mÁs allÁ del paro, transformaciones biogrÁficas...

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1 MÁS ALLÁ DEL PARO, TRANSFORMACIONES BIOGRÁFICAS EN EL DESEMPLEO Estudio de caso de la experiencia del desempleo en un grupo de ex trabajadores del sector de la madera tras el cierre de su empresa en la provincia de Valencia José Ferrando Alemany (+34) 662 552 593 [email protected] Víctor Pons Cueves (+34) 670 692 204 [email protected] UNIVERSITAT DE VALÈNCIA RESUMEN El trabajo es un elemento central en la identidad de las personas que condiciona el estatus y las relaciones interpersonales. En este texto se emplea una perspectiva etnográfica para analizar el estudio de caso de un grupo de ex trabajadores del sector maderero valenciano y como, al perder estos su empleo, han visto truncada su biografía al transformarse las pautas que condicionaban su identidad y sus perspectivas vitales. Este proceso se ve agravado al haber dejado de tener relaciones laborales de tipo estable y pasar a otras de tipo precarizado. PALABRAS CLAVE Desempleo, Trabajo, Identidad, Crisis, Cambios biográficos.

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MÁS ALLÁ DEL PARO,

TRANSFORMACIONES BIOGRÁFICAS EN EL DESEMPLEO

Estudio de caso de la experiencia del desempleo en un grupo de ex trabajadores del

sector de la madera tras el cierre de su empresa en la provincia de Valencia

José Ferrando Alemany (+34) 662 552 593

[email protected]

Víctor Pons Cueves

(+34) 670 692 204

[email protected]

UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

RESUMEN

El trabajo es un elemento central en la identidad de las personas que condiciona el estatus

y las relaciones interpersonales. En este texto se emplea una perspectiva etnográfica para

analizar el estudio de caso de un grupo de ex trabajadores del sector maderero valenciano

y como, al perder estos su empleo, han visto truncada su biografía al transformarse las

pautas que condicionaban su identidad y sus perspectivas vitales. Este proceso se ve

agravado al haber dejado de tener relaciones laborales de tipo estable y pasar a otras de

tipo precarizado.

PALABRAS CLAVE

Desempleo, Trabajo, Identidad, Crisis, Cambios biográficos.

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INTRODUCCIÓN

A través de la observación y análisis de un estudio de caso de un grupo de ex

trabajadores hemos podido detectar cambios en la visión que poseen de sí mismos, de su

futuro y de su ubicación en las redes de relaciones sociales. A lo largo de este trabajo se

analizan las biografías, pautas sociales e identidades de un grupo de ex trabajadores

afectados por la ruptura en su trayectoria laboral al pasar de vinculaciones estables con

el mercado laboral a otras de tipo precario. En el marco de una sociedad en la que el

trabajo es un elemento central de la vida y la identidad de las personas, la experiencia

del paro es un punto de inflexión en el horizonte temporal de las personas y en sus

relaciones personales en el presente, sobre todo en relación a dos grupos básicos del

entorno de los individuos: su núcleo familiar y su grupo de pares.

Este artículo se basa en una investigación detallada y profunda en la que se establece

como objeto de estudio el expediente de regulación de empleo que afectó a toda la

plantilla de una empresa de tamaño mediano del sector de la madera en la provincia de

Valencia. Este proceso se analiza desde una perspectiva etnográfica, sin perder de vista

la situación macroeconómica actual y las condiciones que han afectado al mercado

laboral en particular, provocando un cambio importante en el modelo de ocupación

español. Damos una atención especial al sector de la madera, que contextualiza los

relatos y las experiencias recogidas. Hemos complementado estas aproximaciones con

aportaciones de la psicología social con un enfoque socio-psicológico, en el cual

primaremos la óptica sociológica para recoger un ámbito tan personal como es la

producción de discursos sobre el futuro de la propia biografía.

En primer lugar caracterizaremos la situación económica actual y la centralidad del

trabajo en nuestra sociedad. A continuación profundizaremos en la situación del sector

maderero español donde se encuentra la empresa objeto del estudio de caso y las

condiciones propias que caracterizan el contexto del ámbito observado. Más adelante

expondremos el proceso de despido de los trabajadores y su reacción al cierre

empresarial. Realizaremos un análisis de los cambios biográficos y sociales que se

produjeron a partir del comienzo del desempleo a partir de las entrevistas a los ex

trabajadores, respetando en todo momento la diversidad de reacciones que se sucedieron

tras la pérdida del empleo. En la última parte trataremos de exponer algunos elementos

centrales para comprender estos cambios observados en el comportamiento y actitudes

de los ex trabajadores desde una perspectiva socio-psicológica y estableceremos las

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líneas principales para entender las importantes transformaciones que puede generar la

pérdida de trabajo en un contexto general de crisis económica donde se observa un

cambio en las pautas del mercado laboral y el sector productivo.

LA CRISIS ECONÓMICA Y LA CENTRALIDAD DEL TRABAJO

La crisis que asola las economías occidentales desde finales de 2008 ha sacudido

con especial virulencia el territorio español, provocando cambios en la estructura del

tejido empresarial y aumentando las tasas de desempleo a niveles nunca vistos

anteriormente. Aunque el crecimiento del paro en épocas de crisis ha sido la tónica

general en España, ninguna de las crisis anteriores había tenido las dimensiones de esta..

