  SANTÍSIMO  SACRAMENTO    Bendito   y  alabado   sea  el   Santísimo  Sacramento  del  Altar,   y   la   Inmaculada  Concepción  de  María   Santísima,  Madre  de  Dios  y  Señora  nuestra,  concebida  sin  pecado  original  en  el  primer  instante  de  su  ser.  Amén.    Acto  de  contrición.  Dulcísimo  Jesús  Sacramentado,  en  quien  creo,  en  quien  espero,  a  quien  adoro  y  amo  sobre  todas  las  cosas;  penetrado  del  más  vivo  dolor  de  haberos  ofendido,  recurro  a  vuestros  pies  y  presencia  santísima,  conociendo  que  he  pecado  delante  del   cielo   y   contra  Vos,   y  por   ser  quien   sois,  Bondad   infinita,  me  pesa  una  y  mil   veces  de  haberos  ofendido.  Recibid,  Señor,  la  contrición  de  mis  pecados,  y  aumentadla  y  perfeccionadla  para  que  sea  firme  el  propósito  que  hago  de  nunca  más  volver  a  ofenderos,  y  de  confesarme  debidamente.  Y  en  reconocimiento  de  la    misericordia  que    espero     me   habéis     de   conceder,     admíteme   a   vuestra   gracia,   quiero   dedicarme   a   vuestro   servicio   en   el   Santísimo  Sacramento,  en  donde  os  alabaré  y  bendeciré  toda  mi  vida.  Amén.    Rezar  la  oración  del  día  que  corresponda.    DÍA  PRIMERO  Soberano  y  eterno  Dios,  en  cuya  presencia  están   llenos  de   respeto   los  más  altos   serafines;  y  maravillados  de  vuestra  infinita  grandeza  no  hacen  más  que  repetir:  Santo,  Santo,  Santo;  que  habéis  querido  encerrar  en  la  Sagrada  Eucaristía  todas   vuestras   perfecciones:   dignaos   recibir   en   señal   de  mi   agradecimiento   todas   las   alabanzas   que   os   dieron   y   dan  todos  los  espíritus  bienaventurados  desde  su  creación,  y  todos  los  santos  desde  que  entraron  en  vuestra  gloria,  y  las  que  os  dan  y  darán  todas  las  criaturas  desde  el  principio  del  mundo  por  toda  la  eternidad;  os  pido  humildemente  alumbréis  mi   alma   con   una   fe   muy   viva,   para   que   conociendo   vuestras   finezas   en   el   Santísimo   Sacramento,   sepa   tributaros  continuas  acciones  de  gracias  y  la  más  profunda  adoración.  Amén.    DÍA  SEGUNDO  

Soberano  Señor  y  Rey  eterno,  que,  estando  en  el  cielo  a  la  diestra  del  Padre  con  universal  imperio  y  señorío  sobre  todos  los  Santos,  y  Espíritus  bienaventurados,  cantándoos  perpetuas  alabanzas,  y  reconociéndoos  por  verdadero  Rey  y  Señor,  quisisteis   humillaros   en   el   Santísimo   Sacramento   del   altar,   encubriendo   toda   vuestra   grandeza   bajo   el   velo   de   los  accidentes,  os  suplico  con   la  mayor  humildad  vengáis  a  mi  alma,  como  poderoso  Rey,  destruyáis   todos  mis  enemigos  que  son  mis  vicios,  e  imprimáis  firmemente  en  ella  vuestras  divinas  leyes,  y  prometo  seros  fiel,  obedeceros  y  adoraros  en  espíritu  y  verdad  por  toda  mi  vida.  Amén.    DÍA  TERCERO  Dulcísimo  Señor  y  vigilante  Pastor  de  mi  alma,  que  no  contento  con  haberme  buscado  y  llevado  sobre  vuestros  hombros  como   oveja   perdida,   quisisteis   quedaros   en   el   Santísimo   Sacramento   para   daros   en   pasto   a   las   fieles   ovejas   y   que  comiesen  la  misma  carne,  y  bebiesen  la  preciosa  sangre  de  vuestro  sagrado  cuerpo,  cumpliendo  de  esta  manera  y  con  excelencia   los   oficios   de   verdadero   Pastor,   haced   que   arrepentido   ya   de   haberos   hecho   trabajar   en   buscarme,   por  haberme  huido  de  Vos  tantas  veces,  de  aquí  en  adelante  me  deje  guiar  y  gobernar  por  vuestra  gracia,  y  apacentada  mi  alma  con  tan  divino  manjar,  jamás  vuelva  a  caer  en  las  garras  de  la  fiera  pésima  de  la  culpa.  Amén.    DÍA  CUARTO  Amabilísimo   Señor   y   Jesús   mío,   que   quisisteis   dar   a   conocer   vuestra   misericordia   llamándoos   Médico   y   para   que  sanásemos  de  todas  las  enfermedades  de  nuestra  alma  os  dignasteis  dejar  en  la  Iglesia  la  preciosa  medicina  de  vuestra  propia  carne  y  sangre:  compadeceos  Médico  divino  de  todos  mis  males.  Mirad  Señor,  que  hace  muchos  años  que   los  padezco;   pero   si   vos   queréis,   podéis   en   este   instante  mismo   limpiarme   de   toda  mi   lepra:   oigo   interiormente   aquel  piadoso  quiero  con  que  sanasteis  al  leproso;  y  si  sanó  también  la  enferma  del  flujo  de  sangre  tocando  la  orilla  de  vuestro  vestido,  sane  yo  de  todas  mis  dolencias  tocando  y  recibiendo  dignamente  vuestra  misma  carne,  y  logre  así  la  salud  para  siempre.  Amén.    DÍA  QUINTO  Sapientísimo  Señor  y  Maestro  de  mi  alma,  que  después  de  haber  hablado  tantas  veces  y  de  tantas  maneras  a  vuestro  antiguo   pueblo   por   medio   de   los   profetas   quisisteis   hablar   y   enseñar   por   Vos   mismo   a   los   hijos   de   la   Iglesia,  estableciendo  vuestra  perpetua  cátedra  en  el  Santísimo  Sacramento,  a  donde  como  a  verdadero  monte  de  Dios  y  casa  de  Jacob  convidáis  a  todos  para  que  os  oigan,  comunicando  los  tesoros  de  sabiduría  y  ciencia  que  en  Vos  se  encierran;  apiadaos,  o  dulcísimo  Maestro  mío,  de  mi  rudeza  e   ignorancia,  y  dignaos  comunicar  a  mi  entendimiento   luz  para  que  aprenda  a  cumplir  vuestros  mandamientos,  enseñándome  al  mismo  tiempo  a  conoceros  y  a  conocerme,  para  que  en  todos  sepa  ejecutar  siempre  vuestra  divina  voluntad.  Amén.    DÍA  SEXTO  Omnipotente  Señor  y  Padre  amabilísimo,  que  siendo  dueño  universal  de  todo  lo  criado  tenéis  tanto  amor  a  los  hombres,  que  los  adoptáis  por  hijos,  y  queréis  que  lo  sean  y  se  llamen  así,  preparándoles  en  la  mesa  divina  el  pan  del  cielo  para  su  alimento:  despertando  mi  alma  del  olvido  en  que  ha  vivido,  me  presento  a  vuestra  soberana  presencia,  y  cual  si  fuese  aquel  pródigo  del  Evangelio  recurro  a  Vos  confiado  en  que  sois  mi  Padre,  aunque  he  perdido  tantas  veces   la  preciosa  cualidad  de  hijo  vuestro.  ¡Oh  si  pudiera  dar  una  voz  de  verdadero  dolor  de  mis  pecados,  que  penetrando  los  cielos  se  oyera  por   todas  partes  que  he  pecado  contra  mi  buen  padre!  Humildemente  os  pido  me  perdonéis,  y  me  recibáis  en  vuestra  gracia,  admitiéndome  al  convite  de  vuestro  divino  Sacramento,  para  permanecer  en  ella  hasta  el  fin  de  mi  vida.  Amén.    DÍA  SÉPTIMO  Benignísimo  Señor  y  huésped  divino  de  mi  alma,  que  siendo  los  cielos  corto  espacio  para  vuestra  grandeza  gustáis  de  hospedaros   en   la   pobre   casa   de  mi   corazón,   y   para   facilitarme   tanta   dicha   habéis   querido   quedaros   en   el   Santísimo  Sacramento,  dignaos,  Señor,  que  así  como  enriquecisteis  a   la  Reina  de   los  ángeles  María  Santísima  con   innumerables  gracias  y  dones,  porque   la  escogisteis  para  morada  vuestra,  a  proporción  derraméis  sobre  mí   las  riquezas  de  vuestras  misericordias  para  que,  siendo  yo  templo  vuestro,  pueda  recibiros  dignamente,  y  conservar  siempre  en  mí  la  santidad  que  necesito.  Amén.    

DÍA  OCTAVO  Dios  y  Señor  enamorado  de  las  almas,  ya  que  tanto  nos  aseguráis  que  tenéis  todas  las  delicias  en  estar  con  los  hombres,  y  en  señal  de  tanta  fineza  dijisteis  a  los  Apóstoles  después  de  haberles  dado  la  Comunión:  "Ya  no  os  llamaré  siervos,  sino  amigos  míos";  y  lo  mismo  decís  en  este  Sacramento  a  todos  los  cristianos  que  os  reciben  dignamente.  Por  esta  amistad,  Señor,  os  pido  que  excitéis  en  mi  corazón  los  más  vivos  afectos  de  amor  y  de  ternura  para  que  no  ame  otra  cosa  sino  a  Vos,  ni  piense  en  otra  cosa  mas  que  en  visitaros  y  adoraros,  regalándome  siempre  con  el  trato  de  tan  buen  Amigo,  hasta  que  goce  de  vuestra  clara  vista  en  la  gloria.  Amén.    DÍA  NOVENO  Dulcísimo  Jesús  sacramentado,  que  habéis  querido  en  la  Sagrada  Eucaristía  señalaros  con  los  títulos  de  mayor  consuelo  para  nosotros,  queriendo  también  que  en  este  misterio  os  reconozcamos  por  Esposo  fiel  y  amante  de  nuestras  almas;  haced  Señor,  que  yo  corresponda  a  tanta  fineza,  y  que  me  prepare  con  las  vestiduras  nupciales  para  asistir  dignamente  a  tan  santo  desposorio,  y  poderlo  celebrar  después  eternamente  en  la  gloria.  Amén.    ORACIONES  PARA  CONCLUIR  CADA  DÍA    Rezar  seis  padrenuestros,  seis  avemarías  y  seis  glorias  al  Santísimo.  Terminar  con  las  siguientes  oraciones:    Afectos.   Vos   sois  mi  Dios,   y   os   confesaré   siempre   en   este   Santísimo   Sacramento.   Vos   sois  mi  Dios,   y   os   exaltare.  Os  confesaré   siempre,  porque  os  habéis  dignado  oír  mis   súplicas  en  este   lugar  de  propiciación.  Glorificaré  vuestro  santo  nombre  eternamente,  porque  así  manifestáis  sobre  mí  vuestra  misericordia.  Vos  solo  sois  Dios,  y  no  hay  otro  fuera  de  Vos.   Vos   solo   Santo,   sólo   Señor,   y   sólo   Altísimo.   Vos   esplendor   del   Padre   y   figura   de   su   sustancia.   Iluminad   mi  entendimiento  y  abrasad  mi  corazón  con  vuestro  divino  amor.    Hacer  aquí  la  petición  que  se  desea  alcanzar  con  la  novena.    ORACIÓN.    Dulcísimo   Jesús   Sacramentado,   que   obligado   de   vuestra   infinita   caridad   quisisteis   enriquecer   a   la   Iglesia   con   el  preciosísimo  tesoro  de  vuestro  Cuerpo  y  Sangre  para  ser  en   la  Eucaristía  Rey  que  nos  gobierne,  Pastor  que  nos  dirija,  Médico   que   nos   ame,   Huésped   que   nos   enriquezca,   Amigo   que   nos   consuele,   y   Esposo   que   nos   haga   felices   para  siempre;  haced,  Señor,  que  yo  logre  en  este  Sacramento  tan  singulares  misericordias,  y  que  reconociendo  en  él  vuestra  real  presencia,  acuda  a  adoraros  frecuentemente  en  espíritu  de  verdad  para  desagraviaros  del  olvido  que  padecéis  en  las   Iglesias,   y   para   recompensar   las   injurias   que   recibís   de   los   infieles   y   herejes,   y   de   los   malos   cristianos   con   sus  comuniones   sacrílegas.   Y   ya  que   son   tan  pobres  mis   afectos,   yo  os  ofrezco   todas   las   adoraciones  que  os   tributan   los  bienaventurados,   y   las   alabanzas   que   os   dio   en   la   tierra,   y   os   está   dando   en   el   cielo   la   Reina   de   los   ángeles  María  Santísima.  Recibidme,  Señor,  por  perpetuo  esclavo  vuestro,  y  haced  que  lo  acredite  en  la  reverencia  con  que  os  adore,  y  en   el   cielo   con   que   promueva   vuestras   alabanzas,   pidiéndoos   que   socorráis   las   necesidades   en   que   se   halla   la   santa  Iglesia,   y   que  miréis   con   perpetua  misericordia   a   este   vuestro   católico   pueblo.   Destruid   las   herejías,   convertid   a   los  pecadores   y   perfeccionad   a   los   justos.   Abrid,   Señor,   vuestra  mano   generosísima,   y   compadecido   de  mis   necesidades  espirituales   y   temporales,   dadme  el   remedio  que  en   todo  necesito,   que,   santificado   con   vuestra   gracia,   os   alabe  por  todos  los  siglos  en  la  gloria.  Amén.    ¡Oh  sacrificio  y  hostia  saludable  Que  las  puertas  del  cielo  nos  franqueas!  La  lucha  nos  oprime  formidable;  Todo  nuestro  favor  y  esfuerzo  seas.    V.  Les  disteis,  Señor,  el  Pan  del  cielo.  R.  Que  encierra  en  sí  todo  deleite.    ORACIÓN  FINAL.    

O   Dios,   que   nos   dejaste   la   memoria   de   tu   Pasión   en   este   admirable   Sacramento;   concédenos   que   de   tal   suerte  veneremos  los  sagrados  misterios  de  tu  cuerpo  y  sangre,  que  experimentemos  continuamente  en  nosotros  el  fruto  de  tu  redención.  Que  vives  y  reinas  con  Dios  Padre  en  unidad  del  Espíritu  Santo,  Dios  por  todos  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.    OCTAVARIO  BREVE  AL  SANTÍSIMO  SACRAMENTO      ACTO  DE  CONTRICIÓN  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  Señor  mío  Jesucristo,  que  por  el  amor  que  tenéis  a  los  hombres  estáis  de  noche  y  de  día  en  este  Sacramento,  todo  lleno  de  piedad  y  de  amor,  esperando,  llamando  y  recibiendo  a  todos  los  que  vienen  a  visitaros:  yo  creo  que  estáis  presente  en  el  Augusto  Misterio  del  altar,  os  adoro    desde  el  abismo  de  mi  nada  y  os  doy  gracias  por  todas  las  mercedes  que  me  habéis   hecho,   especialmente   por   haberme  dado   en   este   Sacramento   vuestro   cuerpo,   vuestra   sangre,   vuestra   alma   y  vuestra  dignidad,   por  haberme   concedido   como  abogada  a   vuestra   Santísima  Madre   la  Virgen  María,   y  por  haberme  llamado  a  visitaros  en  este  lugar  santo.  Adoro  vuestro  amantísimo  Corazón,  y  deseo  adorarle  con  tres  fines:  el  primero,  en  agradecimiento  de  esta  tan  preciosa  dádiva;  el  segundo,  para  desagraviaros  de  todas  las  injurias  que  habéis  recibido  de  vuestros  enemigos  en  este  Sacramento,  y  el  tercero,  porque  deseo  en  esta  visita  adoraros  en  todos  los  lugares  de  la  tierra,  donde  estáis  sacramentado  con  menos  culto  y  más  olvido.  ¡Jesús  mío!,  os  amo  con  todo  mi  corazón;  pésame  de  haber  tantas  veces  ofendido  en  lo  pasado  a  vuestra  infinita  Bondad;  propongo,  ayudado  de  vuestra  gracia,  enmendarme  en  lo  venidero;  y  ahora,  miserable  como  soy,  me  consagro  todo  a  Vos;  os  doy  y  entrego  toda  mi  voluntad,  mis  afectos  mis  deseos  y  todo  cuanto  me  pertenece.  De  hoy  en  adelante  haced,  Señor,  de  mí  y  de  mis  cosas  todo  lo  que  os  agrade.  Lo   que   yo   quiero   y   os   pido   es   vuestro   Santo   Amor,   la   perfecta   obediencia   a   vuestra   santísima   voluntad   y   la  Perseverancia  final.  Os  encomiendo  las  almas  del  Purgatorio,  especialmente  las  más  devotas  del  Santísimo  Sacramento  y  de  María  Inmaculada,  y  os  ruego  también  por  todos  los  pobres  pecadores.  En  fin,  amado  Salvador  mío,  uno  todos  mis  afectos  y  deseos  con  los  de  vuestro  amorosísimo  Corazón,  y  así  unidos  los  ofrezco  a  Vuestro  Eterno  Padre  y  le  pido  en  vuestro  nombre  que  por  vuestro  amor  los  acepte  y  los  mire  benignamente.  Amén.  Rezar  seis  Padrenuestros,  Avemarías  y  Glorias  y  la  comunión  espiritual.    COMUNIÓN  ESPIRITUAL  Oh  Jesús  mío,  creo  que  estáis  en  el  Santísimo  Sacramento;  os  amo  sobre  todas  las  cosas  y  deseo  recibiros  dentro  de  mi  alma.  Ya  que  ahora  no  puedo  hacerlo   sacramentalmente  venid  a   lo  menos  espiritualmente  a  mi   corazón.  Como  si   ya  hubieseis  venido,  os  abrazo  y  me  uno  todo  a  Vos;  no  permitáis  jamás  que  vuelva  a  abandonaros.  -­‐  De  la  desgracia  de  recibir  indignamente  vuestro  Cuerpo  y  Sangre,  líbranos,  Señor.  -­‐  De  la  concupiscencia  de  la  carne,  líbranos,  Señor.  -­‐  De  la  concupiscencia  de  los  ojos,  líbranos  Señor.  -­‐  De  la  soberbia  de  la  vida,  líbranos,  Señor.  -­‐  De  toda  ocasión  de  ofenderos,  líbranos,  Señor.  -­‐  Jesús,  oídnos.  -­‐  Jesús,  escuchadnos.  V.  Les  habéis  dado  un  pan  venido  del  cielo.  R.  Un  pan  que  encierra  toda  dulzura.    Rezar  a  continuación  la  oración  del  día  que  corresponda:    DÍA  PRIMERO  ¡Oh   Dios,   que   en   el   admirable   Sacramento   nos   dejasteis   una   memoria   de   vuestra   Pasión!,   os   rogamos,   Señor,   nos  concedáis   que   de   tal   manera   veneremos   los  misterios   de   vuestro   Cuerpo   y   Sangre   que   perennemente   sintamos   en  nosotros   el   fruto   de   vuestra   redención:   Vos   que   vivís   y   reináis   con  Dios   Padre,   en  unión  del   Espíritu   Santo.  Dios   por  todos  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Alabado  y  bendito  sea  para  siempre  y  a  cada  instante  cl  Divino    Santísimo  Sacramento  del  Altar.    DÍA  SEGUNDO  

Dulcísimo  Jesús  Sacramentado,  ya  que  todo  lo  puedes,  remedia  mi  impotencia.  Sin  Ti,  ni  tan  siquiera  puedo  pronunciar  tu  dulcísimo  Nombre.  Ya  que  os  dignáis  aceptar  mis  humildes  adoraciones,  haced  que  cada  día  sean  menos  indignas  de  Vos.  Os  lo  pido,  Señor,  por  mediación  de  la  Santísima  Virgen  María,  vuestra  dulcísima  Madre  y  Madre  mía  también,  y  de  mi  Padre  el  Patriarca  San  José  y  de  San  Pascual  Bailón,  nuestros  Patronos  y  Protectores  de  nuestra  obra  de  adoración.  ¡Oh  buen  Jesús,  que  vives  y  reinas  por  los  siglos  de  los  siglos!  Amén.    DÍA  TERCERO  Soberano  Señor  Sacramentado,  yo  creo  en  Ti,  espero  en  Ti,  te  amo  con  todo  mi  corazón.  La  memoria  de  mis  pecados  oprime  mi  alma  con  un  vivo  dolor.  Concédeme  el  perdón  y  la  paz  de  una  reconciliación  perpetua.  La  vista  de  las  virtudes  que  me  faltan  y  que  sinceramente  debo  adquirir,   juntamente  con  mi  debilidad  e   impotencia,  me  llenan  de  angustiosa  ansiedad.  Concédeme,  Señor,   la  victoria  sobre  mí  mismo  y   las  virtudes  que  necesito,  para  que  mi  adoración  sea  pura,  perfecta   y   santa.   Os   lo   pido   por   mediación   del   Sagrado   Corazón   de   María,   mi   Madre,   y   por   tu   Sagrado   Corazón,  dulcísimo  Jesús,  que  vives  y  reinas  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.    DÍA  CUARTO  Virgen  Santísima,  pon  en  mis  labios  y  en  mi  corazón  el  Magnificat  de  tu  eterna  gratitud  a  Nuestro  Señor  Jesús,  tu  Hijo  Santísimo.   Alabado   sea   tu   santo   Nombre.   ¡Oh   María,   Madre   de   la   Eucaristía!,   adoctríname   en   el   amor   de   Jesús  Sacramentado;   introdúceme  en  el  Sagrado  Corazón  Eucarístico  para  que  en  Él  y  por  Él  dé    gracias  sin  fin  al    Eterno  Pa  dre,  que  con  el  Verbo  Encarnado  y  el  Espíritu  Santo  vive  y  reina  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.    DÍA  QUINTO  ¡Oh  radiante  Sol  de   la  Eucaristía!  Con  perfección   infinitamente  mayor  que  el  sol  de   la  tierra,  Tú   iluminas,  enciendes  y  fecundas   el  mundo   sobrenatural   de   nuestras   almas.   Tú   conviertes   nuestro   ser   terreno   en   otro   ser   celestial   y   divino.  Vuelve  a  nosotros  como  vencedor  de  las  densas  sombras  de  la  falsa  humildad,  del  temor  servil  con  que  la  herejía  quiso  apartar  de  Ti  a   las  almas.  Despierta  en   tu  pueblo   la  antigua  vida  eucarística,  vida  de   luz  y  de  amor,  de  sacrificio  y  de  alegría,  principio  y  continuación  de  la  eterna  vida,  que  es  adorarte,  servirte  y  amarte  en  tus  tabernáculos  para  continuar  nuestra  vida  de  adoración  en  los  cielos.  Amén.    DÍA  SEXTO  ¡Oh  Soberano  Señor  Sacramentado!  Por  un  deber  y  un  estímulo  de  mi  conciencia,  deseo  con  toda  mi  alma  reparar  el  mal  de  mis  pecados  e  ingratitudes  cometidos  contra  Vos.  Por  un  deber  de  caridad  con  mis  prójimos,  deseo  reparar  todas  sus  ofensas,  desagraviar  vuestro  Divino  Corazón,  consolaros  y  atraer  vuestro  Divino  Corazón,  consolaros  y  atraer  vuestro  perdón  sobre  mí  y  sobre  mis  hermanos,  sobre  todos  los  hombres.  A  ello  me  mueve  el  amor  que  os  profeso  sobre  todas  las   cosas,   con   todo   el   afecto   de   mi   corazón,   porque   quiero   veros   triunfante,   bendecido   y   alabado   de   todos   los  corazones.  Uno  mis  deseos  a  vuestra  reparación  infinita  en  el  Santísimo  Sacramento,  mis  pensamientos  y  mis  obras,  y  sobre  todas  ellas,  tu  adoración  perpetua,  Real  y  Universal.  Las  uno  a  mi  Madre  Reparadora  y  por  su  Mediación  os  pido,  con  humildad  y  confianza,  el  espíritu  de  la  verdadera  Reparación;  a  Ti,  oh  dulce  Jesús  mío,  que,  con  el  Padre  y  el  Espíritu  Santo,  vives  y  reinas  por  todos  los  siglos.  Amén.    DÍA  SÉPTIMO  Señor  mío  Jesucristo,  que,  derramando  sobre  los  hombres  las  riquezas  de  vuestro  amor,  instituisteis  el  Sacramento  de  la  Eucaristía,  os  suplicamos  nos  concedáis  que  podamos  amar  siempre  vuestro  Corazón  amantísimo  y  hacer  un  uso  digno  y  fructuoso  de  este  Augusto  Sacramento.  Vos  que  vivís  y  reináis  con  el  Padre  en  la  unidad  del  Espíritu  Santo,  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.    DÍA  OCTAVO  ¡Oh  Cristo  Jesús!  Yo  os  reconozco  por  Rey  universal.  Todo  lo  que  ha  sido  hecho,  ha  sido  creado  por  Vos.  Ejerced  sobre  mí  todos  vuestras  derechos.  Yo  renuevo  mis  promesas  del  bautismo,  renunciando  a  Satanás,  a  sus  pompas  y  a  sus  obras,  y   prometo   vivir   como  buen   cristiano.   Y   de  un  modo  particular,   yo  me  obligo   a   hacer   triunfar,   según  mis   fuerzas,   los  derechos  de  Dios  y  de  vuestra   Iglesia.  Divino  Corazón  de  Jesús,  yo  os  ofrezco  mis  pobres  oraciones  para  alcanzar  que  

