maneras de bien soñar | literatura francesa

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    Ao 2, No. 5 Julio de 2003

    Mens agitat molem**

    EditorialDel iluminismo a la globalizacin

    Cintia Vanesa Das / Directora

    C C C ada pueblo de la tierra forja su pensamientodentro de una visin particular de la vida, de all emergesu cultura, su filosofa y su idiosincrasia. O era al revs?Lo cierto es que la tierra conlleva en sus entraas unainclinacin a percibir el mundo de una determinadamanera. Pueden haber alteraciones (de hecho son lasexcepciones las que confirman las reglas...) pero bastacon revisar la historia del pensamiento para comprobar estos dichos. La corriente reflexiva de los germanos. quedieron al mundo a un Goethe, un Kant, un Hegel, unSchiller, o un Nietszche. El utilitarismo y pragmatismoanglosajn del que nos dan ejemplo Locke, Berkeley,Bacon, Hume, Milton. Y los franceses? Los francesessiempre han ostentado un tinte racionalista. Descartes,Voltaire, Rousseau... la revolucin francesa fue la

    sublevacin del pensamiento, la insurreccin de lasideas, la creencia que el pensamiento podra darle almundo su verdadero sentido.

    Quizs sea as, quizs no... quin puede emitir juicios acerca de lo verdadero y lo falso mientras estcontenido por su propia matriz de supuestos bsicossubyacentes? Lo cierto es que nada es definitivo en estemundo de formas, que todo se vincula de uno u otromodo. Quieren algo ms concreto que la vivencia de laglobalizacin? El mundo a evolucionado... De laimprenta a la radio, de la radio a la televisin, de latelevisin a la Internet. Han evolucionado los medios decomunicacin... pero ha evolucionado la

    comunicacin? Esta pregunta que parece de Perogrulloes en realidad engaosa. Tenga cuidado cuando laresponda.

    Los medios de comunicacin acercan el pensamiento, siguen siendo elitistas -es cierto- pero cadavez entran ms jugadores en este juego de la

    PoetasJacques Roubaud

    Sept [Go 84] [ , 1932]

    L L L e temps fuit le temps, le temps est comme larvele temps est linconscient de la terre talele temps est regard le temps est transparenceaux morts la passion aux fausses preuves

    Contina en la pag. 7

    Sumario de la presente edicin

    Editorial: Buscando un nombre Pgina 1/7 Poetas : Jacques Roubaud Pgina 1/2Cancionero La marsellesa Pgin

    Autores Emile Zola PTeora y prctica : El Cuento fantstico Pgina 5Qu es esto? Iluminismo Pgina 11

    Visite Maneras de Bien soar en:http://maneras.turemanso.com.ar/

    Si desea contactar a la editora y enviarle su contribuciny/o comentario, por favor vea los detalles en la ltimapgina.

    Contina en la pg. 2

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    Viene de pgina 1

    dure dhomme seul dure de femme seulelumires de la lumire de labsencelalliance nest que toute petite cumevloce ensuite les vagues se sparentle temps est rougeoiement le temps est de lombrele temps est cette criture qui sllumesur les pages sur les langues de hasardle temps le temps est fourmi le temps est nombrerapproche les reflets les bouge les mleefface lhomme et la femme, les enfances

    Siete [Go 84][Traduccin: Enrique Moreno Castillo]

    E E E l tiempo huye del tiempo, el tiempo es comolarvaEl tiempo es lo inconsciente de la tierra paradaEl tiempo es mirada el tiempo es transparenciaA los muertos a la pasin a las falsas pruebasDuracin de hombre solo duracin de mujer solaLuces de la luz de la ausenciaLa alianza no es ms que brevsima espumaVeloz luego enseguida las olas se separanEl tiempo es luz rojiza el tiempo es la sombraEl tiempo es esta escritura que se enciendeEn las pginas en las lenguas de azar El tiempo el tiempo es hormiga el tiempo es nmeroAcerca los reflejos los agita los mezclaBorra el hombre y a la mujer, a las infancias

    Algo negroTraduccin: Luisa Etxenike(fragmento)

    N N N o puedo escribir de ti ms verdicamente que tmisma. No es que sea incapaz por naturaleza, sino que laverdad de ti, la has escrito.Y porque t escribas para ser leda slo despus demuerta, porque la he ledo, contigo muerta, y hechoma, esa verdad es la ms fuerte de todas. No podr ir ms all.Lo que guardo de ti, y que slo a m incumbe, no esdel orden de la verdad sino de la fsica:Tacto de las rodillas a la frente, sabor de cerveza enla lengua, perfume en los brazos, debajo, vista yvoz, de lejos, me abrasan: circuitos que no seapagarn. an no.Eso es slo mo, y con razn.Slo escribir de ti desde mi propia altura.O bien me acuesto y hago sombra.

