muerte voluntaria e etica

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    Introduccin

    La muerte voluntaria es un acto controvertido; numerosos filsofos, socilogos, mdicos yjuristas se han ocupado del tema desde tiempos pretritos. Los resultados del recorrido bibliogrfico

    me han conducido a la reflexin de que es necesario desentraar el fundamento tico de cierta clasede suicidios (suicidio asistido y eutanasia voluntaria) para aspirar a cambios sociales en cuanto a lalegitimacin y, ulteriormente, la legalizacin de tales actos controvertidos. No es que no se hayaintentado, lo investigado en el rea jurdica respecto del tema contiene numerosas publicacionesdedicadas a cuestiones ticas, al derecho a la autonoma individual y a la libre disposicin de laslibertades individuales. Se pueden encontrar referencias explcitas en artculos de nuestraConstitucin en torno a los actos y propiedades, en las que se incluye la disposicin del propiocuerpo (1). En general, la cuestin se aborda desde una perspectiva democrtica y republicana conla intencin de respetar diferencias y opciones personalsimas pero, lo cierto es que en Argentina laeutanasia y suicidio asistido son figuras.

    Sera pertinente revisar qu grado de legitimidad conservan algunas prohibiciones

    vinculadas al acto de la muerte voluntaria (suicidio, suicidio asistido y eutanasia) en la actualidad yanalizar la incidencia de la circulacin de discursos en la sociedad en tanto productores de sentido,incluido en ello el Derecho por supuesto. Por un lado, es necesario poner de relieve quedeterminados actos de la voluntad humana se presentan ligados a significaciones particulares en elimaginario social, cristalizados y con la apariencia de inamovibles, aunque una exploracin (quedejaremos para otra ocasin) sobre las corrientes y creencias predominantes en Oriente y Occidentey en algunos pueblos primitivos revela diferentes actitudes hacia la muerte y en particular hacia lamuerte voluntaria.

    Por otro lado, es preciso desarrollar la concepcin de subjetividad que subyace en el reclamodel "derecho a la muerte voluntaria" y a ser asistido en la misma pues all reposa el verdaderofundamento tico de los derechos en cuestin.

    El suicidio simple es un acto del que cualquiera puede disponer en forma privada, pero laeutanasia y el suicidio asistido ocurren indefectiblemente en el marco de las instituciones, sea enforma legalizada o clandestina, por lo tanto se requiere de una nocin de sujeto y/o concepcin deciudadano que fundamente la intervencin de las instituciones en actos tan polmicos.

    Como contexto seguir el modelo de sujeto que propone el psicoanlisis en las teorizacionesde Freud y Lacan, y que sostiene un concepto de libertad individual que incluye el ejercicio deaquellos actos vinculados con la eleccin y determinacin de la propia muerte.

    Sin duda, bajo las restricciones respecto del suicidio asistido y la eutanasia que hoy en dapersisten tanto en nuestro pas como en la mayora de los pases del mundo subyacen valores quehan sido consensuados, o aceptados tcitamente, en algn momento respecto del bien vida. Pero,el hecho de que en la actualidad no se disponga de lo que algunos consideran derechos (tal el casodel suicidio asistido y la eutanasia) no confirma que esos valores conservan la adhesin generalizadao su vigencia intacta. En una sociedad en la que segn algunas encuestas (2) el resultado es que msde un 50% de las personas acuerdan con la eutanasia y el suicidio asistido, se hace evidente lanecesidad de revisar crticamente aquellas explicaciones que se dan por ciertas naturales y paratodos por igual y examinar aquello que Castoriadis (1997) llama clausuras de la significacin,puesto que si no hay posibilidad alguna de interrogacin el sistema social se cristaliza.

    La transformacin en los sistemas de significacin de una sociedad requiere de la produccinde nuevos sistemas de significacin o por lo menos de la existencia de espacios no 'coagulados de

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    sentido' para que sea posible reconocer las diferencias de sentido e interpretacin de un mismohecho y se pueda dar legitimacin, o al menos examinar, a esa interpretacin que hace ese otrodiferente de m.

    Esta problemtica debe nutrirse del abordaje interdisciplinario dado que la importanciasocio-jurdica de las decisiones del fin de la vida supone:

    explorar los cambios en los valores, en las creencias, en la concepcin de sujeto y deciudadano que se han producido en la sociedad contempornea

    hacer efectivo el pluralismo que debe caracterizar a un sistema democrtico advertir situaciones que se presentan de hecho aunque no se hallen legisladas yencarnan por ello mismo ms peligrosidad examinar los dilemas que introducen los avances tcnico-cientficos en los diferentesestados de la vida humana.Otro de los vectores que debe incluye en la discusin y que fundamenta la legitimidad del

    derecho a la muerte voluntaria es, sin dudas el problema del dolor y del sufrimiento tanto el fsicocomo el psquico/existencial.

