monografía el caribe
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Universidad de ChileMagíster en Estudios LatinoamericanosProfesor: Pablo MaríñezAlumna: Camila Feliú Jones
El devenir de La Guaira
El siguiente trabajo es producto de un seminario titulado “El papel del Caribe ante
los cambios internacionales”, en homenaje a la figura de Juan Bosch ante el centenario
de su natalicio, y en consecuencia, a la instalación de la “Cátedra Juan Bosch: Estudios
del Caribe” en la Universidad de Chile. Durante el segundo semestre del presente año
2009, este programa de estudios fue guiado por el profesor Pablo A. Maríñez,
embajador de República Dominicana en Chile, obteniendo sabrosas retroalimentaciones
y críticas por parte de los oyentes respecto al papel de la región antes los cambios
económicos, sociales y geopolíticos, y, desde una mirada interna, las repercusiones
internacionales que esta región padece en la actualidad. Los agradecimientos están
dirigidos al apoyo incondicional de seres queridos, amigos personales, a los textos
bibliográficos sugerido por el profesor Ricardo López, a los debates y discusiones
matutinas que abrieron espectros antes no concebidos por este estudio, y finalmente, al
fructífero diálogo producido en aula, sin el cual este texto no hubiese sido posible de
llevar acabo.
A lo largo del seminario antes descrito, se presentaron varias interrogantes de las
cuales solo algunas pretendemos responder aquí. El gran aporte acometido por el
cuentista Juan Bosch a nivel de producción literaria, novelas y ensayos políticos ha
permeado su modelo de pensamiento respecto al Caribe como una preocupación
contingente a las problemáticas sociales y económicas que es imposible de desconocer.
El Gran Caribe1 o cuenca, como ha sido tildada hasta el día de hoy el grupo islas entre
1 El concepto de Gran Caribe es tomado de Girvan, citado por el profesor Pablo Maríñez en su obra, y se entenderá como el espacio conformado por las Antillas, Centroamérica y los países continentales bañados por el Mar Caribe (Girvan, 1999).
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las Américas del norte y sur, las antillas menores y mayores, y una sección de la costa
continental, abordado por los centros de poder, se ha facultado de ser cuna de una elite
intelectual y política emergente, enriquecidas por los irresistibles debates ideológicos,
consistentes, pero todavía inconclusos, sobre su autonomía, ocupación y proyecciones a
futuro en el ámbito internacional. Juan Bosch, primer presidente constitucional de la
República Dominicana elegido democráticamente luego de la muerte del dictador
Rafael Leonidas Trujillo, es un raro ejemplar de este linaje azul y cristalino que acuna el
Gran Caribe, evidenciándose esto de manera elegante y singular en la vasta gama
cuentos publicados por diversas editoriales. La obra cuentista del fundador del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD) se puede resumir en las siguientes obras
compilatorias de este género narrativo, Camino Real, Cuentos escritos en el exilio y
Cuentos más que completos, entre otros, con la última y reciente publicación por
ediciones LOM, debido al centenario del autor, de La muchacha de La Guaira2 (2009),
originalmente publicada por la editorial Nascimiento en Santiago de Chile el 31 de julio
de 1955.
En esta recopilación de cuentos, Juan Bosch demuestra una gran sensibilidad hacia
el caribeño, insertándolo, en general, dentro de una atmósfera social repleta de
experiencias vinculadas con su niñez en el campo y la elaboración de personajes
característicos del realismo mágico. Mediante esta silenciosa exploración del género,
hacia los años 50’, el diplomático incorpora su más claro cuestionamiento de los
modelos democráticos en América, dando énfasis, mediante la voluntad del cuentista, a
la importancia que han tenido las intervenciones de Estados Unidos en la consolidación
política e independiente de los intereses de la cuenca. Los cuentos que tan afanosa y
pulcramente el autor atestiguó nacer son fiel reflejo de su ideología democrática, son
una primera aproximación hacia como el caribeño se representa a sí mismo dentro de su
2 Bosch, Juan. La muchacha de La Guaira. Santiago: LOM, 2009.
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contexto situacional habitual, y cómo éste, a través del rescate de la literatura, promueve
el abanderamiento del mar Caribe, defendiéndolo de la mano opresara de modelos
extranjeros, como lo fueron las arremetidas americanas.
Así pues, la propuesta de este trabajo desdibuja el objetivo de reivindicar al sujeto
caribeño frente a la sombra opresora del pentagonismo3. Muy bien alcanzado en la obra
cuentista de Juan Bosch, La muchacha de La Guaira propone resaltar la mirada desde
dentro del Gran Caribe respecto a los efectos que tuvo el pentagonismo al intervenir en
suelo extranjero en los diversos territorios escogidos por el escritor, y develadas por
medio del cuento. Se establecerá entonces la relación entre la obra literaria escogida del
autor y la responsabilidad que tuvo el pentagonismo en influenciar al caribeño en cuanto
a perseguir un sentir, una autonomía y una identidad propia del Caribe, impacto positivo
sobre los deslindes conceptuales que la actualidad cobija.
