mención honorífica 2014 - "calakmul. la selva sustentable de los mayas"

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EMEEQUIS | 28 DE JULIO DE 2014 58 Calakmul La selva sustentable de los mayas

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Enclavada en la profundidad de Campeche, la zona de Calakmul alberga a la mayor selva de México y a los restos arqueológicos de la que fue sede de la dinastía maya Cabeza de Serpiente.

Por ANTIMIO CRUZ • @AntimioFotogrAFíAs: FRANCIsCO RAMíReZ

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poblada. Teotihuacán estuvo habitado entre 800 y mil 400 años, según dos teorías diferentes. Monte Albán y Tula, mil 300 años; Tajín, mil; Palenque, 900; y Chichén Itzá 700. Sólo por mencionar un puñado de metrópolis de alta cultura precolombina.

Durante mil 500 años los mayas de Calakmul apro-vecharon el agua captada en las épocas de lluvia. La aguada o cuerpo de agua más cercano al área con más restos arqueológicos mide aproximadamente lo que un campo de futbol. Pero por toda la selva existen ollas de agua naturales próximas a los restos arqueológicos de lo que fueron las zonas habitacionales.

De las dimensiones de Calakmul se puede llegar a tener una idea con este dato: en un millón 400 mil hec-táreas se han contado más de 6 mil estructuras mayas, desde pequeños altares hasta la monumental Estructu-ra II: una pirámide de piedra blanca, con 45 metros de altura y 100 peldaños en su escalinata principal.

Existen otras pirámides que permitieron a los arqueó-logos documentar la presencia humana en la zona desde el año 531 antes de Cristo hasta cerca del año 910 des-pués de Cristo.

El sistema hídrico se ubica cerca de los caminos y de las zonas que estuvieron habitadas. En su momento de más ocupación, en el lugar vivían 50 mil mayas. Actual-mente no llegan a 100 las personas que duermen cada noche en esa selva porque es una Reserva de la Biósfera. Sus habitantes son científicos, biólogos y arqueólogos, aparte de los custodios.

Quienes no están registrados y los turistas bienveni-dos durante el día, deben hospedarse a la orilla de la reserva. Para ello hay que manejar 60 kilómetros desde el lugar de la pirámide más alta hasta el entronque de la carretera Campeche-Chetumal. Ahí se encuentra un hotel boutique y, luego, poblados pequeños con hoteles que ya reciben señales de internet, televisión y telefonía celular.

Afuera, en la zona de amortiguamiento, viven 28 mil habitantes de ejidos como Valentín Gómez Farías, o po-blados como Xpujil, donde se desarrollan actividades de silvicultura, colecta y exportación de miel orgánica y

CDiez veces más grande que el DF, habitada y activa durante mil 500 años continuos, Calakmul es un portento también de la naturaleza, pues es una selva sin ríos, ni cascadas ni pozos, cuya sobrevivencia

se explica en buena medida porque los mayas aprovecharon al máximo el agua captada en épocas de lluvia e intervinieron

estructuralmente a la selva para hacerla sustentable.Siglos después, Calakmul ha sido declarada Patrimonio

Mixto de la Humanidad, natural y cultural, por la UNESCO.

Campeche.- El sonido de la lluvia sobre la maleza cerra-da combina el golpeteo de las gotas con la precipitación de pequeños hilos de agua que se acumulan en las gran-des hojas de la selva y que, al llenarse éstas, se derraman sobre el suelo y vuelven a guardar silencio hasta llenar-se y vaciarse una vez más. Es la voz de la noche en el macizo de selva más grande de México: Calakmul, al-guna vez sede de la dinastía maya Cabeza de Serpiente.

Diez veces más grande que el Distrito Federal, hogar de cinco especies de felinos, tres de monos, otras tres de víboras venenosas, así como de aves, anfibios, venados y tapires, Calakmul es el territorio que se mantuvo acti-vo y ocupado bajo dominio maya durante mil 500 años.

El volumen del sonido de la lluvia que cae sobre las hojas disminuye a ratos y es rebasado por los murmullos y susurros de cientos de miles, quizá millones de insectos de frenética actividad nocturna: se alimentan, se corte-jan, se aparean. Es época de lluvias y de abundancia.