    CancioneroLa Marsellesa

    [ Claude-Joseph Rouget de Lisle A A Allons enfants de la patrieLe jour de gloire est arriv!Contre nous de la tyrannieL'tendard sanglant est lev!L'tendard sanglant est lev!Entendez-vous dans les campagnesMugir ces froces soldats?Ils viennent jusque dans vos brasEcorger nos fils, et nos compagnes,Estribillo Aux armes citoyens!

    Formez vos bataillons!Marchons, marchons,Quun sang impur abreuve nos sillons! Nous entrerons dans la carrireQuand nos ans n'y seront plus! Nous y trouverons leur poussireEt la trace de leurs vertus.Bien moins jaloux de leur cercueil, Nous aurons le sublime orgueilDe les venger ou de les suivre,

    El Himno Nacional Francs en espaol.

    M M M archemos, hijos de la patria,Que ha llegado el da de la gloriaEl sangriento estandarte de la tiranaEst ya levantado contra nosotros (bis) No os bramar por las campiasA esos feroces soldados?Pues vienen a degollar A nuestros hijos y a nuestras esposas

    A las armas, ciudadanos! Formad vuestros batallones!Marchemos, marchemos,

    Que una sangre impuraEmpape nuestros surcos.

    Qu pretende esa horda de esclavos,De traidores, de reyes conjurados? Para quin son esas innobles trabasy esas cadenasTiempo ha preparadas? (bis) Para nosotros, franceses ! Oh, qu ultraje ! (bi Qu arrebato nos debe excitar!

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    Es a nosotros a quienes pretenden sumir De nuevo en la antigua esclavitud Y qu ! Sufriremos que esas tropasextranjerasDicten la ley en nuestros hogares,

    Y que esas falanges mercenariasVenzan a nuestros valientes guerreros? (bis) Gran Dios ! Encadenadas nuestras manos,Tendramos que doblegar las frentes bajo elyugo!Los dueos de nuestro destino No seran ms que unos viles dspotas. Temblad ! tiranos, y tambin vosotros, prfidos,Oprobio de todos los partidos! Temblad ! Vuestros parricidas proyectosVan al fin a recibir su castigo. (bis)Todos son soldados para combatiros.Si perecen nuestros hroes.Francia produce otros nuevosDispuestos a aniquilaros. Franceses, como magnnimos guerrerosSufrid o rechazad los golpes !Perdonad estas pobres vctimasQue contra su voluntad se arman contranosotros.Pero esos dspotas sanguinarios,Pero esos cmplices de Bouill,Todos esos tigres que, sin piedad,Desgarran el corazn de su madre ... Nosotros entramos en el caminoCuando ya no existan nuestros mayores ;All encontraremos sus cenizasY la huella de sus virtudes. (bis) No estaremos tan celosos de seguirlesComo de participar de su tumba ; Tendremos el sublime orgulloDe vengarles o de seguirles ! Amor sagrado de la patria,Conduce y sostn nuestros brazosvengadores ! Libertad, libertad querida,Pelea con tus defensores (bis) Que la victoria acuda bajo tus banderasAl or tus varoniles acentos !

    Que tus enemigos moribundosVean tu triunfo y nuestra gloria !

    AutoresEmile Zola

    Fragmento

    Yo acuso

    " U U U n hombre nefasto ha conducido la trama; elcoronel Paty de Clam, entonces comandante. Erepresenta por s solo el asunto Dreyfus; no se leconocer bien hasta que una investigacin leal determinclaramente sus actos y sus responsabilidades. Apareccomo un espritu borroso, complicado, lleno de intriganovelescas, complacindose con recursos de folletn papeles robados, cartas annimas, citas misteriosas e

    lugares desiertos, mujeres enmascaradas. El imagin lde dictarle a Dreyfus la nota sospechosa, el concibi lidea de observarlo en una habitacin revestida deespejos, es a el a quien nos presenta el comandantForzineti, armado de una linterna sorda, pretendiendhacerse conducir junto al acusado, que dorma, par proyectar sobre su rostro un brusco chorro de luz parsorprender su crimen en su angustioso despertar.(...)

