mario arqué

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Mario Arqué: “Jamás experimentarán algo parecido” Piloto, escritor, profesor…Mario Arqué ha tocado con éxito todos los palos del mundo del vuelo libre, ha conseguido convertir su hobby en su trabajo, y situarse como referente en el mundo del parapente ¿Qué te llevó a adentrarte en el mundo del parapente? Antes del parapente había volado bastante en ala delta, a los 16 años comencé a volar y me atrajo la posibilidad de permanecer mucho tiempo en el aire y ver los paisajes desde arriba como las aves, me gustaba la montaña e imaginar la libertad que da el vuelo libre fue lo que me impulsó a aprender. El parapente es lo mismo, fue un deporte que llegó más tarde y en esa época enseñaba a volar en la escuela Volager, así que también quise aprenderlo y enseñarlo. Volar, competir, enseñar, escribir libros y en revistas sobre vuelo, esa ha sido mi vida durante los últimos 25 años. Comencé por los paisajes y ahora lo disfruto por todo. Quien no ha volado por sí mismo, no se imagina lo que se está perdiendo. No tiene nada que ver con volar en un avión y tampoco es un deporte de riesgo para locos. Me considero una persona prudente y cada uno de los miles de vuelos que he hecho ha sido diferente y me ha traido experiencias y situaciones nuevas. ¿Cómo recuerdas tu primer vuelo? Emocionante, el primer vuelo en ala delta fue en una colina de 10 metros de desnivel en el aeródromo de Alfes en Lleida. Cuando despegas los pies del suelo por primera vez es como cuando besas a una chica por primera vez, en mi caso, las dos cosas no sucedieron muy distanciadas en el tiempo. Pero explicándolo así, es una sensación que todos podemos reconocer. En parapente, mi primer vuelo fue más decepcionante, porque entonces los parapentes tenían muy poco rendimiento, vamos, eran más unos paracaídas que una verdadera ala de vuelo libre, como lo son hoy en día. El primer vuelo de gran altura en ala delta fue en el Coll de Lilla, sobre la carretera que va de Montblanc a Tarragona y recuerdo que despegué sin saber muy bien donde iba a aterrizar, durante el vuelo seguí con la mirada a unos ciclistas que iban por la carretera, miraba las personas pequeñas allá abajo, cada campo, su forma, los árboles, me quedé embelesado contemplando el paisaje. Era mejor de lo que había imaginado. Al final aterricé en un campo de cepas de vid, y enseguida quise volver a subir para volar otra vez, ya estaba enganchado y el vuelo crea mucha adicción. ¿Qué te ha seducido del vuelo libre para seguir practicándolo después de tantos años? Todo, lo diferente de cada vuelo, la relación que tienes con la gente que conoces y con la que compartes la misma pasión. La posibilidad de conocer distintos lugares desde una prespectiva aérea tan especial. La posibilidad de volar y aprender de otros pilotos y hasta de las aves, que siempre te dan en vuelo, las mejores lecciones, sea una simple golondrina o una majestuosa águila. Cada vuelo es diferente, cada lugar te da sensaciones nuevas, incluso el aire, que parece invisible, acabas viéndolo y entendiéndolo un poco, hasta el punto de lograr aprovecharlo como una energía pura para hacer que el vuelo dure muchas horas o te deje recorrer centenares de kilómetros sin más energía que tu cuerpo, tu mente y el aire. ¿Qué sientes cuando estas volando? Emoción, a veces te relajas, otras estás alerta, te excitas, te concentras, recapacitas sobre muchas cosas del vuelo y de tu vida, te picas con los compañeros cuando estás compitiendo, entrenando o volando por placer, te dejas llevar, disfrutas, a veces te mareas, pocas por suerte (yo me mareo en cualquier sitio), me siento en paz, olvido cualquier problema, todos se quedan en tierra porque hay otras tareas de las que ocuparte y piden todos tus sentidos.

