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MILAGROS EN LA EUCARISTÍA

TEMA “ESPIRITUALDAD”

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Juan del Carmelo

MILAGROS EN LA EUCARISTÍA

La Eucaristía: fuente de inagotable de milagros.

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Edición: DAGOSOLA, S.L. Editorial [email protected] © Juan del Carmelo [email protected] © DAGOSOLA, S.L. Ediciones Imagen de cubierta: Ángel y la Eucaristía. Giovanni Battista Tiépolo. 1769. Primera edición en España: marzo 2008. Depósito legal. ………………. ISBN: 978-84-611-7909-1. Printed by Publidisa. Impreso en España DAGOSOLA, S.L. Editorial Si desea contactar con nosotros,

para solicitar más información, hágalo a través de la dirección e:mail. [email protected]

Este libro no podrá ser reproducido total ni parcialmente, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión de cualquier forma o medio sea este; electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros medios de difusión, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

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“Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él”. (Jn 6, 55-56).

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INDICE DE MATERIAS

MILAGROS EN LA EUCARISTÍA............................ 13 Introducción..................................................................... 13 MILAGROS EN LA EUCARISTÍA............................ 29 

Preámbulo. ....................................................................... 29 MILAGROS EN LA EUCARISTÍA............................ 33 

¿Qué es el milagro? ........................................................... 33 Clases de milagros. ............................................................ 35 Los milagros de Jesús. ....................................................... 37 ¿Quiénes son los que ven los milagros? ............................ 42 Los milagros no son un remedio contra la incredulidad. ...................................................................... 45 La prudencia en la apreciación de los milagros. ................ 49 Los milagros sucedidos al margen de la Iglesia católica. ............................................................................. 52 

MILAGROS EN LA EUCARISTÍA............................ 55 Referencias de antiguos milagros. ..................................... 55 

Historia de San Tarcísio. ........................................ 55 Los donatistas profanadores. .................................. 59 El papa San Gregorio Magno. ................................ 61 

El milagro de Lanciano en Italia. ...................................... 66 Historia del milagro Eucarístico: ............................ 66 El milagro ............................................................... 68 Descripción del milagro.......................................... 68 Un milagro dentro del milagro. .............................. 70 Verificaciones científicas. ...................................... 71 Significado espiritual de este milagro. ................... 73 

La mula de San Antonio. ................................................... 76 San Antonio de Padua. ........................................... 77 El milagro de la mula.............................................. 82 

La Cruz de Caravaca. ........................................................ 84 Marco histórico del milagro de Caravaca. .............. 85 El milagro eucarístico de Caravaca. ....................... 86 La fuerza que irradia la Cruz de Caravaca. ............ 87 Historia de la Cruz de Caravaca. ............................ 89 

Los corporales de Daroca. ................................................. 92 

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Historia del Milagro Eucarístico ............................. 93 Después de la batalla. .............................................. 94 La Hijuela de los Corporales. .................................. 97 

Brujería en Santarém (Portugal). ...................................... 99 El primer milagro en Santarém. ............................... 99 El segundo milagro y otros milagros subsiguientes en Santarém. ............................................................... 102 

El milagro de Bolsena/Orvieto. ...................................... 104 Historia del milagro de Bolsena/Orvieto. .............. 105 Conclusiones. Fiesta del Corpus Christi. ............... 107 

El milagro de Casia en Italia. ......................................... 108 Los peces de Alboraya.................................................... 111 El milagro de Seefeld en Austria. ................................... 116 El milagro del Monasterio de Guadalupe en España. ..... 118 

El Monasterio de Guadalupe. Sus orígenes. .......... 119 Alfonso XI y el Monasterio de Guadalupe. ........... 122 El conjunto arquitectónico ..................................... 123 La talla de la imagen de la Virgen. ........................ 124 Devoción guadalupana. ......................................... 125 La Virgen de Guadalupe de Perú. .......................... 126 El milagro en el Monasterio de Guadalupe. .......... 128 Anécdota personal vivida en el Monasterio de Guadalupe. ............................................................. 131 

Inundación en Avignon en Francia. ................................ 132 Antecedentes del milagro en Avignon. ................. 135 El milagro eucarístico de Avignon. ....................... 136 El significado de estos milagros. ........................... 141 

El milagro eucarístico de Turín en Italia. ....................... 143 Antecedentes históricos de este milagro. ............... 143 Historia del milagro. .............................................. 145 Hechos posteriores al milagro. .............................. 147 

La Sagrada forma incorrupta de El Escorial. .................. 149 Historia del milagro de Gorkum. ........................... 152 

Las Sagradas Formas incorruptas de Siena en Italia. ..... 154 El lugar donde sucedió el milagro. ........................ 155 El robo de las Sagradas Formas. ............................ 155 La conservación de las Sagradas Formas. ............. 158 

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El suceso de Tumaco en Colombia. ................................ 160 Los milagros eucarísticos de Naju en Corea. .................. 164 Cuadro cronológico de los milagros eucarísticos más conocidos. ........................................................................ 169 Bibliografía, utilizada en este libro. ................................ 271 

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MILAGROS EN LA EUCARISTÍA.

Introducción.

En mis lecturas, yo no había profundizado nunca,

en el tema de los milagros eucarísticos; pero un día, quiso el Espíritu Santo, guiar mi atención hacia esta clase de milagros. El tema me produjo un gran impacto, y me llamó mucho la atención, sobre todo, el tremendo número de ellos que Dios ha querido que se produjeran en este mundo.

Nunca creí, que hubiesen ocurridos en el mundo, tantos milagros en torno al misterio de la Eucaristía. Hay quien estima los conocidos, en más de 400. Este dato y la lectura de las narraciones de alguno de ellos, ha sido el detonante, que me ha llevado a escribir este libro, pues me parece que no existe mucho conocimiento acerca de este tema.

Es como si Dios, a través de este cúmulo de milagros, quisiera llamar nuestra atención, para que nunca nos olvidemos, de que allí, en ese pedazo de pan y en ese cáliz, que contiene vino una vez han sido consagrados, en ese pan y en ese vino, repito, está realmente Él, esperándonos siempre ansiosamente, como si mendigara nuestro amor, que incomprensiblemente para los ángeles que nos contemplan, nosotros se lo escatimamos.

La Eucaristía, como todos sabemos: es el sacramento instituido por Jesucristo, mediante el cual, se transustancian el pan y el vino, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Esto, es de por sí, el mayor milagro que diariamente se produce en miles de iglesias del mundo, donde se puede oír una misa y ser partícipes de este

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asombroso milagro. Y es precisamente dentro del sacramento de la Eucaristía, o a través de ella, donde se producen estos otros milagros, de carácter eucarísticos, de los que vamos a tratar.

En la realización de estos milagros hay un mensaje divino a todos nosotros, es como si Dios, quisiera que reflexionásemos, sobre este misterio, para que seamos siempre conscientes y no olvidemos, el inmenso valor sacramental como fuente de divinas gracias, que tiene la Eucaristía. Ya que a fuerza de contemplar el milagro que encierra este sacramento, cada vez que el sacerdote pronuncia las palabras de Jesús en la ultima cena y eleva la Sagrada Forma después de la consagración, muchos hemos adquirido una cierta rutina y nos olvidamos de valorar el asombroso milagro que acabamos de ver, al transformarse el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor.

Nuestra fe en la presencia de Dios en el pan y el vino consagrado, esta amodorrada. Necesitamos sacudir esa modorra y convertir nuestra débil fe en este misterio que carece por desgracia, de una profunda convicción en una rotunda fe plenamente operante.

Por ello, estimo yo, que Nuestro Señor, nos presenta estos segundos milagros en torno a la Eucaristía, que se superponen al primero ya que principal de todos, que es el de la Transustanciación en la propia Eucaristía, a fin de que tomemos más conciencia de lo que todo esto es y las tremendas gracias que de este misterio emanan para aquellos que son asiduos a tomar la sagrada comunión diariamente si es posible, con asiduidad, o al menos una vez a la semana en la misa dominical.

Los milagros, en una definición para andar por casa, diremos que: son hechos que contemplados con los ojos de nuestra cara, nos dejan asombrados, al no poderles encontrar a tales hechos que presenciamos, ni justificación, ni razón lógica alguna. El milagro es un acaecimiento que al no regirse por las leyes naturales, no

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tiene explicación alguna para nuestras mentes. Dentro del conjunto de milagros que se han

producido en torno a la Eucaristía y que se siguen produciendo, el principal milagro, es como decimos, el que diariamente se sucede en miles de iglesias del mundo, que es la base de todos los milagros eucarísticos, y que siendo perfectamente contemplado por los ojos de nuestra cara, no es visto por ellos, porque son los ojos de nuestra alma que son, los que hemos de emplear para ver y mirar este misterio. Cuando nuestra mente acepte con más firmeza lo que le dicen los ojos de nuestra alma, que lo que le dicen los ojos de nuestra cara, es cuando estamos en el buen camino del amor a Dios, que es el Todo de todos nosotros. Naturalmente me estoy refiriendo al milagro de la Transustanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

El resto de los milagros eucarísticos, que por centenares se han producido en el mundo, y se siguen produciendo, solo son reforzamientos o ratificaciones, que Dios nos envía para que consolidemos nuestra fe en el principal milagro de todos que es la Transubstanciación.

Porque da la impresión de que Nuestro Señor, a fin de quitarle justificaciones a los incrédulos, que niegan el misterioso milagro de la Transustanciación, haya querido, que sea precisamente en la Eucaristía, donde se han realizado y se realizan, también en nuestros días, un mayor número de milagros, alrededor del milagro básico y fundamental de la misma Transubstanciación, milagros estos, los que aquí vamos a relatar, que si, pueden ser contemplados y vistos por los ojos de nuestra cara.

En este tema de los milagros eucarísticos, se ha dado, por un lado, una numerosa existencia de ellos y de otro lado, una continua aparición y desarrollo de los mismos, durante los más de 2000 años de cristianismo. Curiosamente la intensidad cronológica con la que se dan estos milagros, coincide siempre con aquellas épocas de la historia, en la que la fe de las personas y de los pueblos ha

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sido más intensa. Todo esto, en mi opinión tiene una lectura, y es la

de que el Señor, que tiene conciencia de lo difícil que nos resulta aceptar su real presencia, en el pan y el vino eucarístico, quiere recordarnos continuamente, que a pesar de nuestras dudas, Él realmente está ahí, tras la luz roja que alumbra cualquier sagrario de cualquier iglesia del mundo. Está esperándonos para que le amemos, para que le adoremos, para que comulguemos con su cuerpo y con su sangre.

En el sagrario oculto1 a los sentidos, pero no a la fe, el Señor, nos espera en cualquier momento, en que queramos visitarle. El nos mira desde allí y allí realmente se encuentra presente, para permitir que le poseamos, si bien se oculta para que le deseemos. Y hasta que lleguemos a la patria celestial, Jesús quiere que sea este el modo entregársenos completamente y vivir así unido a nosotros.

La gran virtud, pues del milagro eucarístico, o de los milagros eucarísticos, es la de venir a reforzar nuestra fe, en el sacramento de la Eucaristía. Los milagros que en torno a la Eucaristía, se han producido hasta ahora y que se siguen produciendo, son a mi juicio, instrumentos divinos, a través de los cuales el Señor, siempre quiere decirnos algo.

Aquí lo que pretendo, es hacer memoria de los principales milagros de estas características, que han sucedido en el mundo, desde los primeros tiempos del cristianismo, hasta nuestros días. Si… digo bien, “hasta nuestros días”, pues en los años en que estamos viviendo se han producido y se siguen produciendo día a día milagros de distinta naturaleza, en torno a la Eucaristía. No pensemos que eso de los milagros es cosa del pasado y

1.- Ver: Fernández Carvajal, Fco. “Hablar con Dios”. Edit. Palabra 1993. Isbn 84-7118-473-7, (VI. 387).

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que ahora vivimos en otros tiempos. Nosotros como todos los que nos han precedido y los que nos sucederán, solo vivimos los tiempos que Dios en su infinita sabiduría considera que son los que más nos conviene vivir.

En el examen de estos milagros en torno a la Eucaristía, como en el de todos los milagros, hay que ser sumamente cautos, pues la imaginación popular, quizás movida por ese afán de sensacionalismo, que a todos, en mayor o menor dosis nos mueve, muchas veces quiere ver milagros donde no los hay. Y cuanto más antiguo es este, más posibilidades hay, de que haya una falta de rigor, rigor este, que tan necesario es para examinar el hecho que se califica como milagro.

Por todo ello, y como no voy a narrar todos los milagros que han caído, más en mi conocimiento, que en mis manos, he procurado preferentemente al elegir estos milagros, escoger solamente aquellos que han dejado un testimonio material del mismo, de tal naturaleza este, que el mismo testimonio, de por sí, da fe de la existencia del milagro; de que el milagro, verdaderamente ha existido, y lo que es más importante, que actualmente se sigue realizando, antes nuestros ojos corporales.

Un ejemplo de esta clase de milagros son, por ejemplo en Italia, las llamadas “Sagradas Formas de Siena” que desde 1730, después de más de 275 años del día de su consagración, se conservan aún tan frescas e incólumes, como aquel mismo día en que fueron consagradas.

Se puede decir de estos tipos de milagros, que ellos son milagros que aún no han concluido y más que un milagro es una situación milagrosa, cuya existencia la puede comprobar cualquiera, con solo acercarse al lugar donde se encuentren las Sagradas Formas, o restos materiales del milagro.

Y no hay que irse tan lejos, para contemplar un milagro como este, sin ir más lejos y en España, desde donde escribo, y en el centro geográfico de la península,

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concretamente en el Monasterio del Escorial, se encuentra una Sagrada Forma también fresca e incólume aún después de cerca de 500 años, que fue objeto de sacrilegio por un soldado protestante en Flandes. Más adelante se podrá leer esta historia.

Existen numerosas narraciones de milagros, que solo tienen su apoyo, en el testimonio de una transmisión, que no suele ser escrita sino de boca a boca, de generación en generación. Muy posiblemente estos milagros hayan existido, pero actualmente, es difícil poder dar fe de su existencia. De todas formas, algunos de ellos, dada su notoriedad, si los vamos a relatar.

En lo que respecta, a la actitud de las personas, con respecto a este tema y en general al tema de los milagros, tenemos a nuestro alcance, personas que tienen la mentalidad, de que eso de los milagros, es más bien una cosa del pasado, y que ahora ya no se producen, como si los milagros pudieran considerarse pertenecientes a otra época u otra mentalidad. Para ellos, el milagro es únicamente un "vestigio del pasado" o un signo testimonial, que no da fe, sobre el origen divino de la doctrina de Cristo. Tampoco se puede referir el milagro, exclusivamente a la persona de Jesús, como si estos fueran relatos eminentes y sagrados, aunque ya de alguna manera "superados".

Sin perjuicio de que existan otras clases de milagros, como los realizados por mediación de los santos, o los referentes a las apariciones marianas. Hemos de tener presente que los milagros estarán siempre presentes y continuamente realizándose hasta la “parusía”, o fin de los, siglos con la segunda venida triunfal de Jesucristo entre nosotros.

De otro lado, hay que pensar que en la propia Eucaristía, que diariamente se celebra en miles de iglesias en el mundo, es allí donde se está produciendo continuamente, el milagro de la Transubstanciación. Aunque este milagro, solo puede ser contemplado con los

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ojos del alma que es el único medio de que disponemos, para captar todo lo referente al orden del espíritu.

Amén del milagro Eucarístico, de la Transubstanciación, son también muchos, los milagros que el mundo se producen y que son ignorados. A esto contribuyen varios factores; por un lado, la correcta conducta de las autoridades eclesiásticas, que se toman con mucha prudencia, el respaldar los supuestos hechos milagrosos, al igual que las apariciones de la Virgen o de santos o del mismo Jesucristo, de los que se tienen noticias, y de otro lado, la conducta de muchos profesionales de la prensa, que solo buscan un sensacionalismo que les de rendimientos económicos, y esto hace, que cuando se dé la noticia de un hecho milagroso, muchas veces, esta noticia sea narrada en forma hostil y peyorativa. En otras palabras este tipo de noticias, actualmente no vende, y el tema más bien, les resbala a muchos profesionales de la prensa, y desgraciadamente a otros muchos más, que no son profesionales de la prensa.

También algunos piensan, que los milagros son fenómenos naturales, que antes no tenían explicación lógica, pero ahora, con los conocimientos científicos que nos han sido proporcionados, por la ciencia, estos hechos “supuestamente milagrosos”, ya han dejado de serlo. Para esta clase de personas, estos hechos, tienen ya una explicación lógica, y modernamente superada, entre otras razones, porque como la ciencia seguirá avanzando, al final se le dará a todo, una explicación lógica.

Lo que no se dan cuenta este tipo de personas, en su suficiencia científica, es que el mundo y la ciencia, como parte de ese todo en que se desarrolla nuestra vida, se mueve por una serie de leyes de carácter natural, que es cierto que no todas son conocidas, pero olvidan o tratan de marginar, que las leyes, todas las leyes naturales o de la naturaleza, han sido establecidas por un Ser Superior, al que denominamos Dios, y este Dios, puede si lo estima

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pertinente, anular o suspender la aplicación de esas leyes, o incluso crear otras nuevas.

Indudablemente, puede ser que existan hechos que antiguamente no pudieron ser explicados debidamente y el vulgo indebidamente, los clasificó como milagros. Antiguamente se consideraba, por ejemplo, un milagro, el hecho de que ciertos santos se elevase en el aire mientras celebraban misa, estuviesen estigmatizados, o sus cuerpos permaneciesen incorruptos durante muchos años después de muertos, hoy estos fenómenos tienen una explicación adecuada, gracias a los avances de los conocimientos científicos.

Pero la existencia de casos, como los anteriores, no es razón alguna ni suficiente, para meter a todos los hechos considerados como milagros en el mismo cesto; los que lo son y los que no lo son. Existe un gran número de hechos considerados como milagros y que verdaderamente lo son y nunca ha sido posible ni podrá ser posible, justificar su naturaleza extraordinaria. En todo caso es de señalar, que la Iglesia, nos es nunca proclive al reconocimiento y mucho menos a avalar como milagro los hechos considerados por el pueblo como tales.

No somos verdaderamente conscientes, de la importancia que para fomentar la firmeza de la fe, tienen los milagros y se actúa muchas veces como si Dios y los milagros fuesen cosas del pasado, cuando la realidad es que Dios, es el pasado, el presente y el futuro, y que cuando lo estima oportuno y por las razones que sea, se muestra patentemente ante los hombres, por medio de los milagros, que son hechos inexplicables que dejan a un lado o violan las leyes físicas o de otra naturaleza que el mismo Dios ha creado, para que se rija y ordene todo aquello que nos está rodeando.

El milagro, es en sí, eso: un suceso que ocurre a nuestro alrededor, por el que resultan inaplicadas las leyes, por las que funciona todo aquello que nos rodea.

Muchos fueron los milagros que Nuestro Señor

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realizó durante su paso por esta tierra. Concretamente los Evangelios nos hablan de 19 relatos de milagro en Mt; 18 en Mc; 20 en Lc y 8 en Jn, que es el más parco; en total son 65, pero si consideramos que muchos están duplicados o triplicados en sus referencias narrativas o incluso cuadruplicadas la reducción nos deja la cifra de treinta y cinco.

Esta cifra de milagros no responde a la realidad del número de milagros que realizó Nuestro Señor, pues estos fueron muchísimos más. A este respecto al final del Evangelio de San Juan puede leerse:

“Muchas otras cosas hizo Jesús, que, si se

escribiesen una por una, creo que este mundo no podría contener los libros” (Jn 21,25). Pero en este libro, no nos vamos a referir a los

milagros evangélicos, sino a los post evangélicos y dentro de estos, concretamente, solo a los que afectan o se relacionan con la Eucaristía.

En el cristianismo y dentro del mismo en el catolicismo, se reconocen la existencia de los tres grandes milagros que realizó Nuestro Señor, al final de sus días en la tierra. Nos referimos al milagro de su gloriosa Resurrección, al de su Ascensión a los cielos y sobre todo, al milagro de la Transubstanciación del pan y del vino para convertirse en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, es decir, a la institución de la Eucaristía, que es el maravilloso medio que Jesús puso en marcha, para quedarse con nosotros, para quedarse con todo aquel que le acepte comulgando su carne y su sangre y así se transforme en su amante.

El milagro de la Resurrección de Nuestro Señor, es de tal manera trascendente que sobre él, el apóstol San Pablo escribió:

“Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es

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vana: estáis todavía en vuestros pecados. Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron. Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron” (1Co 15,17-20). A nuestros efectos, vamos a tratar aquí, solo de

los milagros eucarísticos, y el primero de ellos, el más fundamental, porque sin él no podrían haberse originado los demás, es con antes machaconamente ya hemos dicho, el que ocurre en el momento de la consagración en la celebración de la Eucaristía y que se denomina “Transubstanciación”, es un milagro metafísico, no visible, por medio del cual, nació para nuestra suerte y dicha, la posibilidad que tenemos de disponer de la presencia real de Nuestro Señor en cuerpo y sangre en la tierra.

En la Transubstanciación, lo que se transforma es la sustancia, es decir, el propio fundamento del ser. Se trata de Él y no de su apariencia, a la que se refiere todo lo mesurable y aprehensible1. La apariencia exterior del pan y del vino permanece inalterable. Ya no son el pan ordinario y la ordinaria bebida: bajo ellas, Cristo todo entero está presente en su realidad física, aún corporalmente, aunque no del mismo modo como los cuerpos están en un lugar2.

Juan Pablo II en la Carta Encíclica “Ecclesia de Eucharistia” decía: Es de recordar la doctrina siempre válida del Concilio de Trento. “Por la consagración del 1.- Ver: Ratzinger, Joseph, Card. "La Eucaristía centro de la vida" Edit. Edicep 2003. Isbn 84-7050-726-5, (pág. 93). 2.- Ver: Pablo VI, Enc. Mysterium fidei. Ver, Fernández Carvajal, Fco. “Hablar con Dios”. Edit. Palabra 1993. Isbn 84-7118-473-7, (II. 523/524).

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pan y del vino, se realiza la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del cuerpo de Cristo Señor nuestro, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su sangre. Esta conversión propia y convenientemente, fue llamada Transubstanciación por la Santa Iglesia Católica”.

Explica además el Concilio de Trento que: “Después de la consagración del pan y del vino, se contiene verdadera, real y substancialmente Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y hombre, bajo la apariencia (especie) de aquellas cosas sensibles. Porque no son cosas que repugnen entre sí, que el mismo Salvador nuestro esté siempre sentado en el cielo a la diestra de Dios Padre, según su modo natural de existir, y en otros muchos lugares esté sacramentalmente presente en su sustancia, según un modo de existir que si bien apenas podemos expresar con palabras, sin embargo con pensamiento ilustrado por la fe podemos alcanzar que es posible a Dios y debemos creerlo siempre y de modo constante1”.

La aceptación del milagro de la Transubstanciación, es un algo muy duro de admitir, porque a los ojos de la cara del espectador, materialmente, no hay ninguna señal, de haberse originado la conversión que supone la Transubstanciación. También a sus discípulos, les resultaron duras las palabras de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, cuando manifestó que:

“Porque mi carne es verdadera comida y

mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en el. Así como me envió mi Padre vivo, y vivo yo por mi Padre, así también el que come vivirá por mí.

1.- Concilio de Trento. Ver: Fernández Carvajal, Fco. “Antología de textos”. Edit. Palabra 1995. Isbn 84-7118-348-X, (pág. 586).

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Este es el pan bajado del cielo; no como el pan que comieron los padres y murieron; el que come este pan vivirá para siempre” (Jn 6,55-58). Tanto es así, que a partir de aquel día, se redujo

sensiblemente el número de sus discípulos, pues fueron muchos los seguidores que le abandonaron.

Los hombres somos materia y espíritu, y desgraciadamente nos cuidamos más del desarrollo de nuestro cuerpo que el de nuestra alma. En el mundo de nuestra materia, la salud y la fortaleza física, es la base de nuestro cuerpo. Corporalmente, una persona tiene una salud fuerte, cuando generalmente su vida es sana y carece de enfermedades. En el mundo de la vida espiritual nuestra salud es fuerte, cuando disponemos de una fuerte fe, que es la que nos proporciona una sana vida espiritual.

La fe, es la base donde todo se asienta y por supuesto sin fe, es imposible aceptar el milagro de la Transubstanciación. Por lo cual, no mires al pan y al vino como simples elementos comunes y aunque los sentidos te sugieran lo contrario, la fe debe darte la certeza de lo que es en realidad; esta realidad es Cristo mismo, que inerme, se nos entrega. Los sentidos se equivocan completamente, pero la fe nos da la mayor de las certidumbres1.

El actual papa, Benedicto XVI, cuando era cardenal Ratzinger, escribió las siguientes palabras: “Cuando las cosas materiales son ingresadas como alimento en nuestro cuerpo, especialmente, cuando la materia llega a formar parte de un organismo vivo, ella permanece como tal y, sin embargo, es transformada en sí misma, como parte de algo nuevo. Del mismo modo, suceden las cosas aquí. El Señor se posesiona del pan y

1.- Ver: Fernández Carvajal, Fco. "Quédate conmigo. Vivir de la eucaristía". Edit. Palabra 2004. Isbn 84-8239-880-6,(pág. 195).

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del vino e igualmente, los saca del quicio de su ser habitual, introduciéndolos en un nuevo orden; y si bien permanecen iguales, en su pura consideración física, han llegado a ser en profundidad otros1”.

La fe, para la aceptación de este milagro de la Transubstanciación, ha de ser siempre una fuerte fe. Estamos ante la aceptación de un hecho del orden espiritual, y como todo lo que, a este orden de cosas se refiere, sin fe es imposible abordarlo. Precisamente hemos de considerar que los milagros eucarísticos, están ahí y Dios ha querido proporcionárnoslos para acrecentar nuestra fe. Más está, la función de un milagro, en el aumento de la fe, del que ya la tiene, que en hacerla nacer en el que no la tiene.

Los que hemos tenido la suerte de haber sido educados en la fe católica, desde pequeños, cuando nos prepararon para hacer la primera comunión, nos aseguraron que lo que verdaderamente íbamos a recibir, no era un pedazo de pan de oblea, sino el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Jesús. Aquello lo aceptamos, porque no era uno solo quien nos lo decía, sino que todos los mayores coincidían en esta afirmación y ninguno de ellos aunque tuviese dudas sobre el tema, jamás nos las manifestó. De niño pocas cosas, de las que nos digan los mayores, se cuestionan.

Después la gracia divina, ha ido siempre operando en nosotros, sin que de ello fuésemos conscientes, pues con más o menos frecuencia hemos comulgado, y si en algo hemos cuestionado el misterio de la Transubstanciación, nunca ha sido con carácter tan absoluto, como para dejar de comulgar. Y si hemos dejado de comulgar, más bien habrá sido debido, a la relajación del nivel de nuestra vida espiritual, que al

1.- Ver: Ratzinger, Joseph, Card. "La Eucaristía centro de la vida" Edit. Edicep 2003. Isbn 84-7050-726-5, (pág. 94).

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examen de un planteamiento doctrinal. Pero de todas formas, nunca está de más que se

nos ayude a nuestra fe, con los milagros, y a mí me parece, que esto es lo que nos hace Dios, proporcionándonos a través de los más de dos mil años que han transcurridos desde aquella última cena en que fue instituida la Eucaristía, un sin fin de milagros en torno a la Eucaristía. Cada uno de estos milagros tiene la virtud de recordarnos y hacernos patente la verdadera presencia del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor, en el pan y el vino debidamente consagrados. Avivar el recuerdo de todos estos milagros y fortalecer la fe del lector, es lo que pretendo con este libro.

Al escribir este libro, he procurado no usar el hermoso término de “Hostia consagrada”, sino el de “Sagrada Forma”, por las connotaciones de uso blasfemos que sobre este primer término existen en la actualidad. Las irreverencias y la blasfemia, que antes era un delito en el código penal, ahora no lo son, y están desgraciadamente en el orden del día, sobretodo, no solo por aquellos que son impíos, sino también por los indiferentes.

Este libro está estructurado en dos partes básicas: La primera de estas dos, está dedicada a una corta exégesis, sobre el milagro, que ayuda al lector a comprender mejor la segunda parte que esencialmente es de carácter narrativo.

En la segunda parte de este libro, se puede leer el relato de los hechos históricos que dieron origen a los milagros que se describen. Estos milagros están ordenados, en razón a su antigüedad. El más antiguo que se narra, es del siglo III, y aunque es indudable que existen otros milagros que se dieron en siglos anteriores, prácticamente no se tiene conocimiento de ellos.

Anteriormente ya hemos señalado las motivaciones que nos han inducido a la selección de los milagros más extensamente narrados. A continuación de

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la narración de estos milagros que figuran en el índice, hemos recogido en un extenso cuadro la resumida narración de más de otros 150 milagros, recogidos de diversas fuentes de libros consultados o de referencias tomadas en “internet”. En algunos casos, solo nos ha sido posible obtener el dato de la existencia del milagro, pero no su narración.

Por último y para cerrar esta introducción al tema, es también mi deseo, expresar aquí mi gratitud, a todos aquellas personas, que de una forma u otra me han impulsado o alentado en mi trabajo: conocidos, amigos, familiares o lectores de otros libros míos, de los que he recibido estimulantes correos electrónicos y ¡cómo no! A todas aquellas personas que tienen la santa paciencia de leer mis libros. Así como a mis respectivos editores en México y en España, y en especial a mi amigo y compañero de desayunos, que tanta ayuda notas bibliográficas y buenos consejos me facilita así como a mi mujer, por el cariño y apoyo que siempre me presta.

A todos muchas gracias y que Dios os bendiga. ___________________________________

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MILAGROS EN LA EUCARISTÍA.

Preámbulo. Escribía el cardenal Newman: “Nadie tiene poder

sobre la naturaleza, sino Aquel que la hizo. Nadie puede obrar un milagro sino Dios. Si surgen milagros tenemos una prueba de que Dios está presente. Es la llamada que Él hace a nuestra atención, de esta manera nos recuerda que Él, es el Creador. Sólo quien hizo puede deshacer. Quien construyó puede destruir. Quien dio a la naturaleza sus leyes puede cambiarlas1”.

Los milagros solo pueden ser hechos por Dios, o por determinadas personas, en las que Dios delega esa facultad de ejecutar milagros. Tal es el caso, por ejemplo, de los apóstoles que realizaban los milagros, que se nos narran en el libro de “Los Hechos de los apóstoles”.

Esta delegación o autorización que Dios da al hombre para que pueda realizar milagros, no se limita solo a personas que sean santas o que vivan en su amistad, sino que incluso, puede permitir y de hecho lo permite, que existan milagros realizados por paganos, pecadores o inclusive por el demonio. Sobre este tema hablaremos más adelante.

El poder de hacer milagros no es esencialmente sobrenatural, como lo es la gracia santificante, sino solamente preternatural; podría Dios concederlo a un pecador, como de hecho lo ha hecho, porque no supone necesariamente unión íntima con Dios, ya que es una 1.- Ver: Fernández Carvajal, Fco. “Antología de textos”. Edit. Palabra 1995. Isbn 84-7118-348-X. (pág. 951).

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simple delegación de Su poder; mientras que la gracia es una participación en la vida misma de Dios, ese bien supremo, Él, no lo concede más que a sus amigos1.

Si lo pensamos despacio, llegaremos a la conclusión de que cada acto de la naturaleza, es en sí un milagro. Nosotros vivimos rodeados de milagros, pero la gran mayoría de ellos no los apreciamos como tales, porque no nos asombran. Solamente calificamos como milagros, aquellos hechos extraordinarios que no se realizan diariamente ante nuestros ojos y nos asombran. Si alguien es capaz de sacar de su tumba a un muerto y de resucitarlo, lógicamente nos quedamos admirados, porque partiendo de la muerte se ha creado vida y sin embargo diariamente nacen miles de niños, que en el fondo es también crear vida partiendo de la nada y nadie le da importancia a este milagro, es lo natural, se comenta. ¿Pero acaso no es un milagro la venida al mundo de un nuevo ser?

A Dios, como sabemos nadie le ha visto, pero sin embargo sin verle ni conocerle, nos tratamos con Él, ¡bueno!, los que se tratan con Él, que desgraciadamente no son todos. Y ¿cómo se realiza este contacto? Solo puede realizarse a través de signos y símbolos, que es el único medio de que disponemos para llegar a Él y que también Él, utiliza para llegar a nosotros. Y estos signos y símbolos están todos ellos sustentados en la fe, si no hay fe, diremos como vulgarmente se dice: apaga y vámonos.

Y precisamente los milagros, son uno de los signos que Dios utiliza para llegar a nosotros. Él se nos manifiesta por medio de los milagros, porque Él sabe muy bien, que somos criaturas muy sujetas al mundo de lo sensible. Pero esta manifestación del poder divino, es muy limitada y solo se realizará, cuando Él la estima oportuno

1.- Ver: Tanquerey, Ad. "Para hacer apóstoles”. Ediciones Palabra 1994.- Isbn 84-7118-988-7. (pág. 98).

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y para fines siempre muy concretos. Más adelante trataremos este tema.

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MILAGROS EN LA EUCARISTÍA. ¿Qué es el milagro? Los milagros son irrupciones de la gloria de Dios

en el mundo de la miseria1. Para el Santo cura de Ars, el milagro es la señal de lo divino; es la firma de Dios en el mundo; sin embargo, la santidad puede existir sin él2, porque el milagro no es necesario para recorrer el camino de la santidad, pero Dios lo hace y los utiliza, para los no creyentes, para los que han perdido la fe y para aquellos otros que teniéndola necesitan aumentarla.

Por lo tanto se puede afirmar, que el milagro es un hecho sensible, en cuanto puede ser apreciado por nuestros sentidos y de carácter extraordinario, que por disposición divina, se realiza al margen de las leyes naturales, para asombro de creyentes, indiferentes e incrédulos, que puede llevarnos al fomento de nuestra fe e inclusive a la implantación de quien carece de ella, aunque esta no sea su finalidad principal.

Para que el milagro adquiera la condición de tal, es necesario que se trate de un hecho de carácter extraordinario, en el que claramente sin lugar a dudas, se vea la intervención divina. Sobre el tema de la apreciación del milagro o de los milagros, hablaremos más adelante, aquí solo mencionaremos que el Concilio Vaticano primero, declaró la conveniencia, en el desarrollo de la vida cristiana, de la existencia del milagro y de la profecía 1.- León Dufour. Ver: Lafrance, Jean. “La oración del corazón”. Edit. Narcea 1996. Isbn 84-277-0433-X, (pág. 42). 2.- Santo Cura de Ars. Ver: Trochu, Francis, “El cura de Ars”. Edit. Palabra 1994. Isbn 84-7118-384-6. (pág. 603).

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en orden a dar fundamento debido a nuestra fe. Todo milagro es realizado por Dios de acuerdo

con su Plan general, y estos no siempre han cumplido idénticas finalidades.

Y esto es así, porque las mentalidades y la fe, de los llamados a recibir el conocimiento de los milagros, han variado mucho según las épocas. El hombre primitivo era mucho más sencillo e ingenuo y fácilmente se impactaba ante la contemplación de un milagro. El hombre actual es mucho más sofisticado, escéptico, descreído y aunque parezca extraño más “duro de cerviz”, que el propio pueblo hebreo que fue protagonista del “Éxodo” y al que Nuestro Señor lo calificó de “duro de cerviz”.

Un niño frente a un hecho extraordinario, se impacta más fácilmente que un adulto. El escepticismo no suele hacer mella en la mentalidad de un niño, porque su mayor pureza lo hace más agradable a los ojos de Dios.

“Le dijo Jesús: Dejad a los niños y no les

impidáis acercarse a mí, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt 19,14). El hombre moderno, no se caracteriza

desgraciadamente ni por su ingenuidad, ni por su pureza. Los milagros que hoy en día pueden impactarnos más, no tienen nada que ver con los milagros que hace tiempo sucedieron y que tan gran impresión produjeron en aquellos antecesores nuestros. Y ello es, porque el milagro aunque primariamente es captado por los ojos de nuestro cuerpo, son los ojos de nuestra alma, los que en definitiva ven la mano de Dios en el milagro, y aquel que carezca o no tenga bien desarrollados los ojos de su alma, será difícil que pueda ver a Dios tras la contemplación de un milagro. De aquí que el milagro, no es un elemento decisivo en la conversión de un pecador, sobre todo, en esta descreída época, en la que Dios ha dispuesto que

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vivamos. Clases de milagros. En una primaria clasificación de los milagros

hemos de distinguir entre tres distintas clases de milagros: Los milagros anteriores a la venida de Nuestro Señor, que podríamos denominarlos como milagros del Antiguo Testamento, los milagros realizados por Nuestro Señor, que podemos llamarlos milagros evangélicos, dado que estos son, los que los Evangelios nos relatan en una parte más bien pequeña de ellos, como antes ya hemos dicho, concretamente treinta y cinco y los milagros posteriores a la subida de Nuestro Señor a los cielos, o milagros post evangélicos. Podríamos establecer aquí una tercera categoría intermedia, cronológicamente hablando, que está constituida por los milagros que en nombre de Nuestro Señor, realizaron los apóstoles y que parte de ellos se encuentran narrados en los Hechos de los apóstoles.

De los milagros realzados por Jesús, podemos decir que estos fueron variados y pueden clasificarse a su vez, en tres categorías: milagros sobre las personas, milagros sobre la naturaleza y resurrecciones.

Los milagros sobre las personas o sanaciones de personas, fueron muchos, y entre ellos destacan: el de la mujer encorvada (Lc 13,11-13), o el de la curación de los diez leprosos (Lc 17,11-19).

Los milagros sobre la naturaleza, fueron de muy variada índole, tal como fue el primero de ellos cronológicamente, al convertir en Canaá de Galilea el agua en vino (Jn 2,1-11), la tempestad calmada (Mt 8,23-27), Jesús caminando sobre las aguas (Mt 14,25), la primera multiplicación de panes y peces (Mt 6,53-44), la segunda multiplicación (Mc 8,1-9), la primera pesca milagrosa (Lc 5,1-11), la moneda en la boca del pez (Mt 17,24-27), la higuera seca (Mc 11,12-14), y la segunda

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pesca milagrosa, una vez ya resucitado (Jn 21,1-11). Los milagros referidos a las resurrecciones fueron

tres: el de la hija de Jairo (Mt 9,18-19), el del hijo de la viuda de Naím (Lc 7,11-15), y el más espectacular de todos, la resurrección de su amigo Lázaro (Jn 11,1-44).

Pero concretándonos en el tema de los milagros eucarísticos, estos se pueden a su vez dividir en varios grupos:

I.- Milagros Eucarísticos históricos, que son aquellos que se documentan en la historia, tal como el milagro de Santa Clara de Asís, que en situación desesperada usó una custodia con el Santísimo en su interior, para contener a los invasores musulmanes. Milagrosamente de la custodia salieron unos rayos de luz de tal potencia que cegaron a los invasores y fueron puestos en huída.

II.- Los milagros eucarísticos apologéticos, cuales son, todos aquellos referidos al estado de incorruptibilidad de las Sagradas Formas que fueron consagradas hace cientos de años. Son muchos los milagros de esta índole siendo el más antiguo el de Zamora en España iniciado en el año 1159 y quizás el más conocido, el de las Sagradas Formas de Siena en Italia, en 1730. En España, además del indicado de Zamora, son varios de ellos los existentes, al igual que en otros países. Esta clase de milagros, siguen vigentes sin concluir, más que milagros son situaciones milagrosas continuas, no concluidas aún.

III.- El tercer grupo de milagros eucarísticos a considerar, son aquellos en que las Sagradas Formas consagradas, en un determinado momento o por alguna razón externa pero relacionada con la fe, han comenzado a sangrar, o inclusive se han convertido en carne de Nuestro Señor. En este supuesto son varios los casos de sacerdotes, con dudas de fe o que la han perdido, a los que en sus manos las Sagradas Formas han comenzado a sangrar.

IV.- En un cuarto grupo, se podrían integrar todos

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aquellos milagros de carácter eucarísticos que no tiene encaje en ninguno de los otros tres grupos anteriores.

Los milagros de Jesús. Desde los primeros tiempos del cristianismo, la

negación de la existencia de los milagros de Jesús, ha sido siempre el caballo de batalla de los detractores del cristianismo. Había que buscar una solución al problema de que, si se afirmaba que Jesús, no era ni el Mesías, ni el Hijo de Dios, y si solo era un hombre más, ¿cómo se explicaban entonces los milagros que realizaba?

La solución a este problema era, la de no negar su existencia, cosa imposible de llevar a cabo, sino la de encuadrarlo a Él, como un “mago” más, de los que existieron en aquella época y a los que tan aficionados eran aquellos pueblos.

Recordemos que cuando Moisés, por orden del Señor, se presentó junto con su hermano Aaron ante el Faraón y Aaron realiza el primer milagro, este consistió en arrojar su bastón a los pies de Faraón, el bastón se convirtió en una serpiente, pero no debió de impresionarse mucho el Faraón ante este prodigio, pues según se nos narra en el libro del Éxodo, el Faraón hizo una seña y sus magos arrojaron también sus bastones que se convirtieron en otras tantas serpientes. Bien es verdad que la serpiente-bastón de Aaron, se comió a las otras serpientes (Ex 7,8-12).

La magia siempre ha subyugado al hombre, y el calificativo de “mago”, le fue impuesto a Nuestro Señor.

Tanto el hereje Celso, refutado por Orígenes, como los judíos del siglo II, sin negar la existencia de Jesús, ni tampoco los prodigios que realizaba, lo acusan de mago y hechicero. Para ellos, Jesús realizaba la magia o la hechicería por razón de intereses o motivaciones materiales o bien para adquirir fama.

Es indudable la existencia de magos, hechiceros y

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adivinos en la época en que nos estamos refiriendo, es decir, contemporáneos de Jesús, al igual que hoy en día también pululan a nuestro alrededor.

La razón básica de la afición del hombre de todos los tiempos a entregarse a la magia y a la hechicería, radica fundamentalmente, en el ansia de seguridad que el hombre tiene. Desde siempre, al hombre le inquieta el futuro y no me refiero al futuro del más allá, sino al futuro de aquí abajo. El hombre quiere saber, que le ocurrirá en su futuro terrestre, necesita tener seguridad y esta va a buscarla en hechiceros y adivinos, sin perjuicio de que también ansíe al dios dinero, porque a su juicio este también le proporciona seguridad.

Ejemplo de lo anterior lo tenemos en los últimos días del rey Saúl, que habiendo dictado una ley por la que se castigaba con pena de muerte al que practicase la hechicería, el mismo antes de la batalla en la que había de morir, acudió a una hechicera, para que le pusiese en contacto con el profeta Samuel que ya había fallecido1

Pero sin apartarnos de nuestro tema, media una gran diferencia entre las actuaciones de estas personas – magos, nigromantes, adivinos o hechiceros- y la de Jesús. La distinción no solo reside en la cantidad de prodigios que Jesús realizaba, sino en la naturaleza de los supuestos prodigios de estas personas, que realmente al igual que hoy en día, tratan de embaucar a sus víctimas con auténticas farsas, con la finalidad de aliviarles los cuartos del bolsillo.

Los milagros que Jesús realizaba, lo eran siempre venciendo su propia resistencia a realizarlos, ya que Él, no buscaba su propia exaltación o gloria y ni mucho menos le movían motivaciones de vanidad o afán de protagonismo. Más se preocupaba Jesús por el estado de la vida espiritual del que era objeto de uno de sus

1.- Ver: 1Sam 28,7-20.

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milagros, que del milagro en sí, hasta tal punto que reiteradamente pedía silencio, al que había curado.

Jesús daba siempre primacía a los milagros que sanaban el alma. En una ocasión lo dejó bien claro:

“¿Que es más fácil, decir al paralítico:

“Tus pecados te son perdonados”, o decir: “levántate toma tu camilla y anda?” (Mc 2,9). Para nosotros, la respuesta es obvia, Jesús vino a

traer la salvación, palabra esta que en muchas lenguas antiguas significaban seguridad y salud. Los milagros externos eran signos visibles de otros más profundos y duraderos del alma1.

Los milagros eran en esencia para confirmar que el Reino de Dios estaba presente en Él, y para anunciar la derrota definitiva de Satanás y aumentar la fe en su Persona. Los milagros fueron un signo de la llegada del Reino de Dios a nuestra tierra y una manifestación de la misericordia de Dios hacia sus hijos. Jesús es descrito por San Mateo como:

“… el que ha cargado con nuestras

enfermedades y el que ha soportado nuestros dolores” (Is 53,4)2. Todos los milagros de Jesús han de entenderse

siempre dentro del contexto del Reino de Dios:

“Si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros” (Mt 12,28).

1.- Ver: Hahn, Scott. "Comprometidos con Dios”. Edit. Rialp 2006. Isbn 84-321-3590-9. (pág. 25). 2.- Ver: Borragán Mata, Vicente, "Ríos de agua viva". Edit. San Pablo. 1998. Isbn. 84-285-2048-8. (pág. 190).

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Jesús inaugura el Reino de Dios y los milagros

son una llamada a una respuesta creyente. Esto es fundamental y distintivo de los milagros que obró Jesús. Reino y milagros son inseparables.

El Catecismo de la Iglesia católica en su parágrafo 548 nos dice:

"Los signos que lleva a cabo Jesús

testimonian que el Padre le ha enviado (cf. Jn 5,36; 10,25). Invitan a creer en Jesús (cf. Jn 10,38). Concede lo que le piden a los que acuden a él con fe (cf. Mc 5,25-34; 10,52). Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquel que hace las obras de su Padre: éstas testimonian que él es Hijo de Dios (cf. Jn 10,31-38). Pero también pueden ser "ocasión de escándalo" (Mt 11,6). No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos (cf. Jn 11,47-48); incluso se le acusa de obrar movido por los demonios (cf. Mc 3,22)”. Y en relación a la llegada del reino de Dios, el

mismo Catecismo en su parágrafo 550, nos dice:

"La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de Satanás (Cf. Mt 12,26): "Pero si por el Espíritu de Dios expulso ya los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios" (Mt 12,28). Los exorcismos de Jesús liberan a los hombres del dominio de los demonios (cf. Lc 8,26-39). Anticipan la gran victoria de Jesús sobre "el príncipe de este mundo" (Jn 12,31). Por la Cruz de Cristo será definitivamente establecido el Reino de Dios: "Regnavit a Lino Des" ("Dios reinó desde el madero de la Cruz", himno "Vexilla

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Regis")1. El Papa Juan Pablo II, en la audiencia general a

los peregrinos celebrada en la Santa Sede, el miércoles 13 de enero de 1988, manifestó una serie de afirmaciones, con respecto a los milagros de Jesús, de sumo interés.

Inicia el Papa su exposición, partiendo de la afirmación de San Agustín, que interpretaba los milagros como signos del poder y del amor salvífico de Nuestro Señor, generadores de estímulos para elevarnos al Reino de las cosas celestes, es decir, al reino de Dios.

Los milagros, nos demuestran la existencia de un orden superior, por encima del orden natural en el que se desarrolla nuestras vidas, es decir, lo que conocemos como el “orden sobrenatural”, que es objeto de la fe. El milagro escapa a la lógica y las leyes del orden natural, que conocemos y nos demuestra la existencia de otro orden superior, al que debemos de aspirar elevándonos sobre las cosas visibles para sí poder comprender lo que Dios es.

El universo en el que vive el hombre no está encerrado solamente en el marco del orden de las cosas accesibles a los sentidos y al intelecto mismo, condicionado por el conocimiento sensible. El milagro es "signo" de que este orden que es superior por el "Poder de lo alto", y, por consiguiente, le está también sometido.

Este "Poder de lo alto" (Lc 24,49), es decir, Dios mismo, está por encima del orden entero de la naturaleza. Este poder dirige el orden natural y, al mismo tiempo, da a conocer que -mediante este orden y por encima de él- el destino del hombre es el Reino de Dios. Los milagros de Cristo son "signos" de este Reino.

1.- Ver: “Catecismo de la Iglesia Católica”. Edit. Asociación Editores del Catecismo 1994. Isbn 84-288-1102-4, (prgf. 548 y 550).

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¿Quiénes son los que ven los milagros? Anteriormente mencionábamos la necesidad que

el hombre tiene de contactar con su Creador, al cual nadie ha visto jamás. Y este contacto se realiza mediante determinados medios, de los cuales uno de ellos, son los signos que percibimos de su existencia y dentro de estos, tenemos a los milagros. El poder de Dios y subsiguientemente el mismo Dios, se nos manifiesta a través de los milagros, que son hechos que acaecen rompiendo o no cumpliendo las leyes del orden natural que conocemos.

Pero la percepción de los milagros, está sometida a las facultades de nuestros medios sensitivos, que nos dan fe, de lo que vemos, oímos, tocamos, olemos o gustamos. Y esta sensibilidad nuestra, la sensibilidad humana, es una sensibilidad variable y distinta en cada uno de nosotros. Por ello, aunque un milagro despierte, con más o menos fuerza una sensibilidad en todos nosotros, no todos estamos dispuestos a aceptar el hecho sobrenatural del milagro que se contemplan. Bien sea por una cerrazón mental, por los intereses personales, por ideología, por simple capricho o por la mala voluntad de los hombres, el milagro nunca surte el mismo efecto o se presenta igualmente persuasivo para todos.

Como antes comentábamos el hombre más primitivo estaba más predispuesto a ver milagros, donde nosotros ahora no vemos nada. Al hombre de los primeros siglos del cristianismo, le bastaba con que un hecho no fuese frecuente, para que su fe le hiciese ver en este hecho un milagro.

Pero también, en aquella época la falta de fe nublaba los sentidos para poder apreciar la existencia de un milagro. Ni siquiera los milagros que Jesús realizó, siendo auténticos milagros, impactaron o asombraron a muchos de sus contemporáneos que los vieron. Tal es el caso del milagro, en el que Jesús curó a una mujer

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encorvada, en el que el jefe de la sinagoga, en vez de quedar asombrado ante tal prodigio, se incomodó porque Jesús había curado en sábado (Lc 13,14). Está claro que el milagro no le impresionó en absoluto. Para este judío, era mucho más importante el supuesto quebrantamiento del sábado, que el milagro en sí, que era la expresión de un poder sobrenatural.

Otro caso más, lo tenemos en que después de la resurrección de Lázaro, muchos judíos creyeron en Jesús, pero otros fueron a ver a los fariseos con ánimo de perderle (Jn 11,45-46).

Los sentidos tienen la función de relacionar nuestro cuerpo o nuestra alma con el exterior. Digo nuestros cuerpos o nuestras almas porque ambos y digo ambos, porque tanto cuerpo como alma, disponen de sentidos. Nuestra alma al igual que nuestro cuerpo, dispone de unos sentidos que la relacionan, en este caso con la vida espiritual y todo lo que al orden sobrenatural se refiere. Los sentidos de nuestro cuerpo, solo nos sirven para relacionarnos con lo que al orden natural se refiere.

Los milagros siempre evocan la existencia de un orden superior, el orden sobrenatural, y pueden ser captados corporalmente por la vista u otro de los cinco sentidos corporales, pero para ser entendidos como tales milagros, también han de ser captados o vistos así, por los sentidos de nuestra alma.

Por eso sucede, que aún frente al auténtico milagro, muchos cierran los ojos de su alma y permanezcan ajenos a lo que contemplan los ojos de su cuerpo.

En esto de ver los milagros, podemos tener en cuenta lo que dice un proverbio chino: “El sabio muestra el cielo, pero el tonto mira el dedo”. Si bien los signos pueden atraer a las multitudes interesadas, estos no desembocan automáticamente en un proceso personal de fe.

Todo, todo lo que nos rodea, sea lo que sea,

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circunstancias, objetos, hechos, actitudes,…etc. todo absolutamente todo, tiene impreso en sí la huella del Creador. Todo existe y se mantiene, porque Dios así lo dispone, si dispusiera lo contrario a su existencia, todo incluido los seres humanos, retornaríamos a la nada total y absoluta, de donde salimos.

Se cuenta, que el filósofo francés Blas Pascal1, esperaba un día a un amigo en lo alto del monte. El amigo, se cayó de caballo y cuando vio a Pascal le dijo que era un milagro el que no se hubiese despeñado, a lo que Pascal le replicó diciéndolo: más milagro es lo mío, que he subido hasta aquí arriba y no me ha pasado nada. Y es que para el que goza de fe, todo lo que le pasa es puro milagro, su vida, su existencia, todo es milagro.

Por lo tanto si partimos de este principio, hemos de saber que la huella de Dios2, como venimos afirmando, está siempre presente en todos los acontecimientos que nos rodean; en unos eventos se manifiesta con una extrema claridad y en otros, esta huella se esconde, se oculta siempre sobre todo, para aquellos que mirando no ven y observando no comprenden ni entienden, porque tal es la divina voluntad. Así Nuestro Señor en un determinado momento, manifestó:

“En aquella hora se sintió inundado de

gozo en el Espíritu Santo y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y la revelaste a los pequeños. Si, Padre, porque tal ha sido tu beneplácito” (Lc 10,21). La fe, y nada más que la fe es lo que se necesita

1.- Ver: Álvarez Valdés, Ariel. Ofm. “Enigmas de la Biblia (2)”. Edit. San Pablo. 2006. Isbn 950-861-364-5. 2.- Ver: Juan del Carmelo, “La huella de Dios”. Edit. Dagosola. 2007. Isbn 978-84-611-6452-30.

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para poder ver y comprender, porque hay cosas y sucesos que solo se pueden ver y comprender, con los ojos del alma, y para tener bien abiertos estos ojos, hace falta tener mucha humildad, como generalmente tienen todos los pequeños.

Manifiesta, un moderno autor espiritual polaco, que: “El reconocimiento de la propia nada, la confianza de niño en Dios y la fe en su amor, es lo que conforman la actitud que hace posible el milagro1”.

Los milagros no son un remedio contra la

incredulidad. En contra de lo que muchos piensan, los milagros

no son un remedio frente a la incredulidad. Dios desea que la fe la adquiramos por adhesión, no por la impresión que se pueda llegar a alcanzar en la contemplación de un milagro. Quizás esto tenga su justificación, en aquello que se dice de que: “Lo que muy fuerte entra, muy fuerte sale”. En esto de la adquisición de la fe, más vale ir poco a poco obteniéndola y reforzándola, incluso con milagros, que para esto sí que sirven y mucho, que no tratar de adquirirla de golpe. Aunque de todas formas, la excepción confirma la regla y aunque no es lo corriente, si ha habido casos, en que Dios ha dispuesto que la fe sea adquirida por la contemplación de un milagro, en el caso de determinadas personas.

Que los milagros no son un remedio contra la incredulidad, nos lo dejó dicho bien claro Nuestro Señor, en la parábola de Lázaro y el rico Epulón, cuando este ya condenado desde el infierno y ante la imposibilidad de que al menos, el mendigo Lázaro, le refrescase su lengua con su dedo mojado en agua, el rico Epulón le pide a

1.- Ver: Biela, Stawomir. "Abandonarse al amor". Edit. San Pablo 2002. Isbn 84-285-2480-7, (pág. 116).

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Abraham.

“Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa, de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento” Díjole Abraham: “Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan” El dijo: “No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán” Le contestó: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite” (Lc 16,28-31). Presenciar milagros, no suele ser el modo por el

que los hombres y las mujeres lleguen a la fe. Solo los perciben quienes han aprendido a ver la mano de Dios en los sucesos de la vida ordinaria. Muchos presenciaron los milagros de Jesús, pero solo un grupo reducido los reconoció como tales y dejó que cambiaran sus vidas. El hombre no pierde o gana su vida por un acto extraordinario, sino por un conjunto y una secuencia de actos1.

Dios, como sabemos, desde nuestra creación hasta nuestros días y jamás cambiará, ha sido tremendamente respetuoso con la libertad que nos ha otorgado. Y consecuentemente con este respeto, hace todo lo posible y lo imposible, para que en nuestro caminar por este mundo, andemos siempre eligiendo el bien y desechando el mal, sin ninguna imposición por su parte. Pero si resulta, que a pesar de todos sus esfuerzos, hay quien quiere obstinadamente perseverar en la elección del mal, no es Él, el que lo impide y con tristeza lo permite. Hasta este

1.- Ver: Morales, José. "El hombre nuevo". Edit. Rial 2005. Isbn 84-321-3541-0. (pág. 51).

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extremo llega su respeto a la libertad que nos ha dado. Se dice que al final de nuestros días, solo hay dos

clases de personas, aquellas que se salvan porque ellas, le dicen a Dios: “Hágase tu voluntad”, y aquellas otras que se condenan, porque se obstinan en la elección del mal y es a ellas, a las que es Dios, el que les dice: “Hágase tu voluntad”.

Dios quiere que nosotros caminemos por este mundo, solamente apoyados en la fe de su existencia, porque si tuviésemos evidencia de su existencia, careceríamos del mérito de “creer sin ver” y en este supuesto, Dios nos habría cercenado nuestro libre albedrío, porque hay que preguntarse: ¿Hay alguien que pueda ser tan desequilibrado, que teniendo evidencia absoluta, de la existencia de Dios, quiera de antemano condenarse? Nadie en su sano juicio, desea su propio mal.

