mensajero de esperanza jen, feb, marzo 2011

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Para Obtener La Vida Eterna “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, talla de la fe… echa mano de la vida eterna” (1 Tim. 6:11- 12). Hay ciertas cosas que se necesitan abando- nar si hemos de echar mano de este premio, que es la vida eterna. La Palabra de Dios nos enseña que Cristo vino con un gran propósito. Este gran propósito lo cita el Maestro mismo en estas breves palabras: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia.” Esta vida abundante contiene más que una vida de larga duración. Vivir una vida abundante significa vivirla en toda su plenitud. Hay una calidad verdadera en ella. Nosotros vemos algún artículo, quizá una pieza de género. Lo examinamos, la sometemos a varias pruebas, y llegamos a la conclusión, “Este articulo vale la pena. Es de buena calidad.” Allí existe la cali- dad porque todos los materiales inferiores fueron rechazados, y no fueron empleados; solamente los mejores materiales y los mejores métodos se usa- ron para fabricar o producir este artículo. Pablo le dijo a Timoteo que si quería esta vida de esta calidad superior, había ciertas materias infe- riores que debía omitir: “Huye de estas cosas.” Se refería al orgullo, a aquello que acarrea contienda, y al amor a las cosas materiales que le hace a uno perder el sentido justo del valor de las cosas. Estas no son solamente cosas inferiores que le roban a la vida la riqueza, pero son cosas, que si se les per- mite, arruinarán toda nuestra vida. Pablo dijo que aquellos hombres que permitieron que estas cosas se desarrollaran en sus vidas “fueron traspasados de muchos dolores.” También hay muchas cosas que pueden formar parte de la tela de la vida: “Sigue la justicia, la pie- dad, la fe, la caridad, la paciencia, y la mansedum- bre.” Estas añaden a la calidad de la tela. Puede uno figurarse que si pelea en contra de aquellas cosas malas de las cuales Pablo nos exhor- ta que huyamos, y dirige sus energías para hacer el bien, entonces tiene derecho de la vida eterna. Esto pone a la vida eterna como una cosa que se puede ganar o merecer. Si estudiamos detenidamente la Palabra de Dios, encontramos que la vida eterna está muy relaciona- da con Jesú-Cristo. “Este, empero es la vida eterna; que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesu- cristo, al cual has enviado.” Estas son las palabras de Cristo que se encuentran en Juan 17:3, “Mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro” (Rom. 6:23). Esta escritura Bíblica saca a la vida eterna de la categoría de las cosas que pueden ganarse y la coloca en la clase de un regalo – una dádiva de Dios. El joven rico corrió a Jesús, y postrándose delante de Él le hizo esta pregunta importantísima: “Mae- stro bueno, ¿Qué haré para poseer la vida eterna?” La respuesta que le dio Jesús nos demuestra que la vida eterna está firmemente ligada con el ser un discípulo de Cristo. Pues, después de que mencionó el guardar los mandamientos y el vender sus pos- esiones (los cuales claramente le estorbaban a este joven en su camino), Jesús le dijo, “Ven, sígueme.” Pablo dijo: “Huye de estas cosas,” – estas cosas que hace que la vida pierda el equilibrio – “y sigue la justicia y la piedad.” Y de este modo echa mano de la vida eterna. Jesús dijo, “Ve, vende todo lo que tienes… Y ven sígueme”. Volumen 88 No. 1 Publicado por Christian Triumph Co. Jan. Feb. Mar. 2011

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La pubicacion trimestral del Triunfo Cristiano

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Para Obtener La Vida Eterna“Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, talla de la fe… echa mano de la vida eterna” (1 Tim. 6:11-12). Hay ciertas cosas que se necesitan abando-nar si hemos de echar mano de este premio, que es la vida eterna. La Palabra de Dios nos enseña que Cristo vino con un gran propósito. Este gran propósito lo cita el Maestro mismo en estas breves palabras: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia.” Esta vida abundante contiene más que una vida de larga duración. Vivir una vida abundante significa vivirla en toda su plenitud. Hay una calidad verdadera en ella.

Nosotros vemos algún artículo, quizá una pieza de género. Lo examinamos, la sometemos a varias pruebas, y llegamos a la conclusión, “Este articulo vale la pena. Es de buena calidad.” Allí existe la cali-dad porque todos los materiales inferiores fueron rechazados, y no fueron empleados; solamente los mejores materiales y los mejores métodos se usa-ron para fabricar o producir este artículo.