todos   los   corazones   reconozcan   vuestra   Realeza   Sagrada,   y   que   así   el   Reino   de   vuestra   paz   se   establezca   en   todo   el  universo.  Así  sea.    NOVENA  AL  PADRE  CELESTIAL  PIDIENDO  POR  EL  NOMBRE  DE  SU  HIJO  JESÚS    ¡Oh   Dios   Omnipotente   y   bondadoso!;   vednos   postrados   a   vuestros   pies   para   imploraros   misericordia   y   perdón   por  nuestros  muchos   pecados.   ¿Quiénes   somos   nosotros   para   aparecer   ante   Vos   y  mucho  menos   para   pediros   gracias?  Acordaos,   sin   embargo   que   dijisteis:   "Pedid   y   se   os   dará;   buscad   y   hallaréis;   llamad   y   se   os   abrirá";   y   en   otra   parte:  "Pedid  por  el  nombre  de  Jesús  y  todo  se  os  concederá."  Llenos  de  fe  y  confianza  en  vuestras  palabras,  os  suplicamos  nos  concedáis  la  gracia....  Por  este  mismo  nombre  os  pedimos  perdón  de  nuestras  culpas,  gracia  para  vencernos,  generosidad  en  vuestro  servicio,  constancia  en  el  bien  obrar  y  llegaros  a  amar  en  la  tierra  cuanto  es  posible  a  una  miserable  criatura.  Concedednos,  os  lo  suplicamos  de  nuevo,  la  gracia  que  solicitamos  en  esta  novena.    V.  ¡Oh  Padre  celestial!  R.  Escuchad  nuestras  súplicas  por  el  nombre  de  vuestro  Hijo  Jesús.  (repetir  5  veces).    ORACIÓN  ¡Oh  Dios  que  quisisteis   glorificar   el   nombre  de   vuestro  Hijo,   prometiendo   conceder   cualquiera   cosa  que  por   El   se  os  pidiera!  Acordaos  de  vuestra  promesa,  ya  que  en  ella  tenemos  puesta  toda  nuestra  confianza,  y  concedednos  el  favor  que  solicitamos.  Ciertos  estamos  de  alcanzarlo,  porque  creemos  firmemente  que  antes  pasarán  los  cielos  y  la  tierra  que  deje  de  cumplirse  la  menor  de  vuestras  palabras.  Gracias  sean  dadas  ya  desde  ahora  a  Dios  Padre,  a  Dios  Hijo  y  a  Dios  Espíritu  Santo,  porque  nos  han  socorrido.  Amén.    NOVENA  AL  ESPÍRITU  SANTO  Por  la  señal,  etc.    Señor  mío   Jesucristo,   Dios   y   hombre   verdadero,  me   pesa   de   todo   corazón   de   haber   pecado,   porque   he  merecido   el  infierno  y  perdido  el  cielo,  y  sobre  todo,  porque  te  ofendí  a  Ti,  que  eres  bondad  infinita,  a  quien  amo  sobre  todas   las  cosas.  Propongo  firmemente,  con  tu  gracia,  enmendarme  y  alejarme  de  las  ocasiones  de  pecar,  confesarme  y  cumplir  la  penitencia.  Confío  en  que  me  perdonarás  por  tu  infinita  misericordia.  Amén.    ORACIONES  PARA  EMPEZAR  TODOS  LOS  DÍAS  ¡Dios  mío!  Dios  de  amor  y  de  verdad.  Autor  de  la  santificación  de  nuestras  almas,  postrado  humildemente  ante  vuestra  soberana  Majestad,  detesto  en  la  amargura  de  mi  corazón  todos  mis  pecados,  como  ofensas  hechas  a  Vos,  digno  de  ser  amado   sobre   todas   las   cesas.   ¡Oh   bondad   infinita!   ¡Quién   jamás   os   hubiera   ofendido!   Perdonadme,   Señor,   Dios   de  gracia  y  de  misericordia,  perdonadme  mis  continuas   infidelidades;  el  no  haber   tenido  valor  para  ejecutar  cosa  alguna  buena,  después  que  tantas  veces  vuestra  misericordia  y  gracia  me  han  solicitado,  reprendido,  amenazado  e   inspirado  amorosamente.   Me   pesa,   me   arrepiento   de   la   ingrata   correspondencia   e   indigna   ceguedad   con   que   he   resistido  incesantemente  a  vuestros  dulces  y  divinos  llamamientos.  Mas  propongo  firmemente  con  vuestro  auxilio  de  no  ser  ya  rebelde  a  Vos,  de  seguir  en  adelante  vuestras  tiernas  inspiraciones  con  suma  docilidad.  A  este  fin,  alumbrad,  oh  fuente  de   luz,   mi   entendimiento,   fortaleced  mi   voluntad,   purificad  mi   corazón,   arreglad   todos  mis   pensamientos,   deseos   y  afectos,   y   hacedme   digno   de   gustar   los   frutos   bienaventurados   que   vuestros   dones   producen   en   las   almas   que   os  poseen.  Concededme  las  gracias  que  os  pido  en  esta  Novena,  si  han  de  ser  para  mayor  gloria  vuestra,  y  para  que  yo  os  vea,  ame  y  alabe  sin  fin  en  vuestra  gloria.  Amén.    INVOCACIÓN  AL  ESPÍRITU  SANTO  Ven  a  nuestras   almas   ¡  Oh  Espíritu   SANTO!   y  del   cielo  envía  de   tu   luz  un   rayo.  Ven,  padre  de  pobres,   ven,  de  dones  franco,   ven,   de   corazones   lucido   reparo.   Ven,   consolador,   dulce   y   soberano,    huésped  de  las  almas,  suave  regalo.  En  los  contratiempos  descanso  al  trabajo,  templanza  en  lo  ardiente  consuelo  en  el  llanto.  

 Santísima  luz  de  todo  cristiano,  lo  intimo  del  pecho,  llena  de  amor  casto.  En  el  hombre  nada  se  halla  sin  tu  amparo,  y  nada  haber  puede  sin  Ti,  puro  y  santo.  Con  tus  aguas  puras  lava  lo  manchado,  riega  lo  que  es  seco  pon  lo  enfermo  sano.  Al  corazón  duro  doblegue  tu  mano,  y  ablande  las  almas  que  manchó  el  pecado.  Vuelve  al  buen  camino  al  extraviado,  y  al  helado  Enciende    en  tu  fuego  santo.  Concede  a  tus  fieles  en  Ti  confiados  de  tus  altos  dones  sacro  setenario.  Aumento  en  virtudes  haz  que  merezcamos,  del  eterno  gozo  el  feliz  descanso.  Amén.    A  continuación  rezar  la  oración  del  día  que  corresponda:    ORACIONES  FINALES  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  (excepto  el  último  día)    HIMNO  AL  ESPÍRITU  SANTO  ¡Ven,  oh  Criador  Espíritu!  nuestras  almas  visitad,  los  pechos,  que  Vos  criasteis,  llene  gracia  Celestial.  Pues  sois  Paráclito  Espíritu,  Don  del  Padre  celestial,  fuente  viva,  sacro  fuego,  unción  santa,  espiritual.  En  tus  dones  setiforrnes,  tu  promesa  paternal,   dedo   eterno   de   Dios   Padre   nuestras   lenguas   inflamad.   Ilustrad   nuestros   sentidos,   el   corazón   inflamad,  nuestros   cuerpos,   que   son   flacos,   con   vuestra   virtud   armad.  Apartad   los   enemigos,   danos   la   divina   paz   y   siendo  Vos  nuestra  guía  huyamos  toda  maldad.  Par  Vos  al  Padre  y  al  Hijo,  en  esta  vida  mortal  conozcamos,  y  creamos  siempre  tu  Divinidad.  A  Dios  PADRE  sea  gloria,  al  HIJO  gloria  inmortal  y  al  Espíritu  PARÁCLITO  por  toda  la  Eternidad.  Amén.    ORACIÓN  ¡Oh  Espíritu  Santo!  Divinísimo  consolador  de  mi  alma,  fuego,  luz  y  celestial  ardor  de  los  corazones  humanos,  si  es  para  gloria  de  vuestra  Majestad  que  yo  consiga  lo  que  deseo  y  pido  en  este  día,  dignáos  concedérmelo  benignamente;  y  sino  dirigid  mi   petición,   dándome   las   gracias   que   ha   de   ser   para   vuestra  mayor   gloria   y   bien   de   la   salvación   de  mi   alma.  Amén.  Ahora   cada   uno   se   recogerá   interiormente   y   pedirá   la   gracia   que   más   necesite.  Hecha  la  petición,  se  concluirá  todos  los  días  con  antífona,  verso,  respuesta  y  oración  siguientes:    ANTÍFONA  No  os  dejaré  huérfanos,  aleluya;  voy  y  vengo  a  vosotros,  aleluya;  y  se  alegrará  vuestro  corazón,  aleluya,  aleluya.  V.  Enviad,  Señor,  vuestro  Santo  Espirito,  y  serán  creados.  R.  Y  renovaréis  la  faz  de  la  tierra.    ORACIÓN  Oh   Dios,   que   habéis   instruido   los   corazones   de   los   fieles   con   la   ilustración   del   Espíritu   Santo,   dadnos   el   sentir  rectamente  con  este  mismo  Espíritu,  y  gozar  siempre  de  su  consolación.  Por  Jesucristo  Señor  nuestro,  tu  Hijo,  que  vive  contigo  y  reina  en  la  unidad  del  mismo  Espíritu  Santo,  Dios  por  todos  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.    DÍA  PRIMERO  ¡Oh   Espíritu   Santo!   Fuente   viva   de   divinas   aguas   que,   en   la   creación   del   mundo,   santificasteis   las   inmensas   que  rodeaban  el  mundo  y   las  aguas  del   Jordán  en  el  bautismo  de  Jesucristo,  Señor  nuestro;  yo  os  suplico  que  seáis  en  mi  espíritu,  tan  árido  y  seco,  la  Sagrada  fuente  de  aguas  vivas,  que  jamás  se  agote  y  salte  hasta  la  vida  eterna;  y  la  gracia  que  os  pido  en  esta  Novena,  si  es  para  mayor  gloria  vuestra  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Rezar  tres  veces  el  Padre  nuestro  y  el  Ave  María  en  honor  de  la  Santísima  TRINIDAD,  y  terminar  con  la  oraciones  finales  para  todos  los  días.      DÍA  SEGUNDO  Comenzar  con  la  oraciones  preparatorias  para  todos  los  días.  ¡Oh  Espíritu  Santo!  Que  haciendo  sombra  con  vuestra  virtud  altísima  a  la  purísima  Virgen  María,  y  llenándola  al  mismo  tiempo  de  gracia,  obrasteis  de  un  modo  inefable  y  omnipotente  la  obra  infinita  de  la  Encarnación  del  Verbo  eterno,  en  el  seno  virginal  de  vuestra  celestial  Esposa:  haced  sombra  a  mi  alma  y  concededme  la  gracia  necesaria  para  que  yo  sea  

digno  de  recibir  al  mismo  Verbo  divino  hecho  hombre  y  sacramentado  por  mi  amor,  y  también  la  especial  que  os  pido  en  esta  Novena,  si  es  para  mayor  gloria  vuestra,  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Rezar  tres  veces  el  Padre  nuestro  y  el  Ave  María  en  honor  de  la  Santísima  TRINIDAD,  y  terminar  con  la  oraciones  finales  para  todos  los  días.    DÍA  TERCERO  Comenzar  con  la  oraciones  preparatorias  para  todos  los  días.  ¡Oh   Espíritu   Santo!   Celestial   paloma  que,   abriendo  de   par   en   par   los   cielos,   bajasteis   sobre   Jesús   ya   bautizado   en   el  Jordán,   simbolizando:   que   desde   cl   momento   en   que   tomó   la   naturaleza   humana,   habitaba   en   él   la   plenitud   de   la  Divinidad;   bajad   sobre   la   mía   pobre   y   miserable   y   llenadla   del   don   de   sabiduría   de   consejo,   de   entendimiento   y  fortaleza,  de  ciencia,  piedad  y  temor  de  Dios;  y  dadme  la  gracia  que  pido  en  esta  Novena,  si  es  para  mayor  gloria  vuestra  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Rezar  tres  veces  el  Padre  nuestro  y  el  Ave  María  en  honor  de  la  Santísima  TRINIDAD,  y  terminar  con  la  oraciones  finales  para  todos  los  días.    DÍA  CUARTO  Comenzar  con  la  oraciones  preparatorias  para  todos  los  días.  ¡Oh   Espíritu   Santo!  Nube   lúcida   que  haciendo   en   el   Tabor   sombra   a   Jesús   transfigurado   y   glorioso,   ilustrasteis   aquel  Santo  monte,  y  amparasteis  en  su  excesivo  temor  a  los  Apóstoles,  comunicándoles  después  de  la  Ascensión  de  su  Divino  Maestro  mucha  luz,  fervor  y  gracia;   ilustrad,  proteged  y  fecundad  mi  alma  para  que  yo  sea  digno  discípulo  de  Jesús,  y  dadme  la  gracia  que  os  pido  en  esta  Novena,  si  es  para  mayor  gloria  vuestra  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Rezar  tres  veces  el  Padre  nuestro  y  el  Ave  María  en  honor  de  la  Santísima  TRINIDAD,  y  terminar  con  la  oraciones  finales  para  todos  los  días.      DÍA  QUINTO  Comenzar  con  la  oraciones  preparatorias  para  todos  los  días.  ¡Oh  Espíritu  Santo!  Suave  viento  que   llenó  el  Cenáculo  y  dio   fuerza  y  valor  a   los  corazones  de  cuantos  os  esperaban,  orando   fervorosamente   unidos   con   una   alma   y   un   corazón:   ocupad   ¡oh   Espíritu   de   vida   y   amor!   toda   la   casa   de  mi  pequeño  espíritu,  mí  memoria,   entendimiento   y   voluntad:   y   dadme   la   gracia  que  os  pido  en  esta  Novena,   si   es   para  mayor  gloria  vuestra  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Rezar  tres  veces  el  Padre  nuestro  y  el  Ave  María  en  honor  de  la  Santísima  TRINIDAD,  y  terminar  con  la  oraciones  finales  para  todos  los  días.    DÍA  SEXTO  Comenzar  con  la  oraciones  preparatorias  para  todos  los  días.  Oh  Espíritu  Santo!  Luz  clarísima  que  ilustró  el  entendimiento  de  los  santos  Apóstoles,  comunicándoles,  como  Sol  divino,  toda  la  luz  que  necesitaban  para  su  perfección  y  para  la  conversión  del  mundo:  llenad  ¡oh  luz  beatísima!  todos  los  senos  tenebrosos  de  mi  interior,  para  que  os  conozca  y  dé  a  conocer  a  todo  el  mundo;  y  la  gracia  que  os  pido  en  esta  Novena,  si  es  para  mayor  gloria  vuestra  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Rezar  tres  veces  el  Padre  nuestro  y  el  Ave  María  en  honor  de  la  Santísima  TRINIDAD,  y  terminar  con  la  oraciones  finales  para  todos  los  días.    DÍA  SÉPTIMO  Comenzar  con  la  oraciones  preparatorias  para  todos  los  días.  ¡Oh   Espíritu   Santo!   Sagrado   fuego   que   apareciendo   visible   sobre   los   Apóstoles   el   día   de   Pentecostés,   inflamasteis  divinamente  sus  corazones  para  que,  abrasados  en  vuestro  amor,  encendiesen  después  a  todo  el  mundo  en  las  mismas  sagradas  llamas:  encended  en  vuestros  santísimos  ardores  mi  corazón  helado,  para  que,  abrasado  mi  espíritu  en  ellos,  encienda  en  vuestro  divino  amor  a   cuantos   tratare;   y  dadme   la  gracia  que  os  pido  en  esta  Novena,   si   es  para  mayor  gloria  vuestra  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Rezar  tres  veces  el  Padre  nuestro  y  el  Ave  María  en  honor  de  la  Santísima  TRINIDAD,  y  terminar  con  la  oraciones  finales  para  todos  los  días.  

 DÍA  OCTAVO  Comenzar  con  la  oraciones  preparatorias  para  todos  los  días.  ¡Oh  Espíritu  Santo!  Llama  ardiente  de  caridad  que  con  el   fuego  de  vuestro  amor   inflamando  el  corazón  de   los  santos  Apóstoles   y   de   todos   los   hombres   Apostólicos,   les   comunicasteis   el   don   de   lenguas   para   la   conversión   del   mundo;  inflamad  sagrado   fuego  de  amor  a  mi  corazón  y  mi   lengua  para  que  siempre  hable  gobernado  por  vuestro  Espíritu,  y  fervoroso  en  la  caridad,  inflame  a  todos  para  que  observen  fielmente  vuestros  divinos  mandamientos;  y  dadme  la  gracia  que  pido  en  esta  Novena,  si  es  para  mayor  gloria  vuestra  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Rezar  tres  veces  el  Padre  nuestro  y  el  Ave  María  en  honor  de  la  Santísima  TRINIDAD,  y  terminar  con  la  oraciones  finales  para  todos  los  días.    DÍA  NOVENO  Comenzar  con  la  oraciones  preparatorias  para  todos  los  días.  ¡Oh  Espíritu  Santo!  Caridad  esencial  que,  difundida  en  los  corazones  humanos,   los  divinizáis  comunicándoles  todas  las  divinas  gracias  que  se  incluyen  en  nuestros  siete  dones,  y  comprenden  cuanto  necesita  la  vida  espiritual,  propia  de  cada  uno,  y  la  que  deseáis  se  comunique  a  todos  los  hombres:  difundidlos,  ¡oh  Caridad  santísima!  en  mi  corazón  tan  pobre  de  vuestros   siete   dones,   y   que   con   ellos   publique   vuestras   grandezas.   ¡Oh   Dios  misericordioso!   Vos,   que   antiguamente  llenasteis  en  este  dichoso  día  los  pechos  apostólicos  de  vuestra  gracia,  llenad  los  nuestros  de  vuestros  divinos  carismas,  concedednos  tranquilos  tiempos,  confirmad  las  gracias  que  os  hemos  pedido  en  esta  Novena,  si  son  para  mayor  gloria  vuestra  y  bien  de  nuestras  almas.  Amén.    Después  de  esta  oración,  en  lugar  de  la  antífona,  verso,  respuesta  y  oración  de  todos  los  días,  se  dirán  las  siguientes:    ANTÍFONA  PARA  EL  DÍA  NOVENO  Hoy  se  completaron  los  días  de  Pentecostés,  aleluya;  hoy  se  reproducen  los  felices  gozos,  cuando  el  Espíritu  Consolador  bajó   sobre   sus  Apóstoles,   aleluya;   hoy,   rayando  el   resplandor  del   divino   fuego,   reposó  el   Espíritu   Santo  en   forma  de  lenguas  sobre  ellos,  aleluya;  hoy  les  hace  fecundos  en  palabras,  les  inflama  de  su  amor  y  les  llena  de'  sus  innumerables  carismas,  aleluya,  aleluya.  V.  Fueron  todos  llenos  del  Espíritu  Santo,  aleluya.  R.  Y  comenzaron  a  hablar  en  varias  lenguas,  aleluya.    ORACIÓN  Oh  Dios,  que  habéis  instruido  en  este  día  los  Corazones  de  los  fieles  con  la  ilustración  del  Espíritu  Santo,  dadme  el  sentir  rectamente  con  este  mismo  Espíritu,  y  gozar  siempre  de  su  consolación.  Por  Jesucristo  Señor  nuestro,  tu  Hijo,  que  vive  contigo  y  reina  en  la  unidad  del  mismo  Espíritu  Santo,  Dios  por  todos  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.    NOVENA  DE  NUESTRA  SEÑORA  LA  VIRGEN  DEL  CARMEN    Por  la  señal...    Acto  de  contrición.  Dios  mío  y  Señor  mío,  postrado  delante  de  vuestra  Majestad  Soberana,  con  todo  mi  ser,  con  toda  mi  alma  y  todo  mi  corazón  te  adoro,  confieso,  bendigo,  alabo  y  glorifico.  A  ti   te  reconozco  por  mi  Dios  y  mi  Señor;  en  Ti  creo,  en  Ti  espero  y  en  Ti  confío  me  has  de  perdonar  mis  culpas,  y  dar  tu  gracia  y  perseverancia  en  ella,  y  la  gloria  que  tienes  ofrecida  a  los  que  perseveran  en  tu  amor.  A  Ti  amo  sobre  todas  las  cosas.  A  Ti  confieso  mi  suma  ingratitud  y  todas  mis  culpas  y  pecados,  de  todo  lo  cual  me  arrepiento  y  te  pido  me  concedas      benignamente    el    perdón.    Pésame,  Dios  mío,  de  haberos  ofendido,  por  ser  Vos  quien  sois.  Propongo  firmemente,  ayudado  con  vuestra  divina  gracia,  nunca  más  pecar,   apartarme  de   las  ocasiones  de  ofenderos,   confesarme,   satisfacer  por  mis   culpas   y  procurar  en   todo   serviros   y  agradaros.  Perdóname,  Señor,  para  que  con  alma  limpia  y  pura  alabe  a  la  santísima  Virgen,  Madre  vuestra  y  Señora  mía,  y  alcance  por  su  poderosa  intercesión  la  gracia  especial  que  en  este  Novena  pido,  si  ha  de  ser  para  mayor  honra  y  gloria  vuestra,  y  provecho  de  mi  alma.  Amén.    

ORACIÓN  PREPARATORIA  PARA  TODOS  LOS  DÍAS    Oh  Virgen  María,  Madre  de  Dios  y  Madre  también  de  los  pecadores,  y  especial  Protectora  de  los  que  visten  tu  sagrado  Escapulario;   por   lo   que   su   divina  Majestad   te   engrandeció,   escogiéndote   para   verdadera  Madre   suya,   te   suplico  me  alcances  de  tu  querido  Hijo  el  perdón  de  mis  pecados,  la  enmienda  de  mi  vida,  la  salvación  de  mi  alma,  el  remedio  de  mis  necesidades,  el  consuelo  de  mis  aflicciones  y  la  gracia  especial  que  pido  en  esta  Novena,  si  conviene  para  su  mayor  honra  y  gloria,  y  bien  de  mi  alma:  que  yo,  Señora,  para  conseguirlo  me  valgo  de  vuestra  intercesión  poderosa,  y  quisiera  tener  el  espíritu  de  todos  los  ángeles,  santos  y  justos  a  fin  de  poder  alabarte  dignamente;  y  uniendo  mis  voces  con  sus  afectos,  te  saludo  una  y  mil  veces,  diciendo:  (rezar  tres  avemarías)    Rezar  a  continuación  la  oración  del  día  que  corresponda.    DÍA  PRIMERO  Comenzar  con  el  acto  de  contrición  y  la  oración  preparatoria.  Oración.  ¡Oh!  Virgen  del  Carmen,  María  Santísima,  que  fuiste  figurada  en  aquella  nubecilla  que  el  gran  Profeta  de  Dios,  Elías,  vio  levantarse  del  Mar,  y  con  su  lluvia  fecundó  copiosamente  la  tierra,  significando  la  purísima  fecundidad  con  que  diste  al  mundo  a  tu  querido  Hijo  Jesús,  para  remedio  universal  de  nuestras  almas:  te  ruego,  Señora,  me  alcances  de  su  majestad  copiosas  lluvias  de  auxilios,  para  que  mi  alma  lleve  abundantes  frutos  de  virtudes  y  buenas  obras,  a  fin  de  que  sirviéndole   con   perfección   en   esta,   vida,   merezca   gozarle   en   la   eterna.   Así,   Señora,   te   lo   suplico   humildemente,  diciendo:  Dios  te  Salve,  Reina  y  Madre  de  misericordia,  etc.  Pedir  la  gracia  particular  que  se  desee  conseguir  en  esta  Novena.  Terminar  con  la  oración  final.    DÍA  SEGUNDO  Comenzar  con  el  acto  de  contrición  y  la  oración  preparatoria.  Oración.   ¡Oh!   Virgen   del   Carmen,  María   Santísima,   que   por   tu   singular   amor   a   los   Carmelitas   los   favoreciste   con   tu  familiar  trato  y  dulces  coloquios,  alumbrándolos  con  las  luces  de  tu  enseñanza  y  ejemplo  de  que  dichosamente  gozaron.  Te  ruego,  Señora,  me  asistas  con  especial  protección,  alcanzándome  de  tu  bendito  Hijo  Jesús  luz  para  conocer  su  infinita  bondad  y  amarle  con   toda  mi  alma;  para  conocer  mis  culpas  y   llorarlas  para  saber  como  debo  comportarme  a   fin  de  servirle  con  toda  perfección;  y  para  que  mi  trato  y  conversación  sean  siempre  para  su  mayor  honra  y  gloria  y  edificación  de  mis  prójimos.  Así,  Señora,  te  lo  suplico  humildemente,  diciendo:  Dios  te  Salve,  Reina  y  Madre  de  misericordia,  etc.  Pedir  la  gracia  particular  que  se  desee  conseguir  en  esta  Novena.  Terminar  con  la    oración  final.    DÍA  TERCERO  Comenzar  con  el  acto  de  contrición  y  la  oración  preparatoria.  Oración.   ¡Oh!  Virgen  del  Carmen,  María  Santísima,  que   te  dignaste  admitir  con  singular  amor  el  obsequio   filial  de   los  Carmelitas,   que   entre   todos   los   mortales   fueron   los   primeros   que   en   tu   honor   edificaron   un   templo   en   el   Monte  Carmelo,  donde  concurrían  fervorosos  a  darte  culto  y  alabanza.  Te  ruego,  Señora,  me  alcances  sea  mi  alma  templo  vivo  de  la  Majestad  de  Dios,  adornado  de  todas  las  virtudes,  donde  El  habite  siempre  amado,  adorado  y  alabado  por  mi,  sin  que   jamás   le   ocupen   los   afectos   desordenados   de   lo   temporal   y   terreno.   Así,   Señora,   te   lo   suplico   humildemente,  diciendo:  Dios  te  Salve,  Reina  y  Madre  de  misericordia,  etc.  Pedir  la  gracia  particular  que  se  desee  conseguir  en  esta  Novena.  Terminar  con  la  oración  final.    DÍA  CUARTO  Comenzar  con  el  acto  de  contrición  y  la  oración  preparatoria.  Oración.  ¡Oh!  Virgen  del  Carmen,  María  Santísima,  que  para  mostrar  tu  especialísimo  amor  a  los  Carmelitas  les  honraste  con  el  dulce  nombre  de  hijos  y  hermanos  tuyos,  alentando  con  tan  singular  favor  su  confianza,  para  buscar  en  ti,  como  en   amorosa   Madre,   el   remedio,   el   consuelo   y   el   amparo   en   todas   sus   necesidades   y   aflicciones,   moviéndoles   a   la  imitación   de   tus   excelsas   virtudes.   Te   ruego,   Señora,   me   mires,   como   amorosa   Madre   y   me   alcances   la   gracia   de  imitarte,  de  modo  que  dignamente  pueda  yo  ser  llamado  también  hijo  tuyo,  y  que  mi  nombre  sea  inscrito  en  el  libro  de  la   predestinación   de   los   hijos   de   Dios   y   hermanos   de   mi   Señor   Jesucristo.   Así   Señora,   te   lo   suplico   humildemente,  diciendo:  Dios  te  Salve,  Reina  y  Madre  de  misericordia,  etc.  