“Creer sin ver”, es el eje de la cuestión. Dios está siempre dispuesto a ayudarnos, en todo lo que nos sea necesario, para que obtengamos la fe y sobre todo para que esta nos sea fortalecida, pero de ninguna forma, quiere darnos evidencia de su propia existencia. Si nos diera evidencia de su propia existencia, cercenaría nuestro libre albedrío, al no darnos la oportunidad de generar méritos, tal como los generamos cuando creemos sin ver.

Jesús a su paso por este mundo, se negó siempre en rotundo, a hacer milagros para que la fe fuese sustituida por la evidencia. Nunca quiso realizar, actos prodigiosos que obligaran a la gente a creer en Él, como Hijo de Dios que era, es más, siempre al referirse a si mismo Él se denominada “el Hijo del hombre”.

Nada le impedía a Jesús en la tierra, si lo hubiese querido hacer, el realizar grandes prodigios, tendentes a que todo el mundo viese, que Él era Dios, en vez de dedicarse a hacer milagros, Jesús ejecutaba un tipo de milagros que en nada le beneficiaban, no eran milagros tendentes a que se le aceptase a Él como lo que era: El Hijo de Dios.

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Los milagros que realizaba, eran generalmente, las curaciones de pobres desgraciados. Este tipo de seducción hubiese sido indigna de Dios y del hombre El milagro puede ser una trampa para la libertad del hombre. Por eso, Cristo siempre se negó a jugar a ser mago o a realizar milagros espectaculares, de los que él obtendría un beneficio. La fe no puede nacer de una evidencia, sino de una libre adhesión1.

El milagro puede reforzar la fe de quien lo contempla, pero no llega a fundamentarla. Tan solo la resurrección de Jesús es el signo fundador y fundamental2. Para el que de verdad ama a Dios, no le es necesario confirmar su fe, con milagros materiales, su fe nace de su amor. Lo que si puede el milagro hacer para él, es reforzar su fe o aumentarla.

El milagro no es un instrumento esencial en el apostolado de un cristiano, ni este debe de emplearlo como tal, si es que le fuese posible hacerlo, Jesús nunca utilizó el milagro con este fin. En tal sentido, cuando posiblemente hubiera podido cambiar determinadas situaciones, pudiendo hacerlo, nunca acudió al milagro. Así se negó frente al rey Herodes, acceder a sus deseos:

"Cuando Herodes vio a Jesús se alegró

mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera. Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada” (Lc 23,8-9). La experiencia personal de un cristiano vale por

un milagro, y lo mejor y más valioso del mismo, es su 1.- Ver: Hubaut, Michel. “Fuera del sendero trillado. La aventura de la fe”. Edit. PPC 1997. Isbn 84-288-1447-3, (pág. 51). 2.- Ver: Messori, Vittorio. "El gran milagro". edit. Planeta. Isbn 84-08-03211-9. (pág. 40).

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simple presencia como tal; es dar testimonio de su amor a Cristo, hacer ver a los demás, ese milagro que Él es, viviendo los misterios de la fe. Santo Tomás decía que: “El que se pone a rezar, realiza un milagro más grande que si resucitara a un muerto1”.

El que cree y ama de verdad, continuamente donde quiera que mire, verá milagros a su alrededor. Para el que no cree ni ama, ningún milagro le hará cambiar de opinión.

La prudencia en la apreciación de los milagros. Todo milagro emana de Dios, y Dios si lo estima

conveniente puede otorgar a otros, esta facultad de suspender o dejar sin cumplimiento las leyes por Él creadas, que dan origen a hechos prodigiosos, que conocemos bajo la denominación de “milagro”.

Sin embargo, los principales milagros, acaecidos en este mundo y que se refieren a nuestra salvación, cuales son: el de la Encarnación del Hijo de Dios, el de su Resurrección, el de la Ascensión a los cielos, y el de la Transubstanciación, han sido y son milagros realizados directamente por Dios.

A lo largo de la historia, Dios ha delegado primeramente en los apóstoles y más tarde en numerosos santos, durante su vida y después de ascender al cielo, la facultad de obrar milagros. Y esta delegación no ha sido interrumpida ni ha cesado, ni parece ser que acabará, nada más que cuando llegue la Parusía.

Pero Dios, no necesariamente pone en manos de personas que le aman la facultad de obrar milagros. La Biblia también nos habla de poderes satánicos capaces de realizar "milagros mentirosos", los cuales se reconocen

1.- Ver, Lafrance, Jean, “Aprender a orar con Isabel de la Trinidad”. Edit. Espiritualidad 1994. Isbn 84-7068-165-6, (pág. 84).

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porque en lugar de darle gloria a Dios extravían a la gente para que siga a Satanás. A estos efectos puede leerse en San Pablo:

“La venida del impío estará señalada por

el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales, prodigios engañosos y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad” (2Tes 2,9-12). Y en Apocalipsis de San Juan, se nos previene

frente a los poderes taumatúrgicos que tendrá la bestia, cuando dice:

“Realiza grandes señales, hasta hacer

bajar ante la gente fuego del cielo a la tierra; y seduce a los habitantes de la tierra con las señales que le ha sido concedido obrar al servicio de la Bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia que, teniendo la herida de la espada, revivió. Se le concedió infundir el aliento a la imagen de la Bestia, de suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que fueran exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia” (Ap 13,13-15). Todo esto, nos impone la necesidad de poder

discernir, entre el auténtico milagro y las demás manifestaciones que no gozan de este carácter. Como sabemos la Iglesia es sumamente prudente en este tema y difícilmente se pronuncia sobre los temas de esta

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naturaleza, y si lo hace es después de haber transcurrido varias generaciones de personas.

En los primeros siglos de cristianismo, el milagro tenía un carácter mucho más esencial del que hoy tiene. Quizás, los cristianos de aquellas épocas, eran más impresionables que los actuales, ante la contemplación de un hecho prodigioso.

La Iglesia Católica, siempre ha encuadrado al milagro en la categoría de “signo”, el milagro es un signo, que se produce y que autentifica un mensaje religioso o que a su vez lo conlleva. Por lo que solo ella, la Iglesia, es la única capacitada, para calificar un hecho prodigioso como milagro, en función de la recta doctrina católica.

Esta función de signo que tiene el milagro, está encuadrada en la Tradición apostólica y en la de los Padres de la Iglesia. Pero, para la correcta apreciación de un hecho prodigioso, como milagro, hace falta que este, reúna al menos unos determinados requisitos. Las normas que están vigentes en la actualidad ya fueron establecidas por Benedicto XIV, en 1751, y estas fijan los requisitos necesarios que han de cumplimentar el presunto milagro.

Estos requisitos son tres: · Que sea una obra trascendente, que supone una

intervención especial de la causalidad divina. · Que sea un prodigio que provoca la admiración

del hombre. · Que sea un signo revelador que Dios dirige a los

hombres. Pero además de estos requisitos básicos, para

discernir entre falsos y auténticos milagros existen otras notas características, que pueden ser negativas o positivas. Entre las primeras se puede considerar que un hecho prodigioso no es milagros, cuando tiene lugar en un contexto turbio, malsano, de exaltación enfermiza, o de exceso de sensacionalismo. También debe de desecharse como posible milagro, el hecho prodigioso en el que el presunto taumaturgo, busca un beneficio material.

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En sentido positivo es una característica a favor, la personalidad del taumaturgo, ya que "la santidad y el milagro han estado conectados muchas veces"; además del contexto en que se realiza, siendo el más adecuado el de la oración, donde "el milagro surge como la respuesta de Dios al llamamiento de nuestra inteligencia".

Los milagros sucedidos al margen de la Iglesia

católica. Si ahondamos en este tema de los milagros,

llegaremos un momento en que veremos que la Iglesia católica no tiene un monopolio exclusivo de los “Milagros”. Fuera de nuestra Iglesia, y al margen de ella, también se originan milagros. Esto es un algo, que puede sorprender e incluso escandalizar algunos, ya que dentro de sus profundas convicciones, no se encuadra la idea de que Dios pueda permitir estas situaciones.

Y sin embargo Dios las ha permitido, ya antes del nacimiento de Nuestro Señor, y las sigue permitiendo e inclusive en el Antiguo Testamento y en Nuevo, se nos previene frente a este tipo de milagros.

Ya antes hemos dicho que la facultad de realizar milagros, puede Dios delegarla en personas que no vivan en su gracia, e inclusive puede autorizar al propio el demonio, para que realice determinado milagro.

Los milagros pues, no caracterizan exclusivamente al catolicismo. En otras partes, como puede ser en el mundo de los hermanos ortodoxos, y en el resto de confesiones cristianas orientales, se originan milagros e inclusive en el protestantismo herético.

En el Evangelio de San Mateo, puede leerse:

“No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrara en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor!,

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¿no profetizamos en tu nombre, y en nombre tuyo arrojábamos los demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Yo entonces les diré: nunca os conocí; apartaos de mi, obradores de iniquidad. Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifica su casa sobre roca” (Mt 7,21-24). El hecho de profetizar correctamente el futuro y

lógicamente no me estoy refiriendo a profesionales embaucadores que echan las cartas, es siempre una demostración de una situación milagrosa, porque nadie puede conocer el futuro salvo Dios. Y en referencia a los profetas, también San Mateo, nos dice:

“Porque surgirán falsos cristos y falsos

profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos.” (Mt 7,24-24). También San Pablo acepta la idea, de que sin

caridad, que es tanto como decir: sin amar a Dios y por lo tanto sin vivir en su gracia, se puedan realizar milagros.

“Aunque tuviera el don de profecía, y

conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy” (1Co 13,2). Es indudable, que Dios autoriza la comisión de

milagros y faculta para ello, a personas que no viven en su gracia, pero siempre con una importante limitación, planteada por los teólogos y derivada de la misma esencia divina en la cual la Verdad es elemento constitutivo, comenzando por el mismo Santo Tomás: “A los dioses no católicos –a dioses no cristianos- se les puede conceder la

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realización de milagros, pero Dios no podrá permitir que los hagan para demostrar que sus doctrinas, si son falsas, son verdaderas1”.

_____________________________________

1.- Ver: Messori, Vittorio, "Hipótesis sobre María". Edit. Libros libres. Isbn 978-84-96088-62-7. (pág. 250).

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MILAGROS EN LA EUCARISTÍA.

Referencias de antiguos milagros. Como ya hemos dicho antes existen numerosas

narraciones de milagros, que solo tienen su apoyo, en el testimonio de una transmisión, que generalmente se realiza por el “boca a boca”, de generación en generación. Con el paso del tiempo, las narraciones de estos milagros se van deformando y apartándose paulatinamente de lo que verdaderamente ocurrió, por lo que no es fácil poder dar fe de la existencia de estos milagros.

Pero de todas formas, algunos de ellos, si vamos a relatarlos brevemente, en atención a su singularidad y el fuerte arraigo que su existencia, puede tener y de hecho tiene, en los lugares donde se produjo.

El padre jesuita Manuel Traval y Roset1, es autor de un libro referido exclusivamente a la recopilación de milagros de carácter eucarísticos, y de este libro y de otros más, hemos extraídos la narración de los siguientes milagros.

Historia de San Tarsicio. Esta historia, más que un milagro es eso, una

historia relacionada con la eucaristía, pero es la más antigua de la que se tiene memoria y desde luego la más extendida y conocida. La historia tiene lugar sobre el año 1.- Ver: Traval y Roset, Manuel, S.J. “Milagros eucarísticos”. Edit. Apostolado Mariano. 1996. Dep. Legal B-34.364/96.

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257 en Roma, la capital del imperio, es decir en el siglo III de nuestra era,

Como sabemos, desde el siglo I hasta el siglo IV los emperadores romanos y hasta Constantino, con más o menos virulencia, sometieron al pueblo cristiano a unas despiadadas persecuciones, que dieron origen a una pléyade de mártires del cristianismo. Entre estos emperadores destacan por la intensidad de sus persecuciones, doce de ellos, cuales son por orden cronológico: Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Séptimo Severo, Maximino Tracio, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano.

El emperador que aquí nos interesa es Valeriano que gobernó desde el año 253 y hasta el 260, al cual le cogió de lleno la crisis que sufrió en el imperio romano durante el transcurso del siglo III.

Esta crisis, fue descrita por el historiador griego Herodiano con las siguientes palabras: “En los 200 años anteriores, no hubo nunca un sucederse tan frecuente de soberanos, ni tantas guerras civiles y guerras contra los pueblos limítrofes, ni tantos movimientos de pueblos. Hubo una cantidad incalculable de asaltos a ciudades en el interior del imperio y en muchos países bárbaros, de terremotos y pestilencias, de reyes y usurpadores. Algunos de ellos ejercieron el mando largo tiempo, otros tuvieron el poder por brevísimo tiempo. Alguno, proclamado emperador y honrado como tal, duró un solo día y en seguida terminó”.

Pues bien, el reinado de Valeriano, inmerso en esta crisis, que tenía también sus ramificaciones económicas, a la vista de la precaria situación del imperio, su consejero imperial Macriano, que más tarde sería su usurpador, indujo a Valeriano a intentar resolverla secuestrando los bienes de los cristianos acaudalados.

Fue aceptada la idea y ejerciendo su poder, decreta una implacable persecución contra los cristianos. Durante esta persecución, hubo mártires ilustres, tales

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como el obispo Cipriano, el papa Sixto II, o el diácono Lorenzo. Realmente la persecución, no fue otra cosa que un robo encubierto. Al final el reinado de Valeriano concluyó de un modo trágico, ya que en el 260 cayó éste prisionero de los persas con todo su ejército de 70.000 hombres y fue obligado a una vida de esclavo, que lo llevó a la muerte.

En este marco histórico, de la antepenúltima persecución de los cristianos en el imperio romano, se desarrolla el martirio de San Tarsicio, en Roma.

Nuestro niño mártir de la Eucaristía, era un acólito o ayudante de los sacerdotes que después de participar en una Santa Misa en las Catacumbas de San Calixto fue encargado por el obispo para llevar la Sagrada Eucaristía a los cristianos que estaban en la cárcel Mamertita de Roma, prisioneros por proclamar su fe en Jesucristo. ¡Cuántos ignorados mártires no canonizados, habrá en el mundo!

Para estos cristianos que estaban a la espera de su martirio, probablemente en el Coliseo. En algunos casos el martirio consistía en morir despedazados por las fieras, mientras el populacho daba gritos de alegría por el espectáculo; en otros el ser crucificados y embadurnados en pez, para arder como antorchas humanas en las fiestas paganas. El único consuelo que ellos anhelaban era el de poder recibir antes de su muerte, las sagradas Forma consagradas, que les fortalecían en su firme decisión de sufrir el martirio por amor a Cristo, al tiempo que les enorgullecía sufrir al igual que Él sufrió por nosotros.

Tarsicio, en el cumplimiento del encargo recibido, salió a la calle y se encontró con un grupo de jóvenes paganos que le preguntaron qué llevaba allí bajo su manto. El no les quiso decir, el tesoro que portaba y los otros lo atacaron ferozmente para robarle la Eucaristía. El joven prefirió morir antes que entregar tan sagrado tesoro. Cuando estaba siendo apedreado llegó un soldado cristiano llamado Cuadrato, de gran corpulencia, que alejó

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a los atacantes. Tarsicio le encomendó que les llevara la Sagrada Comunión a los encarcelados, y murió contento de haber podido dar su vida por defender el Sacramento y las Sagradas formas donde está el Cuerpo y la Sangre de Cristo, porque donde está la sangre, está el cuerpo y donde está el cuerpo está la sangre. También a Tarsicio, quiso Dios donarle la palma del martirio.

Nos aferramos a esta mísera vida, e ignoramos que a poco que nos esforcemos, es inmensa la gloria que nos espera. Pensamos que es tremenda la muerte de los niños y este hecho nos hace recapacitar sobre el día en que seremos llamados. Nos preocupa conocer ese día en que seremos llamados, y todavía es mayor nuestra preocupación por las incógnitas que se nos abren, acerca de los que nos espera en el más allá. Pero lo verdaderamente importante, es que en ese momento, en que abandonemos el más acá, nos encontraremos en plena gracia de Dios. En todo caso es este un misterio de difícil comprensión1.

Siempre es triste la muerte de un ser humano, pero si este es de corta edad, nos resulta aún más triste, porque en nuestra idea de apegarnos a este mundo, pensamos que a este ser, que se ha marchado en su niñez, se le ha quitado la posibilidad de vivir más años aquí abajo. Como si a esta niña, o a este niño, se le hubiese robado un algo a lo que, según nuestras absurdas ideas, tenía derecho: a morir de vieja o de viejo. Como si este pretendido derecho, fuese más valioso que alcanzar el cielo con la palma del martirio. ¡Cuántos han sido los santos y santas, que se han pasado la vida suspirando y orando por obtener la gracia de ser mártir!

Venimos a este mundo, para santificarnos en la forma que elijamos, con más o menos gloria. Y para

1.- Ver: Juan del Carmelo “Del más acá, al más allá”. Edit. Dagosola. Isbn. 978-8-611-5491-3

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cumplimentar este objetivo de nuestra santificación, se pueden emplear solo once años, como es el caso que nos ocupa, o treinta, o sesenta, o cien, o inclusive no cumplimentarlo. Para mí que Dios, al cual solo le obsesiona una cosa y es que le amemos y que nos salvemos, nos llama, solo cuando entiende que estamos maduros y ya no vamos a dar más de sí.

Los donatistas profanadores. En la mayoría de los cismas y herejías que ha

venido sufriendo la Iglesia católica a lo largo de la historia, ha habido siempre un trasfondo de carácter económico, cuando no político. Uno de los ejemplos más conocidos es el del apoyo que recibieron las tesis heréticas de Lutero, por parte de los príncipes alemanes, que vieron la posibilidad de apoderarse de los bienes de la Iglesia. Cabe preguntarse: ¿A dónde fueron a parar los bienes de la Iglesia católica, en Inglaterra, cuando su rey Enrique VIII creo la iglesia nacional anglicana? ¿Acaso se respetaron las propiedades de los papistas? En el caso de los donatistas, no hubo ninguna excepción a este principio.

Tanto el donatismo como el arrianismo fueron las dos más grandes herejías del siglo IV. El donatismo se originó en Numidia la actual Argelia y que en un principio se denominó Iglesia de los Mártires. Tomó su otro nombre por Donato, seguidor de la herejía al que eligieron obispo sus propios correligionarios en el año 312.

Se trataba de un movimiento con una organización poderosa y rígida, con un dogma sencillo. Su principal creencia consistía en asegurar, que la Iglesia de Dios era solo una sociedad de santos a la que no podían pertenecer los pecadores. Los sacerdotes de esta iglesia pura, eran los únicos que podían administrar los sacramentos.

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Los sacramentos, que como sabemos son los conductos mediante los cuales un cristiano recibe la gracia de Dios, para los donatistas no eran válidos si los administraba un sacerdote inmoral o alguien que hubiera renegado de su fe durante las persecuciones. La desviación de Donato de la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre el tema, creó tanto desacuerdo que determinó la convocatoria de un Concilio de obispos occidentales, por parte del emperador Constantino.

Sin embargo, no fue sino hasta el año 411 cuando la Iglesia declaró con autoridad que la eficacia de los sacramentos, no dependía del estado moral del sacerdote que los hubiera administrado, siempre que éste hubiese sido ordenado legítimamente.

A pesar de la buena voluntad de hacer entrar en razón y en las filas de la Iglesia católica a los disidentes, el emperador Constantino no lo consiguió; al revés, los disidentes se hicieron cada vez más fanáticos persiguiendo a los católicos y destruyendo sus iglesias.

El emperador Honorio los eliminó como iglesia en el 412, aunque su influencia fue persistente hasta que el Islam cobró fuerza en África, entre los siglos VII y VIII.

Esta herejía tuvo una influencia muy duradera en el cristianismo, debida a la gran reacción en contra que provocaron sus seguidores. Uno de los que más lucharon contra ella fue San Agustín Obispo de Hipona (354-430), al que a su vez los donatistas le negaban la condición de hombre justo, por lo que no podía administrar válidamente los sacramentos, en atención a su pasada vida de pecado .

El milagro al que nos vamos a referir, está relacionado con uno de esos ataques y saqueos que los donatistas acostumbraban a ejecutar contra las iglesias católicas.

Cuenta San Optato, obispo de Mileva en Numídia, que en Cartago, cuando comenzó el cisma de los donatistas, movidos estos, por su fanatismo y odio a los

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católicos, en uno de los asaltos a una iglesia católica, profanaron y robaron los vasos sagrados y entre ellos el copón que contenía las Sagradas Formas consagradas y no sabiendo que hacer con ellas, indudablemente tuvo que ser satanás, el que les sugiriera la idea de dárselas de comida a los perros.

No lo dudaron un momento y saliendo a la calle convocaron a los perros que por allí vagabundeaban, y se las echaron para que se las comiesen. Los perros, así lo hicieron, pero al instante se volvieron rabiosos y se lanzaron contra aquellos que les habían dado tal alimento destrozándolos a mordiscos.

El papa San Gregorio Magno. El Papa San Gregorio I, con más justicia llamado

"Magno", ascendió a la silla apostólica cuando Italia se hallaba en unas condiciones deplorables, como consecuencia de las luchas entre los ostrogodos y el emperador Justiniano, que terminaron con la derrota y muerte en el 562, de Totila rey de los ostrogodos también conocido con el nombre de Baduila, en la batalla de Gualdo Ladino. Con esta victoria de Narces1, el general de Justiniano, los ostrogodos fueron definitivamente desalojados de Italia.

San Gregorio, nació en Roma, hacia el año 540 y era miembro de una ilustre familia patricia romana, la “gens Anicia” cristiana desde hacía mucho tiempo: su padre Gordianus, era un senador afluente que llegó a renunciar al mundo y ser uno de los siete diáconos de Roma, su bisabuelo había sido el papa Félix III que falleció en el 492 y dos de sus tías paternas Tarsilia y 1 .- El emperador Justiniano tenía un gran general que era Belisario, pero este estaba ocupado en las fronteras del este luchando contra los persas sasánidas, descendientes de los partos. Fue entonces cuando Narces se hizo cargo del ejército de Italia.

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Emiliana eran monjas. Pero, tal como era costumbre en la antigüedad, Gregorio estaba destinado a una carrera secular, por lo que recibió una sólida formación intelectual.

Se dedicó a la política de joven, y en 573, es decir cuando tenía 33 años, alcanzó el puesto de prefecto de Roma “præfectus urbis”, la dignidad civil más grande a la que podía aspirarse. Pero pronto renuncia a este difícil cargo y se hace monje.

Tras la muerte de su padre, en 575 transformó su residencia familiar en el Monte Celio, en un monasterio benedictino con el nombre de San Andrés; hoy en día se encuentra allí la iglesia de San Gregorio Magno.

En el año 579 es ordenado diácono por el papa Benedicto I y ese mismo año, su sucesor Pelagio II lo nombra apocrisiario, es decir, enviado suyo a Constantinopla, donde permanece seis años. En la entonces capital del imperio conoce a Leandro de Sevilla1, y el hermano del también doctor de la Iglesia Isidoro de Sevilla.

Unos ocho años más tarde, hacia el 586, Gregorio regresa a Roma, cuando las aguas del Tíber se desbordan y siembran la desolación. Personas ahogadas, palacios destruidos, hambre y, finalmente, la peste, son el balance de aquella tragedia. Gregorio pasa a ser secretario del papa que precisamente fue una de las víctimas de la peste. Y es entonces cuando Gregorio es elegido para sucederle, quedando así apartado definitivamente, de la soledad que él deseaba encontrar en el monasterio, tal como se lo escribe a su amigo San Leandro. El 3 de septiembre del 1 .- San Leandro arzobispo de Sevilla era el mayor de cuatro hermanos santos: San Isidoro también arzobispo de Sevilla, San Fulgencio obispo de Écija (Sevilla) y Santa Florentina. Caso singular este el de los cuatro hermanos que alcanzaron la corona de la santidad. Gracias a San Leandro de Sevilla fue convertido a la fe católica abjurando del arrianismo, el príncipe visigodo Hermenegildo mártir y santo, así como su hermano Recaredo y con él, toda la península ibérica se hizo católica.

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590, entrego su alma al Señor, después de catorce años de pontificado.

La obra de este pontífice fue inmensa, de aquí el sobrenombre de “magno”. Y no obstante, en su gran humildad, había procurado por todos los medios no aceptar el mando supremo de la Iglesia. Pero una vez elegido Papa por el clero, el senado y el pueblo fiel reunidos, y bien vista su elección por el emperador, su alma se entregó a aquella tarea para la que toda su vida anterior había sido una providencial preparación.

En el orden económico, al acceder al papado en el año 590 se ve obligado a enfrentarse a las arduas responsabilidades que pesan sobre todo obispo del siglo VI, pues no pudiendo contar con la ayuda de Bizancio, los ingresos económicos que reportan las posesiones de la Iglesia, hacen que el papa sea la única autoridad de la cual los ciudadanos de Roma pueden esperar algo. No está claro si para esta época existía aún el Senado romano, pero en todo caso no interviene en el gobierno, y la correspondencia de Gregorio nunca menciona a las grandes familias senatoriales, emigradas a Constantinopla, desaparecidas o venidas a menos.

Solo él poseía los recursos necesarios para asegurar la provisión de alimentos de la ciudad y distribuir limosnas para socorrer a los pobres. Para esto emplea los vastos dominios administrados por la Iglesia, y también escribe al pretor de Sicilia solicitándole el envío de grano y de los bienes de la Iglesia.

Fue él, quien se hizo llamar "Siervo de los Siervos de Dios", título que hoy usa el Vicario de Cristo. Envió a San Agustín de Canterbury para cristianizar Gran Bretaña. Organizó y unificó la Iglesia en Italia, Francia y los países del norte de Europa. Combatió la herejía nestoriana. Hizo contribuciones claves a la cristología. Los visigodos abjuraron de arrianismo. Es, con San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo, uno de los cuatro grandes doctores de Occidente.

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Estudió intensamente la Sagrada Escritura y la vida de los monjes de Occidente. Se distinguió por su austeridad de vida y por la intensidad de su oración. Por eso es llamado doctor de la compunción y de la contemplación, pues fue modelo acabado tanto en ascética como en mística.

La reforma más famosa fue la del canto, llamado por ello gregoriano. Publicó el Antifonario y formó una gran “Schola Cantorum”. Aunó los diversos cantos dispersos, en una sola liturgia, absorbiendo los diversos ritos, excepto el ambrosiano y el mozárabe.

Es el escritor más fecundo de los papas medievales. Aparte de las obras ya citadas, tenemos su Epistolario, que contiene 859 cartas, Las 22 homilías sobre Ezequiel y El comentario a los libros de Job o las Morales, que tanto usaron Santa Teresa y otros Santos. Junto con San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo, es uno de los cuatro padres de Occidente. San Gregorio Magno falleció el 12 de marzo del año 604.

El milagro eucarístico que la tradición vincula con este extraordinario papa, sucedió en el año 596 en Roma. Cierta matrona romana, señora muy principal, solía enviar al papa, las formas que ella misma confeccionaba para ser consagradas en la Eucaristía, cosa que realizaba con mucho placer y quizás con algo de vanidad.

El maligno, debió de tomar a esta señora como víctima propiciatoria, a la vista de su propia vanagloria. Y cuando él consideró, que esta señora estaba ya madura para sus intenciones, dio un paso adelante más, e incrementó su presión poniendo en el corazón de esta señora la inquietud y tentándola con dudas de fe, lanzando a su víctima a una manifiesta incredulidad, sobre el misterio de la Transubstanciación.

En este estado, en el que se encontraba esta señora, aconteció que un día estando de rodillas ante el altar para recibir la comunión de manos de San Gregorio, en el momento en el que el Santo Pontífice, iba a darle la

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Sagrada Forma consagrada, con las palabras que antiguamente pronunciaban los sacerdotes: “Corpus Dómini nostri Jesuchristi custodiant ánimant tuam in vitan eternam1”, a esta Señora le dio un ataque de risa. Al momento San Gregorio retira la Sagrada forma que aún estaba en sus manos, y la puso sobre el ara del altar.

Al acabar la misa, San Gregorio, delante de todos los presentes, le preguntó a esta señora por la causa de esa risa tan impropia del momento aquel. La señora sorprendida por la pregunta, al principio no quiso responder la pregunta, pero más adelante, dijo: “Me entra risa y me río de que digáis, que ese pan que yo misma he amasado sea el cuerpo de Cristo”. Atónito y asombrado por la respuesta, San Gregorio, pidió a los presentes que orasen allí mismo con él para que Dios alumbrara la incredulidad de aquella mujer.

Terminados estos rezos, se acercó San Gregorio al altar, y asombrado sobre el ara, vio que la Sagrada Forma consagrada, que a los ojos de su alma era el cuerpo de Cristo, también era carne de Cristo a los ojos de su cara. El milagro fue visto por todos los allí presentes, y la carne humana que a la vista era ahora la Sagrada forma, le fue también mostrada a la incrédula señora.

Las dudas de fe le desaparecieron a esta señora, y a la visto de lo ocurrido, decidieron seguir orando para alabar y dar gracias a Dios. Poco a poco la carne que veían los ojos de la cara, se fue transformando otra vez en el pan, con el que anteriormente se veía esta Sagrada forma. San Gregorio, tomando en sus manos esta Sagrada forma, se la dio en comunión a esta señora. Todos los presentes, glorificaron a Dios, por haberles permitido contemplar tan extraordinario milagro.

1 .- El cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, guarde tu alma para la vida eterna.

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El milagro de Lanciano en Italia. Lanciano es una pequeña ciudad medieval, en los

Abruzos, en la provincia de Cheti. Se encuentra situada cerca de costa italiana del Mar Adriático, pero sin lindar con ella. Su población es de unos 36.000 habitantes.

La leyenda mantiene la afirmación, de que esta ciudad de Lanciano como también la vecina ciudad de Sulmona, al otro lado del Parque de la Maiella, fueron fundadas en el año 1181 a.C. por un compañero del mítico Eneas, llamado Solimo junto con otros fugitivos de la destruida ciudad de Troya. Históricamente esta ciudad, como todas las italianas, sufrieron las invasiones de los bárbaros que determinaron la caída del Imperio romano.

Saqueada por los Godos y devastada por los Longobardos. Pasó a los Bizantinos, Francos y a los Normandos (1060 d.C.) y posteriormente sería anexionada al recién nacido Reino de Sicilia.

Historia del milagro Eucarístico: La Iglesia donde ocurrió y actualmente se

encuentra el Milagro Eucarístico de Lanciano, está en el centro de la ciudad. Lo que es el centro de la ciudad hoy en día, era el suburbio de la ciudad en el Siglo VIII, cuando ocurrió el milagro Eucarístico. En este tiempo se llamaba la Iglesia de los Santos Longinos y Domiciano, y estaba bajo la custodia de los monjes de San Basilio del Rito Griego Ortodoxo. Piénsese que todo esto sucedió antes del Gran Cisma de 1054.

Un monje de la Orden de San Basilio, sabio en las cosas del mundo, pero no en las cosas de la fe, estaba pasando por una época en la que las dudas de fe le acosaban de tal forma que, poco a poco iba perdiendo el don de la fe. Dudaba de la presencia real de Nuestro Señor en la Eucaristía. Oraba constantemente para librarse de estas dudas por miedo de perder su vocación. Sufría

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día tras día, una lucha que se la alimentaba el demonio, con las dudas que le sugería. ¿Está Jesús realmente y, substancialmente presente en la Eucaristía? Dudaba sobre el misterio de la Transubstanciación.

Su sacerdocio se convirtió en una rutina y se destruía poco a poco. Especialmente la celebración de la Santa Misa se convirtió en una rutina más, un trabajo más para él.

La situación en el mundo en que vivía, no le ayudó a fortalecer su fe. Había muchas herejías surgiendo durante esta época. Sacerdotes y obispos que eran víctimas de esas herejías, las cuales estaban infestando a la Iglesia por todas partes. Algunas de estas herejías negaban la presencia real de nuestro Señor en la Eucaristía.

El monje de San Basilio, no podía levantarse de esta oscuridad que envolvía su corazón. Cada vez estaba más convencido, de que por la lógica humana, eran ciertas las tesis de estas herejías.

No se conoce el nombre ni los demás datos del monje. Sólo sabemos que pertenecía a un modesto núcleo de monjes orientales basilianos que habían llegado a Lanciano como prófugos, tras el incremento del flujo migratorio de monjes orientales a Italia, en la época del emperador León III el Isáurico, bajo el cual, a partir del 726, se desencadenó con virulencia la lucha iconoclasta -la lucha contra el culto de las imágenes sagradas- que obligó a muchos monjes de Oriente al exilo. A estos monjes, el pueblo de Lanciano, como señal de hospitalidad, los recibió y les entregó la pequeña iglesia de donde ocurrió el milagro, durante la celebración de la eucaristía en rito latino (el monje usaba para consagrar, como los latinos, una forma grande redonda y no como los griegos, que usaban una forma cuadrada, de pan fermentado).

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El milagro Una mañana del año 700, mientras celebraba la

Santa Misa, el sacerdote estaba siendo atacado fuertemente por la duda y después de haber pronunciado las solemnes palabras de la consagración, vio como la Sagrada forma se convirtió en un círculo de carne y el vino en sangre visible. Estaba ante un fenómeno sobrenatural visible, que lo hizo temblar y comenzó a llorar incontrolablemente de gozo y agradecimiento.

Se quedó parado por un largo rato, de espaldas a los fieles, como era la misa en ese tiempo. Después se volvió despacio hacia ellos, diciéndoles: ¡Oh afortunados testigos a quién el Santísimo Dios, para destruir mi falta de fe, ha querido revelárseles! Él mismo en este bendito Sacramento y hacerse visible ante nuestros ojos. Vengan, hermanos y maravíllense ante nuestro Dios tan cerca de nosotros. ¡Contemplen la Carne y la Sangre de Nuestro Amado Cristo!

Las personas se apresuraron para ir al altar y al presenciar el milagro, empezaron a clamar pidiendo perdón y misericordia. Otras empezaron a darse golpes de pecho confesando sus pecados, declarándose indignos de presenciar tal milagro. Otros se arrodillaron en señal de respeto y gratitud por el regalo que el Señor les había concedido. Todos contaban la historia por toda la ciudad y por todos los pueblos de los alrededores.

La carne se mantuvo intacta, pero la sangre se dividió en el cáliz, en 5 partículas de diferentes tamaños y formas irregulares.

Inmediatamente la Sagrada forma y las cinco partículas fueron colocadas en un relicario de marfil.

Descripción del milagro La parte de la de la Sagrada Forma, que se

encontraba en el centro del círculo de carne, aunque era

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verdaderamente la carne de Jesucristo, siguió teniendo los accidentes de pan sin levadura después del milagro, tal como ocurre en cada consagración. Se mantuvo así por muchos años, pero se desintegró porque la luneta que la contenía, no había sido herméticamente cerrada.

La carne y la sangre actualmente visibles, no solo son la carne y la sangre de Jesús, como se contienen en toda Sagrada Forma consagrada, sino que mantiene hasta la actualidad los accidentes propios de la carne y de la sangre humana.

La carne de Jesús, desde 1713, se conserva en un artístico Ostensorio de plata, de la escuela napolitana, finamente cincelado.

La sangre de Jesús, está contenida en una rica y antigua ampolla de cristal de Roca.

La Sagrada Forma-Carne, aún se conserva muy bien. El tamaño de ella es el de unos seis centímetros de diámetro, tal cual es, el tamaño actual de las Sagradas Formas consagradas que el sacerdote eleva en las misas de hoy en día. Es ligeramente parda y adquiere un tinte rosáceo si se ilumina por el lado posterior. La sangre coagulada tiene un color terroso que tiende al amarillo ocre.

El milagro de Lanciano milagro, es un milagro de los que se pueden calificar de continuo, ya que está realizándose continuamente. La Forma consagrada, convertida en carne de Cristo y el vino convertido también en su sangre, sin el uso de ningún tipo de preservante, están aun presentes en el relicario.

Hay que señalar aquí, que es muy significativo, que este milagro sucediera por un lado, en la ciudad llamada “Lanciano” que significa “lanza” y por otro lado, que el nombre del santo al que estaba dedicada la iglesia “Longinos” es el del soldado romanos que traspasa el corazón de Jesús cuando aún está en la cruz. Y existe a su vez otro paralelo con la conversión de Longinos: El sacerdote al contemplar el Corazón Eucarístico de Jesús y

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su sangre, recibió también la gracia de la conversión. Otro detalle importante, es que en este milagro

eucarístico Jesús permitió ser crucificado de nuevo. Después del milagro, la Sagrada forma fue clavada a un pedazo de madera, para que al secarse no se enrollara como le sucede a la carne. Aquí estaba Él otra vez con clavos en Su Cuerpo, clavado a un pedazo de madera.

Un milagro dentro del milagro. En 1566 la amenaza de los turcos se hizo

dominante a través de la Costa Adriática. Por medidas de seguridad el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor, del milagro que nos ocupa, fueron sacados de su capilla y fueron guardados en el otro lado de la Iglesia.

Pero el 1 de agosto de ese año un fraile, Giovanni Antonio de Mastro Renzo, perdió la fe, no en la Eucaristía, sino en la habilidad o deseo de Dios para salvarlo a él y a su pequeño grupo de Franciscanos, de la embestida de los turcos. El fraile viendo la necesidad de salvar el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor de los Turcos, cogió el relicario que contenía la Carne y la Sangre del Señor y con sus frailes desapareció de la ciudad.

Estuvieron caminando toda la noche. Antes del amanecer, el Fraile Giovanni sintió que ya había suficiente distancia entre ellos y el enemigo y les ordenó a sus frailes que descansaran. Al salir el sol se dieron cuenta de que estaban de nuevo a la entrada de la ciudad. Creyeron que el Señor había intervenido porque quería que el Milagro Eucarístico de Lanciano fuera un signo de seguridad para las personas de la ciudad, un signo de que Dios no los había abandonado. Los frailes quedaron llenos del Espíritu Santo y ofrecieron permanecer en la Iglesia y proteger el Milagro Eucarístico con sus vidas. El Señor los protegió de los turcos, tanto a su Cuerpo y su Sangre, como a la ciudad de Lanciano.

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Verificaciones científicas. Las primeras pruebas de carácter científico que se

hicieron, datan de 1574, es decir, tras el Concilio de Trento, a once años de su celebración. Este Concilio a diferencia del Concilio Lateranense IV de 1215, se había mostrado más tolerante frente a quienes hicieran propaganda de reliquias antiguas, el arzobispo Rodríguez quiso pesar ante las autoridades presentes la Sagrada sangre coagulada y constató, ante el asombro de todos, que el peso total de los cinco glóbulos o piedrecitas que son de diferentes tamaños y formas de la Sangre coagulada equivalía exactamente al peso de cada uno de ellas.

Pero además, cualquier combinación pesos en total o parcial, siempre daba la misma cifra. En otras palabras: La primera pesa lo mismo que la segunda y la tercera juntas y estas lo mismo que, por ejemplo la quinta y las cinco juntas pesan exactamente lo mismo que una sola. Este resultado está marcado en una tabla de mármol en la Iglesia.

Con el peso igual de los cinco coágulos de Sangre de Lanciano, el Señor, nos quiere dar una nueva señal de su presencia real en el misterio eucarístico: en cada gota de vino y cada trozo de Forma consagrada está presente todo su cuerpo y toda su sangre.

A través de los años se han hecho muchas investigaciones. Nuestro Señor se ha permitido ser pinchado y cortado, examinado a través de microscopio y fotografiado.

A las distintas investigaciones eclesiásticas siguieron las científicas, llevadas a cabo desde 1574. En 1970-71 y en 1991se realizaron investigaciones. En estas últimas, el eminente científico Profesor Odoardo Linoli docente en Anatomía e Histología Patológica y en Química y Microscopía Clínica, con la colaboración del

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Profesor Ruggero Bertelli de la Universidad de Sena, utilizó los instrumentos científicos más modernos disponibles.

Los análisis, realizados con absoluto rigor científico y documentados por una serie de fotografías al microscopio, dieron los siguientes resultados:

* La Carne es verdadera Carne. La Sangre es verdadera Sangre.

* La Carne y la Sangre pertenecen a la especie humana.

* La Carne está constituida por el tejido muscular del corazón. En la Carne están presentes, en secciones, el miocardio, el endocardio, el nervio vago y, por el relevante espesor del miocardio, el ventrículo cardiaco izquierdo.

* La Carne es un Corazón completo en su estructura esencial.

* La Carne y la Sangre tienen el mismo grupo sanguíneo (AB).

* En la Sangre se encontraron las proteínas normalmente fraccionadas, con la proporción en porcentaje, correspondiente al cuadro sero-proteico de la sangre fresca normal.

* En la Sangre también se encontraron estos minerales: Cloruro, fósforo, magnesio, potasio, sodio y calcio.

* La conservación de la Carne y de la Sangre, dejadas al estado natural por espacio de doce siglos y expuestas a la acción de agentes atmosféricos y biológicos, es de por sí un fenómeno extraordinario.

Conclusión: La carne y la sangre están vivas. Se realizó, en efecto, un análisis de la sangre: la electrofóresis, que permite separar las proteínas en el suero fresco, siendo un examen que no puede realizarse con una muestra de sangre de tres o cuatro días, ya que daría resultados viciados. El análisis de la sangre de Lanciano dio un resultado normal, denunciando la

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presencia de todas las fracciones proteicas y en la cantidad normal de cualquier persona sana.

Este tejido orgánico y esta sangre habían respondido, pues, a todas las reacciones clínicas propias de los seres vivos. La carne y la sangre examinada, por su síntomas no correspondían a la sangre y la carne de un cadáver, sino a la carne y la sangre de una persona viva.

Se puede decir que la Ciencia ha dado una respuesta segura y exhaustiva acerca de la autenticidad del Milagro Eucarístico de Lanciano.

Jesús nos da, otra vez, Su Corazón por medio de este milagro Eucarístico. El mismo que fue traspasado por Longinos en el Calvario. El mismo que está en cada Eucaristía en cada Tabernáculo de las iglesias de este mundo.

Significado espiritual de este milagro. Cuando ocurrió el milagro, de inmediato la noticia

y el testimonio de la transformación del sacerdote se extendió por toda la ciudad y el país. Todas las personas hablaban del milagro. Los peregrinos concurrían a Lanciano para venerar la Sagrada forma convertida en carne visible y el vino en sangre visible. Aumentó la Fe y devoción al Corazón Eucarístico de Jesús, y se extendió por todas partes, en aquella época. Sin embargo hoy en día fuera de Italia, este constante milagro, es casi desconocido.

Desde el principio, la Iglesia local aceptó este milagro como un verdadero signo del cielo, y veneró el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor en la Eucaristía en varias procesiones. Especialmente el día de su fiesta, que es el último domingo de octubre.

La fama del santuario se propagó rápidamente a través de la región y muy pronto toda Italia comenzó a hacer peregrinaciones a la Iglesia.

Hace ya más de 1300 años que sucedió este

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milagro, y sus frutos espirituales se siguen prodigando. Claro está, que recoger estos frutos es un algo reservado solamente para las personas que no solo contemplan este milagro con los ojos de su cara, sino también con los de su alma. Los milagros, más los realiza Dios para ayudar al fomento de la fe del creyente, que para convertir al incrédulo.

Si después del milagro, la carne y la sangre se hubieran desintegrado, como esperaban muchos, de todas formas ya en sí mismo, lo sucedido era un milagro espectacular, pero el hecho es que el milagro no se ha acabado sino día a día continúa sucediéndose.

Además de la renovación de la fe del sacerdote y de todos los testigos, Lanciano ha sido un lugar donde muchos han encontrado la fe en la Eucaristía, y otros han aumentado en esa fe.

Como ha sido comprobado, la Sagrada forma que fue milagrosamente convertida en Carne, está compuesta del tejido muscular del miocardio, es decir del corazón humano. Con ello Nuestro Señor ha querido mostrarnos su Corazón Eucarístico, traspasado por los pecados de la humanidad, porque es un corazón divino y humano a la vez, que sufre y ama.

Por medio de este milagro de Lanciano, el Señor nos recuerda, que Él está vivo, que su corazón es de carne como el nuestro, con sentimientos, deseos y sufrimientos. Que constantemente está ardiendo en amor y en deseos de salvarnos a nosotros, que Él es una fuente de gracia y misericordia y que si fuese necesario aunque solo sea por uno de nosotros, solo por uno, volvería a pasar por otra dolorosa Pasión y muerte, como aquella que tuvo lugar en Tierra Santa, hace ya más de 2.000 años.

El Señor nos sigue dando Su Sangre, Su Cuerpo todos los días en la Eucaristía para sanarnos, liberarnos y sustentarnos espiritualmente e incluso en casos excepcionales que se dan también materialmente.

Que para aquel que esto lea, cada Eucaristía sea

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un encuentro único con el Corazón de Jesús, encuentro con el Dios de Amor, el Dios que se manifiesta misericordioso, compasivo, y a la misma vez con un Corazón traspasado por los pecados nuestros y de toda la humanidad.

Que podemos hacer nosotros, sino consolar al Corazón traspasado de Jesús, no permitiendo que su preciosa sangre sea derramada en vano en nuestras vidas, sino más bien, apropiarnos de las gracias que brotan de su costado abierto, que sigue abierto todavía, para que podamos ir a la fuente de salvación que es su Corazón.

Cristo está vivo entre nosotros, cada Milagro Eucarístico es una prueba más de esto.

"El que come mi carne y bebe mi sangre

tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida". (Jn 6,54-56). Este Milagro Eucarístico de Lanciano nos llama a

la reparación, a ser almas de oración constante, en reparación por tantos pecados, por los nuestros y por los del mundo entero.

Desde Lanciano, parece que Jesús nos dice hoy a nosotros: “Habrá alguien que tenga compasión de Mi, que viva con amor, que cumpla con virtud y perfección su vocación, para que mi Sangre no haya sido derramada en vano”.

Este Milagro Eucarístico es una llamada urgente a la conversión, a reflexionar sobre nuestras vidas, pasadas y presentes. A tomar en serio la vida espiritual, y emprender el camino estrecho que nos lleva a la santidad, a la vida de virtud y perfección. Es una llamada de Dios a dejarnos purificar por el crisol del sufrimiento en nuestras vidas.

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La mula de San Antonio. Posiblemente, no exista otro santo con más fama

de taumaturgo que San Antonio de Padua. Aunque haya biógrafos suyos, como Fray Lázaro Iriarte. Ofm1, que aún siendo hermano espiritual de nuestro santo, mantienen la teoría de que en vida, San Antonio de Padua no realizó ningún milagro. Solo realizó milagros después de muerto.

Para mantener esta afirmación, sostienen que todos los milagros que se le atribuyen, tales como los conocidos milagros de la predicación a los peces, de la mula que se arrodilla ante el Sacramento, el del pie cortado por un oyente arrepentido que luego recompone el santo, el del corazón del avaro hallado en su arca, las repetidas bilocaciones del santo…etc., solo aparecen por primera vez en la llamada Leyenda Rigaldina, escrita a fines del siglo XIII y, sobre todo, en el Liber miraculorum, compilado hacia 1370, o sea, siglo y medio después de la muerte del santo.

Eso sí, a raíz de su muerte, fue una verdadera explosión de milagros de toda clase, los obtenidos por su intercesión; cincuenta y tres de ellos fueron reconocidos en el proceso de canonización con rigurosas pruebas testificales. El primer biógrafo suyo resume en estos términos lo que sucedió junto a la tumba del santo:

«Allí los ojos de los ciegos se abren; allí se descierran los oídos de los sordos; allí el cojo salta como un gamo; allí la lengua de los mudos, desatándose, proclama rápida y claramente las alabanzas de Dios; allí los miembros deformados por la parálisis recobran sus movimientos normales; allí la gibosidad, la gota, la fiebre, toda clase de dolencias son puestas en fuga milagrosamente; allí, finalmente, los fieles obtienen todos

1 .- Acrónimo de “Orden de frailes menores”, en términos corrientes “Franciscanos”.

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los beneficios deseados: hombres y mujeres, llegados de diversas partes del mundo, consiguen el efecto saludable objeto de sus plegarias.»

Esta realidad, del poder taumatúrgico de este santo, no ha cesado de ser actual en más de siete siglos y medio y su intercesión no comprende solamente las curaciones milagrosas o la liberación de un peligro inminente, sino también ese tejido de pequeñas contingencias que para la persona afectada pueden tener importancia vital: el hallazgo de una cosa perdida, el logro de un puesto de trabajo, el aprobado de un examen, la fortuna de encontrar novio… etc.

En Portugal, Brasil y algunas partes de América Latina es reconocido como el santo de los matrimonios y el día de su fiesta (el 13 de junio) las muchachas solteras pueden comprar una pequeña imagen de San Antonio y colocarla al revés como castigo hasta que hayan encontrado un buen marido. Esta curiosa devoción ha sido retratada muchas veces en la cultura popular portuguesa, española e iberoamericana.

San Antonio de Padua. Nuestro santo, nació en Lisboa posiblemente en

11951 y murió joven en Vercelli, en Italia. De familia de origen noble, aunque su genealogía es incierta.

Habiendo nacido cerca de la Catedral de Lisboa, fue bautizado en ella, con el nombre de Fernando y educado en la escuela de la misma Catedral. A los quince años, ingresó en 1210 en los Canónigos Regulares de San Agustín en el convento de San Vicente, fuera de los muros de la ciudad. Dos años más tarde, para evitar ser distraído por amigos y familiares, quienes frecuentemente

1 .- Algunos biógrafos adelantan el año de nacimiento hasta 1190, e incluso antes.

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venían a visitarlo, se fue con permiso de su superior al Convento de Santa Croce en Coímbra en 1212, donde permaneció por ocho años, ocupando su tiempo principalmente con el estudio y la oración. Dotado de un gran entendimiento y una memoria prodigiosa, pronto encontró en las Sagradas Escrituras y en los escritos de los Santos Padres un tesoro de conocimiento teológico.

En 1220, habiendo visto transportar a la Iglesia de Santa Croce los restos de los primeros mártires franciscanos, quienes habían muerto en Marruecos el 16 de Enero de ése mismo año, se sintió inflamado con el deseo del martirio y decidió ingresar con los Frailes Menores para así poder predicar la Fe a los sarracenos y sufrir por amor a Cristo. Habiéndoles confesado su intención a algunos de los hermanos franciscanos del convento de Olivares (cerca de Coímbra), estos fueron quienes suplicaron al Abad de los Canónigos Regulares, para que autorizara la salida de nuestro santo. Recibió de manos del mismo abad, el hábito Franciscano en el mismo convento de Santa Croce. Así Fernando dejó a los Canónigos Regulares de San Agustín para incorporarse a la orden de Frailes Menores, adoptando el nuevo nombre de Antonio, nombre que también adoptó en el Convento de Olivares.

Al poco tiempo de haber ingresado en la orden, Antonio salió para Marruecos, pero decaído por una severa enfermedad que lo afecto durante todo el invierno, le ordenaron zarpar hacia Portugal en la Primavera siguiente (1221). Su barco, sin embargo, fue atacado por una violenta tormenta y llevado a las costas de Sicilia, donde Antonio permaneció por algún tiempo, mientras se recuperaba su salud. Habiendo oído de los frailes de Messina que un capítulo general tendría lugar en Asís el 30 de Mayo, decidió viajar, llegando a tiempo para tomar parte en él. Finalizado el capítulo, Antonio permaneció completamente ignorado.

"No dijo una sola palabra acerca de sus estudios",

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escribe su más antiguo biógrafo, "ni de ninguno de los servicios que había desempeñado; su único deseo era seguir a Jesucristo crucificado". De acuerdo a esto, pidió al Padre Graciano, Provincial de Coímbra, un lugar donde pudiese vivir en soledad y penitencia y poder introducirse más profundamente en el espíritu y la disciplina de la vida franciscana. El Padre Graciano se encontraba en la necesidad de un sacerdote para la ermita de Monte Paolo (cerca de Forli), así pues envió ahí a Antonio para que pudiera celebrar la Misa para los hermanos no sacerdotes.

Mientras Antonio vivía retirado en Monte Paolo, sucedió que un día, cierto número de frailes franciscanos y dominicos fueron enviados juntos a Forli para su ordenación. Antonio se encontraba presente, pero simplemente como acompañante del Provincial. Cuando llegó la hora de la ordenación, descubrieron que no había ningún predicador designado. El superior primero preguntó a los dominicos si entre ellos habría alguien que dirigiese algunas palabras a los hermanos reunidos; pero todos declinaron indicando que ninguno estaba preparado. En la emergencia escogieron a Antonio, de quien creían que sólo era capaz de leer el Misal y el Breviario, y le ordenaron hablar lo que el espíritu de Dios pusiera en su boca. Antonio accedió por obediencia, hablando al principio tímida y lentamente, pero pronto exaltado por el fervor, empezó a explicar el sentido más oculto de las Sagradas Escrituras con tan profunda erudición y sublime doctrina que todos los presentes quedaron atónitos. A partir de ése momento empezó la carrera pública de Antonio.

San Francisco, informado del conocimiento de Antonio, le escribió la siguiente carta para enseñar teología a los hermanos: “Al Hermano Antonio..., el Hermano Francisco envía sus saludos. Es un placer para mí que vos enseñéis teología a los hermanos, entendiendo, sin embargo, como se encuentra expresado en la Regla, el espíritu de oración y devoción no debe extinguirse. Hasta

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pronto”. Antes de iniciar la instrucción, Antonio fue por

algún tiempo a Vercelli; luego fue a enseñar con éxito en Bolonia y Montpellier en 1224 y posteriormente en Toulouse. Sin embargo no ha quedado nada de sus cátedras.

No fue menos ferviente su intervención, en la extinción de las herejías, sobre todo la de los cátaros y los patarinos, quienes infestaron el centro y el norte de Italia, y probablemente también aquella herejía de los albigenses en el sur de Francia, aunque no existen documentos que lo confirmen.

Entre los muchos milagros, con que San Antonio consiguió la conversión de herejes, los tres mas mencionados por sus biógrafos son los siguientes: El primero es el de la mula, al cual nos vamos a referir más adelante. El segundo milagro importante, es aquel que sucedió cuando algunos herejes italianos le dieron comida envenenada, la cual se desintoxicó, al hacer él el signo de la Cruz. El tercer milagro digno de mencionar es el del famoso sermón a los peces en el banco del río Brenta, vecino a Padua.

Después de haber sido tutor en Le-Puy (1224), encontramos a Antonio en el año de 1226, como Provincial en la provincia de Limousin, donde le son atribuidos una serie de milagros.

Después de la muerte de San Francisco, el 3 de Octubre de 1226, Antonio regresó a Italia. Poco después fue electo Ministro Provincial de Emilia, pero para poder dedicar más tiempo a la predicación, renunció a éste cargo en el Capítulo General de Asís el 30 de Mayo de 1230 y se retiró al convento de Padua, que él mismo había fundado. La última Cuaresma en que predicó fue la de 1231; la multitud que llegaba de todas partes para escucharle, frecuentemente alcanzaba las 30,000 personas y más. Sus últimos sermones fueron dedicados principalmente contra la herejía y la enemistad, y sus

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esfuerzos fueron coronados con maravillosos éxitos. Sucedieron reconciliaciones permanentes, se

restablecieron la paz y la concordia, fueron liberados deudores y otros prisioneros, llevadas a cabo restituciones y enormes escándalos reparados; de hecho, los sacerdotes de Padua ya no eran suficientes para el número de penitentes, y muchos de éstos declaraban haber sido advertidos por visiones celestiales y enviados a San Antonio, para ser guiados por sus consejos. Otros, después de la muerte del santo, decían que se les había aparecido en sueños, enviándolos a confesarse.

Al final de la Cuaresma de 1231, Antonio se retiró a Composanpiero, vecino a Padua, donde después de poco tiempo fue afectado por una enfermedad grave. Transferido a Vercelli y fortalecido por la aparición de Nuestro Señor, murió a la edad de treinta y seis años el 13 de Junio de 1231. Había vivido quince años con sus padres, diez como Canónigo Regular de San Agustín y once años en la Orden de Frailes Menores.

San Antonio posee el récord de la canonización más rápida de la historia. Fue declarado santo 352 días después de su deceso, el 30 de mayo de 1232, fiesta de Pentecostés. Su muerte acaeció un 13 de junio, día de celebraciones populares en Lisboa. San Antonio es el santo patrón de Lisboa y de Padua donde permanecen sus restos.

El día de su muerte la población de Padua se echó a la calle gritando: ¡Ha muerte el santo! Gregorio IX, persuadido firmemente de su santidad por los numerosos milagros que había realizado, lo inscribió a un año de su muerte en el catálogo de los santos de la Catedral de Espoleto. En la Bula de canonización, declaró que había conocido personalmente al santo, y se sabe que el mismo pontífice, habiendo oído uno de sus sermones en Roma e impactado por su profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras, lo llamó "Arca de la Alianza". La validez de éste título está también mostrada por sus múltiples

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trabajos: "Expositio in Psalmos", escrito en Montpellier en 1224; los "Sermones de tempore" y los "Sermones de Sanctis", escritos en Padua entre 1229 y 1230.

