m2 textos kant nietzsche marx eagleton

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FILOSOFÍA, 6to Año / Unidad 2: Kant – Nietzsche – Marx 1. Immanuel Kant: Crítica de la razón pura (1781) TEXTO 1 I. Distinción entre el conocimiento puro y el empírico No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿cómo iba a ser despertada a actuar la facultad de conocer sino por medio de objetos que afectan nuestros sentidos y o bien provocan por sí mismos representaciones, o bien ponen en movimiento nuestra capacidad del intelecto para compararlos, enlazarlos, o separarlos y elaborar así, con la materia bruta de las impresiones sensibles, un conocimiento de los objetos llamado experiencia? Por consiguiente, en el orden temporal, ningún conocimiento precede en nosotros a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella. Pero si bien todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, no por eso se procede todo él de la experiencia. Pues bien podría ser que nuestro conocimiento empírico fuera compuesto de lo que recibimos por medio de impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer (con ocasión tan sólo de las impresiones sensibles) proporciona por sí misma. En tal supuesto, no distinguiríamos este añadido de aquella materia fundamental hasta que un largo ejercicio nos hubiese hecho atentos a ello y hábiles en separar ambas cosas. Es (…) una cuestión que necesita de una detenida investigación (…) la de si hay un conocimiento semejante, independiente de la experiencia y aun de toda impresión de los sentidos. Esos conocimientos se llaman a priori y se distinguen de los empíricos, que tienen sus fuentes a posteriori, a saber, en la experiencia. TEXTO 2 IV. Distinción entre los juicios analíticos y los sintéticos En todos los juicios en donde se piensa la relación entre un sujeto y un predicado (…), esa relación es posible de dos maneras: o bien el predicado B pertenece al sujeto A como algo contenido (implícitamente) en ese concepto A; o bien B está enteramente fuera del concepto A, aunque guarde con él alguna conexión. En el primer caso llamo al juicio analítico; en el otro, sintético. Los juicios analíticos son aquellos en los cuales el enlace del predicado con el sujeto es pensado mediante la identidad. Podrían también llamarse juicios de explicación. Aquellos en que esta relación enlace es pensada sin identidad, deben llamarse juicios sintéticos, o juicios de ampliación, porque añaden al concepto del sujeto un predicado que no estaba pensado en él y no hubiera podido sacarse por ningún análisis. Por ejemplo, si yo digo “Todos los cuerpos son de algún tamaño”, es un juicio analítico, porque en el propio concepto de “cuerpo” está incluida la característica de tener algún tamaño. En cambio si yo digo “Todos los cuerpos son pesados”, entonces el predicado es algo enteramente distinto de lo que pienso en el concepto de un cuerpo en general. La adición de un predicado así da un juicio sintético. 1

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M2 Textos Kant Nietzsche Marx Eagleton

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FILOSOFA, 6to Ao / Unidad 2: Kant Nietzsche Marx1. Immanuel Kant: Crtica de la razn pura (1781)TEXTO 1I. Distincin entre el conocimiento puro y el empricoNo hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues cmo iba a ser despertada a actuar la facultad de conocer sino por medio de objetos que afectan nuestros sentidos y o bien provocan por s mismos representaciones, o bien ponen en movimiento nuestra capacidad del intelecto para compararlos, enlazarlos, o separarlos y elaborar as, con la materia bruta de las impresiones sensibles, un conocimiento de los objetos llamado experiencia? Por consiguiente, en el orden temporal, ningn conocimiento precede en nosotros a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella.Pero si bien todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, no por eso se procede todo l de la experiencia. Pues bien podra ser que nuestro conocimiento emprico fuera compuesto de lo que recibimos por medio de impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer (con ocasin tan slo de las impresiones sensibles) proporciona por s misma. En tal supuesto, no distinguiramos este aadido de aquella materia fundamental hasta que un largo ejercicio nos hubiese hecho atentos a ello y hbiles en separar ambas cosas.Es () una cuestin que necesita de una detenida investigacin () la de si hay un conocimiento semejante, independiente de la experiencia y aun de toda impresin de los sentidos. Esos conocimientos se llaman a priori y se distinguen de los empricos, que tienen sus fuentes a posteriori, a saber, en la experiencia.

