¡no en mi patio trasero! - el caso de la comunidad ecológica de peñalolén

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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=50911338012 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Roberto Mardones Arévalo ¡No en mi patio trasero!: el caso de la comunidad ecológica de Peñalolén Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 34, mayo, 2009, pp. 139-149, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Ecuador ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Iconos. Revista de Ciencias Sociales, ISSN (Versión impresa): 1390-1249 [email protected] Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Ecuador www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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¡No en Mi Patio Trasero! - El Caso de La Comunidad Ecológica de Peñalolén

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Page 1: ¡No en Mi Patio Trasero! - El Caso de La Comunidad Ecológica de Peñalolén

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=50911338012

Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Sistema de Información Científica

Roberto Mardones Arévalo

¡No en mi patio trasero!: el caso de la comunidad ecológica de Peñalolén

Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 34, mayo, 2009, pp. 139-149,

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

Ecuador

¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista

Iconos. Revista de Ciencias Sociales,

ISSN (Versión impresa): 1390-1249

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¡No en mi patio trasero!: el caso de la comunidad ecológica de PeñalolénNot in my Backyard!:The Case of the Ecological Community of PeñalolénRoberto Mardones ArévaloMagíster en Ciencia Política. Profesor e investigador de la Universidad San Sebastián.

Correo electrónico: [email protected]

Fecha de recepción: octubre 2008 Fecha de aceptación y versión final: febrero 2009

Resumen Desde los inicios de la transición, Chile se ve envuelto en una espiral que se traduce, política-mente, en una decreciente participación ciudadana. La acción colectiva de grupos organizados,generados durante la última etapa del régimen militar, fue decayendo, para dar paso a un tipoacción colectiva parcial, e incluso considerada con fines egoístas. El caso que se presenta es refle-jo de lo anterior. Es ésta una situación de conflicto territorial, donde las autoridades toman unadecisión de solución habitacional, que pasa por la ocupación de un territorio considerado“reserva ecológica” por sus habitantes. El conflicto da pie para que se revelen dos falencias den-tro del sistema político chileno. Por un lado, la falta de claridad en las políticas de utilizacióndel suelo y, por otro, la aparición de una forma de expresión de malestar ciudadano, en funciónde un objetivo concreto y singular, calificadas como Nimby.

Palabras clave: Nimby, acción colectiva, participación política, conflicto territorial, Santiago deChile

AbstractSince the early stages of its transition, Chile has found itself caught up in a spiral that has man-ifested in the declining participation of citizens in the political sphere. Collective action oforganized groups, created in the last stages of the military dictatorship, decayed gradually, lead-ing to a reduced form of collective action. The case here is an example of this partial collectiveaction. The conflict analyzed here is of a territorial nature, in which authorities reach decisionsregarding housing solutions that imply the occupation of lands considered by its inhabitants tobe an ecological reserve. The conflict bares light on two shortcomings of the Chilean PoliticalSystem. On the one hand a lack of clarity on the politics of land use; and on the other hand,the emergence of an expression of citizen discontent, wich starts mobilization around concreteobjectives. This kind of demostrations are called Nimby.

Keywords: Nimby, collective action, political participation, territorial conflict, Santiago de Chile

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 34, Quito, mayo 2009, pp. 139-149© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Introducción: las acciones Nimby

El presente trabajo hace referencia a unfenómeno denominado con el acróni-mo Nimby (not in my back yard), cuya

traducción castellana es “no en mi patio trase-ro” y que se define como “la oposición local apropuestas de ‘desarrollo’ que son percibidascomo una amenaza” (Alberto, Peña, Ibarra2002:60). Por tanto, con esta denominaciónse quiere aludir, a aquellos movimientos que“tienen escasa consideración por las implican-cias generales que su acción local comporta,reaccionan de manera negativa ante la radica-ción en el territorio que consideran propio deequipamientos, infraestructuras o serviciosvistos como incómodos, desagradables o peli-grosos”* (Nel·lo 2003:24).

De manera que los Nimby corresponden auna forma de asociación que surge con el obje-tivo de oponerse a proyectos de ordenaciónterritorial sin considerar, por un lado, aspectosde tipo general y constituyéndose, por otro, enuna reacción negativa o una oposición no pro-positiva. Dicen: “aquí no”, pero sin plantearalternativas. De ahí que su perspectiva seaconsiderada egoísta, pues “en muchos casos losvecinos se conforman con que se retire el em-prendimiento cuestionado de su barrio o loca-lidad, y una vez que es trasladado a otro sitio,la efervescencia social se desvanece” (Gudynas2002:19).