Pablo le dijo a Timoteo que si quería esta vida de esta calidad superior, había ciertas materias infe-riores que debía omitir: “Huye de estas cosas.” Se refería al orgullo, a aquello que acarrea contienda, y al amor a las cosas materiales que le hace a uno perder el sentido justo del valor de las cosas. Estas no son solamente cosas inferiores que le roban a la vida la riqueza, pero son cosas, que si se les per-mite, arruinarán toda nuestra vida. Pablo dijo que aquellos hombres que permitieron que estas cosas se desarrollaran en sus vidas “fueron traspasados de muchos dolores.”

También hay muchas cosas que pueden formar parte de la tela de la vida: “Sigue la justicia, la pie-dad, la fe, la caridad, la paciencia, y la mansedum-bre.” Estas añaden a la calidad de la tela.

Puede uno figurarse que si pelea en contra de aquellas cosas malas de las cuales Pablo nos exhor-ta que huyamos, y dirige sus energías para hacer el bien, entonces tiene derecho de la vida eterna. Esto pone a la vida eterna como una cosa que se puede ganar o merecer.

Si estudiamos detenidamente la Palabra de Dios, encontramos que la vida eterna está muy relaciona-da con Jesú-Cristo. “Este, empero es la vida eterna; que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesu-cristo, al cual has enviado.” Estas son las palabras de Cristo que se encuentran en Juan 17:3, “Mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro” (Rom. 6:23). Esta escritura Bíblica saca a la vida eterna de la categoría de las cosas que pueden ganarse y la coloca en la clase de un regalo – una dádiva de Dios.

El joven rico corrió a Jesús, y postrándose delante de Él le hizo esta pregunta importantísima: “Mae-stro bueno, ¿Qué haré para poseer la vida eterna?” La respuesta que le dio Jesús nos demuestra que la vida eterna está firmemente ligada con el ser un discípulo de Cristo. Pues, después de que mencionó el guardar los mandamientos y el vender sus pos-esiones (los cuales claramente le estorbaban a este joven en su camino), Jesús le dijo, “Ven, sígueme.” Pablo dijo: “Huye de estas cosas,” – estas cosas que hace que la vida pierda el equilibrio – “y sigue la justicia y la piedad.” Y de este modo echa mano de la vida eterna. Jesús dijo, “Ve, vende todo lo que tienes… Y ven sígueme”.

Volumen 88 No. 1 Publicado por Christian Triumph Co. Jan. Feb. Mar. 2011

La vida eterna es el resultado inevitable de poner todas las cosas en su justo lugar. No merecemos ni tampoco ganamos la vida eterna como tampoco ganamos nuestra felicidad. Así como la felicidad es el producto natural de una vida sin egoísmo, una vida que se vive para el bien de otros, así la vida eterna es el resultado natural de poner a Cristo y a su reino de justicia, de paz y de gozo en el Espíritu Santo en el punto central de nuestras vidas.

Cierto es que esta vida tiene un punto de prin-cipio en nuestras vidas. Los cristianos tienen esta clase de vida. Hubo un tiempo en que no la tenían. Hubo un momento en que fueron vivificados, y re-vivieron. Recibieron la dádiva de la vida eterna. Los que estudian la Biblia enseñan que esta vida en-cuentra su principio en cada corazón que se vuelve a Cristo, arrepentido de su pecado y por medio de la fe lo acepta como su Salvador personal. Aquí tenemos unas escrituras sobre este punto; “Estas empero son escritas, para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31). “El que cree en el Hijo, tiene vida eterna” (Juan 3:36). “Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.” (1 Juan 5:11-12).

Ahora la cuestión de tener vida eterna tiene que resolverse con esta pregunta, “¿Tengo yo a Cristo? ¿Es El mi Salvador, mi Señor, y mi Maestro?” Si no es así, entonces no poseo la vida eterna. Porque la Escritura dice así, “El que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.”

Lo mas atractivo acerca de este asunto de la vida eterna es que Cristo vino al mundo para ofrecerse a si mismo para que cada uno de nosotros podamos tener un perfecto Salvador. Él se ofrece, y ofrece todas estas bendiciones de una vida abundante y eterna para ti y para mi hoy mismo en su palabra de invitación: “Venid a mi, todos los que estáis tra-bajados y cargados, que yo os haré descansar… El que quiera, venga.” Cuando nos acercamos a Él, nos recibe y nosotros lo recibimos a Él. De esta manera obtenemos la vida de riquezas por la cual alcanza-mos el nivel elevado de una vida santa, en comu-nión con Dios, y una profunda paz que no puede ser destruida por las circunstancias adversas que nos rodean. La vida así obtenida es “una dádiva de Dios por Jesucristo nuestro Señor” y es eterna en su du-ración, perfecta en su calidad, y satisfactoria para el alma. Por ???