    1 - Estado general del temaEntre las distintas clases de muertes posibles algunas presentan un rasgo peculiar,

    sobrevienen como consecuencia de un acto realizado por la misma vctima. A esas muertes se lasllama suicidio (Durkheim, 1994). Durkheim (ibid.) ampla su definicin agregando la siguientefrase: sabiendo ella [la vctima] que deba producir este resultado [su muerte] (idem, ibidem,p.14).

    El suicidio se presenta entonces como la intencin y consumacin de la autoeliminacin deun individuo, en ocasiones promovida por un cuadro de muerte inminente. Pero en otros casos, msbien, la vida parece haberse vuelto desesperanzada y sin razn de ser para quienes quieren renunciara ella.

    El impacto social que acompaa al suicidio no se atena con el paso del tiempo. La sancin

    negativa de la sociedad (particularmente la occidental) persiste en nuestros das y la mayora de lasreligiones lo proscriben. Pero el debate sobre la aceptacin moral o no del acto se intensifica en laactualidad con la aparicin de nuevas circunstancias y variables que insiden en el anlisis. Unejemplo de ello es la lucha llevada adelante por el Dr. Jack Kevorkian, en el estado de Michigan(USA). Llamado por muchos de sus crticos doctor muerte, el Dr. Kevorkian ha suministradoasistencia para cometer suicidio a unas ciento veinte personas. Por esos actos ha sido acusado deviolar las leyes del estado. En 1994 result absuelto de la acusacin, que Kevorkian haba admitidolibremente, de ayudar a Thomas Hyde a suicidarse (Singer, 1994). Y entre 1994 y 1996 fue absueltode cinco muertes a las que asisti (3).

    La inquietud que despierta el suicidio, se puede detectar tambin en una investigacinrealizada por el Departamento de Salud Mental del Cuerpo Mdico y la Armada de Israel (MAJLIN,

    1998), con motivo del alarmante aumento de casos de suicidio dentro de sus filas. El estudiomuestra una fuerte preocupacin por identificar los signos que pudieran considerarse factores deriesgo y por definir los antecedentes (familiares, de violencia, de comportamiento antisocial,amenazas de suicidio, etc.) que deben ser tenidos en cuenta para efectuar posibles predicciones.Llamativamente no se ha indagado, al menos no se lo menciona, el papel que desempearan(considerando la conflictiva situacin poltica de ese pas) variables como la ausencia deexpectativas de vida, la posibilidad siempre cercana de la muerte, la exposicin contnua a

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    explosiones y atentados. El estudio concluye con una serie de recomendaciones tendientes a evitarque el suicidio se produzca, ms que a promover modificaciones en las causas de sufrimiento.

    Algo semejante se puede observar con relacin a las secuelas que ha dejado la guerra de lasMalvinas ocurrida en la Argentina en el ao 1982- en los soldados sobrevivientes. Adems de lasperturbaciones psicolgicas de toda ndole que han sido detectadas por profesionales de la salud

    mental en los hospitales pblicos, se han detectado casos de suicidio en excombatientes. Si bien nose localizan datos referidos especficamente a ese tema, algunas estadsticas generales sealanincrementos en las tazas de suicidio juvenil en el perodo entre 1985-1990, de hasta un 30%. Lo cualpermitira hacer algunas inferencias o por lo menos considerarlas.

    Inicialmente, se puede decir que uno de los argumentos ms fuertes de oposicin a la muertevoluntariamente anticipada (suicidio) es el que proviene de lo que se conoce como doctrina de lasantidad de la vida o de la sacralidad de la vida (4) (SINGER, 1994; DWORKIN, 1994). Taldoctrina considera que la vida humana es un bien supremo, por lo tanto debe ser respetada bajocualquier circunstancia y nada autoriza a disponer de ella ni siquiera al dueo de ese bien. En laconcepcin teolgica judeo-cristiana, que adscribe a dicha concepcin, el respeto por la vidahumana ocupa un lugar principal y santificado por ser una creatura divina (KOTTOW, 1995).

    La perspectiva de la Iglesia Catlica es restrictiva al respecto: el suicidio es un actocondenado. Ningn ser humano tiene derecho a quitarse la vida puesto que esa es prerrogativa de lavoluntad de Dios. Sin embargo, al parecer, slo el suicidio de naturaleza egosta (5) estara estprohibido, no as el altruista si se tiene en cuenta las palabras de Cristo en el Evangelio segn SanJuan: No hay amor ms grande que el que da la vida por los amigos. Con referencia a la situacinde enfermos en la fase final de sus vidas, la posicin de la Iglesia Catlica seala que no esmoralmente obligatorio proporcionar, ni recibir, lo que se consideran tratamientos extraordinarios,pero s deben proveerse los ordinarios.