Generalmente las cifras del desempleo ocupan los titulares de los telediarios y las

portadas de los periódicos, siendo uno de los principales puntos de atención y alarma en

tiempos de crisis, pero en la mayoría de los enfoques que se toman para referirse al paro

la aproximación se hace desde una perspectiva económica, como un cambio del acceso

a los recursos, la riqueza del país y los ingresos económicos, que aun siendo cambios a

tener en cuenta, no son los únicos que produce la crisis, resultando estos análisis

demasiado reduccionistas. Más allá de las graves consecuencias de pérdida de recursos

económicos que ocasiona el desempleo, hay que atender también otros daños que lo

acompañan como son los producidos en la identidad, el sentimiento de pertenencia, el

bienestar psicológico o la transformación del relato vital y las perspectivas futuras.

El trabajo es esencial para comprender la estructura social, por lo que es importante

atender a las transformaciones que acompañan la pérdida del empleo. La sociología ha

de ofrecer una mirada atenta que se adentre en las múltiples complejidades que se

producen en el proceso que acompaña la pérdida del empleo, especialmente en este

caso, en el cual observamos el desfase entre el imaginario colectivo de los trabajadores,

anclados en una visión del trabajo estable y de producción en masa, que podríamos

identificar como una visión fordista, frente a la realidad laboral creciente que se

caracteriza por la fragmentación y precarización, y que ha venido a llamarse nuevo

capitalismo.

En este contexto, los trabajadores siguen considerando el trabajo como fuente de

satisfacción, de estatus social, porque sea cual sea su trabajo siempre tienen un estatus

derivado de la satisfacción de hacerlo bien (Sennet, 2006); un trabajo que es además

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estable y basado en la planificación a largo plazo. Sin embargo este tipo de trabajo ya

no existe en la realidad, habiendo sido sustituido por lo que Richard Sennet llama

“nuevo trabajo”: un trabajo basado en la inmediatez de resultados, los constantes

cambios de puesto de trabajo e incluso de empresa; un trabajo donde la experiencia se

menoscaba en favor del movimiento continuo y el constante reciclaje; un trabajo donde

el consultor externo es el máximo exponente de rentabilidad y dinamismo y el

trabajador que permanece en su puesto durante largos periodos y que conoce a la

perfección su tarea es menospreciado como muestra del anquilosamiento burocrático y

la falta de innovación empresarial (Sennet, 2006).

El estudio de caso que nos ocupa ha sido realizado con un grupo de ex trabajadores de

una fábrica de chapado de madera en la que desarrollaron una larga trayectoria laboral,

esbozando las influencias de la situación de desempleo en la modificación de las

perspectivas de futuro. La población objeto de esta investigación se encuentra

caracterizada generalmente por ser de mediana edad, con estudios básicos, trabajadores

del sector industrial de la madera, mayoritariamente hombres, y que principalmente han

desarrollado toda su vida laboral en esa misma empresa.

La metodología empleada para desarrollar la investigación ha utilizado por una parte la

producción primaria de datos a través de observación participante en encuentros de los

ex trabajadores y la realización de entrevistas en profundidad a seis ex trabajadores de la

empresa; y por otra la producción secundaria a partir del análisis de diversos textos de

investigación social y datos arrojados por estudios sociodemográficos relacionados con

el campo de análisis.

A través de distintas entrevistas en profundidad se ha logrado el acceso a los diferentes

discursos de los trabajadores y a la estructuración que ellos mismos hacen tanto de su

ritmo de vida y perspectivas cuando trabajaban en la fábrica, como del proceso de

inestabilidad mientras se produjeron los despidos y, finalmente, la situación en la que

han quedado en el desempleo y la experiencia como desempleados. Esta forma de

acceder a los relatos de los sujetos investigados supone “un punto de convergencia entre

el testimonio subjetivo de un individuo a la luz de su trayectoria vital, sus experiencias

y su visión particular y la plasmación de una vida que es reflejo de una época, de

normas sociales y de valores esencialmente compartidos con la comunidad de la que

forma parte” (Picó y Serra, 2010).

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Otros autores se lanzaron en el pasado a analizar y tratar de comprender las

transformaciones que se producían en sociedades en las que un grupo importante de sus

miembros había quedado en el desempleo a través de las propias experiencias de los

trabajadores, destaca entre ellos la obra de Lazarsfeld, Jahoda y Zeisel: “Los parados de

Marienthal”. Existen múltiples estudios sobre los cambios de la percepción del trabajo y

del mercado laboral en la época post-fordista, pero la incidencia de la actual crisis

económica es tan reciente que los estudios profundos sobre las consecuencias de la

pérdida de trabajo a causa de la actual crisis todavía son escasos. Frente a algo tan

individualizado como es el cambio de perspectivas biográficas derivado de la pérdida de

empleo es importante conocer el contexto en que éstas se producen.

En esta misma línea teórica, para conocer las implicaciones individuales de la pérdida

del empleo en la identidad personal, hemos atendido al interaccionismo simbólico de la

psicología social. Este concepto hace referencia al enfoque psicosociológico que estudia

los fundamentos simbólicos y lingüísticos subyacentes en la experiencia de la

interacción humana (Lindesmith et al., 2006). Esta corriente sociológica, desarrollada

fundamentalmente en Norteamérica, cuenta con autores que sitúan las interacciones

simbólicas en las fronteras de la psicología, mostrando cómo las identidades, las

actitudes, los motivos y las emociones son producciones discursivas, atributos de

conversaciones, más que entidades mentales (Harré, 1996). En esta investigación se

interpretan a su vez los cambios en los usos del tiempo de las personas y los cambios en

los roles familiares, así como la modificación de pautas sociales, sobre todo en consumo

de ocio y perspectivas de futuro.

