m fukuoka - la revolucion de un rastrojo

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 1 112 MASANOBU FUKUOKA INDICE Introducción pag. 9 Capítulo I : La Revolución de un Rastrojo pag. 17 CapítuloII: Cuatro Principios de la Agricultura Natural pag. 33 Capítulo III: Habla un Agricultor pag. 59 Capítulo IV: Confusiones Alimentarias pag. 82 Capítulo V: Más Tonto Parece Quien se las da de Astuto pag. 98

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Page 1: M FUKUOKA - La Revolucion de Un Rastrojo

LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 1112 MASANOBU FUKUOKA

INDICE

Introducción pag. 9

Capítulo I :

La Revolución de un Rastrojo pag. 17

CapítuloII:

Cuatro Principios de la Agricultura Natural pag. 33

Capítulo III:

Habla un Agricultor pag. 59

Capítulo IV:

Confusiones Alimentarias pag. 82

Capítulo V:

Más Tonto Parece Quien se las da de Astuto pag. 98

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ya no puedo contener mi impaciencia; coneste rastrojo yo solo iniciaré una revolu-ción!

Los jóvenes que me escuchaban si-lenciosamente ahora se reían con estrépi-to.

“¡La revolución de un hombre! Ma-ñana llevemos una gran bolsa de cebada,arroz y trébol, sobre el hombro, comoOkuninushi-no-mikoto (14) y lo echamossobre todos los campos de Tokaido”.

“Pero no es la revolución de unhombre” reí; “es la revolución de un ras-trojo!”.

Saliendo de la choza hacia la luzvespertina, tomé una pausa para echaruna mirada a los árboles del huerto car-gados de fruta y a las gallinas arañandoentre los yuyos y el trébol. Y luego ini-cié mi habitual descenso hacia la plani-cie.

14-Se trata del legendario dios japonés de la curación queviaja por todos lados repartiendo la buena fortuna desdeuna gran bolsa que lleva al hombro.

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 3

MASANOBU FUKUOKA

LA REVOLUCION DE UN RASTROJO

Una introducción a la Agricultura Natural

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mente el cambio. Puede ser arriesgadodistribuir rastrojo fresco sobre un cam-po porque siempre están presentes las pla-gas del arroz en su rastrojo. En el pasado,estas plagas causaron mucho daño, y estaes una de las razones principales por lacual los agricultores siempre transforma-ban el rastrojo en compost antes de de-volverlo al campo. Hace tiempo se prac-ticaba comúnmente la eliminación del ras-trojo de arroz como contramedida de laplaga de arroz, y hubo veces en Hokkaidocuando la ley obligaba a quemar todo elrastrojo.

También penetra el gorgojo en elrastrojo para pasar allí el invierno. Paraprevenir la infección de estos insectos, losagricultores solían preparar cuidadosa-mente el compost de rastrojo durante todoel invierno par asegurarse que estuvieracompletamente descompuesto para la pri-mavera siguiente. Es por eso que el agri-cultor japonés siempre ha mantenido suscampos tan ordenados y pulcros. El co-nocimiento práctico de la vida cotidianadecía que si el agricultor dejaba el rastro-jo tirado, los cielos castigarían su negli-gencia.

Luego de años de experimentación,aún los expertos técnicos han confirmadoahora mi teoría de que esparciendo el ras-trojo fresco sobre el campo seis mesesantes de sembrar es perfectamente segu-ro. Esto derribó todas las ideas previassobre el tema. Pero pasará mucho tiempoantes que los agricultores comiencen ausar el rastrojo de esta manera.

El campesino ha estado trabajandodesde hace siglos para tratar de aumentarla producción de compost. El Ministerio

de Agricultura solía dar pagas deincentivación para alentar la producciónde compost, y cada año se llevaban a cabocompetencias de compost. El agricultorllegó a considerar el compost como el diosprotector del suelo. Ahora nuevamentehay un movimiento para producir máscompost, “mejor compost” con lombricesy “starter para compost”. No hay razónpara esperar una temprana aceptación demi sugerencia de que el compost prepara-do es innecesario, y todo lo que debe ha-cerse es esparcir el rastrojo entero frescopor el campo.

Al viajar hacia Tokio, mirando porla ventanilla del tren Tokaido, he visto latransformación del campo japonés. Obser-vando los campos de invierno, constatéque su apariencia ha cambiado completa-mente en diez años y siento un enojo queno puedo expresar. El paisaje anterior decampos ordenados de cebada verde, devicia china y de florecientes plantas denabo, ha desaparecido. En vez, veoapilarse el rastrojo medio quemado enmontones remojados por la lluvia. El he-cho que se está abandonando este rastro-jo es prueba del desorden de la agricultu-ra moderna. La aridez de estos campos re-vela la aridez del espíritu campesino. Estedesafía la responsabilidad de los dirigen-tes gubernamentales y apunta claramentea la ausencia de una política agrícola sa-bia.

El hombre que hace varios años ha-bló de una “muerte piadosa” para el culti-vo de cereal de invierno, y de su “muertea la vera del camino” -¿qué piensa hoycuando ve esos campos vacíos? Viendolos áridos campos de Japón en invierno,

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Descartemos los aspectos deadentro y afuera. Los agricultores detodo el mundo son básicamente iguales.Digamos entonces que la clave para lapaz yace vecina a la tierra.

REVOLUCIÓN DE UNRASTROJO

Entre los jóvenes que vienen a es-tas chozas de la montaña, los hay po-bres de cuerpo y espíritu que han aban-donado toda esperanza. Yo soy sólo unviejo campesino angustiado por no po-der ni siquiera regalarles un par de san-dalias – pero hay una cosa que puedoregalarles.

Un rastrojo.Levanté del suelo frente a la cho-

za una paja, diciendo: “Podría empezaruna revolución gracias a este rastrojo”.

“¿Con la destrucción de la Huma-nidad a la vista aún puede Ud. Aferrar-se a un rastrojo?” preguntó un joven, conun dejo de amargura en la voz.

Este rastrojo parece pequeño y li-gero, pero la mayor parte de la gente noconoce realmente su importancia. Si lagente conociera el verdadero valor deeste rastrojo, podría ocurrir una revolu-ción suficientemente poderosa comopara mover el país y el mundo.

Cuando era niño, vivía un hom-bre cerca del paso de Inuyose. Lo únicoque parecía hacer era cargar carbón so-bre un caballo y llevarlo unas dos mi-llas desde la montaña hasta el puerto deGunchu. Y, sin embargo, se volvió rico.Si preguntamos cómo, la gente nos dirá

que en su viaje de vuelta desde el puer-to recogía rastrojos y estiércol sobre elborde de la ruta y lo llevaba a su cam-po. Su lema era: “Trata una hebra derastrojo como algo importante y nuncades un pasó inútil”. Eso lo convirtió enun hombre rico.

“Aún si quemara Ud. El rastrojo,no creo que pudiera encender una revo-lución”.

Una suave brisa pasó a través delos árboles del huerto, mientras la luzdel sol brillaba entre las hojas verdes.Empecé a hablar sobre el tema de usarel rastrojo de las cosechas para cultivararroz.

Han pasado cuarenta años desdeque comprendí la importancia del ras-trojo para el cultivo del arroz y la ceba-da. En ese tiempo, pasando al borde deun viejo arrozal en desuso en la Prefec-tura de Kochi que no había sido culti-vado desde hacía muchos años, notécómo brotaban jóvenes y saludables ca-ñas de arroz a través de un enredo deyuyos y paja amontonado sobre la su-perficie del campo. Luego de elucubrarlas implicancias de lo visto durante mu-chos años, me puse a recomendar un mé-todo completamente nuevo para produ-cir arroz y cebada.

Considerando que esta era unaforma de cultivar natural y revolucio-naria, la describí en libros y revistas yuna docena de veces por televisión yradio.

Parece una cosa muy simple, peroel agricultor está tan seguro en su pen-sar sobre cómo debiera usarse el rastro-jo, que es improbable que acepte fácil-

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El lector que cuenta con que éstesea sólo un libro sobre agricultura, sesorprenderá al descubrir que tambiénes un texto sobre dieta, salud y valo-res culturales, y que también trata loslímites del conocimiento humano.Otros que lo adquieran por su conte-nido filosófico, se sorprenderán al des-cubrir que está lleno de indicacionessobre cómo cultivar arroz y cerealesde invierno, citrus y verduras en unhuerto japonés.

Es exactamente debido a tales ex-pectativas habituales - porque hemosaprendido a suponer que la gente seaespecialista y que un libro tenga untema único - que necesitamos «La Re-volución de un Rastrojo». Lo valora-mos porque es, a la vez, práctico y fi-losófico. Es un libro fortificante y ne-cesario sobre agricultura pero no sólotrata la agricultura.

El lector conocedor comprende-rá que las técnicas del Sr. Fukuoka noserán directamente aplicables a la ma-yor parte de las fincas tipo. Pero seríaun error asumir que por esta razón lospasajes prácticos de este libro son in-útiles. Merecen nuestra atención por-que proveen un excelente ejemplo delo que puede hacerse cuando la tierra,

el clima y las cosechas se estudian conun interés fresco, clara visión y ade-cuado interés. Nos son valiosos por sucarácter sugestivo y fortalecedor. Cual-quier agricultor que los lea descubriráque repetidamente sus pensamientoscorrerán de sus páginas a sus propiastierras y de allí trazarán vínculos contodo el sistema agrícola de Occidente.

Como muchos de sus conciuda-danos, y con anticipación, el Sr.Fukuoka comprendió que no podemosaislar un aspecto de la vida de otro.Cuando cambiamos nuestra forma decultivar nuestros alimentos, tambiénlos modificamos y modificamos nues-tra sociedad y nuestros valores. De ma-nera que este libro trata y atiende lasrelaciones, las causas y los efectos ytrata la responsabilidad que debemostener con lo que conocemos.

Aquellos familiarizados, con laliteratura que trata la agricultura orgá-nica encontrarán similitudes entre lacarrera del Sr. Fukuoka y la de SirAlbert Howard, fundador de la cien-cia de agricultura orgánica en Occiden-te. Como Howard, el Sr. Fukuoka seinició como científico de laboratorio.Howard desplazó su labor del labora-torio a la granja, y así cambió su vida

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cen la guerra. Si afirmamos que la guerra,que depende de ideas de fuerza y debili-dad, es el privilegio especial de la Huma-nidad, entonces la vida es una farsa. Y nosaber que esa farsa es una farsa, es la tra-gedia humana”.

Los que viven pacíficamente en unmundo libre de contradicciones y dis-tinciones son los bebés: perciben la luzy la sombra, la fuerza y la debilidad,pero no abren juicios. Aunque existanla víbora y la rana, el niño no tiene com-prensión de fuerza y debilidad. En él seencuentra la alegría de vivir, pero aúnno apareció el temor a la muerte.

Originalmente, el amor y el odio,que surgen en el ojo del adulto, no erandos cosas separadas. Son la misma cosavista desde el frente y el dorso. El amorda substancia al odio. Sólo penetrandoa un mundo absoluto sin aspectos es po-sible evitar perderse en la dualidad delmundo fenomenal.

La gente distingue entre el yo y elotro. Hasta el punto que exista el yo,hasta el punto que exista “otro”, la gen-te no será liberada del amor y del odio.El corazón que ama el yo impío crea alenemigo odiado. Para el ser humano, elprimer y más gran enemigo es el yo quetanto ama.

La gente elige atacar o defender-se. En la lucha entablada se acusanmútuamente por instigar el conflicto. Escomo aplaudir con ruido y luego discu-tir sobre cuál creó la conmoción, lamano izquierda o la derecha. En todacontienda, no hay razón ni culpa, ni bue-no ni malo. Todas las discriminacionesconscientes surgen al mismo tiempo y

están todas erradas.Desde el inicio, es un error cons-

truir una fortaleza. Aunque el jefe argu-mente que se trata de defender la ciu-dad, el fuerte es resultado de su perso-nalidad, que ejerce una fuerza coerciti-va sobre el área circundante. Diciendoque teme un ataque y que el fuerte sirvepara proteger la ciudad, el fanfarrón al-macena armas y cierra la puerta con lla-ve.

El acto de defensa ya es un ata-que. Las armas defensivas siempre danun pretexto para quienes instigan a laguerra. La calamidad de la guerra pro-viene de fortalecer y magnificar las va-cías discriminaciones de yo / otro, fuer-te/débil, ataque/defensa.

No hay otro camino para la pazque aquel en el que todos abandonan elportal del fuerte de la percepción rela-tiva, bajan a las praderas, y retornan alcorazón de la naturaleza no – activa. Osea, afilar la hoz y no la espada.

El granjero de hace tiempo era pa-cífico, pero los de ahora discuten conAustralia por la carne y con Rusia porel pescado y dependen de América porsu trigo y soja.

Siento como si nosotros en el Ja-pón viviéramos a la sombra de un granárbol, y durante una tormenta eléctricano hay lugar más peligroso que guare-cerse bajo un árbol. Y nada sería mástonto que guarecerse bajo una “sombri-lla nuclear” que sería el primer blancoen la próxima guerra. Ahora estamos la-brando la tierra bajo una sombrilla ne-gra. Siento una crisis aproximarse des-de adentro y afuera.

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cuando comprendió que la responsa-bilidad requería que adoptara sus pro-pios consejos antes de ofrecerlos aotros. El Sr. Fukuoka determinó su pro-pio curso de igual manera: «Eventual-mente decidí dar forma a mis pensa-mientos, ponerlos en práctica y, de esamanera, determinar si lo que me pare-cía correcto, lo era verdaderamente...Este fue el curso que adopté». Y dice:«¿En vez de ofrecer cien explicacio-nes no sería mejor practicar esta filo-sofía?». Cuando el especialista decideadoptar su propio consejo y empieza ahacer lo que dice, derrumba los mu-ros de su especialización. Entonces loescuchamos, como no podíamos hacer-lo antes, porque habla con autoridad -no sólo por el conocimiento, sino porel conocimiento y la experiencia enconjunto.

Cuando el Sr. Fukuoka habla delo que denomina los métodos agríco-las de «no hacer», un occidental podrárecordar apropiadamente lo dicho porSan Mateo: «Ved las aves volando enel cielo: no siembran ni cosechan niguardan sus cosechas en graneros; sinembargo, vuestro Padre en los cielosles da de comer». En ambos casos, elpropósito, como yo pienso, es adver-tirnos de nuestro lugar apropiado enel orden de las cosas: no construimosel mundo ni nos construimos, vivimosutilizando la vida, no creándola. Pero,por supuesto, un agricultor no puedecultivar sin trabajo como tampoco pue-de un ave encontrar comida sin bus-

carla; un hecho que el Sr. Fukuoka re-conoce con su buen humor caracterís-tico: «Yo abogo por la agricultura de«no hacer», y muchos vienen, pensan-do que encontrarán una utopía dondeuno puede vivir sin salirse de la cama.Pero les espera una gran sorpresa». Elargumento de Fukuoka no ataca el tra-bajo, sino el trabajo innecesario. A ve-ces la gente se esfuerza más de lo ne-cesario por las cosas que desea tener,pero muchas de las cosas deseadas soninútiles.

Y «no hacer" también se refiere ala actitud que el sentido común puedetomar en respuesta a la autoridad ex-perta: «¿Y si no hiciéramos esto?, ¿Ysi no hiciéramos aquello? - ésa era miforma de pensar». Esta es la testaru-dez de un niño y de ciertos viejos, queacertadamente desconfían de la «sofis-ticación» que prosigue una acción sinpreguntar ¿para qué?.

El Sr. Fukuoka es un científicoque desconfía de la ciencia o de lo quedemasiado a menudo se entiende porciencia. Esto no significa que él es in-moderado o que desdeña el saber. Enverdad sus sospechas provienen de supropia practicalidad y de lo que cono-ce. Como Sir Albert Howard, el Sr.Fukuoka condena los remiendos queefectúa el saber con la especialización.Como Howard, desea encarar su temaen su totalidad y jamás olvida que laglobalidad contiene tanto lo que sabecomo lo que ignora. Lo que teme en laciencia moderna aplicada es su desdén

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cia de la naturaleza”.Dijo un segundo joven: “De todas

formas, ¡así es como le parece a los gana-dores! Como yo lo veo, este es un mundode coexistencia y beneficio mutuo. A lospies del cereal en este campo, viven el tré-bol y muchas variedades de pastos yyuyos, vidas mutuamente beneficiosas. Lahiedra circunda el tronco del árbol; el

musgo y el líquen viven aferrados a losárboles. El helecho se difunde bajo el do-sel del bosque. Las aves y ranas, plantas,insectos, pequeños animales, bacterias,hongos- todas las criaturas ejecutan pa-

peles esenciales, beneficiándose por sumutua existencia”.

Habló un tercero: “ La Tierra es unmundo donde el fuerte se consume al dé-bil y también un mundo de co-existencia.Las criaturas más fuertes no toman másalimento que el que necesitan; aunque ata-can a otras criaturas, se mantiene el equi-librio global. La providencia de la natura-leza es una regla de hierro preservando lapaz y el orden sobre la Tierra”. Tres per-sonas y tres puntos de vista. Enfrenté lastres opiniones con una negación tajante.

“El mundo mismo nunca se pregun-ta si está basado sobre un principio decompetición o cooperación. Visto desdela perspectiva relativa del intelecto huma-no, algunos son fuertes y otros débiles,unos grandes y otros pequeños.

Ahora bien, ninguno duda de queexiste este punto de vista relativo, pero sicreyéramos o supusiéramos que larelatividad de la percepción humana estéerrada – por ejemplo, que no hay grandeni pequeño o alto y bajo – si dijéramosque no hubiera ese punto de vista paranada, ocurriría un colapso de los valoresy juicios humanos.

Quizá que esa manera de ver elmundo fuera un vuelco vacuo de la ima-ginación, pero, en realidad, hay paísesgrandes y países pequeños. Si hay pobre-za y abundancia, fuerza y debilidad, ine-vitablemente ocurrirán disputas y, en con-secuencia, vencedores y vencidos. ¿No po-dríamos más bien decir que esta percep-ción relativa y las emociones resultantesson humanas y por lo tanto naturales y elúnico privilegio del ser humano?

Otros animales luchan pero no ha-

«En la naturaleza el mundo de larelatividad no existe»

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por el misterio, su complacencia porreducir la vida a lo que de ésta se co-noce y por actuar con el supuesto quelo que no se conoce puede ser descar-tado sin peligro. «La naturaleza presadel saber científico», dice, «es una na-turaleza que ha sido destruída; es unfantasma con un esqueleto, pero sinalma». Dicho pasaje nos recordará unrecelo similar evocado en nuestra pro-pia tradición por las siguientes lineasde Woodsworth:

Nuestro entrometido intelectoDeforma las bellas formas de las co-

sas -Matamos para disecar.

La ciencia del Sr. Fukuoka se ini-cia y termina en la reverencia - en latoma de conciencia de que el entendi-miento humano reduce necesariamen-te todo lo que atrapa. Fukuoka parecedecir que el saber no es lo que nos dael sentido de la totalidad, sino la ale-gría, que podemos tener sólo por noaferrarnos. Encontramos la corrobora-ción de esto en ciertos pasajes de losEvangelios y en William Blake:

Aquel que se posesiona de la alegríaDestruye la vida alada;Pero el que bese la alegría mientras vuelaVive en el alba de la eternidad.

Este es el garbo tras el origen delsaber agrícola del Sr. Fukuoka: «Cuan-do se comprenda que uno pierde la ale-

gría y felicidad en el esfuerzo de po-seerlas, se realizará la esencia de laagricultura natural».

Y esta agricultura «natural» cuyafuente y final reside en la reverenciaes humana y humanitaria. El ser hu-mano trabaja mejor cuando lo hace porel bien humano, no por una «mayorproducción» o por una «creciente efi-ciencia», metas casi exclusivas de laagricultura industrial. «La meta básicade la agricultura» dice el Sr.Fukuoka«no es el cultivo de las cosechas sino elcultivo y la perfección del ser huma-no». Y habla de la agricultura como unavía: «estar aquí, cuidando una pequeñafracción de campo, en plena posesiónde la libertad y plenitud de cada día -ésta debe haber sido la forma originalde la agricultura». Una agricultura glo-bal nutre la persona global, cuerpo yalma. No sólo de pan vivimos.

Wendell Berry

NOTAS SOBRE LA TRADUCCIONAL INGLES

Ya es suficiente desafio traducir li-teralmente de un idioma a otro, pero esaún más difícil retener el sabor y textocultural del original. El japonés, en parti-cular, es más sutil que el inglés para ex-presar el tipo de experiencia y enseñan-zas filosóficas encontrado en este libro.Algunos términos tales como conocimien-to «discriminativo» y «no

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relatividad. Si su teoría hubiese expli-cado claramente el fenómeno de larelatividad en el mundo y en tal caso li-berado a la Humanidad de la confina-ción del espacio y tiempo, aportando unmundo más placentero y pacífico, hu-biera sido loable. Pero su explicaciónconfusa permitió que la gente pensaraque el mundo es complejo más allá detoda explicación. En vez, debía haberrecibido una “citación por perturbar lapaz del espíritu humano”.

En la naturaleza, no existe el mun-do de la relatividad. La idea de los fe-nómenos relativos es una estructuradada a la experiencia por el intelecto hu-mano. Los otros animales viven en unmundo de realidad indivisa. Al punto devivir en el mundo relativo del intelecto,uno pierde de vista el tiempo más allá deltiempo y el espacio más allá del espacio.

“Podrá Ud. Preguntarse por qué ten-go esta costumbre de tomármelas con loscientíficos todo el tiempo” dije, haciendouna pausa para un sorbo de té. Los jóve-nes levantaron la vista sonriendo, mien-tras sus rostros se iluminaban con la luzdel fuego.”Eso es debido a que el papelde los científicos en la sociedad es análo-go al papel jugado por la discriminaciónen vuestras mentes”.

UNA ALDEA SIN GUERRANI PAZ

Una víbora atrapa una rana en suboca y se desliza por la hierba. Una chicagrita. Un muchacho valiente desechandosu disgusto, le tira una piedra a la víbora.Los demás ríen. Encaro al muchacho que

tiró la piedra: “¿Qué piensas obtener coneso?”.

El halcón caza la víbora. El lobo ata-ca al halcón. Un hombre mata al lobo ymás tarde sucumbe por un virus de tuber-culosis. Las bacterias proliferan en los res-tos humanos, y los demás animales, pas-tos y árboles prosperan con los nutrientesproporcionados por la actividad bacterial.Los insectos atacan los árboles, la ranacome los insectos.

Los animales, plantas, micro orga-nismos, todos son parte del ciclo de vida.Manteniendo un equilibrio adecuado, vi-ven una existencia naturalmente regula-da. La gente prefiere considerar al mundocomo un modelo de supervivencia del másfuerte, o de co-existencia y beneficio pro-pio. De una u otra forma, es una interpre-tación arbitraria que causa viento y ma-reas, desorden y confusión.

El adulto piensa que la rana merecelástima, y sintiéndose compasivo por sumuerte, desdeña la víbora. Este sentimien-to puede parecer natural, como algo quese da por sentado pero, ¿será así realmen-te?

Dijo un joven: “Si se considera lavida como un certamen en el cual el fuer-te se come al débil, la faz de la Tierra seconvierte en un infierno de carnicería ydestrucción. Pero es inevitable que el dé-bil debiera ser sacrificado para que vivael fuerte. Que gane el fuerte y sobreviva yque muera el débil es una regla de la na-turaleza. Luego del pasaje de millones deaños, las criaturas que ahora viven sobrela Tierra han sido victoriosas en la luchapor la vida. Podríamos decir que la super-vivencia del más fuerte es una providen-

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discriminativo», «no mente» y «no hacer»no tienen equivalencia en otros idiomasy, por tal motivo, se presentaron literal-mente con explicaciones adicionales ofre-cidas en notas.

Entre los filósofos orientales existeun recurso de enseñanza común, el usode la paradoja, el ilogismo y la aparentecontradicción para ayudar a romper cier-tas pautas habituales del pensar. Tales pa-sajes no deben necesariamente ser toma-dos literal o figurativamente, sino másbien como ejercicios para abrir la con-ciencia a una percepción más allá del al-cance del intelecto.

El japonés mugi, traducido como«cereal de invierno» incluye trigo, cente-no y cebada. Los métodos de cultivo sonsimilares en todos estos casos, exceptoque por lo general, el trigo toma unas se-

manas más para madurar. El centeno y lacebada son cultivados más comúnmenteen japón, porque el tr igo no puedecosecharse hasta mediados de la estaciónlluviosa.

El japonés mikan se traduce comocitrus. El citrus oriental más común es unamandarina muy parecida a la conocida enoccidente como tanjerina.

Cuando lo requiere el contexto, seofrece el cereal de invierno preciso y lasvariedades de citrus.

La traducción de «One StrawRevolution» al inglés, se inición en lagranja del Sr. Fukuoka y bajo su supervi-sión en la primavera de 1976. No es unatraducción al pie de la letra. En el textose han incluido secciones de otras obrasy parte de conversaciones con el Sr.Fukuoka.

L.K.

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Pero si se adopta un método por elcual la tierra se cultiva sola naturalmente,no hay necesidad de arar o de usar unacultivadora mecánica.

Después de que en el suelo vivien-te se ha eliminado completamente la ma-teria orgánica y los microorganismos, sevuelve necesario el uso de fertilizantes deacción rápida. Si se usa fertilizante quí-mico, el arroz crece más rápido y alto, perotambién lo harán los yuyos. Entonces seaplican herbicidas, fertilizantes químicoso compost preparado.

En la agricultura es poco lo que nopuede eliminarse. El fertilizante prepara-do, el herbicida, insecticida y la maqui-naria- son todos innecesarios. Pero si secrea una condición en la cual se vuelvennecesarios, entonces se requerirá el po-der de la ciencia.

En mis tierras, he demostrado quela agricultura natural produce cosechascomparables a las de la agricultura cien-tífica moderna. Si los resultados de laagricultura no activa son comparablesa los de la ciencia, con una fracción deinversiones en trabajo y recursos, ¿cuáles entonces el beneficio de la tecnolo-gía científica?

LA TEORIA DE LARELATIVIDAD

Observando los campos vecinos,gracias a la brillosa luz solar del cielootoñal, estaba asombrado. En cada cam-po excepto en el mío, había una cose-chadora de arroz o una máquina mar-chando. En estos últimos tres años lazona se ha vuelto irreconocible.

Como era de esperar, los jóvenesen la montaña no envidiaron este cam-bio a la mecanización; porque se com-placen cosechando quieta y mansamentecon la antigua hoz.

Esa noche terminábamos la cenay recordé, mientras tomábamos el té,cómo hace mucho en la aldea cuandolos campesinos labraban la tierra amano, uno de ellos empezó a usar unbuey. Estaba muy orgulloso de la facili-dad y rapidez con la cual podía termi-nar el glorioso trabajo de arar. Haceveinte años, cuando apareció el primercultivador mecánico, todos los campe-sinos se reunieron discutiendo seria-mente cuál era mejor, el buey o la má-quina. En dos o más años se evidencióque la arada a máquina era más rápida,y sin tomar en cuenta las consideracio-nes de tiempo y conveniencia, los cam-pesinos abandonaron los animales detiro. El aliciente era sencillo: terminarel trabajo más rápidamente que el veci-no.

El agricultor no comprende que seha convertido meramente en un factoren la ecuación agrícola de aumentar larapidez y eficiencia . Le deja al vende-dor de equipos el trabajo de hacer todoslos cálculos.

Originalmente la gente observabael cielo estrellado y sentía asombro porla vastedad del universo. Ahora las cues-tiones de tiempo y espacio se dejan en-teramente a la consideración de la cien-cia.

Se dice que Einstein recibió elPremio Nóbel de física en deferencia porla incomprensibilidad de su teoría de la

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Cerca de una pequeña aldea en laisla de Shikoku, al sur de Japón,Masanobu Fukuoka ha estadodesarrolando un método de agricultu-ra natural que podría ayudar a revertirel impulso degenerativo de la agricul-tura moderna. La agricultura natural noprecisa máquinas, productos químicosy muy poca deshierba. El Sr. Fukuokano labra la tierra ni usa compost pre-parado. No inunda sus arrozales a tra-vés de la estación de crecimiento comohan hecho durante siglos los agricul-tores de Oriente y alrededor del mun-do. El suelo de sus campos no ha sidolabrado desde hace 38 años y, sin em-bargo, sus rindes se comparan favora-blemente con los de las granjas másproductivas de Japón. Su método agrí-cola requiere menos trabajo que cual-quier otro. No crea polución y no re-quiere la utilización de combustiblesfósiles.

Cuando al principio oí hablar delSr. Fukuoka, fui escéptico. ¿Cómo eraposible tener cada año buenos rendi-mientos de arroz y cereales de invier-no simplemente con sembrar sobre lasuperficie de un campo no arado? El

asunto debía ser mucho más compli-cado que eso.

Durante varios años yo había es-tado viviendo con un grupo de amigosen una granja situada en las montañasal norte de Kioto. Usábamos los mé-todos tradicionales de la agriculturajaponesa para cultivar arroz, centeno,cebada, soja y varias verduras. Algu-nos visitantes nos hablaron del Sr.Fukuoka. Ninguno de ellos había es-tado con él por suficiente tiempo paraaprender los detalles de su técnica,pero lo que decían despertó mi curio-sidad.

Cada vez que había un período decalma en nuestro programa de trabajo,viajaba a otras partes del país, pasan-do un tiempo en granjas y comunas, ytrabajando parte del tiempo mientrasviajaba. En una de esas excursiones,mordido por la curiosidad, visité lagranja del Sr. Fukuoka.

No estoy muy seguro de lo que es-peraba de él, pero luego de escucharhablar tanto sobre este gran maestro,me sorprendí un poco al ver que cal-zaba las botas y el atuendo de un sim-ple agricultor japonés. Sin embargo, su

INTRODUCCION

104 MASANOBU FUKUOKA

13-En el presente, gran parte del mundo se enfrenta conuna carestía de leña. En el argumenteo del Sr. Fukuoka vaimplícita la necesidad de forestar.Más ampliamente, el Sr. Fukuoka está sugiriendo respues-tas más modestas y directas a las necesidades de la vidacotidiana.

rriente de agua del río. Hace varios añosconstruyeron un dique para producir ener-gía hidroeléctrica y se construyó un moli-no que funciona a electricidad.

¿Cómo piensa Ud. Que esta maqui-naria avanzada funciona para beneficio delHombre? Para poder moler el arroz en ha-rina primero se lo pule – o sea que se loconvierte en arroz blanco. Esto significadescascarar el grano, remover el germeny el salvado, que son la base de una buenasalud y guardar el sobrante (12).De maneraque el resultado de esa tecnología es se-parar el grano intergral en sub-productosincompletos. Si este arroz blanco, dema-siado fácilmente digerible, se convierte enun alimento de base, la dieta carecerá denutrientes y será necesario agregar com-plementos dietéticos. Las ruedas del mo-lino de agua y del molino eléctrico cum-plen la función del estómago y de los in-testinos, y la consecuencia es que estosórganos se vuelven perezosos.

Lo mismo ocurre con el combusti-ble. Se forma el crudo cuando el tejido delas antiguas plantas enterradas en lo pro-fundo del suelo se transforma por la granpresión y calor. Esta substancia es extraí-da del desierto, enviada a la costa por ca-ñerías y luego transportada a Japón don-de se la refina en kerosene y otros com-bustibles en una gran refinería.

¿Cuál piensa Ud. Es más rápido,más caliente y más conveniente, quemarese kerosene o quemar ramas y troncosde cedro o pino cortados frente a la casa(13). El combustible es la misma materia

vegetal. Sólo que la nafta y el kerosenesiguieron un camino más largo para lle-gar aquí.

Ahora están diciendo que los com-bustibles fósiles no son suficientes, y quees necesario desarrollar la energía nuclear.No es tan fácil extraer el escaso uranio,comprimirlo en combustible radiactivo yquemarlo en un enorme horno nuclear, quequemar hojas secas con un fósforo. Ade-más, el fuego del hogar sólo deja cenizas,mientras que una vez utilizado el fuegonuclear, queda un peligroso residuoradiactivo con una actividad de muchosmiles de años.

El mismo principio es válido en laagricultura. Si cultivamos una planta blan-da y gorda en un arrozal inundado, ten-dremos un vegetal fácilmente atacado porinsectos y plagas. Si se usan variedadesde semillas “mejoradas” necesitamos de-pender de la ayuda de insecticidas y ferti-lizantes químicos.

Por otro lado, si cultivamos unaplanta pequeña y vigorosa en un medioambiente saludable, estos químicos son in-necesarios.

Si cultivamos un arrozal inundadocon el arado o el tractor, el suelo se vuel-ve deficiente en oxígeno, se descomponesu estructura, se destruyen las lombricesy otros pequeños animales y la tierra seendurece y queda sin vida. Una vez queocurra esto, el campo debe ser labradocada año.

12-En japonés, el carácter para sobrante-pronunciado“kasu”-se compone de los radicales “blanco y “arroz”. Elcarácter para salvado-”nuka”-se compone de “arroz”y “sa-lud.

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barba espigada y su forma de ser aler-ta y confiada le daban el aspecto deuna persona muy inusual.

Durante esa primera visita perma-necí varios meses en la granja del Sr.Fukuoka, visitando sus sembrados y suhuerto citrícola. Allí en los ranchos debarro y en las discusiones vespertinascon otros estudiantes agrícolas comen-zaron gradualmente a aclarárseme losdetalles del método del Sr. Fukuoka ysu filosofía subyacente.

El huerto del Sr. Fukuoka se en-cuentra sobre las laderas que dominanla Bahía de Matsuyama. Esta es la«montaña» donde viven y trabajan susestudiantes. En su mayor parte llegancomo lo hice yo, con un morral a laespalda, sin saber qué esperar. Se que-dan unos pocos días o semanas, y lue-go desaparecen montaña abajo. Perousualmente hay un núcleo de cuatro ocinco que se han quedado más o me-nos un año. A través del tiempo, mu-cha gente, hombres y mujeres, ha ve-nido a quedarse y trabajar.

Allí no existen las comodidadesmodernas. El agua potable es llevadaa balde desde el manantial, la cocinaes a leña y la iluminación es a velas ylámparas de kerosene. La montañacontiene una riqueza de hierbasyverduras silvestres. La pesca y losmariscos provienen de arroyos vecinosy las algas del mar interior distanteunas pocas millas.