Por los numerosos milagros que se le atribuyen es aclamado en todo el mundo. Los habitantes de Padua construyeron en su memoria una magnífica basílica a donde fueron transferidos sus restos en 1263. Cuando la bóveda en la que por treinta años permaneció su cuerpo fue abierta, se encontró que las carnes del mismo se habían reducido a polvo pero su lengua, que le había servido para las predicaciones, se mantenía intacta con un vívido color rojo. San Buenaventura tomó con afecto la lengua en sus manos y la besó exclamando: “Oh bendita lengua que siempre alabaste al Señor e hiciste que otros lo alabaran, haces evidente ahora tus méritos ante el señor.

Pío XII se hizo intérprete de esa tradición secular cuando el 16 de enero de 1946 le proclamaba doctor de la Iglesia, asignándole el título de Doctor Evangélico, por las Letras Apostólicas que empiezan con el siguiente elogio: «Alégrate, feliz Lusitania: salta de júbilo, Padua dichosa, pues engendrasteis para la tierra y para el cielo a un varón que bien puede compararse con un astro rutilante, ya que brillando, no sólo por la santidad de su vida y gloriosa fama de sus milagros, sino también por el esplendor que por todas partes derrama su celestial doctrina, alumbró y aún sigue alumbrando al mundo entero con una luz fulgentísima».

El milagro de la mula

Predicaba San Antonio en Rímini (Italia). Allí los

herejes patarinos habían desfigurado el dogma de la presencia real, reduciendo la Eucaristía a una simple cena conmemorativa. San Antonio, en su predicación, ilustró plenamente la realidad de la presencia de Jesús en la Sagrada Forma consagrada. Mas los jefes de la herejía no aceptaban las razones del Santo e intentaban rebatir sus

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argumentos1. Entre ellos, Bonvillo, que era el principal y se

hacía el sabiondo, le dijo: -Menos palabras; si quieres que yo crea en ese misterio, has de hacer el siguiente milagro: Yo tengo una mula; la tendré sin comer por tres días continuos, pasados los cuales nos presentaremos juntos ante ella: yo con el pienso, y tú con tu sacramento. Si la mula, sin cuidarse del pienso, se arrodilla y adora ese tú Pan, entonces también lo adoraré yo.

Aceptó el Santo la prueba y se retiró a implorar el auxilio de Dios con oraciones, ayunos y penitencias. Durante tres días privó el hereje a su mula de todo pienso y luego la sacó a la plaza pública. Al mismo tiempo, por el lado opuesto de la plaza, entraba en ella San Antonio, llevando en sus manos una Custodia con el Cuerpo de Cristo; todo ello ante una multitud de personas ansiosas de conocer el resultado de aquel extraordinario compromiso contraído por el santo franciscano.

Encaróse entonces el Santo con el hambriento animal, y hablando con él, le dijo:

En nombre de aquel Señor a quien yo, aunque indigno, tengo en mis manos, te mando que vengas luego a hacer reverencia a tu Creador, para que la malicia de los herejes se confunda y todos entiendan la verdad de este altísimo sacramento, que los sacerdotes tratamos en el altar, y que todas las criaturas están sujetas a su Creador. 1 .- Los patarinos, eran un movimiento reformista católico. Estos laicos de los siglos XI y XII intentaron eliminar los abusos en el clero, sobre todo la inmoralidad y la simonía. El nombre procede de Pataria, un barrio de Milán, pues su centro estaba en esa ciudad y su principal enemigo era el arzobispo de Milán y su clero. Entre los patarinos florecieron ideas maniqueas. Además de su prédica contra la materia, considerada mala, se oponían al matrimonio. También tuvieron vínculos con los cátaros y los bogomilos. A pesar de ser perseguido por el arzobispado de Milán, el movimiento duró hasta principios del renacimiento cultural europeo. Indirectamente, los patarinos contribuyeron a fortalecer al Papa en Lombardía y otras regiones ya que se tomaron medidas contra la corrupción del clero local.

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Mientras decía el Santo estas palabras, el hereje echaba cebada a la mula para que comiese; pero la mula, sin hacer caso de la comida avanzó pausadamente, como si hubiese tenido uso de razón, y doblando respetuosamente las rodillas ante el Santo que mantenía levantada la Sagrada Forma consagrada, permaneció en esta postura hasta que San Antonio le concedió licencia para que se levantara. Bonvillo cumplió su promesa y se convirtió de todo corazón a la fe católica; los herejes se retractaron de sus errores, y San Antonio, después de dar la bendición con el Santísimo en medio de una tempestad de vítores y aplausos, condujo la Sagrada Forma consagrada, procesionalmente y en triunfo a la iglesia, donde se dieron gracias a Dios por el estupendo portento y conversión de tantos herejes.

Además de este milagro, fueron otros muchos los que se nos han trasmitido, que no son del caso narrar aquí pues directamente no estén vinculados con el tema que nos ocupa que es la Eucaristía.

La Cruz de Caravaca.

Caravaca de la Cruz en la región de Murcia, en

España, es el quinto lugar o Ciudad Santa de la cristiandad, al detentar el privilegio de celebrar año jubilar a perpetuidad concedido en 1998 por el Papa Juan Pablo II. Caravaca de la Cruz, junto con Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Camaleño (Monasterio de Santo Toribio de Liébana). Son los cinco lugares de peregrinación existentes en el mundo con este privilegio; tres de ellos se encuentran en España.

Caravaca celebra su jubileo cada siete años, el primero de ellos en 2003, cuando fue visitada por el entonces cardenal Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI.

Esto se realiza en el Santuario donde se custodia la Vera Cruz. La Vera Cruz en Caravaca que es un ¨lignum crucis¨, es decir, un fragmento de la verdadera

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cruz a la que Jesús Nuestro Señor fue crucificado. Se conserva en un relicario con forma de cruz de doble brazo horizontal, de 7 y 10 cms. y de 17 cms. de alto. Tiene la forma y el tamaño de un pectoral grande.

Según la tradición esta, perteneció al patriarca Roberto de Jerusalén, primer obispo de la ciudad santa una vez conquistada a los musulmanes en la primera cruzada (1099). Ciento treinta años más tarde (1229), en la sexta cruzada, durante la estancia en Jerusalén del emperador Federico II, un obispo, sucesor de Roberto en el patriarcado, tenía posesión de la reliquia. Dos años después la cruz estaba milagrosamente en Caravaca.

Marco histórico del milagro de Caravaca. El milagro que vamos a narrar, sucedió el día 3 de

mayo de 1232. En aquellos días la Reconquista estaba en manos de dos grandes reyes españoles.

En el reino de Castilla León, reinaba Fernando III el Santo, que aprovechando la victoria cristiana sobre los sarracenos de las Navas de Tolosa, en el 1212, iba avanzando sus conquistas en el valle del Guadalquivir, conquistando Córdoba en el 1237 y culminando su reinado con la conquista de Sevilla en 1248.

En el lado este de la península, el rey de Aragón Don Jaime I el Conquistador, después de someter el reino de Mallorca en 1229 estaba ocupado con la toma del reino Valencia campaña esta que la inició con la toma de Morella en el 1232 y más tarde las de Burriana y Peñiscola en 1233. La toma de Valencia se efectuaría en diciembre de 1242.

El reino de taifa de Murcia, donde se encuentra Caravaca de la Cruz, dependía del reino de Valencia y este, estaba gobernada por el rey moro Ibn Hud, del cual a su vez dependía el “Sayid” de Caravaca, que era una especie de rey subordinado y que se llamaba Zeyt-Abu-Zeyt. Es, pues, en pleno territorio y dominación

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musulmana, cuando se narra el hecho. El milagro eucarístico de Caravaca. El milagro eucarístico de Caravaca de la Cruz está

relacionado con la celebración de una Misa milagrosa, en la que Jesús apareció en el interior de una Sagrada Forma y por medio de un crucifijo y la Santa Cruz apareció en el Castillo-Alcázar de Caravaca. Gracias a ello, el rey musulmán de Caravaca Murcia y su familia se convirtieron al cristianismo.

Los hechos tal como se relataron ocurrieron así: Entre los cristianos prisioneros de los musulmanes estaba el sacerdote Ginés Pérez Chirinos que, venido de Cuenca, predicaba el evangelio a la morisma. El rey moro Zeyt-Abu-Zeyt, que como ya hemos dicho, era un sayid o subordinado del rey de Murcia Ben Hud, interrogó a los cautivos sobre sus respectivos oficios. El sacerdote contestó que el suyo era celebrar la misa, suscitando la curiosidad del musulmán quien le interrogó sobre algunos aspectos de la religión cristiana. Particularmente, el rey se interesó por el significado de la Misa. El sacerdote hizo una larga explicación sobre la importancia de la Misa. Fascinado por la predicación del fraile, el rey ordenó que se celebrase inmediatamente una Misa. Ya que el sacerdote no contaba con lo necesario, algunos hombres del rey fueron al pueblo vecino de Cuenca, que era territorio cristiano, del reino de Castilla y León, con el fin de traer todo lo necesario para la celebración. Sin embargo, durante la Misa el sacerdote se turbó mucho cuando se dio cuenta de que habían olvidado la cruz que va sobre el altar. El rey le preguntó cuál era el motivo de su turbación y el sacerdote explicó la razón. Pero el rey respondió: “¿no será aquella?”. En efecto, en ese momento, dos ángeles transportaron un ¨lignum

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crucis¨ que depositaron en el altar, y así se pudo continuar la Santa Misa. El sacerdote dio gracias al Señor con gran conmoción y lleno de gozo prosiguió con la celebración. Pero el milagro continuó. En el momento de la consagración, el rey contempló un bellísimo niño que apareció en vez de la Sagrada Forma y que lo miraba dulcemente.

Después de todas estas manifestaciones milagrosas, el rey y su familia se convirtieron al cristianismo y fueron bautizados. Zeyt-Abu-Zeyt recibió el nombre de Vicente y su mujer, Elena. Desde aquel día, 3 de mayo de 1231, el lugar fue llamado Caravaca de la Cruz.

La fuerza que irradia la Cruz de Caravaca. Once años después de la aparición de la Santa

Cruz, el reino murciano pasó al vasallaje del rey castellano (1243-1244).

Alhamar-al-nasrí del reino de Granada aprovechó la muerte del rey de taifa Ibn Hud de Murcia para amenazar al nuevo taifa murciano sucesor de Ibn Hud. Este recurrió al vasallaje de Fernando II, rey de Castilla y León. Así, en 1243, el infante Alfonso, futuro Alfonso X, vino a Murcia y tomó posesión del territorio. De este modo Caravaca pasó a ser un fuerte bastión cristiano en la línea del territorio interior. Caravaca se constituye en cabecera militar y religiosa de la Comarca y de las tierras fronterizas. La Cruz contribuye de una manera decisiva a dar identidad a estos territorios y se erige en un centro de irradiación de luz espiritual. De este modo la Vera Cruz marca este espacio fronterizo.

La aparición de la Cruz en Caravaca ocurre en la época de la instauración de la nueva frontera de Castilla-León frente a la Granada musulmana, con la incorporación del reino taifa de Murcia a la soberanía

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cristiana. La aparición de la Cruz en Caravaca inspiró al nacimiento de las órdenes militares para luchar por la reconquista

Los cristianos que llegaban a esta tierra se sentían como ¨tocados y cobijados¨ por una fuerza sagrada. De ahí que muchos liberados del cautiverio acudieran a depositar sus cadenas, como exvotos, a la pequeña capilla interior de la fortaleza, en donde custodiaba la Cruz, la Orden militar encargada del Castillo.

La orden militar de los Templarios fue la primera que custodió y defendió el castillo y la Cruz, después de unos años de posesión directa por las tropas castellanas. Hay dos teorías sobre la fecha de su venida. La primera afirma que fue en 1244, al someterse todo el territorio murciano al vasallaje cristiano. La segunda afirma que fue en 1265-1266, al acabar la sublevación mudéjar del territorio murciano ya castellano.

El Temple venía con las huestes de Jaime I de Aragón que ayudó a su yerno Alfonso el Sabio a someter la rebeldía. El rey Aragonés, educado por la Orden y amigo de ella, le otorgó casa y huerto en Murcia. Después, el rey Alfonso le donó el territorio caravaqueño. El Temple estuvo en Caravaca alrededor de 46 años. Desaparecido el Temple, la baylía de Caravaca fue dada por Alfonso XI a la orden de Santiago (1344), que ocupaban ya la frontera oriental y parte de la central frente a Granada. La Orden permaneció aquí hasta la abolición de todas las órdenes en 1868.

El nombre oficial con el que se denomina a la Reliquia en los documentos es el de ¨Vera Cruz¨, nombre bien significativo, relacionado con el Temple, pues en donde hubo templarios aparece frecuentemente el título de Vera Cruz. Desde la Edad Media se la conoce con este nombre específico: la Vera Cruz de Caravaca, es decir, la verdadera cruz. El título, juntamente con el de Santa, solamente se aplicaba al leño de Jerusalén, encontrado en el siglo IV por Constantino o por su madre Santa Elena.

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Tras la unificación de España y el descubrimiento de nuevas tierras, la Santa Cruz de Caravaca, continuó siendo signo de la fe que inspiró el avance del Evangelio. A Caravaca vinieron numerosas órdenes religiosas. San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús fundaron respectivos conventos, existentes actualmente. También se instalaron aquí los Jerónimos, franciscanos y jesuitas. Muchos misioneros eran residentes de Caravaca o pasaron por aquí en camino a las misiones en diversas partes del mundo, con lo que la devoción a la Cruz creció rápidamente, abarcando los confines de un Imperio donde no se ponía el sol.

Desde California hasta la tierra de Fuego es conocida la Cruz de Caravaca. Su conocimiento llega hasta Filipinas, porque en 1668 misioneros españoles llevaron reproducciones a petición de los cristianos existentes allí. En Europa fueron los jesuitas sobre todo los que extendieron su conocimiento: no olvidemos que en Caravaca fundaron un colegio con noviciado. En Polonia existe una reproducción de la Cruz en el museo de la Universidad de Cracovia y otra en la catedral de Gniezno. Hacia 1600 comienza su extensión por Alemania: existe un trabajo fotográfico donde se recogen las distintas imágenes de la Cruz en distintas iglesias de la región de Hohenzollern. En Francia existe también algún libro sobre la Cruz, editado en Lyon (en 1653) y varias reproducciones en la región de Limoges. En los Países Bajos (Bruselas) también es conocida. Desde Roma piden cruces en 1606. También es conocida en Inglaterra, en donde hay muchas reproducciones y escritos sobre la misma.

Historia de la Cruz de Caravaca. La teoría más aceptada acerca de cómo llegó la

cruz a Caravaca es que fue llevada allí por los templarios desde la iglesia de la Veracruz de Segovia

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en 1234, cuando Alfonso X el Sabio, todavía príncipe, encomendó a esta orden militar la defensa de esta zona.

Debido a la invasión napoleónica, la Cruz fue trasladada desde el castillo a la parroquia del Salvador y allí fue ocultada en una caja enterrada para evitar la rapiña de los franceses. Aquí estuvo desde 1809 hasta quizás 1818, ya que el Castillo fue fortificado para uso militar y la iglesia ocupada en estos menesteres. En el Salvador se celebraría cada año el "Baño del Vino" con la Reliquia. Se evitó el robo de la Cruz durante la estancia de las tropas francesas en Caravaca, pero no el de la custodia, regalo del marqués de los Vélez, la cual fue recuperada después. Durante todo el siglo XIX y principios del XX se estructuran definitivamente todos los rituales de la Cruz y las formas de las celebraciones de mayo en su honor, que es el armazón de las fiestas conmemorativas actuales.

El hecho más lamentable de toda la historia de la Cruz y de Caravaca fue el acaecido en la noche-madrugada del día doce al trece de febrero de 1934. Fue un robo sacrílego de carácter político-religioso que dejó consternada a la ciudad durante algunos años. Era el miércoles de ceniza cuando, por la mañana, se descubrió el sagrario abierto y vacío sin la Reliquia, habiendo dejado los ladrones la caja-estuche del siglo XIV en donde se guardaba la Cruz. A las 9 del día trece corrió la noticia y la tensión suscitada fue enorme. Las diligencias y pesquisas judiciales y policiales no dieron resultado positivo.

La cruz de Caravaca que hoy podemos contemplar no es pues la auténtica, y el robo sigue siendo un enigma.

Son varias las hipótesis que se barajan sobre el robo:

- Un robo común. Es la tesis menos consistente dado que los ladrones no se llevaron la caja de plata que atesoraba la cruz, así como una tapadera de raso con piedras preciosas. Parece evidente que no se trató de un móvil enteramente económico.

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- Un robo por parte de los masones. La cruz habría sido sustraída como objeto de culto y para ejercer presión política sobre el pueblo. Se llegó a especificar que el objeto habría salido de España rumbo a México. Lo cierto es que en la época del robo, la implantación de la masonería era muy fuerte en toda la región murciana. En Caravaca existía de hecho una logia masónica, denominada: La Luz del Cénit.

- Un robo templario. Habrían sido modernos caballeros del Temple los que sustraerían la reliquia como objeto de gran valor esotérico.

- Un robo del Vaticano. Según esta teoría, el Vaticano, ante la situación política que se avecinaba en el país, decidió robar la cruz para preservarla de todo mal, con intención de devolverla con posterioridad. Esta teoría fue sostenida por Fernando Sebastián de Erice, un diplomático caravaqueño ya fallecido. Él siempre creyó que la visita en 1984, de un nuncio de Su Santidad, estaba relacionada con el suceso del año 34, aunque, no pasa desapercibido, que la reliquia nunca fue retornada.

Hay que destacar que todo lo relativo a la cruz levantó y aún hoy, levanta ampollas, como se demuestra en el hecho de que el juez instructor en el sumario del robo, se inhibiera del caso, dadas las amenazas de muerte recibidas. Su suplente, Manuel Martínez Alcaina sería asesinado de un disparo.

Después de la guerra del 1936-39, las dependencias del Castillo fueron usadas como cárcel hasta el año 1941, quedando posteriormente todo el recinto en estado de abandono, cerrado y sin culto religioso. Se suscitó un deseo grande de conseguir una nueva reliquia. Las gestiones dieron como resultado que el papa Pío XII concediese a Caravaca dos pequeñas astillas del “lignum crucis” que Santa Elena, madre del emperador Constantino, trajo de Jerusalén a Roma en la primera mitad del siglo IV.

La Reliquia permaneció durante tres años en la

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Parroquia del Salvador, ya que el Santuario permanecía en estado de deterioro. Fue en el cinco de mayo del 1945, cuando la Cruz se subió a su templo del Castillo, custodiada ya por la Orden de frailes claretianos.

Los corporales de Daroca.

En el año de 1239, cuando Dios realiza este

milagro, el marco histórico en el que este se realiza, es el siguiente. La unidad española aún no se ha realizado y los dos principales reinos están en plena reconquista de lo usurpado por los moros a los cristianos, quinientos años antes, en el siglo VIII.

En el lado castellano, Fernando III el Santo, está recogiendo los frutos de la gran victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Este rey, Fernando III el Santo, accedió al trono de castilla cinco años más tarde de esta victoria cristiana en 1217, y ahora está reconquistando toda Andalucía a excepción del reino de Granada.

En esta misma época, en 1239, en el reino de Aragón Jaime I el conquistador, después de haber conquistado Mallorca, pone su empeño en conquistar el Reino de Valencia. Años atrás Valencia ya fue cristiana en el año 1092, por la conquista que de ella hizo el Cid Campeador, pero en 1099, muere el Cid y su esposa Doña Jimena, solo puede mantener Valencia en manos cristianas hasta el año 1102, en que es reconquistada por los almorávides.

Es ahora, en las fechas del milagro de los Corporales de Daroca, en 1239, cuando Jaime I el conquistador está en guerra con los moros para la segunda reconquista de Valencia, sin que el otro gran rey cristiano Fernando III el Santo pueda ayudarle, por encontrarse ocupado en la reconquista de Andalucía.

Jaime I el Conquistador, después de haber entrado triunfante en la ciudad de Valencia, continua sus

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conquistas hacia abajo y ve la necesidad de tomar el castillo de Chio en Luchente, ciudad está situada al sur de Valencia y a unas tres leguas de Játiva, en poder de los musulmanes y para esta labor, designa a los tercios de Daroca, Teruel y Calatayud, importantes poblaciones del Reino de Aragón, que habían puesto sus tropas al servicio de la reconquista del Reino de Valencia.

El castillo de Chio, era y es una fortaleza árabe del periodo almohade construida en el siglo XII. Dada la situación estratégica de este castillo, desde él se vigilaba la entrada del Valle de Albaida desde la costa. Después de la conquista cristiana del siglo XIII por su función de vigilancia y refugio, es abandonado y el paso del tiempo ha provocado su demolición, hasta llegar a la deteriorada situación actual.

Historia del Milagro Eucarístico Los hechos transcurrieron así: Cuando las tropas

Cristianas de Daroca, Teruel y Calatayud asentadas en el Puig del Codol, se disponían a conquistar a los moros el Castillo de Chío en Luchente, el día 23 de febrero, de 1239. El Capellán mosén Mateo Martínez, de Daroca, celebraba una misa en la que consagró seis formas destinadas a la comunión de los seis capitanes de aquellas tropas: Don Jiménez Pérez, Don Fernando Sánchez, Don Pedro, Don Raimundo, Don Guillermo, y Don Simone Carroz. Un ataque por sorpresa de los musulmanes, obligó a suspender la misa y el capellán, para evitar una posible profanación de las formas que ya estaban consagradas, las envolvió en los corporales y las ocultó en un pedregal del monte.

Rechazado el ataque o escaramuza iniciada por los moros, de la que salieron los cristianos victoriosos, los comandantes pidieron al sacerdote que les diera la Comunión, en acción de gracias al Señor por la victoria. Mosén Mateo, fue al lugar donde había escondido las

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Sagradas Formas consagradas y se encontró a las seis formas empapadas en sangre y pegadas a los Corporales.

Los comandantes se regocijaron ante lo que vieron. Tomaron esto como una señal de Jesús de que iban a ser victoriosos, en la toma del castillo. Hicieron que el sacerdote levantara el corporal manchado de sangre en un marco, como un estandarte. Volvieron entonces a la batalla contra los Moros, y el castillo de Chio fue capturado. El mérito de esta batalla triunfal, se le dio al Milagro Eucarístico bondadosamente otorgado por el Señor.

Después de la batalla. Después de la batalla referida en el capítulo

anterior, los vencedores ocuparon el resto del día en enterrar los numerosos cadáveres que habían quedado en el campo y en recoger el inmenso botín que dejaron los moros fugitivos.

Luego, reunido el Consejo de guerra, dispuso se mandara fabricar una caja de plata, que aún se conserva, donde se pudieran colocar debidamente los Santos Corporales.

Don Vicente Belbis, el destronado rey de Valencia, fue comisionado para que fuera a Montpellier a comunicar el milagro y la victoria a D. Jaime, el cual vino inmediatamente a adorarlo, y concedió a Daroca grandes privilegios y regaló varias alhajas de plata, entre ellas la magnífica Custodia, que sirve en la Octava del Corpus de brillante trono al Augusto Sacramento.

Al tratar sobre la posesión de la inestimable joya de los Corporales, se promovió una acalorada disputa, pues todos pretendían tener derecho a su posesión. Don Berenguer de Entenza, general del rey Don Jaime y representante de Valencia, manifestaba que este tesoro quedase en Valencia por el justificado motivo de haber sucedido el prodigio en este territorio y por ser Valencia

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cabeza de aquel reino. Los de Teruel aducían más derechos, porque su capital, como más vecina a los enemigos, había padecido más daños, había sufrido más choques, había derramado más sangre e impedido que los moros invadiesen los pueblos del reino.

Los de Calatayud pretendían que fuese la gloria para sí, en atención a ser la mayor y más rica de las tres ciudades, y haber dado para la conquista más soldados y haber gastado más caudales.

Los de Daroca exponían que aquel tesoro debía corresponderles, porque ellos fueron los primeros que tremolaron las banderas de las Ocas sobre la Puerta de Serranos en Valencia, y por ser mosén Mateo Martínez, hijo de Daroca, el que celebró la misa, y el que consagró las seis Formas, y el fue también, el que enarboló este sagrado estandarte de nuestra fe en la última batalla, de que resultó la más completa victoria.

Viendo Berenguer de Entenza que la contienda tomaba cada vez mayores proporciones y que los ánimos se exaltaban demasiado, propuso que se echasen suertes sobre quién había de ser el dueño de tan rica joya, ya que el día en que esto sucedía, se celebraba la festividad de San Matías, que fue elegido para ser Apóstol.

Todos aceptaron esta proposición, y puesta por obra, se echaron suertes por tres veces y las tres cayeron a Daroca. Esto no obstante, algunos capitanes quedaron descontentos, sospechando que hubo o pudo haber arte o engaño en lo que sin duda fue designio del cielo. El caso es que se agriaron las discusiones, hasta que por fin se convino en que se trajese una mulilla blanca cogida en el campo enemigo, que no había llevado carga ni pisado jamás tierra de cristianos, y cargando sobre su lomo los Corporales, se la dejase andar libremente y el lugar donde se parase, se tuviese sin disputa por morada del Santísimo Misterio elegida por el Cielo. Los capitanes no se opusieron a esta determinación.

Colocados los Corporales en la caja o arqueta de

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plata, liada con cordones de seda, que se había construido, y que aún se conservan, cabalgó el sacerdote llevándola consigo con grande reverencia, dejando a la mulilla caminar a su arbitrio. Detrás iban los soldados con la Cruz levantada y las banderas desplegadas, y la gente con hachas encendidas en las manos, formando una procesión, tocando, las músicas y cantando himnos.

La fecha de partida, era el 24 de Febrero de 1239. La mula dejó el cerro de Codol, y empezó su jornada. Iba seguida por la asistencia cercana de sacerdotes con velas encendidas, y soldados. El primer camino que tomó la mula, fue hacia Valencia, pero nunca entró en esa ciudad. La mula continuó cruzando una quebrada que va de Catarroja a Manizes, tocando Segorbe, Jerica y Teruel. Pero no entró en ninguna de esas ciudades. La mula viajó durante 12 días una distancia de más de 200 millas antes de doblar las rodillas y caer muerta enfrente a la Iglesia de San Marcos, en la ciudad de Daroca (hoy Iglesia de la Trinidad). El corporal estuvo en esta iglesia hasta que se trasladó a la iglesia de Santa María.

Hay tradiciones y leyendas atadas al viaje de la mula. Se dice que durante los 12 días sucedieron muchas cosas milagrosas, como música y cantos angelicales, furia de demonios que abandonaban almas que habían poseído, muchas conversiones de pecadores. Pero no hay ninguna documentación sobre todo esto. Estas son historias locales que se han desarrollado a través de los años y es así como suele el pueblo, poetizar y embellecer los hechos más portentosos de su historia.

Una hermosa Iglesia fue construida para ser el hogar de este regalo especial al pueblo de Daroca. Un relicario majestuoso fue creado en 1385. Esculturas representando los hechos que conducían al milagro fueron colocadas en la Iglesia, como por ejemplo la Batalla de Luchente, al Padre Mateo Martínez levantando el corporal como un estandarte de batalla, el viaje de la mula, y la llegada a Daroca.

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En 1444, el Papa Eugenio IV concedió un año de Jubileo para Daroca, cada 10 años. Este fue el mismo Papa que hizo auténtico el Milagro Eucarístico de Walldurn, Alemania, y el Milagro Eucarístico de Ferrara, Italia. Fue durante ese tiempo que la ciudad de Daroca escogió a Santo Tomás de Aquino como el Protector del milagro Eucarístico. Precisamente la fecha en que la mula cayó muerta en Daroca fue un 7 de marzo, que más tarde sería instituido como el día de Santo Tomás de Aquino. El Papa Sixto IV también le concedió un jubileo al milagro de Daroca, cada 6 años.

La sangre en el corporal ha sido analizada, y ha sido determinado que es de origen humano. No hay ningún dato sobre el tipo de sangre.

La Hijuela de los Corporales. Pero ¿qué es la Santa Hijuela? En términos

litúrgicos, “hijuela”, es el pequeño paño generalmente cuadrado de unos 15 x 15 cm. y también puede tener forma circular, que el sacerdote usa para cubrir la patena hasta el momento del ofertorio.

En la misa de consagración de las santas formas en el Puig del Codol, mosén Mateo Martínez, usó una hijuela que al ir junto a los corporales también quedó manchada con la sangre de Nuestro Señor. Por lo tanto, ante todo digamos que la Santa Hijuela es una reliquia. Una reliquia que es testimonio de un prodigio obrado hace siglos en tierras del Reino de Valencia frontera del moro. En esta hijuela, aún podemos contar las redondas huellas de unas manchas de sangre.

Como ya antes hemos explicado Corporales e Hijuela, quedan depositados en la villa de Daroca. Pero un 25 de noviembre del año de 1495. El Cabildo de Daroca regala a S.S. A.A. los Reyes católicos, la Santa Hijuela de los Corporales que obrarán en poder de la Reina hasta su muerte.

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Doña Isabel de Castilla, lega esta santa Hijuela a doña Beatriz de Bobadilla, casada con Don Andrés Cabrera, marqueses de Moya. Doña Beatriz de Bobadilla, da la reliquia de la Santa Hijuela en custodia, a los dominicos del recién fundado convento y colegio de Carboneras en los límites mismos del Marquesado, en la villa de Guadazón de Carboneras.

Los años posteriores marcarán el cambio de los tiempos. Influenciada la comarca por el apostolado de los dominicos desde el año 1698, será esta la fecha de la escritura que obliga a las iglesias de Reíllo, Arguisuelas, Pajarón y Pajaroncillo a estar presentes y formar en la procesión del Segundo Domingo de Mayo, Domingo de Procesiones. Las imágenes de estos pueblos acompañarán procesionalmente a la Santa Hijuela que saldrá bajo palio y recorrerá el trayecto que separa la iglesia conventual de la parroquia. Arruinado el convento y abandonada su iglesia actualmente se celebran los cultos y ritos en la parroquia.

La Santa Hijuela sufrió los rigores del cambio de los siglos. Despojada de su relicario fue tirada por un soldado de Napoleón al suelo donde fue recogida por un devoto, más tarde se colocó en la custodia que hoy en día tiene. Trasladada a la capilla de la parroquia de Santo Domingo, cuando la desamortización, no ha vuelto a moverse de allí, salvo en los años 58 y 60 en que salió a Daroca y Manresa respectivamente, Durante la guerra civil del 36 estuvo recogida en la catedral conquense volviendo a Carboneras el año 39.

El milagro de los Corporales de Daroca, han tenido una gran difusión e influencia en el establecimiento del la fiesta del Corpus Christi, juntamente con otros milagros eucarísticos, como el de Bolsena y Orvieto en Italia, de los que luego nos ocuparemos.

Brujería en Santarém (Portugal).

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Santarém es una importante ciudad situada al

norte de Lisboa en el Ribatejo portugués, es decir en la ribera del rio Tajo, que corre a los pies de esta histórica ciudad fortaleza con su castillo y correspondientes murallas que hubieron de ser asaltadas y conquistadas por las tropas cristianas del rey Alfonso Henriques el día de 8 de mayo de 1147, como paso previo para la conquista del Lisboa.

En efecto menos de dos meses más tarde, el 1 de Julio de 1147, las tropas cristianas de Alfonso Henriques, unidas a las que se habían formado en Inglaterra y el norte de Europa, para iniciar la segunda cruzada, toman a los moros la ciudad de Lisboa el 24 de octubre de 1147.

Pero volviendo a Santarém para no apartarnos de nuestro tema, cien años más tarde de la reconquista de esta ciudad por los cristianos portugueses, y unos cinco años más tarde del milagro de los Corporales de Daroca, Dios quiso una vez más premiar a los hijos de Hispania con un nuevo milagro eucarístico, para que nuestra fe en el milagro de la Transustanciación se fortalezca día a día.

El primer milagro en Santarém. El acta o documento primario de este milagro ha

desaparecido, pero historiadores del siglo XV, nos afirman haber leído esta acta y que la fecha exacta del día en que ocurrió el milagro, fue el 16 de febrero de 1247.

Otros documentos, como la copia comisionada por el rey Alfonso IV en 1346, datan el milagro en el año 1266. La disparidad de fechas, puede muy bien deberse al conocido hecho de que la misma Sagrada forma ha sido causa de innumerables milagros en diferentes años. Sea cual sea la fecha del milagro, ello no es lo importante.

En Santarém vivía una mujer que era muy infeliz, pues estaba convencida de que su esposo le era infiel. Utilizó toda la astucia de la que ella era capaz

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para atraer a su esposo, pero no obtuvo ningún resultado. Desesperada ante su situación y queriendo salvar su matrimonio, oyó la sugerencia de los amigos y buscó la orientación y el servicio de una bruja.

Visitó a una hechicera del pueblo, la cual le prometió que su esposo volvería a amarla como antes, con la condición de que le llevara como paga una Sagrada Forma consagrada.

Es de suponer, que la hechicera era de religión musulmana u judía, lo cual le imposibilitada a ella, el adquirir directamente la Sagrada Forma consagrada, simulando una comunión. Por otro lado en aquella época no era normal la comunión diaria, por lo que si alguien tenía necesidad de comulgar en medio de la semana, había de obtener una autorización especial. Para ello, la hechicera la aleccionó, para que pudiese comulgar entre semana, diciéndole que debería disimular una enfermedad y comunicárselo a la Iglesia, porque así, ella podría recibir la comunión Eucarística durante la semana y entonces, tendría la oportunidad de poderle llevarle a ella la Sagrada forma.

La mujer quedó aterrada, porque ella sabía que éste era un abominable sacrilegio y que la hechicera deseaba la forma para la realización de algún refinado sacrilegio.

Se quedó en silencio y dejó la presencia de la bruja. Por largo tiempo quedó pensando en aquella demanda y tentaba resolver la duda que afligía su corazón. En su lucha interior, en su conciencia, se impuso la tesis de satanás y finalmente accedió, encandilada por la posibilidad de convertir su marido y alcanzar la soñada felicidad en la vida matrimonial. Inventó una gran mentira y se la contó al sacerdote para conseguir la autorización.

El sacerdote de la parroquia concedió la licencia y ella fue recibir la Sagrada Comunión en la Iglesia de San Estévez. En el momento de la Comunión estaba muy emocionada y con un inmenso drama de conciencia.

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Cuando Jesús Sacramentado fue colocado en su lengua, no consumió la Sagrada forma. Ella se sacó la Sagrada Forma de la boca y la puso en un nudo de su pañuelo de cabeza y dejó la Iglesia inmediatamente y caminó en dirección a la casa de la hechicera.

Por el camino a la casa de la hechicera, la Sagrada forma comenzó a sangrar. La mujer no se dio cuenta de lo que ocurría hasta que se lo comunicaron otros transeúntes, pensando que era ella la que sangraba, por alguna herida en la cabeza. El pánico que la inundó pudo más que sus deseos de acceder a la petición de la hechicera, y cambió de rumbo cogiendo el camino de su casa En su casa, puso la Sagrada forma, envuelta aún en el pañuelo, en el fondo de un baúl de cedro donde guardaba sus pertenencias en su habitación. Allí se quedó, con gran temor, todo el día hasta que anocheció.

Cuando su esposo llegó a la casa esa noche, después de su trabajo se fueron a dormir, aunque lo más seguro es que ella no podría conciliar el sueño con facilidad. La culpa de su pecado la atormentaba, y también la duda de saber si la Sagrada Forma consagrada continuaba sangrando.

En la plena oscuridad de aquella habitación, aconteció otro gran milagro. Salieron del baúl brillantes rayos, haciendo que la pareja se despertase. Asustados y espantados, ellos vieron dos Ángeles abrir el baúl y dejar en libertad Nuestro Señor Eucarístico de la prisión del baúl y del pañuelo.

Sin palabras y admirados con ese hecho, ellos vieron la pequeña Forma consagrada, en medio del pañuelo abierto. Y delante de la realidad, llorando y arrepentida por haber practicado este pecado, la esposa le dice al marido, toda la verdad sobre lo que había pasado.

Ambos llorando y conmovidos pasaron la noche de rodillas en oraciones delante Nuestro Señor Eucarístico, suplicando perdón por esta locura abominable. En estado de vigilia y adoración allí se

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quedaron hasta la mañana del día siguiente, cuando varias personas llegaron.

Los vecinos fueron atraídos viendo las llamaradas y brillos como si fuesen pequeños relámpagos que salían de la casa. Entonces estos, fueron hasta el lugar para saber lo que estaba pasando. Las personas conocieron el hecho por la narrativa emocionada de la pareja y testificaron el notable milagro.

Un sacerdote fue llamado para llevar la Sagrada Forma consagrada en procesión a la Iglesia de San Esteban. El sacerdote tomó la Sagrada forma y regresó con Ella a la iglesia de San Esteban en solemne procesión, acompañado por muchos del clero y laicos. La Sagrada forma continuó sangrando por tres días y los presentes vieron una espectacular visión de ángeles adorando a la Sagrada forma sangrante. Finalmente se decidió ponerla (aún sangrando) en un relicario de cera de abeja. Allí permaneció la Sagrada forma por mucho tiempo hasta que ocurrió un segundo milagro.

El segundo milagro y otros milagros

subsiguientes en Santarém. En el año de 1340, fecha esta no de exacta

rotundidad, el sacerdote encargado de la custodia de la Sagrada forma, abrió la puerta del tabernáculo y vio que el envase de cera se había roto en muchos pedazos. En su lugar había un envase de cristal que contenía la sangre de la Sagrada Forma mezclada con la cera. Esta se puede aun contemplar hoy en día, junto al relicario mayor de este milagro que es del año 1782. En la actualidad la Sagrada Forma se mantiene en un trono Eucarístico del siglo XVIII, sobre el altar mayor. La Iglesia de San Esteban es también conocida como el “Santuario del Santo Milagro”.

Los milagros continúan. A través de los siglos, la Sagrada forma de Santarém ha emitido nuevamente

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sangre y en ella se han visto aparecer varias imágenes de Nuestro Señor Jesucristo. Entre los testigos de este hecho, está San Francisco Javier, el apóstol de las Indias, quien visitó el santuario antes de irse en misión y un arzobispo de Lisboa quien llegó hasta romper el cuello de la ampolla de cristal en su afán de detener el flujo de Sangre.

Desde que ocurrió el milagro hasta la actualidad, todos los años, en el segundo domingo de abril, El Milagro Eucarístico sale en procesión desde la casa de los esposos donde ocurrió este, en la Vía delle Stuoie hasta la Iglesia del Milagro. La casa ha sido capilla desde 1684.

El Milagro Eucarístico de Santarém solo dejó la ciudad una vez, cuando las tropas de Napoleón invadieron a Portugal en 1810. Por temor a que el milagro fuese profanado en manos de los franceses se llevó la Sagrada forma y terminó en Lisboa, en la Iglesia de Paçao. Más tarde, al no ser devuelto el milagro a Santarém, los ciudadanos de esa ciudad hicieron una protesta en masa. El Milagro Eucarístico regresó a Santarém en gran secreto, para evitar la resistencia de los habitantes de Lisboa, a quienes no se les comunicó del traslado hasta el 2 de diciembre de 1811.

Para aquel que esté interesado, diremos que el santuario fue restaurado por D. Antonio Francisco Marques, obispo de Santarém y abrió sus puertas solemnemente el 7 de marzo, de 1996. Hoy cuenta con un pequeño museo tras el altar mayor. El milagro de Santarém es expuesto cuando hay peregrinos que lo piden con anticipación. Entonces lo pueden contemplar muy de cerca. Después de más de 750 años, la Sangre sigue en estado líquido, tal como cuando ocurrió el milagro.

Por último queremos concluir, con una alusión a la Santa reina de Portugal, nacida en Aragón, Santa Isabel de Portugal. La mayoría de los Reyes de Portugal desde aquella época, han visitado el milagro Eucarístico. Pero las más famosas visitas fueron las dos que hizo la Reina Santa Isabel (Isabel de Aragón), en 1295 y en 1322.

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Su primera visita ocurrió cuando estaba en camino hacia Coímbra y coincidió con la fiesta de Santa Irene. La segunda visita fue para pedir ante el Milagro Eucarístico la paz entre su esposo el Rey Dionisio y su hijo, el futuro Alfonso VI, que estaban en guerra. Pidió que la Sagrada forma milagrosa fuese llevada en procesión por las calles de Santarém. Ella misma acompañó la procesión, despojada de sus insignias reales, de su corona y joyas. Se cubrió de cenizas, caminando descalza, con una soga alrededor de su cuello. Este acto penitencial de la Reina fue muy agradable al Señor, quien le concedió la gracia de la paz y reconciliación entre su esposo y su hijo.

El milagro de Bolsena/Orvieto.

Este milagro sucedió en la ciudad de Bolsena,

pero las reliquias se encuentran en la ciudad de Orvieto. Bolsena es una pequeña ciudad situada al norte de

Roma y al borde del importante lago que lleva su nombre. Orvieto, por su lado, es una población 8 o 9 veces mayor que Bolsena y situada a pocos kilómetros de esta. En la historia de este milagro veremos las razones que existen para que ambas ciudades se encuentren vinculadas al milagro.

Como en Lanciano, el milagro eucarístico sucedió en las manos de un sacerdote, que durante la celebración de la misa dudaba de la presencia real de Jesucristo en la eucaristía.

Quizás este milagro sea menos conocido que el de Lanciano, pero tiene con respecto a este la importancia de que tras este milagro de Bolsena, ocurrido en 1263, el papa Urbano IV instituyó en oficialmente la fiesta del Corpus Christi.

La Edad Media fue un período difícil y vergonzoso para nuestra Iglesia. El Señor permitió que sufriera corrupción y herejías. Las herejías eran expuestas y mantenidas, muchas veces por aquellos que dada su

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formación y destacada posición eran figuras fuertes, dentro de la misma Iglesia. Una de las tendencias heréticas más graves, fue la duda que se sembró en cuanto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía, ocasionando grandes confusiones y problemas de fe para muchos.

El Señor, con esa especial forma de actuación que Él tiene, contrarrestó estas sombras en la Iglesia, con la luz y el resplandor de grandes hombres, como, San Francisco de Asís, Santo Domingo, San Antonio de Padua, o Santo Tomás de Aquino, gran defensor de la Eucaristía. Así como también con la realización de grandes milagros de carácter eucarístico cual es este de Bolsena/Orvieto, que determinó la institución de la fiesta de Corpus Christi.

Historia del milagro de Bolsena/Orvieto. En 1263, un sacerdote al parecer llamado Pedro

de Praga (Bohemia) apareció en Bolsena, de vuelta de una peregrinación a Roma, no se sabe exactamente de dónde provenía y después de que ocurrió el milagro, desapareció y nunca más se supo de él. Era este sacerdote, un buen hombre, de grandes virtudes, pero a causa de las corrientes ideológicas que se desataron entonces, estaba teniendo grandes dudas sobre la presencia física y real de Jesús en la Eucaristía.

Él viajaba en Peregrinación hacia Roma, porque creía que orando en la tumba de San Pedro, el de la fe inquebrantable, su propia fe se fortalecería. Su convicción se basaba en las palabras de Nuestro Señor a Pedro antes de la pasión, cuando le dijo:

“¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha

solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos”. (Lc 22,32-33)

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Es indudable que en la tumba de San Pedro se

encuentra uno de los grandes orígenes de fortaleza de nuestra Iglesia. El P. Pedro, necesitaba estar lleno de la fe necesaria para permanecer en su ministerio. En su camino de vuelta de Roma, paró una noche en la pequeña ciudad de Bolsena, como a 70 millas al norte de Roma. Se quedó en la Iglesia de Santa Cristina, que era una santa heroína de los primeros tiempos de la Iglesia; allí había un milagroso altar de la santa. El P. Pedro pidió celebrar Misa en ese altar, estaba buscando toda la ayuda que pudiera encontrar; solamente conocía una manera: pedir. Él tenía fe, pero no lo sabía. No pedía ayuda fuera de la Iglesia, no les pedía ayuda a los hombres. Él sabía que la única forma en que él podía recobrar su fe y hacerse santo era a través de Nuestro Señor Jesucristo.

Por lo tanto, a la siguiente mañana hizo la única cosa que sabía hacer. Fue al altar de Santa Cristina a celebrar la Santa Misa. Como era su costumbre, oró antes de la Misa por la gracia que necesitaba: la Fe. Oró con mucho fervor a Dios. Su oración fue la misma: suplicaba por la fe para creer sin ninguna duda que el regalo que se nos había dado en la Última Cena, que se le había dado a él el día de su ordenación, era realmente el cuerpo de Cristo.

Comenzó a celebrar la Misa como de costumbre y, en el momento de la Consagración, elevó la Sagrada Forma muy alto sobre su cabeza, y dijo las palabras que mandó Jesús. Cuando pronunció: "ESTO ES MI CUERPO", el pan sin levadura se convirtió en carne, y empezó a sangrar profusamente, la sangre cayó sobre el Corporal.

El sacerdote, asustado, y no sabiendo exactamente qué hacer y con la esperanza de ocultar a los presentes lo sucedido y el deseo de pedir ayuda y explicación a la competente autoridad, resolvió suspender la celebración de la Santa Misa, y, recogidas las sagradas especies en

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paños sagrados, corrió a la sacristía, sin reparar que, en el trayecto, algunas gotas de la preciosísima Sangre habían caído sobre el mármol del pavimento, sobre el altar puesto bajo el baldaquino de mármol lombardo.

Conclusiones. Fiesta del Corpus Christi. A poca distancia de Bolsena se encontraba el papa

Urbano IV en Orvieto. El papa tuvo conocimiento de inmediato de lo sucedido en Bolsena. También, cuando acaecía este milagro, era Ministro General de los Franciscanos Juan Fidenza, conocido bajo el nombre de Buenaventura de Bagnorea, ciudad natal del Santo, a pocos kilómetros de Bolsena. Profundo conocedor de los hombres y de los lugares, el Doctor seráfico fue encargado por el Papa Urbano IV de presidir la comisión de teólogos instituida para controlar la verdad de los hechos.

Realizado su cometido por la comisión, confirmó la verdad del milagro, y el Papa ordenó a Jaime Maltraga, Obispo de Bolsena, que le llevase a Orbieto, donde tenía su residencia, el sagrado corporal, el purificador y los linos manchados de sangre. Acompañado el Papa de su corte, salió al encuentro de las sagradas reliquias, y, en el puente de Rivochiero, tomó entre sus manos el sagrado depósito y lo llevó procesionalmente a Orvieto.

Este milagro fue el detonante para el nacimiento de la fiesta del “Corpus Christi”. Durante el año siguiente el Papa Urbano IV se ocupó casi exclusivamente en la labor de escribir la Bula Papal, Transiturus, la cual fue publicada el 11 de Agosto de 1264. Con esa Bula Papal instituyó la Fiesta de Corpus Christi en honor del Santísimo Sacramento, la Eucaristía.

El mismo Papa Urbano IV encargó a Sto. Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico propio para esta fiesta y la creación de cantos e himnos para celebrar a Cristo Eucaristía. Entre los que compuso, está

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la sublime secuencia “Lauda Sion” que se canta en la Misa de Corpus Christi.

El año 1290 el Papa Nicolás IV, a petición del clero y del pueblo, colocó la primera piedra de la nueva catedral de Orvieto donde aún se encuentra la sagrada reliquia.

En lo que respecta a la ciudad de Bolsena, en la Basílica de Santa Cristina de Bolsena se guardan con celo, desde hace siete siglos, las reliquias menores del milagro de Bolsena una de las piedras sagradas sobre las cuales se perciben todavía bien visibles grumos de la preciosa Sangre del Redentor, que han alimentado la piedad de generaciones y generaciones de fieles.

El milagro de Casia en Italia.

Casia es un hermoso pueblo situado sobre las

montañas de la Umbría italiana. Este pueblo es más conocido por ser la sede de su hija Santa Rita cuyo cuerpo descansa en la basílica, pero además también en esta basílica se conserva la reliquia de un Milagro Eucarístico que tuvo lugar en este pueblo situado al lado de la importante ciudad de Siena en 1330.

Sin embargo es de destacar que el milagro que vamos a referir es anterior al nacimiento de la santa que tuvo lugar en mayo del año 1381, un año después de la muerte de Santa Catalina de Siena.

La casa natal de Sta. Rita está cerca del pueblo de Casia, entre las montañas, a unas 65 kilómetros de Asís, en la Umbría, región del centro de Italia que es la región, que quizás más santos ha dado a la Iglesia (San Benito, Santa Escolástica, San Francisco de Asís, Santa Clara, Santa Ángela, San Gabriel, Santa Clara de Montefalco, San Valentín y muchos más).

Dentro de la basílica, en la capilla dedicada al milagro y debajo del tabernáculo, hay una caja de cristal con los huesos del Beato Simone Fidati, el cual estuvo

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envuelto en el milagro Eucarístico, que vamos a narrar. El P. Simone fue un sacerdote Agustino que vivió

durante la mitad del siglo XIV. Era conocido a en la región de la Umbría, como un hombre sabio y santo, a pesar de que era muy joven. Otros sacerdotes le buscaban para confesarse con él. El Beato Simone estuvo asignado al monasterio Agustino de Siena y un día un sacerdote vino a él, para hacerle esta extraña confesión.

Había perdido su respeto por la Eucaristía. De esto se podría deducir que posiblemente él o no creía que en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, o al menos tenía ciertas dudas. En la vida de este sacerdote no quedaba entusiasmo. Hacía las cosas por rutina y porque tenía que hacerlo, pero cada vez se desprendía mas y mas de Dios y de su congregación.

En estas circunstancias de vida interior, este sacerdote recibió una llamada de un enfermo. En vez de poner la Eucaristía en la píxide, que es la pequeña caja que se utiliza para estos menesteres, a fin de llevar al Santísimo, cerca del corazón, el sacerdote tomó la Sagrada Forma e irreverentemente la puso entre las páginas de su breviario. Cuando llegó a la casa del enfermo, lo preparó para recibir la Eucaristía. Abrió el libro para tomar la Sagrada Forma y darle la comunión y el sacerdote fue sacudido por una enorme impresión, al encontrar la Sagrada Forma, pero adherida a una de las páginas y dos manchas redondas de sangre en las mismas páginas, una frente a la otra. El sacerdote se fue de la casa con gran pánico, e inmediatamente buscó a Beato Simone, quien era conocido por su santidad.

Beato Simone, escucho al sacerdote contarle su pecado y el milagro, y le dio la absolución. Pero obtuvo de él las dos páginas manchadas de sangre. Una fue puesta en un tabernáculo en Perugia y la otra, con la Sagrada Forma adherida fue al monasterio de los Agustinos en Cascia.

El Milagro Eucarístico ha sido venerado a través

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de los años en el citado monasterio Agustino de Cascia. Fue verificado por el Obispo del lugar y llevado en procesión solemne durante la fiesta del Cuerpo de Cristo.

El Papa ha concedido indulgencias especiales a aquellos que veneren este milagro Eucarístico.

A este milagro se le atribuye un fenómeno muy extraño. ¿O podría ser un nuevo milagro dentro del milagro? A través de los años las personas empezaron a notar un cambio en la página con la mancha de sangre. Un rostro comenzó a aparecer en la página. Es casi como si un color más oscuro apareciera en ciertas partes de la página. Hay algunos que ven el rostro de Cristo. Cuando el sacerdote en el santuario abre el tabernáculo para mostrar a los fieles el milagro Eucarístico, se pone sus vestimentas. Cuando trae la Custodia al Altar, pone una linterna detrás de la página para mostrar el rostro. Es un perfil perfectamente formado de un hombre con barba y bigote.

El Milagro Eucarístico ha sido venerado durante siglos por los fieles y su culto promovido por los Sumos Pontífices con la concesión de especiales e importantes indulgencias, como la de la Porciúncula, que le fue decretada por el Papa Bonifacio IX en 1401. El prodigio es conmemorado de forma especial en la fiesta del Corpus Christi en que se lleva la reliquia en solemnemente procesión.

Para conmemorar el sexto centenario del prodigio en 1930 se celebró un congreso eucarístico de la diócesis de Nursia en Casia, se inauguró una artística custodia y fue publicada toda la documentación histórica disponible sobre el suceso. En esta ocasión se hizo una hermosa Custodia para exhibir el milagro Eucarístico. Fue un honor del Sexto Centenario del milagro. Cuando una nueva iglesia en honor de Santa Rita fue también construida, al lado del monasterio Agustino y se construyo también una capilla especial para el milagro Eucarístico.

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Los peces de Alboraya.

Alborada es una localidad situada al norte de

Valencia capital y muy próximo a ella. Su actividad, era entonces y durante muchos años hasta entrar en la mitad del siglo XX, ha sido la referida a las huertas que la rodeaban.

Al lado de Alboraya y como barrio o pedanía de estaba la localidad de Almácera. Ambas localidades estaban separadas por un barranco o torrentera denominado Cairraxet, que se alimentaba y se alimenta con las lluvias de la vecina sierra de Calderona, formando un curso fluvial, prácticamente seco en verano pero caudaloso en épocas de lluvias.

Almácera carecía de cura párroco que atendiera sus necesidades de orden espiritual.

En un día de la primavera de 1348, quizás fuese el 10 de junio, al decir de algunos cronistas. Es decir, unos cien años después de que el rey de Aragón, Jaime I el Conquistador, desplazase a los sarracenos de la antigua taifa de Balansiya y crease el Reino cristiano de Valencia, sucedieron los hechos que vamos a narrar.

Aquel día de junio de 1348 llovía a cántaros en Alboraya, Numerosos relámpagos, seguidos de truenos aterradores, acentuaban el peligro del fuerte aguacero. Sentado junto a la ventana, el párroco preparaba el sermón de la misa dominical, confiado en que la incle-mencia del tiempo lo libraría de interrupciones.

Pero no fue pequeña su sorpresa, al ver que el molinero de Almácera, la vecina aldea poblada de moriscos, se acercaba a toda carrera:

¿Qué pasa, hijo mío? Le preguntó el párroco. ¡Padre, lo necesitamos con urgencia! Masamardá,

que era un judío converso que allí vivía se encontraba agonizante y le demandaba el Santo Viático

El párroco titubeó un momento. Salir con el

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Santísimo Sacramento bajo aquella tempestad desatada parecía un acto de gran imprudencia; pero su corazón sacerdotal amante de la Eucaristía no podía dejar morir a un parroquiano sin ese consuelo en la hora decisiva, y respondió con aplomo:

¡Vamos, hijo mío! El párroco se revistió de sobrepelliz y estola y

del fondo del tabernáculo extrajo un coborrio1; colocó en el interior del mismo varias Sagradas Formas consagradas, montó en una mula que había traído el molinero y acompañado del sacristán y de varios devotos que se presentaron voluntariamente, tomó el camino de Almácera.

Los términos municipales de Alboraya y Almácera como ya hemos dicho antes, se hallaban separados por el barranco de Carraixet. El puente que lo atraviesa hoy en día, fue construido bien entrado el siglo pasado. En el momento histórico que comentamos, el paso de una a otra población había de hacerse necesariamente vadeando las aguas del barranco, cosa siempre molesta, y en época de lluvias, extremadamente peligrosa.

No obstante, lograron pasar sin gran esfuerzo y llegaron a tiempo para oír en confesión al feligrés moribundo y darle el Santísimo Sacramento.

La tormenta estalló en el preciso momento en que, terminada su misión, se disponía a regresar. Los vecinos le aconsejaron esperase, pero no podía quedarse allí toda la noche y aprovechando un momento de calma en el temporal, apretando contra su pecho el coborrio con las Sagradas Formas, caminó entre lodazales y en la oscuridad, que reinaba, solamente amortiguada por el 1 .- El coborrio era una especie de arquilla con cadena que se colgaba pendiente del cuello, y que anterioridad al Concilio de Trento usaban los sacerdotes cuando tenían necesidad de administrar la comunión fuera de la iglesia.

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débil resplandor del farol que llevaba un acompañante. A la vuelta en aquella ocasión todo fue bien hasta

llegar al barranco de Carraixet. Era el paso más difícil del camino. Con la reciente tormenta, el torrente había centuplicado su caudal y el río venia tan crecido, y con tanta violencia se deslizaban las aguas, que cuando el sacerdote portador del Viático fue a vadearlo, el ímpetu de la corriente le derribó de la cabalgadura que montaba, yendo a parar al fondo del agua, juntamente con el coborrio y las Sagradas Formas que contenía.

Al párroco de Alboraya no le faltaba energía ni valor. Se lanzó al torrente para recuperar el coborrio con las Sagradas Formas que le habían sobrado y que eran tres, pero fue en vano. La noticia del accidente se divulgó con rapidez y muchos campesinos de los alrededores llegaron para ayudar al rescate. Llenos de fe y de amor al Señor Sacramentado, aquellos campesinos no desmayaron; unos nadando y otros a lo largo de las orillas, prosiguieron la búsqueda en el río.