TEXTO 2IV. Distincin entre los juicios analticos y los sintticosEn todos los juicios en donde se piensa la relacin entre un sujeto y un predicado (), esa relacin es posible de dos maneras: o bien el predicado B pertenece al sujeto A como algo contenido (implcitamente) en ese concepto A; o bien B est enteramente fuera del concepto A, aunque guarde con l alguna conexin. En el primer caso llamo al juicio analtico; en el otro, sinttico. Los juicios analticos son aquellos en los cuales el enlace del predicado con el sujeto es pensado mediante la identidad. Podran tambin llamarse juicios de explicacin.Aquellos en que esta relacin enlace es pensada sin identidad, deben llamarse juicios sintticos, o juicios de ampliacin, porque aaden al concepto del sujeto un predicado que no estaba pensado en l y no hubiera podido sacarse por ningn anlisis. Por ejemplo, si yo digo Todos los cuerpos son de algn tamao, es un juicio analtico, porque en el propio concepto de cuerpo est incluida la caracterstica de tener algn tamao. En cambio si yo digo Todos los cuerpos son pesados, entonces el predicado es algo enteramente distinto de lo que pienso en el concepto de un cuerpo en general. La adicin de un predicado as da un juicio sinttico.

2. Friedrich Nietzsche: El ocaso de los dolos o cmo se filosofa a martillazos (1887)TEXTO 1LA RAZN DE LA FILOSOFA*2: Los sentidos no mienten. La razn es la causa de que falseemos el testimonio de los sentidos. stos, en tanto que muestran el nacer y perecer, la mudanza, no mienten... Mas Herclito siempre tendr razn con su aserto de que el Ser es una vana ficcin. El mundo aparencial es el nico que existe; el mundo verdadero, es pura invencin...

CMO EL MUNDO VERDADERO SE CONVIRTI EN UNA FBULA: Historia de un error: 1. El mundo verdadero est al alcance del sabio, del piadoso, del virtuoso, los cuales viven en l, se identifican con l. (Forma ms antigua de la idea, relativamente cuerda, simple, convincente. Parfrasis de la proposicin yo, Platn, soy la verdad.)2. El mundo verdadero es por lo pronto inaccesible, pero est reservado al sabio, al piadoso, al virtuoso (al pecador arrepentido). (Progreso de la idea; sta se torna ms sutil, ms problemtica e inasible, se convierte en mujer, se vuelve cristiana...)3. El mundo verdadero no es accesible ni demostrable; no puede ser prometido; pero al ser concebido es un consuelo, una obligacin, un imperativo. (En el fondo, el antiguo sol, pero visto a travs de niebla y escepticismo; la idea se ha vuelto sublime, plida, nrdica, kantiana.)4. El mundo verdadero, es inaccesible? En todo caso no est logrado. Y, por ende, es desconocido. En consecuencia, tampoco conforta, redime ni obliga, pues a qu podra obligarnos algo que nos es desconocido?... (Alba. Primer bostezo de la razn. Canto del gallo del positivismo.)5. El mundo verdadero es una idea que ya no sirve para nada, que ya no obliga siquiera; una idea intil y superflua, luego refutada. Suprimmosla! (Maana; desayuno; retorno del bons sens y de la alegra; bochorno de Platn; batahola de todos los espritus libres.)6. Hemos suprimido el mundo verdadero; qu mundo ha quedado?, acaso el aparencial? ... En absoluto! Al suprimir el mundo verdadero, hemos suprimido tambin el aparencial! (Medioda; instante de la sombra ms corta; fin del error ms largo; momento culminante de la humanidad; INCIPIT ZARATUSTRA.)

