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MERCVRIO PERVANO REVISTA DE HUMANIDADES FUNDADA EN 1918 POR VÍCTOR ANDRÉS BELAUNDE MVLTA RENASCENTVR QVAE JAM CECIDERE Director: Nº 512 Luis F. Eguiguren Callirgos AÑO 1999 Sumario Presentación 5 Cuestiones ¿Es posible educar los afectos? 7 Dra. María García Amilburu El Esfuerzo y la voluntad como ejes de la formación de la persona 17 Dra. María Isabel Corts Giner Descentralización y Desarrollo. 28 Mgtr. Jesús Castillo More El desempleo en el Perú. Un análisis de la evolución de la tasa de desempleo: 1950-1995 35 Mgrt. Hugo Agurto Plata. La Responsabilidad social de la empresa. Las leyes de la organización 45 Dr. Pablo Ferreiro de Babot El Trabajo Humano: Naturaleza e implicancias 53 Psc. Edistio Cámere de la Torre Ugarte

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MERCVRIO PERVANO

REVISTA DE HUMANIDADES FUNDADA EN 1918 POR VÍCTOR ANDRÉS BELAUNDE

MVLTA RENASCENTVR QVAE JAM CECIDERE

Director:

Nº 512 Luis F. Eguiguren Callirgos AÑO 1999

Sumario

Presentación 5 Cuestiones ¿Es posible educar los afectos? 7 Dra. María García Amilburu

El Esfuerzo y la voluntad como ejes de la formación de la persona 17 Dra. María Isabel Corts Giner Descentralización y Desarrollo. 28 Mgtr. Jesús Castillo More

El desempleo en el Perú. Un análisis de la evolución de la tasa de desempleo: 1950-1995 35 Mgrt. Hugo Agurto Plata. La Responsabilidad social de la empresa. Las leyes de la organización 45 Dr. Pablo Ferreiro de Babot El Trabajo Humano: Naturaleza e implicancias 53 Psc. Edistio Cámere de la Torre Ugarte

Ensayo Aspectos axiológicos de la creación del empleo (creatividad y colaboración) 62 Dr. Carlos Llano Cifuentes

Homenaje Aurelio Miró Quesada Sosa. Maestro de Peruanidad 74 Dr. Juan Zegarra Russo

Entre Libros Dilemas éticos de la empresa Contemporánea. 78 Dr. Carlos Llano Cifuentes Antropología Trascendental, I: La persona humana 80 Dr. Leonardo Polo Barrena El enigma de la representación. 82 Dr. Alejandro Llano Cifuentes

REVISTA MERCURIO PERUANO

N° 512-1999

Director Luis F. Eguiguren Callirgos

Consejo Consultivo

Antonio Belaunde Moreyra, José Agustín de la Puente Candamo, Antonino Espinosa

Laña, Pablo Ferreiro deBabot, Guillermo Lohmann Villena, Carlos Palacios Moreyra,

Jacobo Rey Elmore.

Consejo de Redacción Pedro Belaunde Moreyra, Beatriz Cipriano T.,

Pablo Domínguez E., Luz Gonzáles U., Fabiola Morales C., Pablo Pérez S., José

María Sesé A., Juan Zegarra R.

Secretaría de Consejo de Redacción Genara Castillo Córdova

Diseño Gráfico

Blanca Enriquez B., Taller de Publicidad Universidad de Piura

Fotografía

Koco Zavala

Portada Blanca Enriquez Beck.

Suscripciones

Librería Universitaria. Universidad de Piura

Apartado 353 Teléfono (073) 307777 Fax (073) 308888

e-mail: [email protected] MERCURIO PERUANO. Revista de

Humanidades, es editada por la Universidad de Piura (UDEP)

ISSN: 0254-8135

El contenido de artículos que publicamos de Carácter cultural, técnico-científico y

profesional, es de responsabilidad de los autores.

DERECHOS RESERVADOS Prohibida su reproducción parcial o total.

Presentación

Con el presente número, la Revista Mercurio Peruano cierra su edición de este milenio, época en que se ha gestado y desarrollado este proyecto tan importante en la cultura pe-

ruana que se ha constituido en la revista de mayor continuidad en la historia del Perú republicano.

Esta vez, hemos querido referirnos principalmente a dos temas centrales para impulsar el desarrollo sostenido de

nuestra sociedad: La Educación y el Trabajo.

En cuanto al trabajo se tratan los asuntos del desempleo, del

desarrollo regional, de la ética empresarial, así como el planteamiento radical de la naturaleza del trabajo, de la creatividad y colaboración, la comprensión y puesta en práctica de estos temas son importantes retos para el

siguiente milenio.

En la sección HOMENAJE, la Revista Mercurio Peruano, por medio de las palabras del Dr. Juan Zegarra tributan un

merecido homenaje a un ilustre intelectual peruano el Dr. Aurelio Miró Quesada quien nos honró siendo uno de los

miembros del Consejo Consultivo.

5 MERCURIO PERUANO

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In t roducc ión Somos testigos y protagonistas en este fin de milenio de un proceso de hipertrofia en el ámbito afectivo. Después del frío y represivo racionalismo ilustrado, nuestra sociedad contemporánea celebra el regreso del emotivismo romántico una vez que hemos sido liberados para siempre de los tabúes de

¿Es Posible Educar los afectos?

María García Amilburu Dra. en Filosofía y Ciencias de la Educación. Miembro de St. Edmund College, Universidad de Cambridge

otras expresiones similares se consideran en la práctica como justificaciones válidas para obrar, aunque esa actuación lleve consigo quebrantar compromisos libremente asumidos con anterioridad. Esta situación nos plantea preguntas acerca de la naturaleza y alcance de nuestro mundo afectivo. ¿Qué son las emociones? ¿Podemos vivir una vida plenamente humana prescindiendo de ellas?

El lenguaje ordinario y el académico, la prensa, el cine y los demás medios de comunicación de masas se encuentran saturados de

emociones, sentimientos, afectos, pasiones...

antaño. El lenguaje ordinario y el académico, la prensa, el cine y los demás medios de comunicación de masas se encuentran saturados de emociones, sentimientos, afectos, pasiones...que se nos presentan en muchos casos como la causa que nos arrastra a obrar irremisiblemente en una determinada dirección1. Porque, ¿quién puede actuar en contra o al margen de sus sentimientos? "Ahora estoy enamorado de otra persona", "Ya no siento lo mismo que antes"... Estas y

¿Son la última palabra a la hora de orientar nuestra conducta? ¿Domino mis afectos o soy dominado por ellos? ¿Es posible una educación de la afectividad? Trataremos de examinar estas cuestiones a lo largo de este artículo. 1. ¿Qué son los afectos? 1.1. El verbo sentir: sensaciones y sentimientos En español -y también en otros idiomas como, por ejemplo, en inglés- el verbo sentir se emplea para referirnos tanto a las sensaciones

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como a los sentimientos, aunque se trata de fenómenos de naturaleza diferente. Así, podemos afirmar que sentimos frío -sensación táctil que hace referencia a la temperatura de los cuerpos- o que sentimos amor -afecto que nos inclina a desear el bien a alguien2.

La sensación es el acto propio de cada uno de los sentidos externos, vista, oído, olfato, gusto, tacto, por medio del cual recibimos

la valoración de la realidad y su consecuente deseo o rechazo. Volviendo al ejemplo del agua, en invierno siento frescor (sensación) y desagrado (sentimiento) y en verano siento frescor (sensación) y agrado (sentimiento), porque agua fría me atrae cuando tengo calor, pero me repele cuando tengo frío.

De lo que hemos dicho se concluye que el mundo afectivo es un ámbito vital que

La sensación es el acto propio de cada uno de los sentidos externos vista, oído, olfato, gusto, tacto, por medio del cual recibimos

información acerca de las cualidades particulares de las realidades sensibles.

información acerca de las cualidades particulares de las realidades sensibles. Esa información es valorada por la estimativa, un sentido interno que en los seres humanos recibe el nombre de cogitativa.

Esta valoración se basa en la atracción o repulsa que ejerce el objeto conocido sensiblemente respecto de la vida corporal de quien conoce. No se trata de una valoración ética -que no puede darse en los animales-sino una especie de juicio acerca de la conveniencia o nocividad para el viviente del objeto conocido. Así, la misma realidad puede provocar valoraciones diferentes en distintos sujetos, o en diferentes momentos. Por ejemplo, yo capto siempre la temperatura del agua a 4 grados cayendo sobre mi piel como sensación de frescor, pero la valoro como agradable en verano y como desagradable en invierno.

La realidad conocida sensiblemente y valorada como beneficiosa o nociva, agradable o desagradable, provoca en todo nuestro ser, en nuestro cuerpo y nuestra psique, una resonancia a la que llamamos emoción o afecto. Así, podemos definir los sentimientos como las perturbaciones de la subjetividad ante

compartimos con los animales: así, podemos afirmar que entre ellos -y entre los animales y el hombre- pueden desarrollarse sentimientos como la ternura, el miedo, la agresividad, etc. Pero nuestra afectividad difiere de la animal porque se trata de una afectividad específicamente humana. Y así como llevamos a cabo algunas actividades que también realizan los animales -como, por ejemplo, alimentarnos-, sin embargo lo hacemos de un modo peculiar -cocinando, desarrollando un arte gastronómico y ornamental, disponiendo la mesa, reuniéndonos para comidas más o menos rituales, etc.-.

Así también la afectividad humana tiene su modo específico de ejercicio.

1.2. Los elementos que constituyen el afec to En algunos ambientes hay una tendencia a considerar los sentimientos como algo exclusivamente subjetivo y tan privado que nadie, excepto el propio individuo que experimenta el afecto, puede hacerse cargo de lo que está sintiendo.

En cierta medida esto es correcto, porque sólo nosotros mismos tenemos acceso inmediato y directo a nuestra interioridad.

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Pero si los afectos fueran fenómenos exclusivamente privados, interiores y subjetivos, ¿cómo podría saber que quien me escucha entiende lo que quiero decir cuando afirmo que siento "vergüenza", que estoy "triste", que tengo "miedo", o experimento un "deseo" , etc.? Así, para poder determinar qué son las emociones debemos tomar en consideración tres elementos: a. El objeto conocido y valorado que causa el sentimiento. Conviene precisar que no tiene que tratarse necesariamente de un objeto físico, ni hay que tener un conocimiento exacto o exhaustivo del objeto porque en ocasiones no sabemos exactamente qué es lo que motiva el sentimiento -como cuando alguien siente temor ante "lo desconocido". b. Las modificaciones corporales que el conocimiento y valoración de ese objeto provocan: reacciones fisiológicas viscerales (alteración del ritmo cardiaco, palidez, enrojecimiento...), musculares (temblores, paralizaciones...) y gestuales (expresiones que varían según las culturas y la educación recibida). c. La alteración del estado de ánimo, del tono interior. Este aspecto es al que solemos referimos cuando hablamos de los afectos como algo privado, subjetivo e íntimo. Para poder nombrar esa emoción que estamos experimentando, y para intentar hacernos cargo de qué es lo que sienten las demás personas, debemos considerar siempre esos tres elementos. De manera que, si alguien nos dijera que siente mucho miedo en ausencia de cualquier peligro, sin presentar ningún síntoma y sin hacer nada para evitar la situación, sólo podríamos dudar de su cordura o de su dominio del castellano3. 1.3. Clasificación de los afectos Hay muchos criterios según los cuales se puede establecer una clasificación de los

afectos, de acuerdo con las distintas escuelas psicológicas. La tradición aristotélico-tomista, y la psicología de las facultades, ha sistematizado una clasificación que, por su claridad y amplitud, se ha hecho clásica4. Teniendo en cuenta el objeto valorado como bueno o como malo -entendiendo estos términos no en sentido ético, sino como placentero o desagradable, como ya dijimos anteriormente-; si el bien o el mal están presentes o ausentes; y si son fáciles o difíciles de conseguir o de evitar, se distinguen once afectos o sentimientos fundamentales:

-Amor: designa la inclinación genérica hacia todo lo que se considera bueno.

-Odio: es la repulsión, también en general, hacia todo lo que se considera malo.

Estos dos afectos, por referirse al bien y al mal considerados en el sentido más amplio posible, engloban a todos los demás, que son:

-Deseo: inclinación hacia un bien que está ausente o no se posee todavía.

-Aversión: afecto de repulsa hacia el mal ausente o futuro.

-Placer o Gozo: sentimiento que produce la posesión del bien.

-Dolor o Tristeza: es provocada por la presencia del mal.

-Esperanza: afecto que se experimenta ante un bien futuro difícil de alcanzar, cuando el sujeto cree que podrá lograr su deseo.

-Desesperanza: surge cuando se piensa que no se conseguirán superar las dificultades que permitirían alcanzar ese bien futuro, difícil de obtener, que se desea.

-Valor o Audacia: se experimenta cuando se ve posible escapar de un mal futuro difícil de evitar. -Miedo: es el sentimiento que surge cuando se considera imposible evitar un mal futuro o un peligro que nos acecha. -Ira o Cólera: es el sentimiento que se produce cuando el mal que era difícil de evitar se hace presente.

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Como se ha señalado, ésta no es la única clasificación posible de los sentimientos. Se pueden formular muchas otras atendiendo a criterios de división diferentes. Además hay que tener en cuenta que puede variar el modo concreto de llamar a cada afecto (los términos "deseo", "anhelo", "ilusión", etc., pueden emplearse como sinónimos); cada uno de estos afectos fundamentales se subdivide en otros muchos afectos secundarios; y en la vida or-dinaria los afectos no se presentan químicamente puros: así, podemos encontrarnos en una situación de "tristeza esperanzada", de "miedo gozoso" o, en ocasiones, podemos albergar incluso un sentimiento de "amor-odio" hacia alguna per-sona. Esto no es más que una muestra de la inmensa riqueza y complejidad del mundo afectivo.

2. El papel de los afectos en la vida h u m a n a Como hemos señalado, la afectividad no es un fenómeno exclusivo de los seres humanos: también los animales tienen su mundo

la técnica o la energía nuclear, pueden ser bien o mal utilizadas. En diferentes época de la historia de la ideas, se han emitido juicios de valor muy diversos en relación con los sentimientos.

Así, no han faltado quienes consideran la afectividad una dimensión nefasta o impropia de la existencia humana que convendría eliminar, neutralizar o por lo menos disimular -basta pensar en los estoicos, o en la educación británica de corte victoriano-. Otros, por el contrario, han absolutizado las emociones como el único criterio de bondad o de justificación del actuar humano -el Romanticismo y los emotivistas de todos los tiempos-.

Como casi siempre, in medio virtus. No es humano intentar ahogar los afectos, como tampoco lo es constituirlos en el elemento clave de la existencia humana. No podemos vivir al margen de los sentimientos, no es conveniente aniquilar ni estrangular esta dimensión de nuestra vida, pero tampoco

Pero el hombre, además de un animal se entiende, es un ser inteligente y libre. La afectividad no es la instancia más alta de

aquellas que componen su ser, sino un elemento que hay que Integrar junto con las demás dimensiones que lo constituyen.

sentimental. Pero el hombre, además de un animal se entiende, es un ser inteligente y libre. La afectividad no es la instancia más alta de aquellas que componen su ser, sino un elemento que hay que integrar junto con las demás dimensiones que lo constituyen.

Desde el punto de vista ético los sentimientos no son ni buenos ni malos en sí mismos: son sencillamente inevitables, ya que no podemos impedir vernos afectados por la realidad. Las emociones surgen, están ahí, y pueden ser encauzadas correcta o incorrectamente; lo mismo que

podemos renunciar a nuestra condición racional. A la hora de buscar soluciones equilibradas, lo primero que tenemos que hacer es intentar romper el esquema conceptual que presenta una dicotomía excluyente entre los sentimientos y la razón, entre el corazón y la cabeza, entre el calor del afecto y la frialdad intelectual. No es verdad que el amor sea ciego, y no lo es por dos motivos. En primer lugar porque si, como dijimos en el primer epígrafe, los afectos son el modo de experimentar nuestras tendencias, y éstos se

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especifican por el objeto conocido, hay que reconocer a las emociones un cierto valor cognoscitivo. Los sentimientos, en cuanto alteraciones de la subjetividad, informan sobre el estado de ésta: en concreto, sobre cuál es la valoración

que contribuyan a que alcancemos nuestro ideal de vida lograda. 2.1. Los sentimientos correctos Antes hemos señalado que las valoraciones que dan origen a los sentimientos se refieren

Pero en el caso de los seres humanos, la vida biológica es sólo una de las dimensiones que integran su existencia -aunque constituya

el sustrato material de todas las demás-. Los humanos somos libres, y nuestra vida biológica debe ser asumida en una

perspectiva ética.

que hacemos de la realidad. Nuestros sentimientos nos informan de nuestra situación en el mundo, de nuestro modo de encontrarnos en él. Sólo sentimos miedo cuando valoramos la realidad como hostil o peligrosa.

Por otra parte, determinadas vinculaciones afectivas dan lugar a un tipo de conocimiento que supone una comprensión instantánea, anticipativa, que se llama conocimiento por connaturalidad, corazonada o presentimiento, como es el caso de las madres que -porque quieren a sus hijos- saben si tienen fiebre antes de ponerles el termómetro, o si les ha pasado algo en el colegio antes de que ellos se lo digan.

Y no sólo el amor, también el odio es sapientísimo: precisamente porque Yago odiaba intensamente a Otelo supo encontrar la manera más eficaz de destruirlo: acusando falsamente a Desdémona de infidelidad.

No es posible ni deseable prescindir de los afectos.

Lo que realmente importa es conseguir tener los sentimientos correctos, los adecuados ante cada realidad -amar lo bueno, sentir aversión ante lo malo, temer lo temible-y ser dueños de ellos conseguir integrarlos en el conjunto de nuestro proyecto existencial, de manera a lo que el

viviente considera beneficioso o perjudicial para su vida biológica, no a lo que es bueno o malo desde la perspectiva ética.

La vida animal, que sólo tiene una dimensión biológica, está regida instintivamente por los criterios de apetencia/repulsión que marcan los apetitos. Pero en el caso de los seres humanos, la vida biológica es sólo una de las dimensiones que integran su existencia -aunque constituya el sustrato material de todas las demás. Los humanos somos libres, y nuestra vida biológica debe ser asumida en una perspectiva ética. Por eso, somos capaces de actuar por razones diferentes o superiores al mantenimiento y desarrollo de la vida biológica, el confort o el placer.

Así, por ejemplo, somos capaces de dejar de comer por motivos estéticos (dieta de adelgazamiento), políticos (huelga de hambre), religiosos (mes del ramadán) o por dar la comida a quien la necesita (solidaridad).

En su libro Inteligencia Emocional, Daniel Goleman insiste una y otra vez en que debemos esforzarnos por lograr que se establezca una armonía entre la cabeza y el corazón, o lo que es lo mismo, tenemos que aprender a utilizar inteligentemente nuestras emociones5.

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Goleman señala que corresponden a la inteligencia emocional las siguientes funciones:

• capacidad de motivación de uno mismo

• perseverancia en el empeño a pesar de las frustraciones

• control de los impulsos • capacidad de diferir las

gratificaciones • regulación de los propios estados de

ánimo • evitar ser dominados por la angustia • empalizar y confiar en los demás Todas estas funciones -dice- son perfeccionables, y por tanto, susceptibles de ser controladas y educadas. ¿De verdad es esto posible?

2.2. El control intelectual-volitivo de los afectos De acuerdo con la tradición aristotélica, la voluntad es la facultad humana que tiene el dominio sobre las demás potencias, pero el tipo de control que puede ejercer sobre ellas difiere según la facultad de que se trate.

El dominio de la voluntad sobre las potencias vegetativas es nulo: no podemos modificar nuestra presión arterial o los movimientos peristálticos por mucho que lo deseemos.

Las potencias motoras -dentro de los límites de las leyes físicas- no pueden oponer ninguna resistencia a nuestra voluntad: ésta ejerce sobre ellas un dominio despótico (si quiero mover el brazo, lo muevo).

Sobre el entendimiento y otras facultades, entre ellas los apetitos, la voluntad sólo puede ejercer un dominio político, es decir, puede encontrar resistencia y, por lo tanto, si quiere que sus órdenes sean eficaces debe ganar su colaboración.

Teniendo esto en cuenta, se puede afirmar que la voluntad puede ejercer cierto control sobre los afectos, pero éste no es ni directo ni de tipo despótico, sino un control político e indirecto.

No podemos modificar un sentimiento por el mero hecho de desearlo, pero como los afectos se desencadenan a partir de un primer momento cognoscitivo, sí podemos intentar influir sobre ellos, interviniendo sobre su punto de origen6.

Si deseamos ser señores de nuestros afectos y no estar a merced de ellos, conviene actuar en tres etapas.

a. En primer término, es necesario pararse a considerar: ¿qué me pasa?, ¿qué siento? Se trata, en definitiva, de poner un nombre a ese afecto que tiene unas manifestaciones somáticas concretas observables, e impregna nuestra intimidad subjetiva.

b. Seguidamente debemos preguntarnos por la causa de ese afecto: ¿por qué me siento así? Al hacernos esa pregunta queremos individuar cuál es la realidad conocida que ha hecho surgir ese sentimiento: puede tratarse de algo físico (miedo ante el fuego), una persona (amor a un hijo), una situación (tristeza por la muerte de un ser querido), etc. c. Una vez identificado el objeto de nuestro afecto conviene considerar si se trata de un bien o un mal real o sólo aparente; un bien o un mal substancial o accidental; sopesar sus pros y sus contras y el lugar que le corresponde en el conjunto de la escala de valores biológicos, estéticos, éticos y religiosos que integran la existencia humana. Después se debe actuar de acuerdo con las conclusiones de los puntos anteriores. Si se trata de bienes o males aparentes o accidentales, será conveniente reconducirlos

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al contexto y dimensiones de una escala de valores apropiada.

Pero si se trata de un afecto negativo causado por un mal substancial real -como, por ejemplo, la muerte de un ser querido- para salir de la tristeza o ayudar a otros a que salgan de ella, debemos actuar a nivel cognoscitivo: dejar de pensar en ello, distraernos con otras actividades que ocupen

muchos factores que influyen en el desarrollo emocional del ser humano, como el talante de los padres, el hecho de que sean hijos deseados, sólo tolerados, o incluso evitados positivamente y por ello rechazados en mayor o menor grado, etc.

También es determinante el clima afectivo en el que se desarrollan los primeros años de vida, los modelos de comportamiento de

Como todos los aspectos de la formación, la educación de la afectividad es un derecho y un deber primario de los padres, que

pueden ser ayudados en su labor por otras instituciones educativas.

nuestra cabeza, porque al modificarse el conocimiento se mitigará la tristeza, al menos durante un rato.

En cualquier caso, conviene recordar la teoría clásica: no cae bajo el dominio pleno de la voluntad sentir lo que sentimos y como lo sentimos; pero sí tenemos libertad para hacer nuestros, para asumir o no asumir, -para consentir- esos afectos que experimentamos a veces sin querer, o incluso a nuestro pesar. En cambio, gracias a la libertad se pueden controlar los sentimientos, para hacerlos rendir a favor y no en contra del sujeto.

3. ¿Es posible educar los a f e c t o s ? De lo dicho anteriormente, se desprende que es posible la educación de la afectividad. Pero ¿cómo llevarla a cabo?. Como todos los aspectos de la formación, la educación de la afectividad es un derecho y un deber primario de los padres, que pueden ser ayudados en su labor por otras instituciones educativas.

La tarea de la educación de los hijos comienza antes de que éstos nazcan. Hay

los adultos que ven a su alrededor, y la coherencia o discrepancias que pueden encontrar entre los modelos familiares y los que se presentan en los colegios y los medios de comunicación.

La educación de la afectividad no puede plantearse de manera aislada, sino que se debe encuadrar en el marco de la formación integral de la persona porque, como hemos mencionado, los afectos son sólo una dimensión que se debe integrar con el resto de las que constituyen al ser humano. Por ello, en los puntos que siguen a continuación me propongo únicamente delinear a grandes trazos algunas sugerencias que quizá puedan servir de orientación a quienes tienen que llevar a cabo esta compleja y urgente tarea de educar la afectividad de los más jóvenes.

3.1. Lógica y retórica en la e d u c a c i ón Aristóteles es el primer autor en sistema-tizar una teoría de los hábitos. Señala que éstos no se producen ni por naturaleza, ni

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contra naturaleza, sino por tener aptitud natural para recibirlos y perfeccionarlos mediante la costumbre, y los divide en dos grupos, según la potencia a la que perfeccionan: intelectuales o dianoéticos -subd iv id idos a su vez en: (a) especulativos: sabiduría, entendimiento y ciencia, y (b) prácticos: arte y prudencia-; y éticos o morales -(a) racionales: justicia, y (b) sensibles:

carácter -formación moral- en el amplio sentido que estas expresiones poseen.

Estos dos aspectos están unidos y responden a un concepto de educación integral. Son complementarios en cuanto tienden a la realización del doble constitutivo del ideal de la vida.

Aristóteles ve la educación como la actividad humana que por medio del lenguaje (con recursos lógicos, retóricos

Por ello, para Aristóteles la educación no se limita a la enseñanza, a la mera transmisión de conocimientos, sino que consiste tanto en el

cultivo de la inteligencia como en la formación del carácter -formación moral- en el amplio sentido que estas expresiones poseen.

fortaleza y templanza-Señaló también que todos los hábitos intelectuales, excepto la prudencia, pueden alcanzar su fin propio al margen de los hábitos morales e incluso sin que éstos existan.

Pero como la virtud es lo que hace bueno a su poseedor y buena su obra son los hábitos morales los que llevan el nombre de virtudes con estricta propiedad, y no los intelectuales, que no perfeccionan al hombre en sí mismo sino sólo en alguna de sus facultades.

Hay una irreductibilidad real entre el orden intelectual y el volitivo. Por eso, los razonamientos no bastan para hacer buenos a los hombres: para que se desarrollen las virtudes, no es suficiente la ciencia sino que es necesaria asimismo la rectitud en el apetito7.

Por ello, para Aristóteles la educación no se limita a la enseñanza, a la mera transmisión de conocimientos, sino que consiste tanto en el cultivo de la inteligencia como en la formación del

y poéticos) es ocasión de suscitar hábitos morales y allanar los obstáculos para comunicar la verdad8. Considera por tanto necesario apelar a otros recursos además de los meramente lógico-racionales en este proceso educativo. Si el saber especulativo es insuficiente para la formación de buenos hábitos morales, se hace necesario, en cierto sentido, que la acción del maestro no consista en mera docencia o enseñanza sino que, a la vez que enseña, consiga deleitar, mover, hacer verosímil lo verdadero, es decir, debe ejercitar el arte de la retórica9.