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Mario Arqué: “Jamás experimentarán algo parecido”

Piloto, escritor, profesor…Mario Arqué ha tocado con éxito todos los palos del mundo del vuelo libre, ha conseguido convertir su hobby en su trabajo, y situarse como referente en el mundo del parapente

¿Qué te llevó a adentrarte en el mundo del parapente? Antes del parapente había volado bastante en ala delta, a los 16 años comencé a volar y me atrajo la posibilidad de permanecer mucho tiempo en el aire y ver los paisajes desde arriba como las aves, me gustaba la montaña e imaginar la libertad que da el vuelo libre fue lo que me impulsó a aprender. El parapente es lo mismo, fue un deporte que llegó más tarde y en esa época enseñaba a volar en la escuela Volager, así que también quise aprenderlo y enseñarlo. Volar, competir, enseñar, escribir libros y en revistas sobre vuelo, esa ha sido mi vida durante los últimos 25 años. Comencé por los paisajes y ahora lo disfruto por todo. Quien no ha volado por sí mismo, no se imagina lo que se está perdiendo. No tiene nada que ver con volar en un avión y tampoco es un deporte de riesgo para locos. Me considero una persona prudente y cada uno de los miles de vuelos que he hecho ha sido diferente y me ha traido experiencias y situaciones nuevas.

¿Cómo recuerdas tu primer vuelo? Emocionante, el primer vuelo en ala delta fue en una colina de 10 metros de desnivel en el aeródromo de Alfes en Lleida. Cuando despegas los pies del suelo por primera vez es como cuando besas a una chica por primera vez, en mi caso, las dos cosas no sucedieron muy distanciadas en el tiempo. Pero explicándolo así, es una sensación que todos podemos reconocer. En parapente, mi primer vuelo fue más decepcionante, porque entonces los parapentes tenían muy poco rendimiento, vamos, eran más unos paracaídas que una verdadera ala de vuelo libre, como lo son hoy en día. El primer vuelo de gran altura en ala delta fue en el Coll de Lilla, sobre la carretera que va de Montblanc a Tarragona y recuerdo que despegué sin saber muy bien donde iba a aterrizar, durante el vuelo seguí con la mirada a unos ciclistas que iban por la carretera, miraba las personas pequeñas allá abajo, cada campo, su forma, los árboles, me quedé embelesado contemplando el paisaje. Era mejor de lo que había imaginado. Al final aterricé en un campo de cepas de vid, y enseguida quise volver a subir para volar otra vez, ya estaba enganchado y el vuelo crea mucha adicción.

¿Qué te ha seducido del vuelo libre para seguir practicándolo después de tantos años? Todo, lo diferente de cada vuelo, la relación que tienes con la gente que conoces y con la que compartes la misma pasión. La posibilidad de conocer distintos lugares desde una prespectiva aérea tan especial. La posibilidad de volar y aprender de otros pilotos y hasta de las aves, que siempre te dan en vuelo, las mejores lecciones, sea una simple golondrina o una majestuosa águila. Cada vuelo es diferente, cada lugar te da sensaciones nuevas, incluso el aire, que parece invisible, acabas viéndolo y entendiéndolo un poco, hasta el punto de lograr aprovecharlo como una energía pura para hacer que el vuelo dure muchas horas o te deje recorrer centenares de kilómetros sin más energía que tu cuerpo, tu mente y el aire.

¿Qué sientes cuando estas volando? Emoción, a veces te relajas, otras estás alerta, te excitas, te concentras, recapacitas sobre muchas cosas del vuelo y de tu vida, te picas con los compañeros cuando estás compitiendo, entrenando o volando por placer, te dejas llevar, disfrutas, a veces te mareas, pocas por suerte (yo me mareo en cualquier sitio), me siento en paz, olvido cualquier problema, todos se quedan en tierra porque hay otras tareas de las que ocuparte y piden todos tus sentidos.

¿Cómo empezaste en el mundo de la competición? En algo natural para los voladores, competir significa aprender, mejorar, subir tu nivel como piloto y aumentar tu rendimiento. No es imprescindible, pero es una gran ayuda, conoces gente, lugares y después de cada vuelo de competición te sientes más seguro y capaz porque estiras tus límites. Medirte con otros te ayuda a reconocer mejor tus errores y limitaciones. No importa tanto el resultado sino que la experiencia te traiga algo importante, una lección, una solución a una situación nueva. La competición de parapente es una gran familia, te conecta con gente de todo el mundo, sin conocerles, al primer giro que haces en el aire con ellos, te ves obligado a entenderte, sin hablar ningún idioma, es el lenguaje de los gestos, entenderte para volar juntos y aprovechar mejor las ventajas de la bandada, cada día debemos parecernos más a las aves.

¿Qué te aporta personalmente el hecho de competir? Me permitió aprender de pilotos mejores, después pude transmitir lo que aprendí a los alumnos a quien enseñé y desde hace quince años, además, me ha ayudado a escribir sobre lo que he aprendido y vivido en varios libros y en la revista PARAPENTE que edito desde entonces y que lleva esas experiencias a todos los paises de habla hispana, por ser la única revista en castellano sobre este deporte que se publica. El vuelo comenzó siendo un hobby y se convirtió en mi trabajo, ahora mi hobby es estar en tierra haciendo cosas normales.