Pero no es así todo el año, ni todos los años. Este 2014, de hecho, es uno de los más secos; las lluvias deberían haber empezado en mayo, pero tardaron ocho semanas más en llegar. Sin embargo, el panorama no es tan malo como el del año anterior, cuando las manos del ser hu-mano tuvieron que intervenir para que muchos animales silvestres no murieran: llenaron con pipas de agua algu-nas de las “aguadas” o estanques dispersos por la selva en donde abrevan los animales.

Con los humedales de la selva secos, ni seres humanos ni animales silvestres sobrevivirían. ¿Por qué? Porque, sorprendentemente, la selva más grande de México no tiene ríos ni cascadas ni pozos tipo cenote.

La intervención del año pasado es una más de las que los seres humanos han hecho en esa selva desde el año 551 antes de Cristo.

* * *No es poco decir que una ciudad mesoamericana

se mantuvo habitada y activa durante mil 500 años continuos. La actual Ciudad de México

apenas en 2025 va a cumplir 700 años de haber sido

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de chicle orgánico, extraídos de selvas propiedad de los ejidatarios y que manejan con nuevas ideas de sustentabilidad.

* * *En el centro de la zona está la reserva federal,

que alberga a más animales silvestres y restos arqueológicos. Ese terreno, propiedad de la

nación, mide cerca de 700 mil hectáreas. Luego está abrigado por dos reservas estatales de selva intoca-ble, propiedad del estado de Campeche; en un tercer anillo se localizan las tierras de selva aprovechada por los actuales habitantes del municipio de Calak-mul, algunos de ellos sobrevivientes de los antiguos campamentos chicleros que en el siglo XX “importaron” trabajadores de 24 estados de la República. En esos po-blados duermen los turistas porque la ciudad más cer-cana es Chetumal, a una hora y media por carretera.

“Existen otras selvas en el mundo con mucho valor, pero ésta es única debido a que ha sido intervenida por el hombre desde la llegada de los mayas”, cuenta el bió-logo José Adalberto Zúñiga, director de la reserva, de-pendiente de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), durante una caminata por los hu-medales.

Zúñiga habla de Calakmul como si fuera la palma de su mano: “Entre las consideraciones de la UNESCO para emitir la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad estuvo un expediente enviado con más de 150 investi-gaciones científicas publicadas en revistas internacio-nales indexadas. Se ha observado que los mayas hicieron obras para apuntalar las orillas de los cuerpos de agua y que existe un cuerpo de agua cada ocho kilómetros cua-drados. En ellos se abastecían los humanos y la fauna”, dice el biólogo.

Uno de esos estudios fue el realizado entre 2001 y 2002 por geógrafos, biólogos y agrónomos de la UNAM, Ecosur, la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y

En un millón 400 mil hectáreas se han contado más de 6 mil estructuras mayas, desde pequeños altares hasta la monumental Estructura II: una pirámide de piedra blanca, con 45 metros de altura y 100 peldaños en su escalinata principal.

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El Colegio de Posgraduados de Chapingo, quienes ha-llaron que “la selva baja fue sometida a un proceso de alteración espacial y estructural”.

“Hay quienes han calculado que si este pueblo se hu-biera alimentado sólo de desmontar la selva y sembrar maíz, el suelo transformado y el agua no habrían sido suficientes para alimentar a la población, por eso pudie-ron haber aprovechado otras especies nativas de la zona, pero de manera ordenada”, reflexiona el arqueólogo Ramón Carrasco, director del sitio arqueológico de Ca-lakmul, dependiente del Instituto Nacional de Antropo-logía e Historia (INAH).

En esta selva abundan las leguminosas y un árbol llamado coloquialmente ramón u ojoche (Brosimum alicastrum) que produce una semilla comestible pa-recida a la avellana. En la actualidad, comunidades guatemaltecas la secan, tuestan y muelen hasta ob-tener una harina que utilizan en la preparación de varios alimentos, desde “galletas hasta bebidas re-frescantes y pasteles”, cuenta el alcalde de Calakmul, Baltazar Gonzáles Zapata.

