memoria visual barranquilla

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EN BUSCA DE LA MEMORIA VISUAL PERDIDA DE BARRANQUILLA: ROMPECABEZAS DE UNA HISTORIA LOCAL Foro: Barranquilla, Memoria Arqueológica, Histórica y Ambiental En el marco de los ENCUENTROS AMBIENTALES 2005 INSTITUTO PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE – IDS UNIVERSIDAD DEL NORTE GRUPO DE INVESTIGACIÓN EN HISTORIA Y ARQUEOLOGÍA DEL CARIBE COLOMBIANO Barranquilla, abril 7, 2005 En busca de la memoria visual perdida de Barranquilla: Rompecabezas de una historia local Danny González Cueto [[email protected]] Piedad Sánchez Molinares [[email protected]] Resumen Tomando como base la idea de memoria de escritores como Joyce, Proust, Giardinelli, Unamuno, entre otros, y las definiciones científicas de Martín Barbero, Ortiz y Garcia Canclini, pretendo realizar esta aproximación al estado de la situación de la memoria visual de Barranquilla, teniendo como finalidad explorar la fuerte relación existente entre la memoria y la historia, y en este caso, la memoria visual, a través de la recolección y presentación de materiales fotográficos y visuales de familias especificas en la ciudad. Así, será posible hacer el ejercicio de enlazar las historias familiares, para armar el escenario de la historia local desde esta perspectiva. Mi viaje al mundo de la fotografía Hace algún tiempo, absorto en la lectura de la obra del semiólogo francés Roland Barthes, “La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía” 1 , descubrí una peculiar inclinación por la fotografía, y no las fotografías, que de alguna manera los profesores de fotografía, sin desmeritarles, habían querido desviar. Mi analfabetismo audiovisual se debía con toda certeza a la falta de destreza en el manejo de los artilugios técnicos, y no a la ausencia de una lectura histórica y sociocultural que se debe hacer de la memoria visual. Esa necesidad de catalogar a las personas en “analfabetas visuales”, sino conocen los aspectos técnicos de la cámara, y en “brillantes portentos de la técnica”, si conocen al dedillo el funcionamiento del equipo fotográfico, ha sido una de las causas por las cuales se reste en nuestros días importancia al valor de las piezas fotográficas por lo que representan históricamente. La percepción que tenía de las fotografías siendo niño era que aquel instante en que estaba frente a la torta de cumpleaños duraría toda la vida, y que el disfrute de la imagen connotaba justamente el goce de los años al pasar. Porque la fotografía es 1 Roland Barthes. La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía. Buenos Aires: Paidós, 1980.

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En busca de la memoria visual perdida de Barranquilla:

Rompecabezas de una historia local Danny González Cueto [[email protected]] Piedad Sánchez Molinares [[email protected]] Resumen

Tomando como base la idea de memoria de escritores como Joyce, Proust, Giardinelli, Unamuno, entre otros, y las definiciones científicas de Martín Barbero, Ortiz y Garcia Canclini, pretendo realizar esta aproximación al estado de la situación de la memoria visual de Barranquilla, teniendo como finalidad explorar la fuerte relación existente entre la memoria y la historia, y en este caso, la memoria visual, a través de la recolección y presentación de materiales fotográficos y visuales de familias especificas en la ciudad. Así, será posible hacer el ejercicio de enlazar las historias familiares, para armar el escenario de la historia local desde esta perspectiva. Mi viaje al mundo de la fotografía

Hace algún tiempo, absorto en la lectura de la obra del semiólogo francés Roland Barthes, “La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía”1, descubrí una peculiar inclinación por la fotografía, y no las fotografías, que de alguna manera los profesores de fotografía, sin desmeritarles, habían querido desviar. Mi analfabetismo audiovisual se debía con toda certeza a la falta de destreza en el manejo de los artilugios técnicos, y no a la ausencia de una lectura histórica y sociocultural que se debe hacer de la memoria visual. Esa necesidad de catalogar a las personas en “analfabetas visuales”, sino conocen los aspectos técnicos de la cámara, y en “brillantes portentos de la técnica”, si conocen al dedillo el funcionamiento del equipo fotográfico, ha sido una de las causas por las cuales se reste en nuestros días importancia al valor de las piezas fotográficas por lo que representan históricamente. La percepción que tenía de las fotografías siendo niño era que aquel instante en que estaba frente a la torta de cumpleaños duraría toda la vida, y que el disfrute de la imagen connotaba justamente el goce de los años al pasar. Porque la fotografía es