¿Cuál es la competición que recuerdas de una manera más especial? Campeonato de España de parapente del 2003 en Pedro Bernardo, Ávila, en que quedé en 2º lugar y el Campeonato del Mundo de este año en Governador Valadares (Brasil), donde conocí a la que será mi esposa. En realidad, de todas las competiciones desde 1979 tengo buenos recuerdos. Momentos mágicos que han quedado grabados en mi memoria para siempre y una infinidad de errores que me siguen ayudando a progresar.

¿Has sufrido algún accidente?Hace 16 años me rompí el tobillo, por un error tras un despegue probando un parapente de competición de diseño defectuoso. Cai de pie y separé las piernas como un gato para equilibrar mejor el peso, pero ese fue el mayor error, si hubiera puesto los tobillos juntos y flexionado las rodillas, seguramente no me habría lesionado tanto. Me recuperé en unos meses y seguí volando, desde entonces todavía soy más prudente. Estadísticamente volar en parapente es igual de peligroso que conducir un coche siendo joven. Aunque por suerte allá arriba no corres el riesgo de padecer los errores de los demás. Lógicamente es más peligroso que jugar al ajedrez porque te deslizas en un medio, el aire, que no es familiar al ser humano y al igual que otros deportes o actividades de ocio que impliquen deslizarse (sobre o debajo del agua, sobre la nieve, las montañas, etc) supone unos riesgos físicos mayores que no hacer nada o caminar tranquilamente. Con cualquier deporte te puedes lesionar. Tu obligación en aprender bien la técnica, ponerte en manos de buenos profesores, interesarte por aumentar tus conocimientos, en nuestro caso, sobre meteorología, aerodinámica, tráfico aéreo, pilotaje, etc. Si vuelas en plan dominguero, los fines de semana o en vacaciones, tienes un buen nivel técnico y te pones unos márgenes de seguridad altos, el parapente deja de ser un deporte de riesgo para convertirse en una actividad de tiempo libre desestresante y emocionante, una evasión inolvidable.

Eres el director de la prestigiosa revista “Parapente, vuelo libre”, ¿qué te llevó a emprender este proyecto? Primero vole, luego competí, después enseñé, tenía la inquietud de escribir sobre lo que hacía y no existían ni libros ni revistas en español de este deporte. Así que comencé escribiendo y después me animé a fundar esta revista. la cual ha vivido la evolución de este deporte durante muchos años.

¿Has tenido muchas dificultades para poder llevarlo adelante? La mayor dificultad es que hablamos de un deporte minoritario, que lo practica poca gente todavía,

como no es un deporte de masas, es difícil tener muchos lectores. Al menos, los voladores son lectores incondicionales y eso ya me basta. Digamos que la editorial nació para hacer libros y revistas para voladores. No es una editorial que se puso a publicar algo para esa población sino al revés, un volador que tuvo que hacerse editor para poder transmitir lo que aprendió de quienes le antecedieron.

¿Crees que la imagen que se tiene del parapente como un deporte de “locos” y peligroso se ciñe a la realidad? No, la imagen que la mayoría de medios de comunicación, en especial la televisión con su sensacionalismo descerebrado y tantos programas de golpes, han arruinado la imagen de este deporte. No somos locos, no lo hacemos porque sea peligroso, el día que sienta que volar es peligroso, dejaré de hacerlo. Es cierto que hay accidentes, pero también mueren 4000 personas todos los años en las carreteras de España y seguimos conduciendo. Yo seguiré volando mientras crea que física y mentalmente pueda hacerlo, mientras me aporte algo positivo a mi vida y no me supongo más riesgo que el resto de cosas que hago en mi vida ordinaria (y ninguna de ellas la considero una locura). para mi, una locura es beber en exceso, fumar, drogarse, lastimar a otras personas, destruirse el oido y la salud en las discotecas, conducir poniendo en peligro a los demás y a ti mismo, dejarse llevar por una sociedad que no fomenta suficientemente el contacto con la naturaleza y reforzar la amistad.Es muy fácil catalogar los deportes, muy fácil juzgar qué es peligroso, lo difícil es transmitir la verdadera esencia de las cosas, la que sólo conocen quienes se identifican y viven cada actividad.