Los cambios en la estructura laboral, entre los que destaca la fragmentación laboral a lo

largo de una misma trayectoria biográfica, ponen de manifiesto una situación donde la

seguridad de los trabajadores se ve limitada, aparejando toda una serie de

transformaciones en su vida personal: pérdida de casa por no poder pagarla, descenso

del nivel de vida o la transformación de los tiempos e intereses vitales. Ello demuestra

que el trabajo remunerado es tan importante en la actual época como lo fue décadas

atrás, pese a que ahora el trabajo “para toda la vida” está en un fuerte proceso de

extinción ya que destaca la fragmentación laboral a lo largo de una misma vida laboral.

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LA EVOLUCIÓN EMPRESARIAL EN EL SECTOR MADERERO

Los orígenes de la fábrica de producción de chapa de madera que centran este análisis.

Hay que buscarlos en una de las crisis más graves conocidas en España hasta ahora, la

crisis del petróleo de mediados de los años setenta. Una crisis que llevó a la economía

española, como ahora, a una depresión caracterizada por un estancamiento de la

actividad productiva, un fuerte aumento del desempleo y fuertes niveles de inflación.

En aquel contexto económico muchas empresas del sector industrial se vieron abocadas

a la reconversión o, en muchos de los casos, al cierre. Una de las empresas que tuvieron

que cerrar fue Mobiliaria1, una importante empresa familiar fabricante de muebles

situada en un polígono industrial de la comarca de l’Horta Sud, en la provincia de

Valencia, que había adquirido una deuda de gran volumen con los suministradores del

material de producción. Al ser incapaz de afrontar los pagos, en 1976 se realizó un

concurso de acreedores en el que Matrizsa, uno de los principales proveedores de

Mobiliaria, decidió adquirir la planta de producción y crear una fábrica de chapa de

madera llamada Chapasa, que pasaría a formar parte de su conglomerado empresarial. A

partir de aquel momento esta planta de producción se sumó al proyecto de los nuevos

compradores.

Matrizsa era hasta entonces una de las principales distribuidoras de madera de España,

con diversos almacenes situados en el país -principalmente en Madrid y Valencia- y la

nueva fábrica adquirida venía a abrir una nueva línea de negocio: la de producción de

chapa y tableros de madera. Los inicios de Matrizsa hay que buscarlos en el Madrid de

finales del siglo XIX, una empresa que se fue expandiendo al tiempo que crecía la

familia del fundador.

La recién creada Chapasa fue creciendo en producción con una plantilla estable, buena

parte de los trabajadores que entraron en aquellos primeros años han continuado hasta

los últimos días. En la década previa a la crisis años Chapasa alcanzó una plantilla de

más de ochenta trabajadores, que junto a los contratos temporales superaba el centenar

de empleados. A pesar de la incipiente exportación –siempre escasa en este sector- el

mercado de negocio de la empresa ha sido principalmente nacional.

1 Ésta investigación ha empleado nombres ficticios para preservar el anonimato de las empresas. Dado que hacemos referencia a diversas empresas inter-relacionadas, ha sido necesario diferenciarlas en el texto.

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En la fábrica se realizaban todos los procesos relacionados con la chapa, desde la

descarga de camiones con la madera sin trabajar hasta la salida de chapas perfectamente

trabajadas. Los diferentes trabajos en la cadena de producción eran la descarga y orden

del almacén, el cortado de maderas en la guillotina, la prensa, la lija, el pulido, la

reparación y quita de nudos o el repaso de la chapa. Además, en la estructura de la

fábrica había otros departamentos como el de compras y el de administración. Este

último estaba ocupado principalmente por mujeres -5 o 6 de un total de una decena-, al

contrario que en el proceso de producción, donde la plantilla estaba compuesta

principalmente por hombres, con poco más de 7 mujeres que se dedicaban a las labores

más delicadas como el repaso de la chapa.

Los requisitos profesionales que reclamaban a los trabajadores eran escasos, y se

compuso una plantilla de mano de obra sin cualificar que podía hacer casi cualquier

tarea de la fábrica. Los procesos internos de la fábrica fueron adaptándose a las

exigencias laborales y en los años 80 la aplicación de normativas más estrictas

requirieron que el trabajo que algunos hacían sin ninguna cualificación exigiese algunos

certificados, como es el caso de los conductores de la maquinaria del almacén.

Algo similar se produjo en la cantidad de horas trabajadas. La cantidad de horas de

trabajo se modificó en diversas ocasiones según la demanda, pero cuando la demanda

volvió a subir tras la última crisis, la empresa optó por la creación de otro turno,

nocturno, de manera que las jornadas individuales pasaron reducirse a 8 horas. Estos

nuevos horarios exigieron nuevas contrataciones en casi todas las fases de la cadena.

La media salarial percibida por los operarios de la fábrica en el último periodo de

funcionamiento se encontraba entre 1.300 y 1.500 euros, cantidad superior a la cobrada

por otros trabajadores del ramo en la zona. Siempre se pagaba con regularidad y las

negociaciones de condiciones y salarios eran fáciles con la empresa. Según relatan los

ex trabajadores, en la mayoría de los casos era la propia empresa la que se adelantaba

con el incremento del salario a las negociaciones del sector. En los últimos años se

produjeron diversos cambios de gestores que junto a los cambios en la dirección en

2008, debilitaron la empresa. Los intereses de la nueva dirección eran diferentes y

también el nivel de conocimiento del sector.

Se produjo una caída de la demanda que fue acompañada de una bajada de los precios

de venta, lo que generó que la empresa no pudiese sostener el negocio. Si a ello

sumamos los elevados costes de mantenimiento de la planta de producción de Chapasa

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y los problemas en la gerencia el cierre de la fábrica, el resultado sería el cierre de

Chapasa.