LA MORAL COMO ANTINATURALIDAD: 1: Todos los antiguos monstruos de la moral coincidan en exigir: hay que acabar con las pasiones. Destruir las pasiones y los apetitos nada ms que para prevenir su insensatez y las consecuencias desagradables de su insensatez se nos antoja hoy, a su vez, una mera forma aguda de la insensatez. En todos los tiempos la Iglesia ha hecho recaer el acento de la disciplina recomendando la exterminacin de la sensualidad, el orgullo, el afn de dominar, la codicia y la sed de venganza. Mas atacar por la base las pasiones significa atacar por la base la vida misma; la prctica de la Iglesia es antivital...

LOS CUATRO GRANDES ERRORES: 8: Nuestra doctrina slo puede ser sta: que al hombre no le son dadas sus propiedades por nadie, ni por Dios ni por la sociedad, sus padres y antepasados, ni tampoco por l mismo. Nadie es responsable de su existencia, de su modo de ser, de las circunstancias y el ambiente en que se halla. La fatalidad de su ser no puede ser desglosada de la fatalidad de todo lo que fue y ser. El hombre no es la consecuencia de un propsito expreso, de una voluntad ni de un fin; con l no se hace una tentativa de alcanzar un tipo humano ideal o una felicidad ideal o una moralidad ideal; siendo absurdo pretender descargar su modo de ser en algn fin. Nosotros hemos inventado el concepto fin; la realidad nada sabe de fines... Se es, necesariamente, un trozo de fatalidad; se forma parte del todo, se est integrado en el todo; no hay nada susceptible de juzgar, valorar, comparar, condenar nuestro ser, pues significara juzgar, valorar, comparar, condenar el todo... Mas no existe nada fuera del todo! Dejar de hacer responsable a alguien y comprender que la esencia del Ser no debe ser reducida a una causa prima; que el mundo no es ni como sensorio ni como espritu una unidad, significa la gran liberacin; slo as queda restaurada la inocencia de la posibilidad... Hasta ahora, el concepto Dios ha sido la objecin ms grave contra la existencia... Nosotros negamos a Dios, la responsabilidad en Dios, y slo as redimimos el mundo.

CORRERAS DE UN HOMBRE INACTUAL19: Bello y feo. Nada hay tan condicionado, digamos tan restringido, como nuestro sentimiento de lo bello. Quien pretende concebirlo desligado del goce que el hombre libra del hombre, deja al momento de pisar terreno firme. Lo bello en s es un mero concepto; no es ni siquiera un concepto. En lo bello, el hombre se establece a s mismo como criterio de perfeccin; en casos selectos, se adora a s mismo en lo bello. Una especie no puede por menos de decir s exclusivamente a s misma de esta manera. Su instinto ms soterrado, el de conservacin y expansin del propio ser, irradia aun en tales sublimidades. El hombre cree el mundo mismo colmado de belleza; se olvida que l es la causa. l lo ha obsequiado con belleza, ay!, slo con una belleza muy humana, demasiado humana. En el fondo, el hombre se refleja en las cosas; tiene por bello todo lo que le devuelve su propia imagen. El juicio bello es su vanidad genrica... Pues al escptico bien puede un leve recelo susurrarle al odo: de veras queda embellecido el mundo por el hecho de que el hombre lo tenga por bello? Lo ha humanizado; esto es todo. Mas nada, absolutamente nada, nos autoriza para creer que precisamente el hombre sea el modelo de lo bello. Quin sabe cmo se presenta a los ojos de un juez superior del gusto? Acaso atrevido? Acaso divertido? Acaso un tanto arbitrario?...

