n uestra imagen de cristo - revista de espiritualidad

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N uestra imagen de Cristo Son muchos los cristianos, aun entre los mâs fieles y comprometidos, que sienten que se les ha roto 0 desdibujado la imagen que tenîan formada de Cristo. Entiendo por imagen esa vision personalizada y totalizante que el creyente se forma con elementos de dogma, de pied ad, de reflexion y de experiencia personal. Se construye laboriosamente como una decantacion lenta de la vida, confrontada con el evangelio. En otro tiempo, una ruptura de este género comportaba simp1emente un cambio de perspectiva 0 la pérdida de una devocion. No tenîa mayores consecuencias, ya que los demâs elementos de la fe estaban sostenidos cada une por su propia evidencia. Como ûltima instancia, quedaba la iglesia, realidad solida y tangible, capaz de sostener y alimentar la expe- riencia de fe. Por obediencia y amor a la iglesia, muchos han perseverado en la oracion y en el servicio comunitario. Estamos pasando a una época de mayor radicalidad cristiana. Fe, compromiso personal, oracion, servicio apostolico, podrân ser manteni- dos y vividos solo en relacion directa, explîcita y personal con Jesucristo. Esta relacion se entiende como entrega incondicionada a él, tomândole por principio de comprension, de comunion, de accion. Volvemos al sen- tido original deI seguirniento, tal como se entiende y realiza en el evan- gelio. Cada nuevo discîpulo se vincula directamente a Cristo, en la en- trega total a su persona. Como consecuencia 0 derivacion, se agrega al grupo de quienes ya le siguen. San Pablo ha puesto cuidado especial en marcar bien este rasgo esencial de la vocacion cristiana: él ha recibido la Hamada de Cristo y ha respondido sî, cuando todavîa la comunidad le mira con recelo y extraneza 1. 1 Cf. Gal. 1,11·24. Una experiencia de iglesia, llevada al fondo, es el mejor camino para llegar a esta otra. Pero no la suple. Ni los fieles une por otro, ni todos juntos, pueden saciar el hambre teologal de Dios y de Cristo que lleva dentro el verdadero creyente.

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N uestra imagen de Cristo

Son muchos los cristianos, aun entre los mâs fieles y comprometidos, que sienten que se les ha roto 0 desdibujado la imagen que tenîan formada de Cristo. Entiendo por imagen esa vision personalizada y totalizante que el creyente se forma con elementos de dogma, de pied ad, de reflexion y de experiencia personal. Se construye laboriosamente como una decantacion lenta de la vida, confrontada con el evangelio.

En otro tiempo, una ruptura de este género comportaba simp1emente un cambio de perspectiva 0 la pérdida de una devocion. No tenîa mayores consecuencias, ya que los demâs elementos de la fe estaban sostenidos cada une por su propia evidencia. Como ûltima instancia, quedaba la iglesia, realidad solida y tangible, capaz de sostener y alimentar la expe­riencia de fe. Por obediencia y amor a la iglesia, muchos han perseverado en la oracion y en el servicio comunitario.

Estamos pasando a una época de mayor radicalidad cristiana. Fe, compromiso personal, oracion, servicio apostolico, podrân ser manteni­dos y vividos solo en relacion directa, explîcita y personal con Jesucristo. Esta relacion se entiende como entrega incondicionada a él, tomândole por principio de comprension, de comunion, de accion. Volvemos al sen­tido original deI seguirniento, tal como se entiende y realiza en el evan­gelio. Cada nuevo discîpulo se vincula directamente a Cristo, en la en­trega total a su persona. Como consecuencia 0 derivacion, se agrega al grupo de quienes ya le siguen. San Pablo ha puesto cuidado especial en marcar bien este rasgo esencial de la vocacion cristiana: él ha recibido la Hamada de Cristo y ha respondido sî, cuando todavîa la comunidad le mira con recelo y extraneza 1.

1 Cf. Gal. 1,11·24. Una experiencia de iglesia, llevada al fondo, es el mejor camino para llegar a esta otra. Pero no la suple. Ni los fieles une por otro, ni todos juntos, pueden saciar el hambre teologal de Dios y de Cristo que lleva dentro el verdadero creyente.

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Se esta operando, tanto en el pIano de la ciencia como en el de la experiencia, una reducciôn de todas las ramificaciones de 10 cristiano a la esencialidad. No son igualmente importantes y decisivos todos los ar­ticulos deI credo, ni todas las verdades reveladas en la S. Escritura. Den­tro de 10 esencial, aun existen rangos y jerarquias, hasta tocar el mas pro­fundo centro: Jesucristo que realiza y manifiesta el misterio de Dios crea­dor y salvador. De este centro se alimentan las verdades de la fe, las es­tructuras sacramentales, los compromisos deI creyente. Todo ello esta colgado de la persona de Cristo, conocida vivamente por la experiencia de fe. Aisladas, se ofuscan rapidamente las mayores evidencias deI cris­tiano; la vocaciôn al parecer mas arraigada aridece.

El conocimiento experiencial de Cristo que necesitamos no es cosa dada, espontanea. Se encuentran muchas vidas con alios de fidelidad a las practicas piadosas, al deber, sin que el resultado suponga mejora no­table en la relaciôn personal con el Selior. Otros le buscan por el camino deI compromiso. Su peligro esta en que, al cabo de tantos alios de servi­cios reales y meritorios, se encuentren con un programa, en vez de encon­trar a una persona, capaz de salvar deI todo a todos los hombres. Por ûl­timo, la mayor tentaciôn nuestra, la esperanza mas engafiosa: bus car a Cristo por el camino de las ideas claras, retocando y componiendo fôrmu­las. No se llega muy lejos. En el ambito deI misterio, las ideas, para ser claras, tienen que dejar de ser ideas trascendiéndose a si mismas.

Para esta labor de reconstruir la imagen, disponemos de recursos abun­dantes. El dogma, la teologia, la exégesis, la historia de la pied ad y aûn la cultura contemporanea ofrecen datos sôlidos 0 fragmentos. Aquî viene la desagradable sorpresa. Esas mismas fuentes de informaciôn estan de tal manera revueltas, que en vez de ayudar al creyente, le ocasionan ma­yor oscurecimiento deI problema. La gravedad de los temas cristolôgicos puestos en discusiôn y la variedad de las respuestas contrastantes sumen al cristiano en penosa incertidumbre. Gran parte de los elementos que le ofrecen no sirven para construir una imagen auténtica.

La selecciôn de materiales y su posterior elaboraciôn requieren capa­cidades de discernimiento y sîntesis, que la mayorîa de los creyentes no posee. Nada tiene de extralio, en estas circunstancias, que con la antigua imagen se les desmorone la misma fe 0 se quede reducida a un fonnalismo rutinario. En los ûltimos alios se esta dando frecuentemente el casa de personas que se que dan a medio camino en la renovaciôn de la imagen de Cristo. Abandonan su antigua visiôn global de Cristo y la sustituyen con la ultima opiniôn en cristologîa. Poco después abandonan también ésta, dejando el lugar a una nueva opiniôn mas reciente. Hasta que un dîa 10 pierden todo. Una verdadera experiencia de Cristo no se compagina con seme jante falta de seriedad y de pureza en materia de fe.

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Voy a repasar los mecanismos por donde se forma y se renueva la imagen. Es una labor que a todos nos urge realizar. Me refiero primaria­mente a los que ya creen. Tienen una herencia que reavivar y nuevas di­mensiones de la historia que asumir. La experiencia de Cristo en fe, amor y esperanza, es una exigencia elemental de nuestra fe cristiana, y no pre­tension de elevado misticismo 2.

El dia en que los cristianos redescubran al Cristo actual para si mis­mos, habrân encontrado el secreto para interesar y salvar a la humanidad contemporânea. Las mismas lagunas que en la experiencia, se advierten en la predicacion de Cristo.

1. PANORAMA

Antes de formular un juicio 0 sugerir remedios, es preciso formarse una idea, 10 mâs fiel posible, de la situacion. En ella se contrastan datos favorables y adversos. Resulta arduo determinar cuâles son representa­tivos y cuâles pertenecen a moda pasajera. El tiempodecidirâ. Pero nos­otros no podemos esperar. Necesitamos saberlo para actuar ahora.

Segun el valor que se les conceda, asi serâ luego el uso que de ellos se haga. Quien ve en estos hechos una realizacion germinal 0 declarada de la nueva imagen de Cristo, los tomarâ como fuente. Si, por el contrario, los califica de moda cultural, se aprovecharâ de ellos solamente para co­nocer la psicologia religiosa deI hombre moderno a quien va destinado el anuncio de Cristo. En una u otra hipotesis, el conocimiento de la situa­cion actual presta servicios.

La mirada retrospectiva a situaciones historicas parecidas a la nues­tra nos deja en penosa ambigüedad. La sensibilidad frente a la cultura y a las aspiraciones deI tiempo ha dado origen a imâgenes de Cristo muy logradas. Por otra parte, se comprueba que las mayores corrupciones de ;a imagen han venido por el afân de acomodarse a la mentalidad y a los gustos de la época.

Todos hablan de Cristo

Es un titulo de optimismo aparente, pero en realidad muy modesto. Dice que muchos hablan de Cristo, pero no dice cuântos creen en él. En­tre los mismos creyentes no estâ claro qué es 10 que cada uno cree. Saber

2 Si es verdad que el cristiano siente hoy mas que nunca la necesidad de una fuerte expe­riencia, este principio vale sobre todo con relaci6n a la experiencia de Cristo. Cf. FEDERICO RUIZ SALVADOR, Caminos dei Esplritu. Compendio de teologla espiritual, Madrid 1974, pp_ 441-445.