Pedir  la  gracia  particular  que  se  desee  conseguir  en  esta  Novena.  Terminar  con  la  oración  final.    DÍA  QUINTO  Comenzar  con  el  acto  de  contrición  y  la  oración  preparatoria.  Oración.  ¡Oh!  Virgen  del  Carmen,  María  Santísima,  que  para  defender  a   los  Carmelitas,  tus  hijos,  cuando  se   intentaba  extinguir   la   sagrada   Religión   del   Carmen,   mostrando   siempre   el   amor   y   singular   predilección   con   que   los   amparas,  mandaste  al  Sumo  Pontífice,  Honorio  III,  los  recibiese  benignamente  y  confirmase  su  instituto,  dándole  por  señal  de  que  esta  era   tu  voluntad  y   la  de   tu  divino  Hijo,   la   repentina  muerte  de  dos  que  especialmente   la  contradecían.  Te   ruego,  Señora,  me  defiendas  de  todos  mis  enemigos  de  alma  y  cuerpo,  para  que  con  quietud  y  paz  viva  siempre  en  el  santo  servicio  de  Dios  y  tuyo.  Así,  Señora,  te  lo  suplico  humildemente,  diciendo:  Dios  te  Salve,  Reina  y  Madre  de  misericordia,  etc.  Pedir  la  gracia  particular  que  se  desee  conseguir  en  esta  Novena.  Terminar  con  la  oración  final.    DÍA  SEXTO  Comenzar  con  el  acto  de  contrición  y  la  oración  preparatoria.  Oración.   ¡Oh!   Virgen   del   Carmen,  María   Santísima,   que   para   señalar   a   los   Carmelitas   por   especiales   hijos   tuyos,   los  enriqueciste   con   la   singular   prenda  del   santo   escapulario,   vinculando  en  él   tantas   gracias   y   favores  para   con   los   que  devotamente   lo   visten   y   cumpliendo   con   sus   obligaciones,   procuran   vivir   de   manera   que   imitando   tus   virtudes,  muestran  que  son  tus  hijos.  Te  ruego,  Señora,  me  alcances  la  gracia  de  vivir  siempre  como  verdadero  cristiano  y  cofrade  amante  del  santo  escapulario,  a  fin  de  que  merezca  lograr  los  frutos  de  esta  hermosa  devoción.  Así,  Señora,  te  lo  suplico  humildemente,  diciendo:  Dios  te  Salve,  Reina  y  Madre  de  misericordia,  etc.  Pedir  la  gracia  particular  que  se  desee  conseguir  en  esta  Novena.  Terminar  con  la  oración  final.    DÍA  SÉPTIMO  Comenzar  con  el  acto  de  contrición  y  la  oración  preparatoria.  Oración.  ¡Oh!  Virgen  del  Carmen,  María  Santísima,  que  en  tu  santo  Escapulario  diste  a  los  que  devotamente  lo  visten,  un  firmísimo  escudo  para  defenderse  de  todos   los  peligros  de  este  mundo  y  de   las  asechanzas  del  demonio,  acreditando  esta  verdad  con  tantos  y  tan  singulares  milagros.  Te  ruego,  Señora,  que  seas  mi  defensa  poderosa  en  esta  vida  mortal,  para  que  en  todas  las  tribulaciones  y  peligros  encuentre  la  seguridad,  y  en  las  tentaciones  salga  con  victoria,   logrando  siempre  tu  especial  asistencia  para  conseguirlo.  Así,  Señora,  te  lo  suplico  humildemente,  diciendo:  Dios  te  Salve,  Reina  y  Madre  de  misericordia,  etc.  Pedir  la  gracia  particular  que  se  desee  conseguir  en  esta  Novena.  Terminar  con  la  oración  final.    DÍA  OCTAVO  Comenzar  con  el  acto  de  contrición  y  la  oración  preparatoria.  Oración.  ¡Oh!  Virgen  del  Carmen,  María  Santísima,  que  ejerces  tu  especial  protección  en  la  hora  de  la  muerte  para  con  los  que  devotamente  visten  tu  santo  escapulario,  a  fin  de  que  logren  por  medio  de  la  verdadera  penitencia  salir  de  esta  vida  en  gracia  de  Dios  y  librarse  de  las  penas  del  infierno.  Te  ruego,  Señora,  me  asistas,  ampares  y  consueles  en  la  hora  de  mi  muerte,  y  me  alcances  verdadera  penitencia,  perfecta  contrición  de  todos  mis  pecados,  encendido  amor  de  Dios  y  ardiente  deseo  de  verle  y  gozarle,  para  que  mi  alma  no  se  pierda  ni  condene,  sino  que  vaya  segura  a  la  felicidad  eterna  de  la  gloria.  Así,  Señora,  te  lo  suplico  humildemente,  diciendo:  Dios  te  Salve,  Reina  y  Madre  de  misericordia,  etc.  Pedir  la  gracia  particular  que  se  desee  conseguir  en  esta  Novena.  Terminar  con  la  oración  final.    DÍA  NOVENO  Comenzar  con  el  acto  de  contrición  y  la  oración  preparatoria.  Oración.   ¡Oh!  Virgen  del  Carmen,  María  Santísima,  que  extendiendo   tu  amor  hacia   los  Carmelitas,  aún  después  de   la  muerte,   como   piadosísima   Madre   de   los   que   visten   tu   santo   escapulario   consuelas   sus   almas,   cuando   están   en   el  Purgatorio,  y  con  tus  ruegos  consigues  salgan  cuanto  antes  de  aquellas  penas,  para  ir  a  gozar  de  Dios,  nuestro  Señor,  en  la  gloria.  Te  ruego,  Señora,  me  alcances  de  su  divina  Majestad  cumpla  yo  con  las  obligaciones  de  cristiano  y  la  devoción  del  santo  escapulario,  de  modo  que   logre  este  singularísimo  favor.  Así,  Señora,   te   lo  suplico  humildemente,  diciendo:  Dios  te  Salve,  Reina  y  Madre  de  misericordia,  etc.  

Pedir  la  gracia  particular  que  se  desee  conseguir  en  esta  Novena.  Terminar  con  la  oración  final.    ORACIÓN  FINAL  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  Virgen   santísima   del   Carmen;   yo   deseo   que   todos   sin   excepción   se   cobijen   bajo   la   sombra   protectora   de   tu   santo  Escapulario,  que  todos  estén  unidos  a  Ti,  Madre  mía,  por  los  estrechos  y  amorosos  lazos  de  esta  tu  querida  Insignia.  ¡Oh  hermosura   del   Carmelo!   Míranos   postrados   reverentes   ante   tu   sagrada   imagen,   y   concédenos   benigna   tu   amorosa  protección.   Te   recomiendo   las   necesidades   de   nuestro   Santísimo   Padre,   el   Papa,   y   las   de   la   Iglesia   Católica,   nuestra  Madre,  así  como  las  de  mi  nación  y  las  de  todo  el  mundo,  las  mías  propias  y  las  de  mis  parientes  y  amigos.  Mira  con  ojos  de  compasión  a  tantos  pobres  pecadores,  herejes  y  cismáticos  como  ofenden  a  tu  divino  Hijo,  y  a  tantos  infieles  como  gimen  en  las  tinieblas  del  paganismo.  Que  todos  se  conviertan  y  te  amen,  Madre  mía,  como  yo  deseo  amarte  ahora  y  por  toda  la  eternidad.  Así  sea.    NOVENA  EN  HONOR  DE  SAN  JOSÉ    ORACIÓN  PREPARATORIA    Por  la  señal,  etc.  Señor  mío  Jesucristo,  etc.  Oh  gloriosísimo  Padre  de  Jesús,  Esposo  de  María.  Patriarca  y  Protector  de  la  Santa  Iglesia,  a  quien  el  Padre  Eterno  confió  el   cuidado   de   gobernar,   regir   y   defender   en   la   tierra   la   Sagrada   Familia;   protégenos   también   a   nosotros,   que  pertenecemos,  como  fieles  católicos.  a  la  santa  familia  de  tu  Hijo  que  es  la  Iglesia,  y  alcánzanos  los  bienes  necesarios  de  esta  vida,  y  sobre  todo  los  auxilios  espirituales  para  la  vida  eterna.  Alcánzanos  especialmente  estas  tres  gracias,  la  de  no  cometer   jamás  ningún  pecado  mortal,   principalmente   contra   la   castidad;   la  de  un   sincero  amor   y  devoción  a   Jesús   y  María,  y  la  de  una  buena  muerte,  recibiendo  bien  los  últimos  Sacramentos.  Concédenos  además  la  gracia  especial  que  te  pedimos  cada  uno  en  esta  novena.    Pídase  con  fervor  y  confianza    la  gracia  que  se  desea  obtener.  A  continuación  rezar  la  oración  del  día  que  corresponda:    DÍA  PRIMERO  Oh  benignísimo  Jesús  así  como  consolaste  a  tu  padre  amado  en  las  perplejidades  e  incertidumbres  que  tuvo,  dudando  si  abandonar  a  tu  Santísima  Madre  su  esposa,  así  te  suplicamos  humildemente  por  intercesión  de  San  José  nos  concedas  mucha  prudencia  y  acierto  en  todos  los  casos  dudosos  y  angustias  de  nuestra  vida,  para  que  siempre  acertemos  con  tu  santísima  voluntad.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  SEGUNDO  Oh  benignísimo  Jesús,  así  como  consolaste  a  tu  padre  amado  en  la  pobreza  y  desamparo  de  Belén,  con  tu  nacimiento,  y  con  los  cánticos  de  los  Ángeles  y  visitas  de  los  pastores,  así  también  te  suplicamos  humildemente  por  intercesión  de  San  José,  que  nos  concedas  llevar  con  paciencia  nuestra  pobreza  y  desamparo  en  esta  vida,  y  que  alegres  nuestro  espíritu  con  tu  presencia  y  tu  gracia,  y  la  esperanza  de  la  gloria.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  TERCERO  Oh  benignísimo  Jesús,  así  como  consolaste  a  tu  amado  padre  en  el  doloroso  misterio  de  la  Circuncisión,  recibiendo  de  él  el   dulce   nombre   de   Jesús,   así   te   suplicamos   humildemente,   por   intercesión   de   San   José,   nos   concedas   pronunciar  siempre   con  amor  y   respeto   tu   santísimo  nombre,   llevarlo  en  el   corazón,  honrarlo  en   la   vida,   y  profesar   con  obras   y  palabras  que  tú  fuiste  nuestro  Salvador  y  Jesús.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  CUARTO  

Oh   benignísimo   Jesús,   así   como   consolaste   a   tu   padre   amado   de   la   pena   que   le   causó   la   profecía   de   Simeón,  mostrándole  el   innumerable  coro  de  los  Santos,  así  te  suplicamos  humildemente,  por  intercesión  de  San  José  que  nos  concedas  la  gracia  de  ser  de  aquellos  para  quienes  tu  sirves,  no  de  ruina,  sino  de  resurrección,  y  que  correspondamos  fielmente  a  tu  gracia  para  que  vayamos  a  tu  gloria.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  QUINTO  Oh  benignísimo  Jesús,  así  como  tu  amado  padre  te  condujo  de  Belén  a  Egipto  para   librarte  del   tirano  Herodes,  así   te  suplicamos   humildemente,   por   intercesión   de   San   José,   que   nos   libres   de   los   que   quieren   dañar   nuestras   almas   o  nuestros  cuerpos,  nos  des   fortaleza  y   salvación  en  nuestras  persecuciones,  y  en  medio  del  destierro  de  esta  vida  nos  protejas  hasta  que  volemos  a  la  patria  celestial.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  SEXTO  Oh  benignísimo   Jesús  así   como  tu  padre  amado   te   sustentó  en  Nazaret,   y  en  cambio   tú   le  premiaste  en   tu   santísima  compañía  tantos  años,  con  tu  doctrina  y  tu  dulce  conversación,  así  te  rogamos  humildemente,  por   intercesión  de  San  José  nos  concedas  el  sustento  espiritual  de  tu  gracia,  y  de  tu  santa  comunión,  y  que  vivamos  santa  y  modestamente,  como  tú  en  Nazaret.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  SÉPTIMO  Oh  benignísimo  Jesús,  así  como  por  seguir  la  voluntad  de  tu  padre  celestial  permitiste  que  tu  amado  padre  en  la  tierra  padeciese  el  vehementísimo  dolor  de  perderte  por   tres  días,  así   te  suplicamos  humildemente,  por   intercesión  de  San  José,  que  antes  queramos  perder   todas   las   cosas   y  disgustar   a   cualquier   amigo,  que  dejar  de  hacer   tu   voluntad;  que  jamás  te  perdamos  a  ti  por  el  pecado  mortal,  o  que  si  por  desgracia  te  perdiésemos  te  hallemos  mediante  una  buena  confesión.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  OCTAVO  Oh  benignísimo  Jesús,  que  en  la  hora  de  su  muerte  consolaste  a  tu  glorioso  padre,  asistiendo  juntamente  con  tu  Madre  su  esposa  a  su  última  agonía,  te  suplicamos  humildemente,  por  intercesión  de  San  José,  que  nos  concedas  una  muerte  semejante   a   la   suya   asistido   de   tu   bondad,   de   tu   Santísima  Madre   y   del   mismo   glorioso   Patriarca   protector   de   los  moribundos,  pronunciando  al  morir  vuestros  santísimos  nombres,  Jesús,  María  y  José.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  NOVENO  Oh  benignísimo  Jesús,  así  como  has  elegido  por  medio  de  tu  Vicario  en  la  tierra  a  tu  amado  padre  para  protector  de  tu  Santa   Iglesia   Católica,   así   te   suplicamos   humildemente   por   intercesión   de   San   José,   nos   concedas   el   que   seamos  verdaderos  y  sinceros  católicos,  que  profesemos  sin  error  la  fe  católica,  que  vivamos  sin  miedo  una  vida  digna  de  la  fe  que   profesamos,   y   que   jamás   puedan   los   enemigos   ni   aterrarnos   con   persecuciones,   ni   con   engaños   seducirnos   y  apartamos  de  la  única  y  verdadera  religión  que  es  la  Católica.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    ORACIÓN  FINAL  (para  todos    los  días)  Oh  custodio  y  padre  de  Vírgenes  San  José  a  cuya  fiel  custodia  fueron  encomendadas  la  misma  inocencia  de  Cristo  Jesús  y  la  Virgen  de  las  vírgenes  María;  por  estas  dos  queridísimas  prendas  Jesús  y  María,  te  ruego  y  suplico  me  alcances,  que  preservado  yo  de  toda  impureza,  sirva  siempre  castísimamente  con  alma  limpia,  corazón  puro  y  cuerpo  casto  a  Jesús  y  a  María.  Amén.  Jesús,  José  y  María,  os  doy  mi  corazón  y  el  alma  mía  Jesús,  José  y  María,  asistidme  en  mi  última  agonía.  

Jesús,  José  y  María,  con  Vos  descanse  en  paz  el  alma  mía.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.    Antífona.  Tenía  el  mismo  Jesús,  al  empezar  su  vida  pública,  cerca  de  treinta  años,  hijo,  según  se  pensaba  de  José.  V.  San  José,  ruega  por  nosotros.  R.  Para  que  seamos  dignos  de  alcanzar  las  promesas  de  Jesucristo.  Oración.   Oh   Dios   que   con   inefable   providencia   te   dignaste   escoger   al   bienaventurado   José   por   Esposo   de   tu  Madre  Santísima;  concédenos  que,  pues  le  veneramos  como  protector  en  la  tierra,  merezcamos  tenerle  como  protector  en  los  cielos.  Oh  Dios  que  vives  y  reinas  en  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.    NOVENA  A  SAN  MIGUEL  ARCÁNGEL    ORACIONES    PARA  TODOS  LOS  DÍAS    Yo  confieso  ante  Dios  todopoderoso,  y  ante  ustedes  hermanos,  que  he  pecado  mucho  de  pensamiento,  palabra,  obra  y  omisión.  Por  mi  culpa,  por  mi  culpa,  por  mi  gran  culpa.  Por  eso  ruego  a  Santa  María  siempre  Virgen,  a  los  ángeles,  a  los  santos  y  a  ustedes  hermanos  que  intercedan  por  mi  ante  Dios,  Nuestro  Señor.    San  Miguel,  Primado  entre   los  Príncipes  del  Cielo,  os  ofrezco  mis  alabanzas  y  devoción,  porque  Dios  os  ha  creado  tan  excelente   y   tan   perfecto   y   os   ha   dotado  de   un   celo   tan   grande  por   su   gloria   y   de   una   sumisión   tan   admirable   a   sus  divinos  decretos.    San  Miguel  Arcángel,  defiéndenos  en  la  lucha.  Sé  nuestro  amparo  contra  la  perversidad  y  acechanzas  del  demonio.  Que  Dios  manifieste  sobre  él  su  poder,  es  nuestra  humilde  súplica.  Y  tú,  oh  Príncipe  de  la  Milicia  Celestial,  con  el  poder  que  Dios   te   ha   conferido,   arroja   al   infierno   a   Satanás,   y   a   los   demás   espíritus  malignos   que   vagan   por   el  mundo   para   la  perdición  de  las  almas.  Amén.    Celestial  y  purísimo  Mensajero  de  Dios,  dignaos  alcanzarme  de  los  Sagrados  Corazones  de  Jesús  y  María  un  verdadero  amor  por  Ellos,   la  sumisión  a   la  divina  Voluntad  y   la  gracia  de…  (Hágase  aquí   la  petición  que  se  desea  obtener  con   la  novena).    Rezar  un  Padrenuestro,  tres  Avemarías  y  Gloria.    Sagrado  Corazón  de  Jesús,  venga  a  nosotros  Tu  reino.    Bendito  y  alabado  sea  el  Santísimo  Sacramento  del  Altar,  la  Inmaculada  Concepción  de  la  Virgen  María,  Madre  de  Dios  y  Madre  nuestra.    Rezar  a  continuación  la  oración  del  día  que  corresponda.    DÍA  PRIMERO  María   Inmaculada,   Madre   y   dulce   Medianera,   Reina   de   los   Cielos,   humildemente   os   suplicamos   intercedáis   por  nosotros.  Ruega  a  Dios  que  envíe  a  San  Miguel  y  a  sus  ángeles  para  apartar  los  obstáculos  que  se  oponen  al  reinado  del  Sagrado  Corazón  en  el  mundo.    DÍA  SEGUNDO  San  Miguel,  Ángel  de   los  Santos  combates,  os  ofrezco  mis  alabanzas  y  devoción  por   la   inefable  complacencia  con  que  Dios  os  mira  como  defensor  de  su  gloria.    DÍA  TERCERO  

San  Miguel,   Ángel   de   la   Victoria,   con   devoción   os   alabo   por   la   alegría   con   que  Nuestro   Señor   Jesucristo   os   ve   como  celoso  defensor  de  su  divinidad  y  las  victorias  que  conseguís  sobre  los  enemigos  de  nuestras  almas.    DÍA  CUARTO  San  Miguel,  Ministro  del  Altísimo,  con  devoción  os  alabo  por  la  ternura  con  que  os  mira  la  Santísima  Virgen  viendo  los  combates  que  habéis  librado  y  libráis  sin  cesar  para  establecer  el  reinado  de  su  amado  Hijo,  Dios  y  Redentor  nuestro,  en  el  mundo.    DÍA  QUINTO  San  Miguel,  Guardián  del  Cielo,  os  alabo  con  devoción  por  la  veneración,  el  amor  y  el  honor  que  os  rinden  las  jerarquías  celestiales  de  las  cuales  sois  augusto  Príncipe.    DÍA  SEXTO  San  Miguel,  Ángel  del  Santo  Sacrificio,  os  alabo  con  devoción  por  el  honor  que  os  ha  hecho  nuestro  Señor   Jesucristo  confiándoos   la  custodia  de   la   Iglesia,  su  querida  esposa  y  os  ofrezco  el   reconocimiento  y  amor  que   la  Santa   Iglesia  os  profesa.    DÍA  SÉPTIMO  San  Miguel,  Portador  del  estandarte  de  salvación,  os  ofrezco  mis  alabanzas  con  devoción  por  la  importante  misión  que  Dios  os  ha  dado  al  confiaros  las  almas  de  todos  los  predestinados,  defendiéndolas  en  la  hora  de  la  muerte  de  los  asaltos  del  infierno,  presentándolas  ante  Dios  enteramente  puras.    DÍA  OCTAVO  San  Miguel,  Ángel  de  la  Paz,  os  alabo  con  devoción  por  toda  la  fuerza,  la  dulzura  y  suavidad  encerradas  en  vuestro  santo  nombre,  delicia  de  vuestros  verdaderos  devotos.    DÍA  NOVENO  San  Miguel,  Ángel  del  Perdón,  os  alabo  con  devoción  por  los  inmensos  beneficios  que  habéis  derramado  sobre  nuestra  Patria,  siempre  que  ésta  ha  sido  fiel  a  Dios,  así  como  por  la  abnegación,  reconocimiento  y  amor  que  os  rinden  vuestros  servidores.   Dignaos,   os   suplicamos,   obtener   de   los   Corazones   de   Jesús   y   de  María   aumenten   vuestros   devotos   para  obtener  la  salvación    NOVENA  DE  CONFIANZA  AL  SAGRADO  CORAZÓN    Oh  Señor  Jesús,  a  tu  Sagrado  Corazón  yo  confío  esta  intención...  Solo  mírame,  entonces  haz  conmigo  lo  que  tu  Corazón  indique.  Deja  que  tu  Sagrado  Corazón  decida...Yo  confío  en  ti...  Me  abandono  en  tu  Misericordia,  Señor  Jesús!  Ella  no  me  fallará.  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  en  ti  confío.  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  creo  en  tu  amor  por  mi.  Sagrado  Corazón  de   Jesús,   que   venga   tu   Reino.    Oh  Sagrado  Corazón  de  Jesús,   te  he  pedido  por  tantos   favores,  pero  con  ansias   te   imploro  por  esta  petición.  Tómala,  ponla   en   tu   abierto   y   roto   corazón,   y   cuando   el   Padre   Eterno   la   mire,   cubierta   por   tu   Preciosa   Sangre,   no   podrá  rehusarla.   Ya   no   sera   mas   mi   oración,   sino   la   tuya,   Oh   Jesús.      Oh  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  pongo  toda  mi  confianza  en  Ti.  Nunca  permitas  que  me  confunda...  Amén    NOVENA  AL  SAGRADO  CORAZÓN  DE  JESÚS    I  Oh,   Jesús  mío,  que  dijiste:   "En  verdad  os  digo,  pedid  y  obtendréis,  buscad  y  encontrareis,   llama  y  os  abrirán"   -­‐He  ahí  porque  yo  llamo,  yo  busco,  yo  pido  la  gracia:  (mencione  el  favor  que  desea)  Padre  Nuestro,  Ave  María  y  Gloria.  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  confío  en  Ti.  

