medicina transfusional felina
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Medicina Transfusional FelinaTRANSCRIPT
ASPECTOS PATOLÓGICOS DE LA MEDICINA
TRANSFUSIONAL FELINA
Dr. Cristián Cortés Z. MV Colaborador Docente Departamento de Patología Animal Universidad de Chile Director Médico VETBlood Banco de Sangre Veterinario [email protected]
INTRODUCCIÓN
La terapia transfusional como herramienta diagnóstica ha ido cada vez
más en aumento en nuestro país sobre todo en el ámbito de la medicina de
caninos, si bien aún queda mucho por aprender y desarrollar de esta
interesante área, la medicina transfusional felina aún se está desarrollando de
forma muy básica, sin embargo, los médicos veterinarios están empezando a
investigar en relación a este tema y comprendiendo que el gato ya dejo de ser
un “perro chico”, a continuación entregaremos una pequeña revisión
bibliográfica en relación a esto y los aspectos patológicos que puede involucrar
su desconocimiento al momento de su aplicación.
MEDICINA TRANSFUSIONAL FELINA
Un felino antes de ingresar como donante a un banco de sangre debe
cumplir con una serie de cualidades médicas para poder entregar su sangre
con fines terapéuticos, y a la vez autoexclusiones, ya que, al administrar algún
componente sanguíneo errado o deficiente puede generar graves trastornos en
el receptor, incluyendo incluso la muerte (Hale, Lent, Lucas, 2004).
Unos de los puntos críticos que limitan los procesos de transfusión
sanguínea se relacionan con la existencia de grupos sanguíneos diferentes
entre los mismos individuos. Se define como grupo sanguíneo a aquellos
antígenos que corresponden a glicoproteínas o glicolípidos que se expresan
sobre la membrana de los hematíes, siendo los mismos específicos de especie,
y aloanticuerpos a los anticuerpos dirigidos contra antígenos presentes en otros
individuos de la misma especie animal (Alonso Diez Rejas López; González
Montaña, 1997).
Los requisitos de un felino para ser donante de sangre se relacionan con
su edad 1-8 años, peso > 4 kg, VGA > 35 %, carácter dócil, estado sanitario
clínicamente sano, vacunas Triple, Antirrábica y Leucemia, frecuencia máxima
de extracciones 3 veces al año para hembras y 4 veces para machos, período
mínimo entre donaciones 2-3 meses. En relación a las autoexclusiones para
ser donante de sangre se debe considerar el vagabundeo y estado de
reproducción activo (Cortés C., comunicación personal).
Cuando en el plasma de un individuo se observa la presencia de
aloanticuerpos anti-antígenos eritrocitarios sin haber existido sensibilización
previa, como por ejemplo podría ocurrir en una transfusión anterior, se habla de
aloanticuerpos naturales. Estos aloanticuerpos naturales se sintetizan frente a
sustancias presentes en la naturaleza muy similares estructuralmente al
antígeno eritrocitario con el que reacciona el aloanticuerpo, usualmente estas
sustancias provienen de plantas o bacterias (Alonso Diez; Rejas López;
González Montaña, 1997).
Los gatos poseen un único sistema de grupo sanguíneo de interés, con
tres fenotipos A, B, AB. Estos fenotipos tienen origen en dos alelos de un
mismo gen, A y B, siendo A dominante sobre B. En general, la mayor parte de
los gatos son A, unos pocos son B y muy raramente son AB. Existen razas en
las que prácticamente no existe el fenotipo B (siames), mientras que otras
poseen casi un 50% de los animales con fenotipo B (devon rex), posiblemente
por selección a nivel de los criaderos, debido a un elevado grado de
consanguinidad (Matthew, 2004).
