mediacion familiar

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INTRODUCCIÓN C on el término crisis se ha querido definir a la familia moderna en contraposición con el modelo de familia tradicional, caracterizada por la estabilidad y continuidad de sus formas y elementos constitutivos. La familia actual atraviesa un largo periodo de cambios profundos y acelerados de tal envergadura que ha producido modificaciones que afectan no sólo a sus formas sino a sus elementos estructurales. Desde el punto de vista so- ciológico hay que hablar menos de familia, como modelo único y generalizado y hablar más de familias, como expresión que alude a las diversas formas de familias, que han ad- quirido reconocimiento social. Son las llama- das familias «postnucleares» o «postmoder- nas». ( Meil, G., 1999. del Campo, 1991). En ningún momento de la historia huma- na se han experimentado tantos cambios en tan corto periodo de tiempo. Muchas socieda- des cambian a tal velocidad, que solo el ritmo tan acelerado con que se produce, constituye uno de los principales factores de tensión para las familias. En muchas sociedades, las normas relacionadas con la crianza de los hijos y las relaciones entre los cónyuges se están viendo desbancadas por otras nuevas orientaciones y costumbres en proceso de establecimiento, produciéndose una especie de anomía en relación con las normas gene- ralmente aceptadas. El conflicto es un fenómeno consustancial a las relaciones humanas. Las familias no escapan a esta ley del conflicto humano, con sus potencialidades para el crecimiento y para la destrucción. Lo peculiar del conflicto familiar en las sociedades modernas se cir- cunscribe principalmente en el ámbito de la pareja, aunque no se reduce a ella, afectando por lo general a la familia de procreación y a las familias de origen. La pareja, casada o no, está en el núcleo de la familia. «La pareja vino al centro de la vida familiar al mermar el papel económico de la familia y convertirse el amor, o el amor y la atracción sexual, en la base de los lazos matrimoniales» (Giddens, 2.000, pp. 74) La comunicación, la intimidad y la satisfacción emocional se han convertido en la razón para establecer el vínculo y el motivo principal para legitimar su continua- 31 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 40 * Doctor en Sociología. Profesor Titular de Univer- sidad. Universidad de Las Palmas La mediación familiar. Un ejemplo de aplicación práctica: la comunicación a los hijos de la separación de los padres. El papel del mediador FERMÍN ROMERO NAVARRO *

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INTRODUCCIÓN

Con el término crisis se ha queridodefinir a la familia moderna encontraposición con el modelo de

familia tradicional, caracterizada por laestabilidad y continuidad de sus formas yelementos constitutivos. La familia actualatraviesa un largo periodo de cambiosprofundos y acelerados de tal envergaduraque ha producido modificaciones que afectanno sólo a sus formas sino a sus elementosestructurales. Desde el punto de vista so-ciológico hay que hablar menos de familia,como modelo único y generalizado y hablarmás de familias, como expresión que alude alas diversas formas de familias, que han ad-quirido reconocimiento social. Son las llama-das familias «postnucleares» o «postmoder-nas». ( Meil, G., 1999. del Campo, 1991).

En ningún momento de la historia huma-na se han experimentado tantos cambios entan corto periodo de tiempo. Muchas socieda-des cambian a tal velocidad, que solo el ritmo

tan acelerado con que se produce, constituyeuno de los principales factores de tensiónpara las familias. En muchas sociedades, lasnormas relacionadas con la crianza de loshijos y las relaciones entre los cónyuges seestán viendo desbancadas por otras nuevasorientaciones y costumbres en proceso deestablecimiento, produciéndose una especiede anomía en relación con las normas gene-ralmente aceptadas.

El conflicto es un fenómeno consustanciala las relaciones humanas. Las familias noescapan a esta ley del conflicto humano, consus potencialidades para el crecimiento ypara la destrucción. Lo peculiar del conflictofamiliar en las sociedades modernas se cir-cunscribe principalmente en el ámbito de lapareja, aunque no se reduce a ella, afectandopor lo general a la familia de procreación y alas familias de origen. La pareja, casada o no,está en el núcleo de la familia. «La pareja vinoal centro de la vida familiar al mermar elpapel económico de la familia y convertirse elamor, o el amor y la atracción sexual, en labase de los lazos matrimoniales» (Giddens,2.000, pp. 74) La comunicación, la intimidady la satisfacción emocional se han convertidoen la razón para establecer el vínculo y elmotivo principal para legitimar su continua-

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* Doctor en Sociología. Profesor Titular de Univer-sidad. Universidad de Las Palmas

La mediación familiar. Un ejemplo deaplicación práctica: la comunicacióna los hijos de la separación de lospadres. El papel del mediador

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ción. Por ello, el conflicto se gesta principal-mente en los espacios propios de la pareja y esdirimido por la misma, teniendo en cuentapara su solución la satisfacción o insatisfac-ción de las dimensiones emocionales y afecti-vas y no tanto otros criterios externos a ella(Romero, 2001, pp. 369).

Cuando una pareja salda sus conflictos conla separación está tomando una de las deci-siones más difíciles que debe afrontar, siendocon frecuencia una experiencia dolorosa, aun-que también liberadora. La separación gene-ra, con mucha frecuencia, una fuerte carga desufrimiento en todas las partes implicadas, loque se vivirá como frustración, engaño, aban-dono, etc. En función de cómo se manejanestos sentimientos, se podrán canalizar más omenos adecuadamente o podrán incremen-tarse o incluso desviarse en una espiral per-versa del conflicto.

Los conflictos y desacuerdos que surgendurante el proceso de ruptura de la parejacontienen tanto aspectos emocionales y afec-tivos, como aspectos legales y económicos,todos los cuales deben ser contemplados parauna adecuada solución. Estos últimos aspec-tos, sobre todo en el caso de parejas con hijos,serán siempre aspectos transidos por el mun-do de las relaciones y emociones. Ello explicaen gran medida que el procedimiento conten-cioso no sea el más adecuado (y así lo confir-ma la experiencia) para afrontar disputas conuna clara base relacional y afectiva.

La cultura ganador / perdedor prima en losescenarios de los conflictos y, en el caso de laseparación y el divorcio, hace que el sistemalegal, a través de los abogados, sea habitual-mente la primera puerta de entrada para lasolución, consolidando las diferencias entrequienes han de continuar relacionándosecomo padres, dejándolos en una situación deenfrentamiento prolongado, que ni el paso deltiempo mitiga.

La mediación, y en su caso la mediaciónfamiliar, requiere y a la vez promueve la «cul-

tura del acuerdo», del consenso entre las par-tes en conflicto, definiendo el conflicto comouna dificultad a resolver por las partes, yaque la solución adecuada al mismo está en lasmanos de éstas y compromete el futuro deambas partes, que son principalmente loshijos.

Si la pareja consigue llegar a acuerdos enmediación, puede tramitar su procedimientode separación legal por vía consensual. Esteprocedimiento tiene la ventaja de que puedeutilizar un mismo abogado y procurador, locual abarata el coste, disminuye la duracióndel procedimiento, elimina la figura deladversario repercutiendo de forma beneficio-sa sobre ellos y sus hijos, y evitar agresividady represalias, tan frecuentes en estas situa-ciones conflictivas.

La mediación familiar se entiende como unmétodo que construye puentes entre partesen conflicto, generando capacidad de consen-so. Proporciona a la familia un espacio en elque puedan tener cabida todos aquellostemas sobre los que sus miembros debentomar decisiones, tengan o no tengan rele-vancia legal (custodia, visitas, régimen eco-nómico...), integrando de forma armoniosatales decisiones y las emociones asociadas aéstas.

La mediación familiar ha entrado en lasagendas de las políticas sociales de muchospaíses como un recurso que permite a lospotenciales usuarios de las misma afrontar laseparación o la disolución de la pareja y lacontinuidad en las funciones parentales.

El Estado Español, a través del Ministeriode Trabajo y Asuntos Sociales y de las Comu-nidades Autónomas, tres de las cuales hanpublicado sus correspondientes leyes deMediación Familiar (Cataluña, Galicia y laComunidad Valenciana), así como la iniciati-va privada a través de múltiples organizacio-nes, se han sumado a este nuevo movimientode la mediación familiar, promoviendo y favo-reciendo su implantación en el tejido social.

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La producción literaria sobre la media-ción en general, y sobre las técnicas de nego-ciación y de la mediación familiar en particu-lar, constituye un indicador más de la impor-tancia que la mediación está adquiriendo.Galdeano (2000) ha confeccionado una selec-ción parcial, que será completada, de 94 refe-rencias bibliográficas entre manuales y capí-tulos de libros sólo en lengua española, edita-dos en los últimos años.

El presente artículo se estructura en dospartes. En la primera, de carácter introducto-rio, se pretende desarrollar tres aspectos: lamediación familiar, la cultura del acuerdo yla mediación y el campo de acción de lamediación familiar.

En la segunda parte, a modo de ensayo,trato de abordar un tema particular, perorecurrente y preocupante entre los padresque deciden separarse: la comunicación a loshijos de la separación y, para finalizar, trata-ré el papel del mediador familiar respecto aeste aspecto.