El proceso de cierre fue escalonado, inicialmente se produjo una reducción de un tercio

de la plantilla a través de un expediente de regulación de empleo que buscaba un ajuste

de la plantilla de producción por la caída de la demanda. Algunos meses más tarde,

dado que la situación no cambió, se produjo un segundo ERE de suspensión temporal

del trabajo, un día a la semana dejaban de trabajar. A finales de 2010 se anunció el

cierre de la empresa y comienza el proceso de presentación de las condiciones y

negociación el ERE de extinción de la empresa, que fue fundamentado en cuestiones

económicas por las pérdidas generadas durante los últimos ejercicios. A pesar de ello

los otros cuatro almacenes de que dispone la empresa sí se mantienen abiertos, aunque

con una bajada importante de la masa laboral.

DESPIDO Y MANERAS DE AFRONTARLO

A pesar de su dureza, el momento del despido es el más interesante en el relato

de los ex trabajadores, ya que es el momento en el que comienza a producirse el

principal cambio en la experiencia laboral de los trabajadores, es decir, un repentino

choque entre las pautas laborales de la fábrica de toda la vida, que podríamos

categorizar como fordistas, con una nueva situación que vendrá marcada por la

precariedad y la flexibilidad propia del nuevo capitalismo.

Este cambio no es repentino, se produce poco a poco. En el momento de quedarse en el

paro, la mayoría de los trabajadores cuentan que consideraban que el sistema seguía

funcionando perfectamente y que iban a ser reabsorbidos por el mismo en poco tiempo.

La mayoría de los discursos de los trabajadores siguen una línea argumental que

entiende que aquellos que están parados es porque no buscan trabajo con el suficiente

ahínco, y que esa situación no se va a repetir con ellos porque van a saber volverse a

integrar en el sistema, volver a ser parte de la fuerza laboral del país.

Pero esta primera concepción del parado como causante de su propio paro evoluciona a

medida que pasa el tiempo: cuanto más larga es la situación de desempleo del individuo,

más fuerte es el sentimiento de culpa que los ex trabajadores dirigen hacia las

condiciones estructurales del sistema. De hecho se puede ver como el discurso crítico

hacia el sistema económico es mucho más laxo en los ex trabajadores que han

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conseguido trabajo, aunque precario o en peores condiciones, mientras que aquellos ex

trabajadores que se encuentran en situación de paro todavía son mucho más negativos y

critican con más fuerza la poca actuación estatal respecto al desempleo. Además de ello

se observa una importante diferencia entre el discurso que los trabajadores esgrimían en

el momento en que se quedaron en el paro, y el discurso que tienen un año y medio

después de estar en esta situación. Este discurso se centra sobre todo en la incapacidad

de la estructura económica de absorber todos aquellos parados que se han visto

desplazados de su puesto de trabajo por una crisis sistémica.

Los valores meritocráticos de los trabajadores se encuentran de lleno con el muro de la

estructura, en tanto que la valoración e importancia que ellos le dan a la experiencia en

un determinado sector, no es valorada por el sistema, sino que más bien al contrario, es

ninguneada en favor de otros valores que ellos consideran poco importantes en este

campo, como pueda ser el conocimiento de idiomas o los estudios. Tengamos en cuenta

que la mayoría de los trabajadores están muy poco cualificados y que han seguido un

método de inserción en el mercado laboral de aprendizaje a través de la experiencia.

Consideran que para ciertos puestos como los que ellos ocupaban en Chapasa, los

estudios no sirven de nada, sino que necesitas experiencia para poder desarrollarlos.

Este cambio en la demanda de factores de empleabilidad de las empresas supone un

punto de inflexión en la mentalidad de unos trabajadores que habían construido su

biografía no solo entorno a un modelo laboral más estable, sino entorno a un modelo

laboral que exigía menor o ningún conocimiento del puesto a desarrollar, con excepción

de aquel obtenido a través de la experiencia.

A través del discurso se puede observar una evolución de la biografía laboral en un ciclo

de polivalencia – rigidez – polivalencia, en el cual los trabajadores cuentan como en un

principio realizaban diversas tareas dentro de la empresa, adquiriendo experiencia, hasta

que les era asignado un puesto fijo. Sin embargo hacen notar que ahora lo que se les

pide desde las empresas es polivalencia de nuevo: mucha formación para que un mismo

empleado sepa realizar muchas tareas, y de esa manera ir rotando puestos en el lugar de

trabajo. Esta idea ha aparecido en los discursos de todos los trabajadores.

Es importante recordar la buena imagen que los ex trabajadores tienen respecto de la

empresa; así lo muestran al hablar de los conflictos colectivos: todos los trabajadores

hablaban orgullosos del hecho de nunca haber necesitado hacer huelga, porque la

empresa los trataba “muy bien” en comparación con las otras empresas del ramo, y

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tenían sueldos sensiblemente más altos. El buen trato recibido por parte de la dirección

refuerza la visión paternalista de la empresa, lo cual les había hecho alejarse de

cualquier actividad sindical, que solo se vio desarrollada fundamentalmente a partir del

primer ERE –antes era testimonial, según cuenta el propio representante sindical- y en

previsión de lo que se les venía encima. A pesar de ello muchos consideran que solo se

sindicaron por la protección legal, e incluso algunos sindicados aseguraron haberlo

hecho “porque todo el mundo lo hacía”.