Como consecuencia del interés con que llevaron a cabo la empresa fue dar con el coborrio, más no así con las Formas, que por haberse abierto aquella, habían ido a parar, sin duda, al fondo del barranco. Los vecinos de Alboraya, en lugar de desanimarse, redoblaron sus esfuerzos; bordeando las orillas del Carraixet llegaron hasta su desembocadura en el mar, y en la lengua de agua donde acaba su reflujo, vieron con asombro tres grandes peces bañados por una luz resplandeciente, que con las cabezas levantadas, mostraban en sus bocas las Sagradas Formas que tan afanosamente venían buscando.

Atónitos quedaron los piadosos labradores a la vista de tan portentoso milagro; postrados de hinojos adoraron a Dios, y acto seguido corrieron hacia el pueblo para dar cuenta al señor cura de lo que sucedía. Este, con sobrepelliz, estola y capa pluvial, acudió con cuanta premura le fue posible. Tan pronto como alcanzó a ver el sobrenatural espectáculo, se llegó de rodillas hasta los

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peces, que permanecían inmóviles, los que, alargando la cabeza, uno detrás de otro, fueron depositando su preciosa carga en un hermoso cáliz que doña Teresa Gil de Vidaurre, tercera esposa del rey D. Jaime el conquistador, que ella había regalado a la iglesia de Alboraya.

Una vez recibido el augusto Sacramento con la veneración y alegría que es de suponer, el sacerdote protagonista de este suceso se reunió con sus fieles, que cantaban himnos al Señor Sacramentado, y junto a ellos partió en procesión hacia la iglesia de Alboraya, donde celebró una solemne misa en acción de gracias.

En esta misa, consumieron las Sagradas Formas y a la terminación de ésta, el párroco, dio cuenta del milagroso sucedido a D. Hugo de Fenollet, el prelado que regentaba por aquel entonces la diócesis de Valencia; quien, ante notario eclesiástico, mandó formar la correspondiente prueba, que confirmaron más tarde Escolano, Ballester y otros cronistas del reino, que se inspiraron en el proceso original instruido en el año 1349.

En memoria del milagro se edificaron dos capillas, una cerca del lugar en donde cayó el párroco y otra junto al mar, en el lugar del milagro. Esta capilla lleva el nombre de “Ermita dels Peixets” en lengua valenciana, que significa en castellano “Ermita de los pececitos”.

En un hermoso copón quedó grabada la escena de los tres peces tomando las santas Sagrada Formas, con la siguiente inscripción: Quis divina neget Panis Mysteria quando muto etiam piscis praedicat ore fidem? “¿Quién negará de este Pan el Misterio, cuando un mudo pez nos predica la fe?”

Es llamativo el hecho, de que son varias veces que el Señor, a su paso por este mundo y también mucho más tarde, ha utilizado los peces como instrumentos de milagros. De todos es sabido las varias multiplicaciones de los panes y los peces de las que nos hablan los Evangelios.

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También utilizo un pez para el milagro del pago del tributo del templo que se le exigía y para ello le dijo a Pedro:

“Sin embargo, para que no les sirvamos

de escándalo, vete al mar, echa el anzuelo, y el primer pez que salga, cógelo, ábrele la boca y encontrarás un estárter. Tómalo y dáselo por mí y por ti” (Mt 17,27) También en el Antiguo Testamento, cuando

Tobías realiza el viaje con su acompañante que era el arcángel San Rafael,

“Partió el muchacho en compañía del

ángel, y el perro les seguía. Yendo de camino, aconteció que una noche acamparon junto al río Tigris. Bajó el muchacho al río a lavarse los pies, cuando saltó del agua un gran pez que quería devorar el pie del muchacho. Este gritó pero el ángel le dijo: ¡Agarra el pez y tenlo bien sujeto! El muchacho se apoderó del pez y lo arrastró a tierra. El ángel añadió: Abre el pez, sácale la hiel, el corazón y el hígado y guárdatelo, y tira los intestinos; porque su hiel, su corazón y su hígado son remedios útiles”. (Tb 6,2-9). Con la hiel del pez, el joven Tobías curo la

ceguera de su padre. Otro ejemplo los tenemos en Jonás. Dios quiso

que Jonás pasara tres días y tres noches en el interior de un gran pez. Jonás oró a Yahvéh, y Él ordeno al gran pez que vomitara a Jonás de su vientre. Esto puede leerse en: (Jon 2,1-11).

El milagro de Seefeld en Austria.

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En la diócesis de Innsbruck, entre las montañas arboladas del Condado de Tyrol, está el pueblo de Seefeld, Austria, con su parroquia de San Oswaldo que debe la popularidad que tiene, a un milagro que se pasó el jueves Santo de 1384.

Por ese tiempo el señor Knight Milser era el guardián del Castillo de Schlossberg, localizado al norte del lugar. El castillo fue construido estratégicamente para proteger una carretera de acceso importante y servir como fortaleza, a fin de defender a los habitantes del lugar. El señor Knight se mostraba orgulloso de la posición que ocupaba y de su autoridad. Por esa razón estaba siempre en evidencia. Todos los hechos que pasaban en la ciudad con él o sus parientes, incluso con las personas de su relación de amistad, inevitablemente se registrarían en el periódico de la comunidad: La Crónica Dorada de Hohenschwangau.

Cierta mañana el fue con algunos de sus seguidores que era una congregación de hombres armados, a la Iglesia parroquial, rodearon al sacerdote que iba a celebrar la Santa misa, y el señor Knight Milser le exigió que en razón de su autoridad, tomar la comunión con la Sagrada Forma grande, aquella que es usada en la ceremonia por el celebrante. Según él, la Sagrada Forma pequeña tenía poco valor. El Sacerdote quedó turbado y con preocupación, porque negarse a una demanda del señor Knight podría significar la muerte.

En el momento de la Comunión, el profanador con la espada tirada y la cabeza cubierta, se situó a la izquierda del altar y allí se quedó. El Sacerdote aturdido le dio la Sagrada Forma grande ya consagrada. En el mismo momento en que el señor Knight la recibió en su boca, impresionantemente la tierra se abrió debajo de sus pies, haciendo que él se hundiese hasta las rodillas.

Asustado y con una palidez mortal, quiso salir de allí, aferrándose firmemente con ambas manos al altar como si estuviese agarrando una tabla de salvación. E

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hizo esto con tanta fuerza que sus huellas digitales se grabaron en el altar y pueden verse hoy en día.

Así que él, consiguió salir de aquel lugar, lleno de horror, imploró al sacerdote quitarle la Sagrada Forma consagrada que estaba todavía en su boca, porque él no la consiguió engullir y ella estaba sofocándolo.

Así que el sacerdote le quitó la Sagrada forma de su boca, la tierra se quedó asentada nuevamente, bajo los píes del señor Knight Milser. La Sagrada Forma retirada de la boca del señor Knight estaba totalmente roja, impregnada con la sangre de Nuestro Señor.

Después de este suceso, el señor Knight, fue al Monasterio de Stams, donde demandó un sacerdote y confesó sus muchos pecados.

Desde entonces cambió tanto su forma de vivir como su propio proceder, practicando frecuentemente ejercicios de penitencia y ayudando a las personas más necesitadas. De esta forma, santificaba su existencia.

Murió dos años después y según su deseo, fue sepultado en un área próxima a la Capilla del Santísimo Sacramento del Monasterio. Con el manto de veludo que él usó durante la Santa Misa en el Jueves Santa, mandó cortarlo y hacer una túnica sacerdotal que donó al Monasterio de Stams. La Sagrada Forma del milagro se guardó en una Custodia por determinación de la autoridad eclesiástica, hasta la fabricación de un bonito Relicario de Plata en el estilo Gótico, muy hermoso, también por recomendación de él.

El milagro es preservado hasta el día de hoy en la Iglesia de San Oswaldo, permitiéndose al público la visitación del mismo.

En la escena del milagro aún se mantiene el bache en el suelo, donde él señor Knight se hundió hasta las rodillas. Por las razones de seguridad, el agujero se cubrió con una rejilla de hierro para evitar que alguien distraídamente cayese en él. Sin embargo la rejilla de hierro puede ser quitada por si alguien quiera examinar

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minuciosamente el agujero. Localizado en el santuario en su posición original

esta el altar de piedra, donde sucedió el Milagro. Está un poco distante del nuevo altar que es más alto y fue construido en razón de una de la ampliación de la Iglesia y separado del Altar del Milagro. Todo fue organizado de manera que una diferencia en la altura de las losas de los dos altares y una pequeña distancia de algunos metros que los separa, permite una visión clara del Altar del Milagro. En el lado del Altar de piedra, puede verse las huellas digitales de las manos do señor Knight, cuyos dedos se hundieron en la piedra en la hora del evento sobrenatural.

No es conocido cuando la Iglesia de San Oswaldo fue construida, pero la iglesia actual tuvo su construcción acabada en 1472.

El milagro del Monasterio de Guadalupe en España.

Existen en España tres grandes puntos de

devoción mariana unidos los tres, a las glorias hispanas en su amor a María. Estos punto, son en razón de antigüedad: El Pilar de Zaragoza en Aragón, donde Ella el dos de enero del año 40, se le apareció al apóstol Santiago, sobre un pilar de mármol a orillas del río Ebro, le prometió que:

“permanecerá este sitio hasta el fin de los

tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio". Los tres rasgos peculiares de este hecho, son: Primero. Que se trata de una venida extraordinaria

de la Virgen durante su vida mortal. Con ninguna nación hizo cosa semejante, cantará con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen. Se trata de la primera aparición de la Virgen en el mundo.

Segundo. La Columna o Pilar que Ella misma

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trajo para que, sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer Templo Mariano de toda la cristiandad.

Tercero. La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la hispanidad; comprendiéndose en este concepto no solo a los hispanos de Europa, sino a los del mundo entero.

La Virgen de Covadonga, en orden cronológico, es el segundo gran centro de devoción mariana hispana. Según cuenta la tradición, Pelayo -elegido rey en el mismo campo de batalla- recibió el aliento de la Virgen, que se apareció en el año 722 a los combatientes cristianos en el mismo punto donde actualmente está emplazado el santuario de Covadonga, vocablo que significa Cova-longa o Cueva-larga. La batalla fue ganada por los cristianos de Don Pelayo, quién no dudó en atribuir la victoria a la protección de la Virgen. Esta fue la primera victoria de los ejércitos cristianos contra el invasor islámico. Tras ella, Don Pelayo se convirtió en el primer rey de España y la reconquista comenzó su lento pero inexorable caminar.

Y el tercer gran centro de devoción hispana a María se encuentra en Extremadura, en el Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe. En los tres centros, Nuestra Madre celestial, ha querido aparecerse a sus naturales y corresponder al ferviente amor que a Ella se le tiene en las tierras hispanas.

El Monasterio de Guadalupe. Sus orígenes.

De acuerdo con la historia, el Monasterio de

Guadalupe debe su creación, al descubrimiento de una talla de la Virgen, en un fragoso e intrincado lugar de los

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montes de Villuercas en la ribera del río Guadalupe, palabra de etimología árabe, que significa “río escondido”.

Como en el caso de tantos santuarios marianos, en el amanecer de la existencia de Guadalupe, encontramos un hecho milagroso: la manifestación de la Virgen al humilde vaquerizo extremeño elegido por ella, para la divulgación del emplazamiento oculto de una antigua imagen suya.

Según la historia, sobre el año 714, unos santos clérigos que huían desde Sevilla ante el avance musulmán, cargados de reliquias, alcanzaron un paraje próximo a las márgenes del río Guadalupe, donde hallaron una cueva y unas ruinas, de una ermita donde de acuerdo con la tradición se encontraban los restos de San Fulgencio1. Lo más probable es que los restos de este santo fueron llevados allí por los clérigos que huían.

Los fugitivos enterraron en ese lugar parte de su sagrado bagaje, sellaron la cueva que previamente habían practicado, con grandes piedras y cubrieron lo todo con tierra. Allí quedaba además de una campanilla y una carta en la que se explicaban los detalles de la peregrinación, una imagen de la Virgen con un significado muy especial, era la misma que el papa San Gregorio enviara a su amigo San Leandro de Sevilla. Acerca de la historia de la talla de la imagen de la Virgen hablaremos más adelante.

Muchos siglos pasó aquella efigie de la Virgen en su escondite, aproximadamente seis siglos, el tiempo que duró la ocupación musulmana y la posterior consolidación del dominio cristiano.

Se sitúan los historiadores sobre los años 1317 a 1322, durante el reinado de Alfonso XI rey de Castilla y León (1311-1350). Fue este rey, el vencedor de los

1 .- San Fulgencio, Obispo de Cartagena y de Écija, fallecido en el 630 hermano de otros tres santos: San Isidoro, San Leandro y Santa Florentina.

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Benimerines en la Batalla del Salado, triunfo que le abriría las Puertas del reino moro de Algeciras.

En este tiempo, un vaquerizo natural de Cáceres, llamado Gil Cordero, perdió una de sus vacas cuando pastoreaba su ganado cerca de Alía; la buscó por espacio de tres jornadas y, al fin, la encontró muerta, pero intacta.

Intentó el hombre desollar la res, para aprovechar la piel y para ello, le hizo en el pecho la señal de la cruz con el cuchillo. Fue entonces cuando se verificó el prodigio. La vaca se levantó por sí misma ante el espanto del buen extremeño.

Pero fue este el prodigio menor, pues en ese momento se le apareció Nuestra Señora con un sublime mensaje. De acuerdo con lo escrito por el cronista del monasterio fray Diego de Écija durante los años 1514-1535. Este mensaje decía:

“No temas que yo soy la Madre de Dios,

salvador del linaje humano, toma tu vaca y llévala al hato con las otras, y vete luego para tu tierra y dirás a los clérigos, lo que has visto y decirles has de mi parte que te envío allá, y que vengan a este lugar donde ahora estás, y hallarán ende una imagen mía. Y cuando la sacaren, diles que no la muden ni lleven de este lugar donde ahora está, más que hagan una casilla en la que la pongan. Un tiempo vendrá en que este lugar se haga una iglesia y casa muy notable y pueblo asaz grande". No fue eso todo, no terminaron ahí los milagros

de la Virgen. Cuando el vaquero volvió a su casa se encontró con el triste espectáculo de su hijo muerto. Bastó una invocación a Santa María y la promesa de consagrar al muchacho a su servicio para que se obrase un nuevo portento. La resurrección del joven sirvió para ratificar las palabras del pastor. Poco tardaron los clérigos en acudir al

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lugar señalado, cavar la tierra y extraer de debajo de las dos losas la imagen, la campana y la carta con la historia de los avatares de los sagrados objetos hasta su inhumación.

Los sacerdotes de Cáceres, recibida la noticia, acompañaron al vaquero por sendas abruptas, al lugar del milagroso suceso, donde excavaron la roca y contemplaron la imagen de María. Construyeron allí una pequeña ermita y entronizaron en ella el glorioso icono.

El rumor de los prodigios que María obraba desde el lugar de Guadalupe invadió la comarca y llegó, poco a poco, a otras partes de los reinos de Castilla y Portugal. Se sabe con certeza histórica que durante el reinado de Alfonso XI, eran ya muy conocidas esta imagen y su pequeña iglesia, levantada después de la ermita primitiva.

Alfonso XI y el Monasterio de Guadalupe. La intervención real hará la fortuna de la humilde

iglesia, aquella que según los códices, se construyó para cobijo de la imagen recién descubierta y quedó a cargo del pastor visionario y de su familia. Fue gracias a la tutela alfonsina que “donde era una pequeña hermita se levantó una grand eglesia de muro e de piedra”, como recordará el propio monarca en 1348

Alfonso XI, en su primitiva visita a Guadalupe hacia 1335 contempló esta pequeña iglesia en estado ruinoso. Hizo el rey llegar esta noticia hasta el solio de Benedicto XII, en Aviñón (Francia), quien para lograr la restauración de la iglesia de Guadalupe, ya en ruinas, expidió la bula “Dum ad personam”, de 2 de junio de 1335, nombrando al cardenal de curia y corte don Pedro Gómez Barroso rector de la pequeña iglesia guadalupense, encomendándole su reforma, como respuesta a las preocupaciones de Alfonso XI sobre este ya célebre lugar, en el que deseaba levantar un gran santuario, al Oeste de su reino, en honor de la Virgen

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aparecida y encontrada en Guadalupe. En efecto, en cumplimiento del mandato del rey,

el cardenal Pedro Gómez Barroso, a ruegos del pontífice, encomendó a Toribio Fernández de Mena, su procurador, la ampliación de la pequeña iglesia, que, al final de esta reforma hacia 1337, quedó convertida en templo espacioso, estilo mudéjar toledano, en el territorio del curato de Alía, dentro de los límites del arzobispado de Toledo.

Don Alfonso no limitó su protección a costear una iglesia nueva. Hizo más, donó el suelo sobre el cual había de asentarse y la dotó con toda suerte de bienes. No cabe duda de que este rey dispensó una especialísima protección a la iglesia guadalupana.

En 1389 el santuario es encomendado a los padres de la orden de San Jerónimo, quedando bajo su custodia hasta 1835, fecha esta, en la que los frailes son expoliados, por el decreto de un nefasto ministro anticlerical, apellidado Mendizábal. A partir de dicha fecha pasan varias décadas de abandono hasta que en 1908, los franciscanos se hacen cargo del monasterio y lentamente levantan lo destruido y cuidan del monasterio.

El conjunto arquitectónico En 1993 el monasterio, fue declarado Patrimonio

de la Humanidad por la Unesco. La edificación total del monasterio cuenta con un área de más de 22.000 metros cuadrados repartidos entre: el templo, dos claustros mudéjares, un claustro gótico, varias capillas, la antigua librería, el auditorio, tres museos y la famosa sacristía decorada por Zurbarán.

La iglesia es obra del maestro Alfonso, maestro de la catedral de Toledo en aquellas fechas, presenta tres naves y está realizada con ladrillo aplantillado. El claustro mudéjar es una obra casi única en España. Fue edificado por el padre Yánez, que fue el primer prior, en el siglo

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XV y presenta una planta casi cuadrada con dos pisos, el superior con doble número de vanos, con arcos de herradura sobre pilares y un antepecho de lacería. En el centro el maestro fray Juan de Sevilla levantó un edículo con labores de entrelazos y decoración cerámica, cubierto con una cúpula cobijada por una pirámide escalonada, como si de un chapitel se tratara.

Entre 1519 y 1533 se levanta otro claustro de planta cuadrada, con tres órdenes de arcos, prevaleciendo la elegancia del gótico flamígero sobre le mudéjar. A su alrededor se situaba la enfermería y la botica, acogiendo hoy día la Hospedería.

En época barroca se construyó la llamada Iglesia Nueva, un edificio de tres naves y crucero que se dedicó a la Santísima Trinidad. En 1978 se instaló el auditorio del monasterio, en este entorno.

La talla de la imagen de la Virgen. La talla de la imagen de la Virgen, tiene una larga

vida según la leyenda, pues su primer propietario fue, según los códices antiguos, San Lucas, en el siglo I de la era cristiana.

Cuentan, que muerto el evangelista, en Acaya (Asia Menor), la imagen fue enterrada con él. En el siglo IV, fue trasladada, con el difunto, a Constantinopla y, desde aquí, fue llevada a Roma por el cardenal Gregorio, legado del papa Pelagio II. Una vez elegido pontífice, Gregorio Magno, la expuso en su oratorio.

La Virgen se anota su primera intervención milagrosa cuando el pueblo de Roma, tras aclamarla con fervor a su paso en procesión por las calles de aquella ciudad azotada por la peste. El pueblo, comprobó que la fatal epidemia desaparecía mientras aparecía un ángel sobre el castillo limpiando la sangre de una espada, al tiempo que un coro de ángeles cantaba: “Regina coeli, laetare, alleluia”, que obtuvo conmovida respuesta del

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pontífice, Gregorio, que presidía la procesión: “Ora pro nobis deum, alleluia1”.

El castillo, desde entonces, tomó el nombre de Castillo Sant Ángelo, y fue refugio de papas en la paz y durante la guerra.

San Isidoro, También amigo del papa, San Gregorio Magno, trasladó la imagen a Sevilla y la entregó a su hermano San Leandro, arzobispo de la ciudad. Durante la travesía, se calmó una fuerte borrasca y la imagen llegó indemne al puerto fluvial hispalense, desde allí fue trasladada a la iglesia principal, en la que fue venerada hasta la invasión musulmana del año 711.

Devoción guadalupana. Desde este monasterio, la devoción a la Virgen de

Guadalupe se ha extendido como mancha de aceite, ya que la gran parte de los evangelizadores y colonizadores que pasaban al Nuevo mundo, procedían de Extremadura. Tal es el caso de Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Orellana, Vasco Núñez de Balboa, Pedro de Alvarado y tantos otros. Hernán Cortés llevó a México, una estatuilla de la Virgen de Guadalupe de la que era gran devoto, como buen extremeño.

La Virgen es de tez oscura y no blanca, como se solían ser en los iconos religiosos. Con respecto a este punto, hay una canción tradicional española, que dice: “A mí me gustan las morenas, desde que sé que morena es la Virgen de Guadalupe”.

En México existe también una advocación homónima. En 1531, es decir solo diez años después de la batalla de Otumba en la que Hernán Cortés, derrotó a las huestes de Moctezuma, el obispo de México era Fray Juan

1 .- Reina del cielo, alégrate, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

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de Zumárraga Ofm. Ante este obispo franciscano se presentó el indito

Juan Diego y Fray Juan de Zumárraga, que no era extremeño, entendió que la Virgen se había aparecido bajo la advocación de Guadalupe. Existe la teoría de que Fray Juan de Zamárraga no sabía el idioma “náuhuatl”, y entendió mal el nombre. Sea como sea, el hecho cierto es que la Virgen es solo una, aunque sean muchas sus advocaciones y su absoluta capacidad taumatúrgica, no guarda ninguna relación con el nombre a través del cual se la ame.

También en Perú tenemos otra Virgen de Guadalupe, que se venera en la ciudad de Guadalupe, en la provincia de Pacasmayo.

La Virgen de Guadalupe de Perú. Además de la más conocida que es la Virgen de

Guadalupe de México, hay otras réplicas y entre ellas está la de la ciudad de Guadalupe en el norte de Perú.

Vivía en Trujillo a los pocos años de ser fundada la ciudad hacia 1560, el encomendero Capitán Francisco Pérez de Lezcano. La Corona le había concedido tierras y otros beneficios en Chérrepe y Pacasmayo.

De repente comenzaron a aparecer en las más distinguidas casas trujillanas, pegados a sus puertas durante las noches, extraños libelos infamando a sus moradores: hecho sumamente grave, aún más considerando que la calumnia y otros delitos contra el honor se castigaban entonces con severidad extrema, que podía llegar hasta la pena capital.

Se realizaron investigaciones sin resultado, hasta que dos testigos declararon haber visto, el día en que apareció uno de los carteles infamatorios, a un embozado con características físicas similares a las del capitán Pérez de Lezcano regresando de madrugada a su casa. Sin más el Corregidor de la ciudad mandó apresar al capitán, y tras

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un juicio sumario, pese a que él protestó de su inocencia, le hizo sentenciar a muerte.

No le quedaba al reo, sino poner su suerte en manos de Dios, y lo hizo por medio de la venerada Virgen de Guadalupe. Pérez de Lezcano, extremeño y devotísimo de la Virgen de Guadalupe, prometió a su Patrona que si Ella le salvaba la vida, traería de España una réplica de su imagen y le erigiría un santuario en Trujillo.

Y precisamente en la madrugada del día marcado para su ejecución, un griterío “¡Aquí del Rey!” alborotó la ciudad aún dormida. En la calle todavía oscura un vecino clamaba por ayuda mientras forcejeaba con un embozado a quien había sorprendido pegando un cartel infamatorio en su puerta. Rápidamente este fue reducido y resultó ser un eclesiástico de mala reputación, que vivía junto a la casa del capitán y era de su misma estatura. Así descubierto el verdadero autor de las calumnias, Pérez de Lezcano fue liberado, su inocencia aclamada y su honor debidamente reparado.

Restaba al agradecido capitán cumplir su voto. Viajó a España y, acompañado de un escultor que contrató en Sevilla, se trasladó a Guadalupe, donde con permiso de los custodios del santuario hizo tallar una réplica de la imagen. Una vez terminada la talla, la trajo personalmente a Trujillo, donde fue festivamente recibida en 1562, y le hizo levantar una capilla en su heredad de Pacasmayo, entregando su custodia a los Padres Agustinos.

Tras el fuertísimo terremoto que arrasó Trujillo en 1619, el santuario se trasladó a su emplazamiento actual, naciendo así el poblado de Guadalupe. En él se destaca el templo, de reminiscencias góticas, concluido en 1643.

Estupendos milagros obrados por la imagen desde su llegada al Perú le dieron rápidamente fama en todo el Norte del continente hasta Centroamérica, y aun en Europa. De ellos se enteró el Virrey Don Francisco de Toledo cuando partía para el Perú a tomar posesión de su

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cargo. Frente a Cabo Blanco sobrevino una furiosa

tempestad que amenazaba echar a pique su escuadra, al punto que todos se dispusieron para morir. En tal extremo, el Virrey hizo solemnes promesas a la Virgen de Guadalupe; y a su requerimiento, todos la invocaron. Para admiración general, de inmediato el mar se calmó. Tras el feliz desenlace el Virrey quiso desembarcar en Paita y fue por tierra hasta Guadalupe, donde dio una gran limosna y en nombre del Rey hizo donación a la Virgen de cinco pueblos: Guadalupe, San Pedro de Lloc, Jequetepeque, Chérrepe y Chepén.

El milagro en el Monasterio de Guadalupe. Sucedieron los hechos que conforman este

milagro pocos años después del año 1389 en el que tomaron posesión del monasterio los frailes de la orden de San Jerónimo.

Nuestro protagonista fue fray Pedro Cabañuelas, que desde muy joven abrazó el estado religioso tomando el nombre de fray Pedro de Valladolid. Siempre se distinguió este fraile, por su acendrada devoción a la Eucaristía, en cuya contemplación y meditación se pasaba gran parte de las horas del día y de la noche.

Junto con otros frailes más, fueron estos discípulos aventajados y queridos del Venerable fray Fernando Yáñez de Figueroa, ilustre cacereño de la más rancia nobleza y primer prior del monasterio. Todos ellos que brillaron por su santidad a lo largo de la primera mitad del siglo XV, algunos de estos frailes ocho en total, han quedado inmortalizados por el pincel de Zurbarán en otros tantos lienzos, de los once que decoran la sacristía del Monasterio de Guadalupe. Los otros tres restantes cuadros, son escenas de la vida de San Jerónimo.

Cuando nuestro fraile tendría unos 50 años de edad, quiso Dios, que fuese duramente tentado acerca de

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la realidad de la transubstanciación. Las dudas que le asediaban se acrecentaban hasta producirle tremenda angustia.

El suceso milagroso que disipó todas sus dudas y le curó radicalmente de todas sus incertidumbres para el resto de su vida, podemos situarlo cronológicamente hacia 1420,

Como era la costumbre cotidiana, fray Pedro se dispuso a la celebración de la Santa Misa. Pero dejemos a nuestro fraile relatar el mismo, aunque en tercera persona, lo que sucedió, ya que existe una relación de lo sucedido escrita de su puño y letra, que se halló entre sus papeles después de su muerte, y que transcribimos a continuación.

"A un fraile de esta casa, acaeció que un sábado, diciendo Misa, después que hubo consagrado el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, vio una cosa como nube que cubrió el ara y el cáliz, de manera que no veía otra cosa sino un poco de la cruz que estaba detrás del ara, lo cual le puso gran temor y con muchas lágrimas rogaba al Señor que pluguiese a su piedad de manifestarle qué cosa era aquélla y lo librase de tan gran peligro.

Y estando así muy atribulado y espantado, poco a poco se fue quitando aquella nube; y, desde que se quitó, no halló la Sagrada Forma consagrada y vio la hijuela que estaba sobre el cáliz, quitada; y acató en el cáliz y lo vio vacío. Y cuando él vio esto, comenzó a llorar muy fuertemente, demandando misericordia a Dios y encomendándose devotamente a la Virgen María.

Y estando así afligido, vio venir la Sagrada Forma consagrada puesta en una patena muy resplandeciente, y púsose sobre el cáliz; y comenzó a salir de ella gotas de sangre, en abundancia. Y desde que la sangre hubo caído en el cáliz, púsose la hijuela encima del cáliz y la Sagrada Forma encima del ara, como antes estaba. Y el dicho fraile, estando así muy espantado y llorando, oyó una voz que le dijo: Acaba tu oficio, y sea a ti en secreto lo que viste".

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Pero el milagro fue divulgado poco después por los religiosos presentes. Así, la noticia se difundió por toda España hasta llegar a oídos del Rey de Castilla, don Juan II y la Reina, Doña María de Aragón, junto con el príncipe don Enrique, el futuro Enrique IV, acudieron a Guadalupe, por conocer y tratar al siervo de Dios, elegido ya a la sazón prior del monasterio, quedando tan prendados de su virtud y santidad, que la reina le eligió por su consejero en materias del espíritu, y mandó en su testamento que, cuando trajeran sus restos al monasterio, colocaran a su lado los de fray Pedro Cabañuelas, como en efecto se hizo.

Zurbarán representó en el lienzo, este milagro, que es uno de los mejores, por la belleza de su composición, expresión de los rostros, luminosidad y colorido, de cuantos salieron de su pincel, es aquel en que, viendo aparecer de nuevo por el aire la resplandeciente patena con la Sagrada Forma consagrada, cae de rodillas, entre atónito y arrobado, reconociendo y rindiendo su inteligencia a la evidencia del milagro, mientras que el lego que le servía, de rodillas también, semeja no haberse percatado lo que también hace notar el padre Cabañuelas en su relación del prodigio eucarístico operado en aquella misa milagrosa. Fray Pedro Cabañuelas murió el 20 de marzo de 1441, en olor de santidad, muy querido y venerado por todos.

Hoy en día, en el monasterio de Guadalupe, es todavía posible admirar las preciosas reliquias del Corporal y el Palio1 ensangrentado. Estos fueron utilizados durante la misa milagrosa por el venerable fray Pedro Cabañuelas. Tanto los corporales como el palio, fueron reconocidos ante notario apostólico en el siglo 1 .- El corporal, es el lienzo que se extiende en el altar, encima del ara, para poner sobre él la Sagrada Forma Sagrada Forma y el cáliz. el palio es una pequeña tela cuadrada, almidonada, que sirve para cubrir el cáliz y la patena. También se la denomina hijuela.

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XVII, y declarados auténticos y son hoy la más preciada reliquia con que se honra el relicario guadalupense.

Anécdota personal vivida en el Monasterio de

Guadalupe. No quiero terminar, este capítulo referido al

Monasterio de Guadalupe, sin dejar de contar algo que allí me pasó.

Hace años, andaba yo inquieto viendo la necesidad que tenía de hacer un retiro. En otras palabras, el Espíritu Santo me estaba zarandeando. Visto lo cual, cogí el coche y sin saber cómo ni por qué me encontré en la carretera de Extremadura. No era exactamente mi intención ir a Guadalupe, pues como todo el que allí ha estado, sabe que la carretera de acceso no es precisamente una autopista de las que hay que pagar, ni siquiera una de esas viejas carreteras desdobladas, que los políticos nos venden como autopistas. Y lo peor es que nos lo tragamos y encima hasta hay quien les da las gracias.

Más bien pensaba ir a Yuste, cuyo acceso está en mejores condiciones, pero cuando me quise dar cuenta ya había enfilado la endiablada carretera que había que recorrer para llegar a Guadalupe. Era una carretera simple, que en aquella época estaba sin arcenes y floreada de unos baches, que tenían la misión de destrozar los amortiguadores de los coches que por allí pasaban.

Cuando llegué, sería el medio día, y a pesar del estado de la carretera, había allí aparcados, un cúmulo de gigantescos autocares que impedían el acceso por las estrechas calles del pueblo, a cualquier otro vehículo. Aparqué el mío donde pude y a pie me encaminé al monasterio.

Cuando llegué, como hacía tiempo que no había estado allí, pensé primeramente entrar en los patios y patinejos del monasterio, inundados todos ellos de una marea de gente que con aire de suficiencia, contemplaban

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la magnificencia de aquellas construcciones, escuchando las explicaciones de algún miembro del grupo o familiar más osado, que por haberse leído el folleto de mano, se creían ya doctorado “cicerone” sin perjuicio, claro está, de que no supiese distinguir un románico de un gótico.

Deje aquello, que no era a lo que yo había ido y me fui a la iglesia, donde el espectáculo se repetía pero con la agravante de estar allí el Santísimo, y ni siquiera saber los visitantes, lo que aquella luz roja significaba.

Entré en la sacristía y me recibió un anciano fraile franciscano, de luengas barbas blancas y rostro angelical. Qué verdad es que la cara es el espejo del alma. Le expuse mis deseos de querer hacer un retiro, y con una mirada de tristeza, que nunca olvidare, me dijo: Pero hijo mío, tú no te das cuenta de que esta, que era una casa de oración levantada por hombres que amaban a Dios, los de ahora la han transformado en una “casa de cultura”. Aquí es imposible.

Esta frase del viejo fraile franciscano, me alimentó y siguen alimentando mis meditaciones.

Inundación en Avignon en Francia.

Cuando leemos la palabra Avignon, la memoria

enseguida nos evoca una agradable ciudad del sur de Francia en la Provence, de dulce clima, que fue durante setenta años la residencia de siete papas, alguno de los cuales jamás pisó ni Roma ni el Vaticano.

Este destierro, confinamiento, autodestierro o como se quiera llamar de estos siete papas, se inicia en el año 1309 por el papa francés Clemente V (1305-1314), antiguo arzobispo de Burdeos.

¿Por qué se trasladó el Papado a Avignon? Para finales del siglo XIII los Estados Papales y la misma Roma estaba acechada por varios partidos de Italia. En particular la familia Colonna atacaba a los Papas. En 1304, el Papa Benedicto XI tuvo que huir de Roma a

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Perugia, cerca de Asís, donde murió ese mismo año. Fue entonces elegido el Papa Clemente V en Perugia el 5 de junio, de 1305 y, como era francés, aceptó el ofrecimiento del Rey de Francia de trasladarse a Avignon que en aquellos tiempos era un territorio Papal adjunto a Francia.

El Papa tenía también otros motivos. Además de ser Roma muy peligrosa para el Papado por las amenazas que sufría, quería reconciliar a Francia e Inglaterra para que le pudieran ayudar en la cruzada a Tierra Santa. Las cosas se postergaron y no fue hasta marzo del 1309 que el Papa se fue a residir en Avignon.

No es materia de este libro, analizar aquí en profundidad, las razones que motivaron el abandono de Roma por parte del papa francés Clemente V. El hecho cierto, es que este episodio de la historia de la Iglesia ocurrió.

Los siete papas de Avignon, fueron: Clemente V, Juan XXII, Benedicto XII, Clemente VI, Inocencio VI, Urbano V, y Gregorio XI.

Los dos primeros papas que vivieron en Avignon, Clemente V y Juan XXII, consideraron a Avignon como una estancia temporal y los dos últimos, Urbano V y Gregorio XI, querían volver a Roma. Urbano V se fue a Roma en 1369, pero regresó a Avignon en 1370. Gregorio XI había prometido al Señor que, si saliese electo papa, llevaría el Papado de nuevo a Roma. Solo él y Jesús conocían esa promesa. Por lo tanto, cuando Catalina de Siena le recordó la promesa, él reconoció que el Señor le estaba hablando. Volvió a Roma en 1376.

Teniendo en cuenta que los años de deportación fueron también casi 70, se denomina a este periodo la “Cautividad de Babilonia” o “Cautividad del Papado”, rememorándose así, el periodo de tiempo que el pueblo de Israel estuvo deportado en Babilonia.

Como es de suponer, en este espacio de tiempo los pontificados tuvieron una fuerte impronta francesa, hasta el punto de que no solo eran franceses los siete papas y

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uno de loa antipapas, sino también el noventa por ciento de los cardenales.

Mientras tanto, los Estados italianos de la Iglesia quedaron en la anarquía, lo que determinó que la corte aviñonense para alimentarse económicamente, organizase un sistema fiscal tan eficaz como impopular, que dañó el prestigio papal.

El regreso de los papas a Italia, instado por muchas voces, entre ellas con carácter decisivo la de Santa Catalina de Siena, se hizo posible tras la pacificación de los Estados pontificios. Gregorio XI (1370-1378) se trasladó a Roma en 1377, pero no se inició la normalización esperada, sino que, a su muerte se inicia un período aún más confuso que el de Aviñón.

Con la muerte de Gregorio XI ocurrió el "Gran Cisma Occidental", durante el cual, hubo un Papa en Avignon, reconocido por Francia, España, y el Reino de Sicilia, y otro Papa en Roma, reconocido por la mayoría de Italia y otros países. Esta situación duró hasta 1409.

El cónclave, para elegir al sucesor, se realizó en medio de las presiones del pueblo de Roma que rechazaba la posibilidad de un nuevo papa francés. Con cierta rapidez se eligió al italiano Urbano VI (1378-1389), acatado como Papa por los cardenales en los primeros meses, hasta que se separaron de él, declararon inválida la elección por haberse votado sin libertad y eligieron como nuevo papa a Clemente VII (1378-1394) que otra vez, se instaló en Aviñón. Ambos papas se excomulgaron y se inicio el cisma de Occidente, que en realidad sólo manifestaba la dificultad de saber quién era el papa legítimo. Este cisma no fue resuelto, sino hasta 1417.

Los antipapas fueron, Clemente VII y Benedicto XIII, que continuaron residiendo en Avignon aún después de que los papas regresaran a Roma en 1377.

Clemente VII permaneció en Aviñón durante todo su pontificado 1378-1394 mientras que Benedicto XIII que era aragonés, vivió en Aviñón hasta que partió para

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Peñiscola en España donde falleció. Pues bien, en esta misma ciudad de Avignon, en

el año 1433, es decir dieciséis años después de que concluyese el cisma de occidente, sucedió en esta ciudad un asombroso milagro que vamos a relatar.

Antecedentes del milagro en Avignon. El antecedente necesario para poder entender el

significado de este milagro eucarístico, sucedió en el año 1226, o sea, 217 años antes del milagro.

En aquella época, la herejía Albigense, la cual tomó su nombre de la ciudad de Albi en Francia, se propagaba por todo el sur de este país rechazando todos los sacramentos, especialmente el matrimonio y la Eucaristía.

Esta herejía fue condenada por la Iglesia desde el siglo XI, pero no fue hasta que los albigenses empezaron a atacar seriamente a los gobiernos seculares, desde sus fortalezas, cuando los gobernantes los denunciaron y los privaron de la protección de las leyes.

Los albigenses eran muy poderosos en 1226, especialmente en la Provence es decir en el Sur de Francia, donde se encuentra Avignon. Para combatir sus ataques contra la presencia de Jesús en la Eucaristía, el Rey Luis VIII, padre de San Luis IX, construyó una iglesia cerca del río Sorgue en honor del Santísimo Sacramento. También escogió el 14 de septiembre de 1226, la fiesta de la "Exaltación de la Santa Cruz", para hacer un acto público de reparación por los sacrilegios cometidos por los Albigenses. Se hizo una procesión con el Santísimo Sacramento que terminó en la nueva iglesia de la Santa Cruz.

El Rey esperaba para recibir la procesión en la Iglesia de la Santa Cruz vestido de saco, una soga ceñida a su cintura y una vela en su mano. A su lado estaba el Cardenal Legate, toda su corte y muchos fieles. La

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procesión por toda la ciudad fue dirigida por el Obispo Corbie. El Santísimo permaneció expuesto toda la noche y por varios días, hasta que el obispo decidió que el Santísimo debería quedarse perpetuamente expuesto. Esta costumbre fue continuada por sus sucesores y aprobada por el Santo Padre.

La Iglesia fue custodiada por los Penitentes Grises, de la Orden Franciscana y después de 200 años de adoración perpetua ocurrió un milagro espectacular.

El milagro eucarístico de Avignon. El Sorgue es el río que pasa por la ciudad de

Avignon. Este río, como todo aquel río, que se precie de su título, cuando cada cierto año, las lluvias en su cabecera son fuertes, el río dice: aquí estoy yo y se desborda inundándolo todo.

Cuando esto ocurría, el agua inundaba las casas y fincas de los alrededores. Y así sucedió a fines de noviembre de 1433, después de fuertes lluvias, vino una gran inundación. El agua penetró más que en años anteriores. Fue una de las peores inundaciones conocidas. En las noches del 29 y el 30 de noviembre, el nivel del agua subió a gran altura.

Los Penitentes Grises de la Orden Franciscana estaban seguros de que la pequeña iglesia de la Santa Cruz se había inundado y decidieron ir allí para salvar la Eucaristía y traerla a tierra seca. Dos de los superiores de los Penitentes Grises se subieron en un bote y remaron hasta la iglesia.

Cuando llegaron, descubrieron que el agua había subido hasta la mitad de la puerta de la entrada de la iglesia. Sin embargo, cuando abrieron la puerta, para su sorpresa, encontraron que el pasillo, desde la puerta hasta el altar, estaba completamente seco. El agua se había acumulado formando paredes de agua a derecha e izquierda del pasillo, como a cuatro pies de altura.

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Nuestro Señor Jesús, permanecía regiamente en la Sagrada Forma consagrada, dentro de la custodia sobre el altar, completamente seco.

Los Penitentes Grises, buscaron a otros dos miembros de la orden para que fueran y verificaran el milagro. Los cuatro Frailes oraron juntos y llevaron la custodia que contenía el Santísimo Sacramento a una Iglesia Franciscana en tierra seca. Cuando colocaron la custodia en el altar, leyeron del libro del Éxodo sobre la División del Mar Rojo (Ex 14,21):

"Moisés tendió su mando sobre el mar e

hizo soplar Yahvéh sobre el mar toda la noche un fortísimo viento solano, que le secó, y se dividieron las aguas. Los hijos de Israel entraron en medio del mar, a pie enjuto, formando para ello las aguas una muralla a derecha e izquierda" (Ex 14,21-22). Los Franciscanos escribieron el testimonio de los

cuatro Frailes en los registros de su comunidad, donde se conservan hasta hoy día.

En este tiempo se creó una tradición que todavía está en práctica. El 30 de noviembre, de cada año, en la capilla de la iglesia de Avignon, los Penitentes Grises se ponen una soga alrededor del cuello, y arrastrándose piadosamente sobre sus manos y rodillas, vuelven a crear el incidente, trayendo a la memoria los pasos que siguieron sus antepasados, por el mismo camino que siguieron la noche del milagro.

Hoy permanece la iglesia y la tradición del milagro. Los frailes le dan gracias a Nuestro Señor Jesús en el Santísimo Sacramento por haberles dado una señal tan poderosa de su Presencia Real. Los peregrinos que allí llegan, especialmente esos que tienen hambre de la Eucaristía, visitan la pequeña iglesia a la orilla del río, para venerar y darle gracias al Señor por habernos dado

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este regalo especial en un momento en que se necesitaba Su fortaleza.

Este milagro, de apartarse las aguas formando un paso, nos recuerda varios pasajes bíblicos. El primero de todos y es el más conocido y el representado más espectacularmente en la cinematografía, es el que nos cuenta la Biblia sobre Mar Rojo que se abre dejando un camino seco para el paso del pueblo de Israel, perseguido por el ejército del Faraón.

Cabe preguntarse: ¿Realmente ocurrió así, tal como nos lo muestran las imágenes de la película de Hollywood, sobre Moisés? ¿Fue tan espectacular? Particularmente me inclino a pensar que no, porque Dios rehúye la espectacularidad, y lo más seguro es que todo ocurriese de otra forma.

En la Biblia se nos dice que la noche anterior soplo un fuerte viento y ya se sabe que el viento deseca. Existe la teoría, de que el paso se hizo por una zona muy pantanosa, que actualmente ha desaparecido, pues fue destruida por la construcción del canal de Suez. Esta zona, quedó desecada por el viento, retornando las aguas a esta zona pantanosa, cuando ya habían pasado los israelitas y los egipcios que intentaron entrar en esta zona de pantanos, quedaron entrampillados1.

“Los egipcios se lanzaron en su

persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos de Faraón, y los carros con sus guerreros. Llegada la vigilia matutina, miró Yahvéh desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios, y sembró la confusión en el ejército egipcio. Trastornó las ruedas de sus carros, que no podían avanzar sino

1 .- Esta explicación y otras muchas de carácter curioso, pueden leerse en el libro de Werner Keller, “Y la Biblia tenía razón”.

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con gran dificultad. Y exclamaron los egipcios: Huyamos ante Israel, porque Yahvéh pelea por ellos contra los egipcios. Yahvéh dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas volverán sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre los guerreros de los carros” (Ex 14,21-26). Posterior a este suceso bíblico, también podemos

leer en el libro sagrado, otro suceso de análoga naturaleza. Es el pasaje, de cuando Josué y el pueblo de Israel cruzaron el Jordán, para marchar a la conquista de Jericó. El río detuvo su curso y se remansó aguas arriba, dejando el cauce seco, mientras que en medio del cauce, estaba el Arca de la alianza, sostenida por los sacerdotes que la portaban.

“Y en cuanto los que llevaban el arca

llegaron al Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca tocaron la orilla de las aguas, y el Jordán baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega, las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y formaron un solo bloque a gran distancia, en Adam, la ciudad que está al lado de Sartán, mientras que las que bajaban hacia el mar de la Arabá, o mar de la Sal, se separaron por completo, y el pueblo pasó frente a Jericó. Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahvéh se estuvieron a pie firme, en seco, en medio del Jordán, mientras que todo Israel pasaba en seco, hasta que toda la gente acabó de pasar el Jordán” (Jos 3,15-17). Y aún tenemos en la Biblia un tercer pasaje de

análoga naturaleza a los dos anteriores. Concretamente nos referimos también al paso del Jordán por el gran profeta Elías acompañado de su discípulo Eliseo

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“Esto pasó cuando Yahvéh arrebató a Elías en el torbellino al cielo…. Elías dijo a Eliseo: Quédate aquí, porque Yahvéh me envía a Jericó. Pero él respondió: Vive Yahvéh y vive tu alma, que no te dejaré, y siguieron hacia Jericó. Se acercó a Eliseo la comunidad de los profetas que había en Jericó y le dijeron: ¿No sabes que Yahvéh arrebatará hoy a tu señor por encima de tu cabeza? Respondió: También yo lo sé. ¡Callad! Le dijo Elías: Quédate aquí, porque Yahvéh me envía al Jordán. Respondió: Vive Yahvéh y vive tu alma que no te dejaré, y fueron los dos. Cincuenta hombres de la comunidad de los profetas vinieron y se quedaron enfrente, a cierta distancia; ellos dos se detuvieron junto al Jordán. Tomó Elías su manto, lo enrolló y golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasaron ambos a pie enjuto. Cuando hubieron pasado, dijo Elías a Eliseo: Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de ser arrebatado de tu lado. Dijo Eliseo: Que tenga dos partes de tu espíritu. Le dijo: Pides una cosa difícil; si alcanzas a verme cuando sea llevado de tu lado, lo tendrás; si no, no lo tendrás. Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino. Eliseo le veía y clamaba: ¡Padre mío, padre mío! ¡Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo! Y no le vio más. Asió sus vestidos y los desgarró en dos. Tomó el manto que se le había caído a Elías y se volvió, parándose en la orilla del Jordán. Tomó el manto de Elías y golpeó las aguas diciendo: ¿Dónde está Yahvéh, el Dios de Elías? Golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasó Eliseo” (2R 2,1-14). El significado de estos milagros.

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Si reflexionamos despacio acerca de lo que Dios

quiere decirnos con estos cuatro milagros, uno el eucarístico que sucedió en Avignon y los otros tres, los que se nos relatan en el Antiguo Testamento, veremos que en los cuatro hay una circunstancia común a los cuatro y es que en ellos se interrumpe el curso natural del agua, para abrirse un paso seco por donde transitar.

Nuestra vida siempre transcurre por una de las dos orillas de un río, pero a medida que avanzamos en nuestro camino, si resulta que no vamos caminando por la orilla correcta, cada vez que nos vamos haciendo más maduros o estamos más cerca de la senectud, nos vamos dando cuenta de que la otra orilla, aunque a simple vista parece más escarpada y difícil de transitar, sin embargo tiene unas compensaciones espirituales mucho más grandes, que las que se nos ofrecen en nuestra actual orilla.

Además, día a día constatamos que los que transitan por la otra orilla, son personas más serenas, más ecuánimes, más sensatas y en definitiva más felices, aunque pueda ser que en el orden material, dispongan de una menor capacidad de la que nosotros tenemos.

Porque poco a poco, vamos cada día siendo más conscientes de que la felicidad en esta vida no la posee, el que más tiene, sino el que menos necesita. Además, aunque sea solo muy pequeño nuestro grado de vida espiritual, incluso aunque este sea cero, está el tema del más allá, que nos ocupa y nos preocupa. ¿Existirá Dios? Es imposible que no exista, algo tiene que haber, nos decimos a nosotros mismos, porque las piezas de nuestro rompecabezas mental, vemos que no nos encajan, si es que queremos ordenar este rompecabezas prescindiendo de Dios.

Y si Dios existe, ¿qué pasará? ¿Cómo será lo que nos espera? La impronta de que exista una justicia real y verdadera y que esta se realice después de la muerte, la tiene dentro de sí todo ser humano creado y ella nos lanza

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a pensar, que en el más allá esta justicia se realizará. Y entonces pensamos: ¿Cómo me afectará a mí la aplicación de esa justicia?

Todas estas series de consideraciones y otras de de igual o distinta naturaleza, fuerzan a muchos a tener el deseo de cambiar de orilla, de transitar por la otra orilla, de cruzar el río, pero sin mojarse a pie “enjuto”, empleando el término que usa la Biblia.

Cruzar el río, es convertirse, es sufrir una “metanoia”, un cambio de mentalidad, una subversión de nuestras viejas escalas de valores, de forma que se nos abra el camino para entregarnos a Dios. Pero solos no podemos cruzar el río.

"¿Y quién se podrá salvar? Respondió: Lo

imposible para los hombres, es posible para Dios”. (Lc 18,26-27). Necesitamos que algo o alguien divida las aguas

del río, que se seque el cauce para poderlo cruzar a pie “enjuto”. Necesitamos un milagro, el milagro de nuestra conversión, porque en definitiva la conversión de un alma es un milagro; es el milagro de que tomemos conciencia, de que no hay para cada uno de nosotros nada más importante en esta vida, que la salvación de nuestra alma; el milagro de que nos demos cuenta, de que solo en el amor a Dios, está nuestra felicidad en esta vida; en definitiva el milagro de enamorarse de Dios, para ser feliz aquí, ahora y para siempre buscando su amor.

Alguno al leer esto, se dirá: yo verdaderamente quiero cruzar el río, pero no veo que las aguas se me abran. Y a esta persona hay que decirle, que una de las cosas más maravillosas que tiene la vida espiritual, es que cuando algo se desea de verdad, uno siempre lo consigue. Es como en una madrugada, si alguien desea que aparezca el sol, será cuestión de tiempo pero puede estar seguro de que si en el horizonte hay resplandor, el sol aparecerá.

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El milagro eucarístico de Turín en Italia.

Turín la capital del Piamonte en Italia, es en la

actualidad una ciudad industrial e intelectual. Fue la ciudad amada de San Juan Bosco, quien desarrollo aquí su inmenso apostolado. La ciudad a lo largo de su historia, ha sido testigo de numerosos milagros por la intercesión de San Juan Bosco y en relación a su amor a María auxilio de los cristianos.

También es Turín muy conocida por que en ella se guarda el famoso Manto o Sudario de Nuestro Señor. Pero nada tiene que ver esta santa reliquia, con el milagro que vamos a tratar aquí. El santo Sudario o Síndome, se encuentra en la Catedral de San Juan el Bautista, donde estuvo anteriormente, el Milagro Eucarístico que nos ocupa. Fue en esta Iglesia donde el Obispo con gran multitud de personas, llevó por primera vez en procesión, la Sagrada Forma del Milagro Eucarístico de Turín.

Antecedentes históricos de este milagro. Corría el año de 1453, año este, en el que las

huestes del infiel Mohammed II capturaron Constantinopla el 29 de mayo, matando atrozmente cientos de miles de cristianos. Su plan era continuar su ataque de terror por toda Europa. Lo lógico era que los cristianos de Europa se hubieran unido para parar ese ataque. Pero el poder del maligno, actuó eficazmente a favor de los sarracenos de Mohammed II, creando la discordia, entre los poderes cristianos de aquella época, creando conflictos entre ellos. Italia, Francia y la Europa central, fueron un ejemplo de esto. España por su parte, bastante ocupada y agotada estaba en la lucha contra los sarracenos que estaba ya a punto de terminar. Ya se sabe,

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que tal como decían los viejos castellanos, que: vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, porque Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos. Y es que el poder del maligno, no descansa nunca.

El poder sarraceno actuaba como una tenaza contra la cristiana Europa. Uno de los extremos de esta tenaza era el suroeste, es decir España, y el otro extremo de la tenaza era el noreste, es decir lo que hoy en día son los Balcanes y la Europa central, esencialmente Austria a donde llegaron hasta las murallas de la propia Viena.

La hoy ciudades de Milán, Turín, Venecia y Florencia no eran ciudades en ese tiempo. Eran ciudades-estados, pequeños imperios que estaban constantemente en guerra unos contra otros. Los diferentes duques que ansiaban la posesión de Milán, empezaron una guerra que duró cuatro años. Durante este conflicto, Mohammed II que había reunido fuerzas, atacó y conquistó Constantinopla y siguió hacia el noroeste. Los italianos estaban tan envueltos en la guerra de Milán, que no le prestaron la debida atención, a esta situación creada por Mohammed II.

Francesco Sforza, fundador de la dinastía de los Sforza, era un “condottiero1”, nacido en 1401, hijo de otro “condottiero”, denominado Muzio Sforza, que en 1450 se proclamó Duque de Milán. Esta proclamación dio origen a la confrontación. El único aliado de Francisco Sforza en Italia era Florencia, y esto no era suficiente. Desesperado, reclutó ayuda de otros poderes extranjeros. El francés Duque de Anjou y Lorraine tenía su mirada en el reino de Nápoles y Sicilia. El consintió en ayudar a Francesco en Milán a cambio de Nápoles y Sicilia,

1 .- Los condotieros (en italiano condottieri; singular condottiero) eran los capitanes de tropas mercenarias al servicio de las ciudades-estado italianas desde finales de la Edad Media hasta mediados del siglo XVI. La palabra condottiere deriva de condotta, término que designaba al contrato entre el capitán de mercenarios y el gobierno que alquilaba sus servicios.

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después que terminara la batalla. El ejército de Anjou y Lorraine marchó hacia

Milán en defensa de Sforza. Pero tenía que pasar por el Piamonte, el cual estaba gobernado por los enemigos de Milán y de los Sforza. Por tanto cuando el ejército francés se acercó al Piamonte, tuvieron que entrar en batalla con las tropas del Piamonte. En una sangrienta batalla, las tropas de Anjou se retiraron. Esto sucedió en las afueras de Exilles de Susa, donde ocurrió nuestro milagro.

Historia del milagro. Cuando las tropas de Piamonte cruzaron la ciudad

de Exilles de Susa, y las tropas de Anjou se acercaron, todos los aldeanos y todos los que vivían en esa área, dejaron sus casas.

Los soldados de Piamonte empezaron a saquear las casas e Iglesias de la ciudad. Un soldado entró en la Iglesia local en Exilles de Susa, forzó y abrió la puerta del tabernáculo para robar la custodia. La tomó sabiendo lo que era. No le importó tampoco, tomar también la Sagrada Forma consagrada, que estaba allí reservada. Esta custodia era usada para dar bendiciones. El soldado tiró la custodia en su saco, y lo puso sobre su burro.

Probablemente por la presencia del Señor el animal se sentía molesto de llevar el saco sobre la espalda y se caía continuamente. De cualquier manera, el soldado quería deshacerse de las cosas que había robado, y por esta razón vendió el saco y su contenido al primer mercader que se le cruzó su camino, por un precio muy barato. A su vez, este mercader vendió el saco a otro mercader, quien se lo vendió a otro. Cuando el último mercader compró el saco, éste iba en camino a Turín.

El mercader entró en la ciudad con el burro cargando el saco. En frente de la Iglesia de San Silvestre, como se llamaba en la época del milagro, en la plaza, el burro tropezó y se cayó. Su dueño trató de levantarlo,

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pero el animal se negó a moverse. El dueño empezó a pegarle y se juntó una muchedumbre. A nadie le gustaba ver como maltrataba al burro. Cuanto más grande se hacía la muchedumbre, más frustrado se sentía el mercader y más golpeaba al burro sin misericordia. El burro se movía de un lado a otro tratando de escapar de los latigazos de su amo. El saco se resbaló de la espalda del burro y cayó en el suelo, y todo el contenido se esparció por la calle.