En el ámbito intelectual o científico la inves t igación puede ser confiada exclusivamente al proceso lógico-racional, pero en la esfera más amplia de la vida humana -que no está regida solamente por las leyes de la lógica, porque es el ámbito de lo incierto, de lo probable, de lo aproximativo-la retórica, tiene una función importante.

En el proceso educativo, la enseñanza teórica y los recursos retóricos se

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complementan mutuamente, en cuanto éstos últimos pueden ser utilizados como causa instrumental del aprender y suscitadores de la formación moral.

3.2. Medios retóricos en la fo r mac ió n de la afect iv idad Es habitual distinguir entre el conocimiento de algo de modo teórico, y conocer por experiencia propia. Así, es diferente el conocimiento de los síntomas de una enfermedad que puede poseer un médico por

ilumina dimensiones de la realidad aún no estrenadas y abre cauces. El amor, el honor, los celos, la ambición, el heroísmo, el engaño, nos son accesibles sin haberlos vivido realmente gracias a la fantasía; sabemos lo que son, los entendemos, nos movemos en su ámbito, sabemos reaccionar ante ellos porque hemos hecho el ensayo irreal de vivirlos para vivir lúcidamente lo que sólo oscuramente se presentía.10

Los buenos relatos son expansiones de la existencia, algo sobreañadido que, igual que

De ahí el error de quienes piensan que se pierde el tiempo leyendo novelas o yendo al cine, cuando es precisamente tiempo lo que se gana: tiempo condensado y comprimido, centenares de años, de

posibles vidas, mágicamente resumidos y abreviados en las páginas o en la pantalla.

haberlos estudiado, y la experiencia de esos mismos síntomas que tiene el enfermo.

Al primer modo de conocimiento se le suele llamar saber abstracto, y al segundo vivencia.

Los jóvenes, en su mayoría, suelen considerar la vivencia mucho más importante que el conocimiento abstracto, e incluso desprecian este último cuando no son capaces de ver la relación que tiene con alguna de sus experiencias personales11.

Pero si sólo viviendo se aprendiera a vivir, se aprendería cuando ya es demasiado tarde, y no quedaría tiempo para aprovechar lo que se acaba de aprender.

Sin embargo, ¿cómo se puede adquirir la experiencia de lo que aún no se ha vivido? Sólo si se anticipan estas experiencias de modo virtual.

Por ello, es importante proporcionar a los jóvenes la oportunidad de adquirirlas, y esto se consigue en gran medida a través de la lectura y el cine. Así, se puede considerar el arte como una potenciación de la vida, que

algunos sueños, nos hacen sentir cosas que no habíamos experimentado antes, y agrandan nuestro concepto de las posibilidades de la experiencia Julián Marías afirma que la lectura de novelas o relatos, y la contemplación de ficciones escénicas o cinematográficas son un medio de anticipación de situaciones vitales y de modos de reaccionar ante ellas, y constituyen así una preparación para la vida real.

De ahí el error de quienes piensan que se pierde el tiempo leyendo novelas o yendo al cine, cuando es precisamente tiempo lo que se gana: tiempo condensado y comprimido, centenares de años, de posibles vidas, mágicamente resumidos y abreviados en las páginas o en la pantalla.

Esas personas olvidan que la forma suprema de educación entre los griegos, de paideia, fue la poesía homérica; y hoy es paideia también, y de la más profunda, la novela que se lee en el Metro y hasta el cine de sesión continua12. La comunicación

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metafórica que utiliza comorecurso retórico la narración de historias, es un medio muy apto para facilitar la interiorización y la conexión de los contenidos expuestos con la experiencia vital de quien los lee o contempla.

Por ello, la narración de historias puede ser un aliado eficaz para educación de la afectividad de personas jóvenes. Lógicamente, cualquier historia no puede ser empleada con fines pedagógicos, ni todas ellas tienen las mismas virtualidades formativas, por eso su selección requiere conocimientos adecuados y prudencia, en toda edad, pero especialmente en la niñez y en la adolescencia en que los educandos todavía están formándose un criterio.

William Kilpatrick ofrece en su libro Books that build character algunas orientaciones para llevar a cabo esta tarea. Las transcribo a continuación porque considero que pueden ayudar a padres y educadores a seleccionar historias para emplearlas como instrumentos en la formación moral y afectiva:

• Recordar las historias que han tenido un influjo positivo en uno mismo, porque hay bastantes posibilidades de que también sean benef ic iosas para otras personas;

• Elegir libros que sean coherentes con la propia escala de valores;

• Distinguir los libros en los que se trata sobre temas, de los que tratan sobre virtudes, y seleccionar estos últimos;

• Los libros adecuados para esta tarea se centran más en las personas que en los problemas;

• Buscar historias que abran nuevas posibilidades y espoleen la imagi-nación, para facilitar que los sujetos se impliquen en la historia;

• Y desechar las historias exclusivamente moralizantes: es fundamental que las narraciones sean interesantes, y no sólo que tengan mensaje.

NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1 Para simplificar el discurso, utilizaré 1os términos "sentimiento", "emoción" "afecto" como sinónimos, reservando nombre de "pasión" para los afectos de mayor intensidad. Soy consciente de que se trata de una simplificación que pasa por alto los matices que diferentes escuelas psicológicas atribuyen a cada uno de estos fenómenos, pero lo hago porque no considero imprescindibles tenerlos en cuenta en el presente trabajo. 2 Una excelente fundamentación antropológica de estas nociones puede hallarse en: VICENTE ARREGUI, J., y CHOZA, J., Filosofía del hombre. Una Antropología de la intimidad Rialp, Madrid, 1991, cap. VII, p. 223-260. 3 Cfr. ibid., p. 230. 4 TOMAS DE AQUINO, Summa Teologiae, I - II, q.23, a.4 5 GOLEMAN, D., Inteligencia emocional, Kairós, Barcelona, 1995. 6 Un estudio detallado de la dinámica afectiva y su control puede encontrarse en CHOZA, J., Conciencia y afectividad. Aristóteles, Nietzsche, Freud, Eunsa, Pamplona, 1978. 7 ARISTOTELES, Ética a Nicómaco, II, 9, 1179 b 4-11. 8 Cfr. NAVAL, C., Educación, Retórica y Poética, Tratado de la educación en Aristóteles, Eunsa, Pamplona, 1992. 9 RUIZRETEGUI, A., Pulchrum. Reflexiones sobre la belleza desde la Antropología cristiana, Rialp, Madrid, 1999. 10 He tratado más detenidamente estas cuestiones en mi artículo "Cine, narrativa y enseñanza de la filosofía", en Revista Española de Pedagogía, (1997), n. 207, p.303-316. 11 GRIMALDI, N., "Aprender a vivir: cine y literatura", en Propuestas para la consolidación de una cultura democrática, Fundación Gaztelueta, Bilbao, 1994.

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Estamos a las puertas del segundo milenio, y en estos momentos de cambio, de prepara-ción para un nuevo futuro, la educación sigue siendo uno de los temas fundamentales que se plantea nuestra sociedad. En ella, entendida en su pleno sentido, como perfeccionamiento del hombre integral, está la clave de lo que será ese mundo al que aspiramos, más per-fecto, en el que se vayan haciendo realidad esos valores que ayuden al hombre a ser me-jor, más persona y por lo tanto más feliz. Por ello estamos viviendo momentos de constan-tes reformas educativas que buscan alcanzar una educación más perfecta.

Pero no siempre el camino para ello, ni el enfoque que se le da a la educación es el co-rrecto. A veces nos dejamos engañar por es-

inversión de los valores, se ha hecho costum-bre y es difícil saber dónde están los valores sobre los que, con gran dolor, se ha construi-do la civilización que disfrutamos y al tiem-po, nos empecinamos en destruir».

Creo, que no puede hablarse de educación, sin hacer referencia a los valores, y nuestra vocación de educadores lleva implícita la tras-misión de los mismos. El objeto de nuestra función educadora, y como afirma Ortega, no existe el hombre biológico, desnudo de cultura, de valores desde los cuales ser in-terpretado.

Acercarse al hombre, conocerlo, entenderlo, significa interpretar el mundo de significados o valores a través de los cuales todo el hom-bre se esfuerza siente y vive (1).

Por ello estamos viviendo momentos de constantes reformas educativas que buscan alcanzar una educación más perfecta.

pejismos, nos dejamos llevar por la corriente que no nos llevara precisamente a alcanzar esa meta, porque como comentaba hace poco un conocido periodista «en nuestros días la

Actualmente, como constatamos tanto en la bibliografía sobre esta temática que va "in crescendo", como a través de los artículos que diariamente aparecen en la prensa, el cita-

El Esfuerzo y la voluntad como ejes de la formación de la persona.

María Isabel Corts Giner. Dra. en Ciencias de la Educación por la Universidad de Valencia.

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do anteriormente sería un ejemplo, y las ma-nifestaciones de padres y educadores, esta-mos viviendo una época de "crisis de valo-res", y creo que es cierto, pero también creo con Victoria Camps que los valores éticos no han dejado de estar en crisis, y esto es fácil de constatar a través de la historia de la Edu-cación.

En este sentido bastaría como referencia un texto senequista de la carta XCVII a Lucilio cuando afirma: "Andas errado, Lucilio, si crees que la sensualidad y el olvido de las buenas costumbres y de todo aquello que cada cual atribuye a su tiempo son vicios de nues-tro siglo. Son cosas de los hombres, no del tiempo" (2)."También creo con ella que el re-conocimiento de la crisis es una señal de lu-

corrientes del pensamiento moderno. Sin duda a lo largo de todo este tiempo habrán ido su-friendo cambios más o menos profundos y hoy tienen su propio significado y manera de en-tenderlos, pero que aún a pesar de todo siguen suponiendo el entramado básico de nuestra existencia personal y social.

Pero creo que muchas de las reformas, a las que antes hacía referencia, entre ellas la es-pañola, no terminan de plantear la educación en valores, o formación moral, con la profun-didad necesaria al considerarla solamente con un tratamiento transversal, estando presente en todos los aspectos de la acción educativa y por supuesto creo que así debe ser. Es la for-mación de la persona moral nuestro objetivo

Pero creo que muchas de las reformas, a las que antes hacía referen- cia, entre ellas la española, no terminan de plantear la educación en valores, o formación moral, con la profundidad necesaria al conside-

rarla solamente con un tratamiento transversal

cidez, la lucidez derivada de la insatisfacción hacia una realidad humana y que no alcanza el listón adecuado"(3)

En este mismo sentido recordamos las pala-bras de Locke cuando afirma que los que nos mueve y provoca el deseo de cambio no es la complacencia y la satisfacción con la reali-dad, el ajuste con ella, sino el malestar y la incomodidad. De esta manera la toma de con-ciencia de las lagunas e imperfecciones de nuestra educación es la que mueve nuestra voluntad.

La educación actual tiene que apoyarse en que podemos considerar los valores fundamenta-les de nuestra cultura, valores que se han ido acrisolando después de más de veinticinco si-glos, desde la Grecia y Roma clásicas, el cris-tianismo, la síntesis medieval y las distintas

y esto tiene que impregnar toda la tarea edu-cativa. La virtud no es tal si no se convierte en vida, como decía Sócrates y esto hay que ir haciéndolo y aplicándolo día a día, mo-mento a momento y en las distintas situacio-nes vivenciales ya que el desarrollo de los valores es un proceso personal que dura toda la vida. Sin embargo creo que esto no es su-ficiente. La moral tiene que tener una pre-sencia en el currículum con unos contenidos concretos. Para los cristianos está claro que nuestra condición de tales debe marcar todos nuestros actos, nuestra vida, pero ello no nos exime de la necesidad de una formación reli-giosa con unos contenidos claros que nos ayu-den a conocer y a profundizar en nuestra Fe para llevarla después a nuestra vida. Lo mismo ocurre con la moral. No basta este tratamiento transversal, necesario, insisto,

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pero que en la práctica puede entrañar mu-chos problemas comenzando por el de la pro-pia personalidad moral de los maestros de cuya preparación casi han ido desapareciendo no sólo la educación moral, sino otras materias básicas para la formación personal como la antropología, la Filosofía de la Educación, la Historia de la Educación, etc.

Por ello países muy avanzados en el terreno educativo como Suecia e Inglaterra en sus últimas reformas han incrementado en el cu-rrículum escolar las horas dedicadas a la edu-cación moral y religiosa.

En estas páginas quisiera insistir sobre un va-lor, el esfuerzo que considero clave para la formación de la voluntad, uno de los pilares sobre los que tiene que construirse la forma-ción moral.

No es mi intención presentar un tratado sobre este valor, sino mucho más modestamente presentar unos puntos que sirvan de reflexión y nos ayuden a tener planteamientos claros y

del cuerpo, sino también del alma. En una cultura del ocio, pero de un ocio mal inter-pretado porque precisamente para los grie-gos, creadores de este término, su significado no es no hacer nada o dedicarse a cosas banales, sino que es el resultado de una vida de esfuerzo que nos permite dedicarnos a la reflexión y al cultivo de las cualidades supe-riores, por eso ya entre ellos el ocio era un regalo del que muy pocos podría disfrutar.

Hablar hoy de solidaridad, de libertad, de amistad, resulta enormemente atractivo, aun-que luego estemos muy lejos de actuar conse-cuentemente, pero hablar del trabajo, del es-fuerzo, eso es otra cosa, algo bastante olvida-do en la Pedagogía actual como lo demuestra la escasa bibliografía existente y sin embar-go, no nos engañemos ni engañemos a nues-tros alumnos, el trabajo, el esfuerzo, es "el impulso vigoroso y definitivo que hace posi-ble al hombre convertir en realidad sus pro-yectos"(4) y, la felicidad, meta del hombre, y a fin de cuentas de la educación, "no es algo que nos viene sin más, sino que en parte he-

La pedagogía del esfuerzo siempre ha sido para mí un tema enorme- mente importante y fundamental para la educación, pero soy cons- ciente de la escasa atracción y popularidad que puede ejercer en el

mundo en el que nos movemos

diseñar estrategias eficaces y válidas. La pe-dagogía del esfuerzo siempre ha sido para mí un tema enormemente importante y fundamen-tal para la educación, pero soy consciente de la escasa atracción y popularidad que puede ejercer en el mundo en el que nos movemos, un mundo del confort, de la comodidad, en el que impera la ley del mínimo esfuerzo, lo que los franceses llaman la cultura del "bouton prensé", del "aprender sin esfuerzo", slogan utilizado indiscriminadamente y hasta de la "gimnasia pasiva", antítesis de la auténtica gimnasia concebida como formadora no sólo

mos de alcanzar con nuestro propio esfuer- zo"(5).

¿Cuáles son las causas del abandono de esta Pedagogía del esfuerzo, cuando no de su aban-dono frontal? Siguiendo a David Sacristán (6) podríamos resaltar razones de tipo sociológi-co, tecnológico, como las aludidas anterior-mente: sociedad del confort, técnica que faci-lita la vida e intenta suplantar el esfuerzo y decisión del hombre, etc. Otros argumentos derivados de las más importantes corrientes psicológicas modernas, en las que la exalta-ción de la libertad y de la espontaneidad como

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principales factores de supresión de todo tipo de neurosis ocasionadas por la represión, cons-tituye un nuevo frente de ataques a la preocu-pación actual por el logro de la autonomía personal.

Ello ha llevado a la conclusión de que hay que dejar que cada cual desarrolle libremente su espontaneidad, sin controles, normas o esfuer-zos que no generan más que complejos y frus-traciones.

Por último podríamos citar el influjo que, to-davía hoy, sobre la Pedagogía ejercen ciertas teorías filosófico-pedagógicas que arrancan-do fundamentalmente de Rousseau, si bien por una parte han dado lugar a la llamada "Peda-gogía de la Escuela Nueva" con sus muchos aciertos, también han sido el origen de todas las corrientes anarquistas, libertarias y desescolarizadoras (Illich, Reimer, Neill, etc.) de las que ahora se está lamentando sus errores.

más significativo sea su propio fracaso, pero sí queremos aducir algún argumento que pon-ga de manifiesto el error de estos principios.

Es cierto que la libertad es uno de los atribu-tos característicos del hombre, negarlo sería negar su propia dignidad.

Sin embargo, «el ejercicio de esta libertad exige la fuerza necesaria para escoger y lle-var a la práctica lo que deseamos... ahora bien, la fuerza no suele venir sola ya que al niño le desagrada el esfuerzo, sin el cual no puede haber libertad de arbitro, sino ordina-riamente alienación» (7)

De ahí la importancia de que el educador sepa eliminar la blandura y el capricho que cons-triñe primero y luego aliente al educando a un esfuerzo que le producirá el fruto del autodominio y de la fuerza de voluntad.

Para ser libre hace falta una fuerza que lleve al niño a decidir personalmente y esa fuerza

Sin embargo, «el ejercicio de esta libertad exige la fuerza necesaria para escoger y llevar a la práctica lo que deseamos... ahora bien, la

fuerza no suele venir sola ya que al niño le desagrada el esfuerzo, sin el cual no puede haber libertad de arbitro, sino ordinariamente alie-

nación»

Sus principios fundamentales son la afirma-ción de que cualquier tipo de autoridad va contra la libertad de la persona, que no tiene sentido animar o coaccionar al alumno para que se esfuerce en la tarea de su educación, dado que es posible conseguir altas cotas de libertad y autodominio de manera natural y espontánea, pues siguiendo a Rousseau, para ellos las naturaleza de forma innata pone al educando en una tesitura capaz de permitirle conocer lo que debe hacer y le da las fuerzas necesarias.

No vamos a entrar en una crítica profunda de estas concepciones de la educación, ello pue-de hacerse desde muchos ámbitos, quizás el

no surge espontáneamente, sino a través del conocimiento y del entrenamiento.

En la libertad moral, plano último de la li-bertad que presupone la natural y la de arbi-trio, el esfuerzo tiene todavía mayor impor-tancia, ya que es la que permite llegar al autodominio, para poder alcanzar las más al-tas metas de su perfección como persona. Esto se consigue por una férrea fuerza de voluntad puesta al servicio de un ideal capaz de orien-tar nuestras energías.

También desde la Psicología podemos argu-mentar en contra de la negación del esfuerzo

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y autoridad. Libertad y autoridad se pertene-cen recíprocamente. Sólo se convierten en enemigas cuando la primera degenera en ar-bitrariedad y la segunda en violencia, per-diendo ambas su esencia.

Sobre esto se manifiestan muchos autores: "El que obedece a la verdadera autoridad, se hace libre" (JASPERS), "El afianzamiento del yo, pasa, debe pasar ineludiblemente, por el apoyo en el tú" (YELA); "Si en la vida madura ha de reinar la libertad auténtica en lugar de la arbitrariedad, la educación tiene que crear primero un medio en el cual se consolide el carácter"(Spranger) (8).

Respeto a que no se debe formar al niño a ningún tipo de comportamiento porque él solo, espontáneamente, se dirigirá hacia lo que debe, sólo fijándonos en nuestra propia y per-sonal experiencia, somos conscientes de la falsedad de este principio.

Podríamos seguir profundizando en esta línea de análisis y críticas de las posturas que niegan la necesidad del esfuerzo en la educación.

Sin embargo creo más positivo dedicarnos a reflexionar sobre los aspectos positivos y de la necesidad de que nuestra educación vuelva por el camino de la Pedagogía del esfuerzo.

Mi dedicación a la Historia de la Educación me lleva siempre a buscar las raíces y los argumentos de solución a los problemas que me encuentro, en el pensamiento de los clási-cos.

Al igual que como hombres no partimos de la nada, sino como afirma Ortega y Gasset, en nuestro presente resuena el pasado y palpita el futuro, como educadores creo que nuestro pensamiento tiene que apoyarse en el de aque-llos que anteriormente ya se plantearon estas cuestiones y que, a pesar del tiempo y del cambio de las circunstancias, podemos afir-mar que sus ideas siguen vivas. Respecto al

tema que estamos tratando, la necesidad del esfuerzo y del trabajo para llegar a ser plena-mente personas, ya desde la antigüedad los grandes educadores habían insistido en ello:

"Las cosas bellas son difíciles", decía Platón, y concretaba que aquellos por cuya naturale-za privilegiada estaban destinados a la más sublime de todas las ciencias, la contempla-ción del bien, tendrían que hacerlo "eleván-dose hasta él por ese camino áspero del que hemos hablado". En los designados para el gobierno de su ciudad ideal, el esfuerzo y el amor al trabajo serán disposiciones necesa-rias (9).

También Aristóteles se manifiesta en un sen-tido parecido cuando en "La Política" trata el tema de la educación: "Instruirse no es una burla y el estudio es siempre penoso. El ocio es el término de una carrera" (10).

Plutarco en su obra La educación de los hijos trata de la necesidad del esfuerzo y la cons-tancia en la educación y pone un ejemplo muy ilustrativo: "Así como las gotas de agua ho-radan las piedras y el hierro y el bronce se desgastan con el contacto de las manos... lo que es antinatural, con el trabajo llega a ser más fuerte que los natural". Y más adelante insiste en la eficacia del trabajo con una com-paración muy frecuente en los clásicos: "un terreno estéril y más áspero de lo necesario si se cultiva produce al punto excelentes frutos" (11).

Séneca afirma en una de sus Cartas a Lucilio que se burla del que afirma "que el camino de perfección es milicia blanda y fácil" y advierte que" sólo el esfuerzo abre camino". La educación del hombre es para él camino difícil y lleno de obstáculos. Por ello aconse-ja que, lejos de ignorarlos, se debe contar con las dificultades, precaverse contra el desáni-mo y crear en sí un espíritu de perseverancia y confianza en sí mismo "Ello (la perfección) es difícil, lo sé, y no digo yo que el sabio irá siempre al mismo paso, sino por el mismo

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camino" Confía plenamente en las posibili-dades del esfuerzo humano, y para él "a más esfuerzo, más felicidad" (12).

También en Quintiliano encontramos como elemento fundamental de la educación el es-fuerzo cuando habla de la necesidad de la crea-ción de hábitos desde la infancia: "¿No arrui-namos nosotros mismos el carácter de nues-tros hijos pues desde la infancia los estropea-mos con mimos y esta crianza blanda que lla-mamos cariño zapa todo el vigor de la mente y el cuerpo?". Aboga porque un esfuerzo ade-cuado a la naturaleza del niño vaya creando un hábito que facilite unos aprendizajes cada vez más difíciles. Es en este sentido en el que afirma: "en los primeros años del niño la edu-cación deberá seguir a la naturaleza, después será esta la que tendrá que adecuarse a la educación"(13).

¿No es este el principio que propugna la Pe-dagogía actual de que el interés crea el hábito, pero que también el hábito y el esfuerzo tiene que llegar a crear el interés?

En este mismo sentido San Jerónimo en su Tratado de educación femenina afirma: "Procúrese que tome gusto por lo que se la fuerza a recitar de manera que no sea trabajo sino placer, no necesidad sino voluntad" (14).

En los pedagogos del Renacimiento seguimos encontrando innumerables textos sobre este tema. Así, Vives, en su Pedagogía pueril, afirma: "Puesto que Dios no otorga sus dones a los ociosos, es menester que pongas trabajo y diligencia en el estudio de las letras y en el afán de conseguir la virtud" (15).

Montaigne trata del esfuerzo en el aprendizaje como algo vital en el sentido de actividad y crea-tividad ante lo que se tiene que aprender, como medio de incorporarlo a nosotros mismos:

"Todo lo que el niño tomare de otro lo fundirá y transformará para producir una obra com-

pletamente suya, el propio juicio. Su educa-ción, estudio y trabajo se proponen ese único fin" (16).

Para Kant la virtud no puede practicarse sin esfuerzo y sin lucha. Pestalozzi, desde una postura más optimista sobre la naturaleza humana, plantea como punto de partida de toda instrucción humana, el deseo y la íntima as-piración original de la naturaleza del hombre hacia su propio desarrollo y éste no significa abandonarse al instinto, sino llegar a "hacer de lo que debe, la ley de lo que quiere"(17).

Este es para él el proceso de personalización y en él la voluntad y el esfuerzo son esenciales.

Ya en nuestros días recogemos el pensamiento de algunos pedagogos de diferentes tenden-cias, pero que coinciden en la necesidad de volver a una Pedagogía del esfuerzo.

Así, Barranow nos dice: «Un trabajo fácil, que no exija ni la fatiga corporal ni la fuerza de voluntad, no produce ningún efecto educa-tivo» (18).

Dante Morando es más explícito: «En la edu-cación de la naturaleza humana se puede con-fiar en la pura espontaneidad, pero la educa-ción de la personas implica un esfuerzo, un sacrificio, una disciplina interior. Construir la propia personalidad significa organizar los elementos de la propia naturaleza y elegir el propio, verdadero yo, subordinando a ello todo lo que esté vinculado con el yo, pero que no debe aprisionar el genuino desarrollo» (19).

P. Chauchart, denunciaba ya hace años que el mayor prejuicio de nuestra época consistía en la idea de que lo natural en el hombre es la espontaneidad. Para nuestra época lo natural es lo fácil, es dejarse llevar, el abandono a los instintos, el rechazar el esfuerzo y la re-flexión... pero muy al contrario el hombre no es natural más que en el difícil dominio de sí

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mismo, al servicio de una conducta que su reflexión le ha demostrado ser plenamente válida dentro del plan individual y social, en relación con lo que el hombre es"(20).

Para Luypen "el hombre es una tarea en el mundo, un tener que ser" y toda construcción requiere esfuerzo (21). En este mismo sentido Zubiri afirma que el hombre se encuentra con que "ha de estar haciéndose y es en este hacerse donde la existencia humana adquiere su mismidad y su ser"(22).

García Hoz, que postula el esfuerzo como origen de la alegría añade "el esfuerzo es, en el con-cepto ascético de la educación, el fenómeno central en el cual pivotan todos los demás fe-nómenos internos que han de dejar huella en la vida del hombre, es decir, en los fenóme-nos educativos"(23).

Creemos que todos estos textos pueden ser-virnos como puntos de reflexión sobre la ne-cesidad del esfuerzo y del trabajo en la for-mación de la persona.