Las tareas varían con el clima yla estación. La labor diaria comienzaalrededor de las ocho; el almuerzo

toma una hora (dos o tres durante elcalor del estío); los estudiantes retor-nan a sus chozas justo antes de poner-se el sol. Además de las tareas agríco-las, están las cotidianas: llevar agua,cortar leña, cocinar, preparar el bañocaliente, atender a las cabras, alimen-tar las gallinas y recoger los huevos,cuidar los panales, reparar y, en oca-sión, construir nuevas chozas y prepa-ra el miso y el tofu.

El Sr. Fukuoka provee 10.000 yen(unos 70 dólares) por mes para los gas-tos de toda la comunidad. En su ma-yor parte, se usa para comprar shoyu,aceite vegetal y otras necesidades queno conviene producir a pequeña esca-la. Para el resto de sus necesidades, losestudiantes deben depender entera-mente de lo que cosechan, los recur-sos de la zona y su propia ingenuidad.El Sr. Fukuoka hace que sus estudian-tes vivan a propósito de esta formasemi-primitiva, como lo ha hecho éldurante muchos años, porque conside-ra que esta forma de vida desarrolla lasensibilidad necesaria para cultivar latierra con este método.

En la zona de Shikoku donde viveel Sr. Fukuoka, el arroz se cultiva enlas llanuras costeras y los citrus en lasladeras vecinas. La granja del Sr.Fukuoka consiste de 50 áreas de arro-zal y unas 5 hectáreas de huertos demandarina. Para el agricultor occiden-tal, esto puede parecer poco pero, de-bido a que todas las tareas se hacen conherramientas manuales del Japón tra-dicional, requiere mucho esfuerzo

LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 103

agua fluyendo de abajo hacia arriba aun-que tampoco es inconsistente percibir elagua detenida mientras fluye el puente.

Sí, por otro lado, siguiendo la se-gunda vía, la escena es dividida en unavariedad de fenómenos naturales, el agua,la fuerza de la corriente, las olas, el vien-to y las blancas nubes, todas estas cosasse convierten separadamente en objetosde investigación, conduciendo a pregun-tas adicionales, que se difunden intermi-nablemente en todas direcciones. Esa esla vía de la ciencia.

Antes el mundo era sencillo. Unonotaba meramente que el rocío le habíamojado los pies mientras paseaba por lapradera. Pero desde el momento que elHombre trató de explicar científicamenteesa gota de rocío, cayó en la trampa delinterminable infierno del intelecto.

Las moléculas de agua están com-puestas de átomos de hidrógeno y oxíge-no. Hace tiempo la gente creía que la par-tícula más pequeña del mundo era el áto-mo, pero luego descubrió que dentro delátomo había un núcleo. Ahora se ha de-terminado que dentro del núcleo se en-cuentran partículas aún más diminutas. Yentre estas partículas hay cientos de va-riedades diferentes y nadie sabe dóndeacabará el examen de ese mundo diminu-to.

Se dice que la manera en la cual loselectrones vuelan en órbitas a velocida-des ultrasónicas dentro del átomo es exac-tamente similar al vuelo de los cometasdentro de la galaxia. Para el físico nuclearel mundo de las partículas elementales esun mundo tan vasto como el mismo uni-verso. Y, sin embargo, se ha demostrado

que además de la galaxia inmediata en lacual vivimos, hay incontables galaxiasmás. En consecuencia, a los ojos delcosmólogo, toda nuestra galaxia se vuel-ve infinitésimamente pequeña.

El hecho es que las personas quepiensan que una gota de agua es simple oque una piedra es fija e inerte, son alegrese ignorantes tontos, y el científico que sabeque la gota de agua es un gran universo yla roca un mundo activo de partículas ele-mentales fluyendo como cohetes, es untonto astuto. Viéndolo simplemente, estemundo es real y está al alcance de la mano.Viéndolo como complejo, el mundo sevuelve espantosamente abstracto y distan-te.

Los científicos que se alegraroncuando se trajeron piedras de la luna tie-nen menos criterio sobre ese planeta quelos niños que cantan “¿Cómo está Ud. Se-ñora Luna?” Basho (11) podía aprehenderlas maravillas de la naturaleza observan-do el reflejo de la luna llena sobre la tran-quilidad de un estanque. Lo único que hi-cieron los científicos cuando salieron alespacio y zapatearon con sus botas espa-ciales fue empañar un poco del esplendorde la luna para millones de amantes y ni-ños sobre la Tierra.

¿Cómo es que la gente piensa quela ciencia es beneficiosa para la Humani-dad?

Originalmente en esta aldea, el gra-no era molido en un molino de piedra mo-vido lentamente a mano. Luego se usó unmolino de agua, que tenía un impulso in-comparablemente mayor que el antiguomolino de piedra, ya que lo movía la co-11-Un famoso poeta de “haiku” (1644-1694).

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 11

mantener aún una extensión tan peque-ña.

El Sr. Fukuoka trabaja con los es-tudiantes en los campos y el huerto,pero nadie sabe exactamente cuándolos visitará. Parece tener una forma deaparecer cuando menos se lo espera.Es un hombre enérgico, siempre char-lando de una cosa u otra. A veces re-úne a sus estudiantes para discutir lastareas que ejecutan, a menudo señalan-do formas para realizarlas más fácil yrápidamente. Otras veces habla sobreel ciclo de vida de un yuyo o de unaplaga en el huerto, y en ocasión tomauna pausa para recordar y reflexionarsobre sus experiencias agrícolas. Ade-más de explicar sus técnicas, el Sr.Fukuoka también enseña las experien-cias fundamentales de la agricultura.Enfatiza la importancia de atender lasherramientas adecuadamente y jamásse cansa de mostrar su utilidad.

Si el recién llegado anticipaba que«agricultura natural» quería decir quela naturaleza cultivara mientra él per-manecía sentado y vigilaba, muy pron-to el Sr. Fukuoka le enseñaba que ha-bía mucho que aprender y hacer. Es-trictamente hablando, la únicaagricultrua «natural» es la caza y larecolección. El cultivo de cosechasagrícolas es una innovación culturalque requiere conocimientos y esfuer-zos persistentes. La distinción funda-mental es que las granjas del Sr.Fukuoka cooperan con la naturaleza envez de tratar de «mejorarla» por con-quista.

Numerosos visitantes vienen sóloa pasar la tarde, y pacientemente el Sr.Fukuoka les hace visitar su granja. Escomún verlo recorriendo las sendasmontañosas con un grupo de diez oquince visitantes resollando tras él.Pero no siempre hubo tantas visitas.Durante años, mientras desarrollaba sumétodo, el Sr. Fukuoka tuvo poco con-tacto con gente fuera de su aldea.

Cuando era joven, el Sr. Fukuokadejó su hogar rural y viajó a Yokohamapara adoptar la carrera demicrobiólogo. Se especializó en enfer-medades de plantas y durante algunosaños trabajó en un laboratorio en cali-dad de inspector agrícola de aduana.Fue por ese tiempo cuando sólo con-taba 25 años, que el Sr. Fukuoka ex-perimentó la realización que formaríala base de la labor de su vida y quesería el tema de este libro: «La Revo-lución del Rastrojo». Dejó su trabajoy volvió a su aldea natal para poner aprueba sus ideas aplicándolas en supropia tierra.

Su idea básica surgió un día cuan-do pasaba por un viejo campo en des-uso que no había sido labrado durantemuchos años. Allí vio brotando entrelos yuyos y matorrales saludablesplántulas de arroz. Desde ese momen-to dejó de inundar su arrozal para cul-tivarlo. Dejó de sembrar arroz en pri-mavera y, en vez. lo hizo en otoño,sembrando directamente sobre la su-perficie del suelo donde caería natu-ralmente de la planta madre. En vezde arar el suelo para eliminar los

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“¿Qué nada queda? Aparentemen-te el concepto de la vacuidad aún per-manece en tu mente”, le dije al joven.“¿Si no sabes de dónde vienes o dóndevas, cómo puedes estar seguro de estaraquí de pie ante mí? ¿Acaso la existen-cia no tiene significado?”

“..........”La otra mañana oí como una niña

de cuatro años le preguntaba a su mamá:“¿Por qué nací yo en este mundo? ¿Parair al jardín de infantes?”

Naturalmente su madre no podíareplicar honestamente: “Sí, así es, asíque andando”. Y, sin embargo, podría-mos decir que hoy en día hay algunosque nacen para ir al jardín de infantes.

Hasta pasar por la universidad, lagente estudia diligentemente para apren-der por qué nació. El erudito y el filó-sofo, aún si arruinan su vida en el in-tento, afirman que estarían satisfechoscomprendiendo sólo eso.

Originalmente, el ser humano notenía propósito. Ahora, soñando algúnpropósito u otro, se esfuerza tratando dedescubrir el significado de la vida. Esuna lucha en la cual interviene uno solo.No hay propósito por el cual uno debaafanarse y salir a buscar. Mejor seríapreguntarle a un niño si es que la vidasin propósito es insensata.

Desde el tiempo que entra en eljardín de infantes, empiezan las penas.El ser humano era una criatura feliz,pero creó un mundo duro y ahora luchapara escapar de él.

En la naturaleza hay vida y muer-te. Y la naturaleza es alegre.

En la sociedad humana hay vida y

muerte, y la gente vive penando.

NUBES QUE PASAN YLA ILUSION DE LA CIENCIA

Esta mañana estaba a la vera del ríolavando los cajones para guardar la fruta.Al inclinarme sobre una roca chata, mismanos sienten el frescor del agua otoñal.Las hojas rojas del sumac a lo largo de laribera se destacan contra el claro cielo deotoño. Me encuentro impactado y absortoante el inesperado esplendor de las ramascontra el cielo.

Dentro de esta escena casual estápresente todo el mundo de la experiencia.En el flujo del agua, y el flujo del tiempo,la ribera izquierda y la ribera derecha, laluz solar y las sombras, las hojas rojas yel cielo azul – todo aparece dentro del sa-grado y silencioso libro de la naturaleza.El hombre es un delgado junco pensante.

Una vez que uno pregunta qué es lanaturaleza, deben entonces preguntar quées “qué” y qué es el humano que preguntaqué es “qué”. Se dirige, en consecuencia,hacia un mundo de interminables pregun-tas.

Estoy tratando de alcanzar una cla-ra comprensión de qué es lo que le llenade asombro, qué es lo que le pasma, y tie-ne dos vías posibles. La primera es mirarprofundamente en sí mismo, al que for-mula la pregunta: “¿Qué es la naturale-za?”

La segunda es examinar la natura-leza aparte del Hombre.

La primera vía conduce al ámbitode la filosofía y de la religión. Contem-plando libremente no es un artificio ver el

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yuyos, aprendió a controlarlos con unacobertura semipermanente de trébolblanco y una mezcla de estiércol y pajay rastrojo de cebada. Una vez compro-bado que las condiciones se han vol-cado a favor de sus cosechas, el Sr.Fukuoka interviene lo menos posiblecon las plantas y las comundidades ani-males de su campo.

Como muchos occidentales y has-ta agricultores no están familiarizadoscon la rotación de arroz y cereal deinvierno, y debido a que el Sr. Fukuokase refiere a menudo al cultivo de arrozen este libro, podrá ser útíl decir algu-nas palabras sobre la agricultura tra-dicional de Japón.

Originalmente, la semilla era es-parcida directamente sobre la llanurainundada durante la estación de losmonzones. Eventualmente, las tierrasbajas fueron preparadas en terrazaspara que conservaran el agua irrigadaaún después de atenuarse las inunda-ciones estacionales.

Por el método tradicional, usadoen Japón hasta fines de la SegundaGuerra Mundial, el arroz es sembradoen un almácigo cuidadosamente pre-parado. Luego se distribuye composty fertilizante sobre el futuro arrozal,que entonces es inundado y arado has-ta tener una consistencia bien blanda.Luego, cuando las plántulas alcanzanun tamaño de unos 20 cm., setransplantan a mano en la tierra. Tra-bajando a pleno, un agricultor experi-mentado puede trasplantar alrededorde 13 áreas por día, pero casi siempre

la labor es efectuada por mucha gentetrabajando en conjunto.

Una vez terminado el trasplante,se cultiva ligeramente el campo entrelas hileras. Luego se lo deshierba amano y, a menudo, se le agrega estiér-col y paja. Durante tres meses, el cam-po queda inundado, con el agua a 2 1/2 cm. ó más sobre el suelo. La cose-cha se siega a mano. Luego se hacenlos hatos y se cuelgan en enrejados demadera o bambú durante unas sema-nas para secarse antes de desgranar.Desde el trasplante hasta la cosecha,cada centímetro del suelo es recorridopor lo menos cuatro veces a mano.

Tan pronto se haya completado lacosecha, la tierra es arada y el sueloformado en riscos aplanados de unos33 cm. de ancho y dividido por surcospara desagüe. Sobre las partes eleva-das se siembra centeno o cebada y lue-go se cubren con tierra. Esta rotaciónes posibilitada por un programa desiembra hecho en buen momento y cui-dado para mantener la tierra bien su-ministrada con materia orgánica ynutrientes escenciales. Es notable que,usando el método tradicional, el agri-cultor japonés cultivó cada año unacosecha de arroz y una de cereal deinvierno en el mismo campo y durantesiglos sin reducir la fertilidad del sue-lo.

Aunque el Sr. Fukuoka reconocemuchas virtudes en la agricultura tra-dicional, considera que involucra mu-cho trabajo innecesario. Habla de supropio método como agricultura de

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la que genera la mayor parte de puntoses el Sutra del Corazón, que dice: “ElSeñor Buda declaró: la forma esvacuidad y vacuidad es forma. La ma-teria y el espíritu son uno, pero todo esvacuidad. El Hombre no está vivo y noestá muerto, no nacido y no muriendo,sin edad avanzada y enfermedad, sincrecer y sin decrecimiento”.

El otro día mientras segábamos elarroz, les dije a los jóvenes que descan-saban sobre una gran parva derastrojo:”Estaba pensando que cuandoel arroz se siembra en primavera, la se-milla lanza brotes vivientes y ahora,mientras segamos, parece morir. El he-cho de que este rito se repita año trasaño significa que la vida continúa eneste campo y que la muerte anual es tam-bién un nacimiento anual. Podríamosdecir que el arroz que ahora estamos se-gando vive contínuamente”.

El ser humano acostumbra a verla vida y la muerte desde una perspecti-va limitada. ¿Qué significado puede te-ner para esta hierba el nacimiento de laprimavera y la muerte del otoño? Lagente piensa que la vida es alegría, ytristeza la muerte, pero la semilla dearroz, yaciendo en la tierra y lanzandosus brotes en primavera, y marchitán-dose sus hojas y tallos en otoño, aúnmantiene la plena alegría de la vida ensu diminuto núcleo. La alegría de la vidano parte con la muerte. La muerte no esmás que un pasaje momentáneo. ¿Di-rían Uds. Que este arroz, porque poseela plena alegría de la vida, desconoce latristeza de la muerte?

Lo mismo sucede cuando el arroz

y la cebada proceden contínuamentedentro del cuerpo humano. Día a día cre-cen el pelo y las uñas, mueren decenasde miles de células y nacen decenas demiles más; la sangre en el cuerpo dehace un mes no es la misma de hoy.Cuando pensamos que nuestras carac-terísticas serán propagadas en los cuer-pos de nuestros hijos y nietos, se podríadecir que morimos y nacemos cada día,y que viviremos por numerosas genera-ciones después de la muerte.

“¿Si la vida y la muerte son realida-des, no es inescapable el sufrimiento hu-mano?”

“No hay vida después de la muerte”.“¿Cómo puedes decir esto?”

El mundo mismo es una unidadde materia dentro del flujo de la ex-periencia, pero la mente divide los fe-nómenos en dualidades tales como lavida y la muerte, yin y yang, materiay vacuidad. La mente llega a creeren la absoluta validez de lo que per-ciben los sentidos y entonces, porprimera vez, la materia como es seconvierte en objetos tales como nor-malmente el ser humano los percibe.

Las formas del mundo material,los conceptos de vida y muerte, salud yenfermedad, alegría y tristeza, se ori-ginan todos en la mente humana.Cuando Buda dijo que todo esvacuidad, no sólo estaba negando larealidad intrínseca de las cosa cons-truidas por el intelecto humano, sinoque también declaraba que las emocio-nes humanas son ilusiones.

“¿Quiere decir Ud. Que todo esilusión? ¿Qué no queda nada?”

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 13

“no hacer” y dice que permite que aúnun granjero “dominguero” puede pro-ducir suficiente alimento para toda lafamilia. Pero con esto no significa queeste tipo de agricultura pueda ser efec-tuada enteramente sin esfuerzo. Sugranja es mantenida gracias a un pro-grama regular de tareas campestres. Loque se hace debe hacerse adecuada-mente y con sensibilidad. Una vez queel agricultor ha determinado que un pe-dazo de tierra debe rendir arroz o ver-duras y ha sembrado, debe asumir res-ponsabilidad para mantenerlo. Inte-rrumpir el curso de la naturaleza paraluego abandonarla es perjudicial eirresponsable.

En el otoño, el Sr. Fukuoka siem-bra el arroz, trébol blanco y cereal deinvierno en la misma fracción y cubretodo con una capa gruesa de rastrojode arroz. La cebada (o el centeno) y eltrébol blanco brotan enseguida, mien-tras que el arroz queda latente hasta laprimavera. Mientras que el cereal deinvierno crece y madura en las frac-ciones bajas, los huertos en las lade-ras se convierten en el centro de acti-vidad. La cosecha citrícola dura desdemediados de otoño hasta fines de in-vierno.

Se cosecha el centeno y la cebadaa mediados de primavera y son pues-tos a secar a campo durante una o dossemanas.

Luego se desgranan, aventan yembolsan para almacenar. Todo el ras-trojo es repartido entero sobre el cam-po como fertilizante. Entonces, por un

corto tiempo se mantiene el agua so-bre el campo durante las lluviasmonzónicas a fines de primavera paradebilitar el trébol y los yuyos y paraque pueda brotar el arroz a través dela cobertura del suelo. Una vez escu-rrida el agua, se recupera el trébol di-fundiéndose por debajo de los tallosde arro. Desde entonces hasta la cose-cha, período de intensa labor para elagricultor tradicional, las únicas tareasen los arrozales del Sr. Fukuoka sonlas de mantener los canalesde desagüey cortar el pasto sobre los estrechos pa-sajes entre los campos.

El arroz es cosechado en otoño.Se cuelgan las plantas para el secadoy luego se desgranan. La siembra deotoño se completa justo cuando madu-ran las variedades precoces de la man-darina, y están listas para cosechar.

El Sr. Fukuoka cosecha entre 600y 700 kg. de arroz por cada 10 áreas.Este rinde es aproximadamente el mis-mo producido por métodos químicoso por métodos tradicionales en su zona.El rendimiento de su cosecha de invier-no es a menudo más alto que el delagricultor tradicional o del agricultorquímico, que en ambos casos usan elmétodo de cultivo por lomos y surcos.

Los tres métodos (natural, tradi-cional y químico) rinden cosechascomparables, pero que difieren marca-da-mente por su efecto sobre el suelo.En las fracciones del Sr. Fukuoka, elsuelo mejora con cada estación. A tra-vés de los 25 años pasados desde quedejó de arar, sus campos han mejora-

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tura del “no-hacer” y comemos sanos ydeliciosos granos, verduras y citrus. Hayun significado y una satisfacción básicacon sólo vivir cerca de la fuente de lascosas. La vida es canto y poesía.

El agricultor se volvió demasiadoocupado cuando la gente empezó a inves-tigar el mundo y decidió que sería “bue-no” hacer esto o aquello. Toda mi inves-tigación se dirigió hacia no hacer esto oaquello. Estos treinta años me han ense-ñado que el campesino estaría muchomejor haciendo lo menos posible.

Cuanto más hace la gente, más sedesarolla la sociedad, y más son los pro-blemas que surgen. La creciente desola-ción de la naturaleza, la exhaustión de losrecursos, el desasosiego y la desintegra-ción del espíritu humano, han sido todosprovocados por el intento de la Humani-dad por lograr algo. Originalmente, no ha-bría razón para progresar, y nada debía ha-cerse. Hemos llegado al punto en el cualno hay más remedio que producir un “mo-vimiento” para estarse quieto (10).

NACI PARA IR AL JARDIN DEINFANTES

Un joven con un pequeño bulto enla espalda caminó despaciosamente hastadonde estaba yo trabajando en los cam-pos.

“¿De dónde eres?” le pregunté.“De por ahí”.“¿Cómo llegaste aquí?”“Caminando”.“¿Para qué has venido?”“No sé”.

La mayor parte de los que vienenaquí no tienen apuro por revelar sus nom-bres o la historia de su pasado. Y tampo-co aclaran mucho su propósito. Como mu-chos entre ellos no saben para qué han ve-nido, pero vienen , eso es sólo natural.

Desde el principio, el Hombre nosabe de dónde viene ni adónde va. Decirque hemos venido del útero materno yque retornaremos a la tierra es una ex-plicación biológica, pero ninguno saberealmente qué existe antes de nacer, niqué tipo de mundo nos espera despuésde la muerte.

Nacido sin saber por qué y con losojos cerrados, partir hacia el descono-cido infinito, ciertamente el Hombre esuna criatura trágica.

El otro día encontré un sombrerode paja trenzado dejado atrás por un gru-po de peregrinos que visitaban los tem-plos de Shikoku. Sobre el sombrero unaleyenda: “Originalmente no hay este nioeste. Sólo DIEZ direcciones infinitas”.Siempre teniendo ese sombrero entremis manos volví a preguntarle al jovende dónde había venido y me dijo que erahijo del sacerdote del templo deKanazawa, y como era una tontería leerlas escrituras de los muertos todo el día,deseaba convertirse en agricultor.

No hay ni este ni oeste. El sol saleen el este y se pone en el oeste, peroesto es meramente una observaciónastronómica. Lo más cerca de la verdadsería decirse que no comprendemos niel este ni el oeste. El hecho es que na-die sabe de donde viene el sol.

Entre las decenas de miles de es-crituras, la que más debemos agradecer,10-No-hacer

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do en fertilidad, estructura y capaci-dad para retener agua. Por el métodotradicional, la condición del suelo semantiene aproximadamente igual. Elagricultor toma rendimiento en propor-ción directa con la cantidad de composty estiércol que agrega. El suelo en loscampos del agricultor químico se vuel-ve abiótico y agotado de su fertilidadnativa en un corto tiempo.

Una de las grandes ventajas delmétodo del Sr. Fukuoka es que el arrozpuede cultivarse sin inundar el arrozala través de toda la estación de creci-miento. Pocas personas pensaron queesto fuera posible. Es posible y el Sr.Fukuoka asegura que el arroz crecemejor de esta manera. Sus plantas dearroz tienen fuertes cañas (tallos) yestán profundamente enraizadas. Lavieja variedad de arroz glutinoso quecultiva tiene entre 250 y 300 granospor panoja. El uso de estiércol y pajaintensifica la capacidad del suelo pararetener agua. En muchos lugares laagricultura natural puede eliminarcompletamente la necesidad de irrigar.En consecuencia, el arroz y otras co-sechas de altos rindes pueden cultivar-se en zonas que antes no se considera-ban adecuadas. Las tierras empinadasy marginales pueden ser productorassin peligro de erosión. Por medio dela agricultura natural, los suelos daña-dos o por prácticas agrícolas descui-dadas o por química pueden rehabili-tarse efectivamente.

En los campos y en los huertosestán presentes los insectos y las en-

fermedades de las plantas, pero nun-ca hay devastación en las cosechas.El daño afecta solamente a las plan-tas más débiles. El Sr. Fukuoka insis-te con que el mejor control de plagase insectos es cultivar en un medio am-biente saludable

Los frutales del Sr. Fukuoka noson podados bajo y espaciado para unafácil cosecha, sino que se les permitecrecer en sus formas naturales distin-tivas. Las verduras y hierbas se culti-van en las laderas del huerto con unmínimo de preparación del suelo. Du-rante la primavera, se mezclan y, an-tes de una de las lluvias prolongadas,se siembran semillas de bardana, re-pollo. rábano, soja, mostaza, nabo,zanahoria y otras verduras para quegerminen juntas en áreas abiertas en-tre los frutales. Esta forma de sembrarobviamente no funcionaría en cual-quier lado. Funciona bien en Japóndonde el clima es húmedo y donde lalluvia cae siempre durante los mesesde primavera. La textura del suelo enel huerto del Sr. Fukuoka es arcillosa.La capa superficial es rica en materiaorgánica, friable y retiene bien el agua.Esto resulta de una cobertura de hier-bas y trébol creciendo continuamentedurante muchos años.

Es necesario desherbar cuando lasplántulas de verdura son jóvenes, peroluego que las verduras se han estable-cido, se las deja crecer junto con la co-bertura natural del suelo. Algunas ver-duras se dejan para que ensemillen so-las y después de una ó dos generacio-

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sentó un tronco. Las ranas se burlaron deltronco y cuando le solicitaron a Dios unrey más importante, él les envió una ci-güeña que se las comió todas.

Si el que se destaca es importante,los que le siguen atrás deben luchar y es-forzarse. Si se coloca un chico normal alfrente, los que vienen después la pasaránbien. La gente piensa que el que se desta-ca es el fuerte y capaz, y por eso elige un

primer ministro que arrastra el país comouna locomotora.

“¿Qué tipo de persona deberíaelegirse como primer ministro?”.

“Un tronco móvil” repliqué. Ningu-no es mejor que un daruma – san (9), por-que es una persona tan tranquila y relaja-

da que puede sentarse años meditando sindecir una palabra. Si se le da un empujón,sale rodando, pero con la persistencia dela no-resistencia siempre queda sentado.El daruma-san no sólo se sienta sin hacernada, porque como lo hace con sus ma-nos y pies escondidos bajo el manto, frun-ce el ceño a la gente que quiere usar susextremidades”.

“Pero”, me replicaron, “si no hicié-ramos nada, elmundo no po-dría funcionar.¿Qué sería delmundo sin desa-rrollo’”.

“¿Por quédebemos desa-rrollarnos? ¿Siel crecimientoeconómico subede 5 a 10%, aca-so se duplicarála felicidad?¿Qué hay demalo en un cre-cimiento del0%? ¿Podríahaber algo me-jor que vivirsimplemente y

pasarlo bien?”La gente descubre algo, aprende

cómo funciona, y usan la naturaleza, pen-sando que será para el bien de la Humani-dad. El resultado de todo esto, hasta el pre-sente, es que el planeta se ha contamina-do, la gente está confusa y hemos invita-do el caos de los tiempos modernos”.

En esta granja practicamos la agricul-

Hemos llegado al punto donde la única forma de producir un «movimiento» estratando de quedarse quieto.

9-El “daruma-san” es un juguete popular para los niños. Esun gran globo, con pesas en el fondo, y en forma de monje.

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 15

nes, reviertan a los hábitos de creci-miento de sus fuertes predecesores conun gusto ligeramente agrio. Muchas deestas verduras crecen completamentesin atender. Una vez, no mucho des-pués de llegar a la granja del Sr.Fukuoka, me encontraba caminando através de una sección remota del huertoe inesperadamente pisé algo duro enel suelo. Observando más de cerca,descubrí un pepino y muy cerca unzapallo creciendo entre el trébol.

Durante años, el Sr. Fukuoka es-cribió sobre su método en libros y re-vistas y fue entrevistado por radio ytelevisión, pero casi ninguno siguió suejemplo. Por ese tiempo, la sociedadjaponesa se movía con determinaciónen dirección opuesta.

Luego de la Segunda GuerraMundial, los norteamecanos introdu-jeron en Japón la agricultura químicamoderna. Esto le permitió al agricul-tor japonés producir aproximadamen-te los mismos rindes que en el métodotradicional, aunque reduciendo a lamitad el tiempo y la labor. Esto pare-cía un sueño realizado y en el curso deuna generación, casi todos habíanadoptado la agricultura química.

Durante siglos el agricultor japo-nés había mantenido la materia orgá-nica en el suelo al rotar las cosechas,agregando compost y estiércol y culti-vando forrajeras. Descartadas esasprácticas y, en vez, utilizados fertili-zantes químicos de acción rápida, ocu-rrió una disminución del mantillo enuna sola generación. Se deterioró la es-

tructura del suelo y se debilitaron lascosechas por depender de nutrientesquímicos. El nuevo sistema redujo lastareas humanas y animales, pero ex-trajo del suelo sus reservas de fertili-dad.

Durante estos últimos 50 años, elSr. Fukuoka ha presenciado indigna-do la degeneración de la tierra y de lasociedad japonesa. El japonés adoptótotalmente el modelo norteamericanode desarrollo económico e industrial.La población se desplazó a medida quela gente del campo emigró hacia loscrecientes centros industriales. La al-dea rural donde la familia Fukuokavivió probablemente durante 1.400años o más, se encuentra ahora prácti-camente en los suburbios de la ciudadde Matsuyama. A través de los arro-zales del Sr. Fukuoka pasa una auto-pista nacional con su aporte de bote-llas de sake vacía y basura.

Aunque el Sr. Fukuoka no identi-fica su filosofía con alguna secta u or-ganización religiosa, su terminologíay métodos de enseñanza están fuerte-mente influenciados por el BudismoZen y el Taoísmo. A veces también citala Biblia y menciona puntos de la filo-sofía y teología judeo-cristiana parailustrar sus palabras o estimular la con-versación.

El Sr. Fukuoka considera que laagricultura natural procede de la saludespiritual del individuo. Y que la cu-ración de la tierra y la purificación delespíritu humano son un solo proceso,y propone un estilo de vida y un estilo

98 MASANOBU FUKUOKA

“¡Esto significa ser un tonto envez de astuto!” le espeté a un joven conaire de astuta complacencia en el ros-tro. “¿Qué tipo de actitud es ésta en susojos?” El más tonto es el que trata depasar por astuto. ¿Sabe Ud. con seguri-dad si es astuto o tonto, o es que estátratando de convertirse en un tonto conaire de astuto? No puede volverse astu-to, ni puede volverse tonto, allí parado.¿No es esa la posición en la cual se en-cuentra?”

Antes de saberlo, me enojé con-migo mismo por repetir una y otra vezlas mismas palabras, palabras que nun-ca se compararían a la sabiduría de sa-ber callarme la boca, palabras que yomismo no podía comprender.

El sol de otoño se sumergía en elhorizonte. Se arrimaron al pie del viejoárbol los colores del crepúsculo. Con laluz del Mar Interior a sus espaldas, losjóvenes volvieron en silencio a sus cho-zas para compartir la cena. Los seguíquietamente en la penumbra.

¿CUÁL ES EL TONTO?

Se ha dicho que no hay criaturamás sabia que el Hombre. Aplicandoesta sabiduría el Hombre se ha conver-tido en el único animal capaz de produ-cir una guerra nuclear.

Hace unos días, el principal de unalmacén de productos naturales, ubica-do frente a la estación de Osaka, subióa la montaña, trayendo con él siete com-pañeros, como los siete dioses de la bue-na fortuna. A mediodía, mientras feste-jábamos un improvisado almuerzo de

arroz, uno de ellos dijo lo siguiente: “Enun grupo de niños siempre hay uno des-preocupado y sin problemas que se ríealegremente mientras orina, otro quesiempre acaba como “caballo” cuandojuegan al “caballo y el jinete”, y siem-pre un tercer avispado que se las arre-gla para pellizcar los bocadillos de losdemás. Antes de elegir al principal dela clase, la maestra habla seriamentesobre las cualidades deseables de unbuen líder y la importancia de tomar unasabia decisión. Cuando se produce laelección, siempre gana el chico que ríealegremente al borde del camino”.

Todos estaban divertidos, pero yono podía comprender de qué se reían.Pensaba que era natural.

Si se ven las cosas en términos deganancias y pérdidas, uno debe consi-derar como perdedor al niño que siem-pre acaba jugando el papel de caballo,pero la grandeza y la mediocridad no seaplican a los niños. La maestra pensóque el niño avispado era el más nota-ble, pero los demás niños lo considera-ban avispado en el mal sentido de lapalabra, lo admiraban por ser uno queoprimiría a los demás.

Pensar que el avispado que puedecuidarse por sí solo es excepcional y quees mejor ser excepcional, es ajustarse alos valores de los “adultos”. Aquel que seocupa de sus cosas, que come y duermebien, y totalmente despreocupado, me pa-recería a mí viviendo de la forma más sa-tisfactoria. Nadie es más grande que aquelque no trata de lograr cosa alguna.

En la fábula de Esopo, cuando lasranas le pidieron un rey a Dios, él les pre-

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16 MASANOBU FUKUOKA

agrícola donde puede producirse esteproceso.

No es realista creer que durantesu vida y dentro de las condiciones quecorren, el Sr. Fukuoka pudiera reali-zar completamente su visión, en lapráctica. Aun después de más de 30años, sus técnicas siguen evolucionan-do. Su gran contribución es demostrarque el proceso cotidiano de establecerla salud espiritual puede aportar unatransformación práctica y beneficiosapara el mundo.

Hoy en día, el reconocimiento ge-neral de los peligros a largo plazo dela agricultura química ha renovado elinterés en los métodos agrícolas alter-nativos. El Sr. Fukuoka ha emergidocomo el principal portavoz de una re-volución agrícola en Japón. Desde lapublicación de este libro en Octubrede l975, se ha difundido rápidamenteel interés por la agricultura naturalentre los japoneses.

Durante el año y medio duranteel cual trabajé en lo del Sr. Fukuoka,retorné frecuentemente a mi granja enKioto. Allí todos estaban ansiosos porprobar el nuevo método y, gradualmen-te, más y más de nuestra tierra fue con-

vertida a la agricultura natural. Además del arroz y centeno pro-

ducidos según la rotación tradicional,también cultivamos trigo, sarraceno,papa, maíz y soja según el método delSr. Fukoka. Para sembrar maíz y otroscultivos en hilera que germinan lenta-mente, practicábamos agujeros en elsuelo con un bastón ó un bambú y de-jábamos caer una semilla en cada hoyo.Interplantamos los cereales con la sojapor el mismo método o envolviendolas semillas en «pellets» de barro an-tes de sembrarlas. Luego cortábamosla cobertura de pasto y trébol y cubría-mos todo el campo con rastrojo y paja.El trébol volvía, pero sólo después quese establecieran bien los cereales y lasoja.