    Se murmuran hechos terribles, traicionesmonstruosas y, naturalmente, la Nacin se inclina llende estupor, no halla castigo bastante severo, aplaudir ldegradacin pblica, gozar viendo al culpable sobre s

    roca de infamia devorado por los remordimientos.(...)Luego es verdad que existen cosas indecibles

    dainas, capaces de revolver toda Europa y que ha sid preciso para evitar grandes desdichas enterrar en mayor secreto? No! Detrs de tanto misterio solo shallan las imaginaciones romnticas y dementes decomandante Paty de Clam. Todo esto no tiene otroobjeto que ocultar la ms inverosmil novelafolletinesca. Para asegurarse, basta estudiar atentamentel acta de acusacin leda ante el Consejo de guerra.Ah! Cunta vaciedad! Parece mentira que consemejante acta pudiese ser condenado un hombre. Dudque las gentes honradas pudiesen leerlas sin que su almse llene de indignacin y sin que se asome a sus labioun grito de rebelda, imaginando la expiacindesmesurada que sufre la vctima en la Isla del Diablo.Dreyfus conoce varias lenguas: crimen. En su casa nhallan papeles comprometedores; crimen. Algunas vecevisita su pas natal; crimen. Es laborioso, tiene ansia dsaber; crimen. Si no se turba; crimen. Todo crimensiempre crimen... Y las ingenuidades de redaccin, laformales aserciones en el vaco! Nos haban hablado dcatorce acusaciones y no aparece ms que una: la not

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    sospechosa. Es ms: averiguamos que los peritos noestn de acuerdo y que uno de ellos, M. Gobert, fueatropellado militarmente porque se permita opinar contra lo que se deseaba. Hblase tambin de veintitrsoficiales, cuyos testimonios pasaran contra Dreyfus.

    Desconocemos an sus interrogatorios, pero lo cierto esque no todos lo acusaron, habiendo que aadir, adems,que los veintitrs oficiales pertenecan a las oficinas delMinisterio de la Guerra. Se las arreglan entre ellos comosi fuese un proceso de familia, fijaos bien en ello: elEstado Mayor lo hizo, lo juzg y acaba de juzgarlo por segunda vez.()

    Es una mentira, tanto mas odiosa y cnica,cuanto que se lanza impunemente sin que nadie puedacombatirla. Los que la fabricaron, conmueven el espritufrancs y se ocultan detrs de una legtima emocin;hacen enmudecer las bocas, angustiando los corazones y pervirtiendo las almas. No conozco en la historia uncrimen cvico de tal magnitud.(...)

    Conozco a muchas gentes que, suponiendo posible una guerra, tiemblan de angustia, porque sabenen que manos esta la defensa nacional. En que alberguede intrigas, chismes y dilapidaciones se ha convertido elsagrado asilo donde se decide la suerte de la patria!.Espanta la terrible claridad que arroja sobre aquel antroel asunto Dreyfus; el sacrificio humano de un infeliz, deun puerco judo. Ah! se han agitado all la demencia y laestupidez, maquinaciones locas, prcticas de baja polica, costumbres inquisitoriales; el placer de algunostiranos que pisotean la nacin, ahogando en su gargantael grito de verdad y de justicia bajo el pretexto, falso ysacrlego, de razn de estado. Y es un crimen masapoyarse con la persona inmunda, dejarse defender por todos los bribones de Pars, de manera que los bribonestriunfen insolentemente, derrotando el derecho y la probidad. Es un crimen haber acusado como perturbadores de Francia a cuantos quieren verlagenerosa y noble a la cabeza de las naciones libres y justas, mientras los canallas urden impunemente el error que tratan de imponer al mundo entero. Es un crimenextraviar la opinin con tareas mortferas que la pervierten y la conducen al delirio. Es un crimenenvenenar a los pequeos y a los humildes, exasperando

    las pasiones de reaccin y de intolerancia, y cubrindosecon el antisemitismo, de cuyo mal morir sin duda laFrancia libre, si no sabe curarse a tiempo. Es un crimenexplotar el patriotismo para trabajos de odio; y es uncrimen, en fin, hacer del sable un dios moderno,mientras toda la ciencia humana emplea sus trabajos enuna obra de verdad y de justicia. !Esa verdad, esa justicia que nosotros buscamos apasionadamente, lasvemos ahora humilladas y desconocidas!(...)

    Tal es la verdad, seor Presidente, verdad tan

    espantosa, que no dudo quede como una mancha evuestro gobierno. Supongo que no tengis ningn podeen este asunto, que seis un prisionero de la Constituciy de la gente que os rodea; pero tenis un deber dehombre en el cual meditaris cumplindolo, sin dud

    honradamente. No creis que desespero del triunfo; lrepito con una certeza que no permite la menorvacilacin; la verdad avanza y nadie podr contenerlaHasta hoy no comienza el proceso, pues hasta hoy nhan quedado deslindadas las posiciones de cada uno; un lado los culpables, que no quieren la luz; al otro lo justicieros que daremos la vida porque la luz se hagaCuanto mas duramente se oprime la verdad, mas fuerztoma, y la explosin ser terrible. Veremos como se prepara el ms ruidoso de los desastres. "