La frecuencia de individuos AB todavía no tiene base conocida,
existiendo distintas hipótesis. Como ya se ha descrito, se sabe que existen dos
alelos con dominancia del A; así los gatos A poseen un genotipo AA o AB, los
B un genotipo BB, mientras que los AB posiblemente se deban a un tercer alelo
cuya presencia provoca una codominancia entre los alelos anteriores, o tal vez
codifica una única enzima bifuncional capaz de sintetizar tanto la sustancia A
como la B. Otra hipótesis afirma que los individuos AB provienen del cruce de
gatos heterocigóticos o de un cruce AB x BB, produciendo individuos quimeras,
con eritrocitos que expresan el antígeno A y eritrocitos que expresan el B,
resultado de un cruzamiento intragénico o de una mutación (Alonso Diez; Rejas
López; González Montaña, 1997).
Toda transfusión produce una mejoría transitoria en la condición del
paciente. Si este no es capaz de reponerse del déficit de componentes en
forma endógena, puede ser necesario realizar más de una transfusión. Siempre
se debe tener en cuenta que las transfusiones atenúan la respuesta fisiológica
a la deficiencia de constituyentes sanguíneos, por ejemplo, en un paciente con
baja abrupta de volumen globular aglomerado (VGA) produce hipoxia tisular
que a su vez estimula la producción de eritropoyetina, esto produce un
aumento por parte de la medula de la producción de reticulocitos. En un
paciente de este tipo, la transfusión produce un retardo en la respuesta de
producción de reticulocitos. Por esta razón debemos hacernos algunas
preguntas para calificar a aquellos pacientes que requieren transfusión
sanguínea, tales como, si es la transfusión realmente necesaria y cual es la
necesidad particular del paciente en relación al hemoderivado que se requiere
transfundir (Morrissey, 2000).
La terapia transfusional hoy por hoy procura administrar a cada paciente
sólo los componentes de la sangre que le hacen falta en lo que hoy se
denomina “terapia de los componentes”, lo que trae consigo la disminución del
riesgo de obtener efectos adversos, lo que implicará el máximo de rendimiento
en cada donación de sangre (Morrissey, 2000).
Este tipo de terapia aún es improbable de realizar en felinos domésticos
dado por los bajos volúmenes de extracción que impedirían contar con niveles
adecuados de plasma y glóbulos rojos en una unidad, si bien hoy por hoy
VETBlood cuenta con una unidad especialmente diseñada para la extracción de
sangre felina, aún no se ha logrado desarrollar una unidad doble tal como
ocurre en medicina canina (40-45 ml) (Cortés C., comunicación personal).
Una unidad sangre completa es aquella que es obtenida a partir de un
donante y que se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas,
factores de la coagulación, y proteínas plasmáticas incluyendo albúmina y
antitrombina III. La sangre fresca se indica cuando se presentan alteraciones
de la coagulación acompañadas de anemia y/o pérdida de sangre, sin éxito en
la reposición del volumen circulante y/o capacidad del transporte de oxígeno
por parte del paciente. La transfusión con sangre entera fresca está
contraindicada en pacientes con volumen globular aglomerado (VGA) normal o
policitemia, (aunque sea relativa), ya que se debe evitar la sobrecarga de
volumen. Debe tenerse siempre presente que administrar grandes volúmenes
de fluidos asociados a una transfusión sanguínea puede ser riesgoso en
pacientes con algún grado de insuficiencia cardiaca o renal (Prittie, 2003).
Al iniciarse una transfusión sanguínea, debe monitorearse al paciente los
primeros 15 a 20 minutos, para observar signos de incompatibilidad. Si no
ocurre reacción durante este tiempo, la unidad puede administrarse en 2 a 3
horas, La transfusión siempre debe completarse antes de 4 horas, de forma de
minimizar el riesgo de infección bacteriana. La sangre entera fresca debe
administrarse antes de 8 a 12 horas de colectada, ya que las plaquetas y
algunos factores de coagulación se inactivan con rapidez al encontrarse la
sangre almacenada. Cuando se administra sangre fresca, el aumento esperado
en el VGA es aproximadamente la mitad del esperado al administrar el mismo
volumen de concentrado de glóbulos rojos (Chiaramonte, 2004).