Templo De DiosNuestros corazones son templos de Dios. Si todos comprendieran el impacto de estas palabras no habría tanta disolución y pecado en la tierra.

Todos tenemos cuidado de que el templo a donde asistimos a adorar a nuestro Dios esté bien cui-dado. Esto es cierto en el caso de nuestra religión cristiana así como en el caso de cualquiera otra religión. El hombre procura siempre que el templo donde se reúne con su Dios esté en buenas condi-ciones. Esto demuestra respeto y reverencia a la vez que sensatez.

Nos agrada ver templos bien cuidados y limpios. Todos sabemos que la riqueza y el ornamento no hacen el templo, sino la gente, la actitud de los adoradores, la limpieza del santuario en su rel-ación con el postulado principal de la religión que el individuo acepta. La limpieza o descuido de un templo revela desde luego la apatía, pereza y negli-gencia del pastor de la iglesia, y de los miembros de la congregación.

Pero lo que hemos hablado, lo hemos dicho en referencia a los templos físicos o materiales. Hay dentro de cada uno de nosotros un templo—el tem-plo del cuerpo. San Pablo lo dijo: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.”

De estos dos versículos en el capitulo tres de la primera epístola a los Corintios, se deduce desde luego que, (1) el corazón es, por deseo divino, el templo de Dios, (2) que en el corazón del cristiano debe habitar el Espíritu de Dios, (3) que el templo de Dios es susceptible de violación, y (4), que todo el que violare el templo de Dios, será destruido. No necesitamos mayores verdades para recalcar la necesidad de una vida limpia.

¿Cómo es posible, entonces, saturar el organismo de toda clase de bebidas embriagantes? En otras palabras, ¿Cómo es posible embriagarse de licor y al mismo tiempo honrar el templo del Espíritu Santo que es el cuerpo? ¿Cómo es posible que haya quien se suicidé, cuando que su cuerpo no es suyo sino mas bien el templo del Espíritu? Esto resulta sencillamente contradictorio.

Pablo recomienda diciendo: “No os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos del Espíritu” Ef. 5:18. El fin principal del individuo es servir como recipiente a la virtud del Espíritu, pues en el uso de las bebidas embriagantes hay di-solución, pecado y toda clase de maldad. Es nuestro deber saciarnos de las cosas espirituales antes que permitir que nuestros miembros sirvan al pecado.

Pero quizás alguien diga: “Yo puedo tomar la cantidad de licor que quiera sin emborracharme, soy pacifico aun cuando estoy borracho, ni siqui-era introduzco la contienda en mi hogar.” Bien y conforme, pero ¿no sabes que tu cuerpo debe ser el templo en donde el Espíritu de Dios ha de morar y que estás violando este templo? La Biblia dice que cualquiera que violare el templo de Dios será destruido.

No. De nada sirve engañarnos. El borracho reci-birá su castigo y por lo que se refiere al que se dice cristiano, la Palabra de Dios condena toda clase de contemporización con el mundo, toda clase de compromisos con Satanás, toda clase de borrach-eras, iras y maledicencias. El cristiano que anda en la luz que Dios le ha dado no solo es temperante—es abstinente. Se abstiene del licor, se abstiene de

los pleitos, se abstiene de la mentira, se abstiene de toda clase de crimen, se abstiene de seguir la cos-tumbre del mundo pecador. Sigue a Cristo a través del sendero de justicia.

Somos templos de Dios, conservemos nuestro templo limpio de contaminación. Somos templos de Dios, mantengámonos en perfecta comunión con nuestro Padre. Somos templos de Dios, andemos como conviene a hijos de Dios.

El Heraldo de Santidad

TestimonióSan José, Costa Rica

¡Varones y mujeres de Dios!Les doy la mejor bienvenida en el nombre del pa-

dre, del Hijo y del Espíritu Santo, a la casa de Dios que es de oración, adoración y Puerta del Cielo.

Mi nombre es Alejandro, mi testimonio es el siguiente: Yo estaba en muchos problemas, senti-mentales, emocionales, sin esperanza, me sentía vació, con mucho dolor, angustia, turbación y confusión, estaba preso del espíritu y del alma. Caí en esta cárcel por muchos años. Estaba adicto a la pornografía, como películas y escritas y mastur-bación, estaba sometido a pecados inmorales en mi estaban unos espíritus inmundos de lascivia, forni-cación, adulterio, lujuria y locura, que me obligaron ir a os prostíbulos, al licor, las fiestas. Fui trabajado con espíritus de hechicería, brujerías africanas y ocultivismo, santería. Mi vida era un asco, me sentía solo, compraba amores que me satisfacían en mi ignorancia por dinero.