3. Friedrich Nietzsche: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873)TEXTO 1En la medida en que el individuo quiera conservarse frente a otros individuos, en un estado natural de las cosas, tendr que utilizar el intelecto, casi siempre, tan slo para la ficcin. Pero, puesto que el hombre, tanto por necesidad como por aburrimiento, desea existir en sociedad y gregariamente, precisa de un tratado de paz, y conforme a ste, procura que, al menos, desaparezca de su mundo el ms grande bellum omnium contra omnes. Este tratado de paz conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecucin de ese enigmtico impulso hacia la verdad. Porque en este momento se fija lo que desde entonces debe ser verdad, es decir, se ha inventado una designacin de las cosas uniformemente vlida y obligatoria, y el poder legislativo del lenguaje proporciona tambin las primeras leyes de la verdad, pues aqu se origina por primera vez el contraste entre verdad y mentira. El mentiroso utiliza las legislaciones vlidas, las palabras, para hacer aparecer lo irreal como real; dice, por ejemplo, yo soy rico cuando la designacin correcta para su estado sera justamente pobre. Abusa de las convenciones consolidadas efectuando cambios arbitrarios e incluso inversiones de los nombres. Si hace esto de manera interesada y conllevando perjuicios, la sociedad no confiar ya ms en l y, por ese motivo, le expulsar de su seno. Por eso los hombres no huyen tanto de ser engaados como de ser perjudicados por engaos. En el fondo, en esta fase tampoco detestan el fraude, sino las consecuencias graves, odiosas, de ciertos tipos de fraude. El hombre nada ms que desea la verdad en un sentido anlogamente limitado: desea las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que conservan la vida, es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias, y est hostilmente predispuesto contra las verdades que puedan tener efectos perjudiciales y destructivos.

TEXTO 2Qu es una palabra? La reproduccin en sonidos articulados de un estmulo nervioso. Pero partiendo del estmulo nervioso inferir adems una causa existente fuera de nosotros, es ya el resultado de un uso falso e injustificado del principio de razn. Cmo podramos decir legtimamente, si la verdad estuviese solamente determinada por la gnesis del lenguaje, y si el punto de vista de la certeza fuese tambin lo nico decisivo respecto a las designaciones, cmo, no obstante, podramos decir legtimamente: la piedra es dura, como si adems captsemos lo duro de otra manera y no nicamente como excitacin completamente subjetiva! Dividimos las cosas en gneros, designamos al rbol como masculino y a la planta como femenino: qu extrapolaciones tan arbitrarias! A qu altura volamos por encima del canon de la certeza! Hablamos de una serpiente: la designacin alude solamente al hecho de retorcerse, podra, por tanto, atribursele tambin al gusano. Qu arbitrariedad en las delimitaciones! Qu parcialidad en las preferencias, unas veces de una propiedad de una cosa, otras veces de otra! Los diferentes idiomas, reunidos y comparados unos a otros, muestran que con las palabras no se llega jams a la verdad ni a una expresin adecuada, pues, de lo contrario, no habra tantos. La cosa en si (esto sera justamente la verdad pura y sin consecuencias) es tambin totalmente inaprehensible y en absoluto deseable para el creador del lenguaje. ste se limita a designar las relaciones de las cosas con respecto a los hombres y para expresarlas recurre a las metforas ms atrevidas. En primer lugar, un estmulo nervioso extrapolado en una imagen!, primera metfora. La imagen, transformada de nuevo, en un sonido articulado!, segunda metfora. Y, en cada caso, un salto total desde una esfera a otra completamente distinta y nueva. [...]Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de rboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, ms que metforas de las cosas, que no corresponden en absoluto a las esencias primitivas.