1 Roland Barthes. La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía. Buenos Aires: Paidós, 1980.

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Tomado de http://www.uninorte.edu.co/extensiones/IDS/Ponencias/memoriavisualbarranquilla.pdf
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alimento para la memoria social, y constantemente, la mente regresa sobre el recuerdo a través de la imagen. En Barranquilla, la ciudad puerto más importante de Colombia en la segunda mitad del siglo XIX, con seguridad los fotógrafos dieron rienda suelta a su imaginación, y más de un testimonio debió quedar, aunque no tengamos certeza de dónde se encuentra, quiénes los hicieron, cuándo lo hicieron, en fin, en la amplitud y profundidad de una investigación meritoria de esta realidad, nosotros no tenemos más que vagos testimonios. ¿Cómo atestiguar el paso del tiempo, cuando pasamos frente a la Estación Montoya, Banco Dugand, Hotel El Prado, entre otros, si nuestras referencias se debaten entre la escasez y la nada? ¿cómo podemos evaluar los progresos y los desaciertos sin no existen pruebas? ¿dónde está nuestra historia visual? ¿qué es más importante, encontrar nuestra historia visual, por el hecho de encontrarla, o por la necesidad de analizarla y circunnavegarla? Una fotografía probablemente de los años cincuenta, muestra a mi abuelo, uno de los fogoneros del puerto marítimo y fluvial de Barranquilla, cargando en hombros una imagen de Nuestra Señora del Carmen, la “Virgen del Carmen”, en una imagen de pequeño formato, dentro de las pocas que se conservan en el álbum familiar, y particularmente trascendente para nosotros, pues es el testimonio de la combinación de la escena íntima privada con la escena social pública. No está solo, y comparte con otros aquel instante. Este recuerdo probablemente acompañe a varias generaciones más. O quizás no, por cuanto los procesos de olvido están cobrando todo, incluso aquellos nuestros propios vestigios socio – culturales. Pero, ¿por qué es valiosa esta fotografía? ¿para quién es valiosa? ¿debe ser valiosa para la familia o para la sociedad? ¿Y si es valiosa solo para la familia, porque debe ser valorada por la sociedad? Al plantear estos interrogantes, merece la pena definir lo que se entiende por memoria social, sus dimensiones sociales y culturales, para poder aproximarnos a la memoria visual y su trascendencia histórica. Trasegar por la memoria social Constantes han sido las discusiones sobre la recuperación, sensibilización y valoración del pasado, en el último decenio del siglo XX. Desde cuando la presa de Asuán puso en peligro el conjunto histórico del Egipto de Ramsés II, Abu Simbel, convertida en principio de la campaña de salvaguarda y protección de los vestigios del pasado de la Humanidad, por parte de la UNESCO, a mediados del siglo XX, los circuitos académicos internacionales y regionales han centrado gran parte de su atención en el valor de los testimonios históricos y los recuerdos materiales que suscita la memoria social. Pero, ¿qué significa para el género humano la memoria social? La memoria social es, en palabras del historiador Gonzalo Sánchez Gómez, la capacidad de conservar y actualizar informaciones pasadas, informaciones que mediante el lenguaje

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escrito o hablado pueden volverse objeto de una acción comunicativa. 2 La memoria social, sigue diciendo Sánchez Gómez, es aprendida, heredada y transmitida a través de innumerables mecanismos que le imprimen un sello a nuestro devenir, a tal punto que nuestra memoria termina siendo la representación de nosotros ante los demás.3 El papel de la memoria social, es tan fundamental, que se constituye en una forma esencial para la construcción de la identidad colectiva. Los testimonios materiales de la memoria pueden servir para la celebración y exaltación –monumentos, carteles, mausoleos, templos y conmemoraciones- o para el desagravio –ausencias, vacíos, pérdidas-. Para el semiólogo Jesús Martín – Barbero éste súbito interés por la memoria se debe en parte a los esfuerzos por contrarrestar el avance de un “presente” que transforma en obsoleto todo lo que toca, con más rapidez que en otras épocas:

(...) nuestro tiempo –o mejor, nuestra experiencia del tiempo– resulta radicalmente trastornada: a mayor expansión del presente, más débil es nuestro dominio sobre él, mayores las tensiones que desgarran nuestra “estructura del sentimiento” y menor la estabilidad e identidad de los sujetos contemporáneos.4

Las terribles consecuencias de la pérdida de la memoria social se pueden medir en los términos de la experiencia que nos deja la historia. Martín Barbero expone el legado de las acciones tomadas de manera determinante por los hombres:

