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CLÍNICA DE ENDOCRINOLOGÍA Y METABOLISMO PROF. DR RAÚL PISABARRO FACULTAD DE MEDICINA U.DE.LA.R MONTEVIDEO, URUGUAY Enfermedad Valvular Cardíaca en Pacientes con Prolactinoma Tratados Con Cabergolina Monografía de Postgrado Dra. Daiana Arrestia. Posgrado de Endocrinología y Metabolismo Tutora Prof. Adj. Dra. Cristina Alonso Marzo de 2013

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MONOGRAFIA PROLACTINOMAS-ENF.VALVULAR CARDIACA MARZO 2013 19-3-13 CORRECCIONES TRIBUNAL

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1  

CLÍNICA  DE  ENDOCRINOLOGÍA  Y  METABOLISMO    PROF.  DR  RAÚL  PISABARRO  FACULTAD  DE  MEDICINA  

U.DE.LA.R  MONTEVIDEO,  URUGUAY  

   Enfermedad  Valvular  

Cardíaca  en  Pacientes  con  Prolactinoma  Tratados  

Con  Cabergolina    

Monografía  de  Postgrado      

       

Dra.    Daiana  Arrestia.    Posgrado  de  Endocrinología  y  Metabolismo  

 Tutora  

Prof.  Adj.  Dra.  Cristina  Alonso      

Marzo  de  2013  

2

Resumen

Los agonistas dopaminérgicos son la primera línea para el tratamiento de los

prolactinomas así como para la enfermedad de Parkinson. Los agonistas

dopaminérgicos ergotamínicos se han asociado con el desarrollo de insuficiencia

valvular cardíaca (moderada-severa) clínicamente significativa, engrosamiento y

retracción valvular en pacientes con enfermedad de Parkinson. En pacientes que

reciben agonistas dopaminérgicos por hiperprolactinemia, la mayoría de los estudios

no muestran aumento del riesgo de valvulopatía.

El objetivo del trabajo fue documentar alguna posible asociación entre el uso de

cabergolina (CB) en pacientes con prolactinomas atendidos en la policlínica de

Endocrinología y Metabolismo del Hospital de Clínicas y hallazgos ecocardiográficos

de enfermedad valvular cardíaca. Además, valorar la presencia de alteraciones en la

estructura y función valvular cardíaca relacionadas con la dosis y duración del

tratamiento con cabergolina.

Métodos: Realizamos un estudio analítico, observacional y retrospectivo de tipo

casos- controles apareados. Se analizaron los datos de 22 pacientes portadores de

prolactinomas tratados con cabergolina por un mínimo de 6 meses, atendidos entre

los años 2010 a 2012. Se parearon con un grupo control constituido por 22 personas

sanas miembros del staff y pacientes atendidos en dicha policlínica, ajustados para

edad y sexo. Realizamos ecocardiogramas transtorácicos con Doppler Color en el

mismo equipo, por un médico cardiólogo con experiencia en ecocardiografía. La

insuficiencia valvular cardíaca se cuantificó según las guías de la Sociedad

Americana de Ecocardiografía. Se definió engrosamiento valvular mitral anormal o

de su cúspide como aquel mayor a 5 mm.

Resultados: No hubo casos de insuficiencias valvulares moderadas-severas en

ninguno de los grupos. La prevalencia de insuficiencia valvular leve fue similar entre

los pacientes y los controles. No hubo casos de insuficiencia valvular pulmonar. Solo

en tres de los pacientes y tres de los controles se evidenció fibrosis valvular

3

subclínica (p=0.66). No hubo casos de engrosamiento valvar mitral anormal así

como tampoco diferencias significativas entre la media del grosor valvar mitral entre

ambos grupos (p=0.65). No hubo engrosamiento de las otras valvas.

No observamos una correlación entre la dosis acumulativa de cabergolina o

duración del tratamiento y el grado de insuficiencia valvular. Encontramos una

correlación significativa entre la dosis acumulativa de cabergolina y el grosor valvar

mitral (p=0.002 r2=0.37). Si excluimos del análisis al paciente que presentó una

valva mitral más gruesa (3.8mm), que recibió la dosis de cabergolina más alta

(1962), esta correlación no se observa (p=0.753). Asimismo, encontramos una

correlación entre la dosis máxima de cabergolina y el grosor valvar mitral

(p=0.0008). Nuevamente, excluyendo al único paciente que recibió la dosis máxima

esta correlación no se observa (p=0.116). No encontramos relación entre el grosor

valvar mitral y la duración del tratamiento (p=0.084). No hubo aumento del área de

tenting mitral.

Los pacientes tratados con cabergolina tuvieron una fracción de eyección del

ventrículo izquierdo (FEVI) significativamente más baja (60.9% ± 1.97) que los

controles (64.8% ± 4.9) (p=0.004). Aquellos con sobrepeso-obesidad presentaron

una FEVI significativamente más baja (60%) comparada con los que tenían

normopeso (65%) (p=0.045). No se encontró relación entre FEVI y sexo,

hipertensión arterial (HTA), tabaquismo, diabetes (DM), glicemia alterada de ayunas

(GAA), intolerancia oral a la glucosa (IOG) o dislipemia en ninguno de los grupos.

Tampoco se encontró asociación entre dosis acumulativa de cabergolina (p=0.64) o

duración del tratamiento (p=0.93) con la FEVI.

Conclusiones: El tratamiento con cabergolina en las dosis usadas habitualmente en

los pacientes con prolactinomas no esta asociado con mayor prevalencia de

insuficiencia valvular clínicamente significativa, pero sí con mayor grosor valvar

mitral (aunque sin constituir engrosamiento anormal) asociado con la dosis

acumulativa

Palabras Claves: prolactinoma, enfermedad de Parkinson, agonistas

dopaminérgicos ergotamínicos, cabergolina, enfermedad valvular cardíaca.

4

5

Agradecimientos • Asistente. Dra. Mercedes Piñeyro

• Prof. Adjunta. Dra. Cristina Alonso

• Prof. Adjunta. Dra. Lucía Florio

• Dr. Mauricio Gutiérrez

• Docentes, posgrados, enfermeras y secretaria de la cátedra de

Endocrinología y pacientes atendidos en la policlínica de Endocrinología y

Metabolismo

• Dra. Elisa Seoane y Dra. Mariana Elhordoy

• Licenciadas en archivo médico

6

Tabla  de  Contenidos  

Introducción ...................................................................................................................7  

Marco Teórico ............................................................................................................8  

Generalidades  de  los  prolactinomas ......................................................................................................................... 8  

Tratamiento  de  los  prolactinomas  con  agonistas  dopaminérgicos. ..........................................................10  

Agonistas  dopaminérgicos  en  enfermedad  de  Parkinson..............................................................................11  

Tratamiento  con  cabergolina  en  los  prolactinomas  y  enfermedad  valvular  cardíaca.......................15  

Prolactinomas  versus  enfermedad  de  Parkinson ..............................................................................................20  

Alteraciones  valvulares  en  la  población  general................................................................................................21  

Objetivos .......................................................................................................................23  

Materiales y Métodos ..................................................................................................24  

Métodos  Estadísticos......................................................................................................................................................27  

Resultados .................................................................................................................28  

Discusión ......................................................................................................................34  

Limitaciones del trabajo .............................................................................................40  

Conclusiones ...............................................................................................................41  

Referencias Bibliográficas .........................................................................................42  

7

Introducción

Los agonistas dopaminérgicos son la primera línea para el tratamiento de los

prolactinomas así como para la enfermedad de Parkinson. Se ha demostrado una

asociación entre el uso de altas dosis de agonistas dopaminérgicos ergotamínicos,

cabergolina y pergolide, y desarrollo de insuficiencia valvular cardíaca (moderada-

severa) clínicamente significativa, engrosamiento y retracción valvular en pacientes

con enfermedad de Parkinson (1, 2). Debido a esto, ha aparecido preocupación

entre los endocrinólogos sobre la seguridad del tratamiento a largo plazo con

cabergolina en pacientes con hiperprolactinemia (3). La mayoría de los estudios en

estos pacientes tratados con cabergolina por hiperprolactinemia no muestran

aumento del riesgo de valvulopatía (2) (4-6). Por el contrario, pocos estudios

reportaron mayor riesgo de insuficiencia valvular leve (7, 8) y moderada (9).

Actualmente se desconoce si las dosis bajas de cabergolina, como las comúnmente

utilizadas en pacientes con prolactinoma, se asocian con valvulopatía clínicamente

significativa (2).

8

Marco Teórico Generalidades de los prolactinomas

Los prolactinomas son adenomas hipofisarios que expresan y secretan prolactina

(PRL) en grados variables, casi invariablemente benignos pero frecuentemente

clínicamente significativos (10). Constituyen el 40% de todos los tumores

hipofisarios (10-12). Son los tumores hipofisarios secretantes más frecuentes (11).