A pesar de Juan Bosch declararse un autodidacta, su cuantiosa producción literaria y
acción política lo soslaya como uno de los mejores expositores representativos de la
elite intelectual y política antes mencionada. Los ojos de la crítica literaria lo consideran
un iluminado, un visionario que rompe con las cadenas y ataduras de lo antiguo para
irrumpir con la pluma moderna del Caribe; los ideólogos sienten extrañeza frente a lo
adelantado que Bosch se encontraba para su época, lo soñador y a veces romántico que
parecía al promover la integridad de las políticas públicas en territorios todavía vencidos
por las colonias. Al respecto, Hernán Díaz Arrieta, Alone, señala que
“Este sí que es un cuentista hecho y derecho, antiguo y moderno, de tomo y lomo, cuentista
por los cuatro costados, que no necesita definiciones ni defensas, un verdadero narrador que
3 El término pentagonismo fue acuñado por la destacada obra política de Juan Bosch, fundador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973. Véase para mayor referencia su obra titulada El pentagonismo, sustituto del imperialismo. México: Siglo XXI, 1968
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no se detiene en descripciones, un visionario que hace andar a sus tipos, que no se complace
en mirarlos por aquí, pintarlos por allá sino que los sigue paso tras paso como fascinado”4.
No cabe duda de que el reconocimiento hacia la figura de Bosch es fruto de la
vitalidad y el desempeño comprometido de su carrera a la vez política como literaria,
pues a pesar de haberse destacado en ambas, explícitamente el quehacer político es la
opción indeleble como herramienta para obtener la libertad de sus hermanos del Caribe.
¿Cómo lograrlo? ¿Cómo cultivar la mente de sus marítimos hermanos?5 Un
acercamiento a la mirada de Bosch al respecto se subentiende de las siguientes palabras,
“El cuentista debe tener alma de tigre para lanzarse contra el lector, e instinto de tigre para
seleccionar el tema y calcular con exactitud a qué distancia está su víctima y con qué fuerza
debe precipitarse sobre ella. Pues sucede que en la oculta trama de ese arte difícil que es
escribir cuentos, el lector y el tema tienen un mismo corazón. Se dispara a uno para herir a
otro. Al dar su salto asesino hacia el tema, el tigre de la fauna literaria está saltando también
sobre el lector”6.
Las palabras de Bosch son bastante esclarecedoras. “Cuento quiere decir llevar
cuenta de un hecho”7, mientras que la labor del escritor subyace en sostener el interés
del lector mediante la sensibilidad y el componente humano que el cuentista inserta en
la obra literaria. La muchacha de La Guaira, conjunto de diez cuentos, devela
notoriamente el alma de tigre que el escritor tiene por voluntad de transmitir. Las
conjeturas al respecto pueden ser variadas, mas no así desentenderse de Juan Bosch
4 Guerrero, Pedro Pablo. “Juan Bosch, cuentista con alma de tigre”. Diario El Mercurio, Cuerpo Artes y Letras, Revista de Libros, Domingo, 20 de diciembre de 2009, Pp. E21.5 Aunque el objetivo de este estudio no es resolver tal interrogante, pues es menester de otro trabajo, sí se pone el tema sobre la mesa debido a la importancia y responsabilidad que tienen las políticas públicas relativas a la educación respecto al cultivo de identidades por parte del gobierno.6 Bosch, Juan. “El tema en el cuento”. Obras Completas. Tomo V. Teoría Literaria. República Dominicana: Comisión Permanente de Efemérides Patrias (CPEP), 2009. Pp. 70.7 Bosch, Juan. “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”. Obras Completas. Tomo V. Teoría Literaria. República Dominicana: Comisión Permanente de Efemérides Patrias (CPEP), 2009. Pp. 70.
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como ícono de la elite intelectual y política. Reconocer con astucia y sigilo a su presa y
encantarla con su danza de cacería es un hecho que se evidencia en la trayectoria del
exiliado, pero que por sobre todo, está impecablemente elaborado en su obra literaria
como fue aludido en palabras de Alone. Observemos detenidamente la voluntad del
cuentista.
Mundos de incendios, abismos existencialistas, mares infinitos y tragedias inusuales
son algunos de los escenarios que Juan Bosch pinta respecto al Gran Caribe. El carácter
geoestratégico y geopolítico de la región y subregiones que constituyen el Gran Caribe
ha elevado el nivel de importancia y atención, en cuanto a niveles de producción se
refiere, por parte de los centros de poder8 hacia la zona. Esta situación lentamente es
masticada y reflexionada por el escritor y puesta en evidencia en el cuento “Mal
tiempo”.
“el muchacho tenía su tarea concreta, que consistía en cortar madera para que el padre
hiciera carbón; echaba los palos al suelo, los partía en trozos manejables, los conducía poco
a poco hasta la orilla del río y los tiraba al agua; luego iba hacia abajo escoltándolos en su
cayuco9, hasta salir al prolongado arenal que el río y el mar formaban cuando el primero
desembocaba en el segundo. Desde la boca hasta su casa, que quedaba a cinco o seis millas
hacia el oeste, había un largo trecho desarbolado, a pesar de que al principio hubo ahí
manglares10 que en una época sirvieron para hacer carbón”11.
Julián, hijo de Eloísa y Venancio, desde los once o doce, había acompañado a su
padre y trabajado la madera de enormes troncos para hacerla carbón y así, obtener el
sustento para el hogar. Juan Bosch escoge un sutil ejemplo para dar a conocer, en parte,
8 Por centros de poder se considerará en este trabajo a los imperios que tenían bajo su dominio a colonias no independientes a nivel económico, social y político, tales como España, Francia, Holanda, Inglaterra y posteriormente, Estados Unidos.9 Embarcación india de una pieza, con el fondo plano y sin quilla.10 Terreno poblado de arbustos.11 Ibid, Pp. 131.