(...) Frente a la mirada romántica que, ya desde el siglo XVIII, buscaba recuperar y preservar lo que la modernidad tornaba irremediablemente obsoleto –en dialectos y músicas, en relatos y objetos-, la mirada ilustrada legitima la destrucción del pasado como lastre y hace de la novedad la fuente única de legitimidad cultural. La razón moderna se sabe prometeica y se quiere ante todo invención, de ahí que su proclama de fe sea en el progreso. Algún tiempo después, las vanguardias proclamarán la muerte del museo como acto de coherencia ideológica y política con la experiencia modernista del tiempo. (...) La experiencia de ese tiempo homogéneo y vacío devela en la sociedad actual, que es la experiencia del progreso convertido en rutina.5

Los recuerdos de la memoria social alimentan la literatura

2 Gonzalo Sánchez Gómez. Museo, memoria y nación. En: MUSEO NACIONAL DE COLOMBIA. Museo, memoria y nación. Misión de los museos nacionales para los ciudadanos del futuro. Memorias del Simposio Internacional y IV Cátedra Anual de Historia “Ernesto Restrepo Tirado”. Bogotá, 2000. p. 21 3 Gonzalo Sánchez Gómez. p. 21 4 Jesús Martín – Barbero. El futuro que habita la memoria. En: MUSEO NACIONAL DE COLOMBIA. Museo, memoria y nación. Misión de los museos nacionales para los ciudadanos del futuro. Memorias del Simposio Internacional y IV Cátedra Anual de Historia “Ernesto Restrepo Tirado”. Bogotá, 2000. pp. 38 – 39 5 Jesús Martín – Barbero. pp. 39 - 40

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Sustento para la literatura y alimento para el alma del poeta, la memoria social, cargada de símbolos y significantes, se hace presente en las obras de algunos escritores fundamentales en el siglo XX. Uno de esos casos es el Ulises de James Joyce. Un fragmento de la obra, en la que el protagonista es Leopold Bloom, personificación de Odiseo o Ulises, nos muestra el acopio de los detalles de la memoria que realiza el autor para describir cada escena:

- Antístenes, discípulo de Gorgias –dijo Esteban-, retiró la palma de la belleza de la madre empolladora esposa de Kyrios Menelao, la argiva Helena, la yegua de madera de Troya en la que durmieron una veintena de héroes, se la otorgó a la pobre Penélope. Veinte años vivió él en Londres y durante parte de ese tiempo cobró un sueldo igual al del lord canciller de Irlanda. Su vida fue opulenta. Su arte, más que el arte de feudalismo, como lo llamó Walt Whitman, es el arte del exceso. Calientes pasteles de arenque, verdes cubiletes de vino, salsas de miel, azúcar de rosas, mazapán, palomas a la grosella, golosinas al jengibre. Sir Walter Raleigh, cuando lo arrestaron, tenía sobre la espalda medio millón de francos incluyendo un par de corsés de fantasía. La mujer prestamista Elisa Tudor se había forrado bastante como para competir con la de Sabá. Veinte años se entretuvo allí entre el amor conyugal y sus castas delicias y el amor intemperante y sus inmundos placeres. Ustedes conocen el cuento de Manningham de la esposa del ciudadano virtuoso que convidó a Dick Burbage a su lecho después de haberlo visto en Ricardo III, y cómo Shakespeare, escuchando por casualidad, sin mucho ruido para nada, tomó la vaca por los cuernos, y cuando Burbage llamó a la puerta le contestó desde las frazadas del capón: Guillermo el Conquistador vino antes de Ricardo III. Y la alegre damita, señora Fitton, se levanta y grita: ¡Oh!, y sus delicados gorjeos, lady Penélope Rich, una aseada mujer de sociedad, es apropiada para un actor y los atorrantes de la orilla del río un penique por vez.6

En otra obra, Santo oficio de la memoria, el escritor argentino Mempo Giardinelli, en la que cuenta la historia de una familia de inmigrantes argentinos, en el fondo su propia familia, un aparte nos muestra nuevamente la memoria social como recurso:

Y así: hacíamos bromas y nos divertíamos mucho mientras Aída se arreglaba. Se puso un vestido precioso, me acuerdo como si fuera hoy, que cosimos entre todas y que le llamaban “a lo Gardel”: era azulado