La Pedagogía del esfuerzo nos lleva directa-mente a la Pedagogía de la voluntad. ¿Qué entendemos por voluntad? Para los escolásti-cos la voluntad es la facultad dominante y soberana del hombre, es la tendencia a de-sear, a buscar y gozar de lo que es aprehendi-do por el intelecto como un bien.

Y ejerce una influencia práctica y directa sobre los problemas de la educación. Es la fuerza moldeadora que dirige la vida del hom-bre y la fuerza integrante principal de su ca-rácter. La voluntad es la llave maestra que abre el tesoro que cada uno lleva dentro de sí.

La Pedagogía del esfuerzo nos lleva directamente a la Pedago- gía de la voluntad. ¿Qué entendemos por voluntad? La Pedago- gía del esfuerzo nos lleva directamente a la Pedagogía de la vo-

luntad. ¿Qué entendemos por voluntad?

Para Ibañez Martín "no hay dignidad don-de tampoco hay esfuerzo, sin él casi nada valioso se hace en la vida"(24).

Por último, Von Cube, basándose en la sim-ple biología de la conducta, llega a la conclu-sión de que el hombre sólo puede gozar del placer que se ha ganado con su esfuerzo: "el hombre está programado para el caso serio y no para el juego, de modo que cuando aspira al placer sin esfuerzo, está en camino de dañarse y autodestruirse... el vicio consiste, precisamente, en sentir agrado sin esfuerzo y una de sus consecuencias puede ser el aburri-miento agresivo que manifiestan muchas jó-venes de clases acomodadas... el niño debe experimentar que el esfuerzo conduce a un disfrute más intenso que el producido por una rápida y fácil satisfacción de las tendencias" (25).

Pero hay que tener en cuenta que la voluntad es el resultado de un proceso de FORMA-CIÓN.

Su ejercicio se haya presente en el inicio de la vida individual y va avanzando progresiva-mente mediante las incitaciones procedentes de otras funciones: coherencia, constancia, fidelidad y dedicación, constituyen lo que Mounier llama "el movimiento de personalización que enriquece al individuo hasta llegar a la adquisición de la personali-dad equilibrada" (26).

La voluntad, junto con la inteligencia formarán las facultades superiores del hombre que a su vez se interrelacionan con las vegetativas y sensitivas consideradas como inferiores. En el pensamiento actual la interrelación de todas ellas es patente.

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Voluntad e inteligencia guardan entre ellas estrecha relación pero no pueden confundir-se.

Nada puede quererse si no se conoce previa-mente, decían ya los clásicos de tal manera que, para Sócrates, el que no actuaba según la virtud, no era malo, sino ignorante.

El conocer se nos muestra como condición de posibilidad de la actuación. Pero en este sen-tido quisiera insistir en otro principio que ya hemos visto en algunos de los textos de la antigüedad y que la Pedagogía actual tiene olvidado, y es que también la voluntad puede ejercer su influjo sobre la inteligencia al lle-varnos a querer lo que hacemos. Esto tiene enormes repercusiones educativas, que vere-mos después. Por otra parte, deberemos tener en cuenta que un simple juicio de la inteli-gencia no induce siempre a una decisión de la voluntad.

Por eso afirma Payot que la idea por sí misma no es una fuerza, porque la con-ciencia se halla en conflicto con los estados afectivos, pero hay unos medios, la reflexión meditativa, mediante el análisis y la fijación de nuestra energía en hábitos (27).

Por tanto, deberemos tener en cuenta la realidad de esta interrelación pero ser conscientes de sus diferencias y no con-fundirlas: educar la inteligencia no es lo mismo que educar la voluntad.

Al tratar de la voluntad deberemos tener en cuenta también otro factor: el sentimiento. Lo que mueve a la voluntad no es solamente el conocimiento, sino también la afectivididad por ello para Rojas, la educación de la volun-tad debe ser integral abarcando aspectos físi-cos, psicológicos, afectivos, intelectuales, sociales, espirituales y corporales (28).

Educar la voluntad es educar el esfuerzo, el carácter, el autocontrol. Tampoco debemos confundir educación de la voluntad con edu-

cación moral, pero sí tener en cuenta que para una educación moral es necesaria una educa-ción de la voluntad. Solo desde una pedagogía del esfuerzo se logrará la verdadera libertad moral.

La importancia de la educación de la volun-tad radica en que su influencia se extiende más allá de sí misma, sobre todas las faculta-des del hombre, por tanto educarla no es sólo aumentarla, sino prepararla para que esté lis-ta para la acción, sea tenaz en sus propósitos y esté habituada a dirigir las actividades de las demás facultades hacia sus fines.

La voluntad debe autoeducarse y aquí debe participar el esfuerzo.

En la formación de la voluntad intervienen fundamentalmente (29):

A) La motivación. Es decir, contar con inte-reses que atraen, solicitan y mueven. Los ac-tos de la voluntad se realizan bajo la influen-cia de motivos que actúan como fuerza. Estos se examinan, se estudian, se delibera sobre ellos y después se elige y decide.

Estos motivos deben ser integrados armonio-samente en forma de propósitos deseables para el niño y tienen que estar de acuerdo con su naturaleza. Peretti afirma que el joven se mueve: 1 °) por la necesidad del placer inme-diato. 2°) por el deseo de conquistar la reali-dad física y social y 3°) por los valores mora-les, por el bien en sí. Cada una de estas eta-pas, y esto es fundamental, hay que superarla para poder llegar a la siguiente. Si no es así, puede, a lo largo de la vida adulta, aparecer conflictos en la personalidad.

En cuanto a la motivación deberemos tener en cuenta que no sólo debe ser externa y dis-tinguir, como nos enseña la Psicología de la Educación, entre incentivo o intereses exter-nos a la persona y motivos o intereses inter-nos fundamentales y vitales (30). La educa-ción no puede basarse únicamente en los pri-meros, tendrá que utilizarlos como punto de

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partida, pero debe tender hacia los segundos, mucho más profundos y duraderos.

También tendríamos que tener en cuenta que interesante no es lo mismo que fácil. Que el desarrollo del interés por medio de la moti-vación no supone mero entretenimiento, sino que implica una atención voluntaria, sosteni-da y un esfuerzo vitalizado. Por ello, hay que ir profundizando en los motivos, haciendo que el alumno pueda ir superando el incentivo in-mediato, para llegar a metas más lejanas que nos hemos propuesto.

Habrá igualmente que distinguir entre desear, motivación afectiva, que tiene un gran atrac-tivo para el niño y el adolescente, y querer que implica ya la voluntad y es propia del hombre maduro. Hacia ella habrá que dirigir la motivación. No es tarea fácil y requiere una gran habilidad, paciencia y constancia por parte del educador.

Los medios de desarrollar el interés para que inspire un esfuerzo global, podrían ser entre otros: a) Proponer al alumno una amplia gama de actividades satisfactorias, b) Que sean actividades proporcionadas a sus facul-tades, y c) Crear condiciones que aseguren la satisfacción.

Como elementos básicos de la motivación podemos considerar:

*La comprensión completa del proceso de crecimiento y desarrollo del alumno, de sus ambiciones y esperanzas. Cada niño tiene sus particularidades y tienen que ser conoci-das no solo por el educador, sino por el propio educando.

*La personalidad y actitud del profesor. En este sentido recordamos la frase de GUARDINI de que el profesor enseña, en pri-mer lugar por lo que es, en segundo por lo que hace y sólo en tercer lugar por lo que dice. Por tanto la personalidad del mismo será fundamental, pero tampoco debe abandonar

su función que no será únicamente la de ser un buen motivador, sino la de dirigir las acti-vidades físicas, mentales y emocionales, es-timulándolas para que creen intereses, actitu-des y hábitos permanentes. Un aspecto muy importante que debemos tener en cuenta es que no sólo hay que enseñar a esforzarse por el interés, sino enseñar a interesarse volunta-riamente en un proceso que va desde dentro hacia fuera, es decir, "aprender a querer".

B) La creación de hábitos. Todas las activi-dades físicas y mentales están sujetas a las leyes del hábito. Estos se forman en la vida de cada persona por medio del esfuerzo per-sonal, y hay que crearlos cuanto antes porque determina y no en pequeña medida, el carác-ter de la persona, también en este punto po-dríamos citar muchos textos de los grandes pedagogos.

Para ser eficaces los hábitos no tienen que ser impuestos, sin más, desde fuera sino que tienen que ser comprendidos, interiorizados, acompañados de un proceso de autoformación interior.

Para KELLY los factores a tener en cuenta en la formación de hábitos son, principalmente (31)

*La repetición uniforme y frecuente, basa-da no en la mera rutina, sino en la compren-sión y en la reflexión del por qué y para qué, comenzando por superar los estímulos sensi-bles (agresividad, etc.), dominando los instin-tos (hacerse notar), superar las inhibiciones sensibles (pereza, miedo, etc.), llegar al autodominio, siempre cuidando de que sean acciones concretas que se vayan superando antes de comenzar otras nuevas. Esta acción que requiere la formación del hábito es fundamental para la formación de la voluntad. No basta comprender, es preciso obrar. Esta acción tendrá que ir encaminada a que los alumnos adquieran gusto y satisfac-ción en el esfuerzo que realicen. En esto el

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educador tendrá sumo cuidado para pedir el esfuerzo que sabe que puede hacer cada uno y no exigir algo para lo que no sea capaz o le cueste un esfuerzo desproporcionado: "Yerra quien reduce la educación al desarrollo natural de la individualidad, pero yerra también quien prescinde de ella" (32).

En esto, como en toda tarea educativa, la sabiduría está en el punto medio entre una exigencia coherente, dosificación y conocer las aptitudes y limitaciones de cada persona, es decir, la dedicación y el sentido común del profesor. •Marcar metas y objetivos a corto plazo que sean adecuados, factibles, animando al alumno, cuando lo consigue y haciéndole sentirse satisfecho, ya que la satisfacción y la alegría que ésta proporciona, la autosuperación personal, es una de las mayores fuentes de motivación para poder realizar el esfuerzo que supone la adquisición de los hábitos. •Colocar a la persona en situación de ac-tuar sólo, dándole oportunidades de superar las dificultades, que siempre se plantean ante una determinada actuación.

Toda formación de hábitos positivos, base de la formación de la voluntad, tiene que tener un fondo ascético, donde el esfuerzo es la clave. Habrá que acostumbrar al niño desde pequeño (también esto lo advertían los clásicos) a vencer las dificultades, el cansancio, la desgana y hasta la frustración. El niño debe experimentar que aprender a vivir significa tener capacidad para superar las adversidades.

No deberemos, pues, allanar totalmente el camino, sino hacerle consciente de que su esfuerzo requiere valor, fortaleza, capacidad de aguante, constancia, magnanimidad y magnificencia.

Muchas más cosas y mejor podrían decirse sobre la Pedagogía del esfuerzo, sin embargo

como advertía al principio de estas páginas , mi propósito no ha querido ir más lejos de lo que haya podido ser apuntar algunas líneas de reflexión que puedan ayudarnos a mejorar la educación y a tomar conciencia de que es precisamente con el esfuerzo y el fortalecimiento de la voluntad como podremos alcanzar el bienestar interior , que es el que importa y el que nos va a llevar a la felicidad, y que estos sean referentes básicos de nuestra labor educadora en la que sin duda una unidad de criterios, una acción concertada de los educadores es imprescindible, para que no tengamos que lamentarnos, ni nosotros, ni nuestros alumnos como lo hace el protagonista de una de las últimas novelas de Javier Marías : "Hace ya más de un siglo que dejó de educársenos para convertirnos en adultos. Todo lo contrario, y el resultado es que los adultos de nuestra época están educados, estamos educados, para seguir siendo niños (33)".

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS (1)ORTEGA, P. (1994): Educación para la convivencia. Valencia: Nau Llibres.

(2) SENECA: Cartas Morales, p. 148. (3)CAMPS, (1994): Los valores de la educación. Madrid: Anaya, p. 12. (4)TIERNO, B. (1994): Valores humanos. Madrid: Taller de Editores, p. 103. (5) GARCÍA HOZ, V.: Cuestiones de Filosofa de la Educación, p. 53. (6) SACRISTÁN, D. (1988): "La importancia del esfuerzo en el proceso educativo" en Dimensiones de la voluntad. Barcelona: Dossat, p. 116 y ss. (7)IBAÑEZ MARTÍN, J. A. (1982):

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"Posibilidades y características de una educación moral en una sociedad pluralista" en Educación y futuro. , Documento de difusión limitada, p. 9-10.

(8) Ver JASPERS, K. "Libertad y Autoridad", Universitas vol. I. n° 3; YELA, M. (1967): Educación y Libertad. Bilbao: Banco Vizcaya Bilbao; SPRANGER, E. (1971): El espíritu de la educación europea. Buenos AIRES: Kapelusz.

(9)PLATÓN. La República. Madrid: Austral.

(10)ARISTÓTELES. La Política.

(11)PLUTARCO. La educación de los hijos.

(12)SÉNECA. Cartas morales. Carta XXXVII y XX.

(13)QUINTILIANO. Instituciones Oratorias.

(14)SAN JERÓNIMO. Carta a Laeta. Ep. CVII. Madrid: B. A. C.

(15) VIVES, J. L. Doctrina Pueril.

(16)MONTAIGNE, F. Ensayos pedagógicos. La educación de los hijos.

(17)PESTALOZZÍ (18)BARRANOW, S. P. (1987): Manual de Pedagogía soviética. Barcelona: Laertes, p. 194. (19)MORANDO, D. Pedagogía.

(20)CHAUCHAR, P. (1970): El dominio de si mismo. Madrid: Guadarrama, p. 22.

(21)LUIPEN, W. (1:) Fenomenología existencial, p. 264.

(22)ZUBIRI, X. (1944): Naturaleza, historia, Dios. Madrid: Editora Nacional, p. 481.

(23) GARCÍA HOZ, V. (1963): Pedagogía de la lucha ascética. Madrid: Rialp.

(24)IBAÑEZMARTÍN, J. A: (1981): Hacia una educación humanista. Barcelona: Herder, p. 59.

(25)VONCUBE, F. (1988): Exigir en vez de mimar, en Actas del Simposium Internacional de Filosofía de la Educación. Vol. I, p. 157-180. Barcelona: U. A. B/U. B.

(26)GFIAMMANCHERI, E. y PERRETI, M. La educación moral. Barcelona: Herder, p. 309.

(27)PAYOT, J. (1907): La educación de la voluntad. Madrid: Jorro, p. 177.

(28)ROJAS, E. (1994): La conquista de la voluntad. Madrid: Ed. Temas de Hoy, p. 53.

(29)QUINTANA, J. M. (1995): Pedagogía moral. Madrid: Dykinson, p. 542 y ss. y SACRISTÁN, D... OB. CIT.

(30)KELLI, W. (1969): Psicología de la Educación. Madrid: Morata, Tomo I, p. 286.

(31) KELLY, W. Ob. cit., p. 171 y ss. Véase también SACRISTAN, D. Ob. cit.

(32)GIAMMACHERI, E. Ob. Cit., p. 313. (33)MARÍAS, J. (1989)

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La descentralización es un proceso de cambio y ajuste institucional, político y administrativo permanente, orientado a enriquecer la capacidad de gestión y consolidación de go-biernos locales y regionales. Al tener dimensiones técnicas, políticas y sociales, la descentralización es más que una reforma administrativa, más que un sistema de reasignación de potestades o facultades. Es, ante todo, UNA OPCIÓN ESTRATÉGI-CA dirigida a maximizar el desarrollo nacio-nal en las dimensiones territorial, económica y social.

territorio nacional y regional: un adecuado acondicionamiento del territorio. En la dimensión económica, la descentralización trata de conseguir que se desarrollen los sectores productivos en que las regiones presentan ventajas comparativas nacionales e internacionales, con el fin de que tenga una base sólida de desarro-llo que le permita absorber mano de obra y contribuir eficazmente al desarrollo económi-co nacional. En la dimensión social, la descentralización per-sigue poner al alcance de toda la población del

En la dimensión social, la descentralización persigue poner al alcance de toda la población del país, independientemente de la zona geográfica don-

de vivan, los servicios básicos y las políticas redistributivas del ingreso nacional

En la dimensión territorial, nos estamos refi-riendo al objetivo geopolítico de lograr un desarrollo regional equilibrado con el fin de mantener una adecuada soberanía sobre el

país, independientemente de la zona geográfica donde vivan, los servicios básicos y las políticas redistributivas del ingreso nacional. Para esto, es necesario una equidad en la distribución

Descentralización y Desarrollo

Por: Jesús Castillo More. Mgtr. en Economía. Universidad Católica del Perú.

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geográfica de las posibilidades de fuentes de trabajo, educación, salud, nutrición, vivienda y los servicios básicos indispensables. Al seleccionar los instrumentos que permitan alcanzar estos objetivos, debemos tener en cuenta los conceptos de corto plazo, mediano y largo plazo. Los instrumentos de la desentralización de-ben seleccionarse en general, de acuerdo a las siguientes características: a) Ser los más directos posibles. b) Ser de evaluación relativamente fácil

cuanto a los mecanismos de elección de auto-ridades, politización excesiva, formación de grupos de presión que utilizaron los recursos en función de intereses particulares en vez de perseguir objetivos generales de desarrollo regional y nacional. La normatividad descentralizadora debe re-conocer las siguientes potestades mínimas: 1. Participar en la preparación y definición de políticas de desarrollo propias de la región dentro de los límites establecidos por las po-líticas nacionales. 2. Elaborar y aprobar sus planes de desarrollo. 3. Elaborar y hacer cumplir su propio presu-

La descentralización es la opción estratégica de gobierno, que per- mitirá compatibilizar los objetivos de desarrollo social y económico del país, con la realidad y particularidades de cada nivel territorial

subnacional.

c) Ser lo menos discriminadores posibles y al discriminar, hacerlo a base de ciertos parámetros objetivos y plenamente conocidos. d) Ser lo más complementarios o lo menos sustitutos posibles de los instrumentos prin-cipales de los mercados competitivos. e) Ser congruentes con el modelo económico nacional, al que debemos exigir se adecue a nuestras necesidades de desarrollo. El gran criterio que no debe perderse de vista es que el presupuesto de la región es para el desa-rrollo de la región y no para beneficio de gru-pos específicos. Quienes tomen las decisiones, deben limitar-se a dictar dispositivos generales aplicables a todos los que están en la misma situación y no a grupos específicos. Discriminar sólo con el propósito de equidad a base de un programa que incluya a todos los pueblos que requieran atención. La experiencia de la regionalización en el Perú antes de 1992, dejó mucho que desear en

puesto regional, en armonía con el presupues-to nacional. 4. Dictar reglamentos e instrucciones a fin de facilitar el cumplimiento de los planes, programas y proyectos de tipo regional. 5. Ejercer potestades decisorias y de carácter ejecutivo para el cumplimiento de las obras y actos que deben ejecutarse con cargo al Pre-supuesto Regional. 6. Emplear mecanismos de participación de la comunidad regional, de modo que de todas las actividades representativas de la región asuman un papel activo en la elaboración de los planes y en la aprobación del Presupuesto y, en general, en tareas destinadas al desa-rrollo de aquella. 7. Ejercer el mando, supervigilancia o fisca-lización, según proceda, respecto a la admi-nistración existe en la región en cuanto sea necesario para la realización de las acciones propiamente regionales. 8. Facilitar la desconcentración interna a través de los niveles provincial, distrital y local. La

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descentralización es la opción estratégica de gobierno, que permitirá compatibilizar los ob-jetivos de desarrollo social y económico del país, con la realidad y particularidades de cada nivel territorial subnacional. Descentralización es distinta a desloca-lización y a desconcentración. Es una acción política local, con énfasis en la participación ciudadana y con autonomía suficiente para decidir y ejecutar, donde los representantes adquieren legitimidad dentro de un proceso local de representación ciudadana. Según Sergio Boisier (1995), la descentrali-zación es una de las "Megatendencias" ac-tuales y es empujada por la fuerza de cuatro fenómenos: 1. La revolución científica y tecnológica que genera "ambientes" más propicios a la des-centralización. 2. La propia reforma del Estado, que establece una suerte de dialéctica entre descentralización y reforma. 3. Las crecientes demandas autonómicas de la sociedad civil. 4. La tendencia a la privatización de las fun-ciones públicas que significa aumentar el nú-mero de decisiones en un sistema económico dado.

Según Boisier, todo sistema económico ac-tual tiene seis objetivos nacionales: 1. Crecimiento Económico 2. Competitividad 3. Empleo 4. Equidad 5. Sustentabilidad 6. Erradicación de la pobreza El plano en el cual se establecen estos obje-tivos está penetrado por cuatro vectores, completamente transnacionales y ciertamen-te, transideológicos: 1. La revolución científica y tecnológica 2. La revolución informacional 3. La reforma macroeconómica 4. La reforma política

Estas revoluciones y reformas apuntan al lo-gro de los seis objetivos señalados en un te-rritorio específico, el que aparece como una variable independiente y una vez organizado se configura como el soporte de la competitividad. En el mundo actual, los que compiten no son empresas, son sociedades (nacionales y subnacionales) y su ventaja competitiva se basa en un recurso social: el conocimiento. La transformación de información en conoci-miento se convierte en la función de produc-ción más importante. "La gestión pública, es decir el gobierno (na-cional, regional y local) provee el ambiente macro que regula las relaciones de los agen-tes socio-productivos, establece la capacidad de acción (políticas, competencias y recur-sos) de sus organismos en los niveles nacio-nal, regional y local, y permite a cada nivel crear u operar los instrumentos correspondientes para conseguir sus cometidos". Agrega Boisier que la acción del gobierno configura el "entorno" que le permite a los agentes consolidar la "base doméstica com-petitiva": − Ambiente Macro (política cambiaria, tributaria, tasas de interés, inflación, etc.). − Características de la red institucional y de servicios financieros. − Disponibilidad y calidad de infraestructura física (transportes y comunicaciones). − Cantidad y calidad de recursos humanos − articulación de los sistemas educativos, tecno-lógicos y de servicios con el aparato productivo. Dado que son tres los factores determinantes de la pobreza y su reproducción: Capital Hu-mano (educación, salud, seguridad), Inserción laboral y déficit de recursos del entorno (re-cursos naturales, infraestructura, estructura social), aparece una relación directa entre territorio y pobreza, lo que determina un do-

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ble criterio para la focalización del gasto so-cial, geográfico y funcional no vaya a ser que los pobres de las zonas ricas subsidien a los ricos de las zonas pobres. Finalmente, Boisier nos dice que para las Regiones, un Estado Moderno es un "Estado Inteligente" que comprende, que entiende su propia estructura territorial, no sólo como una mera división o partición del territorio nacio-nal, sino como una ESTRUCTURA SISTE-MÁTICA, en la cual las partes interactúan entre sí, e interactúan, además, cada una de ellas con el todo. Mientras la desconcentración sigue operando con estructuras piramidales, la descentralización ope-ra mediante un Estado red con las características de velocidad en la toma de decisiones, flexibili-dad, maleabilidad e imaginación creativa.

La Constitución vigente, en su Capítulo XIV: De la descentralización, las Regiones y las Municipalidades, reconoce en su artículo 188 que "La descentralización es un proceso permanente que tiene como objetivo el desa-rrollo integral del país". Diversos estudios han mostrado que la cen-tralización económica y el centralismo polí-tico son dos de las principales causas del subdesarrollo regional del Perú. Concretamente, el Dr. Efraín González de Olarte (1994) establece que la centralización es causa del subdesarrollo y desigualdad re-gional por dos razones: 1. Porque concentra producción y productivi-dad en un espacio restringido sin difundir los frutos de su crecimiento a otros espacios (re-giones, departamentos, provincias o distritos).

En consecuencia, el centralismo es causa del subdesarrollo porque no permite la asignación eficiente y equitativa del gasto estatal y,

sobre todo, porque limita o anula toda participación ciudadana en el gobierno.

Un Estado Moderno es un Estado que se reco-noce a sí mismo como una entidad desplegada en dos niveles: El Estado Nacional y los cuasi Estados Regionales, donde los faros de la modernización del Estado son la transparen-cia, la honestidad, la justicia y la solidaridad. Jordán (1994), nos advierte que no es pruden-te discutir sobre la oportunidad de acciones descentralizadoras sin antes estar de acuerdo en que necesariamente, de lo que se habla es de la distribución del poder de decidir, de ha-cer, de asociarse, de emprender, de controlar y de gestionar. En síntesis de gobernar en niveles territoriales y administrativos subnacionales dentro de una estrategia nacional de desarrollo.

2. Porque la distribución personal y factorial del ingreso se hace más desigual con el cen-tralismo, sesgándose hacia los sectores de altos ingresos y hacia los ingresos del factor capital. En consecuencia, el centralismo es causa del subdesarrollo porque no permite la asignación eficiente y equitativa del gasto estatal y, sobre todo, porque limita o anula toda participación ciudadana en el gobierno. Por su parte, el investigador Alberto Adrianzén en su trabajo: "Descentralización: Un nuevo sentido de la reforma política", plantea la hipótesis que tanto el empobrecimiento de los peruanos y del país como la crisis del régimen democrático peruano y su capacidad de consolidarse y expandirse, tiene como una de sus principales explicaciones, la ausencia de una real y efectiva descentralización del país.