La diversidad de recursos alimenticios ofrecidos por la selva, unida a la cacería de abundante fauna, pudie-ron haber complementado al maíz como base nutri-cional y evitado que miles de hectáreas de selva se hubieran deforestado.

* * *Caminar de día implica escuchar el ruido de hojas

al quebrarse bajo los pies. No hay lluvia duran-te varias horas, pero las capas de hojas se acu-

mulan y truenan suavemente al pasar sobre ellas. No se escuchan los insectos, quizá porque sienten la pre-sencia humana, pero sí se ven algunas aves, desinhi-bidas y seguras de su propio vuelo: una garza parda, algunas chachalacas y otras aves que parecen perdices de patas largas.

Súbitamente, como si se tratara de un poderoso inha-lar y exhalar, nace un rugido largo y ronco. Está muy cerca. Dura muchos segundos, más de 20. La parálisis original de quienes lo escuchan es seguida por un respi-ro al comprobar que no se trata del rugido de un jaguar, puma, ocelote, tigrillo ni yaguarundi o leoncillo, todos presentes en la zona. Es el macho dominante de una comunidad de monos aulladores. Su voz puede oírse a cientos de metros a la redonda, y lo repite mientras pa-rece no sentirse amenazado por la presencia humana. Él y su familia, incluida una cría, observan desde las alturas, a por lo menos 25 metros sobre las personas.

De cualquier modo, los felinos no están ausentes del todo, pero durante el día principalmente reposan, a me-nos que deban caminar largas distancias en busca de

INMeNsA.Calakmul fue capital de un estado de 13 mil kilómetros cuadrados, 20% más grande que Querétaro.

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agua y alimento. Los mayores son los jaguares de 1.5 metros de largo, y los menores, los tigrillos o margays, de entre 40 y 60 centímetros.

* * *De regreso al camino, al salir de la brecha, se ob-

serva un grupo de siete biólogas británicas que avanzan a pie por la orilla. Son parte de una co-

munidad de estudiantes de posgrado que acampan a 20 kilómetros de la carretera, junto a una estación de la Conamp donde hay vigilancia y una pluma de seguridad para restringir el paso nocturno. Ellas estudian el com-portamiento de monos, aves y murciélagos. Conocen también de rastreo y huellas de animales.

Esta es una más de las colaboraciones internaciona-les que permiten conocer más la selva y la cultura que Calakmul albergó. En 1931, después de haber estado bajo las plantas durante casi nueve siglos, la antigua ciudad maya fue descubierta por un biólogo estaduni-dense que había viajado a la región para estudiar árbo-les que produjeran resina para chicle.

Cyrus Longworth Lundell, de la Fundación para la Investigación de Plantas Tropicales, con sede en Wa- shington, reportó las estructuras enterradas. Después la ciudad fue visitada en 1932 por Silvanus Morley, mayista de la Sociedad Americana de Arqueología y espía secreto de la Oficina de Inteligencia Naval de Es-tados Unidos.

El interés renació en 1982 cuando un equipo del Cen-tro de Investigaciones Históricas de la Universidad Au-tónoma de Campeche, encabezado por William Folan, concluyó que en Calakmul había existido un centro de civilización maya de grandes proporciones que, según se plantea e investiga recientemente , llegó a ser capital regional de un estado de 13 mil kilómetros cuadrados, una superficie 20 por ciento mayor que la extensión del estado de Querétaro.

Un grupo de alianzas y conquistas permitieron a Ca-lakmul formar una organización mucho más grande: el llamado Reino de la Serpiente o Reino de Kaan o Kan.

Los trabajos de estudio, rescate y puesta en valor (es decir, el acondicionamiento para que el sitio sea visita-do por turistas) se intensificaron en 1993, año en que se puso en marcha un proyecto de investigación enca-bezado por el Instituto Nacional de Antropología e His-toria, en el que hubo mucho interés del entonces presi-dente Carlos Salinas de Gortari. Desde entonces han llegado a la zona, a un claro con un helipuerto, Felipe Calderón y en los próximos días se espera la presencia de Enrique Peña Nieto.