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cuantos y quiénes hablan hoy de Cristo es tarea relativamente facil. Basta con mirar, escuchar, leer. En cambio, resulta poco menos que imposible determinar cuantos, quiénes, y cômo creen en él. La sola pertenencia ofi­cial a una iglesia ya no es suficiente para definir la fe de una persona.

Empecemos por el dato sociolôgico, que es el menos expuesto a error. Un artîculo reciente de Emile Poulat resume la situaciôn cristolôgica en el ambiente francés 3. El método y en gran parte los resultados tienen valor general, al menos para los paîses de cultura occidental.

A la pregunta I,Quién habla hoy de Jesûs? responde clasificando en siete secciones a las personas 0 grupos que se interesan publicamente por esa persona: 1) la iglesia y las iglesias; 2) las ciencias religiosas; 3) las traducciones de la Biblia; 4) sondeos y encuestas psicosociolôgicas; 5) pren­sa, arte y literatura; 6) el espectaculo; 7) el movimiento juvenil.

Con ayuda de este esquema, le sera fâcil al lector organizar las no­ticias sueltas adquiridas por diferentes cauces. Empezando por el final, son de todos conocidas la importancia y la publicidad que ha tenido el movimiento juvenil en torno a la persona de Jesus 4. Ha provocado el interesamiento de la prensa y deI espectaculo.

Esta mole de testimonios se resquebraja, en cuanto se la examina de cerca con criterios de hondura: por qué hablan de Jesus, qué die en 0 es­criben, quién les escucha 0 lee, pOl' qué lee 0 escucha; qué intereses mue­ven al escritor, al lector, a todos los "intermediarios" que movilizan la opiniôn publica ... Si el analisis se lleva al fondo, habra una buena dosis de desencanto. Ahî esta el hecho significativo de que, durante esos mis­mos anos a que se refieren los datos recogidos pOl' Poulat, se esté des arro­llando en Francia vertiginosamente el fenômeno de la descristianizaciôn.

En el extremo opuesto de la clasificaciôn, se encuentra la iglesia, que es la primera en hablar de Jesucristo. A pesar de la secularizaciôn, sigue haciendo notar su presencia y oîr su voz en la sociedad moderna. Y de uno u otro modo, con su palabra y sus instituciones, representa la conti­nuaciôn de Jesus encarnado, crucificado y glorioso, en la tierra.

Un hecho consolador es la actitud conciliante de algunas religiones no cristianas. Entre ellas destacan los judîos y musulmanes, que tradicio­nalmente han vivido en lucha declarada con los cristianos. Todavîa 110

se trata de una toma de posiciôn oficial; pero se propagan entre ellos co­rrientes de simpatîa y veneraciôn hacia la persona de Jesus 5.

3 EMILE POULAT, Qui parle aujourd'hui de Jésus? Une étude du milieu français: Lumen vitae, 29 (1974) 343·366.

4 Mucho se ha escrito en los ultimos cuatro anos sobre este movimiento, mas bien en la prensa y en revistas de divulgaci6n. Para una primera idea, se puede consultar W. KROLL, jJesus viene! Informe sobre la «Revoluci6n de Jesus» entre los Hippies y la juveniud USA, Rusia y de otros palses, Barcelona 1972, 157 p.

5 Cf. AA. VV., Jésus tel qu'on le voit aujourd'hui, Paris 1972. Colaboran en este volumen autores pertenecientes a esas varias religiones.

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Mas directamente aprovechables para nuestro propôsito espiritual son los resultados de algunas en cuestas que se han hecho en ambientes cris­tianos de fe comprometida: sacerdotes, religiosos, cristianos en general. Por su amplitud y sinceridad, algunas de ellas ofrecen no solamente un panorama sociolôgico, sino que reflejan la situaciôn espiritual 6•

De esta visiôn superficial se derivan algunas comprobaciones, que po­demos resumir: a) por J esûs se interesa un pûblico cada vez mas am­plio; b) que gusta de la reflexiôn en voz alta y de las encuestas; c) con tendencia a nivelaciôn de creencias.

"Déficit" cristo16gico

Al lado de estas mue stras claras de abundancia, existen pruebas igual­mente manifiestas de escasez. No crea se pueda calificar de pesimistas a los autores que las seiialan. Son observadores objetivos, que perciben una vertiente distinta de la situaciôn real. Aluden a hechos comprobables a simple vista.

Si déficit y escasez aparecen una y otra vez a la hora de interpretar la condiciôn deI hombre contemporaneo con relaciôn a Cristo, algo hay que 10 justifique. Lo curioso es que se refieren a los mismos datas que anteriormente he calificado de abundancia. Examinandolos de mas cerca, comprobamos efectivamente falta de cantidad, de calidad y de unidad o sintesis.

Me limito, par razôn de brevedad, al ambiente declaradamente cris­tiano y eclesial. Es aqui donde las deficiencias revisten una importancia particular, pues nada tiene de extraiio que en el mundo deI espectaculo y de la publicidad la figura de J esûs arrastre graves deformaciones y erro­res. Dentro deI mundo cristiano, se encuentran deficiencias en tres nive­les: la teologia, la pastoral, la experiencia.

En nuestro siglo, no ha recibido la cristologia, dentro deI movimien­to de renovaciôn teolôgica, las atenciones que le corresponden. "Durante la primera mitad deI siglo [XX], la teologia de la iglesia se desarrollô de un modo autônomo, sin relaciôn con la evoluciôn de la cristologia, como si fuese un cuerpo nuevo al la do deI edificio tradicional. La doctrina sobre Cristo permaneciô fiel a los esquemas fijados por la sistematizaciôn deI siglo XVI, 0 por las controversias misticas y apologéticas deI siglo XIX ... En los aiios prôximos, se hara mas evidente que la iglesia y Cristo cons­tituyen un ûnico misterio; no sôlo en el sentido de que Cristo y la iglesia estan indisolublemente unidos, sino también en el sentido de que no se

6 Las mejores encuestas estan hechas en ambiente francés: Pour moi vivre c'est le Christ (Le témoignage des prêtres), Paris 1964; Pour vous, qui est Jésus-Christ?, 3." ed_, Paris 1971.

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pue den conocer fuera de la mutua relaci6n ... No basta con una nueva cristologia implicita. Esta tiene que expresarse" 7.

Otra enfermedad grave de la cristologia es la insuficiencia interna. Me refiero a su incapacidad de captar todo el misterio, respetarlo min en sus aspectos contradictorios. Por acentuar un aspecto, descuida 0 niega otro, dando lugar a continuas amputaciones. A este procedimiento se debe el que, a pesar de los continuos progresos, se nos ofrezcan constantemente imagenes fragmentarias 0 deformadas.

Las posibles formas de reducci6n son numerosas, segun el elemento deI misterio que se acentue 0 se menosprecie. Hay una reducci6n teo16-gica, que exalta el componente divino en Cristo, descuidando la realidad humana; y viceversa, existe una reducci6n antropo16gica, cuando se exal­ta 10 humano, de jan do en sombra 10 divino. Se ha dado en otro tiempo la tendencia a la reducci6n hist6rica, que se centra en la existencia terres­tre de Cristo; mientras hoy caemos en la reducci6n kerigmatica, que des­tac a la actualidad unilateralmente 8.

Estos mismos fallos se comprueban a nivel pastoral. De Cristo se ha­bla poco y mal. "En cuanto a la acci6n y a la vivencia religiosa, los mo­virnientos espirituales y apost6licos [deI siglo XX] consiguieron despertar un sentirniento nuevo de comunidad cristiana, pero fracasaron en su em­peno de comunicar un nuevo sentido de Cristo. En la actualidad, la igle­sia como comunidad mistica y activa esta mas viva que Cristo en la mente de los cat6licos de vanguardia. Es cierto que el amor a Cristo esta impll­cito en el am or a la iglesia. Sin embargo, cabe preguntarse si el amor a la iglesia puede desenvolverse auténticamente donde no se renueva pri­mero el amor personal hacia la persona de Cristo. Uno de los grandes problemas deI apostolado contemporaneo podria consistir en una carencia de mistica, 0 sea, en un desconocimiento de los carninos que llevan al verdadero amor, humano a pesar de ser inspirado en el Espiritu Santo, hacia la persona de Cristo" 9.

La teologia de la predicaci6n y la pastoral han cultivado definidamen­te su arte, las técnicas, el uso de los medios de comunicaci6n. En cambio, se limitan a generalidades, cuando se trata deI contenido mismo de la pre­dicaci6n, que es Cristo en persona. Exactamente 10 contrario de 10 que se hace en el nuevo Testamento y en los primeros siglos. Para ellos, Ke­rigma significa el contenido, Cristo muerto y resucitado, sea cualquiera

7 J. COMBLlN, Cristo en la iglesia de hoy y de maiiana, en Cristologia y pastoral en América Latina, Barcelana 1966, pp. 11-12; cf. A. GRILLMEIER, La imagen de Cristo en la teologia ca­t6lica actual, Madrid 1961, p. 335.