La prevalencia estimada de prolactinomas clínicamente evidentes varía entre 6-10

por 100,000 a aproximadamente 50 por 100,000 (12-14). La prevalencia de los

prolactinomas varía según edad y género siendo más frecuentes en mujeres entre

los 20-50 años, con una relación mujer-hombre de 10:1 (11).

Los prolactinomas se clasifican según su tamaño en microadenomas (menores a 10

mm) y macroadenomas (mayores o iguales a 10 mm) (10). Aproximadamente el

90% son pequeños, intraselares, raramente crecen en tamaño (10). Los

microprolactinomas son más frecuentes en mujeres (10), mientras que los

macroprolactinomas son más frecuentes en hombres (11).

Aproximadamente el 90% de mujeres premenopáusicas con prolactinomas se

presentan con oligoamenorrea, y cerca del 80% se presentan con galactorrea.

Además estos tumores se pueden presentar con infertilidad anovulatoria y

disminución de la libido (10). En hombres la hiperprolactinemia causa impotencia,

infertilidad y disminución de la libido. Generalmente los prolactinomas en hombres

se presentan con síntomas compresivos. Esto puede deberse a falta de

reconocimiento de los síntomas de hipogonadismo o por diferencias biológicas en el

crecimiento tumoral. En tumores grandes, la compresión de otras células

hipofisarias o del tallo hipofisario pueden causar hipopituitarismo (10).

9

Una dosificación de prolactina en cualquier momento del día por encima del límite

superior de la normalidad confirma el diagnóstico de hiperprolactinemia, siempre y

cuando, la muestra de sangre se obtuvo sin excesivo stress por la venopunción (10)

(12). Cuando los valores iniciales de prolactina no son diagnósticos (por ejemplo, se

encuentran levemente por encima del límite superior de la normalidad pero no están

tan elevados como se ven generalmente en prolactinomas) se debería repetir la

muestra otro día (10-12). En este caso, dado que la prolactina se secreta en forma

pulsátil, debería obtenerse entre 2 o 3 muestras separadas por 15 minutos (10-12).

En prolactinomas los niveles séricos de prolactina generalmente son proporcionales

al tamaño tumoral, y la mayoría de pacientes con valores de prolactina mayores a

250 µg/litro son portadores de un prolactinoma (12). Valores de prolactina por

encima de 500 µg/litro es diagnóstico de macroprolactinoma (12) (15). Si bien

niveles de prolactina mayores a 250 µg/litro generalmente indican la presencia de

prolactinoma, algunas drogas incluyendo risperidona y metoclopramida, pueden

causar elevaciones de prolactina por encima de 200 µg/litro en pacientes sin

evidencia de adenoma (12) (16).

Luego de realizado el diagnóstico de hiperprolactinemia se debe excluir causas

secundarias de la misma como ser: uso de medicación, insuficiencia renal,

insuficiencia hepática, e hipotiroidismo (10) (12). Luego de excluir causas

secundarias potenciales incluyendo el embarazo, se debe solicitar una resonancia

nuclear magnética (RNM) de cráneo con enfoque en silla turca (10).

Los objetivos primarios del tratamiento de los prolactinomas son disminución del

tamaño tumoral y normalización de prolactina con recuperación completa de la

función gonadal (incluyendo fertilidad) (11).

Las indicaciones del tratamiento incluyen todos los pacientes con

macroprolactinoma y aquellos con microprolactinoma sintomático (10, 11) (17, 18).

En 90-95% de los casos los microadenomas no aumentan en tamaño (11) (18-20),

por lo tanto, la supresión del crecimiento tumoral no es un objetivo terapéutico. Si se

tratan por presentarse con síntomas, generalmente disminuyen de tamaño y a veces

desaparecen con el tratamiento médico crónico (10) (19).

10

Tratamiento de los prolactinomas con agonistas dopaminérgicos.

El tratamiento médico es de primera línea en los prolactinomas, mediante el uso de

agonistas dopaminérgicos (11, 12). La bromocriptina y la cabergolina son los más

comúnmente utilizados (11). La dopamina inhibe normalmente la secreción de

prolactina actuando en los receptores de dopamina tipo 2 (que inhiben la

adenilatociclasa) expresados en lactotropos tumorales y normales (11) (21).

El tratamiento médico es altamente efectivo. Los agonistas dopaminérgicos

normalizan la prolactina y reducen el tamaño tumoral en la mayoría de los pacientes

con macroprolactinoma (10). El 80% de los prolactinomas tratados con agonistas

dopaminérgicos reducen su tamaño más del 25% de su tamaño inicial, y en casi

todos se asocia con disminución del 50% de los niveles de prolactina (10).

Los agonistas dopaminérgicos usualmente mejoran las alteraciones visuales en

forma similar a los que lo produce la descompresión quirúrgica del quiasma óptico

en pacientes con macroprolactinoma, por lo tanto las alteraciones visuales no son

consideradas actualmente como un criterio para el tratamiento quirúrgico (10).

La cabergolina es un agonista dopaminérgico ergotamínico con alta afinidad y

especificidad por el receptor de dopamina tipo 2 (6) (8) (22) así como alta afinidad

para receptores de serotonina, en particular el receptor de serotonina subtipo 2B

(5HT2B) (1) (7-9) (23-25).Se diferencia de bromocriptina en que tiene vida media

más larga, es mejor tolerada, y puede administrarse 1 o 2 veces por semana (11).

La cabergolina se inicia a dosis de 0.25-0.5 mg 1 o 2 veces por semana, y se va

aumentando la dosis mensualmente hasta normalizar los niveles de prolactina (10 ,

11).

Se recomienda el uso de cabergolina de preferencia a otros agonistas

dopaminérgicos. Largos estudios comparativos de cabergolina y bromocriptina han

demostrado en forma convincente la superioridad de la primera en la mejor

tolerabilidad y adherencia al tratamiento, así como, en su eficacia en reducir los

11

niveles de prolactina, restaurar la función gonadal y disminuir el tamaño tumoral (7)

(11) (26-28). No se conoce bien aún porque la cabergolina es más efectiva que la

bromocriptina, pero la mayor eficacia puede ser explicada porque ésta tiene mayor

afinidad por los receptores dopaminérgicos. Además la incidencia de efectos

adversos indeseables es menor con cabergolina, por lo cual la adherencia al

tratamiento puede ser superior (12) (29).

En pacientes con hiperprolactinemia, incluyendo prolactinomas, la normalización de

los niveles de prolactina generalmente se obtienen con dosis de cabergolina entre

0.5-2 mg/semana. Dosis mayores han sido utilizadas en casos de resistencia

importante a agonistas dopaminérgicos. Aproximadamente 20% de los pacientes

con macroprolactinoma y 10% con microprolactinoma requieren dosis mayores a 2

mg/semana (hasta 11mg/semana) para lograr normalizar los niveles de prolactina.

(22) (30).

Los efectos adversos de cabergolina son similares a los reportados con otros

agonistas dopaminérgicos, pero generalmente menos frecuentes, menos severos y

de menor duración (11) (31). Puede causar efectos adversos a nivel gastrointestinal,

cardiovascular y neurológico (11). Los más frecuentes son naúseas y vómitos,

seguidos de cefaleas y astenia (11) (32). Síntomas y signos de psicosis o

exacerbación de una psicosis preexistente han sido descriptos. A nivel

cardiovascular puede causar hipotensión postural (11).

Agonistas dopaminérgicos en enfermedad de Parkinson.

En la última década, los agonistas dopaminérgicos ergotamínicos han sido

utilizados con mayor frecuencia para la enfermedad de Parkinson. Se han publicado

varios trabajos (estudios observacionales y estudios de casos-controles) que

demuestran que los pacientes con enfermedad de Parkinson tratados con

cabergolina y pergolide presentan una prevalencia de insuficiencia valvular cardíaca

5 veces mayor que la población general (33, 34). Se ha reportado mayor frecuencia

12

de engrosamiento y retracción valvular, lo que produce un cierre incompleto de las

válvulas e insuficiencia valvular cardíaca (1) (33, 34).

En la década de 1990 ya habían reportes describiendo la ocurrencia de valvulopatía

y de pericarditis constrictiva relacionada al uso de pergolide, así como también de

cabergolina, en pacientes con enfermedad de Parkinson (3) (35, 36). Dos largos

estudios poblacionales, el de Schade et al. (33) y el de Zanettini et al. (34) han

reforzado la asociación entre enfermedad valvular cardíaca y altas dosis de

agonistas dopaminérgicos usados en pacientes con enfermedad de Parkinson (3).

Estos estudios mostraron un riesgo aumentado de insuficiencia valvular luego del

tratamiento con cabergolina o pergolide. Estos estudios observaron además que

cabergolina se asoció con cambios fibróticos en las válvulas (37).