Existe una imagen negativa patente hacia los sindicatos, como algo que va contra una

empresa que los ha tratado bien y que en teoría no quería ningún mal para ellos. Esta

negatividad sindical se ve reforzada por el hecho de que a pesar de la protección

sindical un grupo importante de trabajadores buscasen la protección legal de un abogado

independiente. La pérdida la empresa como referente y como entidad que además de

hacer negocios vela por el bien de sus trabajadores provoca en estos últimos una ruptura

en su ética del trabajo. Algunas muestras de sus valoraciones hacia la labor empresarial

son los recuerdos con pena de la época en la que tuvieron que dejar de trabajar a destajo

por la caída de la demanda, el hecho de alabar la figura de personas que seguían

trabajando allí cuando ya estaban jubilados, y la alta consideración que se tenía de

aquellos que casi no cogían vacaciones por “sacar adelante” a la empresa.

También nos hemos encontrado discursos que contraponen los comportamientos de la

plantilla de hoy en día con la ética que ellos tienen, al decir que los jóvenes son más

irresponsables y que no saben lo que es tener un trabajo o rendir adecuadamente porque

no tienen experiencia. De hecho la experiencia es importante para los trabajadores no

solo en el sentido de haber aprendido a realizar el oficio sino también en un sentido de

antigüedad.

Según su ideal de trabajo para toda la vida, el sacrificio de hoy trabajando en la empresa

se veía recompensado no solo por incrementos del salario por antigüedad, sino también

ulteriormente mediante la pensión de jubilación. Sin embargo esta ética de gratificación

diferida desaparece en el momento en el cual pierden el trabajo, cualquier ventaja por

antigüedad, y se encuentran en una situación de “tierra de nadie” entre su vida laboral y

una jubilación que todavía está demasiado lejos para ser considerada como el siguiente

paso. La ternarización del ciclo biográfico en educación – trabajo – jubilación se ve

abruptamente cortada por la experiencia del desempleo. Cabe señalar que aunque hay

casos de trabajadores que han realizado toda su trayectoria laboral en Chapasa, los que

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han cambiado de empresas durante su trayectoria laboral no lo han hecho con mucha

frecuencia, y en cualquier caso lo hicieron por causas de fuerza mayor –cierre de la

empresa en la que trabajaban- o al principio de su andadura laboral cuando aún no se

habían especializado en un sector industrial concreto.

Las opiniones respecto a la empresa se vuelven más duras en el momento de hablar de

las indemnizaciones por despido, ya que incluso los que salieron beneficiados por las

mismas no creen que el acuerdo final haya sido el mejor de los posibles. Pero a pesar de

ello los trabajadores siguen recordando la empresa tal y como era antes de que se

produjesen los expedientes de regulación de empleo.

CONSECUENCIAS SOCIOPSICOLÓGICAS DE LA RUPTURA DEL R ELATO

BIOGRÁFICO

A lo largo de las entrevistas con los ex trabajadores hemos observado en sus

discursos las importantes transformaciones que ha supuesto la experiencia de un largo

tiempo en el desempleo. La centralidad que supone el trabajo en las sociedades

contemporáneas complica una asimilación diferente. A pesar del cambio de

transversalidad del trabajo que se está produciendo en las últimas décadas, este sigue

constituyendo uno de los puntos de unión principales entre las metas individuales y los

objetivos colectivos (Álvaro Estramiana, 1992).

Hay que entender los efectos del trabajo desde las múltiples consecuencias que este

tiene sobre el individuo. Desde una perspectiva psicosocial hay determinados elementos

que fundamentan la importancia del trabajo en las sociedades actuales, al considerar las

distintas funciones del trabajo en nuestra sociedad. Así el trabajo, y más concretamente

el empleo, no sólo cubre una considerable parte de nuestro tiempo diario, sino que es en

sí mismo un importante factor de socialización, un proceso fundamental para

comprender la construcción del individuo en relación con su entorno.

El hecho de que se haya producido un cambio en las construcciones biográficas de los

individuos es una cuestión innegable: la mayoría de ellos se veían jubilándose en la

empresa que habían trabajado desde su juventud, y se han visto sorprendidos por una

repentina situación de paro que los ha abocado a una situación inestable y precaria que

nunca habían tenido que afrontar. La pérdida del trabajo estable supone en todos los

casos tratados un truncamiento de su biografía y de su construcción de futuro. Las vidas

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de las personas entrevistadas tenían como centro gravitacional un puesto de trabajo

estable, fuente de vida presente y futura, que ven desaparecer ante sus ojos en el

momento en el que cierra la empresa.

Los efectos del desempleo sobre las pautas sociales y psicológicas de los ex

trabajadores son diversos, porque las funciones del propio empleo son múltiples.

Siguiendo el esquema propuesto por Álvaro Estramiana (1992) vamos a referirnos a

cuatro elementos estrechamente relacionados con el desempleo: el trabajo como

generador de ingresos económicos; la identidad del individuo; los cambios de los roles

sociales y familiares; y por último, el trabajo como actividad y estructuración del

tiempo.

En primer lugar debemos considerar el trabajo como generador de ingresos económicos,

pues el propio trabajo supone en su dimensión económica el medio a través del cual el

trabajador logra los elementos necesarios para poder subsistir. El elemento de los

ingresos económicos es una función central del empleo y de la futura integración social,

pues determinará en gran medida los entornos en los que el individuo se relacionará. La

pérdida de ingresos derivada de la situación de paro supone para los trabajadores una

exclusión parcial del sistema social al que pertenecen, en tanto les priva de muchas

actividades sociales que llevan aparejado un gasto económico.