El actual presidente mexicano develará una placa que informa que el 21 de junio de 2014 la selva de Ca-lakmul, junto con la antigua ciudad maya que se en-cuentra en su interior, fueron declarados Patrimonio Mixto de la Humanidad, natural y cultural, por la Or-ganización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

* * *De día vuelve sorpresivamente la lluvia y en esta

ocasión es anunciada por unos espectaculares truenos que se pueden apreciar desde la parte

más alta de las tres diferentes pirámides que sobresalen de la selva. Desde las llamadas Estructura I, II y VII, la selva plana parece una espectacular alfombra verde. Por su volumen irregular semeja un pastizal, pero en realidad es un conjunto de árboles con 15 o 20 metros de altura

Después de los truenos, cae una llovizna ligera. Parece que en 2014 no será necesario enviar pipas a la reserva, pero hay que esperar porque cuando el cielo descapota la temperatura facilita la evaporación de lo que antes se ha precipitado.

—El agua fue central para que esta ciudad se mantu-viera habitada mil 500 años, sin ríos ni cascadas. Desa-rrollaron un sistema de administración del agua muy diferente a nuestra actual costumbre de abrir la llave y dejar correr el líquido. Aprovechaban hasta la última gota —explica el arqueólogo Ramón Carrasco, que ya tiene 21 años estudiando a Calakmul.

La antigua ciudad maya parece haber sido organizada adaptándose al original sistema que tenía la selva para captación y uso de agua. No podían perforar pozos por-que buena parte de su cubierta vegetal descansa sobre una gran piedra caliza de decenas de kilómetros cuadra-dos.

Al escarbar entre 20 y 40 centímetros uno se topa con roca blanca, frágil al golpe. Las aguadas naturales son deformaciones del suelo plano que aparentemente ya existían antes de la presencia humana. No parecen exca-vaciones. Se encuentran rodeadas de árboles y en algunas hay juncos, lirios y flores blancas de nenúfares. Ahí pue-den observarse aves durante el día: chachalacas, garzas pardas, pavos moteados, las siluetas de grupos de pericos que alzan el vuelo.

La superficie de tierra fértil que sostiene a las 65 espe-cies de árboles no llega a medir dos metros de profundi-dad. Sin embargo, la vegetación, los chicozapotes, los ramones, se acostumbraron tanto a arraigarse con poco suelo que incluso las pirámides más altas tienen árboles cuya altura rebasa la de un adulto prácticamente sujetos a la roca y que se nutren de las tierras que poco a poco se le adhirieron, desde su abandono en 1100 d.C.

Ya en la noche, la lluvia arrecia y también el viento. Algunos insectos siguen con su canto. Los guías dicen que si llueve un poco más, en unos días será muy intenso el coro nocturno de sapos y ranas.

* * *A las orillas de la zona virgen de la reserva se

asientan varios poblados. La carretera Chetu-mal-Campeche es una transitada vía, de largos

tramos rectos, los cuales recuerdan que aunque cruza Campeche y Quintana Roo, geológicamente es parte de la Península de Yucatán.

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dad poblada por miembros de una cooperativa de más de mil chicleros que colectan savia de chicozapote, “cocinan” tabiques de goma de mascar de 10 kilogra-mos y luego los endulzan, empacan y exportan con su marca propia, Chicza, a Argentina, Estados Unidos, Grecia, Israel y Japón.

Otro proyecto productivo es lo que llaman un “tercer modelo de aprovechamiento forestal” que aún no es reconocido por el gobierno federal: el acahual o recu-peración de tierras deforestadas para sembrar maíz, que después de 10 años sin ser cultivadas, ahora son plantaciones forestales de especies maderables.

Los comuneros y ejidatarios retiran las especies de menor valor comercial y así aceleran el crecimiento de los árboles de mayor valor maderable. Es una refores-tación de selva hecha para ser aprovechada y obtener mejores ingresos que con la siembra de maíz.

En esas comunidades y ejidos, entre la carretera y la reserva, se levanta otro sitio arqueológico de arquitec-tura monumental, con un túnel artificial y pirámides de 35 metros de altura: Becán, un pueblo al que los guerreros de Calakmul respetaron porque se dedicaban al cultivo del árbol del cacao, lo que valió para que en algunos glifos mayas se les identificara como “los hom-bres que cultivan dinero”.