Todos los ojos se fijaron en la custodia, especialmente en la Sagrada Forma consagrada que estaba dentro de ella. Resplandecía, haciéndose tan brillante que tenían que apartar los ojos del resplandor. La Custodia se elevó en el aire, hasta una altura de 10 - 12 pies, es decir unos tres o tres metros y medios y ahí se detuvo permaneciendo suspendida en el aire. La muchedumbre manifestaba con gestos de asombro su impresión ante la señal milagrosa, que estaba presenciando. Desde la Iglesia de San Silvestre, el Padre Bartolomeo Coccono, se dio cuenta de que algo pasaba al ver la muchedumbre, y fue a ver qué era lo que les atraía. Cuando vio la custodia flotando en el aire, se dio cuenta de que esta era una señal del Señor. Entonces, el sacerdote corrió para informarle al Obispo Lodovico dei Marchesi di Romagnano de lo sucedido.

El Obispo inmediatamente formó una procesión de sacerdotes que fue desde la Catedral hasta la Plaza. Esta noticia se esparció rápidamente, y oficiales de la ciudad marcharon, a ver el milagro, en fila detrás de los sacerdotes. Cuando el obispo llegó al lugar, la custodia se abrió, y cayó al suelo, dejando a la Sagrada Forma que estaba rodeada por un aura deslumbradora suspendida en el aire.

El Obispo, acompañado de los sacerdotes, empezó a cantar un himno en latín. Las personas de la ciudad cantaron "Resta con noi", quédate con nosotros.

La Sagrada Forma comenzó a descender. El obispo sujetó un cáliz y la Forma milagrosa empezó a

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bajar, y lentamente se deslizó en el cáliz. Las personas de la ciudad se maravillaron de este hecho, y siguieron al Obispo en procesión hasta la Catedral. Inmediatamente se le avisó al Vaticano.

Este milagro sucedió el 6 de junio, de 1453, justo ocho días antes de que Mohammed II conquistase Constantinopla, y ubicase su trono en la Catedral de Santa Sofía.

Hechos posteriores al milagro. Inmediatamente comenzó la veneración del

milagro eucarístico de Turín. Peregrinos de toda Italia y Europa se reunían en el Santuario. A la iglesia se San Silvestre se le llamó y se le llama, la Basílica del “Corpus Domini”, es decir, la iglesia del Cuerpo y Sangre del Señor.

En 1455, la jerarquía de la Iglesia de Turín, acordaron hacer un tabernáculo para honrar y conservar el milagro eucarístico. La Sagrada Forma se guardo en el nuevo tabernáculo hasta que un nuevo relicario de mármol se erigió en el lugar donde cayó el burro en 1453.

La ciudad de Turín fue conmovida por este milagro eucarístico. Pusieron una señal a donde ocurrió el milagro, y donde cayó el burro. Este lugar se convirtió en un lugar de peregrinación, tan visitado que los peregrinos no cabían en esa pequeña área. En el año 1521 un nuevo edificio fue construido para los devotos y peregrinos. El Oratorio fue construido en el lugar donde el burro cayó.

En 1525, se instituyó la Compañía del Cuerpo de Cristo para ser protectores del milagro eucarístico. Su símbolo era la Custodia y la Sagrada Forma suspendida sobre ella. Esta compañía estaba encargada de cuidar del Oratorio y del lugar donde cayó el burro.

En el año 1584, llegó de la Santa Sede la orden de que el milagro eucarístico debía de ser consumido. La razón dada por el Vaticano resulta anómala, ya que fue

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para no obligar al Señor, a mantener este milagro eucarístico sin corromperse por siempre.

La Sagrada Forma, fue consumida por orden papal en 1584, después de estar perfectamente conservada por 131 años. La Adoración y Devoción del Milagro Eucarístico continuó.

En 1598, una plaga amenazó a muchas personas, esto fue durante otra sangrienta guerra entre los Piamonteses y los franceses. Ellos le hicieron una promesa al Señor, de que sí Él libraba a las personas de esa enfermedad mortal, se le construiría una iglesia completamente nueva en honor del Santísimo Sacramento de Turín. El Señor escucho las oraciones y la plaga termino.

En 1607, se hicieron los cimientos de la nueva iglesia, la cual se terminó en 1671. A la derecha del altar principal, hay un área cerrada por unas barandillas que es el lugar donde cayó el burro. Hay una placa con una inscripción en latín, que San Juan Bosco la tradujo así:

Aquí, el 6 de junio, de 1453, cayó el burro que estaba cargando el Cuerpo del Señor.

Aquí la Sagrada Forma, libre de sus ataduras, se elevó en el aire.

Aquí descendió suavemente a las manos suplicantes de los Turinenses.

Aquí, por lo tanto, recuerden el milagro, arrodíllense en el suelo, veneren y miren con temor un lugar sagrado.

En la pequeña Iglesia de Exille de Susa, donde ocurrió el robo ese día en 1453, el tabernáculo roto nunca fue arreglado. Ellos lo conservaron en su forma original en honor al acontecimiento milagroso.

Solemnes procesiones y celebraciones han tenido lugar en los diferentes Centenarios de la Fiesta. En 1853, San Juan Bosco escribió acerca de la fiesta y de las grandes preparaciones que se hacían.

Se escribieron himnos especiales en honor del

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milagro eucarístico de Turín. Se cantan los días de las fiestas, y especialmente durante la celebración del Centenario.

Papas que han reconocido el milagro de Turín: Pío II, Gregorio XVI, Clemente XIII, Benedicto XIV, San Pío X, Pío XI y Juan Pablo II.

La Sagrada forma incorrupta de El Escorial.

El día 23 de abril de 1563, en conmemoración de

la victoria de las tropas del rey Felipe II frente a las del rey de Francia Enrique II, en la batalla de San Quintín que se celebró el año 1.557, y tras escoger este lugar la comisión enviada por el rey español, se procedía a poner la primera piedra del Monasterio de San Lorenzo el Real, llamado así por ser el día 10 de agosto, festividad de San Lorenzo, el día de la victoria.

Juan Bautista de Toledo fue el encargado de poner en pie esta inmensa obra sobre una superficie de más de treinta y tres mil metros cuadrados, en donde se ordenaban, alrededor de distintos patios interiores y con la iglesia como eje central, distintas dependencias: monasterio, hospedería, estancias reales, huerta, jardines, claustros, biblioteca, etc.

Al morir el arquitecto, en 1.567, se hizo cargo de la construcción Juan de Herrera, quien la vio terminada en 1.584. Desde entonces, el lenguaje arquitectónico aquí utilizado, que creó escuela, se conoció por estilo herreriano.

Se basaba en el protagonismo de la pureza de la línea frente a cualquier abuso de elementos decorativos que distrajese la contemplación de la arquitectura. Así, en el exterior, resultan impresionantes los metros lineales de fachada que parecen interminables, con un sinfín de idénticos huecos de ventanas en hileras, sin resalte sobre el paramento liso del muro, recorrido horizontalmente por dos molduras apenas insinuadas, una a media altura y otra

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que marca el nacimiento del tejado a dos aguas de pizarra en el que se abren pequeñas buhardillas.

Los torreones de las esquinas prolongan en altura esta composición y realizan un doble juego: el de interrumpir la horizontalidad de la fachada de la que sin embargo hacen de elemento unificador, enlazando un paño con otro. Se rematan estos torreones en pronunciados chapiteles a cuatro aguas, también en pizarra negra, que repiten el contraste cromático con la piedra. En ellos reside, precisamente, otra de las características del estilo herreriano.

Los elementos decorativos quedan reducidos a pináculos y grandes bolas de piedra, características de ahora en adelante de este estilo. El resto de los elementos que componen las portadas son eminentemente arquitectónicos: columnas que alternan órdenes dórico y jónico, entablamentos y, finalmente, frontones triangulares.

La arquitectura tiene una relación muy directa con el alma de un pueblo. En los momentos del mayor esplendor de una nación o de un pueblo, este levanta monumentos que dejan huella de lo que fue su grandeza.

Los egipcios nos legaron las maravillas de sus pirámides y nos expresaron la preocupación que tenían sobre el “más allá”. La Roma pagana, nos legó a lo largo de todos los territorios que ocupó su imperio, una serie de circos, coliseos y teatros, que dan fe del amor que los romanos tenían a los espectáculos lúdicos, incluso a los de carácter bélico, pues como expresión conmemorativa de sus victorias militares nos legaron infinidad de arcos triunfales.

El alma hispánica, fuertemente impregnada en aquella gloriosa época del amor a Dios, levantó como monumento cumbre de su gloria, un Monasterio que daba y da gloria a Dios. Al igual que nuestro hermanos portugueses que también levantaron otra maravilla de Monasterio titulado de “Los Jerónimos” situado en la

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propia Lisboa. Y es que el pueblo hispánico o el luso, solo es grande cuando se mueve en su amor a su Creador.

A diferencia de otros monarcas que solo pensaban en el engrandecimiento de su propia gloria y se dedicaban a levantar para ellos, suntuosos palacios, como Versalles en Francia o Schönbrun en Austria. Más pensó nuestro gran rey Felipe II en la gloria de Dios que en la suya propia.

Estimó nuestro rey, con una clara finura espiritual, que al igual que la persona humana tiene cuerpo y alma, el monasterio que había de construir también había de tener alma.

El cuerpo era claro que lo constituía la austera fábrica del edificio y las innumerables joyas que contenía, en objetos, esculturas, pinturas y tapices que se encierran en el monasterio. El alma era la riqueza, en reliquias de carácter espiritual, de las que quería dotar al monasterio.

Fruto de este afán del rey, que más estimaba una reliquia de escaso valor material, que una vajilla de oro macizo, fue la obtención de la Sagrada Forma a cuya historia nos vamos a referir.

Estos hechos que vamos a relatar, están documentados por sendos legados originales, ambos en latín, que se custodian en el archivo de la sacristía del Real Monasterio. El primero es un acta levantada en Amberes, el 24 de Agosto de 1579, por Juan van der Delft, a petición de Andrés de Horst, firmada por dos testigos, canónigos de Gante y Bruselas. Relatan el hecho de la profanación. El segundo documento es el redactado por Guillermo Breuner en Praga, en casa de Doña Margarita de Cardona, con fecha 15 de Octubre de 1592. Relata las gestiones llevadas a cabo por Doña Margarita para hacerse con la reliquia y las vicisitudes sufridas por la misma hasta llegar a su posesión.

Historia del milagro de Gorkum.

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A finales de Julio de 1572, algunos seguidores del reformador Zwinglio, irrumpieron en la iglesia católica de Gorkum, en español Gorinchem o también Gorcamia, población situada a unos 55 kms. al sureste de La Haya en Holanda. En aquellos días, era soberano de este lugar, el Rey de España, Felipe II.

Un grupo armado de los llamados "zeeguezen" o "mendigos del mar", acompañados de otro grupo de zvinglianos, es decir, partidarios del protestante Zvinglio, pagados todos ellos por el príncipe de Orange, irrumpieron en esta ciudad de Gorcamia. El odio protestante a todo lo católico les impulsó primero a saquear la ciudad y después entraron en la Catedral. Golpearon con mazas de hierro el tabernáculo, extrajeron la Custodia con el Santísimo Sacramento y se apoderaron de una Sagrada Forma consagrada, que sacaron del viril o del copón en que se guardaba. No se sabe con exactitud si se trataba de una Sagrada Forma ordinaria para ser distribuida en la comunión o de una Sagrada Forma destinaba a la exposición. Uno de los profanadores la arrojó al suelo y la pisoteó, abriendo en ella con los clavos de su bota tres orificios de los que brotó sangre. Sangre que aún hoy se observa claramente en los bordes de los orificios, aunque seca y con un color desvaído por el paso del tiempo. Turbado por el hecho, uno de los profanadores acudió a dar cuenta al rector de la iglesia, Juan van der Delft, quien recogiendo la misma huyó de la ciudad junto con el profanador.

Ambos se pusieron a salvo en Malinas, bajo protectorado español, en un convento franciscano de la ciudad. El profanador, arrepentido, se convirtió al catolicismo, y al poco ingresó en el convento con el hábito franciscano. La Sagrada Forma, que se conservaba y veneraba allí, debió abandonar Malinas en 1572, cuando esta ciudad, cayó en manos de los sublevados.

Se trasladó a Amberes, donde se estimó que lo más adecuado era encomendar su custodia a Andrés de

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Horst, persona de fe y plena confianza, vigilada por los franciscanos. Pasó después, por medio de Fernando Weimar, capitán del ejército del emperador de Austria, a Viena, aproximadamente hacia 1579-1580.

La historia llega a oídos de Adam Dietrichstein, consejero del emperador, y su esposa, Margarita de Cardona, que porfió hasta que le fue regalada. Al enviudar Doña Margarita, se trasladó a Praga, donde ya empezó a considerar el enviársela a Felipe II.

Finalmente lo hizo así a través de su hija, la marquesa de Navarrés, que residía en España. Ella hizo autentificar el contenido de la caja que la custodiaba, haciendo levantar la oportuna acta notarial, de la que existe abundante detalle, así como de una ulterior comprobación realizada por Ceasar Speciano, obispo de Cremona y Nuncio Apostólico en la corte del emperador Rodolfo II.

Tras la entrega de la Sagrada Forma en 1594, el Rey la enviaría al Monasterio. No obstante lo primero que hizo, dadas las supercherías y falsificaciones propias de la época, fue nombrar una junta para analizar los documentos y el hecho en sí. Se ordenó una nueva investigación en los Países Bajos, y mientras, la Sagrada Forma fue a parar al relicario de la Anunciación, que la guardaría hasta finales del siglo XVII.

En otoño de 1676, el último rey de los Austrias, Carlos II, visita el Escorial, y al conocer la historia de la Sagrada Forma solicita un lugar más digno. Finalmente sería responsable de la ubicación en la custodia llamada de la caja del reloj, que fue regalo de su tío Leopoldo I de Alemania, y de la construcción del nuevo altar de la sacristía. La Sagrada Forma sería trasladada en solemne procesión a este emplazamiento, desde el relicario, el 19 de octubre de 1684.

Este acto, que celebraba además acontecimientos bélicos, fue presidido por el rey, acompañado de su familia y los nobles de su corte y cámara, además de toda

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la comunidad de monjes jerónimos, colegiales y niños. Este es el momento que recoge el lienzo comisionado por el rey a Claudio Coello, pintor de corte, que preside hoy día la sala de la sacristía en su altar y retablo.

Tan impresionado quedó el rey por los actos, que mandó construir un camarín con transparente para la exhibición futura de la Sagrada Forma. Mientras su construcción tuvo lugar, se trasladó al tabernáculo de la capilla mayor de la Basílica, donde estuvo los seis años que duró la obra, hasta 1690.

En la actualidad, en la magnificencia de la sacristía, cuyos detalles no vamos a describir, la custodia con la Sagrada Forma está oculta por el cuadro de Claudio Coello, que cuando llegan las fechas de la veneración y ostensión al público, se desliza por unas guías hacia abajo dejándola al descubierto (de ahí el nombre de transparente). La custodia actual que soporta el viril con la Sagrada Forma fue regalada y se encuentra dentro de un templete que le sirve de marco, llamado de Isabel II, que sustituye al original realizado en tiempos de Carlos II, y desaparecido por expoliación, en la invasión francesa.

Desde 1692 se han concedido como fiestas de veneración a la Sagrada Forma los días 29 de septiembre, festividad de San Miguel, y el 28 de octubre, festividad de San Simón y San Judas, con las indulgencias oportunas.

La Sagrada Forma conservada en el Monasterio del Escorial, ha sido parte esencial de la vida y de la historia de este Monasterio, de la fe de sus habitantes y custodios, y también de sus visitantes.

Las Sagradas Formas incorruptas de Siena en Italia.

En 1730, Siena (Italia). El fin de semana de la

Fiesta de la Asunción se robaron el copón de oro que contenía 351 Sagrada Formas consagradas. Tres días después, en la caja de los pobres de la iglesia se encontró el copón y las Sagrada Formas. Fueron devueltas con una

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procesión para su veneración, en reparación de la grave ofensa, y no fueron consumidas en el momento. Luego de varios años, periódicamente se fueron consumiendo algunas Sagrada Formas y siempre fueron encontradas en su estado de frescura inicial. En 1850, el obispo pidió un estudio, para dictaminar si había o no un milagro. El estudio evidenció que seguían frescas, a diferencia de otras Sagradas Formas no consagradas de la misma época.

El lugar donde sucedió el milagro. En la Toscana italiana, se encuentra la ciudad de

Siena, que según la leyenda, fue fundada por Asquio y Senio hijos de Remo, el hermano de Rómulo, que amamantados ambos hermanos por una loba, fueron los fundadores de Roma.

Después de ser ciudad súbdita de Roma y disponer ya en el siglo V de un obispado, en el siglo XII se convirtió en un burgo autogobernado. La república de Siena, vivió en esa época enfrentada a su gran rival, la república de Florencia y fueron muchas las batallas que se dieron entre las dos ciudades desde el s. XIII hasta el s. XVI, pero en 1555 después de un largo asedio, fue la república de Florencia, la que venció y sometió a Siena.

Se suele hacer referencia a que son dos los milagros que ocurrieron en Siena, porque a esta ciudad se le asocia también el milagro s Casia que sucedió en bastante tiempo antes, concretamente en 1330.

El robo de las Sagradas Formas. La historia de las Sagradas Formas robadas,

sucede en la misma ciudad de Siena. En esta ciudad iba a celebrarse la fiesta de la Asunción del año de 1730, y el día anterior, en previsión del aumento del número de personas que habían de recibir la sagrada comunión, se consagraron en la basílica de San Francisco, exactamente

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351 formas de pan, que se convirtieron en el cuerpo y sangre de Nuestro Señor.

Algún lector podrá pensar que ha habido un error de imprenta al leer “cuerpo y sangre” y no existe tal error. Se ha de saber, que en razón de la llamada “concomitancia”, en la consagración del pan, se hacen también presentes, la sangre, alma y divinidad de Cristo. Y lo mismo ocurre con la consagración de la sangre de Nuestro Señor. La doctrina explica porque Cristo completo, está presente bajo cada una de las dos especies Eucarísticas. Cristo es indivisible; Su Cuerpo es inseparable de Su Sangre, de Su Alma humana, de Su Naturaleza Divina y de Su Persona Divina. De esta verdad se deduce, que Jesús está enteramente presente en la Eucaristía.

Volviendo a nuestra historia, diremos que las 351 Formas consagradas, quedaron depositadas en un copón, y los sacerdotes de esta iglesia, que eran y son los frailes menores de San Francisco, al igual que los demás de las demás iglesias de Siena fueron al “Duomo”, es decir, a la catedral para planear las festividades del día siguiente, y tomar parte en la ceremonia de la Vigilia de esa noche. Como todos los sacerdotes estaban en la Catedral, las Iglesias estaban vacías.

En la noche del 14 al 15 de agosto, los ladrones entraron en la basílica de San Francisco, robaron el copón de oro, y se llevaron el copón y las 351 Formas consagradas. A la mañana siguiente se dieron cuenta del robo, pues la caperuza que cierra el copón, apareció en la calle, al parecer los ladrones en su precipitación la habían perdido. Todo el mundo quedó impactado, no por el robo del copón, sino por el destino de las 351 Formas consagradas. Indudablemente el nivel de fe y espiritualidad de aquella gente era muy superior al actual.

Todas las celebraciones fueron suspendidas, y el arzobispo pidió oraciones para que aparecieran las Sagradas Formas consagradas. Al parecer a nadie le

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preocupó la aparición del copón, y eso que era de oro macizo. A todo el mundo lo que le preocupaba es que las Sagradas Formas, hubiesen sido robadas para ser utilizadas con fines diabólicos o sacrílegos.

A los tres días, el Señor atendió las oraciones de todos y alguien que estaba rezando en la colegiata de Santa María, cerca de la misma basílica de San Francisco, vio algo blanco y redondo, dentro de la caja de limosnas de la colegiata. Al punto esta persona se lo comunicó al fraile franciscano encargado de la basílica que a su vez se lo notificó al arzobispo.

El fraile franciscano, junto con un representante del arzobispo, abrieron la caja, y contaron 348 formas y seis mitades, en total las 351 formas que fueron consagradas. Algunas formas estaban manchadas por el polvo y las telarañas de la caja.

Las Sagradas Formas fueron limpiadas y llevadas en procesión a la basílica de San Francisco. Una vez en la basílica, las Sagradas Formas fueron objeto de adoración y devotos actos de reparación.

Como es lógico, el suceso transcendió de los límites de la ciudad de Siena y dio lugar a numerosas peregrinaciones, sin que hasta entonces se hubiese producido todavía milagro alguno

Dios quiso dejar patente su milagro en el tiempo y para ello no quiso, que las Sagradas Formas fueron distribuidas, ya que evidentemente quería que contemplásemos su gloria a través del milagro que se iba a producir. Al parecer, los sacerdotes encargados de la basílica decidieron no distribuir estas Sagradas Formas, dado que ellas estaba siendo objeto de adoración, tanto por los naturales de Siena como por las personas que estaban peregrinando.

Se apunta otra posible razón por la cual las Sagradas Formas, no fueron consumidas, y es la posibilidad de que estas quedasen todavía manchadas a pesar de la limpieza. En este supuesto, si una Forma

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consagrada ha sido de alguna forma contaminada, lo que se hace es mantenerla reservada hasta que se deteriore. Si esto ocurre, la presencia real de Nuestro Señor, desaparece.

La conservación de las Sagradas Formas. Pero ante la sorpresa de todos, las Sagradas

Formas no se deterioraban, se mantenían frescas con brillo, inalterables y con un olor suave y agradable. El suceso continuaba desarrollándose, y para los PP. franciscanos esto era un milagro de conservación, que día a día se les mostraba más patente.

Les fue permitido comulgar con estas Sagradas Formas a determinadas personalidades eclesiástica, obispos, o cardenales, que manifestaron, que el gusto de estas Sagradas Formas era fresco y agradable.

Pasó el tiempo y el tema, aunque no cayó en el olvido, si decayó el interés por el mismo, hasta que el P. Carlo Vipera, a la sazón General de la orden Franciscana, el 14 de abril de 1780, es decir cincuenta años más tarde, comulgó con una de las Sagradas Formas, comprobando que estaba fresca y sin haberse descompuesto. Los cincuenta años transcurridos no habían hecho mella alguna en el estado físico de las Sagradas Formas. El general dio instrucciones para que no se volviese a distribuir ninguna más y se contaran las restantes, en total 230 que fueron colocadas en un “ostensorio”, o relicario de especiales características de visibilidad.

En 1789, casi diez años más tarde, el arzobispo de Siena, constituyó una comisión que examinó las Sagradas Formas con un microscopio y dictaminó, que estas 230 Sagradas Formas eran las mismas que fueron sustraídas hacía ya sesenta años, y se seguían manteniendo incólumes, perfectamente intactas, sin variación de color, ni signo alguno de descomposición.

El arzobispo, ordenó que un determinado número

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de formas sin consagrar, fuesen guardadas en un recipiente herméticamente sellado y bajo llave. Al cabo de diez años, fue abierto el envase de las formas no consagradas en presencia del arzobispo. Encontraron las formas no consagradas, descoloridas, deterioradas y en estado de descomposición. Las 230 Formas consagradas seguían incólumes. Varias pruebas más de carácter similar, se realizaron posteriormente y todas ellas con resultados igualmente concordantes.

Ya en los principios de siglo XX, con unas técnicas más depuradas y unos conocimientos científicos más profundos, se volvió a examinar el milagro de estas Sagradas Formas, concluyéndose siempre en los mismo: en que no había explicación científica alguna al estado de conservación de las Sagradas Formas.

El fenómeno de conservación, es absolutamente anormal: las leyes de la naturaleza se han invertido. El cristal del copón en que se han conservado se ha convertido en receptáculo de mohos, mientras que la muy perecedera harina se ha revelado más refractaria que el cristal.

Según sostienen todos los químicos, se sabe que al cabo de seis meses la harina ácima se estropea gravemente y en el curso de un par de años como mucho, se reduce a escoria y luego a polvo. Las Sagrada Formas de Siena no se han visto ni siquiera amarillear por efecto del tiempo, a pesar de que jamás se haya ejercido acción alguna para asegurar una custodia protegida de los agentes atmosféricos o de gérmenes ulteriores derivados de los infinitos rozamientos manuales.

Más de una vez se han realizado contrapruebas en Siena, poniendo en un recipiente junto a las Sagrada Formas prodigiosas, otras no consagradas y recién hechas, que en poco tiempo se vieron alteradas y descompuestas. No es por casualidad que todos los que se han informado con seriedad acerca del acontecimiento -entre ellos muchos papas, pero también muchos científicos- no han

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vacilado en hablar de "evidente prodigio". Lo acaecido en Siena no es un caso único

extraordinario, son otros varios los milagros eucarísticos sucedidos a lo largo de los siglos con características similares a este. Son casos, de conservación de la materia, que desafía a cualquier ley natural.

En 1950 se elaboró un nuevo ostensorio, más valioso donde fueron depositadas las Sagradas Formas. El nuevo ostensorio, llamó la atención de uno o unos nuevos ladrones, y por segunda vez, en la noche del 5 de agosto de 1951, el ostensorio fue robado, pero el ladrón o los ladrones, esta vez dejaron sobre el altar las Sagradas Formas, las cuales fueron nuevamente guardadas y selladas en un ciborio de plata.

En las fiestas del Corpus Christi, las Sagrada Formas sagradas son llevadas en una procesión a través de las calles de Siena. Todos los días 17 de cada mes, día conmemorativo de la aparición de las Sagradas Formas, tras el primer robo, estas son expuestas a la veneración de los fieles.

El suceso de Tumaco en Colombia.

El siguiente suceso tuvo lugar el 31 de enero de

1906, en el pueblo de Tumaco, perteneciente a la República de Colombia, y situado en una pequeña isla, bañada por el océano Pacífico en la parte occidental de este país. Se encontraba allí en esos días, un cura misionero el reverendo padre fray Gerardo Larrondo de San José, teniendo como auxiliar en la cura de almas al padre fray Julián Moreno de la provincia eclesiástica de San Nicolás de Tolentino, ambos frailes agustinos recoletos.

Eran casi las diez de la mañana, cuando comenzó a sentirse un espantoso temblor de tierra, siendo éste de tanta duración que, según cree el padre Larrondo, no debió bajar de diez minutos, y tan intenso, que dio con

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todas las imágenes de la iglesia en tierra. De más está, decir, que el pánico se apoderó de aquel pueblo, el cual todo en tropel se agolpó en la iglesia y alrededores, llorando y suplicando a los padres que organizasen inmediatamente una procesión y fueran conducidas en ellas las imágenes, que en un momento fueron colocadas por la gente en sus respectivas andas.

Le parecía a los padres que lo más prudente, era animar y consolar a sus feligreses, asegurándoles que no había motivo para tan horrible espanto como el que se había apoderado de todos, y en esto se ocupaban los dos fervorosos ministros del Señor cerca de la iglesia, cuando advirtieron que, como efecto de aquella continua conmoción de la tierra, iba el mar alejándose de la playa y dejando en seco quizá hasta kilómetro y medio de terreno de lo que antes cubrían las aguas, las cuales iban a la vez acumulándose mar adentro, formando como una montaña que, al descender de nivel, había de convertirse en formidable ola, quedando probablemente sepultado bajo ella o siendo tal vez barrido por completo el pueblo de Tumaco, cuyo suelo se halla precisamente situado por debajo del nivel del mar.

Aterrado entonces el padre Larrondo, se lanzó precipitadamente hacia la iglesia, y, llegándose al altar, sumió a toda prisa las Formas del sagrado copón, reservándose solamente la Sagrada Forma grande, y acto seguido, vuelto hacia el pueblo, llevando el copón en una mano y en otra a Jesucristo Sacramentado, exclamó: Vamos, hijos míos, vamos todos hacia la playa y que Dios se apiade de nosotros. Como electrizados a la presencia de Jesús, y ante la imponente actitud de su ministro, marcharon todos llorando y clamando a Su Divina Majestad, que tuviera misericordia de ellos. El cuadro debió ser ciertamente de lo más tierno y conmovedor que puede pensarse, por ser Tumaco una población de muchos miles de habitantes, todos los cuales se hallaban allí, con todo el terror que les infunde a las personas la idea de que

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van a morir de inmediato de una muerte trágica lo que se les queda grabado de antemano en sus facciones. Acompañaban también al divino Salvador las imágenes de la iglesia traídas a hombros, sin que los padres lo hubieran dispuesto, sólo por irresistible impulso de la fe y la confianza de aquel pueblo fervorosamente cristiano.

Poco tiempo había pasado, cuando ya el padre Larrondo se hallaba en la playa, y aquella montaña formada por las aguas comenzaba a moverse hacia el continente, y las aguas avanzaban como impetuoso aluvión, sin que poder alguno de la tierra fuera capaz de contrarrestar aquella arrolladora ola, que en un instante amenazaba destruir el pueblo de Tumaco.

El lector habrá comprendido que lo que allí ocurrió en 1906, fue el fenómeno denominado “Tsunami”, o españolizando el vocablo “Sunami”, que recientemente en el océano índico a causado tremendos estragos.

No se intimidó, sin embargo, el fervoroso recoleto; antes bien, descendió intrépido a la arena y, colocándose dentro de la jurisdicción ordinaria de las aguas, en el instante mismo en que la ola estaba ya llegando y crecía hasta el último límite. El P. Larrondo levantó con mano firme y con el corazón lleno de fe la Sagrada Forma a la vista de todos, y trazó con ella en el espacio la señal de la Cruz. ¡Momento solemne! ¡Espectáculo horriblemente sublime! La ola avanza un paso más y, sin tocar el sagrado copón que permanece elevado, viene a estrellarse contra el ministro de Jesucristo, alcanzándole el agua solamente hasta la cintura. Apenas se ha dado cuenta el padre Larrondo de lo que acaba de sucederle, cuando oye primeramente al padre Julián, que se hallaba a su lado, y luego a todo el pueblo en masa, que exclamaban como enloquecidos por la emoción: ¡Milagro! ¡Milagro!

En efecto: como impelida por invisible poder superior a todo poder de la naturaleza, aquella ola se había contenido instantáneamente, y la enorme montaña de

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agua, que amenazaba borrar de la haz de la tierra el pueblo de Tumaco, iniciaba su movimiento de retroceso para desaparecer, mar adentro, volviendo a recobrar su ordinario nivel y natural equilibrio.

Ya comprende el lector cuánta debió ser la alegría y la santa algazara de aquel pueblo, a quien Jesús Sacramentado acababa de librar de una inevitable y horrorosa hecatombe.

A las lágrimas de terror le sucedieron las lágrimas del más íntimo alborozo; a los gritos de angustia y desaliento siguieron los gritos de agradecimiento y de alabanza, y por todas partes y de todos los pechos brotaban estentóreos vivas a Jesús Sacramentado.

Mandó entonces el padre Larrondo fuesen a traer de la iglesia la Custodia, y, colocando en ella la Sagrada Forma, se organizó, acto seguido, una solemnísima procesión, que fue recorriendo calles y alrededores del pueblo, hasta ingresar a Su Divina Majestad con toda pompa y esplendor en su santo templo, de donde tan pobre y precipitadamente había salido momentos antes.

Como el dicho estremecimiento no tuvo lugar sólo en Tumaco, sino en gran parte de la costa del Pacífico por los grandes daños y trastornos que aquella ola, rechazada en Tumaco, causó en otros puntos de la costa menos expuestos que éste a ser destruidos por el mar, se puede calcular la importancia del beneficio que el Señor dispensó a aquel cristiano pueblo, el cual, por estar, como hemos dicho, situado en un nivel más bajo que el del mar, probablemente hubiera desaparecido con todos sus habitantes. He aquí lo que en carta, que tenemos a la vista, nos dice hablando de esto el misionero reverendo padre fray Bernardino García de la Concepción, que por entonces se hallaba en la ciudad de Panamá: "En Panamá estaba en la mayor bajamar, y de repente, lo vi yo, vino la pleamar y sobrepasó el puerto, entrando en el mercado y llevándose toda clase de cajas, las embarcaciones menores que estaban en seco fueron lanzadas a grande distancia,

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habiendo habido muchas desgracias". El suceso de Tumaco tuvo grandísima resonancia

en el mundo, y de varias naciones de Europa escribieron al padre Larrondo, suplicándole una relación de lo acontecido.

Los milagros eucarísticos de Naju en Corea.

Durante los siglos XVIII y XIX casi veinte mil

católicos fueron martirizados en Corea, un pequeño país del extremo este del continente asiático. En 1948 como una de las consecuencias de la segunda guerra mundial, se realizó la división de las dos Coreas, la del Norte y la del Sur, quedando constituida las dos naciones como naciones independientes, pero entre 1950 y 1953, Corea del Norte, de influencia comunista, invadió Corea del Sur y dejó en esta nación, una población empobrecida y diezmada, que muy lentamente fue recuperándose en medio de revoluciones políticas y sociales.

En Naju, pequeña población de este país, quiso la Virgen reconfortar a sus hijos con señales inequívocas de su amor. Los acontecimientos comenzaron el 30 de abril de 1985 cuando una estatua de la Madre de Dios, propiedad de Julia Kim, comenzó a llorar. Aunque los católicos son una pequeña minoría en Corea, se corrió la voz y poco a poco fue llegando un incontable número de personas que querían presenciar las lágrimas de la Virgen.

A partir de aquí, han ocurrido numerosos fenómenos relacionados con la imagen de la Virgen, la cual derramó lágrimas y lágrimas de sangre, un total de 700 veces, entre el 30 de junio de 1985 y el 14 de enero de 1992. Las pruebas de laboratorio confirmaron que se trataba de sangre humana. También, de la cabeza de la estatua brotó un fragante aceite, fenómeno que duró 700 días consecutivos, desde el 24 de noviembre de 1992 hasta el 23 de octubre de 1994. El día 18 de julio de 1985, Julia recibió el primer mensaje de la Virgen. El llamado

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más urgente cual es: el de la conversión y el regreso de los hombres a Dios, a su Iglesia, a su verdad, a su amor, para que Él pueda sanarlos y restaurarles la vida sobrenatural. La Virgen ha pedido a sus hijos, en Naju, que se amen y se perdonen unos a otros y empiecen a vivir una vida de oración, en humildad, con dedicado amor a Dios y el prójimo, para poder participar de un nuevo tiempo de armonía y paz en el Reino de Cristo.

¿Por qué las lágrimas? En junio de 1987, la Virgen le dijo a Julia: "Hija mía, mis lágrimas se deben a que la humanidad no ama a Dios como Él merece, ni se aman las personas entre ellas; también, por el terrible pecado del aborto, que mata una cantidad innumerable de bebés diariamente, asesinando inocentes en el útero de sus madres, por cobardía, maldad y placer satánico, y aún, debido a las muchas almas que se niegan a arrepentirse de sus pecados, no buscando la manera de convertirse, y corren el riesgo de la propia condenación eterna".

Una fuerte súplica sale de labios de la Virgen a Julia Kim: "La vida de todos debe ser respetada, especialmente la de los enfermos, los ancianos y los no nacidos. Deja saber a todos que la vida comienza en el momento de la concepción y que el aborto es un asesinato".

Era el año en que Francia lanzaba la píldora abortiva RU-486, se multiplicaban los experimentos con embriones en laboratorios, y grupos feministas radicales luchaban por implantar la ley del aborto en diversas legislaciones. En Europa la eutanasia comenzaba a ser vista con buenos ojos y las campañas de anticonceptivos eran lanzadas abiertamente en los medios de comunicación, con el slogan "sexo seguro", al tiempo que se extendía por el mundo una nueva y terrible enfermedad de transmisión sexual denominada “sida”. El sida se cobraba innumerables vidas en proporción alarmante-mente creciente. La vida humana comenzaba a ser objeto de innumerables manipulaciones y abusos. La Virgen

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pedía que la vida humana fuese respetada desde el momento de la concepción en el vientre de la madre.

Julia Kim había nacido en 1947, en Naju, y su padre y abuelo habían muerto en 1950, en manos de los soldados comunistas, durante la guerra de Corea. Su vida transcurrió, de ahí en adelante, en una pobreza extrema, hasta deteriorarse su salud algunos años después. Casada con Julio Kim, en 1972, buscó ayuda médica para su enfermedad, y a pesar de someterse a varias cirugías, no parecía haber ninguna esperanza de curación. Un sacerdote católico la consoló diciéndole que sus sufrimientos eran bendiciones de Dios, una gracia mayor que estar sana. Aceptando sus penas con amor, Julia se recobró de su enfermedad y comenzó una vida de verdadera oración. Una noche, Julia tuvo una visión de Nuestro Señor sangrando profusamente de su corazón, y se sintió en extremo movida a hacer reparaciones de por vida, por los pecados de la humanidad. De manera milagrosa, comenzó a recibir intensos dolores en su cuerpo y más tarde se le formaron llagas en las manos y en los pies, que recordaban las heridas de Jesucristo.

Junto a las manifestaciones de la estatua, Julia ha tenido encuentros con la Santísima Virgen y con San Miguel Arcángel. Numerosos mensajes le han sido dados; entre ellos: rezar el Rosario para derrotar al demonio, hacer reparaciones por los pecados del mundo, reparar las heridas de los corazones de Jesús y de María con oraciones y sacrificios, vivir la paz en los hogares, perdonándose unos a otros, y el respeto a la vida humana. Les ha pedido lealtad al Papa y sus enseñanzas, respeto y amor hacia los sacerdotes, y una ferviente oración por ellos para que se aparten de las tentaciones del mundo y sean fieles a su vocación.

La Virgen le dijo que una señal aparecería en el cielo de Corea, que sería un signo para todo el mundo. Otro tema importante en los mensajes es la Eucaristía, que empezaba a sufrir interpretaciones que ponían en duda la

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presencia real del Señor en la Sagrada Forma consagrada. La Virgen le decía a la vidente: "Déjales saber a todos que Jesucristo está realmente presente, en la Eucaristía, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad... que hagan frecuentes confesiones para recibir al Señor de manera cada vez más digna".

Numerosos milagros eucarísticos han sucedido, relacionados con la vidente, siendo el Papa Juan Pablo II testigo de uno de ellos durante una visita de Julia y su familia al Vaticano, en donde asistieron a una misa en la capilla privada de Su Santidad, el 31 de octubre de 1995. En presencia de Monseñor Nam Ik Paik, quien los acompañaba, y del Papa, en el momento de la comunión, la Sagrada Forma que recibió Julia tomó la forma de un corazón, mostrándose como carne y sangre.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II, después de la Misa en la Capilla, testimonió la transformación de la Comunión Eucarística en el Cuerpo y Sangre del Señor, en la lengua de la Vidente Julia Kim.

Otros fenómenos similares han sucedido en varias oportunidades y el director espiritual de Julia fray Raymond Spies, la ha ayudado en todo momento a presentar ante las autoridades eclesiásticas todo lo referente a estos sucesos.

Muchas sanaciones interiores y curaciones físicas han ocurrido, las cuales son parte de las pruebas que se han presentado para la investigación. En 1985, el Nuncio de la Santa sede en Corea, comenzó a realizar un informe detallado sobre los acontecimientos, y el Arzobispo Victorinus Yoon de la Archidiócesis de Kwangju, que comprende la Parroquia de Naju, formó un comité para coleccionar documentos y verificar los eventos, como parte inicial del proceso canónico.

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Cuadro cronológico de los milagros eucarísticos más conocidos.

Se ha procurado reseñar aquí, solo aquellos de los

milagros, que con mayor o menor amplitud se tiene alguna referencia en cierto grado concreta. Esta relación no agota, ni muchísimo menos la totalidad de los Milagros Eucarísticos de los que se tiene conocimiento más o menos concreto.

Con el fin de no cansar al lector con la aportación de datos que solo son de interés para el investigador, sistemáticamente hemos prescindido de la enumeración de documentos, actas notariales o eclesiásticas, Bulas papales, u otro tipo de documentación que da fe de la existencia real de los hechos que se narran. No obstante en algunos casos si aparecen algunas de estas referencias documentales.

Como es lógico suponer, los milagros más modernos están documentalmente más respaldados, y en general se apoyan más en la inexplicabilidad humana de los hechos, que en el ánimo, que tenían nuestros antecesores, de ver milagros donde muchas veces solo había hechos fuera del lo normal, pero que tenían una explicación científica.

Desde antiguo se han venido catalogando los hechos humanamente inexplicables, que han sucedido en torno al Misterio Eucarístico. Una de estas antiguas relaciones podemos encontrarlas en la puerta de la iglesia de Paray-Le-Monial, en Francia, donde se encuentra grabada una lista, de todas las sagradas Formas sangrantes que fueron apareciendo desde el siglo VIII hasta finales del XVII: 132. Aquí se recogen bastantes de los 132 milagros indicados.

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AÑO CIUDAD PAÍS

s. III-V Scete Egipto En los Dichos y hechos de los Padres del Desierto,

encontramos la descripción de un antiquísimo milagro Eucarístico. Cuenta el padre Daniel el Faranita que “nuestro Padre Arsenio nos decía que un monje de Scete, que era muy laborioso pero poco cultivado en lo concerniente a la fe, decía por ignorancia: “el pan que comemos no es realmente el Cuerpo de Cristo, sino sólo un símbolo”. Dos ancianos oyeron esta afirmación y sabiendo que era un hombre piadoso y bueno, pensaron que hablaba sin culpa y por ignorancia. Decidieron ir a su encuentro y le dijeron: “padre, hemos escuchado que hay uno que dice una tesis contraria a la fe: “el pan que recibimos no sería realmente el Cuerpo de Cristo, sino sólo un símbolo”. Dijo el anciano: “¡soy yo que lo digo!”. Entonces, comenzaron a exhortarlo: “tú no debes creer en eso, sino en aquello que nos ha enseñado la Iglesia Católica. Nosotros creemos que este pan es el Cuerpo de Cristo y este cáliz es la Sangre de Cristo, es una realidad y no un símbolo”. Pero el anciano respondió: “si no sucede algo que me convenza, no creeré”. Los dos padres le dijeron: “rezaremos esta semana a Dios sobre este misterio, y creemos que Dios nos lo revelará”.

Cumplida la semana, el día domingo, fueron todos a la iglesia y se ubicaron lejos del resto; el viejo estaba en medio de los otros dos monjes, sobre una grada. Entonces, sus ojos se abrieron: en el momento en el que fue depositado el pan del sacrificio, sólo ellos tres pudieron ver que en vez del pan aparecía un niño. Cuando el sacerdote estaba por partir el pan, bajó del cielo un ángel del Señor que con una espada inmoló al niño y vertió su sangre en el cáliz. Cuando finalmente el sacerdote fraccionó el pan en pequeños pedazos, también el ángel partió al niño en pequeños pedazos. Luego, los tres se

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acercaron para recibir los santos dones y al viejo se le ofreció carne empapada de sangre.

Ante esta visión, sobrecogido de terror, gritó: “¡creo, oh, Señor que el pan es tu Cuerpo y el cáliz es tu Sangre!”. Inmediatamente la carne tomó apariencia de pan, según el misterio, y así pudo comulgar dando gracias a Dios”.

390 Cerdeña Italia

Sátiro hermano de San Ambrosio, es salvado milagrosamente de un naufragio, por hallarse en posesión de las Sagradas Formas.

400 Constantinopla Imperio Romano

Testimonio de San Juan Crisóstomo. Una mujer quiso sustituir la comunión por una forma consagrada por herejes, la cual se le transformó en una piedra.

s. VI Santa María Egipcia Egipto

Sabemos que Santa María Egipcia, a la edad de 12 años, abandonó a sus padres para ir a Alejandría. Allí vivió una vida disoluta durante 17 años, hasta que un día vio que una nave zarpaba con un equipaje inusual. Preguntó quiénes eran y a dónde se dirigían. Le respondieron que eran peregrinos que iban a Jerusalén para la fiesta de la Exaltación de la Cruz. Ella también se embarcó. Llegados al destino; siendo el día de la ceremonia, se encontró ante las puertas del templo, pero no podía entrar porque sintió que una fuerza misteriosa se lo impedía. Llena de temor, alzó los ojos hacia una imagen de la Santa Virgen. En ese momento, sintió un gran arrepentimiento por la vida de pecado que había llevado; sólo entonces, pudo entrar en la iglesia para adorar el sagrado leño de la Cruz. Sin embargo, no permaneció allí por mucho tiempo. “Si tú pasas el Jordán, encontrarás paz”, le había dicho la Virgen. Al día

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siguiente, luego de la confesión y la comunión, María Egipcia pasó el río, donde se extendía el desierto de Arabia.

Desde entonces, vivió por 47 años en el desierto, en total soledad, sin encontrar ni hombres ni animales. Sus carnes se habían secado, los cabellos eran blanquísimos y largos; pero según la promesa de la Virgen, había encontrado en el desierto inhóspito la paz para su alma.

Un día encontró al monje Zósimo a quien pidió que regresara luego de un año con los Sacramentos. Cumplido el tiempo, Zósimo llevó la prometida Eucaristía a las orillas del Jordán. Viendo que la mujer se retrasaba, Zósimo elevó con gran dolor los ojos al cielo y rezó: “Señor, mi Dios, rey y creador de todo, no me defraudes en mi desierto, sino mas bien, concédeme que yo pueda ver aún esta santísima sierva tuya”. Luego, dijo entre sí: “¿qué haré si ella viene ahora, ya que no hay ninguna embarcación para atravesar el río? Pobre de mí, viviré la desilusión en este desierto”.

Mientras pensaba así, apareció María en la otra parte del río. Zósimo se alegró inmensamente y alabó a Dios. De pronto, vio que la mujer hacía el signo de la cruz sobre el agua del río y luego caminaba sobre él como si fuera tierra firme. Pasaron otros 12 meses y Zósimo partió nuevamente hacia el desierto; pero esta vez encontró sólo el cadáver resecado de la Santa penitente. Un león lo ayudó con sus garras a cavar la fosa para sepultar los restos.

s. VI Sarlat Francia

El Abad del monasterio de Sarlat, en el Perigord en Francia, recibió la noticia de la muerte de su padre. Fue a visitar a su madre y esta le manifestó que desgraciadamente su padre había muerto sin poder recibir el Sagrado Cuerpo de Nuestro Señor.

Al oír estas palabras, el Abad inspirado por Dios,

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se puso a orar junto al cuerpo inanimado de su padre, y perseveró largo tiempo en oración. Se levantó animado de una profunda fe, tomó la fría mano del difunto y le llamó dos veces. El padre se levantó como si despertara de un profundo sueño y dijo: Hoy mismo mi alma se ha separado del cuerpo sin estar fortificada con el Pan de la vida, pero gracias a los ruegos y méritos de mi hijo Dios ha permitido que resucitara para obtener esta dicha.

El Abad se apresura a administrar la sagrada comunión a su padre y se arrodilla para recibir su bendición paterna. El padre extiende su mano bendiciendo a su hijo y agradeciéndole sus desvelos, entrega definitivamente su alma a Dios.

513 Seulecia Anatolia

Un hereje tenía la intención de cometer sacrilegio con unas Sagradas Formas consagradas, y estas se le convirtieron en un ramillete de espigas de trigo florecidas.

536 Localidad griega Grecia

El papa Agapito I hubo de hacer un viaje a Constantinopla por razón de los herejes eutiquianos. A su paso por una localidad griega en los límites de la actual Turquía, el padre de un muchacho mudo y encorvado, suplico con vehemencia al Santo padre que curase a su hijo. Enternecido el papa le preguntó si tenía fe en la curación, a lo que el padre respondió afirmativamente.

El pontífice se recogió en oración y celebró la santa misa, terminada la cual, al separarse del altar tomó la mano del encorvado, tal como un día hizo San Pedro, y el muchacho se puso derecho y empezó a andar. Después le administró la sagrada comunión y en el mismo instante se le soltó la lengua y comenzó a hablar con gran asombro de los presentes.

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604 Lethe Persia San Juan el Limosnero, patriarca de Alejandría

contaba la historia de un joven natural de Chipre que fue tomado prisionero por los persas y fue llevado prisionero a una cárcel en Lethe, donde le cargaron de grillos y cadenas. Otros compañeros presos lograron escaparse y por error al llegar a Chipre manifestaron a su familia que el joven había fallecido. Sus padres llenos de dolor, organizaron tres misas cada año por su alma.

A los cuatro años el joven logró también evadirse y se presentó en Chipre, cuando todos se encontraron el joven cautivo les reveló que cada año durante tres días se le aparecía en la cárcel un joven de incomparable hermosura y radiante de luz el cual de un modo inexplicable le soltaba las cadenas, y sin ser molestado se podía mover libremente. Pero al tercer día sin saber cómo se encontraba otra vez atado.

736 Aquisgran-Aix le Chapelle Francia

Witikindo duque de Sajonia, era un duque pagano que en persona visitó la Corte de Carlomagno. Allí de incógnito y por curiosidad asistió a una misa, en la que contemplo como la Sagrada Forma al consagrase se convertía en un hermosos niño, que tendía con gozo los brazos hacia todos los que comulgaban.

940 Praga Bohemia

San Wenceslao, duque de Bohemia, era un ferviente devoto de la sagrada eucaristía. Un día que iba de visita al Stmo. Sacramento, un criado que le acompañaba se quejó del frío; el duque le dijo: pon tus pies sobre las huellas de los míos, y el criado al instante sintió un reconfortante calor.

993 San Cugat España

En el monasterio benedictino y por el Abad Odón,

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ante el furor de un ataque sarraceno, fue escondida en unos corporales una Sagrada Forma, que más tarde fue recuperada. Los corporales estaban machados de sangre y la Sagrada Forma se conserva incorrupta.

1000 Trani Italia

En Trani, provincia de la Puglia, aún hoy se conserva en la Catedral de María Santísima Asunta, la Reliquia de un Milagro Eucarístico sucedido alrededor del año mil. Son muchos los documentos que hablan de este prodigio, entre ellos existen algunos monogramas eucarísticos reproducidos en las viejas calles de la ciudad.

El fraile Bartolomé Campi, describe en su obra “El Enamorado de Jesucristo” (1625), un cuidadoso informe de cómo se desarrollaron los hechos: “Fingiendo ser cristiana, una mujer comulgó como las otras, y habiendo recibido la Sagrada Forma, se la quitó de la boca y la puso en un pañuelo. Regresando a su casa, quiso comprobar si era pan o no. Entonces, puso aquella Sagrada Forma en una sartén llena de aceite, para así freírla. Cuando la Sagrada Forma entró en contacto con el aceite hirviente, convirtió milagrosamente en carne sangrante. La hemorragia de sangre, llamémosla así, no se detuvo inmediatamente, sino que se derramaba fuera de la sartén inundando por todos lados aquella maldita y detestable casa. Sobrecogida por el terror, la mujer comenzó a gritar, y entonces, las vecinas corrieron a la casa para ver cuál era el motivo de los sollozos de la mujer. El Arzobispo, fue informado inmediatamente de lo sucedido. Ordenó que se recuperase la Sagrada Forma con gran reverencia para devolverla a la iglesia.

Una confirmación indirecta de este milagro la encontramos en una afirmación dicha por Pío de Pietrelcina: “Trani tiene gran suerte porque por dos veces la Sangre de Cristo ha mojado su tierra”. La referencia está dirigida al milagro eucarístico que hemos mencionado y al milagro del Crucifijo de Colonna, de

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cuya nariz desfigurada brotó un abundante flujo de Sangre.

La Santa Reliquia ha sido analizada en diversas épocas; la última vez, data del año 1924, realizada en ocasión al Congreso Eucarístico interdiocesano que en esa fecha se celebró.

1010 Ivorra España

En el siglo XI surgieron por toda Europa algunas herejías que atacaban la verdad de la presencia real de Jesús en la Eucaristía. El sacerdote de Ivorra, Bernat Oliver, se dejó influenciar por ellas dudando también él de la realidad de la Transubstanciación. Precisamente, cuando estaba celebrando la Misa sucedió un milagro. El vino que había sido vertido en el cáliz se convirtió en Sangre que se derramó sobre el mantel de altar, llegando hasta el piso. El Obispo de Urgell, San Ermengol, enterado de la noticia, se dirigió a Ivorra para constatar personalmente el milagro.

Luego, gracias a él, la noticia llegó también a Roma, a oídos del Papa Sergio IV, quien firmó una Bula pontificia en la cual certificaba el Milagro. Las Reliquias del Prodigio y el documento mencionado fueron colocados en la parte superior del altar mayor de la iglesia parroquial de Ivorra, intitulada a San Cugat e inaugurada en el año 1055 por el Obispo Guillem de Urgell. Actualmente las Reliquias sagradas se conservan en un relicario gótico del año 1426. Allí están depositados el mantel de altar teñido de Sangre y otras reliquias, donadas por el Papa Sergio IV a San Ermengol. En 1663, se edificó el actual Santuario con el fin de acoger la gran cantidad de peregrinos que acudían cada año para venerar el Milagro. Hasta hoy, todos los años se celebra en el segundo domingo de Pascua la fiesta llamada de “la Santa Duda”, recordándonos así la duda del sacerdote de Ivorra, Bernat Oliver y el gran milagro ocurrido.

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1050-1732 Scala-Nápoles-S. Pedro Damián Italia San Pedro Damián, Doctor de la Iglesia, describe

un Milagro Eucarístico muy importante, del cual fue testimonio ocular, en uno de sus escritos. El episodio será descrito por el mismo Santo: Es este, un acontecimiento Eucarístico de gran importancia. Sucedió en el año 1050. Una mujer, cediendo a sugestiones abominables, estaba ya llevando a su casa el Pan Eucarístico para realizar con él un maleficio. Sin embargo, un sacerdote se dio cuenta a tiempo, la siguió y le quitó lo hurtado por la sacrílega. El sacerdote abrió el pañuelo de lino blanco donde estaba envuelta la Sagrada Forma y vio que una mitad se había transformado en el Cuerpo del Señor en modo visible, mientras que la otra mitad se conservaba en su aspecto ordinario de Partícula consagrada. Dios quiso que por medio de un testimonio tan evidente, fuera vencida la incredulidad y la herejía de aquellos que rechazaban la fe en la real presencia suya en el Misterio Eucarístico.

En una mitad del pan consagrado se había hecho visible el Cuerpo del Señor, dejando la otra mitad en su forma natural para así evidenciar mejor la realidad de la transubstanciación sacramental que se realiza en la consagración”.

Cada jueves, en el Monasterio del Santísimo Redentor de Scala, después de la Misa matutina, se exponía el Santísimo Sacramento para la adoración pública. Por tres meses consecutivos, a partir del 11 de septiembre de 1732, durante la exposición solemne del Santísimo Sacramento, aparecieron en la Partícula contenida en la Custodia, los signos de la Pasión de Cristo. Todo esto pudo ser verificado por las monjas, el pueblo, el Obispo de Scala, Mons. Santoro y el Obispo de Castellamare. La prodigiosa aparición ocurrió también en presencia del gran Doctor de la Iglesia, San Alfonso María de Liguorio. Mons. Santero escribió una carta al Nuncio Apostólico de Nápoles, Mons. Simonetti, en la que describía todos los detalles relativos a las visiones

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ocurridas en la Santa Sagrada Forma expuesta. A su vez, el Nuncio envió la carta al entonces Secretario de Estado, cardenal Barbieri.

1055 Weingarten Alemania

En el monasterio benedictino de Weingarten, se venera desde hace más de 900 años, la Reliquia de la Preciosísima Sangre de Jesús.

Según muchos historiadores, el soldado Longino, llevó a Mantua la Reliquia de la Preciosísima Sangre de Cristo, que poco después fue dividida en muchas partes para ser donada a algunos potentados de la época (el más conocido es Carlo Magno) y a diversos Papas.

La Reliquia de la Preciosísima Sangre llegó también a Weingarten. Según un antiguo documento, en el año 1055, el Emperador Enrique III de Franconia recibió en donación una parte de esta preciosa Reliquia. Poco después, la dejó en herencia al conde Balduino de Fiandra, que a su vez, la donó a su hija, Judith. Cuando Guelfo IV de Bavaria pidió la mano de Judith, ésta le ofreció en obsequio la preciosa Reliquia, que poco después, él mismo la donó al monasterio benedictino de Weingarten, que en ese entonces tenía como abad a Wilichon. El día de la donación, un 4 de marzo de 1094, se realizó una ceremonia solemne. Desde entonces, la Abadía benedictina recibió numerosas indulgencias por parte de varios Pontífices, lo cual la hizo aún más un centro religioso de extraordinaria importancia.

Cada año, en Weingarten, se organiza una ceremonia en honor a la Reliquia, llamada la Cabalgata de la Sangre. Consiste en un desfile en el cual participan casi 3.000 caballos1 con sus jinetes, provenientes de todas las parroquias del condado y del mismo clero, distribuido en las diferentes iglesias de la zona. 1 .- Hoy en día es de dudar que se puedan reunir tal número de caballos.