6 James Joyce. Ulises. Buenos Aires: Santiago Rueda, 1969. pp. 227 - 228

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clarito con lunares blancios. Bueno todas contentas, y Annunzziatta se puso a cantar: El rojo es violencia y amor, amarillo es la debilidad; blanco honradez y valor y es azul la virginidad. Nos matábamos de la risa, contentas, excitadas. Y en eso entró la abuela Angiulina y le dijo a Aída, muy seria: -Lo que deberías hacer es tenerlo siempre junto al corazón, que quiere decir que sufrís mucho por su culpa. Es bueno que sientan culpa. Así podemos manejarlos toda la vida. Se hizo un silencio. -La Julia de Chéspir decía que las doncellas, por timidez, dicen “no” cuando desean que ese “no” se interprete como un “si”. Tengan presente este consejo, que enloquece a los hombres. Y se dio vuelta y salió, sombría, y a nosotras como que se nos apagó la risa, la diversión. Nos quedamos un rato en silencio, mientras Aída terminaba. Al rato Anunzziatta, que era la tercera y estaba en esa edad terrible, entrando a la adolescencia, volvió a cantar, pero más bajito: Anaranjado es dignidad; violeta, modestia y candor; el verde para esperanzar y es negro siempre dolor.7

La memoria social, en esencia los recuerdos mismos, son un instrumento importante para reconstruir la historia, sea local o regional, y su sustento se ha afianzado muy ampliamente en la literatura, en la que particularmente los pueblos latinoamericanos tienen muchos ejemplos, entre quienes sobresalen los nombres de Gabriel García Márquez, en Colombia, y Jorge Amado, en Brasil, artífices de la reconstrucción de la historia de aquellos considerados sin historia, anulados por las redes del poder político y económico. La memoria visual o fotográfica y su evolución conceptual e histórica La amenaza creciente de los procesos de olvido ha cobrado un número elevado de documentos históricos en los países en desarrollo, y el costo de esta amnesia, ha traído las ausencias de los relatos de generaciones enteras. La historia se rescribe con base en materiales recuperados y salvados. En lo

7 Mempo Giardinelli. Santo oficio de la memoria. Santafé de Bogotá: Norma, 1991. pp. 36 - 37

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que respecta a la fotografía histórica, nuestro tema de estudio, hoy se convierte en prueba valiosa para las investigaciones en las ciencias sociales. El historiador Pablo Rodríguez Jiménez, en un interesante ejercicio con fotos de grupos familiares, ha descubierto el valor social de las fotografías y los documentos visuales:

(...) Ver fotos y hablar sobre ellas es una actividad sumamente social. Las fotos proporcionan una mediación, un objeto para conversar, en el que la gente no necesariamente siente que está hablando sobre sí misma, sino que describe lo que está enfrente de todos. Las fotos funcionan como un empujón a la memoria, ayudan a recordar lo olvidado. Es este juego de la memoria lo que puede llevar a una historia viva o a preguntas que se constituyan en punto de partida de una investigación histórica.8

Como documento útil para la historia, la fotografía es una herramienta necesaria para volver a los hechos del pasado, establecer conectivos con personajes, grupos y circunstancias especificas, y mirar en retrospectiva, con ingredientes vívidos, las imágenes que nos narran los cambios histórico-sociales. Rodríguez Jiménez enfoca la relación de la fotografía con la historia, desde los ojos de las ciencias sociales, y no desde la visión técnica, cuando nos ilustra así:

Uno de los atractivos principales de la fotografía reside en su capacidad de preservar huellas de vidas pasadas. Cada fotografía es un certificado de presencia, de certidumbre de que lo que se ve, algún día fue. Las fotos congelan momentos de las vidas de individuos o de grupos y los presentan como rebanadas delgadas del pasado. (...) Una foto no es un retrato de lo general, sino de un momento de lo real; una sencilla veinteava fracción de segundo. El trabajo del historiador debería ser la reconstrucción de esa particularidad, recreando el contexto humano de las fotos, elaborando una narración que describa y explique lo que está pasando dentro de esas fotos.9

Las colecciones fotográficas se organizan en la actualidad en los denominados archivos fotográficos o visuales. Los archivos fotográficos

responden a tres aspectos: común, especializado e histórico. En el primero se agrupan aquellos cuyos fondos son generales, donde se incluyen además las agencias de prensa; en el segundo los que disponen de material concreto sobre temas específicos; y en el tercero los que disponen de fotografías anteriores a la Segunda Guerra Mundial,

8 Pablo Rodríguez Jiménez. Retratos de familia en Credencial Historia. Bogotá, 1996. (Edición 84, diciembre) p.9 9 Pablo Rodríguez Jiménez. p. 9

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si bien la barrera cronológica para determinar lo histórico solo está definida por el usuario en función de los intereses.10