Sufrí muchos desprecios, una autoestima baja, rechazos, humillaciones, pobrezas, desesperación, altivez, malacrianza, maldades, angustia, chismes, murmuraciones, vivía amargado, lleno de odio, or-gullo, soberbia, tenia un carácter fuerte. Creía que los amigos (as) que tenía amistades que me podían ayudar, pero, era mentira, ya que ellos estaban peor que yo.

Pensaba que eso era la “pura vida”, también que era normal. Pensaba que lo que yo hacía era cor-recto, creía en Dios, pero el que yo conocía estaba muerto en una cruz y no podía ayudarme, era un católico aferrado, había puesto la mirada en dioses ajenos al poder de Dios. Cuando buscaba al sacer-dote para que me ayudara por todo lo que pasaba,

él no comprendía lo que yo hablaba, a la parte espiritual no llegaba, cada día mi vida era hundida en un caos, había un vació, alguien me perseguía, sentía miedo, temor, no dormía, vivía con temor, que alguien me asaltara o matara siempre pensaba en lo peor.

Me creía perfecto, criticaba a otros, solo yo era lo mejor, muy machista, juzgaba, señalaba. Si alguien me dañaba con alguna palabra hiriente, o alguna maldad, me las cobraba el doble. Mi corazón estaba endurecido por tanto dolor y odio, heridas internas que no sanaban, porque no eran confesadas a Dios.

Fui maltratado por mi papa cuando estaba en la preadolescencia, esto marcó mucho mi vida, nunca supe lo que fue un amor de un padre. Siempre pensé que yo no valía ni un dólar y que nadie me amaba. Pero, cuando yo recibí a Jesucristo, como mi Senor y Salvador de mi vida, todo cambió. Él em-pezó a trabajar conmigo, a limpiar mis pecados, a experimentar en Él.

He sido trasformado, renovado, perfeccionado, vivificado, solo en Él encontré la paz, el amor, la seguridad, el camino la verdad y la vida, Él me sacó de aquel calabozo, del pozo de la desesperación, de mis prisiones, de la cueva de la oscuridad.

Hoy estoy pasando un proceso, aun faltan mu-chas cosas por quitar de mi vida, pero no tengo con que pagarle todo lo que ha hecho en mi vida. Todo lo que pasaba era que mis sentimientos, mis emociones, fueron destruidos por Satanás. Pero hoy, gracias a Dios que envió a Jesucristo, a pagar por mis pecados y los de ustedes, fui lavado con la sangre del Cordero Inmolado de Dios.

No es fácil llegar a los pies de Cristo, es de va-lientes, de hombres esforzados, guerreros, soldados de propósitos, que le crean a Él, porque solo Cristo liberta, rompe todas ataduras, ligaduras, solo Él nos hace que nos arrepintamos de nuestros pecados. El Espíritu santo renueva al arrepentimiento de mis pecados, ante Jesús. Hoy le sirvo a Él, visito las cár-celes de varones y mujeres, tengo este ministerio que es de Él, visito San Sebastián, El Buen Pastor, La Reforma, Elvirilla, Cocori, Zurqui de Adolescentes, La Leticia. También tengo el Ministerio de Hospi-tales, oro por ellos, comparto su dolor. Tengo otro Ministerio de Restauración personas en drogas y alcohol, y otro ministerio que es Gedeones Interna-cionales. Un Gedeon reparte el Nuevo Testamento color azul, en hospitales, cárceles, escuelas colegios,

clínicas, universidades, policías, fuerzas arma-das del Gobierno, moteles, calles, en los parques, reparto tratados, predico la Palabra, todo lo que el Señor me da, eso doy a cada persona, amor, porque quien no ha amado, no puede amar a Dios. Dios me ha regalado viajes misioneros a otros países, a otras cárceles. He compartido kairos, retiros y encuentros, con otros privados de otros países. He compartido la experiencia y el vivir de cada uno(a). Uno aprende todos los días, sobre todo ser humilde de corazón, no de la vestimenta.

Yo fui rescaldo de las puertas del infierno. Eso es una parte de mi testimonio, aun faltan muchas cosas mas, pero lo comparto porque si usted está pasando algo similar a lo mío, Cristo lo puede ayu-dar, tal como lo hizo conmigo, no cuenta la posición social ni lo que tenga, sino lo que Él pide es tu corazón, para sanar esas heridas enfermas, que na-die las cura, solo Cristo salva y liberta, rompe toda opresión. Yo me agarré de Él y no me suelto. Dios no hace acepción de personal. Cristo es el camino hacia Dios, el Altísimo Poderoso.