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1125 Bettbrunn Alemania

En el lugar en el que hoy surge el pueblo y la iglesia, existía hace tiempo una pequeña granja llamada Viehbrunn porque al lado había un pozo, utilizado para que los animales abrevasen. El propietario era un hombre profundamente devoto del Santísimo Sacramento, que se lamentaba de no poder asistir siempre a la Misa porque la iglesia parroquial de Tholling se encontraba a una hora y media de distancia. Movido por este celo, decidió resolver el problema robando una Sagrada Forma consagrada para llevársela a su casa. Así pues, el campesino la colocó en un orificio en la parte superior de su bastón, hecho a propósito para la Sagrada Forma.

Cada día, cuando el rebaño reposaba, clavaba el bastón en la tierra, y arrodillado adoraba largas horas el Santísimo. Por varios meses el campesino tuvo consigo la Sagrada Forma, hasta que un día, distraídamente movió bruscamente el bastón porque el rebaño se había alejado demasiado y la Sagrada Forma cayó a tierra. El pastor, profundamente dolido, se inclinó para recogerla, pero toda tentativa fue inútil. No sabiendo qué hacer corrió a la parroquia de Tholling para pedir ayuda al sacerdote. Pero también fue imposible para éste; así que resolvieron llamar al Obispo de Regensburg, quien se dirigió al lugar, junto con todo el clero. El Obispo logró recoger la Sagrada Forma sólo cuando prometió al Señor que construiría una capilla en ese mismo lugar. En 1125 la capilla fue concluida y la preciosa Reliquia se conservó allí mismo hasta el año 1330, cuando un incendio la destruyó completamente. La capilla fue reconstruida y en su interior fue depositada una columna que había sobrevivido al incendio.

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1140 Clermont- Auverge Francia Un ignorante campesino, determinó introducir una

sagrada Forma dentro del panal de las abejas, a fin de que estas trabajasen mejor. A estos efectos cuando iba a introducir la sagrada Forma, esta se le cayó al suelo y fuero las mimas abejas las que tomaron la sagrada Forma y en vuelo la introdujeron dentro del panal.

No quedó impresionado el campesino por este hecho que lo consideró normal, pero atormentado por el pecado cometido volvió al panal, ahuyentó a las abejas para recuperar la sagrada Forma y halló el sagrado cuerpo del Señor en la forma de un hermoso Niño.

Espantado de este segundo prodigio y pensando que el Niño se hallaba muerto, decidió enterrarlo, pero cuando fue a tomarlo en sus manos, le rodeo una clarísima luz y el Niño desapareció. Estos hechos se lo contó posteriormente al cura párroco, que a su vez le dio traslado al Obispo correspondiente.

1153 Colonia Alemania Un joven hijo de un judío converso, tomo una sagrada Forma para utilizarla en un sortilegio, pero arrepentido y no sabiendo que hacer con ella la llevó al cementerio para enterrarla. Un sacerdote que le había observado y seguido fue a desenterrar la sagrada Forma, y encontró a esta cambiada por un Niño de admirable belleza, que al querer tomarlo en sus manos, para llevarlo a la Iglesia, una luz extraordinaria rodeó al Niño que escapó de sus manos ascendiendo al cielo. 1154 La Ferriere- Grenoble Francia Un minero quedó sepultado durante varias semanas en una mina, dándole por muerto todo el mundo. La viuda encargó una misa semanal por su eterno descanso. Semanas más tarde el minero fue rescatado y nadie se explicaba cómo podía estar vivo y de que se

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había alimentado, El minero explico que coincidiendo con cada misa de las encargadas por su mujer un joven resplandeciente como el sol y de belleza celestial se le aparecía y le dejaba un gran pan para la semana, aconsejándole que tuviera paciencia, que al final le encontrarían, como así sucedió. 1168 Zamora España

Las rivalidades entre las clases noble y plebeya habían llegado a tal extremo, en Zamora en el año 1168, que por un incidente, en la compra de una trucha en el mercado, entre el hijo de un zapatero y el mayordomo de un noble, se originó una revuelta popular.

Sabedor de lo ocurrido el Regidor D. Gómez Álvarez de Vizcaya y los demás nobles caballeros se reunieron en el templo de Nuestra Señora de la misericordia, hoy Santa María la Nueva, y en una tormentosa sesión profirieron amenazas asegurando un ejemplar escarmiento, mientras que los alguaciles de justicia prendían a gran número de honrados vecinos, que a juicio de los nobles eran más o menos culpables del alboroto. Exasperada la multitud por las medidas que se estaban tomando se dirigió al templo, cerrando las puertas y acumulando leña para prender fuego a este y a los nobles que dentro se encontraban.

Una vez prendido el fuego nuestro Dios de paz y amor oculto en el pan y el vino de la Eucaristía, intervino. Se rompió el sagrario donde se encontraba la Sagrada Forma consagrada, y salió esta a la vista de todos, elevándose en los aires y atravesando la pared de la iglesia aún no invadida por el fuego, fueron a refugiarse en la casa o Beaterio contiguo apellidado de las Dueñas.

Consternado el pueblo ante la magnitud de su crimen y la manifestación del poder de Dios, determinó abandonar la ciudad en número de siete mil acampando en un terreno lindante con la frontera de Portugal. El rey de León D. Fernando II les otorgó el perdón con la condición

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de reedificar a sus expensas el templo incendiado y obtener la absolución papal. Se conserva el hueco que se hizo en el muro por donde se verificó la salida de la Sagrada Forma, resguardado por una reja y alumbrado de continuo por un farol, que recuerda el asombroso suceso. La Sagrada Forma ha sido conservada incorrupta en las tres partes en que se dividió, por la Comunidad del Beaterio, hoy Religiosas dominicas de las Dueñas.

1171 Ferrara Italia

El 28 de marzo de 1171, el prior de los Canónigos Regulares Portuensi, el Padre Pedro de Verona, estaba celebrando la Misa Pascual, siendo asistido por tres hermanos (Bono, Leonardo y Aimone). En el momento de la fracción, la Sagrada Forma consagrada salpicó un flujo de Sangre, llegando a manchar visiblemente la bóveda que estaba sobre el altar. Las historias narran “el sagrado terror del celebrante y la inmensa maravilla del pueblo que desbordaba la pequeña iglesia”. Muchos testimonios afirmaron haber visto que la Sagrada Forma asumía el color de la Sangre y que en ella se dejaba ver claramente la figura de un niño. El Obispo Amato de Ferrara y el Arzobispo Gerardo de Ravenna fueron informados del Prodigio, pudiendo constatar ellos mismos la Sangre impregnada en el techo, es decir, “la Sangre que en forma muy viva teñía de rojo la pequeña bóveda del altar”. La iglesia se convirtió muy pronto en meta de peregrinaciones. Fue restaurada en varias ocasiones y ampliada por orden del duque Hércules I del Este, a partir del año 1495.

Son muchos los testimonios que hablan del milagro, entre ellos, el más importante es la Bula Pontificia del Papa Eugenio IV (30 de marzo de 1442). En ella, el Pontífice menciona el prodigio haciendo referencia a los testimonios de los fieles y a las antiguas fuentes históricas. Existen otros muchos variados testimonios.

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1192 Erfurt-Turingia Alemania Un vaso con agua, en el que se limpió las manos

un sacerdote que consagraba la Sagrada Forma estando en pecado, se convirtió en sangre y la Sagrada Forma en la carne de Jesucristo.

1194 Ausburgo Alemania

Corría el año 1194. En esos tiempos era muy difícil encontrar tabernáculos en las iglesias ante los cuales se pudiese practicar la adoración eucarística. Sólo en 1264, con la introducción de la fiesta del Corpus Domini, se pudo difundir esta devoción. Por esto mismo, una señora de Augsburg, particularmente devota al Santísimo Sacramento, luego de haber comulgado escondió la Sagrada Forma en un pañuelo sin que nadie se diese cuenta. Llegando a su casa la depositó en un envoltorio de cera, dentro de un armario. Luego de 5 años, un 11 de mayo de 1199, atormentada por el remordimiento, se confesó al superior del convento de Heilig Kreuz, el padre Berthold. El sacerdote pidió entonces, que le fuese entregada la Sagrada Forma. Poco después, teniendo ya el envoltorio de cera en sus manos, lo abrió y vio que la Sagrada Forma se había trasformado en carne sangrante. Ella se presentaba “dividida en dos partes, unidas entre sí por unos hilos delgados de carne sangrante”. Entonces, el padre Berthold se dirigió inmediatamente al Obispo de la ciudad, Udalskalk, quien ordenó que la Sagrada Forma prodigiosa fuese “trasladada a la catedral, acompañada por el clero y el pueblo, y allí fuese expuesta en una custodia de cristal para la adoración pública”.

Pero el milagro siguió manifestándose, ya que desde el día de Pascua hasta la fiesta de San Juan Bautista, todos pudieron ver cómo la Sagrada Forma aumentaba en sus dimensiones. Poco después, el Obispo Udalskalk mandó que la Sagrada Forma fuese restituida al

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convento de Heilig Kreuz. Al mismo tiempo, estableció que “en recuerdo de un hecho tan memorable y extraordinario”, se realizara cada año una celebración especial en honor a la Santa Reliquia. En 1200, el conde de Rechber, donó a los Padres agustinos un cofre de plata, de forma rectangular para que allí fuese depositada la Sagrada Forma del milagro. Además del mismo prodigio, se verificaron otros episodios igualmente extraordinarios como fue la aparición, vista por encima de la Sagrada Forma, del Niño Jesús vestido de blanco, con el rostro radiante y la frente rodeada de una corona de oro; el crucifijo de la iglesia que sangraba y la aparición de Jesús que bendecía a la asamblea.

1216 Benningen Alemania

Un documento que se remonta al año 1216, nos narra que dos molineros estaban en constante pleito desde hacía mucho tiempo. Un día, uno de ellos, exasperado por las peleas sin fin, decidió robar la Sagrada Forma que había recibido en la Comunión y utilizarla para calumniar a su vecino. El plan era esconder la Sagrada Forma entre las piedras del molino de su adversario. Durante la fiesta de San Gregorio, la Sagrada Forma comenzó a sangrar tanto que todo el pueblo y el Obispo se enteraron del raro fenómeno.

Entonces, el molinero sacrílego se arrepintió y confesó su pecado. Las pinturas de la capilla, construida en honor al prodigio, fueron realizadas por Johann Friedrich Sichelbein con el fin de ilustrar los hechos. El retrato, ubicado sobre el altar, muestra al Obispo Federico de Augsburg, que deposita la Sagrada Forma en un precioso recipiente, en la iglesia de San Martín en Memmingen. A lo largo de los siglos, a causa de las vicisitudes históricas, se ha perdido todo rastro de la preciosa Reliquia. Por mucho tiempo se creyó que los cuadros que adornan la capilla fuesen la copia de los que están expuestos en el museo del monasterio de

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Ottobeuren. Pero gracias a la restauración realizada en 1987, se descubrieron que eran originales. En el techo se realizaron frescos que ilustran la Pasión de Cristo y algunas escenas del Antiguo y Nuevo Testamento.

1225-1465 Meerssen Holanda

En la pequeña ciudad de Meerssen se verificaron dos Milagros Eucarísticos. En el año 1222, durante la Santa Misa, la Sagrada Forma Magna derramó Sangre viva que llegó a manchar el corporal.

En 1465, se desató un gran incendio que destruyó la iglesia. Un campesino logró salvar la Reliquia de la Sagrada Forma ensangrentada que quedó perfectamente ilesa. Este episodio es recordado por los pobladores con el nombre de “Milagro del fuego”. A pesar de la destrucción causada por incendio, la iglesia fue reconstruida inmediatamente. En 1938, el Papa Pío XI la elevó a Basílica menor. Aún hoy sigue siendo uno de las mayores metas de peregrinaje en Holanda. La preciosa Reliquia del prodigio es llevada cada año en procesión durante la octava del Corpus Domini.

1228 Alatri Italia

En Alatri se conserva hasta nuestros días la reliquia del Milagro Eucarístico ocurrido en el año 1228. La Catedral de San Pablo Apóstol custodia un fragmento de Sagrada Forma convertida en carne.

Una mujer joven, con el fin de reconquistar el amor de su novio buscó una hechicera. Ésta le ordenó robar una Sagrada Forma consagrada para hacer con ella un brebaje de amor. Durante una Misa, la joven logró esconder una Sagrada Forma en una tela. Llegando a su casa se dio cuenta que la Sagrada Forma se había transformado en carne sangrante. Entre los numerosos documentos que certifican el hecho, destaca la Bula del Sumo Pontífice Gregorio IX. El testimonio más

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acreditado de este milagro se encuentra en la Bula “Fraternitas tuse”, escrita por el Papa Gregorio IX (13 de marzo de 1228) en respuesta al Obispo de Alatri, Juan V.

El Sumo Pontífice interpretó el episodio como un signo contra la difusión de las herejías que atacaban la verdad de la presencia real de Jesús en la Eucaristía y otorgó el perdón a las dos mujeres arrepentidas.

1230-1595 Florencia Italia

En la iglesia de San Ambrosio en Florencia se custodian las Reliquias de dos Prodigios Eucarísticos sucedidos en 1230 y 1595.

El primer milagro ocurrió el 30 de diciembre de 1230. Un sacerdote llamado Uguccione, al momento de concluir la Misa no se dio cuenta que había dejado algunas gotas de vino consagrado en el cáliz; estas mismas se convirtieron luego en Sangre visible. El historiador Juan Villani hizo una cuidadosa descripción del Milagro: “al día siguiente, tomando nuevamente aquel cáliz, encontró dentro de él, Sangre viva coagulada. Esto fue manifestado a todas las mujeres de aquel monasterio y a todos los vecinos allí presentes, al Obispo y a todo el clero. También fue expuesto ante la vista de todos los florentinos, los cuales, con gran devoción, se reunieron alrededor para observar. Luego, depositaron la Sangre en una ampolla de cristal, que aún hoy se muestra al pueblo con gran reverencia”. El Obispo Ardingo de Pavía ordenó que se llevase la Reliquia al Obispado, y luego de algunas semanas fue restituida a las Monjas del monasterio que la custodiaron en la iglesia de San Ambrosio.

El Papa Bonifacio IX, en 1399, concedió la misma indulgencia de la Porciúncula a los fieles que visitaran la iglesia de San Ambrosio y contribuyesen en el adorno de la Reliquia del Milagro.

En 1980 se celebró el 750° aniversario del Prodigio. La Reliquia del milagro (algunas gotas de Sangre de un centímetro cuadrado) se conservan en una

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preciosa custodia colocada al interior de un tabernáculo de mármol blanco.

El segundo milagro, sucedió el viernes Santo de 1595. Una vela encendida, puesta sobre el altar de la capilla lateral, llamada del Sepulcro, cayó en el suelo causando un gran incendio. La gente se apresuró a socorrer tratando de domar el fuego y poder salvar el Santísimo Sacramento y el cáliz. En medio de la confusión general, seis Partículas consagradas cayeron de la píxide sobre la alfombra encendida en fuego. Pero a pesar de esto, fueron encontradas intactas y unidas entre sí. En 1628, el Arzobispo de Florencia, Marzio Medici, después de haberlas examinado, las encontró incorruptas, ordenando que fuesen colocadas en un precioso relicario. Cada año, durante las Cuarenta horas celebradas en el mes de mayo, las dos Reliquias son expuestas juntas en un Relicario junto con una Forma consagrada para la adoración pública.

1240 Asís. Santa Clara Italia

En la Leyenda de Santa Clara virgen se narran muchos milagros obrados por esta santa. Cuentan episodios como la multiplicación del pan y las botellas de aceite que aparecen cuando en el convento no quedaba ya ninguna. Pero el más famoso entre todos los milagros obrados por ella es el que ocurrió en 1240, un viernes del mes de septiembre. Santa Clara se encontraba frente a la amenaza de los soldados sarracenos que habían logrado penetrar hasta el claustro del convento de San Damián.

Cuenta así la leyenda: “se habían asentado allí, por orden imperial, filas de soldados y gran cantidad de arqueros sarracenos, apiñados como abejas, para devastar los campamentos y para adueñarse de la ciudad. Ocurrió que durante un asalto enemigo contra Asís, ciudad estimada por el Señor, mientras ya el ejército se acercaba a sus puertas, los feroces Sarracenos irrumpieron en las cercanías de San Damián, dentro de los límites del

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monasterio, hasta llegar al claustro mismo de las vírgenes. Los corazones de estas mujeres estaban sobrecogidos por el terror, las voces se volvían temblorosas por el miedo y llevaban sus llantos a la Madre (Santa Clara)”. Este Milagro Eucarístico es citado en la Leyenda de Santa Clara Virgen, escrita por Tomás de Celano.

Describe el milagro obrado por Santa Clara de Asís que con el Santísimo Sacramento logró hacer retroceder las tropas sarracenas, pagadas por el emperador Federico II de Suabia. “Ella, con corazón impávido, comanda que la conduzcan, enferma como estaba a la puerta y que la pongan al frente de los enemigos. Precedida por la cajita de plata cubierta de marfil en la que era custodiado con suma devoción el Cuerpo del Santo de santos, postrada en oración ante el Señor, en lágrimas habló a su Cristo: "He aquí, mi Señor, que tú acaso quieres entregar en las manos de los paganos a tus siervas indefensas que yo he hecho crecer por tu amor. Protege, te ruego, Señor, estas siervas que yo ahora, sola, no puedo salvar". Inmediatamente una voz como de niño resonó a sus oídos desde el tabernáculo: "¡yo te custodiaré siempre!" "Mi Señor, añadió, protege también, si así gustas, esta ciudad que por tu amor nos sostiene". Y Cristo a ella: "tendrá que soportar dificultades pero será defendida por mi protección".

Entonces la virgen, alzando el rostro bañado en lágrimas conforta a las hermanas en llantos: "¡les doy garantía, hijas, que no sufrirán algún mal; tengan sólo fe en Cristo!". Todos se paralizaron. La audacia de estos fue cambiada por el temor; y abandonando con rapidez los muros que habían escalado, fueron dispersados por la fuerza de aquella que rezaba. Inmediatamente, Clara advirtió con severidad a aquellas que habían escuchado la voz de la que anteriormente se ha hablado, diciéndoles: "estén se bien atentas, hijas queridísimas, de manifestar aquella voz a alguien mientras yo viva".

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1250 ¿? Ciudad polaca Polonia Corría el siglo XIII. En los suburbios de una

ciudad de Polonia, un hombre humilde vivía del producto de su colmena. Un día escuchó que salía una melodía del la colmena. Esta melodía continuaba durante el día.

El labriego se preguntaba qué ocurriría en el interior de la colmena. Una noche sobre el colmenar vio con asombro grandes resplandores. Se acercó a la colmena y escuchó el misterioso zumbido de las abejas.

El labriego fue a visitar al Obispo de su diócesis para explicarle lo que había visto. El señor Obispo, para cerciorarse de si era cierto, acudió al lugar donde estaba el colmenar, y vio el también los intensos resplandores sobre la colmena. Al día siguiente se dirigió al colmenar, acompañado de algunos sacerdotes y de numeroso pueblo, ordenó que fuese abierta la colmena. ¡Oh prodigio! En su interior encontraron una Custodia de cera blanca, labrada con gran primor y delicadeza. En la Custodia estaba el Santísimo Sacramento, y a su alrededor revoloteaba un enjambre de abejas.

El señor Obispo tomó la Sagrada Forma y, acompañado del clero y del pueblo, la llevó a la iglesia. Más tarde, se descubrió el origen de aquella Sagrada Forma: Unos ladrones, después de haber hecho un robo sacrílego, se arrepintieron y echaron el viril en la colmena.

1251 San Juan de las Abadesas-Gerona España

El Conde Wifredo, en el 887, fundó un monasterio en el Pirineo catalán, a las orillas del río Ter, en España.

En 1251 se construyó para la iglesia del monasterio un grupo escultórico de madera, representando el descendimiento de la Cruz: lo componían las imágenes de Jesús y su Madre, José de Arimatea y Nicodemus, con San Juan, el discípulo amado, y los dos ladrones. Las esculturas, que sobrevivieron a la contienda de 1936,

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están dotadas de un gran sentimiento y emotividad. En la cabeza de Jesús, mandó abrir el artista una

cavidad de unos seis centímetros de diámetro a fin de colocar dentro la Sagrada Eucaristía. Y así se hizo, depositándose una Sagrada Forma consagrada dividida en tres fracciones. El caso es que la memoria de aquella Sagrada Forma oculta en la cabeza del Crucifijo se había borrado al llegar al siglo XV.

Pero en 1426, al renovar la pintura de las imágenes y observar que la del Crucifijo tenía en la frente una placa de plata, hallaron dentro un pequeño lienzo de lino blanco, y, envuelta en él, la Sagrada Forma consagrada en 1251 del todo incorrupta, que desde entonces es venerada allí mismo hasta la actualidad con el nombre de "Santísimo Misterio de San Juan de las Abadesas"

1252 Asís Italia

Es este otro milagro de carácter eucarístico, distinto del sucedido en 1240, también en la ciudad de Asís, atribuido a Santa Clara.

1254 Douai Francia

El día de Pascua del año 1254, en la iglesia de San Amado, en Douai, un sacerdote estaba distribuyendo la comunión. Y mientras lo hacía, cayó accidentalmente de sus manos una Sagrada Forma. Pero, mientras se inclinaba para recogerla, ésta se elevó por sí sola, posándose finalmente en el purificador. Luego, en vez de la Sagrada Forma, apareció la imagen de un espléndido niño que pudo ser contemplado por todos los fieles y religiosos presentes en la celebración. La noticia se propagó velozmente. El Obispo de Cambrai, Tomás de Cantimpré, se dirigió inmediatamente a Douai para constatar personalmente los hechos. Él mismo describe así: “Me dirigí hacia el decano de la Iglesia, seguido por

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muchos fieles, y le pedí ver el milagro. El decano abrió la caja donde había depositado la Sagrada Forma del milagro. Viéndola, al principio no noté nada en particular. Sin embargo, era consciente que nada me podía impedir ver como los otros el Sagrado Cuerpo. No tuve siquiera el tiempo de hacerme preguntas al respecto cuando mirándola de nuevo noté el rostro de Cristo coronado de espinas con dos gotas de sangre que le caían de la frente. Entonces, me arrodillé inmediatamente y llorando comencé a dar gracias a Dios”.

Se sabe que en el año 1356, es decir, un siglo después de la aparición, se celebraba anualmente, en el miércoles de Pascua, una fiesta en memoria del milagro del Santísimo Sacramento. El documento que nos recuerda el milagro indica que esta usanza existía ya desde hace tiempo. La preciosa Reliquia del milagro fue conservada y honrada hasta la Revolución. Luego, se perdió todo rastro. En octubre de 1854, el párroco de la iglesia de San Pierre en Douai, descubrió casualmente una pequeña caja de madera bajo el Cristo del altar de los difuntos. Allí se encontraba la pequeña Sagrada Forma, aún blanca pero dañada en los bordes. Una carta escrita en latín decía: “yo, el que escribe, canónigo de la insigne iglesia colegial de San Amado, doy fe que ésta es realmente la verdadera Sagrada Forma del Santo Milagro que yo he rescatado ante el peligro inminente de la profanación y que felizmente la he conservado. La he conservado en esta píxide y he dejado este testimonio escrito de mi propio puño y letra para los fieles que la descubrirán en un futuro próximo (5 de enero de 1793)”.

1255 Regensburg Alemania

El 25 de marzo de 1255, un jueves Santo, un sacerdote de Ratisbonne, fue llamado para llevar el Santo Viático a un moribundo. Entrando a la ciudad, se encontró obstaculizado por un riachuelo que se había desbordado a causa de las lluvias. Para facilitar el cruce, habían

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colocado un tronco que unía las dos orillas. Pero, mientras trataba de atravesarlo, el sacerdote se resbaló dejando caer las Sagrada Formas consagradas. El sacerdote, los fieles y las autoridades civiles decidieron ese mismo día construir una capilla en el lugar del accidente como acto de reparación. El 8 de septiembre de 1255, el Obispo Albert, en honor al Salvador, consagró la capilla y el Santísimo Sacramento fue introducido en una solemne procesión. Desde ese momento, el santuario comenzó a ser visitado por numerosos fieles. Dos años más tarde, un extraordinario episodio confirmó la santidad del lugar. Un sacerdote estaba celebrando la Santa Misa en la pequeña capilla, cuando fue asaltado por fuertes dudas acerca de la real presencia de Jesús en la Eucaristía. Elevó con dificultad el cáliz, y en ese mismo momento, escuchó un ruido muy leve que provenía del altar. Sucedió que el Crucifijo de madera que se encontraba por encima del altar, tomó vida, y extendiendo lentamente un brazo hacia el sacerdote alcanzó el cáliz y lo expuso ante todos los fieles para que fuese adorado. El sacerdote arrepentido, se postró de rodillas y pidió perdón por haber consentido la duda. Entonces, el Señor le devolvió el cáliz como signo de perdón. El Crucifijo milagroso se conserva hasta nuestros días en la ciudad vecina de Regensburg. Sigue siendo visitada cada año por numerosos peregrinos.

1257 Neuvy Saint Sepulcre Francia

En la iglesia de Neuvy-Saint-Sépulcre se conservan dos gotas de Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, recogidas en el Calvario en el momento de la Pasión. El Cardenal Eudes, regresando de Tierra Santa las llevó a Francia en 1257. Están mezcladas con agua y con tierra y se conservan desde 1257 en esta iglesia, que fue edificada en la primera mitad del año mil siguiendo el modelo del Santo Sepulcro de Jerusalén. Para rendir honores a la Santa Reliquia de la Preciosísima Sangre de Jesús, se concedieron numerosas indulgencias. En 1621,

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el Arzobispo de Bruges, André Frémiot, fundó la Cofradía de la Preciosísima Sangre con el fin de promover el culto. Dos años después, el Papa Gregorio XV, concedió nuevas indulgencias a los devotos de la Santa Sangre. Cada lunes de Pascua y el primero de julio de cada año se celebran Misas solemnes y procesiones para adorar y honrar la Sagrada Reliquia. Son muchas las gracias que han sido atribuidas a la invocación a la Santa Sangre de Neuvy-Saint-Sépulcre.

1273 Offida Italia

En 1273, en Lanciano, una mujer llamada Ricciarella, con el fin de recuperar el afecto del marido, Giacomo Stasio, cometió un grave sacrilegio. Siguiendo el consejo de una hechicera, aprovechando el momento de la comunión robó una Sagrada Forma consagrada, la llevó a su casa y la puso al fuego, sobre una teja con la intención de pulverizarla para ponerla en el plato del marido. En ese momento, la Partícula se convirtió en carne que derramaba sangre. Ricciarella, aterrorizada por lo que estaba sucediendo, envolvió la teja con la Sagrada Forma bañada en sangre en un lino. Luego, la enterró bajo el estiércol del establo del marido.

Cosas extrañas sucedieron en el interior del establo: cada vez que la mula de Giacomo entraba, se postraba de rodillas mirando hacia el lugar donde estaba enterrada la Sagrada Forma milagrosa. Giacomo comenzó a pensar que la esposa había realizado un maleficio a la bestia.

Durante 7 años, Ricciarella no había dejado de sufrir grandes remordimientos. Entonces, decidió confesar su horrible sacrilegio al prior del convento agustiniano de Lanciano, Giacomo Diotallevi, nativo de Offida. Las antiguas crónicas cuentan que la mujer comenzó a gritar en lágrimas al sacerdote: “¡he matado a Dios! ¡He matado a Dios!”. El sacerdote se dirigió al lugar y encontró intacta la envoltura junto con la Reliquia. Estas fueron

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luego donadas a sus conciudadanos. Con el fin de conservar la Sagrada Forma, los habitantes de Offida mandaron a hacer un relicario en forma de Cruz. Una antigua crónica nos narra que fray Miguel y un hermano fueron enviados a un orfebre de Venecia con este encargo. Rogaron al orfebre que bajo juramento de fidelidad, prometiera que “no revelaría a ninguno lo que él estaba por ver y colocar dentro de la cruz. Luego, el orfebre quiso tomar la píxide con la Sagrada Forma milagrosa, pero de improviso le vino la fiebre. Entonces, exclamó: “¿qué cosa me has traído, oh fraile mío?”. El religioso le preguntó si se encontraba en pecado mortal. Habiendo respondido que sí, el orfebre se confesó y en el instante desapareció la fiebre. Así, sin ningún peligro, extrajo la Sagrada Forma de la píxide y la depositó en el sagrado Madero de las misma cruz, sellando con un cristal, como claramente se puede observar”. Los relicarios de la teja y el lino teñido de sangre, junto con la cruz que contiene la Sagrada Forma milagrosa, están expuestos en la iglesia de San Agustín en Offida. La casa de Ricciarella en Lanciano fue transformada en una pequeña capilla. En 1973 fue celebrado el VII centenario del Milagro, y cada 3 de mayo los ciudadanos de Offida festejan el aniversario del Prodigio.

1280 Kranenbur bei Kleve Alemania

Existen muchos documentos que describen este Milagro, sucedido en 1280. Un pastor de Kranenburg, después de haber comulgado, no pudiendo deglutir la Sagrada Forma, la arrojó hacia un árbol de su jardín. Los remordimientos lo empujaron a confesar este hecho a su párroco, quien inmediatamente se dirigió al lugar para tratar de recuperar la Partícula. Pero toda tentativa fue inútil. Algunos años después, se decidió cortar el árbol. Y cuando fue cortado en dos, cayó al suelo un crucifijo perfectamente tallado. La noticia del crucifijo, “que había crecido de una Sagrada Forma consagrada” se propagó

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velozmente. Los Obispos de Colonia y el Conde de Kleve se interesaron personalmente del milagro.

Inmediatamente comenzó a crecer el número de peregrinos. En 1408, los ciudadanos de Kranenburg, iniciaron la construcción de una iglesia en honor al Milagro, que fue concluida en 1444.

1290 Glotowo Polonia

Los documentos más antiguos que describen el milagro narran que unos bueyes estaban tirando del arado, conducido con paso regular por un campesino. El sol se remontaba lentamente más allá del horizonte, creando largas sombras. El hombre alzó la mirada e incitó a las bestias que subían con fatiga una colina luego de una larga jornada de trabajo. Después de la labor, pensaba él, tendremos el pan. De pronto, el arado se clavó y los bueyes jalaron más fuertemente hasta que se formó un gran bloque de tierra. Entonces, los animales se detuvieron como petrificados. Al inicio, el campesino comenzó a impacientarse con las bestias, pero luego se detuvo sorprendido porque notó un cambio en el ambiente. El campo se había iluminado como si fuera mediodía y una luz intensísima surgía del terreno y envolvía a los bueyes que estaban inclinados. El campesino comenzó a cavar y vio que la luz provenía de una píxide sucia por la tierra, pero que dentro contenía una Sagrada Forma íntegra y blanca como la nieve. La noticia del fenómeno se difundió rápidamente entre la gente, quienes corrieron al lugar del milagro. Las autoridades locales organizaron una procesión solemne para llevar la Partícula a la iglesia de Dobre Miasto.

Según una antigua crónica, la Sagrada Forma fue hallada nuevamente en el lugar donde había sido extraída la primera vez. Esto fue interpretado como un signo de Dios y sobre ese lugar fue construida una pequeña iglesia dedicada al Corpus Domini. La popularidad de Glotowo continuó creciendo a través de los siglos. En el siglo

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XVIII se decidió la ampliación de la vieja iglesia medieval y fue consagrada por el Obispo Krzysztof Potocki el 24 de julio de 1726. Aún hoy, el Santuario del pueblo de Glotowo atrae cada año a numerosos peregrinos que van a venerar la Reliquia de la Sagrada Forma que se mantiene intacta desde el año 1290.

1290 Paris Francia

“El domingo de Pascua, un 2 de abril de 1290, un hombre llamado Jonathan, quien conservaba un odio a la fe católica y no creía en la presencia real de Cristo en la Sagrada Forma consagrada, siendo pagado para ello, logró apoderarse de una Partícula consagrada. Cuando la tuvo entre sus manos, comenzó a apuñalarla, pero de pronto, brotó de ella Sangre en abundancia, hasta el punto de llenarse todo el recipiente donde la Sagrada Forma había sido depositada. En medio del pánico, Jonathan decidió arrojarla al fuego, pero la Sagrada Forma se elevó por encima de las brasas. Fuera de sí, la cogió para arrojarla al agua hirviente pero ésta, suspendida en el aire tomó la forma de un crucifijo. Finalmente, por sí sola, descendió colocándose en la olla de una parroquiana de Saint-Jean-en-Grève, quien la llevó a su párroco. A lo largo de los siglos, la Sagrada Forma permaneció en un pequeño relicario en la iglesia de Saint-Jean.

Durante la revolución, se perdió todo rastro. Existen varios hechos significativos: la casa de Jonathan fue confiscada y luego, llamada “La Casa de los milagros” por el mismo rey Felipe II el Hermoso. Esto está registrado en un acto de venta en el año 1291. Diferentes indicios señalan la veracidad de esta historia: el hecho que la casa fue transformada en un oratorio gracias a la Bula de Bonifacio VIII, la denominación de “Rue du Dieu bouilli” (calle del Dios hervido) nombrada así por el pueblo de París a la calle que antes se llamaba de los “Jardines”, la celebración eucarística en la capilla

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des Billettes del Oficio de la Reparación del segundo domingo de Adviento y de la Cuaresma.

1294 Gruaro-Valvassone Italia

La Reliquia de este milagro se custodia en la Iglesia del Santísimo Cuerpo de Cristo en Valvasone, pero el Prodigio se verificó en Gruaro. En el año 1294 una joven se dirigió al lavatorio de la acequia del Versiola para lavar un mantel de altar de la iglesia de San Justo de Gruaro. De pronto, la mujer se dio cuenta que una Sagrada Forma consagrada se había quedado por equivocación entre los pliegues del mantel y de ella brotaba sangre. Llena de temor, corrió en busca del Párroco para advertirle de lo sucedido. El párroco informó al Obispo de Concordia, Giacomo d’Ottonello de Cividale quien, una vez que certificó el hecho, pidió poder tener el mantel del milagro en la Catedral de Concordia.

Sin embargo, el párroco de Gruaro y la familia de los Condes de Valvasone, que gozaban del derecho de conferir beneficios eclesiásticos en el territorio de la iglesia de Gruaro y de Valvasone, deseaban también tener ellos el mantel.

Viendo que no se llegaba a ningún acuerdo, recurrieron a la Santa Sede quien autorizó a los Condes la custodia de la Reliquia del milagro en Valvasone, con la condición que se construyese una iglesia dedicada al Santísimo Cuerpo de Cristo. La construcción de la iglesia fue concluida en 1483.

El documento de mayor autoridad y antigüedad que habla del milagro es un rescripto del año 1454 del Papa Nicolás V. Fue entonces que el título de la iglesia parroquial, llamada precedentemente Santa María y San Juan Evangelista, fue cambiado por disposición del Pontífice a Iglesia del Santísimo Cuerpo de Cristo (28 de marzo de 1454). Hoy, el mantel se conserva en un cilindro de cristal, sostenido por un rico relicario de plata.

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La fiesta del Sagrado Mantel se celebra el V jueves de Cuaresma, como conclusión de las jornadas de adoración del Santísimo Sacramento. Allí participan sacerdotes, junto con la comunidad foránea de Valvasone. Durante la fiesta del Corpus Domini, la reliquia es llevada en procesión.

1297 Gerona España

En 1297, durante la misa realizada en la capilla, las religiosas notaron que el sacerdote había mostrado gran perplejidad cuando intentó introducir la Sagrada Forma en su boca. Una religiosa que estaba en el coro ubicado encima del altar, vio que el sacerdote se quitaba algo de la boca y luego de haberlo envuelto en el corporal lo colocaba en una esquina del altar. Concluida la misa, la religiosa se acercó al altar para ver qué cosa había escondido el sacerdote en el paño blanco. Llena de maravilla, descubrió que dentro había un pedazo de carne empapado de sangre. Más tarde, el sacerdote confesó que había dudado de la presencia real de Jesús en la Eucaristía. En el instante en que puso la Sagrada Forma santa en su boca, ésta aumentó de volumen y consistencia hasta el punto de no poder deglutirla. Por esto mismo, la había envuelto en un corporal y depositado sobre el altar.

La Partícula convertida en Carne fue luego colocada en un relicario. Lamentablemente, muchos documentos que testimonian el milagro se han perdido y la Sagrada Forma encarnada y el corporal bañado en Sangre fueron destruidos en 1936, durante la guerra civil.

1300 Aniñon-Zaragoza España

A causa de un incendio en la iglesia de esta localidad se produjo un milagro eucarístico.

1300 EL Cebrero-Lugo España

Era un helado invierno del año 1300 cuando un

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sacerdote benedictino estaba por celebrar la Santa Misa en la capilla lateral de la iglesia del convento de O’Cebreiro. Se distraía pensando que en un día tan crudo, con la nieve que caía en abundancia y el viento que se hacía insoportable, ninguno osaría presentarse a la misa. Pero se equivocaba. Un campesino de Barxamaior, llamado Juan Santín, había subido hasta el convento para participar en la misa. El sacerdote celebrante, que no creía en la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento, despreció en su interior el sacrificio y la buena voluntad del campesino. Y empezó así a celebrar la misa.

Después de haber pronunciado las palabras de la consagración, la Sagrada Forma se convirtió en Carne y el vino en Sangre que se derramó del cáliz, manchando el corporal. Se dice que en ese momento, la estatua de madera de la Virgen hizo una inclinación con la cabeza como signo de adoración. El pueblo la llama la “Virgen del Santo Milagro”. El Señor quiso abrir los ojos al incrédulo sacerdote que había dudado y recompensar la gran devoción del campesino.

Por casi doscientos años la Sagrada Forma convertida en Carne permaneció sobre una patena. La Reina Isabel, encontrándose en peregrinación hacia Santiago de Compostela, conoció el milagro y quiso donarle un precioso relicario de cristal para depositar allí la Sagrada Forma milagrosa. Hasta nuestros días es posible venerarla y se encuentra junto con el cáliz y la patena del milagro. Cada año, en la fiesta del Corpus Domini, el 15 de agosto y el 8 de septiembre son llevadas en procesión las Reliquias del Prodigio, acompañadas por la estatua de la Virgen. Entre los muchos documentos existentes, recordamos la Bula del Papa Inocencio VIII del año 1487 y la del Papa Alejandro VI del año 1496.

1300 Breda-Niervaart Holanda

El 24 de junio de 1300, el campesino Jan Bautoen estaba arando en las cercanías del pueblo de Niervaart

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cuando encontró bajo un bloque de tierra una Sagrada Forma completamente intacta. Luego de haberla restituido al párroco del pueblo de Niervaart, la Sagrada Forma fue depositada en una custodia.

A pesar del paso de los años, las especies del pan se conservaron intactas. Rápidamente la noticia se iba difundiendo y muchos se acercaban para venerar la Sagrada Forma. En 1449, la Partícula fue trasladada a la iglesia colegial de Nuestra Señora de Breda donde fue conservada en una custodia artísticamente labrada.

Lamentablemente, a causa de las luchas religiosas, se perdió todo rastro de la Sagrada Forma milagrosa. Hoy la gente mantiene aún viva la devoción a este Prodigio Eucarístico porque después de varias vicisitudes, en el siglo XX se ha retomado el culto gracias a una Confraternidad de Breda dedicada al Santísimo Sacramento. Aún hoy, cada año, durante la fiesta del Corpus Domini se realizan procesiones y oraciones públicas en honor al Prodigio.

1310 Sangeorgenberg-Fecht Austria

Cerca del altar lateral de la iglesia del monasterio se encuentra una tabla-documento que dice: “en el año de gracia de 1310, bajo el abad Rupert, un sacerdote celebraba la Santa Misa en esta iglesia dedicada al Santo Mártir Jorge y al Apóstol Santiago. Después de haber consagrado el vino, fue asaltado por la duda, si bajo las especies del vino se encontraba verdadera y realmente la Sangre de Cristo. Inmediatamente, el vino se transformó en roja sangre que comenzó a hervir en el cáliz hasta el punto de derramarse. El abad y sus monjes, quienes se encontraban en el coro, además de numerosos peregrinos presentes en la celebración, se acercaron al altar y constataron lo que había sucedido. Lleno de temor, el sacerdote no logró beber toda la Santa Sangre; entonces, el abad vertió el resto en un recipiente junto con el paño con el que se secaba el cáliz, para luego depositarlo en el

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tabernáculo del altar mayor. Atraídos por la noticia, muchos peregrinos comenzaron a visitar el santuario para adorar la Santa Sangre. El creciente número de devotos hizo que en 1472, el Obispo Georg von Brixen mandara una comisión para analizar el fenómeno. Entre ellos, estaban el abad de Wilten, Johannes Lösch, y los párrocos Sigmund Thaur y Kaspar de Absam. Luego de las debidas investigaciones, fue declarada la autenticidad del Prodigio y se promovió la adoración a la Santa Sangre.

Otra tabla-documento cuenta cómo la reliquia de la Santa Sangre ayudó a conservar el credo católico durante el cisma protestante: “en torno al año 1593, cuando los dogmas de Lutero se difundían por doquier en el Tirol, los monjes de San Georgenberg fueron llamados para predicar el credo en todos los alrededores. El abad Michael Geisser predicaba con gran éxito delante de una muchedumbre en la iglesia parroquial de Schwaz, refiriéndose ardorosamente al Santo Milagro de la Sangre como una prueba de la real presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar. Actuaba en modo tan convincente que los adversarios no tuvieron otra opción que retirarse del campo. Esta victoria contundente ante el errado credo fue entendida por los creyentes como una gracia especial que el Señor había concedido a sus fieles, quienes adoraban la preciosa Sangre”.

1317 Hasslet Bélgica

El 25 de julio de 1317, el párroco de la iglesia de Viversel fue llamado para dar los Santos Sacramentos a un fiel que estaba gravemente enfermo. Llegando a la casa del mismo, dejó sobre una mesa situada al ingreso, la bolsa que contenía la píxide con la Sagrada Forma consagrada. Luego, se dirigió al dormitorio del enfermo para confesarlo. Uno de los familiares, atraído por la curiosidad, abrió a escondidas la bolsa. Destapó la píxide y metió dentro sus dedos para ver qué había. Dándose cuenta que en el interior había una Sagrada Forma, metió

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todo en su lugar. Mientras tanto, el sacerdote salió del dormitorio del enfermo para recoger la Sagrada Forma. Cuando abrió la píxide vio que la Sagrada Forma que había consagrado él mismo durante la Misa, se había manchado de sangre y estaba como pegada al lino que se encontraba en la base del recipiente. Lleno de turbación y temor, inventando cualquier excusa, salió de la casa y se dirigió al párroco del pueblo vecino de Lumen para narrar lo sucedido.

El 1° de agosto de 1317, se dirigió con la Partícula a la Abadía de Herkenrode. Durante el camino sucedieron hechos extraordinarios. Cuando, finalmente, llegó al monasterio benedictino, hizo ver a todos los religiosos la Partícula teñida de Sangre. Fueron muchos testimonios oculares que pudieron ver el rostro de Cristo coronado de espinas, impreso en la Sagrada Forma ensangrentada. En la Catedral de Hasselt se encuentra la imagen de un rebaño puesto de rodillas en el momento en que pasaba el sacerdote con la Sagrada Reliquia (en ese mismo lugar, llamado Sacrementsberg, se edificó una pequeña capilla para la perpetua memoria del evento). Poco después, “el Santo Sacramento del Milagro”, colocado en un relicario y expuesto para la veneración pública, obró muchas curaciones y en varias ocasiones protegió el monasterio de Herkenrode del incendio. La Reliquia del milagro se conservó en la Abadía hasta 1796. En 1804 fue trasladada a la iglesia de San Quintín, en Hasselt.

1330 Walldürn Alemania

Mientras celebraba la Santa misa, el sacerdote Heinrich Otto, derramó accidentalmente el cáliz que contenía la especie del vino consagrado. Al momento, se transformó en Sangre y tocando el corporal, la misma Sangre formó la imagen de Cristo Crucificado con once cabezas alrededor, todas iguales, representando a Cristo coronado de espinas. El sacerdote no tuvo la suficiente valentía para revelar el Milagro, y optó por esconder el

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corporal bajo el altar. Pasados muchos años, cuando se encontraba agonizante, confesó lo sucedido y reveló el lugar del escondite.

Desde entonces, la Reliquia del Corporal fue muy venerada. A ella son atribuidas muchas curaciones y conversiones milagrosas. El Papa Eugenio IV confirmó el milagro en 1445 y le concedió algunas indulgencias. El Prodigio fue conocido en toda Europa, haciéndose muy famoso. La prueba de ello está en que fue motivo de inspiración para muchos artistas. La actual Basílica fue construida entre 1698 y 1728 por Franz Lothar von Schönborn, Arzobispo de Mainz. En 1962, el Papa Juan XXIII la elevó a Basílica Menor. Desde 1938 los monjes agustinos asumieron el cuidado de esta Basílica.

1331 Blanot Francia

El día de Pascua de 1331, muy de mañana, Messer Hugues de Baulmes, Vicario de Blanot, celebró la Misa y distribuyó la comunión. Cuando la fue a recibir Jacquette, viuda de Renaud, un trocito de la Sagrada Forma consagrada cayó de la boca de esta mujer sobre un paño sostenido por dos acólitos.

Jacquette no se dio cuenta, pero uno de los acólitos, Tommaso Caillot, vio que la Partícula estaba a punto de caer y llamó al sacerdote que ya estaba guardando el copón en el altar: “Sire, Sire, vuelva aquí, porque el Cuerpo de Nuestro Señor ha caído de la boca de esta señora en el paño”.

El celebrante vino a recoger la Partícula caída en el paño pero, de repente, la Partícula, de un tamaño de una quinta parte de una Sagrada Forma normal, del tamaño de una moneda pequeña, desapareció y en su lugar se vio que del paño surgía una gota de sangre.

"Viendo esto, -relata el proceso canónico- el Vicario lavó el paño en la sacristía. Pero tras haberlo lavado y frotado, una, dos, tres, cuatro y cinco veces, cuanto más lo lavaba, la mancha de Sangre se hacía más

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roja y más grande. El Vicario, maravillado y llorando, pidió un cuchillo y Tommaso Caillot le dio el suyo. Entonces cortó sobre el altar la parte del paño que estaba roja y la colocó en un relicario después de haberla mostrado a la gente diciendo: “Buena gente, podéis creer que aquí está la preciosísima Sangre de nuestro Señor Jesucristo, porque yo he tratado de todas las maneras posibles de lavarla, pero no he logrado de ninguna forma separarla de este paño”.

Informado el Obispo de Autun, mandó a su Oficial, Jean Javroisier a examinar el hecho.

Comparecieron Jacquette Renaud, el sacerdote y todos los testigos, declarando que “clara, expresa, ocular y manifiestamente ellos han visto esta partícula de la Sagrada Forma transformarse en esta gota de sangre”.

El Oficial, tras haber examinado la parte ensangrentada del paño y haber escuchado los testimonios, declaró que había que creer en el milagro. El Obispo lo aprobó.

En el siglo XVIII el Obispo de Autun, Mons. Montazet, examinó el paño y vio que el tejido aún estaba rojo y perfectamente conservado, a pesar de la humedad de la iglesia. Hoy se sigue venerando el paño con la sangre. A pesar de los siglos no se ha convertido en polvo y las manchas de sangre se siguen viendo claramente.

Anualmente se le rinde especial veneración el día del Corpus.

1333 Bologna Italia

La esposa del Conde Eagno Lambertini sufría por su esterilidad. Pidió insistentemente a la Virgen, con el rezo del Rosario, poder tener hijos. En 1322 tuvo una hija, Imelda, que fue una niña muy piadosa.

A los nueve años pensó que tenía vocación consagrada. Sin atender a las múltiples razones de familiares, entró decidida en el Monasterio de las Dominicas de Val-di-Pietra. Su mayor deseo era

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comulgar, pero no tenía todavía doce años, que era la edad requerida entonces para hacer la Primera Comunión.

El Señor le quiso hacer un regalo: En la Fiesta de la Ascensión, el 12 de mayo de 1333, al acabar la Misa, Imelda se quedó orando, desconsolada por no haber podido comulgar. En un momento dado, el coro se iluminó y se llenó de un perfume suavísimo que, esparciéndose por el convento, atrajo otra vez a la Comunidad. Vieron aparecer frente a Imelda una Sagrada Forma suspendida en el aire.

Comprendieron que el Señor quería darse en Comunión a la niña. Llamaron a un sacerdote y se la administró. Ésta juntó las manos, cerró los ojos y se concentró en oración. Como ésta se prolongaba mucho, las monjas se acercaron y comprobaron que la niña, que seguía arrodillada ante el altar, había muerto en éxtasis. Murió de amor al recibir su Primera Comunión.

Comenzó una gran devoción a Imelda. Su cuerpo incorrupto descansa en la iglesia de San Segismundo, cerca de la Universidad de Bolonia. El Papa Pío X la nombró: Protectora de los que hacen la Primera Comunión.

1342 Stiphout Holanda

En el año 1342, se desató en el pueblo de Stiphout una tempestad muy violenta. Un rayo llegó a atravesar la parroquia, incendiándola totalmente. Mientras que las llamas se extendían rápidamente, invadiendo el interior de la iglesia, el anciano párroco, Jan Hocaerts, pidió auxilio a los vecinos. Un grupo de fieles acudieron, encabezados por Jan Baloys quien decidió rescatar el Santísimo Sacramento. La única solución posible era bajar desde lo alto, por una de las ventanas superiores. Entonces, Jan Baloys ofreciéndose para el rescate, escaló las paredes, rompió el seguro de la ventana grande ubicada cerca al altar y entró. Maravillado, vio que las llamas habían devastado toda la iglesia pero no se acercaban a la zona

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del tabernáculo. Entonces, Jan tomó la píxide con las Sagrada Formas consagradas y las llevó a salvo. Inmediatamente, muchos proclamaron el milagro. La iglesia fue reconstruida poco después y las Sagradas Formas se mantuvieron intactas hasta 1557. Sus rastros se perdieron a causa de las vicisitudes históricas y las luchas religiosas.

1345 Ámsterdam Holanda

El 12 de marzo de 1345, pocos días antes de la Pascua, Ysbrand Dommer, mandó llamar a un sacerdote porque se encontraba al borde de la muerte. Después de haber comulgado, vomitó todo en una vasija, cuyo contenido fue inmediatamente arrojado al fuego de la chimenea. Al día siguiente, Ysbrand se había recuperado completamente. Una de las domésticas que lo servían se acercó a la chimenea para encender el fuego y notó una extraña luz que irradiaba de una Sagrada Forma. La mujer llamó la atención a todo el barrio con sus gritos. Así, muchos pudieron verificar el milagro. Mientras tanto, Ysbrand pudo recuperar la Sagrada Forma. La envolvió en un paño de lino y la depositó en una pequeña caja para llevarla al párroco. Pero el milagro continuó porque por tres veces el sacerdote tuvo que volver a la casa del enfermo para recuperar la Sagrada Forma que milagrosamente regresaba siempre a la casa de Ysbrand. Entonces, se decidió transformar su casa en una capilla.

El día de Pascua los testigos y el alcalde del pueblo de Amstel redactaron un informe detallado de todos los hechos. Este documento fue luego entregado al Obispo de Utrech, Jan van Arkel, quien autorizó el culto del milagro. En 1452 la capilla quedó destruida después de un incendio pero extrañamente la Custodia con la Sagrada Partícula permaneció intacta. En 1665 el Concejo de la ciudad autorizó al Padre Jan Van der Mey trasformar una de las casas del ex convento de las Beguinas en capilla. Allá fue trasladada la preciada Custodia que

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lamentablemente fue robada días después de su llegada. Sin embargo, hasta hoy se realiza la exposición permanente del Santísimo Sacramento en memoria perpetua del milagro. Los únicos objetos que quedan como recuerdo del Milagro Eucarístico son la cajita que custodió la Sagrada Forma, los documentos que describen el milagro y algunas pinturas que se encuentran en el Museo histórico de Amsterdam.

1345 Cracovia Polonia

En el año 1345 el rey de Polonia, Casimiro III el Grande, ordenó la construcción de la iglesia del Corpus Domini en honor a un Milagro Eucarístico que sucedió ese mismo año en los campos de Wawel, cerca a Cracovia. Algunos ladrones pudieron entrar en una iglesia, no lejos de Cracovia. Luego de haber forzado el tabernáculo, extrajeron la píxide que contenía las Sagradas Formas consagradas. Poco después se dieron cuenta que la píxide no era de oro, entonces la arrojaron a unos pantanos llenos de basura y fango. Inmediatamente surgió del pantano una luz fortísima. Los rayos de luz continuaron durante el día y la noche, por diversos días. Todo el pueblo se dio cuenta de este extraño fenómeno y decidieron advertir del hecho al Obispo de Cracovia.

El Prelado escuchó que del pantano fulguraban unos rayos que podían ser vistos a varios kilómetros a la distancia. No comprendiendo cómo pudiese ser posible este fenómeno proclamó tres días de ayuno y oración. Al tercer día todo el pueblo se acercó en procesión, junto con el Obispo, al lugar del pantano luminoso. Se empezó la búsqueda, hasta que finalmente un hombre pudo recuperar la píxide con las Sagradas Formas totalmente íntegras. Ante la luz intensa que emanaban, todo el pueblo comenzó a alabar al Señor y a festejar el prodigio llenos de conmoción. Aún hoy, en la fiesta del Corpus Domini, se recuerda el milagro en la iglesia del Corpus Domini en Cracovia.

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1356 Macerata Italia

La ciudad italiana de Macerata se llama la "Ciudad del Santísimo Sacramento" porque allí ocurrió un Milagro Eucarístico y porque fue una de las primeras ciudades del mundo en organizar la "Confraternidad en honor al Santísimo Sacramento.”

En el siglo XIV se discutía si la presencia del Señor permanecía igual en la Sagrada Forma consagrada a partir del momento en que el sacerdote la parte y pone una pequeña parte en el cáliz, con el Vino consagrado. Este milagro es la respuesta.

En la mañana del 25 de abril de 1356, se celebraba Misa en la Iglesia de las monjas Benedictinas. En la consagración, el sacerdote dudó de la presencia real de Jesús en la Eucaristía y de su permanencia en las partes de la Sagrada Forma partida. En el momento que partía la Sagrada Forma consagrada, comenzó a brotar y derramarse Sangre fresca de los bordes de la Sagrada Forma. El sacerdote comenzó a temblar de tal modo que la Sangre del Señor cayó fuera del Cáliz, manchando el corporal.

Al concluir la Misa se apresuró a informar de lo sucedido al Obispo, Nicolo di St. Martino, el cual ordenó que se llevara a la catedral el corporal manchado de Sangre y que se investigara lo acontecido. La Comisión canónica estudió el hecho y lo declaró auténtico.

Colocaron el Corporal Milagroso en la Catedral. El primer domingo después de Pentecostés se llevaba en procesión, a la que asistían personas de las ciudades vecinas. La exposición del Corporal y las procesiones continuaron a través de los años, hasta 1807, en que Napoleón suprimió las confraternidades y prohibió las procesiones tradicionales. Entonces escondieron el santo Corporal en un armario detrás de un altar en la catedral.

Pasada la persecución francesa, los Corporales fueron nuevamente expuestos para la veneración en 1932,

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en un relicario de cristal en la capilla del Santísimo Sacramento. Durante la Segunda Guerra Mundial el Corporal fue nuevamente escondido. Terminada ésta, fue devuelto nuevamente a la Catedral de Macerata, donde se conserva. En la Fiesta de Corpus se expone junto al altar principal.

1369 Bruselas Bélgica

Un banquero judío, llamado Jonatán, que vivía en Enghien, consiguió por dinero y por mediación de otro judío, Juan de Louvain, falsamente convertido al cristianismo, hacerse con un copón robado en una iglesia de Bruselas y que contenía varias Sagradas Formas consagradas. El desgraciado las profanó sacrílegamente en unión de sus amigos; pero, por justos juicios de Dios, fue asesinado dos semanas después. Como la viuda de este hombre entregase las Sagradas Sagrada Formas a los judíos de Bruselas, ocho de ellos tuvieron una reunión el día 4 de abril de 1370, que era Viernes Santo, y, habiendo colocado las Sagrada Formas sobre una mesa, las pincharon con puñales.

Entonces salió de ellas sangre milagrosa y cayeron de espaldas los sacrilegios como sus antepasados en el Huerto de los Olivos. Aterrorizados, quisieron deshacerse de las Sagradas Formas, y para ello consiguieron que una mujer, falsamente convertida del judaísmo, las llevase a Colonia. Pero movida por los remordimientos, esta mujer reveló el hecho al párroco de Nuestra Señora de la Chapelle. Se instruyó después el proceso del hecho, y los judíos declararon convencidos su crimen.