PRIMERA PARTE

LA MEDIACIÓN FAMILIAR

1. Contexto histórico

La mediación familiar se inició en lasegunda mitad de los años 70 en los EstadosUnidos de América, extendiéndose posterior-mente a otros países de nuestro entorno. Parael caso de Europa es particularmente rele-vante la Recomendación número R(98)1 delComité de Ministros del Consejo de Europa alos Estados miembros. Recomienda a losEstados miembros instituir y promover lamediación familiar o, en su caso, reforzar lamediación familiar existente. Subraya la efi-cacia de esta institución y señala entre otrosbeneficios la mejora de la comunicación entrelos miembros de la familia, la reducción de losconflictos entre las partes en desacuerdo, elfavorecimiento de convenios amistosos y el

mantenimiento de relaciones personalesentre padres e hijos.

La mediación no es un recurso nuevo parala resolución de los conflictos. Ha existidosiempre. La historia está llena de ejemplos enlos que algunas personas de la comunidad,como los líderes religiosos o personas conautoridad e influencia, actuaban como ins-tancia directa cuando se acudía a ellos enbusca de la resolución de los conflictos, cuan-do estos se presentaban. En la medida en queel Estado organiza y toma para sí la funciónde impartir justicia, la mediación va perdien-do el papel relevante que poseía.

El ímpetu y desarrollo de la mediación hayque situarlo en el seno del movimiento deResolución Alternativa de Litigios, conocidocon las siglas ADR (Alternative DisputeResolution), surgido en Estados Unidos aimpulsos de dos fenómenos: la aparición denuevas instituciones civiles como respuesta alas crisis de representatividad (Gotheil J. YA. Schiffrin, 1996) y el aumento en cantidad yen complejidad de los procesos judiciales, pro-duciéndose la invasión de litigios y la inefica-cia del sistema legal para resolver los proble-mas (Singer, 1996 pp. 11-21).

La mediación viene asociada, en lacorriente norteamericana, a la idea de resolu-ción de conflictos entre diferencias, tal comoindica Six, 1997. Al lado de esta corrienteamericana existe otra, la europea, para la quela mediación es considerada como un trabajode regulación constante de las relaciones delas partes en conflicto: «Se trata, entonces, enla mediación, de poner en práctica sin cesarlazos nuevos entre unos y otros, en una ver-dadera creatividad; o de reparar los lazos queestán flojos o que han sufrido algún acciden-te; o de gestionar rupturas de lazos, de dife-rencias» (pp. 186). Giró Paris (1997) prefierehablar de «gestión de conflictos» en vez de«resolución de conflictos» y argumentadiciendo que «(...) El mediador no es un solu-cionador ingenioso de situaciones a las quelos contrayentes no pueden hallar salida por

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su falta de genialidad, sino un atento gestorrespetuoso con la dinámica interna del con-flicto y de su transformación» (pp.226)

2. En torno al concepto de mediación

Moore, 1995 estudia la mediación dentrode un continuo de métodos de administracióny resolución de conflictos, constituido pornueve formas:

1) La evitación del conflicto.

2) Las discusiones informales.

3) La negociación.

4) La mediación.

5) La decisión administrativa.

6) El arbitraje.

7) La decisión judicial.

8) La decisión legislativa.

9) El método extralegal.

En las cuatro primeras formas, la solucióndel conflicto está en las manos de la decisiónprivada de las partes, en la quinta y la sextala decisión está en las manos de un tercero decarácter privado, en la séptima y octava ladecisión queda en manos de un tercero auto-rizado, legal (público) y en la novena la solu-ción queda en la decisión extralegal mediantela coerción. Cuanto más se aleja la solucióndel conflicto de la participación privada de laspartes, más aumenta el poder y la coerción deun tercero y la probabilidad de un resultadobasado en el binomio gana-pierde.

Con frecuencia se suele confundir lamediación con arbitraje, negociación y conci-liación. En el arbitraje interviene un tercero,pero éste tiene poder decisorio. En la negocia-ción no interviene un tercero. La negociaciónse hace directamente entre las partes. Laconciliación se realiza ante un tercero con

poder coactivo. La mediación, por el contra-rio, elegida voluntariamente por las partes,es un proceso orientado a la consecución deunos acuerdos de interés para las mismas y,en el caso de la mediación familiar, de interéstambién para los hijos, conducido por elmediador, cuya figura está dotada de impar-cialidad, neutralidad, confidencialidad y dela preparación adecuada en técnicas de comu-nicación humana y de negociación.

Difícil es precisar en todos sus términosqué es la mediación, debido a los diversosenfoques que al respecto tienen las escuelas.Moore define la mediación como «la interven-ción en una disputa o negociación de un ter-cero aceptable, imparcial y neutral, que care-ce de un poder de decisión, para ayudar a laspartes en disputa a alcanzar voluntariamen-te un arreglo aceptable mutuamente». (opuscit. pp. 44)

La mediación es algo más que una habili-dad que puedan usar el abogado o el psicólo-go. Es un método de gestión y de resolución deconflictos, que se desarrolla en un proceso deinteracción humana, cargada de interesescontrapuestos e influenciada por las emocio-nes y los afectos de los implicados. Está orien-tada a hacer que cada parte empatice con elpunto de vista del otro y que a su vez ambassean los protagonistas del acuerdo, para todolo cual el mediador utilizará las técnicas decomunicación y de negociación adecuadas. Enotras palabras, «la mediación debe contribuira restablecer los patrones constructivos decomunicación y negociación mediante la defi-nición de expectativas razonables paraambas partes» (Folberg y Taylor, 1994, pp.157).

La mediación es una práctica que no tienecorpus teórico propio, sino que se nutre dediversas fuentes, como son la Sociología, laPsicología, el Derecho y las técnicas de comu-nicación y de resolución de conflictos. De ahíque su epistemología sea interdisciplinaria.Como método de trabajo promueve la actitudde devolver a las partes implicadas las res-

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ponsabilidades y el control de los conflictos.Permite que las mismas estructuren las pro-pias relaciones y posiciones ante los proble-mas, identifiquen las áreas de desacuerdo,desarrollen alternativas para resolver losconflictos y así llegar a acuerdos y a satisfacerlos intereses de ambas partes.

La mediación se constituye en un procesocreador de soluciones originales allí dondeparecía que las puertas estaban cerradas.Ello supone la premisa básica de aceptar quelas partes, salvo situaciones excepcionales,tienen recursos suficientes para resolver susconflictos. La mediación es un escenario en elque, a modo de espejo, las partes redescubrensus capacidades para afrontar sus conflictos.La fe en sí mismas, que facilita el mediador,actuará de palanca o acicate. Entender así lamediación implica asumir que el resultado noserá únicamente el acuerdo conseguido sino,sobre todo, el aprendizaje que se adquiere a lolargo de todo el proceso sobre las interaccio-nes necesarias para conseguirlo. Todo ellotendrá efectos positivos en el proceso sociali-zador de los hijos, en cuanto se les ofrece unaoportunidad, una imagen, de cómo lospadres, los adultos, resuelven sus conflictos.

3. La mediación familiar

Respecto a la mediación familiar, el Tribu-nal de Montreal la explica de la siguiente for-ma: La mediación familiar puede ser definidacomo una intervención en un conflicto o unanegociación por parte de una tercera personaaceptable a las partes, imparcial y neutral sinningún poder de decisión y que pretende ayu-darles a que ellos mismos desarrollen unacuerdo (una «entente») viable, satisfactorioy capaz de responder a las necesidades detodos los miembros de una familia, en parti-cular las de los hijos e hijas».(Ripol-Millet,2001. pp. 44).

La mediación familiar no es una fórmulamás o menos eficaz. Es un procedimientomediante el cual las partes hacen un recorri-

do en el que redefinen un conflicto irresolublecomo resoluble, comprendiéndose a sí mis-mas como competentes para ello. El logrofinal no está tanto en los acuerdos logradoscuanto en el aprendizaje vivencial alcanzado,que lleva a la pareja a reajustar las propiascreencias, las expectativas y las relacionesque ha de seguir manteniendo con el otro cón-yuge. Así mismo le permitirá resolver conflic-tos futuros de forma autónoma y eficaz. Eneste sentido, la mediación constituye un pro-ceso creador de soluciones originales.

De entre las muchas virtualidades queofrece la mediación familiar, deseo subrayardos de ellas:

1) La medición familiar como ritual de laseparación (Romero, 2001.) Así comoexisten los ritos esponsales, sean civileso religiosos, no existen ritos que acom-pañan a los individuos en el tránsito dela separación. La mediación familiaractúa a modo de ritual de tránsito. Esun método que ofrece a los miembros dela pareja que se separa un adecuadotránsito a través del camino marcadopor el conflicto, integrando de formaarmoniosa las decisiones que las partesdeben tomar, las emociones asociadas aaquellas y los cambios de status y roles.Favorece a que la ruptura de la parejase constituya en un paso hacia delanteen el ciclo evolutivo de la familia, y noen un obstáculo insalvable para cons-truir relaciones diferentes entre todossus miembros y con el entorno de éstos.En la vida de cualquier matrimonio conhijos confluyen dos instituciones, lapareja parental y la pareja conyugal,imbricándose la una en la otra en lavida cotidiana, por lo que, al producirsela separación, se origina una afecciónmás o menos importante en las funcio-nes parentales, debido al enfrentamien-to de la pareja conyugal. La mediaciónfamiliar permite realizar este tránsito,desvinculando ambas instituciones yredefiniendo las relaciones de padres en

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situación de separados, integrando deesta forma la antinomia que subyace,con el fin de introducir el punto de vistadel mejor interés del hijo.

