mi red social, by fer

1
Mi RED Social por Fernando Bocadillos Creo que para 1996 me hice una cuenta de Hotmail. Para el 2001 estaba tan quemado de jugar al Counter Strike dieciséis horas por día en los cibers que tuve dejar de trabajar para dejar de jugar pagan- do y por ende, sin salario alguno, empecé a usar una compu tres horas al día, rapiñando mp3s y mandando mails. Largas cartas cibernéticas furiosas, disertaciones one-on-one, e intercambios cachon- dos con señoritas de todos los confines del planeta. Recibí imágenes indeciblemente hermosas. Ella, a quien no nombraremos, no tenía una cámara de fotos, así que directamente, a pedido mío, se ESCA- NEÓ LA COSA y me mandó las fotos. Evidentemente había usado su conchita antes de mandar el scan así que la foto incluía un maravilloso SQUIRT blancuzco sobre el vidrio del scanner. Por una temporada larga nos enviamos mails, ella era de los EE.UU y medía un metro ochenta, lesbiana indecisa, ex solda- do raso en un campo de entrenamiento militar. Se llevaba mal con el viejo. Nunca mencionó a la madre. Yo también me llevaba mal con mi viejo y no mencionaba jamás a mi vieja. (Lo más importante que se pueda saber de nosotros está precisamente en las omisiones, los secretos, lo que no se dice, lo que dicta tabú). Tuve un brote. Bajé veinte kilos. Seguía mandando mails, metiéndome el los chats de MSN, adonde me insultaban los chilenos, me ignoraban los uruguayos y los argentinos directamente estaban poco intere- sados. PERO LEJOS SIEMPRE ES MEJOR. Por casi una década perdí contacto con M. La encontré hace unos años. Es el 2014. Las cosas salieron extrañas para los dos. Yo estuve en un par de institucio- nes psiquiátricas de las que apenas salí bien parado, y en Tribunales. Por un mail que mandé, muy florido e irascible, a una señorita irrespetuosa. Papi hizo unos pases mágicos y me vinieron a buscar de la comisaria. No importa, hablamos de Ella, ¿ok? Ella tiene una adicción a fumar metanfetamina, subió diez kilos, bajó treinta, se quedó sin casa, vive en el garage de un amigo y en su avatar podemos ver una cabeza familiar y una pistola en la sien. No me da gracia. Ah, también tengo una cuenta de LinkedIn adonde puedo ver que mi ex novia, supuestamente, tiene trabajo. Me gusta eso. No nos llevábamos bien al final. Me calzó una trompada cuando le ofrecí unos pesos y se fue en taxi a Bulogne a una pensión de mala muerte, con el mejor polvo que tuve jamás y nuestro gato en una jaulita. Y una botella de whisky. Puedo recordar tenuemente (cada año que pasa lo recuerdo más tenue, más tenue...) que yo era muy feliz sin internet. Muy. Sin Facebook, sin Twitter, sin LinkShit, sin una concha. Bueno, sin una concha no era muy feliz. Pero mis pajas estaban santificadas. Mi intención era buena. Ahora puedo ver noticias de los confines del mundo, pero la gente que me gustaba siguió su vida, y no nos tocó una buena vida. Y yo estoy clavado a esta silla de mierda, zumbado y demente. Estamos muy cerca con esta mierda ciber- nética pero desfallecemos de soledad más que nunca. Hace dos años que tengo un teléfono celular, me sirve bastante cuando mi novia tiene un ataque de pánico. Yo la escucho a la madrugada hablarme detrás de la medicación, como un fantasma, hasta que se gasta la batería. Los satélites envían gemidos de actas de defunción paquete de información por paquete de información hasta que no damos más. Para cuando termine de escribir esto los celulares van a tener el tamaño de zapatillas talle 46 y tu cabeza va a estar achicharrada por la idiotez y yo voy a tener que preguntarme si todavía te amo. A vos, a ella, a todos. ¿Querés conectar? Desconectate. Y si tenés tetas, tocame el timbre y lo hablamos, que donde comen dos, comen tres.