Ahora bien, ésta es una acción colectivaindeseada para algunos. ¿Por qué? Bueno, anuestro parecer se tiene la impresión que losmovimientos sociales persiguen por naturalezafines altruistas, pero en este mundo globalaparecen formas que dan origen a “una galaxiade redes asociativas que combinan al mismotiempo objetivos prácticos muy concretos yobjetivos morales relevantes” (Cefai 2003:92).Esto, contradice otra cuestión que se da porsentada, que la asociatividad es per se un sus-tento de la democracia; sin embargo, en nues-

tras sociedades “la adquisición de competen-cias para recoger información, entender meca-nismos gubernamentales, organizar energíasmilitantes o dominar el arte de la retóricapuede también utilizarse para fines antidemo-cráticos” (Ibídem:95).

En este contexto, no es raro encontrar for-mas de acción que rescatan lo local, utilizandoelementos no convencionales. Por tanto, asícomo hay Nimby, también hay Yimbi (Yes inmy back yard) y Lulu (Locally unacceptableland use), todas formas de asociación que lu-chan en espacios locales; ya sea por oponerse,por estar a favor o por considerar que no se lepuede dar un determinado uso al suelo. EnChile el fenómeno de tipo Nimby es el másvisible y común, sin embargo no descartamosque se puedan producir acciones de otro tipo.

Contextualización para la acciones colectivas en Chile

La presencia de grupos que se movilizan con-tra la instalación de vertederos, cárceles, gaso-ductos, autopistas, entre otros, ha sido unaconstante en Chile tras la vuelta a la democra-cia. Estas acciones, con objetivos parciales yparticulares, contrastan con aquellos movi-mientos de protesta organizados de los últimosaños del régimen militar.

Tras el retorno a la democracia, de hechoocurren al menos tres cosas que llaman nues-tra atención. En primer lugar, la mala evalua-ción y la pérdida de confianza en los partidospolíticos, así como la poca importancia que sele atribuye a la política. Los datos proporcio-nados tanto por Latinobarómetro como porLatin America Public Opinion Proyect, LAPOP,(2007) indican que en Chile la frecuencia conque se trabaja por un partido político o candi-dato alcanza el 5%, mientras la participaciónen partidos solo llega al 2,2%. A esto se sumaque en términos generales, y tal como lo indi-ca el Estudio Mundial de Valores (2006), ladiscusión sobre política es el tema cotidiano

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* Traducción del autor.

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de menor importancia, si en 1990 llegaba a un14% en 2006 obtiene un 6%.

En segundo lugar, se presenta una baja sos-tenida de las formas de asociación que fueron,en la década del 80, eje en la lucha contra ladictadura militar, tales como los sindicatos yfederaciones de estudiantes secundarios y uni-versitarios1. Lo cual coincide, en el caso deChile, con un nivel de “rebeldía cívica” infe-rior al promedio de Latinoamérica siendo elmás bajo (7%) junto con el de México (6%)(Latinobarómetro 2006). Esta situación quedarefrendada por la encuesta LAPOP, que señalaque en un 71,2% los/as chilenos/as asegurannunca haber participado en protestas; quienesestán más dispuestos a hacerlo son los jóvenes.

En tercer lugar, y dentro de este contexto,nos llama entonces la atención la organizaciónfrecuente y repetida de colectivos para defen-der cuestiones concretas, pero que, tras suéxito o fracaso, se diluyen. Esto podría pareceruna acción concertada, pero en la realidad noes tal. De hecho, los “ambientalistas”, que seobservan como un grupo “sistemáticamente”en lucha2, no tienen, o al menos no parecentener, una organización que les permita actuarde forma concertada en distintos frentes,extender su acción, generar redes y crear con-ciencia respecto a temas tan importantes comola utilización de los recursos naturales.

De ahí que en Chile exista, al parecer, unacrisis de la participación política convencional;es decir, de aquella que se realiza por interme-dio de los partidos políticos o asociaciones deltipo que hicieron parte del esquema de los 80.A la vez, no se han generado formas de parti-cipación distintas y no se perciben “valores deautoexpresión”3, los que se relacionan con “la

propagación de formas de acción cívica demasas que desafían a la elite [y donde] las per-sonas tienden cada vez más a firmar peticionesy a participar en manifestaciones y boicots”(Inglehart y Welzel 2006:10).

