monastico 1425

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Mistica

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  • ALBERTO CAPBOSCQ 1

    Algo ms que simplemente amar? Notas sobre el deseo en Gregorio de Nisa

    Ama cuanto puedas, con todo el corazn, con toda la fuerza; desea con todo lo queeres capaz,... enamrate! 2 .Si se piensa que aqu se est parafraseando el mandamiento principal 3 aplicndolo ala relacin del creyente con la Sabidura, esto es con Dios mismo, esta exhortacin deGregorio de Nisa ( ca. 394) revela un pthos quizs poco convencional e incluso untanto craso, para muchos odos piadosos de hoy en da. Que a rengln seguido el autoragregue, con una expresin con sabor a un oxymoron, que aqu se trata de unairreprochable pasin no pasional, no cambia nada en el tenor de todo el pasaje 4 : setrata pues de la tensin hacia Dios, viva e intensa, a la que el Niseno se complace enllamar deseo.La vehemencia de lo aqu implicado se hace ms patente si se toma en cuenta que elconcepto empleado es el mismo que el autor usa cuando habla en otras oportunidades,por ejemplo, de la aspiracin a la libertad 5 o de la ambicin por el poder y la vanagloria6 . Segn Gregorio, ese deseo tambin es el responsable del ansia de comer 7 o de labsqueda esnob de ostentosa furniture de los acaudalados, que en su afn de bienes yriquezas8, incluso pretenden someter a Dios mismo a sus caprichos ciegos9. Ms an, eldeseo es aquella fuerza indmita que hace bramar (mykomai) al fornicario 10 y queimpulsa al adltero 11 .Atendiendo a todo esto, la llamada de Gregorio a desear a Dios todo lo que se seacapaz, no slo se torna ms chocante y provocativa por su inusual diccin pocoespiritual, sino, como pretendo mostrar en estas pginas, evidencia un rasgo originaldel pensamiento de este autor, cuyo vigor puede ser ms que sugerente en la actualidad.Precisamente para mantener presente esta vehemencia inherente al concepto empleadopor el Niseno, no siempre evidente en nuestro uso cotidiano del trmino deseo menos an en contexto religioso, me referir a l como deseo-epithyma (deseos-epithymai, desear-epithymo).I. El deseo-epithyma, nada inofensivoNaturalmente no es ajena a Gregorio la cara negativa del deseo-epithyma humano.En efecto, l sabe que los deseos-epithymai pueden ser inconvenientes y malos 12 ,impuros y mundanos 13 ; que los deseos-epithymai asaltan al hombre 14 y lo conducena lo vano 15 , a lo aparente 16 y a lo rastrero 17 : los deseos-epithymai son el barro quemancha el alma 18 .As pues, seduciendo la vista, los deseos-epithymai asaltan al alma 19 , como unatelaraa la enredan 20 , la debilitan 21 y, arrastrndola como a su prisionera 22 , la hacensucumbir como en una tormenta 23 y la conducen a la muerte 24 . De all que el demoniose complazca en engaar al hombre hacindole creer que los deseos-epithymai no sonnada, sino slo eso: deseos-epithymai 25 .Gregorio sabe tambin indicar los rostros concretos que asume ese mal deseo-epithyma en el corazn humano. Y as, no slo habla en general de deseos-epithymai mundanos y carnales 26 , sino tambin, entre otras cosas, de que el deseo-epithyma mueve a buscar lo aparente y espectacular 27 , que conduce a la ira 28 , hacebuscar los honores, la vanagloria y el poder 29 . El deseo-epithyma es tambinconcupiscencia e inclinacin al adulterio 30 . El deseo-epithyma es ambicin (una