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Establece Adrianzén, que en una sociedad poco descentralizada, es decir con un escaso desa-rrollo institucional en su base, con un régi-men presidencialista, y con una crisis de los partidos políticos, lo más probable es que se establezca un círculo vicioso en el cual la debilidad institucional de la base alimenta el centralismo político y económico del poder ejecutivo. Los miembros de la base de la sociedad, es decir, los ciudadanos, no podrán representar-se políticamente ni tampoco crear instancias de resolución de conflictos o intereses. El poder central será, por tanto, el único exis-tente y con capacidad de satisfacer las de-mandas de la población." Los acontecimientos políticos de fines de 1997 no solo confirman esta apreciación al verificar que el Ministerio de la Presidencia manejará el 22.22% del presupuesto general de la repú-blica para 1998, sino que las bases de un go-bierno democrático civil descansan sobre el dorso de un cuchillo, en ausencia de una autén-tica legitimidad basada en la amplia participa-ción de la población en el gobierno. Concluye Adrianzén diciendo que la descen-tralización debe ser vista como una de las reformas políticas del Estado, para que sean los espacios locales y regionales las bases de la futura estabilidad democrática y del desa-rrollo del país. Como apunta Jordán (1994), la descentraliza-ción propende a: 1. Un desarrollo equilibrado en términos te-rritoriales y sociales. 2. Incrementar la participación ciudadana en las decisiones del desarrollo local. 3. Fortalecer simultáneamente las institucio-nes de la democracia. Todo lo anterior con el fin de plantear pro-puestas de desarrollo que nos lleven hacia el gran objetivo nacional de crecimiento econó-

mico sostenido con competitividad, empleo, equidad, sustentabilidad y erradicación de la pobreza extrema. "El proceso de descentralización no se agota con la transferencia de atribuciones y respon-sabilidades a organizaciones e instituciones subnacionales para que éstas ejecuten y ad-ministren servicios. Este debe propender a la construcción de un sistema de gobiernos locales, que siendo par-te de un gobierno unitario, se esfuerza por impulsar con creatividad y eficiencia, recur-sos y espacios de gestión, el desarrollo social y económico local." En primer lugar, -señala Jordán-, "un gobier-no local debe tener facultad y capacidad de formular políticas, planes y orientaciones programáticas para la acción. Es decir, el gobierno ha de conferir sentido a la administración, encontrar una expresión lo-cal a los desafíos globales de desarrollo, iden-tificar con precisión tareas, déficit, carencias, oportunidades, recursos y tendencias, y -junto con un marco de ideas específico- ela-borar las macro orientaciones, las políticas y las estrategias para la acción". Un segundo elemento o área de gobierno es la gestión propiamente tal. La traducción de los lineamientos programáticos en acciones, in-versiones, incentivos a la iniciativa privada, programas, proyectos, reglamentos y otros requiere de ciertas capacidades críticas. La de formular y desarrollar estudios, diagnósticos, planes de trabajo, presupuestos, proyectos evaluados, análisis de impacto y otros; la de informar y la de seguir el trabajo de gobierno; la de coordinar el accionar local con otras agencias, la comunidad, reparticiones y niveles de gobierno; las de ejecución; las de monitores y seguimiento, y las de comunicación.

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Para llevar adelante la gestión se requiere de instrumental legal, de instrumental técnico, marcos flexibles y límites claros para la ac-ción, de recursos humanos, físicos, informáticos, financieros y políticos, entre mu-chos más. La tercera dimensión de un gobierno radica en la gobernabilidad, por lo que se entiende las modalidades de relación que se estable-cen entre el ejecutivo local y los gobernados, entre las autoridades y la ciudadanía. Esta apunta, por lo tanto, al estilo de gobierno, a la forma de llevar adelante la acción y por ello se trata de una dimensión claramente política. Concluye Jordán que "los objetivos de la gobernabilidad son el fortalecimiento de la gestión y el gobierno democrático, y se sos-tiene en la legitimidad del gobierno junto con la disponibilidad de mecanismos de escruti-nio público de la gestión. A este concepto se asocian el tema de la participación ciudada-na, los mecanismos de representatividad, las modalidades de elección de la autoridad máxi-ma, los espacios de comunicación entre el gobernante y los gobernados, los instrumen-tos legales de control ciudadano, los canales de información y los instrumentos técnicos de participación."

Con respecto a la experiencia peruana en des-centralización, Pedro Planas (1998), nos se-ñala que los Consejos Transitorios de Admi-nistración Regional (CTAR) fueron creados el 5 de Abril de 1992, en sustitución de los gobiernos regionales electos. La norma que los creó (Decreto Ley 25435) anunció elecciones inmediatas para nuevos representantes a los órganos de gobiernos regionales y habrían CTAR en las doce re-giones en tanto se elijan a los nuevos repre-sentantes. El plazo lo aclaró el D. S. 045-92PCM, al convocar a elecciones regionales

para el ocho de noviembre de 1992, fecha prevista también para la elección municipal. Por tanto, los CTAR eran 'transitorios' sólo unos meses, hasta enero de 1993, cuando asu-mieran las nuevas autoridades regionales, electas en noviembre. Y sólo para ése régi-men temporal, el gobierno designó presiden-tes 'provisorios'. Pero sorpresivamente, el go-bierno 'desemboca' las elecciones municipa-les y regionales y, al volver a convocarlas (enero de 1993), sólo consigna la elección municipal, prolongando hasta la fecha la vida de las CTAR. Luego el asunto lo trató el CCD, que aprobó la octava Disposición Transitoria de la Cons-titución Política de 1993, que ordena tener autoridades regionales electas 'a más tardar en 1995'. En enero de 1998 el Congreso aprobó la 'Ley Marco de Descentralización' Nº 26922, que amplió en número los CTAR de doce a veintitrés, uno por departamento, salvo lima y callao, donde ya está Cordelica. Argumenta Planas, que para elegir autorida-des regionales, previamente el Congreso de-bía aprobar la Ley de Elecciones Regionales, la Ley de Elecciones Regionales, la ley de Financiamiento Regional, hacer consultas populares efectuadas sobre un diseño re-gional previamente difundido y antes que nada, una Ley de Bases de Regionalización de Con-senso, que defina la estructura de los gobier-nos regionales, sus atribuciones y competen-cias, sus rentas y el ámbito de su autonomía económica y presupuestal. La Ley Marco de descentralización define a los CTAR como 'órganos descentralizados de la Presidencia', es decir que dependen del Gobierno Central. Coincidimos con Planas en que descen-tralizar es un acto de sensatez y de sentido común, destinado a garantizar el desarrollo

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armónico de todas las regiones, departamentos y rincones del Perú, necesidad imperiosa en un país agreste y heterogéneo como el nues-tro, de difícil geografía y múltiples carencias y demandas.

CONCLUSIONES De lo anteriormente expuesto, se pueden ex-traer las siguientes conclusiones: 1. La Descentralización es una estrategia para posibilitar el desarrollo socio económico del país. 2. Existen razones políticas para estar a favor o en contra de un verdadero proceso des-centralizador. 3. La concentración del poder político va en contra de la descentralización y frena las po-sibilidades de desarrollo del país y de sus regiones.

4. La actual Ley Marco de Descentralización N 26922 no reúne los requisitos mínimos para posibilitar la descentralización del país.

5. El Liderazgo del desarrollo regional co-rresponde a los empresarios y al desarrollo del capital humano, infraestructura, educación y la eficacia de las instituciones públicas en el nivel regional. El éxito de las regiones depende de sus propias autoridades y empre-sas regionales, y no tanto de las políticas macroeconómicas del gobierno central aun-que obviamente éstas dan el marco general de estabilidad del país.

6. La mayor frecuencia del Fenómeno del Niño hace indispensable la existencia de go-biernos locales con capacidad para tomar de-cisiones y manejar recursos para casos de emergencia y para promover el desarrollo y el empleo.

7. La anterior experiencia descentralizadora del país a través de los gobiernos regionales antes del 5 de abril de 1992 dejó mucho que desear en cuanto a los mecanismos de elec-ción de autoridades, a quienes les fue muy difícil atender a las demandas y objetivos ge-nerales de la población, al no contar con ver-daderos planes de desarrollo económico y so-cial. Esta deficiencia debe ser superada en el fu-turo. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS − ADRIANZÉN: Descentralización: Un nuevo sentido de la reforma política. DESCO 1995. − BOISIER: Las Regiones como espacios socialmente construidos. Revista de La Cepal 35 1994 − GONZÁLEZ DE OLARTE: Descentralización Fiscal IEP. Lima 1994. - JORDÁN Descentralización: Un Proceso en Desarrollo. Centro de Estudios Públicos. Santiago. 1996. − JORDÁN: Descentralización: Un Proceso en Desarrollo

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In t roducc ión En el año de 1994 cuando el Perú asombraba al mundo, con un crecimiento extraordinario de trece por ciento en su PBI, la tasa de desempleo para el país en ese mismo año era de aproximadamente 10.5 %. Entre 1996 y 1997, aún cuando la economía peruana ha seguido creciendo, la tasa de desempleo para el país, ha mantenido magnitudes que ya bordean once por ciento y algo más.

El desempleo en el Perú. Un análisis de la evolución de la tasa de desempleo: 1950-1995

Hugo Agurto Plata Mgtr. en Economía. Escuela de Post grado de la FGB-Río de Janeiro-Brasil a nivel urbano". Con mayores precisiones continua: " La PEA urbana está en 6.6 millones de personas. La tasa de desempleo abierto equivale a 567 mil personas que están en esta situación de desempleo total". Normalmente se espera que el desempleo aumente con la recesión y disminuya con el auge o crecimiento, por tanto, si alguna

Por otro lado, cuando el empleo no acompaña al crecimiento del producto de una economía, otra conclusión es obvia: la fuerza de

trabajo no está siendo absorbida adecuadamente

Sin contar todavía con estimaciones precisas respecto a los efectos que el fenómeno del Niño tenga, en 1998 se previó un crecimiento entre 5% y 6%. Sin embargo, como el Ministro de Trabajo y Promoción Social lo reconoce, "El desempleo urbano en el Perú aumentó de un promedio anual de 8.1 % en 1996 a 8.6 % en 1997. Son cifras correspondientes al tercer trimestre de cada año. El ministerio solo hace estas mediciones

conclusión es posible a partir de los datos anteriores, es que, la relación lógica esperada entre el nivel de producción y empleo parece haber desaparecido en nuestra economía. O en los términos de un estudio reciente. Hasta 1987 el crecimiento del empleo guardaba relación con el crecimiento del producto. Desde entonces, sin embargo, hay una caída muy fuerte en el empleo adecuado que se re-duce en dos tercios, y a partir de 1989-1990

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no se vuelve a recuperar, pese a la mejora del PBI." Por otro lado, cuando el empleo no acompaña al crecimiento del producto de una economía, otra conclusión es obvia: la fuerza de trabajo no está siendo absorbida adecuadamente y el crecimiento que la economía pudiera estar logrando no tiene perspectivas firmes en el largo plazo. Explicar este desarmónico desenvolvimiento entre producción y empleo es el objetivo general de este ensayo. En la primera parte desarrollamos los conceptos básicos con la finalidad de lograr la precisión terminológica en el análisis. La segunda sección está orientada a examinar

cuales no necesariamente son los mismos de un país a otro, ni tampoco válidos de una región a otra dentro de un mismo país; el análisis del desempleo requiere siempre de una precisión terminológica. De acuerdo a lo establecido por la Organización Internacional del Trabajo, el desempleo se define como el conjunto de per-sonas sobre una edad especificada que se encuentran sin trabajo, están disponibles para trabajar y buscan trabajo activamente. En nuestro país, para el INEI " Desocupados: Son aquellas personas que en la semana de referencia no estaban trabajando pero estaban disponibles para trabajar y que además buscaron trabajo remunerado o lucrativo. Este concepto

la tasa de desempleo, definida como la razón entre el número de población desocupada y el número de individuos que integran la PEA, siguen siendo todavía el mejor indicador disponible para analizar el

desempleo de una economía.

de desempleo en el marco temporal de nuestro análisis, así como también, a buscar alguna medida para el concepto de la tasa natural de desempleo en la economía peruana. La tercera parte está orientada a buscar una explicación del fenómeno analizado a la luz de la teoría económica. Por último la cuarta sección, se dedica a enumerar las principales conclusiones del análisis y a proponer las medidas de política económica. 1. Marco Teórico La tasa de desempleo Por una serie de razones, que van desde: los límites de la edad que se usen para definir la fuerza de trabajo, hasta los criterios para definir la búsqueda de un puesto vacante; los

pero trabajaron antes (cesantes) como a las que buscaron trabajo por primera vez (aspirantes). "Población Económicamente Activa (PEA) Está constituida por todas las personas de 14 años y más de edad que en la semana de referencia trabajaron al menos una hora, buscaron trabajo porque perdieron su empleo anterior o buscaron trabajo por primera vez. La PEA está conformada por las categorías que a continuación se indican a) ocupados (incluye personal remunerado de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Policiales) y b) desocupados (exactamente como se define líneas arriba). ¿Como se mide la tasa de desempleo? Convencionalmente, a pesar de lo controver-

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sial y las dificultades en su medida, la tasa de desempleo, definida como la razón entre el número de población desocupada y el número de individuos que integran la PEA, siguen siendo todavía el mejor indicador disponible para analizar el desempleo de una economía. En el análisis del desempleo en una economía, lo esperado es que la tasa de desempleo fluctúe en el tiempo. La razón fundamental es que los elementos que la definen son totalmente dinámicos. El numerador, esto es, la población desocupada o reserva de desempleados, si bien constituye un número de personas, lo real es que, continuamente existe un flujo de entrada y salida a esa reserva de desempleados: las bajas voluntarias para buscar un mejor empleo, las suspensiones temporales, el reingreso de un cesante. Igualmente la magnitud del denominador: la PEA sufre continuos cambios, el más relevante: las personas que se integran por primera vez a un puesto de trabajo. Los dis t in tos tipos de desempleo La constatación de que la tasa de desempleo es siempre una magnitud cambiante y la necesidad de distinguir las causas preponderantes que pudieran explicar el desempleo en una economía ha llevado a los economistas a distinguir dentro del concepto de desempleo los siguientes componentes básicos: friccional, estructural, cíclico y estacional. Desempleo Friccional, desempleo que se explica por el incesante movimiento de las personas en el proceso normal de búsqueda de una mejor alternativa de ocupación y que engloba de manera especifica a aquellos trabajadores que: 1) voluntariamente abandonan sus puestos de trabajo con la finalidad de buscar una mejor alternativa,

II) fueron despedidos y están buscando un nuevo empleo, III) reingresan a su antiguo puesto y IV) los nuevos miembros de la PEA que se integran por primera vez. Desempleo estructural, el desempleo que se genera cuando existe una disparidad o desajuste entre: las cualidades profesionales, localización de los desempleados y los requisitos exigidos en los puestos que están vacantes en el mercado de trabajo. Por tanto, de manera genérica puede entendérsele, como el desempleo que se genera por los desajuste entre la oferta y demanda de trabajo; mas también puede asociársele por ejemplo al desempleo que se genera por los cambios en la estructura de la economía. En este último caso, es común que el sector moderno de una economía caracterizado por el uso de tecnología de punta, difícilmente asimile fuerza laboral sin calificación. Desempleo Cíclico, la parte del desempleo que se genera por los cambios en la demanda agregada, cuando la economía pasa del auge a la recesión. Desempleo Estacional, el desempleo cuya causa está ligada a la estacionalidad de ciertas actividades productivas como la agricultura y pesca, cuyo desempeño da oportunidad de empleo sólo en algunos meses del año. Lo que es la t a s a n a t u r a l de dese mpleo . Separadas las causas que explican el desempleo en una economía, es común en el campo del análisis, definir otro concepto importante ligado a los conceptos de desempleo friccional y estructural, esto es: la tasa natural de desempleo. Conceptualmente, la tasa natural de desempleo, es aquella tasa de desocupación que experimenta una economía en una situación

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en la que su mercado de trabajo está en equilibrio. Dicho de otro modo, ella mide el volumen del desempleo que registraría la economía incluso en ausencia de exceso de oferta y demanda en el mercado de trabajo, esto es, aquel volumen de desempleo transitorio y temporal que engloba a los que buscan una mejor oportunidad salarial que la que indica el mercado, o también a aquellos trabajadores cuya calificación o ubicación no se ajusta a la que el mercado está demandando en ese momento. De lo anterior es fácil concluir que, la tasa natural de desempleo esta asociada al concepto de equilibrio o estado de reposo de la economía y en consecuencia también es posible definirla en ese contexto diciendo que ella es, la tasa de desempleo que corresponde a una situación donde las presiones al alza o a la baja de precios y salarios no existen y por tanto también puede denominársele por ejemplo: tasa de desempleo de inflación estable. Los f a c t o r e s q u e a fe c t an la t a s a n a t u ra l de desempleo. Puesto que la tasa natural de desempleo, está asociada al punto donde se equilibran las curvas de oferta y demanda del mercado de

En esa óptica, la tasa natural de desempleo de una economía estará afectada por muchísimos factores entre los más relevantes estarán: I) las alteraciones en la estructura de la PEA, II) los cambios en la demanda de mano de obra como una consecuencia de un cambio en la estructura de la demanda de bienes en la economía, III) cambios institucionales que rigen en los mercados laborales de la economía, IV) cambio en la regulación gubernamental respecto al mercado laboral del país y V) los cambios en la productividad. De lo anterior es posible concluir que, la tasa natural de desempleo en cualquier economía, puede cambiar a lo largo del tiempo, esto es, no es inmutable, su comportamiento puede alterarse por las razones antes anotadas, y de manera especial por las acciones que ejerciten o dejen de ejercitar los responsables de la política económica del país.

¿Cómo se mide la t a s a n a t u r a l de desempleo? Finalmente para dar por concluido este marco teórico, algunas ideas respecto a la forma como se estima la tasa natural de desempleo y la importancia de medirla en una economía.

Respecto a la importancia de conocer el valor de la tasa natural de desempleo en una economía, baste decir que, ella es

extremadamente importante para la formulación de la política económica

trabajo, y dicho punto es coincidente con un salario real que despejará el mercado de trabajo, preguntarse por los factores que afecten la tasa de desempleo natural, es preguntarse por los factores que pudieran alterar las condiciones de equilibrio del mercado de trabajo de la economía, esto es, las condiciones que alteran la magnitudes del salario real y del empleo.

Hay procedimientos distintos para medir la tasa natural de desempleo. Uno es, la estimación de la curva de Phillips que se especificó en el pie de página anterior. Otro método más simple, es el que usaremos en este ensayo, consiste en determinar el promedio de la tasa de desempleo observada en la economía durante un período de tiempo suficientemente prolongado. La idea central de este método, es que "un promedio de largo plazo suaviza las

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desviaciones cíclicas del desempleo por encima y por debajo de la tasa natural"

Respecto a la importancia de conocer el valor de la tasa natural de desempleo en una economía, baste decir que, ella es extremadamente importante para la formulación de la política económica, respecto a los más graves problemas que vienen enfrentando las economía de mercado, cualquiera sea el desarrollo que ellas hubieran alcanzado.

Sólo por mencionar algunos: el desempleo, la inflación, o la combinación de ambos. 2. La evolución de la t a s a de dese mpleo 1950 - 1995 En la realidad peruana, como lo muestra el gráfico Nº 1, la tasa de desempleo ha registrado un crecimiento significativo y persistente a través de los últimos 45 años. El desempleo que en la década de los cincuenta bordea el 4.5 %, en la década de los ochenta ya era de algo más del doble. Y aún cuando parece atenuarse el crecimiento acelerado de dicha tasa, en los últimos 10 años de nuestro período de análisis, ella sigue creciendo y mantiene un preocupante nivel que ya ronda el 11 %.

que los que hoy tenemos en la economía peruana, como sabemos, ello constituyó toda una tragedia con altos costos económicos sociales para ese país. Si alguna conclusión permite el gráfico, ella es la siguiente: la tendencia de largo plazo de la tasa de desempleo en la segunda mitad del siglo veinte, fue persistentemente creciente y aún cuando hay indicios para esperar un crecimiento más lento que el que ya experimentó en la década de los ochenta, el nivel alcanzado por la tasa de desempleo en los años noventa, difícilmente podrá reducirse al 4.5 % de los años cincuenta...

Gráfico Nº 1: Evolución de la t a s a de d e s e m p l e o PERÚ: 1950 -1995.

Tasas de desempleo de ese nivel o mayor, ya se registraron las economías de España, Francia e Italia y otros países europeos a fines de la década de los ochenta, cuando para ajustar su equilibrio macroeconómico, frente al shock de los precios del petróleo, el nivel de empleo fue una de las víctimas. También en los Estados Unidos en la época de la gran depresión de los años treinta, la tasa de desempleo alcanzó mayores niveles

El cuadro siguiente, que fundamentalmente es la expresión numérica del gráfico anterior, presenta de manera distinta la misma información. Muestra la tasa de desempleo promedio de cada década dentro del espacio temporal del análisis y también, las magnitudes de la desviación estándar y los valores máximos y mínimos que la tasa de desempleo alcanzó en cada década.

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Cuadro Nº 1: Tasa de desempleo PERÚ: 1950 - 1995. Períodos Tasa Stand. Máximo Promedio Mínimo Desv.

1950 1959 4.35 0.36 4.90 3.961960 1969 4.99 0.94 6.60 4.001970 1979 5.10 1.05 7.10 4.001980 1989 9.49 1.85 11.80 6.901990 1995 10.93 0.18 11.11 10.67

1950 1995 6.63 2.77 11.79 3.96

Fuente: INEI, Actualidad Económica del Perú 1950 1986 Resumen Estadístico Especial N° 1

Elaboración Propia.

Otro problema, que no tiene que ver con la dimensión de la tasa promedio de desempleo, sino más bien, con el patrón de su evolución, puede ser examinado a través de la magnitud del coeficiente de desviación estándar. La magnitud creciente de la desviación estándar pone en evidencia que en la economía peruana, la tasa de desempleo es cada vez más inestable. Así en la década de los cincuenta la medida de la variabilidad respecto a la media era aproximadamente cinco veces menor que lo que fue en los años ochenta. Sin embargo, entre el 90 al 95 parece haberse estabilizado a un nivel más alto (0.18). Esto nos lleva a la conclusión que el problema de desempleo en el Perú no sólo viene agravándose por la dimensión creciente de la tasa y persistencia de la misma en su

La tasa promedio de desempleo en los últimos seis años de nuestro período de análisis fue 10.93 % y constituye 2.5 veces que la que

registró la economía peruana en los años de 1950.

Como se aprecia en el cuadro N° 1, en la primera década de nuestro período de análisis, la tasa promedio de desempleo fue 4.35% a partir de allí, década a década, dicho promedio ha venido escalando valores cada vez mayores, hasta llegar algo más que duplicarse al ingresar a los noventa. La tasa promedio de desempleo en los últimos seis años de nuestro período de análisis fue 10.93 % y constituye 2.5% veces que la que registró la economía peruana en los años de 1950. Debería ser relevado que la tasa promedio de desempleo de una década a otra no son solamente mayores, sino que, los incrementos que sufren los promedios período a período son cada vez más altos, lo que muestra un proceso envolvente de crecimiento de dicha tasa.

crecimiento, sino también, por los factores de inestabilidad que ella induce.

Una de las conclusiones más inmediatas que el cuadro y el gráfico anterior sugieren es que, el problema del empleo del país en un contexto de largo plazo, no puede ni debe asociarse solamente, a una tasa creciente, sino más bien a una alta tasa (11 %), que parece haberse instaurado de manera permanente. Para desentrañar el contenido de una alta tasa de desempleo observado, es común en el análisis del desempleo, relacionar la anterior con la tasa natural de desempleo. Si como explicamos en punto anterior de este ensayo, utilizamos como una medida de la tasa natural de desempleo, la tasa promedio del desempleo observado en el período 1950 - 1985

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por considerar que este lapso, la economía peruana ha logrado más o menos un desempeño regular y estable - el valor aproximado para la tasa natural de desempleo en la economía peruana sería de 5.42 %. Sí con el mismo procedimiento calculáramos una nueva tasa natural de desempleo para los últimos años de nuestro período de análisis (1985 - 1995) el valor para dicha tasa alcanzaría sin lugar a dudas un valor bastante superior a 5.42%. Este hecho, confirma lo que la teoría espera, esto es, que la tasa natural de desempleo no es una constante inmutable, por el contrario su valor cambia a través del tiempo. Finalmente, explicar e indicar que factores son los causantes, para que la tasa natural de desempleo en la economía peruana haya logrado un salto cuantitativo por encima de su valor de 5.42 %, es lo que hacemos en la tercera parte de este ensayo.

baste recordar que en los años 80, la política económica se circunscribía a la expansión fis-cal basada en la emisión inorgánica. En esta situación, la expansión del gasto fis-cal que inicialmente aceleraba débilmente la producción y el nivel de precios, concluía por el efecto envolvente de costos - precios, en un proceso que sólo dejaba como resultado final un nivel de precios cada vez mayor año a año. En esa línea de actuación, no es extraño que el proceso de recalentamiento continuo que sufrió la economía, haya concluido en un proceso hiperinflacionario y recesivo nunca visto en la economía peruana. Ese proceso llevó a que en 1990, la economía peruana registrara un nivel de inflación de 7,650 % anual y una tasa de crecimiento anual en el PBI real de - 5.4 %. En lo que se refiere a la respuesta para la segunda pregunta, es necesario revisar con alguna

Ese proceso llevó a que en 1990, la economía peruana registrara un nivel de inflación de 7,650 % anual y una tasa de crecimiento anual en el PBI

real de - 5.4 %

3. La interpretación de los hechos La constatación de que en la economía peruana, la tasa natural de desempleo viene siendo impulsada por las mayores tasas de desempleo observado hace surgir de manera espontánea dos interrogantes: (1) ¿Qué fac-tor impacto a la economía peruana en los años 80, para que el desempleo se hiciera permanentemente creciente?

(2) ¿De qué manera ese impacto inicial transmitió sus efectos al resto de la economía para que la tasa natural de desempleo lograra un salto cuantitativo por encima de 5.42 %? Para dar respuesta a la primera pregunta, quizá

precisión conceptual lo que ocurrió cuando la economía peruana ingresó a buscar un proceso de ajuste para salir del proceso de estanflación. Un proceso de estanflación, esto es, un proceso de regresión del PBI combinada con niveles de alta inflación, lleva a los operadores económicos a buscar ajustes, en un sólo sentido: reducir el nivel de empleo. No es extraño que ante la disminución de las ventas o de manera general, ante una disminución de la actividad, las empresas privadas o publicas, busquen como solución a sus problemas (para ellos supuestamente coyunturales) reducir el empleo.

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Por otro lado, si el análisis lo centramos a nivel de la economía en su conjunto, esto es, desde el punto de vista del mercado de trabajo de la economía, los resultados de un proceso recesivo a nivel macroeconómico, no puede llevarnos a un resultado distinto al que se consigue mirando el comportamiento indi-vidual de las empresas. Así, ante un desplazamiento hacia abajo de la demanda de trabajo de la economía, ceteris paribus, el ajuste que el mercado realiza por cuenta propia es, reducir de manera implacable el salario real de equilibrio del mercado y con ello un nuevo equilibrio es alcanzado, pero esta vez, con un menor nivel de empleo, esto significa, un mayor nivel desempleo para toda la economía en su conjunto. Se puede probar, que si en la circunstancia anterior, los salarios reales no disminuyeran, por las inflexibilidades que pudieran existir en el mercado de trabajo, la reducción en el empleo sería aún mayor y consecuentemente el problema del desempleo también sería aún más grave. Podemos concluir entonces, que el proceso de estanflación que la economía peruana soportó con brutal énfasis al concluir la década de los 80, aumentó de manera directa los niveles de desempleo, por el hecho de haberse reducido de manera significativa la actividad productiva. Más, por otro lado, esos altos niveles de desempleo que son consecuencia del ajuste inicial, se han visto presionados a crecer año a año en lo que va de la década de los 90, por la forma como se ha implementado la política de estabilización. Como se recordará, en dos de los primeros años de la presente década el esfuerzo por redimensionar el tamaño del sector público, redujo el empleo público.

