mas alla mas aca

13
MAS ALLA, MAS ACA LUZ GUILLÉN

Upload: luz-guillen

Post on 28-Mar-2016

232 views

Category:

Documents


4 download

DESCRIPTION

Cuento fantástico

TRANSCRIPT

Page 1: Mas alla mas aca

MAS ALLA, MAS ACALuz GuiLLén

Page 2: Mas alla mas aca

Título original: Más allá, más acá.Autor: Luz Guillén GómezDiseño: Luz Guillén Gó[email protected] | luzguillen.com.ar

Reservados todos los derechos para María Luz Guillén Gómez Buenos Aires, Argentina.Editado para e-book en Agosto 2013.

Respeta los derechos de autor. Este ebook tiene copyright de María Luz Guillén Gómez y todos los derechos reservados.

Podes descargarlo cuantas veces quieras. También podes compartirlo, difundirlo, siempre y cuando menciones al autor y su web.Desde ya muchas gracias!

Page 3: Mas alla mas aca

a mis faros...

Page 4: Mas alla mas aca
Page 5: Mas alla mas aca

La espesa negrura comenzó una vez más a rodear el exterior de la ciudad. Era la hora en que las aves regresan a sus nidos previendo una tormenta. La hora muerta en donde los niños comienzan a asustarse de sus propias sombras por ver en ellas miserias de lo que serán un día. La hora en que los hombres de-ciden suicidar convicciones y rendirse ante la rutina inerte de la vuelta al hogar maltrecho.

El viento comenzó a soplar despiadado en las desgastadas veredas y en los balcones borrachos de la capital. En las puertas de los edificios se arremo-linaron los últimos vestigios del otoño. Y en este momento maldito ya no queda-ban ruidos humanos en las avenidas.

Page 6: Mas alla mas aca

Ariadna se fijó en lo que acontecía en aquella maldita hora mientras su respiración se agitaba cada vez más y mientas sus manos intentaban vaci-lantes prender el último cigarrillo. Desistió luego del cuarto intento y apuro el paso. Su casa quedaba a unos cien pasos. Era poco. Era demasiado.

Page 7: Mas alla mas aca

Llego a la esquina. Se frenó. Cruzar la calle implicaba sortear baldosas rotas y desniveles de las veredas, tan típicas de esa capital, sedientos de caídas. La negrura avanzaba detrás de ella implacable. Camino muy apre-surada, tropezando además con sus cordones mal atados. Quedaban sesen-ta pasos. Podría llegar con un poco de suerte. Sintiendo el aliento negro en la nuca avanzo casi corriendo sin mirar el gran pozo que la haría caer. Pero sus pies se vieron envueltos en Lo Oscuro antes de encontrarlo.

Demasiado rápido había empezado a ser devorada. Sabía lo que tenía que ha-cer. Lo supo siempre. Se lo habían contado en cuentos, pero en los cuen-tos no hablaban de la desazón, de la angustia, del pavor que podía sentir una en lo espeso de ahí dentro. En ellos siempre existía el mismo final: la nada. Pero ella no quería terminar en ese estado. No creía en los cuentos. No creía. No podía creer, no se podía permitir ceder. Quería resistir. Enton-ces se aferró a los primeros recuerdos que le vinieron a la mente. El sa-bor del triste cigarrillo, la caminata apresurada, los arboles desgarbados

pero aun marrones (quería asfixiarla). No servía demasiado. Los recuerdos se apagaban. Apresurada recordó que esos mismos arboles antes de estar iner-tes, habían tenido algo particular que los hacia especiales… de alguna mane-ra…. (le comprimía el corazón lenta-mente saboreando el miedo). Sí. Algo los hacia majestuosos, únicos… pero se le escapaba el concepto y el detalle (saboreaba abrir caminos de demencial arrebato en la mente de los comi-dos). Se le iba el pensamiento pero no lo iba a dejar escapar. No podía. No quería. Tomo algunas de las imáge-nes desteñidas del otoño y les puso… algo. Trato de recordar… una idea. Una sensación visual. Los arboles habían tenido eso: una sensación visual. Tomo el concepto del tiempo, que aún le quedaba muy dentro, y retrocedió en el, escapándose del pavor negro que trataba de espesar los espacios entre los recuerdos con niebla (de pronto no pudo comprimir lo que no se deja-ba atrapar o enloquecer, se le estaba yendo). Volvió para atrás las cuerdas internas y extendió ese estado a la imagen que conservaba de los árboles. Y lo encontró. Encontró la textura vi-sual perdida: el color.

Page 8: Mas alla mas aca
Page 9: Mas alla mas aca

El tiempo recobro su brillantés.Podía ver en los vestigios del otoño algo amarronado, luego amarillo y más tarde verde. Verde. Verde. Se aferró al color verde y lo saboreo como nun-ca antes. Sentía su cálido roce en la piel, abrazaba su dulce aroma. Por mo-mentos se sentía golpeada, los gritos espesos pretendían hundirla. Volvía a sentir el viento áspero en la cara y aun un poco temerosa, abrió los ojos.

Page 10: Mas alla mas aca

Se encontró acurrucada cerca del pozo con las rodillas ensangrentadas. Se le-vantó de a poco mientras repetía inte-riormente cada vez más fuerte “verde”. Hasta que no pudo contenerse más y lo grito con lágrimas en los ojos, “verde! Verde!”. Lloro como nunca antes y en medio del llanto una carcajada irrum-pió repentina en su boca.

Camino igual apresurada los siguientes treinta y cinco pasos que le quedaban hasta su casa. Sacó las llaves de la mo-chila, abrió la puerta y la cerro algo torpe. Dentro percibió el familiar olor a tés con canela de siempre, sintió las caricias dulces de los elementos coti-

Page 11: Mas alla mas aca

dianos. Se tomó un tiempo para saborear cada rincón que antes había mirado sin ver. Evitó mirar por la ventana. Pero se detuvo frente al espejo que le devolvía su imagen con las rodillas aun ensan-grentadas. El rojo de su sangre. Lo re-cordaría por años. Alli, impregnado en sus piernas.

La negrura se acurruco en el pozo la-miendo las gotas escarlatas que habían quedado mientras la miraba a través de la ventana de su casa tan ilumina-do. Empezaría de nuevo con el próximo transeúnte distraído. Pero debía reco-brar fuerzas antes. Las ratas estaban bien. Por ahora.

Page 12: Mas alla mas aca
Page 13: Mas alla mas aca

MAS ALLA, MAS ACALuz GuiLLén