    Quienes estn en la vereda opuesta, contraponen a la doctrina de la santidad de la vida lasiguiente nocin: para que la vida humana conserve su condicin de bien debe estar,necesariamente, acompaada de su condicin de dignidad(BEAUCHAMP & CHILDRESS, 1989).

    La condicin de dignidad no tiene un significado nico sino que presenta caractersticas variablesasociadas a los requerimientos mnimos de calidad de vida, a las creencias y valores dominantes enla vida de cada sujeto. En este sentido suprimir una vida que no pueda cumplir con tales requisitosno sera un ataque al bien: vida.

    Al respecto el filsofo Peter Singer seala que si bien algunas de las situaciones desufrimiento de los enfermos terminales pueden ser mejoradas, no todo es posible de evitar y aunque,eventualmente, lo fuera, plantea que algunas corrientes defienden el derecho a la autodeterminacin,entendida sta como la capacidad y la facultad para elegir y concretar los propios planes de vida loque incluye decidir el modo y el momento en que se producir, en este caso, la propia muerte(SINGER, 1993).

    El alcance de la libertad que poseen los actos humanos es una cuestin que tambin desvelaal psicoanlisis. El psicoanlisis caracteriza, por un lado, los suicidios que son actos compulsivos,corolario de un cuadro de esquizofrenia o melancola, esos casos se ubican dentro de la patologa,ms especficamente dentro de la psicopatologa; pero se preocupa tambin por la condicinpsquica de otros sujetos, aquellos que sufren enfermedades penosamente incurables o terminales oaccidentes con severas secuelas de discapacidad, aquellos cuya intencin de abreviar lo que quedano puede encuadrarse en el terreno de lo patolgico.

    Es importante sealar que en otros casos, el recurrir al suicidio no aparece como unaintencin de acortar una penosa enfermedad o de mitigar el dolor fsico. Muchas veces existen

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    causas de sufrimiento moral (la prdida de un ser amado, una decepcin abrumadora, la ausencia deexpectativas, etc.) que producen ms dolor que un padecimiento fsico. O bien, se da el caso deaquellas personas que pueden considerarse competentes pues trabajan, no presentan deterioro en suscapacidades intelectuales, son conscientes de las consecuencias de sus actos y pretenden dimitir dela vida. Es en ese sentido, seguramente, que Robert Nozick se pregunta si verdaderamente queremos

    continuar existiendo siempre, si no llega un momento en que nos hartamos? (NOZICK, 1989,p.23). Bruno Bettleheim (6) tena ochenta y seis aos y una salud notable cuando decidi suicidarsecubrindose la cabeza con una bolsa de plstico.

    En la actualidad, el suicidio es una clase de muerte en la que, si bien no recae un castigo ensentido jurdico, pesa sobre ella otra clase de punicin - moral, social y religiosa- particularmente enla sociedad occidental y cuando se practica por motivos que no son considerados ni altruistas ni paraaliviar sufrimientos, es decir, cuando se trata de un llamado suicidio egosta.

    Por el contrario, algunos de los que preconizan el derecho a la muerte con dignidad,incluyen en ella al suicidio. Promueven desprender ese acto de la explicacin nicamente impulsivao irracional para situarlo, tambin, en el mbito de un destino que puede ser asumido libremente,siguiendo, posiblemente, la direccin de Hume que al examinar los argumentos que se han

    esgrimido en contra del suicidio, propuso liberar de culpa al acto y regresar a los hombres sulibertad original (HUME, 1988, p. 123-144).En cuanto al llamado suicidio asistido, una prctica en la que un mdico prescribe una

    sustancia letal y el propio paciente se la administra a s mismo (el caso del Dr. Kevorkian), sepueden encontrar distintas situaciones, en Espaa, por ejemplo, desde 1984 existe un Plan deHumanizacin de Asistencia Hospitalaria, cuya filosofa bsica es respetar la voluntad del enfermo,pero el mismo no contempla la legalizacin del suicidio asistido (THEVOZ & JACCARD, 1992,p.11).

    En el estado de Washington existe, desde 1992, una organizacin llamada Compassion inDyingque ofrece ayuda a pacientes terminales a poner fin a sus vidas, asesora acerca de dosis y desustancias letales, ofrece asistencia a las familias y acompaa a los pacientes hasta el momento final.

    La asociacin posee lineamientos precisos y estrictos requisitos para seleccionar a los pacientes quepueden recibir su asesoramiento (LUNA & SALLES, 1995, p.124). En el ao 1996 tanto el estadode Washington como el de Nueva York, han establecido la prohibicin de asistencia al suicidio. Talprohibicin ha sido apelada por un conjunto de mdicos y enfermos terminales utilizando elargumento de que esa prohibicin vulnera los derechos de los ntimos intereses que garantiza laEnmienda 14 de la Constitucin (DWORKIN, NAGEL, NOZIC, RAWLS, SCANLON &THOMPSON, 1997). El debate contina en la actualidad y la Suprema Corte pospuso la toma deuna resolucin definitiva.