8 Cf. RAM6N BILBAO, La imagen de Cristo, en Teologia, 9 (1971) 30-39. Estas mismas deficiencias, s610 que mucha mas marcadas, se encuentran en la actual tealogia protestante. Cf. W. KÜN­NETH, Glauben an Jesus? Die Begegnung der Christologie mit der modernen Existenz, 2." ed., Hamburg 1963 «(Das christologische Defizit», P. 296 ss.).

• J. CoMBLlN, L. c., p. 12.

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el modo en que cada uno 10 anuncie, oportuna e importunamente, con técnicas 0 sin ellas. La fuerza de la predicacion radica en la verdad per­sonal que anuncia.

Hoy, en cambio, leemos y escuchamos, agigantadas por tantos me­dios de comunicacion, infinidad de palabras para dec1amar rutinariamen­te unos cuantos temas. El que ésto se haga en c1ima eucaristico, en forma de homilia, comentando la S. Escritura, no quita a la inmensa mayoria de los "predicadores" de hoy su tono inconfundible de tristes funciona­rios: dicen 10 que les han dicho que digan. Cosas que no se atreven a re­petir ellos mismos, coma personas normales, una vez salidos deI ambien­te liturgico 0 de la conferencia espiritual. Decir que Cristo ha muerto y resucitado por nosotros, y que es el unico que nos salva y da sentido a nuestra vida de cristianos y de hombres, es lenguaje inaudito, aun en am­bientes profesionalmente religiosos. Solamente se utiliza en momentos li­turgicos y reuniones parecidas, al margen de la vida normal. 0 sabemos qué decir ni coma hablar de Cristo 10.

Esta falta de brios en la pastoral se agrava hoy en el contagio de las cristologias. Los problemas suscitados por la investigacion cristologica pasan inmediatamente a conocimiento deI gran publico. El apostol se des­lumbra. Falto de experiencia personal y de vivo interés por el misterio de Cristo, cambia tema y se dedica a predicar las ultimas novedades en cristologia: problematica, opiniones, curiosidades marginales. Estas cu­riosidades despiertan en el predicador y en su publico mayor interés que el anuncio de Cristo mismo.

No esta de mas recordar que la pastoral tiene la funcion de anunciar la revelacion, no de divulgar la teologia. Como disciplina, la pastoral es un ramo de la teologia, acaso también una prolongacion de la dogmatica. Pero, en cuanto a contenidos, se mantiene en contacto directo con la pa­labra revelada. Esta es la que suscita la fe y comunica la salvacion. Con­cebir la pastoral coma divulgacion de la teologia dogmatica es una de­formacion grave. Una pastoral es moderna, porque anuncia hoy con sen­tido de actualidad la verdad eterna de la salvacion en Cristo, y no por­que en ella resuenen los problemas de la cristologia mas reciente. Oyendo a algunos predicadores y catequistas, se recibe la impresion de que son

10 Yale la pena citar una experiencia muy dolorosa hecha por Van Leow, pues la misma se repite a cada paso en otros ambientes. «Lo mâs triste es ver a tantos sacerdotes y a tantos cristianos paralizados, cuando se trata de anunciar el mensaje de Jesucristo. Es dolo­rosa aqui en América Latina comprobar que quienes anuncian a Cristo no son los sacerdotes que, después de seis anos de seminal'io y de toda una carrera de estudios, no saben otra cosa que repetir malamente 10 que piensan Bultmann, Robinson 0 Cox. Quienes anuncian a Cristo son las sectas. Tuvimos ocasi6n de comprobarlo un dia: dos j6venes, que estudiaban el segundo ano de alfabetizaci6n en nuestl'o barrio y eran pastores de una secta vecina, eran los que reunian todos los domingos la comunidad. Apenas sabian leer, pero en cambio sabian muy bien transmitir el mensaje de JesucristO). J. LOEW, Etre hantés par Jésus-Christ, en la obra de colab. A temps et à contretemps, Paris 1969, pp. 68-74.

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profesores de segunda 0 tercera categorla, y no, como debedan ser, anun­ciadores de primera.

Los defectos de la cristologla y de la pastoral se dejan sentir pesada­mente en la experiencia persona!. A ésta le falta fuerza y calidad. Largos razonamientos identifican a Cristo con el mundo, el hombre, el progreso, la libertad, etc. Todo, menos 10 principal, que es su misma persona, encar­nada, terrestre, gloriosa, presente; en comunion expHcita de fe, amor y esperanza. Esta carencia pudiera ser unD de los motivos principales de la crisis que actualmente atraviesa la iglesia 11.

Conocimiento personal

La coexistencia de abundancia y déficit nada tiene de paradoja, habi­da cuenta de la realidad singular a que nos referimos. Jesucristo es una persona historica y vivien te, inserida intimamente en la trama de la vida personal de cada hombre. Conocerle significa entrar en contacto de fe y amor con él, mit'arle en SI mismo y en las infinitas ramificaciones de su misterio, manteniendo siempre la unidad. Asi es como se forma la imagen.

Ahora bien, cabe la posibilidad de que alguien posea gran cantidad de noticias, sin resonancia en la propia vida de relacion y sin unidad por parte deI objeto mismo. Otro puede conseguir unidad y resonancia con menor nûmero de datos. La sola acumulacion de noticias aisladas no da conocimiento.

He preferido dar a esta relacion teologal fuerte el nombre de conoci­miento. En lenguaje espiritual se prefiere hablar en términos de "expe­riencia", palabra que sirve también para interpretar textos antiguos, en que se afirman realidades semejantes con otros vocablos 12. Para algunos, experiencia tiene ciertas resonancias intimistas, y la rehuyen. A mi ver, se trata de un recelo injustificado. No ha sido debidamente estudiado el valor de la experiencia cristiana esencial, previa a toda modalidad mis­tica. Utilizaré libremente unD y otro término.

Conocimiento lleva sentido paulino, con base experiencial 0 existen­cial, que 10 distingue de la pura ciencia. Conocer yser conocido, referi­dos a Cristo, poseen alcance total por parte deI creyente y por parte deI misterio. No se refiere a un dato mas 0 menos de su vida 0 de su teologla, sino al sentido total de su persona en los planes de Dios y en la vida deI cristiano. Saber cristologia no es 10 mismo que conoeer a Cristo.

El texto paulino mas fuerte y expHcito se encuentra en Filipenses 3,8ss.

11 Asi 10 interpreta H. DE LUBAC, L'église dans la crise actuelle, en Nouv. Rev. Théol., 91 (1969) 581-596.

12 Conocido es en este sentido el libro de V. TRUHLAR, Christusertahrung, Roma 1964.

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Los comentaristas tradueen el texto en términos de "conocimiento". En cambio, el comentario recurre frecuentemente a los términos "experien­cia" y "experimentar": conoeer y gustar su muerte, para aSI conoeer 0

experimentar el poder y la fuerza de su resurrecciôn. Conocimiento 0 experiencia, coma queramos llamarlo, la verdadera

imagen de Cristo debera integrar varios elementos 0 imagenes parciales. En primer lugar, el Cristo historico, en mirada retrospectiva a su perso­na, hechos, palabras, tal coma apareeen en las fuentes de la revelacion, particularmente en el evangelio. Jesucristo historico es al mismo tiempo actual y futuro. Tiene una dimension cosmica, coma selior de toda la crea­cion y de la historia. Ademas se revela y se entrega al creyente en rela­cion Intima de fe, amor, oracion.

Sin entrar ahora a juzgar el valor de los resultados conseguidos, hay en la cristologia de Teilhard de Chardin un rasgo atrayente: es la coexis­tencia de estos varios aspectos. Esta Jesus, fuertemente atado a la exis­tencia terrestre en Palestina, en la eucaristÎa. Hay un Cristo cosmico, que invade la creacion hasta los tuétanos. Y esta Jesucristo amigo intimo, casi mistico.

2. CRISTOLOGIAS

El conocimiento experiencial de Cristo se consigue fundamentalmen­te a base de amor y de fe. Pero también la teologla ejerce, hoy mas que nunca, influjo decisivo e inmediato en la vida y en la experiencia cristia­nas. Contribuye a formar y difundir una determinada imagen de Cristo y orienta las actitudes deI creyente.

Por raz on de esa influencia y por la gravedad de los temas que des­arrolla, debe ser tenida en cu enta a la hora de poner las bases para una experiencia auténtica de Cristo por parte deI creyente contemporaneo. Ya sea para seguirla, ya para inmunizarse contra sus excesos, con la cristo­logîa hay que contar siempre.

Cada época tiene derecho y obligacion de abordar y resolver a su modo el problema de la imagen de Cristo. "Esta posicion eentral la re­clama Jesus, el Crucificado y el Resucitado, el mediador entre Dios y los hombres, en la conciencia de la fe y en la teologia de todas las épo­cas. Todas las generaciones de teologos tienen el deber de contribuir en algo por su parte al esfuerzo constante de la iglesia por profundizar en la imagen de Cristo. l,Cual es, en este aspecto, la situacion de la teologia catolica de hoy? La teologia de hoy no tiene por qué temer la respuesta a esta pregllnta. El desarrollo de la labor teologica de los ultimos tiempos

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ha suscitado ya la esperanza de que con él se estan poniendo los funda­mentos de una época cristolôgica" 13.