TEXTO 3Qu es entonces la verdad? Un ejrcito mvil de metforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas, adornadas potica y retricamente y que, despus de un prolongado uso, a un pueblo le parecen fijas, cannicas, obligatorias: las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora consideradas como monedas, sino como metal. [...] Si alguien esconde una cosa detrs de un matorral, despus la busca de nuevo exactamente all y, adems, la encuentra, en esa bsqueda y en ese descubrimiento no hay, pues, mucho que alabar; sin embargo, esto es lo que sucede al buscar y al encontrar la verdad dentro de la jurisdiccin de la razn. Si doy la definicin de mamfero y a continuacin, despus de examinar un camello, digo: he ah un mamfero, no cabe duda de que con ello se ha trado a la luz una nueva verdad, pero es de un valor limitado; quiero decir, es antropomrfica de pies a cabeza y no contiene ni un solo punto que sea verdadero en s, real y universalmente vlido, prescindiendo de los hombres.

4. Karl Marx: Tesis sobre Feuerbach (1845)TEXTO 12. El problema de si puede atribuirse al pensamiento humano una verdad objetiva no es un problema terico, sino un problema prctico. Es en la prctica donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento. La disputa en torno a la realidad o irrealidad del pensamiento aislado de la prctica es un problema puramente escolstico.

8. Toda vida social es esencialmente prctica. Todos los misterios que inducen a la teora al misticismo encuentran su solucin racional en la prctica humana y en la comprensin de esta prctica.

11. Los filsofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo.

5. Terry Eagleton: Marx y la libertad (1999)TEXTO 1Hegel y Aristteles eran sin duda filsofos, pero en qu sentido lo fue Karl Marx? Mucho de lo que Marx escribi tiene apariencia filosfica; no obstante, desde la mentalidad filosfica y declar en su notable undcima tesis sobre Feuerbach que los filsofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo. Se podra replicar que habra sido difcil cambiar un mundo que no comprendimos, si no fuese por el hecho de que, con seguridad, el mismo Marx habra estado de acuerdo. Su objetivo no es reemplazar ideas por acciones sin sentido, sino elaborar un tipo de filosofa prctica que ayudara a transformar lo que se busca comprender. El cambio social e intelectual van de la mano: La filosofa no se puede realizar sin suprimir el proletariado, escribe, y el proletariado no se puede suprimir sin realizar la filosofa. ()Esta clase especial de teora orientada hacia la accin, se conoce algunas veces como conocimiento emancipador y tiene una cantidad de rasgos distintivos. Es el tipo de entendimiento, en una situacin dada, que un grupo o individuo requieren para cambiarla; y es as, entre otras cosas, una nueva auto comprensin. Pero conocerse de una nueva manera implica alterar, en ese mismo acto, la forma de ser; as tenemos una forma peculiar de cognicin en la cual el acto de conocimiento altera lo que contempla. Al tratar de comprenderme a m mismo y a mi condicin, jams puedo permanecer totalmente idntico a m mismo, desde que el yo que elabora el conocimiento, al igual que el yo comprendido, ahora son distintos de lo que fueron antes. Y si yo desease comprender todo eso, sera preciso repetir el proceso. Es algo as como intentar saltar sobre nuestra propia sombra o alzarnos tirndonos de nuestro pelo. Y como tal conocimiento tambin moviliza a la gente de modo que cambia su condicin de una manera prctica, se convierte en una especie de fuerza poltica o social, y hace parte de la situacin material que examina, en vez de ser un simple reflejo de ella. Es el conocimiento como un suceso ms bien que como una especulacin abstracta, en el cual saber el qu no es ya tan claramente separable de saber el cmo.

TEXTO 2Asumir el pensamiento propio como arraigado en las condiciones materiales que busca examinar, es ser un filsofo materialista, expresin que es algo ms que un indicio de paradoja. La tarea del pensamiento materialista es calcular dentro de s esa realidad el mundo material, que es externa a l y, en cierto sentido, ms fundamental que l. Esto es lo que Marx da a entender cuando manifiesta que, en la historia de la especie humana, el ser social determina la conciencia, y no viceversa, como los Idealistas pensaban: La moral, la religin, la metafsica y cualquier otra ideologa y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, as, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su produccin material y su intercambio material cambian tambin, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. (Karl Marx, Friedrich Engels: La ideologa alemana, 1845)

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