Todo indica que la sociedad chilena actualesta muy poco interesada en el funcionamientogeneral del sistema político, lo cual podría ex-plicarse, en términos generales, en función decómo durante el periodo del régimen militar(1973–1990) se cercenó la actividad política;no solo la partidaria, sino también el derecho dereunión y asociación y cómo se manejaron losplanes y programas en colegios y universidades.Por tanto, tras la vuelta a la democracia, segenera un vacío teórico y práctico que se mani-festaría en la carencia de participación políticatanto convencional como no convencional.Aunque estaríamos frente a un panorama deindividuos desafectos políticamente en térmi-nos de política institucional, eso no quieredecir, que el chileno no tenga opinión política.La paradoja es que no se están generando ins-tancias articuladas y persistentes, distintas a laspartidistas, que permitan su movilización.

De esta manera, asumiendo una situaciónen la cual los partidos están fuertemente insti-tucionalizados y profesionalizados, y la ciuda-danía ha cedido su capacidad de decisión al nogenerar formas efectivas de rendición de cuen-tas ¿cómo esperar que la gente se organice yluche por sus demandas?

Acción colectiva Nimby: el caso de laComunidad Ecológica de Peñalolén

En este sentido, el caso que presentamos, alcual denominamos Comunidad Ecológica dePeñalolén4, se sitúa dentro del contexto de una

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1 Al año 2006, en lo que corresponde a participación enorganizaciones, solo el 3,1% declara pertenecer a unsindicato. Fuente, LAPOP-Chile (2007).

2 Ya sea en el norte de Chile contra el proyecto de explo-tación minera “Pascua Lama” o en el sur, contra laplanta papelera Celco, por nombrar las más paradig-máticas.

3 Según Inglehart y Welzel, “estos valores dan crecienteimportancia a las libertades políticas y civiles de la

democracia[…]”, por tanto, “[…]un mayor énfasis enlos valores de autoexpresión conduce a la gente ademandar y defender la libertad de expresión”(2006:3).

4 La “Comunidad” se forma a principios de los 80 concinco familias pioneras que se establecen en terrenoscomprendidos entre el canal “Las perdices”, la calle

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sociedad que se reúne solo cuando los proble-mas tocan a su puerta. El origen de este con-flicto radica en la oposición de los vecinos altraslado –determinado por el Gobierno porintermedio del Ministerio de Vivienda y Ur-banismo (MINVU)– de alrededor de 1800familias de escasos recursos, provenientes deuna “toma de terreno”, hacia dos parcelas queestán dentro de la Comunidad y que en totalsuman 10,45 hectáreas. Las familias que vie-nen de la “toma” se asientan en un espacio de16, 5 ha. “[E]s decir, en cada hectárea viven115 familias. Si cada familia está compuestapor un promedio de cuatro personas, en cadahectárea viven 460 personas. Cada persona dela ‘toma’ dispone de un espacio de 22 m2 paravivir”5. Esto contrasta fuertemente con lasaproximadamente 330 familias de la Comuni-dad que habitan en 150 ha.

Claro, el panorama no es de lo más auspi-cioso, pero resulta una interesante paradojaanalizar la postura adoptada por los habitantesde la Comunidad. ¿Por qué? Pues, porque sonpersonas que no tienen problemas económi-cos, tienen una buena educación, valoran elambiente y la vida en comunidad, aseguranque su “asentamiento no se planteo como unacomunidad cerrada o dogmática, sino comouna comunidad de parcelas. Todos teníamosclara vocación de reciclar, de hacer huertasorgánicas y de colaborar con los demás”6. Siesto es así, los habitantes de la Comunidad po-drían ser considerados, como lo entiendeInglehart, de “valores posmodernos”7. Enton-

ces aparece aquí una cierta inconsistencia, yaque ni se está aplicando la idea de la vida encomunidad, menos aún la de colaboración.

Esto es interesante porque contrasta con loexpuesto por Alberdi, de la Peña e Ibarra(2002) en un texto que analiza la oposicióndel barrio de Zamakola a la instalación de uncentro de drogodependientes. Quienes se opo-nían corresponden a una población caracteri-zada por valores materialistas, falta de educa-ción y altos niveles de cesantía. Esto les lleva aconcluir que “los intereses de una comunidadreducida se oponen así a los de una comuni-dad más amplia girando en torno a los parti-cularismos de una comunidad que en Zama-kola se concretaban en el predominio de clasestrabajadoras, los valores materialistas y el sen-timiento de lejanía con respecto a las institu-ciones” (Alberdi, Peña, Ibarra 2002:77). Preci-samente estas características no están presentesen quienes viven en la Comunidad. En lo quesí hay concordancia es en que una comunidadpequeña se manifiesta contra una iniciativa detraslado propuesta por el Gobierno, convir-tiéndose claramente en un conflicto local; eneste caso, el de un espacio dentro de unacomuna en la ciudad de Santiago.