 II  Oh,  Jesús  mío,  que  dijiste:  "En  verdad  os  dijo  todo  aquello  que  pidiereis  en  mi  nombre  a  mi  Padre,  El  os  lo  concederá"  -­‐He  ahí  porque  al  Eterno  Padre,  en  Tu  nombre,  yo  pido  la  gracia...  Padre  Nuestro,  Ave  María  y  Gloria.  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  confío  en  Ti.    III  Oh,   Jesús  mío,   que   dijiste:   "En   verdad   os   digo,   pasarán   los   cielos   y   la   tierra,   pero  mis   palabras   jamas"   -­‐He   ahí   que  basándome  en  la  infalibilidad  de  tus  santas  palabras,  yo  pido  la  gracia...  Padre  Nuestro,  Ave  María  y  Gloria.  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  confío  en  Ti.    Oración  final  Oh,  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  al  cual  es  imposible  no  sentir  compasión  por  los  infelices,  ten  piedad  de  nosotros  pobres  pecadores   y   concédenos   las   gracias   que   pedimos   por  medio   del   inmaculado,   Corazón   de  María,   tu   y   nuestra   tierna  Madre.  San  José,  Padre  Putativo  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  ruega  por  nosotros.    Dios  te  salve...    ACORDAOS    Acordaos  ¡oh  sagrado  Corazón  de  Jesús!  de  todo  lo  que  habéis  hecho  por  salvar  nuestras  almas,  y  no  las  dejéis  perecer.  Acordaos  del  eterno  e  inmenso  amor  que  habéis  tenido  por  ellas;  no  rechacéis  estas  almas  que  vienen  a  Vos,  agobiadas  bajo   el   peso   de   sus  miserias   oprimidas   bajo   el   de   tantos   dolores.   Conmoveos   a   la   vista   de   nuestra   debilidad,   de   los  peligros  que  nos   rodean  por   todas  partes,  de   los  males  que  nos  hacen   suspirar   y   gemir.   Llenas  de   confianza  y  amor,  venimos   a   vuestro   Corazón,   corno   el   corazón   del   mejor   de   los   padres,   del   más   tierno   y   más   compasivo   amigo.  Recibidnos,   ¡oh  Corazón   sagrado!   en   vuestra   infinita   ternura;   hacednos   sentir   los   efectos  de   vuestra   compasión   y  de  nuestro  amor;  sed  nuestro  apoyo,  nuestro  mediador  cerca  de  vuestro  Padre,  y  en  nombre  de  vuestra  preciosa  sangre  y  de  vuestros  méritos,  concedednos  la  fuerza  en  nuestras  debilidades,  consuelo  en  nuestras  penas,  y  la  gracia  de  amaros  en  el  tiempo  y  de  poseeros  en  la  eternidad.  Corazón  de  Jesús,  yo  vengo  a  Vos  porque  sois  mi  único  refugio,  mi  sola  pero  cierta  esperanza;  Vos   sois  el   remedio  de   todos  mis  males,  el   alivio  de   todas  mis  miserias,   la   reparación  de   todas  mis  faltas,   la   seguridad   de   todas   mis   peticiones,   la   fuente   infalible   e   inagotable   para   mi,   y   para   todos   la   luz,   fuerza,  constancia,   paz   y   bendición.   Estoy   seguro   que   no   os   cansaréis   de   mí   y   que   no   cesaréis   de   amarme,   protegerme   y  ayudarme,  porque  me  amáis  con  un  amor  infinito.  Tened  piedad  de  mi,  según  vuestra  gran  misericordia,  y  haced  de  mí,  por   mi,   y   en   mí   todo   lo   que   queráis,   porque   yo   me   abandono   a   Vos   con   una   entera   confianza   de   que   Vos   no   me  abandonaréis  jamás.  Así  sea.    NOVENA  AL  SAGRADO  CORAZÓN  DE  JESÚS    Por  la  señal  de  la  santa  Cruz,  etc.  Señor  mío  Jesucristo,  etc.    ORACIÓN  PREPARATORIA  ¡Oh   Corazón   divinísimo   de  mi   amado   Jesús,   en   quien   la   Santísima   Trinidad   depositó   tesoros   inmensos   de   celestiales  gracias!  Concededme  un  corazón  semejante  a  vos  mismo,  y  la  gracia  que  os  pido  en  esta  novena,  si  es  para  mayor  gloria  de  Dios,  vuestro  sagrado  culto  y  bien  de  mi  alma.  Amén.    Rezar  a  continuación  la  oración  del  día  que  corresponda    DÍA  PRIMERO  Acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Oración.   ¡Oh   Corazón   sacratísimo   y   melifluo   de   Jesús,   que,   con   ferventísimos   deseos   y   ardentísimo   amor,   deseáis  corregir  y  desterrar   la  sequedad  y  tibieza  de  nuestros  corazones!   Inflamad  y  consumid   las  maldades  e   imperfecciones  

del  mío,  para  que  se  abrase  en  vuestro  amor;  dadme  la  gracia  de  resarcir  las  injurias  e  ingratitudes  hechas  contra  vos,  ¡oh  amantísimo  Corazón!,  y  la  que  os  pido  en  esta  novena,  si  es  para  mayor  gloria  de  Dios,  culto  vuestro  y  bien  de  mi  alma.  Tres  Padrenuestros,  tres  Avemarías,  en  reverencia  de  las  tres  insignias  de  la  Pasión  con  que  se  mostró  el  divino  Corazón  a  Santa  Margarita  de  Alacoque.  Tres  Padrenuestros  y  Avemarías.  Oraciones  finales.    DÍA  SEGUNDO  Acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Oración.   ¡Oh  Corazón   amabilísimo  de   Jesús,   celestial   puerta  por  donde  nos   llegamos   a  Dios   y  Dios   viene   a  nosotros!  Dignaos   estar   patente   a   nuestros   deseos   y   amorosos   suspiros,   para   que,   entrando   por   vos   a   vuestro   Eterno   Padre,  recibamos   sus   celestiales   bendiciones   y   copiosas   gracias   para   amaros.   Dadme   la   gracia   de   resarcir   las   injurias   e  ingratitudes  hechas  contra  vos,  ¡oh  amante  Corazón!,  y  la  que  os  pido  en  esta  novena,  sí  es  para  mayor  gloria  de  Dios,  culto  vuestro  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Tres  Padrenuestros  y  Avemarías.  Oraciones  finales.    DÍA  TERCERO  Acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Oración.  ¡Oh  Corazón  Santísimo  de  Jesús,  camino  para  la  mansión  eterna  y  fuente  de  aguas  vivas!  Concededme  que  siga  vuestras  sendas  rectísimas  para  la  perfección  y  para  el  cielo,  y  que  beba  de  vos  el  agua  dulce  y  saludable  de  la  verdadera  virtud  y  devoción,  que  apaga  la  sed  de  todas  las  cosas  temporales.  Dadme  la  gracia  de  resarcir  las  injurias  e  ingratitudes  hechas  contra  vos,  ¡oh  amante  Corazón!,  y  la  que  os  pido  en  esta  novena,  si  es  para  mayor  gloria  de  Dios,  culto  vuestro  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Tres  Padrenuestros  y  Avemarías.  Oraciones  finales.    DÍA  CUARTO  Acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Oración.  ¡Oh  Corazón  purísimo  de  Jesús,  espejo  cristalino  en  quien  resplandece  toda  la  perfección!  Concededme  que  yo  pueda   contemplaros   perfectamente,   para   que   aspire   a   formar  mi   corazón   a   vuestra   semejanza,   en   la   oración,   en   la  acción  y  en  todos  mis  pensamientos,  palabras  y  obras.  Dadme  la  gracia  de  resarcir  las  injurias  e  ingratitudes  hechas  con-­‐tra  vos,  ¡oh  amante  Corazón!,  y  la  que  os  pido  en  esta  novena,  si  es  para  mayor  gloria  de  Dios,  culto  vuestro  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Tres  Padrenuestros  y  Avemarías.  Oraciones  finales.    DÍA  QUINTO  Acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Oración.   ¡Oh   Corazón   dulcísimo   de   Jesús,   órgano   de   la   Trinidad   venerada,   por   quien   se   perfeccionan   todas   nuestras  obras!  Yo  os  ofrezco   las  mías,  aunque   tan   imperfectas,  para  que  supliendo  vos  mi  negligencia,  puedan  aparecer  muy  perfectas  y  agradables  ante  el  divino  acatamiento.  Dadme  la  gracia  de  resarcir  las  injurias  e  ingratitudes  hechas  contra  vos,  ¡oh  amante  Corazón!,  y  la  que  os  pido  en  esta  novena,  si  es  para  mayor  gloria  de  Dios,  culto  vuestro  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Tres  Padrenuestros  y  Avemarías.  Oraciones  finales.    DÍA  SEXTO  Acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Oración.   ¡Oh  Corazón   amplísimo  de   Jesús,   templo   sagrado   donde  me  mandáis   habite   con   toda  mi   alma,   potencias   y  sentidos!  Gracias  os  doy  por  la  inexplicable  quietud.  sosiego  y  gozo  que  yo  he  hallado  en  este  templo  hermoso  de  la  paz,  donde  descansaré  gustoso  eternamente.  Dadme  la  gracia  de  resarcir   las   injurias  e   ingratitudes  hechas  contra  vos,  ¡oh  amante  Corazón!,   y   la  que  os  pido  en  esta  novena,   si  es  para  mayor  gloria  de  Dios,   culto  vuestro  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Tres  Padrenuestros  y  Avemarías.  Oraciones  finales.    DÍA  SÉPTIMO  Acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Oración.  ¡Oh  Corazón  clementísimo  de  Jesús!,  divino  propiciatorio,  por  el  cual  ofreció  el  Eterno  Padre  que  oiría  siempre  nuestras   oraciones,   diciendo:   "Pídeme   por   el   Corazón   de   mi   amantísimo   Hijo   Jesús;   por   este   Corazón   te   oiré,   y  

alcanzarás  cuanto  me  pides".  Presento  sobre  vos  a  vuestro  Eterno  Padre  todas  mis  peticiones,  para  conseguir  el   fruto  que  deseo.  Dadme  la  gracia  de  resarcir   las   injurias  e  ingratitudes  hechas  contra  vos,  ¡oh  amante  Corazón!,  y   la  que  os  pido   en   esta   novena,   si   es   para  mayor   gloria   de  Dios,   culto   vuestro   y   bien   de  mi   alma.   Amén.   Tres   Padrenuestros   y  Avemarías.  Oraciones  finales.    DÍA  OCTAVO  Acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Oración.  ¡Oh  Corazón  amantísimo  de  Jesús,  trono  ígneo  y   lucidísimo,   inflamado  en  el  amor  de  los  hombres,  a  quienes    deseáis    abrasados    mutuamente  en  vuestro  amor!  Yo  deseo  vivir  siempre  respirando  llamas  de  amor  divino  en  que  me  abrase,   y   con   que   encienda   a   todo   el   mundo,   para   que   os   corresponda   amante   y   obsequioso.   Dadme   la   gracia   de  resarcir  las  injurias  e  ingratitudes  hechas  contra  vos,  ¡oh  amante  Corazón!,  y  la  que  os  pido  en  esta  novena,  si  es  para  mayor  gloria  de  Dios,  culto  vuestro  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Tres  Padrenuestros  y  Avemarías.  Oraciones  finales.    DÍA  NOVENO  Acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Oración.   ¡Oh  Corazón  dolorosísimo  de  Jesús,  que  para  ablandar  nuestra  dureza  y  hacer  más  patente  el  amor  con  que  padecisteis  tantos  dolores  y  penas  para  salvarnos,  los  quisisteis  representar  en  la  cruz,  corona  de  espinas  y  herida  de  la  lanza,   con   que   os   manifestasteis   paciente   y   amante   al   mismo   tiempo!   Dadme   la   gracia   de   resarcir   las   injurias   e  ingratitudes  hechas  contra  vos,  correspondiendo  agradecido  a  vuestro  amor,  y  la  que  os  pido  en  esta  novena,  si  es  para  mayor  gloria  de  Dios,  culto  vuestro  y  bien  de  mi  alma.  Amén.  Tres  Padrenuestros  y  Avemarías.  Oraciones  finales.    ORACIÓN  AL  PADRE  ETERNO.    ¡Oh  Padre  Eterno!  Por  medio  del  Corazón  de  Jesús,  mi  vida,  mi  verdad  y  mi  camino,  llego  a  Vuestra  Majestad;  por  medio  de  este  adorable  Corazón,  os  adoro  por  todos  los  hombres  que  no  os  adoran;  os  amo  por  todos  los  que  no  os  aman;  os  conozco  por  todos  los  que,  voluntariamente  ciegos,  no  quieren  conoceros.  Por  este  divinísimo  Corazón  deseo  satisfacer  a  Vuestra  Majestad  todas  las  obligaciones  que  os  tienen  todos  los  hombres;  os  ofrezco  todas  las  almas  redimidas  con  la  preciosa  sangre  de  vuestro  divino  Hijo,  y  os  pido  humildemente  la  conversión  de  todas  por  el  mismo  suavísimo  Corazón.  No   permitáis   que   sea   por  más   tiempo   ignorado  de   ellas  mi   amado   Jesús;   haced   que   vivan   por   Jesús,   que  murió   por  todas.  Presento  también  a  Vuestra  Majestad,  sobre  este  santísimo  Corazón,  a  vuestros  siervos,  mis  amigos,  y  os  pido  los  llenéis  de   su  espíritu,  para  que,   siendo   su  protector  el  mismo  deífico  Corazón,  merezcan  estar   con  vos  eternamente.  Amén.    Hacer  aquí  la  petición  que  se  desea  obtener  con  esta  novena    ORACIÓN.    ¡Oh  Corazón  divinísimo  de   Jesús,  dignísimo  de   la   adoración  de   los  hombres   y  de   los   ángeles!   ¡Oh  Corazón   inefable   y  verdaderamente   amable,   digno   de   ser   adorado   con   infinitas   alabanzas,   por   ser   fuente   de   todos   los   bienes,   por   ser  origen   de   todas   las   virtudes,   por   ser   el   objeto   en   quien   más   se   agrada   toda   la   Santísima   Trinidad   entre   todas   las  criaturas!  ¡Oh  Corazón  dulcísimo  de  Jesús!  Yo  profundísimamente  os  adoro  con  todos  los  espíritus  de  mi  pobre  corazón,  yo  os  alabo,  yo  os  ofrezco  las  alabanzas  todas  de  los  más  amantes  serafines  y  de  toda  vuestra  corte  celestial  y  todas  las  que  os  puede  dar  el  Corazón  de  vuestra  Madre  Santísima.  Amén.    NOVENA  A  LA  DIVINA  MISERICORDIA    DÍA  PRIMERO  Por  todo  el  género  humano,  especialmente  por  los  pecadores  Misericordiosísimo  Jesús,  cuya  prerrogativa  es  tener  compasión  de  nosotros  y  perdonarnos,  no  mires  nuestros  pecados,  sino   la   confianza   que   depositamos   en   Tu   bondad   infinita.   Acógenos   en   la   morada   de   Tu   Piadosísimo   Corazón   y   no  permitas  que  salgamos  jamás  de  él.  Te  lo  pedimos  por  el  amor  que  te  une  al  Padre  y  al  Espíritu  Santo.  

Padre  Eterno,  vuelve  Tu  compasiva  mirada  hacia  todo  el  género  humano  y  en  especial  hacia  los  pecadores,  todos  unidos  en  el  Piadosísimo  Corazón  de   Jesús.  Por   los  méritos  de  Su  Pasión,  muéstranos  Tu  misericordia,  para  que  alabemos   la  omnipotencia  de  Tu  misericordia,  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amen.    JACULATORIA:  Oh,   sangre  y  agua  que  brotasteis  del  Sagrado  Corazón  de   Jesús  como  una   fuente  de  misericordia  para  nosotros,  yo  confío  en  Vos.      DÍA  SEGUNDO  Por  las  almas  de  los  sacerdotes    y  religiosos  Misericordiosísimo   Jesús,  de  quien  procede   toda  bondad,  multiplica  Tus  gracias   sobre   las   religiosas   consagradas  a  Tu  servicio,  para  que  puedan  hacer  obras  dignas  de  misericordia;  y  que  todos  aquellos  que  la  vean,  glorifiquen  al  Padre  de  Misericordia  que  está  en  el  cielo.  Padre   Eterno,   vuelve   Tu   mirada   misericordiosa   hacia   el   grupo   elegido   de   Tu   viña   (hacia   las   almas   de   sacerdotes   y  religiosos);   dótalos   con   la   fortaleza  de  Tus  bendiciones.   Por  el   amor  del  Corazón  de  Tu  Hijo,   en  el   cual   están  unidos,  impárteles  Tu  poder  y  Tu  luz,  para  que  guíen  a  otros  en  el  camino  de  la  salvación  y  con  una  sola  voz  canten  alabanzas  a  tu  misericordia  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Terminar  con  la  jaculatoria  del  primer  día.    DÍA  TERCERO  Por  todas  las  almas  devotas  y  fieles  Misericordiosísimo   Jesús,   del   tesoro   de   Tu  misericordia   distribuye   Tus   gracias   a   raudales   entre   todos   y   cada   uno   de  nosotros.  Acógenos  en  el  seno  de  Tu  Compasivísimo  Corazón  y  no  permitas  que  salgamos  nunca.  Te   imploramos  esta  gracia   en   virtud   del  más   excelso   de   los   amores;   aquel   con   el   que   Tu   corazón   arde   tan   fervorosamente   por   el   Padre  Celestial.  Padre  Eterno,  vuelve  Tu  piadosa  mirada  hacia  las  almas  fieles,  pues  que  guardan  el  legado  de  Tu  Hijo.  Por  los  méritos  y  dolores  de  Su  Pasión,  concédeles  Tu  bendición  y  tenlos  siempre  bajo  Tu  tutela.  Que  nunca  claudiquen  su  amor  o  pierdan  el  tesoro  de  nuestra  santa  fe,  sino  que,  con  todos  los  Ángeles  y  Santos,  glorifiquen  tu  misericordia  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Terminar  con  la  jaculatoria  del  primer  día.    DÍA  CUARTO  Por  los  que  no  creen  y  todavía  no  conocen  la  Divina  Misericordia.  Piadosísimo   Jesús,   Tú   que   eres   Luz   del   género   humano,   recibe   en   la  morada   de   Tu   corazón   lleno   de   compasión,   las  almas  de  aquellos  que  todavía  no  creen  en  Ti,  o  que  no  te  conocen.  Que  los  rayos  de  Tu  gracia   los   iluminen  para  que  también,   unidos   a   nosotros,   ensalcen   tu   maravillosa   misericordia;   y   no   los   dejes   salir   de   la   morada   de   Tu   corazón  desbordante  de  piedad.  Padre  Eterno,  vuelve  Tu  piadosa  mirada  a  las  almas  de  aquellos  que  no  creen  en  Tu  Hijo,  y  a  las  de  aquellos  que  todavía  no   te   conocen,   pero   anidan   en   el   Compasivo   Corazón   de   Jesús.   Aproxímalos   a   la   luz   del   Evangelio.   Estas   almas  desconocen  la  gran  felicidad  que  es  amarte.  Concédeles  que  también  ellos  ensalcen  la  generosidad  de  Tu  misericordia  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Terminar  con  la  jaculatoria  del  primer  día.    DÍA  QUINTO  Por  las  almas  de  nuestros  hermanos  separados  Misericordiosísimo  Jesús,  que  eres  la  Bondad  misma,  no  niegues  la  luz  a  aquellos  que  Te  buscan.  Recibe  en  el  seno  de  Tu  Corazón  desbordante  de  piedad  las  almas  de  nuestros  hermanos  separados.  Encamínalos,  con  la  ayuda  de  Tu  luz,  a   la  unidad   de   la   Iglesia,   y   no   los   dejes  marchar   del   cobijo   de   Tu   Compasivo   Corazón,   todo   amor;   haz   que   también   ellos  lleguen  a  glorificar  la  generosidad  de  tu  misericordia.  Padre  Eterno,  vuelve  Tu  piadosa  mirada  hacia  las  almas  de  nuestros  hermanos  separados,  especialmente  hacia  las  almas  de  aquellos  que  han  malgastado  Tus  bendiciones  y  abusado  de  Tus  gracias,  manteniéndose  obstinadamente  en  el  error.  

También  a  ellos  da  cobijo  el  Corazón  misericordioso  de  Jesús;  no  mires  sus  errores,  sino  el  amor  de  Tu  Hijo  y  los  dolores  de  la  Pasión  que  sufrió  y  que  aceptó  por  su  bien.  Haz  que  glorifiquen  Tu  gran  Misericordia  por   los  siglos  de  los  siglos.  Amen.  Terminar  con  la  jaculatoria  del  primer  día.    DÍA  SEXTO  Por  las  almas  mansas  y  humildes  y  las  de  los  niños  pequeños  Misericordiosísimo   Jesús   que   dijiste:   "aprended   de  Mí,   que   soy  manso   y   humilde   de   corazón",   acoge   en   Tu   Corazón  desbordante  de  piedad  a  todas  las  almas  mansas  y  humildes,  y  las  de  los  niños  pequeños.  Estas  almas  son  la  delicia  de  las   regiones   celestiales   y   las  preferidas  del   Padre  Eterno,   pues   se   recrea  en  ellas  muy  particularmente.   Son   como  un  ramillete  de  florecillas  que  despidieran  su  perfume  ante  el  trono  de  Dios.  El  mismo  Dios  se  embriaga  con  su  fragancia.  Ellas  encuentran  abrigo  en  Tu  Piadosísimo  Corazón,  oh  Jesús  y  entonan  incesantemente  himnos  de  amor  y  de  gloria.  Padre  Eterno,  vuelve  Tu  mirada  llena  de  misericordia  hacía  estas  almas  mansas,  hacia  estas  almas  humildes  y  hacia  los  niños  pequeños  acurrucados  en  el  seno  del  corazón  desbordante  de  piedad  de  Jesús.  Estas  almas  se  asemejan  más  a  Tu  Hijo.  Su  fragancia  asciende  desde  la  tierra  hasta  alcanzar  Tu  Trono,  Señor.  Padre  de  misericordia  y  bondad  suma,  Te  suplico,  por  el  amor  que  Te  inspiran  estas  almas  y  el  gozo  que  Te  proporcionan:  bendice  a  todo  el  género  humano,  para  que  todas  las  almas  a  la  par  entonen  las  alabanzas  que  a  Tu  misericordia  se  deben  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Terminar  con  la  jaculatoria  del  primer  día.    DÍA  SÉPTIMO  Por  las  almas  que  veneran  especialmente  la  Misericordia  Divina  Misericordiosísimo  Jesús,  cuyo  Corazón  es  el  Amor  mismo,  recibe  en  Tu  Corazón  piadosísimo  las  almas  de  aquellos  que  de  una  manera  especial  alaban  y  honran  la  grandeza  de  Tu  misericordia.  Son  poderosas  con  el  poder  de  Dios  mismo.  En  medio   de   las   dificultades   y   aflicciones   siguen   adelante,   confiadas   en   Tu  misericordia;   y   unidas   a   Ti,   oh   Jesús,   portan  sobre   sus  hombros  a   todo  el   género  humano;  por  ello  no   serán   juzgadas   con   severidad,   sino  que  Tu  misericordia   las  acogerá  cuando  llegue  el  momento  de  partir  de  esta  vida.  Padre   Eterno,   vuelve   Tu  mirada   sobre   las   almas   que   alaban   y   honran   Tu   Atributo   Supremo,   Tu  misericordia   infinita,  guarecidas  en  el  Piadosísimo  Corazón  de  Jesús.  Estas  almas  viven  el  Evangelio  con  sus  manos  rebosantes  de  obras  de  misericordia,   y   su   corazón,   desbordante   de   alegría,   entona   cánticos   de   alabanza   a   Ti,   Altísimo   Señor,   exaltando   Tu  misericordia.  Te  lo  suplico  Señor:  muéstrales  Tu  misericordia,  de  acuerdo  con  la  esperanza  y  confianza  en  Ti  depositada.  Que  se  cumpla  en  ellos  la  promesa  hecha  por  Jesús,  al  expresarles  que  durante  su  vida,  pero  sobre  todo  a  la  hora  de  la  muerte,  aquellas  almas  que  veneraron  Su  infinita  misericordia,  serían  asistidas  por  El,  pues  ellas  son  su  gloria.  Amén.  Terminar  con  la  jaculatoria  del  primer  día.    DÍA  OCTAVO  Por  las  almas  que  estén  en  el  purgatorio  Misericordiosísimo   Jesús,   que   exclamaste   ¡misericordia!,   introduzco   ahora   en   el   seno  de   Tu  Corazón  desbordante  de  misericordia   las  almas  del  purgatorio,  almas  que  tanto  aprecias  pero  que,  no  obstante,  han  de  pagar  su  culpa.  Que  el  manantial  de  Sangre  y  Agua  que  brotó  de  Tu  Corazón  apague  las  llamas  purificadoras  para  que,  también  allí,  el  poder  de  Tu  misericordia,  sea  glorificado.  Padre   eterno,   mira   con   ojos   misericordiosos   a   estas   almas   que   padecen   en   el   purgatorio   y   que   Jesús   acoge   en   Su  Corazón,  desbordante  de  piedad.  Te  suplico,  por  la  dolorosa  Pasión  que  sufrió  Tu  Hijo,  y  por  toda  la  amargura  que  anegó  Su  sacratísima  alma:  muéstrate  misericordioso  con   las  almas  que  se  hallan  bajo  Tu   justiciera  mirada.  No   los  mires  de  otro  modo,  sino  sólo  a  través  de  las  heridas  de  Jesús,  Tu  Hijo  bien  amado;  porque  creemos  firmemente  que  Tu  bondad  y  compasión  son  infinitas.  Amén.  Terminar  con  la  jaculatoria  del  primer  día.    DÍA  NOVENO  Por  las  almas  tibias  

Piadosísimo   Jesús,   que   eres   la   Piedad  misma.   Traigo   hoy   al   seno  de   Tu  Compasivo   Corazón   a   las   almas   enfermas   de  tibieza.  Que  el  puro  amor  que  Te  inflama  encienda  en  ellas,  de  nuevo,  la  llama  de  tu  amor,  y  no  vuelva  el  peso  muerto  de  su  indiferencia  a  abrumante  con  su  carga.  ¡Oh,  Jesús!,  todo  compasión,  ejerce  la  omnipotencia  de  Tu  Misericordia,  y  atráelas  a  Ti,  que  eres  llama  de  amor  viva  y  haz  que  ardan  con  santo  fervor,  porque  Tú  todo  lo  puedes.  Padre  Eterno,  mira  con  ojos  misericordiosos  a  estas  almas  que,  a  pesar  de  todo,  Jesús  cobija  en  el  seno  de  su  Corazón  lleno  de  piedad.  Padre  de  Misericordia,  te  ruego,  por  los  sufrimientos  que  Tu  Hijo  padeció,  y  por  sus  tres  largas  horas  de  agonía  en  la  Cruz,  que  ellas  también  glorifiquen  en  el  mar  sin  fondo  de  Tu  misericordia,  Amén.  Terminar  con  la  jaculatoria  del  primer  día.    NOVENA  DE  LA  NATIVIDAD    En  el  nombre  del  Padre...  Rezar  a  continuación  las  siguientes  oraciones  durante  nueve  días  consecutivos:    I.   Ofrecimiento.   Oh   Padre   eterno,   os   ofrezco   a   honra   y   gloria   vuestra,   y   por  mi   salvación   y   la   de   todo   el  mundo,   el  misterio  del  Nacimiento  de  nuestro  divino  Redentor.  Gloria,  padrenuestro  y  avemaría.    II.  Ofrecimiento.  Oh  Padre  eterno,  os  ofrezco  a  honra  y  gloria  vuestra,  y  por  mi  eterna  salvación,  los  sufrimientos  de  la  Virgen  santísima  y  de  san  José  en  aquel   largo  y  penoso  viaje  de  Nazaret  a  Belén,  y   las  angustias  de  su  corazón  por  no  encontrar   lugar   donde   ponerse   a   cubierto   cuando   estaba   para   nacer   el   Salvador   del  mundo.   Gloria,   padrenuestro   y  avemaría.    III.  Ofrecimiento.  Oh  Padre  eterno,  os  ofrezco  a  honra  y  gloria  vuestra,  y  por  mi  eterna  salvación,  el  pesebre  donde  nació  Jesús,  el  duro  heno  que  le  sirvió  de  cama,  el  frío  que  sufrió,  los  pañales  en  que  fue  envuelto,  las  lágrimas  que  derramó  y  sus  tiernos  gemidos.  Gloria,  padrenuestro  y  avemaría.    IV.  Ofrecimiento.  Oh  Padre  eterno,  os  ofrezco  a  honra  y  gloria  vuestra,  y  por  mi  eterna  salvación,  el  dolor  que  sufrió  el  divino   niño   Jesús   en   su   tierno   cuerpecito,   cuando   se   sujetó   a   la   cruel   circuncisión;   os   ofrezco   aquella   preciosísima  sangre,   que   entonces   derramó   por   primera   vez   para   la   salvación   de   todo   el   género   humano.  Gloria,   padrenuestro   y  avemaría.    V.  Ofrecimiento.  Oh  Padre  eterno,  os  ofrezco  a  mayor  honra  y  gloria  vuestra,  y  por  mi  eterna  salvación,  la  humildad,  la  mortificación,   la   paciencia   la   caridad,   y   todas   las   virtudes   del   niño   Jesús,   y   os   doy   gracias,   os   amo   y   os   bendigo  infinitamente  por  este  inefable  misterio  de  la  Encarnación  del  Verbo  divino.  Gloria,  padrenuestro  y  avemaría.    NOVENA  A  LA  SANTA  FAZ    Por  la  señal...    Señor  mio   Jesucristo,   Dios   y   hombre   verdadero,  me   pesa   de   todo   corazón   de   haber   pecado,   porque   he  merecido   el  infierno  y  he  perdido  el  cielo,  pero  sobre  todo  porque  te  ofendí  a  ti,  que  eres  bondad  infinita,  a  quien  amo  sobre  todas  las   cosas.   Propongo   firmemente,   con   tu   gracia,   enmendar   y   evitar   las   ocasiones   próximas   de   pecado,   confesarme   y  cumplir  la  penitencia.  Confío  en  que  me  perdonarás,  por  tu  infinita  misericordia.  Amén.    ORACIÓN  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  Te  adoro,  oh  Jesús  mío,  hijo  de  Dios  vivo  y  de  María  Virgen,  que  por  mi  amor  diste  la  vida  en  el  ara  de  la  cruz.  A  ti  me  consagro   con   todo  mi   corazón,   suplicando  humildemente  que   te  dignes   imprimir   en  mi   alma   la   imagen  de   tu  Rostro  adorable.  ¡Oh   Padre   Eterno!  Mira   la   Faz   de   tu   Cristo   y   por   sus  méritos   infinitos   concédeme   un   ardiente   deseo   de   reparar   las  injurias  hechas  a  tu  Divina  Majestad  y  la  gracia  que  deseo  obtener  en  esta  novena.  Así  sea.      Rezar  a  continuación  la  oración  del  día  que  corresponda.  