2) La mediación familiar y la reorganiza-ción familiar. Toda familia, en mayor omenor medida, tiene un orden o cohe-rencia interna, arropado por la culturay la ideología dominante, por el queestablece vínculos que soportan lasrelaciones, distribuye zonas de poderentre sus miembros y establece nor-mas, estatus y roles. De esta forma, laorganización familiar realiza funcionesespecializadas y tareas en su interior,marcando la división y autonomía desus miembros. Toda separación matri-monial supone en mayor o menor medi-da un desajuste de esta jerarquía uorganización familiar, desfavoreciendoo impidiendo que cada miembro puedadesarrollarse como individuo diferen-cialmente de los demás. Cuando laorganización familiar persiste en man-tener el orden en las relaciones familia-res, que la ruptura conyugal ha pertur-bado, se cuestionan las reglas para elfuncionamiento, se entra en un procesode crisis y se producen escisiones, segre-gaciones entre sus miembros y sistemasde exclusión. El objetivo final de lamediación es ayudar a restablecer laorganización familiar desde una nuevaconfiguración, ofreciendo una nuevaidentidad familiar, donde las figurasfamiliares adquieren nuevos significa-dos, respecto a la configuración familiaranterior. De esta forma se favorece elrestablecimiento de las relaciones, aun-que ello será desde nuevos significados.

4. Características básicas de lamediación

Existen unas características, recogidascon frecuencia por diversos autores, que son

consustanciales a toda mediación para queésta funcione con eficacia. (Ripol-Millet,2001. Suares, M 1997).

a) La mediación es un proceso que se desa-rrolla durante un tiempo cronológico,que más o menos se puede medir, ydurante un tiempo psicológico segúnlas singularidades de cada pareja. Esun proceso que empieza de una deter-minada forma y va evolucionando yavanzando a través de fases con pasosentremezclados hacia delante y haciaatrás en función de las característicasde las partes en conflicto, hasta llegar alos acuerdos satisfactorios. En este pro-ceso, la palabra y la escucha, junto a lamutua confianza que se va creando,tendrán un lugar privilegiado.

b) Neutralidad e imparcialidad. Son doscaracterísticas que se matizan entre sí yque tocan de lleno a la figura del media-dor. Significa que el mediador no podrátomar partido por una de las partes, niaun en el supuesto de que una de ellasocupe la posición del débil. En tal supues-to, el mediador tratará de equilibrar elpoder entre las partes mediante el uso delas técnicas adecuadas de comunicación.En el caso de que el mediador prevea quelos acuerdos van a dañar a una de laspartes, tendrá que interrumpir la media-ción. La neutralidad e imparcialidad delmediador permiten que las partes en con-flicto se confronten entre ellas mismas ypasen de mantener posiciones a buscarintereses comunes. Con esta posiciónneutral e imparcial el mediador les ayu-da a descentrar el conflicto de su posicióndual, de enfrentamiento cara a cara, y lesabre un espacio que no es ni de uno ni deotro, sino que pertenece a ambos, dondepueden ver el punto de vista del otro,redefinir las propias posiciones y encon-trar los intereses comunes.

c) Confidencialidad. Tanto las personasen conflicto como el mediador se com-

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prometen a guardar secreto de todo loque se hable en las sesiones, incluidaslas entrevistas individuales, y a no uti-lizar la información, que en éstas seproduzca, en un posterior juicio o encontra el uno del otro. Las excepciones aeste secreto se refieren a aquellas situa-ciones que dañan gravemente a un ter-cero y sean constitutivas de delito.

d) Voluntariedad. La voluntad manifesta-da libremente en la elección de unmediador expresa el deseo de las partesde resolver el conflicto. Es verdad quela voluntad que se requiere no tiene elmismo tono y la misma transparenciaen ambas partes del conflicto. Estavoluntad pasa por un proceso de supe-ración de resistencias que será másagudo en uno que en el otro miembro dela pareja y que el mediador ha de ges-tionar en la fase de premediación. Lavoluntariedad junto con la imparciali-dad y neutralidad son condicionesindispensables para que funcione lamediación. La voluntariedad impregnade protagonismo a las partes, las con-vierte en autoras de las acciones quedesarrollan, de los discursos y narrati-vas que construyen y las responsabilizade las consecuencias que ocurren en elproceso y de los acuerdos a los que lle-gan o dejan de llegar. La voluntariedadafecta también al mediador en un doblesentido:

– Legitima el papel y el poder delmediador, otorgándole el permisopara actuar como tal. Este permiso esel que concede la autonomía necesa-ria para iniciar los pasos hacia unalegitimación de los intereses que defi-nen el conflicto.

– Permite al mediador suspender lamediación cuando lo considere opor-tuno por motivos que así se lo aconse-jan.

e) Es un espacio de encuentro con funcio-nes múltiples, en cuanto que la palabrade los intervinientes adquiere un nuevovalor, se redefinen las relaciones inter-personales y ejerce efectos pedagógicosy terapéuticos no directamente busca-dos.

LA MEDIACIÓN Y LA CULTURA DELACUERDO

A pesar de la cultura de la solidaridad porla que hoy se aboga, vivimos en una sociedadcompetitiva, agresiva y violenta, en la queparece que se impone la competición a la cola-boración, la confrontación al consenso y alacuerdo, la disputa al diálogo, el poseer al ser,los derechos individuales a los colectivos,resultando que prima más el éxito, el logro,que los medios.

En las macrohistorias de los pueblos enconflicto como en las microhistorias de lospequeños grupos humanos ha dominado elparadigma ganador / perdedor, de tal formaque, en virtud de su internalización en elinconsciente colectivo e individual, ha perme-abilizado los esquemas mentales y actitudi-nales con los que los seres humanos buscan lasolución a los conflictos. Hemos sido sociali-zados más en la fuerza o razón del poder queen el poder de la razón. Este «modelo cultu-ral» favorece y desarrolla, desde una perspec-tiva etnocéntrica, el punto de vista personalcomo el verdadero, el justo, el adecuado, elconveniente. Como consecuencia, dichomodelo promueve la hostilidad frente al quepiensa de forma distinta, intensifica la resis-tencia al cambio y fomenta el conflicto.

El uso de la vía contenciosa como mediopara resolver los conflictos, ( lo que enmuchos asuntos es la solución menos mala),tiende a mantener y a reproducir el esquemaganador / perdedor, favoreciendo la confron-tación y la imposición en virtud de la fuerzadel poder de quien lo posea.

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La falta de información y el desconoci-miento de las alternativas de resolución deconflictos hacen que, en el caso de las separa-ciones y divorcios, la mayoría de las parejasen conflicto decidan iniciar la vía judicial,acudiendo a un abogado que defienda su casoen vez de optar por la mediación familiar.

La expectativa de vencer al otro, en vez deresolver el conflicto, dinamiza y contagiatodo el proceso jurídico. Quien acude a la víacontenciosa se somete a la decisión de un ter-cero con poder, el veredicto del juez, con el finde que se le adjudique la razón. Paradójica-mente, el camino elegido le impedirá solucio-nar el conflicto, al menos durante el periodoque dure el proceso, en el mejor de los casos,y le obligará a renunciar al propio protago-nismo.

La dinámica que genera dicha expectativa,trae consigo tres efectos interdependientes:la radicalización de las posiciones de ambosmiembros de la pareja y la crispación de larelación interpersonal. De por sí, las senten-cias judiciales no ponen de acuerdo a las pare-jas que se separan y quienes luego han deseguir tratándose como padres. En la postse-paración suele agrandarse más la espiral dela confrontación. El tercer efecto tiene quever, por una parte, con el aprendizaje de las«armas legales» que tiene lugar durante ellargo recorrido por el que puede pasar unapareja: medidas provisionales, separación,divorcio, ejecución de sentencia, modificaciónde medidas, apelaciones, etc. y, por otra par-te, con sustituir las normas que conducen lasrelaciones familiares por las normas legales,generándose así una interminable dependen-cia judicial.

Las formas tradicionales de regulación delos conflictos están en crisis. Se precisa deuna nueva cultura, la «cultura del acuerdo»que prime el diálogo, la visión bidireccionalde los puntos de vista, la empatía, la conver-gencia y el descubrimiento de los interesescomunes, la salvaguarda de las relacionesinterpersonales, la colaboración, la confianza

interpersonal, el consenso y el acuerdo.Subrayar más aquellos puntos que unen quelos que separan. Los conflictos se resuelvencon los acuerdos y se enquistan con losenfrentamientos.

En la sociedad actual se están produciendouna serie de condiciones que demandan yhacen posible la cultura del acuerdo, comoson, dicho de forma breve, la multiplicaciónde los conflictos, la inadecuación de la res-puesta judicial clásica, la incidencia de lacomplejidad y el incremento del valor de laprivacidad y del protagonismo de los indivi-duos frente a las imposiciones instituciona-les. Además, en el caso de las separaciones ydivorcios, la cultura del acuerdo demanda enbeneficio de los hijos una autonomía crecien-te de los esposos, permitiéndoles regular losefectos de la separación en aquellos y prote-ger las funciones parentales.