La historia de los archivos fotográficos se encuentra asociada a los museos de arte moderno, que crearon secciones de fotografía anexas. Sólo desde mediados del siglo XX se han creado archivos fotográficos independientes, que han propiciado la conservación e investigación de las fotografías históricas. El más veterano de los historiadores de la fotografía, Beaumont Newhall, explica como la fotografía histórica se constituyó en parte de los acervos del patrimonio cultural en Estados Unidos y Europa:

(...) La Kunsthalle de Hamburgo fue el primer museo de arte establecido que expuso muestras fotográficas en forma permanente. (...) [La exposición] se organizó en 1893 [y] se presentaron más de 6.000 obras (...) siendo tal vez el primer homenaje al pasado de la fotografía realizado por un museo de arte. [A principios del siglo XX] La Smithsonian Institution de Washington D.C. fue el primer museo de Estados Unidos que expuso una colección sistemática de fotografías. En el año 1937 [el Museo de Arte Moderno de Nueva York decidió ] realizar una exposición gigante de fotografía que abarcara toda su historia [y se le tituló "Photo – Secession", que recorrió muchos museos norteamericanos] desde Boston hasta San Francisco. [En la segunda mitad del siglo XX tuvo lugar] la creación de una sección fotográfica dentro del Museo de Arte Moderno de Nueva York, una especie de museo dentro de otro museo, con una exposición permanente, una biblioteca y un programa de exposiciones. (...) Con la apertura de la George Eastman House en Rochester, Nueva York, en 1949, Estados Unidos tuvo su primer museo destinado exclusivamente a todas las ramas de la fotografía, incluida la de la cinematografía. (...) Actualmente hay muchos museos dedicados a la fotografía en Inglaterra, Francia, Alemania, Austria, [República Checa], [Eslovaquia] e Italia. En todo el mundo los museos tienden a coleccionar fotografías antiguas y modernas para poder organizar exposiciones.11

Hoy en día, todos los espacios físicos e informáticos de los países desarrollados están atiborrados de museos y archivos de fotografías históricas, y una oleada de proyectos de recuperación y rescate se ejecutan en la Unión Europea, producto del renovado interés por desempolvar y reconstruir la historia social de los pueblos. ¿Cómo responden, entonces, países menos desarrollados como Colombia a estas dinámicas?

10 Juan Miguel Sánchez Vigil. Automatización de los archivos fotográficos. Modelos de fin de siglo: Oronoz y Scala en Cuadernos de documentación multimedia. Madrid, 1997 - 98. (Número 6 – 7) Disponible en internet: http://www.ucm.es/info/multidoc/multidoc/revista/cuad6-7/autom.htm 11 Beaumont Newhall. Los museos y la fotografía. En: Renate y L. Fritz Gruber. El museo ideal de la fotografía. 140 años de obras maestras de la fotografía. Barcelona, 1982. pp. 9 - 10

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Rescate y divulgación de la memoria visual en Colombia En Colombia el interés por las fotografías y su preservación como testimonio histórico y documental es reciente. En 1981, la Biblioteca Pública Piloto en Medellín, organizó una gran exposición titulada 100 años de fotografía en Antioquia. Luego, con este mismo interés, el Museo de Arte Moderno de Bogotá presentó, en 1983, la exposición Una historia de la fotografía en Colombia12. También, reviste gran importancia la labor adelantada por entidades como el Banco de la República que desde mediados de los años ochenta, ha realizado -a través de sus áreas culturales, con el concurso de otras entidades- una serie de exposiciones fotográficas en las que se muestran recuerdos y testimonios visuales de varias ciudades colombianas. Así, se han publicado varios catálogos como Pasto a través de la fotografía13; Francisco Mejía14; Ibagué a través de la fotografía15; Manizales de ayer. Álbum de fotografías16; Rafael Mesa, el espejo de papel17; Fotografía en el Gran Santander: desde sus orígenes hasta 199018; Benjamín de la Calle, fotógrafo19; Melitón Rodríguez. Fotografías20; Pioneros de la Antropología: Memoria visual, 1936 – 195021; y Tunja, memoria visual22 . En la organización de los archivos fotográficos poco es lo que se ha avanzado. Según el Informe del Sistema Nacional de Cultura elaborado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI)23 sólo se conoce el caso del Centro de Memoria Visual de Medellín -parte de la Biblioteca Pública Piloto- creado en esta ciudad a instancias de la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales –FAES- y entregado en comodato a la Biblioteca Pública Piloto en 1999. Este archivo está calificado como uno de los mayores archivos en número de imágenes en América Latina. Posee cerca de 1.100.000 piezas, gracias a las donaciones