Segunda de Corintios 5-17: “De modo que si al-guno está en Cristo, una nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.” Prepárate a recibirlo en tu vida y nunca intentes volver atrás. Filipenses 4:13: “En Cristo todo lo puedo, que me fortalece”. ¡Jesucristo te Ama! Te está buscando, no lo rechaces.

¿Cual Es Su Llamada?¿Siente Ud. la llamada de Dios para prepararse

por misiones, el ministerio o simplemente para estar siempre preparado para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante

todo el que le demande razón de la esperanza que hay en usted? Aproveche del curso gratis por correspondencia del Instituto Biblico, un

programa del Triunfo Cristiano. Comunique su deseo hoy por correo

electrónico, [email protected], o por correo regular:

Triunfo CristianoPO Box 5187

Corpus Christi, TX 78465USA

Le mandaremos el primer estudio en seguida. ¡Responda hoy a su llamada!

¿Por Qué Vivir Para Dios?Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad. Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento.

Quienes mas pueden aprovechar este mensaje del libro de Eclesiastés son los jóvenes, sin embargo los principios que voy a compartir con usted aplican a todos. Y todos tenemos que tomar una decisión: O vas a vivir para el mundo a vas a vivir para Dios.

Yo quiero enseñarles solo tres cosas que les van a ayudar a tomar la decisión en cuanto a que si vale la pena o no vale la pena vivir para Dios, porque muchos jóvenes creen que la juventud les va a durar una eternidad, no se dan cuenta que cada día que pasa, cada año que pasa, su vida se está aca-bando. Entonces voy a enseñarte tres cosas que te van a ayudar a vivir para Dios.

Muchos jóvenes no están viviendo para Dios. Mu-chos jóvenes están viviendo para el mundo y para las cosas del mundo porque muchos no entienden que la Biblia nos da razones específicas por las cuales entendemos que vale la pena vivir para Dios.

Vale la pena vivir para Dios, primeramente:

1. Porque la vida es corta. La vida en este mundo es corta, la vida en este

mundo es pasajera, muy pronto se va a acabar.1 Pedro 1:24 “Porque: Toda carne es como

hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae.” La primera parte dice: Toda carne es como hierba. Manejando, estaba observando que unas áreas de tierra estaban muy secas, y había hierba que sale nada mas cuando llueve, pero esta hierba muy pronto se seca, y se la lleva el viento. Y estas hierbas crecen muy rápido cuando llueve, pero también se secan muy rápido cuando deja de llover, es pasajera. No es como ese árbol frondoso, grade que tiene mucha vida, no, la vida es como la hierba, se acaba, se seca, se la lleva el viento. Dice la Palabra de Dios que la vida del hombre son

70 años, cuando mucho 80 en los mas robustos, pero aun 70 u 80 años no es nada comparado a la eternidad. Entonces yo tengo que aprovechar ahora mi vida viviendo para el Señor, pronto voy a morir, y si no lo hago en esta vida ¿Cuándo lo voy a hacer? Y algunos jóvenes dicen, yo cuando sea mas grande voy a servir a Dios.

¿Por qué vivir para Dios? Porque la vida es corta. Pero no solo eso ¿Por qué vivir para Dios? 2. Porque la vida es sagrada.

¿Quién te dio la vida? Entonces como somos creación de Dios, le pertenecemos a Dios, Dios nos dio la vida, entonces mi vida es sagrada porque Dios me la dio, le pertenece a Él, entonces yo no voy a vivir para mí, sino voy a vivir para Dios. 1ª Corintios 6:20, nos habla que nosotros somos el templo del Espíritu Santo, y mi vida es sagrada, por lo tanto cuando vayas a cometer pecado, y vayas a presentar tu cuerpo a Satanás y al diablo y al mundo, pregúntale a Dios: Señor, ¿Qué quieres que yo haga con esta vida?

Salmos 138:8, “Jehová cumplirá su propósito en mi; Tu misericordia, o Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos.”

¿Saben lo que está diciendo David? Yo soy obra de tus manos. Jehová cumplirá su propósito en mí. ¿Para qué te hizo Dios? ¿Para qué te formó Dios? ¿Por qué estás aquí en este mundo? ¿Por qué naciste? ¿Por qué estás este día aquí? ¿Por qué estás en la Iglesia? ¿Qué querrá Dios hacer en tu vida dentro de veinte años?

“Ay pastor, yo tengo once años, yo tengo quince anos ¿Por qué me está hablando que dentro de veinte años?”