El Sr. Fukuoka nos ayudó con al-gunas sugerencias, pero tuvimos queajustar el método por prueba y error,dependiendo de las diferentes clases ycondiciones locales. Sabíamos desdeel principio que tomaría más de unaspocas estaciones, tanto para la tierracomo para nuestros propios espíritus,para cambiar a la agricultura natural.La transición se ha vuelto en un pro-ceso constante.

Larry Korn

LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 97

Los jóvenes tomaron un descansode su trabajo de carpintería, se sentaronsobre el pasto cerca de un granmandarino, y levantaron la vista hacialas espigadas nubes flotando en el cielosureño.

La gente se imagina que cuandolleva los ojos del suelo a las alturas veel Cielo. Separa el fruto anaranjado delas hojas verdes y diceconocer el color de lashojas y el tinte anaran-jado del fruto. Perodesde el momento queuno hace una distin-ción entre verde y na-ranja, se desvanecenlos verdaderos colo-res.

La gente piensaque entiende las cosasporque se ha familia-rizado con ellas. Estoes sólo un conoci-miento superficial. Esla instrucción del as-trónomo que conoceel nombre de las estre-llas, del botánico queconoce la clasifica-ción de las hojas y flores, del artista queconoce el valor estético del verde y delrojo. Esto no es conocer la naturaleza,la tierra y el cielo, el verde y el rojo.Tanto el astrónomo como el botánico yel artista no han hecho más que captarimpresiones e interpretarlas, cada unadentro del ámbito de su propia mente.Cuanto más se involucran con la activi-dad del intelecto, tanto más se separan

y tanto más les dificulta vivir natural-mente.

La tragedia es que debido a su malfundada arrogancia, la gente trata de do-blegar la naturaleza a su voluntad. Elser humano puede destruir las formasnaturales, pero no las puede crear. Ladiscriminación, una comprensión frag-mentada e incompleta, siempre forma el

punto de inicio del co-nocimiento humano.Incapaz de conocer eltodo de la naturaleza, elHombre no puede hacermás que construir unmodelo incompleto deésta, y luego engañarseen pensar que ha crea-do algo natural.

Todo lo que unodebe hacer para cono-cer la naturaleza escomprender que real-mente nada conoce yque es incapaz de cono-cer cosa alguna. Puedeanticiparse entoncesque perderá interés enel conocimientodiscriminativo. Cuando

abandona el conocimientodiscriminativo, surge en él por sí soloel conocimiento no-discriminativo. Notrata de pensar sobre el conocimiento,y si no importa comprender, llegará elmomento en el cual comprenderá. Nohay otra forma que a través de la des-trucción del yo, descartando la idea deque los humanos existen separadamen-te del Cielo y de la Tierra.

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 17

Creo que puede iniciarse una revolu-ción a partir de este rastrojo. A primeravista esta caña de arroz puede parecer li-gera e insignificante. Muy pocos consi-derarían que pudiera iniciar una revolu-ción. Pero he llegado a comprender la im-portancia y el poder de este rastrojo. Paramí la revolución es muy real.

Vean estos campos de centeno y ce-bada. Al madurar estos granos, rendirán600 kg. por cada 10 áreas. Considero queesto se equipara a los rindes máximos dela Prefectura Ehjime, y podría fácilmenteigualar una cosecha máxima en todo elpaís, ya que ésta es una de la principaleszonas agrícolas de Japón. Y, sin embargo,estos campos no han sido arados desdehace 25 años. (*)

Para sembrar, simplemente distribu-yo centeno y cebada en secciones separa-das durante el otoño, mientras aún no seha levantado el arroz. Unas semanas des-pués cosecho el arroz y distribuyo el ras-trojo de arroz sobre el campo.

Y se hace lo mismo para sembrararroz. El cereal de invierno será cosecha-do alrededor del 20 de Abril (mediadosde otoño). Unas dos semanas antes que

LA REVOLUCION DE UN RASTROJO

VEAN ESTE GRANO

I

* Escrito en 1975.

96 MASANOBU FUKUOKA

momento, me pregunto cómo puedo exi-girle a cualquiera que escuche las tontasideas de un viejo campesino.

En la cresta del huerto dominandola bahía de Matsuyama, y la amplia llanu-ra de Dogo, hay varias pequeñas chozasde barro. Allí un puñado de personas sehan reunido pasando juntos una vida sen-cilla. No hay comodidades modernas. Pa-sando tranquilas veladas a la luz de la velay los faroles, viven una vida de simplesnecesidades: arroz integral, verduras, unatúnica, un bol. Vienen del mundo exterior,se quedan un tiempo y luego se van.

Entre los invitados hay investigado-res agrícolas, estudiantes, eruditos, gran-jeros, hippies, poetas y vagabundos, jó-venes y viejos, hombres y mujeres de va-rios tipos y nacionalidades. La mayor partede los que se quedan por más tiempo sonjóvenes que necesitan un período de in-trospección.

Mi función es la de actuar como en-cargado de esa posada al borde del cami-no, sirviendo té a los viajeros que vieneny van. Y mientras ayudan en las tareascampestres, me divierto aprendiendocómo van las cosas por el mundo.

Esto suena bien, pero en realidad noes una vida tan reposada y fácil. Abogopor la agricultura de “no-hacer” y por esovienen muchos, pensando que encontra-rán una utopía donde uno puede vivir sinni siquiera salirse de la cama. Pero les es-pera una gran sorpresa. Trayendo aguadesde el manantial a través de la nieblamañanera, partiendo leña hasta que lasmanos enrojecen con urticantes ampollas,trabajando con el barro hasta la pantorri-lla – muchos son los que se van rápida-

mente.Hoy, mientras observaba un grupo

de jóvenes trabajando en una pequeña cho-za, llegó una joven subiendo desdeFunabashi.

Cuando le pregunté a qué venía, medijo:”Sólo vine, eso es todo. Ya no sé másnada de nada”.

Era una joven señora, indiferente,pero ingeniosa.

Y entonces le dije:”¿Si Ud. Cono-ce su ignorancia, no hay nada más que ha-blar, no es cierto? Al llegar a comprenderel mundo a través del discernimiento, lagente pierde de vista su significado. ¿Noes por eso que el mundo está en un lío tangrande?”

Contestó suavemente:”Sí, si Ud. lodice”.

“Quizá no tenga Ud. una idea clarade lo que es el esclarecimiento. ¿Qué tipode libros leyó antes de venir aquí?”

Sacudió la cabeza en rechazo detoda lectura.

La gente estudia porque piensa queno comprende, pero el estudio a uno no leayudará a comprender. Estudian con apli-cación sólo para descubrir al final quenada comprenden y que el entendimientose encuentra más allá del alcance huma-no.

Por lo general, la gente piensa quela palabra “no-comprensión” se aplicacuando uno dice, por ejemplo, que com-prende nueve cosas, pero hay una cosaque no comprende. Si uno conoce cienflores no “conoce” ni una. La gente seesfuerza mucho para comprender, seconvence que comprende, y muere enla mayor ignorancia.

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18 MASANOBU FUKUOKA

madure plenamente la cosecha; siembroel arroz sobre el centeno y la cebada. Lue-go de cosechar el cereal de invierno y des-granado, reparto su rastrojo sobre el cam-po.

Supongo que usar el mismo méto-do para sembrar arroz y cereal de invier-no es único para estetipo de agricultura.Pero hay una formamás fácil. Mientrascaminamos al campovecino, permítasemeseñalar que allí elarroz fue sembradoen el otoño pasado almismo tiempo que elcereal de invierno.En ese campo toda lasiembra anual secompletó para prin-cipios del invierno.

Podrá notarseque en esos camposcrece el trébol blan-co y yuyos. La semi-lla de trébol fue sembrada entre las plan-tas de arroz a mediados de otoño, pocoantes de la siembra de centeno y cebada.No me preocupo por sembrar los yuyos,ya que lo hacen naturalmente.

De manera que éste es el orden desiembra en este campo: 15 - 20 días des-pués de iniciada la primavera siembro eltrébol entre el arroz; luego sigue la siem-bra de cereal de invierno unos días des-pués. A principios del mes siguiente secosecha el arroz y luego se vuelve a sem-brar arroz para la cosecha del año próxi-

mo, repartiéndose el rastrojo sobre el cam-po. El centeno y la cebada que pueden verallí mismo, fueron cultivados de esta ma-nera.

Para atender un terreno de 10 áreas, unaa dos personas pueden realizar todo el tra-bajo de cultivar el arroz y el cereal de in-

vierno en cues-tión de pocosdías. Me parecepoco probableque exista unaforma más sim-ple de cultivarcereales.

Este mé-todo contradicecompletamentelas técnicasagrícolas mo-dernas. Echapor la ventanael saber científi-co y la agricul-tura tradicional.Con este tipo de

agricultura, sin usar máquinas, sin fertili-zantes preparados, ni química, es posibleobtener cosechas iguales o mejores a lasde una granja tipo en Japón. La pruebaestá madurando ante vuestros ojos.

NADA SABE LA HUMANIDAD

Recientemente me han preguntadopor qué empecé a cultivar de esta manerahace muchos años. Hasta ahora nunca lohe discutido. Podríamos decir que no ha-bía forma de hablar de ello. Era simple-

Y sin embargo, estos campos no han sidoarados hace 25 años.

LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 95

V

MAS TONTO PARECE QUIENSE LAS DA DE ASTUTO

Las noches de otoño son largas yfrescas. Es bueno pasar el rato alre-dedor del fuego mientras las manosrodean una taza de té caliente. Se hadicho que todo lo que se discuta sen-tado alrededor de un fuego está bien.Pensando que las quejas de mis cole-gas agricultores serían un tópico in-teresante, traje el tema como por ca-sualidad. Pero parece que habrá al-gunos problemas.

Me la he pasado aquí todo eltiempo tratando de explicar la pocaimportancia de las cosas, diciendoque la Humanidad es ignorante, queno hay por qué esforzarse y que todolo que se haga es un esfuerzo desper-diciado. ¿Cómo puedo decir esto y almismo tiempo charlar de esta mane-ra? Si me aplico a registrar algo, loúnico que puedo escribir es que es in-útil hacerlo.

No deseo dilatarme por dema-siado tiempo sobre mi pasado paraescribir sobre el tema y no soy sufi-cientemente sabio para predecir el fu-turo. Atizando la lumbre mientras di-rijo la conversación sobre temas del

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 19

mente - ¿cómo podríamos decir? - unshock, un fulgor, una pequeña experien-cia que fue el punto de partida.

Esta realización cambió completa-mente mi vida. Es nada sobre lo que pu-diera hablarse, pero podría expresarse así:«Nada sabe la Humanidad. Nada tiene unvalor intrínseco y toda acción es fútil, unesfuerzo insensato». Esto podrá parecerdescabellado, pero es la única forma dedescribirlo.

Este «pensar» se desarrolló repentina-mente en mi cabeza cuando aún era muyjoven. No sabía si esa toma de concienciade que toda comprensión y todo esfuerzohumano es vano, era o no válida, pero sitrataba de examinar esos pensamientos yluego desterrarlos, nada se me ocurría paracontradecirlos. Sólo la creencia cierta deque esto estaba muy estampado en mí.

Se piensa generalmente que no haynada más espléndido que la inteligenciahumana, que el ser humano es una criatu-ra de valor especial, y que sus creacionesy logros reflejados en la cultura e Histo-ria son maravillosos. Bueno, ésa es lacreencia común.

Como lo que yo estaba pensando erauna negación de aquello, me costaba co-municar mi punto de vista con los demás.Eventualmente traté de dar forma a misideas, ponerlas en práctica y en esa formadeterminar la validez de mi comprensión.Pasar mi vida en las tareas campestres,cultivando arroz y cereal de invierno - ésefue el curso en el cual me puse.

¿Y cuál fue esa experiencia quecambió mi vida? Hace 40 años, cuandotenía 25, estaba trabajando en la Oficina

de Aduana de Yokohama, en la Divisiónde Inspección de plantas. Mi tarea princi-pal era inspeccionar las plantas que en-traban y salían por si traían insectos conplagas. Por fortuna tenía bastante tiempolibre y lo pasaba en el laboratorio investi-gando en mi especialidad de patología ve-getal. Este laboratorio se encontraba cer-ca del parque de Yokohama desde cuyofarallón se divisaba la bahía. Directamentefrente al edificio se encontraba la Iglesiacatólica y hacia el oeste la Escuela de Ni-ñas Ferris. Era un lugar quieto, un medioambiente prefecto para la Investigacióncientífica.

El investigador del laboratorio de pa-tología era Elichi Kurosawa. Yo había es-tudiado patología vegetal con MakotoOkera, un profesor de la Escuela Agríco-la de Gifu, y recibí orientación de SuehikoIgata del Centro de Análisis de la Prefec-tura Agrícola de Okayama.

Fue mi buena fortuna ser estudian-te del profesor Kurosawa. Aunque él erabastante desconocido en el mundo acadé-mico, es el hombre que aisló y cultivó elhongo que causa la enfermedad bakanaeen el arroz. Fue el primero en extraer elgibberellin, una hormona de crecimientovegetal del cultivo del hongo. Al ser ab-sorbida en pequeña cantidad por la plantajoven de arroz, esa hormona tiene el efec-to peculiar de causar un crecimiento enaltura anormal. Pero si se la da en exceso,produce la reacción opuesta, causando unretardo en el crecimiento. Nadie le diomayor importancia a este descubrimientoen Japón, pero en el extranjero fue inves-tigado activamente. Poco después, un nor-

94 MASANOBU FUKUOKA

vocado hemos fallado.La Humanidad es como un ciego

que no sabe hacia dónde se dirige. Andatanteando con el bastón del conocimien-to científico, dependiendo del yin y yangpara fijar un curso.

Lo que quiero decir es que no debecomerse con la cabeza, o sea que debedescartarse la mente discrimina-tiva.Tuve la esperanza de que el Mandalaalimentario que dibujé antes serviríacomo guía para demostrar de un vistazola relación de los diversos alimentos en-tre sí y el ser humano. Pero si el lectordesea, puede tirarlo después de haberlovisto una vez.

La primera consideración es paraque una persona desarrolle la sensibili-dad necesaria para que su cuerpo elijapor sí solo el alimento. Pensando sóloen alimentos y dejando el espíritu afue-ra es como visitar el templo, leer lossutras, y dejar a Buda en el exterior. Envez de estudiar la teoría filosófica paraalcanzar una comprensión de los ali-mentos, mejor es llegar a la teoría des-de adentro de nuestra dieta diaria.

El médico cuida al enfermo perola gente saludable es atendida por la na-turaleza. En vez de enfermarse y luegoadoptar una dieta natural para curarse,uno debe vivir en un medio ambientenatural para que así no aparezca la en-fermedad.

Los jóvenes que vienen a quedar-se en las chozas de la montaña y vivenuna vida primitiva, comiendo alimen-tos naturales y practicando agriculturanatural, son conscientes del propósitofundamental del Hombre, y se han dis-

puesto a vivir de conformidad con ésteen la forma más directa.

ALIMENTO Y AGRICULTURA

Este libro sobre agricultura natu-ral necesariamente incluye una conside-ración sobre el alimento natural. Estose debe a que alimento y agricultura sonel frente y el dorso de un cuerpo. Es másclaro que el sol, que si no se practicaagricultura natural, no habrá alimentosnaturales disponibles para el Hombre.Pero si no se establece una dieta natu-ral, el agricultor se verá confundido res-pecto a qué cultivar.

A menos que el Hombre se con-vierta en natural, no podrá haber agri-cultura natural ni alimentos naturales.En uno de los picos de la montaña, gra-bé las palabras: “Comida correcta, ac-ción correcta, conciencia correcta”, enuna placa de madera de pino, sobre lachimenea. Las tres cosas no se puedenseparar una de las otras. Si falta una, nin-guna puede realizarse. Si se hace una,se hacen las demás.

El Hombre ve la Tierra con com-placencia como un lugar de donde el“progreso” crece a partir de agitación yconfusión. Pero la falta de propósito yel desarrollo destructivo llevan a la con-fusión del pensamiento, invita nada me-nos que a la degeneración y al colapsode la Humanidad. Si no se entiende cla-ramente cuál es la fuente inamovible detoda esta actividad – lo que es la natu-raleza – será imposible recobrar nues-tra salud.

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teamericano utilizó el gibberellin para de-sarrollar la uva sin semilla.

Yo consideraba a Kurosawa - sancomo mi propio padre y bajo su orienta-ción, construí un microscopio especialpara investigar las enfermedades resinosasen los troncos, ramas y frutas de los citrusjaponeses y americanos.

Mirando a través del microscopio,observé cultivos fungoides, crucé varioshongos y creé nuevas variedades portado-ras de enfermedad. Estaba fascinado conmi trabajo. Como la tarea requería unaconcentración profunda y sostenida, huboveces en las cuales llegué a perder el co-nocimiento mientras trabajaba en ellaboratorio.También fue una época demucho espíritu juvenil, y no me las pasa-ba encerrado en el cuarto de investigacio-nes. Estaba en el puerto de Yokohama yno hay mejor lugar para divertirse y pa-sarla bien. Fue durante esa época que ocu-rrió lo siguiente. Absorto y máquina foto-gráfica en mano, andaba paseando por elmuelle cuando divisé una hermosa mujer.Pensando que sería un soberbio tema parauna fotografía, le pedí que posara para mí.La ayudé a subirse al puente de un barcoextranjero allí fondeado y le solicité mi-rara hacia uno y otro lado, sacando variastomas. Me pidió que le enviara sus copiascuando estuvieran listas. Cuando le pedídonde enviarlas, sólo dijo:»A Ofuna» y sefue sin darme su nombre.

Luego de revelar las películas, lemostré las copias a un amigo, preguntán-dole si la conocía. Abrió la boca ydijo:«¡Esa es Mieko Takamine, la famosaestrella de cine!»Allí mismo le envié diez

copias agrandadas a Ofuna. En pocos díasvolvieron a mí las copias autografiadas.Pero faltaba una, sin embargo. Pensandosobre esto un tiempo después comprendíque se trataba de una foto tomada de cer-ca y de perfil; y probablemente mostrabaalgunas arrugas en su rostro. Estaba en-cantado y sentí que había echado un vis-tazo en el psique femenino.

Otras veces, a pesar de mi torpezay desgarbo, frecuentaba el salón de baileen el área de Nankingai. Una vez vi allí auna cantante popular, Noriko Awaya, y lainvité a bailar. Nunca olvidaré la sensa-ción de esa danza, porque estaba tan ago-biado por su enorme gordura que ni si-quiera podía pasar mi brazo por su cintu-ra.

De cualquier forma, estaba muyocupado y era un joven muy afortunado,pasando mis días absorto ante el mundode la naturaleza que se revelaba en laplatina del microscopio, impactado al vercuán similar era ese mundo diminuto conel gran mundo del universo infinito. A lanoche, enamorado o no me divertía mu-cho. Considero que fue esa vida a la deri-va, junto con el exceso de trabajo, lo quefinalmente condujo a aquellos desvaneci-mientos en el laboratorio. La consecuen-cia de todo esto fue que sufrí una pulmo-nía aguda y me colocaron en unpneumotórax en el piso alto del HospitalPolicial.

Era invierno y a través de un vidrioroto en la ventana, el viento traía remoli-nos de nieve al cuarto. Bajo las frazadashacía calor, pero mi cara estaba helada.La enfermera me tomaba la temperatura

LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 93

LA DIETA TIPICA DELENFERMO

La enfermedad se presenta cuandola gente se aleja de la naturaleza. La gra-vedad de la enfermedad está en propor-ción directa con el grado de separación.A menudo si un enfermo retorna a unmedio ambiente saludable desaparece laenfermedad. Cuando es extrema la alie-nación con la naturaleza, aumenta el nú-mero de enfermos. Entonces se fortaleceel deseo de retornar a la naturaleza. Peroen la búsqueda de retornar a la naturale-za, no hay una clara comprensión de quées la naturaleza, y, en consecuencia, elintento se vuelve futil.

Aún en el caso de vivir una vida pri-mitiva en lo alto de las montañas, puedefallarse en descubrir la verdadera meta.Si uno trata de hacer algo, sus esfuerzosjamás alcanzarán el resultado deseado.

La gente que vive en ciudades en-frenta una tremenda dificultad paraadoptar una dieta natural. En ese caso,es simplemente imposible obtener ali-mento natural, porque el agricultor yano lo produce. Aún si el ciudadano pu-diera comprar alimentos naturales, sucuerpo necesitaría estar apto para dige-rir una alimentación tan substan-ciosa.

En este tipo de situación, si unotrata de consumir comidas tan subs-tanciosas o alcanzar una dieta yin-yangequilibrada, necesitará prácticamente un

poder de juicio sobrenatural. Lejos deun retorno a la naturaleza, se produceun tipo de dieta “natural” foránea y com-plicada, y la persona no hace más queapartarse aún más de la naturaleza.

Si observamos un “almacén natu-ral” de la actualidad, encontraremos allíuna confusa colección de alimentos fres-cos, empaquetados, vitaminas y comple-mentos dietéticos. La literatura especia-lizada presenta numerosas dietas dife-rentes como “naturales”, nutritivas ymejores para la salud. Si alguien diceque es saludable hervir todos los alimen-tos juntos, siempre habrá otro para de-cir que eso sólo producirá enfermeda-des. Algunos enfatizan el valor esencialde la sal en la dieta y otros que la sal enexceso produce enfermedades. Si algu-no descarta la fruta y las verduras porser demasiado yin, siempre habrá otroafirmando que la fruta y la verdura sonlos mejores alimentos para obtener lalongevidad y una disposición alegre.

En varios momentos y circunstan-cias podríamos decir que todas estasopiniones son correctas, y por eso hayconfusión. O más bien, todas estas teo-rías son materia para crear una mayorconfusión.

La Naturaleza está en constantetransición, cambiando de un momentoa otro. La gente no puede captar la ver-dadera apariencia de la naturaleza. Elrostro de la naturaleza es desconocido.Tratar de captar lo desconocido con teo-rías y doctrinas formalizadas es comotratar de apresar el viento en una redpara mariposas.

Si acertamos en el blanco equi-

8-Es imposible establecer un código o sistema definido porel cual uno puede decidir estas interrogantes.La naturaleza,o el mismo cuerpo, sirve como guía capaz. Pero esta sutilorientación pasa desapercibida entre la mayor parte de lagente debido al clamor causado por el deseo y por la activi-dad de la mente discriminativa.

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 21

y desaparecía en un instante.Como era un cuarto privado, muy

poca gente me visitaba. Sentí que me ha-bían puesto afuera al frío y repentinamentezambullido en un mundo de soledad. Meenfrenté cara a cara con el temor a la muer-te. Cuando ahora pienso en eso, parece untemor inútil, pero en aquella oportunidadlo tomé seriamente.

Finalmente me dieron de alta, pero

me costaba salir de mi depresión. ¿En dón-de había colocado mi confianza hasta en-tonces? Había vivido sin cuidado y con-tento, ¿pero cuál era la naturaleza de esacomplacencia? Me acosaban las dudassobre la naturaleza de la vida y la muerte,no podía dormir, ni aplicarme a mi traba-jo. No encontraba alivio en mis paseosnocturnos sobre el acantilado y a lo largodel puerto.

Una noche, mientras deambulaba,sufrí un colapso sobre una altura que do-minaba el puerto, y allí quedé semicons-

ciente apoyado sobre un árbol hasta elamanecer. Todavía recuerdo que era el 15de Mayo. Aturdido contemplaba cómo elsol iba iluminando el puerto, viendo elamanecer y, de alguna manera, sin perci-birlo. A medida que la brisa sopló desdeabajo del farallón, desapareció de prontola niebla mañanera. Justo en ese momen-to, apareció una garza nocturna, dio unagudo graznido y voló a la distancia. Po-día escuchar el batir de sus alas. En uninstante se desvanecieron todas mis du-das y la melancólica niebla de mi confu-sión. Todo lo que había abrigado de con-vicciones firmes, todas las cosas de las quehabía dependido fue barrido por el vien-to. Sentí haber comprendido una sola cosa.Sin pensarlas, surgieron palabras de miboca: «En este mundo no hay nada...»Sentíque nada había comprendido.(*)

Podía ver que todos los conceptos alos cuales me había aferrado, la propianoción de la existencia, eran vacías men-tiras. Mi espíritu se volvió ligero y claro.Me encontré bailando locamente de ale-gría. Podía oir las pequeñas aves piandoentre los árboles y ver las olas distantesbrillando al sol saliente. Las hojas danza-ban verdes y chispeantes. Sentí que estoera verdaderamente el paraíso terrestre.Todo lo que me había poseído, todas lasagonías, desaparecieron como sueños eilusiones y algo que podríamosllamar»verdadera naturaleza» se reveló.

A pesar del cambio, permanecí bá-sicamente como un hombre del montón ytonto, y en eso no hubo cambio desde en-

* “Nada comprender” significa, en este sentido, la

insuficiencia de la comprensión intelectual.

92 MASANOBU FUKUOKA

auto-indulgente, alimentación vacía.2) La dieta nutricional tipo de la ma-

yoría que procede de conclusiones bioló-gicas. Se consumen alimentos nutritivospor el propósito de mantener vivo el cuer-po. Podríamos llamarla una alimentaciónmaterialista, científica.

3) La dieta basada sobre principios es-pirituales y una filosofía idealista. Limi-tando el consumo, apuntando hacia unacomprensión, la mayor parte de las dietas“naturales” caen en esta categoría, quepodría llamarse la dieta por principio.

4) La dieta natural, siguiendo la volun-tad divina. Descartando todo conocimien-to humano, podríamos llamarla la dietano descriminativa.

Al principio la gente se aleja de la die-ta vacía, fuente de incontables enferme-dades. Luego, al desencantarse con la dietacientífica, que meramente trata de mante-ner la vida biológica, muchos proceden ala dieta por principio. Finalmente, trascen-diendo esto, se llega a la dieta no-discriminativa de la persona natural.

LA DIETA NO-DISCRIMINATIVA

La vida humana no se sostiene porsu propio poder. La naturaleza produce alser humano y lo mantiene en vida. Esta esla relación que tiene la gente con la natu-raleza. El alimento es un regalo del Cielo.La gente no crea alimentos de la naturale-za: los otorga al Cielo.

El alimento es alimento y el alimen-to no es alimento. Es parte del Hombre yes aparte del Hombre. Cuando el alimen-to, el cuerpo, el corazón y la mente se vuel-ven perfectamente unidos dentro de la na-

turaleza, se posibilita una dieta natural. Elcuerpo, así como es, siguiendo su propioinstinto, comiendo si algo tiene buen sa-bor, absteniéndose si no es sabroso, no eslibre.

Es imposible prescribir las reglas yproporciones para una dieta natural. (8)

Esta dieta se define por sí sola de acuerdocon el medio ambiente local, y las diver-sas necesidades y la constitución corpo-ral de cada uno.

LA DIETA POR PRINCIPIO

Todos deberían ser conscientes que lanaturaleza está siempre completa, equili-brada en perfecta armonía en sí misma.El alimento natural es integral y dentrodel todo están la nutrición y los saboressutiles.

Parece ser que aplicando el sistemade yin y yang, la gente puede explicar elorigen del universo y las transformacio-nes de la naturaleza. También parece serque la armonía del cuerpo humano puededeterminarse y sostenerse conscientemen-te. Pero si se profundizan demasiado lasdoctrinas (como lo requiere la medicinaoccidental), uno penetra en el ámbito dela ciencia y no puede escapar esencialmen-te de la percepción discriminativa.

Barrido por las sutilezas del cono-cimiento humano sin reconocer sus lími-tes, el practicante de la dieta por princi-pio llega a preocuparse sólo por objetosseparados. Pero cuando trata de compren-der el significado de la naturaleza con unavisión amplia y extensa desconoce las pe-queñas cosas que ocurren a sus pies.

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tonces hasta ahora. Visto de afuera, nadiees más mediocre que yo y nada ha sidoextraordinario acerca de mi vida. Pero laseguridad de que sé esta cosa no ha cam-biado desde aquel tiempo. He pasado 30años, 40 años, probando para ver si esta-ba o no equivocado, reflexionando mien-tras andaba, pero ni una vez encontré evi-dencia que se opusiera a mi convicción.

El hecho de que de por sí esta reali-zación tiene gran valor no significa queesté imbuido de algún gran valor. Sigosiendo un hombre simple, sólo un viejocuervo, por así decir. Para el observadorcasual podré parecer humilde o arrogan-te. Les digo a los jóvenes que están en mihuerto, una y otra vez, que no traten deimitarme, y realmente me enojo cuandoalguno no toma este consejo de corazón.Les pido sencillamente que vivan en lanaturaleza y que se apliquen a sus tareascotidianas. No, no soy especial, pero loque he atisbado es muy importante.

RETORNO AL CAMPO

Al día siguiente de esta experien-cia, 16 de mayo, me presenté a mi trabajopara ofrecer mi renuncia en el momento.Mis superiores y amigos estaban asom-brados. No sabían qué pensar. Me hicie-ron una fiesta de despedida en un restau-rante sobre los muelles, pero la atmósferaera un tanto peculiar. Este joven que has-ta el día anterior se había llevado bien contodos, que no parecía particularmente in-satisfecho con su tarea y que, por el con-trario, se había dedicado de todo corazóna sus investigaciones, había anunciado re-

pentinamente que renunciaba. Y allí esta-ba yo, riéndome de pura felicidad.

En tal momento me dirigí a todosde esta manera:»De este lado está el mue-lle. Del otro lado está el Dique 4. Si pien-san Uds. que de este lado hay vida, enton-ces la muerte está del otro lado. Si deseandescartar el concepto de la muerte, enton-ces deben descartar la noción que de estelado hay vida. La vida y la muerte sonuna».

Cuando dije esto, todos se preocu-paron aún más por mí:»¿Qué es lo que estádiciendo? Está loco», debían haber pen-sado. Todos se despidieron con carasamargas. Fui el único que salió con pasorápido y animoso.

Por ese tiempo, mi compañero decuarto estaba extremadamente preocupa-do por mí y sugirió que me tomara un des-canso, quizá en la península de Boso. Asíque me fui. Me hubiese ido a cualquierlado si me lo hubieran pedido. Me subí aun ómnibus y viajé por muchas millas con-templando la pauta jaquelada de los cam-pos y las pequeñas aldeas a lo largo de laautopista. En una parada vi un cartel quedecía «Utopía» y allí descendí y me pusea buscarla.

Sobre la costa había una pequeñaposada y subiendo el acantilado descubríun lugar con una vista verdaderamentehermosa. Pasé varios días en la posadadormitando entre las altas hierbas mien-tras contemplaba el mar. Podrán haber pa-sado varios días, una semana, un mes, perode todas formas pasé allí un tiempo. A me-dida que transcurrían los días, fue dismi-nuyendo mi regocijo, y empecé a reflexio-

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occidental, con sus complicadas teorías ycálculos, podría no dar lugar a dudas so-bre una dieta adecuada. El hecho es quecrea mucho más problemas que los queresuelve.

Un problema es que en la ciencianutricional de Occidente, no hay esfuerzopor ajustar la dieta al ciclo natural. La dietaque resulta sirve para aislar al ser huma-no de la naturaleza. A menudo el resulta-do infortunado es un temor de la natura-leza y una sensación general de inseguri-dad.

Otro problema es que se olvidancompletamente los valores espirituales yemocionales, aún cuando los alimentosestán directamente vinculados con el es-píritu y emociones humanos. Si el ser hu-mano es meramente considerado como unobjeto fisiológico, es imposible produciruna comprensión coherente de la dieta.Cuando se coleccionan alimentos fraccio-nados en forma confusa, el resultado esuna dieta imperfecta que se aparta de lanaturaleza.

”Dentro de una cosa se encuentrantodas las cosas, pero si se juntan todas lascosas, no podrá surgir una sola”. La cien-cia moderna no puede comprender esteprecepto de la filosofía oriental . Una per-sona puede analizar e investigar una ma-riposa todo lo que quiera, pero no la pue-de fabricar.

¿Si la dieta científica occidental fue-ra puesta en práctica a gran escala, quétipo de problemas prácticos supondríamosque ocurrirían? Debería haber a manodurante todo el año carne roja de gran ca-lidad, huevos, leche, verduras, pan y otrosalimentos. Sería necesaria una gran pro-

ducción y un prolongado almacenamien-to a gran escala. Ya ahora en el Japón, laadopción de esta dieta ha forzado al agri-cultor a producir verdura de verano comolechuga, pepino, berenjena y tomate, eninvierno. No pasará mucho tiempo antesque se le pida al fruticultor que cosechecaqui en primavera y durazno en otoño.

Es poco razonable suponer que unadieta saludable y equilibrada puedaalcanzarse simplemente suministrandouna gran variedad de alimentos fuera deestación. Comparados con las plantas quemaduran naturalmente, la verdura y frutacultivadas fuera de estación bajo condi-ciones necesariamente artificiales contie-nen pocas vitaminas y minerales. No essorprendente que a la verdura de veranocultivada en otoño o invierno le falte elsabor y la fragancia de la que se ha criadobajo el sol con métodos orgánicos y natu-rales.

Los análisis químicos, las tasasnutricionales y otras consideraciones si-milares son las principales causas de error.La alimentación prescripta por la cienciamoderna está lejos de la dieta tradicionalde Oriente y socavando la salud del pue-blo japonés.

RESUMIENDO LA DIETA

En este mundo existen cuatro cla-sificaciones principales de la dieta:

1) Una dieta relajada, conformada alos deseos habituales y preferencias degustos. La gente observando esta dieta secolumpia hacia un lado a otroerráticamente en respuesta a los caprichosy preferencias. La podríamos llamar dieta

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nar sobre lo que había pasado. Podríamosdecir que finalmente retorné a mí mismo.

Me fui a Tokio y allá quedé un tiem-po, pasando los días caminando en el par-que, deteniendo a la gente en la calle,interpelándola, durmiendo aquí y allá. Miamigo estaba preocupado y vino a vercómo estaba.«¿No estarás vi-viendo en algúnmundo soñado, al-gún mundo de ilu-sión?» preguntó.«No», repliqué,«tú eres el que viveen el mundo deilusión». Ambospensábamos tenerrazón. Cuando miamigo se despidió,le contesté de estamanera:»No digasadiós. La despedida es sólo una separa-ción». Mi amigo pareció abandonar todaesperanza.