12 Eduardo Serrano. Historia de la fotografía en Colombia. Bogotá, 1983. 13 Banco de la República. Pasto a través de la fotografía. Bogotá, 1985. 14 Banco de la República. Francisco Mejía. Medellín, 1986. (Banco de la República y FAES) 15 Patricia Londoño. Ibagué a través de la fotografía en Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República. Bogotá, 1986. (Vol. XXIII, Núm. 8) 16 Banco de la República. Manizales de ayer. Álbum de fotografías. Bogotá, 1987. 17 Banco de la República. Rafael Mesa. El espejo de papel. Bogotá, 1988. 18 Banco de la República. Fotografías en el Gran Santander: desde sus orígenes hasta 1990. Bogotá, 1990. 19 Banco de la República. Benjamín de la Calle, fotógrafo. Bogotá y Medellín, 1993. (Banco de la República, FAES y Biblioteca Pública Piloto) 20 Banco de la República. Melitón Rodríguez. Fotografías. Bogotá, 1994. 21 Banco de la República e Instituto Colombiano de Antropología. Pioneros de la Antropología: Memoria visual, 1936 – 1950. Bogotá, 1994. 22 Banco de la República. Tunja, memoria visual. Bogotá, 1997. 23 OEI. Fotografía. Informe Proyecto Sistemas Nacionales de Cultura: Colombia. Disponible en: http://www.campus-oei.org/cultura/colombia/08d.htm#816

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particulares, por ejemplo, con la llegada del Fondo Melitón Rodríguez, se enriqueció ostensiblemente la colección, que incluye negativos, positivos, daguerrotipos, ambrotipos, ferrotipos, colodiones, placas secas, negativos flexibles, tarjetas de visita, tarjetas de álbum, tarjetas estereoscópicas, postales, fotografías en papel y diapositivas. En los últimos cinco años su desarrollo ha sido sorprendente y ha sobrepasado todas las expectativas. Hoy conforman su acervo 32 fondos fotográficos con materiales que vienen desde el primer daguerrotipo conservado en Antioquia (el retrato de doña Froilana Sáenz de Lince, hecho en Rionegro por el fotógrafo alemán Emilio Herbrüger en 1849), hasta la producción actual de algunos de los más destacados fotógrafos contemporaneos. En 2001, el Archivo pasó a formar parte principal del Fondo Visual de Colombia. Se situaron en las páginas de la UNESCO en Internet un millar de fotografías sobre un siglo de arquitectura en el país. (Se publicó un catálogo y un CD Room –que sólo incluye imágenes del interior del país-) Se conoce también, sin embargo, el caso de la experiencia del Archivo del Patrimonio Fotográfico y Fílmico del Departamento del Valle del Cauca, ganador en la categoría “Sociedad gubernamental”, en el Concurso Somos Patrimonio, del Convenio Andrés Bello, entidad adscrita a la Secretaría de Cultura y Turismo de la Gobernación del Valle que

comenzó un proyecto de recolección de imágenes de los vallecaucanos en el año 2000, cuando después de un recorrido por los 42 municipios del departamento se obtuvieron más de 20.000 imágenes que registran la vida, social, cultural, empresarial y familiar de la gente de la región, desde finales del Siglo XIX y a lo largo del Siglo XX.24

En asocio con la alcaldía de Santiago de Cali, Carlos Alberto Roldán Luna y José Fernando Lenis Posada unieron esfuerzos para iniciar la conservación de la memoria visual de la ciudad, a través de la conservación y digitalización del archivo fotográfico de Don Alberto Lenis Burckhardt –cuenta con 1300 imágenes- que

contiene el acervo histórico de nuestra entraña: la arquitectura civil, religiosa, pública; el desarrollo de las comunicaciones y el transporte; del comercio y de la industria y de muchas expresiones de la vida y obra de las élites y gente del común que contribuyeron a forjar patrimonio social, económico y cultural a lo largo y ancho del territorio vallecaucano y particularmente de su capital Santiago de Cali.25

24 El País. El pasado del Valle tiene futuro en Gaceta de El País. Cali, 2003. (29 de junio) 25 El acceso a la página del archivo fotográfico se puede hacer en: http://www.caliviejo.net/