No voy a dar un juicio de valor sobre la verdad 0 falsedad, total 0

parcial, de estas cristologias. Ahora me muevo en el pIano mas radical de la vida cristiana integral y de la experiencia de fe. Pudiera suceder que los actuales ensayos cristolôgicos contribuyeran a formar, a largo plazo, una imagen de Cristo perfectamente valida y moderna; pero entre tanto deformar la fe de toda una generaciôn de creyentes. Para evitar este pe­ligro a la generaciôn nuestra, conviene destacar algunos rasgos peculiares de las modernas cristologias.

En busca de sentido

Ha despertado un poco tarde la cristologia, pero luego esta compen­sando el retraso con la gravedad y la urgencia de los problemas que afron­ta. "La verificaciôn deI nûcIeo esencial de la imagen de Cristo y la nueva formulaciôn de este nûcIeo en categorias comprensibles al hombre de la era atômica, son las dos tareas a que hoy dedican sus mejores esfuerzos los teôlogos en el sector de la cristologia ... En la discusiôn de estos gra­ves problemas han tomado parte casi todos los maximos representantes de la teologia, con aportaciones relevantes, y tomando posiciones muy divergentes" 14.

Llevan con propiedad el nombre de cristologzas. Las explicaciones modern as deI misterio de Cristo tienen casi siempre caracter global. Son planteamientos totales y diferentes deI misterio, con punto de partida y método propios. Mucho habria que violentarlas, para poder cIasificarlas coma opiniones nuevas dentro de las tesis acostumbradas en que se solia dividir este tratado. Hoy se prefiere calificarlas de orientaciones 0 ten­dencias, con amplio margen de singularidad para cada autor 15.

Hay, sin embargo, un punto de convergencia que destaca en todas ellas. Es el afan y el propôsito de encontrar a toda costa en Cristo un sentido, que le haga interesante e inteligible al hombre de hoy.

Este proceso implica una verdadera conversion de la teologia dogma­tica, que la acerca a las preocupaciones de la pastoral y de la espirituali­dad. Con la supuesta exactitud de fôrmulas doctrinales, ha Ilegado a sen­tirse desgajada la dogmatica de los centros de interés en que los hombres viven, buscan 0 necesitan la fe. Los analisis internos deI dato revelado, confrontaciones de una ide a con otra idea, le parecen irrelevantes, si no

13 A. GRILLMEIER, La imagen de Cristo en la teologia cat6lica actual, L. c., p. 335. 14 B. MONDIN, Le cristologie moderne. Un panorama, Roma 1973, p. 8. 15 B. Mondin, en el !ibro citado, habla de «cristologiasl>, que luego clasifica de algun modo

en siete tendencias. Se habla de nuevos «Models in christologYl>, en la resefia de H. TIEFEN­BACHER-A. SCHILSON, Who alter ail is Jesus the Christ?, en Theology Digest, 22 (1974) 128-132, que sintetiza los resultados de un seminario celebrado en Tubinga, bajo la direcci6n de Walter Kasper.

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hablan al hombre, que es a quien J esucristo ha venido a revelarse y a salvar. Normalmente ese hombre entiende y acoge desde su condiciôn objetiva y subjetiva.

El sentido 10 buscan las cristologias por dos vias al parecer contras­tantes: relectura y amlIisis de las fuentes; captaciôn e interpretaciôn de la sensibilidad actual. Son en realidad complementarias. Establecer armo­nia entre ellas es precisamente la tarea de la iglesia en cada época, apro­vechando los servicios de la teologia.

Pero nunca la preocupaciôn por la inteligibilidad habia tenido fuerza para introducir cambios tan graves como los que se proponen hoy. En la audacia de algunos teôlogos se oculta una postura derrotista. El hom­bre actual es como es; no se puede hacer nada por cambiarle, corregir sus defectos, modificar su mentalidad, acomodândola al misterio. Asi que todo el esfuerzo de adaptaciôn y cambio habria que hacerlo por parte deI misterio mismo, para acomodarse a la mentalidad deI hombre moder­no. De ese modo, el afân pastoral conduce a continuos retoques y graves manipulaciones deI misterio, siempre en busca de una "claridad" super­ficial.

Teôricamente, seme jante exceso de modernidad estaria compensado por el interés con que se acude a las fuentes de la revelaciôn, la S. Es­critura en particular. Las cristologias recientes apelan, no a un autor 0

escuela de teologia anterior, sino a uno de los autores 0 a alguna tràdi­ciôn deI nuevo Testamento. Pero esta medicina resulta en gran parte in­eficaz, porque ella misma sufre el contagio de la enfermedad anterior. La dogmâtica, al pedir ayuda a la exégesis 0 vestirse ella misma de exé­gesis, opera con presupuestos exegéticos y filosôficos tomados de la men­talidad moderna. Como consecuencia de esta predisposiciôn, el sentido resultante de la investigaciôn biblica coincide con el pensamiento mo­derno, que previamente le habiamos inyectado en la pregunta. El hombre moderno termina en un monôlogo fatal, perdida toda capacidad de auto­critica y de recibir luz de fuera.

Asi se explica que, en medio de tantas renovaciones y proyectos au­daces, volvamos a oir los mismos errores de la antigüedad u otros muy parecidos. Por ejemplo, con toda la novedad que P. Schoonenberg ha que­rido dar a su explicaciôn deI misterio de Cristo, basândose en el nuevo concepto de persona y el significado de las relaciones con Dios, el resul­ta do es una combinaciôn que ya se ha dado anteriormente en la historia: adopcianismo 16. Pero no es mi intenciôn detectar errores, sino ver en qué medida la dogmâtica, tal coma hoy se cultiva, puede servir a formarse una imagen auténtica de Cristo.

16 Es la calificaci6n que recibe en el trabajo que acabo de citar en la nota anterior. Se puede leer una presentaci6n y un juicio mas razonado sobre algunas tendencias nuevas de la teologia holandesa, en J. GALOT, Vers une nouvelle christologie, Paris·Gembloux 1971.

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Resonancias pastorales

No me preocupa tanto el futuro de la cristologia. Esta posee un sis­tema de compensaciones y de equilibrio, que actua infaliblemente a largo plazo. Lo insustancial acaba por caer, aun cuando goce de prestigio en un determinado momento. Ese mismo sistema eliminarâ también las veleida­des de las modernas cristologîas.

Temo mâs bien por la fe de muchos cristianos que viven hoy, tienen que mantener sus compromisos de fidelidad y predicar a Cristo en el pre­sente. Se puede cambiar de opini6n teol6gica cada tres alios, pero no se puede cambiar de vida a ese ritmo. Si por una sentencia teol6gica, se aban­donan 0 deforman, ya no recuperan el compromiso, aun cuando una sen­tencia posterior vuelva las cos as a su verdadero cauce doctrinal.

Investigaci6n teol6gica y prâctica pastoral coinciden hoy en sus pre­ocupaciones y en sus métodos. La prâctica pastoral mâs modesta refleja o reclama una cristologîa. Las cristologîas mâs abstrusas llevan intenci6n pastoral. "Y 0 no he venido a China, sino para hablar del gran Cristo en Parîs", escribîa Teilhard de Chardin en 1923.

Las conclusiones y las hip6tesis de la investigaci6n cristo16gica pasan a conocimiento del gran publico creyente. Se explica por su intenci6n pas­toral, y sobre todo por las leyes de la publicidad moderna. Cualquier cris­tiano puede leer 0 escuchar afirmaciones que no estâ capacitado para en­tender ni juzgar. Se divulgan y se le en por igual autores cat6licos y no cat6licos. No hay distintivo alguno en los libros, si el autor no 10 declara.

Las novedades cristol6gicas en la pastoral soHan venir antes deI sec­tor de la piedad. Se sucedîan 0 se aliadîan las devociones de carâcter vi­viente y popular. La pastoral se encargaba de realizar las adaptaciones necesarias, acentuando une u otro misterio, con el fin de acercar la imagen de Cristo a la comprensi6n de fe y a la vida moral.

Actualmente sucede 10 contrario. La espiritualidad no ha tomado ini­ciativas en los ultimos tiempos, limitândose a reanimar formas de piedad relativamente estables, venidas de la tradici6n. Le ha faltado creatividad, debido quizâ a que hay ya muchas devociones, 0 mâs bien a que se res­pira en el ambiente una desafecci6n general hacia todas ellas, antiguas y modernas.

En cambio, la dogmâtica, que antes parecîa dormida 0 atareada en problemillas internos, se ha despertado y se afana en torno a los puntos mâs graves y mâs sensibles deI misterio de Cristo. De ella toma la pas­toral provisiones para las nuevas necesidades.

Veo dos inconvenientes, desde el punto de vista pastoral. Es legîtimo

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valorar las cristologias dogmaticas desde la perspectiva pastoral y espi­ritual, dada la resonancia que tienen en estos campos.

Caen en un defecto muy parecido al que cometieron los escolasticos. En los manuales utilizados hasta hace poco, dos terceras partes deI es­pacio se dedicaban a exponer sentencias y rebatir adversarios. S6lo mar­ginalmente hablaba el autor de la que él juzgaba la verdadera doctrina, sin apenas explicarla. Hoy nos encontramos con otro tipo de adversarios, pero el método es parecido. Se explica brevîsimamente el contenido teo­l6gico y espiritual de la resurrecci6n; y, en cambio, se dedican muchas paginas y analizar c6mo llegan Bultmann y otros autores con su propio método a afirmar 0 negar la resurrecci6n de Cristo.