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las condiciones de vida a las cuales niños y adolescentes se ven obligados a formar parte
para sobrevivir. La fuerza dominadora de empresas extranjeras ha encarecido y opacado
las opciones y viabilidades del pueblo caribeño para una vida digna y de calidad,
sometiéndolos a la fragilidad y la incerteza de un destino fortuito. El desarrollo
indetenible del capitalismo hacia fines del siglo XIX y durante el siglo XX apela a la
vinculación más intensa con las potencias económicas subdesarrolladas y los estados
nacionales primerizos con la pura finalidad de generar más riquezas a los centros de
poder. Se afirma entonces, la preponderancia del componente social en el entendimiento
del Caribe pues “se luchaba en varios niveles: el social –esclavos contra amos-; el racial
–negros contra mulatos y blancos-; el internacional –guerra contra los enemigos de
Francia”12. Asimismo lo considera Pablo Maríñez al discutir sobre la conceptualización
del Gran Caribe. Sin ignorar la dificultad por obtener un consenso, Maríñez apela a una
visión multidimensional del término, reclamando la necesidad de incorporar los
problemas de desarrollo económico y social, el cual elabore un denominador común
respecto a cada subregión que constituya al Gran Caribe13. El Caribe, siendo un
proyecto de institucionalidad en potencia, alberga las relaciones sociales que
internamente se desenvuelven en el territorio. La crudeza de esta realidad, sin embargo,
obliga a considerar por segunda vez, el papel que tiene el Gran Caribe frente al
impostergable imperialismo14.
12 Ibid. 12 Pp.44513 Maríñez, Pablo. “Seguridad hemisférica y seguridad regional en el Gran Caribe”, en Pablo Maríñez, El Gran Caribe ante los cambios internacionales y la política exterior dominicana, Santo Domingo: FUNGLODE, 2007. Pp. 116.14 La noción de imperialismo es descrita por Juan Bosch en la obra El pentagonismo, sustituto del imperialismo de la siguiente manera: “La sustancia del imperialismo se explicaba como la conquista de colonias para aplicar en ellas los capitales sobrantes del país conquistador con el fin de sacar de las colonias materias primas con que mantener funcionando las instalaciones industriales de la metrópoli; al mismo tiempo las colonias se convertían en mercados compradores de las industrias metropolitanas, con lo que se establecía una cadena sinfín que ataba la vida económica de las colonias, mediante la sumisión política, al centro metropolitano” .Pp. 13.
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Asimismo, y sin alejarnos de los cuentos de Juan Bosch, el autor cuenta este hecho
denotando un tema de gran importancia, el lugar de los centros de poder o imperios en
la región del Gran Caribe como antes había sido mencionado. Dentro de la obra
narrativa del escritor, De Cristóbal Colón a Fidel Castro, Bosch contextualiza
sucintamente la crisis que las colonias padecían en relación a la sombra del imperio
“La historia del Caribe es la historia de las luchas de los imperios contra los pueblos de la
región para arrebatarles sus ricas tierras; es también la historia de las luchas de los imperios,
unos contra otros, para arrebatarse porciones de lo que cada uno de ellos había conquistado;
y es por último la historia de los pueblos del Caribe para libertarse de sus amos
imperiales”15.
El clima económico y político en que se encuentran las colonias es de evidente
escándalo y crisis. Las reyertas entre los imperios por la obtención de la mayor cantidad
de riquezas dejaron una estela de pugnas entre los actores sociales y territorios que la
vivificaban. Tierras de opulencia y ostento agrandaron las brechas sociales, distanciando
los estratos y haciendo más claro los índices de injusticia entre habitantes y extranjeros.
Ahora bien, el imperialismo osado, desafiante y tan arraigado a los modelos
económicos de dominación colonial, resguardaba los centros de producción mediante la
renovación permanente de esclavos en la segunda mitad del siglo XIX. La vida útil de
los trabajadores era un estímulo para la empresa e industria del tráfico de esclavos, que
especialmente cuidaba el no desarrollar instancias de insurrección, y que escuetamente
es abordado dentro de los cuentos escogidos por Bosch. El imperialismo, en
consecuencia, había elaborado una frontera imperial ante la cuenca del mar Caribe,
ocasionando y delimitando la guerra entre los imperios no sólo a la frontera continental,
15 Bosch, Juan. “Una Frontera de Cinco Siglos”. De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial. Madrid: Alfaguara, 1970.Pp 12.
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sino que además, protegiendo a sus colonias de avezados ataques de corsarios y piratas.
Juan Bosch en el cuento “La muchacha de La Guaira” lo demuestra muy bien,
“Si en verdad hay camarones y usted desea participar en el negocio, hágamelo saber. Es
preferible vivir en estos países, donde todavía hay gente capaz de vivir la vida hasta la
muerte, aunque sean mestizas”16.
Una tarjeta del capitán italiano dirigida al segundo oficial del Trodheim, Hans
Sandhurst, denota que la mano de obra está al servicio del imperialismo. Los camarones
en este caso son producto de las riberas caribeñas que mediante un trabajo
deshumanizado y de esclavitud, utilizan la vida de seres mestizos, considerados
inferiores, para agotarlos hasta la muerte. La oportunidad de explotación del
imperialismo sobre territorios de plantación azucarera, bananera, de cacao, etc. permite
la configuración de una burguesía basada en el sistema de la plantocracia. La
desigualdad e inequidad social establecida por esta plantocracia permite el surgimiento
de centros de poder focalizados en el comercio y la exportación, en las relaciones
económicas y tratados de libre mercado, los cuales en la búsqueda del beneficio propio,
y con la ayuda de la rearticulación de elementos modernos, implementaron la
industrialización necesaria para el progreso de la región y sus riquezas. Por otro lado,
aunque algunos estados nación independiente prefieren mantener las relaciones de la
colonia ante la frontera imperial hasta el día de hoy, se hace imperativo para el
desarrollo de la cuenca del Caribe y el traspaso hacia la modernidad, el reemplazo del
sector primario por el de mecanización. El imperialismo, en consecuencia, aniquila la
mano de obra del sistema económico de plantación, rechazando las condiciones
deplorables de vida y promoviendo inequidades morales a lo largo de las capas sociales.