  • miseria humana particularmente fustigada por el Niseno) 31 : afn de ganancia, bsquedade oro, plata y cosas refinadas 32 ; bsqueda de todo esto con desmesura, ms all de lonecesario 33 .Consecuentemente, Gregorio asume el discurso asctico e invita a abandonar, a superarlos deseos-epithymai 34 o, al menos, a moderarlos 35 , aludiendo en este contexto a lainconsistencia de los mismos o de los objetos en pos de los que corren 36 . Ms an,habla de destruir, de dar muerte a los deseos-epithymai 37 , porque a travs de estamortificacin se remeda el estado del alma tras la muerte natural, que es aquella quepurifica de tal forma todo deseo-epithyma carnal, al punto que stos ya no ocasionanperturbacin alguna 38 .Sin embargo, por ms violentas que parezcan las imgenes y conceptos del discursoasctico de Gregorio, hay que tener presente que, conforme a su visin antropolgica, lamortificacin apunta slo a eliminar algo que, en realidad, no es propio del serhumano sino un aditamento contrario a la naturaleza: el fruto del pecado 39 . Tarea, pues,de la vida virtuosa es este morir a los malos deseos-epithymai, dicho de otra forma,restablecer el equilibrio del alma que los deseos-epithymai han desestabilizado 40 ,sometiendo el vivir humano a la razn y no a las pasiones 41 : lograr la aptheia 42 .

    II. El deseo-epithima y la vida cristiana

    Desear es, para Gregorio, una facultad del alma humana, t epithymetikn, junto conla razn y el apetito irascible, segn una visin antropolgica tradicional 43 . Se trata,pues, de una capacidad que mueve a actuar 44 y que habiendo alcanzado su objeto, sesosiega, pero slo para ponerse luego nuevamente en marcha en pos de otro 45 . Regidopor la razn, entonces, el deseo-epithyma se orienta hacia el bien 46 , pues de suyoest abierto a lo que es bueno y excelente 47 ; de aqu que, tambin, esta capacidad hayasido asumida por el Logos divino en su encarnacin 48 . Por eso Gregorio puede hablarde un deseo-epithyma divino, bueno y sublime 49 , que no slo es conforme a Dios 50sino que ste mismo lo asiste y lo concede, cuando se articula en la plegaria 51 . Estacapacidad del alma humana requiere slo de la orientacin adecuada, de modo que enrazn de ella el hombre desee la vida virtuosa y la verdadera sabidura, lo elevado y queno se ve, lo bueno y lo bello, lo venidero 52 , en una palabra: que desee-epithymo aDios mismo 53 .De aqu se comprende que Gregorio ofrezca en toda su obra, no slo una articulacin dela vida tica cristiana en base al ros-agpe 54 , sino en razn del deseo-epithyma.As, por ejemplo, en su Tratado sobre la Virginidad (De Virginitate) dedica todo uncaptulo a lo verdaderamente deseable 55 , pues de lo que se trata en la vida cristianaes de impulsar el deseo-epithyma del hombre en pos de la belleza de la vida virtuosa56 . As la clave de la vida tica cristiana es no obrar ya por temor o necesidad, sino pordeseo-epithyma del bien 57 . De aqu que para Gregorio la perfeccin de dicha vidaconsista en lograr que el deseo-epithyma sea la gua que nos conduzca hacia bien 58: el meollo, pues, de la tarea tica cristiana es desarrollar el deseo-epithyma divinoque mueva hacia Dios, de azuzarlo, de inflamarlo 59 . Incluso considera que la funcinde los superiores en la vida consagrada consiste en cultivar el deseo-epithyma de sushermanos hacia metas superiores 60 .Y Dios mismo recurre a una pedagoga adecuada en orden a esto. As lo explica