De otro lado, el esfuerzo por parte del Estado para flexibilizar el mercado del trabajo en lo relativo a sistemas de contratación y despedido ha contribuido para que el sector privado reduzca el nivel de empleo frente a la lenta o nula recuperación de la demanda agregada. No debe ser extraño, que la reserva de desempleados en la economía haya experimentado una magnitud mayor, en razón de que las fuentes que la nutren aumenta año a año, mientras la creación de nuevos puestos que pudieran frenar su crecimiento, no existen debido a la débil o escasa recuperación del sector productivo peruano. Por todo lo anterior, es factible esperar que, como consecuencia de la persistencia de ese alto desempleo en un espacio de tiempo bastante prolongado, la economía peruana haya gestado las condiciones para configurar en ella un nuevo problema, un problema que en el análisis del desempleo se ha denominado: histéresis del desempleo. La histéresis del desempleo, puede describirse de manera simple, como aquella situación en la cual, la tasa natural de desempleo tiende a recoger los efectos del cambio de la tasa de desempleo efectiva. Esto es, si por un efecto de shock la economía empieza a registrar una alta tasa de desempleo en un periodo prolongado, al desaparecer la causa traumática, la tasa natural de desempleo no vuelve a su valor anterior. Hay además de lo explicado anteriormente, otros argumentos que respaldan el hecho de que períodos prolongados de alto desempleo tienden a hacer subir la tasa natural; el más relevante y que a nuestro juicio tiene total vigencia en la realidad peruana, es el que se refiere a que los desempleados en un proceso de larga duración, no pueden mantener ni actualizar su formación profesional y por tanto

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sus habilidades se deterioran, siéndoles más difícil reinsertarse en el proceso productivo. Sí al hecho anterior, adicionamos, que la "compra de renuncias " muy en boga en nuestros días, tanto en el sector privado como en el sector público funciona de manera preferente para los empleados que ya tienen un número "suficiente años de servicio" y por tanto, es probable que su edad cronológica bordee los 40 años, bastante difícil será su reincorporación, por tanto sólo por esta nueva razón, la reserva de desempleados en el país seguirá creciendo o en el mejor de los casos, será bastante difícil tratar de disminuir la tasa natural de desempleo en el país. En términos simples, podemos condensar en una sola implicancia las ideas anteriores: la estanflación que el Perú soportó al final de la década de los 80 y la forma como se buscó ajustar la economía al ingreso de la década de los 90, configuró todas las condiciones necesarias para que la economía peruana al ingresar al próximo siglo registre una tasa natural de desempleo suficientemente alta, situación que obligará a los responsables de política económica a realizar profundos cambios estructurales, que busquen asegurar los innegables resultados que el proceso de estabilización ya ha conseguido. 4. Conclusiones y Recomendaciones La constatación de que la economía peruana registra un desempleo persistente y creciente, expresado a través de una alta tasa natural de desempleo, obliga a orientar la política de lucha contra el desempleo en el país, en un plan coordinado de acciones que busque reducir fundamentalmente el desempleo friccional y estructural. Las medidas de ese plan, en lo que se refieren al combate del desempleo friccional deberán constituir acción directa sobre el mercado de

trabajo, esto es, un conjunto de medidas que en lo posible busque reducir las rigideces del mercado y facilitar la movilidad funcional y geográfica del trabajador. Caben en esta orientación las siguientes medidas:

I) mejoras en el servicio de información respecto al mercado de trabajo, II) abaratamiento de los costos de trabajo, en especial la reducción de impuestos creados para financiar una seguridad social de inciertos o dudosos beneficios para el trabajador,

III) flexibilización del mercado de trabajo, en un marco cuya finalidad sea buscar un eficiente funcionamiento del mercado laboral. En lo que corresponde a la lucha contra el desempleo estructural, son obligatorias las implementaciones inmediata de un grupo de medidas cuya finalidad sea corregir la disparidad, el desajuste de las cualidades profesionales, y el deterioro de las habilidades de los desempleados. Son propias en este campo:

I) acciones de reciclaje a los actualmente desempleados, II) fomento de contratación en régimen de aprendizaje y formación para trabajadores jóvenes, III) implementación de programas permanentes de adiestramiento laboral y fundamentalmente,

IV) acciones que busquen mejorar la compatibilización del sistema educativo en su relación al sistema productivo; en una realidad caracterizada por el proceso de globalización y el continuo y rápido cambio tecnológico, la formación educacional necesariamente se obliga a un cambio radical en sus métodos y contenidos.

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Mención a parte merecen en la lucha contra el desempleo estructural, todas aquellas acciones que busquen eliminar las restricciones que impiden la creación de nuevas empresas, o la consolidación de las pequeñas, ya que son ellas las que pueden absorber a los miles de desempleados. La promoción de la micro empresa orientada hacia la exportación y de manera general hacia la producción eficiente debe dejar de ser un ofrecimiento electoral más y convertirse en un grupo de medidas de política activa a favor del empleo. De lo anterior, podemos deducir que la lucha contra el desempleo obliga a condensar un plan de acciones que privilegie los cambios estructurales en la economía y que deje de lado las acciones de política macro-económica expansivas, tales como la expansión inorgánica del gasto fiscal cuyos resultados, - todos lo sabemos- no sólo, no resuelve, sino agrava y perenniza el problema del desempleo. Finalmente, para asegurar el éxito de todas las reformas estructurales es necesario mantener y asegurar la estabilidad macroeconómica hasta ahora conseguida, porque sólo en esas condiciones el proceso productivo retomará su crecimiento sostenido, y las oportu-nidades de empleo y creación de nuevos puestos de trabajo también fluirán en la misma dirección.

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INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA E INFORMÁTICA - INEI, Perú: Estimaciones y Proyecciones de la Población Económicamente Activa -1970 - 2015. Lima, Perú. INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA E INFORMÁTICA-INEI, Perú: Comportamiento del Empleo Urbano 1995 -1996. Lima, Perú. INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA E INFORMÁTICA - INEI, Perú: Perú en cifras Indicadores Económicos.http://www.inei.gob.pe CENTRO DE ASESORÍA LABORAL - CEDAL Actualidad Económica Estadístico Especial Nº 11 1950 - 1987.Lima, Perú. SACHS D. JEFFREY & LARRAÍN FELIPE MACROECONOMÍA. En la economía Glo-bal Prentice Hall 1994. GORDON ROBERT J MACROECONOMÍA EDITORIAL CECSA México 1996. PRESENCIA: Gobierno y Sector Privado deben mejorar empleo Entrevista al Señor Ministro de Trabajo y Promoción Social, Jorge González Izquierdo: Revista Presencia Enero 98. Lima, Perú, Páginas 50 al 52 LOS 7 PECADOS DEL MODELO ECONÓMICO. Comentario de M. Zileri al trabajo del economista Efraín González de Olarte Economía Política del Ajuste Estructural en el Perú, 1990 - 1997: Posibilidades y Limitaciones Revista Caretas /1998/501. Lima, Perú.

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La empresa es un fenómeno social moderno. No tiene más de 150 años de existencia. Lo que les diga se fundamenta en mi trabajo profesional, el cual me ha permitido un conocimiento cercano de más de 2,500 empresarios, de los mejores del Perú; les pongo a ellos de testigos, ausentes por cierto, pero con quienes me une una gran amistad, de modo que me siento doblemente obligado a transmitir mi experiencia de manera sincera.

La Responsabilidad Social de la empresa. Las Leyes de la organización*

Pablo Ferreiro de Babot Dr. Ingeniero Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid *Alocución dada en la Universidad de Piura en ocasión del evento Empresa y Sociedad (1991)

Sí es verdad que los empresarios a veces no saben explicar teóricamente su función, su trabajo, simplemente lo viven o lo sufren. Entiendo como responsabilidad social de la empresa su influencia sobre las personas involucradas en ella, desde los clientes más alejados hasta los proveedores más habituales, desde los trabajadores hasta los ejecutivos. Por ello, lo que nos podríamos preguntar es:

Entiendo como responsabilidad social de la empresa su influencia sobre las personas involucradas en ella, desde los clientes más alejados hasta los proveedores más habituales,

desde los trabajadores hasta los ejecutivos.

A veces se dice que los empresarios no piensan y en cierto sentido es así, porque si lo pensaran no se meterían a sacar adelante una organización, que no es poca cosa. Las cosas grandes no se piensan, ocurre así con el matrimonio, los hijos, la vocación, la empresa.

¿Qué tan coherente es la acción empresarial con los elementos internos -las personas-, para poder asegurar su continuidad, su supervivencia? La primera responsabilidad del empresario es serlo y serlo de tal manera que lo pueda seguir

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siendo. Ello sólo es posible si se respeta el estatuto de la persona humana. Esto no lo sabe el empresario, lo único que sabe es que cuando no la respeta le resulta carísimo seguir operando o tiene que recurrir a una protección, a un mercado cautivo o a unos procedimientos poco limpios, que no son estables, que no son permanentes ni baratos, y que son fácilmente desbordados en el momento en que se abren las fronteras y ac-cede la competencia. Esta experiencia que voy a narrarles la considero como una prueba de que la teoría

Esta "practicidad" les ha dado un perfil de ejecutivos fríos, insensibles. Sin embargo, no lo son. Se suele decir también que los empresarios son egoístas, pero la realidad es que son activistas. No se puede decir que no trabajen, que sean flojos, si fuera así se hubieran buscado otra profesión. 1. Profes iona l idad o ca l idad objet iva Algunas personas participan con su trabajo, con el aporte de su tiempo y de su esfuerzo más o menos inteligente; cuanto más creativo, hábil e imaginativo resulte en el objetivo de sacar adelante una empresa, ese aporte será

cuanto más creativo, hábil e imaginativo resulte en el objetivo de sacar adelante una empresa, ese aporte será más eficiente, cuanto más cargado esté de conocimiento, de inteligencia, cuanto menos

mecánico sea.

de la organización que voy a exponer es correcta y por el lado conceptual su prueba cruzada es la Doctrina Social de la Iglesia que es la que es asume la mejor defensa de la persona humana. De las concepciones que conozco, la Doctrina Social de la Iglesia es la que me parece más apta para transmitir a los empresarios su responsabilidad social y para ayudarlos a seguir haciendo empresa que es su primera obligación. Los empresarios, han desarrollado con admi-rable eficacia su capacidad de acción, a través de un proceso mental que no es secuencial, es casi angélico (femenino podríamos decir), es como una intuición de lo que hay que hacer, es como una visión inmediata de la situación, con todas sus consecuencias, es casi una visión fotográfica de la realidad profunda, y todo ello desarrollado a presión, a muy alto precio porque si yerra paga, y si se demora pierde.

más eficiente, cuanto más cargado esté de conocimiento, de inteligencia, cuanto menos mecánico sea. Este trabajo se mide en primera instancia por resultados que expresan con suficiente aproximación, de manera inmediata la calidad del esfuerzo. La empresa es experta en calificar cada vez con mayor objetividad la contribución de cada persona en el producto colectivo y en asignar en términos comparativos la recompensa que a cada uno le corresponde. El diario sometimiento a la acción externa de con-trol lleva consigo ordinariamente que los hombres aprendan a distinguir entre sus deseos y las realidades que obtienen, desarrollándose la objetividad, cosa bien útil especialmente a edades tempranas. La objetividad es una de las partes de la virtud de la prudencia que enseña a decidir bien, y el empresario es experto en decisiones.

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Se ejercita la disciplina de cumplir un horario con unas funciones específicas. Los trabajadores aprenden a distinguir entre un trabajo bien hecho y otro que no lo es. La competencia es un instrumento eficacísimo, pero no el único evidentemente; la competencia es un modo baratísimo y extraordinario para definir un buen trabajo. La competencia a la que está sometida la empresa de manera cada vez más global, lleva a sobrepasar los requisitos, las formalidades técnicas, para adentrarse en las necesidades del destinatario, abocándose a solucionar los problemas del cliente. El empresario descubre lo que es la persona, inicialmente, como consumidor, porque éste es su medio. El proceso de formación y desarrollo que sigue un trabajador en una empresa no es lineal, sino artificioso como la misma vida. En la empresa se puede ver cómo el directivo, el mando medio, el capataz adiestra al trabajador

otros requerimientos que demandan tiempo a una misma persona. La empresa no es que sea real, es que es la realidad misma. La vida de cada uno de nosotros es competitiva, estamos aquí dejando otras opciones que tenemos. Esta vida forma parte del trabajador. Nos encontramos con un aprendizaje personal que es imputable a la vida en la empresa y que si está bien dirigido resulta un beneficio a la vez que estabiliza y profundiza la relación profesional. La gente se encuentra a gusto en los lugares que aprende. Una organización que no cuida de la profesionalidad de sus trabajadores deviene en mediocre y por lo tanto maltrata su aporte social siendo sobrepasada por otros que optimizan el servicio se puede observar que la calidad del aprendizaje profesional se evalúa en el mercado, donde prevalece lo mejor, a largo plazo.

Una organización que no cuida de la profesionalidad de sus trabajadores deviene en mediocre y por lo tanto maltrata su aporte social siendo sobrepasada por otros que optimizan el

servicio.

porque ha descubierto que si no lo hace no hay calidad y si no hay calidad no hay aceptación, hay rechazo y si hay rechazo hay pérdida, merma, y por lo tanto se sale del mercado si no se corrige.

La empresa enseña a trabajar bien a sus componentes, de lo contrario desaparece arrollada por la competencia. La empresa enseña a trabajar bien y de prisa, lo cual no significa precipitadamente sino darle a cada cosa el tiempo que requiere y hacerlo de manera que sea compatible con

Es importante que la creatividad se ponga al servicio de las personas, no por bondadosidad (o generosidad espontánea) sino por voluntad de servicio. Esto se afirma en la Centessimus Annus, pero no partimos de ella para demostrar nuestras teorías; lo interesante es observar cómo los principios cristianos de una serie de profesores les llevan a pensar la manera de ayudar a los empresarios a desarrollar mejor su trabajo y luego comprobar que coinciden plenamente con los presupuestos de la Doctrina Social Cristiana.

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Como toda empresa debe procurar y asegurar en la medida de lo posible su permanencia en el mercado, la profesionalización de sus trabajadores se configura como su primera responsabilidad social. Es muy conveniente para la salud social que los productores puedan demostrar que añaden diferencialmente "algo" al consumidor, para ser objeto de su preferencia y ello repetidamente, puesto que al poner de manifiesto su éxito otros acudirán a ofrecer lo mismo. Concurrirán mayores capitales de inversión, por lo tanto su margen de ganancias será pequeño, tendrá que dividirse entre muchos, con lo cual tendrá que ser original; tendrá que desarrollar una habilidad distinta en sus operarios, de lo contrario ofrecerá lo mismo pero más caro y resultará inviable. Por lo tanto, lo primero: desarrollar la profesionalidad, no sólo trabajar sino enseñar a trabajar bien, a competir (adquirir competencia o capacidad distintiva). 2. La intencional idad Es sabido que la intención de las personas (no qué hacen sino qué quieren) representa una peculiaridad del ser humano; la más importante, por cierto, pero el obrar humano no sólo es inteligente sino que además es intencional: se puede hacer una tarea para cobrar un precio, o para adquirir prestigio, o para ayudar a alguien. Eso no aparece externamente, de inmediato, pero es sobre todo la intención la que mejora a la persona. La empresa debe desarrollar la buena intencionalidad, la intencionalidad de servicio. Además de trabajar hay que trabajar bien y también hay que hacerlo por buenos motivos, por los mejores motivos. El trabajo de un miembro de la empresa se puede ordenar con tres criterios: 1° cuánto rinde 2° cuánto más quiere rendir,

3° cuánto quiere hacerlo para un receptor de ese servicio que no soy yo, sino un consumidor externo al que tengo que satisfacer, realmente. En el 3° caso el hombre es medido por su capacidad de amar. La mejor definición, la definición más profunda del amor es la voluntad de servir. Me refiero al amor efectivo, no al amor afectivo. El afecto viene después y son los sentimientos. La relación entre calidad de los productos que ofrece la empresa y la motivación de los trabajadores ha sido demostrada por el profesor Pérez López en su teoría de la organización. En una primera aproximación podría parecer que el aporte de una empresa a los consumidores son productos sin más "esterilizados", es decir, ajenos a cualquier connotación subjetiva. Pero lo que hace posible y rentable la continuidad de esa prestación es la buena voluntad de los trabajadores, la cual no puede ser objeto de compensación económica porque proviene de otras instancias del obrar humano. No se puede pagar el servicio. El servicio intencional es un afecto, una amistad, un deseo de ayudar y eso sólo se puede restablecer con otra ayuda. Eso el empresario lo sabe, es lo que le lleva a decir a su personal: "yo te ayudo para que tú ayudes a tus clientes". Esto es obvio, el trabajador puede decir: "¿Por qué tengo yo que servir a otros? si a mí no me sirven. Si quieres que sirva, enséñame a servir, es decir, sírveme". Todos distinguimos entre un bien de consumo económico sin más y la voluntad de adaptarse a nuestra necesidad. Pues bien, el talento de propiciar el interés por el cliente es lo que se denomina liderazgo. Liderazgo no es una capacidad de gesticular, no es una especie de mística que no se tiene, es la capacidad de servir.

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Un mudo puede ser un perfecto líder y un manco un director de orquesta. ¡Cómo aprenderán los que tocan a mirar sus ojos! Estoy llevando las cosas al extremo pero es para destacar su esencia. La empresa puede pulsar o no este resorte que la persona tiene dentro: la intencionalidad que le lleva a aportar algo adicional a lo debido en estricta justicia por el pago de un bien. Los procesos mediante los cuales se ponen en marcha esas capacidades forman parte del arte de dirigir. Esto lo saben los buenos directivos y los malos lo admiran y lo intentan remedar,

Hay que hacer notar que esa calidad humana no es subproducto del actuar de la empresa sino su principal aporte social y por lo tanto, su mayor responsabilidad. Pienso que la responsabilidad de la empresa es lo que hace con sus trabajadores, qué per-sonal saca todos los días a la vida social. Eso no es objeto de medida, ni de estudio, eso es un hecho social. Lo reconocen los ejecutivos. 3. Desarrollo de la personalidad Quedan atrás los "Tiempos modernos", en que el hombre era caricaturizado como una pieza

Si se acepta como presupuesto mínimo la igualdad esencial de todos los hombres, lo cual es obvio, es fácil concluir que es

preciso ponerse en el lugar de los demás para poderlos calificar de manera justa.

con retórica o técnicas psicologistas que no comprometen. Liderazgo es ser capaz de cumplir "tu hora por mi hora, tu tiempo por mí tiempo, tu esfuerzo por el mío, tu vida por la mía". Es más, los trabajadores no pueden dejar sus sentimientos a la puerta de su trabajo; su afecto o desafecto surge espontáneamente sin posibilidad de ser reprimido y se manifestará en la facilidad con que se resuelven los problemas propios de toda organización o en la obstrucción más o menos sistemática de los procedimientos con la excusa de su imperfección: "Hecha la ley hecha la trampa", es decir, cualquier sistema formal es burlable. La empresa no tiene más remedio, por lo tanto, que involucrar a sus componentes siguiendo las "leyes de la organización" con lo cual no dudará en ser competitiva a la vez que es cauce de desarrollo de sus componentes.

del engranaje industrial. La persona no es una pieza del engranaje, fungible, reemplazable por las funciones de mantenimiento. Hoy día se reconoce la importancia de que el trabajador imprima su sello personal a la obra que realiza y eso no es una estrategia para que la gente esté contenta sino que es el modo que tiene para aportar lo diferencial, algo propio, personal. El problema consiste en hallar el modo en que ese aporte personal sea homogéneo con el de los demás trabajadores y a la vez con el propio talante que la empresa desea transmitir con sus productos y servicios. Lo que se denomina en la literatura corriente filosofía o cultura de la empresa. Esto no es cuestión de modas pasajeras o el estilo propio de unos cuantos ejecutivos influyentes, ello es el resultado del avance de las ciencias de Administración de Empresas. Los modelos o paradigmas que hasta ahora se han usado muchas veces de manera inconsciente han resultado estrechos o

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reductores de la realidad, poco profundos, incapaces de expresar con propiedad la conducta humana. Si se acepta como presupuesto mínimo la igualdad esencial de todos los hombres, lo cual es obvio, es fácil concluir que es preciso ponerse en el lugar de los demás para poderlos calificar de manera justa. Lo único con lo cual es comparable una per-sona es otra persona, pero nunca intercambiable sin consecuencias puesto que toda persona es por definición irrepetible. Por lo tanto sólo las teorías que dejan intacta la noción de persona sirven para orientar la acción. El hombre no puede ser medio sino fin. La Doctrina Social de la Iglesia lo ha dicho claramente y el empresario se admira y dice: ¿Cómo hacer que el hombre no sea medio sino fin si yo le pago, le hago hacer cosas, lo uso? Es fácil aceptar esa expresión de que el hombre no es medio sino fin, es más complicado tratar de aplicarlo en la práctica. Ocurre una cosa felizmente y es que cuando uno intenta usar a los demás se tropieza con uno mismo, pues la primera conclusión, si es verdad que todos los hombres son iguales, es que cuando una persona utiliza a otra se degrada a sí misma. Y puesto que maximizar los beneficios a largo plazo es la función propia de la empresa como órgano especializado del cuerpo social resulta de ahí su responsabilidad en el cultivo de la personalidad del trabajador. 4. Escuela de felicidad El cuarto aporte o fin de la empresa es ser escuela de felicidad. Esto parece más propio de la estética que de una organización empresarial. Pero si se observa detenidamente no es más que un corolario de lo antes dicho. Cuando tratamos de la intencionalidad humana

acudimos a la clave de su personalidad, si la persona se abre amorosamente a unas realidades personales se capacita para ser feliz y de hecho ya lo comienza a ser durante el aprendizaje.

Esto es un hallazgo de la Filosofía Antigua, ese reconocimiento de la concepción de la virtud en el perfeccionamiento de la persona humana como modo de mejorar la propia naturaleza, como modo de desarrollarla.

Ser mejor más útil y más feliz; son tres modos de enfocar la realidad, pero que en algún momento se juntan, son sinónimos aunque en el tiempo se den de forma separada. Estas tres características se dan simultánea y crecientemente si se respeta la naturaleza de la persona humana.

El desarrollo de la naturaleza humana y el crecimiento de virtudes son sinónimos. Las virtudes en lo manual son las destrezas, en lo intelectual son las virtudes intelectuales, el hábito de ciencia, de los primeros principios, etc., y las virtudes morales, la prudencia, la justicia, la fortaleza.

No es superfluo por lo tanto en una organización investigar el ambiente, el clima de las relaciones entre las personas y deducir de ahí su nivel de eficacia y de utilidad so-cial. Así hacemos nosotros los consultores. En mi vida profesional habré hecho unas 2,500 entrevistas y a menudo suelo preguntar qué piensa la gente de su propio trabajo, de su relación con los demás, qué piensan los colegas y los clientes. Y eso se demuestra que está conectado con el nivel de eficacia económica y de utilidad social pues hay una correlación directa, estrecha, que el empresario intuyó hace tiempo. Es imprescindible que la gente lo pase bien en la empresa, que se divierta, que goce y se recree en el esfuerzo de trabajar bien. Obviamente no será siempre placentero el trabajar diario, pero se hará con gusto cuando se entienda que es el precio del libre servir.

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En la empresa los hombres aprenden a "valorar los valores valiosos", no es una redundancia porque se trata de valorar los verdaderos valores no los que están de moda, no los que se publicitan, sino los reales.

Capacitarse para valorar objetivamente, educar la propia axiología, descubrirla, es el mejor resultado de un trabajo de alta escuela.

Aprender a saborear lo bueno es un derecho tan fundamental como el derecho a alimentarse, y eso puede lograrse o no en una empresa. La diferencia de que lo logre o no está en el coste adicional que la empresa tendrá que asumir para conseguir que las personas hagan algo que consideren que les daña además de no resultarles atractivo. No es necesario motivar para aquello que las personas quieren hacer espontáneamente; que no es hacer lo que les nazca sino lo que les gusta hacer por su profesionalidad, por su bien hacer, es su orgullo. Precisamente la virtud es el afinamiento de la naturaleza real de cada persona para que brote de una manera fluida su bien obrar, éste es fruto de la virtud adquirida con esfuerzo. Es por lo tanto, responsabilidad de la empresa proponerse objetivos y políticas, metas y procedimientos amables, es decir, susceptibles de ser amados, tanto en su vertiente objetiva como subjetiva. Es dificilísimo y carísimo lo malo, la chapuza, la impuntualidad, las cosas a medio hacer. Cuando se proyectan los sistemas formales buscando el bien obrar se propician la eficacia y también la eficiencia y la atractividad.