Schade et al. (33) reportaron datos de una población de cohorte del Reino Unido

(United Kingdom General Practice Research Database) comprendiendo 11,417

individuos entre 40-80 años tratados con antiparkinsonianos entre 1988 y 2005. Se

observó que en 31 pacientes la insuficiencia valvular cardíaca había sido

recientemente diagnosticada, dentro de los cuales 6 pacientes estaban recibiendo

pergolide, otros 6 recibían cabergolina, y 19 pacientes no habían estado expuestos

a ningún agonista dopaminérgico en el último año. Estos autores encontraron que

la tasa de insuficiencia valvular cardíaca fue mayor con el uso de cabergolina (RR

4.9; IC 95%, 1.5–15.6) y pergolide: (RR 7.1; CI 95% 2.3–22.3) pero no con el uso

corriente de otros agonistas dopaminérgicos como bromocriptina y lisuride entre

otros. Se concluyó, que el uso de pergolide y cabergolina se asoció con un riesgo

aumentado de nueva insuficiencia valvular cardíaca.

Zanettini et al. (34) realizaron un estudio de prevalencia ecocardiográfica de

enfermedad valvular cardíaca en 155 pacientes tomando agonistas dopaminérgicos

por enfermedad de Parkinson y en 90 individuos controles , particularmente a dosis

diarias mayores a 3 mg/día administradas por un período igual o mayor a seis

meses. La insuficiencia clínicamente significativa (moderada a severa) en las

válvulas fue más frecuente en pacientes que tomaban pergolide (23.4%) y

cabergolina (28.6%), pero no en pacientes que tomaban agonistas dopaminérgicos

no ergotamínicos (0%), comparado con los sujetos controles (5.6%). El riesgo

13

relativo para insuficiencia valvular moderada a severa en el grupo con pergolide fue

de 6.3 para insuficiencia mitral (P=0.008), 4.2 para insuficiencia aórtica (P=0.01), y

5.6 para insuficiencia tricuspídea (P=0.16); asimismo, para el grupo con cabergolina

el correspondiente riesgo relativo fue 4.6 (P=0.09), 7.3 (P<0.001), y 5.5 (P=0.12)

respectivamente.

Además, en la enfermedad de Parkinson la severidad de la insuficiencia valvular

cardíaca se ha demostrado estar relacionada directamente con la exposición

acumulada (duración y dosis) de cabergolina y pergolide (33, 34) (38-40). Schade et

al. (33), Zanettini et al. (34) y Van Camp et al. (38) sugieren aumento del riesgo de

insuficiencia valvular importante en pacientes tratados con cabergolina a dosis

diarias de 3 mg o más luego de seis meses de tratamiento.

Por ejemplo, Zanetinni et al. (34) observaron que en los grupos de pacientes

tratados con pergolide y cabergolina, aquellos con insuficiencia moderada a severa

en cualquiera de las válvulas cardíacas, habían recibido en promedio dosis

acumulativas más altas del fármaco (4015 ± 3208 mg) que los pacientes con grados

menores de insuficiencia (2341 ± 2039 mg) . Además, observaron una relación lineal

significativa entre la dosis acumulativa de pergolide y el grado de insuficiencia

valvular cardíaca.

Andersohn et al. (40) realizaron una revisión sobre los casos reportados de fibrosis

en el corazón, pulmones y retroperitoneo asociadas con el uso de agonistas

dopaminérgicos obtenidos de la base de datos de U.S. Adverse Event Reporting

System. Identificaron 159 casos de insuficiencia valvular cardíaca en pacientes bajo

tratamiento con agonistas dopaminérgicos ergotamínicos, y la mayoría de los

pacientes (57%) recibían cabergolina (3) (40). Si bien en esta revisión no se hizo

distinción entre pacientes con enfermedad de Parkinson y aquellos con

hiperprolactinemia, la misma mostró mayor riesgo de insuficiencia valvular asociada

con agonistas dopaminérgicos ergotamínicos en dosis altas [odds ratio (OR), 288;

CI 95%, 210.5–390.6] comparado con dosis bajas [odds ratio (OR), 79; CI 95%,

52.7–114.5].

14

La asociación entre la dosis acumulativa de cabergolina y el riesgo de insuficiencia

valvular clínicamente significativa en enfermedad de Parkinson fue confirmada por

otros estudios (41, 42).

Varios estudios en pacientes con enfermedad de Parkinson han mostrado una

asociación entre el tratamiento con pergolide o cabergolina y el aumento del área de

tenting mitral (34) (38) (43). El área de tenting mitral constituye un índice

cuantitativo de desplazamiento apical de la coaptación de las válvulas, relacionado

con la gravedad de la regurgitación (1). Entre ellos Van Camp et al. (38) observaron

una correlación significativa entre dosis acumulativas de pergolide y el área de

tenting mitral (r=0.412, p=0.017).

En el mismo sentido, Zanettini et al. (34) hallaron que el promedio del área de

tenting mitral fue significativamente mayor en el grupo de pacientes con agonistas

dopaminérgicos, mostrando una relación lineal con la severidad de la insuficiencia

valvular mitral. Además en pacientes del grupo con agonistas dopaminérgicos

ergotamínicos que no presentaban insuficiencia valvular clínicamente relevante, el

área de tenting mitral fue mayor que en el grupo control.

Por lo cual el aumento del abombamiento del área mitral puede ser un signo

temprano de alteraciones en la estructura valvular cardíaca (6) (33) (37, 38).

Estudios en pacientes con enfermedad de Parkinson también observaron que

cabergolina se asocia con mayor riesgo de cambios fibróticos en las válvulas

cardíacas (6) (37). Estos cambios causan engrosamiento, retracción y rigidez que

generan cierre incompleto con escasa coaptación, siendo la mayoría asintomáticos

(22) (37) (44).

En cuanto al mecanismo se plantea que se trata de una valvulopatía restrictiva

caracterizada por el depósito de placas fibrosas no calcificadas en las valvas y

aparato subvalvular incluyendo las cuerdas tendinosas, con el consecuente

engrosamiento y restricción del ostium valvular, lo cual produce insuficiencia valvular

(3) (45). Esta fibrosis es mediada principalmente por la activación de los receptores

de serotonina subtipo 2B (5-HT2B). Estos receptores están expresados en gran

cantidad en válvulas cardíacas humanas (6) (44) (46). Cuando son estimulados,

15

promueven la mitogénesis y la proliferación de fibroblastos, resultando en

crecimiento excesivo de la válvula, lo que causa fibrosis cardíaca (9) (22) (25) (37)

(47).

La cabergolina y pergolide son potentes agonistas de estos receptores (1) (9)

(22) (24), mientras que otros agentes de esta clase, como bromocriptina y lisuride,

tienen una actividad agonista débil en el receptor de serotonina 5HT2B (1) (3) (9)

(22) (24) (44, 45).

Estudios histopatológicos mostraron proliferación fibroblástica con el depósito de

matriz celular mixoide en las superficies de las válvulas (22). Todos los cambios

valvulares reportados se asociaron con el desarrollo de insuficiencia y no de

estenosis, sugiriendo que el mecanismo es diferente al que se produce por la edad

(22). Investigaciones histopatológicas de válvulas cardíacas obtenidas de pacientes

luego del tratamiento con cabergolina y pergolide para enfermedad de Parkinson

recuerda las anormalidades histológicas que se ven en pacientes con tumores

carcinoides (9) (48-54) y en los que toman antimigrañosos ergotamínicos o drogas

anorexiantes (fenfluramina) (1) (9) (25) (37) (39) (46) (55-59).

Algunas publicaciones han comunicado regresión o mejoría del daño valvular al

suspender el tratamiento con estos fármacos (25) (38) (60) (61).

La evidencia de valvulopatía asociada con el uso de pergolide tuvo como

consecuencia su retiro del mercado en Estados Unidos por parte de la U.S. Food

and Drug Administration (FDA) (3) (62-64).

Tratamiento con cabergolina en los prolactinomas y enfermedad valvular cardíaca

La cabergolina, como mencionamos previamente, constituye el fármaco de primera

línea (junto con la bromocriptina) para el tratamiento de los pacientes con

hiperprolactinemia de etiologías variadas, incluyendo prolactinoma.

16

Luego de los estudios publicados en pacientes con enfermedad de Parkinson, ha

aparecido preocupación sobre la seguridad del tratamiento a largo plazo con

agonistas dopaminérgicos, especialmente con aquellos con alta afinidad por el

receptor de serotonina subtipo 2B (3). Es por eso que se han realizado varios

estudios que han investigado la posible alteración valvular cardíaca en pacientes

con prolactinoma bajo tratamiento con cabergolina (3).

En general los resultados de estos estudios son tranquilizadores, descartando el

compromiso valvular en estos pacientes. Sin embargo, no hay estudios controlados

a largo plazo (3).

Los autores Sophie Vallette, Karim Serri y Omar Serri (22) realizaron una revisión

de publicaciones en pubmed desde la primera descripción que hubo sobre la

asociación del uso de agonistas dopaminérgicos y su asociación con enfermedad

valvular cardíaca en el año 2003 hasta marzo de 2009. Se incluyeron estudios de

casos-controles en pacientes con prolactinoma comparados con sujetos controles,

ambos examinados con ecocardiogramas. Se excluyeron los reportes de casos.