16 Ibid 1. Pp. 179.
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José Miguel Arguedas, en el cuento “El sueño del Pongo”, también presenta el tema
del imperialismo y las repercusiones de las problemáticas sociales en éste.
“¡Alza las orejas ahora, vizcacha! ¡Vizcacha eres! – mandaba el señor al cansado
hombrecito. –Siéntate en dos patas; empalma las manos. Como si el vientre de su madre
hubiera sufrido la influencia modelante de alguna vizcacha, el pongo imitaba exactamente
la figura de uno de estos animalitos, cuando permanecen quietos, como orando sobre las
rocas. Pero no podía alzar las orejas” 17.
Luego del Pongo, un hombrecito de baja estatura, moreno y de rasgos no agraciados,
ser humillado por su patrón al imitar a un perro dentro de los pasillos de la casona, el
amo le exige copiar el desplante de un roedor, generando un malestar moral entre los
espectadores que lo ignorando invocando el rezo a la Virgen Santísima. Este breve
ejemplo describe cuál era la relación entre trabajadores y patrón implantada en el Caribe
del siglo XIX. La vergüenza provocada por el patrón hacia su hombre de labranza
denota como los centros de poder ejercen directamente su dominio y malestar sobre los
individuos, quienes carecen durante esos años de unidad regional e identidad caribeña
debido a la incapacidad de comunicarse entre los fragmentos que caracterizan al
término. Aunque el Caribe se reconoce como un espacio heterogéneo, complejo y que
incluye multiplicidad de realidades y costas, el quisquilloso denominador común antes
señalado reúne las transformaciones sociales y económicas que sufre la región del Gran
Caribe en el periodo. Las pugnas entre imperios de la misma manera que permitieron
introducir a una clase burguesa de plantación, indujo al quiebre peninsular del antiguo
imperialismo, el desplazamiento de viejos imperios ante la apropiación de otros nuevos,
17 Arguedas, José María. “El sueño del pongo”. http://www.taringa.net/posts/arte/840504/Cuento:-El-Sue%C3%B1o-del-Pongo.html
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como es el caso de Estados Unidos, y la descolonización y descolonización tardía de
colonias como Haití y Cuba.
Ahora bien, el proceso de descolonización antes descrito trajo ventajas y desventajas
para la consolidación de repúblicas independientes, pues todavía el Gran Caribe actuaba
como una frontera imperial de manera simultánea desde todas sus costas, defendiendo
su deseo de una alianza por el progreso. El Caribe así pues, se resignifica desalojando
de la corona española parte del suelo del mar Caribe y dando pie para que irrumpa el
nuevo imperio de los Estados Unidos. Nuevas fórmulas de dominación albergaron las
tensiones entre la cuenca y el neoimperio, nuevos modelos políticos establecieron
cuestionamientos entre los pensadores.
Violento y trágico fue el papel que tuvo los Estados Unidos como ejecutor del
pentagonismo. La dominación de la mano opresora sobre la región del Gran Caribe, en
palabras de Juan Bosch, tuvo por finalidad
“tener acceso a los cuantiosos recursos económicos que se movilizan para la producción
industrial de guerra; lo que se busca son beneficios donde se fabrican las armas, no donde se
emplean, y esos beneficios se obtienen en la metrópoli pentagonista, no en el país atacado
por él”18.
El territorio del Caribe, de gran interés geopolítico y geoeconómico para los
americanos, a través del pentagonismo pretendía ser el lugar “destinado a recibir
material gastable, tanto mecánico como humano… consumiendo máquinas, caminos,
puentes, comida para soldados”19. En síntesis, quiso obtener los beneficios económicos
y políticos como surtidor y mediador de los conflictos propensos al desarrollo de esta
crisis. A diferencia del imperialismo, el pentagonismo “no explota colonias: explota a su
18 Bosch, Juan. El pentagonismo, sustituto del imperialismo. Pp. 1819.Ibid, Pp.24
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propio pueblo”20, transformando la finalidad de la fuerza militar por conquistar
territorios en la producción de armamentos y dispositivos militares que puedan ser
usados en ésta. De la misma forma, es Juan Bosch en El pentagonismo…, quien
responsabiliza a
“Esos hombre de negocios norteamericanos (que) son los que manejan la economía
pentagonal, los que se reparten los beneficios que dejan los contratos militares; esos son los
industriales, los banqueros, los transportadores, los comerciantes y los promotores que junto
con los generales y los políticos”21.
El americano, como humanidad dejada a los brazos del capitalismo
sobredesarrollado, abusa de las fuerzas del comercio y de la posición de la burguesía
para hacer de los productos manufacturados un consumo caro, mientras fueron
producidos de materias primas baratas. Esta ventana permitió el ingreso de militares que
antes no habían sido tomados en cuenta para la elaboración de un pensamiento
ideológico y político. Las palabras de Bosch fueron vaticinadoras para los hechos
subsecuentes. Las constantes intervenciones y prolongadas ocupaciones dentro de los
territorios invadidos hicieron de la clase militar un eslabón más que se adhirió a la
cadena del pentagonismo.
Aunque la obra El pentagonismo, sustituto del imperialismo fue publicada en 1968,
ya Bosch en La muchacha de La Guaira (1955) presentaba algunos matices interesantes
que respaldaban esta hipótesis, y así también lo respaldaron las insurrecciones y actos
de dominación alrededor de todo el Caribe.