Dentro de veinte años, vas a tener treinta y cuatro años. Piensa, ¿qué Dios quiere hacer en tu vida? Joven, dentro de veinte años ¿quieres estar en cárcel? Dentro de veinte años ¿quieres andar vagando en las calles porqué eres un drogadicto o un borracho? Señorita, ¿quieres dentro de veinte años ser una madre soltera porque te metiste con ese joven, saliste embarazada y te abandonó? ¿Quieres ser una prostituta? ¿Quieres ser una drogadicta? ¿Quieres ser una cualquiera? Yo te aseguro que nadie planea ser un borracho, nadie planea ser un drogadicto, nadie planea estar en la cárcel pero, porqué los jóvenes no tomaron las decisiones correctas.

¿Por qué vivir para Dios? Porqué la vida es

corta, se está acabando.¿Por qué vivir para Dios? Porqué la vida es sa-

grada y Él tiene un propósito para ti.

3. La vida no ha sido dada para ser desperdi-ciada, sino para ser administrada.

Yo soy administrador de la vida que Dios me ha dado. Yo he de vivirla de la manera que honra a Dios. La vida es para ser administrada.

1 Corintios 4:1-2, “Así , pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administra-dores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.” Debemos ser administradores fieles. La vida que tienes no es tuya, le pertenece a Dios, pero Dios te la dio a ti. ¿Cómo la vas a administrar? ¿Cómo la vas a cuidar? ¿La vas a desperdiciar? ¿La vas a tirar? O ¿Va a valer tu vida la pena? Cuando seas mayor, ¿Cuánto va a valer tu vida? ¿Eres un cualquiera o vale algo? ¿Te la dio el Señor porque no tenía otra cosa que hacer o tú crees que tu vida es un accidente? Si Dios no hubiese querido usarte para algo, no te hubiera creado, pero Dios te creó y te formó y permitió que nacieras y estés en este mundo porque Él quiere hacer algo en tu vida, y tú tienes que ser encontrado fiel.

¿Estás siendo fiel sirviendo a Dios y buscando la voluntad de Dios para tu vida? Pero tienes que decidir que vas a ser un administrador fiel de los bienes de Dios, y uno de bienes mas sagrados es tu vida, tu juventud, divino tesoro, porque ¿Qué precio tiene la juventud? Mi pastor siempre me decía esto: Tú eres alguien, tú vales algo. Tú puedes.

¿Sabes qué, Joven? Necesitamos jóvenes que digan: Yo quiero ser un pastor, un misionero, un evangelista. El mundo dice: Sé un ingeniero, sé un abogado, sé un doctor, y está bien, tal vez esa sea la voluntad de Dios para tu vida, pero algunos de ustedes Dios los está llamando para ser pastores, misioneros, evangelistas. Yo no sé que es lo que Dios quiere hacer en tu vida pero todo lo que Él tenga para ti es bueno, todo es bueno.

¿Por qué vivir para Dios? Porque la vida es corta.¿Por qué vivir para Dios? Porque la vida es sa-

grada.¿Por qué vivir para Dios? Porque la vida es para

ser administrada fielmente para la gloria del Señor. No vale la pena vivir para el mundo porque al

final, entiende, nada queda. Lamentablemente al-gunos hasta pierden su alma tratando de ganar este mundo. Y Marcos 8:34-37 nos dice: “De que le sirve al hombre si ganare a todo el mundo y perdiere su alma.” Déjame hacerte una pregunta: ¿Por cuánto has vendido tu vida a Satanás?

“O, pastor, yo soy de Cristo.”Está bien, pero que de tu vida, estoy hablando de

tu energía, tu cuerpo, tu potencial, tu juventud; no se la des al mundo, dásela al Señor, toda, completa. Porque aunque ganes todo el mundo, te diviertas, y tengas todo lo que quieras ¿de qué te sirve? Si nunca hiciste nada para el Señor. Ojalá Dios te con-ceda y te de un poco de sabiduría en tu juventud para que te acuerdes de tu Creador, antes que sea demasiado tarde. Amen.

Por Baltasar Leyva

Apasionada por la PurezaPor Gwen Ford Faulkenberry

Me crié en un hogar Cristiano y me convertí en creyente cuando era una niña pequeña. Desde que tengo memoria, el mensaje que absorbía de mi familia y la iglesia era que la pureza sexual debía ser valorada y apreciada.

No puedo enfatizar más la importancia del ejemplo. Mi padres compartieron conmigo cuando yo era una adolescente que ellos “se guardaron” para el matrimonio, de acuerdo a la instrucción de la Biblia, y que ellos esperaban que yo hiciera lo mismo. Ellos también oraron por mi futuro esposo.