    No ignoro que, al formular estas acusacionesarrojo sobre m los artculos 30 y 31 de la Ley de Prensdel 29 de julio de 1881, que se refieren a los delitos ddifamacin. Y voluntariamente me pongo a disposicide los Tribunales.En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir quni las conozco ni las he visto nunca, ni siento particularmente por ellas rencor ni odio. Las considercomo entidades, como espritus de maleficencia sociaY el acto que realizo aqu, no es ms que un mediorevolucionario de activar la explosin de la verdad y dla justicia.//

    Teora y prcticaEl cuento fantstico

    Ingredientes de la materia fantstica

    E E E l cuento fantstico utiliza como punto de partida los misterios que plantean el hombre y su mundy que no han tenido una explicacin clara y certera: etiempo, el espacio, los sueos, las dimensiones, lamuerte...

    El autor del cuento fantstico elige uno de esosmisterios como tema pero sin intencin de resolverlosino que, valindose de la ausencia de respuestas y de simaginacin, logra la incertidumbre. Es por eso que partiendo de elementos reales y cotidianos a veces eforma gradual y otras abruptamente- anula la realidad nos traslada al mbito de lo misterioso y de loinexplicable. Proviene de la vacilacin entre unaexplicacin natural o una sobrenatural.

    El escritor busca que el lector se pregunteacerca de la factibilidad de los sucesos; por eso elaborun relato verosmil, al que aade elementos extraosste es el medio de producir la perplejidad y el

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    suspenso, fuente de curiosidad, desazn y, a veces,miedo para el lector.

    Tratamiento de la materia fantsticaSon prcticamente innumerables los medios de

    que se valen los autores de narraciones fantsticas unavez que han entrado en el proceso mental por el cualliberan su imaginacin. Invaden tiempo, espacio, personajes o situaciones y, en ocasiones, todo a la vez.Cuando el personaje es presa de las fuerzassobrenaturales, si es un ser humano puede sufrir, entreotros, el fenmeno de la metamorfosis; si es cualquier elemento de la realidad animales, objetos, muerte,espritu- se animiza y adquiere caractersticas propias delhombre.

    Si la invasin de lo fantstico se produce por medio del tiempo y del espacio, se producen traslados alos otros tiempos -ya del pasado como al futuro-

    anacronismos parciales, retrocesos en la propia historia,detencin del tiempo, desajustes entre el tiempocronolgico y el tiempo interior, multiplicacin en eltiempo, ruptura de las leyes fsicas, transmutacin demundos.

    Otro tema predilecto de los autores de cuentosfantsticos es la interrelacin entre el sueo y larealidad: sueo dentro de otro sueo, conciencia de quese est soando, sueos comunes a varias personas; entodos los casos, con un elemento que, luego en la vigilia,deja un rastro: por ejemplo, un objeto material presenteen el sueo y presente en la vigilia.

    DefinicinEl cuento fantstico es aquel que, por la suma

    de elementos reales y de elementos extraos einexplicables, hace vacilar entre una explicacin naturalo una sobrenatural y deja al lector sumido en laincertidumbre.//

    [De: Introduccin literaria III Editorial Estrada]

    PrcticaLa cafetera [De: Thophile Gautier]

    I

    E E E l ao pasado me invitaron, junto a dosde mis compaeros de trabajo, Arrigo Cohic yPedrino Borgnioli, a pasar unos das en un lugar remoto de Normanda.

    El tiempo que, cuando nos pusimos en marcha, prometa ser excelente, cambi de repente, y cay

    tanta lluvia, que los tortuosos caminos por los queavanzbamos eran como el lecho de un torrente.

    Nos hundimos en el cieno hasta las rodillas, una capespesa de tierra resbaladiza se peg a la suela de

    nuestras botas, y su peso aminor de tal modo nuestro pasos, que llegamos a nuestro lugar de destino una hordespus de la puesta del sol.

    Estbamos agotados; as es que nuestro anfitrin, acomprobar los esfuerzos que hacamos para reprimir lo bostezos y mantener los ojos abiertos, una vez quhubimos cenado, mand que nos condujeran a cada una nuestra habitacin.

    La ma era muy amplia; sent, al entrar en ella, como uestremecimiento febril, porque me pareci que entraben un mundo nuevo.

    Realmente, uno poda creerse en tiempos de laRegencia, viendo los dinteles de Boucher querepresentaban las cuatro Estaciones, los muebles destilo rococ del peor gusto, y los marcos de los espejotorpemente tallados.

    Nada estaba desordenado. El tocador cubierto destuches de peines, de borlas para los polvos, parechaber sido utilizado la vspera. Dos o tres vestidos dcolores tornasolados, un abanico sembrado delentejuelas de plata alfombraban el entarimado bieencerado y, ante mi gran asombro, una tabaquera deconcha, abierta sobre la chimenea, estaba llena de tabactodava fresco.