Otro inconveniente es el ritmo acelerado de los cambios, por acomo­darse al hombre moderno. Como si el hombre cambiara cada dos 0 tres anos. Coma ejemplo, puede servir la Cristologla de Ch. Duquoc, en dos volûmenes. El primero, publicado en 1968, toma como punto de refe­rencia las teologias de la "muerte de Dios", que reflejarian la verdadera perspectiva del hombre moderno. Lo justifica 0 trata de justificarlo en el epflogo el primer volumen. Pues bien, en el pr610go deI volumen si­guiente, publicado en 1972, critica es as mismas teologias y niega su va­lidez para construir una cristologia seria. Y orienta este segundo volumen segûn la teologia alemana, existencialista e hist6rica. Estos ritmos no los puede seguir la pastoral y mucho menos la experiencia de fe.

Pre-comprensiôn

Ante la gravedad de los problemas que la cristologîa plantea y el pres­tigio de que goza, la fe del cristiano debe saber orientarse. Hay momen­tos en que la teologia necesita arriesgarse. No se pueden evitar todos los escandalos.

La primera que necesita madurar es la fe del te610go cristiano, de ma­nera que ilumine su discurso y 10 guîe en el principio, medio y fin. No tiene la teologia por misi6n el tiranizar, ridiculizar, poner en continuo so­bresalto la fe deI cristiana. Hay muchos problemas en la teologîa que no son problemas para la fe. Esta goza de suficiente autonomîa y certidum­bre, para no de jar se arrastrar por los vaivenes de la teologia.

Resulta presuntuosa a todas luces la reciente afirmaci6n de un te6lo­go protestante: "La iglesia practicamente sobrevive, gracias a que los re­sultados de la investigaci6n sobre la vida de Jesûs no se hacen de domi­nio pûblico" 17. En otro tiempo pudiera haber tenido alguna apariencia de verdad el decir que la iglesia imponîa silencio a sus enemigos con la

17 HANS CONZELMANN, Zur Methode der Leben-Jesu-Forschung, en ZThK (1959) 8. Citado por W. KÜNNETH, Glauben an Jesus?, Hamburg 1963, p. 14.

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censura. No por cierto en el momento actual. Mas bien suce de 10 contra­rio: el interés por J esucristo y por los resultados de la investigaciôn re­ligiosa se mantiene gracias a que la iglesia le sigue viendo como a perso­na viviente por medio de la fe. Es la fe la que mantiene a la teologia, no la teologia a la fe.

También la fe dellector necesita hacerse adulta y clarividente. Es Ver­dad que la teologia se ha vuelto demasiado técnica, fragmentaria, filosô­fica, poco sensible a la dimensiôn de amor que envuelve toda la revela­ciôn. Pero, por otro lado, tiene el lector su parte de culpa, al esperar y exigir de la teologia un conocimiento personal e intimo de Cristo, que ninguna teologia puede comunicar. El conocimiento personal y sabroso deI misterio de Cristo es obra deI Espiritu Santo, que trasforma al hom­bre y le hace realizar en la propia vida el proceso de muerte y resurec­ciôn.

Jesucristo desborda toda sabiduria humana, aun la sabiduria teolôgi­ca. Pero sigue sien do para el creyente sabiduria de Dios, que responde a las exigencias mas hondas y a capacidades desconocidas de compren­siôn en amor. Si mantienen sus respectivas competencias, fe y teologia pueden colaborar eficazmente en la preparaciôn de la imagen.

"Todo esfuerzo de inteligencia de la fe es una teologia en su mas am­plio sentido, y en este sentido es cierto poder decir que todos estamos obligados a un determinado conocimiento teolôgico; el esfuerzo de re­flexiôn que debieron hacer los Apôstoles para comprender mejor los mis­terios divinos que su amor presentia en la persona deI maestro era ya esbozo de teologia. Asimismo, las reflexiones de la Virgen Maria acerca de la personalidad de su Hijo, cuya conducta, al desconcertarla, abria a su mirada de Madre profundidades divinas insondables; las intuiciones razonadas deI amor virginal de Juan, 0 las investigaciones fulgurantes y apasionadas de un san Pablo, fueron una teologia, y la mas auténtica de las teologias, aunque no constituida todavia organicamente en disciplina cientifica propiamente dicha. Era el germen, y continua siendo para el simple cristiano que medita en los misterios de Jesus, asi como para el teôlogo mas especializado, el modelo de la mejor de las teologias" 18.

3. EXPERIENCIAS

A base de experiencia y recursos afines, la espiritualidad completa maravillosamente los rasgos de la imagen trazados por la dogmatica. Per­cibe y valora ciertos aspectos deI misterio que otras ciencias dejan pasar inadvertidos 19.

18 R. VOILLAUME, En el caraz6n de las masas, 6.a ed., Madrid 1968, p. 291. 19 Los varios aspectos dei misterio de Cristo que a la espiritualidad afectan mas directa·

mente los he presentado y resumido de algtin modo en el tibro Caminas del Espiritu, Madrid 1974, pp. 47-74.

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Mas que promesas, son realizaciones concretas 10 que la espirituali­dad ofrece a este respecto. Tiene una historia variada e interesante. Difî­cilmente se hallara un aspecto deI misterio de Cristo que no haya sido objeto de cuidados especiales y de experiencias fuertes de fe. El pueblo se expresa en forma de devociones; los santos en forma de experiencias intensas y personificadas. Esos aspectos del misterio, una vez descubier­tos, prolongan su vitalidad y sus frutos en las épocas siguientes.

Nosotros estamos viviendo de herencia. Y éste es otro motivo para interesarnos. La inmensa mayorîa de los cristianos recibe la fe en Cristo como herencia (en realidad es don de Dios), con anterioridad a toda de­cisiôn personal. Sin determinar si esa forma de adhesiôn a J esucristo es mejor 0 peor que otras, 10 cierto es que presenta algunas peculiaridades. Aun el cristiano mas original esta dentro de esa herencia y vive de ella, a la hora de actuar sus relaciones con Cristo. Importa tenerla en cuenta hoy, ya que la experiencia se recrea por el mismo camino por donde se creô 20.

No trato de hacer una historia de la espiritualidad cristolôgica, ni si­quiera en sîntesis. Lo que urge es saber aprovecharla para el proyecto ac­tuaI de renovar nuestra imagen de Cristo. Son posibles por 10 menos dos formas de aprovechamiento.

La primera consiste en recoger a 10 largo de la historia las mejores experiencias, las imagenes mas logradas. Sobre esta base, elaborar un es­quema 0 una sîntesis, deducir ciertas constantes, que se demostrarîan va­lidas también para nuestro momento espiritual. Procedimiento legîtimo, que, sin embargo, no voy a seguir ahora.

Por motivos de brevedad y de utilidad inmediata, prefiero fijarme en algunos aspectos de particular viveza y actualidad. El tratamiento que se les ha dado en la historia resulta aleccionador para nosotros, que vol­vemos a enfrentamos con esos mismos problemas. Aunque no repitamos exactamente la antigua soluciôn, ésta nos sirve de amonestaciôn y de guîa. Los tres puntos en que vamos a pedir luz a la tradiciôn son: cômo ha 10-grado formar la imagen unitaria de Cristo entre tanta dispersiôn de ele­mentos teolôgicos y devocionales; cômo ha resuelto el problema de la re­laciôn simultane a con el Cristo glorioso actual y con la realizaciôn tem­poral de sus misterios en nuestro mundo; por qué medios ha conseguido grabar en el corazôn deI pueblo creyente esa imagen viva de Cristo que todavîa conserva.

La totalidad y sus formas

La espiritualidad sufre de manera constante y dura los lîmites de su capacidad frente al misterio integral que tiene delante. Mientras la sim-

20 Cf. O. GONzALEZ DE CARDEnAL, Fe y herencia hist6rica deI espaiiol que naci6 cristiano, en su libro Meditaci6n teol6gica desde Espaiia, Salamanca 1970, pp. 17·50.

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pIe noticia intelectual alcanza a un nûmero indefinido de objetos, la con­ciencia espiritual, en cuanto percepci6n y en cuanto adhesi6n, es por na­turaleza concentrada. A cada paso, y a prop6sito de cualquier tema, esa limitaci6n se refleja en forma de preferencias de escuela, de época, de inclinaci6n personal.

Son faciles de prever las consecuencias a que dara lugar este modo de ser, cuando tratemos de acercarnos al misterio de Cristo, abundante y complejo, esencial en todos sus aspectos. Cada une de ellos posee con­tenido y fuerza suficientes para absorber la totaHdad de la atenci6n y deI afecto. En ese caso, llevarîa a olvidarse de los otros.

En efecto, la historia de la piedad cristo16gica esta hecha de prefe­rencias. Cada época, cada pueblo, cada grupo, cada persona se forma una imagen propia, marcando fuertemente algunos rasgos y suavizando otros. En nuestro mismo siglo, hemos presenciado el salto brusco de cruz a re­surrecci6n. Y, sin embargo, dentro de ciertos limites, seme jante parcia­lidad no da la impresi6n de mutilar la imagen. Este efecto de integridad se obtiene gracias a un doble mecanismo teologal21.