    A fines de 1994, el estado de Oregon aprob la Ley de Muerte con Dignidad por medio de lacual se legaliz el suicidio asistido por un mdico, en circunstancias delimitadas. La ley establecedefiniciones especficas de trminos como competente y enfermedad terminal (ibid.).

    En el ao 1995 Australia, a travs de la asamblea legislativa del Territorio del Norte, seconvirti en el primer pas en aprobar una ley que legaliz la eutanasia voluntaria. Se ha puesto enprctica tres veces y luego fue revocada por el Parlamento Federal Australiano (LUNA & SALLES,1998, p. 241-242). En Holanda se toleraba (despenalizando caso por caso) la eutanasia activa bajocondiciones bastante restrictivas hasta el ao 2001 en que fue legalizada. En 1993 el Parlamentoholands intent regularizar la situacin y aunque la eutanasia no se despenaliz se establecieronuna serie de procedimientos y requisitos para que esa prctica no fuera condenada. La Iglesia

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    Reformista Holandesa participa de la aceptacin social que tiene la eutanasia en ese pas (LUNA &SALLES, 1995, p.123).

    2 - La situacin legal en la ArgentinaEn la actualidad, 2011, existen proyectos en comisiones de legisladores que estan siendo

    analizados. Los proyectos mencionados, si bien se hacen eco de la preocupacin social de vivir ymorir dignamente, tal como estn planteados interfieren ms que a contribuyen con tal propsito.En cuanto al suicidio, la legislacin penal argentina (Cdigo Penal, art. 83) prohbe su

    instigacin o ayuda en cualquier caso y no contempla una figura tal como el homicidio piadosopara los casos en que se mata a una persona, a su propio pedido, que se encuentra en sufrimientoextremo. La legislacin actual castiga el suicidio asistido.

    Existen otras propuestas que, si bien no han llegado al debate legislativo, son representativasde distintas corrientes de pensamiento en el derecho y receptan el problema de los derechos al finalde la vida. Luis Nio, en su trabajo de tesis doctoral, ha propuesto una reforma legislativa quepermitira la abreviacin del curso vital de un paciente (NIO, 1994). Abreviacin que puedeprovenir como efecto secundario de alguna terapia o por el retiro o abstencin de medios

    teraputicos ftiles o desproporcionados. Para ello, Nio, sugiere la inclusin de un artculo 83 bis -subsiguiente al art. 83 del Cdigo Penal - en el cual se declara no punible la abreviacin del "cursovital de una persona cuyo deceso se imputare inmimente, a raz de grave enfermedad o accidente,causada por el mdico diplomado (...) mediando el acuerdo libre y expreso del paciente; actual opreviamente formalizado o con el consentimiento de sus representantes legales (...)" (ibid., p.248).Indica, adems, especficamente los casos y condiciones en que estos actos deben llevarse a cabo.

    El Dr. Martin Farrell tambin ha abogado por una reforma legislativa que desincriminara aun conjunto de casos de eutanasia (voluntaria) y de ayuda al suicidio (FARREL, 1994, p.119). Eljurista admite que, si bien es cierto que a largo plazo se debera aspirar a una interpretacinconstitucional que diera amparo tales actos como acciones privadas, es ms probable lograr,primero modificaciones por la va legislativa.

    En lo concreto, en nuestro pas actualmente no hay leyes especficas vigentes. Las llamadasdirectivas anticipadas (living will) se cumplen segn el criterio personal de cada serviciohospitalario. Los casos conflictivos - retiro de sosten vital, rechazo de tratamiento, etc - se dirimenen forma individual, sin resoluciones de alcance colectivos y de acuerdo a la intervencin de cadajuez.

    3 - Los aportes del Psicoanlisis.Con el advenimiento del psicoanlisis el problema del suicidio adquiri nuevas dimensiones.

    En las caracterizaciones ms clsica el abordaje, predominantemente fenomenolgico, se ocupabade explorar los motivos explcitos, concientes o simplemente visibles de quien se quitaba la vida. Eldescubrimiento del inconciente por Sigmund Freud enfrent a la humanidad y a los estudiosos, connuevas perspectivas, tan atractivas como resistidas.

    Ya no era posible atribur motivaciones simples y lineales a los actos de los seres racionalessino que los desarrollos freudianos daban cuenta de una serie de actos que llevaban una significacinencriptada. Producciones del inconciente como los sueos, los equvocos, las confusiones dellenguaje (lapsus linguae) y del actuar, no eran casuales o azarozas. Unas fuerzas que se ocultaban alpropio sujeto eran impulsoras de muchos de sus actos; algunos sencillos como simples olvidos yotros dramticos como matar o darse muerte.