  • Gregorio, por ejemplo, en su discurso De mortuis non esse dolendum, con la imagendel mdico que procura sanar a un nio 61 . El mdico-Dios no puede impedir que elnio-hombre, en su libertad, desee lo daoso 62 , pero aprovecha que tras laexperiencia del dolor el nio-hombre anhela curarse, de modo que as puedeconducirlo libremente a que desee la bienaventuranza perdida, esto es: a recuperar, pordeseo-epithyma, lo que por un deletreo deseo-epithyma perdi 63 . La encarnacinmisma del Hijo de Dios no apunta sino a atraer al hombre por lo que desea-epithymoy no por lo que teme 64 .Con todo, hay que aclarar que el nio no es para Gregorio una imagen adecuada, tica ocristianamente ideal, especialmente por su candor o inocencia 65 . Al contrario, el nio yel anciano representan la condicin negativa del ser humano pues ambos carecen de lacapacidad de desear-epithymo: uno no la tiene todava, el otro ya la perdi 66 .As pues, la tarea asctica propia de la vida cristiana no est orientada, segn Gregorio,a la destruccin de la sensibilidad humana 67 , sino a un estado interior en el cual estacapacidad coopere al ejercicio de la virtud y a la vida de fe 68 . Ese mero carcterpreparatorio, siempre inherente al momento catrtico en la tica, se reconoce ya en elhecho de que ste se orienta siempre a otras exigencias positivas: en efecto, lapurificacin es lo que permite que surja en el alma el deseo-epithyma divino, queconduce a los bienes superiores, a Dios mismo 69 .Gregorio piensa en una transformacin del deseo-epithyma, de lo material a loinmaterial, una superacin de lo fsico para poder elegir lo verdaderamente deseable:Dios 70 . Por tanto, se puede hablar aqu de un cambio de registro, de nivel, pero no en lapasionalidad misma. De hecho, el Niseno no slo no piensa en la eliminacin deldeseo-epithyma 71 , sino que hacia el final de su vida incluso tampoco parececonvencerlo el modelo del sometimiento del deseo-epithyma a la razn 72 ; en efecto,en su Comentario al Cantar de los Cantares (= Cant) piensa ms bien en unareorientacin del deseo-epithyma 73 .Es desde el deseo-epithyma que Gregorio en Cant comprende toda la vida moral, yaen su principio fundamental, desear el bien y apartarse del mal (he to agathoepithyma ka he to kako allotrosis) 74 , ya en su tarea asctica que se cumple enrazn del deseo-epithyma de los bienes superiores 75 , ya en la virtud misma que no essino por naturaleza tensin (rop), deseo-epithyma de los bienes espirituales 76 .As, siendo Dios el Bien superior, es tambin lo nico verdaderamente agradable,deseable, atractivo 77 ; aquello que no slo supera y anula toda competencia de lasbellezas deseables a nivel material 78 , sino cuyo gozo no hace ms que excitar an msel deseo-epithyma del hombre 79 . Para Gregorio, pues, la misma fuerza pasional quelleva a la voluptuosidad es la que conduce a la unin con Dios, quien ha de ser no sloamado, sino deseado con todo el ser 80 .

    III. El deseo-epithyma, motor de la vida espiritual

    Gregorio, entonces, concibe el deseo-epithyma no el amor, agpe o roscomo el motor de la vida cristiana en cuanto camino de crecimiento, proceso deperfeccin 81 . Y esto no slo desde el punto de vista del hombre, sino ms an desde elde Dios. En efecto, correspondiendo a la importancia que tiene el deseo-epithyma ensu visin antropolgica y tica, el Niseno presenta la misma accin salvfica de Dios