    No advert estas cosas hasta despus de que el criadotras dejar la palmatoria en la mesa de noche, me hubdeseado felices sueos y, lo confieso, empec a temblacomo una hoja. Me desnud rpidamente, me acost y para acabar con aquellos estpidos temores, pronto cerrlos ojos volvindome hacia el lado de la pared.

    Pero me fue imposible permanecer en esa postura: lcama se agitaba como una ola y mis prpados y mis ojose negaban obstinadamente a cerrarse. No tuve mremedio que volverme y mirar.

    El fuego que arda en la chimenea lanzaba reflejorojizos a la estancia, de modo que se poda sin dificultacontemplar los personajes de los tapices y las figuras dlos retratos borrosos colgados de la pared.

    Eran los antepasados de nuestro anfitrin, caballerocon armaduras de hierro, consejeros con peluca, y belladamas de rostro maquillado y cabellos empolvados d

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    blanco, que llevaban una rosa en la mano.

    De repente el fuego cobr un extrao grado deactividad; un resplandor macilento ilumin la

    habitacin, y vi claramente que lo que haba tomado por simples pinturas se haca realidad; porque las pupilas de aquellos seres enmarcados se movan, brillaban de forma singular; sus labios se abran y secerraban como labios de personas que hablaran, peroyo no oa sino el tic-tac del reloj de pared y el silbidodel viento otoal.

    Un terror invencible se apoder de m, se me erizaronlos cabellos, los dientes me castaeteaban tanfuertemente que pens que se me iban a romper, y unsudor fro inund todo mi cuerpo.

    El reloj dio las once. La vibracin del ltimo toqueretumb durante un instante interminable y, cuando hubo cesado completamente...

    Oh, no! No me atrevo a decir lo que ocurri, nadieme creera y me tomaran por loco.

    Las velas se encendieron solas; el fuelle, sin queningn ser visible lo pusiera en movimiento, empez asoplar el fuego, carraspeando como un viejo asmtico,mientras las tenazas removan los tizones y la paletalevantaba las cenizas.

    Despus, una cafetera se tir desde una mesa en la queestaba posada, y se dirigi, renqueando, hacia lalumbre, donde se instal entre los tizones.

    Unos instantes ms tarde, las butacas empezaron a ponerse en movimiento y, agitando sus retorcidas patas de forma sorprendente, fueron a colocarsealrededor de la chimenea.

    II No saba qu pensar de lo que vea; pero lo que mequedaba por ver era todava ms extraordinario.

    Uno de los retratos, el ms antiguo de todos, el de ungordo mofletudo de barba gris, que se pareca, hasta el punto de confundirse a la idea que siempre me habahecho del viejo sir John Falstaff, sac, gesticulando, lacabeza de su marco y, despus de grandes esfuerzos,habiendo logrado pasar sus hombros y su rechoncho

    vientre por entre los estrechos mrgenes de la orlasalt pesadamente al suelo.

    Todava no haba recobrado el aliento cuando sac de

    bolsillo de su jubn una llave increblemente pequesopl dentro para asegurarse de que el agujero estab bien limpio, y la aplic a todos los marcos, unos traotros.

    Y todos los marcos se ensancharon para dejar pasafcilmente a las figuras que encerraban.

    Pequeos y sonrosados abates, nobles ancianas, secay amarillas, magistrados de gesto grave, embutidos eenormes trajes negros, petimetres con medias de sedacalzn de lana y la punta de la espada en alto... todosesos personajes presentaban un espectculo tan

    extrao que, a pesar de mi espanto, no pude evitar qume diera la risa.

    Los dignos personajes se sentaron; la cafetera saltgilmente a la mesa. Tomaron el caf en tazas delJapn, blancas y azules, que acudieronespontneamente procedentes de la superficie de uescritorio, cada una provista de un terrn de azcar de una cucharita de plata.

    Una vez tomado el caf, tazas, cafetera y cucharadesaparecieron a la vez, y empez la conversacinrealmente la ms curiosa que jams haba odo porquninguno de los extraos conversadores miraba al otral hablar: todos tenan los ojos fijos en el reloj de pndulo.

    Yo tampoco poda desviar la mirada de l, ni evitarseguir la aguja, que avanzaba hacia medianoche aimperceptibles pasos.

    Por fin, sonaron las doce; una voz, cuyo timbre erexactamente el del reloj, se dej or y dijo:

    -Es la hora, bailemos.

    El grupo entero se levant. Las butacas retrocedierosolas; entonces, cada caballero cogi la mano de undama, y la misma voz dijo:

    -Vamos, seores de la orquesta, empiecen!