Estamos, por tanto, frente a un conflictoque tiene su origen en el sentimiento de pose-sión de un territorio y en la creencia de que elestilo de vida sufrirá cambios radicales, dismi-nuirá la seguridad, la calidad de vida y el valorde los bienes inmobiliarios, todo esto agudiza-do por la falta de políticas claras desde elGobierno.

Lo anterior nos indica que, “cuando lavaloración de costes y beneficios de la iniciati-va institucional es interpretada como positiva(priman los beneficios) para la comunidadamplia y negativa para la comunidad localiza-da surgirá un movimiento tipo Nimby”(Ibídem:76). Este es el caso de la “Comu-nidad Ecológica de Peñalolén”, donde ladefensa de intereses particulares se superponeal interés general (la mejora de la calidad devida de la gente de escasos recursos). Defensa

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Antupirén, la avenida Los presidentes y la calle ÁlvaroCasanova. Para mayor información acerca de la comu-na de Peñalolén, ver su página web www.penalolen.cl/modules/news/

5 Miranda, Marcelo, “La toma y la comunidad ecológi-ca”, El Periodista, 20/07/2003.

6 Fuentes, Francisco, “La historia de la comunidad quese opone a erradicación de toma de Peñalolén”, LaTercera, Santiago, 13/07/2003.

7 Inglehart (2001) postula que el pensamiento postmo-derno tiene como característica el nacimiento de nue-vos valores y estilos de vida, implica mayor toleranciaa la diversidad tanto étnica como cultural y sexual,además del respeto por las elecciones individuales.

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fundada en un sentimiento de amenaza, real ono, hacia los cambios que se espera produzcael traslado de la gente de la “toma de terreno”,al tiempo que se percibe el traslado como unagravio y se ve en la acción colectiva de tipoNimby una forma de solución al problema.Esto queda reflejado en afirmaciones talescomo: “En lo personal no me gustaría que lagente de la ‘toma’ se viniera para acá. Pero noporque la gente no me guste, sino porque suscostumbres no son como las mías”8.

Es por esta forma de enfrentar los proble-mas que a las acciones de tipo Nimby se las hacalificado de egoístas, debido a que “las con-troversias son fruto sobre todo de la reacciónde unos pocos que –tratan de patrimonializarsu espacio de residencia y sus recursos (el agua,el sol, el potencial eólico, etc.)– actúan por elmás estrecho interés propio y olvidan el inte-rés general”* (Nel·lo 2003:12). No obstante,podrían ser considerados como acciones colec-tivas que pretenden conseguir justicia territo-rial y social, así como también ambiental; puestal como afirma Oriol Nel·lo, el conflicto tienede fondo el tema de la gestión del territorio,“en todos los países más desarrollados delmundo se observa un incremento de las ten-siones y las polémicas sobre el uso del territo-rio”* (Ibídem:13).

Es tal vez a esto último a lo que se aludecuando se menciona el tema de las costum-bres. Podríamos pensar que a partir de estaidea se hace referencia a una identidad localque se ve amenazada, una defensa del espacio,temor a lo desconocido producto de la falta deinformación y comunicación, más cuando noexisten evidencias de una política de uso delsuelo por parte del Gobierno, ni diseño ni pla-nificación territorial urbana.

Ahora bien, respecto a las aseveraciones deNel·lo: en primer lugar, Chile no es un paísdesarrollado (Nel·lo en su texto habla sobre

Cataluña), pero creemos que se puede aplicarsu razonamiento en tanto el problema surge,efectivamente, en relación al uso del suelo. Se-gundo, si bien se podría decir que los inte-grantes de la Comunidad están intentandoconseguir justicia territorial y ambiental, noasí justicia social en términos amplios.

A fin de entender las acciones llevadas ade-lante por la Comunidad y mostrar cómo estasencajan en las de tipo Nimby, seguiremos aTarrow (2004) y nos centraremos en el marcocognitivo, las estructuras conectivas y en el re-pertorio de acción colectiva para, finalmente,aproximar algunas conclusiones.

Análisis de la acción colectiva

Marco cognitivo

El marco tiene relación con qué se dice, esdecir, el discurso utilizado; lo cual es extrema-damente relevante en la acción colectiva“como un dispositivo que da sentido y queacentúa o subraya la gravedad y la injusticia deuna sociedad, o que redefine como injusto oinmoral lo que previamente era consideradocomo desafortunado” (Ibarra, Martí, Gomá2002:46). Esto porque si bien es necesario pa-ra la acción colectiva la existencia y percepciónde un agravio, también es importante conside-rar elementos simbólicos:

[T]iene que existir una conciencia de esassituaciones y un discurso social o una inter-pretación que los relacione con determina-das políticas ejercidas desde el poder. Y, a lapar de ello, es necesario un discurso que jus-tifique, dignifique y anime la acción colec-tiva (Ibídem:44).