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Roldán y Lenis montaron desde mediados de 2002 el sitio Web Caliviejo.net, y están organizando el archivo y trabajando en su difusión, mediante la reproducción litográfica de alta calidad, a partir de los negativos originales. Este archivo representa el nuevo escenario para prolongar el patrimonio cultural de la ciudad de Santiago de Cali.26 Barranquilla: Las pretensiones por un pasado glorioso del que no hay vestigios Cerca de celebrar los doscientos años de haber recibido status urbanístico por el gobierno neogranadino, Barranquilla se ve hoy atiborrada por banderines, pendones conmemorativos que invitan a la rumba, licor y goce, y mucho menos a la reflexión académica. Como es costumbre, desde algunos años atrás, la avenida más grande de la ciudad, la calle Murillo, será sede de una celebración ambientada por orquestas y delimitada por vallas de seguridad, y los barranquilleros rumbearán hasta la madrugada. Todo el derroche recordará, justamente bajo los auspicios de la alcaldía distrital, que a esta ciudad del Caribe su pasado le importa muy poco, mientras vivan y gocen toda fiesta que se atraviese por el medio. ¿Cómo justificar este derroche, si las inversiones financieras no han aportado nada al desarrollo de los archivos, fototecas y museos que la ciudad necesita para educar y guiar a las nuevas generaciones? ¿Tiene alguna utilidad repetir hasta el cansancio la existencia del pasado glorioso de una ciudad que no conservó prácticamente ningún recuerdo? ¿Qué consideración hacen de este pasado quiénes se dedicaron a reflexionar sobre la ciudad? ¿Qué pasó con este pasado? En uno de los mejores textos de carácter histórico sobre la ciudad, quizá el mejor, “Escribir en Barranquilla”, que en este año ha llegado a su segunda edición, el escritor e investigador Ramón Illán Bacca ha resaltado que la la época de crecimiento económico no correspondió, sin embargo, con el crecimiento artístico y cultural, aunque de la euforia y

optimismo participaba en pleno toda la clase dirigente, tanto la tradicional como la recién llegada a las posiciones de comando. Es ilustrativo de este sentir un número de Mejoras, la revista de la Sociedad de Mejoras Públicas, en la que uno de los más altos “heliotropos” de la época, Samuel Hollopeter, un norteamericano, gerente de las Empresas Públicas Municipales, escribía: Antes de veinte años Barranquilla será más grande que Bogotá. En las treinta y dos predicciones siguientes, se habla de mercados, aeropuertos, servicios públicos, lugares de esparcimiento,

26 Disponible en: http://www.caliviejo.net/

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concentraciones habitacionales, pero tan sólo hay una referencia a la vida cultural, cuando se habla de una biblioteca pública con más de doscientos mil ejemplares. No se hace referencia a la necesidad de una universidad, ni a la de museos o centros de investigación, ni a la de emisoras culturales o de una empresa editorial. La ciudad comercial estaba satisfecha de sí misma, y la vida cultural no estaba entre sus prioridades.27

La opinión de Illán Bacca muestra claramente que entonces en sus comienzos de “progreso” y “pujanza”, Barranquilla se veía más comercial, y menos interesada en su propia historia. Las instituciones que debían servir al propósito de construir y valorar los procesos históricos, antes bien, escaseaban. Una voluntad política férrea veía el futuro marcado por un empresariado fuerte, pero sin antecedentes. No hay referentes visuales sobre la ciudad, y lo que existe no ha sido objeto de las investigaciones necesarias para procesarla y pensarla. Si los testimonios no existen, la ciudad soñada no podrá ni siquiera ser pensada. Se seguirá construyendo encima del pasado, sin detenimiento. ¿Dónde está la memoria visual de Barranquilla? ¿Qué testimonios existen de esa memoria visual? El proceso de la reconstrucción de la historia visual de Barranquilla En Barranquilla existe un proyecto, que aún no ha visto la luz: La Fototeca de Barranquilla. Algunos fotógrafos se han reunido para concretar y construir tal proyecto. Fernando Mercado, Gustavo Cogollo, Juan Camilo Segura, entre otros, en el marco de su experiencia y trabajo, han guardado en sus archivos personales diferentes piezas fotográficas, y se encuentran interesados en proveer proyectos de investigación, necesarios para materializar el sueño de una Fototeca. De otra parte, se conoce la importancia del archivo fotográfico del Museo Romántico, que ha servido a distintas publicaciones, aunque en su mayoría existe la certeza de que no sean originales. Recopilado por el director de la institución Alfredo de la Espriella, contiene fotos de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX. Emmanuel Certain, Aldo Ricci, Miguel Angel Focchi, Francisco Valiente, Manuel Ezequiel De la Hoz, Floro Manco, Manuel Saray, Miguel Lascarro y Louis Duperly28 son algunos de los fotógrafos. Igualmente existen varias colecciones particulares de diferentes familias, y de instituciones como el Banco de la República, el periódico El Heraldo y el desaparecido Club Barranquilla, entre otras.