La conciencia espiritual, sabedora de su permanente condici6n de in­ferioridad frente al misterio real, opera automaticamente una especie de autotrascendencia 0 autosuperaci6n: cree y ama mas alla de 10 que puede percibir. Es el modo de obrar propio de las virtudes teologales, que se realiza en todas las manifestaciones de la vida espiritual; y mas especial­mente cuando se dirige a Dios y a Cristo. "Muy bien haces, ioh alma!, en buscarle siempre escondido, porque mucho ensalzas a Dios y mucho te llegas a El teniéndole por mas alto y profundo que todo cuanto puedes alcanzar. Y, por tanto, no repares en parte ni en todo 10 que tus potencias pueden comprender. Quiero decir que nunca te quieras satisfacer en 10 que entendieres de Dios, sino en 10 que no entendieres de El; y nunca pares en amarle y deleitarte en eso que entendieres 0 sintieres de Dios, sino ama y deléitate en 10 que no puedes entender y sentir de El; que eso es, como habemos dicho, buscarle en fe" 22. Se escoge un misterio de la vida de Cristo 0 un aspecto importante de su persona, como punto de mayor sensibilidad. En torno a él se organizan las ideas y los sentimien­tos, la fe y el amor, para dirigirse al misterio y a la persona total.

Por parte deI misterio mismo, hay también unidad compacta. Basta ahondar por una cualquiera de sus vertientes, y se llega a tocar el fondo, donde convergen los distintos componentes de la imagen de Cristo. Quien ahonda en el misterio de la muerte, alcanza de lleno a la resurrecci6n y a la encarnaci6n. Y asî de los otros.

En este planteamiento, el aspecto preferido es como la via de acceso

21 Cf. Ch. A. BERNARD, Le projet spirituel, Roma 1970, pp. 179·181. 22 SAN JUAN DE LA CRUZ, Cantico espiritual, 1,12.

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a la totalidad, 0 la forma en que esa totalidad se presenta a la concien­cia deI creyente. Cuando se trata de juzgar a la historia, no basta con saber qué aspecto han preferido. Es preciso ver como 10 valoran: si es "forma" de la totalidad, 0 mas bien devocion aislada y sin perspectiva. También se han dado devociones cerradas y exceso de menudencias en la relacion espiritual con Cristo. Por 10 general, ha cumplido bien.

Actualidad e historia

Es una dialéctica que forma parte interna del misterio de Cristo. Se manifiesta en el balance a que esta sujeto la presentacion deI misterio en épocas sucesivas: los evangelistas mir an al Cristo terrestre, san Pablo al glorioso; los primeros siglos al glorioso, la Edad Media al terrestre; poco antes de mediados de este siglo se volvio al glorioso, actualmente se reva­loriza su existencia terrestre. Son perspectivas, no exclusivismos.

Par razones teologicas y por sensibilidad cristiana, la resurreccion de Cristo y su humanidad gloriosa ocupan el primer pIano; para algunos, todo el horizonte. Un redescubrimiento de gran alcance, que sigue desarroHando sus implicaciones 23.

Como efecto deI descubrimiento, se ha despertado una reaccion polé­mica frente a la espiritualidad de siglos anteriores, mas centrada en la vida terrestre de Jesucristo. Algunos degradan los hechos de la historia, en be­neficio de la actualidad. Los autores estan influidos por el existencialismo, que busca afanosamente una fe actual, instantanea, de tû a tû, ahora y aqui, entre el creyente y Cristo vivo; no entre el creyente lector de hoy y la vida 0 ensenanzas deI Maestro escritas hace dos mil anos.

Es un afan legitimo de actualidad, pero que se puede satisfacer sin me­nospreciar para nada la existencia terrestre de Cristo glorioso. No sola­mente se compaginan historia y actualidad, sino que son inseparables. Sin la historia terrestre, se evapora toda actualidad, ya que la imagen de Cristo perderia toda fuerza reveladora y operante 24.

No se trata ahora de saber cual de las dos perspectivas es mejor. Supo­nemos que la nuestra. Pero una espiritualidad de Cristo vivo y glorioso necesita incorporar de Heno hechos y palabras de su historia. La fe tiene una dimension retrospectiva esencial, y la experiencia de fe 10 mismo. El contenido primario deI evangelio y deI kerigma primitivo son hechos rea-

23 Cf. A. M. GARCfA ORDAS-A. GUERRA, Jesucristo resucitado, centro de la espiritualidad, en Rev. Espir., 30 (1971) 147-166.

24 El desinterés de Bultmann y Barth par la historia ha sldo retractado ampliamente por sus seguidores. De la iglesia evangélica es buena prueba todo el libro ya cita do de W. KÜN­METH, Glauben an Jesus? Entre los reformados, es significativa la toma de posici6n de E. Brunner, por su autoridad y porque en los anos 20 se habla dejado infiuenciar par la pura actualidad deI existencialismo. Recientemente ha pronunciado su mea culpa. Cf. Dog­matik, II, Zürich 1960, p. 210.

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les, sucedidos y limitados en tiempo y espacio, dentro de las leyes de la historia y de la geografia. Nuestro contacto con Cristo glorioso pue de rea­lizarse gracias a la presencia objetiva y a la concienciaci6n cristiana de la historia terrestre.

A este respecto nos ensenan muchas cosas los siglos anteriores. Han meditado y contemplado, imita do y vivido los misterios de la vida terrestre. Su experiencia exquisita ofrece una base s6lida para nuestra experiencia de Cristo y deI evangelio. Ofrecen contenidos validos, y no solamente ejem­plo y método. Se podrîa hacer una antologîa de experiencias cristocéntricas, entre ellas muchas de calidad excepcional.

La asimilaci6n de los misterios de la vida terrestre da origen a ciertas actitudes espirituales: la ternura frente al Nino de Belén, el dolor y la compasi6n ante el Cristo doliente. Bien entendidas, no tienen nada de anacronîstico.

La figura plâstica

Hace unos veinte 0 treinta anos, algunos autores pensaron que serîa cosa facil cambiar la antigua imagen devocional de Cristo por otra nueva y mas depurada teo16gicamente. Han comprobado que no hemos consegui­do casi nada. Por eso, nos intriga el saber c6mo lograron los antiguos gra­bar en el coraz6n deI creyente esa imagen de Cristo personal, vivo, hist6-rico, que todavîa mantiene su vigor en la piedad.

Creo que la eficacia se debe en gran parte a la pedagogîa, que creerîa­mos superior a su valor objetivo. Pero antes de juzgar exagerada la piedad de las imagenes representativas, nos es preciso tener en cuenta que hay en ello un valor dogmatico, antes de ser una devoci6n popular.

Mirandolo mas de cerca, quiza nuestros reproches a épocas anteriores se conviertan en sentimiento de inferioridad. En la modern a pedagogîa y educaci6n de la fe, falta una imagen concreta y elocuente que se imponga. Acumulamos ideas y doctrinas, pero falta una imagen expresiva que hable al sentido, al coraz6n, a toda la persona. Conocida es la importancia que dieron los santos en su propia experiencia espiritual a determinadas ima­genes visuales de Cristo. Algo grave estaba en juego, cuando dio lugar a la "querella de las imagenes" y a los pronunciamientos sucesivos de dos grandes concilios ecuménicos: Niceno II y Tridentino 25.

En general, las figuras preferidas responden a aspectos relevantes deI misterio, ya sean gestos de Cristo 0 sîmbolos de su obra. Como gestos, estan el Nino en el pesebre, y sobre todo el Crucifijo; como sî'mbolos de

25 Historia y doctrina de la lucha iconoclasta estan bien resumidas en el libro de J. MEYEN­

DORFF, Le Christ dans la Théologie byzantine, Paris 1969, pp. 235-263; «Visi6n dei invisible: la crisis iconoclasta», con bibliografia abundante.

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valor 0 de accion, estan el Pantocrator, el Sdo. Corazon ... Han existido y existen otras muchas. La sensibilidad cristiana opera instintivamente una seleccion: elimina las fugaces y consolida las mas validas. Una misma figura es susceptible de varias expresiones. Por ejemplo, el crucifijo ad mi­te expresiones de dolor, de triunfo, de ofrecimiento sacerdotal, etc.

Se da también en el arte, como en la teologia, decadencia y flore ci­miento. No son todas las representaciones de igual valor, religioso 0 artls­tico, ni igualmente apropiadas para suscitar experiencia. Hay acentuacio­nes unilaterales deI misterio que desvian deI conjunto, y ciegan en lugar de revelar. Un crucifijo con expresion de dolor atroz infunde miedo 0

desesperacion. 0 una oracion de Getsemani tan nimbada de gloria que nos hace olvidar que estamos en momentos de verdadera agonia.

También al arte se aplica el principio de la totalidad. La representa­cion escoge un aspecto parcial deI misterio, particularmente sensible, y por él se interna en la totalidad. Como la fotografia momentanea de una per­sona querida nos lleva a la totalidad de comunion con su ser y su historia, aun cuando la represente en un gesto fugaz.

Entra en juego el principio de historia y actualidad. Para mayor realis­mo, fabricamos la imagen visual con gestos de la vida terrestre de Cristo; pero ha de hacerse de manera que no desvie la atencion de su presente estado de gloria. Otras imagenes reflejan directamente su gloria actual; pero no debieran hacernos olvidar el realismo de su encarnacion historica, vivida en toda su durez a y sin mitigacion alguna, como nosotros vivimos la nuestra.