Porque mis padres han permanecido fieles el uno al otro por los más de 40 años que han estado casados, siempre ha sido fácil para mí respetar su opinión en este asunto y otros. También he sido testigo de la armonía y seguridad de un hogar construido con altos estándares Cristianos. Aunque la vida de mi familia no era perfecta, nuestro hogar parecía ser uno de los más exitosos que jamás he visto entre mis amigos. Parecía lógico para mí que cualquiera quisiera este tipo de vida feliz y tranquila. De niña me formé ciertos ideales sobre cómo debía operar el matrimonio, lo que el amor significaba, etc., y estaban derivados principalmente del ejemplo de mis padres.

De adolescente, luché con los mismos problemas que todos los adolescentes enfrentan. Muchos de mis amigos bebían alcohol, experimentaban con drogas y sexo. De hecho, podría decir que en mi secundaria la norma era ser sexualmente activo. En ese momento de mi vida, no creo que el ejemplo de mis padres y mi

deseo de agradarlos habría sido suficiente para evitar que cometiera un pecado sexual, pero tenía una fuerte relación personal con Jesús. Era importante para mí, personalmente, estar en fraternidad con Él y vivir la vida que Él quería que yo viviera. No era perfecta, por supuesto, y me encontré en situaciones lamentables, pero en general, fui capaz de mantener mi compromiso con Jesús de permanecer pura hasta el matrimonio. Esto puede haberme costado algunas citas, unos cuantos amigos e invitaciones a fiestas, pero valió la pena. Y creo que la mayoría de mis compañeros me respetaban por mis convicciones.

En la universidad, conocí a un muchacho llamado Stone Faulkenberry, que parecía el hombre de mis sueños. Mientras nos conocíamos, pude ver que él era diferente de cualquier otra persona con la que hubiera salido, especialmente en el área de la pureza. Stone me dijo desde un principio que él no quería “salir”. Mientras que pasábamos tiempo juntos estábamos “construyendo una amistad”. Por algunos errores del pasado que no quería repetir, él había hecho un pacto con Dios que no volvería a besar a otra chica hasta el día de su boda. Para poder “construir una amistad” con él tuve que acceder a no darle un beso. Esto lo hice de buena gana porque me gustaba mucho. Estaba muy impresionada con su liderazgo en esta área de la pureza, que francamente parece inusual en un hombre. La profundidad de su amor por Jesús – y la disciplina que estaba dispuesto a tener para protegerse él mismo y a mí del pecado me bendijo y me desafió. Había leído sobre gente así de radical, pero nunca había conocido a nadie como él.

Nuestra experiencia de cortejo fue uno de los tiempos más bellos de mi vida. Por primera vez, entendí lo que era ser amado por un hombre, además de mi papá, desde adentro hacia fuera – ser conocida, atesorada y protegida. En vez de verme como un trofeo que ganar, él estaba interesado en mi corazón. Él no le daba rienda suelta a sus hormonas o emociones fluctuantes. La marca del amor de Stone era muy desinteresada. No se trataba de lo que él podía conseguir de mí, pero lo que me podía dar, y lo que me dio fue su corazón. Él también me dio el honor de su paciencia y su disciplina. Su actitud era: Vales la pena esperar. Contigo, haré las cosas bien, no importa lo que requiera, porque tú eres un regalo de Dios para mí.

Una de las noches más difíciles de mi vida fue durante nuestro compromiso, cuando habíamos hablado sobre nuestros pasados. Fue muy fácil para mi decirle sobre el mío, e increíblemente difícil para él contarme el suyo. Sin embargo, yo quería saberlo todo. Lo que sí sabía era poco y sin detalles, y algunos consejeros dirían que es mejor dejarlo así. Por para mí esta no era una opción. Si íbamos a ser uno, no quería que hubiera secretos entre

nosotros – nada que pudiera hacernos escondernos el uno del otro, ningún detalle que pudiera causar vergüenza después.

Fue una conversación dura. Todo lo que él me dijo se sintió como flechas clavándose en mi alma. Había mucho más de lo que hubiera esperado – tantos incidentes que venían desde su niñez – tantos corazones rotos que dejó. Me di cuenta más que nunca la vida tan protegida que había tenido. ¿Cuántas personas a mi alrededor deben tener historias similares a las de Stone? Me sentí como si estuviera entre neblina. Me sentí con ganas de vomitar. Entonces Stone me miró, sus ojos llenos de lágrimas y dijo, “Entendería, sabes, si no te quieres casar conmigo. Puedes ser libre. Podemos romper el compromiso”.