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    Entre los temas por los cuales se ha desvelado el psicoanlisis, el suicidio ha ocupado unlugar fundamental. La consumacin de la autodestruccin en un ser humano siempre inquieta yseala un lmite a la eficacia teraputica. Dentro del marco del psicoanlisis es imposible elaboraruna teora general al respecto. Cualquier generalizacin contradice uno de los pivotes fundamentalesde la teora: la nocin de singularidad psquica. Esta nocin concibe la idea de que cada conflicto es

    nico, exclusivo, y obedece a una serie particular de factores entramados en la vida de un individuo.Por otro lado la experiencia muestra que la manifestacin suicida no se corresponde con unaafeccin psicopatolgica especfica.

    An as, Freud ([1901] 1989, p. 177) plantea, en Psicopatologa de la vida cotidiana,que latendencia a la autoeliminacin est presente en un gran nmero de seres humanos aunque ella nosiempre llegue a consumarse. De hecho algunas variedades de torpezas y aparentes accidentes sonen realidad autoaniquilaciones semideliberadas cuyo propsito inconciente se aprovecha de algnriesgo mortal y lo enmascara como desgracia del azar. En esos casos, dir, obra una tendenciaconstantemente vigilante de autocastigo que en psiconeurosis graves pueden concluir en un suicidio.

    Aos mas tarde, en su intento de distinguir el duelo normal del cuadro psicopatolgico de lamelancola, Freud sealar que el duelo es una reaccin a la prdida de un ser amado o de una

    abstraccin que lo sustituya como la patria, la libertad o un ideal. Pero, observ que bajo igualescircunstancias - una prdida- algo diferente poda surgir: un duelo patolgico, la melancola en lugardel duelo normal.

    No abordaremos aqu todos los desarrollos vinculados al duelo y la melancola.

    4 - Suicidio no patolgicoConceptualizacin

    Podemos considerar que el suicidio no-patolgico es el acto de quitarse la vida realizado poruna persona que no se halla bajo la influencia de alguna enfermedad o trastorno mental relacionadocon psicosis, esquizofrenia, melancola o depresin mayor.

    En un sentido filosfico-existencial, es la muerte voluntaria de quien ejerce su "derecho adimitir a la vida" (PANIKER, 1992, p.14) (7).Las motivaciones para tales suicidios pueden ser variadas: defender el honor, realizar un

    sacrificio altruista como salvar a otro, poner fin a algn tipo de sufrimiento intolerable, fsico omoral. La caracterstica distintiva de estos suicidios es que la persona debe llegar al acto comoresultado de: una reflexin, con plena competencia subjetiva - sin trastornos cognitivos que leimpidan comprender las consecuencias de su acto o tomar decisiones- en posesin de su capacidadjurdica.

    En estos casos, se trata de sujetos que reconocen la existencia de la opcin de quitarse la vidaen el mbito de su autodeterminacin. Las personas que llegan a lo que podemos llamar, en elcontexto descripto, un suicidio racional, conciben la vida un bien que, adems de poseer un valoren s", posee un valor relativo vinculado a su nocin de dignidad y a los valores que lo hanacompaado en su historia de vida.

    Tambin se manifiestan objeciones para esta clase de suicidios, no ya desde el mbito de lapsicopatologa, sino ms bien desde las perspectivas religiosas. Aunque si, como dice el Dr. MartnFarrell distinguimos la moral de la religin, es difcil sostener argumentos morales en contra de ladecisin de quitarse la vida de un sujeto capaz (FARREL, 1994, p. 103).

    A mi criterio, la separacin que propone Farrel no excluye por completo la objecin al actosuicidio. Ya sabemos que desde la perspectiva de la moral kantiana, por ejemplo, es igualmente

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    inadmisible el suicidio egosta al igual que desde la ptica de los grupos "pro life", tambinllamados "vitalistas", que son una expresin laica de la defensa de la sacralidad de la vida. Lacuestin tal vez sea, si hay argumentos jurdicos para oponerse dentro de un sistema democrtico.

    Pero a los fines generales, debemos aceptar que usualmente la moral esta entretejida con losvalores religiosos (lo que implica obligatoridad de acatar el dogma) y, que desde una perspectiva

    laica no habra, efectivamente, objeciones ticas a quitarse la vida, en tanto se trate del ejercicio deuna libertad de eleccin que, adems, no perjudica a terceros.La concepcin de que hay un tipo de muerte voluntaria que no puede ser juzgada como

    patolgica ni sancionada moralmente se inscribe en el modelo de una sociedad pluralista. Pluralismoque respeta la idea de que frente al sufrimiento, por ejemplo, existen distintas formas vlidas ylegtimas de afrontamiento del mismo.