A las condiciones indicadas hay que añadirla situación de multiculturalidad a la que seabren las sociedades actuales. De modelosculturales uniformes, propios de las socieda-des tradicionales, pasamos a modelos socialesmulticulturales, (Lamo de Espinosa, 1995;Donati, 1997), en los que no caben respuestasde carácter segregacionistas o de asimilación,sino de carácter intercultural, el llamadointerculturalismo, (Brotóns Valero, 1994),que aboga por el respeto a la diferencia y elenriquecimiento en la diversidad. Este multi-culturalismo no está lejos del hecho familiar.Cada vez aumentan más las llamadas pare-jas y matrimonios mixtos, quienes en situa-ción de separación y divorcio invocan suspeculiaridades culturales y regímenes jurídi-cos del país de origen. He aquí un nuevo retopara la sociedad en general y para las nuevasfamilias en particular, que cada vez más seestá convirtiendo en objeto necesario de estu-dio.

La mediación es esencialmente cultura delacuerdo, en cuanto se basa en ésta, la des-arrolla y la potencia. Mediante la definiciónde expectativas razonables para ambas par-

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tes, la mediación contribuye a restablecer lospatrones constructivos de comunicación ynegociación (Folberg y Taylor, 1984, pp.157;Bush y Folger, 1994) describen su mediacióntransformadora como un método en el que larevalorización y el reconocimiento entre laspartes en conflicto forman parte esencial deese cambio que les lleva a pasar del enfrenta-miento a la colaboración. Bolaños (2000), porsu parte, estudia la mediación como un espa-cio cooperativo. La mediación familiar ofrecela creación de un contexto donde las partesafectadas pueden encontrar y generar condi-ciones para un cambio cultural de perspecti-va ante el conflicto. Para Risolía de Alcaro(1996) «un objetivo básico de la mediaciónfamiliar es lograr no tanto un acuerdo sino lacolaboración a través de un acuerdo» (pp.115-117).

La mediación es, pues, transformación deactitudes y valores competitivos en actitudesy valores cooperativos. Conlleva un aprendi-zaje nuevo que afecta no sólo al conflicto con-creto, objeto de la mediación, sino a nuevasformas de resolver futuros conflictos, lo queincidirá saludablemente en el tejido social.

La expansión y la utilización de la media-ción en general y de la mediación familiar enparticular se encuentran aún en la sociedadespañola en un estado incipiente. Por ahora lamediación ha llegado más a los profesionalesque a los usuarios potenciales, y no porque seauna necesidad inventada, sino porque al supo-ner un cambio cultural, es una necesidad noexpresada todavía de forma explícita. Late enlos espacios de profesionales sensibles a lamediación una cierta confrontación por con-servar monopolios y competir con aquellosotros a los que consideran ajenos a esta mate-ria. Al igual que ha sucedido en otros países,que se han adelantado al movimiento de Alter-nativas de Resolución de Conflictos, en Espa-ña está surgiendo una nueva profesión de ges-tión y resolución de conflictos, el mediador,que puede proceder de formación de origendistinta al licenciado en derecho, y cuyo papelno pertenece en exclusivo a una disciplina. Por

el contrario, el ejercicio profesional de lamediación exige una formación multidiscipli-nar e interdisciplinar. La interdisciplinarie-dad será el reto a asumir por parte de los pro-fesionales que se acercan a la mediación.

Se impone, pues, un conjunto de medidasde carácter múltiple (culturales, académicos,socio-profesionales, políticas...) encaminadasa potenciar la introducción y el uso en lasociedad española de la mediación en generaly de la mediación familiar en particular,superando todo sectarismo profesional. Lainformación a la ciudadanía acerca de la exis-tencia de la mediación como recurso a usar ensituaciones de conflicto y la formación acadé-mica de los profesionales mediadores son pie-zas fundamentales para el desarrollo adecua-do de la mediación familiar.

EL ÁMBITO DE ACTUACIÓN DE LAMEDIACIÓN FAMILIAR

El ámbito de actuación de la mediaciónfamiliar viene determinado principalmentepor dos situaciones que afectan a los procesosde separación y a las relaciones entre losmiembros de la unidad familiar: la separaciónde la pareja, sea o no casada, y sus efectos, ylas situaciones conflictivas entre los miem-bros de la unidad familiar, sean éstas deriva-das o no de la separación de los cónyuges.

Estas dos situaciones quedan aclaradas siprecisamos a continuación las dos cuestionessiguientes:

a) En qué situaciones mediar.

b) Sobre qué mediar, es decir, cuál es elcontenido de la mediación.

c) Finalización y contraindicación de lamediación

A) En qué situaciones mediar

Se ha de precisar bien cuál es el campo deactuación de la mediación para no confundir-

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la ni con el asesoramiento jurídico, ni con laorientación o consulting, ni tampoco con laterapia psicológica. (Ripol-Millet, 2001, pp.57). La mediación supone haber tomado ladecisión en firme de separarse, al menos poruna de las dos partes de la pareja. Supuestolo indicado, señalamos las siguientes situa-ciones en las que se puede mediar:

1. El ideal es que la mediación sea solici-tada antes de comenzar el proceso jurí-dico, no obstante, la mediación tienecabida en cualquier momento del citadoproceso: antes, en y después de la sepa-ración, con la salvedad de que no sepuede realizar la mediación si, en casode estar el proceso jurídico en marcha,no se paraliza previamente. Nada impi-de en el Ordenamiento jurídico españolque el proceso de negociación, normal-mente previo a la interposición de lademanda, prosiga o se inicie después decomenzado el proceso.

2. Cuando los cónyuges no están satisfe-chos con las medidas establecidas en laresolución judicial de la separación ysolicitan la intervención del mediadorpara replantearlos y llegar acuerdosentre ellos.

3. Cuando el propio juez considere oportu-no indicar la mediación en beneficio delmenor, apoyándose en el art. 158.3 delCódigo Civil donde se dice: «En general,las demás disposiciones que considereoportunas a fin de apartar al menos deun peligro, o de evitarles perjuicios». Elpeligro del menor, al que se refiere elcitado artículo, puede ser de índole psi-cológica y provenir del enfrentamientograve entre los progenitores, por lo quepuede ser recomendable la mediación.

4. Cuando una vez separados, los padresquieren retomar y reelaborar los acuer-dos contenidos en el convenio regula-dor, lo que puede suceder en uno de lostres supuestos siguientes:

– Porque ha cambiado alguna circunstan-cia de uno o de ambos cónyuges.

– Porque los acuerdos tomados ya no seajustan a las nuevas circunstancias delos hijos.

– Porque han surgido aspectos puntualesno previstos en el convenio regulador.

5. En aquellas situaciones de conflicto quese generan por dificultades que blo-quean los procesos de acuerdos entrelos miembros de la unidad familiar,como son entre otros los siguientes:

– Conflictos entre hermanos generadospor responsabilidades que han de com-partir o de asumir respecto a otrosmiembros de la unidad familiar, comosuele ser el cuidado de enfermos, dismi-nuidos psíquicos o físicos, ancianos, etc.

– Conflictos derivados por procesos deemancipación no concluidos, como suce-de con los jóvenes adultos que alargan ladependencia de los padres.

– Conflictos generados por motivos deherencia que enfrentan a los miembrosde la familia.

– Familias en situación de acogentes o depadres adoptivos que necesitan llegar aacuerdos con los padres o madres bioló-gicos/as o con sus familiares más direc-tos.

– Otras situaciones.

B) Sobre qué mediar: el contenido de lamediación

El contenido de la mediación está en rela-ción con todos aquellos aspectos que dificul-tan o posibilitan el desarrollo armónico y flui-do de las funciones parentales, las relacionesentre padres, hijos, hermanos y las relacionesde la pareja en su condición de ex-esposos. En

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dos ámbitos principales se concentra lamediación familiar: los aspectos jurídicos –económicos y los aspectos educativos.

b.1. Aspectos jurídicos-económicos

Dada la importancia de la familia comoinstitución social, el proceso de ruptura fami-liar lleva aparejado inevitablemente conse-cuencias judiciales. Su carácter coercitivo,alienado al esquema «gana/pierde», le otorgaun considerable potencial de escalonamientodel conflicto, por lo que constituye un áreaprioritaria para la mediación, todo lo cual seagudiza con los aspectos económicos y finan-cieros, como son los siguientes:

1) Pensión alimenticia para los hijos

2) Pensión compensatoria para el cónyugeque la solicita.

3) Guarda y custodia

4) Patria potestad (salud, ocio, educaciónintegral, ...)

5) Régimen de visitas.

6) Separación de bienes.

7) Liquidación de bienes.

8) Uso del domicilio conyugal.

9) Cambio de vivienda.

10) Cambio de lugar de residencia.

11) Obligaciones fiscales: declaración con-junta o separada de la renta, de ventade los bienes, etc.

Aspectos legales a tener en cuenta:

1) Patria potestad compartida.

2) Patria potestad con excepciones.

3) Separaciones de hecho no judiciales:capitulaciones de bienes ante notario,con remisión al Registro de Propiedad.

4) Prescripciones legales en relación conlos cambios de guarda y custodia, yrégimen de visitas.

5) Aspectos que no pueden ser objeto demediación:

• Violencia sexual

• Malos tratos: físicos y psíquicos amenores o entre adultos.

• Abusos sexuales.