La región del Gran Caribe, que es el resumen de tiranías y dictaduras como doctrinas de
seguridad por parte de la cuenca, ante el impacto y choque del pentagonismo, cuestiona
los sistemas de dominación imperantes siendo proclives a la revolución, y deja en claro
20 Ibid, Pp. 1721 Ibid, Pp. 23
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la necesidad de integrar los problemas del desarrollo económico y social como evidente
preocupación regional. En República Dominicana, la ocupación militar estadounidense
como respuesta al régimen dictatorial de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961) implicó
un debate sobre el militarismo, la importancia geopolítica y los acuerdos seguridad. El
anhelo nacionalista y personalista de un modelo de avanza de Trujillo era un escenario
de lucha necesario para lograr la rentabilidad de los procesos estatalizados. Por otra
parte,
“Santo Domingo es un país del Caribe y el Caribe seguía siendo en el año 1965 una frontera
imperial, la frontera del imperio americano. Esa circunstancia justificaba a los ojos del
poder interventor –y de muchos otros poderes- la intervención norteamericana en Santo
Domingo. Pues una frontera… es una línea que demarca el límite exterior de un país, y todo
país tiene derecho a defenderse si es atacado… es lógico y justo que ese pequeño país
padeciera su sino de tierra fronteriza”22.
Asimismo, la crisis impidió la formación natural y sana de sociedades que pudieran
defenderse, mas no el seguimiento de próceres políticos como Bosch. La intervención
norteamericana implicó el derrocamiento por parte de los suyos del ex presidente Juan
Bosch, mediante un golpe militar en septiembre de 1963, un ataque logístico dicen.
Posteriormente, República Dominicana, subordinada al poder hegemónico de Estados
Unidos, impulsará una iniciativa y acercamiento económico y comercial, a las políticas
de seguridad hemisférica entre dos subregiones, el Caribe y Centro América. Esta
alianza estaba llamada a posibilitar acuerdos de integración entre la Comunidad del
Caribe (CARICOM) y el Sistema de Integración Centroamericano (SICA), como
resultado de la cuenca frente al pentagonismo.
22 Ibid 13, Pp.15.
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No así todas las subregiones obtuvieron protección del pentagonismo. La imagen de
Cuba por ejemplo es en palabras de Rafael Hernández,
“un puro reflejo del pensamiento político americano, retado por un nuevo mundo que no es
capaz aún de redefinir intelectualmente o reconstruir ideológicamente. Viejos conceptos
como estrategia de desgaste, aislamiento irresistible, contención y muchos otros términos
del repertorio de la cultura de las acciones encubiertas y el conflicto de baja intensidad han
dado un aura de deja vu al tema de Cuba”23.
Aunque Hernández transmite una perspectiva desde el pentagonismo, Cuba se
transformó en la única isla americana que al verse enfrentada al terror del pentagonismo
optó por instaurar un modelo ideológico y político aledaño al que Estados Unidos
imponía sobre los territorios pentagonizados. Este proyecto cubano promulgaba a su
vez, una política de reinserción afirmativa que favorecerían los mecanismos de
confianza mutua y de cooperación en el terreno de la seguridad entre Cuba y otros
países de la región. El papel estratégico y geopolítico de la isla, además de su proyecto,
presentó a los americanos sino un desafío, una ofensa alarmante para el pentagonismo,
motivo por el cual la política de aislamiento y contención fue practicada como una
moraleja para otras colonias con ilusiones independentistas. Se desprenden así, los
primeros indicios concretos de una separación con los modelos de dominación
pentagonistas tan arraigados al consciente de la región Caribe e impuestos por el
corazón pentagonizado.
Ahora bien, los dominicanos que en 1808 hicieron la guerra a las tropas francesas
que ocupaban la antigua parte española de la isla, isla única e indivisible, por medio de
la obra política y literaria de Juan Bosch sí han instaurado nuevos modelos de
23 Hernández, Rafael. “Cuba y la seguridad en el Caribe”. En Serbin, Andrés, y Joseph Tulchun (compiladores). El Caribe y Cuba en la posguerra fría, Caracas, INVESP-Editorial Nueva Sociedad, 1994. Pp. 73.
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pensamiento político para la “dominación” del Gran Caribe, arquetipos que estrechan
las relaciones de tensión cuando el pentagonismo olfatea de cerca la posible
independencia política visualizada por los intelectuales. La integración de una región, la
unión a pesar de las características sociales, económicas y políticas de cada subregión,
además de la instalación de una política de cooperación, desmiente la unilateralidad del
pentagonismo dominante, y engruesa las fronteras simbólicas de los centros de poder.
Hasta ahora, la profundización respecto a la noción de frontera imperial, o de
pentagonismo frente a la cuenca del Gran Caribe se han visto limitados por los factores
geográficos y políticos en los que ha incurrido este trabajo. Vitales para determinar un
lineamiento, pero infecundos cuando se trata de comprender la sensibilidad y
humanidad del hombre caribeño.
Si el pentagonismo, según Bosch, presenta la ventaja de una capitalización más
rápida y segura, no siendo partícipe de la guerra, sino que distanciándose de los fines
imperialistas a través de suplir y proporcionar las necesidades para ésta, dejará a salvo
el prestigio del país pentagonista a nivel mundial y también su imagen ante el pueblo24.
El pentagonismo no sólo se basa en establecer bases militares dentro de los territorios
adjudicados por los centros de poder, sino que además operar mediante acuerdos y
estrategias que respaldan su accionar y resguarden su reputación política. Ante un Gran
Caribe que se encuentra fragmentado y diseminado por las costas, el efecto moral que
tiene el pentagonismo sobre ellos depende de cada subregión y la representación del
sujeto caribeño que estos tengan de sí mismos ya hechas, o en proceso de gestación. Las
repercusiones del pentagonismo no han de quedar inertes en suelos caribeños pues
incluye el Gran Caribe las inagotables problemáticas sociales y económicas que
caracterizan a cada subregión, continente, Antillas o Centro América.