    Ya en su tiempo, Durkheim haba planteado que los suicidios encuadrados en el campo de lapatologa o bien no tienen un motivo o el motivo es puramente imaginario. Sita, entonces en lanaturaleza del motivo la diferencia entre el suicidio patolgico y el de los hombres sanos.

    Con frecuencia el hombre normal que se mata se encuentra, tambin, en un estado deabatimiento y depresin; pero hay siempre una diferencia escencial: que el estado del

    primero y el acto que resulta tiene una causa objetiva, mientras que el segundo carece derelacin con las circunstancias exteriores (DURKHEIM, 1994, p.35).

    Con ello, Durkheim (1994, p.362) introduce una variable nueva en la clasificacin de lossuicidios: el examinar si un acto suicida es deliberado o no y la clase de representaciones que hanparticipado en esa deliberacin, alucinatorias o no. Con esto ofrece un parmetro til paradiferenciar el suicidio patolgico del producido por el hombre sano de espritu sin la necesidad deabordar la cuestin de si se ha obrado libremente o no.

    De ese examen se concluye que hay al menos un grupo de suicidios, de caractersticasvariadas, en los que la locura est ausente. Los cuadros comparativos que el socilogo publicamuestran que, paradjicamente, aquellos pases en que 'hay ms locos' hay menos suicidios y

    viceversa. Durkheim (1994, p. 43-44) descubre que no se puede encontrar una correspondenciacausal entre los dos fenmenos, la locura y el suicidio, en la medida en que no hay relacin entre latendencia a la locura y la cifra social de los suicidios.

    En cuanto a la opinin del psicoanlisis hay poca literatura referida al suicidio por fuera de lapatologa. En el ao 1998, se public en Buenos Aires un libro que arrojaba los resultados de unestudio realizado por el Grupo de Investigacin y Suicidio de la Asociacin Psicoanaltica deBuenos Aires: Crisis y Suicidio (YAMPEY, 1998). Llamativamente slo en unos pocos renglonesde la obra se hace referencia, de manera apenas descriptiva y sin ninguna profundizacin sobre elcaso, a las situaciones en las que un suicidio no sera considerado psicopatolgico: "Algunascircunstancias pueden llevar a pensar que una autoeliminacin no es necesariamente patolgica y

    su justificacin racional" (ibid., p.13).

    5 - Jacques Lacan y el suicidio llamado tico

    Lacan si abord la cuestin del suicidio en trminos no-psicopatolgicos. Lo hizo endistintos momentos de su obra pero, en el Seminario de la Etica le otorga al acto una funcinespecial: puede ser un modo de restitucin de la subjetividad en aquellos casos en que estamenazada, sometida o doblegada por un Amo. Para ello toma la eleccin de Antgona - tal como seexpone en la tragedia de Sfocles- a la que considera paradigma de una decisin tica. Antgonadesafa la voluntad del Amo (el omnipotente, el Otro en trminos de Lacan), las leyes de la polis, el

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    reclamo de sus seres queridos y asume las consecuencias de dar a su hermano muerto la sepulturaque le haba sido prohibida por el poder de Tebas. Con esa decisin elige tambin la muerte y revelasu condicin deAutnomos, dice Lacan, mantiene el "valor nico de su ser" (LACAN, ([1959-1960]1992, p.332-335).

    Antgona, por propia voluntad, inscribe un corte, un lmite al poder arrasador de Creonte,

    Amo de Tebas.Ilustre y alabada te marchas al antro de los muertos, y no porque mortal enfermedad te hayagolpeado, ni porque tu suerte haya sido morir a espada. Al contrario, por tu propia decisin, fiel atus leyes, en vida y sola, desciendes entre los muertos al Hades. (SFOCLES, 1969, p.104).

    Es en el sentido que revela la tragedia de Antgona, en el que Lacan va a definir al suicidiocomo nico "acto acabado". En tanto que se trata de un acto que, en su aparente fracaso, posibilita larestitucin de la dignidad de un sujeto (LACAN, 1971-1972/1984).

    Y por qu? Porque bajo particulares circunstancias slo es posible salir de la captura queproduce el deseo del Otro, de la alienacin, recortdose, dicindole un no a la ley del Otro.Aunque el nico modo sea con la propia muerte.

    Esta decisin produce horror. No slo por testimoniar la eleccin de la muerte, sino que en

    esa eleccin el sujeto muestra que es capaz de abandonar, de sustraerse a la demanda de los otros. Sesustrae de los que le exigen que luche, que siga viviendo, que acepte una ley ajena y elije la muerteen defensa de su libertad.

    Respecto del tema que nos ocupa, ese Otro puede tomar variados nombres: la medicina, lafamilia, el Otro social, etctera.

    Lacan consideraba que la condicin humana supona la libertad de morir. Hablar de libertad,para Lacan, implica una responsabilidad tica, en tanto que es hablar, necesariamente, de lacondicin humana en relacin con la muerte (7).