• Falta del libre consentimiento.

b.2. Aspectos educativos

Como se mencionó anteriormente, otroobjetivo prioritario de la mediación es lareducción de los posibles daños de la separa-ción en los hijos y el mantenimiento de lasresponsabilidades parentales en la tarea edu-cativa. A continuación se señalan algunos delos aspectos relacionados con la educación delos hijos que, en beneficio de estos, deben serobjeto de acuerdo por parte de los padres.

1) Pautas de autoridad a consensuar y arespetar en la situación de separados.

2) Clarificación de las figuras paterna ymaterna, de las responsabilidades edu-cativas y del cuidado de los hijos enrelación con la nueva situación de sepa-rados. Distribución de responsabilida-des.

3) Criterios educativos y pautas básicas aconsensuar a favor de la educación delos hijos según las edades y circunstan-cias.

4) Control de la tendencia existente a uti-lizar a los hijos como «portavoces» o«mercancías» de cambio o de chantajeemocional por parte de los padres.

5) Definición de la relación con las nuevasfiguras paterno/materna y/o de herma-nastros que se pudieran dar en caso de

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que uno de los dos creara una nuevafamilia, lo que a su vez conlleva relacio-nes con la nueva familia extensa.

6) Bloqueos o resistencias emocionalesque dificultan las relaciones armónicasentre padres e hijos, entre hermanos yentre otros miembros.

7) Dinámica de la protección y educaciónde los hijos que el padre no custodio hade seguir durante el cumplimiento delrégimen de visitas.

8) Criterios a consensuar para la toma dedecisiones ante situaciones extraordi-narias de los hijos: enfermedades, cam-bios de colegio o de residencia estudian-til, etc.

9) Criterios a tener en cuenta para des-arrollar conjuntamente la educaciónintegral de los hijos: educación moral,ética, religiosa, elección de estudiosprofesionales o universitarios, activida-des extraescolares, etc.

10) Criterios que orientan la convenienciade la ayuda o intervención de tercerosen la crianza, protección, ayuda y edu-cación de los hijos: abuelos, tíos uotras personas que se acercan a lanueva situación de la familia.

11) Asistencia a las reuniones convocadaspor los colegios de los hijos.

C) Finalización y contraindicación de lamediación

La filosofía que rige la mediación resultatan atrayente que puede dar lugar a unavisión excesivamente optimista de la misma,llegando al error de creer que la mediación esla panacea para la resolución de todos los pro-blemas o conflictos familiares. La mediaciónopera esencialmente partiendo de la librevoluntad de las partes, y es ahí donde se pue-de encontrar mediatizada por alguna circuns-

tancia, ya que la mediación tiene sus limita-ciones. En este sentido, y a tenor de lo que seindicó más arriba, la mediación familiar estácontraindicada en los siguientes casos:

– Cuando alguno de los miembros de lapareja no ejerza control sobre su volun-tad y, por lo tanto, sea incapaz de asu-mir compromisos adquiridos, como suce-de en los casos de alcoholismo, drogadic-ción, trastornos mentales graves y otraspatologías psicosociales.

– Tampoco es aconsejable la mediación enlos supuestos en los que uno de losmiembros de la pareja, o sus hijos, seanobjetos de violencia familiar física o psí-quica grave. En tales supuestos, lasdecisiones estarían inevitablementecondicionadas por el desequilibrio depoder existente en la pareja. La respon-sabilidad del mediador exige en estoscasos tomar las precauciones necesariaspara garantizar en todo momento laseguridad del sujeto objeto de agresión.En síntesis, no cabe la mediación fami-liar en las situaciones siguientes: Vio-lencia sexual, malos tratos físicos y psí-quicos a menores o entre adultos, abu-sos sexuales y la falta del libre consen-timiento. La mediación concluye de dis-tinta forma: por la firma de los acuer-dos, por la interrupción de una de laspartes o por decisión del mediador,cuando considere que se ha dado algunade las contraindicaciones, antes men-cionadas.

SEGUNDA PARTE

INTRODUCCIÓN

Un tema recurrente en los procesos deseparación tratado en la terapia y en lamediación familiar es el que se refiere a lacomunicación a los hijos acerca de la separa-ción de los padres. Es un tema que generagran preocupación a los padres quienes

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temen hacer daño a los hijos y perder el cari-ño y el control sobre ellos.

El acierto en la forma de comunicar a loshijos dicha decisión permite amortiguar losefectos contraproducentes de la separación yorientar más fácilmente el futuro de los hijosdespués de la misma.

Las parejas que se separan terminan para-dójicamente «trabadas como parejas yenfrentadas como padres». Cuando se lograsuperar la paradoja, es decir, separándoseefectivamente como parejas, asumiendo lasdiferencias que no pueden superar y uniéndo-se como padres en el ejercicio de las funcionesparentales, se está en la disposición másfavorable de afrontar la comunicación a loshijos sobre tal decisión.

El tema que nos ocupa en esta segundaparte se desarrolla en ocho puntos:

1. Consideraciones previas sobre la sepa-ración conyugal.

2. Los impactos de la separación en loshijos.

3. Las posiciones de los padres e hijos antela separación.

4. La importancia de la comunicación dela decisión de separarse.

5. La doble vía de la comunicación fami-liar.

6. Los condicionantes de la comunicaciónde la separación.

7. Cuestiones prácticas: cuándo y cómocomunicar a los hijos la decisión desepararse.

8. El papel del mediador.

CONSIDERACIONES PREVIAS SOBRELA SEPARACIÓN CONYUGAL

La separación de la pareja no es un aconte-cimiento que, por lo general, surge de súbitosin que previamente se produjeran señales de

aviso. Es un acontecimiento que se genera alo largo de un proceso, según el cual cadamiembro de la pareja, aunque con ritmos dis-tintos, lo va elaborando de alguna forma ensu foro interno como la solución última anteuna situación problemática, que la pareja nologra resolver.

Las energías emocionales y los intentos desolución que se emplean, las expectativas yfrustraciones que se experimentan en dichoproceso adquieren tal calibre que los afecta-dos se vuelven muy agobiados con importan-tes dificultades para responder con lucidez yserenidad a las necesidades de los hijos. Lle-vados por la angustia, los padres recurren alos hijos, las más de las veces sin previa refle-xión sobre sus efectos, en busca de apoyo yayuda, lo que supone agregar sobre los débi-les hombros de éstos una carga demasiadopesada, y, cuando no, los utilizan, unas veces,como chivos expiatorios sobre los que descar-gan toda su agresividad y, otras, como puen-tes para enviar a través de los mismos, avuelta de correo, las facturas pendientes, esdecir, las mutuas frustraciones, decepcionesy solapados desquites.

Así pues, cuando la pareja se desgarra en elproceso de separación o divorcio, ofuscada porla situación y perturbada emocionalmente,ambos miembros de la misma entran en unestado de ambigüedad o incertidumbre por elque oscilan entre ceder o retener, imputarse ocomunicarse, agredirse con o sin violencia,manejando estrategias que aumentan la con-frontación. En estas circunstancias, los niñosson víctimas de un gran sufrimiento e incerti-dumbre. Se convierten en testigos de la violen-cia, que se dispara entre sus padres y en obje-to de castigo y de monedas de cambio. De ellosse espera, en la maraña del conflicto, quetomen parte en el interés de uno de los dos.

Afrontar una situación de separación ydivorcio suele ser en la mayoría de los casosuna experiencia penosa y estresante para lavida de la familia y la propia pareja. El nivelde estrés y de ansiedad que produce la sepa-

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ración está reconocido por los estudiosos den-tro de los más elevados que se puede experi-mentar en la biografía de cualquier persona.Se ha constatado que los tres acontecimientosque producen más estrés son: la muerte delcónyuge o de un miembro de la familia, laseparación conyugal y la mudanza de unacasa. A lo indicado hay que añadir que elnivel de estrés que produce la separacióncorrelaciona con un conjunto de variablescomo son las siguientes: el tipo de conflictoque ha generado la separación, el tiempo queha durado, la edad de los cónyuges, los añosde convivencia marital, el número de hijos ysus edades, y los recursos que tiene la parejapara afrontar la situación de separación, etc.

La separación matrimonial es un aconteci-miento de múltiples dimensiones: jurídica,ética, social, económica y principalmenteemocional, psicológica.

Refiriéndonos a la dimensión psicológica,conviene señalar que la separación supone unproceso de redefinición del significado de losestatus y roles de ambos miembros de la pare-ja. Supone redefinir al otro cónyuge comoalguien que ya no es «mi pareja», el comple-mento afectivo para el futuro; todo lo cualentraña desandar el camino del enamoramien-to, elaborado durante el tiempo de convivenciahabido en la pareja. Supone también redefinir-se a sí mismo y entrar en otro estatus social, elde «separado», «divorciado», es decir, «no casa-do», lo que implica el aprendizaje de nuevosroles y tareas. En fin, se experimenta un nue-vo estado de resocialización, no exento de difi-cultades de adaptación y aprendizaje, en el quehay que definir nuevas funciones parentales,un nuevo ajuste personal y la reconstrucciónde las relaciones con la red social. ( NavarroGóngora y J. Pereira, 2000, pp. 188).

LOS IMPACTOS DE LA SEPARACIÓNEN LOS HIJOS

Las tasas de separación y divorcio enEspaña han seguido una evolución ascenden-

te desde la aprobación en 1981 de la Ley porla que se regulan las rupturas conyugales.