5. Evidenciar la interdependencia El autoconocimiento, el conocerse a sí mismo, y la automejora que pueden desencadenarse entre los trabajadores de una empresa

precisamente en ese escenario -a través de la empresa- me parecen que configuran el prin-cipal resultado aunque no haya sido conscientemente buscado, una parte de esa mejora es el sentido de solidaridad que aprenden los trabajadores. El empresario lo dice: "la empresa es una familia, la empresa es de ustedes". Pero eso se aprende, no es un "slogan", no se queda en rutina. No son frases las que mueven a los trabajadores, sino conductas, vivencias y no una sino miles. Una parte de esa automejora es el sentido de solidaridad, fruto de la vivencia de que las personas son interdependientes, que todos nos necesitamos. No sólo nos requerimos unos a otros. Esto lo saben bien los trabajadores de una empresa porque los productos pasan a través de procesos secuenciales y por lo tanto saben cómo unos influyen en otros; por lo tanto propician la colaboración, la ayuda, el pensar en lo que va a ocurrirles a los demás si uno frena, si no transmite. Esto es inmediatamente descubierto, es un proceso de aprendizaje personal. La empresa proporciona un ámbito privilegiado de interrelaciones, muy apto para que ocurra este fenómeno. En una empresa no hay competencia entre sí lo cual no ocurre en otras instituciones. Esto lo comentaba yo con un rector de una universidad que no es la nuestra por supuesto. Le decía que por ejemplo, en la universidad europea las calificaciones se dan competitivamente. En la empresa, en cambio, están todos a favor de un producto, no hay competencia entre sí, lo que hay es trabajo solidario. Esto es diferente en otra actividad, aún cuando se exija trabajar en equipo como en el fútbol. Aquí se trata de productividad, cuyo éxito está estrechamente relacionado con el grado de unidad que logre en sus componentes. La identificación tan buscada por los empresarios es eso: que sientan la empresa como propia, que sea como un organismo físico

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que reaccione frente a un estímulo por lejano o distante que esté, debido a que es una unidad. Las expresiones de esta unidad son calificables de acuerdo con la profundidad del vínculo y de lo que se vincula, que son de la misma índole. La vinculación puede ser por intereses materiales, profesionales o humanos. Si se trata de un conjunto de personas que se vinculan por intereses puramente económicos el vínculo será poco estable, la rotación será frecuente y por lo tanto las pérdidas encarecerán el producto. Toda

sobrevivirá a muchas turbulencias que el entorno -cada vez más global- le depare. Entonces tendremos una empresa que será exitosa de forma duradera por sus servicios y no a pesar de ellos. Los hombres en estas instituciones aprenden a ayudarse, a servir..., a estimarse. Los hombres aprenden a ampliar su punto de vista sobrepasando su propia persona, su área o su departamento, hasta llegar a los receptores, a la sociedad. Lograr esta calidad de personas es responsabilidad de la empresa que obtiene

Lograr esta calidad de personas es responsabilidad de la empresa que obtiene al conseguirlo a través de tal proceso de aprendizaje, óptimas cuotas de beneficios económicos o al menos mejores que

los de su competencia.

pérdida entraña un costo, por lo tanto, se tiene que sobrepasar los límites del propio interés, aunque no sea sólo por eso desde luego. Si los vínculos sobrepasan los límites crematísticos, cuantitativos, entonces la permanencia es mayor. Si la gente colabora, está a gusto, se compromete, entonces hay más permanencia, la gente rota menos. Por último, si las personas de una empresa permanecen unidas por necesitarse unas a otras y si lo hacen para en conjunto poder ofrecer un mejor servicio, entonces obtendremos una organización sólida que

al conseguirlo a través de tal proceso de aprendizaje, óptimas cuotas de beneficios económicos o al menos mejores que los de su competencia. Esto sucede cuando se da la suficiente transparencia o fluidez en el mercado. He señalado hasta aquí lo que podríamos denominar misión interna de la empresa, qué hace la empresa con su entorno interno, qué hace con su gente. Lo que suceda en su vertiente externa o misión externa dependerá de la misión interna de manera irremediable.

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Para empezar, podemos partir desde una observación preliminar y es el reto que está invocado en el mismo trabajo en cuanto tal, y es que por ser una actividad que congrega muchas facultades propiamente humanas, invoca la puesta en ejercicio de aquellas facultades humanas. El trabajo humano posee algo que pertenece al ejercicio de toda facultad humana, que por ser una capacidad lleva en sí misma la exigencia de desarrollarse, de su puesta en práctica, y es lo que hace posible la

caso del trabajo más duro, y mientras la fatiga no nos vence, sentimos la satisfacción del poder, propio de la potencia de más energías vivas y activas.

De acuerdo con esto, la realidad del trabajo podría ser la misma en todos los países y en todos los continentes.

Desde sus inicios el trabajo concreta la unión de todos los hombres en una actividad que tiene el mismo significado y el mismo origen.

En este sentido podríamos decir que en la diversidad y en la universalidad de sus formas el trabajo humano une a los hombres,

porque todo hombre busca en el trabajo la realización de su humanidad, el perfeccionamiento de esa exigencia que posee en

virtud de su misma naturaleza humana.

satisfacción que todo hombre experimenta al realizarlo, por el hecho de sentirse a sí mismo como un ser provisto de unas energías, unas capacidades y fuerzas con las que logra superar obstáculos. Esto es advertido por Antonio Millán Puelles cuando afirma que aún en el

Para el ser humano el trabajo se impone como una necesidad, un deber, una tarea. Por esto es que para cada uno y para todos, el trabajo se presenta como un medio de mantener la vida, la vida de familia y sus valores fundamentales, y a partir de ello se vislumbra

El Trabajo Humano: Naturaleza e implicancias Edistio Cámere de la Torre Ugarte Lic. en Psicología y en Ciencias de la Educación, por la Universidad Garcilaso de la Vega y la Universidad de Piura

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en el trabajo humano la senda que conduce al progreso y a la esperanza.

En este sentido podríamos decir que en la diversidad y en la universalidad de sus formas el trabajo humano une a los hombres, porque todo hombre busca en el trabajo la realización de su humanidad, el perfeccionamiento de esa exigencia que posee en virtud de su misma naturaleza humana.

1 . Definición El trabajo, sea intelectual, manual o técnico, se define como una acción humana continua y metódica, que consiste en producir "algo". Ahora bien, ese resultado es tanto externo como interno, ya que el ser humano es un "perfeccionador perfectible" es decir que en el proceso de perfeccionamiento del mundo está llamado a perfeccionarse él mismo, a partir de sus propias facultades humanas. De esta manera el perfeccionamiento que proporciona lo es respecto del universo, como de la sociedad, como del propio sujeto.

Para Oliveros Otero el trabajo humano "es un proceso de actividad esforzada, y en muchos casos fatigosa, mediante la cual el hombre domina la tierra, es decir, descubre, perfecciona y usa oportunamente los recursos que la tierra encierra en sí, para su propia realización personal, que implica la prestación de un mejor servicio a la sociedad, especialmente a los seres humanos que son destinatarios (directos o indirectos) de ese servicio". En esta definición se advierte, además de la exigencia de perfeccionamiento, algunos elementos que comentaremos brevemente:

1.1-Acción humana personal: Si el trabajo es una actividad propia del hombre, se debe a que es acto de la persona. Es una actividad propia, porque uno trabaja

con la totalidad de su ser, y por tanto aporta entregando lo mejor de sí en el trabajo.

Trabajo humano, lo mismo que acto humano, es algo que conlleva ser realizado con libertad y, por consiguiente, con responsabilidad per-sonal. Porque la libertad es la característica fundamental de la persona.

El trabajo, como acto de la persona, es una actividad transformadora realizada, de modo personal, por seres humanos. Es una actividad humana -con cierta dosis de originalidad, de iniciativa, de inteligencia, de creatividad- y su resultado o producto, ya sea material o inmaterial, es la modificación, la aportación, de algo. Para que sea realmente un aporte, el trabajo humano tiene que ser un trabajo bien acabado, con competencia técnica, con perfección humana y con espíritu de servicio.

1 .2 -Es un proceso: El trabajo humano no está constituido por acciones aisladas o esporádicas. Supone un proyecto y su realización: planear, ejecutar y evaluar; y, por tanto, exige pensar, no es una acción irreflexiva o impensada; no es simplemente un conjunto de actos mecánicos o rutinarios.

1.3-Actividad esforzada: El trabajo es acción esforzada. Puede resultar más o menos gratificante, pero en todo caso requiere de un esfuerzo humano. Sin esfuerzo es muy dudoso hablar propiamente de trabajo.

1.4-Dominio y perfeccionamiento: El hombre se erige por el trabajo en un continuador y perfeccionador del ordenamiento del mundo. El ser humano lleva inherente a su esencia, la exhortación de someter y custodiar el mundo físico. Ambas tareas se

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complementan. Por un lado, domina y subordina la naturaleza, principalmente conociéndola, y luego transformándola.

El hombre perfecciona la materia -mediante la utilización de su inteligencia- ya sea, modificándola, mejorándola o comple-mentándola. A través de estas operaciones el hombre confiere a la materia un valor

1.6-Servicio Social: "Para servir, servir". Es decir, para que el trabajo humano sea un servicio ha de ser no cualquier servicio, sino el mejor, y ha de concretarse en destinatarios próximos o lejanos, conocidos o desconocidos, agradecidos o indiferentes, con efecto multiplicador o sin él. Ciertamente esto requiere en quien

Si todos los hombres son medios entre sí es que todos, a la vez, son igualmente fines. Por eso, un hombre que no contribuya al bien común cometería un grave perjuicio

moral contra sí mismo y una clara ofensa a la justicia so- cial, que obliga a cada uno a hacer lo necesario para el

bien de todos.

agregado que lleva su propia huella. Por otra parte, custodia y vigila que el universo no sufra violencia y se utilice de acuerdo al fin que en sí mismo encierra, es decir, se trata de que no exista un divorcio entre el orden natural establecido y el resultante o efecto de la acción del hombre.

1.5-Realización personal: Las cualidades personales, en el continuo contacto con el trabajo se perfeccionan, y por efecto de ese desarrollo, perfeccionan el trabajo, estableciéndose de este modo, un principio de íntima reciprocidad. Por esto es que el trabajo es un acto de la persona que ha de servir para mejorar personalmente a quien lo realiza, a la vez que ayuda a mejorar a otras personas y se mejora el propio trabajo.

Si el trabajo no le sirve al ser humano para el perfeccionamiento de su "vocación de per-sona", si el trabajo no se mide, sobre todo, con el "metro de la dignidad humana", no se puede hablar, en sentido estricto, de trabajo humano, porque estaría ausente la finalidad de mejora. Ello reclama también, en quien trabaja, aptitud y actitud de mejora.

trabaja, sensibilidad respecto a las necesidades básicas de los destinatarios de su actividad profesional y, cierto desapego respecto a las reacciones humanas - aplauso, indiferencia, gratitud o fría exigencia- de esos destinatarios.

2. El deber y el derecho de tra-bajar El trabajo es objeto de deber y derecho. ¿Por qué se habla del trabajo como una necesidad moral (deber) de todo ser humano? La primera respuesta es la que apela a la idea de justicia. Es cierto que la especie humana podría subsistir sin que trabajen todos los hombres útiles; pero es injusto que quien pueda trabajar se abstenga de ello en la medida en que está negando el aporte que se espera de él, vive parasitariamente, a costa del trabajo de otros hombres. La justicia exige que quien reciba un servicio o beneficio está en la obligación de corresponder a los demás con su aportación.

La sociedad o convivencia esta basada en la necesidad de que los hombres se ayuden

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mutuamente. Por tanto, toda persona humana está llamada a ser un cierto medio para el bien de los demás.

Si todos los hombres son medios entre sí es que todos, a la vez, son igualmente fines. Por eso, un hombre que no contribuya al bien común cometería un grave perjuicio moral contra sí mismo y una clara ofensa a la justicia social, que obliga a cada uno a hacer lo necesario para el bien de todos.

La forma de contribuir al bien común (al bien de todos) es, sin duda, el trabajo. De ahí que todo hombre esté sujeto inexcusablemente al deber de trabajar, aunque disponga de medios suficientes para poder vivir atendiendo de un modo decoroso a sus necesidades y a las de su familia, sin necesidad de trabajar.

forma normal de contribuir a ese bien es con el trabajo. Si hay el deber natural de aportar al bien común, también existe el derecho natural correspondiente.

Normalmente, el modo de hacer esa aportación es el trabajo, luego existe para todos el derecho natural de trabajar, en la medida que el mismo bien común requiera ese trabajo.

c. La dignidad de la persona humana que le da al hombre el deber de proveer por sí misma, cuando ello es posible, a su mantenimiento, y la de cargar con sus obligaciones familiares. 3. La realización personal: Hemos visto cómo el hombre "informa" el trabajo con su peculiaridad y singularidad y como, a través de él, por el principio de

Al instalarse, es evidente que "lleva consigo" su propia personalidad y sus cualidades, con las cuales fecunda la labor

y se obtiene un producto "personal" impregnado de sus características.

Asimismo, todo ser humano tiene derecho a trabajar. Independientemente de que el Estado lo establezca o ignore, el derecho a trabajar existe como algo enraizado en la naturaleza humana que exige perfeccionarse y las oportunidades para hacerlo. Sin embargo, este derecho natural no es absoluto sino "derivado", es decir, se fundamenta en otros derechos naturales anteriores a él y a los que, en consecuencia, debe subordinarse. Estos son:

a. El derecho que todo hombre tiene a procurarse lo que le es necesario para su vida y la de su familia. En la medida que el trabajo es un medio para ello, hay un derecho natural de trabajar.

b. El derecho que todo hombre tiene de contribuir personalmente al bien común. La

"íntima reciprocidad", perfecciona sus cualidades. Ahora bien, ¿es posible pensar en una evolución interior del hombre por acción del trabajo? El profesor López Ibor, en su libro la Aventura Intelectual, cita a Zutt, quien afirma que cuando un sujeto mira a un objeto en el espacio, su yo está más en el objeto mirado que dentro de su propio espacio corporal. La acción de mirar parece que rebasa los propios límites de su corporalidad.

Del mismo modo se puede afirmar que cuando una persona realiza un trabajo, su yo está más en la labor que en su propio espacio corporal. Entre el "operario" y su obra existe una distancia no vista ni medida en términos cuantitativos, sino cualitativos. En consecuencia, al iniciar la labor, su yo, de

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alguna manera, se traslada desde su espacio corporal y se aplica, se "instala" en la tarea.

Al instalarse, es evidente que "lleva consigo" su propia personalidad y sus cualidades, con las cuales fecunda la labor y se obtiene un producto "personal" impregnado de sus características.

Ese producto es reflejo de la personalidad del sujeto, lleva su "impronta" personal.

Sin embargo, toda personalidad describe una especie de línea sinuosa en cuanto a las características o exigencias específicas requeridas para tentar un trabajo bien terminado. El individuo mediante su área volitiva, asume las cualidades ausentes y tenderá a describir una línea estable.

El móvil para que la persona obre en tal sentido puede verse objetivamente, en tanto el trabajo -como resultado- funge de espejo en el cual se refleja de algún modo el sujeto, según la concepción, el sentido y el porqué del trabajo, que aquel tenga.

El ser humano es potencialmente apto para realizar cualquier tipo de trabajo. Con todo, las potencias se hacen tangibles en la medida que se compenetran, se adentran o se ejercitan en el trabajo.

La persona tiene múltiples posibilidades realizables conforme va madurando. Las potencias no se desarrollan "de una vez por todas" o de "golpe", sino que siguen una línea a progresiva ascendente.

Aquellas potencias que emergen individualizadas y específicas, animadas por la voluntad, constituyen la muestra más fehaciente de la evolución interna del hombre.

Esto es, las cualidades que para expresarse requieren de una decisión deliberada, libre y responsable del sujeto, señalan el inicio de su realización personal. Con dicho término

se alude a la sucesión de movimientos ascendentes -elegidos libremente- que culminan con el acercamiento entre "lo que uno es y lo que debe ser". Es decir, a la configuración que conscientemente uno hace de su vida.

Siendo el hombre un ser de múltiples posibilidades, instaladas en varios ámbitos o estratos, se infiere que la realización personal plena es el resultado de movimientos ascendentes, perfeccionadores, en los diferentes ámbitos que acompañan al ser humano.

Por eso, se puede afirmar que el trabajo representa en "todo el ser humano" una vía de realización personal, que no excluye las otras, sino que se complementan. 4. Trascendencia social: Según el conocido psiquiatra vienés, Viktor Frankl, uno de los principales postulados de la realización personal es la "autotras-cendencia", el salir de uno mismo.

El quehacer, al ser informado por la naturaleza humana se "antropoformiza" - si cabe la expresión-, se conforma por las características esenciales del individuo, y se dirige a un destinatario en calidad de aporte personal.

Si bien es cierto que la naturaleza humana propende a la realización personal, también es verdad que ésta se da plena cuando el sujeto pone al servicio del "otro" su ser en constante crecimiento.

De manera que el trabajo favorece la autotrascendencia, más aún, lo hace desde su propio arranque, en cuanto el trabajo humano posee una "intencionalidad", una "dirección",

De acuerdo con J. B. Torelló, "el trabajo o es un servicio o es una esclavitud; y es tan sólo el espíritu el que detecta y realiza este

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sentido de servicio" en cuanto se labora "para otros", no en sentido de sujeción, sino en tanto "redunda" o "sirve". Su producto final es un servicio, ya que el trabajo tiene la propiedad de ser-usado-y-ser-útil-para-otros.

Es decir, la función misma de laborar impide el matiz egoísta en forma radical. Aún cuando subjetivamente se trabajara con fines egoístas, el trabajo objetivamente está al "servicio-de". Por esto, lo más pertinente es que el sujeto asuma voluntariamente una actitud de servicio, mejorándose él mismo a través de esa actividad, actuando libre y generosamente.

Si aceptamos que el trabajo permite la autotrascendencia, podemos detenernos un poco más en cómo ocurre aquello. Según Frankl, "el trabajo representa, en particular, el espacio en que la peculiaridad del individuo se enlaza con la comunidad, cobrando con ello su sentido y su valor". Es en el en-lace, en esa donación personal, donde se fundamenta la trascendencia del trabajo.

El hombre, merced a su labor, no se limita a su espacio vital sino que "llega" (se-hace-presente) hasta donde alcanza su trabajo. Este hecho manifiesta la responsabilidad que recae sobre cada "homo faber", que entonces no es meramente "faber" sino que es "sapiens". Esto ocurre básicamente en dos aspectos:

a. Mediante el trabajo uno se esfuerza inteligentemente para perfeccionar el mundo imprimiendo al universo y al destino social la huella de su propio carácter (compromiso con la comunidad)

b. Se contribuye a la superación y desarrollo del "otro" (compromiso individual). En ambos compromisos es el hombre que "se-da", se pone al "servicio-de". De esta manera, el trabajo -parte de mi ser- se fusiona con el "otro" en una relación personal, aún cuando el trabajo éste presente materialmente y en ese momento

distante de "mi". De este modo se podría decir que el trabajo es el medio a través del cual mi -ser-así-y-no-de-otro-modo (pecu-liaridad y singularidad) se inserta en una con-junción armoniosa, en la dinámica social, coadyuvando a la instauración del bien co-mún.

En esta tarea fundamental somos irremplazables e insustituibles, pues la peculiaridad, el estilo propio que fundamenta la manera de ser de cada uno, deja una impronta personal en el destino social, distinta, pero de igual relevancia que la del "otro". Así pues, con nuestra libertad podemos abrir o cerrar determinadas líneas temporales.

Con ello se entiende que, en la medida que nos perfeccionamos a través del trabajo, y lo perfeccionamos a él, en esa misma medida mi ser contribuye racionalmente al cumplimiento de instaurar el bien común; propiciando, de paso, la evolución de la(s) persona(s).

Cometido que se logra realizando un trabajo bien hecho, que es a la vez un claro indicio de mi desarrollo interno y de la asunción libre de los compromisos con la comunidad y los integrantes de la misma.

Es indudable, entonces, que el trabajo representa, la posibilidad de salir-fuera-de-si trascendiéndonos. Dicha posibilidad será más auténtica cuanto más sea éste comprendido. Con esto se alude al cómo-se-hace y al-por qué se-hace. Esto sólo es posible en la medida en que se tienen en cuenta esas dos dimensiones del trabajo humano: el trabajo objetivo y el trabajo subjetivo, a lo cual se refiere especialmente de manera muy profunda S. S. Juan Pablo II, en su carta encíclica "Laborens Excersens". Por esto, lo importante no es tanto la profesión que se ejerce, sino el modo cómo se la ejerce.

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Es de nosotros mismos, y no de la profesión concreta en cuanto tal, de quien depende que se haga valer en nuestro trabajo ese algo personal y específico que da un carácter único e insustituible a nuestra existencia y, con ello, sentido a la vida. De acuerdo con lo que hemos expuesto podemos afirmar que, en definitiva, el trabajo

Si atendemos a que el trabajo conlleva una vocación específica podemos empezar por recordar lo que esto supone.

Al respecto, sostiene Honorio Delgado que la vocación es "en términos generales, una correspondencia armoniosa entre las disposiciones del sujeto y las exigencias de aquella objetivación social que se llama:

La vocación es una "llamada a" El trabajo es una llamada, inscrita en las raíces ontogenéticas de la especie humana para cumplir un

rol o misión específica en el ordenamiento de la naturaleza.

en sí mismo contiene dos aspectos importantes entrelazados intrínsecamente: a) el aspecto personal y b) el aspecto social. El primero alude al perfeccionamiento subjetivo y desarrollo individual. El segundo, al desarrollo de los demás y de la sociedad que se propicia con el trabajo objetivo. Si se han presentado los dos aspectos por separado ha sido para facilitar el análisis, por razones que podrían denominarse didácticas.

5. El trabajo como vocación A la luz del concepto de trabajo se engloba toda una gama de actividades específicas (profesiones intelectuales o técnicas, relativas a las ciencias o a las letras, etc.). Para que una persona elija una de la inmensa variedad de actividades, son necesarias varias condiciones, para empezar es menester que sienta atracción o que le guste.

El atractivo proviene de la conjunción de varios factores, tanto personales como de la propia actividad. Sin embargo, involucra una elección, una decisión que descansa en facultades humanas superiores. Por tal razón, la elección no es inconsciente sino que obedece a la naturaleza consciente que es capaz de pensar y darse cuenta de las implicancias de su decisión.

profesión. Entre las disposiciones se distinguen dos aspectos: la aptitud o conjunto de aptitudes y la afición o actitud vocacional propiamente dicha. Las aptitudes tienen tres planos: el físico, anímico y el moral". Por otra parte, el término vocación tiene también otro significado, un tanto más general, si se quiere. Ateniéndonos a la acepción etimológica tenemos que tal término proviene del vocablo latino "vocare" que significa: llamar.

La vocación es una "llamada a". El trabajo es una llamada, inscrita en las raíces ontogenéticas de la especie humana para cumplir un rol o misión específica en el ordenamiento de la naturaleza.

Desde un planteamiento cristiano tenemos que el trabajo es una llamada que es un mandato a perfeccionar el mundo, perfeccionándonos a nosotros mismos.

Esta misión específica resuelve, en la parte que le corresponde, el "para qué está el ser humano puesto aquí", uno de los interrogantes existenciales que acosan al hombre; y que según lo que hemos expuesto la respuesta podría ser que estamos aquí en gran medida para ser unos seres personales que son perfeccionado resperfectibles, perfec-

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cionadores son hacia fuera y perfectibles hacia dentro del propio sujeto. Así pues, el trabajo, asumido con sus reales consecuencias, representa una actitud vital. Es actitud porque en el trabajo no sólo se trasunta la mera capacidad, sino que a ésta acompañan componentes de toda la personalidad del hombre, lo cual evidencia, un compromiso vital del ser humano -a través del trabajo-consigo mismo, con el mundo social y el mundo físico. En este sentido podríamos decir que somos, en cierto modo, compromisiarios para trabajar -en lo que deseamos- en un vasto y pródigo campo que es la naturaleza; con el objeto de desentrañar lo que ella oculta, devolviendo al Creador una filigrana del mundo que Él nos dejó en bruto con el propósito de que seamos nosotros los que libre y generosamente asumiéramos dicha tarea, ofreciéndosela amorosamente junto con todo nuestro ser.

6. Hacia un trabajo bien hecho Desde esta perspectiva se puede concluir que el trabajo humano debe empezar por ser un trabajo bien hecho. En todas las profesiones o actividades es cada cual más o menos aventajado, a condición del mayor o menor conocimiento de los objetivos que trata o maneja, pero ese conocimiento debe mejorarse cada vez más, se tiene que notar la competencia profesional, por lo cual debe ser un trabajo muy cuidado, bien acabado, hasta en los pequeños detalles, ha de abrazar también los pormenores de la ejecución, constituidos normalmente por cosas pequeñas, que tienen sus leyes y sus verdades, de las que no se puede prescindir, si se quiere lograr el objetivo.

De ahí que el ser humano tenga que estar continuamente aprendiendo en su labor. Por ejemplo, ¿Quién será mejor comerciante? Tenemos que empezar por reconocer que el mejor comerciante es aquel que mejor conozca

los géneros de su tráfico; los medios más ventajosos para transportarlos sin deterioro, con presteza y económicamente; los mercados más económicos para venderlos con celeridad y ganancia. Es decir, aquel que posea más verdades sobre los objetos del comercio, el que conozca más a fondo la realidad de las cosas en que se ocupa, ese será el mejor comerciante.

Para el logro de esa meta es necesario tener y cultivar la ilusión profesional, que es el motor que lleva a compenetrarse cada vez más con lo importante y colateral de la actividad en que uno se desempeña. En la medida en que conozca a profundidad las técnicas y las reglas de juego de su trabajo, podrá aventurarse por el camino de la innovación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS − BALMES, Jaime. “El Criterio". Ed. Bouret, París, 1907 -DELGADO, Honorio. "La formación espiritual del individuo" Imp. Sta. María, Lima, 1960 Diccionario de Filosofía Abreviado Ed. Sudamericana. Buenos Aires. 1974. -FRANKL, Viktor. "Psicoanálisis y Existen-cialismo" Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1967 − ITSMO, Revista del pensamiento actual. " El hombre y la sociedad" México, 1976 − LOPEZ IBOR, J. J. "La aventura del trabajo intelectual" -MAY, Rollo. "Psicología Existencial" Ed. Piados, Buenos Aires, 1963. -MILLAN, Antonio. "Persona humana y justi-cia social" Ed. Rialp, Madrid. 1973. − OTERO, Oliveros. "Educación para el tra-bajo" EUNSA, Pamplona, 1985. − S.S. JUAN PABLO II. "Laborem Excercens" y Discurso en la sede de la Organización Internacional para el Trabajo. -TORELLO, Juan. "Psicología Abierta" Ed. Rialp, Madrid, 1976.

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karla

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Aspectos axiológicos de la creación del empleo (Creatividad y colaboración)

Carlos Llano Cifuentes Fundador y Presidente del Instituto

Panamericano de Empresas IPADE - MÉXICO

Desde el punto de vista social y antropológico el efecto del desempleo es más profundo que el que se produce en el ámbito de la mera economía, porque la sociedad contemporánea ha subsumido -aunque por motivos erróneos que no vamos a discutir aquí- la personalidad del individuo en sus quehaceres laborales y en sus consumos materiales. En este marco, el empleo, el hacer-de-algo, no es sólo un modo de subsistencia, o un camino de propia superación, sino una manera de estar en el mundo y de ser algo en él; es el origen del convencimiento de que aportamos algo. La falta de empleo es equivalente hoy, así, a la falta de sentido de la vida, cuando la vida se ha reducido a un módulo funcional.1 Aunque la postura rabiosamente thatcherista (publicar por magnavoz la lista de trabajadores-

despedidos cada día),2 ha sido dulcificada de muchas maneras, no por ello las soluciones al problema del desempleo siguen desacertadamente planteándose en un ámbito preponderantemente económico. Aunque miope, desde esta óptica, los remedios al desempleo se pueden dividir en tres grandes grupos: a) En primer lugar, para muchos, la solución

parece esbozarse por el camino de las reducciones del horario de trabajo. Quizá el paradigma podría encontrarse en la decisión anunciada en Ginebra en mayo de 1994 por la Volkswagen, adoptando el proyecto de semana de cuatro días laborales para evitar un despido masivo de obreros.