24 Ibid 3, Pp. 26.
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Así pues, al final de su compilación y mediante un debate existencialista, discierne
respecto al lugar de la muchacha de La Guaira dentro de este contexto.
“Pues en la mente25 de esa compañera de una noche estaba produciéndose una obsesión,
acaso algo parecido a los huracanes tropicales que cruzaban bastidores, de tarde en tarde,
por ese mismo mar Caribe que golpeaba sin cesar las orillas rocosas de La Guaira. El
hombre aquel había dicho: “Nosotros, los seres humanos, nos perdemos en la muerte, en la
nada”; y esas palabras giraban sin tregua en el cerebro de la muchacha, e iban formando allí
un núcleo que arrastraba poco a poco todas sus ideas y sus emociones, como el núcleo del
huracán arrastra los vientos y los pone a girar en torno suyo”26.
Lentamente, el cuentista construye una atmósfera que encierra al lector en el
torbellino de emociones y pensamientos de la muchacha. La sensibilidad vertida por la
protagonista no requiere nombre propio pues representa al caribeño genérico, como
Garvey apela al blanqueamiento de la negritud. El personaje divaga entre los vaivenes
del clima, el agua, el aire, los olores, y a la vez, se encuentra encerrada en sí misma, en
sus ideas en su mente, deambulando sin respuestas, con solamente sombras. La
muchacha no puede lidiar con la efeméride del cuerpo, con la intangibilidad de lo
conocido, con la muerte en sus ojos. Ana María Maza, luego de la lectura del cuento,
plantea que
“La muchacha de La Guaira, como el puerto abierto para unos o como la puerta
impenetrable a la interpretación extranjera de otros, se cierra con la soledad visionaria de
aquel que tuvo razón y pudo descifrar el verdadero sentido de la muchacha”27.
25 Marcus Garvey señala que el hombre letrado rompe con el blanqueamiento, repiensa la resistencia de la esclavitud como una historia de orgullo, planteándose a sí mismo desde sí. Tomando en cuenta que Garvey emite sus planteamientos desde la negritud, aplicados a este estudio, Garvey propone que el pentagonismo repiensa la resistencia del caribeño como se ha planteado en este trabajo. En un segundo plano, entrega indicios a los intelectuales a hacer literatura desde el Caribe y para el Caribe como emulación de orgullo y trascendencia. A pesar de que este trabajo no tiene por objeto establecer un paralelo entre el blanqueamiento y pentagonismo, el tema sí puede ser interesante de investigar aludiendo a las políticas gubernamentales aplicadas para estimular este blanqueamiento en el Caribe.26 Ibid 2, Pp. 17427 Maza S., Ana María. “Prólogo” a La muchacha de La Guaira”. Pp. 26.
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En total acuerdo nos encontramos con la profesora de literatura antes citada. El
verdadero sentido que tiene la muchacha, la visión por parte de su autor, no puede ser
otra que el padecimiento del pentagonismo en carne y hueso del hombre y la mujer
caribeños. El altercado mental que experimenta la protagonista describe la posición del
caribeño frente la implementación del pentagonismo en suelo extranjero. Se presenta
por un lado, el puerto abierto al mar Caribe, a la cooperación entre subregiones y la
posibilidad del comercio y la inserción dentro del mercado internacional. Por otro, el
paso del extranjero y la ignorancia frente al lenguaje, la religión y las tradiciones de los
antiguos con una puerta notoriamente cerrada e impenetrable. Ana María Maza pudo ir
más allá. De la mano de la obra del autor, se desprende que el sujeto caribeño
experiencia el mismo debate existencial que a nivel geográfico propone la frontera
imperial. Bosch subraya que La Guaira, mujer genérica, en su piel, en sus brazos y
piernas, en su mente es otra frontera imperial que el pentagonismo debe dominar, otra
que a diferencia del sometimiento físico y directo de la dominación, instaura una
discusión a nivel de pensamiento, ideología y modelo político.
Lo anterior ejemplifica un desafío para el pentagonismo. El imperialismo a través de
la posesión de nuevos territorios y el pentagonismo por medio de estrategias militares
que estimularan los índices de producción, se han quedado desprovistos de armamento
de acción directa contra la máquina pensante que propone ser el sujeto caribeño. La
frontera imperial, la cuenca del Caribe que antes había estado vinculada a las riberas y
costas antillanas, ahora se encuentra blindada dentro del pensamiento del caribeño, y
más en específico, de Juan Bosch.
“En Santo Domingo se desembarcaron el 28 de abril (1965) 400hombres solo para
garantizar las vidas de los ciudadanos de los Estados Unidos 115… En los días que
siguieron a la intervención pentagonista en Santo Domingo se descubrió un cementerio de
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víctimas de ese terror. Según estimado conservador, las matanzas de la parte del norte de la
capital dominicana, ocurridas en el mes de mayo, alcanazaron a unas 2000. A esas matanzas
se les llamó “operación limpieza”, hecha al parecer, con autorización de la OEA, por tropas
dominicanas bajo dirección norteamericana”28.