En el felino es obtenida en una unidad estéril con anticoagulante en una
cantidad aproximada de 40 a 45 mL., la cual se conserva entre 1 a 6º C
durante 28 a 35 días. Las desventajas en su uso se relacionan con el
insuficiente tiempo para completar sus análisis y el riesgo de sobrecarga
circulatoria si se administra para reemplazo de factores en un paciente que no
está sangrando activamente. Hoy por hoy el uso de sangre fresca está
completamente desaconsejado dado la falta de tiempo para completar los
análisis de laboratorio, la disponibilidad limitada de donantes y la utilización
más eficiente de los componentes sanguíneos. El uso de sangre fresca
probablemente está limitado a aquellas partes del mundo en la que los
servicios de transfusión no están desarrollados completamente (Prittie, 2003).
Su uso se relaciona principalmente a cuadros de hemorragia con
grandes pérdidas de volumen dado por traumatismos, severos cuadros de
coagulopatías, algunos casos de coagulopatía intravascular diseminada y
trombocitopenia (Chiaramonte, 2004).
Este hecho nos debe motivador con la finalidad de desarrollar
mecanismos que nos permitan acceder a poder ampliar este tipo de servicio
que implique una mayor ayuda para las diferentes patologías de felinos que no
implican el uso de glóbulos rojos o bien de plasma fresco (Cortés C.,
comunicación personal).
En el caso de los gatos a diferencia de la población canina, los mayores
de 3 meses suelen poseer aloanticuerpos naturales contra los antigenos
eritrocitarios ausentes en sus hematíes. En un 35% de los individuos A se
encuentran bajos niveles de Aloanticuerpos anti A. Este hecho implica que es
necesario realizar siempre transfusiones entre individuos del mismo grupo
sanguíneo, no existiendo en la población felina obviamente ningún donante
universal. Cuando la transfusión es entre individuos compatibles, se observa
que los hematíes transfundidos sobreviven alrededor de 33 días (Alonso Diez;
Rejas López; González Montaña, 1997).
Cuando a un gato A se le transfunden hematíes de un donante B, la vida
media de los eritrocitos disminuye a 2,1 días, debido a fagocitosis extravascular
de los hematíes. El cuadro clínico cursa con sintomatología poco intensa,
malestar, taquicardia y taquipnea, si bien el objetivo de la transfusión no se
consigue por la baja supervivencia de los hematíes transfundidos (Kristensen,
1995).
Cuando un gato B recibe hematíes de un donante A, la supervivencia
media de los eritrocitos es aún menor, 1,3 horas. Sin embargo el problema de
esta transfusión incompatible es que se produce una respuesta inmediata,
cursando con un cuadro de hemólisis intravascular aguda, con aparición de
hipotensión, shock, hemoglobinemia y hemoglobinuria. La transfusión de 1 mL
de sangre A a un gato B puede provocar la aparición de sintomatología
(Kristensen, 1995).
REACCIONES POST TRANSFUSIONALES
La transfusión de hemoderivados se ha convertido en un componente
integral del tratamiento en medicina veterinaria, aunque en general se les
considera seguras, no están exentas de riesgos. La incidencia de las
reacciones transfusionales pueden reducirse simplemente con la aplicación de
los productos sanguíneos adecuados (Kristensen, 1995).
Una reacción transfusional inmunológica aguda es aquella causada por
la respuesta que ocurre cuando se incorpora sangre de un grupo distinto a la
del receptor previamente sensibilizado. Para el caso de los gatos se relaciona
con la administración de sangre tipo A a un gato tipo B los cuales tienen
potentes anticuerpos anti A, lo que genera una rápida destrucción de los
glóbulos rojos y la consecuente muerte en 1 a 2 hrs (Beal, 2004).
La signología presente generalmente se relaciona con taquicardia,
taquipnea, hipotensión, vómitos, colapso, ictericia, fiebre, urticaria, shock,
temblor muscular, convulsiones, anafilaxis al análisis de laboratorio
hemoglobinemia, hemoglobinuria, bilirrubinemia o bilirrubinuria, pudiendo llegar
incluso a la muerte del paciente (Beal, 2004).