4. NUEsTRA IMAGEN

Con tantas ayudas, a ver si podemos lograr algo, que sea imagen fiel de Cristo, y al mismo tiempo sea nuestra, porque responde a nuestras inti­mas capacidades y necesidades. Podemos y debemos hacerla. Cristologias y experiencias prestan ayuda, pero no dan la imagen hecha. El conoci­miento total de una persona es intransferible. Lleva amor y otros ingre­dientes, que no se transmiten por via de informacion.

El rostro de Cristo que dibujemos, si no es el suyo, es seguramente el nuestro, proyectado. Cada época tiene el rostro que se merece, porque eHa misma 10 prepara y se predispone a acogerlo.

La imagen que hoy forjemos no puede prescindir de dos cualidades: tiene que ser viva y real. Con eHas se defiende contra un doble peligro, siempre inminente: la exteriorizacion y el intimismo subjetivista. Con la viveza de una persona real, contrarresta la amenaza objetivista, que hace de J esucristo un tema de analisis conceptual, 0 un principio filosofico de

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comprensiôn para interpretar la historia. Da de lado la relaciôn personal de fe y amor. Por ellado contrario, el intimismo esconde a Cristo en las entretelas de la conciencia, olvidando que es senor de la historia y del universo.

l,Con qué experiencias contamos hoy para renovar 0 rehacer la ima­gen? Me parece precipita do responder, dada la dispersiôn que hemos com­probado anteriormente en Panorama. Debido a la proximidad, carecemos de perspectiva. Las mismas encuestas son poco de fiar. Y no porque les faIte sinceridad, sino porque expresan ideas, mas que experiencias. La ma­yoria de las personas no saben preguntarse, y asi su respuesta no refleja un empeno de bûsqueda, ni manifiesta las zonas bajas de la experiencia de Cristo.

En estas condiciones, prefiero limitarme a dar algunas sugerencias y orientaciones en vistas a una posible experiencia.

Materiales disponibles

A la hora de hacer el recuento de los elementos disponibles, hay moti­vos de optimismo y de satisfacciôn. Esta en primer lugar la Biblia, revivida en la liturgia e interpretada con nuevo vigor. Se ana den experiencias y doctrinas de la tradiciôn espiritual. Poseemos una teologia dinamica y creadora.

Algunos de los elementos los aprovechamos mejor, por ser mas afines a nuestra mentalidad 0 sensibiIidad. El primero sin duda alguna es el mis­terio de la resurrecciôn, con su dimensiôn de gloria y de soberania côs­mica. Responde mejor a la necesidad actual de hacer de Cristo el eje de toda la creaciôn y de la salvaciôn univers al.

Preferencia legitima, que no debe hacernos olvidar la dimensiôn huma­na y divina de Cristo sencillo, coloquial, igualmente necesaria a la teolo­gia y a la piedad cristiana. Se da un fenômeno curioso en el paso de la edad antigua a la edad media. No saben cômo armonizar el Cristo majes­tuoso deI abside de las basilicas con las exigencias de un Cristo cercano y humanitario, hombre con los hombres. La lucha interior ha dejado huellas en el arte. En algunas pinturas figura el "Pantocrator" en su dura digni­dad imperial, sobre un trono y con el cetro en la mano. Para complemento y compensaciôn, se pinta a J esûs nino sentado en el hombro izquierdo deI Pantocrator, y con palma en la mano en lu gal' del cetro 26. La simuItanei­dad de estas dos imagenes deI mismo Cristo resuIta chocante. Pero indica bien a las claras que los cristianos de esa época ven en ellos dos dimen-

26 Se puede ver la reproducci6n de una de estas pinturas en M. PAPI, Il volta di Gesù, Frosinone 1967, p. 67.

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NUESTRA IMAGEN DE CRISTO 63

siones esenciales del misterio y, no sabiendo c6mo fundirlos, los yuxta­ponen.

Ademas de elementos sueltos, nuestra época esta ensayando también sus propias imagenes. Como ejemplo, se puede citar una que esta teniendo resonancias, por 10 menos en determinados ambientes: Jesucristo el Liber­tador.

"Una nueva parusîa de Jesucristo: el Libertador. En cada generaci6n Cristo conoee una nueva parusia, porque en cada época él adquiere una nueva imagen, fruto de la dificil sintesis entre la vida y la fe. El verdadero Jesus no es s6lo el de la historia; todo 10 que en la fe se dijo y se hizo de Jesus, la actuaci6n de su persona y mensaje a través de los siglos, perte­neee también al misterio de Jesucristo. El marco definitivo de su vida y de su misterio esta todavia abierto. Hoy, en la experiencia de fe de muchos cristianos de América Latina, Jesus es visto y amado como Libertador. El proceso de liberaci6n que remueve todo el Continente se presenta como un lugar hermenéutico a partir deI cual se esta elaborando una nueva ima­gen de Jesucristo. Esta naee, por un lado, de una praxis concret a de libera­ci6n, y por otro, deI ansia por una liberaci6n efectiva que, a pesar de los fracasos, se vislumbra en el horizonte de 10 posible-real" 27.

Para que el Libertador pueda considerarse una imagen de Cristo autén­tica, no basta que responda a los ideales y a la sensibilidad deI hombre actual. Es preciso que ademas lleve a la totalidad deI ministerio de Cristo, y no se eentre en aspectos marginales. La misma exigencia que pusimos a las devociones y a las cristologias.

Receptividad

De poco sirve el buen man jar, si no hay apetito. La busqueda de sen­tido polariza la investigaci6n teo16gica y la practica pastoral. El sentido a que aludo no es cuesti6n de lengua, sino de lenguaje. Seria cuesti6n de lengua, si nos dijera la realidad de la salvaci6n con una palabra hebrea 0 en cualquier otra lengua extrafia. Es cuesti6n de lenguaje, cuando me 10 dice con el término "salvaci6n" en mi propia lengua. El vocablo me resul-

27 L. BaFF, Salvaci6n en Jesucristo y proceso de liberaci6n, en Concilium n. 96 (1974) 375. Par la general, los autores se muestran menos optimistas al respecta. Mas bien destacan un grave déficit cristol6gico en la teologia de la Iiberaci6n. «Ausencia cristol6gica. Donde yo noto un bache serio en el pensamiento teol6gico, tanto de Alves, como, por 10 general, en toda la teologia de la Iiberaci6n, es en la ausencia de una cristologia madurada. i,Qué signi­fica Cristo en el proceso Iiberador de la humanidad? En efecto; si en Cristo la gracia se ha hecho historia, si Cristo funda de manera irrevocable la esperanza intrahist6rica de la hu­manidad: i,no carece la teologia de la Iiberaci6n de un desarrollo cristol6gico? Mucho me temo que mi temor sea cierto. El mismo Héctor Borrat, refiriéndose a los documentos de la II Conferencia General deI Episcopado Latinoamericano (Medellin 1968), dice: «Ya he observado en ellos [los documentos] la falta de una cristologia, y la he explicado por 1" carencia de una refiexi6n nuestra eclesial, esto es, comunitaria acerca de Cristo. Medellin no podia hacer en diez dias la que nosotros no supimos hacer en afios. Pero explicar el hecho

l

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ta conocido, pero no veo en qué sentido Jesus es mi Salvador, de qué me salva y qué importancia tiene para mi el hecho de ser salvado por J esu­cristo. Encontrar el sentido es descubrir los contenidos reales deI objeto, y ademas determinar su adherencia a los centros de interés vital deI hombre.

Esto es 10 que buscan las innovaciones cristol6gicas y los métodos pas­torales, dando vueltas y mas vueltas a los misterios de la encarnacion, la muerte y la resurreccion de Cristo. Las disposiciones de receptividad deI hombre moderno no son criterio absoluto, cuando se trata de presentar la imagen de Cristo. Existen predisposiciones que son mas bien prejuicios, frutos de una mentalidad deformada.

Para determinar cu ales son es os puntos de mayor sensibilidad, tenemos una indicacion general, que el reciente concilio formula: "En realidad, el misterio deI hombre solo se esc1arece en el misterio deI Verbo encarnado" (GS 22). Queda por determinar donde toca el hombre su propio misterio, para ser desde alli lanzado hacia el misterio de Cristo.

K. Rahner sefiala tres zonas de misterio en el hombre, que suponen otras tantas aberturas hacia la comprension y la acogida deI misterio de Jesucristo: el amor al projimo con su carga de trascendencia; la experien­cia 0 prevision de la muerte; la esperanza de un futuro absoluto 28.

W. Küuneth toma coma representativo al hombre europeo y americano de la posguerra. Es un hombre anomalamente disperso, que no se encuen­tra a si mismo ni sabe coma llenar su vacio espiritual. Ha perdido los valo­res directivos. Su existencia es fragil y vulnerable. Aun en medio de sus triunfos y optimismo, no desaparece deI horizonte el terrible enemigo: la muerte colectiva 0 individual. Mientras la ley de la muerte tenga la ultima palabra sobre la vida, la existencia humana carecera de sentido 29.

A pesar de que la mentalidad ha cambiado y el hombre moderno quie­re encontrar a Dios en sus horas de triunfo, y no solamente cuando toca los lîmites de su flaqueza, la muerte sigue siendo punto de referencia para toda reflexion seria sobre la vida y sobre el misterio. En el éxito mas facil­mente se infiltran sentimientos superficiales. Frente a la muerte se reaccio­na con la voluntad esencial de vida.