Dejé Tokio y pasando a través delárea de Osaka, Kobe y Kioto, llegué alsur a Kyushu. Me estaba divirtiendo,ambulando de un lado a otro impulsadopor la brisa. Desafié a muchos con mi con-vicción de que todo es insignificante y sinvalor, que todo retorna a la nada.

Pero esto era demasiado, o dema-siado poco, para que lo concibiera el mun-do cotidiano. No había comu-nicación alguna. Lo único que se me ocu-rría sobre este concepto de no-utilidad erasu gran beneficio para el mundo, y en par-ticular, para el mundo actual que está mo-

viéndose tan rápidamente en la direcciónopuesta. Me encontraba vagando con laintención de difundir la palabra a travésde todo el país. El resultado fue que allídonde pasaba me desconocían y tratabancomo un excéntrico. De manera que re-torné a la granja de mi padre.

Mi padreestaba cultivandotanjerinas en esaépoca y me ubiquéen una choza en lamontaña, empe-zando a vivir unavida muy simple yprimitiva. Penséque si aquí, culti-vando citrus y ce-reales, pudiera de-mostrar mi reali-zación, el mundoreconocería su

verdad. ¿En vez de ofrecer cien explica-ciones, no sería mejor practicar mi filoso-fía? Mi método agrícola de «no hacer»(*).Esto pasaba en el año 13 del reino del pre-sente emperador (1938).

Me instalé en la montaña y todo an-duvo bien hasta cuando mi padre puso ami cargo los ricos frutales del huerto. Elya había podado las plantas en forma de«tazas de sake» para que el fruto pudieracosecharse fácilmente. Cuando los dejé enese estado, el resultado fue que las ramasse interpusieron, los insectos atacaron los

«Durante 30 años viví sólo con mi agricultura...»

* Con esta expresión, el Sr. Fukuoka concita la atención

sobre la aparente facilidad de su método. Esta forma de cul-tivar requiere mucho trabajo en especial durante la cosecha,pero mucho menos que con otros métodos.

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lujo, han producido alimentos inútiles, yahora el apetito ha quedado insatisfecho.

Los mejores métodos de conserva-ción son los que preservan los delicadossabores de la naturaleza. La sabiduría co-tidiana de antaño permitía elaborar variostipos de pickles de verdura, de manzanasecada al sol, pickles con sal, pickles desalvado y pickles de miso, de manera quese conservara el gusto característico delvegetal.

El arte de cocinar comienza con lasal de mar y un fuego chisporroteante.Cuando la comida es preparada por al-guien sensible a los fundamentos de lacocina, mantiene su sabor natural. Si lacocción de un alimento le da un saborextraño y exótico, y si el propósito de estecambio es meramente deleitar el paladar,esta es una cocina falsa.

Se piensa usualmente que la cultu-ra es algo creado, mantenido y desarro-llado sólo por los esfuerzos de la Huma-nidad. Pero la cultura siempre se originaen la asociación del Hombre y la natura-leza. Cuando se realiza la unión de la so-ciedad humana con la naturaleza, la cul-tura toma su propia forma, pues siemprese ha vinculado estrechamente con la vidacotidiana y así fue pasada a las genera-ciones futuras y preservada hasta el tiem-po presente.

Una cultura nacida del orgullo hu-mano y la búsqueda del placer no pue-de ser considerada una verdadera cul-tura. Esta nace dentro de la naturaleza,y es simple, humilde y pura. Faltandola verdadera cultura, la gente perecerá.

Cuando la gente rechazó el ali-mento natural y, en vez, adoptó el ali-

mento refinado, la sociedad tomó la sen-da de su propia destrucción. Esto es de-bido a que tal alimentación no es pro-ducto de la verdadera cultura. El alimen-to es vida, y la vida no debe alejarse dela naturaleza.

VIVIENDO SOLO DE PAN

No hay nada mejor que comer ali-mentos deliciosos, pero para la mayor par-te de la gente, comer no es más que nutrirel cuerpo, tener energía para trabajar ypara vivir hasta una edad avanzada. Amenudo las madres aconsejan a los hijosque coman todo el plato – aunque no lesguste su sabor - porque es “bueno” paraellos.

No hace mucho tiempo, en estazona la comida diaria del campesino con-sistía de arroz y cebada con miso y picklesde verdura. Esta dieta otorgaba una largavida, una constitución fuerte y buena sa-lud. El guiso de verduras y el arroz conporoto rojo al vapor era una fiesta men-sual. El cuerpo fuerte y robusto del cam-pesino podía nutrirse muy bien con estasimple dieta de arroz.

La tradicional dieta de arroz inte-gral y verduras del Este es muy diferentea la de la mayor parte de las sociedadesoccidentales. La ciencia nutricional delOeste considera que a menos que se in-cluyan cada día ciertas cantidades de al-midón, grasa, proteína, minerales y vita-minas, no puede preservarse una dieta bienequilibrada y una buena salud. Esta creen-cia produjo la madre que atiborra alimen-tos “nutritivos” en la boca del pequeño.

Podríamos suponer que la dietética

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frutales y el huerto entero se marchitó enpoco tiempo.

Estaba convencido que las cosechascrecían por sí solas sin necesitar cultivo.Había actuado con la creencia de que tododebiera dejarse tomar su curso natural,pero descubrí que si uno aplica de golpeesta forma de pensar, en poco tiempo lascosas no van tan bien. Esto es abandono,no «agricultura natural».

Mi padre estaba furioso. Me dijoque debía redisciplinarme, quizá buscarun trabajo en algún lado y luego retornarcuando me hubiera restablecido. En esetiempo mi padre era el principal de la al-dea, y para los demás miembros de la co-munidad era duro relacionarse con su ex-céntrico hijo, que obviamente no andabacon el resto del mundo, viviendo comolo hacía en lo alto de la montaña. Ade-más, me disgustaba la perspectiva del ser-vicio militar, y como la guerra se volvíamás y más violenta, decidí humildemen-te acatar los deseos paternos y tomar untrabajo.

En esa época había pocos especia-listas técnicos. La Estación de Pruebas dela Prefectura de Kochi supo de mí y meofrecieron el puesto de investigador Prin-cipal de Enfermedades y Control de In-sectos. Me impuse bajo la bondad de laPrefectura de Kochi durante casi 8 años.En la Estación de Pruebas me convertí enel supervisor de la división de agriculturacientífica e investigué el aumento de laproductividad alimentaria en tiempo deguerra. Pero, en realidad, durante esosocho años me lo pasé ponderando la rela-ción entre la agricultura científica y la na-

tural. La agricultura química, que utilizalos productos de la inteligencia humana,era considerada superior. La interroganteque siempre subsistía en mi subconscien-te era si la agricultura natural podía en-frentarse o no a la ciencia moderna.

Cuando terminó la guerra, sentí unabrisa fresca de libertad y con un suspirode alivio retorné a mi aldea natal parareiniciar la agricultura.

HACIA UNA AGRICULTURA DE«NO HACER»

Durante treinta años viví solo con miagricultura y con poco contacto con elmundo fuera de mi comunidad. Duranteesos años me dirigía en línea recta al mé-todo de agricultura de «no hacer».

La forma usual de encarar el desarro-llo de un método es preguntarse:»¿Por quéno probar esto?» o «Probemos aquello»,adoptando una variedad de técnicas unatras otra. Esto es agricultura moderna ysólo resulta en tener más ocupado al cam-pesino.

Mi forma de ser era opuesta. Yo apun-taba a una agricultura placentera y natu-ral (*), que resulta en facilitar el trabajoen vez de complicarlo. «¿Qué tal no ha-ciendo esto?» - ésta era mi forma de pen-sar y al final llegué a la conclusión de queno había necesidad de arar, ninguna de fer-tilizar, ninguna de preparar compost, nin-guna de usar insecticida. Cuando se llega

* Cultivar lo más simplemente posible dentro y encooperación con el medio ambiente natural, en vez delenfoque modrno de aplicar técnicas crecientementecomplejas para rehacer enteramente la naturaleza para elbeneficio humano.

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arroz. Se refina y procesa el cereal inte-gral, dejando sólo el insulso almidón. Alarroz pulido le falta la especial fraganciay sabor del arroz integral. En consecuen-cia, necesita ser condimentado acompa-ñándolo con platos secundarios o cubier-to con salsas. La mayor parte de la gentecree, erróneamente, que no importa queel valor alimenticio del arroz blanco seabajo siempre que se agreguen suplemen-tos vitamínicos y otros alimentos como lacarne o pescado a los nutrientes faltantes.

Los alimentossabrosos no lo son depor sí. El alimento noes delicioso a menosque la gente pienseque lo es. Aunque lamayor parte de lagente considere quela carne de vaca y elpescado sean delec-tables, para una per-sona que, por razonesfísicas o espirituales,ha decidido que ledesagradan, son re-pulsivos.

Con sólo jugaro estarse quietos los niños son felices. Peropor otro lado, un adulto discrimi-nador de-cide lo que le dará felicidad y cumplidasesas condiciones se siente satisfecho. Losalimentos le saben bien no necesariamentepor poseer los sabores sutiles de la natu-raleza y por ser nutritivos, sino porque sugusto ha sido condicionado a la idea deque saben bien.

Los tallarines de trigo son delicio-sos, pero un plato de pastas al instante su-

ministradas por una máquina es absoluta-mente insulso. Pero si la propaganda des-plaza la idea de que saben mal, de algunaforma a muchos esas pastas insulsas lesparecerán sabrosas.

Hay cuentos de gente que engaña-da por un zorro comió bosta de caballo.No hay por qué reirse. Hoy la gente comecon la mente, no con su cuerpo. A mu-chos no les importa si en su comida hayglutamato mono-sódico, porque sólo gus-tan con la punta de la lengua, y por eso es

fácilmente enga-ñada.

Al princi-pio la gente comíasimplemente por-que así vivía y por-que la comida erasabrosa. La gentemoderna ha llega-do a creer que si noprepara los ali-mentos con condi-mentos complica-dos carecerán degusto. Si uno notrata de prepararcomidas delicio-

sas, descubrirá que la naturaleza lo ha lo-grado.

La primera consideración deberíaser vivir de tal manera que todo lo selec-cionado tenga buen gusto, pero en vez, hoytodo el esfuerzo tiende a agregar sabores.La ironía es que los alimentos deliciososcasi han desaparecido.

La gente trató de elaborar un pandelicioso, y desapareció el pan delicioso.Al tratar de preparar ricos alimentos de

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al fondo de las cosas son pocas las prácti-cas agrícolas realmente necesarias.

La razón por la cual las técnicasmejoradas del Hombre parecen necesariases debido a que el equilibrio natural hasido tan malamente alterado por esas mis-mas técnicas que la tierra se ha vuelto de-pendiente de éstas.

Esta línea de pensamiento no sólo seaplica a la agricultura, sino también aotros aspectos de la sociedad humana.Los médicos y la medicina se vuelvennecesarios cuando la gente crea un me-dio ambiente enfermizo. La enseñanzaformal no tiene valor intrínseco, perose vuelve necesaria cuando la Humani-dad crea una condición en la cual unoprecisa ser «educado» para arreglárse-las.

Antes de terminar la guerra, cuan-do subí al huerto de citrus para practicarlo que entonces consideraba fuera agricul-tura natural, no podé y dejé que el huertocreciera por sí solo. Las ramas seentrecruzaron, los frutales fueron ataca-dos por insectos y casi 20 áreas demandarinos se marchitaron y murieron.Desde ese tiempo siempre tuve en mentela siguiente interrogante: ¿Cuál es la pau-ta natural? En el proceso de llegar a unarespuesta arrasé con 400 frutales. Final-mente sentí que podía decir con certe-za: «esta es la pauta natural».

Hasta el punto en el cual los árbo-les se desvían de su forma natural, se vuel-ve necesario podar y exterminar los in-sectos; hasta el punto cuando la sociedadhumana se separa de una vida en armoníacon la naturaleza, se vuelve necesaria la

enseñanza formal. En la naturaleza la en-señanza formal no ocupa función.

En la crianza del niño, muchos pro-genitores producen el mismo error quecometí yo al principio con el huerto. Porejemplo, enseñar música a un niño es taninnecesario como podar los frutales. Eloído del niño atrapa la música. El mur-mullo de un río, el croar de las ranas a lavera del agua, el crujido de las hojas en elbosque, todos esos sonidos son música -verdadera música. Pero cuando una va-riedad de ruidos perturbadores penetra yconfunde el oído del niño, degenera supura y directa apreciación de la música.Si se lo deja continuar por ese sendero, elniño no podrá percibir el llamado del aveo el sonido del viento como canciones. Esoes porque se piensa que la educación mu-sical es beneficiosa para el desarrollo delniño.

El niño criado con un oído puro yclaro podrá no tocar los temas popularesen el violín o el piano, pero no pienso queesto tenga nada que ver con su capacidadpara captar la verdadera música o paracantar. Sólo cuando su corazón está hen-chido de canto, se puede decir que el niñotiene talento musical.

Casi todo el mundo piensa que la«naturaleza» es una buena cosa, pero po-cos son los que distinguen entre lo natu-ral y lo artificial.

Con sólo cortar con tijera un brotenuevo de un frutal, podremos causar undesorden inevitable. Al cultivar según laforma natural, las ramas se difundenalternadamente desde el tronco y las ho-jas reciben la luz solar uniformemente. Si

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cambiar, la inmóvil mente original nocambia. Cuando uno se infatúa con lossiete colores, la mente se distrae fácilmen-te. Se perciben los colores de las hojas,ramas y frutas, mientras que pasan des-apercibidas las bases del color.

Esto también vale con el alimento.En este mundo hay varias sustancias na-turales adecuadas como alimento huma-no. La mente distingue estos alimentospensando que tienen malas y buenas cua-lidades. Entonces la gente seleccionaconscientemente lo que piensa debe tener.Este proceso de selección impide el reco-nocimiento de la base de la nutrición hu-mana, que es lo que el Cielo prescribe encada lugar y estación.

Los colores de la naturaleza, comopimpollos de hortensia, cambian fácilmen-te. El cuerpo de la naturaleza es una trans-formación permanente. Así como se la lla-ma movimiento infinito, también puedeconsiderarse un no-movimiento infinito.Cuando en la selección del alimento seaplica la razón, se traba nuestro discerni-miento de la naturaleza, desconociéndo-se sus transformaciones, tales como loscambios estacionales.

El propósito de la dieta natural noes el de crear gente sabia que pueda darexplicaciones saludables y seleccionarhábilmente entre los varios alimentos, sinocrear gente despreocupada que consumealimentos sin distinguirlos consciente-mente. Esto no va contra la forma de lanaturaleza. La dieta adecuada se inicia rea-lizando la “no-mente” sin perderse en lassutilezas de forma, aceptando el color delo incoloro como color.

SABOR

La gente dice:”Uno no conoce el sa-bor de un alimento hasta haberlo proba-do”. Pero aún cuando uno lo prueba, elsabor de un alimento puede variar, depen-diendo del tiempo y circunstancia y de ladisposición de quien está saboreando.

Si le preguntamos a un científicocuál es la substancia de un sabor, trataráde definirla aislando los diversos compo-nentes y determinando las proporcionesde lo dulce, agrio, amargo, salado y pi-cante. Pero el sabor no puede definirseanalíticamente, ni siquiera con la puntade la lengua. Aún cuando la lengua perci-ba los cinco sabores, sus impresiones sonrecogidas e interpretadas por la mente.

Una persona natural puede alcan-zar una dieta correcta porque su instintofunciona en un orden adecuado.Le satis-face un alimento simple, es nutritivo, tie-ne buen sabor y es una medicina diariaútil. Se han unido el alimento y el espírituhumano.

La gente moderna ha extraviado suinstinto claro, y en consecuencia, ha per-dido la facultad de recoger y compartir lassiete hierbas de la primavera. Sale en bus-ca de una variedad de sabores. Se desor-ganiza su dieta, se amplía la brecha entresus gustos y disgustos y crece la perpleji-dad de su instinto. En este punto, la genteempieza a aplicar fuertes condimentos alo que come y a usar una técnica culinariaesmerada, profundizando adicionalmentela confusión. Se ha separado el alimentodel espíritu humano.

Hoy la mayor parte de la gente has-ta se ha llegado a separar del sabor del

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se interrumpe esa secuencia, las ramas en-tran en conflicto, se apoyan entre sí y seenmarañan y en los lugares donde no pue-de penetrar el sol las hojas se marchitan.Se desarrollan plagas. Si el árbol no espodado al año siguiente, aparecerán másramas marchitas.

Con su manoseo, el ser humano creaerrores, no repara el perjuicio y cuando seacumulan resultados adversos, trabajabriosamente para corregirlos. Cuando lasacciones correctivas parecen ser exitosas,considera que estas medidas son logrosespléndidos. La gente hace esto una y otravez. Es como si un tonto saltara sobre lastejas de su casa y las rompiera. Luego em-pieza a llover, se pudre el cielorraso y eltonto se precipita al techo para reparar eldaño, alegrándose finalmente porque ob-tuvo una solución milagrosa.

Lo mismo ocurre con el científico.Se pasa los días y las noches auscultandolos libros, forzando los ojos y volviéndo-se corto de vista, y si uno se pregunta quédemonios ha estado estudiando todo eltiempo - está inventando lentes para co-rregir la miopía.

RETORNO A LA FUENTE

Apoyado en el largo mango de miguadaña, tomo una pausa en mi labor enel huerto y recorro con la mirada las mon-tañas y la aldea más abajo. Me preguntocómo es que las filosofías de la gente gi-ran con mayor rapidez que las cambian-tes estaciones.

El sendero que he recorrido, la for-ma natural de la agricultura, que a la ma-

yor parte de la gente parece extraña, fueinterpretada en primer término como unareacción contra el avance y desarrollo ato-londrado de la ciencia. Pero todo lo quehe estado haciendo, cultivando aquí en micampo, es tratar de demostrar que la Hu-manidad nada sabe. Debido a que el mun-do se está moviendo con tal furiosa ener-gía en la dirección opuesta, podrá parecerque ya haya caído en un retroceso, peroconsidero firmemente que el sendero quehe estado recorriendo es el más sensato.

Durante los últimos pocos años hacrecido considerablemente el número depersonas interesadas en la agricultura na-tural. Parece haberse alcanzado el límitedel desarrollo científico, y ahora llegan losrecelos, y el tiempo de una reevaluación.Lo que se consideraba primitivo y retró-grado, inesperadamente, ahora se percibecomo mucho más avanzado que la cien-cia moderna. Esto podrá parecer extrañoal principio, pero yo no lo encuentro nadaextraño.

Discutí esto recientemente con elprofesor Linuma de la Universidad deKioto. Hace mil años, en Japón se practi-caba la agricultura sin arar, y sólo fue hastala Era Tokugawa, hace 300 - 400 años,cuando se introdujeron los cultivos conarados superficiales. Las aradas profun-das vinieron al Japón con la agriculturaoccidental. Yo le dije al profesor que paraatender los problemas del futuro, la próxi-ma generación rotornaría al método de«no-cultivación».

Obtener cosechas en un campo noarado podría parecer al principio como unaregresión a la agricultura primitiva, pero

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esa gran fiesta. Para esa celebración, des-de hace siglos se sirven el salmón salado,las huevas de arenque, el besugo rojo, lalangosta de mar, el kelp y el poroto negro.

Durante la estación invernal noscomplacemos desenterrando los rábanos ynabos que se han dejado cubiertos por unmanto de tierra y nieve. Los granos y di-versos porotos cultivados durante el año,el miso y el shoyu son alimentos, de baseque siempre tenemos a mano. Junto con elrepollo, el rábano, el zapallo y el boniatoalmacenados en el otoño, hay una varie-dad de alimentos para los fríos meses deinvierno. El puerro y la chirivía van biencon el delicado sabor de la ostra y el pepi-no de mar que entonces pueden recogerse.

Mientras esperamos que llegue laprimavera, contemplamos brotar a travésde la nieve el tusílago y las hojas comes-tibles del geranio trepador. Con el retornodel berro, la bolsa de pastor, la pamplinay las demás hierbas silvestres puede reco-gerse un huerto de verduras naturales deprimavera creciendo bajo el ventanal dela cocina.

De esta manera, observando una hu-milde dieta, recogiendo los alimentos dediversas estaciones y que están a mano,saboreando su saludable y nutritivo gus-to, el campesino acepta lo que provee lanaturaleza.

El campesino conoce el deliciososabor de sus comidas, pero no puede sa-borear el misterioso gusto de la naturale-za. No, no es así; en verdad lo gusta, aun-que no sabe expresarlo con palabras.

La dieta natural yace allí mismo, anuestros pies.

LA CULTURA DELALIMENTO

Cuando nos preguntan por qué co-memos, pocos son los que piensan másallá del hecho que el alimento es necesa-rio para soportar la vida el crecimiento delcuerpo humano. Pero además existe unacuestión más profunda que la relación delalimento con el espíritu humano. Para elanimal, es suficiente comer, jugar y dor-mir. También para el ser humano sería ungran logro poder gozar una comida nutri-tiva, un simple paseo cotidiano y un sue-ño reparador.

Dijo el Buda:” La forma es vacío yel vacío es forma”. Como en la termino-logía budista “forma” indica materia, o co-sas, y vacío la mente, él decía que materiay mente son lo mismo. Las cosas tienendiferentes colores, formas y sabores, y lamente de las personas vuela de un lado aotro, atraída por las varias cualidades delas cosas. Pero, en realidad, materia ymente son uno.

COLOR

En el mundo hay siete colores bási-cos. Pero si se los combina, se vuelvenblanco. Descompuesta por el prisma, laluz blanca se convierte en siete colores.Cuando el Hombre contempla el mundocon la “no-mente” se desvanece el coloren el color. Sólo vistos con la mente desiete colores de la discriminación apare-cen los siete colores.

El agua pasa por incontables cam-bios pero sigue siendo agua. De igual ma-nera, aunque la mente consciente parece

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a través de los años, este método ha sidodemostrado en laboratorios universitariosy centros analíticos agrícolas en todo elpaís, como siendo el más sencillo, eficien-te y actualizado de todos. Aunque esa for-ma de cultivar repudia a la ciencia mo-derna, ahora se ha colocado en la primerafila del desarrollo agrícola.

Hace veinte años presenté esa «su-cesión de no cultivo directo de cereal deinvierno/arroz» en publicaciones agríco-las. Desde entonces apareció a menudo enletras de imprenta y fue introducida al pú-blico en programas de radio y televisiónen muchas ocasiones, aunque nadie le diomucha trascendencia.

Ahora, de pronto, es una historiacompletamente diferente. Podríamos de-cir que la agricultura natural se ha con-vertido en una moda. Periodistas, profe-sores e investigadores técnicos se atropanpara visitar mis sembrados y las chozassobre la montaña.

Diferentes personas lo ven desde di-ferentes puntos de vista, sacan sus propiasconclusiones y se van. Uno lo ve comoprimitivo, otro como retrógrado, otro loconsidera como el pináculo del logro agrí-cola y un cuarto lo proclama como la sal-vación del futuro. En general, la gente sólose preocupa de determinar este tipo deagricultura como un avance hacia el futu-ro o un restablecimiento del pasado. Po-cos son los que perciben correctamenteque la agricultura natural surge del ina-movible e incambiable centro del desa-rrollo agrícola.

Hasta el punto que la gente se sepa-ra de la naturaleza, gira más y más lejos

del centro. Al mismo tiempo, se reafirmael efecto centrípeto, surgiendo el deseo deretornar a la naturaleza. Pero si la gentequeda meramente atrapada en reaccionar,moviéndose hacia la izquierda o la dere-cha, dependiendo de las condiciones, elresultado es sólo mayor actividad. De estaforma se sobrepasa e ignora el pundo ina-movible de origen, que yace fuera del ám-bito de la relatividad. Considero que aúnlas actividades de «retornar a la naturale-za» y contra la contaminación, por másloable que sean, no se están moviendohacia una solución genuina si se llevan acabo sólo como reacción contra el desa-rrollo excesivo de la era actual.

La naturaleza no cambia, aunqueinvariablemente la forma de reconocer-la cambia de una era a otra. Sin impor-tar la era, la agricultura natural existepermanentemente como el manantial dela agricultura.

UNA RAZON POR LA CUALNO SE HA DIFUNDO

LA AGRICULTURA NATURAL

A través de los pasados 20 - 30años, este método para cultivar arroz ycereal de invierno ha sido probado en unamplio alcance de climas y condicionesnaturales. Casi cada una de las prefectu-ras de Japón ha analizado los rindes com-parativos «del no-cultivo con siembra di-recta» con los cultivos con arrozalesinundados y el cultivo usual por hilerasdel centeno y la cebada. Estos análisisno han producido evidencias que contra-digan la aplicabilidad universal de la agri-

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condimento. En la costa marítima, las al-gas como el kelp, el nori y el fuco sondeliciosas y abundantes en los meses pri-maverales.

Cuando salen los brotes de bambú,el bacalao de roca, el besugo y el roncorayado están en su punto más delicioso.La estación del iris en flor es celebradacon el sashimi de caballa y anguileta demar. La arveja y los porotos en general,son deliciosos comidos recién cosechadoso hervidos con cereales integrales (arrozintegral, trigo o cebada).

Hacia el final de la estación lluvio-sa (6) se salan las ume (un tipo de damas-co) y pueden recogerse abundantes canti-dades de fresas y frambuesas. Durante elverano es natural que el organismo em-piece a desear el sabor tonificante de lachirivía junto con frutas acuosas como elníspero, damasco y durazno. La pulpa delníspero no es lo único que se come. Sepuede tostar y moler la semilla para hacerun “café”, y sus hojas permiten hacer unté medicinal entre los mejores. Las hojasmaduras del duraznero y del caqui produ-cen un tónico para la longevidad.

Bajo el brillante sol de pleno vera-no, el pasatiempo favorito es comer elmelón y la miel a la sombra de los árbo-les. Y numerosas verduras de estío, talescomo la zanahoria, la espinaca, rábano ypepino, maduran y se cosechan. Asimis-mo el cuerpo necesita un poco de aceitevegetal o de sésamo para sacudirse la pe-reza del verano.

Podemos llamarlo misterioso, si esque lo es, cuando el cereal de inviernocosechado en primavera se acomoda con

el reducido apetito que experimentamosen verano, y por eso preparamos a menu-do pastas de cebada estivales de varios ti-pos y formas. Se cosecha el sarraceno du-rante el verano. Es una antigua planta sil-vestre y un alimento que corresponde a laestación (7).

Principios de otoño es una estaciónfeliz, con la soja y el pequeño azuki, mu-chas frutas, verduras y varios granos ama-rillos madurando todos al mismo tiempo.En el Japón comemos tortas de mijo du-rante las celebraciones que incluyen con-templar la luna de otoño. Se sirve el poro-to de soja sancochado junto con ñame. Amedida que avanza el otoño, se come amenudo el choclo, el arroz al vapor con elporoto rojo, el hongo matsutake o la cas-taña. Lo más importante, el arroz que haabsorbido los rayos solares durante todoel verano madura en otoño. Esto significaque un alimento de base puede obtenerseen cantidad, rico en calorías para los me-ses fríos.

Al llegar las primeras heladas, unosiente deseos de acercarse al puesto depescado hervido. El pescado azul de aguasprofundas como el atún puede pescarsedurante esa estación. Es interesante des-tacar que simultáneamente abunda eldaikon y las verduras de hoja, que van biencon el pescado.

La cocina de Año Nuevo, que en Ja-pón corresponde a principios de invierno,se prepara principalmente con los picklessalados y preparados especialmente para6-En la mayor parte de Japón, desde junio a mediados deJulio.7-Nota trad.: en macrobiótica se recomienda al sarraceno(yang) para consumir en invierno (yin)

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28 MASANOBU FUKUOKA

cultura natural.De manera que uno puede pregun-

tarse por qué razón esta verdad no se hadifundido. Pienso que una de las razoneses que el mundo se ha vuelto tan especia-lizado como para imposibilitar que la gen-te tenga una visión global de las cosas.Por ejemplo, un experto en prevención deplagas vino del Centro de Pruebas de laPrefectura de Kochi, para inquirir por quéen mi granja hay tan poca plaga de lan-gosta en el arroz, aunque no uso insectici-da. Luego de investigar la región, el equi-librio entre los insectos y sus enemigosnaturales, la tasa de propagación de ara-ñas y así sucesivamente, se descubrió quela langosta estaba tan escasa en mis cam-pos como en los del Centro, que se pulve-rizaban constantemente con una variedadde productos químicos mortales.

También se sorprendió el profesoral encontrar que mientras los insectos da-ñinos eran pocos, sus predatores natura-les eran mucho más numerosos en mi tie-rra que en las tierras pulverizadas. Enton-ces cayó en la cuenta de que mis tierras semantenían en ese estado por medio de unequilibrio natural establecido entre las di-versas comunidades de insectos. Recono-ció que si mi método fuera adoptado ge-neralmente, el problema de devastaciónde cosechas por la langosta estaría resuel-to. Luego se metió en su auto y retornó aKochi.

Pero si el lector quiere saber si hanvenido a verme los especialistas de loscentros analíticos de fertilidad del suelo ode cosechas, la respuesta es no, no lo hanhecho. Y si el lector sugiriera en una con-

ferencia o reunión que este método, o másbien este no-método, sea probado a granescala, adivino que replicaría la prefectu-ra o la estación de investigaciones: «Losentimos, pero es demasiado tempranopara eso. Antes debemos llevar a cabo ladebida investigación desde cualquier án-gulo posible y luego dar una aprobaciónfinal». Llegar a una conclusión final to-maría años.

Este tipo de cosas ocurre todo eltiempo. A esta granja han venido espe-cialistas y técnicos de todas partes de Ja-pón. Viendo los campos desde el puntode vista de su propia especialidad, cadauno de estos investigadores las encontrópor lo menos satisfactorias, si no notables.Pero en los cinco o seis años desde que elprofesor de la estación de investigacionesvino a visitarme, hubo pocos cambios enla Prefectura de Kochi. Este año el depar-tamento de agricultura de la Universidadde Kinki ha designado un equipo para unproyecto de agricultura natural, donde losestudiantes de varios departamentos dife-rentes vendrán aquí para llevar a cabo in-vestigaciones. Este enfoque podrá ser unpaso más, pero tengo el sentimiento de queel próximo movimiento sea dos pasos endirección opuesta.

A menudo comentan los auto-titu-lados expertos: «La idea básica del méto-do está bien, ¿pero no sería más conve-niente usar cosechadoras?» o «¿No seríamayor el rendimiento si se usara fertili-zante o pesticidas en ciertos casos o enciertas épocas?».

Siempre están los que tratan demezclar la agricultura natural con la agri-

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 29

cultura científica. Pero esta forma depensar se pierde completamente elpunto principal. El agricultor que sedesplaza hacia un compromiso, ya nopuede criticar la ciencia al nivel fun-damental.

La agricultura natural es mansay fácil e indica un retorno a la fuentede la agricultura. Un sólo paso fuerade la fuente sólo puede llevarnos pormal camino.

LA HUMANIDAD NO CONOCELA NATURALEZA

Ultimamente he estado pensandoque debemos alcanzar el punto en el cualcientíficos, políticos, artistas, filósofos,religiosos y todos aquellos que trabajanen los campos deberían reunirse aquí,contemplar estos campos y hablar entresí. Pienso que éste es el tipo de cosas quedebe ocurrir si es que la gente tenga oca-sión de ver más allá de sus especialida-des.

Los científicos piensan que puedencomprender la naturaleza. Esta es su po-sición. Como están convencidos de quepueden hacerlo, están comprometidos ainvestigar la naturaleza y a utilizar sus des-cubrimientos. Pero yo pienso que unacomprensión de la naturaleza se encuen-tra mucho más allá del alcance de la inte-ligencia humana.

A menudo les digo a los jóvenes enlas chozas de la montaña, que han venidoaquí a ayudar y aprender la agricultura na-tural, que cualquiera puede ver los árbo-les sobre la montaña. Pueden ver el ver-

dor de las hojas; pueden ver las plantas dearroz. Piensan que saben lo que es el ver-de. Noche y día en contacto con la natu-raleza, a veces llegan a pensar que la co-nocen. Pero cuando piensan que están em-pezando a comprender la naturaleza, pue-den estar seguros de que andan por el ca-rril equivocado.

¿Por qué es imposible conocer lanaturaleza? Lo que se concibe como na-turaleza es sólo la idea de la naturalezaque surge en la mente de cada persona.Los que ven la verdadera naturaleza sonlos niños pequeños. Ellos ven sin pensar,recta y claramente. Aún si se conoce elnombre de las plantas, un mandarino dela familia de los citrus, un pino de la fa-milia de las coníferas, no se ve la natura-leza en su verdadera forma.

Un objeto visto en aislación de latotalidad no es una cosa real.

Los especialistas en varios camposse reúnen y observan una caña de arroz.El especialista de plagas sólo ve el dañoque causan los insectos, el especialista ennutrición vegetal sólo considera el vigorde la planta. Como están hoy las cosas,esto es inevitable.

Como ejemplo, le dije al señor dela estación de investigaciones cuando es-taba investigando la relación entre la lan-gosta del arroz y las arañas en mistierras:»Profesor, como Ud. está investi-gando las arañas, sólo está interesado enuno de los muchos predatores de la an-gosta del arroz. Este año las arañas apare-cieron en cantidad, pero el año pasadohubo muchos sapos, y con anterioridad,predominaron las ranas. Hay incontables

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variaciones».Para la investigación especializada,

es imposible comprender el papel de unpredator dado en un tiempo dado dentrode la intrincada interrelación de los insec-tos. En algunas estaciones la población delangostas es baja porque hay muchas ara-ñas. A veces cae mucha lluvia y las ranascausan la desaparición de las arañas, enocasiones llueve poco y no aparecen nilangostas ni ranas.

Los métodos de control de insectosque desconocen las relaciones entre losinsectos son verdaderamenteinservibles. Asimismo la in-vestigación sobre arañas ylangostas debe considerar lasrelaciones entre las arañas ylas ranas. Cuando las cosasllegan a este punto, tambiénse necesitará un profesor deranas. Y también deberán re-unirse los expertos en arañasy langostas, otros sobre arroz y otros so-bre administración de aguas.