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    informacin. Se globaliza la justicia, se globaliza la lucha por las ideas, pero tambin se globalizan los mercados, losintereses particulares, la especulacin. El mensaje es claro,la realizacin es imperfecta. Si tuviramos que evaluar los pro y los contra de esta tendencia deberamos concluir que-al menos como se vienen dando las cosas- laglobalizacin se est convirtiendo en el guante dehegemona, es decir, en un nuevo disfraz para elimperialismo.

    Sin embargo an hay esperanzas. Nadie determinaque las cosas deban seguir dndose tal como se dan hastael momento... quizs la realidad d un vuelco y laglobalizacin termine por convertirse en la cristalizacinde la utopa de fraternidad universal . No lo digo porquequeda bien ser positivo, sino porque tengo la firme certezaque el destino lo forjamos nosotros, y nuestras acciones.Por eso tengo fe.

    Retomando el tema de la comunicacin y su propagacin multitudinaria, creo que es bueno rescatar loselementos que nos brinda la cotidianeidad y darle nuestra propia interpretacin; si no fuera por la Internet.. noshabramos conocido? Quin sabe... Me gusta pensar quetodas las cosas pasan por una razn, que no haycasualidades sino causalidades y que de nosotros dependeel uso que le demos a las oportunidades que se nos presentan. Es precisamente la eleccin la que nos da elcariz de humanos en medio de este mundo plagado desensaciones animales. La eleccin es el poder de decidir sobre nuestra vida, es tambin la importancia que le damosa lo que nos pasa. Hubo esclavos ms libres que sus amos,tal es el caso de Epicteto; hubo guerreros que no seamedrentaron ante los imposibles, tal es el caso deLenidas; hubo seres humanos que eligieron la caridad y elamor incondicional por sobre su propio bienestar, tal es el

    caso de la Madre Teresa de Calcuta... slo por citar algunos ejemplos de grandeza. As tambin encontramos a personas que son infelices aun teniendo todo lo quesiempre desearon, y seres que estn tristes por cosas queno podemos llegar a comprender... lo que nos seala quemuchas veces las cosas pasan por tamices distintos a lalgica.

    El iluminismo fue una forma de tratar decomprender al mundo; fue una forma de categorizar laincertidumbre pretendiendo minimizarla. Hoy la realidades otra, y si bien aceptamos que el pensamiento es un

    Editorial [sigue de tapa] Del Iluminismo a la globalizacin

    factor importante en la constitucin de lahumanidad, estamos seguros que no es el nico. Por algo, y hoy ms que nunca, terminamos por aceptar no sin cierta impotencia- que el nicoconocimiento certero es el saber que nada sabemos.

    Pero eso es bueno, porque nos obliga acrecer. Y en la bsqueda de la madurez evolucionael ser humano.

    Los elegidos

    Jacques Roubaud . La obra de este francs, nacidohacia 1932, es traspasada por la pasin deexperimentar, por un sentimiento ldico que buscalo inslito y lo sorprendente. Roubaud esmatemtico de profesin, su primer libro tiene por ttulo

    y consiste en una complicada red de

    diversos textos interrelacionados de acuerdo con lasreglas del juego japons del GO, a cada una decuyas fichas equivalen los poemas del libro. Susegundo libro es un curioso experimento hecho a partir de transcripciones fonticas de tankas japonesas que actan como base o motivo deinspiracin para los nuevos poemas. Roubaud haintentado la poesa plurilinge en colaboracin-los poemas de Renga (de 1971) [El renga es unaforma potica de creacin colectiva, que sedesarroll en el Japn entre el siglo VIII y el sigloXII, y que tuvo su mximo esplendor en la obra del poeta Shinkei, en el siglo XV.] contienen partes enfrancs, italiano, espaol e ingls, y la colaboracin

    de autores como Octavio Paz, Edoardo Sanguinettiy Charles Tomlinson. Otra de sus obras,Autobiografa captulo X, consiste en un conjuntode fragmentos estructurados, compuestos en sutotalidad de citas de otros poetas.A este experimentalismo prctico se correspondeuna preocupacin terica que se pplasma endiversos ensayos de poticaa, muchos de los cualestratan sobre aquellos momentos de la tradicinliteraria que mas armonizan con ese gusto por locifrado y esotrico: Arnaut Daniel, Cavalcanti,Dante, Lewis Carroll o Mallarm.