 DÍA  PRIMERO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración.   ¡Oh   amorosísimo   Jesús!   No   sólo   tu   palabra,   sino   también   la   expresión   de   tu   Faz   abrasada   en   amor   nos  revelaron,   en   el   Cenáculo,   la   vehemencia   con  que  habías   ansiado   la   hora   de   quedarte   con  nosotros   en   la   Eucaristía.  Enciende  en  mi  corazón  vivos  anhelos  de  visitarte  y  recibirte  frecuentemente  con  la  pureza  de  los  ángeles.  Hacer  la  petición  y  rezar  un  padrenuestro  en  honor  de  la  Santa  Faz.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  SEGUNDO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración.  ¡Oh  víctima  divina,  mi  buen  Jesús!  Tu  Faz  venerable  pegada  al  suelo  de  Getsemaní  y  bañada  en  copioso  sudor  de  sangre,  me  descubre  la  grandeza  de  tus  dolores  y  la  gravedad  de  mis  pecados.  Dame  a  mi  y  a  todos  los  pecadores  un  sincero  arrepentimiento  con  firmísimo  propósito  de  nunca  más  pecar.  Hacer  la  petición  y  rezar  un  padrenuestro  en  honor  de  la  Santa  Faz.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  TERCERO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración.  ¡Oh  amabilísimo  Jesús!  Tu  augusta  y  serena  Faz  quedó  sombreada  con  inmensa  tristeza  al  recibir  en  tu  frente  el  beso  del   traidor   Judas.  Hazme,   te  suplico,  participante  de   tu   íntima  aflicción  por   tantos  sacrilegios  como  cometen   los  que  se  acercan  a  recibirte  en  pecado  mortal.  Hacer  la  petición  y  rezar  un  padrenuestro  en  honor  de  la  Santa  Faz.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  CUARTO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración.  ¡Oh  mansísimo  Jesús!  Tu  Faz  de  infinita  bondad  es  objeto  del  más  vil  insulto  inferido  por  la  cruel  mano  de  un  criado  en  casa  de  Anás.  Te  hieren,  Salvador  mío,  porque  aborrecen  tus  palabras  de  justicia  y  de  caridad  sin  límites.  No  permitas  que  jamás  tome  yo  venganza  de  mis  enemigos,  antes  bien  les  perdone  siempre  de  todo  corazón.  Hacer  la  petición  y  rezar  un  padrenuestro  en  honor  de  la  Santa  Faz.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  QUINTO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración.   ¡Oh   pacientísimo   Jesús!   En   la   noche   oscura   de   tu   Pasión,   tu   Faz   sacrosanta   pareció   semejante   a   la   de   un  leproso.   Desprecios,   salivazos,   bofetadas   e   injurias   sin   número   afearon   tu   hermosísimo   Rostro.   Perdona,   Señor,   a   tu  pueblo  ingrato  que  todavía  afrenta  con  su  irreligiosidad  y  blasfemias  tu  santísimo  Nombre.  Hacer  la  petición  y  rezar  un  padrenuestro  en  honor  de  la  Santa  Faz.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  SEXTO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración.   ¡Oh   soberano   rey   Jesús!   La   majestuosa   dignidad   de   tu   Faz   vilipendiada   y   coronada   de   espinas   proclamó  solemnemente  tu  realeza  sobre  las  naciones,  confirmada  por  la  profética  voz  de  Pilatos  ante  el  pueblo  judío  al  decirle:  "He  aquí  vuestro  Rey".  Concédeme,  oh  Rey    de  la    gloria,  un  ardoroso  celo  de  propagar  tu  Reino  aun  a  costa  de  mi  propia  sangre.  Hacer  la  petición  y  rezar  un  padrenuestro  en  honor  de  la  Santa  Faz.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  SÉPTIMO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración.  ¡Oh  generosísimo  Jesús!  Tu  Faz  de  Dios-­‐Hombre  se  iluminó  súbitamente  con  los  resplandores  de  un  santo  gozo  al  estrechar  entre  tus  brazos   la  suspirada  cruz.  Dame  aliento  para  tomar  resueltamente  mi  Cruz  y  seguirte  con  ánimo  constante  y  generoso  hasta  el  fin  de  mi  vida.  Hacer  la  petición  y  rezar  un  padrenuestro  en  honor  de  la  Santa  Faz.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    

DÍA  OCTAVO  Comenzar  con  a  oración  de  todos  los  días.  Oración.  ¡Oh  tiernísimo  Jesús!  ¡Cuál  debió  de  ser  la  bondad  de  tu  Faz  cuando  la  Verónica  con  blanco  sudario  la  limpiaba!  ¡Con  qué  amorosa  gratitud  la  miraste,  y  cuál  no  sería  su  asombro  al  hallar  impreso  en  su  lienzo  tu  santísimo  Rostro!  Haz  que  contemple,  Redentor  mío,  tu  pasión  con  tanto  amor  y  ternura  que  los  rasgos  purísimos  de  tu  Faz  queden  grabados  en  mi  corazón.  Hacer  la  petición  y  rezar  un  padrenuestro  en  honor  de  la  Santa  Faz.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  NOVENO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración.   ¡Santísimo   Jesús!   Tu   Faz   de   reparador   divino,   cubierta   con   las   sombras   de   la  muerte,   aplacó   la   Justicia   del  Padre,  y  tus  últimas  palabras  fueron  prenda  segura  de  eterna  felicidad.  Sean,  oh  Salvador  mío,  mi  vida  y  mi  muerte,  una  continua  reparación,  unida  a  la  tuya  y  a  la  de  tu  Madre  Santísima,  a  quien  yo  también  invocaré  siempre,  con  el  dulcísimo  nombre  de  Madre.  Hacer  la  petición  y  rezar  un  padrenuestro  en  honor  de  la  Santa  Faz.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    ORACIÓN  FINAL  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  Jaculatoria.  ¡Muéstranos,  Señor,  tu  Faz  y  seremos  salvos!  Oración.   Oh   Dios   omnipotente   y   misericordioso,   concede,   te   pedimos,   que   cuantos   veneramos   la   Faz   de   tu   Cristo,  desfigurada  en   la  Pasión  a  causa  de  nuestros  pecados,  merezcamos  contemplarla  eternamente  en  el   resplandor  de   la  gloria  celestial.  Amén    ORACIÓN  DE  CONSAGRACIÓN  ¡Oh  Faz  amabilísima  de   Jesús!;  Aquí   vengo,   atraído  por   tu  dulce  mirada,  que   como  divino   imán,   arrebata  mi   corazón  aunque  pobre  y  pecador!  ¡Oh  Jesús!,  quisiera  enjugar  tu  adorable  Faz  y  consolarte  de  las  injurias  y  olvido  de  los  pecadores.  ¡Oh  Rostro  hermosísimo!,  las  lágrimas  que  brotan  de  tus  ojos  me  parecen  diamantes,  que  quiero  recoger  para  comprar  con  ellos  las  almas  de  mis  hermanos.  ¡Oh  amado  Jesús!,  si  yo  tuviera  el  amor  de  todos  los  corazones,  todo  sería  para  Ti.  Envía,   Señor,   almas,   sobre   todo   almas   de   apóstoles   y   de   mártires   para   abrasar   en   tu   amor   a   la   multitud   de   los  desgraciados  pecadores.  ¡Oh  adorable  Jesús!,  mientras  aguardo  el  día  eterno  en  que  contemplaré  tu  gloria  infinita,  mi  único  deseo  es  venerar  tu  Faz  santísima,  a  la  cual  consagro  desde  ahora  para  siempre  mi  alma  con  sus  potencias  y  mi  cuerpo  con  sus  sentidos.  ¡Oh  mi  Jesús!,  haz  que  tu  Rostro  lastimado  sea  aquí  abajo  mi  encanto  y  mi  cielo.    NOVENA  BREVE  A  JESÚS  NAZARENO    Por  la  señal.      Señor  mio   Jesucristo,   Dios   y   hombre   verdadero,  me   pesa   de   todo   corazón   de   haber   pecado,   porque   he  merecido   el  infierno  y  he  perdido  el  cielo,  pero  sobre  todo  porque  te  ofendí  a  ti,  que  eres  bondad  infinita,  a  quien  amo  sobre  todas  las   cosas.   Propongo   firmemente,   con   tu   gracia,   enmendar   y   evitar   las   ocasiones   próximas   de   pecado,   confesarme   y  cumplir  la  penitencia.  Confío  en  que  me  perdonarás,  por  tu  infinita  misericordia.  Amén.    ORACIÓN  PREPARATORIA  ¡Dulcísimo   Jesús  Nazareno!  Postrado  a  vuestros  pies,   reconozco  mis   ingratitudes  para  con  Vos,   y,  arrepentido  de  mis  pecados,  propongo,  con  vuestra  ayuda,  no  volver  a  ofenderos.  Animado  por  vuestra   infinita  bondad  y  por   los  muchos  favores  que  otorgáis  a  los  que  imploran  ante  vuestra  imagen  misericordia  y  perdón,  os  pido,  ¡oh  mi  buen  Jesús!,  que,  en  memoria  de  vuestra  Pasión,  atendáis  mis  súplicas  en  esta  novena,  si  son  de  vuestro  agrado  y  para  provecho  de  mi  alma.  Amén.  (Pídase  la  gracia  que  se  desee  conseguir.)  

 INVOCACIONES  Jesús  Nazareno,  por  vuestra  Pasión,  tened  misericordia  de  nosotros.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.  Jesús  Nazareno,  encended  en  vuestro  amor  nuestros  corazones.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.  Jesús  Nazareno,  salvad  nuestras  almas  redimidas  con  vuestra  sangre.  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.    ORACIÓN  FINAL  ¡Padre  nuestro  Jesús  Nazareno!  Al  considerar  vuestra  bondad  y  vuestro  amor  para  conmigo,  un  grito  de  gratitud  sale  de  más   labios,   diciéndoos:   ¡Jesús   mío,   os   amo!   Por   nuestro   amor   bajasteis   a   la   tierra   y   sufristeis   dolores   acerbísimos,  muriendo  clavado  en  una  cruz;  por  nuestro  amor  os  disteis,   como  manjar,  en  el  Sacramento  de  nuestros  altares;  por  nuestro  amor  os  manifestáis  en  esa   Imagen  bendita,  coronado  de  espinas,  con   los  ojos   lánguidos  y  el  rostro  dolorido,  símbolo   de   vuestro   sufrimiento.   ¡Gracias,   Señor!   Y   para   corresponder   a   tantos   favores   os   pido   la   gracia   de   cumplir  siempre  vuestra  ley  santa  y  de  morir  en  vuestro  amor.  Amén.    NOVENA  A  JESÚS  NAZARENO    Por  la  señal.      Señor  mio   Jesucristo,   Dios   y   hombre   verdadero,  me   pesa   de   todo   corazón   de   haber   pecado,   porque   he  merecido   el  infierno  y  he  perdido  el  cielo,  pero  sobre  todo  porque  te  ofendí  a  ti,  que  eres  bondad  infinita,  a  quien  amo  sobre  todas  las   cosas.   Propongo   firmemente,   con   tu   gracia,   enmendar   y   evitar   las   ocasiones   próximas   de   pecado,   confesarme   y  cumplir  la  penitencia.  Confío  en  que  me  perdonarás,  por  tu  infinita  misericordia.  Amén.    ORACIÓN  PREPARATORIA  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  ¡Oh,  Señor  y  Dios  mío!  Animado  por  vuestra  infinita  bondad  y  por  los  continuos  favores  que  otorgáis  a  los  que  imploran  delante   de   vuestra   Imagen,   misericordia   y   perdón,   a   Vos   acudo,   oh   Padre  mío,   Jesús   Nazareno,   para   ofreceros  mis  humildes  obsequios  y  presentaros  las  necesidades  de  mi  pobre  alma.  Confieso  que  os  he  ofendido  con  grandes  faltas,  que   he   repetido   sin   cesar;   pero   ya   arrepentido,   las   detesto   de   veras   y   propongo   ayudado   de   nuestra   gracia  enmendarme  en  lo  venidero.  Movido,  pues,  de  estos  sentimientos,  os  ruego,  ¡oh  mi  buen  Jesús!,  que,  por  los  dolores  de  vuestra  Pasión,  atendáis  las  súplicas  que  os  dirijo  en  esta  novena,  si  son  de  vuestro  agrado  y  de  provecho  para  mi  alma.  Amén.    Rezar  a  continuación  la  oración  del  día  que  corresponda:    ORACIÓN  FINAL  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  ¡Oh,  dulce  y  amado  Padre  mío,  Jesús  Nazareno!  Al  considerar  vuestro  amor  y  la  bondad  con  que  me  habéis  acogido  en  este   día,   un   grito   de   gratitud   se   escapa  de  mis   labios   y   el   recuerdo  de   vuestras  misericordias   embarga  mi   alma.   Por  ganar  mi  amor  bajasteis  a  la  tierra  y  sufristeis  toda  clase  de  penas  y  trabajos  y  muerte  de  cruz.  Por  mí  también,  llegando  al   colmo  de   todas   las  bondades,  os  quedasteis  en  el   Sacramento  del  altar,  queriendo  ser  nuestro  manjar,   consuelo  y  perpetuo  compañero.  ¿Qué  más?  Por  nuestro  amor  os  presentáis  en  esa  Imagen  coronada  de  espinas,  atado  con  duros  cordeles  y  vestido  con  hábito  de  humildad  y  de  paciencia.  ¡Gracias,  Señor,  por  todo!,  y  a  fin  de  corresponder  a  vuestros  favores,  os  pido  la  gracia  de  cumplir  siempre  vuestra  ley,  imitar  vuestras  virtudes  y  vivir  y  morir  en  vuestro  amor.  Amén.    DÍA  PRIMERO  MEDITACIÓN  La  hora  de  la  Pasión  ha  llegado.  Jesús  se  dirige  con  sus  discípulos  al  Huerto  de  los  Olivos,  y  allí,  de  rodillas,  ora  y  ofrece  a  su  eterno  Padre   sus  dolores.   La   vista  de   las  afrentas   y  muerte  próxima  es   tan  horrible,  que   le  hace  desfallecer  hasta  sudar  sangre.  Sólo  le  anima  el  pensamiento  de  que  cumple  la  voluntad  de  su  Padre  y  que  de  su  muerte  de  cruz  dependía  nuestra   salvación.  Haced,   Jesús  mío,   que  enjugue   vuestro   sudor,   detestando  mis  pecados,   causa  de   vuestra  pasión   y  muerte.  Medítese,  pídase  la  gracia  que  se  desea  conseguir  y  récense  tres  Padrenuestros,  Avemarías  y  Glorias.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.  

 DÍA  SEGUNDO  MEDITACIÓN  Judas   llega  con  sus   soldados  a  prender  a   Jesús.  Este  sale  a   su  encuentro,  y  al   recibir  el  beso  del   traidor  discípulo,   los  judíos  caen  sobre  Jesús,  como  lobos  sobre  un  manso  cordero.  Preso,  pues,  con  gruesos  cordeles,  Jesús  es  llevado,  entre  insultos   y   golpes,   como  un   facineroso,   a   presencia   del   Sumo  Sacerdote.   Concédeme,   Jesús  mío,   que   yo   sea  manso   y  humilde   como   Vos,   sufriendo   los   desprecios   de   mis   prójimos.   Medítese,   pídase   la   gracia   que   se   desea   conseguir   y  récense  tres  Padrenuestros,  Avemarías  y  Glorias.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  TERCERO  MEDITACIÓN  Quién  podrá  declarar  lo  que  Jesús  padeció  de  parte  de  los  judíos?  Un  vil  criado  del  Pontífice  le  abofetea,  y  Caifás  y  los  príncipes  del  pueblo  le  declaran  reo  de  muerte.  Los  ministros  del  Sanedrín  pasan  la  noche  injuriándole  y  maltratándole  ignominiosamente,  algunos   le  escupen  en  el   rostro  y  Herodes   le  desprecia  por   loco.  Hasta  Pedro,   su   fiel  discípulo,   se  avergonzó  de  conocerle.  Y  ¿me  quejaré  yo  de  las  penas  que  he  merecido  por  mis  pecados?  Señor,  quiero  sufrir  algo  por  vuestro   amor.  Medítese,   pídase   la   gracia   que   se   desea   conseguir   y   récense   tres   Padrenuestros,   Avemarías   y  Glorias.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  CUARTO  MEDITACIÓN  Los  judíos  piden  a  gritos  la  muerte  de  cruz  para  el  Salvador.  Pilatos,  temiendo  las  amenazas  del  pueblo,  cree  que  podrá  aplacarle  si  mandan  castigar  a  Jesús.  Atado,  pues,  a  una  columna  el  divino  Maestro  es  azotado  tan  bárbaramente  por  los  sayones  que  su  cuerpo  es  del  todo  desgarrado  y  cubierto  de  llagas  y  de  sangre.  Oh,  divino  Redentor,  haced  que  yo  ame  la  mortificación,  que  necesito  para  borrar  mis  pecados.  Medítese,  pídase  la  gracia  que  se  desea  conseguir  y  récense  tres  Padrenuestros,  Avemarías  y  Glorias.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  QUINTO  MEDITACIÓN  Como   Jesús   habla   afirmado   que   era   Rey,   los   soldados   de   Pilatos   quisieron   burlarse   de   su   realeza.   Para   eso  mandan  sentar   a   Jesús;   echan   sobre   sus   desnudas   espaldas   un  manto   viejo   de   púrpura,   clavan   en   su   cabeza   una   corona   de  punzantes  espinas,  y  en  sus  manos  ponen  una  caña  a  modo  de  cetro.  Unos  de  rodillas  le  encarnecen  vilmente,  otros  le  llenan  de  saliva,  y,  cogiéndole  la  caña,  le  golpean  con  ella  la  cabeza,  hincándole  más  y  más  las  espinas.  Y  yo,  ante  esta  escena  tristísima,  ¿no  aprenderé  a  tener  paciencia,  sufriendo  por  quien  tanto  sufrió  por  mi?  Medítese,  pídase  la  gracia  que  se  desea  conseguir  y   récense   tres  Padrenuestros,  Avemarías  y  Glorias.  Terminar  con   la  oración   final  de   todos   los  días.    DÍA  SEXTO  MEDITACIÓN  Pilatos,   al   ver   la   figura   lastimosa  que  presentaba   Jesús   después  de   la   coronación  de   espinas,   creyó  que   los   judíos   se  conmoverían  con  sólo  verle.  Lo  sacó  en  público  y  dijo:  Ecce  Homo:  Ved  aquí  al  hombre;  yo  no  encuentro  en  El  causa  de  muerte.  Pero  los  judíos,  al  ver  a  Jesús  y  oír  las  palabras  del  Presidente,  contestaron  a  gritos:  "Crucifícale,  crucifícale".  Oh,  Jesús  mío,  al  oír   los  desprecios  de   los   judíos  y   las  blasfemias  de  muchos  cristianos,  protestaré  en  mi  corazón  diciendo  "Viva   Jesús!"   "Bendito   sea   su   santo   Nombre!".   Medítese,   pídase   la   gracia   que   se   desea   conseguir   y   récense   tres  Padrenuestros,  Avemarías  y  Glorias.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.      DÍA  SÉPTIMO  MEDITACIÓN  Dada  por  Pilatos  sentencia  de  muerte  contra  Jesús,  los  judíos  se  apresuraron  a  ponerla  en  ejecución.  Visten  de  nuevo  a  Jesús  con  su  túnica,  cargan  sobre  sus  hombros  una  pesada  cruz,  y  le  obligan  a  caminar  así  por  las  calles  de  Jerusalén.  La  turba  corre  tras  de  Jesús,  ansiosa  de  llenarle  de  insultos.  Iba  el  Salvador  tan  fatigado,  que  varias  veces  cayó  en  tierra,  y  temiendo   los   soldados  que  desfalleciese  en  el   camino,  obligaron  al  Cirineo  a  que   le  ayudara  hasta  el  Calvario.  Hacer,  

Jesús  mío,  que  Yo  sea  vuestro  cirineo,  llevando  gustoso  la  cruz  que  me  queráis  enviar.  Medítese,  pídase  la  gracia  que  se  desea  conseguir  y  récense  tres  Padrenuestros,  Avemarías  y  Glorias.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  OCTAVO  MEDITACIÓN  Casi  sin  vida  llegó  Jesús  al  Calvario,  y  los  crueles  sayones  al  punto  lo  clavaron  en  la  cruz  con  gruesos  clavos.  Entre  gritos  e  insultos,  lo  levantaron  después  en  alto,  quedando  Jesús  en  el  más  horrible  suplicio.  Al  oír  las  injurias  de  sus  enemigos,  levantó  el  Salvador   la  voz  y  pidió  para  ellos  el  perdón  y  para  nosotros   la   salvación.  No   fueron   los   judíos,  oh  paciente  Jesús  mío,  los  que  os  crucificaron,  sino  mis  pecados.  Por  eso  diré  de  continuo:  Jesús  mío,  misericordia.  Medítese,  pídase  la   gracia  que   se  desea   conseguir   y   récense   tres  Padrenuestros,  Avemarías   y  Glorias.   Terminar   con   la  oración   final   de  todos  los  días.    DÍA  NOVENO  MEDITACIÓN  Oh,  mi   amado   Jesús!   ¡Qué   bien   representa   esa   vuestra   Imagen   de   Nazareno   lo  mucho   que   hicisteis   y   sufristeis   por  nosotros!  Cautivo  de  los  moros  que  tanto  os  injuriaron  y  maltrataron,  nos  disteis  ejemplo  de  paciencia  invencible.  Con  los  cristianos,  que  os  rescataron  fuisteis  el  Dios  de  los  consuelos;  y  aquí  en  Madrid,  donde  entrasteis  como  Rey  de  amor,  regís  y  gobernáis  desde  ese  trono  los  corazones  de  vuestros  esclavos  y  devotos.  ¡Oh,  buen  Jesús!  Regid  y  gobernad  los  afectos   de   mi   corazón,   para   que   os   sirva   como   a   mi   Dios   y   Señor.   Amén.   Medítese,   pídase   la   gracia   que   se   desea  conseguir  y  récense  tres  Padrenuestros,  Avemarías  y  Glorias.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    NOVENA  A  CRISTO  DE  LA  VICTORIA    ORACIÓN  PREPARATORIA  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  En  el  nombre  del  Padre  y  del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo.  Amén.    ACTO  DE  CONTRICIÓN  Señor  mío  Jesucristo,  mi  Dios,  mi  Padre  y  Redentor:  Por  ser  Vos  quien  sois,  y  porque  os  amo  como  a  Bondad   infinita,  sobre  todas  las  cosas,  me  pesa  de  haberos  ofendido,  y  con  vuestra  gracia  propongo  confesarme  y  huir  de  las  ocasiones  de  pecar.  Por   la   victoria  que  en   la  Cruz  alcanzasteis   contra  el  demonio,  el  pecado  y   la  muerte,  os   suplico,   Señor,  me  concedáis  en  esta  vida,  para  gloria  vuestra,   la  victoria   sobre   todas  mis  pasiones,  a   fin  de  que  pueda   lograr  una  santa  muerte.  Amén.  Rezar  a  continuación  la  oración  del  día  que  corresponda:    ORACIÓN  FINAL  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  Pacientísimo  Dios  mío:  Yo  adoro  vuestro  amantísimo  Corazón,  en  compañía  de  vuestra  santísima  Madre  y  de  todos  los  ángeles  y  santos,  especialmente  de  los  que  han  sido  más  devotos  de  vuestra  Pasión;  y  os  suplico  me  concedáis  por  los  dolores  que  por  mí  padecisteis,  la  gracia  que  os  pido  en  esta  Novena,  si  ha  de  ser  para  gloria  vuestra  y  bien  de  mi  alma.  ¡Oh,  santísima  Madre  de  Dios!  Alcanzadme  el  amor  de  vuestro  divino  Hijo  para  amarle,  imitarle  y  seguirle  en  esta  vida  y  gozar  de  El  en  el  Cielo.  Amén.    DÍA  PRIMERO  Comenzar  con  la  oración  preparatoria  para  todos  los  días.  Santísimo  Cristo  de  la  Victoria:  Por  la  punzante  corona  de  espinas  que  atormentó  vuestra  divina  cabeza,  os  suplico  me  concedáis  el  perdón  de  todos  mis  pecados  de  pensamiento,  y  me  fortalezcáis  con  vuestra  gracia  para  que  toda  mi  mente  os  ame  y  os  glorifique.  Amén.  Pedir  las  gracias  que  se  deseen  alcanzar  con  esta  novena.  Terminar  con  un  Padrenuestro,  un  Avemaría,  tres  Glorias  y  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  SEGUNDO  Comenzar  con  la  oración  preparatoria  para  todos  los  días.  