Además, en estos campos hay cua-tro o cinco tipos diferentes de arañas. Re-cuerdo hace unos pocos años cuando al-guien se precipitó en mi casa una mañanatemprano para preguntarme si yo había cu-bierto mis tierras con una red de seda oalgo parecido. No podía imaginarme dequé me estaba hablando, de manera queapuré el paso para ver qué ocurría. Re-cién habíamos terminado de cosechar elarroz, y de un día a la noche el rastrojo ylas hierbas bajas estaban completamentecubiertas de telarañas, como seda. Al on-dear y brillar al sol, ofrecían un espectá-

culo magnífico.Lo maravilloso es que cuando esto

ocurre, y lo hace muy de vez en cuando,sólo dura un día o dos. Visto de cerca des-cubrimos que hay varias arañas en cada 2cm2. Y son tan numerosas que casi no de-jan espacio entre ellas. ¡En 10 áreas debehaber muchos miles y quizá millones!Cuando uno baja al campo dos o tres díasdespués, puede comprobar que se han des-prendido restos de telaraña de varios me-tros de largo que están ondulando al vien-to y en cada una hay cinco o seis arañas.

Es como cuando vuela lasemilla del diente de leóno la de pino. Las jóvenesarañas se aferran a esos fi-lamentos y salen a volarhacia el cielo.

El espectáculoes dramático y asombro-so. Al verlo, pensamosque también los poetas y

artistas deben unirse al conjunto de ex-pertos.

Cuando se echan productos quími-cos en un campo, todo esto es destruidoen un instante. En un tiempo pensé quesería adecuado echar cenizas de la estufaen los campos (*). El resultado fue asom-broso. Dos o tres días después no queda-ba una sola araña. Las cenizas habían pro-vocado la desintegración de las telarañas.¿Cuántos miles de arañas cayeron vícti-mas de un simple puñado de estas cenizasaparentemente inocuas? La aplicación de

* El Sr. Fukuoka prepara compost con la ceniza de maderay otros residuos orgánicos del hogar. Aplica esta preparacióna su pequeño huerto privado.

LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 83

años compartidas por los seres humanos,no son productos nacidos enteramente delconocimiento discriminativo del agricul-tor y pueden considerarse como alimen-tos ocurridos naturalmente. Pero las va-riedades instantáneamente alteradas queno han evolucionado bajo circunstanciasnaturales, sino más bien desarrolladas poruna ciencia agrícola que se ha apartadode la naturaleza, así como la producciónen masa de peces, mariscos y animales do-mésticos, caen muy afuera de esa catego-ría.

Cultivar, pescar, criar ganado, lasrealidades cotidianas de la alimentación,vestido, abrigo, vida espiritual – todo loque se hace – debe conformar una unióncon la naturaleza.

He dibujado los dos diagra-mas acontinuación para ayudar a explicar la die-ta natural que trasciende la ciencia y lafilosofía. El primero reúne los alimentos

que la gente obtiene más fácilmentey los arreglé más o menos en grupos.El segundo señala los alimentosobtenibles durante los diversos mesesdel año en el Hemisferio Norte. Estosdiagra-mas componen el mandalaalimentario (3). Estos mandalas de-muestran que las fuentes alimentariassuministradas sobre la faz de la Tie-rra son casi ilimitadas. Si la genteadquiere alimentos a través de la “no-mente” (4), aún desconociendo en ab-soluto el yin y yang, puede alcanzaruna dieta natural perfecta.(5)

Los pescadores y agricultores enuna aldea japonesa no tienen particular in-terés en la lógica de estos diagramas.Atienden la prescripción de la naturalezaseleccionando los alimentos de estaciónen su zona inmediata.

Desde principios de primavera,cuando brotan las siete hierbas del suelo,el campesino puede gustar siete sabores.Junto con éstos, acompañan los delicio-sos sabores de la anguila de estanque, laalmeja de mar y el marisco.

La estación de lo verde viene enMarzo (Septiembre en el Hemisferio Sur).La cola de caballo, el helecho, la artemisa,el helecho real y otras plantas de la mon-taña, y, por supuesto, las hojas tiernas delcaqui, del duraznero y los brotes del ñamede la montaña, también pueden comerse.Poseyendo un sabor suave y delicado, sondeliciosos en tempura, y también como

3-Un diagrama circular en el arte y religión oriental, simbo-lizando la totalidad y globalidad de su tópico.4-Un término budista que describe el estado en el cual nohay separación entre el individuo y el mundo externo.

Un almuerzo de sopa y arroz con pickles de verdura.

5-Los diagramas han sido redibujados para esta edición ar-gentina, tomando los textos del alemán, único libro originalque llegó a nuestras manos (la traducción al español llegapor fotocopias de un CentroMacrobiótico en México, demuy difícil lectura, y con fotos poco visibles).

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LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 31

un insecticida no es simplemente un asun-to de eliminar la langosta junto con suspredatores naturales. También se desarro-llan numerosos dramas de la naturaleza.

Aún ni se comprende el fenómenode estos grandes enjambres de arañas queaparecen en los arrozales en otoño y sedesvanecen de un día al otro como por artede magia. Nadie sabe de donde vienen,cómo sobreviven al invierno, o donde vancuando desaparecen.

De forma que el uso de productos quí-micos no es sólo un problema para elentomólogo. También deben ayudar losfilósofos, religiosos, artistas y poetas paradecidir si es o no lícito usar química enla agricultura, y cuáles pueden ser losresultados de usar los mismos fertilizan-tes orgánicos.

En nuestra tierra cosecharemos

unos 600 kilos de arroz y la misma canti-dad de cereal de invierno en cada 10 áreas.Si la cosecha alcanza a ser de 850 kilos,como a veces llega a pesar, no creo quesea posible encontrar una mejor produc-ción si se investigara en todo el país. Comola tecnología avanzada nada tiene que vercon mis cereales, se enfrenta como con-tradicción con las suposiciones de la cien-cia moderna.

Cualquiera que venga a ver estoscampos y acepte su testimonio, sentiráprofundas dudas sobre si el ser humanoconoce o no la naturaleza, y si la natura-leza puede ser conocida si o no dentro delos límites del entendimiento humano.

La ironía es que la ciencia sólo ha ser-vido para demostrar la pequeñez del co-nocimiento humano.

82 MASANOBU FUKUOKA

Desde el comienzo no hay este u oeste,no hay cuatro estaciones, y no hay yin yyang.

Cuando llegué a ese punto, el jóvenpreguntó: «¿Entonces no sólo niega Ud.la ciencia natural, sino también las filo-sofías orientales basadas en yin-yang y elI-King?».

«Como expedientes temporarios oindicaciones direccionales podrían reco-nocerse como valiosos», dije, «pero nocomo logros superiores. Las verdades yfilosofías científicas son conceptos delmundo relativo, y en este son válidos yreconocido su valor. Por ejemplo, para lagente moderna viviendo en el mundo re-lativo, la destrucción del orden de la na-turaleza y su propio cuerpo y espíritu, elsistema yin-yang puede servir como guíaapropiada y efectivo hacia el restableci-miento del orden.

Podría decirse que tales sendas pue-den ser teorías útiles para ayudar a que lagente implemente una dieta condensaday compacta hasta alcanzar la verdaderadieta natural. Pero si uno se da cuenta quela eventual meta humana debe trascenderel mundo de la relatividad para compla-cerse en un ámbito de libertad, entonceses desafortunado avanzar con las muletasde las teorías. Cuando el individuo alcan-za a penetrar en un mundo donde los dosaspectos de yin y yang retornan a su uni-dad original, termina la misión de esossímbolos».

Un joven recién llegado habló:“¿Entonces si uno se convierte en unapersona natural, puede comer todo lo quequiera?”

“Si esperas un mundo brillante delotro lado del túnel, la oscuridad del túnelserá mucho más prolongada. Cuando yano deseas comer algo por su sabor, po-drás saborear el verdadero gusto de cual-quier cosa que comas. Es fácil poner so-bre la mesa los alimentos simples de unadieta natural, pero pocos son los que ver-daderamente gozan de ese banquete.

EL MANDALA ALIMENTARIO DELA NATURALEZA

Mi forma de pensar la naturaleza esigual al de la agricultura natural. Así comola agricultura natural cumple con la natu-raleza tal cual es, o sea, la naturaleza apre-hendida por la mente no- discriminativa,también la dieta natural es una forma decomer en la cual los alimentos recogidosen cosechas silvestres o en cultivos natu-rales y peces pescados por métodos natu-rales, son adquiridos sin una acción in-tencional por parte de la mente no-discriminativa.

Aunque hablo de acción no-inten-cional y de no-método, es evidente que sereconoce la sabiduría adquirida con eltiempo en el curso de la vida cotidiana.La utilización del fuego y de la sal en lacocina podría ser criticada como el pri-mer paso en la separación del Hombre yla Naturaleza, pero se trata simplementede una sabiduría natural tal como fue apre-hendida por la gente primitiva, y debieraser sancionada como una sabiduría here-dada del cielo.

Las cosechas que han evoluciona-do a través de miles y decenas de miles de

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32 MASANOBU FUKUOKA LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 81

nas, o sólo podrían considerarse perfec-tos los alimentos silvestres tal como losproduce la naturaleza? ¿Pueden definirselas plantas cultivadas como naturales? ¿Enqué punto diferenciamos lo natural de loartificial?

Podríamos decir que en el Japón, eltérmino «dieta natural»se originó con lasenseñanzas de Sagen Ishizuka, durante laera Meiji. Más tarde, su teoría fue refina-da por el Sr. Sakurazawa (1) y el Sr. Niki.La Senda de la Nutrición, conocida enOccidente como Macrobiótica, se basa enla teoría de no-dualidad y los conceptosyin-yang del I-King. Como por lo generalesto significa una dieta de arroz integral,se piensa habitualmente que la «dieta na-tural» es un régimen de cereales integra-les y verduras. Sin embargo, la alimenta-ción natural no debe ser concebida tansimplemente como un vegetarianismo dearroz integral.

¿Pues entonces, qué es?El motivo de toda esta confusión es

que existen dos vías de conocimiento hu-mano : la discriminativa y no-discriminativa (2). En general, la gentepiensa que el reconocimiento veraz del

mundo es posible sólo por medio de la dis-criminación. Por lo tanto, el término «na-turaleza» como es usado generalmente,denota la naturaleza percibida por el inte-lecto discriminativo.

Niego la vacía imagen de la natura-leza creada por el intelecto humano, y ladistingo claramente de la naturaleza mis-ma tal como la experimenta la compren-sión no-discriminativa. Considero que sierradicamos el falso concepto de la natu-raleza, desaparecerá la raíz del desordenmundial.

En Occidente la ciencia natural sedesarrolló a partir del conocimientodiscriminativo; en el Este, la filosofía delyin-yang y el I-king se desarrollaron de lamisma fuente. Pero nunca la verdad cien-tífica podrá alcanzar la verdad absoluta y,después de todo, las filosofías no son otracosa que interpretaciones humanas delmundo. La naturaleza interpretada por elconocimiento científico es una naturale-za que ha sido destruída; un fantasma po-seyendo esqueleto. pero sin alma. Mien-tras que como la interpreta el conocimien-to filosófico, la naturaleza es una teoríacreada por la especulación humana, unfantasma con alma, pero sin estructura.

No hay otra manera de realizar elconocimiento no-discriminativo que porla intuición directa, pero la gente trata deajustarlo a un encuadre familiar llamán-dolo «instinto». Es, en realidad, una com-prensión procedente de una fuenteinnominable. Si deseamos conocer la ver-dadera apariencia de la naturaleza es ne-cesario abandonar la mente que discrimi-na y trascender el mundo de la relatividad.

1-Georges Oshawa2-Esta es una distinción practicada por numerosos

filósofos orientales.El conocimiento discriminativo de-riva del intelecto analítico y voluntario que trata de or-ganizar la experiencia en un encuadre lógico. El Sr.Fukuoka considera que en este proceso el individuo sesepara de la naturaleza. Es «la verdad y juicio científi-co limitado» discutido en estas páginas.

El conocimiento no-discriminativo surge sin un es-fuerzo consciente por parte de la persona, cuando seacepta la experiencia tal como es, sin interpretación porparte del intelecto.

Aunque el conocimiento discriminativo es esencialpara analizar los problemas prácticos, el Sr. Fukuokaconsidera que últimamente provee provee una perspec-tiva demasiado estrecha.

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Les invito a recorrer muy cuidado-samente estas fracciones de tierra. Anuestro paso, las libélulas y polillas sealzan agitadamente del suelo. Las abe-jas zumban de flor en flor. Si apartamoslas hojas vemos insectos, arañas, ranas,lagartijas y numerosos otros animales al-borotándose bajo la fresca sombra,mientras los topos y lombrices horadanla superficie.

Este arrozal es un ecosistemaequilibrado. Las comunidades vegetalesy de insectos mantienen aquí una rela-ción estable. Es bastante común que, sinafectar la cosecha, una plaga barra a tra-vés de esta zona.

Y ahora observen Uds. un mo-mento el campo del vecino. Los yuyoshan sido erradicados con herbicidas ycultivación, y los animales e insectos delsuelo fueron exterminados con veneno.El suelo fue lavado de materia orgánicay microorganismos con fertilizantes quí-micos. En el verano podemos ver cómolos campesinos cumplen su labor, lle-vando máscaras de gas y largos guantesde goma. Aquellos arrozales cultivadoscontinuamente por más de 1500 años,ahora han sido agotados por las prácti-cas de explotación de una sola genera-ción.

CUATRO PRINCIPIOSDE LA AGRICULTURA NATURAL

II

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Un jóven que pasó tres años enuna de las chozas de la montaña medijo un día: «Sabe Ud., cuando la gen-te dice “alimento natural” yo no sé quéquiere decir».

Pensándolo bien, todos nos he-mos familiarizado con las palabras«alimento natural» pero no se ha com-prendido claramente qué es en reali-dad. Muchos piensan que comer ali-mentos sin químicos o aditivos artifi-ciales es una dieta natural y otros con-sideran vagamente que una dieta na-tural consiste en consumir los alimen-tos tal como se encuentran en la natu-raleza.

Preguntando si el uso del fuegoy la sal en la cocina es natural o artifi-cial, la respuesta podría serambivalente. Si la dieta primitiva, co-miendo sólo plantas y animales silves-tres era «natural», entonces una dietaque utiliza fuego y sal no podría lla-marse así. Pero se discute que el co-nocimiento adquirido desde tiemposantiguos en el uso del fuego y de la salera el destino natural de la Humani-dad y, en tal caso, los alimentos pre-parados de conformidad, son perfec-tamente naturales.¿Las comidas pre-paradas con técnicas humanas son bue-

CONFUSIONES ALIMENTARIAS

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CUATRO PRINCIPIOS

El primero es NO CULTIVACION , osea no arar ni dar vuelta la tierra. Durantesiglos, los agricultores supusieron la esen-cialidad del arado para cultivar la tierra.Sin embargo, para la agricultura natural,la no–cultivación es esencial. La tierra secultiva sola naturalmente por medio de lapenetración radicular y la actividad de losmicroorganismos, pequeños animales ylombrices.

El segundo es NINGUN FERTI-LIZANTE QUIMICO O COMPOSTPREPARADO. La gente interfiere con lanaturaleza, y por más que se esfuerce, nopuede remediar las heridas resultantes.Estas prácticas agrícolas descuidadasdrenan los nutrientes esenciales del sueloy el resultado es su agotamiento anual. Sise lo deja solo, el suelo mantiene su ferti-lidad naturalmente, de acuerdo con el or-denado ciclo de la vida vegetal y animal.

El tercero es NO DESHERBARARANDO O CON HERBICIDAS . Losyuyos juegan su papel en la construcciónde la fertilidad del suelo y en el equilibriode la comunidad biológica. Como un prin-cipio fundamental, los yuyos deben con-trolarse pero no ser eliminados. En miscultivos, el rastrojo, la cobertura de tré-bol blanco interplantado con las cosechas,y la inundación temporaria proveen un efi-caz control de yuyos.

El cuarto es NO DEPENDENCIADE LA QUIMICA (1). Desde la época

cuando se desarrollaron plantas debilita-das como resultado de tales prácticas ar-tificiales como arar y fertilizar, las enfer-medades y desequilibrios en las comuni-dades de insectos se convirtieron en ungran problema para la agricultura. Los in-sectos dañinos y las plagas están siemprepresentes, pero en la naturaleza no ocu-rren al punto de necesitar el uso de unaquímica venenosa. El enfoque sensibleante la enfermedad y el control de insec-tos es cultivar cosechas vigorosas en unmedio ambiente saludable.

CULTIVACION

Cuando se cultiva artificialmente,el medio ambiente natural se altera porcompleto. La repercusión de tales actosle ha producido pesadillas al campesinodesde hace incontables generaciones. Porejemplo, cuando toda una zona es arada aveces los yuyos fuertes como elgarranchuelo (o gramillón) y el viburnodominan la vegetación, y el agricultor seenfrenta a la tarea imposible de desherbarcada año, a menudo debe abandonar la tie-rra.

Para atender problemas de este tipo,el único enfoque adecuado es discontinuarlas prácticas artificiales que produjeronesta situación. Asimismo el agricultor tie-ne la responsabilidad de reparar el dañoque ha causado. No debe proseguir lacultivación del suelo. Si en vez de practi-car una guerra de aniquilamiento, con quí-micos y maquinaria, adopta medidas be-nignas como esparcir rastrojo y sembrartrébol, el medio ambiente volverá a su

(1) Para fertilizar, el Sr. Fukuoka utiliza la coberturaleguminosa del trebol blanco, retorna el rastrojo al campo yagrega un poco de estiercol de gallina.

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escuela de un golpe, que busca la victo-ria a través de la aplicación de una téc-nica depurada pero auto-consciente. Laagricultura industrial moderna sigue laescuela del golpe doble, que cree que lavictoria puede obtenerse asestando lamayor cantidad de sablazos.

En contraste, la agricultura naturalpura, es la escuela de no-golpear. A nin-gún lado va y no busca una victoria. Loque el agricultor debe cumplir es poneren práctica el “no-hacer”. Lao Tse ha-bló de la naturaleza no-activa, y pienso

(14)Siembra acompañada significa plantar especies quese defienden entre sí contra las plagas, etc.

(15)Este es el mundo comprendido por el intelecto.(16)En éste párrafo el Sr. Fukuoka establece un distingo

entre las técnicas puestas en práctica para la prosecuciónconsciente de un objetivo dado, y las que surgen espontá-neamente como expresión de la armonía de una personacon la naturaleza mientras procede a sus tareas cotidianas,libre de la dominación del intelecto volitivo.

que si hubiese sido agricultor, cierta-mente practicaría la agricultura natural.Considero que la forma de Gandhi, unmétodo sin método, con un estado demente que no busca vencer ni oponersees afin a la agricultura natural. Cuandose comprende que en el intento de po-seer uno pierde alegría y felicidad, serealza la esencia de la agricultura natu-ral. La meta fundamental de la agricul-tura no es cultivar cosechas, sino el cul-tivo y la perfección del ser humano (16).

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equilibrio natural y hasta podrán contro-larse los mismos yuyos inoportunos.

FERTILIZANTE

A menudo charlando con expertos enfertilidad del suelo les preguntaba: ”¿Sise deja un campo en barbecho, aumentala fertilidad del suelo o se agota?” En ge-neral, luego de una pausa dicen algo así:“Bueno, veamos...se agotará. No, no si re-

cordamos que cuando cultivamos arrozpor mucho tiempo en la misma fracciónlas cosechas se estancan en unos 2.800kilos por hectárea. La tierra no se enri-quecería sin tampoco agotarse”.

Estos especialistas se referían a unarrozal inundado. Si se deja sola la natu-raleza, la fertilidad aumenta. Se acumu-lan los restos orgánicos de las plantas yanimales, y los descomponen sobre la su-

perficie las bacterias y hongos. Con el mo-vimiento de la lluvia, los nutrientes pene-tran en lo profundo del suelo transformán-dose en alimento para losmicroorganismos, lombrices y otros pe-queños animales. Las raíces de las plan-tas penetran a los más bajos estratos delsuelo y vuelven a extraer los nutrienteshacia la superficie.

Cualquiera que desea tener una ideade la fertilidad natural de la tierra, debe,

de vez en cuando, pasear por las la-deras silvestres y contemplar los ár-boles gigantes que crecen sin fertili-zante y cultivación. Así como es, lafertilidad de la naturaleza está másallá de la imaginación.

Si talamos la cobertura natu-ral del bosque y plantamos el pinorojo japonés o el cedro durante unaspocas generaciones, el suelo se ago-tará favoreciendo la erosión. Si, porotro lado, tomamos una ladera conun suelo estéril compuesto de arci-lla roja pobre y plantamos pinos ocedros con una cobertura de alfalfay trébol, constataremos que el abo-no verde enriquece y ablanda el sue-lo, que bajo los árboles crecerán los

yuyos y matorrales y que se habrá inicia-do un rico ciclo de regeneración. En algu-nos casos se han enriquecido diez centí-metros de mantillo en menos de diez años.De igual manera, para obtener cosechasagrícolas debe anularse el uso de fertili-zante preparado. En su mayor parte, serásuficiente una cobertura permanente deabono verde y agregar al suelo todo el ras-trojo de la última cosecha. Para proveer

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reciclaje de residuos animales y huma-nos. La forma de administración era in-tensa incluyendo tales prácticas comorotación de cosechas, siembra acompa-ñada (14) y el uso de abono verde. Comoel espacio era limitado, nunca se dejabala tierra sin atender, y los procedimien-tos de siembra y cosecha procedían conprecisión. Todo el residuo orgánico seconvertía en compost y era retornado ala tierra. El uso de compost era alenta-do oficialmente y la investigación agrí-cola estaba mayormente interesados enlas técnicas de materia orgánica y pre-paración de compost.

De manera que una agriculturauniendo los animales, las cosechas y losseres humanos en un solo cuerpo exis-tía en la corriente general de la agri-cultura japonesa hasta tiempos moder-nos. Podría decirse que la agriculturaorgánica, tal como se practica en Oc-cidente, toma su punto de partida enesta agricultura tradicional de Orien-te.

Seguí diciendo que entre los méto-dos de agricultura natural podían distin-guirse dos tipos: una agricultura natu-ral amplia y trascendental, y la estrechaagricultura natural del mundo relativo(15). Si se me incitara a expresarlo en tér-minos budistas, los dos podrían llamar-se, respectivamente, agricultura naturalMahayana e Hinayana.

La amplia agricultura naturalMahayana, surge por sí sola cuandoexiste una unidad entre el Hombre y lanaturaleza. Se conforma a la naturalezatal cual es. Procede de la convicción de

que si el individuo abandonatemporariamente la voluntad humana y,en consecuencia, permite ser orientadopor la naturaleza, la naturaleza respon-de proveyéndolo todo. Para ofrecer unaanalogía similar, en la agricultura natu-ral trascendental la relación entre la Hu-manidad y la naturaleza puede compa-rarse a la de un hombre y una mujer uni-dos en un matrimonio perfecto. El ma-trimonio no es otorgado, ni recibido, lapareja perfecta viene a existir por sí sola.

Por otro lado, la agricultura naturalestrecha, trata de imitar la manera de lanaturaleza; intenta, auto-consciente-mente, por medios “orgánicos” u otros,copiar la naturaleza. La agricultura esusada para alcanzar un objetivo dado.Aunque amando sinceramente la natu-raleza y proponiéndose ardientemente aella, la relación sigue siendo un ensayo.La agricultura industrial moderna deseala sabiduría divina, sin entender su sig-nificado, y al mismo tiempo desea usarla naturaleza. Investigando incesante-mente, desea desposarse con ella sin en-contrar a quien proponerse.

El punto de vista estrecho de la agri-cultura natural dice que es bueno que elcampesino aplique material orgánico alsuelo y bueno que críe animales y queesta es la mejor y más eficiente manerade utilizar la naturaleza. Hablando entérminos de práctica personal, esto estábien, pero sólo con esta manera, no pue-de mantenerse vivo el espíritu de la ver-dadera agricultura natural. Este tipo deagricultura natural estrecha es análogoa la escuela de esgrima conocida como

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el abono animal necesario que descom-pusiera el rastrojo, yo echaba unos patosen el campo. Si se los introduce cuandopequeños, crecerán junto con el arroz.Diez patos suministrarán todo el abono ne-cesario para unas diez áreas y tambiénayudarán a controlar los yuyos. Pude usareste sistema hasta que la construcción deuna autopista impidió que los patos cru-zaran el camino y retornaran al corral.Ahora, para ayudar a descomponer el ras-trojo, utilizo un poco de estiércol de ga-llina. En otras zonas, el uso de patos uotros pequeños animales forrajeros es to-davía una posibilidad práctica.

Cuando se agrega demasiado ferti-lizante, se produce un problema. Un añodespués de trasplantar el arroz, firmé uncontrato para arrendar por un año 300áreas de arrozrecién sembrado.Drené el campode agua y proce-dí sin fertilizan-te químico, apli-cando sólo unpoco de estiércolde gallina. Cua-tro de las fraccio-nes se desarrolla-ron normalmen-te. Pero en laquinta, sin im-portar lo que hacía, las plantas de arrozcrecieron muy espesamente y fueron ata-cadas por una enfermedad. Hablando conel dueño del campo, cuando traté de ave-riguar el motivo me dijo que el inviernopasado había usado esa fracción como de-

pósito de estiércol de gallina.Utilizando paja (o rastrojo), abono

verde y un poco de estiércol de ave de co-rral, uno puede tener altos rindes sincompost o fertilizante comercial. Ya hacevarias décadas que he estado aplicando elmétodo de cultivo y fertilización de la na-turaleza. Y mientras observaba, obtuve co-sechas excepcionales de verdura, citrus,arroz y cereal de invierno como regala-das, por así decir, por la fertilidad naturalde la tierra.

MANEJANDO LOS YUYOS

He aquí algunos puntos clave para re-cordar en el manejo de los yuyos:

Tan pronto como se discontinúa el cul-tivo, decrece agudamente el número de

yuyos. Y tam-bién cambiaránlas variedades dehierbas en uncampo dado.

Si sesiembra para lanueva cosechamientras aúnmadura la ante-rior, la semillasgerminarán an-tes que losyuyos. Los

yuyos de invierno brotan sólo después dehaber cosechado el arroz, pero para esetiempo ya habrá brotado el cereal de in-vierno. Los yuyos de verano brotan justodespués de la cosecha de cebada o cente-no, pero para entonces, ya está creciendo

«En un día es posible preparar suficientes peletspara sembrar hasta un hectárea»

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giendo bastantes comunas. Si se las lla-ma uniones de hippies, bueno, supongoque también se las podría calificar así.Pero al vivir y trabajar en conjunto, bus-cando el retorno a la naturaleza, son elmodelo del “nuevo agricultor”. Com-prender que estar firmemente enraizadossignifica vivir de los rendimientos de supropia tierra. Una comunidad que noconsigue producir sus propios alimen-tos no durará por mucho tiempo.

Muchos de estos jóvenes viajan a laIndia o a la Aldea Gandhi en Francia,pasan un tiempo en un kibbutz en Is-rael, o visitan comunas en las montañasy desiertos del desierto norteamericano.Somos como los del grupo en la isla deSuwanose, en la cadena de islas Tokara,al sur del Japón, quienes tratan nuevasformas de vida y experiencia en fami-lias cercanas a las formas tribales. Pien-so que el movimiento de este puñado depersonas conduce hacia tiempos mejo-res. Y es entre esa gente que ahora seafirma y toma impulso la agriculturanatural.

Además, varios grupos religiosos hanadoptado la agricultura natural. Al bus-car la naturaleza esencial del Hombre,sin importar cómo se haga, uno debeempezar con la consideración por la sa-lud. La senda que lleva al esclarecimien-to correcto, entraña vivir cada día rec-tamente y en cultivar y comer alimen-tos saludables integrales. De esto se des-prende que para muchos, la agriculturanatural ha sido la mejor forma de em-pezar.

Yo mismo no pertenezco a un grupo

religioso y discutiré libremente concualquiera mis puntos de vista. Poco meimporta formular distingos entre –Cris-tianismo, Budismo, Shinto u otras reli-giones, pero lo que sí me intriga es com-probar que gente con profundas convic-ciones religiosas sea atraída a mi gran-ja. Pienso que es debido a que la agri-cultura natural, contrariamente a otrostipos de agricultura, se basa sobre la fi-losofía que penetra más allá de consi-deraciones tales como el análisis delsuelo, el pH y los rendimientos.

Hace algún tiempo, un miembro delCentro de Horticultura Orgánica de Pa-rís subió a la montaña y pasamos el díahablando. Aprendí que en Francia esta-ban planificando una conferencia deagricultura orgánica a escala internacio-nal y, como preparación para ésta, estefrancés estaba visitando huertos orgá-nicos y naturales por todo el mundo. Lemostré mi huerto y luego nos sentamosa tomar una taza de té de artemisa, dis-cutiendo algunas de mis observaciones36 años de experiencia.

En primer lugar dije que cuando unoexamina los principios de la agriculturaorgánica, populares en Occidente, unocomprueba que muy poco difieren de losde la agricultura tradicional de Orientepracticada en China, Corea y Japón du-rante muchos siglos.

Todos los agricultores japoneses aúnusaban este tipo de agricultura durantelas Eras Meiji y Taisho (1868 – 1926),y hasta el final de la II Guerra Mundial.

Era un sistema que enfatizaba la im-portancia fundamental del compost y del

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vigorosamente el arroz. Al sembrar opor-tunamente de esta manera, no hay inter-valo entre las cosechas y los cereales aven-tajan a los yuyos.

Directamente después de la cose-cha, si cubrimos todo el campo con ras-trojo, la germinación de los yuyos se de-tendrá. Asimismo el trébol blanco sem-brado como cobertura del suelo al mismotiempo que los cereales ayudará a mante-ner los yuyos bajo control.

La forma usual de controlar losyuyos es cultivando el suelo; pero cuandolo hacemos, las semillas yaciendo en laprofundidad y que, de otra manera, no ger-minarían, tienen la oportunidad de brotar.Además las variedades que brotan y cre-cen rápidamente reciben ventajas bajo es-tas condiciones. Podríamos decir que elagricultor que trata de controlar los yuyoscultivando el suelo está, literalmente ha-blando, sembrando las semillas de su pro-pio infortunio.

CONTROL DE “PLAGAS”

Digamos que aún algunas personaspiensan que si no se usa química en losfrutales y cereales, éstos se marchitaránante sus mismos ojos. El hecho es que consólo utilizar estos productos químicos, lagente produce sin querer las condicionespor las cuales ese temor infundado puedeconvertirse en realidad.

Recientemente, el pino rojo japo-nés ha estado sufriendo un grave deterio-ro debido a una erupción producida porgorgojos en su corteza. Ahora lossilvicultores están usando helicópteros tra-

tando de detener el daño pulverizando des-de el aire. No niego que esto sea eficaz acorto plazo, pero sé que debe haber otraforma.

La plaga del gorgojo, según las úl-timas investigaciones, no es una infeccióndirecta, sino que se produce por mediode nematodos. Estos proliferan en el tron-co del árbol, bloquean el transporte deagua y nutrientes y eventualmente, el ár-bol se marchita y muere. Pero, por supues-to, aún no se conoce claramente la causabásica.

El nematodo se alimenta con unhongo que vive en el tronco del árbol.¿Pero por qué prolifera el hongo de estamanera tan extensa? ¿Acaso el nematodoempezó a multiplicarse después de haberaparecido el hongo? ¿O es que elnematodo apareció debido a que ya esta-ba presente el hongo? La cosa está en sa-ber cuál vino primero, el hongo o elnematodo.

Además anda rondando otro micro-bio sobre el cual poco se conoce, que siem-pre acompaña al hongo y un virus tóxicopara el hongo. Con el efecto siguiendo alefecto en todas direcciones, lo único quepuede decirse con certeza es que el pinorojo se está marchitando en cantidadesinusuales.

La gente no puede saber la verda-dera causa de la plaga del pino, ni tampo-co las consecuencias básicas de su “reme-dio”. Si la situación es “remediada” sinsaber, eso sólo es un semillero de catás-trofes. No, no puedo alegrarme al saberque el daño inmediato causado por el gor-gojo se ha reducido con pulverizaciones

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merosas oportunidades para un mayoresclarecimiento.

“No puedo saber si el otoño traeráviento o lluvia, pero hoy estaré traba-jando en la tierra”. Estas son las pala-bras de una vieja canción campesina.Expresan la verdad de la agriculturacomo una forma de vida. No importacómo venga la cosecha, si habrá o nosuficiente para comer, pero hay alegríasimplemente en sembrar y atender lasplantas bajo la orientación de la natura-leza.

VARIAS ESCUELAS DEAGRICULTURA NATURAL

La palabra “trabajo” no me gusta enespecial. El ser humano es el único ani-mal que debe trabajar, y pienso que estaes la cosa más ridícula del mundo. Losdemás animales se ganan la vida vivien-do, pero la gente trabaja como loca, pen-

sando que deben hacerlo para seguir envida. Cuanto más importante es el tra-bajo, mayor es el desafío, y más mara-villoso les parece. Sería bueno tratar dedescartar esa forma de pensar y vivir unavida fácil y cómoda con mucho tiempolibre. Pienso que la manera en la cuallos animales viven en los trópicos, sa-liendo a la mañana y noche para ver sihay algo que comer, debe ser una vidamaravillosa.

Para el ser humano, una vida de talsimplicidad sería posible si uno traba-

jara para producir di-rectamente sus nece-sidades cotidianas.En una vida así, eltrabajo no es como lagente lo considerapor lo general, sinosimplemente hacerlo que necesita ha-cerse.

Mi meta es mo-verme en esa direc-ción. También es ladirección de los sie-te u ocho jóvenesque viven comu-

nitariamente en las chozas de la monta-ña y que ayudan con las tareas agríco-las. Estos jóvenes quieran convertirse enagricultores, establecer nuevas comuni-dades y probar con este tipo de vida.Vienen a mí granja para aprender lasdiestras prácticas agrícolas que necesi-tarán conocer para llevar a cabo su plan.

Si uno mira a través del país, podránotar que recientemente han estado sur-

En la agricultura moderna, el campesino ya no tiene tiempo para escribirun poema o componer una canción.

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químicas. El uso de agroquímicos es lamanera más inepta de encarar problemasde este tipo y sólo producirá problemasmayores en el futuro.

Estos cuatro principios de agricul-tura natural (no cultivación, no fertilizantequímico o compost preparado, no desher-bar arando o con herbicidas y no depen-dencia de la química) cumplen con el or-den natural y vuelven a colmar la riquezade la naturaleza. Todas mis torpezas hanrecorrido esa línea de pensamiento. Enestos cuatro principios se basa mi métodopara cultivar verduras, cereales y citrus.