Estos autores evaluaron los siete estudios disponibles hasta la fecha de publicación,

donde examinaron la asociación entre anormalidades valvulares cardíacas y

tratamiento con cabergolina en pacientes con prolactinoma e hiperprolactinemia no

tumoral (2) (4-9).

Los siete estudios fueron similares en diseño, tamaño de la muestra (entre 44-102

pacientes), y criterios de inclusión y exclusión. Un total de 463 pacientes y 965

sujetos controles se incluyeron es estos estudios (22). En todos estos estudios, la

insuficiencia valvular se definió y graduó según las recomendaciones de la Sociedad

Americana de Ecocardiografía, y se catalogó como ausente (grado 0), mínima

(grado 1), leve (grado 2), moderada (grado 3) o severa (grado 4) (3). Se consideró

como insuficiencia valvular clínicamente significativa como mínimo a la presencia de

insuficiencia mitral, tricuspídea y pulmonar moderada, y como mínimo insuficiencia

aórtica leve (3). Pasamos a describir los estudios valorados en esta revisión.

Bogazzi et al. (4) compararon 100 pacientes (79 mujeres; promedio edad 41 años)

tratados con una dosis media de cabergolina de 279 mg por un período promedio

17

de 67 meses, con 100 controles. Evaluaciones estándares ecocardiográficas se

realizaron por un único operador. No se observó aumento en insuficiencia valvular

clínicamente significativa. Encontraron que siete pacientes con hiperprolactinemia

(7%) y seis controles (6%) tenían regurgitación moderada en alguna válvula (p =

0.980). Tampoco encontraron una relación entre la dosis acumulativa de cabergolina

y la presencia o severidad de insuficiencia valvular cardíaca.

Lancelotti et al. (5) compararon 102 pacientes (73 mujeres; edad media 51 años)

tratados con cabergolina por hiperprolactinemia con 51 individuos controles. La

duración media de tratamiento fue 79 meses con una dosis media acumulativa de

204 mg. Dos operadores con experiencia realizaron ecocardiogramas, que luego

fueron revisados por otro operador ciego.

Se observó que la insuficiencia de las válvulas aórtica, mitral, tricuspídea y

pulmonar, fue igualmente prevalente tanto en pacientes tratados con cabergolina

como en los sujetos controles. En ambos grupos, la insuficiencia valvular fue casi

exclusivamente de grado leve y de insignificancia clínica. Sólo dos pacientes

presentaron insuficiencia valvular mitral moderada que era asintomática. La dosis

acumulativa de cabergolina en estos dos pacientes fue de 184 mg, similar a los

pacientes tratados con cabergolina sin regurgitación o con insuficiencia valvular

insignificante. Ningún paciente tratado con cabergolina tuvo regurgitación severa en

ninguna de las válvulas. En este estudio, tampoco hubo relación entre la dosis

acumulativa de cabergolina y la presencia o severidad de insuficiencia valvular

cardíaca. Sin embargo, se observó engrosamiento valvular mitral así como aumento

en el área de tenting mitral en los dos pacientes con insuficiencia mitral moderada

pero no en los demás pacientes ni en los controles. Esto tampoco se relacionó con

la dosis acumulativa ni con compromiso valvular clínicamente significativo.

Colao et al. (9) compararon 50 pacientes (44 mujeres; media de edad de 37 años)

tratados con cabergolina con una dosis media acumulativa de 280 mg con 50

controles. Se realizaron análisis ecocardiográficos estándares, pero no se menciona

si éstos fueron ciegos. Los autores notaron aumento en la prevalencia de

insuficiencia tricuspídea moderada (54% vs 18%) sin ningún aumento en

regurgitación leve. Se documentó que la insuficiencia tricuspídea moderada fue más

18

frecuente en pacientes tratados que en pacientes de novo y en pacientes recibiendo

una dosis acumulativa de cabergolina por encima de la media (72%, p= 0.023) que

en aquellos recibiendo una dosis menor (36%, p= 0.036). En este estudio los

pacientes con insuficiencia tricuspídea moderada también presentaban niveles de

presión arterial sistólica y diastólica más altos comparados con aquellos sin

alteraciones valvulares, por lo que la hipertensión pudo haber contribuido a las

lesiones. Este es el único trabajo en que se notó una diferencia en la presión arterial

entre los grupos, donde pacientes bajo tratamiento con cabergolina presentaban

mayores valores de presión arterial sistólica y diastólica que los controles.

En el estudio de Kars et al. (7), 78 pacientes (58 mujeres; media de edad 47 años)

tratados por prolactinoma (47 tratados con cabergolina y 31 tratados con otros

fármacos, incluyendo bromocriptina, o cirugía) se compararon con 78 sujetos

normales reclutados de una base de datos y ajustados por edad, sexo, IMC y

función ventricular sistólica. No hubo ninguna diferencia en la prevalencia de

enfermedad valvular cardíaca moderada-severa en pacientes con agonistas

dopaminérgicos comparado con los sujetos controles. Sin embargo, la frecuencia

de insuficiencia tricuspídea leve fue mayor en pacientes que habían recibido

cabergolina que en los sujetos controles (43 vs 26%; P = 0.050).

Vallette et al. (6) analizaron 70 pacientes (37 mujeres; media de edad 44 años)

tratados con cabergolina por un período de 55 meses, con una dosis media

acumulativa de 282 mg, y 70 sujetos controles. Los ecocardiogramas estándares se

realizaron por dos técnicos experimentados y fueron revisados por un tercer

observador. Se observó insuficiencia valvular cardíaca moderada en el 5.7% de los

pacientes, similar al hallado en los sujetos controles (7.1%) ajustados por edad y

sexo. Por lo tanto, no hubo un aumento clínicamente significativo de enfermedad

valvular cardíaca. Se analizó en forma detallada la morfología valvular en los casos

de valvulopatía moderada no revelando ninguna anormalidad. Tampoco se observó

relación entre la dosis acumulativa de cabergolina y la prevalencia o severidad de la

insuficiencia valvular cardíaca.

Wakil et al. (8) estudiaron 44 pacientes (32 mujeres; media de edad 42 años)

tratados con una dosis media de cabergolina de 311 mg con una duración media

19

de 45 meses. Se comparó con 566 sujetos controles tomados de una base de datos

ecocardiográfica contemporánea a los que se les había realizado ecocardiogramas

por palpitaciones. Los ecocardiogramas de rutina se realizaron por un operador no

ciego y se re-analizaron por un segundo operador experimentado. Se observó que

la insuficiencia tricuspídea y la insuficiencia pulmonar leve fue más prevalente en

pacientes con cabergolina (11,3%) comparados con los controles (6,7%) con un

odds ratio de 3.1 (p=0.04) y 7.8 (p<0.001) respectivamente. No se observó

insuficiencia valvular moderada ni severa en ninguna de las válvulas.

Finalmente, Herring et al. (2) analizaron 50 pacientes (20 mujeres; media de edad

51 años) con prolactinoma tratados con cabergolina. La dosis media acumulativa fue

mayor que en los estudios previos mencionados (443 mg), con una duración media

de tratamiento de 79 meses. Similar a los otros estudios, no se observó cambios

significativos en la insuficiencia valvular. Los autores tampoco encontraron

diferencias en el área de tenting mitral y altura valvular en los pacientes tratados

con cabergolina. Otros efectos adicionales en el grupo de pacientes tratados con cabergolina fueron

descritos por algunos estudios (3). Kars et al. (7) describieron mayor número de

calcificaciones en la válvula mitral y aórtica (40 vs 18%) así como mayor

engrosamiento de la válvula tricúspide. Colao et al. (9) observaron que el área de

tenting tricuspídea fue significativamente más ancha en los pacientes que en los

controles (P < 0.0001).

Otros estudios no confirmaron estos hallazgos y no reportaron ninguna diferencia

significativa en el engrosamiento de la valva de ninguna de las válvulas entre los

pacientes recibiendo cabergolina y los sujetos controles (2) (6) (8).Si bien Lancellotti

et al. (5) encontraron que 6 de los 102 pacientes que recibían cabergolina tenían

engrosamiento de la valva de la válvula mitral, sus dosis acumulativas eran

levemente menores que en los pacientes sin ningún signo de restricción valvular

cardíaca.

En total, esta revisión analizó un total de 463 pacientes expuestos a cabergolina con

una dosis media entre 204-443 mg y una duración media de tratamiento entre 45-79

20

meses incluidos en éstos siete estudios (22). Los pacientes estaban todos

asintomáticos sin signos clínicos de enfermedad cardíaca. En resumen, la mayoría

de los estudios analizados están de acuerdo en la ausencia de asociación entre el

tratamiento con cabergolina a corto plazo y enfermedad valvular cardíaca

clínicamente significativa (22). Sin embargo, el estudio de Colao et al. (9)

encontraron un aumento en la tasa de insuficiencia tricuspídea moderada. Los

resultados de Colao et al. no han sido reproducidos por otros estudios (3) (9).