    5.1- Eutanasia. Suicidio AsistidoEutanasia es un trmino acuado por Francis Bacon en el 1600 tomando del griego los

    vocabloseu,

    buena ythnatos

    , muerte. Es difcil hallar una sola interpretacin de lo que seconsidera una buena muerte, las definiciones varan segn las pocas, las culturas y, claro est, losindividuos. En general se refiere a la muerte provocada a alguien que as lo requiere, por padeceruna enfermedad incurable y que conlleva gran dolor fsico y/o moral, con la finalidad de abreviar susufrimiento.

    En el contexto de la situacin de un paciente crtico o con diagnstico de enfermedadincurable e irreversible, se puede considerar que el buen morir o la muerte digna es aquella quese produce (MAGLIO & MAGLIO, 2000):

    Sin dolor insoportable. Conservando la capacidad para dar o transmitir afectos en los ltimos momentos. Con lucidez, ya que se trata de uno de los momentos ms reflexivos y trascendentesde la vida.Luis G. Blanco (1997), abogado e investigador, seala en su libro Muerte Digna que un

    aspecto distintivo inherente a la eutanasia es la proximidad de la muerte. Se puede decir que ello escierto en general pero, existen afecciones que no son mortales y por las consecuencias que producen inhabilitacin parcial o total, indignidad, sufrimiento moral y fsico - llevan a quienes las padecena solicitar la eutanasia. Tal es el caso del conocido Ramn Sampedro en Espaa, quien duranteaproximadamente 25 aos solicit por la va legal que se le proveyera de un suicidio asistido,infructuosamente. Hasta que finalmente falleci en forma misteriosa, muerte que an permanece

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    sin resolver en tminos judiciales. Sin embargo es vox populi la conjetura de que entre todos losamigos lo ayudaron a liberarse de la prisin de su vida, aunque nada ha podido probarse.

    Aunque sabemos que el desarrollo de la farmacologa y de los cuidados paliativos en losltimos aos ha sido importante, muchos enfermos en estado irreversible padecen doloresintratables, a la vez, experimentan situaciones cotidianas de incapacidad o privacin que afectan

    severamente su dignidad y su calidad de vida.Cuando ya no hay intervenciones teraputicas posibles y/o el sufrimiento subsiste y no sedesea soportar ms sera consistente que el ciudadano pudiera encontrar dentro de sucomunidad derechos y asistencia para actos de muerte voluntaria?

    Cmo debera pensarse la funcin del estado en estas cuestiones? Slo como un una formade Creonte de la modernidad?

    Lacan se haba referido a la funcin que cumpla Creonte en la tica trgica: el jefe queconduce y quiere el bien de su comunidad. Pero el error que comete Creonte, dice Lacan, "es quererhacer el bien de todos" (LACAN, 1959-1960/1992, p.309-310), arrasando as con la singularidad,con la subjetividad de los ciudadanos.

    No sera desatinado, con esos datos, considerar que la deficiencia o ambiguedad de derechos

    respecto del fin de la vida encarna conductas de arrasamiento subjetivo, de abuso y violencia porparte del estado, en tanto que no es capaz de ponerse en el lugar de las necesidades e intereses,aunque sean minoritarios, de los individuos que integran el sistema. En el caso de decisionescruciales en el final de la vida, como hemos visto, intervienen variables complejas. En generalinvolucran la participacin de un tercero, trabajadores de la salud, familiares, instituciones, etc. Parapoder poner en marcha un dispositivo eficaz, que garantice lo mximo posible el control de lasirregularidades y/o excesos que pueden presentarse muchas cuestiones deben ser dirimidas. Sinolvidar que se trata de un mbito en donde la autonoma, los valores y los ideales de un sujeto seentrecruzan con lo que la sociedad a la que l pertenece considera lcito proveer. Y, por otra parte,cualquier anlisis debe tener en cuenta el derecho del tercero a no intervenir amparado en la"objecin de conciencia".

    Es cierto que reconocer derechos vinculados a la decisin de la propia muerte, implicarevisar las concepciones hegemnicas acerca del sentido de la muerte en la condicin humana yexaminar el alcance de las libertades individuales. Ello, debera conducir a reformar e instituirnuevos rdenes legales que reflejen, entre otras cosas, el grado de legitimidad, de aceptacin social,que pueden tener ciertas conductas controvertidas y optativas.

    6 - ConclusionesLa presencia de la decisin autnoma de la persona es la bisagra crucial que establece la

    diferencia de algunos de los problemas ticos que conllevan la prctica de eutanasia. Casideberamos poder decir: si hay decisin autnoma e informada no hay problema tico.

    Pero, la necesidad de intervencin de un tercero es otra de las claves que complejizan eldebate. En el anlisis debera considerarse, por un lado, el aspecto institucional: si se acepta o seconsidera legtimo proveer tal asistencia. Es una discusin actual en muchos pases desarrolladospuesto que cada sociedad debe establecer el alcance de la provisin de derechos referidos a lo que seconoce como dignidad bsica(DRESSER, 2004, p.201-206).