Además deberemos tener en cuenta el desplazamiento del significado del dinero en una

sociedad de capitalismo de consumo en la que una persona no es tanto lo que gana o el

trabajo que tiene sino aquello que puede consumir: la pérdida de recursos económicos

supone en este caso pérdida de integración en el sistema, no solo a nivel contributivo

general, sino también a un nivel más personal y cotidiano. La visión paternalista de la

empresa que tienen los trabajadores se basa en la visión de la misma como fuente de

ingresos económicos estables. La desaparición de los ingresos supone no solo cambios

en el consumo diario, tal y como acabamos de apuntar, sino cambios en un nivel más

profundamente biográfico: pensemos por ejemplo en el gasto que supone una boda o

una comunión, y la diferencia de afrontar tal acontecimiento vital teniendo una fuente

de ingresos estable o si esta fuente es inestable o inexistente.

En segundo lugar, el trabajo tiene una función potente sobre la construcción de la

identidad del individuo. El empleo contribuye a la creación de la propia imagen, además

de ofrecer una posición y estatus reconocidos en la sociedad. De acuerdo con Álvaro

Estramiana, “pese a algunas matizaciones, el lugar de trabajo, al establecer una

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continuidad en las relaciones sociales, sigue siendo, principalmente en las sociedades

urbanas, el núcleo donde tienen lugar los procesos de identificación y pertenencia a una

comunidad”. El trabajo supone un elemento central en la definición del sí mismo.

En ninguno de los casos que hemos tratado se ha observado un cambio sustancial en las

identidades de los individuos. Si bien han modificado sus hábitos y costumbres se

siguen viendo de la misma manera. Están descorazonados por no haber podido

encontrar trabajo pero los discursos de culpabilización del individuo como incapaz de

adaptarse a las demandas del mercado de trabajo se han visto muy suavizados. De hecho

todos siguen basando su identidad en su antiguo trabajo, hablan del sector de la madera

como “su ramo”, y tanto los parados como los que han encontrado trabajo en otro sector

hablan de poder encontrar un trabajo “de los suyo”. La satisfacción propia por tener un

puesto de trabajo y de efectivamente ser bueno en el trabajo propio se ha sustituido por

el fantasma de la inutilidad (Sennet, 2006). Esta visión pesimista del futuro que provoca

en los trabajadores una necesidad de replantear su proyecto vital en base a una meta ya

desaparecida puesto que la gratificación diferida, la pensión que esperaban cobrar

después de una vida de trabajo, se desvanece tras la prolongada experiencia del

desempleo.

La identidad laboral derivada del puesto de trabajo que se ocupa es central en el

imaginario de empleo fordista pero se ve desplazada en el orden de valores actual a una

posición secundarizada. La recurrencia a la fama de la empresa Chapasa como

“suministradora de buenos materiales” contribuía sin duda a la formación de una

identidad que trascendía el propio individuo a través de la glorificación colectiva de los

trabajadores por su productividad laboral. En ese sentido, la identidad como

trabajadores no se ha perdido pese a la pérdida del trabajo, y en la medida en que la

mayoría aseguran mantener su mismo círculo social aunque hayan cambiado el tipo de

actividades sociales que hagan ahora juntos, las identidades personales no han sufrido

cambios significativos.

Por ello debemos considerar, en tercer lugar, los cambio de los roles sociales y

familiares. Como acabamos de señalar, socialmente se ha producido un simple cambio

en el consumo de ocio, sin que el ambiente social se haya visto sustancialmente

alterado. El trabajo desempeña un papel importante en la construcción de las relaciones

interpersonales, no solo en la medida en la que es una convención social asociar la

validez de una persona con el puesto de trabajo que tiene, sino también en una

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dimensión en que la empresa es un espacio social en el que crear y mantener relaciones

sociales intersubjetivas.

La pérdida de trabajo ha supuesto una cierta disminución de la intensidad de las

relaciones interpersonales que se mantenían con los compañeros de trabajo. Pero, en

cierta medida, las “horas vacías” que les ha dejado el trabajo ha impulsado a los ex

trabajadores a buscar nuevas actividades en las que ocupar su tiempo..

Respecto a los roles familiares, debemos señalar el importante salto cualitativo que se

produce entre los trabajadores de más edad y los más jóvenes, y el importante sesgo de

género que se observa cuando se habla del reparto de las tareas domésticas en el hogar

al entrar en la situación de desempleo.

Todos los trabajadores varones de más edad aseguran colaborar más en las tareas del

hogar desde que están en el paro, pero siguen considerando que esas labores son de

ayuda a la mujer, de colaboración. La única perspectiva femenina que hemos podido

analizar sigue un discurso en la misma línea, pero dice que el incremento de ayuda que

recibe por parte de su marido ahora que él está en el paro no es proporcional a la

cantidad de tiempo libre del que él goza ni tampoco de la cantidad de trabajo que ella

pueda tener que hacer en casa. Esto es trascendentalmente diferente en el ex trabajador

más joven, que considera las tareas del hogar como algo compartido entre los miembros

de la unidad familiar, y que no ha tenido grandes cambios, salvo el momento en el que

él se pone a trabajar y ella sigue en el paro, pero se refiere a este momento como un

salto hacia atrás en la medida en que “hemos vuelto a la época de mis padres”. La

división sexual del trabajo en el ámbito doméstico sigue por lo tanto inalterado: sí que

se observa mayor intervención de los hombres en las tareas domésticas, pero siguen

viéndose como un “ayudante” de la mujer. Además hemos podido observar, a través de

la diferencia de edad, como el cambio de reparto de las tareas se produce más por el

salto generacional que por la variable ocupación / desempleo.