Según los datos del Consejo General delPoder Judicial se ha pasado de 16.363 (6.880separaciones y 9.483 divorcios) en 1981 a59.463 (36.272 separaciones y 23.191 divor-cios) en 1990, alcanzándose, en 1998, 92.909rupturas (56.837 separaciones y 36.072divorcios). Estas cifras continúan aumentan-do en los dos últimos años contabilizados:1999 y 2000, siendo respectivamente comosiguen: año 1999: 96.580 (59.547 separacio-nes y 36.900 divorcios), año 2000: 103.548(63.430 separaciones y 39.973 divorcios).Comparando estos últimos datos con elnúmero de matrimonios que se celebran, sepuede afirmar que por cada dos parejas quese casan se rompe un matrimonio.

En España, el 90% de las mujeres y hom-bres que se separan tienen hijos. Más de lamitad tiene uno o dos hijos. En un 25% de loscasados hay tres o cuatro hijos.

Respecto a la edad de los hijos, uno de cadatres hijos de familia separada tiene menos decinco años, y uno de cada cinco ronda la mayo-ría de edad o la sobrepasa.

La bibliografía existente relacionada conlos efectos de la separación en los hijos esmuy amplia, lo que señala la gran importan-cia que los investigadores conceden al estudiode las repercusiones (a nivel emocional, cog-nitivo y social) de la ruptura del núcleo fami-liar sobre sus miembros más vulnerables(Doménech, 1994). La mayoría de los trabajosse centran en los efectos a corto plazo siendoescasos los que contemplan los efectos a largoplazo.

La mayoría de las parejas superan el pro-ceso de separación física, psíquica, legal yeconómica entre el primer y segundo año dela ruptura. Por parte de los hijos, se ha obser-vado que existen más problemas de adapta-ción en niños de familia de padres separadoso divorciados que en las familias intactas,

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aunque los investigadores no se han puestode acuerdo en cuanto a la extensión, grave-dad y duración de los efectos en los mismos,dada la gran variedad de factores intervi-nientes y las diversas respuestas de los meno-res (Emery et al. 1994). Pittman, por su par-te, señala que la mayoría de los hijos depadres divorciados vuelve a la normalidadtranscurrido un año, que la experiencia deldivorcio es terrible y deben estar preparadospara lo peor. No obstante son miles las pare-jas que se separan todos los años y sobrevi-ven. (1990).

Los efectos más importantes de la separa-ción en los niños se dan en los primeros añosposteriores a la separación, disminuyendocon el paso del tiempo, aunque se prolonga-rán si los conflictos y tensiones entre los pro-genitores continúan. Sean como fueren, lassituaciones de crisis familiar en general, ylas rupturas matrimoniales en particular,suponen para los hijos menores de edad unaserie de eventos estresantes y adaptativos,en cuyas circunstancias se hace imprescin-dible la necesidad de proteger y respetar elbienestar de los mismos en consonancia conel momento evolutivo por el que estánpasando.

Para el tema que nos ocupa y al hilo deestas observaciones, conviene que repare-mos, aunque sea brevemente, acerca de lapercepción que los hijos pueden tener sobre laseparación de sus padres, lo que describimosen tres aspectos:

a) El sentimiento de privación: Los hijossienten sin lugar a dudas el malestarde sus padres y experimentan el senti-miento de la pérdida del progenitor quese separa o se va de casa, lo que sucede-rá en mayor grado cuanto menor edadtengan los hijos.

b) El sentimiento de desasosiego: Loshijos viven con frecuencia dicho aconte-cimiento con preocupación y temorfrente a su futuro, produciéndose a

veces conductas episodios preocupan-tes o irregulares.

c) La triangulación en el conflicto paren-tal. Se produce una triangulación en elsentido de que el hijo es convertido enportavoz de mensajes y arreglos decuentas de sus padres, obligándoles atomar partido por uno de los dos.

LAS POSICIONES DE LOS PADRES EHIJOS ANTE LA SEPARACIÓN

Para poder responder a la pregunta cómoorientar a los padres a la hora de comunicar alos hijos la decisión de separarse, convienereparar en las posiciones bien distintas queadoptan los padres y los hijos, aunque todoestá condicionado por el conjunto de variablesarriba indicadas:

· Entre los adultos podemos destacar dosposiciones:

a) Considerar la separación como unasolución a los conflictos y en muchoscasos como una liberación del otro cón-yuge conflictivo.

b) Definir la separación, al menos por unade las partes, como una solución pro-blemática no deseada, ya sea porque vaen contra de las condiciones o interesesde una de las partes o porque va en con-tra de las actuales condiciones de loshijos, al estimarse que de esa forma sufuturo experimentará importantesriesgos.

· Los hijos, por su parte, y cuanto másniños son, presienten la separación desus padres como una amenaza a su futu-ro, es decir, como una rotura de su vida.En este estado de cosas se disparan enlos niños un conjunto de reacciones quevan desde el miedo a perder el amor desus padres a las fabulaciones que cons-truyen sobre estos, como son las posibles

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reconciliaciones, la vuelta a la situaciónanterior, etc.

LA IMPORTANCIA DE LACOMUNICACIÓN DE LA DECISIÓNDE SEPARARSE

El capítulo referido a la importancia acer-ca de la adecuada comunicación a los hijos dela decisión de separarse, viene determinadopor múltiples factores. Aquí nos vamos a refe-rir a dos: por la relación, que en el caso de loshijos menores, tiene con la construcción de laidentidad de éstos, y por el sentimiento depadres «fracasados» que dicha comunicaciónpuede generar en los padres.

La construcción de la identidad es un pro-ceso que pasa por una serie de etapas, unasmás importantes que otras, siendo decisivaspara cualquier hijo las fases más tempranas.En dicha construcción juegan un papel pri-mordial los agentes socializadores significati-vos, que en el presente caso son los padres.

El proceso de construcción de la identidadpasa por la elaboración del autoconcepto y dela autoestima. El primero hace referencia alconjunto de percepciones que cada individuotiene de sí mismo. Es un constructo mentalformado por las múltiples percepciones, sen-timientos, actitudes, valoraciones y expecta-tivas que cada persona va elaborando de símismo en los espacios interactivos donde sedesarrolla, principalmente en los grupos pri-marios, uno de los cuales es la familia.(Machargo, 1991). El segundo, la autoestima,hace referencia al valor que los individuosdepositan en el yo que perciben. Es un aspec-to básico del autoconcepto, en cuanto implicaun juicio valorativo del yo. (Palacios e Hidal-go, 1999). Así pues, el primer concepto serefiere a los aspectos cognitivos, a la percep-ción e imagen que cada uno tiene de sí mismo,el segundo concepto, la autoestima, señala losaspectos evaluativos y afectivos, es decir,cómo se valora y se acepta una persona.

La construcción de la identidad es una rea-lidad dinámica que se inicia desde los prime-ros años de la vida y se irá consolidando posi-tiva o negativamente, dependiendo de múlti-ples condiciones. Así mismo, es una realidadmultidimensional en cuanto que abarca tresáreas básicas: el área sexual, el área social yel área profesional. El área sexual implica laidentidad y aceptación del propio sexo y delas consecuencias físicas, psicológicas y socia-les del hecho sexual humano. Es decir, supo-ne la realización del potencial sexual huma-no. El área social comprende la construcciónde la identidad familiar, nacional, étnica,religiosa, así como también la asunción delpatrimonio cultural al que los individuos seadhieren en los micro y macrogrupos huma-nos, lo que en el caso de los hijos le vendrá porla vía paterna y la vía materna. El área pro-fesional comprende las diferentes competen-cias, recursos y habilidades que permiten alos individuos desarrollarse y elaborar sufuturo valor económico y social con el queintegrarse en la sociedad lo mejor equipadoposible: el orden escolar, el orden profesionaly el orden sociorelacional.

Las funciones parentales están orientadasa ofrecer las bases de la construcción de lapersonalidad de los hijos con la que estos seinsertan en la sociedad, favoreciendo la mejorsocialización posible, previendo sus dificulta-des, protegiéndoles, ofreciéndoles seguridady fortaleciéndoles ante las dificultades queles supone realizar el camino de la autonomíapersonal, la necesaria emancipación.

En este contexto se comprende la importan-cia de la comunicación a los hijos de la decisiónde separarse, de tal manara que dicha comu-nicación altere lo menos posible el proceso deconstrucción de la identidad de los hijos, seprevea los posibles impactos negativos, yambos padres refuercen y conjunten la orien-tación y el ejercicio de sus funciones socializa-doras en un proyecto común de estabilización.

Una segunda razón de la importancia de lacomunicación a los hijos de la decisión de

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separarse viene requerida por el sentimientode fracaso como padres que puede asaltar alánimo de la pareja que decide separarse.

La experiencia clínica y de mediaciónfamiliar indica al respecto que muchospadres, cuando se plantean seriamente lacomunicación de la separación a los hijos, lovivencian con tal angustia y desasosiego quese ven asaltados por los sentimientos de cul-pa y de padres fracasados. Todo ello les llevaa replantearse si procede o no la separación, osi es el momento oportuno. Tales supuestosles pueden generar o una actitud positiva dereflexión y de revisión, o una situación depseudoreconciliación. (Navarro Góngora yJ. Pereira, 2000, pp.182) Tal condición nosupondría otra cosa que alargar el conflictoque han de resolver, empeorándose las rela-ciones y profundizándose dichos sentimien-tos negativos.