En la misma línea, otros prefieren reducir el salario de los trabajadores, haciéndolo de manera más elevada en los niveles altos;3 anticipo de vacaciones, descansos sin sueldos; descansos de año sabático; suspensión del décimo tercer mes; trabajos a tiempo parcial; reorganización de préstamos inmobiliarios; programación del trabajo según la demanda;4 o incluso paso del trabajador permanente a trabajador temporal.5

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b) La segunda variante, vigente hasta hace

poco, es de cuño más bien socialista y cubre los costos sociales durante algún tiempo, apelando a los subsidios, proporcionando estatal o municipalmente trabajos inútiles o al menos no directamente productivos.

Esta solución es más compasiva —si lo es— que inteligente. Ya se sabe que este tipo de apoyo oficial, aunque a veces irremediable, crea individuos ineficaces, como los que hoy sufren de ineficacia en los países del Este. El Estado no es omnipotente, y no puede mantener la seguridad social, aunque la prometa, si los individuos no rinden. Una seguridad no respaldada por el rendimiento es, valga la paradoja, una seguridad insegura.6

c) En tercer lugar, Camdessus7 nos dice que

entre las autoridades estatales hay muy pocas controversias respecto de las medidas que deban adoptarse para reducir el desempleo estructural —esto es, el desempleo generado por las condiciones políticas y macroeconómicas—, y todas ellas se dirigen, como es de esperarse del Fondo Monetario Internacional, en la línea de una mayor liberalización por parte del Estado: flexibilizar los salarios, disminuir los impuestos al fruto del trabajo, reducir las regulaciones que desincentivan el empleo, disposiciones del desempleo menos generosas, que reactivan el para muchos consectario deseo de no trabajar, etc.

Afín a esta última, aunque no idéntica, algunos han encontrado que la diferencia económica entre los países asiáticos y los latinoamericanos se debe al éxito en la continuidad política de los países del sudeste de Asia, y un consecuente marco económico estable; la orientación al mercado internacional; menor intervencionismo estatal, y éste para alentar el mercado y no para controlarlo; inversión productiva de los créditos; equilibrio de los presupuestos estatales, etc.8

El Estado ha debido transformarse, como lo estamos viendo en muchos países, de propietario, excluyente y paternalista, en alentador, promotor y solidario.9 El propio Fondo Monetario menciona la estimulación por parte del Estado de la búsqueda del empleo, los incentivos y las oportunidades para aumentar la capacitación, lo que significa más recursos para incrementar la educación, formación y adiestramiento.10 El empleo el hacer –de- algo, no es sólo un modo de subsistencia, o un camino de propia superación, sino una manera de estar en el mundo y de ser algo de él; es el origen del convencimiento de que aportamos algo. Sin embargo, lo preocupante es que, según el mismo Fondo Monetario Internacional, “aunque se apliquen las medidas macro-económicas adecuadas, se prevé que el desempleo mantendrá su elevado nivel en muchos países“.11 La recuperación económica no reduciría por sí sola el desempleo, pero, además —y esto es lo importante—, “la recuperación económica puede verse frenada por el desempleo persistente”. ¿Cómo, pues, conservar los empleos que ya hemos creado? y ¿cómo generar —ahora, en 1999, y en plena recesión- los empleos que nos faltan, cuando estamos continuamente refiriéndonos a los que nos sobran? No cabe duda que el Fondo Monetario Internacional ve el problema con ojos de economista. Y tienen razón en sus aseveraciones prospectivas, pero la creación de trabajo no es un problema principalmente económico. Los graves problemas sociales no suelen tener ni su causa ni su solución en la economía. Sí, en cambio, y éste será el punto de vista del presente trabajo, en deficiencias estrictamente

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profesionales (más que técnicas), que a su vez se asientan, como veremos, sobre fallas éticas, de temple, ánimo, modo de ser y hasta —me atrevería a decir— coraje. Se ve, entonces con claridad que no podemos esperar mucho del Gobierno, y que el problema del empleo ha quedado, queramos o no, en nuestras manos. En efecto, lo que no se puede —no se debe— esperar de los Estados, de los Gobiernos, es que suministren a los ciudadanos ganas de emprender, sentido de riesgo, imaginación y laboriosidad. Existen 33 millones de desempleados en el conjunto de los países industrializados. En la Comunidad Económica Europea el índice de desocupación en 1997 era del 10.5%, con variaciones muy notables; desde el 8.2% en Gran Bretaña hasta el 8.8% en Alemania Occidental, pasando por Francia con el 12.4%; y desde el 12.1% en Italia hasta el 22.9% en España.12 Asimismo, Latinoamérica oscilaba en 1997 entre el 15% de Trinidad y Tobago, República Dominicana, Argentina, por un lado, y el 3.7 de México, por el otro.13 Pero estas Los graves problemas sociales no suelen tener ni su causa ni su solución en la economía. Sí, en cambio, y este será el punto de vista del presente trabajo, en deficiencias estrictamente profesionales (más que técnicas), que a su vez se asientan, como veremos, sobre fallas éticas, de temple, ánimo, modo de ser y hasta – me atrevería a decir – coraje.

cifras no representan una realidad homogénea dentro de los países, sea por zona o por horas de trabajo. En México, a pesar del bajo desempleo comparativo que manifiesta, el 25% aproximadamente no labora una jornada completa de trabajo14 y en 1996 su economía informal constituía el 60.2. %. Por su parte, el porcentaje de la economía informal del Paraguay supone un 67.9%, mientras que la de Perú un 57.9%.15 Pero se nos asegura también que en Perú el 87% de la población económicamente activa no se encuentra adecuadamente empleada.16 Estas cifras contrastan con el 4.9% en Estados Unidos y el 3.4% en Japón en 1997.17 Aventuramos por ello ahora las hipótesis de que en Estados Unidos el desempleo no es tan agudo por el espíritu emprendedor y asumidor de riesgos propios de su cultura; y en Japón, de modo tal vez paradójico, por su arraigado carácter asociativo. Empresas pequeñas Asquit y Weston18 sostienen audazmente que en Estados Unidos de 1980 a 1993 la ocupación ha crecido en 20 millones de puestos, más que el incremento de la población. Esto se debe, según ellos, a las pequeñas empresas de servicios que compensan los trabajos cancelados en las grandes organizaciones productoras de bienes. Para ellos, el futuro resulta aún más promisorio, pues las perspectivas de crecimiento por sectores son más altas en las actividades industriales realizadas por empresas pequeñas: la flexibilidad y rapidez en los cambios de los procesos es una ventaja sobre las operaciones de gran escala.19 Afín a esta idea, Dennis, Philips y Starr20 aseguran que durante los últimos 25 años el

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negocio pequeño ha sido el principal productor neto de empleos en Estados Unidos. Existe, pues, una relación poderosa y obvia entre las tasas de crecimiento neto de empleo y el tamaño pequeño de las empresas, al punto que el éxito de Estados Unidos parece estar relacionado con la alta incidencia de apertura de negocios. Es decir, la creación de empleos es paralela a la creación de empresas. La OECD (1994) señala, por su lado, la importancia de las aperturas de las nuevas empresas para la creación de empleos en el contexto internacional. Y la investigación que han realizado Reynolds y Storey confirma este hecho, insinuando que la experiencia estadounidense no es única: se da también en Europa. Según Eurostat, las empresas con más de diez empleados y menos de 100 cubren el 37% de los empleos en España21. Para irnos más lejos, en Hong Kong la riqueza surge de una multitud de pequeños negocios. A fines de 1980, sólo 1,500 empresas empleaban a más de 100 personas, mientras que 3,000 tenían menos de 50 empleados.22 Sin embargo, la correspondencia entre el tamaño de la empresa y la creación del empleo por nosotros destacada no ha podido ser suscrita pacíficamente. En efecto, se ha mencionado con razón que la vida de las empresas pequeñas es más breve que la de las grandes. Pero también ha de decirse que un sistema competitivo, con capacidad de adaptación, parece requerir un alto grado de volatividad: aperturas y cierres, empleos creados y empleos cancelados.23 Hay también quienes piensan que la empresa grande ofrece mejores oportunidades para la adquisición de determinadas destrezas, y seguridad y durabilidad del empleo.24 Por otra

parte, la exaltación de la empresa pequeña puede propiciar -aunque, por nuestra parte, no única ni necesariamente- la economía informal o sumergida, que constituye muchas veces un desempleo “disfrazado” en el subempleo.25 Esto puede ser penoso, según se mire: personalmente prefiero una fecundidad desordenada a un orden estéril. Las empresas informales —llamémoslas de este modo— producen distorsiones en los mercados ortodoxos de trabajo formal, e impiden una demanda seria de trabajadores por parte de las empresas modernas.26 Pero, aun así, aun en los casos más rudimentarios, hay ya una chispa de empresa que está ausente en la rutina de los subsidios de desempleo. Por otra parte, la exaltación de la empresa pequeña puede propiciar –aunque, por nuestra parte, no única ni necesariamente – la economía informal o sumergida, que constituye muchas veces un desempleo “disfrazado” en el subempleo”25. esto puede ser penoso, según me mire: personalmente prefiero una fecundidad desordenada a un orden estéril. La tesis que nosotros queremos presentar es que la discusión acerca de los valores y disvalores de la empresa grande y pequeña, carece de importancia por dos razones: La primera, porque es imposible ahora delimitar el tamaño de una empresa. Las empresas están surgiendo como redes de profesionales que luchan contra las diferencias de horarios por las distintas zonas del tiempo27 y como núcleos asociados que se comple-mentan entre sí. Las empresas grandes

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transfieren actividades a las pequeñas, ya sea determinadas prestaciones, ya sea determinados contratos.28 Las empresas red se descentralizan a tal grado que no sabemos a ciencia cierta si estamos hablando de varias empresas asociadas o de una empresa descentralizada. La segunda razón por la que la disputa sobre el peso para el empleo en la empresa grande o en la pequeña no me parece de relevancia, es aún más importante. No se trata de creación de puestos de trabajo: el fin de la empresa es la creación de valor agregado o generación de riqueza. Y este aporte creativo ha de darse tanto en la pequeña como en la empresa grande. Trabajar por su cuenta El aporte creativo no reside, en última y verdadera instancia, en la organización, y menos en su tamaño, sino en el individuo. El auge económico no surge de las empresas grandes o pequeñas, sino que “brota desde el fondo de la sociedad”29, esto es, del individuo. En cuanto creadora de riqueza, la persona humana ha de considerarse siempre como “trabajando por su cuenta”. Pero con esta expresión no hemos de referirnos per se a la empresa pequeña. Es verdad que las personas que trabajan por su cuenta propia en áreas no relacionadas con la industria (que está en declive) aumentaron en Estados Unidos en un 50% de 1975 a 1990: 9 millones de trabajadores;30 y que en los próximos quince años aumentará en un 20%, llegando a 11 millones.31 Pero igualmente es verdad que el trabajador se encuentra laborando por su cuenta y riesgo, como decimos en castellano, en las grandes corporaciones. Este hecho —que cada uno trabaja ahora por su cuenta y riesgo— ha constituido en este lustro una auténtica aunque silenciosa revolución social, que podría describirse

simplemente de la siguiente manera: la primera capacidad creadora del hombre es la de crearse su propio empleo. Esto nos dice claramente que la frontera del auto-empleo y del hetero-empleo ha sido abatida en aras de la practicidad. El problema, bien definido, no es el de crear empleos sino el de suscitar capacidades a fin de que la persona sea apta para dar más de lo que recibe, producir más de lo que gasta, y ponerlo en condiciones de que se ejerzan esas capacidades.

La tesis fundamental de Simón puede resumirse de este modo: que los recursos no son finitos en ningún sentido económico significativo, por que el hombre, el último recurso, puede hacer infinitos los recursos aparentemente finitos. La importante obra de Julian Simon, El último recurso (1987), puede leerse como la demostración fundamentada de que el hombre es susceptible de un comportamiento histórico multiplicador ilimitado de sus recursos. Cualquier persona, en circunstancias normales, ha de ser apto para contribuir al bienestar de los demás.32 El punto de arranque de esta decisiva afirmación es la capacidad del espíritu humano para impulsar el desarrollo, que supone no sólo aprovechar los recursos sino multiplicarlos. La tesis fundamental de Simon puede resumirse de este modo: que los recursos no son finitos en ningún sentido económico significativo, porque el hombre, el último recurso, puede hacer infinitos los recursos aparentemente finitos. En esto consiste, pues, la verdadera privatización de la economía: en que cada uno esté en condiciones de generar su propio valor agregado; en el convencimiento de que

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todos los recursos efectivos dependen del trabajo humano.33 No desestimemos el auto-empleo, porque será la única forma de empleo en el futuro; y porque es en muchísimas personas el primer paso para estimular mayores proyectos de trabajo e inversión; exhorta a una productividad forzosa; señala un camino realista de superaciones variadas y heterogéneas; exige y reconoce las capacidades individuales de iniciativa, esfuerzo y perseverancia.34 Además, y no marginalmente, el autoempleo conlleva un denso contenido social porque cada uno ha de hacer, de la manera más personalizada, su propio aporte a la comunidad.35 Creación de riqueza Sea el empleo propio en el sentido más riguroso, sea el propio empleo dentro de una organización no propia, lo esencial es, en este momento, fomentar las ganas de crear primero el propio puesto de trabajo. Y antes, crearse en sí mismo la propia capacidad de crearse su propio puesto de trabajo. Como lo dice paradójica y casi brutalmente Miguel Janer, el desempleo no lo resolverán los empresarios sino los que no lo son. Esto no es sólo una afirmación empírica comprobable. Deriva del concepto mismo de creación de riqueza. Llamamos creativas a aquellas actividades humanas que llegan a mucho partiendo de muy poco. El hombre creador, no partiendo de nada, o casi nada, hace recaer el peso de su acción sobre sí, ya que tiene él que poner todo lo que falta, ya que sólo cuenta con él, ya que no posee otro recurso que ponerse a sí mismo. En cualquier caso, se puede tener capital sin ser creativo, y se puede crear sin tener capital. Hace nueve años, como preconizadora del futuro, surgió una campaña que incidió profundamente en la

mentalidad del pueblo: empléate a fondo —decía—, empléate tú mismo. Afirmamos antes que el Estado no es el factor principal para la creación de las empresas, y que esa tarea se encontraba en nuestras manos. Pero se encuentra en nuestras manos no ya como empresarios, sino como individuos. Hay una campaña por hacer respecto de nuestra propia persona: empléate a fondo. Empléate tú mismo. Si la generación de empleo es un problema de autocreación de trabajo, el desempleo será un problema de mediocridad, inercia o lo que en México llamamos gráficamente flojera. A la hora de proceder al recorte de personal de nuestros trabajadores —al llamado down sizing— tranquilizamos nuestra conciencia diciéndonos que muchos de ellos son perezosos: ¿no seremos nosotros los perezosos, al no plantearnos, con Simon, que toda persona es capaz de generar un desarrollo ilimitado? Gracias a Simon podremos superar la dialéctica económica del desarrollo ilimitado en planeta limitado. Se supera, porque la limitación del planeta es sólo física, geográfica o zoológica, pero no antropológica. Hay bienes mostrencos cuya utilidad y provecho están aún por descubrirse, y que el hombre irá descubriendo sin duda. La limitación de cavernas debe haber sido un agudísimo problema de vivienda para el hombre del cromagnon, hasta que supo hacer ladrillos con la tierra. Capacidad creativa Pero no solamente ha de acentuarse la capacidad creativa, sino al mismo tiempo la asociativa. Tomados por separado, estos valores aparentemente se excluyen mutuamente: el espíritu de iniciativa propia suele ser individualista; el espíritu de coherencia asociativa suele ser costumbrista y repetitivo. En efecto, en cuanto que la creación parte en exclusiva de la persona, suele considerarse

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como actividad individualista y personalista, lo cual de algún modo es verdadero. El genio creador suele ser solitario, como puede leerse profusamente en las más variadas literaturas. En la mexicana, Juan Rulfo nos dice en El desafío de la creación que el trabajo creativo es solitario, no puede concebirse una actividad creadora colectiva y es esa misma soledad la que lo lleva a uno “a crear o seguir creando”. Sin embargo, no hay empresa si se trabaja con las solas manos propias y con el solo dinero que se tiene en el bolsillo. Dijimos antes que este apremio para que cada uno trabaje por su cuenta y riesgo, es una auténtica revolución. Sin apetencias anarquistas, habrá que precisar afirmando que la primera revolución ha de hacerse, sin duda, dentro de sí mismo, pero, simultáneamente, dentro de la empresa. Para que cada persona trabaje en ella por su cuenta y riesgo y exista sin embargo empresa, han de buscarse nuevas formas de asociación y de vinculación; ha de cambiarse ese modo de hacer empresa derivada de lo que Paloma Suiles denominó “cultura empresarial machista”, en donde unos mandan y otros obedecen, sin siquiera tener derecho a preguntar la razón por la que deben hacerlo. Lo anterior puede verse como el desmoronamiento de un viejo orden o puede verse como un codazo vigorizador.36 Más que una revolución habremos de verla como una resurrección —para emplear la categoría sociológica de Octavio Paz—. No se trata de un cambio destructivo, sino del surgimiento de valores enterrados bajo una capa -gruesa capa- de funcionariado burocrático y mecánico. Son al menos dos los valores que requieren un resurgimiento: el espíritu creativo y el espíritu de asociación personal.

Serían en cierta manera las características del emprendedor según Howar Stevenson,37 que apuesta más a las personas que a las cosas. Y son, curiosamente, como ya decíamos, las que más resaltan de modo respectivo en los dos países cuyo nivel de desempleo es menor: Estado Unidos y Japón. El auto-empleo es más llamativo y obvio en las empresas pequeñas, pero es más necesario en las grandes, aplastadas por rutinas mastodónticas, faraónicas y sobrantes. En ellas ha de darse también esa agilidad de abrir y cerrar, crecer y achicarse, como si fuesen una macla de células vivas que trabajan en forma similar a las empresas pequeñas. Los llamados centros de utilidad o centros de responsabilidad son el primer brote de este rejuego en que se ha convertido el sostenimiento de la nueva empresa, la cual debe estar creando nuevos proyectos que mantengan su personal; o, para decirlo con más rigor, su personal ha de estar colocándose a sí mismo en nuevos proyectos para mantener a su empresa en vistas al mantenimiento de sí. La empresa que considere a su personal como un pasivo que debería redimir, se equipararía a aquélla que ignora lo que hacer con la masa monetaria libre de que dispone, y prefiere invertirla en renta fija: ambas han dejado de ser empresa. La empresa consiste precisamente en hacer rendir a las personas, en primer lugar, y en hacer rendir su capital, en segundo. Para ello debe adquirir e invertir el dinero, y conseguir y colocar a los hombres en condiciones tales que uno y otros rinda más de lo que cuestan. Hay un apalancamiento con el personal lo mismo que hay un apalancamiento financiero. Esta es la gran alternativa de la empresa actual: ¿hemos de retener en ella al individuo mediante el desarrollo de sus aptitudes

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asociativas, su espíritu de pertenencia y su indisoluble inserción o incidencia dentro de la empresa, haciéndolo que sea socio y no empleado? ¿o bien hemos de incitarlo a la creación de su propio empleo para que genere por sí mismo el trabajo que la empresa o, en general, la sociedad, ahora o en el futuro, no pueden darle? Un nuevo trato La empresa y el trabajador llevan a sus espaldas el fardo de mucho tiempo en el que la retribución buscaba ante todo la seguridad con olvido de la productividad. No puede identificarse sin más justicia social con seguridad social. Y ello por dos razones: porque la seguridad otorgada al vago es una injusticia que hace peligrar al que sí trabaja; y porque la seguridad desgajada del rendimiento es —como ya dijimos— una seguridad insegura.38 Todas las teorías sobre las relaciones industriales japonesas concuerdan en que éstas se basan en los tres siguientes rasgos:39

a) empleo de por vida. b) salario de antigüedad (sistema Nenko) c) sindicalismo de empresa cuyo carácter esencial es más cooperativo que conflictivo.

Lo que nadie sabe es cuántas de estas características podrán ser sostenidas en el Japón del futuro. Nosotros nos atrevemos a apostar sólo —por lo que luego se verá, y ya estamos viendo— a la tercera: el operario no sólo en el Japón sino en el mundo entero tendrá que ser más cooperador que competitivo. El binomio que concatenaba la lealtad con la seguridad se ha sustituido por el que une la confianza con la motivación. Las antiguas relaciones que intercambiaban la lealtad por la seguridad se encuentran “virtualmente muertas”40. A partir de hace pocos años no

hay ninguna empresa que pueda hacer implícitamente este contrato psicológico con sus integrantes: a cambio de tu lealtad, obediencia, sentido de inclusión, permanencia y pertenencia yo puedo asegurarte de por vida un trabajo en esta empresa. Lo que afirmamos a continuación no lo hemos visto escrito hasta ahora pero nos parece que debemos escribirlo por duro que parezca: ya no hay empresas para toda la vida, porque hoy hay empresas que tienen una vida mercantil más corta que la existencia biológica del individuo. Aunque esto parezca demasiado drástico, Bridges41 va mucho más lejos al afirmar que no solamente ha muerto el empleo vitalicio, sino que está a punto de fallecer el empleo fijo. Handy, por su parte, predice que para el año 2000, la mitad de la población trabajadora se desempeñará fuera de las organizaciones tradicionales.42 Los análisis hechos para explicar las causas del actual desempleo generalizado en muchos países nos llevan, en efecto, a una excesiva y desproporcionada seguridad en el empleo. El deseo de asegurar que no haya desempleo es paradójicamente lo que ha provocado que lo haya. La seguridad excesiva y desproporcionada es aquélla que no cuenta con el contrabalance de un trabajo suficientemente productivo. Las empresas que han ofrecido seguridad de por vida, se convirtieron en empresas improductivas, expulsadas del régimen internacional de competencia, y tuvieron a marchas forzadas que reducir al mínimo el personal con el que se habían comprometido. Los mismos trabajadores no desean una seguridad abstracta. Han visto cómo el deseo voraz de poder por parte de los sindicatos conseguía de la empresa una “tolerancia de la corporación hacia los trabajadores improductivos”.43 Sucede, por ejemplo, que el seguro de desempleo europeo se ha caracterizado —en

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donde hay mayor desempleo— por ser más generoso en comparación con el de Estados Unidos —en donde el desempleo es menor, en más de la mitad—, tanto en su duración potencial como en su cuantía,44 y la razón es lógica, pues un seguro alto y prolongado no incita a la búsqueda del empleo, y corre el riesgo de que atrofie al eventual trabajador, imposibilitándole a que lo siga siendo. El problema de la desocupación europea es, pues, precisamente el incremento sustancial de los desempleados de larga duración: la mitad de los desempleados europeos cae dentro de esta categoría, en tanto que en Estados Unidos sólo representan el 10 por ciento de los desempleados totales.45 Pero no basta decir que el viejo pacto paternalista seguridad—lealtad ha dejado de tener vigencia. Es necesario informar por qué tipo de relación será sustituido. La díada seguridad—lealtad puede sustituirse provechosamente, sin lamentaciones nostálgicas, por la confianza—involucración: no podemos prometerte un empleo seguro, pero tenemos confianza de que ambos, involucrados en la misma tarea, nos pondremos en condiciones de prestarnos mutuamente una seguridad de la que cada uno por su parte carece. En adelante compartiremos la responsabilidad para encontrar la forma de que nuestro trabajo generará valor agregado por encima de la competencia. La relación anterior —asalariado de por vida— tenía un punto central contradictorio: el asalariado como tal, no pertenecía en verdad a la empresa. Nuestras relaciones eran simplemente de compra venta: yo compraba con salario lo que tú vendías con trabajo. Pero el que te mantuvieras en la periferia de las actividades de la empresa, como un proveedor que me aporta su materia prima, quedaba suficientemente

compensado por una vinculación permanente, que ofrecía un sentido de pertenencia excluido por otra parte en la relación salarial. Ahora hay un enroque de los términos. No puedo ofrecerte una vinculación segura, pero te llamo a asociarte conmigo para que creemos la seguridad que no nos podemos prometer como requisito previo de nuestro contrato de trabajo. Aquí la sinceridad y la comunicación son esenciales. Allá no lo eran tanto: antes la seguridad se basaba en mi promesa y tu lealtad. Ahora la seguridad tiene como fundamento nuestra creatividad. Nuestro contrato de empleabilidad no tiene, ciertamente, la fuerza de un pacto mutuo que depende de nuestra voluntad, sino de un estado de cosas que depende de nuestra capacidad: de nuestra capacidad para satisfacer al cliente, vincularnos con nuestros colegas, potenciar a nuestros subordinados, hacer eficiente la operación, generar dividendos para los accionistas. No estamos de acuerdo con quienes dicen que una postura laboral de tal índole resulta excesivamente liberal e insolidaria. Y no estamos de acuerdo porque la primera nota de la solidaridad es el realismo. Los países de Europa del Este nos lo evidencian hoy claramente. No veamos esta situación sólo como negativa. La seguridad social no es el valor máximo de la ciudadanía. La sociedad tiene también la obligación de suscitar muchísimas personas que quieran tener en sus manos el control de su propio destino, y que puedan contar con agallas para hacerle frente a las dificultades imprevisibles.

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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 1 Aunque el presente estudio actualiza y precisa la situación del desempleo y la bibliografía correspondiente, las tesis centrales ya habían sido manejadas por nosotros en Llano, Carlos: La creación del empleo. Panorama. México. 1995.