Santísimo  Cristo  de  la  Victoria:  Por  la  dolorosísima  flagelación  que  quisisteis  padecer  en  todo  vuestro  santísimo  cuerpo  para  expiar  mis  pecados,  os  suplico  me  concedáis  la  gracia  de  no  ofenderos  más  con  mi  cuerpo,  sino  que  sepa  hacer  de  él  templo  vivo  del  Espíritu  Santo.  Amén.  Pedir  las  gracias  que  se  deseen  alcanzar  con  esta  novena.  Terminar  con  un  Padrenuestro,  un  Avemaría,  tres  Glorias  y  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  TERCERO  Comenzar  con  la  oración  preparatoria  para  todos  los  días.  Santísimo  Cristo  de  la  Victoria:  Por  la  profunda  y  dolorosa  llaga  de  vuestro  hombro,  marcada  con  la  cruz  de  mis  pecados,  os  suplico  me  concedáis  la  gracia  de  abrazar  con  fe  y  amor  la  cruz  de  cada  día,  para  expiar  mis  propios  desvíos  y  los  de  toda  la  humanidad  pecadora.  Amén.  Pedir  las  gracias  que  se  deseen  alcanzar  con  esta  novena.  Terminar  con  un  Padrenuestro,  un  Avemaría,  tres  Glorias  y  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  CUARTO  Comenzar  con  la  oración  preparatoria  para  todos  los  días.  Santísimo  Cristo  de  la  Victoria:  Por   las  heridas  y  abundante  sangre  que  derramasteis  por  vuestras  rodillas,  al  caer  tres  veces  en  el  camino  del  Calvario,  os  suplico  me  concedáis  la  gracia  de  levantarme  siempre  de  mis  caídas  y  recaídas  en  el  pecado,  haciendo  una  buena  confesión  y  esforzándome  en  vivir  en  vuestra  gracia  y  amistad.  Amén.  Pedir  las  gracias  que  se  deseen  alcanzar  con  esta  novena.  Terminar  con  un  Padrenuestro,  un  Avemaría,  tres  Glorias  y  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  QUINTO  Comenzar  con  la  oración  preparatoria  para  todos  los  días.  Santísimo  Cristo  de  la  Victoria:  Por  la  profunda  llaga  de  vuestra  mano  izquierda  y  por  el  acerbo  dolor  que  padecisteis  al  ser   clavada   en   la   Cruz,   os   suplico  me   perdonéis   todo   cuanto   os   ofendí   con  mis  manos,   y  me   concedáis   la   gracia   de  emplearlas  en  obras  de  caridad  y  en  hacer  todo  lo  que  es  bueno  y  recto  ante  vuestros  ojos.  Amén.  Pedir  las  gracias  que  se  deseen  alcanzar  con  esta  novena.  Terminar  con  un  Padrenuestro,  un  Avemaría,  tres  Glorias  y  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  SEXTO  Comenzar  con  la  oración  preparatoria  para  todos  los  días.  Santísimo  Cristo  de  la  Victoria:  Por  la  dolorosísima  llaga  de  vuestra  mano  derecha  y  por  el  tormento  que  sufristeis  al  ser  clavada  en  la  Cruz,  os  suplico  me  perdonéis  todos  mis  pecados  de  omisión,  todo  el  bien  que  dejé  de  hacer  por  pereza  o  respetos  humanos,  y  me  concedáis  la  gracia  de  hacer  todo  el  bien  posible  a  los  demás,  para  imitaros  a  Vos.  Amén.  Pedir  las  gracias  que  se  deseen  alcanzar  con  esta  novena.  Terminar  con  un  Padrenuestro,  un  Avemaría,  tres  Glorias  y  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  SÉPTIMO  Comenzar  con  la  oración  preparatoria  para  todos  los  días.  Santísimo  Cristo  de  ha  Victoria:  Por  las  profundas  llagas  y  abundante  sangre  que  manaron  vuestros  pies  divinos,  al  ser  clavados  en  la  Cruz,  os  suplico  me  perdonéis  todo  cuanto  os  ofendí  caminando  por  caminos  de  error  y  de  pecado,  y  me  concedáis  la  gracia  de  no  separarme  en  adelante  del  sendero  recto  de  vuestra  Santísima  Voluntad.  Amén.  Pedir  las  gracias  que  se  deseen  alcanzar  con  esta  novena.  Terminar  con  un  Padrenuestro,  un  Avemaría,  tres  Glorias  y  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  OCTAVO  Comenzar  con  la  oración  preparatoria  para  todos  los  días.  Santísimo  Cristo  de  la  Victoria:  Por  vuestra  dolorosísima  agonía  en  la  Cruz  y  por  el  desamparo  en  que  os  dejó  vuestro  Padre  Celestial   en   aquella   hora   suprema,  os  pido   la   gracia  de  una   santa  muerte,   acompañado  por  Vos   y   por   vuestra  

Madre  santísima  y  Madre  nuestra,  mereciendo  por  vuestros  méritos  infinitos  y  por  su  intercesión  maternal,  morar  para  siempre  en  el  Cielo.  Amén.  Pedir  las  gracias  que  se  deseen  alcanzar  con  esta  novena.  Terminar  con  un  Padrenuestro,  un  Avemaría,  tres  Glorias  y  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  NOVENO  Comenzar  con  la  oración  preparatoria  para  todos  los  días.  Santísimo  Cristo   de   la   Victoria:   Por   la   profunda   lanzada   con   que   fue   atravesado   vuestro   costado   y   Sagrado   Corazón,  después  de  morir  en  ha  Cruz,  y  por  ha  fuente  de  sangre  y  agua  que  brotó  de  esa  bendita  llaga,  os  suplico  lavéis  mi  alma,  mi   cuerpo,  mi   vida   y   todo  mi   ser,   y  me   revistáis   del   hombre   nuevo,   a   vuestra   imagen   y   semejanza,   para   que   pueda  amaros  y  serviros  fielmente  toda  mi  vida,  buscando  vuestra  mayor  gloria  y  la  salvación  de  mi  alma.  Amén.  Pedir  las  gracias  que  se  deseen  alcanzar  con  esta  novena.  Terminar  con  un  Padrenuestro,  un  Avemaría,  tres  Glorias  y  la  oración  final  para  todos  los  días.    NOVENA  DE  CONFIANZA  INFANTIL  (Esta  novena  se  reza  cada  hora  por  nueve  horas  consecutivas  en  el  mismo  día.)    Oh  Jesús,  que  habéis  dicho  "Pedid  y  se  os  dará,  buscad  y  hallareis,   llamad  y  se  os  abrirá,"  por   la   intercesión  de  María  Vuestra  Santísima  Madre,  yo  llamo,  yo  busco,  yo  os  pido  que  me  concedáis  esta  gracia.  (Petición.)  Oh  Jesús,  que  habéis  dicho  "Cualquier  cosa  que  pidierais  al  Padre  en  Mi  Nombre  os   la  concederá"  por   intercesión  de  María,  Vuestra  Santísima.  Madre,  humildemente  y  urgentemente  suplico  a  Vuestro  Padre  en  Vuestro  Nombre  que  me  concedáis  esta  gracia.  (Petición.)    Oh   Jesús,   que   habéis   dicho   "Cielo   y   Tierra   pasarán,   pero   mi   palabra   no   pasará"   por   intercesión   de   María,   Vuestra  Santísima  Madre,  siento  confianza  que  mi  súplica  será  concedida.  (Petición.)    NOVENA  AL  SANTO  NIÑO  JESÚS  DE  PRAGA    ACTO   DE   CONTRICIÓN.   Señor   mío   Jesucristo,   yo   me   arrepiento   sinceramente   de   haberos   ofendido   porque   sois  infinitamente   bueno   y   digno   de   ser   amado   sobre   todas   las   cosas,   y   porque   aborrecéis   el   pecado;   yo   tomo   la   firme  resolución,  con  la  ayuda  de  vuestra  gracia,  que  no  dudo  me  concederéis,  de  no  volver  a  cometer  en  lo  sucesivo  ningún  pecado  mortal  ni   aún  venial   consentido;  de   conformar   todas  mis   acciones   y  deseos  a   vuestra   voluntad   santísima;  de  confesar  todas  mis  culpas  y  de  satisfacer  vuestra  divina  justicia  por  medio  de  una  saludable  penitencia.  Haced  ¡oh  Dios  mío  y  Señor  mío!  que  así  lo  haga.  Amén.    ORACIÓN  PARA  TODOS  LOS  DÍAS.  ¡Oh  Verbo  divino,  soberano  Señor  y  Rey  de  reyes!  !Oh  digno  descendiente  de  Jessé,  llave  misteriosa  de  David  y  cetro  dominador  del  pueblo  de  Israel!  ¡Oh  Emmanuel  y  legislador  supremo,  dulcísimo  Niño  Jesús  de  Praga,  esposo  de  las  almas,  que  por  redimirlas  y  salvarlas  habéis  querido  descender  del  seno  de  vuestro  Eterno  Padre  a   las  entrañas  de  una  Virgen  purísima!  A  vuestros  sacratísimos  pies  me  arrojo,  divino  y  hermosísimo  Niño,  y  os  adoro  con  el  más  profundo  anonadamiento,  con  aquella  fe  con  que  antes  lo  hicieron  los  pastores  y  los  magos  en  Belén:  imprimid  en  mi  alma  las  disposiciones  de  fe,  de  amor,  de  reconocimiento  y  generosidad  con  las  cuales  debo  practicar  esta   devota   Novena,   consagrada   a   vuestra   honra   y   gloria,   y   dignaos   concederme,   por   la   intercesión   poderosa   de   la  Sacratísima  Virgen  María,  vuestra  Madre,  y  del  bondadoso  Patriarca  San  José,  vuestro  padre  nutricio,  el  que  mi  alma  sea  purificada   de   todos   sus   pecados   y   afirmada   más   y   más   en   vuestro   divino   servicio;   otorgadme   también,   Niño  amabilísimo,   la   gracia   particular   que   imploro   de   vuestro   generoso   Corazón.   Os   lo   pido   por   esta   sagrada   y  milagrosa  imagen  vuestra,  en  la  cual  tanto  os  complacéis  según  lo  demuestran  las  innumerables  gracias  y  continuos  beneficios  de  todo  género,  que  tan  abundantemente  derramáis  por  medio  de  ella,  no  sólo  sobre  los  felices  habitantes  de  Praga,  sino  sobre   los   fieles   todos  del  mundo  entero  donde  es  honrada   y   venerada.  No  desoigáis,   Señor,  mis   súplicas,   antes  bien  atendedlas  y  despachadlas  favorablemente.  Amén.    

ACTO   DE   CONTRICIÓN.   Dios  mío   y   Padre  mío,   que   sois   infinitamente   bueno,   os   amo   con   todo  mi   corazón,   y   por   lo  mucho  que  os  amo,  me  pesa  de  haberos  ofendido.      ORACIÓN  PARA  TODOS  LOS  DÍAS.  Omnipotente  y  sempiterno  Dios,  que  quisisteis  restaurar  en  vuestro  querido  Hijo,  Rey  del  Universo,  todas  las  cosas,  concédenos  que  todas  las  familias  de  las  Gentes  disgregadas  por  la  herida  del  pecado  se  sometan   a   su   suavísimo   imperio.  Que   con  Vos   y   el   Espíritu   Santo   vive   y   reina  Dios   por   todos   los   siglos   de   los   siglos.  Amén.    Rezar  la  oración  del  día  de  la  Novena  que  corresponda.    DÍA  PRIMERO    "¿A   quién   buscáis?-­‐¿A   Jesús   Nazareno?   Yo   soy".   Señor   y   Rey   nuestro:   siempre   dejas   que   te   descubra   tu   amor,   aun  cuando   tus   criaturas   tan   amadas   por   Ti,   te   busquen   para   martirizarte.   Sabiendo   que   Tú   eres   Jesús   Nazareno,   te  buscamos  hoy  de  nuevo  para  prenderte  otra  vez,  mas  no  con  cadenas  y  cuerdas,  sino  con  nuestras  miserias  y  nuestros  amores,  pues  sabemos  es  lo  que  más  ata  y  sujeta  tu  misericordioso  y  amante  Corazón,  y  así  preso  por  amor,  conducirte  en  triunfo  al  trono  que  te  han  formado  los  corazones  amantes,  para  que  empieces  tu  reinado  de  misericordia  y  amor  en  la  tierra.  Amén.  Obsequio.  Cumplir  con  fidelidad  mis  obligaciones  por  ser  lazos  de  amor  que  me  unen  con  Jesús.  Uniendo  mi  corazón  al  Corazón  de  Cristo  Rey  y  mis  intenciones  a  las  suyas,  rezaré:  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.  Eterno  Padre,  derrama  tus  misericordias  sobre  toda  la  tierra,  reino  de  tu  Hijo  Jesús.  Amén.  ¡Oh  Cristo  Rey!,  establece  tu  paz  en  tu  reino.  Amén.  Espíritu  Santo,  abrasa  al  mundo  en  tu  purísima  y  ardiente  amor.  Amén.  Madre  querida,  une  cada  vez  más  y  más  a  tu  Hijo  Divino,  todo  misericordia,  con  tus  hijos,  todo  miseria.  Amén.  San  José,  enséñanos  a  amar  a  Jesús  y  a  María.  Amén.    DÍA  SEGUNDO    "Cristo,  adivina  quién  te  ha  herido".  ¡Oh  Jesús  amante  y  bueno!,  aquella  noche  triste  de  tu  Pasión  tus  ojos  divinos  veían  a  través  de  los  siglos  todos  nuestros  pecados  y  olvidos  que  tan  dolorosamente  herían  tu  divino  Corazón,  tanto,  que  para  que  tu  pureza  no  te  hiciese  huir  de  nosotros,  no  tus  verdugos,  sino  el  amor  vendó  tus  ojos,  a  fin  de  que  no  vieses  más  que  almas  que  se  perdían  si  Tú  las  dejabas.  Haz  que  esas  almas  a  las  que  tu  sangre  y  tus  lágrimas  han  lavado  y  purificado  lleguen  a  amarte  con  tanto  entusiasmo,  que  se  cierren  sus  ojos  a  todo  lo  que  no  seas  Tú,  Rey  de  sus  amores.  Haz,  Señor,  que  los  hombres  te  conozcan  y  te  amen.  Amén.  Obsequio.  Cerrar  los  ojos  a  todo  lo  que  no  sea  Jesús.  Uniendo  mi  corazón  al  Corazón  de  Cristo  Rey  y  mis  intenciones  a  las  suyas,  rezaré:  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.    DÍA  TERCERO    "Luego  Tú  eres  Rey?   -­‐  Bien  dices:  Yo   soy  Rey.-­‐Yo  he  venido  al  mundo  para  dar   testimonio  de   la   verdad.-­‐¿Y  qué  es   la  verdad?".  Dios  Nuestro  Señor  es  la  verdad  por  esencia,  y  es  verdad  encantadora,  es  verdad  que  entusiasma  el  corazón;  que   este   Dios   Omnipotente   se   hizo   hombre   por   mí,   y   me   amó   entre   desprecios,   entre   burlas,   entre   toda   clase   de  sufrimientos,   y   no   por   ser   necesario   para   salvarme,   pues   unas   gotas   de   su   sangre   bastaban   para   eso,   sino   por   ser  necesario  al  amor  grande  e  infinito  que  ardía  en  su  Corazón  por  las  almas.  Señor,   y  Rey  nuestro:  enséñanos  a  amar  como  Tú,   sin   retroceder  ante  el   sacrificio  y  el  dolor,  pues  queremos   sufrir   y  amar,  para  que  ni  un  solo  corazón  deje  de  amarte;  hazlos  todos  tuyos.-­‐Amén.  Obsequio.  Abrasarme  con  lo  que  me  haga  sufrir.  Uniendo  mi  corazón  al  Corazón  de  Cristo  Rey  y  mis  intenciones  a  las  suyas,  rezaré:  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.    DÍA  CUARTO    "Desprecióle  Herodes   con   todo   su   ejército   y   vistiéndole   una   ropa   blanca,   se   burló   y   le   remitió   a   Pilatos.".   ¡Oh   Jesús  divino  Rey  nuestro!,  cuán  grande  ha  de  ser  nuestro  amor  hacia  Ti,  que  por  el  nuestro  quisiste  ser  burlado  y  tenido  por  loco,  y  en  verdad,  Jesús  mío,  locura  de  amor  parece,  el  que  la  grandeza  de  Dios  se  encierre  en  el  cuerpecillo  de  un  Niño,  

que   el   poder   de   Dios   esté   sujeto   con   clavos,   que   este  mismo   Dios   y   Hombre   se   esconda   en   una   pequeña   Hostia,   y  enamorado  venga  buscando  la  intimidad  de  nuestros  corazones,  para  tener  en  ellos  sus  delicias;  Jesús  amante  y  bueno,  que  el  fuego  de  tu  amor  nos  convierta  también  en  pequeñas  hostias,  que  escondidas  en  tu  Corazón  se  pierdan  a  todas  las  miradas,  para  que  Tú  seas  conocido  y  amado.  Obsequio.  Huir  de  todo  lo  que  me  pueda  hacer  apreciar.  Uniendo  mi  corazón  al  Corazón  de  Cristo  Rey  y  mis  intenciones  a  las  suyas,  rezaré:  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.    DÍA  QUINTO    "Vamos  a  coronarle  de  Rey.-­‐Salve,  Rey  de  los  judíos,  y  escupiéndole  le  tomaban  su  cofia  y  le  herían  su  cabeza  y  le  daban  bofetadas."   ¿Qué   pensabas   Jesús   mío   en   aquella   triste   prisión?   ¿Qué   deseabas   cuando   eras   coronado   de   espinas,  cuando  eras  maltratado?  Sólo  dos  cosas,  ¡oh  sabiduría  y  amor  infinitos!:  que  tu  Eterno  Padre  fuese  glorificado,  que  las  almas  se  salvasen;  ¿y  podremos  pensar  las  almas  en  otra  cosa  que  en  Ti?  ¿Podrán  nuestros  corazones  desear  otra  cosa  que  el  que  se  repitan  por  amor  aquellas  palabras  «Salve  Rey»,  pero  no  sólo  de  los  judíos,  sino  de  todas  las  naciones  de  la  tierra  conquistadas  con  tus  sufrimientos  y  tu  muerte?  Que  el  grito  «¡Vamos  a  coronarle  por  Rey!  »  resuene  por  amor  en  toda  la  tierra,  ¡oh  Dios  mío!.  Amén.  Obsequio.  Apartar  mi  pensamiento  lo  que  no  sea  Dios.  Uniendo  mi  corazón  al  Corazón  de  Cristo  Rey  y  mis  intenciones  a  las  suyas,  rezaré:  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.    DÍA  SEXTO    "Ecce  Homo  .-­‐He  aquí  a  vuestro  Rey."  ¡Oh  divino  Jesús!,  cómo  te  presentan  por  Rey,  coronada  de  espinas  tu  cabeza,  tu  cuerpo  cubierto  de  heridas,   llenos  de   lágrimas  tus  ojos;  pero  era  preciso  que  ésa  fuese  tu  presentación,  pues  no  sólo  eres  nuestro  Rey,  sino  nuestro  modelo,  y  nunca  mejor  que  entonces  podías  decir:  "Aprended  de  Mi  que  soy  manso  y  humilde   de   corazón.".   Caigan,   Señor,   en   presencia   de   tanta   grandeza,   de   tanta   humildad,   de   tanto   amor,   todos   los  idolillos  que  queden  en  nuestros  corazones.  Déjanos  recoger  tu  sangre  y  tus  lágrimas,  para  que  derramándolas  sobre  los  corazones  de  todas  las  criaturas  seamos  de  nuevo  purificados  y  envueltos  en  el  amor.  Amén.  Obsequio.  Procurar  con  empeño  la  humildad.  Uniendo  mi  corazón  al  Corazón  de  Cristo  Rey  y  mis  intenciones  a  las  suyas,  rezaré:  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.    DÍA  SÉPTIMO    "Señor,   acuérdate   de   mí   cuando   vengas   a   tu   reino.-­‐En   verdad   te   digo   que   hoy   estarás   conmigo   en   el   paraíso."  Quisiéramos,   Señor,   presentarte   en  el   día  de   tu   fiesta   los   corazones  de   todos   los  hombres   rendidos   a   tu   amor;   pero  mira,  Rey  nuestro,  cuántos  millones  de  ellos  están  envueltos  en  las  tinieblas  de  la  muerte  y  del  pecado  y  no  te  conocen;  por  ellos   te  pedimos  nosotros  que   tenemos   la  dicha  de   conocer   tu  Corazón,   todo  misericordia.   "Señor,   acuérdate  de  estos  desgraciados  cuando  estés  en  tu  Reino",  haznos,  Señor,  oir:  "pronto,  muy  pronto  estarán  conmigo  en  el  paraíso".  Amén.  Obsequio.  Actos  de  fe,  esperanza  y  caridad.  Uniendo  mi   corazón  al  Corazón  de  Cristo  Rey  y  mis   intenciones  a   las   suyas,   rezaré:  Padrenuestro,  Avemaría   y  Gloria.    DÍA  OCTAVO    "Mujer,  he  ahí  tu  hijo."  "He  ahí  tu  Madre."  Mas  uno  de  los  soldados  le  abrió  el  costado  con  una  lanza  y  salió  de  él  sangre  y  agua.  ¡La  Madre  de  nuestro  Dios  es  nuestra  Madre  querida!  ¡Qué  felicidad  y  qué  confianza!  El  Corazón  de  nuestro  Dios  es  nuestro  Cielo,  nuestro  tesoro.  Madre  bendita,  queremos  amarte  como  te  amaba  Jesús,  y  a  El,  como  Tú   le  amabas;  enséñanos   las   delicadezas   del   amor,   la   felicidad   de   la   vida   de   unión,   de   unión   íntima,   confiada,   amorosa;   haznos  chiquitos,   muy   chiquitos,   para   poder   entrar   y   perdernos   en   el   Corazón   de   Jesús,   sin   tener   más  móvil   ni   deseo   que  amaros  y  haceros  amar.  Amén.  Obsequio.-­‐Consagrarme  de  todo  corazón  a  la  Santísima  Virgen.  Uniendo  mi  corazón  al  Corazón  de  Cristo  Rey  y  mis  intenciones  a  las  suyas,  rezaré:  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.      DÍA  NOVENO    "Jesús  Nazareno,  Rey  de  los  judíos."  "Regnavit  a  ligno  Deus"  "Y  al  nombre  de  Jesús  doblarán  la  rodilla  en  el  Cielo,  en  la  tierra  y  en  los  infiernos."  ¡Oh  Rey  divino!,  al  presentarte  en  este  día  bendito  nuestras  adoraciones,  te  ofrecemos  cuanto  

somos,  tenemos  y  deseamos;  no  nos  detiene  nuestra  miseria,  pues  eres  todo  misericordia;  confiamos  conseguir  todas  nuestras  peticiones,  pues  eres  todo  amor  y  el  amor  atiende  siempre,  y  te  lo  pedimos  en  unión  de  nuestra  Reina  y  Madre  Inmaculada  y  de  los  ángeles  custodios  de  todas  las  almas.  ¡Señor!,  arroja  de  tu  reino  a  los  demonios  y  a  todos  tus  enemigos  y  concede  a  la  Iglesia  una  era  de  paz.  Lleva  a  Ti  en  este  día  a  las  almas  del  Purgatorio,  un  perdón  general  a  todos  los  pecadores  y  poniendo  luz  en  sus  inteligencias  y  amor  en  sus  corazones,  prueba  una  vez  más  que  es  más  grande  tu  misericordia  que  nuestra  malicia  y  miseria.  Llena  de  amor  y  pureza  a  los  sacerdotes,  a  los  niños  y  a  las  almas  a  Ti  consagradas,  formando  de  ellas  esas  legiones  de  almas   puras,   humildes   y   amantes   que   Tú  deseas:   almas   pequeñitas   que   como  granos   de   trigo,   formen   todas   en  una  perfecta  unión  de  intenciones  y  corazones  con  la  Víctima  divina  del  Calvario  y  del  altar  una  Hostia  que  aplaque  al  Cielo  por  los  pecados  de  la  tierra  y  haga  descender  sobre  ella  perdón  y  misericordia  para  los  desgraciados  pobres  pecadores,  de  esas  almas  que  quieres  sean  las  delicias  de  tu  Corazón  en  la  tierra  y  tu  corte  de  amor  en  el  Cielo.  Obsequio.  Abandonarme  en  el  Corazón  de  Dios.  Uniendo  mi  corazón  al  Corazón  de  Cristo  Rey  y  mis  intenciones  a  las  suyas,  rezaré:  Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.    NOVENA  EN  HONOR  DE  LA  VIRGEN  MARÍA    ORACIONES  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  Por  la  señal,  etc.    ORACIÓN  DE  SAN  BERNARDO  PARA  EMPEZAR  TODOS  LOS  DÍAS.  Acordaos,   oh   piadosísima  Virgen  María,   que   jamás   se   ha   oído   decir   que   uno   solo   de   cuantos   han   acudido   a   vuestra  protección  e  implorado  vuestro  socorro,  haya  sido  desamparado.  Yo,  pecador,  animado  con  tal  confianza,  acudo  a  vos  oh  Madre,  Virgen  de  las  vírgenes:  a  vos  vengo,  delante  de  vos  me  presento  gimiendo.  No  queráis,  oh  Madre  del  Verbo,  despreciar  mis  palabras;  antes  bien,  oídlas  benignamente  y  cumplidlas.  Amén.    ORACIÓN  FINAL  PARA  TODOS  LOS  DÍAS.  ¡Oh  santísima  Señora,  excelentísima  Madre  de  Dios  y  piadosísima  Madre  de   los  hombres!  Después  de  Dios,  tú  eres   la  única   esperanza   de   los   pecadores   y   la   mayor   confianza   de   los   justos.   La   Iglesia   te   llama   vida,   dulzura   y   esperanza  nuestra,  y  todos  los  pueblos  ponen  en  ti  sus  ojos,  esperando  de  ti  todas  las  gracias.  Nosotros  también,  dulce  abogada,  acudimos  a   ti   en  estos  días,   instándote  para  que  nos  oigas   y   concedas   las   gracias  que   te  pedimos.  Danos,   en  primer  lugar,  un  amor  sincero  a  tu  divino  Hijo,  observando  su  santa  ley  cristiana;  alcánzanos  también  la  salud  del  cuerpo  y  la  serenidad  del  espíritu,  la  paz  en  la  familia  y  la  suficiencia  de  medios  para  la  vida;  concédenos,  en  fin,  una  santa  muerte  en  la  santa  Iglesia  católica.  ¡Oh   Virgen,   que   superas   toda   alabanza!   Todo   lo   que   tú   quieres,   lo   puedes   ante   Dios,   de   quien   eres  Madre;   y,   aun  cuando  nosotros  somos  pecadores,  tú  eres  dulce  madre  del  Redentor  y  dulce  madre  nuestra,  y  puedes  abogar  por  tus  hijos  pequeños  y  pecadores  ante  tu  Hijo  altísimo  y  redentor;  a  tu  nombre  se  abren  las  puertas  del  cielo;  en  tus  manos  están  todos  los  tesoros  de  la  divina  misericordia;  óyenos,  oh  plácida  Virgen  y  Madre,  y,  si  nos  conviene,  concédenos  las  gracias  que  te  pedimos  en  esta  novena.  Petición.  Santa  María,  socorre  a  los  desgraciados,  ayuda  a  los  pusilánimes,  reanima  a  los  que  lloran,  ora  por  el  pueblo,  intervén   por   el   clero,   intercede   por   las   mujeres   consagradas,   sientan   tu   auxilio   todos   los   que   celebran   tu   santa  festividad.  Ruega  por  nosotros,  Santa  Madre  de  Dios.  Para  que  seamos  dignos  de  alcanzar  las  promesas  de  Jesucristo.  Oración.  Concédenos,  por  favor,  Señor  Dios,  que  nosotros,  tus  siervos,  gocemos  de  continua  salud  de  alma  y  cuerpo  y,  por  la  gloriosa  intercesión  de  la  bienaventurada  siempre  Virgen  María,  seamos  libres  de  las  tristezas  de  la  vida  presente  y  disfrutemos  de  las  alegrías  de  la  vida  eterna.  Por  Jesucristo  nuestro  Señor.  Amén.    DÍA  PRIMERO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración  de  Santo  Tomás  de  Aquino  (1225-­‐1274).  Doctor  de  la  Iglesia.  