Los dominicanos por ejemplo, al experimentar la llegada del pentagonismo a sus
casas, ciudades y mujeres obedecerán al poder pentagonista, y no al gobierno nacional
pues han sufrido un quiebre moral debido a la falta de un trabajo ideológico, intelectual
y de unidad con sus hermanos caribeños. El enfrentamiento y las matanzas, la operación
limpieza llamada entre los sobrevivientes emite sino un ruido, sí un estruendo frente a
las víctimas de este cementerio del terror. La estela de estos sucesos flagela los
territorios y la sensibilidad del caribeño. En cierto modo, debido a los hechos descritos,
el pentagonismo les hubo de entregar las herramientas para reconocerse a sí mismos
dentro de la esfera pentagónica, y mediante este cuestionamiento, generar
razonamientos que tuvieran por objetivo resolver tal interrogante.
Bien lo narra Juan Bosch en el mismo cuento de La Guaira “-¿Por qué le preocupa a
usted la humanidad?-preguntó-.Yo soy venezolano, latinoamericano, y lo que deseo
saber es cuál es el destino nuestro, adónde vamos”29. Las nacientes preocupaciones del
bebedor son producto del querer reconocerse como venezolano, como latinoamericano,
encontrar una autonomía, una identidad y una unidad respecto al futuro de la región
caribeña y no así, como producto de una dominación impuesta. Dentro del botiquín, el
hombre mira de reojo a los extranjeros, no comprende su situación allí y los saluda tan
rápido como se va. Una pincelada del escritor demuestra la distancia evidente entre los
personajes, no sólo física, sino que también existencial.
28 Ibid 3, Pp. 122.29 Ibid 2, Pp. 166
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Por otra parte, el sentimiento de fraternidad entre las subregiones escogidas por el
autor denota a la vez el sentimentalismo por las otras subregiones como también el
cuestionamiento existencial por parte del caribeño.
¿De dónde es usted?, inquirió con tono de persona sorprendida; y cuando dije que de la
República Dominicana, se acercó a mí con la expresión en el rostro y los gestos de quien
acaba de dar con un tesoro y diciendo, casi a gritos: “¡Somos hermanos. Somos del mismo
mar!”
Y era cierto. Ambos éramos del mar Caribe porque él había nacido en el puerto colombiano
de Barranquilla y yo en la isla que Colón llamó La Española. El agua del Caribe nos unía
porque nos unían la lengua y la historia de la región de América que lleva el nombre de ese
mar”30.
En este extracto queda de manifiesto la hermandad o inclusive, la cofradía generada
frente al denominador común que plantea el Gran Caribe. El agua del mar Caribe es un
lazo inquebrantable para quienes buscan unificar una identidad caribeña. A pesar de no
ser ambos personajes naturales de la misma subregión, el padecimiento del
pentagonismo sobre la región natal, indirectamente, vislumbra la riqueza de los
pensamientos y percepciones que el sujeto caribeño pretende transmitir. La América,
con su historia y trascendencia, los une y entrega el antídoto frente la dominación
americana, el elixir del mar caribeño es un tesoro para quienes se encuentran
subyugados pentagonismo de Estados Unidos.
El debate está sobre la mesa. El latinoamericano, el cubano, el dominicano, Bosch,
Arguedas, entre varios, discuten sobre las herramientas utilizadas por el caribeño para
obtener la finalidad última de pensarse a sí mismo, y así, posteriormente acunar una
ideología en beneficio del Gran Caribe y un proyecto de modelo político. Tal vez una
30 Ibid Pp. 244.
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primera aproximación al caribeño pensante se explicite de mejor manera en la siguiente
cita,
“En cuanto a usted, ¿sabe qué propugna? Propugna el caos, porque ¿qué es la felicidad? ¿Es
o no la satisfacción de cada uno? La felicidad de los coroneles y los generales de Venezuela
y nuestra América, ¿en qué consiste si no en derrocar gobiernos legítimos, esclavizar a sus
pueblos, asesinar a sus mejores hijos, enriquecerse y tener amantes? La felicidad de un
criminal está en matar; la de un comerciante, en acumular dinero”31.
Miguel, un docto en conocimientos respecto al papel de los Estados Unidos en la
región y a sus avances tecnológicos, establece un debate con su compañero más joven
que es interrumpido por Hans y La Guaira al ser acogidos en su mesa del botiquín. La
discusión se torna candente cuando cada uno de los testigos presenta su concepción
respecto a la finalidad del hombre. Hans, el noruego, considera que “el fin del hombre
es ser feliz; la humanidad busca inconscientemente la felicidad”. La Guaira se desata en
alegría y comienza a repetir lo que ha dicho el segundo oficial a saltos, siendo
bruscamente interrumpida por Miguel con ese pequeño extracto que se obtuvo de la
compilación. Es inevitable señalar que a pesar de que el discernimiento conceptual
sobre la finalidad del hombre y, por consiguiente, de la humanidad, se establece entre
dos varones, centros de poder y género, si es que se quisiese interpretar así, la realidad
es que el sujeto caribeño de La Gauira, en desmedro de sólo imitar, o bajo una licencia
más inocente, realmente creer, el pensamiento de Hans, la enmarco en una situación
contextual que es el debate respecto a la finalidad del hombre. Desconocemos la
voluntad del autor en este caso, mas se puede deducir gracias a su cuantiosa obra, que el
disponer del personaje femenino como un elemento de la frontera mental ante el
31 Ibid 2, Pp 170.
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pentagonismo, es una herramienta utilizada para hacerla partícipe de esta discusión y
tener una opinión sobre la mesa.