Una adecuada comunicación suponeencauzar las perspectivas de los hijos respec-to al hecho de la separación, disipando dudas,temores, incertidumbre, etc., y facilitando laasunción de la separación y la adaptación asus consecuencias. Todo ello disminuirá laconfusión lógica de los hijos ante los aspectospenosos de la separación.

LA DOBLE VÍA DE LACOMUNICACIÓN FAMILIAR: LAEXPLÍCITA Y LA IMPLÍCITA

La comunicación que los padres hacen a sushijos acerca de la decisión de separarse es algomás que un acto transitorio e impuesto por laprecipitación de los hechos, aunque no exentode preocupación e incertidumbre. Dicha comu-nicación se ha de situar en un contexto muchomás amplio, dentro de un modelo educativofamiliar omnicomprensivo, que permita satis-facer las necesidades básicas de seguridad,protección y desarrollo integral de los hijos.

Así como existe una educación o currículoformal, explícito, y una educación implícita o

currículo informal, también existe una doblecomunicación familiar: la explícita y la implí-cita.

Por comunicación familiar explícita seentiende aquella por la que los padres trans-miten a sus hijos de manera expresa cualquiercriterio educativo, norma, prohibición, conse-jo, deseo, sentimiento, expectativa, decisión,etc. Cuanto mayor importancia concedan lospadres al contenido de su comunicación,mayor tiempo dedicarán a buscar las mejorescircunstancias y el mejor modo de hacerla,pues de todo ello dependerá el efecto deseado.

La comunicación implícita o informal seda cuando no se utilizan los canales explícitossino que se recurre a múltiples formas yestrategias como son las frases de doble sen-tido, frases con supuestos no explicados, que-jas y desautorizaciones respecto al cónyuge,etc. Es decir, tal comunicación se articula através de las múltiples y diversas frases condoble sentido, signos orales y gestuales queimplican un «meta – lenguaje» y otros.

Se puede afirmar de manera analógica,que así como los modelos educativos familia-res están sustentados por «teorías implícitas»(Rodorigo Rodríguez, A. y Marrero, 1993.Rodrigo y Correa, 1999), también la comuni-cación informal a los hijos de la separación delos padres está influida por teorías implíci-tas. Éstas se construyen mediante la recolec-ción espontánea de experiencias en escena-rios interpersonales, contienen conceptos,ideas, sobre el origen y causas de los conflic-tos y de la separación y facilitan la compren-sión, la toma de decisiones frente a la ruptu-ra de la pareja, la predicción del comporta-miento de los otros y la organización de laspropias acciones.

Este tipo de comunicación suele ser incon-trolado e irreflexivo por parte de los padres,sin reparar en los impactos que pueden pro-ducir en los hijos, ya que, con este tipo decomunicación y a causa de los estados de áni-mo que origina la separación, se corre el ries-

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go de hacer ante los hijos proyecciones nega-tivas e inculpatorias respecto al cónyuge.

Con frecuencia sucede que los hijos prevény saben de antemano de la separación de suspadres antes de que estos se lo digan explíci-tamente. De alguna forma, los padres ya lahan transmitido informalmente y los hijos,por su parte, la deducen y a veces la prefie-ren, supuesta la historia de conflictividadhabida entre los padres.

Cuando la comunicación de la separaciónse hace a los hijos de manera informal, seacrecientan en ellos el sentimiento de desaso-siego y de incertidumbre, pues no saben enqué condiciones van a quedar después de laseparación y cómo van a ser satisfechas susnecesidades. Estos sentimientos se traduci-rán en conductas negativas que a los padresles resultan difíciles de controlar.

LOS CONDICIONANTES DE LACOMUNICACIÓN DE LASEPARACIÓN

La comunicación explícita, o en el peor delos casos la implícita, que los padres hacen alos hijos acerca de la separación, que ya handecidido, o que van a decidir, no se limita deordinario a un momento histórico concreto,determinado por un comienzo y un final, car-gado sin duda de tensión e incertidumbre,sino que se inserta en un contexto psicosocialmás amplio, constituido por un conjunto deelementos psicosociales, relacionados con lossiguientes factores o condiciones:

a) Las condiciones socioeconómicas de launidad familiar. Éstas produciránmayor o menor desasosiego e inseguri-dad, dependiendo de la solvencia o pre-cariedad de la familia en general y de lapareja en particular. Cuando tales con-diciones son o se prevé que serán másdesfavorables para una de las partes, ydebido a los efectos negativos que estopueda producir en los hijos, la comuni-

cación que se les transmita acerca de laseparación estará teñida de un discursoacusatorio y basado en la queja, para loque se utilizan frases como las siguien-tes: «tu padre o tu madre te abandonó»;«si él quisiera a sus hijos no haría lo queestá haciendo»; «yo no tengo dinero,pídeselo a tu padre»; «no sé qué ha vistoen esa mujer que yo no tenga», «yo hedado mi vida por él y por ustedes», «tumadre nos abandonó», etc.

b) Condiciones psico-personales de lapareja. La discreción de juicio paradiferenciar entre los impulsos emotivosy la racionalidad para tomar decisio-nes, la capacidad para asumir las con-secuencias de las propias decisiones, lafortaleza y estabilidad de ánimo paraafrontar las dificultades, son elementosque revelan la consistencia y madurezpersonal, necesarias para que cual-quier pareja pueda afrontar la confu-sión y el estado de cierto caos o debacleque irremediablemente siguen de ordi-nario a la ruptura del matrimonio. Lasparejas que viven la experiencia de laseparación con escasa consistencia omadurez personal suelen adoptar algu-na de las siguientes actitudes, lo que asu vez va a dificultar la comunicación alos hijos:

1) Negar lo ocurrido durante un largotiempo. Esto impedirá reconocer,aceptar y superar las emocionesabrumadoras que invaden el estadode ánimo de la pareja afectada. Taldisposición llevará a utilizar el len-guaje del engaño para explicar a loshijos la ausencia del otro cónyuge.

2) Adoptar la postura autodestructiva.Ésta se da cuando la pareja en cues-tión se estanca en los sentimientosde angustia y tristeza profunda,para así dar a conocer a través de losepisodios de enfermedad o de soma-tizaciones diversas que el causante

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48 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 40

de su estado de deterioro es su ex –pareja que se ha separado y le haabandonado.

3) Uso de la venganza. En esta catego-ría o disposición se encuentranaquellas personas que, motivadaspor el resentimiento hacia sí mismoso hacia su pareja, se lanzan a unalucha por la custodia de los hijos,movidos más por el deseo de vengan-za que por el temor a perderlos. Entales circunstancias los hijos se sien-ten cuando menos manipulados yforzados a tomar partido a favor deuno y en contra del otro progenitor.

4) La huída hacia delante. Esta actitud seda en aquellas parejas que, huyendodel calvario que les supone la separa-ción, prefieren abandonar y huir de lasresponsabilidades, cayendo en el alco-hol o en las drogas. En tales personas seproduce un proceso de deterioro, lo quea su vez se convierte en un mensajesubliminal por el que se les transmite alos hijos una imagen negativa y genera-dora de compasión.

c) Los estilos educativos. Muchos autoresdefienden la hipótesis según la cual losmodelos educativos que presidían loscriterios y normas educativas previas ala separación, continuarán después dela misma. La comunicación a los hijosacerca de la separación de los padrestiene su ubicación natural en los estiloseducativos de los padres. Estos estilosse mueven entre dos parámetros quecaracterizan los estilos de socializaciónfamiliar: el control de los hijos y el apo-yo parental. El primero se refiere al ejeque discurre entre la permisividad y lacoacción, la libertad de acción y la vigi-lancia. El segundo, relativo al soporteemocional que los padres brindan a sushijos, se articula a lo largo de un conti-nuum que va desde la calidez afectiva ala hostilidad. Del énfasis que los padres

pongan en estos ejes educativos depen-derá la forma con la que comunican asus hijos la decisión de separarse y elcontrol sobres los posibles efectos.

CUESTIONES PRÁCTICAS: CUÁNDOY CÓMO COMUNICAR A LOS HIJOSLA DECISIÓN DE SEPARARSE

No se trata de ofrecer un recetario, puesson los padres quienes bien conocen a sushijos y saben cuándo y cómo llegar a ellos ydarles una noticia que ya presienten o saben,aunque no oficialmente. Se trata de ofrecer-les la palabra para permitirles así expresarsu vivencia, su visión de la situación conflicti-va, a veces dramatizada por sus efectosdevastadores, y aclararles la incertidumbrede su futuro que les produce la separación desus padres, para lo cual proponemos unasorientaciones basadas en cuatro principios:

Primero: El ajuste emocional de los padres.Los hijos no sufren tanto por la separación desus padres cuanto por la mala o inadecuadarelación que éstos manifiestan ante ellos.Cuanto más cordial, controlada y coordinadasea la relación de los padres, mayor serenidady estabilidad generan en los hijos a pesar de laseparación. El éxito de los hijos en su adapta-ción a la separación o divorcio de sus padres«se liga directamente a las posibilidades deajuste emocional de los padres y a las posibili-dades de ambos de compartir, desde la distan-cia, la función parental» (Navarro Góngora yJ. Pereira, 2000, pp. 188).