Tres de las Sagrada Formas milagrosas se conservan aún en la Colegiata de Santa Gúdula, en Bruselas, encerradas en una Custodia de extraordinaria riqueza y arte, que se lleva solemnemente todos los años por las calles de la capital en una imponente manifestación de fe, denominada la Procesión del

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Santísimo Sacramento del Milagro. En el contiguo museo de la Catedral, que era la

antigua capilla dedicada al SS. Sacramento. Allí se conservan los numerosos relicarios que custodiaron durante los siglos el Miracle du Saint Sacrament. Existen también gobelinos del siglo XVIII que evocan este evento milagroso. Los cinco vitrales que adornan la nave lateral de la Catedral evocan las diversas fases del milagro Eucarístico, realizados desde el año 1435 hasta 1870.

1370 Cimballa España

“Santísimo Misterio Dudado” es llamado en Cimballa el Milagro Eucarístico ocurrido en 1370 en la iglesia de La Purificación de Nuestra Señora. El párroco de la iglesia, el padre Tomás, vivía aquejado por fuertes dudas acerca de la presencia real de Jesús en el Sacramento de la Eucaristía. Durante la celebración de una Santa Misa dominical, después de haber pronunciado las palabras de la consagración, vio que la Sagrada Forma se transformaba en Carne y comenzaba a sangrar copiosamente, derramándose sobre el corporal. Fue entonces que el sacerdote derramó lágrimas de arrepentimiento. Los fieles, viéndolo tan turbado, se acercaron al altar y pudieron ver también ellos el Milagro.

La Reliquia fue llevada en procesión y la noticia se difundió por todos los alrededores. Sucesivamente, muchos milagros fueron atribuidos al “Santísimo Misterio Dudado” convirtiéndose así en objeto de gran devoción por parte de todos los fieles. La Reliquia del corporal manchado de Sangre se expone el 12 de septiembre de cada año, aniversario de la fiesta del Milagro.

1374 Lieja Bélgica

Santa Giuliana de Liegi, religiosa del monasterio de Mont Cornillon, fue quien dio impulso a la institución de la fiesta en honor al Corpus Domini. Desde su

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adolescencia, la Santa tuvo visiones misteriosas a cerca de la institución de la fiesta del Santísimo Sacramento. Particularmente, “veía” una luna llena resquebrajada. El Señor le reveló poco después, que la luna representaba la Iglesia de su tiempo y grieta interior quería significar la ausencia de una solemnidad en el ciclo litúrgico dedicada al Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

Sólo a partir del año 1230, Santa Giuliana narró estas visiones a las autoridades eclesiásticas. En 1246, Roberto de Thourotte, Obispo de Liegi, estableció en el Sínodo de 1246 la institución en la propia diócesis de la fiesta en honor al Santísimo Sacramento. Por primera vez, fue celebrada el 5 de junio de 1249. Sólo luego de la muerte de Santa Giuliana, la fiesta logró difundirse por todo el mundo católico, principalmente por obra del Papa Urbano IV, quien con la Bula Transiturus de hoc mundo (11 de agosto de 1264), extendió dicha celebración a toda la Iglesia Universal

1374 Middleburg-Lovaina Bélgica

El material documental acerca de este Milagro Eucarístico es realmente abundante. En la monografía titulada Le Sacrement du Miracle de Louvain, escrita en 1905, por el historiador Jos Wils, docente de la Universidad Católica de Lovaina están presentes casi todos los documentos y testimonios de la época.

En Middleburg vivía una mujer de la nobleza, conocida por todos gracias a su gran fe y devoción. Además, tenía gran atención en la formación espiritual de sus familiares y domésticos. Durante la Cuaresma del año 1374, en la casa de la señora se dio inicio a la práctica de la penitencia, como se solía hacer todos los años, como preparación para la Pascua. Días atrás, un nuevo doméstico, llamado Jean, había comenzado a trabajar en dicha casa. Llevaba una vida de pecado y hacía años que no recurría a la confesión. La señora invitó a todos los

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domésticos para participar en la Misa, y Jean no osó oponerse. Participó en toda la celebración eucarística y cuando llegó el turno de comulgar, se acercó con superficialidad al altar. Apenas recibió la Sagrada Forma en la boca, ésta se transformó en Carne sangrante. Al momento, Jean se quitó la Partícula de la boca, de la cual cayó la Sangre, que derramándose, fue a parar sobre un paño que cubría la baranda que estaba delante del altar. El sacerdote comprendió lo que estaba sucediendo; y es así, que lleno de emoción, tomó la Sagrada Forma milagrosa y la depositó en un recipiente, dentro del tabernáculo.

Arrepentido, Jean confesó su pecado ante todos. Desde ese día condujo una vida ejemplar y conservó hasta el final de sus días una gran devoción por el Santísimo Sacramento. Todas las autoridades eclesiásticas y civiles de la ciudad fueron informadas del evento prodigioso. Más tarde, luego de minuciosas investigaciones, el Arzobispo autorizó el culto.

La noticia del hecho corrió por toda Bélgica y la Sagrada Forma milagrosa fue lleva a Colonia y colocada en un Ostensorio.

En 1803, llevaron un trozo del mantel manchado de sangre a Lovaina, así como una parte de la Sagrada Forma. Se puede distinguir perfectamente que es carne. Los documentos sobre las reliquias están en el archivo de la iglesia de Santiago.

1379 Boxte-Hoogstraten Holanda

Este milagro ocurrió en la iglesia de San Pedro de la ciudad holandesa de Boxtel, poco antes del año 1379.

Durante la Consagración de la Misa, el Padre Van de Aker perdió el equilibrio y vertió el contenido del cáliz sobre el corporal y el mantel del altar. Por razones desconocidas había usado vino blanco para la Misa, pero lo que estaba sobre el corporal y los manteles del altar era sangre roja.

Acabada la Misa, el sacerdote trató de lavar el

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corporal y el mantel del altar. Tras muchos intentos, no lo consiguió. Entonces puso el mantel en una pequeña caja y lo escondió.

Poco después, ya en su lecho de muerte, en 1379, confesó a su Párroco el hecho y le indicó dónde había escondido los corporales y el mantel, todavía manchado de rojo por la sangre que se había derramado sobre ellos.

En 1380, el Cardenal Pileo decretó que fuera expuesta la precisa reliquia de la Sangre el 25 de junio de cada año. En 1652, el corporal y el mantel del altar fueron llevados a Hoogstraten, en la frontera belga. En 1924, el corporal fue devuelto a Boxtel, pero el mantel permanece en Hoogstraten. Todavía hoy se hace la procesión del milagro en Boxtel en la Fiesta de la Santísima Trinidad. El pueblo nunca vaciló en su devoción por su Señor en la Eucaristía.

1383 Wilsnack Alemania

En el mes de agosto de 1383 el pueblo de Wilsnack fue saqueado e incendiado por el caballero Heinrich von Bülow. Entre los restos de la iglesia parroquial se encontraron tres Sagrada Formas consagradas en perfecto estado, de las cuales brotaba Sangre. Luego del hallazgo de las Sagrada Formas que sangraban, se verificaron muchos milagros. Uno de ellos fue el del caballero Dietrich von Wenckstern, quien quedándose ciego volvió a recuperar la vista sólo cuando se arrepintió por haber nutrido dudas acerca de la veracidad del milagro.

La noticia se difundió rápidamente hasta llegar a oídos del Obispo de Havelburg, quien en 1384 confirmó el milagro de las Sagradas Formas “sangrantes” de Wilsnack. El Papa Urbano VI concedió una dote para la reconstrucción de la iglesia. A este proyecto se unieron las donaciones del Arzobispo de Magdeburg, de los Obispos de Brandenburg, Havelberg y Levus.

De este modo, Wilsnack se convirtió, hasta el

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siglo XVI, en una de las metas de peregrinaje más importantes de Europa. Gracias a la gran cantidad de donaciones ofrecidas por los mismos peregrinos que iban para venerar las Sagrada Formas milagrosas, se logró financiar la construcción de la enorme iglesia de San Nikolai, dedicada al milagro.

En el año 1522, la Custodia con las tres Sagrada Formas se destruyó en un incendio. Sin embargo, permanecen aún numerosos testimonios escritos y obras de arte que confirman el Prodigio.

1392 Moncada España

La elección del Papa Urbano VI (18 de abril de 1378) fue atacada duramente por los cardenales franceses, quienes querían un Papa francés para poder así regresar a la sede papal de Aviñón. Luego de muchas vicisitudes, el 20 de septiembre de 1378, eligieron al antipapa Clemente VII. Los cismáticos intentaron adueñarse de Roma con la fuerza de las armas pero siendo derrotados, se retiraron a Aviñón donde Clemente VII continuó gobernando como si fuese el Papa legítimo.

En este período de incertidumbre, un sacerdote de Moncada llamado Mosén Jaime Carrós, vivía atormentado no sabiendo si su ordenación sacerdotal era realmente válida ya que había sido consagrado por un Obispo ordenado por el antipapa Clemente VII. Cada vez que celebraba la Misa sufría por el temor de estar engañando a los fieles, suministrándoles Sagrada Formas no consagradas y administrando falsamente todos los demás sacramentos. El sacerdote imploraba al Señor que le diese un signo para disipar sus dudas. El día de Navidad del año 1392 recibió la respuesta.

Ese día participó en la Misa una mujer de la nobleza llamada Ángela Alpicat, junto con su hija de cinco años, Inés (la futura Santa Inés de Moncada). Concluida la Misa, la niña se negaba a salir de la iglesia diciendo a la mamá que quería quedarse para jugar con el

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niño maravilloso que el párroco había tenido entre sus manos durante la consagración.

El día 26, la señora Ángela participó nuevamente en la Santa Misa, y cuando el sacerdote elevó la Sagrada Forma, la niña vio nuevamente al niño entre las manos del sacerdote. Al final de la Misa la señora Ángela se acercó al sacerdote y le narró las visiones de la niña. Él comenzó a interrogarla y la niña respondía a todas las preguntas sin ninguna dificultad. No estando todavía totalmente convencido, la invitó a regresar a la Santa Misa del día siguiente. Entonces, el sacerdote tomó dos Formas pero consagró una sola. Con la Forma consagrada en la mano preguntó a la niña qué cosa veía. Ella respondió: “veo al Niño Jesús”. Luego, elevó la Sagrada Forma no consagrada y le hizo la misma pregunta. Inés respondió: “veo un pequeño disco blanco”.

Confirmado en sus dudas, el sacerdote no lograba hablar por la conmoción y la alegría. Si bien el Obispo que ordenó al párroco había sido consagrado por un antipapa, Dios permanecía fiel a la sucesión apostólica, determinada por la imposición de las manos.

1399 Poznan Polonia

En 1399, en la ciudad de Poznan, un grupo de amigos que odiaban la fe cristiana convencieron a una doméstica para extraer de la iglesia de los Dominicos (hoy de los Jesuitas) tres Sagrada Formas consagradas. La mujer, alentada por una sustanciosa recompensa, logró robarlas. Al entregarlas en manos de los malhechores bajaron al subterráneo de una casa, las depositaron sobre una mesa y comenzaron a profanarlas golpeándolas con un punzón. De pronto, comenzó a destilar copiosamente Sangre que llegó a salpicar en el rostro de una chica del grupo, que siendo ciega recuperó inmediatamente la vista. Los profanadores, sobrecogidos de terror y de la angustia, intentaron destruir en vano las Sagrada Formas porque éstas permanecían siempre intactas.

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Entonces, decidieron llevarlas a las afueras de la ciudad y arrojarlas en los pantanos que estaban cerca al río Warta. Mientras tanto, un joven pastor que se encontraba en las cercanías, vio tres Sagradas Formas luminosas que se elevaban en el aire. Dominando la emoción, regresó a su casa para contarle todo a su padre y a las autoridades locales. El alcalde se mostró indiferente a lo que el joven narraba y creyendo que era un impostor ordenó que lo encarcelaran. El joven pastor logró liberarse misteriosamente y se presentó nuevamente al alcalde, quien finalmente, convencido de los hechos, se dirigió al lugar del prodigio. Mientras tanto, toda la población se había reunido en torno a las tres Sagradas Formas luminosas suspendidas en el aire. Sólo el Obispo Wojciech Jastrzebiec pudo lograr, luego de fervientes ruegos al Cielo, recuperar las Partículas que descendieron a la píxide que tenía entre las manos. El Obispo ordenó inmediatamente una procesión solemne para llevar las Sagradas Formas prodigiosas a la iglesia dedicada a Santa María Magdalena. En el lugar del milagro fue construida una capilla de madera que se convirtió en meta de peregrinaciones. Más tarde, el rey Wladyslaw Jagiello, habiéndose enterado del Milagro, visitó personalmente Poznan para venerar las Sagradas Formas prodigiosas. Como signo de devoción, hizo edificar una iglesia dedicada al Corpus Domini en el mismo lugar donde sucedió el Prodigio. En el siglo XIX, en el lugar donde fueron profanadas las Sagradas Formas, fue construido un Santuario donde aún hoy se conserva la mesa con las huellas de la Sangre destilada de las Sagrada Formas. Cada jueves, en la iglesia del Corpus Domini en Poznan, se realiza una procesión con el Santísimo Sacramento en honor al Milagro.

1400 Boxmeer Holamda

El Milagro Eucarístico de Boxmeer se verificó en la Iglesia de San Pedro y Pablo en el año 1400. El

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sacerdote Arnoldus Groen estaba celebrando la Misa. Inmediatamente después de haber consagrado las especies eucarísticas, dudó de la real presencia del Señor en el pan y el vino consagrados. Las Especies del vino comenzaron a hervir hasta el punto de derramarse fuera del cáliz, manchando el corporal. El vino se había convertido en Sangre que se coaguló, formando una masa grande. Hasta hoy se conserva la Reliquia del Corporal y la Sangre. Cada año se festeja el aniversario del milagro con una procesión solemne. Son muchos los documentos que describen dicho milagro, entre ellos están los grabados de mármol y las pinturas. Pontífices como Clemente XI, Benedicto XIV, Pío IX y León XIII han manifestado una particular devoción a este milagro.

1405 Bois-Seigneur-Isaac Bélgica

A partir de un día martes, precedente a la fiesta de Pentecostés del año 1405, Jesús se apareció por tres noches consecutivas a Jean de Huldenberg, mostrando su cuerpo cubierto de llagas. Sólo en la tercera aparición el Señor le dijo: “anda a la capilla de Isaac, allá me encontrarás”. Al mismo tiempo, el párroco, Pierre Ost, escuchó una voz que le ordenaba celebrar la misa de la Santa Cruz en la capilla de Isaac. Al día siguiente, el párroco convocó a todos los fieles a la misa en dicha capilla. Entre ellos, estaba presente Jean de Huldenberg. En medio de la celebración, el sacerdote abrió el Corporal y notó que había quedado un pedazo de la Sagrada Forma Magna consagrada en la misa del martes. Entonces, trató de consumirla. Pero no sólo no se desprendía de la tela sino que comenzó a sangrar. El sacerdote palideció, pero Jean, dándose cuenta de todo, lo confortó diciéndole: “no tengáis miedo, esta maravilla viene de Dios”; y luego, le narró las visiones que había tenido.

Durante cuatro días, hasta el martes de Pentecostés, la Sangre continuó derramándose hasta llegar a un espesor de un dedo por tres de ancho. Luego,

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habiendo teñido casi todo el Corporal, poco a poco se coaguló hasta secarse. El milagro fue visto y testimoniado por muchísimas personas. El Obispo de Cambrai, Pierre d’Ailly, siendo informado de lo sucedido, quiso examinar personalmente el Corporal teñido de Sangre. Por casi dos años, permaneció custodiado en su misma casa. En tanto, fue inútil toda tentativa de quitar la mancha de Sangre. Ante este fenómeno, el Obispo abrió una investigación en la cual fueron recogidos los testimonios de los prodigios obrados por esta misma Preciosa Sangre. El 16 de junio de 1410, el Obispo Pierre d’Ailly, otorgó 40 días de indulgencia a aquellos que hubiesen visitado la capilla de Bois-Seigneur- Isaac; y el 3 de mayo de 1413, declaró que el Corporal podía ser venerado como Reliquia Sagrada, e instituyó una procesión solemne en honor al prodigio con la exposición pública del Santísimo Sacramento. Hasta hoy, se festeja cada año, el domingo siguiente a la fiesta de la Natividad de María, en memoria del Milagro Eucarístico junto con la presencia de los ciudadanos de Bois-Seigneur-Isaac.

1411 Ludbreg Croacia

En 1411, en Ludbreg, en la capilla del castillo de los condes Batthyány, un sacerdote celebró la Misa. Durante la consagración del vino, el sacerdote dudó de la verdad de la transubstanciación. Fue entonces, cuando el vino contenido en el cáliz se transformó en Sangre. Lleno de confusión, escondió la Reliquia detrás de un muro del altar principal. El albañil que realizó el trabajo fue obligado a guardar silencio. El sacerdote mantuvo el secreto, pero poco antes de morir reveló el milagro.

Después de su confesión, la noticia se difundió velozmente y Ludbreg se convirtió en meta de peregrinaciones. Poco después, la Santa Sede mandó que la Reliquia del milagro fuese llevada a Roma, donde permaneció por largos años. El pueblo de Ludbreg y los alrededores continuaron la costumbre de peregrinar hacia

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la capilla del castillo. A inicios del siglo XVI, durante el pontificado del Papa Julio II se convocó en Ludbreg una comisión para investigar los hechos relacionados con el milagro Eucarístico. Fue allí dónde se recogieron varios testimonios de curaciones milagrosas gracias a la oración ante la Reliquia. El 14 de abril de 1513, el Papa León X publicó la Bula, permitiendo la veneración de la Santa Reliquia, que él mismo, en repetidas ocasiones, había llevado en procesión por las calles de Roma. Poco después, la Reliquia fue restituida a Croacia.

Durante el siglo XVIII, la Croacia septentrional fue atacada por la peste. El pueblo se dirigió a Dios para invocar su auxilio. Lo mismo hizo el Parlamento croata, que durante la sesión llevada a cabo en la ciudad de VaraÏdin, el 15 de diciembre de 1739, hizo el voto de construir una capilla en Ludbreg en honor al milagro si la peste se detenía. La peste fue derrotada pero el voto prometido sólo fue cumplido en 1994, con el restablecimiento de la democracia en Croacia.

En el año 2005, en la capilla votiva, el artista Marijan Jakubin pintó un gran fresco de la Última Cena en el que, en vez de los Apóstoles, se encuentran los santos y beatos croatas. En el cuadro, Cristo sostiene en su mano la Custodia con la Reliquia del milagro Eucarístico.

1411 Weiten-Raxendorf Austria

Durante el siglo XV ocurrieron en Austria muchos robos de Sagrada Formas consagradas. Por este motivo, los religiosos del lugar crearon la costumbre de conservar las Partículas en la sacristía. A pesar de estas precauciones, en 1411, un ladrón logró robar una Sagrada Forma consagrada de la iglesia parroquial de Weiten. La escondió en uno de sus guantes y montó en su caballo para dirigirse al pueblo vecino de Spitz.

Decidió evitar la vía principal tomando la que pasa a través de la fosa de Mühldorf, conocida como «Am

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Schuß». Cuando se encontró en el punto en el que hoy se yergue la iglesia construida en honor al Milagro, el caballo se detuvo y no quiso dar un paso más a pesar de los golpes del látigo. Algunos obreros que trabajaban en los campos se acercaron para ayudar, pero el caballo estaba como petrificado. De pronto, el animal partió al galope junto con el dueño y sin que éste se diese cuenta, la Sagrada Forma resbaló del guante y cayó en la tierra. Sólo algunos días después, la señora Scheck de Mannersdorf se encontraba pasando por el mismo camino, cuando vio que cerca a unas matas brillaba una fortísima luz en cuyo centro estaba la Sagrada Forma. La mujer la recogió y maravillada notó que ésta se hallaba fraccionada en dos partes, unidas solamente por unos filamentos de carne sangrante.

Conmovida por este Prodigio, hizo construir en ese mismo lugar una pequeña capilla como signo de gratitud. La noticia se difundió rápidamente y el lugar se convirtió pronto en meta de peregrinaje. Poco después, se hizo necesario construir una iglesia para poder acoger al número cada vez más creciente de peregrinos que se acercaban para venerar la Preciosa reliquia.

1412 Bagno di Romana Italia

En 1412 en la Abadía Camaldulense de Santa María del Bagno di Romana, un día el entonces prior Dom Lázaro de Verona mientras celebraba el divino Sacrificio, fue ocupada su mente por obra diabólica de una fuerte duda acerca de la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento. En ese preciso momento, vio que la sagrada especie del vino empezaba a hervir y a derramarse fuera del cáliz hasta llegar al corporal en forma de sangre viva y palpitante, empapándolo completamente. No existen palabras para decir cuán fuerte fue la conmoción y la turbación que en ese instante el sacerdote tuvo, frente a un hecho de tal magnitud. En lágrimas se dirigió a los presentes, confesando su

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incredulidad y exponiendo el prodigio que se había realizado bajo su mirada.

Poco después, el monje Lázaro se trasladó a Boloña como capellán del monasterio femenino camaldulense de Santa Cristina, donde murió en 1416. Los camaldulenses, luego de varios acontecimientos, mantuvieron el gobierno de la Pieve di Bagno hasta la supresión napoleónica del 1808.

En 1958, se realizó un análisis químico de las manchas del Corporal del milagro en la Universidad de Florencia. Fue confirmada el origen hemático. Hoy Dom Lázaro tiene el título de Venerable, a causa de su piadosa vida a partir de ese milagro.

1412 Herentals Bélgica

En 1412, un cierto Jan van Langerstede, buscó alojamiento en un albergue no lejos de la pequeña ciudad de Herentals. Este hombre se dedicaba a robar objetos sagrados en las iglesias, los cuales eran revendidos. Al día siguiente de su llegada a Herentals, se dirigió al pueblo vecino llamado Poederlee. Allí entró en la iglesia parroquial y extrajo el cáliz y la píxide que contenía cinco Formas consagradas. En el camino de regreso hacia Herentals, pasando por un lugar conocido con el nombre de “De Hegge” (el cercado), se sintió sobrecogido por una misteriosa fuerza que le impedía seguir adelante. Entonces, intentó arrojar las Sagrada Formas en el río para librarse de ellas, pero todo fue inútil. A punto de la desesperación, vio en un campo poco distante una madriguera de conejos. Y sólo entonces, sin ninguna dificultad pudo esconderlas y regresar tranquilamente a Herentals.

Mientras tanto, el juez de la ciudad, Gilbert De Pape, había ya iniciado las pesquisas para descubrir al autor del robo de la iglesia de Poederlee. Entre los sospechosos estaba precisamente Jan, quien confesó el robo a la policía cuando se descubrió lo que llevaba en el

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equipaje. Sin embargo, omitió el hecho de las Partículas. El ladrón fue condenado a la horca; pero cuando Jan estaba ya en el patíbulo, animado por el sacerdote para liberar su alma antes de morir, confesó completamente su culpa indicando el lugar exacto donde había escondido las Sagrada Formas robadas. Entonces, el juez suspendió la ejecución y ordenó a Jan que mostrase el lugar del escondite. Seguidos por la muchedumbre, llegaron al campo y vieron las Sagrada Formas llenas de radiante luz y dispuestas en forma de cruz. Las Sagrada Formas se encontraban intactas, a pesar de estar en la intemperie. Inmediatamente fueron llevadas en procesión, algunas a Herentals y otras a Poederlee, donde permanecieron hasta el siglo XVI. El 2 de enero de 1442, el milagro fue declarado auténtico por el magistrado de Herentals.

En el lugar del hallazgo se edificó una pequeña capilla que luego fue visitada por muchos prelados, entre ellos recordamos a Jean Malderus, Obispo de Anversa, en 1620; al Papa Benedicto XIV, en 1749. La capilla, fue luego convertida en Santuario.

1417 Regensburg-Deggendorf-Erding. Alemania

Un campesino muy pobre de Erding no lograba mejorar su situación económica a pesar de que trabajaba la jornada entera. Su vecino de casa, que trabajaba en lo mismo, vivía en cambio con gran comodidad. Un día, el campesino pobre preguntó a su vecino cómo así lograba ganar tanto dinero. Éste le confió que la razón de sus éxitos estaba en el Santísimo Sacramento que conservaba en su casa.

Entonces, por ignorancia en las cosas de la fe, el campesino pobre pensó que el Santísimo Sacramento fuese una especie de amuleto. Así, pues, decidió imitar a su vecino. Asistió a la Misa del Jueves Santo, y luego de haber comulgado, escondió la Sagrada Forma en un paño y salió de la iglesia. Sin embargo, durante el camino de regreso comenzó a sentir remordimientos que le

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convencieron que debía restituir la Partícula. En el intento, la Sagrada Forma resbaló de sus manos para elevarse por sí sola en el aire. A pesar de todos los esfuerzos, no logró recuperarla. Lleno de temor, corrió inmediatamente para advertir al párroco, quien se dirigió al instante al lugar donde la Sagrada Forma había desaparecido.

Cuando llegó, observó que la Partícula estaba apoyada sobre un bloque de tierra y que de ella emanaba una fuerte luz. Se acercó para recogerla pero ésta nuevamente se elevó en el aire y desapareció. Entonces, el sacerdote advirtió al Obispo, quien se dirigió personalmente al lugar del milagro. Pero estando allí, la Sagrada Forma nuevamente se elevó. El Obispo y todos los ciudadanos decidieron, entonces, construir una capilla en honor al Prodigio Eucarístico. A causa de la gran cantidad de peregrinos, las autoridades locales decidieron en 1675 construir un nuevo santuario más grande, de estilo barroco. El 19 de septiembre de 1677 el obispo Kaspar Künner de Freising, bendijo la nueva iglesia, dedicada a la Preciosísima Sangre. Allí mismo fueron llevadas algunas Reliquias, entre las cuales estaba la Preciosísima Sangre de Cristo. Desde 1992 el Santuario es custodiado por la Orden de los monjes de San Pablo del desierto.

1421 Bergen Holanda

Bergen op Zoom (ciudad en la orilla) se encuentra a lo largo de las orillas del río Schelda y está atravesada por numerosos canales. En 1421, el domingo antecedente a la fiesta de Pentecostés, el párroco de la Iglesia de San Pedro y Pablo, siendo un escéptico ante la verdad de la Transubstanciación, después de haber celebrado la misa, tomó consigo las Sagrada Formas consagradas que habían sobrado y las arrojó en uno de los canales. Meses después, las Sagrada Formas fueron encontradas por algunos pescadores. Se encontraban flotando en el agua, cubiertas

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de Sangre coagulada. La noticia del hallazgo de las Sagrada Formas prodigiosas se propagó velozmente hasta el punto de atraer a numerosos peregrinos. El culto fue aprobado por el Obispo y a pesar de que la reforma protestante prohibió esta devoción por un largo período, los católicos mantuvieron silenciosamente la memoria viva del milagro. Durante el siglo XX ha habido un despertar del culto y son numerosas las iniciativas populares que recuerdan el Prodigio.

1427 Zaragoza España

En 1427, una mujer, cansada de aguantar el mal carácter de su marido, se fue a visitar a un moro brujo, para que éste hiciera algún brebaje para cambiar la forma de ser de su esposo. El moro dijo que podía hacerlo, pero necesitaba una Sagrada Forma consagrada. La mujer fue a la iglesia de San Miguel donde, tras comulgar, puso la Forma en una cajita que llevaba preparada.

Al abrir la caja en casa del moro, en vez de la Sagrada Forma, encontraron un Niño lleno de resplandor. El moro pidió que lo tirase al fuego, y así lo hizo ella. La cajita se quemó en un momento, pero el Niño se conservó intacto, sonriente.

La mujer quería acabar con Él, y fue precisamente el moro el que aconsejó a la mujer que fuera a la Seo para comunicarlo a los sacerdotes.

El Arzobispo, Don Alonso Arbuello, nombró una comisión que estudiara el hecho. El dictamen fue positivo. Se organizó una procesión para llevar la Sagrada Forma a la iglesia. Asistió toda la ciudad. El mismo Arzobispo, bajo palio, llevaba la Forma en una patena. Todos siguieron viendo al Niño. Aquella tarde quedó expuesta la Sagrada Forma en el altar, continuando el prodigio.

Al día siguiente, domingo, el Prelado celebró misa en ese altar y, al llegar al ofertorio, desapareció el Niño de la vista de todos, quedando sólo la Sagrada Forma normal, que el Arzobispo sumió en la comunión.

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Los documentos que acreditan este hecho se conservan en el Archivo del Cabildo Metropolitano, y su recuerdo se perpetúa en las pinturas que decoran la capilla de Santo Domingo del Val.

1429 Alkmaar Holanda

En la Catedral de San Lorenzo, en Alkmaar, se conserva un riquísimo Relicario con la forma de un ángel, que contiene la casulla teñida de la Sangre del Milagro Eucarístico, sucedido en 1429. El 1° de mayo del mismo año, un sacerdote llamado Folkert celebró su primera misa en la Catedral de San Lorenzo. En dicha celebración estaba presente el párroco, Volpert Schult. Instantes después de haber pronunciado las palabras de la consagración, Folkert derramó accidentalmente el vino blanco que estaba en el cáliz. El vino fue a parar sobre la casulla convirtiéndose en verdadera Sangre.

Concluida la misa, lleno de temor, el sacerdote cortó la parte manchada y la quemó; luego, remendó la parte que había cortado de la casulla. En el instante que terminaba el remiendo, la casulla se manchó nuevamente de Sangre. Los dos sacerdotes decidieron buscar al Obispo de Utrech, llevándole la casulla, Sólo en el año 1433, el Obispo aprobó oficialmente el culto del Milagro, luego de haber pasado por numerosas investigaciones canónicas.

1430 Dijon Francia

En 1430, una mujer compró una custodia la cual había sido seguramente robada ya que contenía aún la Sagrada Forma Magna para la adoración.

La mujer, desconociendo todo lo que concierne a la presencia real de Cristo en la Eucaristía, decidió sacar de la Custodia la Sagrada Forma ayudada por un cuchillo. De pronto, la Sagrada Forma comenzó a derramar Sangre viva que inmediatamente se secó, para luego dejar

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estampada la imagen del Señor sentado sobre un trono semicircular y a sus lados, la presencia de algunos instrumentos de la Pasión. La mujer, llena de confusión, se dirigió al canónigo Anelon, quien conservó dicha Sagrada Forma. El episodio llegó a oídos del Papa Eugenio IV, el cual quiso donar la Sagrada Forma milagrosa al duque Felipe de Borgoña, quien a su vez, la donó a la ciudad de Dijon.

Con certeza, se sabe que en 1794, la Sagrada Forma milagrosa se encontraba aún en la Basílica de San Miguel Arcángel. Sin embargo, el 9 de febrero de ese mismo año, la municipalidad de Dijon, confiscó la iglesia para consagrarla al templo de la nueva secta de “la Raison”, es decir, de la “diosa razón”. La Sagrada Forma milagrosa fue quemada.

Muchos son los documentos y las obras de arte que ilustran el Milagro. Una de ellos son los vitrales de la Catedral de Dijon, en los que están representadas algunas escenas principales del Prodigio.

1447 Ettiswill- Lucerna Suiza

El párroco de Ettiswyl, cantón de Lucerna (Suiza), un día de fuertes lluvias llevó el Santo Viático a un enfermo que moraba en el campo. Llegó a un sitio en que el camino estaba convertido en un verdadero pantano, donde tropezó y cayó. En su caída se abrió el porta viático, y la Santa Sagrada Forma desapareció entre el barro, sin que pudiese encontrarla. En este trance, exclamó entre sollozos: “¡Señor, tened piedad de mí! No me levantaré de este lugar hasta que me mostréis donde se encuentra el Santísimo Sacramento...”

En ese momento, del fango brota una plantita terminada en un botón. Ante la sorpresa del sacerdote, crecen planta y botón rápidamente; el botón se abre y se transforma en una hermosa flor de bellos colores y suave perfume, dentro de la cual apareció, brillante e inmaculada, la Sagrada Forma que se había caído, y que,

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sin duda, habían recogido los ángeles para honrar al que en las Escrituras es llamado "Flor de los campos y Lirio de los valles".

Con alegría recogió el Sacramento tan milagrosamente conservado y siguió su camino hacia la morada del moribundo.

Hay también en Ettiswil un Santuario dedicado a otro prodigo eucarístico, sucedido en 1447. Anna Vögtli, perteneciente a una secta satánica, logró robar de la iglesia parroquial una píxide que contenía la Sagrada Forma Magna.

El documento más importante que describe el milagro es el “Protocolo de Justicia”, constituido el 16 de julio de 1447 por Hermann von Rüsseg, señor de Büron. En la traducción se lee: “miércoles 23 de mayo de 1447, el Santísimo Sacramento fue robado de la iglesia parroquial de Ettiswil. Poco después fue encontrado por una joven guardiana de cerdos, llamada Margarita Schulmeister, no lejos de la iglesia parroquial. Se encontraba cerca a una empalizada, arrojado en la tierra, en medio de las ortigas; parecía una flor resplandeciente”. Después de meticulosas investigaciones, la policía arrestó a la joven Anna Vögtli de Bischoffingen, quien confesó espontáneamente el delito. “Después de haber logrado meter la mano entre las rejas de fierro me apoderé de la Sagrada Forma Magna, pero habiendo apenas pasado el cementerio, el Santísimo Sacramento se hizo cada vez más pesado hasta que no pude ya llevarlo. No pudiendo avanzar ni retroceder, arrojé la Sagrada Forma cerca a un seto de ortigas”.

La Partícula fue descubierta por la señora Margarita Schulmeister, guardiana de cerdos, quien narró que “en el momento en que llegó con los cerdos a las cercanías del lugar donde el Santísimo Sacramento había sido arrojado, las bestias no quisieron caminar más. Entonces, pedí ayuda a dos hombres que pasaban a caballo. Ellos vieron en medio de la hierba la Sagrada

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Forma robada, dividida en siete partes. Seis de ellas formaban una flor semejante a una rosa y una gran luz las rodeaba”. El sacerdote fue advertido y se dirigió con prontitud para poder recuperar la Sagrada Forma. Acompañado de sus fieles, recogió los seis pedazos, pero cuando quiso alcanzar el que estaba en el centro, éste se enterró en el suelo ante los ojos de todos.

Esta desaparición fue interpretada como un signo y así, se decidió construir una capilla exactamente en el punto donde la Sagrada Forma había desaparecido. Las seis partes fueron conservadas en la iglesia de Ettiswil y se convirtieron en objeto de gran veneración por parte de los habitantes del pueblo y de muchos forasteros. Allí mismo, Dios realizó numerosas curaciones. La capilla y el altar fueron consagrados el 28 de diciembre de 1448, es decir, un año y medio después del milagro.

1450 Madrid España

El milagro de San Isidro labrador en Madrid es sobradamente conocido en toda España. Cuando él estaba en la Eucaristía, los ángeles se ocupaban de labrar los campos, con su junta de bueyes.

1450 ¿? San Lorenzo de Munt España

El 7 de mayo de un año de mediados del siglo XV, el sacristán del Monasterio Benedictino de San Lorenzo de Munt (Barcelona) preparaba por la noche los ornamentos para la Misa del día siguiente. Sin darse cuenta, dejó una vela encendida dentro del armario. Cuando fueron los monjes a la iglesia por la mañana, encontraron el armario totalmente quemado. La cruz de bronce y los cálices de plata que había en él habían quedado fundidos por el fuego. Removiendo las cenizas, encontraron la caja de plata en la que conservaban tres Sagrada Formas consagradas. Tras enfriarla con agua,

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lograron abrirla, encontrando totalmente quemados los corporales. Sin embargo, las tres Formas estaban intactas.

1452 Fromista-Palencia España

En 1452 se incendió el hospital de San Martín de Frómista (Palencia).

Su mayordomo, Pedro Fernández, pidió dinero prestado para reconstruirlo, a un judío de los muchos que poblaban la villa, llamado Matutiel Salomón. Al vencer el plazo no pudo pagar el préstamo y el judío le denunció a la justicia eclesiástica, que excomulgó al mayordomo. Más tarde, éste obtuvo dinero y pagó al judío, pero no se confesó. El mayordomo cayó gravemente enfermo y pidió confesarse con el cura de San Martín, Fernández Pérez de la Monja.

Después de confesarse pidió comulgar. Cuando el sacerdote le fue a administrar la Comunión, comprobó con asombro que la Sagrada Forma estaba fuertemente adherida a la patena y no podía despegarla.

El sacerdote pidió quedarse a solas con el enfermo y le preguntó si había dejado de confesar algún pecado.

El mayordomo se acordó entonces de lo que había sucedido con el judío y así se lo explicó al confesor, quien le absolvió y le dio otra Forma para comulgar, porque la del milagro se quedó allí para ejemplo.

La patena con la Sagrada Forma del milagro fue llevada a la iglesia, donde se conservó incorrupta hasta 1573. En la casa del mayordomo un mojón lo recuerda todavía. Por eso a esta localidad se la conoce con el sobrenombre de "La Villa del Milagro".

1461 La Rochelle Francia

En la Pascua del año 1461, la señora Jehan Leclerc, llevó a su hijo de doce años, llamado Bertrand, a la iglesia de San Bartolomé. A causa de una terrible caída, a los siete años se había quedado mudo y paralítico.

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Llegado el momento de la Comunión, Bertrand hizo señas a la madre porque quería recibir él también a Jesús Eucaristía. Al principio, el sacerdote no quería darle la comunión porque siendo mudo no podía recurrir a la confesión. Sin embargo, el joven insistía y suplicaba al sacerdote hasta el punto que éste finalmente aceptó consintió a la petición.

En el instante en que Bertrand recibió la Sagrada Forma sintió como una fuerza misteriosa que le sacudió. De repente, recuperó el movimiento y el habla. Estaba completamente sano. Según el documento escrito a mano, inmediatamente después del prodigio, las primeras palabras pronunciadas por Bertrand fueron: “¡auditórium nostrum in nomine Domini!”. El documento de mayor autoridad describe este milagro en forma visual; se trata de un cuadro-manuscrito, conservado hoy en día en la catedral de La Rochelle.

1472 Volterra Italia

Entre las principales causas que desencadenaron la inútil guerra de las Allumiere, entre Volterra y Florencia concluida con el saqueo de Volterra en 1472 por obra de las milicias del duque de Montefeltro, estaban sobretodo los contrastes entre las diversas clases sociales y los intereses personales de Lorenzo de Medici. Siendo absorbida por el estado florentino, Volterra fue expuesta a un duro trato que provocó la emigración de muchas familias de buena posición que tuvieron que vender los propios bienes a bajo costo para no quedarse en la miseria. Fue en este escenario histórico, en el que en 1472, se verificó nuestro Milagro Eucarístico.

En los archivos de la iglesia de San Francisco se conserva la relación escrita del Fraile Biagio Lisci, quien fue testigo directo, y por tanto, uno de los testimonios más creíbles del Prodigio. Existen también algunas actas municipales conservadas en la biblioteca municipal de Volterra.

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Un soldado florentino entró en la iglesia Catedral, tomó numerosos objetos sagrados y luego se dirigió directamente al tabernáculo para robar la píxide que contenía Sagrada Formas consagradas. Saliendo de la iglesia, por un ímpetu de fortísimo odio hacia Jesús en la Eucaristía, arrojó la píxide contra una de las paredes externas de la Iglesia. De la píxide se elevaron todas las Sagrada Formas como sostenidas por una mano invisible, irradiando una intensa luz. El soldado cayó sobrecogido por el terror y arrepentido comenzó a llorar. Fueron muchos los testigos que estuvieron presentes en el momento del prodigio.

1519 Savona Italia

Se robaron de la iglesia de San Pablo el copón con las Sagradas Formas consagradas. En el momento que el ladrón pretendía escapar, comenzaron a repicar milagrosamente las campanas principales de la iglesia.

1533 Marseille en Beauvaisis Francia

En 1532, llegando a fines del mes de diciembre, algunos ladrones penetraron en la iglesia parroquial de Marseille, en Beauvais, logrando robar el precioso tabernáculo de plata que contenía Sagradas Formas consagradas. Poco después, fueron abandonadas debajo de una piedra. El primero de enero, el señor Jean Moucque estaba pasando por ese mismo lugar, a pesar de la fuerte nevada. Mientras caminaba, le llamó la atención una piedra que no estaba cubierta por la nieve. La levantó y con gran sorpresa, encontró las Sagrada Formas completamente íntegras. Informó inmediatamente al párroco, don Prothais; quien restituyó las Santas Partículas a la parroquia, acompañado por muchos fieles. En el lugar del hallazgo se clavó inicialmente una cruz, que más tarde fue reemplazada por una capilla, con el fin de acoger a la gran cantidad de devotos que afluían al

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lugar. Se llamó la Chapel des Saintes Hosties. En este lugar, el Señor obró muchas curaciones. El historiador Pierre Louvet describe alguna de ellas en su Historia de la antigüedad de la diócesis de Beauvais. Fue sorprendente la curación del sacerdote Jacques Sauvage, paralítico y mudo. También, el testimonio del Señor d’Autreche, ciego de nacimiento, que fue totalmente curado. A pesar de todas estas gracias divinas, en 1561 el Obispo-Conde de Beauvais, Odet de Coligny, se convirtió al calvinismo y contrajo matrimonio con Elisabetta de Hauteville. Antes de abjurar ordenó que las Santas Sagrada Formas milagrosas fueran consumadas. La Chapel des Saintes Hosties existe hasta nuestros días. Cada año, el 2 de enero, se celebra una Misa solemne en honor al milagro

1535 Asti Italia

El 25 de julio de 1535, mientras el piadoso sacerdote, Domingo Occelli, celebraba la Santa Misa de las 7 de la mañana en el altar mayor de la iglesia de San Segundo, en el momento de la fracción de la Sagrada Forma vio que a lo largo de la fractura salía Sangre viva. Tres gotas cayeron en el cáliz y una cuarta permaneció en la extremidad de la Sagrada Forma. Inicialmente el Padre Domingo continuó la celebración de la misa. Cuando separó la parte de la Sagrada Forma que debía poner en el cáliz vio que salía más Sangre. Estupefacto, se dirigió a los presentes y los invitó a acercarse al altar para ver el prodigio. Cuando el Sacerdote tomó la Sagrada Forma para consumirla, ésta tornó a su aspecto de natural candor. Éste fue el desarrollo de los hechos según la traducción del informe oficial, enviado al Obispo de Asti, Mons. Escipión Roero, y a la Santa Sede, y reproducida en el Breve Apostólico del 6 de noviembre de 1535, con el cual el Papa Pablo III concedió la indulgencia plenaria a cuantos “en el día conmemorativo del milagro visitaran la iglesia del Santo y recitaran tres “Pater ed Ave”, según la intención del Pontífice”. Según otro documento,

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reproducido en una inscripción en mármol, algunos soldados herejes se convirtieron a la fe ante la vista del milagro. En aquellos tiempos, Asti se encontraba bajo el dominio del emperador Carlos V y muchas de sus tropas residían en esa ciudad. Esta narración, además de los archivos vaticanos de donde fue extraída una copia en 1884 por instancias del Canónigo Longo, se encuentra también presente en el libro de la Compañía del Santísimo Sacramento, instituida en 1519 en la iglesia de San Segundo.

1535-1536 Ponferrada España

Juan de Benavente vivía en Ponferrada con su esposa. Aparentemente era muy devoto y religioso ya que todas las tardes se dirigía a la iglesia para rezar. Un día, mientras estaba en oración, sintió una gran avidez por poseer la preciosa píxide de plata que estaba dentro de un simple tabernáculo de madera. Así pues, se adueñó del tabernáculo y se dirigió hacia el río Sil, con la idea de arrojar la caja de madera que no tenía ningún valor comercial y quedarse con su contenido. Sin embargo, se hizo tan pesada que no pudo arrojarla al agua. Regresó a su casa y sin decir nada a la esposa, la escondió; pero ella comenzó a tener sospechas porque durante la noche llegó a ver unos rayos de luz que provenían de la caja.

Entonces, Juan decidió deshacerse de una vez por todas del robo sacrílego. Así pues, se dirigió a un campo llamado el Arenal y arrojó en unas ruinas el tabernáculo, junto con las Sagradas Partículas. El robo causó gran desaliento en toda la población. Mientras tanto, Juan demostraba gran nerviosismo porque además del temor, no sabía cómo arreglárselas para revender la píxide de plata sin ser descubierto. Cerca al campo del Arenal, el propietario del terreno, Diego Núñez de Losada, había preparado el juego del tiro al blanco que servía como diversión en los días de fiesta para todos los habitantes.

Algunos testimonios oculares afirmaron haber

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visto que mientras las santas Partículas estuvieron arrojadas en las ruinas, de noche se habían visto esplendores de luz y en el día algunas palomas que se posaban en el mismo lugar. Muchos trataron de matar a las palomas pero nadie lo había logrado. Un granjero, llamado Nogaledo, intentó acercarse a las palomas para capturarlas. Entrando por las ruinas descubrió el tabernáculo y las Sagradas Formas de las cuales provenía una luz intensísima. Muy impresionado, corrió hacia la iglesia para tocar las campanas que resonaron por todo el pueblo, y en pocos minutos se había ya organizado el retorno de las Sagradas Especies con una procesión solemne.

Juan no soportó los remordimientos y confesó su culpa. Poco después, fue construida una capilla en lugar del hallazgo de las Sagrada Formas. En 1570 el párroco proyectó una ampliación e instituyó una procesión solemne que sería organizada todos los años al octavo día de la fiesta del Corpus Domini en honor al milagro.

1560 Morrovalle Italia

En Morrovalle, en la noche entre el 16 y el 17 de abril de 1560, durante la octava de Pascua, el hermano laico Ángelo Blasi se despertó de un sobresalto alrededor de las dos de la mañana a causa de un violento ruido de chisporroteos. Mirando por la ventana de su celda vio que la iglesia estaba completamente envuelta en llamas. Habiendo advertido a los otros frailes, pudieron dominar el fuego luego de siete horas. En los siguientes días de sucedido el incidente, se inició a remover la inmensa cantidad de escombros. Cuán grande fue la sorpresa cuando el 27 de abril, el Padre Bautista de Ascoli, removiendo un pedazo de mármol del altar mayor, descubrió que en una cavidad del muro estaba la píxide con el corporal un poco quemado, y dentro de ella estaba intacta e íntegra la Sagrada Forma grande consagrada. El Padre Bautista anunció a voz en grito el milagro. Muchas

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personas corrieron al lugar para admirar el Prodigio. Por tres días consecutivos el Santísimo

Sacramento estuvo expuesto para la adoración de los fieles. Cuando finalmente llegó el Padre provincial, Evangelista da Morró d’Alba, la Sagrada Forma milagrosa fue puesta en una cajita de marfil. El entonces Obispo de Bertinoro, fue enviado inmediatamente por el Papa Pío IV a Morrovalle con el fin de indagar la autenticidad de los hechos.

El Papa Pío IV, habiendo recibido el informe del Obispo, juzgó que el hecho era superior a toda causa natural y, por tanto, autorizó el culto con la Bula Sacrosanta Romana Ecclesia (1560). Según las disposiciones contenidas en la Bula pontificia, los días del aniversario del incendio y del hallazgo de la santísima Sagrada Forma (17 y 27 de abril) serían días de fiesta, llamados “de los dos Perdones”. La iglesia fue ampliada a causa de la gran multitud de fieles que acudían a las celebraciones.

Actualmente la fiesta, en sus dos fechas, es festejada con la exposición del Santísimo Sacramento en la píxide hallada, puestos ambos sobre el altar mayor. Además, se concede los perdones, es decir, las dos indulgencias plenarias que pueden ser lucradas en la iglesia de San Bartolomé. Hasta el año 1600, la Sagrada Forma milagrosa se conservó intacta, pero a causa de las vicisitudes históricas, se perdió todo rastro de ella. Hoy permanece sólo la píxide, junto con su tapa, que permanecieron intactas después del incendio.

1568 Alcoy España

El 29 de enero de 1568, un habitante de Alcoy de origen francés, llamado Juan Prats, encontrándose necesitado robó de una iglesia parroquial varios objetos sagrados. Entre los objetos, estaba un rico cofre de plata que contenía tres Sagradas Formas consagradas. Juan Prats consumió rápidamente las tres Partículas y escondió

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el cofre bajo algunos leños de su establo. Al día siguiente, don Antonio, el párroco de la

iglesia, se dio cuenta del robo sacrílego. Lleno de dolor, tocó las campanas para advertir al pueblo del robo. Poco después todo el pueblo de Alcoy estaba en la iglesia para orar. La búsqueda se inició inmediatamente pero no tuvo éxito.

Cerca a la casa de Juan Prats vivía una viuda muy piadosa llamada María Miralles que tenía en su casa una estatua del Niño Jesús. Profundamente turbada por la profanación, comenzó a rezarle intensamente, suplicando que las Sagradas Formas fuesenn encontradas. Habían pasado pocas horas desde aquella ferviente oración, cuando María vio que la pequeña mano de la estatua de Jesús se movía y apuntaba el dedo hacia la casa de su vecino, Juan Prats. La mujer, sospechando, advirtió a las autoridades civiles lo que había sucedido. En ese mismo momento, el párroco ya se había dirigido, empujado por una fuerza misteriosa, hacia el jardín de Juan Prats. Entró en el establo, alzó los troncos y descubrió el cofre con las tres Sagrada Formas dentro.

Juan Prats se arrepintió profundamente y confesó el robo ante la sorpresa de la presencia de las Sagrada Formas. No entendía, cómo las tres Sagrada Formas estaban presentes, siendo que él mismo las había consumido. Los documentos relativos al prodigio y a la estatua del Niño Jesús están conservados aún hoy en el monasterio del Santo Sepulcro de Alcoy.

El prodigio es recordado cada año por los habitantes de Alcoy con una gran fiesta que se celebra en ocasión del Corpus Domini. La casa del sacrílego fue transformada en un oratorio, que sigue siendo visitado hasta el día de hoy.

1570 Veroli Italia

En la Pascua del año 1570, en la iglesia de San Erasmo en Veroli sucedió un prodigio durante la

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exposición del Santísimo Sacramento, que en aquellos tiempos era depositado en un recipiente cilíndrico que a su vez, se ponía dentro de un cáliz ministerial, cubierto por la patena.

Mientras los fieles oraban, el Niño Jesús este apareció en la Sagrada Forma expuesta y, desde allí, obró numerosas gracias. Hoy, el cáliz donde fue expuesto el Sántisimo Sacramento se conserva en la iglesia de San Erasmo y es utilizado para la celebración de la Santa Misa una vez al año, el martes después de la Pascua.

1571 Santa Teresa de Jesús España

Son varios los milagros que en relación a la Santa de Ávila y la Eucaristía se relatan. A título de ejemplo podemos mencionar el siguiente: Era de tal naturaleza, la devoción y lo que nuestra santa realizaba para prepararse a recibir la sagrada comunión, que una vez tuvo una elevación de tal clase que el sacerdote no alcanzaba a llegar a la boca de nuestra santa. Entonces la Sagrada Forma se escapó de las manos del sacerdote y voló a la boca de Santa Teresa, con la admiración general de cuantos contemplaron este milagro.

1597 Alcalá de Henares España

En 1597, un ladrón arrepentido buscó la confesión en la iglesia de los Jesuitas de Alcalá. Declaró que formaba parte de una banda de moros. Vivían refugiados en los montes y se dedicaban a saquear iglesias y robar custodias y objetos sagrados en los pueblos, convirtiéndose así en verdaderos sacrílegos.

El arrepentido llevaba consigo algunas Sagradas Formas consagradas para devolverlas entre lágrimas al confesor. El sacerdote, conmovido, y se dirigió inmediatamente al superior para informar de lo sucedido.

Al inicio, se decidió que las Sagradas Formas serían consumidas durante una misa; pero luego,

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temiendo que las Sagradas Formas fueran envenenadas como ya había sucedido poco tiempo atrás en Murcia y Segovia, se pensó en conservarlas en un cofre de plata y esperar que se descompusieran naturalmente. Once años después, las veinticuatro Sagradas Partículas fueron encontradas intactas. El padre Luís de la Palma, hombre de gran virtud, siendo el Provincial, ordenó que las Sagrada Formas fuesen trasladadas a un sótano, junto con algunas Sagrada Formas no consagradas. Meses después, las Sagrada Formas no consagradas se descompusieron por la humedad; en cambio, las que eran consagradas permanecieron íntegras. Sólo luego de seis años, el padre de la Palma decidió hacer público el milagro de las Sagrada Formas que se habían conservado intactas.

Mientras tanto, se añadieron otros exámenes por parte del catedrático y médico personal del rey, García Carrera; como también las intervenciones de teólogos ilustres que consideraron la integridad de las Sagradas Formas como un verdadero milagro. En 1619 las autoridades eclesiásticas otorgaron el permiso oficial para su culto.

Las Santas Sagrada Formas fueron adoradas públicamente por el mismo rey Felipe III, quien en 1620 presidió una solemne procesión, acompañado por toda la familia real. Las Sagradas Partículas fueron trasladadas a la iglesia mayor en la época en que Carlos III expulsó a los Jesuitas de España. En 1936 las Sagrada Formas milagrosas fueron prudentemente escondidas por unos sacerdotes que poco después serían asesinados por los revolucionarios comunistas que incendiaron la iglesia.

Hasta hoy no se ha logrado encontrar el lugar del escondite a pesar de que se han realizado muchas investigaciones tanto en la iglesia como en la cripta. No existe ninguna publicación que ofrezca noticias acerca de estas veinticuatro Sagrada Formas de Alcalá. “¡Qué Dios nos haga un nuevo Milagro!”, exclamó un erudito biógrafo de la ciudad, don Anselmo Raymundo Tornero,

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quien ha escrito un volumen con una descripción minuciosa de los datos históricos del milagro.

1601 La Vilueña España

En noviembre de 1601 y en la villa de Vilueña, situada en Aragón entre los ríos Jiloca y Mesa, falleció D. Pedro Goñi, cuyo sepelio se anunció, terminado este los dos monaguillos subieron al campanario para tocar a difuntos. Acabados los toques, los monaguillos bajando la escalera se metieron miedo el uno al otro mencionando al difunto, y salieron corriendo, y en sus prisas tiraron una vela que incendió la iglesia.

A media noche, un vecino vio el resplandor del incendio y dio la alarma. Corrieron todos los vecinos y su mayor preocupación fue la del estado del Santísimo sacramento. El cura D. Pedro Colás se acercó entre pavesas y fuego al tabernáculo, lo abrió y con sorpresa vio que había desaparecido el Señor.

Una vez apaciguado el incendió se pudo observar que a una distancia de quince pies en línea recta desde el tabernáculo, estaba la Sagrada eucaristía sobre un ladrillo y cubierta con el mismo tafetán carmesí que antes tenía por velo. Alrededor de la Sagrada Eucaristía, se había formado como una capilla con las propias ascuas que parecían adornos.

Alegre todo el pueblo, abrió el cura la arquilla y encontró intactas la Sagrada Forma mayor y las seis pequeñas, que estaban consagradas, tan blancas e intactas como estaban cuando allí se depositaron.

Dio cuenta el párroco al obispo de Tarazona D. Diego de Yepes. Quien dio orden primeramente de que se conservaran las Sagradas Formas. Siete años más tarde, estando incorruptas estas, se dio orden de ser consumidas. Solamente se venera hoy en Vilueña, la arquilla de plata,.

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1604 Mogoro Italia En Mogoro, Cerdeña, el lunes de Pascua del año

1604, don Salvador Spiga, párroco de la iglesia de San Bernardino, estaba celebrando la Misa. Después de la consagración comenzó a distribuir la comunión a los fieles. En ese momento se acercaron dos hombres, conocidos por todos a causa de la vida disoluta que llevaban. Cuando el párroco les dio la comunión, ambos la escupieron inmediatamente sobre la piedra del balaústre. Explicaron lo sucedido, diciendo que las Sagrada Formas hervían como carbones encendidos y que les había quemado la lengua. Luego, sintiendo remordimiento por no haberse confesado antes, escaparon.

Don Salvador hizo que se recogieran las sagradas Sagrada Formas y vio que en la piedra habían quedado como esculpidas las huellas de las dos Partículas. Ordenó que se lavase cuidadosamente la piedra, esperando que las huellas fuesen canceladas. Pero todo intento resultaba inútil. Numerosos historiadores, entre ellos el sacerdote Pedro Cossu y el Padre Casu, describen las pruebas de veracidad realizadas por el Obispo, Monseñor Antonio Surredo, y por sus sucesores.

Entre los documentos más importantes que confirman el milagro, tenemos el acta pública levantada por el Notario Pedro Antonio Escano, el 25 de mayo de 1686, con la que el Rector de Mogoro estipuló un contrato para la construcción de una pequeña urna de leño dorado en la parte superior del altar mayor y, en cuya base, debería contener una cavidad para acoger la “piedra del milagro”. Esta debía ser conservada dentro de una caja decorosa y colocada en modo que fuese vista por los fieles. La piedra presenta aún hoy, las huellas circulares de las dos Sagrada Formas.

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1608 Faverney Francia En el siglo XVII, el protestantismo y el

calvinismo se difundieron en Francia a gran velocidad gracias a las ventajas materiales que concedían a los miembros de la nobleza y al clero católico. Esto ponía en grave riesgo la Fe de muchos y creaba incertidumbre, incluso en el interior de los monasterios.