Ahora bien, luego de unos minutos, La Guaira revienta respecto a los juicios
emitidos por Miguel ladrando sin frenos “-¡Mentira, mentira; usted está sólo diciendo
mentiras!”. Todavía el Caribe no ha mostrado señales de confeccionar su propio
entendimiento del término, pero sí manifiesta una negativa rotunda frente a lo que no
quiere creer y a lo que no está dispuesto a entrar en consenso. Es de esta forma que se
puede fundamentar la necesidad que tienen los intelectuales por experimentar y
promover nuevas ideas que reflejen la identidad y autonomía del caribeño. Ya al saber
lo que no se quiere ser o creer, se ha dado un paso fulminante contra el pentagonismo y
la dominación norteamericana. La irrupción de sentimientos tan viscerales como lo
demostró La Guaira además de describir un repudio hacia las consecuencias que este
modelo político trajo en suelo caribeño, brinda el razonamiento tan esperado por la elite
intelectual y política respecto a la labor del pueblo del Gran Caribe.
Los pentagonistas, quienes manejan la política internacional de los Estados Unidos,
desencadenaron más consecuencias a nivel del desarrollo de problemáticas sociales y
económicas de las naciones de Costa Rica, Jamaica, Panamá, Venezuela, Honduras,
Cuba y Colombia entre otros, que cualquier otro imperio dominante en América. Mas la
preocupación por una mirada interna, hacia el pentagonismo en los Estados Unidos,
acaece desenfrenadamente. Juan Bosch en el cuento “La muerte no se equivoca dos
veces” lo transmite así,
“El extranjero dijo algo que Pantaleón no entendió. El hombre hablaba en francés. Era
pelirrojo, de ojos amarillos, de piel muy pálida y duros pelos rojos en el rostro; usaba
pantalones cortos y al extremo de las desnudas piernas llevaba zapatos gruesos, altos, unos
extraños zapatos sujetos encima por dos lengüetas con hebillas. Antes que nada, el
ingeniero observó ese detalle pues sin duda esas piezas eran de soldado… El extranjero
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tenía una expresión sumamente triste y aunque no se le entendía, no era difícil llegar a la
conclusión de que pedía ayuda”32.
Aunque este ejemplo entrega explícitas referencias respecto al imperio de Francia, la
figura del extranjero descrita en sus otros cuentos es muy similar. El personaje solitario
de Hans, el ladrón de Encarnación Mendoza, el violador de Jacinto Muñiz, etc. son
todos extranjeros, foráneos en tierras que desconocen y que como común denominador,
carácter prestado del Gran Caribe, se encuentran en perpetua extrañeza y escape. De
piel muy clara, el extranjero presenta una sensibilidad de tristeza, de socorro o ayuda
como lo estipula Bosch. Si se lanzan las primeras directrices al respecto, el extranjero,
en comparación al sujeto del Caribe, se encuentra en una posición aún más alarmante.
Por motivos que se desconocen, el extranjero, no retorna, no quiere volver o carece de la
posibilidad de regresar a su tierra natal, se encuentra encerrado en sí mismo, sin
compartir la lengua, y sin poder comunicarse. El encierro mental, puesto que viene de
otros lares, es perpetuo e insostenible. El fin de la soledad podría ser el término de la
vida, o la muerte en vida como parece caracterizarse el personaje, y en esta capa es
donde estiramos el puño.
Juan Bosch en la compilación de cuentos La muchacha de La Guaira, festeja lo que
todo caribeño quisiese celebrar, la alegría por quebrantar el llanto y la desesperanza de
la región del Gran Caribe. La frontera imperial tan bien descrita en la obra De Cristóbal
Colón a Fidel Castro se ha vuelto una de las innumerables capas con que el sujeto
genérico del Caribe funda una genealogía del Gran Caribe. La coyuntura real de los
cuerpos y las disyuntivas del pensamiento hacen del Caribe una atmósfera proclive a
navegar por lo infinito del pensamiento y replantearse a sí mismo. El pentagonismo, en
32 Ibid 2, Pp 114.
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consecuencia, es el pilar fundamental por el que el Gran Caribe despierta de su
soñoliento estancamiento; le entrega las herramientas a estos nuevos sujetos para
unificarse y en bloque o cuenca tener una respuesta al pentagonismo dominante. De esta
manera, la región construye sus propios focos de seguridad y hegemonía hemisférica no
antes dispuesta por el obstáculo del imperio. Así también, el repensarse connota una
ardua tarea por parte de la elite intelectual y política en transmitir sosegadamente esta
nueva línea de pensamiento. Estados Unidos no sólo se ha visto enfrentado a modelos
políticos aledaños, sino que también se le ha presentado el desafío de brindar soluciones
a las problemáticas del Caribe para poder competir con estos inexperimentados
modelos.
Es por otro lado, interesante vislumbrar como el rechazo del Gran Caribe puede
despertar una alerta respecto a la implementación de políticas norteamericanas sobre
suelo extranjero. Por consiguiente, el extranjero que no sólo habita el Caribe sino que se
puede caracterizar como un estereotipo internacional, también presenta caracteres que
en la actualidad son inciertos y poco certeros. El Caribe se antepone a cualquier
nacionalidad que, como invitada o fugitiva, comparte territorio del mar Caribe.
El encantamiento de sucesos como los cuales Juan Bosch describe en los cuentos
demuestran la estructura compleja y dinámica del Caribe. Bosch estimula el desarrollo
conceptual de este género cuentista para el entendimiento del pueblo de la región,
llevándolos incluso a padecer las incongruencias de sus aires, aguas y endiabladas
pinceladas del Gran mar del Caribe. La preponderancia de su obra permite asirse de sus
postulados y ponerlos en práctica en cuanto a modelos teóricos finos respecto a la
literatura e idóneos por parte de la política. Y es por ello que el estudioso no debe
desistir o desestimar de concebir una propuesta encadenada a la contingencia de este
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actor socia, sino que se le recomiendo irrumpir y quebrar con el mismo ímpetu las
garras de una mirada eurocentrista al respecto de sujetos americanos.
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