En este sentido, los voceros de la Comu-nidad utilizan por lo menos dos tipos de argu-mentos. Por una parte, están los de tipo técni-co-normativo. Estos se fundan sobre un PlanSeccional aprobado en 1999 dentro del PlanoRegulador de la comuna de Peñalolén, que

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8 Aravena, Loreto y Beatriz Burgos, “Infierno en el para-íso”, Mujer, 20/07/2003.

* Traducción del autor.

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establecía una densidad poblacional de 25 a50 hab/ha. Dicho Plan Seccional fue una ini-ciativa patrocinada por la Comunidad y acep-tada por el Consejo Municipal y por las enti-dades superiores del Consejo Regional Metro-politano. Por tanto, este tipo de planes regula-dores –propuestos por la Comunidad– se alte-rarían al trasladar a gente de la “toma” a estosterrenos:

Nosotros no estamos porque no se vengan.Los acogemos. Pero siempre que el Minis-terio respete las normas que se establecieronen 1999[…] Ahora quieren aumentar lasubdivisión a 100 m2 en algunos prediospara construir viviendas sociales. Eso va aaumentar la densidad poblacional a unpoco más de 340 habitantes por hectárea9.

Otro de los argumentos técnicos-normati-vos utilizados por la Comunidad asegura quela zona no es apta para la construcción y esta-ría declarada de riesgo. Afirman además que“las 150 ha que componen la comunidad eco-lógica es el último pulmón verde que queda enla comuna, que es una zona con un alto défi-cit de áreas verdes”10.

Lo anterior, refleja que el argumento de tipotécnico-normativo se desarrolla en función de“fortalecer la posición sobre la inadecuación delproyecto” (Alberdi, Peña, Ibarra 2002:62); noobstante, no existe, en este caso, estudios sóli-dos acerca de los inconvenientes ambientales yde los impactos a corto y mediano plazo. Losrepresentantes de la Comunidad se basan en latesis titulada “Medio ambiente calidad de viday desarrollo sustentable”11 para sustentar suscuestionamientos al proyecto de traslado. Ante

estos argumentos el Gobierno responde porintermedio del Secretario Regional Ministerial(SEREMI) que si el terreno se compra “es por-que seguramente están dispuestos a hacer lasobras de ingeniería necesarias”12.

Otro tipo de argumentos son los de carác-ter identitario y están específicamente relacio-nados con un sentido de pertenencia territo-rial. Desde este punto de vista, las habitantesde la Comunidad perciben amenazado su esti-lo de vida, algo que han construido con esfuer-zo, sienten que: “Tenemos una forma de vidaque defender, la hemos construido desde 1980cuando nadie venía por estos territorios”. Estocorresponde a un discurso ideológicamentecoherente y preparado para generar cohesiónde grupo. El factor ideológico, juega un im-portante rol en tanto actúa como un cataliza-dor del descontento, ya que identifica al opo-nente y permite articular las reivindicaciones,las cuales se transforman en algo concreto yentendible por todos.

Ese sentimiento de pertenencia territorialque se ve amenazado, genera una gran incerti-dumbre acerca de lo que les depara el futurocon sus nuevos vecinos. Perspectiva de cambioque les lleva a especular acerca de muchassituaciones; se formulan juicios de valor apriori, como este que expresa una habitante dela Comunidad quien afirma “haber vividotranquila durante todo ese tiempo, pero lepreocupa que sus potenciales nuevos vecinostraigan problemas inexistentes hasta el mo-mento, como la drogadicción, el alcoholismoy la inseguridad ciudadana”13.

Estudios realizados por la Fundación PazCiudadana y la división de Seguridad Ciudada-na del Ministerio del Interior, indican que es-pecíficamente en la comuna de Peñalolén elnúmero de denuncias ha disminuido y en gene-ral los números para dicha comuna en cuanto acriminalidad, robos, violaciones, entre otros

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9 Miranda, Marcelo, “La toma y la comunidad ecológi-ca”, El Periodista, 20/07/2003.

10 “Comunidad ecológica cuestiona a Ravinet por trasla-do de toma de Peñalolén”, La Tercera, Santiago,12/07/2003.

11 García Valdés, Johann, 2001, “Medio ambiente cali-dad de vida y desarrollo sustentable”, Facultad deHistoria, Geografía y Ciencia Política, PontificiaUniversidad Católica de Chile, citado en Miranda(2003).