Concededme,  oh  Reina  del  cielo,  que  nunca  se  aparten  de  mi  corazón  el  temor  y  el  amor  de  tu  Hijo  santísimo;  que  por  tantos  beneficios   recibidos,   no  por  mis  méritos,   sino  por   la   largueza  de   su  piedad,  no   cese  de  alabarle   con  humildes  acciones   de   gracias;   que   a   las   innumerables   culpas   cometidas   suceda   una   leal   y   sincera   confesión   y   un   firmísimo   y  doloroso  arrepentimiento,  y,  finalmente,  que  logre  merecer  su  gracia  y  su  misericordia.  Suplico  también,  oh  puerta  del  cielo   y   abogada   de   pecadores,   no   consientas   que   jamás   se   aparte   ni   desvíe   este   siervo   tuyo   de   la   fe,   pero  particularmente  que  en   la  hora  postrera  me  mantenga  con  ella  abrazado;  si  el  enemigo  esforzare  sus  astucias,  no  me  abandone  tu  misericordia  y  tu  gran  piedad.  Por  la  confianza  que  tengo  en  ti  puesta,  alcánzame  de  tu  santísimo  Hijo  el  perdón  de  todos  mis  pecados  y  que  viva  y  muera  gustando  las  delicias  de  tu  santo  amor.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  SEGUNDO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración  de  San  Atanasio  de  Alejandría  (295-­‐373).  Doctor  de  la  Iglesia.  Propio  es  de  ti,  Señora,  que  siendo  tú,  al  mismo  tiempo  que  esclava  del  Señor,  Madre  de  Dios,  Reina  y  Señora,  pues  Dios  quiso   también   ser   Hijo   tuyo,   no   apartes   de   nosotros   tu   memoria,   habiendo   de   presentarnos   ante   el   soberano   e  inexorable  Juez,  que,  si  a  nosotros  nos  infunde  pavor,  es  para  contigo  sobremanera  amable  y  te  otorga  cuantas  gracias  le  pides,  pues  eres  llamada  llena  de  gracia  y  de  alegría  por  haber  sobrevenido  en  ti  el  Espíritu  Santo.  Por  esto,  aun  los  ricos  de   la  nación,   los  más   favorecidos  en   justicia   y   santidad,   claman  a   ti   e   invocan   tu  protección.  No  nos   cierres   las  puertas  de  tu  pecho,  y  deja  que  fluya  sobre  nosotros  el  mar  de  gracias  que  encierra.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  TERCERO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración  de  San  Anselmo  (1033-­‐1109).  Doctor  de  la  Iglesia.  No  son  para  contar,  Reina  clementísima,  los  que,  habiendo  invocado  tu  nombre,  han  conseguido  la  eterna  salvación;  ¿y  quieres   que,   invocándote   yo,   sea  defraudado  en  mis   esperanzas?   Tal   vez   no  oyes  mis   clamores   en   razón  de  mi   gran  maldad;  pero,  aun  así,  no  dejaré  de  llamarte  y  de  decirte  con  toda  el  alma:  pues  eres  tan  noble  y  benigna  de  condición,  da   oídos   a   quien   humildemente   llama   a   tus   puertas   y   no   le   desatiendas   en   sus   esperanzas,   ni   le   abandones   en   su  tribulación,   ni   le   dejes   sin   una   palabra   de   perdón   en   medio   de   su   pecado.   Sana   con   tus   celestiales   medicinas   las  profundas   heridas   en   mi   alma   abiertas,   desátame   de   los   carnales   lazos   que   me   aprisionan   en   la   tierra   y   abrígame  siquiera  con  un  jirón  del  espléndido  manto  de  tu  gloria.  Amén.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  CUARTO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración  antigua  de  autor  anónimo.  Ven,  oh  gloriosa  Reina  María;  ven  y  visítanos;  ilumina  nuestras  almas  dolientes  y  danos  el  vivir  santamente.  Ven,  salud  del  mundo,   a   lavar   tantas  manchas   que   nos   afean,   a   disipar   tantas   tinieblas   que   nos   envuelven.   Ven,   Señora   de   los  pueblos,  y  apaga  estas   llamas  de  concupiscencia  que  nos  abrasan,  arrójanos  el  manto  de  tu  pureza  y  señala  el  seguro  camino  que  nos  ha  de   llevar  al  puerto.  Ven  a  visitar  a   los  enfermos,  a  fortalecer  a   los  débiles,  a  dar  firmeza  a   los  que  fluctúan  entre  mares  de  dudas.  Ven,   estrella,   luz  de   los  mares,   e   infúndenos  paz,   gozo   y  devoción.  Ven,   oh   cetro  de  reyes,  poderío  de  las  naciones,  y  vuelve  al  seno  de  la  fe,  al  amor  y  vida  de  su  unidad,  a  las  muchedumbres  extraviadas  que  no  conocen   lo  que  conviene  a  su  salud.  Ven,   trayéndonos  en  tus  manos   los  dones  de  tu  casto,  eterno  esposo,  el  Espíritu  Santo,  para  que  vivamos  por  su  lumbre  y  calor,  y  sean  nuestro  sustento  aquellos  frutos  eternos  que  nos  han  de  merecer  entrar  en  la  unidad  de  la  vida  bienaventurada.  Amén.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  QUINTO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración  de  San  Sofronio  (siglo  VII).  Patriarca  de  Jerusalén.  

Amansa,  oh  piadosa  Madre,  las  olas  de  tristeza  y  de  congoja  que  combaten  mí  corazón;  apaga  las  llamas  enemigas  que  me   cercan;   embota   los   dardos   que   manos   crueles   vienen   arrojando   contra   mi   alma,   amenazando   atravesarla   y  envenenarla   y  meter   en   ella   la  muerte.   Oh   alegría   bienaventurada,   oh   paz,   oh   serenidad   de   los   que   te   invocan,   oh  escudo  y  fortaleza  de  tus  fieles  servidores,  ven  y  tiende  tu  mano  sobre  las  llagas  recibidas  y  sobre  las  angustias  que  me  atormentan;  da   suavidad  y  paz  a  mi  entendimiento,  para  que  mi   lengua  engrandezca   siempre   la  alteza  de   la  merced  recibida.   Devuélvenos   en   lluvias   de   gracias   las   alabanzas   que   te   dirigimos;   abre   ese   manantial   de   gracias   que   por  nosotros   quiso   encerrarse   en   ti   y   no   vivamos   ya   entre   noches,   incertidumbres   y   temores;   a   ti   seremos   deudores   de  mercedes  que  jamás  labios  humanos  podrán  agradecer  ni  ponderar.  Amén.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  SEXTO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración  de  San  Ildefonso  (siglo  VII).  Arzobispo  de  Toledo.  Oh  clementísima  Virgen,  que  con  mano  piadosa  repartes  vida  a  los  muertos,  salud  a  los  enfermos,  luz  a  los  ciegos,  solaz  a   los   desesperados   y   consuelo   a   los   que   lloran.   Saca   de   los   tesoros   de   tu   misericordia   refrigerio   para   mi   ánimo  quebrantado,  alegría  para  mi  entendimiento  y   llamas  de  caridad  para  mi  durísimo  pecho.  Sé  vida  y  salud  de  mi  alma,  dulzura  y  paz  de  mi  corazón  y  suavidad  y  regocijo  de  mi  espíritu.  Y,  pues,  tú  eres  estrella  clarísima  del  mar,  madre  llena  de  compasión,  endereza  mis  pasos,  defiéndeme  de  riesgos  de  enemigos,  hasta  aquella  postrera  y  suspirada  hora  en  la  cual,  asistido  de  tu  auxilio,  enriquecido  con  tu  gracia,  vencidas  las  enemistades  del  infernal  dragón,  salga  de  este  mundo  para  los  eternos  y  seguros  gozos  de  la  vida  bienaventurada.  Amén.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  SÉPTIMO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración  de  San  Juan  Damasceno  (649-­‐749)  Doctor  de  la  Iglesia.  Nadie   está   en   el   cielo   más   cerca   de   la   Divinidad   simplicísima   que   tú,   que   tienes   asiento   sobre   la   cumbre   de   los  querubines  y  sobre  todos  los  ejércitos  de  los  serafines,  y  por  esto  no  es  posible  que  tu  intercesión  sufra  repulsa,  ni  que  sean  desatendidos  tus  ruegos.  No  nos  falte  tu  auxilio  mientras  vivamos  en  este  mundo  perecedero;  alárganos  tu  mano,  para  que,  obrando  las  obras  de  salud  y  huyendo  de  los  caminos  del  mal,  demos  seguro  el  paso  de  la  eternidad.  Por  ti  esperamos  que,  al  cerrar  a  este  destierro  los  ojos  de  la  carne,  se  abrirán  los  del  alma  para  anegarse  en  aquel  piélago  de  soberana   hermosura,   de   suavísimos   deleites,   por   el   cual   ansiosamente   suspiran   las   almas   regeneradas   y   que   nos  anunció  y  mereció  Cristo  Señor  nuestro  haciéndonos  ricos  y  salvos.  A  El  por  ti,  Señora,  rendimos  gloria  y  alabanza,  con  el  Padre  y  el  Espíritu  Santo,  ahora  y  siempre  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  OCTAVO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración  de  San  Efrén  de  Siria  (306-­‐373).  Doctor  de  la  Iglesia.  Oh   Virgen   purísima,  Madre   de   Dios,   Reina   de   todo   lo   criado,   levantada   sobre   todos   los   cortesanos   del   cielo   y   más  resplandeciente  y  pura  que  los  rayos  del  sol:  tú  eres  más  gloriosa  que  los  querubines,  más  santa  que  los  serafines  y  sin  comparación  más  sublime  y  aventajada  que  todos  los  ejércitos  del  cielo.  Tú  eres  la  esperanza  de  los  patriarcas,  la  gloria  de   los  profetas,   la  alabanza  de   los  apóstoles,  honra  de   los  mártires,  alegría  de   los   santos,  ornamento  de   las   sagradas  jerarquías,  corona  de  las  vírgenes,  inaccesible  por  tu  inmensa  claridad,  princesa  y  guía  de  todos  y  doncella  sacratísima;  por  ti  somos  reconciliados  con  Cristo  mi  Señor.  Guardame  debajo  de  tus  alas;  y  apiádate  de  mí,  que  estoy  sucio  con  mis  pasiones  y  manchado  con  los  innumerables  males  que  he  cometido  contra  mi  Juez  y  Criador.  No  tengo  otra  confianza  sino  en  ti,  que  eres  el  áncora  de  mi  esperanza,  el  puerto  de  mi  salud  y  socorro  oportuno  en  la  tribulación.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    DÍA  NOVENO  Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Oración  de  San  Germán  (496-­‐576).  Obispo  de  París.  

Ninguno  se  salva   sino  por   ti,  oh  Virgen  Santísima.'Ninguno  se   libra  de  males   sino  por   ti,  oh  Virgen  purísima.  Ninguno  recibe   gracias   de   Dios   sino   por   ti,   oh   Virgen   castísima.   Ninguno   obtiene   misericordia   sino   por   ti,   oh   Virgen  venerabilísima.   ¿Quién,   después   de   tu   bendito  Hijo,   tiene   tanto   cuidado  del   linaje   humano   como   tú?   ¿Quién   así   nos  defiende   en   nuestras   tribulaciones?   ¿Quién   tan   presto   nos   socorre   y   nos   libra   de   las   tentaciones   que   nos   acosan   y  persiguen?  ¿Quién,  con  sus  piadosos  ruegos,   intercede  por  los  pecadores  y  los  libra  de  las  penas  que  por  sus  pecados  merecen?   Por   esto   recurrimos   a   ti,   oh   purísima   y   dignísima   de   toda   alabanza   y   de   todo   obsequio.  Haz  que,  por  medio  de  tus  oraciones,  que  tanto  pueden  con  el  Señor,  las  cosas  eclesiásticas  sean  bien  gobernadas  y  tú  misma   las   conduzcas   a   puerto   seguro.   Viste   ricamente   a   los   sacerdotes   de   justicia   y   de   la   gloria   de   la   fe   probada,  inmaculada   y   sincera.  Dirige   en   estado  próspero   y   tranquilo   los   cetros   de   los   soberanos   cristianos.   Sé,   en   tiempo  de  guerra,  la  protección  del  ejército,  que  siempre  milita  bajo  tu  amparo,  y  confirma  al  pueblo  para  que,  conforme  Dios  lo  tiene  mandado,  persevere  en  el  obsequio  suave  de  la  obediencia.  Sé  el  muro  inexpugnable  de  este  pueblo  que  te  tiene  a  ti  como  a  torre  de  refugio  y  cimiento  que  la  sostiene.  Preserva  la  habitación  de  Dios  y  el  decoro  del  templo  de  todo  mal;  libra  a  cuantos  te  alaban,  da  redención  a   los  cautivos  y  sé  refugio  para  el  peregrino  y  consuelo  para  el  desamparado.  Extiende,   por   fin,   a   todo   el   orbe   tu   mano   auxiliadora,   para   que,   así   como   celebramos   con   alegría   esta   festividad,  celebremos   también   todas   las   demás   que   te   dedicamos,   en   Cristo   Jesús,   Rey   de   todas   las   cosas   y   verdadero   Dios  nuestro;   a   quien   sea   la   gloria   y   la   fortaleza,   junto   con   el   Padre   Eterno,   que   es   principio   de   la   vida,   y   con   el   Espíritu  coeterno,  consubstancial,  y  que  reina  con  los  dos,  ahora  y  siempre  y  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Terminar  con  la  oración  final  de  todos  los  días.    NOVENA  AL  SAGRADO  CORAZÓN  DE  MARÍA    ORACIÓN  PREPARATORIA  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  Dios  y  Señor  mío,  dignaos  aceptar  esta  Novena  que  hago  al  Corazón  de  María,  vuestra  celestial  Madre;  y  Vos,  Virgen  Santa,  alcanzadme  la  gracia  necesaria.  Amén.    Rezar  a  continuación  la  oración  del  día  que  corresponda:    DÍA  PRIMERO    Por  la  señal,  acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Corazón  Inmaculado  de  María,  Madre  de  Dios,  os  venero  y  bendigo  por  esta  excelsa  prerrogativa,  que  os  ensalza  sobre  todos  los  hombres  y  ángeles.  Por  ella  os  pido  que  os  compadezcáis  de  mí  en  mis  necesidades.  Concluir  con  cinco  avemarías,  las  deprecaciones  y  oración  final.    DÍA  SEGUNDO    Por  la  señal,  acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Corazón   Inmaculado  de  María,  Madre  nuestra;  acordaos  que   Jesús,  pendiente  de   la  Cruz,  os  constituyó  Madre  de   los  hombres  y  nos  puso  bajo  vuestro  cuidado.  Mostrad  ser  nuestra  Madre.  Amén.  Concluir  con  cinco  avemarías,  las  deprecaciones  y  oración  final.    DÍA  TERCERO    Por  la  señal,  acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Corazón   Inmaculado  de  María,   Reina  de   cielos   y   tierra,  manifestad  en   favor   nuestro   el   grande  poder  que  Dios  os   ha  concedido;  y  os  pido  que  me  defendáis  en  todas  las  tentaciones  del  enemigo  de  mi  alma.  Amén.  Concluir  con  cinco  avemarías,  las  deprecaciones  y  oración  final.    DÍA  CUARTO    Por  la  señal,  acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Corazón   Inmaculado  de  María,  Medianera  de   todas   las  gracias,   ya  que  Dios  ha  dispuesto  que   las   recibamos   todas  de  vuestra  mano,  alcanzadme  las  que  más  necesito  para  la  salvación  de  mi  alma.  Amén.  Concluir  con  cinco  avemarías,  las  deprecaciones  y  oración  final.    

DÍA  QUINTO    Por  la  señal,  acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Corazón  Inmaculado  de  María,  Virgen  purísima  y  sin  mancha,  alcanzadnos  la  gracia  de  pasar  por  este  mundo  tan  lleno  de  pecados,  de  manera  que  nos  conservemos  puros  del  lodo  de  tanta  sensualidad.  Amén.  Concluir  con  cinco  avemarías,  las  deprecaciones  y  oración  final.    DÍA  SEXTO    Por  la  señal,  acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Corazón   Inmaculado   de   María,   Abogada   y   Protectora   de   los   hombres,   a   Vos   acudimos   en   todos   los   peligros,   y   os  pedimos  que  nos  protejáis  durante  la  vida,  pero  sobre  todo  en  el  instante  de  nuestra  muerte.  Amén.  Concluir  con  cinco  avemarías,  las  deprecaciones  y  oración  final.    DÍA  SÉPTIMO    Por  la  señal,  acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Corazón  Inmaculado  de  María,  Maestra  y  guía  de  los  hombres,  iluminadnos  con  divina  luz  para  conocer  la  vanidad  de  las  cosas  terrenas  y  la  suprema  realidad  de  las  cosas  celestiales  y  eternas.  Amén.  Concluir  con  cinco  avemarías,  las  deprecaciones  y  oración  final.    DÍA  OCTAVO    Por  la  señal,  acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Corazón  Inmaculado  de  María,  Mártir  y  Reina  de  los  Mártires,  por  lo  mucho  que  padecisteis  en  este  mundo,  os  pido  me  alcancéis  paciencia  y  conformidad  en  los  trabajos  de  esta  miserable  vida.  Amén.  Concluir  con  cinco  avemarías,  las  deprecaciones  y  oración  final.    DÍA  NOVENO    Por  la  señal,  acto  de  contrición  y  oración  preparatoria.  Corazón  Inmaculado  de  María,  Celadora  de  la  gloria  de  Dios  y  de  la  salvación  de  las  almas,  haced  que  imitemos  vuestras  virtudes  en  la  tierra  y  que  podamos  acompañaros  en  la  gloria  del  cielo.  Amén.  Concluir  con  cinco  avemarías,  las  deprecaciones  y  oración  final.    DEPRECACIONES  1.  Oh  Corazón  de  María,  compadeceos  de  los  incrédulos;  despertad  a  los  indiferentes;  dad  la  mano  a  los  desesperados;  convertid  a  los  blasfemos  y  profanadores  de  los  días  del  Señor.  Avemaría.  2.   Oh   Corazón   de  María,   aumentad   la   fe   de   los   pueblos;   fomentad   la   piedad;   sostened   las   familias   verdaderamente  católicas;  apagad  los  odios  y  venganzas  en  que  se  abrasa  el  mundo.  Avemaría.  3.  Oh  Corazón  de  María,  salvad  a  los  mundanos,  purificad  a  los  deshonestos,  volved  al  buen  camino  a  tantas  víctimas  del  vicio  y  del  error.  Avemaría.  4.  Oh  Corazón  de  María,   convertid  a   todos   los  pecadores  de   la   Iglesia;  dirigid  a  patronos  y  obreros;   iluminad  con   luz  celestial  a  los  malos  escritores  y  gobernantes;  santificad  a  los  malos  católicos.  Avemaría.  5.   Oh   Corazón   de   María,   suscitad   muchos   y   santos   Sacerdotes   y   Misioneros   que   trabajen   en   la   conversión   de   los  pecadores  y  en  la  salvación  de  las  almas  de  todo  el  mundo,  y  dadnos  a  todos  la  perseverancia  final  en  el  santo  amor  y  temor  de  Dios.  Así  sea.  Avemaría.  ORACIÓN   FINAL.  Oh   Inmaculado   Corazón   de  María,   en   Vos   confiamos;   no   nos   dejáis   en   este   valle   de   lágrimas   hasta  vernos  seguros  junto  a  Vos  en  el  cielo.  Así  sea.  

   NOVENA  A  LA  VIRGEN  NIÑA    ORACIÓN  INICIAL.  ¡Oh  María  santísima!  elegida  y  destinada  ab  eterno  por  la  augustísima  Trinidad  para  Madre  del  unigénito  Hijo  del  Padre,  anunciada  por  los  Profetas,  esperada  de  los  Patriarcas,  y  deseada  de  todas  las  gentes;  sagrario  y  templo  vivo  del  Espíritu  