A aquellos hombres que aprovecharon especies lo-cales les han seguido los actuales productores de miel orgánica marca Calakmiel, que exportan casi 90 por ciento de su producción a Europa, principalmente a Alemania. No fue fácil. Tuvieron que aprender a traba-jar con las abejas africanas, que en décadas recientes desplazaron a las europeas. Pero también colectan miel de una abeja maya, sin aguijón, que es la melipona.

Un par de kilómetros adelante se ubica una comuni-

VegANOs.Frugívoros e insectívoros, 3 millones de murciélagos devoran dos toneladas de mosquitos cada noche.

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tizar una estrategia de conservación, aprovecha-miento y manejo del trópico. La ley sí protege a las plantas y a la selva, pero no genera los modelos para su aprovechamiento sustentable”, apunta el biólo-go, que tiene contacto con 40 comunidades que utilizan este sistema.

Esos proyectos tienen como idea central usar los recursos naturales disponibles a la mano de una manera en que permita que la selva se regenere y perdure muchos años la asociación entre conserva-ción y aprovechamiento sustentable de la zona.

* * *A l ocultarse el sol, entre los terrenos de los

acahuales y el macizo de selva, un espec- táculo de la naturaleza se repite todas las

noches. La salida de 3 millones de murciélagos de siete especies distintas desde el interior de una cue-va es inquietante e hipnotizante.

Frugívoros e insectívoros, cada noche devoran dos toneladas de mosquitos.

Ahí también se reúnen decenas de visitantes jó-venes en los minutos que se ha ido el sol y salen los murciélagos. Son algunos de los 35 mil turistas mexicanos y extranjeros que cada año visitan la reserva de la biósfera y el sitio arqueológico de Ca-lakmul. La gran mayoría tiene entre 25 y 40 años.

El espectáculo termina de verse a contraluz, con los últimos minutos del cielo gris claro y las siluetas de los murciélagos que esquivan los árboles con gran pericia cuando llegan a salirse de la formación y entran más abajo a la selva.

Los animales navegan en formación casi perfec-ta. Casi, porque de esta efervescencia de vida tam-bién están enteradas las aves rapaces, sus depre-dadores naturales. En lo alto se oye un chillido de un halcón, que desciende, atrapa un murciélago en el aire y se retira. Chillidos de cacería similares se escuchan entre los árboles. Algunos de esos 3 mi- llones de murciélagos no regresarán a la cueva.

Decenas morirán golpeados por autobuses y automó-viles que cruzan la autopista, a menos de 500 metros.

Se alejan los murciélagos y se oscurece la zona. Se oye de nuevo el canto de incontables insectos noc- turnos.

Otra vez suena la llovizna que cae sobre la vegeta-ción de la selva. Millones de gotas generan un sonido similar al que producen millones de hojas secas que truenan cuando reciben una pisada después de muchos días intactas; suenan como los aleteos de murciélagos que se elevan desde la cueva.

Suenan parecido, por lo masivo, pero el sonido del agua tiene otra textura. El oído comienza a dejarse llevar por esa combinación del golpeteo de las gotas con la caída de pequeños hilos de agua al suelo desde las grandes hojas de la selva que, por segundos, sirven al agua como cuna que se balancea.

La palabra acahuate quiere decir “segunda vegeta-ción” y con ese significado se quiere que se incluya en la nueva norma en la que trabaja la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Obtener un aval para esta forma de aprovechamiento sustentable de la selva les podría dar más visibilidad, claridad jurídica y apoyos.

“Este modelo no está reconocido como aprovecha-miento, pero es más productivo que los dos estable-cidos en la ley. Se facilita comercializar, se usa el conocimiento tradicional de campesinos y se benefi-ciaría a 12 estados de la República donde hay aca-huales”, explica el director de la reserva, José Adal-berto Zúñiga, quien antes de establecerse aquí fue el responsable de proteger la selva de Montes Azules, en Chiapas, uno de los lugares de mayor biodiversi-dad en América del Norte.

“Si la ley reconoce a los acahuales podríamos garan-