    Algo negro , (del cual tomamos un fragmento en la

    presente edicin) publicado en 1986 tras elfallecimiento de su mujer, la fotgrafa Alix-Cleo, parte de una certeza cuando se reconoce la muerteen la persona amada. Las meditaciones fechadascomo revelados fotogrficos reproducen momentos privados de una vida en comn. Nada me influyeen la negrura, dice el poeta en un momento delucidez antes de reconocer su desolacin y tristeza.La noche se lleva la luz, los objetos son realescomo huellas, no se ven, pero se intuyen. Y elsilencio es lo que queda cuando todo se sabe y nada

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    se esperaLa Marsellesa Canto nacional de pueblo francs popularizado en 1793 por los marselleses federales. Suautor fue Claudio Rouget de Lisle, capitn deingenieros de guarnicin en Estrasburgo a finales del

    siglo XVIII.El 20 de abril de 1792 se proclam en Pars ladeclaracin de guerra contra Austria. Al llegar lanoticia a Estrasburgo, el alcalde de esta ciudad,convid a su mesa, a varios oficiales entre los que seencontraba Rouget, proponindoles la creacin de unhimno nacional y patritico. Fue escritoinmediatamente con el ttulo "Canto de guerra delEjrcito del Rhin", dedicado al Mariscal Lukner

    En junio, en un banquete ofrecido a unossoldados, se entreg a cada uno de ellos un ejemplar del himno que fue cantado durante el camino hasta sullegada a Pars. Al llegar a esta capital excit elentusiasmo del pueblo, el cual lo design con elnombre de La Marsellesa. Desde entonces fue elcanto de Francia, cuyos soldados lo esparcieron por toda Europa. Exaltaba de tal modo el aliento patriticode stos que Napolen dijo refirindose a l: -Estamsica nos ahorrar muchos caones. (Carlos Palacio,"Coleccin de Canciones de Lucha")

    Durante la Primera Repblica, este himnoformaba parte de los aires y cantos cvicos quecontribuyeron al triunfo de la Revolucin. Los dosImperios, la Restauracin y la II Repblica prefirieroncantos de circunstancias. No fue sino hasta la IIIRepblica cuando La Marsellesa recuper su rango dehimno nacional en todas aquellas ocasiones en lascuales las bandas militares han de tocar un aire oficial.El Estado francs lo conserva y el Gobierno de laFrancia liberada le vuelve a atribuir un estatuto de primer orden al lado del himno de carcter oficioso, esdecir Le Chant des Partisans (El Canto de losPartidarios). La Marsellesa ser finalmente instituidacomo himno nacional en la Constitucin de la IV y dela V Repblica (artculo 2 de la Constitucin del 4 deoctubre de 1958). En 1974, Valry Giscard d'Estaing,el entonces Presidente de la Repblica, hace que semodifique de acuerdo con las partituras antiguas y quese vuelva a armonizar con un ritmo diferente. A partir de 1981, el himno ser interpretado nuevamente de

    acuerdo con las partituras y el ritmo vigentes hasta1974. Emile Zola . Escritor francs y fundador delmovimiento naturalista. Zola naci en Pars, el 2 deabril de 1840. Su primer trabajo fue el de empleado enuna editorial. A partir de 1865 se gan la vidaescribiendo poemas, relatos y crtica de arte y

    literatura. Su primera novela importante,ThrseRaquin (1867), es un detallado estudio psicolgico del asesinato y la pasin. Ms tardeinspirado por los experimentos cientficos sobrela herencia y el entorno, Zola decidi escribir una

    novela que ahondara en las profundidades detodos los aspectos de la vida humana, quedocumentara los males sociales, al margen decualquier sensibilidad poltica. Asign a estanueva escuela de ficcin literaria el nombre denaturalismo y escribi una serie de veinte novelaentre 1871 y 1893, bajo el ttulo genrico deLesRougon-Macquart , con el fin de ilustrar susteoras a travs de una saga familiar. Tras unaardua investigacin produjo un sorprendente ycompleto retrato de la vida francesa,especialmente la parisina, de finales del sigloXIX. Sin embargo, fue calificado de obsceno ycriticado por exagerar la criminalidad y elcomportamiento a menudo patolgico de lasclases ms desfavorecidas. Algunos de los librosque se ocupan de las cinco generaciones de lafamilia Rougon-Macquart, alcanzaron una gran popularidad.

    Sus obras posteriores, escritas a partir de1893, son menos objetivas, ms evangelizantes yen consecuencia, menos logradas como novelasEntre stas figura la serie Las tres ciudades (3volmenes, 1894-1898), que incluye Lourdes(1894), Roma (1896) y Pars (1898). Zola escribitambin varios libros de crtica literaria en los queataca a susenemigos , los escritores romnticos. Elmejor de sus escritos crticos es el ensayo Lanovela experimental (1880) y la coleccin deensayos Los novelistas naturalistas (1881). Enenero de 1898 Zola se vio envuelto en el casoDreyfus, cuando escribi una carta abierta que se public en el diario parisino L'Aurore. Es lafamosa carta conocida como 'J'accuse' ('Yoacuso'), en la que Zola arremete contra lasautoridades francesas por perseguir al oficial deartillera judo Alfred Dreyfus, acusado detraicin. Tras la publicacin de esta carta, Zolafue desterrado a Inglaterra durante un ao. Murien Pars, el 29 de septiembre de 1902.///

    Cintia Vanesa DasDirectora

  • 8/6/2019 Maneras de Bien Soar | Literatura francesa

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    Julio de 2003 Maneras de Bien Soar | 5 Edicin

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    Los monteros y los msicos que, hasta entonces,no haban hecho gesto alguno, inclinaron lacabeza en seal de adhesin.