Si bien dos estudios (7, 8) mostraron un aumento de la prevalencia de insuficiencia

tricuspídea y pulmonar leve, hacemos hincapié en que estas son clasificadas como

clínicamente no relevantes por la FDA. Al respecto, Kars et al. (7) observaron un

aumento de insuficiencia tricuspídea leve en pacientes en tratamiento con

cabergolina. Finalmente en el estudio de Wakil et al. (8) hubo un aumento en la

prevalencia de insuficiencia tricuspídea leve e insuficiencia pulmonar leve en los

pacientes con cabergolina (22).

Un metaanálisis publicado por Bogazzi et al. (65) que agruparon los resultados de

seis (2) (4, 5) (7-9), de los siete estudios clínicos revisados por Vallette (22),

mostraron un aumento significativo en el riesgo de insuficiencia tricuspídea leve-

moderada en el total de 393 sujetos (PR, 1.40; CI 95%, 1.17–1.67). Sin embargo,

Bogazzi et al. (65) enfatizaron que sólo el estudio de Colao et al. (9) encontró una

mayor prevalencia de insuficiencia tricuspídea moderada, concluyendo entonces

que la importancia clínica de sus hallazgos es aún difícil de establecer.

Los resultados de los estudios disponibles sugieren que la cabergolina, en dosis

comúnmente utilizadas en la mayoría de los pacientes con prolactinoma o

hiperprolactinemia no tumoral (2 mg/semanal), no se asocia con enfermedad

valvular clínicamente relevante (22).

Prolactinomas versus enfermedad de Parkinson

Los pacientes tratados con cabergolina por prolactinoma difieren en varios aspectos

de pacientes tratados por enfermedad de Parkinson. Difieren en sexo y edad, y muy

21

importante en la dosis acumulativa de cabergolina y duración del tratamiento (9)

(37). Los pacientes con enfermedad de Parkinson tienen generalmente alrededor de

65 años y ocurre en igual frecuencia en ambos sexos (37). Por el contrario, los

pacientes con prolactinoma tienen una edad aproximada de 45 años, y predominan

en mujeres (37).

La dosis acumulativa de cabergolina es probablemente la explicación más

importante en el desarrollo de enfermedad valvular cardíaca (37). La dosis

acumulativa de cabergolina varía entre los diferentes estudios entre 2600 y 6700 mg

en pacientes con enfermedad de Parkinson, mientras que en pacientes con

prolactinoma la dosis acumulativa es más de 10 veces menor, entre 200-500 mg (1)

(3) (37). Es decir, las dosis acumulativas en pacientes con prolactinoma son

significativamente menores. El riesgo aumenta especialmente a partir de una dosis

acumulada de 3000 mg y a partir de 35 meses de tratamiento, excepcionalmente

antes de los 6 meses (1).

Sin embargo dado que el tratamiento en pacientes con prolactinoma generalmente

se inicia en pacientes jóvenes y puede requerir continuarse por hasta 3 décadas, el

riesgo de las dosis acumulativas de agonistas dopaminérgicos por largos períodos

de tratamiento actualmente se desconoce (9).

Alteraciones valvulares en la población general

A lo previamente mencionado, se suma que la prevalencia de insuficiencia

tricuspídea e insuficiencia mitral leve en la población general es elevada y aumenta

con la edad (1) (66, 67). La insuficiencia tricuspídea ligera o mínima oscila en el 13-

15% en sujetos menores de 60 años y el 20-26% a partir de los 70 años (67). De

hecho no es infrecuente el hallazgo de insuficiencia valvular aislada durante la

evaluación de sujetos sanos sin cardiopatía estructural (1). Análisis de bases de

datos ecocardiográficos, tras excluir a pacientes con cardiopatía estructural,

demuestran una prevalencia del 17% y el 19% de insuficiencia mitral e insuficiencia

tricuspídea, respectivamente (1) (68). Esta insuficiencia valvular mínima, y

especialmente la tricuspídea, es considerada por la mayoría de los cardiólogos

22

como de escasa relevancia clínica, y en ausencia de otras alteraciones

ecocardiográficas, puede llegarse a informar como “normal” (1).

Claramente, el análisis sistemático ecocardiográfico de los pacientes sometidos a

tratamiento con cabergolina en busca de insuficiencia valvular conlleva un sesgo de

selección, especialmente si se compara con bases de datos históricas. Por ejemplo,

es el caso de Wakil et al, estudio comentado en página 18 que podría explicar el

aumento en la prevalencia de insuficiencia tricuspídea leve encontrada en los

pacientes tratados frente a controles (el 11,3 frente al 6,7%) (1).

En base a la evidencia disponible se plantea que las dosis menores de cabergolina

que se usan en pacientes con prolactinomas son seguras para el corazón (1).

En el presente trabajo queremos valorar si existe cualquier posible asociación entre

el uso de cabergolina en pacientes con prolactinoma y hallazgos ecocardiográficos

de enfermedad valvular cardíaca.

23

Objetivos

• Documentar alguna posible asociación entre el uso de cabergolina en

pacientes portadores de prolactinomas atendidos en la policlínica de

Endocrinología y Metabolismo del Hospital de Clínicas y hallazgos

ecocardiográficos de enfermedad valvular cardíaca.

• Valorar alteraciones en la estructura y función valvular cardíaca relacionados

con la dosis y duración del tratamiento con cabergolina

24

Materiales y Métodos

Realizamos un estudio analítico, observacional y retrospectivo de tipo casos-

controles apareados.

Se seleccionaron pacientes portadores de prolactinomas tratados con cabergolina

por un período de tiempo de mínimo 6 meses atendidos en la policlínica de

Endocrinología y Metabolismo del Hospital de Clínicas de Montevideo, entre los

años 2010 a 2012.

Los criterios de exclusión fueron los siguientes:

- Pacientes portadores de prolactinomas que no concurrían a controles

médicos desde el año 2009.

- Pacientes con prolactinoma que habían recibido tratamiento solamente con

bromocriptina.

- Historia previa de enfermedad valvular cardíaca.

- Uso previo de drogas anorexiantes o fármacos que produzcan

hiperprolactinemia como efecto adverso.

- Presencia de adenoma hipofisario cosecretor de hormona de crecimiento y

prolactina.

- Pacientes con evidencia ecocardiográfica de anormalidades cardíacas o

alteraciones mayores valvulares asociadas con una causa específica tales

como: calcificaciones valvulares, insuficiencia mitral asociada con dilatación

anular o asociada a disfunción ventricular izquierda.

La dosis acumulativa de cabergolina se calculó para cada paciente como la suma

algebraica de cada dosis utilizada multiplicada por los meses de tratamiento en que

esa dosis se utilizó (desde el inicio del tratamiento con cabergolina hasta el día de la

realización del ecocardiograma).

25

En total se analizaron los datos de 22 pacientes, que se parearon con el grupo

control constituido por 22 personas sanas miembros del staff de Endocrinología y

Metabolismo (Docentes, Posgrados y personal de enfermería) y pacientes atendidos

en dicha policlínica, en una relación 1:1 para edad y sexo. Los criterios de exclusión

fueron los mismos que para los pacientes con prolactinoma. Además, ningún sujeto

control tenía historia de hiperprolactinemia ni estaba en tratamiento con agonistas

dopaminérgicos, drogas anorexiantes o que causan hiperprolactinemia.

Se recolectaron datos sobre: edad, sexo, peso, talla, IMC, factores de riesgo

cardiovascular como ser: tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes, glicemia

alterada de ayunas, intolerancia oral a la glucosa y dislipemia.

Asimismo en los pacientes se recolectaron parámetros relacionados con los

prolactinomas que se detallan a continuación. Fecha y edad de los pacientes al

diagnóstico, dosis y duración de tratamiento con cabergolina. Valor de prolactina al

diagnóstico y última dosificación de prolactina disponible expresada en ng/ml.

Tamaño en mm (diámetro mayor) del prolactinoma al diagnóstico y en última imágen

disponible (RNN de región selar o TAC si la anterior no estaba disponible) así como

extensión locoregional hacia el quiasma óptico, seno cavernoso y seno esfenoidal.

Se definió como prolactinoma en remisión aquellos que presentaban normalización

de los niveles de prolactina y reducción de un 50% en el diámetro del tumor.

Entre diciembre de 2010 y abril de 2012 se realizaron ecocardiogramas

transtorácicos (Siemens Acuson 512) en los 22 pacientes portadores de

prolactinomas y en los 22 sujetos controles ajustados por edad y sexo. Éste fue

realizado en el mismo equipo por un médico cardiólogo con experiencia en

ecocardiografía con especial atención en las válvulas cardíacas. La insuficiencia

valvular cardíaca fue diagnosticada utilizando ecocardiograma con Doppler Color

(mediante la visualización de múltiples ventanas).