27 Ramón Illán Bacca. El mundo de Cosme. En: Escribir en Barranquilla. Barranquilla: Ediciones Uninorte, 1998. pp. 46 - 47 28 Alfredo De la Espriella. Fotógrafos y fotografías de la ciudad a principios de siglo en Imagen temporal de Barranquilla de El Heraldo. Barranquilla, 2004. (11 de abril) p. 5C

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EN BUSCA DE LA MEMORIA VISUAL PERDIDA DE BARRANQUILLA: ROMPECABEZAS DE UNA HISTORIA LOCAL

Foro: Barranquilla, Memoria Arqueológica, Histórica y Ambiental En el marco de los ENCUENTROS AMBIENTALES 2005

INSTITUTO PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE – IDS UNIVERSIDAD DEL NORTE

GRUPO DE INVESTIGACIÓN EN HISTORIA Y ARQUEOLOGÍA DEL CARIBE COLOMBIANO

Barranquilla, abril 7, 2005

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Consignadas en las publicaciones de sus relatos de viajes, o de las instituciones que han promovido su edición, las fotografías tomadas por los viajeros, tienen un valor fundamental en nuestros días. Existen los casos de recuperación y divulgación de historiadores como Malcom Deas, quien sacó a la luz la obra Viajes y aventuras de un cazador de orquídeas (Travels and Adventures of an Orchid Hunter), del cazador de orquídeas Albert Millican, con fotografías tomadas durante su viaje a Colombia en 1887, en la que se encuentran impresas algunas de Barranquilla,29 o la exposición y catálogo del Banco de la República, titulada Estereofotografías norteamericanas: Una mirada sobre América Latina en tres dimensiones, con imágenes tomadas por el fotografo D.H. Ashton, a su paso también por nuestra ciudad, hacia 1906, realizando trabajos para la Underwood & Underwood Company, piezas del acervo de la Colección Keystone – Mast, entre algunos otros.30 Toda esta historia está construyéndose, una dinámica que comenzó con los archivos históricos y las colecciones de los fondos documentales puestos a la consulta y servicio del público. Un proyecto importante adelanta el Grupo de Investigación en Historia y Arqueología del Caribe Colombiano y el Departamento de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad del Norte, que intenta digitalizar las imágenes y aglutinar todo este acervo en un archivo virtual, disponible para estudiantes, investigadores y público general. La idea de este proyecto busca fundamentalmente rescatar las historias visuales de las familias y de los pueblos del Caribe. Precisamente, al conversar con la socióloga Piedad Sánchez, coautora de esta aproximación académica, concluimos que era importante mostrar algunas piezas de su historia visual familiar. Sorprendida, no podía salir del asombro, pues creía que la historia visual de Barranquilla a la que nos acercamos en este artículo era sólo la de aquellos denominados “personajes” de la vida política, económica, social y cultural. No es para menos, estamos acostumbrados a pensar en la historia como los sucesos relevantes, y no como el legado de cada una de las familias de una localidad contribuye a forjar la historia, como es el caso de los redactores de la revista colombiana Jet – Set, que en una edición especial titulada “Grandes familias de Colombia. La historia de las dinastías que han contribuido al desarrollo del país”31, se puede palpar la ausencia de una lectura sociológica que muestre las contribuciones de los grupos y familias colombianas que no han dejado de trabajar por un desarrollo integral de nuestro país, no sólo económico. Las fotografías de la Familia Sánchez Molinares son prueba fehaciente de que la memoria visual de Barranquilla si existe, y que hay que tocar la puerta de cada casa para encontrarla. Allí, entre

29 Malcom Deas. Aventuras y muerte de un cazador de orquídeas. Albert Millican, viajero del siglo XIX en Colombia en Credencial Historia. Bogotá, 1991. (Edición 22, octubre) pp. 8 - 11 30 Hilda Piedrahita. Estereofotografías norteamericanas: Una mirada sobre América Latina en tres dimensiones. Catálogo de la exposición. Bogotá, s.f. 31 Patricia Arango, Marcela Casas e Ilse Milena Borrero. Grandes familias de Colombia. La historia de las dinastías que han contribuido al desarrollo del país en Revista Jet Set. Bogotá: Publicaciones Semana, 2000. (Septiembre, edición 27)

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GRUPO DE INVESTIGACIÓN EN HISTORIA Y ARQUEOLOGÍA DEL CARIBE COLOMBIANO

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los álbumes, hay mucha más esperanza de la que estamos dispuestos a tener sobre nuestro futuro.