CULTIVANDO ENTRE LOS YUYOS

En mis tierras crecen muchos tiposde hierbas diferentes junto con los cerea-les y el trébol. En el otoño pasado el ras-trojo de arroz esparcido sobre el campoya se descompuso en un rico manto. Lacosecha rendirá unos 700 kilos para unaextensión de 10 áreas.

Ayer, cuando el profesor Kawase,una autoridad importante en pasturas y elprofesor Hiroe, quien está investigandoplantas antiguas, vieron el hermoso culti-vo de cebada y el abono verde en mis frac-ciones, lo llamaron una maravillosa obramaestra. Un agricultor de la localidad quehabía anticipado que mis campos estaríancompletamente cubiertos de yuyos se sor-prendió al ver cuán vigorosamente crecíala cebada entre numerosas otras plantas.También llegaron aquí técnicos expertos,vieron los yuyos, y se fueron asombrados.Hace veinte años, cuando yo estaba alen-tando el uso de una cobertura permanente

de hierbas en mis huertos frutales, no po-día ni verse una hoja de hierba en los cam-pos o huertos en el país. Al ver huertoscomo los míos, la gente llegó a compren-der que los frutales podían crecer muy bienentre yuyos y pastos. Hoy los huertos cu-biertos de pasto son comunes en todo Ja-pón y raros los que no tienen una cobertu-ra verde.

Lo mismo ocurre con los arrozales.El arroz, la cebada y el centeno puedencrecer exitosamente mientras que los cam-pos están todo el año cubiertos de trébol yyuyos.

Permítanme pasar revista en mayordetalle al programa de siembra y cosechaen estos campos. A mediados de otoño,antes de la cosecha, siembro trébol y se-millas de variedades de cereal de invier-no de crecimiento rápido entre el arroz enmaduración (2) . El trébol y la cebada o elcenteno brotan y crecen unos 2 ½ a 5 cmpara cuando el arroz está listo para cose-char. Durante la cosecha de arroz, los bro-tes de cereales son pisoteados por los tra-bajadores, pero se recuperan en poco tiem-po. Una vez desgranado el arroz, se es-parce su rastrojo por el campo.

Si se siembra el arroz en otoño y sedeja a descubierto, a menudo los ratones

(2) Se siembra alrededor de 1/2 K. de semilla de trebolblanco por cada 10 áreas. Los cereales de invierno entre 3 1/2 y 7 K. por cada 10 áreas*. Para el agricultor poco experi-mentado o en campos de suelo duro o pobre, es mejor echarmás semilla al principio. A medida que mejora gradualmen-te el suelo gracias a la descomposición del rastrojo y delabono verde, y cuando el agricultor se familiariza con elmétodo de siembra directa (no - cultivación) puede reducir-se la cantidad de semilla.

* 10 áreas= 1.000 m2

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es lo que significo cuando digo que la agri-cultura se ha empobrecido y debilitado es-piritualmente; sólo le concierne el desa-rrollo material.

Lao Tsé, el sabio taoísta, decía que enuna pequeña aldea puede vivirse una vidaplena y decente. Bodhidharma, fundadordel Zen, pasó nueve años viviendo en unagruta sin afanarse. Preocuparse por dine-ro y por expandirse, desarrollarse, por ri-cas cosechas, no es la senda del campesi-no. Estar aquí presente, atendiendo unapequeña fracción, en plena posesión de lalibertad y plenitud de cada día, cada día –esta de haber sido la vía original de la agri-cultura.

Es limitante y confuso descomponer laexperiencia llamando a una mitad física ya la otra espiritual. En último lugar ya nosabemos qué es el alimento. Mejor seríaque la gente dejara de pensar en el ali-mento. De manera similar, mejor sería sila gente dejara de preocuparse por descu-brir “el verdadero significado de la vida”;nunca podremos conocer las respuestas alas grandes interrogantes espirituales, perono comprender es correcto. Hemos naci-do y vivimos sobre la Tierra para enfren-tar directamente la realidad de vivir.

Vivir no es más que el resultado de na-cer. Cualquier cosa que la gente coma paravivir, cualquier cosa que la gente piensaque deba comer para vivir, no es otra cosaque algo que se le ocurrió en la mente. Elmundo existe de tal manera que si la gen-te deja de lado su voluntad humana y, en

vez, permite que le oriente la naturalezano hay razón para pasar hambre.

Sólo vivir aquí y ahora – esta es la ver-dadera base de la vida humana. Cuandoun ingenuo conocimiento científico seconvierte en la base del vivir, la gente vivecomo si sólo fuera dependiente de los al-midones grasas y proteínas y plantas denitrógeno, el fósforo y el potasio.

Y el científico, sin importar cuántoinvestiga la naturaleza, cuánto lo inves-tiga todo, sólo llega finalmente a perci-bir la perfección y el misterio de todolo que nos rodea. Es una ilusión pensarque investigando e inventando la Huma-nidad puede crear algo mejor que la na-turaleza. Pienso que la gente está lu-chando por la única razón de conocer loque podría llamarse la vasta incompren-sibilidad de la naturaleza.

El campesino en su trabajo debe ser-vir a la naturaleza y todo estará bien.La agricultura fue una tarea sagrada.Cuando la Humanidad se apartó de eseideal, surgió la agricultura comercialmoderna. Cuando el granjero empezó acultivar por dinero, olvidó los verdade-ros principios de la agricultura.

El comerciante tiene, por supuesto,un papel que jugar en la sociedad, perola proliferación de las actividades mer-cantiles tiende a apartar a la gente delreconocimiento de la verdadera fuentede la vida. Como ocupación, la agricul-tura dentro de la naturaleza yace vecinaa su fuente. Muchos campesinos desco-nocen la naturaleza aunque viven y tra-bajan en entornos naturales, pero a míme parece que la agricultura ofrece nu-

(13)La senda de la comprensión espiritual que involucra unatoma de conciencia y amor por las actividades ordinariasde la vida.

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y pájaros se comenlas semillas, por esoenvuelvo las semi-llas en pequeños“pellets” de polvofino de arcilla y lue-go agrego un pocode agua para formarun barro que pron-to se endurece. Eldiámetro de cada“pellet” es de alre-dedor de 1 ¼ cm.

Hay otro mé-todo para preparar“pellets”. En primerlugar, se remoja enagua la semilla dearroz durante variashoras. Luego seseca y mezcla conarcilla húmeda amasando todo con los piesy las manos. Luego se hace pasar la arci-lla por un tamiz como alambre tejido paragallinero, para que así se separe en pe-queños terrones. Estos terrones se ponena secar durante un día o dos y hasta quépuedan arrollarse entre las palmas de lamano para formar “pellets”. Lo ideal esque cada “pellet” contenga una semilla.En un día es posible fabricar suficientes“pellets” para sembrar una hectárea o más.

Dependiendo de las condiciones, aveces también encierro en “pellets” las se-millas de otros cereales y verduras antesde sembrar.

Fines de otoño es una buena épocapara sembrar los “pellets” conteniendo se-milla de arroz entre las plantas jóvenes de

cebada o cente-no, pero tambiénpuede sembrarseel “pellet” dearroz en primave-ra (3). Se esparceuna capa fina deestiércol de galli-na para ayudar adescomponer elrastrojo, y de estaforma se comple-ta la siembra delaño.

En mayo,(mediados de pri-mavera) se cose-cha el cereal deinvierno. Luegode desgranar, seesparce todo su

rastrojo sobre el campo.Luego se permite que se inunde el

campo durante una semana a diez días.Esto debilita los yuyos y el trébol, permi-tiendo que brote el arroz a través del ras-trojo. Durante Junio y Julio, a mediadosde verano, el agua de lluvia es suficientepara las plantas; y entre mediados y finesde verano una vez por semana se hace co-rrer agua fresca a través del campo sindejar inundar. Ahora está lista la cosechade otoño.

Tal es el ciclo de cultivación dearroz y cereal de invierno por el métodonatural. Como la siembra y la cosecha si-

A mediados de otoño, luego de cosechar el arroz, y yasembrado el cereal de invierno, se esparce el rastrojo de

arroz por el campo.

(3)Se siembra entre 2 1/2 a 5 K. de arroz por cada 10áreas. A mediados de otoño, el Sr. Fukuoka vigila lagerminación de arroz y si es necesario, siembra más "pelets"

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SIMPLEMENTE SERVIR A LANATURALEZA PARA QUE TODO

ANDE BIEN

Los deseos extravagantes son lacausa fundamental que condujo al mundoa su presente predicamento.

Rápido en vez de lento, más en vezde menos, este espectacular “desarrollo”está directamente vinculado con el inci-piente colapso de la sociedad. Sólo ha ser-vido para separar el hombre de la natura-leza. La Humanidad debe dejar de com-placerse en el deseo por posesiones mate-riales y ganancias personales, moviéndo-se en vez hacia una toma de concienciaespiritual.

La agricultura debe cambiar de lasgrandes operaciones mecánicas a peque-ñas granjas sólo ocupadas por la vida mis-ma. La vida material y la dieta debieranrecibir un lugar sencillo. Si se hace esto,la labor se vuelve placentera, y abundan-te el espacio vital espiritual.

Cuanto más el agricultor intensifica suescala operativa, tanto más su cuerpo yespíritu se disipan y tanto más se aleja deuna vida espiritual satisfactoria. La vidaen una granja diminuta podrá parecer pri-mitiva pero, vivir esa vida posibilita con-templar la GRAN SENDA(13). Consideroque si uno se identifica profundamente ensu propio vecindario y en el mundo coti-diano en el que vive, se le revelaría el másgrande de los mundos.

Al final del año de trabajo, el agricul-

tor de antaño con sus diez áreas de tierra,pasaba los meses de invierno cazando co-nejos en las montañas. Aunque era llama-do un pobre campesino, aún poseía estetipo de libertad. Las vacaciones de invier-no duraban unos tres meses. Gradualmen-te estas vacaciones fueron acortadas a dosmeses, un mes y ahora, a tres días.

Esta reducción señala cuán ocupado seha vuelto ahora el agricultor y de qué ma-nera ha perdido su filosófico bienestar,tanto físico como espiritual. En la agri-cultura moderna no cabe tiempo para es-cribir un poema o componer un canto.

El otro día me sorprendí al notar, mien-tras limpiaba el pequeño santuario de laaldea, que colgaban unas placas de susparedes. Al sacarles el polvo y al leer lososcuros y borrados caracteres, pude leeruna decena de poemas haiku. Aún en unpequeño pueblo como éste, veinte o treintapersonas habían compuesto los haiku pre-sentándolos como ofrendas. Esto señalacuánto espacio abierto tenía esa gente deantaño en sus vidas. Algunos de los poe-mas debían tener varios siglos. Como fuehace mucho tiempo, es probable que fue-ran campesinos pobres, pero aún así te-nían tiempo ocioso para escribir haiku.

Ahora ya nadie en la aldea dispone desuficiente tiempo para componer poesía.Durante los fríos meses de invierno sólounos pocos aldeanos encuentran tiemposuficiente para correr tras los conejos du-rante un par de días. Ahora el entreteni-miento y centro del interés es el aparatode televisión y ya no hay lugar para lossimples pasatiempos que aportaban rique-za a la vida cotidiana del campesino. Esto

(12)La campanilla china, la araruta ("kuzu"), el zupatorio, la

valeriana, el trebol silvestre, el clavel ribeteado silvestre yla cortadora japonesa.

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guen tan estrechamente la pauta natural,puede considerarse como proceso naturalen vez de una técnica agrícola.

Sólo toma una hora o dos al agri-cultor para sembrar y esparcir el rastrojoen unas 10 áreas. Con la excepción de latarea de cosechar, el cereal de inviernopuede ser cultivado por un hombre solo ysólo dos o tres personas pueden realizartodas las tareas necesarias para atender unarrozal usando nada más que herramien-tas japonesas tradicionales. Es probableque no exista un método más sencillo yfácil de cultivar cereales. Sólo involucrasembrar y esparcir el rastrojo, aunque amí me tomó más de 30 años alcanzar esasencillez.

Esta manera de cultivar ha evolu-cionado de acuerdo con las condicionesnaturales de las islas japonesas, pero meparece que también puede aplicarse laagricultura natural en otras zonas y paraobtener cosechas indígenas, en zonas don-de falta agua se puede sembrar arroz secou otros cereales como el sarraceno, sorgoo mijo. En vez de trébol blanco, se puedepreparar una cobertura más adecuada conotra variedad de trébol, alfalfa, vicia o lu-pino. La agricultura natural toma una for-ma especial de acuerdo con las condicio-nes típicas de la zona donde se aplica.

Al implementar la transición a estetipo de agricultura, al principio podrá sernecesario desherbar, usar compost y po-dar, pero estas medidas deben reducirsegradualmente cada año.Finalmente, no esla técnica del agricultor el factor más im-portante, sino su estado de ánimo.

EL RASTROJO EN LAAGRICULTURA

Podrá considerarse poco importan-te esparcir el rastrojo, pero es fundamen-tal para mi método de cultivar arroz ycereal de invierno. Está conectado contodo, con la fertilidad, la germinación,los yuyos, la acción de los gorriones y elmanejo del agua. Tanto en la prácticacomo en la teoría, el uso del rastrojo enagricultura es un asunto crucial. Esto esalgo que me cuesta hacer comprender ala gente.

ESPARCIR EL RASTROJOENTERO

El Centro de Pruebas de Okoyamaestá probando ahora la siembra directade arroz en un 80% de sus arrozales ex-perimentales. Cuando les sugerí que re-partieran el rastrojo entero, sin cortar,aparentemente pensaron que esto no eracorrecto, y experimentaron con el rastro-jo picado a máquina. Cuando hace unospocos años fui a visitar esas pruebas, meencontré que habían dividido las fraccio-nes entre unas usando el rastrojo picado,otras entero y otras sin rastrojo. Esto fueexactamente lo que hice por largo tiem-po y como me dio mejor resultado el ras-trojo entero, adopté ese sistema.

El Sr. Fujii, , un maestro en la es-cuela agrícola secundaria de la Prefectu-ra de Shimane, quería probar la siembradirecta y me visitó. Le sugerí que espar-ciera el rastrojo entero en su campo. Re-tornó el año siguiente diciendo que ha-

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que el agricultor japonés se dedicara atrabajar parcialmente en la ciudad parapoder comprar los granos que le habíandesaconsejado sembrar.

Y ahora surgió una nueva preocu-pación por la falta de recursosalimentarios. Volvió a recomendarse laproducción de centeno y cebada. Hastadicen ahora que darán subsidios. Pero noes suficiente cultivar durante dos años ce-reales tradicionales de invierno para lue-go volver a abandonarlos. Debe estable-cerse una política agrícola sensata. Debi-do a que, en primer lugar, el Ministeriode Agricultura no tiene una idea clara delo que debería sembrarse, porque no com-prende la relación entre lo que se cultivaen los campos y la dieta del pueblo, siguesiendo una imposibilidad establecer unapolítica agrícola consistente.

Si el personal del Ministerio se des-plazara hacia las montañas y praderas, re-cogiera las siete hierbas de la primavera ylas siete hierbas de otoño (12) y las proba-ra, aprendería cuál es la fuente nutricionalhumana. Y si siguieran investigando, com-probarían que cualquiera podría vivir muybien con cosechas domésticas tradiciona-les tales como el arroz integral, cebada,centeno, sarraceno y verduras, decidien-do sencillamente que eso es todo lo quela agricultura japonesa necesita cultivar.Y si eso es todo lo que el agricultor nece-sita cultivar, la agricultura se simplificamucho.

Hasta ahora, la línea de pensamien-to entre los economistas modernos ha sos-tenido que la agricultura a pequeña esca-la y auto suficiente es un error – que se

trata de un tipo de agricultura primitiva –y que debiera ser eliminada lo más prontoposible. Se ha afirmado que el área de cadafracción de campo debe ser expandidapara producir la transformación a una agri-cultura a gran escala como la norteameri-cana. Esta forma de pensar no sólo se apli-ca a la agricultura – los desarrollos en to-das las áreas se mueven en esa dirección.

La meta consiste en tener ocupadassólo unas pocas personas. Las autorida-des agrícolas afirman que unos pocos,utilizando grandes maquinarias modernaspueden producir mayores rendimientos enáreas iguales. Se lo considera un progre-so agrícola. En Japón, después de la gue-rra entre un 70 a 80 % de la población eracampesina. Esto cambió rápidamente a un50%, luego 30, 20 y ahora la cifra es dealrededor de un 14%. El Ministerio deAgricultura tiene la intención de alcanzarel mismo nivel que el de Europa y Améri-ca del Norte, manteniendo menos de 10%de la población en las tareas agrícolas ydesalentando el resto.

Según opino, sería ideal que un 100%de la gente fuera campesina. En Japón hayjusto 10 áreas de tierra cultivable por per-sona. Si se le dieran 10 áreas a cada uno,una familia compuesta de cinco personastendría media hectárea, más que suficien-te para soportar a toda la familia durantetodo un año. Si se practicara agriculturanatural, un agricultor también tendríatiempo de sobra para el ocio y las activi-dades sociales dentro de la comunidad al-deana. Considero que esta es la senda másdirecta para convertir a este país en unatierra feliz y placentera.

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bía fallado el experimento. Luego de es-cuchar cuidadosamente su relato descu-brí que había depositado el rastrojo enuna forma metódica y ordenada como secoloca el estiércol y la paja en un huertocasero japonés. Si se hace esto, las semi-llas no germinarán bien. También cuan-do se esparce el rastrojo del centeno y dela cebada demasiado ordenadamente, losbrotes de arroz tendrán dificultad parapasar a través del rastrojo. Es mejor es-parcir el rastrojo como si cayera natural-mente.

El rastrojo de arroz funciona biencomo fertilizante para el cereal de invier-no, y el rastrojo del cereal es el que me-jor funciona para el arroz. Quiero queesto se entienda bien. El arroz tiene va-rias enfermedades que infectan la cose-cha si se aplica rastrojo fresco de arrozen el campo. Pero estas enfermedades delarroz no infectarán el cereal de invierno,y si se esparce el rastrojo de arroz en oto-ño, estará totalmente descompuesto paracuando brote el arroz en la primavera si-guiente. El rastrojo fresco de arroz esadecuado para otros cereales, como lo esel rastrojo de sarraceno; y el rastrojo deotras especies de cereales puede usarsepara el arroz y el sarraceno. En general,no debe usarse el rastrojo fresco del ce-real de invierno (trigo, centeno y ceba-da) para otros cereales de invierno, ya quepueden resultar enfermedades.

Todo el rastrojo y las cáscaras yvainas que quedan luego de desgranar,deben ser devueltas a la tierra.

EL RASTROJO ENRIQUECE LATIERRA

El rastrojo esparcido mantiene la es-tructura del suelo y enriquece la tierra; enconsecuencia, no es necesario prepararfertilizante. Esto, por supuesto, está rela-cionado con la no – cultivación. Mis tie-rras pueden ser las únicas en Japón queno han sido aradas desde hace 20 años, yla calidad del suelo mejora con cada esta-ción. Yo estimaría que la capa superficial,rica en humus se ha enriquecido hasta unaprofundidad de más de 10 cm. Durante es-tos años. Esto es mayormente debido alresultado de retornar al suelo todo lo quecrece sobre éste, menos el grano.

NO HAY NECESIDAD DEPREPARAR COMPOST

Con esto no quiero decir que des-carto el compost – sólo que es innecesa-rio trabajar duro para fabricarlo. Si deja-mos el rastrojo sobre la superficie del sue-lo en primavera u otoño y se lo cubre conuna capa fina de estiércol de aves de co-rral, en seis meses se descompone com-pletamente.

Para preparar compost por el mé-todo usual, el agricultor trabaja comoloco bajo el sol abrasador, cortando elrastrojo, agregando agua y cal, dandovuelta el montón y llevándolo al campo.Se obliga a tomarse ese trabajo porquepiensa que es la “mejor manera”. Yo pre-feriría que la gente sólo esparciera el ras-trojo y las vainas o astillas de madera so-bre sus campos.

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muchas otras razones para dejar de pro-ducir trigo. “¡Dejen de sembrar trigo, de-jen de sembrar trigo!”. Esa fue la voz deorden en toda la nación, emitida por losdirigentes agrícolas del gobierno, ordenque acataron con fruición los agriculto-res. Al mismo tiempo, y debido al bajoprecio del trigo importado, el gobiernoalentó al campesino para que dejara desembrar las cosechas tradicionales de Ja-pón (centeno y cebada). Esta política fuellevada a cabo en los campos de Japón quequedaron en barbecho a través de todo elinvierno.

Hace unos diez años, la prefecturade Ehime me eligió para representarla enel programa de televisión para “el mejoragricultor del año”. En esa ocasión me pre-guntó un miembro del comité: “Sr.Fukuoka, ¿por qué no deja de sembrar cen-teno y cebada?” Contesté: “El centeno yla cebada son fáciles de cosechar y al cul-tivarlos en sucesión con el arroz, pode-mos producir el mayor número de calo-rías en las tierras japonesas. Por esa razóncontinué cosechándolos”.

Allí se me aclaró que ninguno quetan obcecadamente se opone a la volun-tad del Ministerio de Agricultura puedeser nombrado “el mejor agricultor delaño”, y luego dije: “Si mi posición es loque se opone a que me nombren el mejoragricultor del año, entonces mejor serápara mí”. Uno de los miembros del Co-mité me dijo más tarde:”Si me fuera de laUniversidad y me dedicara a cultivar latierra, es probable que lo haría como Ud.y cosecharía arroz en verano y cebada ycenteno en invierno, cada año, como an-

tes de la guerra”.Poco después de este episodio apa-

recí en un programa televisivo en una dis-cusión con varios profesores universita-rios, y también en esa ocasión me pregun-taron:” ¿Por qué no deja Ud. de sembrarcenteno y cebada?”. Volví a declarar, muyclaramente, que no pensaba hacerlo poruna docena de buenas razones. Por esetiempo, el eslogan para dejar de cultivarcereal de invierno se llamaba “una muer-te piadosa”. O sea que la práctica de cul-tivar en sucesión arroz y cereal de invier-no pasaría al olvido suavemente. Pero“muerte piadosa” es un término demasia-do suave; lo que realmente quería el Mi-nisterio de Agricultura era una muerte vio-lenta. Cuando se me aclaró que el propó-sito principal del programa era promoverun final rápido al cultivo de cereal de in-vierno dejándolo, por así decir, “muerto ala vera del camino”, exploté indignado.

Hace 40 años se hizo la llamadapara sembrar trigo, cultivar un grano fo-ráneo, un producto inservible e imposi-ble. Luego se dijo que las variedades ja-ponesas de centeno y cebada no alcanza-ban el valor nutricional del grano ameri-cano y con pena el agricultor japonés dejóde sembrar estos cereales tradicionales.A medida que aumentó a los saltos elestándar de vida, se recomendó comercarne, huevos, tomar leche y, en vez dearroz, comer pan. Los cereales, la soja yel trigo fueron importados en cantidadescrecientes. El trigo de Estados Unidos erabarato, por lo tanto se abandonó el culti-vo de centeno y cebada. La agriculturajaponesa tomó medidas que obligaron a

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Viajando por tren en la líneaTokaido en el oeste de Japón, he notadoque el rastrojo se corta más groseramenteque cuando empecé a recomendar que loesparcieran sin cortar. Debo reconocer elmérito de los agricultores. Pero los exper-tos modernos aún dicen que es mejor uti-lizar sólo tantos miles de kilos de rastrojopor cada 10 áreas. ¿Por qué no dicen quese devuelva todo el rastrojo a la tierra?Mirando por la ventanilla del tren, unopuede ver a los campesinos cortando y es-parciendo sólo la mitad del rastrojo y de-jando que el resto se pudra en la lluvia.

Si todos los agricultores de Japónse pusieran de acuerdo y retornaran todoel rastrojo a sus tierras, el resultado seríauna enorme cantidad de compost de vuel-ta al suelo.

GERMINACION

Durante cientos de años, el campe-sino ha dedicado mucho tiempo y trabajopreparando almácigos para que salierande allí fuertes y saludables plántulas dearroz. Los pequeños almácigos eran or-denados como si fueran altares para losdioses familiares. La tierra se cultivaba, yalrededor se esparcía arena y ceniza de lacáscara de arroz y luego ofrecían una ple-garia para que prosperaran las plántulas.

No es de extrañar entonces que enlas aldeas vecinas pensaran que estabaloco al sembrar directamente, mientrasaún se mantenía en el campo el cereal deinvierno, con yuyos y trozos de rastrojoen descomposición distribuidos por do-quier.

Por supuesto, la semilla germinabien cuando se la siembra directamenteen un campo bien preparado, pero cuan-do llueve y la tierra se embarra, no es po-sible recorrerla a pie y la siembra debeposponerse. En esto el método de no-cultivación es seguro, aunque, por otro

lado, hay problemas debido a los peque-ños animales tales como topos, ratones,grillos y babosas a quienes gusta comerlas semillas. El “pellet” de arcilla conte-niendo una semilla resuelve el problema.

Al sembrar el cereal de invierno, elmétodo usual es sembrar y luego cubrir lasemilla con tierra. Si se siembra muy pro-fundo se descompondrá. Antes practica-ba pequeños hoyos con un palo y allí de-jaba caer la semilla, o en zurcos sin cubrircon tierra, pero experimenté varios fraca-sos con ambos métodos.

Ultimamente me he puesto perezo-so y, en vez de preparar zurcos o pincharla tierra con un palo, envuelvo la semillaen “pellets” de arcilla y los echo directa-

Cuando brota el cereal de invierno a través delrastrojo, las semillas de arroz se mantienen latentes

hasta primavera.

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Cada uno de nosotros debe sopesar seria-mente cómo tanto esfuerzo es causado porcomplacerse en alimentos producidos conaltos costos.

La carne y los alimentos importa-dos son lujos porque requieren más ener-gía y recursos que las verduras y cerealestradicionales producidos localmente. Deesto se desprende que la gente que se li-mita a una sencilla dieta local necesita tra-bajar menos y usa menos tierra que los deapetitos lujosos.

Si la gente sigue comiendo carne y ali-mentos importados, dentro de 10 años, ycon certeza, Japón se precipitará en unacrisis alimentaria. Dentro de 30 años ten-dremos carencias muy grandes. De algúnlado surgió la absurda idea que cambiarel arroz por pan es una mejora en la vidacotidiana del japonés. Pero, en verdad, noes así. Podrá parecer que el arroz integraly la verdura sean alimentos groseros, perodesde un punto de vista nutricional soninsuperables y permiten que la gente vivasimple y directamente.

Si tenemos una crisis alimentaria nose deberá a una insuficiencia del poderproductivo de la naturaleza, sino a la ex-travagancia del deseo humano.

MUERTE COMPASIVA DE LACEBADA

Hace 40 años, como resultado deuna hostilidad política creciente entre Es-tados Unidos y Japón, se imposibilitó im-portar trigo desde América. Hubo un mo-vimiento general a través de todo el paíspara cultivar trigo domésticamente. Las

variedades de trigo americano usadas re-querían una larga estación de crecimientoy por eso su maduración caía en medio dela estación lluviosa de Japón. Aún Des-pués de que el campesino se esforzara tan-to para cultivar una cosecha, a menudo sele deterioraba durante su extracción. Es-tas variedades probaron ser muy inesta-bles y altamente susceptibles a enferme-dades, de manera que los agricultores noquerían producir trigo. Cuando se lo mo-lía y tostaba en la forma tradicional, sugusto era tan terrible que nos ahogaba ydebíamos escupirlo.

Las variedades tradicionales japo-

nesas de centeno y cebada puedencosecharse a mediados de primavera, an-tes de las lluvias estacionales; por eso soncosechas comparativamente seguras. Peroal campesino lo obligan a sembrar trigo.Todos se rieron porque sabían que nadaera peor que cultivar trigo, pero lo acep-taron pacientemente porque se trataba depolítica de gobierno.

Después de la guerra, volvió a im-portarse trigo americano en grandes can-tidades, causando una baja en el preciodel trigo japonés. Esto se agregó a las

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mente en tierra. La germinación es mejorsobre la superficie, donde la semilla estáexpuesta al oxígeno. He descubierto quecuando esos “pellets” quedan cubiertospor el rastrojo, las semillas germinan bieny no se descomponen en años de fuerteslluvias.

EL RASTROJO AYUDA AENFRENTAR LOS YUYOS Y

PAJAROS

Idealmente, unas 10 áreas provee-rán unos 480 kilos de rastrojo de cebada.Si se esparce todo rastrojo de vuelta a latierra, la superficie estará completamentecubierta. Hasta un yuyo fastidioso comoel gramillón, el problema más difícil conel método de no – cultivación de siembradirecta, puede mantenerse bajo control.

Los gorriones me dieron muchosdolores de cabeza. La siembra directa nopuede tener éxito si no hay una maneraconfiable de encargarse de los pájaros, yhay muchos lugares donde la siembra di-recta perdió efectividad debido a eso mis-mo. Muchos de Uds. pueden haber tenidoel mismo problema con los gorriones ysabrán lo que quiero decir.

Puedo recordar que a veces estos pá-jaros me seguían de cerca y devoraban to-das las semillas que había sembrado an-tes que tuviera la oportunidad de termi-nar de sembrar la otra porción del campo.Probé con espantapájaros y redes ypiolines con latas golpeándose entre sí,pero nada de esto parecía funcionar muybien. O, si alguno de estos métodos resul-taba, su eficacia desaparecía luego de un

año o dos.Mi propia experiencia me ha enseña-

do que al sembrar mientras que la cose-cha precedente aún está en pie, de formaque la semilla quede escondida entre lashierbas y el trébol, y al esparcir un rastro-jo de arroz, centeno o cebada tan prontocomo se terminará la cosecha, puede re-solverse fácilmente el problema de losgorriones.

He cometido muchos errores mientrasexperimentaba a través de los años y sufrífracasos de todo tipo. Es probable que sepamás sobre todo lo que pueda andar malcon la agricultura que cualquier otro enJapón. Cuando por primera vez tuve éxi-to en producir arroz y cereal de inviernocon el método de no-cultivación, me sen-tí tan alegre como Colón cuando descu-brió América.

PRODUCIENDO ARROZ ENCAMPO SECO

Para mediados de verano, las plantasde arroz de los vecinos ya llegan a la cin-tura, mientras que las mías sólo llegan ala rodilla. La gente que nos visita haciafines de Julio siempre está escéptica y pre-gunta: “¿Fukuoka-San, este arroz se pon-drá bueno?” “Seguro” contesto, “no hayde qué preocuparse”.

No trato de cultivar plantas de cre-cimiento rápido, con grandes hojas. Envez, las mantengo todo lo compactas po-sible. Mantengo chicas las panojas, nonutro demasiado las plantas y las dejo cre-cer de acuerdo a la forma natural de unaplanta de arroz.

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(11Aunque en los países de gran extensión la carne seproduce con raciones de trigo, cebada, maiz y soja, tambiénhay grandes extensiones de tierras usadas para pastura oforraje. En el Japón casi no hay praderas. Gran parte de lacarne debe ser importada.

verde y cebolla común. Por algún moti-vo, la gente moderna gusta del sabor de laverdura que abandonó su estado silvestre.

Se aplica una preferencia similarpor los alimentos animales. Cuando seconsumen aves silvestres, son mucho me-jores para nuestro organismo que las avesde corral como el pollo y el pato, y, sinembargo, estas aves criadas en un medioambiente muy alejado de su entorno na-tural son consideradas de mejor sabor yvendidas a precios altos. La leche de ca-bra posee un valor alimenticio más eleva-do que la de vaca, pero esta última gozade mayor demanda.

Los alimentos que se han alejadode su estado silvestre y los cultivados quí-micamente o en un medio ambiente cons-treñido por completo desequilibran la quí-mica corporal; y cuanto más desequilibra-dos estamos, más ansiamos los alimentosartificiales. Esta situación es peligrosapara la salud.

Es un engaño decir que lo que unocome es meramente un asunto de prefe-rencia, porque una dieta artificial o exóti-ca crea penuria tanto para el agricultorcomo para el pescador. A mí me pareceque cuanto mayores son nuestros deseosmás tenemos que trabajar para satisfacer-los. Algunos peces tales como el popularatún, deben pescarse en aguas distantes,pero la sardina, el besugo, el lenguado yotros peces pequeños pueden atraparse engran abundancia en el Mar Interior. Ha-blando desde un punto de vista nutricional,las criaturas que viven en los arroyos yríos de agua dulce como la carpa, la an-guila, el camarón, el cangrejo y así suce-

sivamente, son más adecuadas para nues-tro cuerpo que las de agua salada. Luegovienen los de agua de mar poco profunday finalmente, los de aguas profundas y losde mares distantes. El alimento más veci-no es mejor para el ser humano y benefi-cia menos las cosas por las cuales se debeluchar.

Esto significa que si aceptamos loque tenemos a mano, nos irá bien. Si elcampesino que vive en su aldea sólo comeel alimento que allí puede cultivar o reco-ger, no habrá margen de error. Al final,como le pasa al grupo de jóvenes vivien-do en las chozas allá arriba en el huerto,uno descubre que es más sencillo comercereales integrales (arroz, cebada, mijo ysarraceno) junto con verdura de estacióny otras semi-silvestres. Allí uno consumelo más bueno, de mejor sabor y conve-niente para el organismo.

Si en un campo de 10 áreas comoéste se cosechan 700 kg de arroz y otrotanto de cereal de invierno, ésta extensiónproveerá lo necesario para 5 a 10 perso-nas invirtiendo en término medio, unahora de trabajo por día. Pero si la mismaextensión de tierra se dedicara como pas-tura sólo alimentaría a una persona. Lacarne se vuelve un alimento de lujo cuan-do su producción requiere una extensiónde tierra que suministraría comida direc-tamente para el ser humano (11). Esto hasido demostrada clara y definitivamente.

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Usualmente. Las plantas de arroz e1 a 1.25 m. de alto producen hojas exube-rantes y dan la impresión de que rendiránmucho grano, pero lo único que crece fuer-temente es la caña hojosa. La producciónde almidón es buena pero baja la eficien-cia y se gasta tanta energía en el creci-miento vegetativo que es poco lo que que-da para almacenar en el grano. Por ejem-plo, si plantas altas y de gran tamaño rin-den unos 1.100 kg de rastrojo, el rinde delarroz será de 530 a 650 kg. Si las plantasde arroz son pequeñas, como las mías,1.000 kg de rastrojo rinden 1.000 kg dearroz. En una buena cosecha, el rendi-miento de arroz en mi campo rendirá unos1.270 kg; o sea, que pesará aproximada-mente un 20 % más que el rastrojo.