La insuficiencia valvular cardíaca se cuantificó según las guías de la Sociedad

Americana de Ecocardiografía en: 0= ausente; 1= mínima (trazo fisiológico); 2=leve;

3= moderada y 4= severa.

26

La insuficiencia valvular clínicamente significativa se determinó de acuerdo a la

definición de la U.S. Food and Drug Administration: insuficiencia aórtica leve,

moderada o severa; insuficiencia mitral, tricuspídea y pulmonar moderada y severa.

Se consideró la presencia de fibrosis valvular subclínica frente a la presencia de

fibrosis (si se observaba aumento del brillo) sin repercusión funcional.

Se definió engrosamiento valvular mitral anormal o de su cúspide como aquel mayor

a 5 mm. El grosor valvar de las demás válvulas se midió solo si se observaban

alteraciones morfológicas. Las válvulas tricúspide y mitral se consignaron como

restrictivas cuando se identificaba limitación en el movimiento valvar con

tironeamiento de las mismas hacia el ápex. Se consideró válvula mitral /tricúspide

estenótica si el área valvular mitral (calculada por tiempo de hemipresión de la

pendiente de desaceleración de la onda E) era menor a 2 cm2.

El área de tenting valvular mitral (marcador de desplazamiento valvar mitral) se

obtuvo desde la ventana paraesternal de la columna en sístole media y se midió el

área comprendida entre el anillo valvular y las valvas mitrales, siendo significativo

mayor a 2 cm2. Se consideró movimiento restrictivo de las valvas aórticas si se

identificaba imagen de domo en la apertura y estenosis si se consignaba velocidad

transaórtica mayor a 2.5 m/segundos.

Se midió la dimensión de ventrículo izquierdo al final de la diástole.

La fracción de eyección de ventrículo izquierdo se calculó utilizando el método de

Simpson biplano.

27

Métodos Estadísticos

En el análisis descriptivo se utilizaron medidas de resumen de tendencia central

(media y mediana), de dispersión (desviación estándar e intervalos de confianza del

95%) y frecuencias (relativas y absolutas).

En el análisis inferencial bivariado las variables continuas fueron estudiadas con test

de Anderson para verificar su comportamiento gaussiano, test de Barttlet para

verificar homogeneidad de los grupos, test de ANOVA cuando los grupos eran

homocedásticos y de distribución normal, y test no paramétrico de Kruskall-Wallis

(para grupos heterocedásticos y/o no normales).

Para buscar asociación entre 2 variables contínuas se empleo la regresión lineal

simple. Como índice de Bondad de ajuste de la correlación se empleó el coeficiente

de determinación de Pearson (r2). En la comparación de variables categóricas y

dicotómicas se realizo test de Chi cuadrado (x2) por el método de Mantel-Haenszel;

cuando los valores esperados eran menores a 5, se utilizó test exacto de Fischer.

Se consideraron estadísticamente significativos los valores de p menores de 0,05.

Para la elaboración estadística se utilizaron los siguientes paquetes informáticos:

SPSS versión 20, Epi-Info Versión 7.1.1 y Microsoft Excel 2003. Para un mejor

análisis y discusión, los datos se presentaron en gráficas y tablas.

28

Resultados Las características clínicas de los pacientes y de los controles y los factores de

riesgo cardiovasculares se muestran en la tabla 1. Ambos grupos estuvieron

ajustados para edad y sexo. Se observó mayor tendencia en la prevalencia de

sobrepeso-obesidad en los pacientes que en los controles, sin ser significativo (72.7

vs. 45.5%; p=0.068). No hubo diferencias significativas entre ambos grupos en

cuanto a hipertensión arterial, diabetes o prediabetes, dislipemia y tabaquismo.

Ninguno de los pacientes o controles presentaban síntomas sugestivos de

enfermedad valvular cardiaca, historia de insuficiencia cardíaca, antecedentes de

fiebre reumática ni de valvulopatía conocida.

Tabla 1. Características de los pacientes y controles

Pacientes (n=22)

Controles (n=22)

P

Edad (años) 41± 16 41.5±16 0.91

Sexo (F/M) 17/5 17/5 0.99

Tabaquismo; n (%) 4(18.2) 3(13.6) 0.50

HTA; n (%) 3(13.6) 5(22.7) 0.34

DM; n (%) 3(13.6) 3(13.6) 0.66

GAA; n (%) 1(4.5) 1(4.5) 0.75

IOG; n (%) 1(4.5) 0(0) 0.50

IMC (kg/m2) ≥ 25; n (%) 16(72.7) 10(45.5) 0.068

Dislipemia; n (%) 7(31.8) 4(18.2) 0.30

29

Las características clínicas y bioquímicas de los prolactinomas se muestran en la

tabla 2. La mediana de prolactina al diagnóstico fue de 228 ng/ml (rango: 49.9-

13377). La mayoría eran macroprolactinomas, con extensión loco-regional en el

87.5% de los casos. El motivo de cirugía en cuatro pacientes se detalla a

continuación: un caso de apoplejía, un caso de resistencia a los agonistas

dopaminérgicos, un tumor inicialmente diagnosticado como adenoma no funcionante

y por último una silla turca vacía secundaria al prolactinoma. La mayoría de los

pacientes habían recibido tratamiento con bromocriptina y cabergolina (72.7%). La

mediana de la dosis acumulativa fue de 102.7 mg, (rango: 16.21 a 1961.6) por un

período de 45 meses (rango: 8 a 108). El 59% de los pacientes normalizaron la

prolactina con el tratamiento, con criterios de curación.

Tabla 2. Características clínicas y bioquímicas de los prolactinomas

Pacientes (n=22)

Tamaño tumoral; n (%)

Macroadenoma

Microadenoma

16(72.7)

6(27.3)

Extensión loco-regional; n (%) 14(87.5)

PRL al diagnóstico (ng/ml) 228(49.9-13377)

Última PRL (ng/ml) 19.1(4.9-172.1)

Tratamiento previo con BC; n (%) 16(72.7)

Dosis mínima de CB semanal 0.43(0.125-1)

Dosis máxima de CB semanal 1(0.25-9)

Dosis acumulativa de CB 102.8 (16.2-1961.6)

Duración del tratamiento en meses 45.2(8.1-108.2)

Datos expresados en mediana (rango)

30

Los hallazgos ecocardiográficos en pacientes y controles se muestran en la tabla 3.

La mayoría de los pacientes (68.2%) y de los controles (59.1%) no presentaban

alteraciones ecocardiográficas (p=0.53).

Tabla 3. Insuficiencia valvular y parámetros ecocardiográficos

Pacientes

(n=22)

Controles

(n=22)

P

Grado Insuficiencia aórtica; n (%)

Ausente o mínima

Leve

Moderada

Severa

21(95.5)

1(4.5)

0(0)

0(0)

21(95.5)

1(4.5)

0(0)

0(0)

0.75

Grado Insuficiencia mitral; n (%)

Ausente o mínima

Leve

Moderada

Severa

18(81.8)

4(18.2)

0(0)

0(0)

19(86.4)

3(13.6)

0(0)

0(0)

0.50

Grado Insuficiencia tricuspídea; n (%)

Ausente o mínima

Leve

Moderada

Severa

18(81.8)

4(18.2)

0(0)

0(0)

21(95.5)

1(4.5)

0(0)

0(0)

0.17

Grado Insuficiencia pulmonar; n (%)

Ausente o mínima

Leve

Moderada

Severa

22(100)

0(0)

0(0)

0(0)

22(100)

0(0)

0(0)

0(0)

0.23

Fibrosis valvular subclínica; n (%) 3(13.6) 3(13.6) 0.66

FEVI (media ± DS) 60.9 ± 1.97 64.7 ± 4.8 0.0004

DDVI (media ± DS) 45.4 ± 6.32 45.3± 5.7 0.96

Grosor valvar mitral (media ± DS) 2.29 ± 0.53 2.07± 0.93 0.65

31

Tanto en los pacientes como en los controles las insuficiencias de la válvula aórtica,

mitral, tricuspídea y pulmonar fue igualmente prevalente y la gran mayoría de grado

mínimo. No hubo casos de insuficiencias valvulares moderadas-severas tanto en los

22 pacientes como en los 22 controles. No hubo diferencias significativas en cuanto

a la presencia de insuficiencia mitral y tricuspídea leve entre los grupos. Solamente

uno de los pacientes y un sujeto dentro del grupo control presentaron insuficiencia

aórtica leve (con leve esclerosis de válvula), considerada como clínicamente

significativa. La paciente portadora de prolactinoma tenía 38 años y presentaba

factores de riesgo cardiovascular como ser fumadora, dislipémica y tener

sobrepeso. El sujeto control era de sexo masculino, de 75 años y también

presentaba como factores de riesgo cardiovasculares: diabetes tipo 2 y dislipemia.