¿Con qué problemas se encuentra actualmente el parapente?Por un lado hay intereses en que no se vuele en ciertas zonas, aluden que están protegidas (pero dejan cazar en ellas), hablan del impacto ecológico (y nosotros volamos sin hacer ruido, no ensuciamos ni contaminamos nada, hasta las aves nos toleran en vuelo). Mientras se destruyen montañas para ampliar estaciones de esquí en parques naturales, se plantan cientos de molinos eólicos por pura especulación de los agentes económicos (subvenciones, etc), se urbaniza sin tregua y se daña el medio natural en toda España, y resulta que nosotros somos el problema y en muchas zonas nos dicen que no podemos volar. Otro problema es la imagen pública del deporte, hay que darle la vuelta y atraer a la gente joven al vuelo. Jamás experimentarán algo parecido, no existe nada igual. Tenemos una federación nacional aérea que reune a todos los deportes aéreos y al final, lo que pasa es que no se ocupa de verdad de ninguno y solo consume la mayor parte de nuestros recursos en burocracia. No tenemos una federación que trabaje adecuadamente en nuestras necesidades. Necesitamos una federación propia para el vuelo libre, el ala delta y el parapente. Somos varios miles de practicantes y está más que justificado que exista. La tienen otros paises con menos practicantes como Portugal y todos los paises donde este deporte es más popular cuentan con una federación propia y les va mucho mejor, se organizan mejor, crecen y defienden infinitamente mejor sus intereses. Los gobernantes españoles no quieren más federaciones, además la nuestra está medio quebrada por el mal manejo económico que hizo en los Juegos Mundiales del Aire que se celebraron en España en el 2001. En fin, que pagamos unas licencias deportivas caras, la federación recibe importantes recursos de todos, provenientes del Consejo Superior de Deportes y nuestros, y a la hora de la verdad, recibimos bien poco y nadie trabajar o responde por nosotros. Somos prisioneros en una federación que no funciona bien.

¿Qué medidas se deberían de adoptar para impulsarlo? Bueno, primero creernos que podemos cambiar esta situación y luego trabajar en esa dirección todos. Pilotos, clubs, escuelas, federaciones territoriales, convencer a los responsables de la federación aérea internacional para que nos reconozcan y lo más importante, al Consejo Superior de Deportes para que acepte que tengamos nuestra propia federación. No les costaremos más dinero,

sino menos y tendrán la certeza de que esa menor cantidad de dinero será mucho mejor utilizada que ahora.

¿Qué consejo darías a aquellos pilotos que estén empezando? Que se peguen a los pilotos de mayor experiencia, que vuelen con ellos, que les pregunten y les escuchen sin descanso. El ser humano no es capaz de aprender con la experiencia de los demás, tiene que experimentar para hacer el verdadero aprendizaje, pero si quienes empiezan se lo tomasen en serio, podrían nutrirse de las miles de horas de vuelo de otros pilotos, para ello, leer sobre el tema y acudir a concentraciones, competiciones y practicar en las zonas de vuelo mas concurridas, son el mejor camino.

¿Y qué les dirías a aquellos que quieran iniciarse en el mundo del parapente? Que busquen una buena escuela, que le exigan una formación completa, que sigan los prudentes consejos de los monitores. Que luego no vayan nunca a volar solos y no vuelen si no se sienten seguros, ni cómodos ni convencidos. No siempre tienes el cuerpo y la cabeza para volar. Si eso pasa, es que están dando los pasos demasiado deprisa y deben volver atrás, solo avanzar cuando dominas lo que hayas aprendido. Si aprendes a nadar hoy en la piscina, mañana no te lanzar a un mar con oleaje. Pues en el aire es igual, primero practica, entiende, asimila y practica y vuelta a empezar, es un círculo de aprendizaje constante, donde cuando surge el miedo, la inseguridad, la indecisión y el malestar es simplemente porque se están haciendo mal las cosas cuando se podrían hacer muy bien. Llevo 25 años volando y siento que aunque volara 100 más, nunca dejaría de aprender algo nuevo en el aire. Cuando empecé era más imprudente e ignorante, hoy soy más consciente pero sigo siendo muy ignorante. El vuelo me ha permitido conocer a los mejores pilotos del mundo y aprender algo de todos ellos, por eso quiero transmitirlo, al igual que otros tendrán que seguir transmitiendo lo que aprendan de nuestra generación, es una cadena infinita y todos somos los eslabones. Nadie que empiece a volar debe sentirse fuera de esta cadena, porque entonces dejará de hacerlo.