La planta de arroz que crece en uncampo seco no es tan alta. Recibe la luzdel sol uniformemente, llegando a la basey a las hojas más bajas. Unos 2 ½ cm cua-drados de hoja son suficientes para pro-ducir seis granos de arroz. Tres o cuatrohojas pequeñas son más que suficientespara producir 100 granos de arroz por pa-noja. Yo siembro un tanto espeso y termi-no teniendo unas 20 – 25 cañas de arrozcon 250 – 300 granos cada una por metrocuadrado. Si uno tiene muchos brotes yno trata de producir plantas grandes, pue-de obtener grandes cosechas sin dificul-tad. Esto también vale para el trigo, cen-teno, sarraceno, avena, mijo y otros ce-reales.

El método usual es mantener varioscentímetros de agua en el arrozal a travésde toda las estación de crecimiento. Losarroceros han estado cultivando arroz en

agua desde hace tantos siglos que la ma-yor parte de la gente cree que no puedecultivarse de otra forma. Las variedadesde arroz de “agua” cultivadas son relati-vamente fuertes cuando crecen en un arro-zal inundado, pero para la planta no esbueno cultivarla de esta manera. La plan-ta de arroz crece mejor cuando el conte-nido de agua en el suelo es de 60 – 80 %de su capacidad de retención de agua.Cuando el campo no es inundado, las plan-tas desarrollan raíces más fuertes y sonextremadamente resistentes a los ataquesde plagas e insectos.

La razón principal para producirarroz en un campo inundado es para con-trolar los yuyos creando un medio ambien-te donde sólo una variedad limitada deyuyos puede sobrevivir. Pero los que so-breviven deben ser extraídos a mano odesraizados con una herramienta especial,también a mano. Según el método tradi-cional, esta tarea interminable y agotadoradebe repetirse varias veces en cada esta-ción de crecimiento.

A fines de primavera, época demonzones, dejo inundar el arrozal duran-te una semana. Pocos de los yuyos delcampo seco pueden sobrevivir sin oxíge-no aún un período de tiempo tan corto yel trébol también se marchita y pone ama-rillento. La idea no es eliminar el trébol,sino sólo debilitarlo para permitir que seestablezcan las plántulas de arroz. Cuan-do se drena el agua (lo más pronto posi-ble), se recupera el trébol y se difunde has-ta volver a cubrir la superficie del arrozalbajo las plantas de arroz en crecimiento.Luego de eso, es poco o nada lo que hago

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ra natural en suelo naturalmente rico enmateria orgánica, reciben una dieta másequilibrada de nutrientes. Una gran diver-sidad de yuyos y hierbas significa que laverdura dispone de una gran variedad denutrientes y micro nutrientes. Las plantasque crecen en un suelo equilibrado poseenun sabor más sutil.

Las hierbas comestibles y la verdu-ra silvestre, las plantas creciendo en lamontaña y en las praderas, tienen un va-lor nutricional muy elevado y son de granutilidad medicinal. El alimento y la me-dicina no son dos cosas diferentes; son elfrente y el dorso de un cuerpo. La verduraproducida químicamente puede ser con-sumida como alimento, pero nunca comomedicina.

Cuando recogemos y comemos lassiete hierbas de la primavera (10), el espíri-tu se vuelve más gentil. Y cuando come-mos brotes de helecho común y real y labolsa de pastor, uno se sosiega. Para cal-mar un espíritu inquieto e impaciente, lamejor es la bolsa de pastor. Dicen que siun niño come bolsa de pastor, brote de sau-ce o insectos que viven en los árboles, estocurará sus violentos accesos de llanto yque, en tiempos pasados, a menudo se losdaban de comer. El daikon (rábano japo-nés) tiene como antepasado la planta lla-mada nazuna (bolsa de pastor) y, este tér-mino nazuna se relaciona con la palabranagomu, que significa ser ablandado. Eldaikon es la “hierba que ablanda nuestradisposición”.

A menudo entre los alimentos sil-

vestres desconocemos los insectos. Duran-te la II Guerra Mundial, mientras trabaja-ba en el centro de investigación me asig-naron para determinar los tipos de insec-tos que podían consumirse en el surestede Asia. Cuando investigué este asunto,me sorprendí al comprobar que casi cual-quier insecto es comestible.

Por ejemplo, nadie creería que po-dría utilizarse el piojo o la pulga, pero elpiojo pisado y comido con el cereal de in-vierno es un remedio para la epilepsia yla pulga una medicina contra la congela-ción de los miembros. Todas las larvas deinsectos son comestibles, pero deben co-merse vivas. Recorriendo antiguos textos,descubrí historias que trataban de golosi-nas preparadas con gusanos del excusadoy donde explican que el sabor del gusanode seda es incomparablemente exquisito.Hasta la polilla que se le saca el polvo delas alas, es muy sabrosa.

De manera que tanto desde el pun-to de vista de su sabor como por su valormedicinal, muchas cosas que la gente con-sidera repulsivas son muy sabrosas y tam-bién buenas para el cuerpo humano.

Las verduras biológicamente máscercanas a sus antepasados silvestres sonlas de mejor sabor y de más alto valor nu-tritivo. Por ejemplo, las ¿? (que incluyenel nirá, el ajo, la cebolla verde, el cebollíny la cebolla propiamente dicha), el nirá yel puerro chino son las de mayor valor nu-tritivo, buenas como medicina herbaria ytambién útiles como tónicas para el bien-estar general. Pero la mayor parte de lagente considera de mejor sabor las varie-dades más domésticas como la cebolla

(10)Berro, bolsa de pastor, nabo silvestre, lanaria,pampliña, rábano silvestre y la beeneedie.

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en cuanto al suministro de agua. Durantela primera mitad de la estación no riegopara nada. Aún en años de muy poca llu-via, el suelo se mantiene húmedo bajo lacapa de rastrojo y abono verde. En plenoverano permito que entre un poco de aguapero no la dejo estacionar.

Si Ud. le muestra una planta dearroz de mi campo a un agricultor, éstesabe inmediatamente que tiene el aspectoque correspondería a una planta de arrozy que tiene la forma ideal. Sabrá que lassemillas brotaron naturalmente y que nofueron trasplantadas; que la planta no po-dría haber crecido en mucha agua y queno se aplicó fertilizante químico. Cual-quier agricultorsabe esas cosasinstintivamentecon sólo observarla forma de laplanta, de las raí-ces y elespaciamiento delas articulacionessobre el tallo prin-cipal. Para el queentiende la formaideal, es sólo asun-to de cómo hacercrecer una plantacon esa forma bajolas condiciones es-peciales de su pro-pio campo.

No concuerdo con la idea del pro-fesor Matsushima, o sea que la cuarta hojadesde la punta de la planta debe ser la máslarga. A veces cuando la segunda o tercer

hoja es la más larga, se obtienen mejoresresultados. Si se suspende el crecimientomientras que la planta es joven, a menu-do la hoja más alta o la segunda es máslarga y se obtiene una cosecha aún másabundante.

La teoría del profesor Matsushimaderiva de experimentos usando plantasfrágiles de arroz producidas con fertilizan-tes en un almácigo y luego trasplantadas.Mi arroz, por otro lado, se produjo deacuerdo con el ciclo normal de crecimien-to de la planta de arroz, como crecería enforma silvestre. Yo espero pacientementeque se desarrolle y madure la planta a supropio ritmo.

En añosrecientes he esta-do probando conuna vieja variedadde arroz glutinosodel sur. Cada se-milla, sembradaen otoño, produceun término mediode 12 cañas conunos 250 granospor panoja. Conesta variedad con-sidero que algúndía podré obteneruna cosecha cer-cana a la mayorobtenible en teoríacon la energía so-

lar alcanzando al campo. En algunas áreasde mi campo ya se han alcanzado cose-chas de 880 kg por cada 10 áreas con estavariedad.

El cereal de invierno es cosechado en primavera. Losbrotes de arroz son pisoteados por los trabajadores,

pero pronto se recuperan.

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vender, nada de malo puede tener”.Sin importar cuánto se esfuercen los

técnicos no podrán mejorar una fruta overdura producida naturalmente. El pro-ducto cultivado de una forma artificial sa-tisface deseos espúreos pero debilita el or-ganismo humano y altera la química cor-poral de forma que se hace dependientede dichos alimentos. Cuando esto ocurre,se vuelven necesarios los complementosvitamínicos y las medicinas.

Esta situación no hace más quecrearle trabajo extra al agricultor y sufri-mientos al consu-midor.

¿CUÁL ES ELALIMENTOHUMANO?

El otro día unfuncionario de latelevisión vino averme y me pre-guntó algo sobreel sabor del ali-mento natural. Ha-blamos y luego lepedí que compara-ra los huevospuestos por las ga-llinas de la coope-rativa con los de mis gallinas comiendoen libertad en el huerto. Comprobó quelas yemas de los huevos puestos por galli-nas encerradas en un criadero típico eranblandas y acuosas y su color amarillo pá-lido. Observó que las yemas de los hue-vos puestos por gallinas viviendo en for-

ma silvestre en la montaña eran firmes,flexibles y de color naranja brilloso. Cuan-do el viejo que atiende el restaurante desushi en la ciudad probó uno de estos hue-vos naturales dijo que era un “huevo ver-dadero”, como en los viejos tiempos y sealegró como si hubiera, encontrado un te-soro precioso.

Allá arriba en el huerto frutal haymuchas verduras diferentes creciendo en-tre los yuyos y el trébol. Nabo, bardana,pepino y zapallo, cebolla, zanahoria, ho-jas de mostaza, repollo, varias variedades

de porotos y mu-chas otras hierbasy verduras cre-ciendo todas jun-tas. La conversa-ción derivó a si es-tas verduras pro-ducidas en formasemi-silvestre te-nían o no mejor sa-bor que las cultiva-das en huertos ca-seros o con ayudade fertilizantesquímicos en elcampo. Cuandolas comparamos,el gusto era com-pletamente distin-

to, y determinamos que las verduras “sil-vestres” poseían más rico sabor.

Le dije al periodista que cuando lasverduras son cultivadas en un terreno pre-parado usando fertilizante químico, se lesuministra nitrógeno, fósforo y potasio.Pero que si crecen junto con una cobertu-

En un matorral de mostaza y nabo silvestre.

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Visto con el ojo escéptico de un téc-nico, mi método de producir arroz podríallamarse un resultado a corto término oprovisorio. “Si se continuara el experi-mento por más tiempo, ciertamente apa-recería algún tipo de problema” podríadecir. Pero yo he estado produciendo arrozde esta manera desde hace veinte años.Los rendimientos siguen creciendo y elsuelo se enriquece cada año más.

LOS FRUTALES DEL HUERTO

También tengo un huerto con diver-sas variedades de citrus situado sobre laladera cerca de mi casa. Después de laguerra, cuando recién me puse a cultivarla tierra, comencé con un huerto de 44áreas de citrus y 15 áreas de arrozal. Peroahora sólo los frutales cubren 450 áreas.Vine a esta tierra y adquirí las laderas ve-cinas que habían sido abandonadas. En-tonces las trabajé a mano.

Los pinos que se encontraban a esasladeras habían sido talados unos años an-tes y lo único que hice fue cavar agujerosa su alrededor y allí planté citrus. Ya ha-bían aparecido brotes en los troncos cor-tados y, al pasar el tiempo, empezó a pro-liferar el pampa gras japonés, el cogon ylos helechos. Los pequeños citrus se per-dieron en esa maleza.

Corté la mayor parte de los retoñosde pino, aunque permití que unos más cre-cieran como abrigo contra el viento. Lue-go rebajé los matorrales y las hierbas al-tas y sembré trébol.

Luego de 6 ó 7 años, finalmente losfrutales dieron fruto. Saqué la tierra atrásde los árboles para formar terrazas y aho-ra el huerto poco difiere de cualquier otro.

Por supuesto mantuve los principiosde no-cultivación, sin usar fertilizantesquímicos ni insecticidas y herbicidas. Fueinteresante que, al principio, mientras cre-cían las plantitas bajo los retoños del bos-que, no había evidencia de insectos dañi-nos. Una vez aclarados los matorrales ysacados los retoños de árbol, la tierra sevolvió menos silvestre y más como unTrillando cereal

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go de muchos intentos y de chapucearcomo un novato, produje una herramien-ta manual para sembrar. Pensando que esaherramienta podía ser de uso práctico paraotros campesinos, se la llevé al encarga-do del centro de pruebas. Me dijo que yaque nos encontrábamos en la era de la granmaquinaria, no le interesaba mi “artefac-to”.

Luego fui a un fabricante de equi-pos agrícolas. Allí me dijeron que una he-rramienta tan sencillal, sin importar cuan-to se la utilizara, no podía venderse pormás de 3.50 dólares. “Si hiciéramos unartefacto como éste, los agricultores po-drían empezar a pensar que no necesitanlos tractores que les vendemos por milesde dólares”. Me dijo que hoy en día, elasunto era inventar máquinas para plan-tar arroz rápidamente, venderla en canti-dades industriales por el tiempo más lar-go posible, y luego introducir algo másnuevo. En vez de pequeños tractores, que-rían producir modelos más grandes y, ental caso, mi artefacto era como dar un pasohacia atrás. Para enfrentar la demanda deestos tiempos, se invierten los recursos eninvestigaciones inútiles, y hasta este díami patente está en reserva.

Lo mismo ocurre con los fertilizan-tes y químicos. En vez de producir fertili-zantes que contemplen las necesidades delagricultor, se enfatiza el desarrollo de algonuevo, cualquier cosa, para ganar dinero.Después que los técnicos dejan su trabajoen los centros de pruebas, se mudan ense-guida a trabajar para las grandes compa-ñías químicas.

Recientemente estaba hablando con

el Sr. Asada, un funcionario técnico en elMinisterio de Agricultura y Forestación,y me contó algo interesante. Las verdurascultivadas en invernáculos son muyinsulsas. Cuando oyó decir que la beren-jena producida en invierno no tiene vita-minas y el pepino ningún sabor, investigóel asunto y descubrió la razón: parte delos rayos solares no podían penetrar a tra-vés del vinilo o vidrio donde se cultiva-ban las verduras. Su investigación se des-plazó al sistema de luces dentro del in-vernadero.

Aquí la cuestión fundamental es sies necesario o no que el ser humano con-suma berenjena y pepino durante el invier-no. Pero, dejando de lado este punto, laúnica razón por la cual se cultivan fuerade estación es porque pueden venderse abuen precio. Alguien desarrolla la formade cultivarlas y después de un tiempo sedescubre que estas verduras carecen devalor nutritivo. Luego, el técnico piensaque si están perdiendo nutrientes, debe en-contrarse una forma de prevenir dicha pér-dida. Como piensa que el problema radi-ca en la iluminación, comienza a investi-gar los rayos de luz. Piensa que todo an-dará bien si puede producir una berenje-na de invernadero que contenga vitami-nas. Me dijeron que hay algunos técnicosque dedican sus vidas enteras a este tipode investigación.

Naturalmente, como en la produc-ción de esta berenjena se invierten tangrandes esfuerzos y recursos, y se dice quela verdura tiene altos valores nutricionales,se la rotula a un precio aún mayor y sevende bien. “Si es provechoso y se puede

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huerto. Sólo entonces volvieron a apare-cer los insectos.

Es mejor permitir que el frutal adop-te su propia forma natural desde el princi-pio. El árbol dará fruto cada año sin nece-sidad de podar. El citrus adopta la mismapauta de crecimiento que el cedro o el

pino, o sea, un solo tronco central crecien-do derecho con ramas extendiéndose enforma alternada. Por supuesto, no todaslas variedades de citrus crecen exactamen-te al mismo tamaño y forma. Las varieda-des Hassaku y Shaddock crecen muy al-tas, mientras que el mandarino Unshu esbajo y fornido; las variedades tempranasde mandarino Satsuma son pequeñas, aldesarrollarse del todo, pero cada uno tie-ne un tronco central único.

NO ELIMINAR LOSPREDADORES NATURALES

Pienso que todos ya saben que lamayor parte de las “plagas” del huerto tie-nen enemigos naturales, no es necesarioaplicar insecticidas para controlarlos. En

un tiempo en Japón se usaba el in-secticida Fusol. Los predadores na-turales fueron totalmente extermi-nados y los problemas resultantesaún sobreviven en muchas prefec-turas. De esta experiencia piensoque la mayor parte de los agricul-tores ha llegado a comprender quees indeseable eliminar lospredadores porque, a la larga, losinsectos producirán un mayordaño.

En cuanto a las polillas yescamosidades que aparecen, si sediluye una solución de aceite demáquina a proporción de 200 x 400y se pulveriza ligeramente en ve-rano, y si se permite que las co-munidades de insectos logren lue-go su propio equilibrio natural, engeneral el problema se disipará por

sí solo. Esto no ocurrirá si se usó previa-mente, a principios de verano, un pestici-da fosfatado orgánico, ya que este com-puesto también elimina los predadores.

Con esto no estoy diciendo que reco-miendo el uso de aplicaciones con las de-nominadas inocuas pulverizaciones “or-gánicas”, tales como la solución de sal yajo o emulsiones de aceite de motor, nique tampoco favorezco introducir en elhuerto especies predadoras extrañas para

En pricipios de verano se estaciona el agua en el arrozalpara debilitar los yuyos y el trébol y permitir que brote el

arroz a través de la cobertura del suelo.

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nen más porque se las cría con una raciónenriquecida artificialmente importada depaíses extranjeros y que debe comprarseen los comercios. Las aves de la localidad

rascan el suelo y se alimentan librementecon semillas e insectos del lugar y ponenhuevos deliciosos y naturales.

Si Ud. Piensa que las verduras co-merciales pertenecen a la naturaleza, leespera una gran sorpresa. Estas verdurasson una mixtura acuosa química de nitró-geno, fósforo y potasio, con alguna peque-ña ayuda por parte de la semilla. Y ese,precisamente, es su sabor. Y los huevoscomerciales de gallina (si a Ud. le gustapuede llamarlos “huevos”) no son más queuna mezcla de ración sintética, químicosy hormonas. Este no es un producto de lanaturaleza sino una mezcla sintética defactura humana con forma de huevo. Algranjero que produce verduras y huevosde este tipo lo llamo fabricante.

Ahora bien, si nuestro tema es in-dustrialización, será necesario calcularbien para tener un beneficio. Como el agri-cultor comercial no está ganando dinero,es como el comerciante que no sabe ma-

nejar la calculadora. Este tipo de personaes considerado un tonto por los demás ysus ganancias son absorbidas por los po-líticos e intermediarios.

En los tiempos antiguos había gue-rreros, campesinos, artesanos y comer-ciantes. Se decía que la agricultura esta-ba más cerca de la fuente de las cosas queel comercio y la manufactura y se decíaque el campesino era el “copero de losdioses”. Siempre se las sabía arreglar deuna u otra manera y para tener de qué co-mer.

Pero ahora ocurre toda una conmo-ción acerca de cómo ganar dinero. Se cul-tivan productos de gran moda como uvas,tomates y melones. Y se producen floresy frutas fuera de estación en invernade-ros. Se ha introducido la cria de peces yde ganado porque da mucha ganancia.

Esta pauta muestra claramente loque ocurre cuando la agricultura se con-vierte en un asunto económico. Hay vio-lentas fluctuaciones de precios, a veceshay ganancias, otras hay pérdidas.

El fracaso es inevitable. La agricul-tura japonesa ha perdido de vista su di-rección y su estabilidad. Se ha desviadode los principios básicos de la agricultu-ra, convirtiéndose en un negocio.

¿INVESTIGACIONES PARABENEFICIO DE QUIEN?

Cuando al principio empecé a sem-brar directamente el arroz y el cereal deinvierno, estaba proyectando cosechar conuna hoz, de manera que pensé que seríamás conveniente sembrar en hileras. Lue-

Preparándose para el trabajo diario.

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controlar a los insectos molestos. Los ár-boles se debilitan y son atacados en la me-dida que se desvían de su forma natural.Si el árbol crece en una pauta de desarro-llo artificial y se lo deja abandonado eneste estado, las ramas se entrecruzan y laplanta es atacada por los insectos. Ya hecontado cómo, actuando de esta manera,se produjo un desastre en una extensiónde citrus.

Pero si los árboles se corrigen gra-dualmente, retornarán, por lo menosaproximadamente, a su forma natural. Losárboles se fortifican y no es necesario to-mar medidas para controlar a los insec-tos. Si el árbol se planta con cuidado y sele permite adoptar su forma natural desdeel principio, no hay necesidad de podar ni

tampoco de usar pulverizaciones de cual-quier tipo. La mayor parte de los frutalescomprados en criaderos ya han sido po-dados, y tienen sus raíces lastimadas an-tes de trasplantarlos definitivamente en unhuerto; por tal motivo, necesitan ser po-dados desde el principio.

Para mejorar el suelo del huerto, tra-té de plantar diversas variedades de árbo-les. Entre éstos, la acacia Morishima. Este

árbol crece todo el año, con nuevos bro-tes en todas las estaciones. Lospulgones que se alimentan con los bro-tes empiezan a multiplicarse en gran-des cantidades. Las mariquitas se ali-mentan con el pulgón y pronto tambiénproliferan. Luego que las mariquitashan devorado todos los pulgones, setransportan a los citrus y empiezan aalimentarse con muchos otros insectos.

Es posible producir fruta sin podar,sin fertilizar y sin usar pulverizacionesquímicas dentro de un medio ambientenatural.

LA TIERRA DEL HUERTO

No es necesario recalcar que en laadministración de un huerto frutal, lapreocupación principal debe fundarseen la mejora del suelo. Si se usan ferti-

lizantes químicos, los árboles crecen másgrandes, pero año tras año ocurre un ago-tamiento del suelo. El fertilizante agotala vitalidad de la tierra. Aunque sólo se louse por una generación, el suelo sufre con-siderablemente.

No existe un curso más sabio enagricultura que la vía de una saludable me-

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convierte en producto de lujo y sólo losricos lo pueden adquirir.

Para que se popularicen los alimen-tos naturales, deben conseguirse local-mente a precios razonables. Si el consu-midor se ajusta a la idea de que el preciobajo no significa que el alimento no seanatural, entonces todos empezarán a pen-sar en la dirección correcta.

LA AGRICULTURACOMERCIAL FRACASARA

Cuando apareció por primera vez elconcepto de la agricultura comercial, yome opuse. En Japón, este tipo de agricul-tura no es beneficioso para el granjero.Entre los mercaderes hay una regla dicien-do que si un artículo que cuesta original-mente alguna suma se procesaadicionalmente, se agrega un costo cuan-do es vendido. Pero en la agricultura ja-ponesa la cosa no es tan así. El fertilizan-te, la ración, el equipo y los químicos sonadquiridos en el extranjero a precios fija-dos allí y no hay forma de saber cuál seráel costo por kilo cuando se usan estos pro-ductos importados. Los fijan los preciosde venta, el rédito del campesino queda amerced de fuerzas que se encuentran másallá de su control.

En general, la agricultura comerciales una proposición inestable. Para el cam-pesino mucho mejor sería producir los ali-mentos que necesita sin pensar en ganardinero. Si se siembra un grano de arroz,se convierte en más de mil gramos. Unahilera de nabos permite elaborar suficien-tes pickles para todo el invierno. Si uno

sigue esta línea de pensamiento, podrá te-ner suficiente para comer, más que sufi-ciente, sin esforzarse. Pero, si en vez, unotrata de ganar dinero, se suma a una ca-rrera de beneficios que lo lleva muy lejosde su meta inicial.

Ultimamente he estado pensando enla gallina Leghorn. Debido a que la varie-dad mejorada de Leghorn blanca pone másde 200 huevos por año, su utilización porbeneficio es considerada un negocio muybueno. Cuando se las usa comercialmen-te viven en largas hileras de pequeñas jau-las muy parecidas a las células de una pe-nitenciaría, y a través de todas sus vidasnunca se permite que sus patas toquen elsuelo. Las enfermedades proliferan y selas llena de antibióticos y se alimentan conuna dieta de fórmula con hormonas y vi-taminas.

Se dice que en Japón las gallinas deaquí que se han usado desde la antigüe-dad, la shamo y chabo, marrón y negra,sólo ponen unos 100 huevos. Por tal mo-tivo, en mi país casi han desaparecido. Yopermito que corran por mi huerto y lamontaña dos gallinas y un gallo y despuésde un año tengo 24 gallinas. Cuando pa-recía que declinaba la producción de hue-vos es porque estaban ocupadas criandopollitos.

Durante el primer año, la Leghornblanca tiene una mayor eficiencia comoponedora que la gallina local, pero pasa-do ese período queda exhausta y se la eli-mina, mientras la shamo con la cual em-pezamos, se ha convertido en 10 saluda-bles aves corriendo entre los frutales delhuerto. Además, las Leghorn blancas po-

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joría del suelo. Hace 20 años, la faz deesta montaña era de arcilla roja y yerma,tan dura que no penetraba la pala. Y alre-dedor, una buena parte de la tierra era si-milar. La gente producía papas hasta queel suelo quedaba exhausto y entoncesabandonaba el campo. Podríamos decirque aquí arriba, antes que producir citrusy verduras, he estado ayudando a resta-blecer la fertilidad del suelo.

Hablemos ahora de cómo me lasarreglé para restablecer las yermas lade-ras de la montaña. Después de la guerra,alentaba la técnica de cavar profundamen-te un huerto frutal y también practicar ho-yos donde se depositaba materia orgáni-ca. Cuando retorné del Centro de Prue-bas, traté de practicar esto en mi huerto.Después de unos pocos años, llegué a laconclusión de que no sólo este método erafísicamente agotador, sino que en lo quese refería a mejorar el suelo era absoluta-mente inútil.

Al principio enterré rastrojo (paja)y helecho que había traído desde la mon-taña. Llevando cargas de 45 kg y más, erauna labor ímproba, pero después de dos otres años ni siquiera había suficiente man-tillo para recoger a mano. Las trincherasque había cavado para enterrar la materiaorgánica se hundieron y quedaron los fo-sos abiertos.

Luego traté de enterrar madera. Pa-reciera que mejor sería enterrar paja paramejorar el suelo, pero a juzgar por la can-tidad de suelo formado, es mejor la ma-dera. Esto está bien mientras haya árbo-les que talar. Pero si no los hay, es mejorproducir madera en el huerto en vez de

tener que traerla desde una gran distan-cia.

En mi huerto hay pinos y cedros, unospocos perales, caquis, cerezos japonesesy muchas otras variedades nativas crecien-do entre los citrus. Unos de los árbolesmás interesantes, aunque no nativo, es laacacia Morishima. Este es el mismo ár-bol que mencioné anteriormente en co-nexión con las mariquitas y la protecciónnatural de los predatores. La madera esdura, las flores atraen a las abejas y lashojas son buenas para comer. Esta acaciaayuda a prevenir el daño de insectos en elhuerto, actúa como rompeviento y las bac-terias rhizobium viviendo en las raíces fer-tilizan el suelo.

Esta acacia fue introducida en Ja-pón desde Australia hace unos años y cre-ce más rápido que cualquier otro árbol quehe visto. En unos pocos meses entierra unaraíz profunda y en seis o siete años crecea la altura de un poste de teléfono. Ade-más, este árbol es un fijador de nitrógeno,de manera que si se plantan 6 a 10 árbolescada 10 áreas, la mejoría del suelo puedeextenderse a sus profundidades y no es ne-cesario romperse el lomo acarreando tron-cos por la montaña.

En lo que atañe a la capa superfi-cial del suelo, sembré una mezcla de tré-bol blanco y alfalfa sobre la tierra yerma.Pasaron varios años antes que se afincaran,pero finalmente lo hicieron y o-cuparonlas laderas donde tengo el huerto. Tam-bién planté el rábano daikon. Las raíces deesta vigorosa verdura penetran profunda-mente en el suelo, agregando materia or-gánica y abriendo canales para la circula-

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cuanto empeño el agricultor que aplicaquímicos, colorantes, cera, etc., sólo pue-de vender su fruta por un precio que esca-samente cubre sus costos. Este año, aúnun monte con fruta excepcionalmente finasólo puede esperar un beneficio de menosde 10 centavos por kilo. El fruticultor queproduzca fruta de calidad ligeramente másbaja, terminará perdiendo dinero.

Como en estos pocos años pasadoslos precios se desplomaron, las coopera-tivas y los centros de distribución agríco-la se han vuelto muy estrictos, seleccio-nando solamente fruta de calidad muy su-perior. La fruta de calidad inferior no pue-de venderse a los centros de distribución.Luego de pasarse todo un día de trabajaren el huerto cosechando mandarinas, em-paquetándolas y llevándolas al galpón, elfruticultor debe trabajar hasta las 23 ó 24horas de la noche, revisando la fruta unapor una y descartando la que no sea detamaño y forma perfecta (9).

Las “buenas” a veces sólopromedian un 25 a 50% del total de la co-secha, y aún así algunas de éstas son re-chazadas por la cooperativa. Si el benefi-cio que queda es sólo de 4 a 6 céntimospor kilo se considera muy bueno. El po-bre citricultor trabaja duro hoy en día yapenas cubre los gastos.

El cultivo de fruta sin aplicar quí-micos, sin fertilizantes y sin cultivar elsuelo produce menor gasto y, por lo tanto,es mayor su beneficio. La fruta que envíoes virtualmente sin clasificar; sólo la em-paco y la mando al mercado y me voy a la

cama temprano.Los demás fruticultores han com-

prendido que están trabajando muy duropara terminar con sus bolsillos vacíos. Poreso crece el sentimiento de que no es nadaextraño cultivar productos naturales y, portal motivo, los productores están prepara-dos para cultivar sin químicos. Pero hastaque el alimento natural pueda ser distri-buido localmente, el granjero se preocu-pará por la falta de mercado donde ven-der sus productos.

En lo que toca al consumidor, lacreencia común es que los alimentos na-turales debieran ser caros. Si no lo son, lagente sospecha que no se trata de produc-tos naturales. Un minorista observó queninguno quería comprar productos natu-rales a menos que sus precios fueran másaltos.

Aún considero que el alimento na-tural debiera venderse más barato que losdemás. Hace varios años, una dietética deTokio me solicitó que enviara miel de mihuerto y huevos de las gallinas de la mon-taña. Cuando descubrí que el comercian-te los vendía a precios extravagantes, mepuse furioso. Sabía que un comercianteque se aprovechara de sus clientes de esamanera también mezclaría mi arroz conarroz de otra proveniencia para aumentarel peso y que, eso también, tendría quepagarlo el consumidor a un precio abusi-vo. Inmediatamente dejé de enviar misproductos a esa tienda.

Si se cobra un precio alto por ali-mentos naturales, significa que el comer-ciante está sacando beneficios excesivos.Además, si el alimento natural es caro, se

(9)La fruta rechazada se vende a mitad de precio a unacompañía privada para jugo.

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ción de aire y agua. Ensemilla solo fácil-mente y después de la primera siembra unopuede olvidarse de repetirla.

A medida que se enriquecía el sue-lo, empezaron a retornar los yuyos. Des-pués de 7 u 8 años, el trébol casi desapa-reció entre los yuyos, de forma que sem-bré un poco más de trébol a fines del ve-rano, después de cortar durante el verano,los yuyos, brezos y brotes de árboles conuna guadaña. Como resultado de esta co-bertura gruesa de yuyosy trébol durante los últi-mos 25 años, la capa su-perficial del huerto, queantes consistía de unaarcilla dura y roja, se haconvertido en una tierrasuelta, de color oscuro yrica con lombrices y ma-teria orgánica.

Con la fertiliza-ción del mantillo graciasal abono verde y la me-jora del suelo producidapor las raíces de la aca-cia Morishima, uno selas puede arreglar biensin fertilizante y no haynecesidad de cultivarentre los árboles delhuerto. Con los árbolesactuando comorompevientos, los citrusen el medio y en el suelo la cobertura defertilizante verde, descubrí una manera depermitir que el huerto se las arregle solocon poco trabajo.

PRODUCIENDO VERDURASCOMO PLANTAS SILVESTRES

Hablemos ahora de cómo producirverduras. Puede usarse un rincón de jar-dín para procurar verduras para el hogaro producirlas en un baldío.

Para el huerto casero basta decir quedeben cultivarse las verduras adecuadasen la estación correspondiente en suelopreparado con compost orgánico y estiér-

col. En elviejo Japón,el métodopara produ-cir verduraspara la coci-na hogareñase ajustababien con lapauta natu-ral de lavida. Los ni-ños jueganbajo los fru-tales del jar-dín. Los cer-dos comenrestos de lacocina yhurgan en elsuelo. Losperros la-dran y jue-

gan y el granjero siembra en la rica tierra.Los gusanos e insectos crecen junto conlas verduras, las gallinas picotean los gu-sanos y ponen huevos para que los comanlos chicos.

«Hace 20 años la faz de esta montaña era de arcilla rojay yerma, donde ni siquiera penetraba la pala.»

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un estado ligeramente marchito está man-teniendo su respiración y su consumo deenergía al más bajo nivel posible. Es comouna persona meditando: su metabolismo,respiración y consumo calórico han alcan-zado un nivel extremadamente bajo. Aúnen el caso de ayunar, conservará la ener-gía dentro de su cuerpo. De manera simi-lar, cuando la mandarina se aja, cuando lafruta se arruga, cuando la verdura se mar-chita, están en un estado que conservarásu valor alimenticio por el mayor tiempoposible.

Es un error tratar de mantener la meraapariencia de frescura, como cuando unay otra vez el verdulero asperja agua sobresus verduras. Aunque el producto se man-tenga con un aspecto fresco, muy prontose deteriora su sabor y su valor nutritivo.

Sea como fuere, todas las cooperati-vas agrícolas y centros colectivos de se-lección han sido integrados y expandidospara llevar a cabo tales actividades inne-cesarias. Se lo llama “modernización”. Elproducto se empaca y carga en el gran sis-tema de distribución para enviarlo al con-sumidor.

Para decirlo brevemente, hasta queocurra una reversión en los sentidos de losvalores que cuidan más el tamaño y as-pecto que la calidad, no habrá forma desolucionar el problema de la poluciónalimentaria.