Upload: pablo-basterrechea

Post on 11-Feb-2016

13 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Mi Red Social, By Fer

TRANSCRIPT

Page 1: Mi Red Social, By Fer

Mi RED Social por Fernando Bocadillos

Creo que para 1996 me hice una cuenta de Hotmail. Para el 2001 estaba tan quemado de jugar al Counter Strike dieciséis horas por día en los cibers que tuve dejar de trabajar para dejar de jugar pagan-do y por ende, sin salario alguno, empecé a usar una compu tres horas al día, rapiñando mp3s y mandando mails. Largas cartas cibernéticas furiosas, disertaciones one-on-one, e intercambios cachon-dos con señoritas de todos los confines del planeta. Recibí imágenes indeciblemente hermosas. Ella, a quien no nombraremos, no tenía una cámara de fotos, así que directamente, a pedido mío, se ESCA-NEÓ LA COSA y me mandó las fotos. Evidentemente había usado su conchita antes de mandar el scan así que la foto incluía un maravilloso SQUIRT blancuzco sobre el vidrio del scanner. Por una temporada larga nos enviamos mails, ella era de los EE.UU y medía un metro ochenta, lesbiana indecisa, ex solda-do raso en un campo de entrenamiento militar. Se llevaba mal con el viejo. Nunca mencionó a la madre. Yo también me llevaba mal con mi viejo y no mencionaba jamás a mi vieja. (Lo más importante que se pueda saber de nosotros está precisamente en las omisiones, los secretos, lo que no se dice, lo que dicta tabú).Tuve un brote. Bajé veinte kilos. Seguía mandando mails, metiéndome el los chats de MSN, adonde me

insultaban los chilenos, me ignoraban los uruguayos y los argentinos directamente estaban poco intere-sados. PERO LEJOS SIEMPRE ES MEJOR. Por casi una década perdí contacto con M. La encontré hace unos años. Es el 2014. Las cosas salieron extrañas para los dos. Yo estuve en un par de institucio-nes psiquiátricas de las que apenas salí bien parado, y en Tribunales. Por un mail que mandé, muy florido e irascible, a una señorita irrespetuosa. Papi hizo unos pases mágicos y me vinieron a buscar de la comisaria. No importa, hablamos de Ella, ¿ok? Ella tiene una adicción a fumar metanfetamina, subió diez kilos, bajó treinta, se quedó sin casa, vive en el garage de un amigo y en su avatar podemos ver una cabeza familiar y una pistola en la sien. No me da gracia. Ah, también tengo una cuenta de LinkedIn adonde puedo ver que mi ex novia, supuestamente, tiene trabajo. Me gusta eso. No nos llevábamos bien al final. Me calzó una trompada cuando le ofrecí unos pesos y se fue en taxi a Bulogne a una pensión de mala muerte, con el mejor polvo que tuve jamás y nuestro gato en una jaulita. Y una botella de whisky.Puedo recordar tenuemente (cada año que pasa lo recuerdo más tenue, más tenue...) que yo era muy

feliz sin internet. Muy. Sin Facebook, sin Twitter, sin LinkShit, sin una concha. Bueno, sin una concha no era muy feliz. Pero mis pajas estaban santificadas. Mi intención era buena. Ahora puedo ver noticias de los confines del mundo, pero la gente que me gustaba siguió su vida, y no nos tocó una buena vida. Y yo estoy clavado a esta silla de mierda, zumbado y demente. Estamos muy cerca con esta mierda ciber-nética pero desfallecemos de soledad más que nunca.Hace dos años que tengo un teléfono celular, me sirve bastante cuando mi novia tiene un ataque de

pánico. Yo la escucho a la madrugada hablarme detrás de la medicación, como un fantasma, hasta que se gasta la batería. Los satélites envían gemidos de actas de defunción paquete de información por paquete de información hasta que no damos más. Para cuando termine de escribir esto los celulares van a tener el tamaño de zapatillas talle 46 y tu cabeza va a estar achicharrada por la idiotez y yo voy a tener que preguntarme si todavía te amo. A vos, a ella, a todos.¿Querés conectar? Desconectate. Y si tenés tetas, tocame el timbre y lo hablamos, que donde comen

dos, comen tres.