2 KOCINSKI, ANNE: « Diez ideas para no despedir a un trabajador. En USEM. México, Julio – Agosto 1994. p. 16 ss.

3 KOCINSKI, ANNE: « Diez ideas.

4 KOCINSKI, ANNE: « Diez ideas.

5 VELÁSQUEZ ROMAR, FERNANDO: Empleo e informalidad. En Debate. Lima, julio, 1994

6 LLANO, CARLOS: Análisis de la acción directiva. Limusa. México, 1989.

7 CAMDESUS MICHEL: Discurso en la generalitát de Barcelona. En Fondo Monetario Internacional. 4/VII/94

8 FONDO MONETARIO INTERNACIONAL (FMI): Consolidar la recuperación de hoy para asegurar el crecimiento de mañana. 23/V/94.

9 CAMDESUS MICHEL: Discurso en la generalitát

10 HUGUES: Lesson in development: a comparative study of Asia and Latinoamérica. En International Center of Economic, Banco asiático de desarrollo. 1990

11 FMI; Consolidar la recuperación. 12World Employment Report 1998 – 99, Internacional Labour Office–Geneve, Emplo-yability in the Global economy, France, 1998, p. 10 y 226. Para un análisis comparativo con

otros años. Cfr. Velásquez Romar, F: Empleo e informalidad y Rapoport, Carla: Charles Handy sees the furure. En Fortune. Septiembre, 31, 1994. p 102 y ss.

13 World Employment Report 1998 – 99, p 21.

14 México Social 1996 – 1998, Banco Nacional de México, México, 1998, p 375.

15 WORLD EMPLOYMENT REPORT 1998 – 99, p 22

16 VELÁSQUEZ ROMAR, F: Empleo e informalidad 17 HAY AQUÍ MATICES: En el periodo de 1987 – 1997. Estados Unidos ha logrado reducir su desempleo de 6.2 a 4.9; Japón, debido a la crisis asiática, ha tenido un aumento en el mismo lapso de tiempo de 2.8 a 3.4, representando 1993 su índice más bajo, equivalente a 2.5% (World Employment Report 1998 – 99, P 10); Cfr. También Rapoport, Carla: Charles Handy.

18 ASQUIT Y WESTON: Small business, Growth Patterns and Jobs. En Business Econimics. Julio 1994. p 31 y ss. 19 ASQUIT Y WESTON: Small business. 20 DENNIS, PHILLIPPS Y STARR: Small business job creation: The findings and their critics. En Business Economics. Julio, 1994. 21 EUROFORUM: La internacionalización de las pequeñas y medianas empresas españolas. Instituto Universitario Euroforum Escorial. 1994. 22NOVAK, MICHAEL: ¿En verdad liberará?, Diana. México, 1998. 23 Reynolds y Mak: Business volatitlity and economic growth. En small Business Administration (SBA). 3067 – OA- 88- 28/V/90, p. 91 y ss.

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24 STEVEN, HALTIWANGER Y SCHUH: Small business and job creation: Dessecting the myth and reassessing the facts. En Business economics, Julio, 1994. p. 13 y ss. 25 VELÁSQUEZ ROMAR, F: Empleo e informalidad. 26 VELÁSQUEZ ROMAR, F: Empleo e informalidad. 27 NICHOLS MARTHA: Does New Age Business Have a Message for Managers?. En Harvard Business Review. Marzo – Abril, 1994. 28 CORIAT, BENJAMÍN: PENSAR AL REVÉS Trabajo y organización en la empresa japonesa. Siglo XXI. México, 1992, p 71. 29 NOVAK, MICHAEL: ¿En verdad liberará? P. 116. 30 ASQUIT WESTON: Small business. 31 ASQUIT WESTON: Small business 32 SIMON, JULIAN: El último recurso. Dossat. Madrid, 1987. the ultimate resource. Princeton university Press., Princeton, 1981. 33 ZURFLUH, ANSEL: ¿Superpoblación?, Rialp. Madrid, 1992.

34 SERVITJE, LORENZO: Empléate a fondo. Empléate tú mismo. En Consejo Nacional de la Publicidad. México, 1987. 35 SERVITJE, LORENZO: Empléate a fondo. 36 NICHOLS MARTHA: Does New Age Business Have a Masaje for Managers? 37 FONSECA ADRIÁN: Enseñando cosas que son ciertas. En IPADE. FHN – 56 México, 1985. cfr. March, John: Teeaching the right stuf. En Harvard Business Bulletin. Febrero, 1984 38 LLANO, CARLOS: Análisis de la acción directiva. Limusa. México, 1989, P. 17. 39 CORIAT, B: Pensar al revés, P. 68. 40 O’REILLY, BRIAN: The New Deal. What companies and employers owe one another. En Fortune, 13 de junio, 1994. 41 BRIDGES, WILLIAM: The end of the job. En Fortune, 13, Sept. 1994. 42 RAPOPORT, CARLA: Charles Handy. 43 O’REILLY, BRIAN: The New Deal. 44 PARICIO Y MARTINEZ S., 1994, P 129. 45 PARICIO Y MARTINEZ S., 1994, P 125.

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Aurelio Miro Quesada Sosa: MAESTRO DE PERUANIDAD

JUAN ZEGARRA RUSSO Dr. En Derecho por la Universidad

de San Marcos

Al recordar hoy, medio año después, la muerte de Aurelio Miró Quesada Sosa, la evocación retrocede medio siglo, hasta cuando, en los multicentenarios claustros de San Marcos, los pocos estudiantes de la Doctoral de Literatura de la Facultad de Letras conocimos a nuestro profesor de Historia de la Literatura castellana, Decano de esa Facultad y luego Rector de la vieja casona. Precedido de una reputación de peruanista y humanista ilustre, las tendencias mayoritariamente de moda entonces en el estudiantado miraban con cierta suspicacia los pergaminos académicos, periodísticos y familiares de este hombre sabio, todavía joven (había alcanzado poco tiempo atrás la cuarentena, donde, según algunos, empieza

apenas la vida), y ya había publicado las primeras ediciones de 'El Inca Garcilazo' y de 'Costa, Sierra y Montaña'. Estas obras capitales desmienten no sólo por sus títulos sino eminentemente también por su contenido la endeble imputación que contra Miró Quesada pretendieron lanzar quienes creían ver en él una actitud puramente hispanista con supuesta exclusión de nuestro legado indígena. Como he dicho ya, don Aurelio fue un peruanista auténtico, con un sentido profundo de integración de todos los componentes de la nacionalidad, que había aprendido de otros maestros de la generación precedente (entre ellos el Fundador del "Mercurio Peruano", Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco, incansable predicador de la Peruanidad como "Síntesis", José de la Riva Agüero y Osma, el inmenso autor de la Historia en el Perú" y de los "Paisajes Peruanos"), tachados, también sin sustentación alguna, de hispanistas, cuando fueron en realidad "mesticistas", o, para usar por tercera vez el término, peruanistas integrales, según atestiguan, también, los títulos y contenidos de sus principales obras.

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Como ambos, Miró Quesada podría haber hecho suya la feliz definición del Perú dada por don Jorge Basadre, por pocos años su mayor, como "una continuidad en el tiempo y una totalidad en el espacio". Ello, sin perjuicio de reconocer que en la continuidad histórica, como en la geográfica, hubo intrusiones, fisuras, quebrantamientos, fragmentaciones y recomposiciones coyunturales unas, duraderas otras, que, sin embargo, habrían de servir -como el cincel de un escultor invisible- para desbastar, pulir y modelar el rostro nunca definitivo y siempre perfectible, de un Perú engendrado, como diría Arguedas, por peruanos de todas las sangres. El decanato de Miró Quesada fue ejemplar, como hubieron de reconocer, a su tiempo, hasta sus más enconados opositores. Y en la cátedra, aun en una Facultad rebosante de talentos, destacó como el profesor más versado en su curso, o, en todo caso, como el que mejor transmitía su saber a sus discípulos, que en eso consiste precisamente ser maestro. Presidió con sobria imparcialidad, con eficacia, sobre una Facultad donde, además de brillar con luces propias sobresalientes doctores con ideologías divergentes, ardían con fuegos, acaso ajenos, estudiantes de banderías resueltamente conflictivas entre sí. No me tocó permanecer en San Marcos, bajo su rectorado iniciado en 1956, pero no dudo de que persistiera en su actitud de firme y sagaz serenidad, como la del timonel que en mitad de la borrasca sabe gobernar su nave hasta llevarla a puerto. Cuatro meses antes de su muerte, explicó por qué: Al recibir en el Salón de Grados de San Marcos el homenaje de esa Universidad por sus 34 años de recorrido por sus claustros, Miró Quesada hizo una declaración de amor a su alma mater: "Yo tengo y he tenido un amor entrañable a San Marcos" dijo. "A través de los años me he acostumbrado a meditar sobre San Marcos, a alegrarme o

sufrir con San Marcos..., con cariño vehemente y creciente y con una honesta y total lealtad. Me apasiona el lema de la universidad, y hasta puedo decir que me atraen materialmente los patios añosos y arbolados, las salas austeras, los corredores amplios o el Salón de Grados de la querida Facultad de Letras, ornamentado con las letanías y con su vieja tribuna enaltecida por el verbo patriótico de los prohombres de la emancipación".

Pedro Cateriano, en esa misma ocasión, señala: Aurelio Miró Quesada, cuando habla, es mesurado, sin grandes gestos; no levanta la voz, se expresa en un tono sereno y reflexivo, pero irradia una simpatía convincente, despierta la curiosidad y mantiene el suspenso. Siempre inspirado, encuentra la frase adecuada y el adjetivo preciso". Otros colaboradores de Miró Quesada en "El Comercio" han atestiguado cómo Don Aurelio solía abogar por tareas que "no tienen sentido contable ni rentable", y cómo practicó también en ese diario ese su espíritu moderado y moderador que podría corresponder a lo que en la Grecia clásica llamaban "sofrosyne". Según dice Werner Jaeger, la sofrosyne es "la temperancia y la moderación" (en el espíritu) "que corresponde a la salud" (en el cuerpo); y "en la puerta del templo (de Delfos) hallaba el que entraba en las palabras "conócete a tí mismo", la doctrina de la sofrosyne, la exhortación a no perder de vista los límites del hombre". Y añade que "Sócrates demuestra que con la verdadera soforsyne aparecen necesariamente todos los tipos de virtud, tales como la piedad, la valentía y la justicia", y que es "el prudente anciano Néstor, la personificación de la sofrosyne. Ha visto tres generaciones de mortales y habla, como desde un alto sitial, a los hombres airados del presente sobre sus agitaciones momentáneas". Eso fue en la Universidad, en el periodismo, en la cultura

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en suma, Aurelio Miró Quesada, desde mucho antes de su fecunda ancianidad. Presidente de la Academia Peruana de la Historia, Director de la Academia Peruana de la Lengua, su condición de acucioso historiador y fino hombre de letras y su vocación peruanista hacían inevitable su dilección por la figura de Garcilaso de la Vega (o Gómez Suárez de Figueroa), a quien reivindicó como "el primer peruano", y de quien dijo que "comprendió antes que nadie lo que era el Perú". Fue considerado "Príncipe de los Garcilasistas", pues además de las sucesivas ediciones de "El Inca Garcilaso", a lo largo de medio siglo, siempre se mantuvo -y nos mantuvo a sus lectores- al día de los nuevos descubrimientos -aparte de los propios: "más de mil notas eruditas", nos informa "El Comercio" sobre el sujeto predilecto de su vasta obra. "Me apasionaba -explicó- lo que el Inca decía de sí mismo, y me fui aproximando más a su persona... En la integración biológica de sí mismo, Garcilaso ha dejado en sus páginas, junto con su retrato preciso, la presentación del cuadro externo y de las esencias del Perú". Por eso, decía también que "Garcilaso constituye el signo de la integración en el Perú: integración en temas, integración en problemas, integración en posibilidad de soluciones". Así, otra vez, coincidía con su gran contemporáneo, Jorge Basadre, para quien el Perú era "problema y posibilidad", y era también "la promesa de la vida peruana". Más huellas del peruanismo de Miró Quesada se encuentran en otros personajes a los que dedicó su atención de humanista e investigador: Mariano Melgar,

por ejemplo, o Ricardo Palma, o César Vallejo, el desmesurado poeta, autor de la subversión más feliz de nuestro idioma y nuestras letras. De éste don Aurelio uno de los descubridores, y protector también en su iniciación periodística en Europa, de la que dan cuenta recientes trabajos de Jorge Puccinelli. Y en las páginas de "Costa, Sierra y Montaña", en el inventario del tesoro físico y humano de cada tierra del Perú, al mencionar a Piura aparece su tributo al más ilustre de los peruanos, Miguel Grau, de quien yo mismo, si se me permite la autocita, dije alguna vez: "...el luminosísimo Almirante Grau, cifra de virtud cívica y marcial, no gobernante sino víctima sacrificial hará una laica redención de nuestras culpas colectivas".

Y Piura está también en las conferencias que, en el 450 aniversario de su fundación hispánica, pronunció Don Aurelio sobre "Los farautas de la Conquista", y en su lección inaugural de 1969 en la Universidad de Piura sobre "Piura en las Tradiciones de Palma.

A la universidad de Piura quedó, definitivamente vinculado cuando ella asumió la publicación de "mercurio Peruano", a cuyo Consejo Editorial había pertenecido Aurelio Miró Quesada desde los tiempos de su refundador , Víctor Andrés Belaunde, y hasta el momento de su muerte. Su asiento vacío en tal Consejo, deja en los que quedan la nostalgia de su humanismo, su sabiduría, su cortesía, su moderación (salvo en su amor por el Perú, que no conocía límite) y su cortesía: su "sofrosyne", de griego antiguo, o mejor, su prudencia sapientísima de caballero cristiano.

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karla

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Dilemas Éticos de la Empresa Contemporánea México, Fondo de Cultura Económica, 1998 Carlos Llano Cifuentes

El Dr. Carlos Llano es Presidente y

Fundador del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE) y rector Fundador de la Universidad Panamericana de México. Es autor de una docena de libros referidos a la persona humana y a la actividad empresarial; en ellos se plasma su labor de 30 años en la formación y asesoramiento de más de 15, 000 directores generales de la empresa.

En este reciente libro, el autor se

enfrenta con los actuales dilemas éticos en el ámbito empresarial, fundamentándose en la antropología clásica que hace posible un esclarecimiento de la persona humana. De esta fuente saca los principios suficientes para iluminar la específica actividad empresarial. Con esto el autor logra evitar la confusión, desorientación o relativismo actual que acechan especialmente a quienes tienen entre sus manos la dirección, gestión y operaciones propias del trabajo dentro de una empresa.

En este libro, y con palabras del Dr. Llano, “El lector se halla ante un estudio sobre la ética de la empresa que parte de un concepto de la naturaleza del hombre,

por el convencimiento de que la ética misma parte de y desarrolla a la naturaleza humana”

Por tanto, el autor empieza

ocupándose del esclarecimiento de la persona humana, de la idea del hombre y ética, de las diversas ideas del hombre (materialismo, psicologismo, conductismo, hedonismo, etc.), así como también de la Ética de la empresa y ética individual.

También se trata el asunto de los fines en el trabajo empresarial, partiendo desde la generación del valor económico agregado. Finalmente, el autor acomete el asunto de la responsabilidad, la iniciativa privada, la responsabilidad consecuente, antecedente, congruente y trascendente.

A continuación trata sobre la dignidad humana, la empresa entendida como comunidad de personas, el carácter personal tanto de la dirección como de la operación en el trabajo dentro de una empresa, el aspecto personal del capital, las razones de la dig-

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nidad humana, como la capacidad de abstraer y de poseer realidades inmateriales, la capacidad de autorreflexión y de libertad, así como la capacidad de crecimiento irrestricto. El tercer y cuarto capítulo están dedicados a un estudio de los criterios y principios formales de moralidad, como son: buscar el bien (lo que perfecciona a la naturaleza humana), los fines no hacen justos a los medios, el papel de las virtudes, las consecuencias de la acción humana, el bien común en relación al bien privado, el bien es el bien (y no lo es menos porque sea ajeno: la justicia), la persona debe ser tratada siempre como fin y nunca como medio, etc.

Los siguientes temas tratados son los de los valores y virtudes respectivamente.

En especial se detiene en las virtudes fundamentales y en las virtudes del directivo en relación a sus funciones propias: las virtudes en el diagnóstico y en deci-

sión, así como las virtudes fundamentales en el mando.

A continuación se examina el tema de las motivaciones, sus aspectos morales, los tipos de motivaciones (extrínseca, intrínseca, y trascendente), así como las motivaciones conjuntivas y las disyuntivas.

También se trata el asunto de los fines en el trabajo empresarial, partiendo desde la generación del valor económico agregado. Finalmente, el autor acomete el asunto de la responsabilidad, la iniciativa privada, la responsabilidad consecuente, antecedente, congruente y trascendente.

Cabe resaltar que el estilo ágil y profundo a la vez que emplea el autor y que es fruto de la madurez de su pensamiento y su ratificación en la experiencia, es lo que hace asequible su lectura al tiempo que uno se hace con los principios y de la vida ética correspondiente a la vida empresarial.

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ANTROPOLOGÍA TRASCENDENTAL, I: la persona humana Pamplona, EUNSA, 1999 Leonardo Polo Barrena

El Profesor Leonardo Polo es uno de los filósofos más importantes actualmente. Conoce profundamente tanto a la filosofía aristotélico-tomista como a la filosofía moderna-especialmente a filósofos como Descartes, Kant, Heidegger y Hegel-, y considera que la Filosofía clásica es continuable por ser abierta y que la filosofía moderna es superable por la simetrización en la que incurre. Su profundo magisterio, que en él se hace vida, más allá de sus notables aportes a la filosofía, y se hace testimonio de una vida dedicada a la búsqueda, siempre esperanzada, de la verdad, a pesar de las dificultades que comporte el alcanzarla. A lo largo de sus casi 60 años dedicados a una vida filosófica muy fecunda, sus alumnos y discípulos han recogido gran parte de su pensamiento, de lo cual se han publicado unas dos docenas de libros –entre los que destacan: Curso de Teoría del Conocimiento, 5 volúmenes; El acceso al Ser, Evidencia y Realidad en Descartes, Hegel y el Posthegelianismo, Presente y Futuro del hombre, etc-, aunque quedan todavía bastantes transcripciones y manuscritos inéditos.

Este libro constituye, con palabras del propio autor, el vértice de su investigación filosófica. Su método –el abandono del límite mental– le ha llevado hasta ahí, haciendo posible superar la filosofía moderna a la vez que continuar a la filosofía clásica. Por ello, esta obra no sólo permite un esclarecimiento de quién es el hombre –lo cual es reclamado hoy con urgencia, desde muchas instancias humanas, ya que si uno no se aclara es muy desgraciado– sino que estamos asistiendo a uno de los aportes filosóficos más importantes en la vía de superar el entrampamiento en el que se encuentra la filosofía actualmente, con lo cual su lectura es de gran gozo para quien se acerca sin resabios o sin prejuicios de escuela. Según el Profesor Polo, el contenido del libro es “el desarrollo del carácter trascendental de la antropología. A mi modo de ver, la antropología no es una ontología regional ni un capítulo de la metafísica, porque trata del ser

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personal, el cual no se reduce al sentido del ser que estudia la metafísica”. (p11)

Por ello, comienza exponiendo un atento examen de los trascendentales tal como los trata la filosofía clásica, para desde ahí proponer su ampliación. La segunda parte del libro trata especialmente de la tercera dimensión del abandono del límite mental -dejando la cuarta dimensión para el segundo tomo-. Con la tercera dimensión del abandono del límite mental se llega a los trascendentales personales como son: la coexistencia personal, el intelecto personal, el amar y aceptar personales y la libertad personal. La ampliación trascendental la formula con tres tesis: la primera es el carácter distintivo de la antropología respecto de la metafísica –a lo cual se ha referido el autor en la cita anterior–; la segunda es la filosofía moderna como simetrización de la metafísica clásica. En esta tesis el autor después de examinar los planteamientos de la filosofía moderna, procede a su superación: “Aquí entiendo por superación dar razón de una inane identificación del sujeto humano con la objetividad pensada. Entender la identidad como nexo del sujeto con el objeto comporta, por un lado, que el objeto es construido y, por otro, que el sujeto se reconoce en él, esto es, que se recobra en el modo de volver a tener lugar como objeto. Esta unión de la identidad sólo se explica si la pretensión de sí mismo se eleva a postulado absoluto”. La superación del idealismo moderno conlleva una firme oposición a la desvirtuación de la libertad a la que conduce la pretensión de sí mismo.

A medida que la pretensión de sí avanza, la libertad va siendo sumergida en el pensamiento. El aprisionamiento de la libertad en la construcción de la identidad del sujeto con el objeto es una desviación filosófica que tiene lugar a expensas de la libertad. Por eso, superar la filosofía moderna es rescatar la libertad, y al hacerlo, el planteamiento moderno es superado abriéndolo al valor trascendental de la persona humana. De ahí que se pueda decir que este libro es un canto a la libertad personal. Por otra parte , es muy importante el método gracias al cual la superación del planteamiento moderno es posible; se trata de la detectación del límite mental, el cual posee valor metódico, lo cual es planteado en la tercera tesis: el método de la investigación; desde donde se atisban las cuatro dimensiones del abandono del límite mental. La segunda parte del libro trata especialmente de la tercera dimensión del abandono del límite mental -dejando la cuarta dimensión para el segundo tomo-. Con la tercera dimensión del abandono del límite mental se llega a los trascendentales personales como son: la coexistencia personal, el intelecto personal, el amar y aceptar personales y la libertad personal. Si bien, entender la Antropología trascendental del Profesor Leonardo Polo requiere, además de un gran e indeclinable amor a la verdad, de profunda concentración y de varias relecturas incluyendo las referencias a otras obras suyas; sin embargo, vale la pena el esfuerzo no sólo por la ganancia personal que tamaño descubrimiento comporta sino también para estar en condiciones de entender gran parte de las vicisitudes modernas y actuales a lo cual hay que atender si queremos estar a la altura del momento histórico en el que nos ha tocado vivir.

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EL ENIGMA DE LA REPRESENTACIÓN Madrid, Síntesis, 1999 Alejandro Llano Cifuentes El profesor Llano es uno de los filósofos más entendidos en Filosofía Moderna y Postmodernidad. Especialmente, es un atento conocedor de la Filosofía Kantiana y de la herencia kantiana todavía presente en los momentos actuales. Es profesor ordinario de la Universidad de Navarra, académico de número de la Academia Europea de Ciencias y Artes y miembro del Comité Asesor de la Fundación Banco Bilbao Vizcaya.

Su entrañable magisterio se ha vertido a través del diálogo, pero también ha publicado libros muy importantes, entre los que destacan Fenómeno y Trascendencia en Kant (1973); Gnoseología (1982, 3ª ed.1991); Metafísica y Lenguaje (1984, 2ª ed. 1997); El Futuro de la libertad (1985); La nueva sensibilidad (1989 y 1990 la edición italiana). Así mismo, ha publicado agudos ensayos y artículos sobre temas muy actuales en el campo de la cultura, de la empresa, de la política y de la ética. Este libro, es un provocador y valiente ensayo sobre lo que constituye la encrucijada de muchos

de los deslizamientos del discurrir filosófico desde la modernidad hasta la actualidad: la idea de representación. Según el autor, “aunque se haya avanzado mucho en la discusión de los modelos representacionistas y anti-representacionistas, la representación misma sigue constituyendo un enigma. Esto es indicio suficiente para asegurar que, al enfrentarnos con esta noción, nos las habemos con un auténtico problema filosófico. Con lo cual está dicho casi todo. Desde luego, este libro no pretende descifrar el enigma, sino más bien confirmar que lo es, examinar sus raíces históricas y sopesar los planteamientos actuales que ofrezcan pistas para salir del laberinto. Por eso se configura como un diálogo, más bien rapsódico, con pensadores clásicos y actuales que dicen cosas muy sustanciosas acerca de tan elusiva cuestión”. Podríamos añadir que ese diálogo es, para quienes hemos leído su libro, una saludable y fresca inmersión en lo que es característico de todo filósofo: la pregunta sincera, abierta y radical, que no escamotea los problemas, ni intenta darles soluciones fáciles, ni los sesga con prejuicios de escuela.

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Por tanto, en una época de crisis, de confusión y de desánimo, como es la nuestra, la lectura de este libro es una invitación, esperanzada, a no desistir, a levantarse y ponerse en marcha en la búsqueda confiada de la verdad convencidos que ésta existe, que la realidad no es engañosa, ni esquiva, ni su conocimiento una vana pretensión, sino que la realidad es verdadera, buena, bella y que nosotros, a pesar de los pesares, podemos hacernos con ella. También por esto el presente libro no es sólo para especialistas en filosofía moderna, ni en filosofía analítica o del lenguaje; sino para cualquier persona que quiera adentrarse en el laberinto del pensamiento moderno y actual, y empezar a entender muchos de nuestros problemas actuales. A cierto nivel, no es sólo no conveniente desentenderse de ellos, sino que conocerlos es un cierto deber. A veces, podemos reaccionar como aquella persona de quien nos cuenta anecdóticamente el autor que al rehuir los problemas filosóficos masculló: “Bastantes problemas tiene la vida para que ahora vengan los filósofos a plantearnos más”, a lo cual podemos añadir: ¿No será que muchos de nuestros problemas actuales e inmediatos se derivan en buena parte –aunque no en todo- de aquellos? Por otra parte, el estilo ágil del autor nos hace bastante llevadero el recorrido

a lo largo de los diversos capítulos que conforman el libro, desde los iniciales como son: Las paradojas de la representación, Representación y modernidad, En el umbral de la caverna; pasando por los centrales como son: La acción trascendental y representación, Representación y subjetividad trascendental, Metafísica de la Deducción trascendental, Lenguaje, inteligencia y realidad, La representación intelectual; hasta los tipos de representacionismo: El representacionismo racionalista, el representacionismo empirista, Sentido y representación; y los finales que son: Semántica de la representación, La irrealidad de la representación y Antifundacionalismo y segunda inmediación. Algunos de los esperanzadores horizontes que se pueden atisbar a través de la lectura de este libro son: la superación de la clausura a la que somete el planteamiento moderno con la correlación objeto-sujeto; el redescubrimiento del conocer como acto; la diferencia entre la índole de lo pensado y la realidad, entre lo intencional y los principios de la realidad, la no sustitución de lo objetivo con lo real, del ser con lo que aparece, etc., al tiempo que entendemos o –en su caso- nos curamos en salud de los problemas en que mete el representacionismo a filósofos modernos, como Descartes, Locke, Kant, Heidegger, etc. hasta pensadores actuales como muchos de los filósofos analíticos o del lenguaje.