EL MERCADEO DEALIMENTOS NATURALES

Durante estos años pasados he en-viado de 2.700 a 3.500 kilos de arroz a los

almacenes de alimentos naturales en va-rias partes del país. También envié 400cajas de 19 kilos de mandarinas en camio-nes de 10 toneladas a la Asociación Coo-perativa en el distrito Suginami de Tokio.El presidente de la cooperativa queríaofrecer productos no contaminados, y estafue la base de nuestro acuerdo.

El primer año fue muy exitoso, perotambién hubo algunas quejas. El tamañode la fruta era demasiado variado, la cás-cara un poco sucia y ajada, y así sucesiva-mente. Había enviado la fruta en cajas, sinrótulo y mucha gente pensó, sin razón, quese trataba de fruta de “segunda”. Ahora laempaco con la leyenda “mandarina natu-ral”.

Como los alimentos naturales pue-den ser producidos con el mínimo de es-fuerzo y gasto, razono que debieran ven-derse a un precio más barato. El año pa-sado, en el área de Tokio mi fruta fue lamás barata de todas. Según muchosverduleros era la de sabor más delicioso.Sería, por supuesto, mejor que la fruta sevendiera en la localidad, eliminando eltiempo y gasto perdido en su expediciók,pero aún así, su precio era el correcto, es-taba libre de químicos y tenía buen sabor.Este año me pidieron que enviara dos otres veces más cantidad.

En este punto surge la interrogantede cuán lejos puede expandirse la ventadirecta. A este respecto abrigo una espe-ranza. Ultimamente los fruticultores quí-micos han sido arrastrados a un punto eco-nómico extremadamente ajustado, y poresto sienten mayor atracción por produciralimentos naturales. Sin importar con

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La típica familia rural en Japón cul-tivaba verduras de esta manera hasta pocomenos de veinte años.

Se prevenían las plagas cultivandocosechas tradicionales en la época justa,manteniendo saludable el suelo y rotandolas cosechas. Los insectos dañinos se re-cogían a mano y también los comían lasgallinas. Al sur de Shikoku había una razade gallinas que comía los gusanos e in-sectos sin escarbar las raíces y dañar lasplantas.

Algunos podrán, al principio, ser es-cépticos sobre el uso de estiércol animal,y humano, pensando que es primitivo osucio. Hoy la gente quiere verdura “lim-pia”, por eso la cultivan en invernaderos,sin usar tierra. El cultivo de pedregullo,el cultivo de arena y la hidroponia se es-tán popularizando. Las verduras crecencon nutrientes químicos y con luces fil-tradas a través de vinilo. Es extraño quela gente haya llegado a pensar en estas ver-duras cultivadas químicamente como“limpias” y seguras para comer. Los ali-mentos cultivados en suelos equilibradospor la acción de gusanos,microorganismos y estiércol animal des-compuesto son los más limpios ysaludables.En el cultivo “semi – silves-tre” de verduras, utilizando un terreno li-bre, la ribera de un río o un baldío, miidea es simplemente esparcir semillas ydejar que la verdura crezca con los yuyos.Yo cultivo mis verduras en las laderasentre las hileras de citrus.

Lo importante es conocer la épocajusta para sembrar. Para la verdura de pri-mavera, la época justa es cuando están

muriendo los yuyos de invierno y justo an-tes de que broten los yuyos de verano (4).Las siembras de otoño, deben efectuarsecuando los yuyos de verano van desapa-reciendo y aún no aparecieron los de in-vierno.

Es mejor esperar una lluvia que durarávarios días. Se cortan los yuyos y allí sedeposita la semilla. No es necesario cu-brirlas con tierra, lo único que debe ha-cerse es desparramar los yuyos recién cor-tados sobre las semillas para que no lasencuentren los pájaros y las gallinas hastaque germinen. Usualmente hay que cor-tar los yuyos 2 – 3 veces para dar una opor-tunidad a los brotes de verduras, pero aveces basta con un solo corte.

Allí donde el trébol y los yuyos noson tan tupidos, uno simplemente espar-ce las semillas. Las gallinas comerán par-te de éstas, pero muchas germinarán. Siplantamos en hileras o surcos, es posibleque los escarabajos u otros insectos devo-ren muchas, porque caminan en línea rec-ta. También las gallinas se fijan cuandoha sido aclarada una porción de tierra yvienen a rascar el suelo. En mi experien-cia es mejor esparcir las semillas aquí yallá.

Las verduras producidas de esta ma-nera son más fuertes de lo que piensa lagente. Si brotan antes que los yuyos, és-tos no las ahogarán más tarde. Algunasverduras, como la espinaca y la zanahoriano germinan tan fácilmente. Para resol-ver el problema es bueno remojarlas porun día o dos y luego envolverlas en unpequeño “pellet” de arcilla.

Si se los siembra en forma un tanto

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tal indulgencia.Además, se utiliza un agente colo-

rante, no usado hace pocos años. Con estequímico, la fruta se colorea plenamenteuna semana antes. Dependiendo de si sevende antes o después de principios deotoño, el precio puede duplicarse o bajara la mitad; por eso el fruticultor aplica uncolorante químico que acelera el tinte, ydespués de cosechar la fruta, la coloca enun cuarto de maduración a gas.

Pero cuando la fruta se envía mástemprano, no es suficientemente dulce y,en tal caso, se usan edulcorantes artificia-les. En general, la gente piensa que losedulcorantes han sido prohibidos, pero eledulcorante artificial pulverizado sobre loscitrus no fue específicamente prohibido.La cuestión es saber si cae o no en la cate-goría de “agroquímicos”. De todas formas,casi todos lo usan.

Luego se lleva la fruta a un centrocooperativo de clasificación. Para sepa-rar la fruta grande de la chica, se las man-da por un transportador automático don-de mucha es machucada. Cuanto más ex-tenso es el transportador, mayor es el tiem-po durante el cual la fruta es sacudida.Luego de lavarla con agua, la mandarinaes pulverizada con conservadores y es pin-tada con agente colorante. Finalmente,como último toque, se aplica una soluciónparafínica de cera y se pule la fruta paradarle un hermoso brillo. Hoy en día la frutaes realmente manoseada.

De manera que desde el momentojusto antes de que se coseche la fruta has-ta cuando se la transporta y exhibe parasu venta, se usan de cinco a seis quími-

cos. Esto sin mencionar los fertilizantes ylas pulverizaciones químicas utilizadas enel huerto. Todo esto debido a que el con-sumidor desea que la fruta que compra seaun poco más atractiva. Este pequeño mar-gen de preferencia ha constituido un pre-dicamento real para el fruticultor.

Estas medidas no fueron tomadasporque al campesino le guste trabajar deesta manera, o porque a los funcionariosdel Ministerio de Agricultura les divierteaumentar las tareas del agricultor, perohasta que se modifique la actual escala devalores, la situación no mejorará.

Cuando trabajaba en la OficinaAduanera de Yokohama hace 40 años, setrataban las naranjas y limones Sunkist deesta manera. Yo me opuse fuertemente aintroducir este sistema en el Japón, peromis palabras no podían impedir que seadoptara el sistema moderno.

Si una granja familiar o una cooperati-va adoptó un nuevo sistema, tal como en-cerar las mandarinas, es debido a que elcuidado y la atención extra producen ma-yores beneficios. Las demás cooperativasse enteran y muy pronto también adoptanel nuevo proceso. Entonces ya disminuyeel precio de la fruta no encerada. En dosa tres años todo el mundo encera la fruta.Luego la competencia hace bajar los pre-cios y todo lo que le queda al fruticultores la carga de mayor trabajo y los costosagregados de suministros y equipos. Ahoradebe aplicarle cera a la fruta.

Por supuesto, como resultado el con-sumidor sufre. El alimento que no es fres-co puede ser vendido porque parece fres-co. Biológicamente hablando, la fruta en

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tupida, el daikon, el nabo y varias otrasverduras otoñales de hoja serán suficien-temente fuertes para competirexitosamente con los yuyos de inviernoy principios de primavera. Se dejan al-gunas para que ensemillen solas el sue-lo año tras año. Tienen un sabor espe-cial y son muy buenas para comer.

Es un asombroso espectáculo vercómo numerosas verduras desconocidasproliferan aquí y allá sobre la montaña.El daikon y el nabo crecen a medias fue-ra del suelo. La zanahoria y la bardanaa menudo crecen cortas y gruesas connumerosas raicillas y considero que susabor un tanto acre y agrio es el de suspredecesores silvestres originales. Unavez sembrados, el ajo, la cebolla perladajaponesa y el puerro chino vendrán sólosaño tras año.

Es mejor sembrar las leguminosas enprimavera. Es esencial que el caupi(5),el aduki, la soja y el poroto pinto yarriñonado germinen tempranamente.Germinarán con dificultad si no lluevey hay que vigilar los pájaros e insectos.

Cuando son jóvenes, el tomate y laberenjena no son suficientemente fuer-tes para competir con los yuyos, por esodeben sembrarse en almácigos y luegodeben trasplantarse. La planta de toma-

te no deber ser elevada con cañas sinose la deja crecer sobre el suelo. Losnódulos echarán raíces y saldrán nue-vos brotes que darán fruto.

En cuanto al pepino, la mejor varie-dad es la que repta por el suelo. Debencuidarse las plantas jóvenes y, en oca-sión, cortar los yuyos, pero luego de esolas plantas crecerán fuertes. Puedenecharse cañas o ramas y en ellas se en-roscarán las plantas de pepino. Las ra-mas no permiten que el fruto toque elsuelo y se pudra.

Este método también funciona con elmelón y el zapallo.

Las plantas de papa y de ñame sonmuy fuertes. Una vez sembradas, saldrántodos los años en el mismo lugar y nun-ca las sobrepasarán los yuyos. Lo únicoque debe hacerse es dejar algunas pa-pas bajo tierra al cosecharlas. Si el sue-lo es duro, es mejor sembrar primero eldaikon. A medida que crecen, las raícescultivan y ablandan la tierra y luego deunas pocas estaciones, pueden plantar-se papas en su lugar.

He descubierto que el trébol es útilpara controlar los yuyos. Crece en for-ma espesa y puede ahogar aún yuyosfuertes como el garranchuelo (6) y laartemisa. Si el trébol se siembra mez-clado con semillas de verduras, actuarácomo fertilizante viviente, enriquecien-do el suelo y manteniendo el suelo hú-medo y bien aereado.

Como con las verduras, es importan-te seleccionar la época exacta para sem-brar el trébol. Es mejor sembrar a finesde verano u otoño; las raíces se desa-

(4)Este método de cultivar verduras fue desarrollado porel Sr. Fukuoka por prueba y experimento según las condi-ciones locales. Donde vive él se puede depender de las llu-vias de primavera y un clima suficientemente cálido paracultivar verduras todo el año. A través de los años, el Sr.Fukuoka a llegado a determinar qué verduras sembrar entrelos yuyos y el tipo de cuidado que cada uno necesita.

En otras partes del mundo, éste método no sería prácti-co. Por eso cada agricultor que desee cultivar verduras enforma semi - silvestre debe desarrollar una técnica apropia-da para la tierra y la vegetación natural.

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correctivas lo resolverán. Pero eso ocurrepocas veces. Es evidente que a los inge-nieros eso no les entra por la cabeza. Esascontramedidas están todas basadas en unadefinición demasiado estrecha de lo queestá mal. Las medidas y contramedidashumanas proceden de una verdad y un jui-cio científico limitado. De esta forma nun-ca se obtiene una verdadera solución (8).

Mis modestas soluciones, talescomo esparcir el rastrojo y sembrar tré-bol, no crean polución. Son efectivas por-que eliminan la fuente del problema. Hastaque se pueda derrotar la fe moderna porlas grandes soluciones tecnológicas, la po-lución seguirá creciendo.

EL FRUTO DE LOS TIEMPOSDUROS

Por lo general, el consumidor asu-me que nada tiene que ver con causar lapolución agrícola. Muchos son los que exi-gen alimentos no tratados químicamente.Pero es que los alimentos químicamentetratados se venden principalmente en res-puesta a las preferencias del consumidor.El consumidor exige productos brillosos,sin manchas, de tamaño regular. Para sa-tisfacer esos deseos, se han puesto rápi-damente en uso productos químicos paraagricultura que hace 5 – 6 años no se uti-lizaban.

¿Cómo es que nos metimos en eselío? La gente dice que no le importa si los

pepinos son rectos o torcidos, y que la frutano debe tener un aspecto maravilloso. Perosi alguna vez echamos un vistazo a losmercados de abasto en Tokio, podemosver cómo los precios responden a las pre-ferencias del consumidor. Cuando la fru-ta tiene un aspecto un poco mejor, se con-sigue un premio de 5 a 10 centavos dedólar por libra*. Cuando se clasifica como“pequeña”, “mediana” o “grande”, el pre-cio por libra puede doblar o triplicar concada aumento de tamaño.

La complacencia del consumidorpor pagar precios altos por alimentos pro-ducidos fuera de estación también ha con-tribuido al uso creciente de métodos arti-ficiales de cultivo y productos químicos.El año pasado, la mandarina Onshu culti-vada en invernadero para venta en veranoalcanzó precios 10 a 20 veces más altosque los de estación. En vez del precioacostumbrado de 10 a 15 ctv. por libra, sellegó a precios exorbitantes de 0.80, 1.00y hasta 1.75 dólares por libra. De maneraque es rentable invertir varios miles dedólares para instalar equipos, comprar elcombustible necesario y trabajar horasextra.

Cultivar fuera de estación se havuelto cada vez más popular. Para tenermandarinas un mes antes, la gente en laciudad está feliz de compensar la inver-sión extra del agricultor en trabajo y equi-po. Pero si por ventura preguntamos cuánimportante es para el ser humano teneresta fruta con un mes de anticipación, laverdad es que no lo es para nada, y que eldinero no es el único precio pagado por

(8)Por "verdad y juicio científico limitado" el Sr.Fukuoka se refiere al mundo como es percibido y construídopor el intelesto humano. Considera que esta percepción estálimitada en un encuadre definido por sus propis supuestos. * aproximadamente 500 grs.

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rrollan durante los meses fríos, prece-diendo a los yuyos. También andará bienel trébol si se siembra a principios deprimavera. Se puede sembrar al voleo oen hileras a 30 cm de distancia una deotra. Una vez afincado, el trébol crece-rá solo hasta 5 – 6 años, después de locual debe volver a sembrarse.

La meta principal de este cultivosemi-silvestre de verdura es producirlalo más naturalmente posible en tierraque no se usaría de otra forma. Si se pro-bara de utilizar técnicas mejoradas o deobtener mayores rindes, el intento ter-minaría en un fracaso. En la mayor par-te de los casos, el fracaso sería causadopor insectos o plagas. Si se mezclan va-rios tipos de yuyos y verduras y crecenjunto con la vegetación natural, el dañopor plagas e insectos será mínimo, y nose necesitarán pulverizaciones o erradi-car insectos a mano.

Se pueden producir verduras en cual-quier lugar donde crece una variedad deyuyos vigorosos. Es importante familia-rizarse con el ciclo anual y con la pautade crecimiento de los yuyos y hierbas.Con sólo observar la variedad y el ta-maño de los yuyos en una cierta áreapuede determinarse el tipo de suelo y sies que existe una deficiencia.

En mi huerto produzco bardana, re-pollo, tomate, zanahoria, mostaza,porotos, nabos y muchos otros tipos dehierbas y verduras en forma semi-silves-tre

CONDICIONES PARAABANDONAR LA QUIMICA

Hoy, la producción de arroz en Ja-pón se encuentra en una encrucijada im-portante. Tanto el agricultor como el es-pecialista están confundidos ante qué sen-da tomar – continuar con el trasplante enel arrozal o moverse hacia la siembra di-recta, y en este último caso, si usarcultivación o no-cultivación. Hace más deveinte años que vengo diciendo que la no-cultivación por siembra directa probará sereventualmente la mejor forma. La rapi-dez con la cual ya se está difundiendo lasiembra directa en la Prefectura deOkayama es una revelación.

Sin embargo, algunos consideranque es inimaginable cambiar hacia unaagricultura sin química para suministrarla alimentación de todo el país. Dicen dedeben usarse tratamientos químicos paracontrolar las tres grandes plagas del arroz.

Pero si los agricultores dejaran deusar las variedades debilitadas de semi-llas ”mejoradas”, si dejaran de usar de-masiado nitrógeno en el suelo y si reduje-ran la cantidad de agua irrigada para quese desarollaran raíces fuertes, estas enfer-medades desaparecerían casi completa-mente y sería innecesario usarpulverizaciones químicas.

Al principio el suelo de arcilla rojaen mis campos era débil e inadecuada paraproducir arroz. Con frecuencia ocurría laplaga de manchas marrones. Pero a medi-da que gradualmente aumentó la fertili-dad del suelo, disminuyó la incidencia de

(5)Especie de garbanzo. (6)Garranchuelo (Digitaria Sanguinalis)

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grandes cantidades y sólo una fracción deéstos es absorbida por las plantas en elcampo. El resto se vierte hacia los ríos yarroyos, fluyendo eventualmente al MarInterior. Estos compuestos nitrogenadosse convierten en alimento para las algas yel plancton que se multiplican en gran can-tidad, causando las mareas rojas. Por su-puesto, también las descargas industria-les de mercurio y otros residuos contami-nantes se suman a la polución, pero lamayor parte de la polución acuática enJapón proviene de los agroquímicos.

De manera que el agricultor debeasumir la mayor responsabilidad por lasmareas rojas. El campesino que aplicaquímicos contaminantes en su tierra, lascompañías que manufacturan dichosagroquímicos, los funcionarios que creenen la conveniencia de los químicos y enconsecuencia, ofrecen su orientación téc-nica al respecto – si cada una de estas per-sonas no se dedica a pensar profundamen-te en el problema, no habrá forma de re-solver la cuestión de la polución del agua.

Tal como están hoy las cosas, sólolos más directamente afectados se mue-ven para enfrentar los problemas de la po-lución, como en el caso de la lucha de lospescadores locales contra las petrolerasluego del gran derrame de petróleo cercade Mizushima. O también algún profesorpropone encargarse del problema abrien-do un canal a través de la isla de Shikokupara que el agua relativamente limpia delOcéano Pacífico fluya en el Mar Interior.Esta clase de cosa es investigada y proba-da una y otra vez, pero la verdadera solu-ción nunca se producirá de esta forma.

El hecho es que hagamos lo que haga-mos, la situación desmejora. Cuanto máscomplicadas son las medidas preventivas,más complicados se vuelven los proble-mas.

Supongamos que hiciéramos pasaruna cañería a través de Shikoku y que sebombeara el agua desde el Pacífico al MarInterior. Digamos que esto posiblementepodría lavar el Mar Interior. Pero ¿de dón-de proviene la energía eléctrica que haráfuncionar la fábrica que construirá la ca-ñería y cuánta energía requerirá bombearel agua? Sería necesario instalar una plantanuclear de energía. Para construir tal sis-tema, debe juntarse concreto y todos losdiversos materiales, y también deberáconstruirse un centro de procesamiento deuranio. Cuando las soluciones se desarro-llan de esta manera, sólo siembran las se-millas para problemas de polución de se-gunda y tercera generación, problemas queserán más difíciles y más extensos que losprevios.

Es como el caso del campesino co-dicioso que abre demasiado la llave depaso de su riego y al precipitarse el aguaen el arrozal, produce una grieta en elmuro que se derrumba. En ese punto, esnecesario trabajar para reforzar el siste-ma. Se refuerzan las contenciones y seaumenta el canal de riego. El aumento enel flujo de agua sólo intensifica el peligroen potencia, y la próxima vez que se debi-lita el muro, es necesario un mayor esfuer-zo de reconstrucción.

Cuando se adopta una decisión paraenfrentar los síntomas de un problema, ge-neralmente se supone que las medidas

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esta enfermedad. Mas tarde, la plaga des-apareció por completo.

La situación es similar con el dañocausado por insectos. Lo más importantees no eliminar los predadores naturales.La costumbre de mantener el arrozal bajoagua permanente o de irrigarlo con aguaestancada o contaminada también produ-cirá problemas de insectos. La plaga deinsectos más molesta, la langosta puedeguardarse bajo control manteniendo elagua fuera del arrozal.

La langosta de hoja del arroz ver-de, viviendo entre los yuyos a través delinvierno, puede convertirse en un anfitriónde virus. Si ocurre esto a menudo el re-sultado es una pérdida de 10 a 20 % porenfermedad. Pero si no se pulverizan in-secticidas químicos, habrá numerosas ara-ñas en el campo y se les puede dejar lalabor de controlar varios tipos de plaga.La araña es sensible a la menor interven-ción humana y, por tal motivo, es necesa-rio tener cuidado.

La mayor parte de la gente cree que sise abandonan los fertilizantes químicos ylos insecticidas, los rindes agrícolas dis-minuirían a una fracción del nivel actual.Los expertos en plagas estiman que laspérdidas en el primer año después de nofumigar alcanzarían probablemente a un10 %. El poder recup-erativo de la natu-raleza es grande, más allá de toda imagi-nación, y luego de una pérdida inicial con-sidero que aumentarían las cosechas parasobrepasar eventualmente su nivel origi-nal.

Mientras trabajaba en la Estación dePruebas de Kochi, produje experimentos

para la prevención del gorgojo barrena-dor. Este insecto penetra y se alimenta enla caña de arroz, que toma un color blan-co pálido y se marchita. El método paraestimar el perjuicio es simple: se cuentala cantidad de cañas blancas de arroz. Enunas cien plantas, podrán blanquear un 10a 20% de las cañas. En casos graves, cuan-do parece que se ha arruinado la cosechaentera, el verdadero perjuicio es de alre-dedor de un 30 %.

Para tratar de evitar esta pérdida, sepulverizó un arrozal con insecticidas paraeliminar el gorgojo, mientras que otroarrozal no fue tratado. Cuando se calcu-laron los resultados se comprobó que elarrozal no tratado, con numerosas cañasblancas, arrojó un mayor rendimiento. Alprincipio no lo podía creer y pensé quefuera un error experimental. Pero pare-cía que los datos eran correctos, de for-ma que seguí investigando.

Lo que ocurrió fue que al atacar lasplantas más débiles, el gorgojo produjoun efecto de aporque. La marchi-taciónde algunas cañas dejó mayor lugar parael resto de las plantas y el sol alcanzó apenetrar hasta las hojas más bajas. Comoresultado, las plantas remanentes crecie-ron con más fuerza y produjeron mayorcantidad de granos que las que estuvie-ron sin ralear. Cuando la densidad de lascañas es demasiado grande y los insec-tos no ralean el exceso las plantas pue-den tener un aspecto más saludable, peroen muchos casos, la cosecha es menor.

Estudiando los informes de nume-rosos centros de investigación es posibledescubrir los resultados de usar práctica-

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básica de la polución, sino que sólo vedesde una perspectiva estrecha y superfi-cial.

Me puse de pie y sugerí que tomá-ramos una acción en conjunto para esta-blecer en ese instante y lugar, un plan con-creto que se ocupara de la polución. ¿Nosería, por ejemplo, mejor hablar claramen-te sobre eliminar el uso de químicos cau-santes de la polución? El arroz, para darun ejemplo, puede cultivarse muy bien sinquímicos, como también los citrus, y tam-poco es difícil producir verduras de esaforma. Dije que podía hacerse, y que yolo había estado haciendo en mi granja des-de hacía muchos años, pero mientras elgobierno continuara apoyando el uso dequímicos, ningún otro trataría de probarcon cultivos limpios.

En la reunión estaban presentes miem-bros de la Oficina de Pesca, como tam-bién del Ministerio de Agricultura y de laCooperativa Forestal. Si ellos y el presi-dente de la conferencia, el Sr. Ichiraku,realmente querían que las cosas camina-ran y hubiesen sugerido tratar de cultivararroz sin químicos, podrían haberse efec-tuado cambios fundamentales.

Pero había un gran problema. Si se rea-lizara una agricultura sin agroquími-cos,fertilizantes o maquinarias, las gigantes-cas compañías químicas se volveríanobsoletas y la Agencia Cooperativa Agrí-cola del Gobierno hubiera entrado en co-lapso. Para poner las cosas en claro, dijeque las cooperativas y los responsables dela política agrícola moderna dependen degrandes inversiones de capital en maqui-naria agrícola y fertilizante para su base

de poder. Descartar completamente la ma-quinaria y los químicos, produciría uncambio completo en las estructuras eco-nómicas y sociales. Por lo tanto, no podíaver de qué manera el Sr. Ichiraku, La Coo-perativa y los funcionarios gubernamen-tales podían apoyar medidas para elimi-nar la polución.

Cuando hablé de esta manera, el presi-dente dijo: “Sr. Fukuoka, Ud. Está tras-tornando la conferencia con sus observa-ciones”, haciéndome cerrar la boca. Bue-no, eso es lo que pasó.

UNA SOLUCIÓN MODESTA PARAUN PROBLEMA DIFICIL

De manera que parecería que lasagencias del gobierno no tienen intenciónde detener la polución. Una segunda difi-cultad es que todos los aspectos de la con-taminación alimentaria deben ser reuni-dos y resueltos al mismo tiempo. Un pro-blema no puede ser resuelto por gente de-dicada a una u otra sola parte del total.Hasta el punto que la toma de concienciade todos no se transforme fundamental-mente, no cesará la polución.

Por ejemplo, el agricultor piensaque el Mar Interior (7) no es de su incum-bencia. Piensa que le corresponde a la Ofi-cina de Pesca ocuparse de la poluciónoceánica. Y en esta forma de pensar yaceel problema.

Los fertilizantes químicos más co-múnmente usados, el sulfato de amonio,la urea, el superfosfato, etc, se usan en

(7)El pequeño mar entre las islas Honshu, Kyushu yShikoku.

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mente todos los insecticidas químicos co-nocidos. Pero en general, no se sabe quesólo se informan los resultados parciales.No es que exista una ocultación, sino quecuando las compañías químicas publicanlos resultados, es lo mismo que si se hu-biesen ocultado. Los resultados que seña-lan rindes más bajos, como ocurre con elexperimento con el gorgojo, son descar-tados como discrepancias experimentalesy no se publican. Hay, por supuesto, ca-sos en los cuales el exterminio de insec-tos resulta en mayores rindes, pero hayotros en los cuales el rendimiento es re-ducido y, en tal caso, es raro que se publi-quen.

Entre los agroquímicos, los herbi-cidas son probablemente los que el agri-cultor desea descartar con mayor dificul-tad. Desde tiempos antiguos, el agricultorha sido afligido por lo que podría llamar-se “la batalla contra los yuyos”. Las ara-das, la cultivación en hileras y surcos y elmito mismo de trasplantar el arroz, todosestán destinados a eliminar las malas hier-bas. Antes del desarrollo de los insectici-das, el agricultor debía caminar muchoskilómetros a través del arrozal inundado,utilizando una herramienta para ralear losyuyos a mano. Es fácil comprender porqué razón se acogieron estos productosquímicos como un regalo del cielo. Usan-do el rastrojo, el trébol y la inundacióntemporaria del arrozal, descubrí una for-ma sencilla de controlar los yuyos sin ladura tarea de ralear o el uso de productosquímicos.

LAS LIMITACIONES DELMETODO CIENTIFICO

Antes de que los investigadores sededicaran a investigar, debieran volversefilósofos y considerar cuál es la meta hu-mana, qué debería crear la Humanidad.El médico debería determinar a un nivelfundamental de qué depende la vida de laraza humana.

En la aplicación de mis teorías parala agricultura, he estado experimentando,produciendo mis cosechas de varias ma-neras, siempre con la idea de desarrollarun sistema ajustado a la naturaleza. Lo herealizado descartando muchas prácticasagrícolas inútiles.

La agricultura científica moderna,por otro lado, no tiene tal visión. La in-vestigación vaga a la deriva, mientras cadainvestigador ve sólo una parte del infinitoconjunto de factores naturales que afectalos rendimientos de las cosechas. Además,estos factores naturales cambian de un lu-gar a otro y año tras año.

Aunque se trata de una misma frac-ción de tierra, el agricultor debiera culti-var sus cosechas diferentemente cada año,de acuerdo con las variaciones climáticas,las poblaciones de insectos, la condicióndel suelo y muchos otros factores natura-les. La naturaleza se encuentra permanen-temente en movimiento, las condicionesnunca son exactamente similares de añoa año.

La investigación moderna divide lanaturaleza en piezas diminutas y conduceanálisis que no se conforman con la leynatural ni con las experiencias prácticas.

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En estos días hay mucha preocupa-ción en Japón, y es justificable, sobre eldeterioro del medio ambiente y la conta-minación alimentaria resultante. Los ciu-dadanos han organizado boicots y gran-des manifestaciones para protestar por laindiferencia de los líderes políticos e in-dustriales. Pero si toda esta actividad pro-sigue desarrollándose con el espíritu pre-sente, sólo resultará en vanos esfuerzos.Hablar sobre limpiar casos específicos depolución es como tratar los síntomas deuna enfermedad mientras su raíz continúasupurando.

Por ejemplo, hace dos años, el Cen-tro de Investigación Agrícola, junto conel Consejo de Agricultura Orgánica de laCooperativa de Nara, organizaron unaconferencia con el propósito de discutirla polución. El presidente de la Conferen-cia era el Sr. Teruo Ichiraku, quien enca-beza la Asociación Japonesa de Agricul-tores Orgánicos, y también una de las per-sonalidades más poderosas en la Coope-rativa Agrícola Gubernamental. Las reco-mendaciones de esta agencia sobre quécosechas deben sembrarse y qué semillasusarse, cuánto fertilizante y qué químicosaplicarse, son acatadas por prácticamentetodos los pequeños agricultores de Japón.

Como tomaría parte una diversidadtan grande de gente influyente, asistí conla esperanza de que podrían decidirse allíacciones fundamentales que se pondríanen efecto.

Podría decirse que desde el puntode vista de publicitar el problema de la

polución alimentaria, esta conferenciatuvo éxito. Pero como en las demás asam-bleas, las discusiones degeneraron en unaserie de informes altamente técnicos pro-ducidos por especialistas en investigacióny relatos personales sobre los horrores dela contaminación alimentaria. Nadie pa-recía estar dispuesto a discutir el proble-ma en su nivel fundamental.

Por ejemplo, en la discusión sobreel envenenamiento por mercurio del atún,el representante de la Oficina de Pescasubrayó lo espantoso que había sido eseproblema. Por ese tiempo la polución pormercurio se discutía día tras día por la ra-dio y en los periódicos, de forma que to-dos escuchaban atentamente lo que decíael orador.

Este dijo que la cantidad de mercu-rio en los cuerpos de los atunes, aún entreaquellos capturados en el océano Antárti-co y cerca del Polo Norte, era extremada-mente alta. Sin embargo, cuando se dise-có y analizó un espécimen de laboratoriotomado hace varios cientos de años, estepez, contrariamente a lo esperado, tam-bién contenía mercurio. Esta conclusiónexperimental sugería que el pez necesita-ba mercurio para vivir.

La gente se quedó mirándose conincredulidad. Se suponía que el propósitode la reunión era determinar cómo enfren-tar la polución que ya había invadido elmedio ambiente y cómo tomar medidaspara corregirla. En vez, este representan-te de la Oficina de Pesca decía que elmercurio era necesario para la superviven-cia del atún. Esto es lo que significo cuan-do digo que la gente no entiende la causa

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Los resultados se acomodan para conve-niencia de la investigación y no a las ne-cesidades del agricultor. Considerar queestas conclusiones pueden ser aplicadascon éxitos invariables en el campo delagricultor es un grave error.

Recientemente, el profesor Tsuno dela Universidad de Ehime escribió un largolibro sobre la relación entre el metabolis-mo de la planta y las cosechas de arroz. Amenudo este profesor viene a mi granja,cava algunos metros para revisar el suelo,trae algunos estudiantes para medir el án-gulo de luz solar y sombra y así sucesiva-mente, y se lleva a su laboratorio muestrasde plantas para analizar. A menudo le pre-gunto: “¿Cuándo se vuelva a su casa, pro-bará con una siembra directa de no –cultivación?” Me contesta riéndose. “No,yo le dejo a Ud. Esas aplicaciones. Yo melimitaré a mi investigación”.

Y así son las cosas. No hay más queestudiar la función del metabolismo ve-getal y su capacidad para absorber losnutrientes del suelo, escribir un libro y re-cibir un doctorado en ciencia agrícola.Pero sin preguntar si su teoría de asimila-ción será relevante al rendimiento.

Aún si uno puede explicar cómo elmetabolismo afecta la productividad de lahoja superior cuando la temperatura pro-medio es de 84° F, hay zonas en las cualesla temperatura no alcanza a los 84°F. Y sila temperatura en China alcanza a 84°Feste año, el año que viene podrá alcanzarsólo a los 75°F. Es un error afirmar quesimplemente apurando el metabolismo au-mentará la producción de almidón y queproducirá una mejor cosecha. La geogra-

fía y topografía del suelo, su condición,estructura, textura y drenaje, exposicióna la luz solar, el método de cultivación –en verdad una variedad infinita de facto-res – todos deben ser considerados. Unmétodo de análisis científico que toma encuenta todos los factores relevantes es unaimposibilidad.

En estos días se habla mucho de losbeneficios del “Movimiento del BuenArroz” y de la “Revolución Verde”. De-bido a que estos métodos dependen de va-riedades de semillas “mejoradas”, débi-les, se vuelve necesario que el agricultoraplique química e insecticidas ocho o diezveces en cada estación de crecimiento. Enun corto lapso de tiempo, el suelo es lava-do de microorganismos y de materia or-gánica. Es destruida la vida del suelo ylas cosechas llegan a depender denutrientes agregados desde el exterior enforma de fertilizante químico.

Parece ser que las cosas funcionanmejor cuando el agricultor aplica “técni-cas científicas”, pero esto no significa quela ciencia deba precipitarse al rescate de-bido a que la fertilidad natural seainherentemente deficiente. Significa queel rescate es necesario cuando se ha des-truido la fertilidad natural.

Al esparcir rastrojo, produciendo tré-bol y retornando al suelo todos los resi-duos orgánicos, la tierra llega a poseer to-dos los nutrientes necesarios para produ-cir año tras año arroz y cereal de inviernoen el mismo campo. Gracias a la agricul-tura natural, las tierras ya perjudicadas porla cultivación o el uso de agroquímicospueden ser rehabilitadas efectivamente.

LA REVOLUCION DE UN RASTROJO 57

III

HABLA UN AGRICULTOR