Santo,  sol  sin  mancha,  porque  fuisteis  concebida  sin  pecado  original,  Señora  del  cielo  y  de  la  tierra,  Reina  de  los  Ángeles;  nosotros   humildemente   postrados   os   veneramos,   y   nos   alegramos   de   la   solemne   conmemoración   anual   de   vuestro  felicísimo   Nacimiento;   y   de   lo   mas   íntimo   de   nuestro   corazón   os   suplicamos   que   os   dignéis   benigna   venir   a   nacer  espiritualmente  en  nuestras  almas,  para  que  cautivadas  estas  por  vuestra  amabilidad  y  dulzura,  vivan  siempre  unidas  a  vuestro  dulcísimo  y  amabilísimo  Corazón.  Ahora  con  nueve  distintas  salutaciones  contemplaremos  los  nueve  meses  que  estuvisteis   encerrada   en   el   seno  materno;   diciéndoos  que  oriunda  de   la   Real   prosapia   de  David,   salisteis   con   grande  honor  a  luz  de  las  entrañas  de  santa  Ana  vuestra  afortunadísima  madre.  Avemaría    II.  Os  saludamos,  oh  Niña  celestial,  paloma  candidísima  de  pureza,  que  a  despecho  del  infernal  dragón  fuisteis  concebida  sin  pecado  original.  Avemaría    III.  Os  saludamos,  oh  Aurora  brillantísisima,  que  como  precursora  del  Sol  de  justicia,  trajisteis  la  primera  luz  al  mundo.  Avemaría    IV.  Os   saludamos,  oh  Elegida,  que,   cual   sol   sin  mancha  alguna,  despuntasteis  en   la  noche  más   tenebrosa  del  pecado.  Avemaría    V.   Os   saludamos,   oh   bellísima   Luna,   que   iluminasteis   al  mundo   envuelto   en   las  más   densas   tinieblas   del   gentilismo.  Avemaría.    VI.  Os  saludamos  como  a  esforzada  amazona,  que  sola,  a  manera  de  un  numeroso  ejército,  pusisteis  en  fuga  a  todo  el  infierno.  Avemaría    VII.  Os  saludamos,  oh  hermosa  alma  de  María,  a  quien  Dios  poseyó  desde  la  eternidad.  Avemaría    VIII.   Os   saludamos,   oh   amada  Niña,   y   veneramos   vuestro   santísimo   cuerpecito,   los   sagrados   pañales   en   que   fuisteis  envuelta,  y  la  sagrada  cuna  en  que  estuvisteis  acostada,  y  bendecimos  el  punto  y  momento  en  que  nacisteis.  Avemaría    XI.   Os   saludamos   finalmente,   oh   amada   Niña,   como   adornada   de   todas   las   virtudes   en   grado   inmensamente   mas  elevado   que   los   otros   Santos,   y   que,   hecha   digna  Madre   del   Salvador,   y   habiendo   concebido   por   virtud   del   Espíritu  Santo,  paristeis  al  Verbo  encarnado.  Avemaría    ORACIÓN  FINAL.  ¡Oh  graciosísima  Niña!  que  con  vuestro  feliz  nacimiento  habéis  consolado  al  mundo,  alegrado  al  cielo  y  aterrado  al   infierno;  habéis  dado  ayuda  a   los  caídos,  consuelo  a   los   tristes,   salud  a   los  enfermos  y  alegría  a   todos;  os  suplicamos  con   los  mas   fervorosos  afectos  que   renazcáis  espiritualmente  con  vuestro   santo  amor  en  nuestras  almas;  renovad   nuestro   espíritu   para   que   os   sirvamos,   encended   de   nuevo   nuestro   corazón   para   que   os   amemos;   y   haced  florecer  en  nosotros  aquellas  virtudes  con  las  que  podamos  hacernos  siempre  mas  agradables  a  vuestros  benignísimos  ojos.   ¡Oh   María!   Sed   para   nosotros   María,   haciéndonos   experimentar   los   saludables   efectos   de   vuestro   suavísimo  Nombre;  sírvanos  la  invocación  de  este  Nombre  de  alivio  en  los  trabajos,  de  esperanza  en  los  peligros,  de  escudo  en  las  tentaciones,  de  aliento  en  la  muerte.  Sea  el  Nombre  de  María  como  la  miel  en  la  boca,  la  melodía  en  el  oído,  y  el  júbilo  en  el  corazón.  Así  sea.    NOVENA  DE  SAN  AGUSTÍN    Por  la  señal…  Señor  mío  Jesucristo…    ORACIÓN  PARA  TODOS  LOS  DÍAS.  Peregrino   y   enfermo,   vuelvo   a   Ti,  Dios  mío,   cansado  de  peregrinar   fuera   de   Ti,   y   agobiado  por   el   grave  peso  de  mis  males.  Lo  he  visto;  lo  he  experimentado:  lejos  de  Ti  no  hay  abrigo,  ni  hartura,  ni  descanso,  ni  bien  alguno  que  sacie  los  deseos  del  alma  que  creaste.  Heme,  pues,  aquí,  desnudo  y  hambriento  y  miserable,  ¡oh  Dios  de  mi  salud!  Ábreme  las  

deseadas  puertas  de   tu   casa;   perdóname;   recíbeme;   sáname  de   todas  mis   enfermedades;   úngeme   con  el   óleo  de   tu  gracia,  y  dame  el  ósculo  de  paz  que  prometiste  al  pecador  contrito  y  humillado.  ¿A  quién,  sino  a  Ti,  clamaré,  desde  el  profundo  abismo  de  mis  males,  oh  Dios  mío  y  Misericordia  mía?  Como  el  ciervo  herido  desea  la  corriente  de  las  aguas,  así   mi   alma   corre   a   Ti,   sedienta   de   tu   amor,   y   desea   tu   rostro   amabilísimo.   ¡Oh   Verdad!   ¡Oh   Belleza   infinitamente  amable  de  Dios!   ¡  Cuán   tarde   te  amé!,   ¡cuán   tarde   te  conocí!  y   ¡cuán  desdichado   fue  el   tiempo  en  que  no   te  amé  ni  conocí!  Mis  delitos  me  han  envejecido;  mis  culpas  me  han  afeado;  mis  iniquidades  han  sobrepujado,  como  las  olas  del  mar,   por   encima   de   mi   cabeza.   ¡Quién   me   diera,   Dios   mío,   un   amor   infinito   para   amarte,   y   un   dolor   infinito   para  arrepentirme  del  tiempo  en  que  no  te  amé  corno  debía!  Mas,  al  fin,  te  amo  y  te  conozco,  Bien  sumo  y  Verdad  suma,  y  con   la   luz   que   Tú  me   das   me   conozco   y   me   aborrezco,   pues   yo   he   sido   el   principio   y   la   causa   toda   de  mis   males.  ¡Conózcate  yo,  Dios  mío,  de  modo  que  te  ame  y  no  te  pierda!  ¡Conózcame  a  mí,  de  suerte  que  sepa  aborrecerme  y  no  me   busque   vanamente   en   cosa   alguna!   ¡Amete   yo,   mi   Dios,   y   suma   Riqueza   de   mi   alma,   de   modo   que   merezca  poseerte!  ¡Y  aborrézcame  a  mí  de  modo  tal  que  me  vea  libre  de  la  gran  miseria  de  mí  mismo!  ¡Muera  yo  a  mí,  que  soy  causa  de  mi  muerte,  para  no  morir  con  muerte  sempiterna!  ¡Y  viva  yo  para  Ti,  Dios  mío  y  Vida  mía,  de  modo  que  Tú  seas  mi  verdadera  vida  y  mi  salud  perfecta  para  siempre!  Amén.    Rezar  la  oración  correspondiente  al  día:    ORACIÓN  FINAL  PARA  TODOS  LOS  DÍAS.  ¡Gloríosísimo  Padre  San  Agustín,  Doctor  sapientísimo  de  la  gracia,  Custodio  fidelísimo  de  la  fe,  Patriarca  dichosísimo  de  la   gran   familia   agustiniana   y   de   tantas   familias   religiosas   que   abrazaron   vuestra   apostólica   Regla,   como   amplísimo  camino  de  perfección  y  santidad!  Acordaos,  en  la  abundancia  de  vuestra  gloria  y  en  las  eternas  alegrías  de  la  patria,  de  los  que  todavía  gemimos  en  la  tribulación  y  en  el  destierro;  no  os  olvidéis  en  vuestro  corazón,  lleno  ya  de  los  deleites  de  Dios,   de   los   hijos,   de   los   amigos,   de   los   pecadores,   que   os   llaman   y   buscan   como   a   Padre,   como   a   Amigo.   como   a  poderoso  Mediador  ante  el  Dios  de  las  misericordias  y  de  las  justicias  sempiternas.  ¡Volver  a  tratar  de  la  santidad  con  el  impío,  de  la  justicia  con  el  injusto,  del  orden  y  de  la  paz  con  los  que  imperan  y  gobiernan,  del  salario  de  la  eternidad  con  los  obreros  del  tiempo,  del  gozo  y  de  la  posesión  del  sumo  Bien  con  todos  los  hijos  del  dolor  y  del  trabajo.  ¡Vuelva  a  caer  sobre  la  tierra  el  rocío  de  vuestra  palabra!  ¡Vuelvan  a  florecer   las  soledades  y   los  claustros  de  la  santidad  de  vuestros  monjes  y  de  vuestras  vírgenes!  ¡Vuelva,  como  en  días  de  triunfo,  a  respirar  con  alegría  la  militante  Iglesia  bajo  la  sombra  de  vuestro  báculo!  Padre  y  Pastor  amantísimo,  que  no  queríais  vuestra  salvación  sino  salvando  a  vuestro  pueblo:  no  os  olvidéis   ahora,   que   estáis   en   el   lugar   seguro,   de   los   que   nos   hallamos   todavía   en  medio   de   la   batalla   y   del   peligro;  cobijadnos   a   todos  bajo   las   alas   de   vuestra   caridad   y   vuestro   celo;   guardadnos   a   todos   en   el   redil   del  Divino  Pastor,  Cristo;   conducidnos   por   la   senda   dichosa   de   su   Ley,   y   llevadnos   con   vos   a   los   eternos   pasos   de   su   gloria,   donde  juntamente  con  vos  le  veamos  en  la  inefable  compañía  del  Padre  y  del  Espíritu  Santo,  y  Él  sea  nuestro  Dios,  y  nosotros  seamos  su  pueblo  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.    DÍA  PRIMERO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Vocación  divina.  Gloriosísimo  Padre  San  Agustín,  que  por  divina  dispensación   fuisteis   llamado  de   las   tinieblas  de   la  gentilidad  y  de   los  caminos  del  error  y  de  la  culpa  a  la  admirable  luz  del  Evangelio  y  a  los  rectísimos  caminos  de  la  gracia  y  de  la  justificación  para  ser  ante   los  hombres  vaso  de  predilección  divina  y  brillar  en  días  calamitosos  para   la   Iglesia,  como  estrella  de   la  mañana   entre   las   tinieblas   de   la   noche:   alcanzadnos   del   Dios   de   toda   consolación   y   misericordia   el   ser   llamados   y  predestinados,   como  Vos   lo   fuisteis,   a   la   vida  de   la   gracia   y   a   la   gracia  de   la  eterna   vida,  donde   juntamente   con  Vos  cantemos  las  misericordias  del  Señor  y  gocemos  la  suerte  de  los  elegidos  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Meditemos  unos  instantes  y  pidamos  la  gracia  que  deseamos  conseguir  en  esta  Novena.  Tres  Padrenuestros,  Avemaría  y  Glorias  a  la  Santísima  Trinidad,  en  memoria  de  la  devoción  con  que  veneró  este  Misterio  el  gran  Padre  y  Doctor  de  la  Iglesia  San  Agustín.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.      DÍA  SEGUNDO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Conversión  a  Dios.  

Gloriosísimo  Padre  San  Agustín,  que  en  la  hora  dichosa  de  vuestra  conversión  a  Dios  fuisteis  iluminado  de  tal  modo  por  la   luz  de   la   verdad  divinamente   revelada,  que  en  vuestra   inteligencia  no  quedó   lugar  alguno  para   las   tinieblas  que   la  oscurecían,  ni  en  vuestro  corazón  escoria  alguna  de  los  amores  de  la  tierra,  y  en  aquel  punto  quedasteis  hecho  Doctor  y  Maestro  de  una  ciencia  divina  que  antes  no  comprendíais,  y  antorcha  resplandeciente  de  una  caridad  tan  nueva  y  tan  divina  que  os  hizo  aborrecer  todo  lo  que  antes  amabais:  alcanzadnos  del  Dios  de  toda  piedad  y  misericordia  la  gracia  de  convertirnos  a  Él  de  tal  manera  que  no  habite  jamás  en  nosotros  la  ceguedad  y  corrupción  del  hombre  viejo,  y  seamos  vestidos  totalmente  de   luz  y  de   la  gracia  del  nuevo  Adán,  Jesucristo  Señor  nuestro,  el  cual  sea  nuestra  vida  y  nuestro  amor  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén  Meditemos  unos  instantes  y  pidamos  la  gracia  que  deseamos  conseguir  en  esta  Novena.  Tres  Padrenuestros,  Avemaría  y  Glorias  a  la  Santísima  Trinidad,  en  memoria  de  la  devoción  con  que  veneró  este  Misterio  el  gran  Padre  y  Doctor  de  la  Iglesia  San  Agustín.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  TERCERO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Perseverancia.  Gloriosísimo  Padre  San  Agustín,  que  desde  el  día  dichoso  de  vuestra  conversión  supisteis  ya  correr  y  saltar  con  alegría  por  los  caminos  del  temor  del  Señor,  sin  desfallecer  jamás,  ni  volver  los  ojos  a  las  antiguas  sendas  de  vuestra  juventud,  porque  en   la  escuela  de  aquel   santo   temor  aprendisteis   la   sabiduría,   la  disciplina,   la   justicia  y   la  equidad,  que   fueron  corona  de  gracias  para   vuestra   cabeza   y   collar  de  perlas  preciosas  para   vuestro   cuello:   alcanzádnos  del  Dios  de   toda  providencia  y   sabiduría  aquella   sagacidad  que  hace  sabios  a   los  niños,  y  aquel  entendimiento  que  da  prudencia  a   los  adultos,   para   que   sepamos   volar   en   pos   de   vuestros   altísimos   ejemplos,   como   en   pos   del   águila   sus   hijuelos,   hasta  conseguir,  como  Vos,  el  premio  de  los  que  vencen  y  la  corona  de  los  que  triunfan  en  Jesucristo  Nuestro  Señor  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Meditemos  unos  instantes  y  pidamos  la  gracia  que  deseamos  conseguir  en  esta  Novena.  Tres  Padrenuestros,  Avemaría  y  Glorias  a  la  Santísima  Trinidad,  en  memoria  de  la  devoción  con  que  veneró  este  Misterio  el  gran  Padre  y  Doctor  de  la  Iglesia  San  Agustín.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.      DÍA  CUARTO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Castidad.  Gloriosísimo  Padre  San  Agustín,  que,  desde  el  día  en  que  felizmente  rompisteis   las  cadenas  de  la  antigua  servidumbre  del  pecado,  de  tal  modo  os  consagrasteis  a  Dios  y  al  estudio  de  la  verdadera  sabiduría,  que  no  quisisteis  otra  esposa  que  la  excelsa  virtud  de   la   castidad,   y  en  ella   supisteis  encontrar   la  vena  del   contento  y  de   la  alegría  de  vuestro  corazón,  aborreciendo  para  siempre  las  turbias  y  corrompidas  aguas  de  las  cisternas  de  la  tierra:  alcanzadnos  del  Dios  poderoso  de  las  virtudes  la  gracia  de  saber  desatarnos  de  todo  vínculo,  no  santo,  de  carne  y  sangre,  de  modo  que  permanezcamos  libres,  puros  y  castos,  como  ángeles  de  Dios,  sobre  la  tierra,  para  que  seamos  dignos,  un  día,  de  alcanzar,  como  vos,  el  premio  de  los   limpios  de  corazón,  que  es  ver  a  Dios,  cara  a  cara,  entre  los   increados  resplandores  de  su  gloria  por   los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Meditemos  unos  instantes  y  pidamos  la  gracia  que  deseamos  conseguir  en  esta  Novena.  Tres  Padrenuestros,  Avemaría  y  Glorias  a  la  Santísima  Trinidad,  en  memoria  de  la  devoción  con  que  veneró  este  Misterio  el  gran  Padre  y  Doctor  de  la  Iglesia  San  Agustín.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  QUINTO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Pobreza  Gloriosísimo   Padre   San   Agustín,   que,   al   sumergiros   en   las   aguas   purificadoras   del   Bautismo,   de   tal   modo   os  desnudasteis,   en   aquel   instante,   del   afecto   a   las   cosas   de   la   tierra,   que   ya   no   pensasteis   sino   en   abrazaros   con   la  apostólica   virtud   de   la   pobreza,   y   no   contento   con   abrazarla   vos   y   practicarla,   con   la   increíble   estimación   de   su  hermosura,  la  persuadisteis  a  muchos  y  sobre  ella  fundasteis  el  edificio  inmenso  de  vuestra  admirable  y  Santa  Religión:  alcanzadnos,  del  Dios  que  os  inspiró  tanto  amor  a  la  perfectísima  pobreza,  la  gracia  de  vivir  y  morir,  como  verdaderos  pobres   de   Cristo,   desposeídos   de   todo   apego   a   las   cosas   perecederas   de   acá   abajo,   y   fijo   siempre   el   corazón   y   el  

pensamiento  en  los  bienes  eternos  de  allá  arriba,  para  que,  libres  del  peso  inútil  de  aquellas,  merezcamos,  como  vos,  la  posesión  dichosa  de  éstos  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Meditemos  unos  instantes  y  pidamos  la  gracia  que  deseamos  conseguir  en  esta  Novena.  Tres  Padrenuestros,  Avemaría  y  Glorias  a  la  Santísima  Trinidad,  en  memoria  de  la  devoción  con  que  veneró  este  Misterio  el  gran  Padre  y  Doctor  de  la  Iglesia  San  Agustín.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.      DÍA  SEXTO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Obediencia  Gloriosísimo   Padre   San   Agustín,   que,   desde   el   día   para   siempre  memorable   en   que   os   incorporasteis   a   la   Iglesia   de  Cristo,  de  tal  modo  reconocisteis  su  divina  autoridad  sobre  los  hombres,  que  confesabais  no  poder  ser  hijo  de  la  Fe  si  no  lo  fuerais  antes  de  la  Iglesia,  y  con  la  palabra  y  el  ejemplo  confirmasteis  a  los  fieles  en  la  universal  y  absoluta  sumisión  a  la   cátedra   de   San   Pedro:   alcanzadnos,   del   Dios   que   se   hizo   a   sí   mismo   obediente   hasta   la   muerte,   la   gracia   de   no  separarnos  jamás  de  la  unidad  santa  de  su  Iglesia  y  de  rendir  nuestro  juicio  y  voluntad  a  los  Prelados  que  en  nombre  de  la  Iglesia  nos  gobiernen,  con  aquella  docilidad  que  es  puerta  infalible  de  la  eterna  vida,  a  fin  de  que  merezcamos,  un  día,  las  victorias  de  los  que  dignamente  obedecen  y  la  gloria  inmarcesible  de  los  que  sabiamente  se  humillan  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Meditemos  unos  instantes  y  pidamos  la  gracia  que  deseamos  conseguir  en  esta  Novena.  Tres  Padrenuestros,  Avemaría  y  Glorias  a  la  Santísima  Trinidad,  en  memoria  de  la  devoción  con  que  veneró  este  Misterio  el  gran  Padre  y  Doctor  de  la  Iglesia  San  Agustín.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.      DÍA  SÉPTIMO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Humildad  Gloriosísimo   Padre   San   Agustín,   que,   desde   la   cumbre   misma   de   la   santidad,   y   rodeado   de   los   esplendores   de   la  dignidad  altísima  de  que  os  hallabais  investido  en  la  Iglesia  de  Dios,  no  os  olvidasteis  de  mirar  al  abismo  de  la  humana  fragilidad  y  miseria,  y,  embriagado  del  vino  generoso  de  la  compunción  por  los  pasados  extravíos  de  vuestra  juventud,  los   confesasteis  a   la   faz  del  mundo,  para  vuestra  humillación  y   justísima  alabanza  y  glorificación  de   la  gracia  y  de   las  grandes  misericordias  del  Señor:  alcanzadnos  del  Dios  justísimo  y  misericordiosísimo,  que  abate  hasta  el   infierno  a  los  soberbios   y   ensalza   hasta   su   gloria   a   los   humildes,   la   gracia   de   adorar   con   reverencia   sus   tremendos   juicios,  reconociendo  con  verdadera  luz  nuestros  pecados,  y  confesando  con  amor  sus  divinas  misericordias,  para  que,  libres  de  la  confusión  e  ignominia  de  los  soberbios.  merezcamos,  un  día,  ser  ensalzados  como  los  humildes,  entre  los  verdaderos  hijos  de  Dios,  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Meditemos  unos  instantes  y  pidamos  la  gracia  que  deseamos  conseguir  en  esta  Novena.  Tres  Padrenuestros,  Avemaría  y  Glorias  a  la  Santísima  Trinidad,  en  memoria  de  la  devoción  con  que  veneró  este  Misterio  el  gran  Padre  y  Doctor  de  la  Iglesia  San  Agustín.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    DÍA  OCTAVO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Santidad  Gloriosísimo  Padre  San  Agustín,  «bello  sol»  entre   los  Doctores  de   la   Iglesia;  «luna   llena»  entre   los  sabios  de  todos   los  tiempos,  que  de  vos  toman  la   lumbre  de  la  sabiduría;  «alto  ciprés»  entre  los  confesores,  por  vuestra  magnanimidad  y  fortaleza;  «fresco  y  fragantísimo  lirio»  entre  los  castos  e  inocentes,  que  no  habéis  manchado  nunca  la  blanca  estola  del  Bautismo  que  una  vez  recibisteis;  «árbol  de  oloroso  incienso»  por  la  devoción  y  contemplación  con  que  penetrasteis  los  misterios   divinos;   «arco   iris»   de   paz   entre   Dios   y   los   hombres   en   días   calamitosos   y   terribles   para   todo   el   mundo;  «hermosísima  palmera,  rodeada  de  renuevos  y  cargada  de  preciosísimos  racimos»,  como  Padre  y  Patriarca  de  una  gran  familia  de  monjes  y  de  vírgenes;  «rico  vaso  de  oro,  guarnecido  de  piedras  preciosas»,  porque  resplandecéis  entre   los  Santos  por  la  hermosura  y  variedad  de  vuestras  virtudes  y  por  el  brillo  de  vuestra  caridad  indeficiente:  alcanzadnos  del  Dios   tres   veces   Santo   y   Amador   de   toda   santidad   la   gracia   de   ser,   a   semejanza   vuestra,   sabios   en   la   doctrina,  magnánimos   en   la   fortaleza,   inmaculados   en   las   costumbres,   amantes   de   la   oración   y   del   retiro,   pacíficos   con   todos  nuestros  hermanos,  resplandecientes  con  la  luz  del  buen  ejemplo,  y  en  toda  virtud  ricos,  llenos  y  perfectos,  conforme  a  

nuestra  vocación  y  estado,  de  modo  que  merezcamos,  algún  día,  estar  en  donde  vos  estáis  y  reinar  con  vos  entre   los  santos  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Meditemos  unos  instantes  y  pidamos  la  gracia  que  deseamos  conseguir  en  esta  Novena.  Tres  Padrenuestros,  Avemaría  y  Glorias  a  la  Santísima  Trinidad,  en  memoria  de  la  devoción  con  que  veneró  este  Misterio  el  gran  Padre  y  Doctor  de  la  Iglesia  San  Agustín.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.      DÍA  NOVENO    Comenzar  con  la  oración  de  todos  los  días.  Celo  Gloriosísimo  Padre   San  Agustín,   celosísimo  defensor   de   la   honra   del   Altísimo,   que,   inflamado   en   la   llama  de   un   celo  abrasador  y  divino,  quitasteis  de  la  tierra  las  abominaciones  de  la  impiedad;  procurasteis  de  mil  modos  la  salud  de  todas  las  gentes,  y  velasteis  por  la  gloria  del  Señor,  por  el  decoro  de  su  templo  y  la  santidad  de  sus  sacerdotes:  alcanzadnos  del  Dios   santísimo  y   celosísimo  de   la   gloria  de   su  nombre,   y  que   tiene  por  nombre  «fuego  abrasador»,  que   se  digne  encender  en  nuestros  corazones  aquel  sagrado  fuego  que  abrasaba  el  vuestro,  a  fin  de  que  arda  siempre  en  nosotros  aquel  celo  que  purifica  y  no  destruye,  que  corrige  y  no  afrenta,  que  todo  lo  repara  y  edifica,  mas  nunca  se  envanece  con  el  triunfo,  porque  da  toda  la  gloria  a  solo  Dios,  a  quien  solamente  se  debe  y  a  quien  sea  todo  honor  y  toda  la  gloria  por  los  siglos  de  los  siglos.  Amén.  Meditemos  unos  instantes  y  pidamos  la  gracia  que  deseamos  conseguir  en  esta  Novena.  Tres  Padrenuestros,  Avemaría  y  Glorias  a  la  Santísima  Trinidad,  en  memoria  de  la  devoción  con  que  veneró  este  Misterio  el  gran  Padre  y  Doctor  de  la  Iglesia  San  Agustín.  Terminar  con  la  oración  final  para  todos  los  días.    NOVENA  EN  HONOR  A  SAN  JUDAS  TADEO    ORACIÓN  PREPARATORIA  Bendito  Apóstol,  San  Judas  Tadeo,  Cristo  te  concedió  poder  para  obrar  maravillas  conducentes  al  bien  espiritual  de  los  hombres:  presenta  al  Señor  mi  oración  y  si  es  de  su  agrado,  haz  que  logre  la  gracia  que  solicito  de  su  misericordia.    Se  pide  la  gracia  que  se  desea  obtener  y  a  continuación  se  reza  la  oración  del  día  correspondiente.    Rezar  a  continuación  la  oración  del  día  que  corresponda:    ORACIONES  FINALES  PARA  TODOS  LOS  DÍAS  San  Judas  Tadeo,  ruega  por  mí  y  por  todos  los  que  piden  tu  protección.    Padrenuestro,  Avemaría  y  Gloria.    V.  San  Judas  Tadeo,  Apóstol  glorioso.  R.  Haz  que  mis  penas  se  vuelvan  en  gozo.  Oración.  Glorioso  Apóstol,   San   Judas  Tadeo,  por  amor  de   Jesús  y  María,  escucha  mi  oración  y  protege  a   cuantos  con  fervor  te  invocan.  Amén.    DÍA  PRIMERO    San  Judas  Tadeo,  El  Señor  te  llamó  a  la  gracia  del  apostolado,  y  tú  correspondiste  hasta  dar  la  vida  por  Él.  Consígueme  del  Señor  que  yo  también  sea  fiel  en  el  cumplimiento  de  su  voluntad.    DÍA  SEGUNDO    San  Judas  Tadeo,  tú  aprendiste  de  Jesús  el  amor  que  te  llevó  al  martirio.  Consígueme  del  Señor  que  yo  también  le  ame  con  un  amor  de  preferencia.  Terminar  con  las  oraciones  finales  del  día  primero.    DÍA  TERCERO    

San   Judas   Tadeo,   tan   grande   fue   tu   amor   al   prójimo   que   no   te   perdonaste   trabajo   alguno   para   atraerlos   a   Dios.  Consígueme  del  Señor  que  yo  posponga  mis  intereses  por  la  gloria  de  Dios  y  por  el  bien  de  mi  prójimo.  Terminar  con  las  oraciones  finales  del  día  primero.    DÍA  CUARTO    San   Judas   Tadeo,   fue   tanta   tu   abnegación   que   desterraste   el   hombre   viejo   de   pecado   para   que   Cristo   viviera   en   ti.  Consígueme  del  Señor,  que  mortificando  mis  pasiones,  viva  sólo  para  Él.  Terminar  con  las  oraciones  finales  del  día  primero.    DÍA  QUINTO    San  Judas  Tadeo,  tú  detestaste  la  gloria  y  ostentación  del  mundo  para  implantar  la  Cruz  y  el  Evangelio.  Consígueme  del  Señor  que  yo  sólo  me  gloríe  en  la  Cruz  de  Cristo  viviendo  conforme  al  Evangelio.  Terminar  con  las  oraciones  finales  del  día  primero.    DÍA  SEXTO    San  Judas  Tadeo,  tu  dejaste  todo  para  seguir  al  Maestro.  Consígueme  del  Señor  que  yo  esté  pronto  a  sacrificar  por  Dios  aún  mi  propio  interés.  Terminar  con  las  oraciones  finales  del  día  primero.    DÍA  SÉPTIMO    San  Judas  Tadeo,  tan  grande  fue  tu  celo  santo  que  hiciste  salir  de  los  ídolos  a  los  demonios.  Consígueme  del  Señor,  que  detestando  los  ídolos  que  me  dominan,  adore  sólo  a  mi  Dios.  Terminar  con  las  oraciones  finales  del  día  primero.    DÍA  OCTAVO    San  Judas  Tadeo,  entregando  tu  vida  y  tu  sangre  diste  valeroso  testimonio  de  fe.  Consígueme  del  Señor  que,  detestando  todo  temor,  sepa  dar  testimonio  de  Cristo  ante  los  hombres.  Terminar  con  las  oraciones  finales  del  día  primero.    DÍA  NOVENO    San   Judas   Tadeo,   habiendo   recibido   el   premio   y   la   corona   has   hecho   evidente   tu   protección   obrando   prodigios   y  maravillas  con  tus  devotos.  Consígueme  del  Señor  que  yo  sienta  tu  protección  para  que  pueda  cantar  eternamente  sus  maravillas.  Terminar  con  las  oraciones  finales  del  día  primero.