12 Miranda, Marcelo, “La toma y la comunidad ecológi-ca”, El Periodista, 20/07/2003.

13 Aravena, Loreto y Beatriz Burgos, “Infierno en el para-íso”, Mujer, 20/07/2003.

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“no se diferencian con los nacionales ni con losregionales, el nivel de delincuencia ha aumen-tado en todo el país”14. ¿De dónde surge enton-ces este sentimiento de inseguridad de lospobladores de la Comunidad? Proviene sin du-da de la constatación que los problemas socio-económicos y la pobreza son causas de violen-cia y los integrantes de la “toma” pertenecen aestratos socio-económicos bajos. Las condicio-nes de vida en las cuales estos se desenvuelvenson estigmatizadas por los habitantes de la Co-munidad, quienes las asocian a una serie de“males” (drogadicción, delincuencia, prostitu-ción, entre otros), que podrían profundizarseen condiciones de hacinamiento.

Por tanto, lo que hay en el fondo del dis-curso de los miembros de la “Comunidad” estemor por su seguridad, el desmedro de sucalidad de vida y la baja en “la plusvalía de sustierras a raíz de la construcción de viviendassociales”15. Esto es lo que quieren evitar con sumovilización.

En algún momento pensamos que la movi-lización podría tender hacia un fin más gene-ral. Decir: “Aquí no”, pero desde una actitudpropositiva y voluntaria para dar solución altema. Sin embargo esto no se vislumbra en eldiscurso que manejan y apoyan los miembrosde la Comunidad. Tampoco parecen estar in-volucrados de forma más general con el temadel uso del suelo ni poseer una postura derechazo basada en sólidas razones, documen-tos e investigaciones, a lo que tampoco seañada un propuesta de reubicación que consi-dere el bienestar de los pobladores de la tomapara que sus acciones puedan ser denominadascomo Lulu16. Las acciones de protesta de laComunidad representan una dinámica en la

cual el ciudadano está de acuerdo en que nodebe haber gente sin casa, en que no debe ha-ber tomas de terreno y que en general, los go-biernos tienen que dar solución a los sin techo;pero todo esto siempre y cuando no se invadala privacidad y la calidad de vida de los que sígozan de buenos espacios de residencia.

Estructuras conectivas

El tema de las estructuras conectivas permiteenfocarse en el cómo se organiza la acción.Desde este punto de vista, la “ComunidadEcológica de Peñalolén” está organizada desde1999 –es decir, antes del conflicto– como uni-dad vecinal. Forma institucionalizada de re-presentación y organización contemplada enla Constitución. La unidad vecinal posee unaestructura jerárquica compuesta por una di-rectiva (generalmente un/a presidente/a, un/asecretario/a y un/a tesorero/a) y la cual se en-tiende con la alcaldía.

La “Unidad Vecinal Nº 29” es la que co-rresponde a la Comunidad y para hacer frenteal conflicto operaron como tal por intermediode su directiva. Esta se hacía eco de las impre-siones del conjunto de vecinos en base a losacuerdos tomados en las reuniones sostenidas.Como eje articulador formó parte de las mesasde negociación en las cuales participaron tam-bién los dirigentes de la “toma” y representan-tes del MINVU.

En cuanto discurso, la Comunidad nologró generar adhesión; este quedó “enquista-do” en un sector determinado debido a que nose produjeron mecanismos de conexión o“puenteo”17 con otros sectores. Es decir, el dis-curso planteado por la Comunidad no se inte-gró al sentido común, por tanto no se amplifi-có; pero sí pudo articularse con otros actores

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14 “El estigma que carga un campamento”, El Periodista,23/11/2003.

15 Instituto Libertad y Desarrollo, Peñalolén: lecciones deuna Toma y su solución, Santiago, 12/03/2004.

16 Este tipo de movimiento tiene por objetivo rechazaraquellos usos del suelo considerados inaceptables conreferencia a condiciones técnicas que no permiten suutilización, por ejemplo, instalaciones de fabricas, ver-tederos o depósitos de sustancias peligrosas.

17 Este es uno de los elementos, junto con la amplifica-ción y la transformación, del marco cognitivo, querepresentan la capacidad de ordenar la realidad y darlesignificado. Si un movimiento no genera esto, no tras-ciende, queda enquistado.

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que se sentían menoscabados con el traslado.La Comunidad logró aliarse con otros condo-minios, aproximadamente 14, que de una uotra forma, se veían afectados por la decisióndel Gobierno. Esta agrupación de condomi-nios se organizó en la “CoordinadoraPeñalolén Oriente” y colaboró para ejercerpresión sobre las autoridades. Otro actor rele-vante fueron las empresas inmobiliarias due-ñas de proyectos habitacionales en Alto Pe-ñalolén (de hecho gracias a su intervención sedio “solución” al problema). Según ellas mis-mas manifiestan:

En la comuna trabajan más de 10 inmobi-liarias y estimamos que esto es un cambioen las reglas del juego. Los compradores sevan a sentir perjudicados y no van a querercomprar más. El trabajo se va a paralizar yen esto deben trabajar varios miles de perso-nas18.