Se habla deI hombre moderno y de sus exigencias con una cierta lige­reza. Esa denominacion general hace suponer que existe un solo tipo de

no basta para borrar sus efectos distorsionantes: la renovaci6n ideol6gica no ha encontrado aun su correspondiente teol6gico [".] Pareceria que Cristo esta sufriendo una nueva kénosis en América Latina cada vez que la iglesia prefiere hablar de si misma -0 dei mundo­en lugar de hacerlo conocer a él. Fijado en una cruz sin pascua pOl' la retaguardia 0 des­plazado pOl' la 'concientizaci6n' y el 'compromiso' pOl' la vanguardia, Cristo sigue ausente». Cf. A. GONzALEZ MONTES, «Liberaci6n»: tema teol6gico, en Incunable, 9 (1973) 80. No he citado el largo texto con intenci6n de critica, sino para hacer ver que no basta un poco de afici6n superficial para que «Libertador» se convierta en una imagen de Cristo.

28 K. RAHNER, Wer bist Du eigentlich-Jesus? Au! der Suche nach Zugtingen zum Versttindnis des gott-menschlichen Geheimnisses Jesu, en Geist und Leben, 44 (1971) 404-408.

29 W. KÜNNETH, Glauben an Jesus? Die Begegnung der Christologie mit der modernen Existenz, Hambul'g 1963, pp. 293 ss.

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hombre moderno. Y hay muchos tipos, todos ellos modernos por igual. Otro tanto se diga de sus verdaderas exigencias, que no son siempre las que afloran en una primera conversaciôn 0 en la prensa. Lleva el hombre un hontanar mas hondo, donde manan las alegrias y las tristezas.

Una presentaciôn deI misterio de Cristo que se adaptara a ciertos gustos superficiales deI hombre moderno, no sôlo seria infiel a Jesucristo, sino que ademas traicionaria al hombre moderno, por no responder a sus mas pro­fundas exigencias y esperanzas. Lo mejor es respetar al maximo eI misterio, y sacar a superficie las profundidades deI hombre. Es facil que se encuen­tren. Tengo mas confianza en la fuerza propia deI misterio, que en las adaptaciones de mana humana. Queriendo aeercarlo al hombre superficial, 10 aleja deI hombre auténtico. Es mejor disponer al hombre con una sen­cilla preparaciôn intelectual y afectiva.

Los grandes misterios de Cristo hablan por si mismos y coinciden con los centros deI interés y deI esfuerzo humanos. La encarnacion reveIa y di­viniza la naturaleza traseendente deI hombre, con la humanizaciôn de Dios, que asume toda la realidad de hombre, menos la deformaciôn deI pecado. Pasion y muerte de Cristo descifran el enigma constante que es nuestra vida sobre la tierra, con sus vicisitudes y su terrible final: le dan sentido de amor, de liberaciôn, de redenciôn. En la resurreccion deI Selior se con­solida el progreso, la gloria del hombre, su inmortalidad, el destino glorio­so de todo 10 creado.

Fe y amor

Tenemos el misterio ya explorado, y tenemos al hombre dispuesto a acogerlo. Sôlo queda por hacer el empalme en que surge la experiencia, de la cual resulta la imagen. Aqui media un salto de fe, mas que un simple paso adelante.

Nuestras posibilidades de elaborar una nueva imagen de Cristo se fundan en su presencia objetiva. Vive actualmente, se manifiesta, se da. Tenemos delante el modela iluminado. Estableee comuniôn con el hom­bre par si mismo y a través de mediaciones. Poseen vigor de mediaciones la naturaleza y la historia; el hombre, eI hermano es también lugar privi­legiado deI encuentro.

Las mediaciones -la creaciôn, el hombre, la palabra- valen, a con­diciôn de que se trasciendan y lleven hasta la persona real de Cristo, que sustenta sus valores absolutos. No basta decir "Selior, Selior", para cono­eer a Cristo yser conocidos de él (Mt 7,21 ss).

"Algunos llaman al Esposo Amado, y no es amado de veras, porque no tienen entera con él su corazôn, y asi su peticiôn no es en la presencia de Dias de tanto valor; por la cual no alcanzan luego su peticiôn, hasta

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que, continuando la oraci6n, venga a tener su ânimo mâs continuo en Dios, y el coraz6n con él mâs entero con afecci6n de amor, porque de Dios no se alcanza nada si no es por amor" 30. Amado se puede aplicar a J esucristo de tres maneras: como denominaci6n material y aprendida, coma concep­to resultante deI anâlisis de su vida, como expresi6n formaI de las propias re1aciones.

Sobre este ultimo significado es como se forma la imagen. Prosigue Juan de la Cruz: "Segun el entendimiento, tiene estas verdades infundidas por fe en su alma. Y porque la noticia de e1las no es perfecta, dice que estân dibujadas; porque, asi como el dibujo no es perfecta pintura, asi la noticia de la fe no es perfecto conocimiento ... Pero sobre este dibujo de fe hay otro dibujo de amor en el alma deI amante, y es seglin la voluntad, en la cual de tal manera se dibuja la figura deI Amado y tan conjunta y viva­mente se retrata cuando hay uni6n de amor, que es verdad decir que el Amado vive en el amante, y el amante en el Amado" 31.

Para que la fe y el amor formen esta imagen, han de alcanzar una cier­ta calidad. De ella depende la experiencia teologal. El ambiente actual no da facilidades al cristiano para e110. Llevado por la mentalidad general, que mira a Jesucristo con simpatîa, el cristiano degrada su actitud teologal, y acaba también mirando a Cristo con sentimientos de veneraci6n y de sim­patta. No basta. El cristiano adora a Cristo y se entrega incondicionalmen­te a él en fe, amor y esperanza; de por vida y en la muerte.

Con esa postura teologal, poseerâ una imagen auténtica y actual, aun cuando no logre armonizar todos los elementos deI misterio. Los prime­ros cristianos hacen el camino desde el conocimiento personal inmediato y unitario hacia el anâlisis y el descubrimiento paulatino de particularida­des. Encuentran dificultad a veces, pero no renuncian a ninglin aspecto, ni tampoco a la unidad. Se preguntan ante cada sorpresa: j,quién es éste a quien el viento y el mar obedecen ... ? j,Quién es éste, que pudiendo hacer milagros se deja crucificar? Es decir, cada hecho fuerte les plantea el pro­blema de identificar al verdadero Quien, la persona unica 0 unitaria que es fuerte de todo ese obrar.

Somos imagen suya

Hemos esperado encontrar su imagen fuera, cuando en realidad la lle­vamos dentro. Mejor dicho, somos nosotros mismos su imagen, cuando to­mamos parte activa en sus misterios. Es imagen que se descubre al vivir­la. El conocimiento a que san Pablo aspira se adquiere por esta via. Todo el esfuerzo se ordena a "conocerle a El y el poder de su resurrecci6n y la

30 SAN JUAN DE LA CRUZ, Clintico espiritual, 1,13. 31 lb., 12,6-7.

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participaciôn en sus padecimientos, conformandome a El en la muerte, por si logro alcanzar la resurrecciôn de los muertos" (Fil 3,1-11).

La imagen de Cristo es producto de la experiencia de su misterio. Aho­ra bien, esa experiencia se forja en la vida y el sufrimiento iluminado, mas que en la lectura 0 en la reflexiôn. Quien ama, sufre y obra verdad en co­muniôn con el Senor, ése va copiando en sî la imagen.

Mas propio serîa decir que la va Dios obrando e imprimiendo en él. Es obra de Dios Padre, que transforma al cristiano en imagen de su Hijo. "A los que de antemano conociô, también los predestinô a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos herma­nos" (Rom 8, 29).

"La promesa inmensa e inconcebible hecha a los que han sido Hama­dos al seguimiento de J esucristo es que seran seme jantes a él. Llevaran su imagen coma hermanos deI Hijo unigénito de Dios. Este es el ultimo ras­go deI discipulo: ser coma Cristo. La imagen de Jesucristo que el seguidor tiene incesantemente ante los ojos, frente a la cual desaparecen todas las otras, penetra en él, le inunda, le transforma, para que el discipulo se vuel­va seme jante e incluso idéntico a su Senor. En la comuniôn diaria, la ima­gen de Jesucristo esculpe la imagen deI discipulo. El seguidor no puede contentarse con mirar la imagen deI Hijo de Dios en una contemplaciôn muerta y pasiva; de esta imagen brota una fuerza transformadora. El que se entrega plenamente a J esucristo, Hevara necesariamente su imagen. Se convierte en hijo de Dios, se mantiene junto a Cristo coma su hermano visible, seme jante a él, coma imagen de Dios ... Asemejarse a la forma de Jesucristo no es un ideal que se nos haya encomendado, consistente en conseguir cualquier parecido con Cristo. No somos nosotros quienes nos convertimos en imagenes; es la imagen de Dios, la persona misma de Cristo, la que quiere configurarse en nosotros (Gal 4, 19). Es su propia forma la que quiere hacer brotar en nosotros. Cristo no descansa hasta habernos transmitido su imagen" 32.

De ese modo, la transformaciôn en la imagen de Cristo es cima de todo el esfuerzo humano y de toda la obra divina en el camino de la santidad. y cuando podamos contemplar cara a cara su imagen de gloria, seremos también nosotros transformados en su imagen y en gloria.

FEDERICO RUIZ SALVADOR, ocd Theresianum Piazza san Pancrazio 5/ A 00152 Roma

32 D. BONHOEFFER, El precio de la gracia, Salamanca 1969, PP. 351-356.