    En general pocos pases consideran que la provisin de eutanasia y/suicidio asistidocorresponden al nivel de dignidad bsica, salvo aquellos en los cuales esta prctica est legalizada oal menos despenalizada. El resto considera que tales actos se inscriben en la categora de dignidadpersonal, sin obligatoriedad de que sea proveido por el estado.

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    El ser humano desde su nacimiento, incluso desde su vida humana en formacin, posee lacaracterstica intrnseca de su dignidad, ello es un bien tutelado y protegido jurdicamente en casitodos los pases del mundo. Se extingue la proteccin del valor "dignidad" en los tramos finales dela vida (FERRAJOLI, 2000)? Caduca el derecho a disear el propio plan de vida o slo estresguardado en cuanto a la cantidad y no a su calidad o dignidad?

    Sin duda que la existencia de legislacin especifica en materia de muerte voluntaria odispositivos como las directivas anticipadas sera de gran utilidad para estas cuestiones; fortaleceralas garantas de los derechos de los ciudadanos puesto que, los instrumentos de tutela de la legalidadde los mismos se localizaran en la Constitucin y no, exclusivamente en el arbitrio de los jueces.

    Notas

    (1) En cuanto al marco constitucional de los derechos de la personalidad, puede decirse quela jurisprudencia y la doctrina lo relacionan con la intimidad, la conciencia, el derecho aestar a solas, el derecho a disponer de su propio cuerpo . En rigor, cuando el art. 19 de laConstitucin Nacional dice que "las acciones privadas de los hombres que de ningnmodo ofendan al orden y a la moral pblica ni perjudiquen a un tercero, estn slo

    reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados", concede a todos loshombres una prerrogativa segn la cual pueden disponer de sus actos, de su obrar, de supropio cuerpo, de su propia vida de cuanto les es propio. Ha ordenado la convivenciahumana sobre la base de atribuir al individuo unaesfera deseoro sujeta a su voluntad; yesta facultad de obrar vlidamente libre de impedimentos conlleva la de reaccionar uoponerse a todo propsito, posibilidad o tentativa por enervar los lmites de esaprerrogativa. En el caso, se trata del seoro a su propio cuerpo y en consecuencia, de unbien reconocido como de su pertenencia, garantizado por la declaracin que contiene elart. 19 de la Constitucin Nacional. La estructura sustancial de la norma constitucionalest dada por el hombre, que despliega su vida en acciones a travs de las cuales seexpresa su obrar con libertad. De este modo, vida y libertad forman la infraestructurasobre la que se fundamenta la prerrogativa constitucional que consagra el art. 19 de laConstitucin Nacional". Extrado de la sentencia de Bahamondezen ocasin en que el Sr.Bahamondez, Testigo de Jehov, se negara a recibir transfusin de sangre por objecinde conciencia. Corte Suprema de Justicia 6/4/93 Bahamondez, Marcelo L.L. 1993-D-125.

    (2) El estudio Romer y asociados realizo en el ao 2001 una encuesta exploratoria acerca delas actitudes de las personas hacia la prctica de la eutanasia. Para masdatos http://www.lanacion.com.ar/1154837-derecho-a-vivir-derecho-a-morir .

    (3) En noviembre de 1998 (Diario Clarn, 21-11-98) trascendi la informacin de que lacadena televisiva norteamericana CBS mostrara el momento en que J. Kevorkian le dauna inyeccin letal a un enfermo terminal. Se pone de manifiesto no slo la controversiaen torno al acto en s, sino que tambin hace reflexionar acerca del papel que cumple laparticipacin meditica en la cuestin.

    (4) Se encontrar un anlisis detallado de la doctrina en Peter Singer (1994) y RonaldDworkin (1993), aunque ambos autores critican esa posicin.

    (5) Esta es una parte de la clasificacin que realiza Durkheim (1994, p.184-192, p. 256)considerando que el suicidioegostaocurre en el sujeto que no ve nada real en el mundoms que al propio individuo, se siente desligado de la vida por no percibir ningn fin alque pueda dedicarse, se siente sin razn de ser, intil. El suicidio altruista ocurre en

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    cambio en individuos que sienten un fin situado fuera de esta vida, si se mata no esporque se arrogue un derecho a hacerlo sino porque cree que es su deber.

    (6) Bruno Bettleheim: psicoanalista viens, prximo a Freud. Milit en organizaciones deizquierda y conoci campos de concentracin. Se exili en los Estados Unidos dondefund una escuela para nios psicticos.

    (7)

    Salvador Paniker es presidente de la Asociacin mundial para la Muerte Digna.

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    Aprovado em: 19/7/2012