En la ciudad de Faverney había una abadía benedictina en la que los monjes estaban alejados de la regla del Fundador. Sin embargo, conservaban el culto hacia la Virgen de Nôtre-Dame la Blanche, conocida por ser muy milagrosa. Gracias a su intercesión se habían realizado muchos milagros, entre ellos dos niños que murieron sin bautizarse y luego revivieron.

En 1608, en la vigilia de la fiesta de Pentecostés, los monjes prepararon el altar para la adoración eucarística. Pero como el espacio en la custodia, para la Sagrada Forma era demasiado ancho, introdujeron dos Sagrada Formas. Concluidas la Vísperas la custodia permaneció expuesta sobre el altar preparado de modo provisional.

Al día siguiente, cuando el sacristán abrió la iglesia la encontró llena de humo y el altar que había sido preparado reducido a cenizas. Entonces, gritando, alarmó a los religiosos quienes se dirigieron junto con otras personas al lugar del incidente. Inmediatamente comenzaron a remover los restos con la esperanza de encontrar la Custodia. Poco a poco cuando el humo comenzó a dispersarse, descubrieron maravillados, que la Custodia estaba suspendida en el aire. Al instante la gente empezó a reunirse para contemplar el Prodigio Eucarístico que presentaba las Sagrada Formas intactas a pesar del incendio. Mientras tanto, los religiosos no sabían qué decisión tomar y resolvieron pedir consejo a los frailes capuchinos de Vesoul. Estos prepararon inmediatamente un nuevo altar sobre el que había sido quemado, y allí celebraron la Santa Misa. En el momento de la elevación

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de la Sagrada Forma, la Custodia comenzó a descender lentamente hasta posarse sobre el altar.

El 10 de julio, se concluyó el proceso canónico en el que el Arzobispo de Besançon declaraba la autenticidad del milagro Eucarístico. El 13 de septiembre, el Arzobispo de Rodi, nuncio de Bruxelles, llevó la noticia al Papa Pablo V, quien concedió la Bula de indulgencia. Como consecuencia del milagro la fe de muchos volvió a encenderse. En 1862, la Congregación de los ritos autorizó la celebración del milagro. En 1908 fue conmemorado solemnemente los trescientos años del Milagro Eucarístico.

1610 Roma Italia

Santa Pudenziana es una de las más antiguas iglesias de Roma. Según la opinión de la mayor parte de los historiadores, el Senador romano, Pudente, hospedó al Apóstol Pedro en su casa, la cual se ubicaba precisamente debajo de los fundamentos de la iglesia. El nombre de la iglesia derivaría del nombre de la hija del Senador, Pudenziana o Pudenciana y su hermana, Praxedes, si bien no murieron mártires, fueron célebres porque limpiaban la sangre de los mártires luego de ser ejecutados. La iglesia está embellecida por numerosos mosaicos romanos de la edad cristiana y fue construida bajo el Pontificado del Papa Pío I en el año 495 sobre el lugar donde se erigía la casa del Senador Pudente, por voluntad de las hijas Praxedes y Pudenciana. En las gradas del altar de la Capilla Caetani, construida por la familia Caetani, se puede apreciar la huella y la mancha de Sangre impresa por una Sagrada Forma que cayó de las manos de un sacerdote mientras celebraba la Misa. Sintiendo fuertes dudas de la real presencia de Jesús en las especies consagradas, consagró la Sagrada Forma y luego, inadvertidamente, cayó de entre sus manos. Tocando el suelo, la Sagrada Forma dejó su huella grabada.

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1630 Canosio Italia Canosio es un pequeño pueblo del valle de Maira,

en la diócesis de Saluzzo. En 1630, la población había perdido el fervor de la práctica religiosa a causa de la difusión de la herejía calvinista. Algunos días después de la fiesta del Corpus Domini, el río Maira se desbordó por la abundancia de las lluvias. La furia de las aguas fue tan violenta que arrastró consigo enormes rocas, desprendidas de las montañas, que se dirigían hacia el valle y el pueblo.

Don Antonio Reinardi, párroco del pueblo, convocó con las campanas a todos los ciudadanos para invitarles a pedir al Señor para que cesase el desborde. Propuso, además, hacer un voto: si el pueblo de Canosio se salvaba de la furia devastadora del torrente, los habitantes celebrarían perpetuamente, cada año, una fiesta en la octava del Corpus Domini. Don Rainardi tomó consigo el Santísimo Sacramento, lo colocó en la custodia y se dirigió en procesión hacia el torrente, acompañado por algunos fieles mientras cantaban el “Miserere”.

Mientras impartía la bendición, las lluvias cesaron inmediatamente y el nivel del torrente volvió a la normalidad. Este episodio contribuyó a reavivar la fe de la población de Canosio, que hasta hoy siguen cumpliendo el voto prometido. Lamentablemente, muchos de los documentos que describían el Milagro, conservados hasta el siglo XVII en los archivos parroquiales, fueron quemados durante la guerra entre España y Francia. Sin embargo, existe la copia del informe realizado por el párroco, que fue testigo en primera persona de los hechos.

1631 Dronero Italia

Un domingo 3 de agosto de 1631, en torno a la hora de las Vísperas, se desencadenó un gran incendio en la pequeña ciudad de Dronero, en el marquesado de Saluzzo. Una joven campesina, imprudentemente encendió fuego a un poco de paja seca en el preciso

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instante en el que venía un fuerte viento que anunciaba la tempestad. Luego de pocos instantes, las llamas se expandieron violentamente hasta llegar a las casas del Barrio Maira. La población luchaba contra el fuego, pero todo tentativo resultaba inútil. Mientras tanto las llamas seguían avanzando.

El Padre Maurizio de Ceva, Capuchino, tuvo la inspiración de recurrir a la fuerza del Salvador velado bajo las especies eucarísticas. Organizó velozmente una procesión solemne con el Santísimo Sacramento y seguido por todos los ciudadanos, se dirigió al lugar del incendio. Ante la presencia del Santísimo Sacramento, el fuego dejó de avanzar milagrosamente.

Una inscripción en mármol de la iglesita de Santa Brígida en Dronero, describe detalladamente el Milagro. Cada año, en ocasión de la fiesta del Corpus Domini, los ciudadanos de Dronero honran la memoria del Prodigio con una procesión solemne llevando el Santísimo Sacramento.

1640 Turín Italia

En 1640 la armada francesa del Conde de Harcourt llegó a atravesar el río Po, conquistando la fortaleza del Monte de los capuchinos. El Padre capuchino Pier Maria de Cambiano, describe detalladamente el Milagro Eucarístico ocurrido durante la ocupación de las tropas francesas en la iglesia de Santa María del Monte: “el Piemonte fue inundado por ejércitos extranjeros, entre ellos los franceses que, habiendo dejado el caserío de Monferrato, ya liberado por los españoles, marcharon hacia Turín. El 6 de mayo de 1640 se encontraron en Chieri, el 7 en Moncalieri y el 10 llegaron a Turín. Allí lograron atravesar la orilla izquierda del Po, apoderándose del puente a pesar de la valerosa defensa de los nuestros que se retiraron hacia el convento de los Capuchinos del Monte. Pero ni siquiera allí se encontraron al seguro. En la mañana del 12 de mayo, los

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franceses asaltaron con potencia y energía por dos veces a las trincheras; y aunque por dos veces fueron rechazados, a la tercera obligaron a los nuestros a deponer las armas y a refugiarse con el pueblo esperando la salvación en un lugar santo, en la iglesia.

Los invasores entraron en la iglesia, asesinaron a hombres y mujeres, jóvenes y viejos, civiles y soldados; e inclusive a aquellos que se habían refugiado en los altares sagrados o entre los brazos de los frailes capuchinos, mientras pedían clemencia y la vida misma. Ningún religioso fue herido, pero se encontraron todos con el corazón despedazado ante la vista de tan execrable desastre.

Luego de haber esparcido sangre, robaron los objetos sagrados y saquearon el convento, porque siendo asilo seguro, tantos refugiados habían llevado sus pertenencias. Luego, en la misma iglesia (terrible decirlo) se abandonaron a actos brutales de libídine. Pero no bastaba. Un soldado francés, hereje, subió al altar y luego de haber destruido la cerradura del tabernáculo estaba por extraer la Píxide con las sacrosantas Partículas para burlarse, ¡pero sucedió un Milagro!

Una línea de fuego salió del tabernáculo directamente hacia el pecho del sacrílego francés, quemándole los vestidos y el rostro. El soldado, atemorizado, se arrojó al suelo gritando y pidiendo perdón a Dios. Inmediatamente la iglesia se llenó de un denso humo que causó un común estupor y terror. En ese momento cesó el vandalismo”.

1643 Pressac Francia

El milagro sucedió el Jueves Santo del año 1643. Después de la misa, habiendo comulgado todos los habitantes del pueblo, se retiraron cada cual a su ocupación. Mientras tanto el sacerdote, dispuso el cáliz en el tabernáculo que se encontraba cerca del altar dedicado a la Santa Virgen. Estaba apoyado sobre cuatro bases de

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madera que rodeaban una placa de mármol cubierta por un corporal. Detrás había una pintura de una escena eucarística. El cáliz estaba cubierto por un velo e iluminado por dos cirios que se encontraban a los pies del tabernáculo. A mediodía, el sacristán cerró las puertas de la iglesia.

Dos horas más tarde, los vecinos notaron que salía de las ventanas un humo negro y espeso; habiéndose dejado abiertas casualmente, intensificaron la llama de los cirios y ayudaron a acelerar el incendio. Entonces, el sacristán fue advertido. Cuando entraron todos para constatar los daños vieron que el tabernáculo y la pintura estaban destruidos. Sólo quedaba la placa de mármol, el corporal y la base del cáliz. Éste último, en el momento de la fusión, se había concentrado en forma de una “gota de estaño”, como fue luego descrita por el informe. Sobre la base del cáliz se había formado una bola de estaño bajo la cual se encontraba intacta la Sagrada Forma que había resistido a las llamas y a la fusión del metal.

El vicario Simón Sauvage corrió hacia el lugar del hecho milagroso para luego llevar el cáliz hirviente sobre el altar mayor de modo que fuese visto por todos los parroquianos. La Sagrada Forma, ligeramente quemada en los bordes, fue consumida al día siguiente durante el oficio del Viernes Santo. Recordemos que la Liturgia preveía en ese entonces que luego de la Misa, solo una Sagrada Forma consagrada había de ser conservada en el tabernáculo, dentro de un cáliz, cubierto por un velo.

El Abad de Availles- Limouzine, Françoise du Theil, recogió todos los testimonios que luego fueron entregados al Obispo de Poitiers, Henri Louis Chastagnier de la Roche-Posay. Este último, autorizó el culto con un acto solemne que recita así: “los Misterios sagrados son incomprensibles si es que el esplendor de la gracia no ilumina a los espíritus con el fin de elevarlos a los altos conocimientos de los admirables efectos de la potencia de Dios. Y para obligar a los hombres a adorarlo, como a Él

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debemos, la bondad inefable se manifiesta a veces en modo extraordinario, obrando milagros en la Iglesia con el propósito de confirmar la fe católica y confundir los errores de los espíritus infieles”.

1647 Montserrat España

En 1657, se presentó en el convento una mujer con su hija. La pequeña imploraba insistentemente al Abad Millán que celebrase tres Misas en memoria de su difunto padre porque estaba íntimamente convencida, que con ellas el alma de su padre sería liberada de las penas del purgatorio. El buen Abad, conmovido por las lágrimas de la niña, comenzó a celebrar al día siguiente la primera misa de sufragio.

Durante la consagración, la niña comenzó a decir que veía a su padre inclinado sobre la grada del altar mayor, rodeado de espantosas llamas. El padre general, dudando de estas visiones, quiso corroborarlo haciendo que la niña acercase un pañuelo a las llamas que rodeaban al padre. Entonces, obediente, acercó el pañuelo a aquel fuego misterioso que sólo ella lograba ver. En ese momento, todos los monjes pudieron ver que el pañuelo ardía en vivísimas llamas. Durante la segunda Misa, la niña afirmó que su padre estaba de pie, junto al diácono. Llevaba unos vestidos de colores muy vivos.

En la última misa, el padre se mostró a la niña vestido de un color blanco como la nieve. Cuando concluyó la celebración, la niña exclamó: “¡ahora mi papá está subiendo al cielo!”.

Agradeció a toda la comunidad de monjes de parte de su padre, como él mismo le había pedido hacer. Estuvieron presentes ante este milagro el Reverendísimo Padre General de la orden benedictina de España, el Obispo de Astorga y habitantes del pueblo.

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1648 Huesca España El siguiente hecho ocurrió en la histórica ciudad

de Huesca. Durante la noche del 29 al 30 de noviembre del año 1648, fue robado en la iglesia catedral un copón con las Sagradas Formas, sin que, por desgracia, se diera cuenta persona alguna del horrible sacrilegio.

Al amanecer del día siguiente, subió el campanero, según era su costumbre, a tocar el Ángelus y a dar la señal para la primera misa. Al terminar, un hecho extraño llamó poderosamente su atención. En un montón de estiércol que había en un campo cercano al seminario, vio un objeto que brillaba de una manera extraordinaria.

Extrañado de aquel fenómeno, bajó a la iglesia a decirlo al sacristán, y ambos se dirigieron enseguida al lugar de donde salía tan fuerte resplandor. Cuál no fue su sorpresa al ver que la luz procedía del interior del montón, y que, al excavar por aquel punto, aparecía un copón resplandeciente, que contenía la Sagrada Eucaristía.

La noticia de este prodigio se divulgó por toda la ciudad con la velocidad del rayo. Con gran concurso de pueblo y piadosísima reverencia, el copón milagroso fue devuelto a la iglesia, y se pudo comprobar, sin ninguna clase de duda, que era el mismo que, el día anterior, estaba en el Sagrario y que unas manos impías se habían atrevido a robar.

En memoria de este prodigio, se tomó el acuerdo de que perpetuamente, el día 30 de noviembre, aniversario del robo sacrílego, se cantara un Te Deum en la catedral, en acción de gracias, y que, por el mismo motivo, la misa conventual y las Vísperas de aquel día se celebrarían con la exposición de Nuestro Señor. También, en el lugar de tan rico hallazgo, fue levantada una capilla, que la acción del tiempo ha arruinado totalmente.

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1649 Eten Perú La primera aparición del Divino Niño en el

Santísimo Sacramento sucedió en la noche del 2 de junio de 1649, durante la oración de las vísperas y la exposición solemne en honor a la fiesta del Corpus Domini. Concluida la ceremonia, el fraile franciscano, Jèrome de Silva Manrique, estaba reservando la Custodia en el tabernáculo cuando de pronto se detuvo. En la Sagrada Forma había aparecido un rostro resplandeciente de un Niño. Estaba rodeado de rizos castaños que caían sobre sus hombros. Todos los fieles presentes pudieron ver lo mismo.

La segunda aparición se verificó algunos días después, el 22 de julio, durante los festejos en honor a Santa María Magdalena, Patrona de la ciudad. Según el testimonio de Fray Marco López, superior del convento de Chiclayo, durante la exposición del Santísimo Sacramento “el Divino Niño Jesús apareció nuevamente en la Sagrada Forma, vestido de una túnica de color morado. Debajo de ésta tenía una camisa que llegaba a la mitad del pecho, según la usanza de los indios”.

A través de este signo, el Divino Niño quería identificarse con los habitantes mochicas de Eten para demostrarles su amor. Durante esta aparición, que duró unos 15 minutos, muchos vieron que en la Sagrada Forma aparecían tres pequeños corazones blancos, unidos entre sí, simbolizando las tres Personas de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, presentes en la Sagrada Forma consagrada. Aún hoy, la fiesta en honor al Milagroso Niño de Eten continúa convocando cada año miles de fieles.

1657 Cava del Tirreni Italia

En Nápoles, en el mes de mayo de 1656, se difundió una terrible epidemia de peste a causa de las invasiones de soldados españoles que provenían de

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Cerdeña. La epidemia se difundió velozmente en los pueblos y campos aledaños, llegando así a la pequeña ciudad de Cava dei Tirreni.

Fueron miles las víctimas, tanto en la ciudad como en los campos. Don Paolo Franco fue uno de los pocos sacerdotes sobrevivientes a la peste. Movido por una inspiración divina y desafiando todo peligro, convocó a la población para realizar una procesión reparadora hasta el monte Castillo, situado a pocos kilómetros de distancia. Cuando llegaron a la cima del monte, Don Franco bendijo Cava dei Tirreni con el Santísimo Sacramento. Fue en ese momento que la peste cesó milagrosamente. Aún hoy, cada año en el mes de junio, la población de Cava organiza procesiones solemnes en memoria del Prodigio.

1668 Les Ulmes Francia

El 2 de junio de 1668, sábado de la octava del Corpus Domini, en la pequeña iglesia de Les Ulmes, fue expuesto el Santísimo Sacramento para la adoración pública. El párroco de la iglesia, Nicolás Nezan, perfumaba con incienso la custodia mientras cantaba el himno Pange lingua. En ese momento, “cuando llegó a la estrofa “Verbum caro Panem verum”, apareció en la custodia, en vez de la Sagrada Forma, la forma de un hombre con los cabellos castaños que le llegaban a los hombros, el rostro luminoso, las manos cruzadas una sobre la otra, el cuerpo revestido por una túnica blanca. Esta aparición duró más de un cuarto de hora, sea sobre el tabernáculo donde estaba expuesto el Santísimo Sacramento, como sobre el altar, donde el sacerdote lo había colocado para que todos los presentes lo vieran de cerca”.

El 13 de junio, el párroco envió un informe de todo lo sucedido a su Obispo, Henry Arnauld, quien ordenó inmediatamente una investigación. El 25 de julio fue publicada una carta pastoral con una “fiel narración”

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del prodigio. Entre las muchas obras que recogieron la descripción objetiva de este documento, recordamos la del padre dominico Gonet. Se trata del tomo VIII de la obra Clypeus theologiae, publicada por primera vez en 1669 por el editor francés Bertier. El Obispo ordenó la difusión de esta obra y fueron encargadas tres impresiones: la de Edelynck, conservada en París, que es de óptima calidad; la de Jean Bidault de Saumur y a del editor Ernou de París.

Hasta el siglo XVIII, cada año se celebraba solemnemente en la parroquia de Ulmes el aniversario de la aparición. En 1901, se organizó en la misma el Congreso Eucarístico Nacional en el que se dedicó una sesión entera al estudio del milagro de 1668. Actualmente, se puede observar el nicho que albergó por casi 130 años la Sagrada Forma milagrosa. Ante la amenaza de la revolución francesa, y consecuentemente, de una posible profanación, el vicario Puy-Notre-Dame consumió la Sagrada Forma con espíritu de gran devoción.

1710 Tartanedo España

El pueblo de Tartanedo guarda en su Iglesia románica de San Bartolomé un curioso objeto. Es un cofre de cuero repujado que encierra un recipiente de plata sobredorada en forma de bala, grande. Dentro hay un paño y un papel escrito. El paño es de textura recia, muy viejo. En su centro hay varias manchas circulares, pequeñas, pálidamente rojas. En el papel se explica la historia de todo aquello.

El relato se remonta a comienzos del siglo XVIII, en plena Guerra de Sucesión española entre el archiduque Carlos de Austria y Felipe V, que fue quién al final ganó la guerra y ocupó el trono de España, implantando la dinastía de los Borbones en nuestro país.

A finales de 1710, la guerra estaba siendo favorable al archiduque Carlos. Sin embargo, el 10 de

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diciembre, en la batalla de Brihuega-Villaviciosa, las tropas borbónicas de Felipe V derrotaron a las austriacas, y con esta victoria decantaron a su favor una guerra que parecía irremediablemente perdida. Se vio que el pueblo castellano colaboraba con entrega casi pasional a sostener los derechos sucesorios de Felipe V.

En su retirada, las tropas del archiduque Carlos pasaron por Tartanedo. Los sucesos ocurrieron el 16 de diciembre de 1710.

Las tropas borbónicas entraron en el pueblo buscando soldados austriacos, encontrando en una casa en ruinas a un grupo de ellos, junto con algunos vecinos. En una de sus habitaciones encontraron un lienzo blanco, muy sucio, tirado en una esquina, con hierba y paja seca, con mocos y restos de lo que parecía sangre.

Los vecinos que lo recogieron vieron que eran seis manchas rojas de forma circular. Le entregaron el lienzo al cura del pueblo, don Francisco González, que rápidamente reconoció los círculos como Sagradas Formas consagradas.

Tras limpiar el pañuelo de suciedad, quedó de color blanco, pero con las marcas rojas aun más marcadas. El propio cura dijo que al lavarlo se desprendió un olor a sangre fresca, por lo que inmediatamente identificó el color rojo como la sangre que brotaría de las Sagradas Formas hostias tras su profanación.

Este "milagro" se difundió rápidamente, hasta tal punto que el rey Felipe V visitó Tartanedo, y estuvo rezando en la iglesia, delante del pañuelo. Donó el recipiente de plata donde se guarda el paño en la actualidad.

El suceso fue recogido en todas las crónicas de la época. Se interpretó lo ocurrido como una señal divina, que alentaba la victoria del católico Felipe V, sobre sus enemigos protestantes y herejes. Fue una estrategia más de propaganda en la guerra de sucesión española, para

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ganarse el apoyo de la gente, a través de las creencias religiosas.

Con el paso de los siglos, aún nos planteamos las siguientes preguntas: ¿qué eran en realidad aquellas manchas rojas de las Sagradas Formas consagradas? ¿De verdad brotó sangre de ellas? Los exámenes de microbiología realizados no aportan datos positivos a la consideración de estos hechos como un milagro de carácter eucarístico, aunque tampoco se pueda rotundamente descartar la existencia de esta posibilidad.

1718 Asti Italia

En la mañana del 10 de mayo de 1718 el sacerdote Francisco Scotto se dirigió a la Obra Milliavacca para celebrar la Santa Misa. Eran aproximadamente las ocho.

La iglesia del instituto estaba dividida en dos partes: la posterior estaba reservada a las alumnas y la anterior para todo el resto. En ese lado, es decir, delante del altar, se encontraba el notario Escisión Alessandro Ambrosio, canciller episcopal y tesorero del instituto, y en el altar servía un sobrino del sacerdote. En el momento de la elevación de la Sagrada Forma, el Doctor Ambrosio se dio cuenta que la Sagrada Forma estaba rota en dos partes.

Apenas fue elevado el cáliz, el hombre, convencido de que una Sagrada Forma fraccionada no fuese ya válida, se acercó al altar con la intención de advertir al sacerdote y luego ir a la sacristía para cambiarla por otra. Pero el celebrante había ya elevado la Sagrada Forma cuando la encontró efectivamente dividida en dos partes. Para su inmenso estupor, vio que de la fisura aparecía un bermejo hilo de Sangre que luego, llegó a derramarse al pie del cáliz y la píxide. Algunas gotas cayeron también en el mismo corporal.

Ambrosio, cuando llegó con la Forma nueva se dio cuenta que la Sagrada Forma sangraba; entonces comenzó a llorar. Todos los presentes pudieron ver el milagro. El notario corrió para llamar al canónigo

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Argenta, confesor del instituto, al teólogo Vaglio y al penitenciario Ferrero, quienes fueron testigos en primera persona del Prodigio.

Contemporáneamente, llegaron también otros sacerdotes y tres médicos de la ciudad: los doctores Argenta, Volpini y Vercellone, quienes dieron testimonio bajo juramento que aquellas manchas rojas eran verdadera sangre. Entre los presentes, alguno tuvo la duda porque quizás aquella sangre provenía de la nariz o la boca del sacerdote, pero gracias a algunos cirujanos allí presentes, luego de una detallada observación, descartaron toda duda.

Luego de la intervención del pro vicario, del secretario de la curia y del vicario de la Inquisición, Rev. Bordino, de común acuerdo se redactó un informe del milagro. Otra prueba importante de la autenticidad del milagro nos ha llegado gracias a un documento que dice cómo Mons. Felipe Artico, Obispo de Asti, en 1841 mandó que se examinaran el cáliz y la Sagrada Forma del milagro por algunos expertos, quienes confirmaron el origen hemático de las manchas rojas.

La Pía Obra de Milliavacca ha conservado celosamente los testimonios del Prodigio: el cáliz con las manchas de Sangre, la Sagrada Forma de la celebración que lamentablemente sufrió corrupción y está reducida a un velo, la patena, el corporal y la píxide de plata dorada.

1772 Patierno Italia

En 1772, unos ladrones robaron un cierto número de Sagrada Formas consagradas, que fueron luego encontradas en los terrenos del Duque de Grottolelle, un mes después, bajo el estiércol y completamente intactas. El hallazgo fue posible gracias a unas luces misteriosas y a una paloma que volaba sobre el lugar en el que fueron enterradas. San Alfonso María de Liguorio describió detalladamente este milagro y de él se sirvió para

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despertar la fe y la devoción de los fieles hacia la Eucaristía.

La circunferencia de las Partículas robadas en la iglesia de San Pedro, en Patierno correspondía perfectamente al hierro usado para su composición e incisión, de propiedad de la misma iglesia de San Pedro.

El Vicario General, Mons. Onorati, redactó el informe del proceso diocesano que duró dos años: desde 1772 hasta 1774. En el informe se lee: “decimos, decretamos y declaramos que la mencionada aparición de las luces y la intacta conservación de las sagradas Partículas por tantos días bajo el terreno, ha sido y es un auténtico y respetabilísimo milagro obrado por Dios, Óptimo Máximo, para ilustrar más y más la verdad del dogma católico y hacer crecer aún más el culto hacia la real y verdadera presencia de Cristo Señor en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía”.

Entre los muchos testigos, estuvieron tres científicos de la época. Entre ellos, el famoso Dr. Domingo Cotugno de la Regia Universidad de Nápoles. Así se expresaron: “evidentemente, la extraordinaria aparición de las luces, variada en tantos modos, y la intacta conservación de las desenterradas Partículas, no pueden explicarse con principios físicos, y superan las fuerzas de los agentes naturales; por lo tanto, deben ser consideradas como milagrosas”.

En 1972, el Prof. Pedro De Franciscis, docente de fisiología humana en la Universidad de Estudios de Nápoles, confirmaba esta misma sentencia en su “Relación sobre el hallazgo de las sagradas Sagrada Forma, ocurrido el 24 de febrero de 1772 en San Pedro en Patierno”.

1793 Pezilla la Riviere Francia

Durante la Revolución Francesa, unos simpatizantes de la Iglesia y el sacerdote párroco, ocultaron una Sagrada Forma grande y cuatro pequeñas,

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enterrándolas para preservarlas de la destrucción que promovían los grupos insurgentes anticatólicos. Las Sagradas Formas se mantuvieron incorruptas luego de ser desenterradas muchos años después. Estuvieron expuestas hasta 1930.

1822 Bordeaux Francia

El Milagro Eucarístico de Bordeaux está unido estrechamente a la Comunidad fundada en 1820 por el venerable padre Pierre Noaille. Aún hoy, esta comunidad es activa sobretodo en Asia y África.

El Prodigio sucedió veinte meses luego de la fundación de dicha comunidad, en la iglesia de Santa Eulalia en Rue Mazarin. Jesús apareció en la Sagrada Forma, luego que el Abad Delort, quien sustituía ese día al Padre Noaille en las celebraciones litúrgicas, había impartido la bendición con el Santísimo Sacramento.

Numerosas personas pudieron contemplar por más de veinte minutos la aparición de Jesús que bendecía a través de la Sagrada Forma expuesta para la adoración pública. Se comentó, inclusive, que alguno escuchó decir a Jesús: “Yo soy el que Soy”. Este hecho fue aprobado por las autoridades eclesiales, entre ellas, el Arzobispo de Bordeaux, Mons. D’Aviau, quien escuchó personalmente los testimonios de los fieles que asistieron al Prodigio. Es posible visitar actualmente la Capilla del milagro para venerar la preciosa Reliquia de la Custodia de la Aparición.

1824 Onil Valencia España

El 5 de noviembre de 1824, la custodia con el Santísimo Sacramento y otros objetos sagrados fueron robados de la iglesia de Onil por un hombre llamado Nicolás Bernabeu, que de niño había sido monaguillo en esa misma iglesia. La noticia del robo sacrílego se difundió rápidamente por toda la región. Por esto mismo,

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cuando Nicolás quiso revender los objetos robados en Alicante, un negociante sospechó del robo y avisó a las autoridades. Nicolás Bernabeu fue arrestado pero se negó a revelar donde había escondido la custodia con el Santísimo. Los fieles y las autoridades civiles buscaron durante días la custodia por todos lados, hasta que en un pueblo vecino llamado Tibi, donde el ladrón se había establecido, la señora Teresa Carbonel encontró un 28 de noviembre de 1824 la custodia robada en una zona llamada “la Pedrera”.

Inmediatamente la mujer llevó a Onil la Reliquia, que fue acogida con grandes festejos. El 28 de noviembre de 1943, es decir, 119 años después, Don Guillermo Hijarrubia, delegado del Arzobispo de Valencia, confirmó la autenticidad del milagro corroborando la conservación incorrupta de la Partícula de la custodia robada. Hasta hoy es posible admirar en la iglesia parroquial de San Santiago Apóstol de Onil la Sagrada Forma milagrosa, que se conserva intacta por casi dos siglos.

Cada año se celebra la Fiesta de Nuestro Señor “Robat” para conmemorar el Prodigio Eucarístico y el hallazgo de la Sagrada Forma que después de más de 180 años se conserva incólume.

1880 San Luís-Menorca España

En San Luís, pueblo no muy distante de Mahón (España), vivía una pobre viuda llamada Juana Cardona, que ejerció un verdadero apostolado entre la ruda gente del pueblo. A los cincuenta y nueve años de edad, le sobrevino una grave dolencia de estómago, que no le permitió alimentarse más que con caldo de pescado, y, después de veinte años de este sufrimiento, aún se agravó su estado a consecuencia de un aire que la dejó notablemente encorvada, sin poder enderezarse ni mirar al Cielo.

Corría el año 1880, y la pobre mujer hacía ya ocho meses que estaba en cama sin poderse mover de ella.

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Con motivo de acercarse la festividad del Corpus Christi, sintió en su alma gran fe y confianza de que el Señor la podría curar. Rogó, pues, a los vecinos la bajaran a la puerta de la calle cuando pasase la procesión, e hizo suplicar al sacerdote que llevaba el Santísimo Sacramento que, al estar junto a ella, le acercase un poco la Custodia para adorar a su buen Jesús en la Sagrada Forma sacrosanta.

Presente estaba todo el pueblo, compadecido del triste estado de la pobre enferma, y he aquí que en el momento mismo de dirigirse el sacerdote con la Sagrada Forma hacia la puerta de la casa donde yacía la enferma, con gran sorpresa y admiración de la muchedumbre, se verificó el instantáneo prodigio de quedar completa y radicalmente curada de su doble enfermedad, siendo testigos de tan gran maravilla todo el pueblo y el señor cura párroco, don Pedro Pons Bauzá, que llevaba el Santísimo Sacramento.

Vivió todavía diez años sin experimentar el más mínimo dolor. Durmió, por fin, el sueño de los justos en 1890, a los noventa de su edad.

1892 Shen Si China

Monseñor I. Koffman, Obispo y Vicario Apostólico de Schen Si meridional, en China, refiere que, en diciembre de 1892, una jovencita de familia cristiana no se podía persuadir de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

Un día, después de haber asistido a la misa, se la vio correr al altar y mirar por todas partes; se le preguntó qué buscaba, y respondió que, a la segunda mitad de la misa, había visto a dos Niños de maravillosa hermosura, y que quería ver dónde los había escondido el padre misionero.

Se le explicó entonces que aquélla había sido la visión milagrosa que Dios le mandaba para disipar sus dudas, y se convenció plenamente cuando supo también

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que las Formas consagradas eran dos, una de las cuales debía servir para la Comunión de un devoto.

1902 Transatlántico Alfonso XIII España

En la tarde del 20 de junio de 1902, salía majestuosamente del puerto de La Habana, con rumbo a La Coruña, el transatlántico Alfonso XIII.

El horizonte se presentó completamente cerrado por densa lluvia, y el buque, bajo la influencia de la corriente del Golfo, navegó con grandes precauciones. A pesar de todo, al amanecer del día 21, se observó, con espanto de la tripulación, que el buque varaba; había sido empujado por la corriente del Golfo hacia el arrecife Molasses, de la costa de La Florida.

Cuando los ochocientos pasajeros que iban a bordo se dieron cuenta de la inutilidad de las maniobras ensayadas para ponerlo a flote, cundió entre ellos un pánico indescriptible, desarrollándose patéticas escenas. Tras varias horas de terrible angustia sin poder pedir auxilio, pues en aquellas fechas no funcionaba aún la radiotelegrafía, acertó a pasar cerca del Alfonso XIII, el vapor noruego Diana, cuyo capitán ofreció dar remolque mediante la entrega de diez mil pesos. Apretado por la necesidad, aceptó el capitán del Alfonso XIII tan onerosas condiciones y después de romperse por tres veces consecutivas el recio calabrote de acero, no se pudo lograr nada, quedando el transatlántico como antes estaba, empotrado en medio de las rocas; en vista de lo cual, se largó (el Diana), desentendiéndose del salvamento.

Tras nuevas e inútiles tentativas, mandó el capitán aligerar el cargamento y se echaron al mar mil quinientos sacos de garbanzos, pero el buque no se movió siquiera; entretanto, se vio rodeado de numerosas embarcaciones de pequeño porte tripuladas por los vaqueros, especie de piratas de la costa que acechan en todo naufragio o catástrofe marítima, y a los que hubo que alejar haciendo continuos disparos.

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La situación se agravaba por momentos, porque ya tenía lugar entonces la bajamar; y en tan grande apuro se tuvo el feliz acuerdo de recurrir al Cielo en demanda de socorro. Anunciase la celebración de la Santa Misa, a la que asistieron con gran devoción todos los de a bordo, y ¡oh prodigio!, en el solemne momento en que el sacerdote alzaba la Sagrada Forma sacrosanta, el Alfonso XIII empezó a deslizarse suavemente por encima del arrecife, como si la fuerza invisible de una legión de ángeles lo empujara, y los tripulantes, al ver flotar ileso en alta mar al hermoso trasatlántico, entonaron un hosanna al Sagrado Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.

Después de ser reconocido minuciosamente y cerciorado el capitán de que el casco del buque no había experimentado el menor desperfecto, prosiguió su viaje, llegando felizmente al puerto de La Coruña.

1902 Morne Rouge Isla de la Martinica Francia

El 8 de mayo de 1902, fiesta de la Ascensión, el volcán de la montaña Pelée comenzó a erupcionar arrojando lava y cenizas. La población de Morne-Rouge, muy devota al Sagrado Corazón de Jesús, se volcó inmediatamente a la iglesia parroquial para implorar a Nuestra Señora de la Déliverance la salvación del pueblo de la inminente catástrofe.

Ante el peligro, muchos buscaron la reconciliación acudiendo a la confesión. El párroco, Padre Mary, impartió la absolución general a todos los fieles, distribuyó la Santa Comunión y expuso el Santísimo Sacramento para la adoración pública. Luego, en un momento, una mujer gritó: “¡El Sagrado Corazón de Jesús está dentro de la Sagrada Forma!”. Muchísimas personas fueron testigos de la aparición de Jesús en la Sagrada Forma que mostraba su Sagrado Corazón coronado de espinas. Otros afirmaron de haber visto Sangre que derramada el Corazón de Jesús.

La visión duró muchas horas y cesó sólo cuando

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la custodia fue reservada en el tabernáculo. El 8 de mayo el pueblo de Morne-Rouge fue salvado de la furia devastadora del volcán y este hecho ayudó a que la población se reconciliara con Dios y recibiera los Santos Sacramentos para poder así morir en gracia de Dios. El 30 de agosto del mismo año una violenta erupción del volcán destruyó el pueblo de Morne-Rouge.

1902 San Andrés. Isla de la Reunión Francia

Era un 26 de enero de 1902 cuando el abad Henry Lacombe, párroco de la iglesia, fue testigo directo del milagro que luego él mismo nos narra: Era un 26 de enero de 1902. Celebrábamos la fiesta de la adoración perpetua (las Cuarenta horas), y el Santísimo Sacramento había sido expuesto en el tabernáculo.

Comencé la misa. Luego de la elevación, en el momento del Padre Nuestro, mis ojos se elevaron hacia la Sagrada Forma y vi una aureola luminosa que circundaba los rayos de la Custodia. Continué recitando las oraciones de la misa llegando a dominarme porque sentía una fuerte turbación en el alma. En el momento de la comunión, miré de nuevo la Custodia. Esta vez vi en la Sagrada Forma un rostro humano, con los ojos hacia abajo y una corona de espinas en la frente. Aquello que más me conmovió fue la expresión dolorosa reflejada en el rostro. Las pestañas de los ojos eran largas y delgadas. Traté de disimular ante los presentes la inquietud que se agitaba dentro de mí.

Concluida la celebración me dirigí a la sacristía y mandé llamar a los chicos más grandes del coro. Pedí que fueran al altar y observaran atentamente la Custodia. Ellos regresaron corriendo y me dijeron: “Padre mío, vemos la cabeza de un hombre en la Sagrada Forma”. ¡Es nuestro buen Dios que se muestra! Entendí, entonces, que la visión era auténtica.

Llegó un chico de dieciséis años, Adam de Villiers, que había estudiado en un colegio en Francia. Le

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dije también a él: “entra también tú en la iglesia y mira y observa algo extraordinario en el tabernáculo”. El joven estudiante se dirigió al santuario y regresó inmediatamente. Me dijo: “Padre, es el buen Dios que se ha aparecido en la Sagrada Forma, veo su rostro divino. Desde ese momento han desaparecido todas mis dudas”.

Poco a poco, todo el pueblo se volcó a la iglesia para ver el Milagro. Llegaron también periodistas y gente de la capital, Saint Denis. El rostro de la Sagrada Forma se animó de improviso y la corona desapareció. Usé todas las precauciones posibles porque temía el efecto de algún reflejo de luz. Por eso apagué todos los cirios e hice cerrar las ventanas. Entonces, el fenómeno apareció aún más nítido. Es más, en la oscuridad, los rasgos del rostro emanaban verdaderos destellos.

Entre los presentes estaba una joven pintora quien reprodujo fielmente el rostro de la Sagrada Forma. Más tarde, la visión siguió cambiando, apareciendo en la Sagrada Forma un crucifijo que cubría todo el diámetro de la Sagrada Forma. Después de la bendición eucarística y la oración del Tantum Ergo las visiones desaparecieron”.

1907 Silla Valencia España

Ahora en nuestros días, es posible adorar las Sagrada Formas incorruptas que están custodiadas en la iglesia de Silla, a las puertas de Valencia.

Era un 25 de marzo de 1907, fiesta de la Anunciación, cuando el párroco de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles en Silla, el Padre Fernando Gómez, estaba celebrando la Misa. Cuando abrió el tabernáculo para extraer la píxide de plata con las Sagrada Formas vio que habían desaparecido. Las Sagradas Partículas fueron halladas dos días después, bajo una piedra de un pequeño huerto en las afueras de la ciudad. El párroco organizó, entonces, una procesión solemne para devolverlas a la iglesia.

En 1934, ante la constatación que las Sagradas

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Formas permanecían “en el mismo estado en el que fueron halladas bajo la piedra, se mantenían inalteradas en sus condiciones originales”, el Arzobispo de Valencia inició un proceso que concluyó con la declaración del prodigio gracias a la conservación milagrosa. El Relicario fue sellado con cera y se redactó un documento detallado sobre el prodigio.

Lamentablemente, dos años después, el palacio arzobispal fue quemado por los anarco-comunistas, perdiéndose el rastro de dichos documentos. En 1982, el entonces Arzobispo de Valencia, Monseñor Miguel Roca, inició un nuevo proceso canónico para decretar oficialmente el culto a las Sagradas Sagrada Formas del Milagro Eucarístico.

1948 Rosano Italia

En la iglesia del monasterio de Rosano se venera la estatua del Sagrado Corazón que sangró y derramó lágrimas en diversas ocasiones. La estatua de tamaño natural, fue donada en 1948 por una persona piadosa como cumplimiento de un voto hecho durante la segunda guerra mundial. El rostro de Cristo expresa intensamente una dulzura viril que invita a la oración y al recogimiento. El Corazón sobresale del centro del pecho, rodeado de una corona de espinas.

La noche del 4 de abril de 1948, durante el canto de las Vísperas, se observó por primera vez, que de los ojos de la estatua caían gotas como lágrimas. En junio del mismo año, se añadió otro prodigio “impresionante e inesperado”: la efusión de sangre. Estos hechos se verificaron repetidamente entre 1948 y 1950 siendo confirmados por numerosos testigos oculares, desde las mismas religiosas, en particular por la Madre Abadesa M. Ildegarde Cabitza. En el archivo del monasterio se conservan muchos testimonios puestos bajo juramento; entre ellos, sacerdotes, predicadores, visitadores

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ocasionales, junto a los análisis médicos de purificadores bañados de sangre.

1969 San Mauro la Broca Italia

En la noche del 25 de julio de 1969, unos ladrones entraron furtivamente dentro de la iglesia parroquial de San Mauro la Bruca con la intención de robar los objetos más preciosos. Después de haber roto el tabernáculo, se llevaron la píxide con numerosas Sagrada Formas consagradas. Apenas salieron de la iglesia, tiraron las Sagrada Formas en un callejón.

Al día siguiente, un niño notó que en una esquina del callejón por donde pasaba, estaban allí las Sagradas Formas. Después de haberlas recogido, las entregó de inmediato al párroco. Sólo en 1994, después de 25 años de exhaustivos análisis, Monseñor Biagio D’Agostino, Obispo del Valle de la Lucania, reconoció la conservación milagrosa de las Partículas autorizando consecuentemente su culto.

Se sabe que gracias a la experiencia de análisis realizados por científicos, luego de seis meses la harina ácima se deteriora gradualmente hasta el punto que luego de un par de años se reduce a una materia pegajosa y más tarde en polvo.

1970 Stich Alemania

Durante la celebración de la Santa Misa, el corporal del altar se manchó con sangre en tres ocasiones diferentes: era sangre humana con las características de una persona en agonía.

1991 Betania Venezuela

En la fiesta de la Inmaculada Concepción, el padre Aristizábal celebraba la misa. Durante la consagración, partió la Sagrada Forma en cuatro partes. Uno de los pedazos sangró en la patena. La sangre se

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analizó y se determinó que era de tipo AB, que es el tipo de sangre que en estos casos se da siempre.

1994 Marlboro New Jersey EE.UU.

Durante la consagración de las especies del pan y del vino, en una misa local, la Sagrada Forma que estaba siendo consagrada comenzó a sangrar a la vista de todos los feligreses.

1995 Massachussets EE.UU.

Un sacerdote abrió el tabernáculo de su capilla y encontró sangrando a la Sagrada Forma consagrada.

1995 Roma Italia

Al besar la cruz, la presunta vidente Marissa Rossi, durante una peregrinación, vio que emergía una Sagrada Forma de un costado del cuerpo de Cristo crucificado. La Sagrada Forma cayó en sus manos. Otras experiencias acompañan la historia de Marissa Rossi.

1996 Barbeau Michigan EE.UU.

Un sacerdote celebrando la eucaristía hizo caer la Sagrada Forma consagrada en la patena. No se la volvió a tocar hasta el siguiente domingo, en el que se verificó que tenía una mancha de sangre. Tratando de evitar el escándalo, el obispo ordenó “que se la rompiera y se deshicieran de ella de forma apropiada”, pero al intentarlo se convirtió en carne y sangre.

1996 Worcester Massachussets EE.UU.

Audrey Santo de 12 años, sufría de daño cerebral desde los 3 años Vivió hasta los 9 años, con el único alimento de la Sagrada Comunión. Se autorizó que se pusiera un tabernáculo en su dormitorio para hacer Adoración al Santísimo. Se observó, que constantemente

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éste exudaba aceite y sangraba (1996). Actualmente, Audrey sufre los estigmas del Señor.

1997 Moure Portugal

En una Sagrada Forma consagrada durante una misa, apareció el busto de nuestro Señor Jesucristo. La Sagrada Forma es actualmente venerada por todos los feligreses.

1997 Woodbridge New Jersey EE.UU.

En una fotografía tomada a una Sagrada Forma consagrada, apareció un crucifijo perfilado dentro de la Sagrada Forma Sagrada Forma.

2001 Chirattakonan India.

Este Milagro Eucarístico se ha verificado recientemente, el 5 de mayo de 2001 en Trivandrum. La Custodia que conserva la Sagrada Forma milagrosa se conserva hasta hoy en la iglesia.

El Padre Fray Johnson Karoor, párroco de la iglesia donde sucedió el Milagro Eucarístico, cuenta en su informe: “el 28 de abril de 2001, en la iglesia parroquial de St. Mary di Chirattakonan, iniciamos la novena a San Judas Tadeo, como es costumbre todos los años. A las 8:49 de la mañana expuse el Santísimo Sacramento con la Custodia para iniciar la Adoración pública. Luego de algunos minutos vi que aparecían en la Santa Eucaristía como tres puntos. Dejé de rezar y comencé a mirar la Custodia, invitando también a los fieles a admirar esos tres puntos. Les pedí luego que permanecieron en oración y yo reservé la Custodia dentro del tabernáculo. El 30 de abril celebré la Santa Misa y al día siguiente partí para Trivandrum. El sábado por la mañana, un 5 de mayo de 2001, abrí la iglesia para las celebraciones; me preparé y fui a abrir el tabernáculo para ver qué había sucedido con la Eucaristía expuesta días atrás. Entonces, noté en ella la

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figura de un rostro humano. Sentí una gran emoción y pedí a los fieles que se arrodillaran y comenzaran a rezar.

Pensé que el rostro lo veía sólo yo, entonces pregunté al monaguillo qué cosa veía en la Custodia. Él me respondió: “veo la figura de un hombre”. Noté que también los otros fieles miraban intensamente la Custodia. Iniciamos la Adoración y la figura del hombre, poco a poco se hacía más nítida. No tuve las fuerzas de decir nada y comencé a llorar.

Durante la Adoración teníamos la costumbre de leer una cita de la Sagrada Escritura. Tocó ese día el capítulo 20 del Evangelio de San Juan. Allí se narra el episodio de Jesús resucitado que aparece ante Tomás y le muestra sus heridas. Logré decir sólo pocas palabras en la homilía. Luego, como tenía que celebrar Misa en la parroquia vecina de Kokkodu, hice que viniera lo más pronto posible un fotógrafo para sacar fotos a la Santa Eucaristía con el rostro humano. Luego de dos horas las fotos estaban ya reveladas. En cada foto aparecía el rostro siempre más nítido”.

¿? Albany- New York EE.UU.

El párroco de Albany (Estado de Nueva York), fue requerido para atender a un enfermo grave que moraba a considerable distancia de la iglesia. Se dispuso al punto para partir a caballo, llevando suspendida del cuello una pequeña píxide Después de cabalgar durante cierto número de millas, un fuerte temporal de lluvia y viento le impedía adelantar con su caballo y tuvo que pararse y entrar en una posada. Allí, por el mismo motivo, se refugió un mensajero que iba a verlo y comunicarle que el enfermo había experimentado una mejoría, aunque seguía grave. Tranquilizado con esta noticia, el párroco resolvió no continuar el camino de noche y pasarlo allí, colocando devotamente la píxide en un armario bajo llave.

Durmió profundamente y al alborear reemprendió su viaje. Ya cerca de su destino, se dio cuenta, con suma

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pena, de que no había tomado consigo la píxide con el Santísimo Sacramento. Al darse cuenta, por poco cae de su montura abrumado por la vergüenza y la alarma, pues eran herejes todos los de la posada. Con esto dio media vuelta, picó las espuelas y se dirigió a toda velocidad a la posada donde había pernoctado.

En cuanto atravesó el portal, saltó del caballo y rápido se fue en busca del hostelero, preguntándole si acaso había dado a alguien el cuarto donde él había dormido.

Yo soy el que debo preguntarle, señor mío le contestó el hostelero. ¿Qué hizo usted en aquel cuarto, que no hemos podido abrir de ningún modo? Ninguno de nosotros pudimos abrir, por más que hemos forcejeado, y la llave está en la cerradura. Y lo que es más, si uno mira por el agujero, aparece todo él iluminado.

Con indescriptible sentimiento de gozo, se lanzó el párroco escaleras arriba, seguido del hostelero, su mujer, los criados y unos cuantos huéspedes, atraídos por la curiosidad. Dando la vuelta a la llave, abrió sin la menor dificultad, y entrando cayó de rodillas, confundido ante el mueble que había servido de sagrario al Señor de Cielos y Tierra. Con esto, levantándose, tomó la píxide reverente, y expuso con inusitada elocuencia a la gente admirada, el Misterio Eucarístico.

La emoción daba fuerza a sus palabras y les declaró que tenían que darse por envidiablemente afortunados de haber obrado Dios aquel milagro en su casa. Con lo cual, postrados de rodillas, expresaron su deseo de ser recibidos en la Iglesia Católica. El párroco permaneció allí algunos días, durante los cuales los instruyó, bautizó a todos los que allí moraban y a algunas otras personas y los recibió en la Iglesia. Logrado esto, se encaminó a casa del enfermo, hallándolo restablecido y en plena convalecencia".

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Bibliografía, utilizada en este libro. - Álvarez Valdés, Ariel. Ofm. “Enigmas de la Biblia (2)”. Edit. San Pablo. 2006. Isbn 950-861-364-5. - Borragán Mata, Vicente, "Ríos de agua viva". Edit. San Pablo. 1998. Isbn. 84-285-2048-8. - “Catecismo de la Iglesia Católica”. Edit. Asociación Editores del Catecismo 1994. Isbn 84-288-1102-4. - Fernández Carvajal, Fco. “Antología de textos”. Edit. Palabra 1995. Isbn 84-7118-348-X. - Fernández Carvajal, Fco. “Hablar con Dios”. Edit. Palabra 1993. Isbn 84-7118-473-7. - Fernández Carvajal, Fco. "Quédate conmigo. Vivir de la eucaristía". Edit. Palabra 2004. Isbn 84-8239-880-6. - Hahn, Scott. "Comprometidos con Dios”. Edit. Rialp 2006. Isbn 84-321-3590-9. (pág. 25). - Hubaut, Michel. “Fuera del sendero trillado. La aventura de la fe”. Edit. PPC 1997. Isbn 84-288-1447-3. - Ediciones San Clemente. “I Miracoli Eucaristici nel Mondo”. - Juan del Carmelo “Del más acá, al más allá”. Edit Dagosola. Isbn. 978-8-611-5491-3. - Juan del Carmelo, “La huella de Dios”. Edit. Dagosola. 2007. Isbn 978-84-611-6452-30. - Lafrance, Jean, “Aprender a orar con Isabel de la Trinidad”. Edit. Espiritualidad 1994. Isbn 84-7068-165-6. - Messori, Vittorio. "El gran milagro". edit. Planeta. Isbn 84-08-03211-9. - Messori, Vittorio, "Hipótesis sobre María". Edit. Libros libres. Isbn 978-84-96088-62-7. - Morales, José. "El hombre nuevo". Edit. Rial 2005. Isbn 84-321-3541-0. - Ratzinger, Joseph, Card. "La Eucaristía centro de la vida" Edit. Edicep 2003. Isbn 84-7050-726-5. - Santo Cura de Ars. Ver, Trochu, Francis, “El cura de Ars”. Edit. Palabra 1994. Isbn 84-7118-384-6. - Stawomir, Biela. "Abandonarse al amor". Edit. San

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pablo 2002. Isbn 84-285-2480-7. - Tanquerey, Ad. "Para hacer apóstoles”. Ediciones Palabra 1994.- Isbn 84-7118-988-7. - Traval y Roset, Manuel, S. J. “Milagros eucarísticos”. Edit. Apostolado Mariano. 1996. Dep. legal B-34.364/96. - Werner Keller."Y la Biblia tenía razón. Edit. Omega. 1961. Dep. legal B.9752-1960".

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En la Bellota a 11 de marzo, tercer domingo de cuaresma, del año de gracia del Señor de 2007, inicio este

trabajo. Concluí este trabajo también en la Bellota

……………………..del año de gracia del Señor de 2007. La última revisión en el ordenador en el ordenador y día de la impresión, para la edición en España y México, hoy

miércoles, 16 de abril de 2008

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OTROS LIBROS DEL MISMO AUTOR. Editados en España. Juan del Carmelo, inicia su obra, con la publicación, de una trilogía de libros, de carácter espiritual, tal como es, el contenido de toda su obra: BUSCAR A DIOS.- AMAR A DIOS.- ENTREGARSE A DIOS.- Entiende al autor que en el recorrido del camino de cualquier alma hacia Dios, existen siempre tres etapas que han de ser superadas. Estos tres libros, responde a esta idea y tienen por finalidad, la de ayudar al lector, a fomentar en su corazón primeramente, la “Búsqueda”, después el “Amor” a Dios y al final el “Encuentro” con Nuestro Señor, mediante la meditación, alimentada esta, con una variada serie de pensamientos comentarios y reflexiones, en estos libros recogidos. DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD.- Es este un libro, en el que el autor realiza un análisis de los dos antagónicos temas del sufrimiento y la felicidad, enfocados desde el ángulo cristiano y poniendo de manifiesto la íntima relación existente entre estas dos situaciones, por las que el hombre pasa. En este libro, el autor pretende que el lector tenga un mayor conocimiento del dolor, para que pueda encauzarlo por el amor a Dios hacia la dicha que le espera. CONVERSACIONES CON MI ÁNGEL.- En este, su quinto libro, el autor, en la primera parte trata extensamente acerca de los ángeles y sus relaciones con nosotros. En la segunda parte del libro, el autor instrumentando su relación con su ángel de la guarda, aprovecha esta para poner en boca de este, una serie de pensamientos y reflexiones acerca de diversos y variados temas, generalmente relacionados con las postrimerías del hombre. LA HUELLA DE DIOS.- El autor, analiza aquí la huella que Dios imprime en todos los acontecimientos humanos, por insignificantes que estos sean. Recopila este libro una serie de hechos realmente sucedidos o imaginarios, anécdotas, y cortas narraciones de la Historia sagrada, seguidas de las conclusiones espirituales acerca de la intervención de Dios en todo acontecimiento humano. DEL MÁS ACÁ AL MÁS ALLÁ.- Es un libro, en el que el autor, de un lado, realiza un canto elogioso

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a la vejez que ayuda a transitar por ella con pleno gozo y por otro lado, expone una serie de consideraciones, que nos obliga a pensar, que no es tan temible, el paso que nos espera para alcanzar la vida eterna. CONOCIMIENTO DE DIOS.- Es el octavo libro, en el que el autor, nos señala que conocer a Dios, aunque sea mínimamente; significa primeramente, haber tenido y seguir teniendo, una inquietud en la búsqueda de Dios; en segundo lugar, haberle comenzado a amar y estar ya, con más o menos fuerza, amándole y en tercer lugar, caminar o tratar de caminar, es decir, recorriendo el camino de su amor, que nos llevará hacia una total entrega a Él. MILAGROS EN LA EUCARISTÍA.- El autor seducido por su amor a la Eucaristía y subyugado por el misterio de la transubstanciación, entiende que los cientos de milagros que entorno a la Eucaristía, se han realizado en el mundo desde hace 2000 años, siempre han tenido la finalidad de recordarnos la presencia real de Nuestro Señor entre nosotros. Por ello en este libro se recopilan los hechos que han acaecido en torno a una serie de milagros reales y asombrosos. En preparación. EN LAS MANOS DE DIOS.- Quiso Dios, que el autor se viese sometido a la dura prueba de una intervención quirúrgica a corazón abierto. Son muchas las personas, que de pronto se encuentran encadenadas a una situación crítica, que puede tener un fatal desenlace. Todos, siempre estamos en las manos de Dios, pero es en esos momentos cuando más nos acordamos de Él. En este libro de testimonio personal, Juan del Carmelo nos narra la experiencia humana y las conclusiones a las que llega en el orden espiritual. RELACIONARSE CON DIOS.- Todos sabemos que la oración es el medio para relacionarse con Dios. El autor nos dice que: mucho se ha escrito y muy bueno acerca de la oración, de forma tal que aquí nada nuevo se va a decir, aunque eso sí, vamos tratar de decirlo de forma diferente, porque es indudable que el mismo tema expresado en forma distinta, aunque sea en una forma más deficiente, cala más profundamente en la mente del lector. MOSAICO ESPIRITUAL. Este libro recoge, una variada serie de temas de carácter espiritual, tratados con el peculiar estilo del autor, que dado el distinto

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enfoque de viejas cuestiones espirituales, inducen al lector a la meditación y a la reflexión. Para aquellos lectores que ya hayan leído alguna obra del autor o su conocida trilogía espiritual, encontrarán en este libro, más ampliamente tratadas cuestiones que ya se apuntaban en libros anteriores. Todos estos libros de carácter espiritual, han sido ya publicados o están a punto de publicarse, tanto en España como en México y otros países de Hispanoamérica.

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