muriendo se resucita

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Page 1: Muriendo se Resucita
Page 2: Muriendo se Resucita

Entre las cosas más temidas por el hombre se halla la muerteporque entre los bienes más amados está la vida.

Naturalmente amamos la vida, y naturalmente tememos la muerte, que nos quita la vida.

Page 3: Muriendo se Resucita

Sólo la fe nos permite superar el temor a la muerte; sólo la esperanza de la resurrección confiere las fuerzas necesarias para vivir alegres,

no obstante saber que la muerte nos acecha a cada paso.

También hay diferencia entre el temor del justo y el temor del impío.Para el que no tiene fe, la muerte reviste características trágicas.

Page 4: Muriendo se Resucita

Desde que comenzamos la vida, actúa en nosotros la causa de la muerte;

y desde que renacemos por la fe y el bautismo a la nueva vida, la vida divina,

llevamos en nuestro ser, por los méritos de Cristo,

el germen de la resurrección y de la eterna bienaventuranza.

Esta luz que derrama la divina revelación, aunque no quite el miedo a la muerte,

nos permite sobreponernos a él y aceptar la transitoria destrucción del cuerpo

con serenidad de ánimo.

Page 5: Muriendo se Resucita

La muerte, nos arrebata todos los bienes terrenos. Desnudos vinimos al mundo, desnudos nos vamos de él.

Para la Sagrada Escritura, morir es desarmar la tienda de campaña (2 Ped 1,13), despojarse del vestido, ausentarse del cuerpo e ir a residir junto al Señor (2 Cor 5,4-8).

Page 6: Muriendo se Resucita

A veces nos preocupamos y nos apegamos tanto a los bienes temporales, que nos olvidamos de Dios y del más allá. Convendría recordar siempre las palabras del Señor:

“Busquen primero el Reino y su justicia” (Mt 6,33).

Qué sabias son las palabras del Evangelio: “No acumulen tesoros en la tierra. Acumulen, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma,

ni ladrones que perforen y roben” (Mt 6,19-20).

Page 7: Muriendo se Resucita

La muerte, gran maestra de la vida, nos permite apreciar rectamente los bienes de este mundo y nos enseña que no merecen desorbitado afán ni demasiadas preocupaciones.

La profesión, el empleo, la casa, el matrimonio, los compromisos sociales... tienen un valor considerable, pero temporal y relativo.

Page 8: Muriendo se Resucita

Tampoco sería lícito acelerar indebidamente la llegada de la muerte. Sin embargo, sabiendo que “esta vida no es la vida definitiva”,

que vamos peregrinando hacia la patria del cielo, muchos santos han deseado la muerte.

No querer morir, desear eternizarse en la vida presente, sería una necedad.Sería como si el niño se negase a crecer, a ser joven, a madurar.

Page 9: Muriendo se Resucita

¡Ay, qué larga es esta vida, qué duros estos destierros, esta cárcel y estos hierros en que el alma está metida!Sólo esperar la salida me causa un dolor tan fiero, que muero porque no muero.

La muerte roba el tiempo y da la eternidad; saca del destierro y da la patria; quita lágrimas y da eternas alegrías. Entusiasmada con esto, deseosa de gozar de Dios, Santa Teresa exclamaba:

Page 10: Muriendo se Resucita

Y San Ignacio, mártir y discípulo de los apóstoles, cuando compareció en el anfiteatro y escuchó el rugido de los leones, gritó en un transporte de alegría:

“Trigo de Cristo soy, y quiero ser molido por los dientes de las fieras.”

“Deseo irme para estar con Cristo”, escribía San Pablo a los filipenses (Flp 1,23).

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“¡Bienvenida seas, hermana Muerte!”

San Francisco de Asís murió cantando, afirma su biógrafo Tomás de Celano. Al ver próxima su muerte, la saludó con su acostumbrada cortesía:

Page 12: Muriendo se Resucita

Podrá decir con Cristo: “Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre” (Jn 16,28).

“Tal suele ser la muerte, cual ha sido la vida”, dice un refrán; pues el árbol cae siempre para el lado hacia el cual se inclina. Para el que ha vivido plenamente la vida cristiana, en la fe, en la esperanza

y en la caridad, para él la muerte será una verdadera pascua, un encuentro con el Señor, un tránsito gozoso de este mundo al Padre.

Page 13: Muriendo se Resucita

La muerte fija para toda la eternidad la condición en que nos encuentra. Y no hay más que dos posibilidades: salvación o condenación eterna.

Por eso tenemos que estar siempre preparados.

Vivir es esperar, preparar y desear ese acontecimiento, la muerte, que cambiará nuestra condición presente, dándonos un nuevo modo de ser y de actuar imposible de comprender por ahora.

Page 14: Muriendo se Resucita

Estamos en el mundo, pero no somos del mundo, entendido éste como el conjunto de fuerzas, leyes e intereses que se oponen a Dios y a sus planes salvíficos.

Prepararse significa, vivir la vida presente en visión de futuro, dar a las cosas una función de medio y no de fin, haciendo que todas ellas nos sirvan para el mejor cumplimiento de la voluntad divina.

Page 15: Muriendo se Resucita

… la llave que nos abrirá a la vida eterna.

Si vivimos muriendo continuamente al egoísmo, a todo lo desordenado que hay en nosotros principalmente el orgullo, la avaricia y la lujuria, viviendo el espíritu de las bienaventuranzas

y a revestirnos del hombre nuevo, con los sentimientos de Cristo, la muerte será para nosotros…

Fray Alejandro F. Díaz, OFM

Page 16: Muriendo se Resucita

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