No encontramos diferencias significativas entre la media del grosor valvar mitral de

los pacientes (2.29 mm) y de los controles (2.07 mm) (p=0.65). No hubo

engrosamiento de otras valvas.

La mayoría de los pacientes no presentaban fibrosis valvular subclínica cardíaca.

Solo en tres de los pacientes y tres de los controles se evidenció la misma (p=0.66).

De éstos, todos tenían afectación de la válvula aórtica y 1 sujeto en cada grupo

tenía además fibrosada la válvula mitral.

No observamos una correlación entre la dosis acumulativa de cabergolina y el grado

de insuficiencia valvular (insuficiencia aórtica: p=0.58; insuficiencia mitral: p=0.14;

insuficiencia tricuspídea: p=0.91). Tampoco encontramos relación entre la duración

del tratamiento e insuficiencia valvular significativa (insuficiencia aórtica: p=0.93;

insuficiencia mitral: p=0.32; insuficiencia tricuspídea: p=0.47).

Encontramos una correlación significativa entre la dosis acumulativa de cabergolina

y el grosor valvar mitral (p=0.002 r2=0.37) (Figura 1).

32

Figura 1. Relación entre dosis acumulativa de CB y grosor de valva mitral.

Destacamos que hubo un paciente con una dosis acumulativa más alta (1961.6 mg)

que el resto de los pacientes que recibían cabergolina. Éste presentó una valva

mitral más gruesa (3.8 mm) que en pacientes con dosis acumulativas menores. No

hubo pacientes que recibieran una dosis acumulativa entre 437 y 1961 mg. La

correlación entre dosis acumulativa y grosor mitral no se observa si en el análisis se

excluye el paciente anteriormente mencionada (p=0.753).

Asimismo, encontramos una correlación entre la dosis máxima de cabergolina y el

grosor valvar mitral (p=0.0008 r2 =0.44), Figura 2.

33

Figura 2. Relación entre dosis máxima de CB y grosor valvar mitral

Si excluimos al único paciente con dosis máxima de 9 mg con la valva más gruesa,

esta correlación no se observa (p=0.116). No encontramos relación entre el grosor

valvar mitral y la duración del tratamiento (p=0.084).

En ninguno de los grupos observamos aumento del área de tenting mitral ni

tironeamiento mitral.

Los pacientes tratados con cabergolina tuvieron una FEVI significativamente más

baja que los controles (tabla 3). No encontramos asociación entre dosis acumulativa

de cabergolina (p=0.64) o duración del tratamiento con la FEVI (p=0.93). Para

evaluar si esta diferencia se asocia con otros factores, relacionamos la FEVI con

diversas variables. Analizamos la FEVI en relación al peso corporal de los

participantes en el estudio. Aquellos con sobrepeso-obesidad presentaron una FEVI

significativamente más baja (60%) comparada con los que tenían normopeso (65%)

(p=0.045). Por el contrario, no observamos relación entre FEVI y sexo (p=0.24) así

como tampoco con otros factores de riesgo cardiovascular como ser: HTA (p=0.23),

tabaquismo (p=0.38), diabetes (p=0.20), GAA (p=0.90), IOG (p=0.38) y dislipemia

(p=0.15) en ninguno de los grupos. No se encontró diferencias significativas en el

diámetro diastólico final del ventrículo izquierdo entre los grupos (p=0.96).

34

Discusión

Nuestros resultados muestran que los pacientes portadores de prolactinomas

recibiendo tratamiento con cabergolina a dosis que van de 0.125 a 9 mg/semana por

un período promedio de 45 meses (mediana de dosis acumulativa 102.7 mg con un

rango de 16.21-1961) presentaron una frecuencia de insuficiencia valvular

asintomática leve similar a los controles. No encontramos un aumento del riesgo de

insuficiencia valvular en pacientes tratados con cabergolina. No observamos

insuficiencia moderada o severa en ninguna de las válvulas cardíacas.

Estos resultados son similares a las observaciones de otros estudios publicados

recientemente que no encuentran un aumento de la prevalencia de insuficiencia

valvular. Elenkova et al. (69) compararon 334 pacientes (103 pacientes tratados

con cabergolina, 55 con bromocriptina, 74 con diagnóstico reciente de prolactinoma,

y 102 controles sanos ajustados por edad, sexo, IMC e HTA) en los que la

insuficiencia mitral, aórtica y tricuspídea fue igualmente prevalente en todos los

grupos. Ningún participante presentó insuficiencia valvular moderada ni severa al

igual que en esta investigación.

Asimismo, Lafeber et al. (70) compararon 119 pacientes tratados con cabergolina

por al menos 6 meses, con controles sanos ajustados por edad. Tampoco

encontraron aumento en el riesgo de insuficiencia valvular cardíaca en los pacientes

que recibieron cabergolina comparado con los controles. Solamente se observó

insuficiencia valvular moderada en el 2.6% de los casos.

Recientemente, se publicó otro gran estudio (71) de cohorte realizado en Dinamarca

a escala nacional por un período de seguimiento desde enero de 1994 hasta marzo

de 2010. Analizaron 2,381 individuos con diagnóstico por primera vez de

hiperprolactinemia, sin historia previa de enfermedad valvular cardíaca, tomados de

una base de datos de todos los hospitales. Se compararon con 23,810 personas

sanas de la población general sin hiperprolactinemia, ajustados por edad y sexo,

tomados del registro civil de los ciudadanos daneses. Los resultados fueron

similares a los demás estudios. Encontraron que de los pacientes analizados, en 19

35

de ellos (0.80%) se diagnosticó enfermedad valvular cardíaca con compromiso

principalmente de las válvulas aórtica y mitral-durante el período de seguimiento de

17,759.8 años-comparado con 75 personas de la población general (0.31%)-

seguidos por 179,940.6 años. De estos 19 pacientes con hiperprolactinemia que

presentaron enfermedad valvular cardíaca, 10 habían sido tratados con cabergolina,

con una dosis acumulativa media de 521 ± 453 mg. De los 9 pacientes restantes,

ninguno había recibido cabergolina. En dicho estudio, 8 pacientes (42%)

presentaron insuficiencia mitral y 5 (26%) estenosis o insuficiencia aórtica. En el

resto de los pacientes no está especificado que tipo de alteración valvular

presentaban. La mayoría de las alteraciones valvulares fueron de grado leve.

Concluyen que sus resultados no muestran una fuerte asociación entre el

tratamiento con cabergolina y enfermedad valvular manifiesta en los pacientes

daneses con diagnóstico de hiperprolactinemia.

En nuestro estudio, de los dos casos de insuficiencia aórtica leve (un paciente y un

control) considerada como clínicamente significativa, no hubo diferencias por sexo y

ambos presentaban factores de riesgo cardiovascular. La dosis acumulativa de

cabergolina en el paciente que se encontró insuficiencia aórtica leve no difirió de la

dosis acumulativa del resto de los pacientes. No hubo diferencias entre las

presencia de insuficiencia mitral y tricuspídea leve entre los prolactinomas y los

controles (clínicamente irrelevante según definición de FDA).

Igualmente, Tan et al. (72) compararon 72 pacientes con prolactinoma tratados con

cabergolina con 72 sujetos, que a diferencia del nuestro, los controles no solo fueron

ajustados para sexo y edad sino también para factores de riesgo cardiovascular. La

dosis acumulativa media de cabergolina fue de 126 (58-258) mg, con una duración

media de tratamiento de 53 (26-96) meses, similar a las dosis acumulativas y

duración del tratamiento de nuestros pacientes. Encontraron que la insuficiencia

mitral leve fue similar en ambos grupos (5/72; 7%). Tampoco hubieron grandes

diferencias en la presencia de insuficiencia aórtica leve en pacientes (2/72) vs

controles (4/72; p=0.681). Solamente un paciente tratado con cabergolina presentó

insuficiencia tricuspídea leve.

36

En nuestro estudio no encontramos mayor prevalencia de fibrosis valvular subclínica

cardíaca en ninguna de las válvulas. Hay dos estudios, publicados en el 2012, que

difieren del nuestro en este aspecto. Delgado et al. (73) analizaron 74 pacientes

con prolactinoma tratados con agonistas dopaminérgicos (45 pacientes con

cabergolina y 29 con otros agonistas dopaminérgicos o cirugía) realizando un

ecocardiograma inicial, repitiéndolo a los dos años. Observaron un aumento

significativo en la prevalencia de calcificación valvular y de engrosamiento

predominantemente a nivel de válvula aórtica luego de dos años de seguimiento,

principalmente en los pacientes recibiendo cabergolina. Sin embargo, estos cambios

no se asociaron con aumento en la prevalencia de insuficiencia valvular. Estos

resultados hay que interpretarlos teniendo en cuenta que la población estudiada fue

pequeña y no contaron con un grupo control ajustado por edad y sexo para

comparar el grado de progresión de las calcificaciones valvulares.