  • como estimulacin (anarripzo) y atraccin (ephlko) 82 : en el camino espiritual,los bienes alcanzados no son otra cosa que aquello por lo cual Dios inflama(anaphlgo) en el hombre el deseo-epithyma del encuentro con l 83 .La pedagoga divina, tal como est testimoniada por ejemplo en la triloga bblicaatribuida a Salomn, Proverbios, Qohelet y Cantar de los Cantares, es pues pedagogadel deseo-epithyma 84 . As, segn Gregorio, el libro de los Proverbios procura, atravs de la presentacin de la belleza indecible, colorida y variada de la Sabiduradivina, mover al hombre an inmaduro, nio, a orientarse hacia Dios, no por temor oexigencia, sino por el deseo y anhelo de participar de sus bienes (epithyma ka pthoprs tn tn agathn metousan) 85 . Tambin la suspicacia del Qohelet ante lasrealidades visibles, mundanas, no es sino una forma de apartar al hombre de stas ysuscitar en su alma el prurito de la belleza invisible (tn epithymetikn... knesin ep taraton kllos) 86 . Y en el Cantar de los Cantares, la profundidad de los misterios ainculcar, exigen que se eche mano a la ms fuerte de las pasiones humanas, a saber laertica (t sphodrtaton tn kath hedonn energoumnon - t erotikn pthos), comovnculo adecuado con la inaccesible belleza divina 87 ; las disposiciones en orden a launin ntima con Dios, que en este libro bblico se detallan, apelan precisamente aldeseo-epithyma: el deseo-epithyma de la belleza divina media el anhelo humano(kllos epithyma mesiteei t pth), esto es, lo conduce y lo orienta 88 .Aqu se manifiesta un rasgo original de la Teologa de Gregorio, es decir de suantropologa teolgica, de su comprensin de Dios y de su espiritualidad. En efecto,segn l, sera de esperar que el profundo deseo-epithyma del hombre declinara alalcanzar su objeto 89 , pero resulta que no existe un objeto adecuado para el ms hondodeseo-epithyma humano, por cuanto que ste es siempre ms grande 90 . Mas estainsaciabilidad, aunque no deja de tener sus aspectos negativos 91 , se convierte paraGregorio en algo positivo, por cuanto que es aquello que en el hombre se correspondecon la infinitud de Dios 92 . De hecho, el deseo-epithyma de ver la belleza divinailimitada no tiene pausa 93 , porque el gozo es siempre causa de desear-epithymo ms94 , y Dios mismo se encarga de encender siempre nuevamente el deseo-epithymadel hombre mostrando algo mejor de s 95 . As la infinitud del deseo-epithymahumano encuentra su objeto adecuado, por cuanto que ambos son infinitos: ni Diostiene lmites, ni tampoco lo tiene el deseo-epithyma de l y, por tanto, tampoco elproceso de ir a su encuentro 96 . Todo en Dios es deseable por la sobreabundancia de subelleza 97 y, consecuentemente, el deseo-epithyma de Dios es insaciable, siempreinflamado (ekkao) por lo que an no se ha alcanzado de esa su belleza superior 98 .Ms an, Gregorio piensa en una coextensividad 99 , ciertamente infinita, en unasuerte de circularidad, entre el deseo-epithyma, su objeto, a saber Dios, y el gozodel mismo: si Dios accede al insaciable deseo-epithyma humano de encontrarlo, esporque l mismo excede en mucho ese deseo-epithyma, de modo que quien seorienta hacia l no deja jams de desearlo 100 , y cuanto ms se goza del bien verdadero,tanto ms se lo desea-epithymo, pues el placer mismo inflama ese deseo-epithyma101 .Gregorio sintetiza plsticamente estas ideas a travs de una imagen, la de una fuente,por ejemplo, en un amplio y sugestivo pasaje de la Homila XI de su Cant 102 . All, trasla introduccin 103 , recapitula en grandes lneas el camino de crecimiento espiritual dela Esposa (polismica figura que alude al hombre, a la Iglesia y la humanidad) y llegaal tema de la carrera ilimitada del hombre hacia Dios, cuestionndose cmo es quequien pareciera haber ya alcanzado la perfeccin, todava siga anhelando el encuentrocon Dios 104 . La razn de ello, explica, reside en que aquello que todava no se ha

  • alcanzado de Dios es siempre infinitamente mucho ms que lo que cada vez se tienede l 105 , tal como lo ilustra la imagen de una fuente 106 . En efecto, dice Gregorio, quiense acerca a una fuente y la contempla, admira el agua ilimitada que constantementemana de ella, con todo, no puede decir que ha visto toda el agua, pues en las entraasde la tierra hay siempre ms agua escondida: el agua no cesa de manar y est siemprebrotando 107 . Precisamente as (hotos), enfatiza el Niseno, le sucede a quien mirala belleza divina infinita: lo que cada vez se descubre de ella, es siempre msnovedoso y ms extraordinario 108 y, precisamente por eso, el deseo-epithyma delhombre de encontrarse con Dios no conoce pausa, pues siempre lo que est pordescubrirse es absolutamente ms magnfico y ms divino que lo ya conocido(oudpote d hstatai ts to iden epithymas di t pntos to theoramnoumegaloprepstern te ka theiteron enai t prosdokmenon) 109 .Inspirndose en la experiencia de Moiss que en el Sina ve las espaldas de Dios 110 ,compendiar luego Gregorio toda su espiritualidad como sigue: Quien desea ver aDios, ve lo deseado en cuanto que constantemente lo sigue; y la contemplacin de surostro es ese incesante ir hacia l que tiene lugar en el seguimiento del Logos 111 .

    Obra de Don Bosco en la Patagonia NorteLaprida 1245

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