Ese fue el momento de la verdad. Sabía dos cosas simultáneamente: Una, amaba a Stone y no había forma en la que quisiera vivir sin él. Y dos, sin importar nuestras historias, éramos uno mismo. La Biblia dice, “Todos somos como gente impura”, (Isaías 64:6). Ninguno de los dos tenía nada que ofrecerle al otro mas que la gracia de Jesús – y eso era suficiente.

Estaría mintiendo si dijera que su pasado no me hirió también – lo hizo – pero lo que he aprendido a través de mi experiencia de esperar, mantenerme pura hasta el matrimonio y casarme con un hombre que no lo hizo es que el amor de Jesús lo conquista todo. Sí, recomiendo esperar hasta el matrimonio para tener sexo. Es Bíblico y me ha ahorrado muchos problemas que otros, incluyendo a mi esposo, han tenido que enfrentar. Estamos mejor si lo hacemos de la forma de Dios, y también los que amamos.

Stone siempre sentirá remordimiento por su pasado. Pero las buenas noticias es que en Jesús, él convirtió todos esos remordimientos en una ofrenda que creo que Dios acepta como hermosa. Y he tenido que aprender que cuando Dios acepta a alguien – perdona a esa persona y los mueve en una vida de resurrección – también podemos hacerlo nosotros. De hecho, debemos hacerlo. Sin importar cuáles son nuestras historias todos somos pecadores en necesidad del Salvador. Su amor realmente puede vivir en nosotros, purificar nuestros corazones y, a través de nosotros, conquistarlo todo.

Este ensayo es extracto del libro vendero La Gran Recompensa de la Pureza, una coleccion de 17 ensayos personales sobre los benificios de permanecerse pura hasta el matrimonio. Descargue gratis el libro en español, a partir de Mayo 2011: www.puritysbigpayoff.com.

En una ocasión el elocuente y renombrado propagandista del ateísmo, Roberto Ingersoll, había de dar una confer-encia sobre tal tema: “Los fundamentos de la fe Cristi-ana”. Vivía en la misma cuidad un antiguo compañero de estudio, quien se había iniciado en la carrera de leyes en la manera mas prometedora posible, se había casado con una hermosa mujer, y era padre de dos hijos. La be-bida lo había arrastrado a un nivel tan bajo que le había arruinado su hogar, quebrantado el corazón de su esposa, lanzado a sus hijos a la calle, y perdido para el mismo su buen nombre, su carácter y sus amigos.

Fue encontrado una noche durmiendo borracho dentro de un callejón; fue llevado a una casa, lavado, dado de comer y recostado en una cama por un obrero cristiano, quien le rogó que cambiase su manera de vivir. La gracia de Dios lo trasformó para hacer de él un cristiano sobrio. Levantó de nuevo su hogar despedazado, recogió a sus hijos de la calle, devolvió el color de rosa a las mejillas de su esposa, y alcanzó una posición respetable dentro de su propia profesión. Al leer en los diarios la noticia de la conferencia de Ingersoll, le escribió la carta siguiente:

“Mi querido viejo amigo:Observo por la prensa, que esta noche has de dar una

conferencia en contra del cristianismo y la Biblia. Quizás

sepas algo de mi historia después que nos separamos. Llegué a ser una vergüenza para mi familia, perdí el carácter y todo lo que un hombre puede acariciar en este mundo. Me iba descendiendo cada vez mas hasta pensé que no había nadie que me ayudara, cuando vino uno en el nombre de Jesús y me habló de Su poder para ayudar, de Su misericordia y compasión, y mediante la historia de la Cruz de Cristo me volví hacia Él. Hice volver nuevamente a mi esposa a la casa, recogí a mis hijos, y ahora vivimos felices.

Y ahora, viejo amigo, ¿quieres pararte esta noche delante de la gente de Pittsburgo y atacar la religión que pudo descender hasta las profundidades del infierno para hallarme a mi y ayudarme, hacer que mi hogar sea feliz, vestir a mis niños, devolverme mi hogar y mis amigos, qui-eres atacar una religión como aquella?”

El Sr. Ingersoll leyó la carta delante de su auditorio, y dijo: “Señoras y señores, no tengo nada que decir en con-tra de una religión que puede hacer esto por un hombre. Estoy aquí para hablar de la religión según la prediquen los predicadores. Es fácil encontrar defectos en la iglesia, pero hay Uno que se alza supremo y jamás hombre al-guno se ha atrevido a apuntar con el dedo el carácter de Cristo y hallar una falta en El.” A.T. Pierson

Un Ateo Rinde Homenaje a Cristo

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