Asimismo, Elenkova et al. (69) encontraron mayor prevalencia y riesgo elevado de

desarrollar fibrosis valvular subclínica comprometiendo 2 o más válvulas entre los

pacientes tratados con cabergolina y bromocriptina, comparado con los pacientes

de reciente diagnóstico y los sujetos controles. Además evaluaron el valor predictivo

de la edad, el género, HTA, la dosis acumulativa y duración del tratamiento de

agonistas dopaminérgicos como factores de riesgo para fibrosis valvular.

Encontraron que la edad (OR 1.07, 95% CI 1.04–1.10 P ˂0.0001) y la HTA (OR

2.35; 95% CI 1.16–4.41; P=0.018) fueron los factores asociados con riesgo elevado

de desarrollar fibrosis valvular. Se destaca que este hallazgo de fibrosis subclínica

no se acompañó de mayor prevalencia de insuficiencia valvular.

En nuestro estudio no hallamos aumento del área de tenting mitral así como

tampoco engrosamiento valvular mitral anormal, similar a los resultados de otros

estudios (2) (4) (6) (8). Por el contrario sólo algunos estudios han reportado un

aumento del área de tenting mitral tanto en pacientes con enfermedad de Parkinson

(34) (38) (43) así como en prolactinomas (5) (9). Otros han reportado mayor

engrosamiento valvar a nivel de la válvula mitral (5) y tricuspídea (7) y en dos o más

válvulas (69).

37

En nuestro estudio no encontramos relación entre la dosis acumulativa de

cabergolina e insuficiencia valvular, así como tampoco con la duración del

tratamiento. Esto es similar a los estudios analizados en el marco teórico (2) (4-8).

Destacamos que a pesar de que nuestro estudio presenta algunas diferencias

metodológicas con estos estudios, estos resultados son similares. Las diferencias a

destacar se detallan a continuación.

Primero, en todos los estudios el tamaño de la muestra fue mayor al nuestro.

Segundo, en dos estudios los controles fueron ajustados por edad, sexo y además

por factores de riesgo cardiovascular (5) (7). Destacamos que a pesar de no haber

ajustado para factores de riesgo cardiovascular, los grupos no fueron diferentes en

este sentido. Sólo hubo una tendencia no significativa de IMC patológico para los

pacientes portadores de prolactinomas. Por último, las dosis acumulativas medias

fueron mayores a las nuestras, por un período de tiempo igual (8) o mayor al

nuestro (2) (4-7), encontrándose igualmente resultados similares al nuestro en este

sentido.

Hay sólo dos estudios que reportan resultados diferentes. Como ya fue mencionado

previamente, Colao et al. (9) reportaron un aumento del riesgo de insuficiencia

valvular con una correlación positiva entre dosis acumulativa y riesgo de

insuficiencia en pacientes portadores de prolactinomas en tratamiento con

cabergolina. Además, recientemente Halperin et al. (74) aunque no encontraron

mayor prevalencia de insuficiencia valvular en 83 pacientes con hiperprolactinemia

comparados con 58 individuos sanos, sí observaron que 15 pacientes que habían

recibido las dosis de cabergolina más altas (mayor a 180 mg) presentaban mayor

prevalencia de insuficiencia tricuspídea (6/15 40% vs. 8/58 12,5%; p=0.024). Sin

embargo, ésta fue de grado leve, sin relevancia clínica y sin relación con el sexo,

obesidad e hipertensión arterial. No hubo relación entre la duración del tratamiento e

insuficiencia valvular.

En contraste, como ya fue comentado, en la enfermedad de Parkinson se ha

observado que con dosis acumulativas mayores a 3000 mg entrañan un riesgo

elevado de insuficiencia valvular y de cambios fibróticos subclínicos. Pero en los

estudios en pacientes con hiperprolactinemia las dosis acumulativas más altas han

38

sido alrededor de 1800 mg. Esta dosis es similar a nuestra máxima dosis de 1961

mg.; llevaría aproximadamente otros 10 años alcanzar las dosis de cabergolina que

se han relacionado con las complicaciones valvulares descritas en los estudios

realizados en enfermedad de Parkinson. Si bien faltarían varios años más para

alcanzar las dosis acumulativas, los pacientes con prolactinomas podrían

eventualmente alcanzarla. Frecuentemente el tratamiento comienza a una edad

joven y probablemente lo requieran por largos períodos de tiempo.

Destacamos que encontramos una relación entre la dosis acumulativa y el grosor

valvar mitral, aunque este último se mantuvo dentro de límites normales. El

paciente que recibió la dosis acumulativa más alta de cabergolina de 1961.6 mg por

un período de 75.2 meses fue el que presentó un grosor valvar mitral mayor. No

tuvimos pacientes con una dosis acumulativa entre 437 y 1961 mg. en nuestro

trabajo. Nos cuestionamos si tuviéramos pacientes con dosis acumulativas entre las

dosis señaladas, si las mismas se relacionarían con mayor grosor valvar mitral. Kars

et al. (7) encontraron un engrosamiento valvular tricuspídeo significativo en

pacientes tratados con cabergolina. Además, reportaron un engrosamiento valvular

mitral que alcanzó una significación límite (p=0.056).

Lancellotti et al. (5) si bien reportaron una correlación entre el área de tenting mitral

con engrosamiento valvular en dos pacientes tratados con cabergolina que

presentaban insuficiencia mitral moderada, esto no se correlacionó con la dosis

acumulativa de cabergolina. Halperin et al. (74) tampoco encontraron diferencias

significativas con el área de tenting mitral y la FEVI entre los pacientes que habían

recibido las dosis acumulativas más altas y los controles.

Encontramos que existe una relación inversa entre IMC y FEVI. Hay trabajos que

reportan una correlación entre la obesidad y la masa del ventrículo izquierdo, con

disfunción diastólica y sistólica, así como con enfermedad coronaria (75, 76). Hay

otros estudios que han reportado que el índice de performance miocárdico (IPM),

que es útil para evaluar la función sistólica y diastólica en conjunto, es

significativamente menor en pacientes obesos comparado con controles sanos (77-

79). La obesidad sobre todo mórbida, causa un aumento gradual en la masa del VI,

deterioro progresivo de la función sistólica, y una disfunción diastólica marcada (80).

39

Comparado con individuos sanos, los obesos mórbidos tienen generalmente un

patrón de llenado diastólico anormal (81). Por ejemplo Fatih Koç et al. (82)

estudiaron 44 individuos obesos con síndrome metabólico (SM) y 32 sujetos

obesos sin SM, comparándolos con 21 individuos sanos con normopeso. La masa

del ventrículo izquierdo y los parámetros diastólicos fueron similares en los dos

grupos de obesos, pero difirieron significativamente de los controles (p<0.05). El

IMC se correlacionó con la masa del VI (r=0.42, p=0.001). El IPM fue similar en

ambos grupos de obesos con (0.59±0.10) y sin (0.59±0.11) síndrome metabólico,

pero mayor que en los controles (0.48±0.06, p<0.05). Concluyen que la obesidad

con y sin síndrome metabólico afecta al IPM del VI. Además este índice mostró

relación significativa con el IMC, la circunferencia abdominal, y la masa del VI.

40

Limitaciones del trabajo

Existen varias limitaciones en nuestro trabajo, lo que hace que interpretemos los

resultados con cautela.

Primero, el bajo número de la muestra. Sin embargo, destacamos que nuestro país

tiene una población aproximada de 3.2 millones, y el número de pacientes

portadores de prolactinomas es menor que en países con población más numerosa.

Segundo, puede existir riesgo de sesgo de selección dado que fueron analizados

solo pacientes que concurren al departamento de Endocrinología y Metabolismo del

Hospital, centro terciario de referencia.

Tercero, los pacientes fueron solo ajustados para sexo y edad, pero no para otros

factores de riesgo cardiovascular. Sin embargo, no hubo diferencias entre los

grupos en este aspecto.

Por último, los ecocardiogramas fueron realizados por un solo cardiólogo, el cual no

estuvo cegado para los grupos.

Las limitaciones comentadas no invalidan nuestros hallazgos. Se trata de un trabajo

multidisciplinario, metodológicamente exhaustivo, lo que refuerza los resultados.

A nuestro saber, se trata del primer trabajo sobre este tema en nuestro país. Estos

datos servirán como punto de partida para futuros trabajos, así como para el

seguimiento a futuro de estos pacientes.

41

Conclusiones

El tratamiento con cabergolina en las dosis convencionales usadas en los pacientes

con prolactinoma no está asociado con mayor prevalencia de insuficiencia valvular

clínicamente significativa, pero sí con mayor grosor valvar mitral (aunque sin

constituir engrosamiento anormal) asociado con la dosis acumulativa. Se necesitan

largos estudios prospectivos para investigar si cabergolina a diversas dosis y

duración de tratamiento puede generar cambios valvulares subclínicos. Además

sería interesante evaluar si estos cambios pueden resultar clínicamente

significativos a largo plazo.

42

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