    El maestro levant la batuta, y una armona viva y bailable surgi de los dos extremos de la sala.Primero bailaron el minu.

    Pero las rpidas notas de la partitura ejecutada por los msicos armonizaban mal con las gravesreverencias: adems, cada pareja de bailarines, alcabo de unos minutos, se puso a hacer piruetascomo una peonza. Los vestidos de seda de lasmujeres, arrugados en aquel torbellino danzante,emitan sonidos de especial naturaleza; era comoel ruido de alas de un vuelo de palomos. El aireque se introduca por debajo los inflaba prodigiosamente, de modo que parecan campanas en movimiento.

    El arco de los virtuosos pasaba tan rpidamente por las cuerdas, que salan chispas elctricas. Losdedos de los flautistas se alzaban y bajaban comosi hubieran sido de azogue; las mejillas de losmonteros estaban hinchadas como balones, y todo

    ello formaba un torrente de notas y trinos tanapresurados y escalas ascendentes y descendentestan embrolladas, tan inconcebibles, que ni los propios demonios hubieran podido seguir dosminutos semejante comps.

    Daba pena ver los esfuerzos de aquellos bailarines por seguir el ritmo. Saltaban, hacan cabriolas,zalameras, agitados pasos de danza y trenzadosde tres pies de altura, con tal mpetu que el sudor,que les caa por la frente hasta los ojos, lesdesdibujaba los bigotes y el maquillaje. Pero por mucho que hicieran, la orquesta siempre se lesadelantaba tres o cuatro notas.El reloj dio la una; se detuvieron. Vi algo que seme haba escapado: una mujer que no bailaba.

    Estaba sentada en una butaca a un lado de lachimenea, y no pareca en lo ms mnimo tomar parte en lo que pasaba a su alrededor.

    Jams, ni siquiera en sueos, nada tan perfecto se

    haba presentado a mis ojos; una piel deresplandeciente blancura, el cabello de un rubioceniciento, largas pestaas y unos ojos azules, tanclaros y tan transparentes, que a travs de ellosvea su alma tan ntidamente como un guijarro enel fondo de un arroyo.

    Y sent que, si alguna vez llegaba a amar aalguien, sera a ella. Salt precipitadamente de lacama, donde hasta entonces no haba podidomoverme, y me dirig hacia ella, llevado por algoque actuaba sobre m sin que pudiera darmecuenta; y me encontr a sus pies, con una de susmanos entre las mas, charlando como si laconociera desde haca veinte aos.

    Pero, por un extrao prodigio, mientrasle hablaba, segua con una ligera oscilacin decabeza la msica que no haba cesado de sonar; y,aunque estuviera en el colmo de la dichaconversando con tan bella persona, los pies meardan de deseos de bailar con ella.

    Sin embargo no me atreva a proponrselo. Al parecer, comprendi lo que yoquera, porque, levantando hacia la esfera delreloj la mano que le quedaba libre, dijo:

    -Cuando la aguja avance hasta ah, yaveremos, mi querido Thodore.

    No s cmo ocurri pero no mesorprendi en absoluto or que me llamaba por minombre, y continuamos charlando. Por fin, sonla hora indicada, la voz con timbre de plata vibrotra vez en la habitacin y dijo:

    -ngela, puedes bailar con el caballero,si te apetece, pero ya sabes lo que pasar.

    -No importa -respondi ngela en tonoenojado.

    Y me rode el cuello con su brazo demarfil. - Prestissimo! -grit la voz.

    Y empezamos a bailar un vals. El senode la muchacha tocaba mi pecho, su aterciopeladamejilla rozaba la ma, y su suave alientoacariciaba mi boca.

    En toda mi vida haba experimentadouna emocin semejante; mis nervios vibrabancomo resortes de acero, la sangre me corra por las arterias como un torrente de lava, y oa latir micorazn como si tuviera un reloj en los odos.

    Sin embargo aquel estado no era terribleen absoluto. Estaba inundado de una inefabledicha y hubiera querido seguir siempre as, y,cosa extraordinaria, aunque la orquesta hubiera

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