Segundo: La pareja ya separada debeanteponer las necesidades de los hijos a lassuyas propias. Los padres han de estar aten-tos a satisfacer las necesidades básicas quede forma especial reviven los hijos en estascircunstancias de crisis: seguridad de afecto yde protección, previsión de su futuro, libera-ción de posibles sentimientos de culpabilidadcon relación a sí mismo y con relación a susprogenitores, educación integral, etc.

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Tercero: Dar una imagen estable y compac-ta de padres unidos, manifestando de estaforma criterios educativos y normas coinci-dentes y acordadas con las que orientan elproceso educativo de los hijos.

Cuarto: Adaptarse a las edades y caracte-rísticas de los hijos. Son los padres los quemejor saben cuáles son estas circunstancias.Ello implica conocer las reacciones y compor-tamientos propios, al menos a grandes ras-gos, de cada etapa, para poder contextualizary orientar las reacciones de los hijos.

De la mano de estos presupuestos podemosresponder, a título orientativo, a las siguien-tes preguntas:

• ¿Cuándo comunicar a los hijos laseparación?

La respuesta ideal es que sea cuando ladecisión de la separación se haya tomado enfirme por ambas partes de la pareja, y noantes, para así no dar lugar a que se disparenen los hijos fabulaciones, solapadas alianzaso la aparición de episodios preocupantes y asílos padres, por su parte, no cedan a pseudore-conciliaciones, que las reacciones de los hijosles puedan provocar.

• ¿Quién o quiénes han de comuni-carlo?

Han de ser los dos miembros de la pareja,acordando el contenido y la forma, para locual es necesario emplear un tiempo de refle-xión y de diálogo. El proceso de mediaciónfamiliar ofrecerá sin duda un espacio privile-giado, un clima adecuado y motivos que ins-piran y orientan este diálogo.

• ¿Cómo comunicarlo?

La respuesta al cómo viene dada por lainfluencia del ambiente que los propiospadres creen explícitamente en el proceso decomunicación, al que deben de darle un tiem-po concienzudo de preparación. Este ambien-te debe estar alimentado por los siguientes

mensajes, que han de ser manifestados congran claridad y sencillez:

– Manifestar a los hijos la incondicionali-dad del amor y protección de ambospadres. Los padres seguirán siendo losprotectores y responsables del futuro desus hijos, pase lo que pase. Ellos no hande temer por su bienestar presente yfuturo.

– Dosificar la explicación según lo preci-san la edad de los hijos u otras circuns-tancias de éstos. No decir o explicar másde lo que los hijos necesitan y quierensaber.

– No dramatizar la situación, ni ocultarlas dificultades existentes entre elloscomo pareja, lo que será para los padresun acicate para una mayor y mejor dedi-cación entre ellos a favor de los hijos.

– Evitar toda culpabilización tanto conrelación a cada miembro de la parejacomo en relación con los hijos. Ello per-mitirá que no se instale el sentimientode culpa y como consecuencia no se blo-queen las relaciones.

– No dar pie a encuentros o a conversacio-nes con los hijos que les sugieran laesperanza de la vuelta o del reencuen-tro. El divorcio, en principio, es perma-nente.

– Proyectar a los hijos el mensaje de quela decisión de la separación es de lospadres y no de ellos. A los hijos no se lesdebe permitir que tomen partido al res-pecto ni darles pie para que esto suceda.

– No provocar ni admitir que los hijos seconviertan en portavoces para hacer lle-gar mensajes al otro padre.

Es necesario:

– Transmitir a los hijos que los criterioseducativos y normas a seguir continua-rán siendo de decisión de los dos.

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– Evitar pautas de autoridad que seanbásicamente distintas y contradictoriascuando los hijos están con el otro proge-nitor, que observa el régimen de visitas.

– Mantener con los hijos las celebracionesrituales al uso: cumpleaños, algunasfiestas, comidas, salidas, etc.

– Mantener regularmente por parte delpadre no custodio el régimen de visitasque le toca observar, sobre todo cuandolos hijos tienen pocos años, prolongandolas mismas pautas de conducta que elotro progenitor sigue de ordinario.

– Evitar expresar ante los hijos las quejasque se pueda tener del otro progenitor yno dar pie a que cualquiera de los hijosse crea en el deber de suplir la figura delpadre o madre ausente.

EL PAPEL DEL MEDIADOR

Con mucha frecuencia el mediador se veabordado por las preguntas de los padressobre cómo transmitir a los hijos la decisiónde separarse. La mediación familiar es unespacio privilegiado para plantear esta cues-tión y convertirla en contenido de los acuer-dos de la pareja. El papel del mediador puedeser descrito en los siguientes términos:

a) Fortalecer el equipo parental, ayudan-do a los progenitores a conservar o ensu caso a recuperar la competenciacomo padres y a contraponerla y dife-renciarla de la relación de ex – cónyu-ges. No es fácil preservar aquella almismo tiempo que se disuelve ésta.Quienes lo consiguen demuestran pose-er una capacidad de dominio de susdesavenencias, sobre las que es posibletrabajar. La pareja parental y la conyu-gal se han imbricado en la vida ordina-ria. Un trabajo de mediación ha deestar orientado, a través de los acuer-dos, a deslindar la una de la otra, favo-

reciendo el distanciamiento en relacióncon aquella situación en la que ambospadres permanecen cerrados, pilladosen la trampa de rencores recíprocos. Elmediador debe facilitar la asimilaciónde la separación y la adopción de nue-vos roles y permitir a los dos padres serlos actores de las modalidades de suseparación, pasando por un trabajo deintegración psíquica de su ruptura, quese inicia con el proceso de duelo. Conesta condición se dará lugar a la refle-xión y al análisis de las buenas condi-ciones que atañen a los hijos y a las quela pareja ha de llegar a acordar, paraseguir actuando como padres.

b) Manejar adecuadamente el propósitoexplícito que los padres tienen de nohacer daño a sus hijos, devolviéndolesesta voluntad como el mejor instrumen-to para actuar positivamente a la horade comunicar a los hijos la decisión desepararse.

c) Ayudar a los progenitores a pasar deuna paternidad/ maternidad interesadaen el disfrute personal del hijo/a a unapaternidad/ maternidad centrada en elmenor, lo que significa tener un finosentido de la responsabilidad y de lagenerosidad.

d) Ayudar a la pareja a priorizar sus deci-siones y actuaciones en función de lasatisfacción de las necesidades básicasque tienen los hijos como son: seguri-dad de afecto y protección, previsión delfuturo y liberación de posibles senti-mientos de culpabilidad, ya sea en rela-ción consigo mismo, ya sea en relacióncon sus progenitores.

e) Ayudar a la pareja a que distinga y con-trole la comunicación implícita de laseparación de la comunicación explícita.

f) Tener en cuenta la necesaria preven-ción a cerca de las posibles interferen-

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cias de terceros, familiares, amigos, quepuedan distorsionar los mensajes acor-dados que los padres transmiten a sushijos en estas circunstancias en quedeciden separarse.

g) Plantear en el proceso mediador, comoobjeto de acuerdo entre las partes, laforma de realizar la comunicación a loshijos sobre la decisión de separación,concretando, según las edades de loshijos y otras circunstancias relevantes,el contenido, el cuándo y el cómo haceresa comunicación. Con relación a estosacuerdos cabe sugerir las siguientesdisposiciones:

– Preservar la buena imagen de ambasfiguras parentales a los ojos de loshijos.

– Preservar, en la comunicación ordina-ria con los hijos, un espacio neutralpara que no se vean inducidos a tomarpartido por uno de sus progenitores,ni implicarles en un posible conflictojudicial.

– Transmitir con claridad y firmeza a loshijos menores, que existen límites yque las resoluciones judiciales son deobligado cumplimiento también paraellos.

– Observar explícitamente las posiblesconductas que los hijos puedan tenercomo reacción ante la decisión de lospadres de separarse, para así poderactuar en consecuencia.

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RESUMEN: El conflicto es un fenómeno consustancial a las relaciones humanas. Las familias no escapana esta ley del conflicto humano, con sus potencialidades para el crecimiento y para la destruc-ción. Lo peculiar del conflicto familiar en las sociedades modernas se circunscribe principal-mente en el ámbito de la pareja, aunque no se reduce a ella. Cuando una pareja salda sus con-flictos con la separación está tomando una de las decisiones más difíciles que debe afrontar,siendo con frecuencia una experiencia dolorosa para la familia de procreación y las familias deorigen. La «cultura ganador / perdedor» prima en los escenarios del conflicto y, en el caso de laseparación y el divorcio, hace que el sistema legal, a través de los abogados, sea habitualmen-te la primera puerta de entrada para la solución, consolidando las diferencias entre quieneshan de continuar relacionándose como padres, dejándolos en una situación de enfrentamientoprolongado. La mediación, y en su caso la mediación familiar, requiere y a la vez promueve la«cultura del acuerdo», del consenso, entre las partes en conflicto, definiendo el conflicto comouna dificultad a resolver por los miembros de la pareja. El presente artículo se estructura endos partes. En la primera, de carácter introductorio, desarrolla tres aspectos: la mediaciónfamiliar, la cultura del acuerdo y la mediación y el campo de acción de la mediación familiar.En la segunda parte, a modo de ensayo, se aborda un tema particular, pero recurrente y preo-cupante entre los padres que deciden separarse: la comunicación a los hijos de la separación delos padres y, para finalizar, se estudia el papel del mediador familiar respecto a este punto.