Dentro de las reacciones transfusionales no inmunológicas agudas
tenemos la hipocalcemia causada por la toxicidad del citrato de la solución
anticoagulante, septicemia por contaminación bacteriana de la unidad, vómitos,
distress respiratorio, microcoagulación de la vía endovenosa. Sobrecarga
circulatoria, disfunción hepática, administración rápida de sangre (los gatos
toleran mal los anticoagulantes), sepsis, transmisión de enfermedades
infecciosas o parasitarias. Por lo general el proceso de hemólisis no
inmunológica se debe a la transfusión de eritrocitos alterados dado por un mal
manejo de los manipuladores con respecto a la unidad provocando hemólisis
de baja intensidad y asintomáticas. La hemólisis inmunológica intravascular es
de aparición retardada y muy frecuente, disminuyendo el número de hematíes
viables y por tanto el beneficio de la transfusión (Kristensen, 1995).
Reacciones transfusionales inmunológicas tardías se producen por el
desarrollo de anticuerpos que podrían acortar la vida media de los glóbulos
rojos transfundidos en una siguiente transfusión luego de 3 a 5 días hasta 2
semanas de haber realizado la primera. Síntomas: pirexia, anorexia, ictericia,
bilirrubinuria (Prittie, 2003).
Reacciones transfusionales no inmunológicas tardías se presentan por la
transfusión de sangre o sus derivados que se encuentran contaminados con
agentes infecciosos como por ejemplo virus de la Leucemia (FeLV), virus de la
inmunodeficiencia (FIV) (Brooks, 2003).
En pacientes transfundidos, es importante ser muy cuidadoso con el
monitoreo durante la terapia ya que de ello depende la detección de reacciones
agudas que puedan comprometerlos. Es trascendental monitorear parámetros
tales como: temperatura, presión, pulso, frecuencia cardiaca, frecuencia
respiratoria, coloración de mucosas cada 5 minutos los primeros 15 a 30
minutos de iniciada la transfusión y luego cada 15 minutos por el resto de la
transfusión. Si se presenta algún signo de reacción hemolítica aguda debe
detenerse inmediatamente la transfusión. Si se presentara alguna reacción no
hemolítica, como fiebre y leve compromiso cardiovascular o respiratorio debe
reducirse la velocidad de infusión o bien detener la transfusión por algunas
horas hasta la desaparición de la signología y luego volver a iniciar el
procedimiento. Si la fiebre se mantiene o empeora la transfusión debe
suspenderse (Lanevschi y Wardrop, 2001).
CONCLUSIONES
La necesidad específica de transfundir a un paciente está correlacionada
con la patología de base del mismo. La autotransfusión puede utilizarse para
determinados protocolos clínicos siendo un procedimiento seguro al momento
de evitar problemas de sensibilización, pero no elimina reacciones causadas
por una recolección, almacenamiento o administración inadecuadas.
A modo de prevenir las reacciones por incompatibilidades todos los
felinos donantes deberían ser cuidadosamente chequeados en cuanto a su
grupo sanguíneo, esto mediante tipificación con cartillas y además realizar
como procedimiento de seguridad vía crossmatching prueba de laboratorio que
permite la exposición de glóbulos rojos y plasma entre el donante y el receptor
de manera tal de minimizar los riesgos de la terapia. Fuertes reacciones de
aglutinación se pueden apreciar de anticuerpos anti A (en el suero de un gato
tipo B) al hacerlos reaccionar con células tipo A.
Los manejos adecuados para prevenir reacciones transfusionales no
inmunes deben incluir: Selección del donante, recolección asépticas,
administración asépticas, catéter específico para transfusión, bajada de macro
goteo con filtro específico de 170 µm.
Es importante considerar que la transfusión no debe exceder las 4 horas
desde su inicio, y no se deben administrar medicamentos por la misma vía de
la transfusión de manera que pudiesen generar alguna alteración de la unidad
sanguínea.
La necesidad de crear una terapia de los componentes en felinos se
hace muy necesaria en nuestro medio así se podrían prevenir muchas
reacciones adversas a la transfusión.
BIBLIOGRAFÍA
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