Otro de los importantes efectos que debemos considerar relacionado con el trabajo es la

elevada correlación entre empleo y bienestar psicológico, y en consecuencia los efectos

que el desempleo va a generar sobre la depresión y desánimo de los ex trabajadores.

Este trabajo no ha incidido lo suficiente sobre ello, pero consideramos que si que existe

una importante relación entre la pérdida de trabajo y la depresión, la caída de autoestima

y la satisfacción con la propia vida. Esto puede hacer que, junto a los elementos

considerados previamente, los trabajadores tengan una visión negativa de la vida

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especialmente subjetiva. Esta subjetividad no quiere decir que no sea una situación

complicada en sí misma, sino que en muchas ocasiones, como se muestra en algunas

declaraciones de los desempleados, es el propio bucle negativo en el que se encuentran

el que les impide tener una mirada objetiva.

Por último deberemos considerar el trabajo como una dimensión íntimamente ligada a

la actividad, en un sentido de ocupación de las horas de los individuos. En ese sentido,

uno de los mayores costes psicológicos de estar desempleado es el de la inactividad, tal

y como relataban en las entrevistas los ex trabajadores afectados por el ERE. El trabajo

ayuda a configurar una estructura del tiempo muy importante en el proceso psicológico

del individuo, ya que el trabajo impone una estructura temporal en la vida del empleado.

La ausencia de dicha estructuración diaria de las actividades debe ser entendida como

una consecuencia inevitable derivada de una situación de desempleo: tal y como se

muestra en el estudio de caso, la pérdida de trabajo supuso en los ex trabajadores de

Chapasa el pasar a disponer de gran cantidad de tiempo libre que no encontraban la

forma de utilizar. La pérdida del trabajo como referente estructurador de su vida

cotidiana, ha llevado a muchos de los trabajadores a referirse a su futuro como “muy

negro” o “muy malo”, al haber perdido toda esperanza de reinserción laboral. Sobre

todo aquellos de más edad se refieren a los años que tienen por delante como una espera

hasta la prejubilación y envidian a aquellos compañeros que por edad los prejubilaron

en el ERE o que ya estando en el paro se han podido acoger a la prejubilación

anticipada a los 61 años. A través de los discursos que hemos analizado, podemos

determinar que la pérdida de empleo ha supuesto para los trabajadores una

desestructuración de su vida cotidiana, no solo en el sentido de pérdida de ingresos y lo

que ello conlleva (cambios en el ocio por ejemplo), sino en un sentido de incremento de

horas libres al no tener que ocuparlas en su puesto de trabajo. La pérdida del referente

trabajo en su vida diaria ha supuesto para los trabajadores una carga social en el sentido

de “horas que necesitan ser llenadas”.

DISCURSOS EN TORNO AL CIERRE EMPRESARIAL

A través de las entrevistas hemos comprobado que los trabajadores buscan

construir un relato sobre el cierre de la empresa que de coherencia a sus vidas. Los seres

humanos tienen un profundo interés en el “cómo” y “por qué” de la conducta

(Lindesmith, Strauss y Denzin, 2006), y en consecuencia tratan de integrar su ideal

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laboral estable con el suceso de la repentina pérdida de trabajo. De acuerdo con los

datos que hemos recogido, detrás del proceso del ERE y el cierre de la planta de

fabricación de chapas, se han construido diversos argumentos para dar justificación a

los despidos.

En primer lugar se presenta la crisis económica como el azote de la viabilidad de

muchas empresas, especialmente aquellas vinculadas directamente al sector de la

construcción, así como aquellas empresas pertenecientes a lo que podríamos llamar

“subsectores de arrastre”, entre ellas las del sector maderero. Este sector está poco

modernizado en la provincia de Valencia, y ha basado su competitividad en unos bajos

costes laborales, siendo la adaptación a las nuevas pautas de demanda muy baja. Los

trabajadores observaron desde el comienzo de la crisis en 2007 una disminución de la

demanda que coincidió con la fecha del primer ERE: los trabajadores percibían un

menor volumen de trabajo a la vez que se incrementaba la inestabilidad de sus puestos

de trabajo, que veían peligrar a medida que disminuían los encargos.

En segundo lugar, el argumento de la mala gestión de la empresa es el que más se ha

repetido entre los trabajadores como causa principal del hundimiento de la misma.

Muchos resaltan los continuados cambios en la gerencia de la empresa y el

desconocimiento de la madera por parte de los gerentes como causas principales del mal

funcionamiento de Chapasa. Haciendo un símil podríamos identificar el caso de esta

empresa con la novela de Thomas Mann Los Buddenbrock. En esta obra se describe una

historia familiar en la que la primera generación amasa una fortuna gracias al comercio,

la segunda la consolida la empresa en cuestión y, finalmente, la tercera generación

despilfarra la fortuna y lleva la empresa a la quiebra. Los trabajadores de nuestro

estudio de caso han dibujado una situación en la cual un hombre fundó una empresa,

que sus hijos ayudaron a levantar de la nada, y que los nietos, por desinterés y

desconocimiento, han dejado hundirse.

Desde un punto de vista externo, y a partir del conocimiento del estudio de caso,

consideramos que hay determinados elementos estructurales que cabe tener en cuenta

para explicar los despidos y el fin de la actividad en la planta de producción de chapa.