Los empresarios sostienen verse afectadosen términos económicos y aducen perdida decompradores y daño a trabajadores. Su interéses solucionar el tema para no perder la inver-sión hecha. Por su parte, la Coordinadora pre-senta argumentos y señala problemas similaresa los de la Comunidad, en tanto se percibe queaumentará la inseguridad y se devaluarán laspropiedades.

Aquí lo relevante es señalar que la Co-munidad encontró aliados importantes parasu causa además de los contactos políticos, alos cuales nos referiremos cuando analicemosel repertorio de acción colectiva. Hay queagregar que la Comunidad levantó una páginaweb a través de la que difunden su “ideología”.Allí se encuentran noticias, llamadas a reu-nión, foros, etc., aunque no es muy visitada nicontinuamente actualizada.

Estamos entonces frente a una organiza-ción formal, con personería jurídica y recono-cida por el Estado, con líderes elegidos por

mecanismo consensuados entre los vecinos yque “intentan desarrollar estructuras de movi-lización para hacerse cargo de las actividadesde la base” (Tarrow 2004:237). No obstante,la participación del resto de los miembros dela Comunidad es vital, en este caso, estamosfrente a una estructura de relaciones de tipohorizontal, los cargos que existen están inves-tidos de la autoridad conferida por la asambleay la rendición de cuentas, a este nivel, sí fun-ciona.

Así organizados y movilizados a partir deun discurso que los cohesiona, se genera unaseparación entre un “nosotros”, los de la Co-munidad, reconocidos además por otros acto-res que comparten su interés, y un “ellos”, losde la “toma” y los del Gobierno. De hecho ese“nosotros” –un sentido de unidad presentedesde que se organizan como unidad vecinal,y tal vez incluso anterior– se refuerza cuandohay un “enemigo reconocido” y un conflictode intereses de por medio, propiciando en estecaso acciones colectivas.

Repertorio de acción colectiva

De una u otra forma, la composición social ylos contactos de los miembros de la Comu-nidad, influyeron mucho al momento de rea-lizar acciones. Empresarios, artistas y políticos(la mayoría identificados con la coalición departidos gobernante) no tuvieron que recurrira la violencia, sentadas o barricadas para hacer-se escuchar. Se podría decir que este Nimby,utilizó tanto elementos no convencionalescomo convencionales para lograr su objetivo.Respecto a los primeros no fueron muy nove-dosos, se sirvieron de estrategias conocidas,fundamentalmente manifestación pacíficacomo medio de protesta. De hecho, dos de susacciones más relevantes incluyen una manifes-tación pacífica frente a la casa del Ministro deVivienda y Urbanismo (que, aparte de generaralgunas molestias a los vecinos y al propioMinistro por efectuarse un día domingo, nopasó a mayores). La otra fue la ocupación de

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18 Serrano, Angélica, “Puertas afuera”, Qué Pasa,11/07/2003.

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las dependencias de la Municipalidad dePeñalolén con sus vehículos, aprovechandopara hacer sonar las bocinas y levantar consig-nas hasta ser atendidos por el Alcalde de laComuna, quien se dirigió a los manifestantespara apaciguar los ánimos; luego de lo cual, seretiraron. Quizá, lo más grave fue que elmismo día en que se realizaba la manifesta-ción, delincuentes comunes asaltaron una casadentro de la Comunidad, resultando muertoun guardia por heridas de bala. De todasmaneras, no existen antecedentes que conec-ten el infortunado hecho con las manifestacio-nes o con el problema de la reubicación. Sinembargo, a los medios de comunicación lesdio noticia para un par de días.

En términos de política convencional, laacción de los miembros de la Comunidad secentró en recurrir a sus contactos. El acceso aaliados influyentes fue mucho más eficienteque cualquier otra cosa. De hecho, en térmi-nos de estructura de oportunidades políticas,esta claro que la disponibilidad de acceso aaliados marcó el devenir de los acontecimien-tos. Ejemplo de estas acciones, es la reuniónsostenida por una delegación de cinco perso-nas encabezada por el actor Francisco Reyescon la Jefa de Gabinete del MINVU, IvónBarriga. “El actor solicitó en esa oportunidadque la solución habitacional de los pobladoresno incluyera la posibilidad de construir estasviviendas sociales en los terrenos de laComunidad Ecológica”19. No es fácil entrevis-tarse con un/a jefe/a de gabinete, pero en estecaso se trataba de un actor que fuera rostro dela campaña presidencial de Ricardo Lagos –enese entonces en funciones–. De hecho la ma-yoría de los actores que habitan esa comuni-dad participaron de esa campaña y algunoshan ocupado cargos públicos, así BastiánBodenhoffer, designado agregado cultural enFrancia. Otro mecanismo utilizado fue la ins-talación de “mesas de trabajo” donde estaban

representadas las partes en conflicto, a sabermiembros de la Comunidad, del Gobierno yde la “toma”.