Así, en el cierre de la empresa hay que tratar de comprender el cambio de las dinámicas

productivas que se han generado en la economía y el modelo productivo español a lo

largo de los últimos años. España ha sido tradicionalmente un país con un coste de

mano de obra muy bajo y un nivel de tecnificación e innovación industrial escasos en

17

comparación con los países de su entorno. A lo largo de las últimas décadas se han

producido dos cambios importantes: por una parte la economía española se ha integrado

en el mercado común europeo siguiendo una estrategia de competitividad bajada en los

bajos costes unitarios laborales; por otra se ha producido un espectacular crecimiento de

la deslocalización en favor de países menos desarrollados que España con sueldos

muchos más bajos. Esto ha provocado que la estrategia de competición se perdiera al no

compensar el incremento necesario en los salarios con un incremento del valor añadido

de la producción de chapado de madera.

De acuerdo con la transformación que ha emprendido el conglomerado empresarial

Matrizsa con el cierre de la planta de producción, ajuste de plantilla de trabajadores en

los almacenes y mantenimiento del negocio y la actividad de distribución (Matrizsa

sigue manteniéndose activa, aunque con muchos menos trabajadores y 4 almacenes de

distribución de madera), podemos prever que se ha producido un cambio en el modelo

de negocio, dado que el anterior había dejado de ser económicamente rentable. Este

cambio de modelo responde a la pérdida de competitividad salarial de la planta

productora de chapado de madera, tal y como acabamos de describir, de manera que

Matrizsa ha pasado a ser simplemente una empresa distribuidora que compra la

producción maderera en plantas de producción de otros países del mundo.

Para hacer esta transformación del negocio, parece claro que se ha hecho uso de una

legislación laboral más laxa y que favorece los intereses del empleador para facilitar el

despido de la plantilla, a partir del contexto económico de depresión que se ha

producido con la crisis. La crisis económica parece constituirse como el proceso

mediante el cual las empresas españolas que antes no lo habían hecho se adaptan al

nuevo modelo de producción, ya que la mano de obra tiene un coste relativamente

elevado en nuestro país y no es rentable producir aquí bienes con apenas valor añadido.

Algunos trabajadores no han dudado en achacar a la empresa un aprovechamiento de la

situación económica actual para deshacerse de una fábrica con empleados antiguos,

caros de despedir y que ya no aportaban los mismos beneficios que antes.

En consecuencia, debemos comprender el expediente de regulación de empleo de esta

empresa desde un análisis integral de la situación, más que considerar la simple

voluntad de quitarse de encima a los trabajadores. El proceso seguido en el ERE es el

propio de una economía capitalista, desregularizada y global donde el empleador va a

tratar de obtener los bienes a un menor coste posible y la crisis económica ha sido el

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vehículo necesario para que se produjeran las transformaciones en la legislación

española que permitan estos cambios. Estos discursos no exoneran a la empresa de

haber utilizado la situación de crisis que atraviesa nuestra economía para modificar su

estructura y buscar nuevos márgenes de beneficio al hacer recaer los costes de una mala

gestión sobre los trabajadores. Tanto los trabajadores como la empresa utilizan la crisis

como un mero chivo expiatorio, si bien la idealización de la empresa paternalista no ha

impedido que los trabajadores realicen sus propias teorías alternativas a la versión

oficial que se les había dado. En cualquier caso parece claro el uso deliberado de

jugadas institucionales que ha realizado la empresa para aprovechar las recientes

reformas legislativas en post obtener un beneficio mediante cauces poco ortodoxos.

CONCLUSIONES

En este texto se ha investigado el impacto de la experiencia del desempleo en un grupo

de ex trabajadores de una empresa del sector de la madera afectados por un ERE de

extinción. Este análisis se ha realizado desde un enfoque etnográfico, en el que se ha

intentado una aproximación a las transformaciones sufridas en la perspectiva de la vida

de los ex trabajadores así como los cambios en sus pautas de comportamiento.

El trabajo es un elemento generador de ingresos económicos, que construye la identidad

del individuo, es esencial en la configuración de los roles sociales y familiares y tiene

un papel fundamental en la actividad de la persona.

Pasar por la experiencia del desempleo es una experiencia muy personal pero

transfronteriza entre sociología y psicología: el trabajo no supone únicamente

sentimientos propios y visión de uno mismo, sino que además supone la posición de uno

mismo en el entramado social. La pérdida de trabajo supone pérdida de seguridad en la

medida en que se desmiente el supuesto paternalismo de una empresa que deja de ser

considerada un constructo común de los trabajadores para resultar ser la herramienta de

beneficio económico de sus propietarios.

Hemos considerado los efectos del desempleo sobre cinco elementos clave, al entender

el trabajo como generador de ingresos económicos, la función que éste tiene sobre la

construcción de la identidad del individuo, los cambios de los roles sociales y

familiares, la elevada correlación entre empleo y bienestar psicológico, y por último la

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dimensión del trabajo ligada a la actividad, en un sentido de ocupación de las horas de

los individuos.

Los resultados del análisis empírico permiten observar que el cambio de la visión de la

empresa es residuo de la transformación individual que sucede a la pérdida del empleo:

el trabajo, fuente de vida presente y futura, tiene que ser sustituido por otra dimensión

que ayude al individuo a mantener una coherencia vital. Este espacio es ocupado por la

identidad del ex trabajador precisamente como eso, como ex empleado de un ramo o de

un puesto que solo está en una situación de tránsito entre dos puntos.

El mercado no está evolucionando en un sentido de reintegración de las piezas antiguas,

pues en su deriva hacia una organización más flexible de la experiencia suponen un

problema más que una ventaja. Los trabajadores intentan mantener al mínimo los

cambios de su cotidianeidad para mantener una identidad cuya pieza central, el trabajo,

ha desaparecido sin aparentes indicios de volver.

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