Los medios también hicieron lo suyo aldifundir el conflicto. A este se le dio cabida ennoticiarios y periódicos y el enfoque resaltó la“lucha” entre ciudadanos de escasos recursos ylos acomodados –una especie de reedición de lalucha de clases–. Este enfoque llevó a la pobla-ción en general a asumir una postura a favor dela gente de la “toma” y rechazar las acciones dela Comunidad, a quienes el propio Ministrotildó de “Hippies Trasnochados”. De maneraque el movimiento Nimby de la Comunidadde Peñalolén no logro que su problema sea re-conocido como problema general e influir so-bre las pautas de valores de la sociedad.

Conclusión

El conflicto que comenzó a mediados del año2003 tiene su punto final el día 4 de marzo de2004 con la firma de un “Protocolo de En-tendimiento” entre la Comunidad Ecológicade Peñalolén, los desarrolladores inmobiliariosy los pobladores de la “toma”. Como en todoproceso de negociación cada uno de los acto-res involucrados tuvo que ceder algo. La Co-munidad se vio obligada a renunciar a su ideade mantener el Plan Seccional respecto de lacantidad de habitantes por hectárea, pero seaseguro que nunca más se intente construirviviendas sociales dentro de sus terrenos. Lasempresas inmobiliarias, por su parte, compra-ron al MINVU las dos parcelas que se encon-traban dentro de la Comunidad al doble delprecio pagado por este; el excedente fue consi-derado como un “aporte” de las empresas a lospobladores para adquirir su vivienda.

Este fue el fin del conflicto, pero ¿qué po-demos decir de esta acción colectiva? De algu-na manera ya hemos adelantado algunas con-clusiones pues sabemos que no es un Lulu. Dehecho, para dar la solución al conflicto, elMINVU tuvo que aumentar la densidad de

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19 Miranda, Marcelo, “La toma y la comunidad ecológi-ca”, El Periodista, 20/07/2003.

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población permitida para esa zona, lo cualbenefició también a las empresas inmobiliariasque pueden ahora construir más viviendas delujo y a esto los miembros de la Comunidadno se opusieron. El “aquí no” pero “allá tam-poco”, no fue parte nunca de los argumentosde la Comunidad, pues finalmente una canti-dad importante de gente de la “toma” (aproxi-madamente 700 familias) serán ubicadas enpredios que se encuentran más arriba del lugaren disputa y los habitantes de la Comunidad,callaron.

Ahora bien, también es importante hacernotar que las acciones de tipo Nimby no sonprivativas de una clase social en particular.Claramente, en la situación descrita para elcaso Hontza, quienes se oponían a la construc-ción de un centro para drogodependientes,eran personas de escaso capital cultural dondeprimaban los valores materialistas. En el casoque acabamos de presentar es todo lo contra-rio, se trata de gente de nivel socioeconómicoalto que de acuerdo a Casquete (2006), habríaconformado una comunidad autogestionadaque portaba una “utopía concreta”, donde ter-minaron primando los intereses particularespor sobre los generales.

Otro elemento importante tiene que vercon cómo está organizada la Comunidad.Pues en este caso existe un organismo institu-cionalizado, anterior al conflicto, es decir queno se genera a partir de él y que se mantienedespués. La acción colectiva es articulada des-de allí y lo que se diluye tras la resolución delconflicto es la movilización no así la organiza-ción. Los vecinos se siguen reuniendo y pare-ciera que su actuación es la propia de un“grupo de interés”.

Finalmente, creemos que el elemento fun-damental que subyace al tema, es la falta depolíticas respecto del uso de suelos y, en gene-ral, respecto de todo lo relacionado con em-plazamientos, desarrollo urbano y utilizaciónde espacios. La falta de información acerca deestos temas es evidente y no existe claridad res-pecto del impacto que puede causar la utiliza-

ción del suelo. En el caso analizado se trató deuna “solución habitacional” que generó con-flicto entre la población, pero actualmenteproblemas respecto a la construcción de carre-teras e instalación de plantas de celulosa hanproducido movilizaciones, pero de maneraparcial.

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